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A D V E R T E N C IA

L a m ay o r p a rte del c en ten a r de m apitas h istó rico s que a d o rn ab an el texto


de las ediciones a n te rio re s, desde m uchos años a trá s, y que se reproducen
en la p resen te, con o tro s 16 que a p arecen p o r p rim era vez, son originales,
ideados y tra z a d o s p o r el a u to r, quien se h a visto obligado a h a c e r esta
m anifestación p o r la c irc u n stan c ia de h ab er sido plagiados la m ayor parte
de ellos p o r a lgunos au to res.
A L F R E D O B. G R O S S O
PROFESOR NORMAL

Queda hecho el depósito que mar­


ca la ley y registrada la propiedad
literaria y la artística (todos los
grabados que se encuentran en
esta obra). — L ey 11.723.

C U R S O D E HISTORIA
N A C IO N A L

DEL M ISM O AUTOR


EDICION NUEVAMENTE REFORMADA
N ociones de H istoria Nacional ..................................................... Y AUMENTADA

H istoria A rgentina y Americana (época colonial). Para el CASA CALDER1NI


Curso de 3er. año de los C olegios N acionales y Escuelas VILLA C O N STITU C IO N - f.C . I. I.M .
N orm ales ..................................................... ..........................................

BUENOS AIRES

DISTRIBUIDOR EXCLUSIVO: EDITORIAL CRESPILLO


BOLIVAR 369
19 49
DOS P A L A B R A S

E l presente libro de texto aparece, después de numerosas ediciones


ininterrumpidas, a los cincuenta y cuatro años desde que fuera publicada
la primera edición en 1893.
Egresado, en 1889, de la Escuela N orm al de Profesores de la Capital
_v designado para desempeñar el cargo de maestro en la Escuela de
Aplicación anexa a aquélla, , esta circunstancia nos indujo a preparar una
serie de lecciones de historia argentina con el único propósito de que
ellas nos sirvieran de guía para la enseñanza de esta asignatura. Tres
años después fueron publicadas en un pequeño libro de 120 páginas, que
llevaba como fecha el año 1893. Este texto, con el título de “ N O C IO N E S
D E H IS T O R IA a r g e n t i n a " , destinado a los primeros grados de la
enseñanza elemental, fu é mejorado varias veces, y modificado, algunos
años después, hasta transformarlo en un texto del todo nuevo y original
por la disposición de las láminas que acompañan a las lecciones. E n
estas láminas, que comprenden unas 300 composiciones, están represen­
tados gráficamente los principales acontecimientos de nuestra historia. A l
final del libro fueron agregadas algunas indicaciones acerca de la manera
de utilizarlo.
Enviado este texto, por intermedio del Comité argentino, a la E x ­
posición Internacional de California de 1915 (Sección Educación), cele­
brada con motivo de la inauguración del canal de Panamá, se discernió
al autor una medalla de oro.
Sobre la base del texto primitivo, y casi al mismo tiempo que éste,
aparecía el C U R S O D E H IS T O R IA N A C IO N A L , m uy ampliado, y con nu­
merosas ilustraciones y el agregado de algunos capítulos referentes al
comercio, a las industrias nativas, a los medios de comunicación y de
transporte, cuestiones, éstas, que no habían sido consideradas todavía
•’a los textos elementales de aquel tiempo.
Transformado y mejorado, también varias veces, el C U R S O D E H I S ­
T O R IAN A C I O N A L , lo presentamos ahora notablemente ampliado. y
adaptado a los cursos de la enseñanza media.
M ON U M EN TO A COLON
Mantenemos ampliado, el capítulo L E C T U R A S P R E L I M I N A R E S
E rig id o en B uenos A ires p o r la colectividad italian a en hom enaje al
C en ten ario de la R evolución
Por considerar de necesario conocimUnlo todo lo que en dicho capítulo
está expuesto, con el fin de que el lector, sea o no estudiante, se form e
una idea suficientem ente clara d i la época durante la cual se preparó y
realizó el gran acontecimiento del descubrimiento de América.
Siem pre hemos tenido el cuidado de que la exposición fuera no sólo
LECTURAS PRELIMINARES
clara sino también que se adaptara a la mentalidad de los alumnos. El
resultado fu é un éxito, desde los primeros años, que ha perdurado, sin
interrupción alguna hasta el presente.
Durante tan largo tiempo, siempre nos acompañó la opinión favorable
de los maestros, a los que consideramos como los más capacitados para E uropa al fin a liz a r el siglo XV
aquilatar las cualidades didácticas de un texto, ya que están en contacto
directo con quienes deben utilizarlo, que son sus alumnos. Al finalizar el siglo X V , y a asegurado y robustecido el poder
abso lu to de los reyes, com o consecuencia del som etim iento de m illares
A l publicar la presente edición creemos oportuno agregar algunas de señoríos, se constitu y ero n en E u ro p a varias m onarquías que, m ás
palabras recordatorias como homenaje; a la memoria de don Francisco tard e, dieron origen a o tra s ta n ta s naciones m odernas. (!)
Fortuny, pintor bien conceptuado, que se distinguió por su colaboración
artística en cuantas revistas ilustradas existieron en el país desde fines Francia. — R einando L uis X I, éste había conseguido som eter a
del siglo pasado, quien se había especializado en la ilustración de cen­ num erosos señores feudales y dar unidad a sus dom inios, constituyendo
tenares de episodios militares y costumbres del pasado, referentes a la una m o narquía poderosa. Su com ercio, sin em bargo, era escaso y la
historia argentina. Fué el ilustrador de nuestros textos, y es por ello m arina era tam bién de poca im portancia. L a población, al finalizar el
que lo recordamos, como asimismo al exim io dibujante, también falle­ siglo X V , alcanzaba tan sólo a cinco m illones de habitantes.
cido, don Ernesto Rovati, por los nítidos retratos y la casi totalidad
de los mapitas realizados a pluma. Alemania. — E stab a dividida en varios centenares de pequeños
estados cuyos señores se ocupaban solam ente de sus intereses particu­
Abrigam os la esperanza de que la presente edición, encontrará, entre lares y de g u errear co n tin u am ente entre sí. E l em perador ejercía, en
los maestros, profesores y estudiantes, la misma aceptación que siem­ realidad, un poder tan sólo nominal.
pre le fu é dispensada durante un lapso tan largo como es el de cin­ A unque su com ercio, p rincipalm ente en F landes y en H olanda,
cuenta y cuatro años.
tenía destacada im p o rtan cia, así com o su m arina, ésta no era tan ta
A . B. G. com o para p erm itirle la realización de grandes em presas, en países
lejanos y desconocidos.
Buenos Aires, febrero de 1947.
Inglaterra. — D espués de una larga, sangrienta y desastrosa gue­
rra civil, llam ada de las D os Rosas (1455-1485), In g la te rra logró
consolidar la paz in terio r y realizar la unidad con la m onarquía
absoluta. E n aquella época tenía pocas industrias y una m arina insig­
nificante todavía. Su población, excluyendo a E scocia, llegaba a un
m illón y m edio de h abitantes.
N o se encontraba, pues, In g laterra, en condiciones p ara organizar
em presas m arítim as destinadas al descubrim iento de nuevas tierras.
España. — T ra n scu rrid o s casi ocho siglos de luchas con los m o­
ros, E sp añ a había conseguido expulsarlos definitivam ente de la pe­
nínsula con la tom a de G ranada (1492). M ediante el m atrim onio de
11) C onvendría que e l pro feso r diera u n a idea de la época del feudalism o.
doña Isabel de C astilla con el príncipe F trn a n d o d e A ragón, al ocupar
cada uno de ellos su tro n o respectivo, quedó realizada la unidad na­
cional (1479). D esde ese m o m en to el p o d er m arítim o de E sp añ a se Idea gen eral de la civ iliza ció n del v ie jo m undo
fué acrecentando, así com o su com ercio, que llegó a u n alto grado en el siglo XV
de im portancia a la par de sus n um erosas industrias.
E ran apreciadas las telas de seda de G ranada, T oledo, V alencia, La instrucción - Universidades - La imprenta
Sevilla y de otras localidades, pues que con tab an con la m orera, cuyo
cultivo perm itía la cría del gusano p ro d u cto r de la seda. D u ran te la m ay o r p arte de la E dad M edia la instrucción del
L anas finas se trab ajab an en las provincias de Segovia, Cuenca pueblo había sido com pletam ente descuidada y, por ello, la igno­
y E x trem ad u ra. rancia de las gentes fué m uy grande. L a enseñanza prim aria, red u ­
L as ferias que se realizaban en T oledo, Sevilla, Segovia, Burgos cida a la lectura, escritu ra y algo de aritm ética, se im partía, casi
y M edina del Cam po, daban vida a un activo com ercio en toda la exclusivam ente, en las iglesias y conven­
región central de la Península. tos. E n el orden superior de co nocim ien­
Sevilla y B arcelona eran p u erto s de g ra n actividad en el M edi­ tos, el adelanto se había acentuado en los
terráneo, y a ellos co ncurrían barcos p rocedentes de In g laterra, principales países, y la im prenta, así como
Francia, Genova, P isa, V enecia, así como de A lejan d ría y T únez. la preparación del papel, contribuyeron
L os reyes de A ragón, aun an tes de la unión de este reino al de de m anera eficiente a la difusión de los
Castilla, habían extendido ya sus dom inios a las islas de Sicilia y conocim ientos por m edio del libro im ­
de C erdeña, y, m ás tarde, al reino de N ápoles. preso.
M uchos eran los cultores de la cien­
E spaña, en ese tiem pp, había conseguido colocarse en el ran g o de
una nación p reponderante en el concepto europeo. cia, así com o los sabios, y a su form a­
ción contribuyeron las universidades. Así,
Su población era entonces de quince m illones de hab itan tes.
en E spaña, ya en el siglo X I I I , existían
P o rtu g al. — P o r su situación sobr-e el A tlántico, consiguió alcan­ las de Salam anca y de V alladolid y, m ás
zar una im portancia tal que rivalizaba con E sp añ a. A l im pulso dado tarde, se fundaron las de L érida, V a­
a sus em presas m arítim as, con el concurso de un crecido núm ero de lencia, H uesca, A lcalá de H enares y
expertos navegantes, portugueses algunos, y ex tran jero s otros, debió B arcelona.
el hallazgo de varias islas en el m ar océano, y la ocupación de no Imprenta. — Los libros, en aquella época, an tts de la invención
pocas regiones de las dostas occidentales de A frica, an tes todavía de la im prenta, se escribían a m ano (m anuscritos) sobre pergam inos
del descubrim iento de A m érica. (hojas p rep aradas con piel de carnero u o tro anim al). P o r esta
circunstancia la p roducción de
Italia. — La península itálica ocupaba en E u ro p a el p rim er rango libros era escasa y m uy costosa.
por el esplendor de su cultura; pero estaba dividida en num erosos P a ra la obtención de m uchas
pequeños estados independientes, a m enudo rivales, p o r las continuas copias se ideó g rab a r las letras
luchas arm adas, que im pidieron la form ación de una nación unida y en una p lancha de m adera, de
fuerte. E n tre estos estados sobresalían las pequeñas repúblicas de modo que de cada una de és­
G énova y V enecia cuyas flotas con tab an m illares de barcos que se r­ tas se obtenía una página im ­
vían a la m ayor p arte del com ercio con los pueblos de oriente. presa (xilo g rafía). E sto sig ni­
Su im portancia, sin em bargo, decayó a p a rtir del año 1453, con ficó ya un g ran p rogreso.
la caída de C onstantinopla en poder de los turcos. E stos, desde Ju an G uttenberg, en 1438,
entonces, constitu y ero n un g ran peligro p a ra los estados italianos in tro d u jo una g ra n m e j o r a :
a los que obligaban a perm anecer en un continuo estado de defensa, im aginó las letras sueltas, p er­
y esto no les perm itía distraer fuerzas en em presas m arítim as lejanas. m itiendo, así, colocarlas unas al.
G u ten b erg y la im p ren ta
* lado de o tras para fo rm ar las
* * palabras que -se quisiesen. E stas m ism as letras servían para im prim ir
Cabe, pues, afirm ar que E sp añ a y P o rtu g a l eran los países que, o tro s libros. G u tten b erg no fué solam ente el inventor de los carac-
al finalizar el siglo X V , co n tab an con m ás elem entos p ara em prender teres de im prenta m ovibles, sino tam bién de la prensa para im prim ir.
la búsqueda de nuevas tierra s en m ares distantes y desconocidos. Fué, pues, el verdadero inventor de la im prenta.
E ste invento tuvo g ra n trascen d en cia puesto que facilitó la im ­
Las armas de guerra
presión de m uchos libros de toda clase, ab aratan d o su costo y po­
niéndolos al alcance de un nú m ero m uchísim o m ay o r de personas, E n la antigüedad las batallas no eran sino un entrevero de
las que, así, podían instruirse. E l p rim er libro im preso con caracteres com batientes, una vez em pezada la lucha, puesto que cada soldado
sueltos, fué una B iblia (1455). tenía a su frente uno o m ás adversarios a los que debía m atar,
resultando, así, una lucha cuerpo a cuerpo. A este fin se hacía uso
Las ciudades de hachas, espadas, dagas, lanzas, alabardas, etcétera.
A p a rtir del siglo X I, debido en g ra n p arte al desarrollo de las P a ra luchar a distancia, las arm as adecuadas eran : la honda,
industrias y del com ercio, las ciudades readquirieron la im p o rtan cia p ara lanzar piedras pequ eñ as; el arco, para disparar flechas; la
que habían perdido. T od as estaban rodeadas de m urallas, con to rres, ballesta, que no era sino un arco de g ran poder cuya cuerda había
y una o m ás puertas fortificadas que p erm anecían cerradas d u ran te que e stira r con un ap arato adecuado provisto de una m anivela.
la noche. L as calles eran ex trem ad am en te angostas, y e sto respondía Con la ballesta se podía lanzar fiecrhas o
al propósito de dificultar, en tiem pos de g u erra, la e n trad a del ene­ dardos a g ra n distancia (pág. 10). L os balles­
migo. teros llegaron a ser tan hábiles que, a pesar
Sobresalían por su gran d io sid ad las iglesias, los edificios públicos de existir ya las prim eras arm as de fuego,
y m uchos palacios particulares, no tab les p o r su arq u ite c tu ra y su llam adas culebrinas, preferían la ballesta. Con
lujo interior. E n éstos se celebraban fiestas espléndidas con un lujo ella se podía m a ta r a un hom bre a 200 pasos
deslum brante. de distancia.
L as autoridades de la ciudad residían en un palacio del que se Las armas de fuego. — La aplicación de la
elevaba una torre, m ás o m enos alta, que se distinguía desde m uy pólvora a las arm as de combate fué de conse­
lejos, y que servía de observ ato rio para poder an u n cia r con sufi­ cuencias tales que hizo cambiar por completo
ciente anticipación la presencia de fuerzas enem igas o cualquier o tro las condiciones del arte de la guerra.
peligro. Contrariam ente a lo que podría creerse, la
D urante la noche, después del toque de oración, las ciudades que­ primera aplicación de la pólvora se hizo a ar-
daban sum idas en un silencio p ro ­ „ m as pesadas y que debían apoyarse en el
fundo. N adie salía a la calle sino Ch lT r e Cy0mcablnoPara suf ° X I V >- Sc «»“ aban bombardas
p o r necesidades im periosas, pues o lombardas (F ig. 6).
, era m uy peligroso hacerlo, p or no Los castillos, edificados siem pre en sitios elevados y casiinacce­
existir alum brado alguno. Los que sibles, dejaron de ser inexpugnables, puesto que podían atacarse desde
se av en tu rab an a salir llevaban una lejos m ediante el em pleo de las bom bardas, cada vez m ás perfeccio­
lin tern a p ara alu m b rar el camino. nadas. L as prim eras bom bardas se
E n algunas ciudades existían pa­ hicieron de m ad era; pero, m ás ta r­
trullas que, llevando an to rch as, re ­ de, se utilizó el hierro, disponiendo
co rrían las calles p ara p erseguir a b arras de este m etal en form a an á ­
los m alhechores. ( x) loga a la colocación de las duelas
E n el h o g ar se usaba, a fines de un tonel, sujetas p o r m edio de
del siglo X V , y por varios siglos anillas. E l poder de esta arm a era
m ás, lám p aras alim entadas con escaso po rq u e las balas, que en un
aceite (candiles) y tam bién velas principio eran de piedra, al chocar
de sebo y de cera. E n los palacios c o n tra los m uros de las fo rtifica­
y en to d a casa de personas p u ­ ciones, se p artían en fragm entos.
dientes, se usaban candelabros y Se necesitaba tan to tiem po para la preparación de cada tiro que
a rañ as de m etal de m ucho m érito sólo se podía efectuar un núm ero reducido de ellos por día. P o ste­
P a tru lla n o c tu rn a . artístico riorm ente, las bom bardas se hicieron de hierro fundido. Se disponían
sobre un arm azó n de m adera, fijo al principio, (F ig. 6), y m ás tarde,
(1) Los prim eros ensayos de ilum inación pública se hicieron en P a rís en 1524, sobre ruedas.
ordenandos** que toda c sn U n ie se en • u fren te un farol encendido.
K-i Ma rid no se estableció el alum brado público ha ta 1766 d u ran te el reinado L a prim era vez que se hizo uso de bom bardas en batalla cam ­
del pio g re sista C ar'o s I I I . Se a .optó un tir'o de recip ien tes de tie rra cocida, y, pal, fué en 1346. L as usaron los ingleses co n tra los franceses en la
d en tro de ellos, g ra sa o aceite, y una m echa de hilos de algodón. batalla de C récy, y su eficacia fué casi nula.
— 10 — — 11 —

L a fig. 8 rep resen ta un pequeño cañ ó n llam ado {aleónete. E n


la p arte po sterio r á se aju stab a una pieza llam ada recám ara, que
contenía la carga. L a aguja b se introducía en la ab e rtu ra b’ para
su jetar la recám ara.
N o hacía m ucho tiem po que estaban en uso las bom bardas,
cuando se pensó fabricarlas de pequeño tam año y portátiles, na­
ciendo, así, la bom barda de m ano y la espingarda. (V er pág. 10).

P rim e ra aparición de bom bardas en cam po a b ie rto . A ño 1346.

E ra n , estas arm as, sim ples tubos de hierro con un agujero en


el fondo (oído) p ara hacer fuego m ediante una m echa encendida co­
locada en él, en con tacto con la pólvora.
L a espingarda era un arm a incóm oda, pues generalm ente se
necesitaban dos hom bres para aten d erla: el que la sostenía y a p u n ­
taba, y el que aplicaba la m echa para encender la pólvora. Se usaron
las espingardas d u ran te la m ay o r p arte del siglo XV.

