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El Lenguaje Cartográfico Como Instrumento para La Enseñanza
El Lenguaje Cartográfico Como Instrumento para La Enseñanza
INTRODUCCIÓN
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para conseguir sus objetivos. Entre ellos están el lenguaje verbal y el lenguaje no
verbal, como gestos, números, gráficos, signos, imágenes, etc.
Comunicar implica por tanto transmitir señales mediante un código que sea
común tanto al emisor como al receptor, y se caracteriza por su carácter intencional
y por el uso de signos o símbolos comprensibles que permitan compartir significa-
dos.
2. EL LENGUAJE CARTOGRÁFICO
El mapa como lenguaje o conjunto de señales que dan a entender una cosa no es
exclusivo de la ciencia geográfica, pero como señalaba R. Hartshorne (1967: 247)
«los investigadores de otros campos coinciden, de forma común y sin discrepancias,
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en que el geógrafo es un experto en mapas». Hay quien considera que «la geografía
es la guardiana de un lenguaje particular, el lenguaje de los mapas, que se nos apa-
rece como una forma de comunicación distinta a lo que puede ser la comunicación
escrita, oral o numérica y que, de alguna manera, puede ser comprendida o vislum-
brada por los niños a edad muy temprana». (Piñeiro Peleteiro, M.R. 2003: 350)
El mapa se puede definir como una representación selectiva, abstracta, simbólica
y reducida de la superficie terrestre en su totalidad o parcialmente. Esta representa-
ción incluye una serie de elementos propios del lenguaje cartográfico, como son la
escala, la orientación, la localización, la distribución y los símbolos, que pueden ser
puntos, líneas y/o polígonos, además de textos. Algunos autores consideran que un
mapa no tiene por qué ser gráfico ni de la superficie terrestre (hay mapas de la Luna,
mapas genéticos, etc.). Según D. Buisseret (2004: 16) «lo que hace que un mapa
sea un mapa es su cualidad de representar una situación local; tal vez deberíamos
llamarlo imagen de situación o sustituto situacional. La función principal de esa
imagen es transmitir información situacional».
El mapa como instrumento técnico tiene una función concreta como medio para
conocer y comprender un territorio y los diferentes fenómenos geográficos, así como
base de datos y de información territorial y espacial.
El mapa como instrumento didáctico tiene la función principal de «alfabetizar
cartográficamente», de enseñar y aprender a leer en este lenguaje, a interpretar y
comprender el lenguaje cartográfico y a construir significados a partir del mismo.
«El estudio del mapa no es sólo una herramienta geográfica sino un lenguaje que
toda persona educada debe de dominar puesto que es imprescindible para el hombre
adulto y, por ese valor que su conocimiento tiene, el trabajo con el mapa y la manera
de transmitir su lenguaje se ha convertido en una preocupación de los profesores de
geografía en muchos países» (M.R. Piñeiro Peleteiro, 2003: 350).
Por último, el mapa como instrumento educativo tiene la función de comunicar
una realidad que permita al receptor del mensaje interpretarlo de manera crítica,
con el fin de desarrollar sus capacidades intelectuales, cognitivas, procedimentales
y actitudinales. La educación se produce en un medio concreto, en un contexto
geográfico, natural, social y cultural que proporciona estímulos, valores, actitudes,
conductas y, en definitiva, contenidos educativos. Y puesto que la finalidad sociali-
zadora de la educación es ayudar al educando a integrarse y adaptarse a su medio,
los mapas como instrumento educativo cumplen esa función educadora. Permiten
conocer el mundo en el que viven, los fenómenos que les afectan, sus relaciones con
el medio, etc.
