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ABUSO SEXUAL INFANTIL.

EL LUGAR DE LA VICITMA EN EL PROCESO

PENAL

El presente trabajo procura una reflexión crítica de los encuentros y

desencuentros entre Psicología y Ley a partir del análisis de una intervención

pericial realizada en una causa penal en un caso de abuso sexual agravado por

la situación de convivencia.

La intervención en Abuso Sexual Infantil, requiere de un minucioso análisis de

la constelación etico-psico-jurídica que la atraviesa. Tal circunstancia, hace

que más allá de los informes que se realizan sobre cada uno de los casos

evaluados, se abran cuestionamientos que compelen al conocimiento científico

para su estudio.

Es por ello que, la demanda que hace el sistema judicial a la Psicología es el

punto inicial que guía el desarrollo del presente trabajo, considerando que es

de suma relevancia promover la calidad de la atención provista a los niños

cuando son evaluados por posible abuso sexual.

Comenzaremos por plantear que:

El derecho penal convoca a la psicología a los efectos de responder: La

existencia de conflictiva emocional compatible con victimización sexual.

Así, surgen algunos interrogantes que se presentan como disparadores para el

presente análisis: ¿Cuáles son los alcances y limitaciones de las evaluaciones

psicológicas?, ¿Es el estudio de la víctima imprescindible en el proceso penal?,

¿Es respetada la opinión del psicólogo por las partes intervinientes en el


proceso penal? ¿Respeta el perito psicólogo las normas éticas al expedirse en

los dictámenes periciales?.

Debemos tener presente que la práctica profesional de los psicólogos forenses

debe estar sostenida sobre conocimientos científico- técnicos que garanticen la

objetividad de su actuación así como la obligación del cumplimiento de los

Códigos de Ética que se imponen a su profesión.

La Dimensión Psicojurídica de la Víctima del Abuso Sexual Infantil

En el contexto del proceso judicial penal en Argentina, la víctima del Abuso

Sexual Infantil, tiene derecho a ser informada sobre el transcurrir de la Causa

Judicial en el caso en el que así lo requiera, de modo personal ante el juzgado

que interviene.

En el sentido señalado, la legislación existente no contempla la notificación

especial de las instancias judiciales por las que atraviesa el proceso penal, ni el

estado procesal del imputado, ni el destino de las acciones como pueden ser el

sobreseimiento del imputado, el dictado de una falta de mérito, entre otras.

Estas circunstancias, generan sensación de incertidumbre; y por otra parte un

estado de indefensión ante la falta de conocimiento respecto del momento

procesal que justificaría constituirse legalmente como querellante en la Causa,

o sea que debe presentarse debiendo ser representada por un letrado en forma

particular.

De ello puede visualizarse la apropiación del conflicto existente por parte del

Estado, quien si bien es el garante del bienestar de todos los ciudadanos, en

casos como los que se analizan a la vez que “protege” con su accionar a la
sociedad toda, “niega” sin desearlo a la víctima su estatuto de tal en los

aspectos antes mencionados.

El derecho penal argentino está unilateralmente orientado hacia la sanción al

delincuente; siendo la situación de la víctima puramente marginal, y en muchos

casos limitada su participación como testigo en el esclarecimiento de los

hechos. De lo que se desprende que, victimario y pena serán los elementos

que más se tendrán en cuenta en el incipiente sistema de persecución penal.

Más allá de lo cual, nuestra legislación establece que a la víctima se le

garantizará que tendrá un trato digno y respetuoso, protegiéndoselo física y

moralmente debiendo ser informado de los resultados del acto procesal en el

que participa. Sin embargo, debe destacarse que el establecimiento de los

mencionados derechos, no implica la obligación a que los mismos sean

efectivamente ejercidos, ya que, ello dependerá de que la víctima “reclame” su

cumplimiento; no siendo los mismos de efectivización automática por parte del

Estado.

