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COORDINACION DE HUMANIDADES BIBLIOTECA DEL ESTUDIANTE UNIVERSITARIO MABSTeIA, EN LiteR ary, MEXICAN, Oe Boar BARTOLOME DE LAS CASAS DOCTRINA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE M&xIcO Minuco 1992 Primera edicién: 1941 1951 1973 1982 1992) Quinta ediciba: DR © 1992. Universidad Nacional Aurénoma de México Ciudad Universitaria, 04510 México, D. F. Dmacci6x GeNeRat, pe PunLicaciones Impreso y hecho en México ISBN 966-36-2016-7 PROLOGO LAs Casas, PADRE ¥ DOCTOR Padre y doctor de la americanidad es fray Bartolomé de las Casas, Concibié en suma nobleza bumana el ethos" del Mundo Nuevo, ¢ infundisle —con energia— el cspiritu de la justicia. Venido al principio del dolo- 0:0 alumbramiento, dispuso los caminos de la liber- tad, "como después de la vida sea la cota mas pre- diosa y estimable”, y aparejé lumbreras de amor 9 vebemencia, Espana no ba Wegado « estas tiemras bor imponer ley de opresion, sino para propagar evangelio de caridad; un alto destino se confis al linaje de la reina Isabel: engendrar nueva raza. Y generaciin es polo de destrucciém, ‘Mat ba ompezado a entenderse la soberana empre- sai el primitive estupor de tos europeos ante la fibula de sus ballazgos va convirtitndose en oruel- dad, en inbumanidad, en incomprensién del ser y del valer indigenas; levéntase mo disimaulada conci- biscencia de borrar lo nativo; por frente @ la som- bra de amago y al pecho de las primeras tropelias, reacciona el alma de Espafa: no, tampoco se trata de una ciega transplantacién, arraradora de obstécw- v 1s, sino de ayuntamiento, amalgama, injerto o iden- sided fina, —Pero es imposible; los indios som de una natu. raleza inferior —clamaban rudas ‘voces voracet. —Mentira. Los indios gozan plenitud bumana —reponian con ira y escindalo la madre Isabel y Jos padres del Nuevo Mundo, Sobre todas las voces domind el rugiente clamor del sumo pradre, fray Bar- solomé: "Todas las cuales gentes son dnimas racio- ales, criados y formados a la imagen y semejanza de la Alsisima Trinidad”; “aquellas gentes todas y aquellos pueblos de todo aquel orbe som libres, la cual libertad no pierden por admitir y tener a vuestra majestad por universal sefor, antes suplidos —si al- gunos defectos en su repiblica padecian—, el senorio de vuestra majestad se los limpiase, y apurase, ast gozasen de mejorada libertad”; qnien lo contrario sostenga sea “tenido por fauor de tan excecrables impiedades que resultan en tan gran infamia de la fe, de la honra det nombre cristiano” y propagador del "venenoso céncer que para destruccién de aguellos (reinos) quiere derramar”. ¥ enceréridose al propio Carlos V: "Aunque fuese vuestra majestad perder —le dice— todo eh dicho su reab seRorio y nunca ser crista. nos los indios, si el contrario de exto no podia sor sin muerte y total destruccién de ellos, como hasta agora ha sido, que no era inconveniente que vuestra majes- tad dejara de ser sefor de ellos y ellos nunca jamés fuesen cristianas”, Tales clamores legaron a Roma alcanzaron universidad en la declaracién de Pau- Jo Ul: "Los indios son verdaderos hombres. Tales indios todos los que més tarde se descubran por cristianos no pueden ser privados de su libertad por w medio alguno, ni de sus propiedades, aunque no estén en la fe de Jesucristo; 4 podrén libre y legitimamente gozar de su libertad y de sus propiedades, y no serén esclavos, y todo cuanto se biciere en contrario ser ilo y de ningiin efecto”, La sangre traicionabe teorias adversas: la tdemidad humana era manifiesta en el aynntemionto de la carne y en sus consecuencias, Facil es ballar en et Derecho Natural un comin denominador que liga as opuestas estirpes; por eso fray Bartolomé incide obcecadamente en los mandamientos de ese derecho: enanto le es contrario, motiva la indignacién del pa- dre; cuento es conforme a la Ley de la Naturaleza inspira sus apasionadas defensas. Por el Derecho Na- tural define la superior especie de mestizaje, secuencia del ayuntamiento fisico, a saber: el mestizaje de los espiritus, que implica el mestiaaje de las formas cultu- rales, 0 lo que es igual: el advenimiento de América Si América es mestizaje, ba de serlo en modo pro- porcional y sobre la justa estimacién de sendas apor- taciones, Como en tantos otros aspectos det naci- miento americano, el doctorado de fray Bartolomé descuella en la estimativa de los elementos valiosos que las Indias traen al "ethos" nuevo; y som asom- brosas la penciracién y la audacia empleadas por el ‘gran doctor del mundo americano, cuando para poner de manifiesto la valia indigena, con celoso afin comprensivo, Noga a explicar y aun a disculpar cnes- tiones tan dificiles y —para su época y para la nues- tra— tan escandalosas, como los sacrificios humanos, el canibalismo y la idolairta; contra la idea de la in- capacidad politica de los indios —prej arraigado y difundido que el de su condictin de vm irracionales—, Las Casas proclama la aptitud abori- gen para realizar un tipo superior de vide bumana, yen esto "a muchas y diversas naciones que hubo y bay en ef mundo —de las may loadas y encumbra- das—, en gobernacién, politica y en las costumbres se igualarom, 9 a las muy prudentes de todo ét mo lo eran los griegos y romanos—, en seguir las reglas de la natural razén, con no chico exceso sobre- Pujaron”. También es sorprendente el cimulo de stisbos —abora puestos en vigor por las cdencias modernas—, principalmente de psicologia, geo-psi- cologia (Hellpach) y religiones comparadas, que fundan Ia estimaciin apologética de Las Casas, ¥. 1a influencia det clima, "la compostura de los miem- bros y drganos de los sensidos exteriores e interiores”, "la edad de los padres", "la bondad y sanidad de los mantenimientos”, etc, De Las Casas arranca el con- cepto idilico del Nuevo Mundo, que los roménticos pusieron en bogs. Valuado lo prebispénico —sin aplicarle a poste- tori medidas enropeas, que sélo podian ser, entonces, ara América, un futuro posible y parcial; mas enten- diendo las cultwras autdctonas en su exética pecilia ridad—, podiase hablar de cristianizacion 9 occiden- talizacién de las Indias, en igual modo que cuando el universalidad de su dominio, y como la propia Espa- cristianismo acepté las esencias valiosas del mundo ‘antiguo para engendrar la catolicidad, vale decir: la ‘ta retwvo e hizo suyas las esencias de los pueblos que Ja ocuparon en diversas épocas; de otra manera, la altura por nacer habria de resulter manca y sin raiz. “La ley cristiana y fe de Jesucristo, dondequiera caandoguiera que ega a los infieles, manda, y sujeta, y conserva las buenas leyes y buenas costumbres que balla enire ellos”. La cristianizacién de las Indias es —para Lat Ca- sas— el situlo justo de la conquista expatola; por tanto, ésta ba de ser “pacifica, y amorosa, y dulce, caritativa y allectivamente, por mansedumbre, y bie tmildad, y buenos ejemplos"; y como los expafioles inaen otro concepto ¢ imponen métodos reitidos con Ia idea crisiane, Bartolomé de las Casas se transfignra en verin de anasemas; concebida y definida la ame- ricanidad nueva, el padre y doctor de las Indias vione 4 ser el apéstol de sus naturales, Docrnina DE Las Casas Los offcios y la popularidad de Las Casas como apéstol menguan el conocimiento directo y exacto de sus escritos y de su doctrina, Por ser antipoda del in- selectual puro, ni construye una teoria sistemética, ni desliga las ideas de las circunstancias y pasiones, ni divorcia pensamiento y acciin; empenado en formi- dable batalla, viene y va cubriendo los puntos vnl- nerables, repite razones y anatemas, junta la tesis con al denuesto, salte de la exposicién abstracta de orden teolégico, filosdfico xy juridico al relato de crueldades y miserias. Es cierto que las ideas caracteristicas de Las Casas no son abundantes y que insiste sobre al- unos temas con obsesi¢n monomaniace; esto —se- falado tantas veces por sus malquerientes— aparece com viva frecuencia en profetas y apdstoles del tipo de Las Casas, poseidos de wna conviccién; en quienes nunca se satisface Ia seguridad de haber convencido, oa y conmovido, y contagiado a las masas y a los pode- vrosos. También ello facilce ol esquema de los com- ceptos fundamentales, que relativamente a Las Casas —euyos escritos forman exuberante selua—, resume Jos siguientes puntos doctrinarios: La racionalidad es comin a todos los hombres. Se ofende a la Providencia piblicando que [los indios) no [son] gentes de buena razén para obernarse, carecientes de humana policia y or- denadas repiblicas, no por més de Jas hallar ean ‘mansas, pacientes y humildes, como si la Divina Providencia en la creacién de tan innumerable rntimero de dnimas racionales se bubiera descui- dado, dejando errar la naturaleza humana, por quien tanto determiné hacer ¢ hizo, en tan cuasi infinita parte como ésta es del linaje humano, a que saliesen todas insociales y, por consiguiente, ‘monstruosas, contta la natural inclinacion de todas las gentes del mundo, no permitiendo que yerre asi alguna especie de las otras corruptibles Creatures, sino alguna por maravilla, de cuando ea cuando, —Apologética Historia: argumento "Los naturales de América no sblo son seres ra- cionales y libres, sino que reinen las condiciones pre- supnestas para un tipo superior de vida; no sblo tienen clerisima nocién del Derecho Natural, sino que al practicarlo demucstran poseor la virtud de la prudencia en sus tres capitales formas: “cuanto a la gobermacién de st mismos, que es la prudencia mo- nastica, y en cuanto a la econdmica, que es prudencia con que se gobierna le propia casa, donde concurren merida 'y mujer e bijos y posesiones....; también {son} prudentes cuanto a los gobiernos de sus rep blicas, que se Hama en general prudencia politica x {que tiene seis partes neceserias}: la 1, labradores; Ia 2¢ artifices; la 3¢, hombres de guerra; la 48, ricos hombres; la 58 y principal, el sacerdocia...; la 6, neces y gobernadores”. Com todo esto, Jos indios cumplen los requisitos de la vida superior: 19, for- man grupos unidos pacificemente; 2°, de consuno se esfuerzan en Ia realizacién de los valores superiores: religion x justicia, ésta en sus cuatro variadades: di tributioa, conmutativa, legal y general; 30, su indus- tria basta a sus necesidades.” —Apologética Historia, sefaladamente las pdginas, de la 509 a la 513, 9 los cuarenta tilsimos capitulos en que se prueba la aspi- racién indigena por una vida superior. El fin del Estado es alcanzar “la felicidad civil y humana de los pueblos, y ésta es la paz y amor de los vecinos entre si, por lo cual todos en el reino 0 ciudad estén ordenados y cada uno tenga y goce de su suerte y lugar”. Por lo tanto, la esencia de la ver- dera repiiblica es Ia justicia. Wid, pags. 510 y 119. Ta justicia y las otras virtudes morales indispen- sables para la vida social, el hombre las alcanza cuando vive de acuerdo con la raz6n. Ibid., cap. 40. Si los términos irracional y biérbaro no son siné- rnimos, tampoco este iiltimo lo es de inficl, absoluta- mente. Las Casas presenta en diversos lugares tal dis tincién; v. gr: al final de la Apologética Historia; bemos optado por insertar en este volumen la que ‘aparece en la Respuesta sobre los asuntos del Peri. Por naturaleza los hombres son libres para deter- minat su gobierno y someterse a su imperio. —Colec- xt cidm de Llorente, pag. 195. La esclavitud es acci dental y antinatural. —Esta tesis es repetida en cash todas las obras de Las Casas; pero constituye la afir- macién central del Teatado sobre la esclavitud de los indios, que se inserta en este volumen, y del Tratado comprobatorio de que més adelante ie da noticia. El Pontifice romano tiene autoridad sobre todos los hombres, cuanto viere que es menester para guiar- Jos a Ia vida eterna; por tanto, puede nombrar los ministros. idéneos, principalmente reyes cristianos, ‘que ayuden, amparen, conserven y defiendan a los predicadores evangélicos; pero como sobre los infie- les, en cierto casos, s6lo tiene autotidad en potencia y In jurisdiccién es voluntaria, no puede forzarlos a aceptar el cristianismo; menos aiin habrin de ser pri- vados los infieles de sus sefiorios, honras y preeminen- cias, cuando haya de predicirseles la fe de Cristo, por aingin pecado de idolatria, ni de otro alguno por grave y nefando que sea. —Treinta proposiciones ‘muy juridicas y Tratado comprobatorio. Los principes a quienes el Pontifice haya cometido Ja dilatacién de Ia fe, no reciben esto para aumenrar hhonras, titulos y riquezas de sus Estados; si alguna donaciéa remuneratoria logran, ha de ser sin dafio del derecho de los reyes y singulares personas de los infieles. Tampoco han de cumplir el encargo em- pleando la violencia, sino los mécodos suaves de Cristo. —Tratado De unico vocationis modo, y Trein- ta proposiciones juridicas. Los ptincipes no pueden delegar en particulares la xr jurisdiccién que de Roma recibieron, ni pueden ena- jenar la propiedad individual de sus vasallos. —Tra- tado sobre la encomienda (primera razén) y el inti- suledo Erudita explicatio. Los principes que ordenen algo contra el bienestar comin dejan de ser principes; los sibditos pueden rechazar con la fuerza la injusticia y, en diltimo ex- ‘remo, matar al tirano, —Tratado sobre la esclavitud. Las guerras de los espafioles contra los indios, la esclavitud y las encomiendas son injustas y contra todo derecho. —Este es el punto capital a que con- fluyen todas las obras de Las Casas. Obliga estrechamente Ia restitucién de la libertad, servicios y biencs injustamente usurpados a los in- dios. —Diversos escritos x principalmente Avisos y Reglas pata los confesores. No hay contradiccién entre los naturales derechos de Los principes y vasallos libres de Indias, frente al sefiorfo universal de los Reyes de Castilla y de Leén. —Tratados Comprobatorio 7 sobre 1a encomienda; Proposiciones Juridicas XIX y XXVII. —Esta tesis se funda en la idea constitucional del Sacro Imperio Romano. Enlazedos con estos —a nuestro juicio— funda mentales conceptos, en las obras de Las Casas apa- recen otros probatorios y complementarias que, con Jos primeros, cuidaremos de subrayar on los textos insertados mds adelante, xm Escriros DE Las Casas "Yo be escrito muchos pliegos de papel, y pasan de dos mil, en latin y en romance” —declaraba fray Bartolomé de las Casas en la interesante carta bilin- ile, dirigida, probablemente hacia 1562, a los domi- nnicos de Chiapa—. Como su vida entera, son asom- brosas la actividad y fecundided Uterarias del obispo indianos sus escritos recorren la gama que va de la bistoria natural y politica, del tratado teoldgico y juridico, al panfleto; parece imposible que viajes, vicissudes y empresas de variada indole hayan dejado sitio y calma para escribir tan copiosamente. Las obras més importantes del extreordinario varén, que han Hegado a nosotros, son éstas: Apologética historia sumaria cuanto a las cualida- des, disposicién, descripcién, cielo y suelo de estas tietras, y condiciones naturales, policias, repiblicas, maneras de vivir y costumbres de las gentes de estas Indias occidentales y meridionales, cuyo imperio soberano pertenece a los reyes de Castilla. —E? solo titulo indica las proporciones y deniidad de la obra, una de las menos conocidas , pera nuestros dias, quizé la mas interesante de cuantas escribib el obispo de Chispa. Hay sblo una ediciin completa, de Ma- drid, 1909, en 704 paginas, que forman el volumen 13 de la Nueva Biblioteca de Autores Espanoles; la Biblioteca Nacional de México posee wn ejemplar; ojalé fuese reimpresa por alguna de las excelentes editoriales que trabsjan actualmente en México, Para cite volumen antolégico se ban seleccionado algunos atajes referidos a los temas de los sacrificios bume- nos, de Ia idolatria y de la antropofagia xiv nee Historia de las Indias. El autor carga el acento en Jos aspectos politicos det descubrimiento, conquista y evangelizacién de las Indias, y describe puntualmenie Jos procesos ideoldgicos y précticos en favor de los naturales; autobiogralta es al mismo tiempo esta obra de ella hemos seleccionado algunos pasajes doctrina- rios. Se publicb por primera vez en Madrid en 1875. Hay una edicién mexicana becha por José M. Vigil en 1877, consta de dos somos e inserta la biografia de Las Casas escrita por Manuel José Quintana y otros interesantes apéndices; nos hemos servido de esta ediciSm. Mds moderna y facil de encontrar es la edi- cién en tres tomos, becha por M. Aguilar, Madrid, 1927, que ileva como apéndice algunos capitulos de la Apologética Historia, Brevisima relacién de Ia destrucci6n de las Indias. Esta obra, dedicada a Felipe Il, es la mis conocida y or la que fray Bartolomé sufri6 y sufre las mayores acometidas, tanto de los directamente atacados on ella, como de los defensores del prestigio espanol —4ue agus senalan el principio de la "leyenda ne- g7a"—, 9 de los criticos profesionales; en verdad se trata de un panfleto violentisimo, com las exagera ciones propias de un apologista fervoroso, que esto Jue siempre Las Casas, y no historiador oritico, sereno J despegado.' Fue publicada por primera vez en 1Una de las ilkimas réplicas contra Las Casas es el libro bien documentado, pero leno de prejuicios: Bs 5. J 1934. Editorial Muminere—Vitoria, ¢ Ia nota puesta al final del resumen hecho del Tra- ado sobre las encomiendas, en Ia pig, 82 de este volumen xv a Sevilla, en 1552; su aparicién provocs escindalo de tal magnitud, que Nega baste nuestros dias. Junta. mente con los siete opisculos de que a seguida se da noticia, la Brevisima relacién se reprodujo en la edi- itn fascimilar de 1552, por la Facultad de Filosofia 7 Letras, Instituto de Investigaciones Histbricas, Bi- Wioteca Argentina de libros raros americanos, tomo I, Buenos Aires, 1924, Hay numerosas ediciones; D. Servando Teresa de Mier publicd la obra en Fila- delfis, 1821, precedida de wn discurso preliminar del propio Mier; Antonio Maria Fabié publica como apéndice XXI, en ol tomo Il de su Vida y escritos de fray Bartolomé de las Casas, asi el original conocido do la Brevisima relacién, como la variante hallada en an manuscrito de la Biblioteca del Real Palacio de Madrid, ‘Aqui se contiene una disputa o controversia entre €1 obispo don fray Bartolomé de las Casas, o Casaus, obispo que fue de la ciudad Real de Chiapa, que es cen las Indias, parte de la Nueva Espatia; y el doctor Ginés de Sepiilveda, Cronista [sic] del Emperador ‘nuestro sefiot: sobre que el doctor contendia que las conquistas de las Indias contra los indios eran licitas, y el obispo por el contrario defendi6 y afirmé haber sido y ser imposible no serlo: tirinicas, injustas € inicuas, La cual cuestién se ventilé y dispurs en pre- sencia de muchos letrados teblogos y juristas en una congregacién que mandé su majestad juntar el aio de mil y quinientos y cincuenta en Ia villa de Valladolid. —Eite folleto consta de cuatro partes: argumento, su- mario becho por el maestro fray Domingo de Soto, de Ja apologia leida en esa reunién por eb obispo Las Ca- x sas, objeciones al sumario por ek doctor Sepiitveda y réplicas a estas objectones por Las Casas, Le dispaia centre Las Casas y Sepiilveda es uno de los momentos culminantes en la historia de Ia conquista y coloniza- cién de América; y punto dlgido en Ia biografia de frey Bartolomé. La Biblioteca de la Secretaria de Hacienda y Crédiso Publico de México posee ejem- plares de la edicion primitiva —Sevilla 1552—, ast de este folleto como 2e los cinco que se resehan en seguida, Agui se contienen unos avisos y reglas para los confesores que oyeren confesiones de los Espaioles aque son, 0 han sido en cargo a los Indios de tas In- dias del mar Océano; colegidas por el obispo de Chiapa don fray Bartolomé de las Casas, 0 Casaus de la orden de Santo Domingo—Con la Brevisima relacién, este fue el escrito de Las Casas que suscitd mayores alborotos y més apasionadas discusiones; personalmente para el obispo de Chiapa fue Ia acti- tud que le acarres peores animadversiones y moles- tias que Wegaron al atentado directo, pues aqul plan- tea dristicamente la cuestiin de conciencia tan sen- sible a los espavoles de su época, establece las condi ciones de restitucién inexcusables para ser absueltos en el sacramento de la penitencia 9 cierra toda puerta de escape a la sancién moral, aun en el articulo de muerte. El documento es reproducido en el presente volumen, ‘Aqui se contienen treinta proposiciones muy jurf- dicas, en las cuales sumaria y sucintamente se tocan muchas cosas pertenecientes al derecho que la Iglesia xv ¥ los principes cristianos tienen, o pueden tener sobre ‘os infieles de cualquier especie que sean. Mayormen- te se asigna el verdadero y fortisimo fundamento en que se asienta y estriba el titulo y sefiorio supremo y universal que los reyes de Castilla y Leda tienen al orbe de las que lamamos occidentales Indias. Por el cual son constituides universales sefiores y Empera- dores sobre muchos reyes. Apiintanse también otras cosas concernientes al hecho acaecido en aquel orbe, notabilisimas y dignas de ser vistas y sabidas. Colijo las dichas treinta proposiciones, El obispo don fray Bartolomé de las Casas, 0 Casaus: obispo que fue de la ciudad Real de Chiapa; cierto Reino de los de la Nueva Espatia—EI escéndalo suscitado por los avisos y reglas para los confesores legs a la corte de Cas- tilla; una nueva junta de teblogos ratificd la aproba- cién que el confesionario de fray Bartolomé habla obtenido en México durante la reunién de los obispos de Nueva Espana on 1546, “pero algunos émulos de Ja verdad —afirma el propio Las Casas en el argu. mento de la causa de las siguientes proposiciones—, “queriéndolo calumniar ...imponiéndole que conte. nia negar el titulo, 0 senorio de aquel orbe que en é tienen las leyes de Casilla... De esta ocasion tuvie- ron las siguientes propasiciones su origen ¥y principio”, Esfusrease aqui Las Casas en concretar com pocas pa. Jabras los puntos esenciales de su doctrina; las sreinta Proposiciones aparcecn integras en el presente olumen. Tratado comprobatorio del Imperio soberano y principado universal que los Reyes de Castilla y Leéa tienen sobre Jas Indias: compuesto por el obispo don xvi fray Bartolomé de Ias Casas, 0 Casaus de la orden de Santo Domingo.