En el 2003 mis tíos me regalaron una tortuga de nombre buchi-buchi, pasó el
tiempo y cambio de hogar, que se podrían llamar tortugeros y cubetas, variaban de tamaño, por un tiempo también vivió con los peces, que al final se comió. Murieron los peces y las tortugas que llegaron después y la tortuga hasta la fecha seguía viva. Hace una semana a las tres de la mañana, mientras estudiaba, escuche que la tortuga se movía en la cubeta en la que se había confinado hasta que alguien lavará la cubeta de mayor tamaño. Entre en desesperación escuchar como la tortuga se movía de un lugar a otro y que no tuviera el espacio suficiente para nadar. Lave la cubeta grande y la metí en ella, ahí podía tener más movimientos. Al día siguiente, me subí en el autobús y observe a una mujer llorando, me pregunte que tan grande sería la cubeta en la que vive. El tamaño de mi tortuga se podría considerar que es mayor en comparación a las que venden en las tiendas de mascotas, pero no tanto como en los zoológicos. ¿La mujer que lloraba cuanto espacio necesitaba a comparación del tamaño que tenía? Me volvió a dar ansiedad pensar que nadie iba a llegar y la iba a cambiar a un mejor lugar, hable un rato con ello para averiguar como era su cubeta. La habían despedido de su trabajo y llevaba tres en el año, al hablar con ella note que en cada uno de los trabajos en los que había estado había tenido problemas con el trato que le daba a sus clientes, de alguna forma intente que percibiera que tenía una actitud prepotente con las personas, la verdad es que no escucho y le empezaba a molestar que yo opinará sobre su situación y con una estimación medí su cubeta y pensé que llevaba nadando en círculos demasiado tiempo, ni se agrandaba su cubeta y ella crecia en ella apresuradamente, volví a sentir un dolor en el pecho, desesperación, yo no podía cambiarla de lugar, me despedí amablemente. Llegue al hospital, los pacientes que veía eran crónicos, con recaídas continuas, me tocó en consulta externa, escuche atentamente a la mujer mayor, entre los 60 a 70, tenía hipertensión arterial, diabetes e hipotiroidismo, había dejado su tratamiento hace seis meses, aunque había sido atendida la semana pasada, ella no entendía porque seguía enferma, cada vez se sentía peor, pero no podía entender que estaba mal, seguí escuchando, pues al ser estudiante, no puedo participar en el tratamiento. Regrese a mi casa y mientras lo hacía hablaba con la que salía, aparentaba tener una vida tranquila, simulando que el no se equivocaba, llevaba tiempo escuchando sus historia, tratando de demostrarle que no podía negar sus problemas, el día que les estoy contando, acepto que la mayoría del tiempo se sentía triste, lo escuche un largo rato en lo que llegaba a mi casa. Tenía bastantes problemas, relacionados con su familia y problemas amorosos si resolver y al final me comento algo que tenia que ver conmigo ¿Por qué yo no cambiaba aunque él me quería tanto? La respuesta era obvia, porque no somos extensiones de otro ¿Qué podría decir yo que el quisiera saber?. Peleamos hasta llegar a mi casa, llegue a la conclusión que su cubeta se estaba limitando a mi, sin alardear, ni sentirme importante en su vida, pero sabía que estaba influyendo en él, y que, aunque no somos complementos, si somos olas, que jalan y alejan, la mejor decisión que pude darle fue alejarme. Llegue a mi casa angustiada por medir las cubetas en la que se movían los demás, empecé a pensar en la mía ¿Qué tan grande era para mi o que tan pequeña? ¿Llevaría mucho tiempo nadando en círculos? ¿Podría ser que en ese circulo había más círculo? Fui a ver a mi tortuga nadando en su cubeta, donde tenía más movimientos y podía nadar con mayor libertad, hace mucho tiempo note, que la tortuga ya no crecía, entonces supuse que no tendría que comprar un estanque más grande, per nunca se compararía con el océano aunque su tamaño fuera menor. Algún día ya no necesitaría preocuparme por mi cubeta, porque yo dejaría de crecer.