Las espingardas perfeccionadas dieron origen a las culebrinas,


y éstas, a su vez, al arcabuz, que se debió a E spaña, y fué el arm a
prep o n d eran te al finalizar el siglo X V , y de todo el X V I. Los
soldados que com batían con el arcabuz eran llam ados arcabuceros.
— 13 —

D el arcabu z se pasó al mosquete (arcabuz perfeccionado). P ara E n el citado paraje del cabo B ojador existe una restinga o len­
hacer uso del arcabuz y del m osquete era necesario ap o y ar el arm a gua de arena y piedras bajo el agua
sobre una horquilla para ap u n ta r y encender la m echa (pág. 10). y a poca profundidad, que avanza
E l fusil de chispa es de la segunda m itad del siglo X V II. H a ­ varias leguas m ar ad en tro . Se p ro ­
cia el año 1700 desalojó definitivam ente al arcabuz y al m osquete. ducen allí unas fuertes y rápidas
E n la época de la conquista y colonización de A m érica p or los corrientes, las que, al chocar contra
españoles, éstos trajero n las diferentes arm as de cada época: bom ­ los arrecifes, form an olas encrespa­
bardas, cañones, culebrinas, arcabuces, m osquetes y, m ás tard e, el das y m uy espum osas que, p ara aque­
fusil de chispa. A dem ás de estas arm as de fuego, u saro n : hachas, llas gentes, y en aquellos tiem pos,
lanzas, picas, alabardas, etc. y rodelas (escu d o s), com o a rm a de­ ten ían el aspecto de agua hirvien­
fensiva (pág. 10). do, y así, los m arinos creían que,
L as arm as de fuego de la p rim era ép o ca' de la con q uista no efectivam ente, allí las aguas h e r­
resu ltab an siem pre eficaces, debido, en g ra n p arte, al tiem po que vían, y no se anim aban a forzar
se perdía en cargarlas. E n ciertas ocasiones, los soldados p referían el paso.
la ballesta al arcabuz. E se espectáculo de las aguas en el cabo B ojador, inducía a los
m arinos a creer, con m ayor razón, que en la zona tó rrid a el aire
La navegación en el siglo X V “quem aba com o elfuego”, y que, allí, la vida era im posible. D edu-
cían de esto que no h abrían podido pasar por ella y llegar a la
La navegación en los tiem pos antiguos había sido siem pre cos­ zona tem plada del o tro hem isferio.
tanera, y las em barcaciones eran pequeñas. E n el M editerráneo, por M ás tarde, cuando ya no tem ían
ser un m ar cerrado, los m arinos podían alejarse de las costas y cru ­ navegar lejos de las costas, pudie­
zarlo en todas direcciones sin ayuda de la ron co n statar que ya, a unas seis
brú ju la, y sin peligro de extraviarse. P a ra leguas al oeste del tem ido cabo B o­
conocer los rum bos se valían de la posición jador, ningún obstáculo im pedía la
del sol, y, d u ran te la noche, de las estrellas, navegación, ni las aguas hervían.
en p rim er térm in o de la Polar. E stas ideas erróneas, adm itidas du­
M ientras no se conoció la brújula, los m a­ ran te m ucho tiem po, re ta rd a ro n ,1a
rinos no se av en tu rab an a p e n etra r en la exploración de las costas de A frica.
inm ensidad del océano y se lim itaban a n a­ L a brújula. — L a brújula, en su fo r­
vegar a lo largo de las costas de E u ro p a ma primitiva, no era más que una agu­
hacia el n o rte del estrech o de G ibra!tar (C o ­ ja im antada flotando en él agua, en un
lum nas de H ércu les), y en un corto trech o pequeño vaso, y empezó a usarse éfi el
de las costas de A frica h asta la a ltu ra de I*a zona tó rrid a considerada siglo X I ; pero con escaso éxito. Cons­
inhabitable.
las islas C anarias. P e ro no era sólo la difi­ tituyó una mejora la colocación de la
cultad p ara o rien tarse lo que arre d rab a a aguja im an tad a sobre un pivote y encerrada en una
los marinos^ si osaban in tern arse en el océa­ caja — “b u sso la”, en italiano— de cuya palabra se d e­
no A tlántico, sino tam bién las leyendas te­ rivó la voz brú ju la. M ejo rada que fué, se acrecentó su
rro ríficas que se referían a la existencia de uso, en el siglo- X I I I , en el M editerráneo. P erfeccio­
m onstru os m arinos que, creían, atacaban a los barcos y devoraban a nada, después, con el ag reg ado de la rosa de los vien­
los tripulantes. tos, se generalizó su uso en toda E uropa, en el siglo X V .
El cabo N on, en la costa de A frica, había sido un lím ite, que La ampolleta. — E ra de gran importancia conocer el
los navegantes no se a trev ían a tra sp asa r, y este tem o r duiró un recorrido del barco en un tiempo determinado, y éste se
tiem po larguísim o, repitién d o se el dicho: “ Q uien va a cabo Non, calculaba, aproximadamente, con el llamado reloj de arena
volverá o non”. o “ampolleta”. La figura 13 da una idea clara de ella.
En la m ism a costa de A frica, m ás al su r del cabo Ñ on, se en­ El paso de la arenilla de la ampolla superior a la inferior
cuentra el cabo B ojador, al que. entonces, daban el nom bre, de “ Finís se realizaba en media hora. Para calcular el tiempo que
A fricae” para significar que era el lím ite del co ntinente a que se transcurría, era necesario vigilar la ampolleta, pues en el
podía llegar, y que el navegante audaz que h ubiera osado tra sp a ­ instante preciso en que la ampolla superior quedaba vacía,
sadlo, habría naufragado irrem isiblem ente y perecido. había que dar vuelta a la ampolleta, y asi, sin interrupción A m polleta
2
- 14-

alguna, se contaban las medias horas. Los grumetes encargados de esta posible imaginar lo que sería, entonces, la vida de a bordo, por
atención se turnaban día y noche. lo que respecta al alo jam iento y a la alim entación. K xcepto el ca-
H asta la segunda mitad del siglo X V II no se conoció instrumento p itán, que tenía su cam arote, los m arineros dorm ían vestidos p ara
alguno para m edir la velocidad de los buques, y era forzoso calcularla estar siem pre listos an te cualquier peligro, y esto, com o bien se
“a ojo” teniendo en cuenta la velocidad del viento, apreciado por su efecto com prende, favorecía la p rocreación de parásito s de toda clase» que
en las velas, el oleaje, el tiem po tran sc u rrid o indicado p o r la a m ­ no era posible destruir. E l agua era generalm en te escasa. L os ali­
polleta y la p ráctica del piloto. m entos consistían, principalm ente, en pescado salado, carne de cerdo
E l astrolabio. — El astrolabio permitía determ inar la “latitud’" o sea salada, bizcocho, etc. E sto s alim entos se echaban a perder^ fácil­
la posición de un punto resp ecto del E cuador, p o r la observación m ente y criaban gusanos en g ran cantidad. E sta alim entación era
m eridiana del sol, si era de día, o deducida de la altu ra .de la es­ causa de enferm edades, en tre ellas la llam ada escorbuto, debida a
trella P o la r si era de noche. la falta de higiene, m ala alim entación, hacinam iento, etc. A ctualm en­
C onsistía el astrolabio en un te, con la alim entación sana y la higiene, ha desaparecido casi del
círculq g rad u ad o provisto de una todo.
alidada con dos pínuias, una en Conocimientos geográficos de los europeos al finalizar el siglo X V .
cada extrem idad. T eniendo su sp en ­ V iajeros.
dido de un anillo el aparato, se
A l finalizar el siglo X V — época de C olón— los pueblos m ás
m ovía la alidada de m an era que
adelantados eran los europeos y, de éstos, los que habitaban en la
los rayos solares pasaran, a la vez,
p arte sur de E u ro p a sobre el M editerráneo. A ln estaba, entonces,
por el orificio de las dos pínulas.
el foco de la civilización. Si estos europeos tenían de la m ism a
El p u n to lum inoso proy ectad o p er­
E u ro p a del n o rte datos incom pletos y erróneos, m uy poco podían,
m itía leer la a ltu ra del sol sobre
conocer de la lejana Asia, y m ucho m enos del continente africano,
el h orizonte en el círculo g rad u a­
do y conocer, así, la latitud. exceptuando una estrech a faja sobre el M editerráneo.
As-a. — D el co ntinente asiático conocían, los europeos, la exis­
E n aquel tiem po los m arinos no
tencia de m uchos países, algunos m uy ricos, pero situados a distan ­
sabían calcular la “lon g itu d ” ; pero
cuando necesitaban llegar a algu­ cias tan grandes, que el llegar a ellos resultaba difícil en grado sum o,
na tierra cuya latitud conocían, debido a la falta de cam inos apropiados y a los peligros del trán sito
p o r regiones in h ospitalarias frecuentadas por bandas de salteadores.
bastaba, p a ra en co n trarla, situ arse
L a p arte m ás frecuentada de A sia era la m eridional: A sia M enor,
en el paralelo de aquella latitu d y
seguirlo h asta dar con la tie rra buscada. Persia, A rabia, In d o stán , Indochina, China (C ath ay ). E n cam b.o,
Colón, en su viaje de descubrim iento, utilizó la brú ju la, el todo el n o rte lo constituía una extensísim a región desolada y sólo
astrolabio, la am polleta, la sonda y algunas tablas astro n ó m icas y conocida com o expresión geográfica.
cartas m arinas. P osiblem ente utilizó tam bién el cuadrante. L as noticias y datos que se tenían de esos países ya nom ­
Barcos. — Los barcos que no salían del M editerráneo eran, en gene­ brados, fueron proporcionados por algunos m isioneros intrépidos,
ral, de reducidas dim ensiones, prevaleciendo las em barcaciones de que eran enviados a aquellas lejanas tierra s para la propagación de
velas y rem os, com o las galeras, de las cuales las m ayores tenían la fe cristian a; y por unos pocos com erciantes audaces. F u é así
unos 35 m etros de largo. que el P apa Inocencio IV envió al franciscano Juan del Pián de
La navegación en pleno océano, desde m ediados del siglo XV, Carpini en m isión an te el G ran K han (1245).
cuando ya las leyendas terro ríficas se habían desvanecido, tom ó un M ás tarde, el rey de F ran cia L uis IX , con el m ism o fin, buscando
gran im pulso, y los buques fueron ad quiriendo nuevas características. el apoyo de los m onarcas m ongoles, envió a o tro franciscano, G ui­
Así fueron apareciendo tipos de barcos de m ay o r p o rte cada vez, llerm o de R u b ru k o R ubruquis (1253). L os dos em isarios d ejaro n
tales las carabelas, los galeones, las naos y otros. sendas relaciones de sus viajes llenos de peligros y privaciones in­
T ienen que ser m otivo de adm iración p o r la pericia y valor creíbles.
dem ostrado, los m arinos de aquellos tiem pos, quienes, tripulando A los m isioneros siguieron los com erciantes, quienes aprovecharon
barcos de dim ensiones reducidísim as, y valiéndose, para o rientarse, los datos útiles sobre el com ercio, y las rutas, consignados en las
de instru m entos poco precisos, se in tern ab an audazm ente a lo largo relaciones m encionadas.
de m ares desconocidos sopo rtan d o penurias que hoy nos parecen E l m ás fam oso de éstos fué el veneciano M arco P olo, quien p e r­
increíbles. D ejando de lado la situación de alerta, casi continua, y m aneció m ás de veinte años en los países de O riente, principal­
el trabajo excesivo y de sum o peligro d u ran te las tem pestades, es mente en la China.
— 16 —

D espués de cru zar p o r tie rra —en carav an as— to d a el Asia, de grandes islas malayas: Java, Sumatra y otras, próximas al continente.
oeste a este, desde el M editerráneo, llegó a la capital de la China, Los primeros europeos que las exploraron fueron los portugueses,
Cambalú (m oderno P e k ín ) y tu v o noticias del Ja p ó n (C ip an g o ). a principios del sigilo X V I.
R ecorrió después, la C ochinchina, la P ersia, la A rm enia y, p asan ­ A m érica. — P arece averiguado, com o cierto, que las costas de la
do por C onstantinopla, reg resó a V enecia después de 24 años de A m érica sep ten trio n al fueron visitadas por navegantes del norte de
ausencia (1271-1295). E u ro p a — los escandinavos de N oruega— algunos siglos antes que
E scribió un libro, que se llam ó E l libro de Marco P olo y tam ­ C olón realizara su expedición.
bién E l M illón, por cuyo m edio hizo conocer en E u ro p a la g eo g ra­ E sto s escandinavos ya se habían establecido en la isla de Islandia
fía de una gran p arte de las regiones del o riente de Asia, con des­ (861) y, m ás tarde, en Groenlandia (Tierra V erde), donde Erico
cripciones ta n m aravillosas de aquellos pueblos, que p ro d u jero n en el Rojo fundó una colonia (983).
su tiem po un efecto ex trao rd in ario (1298). E n un principio se con­ Con posterioridad, un hijo de Erico em prendió una expedición
sid eraro n fábulas las n arracio n es de P olo; pero, m ás tarde, otros hacia el suroeste de G roenlandia y descubrió tierra s ex trañ as a las
viajeros com probaron que no to d as eran fábulas, sino expresión de que dió diferentes nom bres: (H elulandia, Markland'a, Vinlandia), que
la verdad. L as relaciones de C arpini, R ubruquis, P olo y otros, a tra ­ serían, se supone, las hoy llam adas Labrador, Terranova y Nueva
jero n en su tiem po y m uchos años después, la atención de toda E uropa, E scocia (año 1000).
en particular en tre los com erciantes, y este in terés debía seguir en En su tiem po estos descubrim ientos, si efectivam ente tuvieron
aum ento, com o lo com p ru eb a la aparición continua de nuevos m a­ lugar, se consideraron com o de tierras europeas, a la m anera que
pas en los que figuraban la China, el Jap ó n y o tras regiones de Asia. lo habían sido G roenlandia e Islandia, y nunca com o form ando parte
M uchos com erciantes, principalm ente venecianos y genoveses, de un nuevo continente.
se iban estableciendo con casas de com ercio en las principales ciu­ Se dice que los chinos y los japoneses llegaron a territo rio ame­
dades asiáticas. E x istían guías, y de ellas se conservan algunas, con ricano, en la costa occidental, arribados allí en barcos (ju n co s) arro­
descripciones m inuciosas de la ru ta de las caravanas, de las ad u a­ jad o s por alguna tem pestad. N o existe, sin em bargo, ningún dato
nas, de las pesas y m edidas de cada país, y enum eración de los p ro ­ cierto que lo com pruebe.
ductos naturales y m an u factu rad o s de cada región. E s lógico, pues, considerar que, al finalizar el siglo X V , los euro­
C ristóbal C olón conoció el libro de M arco P o lo y, seguram ente, peos no tenían conocimiento de la existencia del continente americano,
otros, publicados antes y después, y no hay duda de que la lec­ pues el hecho de que los escandinavos hubiesen pisado su suelo, algunos
tu ra de ellos influyó podero sam en te en su espíritu, induciéndole a la siglos antes, no quita, de manera a'guna, a Colón, la gloria de haber
realización de su genial proyecto. sido el descubridor de un nuevo mundo.
A frica. — De A frica era conocida la p arte no rte sobre el M e­
diterráneo, desde el estrecho de G ib raltar (C olum nas de H ércu les) Las empresas marítimas del s'fr’o X V antes del descubrimiento
h asta el E gipto. E n la p arte oriental era conocida, aunque m uy su p er­ de América.
ficialm ente, la costa bañada p o r el m ar R ^ jo ; y, sobre el océano
Indico, h asta lo que hoy se llam a M ozam bique. Portugueses y españoles: rivalidades. Las bulas papales.
L a costa sobre el océano A tlántico, antes del viaje de Colón, L a navegación por todo el M editerráneo no ofrecía dificultades.
ya había sido reconocida en algunos trech o s de ella, y, en explo­
F u e ra de él, pasado el estrecho de G ibraltar, se realizaba hacia los
raciones sucesivas, duran te un lapso de algo m ás de 50 años, desde
m ares del norte de E uropa, siem pre a io largo de las costas, y a
el cabo B o/ador (1434) h asta la ex trem idad sur (1487).
co rta distancia de ellas, m ien tras no se utilizó la brújula. E n cam ­
Así, fueron visitados y ocupados algunos lugares, tales los lla­ bio, hacia el sur del estrecho, costeando el A frica, nadie se atrev ía
m ados Cabo Blanco, Cabo V erde, Sierra L eona, Guinea, Congo y
a tra sp asa r el cabo B ojador, situado a la altu ra de las islas C ana­
otros, h asta que el m arino p o rtu g u és B artolom é D íaz alcanzó la rias (P ara le lo 26a 7’), h asta que lo hizo el p ortugués Gil E an n ej
extrem idad sur (1487).
en 1434, em presa que, en aquella época fué considerada extraordinaria.
Las islas at’ánticas. — Los europeos conocieron, an tes del des­ D espués de este acontecim iento quedó ab ierto el cam ino hacia
cubrim iento de A m érica, las islas del A tlántico, m ás o m enos p ró ­ adelante, m otivo antes, de ta n tas dificultades y tem ores. Sólo fal­
xim as a las costas occidentales de E uropa y A frica. T ales las C ana­ taba, para d.sipar las últim as leyendas, p en etrar en la zona tó rrid a
rias, P o rto Santo, M adeira, A zores y Cabo V erde. y evidenciar que, en ella, las aguas “ no herv ían ’’, y que la vida,
O ceanía. — L a O ceanía fué co m pletam ente desconocida. Los allí, era p erfectam ente posible.
europeos tan sólo sabían de algunas de las islns de las Especias. A n tes de ese año 1434, sin em bargo, ya se habían descub'erto,
M arco Polo hizo conocer en su libro “E l M illón” algunas de las o mejor dicho, redescubíerto, algunas islas en pleno mar océano.
— 18 —
Ecuador quedando definitivam ente desvanecido el error de que "la
De las naciones de E uropa, P o rtu g a l y E sp añ a eran las que se zona tó rrid a no era hab itab le”. E n 1484 se llegó al Congo y, por
enco n trab an m ejor situadas p ara acom eter em p resas m arítim as de fin, en 1487-1488, B arto lo m é D íaz conseguía llegar a la p u n ta sur
im portancia. A sí E spañ a, después de ocupar Tetuán en la costa de de A frica; pero una g ran to rm en ta lo llevó 40 leguas m ás al este.
A frica (1402), foco de p ira ta s que infestaban el M editerráneo, tom ó R ecorrió la costa h asta m ás allá de la bahía hoy llam ada M ossel
posesión de las islas C anarias, en el m ism o año. P o rtu g al, por su Bay, y luego retrocedió h a sta un cabo que había avistado y lo
p arte, luchando co n tra los m oros, se apoderó de Ceuta, situada sobre llam ó T orm entoso. E l rey de P o rtu g a l cam bió ese nom bre por el
el estrecho (1415). A esta conquista en A frica, siguieron las explo­ de Buena Esperanza que hoy tiene.
raciones h asta que, rein an d o dan Ju a n I, uno de los hijos de éste, A p esar de las bulas em itidas por los papas, las rivalidades
el príncipe E nrique, a quien se llam ó, m ás tarde, ‘‘el N av eg an te”, en tre E sp añ a y P o rtu g a l continuaron. M ás ta rd e se firm ó u n tr a ­
aunque no era m arino, dedicó sus entusiasm os y sus riquezas al tado p o r el cual se establecía que “las islas C anarias quedarían
fom ento de la náutica y al equipo de expediciones exploradoras. P a ra definitivamente en poder de España, y se reconocía a Portugal la
llevar a cabo sus proyectos estableció en Sagres, p ro m o n to rio m uy posesión plena sobre las islas ya descubiertas y que se descubriesen, así
próxim o al cabo San V icente, su propio domicilio, así com o un ob­
como las costas de A frica más abajo de las Canarias” (1480).
servatorio y u na academ ia de náutica, y llam ó a su lado a les
cosm ógrafos y navegantes m ás entendidos, fueran o no p o rtugueses E l problema del camino a la India
(1419). D esde ese m om ento los descubrim ientos de islas y las ex­
ploraciones en las costas de A frica, se iban realizando poco a poco. L os turcos otom anos, ya dueños de casi toda el A sia M enor,
Así, fueron ocupadas las islas de Porto Santo (1418), Madera (1419) iban extendiendo cada vez m ás sus conquistas en E uropa, al m ism o
y A zores ( x) (1432); y en la co sta africana, el cabo Blanco (1441), tiem po que ponían m ayores obstáculos a la en trad a de los com er­
cabo Verde (1445); ía desem bocadura del caudaloso río Senegal ciantes europeos en sus dom inios. E n 1453 se apoderaron de Cons-
(1445), y la dél Gambia (1446). tantinopla, capital del reducido im perio griego, acontecim iento que
significó, adem ás de un serio peligro para los pueblos crisúanos
A las rivalidades que ya existían entre españoles y portugueses
de E u ro p a, “el cierre casi absoluto, p ara éstos, del com ercio con el
se ag reg aro n las referen tes al m ejo r derecho sobre las islas Ca­
A sia”.
narias y al m onopolio del com ercio en la G uinea, que había adqui­
E sto s obstáculos ob lig aren a los europeos a buscar una nueva
rido gran im portancia.
ruta, que ya no podía ser te rre stre , que les perm itiera llegar direc­
E x istía ya, allí, una factoría p o rtu g u esa p a ra la tra ta de negros,
tam en te a las regiones de la In d ia sin depender de l$>s turcos,
así com o un com ercio im p o rtan te de cierto s productos que, desde
enem igos inconciliables de los cristianos. Se explica, asi, en gran
el interior africano, eran llevados a la costa p or trafican tes árabes.
p arte, el increm ento que tuvieron durante el siglo X V las explo­
L a tendencia im perialista de am bos países originó en tre ellos
raciones m arítim as.
m ás de un conflicto, y dió lu g ar a la interv en ció n del P ap a, a u to ri­
A sí, pues, el problem a del cam ino a la India, excluyendo las
dad suprem a en aquella época, a quien com petía, en tales con­
ru tas conocidas, ten ía dos soluciones:
flictos, decidir y adju d icar en propiedad las tierra s de infieles o
no pertenecientes aún a naciones cristianas. A sí fué que el P ap a 1» Encontrar el oriente por el oriente, es decir, yendo hacia el este.
Nicolás V expidió una bula por la que reconocía a P ortugal el m o­ L o s p o rtugueses op taro n por el cam ino del oriente siguiendo
nopolio del comercio en las regiones africanas desde el Cabo Bojador las costas de A frica, pues confiaban en que este continente debía
hasta la Guinea y más adelante hacia el sur. (E nero de 1454). E sta te rm in a r en una p u n ta en la p arte sur, que les perm itiría doblarla
bula fué confirm ada por otra del Papa Calixto I I I (M arzo 13 de 1456). y e n tra r en el océano Indico y, de ser así, la nueva ru ta que­
d aría encontrada. Y a habían sido descubiertas u ocupadas, por ellos,
P o rtu g al, am p arad o en los derechos que le adjudicaban las bulas
com o hem os visto, num erosas islas en el A tlántico; y la costa occi-
citadas, continuó enviando expediciones descubridoras que reco n o ­
, dental de A frica había sido visitada por los m ism os, en toda su
cieron Sierra L eona y G uinea en 1462. E n 1472 fué cruzado el' longitud, con la llegada de B artolom é D íaz al cabo que llam ó
(1 ) A zores. P lu ra l de azor, n o m b re p o rtu g u é s de un ave de rapiña. D ie­ T o rm en to so (1487). F a ltáb ales todavía com pletar el viaje h asta la
ron ese no m b re a las islas p o r la g ra n c an tid ad d e esas aves que allí en co n tra ro n . India, em presa que llevó a térm ino V asco de G ama (1498), seis
Suele en co n tra rse d iscrep an cia en las fechas del descu b rim iento de las islas
a tlá n tic as. E llo es debido a que a lg u n as fu eron h allad as, sin ocuparlas, por m ás
años después del descubrim iento de A m érica por Colón.
de un n a v eg a n te en fechas d iferen tes, hecho que está com probado p o r los m apas 7? Encontrar el oriente por el occidente, esto es, yendo hacia el
antiguos. oeste.
A sí, la- isla de M adera, que se da com o d escu b ierta p o r el p o rtugués T ristán
Vaz, ap arece ya en el P o rtu la n o M edlceo del añ o 1351, con el nom bre italiano H o m b res sabios de aquella m ism a época, y aún de no pocos
d e : isola de lo legno (.isla de la m a d e ra ). A lgo análogo p asa con a lgunas otras, siglos an tes, pensaban que, siendo redonda la tierra, era posible
y con v arias de la» del g ru p o de las C anarias.
- 23-
llegar a la India; pero nadie se atrevía a llevar a la práctica em ­ los funcionarios reales jam ás eran obedecidos ni podían cobrar los
presa semejante. im puestos.
E sta segunda ru ta no im plicaba, sin em bargo, una solución A ndalucía era presa de algunos señores, entre ellos el duque de
porque se interpone el co ntinente am ericano, de existencia insospe­ M edina Sidonia, los cuales se disputaban la preponderancia recu­
chada entonces, y rriendo, a m enudo, a las arm as. L as luchas habían desencadenado
que h ab ría im pe­ las pasiones m ás violentas. E l robo y el incendio de casas y cosechas
dido lleg ar a la In ­ se habían extendido a todo el pais sin que los autores de tales he­
dia, p o r agua, en chos se preo cu p aran de la autoridad real.
línea recta. D oña Isabel, al ocupar el tro n o de C astilla (1474), se propuso
Al iniciarse la se­ concluir con un estado de cosas sem ejante.
gunda m itad del si­
glo X V , p re c isa ­ La unidad castellano-aragonesa con los reyes católicos
m ente en 1451, o sea
dos añ o s antes de E n 1469 se unían en m atrim onio la princesa D oña Isabel, h e r­
la caída de Cons- mana del rey E n riq u e IV de C astilla, y el infante D on F ernando,
fantinópla, nacía en hijo del rey de A ragón, D on Ju an II.
G énova, C ristóbal La princesa Isabel, por m uerte de su herm ano, ascendió al trono
Colón. Jo v en aún, le C astilla en 1474, y el infante D on F ern an d o heredó a su padre,
había concebido ya
la idea de alcanzar,
por vía m arítim a,
las regiones de la
India, no por la
fu ta del oriente, que
seguían los p ortu-
Las rutas a la Indla gueses, sino por la
de! occidente, basado en la teo ría de la redondez de la tierra.
La península ibérica a fines del siglo X V
A l finalizar la edad m edia, o sea a m ediados del siglo X V , la
península ibérica se en co n trab a dividida en cinco re in o s: Portugal,
Castilla, A ragón, N av a rra y G ranada L o s cu atro prim eros eran cris-
danos; y el últim o, árabe.
P o rtu g a l ya había expulsado a los m oros de su te rrito rio al
finalizar el siglo X IV .
Los reinos de C astilla y A rag ó n eran los m ás im p o rtan tes por
su extensión y población. A rag ó n ya se había librado de los m oros.
C astilla todavía guerreaba co n tra los m ism os para expulsarlos defi­
nitivam ente de G ranada, consiguiéndolo sólo en 1492.
La debilidad e im potencia de los reyes que an tecedieron a D oña
Isabel y a D on F ernan d o , en sus dom inios respectivos de Castilla
y A ragón, así com o lo calam itoso del gobierno de aquéllos, eran cau ­
sas nue daban lugar a que la m ism a nobleza, envalentonada, se
rebelara co n tra las autoridades. T odo era una sucesión de luchas
intestinas y de anarquía feudal, de conjuraciones, tum ultos, incendios,
etc. Estas violencias y luchas constituían casi toda la histo ria de
esos reinos en que estaba dividida E spaña. por m u erte de éste, en 1479. D esde esta fecha, pues, quedaron uni­
, Galicia estaba sometida al yugo de algunos nobles, que aterro­ das las coronas de Castilla y A ragón.
R ealizada la unión de los reinos, F ern an d o e Isabel, siguiendo
rizaban a las poblaciones y devastaban las campiñas, mientras que
la tendencia general en E u ropa de concluir con los restos del re-
— 24 — — 25 —