—Las treinta proposiciones a que acaba de hacerse mencién hallan, en este tratado, pruebas 9 desarrollo extensos. Este es un tratado que el obispo de a ciudad Real de Chiapa don fray Bartolomé de Ias Casas, 0 Casaus compuiso, por comisin del Consejo Real de las Indias, sobre 1a materia de los indios que se han hecho en ellas esclavos. Fl cual contiene muchas ra- zones y autoridades juridicas, que pueden aprovechar a los lectores para determinar muchas y diversas ccuestiones dudosas en materia de restirucién, y de ‘otras que al presente los hombres el tiempo de agora tratan—En el presente volumen se reproduce este ‘tratado, que juntamente con los puntos dactrinarios, ofrece interesantes aspectos de la vida prebispénica y durante los primeros aos de le conquista coloniza- cién de América: so inserta con el rubro sucinto de Tratado sobre Ia esclavitud, Entre los remedios que don fray Bartolomé de las Casas, obispo de la ciudad real de Chiapa, refiri6 por mandado del Emperador rey nuestro sefior, en Jos ayuntamientos que mand6 hacer su majestad de ptelados y letrados y personas grandes en Valladolid el afio de mil y quinientos y cuarenta y dos, para reformacién de las Indias: el octavo en orden es el siguiente. Donde se asignan veinte razones, por las cuales prueba no deberse dar los indios a los Espa- fioles en encomiends, ni en feudo, ni en vasallaje, le otra manera alguna, Si su majestad como desea ‘quiere liberarlos de la titania y perdicién que padecen xx como de Ia boca de los dragones, y que totalmente no los consumen y maten y quede vacio tedo aque! ‘orbe de sus tan infinitos naenrales habitadores como estaba y Jo vimos pobledo. —La Junta de Valladolid 4 que se tefiere la portada de este folleto, fue la que Carlos V mandé reunir para el estudio de los asuntos de Indias; trasladada la junta a Barcelona, dio por resultado la expedicién de las Leyes Nuevas, cayo contexto puede considerarse como triunfo de fray Bartolomé; tanto que cuando volvié a América en 1554, ya consagrado obispo de Chiapa, se le recibla en todas partes con acentuada hottilidad, por sofa. lirsele como el principal instigddor de las leyes que, «al ser conocidas, provocaron oposicion cerrada dis. surbios; en Peri complicaron la sublevacién de Gon- lo Pizarro. Fue tal la resiitencta, que los ejecutores en las diversas posesiones americanas tuvierom que suipender su actividad y aun promovieron la reforma de las leyes que, en efecto, paulatinamente fueron revocadas en sus mandamientos agudos. Entre los escritos de Las Casas, el que comentamos ocupa seia- Jadisimo lugar; con el rubro de Tratado sobre las encomiendas se intertan en este volumen los razona- ‘mientos fundamentales que lo componen y la patética bortestacion que le de fin, Principia quaedam ex quibus procedendum est in disputatione ad manifestandam et defendam iusti- tiam Yndorum: Per episcopum F. Bartholomeum a Casaus ordinis predicatorum collecta. —Los medios bacificos de la evangelizacién consituyen et objeto de este tratado, con el cual terminan los ocho que el autor hizo imprimir durante su vida. xx Se De unico vocttionis modo omnium gentiam ad Veram Religionem. —Si no el primero, este es sno de los primeros escritos de Las Casas. Compuesto en 1536, no fue publicado 9 se le daba por perdido. Existe copia en la biblioteca det estado de Oaxaca, y Nicolds Le6n estima que 6b manuscrito, det siglo XVI, es del propio Las Casas, lo que resulta impra- bable. Abundan las referencias a este tratado, por ejemplo, en la Historia de Chiapa y Guatemala, de Remesal. El Fondo de Cultura Econdmica, de México, tiene en prensa una edicién bilingie: latina y expa- ola, Las noticias del Dr. Ledn sobre éste y otros manuscritos de fray Bartolomé fueron publicados bajo el rubro Noticia_y descripcién de dos cédices del Imo. Sr. Las Casas en Anales del Museo Michoa- cano—Afio segundo—Morcliz, 1889, pég. 173 (exis- te ejemplar en el Museo Nacional de México, donde también so conserva copia fotostitica del Tratado que vamos resehando). Las Casas condena en general Ja guerta, 9 en particular, enérgicamento, la becha a los indiot, so protexto de evangolizacién; la tosis que a nombre al escrito es la siguionte: "éinico y solo es eb modo que la divina providencia constituys en todo el mundo y en todo tiempo para que por él se ense- ‘hase a los hombres la verdadera religién, conviene a saber: el que persuade al entendimiento con razones 3 atrae la voluntad suavemente, y este es comin a todos los hombres del mundo, sin ninguna diferencia de errores, 0 secias, 0 corrupciém de costumbres"— Remesal: Ibid. Erudita et elegans explicatio quaestionis: trum feges vel principes jure aliquo, vel titulo, et salva 2a etaltetius domini particularis ditioni subjicere possint? —Publicado este escrito por primera vez en Alema- nia, en 1571, se ba puesto en dada que Las Casas To escribiera; Lewis Hanke, en Las teotias politicas de Bartolomé de las Casas, Buenos Aires, 1935, pigs. 23 424, aduce ana serie de raxones contra semejante duda; Silvio A, Zavala, resenando et trabajo de Han- ke en la revista Tietta Fitme, aio Il, enero 1, Max drid, 1936, insiste en la duda, pero no examina ni rebate las consideraciones del ensayista norteameri cano, Por lo dems, el tratado se refiere a las cuestion nes del justo titulo y limite de la jurisdiccién de los reyes sobre sus sibditos, Fabié (obra citada, tomo I, bag. 321), reseta las ideas del tratado; y Juan An- tonio Llorente publica una version en el tomo Il, ag. 49 de Coleccién de las obras del venerable obis- po de Chiapa, don Bartolomé de las Casas, defensor de la libertad de los Americanos. Paris, 1822. Existen ejemplares de esta Coleccién en las Bibliotecas Na- ional de México y de la Secretaria de Hacienda, aunque debe consultarse com reserva, pues Llorente destrozé los textos originales com et propévito de modernizarlos y bacerlos accesibles, Singularis tractatus reverendissima domini D. F. Bartholomei Casaus, Episcopi quondam Chiapem, super quoddam quaesitum ad novum Indianum ot- bem Attinens (manuscrito) e In regnis que Com- muni Vobulo dicuntur del Peru in nostro indiarum orbe reperti fuerunt reperiunturque (también ma- nuscrito), son dos tratados que, segin el citado Han- ‘he, conserva la biblioteca americana de John Brown, soar de Providence: "demuestran que Las Catat estaba apasionadamente interesedo en el problema {de los indios y “espojo de que babian sido victimas\, hasta el ato de su muerte, y que nunca cmbid ningtin Punto esencial de su doctrina”—Hanke, obra citada, pag. 25, Respuesta de don fray Bartolomé de Las Casas, a {a consulta que se le hizo sobre los sucesos de la con- quista del Pera en 1564—Publicada por Llorente en Ja Coleccién que se ha citado, tomo I, pag. 175. Fa- bié hace un resumen de este tratado, con vista del manuscrito de la Biblioteca Nacional de Madrid, en 4a obra citada, tomo 1, pags. 336 y siguientes, El Dr. Nicolds Leén (véate cita anterior), da noticia de un manuscrito que encontrs y contiene este Tratado, por cierto diverso del texto corregido que ofrece Lloronte, Carta al padre Carranza de Miranda—Escrita ‘en agosto de 1535, es wn verdadero tratado en que Las Casas insiste y refuerza los puntos sustanciales de sn doctrina, com ocasion de hallarse Felipe II en Ingle- terra, donde era tentado con fuertes compensaciones Para que concediese la perpetuided de las encomien- das; sebedor de ello, Las Casas dirigese com particular vebemencia al que babria de ser arzobispo de Toledo yentonces era confesor de don Felipe; principalmente exige que estos asuntos no se resuelvan fuera de Expaia, ni sin el grave estudio de personas capack tadas. El texto publicado por Fabit en la obra que ha venido citéndose, tomo Il, pigs. 591 y siguientes, ofrece mayor gerantia de autenticidad, sou Carta y Memorial de fray Bartolomé de las Cases a los dominicos de Guatemala y de Chiapa—Los dominicos de estas provincias replicaron a Las Casas, quien les envié copia de la carta a Carranza de Mi- randa, y esto motivs la contrarréplica en espafiol y en latin, publicada por Fabié, tomo Il, pags. 575 y sé guientes. De esta filipica es el fragmento que dice: "Os conjuro que entendais que es principio tan evi- dente en Derecho, como en geometria que wn sridn- gulo tiene tres angulos, el que afirma que a ningin principe o rey, aunque fuese el més alto del mundo, le es licito mandar ni disponer nada en perjuicio 0 detrimento de sus pueblos o sibditos sin su libre consentimiento, si lo biciese no tendria ningin valor ni efecto en Derecho.” Dos cartas al principe don Felipe, la primera fire ‘mada también por fray Antonio de Valdivieso, obispo de Nicaragua, ambas fechadas en la ciudad de Gra- cias a Dios, en 1545. Acusan eb vigor personal de Las Casas en rigidas circunstancias de lucha, precisa- mente cuando la ejecucién de las Leyes Nuevas ba sido suspendida, Insértanso en el tomo I, pags. 14 9 siguientes de Cattas de Indias —publicalas por pri- ‘mera vez el Ministerio do Fomento—, Madrid, 1877. ‘Memorial en favor de los indios de Nueva Espa- fia.—Este y Los cuatro documentos que en seguida se citan, fueron publicados por don Joaquin Garcia Icazbalceta en el tomo Il de la Coleccién de docu- mentos para la Historia de México. México, 1866. Memorial del obispo fray Bartolomé de Las Casas y fray Domingo de Santo Tomés, en nombre de los indios del Peri.—Es interesante por el arbitrio que sv propone para conjurar la perpetuidad de las enco- miendas: oftecen a su majestad servir con lo mismo que los espstioles cien mil ducados més,"y si no hubiere comparacién de to de los espanoles, servirdn con dos milones”—Ibidem. ‘Memorial al Consejo de Indias—Segiin toda no- ticia - probabilidad, éste es el ditimo documento Mirigido por Las Casas al Consejo de Indias. Tras de una exposidn en que reitera las sabidas razones, ‘ofrece ocho principios que son el final resumen de su doctrina—Ibidem, Cléiusula del Testamento que hizo el obispo de Chiapa—Fre entregado este documento al notario Gaspar Testa, en el convento de Atocha, a extramu- ros de Madrid, el 17 de marzo de 1564. Contiene la brofesién de fe, la reiteracién de sus ideas sobre América, el destino de sus manuscritos y el temor do la destruscién de Espata en castigo de los males inferidos a los indios. Fabié reproduce fragmentos del documeato publicado integro, por primera vez, en la citada obra de Garcia Teazbalceta Peticién # S. S. Pio V-—Garcia Icazbalceta opina que es el tikimo escrito de Las Casas, ya que Pio V ‘ocup6 eb solio pontificio en enero de 1566 4 fray Bartolomé murié el 31 de julio de exe aio, EL docu- mento posce la violencia caractertstica de los aftos maduros y arromete contra los obispos, frailes y clé- rigos enriquecidos, mientras los indios perecen; bide quo se les obligue a restituir—tbidem. Diversas solecciones de documentos para la histo via de América insertan otros escritos de Las Casas; xxv qu se ba dado reseRa de los sustanciales en orden a Ja doctrina del gran dominico, Aun quedan inéditos muchos papeles que, a més de los irremisiblemente perdidos, completan el alegato inexorable, fulminante, del obispo de Chiapa. LA SANTA FURIA Las Casas no fue el primero ni ol tinico en exponer y sostener las ideas que lo bicieron famoso y el més ‘diado de los hombres para muchos de sus conten Pordneos; tres aitos antes de que se lanzara en alma y cuerpo a la tremenda empresa, ya el dominico fray Antonio de Montesinos babia conmovido en irritacion 4 los colonos de la ista de Santo Domingo, predicin- doles ab grito de "soy una voz que clama en medio del salvajismo”, y los ecos del furibundo sermon legaron a la Corte, y quedé encendida una de las méximas controversias del siglo diecistis; em eb curso de ésta vinieron a terciar ingenios de primera importancia y bubo quienes excedieran las seorias de Las Casas con acentuado radicalismo;* sin embargo, la bandera de Ja cruzada y eb blanco de las invectivas |ue, y sigue siéndolo, el autor de ta Brevisima relacién de la des- truccidn de las Indias. Y er que ninguno —antes 9 ® Compirense las ideas de Las Casas con las mis impor antes que concurrieron a la disputa en ef libro Las Lnstitu= clones Juridicas en la Conquista de Américe—por Silvio A. Zavala— Madrid, 1935, y en el ya citsdo de Bayle, Espaia ‘en Indias; en esta ltima se insertan algunos de los textos que rebasan el radicalismo de fray Bartolomé, v. gr de Pedro Quiroga, del oidor Fernando de Santillin, del licenciado Fal= én, cuyos testimonies revisten particular interés por venir de quienes vienen. LL despuds— empend la vide entera com el fervor, la tenacidad y la intransigencta que han ganado a Las Casas nombre y sitio en la historia, Se habla de fray Bartolomé tan familiermente co- 1mo si |uese un personaje de nuestro tiempo; pero sw biografia no es mis comacida que sus escritos. Muchos tienen sblo noticias vagas, recuerdos escolares e ideas miticas del béroe; a otros basta la impresion —esto si, profundisima— del cuadro muy popularizado en que Félix: Parra, pintor mexicano, represemsd a Las Casas convulso, transido, entre un indi muerto, san- frante, y una india Nena de abatimiento, abrazada al hiibito del dominico: los elementos pictéricos forjan ideal biografia, Hace falta un trabajo moderno, acce- sible, que divulgue la memorable vida, con el tono patético que le es propio. El de Las Casas fue un vivir a lineas rectas, extraor- dinario por tesonero, con tesoneria febril. Tuvo contacto inmediato con el Mundo Nuevo; su familia tultivaba relaciones con el Descubridor; su padre, Francisco de las Casas 0 Casaus, vino con el Almirante en la segunda expediciin —1493—, y de regreso Mevd un indiecilto que servié de paje a Bartolomé, alumno salmantino de Derecho en ese tiempo. A bunto de naufragio, en la flota que trajo al segundo fobernador de las Indias, Nicolds de Ovando, legs Bartolomé de las Casas a tierra de América en abril de 1502 —sélo diez anos después de los primeros descubrimientos—; residid en la Isla Espanola, donde Iue ordenado sacerdote —1510— y celebré la prime- a canta-misa del mundo americano; en 1511 pasb a Cuba, tav0 indios encomendados y se distingnié por el amor con que los trataba y por la confianza que les merecia. Pasarom dos anos. x0 Le Pasaron dos aitos. Llegs eb die de Pentecostés —celebraciém del encendimiento apostélico por el Expirita que desciende como lenguas de fucgo—, 9 ‘en modo semejante al de Pablo en el camino de Da- ‘masco, Bartolomé de las Casas se siente transformado por wna voz quo cambia el rumbo de sa existencia: de entonces para siempre lo posee una santa fui, que terminante y perentoriamente le bace renunciar a Ia encomienda de indios; Iinzalo al torbellino de idas 3 venidas, predicaciones, disputes, arbitrios, instancias pertinaces ante los poderosos, diatribas y ofensas per- sonales que le dan por pan cotidiano sus enemigos; tno bay puerta ni oreja que no toquen sus ruegos 0 anatemas; nada le arredra: ni el rey provisto de ma- jestad, ni el cortesano fecundo en intrigas, ni el con- quistador atrabiliario; también como San Pablo, a t0- dos increpa oportuna o importunemente, redarguye, reprende, amonesta; inientras més cerrada la posi cién, es mayor el airado impualso; —"echad de ese Loco” —, gritaban los ministros cuando fray Bar- tolomé se presenté en la Audiencia de los Confines a reclamar el cumplimiento de las Nuevas Leyes octubre de 1545—; 9 era verdad que padecta la locura de los grandes iluminados. Tampoco le importaron los fracasos, ni las apa- renies derrotas que sna realidad, valida de la fucrza, infligiera sobre las ideas y empresas, fallidas éstas por los temores, prejuicios y traiciones de las gentes en quienes deposits confianza fray Bartolomé: ast los padres jerénimos,* Luis de Berrio (que de acuerdo 8 Fruto de las primeras gestiones de Las Casas, cerca del Cardenal Cisneros, fue el nombramicato de wes fesiles j= rnimos para que viniesen o ordenar las Indias de acuerdo con xxv com Las Casas debia seleccionar los labradores para el intento de colonizacién pactfica) y los hombres que fueron escogides al fin de realizar la conquista bacifica de la zona capitalada con el emperedor, en ‘mayo de 1520; asi Alonso de Maldonado que le de- bia ser presidente de la Andiencia de los Confines ¢ injurié a su benefactor Naméndolo “bellaco, mal hombre, mal obispo, desvergonzado” cuando recurrié 4 la autoridad de aquel cuerpo; asi Gil Quintana, dein del obispado de Chiapa, dos veces traidor, que suscité uno de los disturbios mayisculos contra su prelado, con motivo de las reglas para confesores, ¥ después de obiener perdén, trabajé en Espana para que fray Bartolomé fuese desposeido de la mitra; ati santos otros que burlaron los proyectos y trabajos det gran dominico, cuyas ideas sobrevivian a los fracasos, con muy mayor fuego. Espana, las Antillas, Nueva Espana, Guatemala, Peri som el escenario de la santa furia. Y cuando Las has ideas propuestas por don Bartolomé, nombrado por ens rismos dias Protector y Procarador wniversl de lat Indias. Quintana y otros autores elogian la administracin de los jerdnimots sin embargo, la lectura de los documentos que inserta Serrano Sienz como apéndice de la monografia sobre cl asunto, en el libro Origenes de la dominaciin expaiole en Anéricey Madtid 1918, tomo 25 de Ia Nueva Biblioteca de futores espatoler, jutifion la inconformidad de Las Cases. ‘Véase si noy la carta de fray Bernardino de Manzanedo (pag. 567 de la obra citada), y comsidérse que la nuprssion de las encomiendas, anbelo capital de ues héroe, no ae realizd sis que sobre los reidentes en Espaiay que eran los menot intereados y, por ende, los menos peligrome contra Ia hu- ‘mana campafa emprendida, En efecto, a nuestro juicio, y comparativamente con Las Cans, faltb a los jerénimos el ‘enérgico celo que animaba a quien propuso la venida de estos monje, ansisos de volver a la quictud de su vida religions, xxx Casas muere —31 de julio de 1566—, América tiene ya por siempre Ia fisonomta que su padre y doctor le trabaj: fisonomta y estilo que retratan pordurable. ‘mente a fray Bartolomé. Como éste, América es in- transigencia, tenacidad, coraje; su clima es clima de Iuchaj su aspiraciSn a la libertad, irreductible; Amé- rica es dialéctica inacabable de abuso y derecho, de tropelia y verbo insumiso, de tirania 'y democracia Bien puede triunfar la violencia y vencer las argucias de los detentadores: América no se conformard, no ‘se rendiré, como en jamés, ni en la hora de la muerte, pese a la adverse realidad y a lo aparentemente init del esfuerzo vital, se doblegaron el dnimo y las con- vicciones del fraile. Cudntos entre los americanos ‘eminentes copian el temple de Las Casas: persegui- dores de wna idea, no les interesa que se les venga encima el mundo, que se les tache se sonadores, fa- néticos 0 dementes; los abogan ultrajes, calumnias, desprecios; enfrentan la muerte y mds atin: el ridicu- o; por eb resultado de sus empresas pareceré que los desmiente la realidad: ni su voz, ni su doctrina ceja- rn; les asiste la certidumbre de que si es preciso, do sepulero mismo surgirin sus ideas, perseverantes bas- ta el triunfo final. Por todo ello queda dicho que fray Bartolomé de las Casas 0s uno de los sumos padres y dactores de América. Agustin YARuz LA CONQUISTA 1. ESCENARIO Y CARACTER INDIGENAS Descubrigronse las Indias en el afio de mil y cuatro- cientos y noventa y dos. Fuéronse a poblar el afio siguiente de cristianos espafioles, por manera que ha 49 asios que fueron a ellas cantidad de espafioles, y la primera tierra donde entraron para hecho de poblar, fue la grande y felicisima isla Espafola, que tiene seiscientas leguas en torno. Hay otras muy grandes, ¢ infinitas islas alrededor por todas las partes de ella, que todas estaban, y las vimos, las mis pobladas y Ilenas de naturales gentes indios de ellas que puede ser tierra poblada en el mundo. 