Las instancias judiciales, aun detentando un discurso tendiente a la

persecución y castigo del delito, convierten a la víctima en un “objeto” del

proceso penal. Desde que se efectúa la denuncia policial, momento en el cual

el aparato judicial se pone en funcionamiento para establecer la comisión del

delito y su autoría; pasando por las instancias de evaluaciones periciales de

diversa índole, incluyendo las etapas del proceso penal, la víctima adquiere

más una categoría conceptual que real en el sentido literal de ambas palabras.
Por ello, una pregunta que como peritos debemos formularnos para no quedar

atrapados en el discurso legal es ¿dónde está la víctima en el proceso

penal?

Esta pregunta si bien fundamental en nuestras intervenciones psicológico -

forenses no siempre es formulada. Ya que es de destacar que usualmente, la

víctima y su sufrimiento pasan a ser un “elemento” más de prueba para que se

dicte la sentencia.

Por lo cual, si bien la Justicia nos compele a intervenir en torno de evaluar a

niños, a los fines de dar respuesta para poder dilucidar la verdad objetiva. Por

ello, nuestra labor como peritos psicólogos debe colaborar, a partir de nuestro

dictamen, a que puedan aplicarse todas las medidas tendientes al

conocimiento y comprensión de la verdad subjetiva de aquellos involucrados en

el proceso. Siempre teniendo presente que debemos estar alertados de no

realizar intervenciones iatrogénicas que conduzcan a un proceso de

revictimización que, si bien suele ser no intencional es, sin dudas perjudicial.

Aquí cabria aclarar las tres o cuatros tramitaciones psíquicas que los niños

que padecen Abuso Sexual cursan a modalidad traumática:

 La primera, la constituye la victimización sexual sufrida, o sea aquella

producida por la agresión a la integridad sexual dando cuenta de la

experiencia individual de la víctima y las consecuencias dañosas

producidas por dicha vivencia. El daño experimentado en una situación

de abuso sexual no solo implica la puesta en peligro de un bien jurídico

sino que el impacto psíquico suele tener efectos altamente dañosos para

el psiquismo. La cual es denominada como Victimización Primaria.


 La segunda tramitación psíquica a modalidad traumática se advierte en

la crisis del develamiento, o sea en poder poner en palabras lo vivido.

En esta segunda tramitación psíquica a modalidad traumática,

deberíamos recordar que el niño comienza a vivir o a transitar

situaciones penosas. Las cuales pueden derivar en caóticas cuando

dentro de su entorno familiar se lo trata de silenciar por su entorno

familiar o se lo culpabiliza por la develación de su secreto, puede haber

descreimiento de los adultos y en muchas ocasiones el propio rechazo

de su madre o hermanos por la revelación de un secreto negado y

sostenido quizás por años. Es relevante destacar que esto no siempre

es tenido en cuenta como una etapa en la cual se intensifica el

padecimiento.

Luego del develamiento y la denuncia del adulto responsable, el niño

ingresa a un túnel: el sistema judicial. Siendo la respuesta que éste le da a

una víctima, incluye una serie de agresiones psíquicas que la misma sufre

en relación con los requerimientos que le exige en su paso por los

diferentes momentos del proceso penal. En el cual, padecerá:

 La tercera y hasta cuarta tramitación del psiquismo infantil se puede

observar en las pericias médicas (para determinar si hay marcas del

delito en su cuerpo: desfloración, herida, algún moretón o cicatriz que

prueben su relato), las pericias psicológica (para determinar inscripción

en el psiquismo de lo denunciado y si su relato es creíble o no) y

cuando existen otros llamados al niño a testimoniar.


Dichas tramitaciones psíquicas tienen su efecto traumático dejando su

impronta y se van instaurando en el psiquismo dejando huellas traumáticas,

ya que, la victimización primaria, es reeditada-reexperimentada cuando el

sistema policial y/o judicial y a veces también de salud, destrata a la víctima

despersonalizándola como “sujeto” exponiéndola a una victimización

secundaria.

El riesgo de revictimización consiste en que a los efectos que surgen como

consecuencia del delito, se le agregan aquellos derivados de la exposición y

experiencias por el niño una vez que inicia el proceso y procedimiento penal.