g*aien feudal, y co n stitu ir sobre sus ruinas, nacionalidades fuertes DESCUBRIMIENTO DE AMERICA
y organizadas, em prend ieren la ardua tarea de e tab lecer: la uni­
dad nacional, la unidad territorial y la unidad religiosa.
Cristóbal Colón. Datos biográficos
Unidad nacional. — La reina de Castilla, Isabel, dispuesta a a fir­
m ar su au to r.d ad en todo el reino, sin contem placiones, aún tra ­ C ristóbal Colón nació en la ciudad de Genova, o en al­
tándose de los nobles y p ersonajes que m an ten ían el territo rio en guna de sus poblaciones circunvecinas, en 1451. E sta fecha
g uerras continuas, a rb itró varios recursos eficaces p ara alcanzar sus se ha podido establecer, en estos últim os años, por deduc­
propósitos. P rohibió la construcción de fortalezas- en el interior del ción, de algunas declaraciones del m ism o Colón, que apa­
reino, y m andó d estru ir varias decenas de castillos pertenecientes a
otros tantos personajes turbulentos. In co rp o ró a la ccro n a las órdenes recen en diversas actas notariales encontradas en la ciudad
m ilitares, instituciones que poseían g ran d es dom inios y riquezas, así de Genova (1).
como num erosas m ilicias organizadas que, si bien habían prestado Sus padres eran tejedores y él m ism o se había dedicado a
grandes servicios d u ran te la reconquista, m ás tarde, cuando ya sus este género de trabajo, aunque
esfuerzos no eran necesarios, se en tro m etían en los asu n to s políticos
y, a veces, se levantaban en arm as co n tra la autoridad del m onarca.
en • algunas oportunidades se
daba a la vida del m ar.
P a ra concluir con los desm anes y actos de v erd ad ero bandidaje,
que la debilidad y los abusos de los m onarcas anteriores habían p er­
No existen pruebas de que
m itido, fué fundada la Santa Hermandad (1476) a -sem ejan za de las Colón estudiara en la U n iv er­
“antiguas herm andades” que se habían creado en algunas ciudades sidad de P avía (Ita lia ) ni en
y villas p ara perseguir a los m alhechores y m an ten er el orden. otra alguna. Su saber, en el
L as ciudades y villas debían contrib u ir al so stenim iento de tales m om ento de concebir su p ro ­
fuerzas. Cada gru p o de cien vecinos debía proveer, equipar y ali­ yecto de descubrim iento, se
m en tar a un soldado de a caballo. Se organizaron, asi, fuerzas p er­ reducía a los conocim ientos
m anentes de m illares de soldados. N o sólo in tervenían en el m an te­
nim iento del orden, sino que en tendían en la ad m in istració n de justicia.
elem entales, a s a b e r: lectu ra y
escritura, nociones de aritm é­
E l resultado de esta institución fué tal que, en adelante, el
orden y la tranquilidad, aun en los cam inos, habían m ejorado m ucho. tica, gram ática, lengua latina.
Iniciado en la navegación, iba C ristóbal Colón
Unidad territorial. — P ara alcanzar la unidad territorial faltaba adquiriendo en ella los cono­
todavía concluir con lo que quedaba de la dom inación de- los á ra ­
bes en la península, es decir, con el reino árabe de G ranada. La cim ientos prácticos de la náutica. El dibujo de m apas, así
ciudad de este m ism o nom bre, últim o reducto que aú n poseían, como el estudio de la geom etría y de a cosm ografía, no los
después de una lucha tan larga, cayó el 2 de enero de 1492. realizó sino m ás tarde, y por esfuerzo propio, desde que
P o r este gran aco ntecim iento el P a p a confirió a los reyes se estableció en P o rtu g al en 1477, a su regreso de un viaje
Fernando e Isabel el títu lo de C atólicos. a In g laterra, cuando contaba 26 años de edad.
Según propia declaración, se había dedicado a la vida
Unidad religiosa. — Las riquezas acumuladas por los árabes habían
atraído a España miles de judíos, pues es bien conocida la dedicación del mar desde la edad de 14 años, de donde se deduce que
que éstos p restan a toda actividad capaz de producir beneficios. Su llevaba ya 12 de navegación, tiem po que le perm itió adqui­
influencia era muy grande y la malquerencia que sentían hacia los cris­ rir una gran práctica y otros conocim ientos, fru to del con­
tianos, daba lugar a la perpetración de crímenes frecuentes. tacto con célebres m arinos.
F ern an d o e Isabel, con el apoyo de personalidades influyentes, 1. S» bien no se ha enco n trad o , hasta ahora, ningún docum ento auténtico
obtuvieron del papa Sixto IV la autorización para proceder contra ellos que c onstituya una prueba fehaciente de la nacionalidad italiana de Colón y de
(1478). Fueron, así, expulsados, acordándoseles un plazo de varios m e­ *u fccha de nacim iento en 1451, se a dm iten hoy casi com o definitivas.
K ntre las m uchas pruebas indiciarías de la iacionalidad y del idioma del
ses para que enajenaran sus bienes. Un millón de judíos con sus cuan­ 'lisc u b rid o r, pueden c itarse las sig u ie n tes:
tiosos capitales abandonaron el territorio y se establecieron en otros países.
— 27 —

Colón en Portugal. Su proyecto. dencia en Lisboa, realizó algunos viajes a dicha isla y a
T oscanelli y Behaim . la de M adeira, y aun residió algún tiem po en aquélla con
su familia. Su casam iento con la hija de P erestrello le em­
E n contrábase Colón en un buque de un convoy de cinco parentó con personas encum bradas de Lisboa, en tre ellas
que, desde el M editerráneo, se dirigía a In g late rra cuando el canónigo F ernando M artins.
filé atacado por varios barcos corsarios frente al cabo San E sta s circunstancias perm itieron a C olón conocer algunos do­
V icente, de cuyo ataque resaltó la pérdida de tres de aqué­ cum entos y papeles de su suegro, y de otras personas, que le in te re ­
llos, refugiándose los otros dos en Cádiz, de donde pasaron saron h asta el entusiasm o, ta n to m ás en un am biente com o el de
a Lisboa. M uchos trip u lan tes perdieron la v id a; pero Colón L isboa, cuyo p u erto era uno de los m ás concurridos por destacados
m arinos de distin tas nacionalidades con los que, seguram ente, sos­
ten d ría anim adas discusiones referen tes a los viajes que se hacían
a las costas de A frica y a las islas del A tlántico. E l tem a m ás im ­
p o rtan te debía ser, sin duda alguna, el de la posibilidad de llegar
a la In d ia por una nueva ru ta.
Un sabio físico y cosm ógrafo italiano, Pablo del Pozzo
Toscanelli, puesto en correspondencia con el rey de P o rtu g al
(1474) por interm edio del canónigo F ern an d o M artins, con
quien había intim ado en Rom a, había enviado a éste un
m apa y una carta explicativa acerca de la posibilidad de
llegar a las costas de la C hina y del Japón navegando hacia
occidente, y en breve tiem po.
se salvo ganando la costa a nado. P asó a Lisboa y en uno Colón pudo conocer, posiblem ente, m ientras residió en
de los dos barcos salvados siguió viaje a In g late rra (1476). Lisboa, la carta y el m apa, dado el parentesco del canónigo
A su regreso de In g late rra, Colón se estableció en L is­ M artins con la fam ilia de su m ujer, Felipa M onis Perestrello.
boa. Corriendo el año 1477 ó 1478, se casó con Felipa Monis,
T oscanelli, según su m apa de 1474, calculaba una longitud de
hija de B artolom é P erestrello, y allí nació su hijo Diego. 130°, p ara el m ar océano, e n tre P o rtu g a l y la costa oriental de la
_ P erestrello, en un tiem po, había sido gobernador y co­ China, quedando el resto, o sea 230°, p ara la p arte te rre stre sobre
lonizador de la isla de P o rto Santo. Colón, durante su resi- el paralelo 41°. P recisam en te lo co ntrario de la realidad. (.Véase pía-
a) E n un te stam e n to de 1498, al in s titu ir el derecho de m ayorazgo, expresa nisferio de C olón).
C o lo n : “ Siendo yo nacido en G énova. . E n o tra p arte, refiriéndose a la L a opinión de T oscanelli y de otros hom bres de ciencia, contem ­
mism a ciudad, e x p re sa : “ . .. p u e s della salí y en ella n a c í . . . ’* poráneos, que sostenían la m ism a tesis, influyó indudablem ente en
b)^ E n la redacción de u n a n o ta, e scrita después del d escubrim iento, de
su puno y le tra , en el m arg en de un libro m uy a n tig u o de P im ío el V iejo (la el p ensam iento de Colón, quien se iba afirm ando decididam ente en
H isto ria N a tu ra l), obra que fué m uy u tilizad a h a sta el siglo X V I, se descubre su proyecto de descubrim iento.
que quien la escribió era italiano. L a n o ta dice a s í:
, . . “del ambra es cierto nascere in india soto tierra he yo ne ho fato Colón procuraba am pliar su saber y, con tal propósito,
cavare in molti monti in la isola de fe y ti vel de ofir vel de Cipango a la se procuró algunas obras adecuadas, en tre ellas la Imago
quale habió posto nome spagnola y ne ho trovato pie (a grande como el M undi (Im agen del M undo) del cardenal francés P edro
capo ?na, no tota chiara salvo de ciliar o y parda y otra negra y vene asay”. d’Ailly, obra fam osa, entonces, publicada en 1410, y que era
Q uien q u iera que conozca el idiom a italian o a d m itirá que esta n o ta no pudo
ser escrita sino p o r un italian o que se expresaba m uy m al en castellano y no una enciclopedia de todo el saber de la época.
por un español que no do m in ara el idiom a italiano.
E xisten c arta s y o tro s m uchos escrito s, red actad ó s en buen castellano de
E l genovés, afirm ándose en la practicabilidad de su
la época, que h abían sido co n sid erad o s com o a u tó g rafo s de C o lón; pero hoy proyecto, lo propuso, posiblem ente en 1483, a la considera­
puede a firm ar que no fueron re d a ctad o s p o r éste mismo, sino p o r %manuences,
lim itándose Colón a copiarlos de su puño y le tra y firm arlos. / ción del rey don Ju an I I de P o rtu g al quien lo som etió al
exam en de varios de sus consejeros.
-2 8 — — 29 —

Sea porque las pruebas en que se apoyaba no eran con­ hijo Diego. F u é bien acogido por los P P . fray Ju an P érez
vincentes, o por otros m otivos, la propuesta no fúé acep­ y A ntonio de M archena a quienes expuso sus ideas y los
tada. Sin em bargo, el m onarca portugués ordenó que una propósitos que perseguía. P erm aneció en el convento algún
carabela fuera enviada, con el m ayor secreto, para que pu­ tiem po ganándose el apoyo de los dos franciscanos.
dieran com probarse las aseveraciones de Colón. L a carabela, Colón dejó allí a su hijo y em prendió viaje a Sevilla,
después de navegar hasta más allá de las islas de Cabo de donde pasó a Córdoba. E n esta ciudad obtuvo la pro­
Verde, regresó a L isboa sin éxito alguno. tección de algunos personajes, m uy influyentes, entre ellos
El proceder incorrecto del rey don Ju an II, que Colón don A lonso de Q uintanilla, tesorero y contador de los re y e s ;
consideró de m ala fe, o, qui­ fray H ernando de T alavera, confesor de la reina Isabel,
zá, m otivos de otra n atu ­ y fray D iego de Deza. F u é así que los soberanos resolvie­
raleza poco favorables para ron que una ju n ta de sabios exam inara las proposiciones
él, le indujeron a abando­ del futuro descubridor.
nar a P o rtu g al al finalizar el M ientras tan to , éste, para p roveer a sus necesidades,
año 1484, acom pañándole se dedicaba al dibujo de cartas geográficas, pues era hábil
solam ente su hijo Diego, en este arte.
pues su esposa había falle­ D espués de cinco años de b re g ar sin descanso, con
cido. M ientras tan to , su her­ esperanzas y desilusiones, su p ro p u esta fué considerada de
m ano B artolom é, que tam ­ realización imposible.
bién residía en Lisboa, se Colón, sum am ente afligido, resolvió alejarse de E s­
traslad ab a a In g late rra con paña definitivam ente. Se traslad ó a H uelva y, de allí, al
el fin de proponer al rey convento de la R ábida, donde había dejado a su hijo Diego,
el misrño proyecto. años antes.
A m ediados del año 1484, El padre fray Juan P érez le rogó que se quedara al­
encontrándose Colón to d a­ gunos días en el convento y esp erara la contestación a una
vía en Lisboa, llegaba a esta carta que enviaría a la reina, que se encontraba en el cam ­
ciudad un cosm ógrafo alem án, M artín Behaim , a quien se pam ento del ejército que sitiaba a la ciudad de G ranada.
le atribuye la confección de un globo terráqueo que presenta A raíz de esto, Colón acudió al llam ado de la reina. Llegó
una gran sem ejanza con el m apa de Toscanelli. T an to en al cam pam ento real en m om entos en que, vencida la resis­
el globo como en el m apa, sus autores com etieron el m ism o tencia de los m oros, su rey B oabdil debía en tre g ar las lla­
erro r de distancia entre P o rtu g al y la costa oriental de ves de la ciudad (1). (E n ero 2 de 1492).
la China. L a caída de G ranada, que significaba el fin del dom inio
Colón en España árabe en toda la península ibérica, hizo que el proyecto de
Colón fuera m ejor estudiado, y fué así que las dificultades
Aceptación de su proyecto opuestas todavía, fueron vencidas p or la intervención favo­
Colón, al alejarse de P o rtu g al, decidió pasar a E spaña rable de algunos personajes de g ran influencia que decidie­
resuelto a p resen tar su propuesta a los m onarcas F ernando ron a la reina Isabel a acep tar el proyecto de la g ran em­
e Isabel. presa del genovés C ristóbal Colón.
D espués de desem barcar en el puerto de Palos se tra s­ (1) F ué ta n sólo cuando se cum plió ¿se gran acontecim iento, que el
P apa. A lejandro V I, confirió a los reyes F e rn a n d o e Isa b el el títu lo de R eyes
ladó al convento de la R ábida acom pañándole su pequeño C atólicos.