1a ticrra firme, que esti de esta isla por lo més cercano doscientas y cincuenta leguas pocas mis, tie nie de costa de mar més de diez mil leguas descubier- tas, y cada dia se descubren més, todas llenas como tuna colmena de gentes, en lo que hasta el afio de cua- fenta y uno se ha descubierto; que parece, que puso Dios en aquellas tierras todo el golpe o la mayor cantidad de todo el linaje humano. 3 ‘Todas estas universas € infinitas gentes, a todo gé- neto cri6 Dios los més simples, sin maldades ni doble- ces, obedientisimas, fidelisimas a sus sefiores naturales y a los cristianos a quien sirven, més humildes, mis pacientes, més pacificas y quiets, sin rencillas ni ballicios, ni rijosos, ni querellosos, sin rencores, sin dios, sin desear venganza, que hay en ¢l mundo. Son asimismo las gentes més delicadas, flacas y tiernas en complexién, y que menos pueden sufrit trabajos, y que mis fécilmente mueren de cualquier enfermedad; que ni hijos de principes y sefiores entre nosotros, criados en regalos y delicada vida, no son iis delicados que ellos, aunque sean de los que entre ellos son de linaje de labradores. Son también gentes paupérrimas y que menos poscen, ni quieren poseer de bienes temporales y por esto no soberbias, no ambiciosas, no codiciosas. Su comida es tal, que la de 1os Santos Padres en el desierto no parece haber sido més estrecha ni menos deleitosa ni pobre. Sus vestidos coméinmente son en ccueros, cubiertas sus vergiienzas y, cuando mucho, ibrense con una manta de algodén, que seré como vara y media o dos varas de lienzo en cuadro. Sus camas son encima de una estera y, cuando mucho, duermen en unas como redes colgadas, que en Ia len- agua de la isla Espafiola Ilamaban hamacas. Son e30 mismo de limpios, y desocupados, y vivos centendimientos, muy capaces y déciles para toda bue- tna doctrina; aptisimos para recibir nuestra santa fe ceatdlica y ser dotados de virruosas costumbres, y las ‘que menos impediments tienen para esto, que Dios cri6 en el mundo. Y son tan importunas, que una ver. que comienzan ‘a tener noticias de las cosas de Ia fe, para saberlas y ejercitar los secretos de la Iglesia y el culto divino, que digo verdad, que han menester los religiosos para sufrirlos ser dotados por Dios de don muy sefialado de paciencia, y finalmente, yo he oido decir a muchos seglares espafioles de muchos afios ack y muchas ve- ces, no pudiendo negar la bondad que en ellos ven, y cierto estas gentes eran las més bienaventuradas del mundo, si solamente conocieran a Dios. En estas ovejas mansas y de las calidades susodichas, por su Hacedor y Criador asi docadas, entraron los espafoles desde luego que las conocieron, como lo- bos, y tigtes, y leones crudelisimos, de muchos dias hambrientos. Y otra cosa no han hecho de 40 afios a cesta parte hasta hoy, y hoy en este dia lo hacen, sino despedazarlas, matarlas, angustiarlas, afligitlas, ator- mentarlas y destruirlas, por las extrafias, y varias y nunca otras tales vistas, ni lefdas, ni oidas maneras de crucldad; de las cuales algunas pocas abajo se dirin; en tanto grado, que habiendo en Ia isla Espa- ola sobre tres cuentos* de animas que vimos, no hay hoy de los naturales de ella doscientas personas. La isla de Cuba que es casi tan Iuenga como desde Valladolid a Roma, esti hoy casi toda despoblada, La isla de San Juan y Ia de Jamaica, islas muy gran- des y muy felices y graciosas, ambas estin asoladas. Las islas de los Lucayos, que estin comarcanas a la Espafiola ya Cuba por la parte del norte, que son mis de sesenta, con las que llamaban de Gigantes y "La obra extensa, totalmente consagrada a la apologia de las Indias —en su nsturaleza y hombres—, et como au titulo la Historia Apologética,citada en el prélogo. 2 Nillones, corras islas grandes y chicas, y que la peor de ellas cs mis fércil y graciosa que la huerta del Rey de Sevilla, y la mis sana ticrra del mundo, en las cuales habia més de quinientas mil énimas, no hay hoy una sola criatura. Todas las mataron trayéndolas y pot tracrlas a la isla Espafiola, después que velan que se Jes acababan los naturales de ella. ‘Andando un navio tres afios a rebuscar por ellas la gente que habja, después de haber sido vendimia- das, porque un buen cristiano se movié por piedad para los que se hallasen convertirlos y ganarlos a Cristo, no se hallaron sino once personas, las cua- les yo vi. tras més de treinta islas que estin en comarca de Ja isla de San Juan, por la misma causa estin despo- bladas y perdidas. Serin todas estas islas de tierra mis de dos mil leguas, que todas estin despobladas y desiertas de gente. De Ia gran tierra firme somos ciertos que nuestros espafioles por sus crueldades y nefandas obras han despoblado y asolado, y que estin hoy desiertos, es- tando Ilenos de hombres cacionales, mis de diez rei- nos mayores que toda Espafia, aunque entren Aragén y Portugal en ellos, y més tierra que hay de Sevilla y Jerusalén dos veces, que son més de dos mil leguas. Daremos por cuenta muy cierta y verdadera, que son muertas en los dichos cuarenta afios, por las di cchas tiranias e infernales obras de los cristianos, in- justa y cirdnicamente, mas de doce cuentos de énimas, hombres y mujeres y nifios, y en verdad que creo, sin pensar engafiarme, que son mas de quince cuentos, Dos maneras generales y principales han tenido Jos que alla han pasado, que se llaman cristianos, en 6 cextirpar y raet del haz de La tietra aquellas miserables naciones. La una, por injustas, cruecles, sangrientas y tirénicas guerras. La otra, después que han muerto todos los que podrian anhelar, o suspirar, o pensar en libertad, 0 en salir de los tormentos que padecen, como son todos los Sefiores naturales y los hombres varones —porque comiinmente no dejan en las gue- tras a vida sino los mozos y mujeres—, oprimiéndolos con la mas dura, horrible y sspera servidumbre, en que jamés hombres ni bestias pudieron ser puestas. A estas dos maneras de tirania infernal se reducen y se resuelven, o subalternan como a géneros, todas las otras diversas y varias de asolar a aquellas gentes, que son infinitas. La causa porque han muerto y destruido tantas y tales y tan infinito mimero de énimas los cristianos, ha sido solamente por tener por su fin tiltimo el oro, y henchirse de riquezas en muy breves dias, y subir 1 estados muy altos y sin proporcién de sus personas, conviene a saber, por Ia insaciable codicia y ambicién que han tenido, que ha sido mayor que en el mundo ser pudo, por ser aquellas tierras tan felices y tan ri- cas, y las gentes tan humildes, tan pacientes y tan ficiles a sujetarlas, a Ias cuales no han tenido més respeto, ni de ellas han hecho més cuenta ni estima (hablo con verdad, por lo que sé y he visto todo el dicho tiempo) no digo que de bestias, porque plu- guiera a Dios que como a bestias las hubieran tratado y estimado; pero como y menos que estiércol de las plazas. ‘Asi han curado de sus vidas y de sus énimas, y por sto todos los ntimeros y cuentas dichos, han muerto ® Millones sin fe y sin sacramentos. Y ésta.¢s una muy notoria y averiguada verdad, que todos, aunque sean los tira ‘nos y matadores, Ia saben y la confiesan, que nunca Jos indios de todas las Indias hicieron mal alguno a cristienos; antes los tuvieron por venidos del cielo, hasta que primero muchas veces hubieron recibido cellos © sus vecinos muchos males, robos, muertes, violencias y vejaciones de ellos mismos. (Brovisima Relacién de la Destruccién de las Indias Occidentales, Introduccién). IL. SOBRE EL VOCABLO “CONQUISTA” Llamar conquista y poner debajo de su yugo y servidumbre las gentes, que no dijera més el curco, por la ignorancia y ceguedad de los del Consejo, que no advertian que los tales vocablos no convenian a ningiin rey cristiano y tal como el de Castilla, igno- rando también la diferencia que hay de los inficles ue nos impugnan, enemigos de nuestra fe y que nos tienen usurpadas nuestras tierras, a los indios que estaban en sus tiertas pacificos y que no debian nada 8 los cristianos, ni a los reyes de Castilla, De estos vocablos se us6 muchos afios en el Consejo de las Indias, en tanto que duré la ceguedad suya susodicha, hasta que el clérigo B. de las Casas, después de ma: hos afios, les hizo conocer su yerto.# (Historia de las Indias, Cap. CXXIV). “En las Ordenansas de nuevos descubrimientos poble- ciones del ato de 1573, Felipe It ordensba: “Los descub rientos no se den con titulo y aombee de conquista, pose hhabigndose de hacer con tanta paz y earidad como deeamos, no queremos que el nombre dé ocasién ni color para que IL, DE LAS DITERENTES CLASES DE INFIELES Cuatro diferencias hay de infieles: la primera dife- rencia es de los infieles que moran entre los cristianos ¥ son sujetos a los reyes cristianos, como los judios y ‘moros que solian vivie en Castilla, que Hamamos. mo- ros mudéjares. La segunda diferencia de infieles, es de los infieles que tienen las tierras y sefiotios de los cristianos de facto, por s6lo fuerza o violencia, como son los turcos y moros de Africa y de la Tierra Santa y parte de Hungria y otras partes y reinos, que fueron de Ia ctistiandad. La tercera especie de Jos inficles es de los herejes ¥ apéstatas, los cuales son sibditos de jure, de la Igle- sia y del sumo pontifice y de los otros prelados espi- riuales. La cuarta especie y diferencia es de aquellos infie- Jes los cuales ni tienen tierras usurpadas que hayan sido nuestras, ni con injurias nos hayan despojado de ellas, ni en algiia tiempo nos hicieron dafio ni injuria, ‘i mal alguno, ni tengan propésito de hacerle. Item, que ni al presente ni en los siglos pasados fueron sibditos al imperio cristiano, ni a algiin miembro de Ia Iglesia de jure ni de facto en ninguna manera co- mo hay muchas naciones en el mundo... Que Jas naciones de las Indias sean de esta cuarta especie estd muy claro y que tengan y posean sus Reinos 9 tierras pueda hacer fuerza ni agravio a los indie”. —Cap. XXIK.— Ya de antes privaba oficialmence el crivtio de no emplear Is palabes “conquieta”, de derecho natural y de las gentes... 9 ast ningin roy ni emperador ni la Iglesia les puede bacer guerra ni por alguna manera molestarlas... Ta guerra que se hace a los infieles de esta cuarta especie por respeto que mediante la guerra sean su- jeros al Imperio de los cristianos, y de esta suerte se dispongan para recibir la fe y celigin cristiana, 0 se quitea los impedimentos que para esto pueda haber, cs temeraria, incierta, perversa y titinica, (Respuesta de fray Bartolomé de las Casas a las cuestiones que Je fueron propuestas sobre los asuntos del Per, en ita de Fabié). IV, CAUSAS DE JUSTA GUERRA ‘Ningin infiel, sea moro, alirabe, turco, tartaro 0 indio de otra cualquiera especie, ley 0 secta que fue re, no se le puede ni es licito al pucblo cristiano hacerle guerra, ni molestatle, ni agraviarle con dao alguno en su persona ni en cosa suya, sin cometet _grand/simos pecados mortales, y ser obligados, el ctis- tiano 0 cristianos que lo hicieren, a restitucién de lo que les robaren y datios que les hicieren, si no es por tres causas justas, 0 por cualquiera de ellas, y regu- larmente no hay otras; y las que algunos fingen, fue- ra de étas, 0 son nifierias 0 gran malicia, por renee ocasiones o darlas para robar lo ajeno y adquitit estados no suyos y riquezas iniquisimas, Ia primera es, si nos impugnan, y guerrean, € inguietan a cristiandad actualmente 0 en. habito, y esto es que siempre estén aparejadas para nos ofender, 10 aunque actvalmente no lo hagan, porque 0 no pue- den o esperan tiempo y sazin para lo hacer; y éstos son los turcos y moros de Berberfa y del Oriente, co- mo cada dia vemos y padecemos; contra éstos no hay duda ninguna sino que tenemos guerra justa, no s6lo cuando actualmente nos Ia muevan, pero aun cuando cesan de hacerlo, porque nos consta ya por larguisima experiencia, su intencién de nos dafar, Y esta guerra nuestra contra ellos no se puede guerra amar, sino legitima defensin y natural Ta segunda cavsa es, 0 puede scr, jusia nuestra guerra contra ellos si persiguen, o matando los cultores y predicadores de ella, sin causa legitima, 0 haciendo fuerza por fin de que la renega- sen, 0 dando premio para que la dejasen y recibiesen Ia ley suya; todo esto pertenece al impedimento y persecucién de nuestra santa fe; por esta causa nin- giin crisiano duda que no tengamos justa guerra ‘contra cualesquiera infieles, porque muy mayor obli- ‘gaciéa tenemos a defender y conservar nuestra santa fe y cristiana religién, y a quitar los impedimentos de ella, que a defender nuestras propias vidas y nues- tra repiblica cemporal, pues somos mis obligados a amar a Dios que a todas las cosas del mundo. Dije “maliciosamente”, conviene a saber, si ruviésemos probabilidad que lo hacen por destruir Ia nuestra y encumbrat y dilatar la suya; dije “sin causa legitima”, porque si matasen y persiguiesen a los cristianos por males y dafios que injustamente de ellos hubiesen recibido, y por esta causa también pedeciesen los pre- dicadores, aunque sin culpa suya, no en cuanto son ul a predicadores de Cristo, sino en cuanto son de aquella ‘nacién que los han ofendido sin saber que sean ino- centes, ni que haya diferencia del fin de los unos ni de los otros, injustisima seria contra ellos nvestra ‘guerra, como seria injusto culpar y querer excomulgat ‘0 castigar, y por ello pelear contra aquel 0 aquellos, que, por defenderse a si o a los suyos y a sus bienes, matasen clétigos o religiosos que en hibito de segla- res venian en compafiia de los que los querian matat o robar, 0 en ora manera los afrentar y damnificar, manifiesto es que los tales ni eran excomulgados, ni culpables, ni castigables. La tercera causa de mover guerra justa a cuales- quicra infieles 1 pueblo cristiano, es, 0 seria, 0 po- dria ser por detenernos reinos nuestros 1 otros bie- nes, injustamente, y n0 nos los quisiesen restituir ‘entregar, y éta es causa muy general que comprende ‘a toda nacién y la autoriza Ia ley natural para que pueda tener justa guerra, una contra otra; y puesto que toda gente y nacién por 1a misma ley natural sea obligada, primero que mueva guerra contra otra, a discutir y a ponderar y averiguar la razén que tiene por si y Ia culpa de la otra, y si la excusa ya esti purgada por la antigiiedad, porque no ella, sino sus pasados tuvieron la culpa, y ella posee con buena fe, porque ignora el principio de la decenciéa por Ia diururnidad de los tiempos, Ia cual examinacién, y no cualquiera sino exactisima, de necesidad, debe prece- der (por ser las guerras plaga pestilente, destruccién y calamidad lamentable del linaje bumano) mucho ‘mayor y mis estrecha obligacién tiene Ia gente cris tiana, para con los infieles que tuvieren tierras aues- tras, de mirar y remirar, examinar y reexaminar a 2 raz6n y justicia que tiene, y hacer las consideraciones susodichas, y allende de esto los escindalos y datios, muertos y damnacién de sus pr6jimos, que son los infieles y los impedimentos que se les ponen paca su conversién; y la perdicién también de muchos de los cristianos, que por la mayor parte parece no ir a las ‘guertas con recta intencién, y en ellas cometen aun- que sean justas, diversos y gravisimos. pecados; por- que el pueblo cristiano no pareaca anteponer los bie- nies temporales, que Cristo posponer y menospreciat nos ensefié, a la honra divina y salud de las ani- ‘mas, que tanto nos encomendé y mand6, Por manera, que supuesto que sin engafio nos constase algunos infieles tener nuestras tierras y bienes, y no nos las quisiesea tornar, si ellos estuviesen contentos con Jos términos suyos y no nos infestasen, ni, por alguna via eficez, maliciosamente impidiesen 0 per- judicasen nuestra fe, sin duda ninguna por recobrat cvalesquiera temporales bienes, dudosa serfa, delante al menos del consistorio y fuero de Dios, la justicia de Ja tal guerra. (Historia de las Indias. Cap. XXV). \V. CEGUEDAD DE LOS CONQUISTADORES Esta es cosa cierta de maravillar que haya caido tanta ceguedad en los cristianos, que habiendo pro fesado guardar la ley natural y el Evangelio en su autismo, y en todo lo que toca y concierne a Ia cristiana conversién y edificacién de los otros hom- bres, seguir las pisadas y obras de su Maestro y guiador Jesucristo, entre las cuales es y debe ser uuna, convidar y atraer y ganar, por paz y amor y mansedumbre y ejemplos de virtud, a la fe y 13 a cultura y obedicncia y devocién del verdadero Dios y Redentor del mundo, a los infieles, sin alguna diferencia de cualquier secta o religién que sea, y ppecados y costumbres corruptas que tengin; y esto no de Ja manera que cualquiera quisiere pintar, sino por Ia forma y ejemplo que Cristo nos dio y esta lecié en su Iglesia y como nosotros fuimos y quisié- ramos set, si no lo hubiéramos sido, traidos, dejin- donos mandado por regla general, que todo aquello gue querriamos que los otros hombres hiciesen con ‘nosotros hagamos con ellos, y dondequiera que entri- semos Ia primera muestra que de nosotros diésemos, por palabras y obras, fuese la paz; y que no hay distincién en esto, para con indios, ni gentiles, griegos © bicbaros, pues un solo Sefior es de todos, que por todos sin diferencia murié, y que vivamos de tal manera y nuestras obras sean tales para con todos que loen y alaben al Sefior que creemos y adoramos por ellas, y no demos causa de ofensién o escindalo alguno ai a judios, ni a gentiles, ni a Ia Iglesia de Dios, como promulga San Pablo, que sin hacer distincién alguna entre infieles, no por ‘mis de que no son cristianos algunos hombres, sino or ser infieles, on cualesquiera tierras suyas propias que vivan y estén, creamos y tengamos por verdad que nos es licto invadir sus reinos 9 tierras, ¢ itlos 4 desasosegar conguister (porque usen del término ‘que muchos tiranos usan, que no es otra cosa, sino ic a matar, robar, cautivar, y sujetar, y quitar sus bienes, y tietras, y sefiorfos a quien estin en sus casas quietos y no hicieron mal, ni dafio, ni injuria 1 los de quien las reciben) no considerando que son hombres y tienen énimas sacionales y que los “4 ciclos y Ia tierra, y todo lo que de los ciclos des- ciende, como las influencias y lo que en Ia tierra y elementos hay, son beneficios comunes que Dios 4 todos los hombres sin diferencia concedi6, y los hizo sefiores naturales de todo ello, no més & unos que otros, como dice por San Mateo: “Solem suum oriri facit super bonos et malos, et pluie super justos et injustos”; y que Ia ley divina y preceptos negativos de ella que prohiben hacer injuria o injus- ticia a los projimos, y hurtarles cualquiera cosa suya, y mucho menos tomarséla por violencia, no bienes muebles, ni raices, no sus mujeres, ni sus hijos, no su libertad, no sus jumentos, ni sus gatos, ni sus perros, ni otra alhaja alguna, se entienden también y se extienden para con todos los hombres del mundo, chicos y grandes, hombres y mujeres, ficles © iinfieles: esto todo contiene la ley de Jesucristo. Quien inventé este camino, de ganar para Cristo Jos infieles y traerlos a su conocimiento, e incor- porarlos en el aprisco de su universal Iglesia, creo y aun sé por cierto, que, no Cristo, antes muy clara- mente, y no por ambages, Io tiene condenado por su Evangelio, (Historia de las Indias. Cap. XVII). VI. AUSENCIA DEL DERECHO ¥ DE LA CARIDAD éQué ley natural o divina o humana hubo enton- ces ni hay hoy en el mundo, por cuya autoridad pudiesen aquélios hacer tantos males a aquellas ino- entes gentes? Y puesto que alegaba el obispo Canarias,® que después de cristianos los hactan EL Obispo de Canarias, fray Mendo, fue de los pri- mero en wostener y practicar Ie esclavitud por derecho 15 esclavos, y asi era malo, hatto poca Iumbre tenfa 1 obispo si no sentia y entendia y sabia, ser inicuo, perverso, y tirénico, y detestable por toda ley y raz6n, y atin quizé, y sin quizd, mayor y mis inex- piable pecado, hacerlos esclavos antes que se con- virtiesen, porque infamaban el nombre de Cristo y hacian heder y aborrecer la religi6n cristiana, y recesariamente les ponian obsticulo para se con- vertit; de manera que no tenian otra razén, ni ‘causa, ni justicia para invadirles con violencia. sus tiereas y con guerras crucles matarlos, sojuzgarlos y cautivarlos, sino sélo por ser inficles, y esto era contra la fe y contra toda ley razonable y natural, ‘contra justicia y contra caridad, donde se comerian grandes y gravisimos pecados mortales y nacia obli- igaciin de restitucién, que lo hiciesen franceses, 0 portugueses, o castellanos; y la buena intencién ‘que tuviesen de decir que Io hacian por los traer 1 la fe no los excusaba; cuinto mis que Dios, que vveia sus intenciones, sabia que iban todas lenas de ‘codicia y diabslica ambicién por sefiorear tierras y ‘gentes libres, sefioras de si mismas. (Historia de lar Indias. Cap. XIX), No era éste el camino para attaer a los caribes, cualesquiera otras gentes, por gravisimos pecados ‘que tuvieren,* 2 que dejasen aquellos vicios, sino de conquista, Véase mis addante el Tratado sobre ta cexclavitud, Hay varios capiculos de la Historie Apologéticn cados 2 explicar cata idea, singularmente os intitulados: Defiendese que no debe el legislador castigar todos los actos inmorales y que por cowsigniente obrarun con ite encia los reyes de México en consentir la barragenta. Praé~ base que muchos pueblos entiguos tuvieron costumbres tanto 16 fa pox, y ainot, ¥ buenos ejemplos; y sembratles buena opinin y estima, los cristianos, de si mis- ‘mos, segtin las reglas que nos dejé para ganar los infieles, Jesucristo; y San Pablo también al propé- ‘sito de si mismo dijo que, indiferentemente, de todos cera deudor; de birbaros y griegos, sabios y no sabios, fieles y no fieles. (Historia de las Indias, Cap. LXVII).. VIL. COMO DEBI LLEGARSE A 108 INDIOS La razén clara lo muestra, que no se habia de entrar tan de rondén ni como en su casa en estas ticrras, ni en forma de guerra, y que no habia de salir el Almirante’ tan presto de Ia (isla) Isabela, sin primero enviar sus mensajes por toda Ia tierra, dando cuenta de su venida a todos los reyes y sefio- res de ella, notificindoles venir por su bien, con- Vidindolos a que vinicsen a verlo, y que para los ic a ver le diesen licencia, enviéndoles dédivas —como afin trajo en la instruccién y mandado que le dieron los reyes—, y hacer todos cuantos come- dimientos, y tomar todos cuantos medios de paz, y amor, y dulzura, y para evitar escindalo y turba- ib de 10s pusilos inocentes nos ensefia y manda tis birbaras que las de los indios. Véanse mis adelante Treinte rezones juridicas y las opiniones sobre idolateia Y anceopofagia "Cristobal Colén. A peme de ta admviraciéa que Las Casas_manifiesta por el descubridor de América, es por ftra parte inflexible en condenarlo por haber introducido los métodos de Ia violencia y de la excavitud, como se Advierte en vation pases, principalmente de la Historia de las Indie. 