Las comunidades campesinas de Oseira eran muy locales, eran
conjuntos poco densos y dispersos, de organizaciones poco formalizadas con respecto al poder superior pero muy comprometidas en su interior, de tal manera que sus miembros quedaban atados a ellas de por vida, se generaba un poder interno que obligaba a sus miembros a la cooperación mutua.
Las comunidades eran interdependientes ante el mercado, todos
sus miembros respondían en principio por las deudas de todos y estaban organizadas en un asamblearismo participativo, si bien en el caso de Oseira no llegaron a formar concejos además del de la Villa de Rivadavia. Fueron protagonistas de diversos actos jurídicos, pactos, donaciones, ventas, querellas, pesquisas, apelaciones, convenios, contiendas, foros, etc. en los que estaban presentes, las normas preestablecidas, el peso de las actitudes prescriptivas.
Las reciprocidades entre grupos alejados socialmente. El
monasterio y los grupos domésticos foreros.
a- La centralidad de la organización familiar: Para
comprender el doble funcionamiento en las reciprocidades horizontales y verticales es importante conocer la organización de los grupos domésticos y de la familia. Las unidades de explotación en Oseira se componían de heredades individualizadas, en las que las tierras de agricultura eran fundamentales mientras que las de explotación comunitaria ocupaban un espacio económico menos importante. Las relaciones internas de solidaridad y de cooperación de los grupos domésticos entre ellos y con sus parientes y vecinos explican las formas de solidaridades y cooperaciones que se extendían a la totalidad de la comunidad- En el interior de las familias funcionaban las “reglas morales” que las dejaban sometidas a variadas obligaciones y respecto al parentesco, además de estar sometido a normas que regulaban las relaciones familiares y alianzas, también regían otros aspectos de la vida de las comunidades ligadas por emparentamientos cruzados.