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Las capitulaciones firmadas en Santa Fe. Primer viaje de Colón


Se prepara la expedición en el puerto de Palos. Descubrimiento del nuevo mundo.
E n el m ism o cam pam ento real de S an ta Fe, frente a
El día viernes 3 de ag o sto de 1492, los expedicionarios
la ciudad de G ranada, se fijaron las capitulaciones entre
después de confesar y com ulgar, se dieron a la vela p ar­
los Reyes Católicos y C ristóbal Colón, que firm aron, éste
y la reina Isabel, el 17 de abril de 1492. tiendo del puerto de Palos. T o d a la población había acu­
dido a despedir a los intrépidos expedicionarios, de cuyo
D e las capitulaciones convenidas, las principales fu e ro n : regreso se dudaba por lo arriesgado de sem ejante viaje
a) Colón era designado Almirante de todas las islas hacia lo desconocido.
y tierra s firm es que descubriere o ganase; Colón dirigió el rum bo hacia las islas C anarias, y allí
b) Se le concedía el títu lo de Virrey y Gobernador tuvo que dete­
de las m ism as tierras que hubiese hallado o g anado; nerse cuatro se­
c) Le correspondería la décim a parte del producto de m anas, debido a
toda m ercancía, perlas, oro, plata, especería, que hallase, varias dificulta­
adem as de otros privilegios. des, entre ellas
O btuvo, tam bién, la m erced de anteponer el títu lo de los d e s p e rfe c ­
Don a su nom bre. tos sufridos por
F irm ados que fueron los docum entos, Colón pasó al la P inta.
puerto de Palos, donde debía D esde el 9 de
p rep arar la expedición con la septiem bre, Co­
ayuda m oral y pecuniaria de lón em pezó a
M artín Alonso Pinzón, vecino llevar dos ano­
de Palos, hom bre pudiente y taciones distin­ P u e rto de Palos en el río T in to , de donde p artió
avezado a la vida del mar. tas del recorri­ Colón. + Sitio Colón.
donde fué em plazado el m onum ento a
(V e r pág. 52)
do: una, regla­
T om aron p arte tam bién en m entaria. con los datos verd ad ero s; y, otra, en la que dis­
la expedición los herm anos de m inuía el núm ero de leguas recorridas para no alarm ar a
M artín Alonso, y Ju an de la
la tripulación.
Cosa. E ste últim o fué, después,
ilustre cartógrafo. El 13 de septiem bre se notaron desviaciones en la b rú ­
jula, cosa que nunca habían observado los m arinos y que
P a ra efectuar el viaje se
asustó a todos. Colón explicó el fenóm eno como m ejor pudo,
alistaron tres carabelas: la
y los ánim os se aquietaron.
S anta M aría, la P in ta y la N i­
ña. L a prim era, que era la ma- L legaron, después, a la región de las calm as en que el
yor, tenía unos 39 m etros (3) m ar suele presentarse com o un espejo. E sto les hizo tem er
e Lirgo y calaba unos tres m etros. L a tripulación, en total, no poder reg resar nunca por la falta de viento.
se com ponía de unas 120 personas, aunque tam bién se ha L a m urm uración y el descontento habían tom ado varias
fijado el num ero de 90.
veces un carácter peligroso, debido a que no hallaban tie­
(1) Se ha indicado tam bién 26,32 m etro s. rra alguna después de casi dos m eses de navegación, y
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E n cuanto se perdió de v ista la ultim a isla del grupo de las Ca­
encontrándose a ta n ta distancia de E sp a ñ a ; pero Colón con­ narias, los trip u lan tes em pezaron a dem ostrar sus tem ores. L loraban,
siguió desvanecer esos tem ores y tran q u ilizar los ánim os, a lg u n o s , porque dud ab an de si pod rían reg resar. E l núm ero de leguas
evitando toda insubordinación. ya reco rrid as les parecía excesivo y los alarm aba.
*
El vuelo de algunas bandadas de pájaros en cierto sen­ ♦ *
tido, indujo a Colón a seguir la m ism a dirección pues su­ Casi al m ism o tiem po o tro acontecim iento se agregó a la alarm a
puso que lo harían hacia tierra. E l cambio de ru ta fué una provocada p o r las leguas reco rrid as: la desviación de la brújula. S a­
suerte, pues, efectivam ente, llevó los barcos hacia aquélla. b ía Colón, com o todos los m arinos de su época, que la dirección de la
ag u ja im an ta d a no coincidía exactam ente con el n o rte; pero se crera,
E l día 11 de octubre recogieron un palo labrado, una entonces, que eáa desviación perm anecía invariable. E l día 13 de_ sep-
caña verde y ram as con frutos. E sto s objetos eran señales tiem bre em pezó a o b serv ar C olon una desviación ex trañ a en la brujula.
seguras de la proxim idad de alguna tierra. Si este hecho causó cierto tem o r al m ism o Colón, es fácil concebir
la alarm a que p ro d u ciría en el ánim o de los pilotos y, principalm ente
L a noche del m ism o día 11, Colón distinguió una luz. de los trip u lan tes, quienes em pezaron, de nuevo, a inquietarse y a
A las 2 de la m adrugada del día 12 un cañonazo, disparado m an ifestar el deseo de reg re sar a E spaña.
desde la P in ta, después que un C olón no acertab a a explicar el fenóm eno de la b rú ju la; pero sa­
m arino de la misma, R odrigo lió del difícil trance, basando el hecho en el m ovim iento de la
de T riana, había dado el g ri­
to de ¡Tierra! fué el anuncio
del descubrim iento.
A l salir el sol, pudieron con­
tem plar una isla en la cual se
veían m uchos árboles y algu­
nos indios en actitud de asom ­
bro. E sta isla fué llam ada de
San Salvador (1). Los indios
la llam aban Guanahani.
Colón t r a t ó de ganarse la
am istad de los indios, los cua­
les se m ostraron m uy bené­
volos y sum isos. Les regalaba
E n el presen te m apa e stán señalados, adem ás del itin e ra rio de ida y
gorras de color, cuentas de vidrio, collares y o tras chu­ vuelta del p rim er viaje, el m ar de los Sargazos, las corrientes^ m arinas que
cherías que los indios aceptaban m uy contentos. lo rodean y la dirección N . E . de los vientos alisios.

P articu larid ad es del viaje estrella polar al describir en el espacio un pequeño círculo alrededor
del polo (i).
M erecen citarse algunos detalles in teresa n tes del viaje de descu­ E l d escubrim iento de la declinación m agnética tuvo u na gran
brim iento llevado a cabo p or C olón con una pericia y una fuerza de im portancia, ta n to p a ra la navegación com o p ara las ciencias y
voluntad realm ente adm irables. P o rq u e es necesario ten er m uy p re ­ especialm ente p a ra la física del globo,
sente, adem ás , de la poca fe que la generalidad de las gentes tenía fe *
en el éxito de un viaje tan ex trao rd in ario , el cúm ulo de dificultades ^ * *
de todo género, así com o los tem ores que se abrig ab an p or lo a rries­ P ocos días después un nuevo m otivo de alarm a puso a C olón en
gado de la em presa. la necesidad de desvanecer los tem ores basados en o tra leyenda de
(1) Se cree que es la a ctu al isla de W atlin g . (1) L a variación de la brú ju la es debida a la influencia del m agnetism o te rre stre .
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Colón, pues, no sólo descubrió un nuevo m undo, sino tam bién la


las tan tas de aquellos tiem pos. Los navegantes que se habían atrevido
a reco rrer el océano algo m ás al oeste de las islas A zores sabían de declinación de la b rú ju la; y fué, adem ás, quien, prim ero, dió a conocer
la existencia de algas m arin as*, flo tan tes, que cubrían superficies la existencia del m a r de los S argazos, y los vientos llam ados alisios.
m ás o m enos extensas del m ar. Se hablaba, con terro r, de relatos de
algunos m arinos que m anifestaban, exagerando los hechos, que, en Exploraciones de Colón. E l regreso
ocasiones, la cantidad de algas era tal que im pedían la m archa de los
buques y que m ás de uno había quedado aprisionado debido, adem ás,
Colón creyó que la isla descubierta pertenecía a las tierras
según decían, a la viscosidad del agua y a la falta de viento.
tan buscadas de la India. L leno de alegría em prendió la ex­
A m ediados del m es de septiem bre aparecieron las prim eras algas
o sargazos. L as carabelas habían p en etrad o en la reg ió n del océano ploración de las tierras próxim as y descubrió variaá islas más
A tlántico, donde tales algas se en cuentran en can tid ad ex trao rd in a­ a las que designó con los nom bres de F ernandina, Isabela,
riam ente grande. D esde entonces esa región se ha llam ad a M ar de etc., h asta que llegó a la que denom inó de Cuba.
los Sargazos. L as carabelas se e n co n traro n en esa p arte del A tlántico, A unque no se conoce con seguridad el lugar preciso
desde , m ediados de septiem bre h asta los prim eros días de octubre.
E sto dió lugar a nuevas m urm uraciones y a escenas de inquietud.
donde desem barcó en esta isla, se da como m ás probable el
L as carabelas, sin em bargo, cruzaron todo el m a r de los Sargazos sin llam ado actualm ente P u erto P ad re (O ctu b re 28).
experim entar dificultad alg u n a ni aun en las p artes en que las algas Allí entró en un río m uy ancho en su desem bocadura,
se p resen tab an m ás tupidas. con herm osos árboles, arb u sto s y flores en sus bordes. Colón
L as corrientes m arinas que allí existen a rra stra n esos vegetales y fué el prim ero en p isar tie rra de la isla a la que dió el
form an con ellos una llanura inm ensa, con partes m ás o m enos
nom bre de Ju an a en honor del príncipe Juan.
tupidas, y cuya superficie es tan g ran d e que su p era a la extensión
del territo rio de la R epública A rgentina. T an herm osa le pareció la isla que, de ella dijo ser: “el
* país m ás herm oso que puedan h aber contem plado nunca los
* * ojos de un m o rtal” . Y tan es así que ha m erecido siem pre
Otro m otivo de inquietudes p ara los afligidos trip u lan tes, fué el el calificativo de “P erla de las A n tillas” .
de los vientos alisios.
H allaron, allí, casas m uy grandes y herm osas, dispues­
Se da el nom bre de vientos alisios a los que, e n tre los trópicos, ta s sin orden, hechas con ram as de palm eras- P ara la pesca,
soplan constantem ente, y d u ran te todo el año, en la m ism a dirección,
que es la del N . E., en el hem isferio N o rte ; y en la del S. E., en el los indios disponían de redes y anzuelos, trab ajad o s con
hem isferio Sur. E ste viento, casi siem pre favorable, p erm itió a Colón esm ero. T uvieron oportunidad de ver hom bres y m ujeres
realizar el viaje de ida en un tiem po relativam ente corto. P recisa­ que andaban con un tizón hecho con una hoja seca a rro ­
m ente por esta circunstancia, los trip u lan tes dieron nuevam ente p ru e­ llada en form a de tubo, y rellenado éste con hojas tam bién
bas de alarm a, pues se daban a p en sar que p ara el reg reso no tendrían
vientos favorables, desde que los alisios soplaban en sentido contrario.
secas. Encendido en una extrem idad chupaban de la otra,
* y retenían el hum o que, luego, despedían por la boca y la
* # nariz. Le llam aban tabaco. Los españoles llevaron a E spaña
E n resum en, desde que C olón se alejó de las islas C anarias, el 6 esta costum bre india de fum ar.
de septiem bre, h asta el 12 de octubre, tuvo que so sten er una lucha
A nte los m aravillosos espectáculos que ofrendaba la
continua con la tripulación de las tres carabelas, dispuestas siem pre a
insubordinarse. L a distancia recorrida, las variaciones e x trañ as de la isla de Cuba, Colón creyó que había descubierto el fam oso
brújula, el m ar de los Sargazos, los vientos alisios, todo parecía con­ C athay.
ju rarse p ara acobardar a cualquier m arino, aun al m ism o Colón, que T an seguro estaba de ello que se preocupó de ponerse
se había aventurado a desafiar las acechanzas de lo desconocido. E s en com unicación con el m onarca o g ran K han de la tie rra
ju sto tener presente tod as estas circunstancias p ara ap reciar debida­
m ente la pericia, la fuerza de v oluntad y o tro s m éritos del gran m isteriosa. Sus esperanzas quedaron defraudadas.
A lm irante. M ientras Colón estaba dedicado a explorar las costas de
la isla de Cuba, M artín A lonso P inzón, quien ten ía el mando
(1) L lam adas sargados, en po rtu g u és.
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la corriente. E sto fué debido a que el m arinero tim onel se