7 1a suave ley evangélica, cuyo ministro y mensajero 41 era, Pero luego entrar poniendo temores y mos- tar potencia, y en forma de guetta, y violar la jurisdicciém y preeminencia que de ley natural no era suya, sino ejena, paréceme 2 mi que no fue entrar por Ia puerta. (Historia de las Indias, Cap. CII). No matar, ni hetir, ni quebrar por ninguna manera con ellos; y cuando no pudieran por todas vias, eran obligados a irse a otra parte y dejaclos, porque Jos indios tentan justo thulo y justicia para dejender su tierra de toda gente, y nunca se ha de hacer mal alguno, por chico que sea, por fin que de Al hayan de salir cuan grandes bienes Jos hom- bres pretendieren, cuanto més, que ya se tenia larga experiencia de la bondad y pacabilidad de los indios; cuin féciles eran de aplacar y contentar, dindoles raz6n o sefiales de que no venian a hacerles algin perjuicio, aunque al principio se ponfan, de puro’ miedo, en resistr la entrada (Historia de las Indias. Cap. XCIV). VIII. SOBRE LOS SACRIFICIOS HUMANOS Las naciones que a sus dioses ofrecian en sacri ficio hombres, por la misma rszén mejor concepto formaron y mis noble y digna estimacién tuvieron de Ia excelencia, y deidad y merecimiento (puesto aque idélatras engafiados) de sus dicses, y por consi guiente, mejor consideracién naturalmente y més: cierto discurso, y juicio de razén, y mejor ausarom de tos actos del entendimiento que todas las otras, y 6 todas tas dichas bicieron ventaja, como mis 18 religiosas, y sobre todos los del mundo se aventa- jaron Jos que por bien de sus pueblos ofrecieron en sactificio sus propios hijos ... La razén es clar Porque ofrecian a los que estimaban ser dioses la mis excelente y mis preciosa y mis costosa y mis amada de todos natucalmente, y mis provechosa de las criaturas, mayormente si les que sacrificaban ezan hijos;® y nuestro entendimiento, como queda dicho, por 1a lumbre natural juzga que a Dios se Ie debe ofrecer lo mis digno y lo mejor, estando dentro de los limites de la ley natural, faltando ley positiva, humana 0 divina, que offecer hombres prohiba y estorbe; y si otra cosa hubiese de més dignidad que os hombres, como son los Angeles, ofrecerlos en sactificio a Dios era poco si fueran sactificables.,. De aqui es que las repiblicas que ‘ordenaron por la ley 0 por costumbre que se sa ficasen a los dioses en algunos tiempos y dias o fiestas, hombres, tuvieroa mejor y mis noble con- cepto y estimaciin de sus dioses, y supuesta su ceguedid y error en tener opinién que aquéllos eran Dios 0 dioses, y que les podian hacer bien y mal, socorter y ayudar en sus necesidades, y que los males que les venian eran por haber sido ney ‘gentes en su culto, como se mostrara, y fue opinién valgarisima y universal en todos los’ gentiles, aqué- Has tales repiiblicas (digo) proveyeron mis y mejor, segiin razén natural, o con mas prndencia, a la salud, prosperidad, y conservacién, y perpetuidad del bien piblico y comén, que las que no lo hicieron © prohibieron que hombres no se sactficasen, (Apo- logética Historia, Cap. CLXXXIII). "Piénsse que el sacrificio de Ia ley eristians es el del propio Hijo de Dios, crucificado. 19 Ix, SOBRE LA IDOLATRIA Como todas las naciones dichas no tengan creen- a, sino muy poca y muy débil o ninguna, y estén sus entendimientos desembarazados, y como unas tablas rasas donde no hay cosa de creencia pintada, © muy débil, o no muy atraigada, sino sélo el prin- pio universal de que hay Dios y apetito natural de buscarlo, ficil cosa seri persuadirles y en ello confirmarlos que aquel que conocen confusamente y andando ciegos buscan, no es et Sol, ni eb agua, sino el Criador de aquello, que tiene tales y tales perfecciones, atributos y propiedades. (Apologética Historia, Cap. CLXXXVI). 1X. SOBRE LA ANTROPOFAGIA Por tres maneras pueden los hombres venir, segiin €l filésofo,* libro 7°, capitulo 8°, en aquel vicio de comer carne humana: 0 pot tenet la naturaleza corrupta, y perversa complexién desde su nacimiento, y Gta [es viene por In indisposicién de la tierra y destemplanza de los aires; o por alguna enfermedad de epilepsia, que ¢s gota coral, 0 manta, que es locura, u otra enfermedad; 0 por depravada cos- tumbre, comenzada desde Ia nifiez, criindose con personas malas que aquellas corrupciones y bestiali- dades usaron. Y asi, como estas tierras todas sean tan felices y cempladas, y la clemencia de los aires tan suaves y deleitables, y las constelaciones que ine fluyen sobre ellas por los efectos conozcamos set * Asinestcles, cuya obra La Politica es la citada a través de toda Ia Apologetics Histor. 20 muy favorables, todo por Ia mayor parte, como por muchas razones queda en algunos capitulos arriba persuadido, y atin quizi probado, por ende parece que no debieron incurrit en aquel vicio bestial sino por costumbre originada y principiada en alguna particular persona o personas que hubiesen caido en alguna enfermedad, 0 por alguna gran hambre que hubiese acaccido que 1os constrifiese a comer carne humana, como muchas veces ha en el mundo acae- ido, y nuestros espafioles lo han hecho en estas Indias y en Espafia, segiin abajo apareceri, o por otra seme- jante ocasién accidental; © también pudo ser que algano algunos naciesen con alguna perversa inclinacién y desordenada complexién diferente de todos los ottos, como errando Ia naturaleza suclen racer los monstruos, que por acaecer muy rar0, como de cosa muy nueva y pocas veces vista nos mara- villamos ... En la Nueva Espana no la comian tan de propbsi 40, segiin tengo entendido, sino Ia de los que sacrifi- aban, como cosa sagrada, mas por religion que por otra causa ...* Solo quiero que cojamos de aqui, que no fueron estas gentes solas en este pecado, y que asi como Cristo y su Santa Iglesia a las otras no menosprecia- ron, y con la predicacién de la fe aquellos vicios de- jaron, como dice Eusebio y abajo se mostrar, por Ja misma manera nosotros a éstas ni debemos menos- preciar, considerando, que quizé tiene la divina Pro- Videncia entre ellos muchos y muy muchos predesti- WReswlarfa particularmente inceresnte hacer una sla ie de oe coptaos de Ia Apolegéice Hintora selativon = aL snados, que sin alguna duda tiene al fin de salvar. ¥ en cuanto lo que toca al principal propésito que trae~ mos de la gobernacién,® sintamos también que aquellas costunsbres corruptas en los que las padecen no derogan, como ni a las antiguas y modernas de otras partes, a saberse bien gobernar. (Apologbiica Historia, Cap. CCV). XI. SOBRE LOS REQUERIMIENTOS HECHOS A. LOS INDIOS Cerca de aquellos requerimientos que por ceremo- nia hacian los que iban, y mandaban hacer los que go- bernaban, y lamébanse letrados juristas (y por aquel oficio de letrados comian y sefioreaban, no por sus ojos bellidos, y por tanto no les era licito ignorar quella tan inhumana y grosisima injusticia), quiero aqui contar lo que me acaeci6 tratando de ello con el mayor de ellos, que sobte todos ellos presidia, Decfale yo, y traile razones y autoridades para persuadirle set aquellas armadas injustas, y de toda detestaciin y fuego eterno digaisimas, y cémo los requetimientos que se mandaban hacer y hacian eran hacer escarnio de la verdad y de la justici, y en gran viruperio de nuestra religién cristiana, y piedad y caridad de Jesucristo, que tanto por Ja salvacién de aquellas gentes habia padecido, y que no les pudiendo limitar tiempo dentro del cual se convirtiesen a Cristo, pues Bl ni a todo el mundo lo limins, mis de darle todo el tiempo que hubo y hay desde su prin MBq diversos patsjes de_exte volumen subraysmes Ia comprensiva actitud de Las Casas hacia lo prehispinico, de la cual hallamos aqui nueva afiemacion. n pio hasta el dia del juicio, ni a persona particular alguna, sino que a cada uno le conced’6 todo el espacio de la vida, dentro del cual se convirtiese usando de la libertad del libre albedrio; y que los hombres corta- sen aquel privilegio divino, de tal manera, que unos decian que bastaba requeticlos y esperarlos tres dias, otros se alargaban diciendo que bien era esperarlos quince dias; respondiéme él: “No, poco es quince dias, bien es darles dos meses para que se determi- nen.” Quise dar gritos desque of y vi insensibilidad tan profunda y maciza, en quien gran parte de aque- Ilas tegiones regia. ¢Qué mayor ignorancia y cegue- dad podia caer en persona que profesaba set letrado y gobernar tanta tierra y tanta gente, que no supiese, Jo uno que aquellos requerimientos eran injustos y absurdos y de derecho nulos; lo oto, que aunque fueran justos y se les pudieran hacer, que eran dichos en lengua espatola que no exiendian, y ask no los obligaben, y que para entendetlos, mas tiempo habian menester de dos meses, y aiin de catorce y de veinte para que los obligaran; lo otro, que no por mais pro- banza ni restimonio de afirmar aquellos, que por tan tmalos, infames y crueles hombres, por sus malvadas que Dios del cielo habia dado el sefiorfo del mundo a un hombre que se tlamaba Papa, y el Papa concedié aquellos reinot de las Indias a Joe re- yes de Castilla, que pensase y creyese quedar obliga dos a crecrlos y recibirlos, y dar a los reyes de Casti- Ila Ia obediencia, y donde no, pasados los dos meses, les pudiesen hacer guerra? Item, para rescatar de su algodén 0 cosillas, o a ver lanao y los cristianos, o a traerles, quiz4, de sus cosas, cmo lo haacfan, de seis mancebos que en ella venian, lo cinco que se entraron en Ia nao (porque el otro exr6 en Ja canca), los hizo detener contra su voluntai, para evar consigo en Castilla. Cosa, cierto, que antes debiera padecer cualquiera trabajo y peligro qe ha- cerla, porque en la verdad, no fue otra cosa quiviolar ticita 0 interpretativamente las reglas del derecho natural y derecho de las gentes, que dictan y tienen, que al que simple y confiadamente viene a ccatratat con otros, mayormente habiéndose ya confidlo los %8 Cristébal Colén. 24 unos de 1os otros y tratado amigablemente, Jo dejen fornarse a su casa, sin dafio de su persona ni de sus bienes, libre y desembargadamente. Agravia este hecho, haberlos recibido en su tierra y en sus casas con tantas ceremonias y regocijos, adorandolos como 1 cosas divinas venidas del cielo, segiin ha parecido. Qué sintiera el Almirante si los dos cristianos que eavid Ia tierra adentro, por fuerza los deruvieran 0 en qué crimen creyera que habia incurrido? Cierto, bien juzgard que, por recobrar sus dos cristianos, les pudieca hacer justa guerra; pues como las leyes y re- plas naturales y del derecho de las gentes, sean co- munes a todas las naciones, cristianos y gentiles, y de cualquiera secta, ley, estado, color y condici6n que sean, sin una ni ninguna diferencia, Ja misma justicia tenian y tuvieron los vecinos de aquelia isla contra el Almirante y sus cristianos, por recuperacion de sus convecinos y compatriotas, moverles justa guerra, y aiiade mucho a Ia fealdad de este hecho, darse causa de perder 1os cristianos tanta autoridad, como de su bondad y rectitud, y mansedumbre los indios habfan concebido, y tanto crédito; y no lo excusa el buen fin que tuvo el Almirante, cuanto bueno y provechoso para después quiera que fuese, porque nunca hemos de hacer cosa mala, por chica y minima que sea, para aqve por ella o de ella haya de salir, 0 hayamos de sacar, inestimables bienes. (Historia de las Indias. Gap. XLVI). XIIL, PRINCIPIOS DE LAS ENCOMIENDAS Estos fueron los principios de donde nacié poco a poco el repartimiento que agora llaman encomien- 25 das ™ y, por consiguiente, Ia total perdicién de todas estas tan infinitas naciones: porque como se ensefia- ron los espafioles, aun tos labradores, y que venian asoldados para cavar, y tabrer la tierra, y sacar el of de las minas (como arriba queda dicho), a haraga- near y andar el lomo enhiesto, comiendo de los sudo- tes de los indios, usurpando cada uno por fuerza tres y cuatro y diez que le sirviesen, por 1a mansedumbre los indios que no podian ni sabian resistir... De las vejaciones, y apetreamientos, y maltratarlos en todo énero de rigor y austeridad, no quiero aqui decit mis de lo que abajo se dira; finalmente, todo el interés y utilided temporal de Ios espafioles, ponfan en Ia san- ‘prey sudores, y al cabo en perdicion y muerte de esta gente desampatada, y aunque segtin parece, la inten- cién del Almirante debia set darles licencia para que les hiciesen las Iabtanzas por algin tiempo, y no para més, pues dice a los reyes que tengan por bien que sean aprovechados un afio o dos, en tanto que la negociacién estaba en pie 0 se levantaba, pero como al Almirante, luego quitaron el catgo y gobernacién, y sucedié otro, como parecer, ellos se encaminaron y apoderaron tanto de aquella licencia y posesién ti- nica, que los sucesores en esta gobernacién, no de guitarla ni limitar, antes cumplitla y confirmarla y estragarla mas de lo que estaba, y hacerla universal, estudiaron. 'Y asi parece claro, de donde y cuiindo tuvo su ori- ‘gen y principio, y cuin sin pensarlo aquesta pestilen- 29 Mis adelante se reproducen las principales razones del ‘Tearado contra las encomiendas. Silvio A. Zavala estudia conjuntaments los diversas aspectos del asunto en La Enco- sienda Indiana, Madeid. 1988. 6 cia. vastativa. de.tan gran parte-dellinaje humano, gue tanta inmensidad de gentes ha extirpado, el dicho tepartimiento y encomiendas, digo, en el cual se en- cierran, y pata sustentarlo se han cometido, todos los males, como claramente parecer abajo. ‘También consta de lo arriba relatado, que nunca se dieron los indios @ Jos espafioles para que los ensefiasen, sino para que se sirviesen de ellos, y de sus sudores, y angustias, y trabajos se aprovechasen. (Historia de las Indias. Cap. CLV). XIV, QMERECIO ESPANA LA MISION EN AMERICA? Dijeron los cristianos el Almirante que aquella sgente toda era més hermosa y de mejor condici6n que ninguna otra de las que habjan hasta entonces visto; pero aqui dice el Almirante, que no sabe cémo pueda set de mejor condicién que las otras, dando a enten- der que las otras todas, de las otras islas que habjan, hallado, eran de humanisima condici6n. Cuanto a la hhermosura, decian los cristianos que no habia com- pparaciéa, ast en los hombres como en las mujeres, y que eran blancos mis que los que habian visto y, sefialadamente, decian que habian visto dos mujeres ‘moras, tan blancas como podian set en Espaiia. De a heemosura de las tierras que vicron, referian que excedian a todas las tierras de Castilla, en fertilidad, hermosura y bondad. El Almirante asi lo concedia, por las que tenia presentes y las que dejaba ateés. Sefialadamente encarecian las de aquel valle, las cua- les a Ja campifia de Gérdoba les parecia exceder cuan- to el dia excede a la noche en clatidad. Estaban, diz- ue, todas labradas, y por medio de aquel valle pasaba 27 es * ua rio muy grande y ancho, con el cual todas se po- dian regar. Estaban todos los Arboles verdes y lenos de fruta; las hierbas, todas floridas y muy altas; los caminos, muy anchos y buenos; los aires eran como por abril, en Castilla; cantaban el ruisefior y otros pajaritos como en el dicho mes en Espafia; las no- ‘TITULOS DEL IMPERIO ESPANOL ches, cantaban algunos pajaritos suavemente, que, dizque, era la mayor dulzura del mundo; los grillos y ranas se ofan muchos de noche; los pescados como en Espafia, Vieron muchos almécigos, linaloe, y al- ‘godonales; oro no hallaron, y no es maravilla que fen tan poco tiempo no se halle. Todo esto dice el Almirante. Debe aqui el lector considerar Ia disposicién natu > aly buenas calidades de que Dios doté a estas gentes, cuin aparejadas estaban por natura para ser doctri- 4 nadas ¢ imbuidas en las cosas de la fe y religién cris- £ tiana, y en todas virtuosas costumbres, si hubieran sido tratadas y atraidas virtuosa y cristianamente; y ‘qué ticrras éstas tan felices, que nos puso la Divina Providencia en Jas manos para pagarnos, ain en esta vida, sin Io que habiamos de esperar en Ia otra, los © trabajos y cuidados que en atraerlas a Cristo tuviéra- mos. Temo que no merecimos ni fuimos dignos, por To que Dios conocié que bablamos de ofenderle, de tan sublimes y no comparables a otros ningunos bie- nes. ™ (Historia de las Indias, Cap. LUI). 4 Sobre el eritcismo espaiiol de Las Casas, véase Ia nota ineerta al final del resumen, oftecido en este volumen, del Tratado sobre lar encomiendss. 