Ello se debe a la toma inadecuada de declaraciones, valoración inapropiada de

pruebas, práctica innecesaria y errónea de peritajes no especializados,

interrogatorios repetidos, las demoras prolongadas e innecesarias, la posible

declaración frente al acusado, entre muchas otras inconsistencias más,

revictimizan al niño, provocándole un daño emocional y a la vez, entorpeciendo

la procuración de justicia.

Como consecuencia de todo ello, se genera temor, ansiedad, impotencia y

sensación de vulnerabilidad en los niños que participan en el proceso, efectos

que evidentemente afectan en la recuperación por el delito sufrido y que

pueden llegar a provocar consecuencias graves a largo plazo. Lo cual se

agrava cuando el proceso penal se extiende incomprensiblemente durante

largos periodos de tiempo, desamparando niño y dejándolo en la perplejidad

de no saber que sucede.


La victimización secundaria es inferida por las instituciones encargadas de

administrar justicia, el perito psicólogo como auxiliar de la justicia no está

exento de realizar intervenciones que conduzcan a un proceso de

revictimización que si bien no intencional es perjudicial. Es por ello que, su

práctica debe adecuarse al caso concreto y evitar intervenciones rígidas ya que

en los casos en que interviene con victimas debe tener presente que el

compromiso ético implica, entre otros, responsabilidad, competencia,

confidencialidad y bienestar del sujeto.

Por victimización secundaria se entienden todos los efectos negativos

adicionales que puede sufrir el menor durante su paso por el Sistema de

Justicia. En relación a los niños víctimas de abuso sexual, el principal factor de

victimización secundaria sería la sobreexposición del mismo a distintas

evaluaciones-entrevistas desde la eclosión de los hechos. De esta situación se

derivan distintos efectos negativos: por un lado, la continua re-experimentación

de emociones negativas asociadas a la vivencia traumática; y por otro, la

sensación de descrédito, principalmente si sus declaraciones son fuertemente

cuestionadas por la defensa del acusado, que afectará a su autoestima y

favorecerá el mantenimiento o desarrollo de sentimientos de culpa.

Por tanto, podemos recalcar que la victimización secundaria se deriva de la

propia situación judicial y de la duplicidad de actuaciones dentro de este marco,

por lo que debería primar en nuestras actuaciones la premisa de Intervención

Mínima (rápida y efectiva) y el Buen Trato, en los casos denunciados de abuso

sexual infantil (Catalan Frias 2010).


El caso bajo análisis

El desarrollo de la temática propuesta, exhorta a señalar ciertos antecedentes

del caso que la motiva, ya que las aristas controvertidas que el mismo lucía

para la evaluación psicológica pericial requieren de un preciso detalle para su

comprensión.

Individualizar los pormenores que caracterizaron al caso durante su génesis y

posterior etapa de juicio penal resulta sumamente atrayente para cualquier

profesional; en razón de que las vicisitudes del mismo han sido muchas desde

que los hechos comenzaron.

Pero, no resulta conveniente efectuar tal análisis, al menos en esta

oportunidad, dado que excedería en mucho las pretensiones de la

presentación.

Consecuentemente, exponemos que, el padre de la niña Alejandra fué

condenado a prisión por el delito de Abuso Sexual con Acceso Carnal agravado

por el vínculo.

Habiéndose determinado que los hechos comenzaron durante el año del

divorcio de los padres de la niña, quien contaba con 4 años por aquel entonces.

Tal señalamiento, resulta de suma importancia, puesto que al momento en que

se efectuara la intervención pericial de la que aquí se trata, el delito estaba

jurídicamente comprobado y su autor plenamente identificado y

responsabilizado del mismo. Estas eran certezas jurídicas imposibles de ser

cuestionadas.
Pues bien, la intervención pericial que convocó nuevos expertos, fue llevada a

cabo en el contexto de un juicio por Daños y Perjuicios que tramitó ante el

Fuero Civil. Este nuevo juicio, se inició una vez finalizado el juicio penal.