de la Pinta, con toda m ala fe había desertado, una noche, para había retirado a dorm ir dejando a un novicio en su lugar.
ir, secretam ente, a una isla que los indígenas llam aban T oda la tripulación dirigida por el A lm irante se entregó
Babeque (In ag u a G rande), donde esperaba encontrar g ra n ­ al salv ataje; pero sin resultado. L a Santa María tuvo que
des cantidades de oro, según indicaciones de algunos indios ser abandonada.
que llevaba a bordo (N oviem bre 21). G uacanagary en cuanto tuvo conocim iento del naufragio,
Colón, con la S anta M aría y la N iña, prosiguió la explora­ intervino con su gente y sus canoas y, asi, pudo ser retirado
ción de la isla de Cuba, y, navegando, después, hacia el de la carabela todo lo que era útil.
sureste, descubrió la isla de H aití a la que dió el nombre de P inzón, con la tripulación de la P in ta, no se encontró
La Española. en esta grave em ergencia, puesto que, desde el día 21 de
Noviem bre, no se supo m ás de él.
Al A lm irante no quedaba sino la carabela m ás pequeña,
la Niña. La tripulación de la carabela perdida no podía
agregarse a la de la Niña por falta m aterial de espacio.
La situación era gravísim a.
Colón tom ó la resolución de dejar en este sitio, m uy apro­
piado, una p arte de su gente y m andó co n struir un fortín
em pleando para ello las m aderas de la carabela naufragada.
L o bautizó con el nom bre de fuerte N atividad o N avidad.
Q uedaron en el fuerte 39 personas al m ando de Diego
de A rana. H abía entre ellas, un médico, y, adem ás de otros
obreros, un sastre, un carpintero, etc.
L a región donde quedó ubicado el fuerte Navidad era
especialm ente apropiada para fundar u na colonia. Allí cre­
cían m uy bien árboles con abundancia de f r u ta s ; y la tierra,
sum am ente fértil, por lo que estab a a la vista, constituía
una esperanza para los prim eros pobladores.
Los trabajos para la construcción del fuerte y alojam iento
de los que debían ser sus m oradores, estuvieron term inados
al finalizar el mes de Diciem bre. Se em plearon varios días
en prep arar la partida de la N iña para el viaje de regreso.
E xploraciones de Colón (P rim e r v iaje).
L a conducta incalificable de M artín Alonso Pinzón, y sus
Reconoció, luego, la isla que llam ó de la Tortuga, y, más posibles graves consecuencias, pudieron ser bien apreciadas
adelante, en la Española, se estableció en una bahía cerca por el A lm irante y por la tripulación, al considerar que de­
de la cual habitaba una trib u de indios cuyo cacique o rey bían av en tu rarse a cru zar de nuevo el océano con una sola
se llam aba G uacanagary. E l cacique y su tribu recibieron a carabela, la N iña, para reg resar a E spaña. Pudieron, no obs­
Colón m uy am istosam ente. tan te, confiar en su buena suerte, pues la carabela se en­
L a noche del 24 de D iciem bre, víspera de N avidad, mien­ contraba en buenas condiciones m arineras.
tra s Colón descansaba en su cám ara, la Santa María, aunque A ntes de p a rtir quiso el A lm irante, aunque no dudaba de
el mar estaba en calma, se fué sobre un banco, arrastrada por
m
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Los intrépidos viajeros fueron recibidos con g randes ho­
la am istad de G uacanagary, realizar un sim ulacro con las
nores y en m edio de un entusiasm o ex traordinario. L as cam ­
arm as de fuego. M andó efectuar algunos disparos de bom­
panas se echaron a vuelo, las cásas de com ercio fueron ce­
barda y de arcabuz para d em ostrar a los indios la potencia
rrad as en señal de fiesta, y toda la población tom ó p arte
y eficacia de esas arm as.
en una procesión que acom pañó al g ran nav eg an te h asta
P artió Colón, por fin, y, en las inm ediaciones de un la iglesia, en acción de gracias.
prom ontorio, al que llam ó Monte 'Christi, siendo el 6 de E n B arcelona, donde se encontraban los reyes. Colón
enero, se le presentó, repentinam ente, la P inta, de la que fué recibido con los m ás altos honores. (A bril de 1493).
nada se sabía desde el 21 de noviem bre. P inzón, decepcio­
nado de su inútil excursión, tra tó de excusarse ante el Al­
m iran te de su falta de lealtad. Consecuencias inmediatas del descubrimiento.
Y a reunidas las dos carabelas y después de recorrer España y Portugal.
todavía la costa de la E spañola h asta la bahía de Sarnana, Bula de Alejandro V I. Tratado de Tordesillas.
p artieron, definitivam ente, el día 16 de enero (1493).
D u ran te los días 13, 14 y 15 de febrero, las carabelas U n a consecuencia inm ediata del descubrim iento, fué la
tuvieron que so p o rtar la acción de una borrasca ciclónica. renovación de las anteriores d esav en en cias-en tre E sp añ a y
E l viento huracanado y las olas gigantescas y cruzadas, P o rtu g al, pues el rey de este últim o .país entendía que las
im pedían que las carabelas avanzaran o retrocedieran. tierra s que acababa de descubrir C ristóbal Colón debían per-
tenecerle, en m érito de los derechos que le acordaban las
L a P in ta, m andada por Pinzón, desapareció de nuevo
bulas expedidas por el P apa. (P ág s. 18 y 19).
d u ran te la borrasca, prosiguiendo sola, la N iña, el viaje
de regreso a E spaña. Los R eyes Católicos, ante la actitu d de P o rtu g al, se
apresuraron a acudir ante la au to rid ad del Sum o P ontífice
E l peligro era tan grande que Colón, tem iendo un nau­ para que éste les reconociera la posesión de las tie rra s des­
fragio, escribió en un pergam ino todo lo que pudo sobre cubiertas. F ué, así, que el P ap a A lejandro V I, expidió una
el descubrim iento que había realizado. E nvuelto el perga­ bula declarando que correspondían a los R eyes Católicos
m ino en un tela encerada, fué puesto en un barril y 1^ todas las tierras e islas descubiertas y por descubrirse que,
m andó echar al m ar. O tro barril, con un docum ento igual, no perteneciendo a ningún príncipe cristiano, estuviesen si­
fué colocado sobre el castillo de popa, para el caso que tuadas a occidente de una línea im aginaria, traz ad a de polo
la N iña naufragara. a polo, a cien leguas de cualquiera de las islas A zores y
F elizm ente Colón pudo llegar a la isla de S anta M aría, de Cabo V erd e; y que debían pertenecer a P o rtu g al las
una de las A zores. D ádose a la vela, de nuevo, ancló en el tierra s que quedasen al este de dicha línea. (B u la de 4 de
p u erto de L isboa donde fué agasajado por el rey de P o r­ m ayo de 1493 (J).
tugal. P o r fin llegó al p u erto de P alos el día 15 de m arzo E l rey de P o rtu g al no tard ó en p resen tar sus quejas
de 1493 a los 7 m eses y 12 días de su partida anclando en ante el P apa, haciendo la m anifestación de que sus dere­
el m ism o sitio de donde había salido. chos quedaban desconocidos. E s ta contienda se acentuó a
L a P in ta, que había desaparecido por segunda vez el tal pu n to que hubo de deg en erar en un grave co n flic to ;
14 de febrero, d u ran te la gran borrasca, en tró tam bién ai pero, por fin, las p artes convinieron en firm ar un tra ta d o
puerto de P alos horas después que lo hiciera la Niña. por el cual se disponía que la línea pasara a 370 leguas
P inzón m urió pocos días después y se sospechó que (1 ) L as dos bulas del P a p a A le ja n d ro V I, em itidas el 4 de m ayo y el 7
sería de envidia y despecho. de septiem bre de 1493, lo fueron e sta n d o Colón, y a de regreso, en E spaña, y a n te s
de su p a rtid a p a ra el segundo viaje.
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al oeste de las islas de Cabo V erde. El tra ta d o fué firm ado habían realizado expediciones clandestinas en fechas próxim as al des­
en la localidad de T ordesillas. el 7 de junio de 1494. cubrim iento de A m érica, no sólo con posterioridad a éste sino tam ­
bién con an terio rid ad al mism o.
N o s e s u p u s o, enton­ E sp añ a no ta rd ó en darse cuenta de las consecuencias que se
ces, que dicha dem arcación derivarían del tra ta d o de T ordesillas que, por lo pronto, aseguraba
llegaría a -ser causa de dis­ a P o rtu g al la posesión jurídica de esas tierras. (B rasil).
cordias, no sólo por las po­ Y a desde 1493, E sp añ a y P o rtu g a l se recelaban de todo cuanto
im portaba el envío de expediciones al N uevo M undo, y cada una de
s e s i o n e s e n el A tlántico, ellas m an ten ía ag en tes secretos (espías) en la otra, para estar al
sino tam bién en el otro he­ tan to de la p rep aració n y p artid a de tales expediciones, y p ara pre­
m isferio, porque, yendo los venirse de posibles sorpresas.
españoles hacia occidente de D u ran te los prim eros años que siguieron al descubrim iento no
faltaron com erciantes que, con propósitos de lucro, arm aran tam bién
la línea, y los portugueses, expediciones clandestinas al N uevo M undo.
hacia el oriente, y sin lími­ A fines de 1501 los reyes de E sp añ a prohibieron toda expedi­
te alguno bien fijado, debían, ción que se o rg an izara “sin licencia ni m andado” para ir a alguna
encontrarse forzosam ente, tierra, ya descubierta o que se descubriese en adelante, bajo pena
como sucedió con las islas de p erd er el navio o navios, así com o todos los p ertrechos, arm as
y m ercaderías, m ás una m u lta en dinero efectivo.
M olucas.
E sto s hechos fueron el Segundo viaje de Colón
origen de las cuestiones G rande fué el entusiasm o que produjo el descubrim iento
que, du ran te varios siglos, de Colón, principalm ente en E spaña. L os Reyes Católicos,
sostuvieron E spaña y P o r­ com prendiendo su im portancia, dispusieron la inm ediata pre­
tugal en Am érica. paración de otra expedición con m ayores elem entos. Se
V iajes clandestinos com puso de 17 buques y 1500 hom bres, y p artió del puerto
L as quejas interp u estas an te el P a p a p or el rey de P o rtu g al, así de Cádiz el 24 de septiem bre de 1493.
com o sus insistencias p ara que la “línea” se llevara m ás a occidente,
no se debían a divergencias p or sim ples detalles, sino a m otivos
F o rm ab an parte de la ex p ed ició n : el herm ano del A l­
de gran trascendencia que, más tarde, quedaron revelados. E fectiva­ m irante, D iego; el cartógrafo Ju an de la Cosa, el padre
m ente, algunos a u ­ B ernardo Boyl (V icario A postólico) y otros religiosos,
tores y críticos, con Alonso de O jeda y algunos personajes más.
razo n es b astantes,
V enían, adem ás, obreros de to d a clase de oficios, y
han sostenido que
la actitud del rey se em barcaron ganados, anim ales dom ésticos, perros de pe­
de P o rtu g al no se lea, sem illas diversas, p lan tas para aclim atarlas, y provi­
debió sino al cono­ siones alim enticias en abundancia.
cim iento, s e c r e t o , Se ve que esta segunda expedición ten ía ya el carácter
que tenía, de que,
al llevar la “línea” de una em presa colonizadora.
m ás al oeste', que­ Llegado que hubo a la E spañola, después de recono­
d aría dentro de es­ cer otras islas, grande fué el asom bro de Colón al encon­
te l í m i t e a l g u n a trarse con el fuerte “ N avidad” destruido com pletam ente y
p arte del continen­
te, ya reconocida o
desaparecidos los hom bres que había dejado de guarnición.
avistada por m ari­ L os p rin cip ales p u erto s españoles sobre el A tlántico, Los indios, quizá por haber sido m altratados, fueron quie­
de donde p a rtía n casi to d as las expediciones
nos portugueses que al N uevo M undo. nes incendiaron y destruyeron el fu erte, m atando a la ma-
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yoría de los que com ponían la guarnición. G uacanagara ex­ cerarse de las quejas y acusaciones de sus enem igos. (M a­
plicó que un rey, m ás poderoso que él, había sido el au to r yo 10 de 1496).
del desastre. Pocos m eses después de su p artida, B artolom é Colón
E n un sitio elegido algunas leguas m ás al este del fundó, en la m ism a isla E spañola, la población de “Santo
fuerte destruido, Colón m andó efectuar el trazado de una D om ingo”, que es hoy capital de la R epública del m ism o
ciudad que bautizó con el nom bre de Isabela en hom enaje nom bre. (A gosto de 1496).
a la reina Isabel. E s ta fué la prim era ciudad fundada en
Tercer viaje de Colón
Colón llegó a E spaña, de regreso de su segundo viaje,
en junio de 1496. A pesar de las inform aciones p resentadas
a los reyes contra el A lm irante, éste supo convencerlos
de su inculpabilidad. Sin em bargo, la situación de Colón
no era nada comoda, a tal pu n to que le era difícil conse­
g u ir los elem entos y el personal necesarios para ap restar
una nueva expedición. H abía tran scu rrid o ya un año des­
de su regreso,
y nada había
obtenido to­
davía. P o r es­
ta m ism a fe­
el N uevo M undo. Los edificios principales se hicieron de cha, m ediados
p ied ra; pero los de poca im portancia se construyeron de de 1497, el
m adera, cañas y barro. rey de P o rtu ­
Colón encargó el gobierno de la isla a su herm ano gal enviaba a
Diego, m ientras él se dedicaba a la exploración de otras V asco de Ga­
tierra s y a b u scar oro. m a con la mi­
Exploró algunos p untos de la isla de Cuba, pasó a sión de que,
la de Jam aica, donde no encontró lo que soñaba. Volvió a siguiendo la
la isla de Cuba y, después de descubrir o tras islas, regresó ru ta de B arto­
enferm o a Isabela, donde encontró a su herm ano B arto­ lomé Díaz, com pletara el viaje a la In d ia que éste últim o
lomé, quien había llegado de E spaña con provisiones, que no había podido cum plir diez años antes.
aliviaron m ucho las penurias de la población. E ste hecho influyó seguram ente para que los reyes de
El descontento y la indisciplina de los pobladores, así E spaña ordenaran el rápido apresto de la terc era expedi­
com o la actitu d hostil de los indios, fueron tales que és­ ción. P o r fin, a los dos años de su regreso, vencidas todas
tos se rebelaron. Los indios fueron vencidos y su cacique, las dificultades, p artía Colón de S anlúcar de B arram eda
Caonabó, fué tom ado prisionero. el 30 de m ayo de 1498.
M ientras tanto, los m ales de la colonia aum entaban. E n este viaje llegó a una isla, cerca del continente, a
Colón dejó al frente del gobierno a sus herm anos B arto ­ que dió el nom bre de la Trinidad. Reconoció las costas
lomé y Diego, y em prendió el regreso a E spaña para sin­ del golfo de Paria (C osta de las P erlas) y de allí, navegan­
do hacia el oeste, llegó a la isla Margarita. E n co n tró , en
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una islita próxim a, unos indios dedicados a la pesca de Vasco de Gama consigue llegar a la India
perlas y consiguió de ellos una buena cantidad de éstas, Importancia de este acontecimiento
dándoles, en cambio, algunas chucherías. D esde que el portugu és B artolom é Díaz había llegado,
P rosiguió Colón h asta la E spañola y, allí, encontró la al finalizar el año 1487, al cabo que llam ó Tormentoso, no
población en estado de revuelta. Su autoridad fué desco­ se habían hecho nuevas ten tativ as p ara llegar a la India.
nocida obligándole esto a tom ar m edidas enérgicas de re­ E sta ru ta quedó olvidada d u ran te 10 años, h asta que el rey
presión. T a n to él como sus herm anos eran acusados de ser de P o rtu g al, celoso de los descubrim ientos de los españoles,
los culpables de los m ales que sufrían los pobladores. resolvió em prender de nuevo la gran em presa. Con este pro­
L os enem igos de Colón y de sus herm anos m andaron pósito partió de L isboa una expedición al m ando de un joven
com unicaciones a E spaña acusándolos de opresores y crueles. e intrépido m arino: V asco de Gama. (M ediados de 1497).
Con el fin de realizar una investigación, los soberanos V asco de Gama, doblado que hubo el cabo T orm entoso,
m andaron a F rancisco Bobadilla, como “juez pesquisidor”, ya llam ado de B uena E sp eranza, tocó la costa oriental de
p ara que inform a­ A frica en varios puntos h asta M elinda, puerto m uy concu­
ra acerca de la si­ rrid o por los m arinos que recorrían el m ar R ojo y las re­
tuación de la co­ giones superiores del océano Indico. D esde M elinda, guiado
lonia. E n cuanto p or un piloto ára­
llegó a S anto D o­ be que le propor­
m ingo tom ó pose­ cionó el rey de es­
sión abusiva de ta región africana,
la residencia del em prendió la tr a ­
A lm irante, estan­ vesía en dirección
do éste ausente, y noreste y llegó a
ordenó fuera pren­ C alicut en el In-
oción reh ú sa se le q u iten las cadenas. dido el goberna­ dostán. (M ayo 22
dor Diego Colón, de 1498).
engrillado y arrestado en un barco. El A lm irante y su h er­
m ano B artolom é, m om entáneam ente ausentes, en cuanto se El 25 de abril de
p resen taro n en la ciudad de S anto D om ingo fueron, a su 1499 llegaba de re ­
vez, arrestados. greso a L i s b o a ,
C asi <1 lo s d o s V asco de G am a llega a la In d ia .
Em barcados los tres herm anos en una carabela, sin aten­ años, uno de los barcos de la expedición con sólo la tercera
der razones, fueron engrillados y llevados a España. parte de los 160 hom bres que habían partido.
Al ra to de darse a la vela, el capitán del barco, m uy E ste acontecim iento tuvo consecuencias extraordinarias.
condolido, se propuso quitarle los g rillo s; pero Colón no lo L a nueva vía m arítim a im portaba an u lar la te rre stre que
consintió. P refirió llevarlos h asta el fin del viaje, esperando m onopolizaban los m ahom etanos, y éstos ya no serían los
que se los q u itaran p o r orden del rey. dueños casi únicos del com ercio con la India. A sim ism o, los
Así, el descubridor de un nuevo m undo tu v o que so­ p uertos del M editerráneo, en p articu lar V enecia, y los del
p o rta r la hum illación de llevar las cadenas como un crim inal m ar N egro, fueron perdiendo su im portancia a m edida que
vulgar. L legado a E spaña (N oviem bre de 1500), fué puesto crecía la de los situados sobre el A tlántico. Lisboa, uno de
en libertad por m ediación de la reina Isabel. éstos, llegó a tener un m ovim iento extraordinario, por los
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num erosos barcos que afluían a él, procedentes de todas sileña no fué casual y debida a una tem pestad, como siem ­
partes. pre se había dicho, sino que arribó allí por un acto deli-
G randes fueron, tam bién, las ven tajas que ofrecía la , berado.
nueva ru ta por la dism inución del costo del tran sp o rte m arí­ Cabral m andó hacer una cruz, que fué erigida en ese
tim o, la supresión de trib u to s, transbordos, y otras trab as lugar como sím bolo del derecho de posesión, y en m érito
costosas, y, como consecuencia, el abaratam iento de todos de que le correspondía por estar situado dentro del lím ite
los productos asiaticos cuyos precios quedaron asi al alcance que le asignaba el trata d o de Tordesillasi
de m ucha gente. El té, el café, y h asta el azúcar dejaron de D espués de despachar a uno de los barcos para P o r­
ser artículos de lujo. tugal, con la noticia del descubrim iento y tom a de pose­
E n E sp añ a la noticia del éxito de Gam a causó sensa­ sión, siguió viaje a la India.
ción al m ism o tiem po que desagrado, pues el problem a del Américo Vespucio. Origen del nombre de América
cam ino a la In d ia quedaba resuelto en beneficio de los por­ Am érico V espucio, perteneciente a una distinguida fa­
tugueses.
m ilia florentina, había pasado a E spaña donde e n tró en
Pedro Alvarez Cabral relación con un fuerte com erciante italiano, radicado en Se-,
E l éxito alcanzado por V asco de Gama en su expedi­ villa, especialm ente dedicado a la organización de expedicio­
ción a la India, indujo al rey de P o rtu g al a enviar otra nes m arítim as. E l contacto con el arm ador citado, despertó
más poderosa y con m ayores elem entos, con el propósito en él un gran entusiasm o por los viajes.
de establecerse allí definitivam ente. M ás tarde entró al servicio de E sp añ a y form ó p arte de
A principios del año 1500 (M arzo 9) p artía la expe­ la expedición de Alonso de O jeda en 1499. (V éase pág. 52).
dición del puerto de L isboa al m ando de P edro A lvarez Llam ado por el rey de P ortu g al, pasó a su servicio para
C abral quien debía seguir la tom ar parte en una expedición puesta al m ando de Gon­
ru ta de V asco de G am a; pero zalo Coelho quien debía co ntinuar la exploración de la
se desvió luego hacia el conti­ costa brasileña cuya tom a de posesión había realizado A l­
nente am ericano, donde tocó varez C abral en “ P o rto S eguro”.
tierra y tom ó posesión de ella E n m ayo de 1501, p artía la expedición del pu erto de
en nom bre del rey de P o rtu ­ Lisboa, y, después de to car la costa de Africa, p roseguía
gal (A bril de 1500). L a llamó hacia las islas de Cabo V erde. Reconocido el cabo “ San
Tierra de la Vera Cruz, de­ R oque”, en la costa brasileña, la navegación continuó ha­
nom inación que, m ás tard e se cia el sur, creyéndose que alcanzaron el cabo “ S anta M a­
cambió en Tierra de Santa ría”. E n 1502 la expedición regresó a Lisboa. (V er m ap ita).
Cruz. El punto de arribo, un L a fam a de A m érico V espucio fué debida a sus cono­
puerto n a t u r a l , fué llam ado cim ientos como cosm ógrafo y cartógrafo, asi como a varias
“P o rto S eguro”. cartas geográficas que fueron m uy difundidas por to d a
Se da como cierto que los E uropa, u n a de ellas llam ada Mundus Novus. T o d as con­
portugueses sabían ya de la tenían relaciones de los viajes que había realizado.
existencia de tales tierras, por E stas cartas, universalm ente leídas, dieron ta n ta fama
navegantes que habían estado al autor, que se llegó a considerar que V espucio había ha­
allí secretam ente, con anterioridad. (V er pág. 42 y 43). E sto llado uh nuevo continente y que Colón sólo había descu­
explicaría que la llegada de A lvarez C abral a la costa bra­ bierto algunas islas.
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E n 1507 se publicó un libro de geografia, en latin, cuyo 1502 partía del puerto de Cádiz. A com pañaban a Colón su
autor, el a le m á n herm ano B artolom é, su hijo F ern an d o y varios intérpretes
Nüc^o partesfutitlatmsIufl:ratne/&alia M artín W altzemÜ- de lengua árabe
quarta pars per Americü Vefputi5(vtin fequenti 11er decía: “ que no p ara utilizarlos
busaud¡etur)inuentaeft/quáno.ivideo curquis encontraba ningún en el supuesto
iure vetet ab Amcrico ¡nuentore lagacis ingenij vi . °
AmeriV ro Amerigenquali Americi terrà/ liue Americani m otivo para que no caso de llegar
ca dicendá:ci & Europa SeAíiaa mulieribus Paafot. Se llam ara tierra de a la India, pues
tita fintnomina.Eius fitü Sí gentis mores exbis bi A m érico O A m érica que éste cons­
nis Amerid nauieatíoníbus qua: fequuncliquide _, * ,
intciUgidatur. 1 al n u e v o m u n d o t i t u í a el m á s
descubierto. grande de sus
P á rra fo del célebre libro en que ap areció -p i *
por p rim era vez el n o m b re de A m érica dado c llg U n O S §10* afanes.
ai Nuevo Mundo. bos terráqueos y en L l e g ó a la
m apas, im presos pocos años después, los autores adopta­ isla E spañola,
ron ese nom bre. D esde 1516 en adelante, fué ya universal­ sin poder des­
m ente aceptado. E sto constituyó una injusticia, aunque, en e m b a r c a r en
verdad, la culpa' no fué de V espucio, sino de los autores ella, por disposición del gobernador N icolás de Ovando, en
de libros, m apas y globos geográficos. V espucio, en sus cum plim iento de órdenes de los reyes.
escritos, no aplicó nunca su propio nom bre a las nuevas
tierras descubiertas. P rosiguiendo su ruta, navegó hacia el oeste y llegó hasta
E n honor del g ran navegante, el N uevo M undo debió las isletas llam adas “Jardin es de la rein a” , para tom ar, luego,
llam arse Colombia, p ara p erp etu ar con esta palabra el nom ­ la dirección sur. R ecorrió la m ayor p arte de las costas de
bre de su descubridor, cuya gloria, a pesar de todo, será la A m érica C entral y como en algunos sitios, que exploró
eterna. m inuciosam ente, encontró cierta can tid ad de oro, y los in­
Cuarto y último viaje de Colón dios le dieron noticias de la existencia de un país rico,
Colón se afirm ó en la creencia de h aber encontrado tierras
Su muerte de la In d ia ; pero luego, ante la im posibilidad de continuar
El encuentro, por V asco de Gama, de la ru ta para buscando el “paso” deseado, debido a que los barcos se
llegar a la India, im presionó m ucho a Colón, y a que él no encontraban en pésim as condiciones y casi inutilizados por
había conseguido otro tan to todavía, siguiendo una ru ta la “carcom a” , se dirigió hacia el norte.
en sentido contrario. E ste gran acontecim iento le incitó E n la isla de Jam aica tuvo que em barrancar sus barcos
aún m ás a. p ersistir en su propósito de descubrir el “paso” en la playa por hallarse ya to talm en te inservibles. P erm an e­
o m ar abierto ” que le habría perm itido llegar directam ente ció allí un año esperando los socorros que había pedido v a­
a las regiones del C athay y de Cipango. liéndose del generoso ofrecim iento de un trip u lan te m uy adic­
Con ese propósito, ya de regreso de su tercera expedi­ to, llam ado D iego M éndez, quien, con otros com pañeros y
ción, se dedicó sin descanso a la preparación de un cuarto algunos indios, se em barcaron en dos grandes canoas resuel­
viaje, a pesar de las dificultades que encontraba, debidas a tos, tem erariam ente, a realizar u n a trav esía de cuarenta
las acusaciones de sus enem igos que, desde la Española, in­ leguas p ara llegar a la E spañola, a la que arrib aro n feliz­
terponían ante el rey. P o r fin, después de m ás de un año m ente, después de m uchas peripecias.
de esperas, consiguió que se p rep arara una m odesta expe- A uxiliado, por fin, pudo Colón traslad arse a Santo Do-
diciÓM de cuatro bartrm c'n'n todo lo necesario. E n m ayo de m iago, hasta que} abatido por toda d a s e de sufrim ientos, se
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em barcó en septiem bre de 1504, para llegar al puerto de La expedición tocó el continente en la región situada al norte
del río A m azonas (actuales G uayarías) y se dedicó a ex p lo rar la
S anlúcar en noviem bre del m ism o año, de donde pasó a Se­ co sta hacia el norte. V isitaron la isla M arg arita y continuaron, luego,
villa, ya enferm o y achacoso. La reina Isabel, que se encon­ h a sta el lago de M aracaibo. A llí enco n traro n una tribu de indios,
trab a tam bién enferm a, falleció cuyas viviendas estab an co n struidas sobre pilotes, y que, por estar
unos 20 días después, en M edina rodeadas de agua, se com unicaban por un puente con la tie rra
del Campo. P a ra Colón significó firm e. F ué dado el nom bre de V enezuela a esa población de indios,
p o r su parecido con la ciudad de V enecia, edificada a lo largo de
u na pérdida irreparable porque canales.
ella co n stitu ía el único apoyo L leg aro n al cabo que llam aron “de la V ela”, en la península
con que podía contar todavía. de “G u ajira”, y luego reg resaro n a la isla E spañola (H a ití). D es­
E l rey F ern an d o le atendió pués de c a rg a r palo “ cam peche” y un g ru p o de indios para ser
vendidos com o esclavos, reg resó O jeda a E sp añ a (Ju n io de 1500).
b o n d ad o sa m e n te; pero siem pre
Pero A lonso N iño (1499). — E ste m arino había estado ya en
se m anifestó esquivo ante sus re­
el "u ev o m undo acom pañando a Colón, com o piloto, en su prim er
clam aciones. Así, C ristóbal Co­ viaje.
lón, el descubridor del N uevo P a rtió en una carabela trip u lad a p o r algo m ás de trein ta hom ­
M undo, m urió en m edio de la bres. Siguió casi el m ism o d erro tero que O jeda, pues arrib ó ta m ­
m ayor indiferencia, en la ciudad bién a las actuales G uayanas. C ontinuó h asta la isla “M a rg arita”,
de V alladolid, el día 20 de mayo reco rrió la costa h asta V enezuela y, de allí, con un valioso carg a­
m en to de “palo b rasil”, cierta cantidad de oro y, principalm ente, “p er­
de 1506, día de la A scensión 1. la s”, reg resó a la P en ín su la (F e b re ro de 1500).
V iajes menores de los españoles V icente Y añez P inzón (N oviem bre, 1499). — E ste m arino, uno
de los tres h erm anos que acom pañaron a C olón en su prim er viaje,
A unque después del p rim er viaje de se dió a la m ar en dirección a las islas C anarias y de Cabo V erde,
Colón, se había despertado y a el in ­ sorprendiéndole un g ran tem poral, hasta que fué avistado un cabo
terés p or las tie rra s del nuevo m undo, al que fué dado el nom bre de “ S anta María de la C onsolación’11
el entusiasm o no se acrecentó sino (actu al San A g u stín ). S iguieron hacia el norte, a lo largo del con­
después del tercer viaje, debido en tin en te, h asta descubrir el río A m azonas, de cuya grandiosidad en
g ra n p arte, al d escubrim iento de la la desem bocadura, quedaron asom brados.
“costa de tas p erlas” que había h e­ C ontinuó P inzón reconociendo la costa h asta el golfo de “P a ­
cho el mismo Colón (ver pág. 4.5). ria ” . A llí cargó palo cam peche y, luego, em prendió viaje de regreso
(S eptiem bre de 1500). P in zó n fué, pues, el descubridor del río
P o r las capitulaciones firm adas a favor de C olón por los R e­
A m azonas.
yes C atólicos, éstos no podían “conceder perm isos p ara explotar
tierra s que C olón descu b riera” ; pero, a p esar de ta l prohibición, D iego de Lepe (Enero de 1500). — L epe se dirigió al conti­
fueron num erosos los perm isos concedidos a particu lares p ara que, nente tocando tie rra un poco m ás al sur del cabo San A gustín, de
éstos, efectuaran exploraciones a su costa. donde, subiendo h a sta el A m azonas, p en etró en él, en una buena
extensión. D e allí pasó al golfo de P a ria p ara reg resar a E spaña
L os principales viajes secundarios llam ados “viajes m en o res” se
sin o b ten er nada que tuviera im portancia.
realizaron en tre 1499 y 1503.
Rodrigo de B astid as (E nero de 1501). — E ra un escribano que,
A lonso de O jeda (M ayo de 1499). — A lonso de O jeda fué con el perm iso concedido p or los reyes, y dispuesto a o b ten er bu e­
autorizad o por el m on arca p ara ex p lo rar las costas del continente. nas ganancias, arm ó dos carabelas llevando com o piloto al ya cé­
L e acom pañaban el cartó g rafo Ju an de la Cosa y A m érico V es­ lebre Ju an de la Cosa. R econoció p arte de las costas de la actual
pucio, quienes, com o el m ism o O jeda, hab ían acom pañado a Colón Colom bia y del istm o h asta cerca de P o rto b elo . C onsiguió negociar
en su tercer viaje. con los indios, y obtuvo una buena cantidad de oro y de perlas;
pero las pésim as condiciones en que se en contraban los barcos, ag u ­
(.1) Se ha podido co m p ro b ar que la festividad de la A scensión correspondió,
en aquel añ o , al día 21 y no al 20 de M ayo. jereados p o r un gusano que abunda en las aguas del mar d e esa
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zona, le im pidieron co n tin u ar las exploraciones. Con los buques en deraba sería lucrativa, ofreciéndole, adem ás, el cargo de alcalde
tan m alas condiciones em prendió viaje de reg reso a E sp a ñ a ; pero m ay o r de la provincia donde estableciera su gobierno.
los tem porales le obligaron a volver a la E sp añ o la y, en un islote V ivía, asim ism o, en la E spañola, un poblador, llam ado V asco
de las proxim idades, las dos carabelas se inutilizaron, pudiendo N úñez de Balboa, que poseía y cultivaba una g ran ja; pero que se
salvar tan sólo lo m ás valioso de lo que cargaban, encontraba cargado de deudas. Perseguido por sus acreedores, tom ó
l.. :.. la resolución de em barcarse secretam ente en uno de los barcos de
La Junta de Burgos — O tros viajes menores la expedición de E nciso. Se l\izo llevar a bordo, desde su granja,
m etido en un tonel. Cuando el barco estuvo en alta m ar, salió B al­
D u ran te los años tran scu rrid o s desde el descubrim iento hasta, boa de! tonel, anjte la sorpresa de los expedicionarios. E nciso estuvo
finalizar el siglo X V , los resultados m ateriales obtenidos, no h a ­ a punto de dejarlo abandonado en una isla desierta; pero, condolido
bían sido de g ran provecho. A dem ás, d u ra n te esos m ism o s'a ñ o s, los de su situación, lo retuvo com o un trip u lan te m ás.
portugueses, franceses e ingleses ya habían realizado expediciones O jeda había partid o hacia el D arién an tes que Enciso, y éste
descubridoras, con la consiguiente ocupación de las tie rra s descu­ debía reu n írsele p o sterio rm en te (N oviem bre de 1509). L e acom pa­
biertas, en las costas de la A m érica del su r y del norte. ñaban Ju an de la Cosa y F rancisco P izarro.
E sta com petencia influyó para que el rey F ern an d o , dándose L a expedición tocó en el puerto de C artagena y luego en San
cuenta del peligro que significaba, resolviera d ar un fuerte im pulso S ebastián donde le esperaban desastres y penurias de toda clase.
a nuevas em presas descubridoras y colonizadoras, o rdenando que F u é en ese lugar donde Balboa, an te el desalentado Enciso, acon­
éstas fueran prep arad as con la seriedad y técnica debidas. sejó a éste se trasla d a ra a o tro sitio m ás apropiado, donde encon­
Fué así que, respondiendo a este propósito, el rey F ernando tra ría ab undantes recursos, lugar que ya conocía por haberlo visitado
dispuso la reunión, en la ciudad de B urgos, de los pilotos Ju an de con B astidas años antes. E nciso aceptó el consejo, y, en el lugar
la Cosa, A m érico V espucio, V icente Y añez P in z ó n y Ju a n D íaz de indicado, dispuso el asiento de su gobierno, dándole el nom bre de
Solís, con el fin de resolver lo pertinente a tan serias cuestiones. Santa María de la Antigua del D arién, a la que todos se habían
E n esa reunión o ju n ta, que presidía el rey, se convino la crea­ encom endado.
ción del cargo de “piloto m ay o r” a quien .co rresp o n d ería ocuparse E nciso, que se consideraba teniente de O jeda, y Balboa, in te ­
de todo lo referente a las expediciones y em presas de colonización. ligente y de carácter, no ta rd a ro n en revelar sus recíprocas p reten ­
Fué designado para ta l cargo A m érico V espucio. (1508). siones.
Se resolvió tam bién que, en adelante, los co m andantes de b a r­ L o s pobladores concluyeron por negar obediencia a E nciso, y,
cos deberían acred itar su capacidad de tales- p or m edio de un exa­ de todo ello, resu ltó que éste, viéndose en desgracia, tuvo que ab an ­
m en teórico y práctico. A este efecto se creó en Sevilla una escuela donar la colonia y traslad a rse a E sp añ a para entablar una acción
de náutica. judicial en defensa de sus derechos. F u é escuchado y obtuvo ju s­
E n cum plim iento de la m isión que se había im puesto la Ju n ta ticia, pues se condenó a B alboa a satisfacerle daños y perjuicios.
de B urgos, el rey F ern an d o ordenó la salida inm ediata de u n a ex­
pedición cuyo fin principal era “b u scar el paso o mar abierto” que
perm itiera llegar a las islas de las especias. Descubrimiento del Mar del Sur
Vicente Y añez Pinzón. — La expedición que se dispuso p re ­ Balboa — Su muerte
parar, la m andaban V icente Y añez P in zó n y Ju a n D íaz de Solís
(Junio de 1508). E n tre las hazañas realizadas por los av entureros que
D espués de pasar por la isla de Cuba a rrib aro n al continente,
cuyas costas recorrieron desde las proxim idades del cabo “G racias
llevaron a cabo el descubrim iento y conquista de A m é­
a D ios’ h asta el de “San R oq u e”. D e allí reg resaro n a E sp añ a sin rica, una de las m ás notables fué la trav esía del istm o de
enco n trar el “p aso ” tan buscado (O c tu b re de 1509). P anam á realizada por V asco N úñez de Balboa con el p ro ­
E nciso, O jeda y B alboa. — U n abogado, M artín F ern án d ez pósito de buscar “el m ar” del o tro lado de las m ontañas.
Encjso, que residia en S an to D om ingo, había conseguido, con su p ro ­ E m pezó por form ar una agrupación de hom bres vigo­
fesión, acum ular una re g u la r fortuna.
rosos, resueltos a todas las penurias, y adictos a su persona,
A lonso de O jeda, ya conocido p or sus em presas anterio res, que
se en contraba tam bién en S anto D om ingo, indujo a E n ciso a d ejar en núm ero de 190, arm ados con arcabuces, ballestas, espa­
su profesión y a que le acosupafiara en una expedición, que consi­ das, picas y escudos, llevando también algunos perros adies­
— 56 —

