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Cotidianamente, mediáticamente, la mayor

parte de los discursos y análisis sobre la vio-


lencia que escuchamos parecen desplegarse
Al filo de la historia. en el convencimiento de que el ejercicio
Para la crítica de la violencia, de de la violencia y el estado de derecho están
Walter Benjamin cismados por una profunda enemistad.
Todo parece indicar que es desde el orden
Elizabeth Collingwood-Selby
Universidad Metropolitana
establecido del derecho que la violencia más
propiamente ha de combatirse, y que, en
último término, allí donde efectivamente
impera el derecho, prescribe la violencia.

En ese notable texto suyo, escrito en 1921, y


titulado Para la crítica de la violencia, Walter
Benjamin ataca la raíz misma de este supues-
to, exponiendo un vínculo que el ánimo
estatal civilizatorio debe persistentemente
bregar por encubrir: la alianza sistémica
entre derecho y violencia.

Seguir algunas de las hebras de esa exposi-


ción es lo que me propongo hacer aquí. La
primera de ellas corre por fuera del texto y
me obliga a partir con un rodeo.

El filo de la historia 65
¿Cómo, cuándo y dónde comienza la histo-
ria? No hay desde dónde, ni desde cuándo,
ni cómo responder. La pregunta misma,
no obstante, se ofrece como seña, como
insinuación; o mejor dicho, como lapsus. La
pregunta es el filo que corta: la historia. Ca-
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bría a este respecto no dejar de preguntarse, El poder ilusorio, pero eficaz, de la palabra
entonces, de qué lado está dicho filo. que juzga, no es nada en sí mismo; se insti-
tuye como tal sólo en el ejercicio que artifi-
En su ensayo Sobre el lenguaje en general
ciosamente le abre un lugar; arrogarse este
y sobre el lenguaje del hombre, Benjamin
poder inexistente, ejercerlo, es, en último
recurre a los primeros capítulos del Génesis
como a una cifra que guarda y difunde a término, el único modo de tenerlo.2
la vez el secreto de ese incisivo limen.1 El “En el pecado original, al haber sido ofen-
secreto se preserva y se revela como lenguaje, dida la pureza eterna del nombre, se alzó la
en el lenguaje. más severa pureza de la palabra juzgadora,
La lengua creadora de Dios y la lengua co- del juicio. Respecto al nexo fundamental de
nocedora del hombre son prehistóricamente, la lengua tiene un efecto o significado triple
paradisíacamente –y esto es y sólo puede ser (…). En cuanto el hombre sale de la pura
una aseveración histórica–, lenguas concre- lengua del nombre, hace de la lengua un
tas, lenguas en que una diferencia entre el ser medio (para un conocimiento inadecuado al
y el nombre no se dejaría, siquiera adivinar. nombre) y por lo tanto también –al menos
Cuando Dios dice de lo creado que ‘era bue- en parte– una simple señal, lo cual tiene lue-
no’, afianza simplemente –sin oposiciones– el go como consecuencia la pluralidad de las
ser de las cosas. Cuando, habiendo comido lenguas. El segundo efecto consiste en que
del fruto del árbol del conocimiento los del pecado original –como repristinación
hombres dicen de las cosas que son buenas de la inmediatez en él violada del nom-
o malas, dicen, por vez primera, algo que ya bre– surge una nueva magia, la del juicio,
no pertenece a la esfera del ser. que ya no reposa bienaventuradamente en
El mal no existía en el paraíso, no había sido sí misma. El tercer significado, que puede
66 creado. El mal comienza a existir justamente acaso ser arriesgado como hipótesis, es que
con y como la palabra que ha dejado de ser también el origen de la abstracción como
nombre del ser nombrado y se ha transfor- facultad del espíritu lingüístico sea buscado
mado en juicio, en distancia, en sanción; en el pecado original. Bien y mal son, efecto,
una palabra que ya no es manifestación como innominables, sin nombre, fuera de la
inmediata del ser, sino el medio abstracto lengua nominal, que el hombre abandona
de su administración. justamente en el abismo de esta pregunta.
Al filo de la historia / Elizabeth Collingwood-Selby