28 ‘TREINTA PROPOSICIONES JURIDICAS* Proposicién I:-—El Romano Pontifice candnicamente elegido Vicario de Jesucristo, sucesor de San Pedro, tiene auroridad y poder del mismo Jesuctisto, Hijo de Dios, sobre todos los hombres del mundo, fieles o infieles, cuanto viere que es menester para guiar y enderezar los hombres al fin de la vida eterna y qui- tar los impedimentos de él; puesto que de una manera usa y debe usar de tal poder con los infieles que nunca 1 Este es el texto integro de las Treints proposiciones muy jnridicas, en que con la mayor beevedad y a requerimiento el emperador, Las Casts manifestd al Consejo de Indias la ‘doctrina sobre titulor y limites del imperio expafol; pedidas Yy presentadas con premurs, estas proposiciones fueron mis tarde objeto de prueba en el Tratado comprobatorio (véase In resefia hecha en el prilogo). La preseate reproduecién s¢ cite al impreso de 1552, “en Sevilla, en casa de Sebastiin “Trujillo”, como reza el colofén, uno de cuyos rarisimos ejem- plarés posse la Biblioteca de a Secretaria de Hacienda y Grédito Pablico, de México. Hemos modernizado Is ortografia y por Ia indole de ests coleccién, ast como por el propéuiro 31 entraron pot el santo bautismo en Ja santa Iglesia, mayormente los que nunca oyeron nuevas de Cristo, ni de su fe; y de otra con los fieles que son 0 que algiin tiempo fueron fieles. Proposicién II:—San Pedro y sus sucesores tuvo y tienen obligacién necesaria, por precepto divino, de procurar con suma diligencia que el evangelio y fe de Jesuctisto se predique por todo el mundo a todos los infieles de él, de quien se tenga probable opinién que no resistirin la promaulgacién evangélica y doctri- protic poe attorlad do yu epontlice cio, nom brat y sefialar los necesarios y convenientes, id6neos ministros, de todos los estados de la cristiandad, para Ia consecucién del dicho fin y ponetles necesidad de precepto que acepten y cjerciten el cargo, cuidado y Oficio que pata efecto de esto les impusiere, y ellos son obligados a lo aceptar y obedecerle como al mis- ‘mo Jesuctisto.? de hacer en el presente volumen silo wn compendia doctrina- tio, excusamos Ia inserciin del argumento y del prélogo, en los que se cuentan las circunstancias —precedentemente des- crita-— que dieron origen a estas proposiciones, Uno de los iltimos y més claror extadioe sobre Ia Bula Inter cartrra, de Alejandro VI—a que tan fundarseneslmen- te se refieren estas proporicionsr—, aparece en Ia magisteal obra de Antonio Gémez Robledo: Politica de Vitoria. Edi- ciones de la Universidad Nacional de México, 1940, pig. 755 todo el libro es importante para comparat lae de Las (Casas, y singulaemente las relativae al imperio. Otra obra imprescindible para la cabal intelecciéa del asunto ex Ia de Silvio A. Zavala: Las Instituciones Juridicas en la Conquista de América, Madrid, 1935, cuyo capitulo HI se intivula Let Bulas de Alejandro VI. 32 Proposicién IV:—Entre los ottos ministros para Ia dilatacién y conservaci6n de Ia fe, y religi6n cristiana, y conversién de los infieles, son muy necesarios los reyes cristianos en la Iglesia, para que con su brazo, yy fuerzas reales, y riquezas temporales, ayuden, am- paren, conserven y defiendan los ministros ecles cos y espirituales, y se pueda comodamente proseguir, ¥ conseguir, y no estorbar o impedir al susodicho fin. Proposicién V:—El sumo pontifice, por Ia autori- dad que tiene en Ia tierra, de Jesucristo, puede impo- ner necesidad de precepto a los principes y reyes cris- tianos y a cada uno de ellos por si, silo si viere que es necesario o mucho conveniente para conseguir o para «que no se impida el dicho fin, que a sus propias ex- Pensas © por sus personas reales, o por sus idéneos inistros, vayan 0 entiendan con efecto en la expedi- cién del susodicho cristiano fin, para lo cual puede también imponer subsidio en coda la cristiandad, el que bien visto le fuere, conforme a Ja necesidad 0 conveniencia del negocio que ocuttiere de hacer y a las facultades de cada reino. Proposicién VI:—Ningin rey 0 ptincipe cristiano se puede ocupar en la tal expedicidn (fuera del caso de extrema necesidad) sin expresa o ticita licencia y autoridad del sumo sacerdote vicario de Jesucristo: y si la necesidad es fuera del propio reino y el Papa cometiere © mandare el negocio a un solo principe, los demis no se pueden en cosa alguna, tocante a ello, entremeter. Proposicién VII:—Sapientisima, prévida y justa- mente el vicatio de Cristo, por autoridad divina, para evitar confusién, dividié y puede dividi 33 principes cristianos, los reinos y provincias de todos los infieles de cualquier infidelided, o secta que sean, ‘encomendindoles y cometiéndoles la dilatacién de la santa fe, ampliacién de la universal iglesia y religién ‘ristiana, conversi6n y salud de las énimas de ellos como ultimado fin. Proposicién VIII:—Esta tal divisi6n, comisibn 0 concesién no la hizo, ni hace, ni la debe hacer eb su- mo pontifice principal y finalmente por conceder gracia, ni aumentar con bonra y mds titwlos 9 rique- zas los estados a los principes cristianos, sino principal y finalmente pot Ia dilatacién del divino culto, honor de Dios, y conversiGn, y salvacién de los infieles, que ‘eel intento y final intenciéa del Rey de los reyes y Sefior de los sefiores, Jesuctisto; antes se les impone carga 7 oficio peligrosisimo de\ cual han de der estre- chisima cuenta en el fin de sus dias ante el juicio divino: por manera que mds es la dicha divisién y en- comienda para el bien y utilidad de los infieles, que tno de los cristianos principes, Proposicién IX:—Justa y digna cosa es que aunque €1 premio principal de los reyes ctistianos por los servicios que hacen a Dios y bien a su madre la uni- versal Tglesia, con sus reales personas, no consista ellos lo doban codicier, en estas cosas mundanas y terrenas —porque todas ellas son de poca entidad y transitorias—, sino el verdadero y ultimado reinar con Cristo, cuyo lugar y tenencia, cuanto toca a lo temporal, tienen en la tierra; pero que el sumo pon- tifice les conceda y haga donacién remuneratoria en Jos mismos reinos, que para el dicho repetido fin les encomienda, justa cosa es; empero, sin dato 9 perjui- 34 cio notable del derecho ajeno de los reyes, y principes, 9 singulares personas de los infieles, Proposicién X:—Entre los inficles que tienen rei- ‘nos apartados, que nunca oyeron nuevas de Cristo, nj recibieron Ja fe, hay verdaderos sefiores reyes y principes; y el seftorio, y dignidad, y preeminenzia real les compete de derecho natural y de derecho de Jas. gontes, en cuanto el tal sefiorio se endereza al regimiento y gobernacién de los reinos, confiemado pot el derecho divino evangélico; lo mismo a las per- sonas singulates el sefiorio de las cosas inferiores, y pot tanto, en el advenimiento de Jesucristo, de los tales sefiorfos, honras, preeminencias reales y lo de- ‘mis, no fueron privados en universal ni en particular ipso facto mec ipso jure. Proposicién XI—La opinion contradictoria de la precedente proposicién ¢s errénea y pernic ina incuriré formal herejta. Us asimismo impiisima, iniquisima, y causa- tiva de innumerables robos, violencics y tiranias, es- tragos y latrocinios, dafios irreparables y pecados atavisimos, infamia, hedor y aborrecimiento del nombre de Cristo y de Ia religién cristiana, y efica- cisimo impedimento de nuestra catdlica fe; muerte, én y jactura de la mayor parte del linaje humano; damnacién certisima de inifinitas énimas, y finalmente, de la piedad, mansedumbre y costum- bre evangélica y cristiana, cruel y capital enemign, _Proposicién XIl:—Por ningtin pecado de idolatia, ni de otro alguno por grave y nefendo que sea, 00 35 son privados los dichos infieles, sefiores ni stibditos, de sus sefiorios, dignidades, ni otros algunos bienes ‘ipso facto vel ipso jure. Proposicién XIII:—Por raz6n precisa del pecado de la idolatria, ni de otro cualquier pecado, pot enot- me, grande y nefando que se ha cometido en todo el tiempo de su infidelidad, antes que reciban de su pro- pia y libre voluntad el santo bautismo, los infieles, ‘mayormente aquellos cuya infidelidad es segin pura negacién,* no pueden ser punidos por ningiin juez del mundo, sino faese de aquellos que directamente impidiesen la predicacién de la fe y, amonestados suficientemente, no desistiesen de ellos por malicia. Proposicién XIV:—Necesatio fue y obligacién tu- vo, de precepto divino, el sumo pontifice Alejandro sexto, so cuyo pontificado fue descubierto el nuevo orbe grandisimo de las que Mamamos occidentales Indias, de elegir un rey cristiano a quien impusiese oficio de proveer y tener Ia solicieud, diligencia y cuidado de la promulgacién del Evangelio y ley de Gristo, y fundacién y ampliacién del culto divino y universal Iglesia por todos los reinos de ellas, y de Ia conversién y salvacién de los vecinos naturales y moradores que en ellos vivian, y de todo lo demis recesario y conveniente al dicho fin; y en remunera- ‘cién del tal oficio y cuidado, donarle Ia dignidad, y corona imperial, y soberano sefiorio de ellas. Proposicién XV:—Singulares prertogativas. mis que en Jos otros cristianos principes concurrieron ea * Atris queda pretentads Ia clasficacién de infieles, tan- ‘tas veces repetida por Las Casi, 36 los reyes de Castilla y Le6n, don Fernando y dofia Isabel, catdlicos principes, para que el vicatio de Gristo, més a ellos que a otros de toda la cristiandad, cometiese el dicho cuidado y oficio, que no fue otra cosa sino por autoridad divina instituirlos ¢ investit- Jos de la mis alta dignidad que reyes jamés ravieron sobre la tierra (conviene a saber): de apéstoles ar- quitect6nicos de las Indias. Entre otras excelencias tuvieron dos que son éstas: 1a una, que allende de heredar de sus progenitores el recobramicnto de todos estos reinos de Espafia de las manos de los tiranos enemigos de nuestra santa fe catdlica: mahomeéticos, con mucho dertamamiento de su real sangre, ellos mismos con sus propias reales personas, con incom- parables trabajos, recobraron el gran reino de Gri nada y lo restituyeron finalmente a Cristo y a la versal Iglesia; otra fue que a sus propias expensas y pot su favor, expedicién y mandado, tomando pot medio al egregio varén don Cristobal Colén, a quien honraron y sublimaton con titulo de Primer Almi- rante de ellas, se descubrieron aquellas tan amplias y tan extendidas Indias, Proposicién XVI:—Pudo prévida, licita y justa- mente el romano pontifice, vicario de Jesucristo por autoridad divina, cuyos son todos los reinos de los cielos y de la tierra, investir a los reyes de Castilla y Leén del supremo y soberano impetio y sefiorio de todo aquel orbe universo de las Indies, constituyéndo- los emperadores sobre muchos reyes, tomando sus catélicas personas excelencia y dignided real, y asi cligiendo su real industria por medio convenientisimo 37 y- aun necesario, ordenando para Ja consecucién del susodicho cristiano fin. De la manera que la Sede apostilica acepts y aprobé la dignidad imperial que alld enire los inficles en el mundo, no las tirantas por donde los romanos la babian adquirido, para que el emperador fuese abogado y defensor de la univer- sal Iglesia, adoptindolo por hijo, 1a cual dignidad, si vviera el vicario de Cristo que no convenia para el bien espiritual de la cristiandad, pudiera sin ninguna duda, por In misma autoridad divina que tiene y ust en Ia tierra, aniquilarla y consumirla, y crearla 0 instiuirla de nuevo si no 1a hubieta, como tuvo poder de transferitla de los griegos a los getmanos: por la misma ra2én pudo prohibit Ia Sede apostdlica a todos los otros reyes cristianos, so pena de excomunién, que fi vayan ni envien a las dichas Indias, sin licencia y autoridad de los Reyes de Castilla; y si el contrario hacen, pecan mortaimente e incurren en Ia excomu- nién. Proposicién XVII: —Los reyes de Castilla y Leén. son verdaderos principes, soberanos y universales sefiores y emperadores sobre muchos reyes, y a quien pertenece de derecho todo aquel imperio alto y universal jurisdicciéa sobre todas las Indias, por Ia autoridad, concesiin y donacidn de Ia dicha sanea sede apostélica: y asi por autorided divina; y éte es y no otro el fundamento juridico y substancial donde esti fundado y asentado todo su titulo. Proposicién XVILL: —Con este soberano, imperial y universal principado y seftorfo de los reyes de Castilla en las Indias, s¢ compadece tener los reyes 38 _y setvores naturales. de ellas su. administracién, prin- ‘ipado, jurisdiccién, derechos y dominio sobre sus sibditos pueblos © que politica o realmente se rijan: como-se compadecia el seforio nniversal y supremo de los emperadores que sobre los reyes antiguamente tentan, Proposicion XIX: —Todos los reyes y sefiores natu- rales, ciudades, comunidades y pueblos de aquellas Indias son obligados a reconocet a los reyes de Castilla por universales y soberanos sefiores y empe- radores, de Ja manera dicha: después de haber recibido de su propia y libre voluntad nuestra santa fe y el sacro bautismo; y si antes que lo reciban tno lo hacen ni quieren hacer, no pueden ser por ningin juez 0 justicia punidos, Proposicion XX: —Son obligados los reyes de Cas- tilla, por precepto formal de Ia apost6lica silla y también por derecho divino, a con suma diligencia rocurar, y proveer, y enviar ministros idéneos que prediquen Ja fe por todo aquel orbe, llamando y convidando a las gentes de él que vengan a las bodas y cena de Cristo, y a todo lo demis que en la segunda proposicién esti dicho para conseguir este fin. Proposicién XXI: —Tienen los reyes de Castilla el mismo poder y jutisdiccién sobre aquellos infieles aun antes que se conviertan, que tener el romano ontifice sobre ellos, Ia 1* proposicién dice: tanto cuanto fuere menester segiin Ias reglas de la recta razén para la promocién y prgsecucién de aquel ome c 39 F< ‘DESARROLLO DE COLECCIONES: Rel- 1784 vemnovenen fin y para quitar los obsticulos cualesquiera que sean, que lo puedan impedir. Proposicién XXII: —Los reyes de Castilla son obli- gados de derecho divino a procurar que la fe de Jesuctisto se predique por la forma que el Hijo de Dios dejé en su Iglesia estatuida, y sus apéstoles con fess lgean|filn‘of meng Ie pros guieron, y Ia universal Iglesia tuvo siempre de cos- fumbre 7 simbiéa en eu decretce eos eedenado ¥ constituido, y los santos doctores la persuaden y fengrandecen en sus libros; conviene a saber: pacifica, y amorosa, y dulce, caritativa y allectivamente; po mansedumbre, y humildad, y buenos ejemplos; con- vidando los infieles y mayormente los indios que de su natura son mans{simos, y humildisimos, y pacificos; dindoles antes dones y dédivas de lo nues- tro, que tomindoles nada de lo suyo. Y asi tendrin por bueno, y suave, y justo Dios, al Dios de los ctistianos; y de este modo querran ser suyos y recibir su fe catélica y santa doctrina, Proposicién XXII: —Sojuzgatlos primero por guerra es forma y via contraria de Ia ley, y yugo suave, y carga ligera, y mansedumbre de Jesucristo; es Ja propia que Ilevs Mahoma y Ievaron los romanos, con que inquietaron y robaron el mundo; es 1a que tienen hoy los turcos y mor ‘comienza a tener el xarife; y por tanto es tirénica, infamativa del nombre melifluo de Cristo, causativa de infinitas nuevas blasfemias contra el verdadero Dios y contra la religién cristiana, como tenemos longuisima experiencia que se ha hecho 40 y hoy se hace en las Indias: porque estiman de Dios ser el mis cruel, y mis injusto, y sin picdad gue hay en los dioses; y por consiguiente es impe- ditiva de la conversin de cualesquiera infieles; y que ha engendrado imposibilidad de que jamés sean cristianes, ea aquel otbe, genres infinitas; allende de todos los itreparables y lamentables ‘males y dafios puestos en la proposicién undécima, de que es éta infernal via plenisima, Proposicién XXIV: —Quien esta via osa persuadit, gran velamen es el suyo cerca de la ley divina: mayor e= su audacia y temeridad que podria tener el que desnudo en carnes se pusiese voluntariamente 4 luchar con ciea bravos Ieones y fieros tigres; mal hha entendido las diferencias de los inficles que en esta materia se han de suponer para detetminar contra quién se han de hacer conquistas: no lo aprendié de los preceptos de la caridad que tanto ‘nos dejé encargada y mandada Cristo, y no se debe hhaber desvelado mucho en la cuenta estrecha y duro juicio que le ha de venir por los inexpiables pecados de que es causa eficacisima, Proposicién XXV: —Siempre se han prohibido las, ‘guctras por los reyes de Castilla contra los indios de Jas Indias, desde el principio que por el Almi- rante primero de ellas fueron descubiertas; nunca jamés gnardaron ni cumplieron los expaftoles instrac- cién, ni provision, ni cédula, ni mandamiento uno ni ninguno que los Reyes les diesen; y si alguna carta o provision real alguna vez soné y tocé en causa de guerra, fue por las falsisimas e inicuas 4 informaciones subrepticias que los tiranos, por robar y hacer esclavos y hacerse ricos de Ja sangre de (os indios, a los Reyes hacfan; lo cval advertido por los reyes, muchas veces las renovaron y sobre Jo contratio Iuego mandaban y proveian. Proposicin XXVI: —Como siempre fale6 auto- ridad del principe y causa justa para mover guerra ‘a los indios inocentes que estaban en sus tierra y casas, seguros y pacificos: afirmamos que fuerom, son serém siempre (no babiendo causa nuova) aulai y de ningim valor de derecho, injustas,inicuas, sindnicas y por todas las leyes condenadas, desde que las Indias se descubricron basta boy, en ellas, las conquistas, Y solo debe bastar por probanza las residencias que se han tomado a todos los gober- nadores, y los procesos que contra ellos y otros muchos estin en el archivo de este real Consejo, y los que cada hora allé y ack de nuevo, con faci- lidad, se pueden hacer; porque esto clama ya todo el mundo. Proposicién XXVIL: —Los reyes de Castilla son obligados de derecho divino a poner tal gobernacién, y regimiento en aquellas gentes naturales de las Indias, conservadas sus justas leyes 9 buenas com tumbres que tentan algunas, y quitadas las malas que no eran muchas, y suplidos los defectos que tuvieron en su policia: todo lo cual se quita y suple principalmente con Ia predicacién y recepcién de Ja fe; que pospuesta y muy a la postre su propia ucilidad real, rentas y temporal interés, aquellas sgentes sean ayudadas y no impedidas en lo tocante 42 @ lo espititual y en su convetsin y recibimiento de nuestra catélica fe, y en el ejercicio de los santos sacramentos de Ia Iglesia, y también conservados en sus derechos y justicia; y sobre esto principal- ‘mente aumentadas y prosperadas en Ia vida corporal yen Io demés que a su bien temporal pertenece: porque este es el fin o la causa final porque a los reyes de Castilla y Leén, no teniendo antes nada en ellas, les fueron por Ia Iglesia concedidas. Proposicién XXVIII: —Ninguna otra pestilencia pudo el diablo inventar para destruir todo aquel orbe, consumir y matar todas aquellas gentes de 4, y despoblar como ha despoblado tan grandes y tan poblados reinos; y ésta sola bastaba para des- poblar el mundo: como fue la invencién del repar- timiento y encomiendas de aquellas gentes, que fepartieron y las encomendaron a los espafioles como si las encomendaran a todos los diablos, © como atajos de ganados entregados a hambrientos lobos. Por esta encomienda o repartimiento, que fue la mis cruel especie de tirania y més digna de fuego infernal que pudo ser imaginada, todas aquellas gentes son impedidas de recibir la fe y religion istiana, por ocuparlos noches y dias los espafioles, sus infelices tiranos comenderos, en las minas, y trabajos personales, y tributos increibles, y con echar- Is cargas 2 cuestas que las leven ciento y doscientas Ieguas como y peotes que si fuesen bestias, y con perseguir y echar de los pueblos de los indios a os religiosos predicadores de Ia fe, que los doctrinan y dan conocimiento de Dios, por no tener testigos de sus violencias, crueldades, latcocinios continues 43 a a y homicidios. Por estas encomiendas y rpartimiento hha padecido y padecen continuos tormatos, robos, injusticias en sus personas, y en hijos mujeres y bienes, los indios. Por estas encomiends y reparti- miento han perecido en obra de cuaznta y seis afios, yo presente, sobre quince cuentos' de énimas sin fe y sin sacramentos; y han despobio més de tres mil leguas de tierra. Y yo, digo, jrsente: y mientras estas encomiendas duraren, yo pido a Dios que sea testigo y juez de esto que dip: que no astaré el poder de los reyes, aunqe: estuviesen ptesentes, a que no perezcan, y se achen, y con- suman todos los indios; como por esta va se acaba- ran mil mundos, sin tenet remedio, Proposiciin XXIX: —Las dichas exomiendas y repartimiento de hombres que se hacey ha hecho, segin dije, como si fueran bestias, nuxa fue man- dado hacer, desde su tirénico principio, or los reyes de Castilla, ni tal pensamiento tuvieon: porque no se compadece tab gobernacién iniva, tirinica, vastativa y despoblativa de tan grades reinos, poniendo a todo wn mundo en aspérrinn 9 continua, horrible mortifera servidumbre, com lt rectitud y justicia de ningunos que scan catblicoswistianos, mi ‘aunque fuesen gensiles infieles, com qe tuvieren alguna tazbn de reyes. La reina dois Isabel, de inmortal memoria, que de esto traté la primera, Tuego asi como por su mandado y faror se descu- brieron Jas Indias, al primero que envis por gober- nador que fue el dicho Almirante; 7 el segundo, que se Ilamé don Francisco de Bokdilla; y el 4 Millones. “4 terceto, que fue un comendador de Lares,* mandé eficacisimamente que conservasen los indios en toda su paz, justicia y liberend. Lo cual, porque el dicho Almiante dio sélo trescientos indios a espafoles, Jos cuales habian bien servido a los reyes, y de ellos yo que esto digo tuve uno, quiso hundic y destruit al Almirante diciendo que qué poder tenia cl suyo para dar a nadie sus vasallos; los cuales Iuego, estando la corte en Granada cuando lo de Lanjaron 0 Alpujarras, todos mandé que fuesen a sus tierras, libres restituidos. @ ningin particular jurisdiccién alguna ... porque cosa tan grande y de tan gran importancia ... n0 ‘justo ni posible que se fie de otro que n0 sea rey ... ¥ porque vuestea majestad vea cusinto sentia 52 esta obligacién y en qué tanto tenia Ia serenisima y bienaventurada reina dofia Isabel abrir mano de ‘vuestros vasallos, sepa vuestra majestad que el aio 1499, el primer slmirante don Crist6bal Colén, que descubrié aquellas Indias, por servicios sefalados que algunos habfan hecho en Ia isla Espafiola 2 los reyes catdlicos y a vuestra majestad, al tiempo que se quisieron venir a estos reinos, por satisfacerles en algo, diles a cada uno un indio y_ licencia para traerlo consigo act; y yo que esto refiero, tuve uno de ellos; los cuales venidos aci y sabido por su alteza, hubo tan grande enojo, que no la podian aplacar, diciendo: gqué poder tiene el Almirante, mio, para dar a nadie mis vasallos? y luego mandé Pregonar en Granada, donde Ia corte estaba a la sazén, que todos los que habian traido indios de las Indias, en el primer viaje los tornasen, 0 envia- sea allé, so pena de muerte... Y esto es asi verdad como lo a yuestra majestad afirmamos. Razin segunda: Porque como el fin del seftorio de vuestra majestad sobre aquellas gentes sea y no ‘oro, Ia predicacién y fundacidn de Ia fe en elas, y su conversién y conocimiento de Cristo ... es obli gado vuestra majestad a quitar todos los impedi mentos que pucden estorbar que exte fin uo se alcance ... Uno de los mayores estorbos ... ha sido tenerlos los cristianos encomendados ... por la grande avaricia y codicia, por Ja cual no dejan ni quieren que Jos religiosos entren en los pueblos de Jos indios que tienen encomendados, porque dicen que principalmente reciben dos dafios: el uno, que los religiosos los ocupan en allegarlos y juntarlos 3 para les pfedicer, y cuando les predican pierden ellos de sus haciendas, por estar los indios ociosos, no yendo a trabajar en sus haciendas; y ha acaecido ‘star los indios en Ia iglesia oyendo la predicacién, y los religiosos predicindoles, y entrar el espafiol delante de todos y tomar cincuenta 0 ciento de ellos