trados para la pelea, que constituían siem pre el te rro r de La América en la época de su descubrimiento
los indios.
Se em barcó con elios en un bergantín y nueve canoas
Cuando los europeos dieron principio a la conquista y colonizacion
grandes, y se trasladó desde D arién (S anta M aría la A n­ de las diversas regiones de la A m érica, en co n traro n en ella pueblos
tig u a) a Coiba, región que ocupaba el cacique Careta, Dejó m uy distintos e n tre si por su lengua, por sus costum bres, por su con­
allí las em barcaciones y la m itad de su gente y em prendió form ación física, color, etc.
la m archa por tierra, que resultó en extrem o fatig o sa.¡ T u ­ R elativ am en te a su civilización en co n traro n pueblos que yacían
vieron que escalar serranías y m ontañas escarpadas, cru­ en estado de barb arie com pleto; y o tro s que form aban agrupaciones
num erosas, con una organización tal que causaron la adm iración de
za r tierras p antanosas y bosques tupidos, s:n contar la los europeos. D e todas las agrupaciones indígenas que poblaban la
acción en erv an te de un calor tropical, y las picaduras de A m érica, sólo dos form aban algo así com o E stad o s: la de los
infinidad de insectos. En cuatro días sólo pudieron avan­ aztecas que con stitu ían el im perio m ejicano; y la de los quichuas,
zar diez leguas, no sin librar frecuentes com bates con los que form aban el im perio de los Incas, en el P erú .
indios. A lgunos de é«tos, D ejando de lado a los aztecas y quichuas, así com o algunas a g ru ­
prisioneros, le sirvieron paciones que h ab itab an la A m érica C entral y la actual Colom bia,
(m ayas y m uiscas o chibchas), los
de guías, forzada o vo­ dem ás indígenas de toda la A m é­
luntariam ente. rica, desde la zona glacial del n o r­
P róxim o ya a la vista te, habitada por los esquimales,
h asta la T ie rra del Fuego¿ vivían
del m ar, pues sólo falta­ en el estado m ás salvaje, y la ma­
ba alcanzar una pequeña y o ría eran guerreros, feroces e
altu ra, Balboa m andó de­ indom ables.
te n e r a sus hom bres, y E n tre las tribus que ocupaban
se encam inó, solo, h asta una extensión tan vasta com o la
A m érica del Sur, las costum bres
la cum bre para contem ­
eran m uy variadas y algunas m uy
plar, el prim ero, desde raras.
allí, la grandiosidad del L os individuos de algunas tri­
panoram a con el inm en­ bus se desfiguraban la cara fijan­
so m ar casi a sus pies do, en ella, colores diversos; y en
(S eptiem bre 25 de 1513). Allí se arrodilló para dar g ra­ la nariz, en las orejas y en los la­
b i o s , practicaban perforaciones
cias al C reador por haberle concedido una gloria ta n grande. para introducir objetos de form as
A cto continuo ordenó que se am ontonaran unas piedras v ariadas. Casi todos se adornaban
y se colocara una cruz como sím bolo de la tom a de pose­ con plum as de vistosos colores.
sión, y em prendieron seguidam ente el descenso h asta el L os caribes de las A ntillas m e­
nores y de V enezuela, eran de los
m ar.
m ás feroces y el te rro r no sólo de los conquistadores, sino tam bién
D espués de recorrer las riberas del golfo en que se en­ de los dem ás indios. T en ían aspecto h o rro ro so por sus caras p in ta­
co ntraban, al que bautizó con el nom bre de San Miguel, rrajead as, su largo cabello y su cráneo deform ado por achatam iento
em prendió el viaje de regreso a D arién, encontrando en de la fren te que lo producían artificialm ente aplicando a los niños,
el tray ecto las m ism as dificultades; pero llevando un rico desde los prim eros dias de su nacim iento, unas ligaduras com preso­
ras. E sto s indios solían salir en excursión invadiendo otras islas po­
tesoro en oro y perlas (E n ero 19 de 1514).
bladas por indios de carácter m anso. L a sola presencia de los caribes
E l m ar descubierto por V asco N úñez de B alboa fué los aterro rizab a.
llam ado Mar del Sur.
tas en m edio de las selvas sin ser descubiertas por los conquistadores,
E n general las arm as eran : el arco, la flecha y la m acana. L a lanza lo cual prueba que fueron obra de generaciones m uy anteriores.
y las boleadoras eran arm as que se usaban m enos y sólo por algunas L as ruinas halladas en el Y ucatán son las m ás im p o rtan tes de
tribus, entre ellas los ch arrú as y los querandíes, que ta n ia resistencia esos parajes. E n tre los edificios, son notables el que se llam a Casa
opusieron al e sta­ del Gobernador, que m ide 116 m etros de largo por 13 de ancho y 8
blecim iento de los de a lto ; el castillo de Chichen-Itza, el palacio de Kabah y otros.
Españoles en am bas L a im presión que. produce la v ista de esta m aravillosa ciudad
m árgenes del P lata. derruida, en el centro del despoblado in­
L o s indios de menso, es tan grande, que no es de ex­
o tra s tribus, p a ra trañ ar que los primeros exploradores se
hacer m ortales las quedasen mudos de asombro al contem­
heridas, aunque és­ plarlos. “Asom bro y silencio están aquí
tas no fueran g ra ­ en su puesto, dice N orm án; hablar me
ves, ponían su sta n ­ hubiera parecido una profanación. Una
cias venenosas en aparición celestial no hubiese podido cau­
la p u n ta de las sarme mayor impresión que estos impo­
flechas. nentes monumentos, estos sepulcros sa­
S um am ente dies­ grados de una civilización desaparecida,
tro s era n algunos sobre la que se extiende el silencio de las
en la caza de ani­ tumbas". " Cuando llegaron a Yucatán
males, ya con el los españoles de la conquista, ya estaban
arco, ya con las convertidas en ruinas la mayor parte de
boleadoras. estas ciudades, y las m uy pocas que aún
se hallaban habitadas tardaron poco tiem­
L o s conquistado­
res e n co n traro n en po en derrumbarse, sin que haya podido
la A m érica d e 1 ‘averiguarse la verdadera causa de seme­
N orte, en la Cen­ jante decadencia’’.
E n resum en, conviene tener presente, respecto a la población
tra l y en -la del
de la A m érica en la época de su descubrim iento:
Sur, resto s de ciu­
1. Qtre to d o el N uevo M undo estaba poblado desde las reg io ­
dades que p erten e­
nes frías de la A m érica del N o rte h asta la T ie rra del Fuego.
cieron a pueblos
y a desaparecidos 2. Q ue las diversas naciones, tribus, etc., de aborígenes, se
en la época de la diferenciaban un as de otras, algunas de una m anera m uy p ro n u n ­
conquista, com o los ciada, ta n to p o r su tipo físico com o por su lengua, costum bres, ideas
mayas, de cu ltu ­ religiosas, g én ero de vida nóm ada o sedentaria, etc.
ra superior a la de 3. Q ue estas agrupaciones no se hallaban todas en com pleto
los aztecas y p e­ estado salvaje, pues existían algunas m uy civilizadas, relativam ente,
ru an o s que encon­ que aso m b raro n a los conquistadores, por su organización política
tra ro n los españo­ y ad m in istrativ a, por sus industrias, sus m onum entos, sus sistem as
les. de canalización, y p or sus conocim ientoss astronóm icos.
4. Q ue con an terio rid ad a la existencia de estos im perios exis­
L o s mayas ocu­
tió en el m om ento de la conquista, una civilización igualm ente o
paban en la A m é-
más ad elantada, todavía, com probada por las ruinas de m agníficas
, rica C entral, la pe­
nínsula de Y ucatán y se extendían al sur h a sta el P acífico y p arte construcciones que en co n traron los conquistadores y viajeros, y que
se ven aún hoy, principalm ente en M éxico y la A m érica C entral, casi
de G uatem ala. Im ponen tes son las ruinas de los tem plos y palacios,
escondidas en los bosques espesos del Y ucatán, G uatem ala y H o n ­
como el d e ICabah, testim onios de su cu ltu ra general.
duras X1).
L os sitios en que se en cu en tran las ruinas se hallaban invadidos
per la maleza a tal punto que, p o r m ucho tiem po, p erm anecieron ocul­ (1) P a ra m ás d etalles c o n su lta r H is t. A rg. y A m ericana del m ism o autor.
— 61 —
Indígenas que poblaban el actual territorio argentino
en la época de su descubrimiento
C uando los españoles iniciaron la conquista y colonización del
actual territo rio arg en tin o lo poblaban num erosas agrupaciones de
indios que h ablaban lenguas m uy distintas y tenian costum bres ta m ­
bién m uy diversas. Cada grupo com prendía num erosas tribus.
T o d as vivían en com pleto estado salvaje, y sólo tenían alguna
superioridad sobre las dem ás, las que h ab itab an la reg ió n m ontañosa
del n oroeste (d iag u itas).
R especto del vestido, puede decirse que, en un territo rio tan ex ­
tenso, con regiones de aspecto tan diferente, existían desde las tribus
cuyos individuos cu b rían el
cuerpo con pieles de an im a­
les, o con tejidos, h a sta los
que an d ab an casi o com ple­
tam en te desnudos.
T o d as las tribus, con m a­
y o r o m eno r g u sto artístico,
llevaban ad ornos según los
recu rso s n atu rales de la re ­
gión h a b i t a d a y según su
habilidad. L os hacían de m e­
tal, de hueso, m adera, cue­
ro, plum as, dientes, escam as
y espinas de pescado, etc.
O b ten ían el fuego hacien­
do g ira r la ex trem id ad de un
listón de m adera d u ra en una cavidad practicada en un tro zo de
m adera blanda. Con la -'fro tació n se producía una llam a suficiente
p ara hacer a rd e r pasto seco, astillitas y luego leña. (C u ad ro pág. 64).
A lgunos de estos pueblos co n stru ían sus habitaciones con postes
clavados en el suelo y que luego cubrían con cueros, esteras de fibras
vegetales, o ram as y pastos, etc. N o faltaban los que vivían en g ru tas
naturales, y cuevas bajo tierra. L os que h ab itaban en las regiones
donde abundaba la piedra utilizaban tam bién ésta para co n stru ir sus
viviendas. Con m ás o m enos perfección todos fabricaban recipientes
de tierra , cocida o secada al sol (alfarerías).
A quellos que vivían a orillas de los ríos poseían canoas en gran
£ cantidad y eran m uy d iestros en m anejarlas. (Página» 62 y 64).
L o s indígenas de A m érica no conocían el carro, es decir, ningún
vehículo con ruedas. P a ra el tra n sp o rte por tierra, donde se criaba
la llama, em pleaban ésta com o anim al de carga. F ab ricab an los a p a ­
rejos para la caza y la pesca, así com o sus arm as.
R especto de sus creencias religiosas poco es lo que se sabe con
precisión. A lgunas trib u s ad oraban al sol, al relám pago, etc.; otras
creían en la existencia de espíritus buenos y m alos. T en ían sacerdo­
tes p ara celebrar las cerem onias de ah u y en ta r los espíritus m alos,
y tam b ién cu ran d ero s p ara curar a los enferm os.

5
— 63 —

L a m ayoría se dtiba a la em briaguez con bebidas alcohólicas


que prep arab an haciendo ferm en tar miel de abeja, alg arro b a o maíz.
L as arm as que u saban lás diferentes agrupaciones o naciones,
eran, en tre las principales: arco y flecha, lanza, garrote o macana,
boleadoras, etc. A la prep aració n de sus
arm as, dedicaban la m ayor p arte de su
tiem po y lo hacían con m ucha proligí-
dad. A unque la superioridad de los con­
q uistadores sobre los aborígenes, respec­
to del poder ofensivo de las arm as, era
indudablem ente m uy grande, aquéllos so­
lían encontrarse, m uy a m enudo, en grave
peligro a n te la superioridad num érica de
los indios, cuando éstos a rrem etían en
grandes m asas, casi sin darles tiem po pa­
ra u tilizar sus arm as de fuego.
L os arcabuces exigían dem asiado tiem ­
po p ara p rep arar las carg a y efectuar el
disparo. L os cañones, utilizados princi­
palm ente en la defensa de los puestos
atrincherados, eran de difícil conducción
con m ayor razó n en las regiones m ontañosas.
A dem ás, la preparació n del tiro era en extrem o lenta, pudiendo
hacer unos ocho o diez disparos por hora com o m áxim o, debiendo de­
ja r en friar lás piezas, y proceder a una lim pieza prolija de las m ism as.

