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COMO CONQUISTE A LOS AZTECAS POR HERNAN CORTES LA COLABORACIO) Bl A NN AS ARMANDO AYALA ANGULANO Il Cémo llegué a Cholula, y por qué tuve que hacer en esa ciudad una gran matanza aCe estaba en aquel campamento que tuve durante la guerra vinoa mf una embajada de Moctezuma compuesta por seis sefiores muy principales y doscientos hombres para su servicio. Dijeron que Moctezuma estaba dis- puesto a ser vasallo de su alteza y mi amigo, y que yo fijase lo que debia dar a su alteza cada afio de tributo, tanto en oro como en plata y piedras y esclavos y ropa de algodon y otras cosas, y que todo lo daria con tal de que yo no fue- se a su tierra, la cual era muy estéril y falta de comodidades, por lo cual le pe sarfa que yo y los que conmigo venian padeciésemos necesidad. Con la embajada envié Moctezuma mil pesos de oro y otras tantas piezas de ropa de algodén. Los mensajeros se quedaron conmigo en mucha parte de la guerra hasta el fin. Ni qué decir que su deseo era vernos derrotados y muer- tos, y cuando vieron lo que los espafioles podian, y las paces que con los tlax- caltecas s@ hicieron, por muchas vias y formas trataron de apartarme de los tlaxcaltecas, diciendo que no era cierta su amistad y que s6lo trataban de ha- cer a su salvo alguna traicion. En cambio !os tlaxcaltecas me dectan que no me fiase de aquellos embaja- dores de Moctezuma, porque eran traidores y sus cosas siempre las hacfan a traicién y con maiias, y asi hab/an sojuzgado toda la tierra, y que me avisaban de ello como verdaderos amigos y como personas qué conocian a los aztecas de mucho tiempo aca. Vista la.discordia que existia entre los unos y los otros, me alegré porque me parecid serviria mucho a mi propésito, y con los unos y con los otros maniobraba y a cada uno en secreto le agradecfa sus consejos y le daba crédito de més amistad que al otro. Después de haber estado en Tlaxcala veinte dias, una vez convencidos de que por ningun motivo mudarfa mi propésito de ir hasta Tenochtitlén, los embajadores de Moctezuma me dijeron que entonces fuese a una ciudad que se encuentra a cuarenta kildémetros de Tlaxcala y se llama Cholula, pues los cholultecas eran sus amigos y en su ciudad recibirfamos noticias de Moctezu- ‘ma y sabrfamos si su voluntad era que yo continuase a su tierra, y que algunos de ellos irfan a hablar con él y a decirle mi determinacidn, y volvertan con la respuesta, y que también sab/an que alli en Cholula estaban unos mensajeros (74) e Moctezuma que querian hablarme. Y, oe cierto, el cual sefiatarta despuids 0 les dije que partirfa hacia Cholula Al saber los de Tlaxcala que yo habia aceptado ir a Cholula, los sefiores vi- nieron a decirme que de ninguna Manera fuese porque me tenfan preparada cierta traicion para matarme con mis compafieros. —Moctezuma.ha enviado desu tierra cincuenta mil hombres, y los tiene en guarnicidn a diez kilometros de Cholula —me dijeron—. Han cerrado el camino real y hecho otro de mu- chos hoyos y palos agudos, hincados y encubiertos para que los caballos cai- gan alli 0 se quiebren una pata, También tienen muchas de las calles tapiadas y mucha piedra en las azoteas de las casas para atacar a su salvo dentro de la ciudad, ya que !os cholultecas son comerciantes y cobardes y no osan guerrear acampo abierto sino valiéndose de hipocresfa y perfidia. —Esto que me dicen es muy serio: —repuse—. Pero tengo que cerciorarme de que no haya ningun error. —Para convencerte bastard con que mandes llamar a los sefiores de Cholula Mira como ellos no han venido a verte, en tanto que si han venido los de Hue- jotzingo, a pesar de que estén mds lejos que los cholultecas. Manda llamar a los sefiores y veras como no quieren venir. El consejo me parecid bueno, y asi pedi y me dieron unos mensajeros de Tlaxcala para que de mi parte llamasen a los sefiores de Cholula para decirles la causa de mi venida a estas tierras. Los mensajeros hicieron el viaje y regresa- ron con dos o tres personas, no de mucha autoridad, quienes me dijeron que venian en representacion de los sefiores, los cuales no podian venir por estar enfermos, y que a ellos les dijese lo que queria. —Mira la burla que te hacen, Malinche —dijeron los tlaxcaltecas—. Estos mensajeros son hombres de poca calidad. De ninguna manera partas hacia Cholula sin que antes los sefiores te vengan a ver. El consejo me parecid bueno, y con algo de ira dije a Jos mensajeros: Una embajada para tan alto principe como es el rey don Carlos no se debe dar a hombres como vosotros,_bellacos, y aun vuestros sefiores son poco para ofla. Por lo tanto id a Cholula y decid a vuestros sefiores que dentro de-ties.dias se presenten ante mf a dar la obediencia a su alteza y a ofrecerse por sus vasa Ilos, con apercibimiento de que pasado este término, si no viniesen ire sobre ellos y los destruiré y procederé contra ellos como contra personas rebeldes. Al otro dia vinieron algunos de los sefiores de Cholula, o y me dijeron no habian venido antes, era porque no se se nemig > fuese a su ciudad y alli conocer 3 certificaban, Je Tlaxcala y verdad lo que € que desde entonces se daban y ofrecian por vasallos de su sacra serian para siempre, y servirfan y contribuirfan en todas las ci za les mandase. Asi lo asenté un escribano. Determiné irme con ellosa su ciudad, tanto por no mostrar fla porque desde Cholula pensaba hacer mis negocios con Moctezuma Tlaxcala me dijeron muchas veces que erraba, pero que pues se hat por vasallos de su sacra majestad y mis amigos, ellos querfan ir con ayudarme en todo lo que se ofreciese. Aunque yo les rogué que | porque no habfa necesidad, me siguieron muchas decenas de miles aderezados de guerra y llegaron conmigo a diez kildmetros de la ci alli regresaron por mucha importunidad mia aunque todavia quedaron pafiéndome cinco.o seis.mil__ 4 Como ya era tarde y no quise entrar ala ciudad a esa hora, para evitar que la gente hiciese algtin escdndalo, aquella noche dormi en un arroyo de las afueras de Cholula. Otro dia de mafiana salieron los cholultecas a recibirme al camino, con muchas trompetas y tamborcillos y muchas personas de las que tienen por religiosas, vestidas como acostumbraban y cantanda a su manera. {Con esta solemnidad nos llevaron a !a ciudad y nos metieron en un aposento muy bueno en donde toda la gente de mi compafi‘a se alojé comodamente. Alli nos trajeron de comer, aunque no muy bien y en el camino topamos con muchas sefiales de las que los tlaxcaltecas me habian dicho, porque hallamos el camino real cerrado y hecho otro, y algunos hoyos, aunque no muchos, y algunas calles de la ciudad tapiadas y muchas piedras en todas las azoteas. Con esto nos hicieron astar més sobre aviso. Cholula estaba asentada en un llano. Era muy fértil de labranzas por tener mucha tierra de la cual se regaba la mayor parte, y desde las afueras me pare- cid més hermosa que ninguna ciudad de Espajia, por Io torreada y liana. Yo conté cuatrocientas y tantas pirdmides en la dicha ciudad, y todas eran tem- plos; la mayor era la més alta que existia en estas tierras, tanto que mas pare cia un cerro que algo hecho por hombres. it ‘ciones de ciudades muy lejanas, y los habitarites de la ciudad tenfan muchos negocios de los que se suelen hacer con los romeros, El templo principal este ba dedicado a Quetzalcdatl. Tenia esta ciudad unas veinte mil casas en la parte de adentro y en los arrabales otras tantas. Era sefiorfo por si y no obedecta a sefior ninguno, gobernaba como Tlaxcala. La gente de Cholula vestia mejor que los tlaxcalte- cas; los honrados cludadanos usaban tUnicas diferenciadas de las de Africa P& ro en la hechura y tela y los repacejos muy semejantes. Esta ciudad me pate (76) cio [a més @ Propésito para vivir espafioles, porque ten{a algunos bald/os y agua para criat ganados, lo que no pasaba én ninguna otra, pues era tanta la gente que en estas partes vivia que ni un palmo de tierra dejaban sin cultivar y aun con todo en muchas partes padecian necesidad por falta de pan y habla mucha gente mendigando entre los ricos Por las calles y por las casas y merca- dos, como hacen los pobres en Espafia. En Cholula encontré unos mensajeros de Moctezuma que vensan a hablar on [cs cholultecas. A mf s6lo me dijeron que venfan a saber lo que conmigo se habia hecho y concertado, para ir a informar a su senior. Luego se fueron. También en Cholula me vinieron a ver ciertos caci ies de diversos