Quién lo inició?. La madre de la niña Alejandra.

A quien se le realizaba el reclamo civil?. A la psicóloga que asistía a Alejandra

durante el proceso de separación de sus padres.

Porqué motivos?. Porque la profesional, si bien había comunicado a la mamá

de la niña que en su entender existía la posibilidad de que ésta fuera abusada

sexualmente, no realizó formalmente la denuncia a la que obliga la Ley de

Protección contra la Violencia Familiar N° 24.417.

Así, es convocada la Facultad de Psicología a los efectos de que los

profesionales especialistas en el área jurídica se expidan sobre 17 puntos

periciales (10 teóricos y 7 de evaluación de la niña) tendiente a demostrar el

daño causado por la “inacción de la psicóloga tratante” –conforme el concepto

de la demandante-.

Ello, no haría pensar a priori las complejas dimensiones de análisis que el caso

presentado traía en sí.

La madre de una niña de 4 años que “legalmente” había sido abusada

(sexualmente) inició una demanda contra la psicóloga que había llevado

adelante el tratamiento psicológico de la niña, quien asistió a la consulta por

presentar –según informe de la psicóloga- los siguientes síntomas: llantos

mientras dormía, llanto durante el día, manifestaciones de tristeza, negativa a

dormir sola exigiendo dormir con su hermano menor, y dificultades para

relacionarse con sus pares.


Al cabo de cierto tiempo de tratamiento, la profesional en cuestión comunica a

la madre de la niña que la misma presentaba síntomas característicos de un

Abuso Sexual Infantil.

Cabe señalar que, contemporáneo a la aparición de los síntomas, los

progenitores de la niña se encontraban en pleno proceso de separación

personal y divorcio vincular.

A partir de lo comunicado, la madre (a quien llamaremos María) efectuó la

denuncia penal, quedando imputado por el hecho, y posteriormente

condenado, el padre de la niña llamada aquí Alejandra.

No es tema que trataremos hoy los pormenores por los que atravesó la causa

penal; pero sin embargo resulta preciso indicar que la expresión mencionada

recientemente “una niña que legalmente había sido abusada” tiene no solo el

sentido de anoticiar la condena del culpable jurídico; sino también de simbolizar

la serie de actos a los que se vió compelida ya que durante el proceso penal,

Alejandra, fue evaluada pericialmente por médico legista 3 veces, y por Peritos

psicólogos 5; y fotografiada en sus zonas íntimas en primer plano;

constando todos los dictámenes periciales y demás documentos en el proceso

civil, al cual somos convocadas a intervenir en representación de la

mencionada institución (Facultad de Psicología).

Todavía, resulta sorprendente saber que además durante el proceso civil la

niña fue nuevamente examinada psicológicamente en 3 oportunidades hasta el

momento de nuestra participación. Quedando pendiente aún nuestro dictamen

y el dos Asociaciones especializadas en la temática del Abuso Sexual Infantil,

las que fueran convocadas en carácter de Consulta Científica.


En relación a la “inacción” que se atribuía a la profesional demandada, solo

diremos que “la intervención pericial en el litigio no autoriza al Perito a

arrogarse la capacidad de juzgador; por tanto no contando ni con las facultades

necesarias jurisdiccionales; ni tampoco con elementos técnicos científicos que

permitieran establecer en forma positiva o negativa el cargo realizado,

simplemente la respuesta es la abstención en la formación de juicio alguno al

respecto”.

Pero en relación a la situación pasada y presente (a esas alturas) de Alejandra,

era grande nuestra cautela; dado que cuando se iniciara la causa penal (hemos

dicho) contaba con 4 años de edad; y al momento en que se recibe el pedido

de evaluación ya tenía aproximadamente 16 años- constando en las

actuaciones judiciales que durante todos los años transcurridos (12

aproximadamente) había realizado tratamiento psicoterapéuti co tendiente por

un lado a minimizar los efectos del abuso (sexual) , así como también a sobre

llevar la separación de su padre, la cual no comprendía ya que según lo

comunicado por todos los Peritos intervinientes con anterioridad, Alejandra,

refirió no tener recuerdo alguno de que su padre la haya dañado como le

explicaba su madre y psicóloga (ésta última demandada actualmente por la

progenitora de la niña). Sin perder de vista en relación a ello, el posible

mecanismo de disociación en la niña como así también el discurso inoculado

por su progenitora y psicóloga tratante.