ARMAS ARMAS ARMAS ARMAS


usadas por los usadas por los usadas p o r los usadas por los
españoles indios españoles indios

Cañones — B allestas —

Serpentinos — Picas o lanzas Lanzas


(c a ñ o n e s c h ic o s ) E spadas y
F alconetes B oleadoras puñales M acanas
A rcabuces Arco con fle­ H achas
chas ( c o n o sin R odelas o R odelas
v e n e n o ). (hechas con p ie ­
escudos
P edreros — les de pum a).

Con el an d ar del tiem po, y a consecuencia de las relaciones, cada


vez m ás estrechas e n tre colonizadores y aborígenes, éstos, ya por
cambio, ya p o r robo, adquirían m uchos objetos cuya confección im i­
taban después. De esta m anera m ejoraron sus arm as, sus tejidos, sus
adornos, y llegaron a fabricar m uchos objetos útiles que no conocían,
dando origen a una in.dustria rudim entaria propia. L os indios de las
llanuras, una vez que poseyeron el caballo, aprendieron a fabricar
todas las prendas necesarias para el mismo, aunque solían andar en pelo.
-6 5 —

Las grandes agrupaciones indígenas


E s un hecho constatado, que la naturaleza del territo rio tiene
una influencia m uy m arcada sobre los individuos que lo habitan y
que éstos deben a d a p ta rse a él, de acuerdo con los elem entos y m e­
dios de vida que les ofrezca la región habitada.
L os indígenas del Chaco, por ejem plo, que vivían
en pleno bosque, tenían a la m ano troncos de á r ­
boles, ram as y fibras tejibles apropiadas p ara hacer
esteras y co n stru ir sus chozas o guaridas. L os pue­
blos de la región andina, en cam bio, fabricaban sus
habitaciones con la piedra, que abundaba en las sierras.
Así tam bién en la alim entación, pues m ientras los
indios chaqueños tenían ab undante pesca y caza en
las lagunas, esteros y ríos, los indios serranos se de­
dicaban a la cría de ganados y
o tros anim ales dom ésticos cuya
carne con stituía p arte de su ali­
m ento, adem ás de maíz y otros
v egetales que cultivaban.
A nálogas diversidades existían
en la fabricación de sus arm as
y objetos de uso dom éstico 1.
L as g u erras entre las tribus
distin tas eran frecuentes y san ­
g rien tas quedando en ocasiones,
com o esclavos, los prisioneros
tom ados a la tribu vencida. E s ­
to, así com o la acción g u errera
de los conquistadores, provoca­
ba las em igraciones de indios
y, com o consecuencia, una m ez­
cla m ay o r de pueblos indígenas
y de sus lenguas.
A dem ás, com o los escritores
y m isioneros de la época de la
conquista no dejaron datos b as­
ta n te s y concluyentes, se com ­
prende que no haya sido posi­
ble, h a sta ahora, hacer una clasificación precisa de las distintas
razas o agrupaciones indígenas.
E l te rrito rio arg en tin o tan extenso com o es, presentaba e n to n ­
ces, com o ahora, regiones o zonas m uy diversas, y así tam bién, los
(1 ) E s p recisam ente p o r lo dicho, que, en las ilu stracio n es del te x to , no se
re p re sen ta n tipos de indios cubiertos con prendas de vestir, adornos, etc ., que no
poseían en el m om ento de la conquista.
L as tales ilustraciones, m uy com unes en los tex to s, inducen a equívocos a los
alum nos, pues éstos concluyen por form arse la idea de que tales objetos re p re ­
sentados, eran obra de la in d u stria orig in al de los indios.
-6 6 — -6 7 —

cacán o kaká, idioma distinto del quichua. E n aquella época, sin em ­


bargo, ya la lengua quichua era hablada por algunas tribus diaguitas,
adem ás de la propia, introducida por los naturales del P erú . L a mul­
titud de nom bres de origen quichua que aún se conservan en esa
región, prueban de m anera evidente la influencia de la dom inación
chaquense. de los incas del P erú .
litoral, L as habitaciones de estos aborígenes estaban construidas con pie­
pampeana. dras planas (lajas) colocadas unas sobre otras sin cem ento alguno.
Nada positivo se sabe sobre la m anera de como hacían el techo.

araucana (N euquén).
patagónica,
fueguina.
R egión serrana del noroeste y central. — Esta región abarcaba
m ás o m enos lo que hoy com prenden las provincias de Ju ju y ,
C atam arca, T u cu m án , L a R ioja, San Ju a n y p arte de las de Salta,
Santiago del E stero , C órdoba,
M endoza y S an Luis. Se in­
cluye tam bién la ex g o b ern a­
ción de L os A n d es.
E n este te rrito rio tan ex­
te n s o -s e en cu entran regiones
m o n tañ o sas con altas m esetas
y serran ías, que form an valles,
fértiles algunos, y áridos otros.
A bun d an tam b ién los aren a ­
les y las salinas. L a v eg eta­
ción com prende, adem ás de
arb u sto s espinosos, algarrobos,
lapachos, talas, molles, ch añ a­
res, etcétera, y los típicos c ar­
dones o cactus que presen tan
el aspecto de candelabros.
E s ^conveniente hacer co n star que los aborígenes de esta región L a principal industria en que sobresalían era la alfarería con sus
eran los que poseían un g rad o algo m ás elevado de civilización tinajas, urnas, pucos o tazas, figuritas, etc.
entre todas las agrupaciones que ocupaban el territo rio en la época
H acían tam bién trab ajo s en m adera, hueso y piedra. Sabían tejer
de la conquista; pero no le pertenecían las antigüedades que allí
la lana, que la obtenían de la ¡lama, de la vicuña y de-1 guanaco;, y
se han encontrado, tales las construcciones de piedra, que se supo­ con los tejidos hacían sus prendas de vestir. U saban unas com o ca­
nen fortalezas, “p u cará s” ; habitaciones, h o rnos p ara fundir m etales, m isas sin m angas, que les llegaban hasta las rodillas; y se calzaban con
urn as y otras alfarerías de las que, algunas, con ten ían resto s hu­ sandalias de cuero llam adas ojotas.
m anos de adultos y de c riatu ras; menhires o sea piedras paradas,
algunas escu lp id as; peiroglifos, etc. L a figura de la pág. 65 re p re ­ L os diaguitas se alim entaban de productos vegetales; maíz, porotos,
senta un gran menhir esculpido, de 3 m etro s de largo. D esde la zapallos, etc.; pero com ían tam bién carne de guanaco, avestruz, pato,
m arca a hacia abajo indica la p a rte destinada a ser e n terra d a para etc. D el algarrobo, chañar, tuna, etc., obtenían frutas que le servían
darle la posición vertical. de alim ento y tam b ién para prep arar bebidas ferm entadas.
E sto s restos de antigüedades se supone que pertenecieron a un L as tribus principales eran: los chalchaquíes, omaguacas, quilmes,
pueblo que fué vencido y desalojado por otro m ás bárb aro . P arece atacamas, lules. juries, etc. Se incluyen en esta agrupación de diagui­
que la influencia de los In cas del P e rú se dejó sen tir en la región tas a los sanavironas, y a los comechingoneS’ Los primeros ocu-
del noroeste, revelada p or ciertas sem ejanzas en las alfarerías, etc.
C uando en traro n los españoles, esa reg ió n estaba ocupada por los
diaguitas, g ran agrupació n cuyas tribus hablaban, en su mayoría, el
— 70 — — 71 —

paban el su reste de S a n tia g o del E stero , y los segundos, las sierras s m enos el t e r r i t o i » ocupado por los querandíes. E sto s indios eran
de C órdoba. E sto s indios, sin em bargo, hablaban u n a lengua d istin ta de elevada e s ta tS u y bien conform ados, físicam ente.
de la cacana. Q uerandíes. ■ t Vijrían en el territo rio com prendido- e^tre el#río
.En San Ju a n vivían los huarpes o guarpes cuya lengua era ta m ­ Salado por el suiw y cfc¡j£b^-y. ei P a ra n á por e l e s t e ,-llegando hasta
bién d istinta de la de los diaguitas. él río C arcañ ará en S a n ta Fe: .
R egión chaqueña. — E sta reglión ab arcab a las actuales g o b ern a­ E sto s indios fueron? los que encontró M endsza a l fundar la ciu­
ciones de F o rm o sa y del C haco y p arte de las provincias de Salta, dad de B uenos Aires. A ndaban generalm ente desriudosplos hom bres;
S antiago del E ste ro y S an ta Fe. H aibitaban esta región las siguientes y las m ujeres llevaban u n paño desde la cintura ha-ta las rodillas.
trib u s: abipones, tobas, m ocovies, matacos, agaces, etc. E ran, com o los puelches,.- de elevada estatura. ?§
E stas tribus h ab lab an lenguas m ás o m enos diferentes, y ninguna L os puelches y los ‘ querandíes arm aban sus habitaciones con
era de raza guaraní. L o eran, en cam bio, algunas de las que ocupaban pieles de anim ales, que colocaban sobre posYes u 'h o rc o n e s . ’
el actual territo rio parag u ay o al este del río P a ra g u a y ; y los chiri­ E l guanaco, el peludo y el avestruz eran los principales an i­
guanos en los lím ites con B olivia. m ales que cazaban y que les proporcionaban el alim ento. -.
L as costum bres de estos indios
eran m ás o m enos parecidas. Se L os querandíes p rep arab an algo así como una especie de h a­
alim entaban de p roducto s v eg eta­ rin a reduciendo a polvo el pescado, privado de su grasa y desecado
les, de pescado y de carn e. después. E n la g u e rra , adejjtás de la m acana y las flechas usaban
A lgunas de estas tribu s eran m uy las lla m a d a s» bolas arío jarjjjas (boleadoras).
g u erreras e indom ables; otras, m ás R egión araucana. — l^ i form aban la actual gobernación d'd
dóciles, se dejaban em padronar. Neuquén y la parte suroeste de
Sus arm as principales eran el fa’-fwovincia’. de Mendoza. Re­
arco y la flecha, la macana, etc. Su gión m u y ^ ^ fíT '^ n o n n e^ crecen
vivienda la hacían con palos cla­ talas, algarrobos, caldenes, etc.
vados en el suelo y que cubrían Los moradores del Neuquén,
con ram as y p a ja p ara fo rm a r el o sea los araucanos, eran, des­
techo. pués de los diaguitas, los indí­
R egión litoral. —- E sta región genas que tenían mayor cultura.
abarcaba la actual gobernación de Estos indios, atraídos por algu­
M isiones y provincias de C o rrien ­ nas ventajas que ofrecía la re­
tes, E n tre R íos y S a n ta F e. gión pampeana, ocupada por los
V ivían en esta región los tapes, puelches, en la que se hallaban
timbúes, corondás, quiloazas, ca- millares de caballos alzados, fue­
racarás, mepenes, mocoretás, mi- ron avanzando y entraron en
núanes, chanás, etc. D e estas tri­ los dominios de ésto-.
bus, eran guaraníes los tapes de Con el andar del tiempo, los TT . , ¡
, i • j U n c o n s e jo d e in d io s,
M isiones y los chanás del delta del araucanos fueron desalojando,
P a ra n á y sus contornos, incluso la poco a poco, a los puelches y querandíes, desapareciendo éstos, diez­
m argen d erech a de este río. H abía, m ados p o r las g u erras que sostenían con los españoles y con o tras
adem ás, algunas otras trib u s poco num erosas tam bién de origen trib u s indígenas. R esulta, así, que los indios de la actual provincia
guaraní, infiltradas en esta región. L as costum bres, régim en alim en­ de B uenos A ires, al term in a r el siglo X V I I I , ya no eran los pu el­
ticio, etc., eran m ás o m enos iguales a las de los pueblos del Chaco. ches de los p rim ero s tiem pos de la conquista, sino los de origen
L os charrúas y los yaros estaban en te rrito rio de la actual R ep ú ­ araucano, a los que se continuó designando con el nom bre de pam pas.
blica del U ruguay. L os prim eros andaban tam bién en territo rio ac­ R egión p atagónica. — L a región patagónica com prendía las ac­
tualm ente entrerriano. tuales gobernaciones del R ío N egro, C hubut y S anta C ru^JsM ientras'
R egión pampeana. — E ra la región de las llanuras, que abarcaba la región chaqueña y, aunque en m enor grado, la del litoral, íe des­
el territo rio que hoy form a la provincia de B uenos A ires, la p arte tacaban p o r la abundancia de bíisques y corrientes de agua que ofre­
sur de las d e M endoza, San L uis y C órdoba, lim itada al sur por cían g randes v en tajas para las necesidades de la vida, la reg ió n pa­
el río N egro. tagónica se caracterizab a por un suelo desolado y triste, y p o r un a
V ivían en esta región los puelches y los querandíes. vegetación raq u ítica y escasa.
Puelches. — L os puelches habitaban toda la región deslindada
L os indígenas de la P a tag o n ia eran designa'dos con el nom bre E X PL O R A C IO N E S Y D E SC U B R IM IE N T O S
de “tehuelch es” (de “tehuel” = sur, y de "ch e’l . = g en te ), es decir
“gente d e j s u r ’V N o todos h ablaban el m ism o idiom a, y, respondiendo
a esta circunstancia $e h an dividido en tehuelches dfel n o rte y tehuel- Expediciones clandestinas
ches del sur.
E sto s aborígenes, p o r su alta e sta tu ra y su conform ación física, Solís. Descubrimiento del Río de la Plata
bien proporcionada, h an sido considerados com o el tipo m ás herm oso
de todos los que poblaro n el actual te rrito rio argentino. A los seis años del descubrim iento de A m érica, V asco
L os prim eros viajero s que los conocieron los calificaron de g ig an ­ de Gam a conseguía, en 1498, doblar el cabo de B uena E s­
tes, debido a su g ra n a ltu ra ; pero esta apreciación era exagerada. peranza y abrir, para P o rtu g al, la ru ta a la India.
E ran , sí, los aborígenes m ás altos; N o obstante el gran significado de ese descubrim iento,
pero no a p u n to tal que se les hubie­ P o rtu g al no cejaba en su propósito de establecerse en tie­
se considerado com o gigantes.
U sab an una especie de calzado de
rras de Am érica, en m érito del derecho que le daba el
piel de' guanaco que dejaba am plias trata d o de T ordesillas. Así, en el año 1500, P edro A lvarez
señales de las pisadas. E sta circuns­ C abral tom aba posesión del B rasil en nom bre de P o rtu g al.
tancia fué, quizá, la que dió origen E spaña, por su parte, se proponía tam bién llegar a la
al calificativo de patagones que les fué India por el occidente, y Colón, en su cuarto viaje (1502),
aplicado.
Los tehuelches vivían en toldos h e­ estuvo em peñado en su b ú squeda; pero sin resultado.
chos con pielés de g uanaco con las En 1513 Balboa descubría el M ar del Sur (O céano P a ­
que cubrían un arm azó n de palos cífico) divisándolo al realizar el cruce del istm o de P anam á.
clavados en el suelo. D esde ese m om ento se acrecentó el em peño p or des­
Se alim en tab an con carne de ani­
m ales, tales el guanaco, el avestruz,
cubrir el paso que, a trav és del continente, p usiera en co­
ra ta s y algunos otros. E sto s indios no m unicación los dos océanos.
prep arab an bebidas alcohólicas; pero, E sp añ a y P o rtu g al se vigilaban m utuam ente con el fin
m ás tarde, el con tacto con los con­ de conocer los- proyectos de expediciones, o la salida de
quistadores y o tro s pueblos indígenas, o tras que se em prendieran clandestinam ente.
les hizo adqu;rir el hábito de la em briaguez. E l vestido co n sistía en
una especie de m anto de pieles de guanaco.
Se ha com probado que unos m arinos portugueses reali­
R egión fueguina.— L a reg ió n llam ada T ie rra del Fuego, al con­ zaron un viaje clandestino en 1514, que navegaron a lo largo
trario de lo que pudiera creerse, no p resen ta un aspecto del todo de las costas del continente, y que llegaron al actuc.1 Río
desolado. A unque territo rio m o n tañ o so , p resen ta en la p a rte o rien­ de la P la ta al que, equivocadam ente, tom aron por un paso
ta l regiones onduladas con valles pintorescos y buena vegetación. que conduciría, según creyeron, al M ar del Sur.
V ivían, y viven aún allí, tres agrupaciones de caracteres y de E xiste un m apa del geógrafo Schöner, del año 1515 en
idiom a distinto; pero todas de vida n ó m ad a: los onas, los yámanas
el que figura ese supuesto paso, dibujado por el au tor, qui­
o yáganes y los alacalufes.
L os yámanas y los alacalufes son canoeros y excelentes pescado­ zá, en m érito de referencias de aquellos m arinos p o rtu ­
res. L os onas no tienen canoas: viven en el in terio r pues se alim en­ gueses. (V éase pág. 77).
tan de los p roductos de la caza y de vegetales. Benefician la carne Eos R eyes de E spaña, an te los hechos que se iban su­
de guanaco y pescado, así com o huevos, m ariscos, fru tas, hongos, cediendo, y en la creencia de que existía el citado estrecho,
raíces, etc.
A lgunos alim entos los com en cocidos, y, otros, crudos. P ro d u ­
se apresuraron a despachar con todo secreto, una expedi­
cen el fuego golpeando dos piedras apropiadas. E l vestido consiste ción al m ando de don Ju an D íaz de Solís, p ara que tom ara
en un cuero de guanaco que colocan sobre la • espalda y se envuel­ posesión del su p u esto estrecho en nom bre de su Soberano .
ven con él. L os canoeros fabrican sus canoas (p irag u as) con m adera y (1) R especto de un viaje de Solís, en 1512, que se le atrib u y e, cie rto s
corteza de árboles. Las atad u ras las hacen empleando barbas de ballera. hechos inducen a p e n sa r que n o se realizó.
— 7S —

Sclís partió del puerto de S anlúcar de B arram eda el 8 fueron charrúas sino guaraníes los autores del hecho. Desde
de O ctubre de 1515. la carabela hicieron disparos con los cañones para atem ori­
R ecorrió las costas del B rasil y de la actual R epú­ zar a los salvajes; pero sin resultado. (Com ienzos de 15í ó ) .
blica O riental del U ruguay h asta una pequeña bahía a la F rancisco de T orres, segundo de Solís, al ver el fin
que dió el nom bre de Puerto de Nuestra Señora de la Can­ desgraciado de sus com pañeros, resolvió no continuar la
delaria (M aldonado), donde desem barcó y m andó levantar exploración para encontrar el paso, y regresó inm ediata­
el acta de la tom a de posesión en nom bre del Rey (x). m ente a España.
Al llegar frente a la isla de S anta C atalina naufragó uno
de los tres buques de la expedición salvándose los trip u lan ­
te s ; pero sin poder reg resar a E sp añ a porque los otros dos
se habían adelantado, desapareciendo. E stos m ism os buques
cargaron en la bahía, llam ada hoy de Santos, unos 500
quintales de una m adera tin tó rea usada para curtir, de un
lindo color rojo sangre, parecida a o tra de A sia que los
europeos llam aban brasil, y cuyo nom bre se dió, después,
al país donde aquélla se encontró.
Los trip u lan tes del buque náufrago quedaron entre los
indios h asta la llegada de Caboto en 1526, a quien le dieron
noticias de la existencia de un país, que llam aban del rey
blanco, en donde, según ellos, el oro y la p lata existían en
cantidad. (Se referían, sin dud&, al P erú ).