Pero el nombre, en la lengua existente, es ciones un procedimiento característico del


sólo el terreno en el cual tienen sus raíces pensamiento benjaminiano. La articulación
sus elementos concretos. Pero los elementos de la paradoja responde a la necesidad
abstractos de la lengua –como se puede tal (teórica, política, histórica) de moverse, de
vez suponer– tienen sus raíces en la palabra mantenerse, sobre el filo –el filo inaugural
juzgadora, en el juicio”. y terminal de la historia–, en lugar de caer
y acomodarse ciegamente en algún lugar
Junto con generar la existencia del mal en
fuera de ese borde.
el mundo, el filo cortante del juicio abre
la distancia, la diferencia, que permite la La historia que tiene su origen en y con el
expulsión de los hombres del paraíso, la juicio no puede ya desmontarse ni pueden,
distancia que da lugar a la historia como sin más, volver a reunirse el ser y el nombre
caída, como historia del juicio: historia en la inmediatez de la pura expresión. Con
de la mediatización general –lingüística y todo, el filo paradójico de dicho origen mar-
existencial– de las relaciones. ca el lugar y momento apenas perceptible
de un cruce, de una posibilidad.
Ahí donde incisivamente se abre lugar el
juicio, se abren lugar también el valor, el uso “La expulsión del paraíso es, -dice Kafka-,
y el cálculo. Ahí se teje la trama de la historia en su parte esencial, un hecho de siempre.
en la cuidada determinación, selección y Quiero decir que la expulsión del paraíso
es, sí, definitiva, que la vida en el mundo es
asociación de los medios y los fines.
inevitable, pero que la eternidad del hecho
Sin demasiadas torsiones, creo, podría sos- (o, por decirlo en términos temporales: la
tenerse que Para la crítica de la violencia es eterna repetición del hecho) hace posible
también una crítica del juicio. Si, junto con no sólo el poder permanecer para siempre
ello, se considera que, al menos en principio,
el ejercicio crítico tiene en el juicio su condi-
en el paraíso, sino el quedarnos efectiva-
mente, y siempre, se sepa o no se sepa en
67
ción de posibilidad, entonces la crítica de la esta tierra”.3
violencia como crítica del juicio será también
Benjamin responde al poder perfomático
inevitablemente una crítica de la crítica.
del juicio que desata el devenir mediati-
Resulta difícil no reconocer en el montaje zante de la historia, con la performance de
de este extraño mecanismo de impugna- una crítica del juicio decidida a generar las
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condiciones para su simultánea destrucción, y junto con ello, para ello, dar paso –ser el
esto es: la destrucción de la crítica y la des- paso- a una violencia que, no perteneciendo
trucción del juicio. al orden de la historia, se manifiesta en la
historia como su inminente fin. “Violencia
Dado el estatuto que rige su propia cons-
divina”, o “violencia soberana” son nombres
titución, la crítica no podría, por sí sola,
que aluden a ella en el texto. Esta sería la
llevar a cabo una destrucción que aniquilara
violencia que, para seguir con las imágenes
el canon de los medios y de los fines, que
bíblicas, parece anunciarse a la historia bajo
liquidara el régimen desatado de la historia
la figura del “juicio final”, juicio que no
como historia del juicio4. Desde un cierto
sería, quizá sino el final del juicio. Violencia,
punto de vista, dicha destrucción sólo po-
por tanto, que aniquila y redime a la vez.
dría advenir a la historia como súbita inte-
rrupción, desde ‘fuera’ de la historia, como
El derecho a la violencia y la violencia
golpe que la suspende en una descomunal del derecho
abreviatura5.
Sólo tiene sentido hablar de violencia, ex-
Se trata, no obstante, y es crucial advertirlo, plica Benjamin al comienzo del texto, en el
de un ‘afuera’ de la historia que no precede, ámbito de las relaciones morales; la esfera de
en ningún sentido, a la historia misma –del dichas relaciones es definida por los conceptos
mismo modo en que ningún paraíso prece- de derecho y justicia. La elaboración de una
dería a su pérdida. crítica de la violencia tendría entonces que