que habia menester para llevar con cargas de su hacienda: y porque no querian ir, darles de palos y coces, y, a su pesar y de los religiosos, albo- rotindolos, y escandalizando toda la gente que alli estaba, ¢ impidiendo Ia salud de los unos y de los otros. El oo dao que dicen que reciben « que dizque después que los indios son doctrinados y cristianos hechos, se hacen bachilleres y que saben mis de lo que sabian, y que no se pueden por esto, dende en adelante, tan bien como hasta alli servitse de ellos ... Peto otro dafio tercero es el mayor que ellos temen, sino que no lo osin decie, y 3 que no quieren que los frailes entren a pre- dicar y doctrinar los indios en los dichos pueblos porque, con verdad hablamos a vuestra majescad, son tantas las tiranias y vejaciones, fuerzas, vio- Tencias y opresiones que cada dia a 1os indios hacen, que como los indios se quejan de ellas a los frailes, y los mismos frailes las sienten y las ven, que hhuyen y abortecen que de ellas los religiosos. sean testigos, porque a Ia verdad, en sabiéndolas, luego twabajan, como son obligados a Dios y a vuestra majestad, para que las remedien, aunque las mis de las veces es en balde...; por esta causa tienen por verdaderos enemigos a los religiosos, como estorbadores de sus intereses temporales; por esta causa no pueden verlos ni oitlos; por ésta los blas- 34 feman y murmuran de ellos; y como los. indios ven que ningin remedio les viene de sus trabajos si no buscado y procurado por los religiosos, aman y feveréncianlos sobre todas las cosas que ven, y salen a recibitlos con procesiones, y viendo esto los expafoles, levéntanles que no buscan sino mandar y set adorados de los indios como sefiores; y Dios 6 testigo con cuintos trabajos, y angustias, y sudo- tes, y hambres, y sedes viven, andando por las sietras y caminos largos y teabajosos, y padeciendo toda manera de vida aspera ... Teniendo los cris- tianos sefiorio y administracién sobre los indios, aunque sea sin alguna jurisdiccién, porque no la hhan menester teniendo los indios en su poder, porque ellos se In toman, aunque vuestra majestad no se las dé; sefiladamente que son los indios timidos y pusilénimes, 0 por mejor decir, por las cruel- dades que han ea ellos cometido les han entrafado 1 miedo en los corazones, que los ha convertido casi en natura de licbres, y hecho degenerar de ser hombres: afitmamos que es imposible que se alcance 1 dicho fin, ni que los indios oigan la evangélica doctrina, ni jamés sean cristianos, porque directa- mente y de propésito la estorban y contradicen los espafioles, y mueren porque no la haya... Razin tercera: ¢Qué cures de aquellas énimas setén todos los espatioles seglares que alld van por EL segundo raciocinio que se contiene en esta razén, que la encomicada impide Ia vida de wciedad: los Indios son levados de aqui para allé; lor maridos separados de sus mujeres “como cochinos"; los padrer de lor hijos, steéters. La tereera prucba aducida es el eremendo nimero de indios muertos como bestiss 35 muy estirados y shidalgos que sean, que apenas saben muchos el credo y los diez mandamientos, y Jos mis no los saben, ni las cosas de su salvacién, y que no van alla sino con ansia y suspiro de la codicia, y que por la mayor parte son hombres viciosos y que por su corrupta, y deshonesta, y desor- denada vida, son los indios, en su comparacin, muy virtuosos y santos? . .. Razén cuarta: Es manifiesto no poder tenet paz, ni tranquilidad para vacer a las cosas divinas, y guardar los mandamientos y ley de Dios: antes mil turbaciones, angustias, enojos, tristezas, aflicciones, amarguras, odios y despechos de vuestra majestad, y aborrecimiento de Ia ley de Dios, halléndola tan pesada, tan amatga y tan imposible de sufrir; y el yugo y gobernacién de vuestra majestad insopor- table, titinico y digno de todo aborrecimiento; y del mismo Dis cobrar detestacién y desesperacién, atribuyéndole todos los dichos males, pues con ticulo (© color de su fe, tantas calamidades les suceden... Razin quinta: Segin raza y derecho, el privi- legio concedido en favor de alguno no deba de set retorcido, 0 convertido en disfavor, odio 0 detti- mento de él: por tanto, toda la gobernacién, regi- ‘iento, orden y modo de traear aquellas comunidades y teinos vecinos, y moradores naturales de ellas, debe ser puesta por vuestra majestad, tal cual con- venga para que todos ellos reciban provecho, y utilided espiticual y temporal, pues a ambas ut dades vuestra majestad es obligado por la superio- tidad y jurisdicci6n universal que tiene sobre ellos ... 56 Raz6n sexta: Los espafioles son insidiadores, y enemigos, destruidores manifiestos de Jas vidas de los indios, y enemigos capitales, que en latin se dicen osies, de toda su generacién ... Pues si segiin todas las leyes comunes, y las de este reino, y que tienen su fundamento en Ia ley divina y natural, ningin menor, 0 pupilo se debe dar a ninguno para que sea tutor o curador de él, si es sospechoso de ser enemigo suyo, o de sus parientes y_deudos, o hubiese mal procurado, o gastedo sus bienes, o le hubiese ensefiado mala crianza y malas costumbres; y si se lo hubiesen ya dado, se lo debe Tuego el jucz, aun de su oficio, quitar, aunque fuese persona rica, y quisiese dar seguridad y fianzas de buena administracién; y los espaftoles se dan a los indios con color de tutores y curadores, la cual color os fraudulenta, fingida, falsa, y engatiosa, y no sufi- ciente: porque los indios no tienen necesidad de ‘utores para vivir eemporalmente, ni los espatioles son capaces, como esti dicho, para oficio de pre- dicar a infieles que nuevamente han de ser traidos a Ia fe; aunque no hubiese los otros inconvenientes. Y a necesidad que Jos indios tienen no es otra sino de predicadores, y buen regimiento, y gober- raci6n cual debe set para pueblos y gentes libres... Razén séptima: Scgiin Iaa leyes razonables y justas, y segiin los sabios filésofos que doctrinas morales esctibieron, nunca se debe dar regimiento a hombres pobres, ni a codiciosos que desean y tienen por su fin salir de pobreza, y mucho menos a los que anhelan, suspiran y tienen por fin de ser ricos: porque la naturaleza nunca en balde tra- baja, ni obra... Razin octava: Dando los indios a los espafioles ‘encomendados como los tienen, o depositados, o en feudo, 0 por vasallos como los quierea, son gravados y fatigados con muchas cargas, servicios ¢ intole- tables vejaciones, y pesadumbres: In una, es el ser- vicio, y obediencia, y tributo, que deben a sus natu- rales sefiores, y éte es muy privilegiado porque 5 ptimario y natural; el otro ¢s la obediencia y ser- vvicio que deben a vuestra majestad como a universal superior y sefior, y éste también es muy privilegiado secundariamente, y no s6lo es natural habido el consentimiento de ellos: pero es de derecho divino porque se funda en la predicacién y plantacion de Ja santa fe; y ambos a dos se computan y deben ser habidos por uno; el otro y tercero es el que Jes toman y fuerzan a dar los espafioles que en set insoportable y durisimo a todos los tirdnicos del mundo sobrepuja, e iguala al de los demonios: éste ¢s violento, ¢ innatural, tirénico, y contra toda razén y natura; y no hay ley en el mundo que lo pueda justificar, pues por una misma causa ser impuestos ‘a los hombres, y a can flacos y delicados y desnudos hombres, muchos sefiorios, imposiciones y cargas, cs contra toda justicia, y caridad, y toda raz6n de hombres, Péneseles a los indios, allende de lo que padecen por servi y contentar al espafiol que los tiene encomendados en cada pueblo, un camnicero (© verdugo cruel, que llaman estancieto o calpisque, ppara que los tenga debajo de Ia mano, y haga tra- bajar y hacer todo lo que quiera el amo, 0 comen- dero, © ladrén principal, que aunque otro tormento no tuviese en el infierno, éste seria incomparable &te los azota, y apalea, y empringa con tocino 38 caliente; éte los aflige y atormenta con los. con- tinuos trabajos que les da; éste les viola y fuerza las hijas y mujeres, y las deshonra usando mal de cllas; éte les come las gallinas que es el tesoro mayor que ellos poseen, no para comerlas ellos mismos, sino para dar de servicio a su amo y tirano mayor; y éste les hace otras incretbles vejaciones, y porque de tantos males no se vayan a quejat, atemorizalos este hombre infernal con decitles que dira que Jos vio idolatrar; y finalmente cumplit con ésce tienen en mas que cumplit con veinte desor- denados hombres. Por manera que tienen cuatro sefiores: a vuestra majestad, y a sus caciques, y al que estén encomen- dados, y al estanciero que agora se acab6 de decir, ‘que pesa mas que cien torres; y podemos afiadir con verdad, a cuantos mozos y negros tiene el amo, porque todos no saben sino desollarlos, oprimirlos y robarlos. Pues como sola una causa, que es la predicacin de la fe y conversién de aquellas gentes, y no otra sea la que ocurre para que aquellos pucblos hhayan de tener mas del sefior inmediato y natural que la Providencia divina les dio, y de su antigiiedad solian tener: y te no deba ni haya de ser sino vuestra majestad.... siguere que la carga de servir 4 los espafioles les sea superflua, y demasiada, 9 por consiguiente insoportable, y onerosa, € innatural, y no de sufrir: aunque fuese igual a la de vuestra imajestad o a la de sus naturales sefiores; cwinto mis siendo tan excesiva, y destruitiva, y asoladora de toda generacién.... Razin mona: Aquellas gontes todas y aquellos pueblos de todo aquel orbe son libres, la cual liber- 59 © tad no pierden por admitir y tener a onestra majestad bor universal seRor, antes suplidos si algunos defec- tos on sus repiblicas padecian, eb sehorio de onestra majestad se los limpiase, y apurase, 9 ash gozasen de mojorada libertad... A nadie del mundo debian ‘nada antes que se hallasen, ni cuando se ballaron, ni boy deben después de hallados, sino a vuestra majested servicio y obediencia: no cualquiera, sino como la que deben los pueblos y cindades libres a tu universal rey y sefior; y supuesta también cierta especialidad y favor suyo que los bace més libres que otros pueblos, conviene a saber: que los Reyes de Castilla no tenian nada en ellos ni les pertenectan or herencia, ni por compra, ni por trueque, ni por- que los bubiese vencido en alguna justa guerra m0- vida por alguna justa causa de ofensa que hubiesen hecho a Espafia o a Ia universal Iglesia, o algin miembro de ella y requeridos no hubiesen quetido hacer de ella satisfaccién o enmienda, o fuesen male fide poscedores de algunas tierras, bienes que hubie- sen usurpado, no queriéndolas restituir, y similia; sino que de su propia voluntad recibirén a vucstra majestad por sefior supremo; y si no Je han recibido, rni a los reyes pasados, ha sido porque hasta agora no se les ha pedido ni se les ha dado ese lugar, ni se ha hecho més cuenta de ellos que se suele hacer por los cazadores de Jos animales, que van @ mon- tear; y tampoco los indios han visto cosa razonable nj justa porque le reciban... Manifiesto es que ningin poder bay sobre la tie- 11a que sea bastante a hacer deterior y menos libre el estado de Ios libres, sin culpa suya, n0 errante la clave de Ia justicia: como la libertad sea la cosa mas 0 preciosa y suprema en todos Tos bienes de este mun- do temporales, y tan amada y amiga de todas las criaturas sonsibles e insensibles, y mucho més de Jas racionales: y por esto es tan favorecida de los derechos, como aun las leyes de estos reinos 10 dicen: que por ella y no contra ella en las dudas se debe sentenciar, como parece también en las leyes de la Iglesia. Y si no sale de sa espontiinea, y libre, y no forzada voluntad de los mismos hombres libres aceptar y consentir cualquiera perjuicio a la dicha su libertad, todo es fuerza, y violento, injusto y per- vyerso; y segiin derecho natural, de ningin valor y entidad: porque es mutacién de estado de libertad a servidumbre, que después de la muerte no hay otro ‘mayor perjuicio; porque si a las personas libres no se les puede tomar su hacienda justamente sin culpa suya contra su voluntad, mucho menos deteriorar y abatie su estado, y usurpar su libertad, que a todo precio y estima e3 incomparable, ¥ si el padre, sin yoluntad del hijo, no Je puede dar para que otro lo prohije, siendo cl prohijamiento en tanto favor del mismo hijo pues tiene 0 todos, o la cuarta parte de los bienes de prohijador, 0 pedre adoptive, mucho ‘menos se puede donar ni transpasar Jos vasallos & ningin sefior particular, sacindolos de realengos .. 5 y si la moneda del reino no se puede mudar sin con- sentimiento de los pueblos... mucho menos sin su consentimiento pueden ser enajenados y puestos debajo de ajeno sefiorio y sujecién donde tanto se deroga y perjudica su libertad ...5 si los siervos, in- quilinos. y tributarios, segiin las leyes de vuestra majestad, no se pueden transpasar a otros sefiores, porque su estado no se Je haga peor y no padezcan 6 vida més dura, mucho menos se debe consentic ‘ranspasar los hombres del todo libres a otras per- sonas fuera del rey d quien les pueda venir poco i mucho perjuicio asu libertad, y alguna aspereza © terrible tratamiento su vida... Pues en el propésito nuestro, como dar los indios a los espafioles en encomienda, 0 por vasallos, 0 de otra manera, sea serridumbre tan perjudicial, tan cexcesiva, y tan extrafs, y horrible, que no solamente los deteriore, y apoque, y abata, o derrueque de ¢5- tado de libres hombrs y pueblos Ienos, a pueblos destruidos y hombres siervos, abyectisimos: pero a estado de puras bestiss, y no paren aqui sino hasta ser deshechos como sil en agua, y totalmente aca- bados y muertos, como arriba ha aparecido, siguese que esto no pudo ni puede hacerse sin consenti- miento suyo y que tolos de su espontinea voluntad a tal servidumbre se sometiesen, YY més decimos: quela tal sujecién y enajenamiento ‘no solamente es contes razén, y ley nacural, y justicia, y contra carided, por ser onerosa, injusta, tirinica y horrible, como parece en las cosas arriba dichas; pero es rambién contra Dict y su ley, y en oprobio, e infa- mia, y apretamiento, y opresién de su santa fe, que se estorba, € impide que no crezca como en aquellas gentes crecerfa; y que la promulgaci6a de la. evane ‘élica ley no se cumpla . Por todas estas razcnes y males detestables que de la sujecién de los indios a los espafioles suceden, aun- que los mismos indios de su propia voluntad quisiesen someterse a ella y dsteriorer tan abatidamento su estado y perder su total libertad, como en ella pierden, seria mula y de ningés valor la tal voluntad, y no lo @ podrian hacer: antes seria vuestra majestad obligado de precepto divino a prohibir la dicha encomienda.... Infinitos indios, hombres y mujeres, por no suftirla, se han desesperado y muerto a si mismos, muchos ahorcéindose, muchos tomando ciertas yerbas y bebi- das ponzofiosas con que morian luego, otros a los montes huyendo donde Ios comen tigres y leones; otros que de pura tristeza, viendo que jamés su vida tan calamitosa y amarga no tiene consuelo ni remedio alguno, se secan y enflaquecen hasta que se caen muertos, como nosotros por nuestros ojos hemos visto... Razin décima: La décima razén es porque justa cosa es y la ley y razin natural lo dicta, y las justas leyes también lo mandan, que aquellos que tan mal han usado del privilegio que se les dio, aunque dae- seles pudiera, se les quite Trem: segin las leyes de estos reinos, establecido y ordenado esci que el privilegio que diere el rey, si es contra nuestra santa fe cetélica, en ninguna manera debe ser recibido, ni obedecido, ni cumplido; y lo mismo si es contra el servicio y provecho del reino, y contra el bien comin: aungue Ileven cléusulas en general o particular derogatotias de los derechos, no han de ser cumplidas; lo mismo si son contra el dere- cho de alguna persona sefialadamente, Item: si es contra la ley natural, asf como si el rey mandase que diese la hacienda de uno a otro, Todo esto disponen Is leyes de Castilla. Pues qué cosa puede ser mis contra nuestra fe catélica que encomendar los indios a los espafioles, como quiera, que la tal encomienda sea destruidora de los hombres, y de tantos hombres, cuyas dnimas 6 | son sujeto donde la fe catdlica se ha de aposentar, 7 el conocimiento de un solo Dios, y por ellos ha de set venetado y servido; y haya sido causa que la santa fe y el culto divino no crezca infinitamente como ‘reciera por aquellas tierras? . Razén oncena: La dicha encomienda de dar los indios a 1os espatioles, siempre carecié de autoridad de los reyes; y el que primero la invent repartiendo Jos indios, gencealmente entre los espafioles, como si fueran hatajos de ganados, en la isla Espasola, y por repartitlos asi toda la isla despobl6 y asolé, nunca tuvo poder para hacerla, y excedié los fines y términos del mandado, y por consiguiente, siempre fue en si ninguna y de ningyin valor. Este fue el comendador mayor de Alcéntara, al cual el afio de 1502, los sere- nisimos reyes cat6licos don Fernando y dofia Isabel, desde la ciudad de Granada enviaron siendo comen- dador de Lares a la gobernar, cuando solos estaban trescientos cristianos en aquella isla, y no otros en ‘todas las Indias. Este gobernador Hlevé en su instruc- én mandado por sus altezas y muy encargado, que rigiese y gobernase los indios como libres, y con mucho amor y dulzura, caridad y justicia, 20 les poniendo servidumbre alguna, ni consintiendo que nadic les hiciese agravio alguno, porque no fuesen iimpedidos en el recibit nuestra santa fe y porque por sus obras no aborreciesen a los cristianos. os indios se estaban en sus pueblos y casas traba- jando en sus labores y en su paz, como solian vivie y en su infidelidad como de antes; y reverenciaban y servian de su propia voluntad a algunos de los tres- grr nreeeeeceeremereesemmmmaans justamente y, por consigniente, son obligados a restitucién de todo ello, por muchas y juridicas razones que hay, que aqui por abreviar no pone- mos: las cuales, cualquiera estudioso las podeé hallar si se encomienda mucho a Dios y cava muy hondo hasta hallar los fundamentos. La segunda es: porque no han cumplido con la causa final 0 modo que se les puso en las cédulas de las tales encomiendas, que era y que es: predicar y doctrinar estas. gentes 2 Lo cual se obligaron y aunca por entresueiios lo cumplieton, ni procuraroa que se hiciese: antes los mis lo han estorbado como si fueran infieles. De Jo que Mevaron fuera de las tasas, no hay qué pensar ni dadar en ello, pues es cierto que lo robaron y mal hubieron; y cerca de esta restitucién no ha ugar Ia Timosna a Jos hijos, ni a Ia viuda mujer, porque suponemos que son vivos los despojados y agraviados duefios, 0 sus hetederos: y contra justicia 6 proveer a unos con la hacienda o bienes de otros, yes cometer hurto, Octava regla: si el penitente comendero que se confesare no estuviere en el articulo de la muerte, sino sano, y con esto fuere pobre, que no tenga mis de lo que le dan los indios de triburo, entre- tanto que el estado de los indios esti como esti hoy abatido, que estéa tasados Jos indios en mucho, que estén en poco, el confesor tase el estado y gasto del tal penitente de la misma manera que esti dicho en Ia regla sexta, y mindele que no lleve mis de solamente aquello, y pongale otras algunas 140 teglas que cerca. d2 esto le pareciere, asi como que en cuanto pudiere, trabaje de hacer ensefiar y doc- trinar por los religiosos a los. indios, y él por su persona conforme a su posibilidad los ensefe, y defienda, y procure por ellos, y les ayude y favorezca ante las justicias y otras personas; y finalmente les socorra y ayude en sus necesidades; item: que esté aparejado para recibir lo que del rey viniere orde- nado, y en ninguna manera suplique, ni de otra manera directa ni indirecta, resista a ley, ni provisiba, ni mandado que el rey proveyere en este caso: antes induzca a los dems que lo obedeacan y cumplan, porque esto no se ha hecho ni puede hacerse sin gran ofeasa de Dios, como sea resistit al bien, y descanso, y conservaciéa, y libertad de sus préjimos los indios, lo cual es expreso contra el precepto divino que nos manda amar al préjimo, y que lo que no querriamos para nosotros, no lo queramos para los otros hombres, pues nada no nos. deben; esta sustentacién se le da a éste justamente, porque exté, y pueble Ia tierra, y acompafie la seligin ctistiana; y si hubiera habido orden en Jas Indias ¥ @ los indios no hubieran los espafioles hecho tantos estragos, muertes y dafios, justamente les padicran los indios ayudar para en Ja tierra ser sustentados, por sola la causa dicha de sustentar Ja fe y el bien que resultar podia para los indios de Ja presencia de los espafioles cristianos. Y si a este tal penitente Je pidieren ta cuarta parte de los tributes por lo que esti ordenado en la congre- gacién de los cbispos agora pasada o celebrada afio 1546, piguese de los tributos segiin que estu- us vieren easados. Cerca de los «ributos que ha Hlevado hasta entonces, que es obligado a restituir, trabaje por si mismo 0 por medio de los religiosos que los indios voluntaria y graciosamente, sin miedo, ai