Pero sobre todo el lenguaje cartográfico permite, a través del uso selectivo, ade-
cuado y apropiado de mapas:
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– desarrollar la curiosidad
– proponer la solución de problemas espaciales, ambientales y sociales
– idear soluciones alternativas
– relacionar la información cartográfica con la realidad
– pensar de forma integradora
– localizar la información necesaria para transformarla en un conocimiento útil,
crítico, válido y aplicado que pueda ser utilizado en la vida cotidiana
– fomentar el desarrollo de valores ambientales y sociales
3. MAPAS Y EDUCACIÓN
Entre las numerosas definiciones que se han dado sobre educación, creemos
que se debe considerar como «todo proceso permanente dirigido a la optimización
de la persona en el ser, el conocer, el hacer y el convivir» (L. García Aretio, M.
Ruiz Corbella, 2003: 39). Como proceso se refiere a una operación en el tiempo,
a una secuencia de acciones, constante, permanente, y por optimización se entien-
de como desarrollo pleno de capacidades, maduración a partir de un fin, de una
intencionalidad, que permita enseñar y aprender conceptos (conocer), procedi-
mientos (hacer) y actitudes (ser y convivir). En este sentido, nuestra labor como
educadores no se limita únicamente a transmitir toda una serie de conocimientos
geográficos, sino sobre todo en educar «geográficamente» a nuestros alumnos (X.
M. Souto, 1998), lo cual implica un esfuerzo para que el discente tome conciencia
y se sensibilice ante los problemas sociales y ambientales de su entorno inmediato
y mediato (escala local, comarcal, autonómica, nacional y global), que conozca
los principales procesos espaciales y territoriales que han configurado el espacio
geográfico actual, que sea capaz de utilizar de manera consciente los mecanis-
mos, herramientas y materiales necesarios para alcanzar dicho conocimiento, que
desarrolle toda una serie de destrezas y habilidades geográficas y, sobre todo, que
participe de forma crítica, democrática y activa en la mejora de los problemas
ambientales y sociales de su entorno.
Por lo que respecta a una educación geográfica creemos que debería preparar al
individuo para la integración en su medio, en su ambiente, promoviendo el progreso
tanto individual como social. De esta forma, la educación debería incluir entre sus
contenidos aquellos relacionados con el contexto social, cultural y geográfico del
discente, y desde luego el conocimiento del espacio geográfico, su valoración y con-
servación constituye un objetivo educativo.
Puesto que la actividad humana transforma el medio y el paisaje como mecanis-
mo para extraer unos recursos, se hace necesario dotar de un proceso cultural, como
es la educación, que permita transmitir toda una serie de conductas, actitudes, hábi-
tos, ideas, informaciones, etc., necesarias para poder mantener, respetar y conservar
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Cuadro 1
EQUIVALENCIAS ENTRE DIVERSAS PROPUESTAS PEDAGÓGICAS
EQUIVALENCIAS
PESTALOZZI HABBERMAS DELORS LOGSE
Elaboración propia
Algunos contenidos geográficos que se pueden enseñar a través del lenguaje car-
tográfico, según esta clasificación, son los siguientes:
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Entre los diferentes procedimientos que se pueden llevar a cabo en el aula desta-
can:
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Con el mapa, como con cualquier otro tipo de lenguaje, el emisor (cartógrafo,
geógrafo, profesor o maestro que lo modifica y manipula) expresa un mensaje en
función de un objetivo preconcebido que permita el desarrollo de unas capacidades
concretas en el sujeto receptor. Estas capacidades pueden ir desde el mero acopio de
datos e información hasta el desarrollo de un pensamiento crítico que le predisponga
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El uso del mapa ha sido utilizado de acuerdo con los diferentes modelos didácti-
cos según el modelo tradicional, centrado en un aprendizaje memorístico y erudito,
en el que se insiste en las localizaciones para recordar, o bien según el modelo prác-
tico, centrado en el fomento del aprendizaje por descubrimiento. Un tercer enfoque
es el modelo crítico, según el cual «el mapa se convierte en un buen instrumento
para desvelar problemas del análisis sociopolítico de la realidad. Los mapas que
reflejan problemas son el ejemplo más significativo. En ellos, procedimientos del
cambio de escala o uso de diferente proyección pueden ayudar a favorecer un
conocimiento valorativo. Este tipo de mapas son los que mejor se ajustan para
hacer emerger los valores y el pensamiento crítico» (R. Calaf, M.A. Suárez y R.