Llevar la historia a su límite, desarticular los atender, antes que nada, a tales conceptos.

mecanismos auto-referentes de su clausura, Para la crítica de la violencia es, entre otras


exponerla a la heteróclita e inadministrable cosas, una crítica de las críticas tradicio-

68 posibilidad de su fin –posibilidad también


de su comienzo–, sería entonces la tarea de
nales de la violencia; una crítica de los
presupuestos que posibilitan su constitu-
la crítica –que es, como ya veremos, filosofía ción y que permanecen estratégicamente
de la historia. inadvertidos.

Para cumplir con su tarea, la crítica de la Las dos grandes tradiciones a las que Benja-
violencia tendrá, en última instancia, que min se refiere son: la crítica concebida por
replegarse, dar paso a su propia destrucción el jusnaturalismo, o el derecho natural, y la
Al filo de la historia / Elizabeth Collingwood-Selby

crítica concebida por el derecho positivo. nos de contradicción irreductibles”6, entonces


A pesar de sus diferencias, ambas se levan- el dictamen de ambas tradiciones respecto
tan y despliegan sobre el mismo corte. Al de la violencia se revelaría, digámoslo provi-
igual que todo el orden jurídico, las dos se sionalmente, carente de fundamento.
articulan desde la distinción y la relación
La exposición de esta radical e insospechada
entre medios y fines, olvidando asumir
incompatibilidad entre medios legítimos y
primero lo que el principio mismo de esta
fines justos es una de las tareas que Benja-
distinción oculta.
min parece proponerse en este texto. No
La sentencia del derecho natural sobre la seguiremos aquí paso a paso el curso de
violencia se resolvería, en último término, esta exposición. Recurriremos, más bien,
en el juicio de los fines. Si los fines son a lo que puede servirnos de orientación en
justos, entonces los medios violentos en- la nota introductoria de esta presentación.
cuentran en ellos su legitimación. Si los fines Señalamos allí que la distinción entre “me-
no son justos, entonces la violencia en el dios” y “fines” se instaura con la violenta
proceso de su consecución no se justifica. –esto es, arbitraria y artificiosa– conmoción