fraude, ni engafio, se lo remitan, y perdonen, y hagan caridad o limosna de ello; y More su ceguedad toda su vida. Y esta industria y remedio se debe tener para Jos que tienen gran obligacién de restiuir, y no tienen de qué, en estas Indias. Todo lo que esti dicho en estas séptima y coctava reglas, de los comenderos, se ha de entender de los mineros y estancieros espafoles, que en la ‘Nueva Espafia Haman calpisques; y con més rigor deben ser juzgados y constredidos a la penitencia y festituciéa, porque han sido los més inhumanos, ceueles y desalmados, y los verdugos y ministros de toda la perdicién de los indios que han perecido y perecen en las minas y en los ottos otdinarios trabajos. Nona regla: cerca de los indios que se tienen por esclavos. De cualquiera manera que sean hechos, © con cualquiera titulo que sean tenidos, 0 poseidos, comprados o habidos por herencia, también com- pradot de indios, © habidos de eributo de pueblos de indios, sin alguna duda, ni escripulo, ni tar- danza, mande el confesor al penitente que luego, incontinent, los ponga en libertad por acto piblico ante escribano, y que les pague todo lo que cada ‘fio 0 cada mes merecieron sus servicios y trabajos, y esto antes que entren en Ia confesién; y asimismo les pida perdén de Ja injuria que les hizo, como, 142 ee se dijo en la primera regla, Porque téngase por muy cierto y averiguado por quien muy bien lo sabe, que en todas Ins Indias, desde que se descu- brieron hasta hoy, no ha habido ni hay uno ni ringuno indio que justameate haya sido esclavo, ¥ el mismo juicio es de los que se compraron de os indios: porque apenas se hallarh uno que averiguada y ciertamente, y segiin derecho, deba de ser dado por verdadero esclavo; y si alguno se conociere ser verdaderamente esclavo, 0 hecho en guerras que los indios tuviesen entre si, 0 por sus leyes justas, no se entiende lo que digo de este tal. Cerca de los indios que tenian por esclavos los cspafioles, que alguno de ellos ha vendido, es obli- gado el penitente a los tornar a comprar por cual- quiera precio que los pueda haber, aunque los hhubiese vendido por dos y no los pudiese rescatar sino por mil, y si no tiene de qué comprarlos: es obligado a se hacer esclavo pata libertad al que injustamente vendi6 por esclavo. Lo que traemos aqui porque se sepa Ia gravedad del pecado y la obligaci6n de Ja restitucién; y debe de hacer gran diligencia por saber dénde esti el tal vendido para lo libertar; y si fueren muertos, pague lo que los ven- ib y mis: el servicio que le hicieron; y More todos los dias de su vida tan gran pecado y dafio que hizo 4 sus préjimos. La restitucién de esto se dé por él haya de aquel o aquellos que vendié si eran ctis- tianos, 0 para las obras arriba dichas. Décima regla: si el peniteate fuere casado, hom- bre o mujer; si los indios que tienen por esclavos 143, Jos tienen de por medio, como si los hubieron ambos durante el matrimonio, debe el confesor mandar y compeler al penitente, si es el marido, aque eche suertes para que conozca y se sepa su mi- tad, y aquéllos pongan en libertad de la manera dicha; y méndele asimismo el confesor que induzca @ Ia mujer que haga Io mismo de su parte. Pero si fuere la mujer la que se confiesa, no la puede cons- trefir violente el marido a que liberce su parte, porque segiin derecho, el marido tiene Ia adminis- tracién de la hacienda, aunque toda sea de la mujer, durante el matrimonio; pero ha de estar dispuesta para que muriendo el marido, luego ponga ea liber- tad los que le cupieren de su parte; o si ella muriere primero, lo mismo haga por su testamento y man- dindoles pagar los servicios y trabajos; y entretanto, si viete que aprovechara, induzca al marido que en. la vida Jo haga, y trabaje ella siempre de relevarlos y tratarlos como libres que son, en cuanto en si fuere, De 1a misma manera se ha de haber el con- fesor con los casados en Io tocante a los tributos de los indios de repartimiento, si fueron habidos y los tienen de por medio, y también si totalmente son de ella, Pero si son todos de él (conviene a saber) pues- tos en su cabeza, el confesor lo debe de compeler @ que haga y cumpla Jo que en las reglas susodichas es contenido. Oncena regla: que los mercaderes que Ilevaron at- mas, como arcabuces, pélvora, ballestas, lanzas, y espadas, y lo peor de todo: caballos, estando actual- mente los espafioles conquistando y tiranizando los M4 $$$ $ indios como lo estin hoy y siempre lo han estado ea el Peri, y lo estuvieron en Ia Nueva Espasa, y Gua- temala, Santa Marta, Venezuela, y en los otros luga- es: pecaton mortalmente y son obligados a todos Jos males y dafios que aquellos tiranos hicieron, y {al Ia restitucién de todo lo que robacon y tiraniza- ron, mataron y destruyeron. La raz6n de esta regla €s porque fueron participes y causa con los otros de equellos males, robos y dafios, por la ayuda que con las dichas armas les hicieron, y no ignoraban poco ‘que mucho ser aquellas guerras y conquistas injustas, © al menos dadaron, o eran obligados a dudar de la justicia de ellas: y esto basta pata ponerlos en mala fe y para que sean reos de todo ello. Asimismo los dineros que hubieron de las mercadurias que aqué- Mos vendieron aunque no hubiesen Mevado armas, son obligados a restituir, porque como aquellos pre- ones y tiranos no tuviesen cosa alguna que no fuese robada, pagirontes con el oro y plata ajeno y robado, ¥ quedaron impotentes para restituir, al menos aque. lo, en especial siendo las mercaderias vino, y vestidos superfluos, y cosas de regalo. Todo esto decimos suponiendo que no tuvieron buena fe; porque si alguno se hallase de buena fe, rijase el tal confesor por las reglas generales que los doctores dan y las Sumas esti Menas de ellas. Docena regla es: que cerca de dos cosas el confesor ha de disponer al penitente que tenga en lo futuro firme propésito: Ia 14, que nenca jamés vaya a conquista ni guerra contra indios, porque por estos muchos tiempos y afios nunca Ia hari justa de parte de los espatioles contra los indios de estas Indias del 145 mar océano; Ia 2%, que no vaya al Pert mientras estuvieren aquellos tiranos levantados contra el rey, y aunque le obedezcan, mientras estin destruyendo y asolando aquellas gentes, € infamando cerca de ellas nuestra santa fe. DOCUMENTOS POSTREROS ‘MEMORIAL AL CONSEJO DE INDIAS ‘May poderosos y soberanos sefiores: * Et obispo que fue de Chiapa besa a V. A. las manos, y suplico renga pot bien con atenciém oft lo que dijese &c. A V. A. ya consta, y a toda Espafia y por todas las Indias es nototio, o6mo ha muchos afios que ando en esta real corte y ante este Real Consejo de las Indias, nego- ciando y procurando el remedio de las gentes y nati- rales de las que Ilamamos Indias, y que cesen os estragos y matanzas que en ellos se hacen contra 1 Este es el dhimo quizk, entre lor muchos Memoriles aque Las Casas dirigié al Consejo de Indias. Garcia Teazbaleers, de euya Coleccién de Documentos pare la Historie de México, tomo TI, lo transcribimos, juzge que fue escrito entre 1562 ¥ 1563. Las conclusiones que Ie dan fia, son un valiosy re- ‘samen de puntos culminantes en la doctrina de fray Barto- lomé: Ia forma es idéntica, por lo Aspera e implacable, 2 1s cempleada en los aiios de plenitud combativa, y esto afade nuevo interés al Memoria, clemento definitive para realizar Ia epopera de et autor. 149 le rrr toda raz6a y justicia; y puesto que Ja voluntad de los reyes que en estos reinos por estos tiempos han reinado y sus consejos ha sido proveerlos de justicia y conser- vyarlos en ella, y no consentir que les fuesen hechos dafios y agravios, y asi lo han mostrado por sus mu- chas leyes y provisiones, pero Megadas all no se han cumplido, por la grande y desmedida codicia y ambi- cién de los que allé han pasado, mayormente de os que aquellas gentes han ido a gobernar, porque los ‘unos y los otros siempre han engafiado a los reyes con muchas y diversas falsedades, y no avisando de e6mo aquellas geates perecian, por los insultos que cn ellas se bacian y el mal gobietno que desde el principio se les habia puesto, pretendiendo sus propios iintereses s6los, y otros por la misma causa con rebe- Tiones, alborotos y desobediencias que han cometido contra la fidelidad que debian a su rey natural; y asi de dias en dias y de afios en afios se han ido enta- blando y arraigando y olvidando las dos especies de tirania con que habemos asolado aquellas tan innu- merables repiblicas: la una en nuestra primera en- trada, que Iamaron conquista, en aquellos reinos, no nuestros, sino ajenos, de los reyes y sefiores naturales ‘en cuya pacifica posesién los haliamos. La otra fue y es Ia tirdnica_gobernacién, mucho mis injusta y mis cruel que la con que Faraén oprimié ea Egipto a los judios, a que pusieron por nombre repartimien- tos 0 encomiendas, por Ja cual a los reyes naturales habemos violentamence, contra toda razin y justcia, despojado a los sefiores y sibditos de su libertad y d2 las vidas, como todo el mundo sabe, y de donde se han seguido tanta confusién y ceguedad e insensibili- dad en los entendimientos y conciencias de todos los 150 estados de nuestra gentes de aquellas tierras, que los mas estin en estado de eternal datiacién, porque estén en pecedo mortal, como son los que se glotian de haber aquellas naciones conquistado, y 10s encomen- deros, y todos los confesores que los absuelven y comunican Jos sacramentos, echando de las piedras preciosas a los puercos, sin dejar a los indios en su libertad para que se vuelvan a sus sefiores naturales, cayos sibditos o vasallos son, y-sin restituir todo ‘cuanto les han robado, y satisfacer irreparables datios aque los sefiores y sibditos de nosotros han recibi y porque Los reyes son obligados en cuanto en si fuere 4 quitar los impedimentos temaporales que estorban la salvacién de sus sibditos, mayormente aquestas dos especies de tirania, por las cuales perecen cada hora tantas gentes en cuerpos y en énimas, que tienen os reyes nuestros sefiores a su cargo: por ende, no remedifindolos, ninguna duda hay entre los que pro- fesan y guardan Ia ley de Dios, que todos los pecados que se cometen tocantes a esto en todas aquellas Indias, y dafios e inconvenientes infinitos que de ahi se siguen, y la obligaci6n a resticucién dellos resulte sobre la conciencia de 8. M. y deste Real Consejo, y que no puedan Hevar un solo maravedi de provecho de aquellos reinos, sin obligacién de resttuir. ¥ por- aque todas estas cosas son geavisimas y muy nuevas, segin Ja ceguedad € insensibilidad susodicha, para Ja cura de Ia cual, porque se confundan los que en aquel mal estado viven, con tanta ofensa de Dios y perdici6n de tantas dnimas, y datios también grandi- simos de S. M, convendria y es necesario que S. M. y V. A. tengan por bien de mandar juntar congre- gacién de letrados teélogos, pues ¢s propia materia, 151 y futistas de todos Jos consejos, como muchas veces el emperador, que haya santa gloria, para particulares negocios de las Indias mands juntar, en la cual se ean y examinen las conclusiones que yo tengo ‘parejadas para ello, y las probanzas y razones y autoridades dellas, y lo que en ella se terminare se publique en las Indias: y si lo que arriba se ha dicho del mal estado en que todos los dichos viven se de- clare por tal, los confesores estarin avisados, y por sta via, sin escéndalo y albororo se_podrin_librar aquellas gentes de las. manos de aquellos que-las-tic- nen tiranizadas, y el rey de Espafia ser con efecto sefior dellas universal, lo que agora no es sino de nombre, porque se las tienen usurpadas; porque al fin son cris- tianos, y un dia que otro podeén cornar en si, viendo que no los admiten.a los sacramentos, como pecado- tes incapaces dellos, y que en un punto han de set en los inficenos sepultados. Dejo de decir los muchos y grandes bienes espirituales y temporales que desta congregacién y declaracién resultarin, Uno sera que se hacd justicia 2 gentes tan enormemente agraviadas: (tro, la seguridad de las conciencias de todos los es- tados de alla y algunos de acl: otro, que los reyes de Espafia podrin ser actualmente principes univer- sales de aquel orbe: ottd, que desde entonces paded ser que venga algin dinero a Espana sin obligacién de-restisucién, lo que nunca, basta hoy, ha venido ni una sola blanca. Otto provecho no digno de olvidar, que, guiz4, la divina justicia no derrame sobre todos. «estos reinos su terrible furor, y lo revoque o lo retar- de. Con esta suplicacién que al cabo y remate de mi vida presento ante V. A. y con las dichas conclusiones fi dos tratadillos que a $.'M. ofrect los dias pasidos, 152 teo haber cumplido con el ministerio en que Dios me puso de procurar el remedio de tantos y tan is menso nimero de agravios ante el_judicio. divinal; aunque por lo poco que han aprovechado por mis muchas negligencias, temo que Dios me ha de cas- tigar. Y resolviendo lo que en esta materia entiendo probar, son las siguientes conclusiones: La primera, que todas las guerras que llamaron conquistas fueron y son injustisimas y de propios ticanos, La segunda, que todos los reinos y sefiorios de las Indias tenemos usurpados. La tercera, que las encomiendas 0 repartimientos de indios son iniquisimos, y de per se malos, y asi tirdnicas, y la tal gobernaci6n tiranica, ‘La cuatta, que todos los que las dan pecan mortal- ‘mente, y los que las tienen estin siempre en pecado mortal, y si no las dejan no se podrin salvar, La quinta, que el rey, nuestro sefior, que Dios pros- pete y guarde, con todo cuanto poder Dios le dio, no puede justificar las guerras y robos hechos a estas ‘gentes, ni los dichos repartimientos 0 encomiendas, més que justificar las guerras y robos que hacen en os turcos al pueblo cristiano. Ta sexta, que todo cuanto oro y plata, perlas y ‘otras riquezas que han venido a Espatia, y en las Tndias se trata entre nucstros espafioles, muy poquito sacado, €s todo robado: digo, poquito sacado, por lo. ‘que sea quiz de las islas y partes que ya habemos des- poblado. Ia séptima, que si no Jo restituyen Jos que lo han robado y hoy roban por conquistas y por reparti- 153 $$$ $A) pps ee iicntos o encomiendas y los que dello participan, no podrin salvarse. Ta octava, que las gentes naturales de todas las partes y cualquiera dellas donde habemos entrado en las Indias tienen derecho adquirido de hacernos gue- tra justisima y raetnos de Ja haz de la Tierra, y este derecho les duraré hasta el dia del juicio. Estas conclusiones prueba el autor Jarguisimamente cen el libro que dio a S. M. Esta peticién se leyé en pleno Consejo de Indias en presencia del padre fray Hernando de Barrionuevo, comisario en corte y después obispo de Chile, y del padre fray Alonso Maldonado, religicso de San Fran- cisco, y del padre maestro fray Alonso de la Vera Cruz, de la orden de Santo Agustin, que estando en corte los cuales metieron Ia dicha peticién en nombre del sefior obispo, que estaba malo, y cn su nombre. ¥ cesta es la verdad, y a esto ninguna cosa proveyeron, sino dijeron que lo verian-—Fray Alonso de la Vera Cruz. Peticién a su santidad Pio V* (Qué cosas son necesarias para la justificada forma de promulgar el Evangelio y hacer licita y justa gue- fra contra los gentiles, en el libro* que presenté a 2 Exe es el ilkimo escrito conocido de fezy Bartlomé. (Weave a nota rclativa en el pelogo.) Admira Ia puianza invariable del moribundoy en ingin oto de sus escrcos irvemete tan directa y enfticamente contra prelados y-fal= fer que en las Indias no cumplen con au deber; también dig de acne ee pst te te Dla aprender los lengossindigens, PTE libro a que ve refer, cal vez sea el eatado De wnico vocationls modo. 154 VB, lo sengo bien declarado, y también espero afia- dirles algunas otras. A V. B. instantisimamente su- plico, por la sangre de nuestra redencién, que mande ‘examinar el dicho libro, y si fuere justo estamparle, porque no se oculte la verdad en destruccién y dafio de toda la Iglesia, y venga tiempo, el cual por ven- ‘ura esté ya muy cerca, en que Dios descubra nuestras manchas, y manifieste a toda la geatilidad nuestra desnudez. Porque son muchos los lisonjeros que ocultament= como perros rabiosos ¢ insaciables ladran contra la verdad, A V. B. bumildemente suplico que haga nin decreto en que declare por descomulgado y anate- matizado cualquiera que dijere que es justa la guerra que se buco a los infieles, solamense. por cause de idolatria, o para que el Evangelio sea mejor predica- do, especialmente a aquellos gentiles que en ningéa tiempo nos han hecho ni hacen injuria, O al que dijere que los gentiles no son verdaderos sefiores de Jo que poscen, o al que afirmare que los gentiles son incapaces del Evangelio y salud eterna, por més rudos y de tardo ingenio que sean, lo cual ciettamente no son los indios, cuya causa, con peligro mio y sumos trabajos, hasta 1a muerte yo he defendido, por la hhonra de Dios y de su Iglesia; y en mi libro tengo probado bien claramente que todas estas cosas son contra Los sacros cfinones y leyes evangélica y natural, y también lo probaré més evidentemente, si fuere posible, porque lo tengo clarisimamente averiguado y-concluido. Porque Ia experiencia, maestra de todas Jas cosas, ‘ensefia ser necesatio en estos tiempos renovar todos los cAnones en que se manda que los obispos tengan 155 cuidado de los pobres captivos, hombres afligidos y viudas, hasta detramar su sangre por ellos, segrin son obligados por ley natural y divina; a V. B. humilde- mente suplico que renovando estos sacros cinonss mande a los obispos de Indias por sancta obediencia que tengan todo cuidado de aquellos naturales, los cuales, optimidos con sumos trabajos y tiranias (mas que se puede creer), Hevan sobre sus flacos hombros, contta todo derecho divino y natural, un pesadisimo yugo y carga incomportable, por lo cual es necesario que V. Sa. mande que los dichos obispos defiendan esta causa, poniéndose por muro dellos, hasta derrs- ‘mar su sangre, como por ley divina son obli y-que en ninguna manera acepten las tales digaidades, si el rey y su Consejo no les dieren favor y desaccai- garen tantas tiranias y opresiones, Abiertamente € injustamente [parece faltar aqut algo] que el obispo-ignore la lengua de sus_sib- ditos, y-no_trabaje de aprenderla con todo cuidado. Por tanto a V. B. suplico humildemente que les mande aprender la lengua de sus ovejas, declarando que son a ello obligados por ey divina y natural, Porque por momentos suceden muchos y pésimos indignos en la presencia de V. Sa. por despreciar los obispos de aprender Ia lengua de sus feligreses. Grandisimo escindalo y no menos detrimento nuestra santisima religién cristiana es que en aquella nueva plants, obispos y frailes y clétigos se enti- quezcan y vivan magnificamente, permaneciendo sus sibditos recién convertidos en tan suma e incretble pobreza, que muchos por titania, hambre, sed y excesivo trabajo, cada dia miserabilisimamente mue- ren; por Jo cual a V. Sa, bumildemente suplico que 156 declare tos tales minisiros ser obligados por ley natural y divina, coma en efecto estin obligados, a resituir todo el oro, plata y piedras preciosas que an adqnirido, porque lo han llevado y tomado-de hombres que padecian extrema necesidad y hoy viven en ella, a los cuales, por ley divina y natural, tam- bién son obligados a distribuir de sus bienes propios, (Cléusula del testamento que hizo et obispo de Chiapa don fray Bartolomé de las Casas* Yo Gaspar ‘Testa, escribano piblico, uno de los del méimero de la villa de Madrid y su tierra por Ia majestad real, y su escribano y notario piblico en todos los sus reinos € setiorios, doy fe y verda- dero testimonio a todos los que lo presenten vieren € oyeren, cémo ante mi como tal escribano, y en presencia de siete testigos que a ello se hallaron presentes, en el monasterio de Nuestra Seftora de Tocha [Atocha}, de la orden de sefior Santo Domin- 0 de los Predicadores, extramuros desta dicha villa, en diez y siete dias del mes de matzo del afio pasado de mil y quinientos y sesenta ¢ cuatro afios, el reverendisimo sefior don fray Bartolomé de las Casas, profeso en la dicha orden, obispo que fue de Chiapa de las Indias del Mar Océano, estante En Ia pig. LV, del tomo II de la Coleccién citada, Gar- la Teanbalceta advierte las viistades, cas as cuales consiguié copia de este documento, Si loe tertamentor, segin Plinio, son el consumado espejo de las costumbres de quien los ororga, ringin documento mis clocuente para cerrar este volumen y sellar Ia doctrina del gran dominico, que éxta su postrera volumtad. 