Menéndez: 1997:145-155).
De acuerdo a este modelo didáctico crítico, corresponde al docente enfatizar
en la intencionalidad educativa que confiera a un mapa con un uso y una función
tradicional o práctica presentar ahora una función crítica, que permita al alumno
desarrollar toda una serie de valores y actitudes positivos hacia el medio geográfico,
natural, social y cultural. Por eso un mapa geológico de una región volcánica, como
el Campo de Calatrava, puede tener una lectura tradicional y/o práctica, que permite
enseñar Geografía Física, geología y geomorfología. Pero también se le puede con-
ferir una lectura crítica, si observamos las explotaciones mineras y canteras señala-
das en el mapa, cuyo impacto ha degradado muchos edificios volcánicos, elementos
geomorfológicos singulares en todo el contexto peninsular.
Esta información transformada en conocimiento crítico permite provocar el deba-
te. De igual forma, «no es lo mismo presentar el mapa del analfabetismo en el mundo
en una proyección Mercator (el hemisferio Sur queda reducido y Europa posee una
posición central; el Norte ocupa más superficie de la real), que una proyección
Peters (presenta el mundo con una mayor equidad: el Sur ocupa una extensión que
refleja la realidad; y el Norte queda reducido respecto a la imagen en la que todos
nos hemos alfabetizado cartográficamente). El mapa del analfabetismo en el mundo
en la proyección Mercator esconde gran parte de la gravedad del problema. Si se
utiliza el mapa de proyección Peters, el analfabetismo se nos presenta con la contun-
dencia que merece el tema» (R. Calaf, M.A. Suárez y R. Menéndez: 1997:145-146).
Es por todo ello que la intencionalidad educativa permite transformar la funcionali-
dad didáctica de un instrumento de análisis geográfico como el mapa con el objetivo
de desarrollar capacidades no solo conceptuales y procedimentales, sino también
actitudinales. Por eso el uso didáctico del mapa, como la enseñanza de la geografía,
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«no debe ocuparse de inculcar hechos aceptados, sino de capacitar a los estudiantes
para que desarrollen sus propios enfoques críticos ante el mundo en que viven» (T.
Unwin, 1995: 285).
– ¿A quién beneficia?
– ¿Qué repercusiones tiene?
– ¿Existen otras soluciones mejores?
– ¿Por qué no se han adoptado?
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6. CONCLUSIONES
El uso de los mapas para enseñar y para aprender geografía constituye un refe-
rente fundamental para desarrollar contenidos conceptuales y procedimentales. El
mapa se contempla así como un mero instrumento o herramienta de análisis, conoci-
miento e información geográficos. Sin embargo, nuestra propuesta es conferir a esta
herramienta planimétrica un carácter crítico y reflexivo, que permita hacer un uso
intencional e intencionado con unos propósitos dirigidos a la consecución de unos
contenidos no solo conceptuales y procedimentales sino, sobre todo, actitudinales.
De esta forma, partimos del principio de que �la representación cartográfica es
selectiva, por cuanto no es posible introducir todos los rasgos físicos o ficticios del
ámbito geográfico cartografiado. La selección de rasgos efectuada por el cartógrafo
dependerá de la finalidad para la cual se ha producido� (P. Alegre, 1996: 307). Por
tanto, la selección de contenidos, la finalidad didáctica y la intencionalidad peda-
gógica puede y debe conducir al docente a exponer por medio de mapas aquellos
fenómenos geográficos que considere más adecuados para el desarrollo crítico y
constructivo del discente con respecto a su medio, a su entorno o a su espacio geo-
gráfico.
BIBLIOGRAFÍA
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