En el caso del derecho positivo, la crítica de del orden de las ‘relaciones’ concretas entre
la violencia se establece en sentido inverso, ser y lenguaje. El juicio, como sentencia
es decir, como juicio sobre los medios. Úni- inmotivada, como palabra vana que nombra
camente la legitimidad de los medios puede abstractamente lo que no ha sido creado,
ofrecer acceso a la justicia de los fines. abre un abismo entre el ser y el lenguaje,
instaurando con ello el fárrago histórico de
A pesar de que aparentemente la posición de la mediación. Esto significa que la distinción
ambos es muy distinta, los dos comparten entre “medios” y “fines” brota ella misma
para Benjamin un mismo dogma, un mismo
presupuesto: a saber, que es posible alcanzar
como violencia, desde la violencia, y que 69
el origen de dicha distinción debe buscarse
fines justos a través de medios legítimos.
en la injusticia del juicio que la engendra.
Si se demostrara, por tanto, que esa afinidad Con ello se manifiesta ya aquella profunda y
entre medios y fines resulta en realidad in- constitutiva incompatibilidad entre medios
sostenible, esto es, que los medios legítimos legítimos y fines justos, en la medida en que
y los fines justos “se hallan entre sí en térmi- tanto el mecanismo de su diferenciación
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como el sistema de sus posibles relaciones se debe, antes del derecho, sin derecho, im-
revelan como originariamente injustos. ponerse, autoerigirse sobre lo único que
puede servirle de fundamento: el ejercicio
Si tanto el derecho natural como el derecho
violento de su propia institución.7 Así
positivo se ejercen como fallo respecto de
también, cualquier fundación de un nuevo
las relaciones posibles entre medios y fines,
derecho y de un nuevo Estado reclama la
entonces una auténtica crítica de la violencia
destrucción del derecho y del Estado pre-
sólo podría constituirse desmarcándose de
viamente existentes.
la esfera del derecho como esfera crítica.
Mientras dicha crítica se despliegue prote- Por otra parte, una vez que un derecho –de-
gida y determinada por la lógica ciega que al recho que por lo general se instala y sostiene
respecto instaura el derecho, no podrá llevar coligado a un Estado– ha sido fundado, es
a cabo su tarea, esto es, no podrá ni reco- necesario preservarlo, dado que éste se ve
nocer ni exponer el primitivo e indisoluble siempre amenazado por la posibilidad de
vínculo entre derecho y violencia. otra violencia que pretenda destruirlo con el
fin de instaurar un orden legal nuevo.
La especificidad de dicho vínculo se deja leer
en el texto de Benjamin a partir de las dos Para asegurar su propia conservación, el
funciones básicas que en este terreno cum- derecho debe recurrir nuevamente a la
pliría la violencia. Se trata, por una parte, de violencia, juzgando y castigando severa-
la violencia que funda el derecho; por otra, mente cualquier transgresión. El ejemplo
de la violencia que lo conserva. más agudo de este modo de empleo de la
violencia es, según Benjamin, el de la pena
Lo dicho hasta aquí permitiría sostener que de muerte. La existencia y aplicación jurí-
en verdad, en su verdad, ningún derecho dica de dicha pena, más que ninguna otra,
70 podría calificarse de “natural”, puesto que
el artificio arrogante del juicio que le da
revela con extraordinaria claridad el origen
violento del ordenamiento jurídico que le
lugar, marca precisamente el momento de da curso. La pena de muerte es, en verdad,
quiebre con eso que a posteriori podríamos la manifestación más clara de la violencia
llamar “naturaleza”. como fundamento último del derecho.
Todo derecho debe, por tanto, fundarse a Hay que tener presente entonces que
sí mismo. Extemporáneamente, entonces, la violencia aplicada como castigo de la
Al filo de la historia / Elizabeth Collingwood-Selby

transgresión no se ejerce simplemente para sería justamente la de ejercer la violencia para


proteger intereses jurídicos particulares, defender el orden del derecho establecido. En
no simplemente para castigar desacatos esa medida, su función podría analogarse a
puntuales, sino fundamentalmente para la de todos los demás órganos represores
proteger el derecho mismo, para protegerlo del estado. Lo que, sin embargo, resultaría
de la violencia que amenaza en toda trans- especialmente perturbador en la institución
gresión con destruir el orden establecido y
policial es, según Benjamin, el hecho de que
fundar otro.
su función no se limita simplemente a la
Lo que hace el derecho, entonces, es tratar conservación del derecho establecido, sino
de monopolizar, en la medida de lo posible, que en ella, se confunden y se ejercen ambos
la violencia; monopolizar el derecho a la tipos de violencia; no sólo la conservadora del
violencia para neutralizar toda fuerza que derecho, sino también, en cierto modo, la
pueda amenazar su propia conservación. fundadora; porque toda vez que el derecho es
Determina la ilegalidad, la ilegitimidad de
lo suficientemente indeterminado como para
toda violencia que no sea la violencia del
permitírselo, la policía se arroga el derecho de
Estado y del derecho mismo. Habría un solo
inventar el derecho, el derecho, dirá Derrida,
caso, sostiene Benjamin, que escaparía a esa
de actuar como legislador emitiendo decretos
regla; ese caso es el del derecho a huelga que
a los cuales su propia violencia otorga fuerza
se le otorga a la clase obrera –un derecho
que sin embargo encontraría su límite en la de ley. En resumen, la institución policial
huelga general revolucionaria. moderna es, para Benjamin, estructuralmen-
te aberrante porque en ella la distinción entre
Esta monopolización y aplicación de la
violencia fundadora y violencia conservadora
violencia responde entonces al interés
colapsa sin que dicho colapso pueda ser
fundamental del derecho por conservarse
a sí mismo.
realmente asumido. 71
Ésta es entonces la médula de la crítica de
La institución policial moderna como
órgano del estado, sería, según Benjamin, Benjamin al derecho como crítica de la vio-
una de las manifestaciones más evidentes lencia, a saber que todo derecho se debe él
y más nefastas, de la violencia del derecho mismo a la violencia; se debe a la violencia
(violencia del Estado). Su función principal tanto en su origen como en su conservación.
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Y sería precisamente por esto que el derecho relacionarla con otra que se encuentra casi al
no podría constituirse como verdadera crítica final: “La crítica de la violencia es la filosofía
de la violencia. Una crítica de la violencia de su historia. La “filosofía” de esta historia en
desplegada desde el derecho no pasa de ser la medida en que sólo la idea de su desenlace
ella misma un ejercicio de la violencia que a abre una perspectiva crítica separatoria y ter-
la vez funda y preserva dicho derecho. minante, sobre sus datos temporales”.9