Nuestra intervención psicológica pericial y ética


Inmersas en este escenario se abrieron para nosotras interrogantes que

primaban en su dimensión ética condicionada por nuestra función experticia en

psicología.

Así, antes de planificar cualquier proceso de evaluación psicológica pericial

tendiente a responder los 17 (repetimos) puntos periciales propuestos por la

Actora (María, madre de Alejandra), intentamos responder nuestras propias

preguntas.

La primera de ellas fue: “si sostenemos y sabemos que como psicólogos

debemos priorizar al sujeto evitando su “objetivación” como un elemento m{s

de prueba dentro del proceso judicial, y esta niña a vista de los antecedentes

del caso había sido evaluada y re-evaluada en reiteradas ocasiones; cuál era el

bien superior que jurídicamente se protegía al examinarla una vez más? .

Nuestra segunda pregunta cuestionaba además la conveniencia de que: en

plenoingreso a la adolescencia, atravesando los duelos propios de ésta, y

habiendo transitado un tratamiento psicológica de casi 12 años, efectu{ramos

una nuevas “Incisión” (metafóricamente hablando) en su psiquismo, en pos de

una “verdad jurídica” que arrasa –la más de las veces, en nuestra opinión- con

la “verdad del sujeto”.

Así, Alejandra detentaba dos verdades: la jurídica que había declarado a su

padre culpable de abusarla sexualmente; y la suya propia -expresada a todos

los Peritos-, que desconocía los hechos que le referían con los que su padre la

dañaba, a la vez que demandaba contactarse con aquél para pedirle

explicaciones al respecto.
Tales extremos nos presentaron un último y fundamental interrogante:

“Estamos dispuestos ética-personal y profesionalmente” a realizar una nueva

pericia?.

Inmediatamente surgieron los fundamentos de una negativa terminante a

responder los puntos propuestos sobre la evaluación a la niña; a saber:

“Atentas la postura científica y ética que estas Expertas sostienen en su praxis

profesional, consideramos iatrogénico para la niña una nueva exposición a un

examen pericial y por tanto dejamos expresamente establecida nuestra

negativa a practicarle el mismo. Ello por cuanto, en los casos de posibles

víctimas de abuso sexual, es menester evitar acciones que re victimicen al

niño, tales como la exposición a la que se los somete en la reiteración de

estudios simultáneos. Este tipo de actitudes invasoras e intrusivas, trae

aparejado el incremento de las vivencias traumáticas por procederes reiterados

que patentizan el recuerdo y reactualizan la experiencia anómala.

Realizando intervenciones iatrogénicas se podría alterar el estado de la niña,

causando daño objetivo por parte del acto profesional, y daño subjetivo a la

niña por el sufrimiento padecido. Revictimizar a la víctima resulta un efecto

temido que se nos impone como límite a nuestra intervención”.

Para finalizar…

Diremos que: Los principios éticos que el desarrollo profesional pericial

psicológico requiere, tienen como pilares fundamentales la idoneidad y

objetividad del experto; siendo el límite indiscutible de toda intervención

profesional, la realización de actos iatrogénicos que conllevan consecuencias


objetivas (legales) y primordialmente subjetivas (para el psiquismo de la

persona que sea objeto/sujeto del estudio pericial).

Bibliografia

Sierra, J. Jímenez, E. Buela Casal, G. Psicología Forense: Manual de tecnicas

y aplicaciones Biblioteca Nueva. Madrid. 2006

Urra Portillo Tratado de Psicología Forense. Siglo XXI. Madrid 2005

Varela, Puhl. Izcurdia. Practica Pericial en Psicología Jurídica, ECUA Buenos

Aires. 2013

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