pueblos, los cuales secretamente se quejaban del mal trato qui ecibian de Moctezuma, yo con palabras suaves les indicaba que esperasen un poco mas para que re- cibiesen la proteccidn del rey don Carlos, Durante los tres primeros dias que estuve en Cholula nos alimentaron muy mal y cada dia peor, y muy pocas veces me venfan a ver o hablar los sefiores y personas principates de la ciudad. Estando algo perplejo en esto, una india que estaba en la creencia de que dofia Marina venia.con nosotros por Ja fuerza, le hab! para decirle que ella la ayudaria a escapar, y que muy cerquita de all estaba mucha gente de Moctezuma junta, y que los de la ciudad hab fan saca- do a sus mujeres e hijosy.toda su ropa, y que caerfan sobré nosotros para ma: tarnos a todos, por lo que si dofia Marina queria salvarse se fuera con los de.la ciudad. Dofia Marina disimuld diciéndole.a la dicha india que iba a traer sus estidos y joyas para irse, pero en lugar de hacer esto me informd lo que esta- pasando. Capturé a uno de los naturales de la ciudad que por alli andaba y !o aparté cretamente sin que nadie viera y lo interrogué y confirmd lo que la india y os de Tlaxcala habjan dicho. Como yo no podfa huir ni sostener batalla con S de la ciudad, que eran muchos y estaban muy bien preparados para acabar osotros cuando fuésemos de salida, acordé prevenir antes de ser preveni- 10, e hice llamar a algunos de los sefores de la ciudad y metilos en una sala, y tanto mandé que la gente de los nuestros estuviese preparada y que al dis 12/41 una-escopeta se lanzaran sobre mucha cantidad de indios que haba jun- | aposento y dentro de él. espués que tuve los sefiores en aquella sala, dejélos.atando, y cabalgué e e disparar la escopeta y dimosles tal tunda que murieron tres mii hom bres, \i fuego a algunas casas fuertes y templos donde se defendian y nos \ian, y asi estuve peleando cinco. horas, hasta que eché toca la gente fue ciudad. Bien me ayudaban cinco mil indios de Tlaxcala y cuatracien (77) yan preparados estaban, antes q s las calles tomadas y toda esa fueron faciles de de tos de Cempoala. Para que se vea Cl se de nuestro aposento tenian toda! to, pero como les caimos por sorpr mente que les faltaban los caudillos porque yO los tenia presos. Asi fue como pasé todo, y no como han dicho mis enemigi la matanza de Cholula ya por robarme las joyas de los principal ; inventé lo de la conjura para tener pretexto de aniquilar a los cl proteger mi retaguardia y meter miedo a Moctezuma. Pero de miedo a Moctezuma y a todos los naturales, bien que lo hice: inci it incias, y los naturales ten! principal ciud dad que sus fdolos no permitirian que la profandsemos. Cuando t s6, se quedaron espantados, como si la tierra se les estuviese mo los pies. Por cierto que lo.principal de !a matanza lo hicimos na en el gran atrio de la piramide consagrada al Quetzalcéatl. Vuelto al aposento, pregunté a los sefiores que tena presos cual sa de que hubiesen querido matarme a traicion. Respondieron que tenfan la culpa porque los de Moctezuma los habfan obligado.a ell ocho kilémetros de allf Moctezuma tenfa cincuenta mil hombres cién para matarnos, pero que soltase uno o dos de ellos y que harfa la gente de la ciudad y regresar a ella todas las mujeres y nifios y rop nian fuera, y que de alli en adelante serfan muy ciertos y leales ve alteza y mis amigos. Solté dos de ellos y al otro dia estaba toda la cit blada y llena de mujeres y nifios, como si cosa alguna hubiera acaecido En quince o veinte dias que allf estuve quedé la ciudad y tierra tan cay tan poblada que parecia que nadie faltaba en sus mercados y ciudad. Ordené a los de Cholula y los de Tlaxcala que volviesen a se porque lo hab/an sido antes, y slo poco tiempo atrés Moctezuma co 1 habia seducido a los cholultecas a su amistad y a enemistarse con | cala. Sdlo quedaba continuar viaje hacia Tenochtitlén. Los totoné la venganza de sus antiguas amos, y viendo que ya no los necesitaba, nuevos vasallos me podian dar todos, los miles de hombres que yo quis deseando recompensarlos por su servicio, les di licencia de regresar a la se fueron muy contentos con la parte del botin que les habia tocado.

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