La crítica de la violencia que encuentre su Me parece crucial establecer el vínculo entre


criterio en el derecho, será entonces inevita- estas dos citas, para entender –en la medida
blemente una crítica erigida sobre el olvido en que el texto se presta a ser entendido– la
de la violencia fundamental, sobre el olvido complejidad de la apuesta benjaminiana.
de la violencia que es su propio fundamento,
Arriesgo aquí la siguiente lectura: Históri-
y podríamos agregar también, sobre el olvi-
camente, los criterios a partir de los cuales
do de la violencia que es constitutiva de toda
se ha calificado la violencia, han sido pro-
instauración arbitraria de fundamento.
porcionados por el derecho (derecho natural
De lo que se trata entonces para Benjamin o derecho positivo). Dichos criterios, con
–en tanto su crítica se quiere como crítica todo, no están a la altura de la calificación
de la violencia como principio, y no de la que promueven. Una verdadera crítica de
violencia sancionada como tal en cada caso la violencia, sugiere Benjamin, sólo podrá
por uno u otro orden jurídico en el olvido tener lugar si se encuentran otros criterios,
de su propio fundamento, es decir, en el es decir, criterios que no hayan sido pro-
olvido de la violencia misma–, de lo que porcionados por el derecho. Estos criterios
se trata, como él mismo dice es “de hallar pueden sernos proporcionados, según se
para esta crítica un criterio fuera de la filosofía indica, por la filosofía de la historia. “La

72 positiva del derecho, pero también fuera del


derecho natural. Veremos a continuación cómo
crítica de la violencia es la filosofía de su
historia”. Es decir, la crítica de la violencia
este criterio puede ser proporcionado sólo si se es la filosofía de la historia de la violencia,
considera el derecho desde el punto de vista de historia que en cierta medida coincide con
la filosofía de la historia”.8 la historia del derecho.