157 a y residente en el dicho monasterio, present una cscritura cerrada y sellada, la cual dijo que era su disposiciéa e memorial e postrimera voluntad, y por tal dijo que otorgaba y otorg6 lo en ella con- tenido, para que valiese e hiciese fe en juicio y fuera dél, y lo firmé de su nombre, e ansimesmo lo firmaron algunos de los dichos testigos, y pot Jos que no supieron firmar Io firmé uno de los dichos testigos, e yo el dicho escribano lo signé € firmé. Después en esta dicha villa de Madrid a treinta fe un dias del mes de julio de este afio de mil € quinientos y sesenta e seis afos, ante el sefior licen- ciado Palomino, teniente de corregidor desta dicha villa y su tierra, y por ante mf el dicho escribano, parecié presente el reverendo padre fray Juan Bau- tista, profeso en Ia dicha orden, procurador general del colegio de San Gregorio de Ia dicha orden de Ia villa de Valladolid, como albacea y testamenta- rio que fue y quedé del dicho sefior obispo, ¢ dijo que el dicho sefior obispo era fallecido y pasado desta presente vida, el cual en su vida habfa hecho y otorgado su testamento y postrimera voluntad in scriptis, cerrado y sellado por ante mi el dicho escribano e de siete testigos que a ello se hallaron presentes, € pidid al dicho sefior teniente que habida informacién dello le mandase abrir, leer y publicar el dicho testamento, para que se guardase y cum- pliese segin y como en él se contenia; © por el dicho sefior teniente visto, mand6 que pareciesen ante él los testigos de cuyos nombres estaba firmado ‘el dicho sobrescrito, e dindole informacion de cémo era fallecido el dicho seior obispo, proveeria en 1 caso lo que fuese justicia; e asi luego incontinenti 158 SS SSS tl dicho padre fray Juan Bautisea presenté por tes- tigo a dos de los testigos de la dicha suscricién ¢ sobresctito del dicho testamento, porque los demés no pudieron ser habidos, y dellos se tomé y recibié juramento en forma de derecho; e seycndo pre- ‘guntados al tenor de lo susodicho, dijeron y deck taron que sabfan que el dicho seftor obispo que el dia, mes € afio contenido en Ja susctipcién y sobtescrito, cstando en su ses0 y juicio natural habia otorgado Ja dicha escritara cerrada y sellada por su testament y thima voluntd y lo que dentro della estaba escrito, y reconocieron ser sus firmas las contenidas en el dicho sobrescrito, e dijeron que sablan que el dicho sefior obispo era fallecido € pasado desta presente vida; y visto por el dicho sefior teniente, mand6 abrir y leer y publicar el dicho testamento, el_cual fue abierto, leido y publicado delante de muchas personas que a ello se hallaron presentes, por el cual dicho testamento consta y parece que hay unas cliusulas en que manda que se recojan todos los libros y_cartas tocantes a los indios, sa tenor deta cual, y de Ja cabeza e pie del dicho festamento es este que se sigue: “En el nombre de 1a Santisima Trinided, Padre, € Hijo, y Espiticu Santo, un solo Dios verdadero: el obispo Fr. Bartolomé de las Casas, porque todo fiel cristiano debe dar testimonio de si mismo al tiempo de su fin y muerte cuanto en sf fuere con a gracia de Dios, y en aquel paso tan peligroso cocurren muchos ¢ grandes impedimentos, y por 50 ances que en él me vea, digo que protesto morit y vivir lo que viviere en Ja santa fe catélica de 159 -Ja Santisima Trinidad, Padeé, -y Hijo, -y Espiriea Santo, ereyendo y teniéndo, como cteo y tengo todo aquello que cree y tiene Ia santa Igiesin de Roma, y en esta fe y creencia protesto e sfirmo que quiero vivir lo que me resta de Ja vida y hasta el fin della, que es la muerte inclusive, quiero en esta santa fe-morir; e porque por Ia. bondad. y .miseri- cordia de Dios que tuvo por bien de elegitme por su: ministo’sin "yo se lo merecer, para procurar y volver por aquellas universas gentes de las que lamamos Indias, poseedores y propietarios de aque- os reinos y tietras, sobre los agravios, males y dasios nunca ottos tales vistos ni ofdos, que de nosotros los espafioles han recibido contra toda raz6n e justicia, y por reducillos su libertad pris- tina de que han sido despojados injustamente, y por librallos de la violenta muerte que todavia padecen, y perecen, como han perecido ¢ despobli- dose por esta causa muchos millares de leguas de tierra, muchos dellos en mi presencia, y he traba- jado en Ja corte de los Reyes de Castilla, yendo y viniendo de las Indias a Castilla y de Castilla a las Indias muchas veces, cerca de cincuenta afos, desde el afio de mil e quinientos y catorce, pot s6lo Dios © por compasién de ver perecer tantas multicudes de hombres racionales, domésticos, humil- des, mansuettsimos y simplicisimos, y muy apare- jados para recibir nuestra santa fe catélica y toda moral doctrina y ser dotados de todas buenas cos- tumbres, como Dios es testigo que otro interese ‘munca pretendi; por ende, digo que tengo por cierto y lo creo asi, porque creo y estimo que asi lo terné la santa Romana Iglesia, regla y mesura 160 de nuestto creer, que cuanto se ha cometido por los espasioles contra aquellas gentes, robos © muertes y usurpaciones de sus estados y scfiorios de los naturales reyes y sefiotes, tierras ¢ rcinos, y otros infinitos bienes con tan malditas crueldades, ha sido contra la ley rectisima inmaculada de Jesuctisto Y contra toda raz6n natural, en grandisima infamia del nombre de Jesucristo y su religién cristiana, y en total impedimento de ia fe, y en datos itrepa- tables de las finimas e cuerpos de aquellas inocentes gentes; € creo que por estas impias y celerosas € ignominiosas obras, tan injusta, tirdnica y barbética- mente hechos en ellas y contra ellas, Dios ha de decramar sobre Espafia su farce e ira, porque toda ella ha comunicado ¢ participado poco que mucho cen las sangrientas riquezas robadas y tan usurpadas y mal habidas, y con tantos estcagos e acabamnientos de aquellas gentes, si gran penitencia no hiciere, y temo que tarde 0 nunca Ia haré, porque la ceguedad que Dios por nuestros pecados ha petmitido en ‘grandes y chicos, y mayormente en los que se arrean © tienen nombre de discretos y sabios, y presumen de mandar el mundo por los pecados de ellos, y generalmente de toda ella; aun esté, digo, esta oscuridad de Jos entendimientos tan reciente que desde sctenta afios que ha que se comenzaron a escandalizar, robar, matar y extitpar aquellas nacio- nes, no sea ya desta hoy advettido que tantos escin- dalos y infamias de nuestra santa fe, tantos robos, injusticias, tantos estragos, tantas_matanzis, tantas is tantos cautiverios, tantas’ usurpaciones de estados ¢ sefiorios ajenos, y finalmente tan universales aso ciones © despoblaciones hayan sido pecados y gran: 161 pe disimas injusticias. —BI obispo Fr. Bartolomé de las Casas. “Asimesmo hice donacién al dicho colegio de S. Gregorio de todas mis escritures en latin y en romance, que se hallaren escritas de mi letra tocantes a la materia de indios, y la Historia general de Jas Indias que tengo también escita en romance de mi mano. E fue mi inteacién que en ninguna manera saliese del colegio, si no fuese para Ja impri- mix, cuando Dios ofteciere el tiempo, quedando siempre los originales en el colegio: lo cual pido y Fuego al muy R. P. rector ¢ a los padres conci Tiatios que por tiempo fueren, que asi lo rengan por bien de hacer, sobre lo cual todavia les encargo las conciencias, que en el colegio se guarden ¢ defiendan. E porque yo he recibido gran multitud de cartas mensajeras de diversos e muchos religio- 305 de las tres drdenes, y de otras muchas personas, y de casi todas las Indias, avisindome de los males © agravios ¢ injusticias que los de nuestra nacién hhacian € hacen hoy, consumiendo y destruyendo’ aquellas gentes naturales de ellas, sin culpa alguna con que nos hayan ofendido, y en ellas me exhor- taban encerecidamente que ante los reyes y su Cone sejo procurase el remedio de ellas; € porque ‘attas son testimonio de Ia verdad que yo siempre’ y por muchos afios por misericordia de Dios he defendido, ¢ de las injusticias, injurias e violencias, opresiones © calamidades ¢ muerces que aquellas gentes de nosotros han padecido, e seré y secvith ‘como historia probada por muchos e dignos de fe testigos; por ende, pido por caridad al muy R. Py rector del dicho colegio de S. Gregorio, que comiende’ 162 algiin colegial menos ocupado, que de las que dejé en el colegio en nucstras celdas y de las que acé tengo, que he recibido cada dia, haga un libro, juntindolas ods por 1a orden de los meses € afios que se me envisban, y de las provincias que venfan, y se pongan en la libretia del dicho colegio ad perpetuam rei memoriam, porque si Dios determinare destruic a Espafia, se vea que ¢s por las destrucciones que habemos hecho en las Indias y parezca la razén de su justicia, Esta copilacién comenaé a hacer un prudente colegial, puesto que no hubo lugar para acabarlo, Hice esta escritura por fin de febrero de mill € quinientos y sesenta e cuatro: quiero que valga segin tengo dicho, y 1a hojuela que dentro de ella se hallare, cerca de 1o que por ella limirare © alargare, que estuviere de mi letra ¢ ficmada de mi nombre; e también otro cuadernillo o cédula que queda firmada de mi nombre y escrita de mi Jetra que queda fuera desta escriturs, en que declaro algunas cosas cerca de mi entierro, y quedaré tam- bién sellada de mi sello el mediano: si alguna duda o dudas nacieren cerca de todo lo susodicho © parte, pido por caridad al padre rector que fuere del dicho colegio de S. Gregorio, que con los padtes conciliarios, segiin les pareciere, le interpre- ten, que con su determinacién me contento. —El obispo Fr, Bartolomé de las Casas.” Lo cual todo que dicho ¢s, yo el dicho escribano hhice sacar y saqué del dicho testamento, segin y como en é1 estaba escrito, bien y fielmente, sin afiadic ni menguar en él cosa alguna, en esta villa de Madrid a catorce dias del _mes de agosto, afo 163 del Sefior de mill € quinientos y sesenta y seis afios; que fueron presentes a lo ver sacar, corregir y concertar con el original, Pedro Romero y Juan de Monesterio, vecinos de la dicha villa, Aqui este mio signo atal. —Gaspar Testa, escribano. ‘TABLA CRONOLOGICA 1474 Bartolomé de las Carat nace en Sevilla 1500 Yuelto de América, Francisco wun indio que da por aje a Bartolomé. 1501 Bartolomé obtiene Ia liceaciatura en derecho, en la Universidad de Salamanca. 102 (15 de febrero). Se embarca en San Liicar con destino a América, Llega a Santo Domingo hacia al 1s de abril, 1510 Recibe las érdencs sacendotales, 1511 Pasa a Coba con Diego Velizquez. Obtiene una encomienda de indios, singularizindose por «l amor ‘con que desempefa el encargo. (En domingo anterior i 2 Navidad, el dominico Antonio de Montesines predica en Santo Domingo el célebre secmén contra las inhumanidades de la conquista). i 1513 Bartolomé recorre varias provincias de Cuba y es ) testigo de crucles violencia, } | 114 (Pascua de Pentecostés). Habiendo de predicar, muévese al apestolado total en favor de los indios renuncia a la encomienda y al plazo de quince diss que Velizquez le daba pera meditar su decsién. 1515 (Septiembre). Se marcha a Pspaia para emprender formales trabajos en beneficio de los indios. El 23 de diciembre logra hablar con el rey Fernando en Plasencia. 1516 Muerto el rey en Madsigalejon, el 25 de enero, Las Casas decide ic a Alemania para continuar sot sestioncs ante Carlos, heredero de Ia corona de Espafa, Disuédelo el cardenal Cisneros, regente del reino, quien se interesa por Ise ideat de Las Casas; consecuencia de las pliticas entre ambos, e+ el 164 165 ———$———— > + reereeneseemms 117 isis despacho de los monies jerdnimos (firmads el 3 de septiembre). El 17 de septiembre, Las Cass 5 nombrido Protector Universal de los indios y asesor de Jos padres jerbaimos. En todo ello tropieza con I cerrada opoticiin del obispo de Burgor, presidente del Consejo de Indias. El 11 de noviem- bre se embarcan en San Liat; los jerénimos ponen pretextor y consiguen ir en navio distinto al que fecupa don Bartolomé. (2 de enero). Llega a Santo Domingo: (los jerénimos hhabian arribado diez dias antes). La gestion débil, contemporizadora de los jerdnimos defrauda a Las Casas, quien clama por el fiel cumplimiento de las ‘ordenanzas que se le dieron, y esto pone en peligro la persona del reclamante y lo obliga a refugiarse en dl convento de los dominicos. Viendo que nada efee- tivo han logrado los jerdnimos, decide volver 2 Espasa y se embarca el 17 de mayo; en la mecropol entabls relicones con el canciller Juan Selvagio, encargado de los negocios de justicia, quien lo ad- mite a conseo y le encarga prover a las cuestiones de Tadise. Muerto el canciller Selvagio, elévase de nuevo el obit ‘po de Burgor, Fonseca, encmigo de Las Casas; pero Gate logea interesar en us proyectoa a Carlor V, quien a 20 de septiembre firma en Zaragoza la cé- dula que sutoriza a don Bartolomé pura Is fundact de pueblos de hasts seis mil indiot y para que hable con los caciques, de quicnes ha de obtener ayuda pera Is emancipaciin de lor nativor, que han de ser ‘aidos a vids civil y eritians. En octubre comionzen los trabajos de propaganda pura reunie labeadores que psen a colonizar pacificamente las Tn traicionado Las Casss por Luis de Berrio que se le habia dado como ayudante: al. mismo tiempo en- ccuentra Ia violenta resistencia de los ricos hombres dde Castilla y Aragén, que amenazan 2 los labradores ‘gue acepten venir a América Fracasado el primitive proyecto de los labradores, ‘concibe otro semejante, para el cual los colonos han 166 1320 nat 1323 1529 130 1s iss 1533 de tener uniformes semejantes a los de ls éedenes de caballeria, y desde el traje ls distingan los abor res como europeos diversos a aquellos que los venian ‘extorsionando. Fl Consejo de Indiat rechsza el pro- yeeto, bajo Ia enconada influencia adversa del obispo de Burgos, Las Casas te vale de lor ocho conferores reales cuya influencia invalida la negaciéa del Con- sej0; el propio don Bartolomé sefala qué conscjeros deben estudiar nuevamente su proyecto. En presen- cia del emperador sostiene resida controversia con el obispo de Duriéa, fray Juan de Quevedo, cuando la Corte se hallaba en Barcelons. Las Casas renuncia de hoy para siempre cuslesquier galardones que quieran. dérsele por sut teabajor humanieat Carlos V firma Ia capitulacién con Las Casas para Ja dominacién pacifiga de una zona de doscientas sesenta Ieguas de la costa de Santa Marts, con cin- ‘cuenta hombres de confianza vestidos de pao blanco ills en el brazo, mis los frailes Después de teemendas peripecias, que van desde el rnawifragio hasta [a maldad de los conquistadores y Ia traidora negligencia de los cincuenta escogidos, el ‘proyecto de dominacibn pacifica fracas. Las Casas © scoge al convento de los dominicos en la ciudad de Santo Domingo. Ingress Ia orden de Santo Domingo. Se singulariza por Ia reduceién pecifica del eacique don Enrique, de Barranco, que por ningin medio habia sido hasta entonces lograda. ‘Vuelve a Castilla y obtiene mandamiento real para ‘que Almagco y Pizarro se abstengan de hacer eicla- vos en Peri, Viene a América y lega por primera vex a Nueva Espatia, de paso a las provincias del sur. Visja por Nicaragua, Perd, Honduras, Panam y las ‘Antillas Los oidores de la Isa Espafiola se quejan, entre otros sscindalos, del que Las Casas motiva exigiendo 2 los 167 1534 1536 137. 139 1540 bat y 1542 14s a moribundos que sescindan testamentos anteriores y ongan en libertad a los indios que tuvieren por csclaves. A avi én del obispo Martoquin, fray Bartolomé pass a Nicaragua, Eseribe el teatado De unico vocationis modo, Capieulacién del licenciado Alfonso Maldonado con Las Casis, para Ia prcificacién de Ia ireductible provincia de Tuzulutlin, que inicin y més tarde Consigue satisfactoriamente, Retorna a Expafa, EL9 de enero obtiene real cédula para el gobernador y el obispo de Guatemala, que canfiema Ia capitu- lucida de Tuzulutlin. El 17 de octubre obtiene ceédula del cardenal Garcia de Losisa, presidente del Consejo de Indias, que ordena 2 la Audiencia y Cancilieria real de México que cumpla las. disper cones en favor de los indios. EL 21 de enero, en las gradas de Ia iglesia mayor de Sevills, ante escribano y por vox de pregonero, s¢ publica la real ratificaciéa de Ia eapitulacion rela tiva a provincia de Tuzulutlin, Por disposicin real, excribe Ioe Diecisdis remedios para la reforma- iin de las Indias y desaerolla por extenso el octavo remedio, sobre la supresiin de las encomiendas, El 22 de noviembre se promulgan las Leyes Nuevas, ‘en Barcelona, las mis imporcantes de cuyas disposi” ciones coinciden con las ideas de Las Casas; éste es ropuesto y rechaza Ia rica mitra de Cuzco; en Ja Pascua de Pentecostés se le proconiza obispo de Ia ppaupérrima digeesis de Chiaps, en la Nueva Espana, EL $ de diciembre, en Valenci relactin de la destruccién de Use Indias. 130 de marzo es consagrado obispo en la capilla ma- yor del convento de San Pablo, de Salamanca. El ¢ e julio se embarea en San Liicat, com destino a au didesss, en uniéa de veinte dominicos. Al legar a Santo Domingo, el 9 de septiembre, los vecinos dejan dde dar limosnas al convento en que se aloja, porque rno aprovechen para el pan de Las Casas, a quics 168 154s 146 atribuyen las Leyes Nuevas. Apenas legido, esctibe al principe don Felipe sobre nuevas erueldades que hha visto ejercitarse contra los indios. El 14 de diciem- bre se embarca con destino a Chiapa, ELS de enero llega 2 San Lézaro, Campeche. En la travesia que los acerca a Chiapa, naufragan aueve religiows. Aparentemente bien recibido en Ciudad Real, el escindalo se suscita cuando el Domingo de Pasiin recoge las licencias + todor los confesores, excepto a dos, y el obispo se reserva los cs108 de libertad y mal tratamiento a lor indios, que slo podrin ser absueltor mediante restisuciSn. El obispo «3 traiconado por el dein, uno de lot dos sacerdotes autorizador para oft confesiones, mediante el ante- dicho requisito. En junio va a Ia ciudad de Graciae 4 Dios, por reclamar ante Iz Audiencia el cumpli- rmiento de las Leyes Nuevas y el respeto a Ta jerat- quia eclesistica. Desechadas las instancas © injuriado aaravements el obispo de Chiapa, escibe al principe ‘don Felipe. Fl eabildo de Ciudad Real, sabedor de la vuelta de Las Casas, lo conmina para que retire las reservas confesionalesy le hace cargo de lor alborotos que en adelante suscite: 2 pesar de las graves amen 221 y de que en el camino se le disuade por los frales aque Hegue 2 su sede, el obispo entra a Ciudad Real Y se suceden tormentosos motines. En Ia primera semana de cuaresma, Las Casts recibe im para astra Ta junta de obispos de Nuev Espafia y se tradada a México; en Oaxaca recibe JGedenes de deteneere hasta nuevo avis, por el temor de los alborotos que ea México se barruntan con ‘ocasiin de, su Megads; vencidos lor obsticulos, Las Caras llega a México, se excuss de corresponder a visita del virrey y los oideres, porque a su juick cstin excomulgades. En la junta de obispos ace aprobar sus principales ideas, entre ellas Ine del con- fesionario; y como por razones de Estado, el virrey rehisa el estudio de la esclavitud, Las Casas vence tal resistencia, proanciando enérgico sermén, ante don Antonio de Mendoza 169 147 1550 asst 1ss2 1564 1566 Por Veracruz, emprende el regteso 1 Espals} en ma- ‘yo es recibido por Felipe IL Sustents In célebre controversia con el doctor Juan. Ginés de Sepilveda. Renuncia al obispado de Chiapa. E21 de jolio firma con los padres dominicos del con- vento de San Gregorio, de la ciudad de Valladolid, tuna escritura en que estipula ciectas prestaciones y la donaciéa de sus obras, + cambio de preeminencias y ‘mantenimientos por el resto de su vida y de Ia de fray Domingo de Ladrads, compaicro fiel de Las Casas, (El documento ha sido integramence reprodu- ido, por primera ver, en Revists de Indias, a80 % fnim, 2. Madrid, 1940) Publica en Sevilla sus Tvatados, De entonces hasta sa muerte, multiplica lor memoriales y cartas en favor de sus doctrinas; termina la Apologétics Historia y la parce de la Historia de Indias que nos es conacids EL 17 de marzo entrega su testamento cerrado y se~ lado, a Gaspar Testa, esribano pablico de la ciudad de Madsid, EL 51 de julio muere en el convento de Atochs, de Ia ciudad de Madrid, 170 INDICE PROLoGo | Palcaseoach | I. Escenario y carécter indigenas Il, Sobre el vocablo “conquista” II, De las diferentes clases de inficles | TV. Causas de justa guerra. V. Ceguedad de los conquistadores VI. Ausencia del derecho y de Ia caridad VIL. Cémo debié legarse a los indios VIIL. Sobre Jos sacrificios humanos IX. Sobre I idolaeria X. Sobre In ancropofagia XI. Sobre los requerimientos hechos a los indios ) ——_XIL. Comienzos de Ia esclavitud XIIL. Principios de las encomiendas . ) XIV. gMerecié Espafia la misién en América? . m1 ry 2 24 25 27 ‘TITULOS DEL IMPERIO ESPANOL Treinta proposiciones juridicas LAS ENCOMIENDAS Tratado sobre las encomiendas . Veinte razones contra las encomiendas Protestaciin del dicho obispo don fray Bartolomé de las Casas . LA ESCLAVITUD Tratado sobre Ia esclavitud Corolario primero . Corolario segundo . Corolario tercero Avisos y reglas para los confesores DOCUMENTOS POSTREROS Memorial al Consejo de Indias . Perici6n a su santidad Pio V Cliusula del testamento ; Tabla cronol6gics . 12 31 51 52 6 at 120 123 124 129 149 194 197 165 Doctrina, editado por la Direccisn General de Publicaciones, se tetminé de imprimir fn. la Imprents’ Universitaria el mes de febre1o de 1992. Su composiciSn se hizo en tipo Garamond 11:12, 10:11 y 9:10 puntos. Ia edicién consta de 13.000 jemplares.

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