Para comprender el alcance de esta aserción, La palabra “filosofía”, que en este pasaje se
tomada del comienzo del texto, es necesario sustrae mediante comillas a la continuidad
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del texto y a modo de adelanto, diría tam- en esto– al orden de la historia. Una vez
bién a la continuidad de la historia, nombra más, se trataría de la insólita consistencia
un modo de entrar en relación con la his- del límite.
toria, en este caso, un modo de entrar en
Si la filosofía de la historia nombra un
relación con la historia de la violencia.
modo de entrar en relación con la historia,
Cabría preguntarse entonces ¿desde dónde entonces nombra también la apertura a
entra en relación la filosofía de la historia una alteridad, es decir a algo otro que la
de la violencia con la violencia? O dicho historia, justamente porque la historia no
de otro modo ¿cuál sería el criterio con que puede entrar desde sí misma en relación
la crítica de la violencia puede entrar en consigo misma (lo mismo no puede entrar
relación con la violencia para decidir acerca en relación); algo otro que la historia, en-
de ella, para juzgarla? tonces, hace posible entrar en relación con
la historia. Ese algo otro, esa “no historia”
La respuesta, me parece, vuelve a rozarse con aparece en este ensayo bajo el nombre del
lo que, quizá, podríamos calificar como el “desenlace”. Es la idea del desenlace, del fin
filo místico del pensamiento benjaminiano: de la historia de la violencia, idea a la cual
“sólo la idea de su desenlace (del desenlace estaría expuesta la filosofía de la historia, la
de la historia de la violencia) abre una pers- que hace posible una crítica de la violencia
pectiva separatoria y terminante sobre sus histórica.
datos temporales”.
Sólo la perspectiva del fin de la historia de
Teniendo en mente no sólo este ensayo, la violencia podría proporcionar criterios
sino también muy especialmente las tesis para formular una verdadera crítica de la
Sobre el concepto de historia, diría, ante todo, violencia. Justamente porque ese fin, ese
que ese “desenlace” no es histórico, no es
temporal, no remite, por ejemplo a lo que
desenlace, escaparía suplementariamente a
esa historia y por lo tanto también a los cri-
73
a continuación pueda ocurrir en el curso terios arbitrarios desde los cuales el derecho
mismo de la historia. emite sus juicios y levanta sus críticas.

El desenlace de la historia de la violencia El fin, esa idea del desenlace de la historia de


sería, más bien, el súbito fin de esa historia. la violencia, es, en este texto de Benjamin,
Este fin no pertenecería –se ha insistido ya la idea de la violencia divina, la violencia
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soberana, la violencia pura. Violencia propia saldar la deuda de su instauración.


5
La expresión en cursivas está tomada de la tesis XVIII
que siendo inmediatamente aniquiladora,
de Sobre el concepto de historia, en La dialéctica en
redime. Es la idea de esa violencia pura, suspenso. Traducción de Pablo Oyarzún. Arcis-Lom,
Santiago. p. 64.
soberana y aniquiladora la que proporciona 6
Walter Benjamin. Para la crítica de la violencia, en
los verdaderos criterios para una crítica de Ensayos Escogidos, Ed. Sur, 1967. p.110.
la violencia. Pero esa violencia soberana 7
En cierto sentido el olvido social generalizado, el
olvido de esa falta de fundamento sirve también de
es justamente la violencia que destruye el secreto pero necesario soporte de aquella institu-
ción.
derecho, que aniquila el juicio y que deroga
8
Walter Benjamin, Para la crítica de la violencia, en
en la crítica la crítica. Ensayos Escogidos. p.111.
9
Ibid, p.128.
En su exposición a la idea del fin de la
historia de la violencia, en la interrupción
del juicio, la crítica de Benjamin se abre
también necesariamente a la inminencia
de esa violencia soberana que destruyendo
el derecho, interrumpiendo la continuidad
de su ejercicio, redime a la historia y al ser
histórico de la injusticia extrema, la injus-
ticia misma del juicio que encuentra, no
en la justicia, sino en la violencia, su único
fundamento.

Notas
1
Detenerse en las sutiles y a la vez gravitantes modu-
74 laciones del texto respecto de este recurso es una tarea
que espera aún ser asumida.
2
Walter Benjamin, Sobre el lenguaje en general y sobre
el lenguaje de los hombres. En Ensayos Escogidos. Ed.
Sur, Buenos Aires, 1967, p. 100.
3
Franz Kafka, Consideraciones acerca del pecado el
dolor la esperanza y el camino verdadero. Ed. Laia,
Barcelona, 1983. p.67.
4
Si lo histórico está determinado por el eficaz artificio
de la abstracción, la historia no podría por cuenta

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