Magallanes — Descubrimiento del estrecho de su nombre


La vuelta al mundo — Expedición de Loaiza
C ontinuando la navegación llegó, h asta la isla de M ar­ H ernando de M agallanes era de origen p ortugués y
tín García (2), y como quedara asom brado al contem plar había estado al servicio de su p a ís ; pero p or unas des­
una extensión tan grande de agua que no era salada, como avenencias con el rey, pasó a ofrecer sus servicios a E spaña.
la del m ar con el cual se com unicaba, la llamó Mar Dulce. El objeto del viaje de M agallanes era el m ism o que se
Solís avanzó con la carabela de m enor calado, y desem­ había encom endado a Solís. P artió aquél del pu erto de
barcó en la costa oriental, m ás al norte de la isla de M ar­ S anlúcar el 20 de septiem bre de 1519 y siguió m ás o m e­
tín García, a la altu ra del actual arroyo de Las Vacas. Le nos, el derrotero de Solís h asta que se internó en el M ar
acom pañaban varias personas más, y, m ientras se en trete­ Dulce.
nían en observar el paraje, fueron atacados a flechazos por P asada ya la actual Punta del E ste (M aldonado) divi­
los indios. T odos ellos fueron m uertos a excepción de uno, saron “una montaña hecha como un sombrero ’ ( l ) y le
F rancisco del P u erto , quien quedó prisionero de los indios. pusieron el nom bre de M onte-vidi. Es el actual cerro de la
Parece probado que los indios comieron los cuerpos de bahía de M ontevideo, y así se explica el origen del nom ­
los desgraciados expedicionarios; y se cree, tam bién, que no bre dado a dicha ciudad.
(1 ) L a cerem onia era la de costum bre en estos casos. V éase pág. 120. (1 ) M ás tard e se llamó M onte Santo O vidio, y de la confusión de estas
(2 ) E s ta isla se llamó así, desde entonces, del nom bre del despensero palabras se form ó M ontevideo.
que iba en una de las carab elas, y que, fallecido, fue e n te rra d o allí.
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-7 6 -
M agallanes estableció su fondeadero, según se cree, en F u é así que una parte de la gente tram ó u n a conspi­
una ensenada a la altu ra del arroyo R osario, y allí, frac­ ración y se sublevó. De los cinco buques que tenia M aga­
cionó la escuadrilla tom ando para sí el maíndo de una p ar­ llanes, tres quedaron m om entáneam ente en poder de los
te de la exploración, y encargando a sus subalternos otra sublevados; pero, M agallanes procedió con tal audacia y
p arte de la tarea. L a perm anencia en el Río de Solís o M ar sangre fría que pudo dom inar a los am otinados. A lgunos
D ulce duró 23 días (E n ero 10 a febrero 3 de 1520). d e éstos pagaron con la vida su insubordinación. L a perm a­
Ju a n S errano, que m andaba uno de los barcos de la nencia en San Julián fué casi de 5 meses, ocupando el
expedición, se in ternó unas 25 leguas en el río U ruguay, y tiem po en re p ara r los buques y reco rrer el país.
regresó, al com prender que, por allí, no encontraría el es­ Allí fué donde encontraron algunos indígenas de alta
trecho buscado. estatu ra a los que llam aron patagones. (V er pág. 72).
R eunidos los tres barcos frente a M onte-vidi, M agalla­ P asado el invierno continuó M agallanes el viaje, lle­
nes se dió a la vela con rum bo al sur observando atenta- gando a fines de octubre de 1520 a la entrada del estrecho,
ai que llamó de T odos los Santos.
L a navegación por el estrecho duró varios días. P o r
fin, M agallanes tuvo la dicha de contem plar la inm ensidad
del océano que buscaba
con tan to em peño (*).
T om ó rum bo, luego, h a­
cia las islas de las E spe­
cias, sufriendo terribles
tem porales. Llegado que
hubo a las islas Filipinas,
M agallanes perdió la vi­
da de resultas de un com­
bate sostenido con los
salvajes (A bril de 1521).
M uerto M agallanes, Se­
bastián del Cano (2) to ­
mó el m ando de la expe­
dición, llegando en 1522
a E spaña con un solo
buque, la V ictoria, des- H em isferio del globo de Schöner. 1515.
m ente la costa de la P atag o n ia con la esperanza de encon­ pués de tres años de navegación y de penurias de to d a
tra r el paso o estrecho tan deseado 1.
(1) Se cree que M agallanes conocía los escritos y el globo de S chöner y que
Se detuvo en un puerto natural, que llam ó de San esto le ale n tab a en la prosecución del viaje, no o b stan te las dificultades de todo
Julián, donde pasó el invierno en espera de la prim avera. género que se le oponían.
E l haber m arcado Schöner dicho estrecho n o podía pro v en ir sino de u n a
L os trip u lan tes querían reg resar a E spaña y se resistían a sim ple suposición de su existencia, pues nadie lo había descu b ierto an te s de
perm anecer en un sitio tan triste y desolado. M agallanes.
(2 ) D. M artín F ern án d ez de N a v arre te, a u to r de la obra “ Colección de
viajes y descubrim ientos” , escribe el nom bre del navegante, Ju an S ebastián E lcan o
O ) Según E d u a rd o M adero, J u a n R o d ríg u e z S e rran o fué el descubridot por respeto al u s o ; pero conviniendo en que, en el te stam e n to , íirm ó d el C ano.
del rio U ru g u a y . (V éase “ H isto ria del P u e rto de B uenos A ires” , pág. 79).
U n h erm an o del m ism o, p resbítero, firm aba tam bién, del Cano.
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clase. De las 237 personas que com ponían la expedición, habían o torgado a E sp añ a y P o rtu g al. Así, en 1497-1498 ya Ju an Ca-
solam ente 18 volvieron al punto de partida. L a hazaña se boto, padre de S ebastián, al servicio de In g laterra, había realizado
consideró extraordinaria, pues, por prim era vez, se había dos expediciones a la A m érica del N o rte; pero sin fu n d ar asientos.
L a afluencia del bacalao a los bancos de T erran o v a fué m otivo de
dado la vuelta al m undo, probando que la teoría de la re­ atracción, allí, por la ab u n dante pesca, y esto influyó p ara que los
dondez de la tierra era un hecho positivo, que ya no adm itía exploradores ingleses y franceses visitaran esas regiones.
discusión. L os ingleses exploraron las costas del L abrador, T erran o v a, y
A Sebastián del Cano se le dió en prem io un escudo m ás al sur, fundando colonias que prosp eraro n m uchísim o.
con una inscripción en latín cuya traducción es: “T ú eres L os franceses se establecieron en el C anadá; pero sus p ro g re­
sos no fueron tan im p o rtan tes
el prim ero que me ha rodeado” .
E l descubrim iento del M ar del S ur por B alboa en 1513: y el del
Con posterioridad al viaje de circunnavegación, del Cano estrecho de M agallanes en 1520, habían com probado que las tierra s
había sido nom brado piloto m ayor de la expedición que descubiertas p o r Colón form aban o tro continente y que las de A sia
G arcía Jofré de Loaiza debía realizar a las M olucas, pa­ quedaban m ucho m ás lejos.
sando por el estrecho de M agallanes. Los m arinos se afanaban por en co n trar otro paso porque el de
Los grandes y continuos tem porales, soportados durante M agallanes quedaba dem asiado al sur, lo cual exígía un recorrido
enorm e, de ninguna m anera conveniente, para llegar a las Especerías.
el viaje, así como las dificultades para efectuar la travesía M uchos m arinos españoles, portugueses, 'franceses e ingleses se die­
del estrecho, que duró cincuenta días, fueron fatales, particu­ ron con ahinco a buscarlo, recorriendo desde las costas de V ene­
larm ente para L oaiza y del Cano, pues fallecieron co.n cinco zuela, todo el g o lfo de M éjico; y desde la península de la F lorida
días de diferencia. P o r rara coincidencia, del Cano, el que hacia el n o rte; pero siem pre sin resultado. Suponían, por últim o,
tan to era el afán por en co n trarlo, que estaría m ás hacia el norte, y no
tuvo la gloria de haber sido el prim ero que diera la vuelta cesaban en la, busca del que llam aban
al m undo, m urió en pleno océano, sirv ién d o leJíste, así, de paso del noroeste.
sepultura. (A gosto 4 de 1525). Todavía en 1529 muchos tenían espe­
ranzas de encontrarle, no desmayando
Otras expediciones. — En busca del paso del noroeste algunos hasta 1535; pero pronto toda es­
E l entusiasm o, despertado en E u ro p a por el descubrim iento de peranza quedó desvanecida
ías tierras del N uevo M undo, iba en creciente aum ento con las n o ti­
cias, m uchas v e­ La preocupación de los
ces exageradas o conquistadores. - Las leyendas -
fan tásticas, que se Los Césares
divulgaban.
E ste entusiasm o D espués de las prim eras explo­
era grande, p rin ­ raciones llevadas a cabo en dife­
cipalm ente en E s ­ rentes regiones del nuevo m undo,
paña y P o rtu g al. em pezaron a correr por E u ro p a
L os dem ás países
no podían p erm a­ las noticias m ás estupendas re ­
necer indiferentes ferentes a ciudades y riquezas
y todos tra ta b a n m aravillosas. E n E spaña, princi­
de co nquistar al­ palm ente, se había despertado un
g una reg ió n del
g ra n c o n ti n e n te
afán irresistible de traslad arse a
americano, no obs­ A m érica con la esperanza de en­
ta n te los derechos riquecerse, y eran m uchos los que
L as fltch a s indican las te n ta tiv a s p a ra e n c o n tra r el ^ ° ,r diversas (1) E l paso existe, sin em bargo, e n tre las islas del O céano G lacial y fué d es­
paso ta n bu scad o . bulas, 103 Papas cubierto en 1854.
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solicitaban concesiones del rey de E spaña para llevar a cabo vaban en los archivos (nueve volúm enes de “autos” ), que juzgó
la conquista de alguna región del continente am ericano creí­ “ concordes”, “explícitas” y “te rm in an tes”, se expidió con el com pleto
convencim iento de la existencia de los “Césares”, pues m anifestaba
do inm ensam ente rico. M uchos relatos de los indios, sinceros que: con sem ejantes atestaciones, parece que ya no debe dudarse
algunos, propalados otros, quizás, con propósitos preconce- de la existencia de aquellas poblaciones x.
cebidos, eran m agnificados por los conquistadores h asta el Alejo García y su expedición al Perú
pu n to de p asar a ser cuentos o leyendas. E n V enezuela, por A consecuencia del naufragio, en el golfo de S anta Ca­
ejem plo, los indios contaban que existía un país en el interior
talina, de uno de los tres barcos en que reg resab a a E spaña
cuyo rey se hacía cubrir el cuerpo, todas las m añanas, con F rancisco de T orres, segundo de Solís, los náufragos se re­
polvo de oro que se adhería m ediante una resina perfum ada.
fugiaron en la isla de S an ta C atalina de donde pasaron a la
A los españoles que habían quedado en la isla de S anta
costa firm e en un pu n to que se llam ó pu erto de los P ato s
C atalina (costa del B rasil), debido al naufragio de uno de
(1526). Se opina, tam bién, que el puerto así llam ado, estaba
los buques de la expedición de Solís, que regresaba al m ando
en la isla.
de F ran cisco de T o rres, los indios le narraban que en el in­
E o s trip u lan tes que consiguieron s a l v a r s e quedaron
terior, hacia el noroeste del P araguay, existía un país m uy
abandonados entre los indios; pero pudieron vivir en am is­
rico en m etales preciosos, país al que se dió en llam ar del
tad con ellos. U no de los náufragos, A lejo García, reveló
Rey blanco (1). T am bién se daba, com o existente en esa re­
poseer tales condiciones de energía y habilidad, que todos
gión, u na cierta Sierra de la Plata, m uy rica en m ineral de
los com pañeros, espontáneam ente, le reconocieron com o jefe.
plata, y, efectivam ente, había en ello m ucho de verdad (2).
Los indios le refirieron que hacia el occidente, en el
O tra leyenda, que hizo h ab lar m ucho tam bién, fué la
interior del país, existía una región donde abundaba, en
referente a la Ciudad de los Césares, ciudad que se decía
gran cantidad, el oro y la plata. García, hom bre em pren­
m aravillosa y que se suponía situada en la región p atagó­
dedor, concibió el proyecto de ir en busca de ta n rico país.
nica. F u é tan creida su existencia, que se proyectaron expe­
Sólo unos pocos de sus com pañeros resolvieron seguirle,
diciones p ara ir en su busca, por los gobiernos de Tim a,
así como unos dos mil indios am igos.
T u cu m án y Chile. H a sta el m ism o Garay se sintió inclinado
Se internó G arcía con su gente, cruzando territo rio b ra­
en cierto m om ento a buscarla.
Se daba com o ubicada la ciudad de los Césares en m edio de una
sileño y paraguayo, h asta llegar, después, a tierras de la
laguna llam ada “P ayegué” cerca de un estero denom inado “Llan- actual C huquisaca.
quecó”. D ecíase de ella que ten ía m u rallas con fosos y puen te leva­ E n esos parajes consiguió G arcía reu n ir una reg u lar
dizo; que sus edificios y tem plos eran suntuosos y cubiertos de plata cantidad de m etal precioso, y, y a satisfecho con el rico bo­
m aciza; y que del m ism o m etal eran las ollas, cuchillos y h asta las tín, em prendió el re g reso ; pero en una celada que le te n ­
rejas de los arados. D ecíase, asim ism o, que los asien to s eran de oro.
Y no eran solam ente preocupaciones de la g en te ign oran te, fácil­ dieron los m ism os indios, perdió la vida, como asim ism o los
m ente inclinada, entonces, a creer las cosas m ás absurdas, sino ta m ­ pocos españoles que le acom pañaban.
bién de las m ism as autoridades. Sebastián Caboto — Exploración de los ríos
A sí, todavía en 1781, la C orte de E sp añ a, influenciada p o r las
num erosas com unicaciones que se referían a este pretendido descu­ Fundación de Sancti Spiritus
brim iento, al que calificaban de Gran N oticia, en carg ó al G obierno Sebastián C aboto fué un m arino veneciano que había
de Chile que to m ara en consideración la p ro p u esta de un cierto ca­ realizado ya algunos viajes a la A m érica del N orte, por
pitán M anuel O rejuela, que pedía tro p a y dinero p ara em prender la
conquista de la “Ciudad de los Césares”. S om etida la pro p u esta a
cuenta de In g laterra, y que, posteriorm ente, pasó al ser­
estudio del Fiscal, éste, basado en las atestaciones que se conser­ vicio de E spaña para ocupar el cargo de piloto m ayor, en
reem plazo de Solís. F u é enviado con orden de llegar a
(1 ) S eg u ram en te se referían al país de los incas peruanos.
(2 ) Se supone fu era el cerro de P o to sí, m u y rico en plata. (1 ) P e d ro de A ngelis. C olección de o bras. I , p íg . 354.
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las islas M olucas, pasando por el estrecho que M agallanes nó*el proyecto de reconocer el estrecho descubierto por M a­
había descubierto seis años antes. P artió de S anlúcar de gallanes, y de llegar a las M olucas, com o se le tenía ordenado,
B arram eda el 3 de y decidió explorar los grandes ríos con la esperanza de en­
abril de 1526, y, en contrar las fabulosas riquezas de que tan to se hablaba.
octubre, fondeaba en A fines de febrero entró Caboto al río de Solís. L legó
la costa de la isla de a la isla que llam ó de San Gabriel, y luego penetró h asta
S anta Catalina, cer­ la desem bocadura del U ru g u ay fondeando en un paraje de
ca de la cual perdió la costa que llam ó San Lázaro. (A bril 6 de 1527).
el principal de los Caboto encontró allí al g ru m ete Francisco del P u erto ,
cuatro buques que
el único sobreviviente de la tragedia en que m urieron Solís
tenía, con todo el car­
y dem ás acom pañantes, que habían bajado a tierra. F ra n ­
gam ento.
cisco del P u erto inform ó a Caboto de todo lo que había
Allí encontró a dos podido conocer durante su estada entre los indios, dicién-
de los náufragos de dole, entre o tras cosas, que si pensaba buscar la región de
la expedición que, al
las sierras ricas en m inas de oro y plata, debía pasar a un
m ando de Francisco
río, llam ado Carcarañá, y rem o n tar éste, h asta encontrarlas-
de T orres, segundo
de Solís, había regre­ Con este propósito, Caboto dejó en San L ázaro una
sado a E spaña en fuerza de 12 hom bres y p artió en busca del río m encionado.
1516, los que se le E ntró, según se cree, por el brazo llam ado P ara n á de las
unieron y le propor­ P alm as hasta que encontró el C arcarañá buscado, río que,
cionaron datos sobre como el Coronda, desemboca, próxim o a éste, en el P aran á.
las regiones que co­ E n este punto m andó lev an tar un fortín con terrap le­
nocían, inform ándo­
nes, palizadas y torreones, al que puso el nom bre de Sancti
le, tam bién, de las
Spiritus (junio de 1527). H echo esto m andó buscar a la
noticias de que, en
el interior, existía un gente que había dejado en San L ázaro, que ya estaba m u­
riéndose de ham bre.
país m uy rico en me­
tales de oro y plata Los indios le inform aron que la Sierra de la P la ta que
q u e l l a m a b a n del buscaba, la hallaría rem ontando el P ara n á h asta encontrar
Rey Blanco. (P ro b a­ la em bocadura de otro gran río, el P araguay, y luego, re­
blem ente el P erú ). m ontando éste, otro que b aja del noroeste. (B erm ejo).
Tam bién se hablaba R eunidos todos los barcos y la gente de San L ázaro
allí de una Sierra de en Sancti S piritus, Caboto dejó allí una guarnición de 30
Ja Plata. (E l cerro hom bres con la dotación suficiente de arm as p ara su de­
de P otosí). fensa, y em prendió viaje, P aran á arriba, el 23 de diciem­
Caboto, ante estas bre, que fué m uy penoso por la insuficiente hondura del
in fo rm a c io n e s tan río, a veces, por los tem porales, los grandes calores y por
seductoras, ab ando­ la falta de víveres.
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L legó, en el P ara n á, h asta un pu n to que llam ó S anta S piritus para d iscutir sobre el mejor derecho de posesión
A na ( 1), poco an tes del salto de Y tú. R egresó h asta la des­ del territo rio en que se encontraban.
em bocadura del río P ara g u ay (diciem bre 31) y rem ontó, T a n to C aboto com o G arcía habían convenido con el
luego, este rio h asta que encontró otro de aguas turbias, el m onarca español en realizar un viaje a las Especerías.. U no
actual Berm ejo. y o tro eran, pues, intrusos, sin n ingún derecho para per­
M andó en uno de los buques u n a p arte de su gente m anecer allí o para hacer exploraciones.
p ara explorar el dicho río, con el propósito, siem pre, de L as dificultades obligaron, m om entáneam ente, a los dos
buscar el cam ino que lo condujera a la tan codiciada Sierra contendientes a tran sig ir en sus pretensiones. R em ontaron
de la P lata. Sorprendidos y atacados traidoram ente por de nuevo el P ara n á y p arte del P arag u ay , — se cree h asta
unos indios llam ados agaces, m urieron m uchos de ellos en el Pilcom ayo— con el propósito de llegar a las regiones
un lu g ar denom inado Ñ acurutú, inm ediato a u n a isla del donde se decía que el oro y la p lata ab u n d ab an ; pero todo
citado río. E n esta acción pereció, según se cree, el gru­ fué sin resultado positivo.
m ete F rancisco del P uerto, que tan útil había sido a Caboto B ajaron de nuevo a Sancti S p iritus y, dejando allí, una
sirviéndole de lenguaraz. guarnición de 80 hom bres, resolvieron pasar al pu erto de
San Salvador situado al n o rte de San L ázaro.
D ebido a este desastre, a la falta de alim entos, así co­
mo a las noticias, ya seguras, de que se encontraban al­ D u ran te la ausencia de Caboto y García, los indios de
gunos barcos en el río de Solís, decidió re g resar a Sancti los contornos, en gran núm ero, atacaron el fuerte con tal
S piritus. L levaba consigo algunas piezas de plata que le ím petu que todo fué destruido y quem ado, salvándose de
habían dado los indios y que fueron m otivo, una vez más, la m atanza tan sólo los que pudieron refugiarse en uno de
para que se afirm ara en la creencia de que ese m etal exis­ los barcos, pues los otros estaban anegados. L os que se
tía en g ran cantidad. salvaron, una m itad de los 80, pasaron a San Salvador, con
la triste noticia del desastre. (A gosto de 1529).
Sebastián Caboto y D iego García C aboto y G arcía p artiero n p ara Sancti S piritus encon­
D iego García era un m arino que y a había estado en el trando, adem ás de las ruinas de la fortaleza, los cadáveres
río de Solís, form ando p arte de la expedición del desgra­ de los desgraciados que habían sucum bido.
ciado piloto descubridor del Río de la P lata. Sin m edios p ara reco n stru ir la fortaleza, y an te la ac­
H ab ía sido autorizado por el rey de E spaña p ara rea­ titu d de g u erra de los indios, C aboto y García, reg resa­
lizar una expedición análoga a la de Solís. ron a San Salvador. Como no recibieran ningún auxilio
G arcía en tró en el citado río a fines de 1527 y después de E spaña, resolvieron re g resar a la península. (D iciem ­
de en co n trarse con barcos de Caboto en la desem bocadura bre de 1529).
del U ru g u ay , y obtenido noticias de éste, rem ontó el P a ­ E l pleito e n tre G arcía y Caboto term inó con la pena
ra n á h asta Sancti S piritus. Allí discutió con el subalterno de destierro para este últim o, adem ás de una m u lta ; pero,
de C aboto que había quedado en la fortaleza, y siguió lue­ m ediante el apoyo real, pudo evitar el cum plim iento de las
go rem ontando el río P aran á. condenas y conservar el cargo de piloto m ayor.
M ientras tan to Caboto, de regreso del río P arag u ay , Son dignos de recordar estos dos hechos de la explora­
bajab a a Sancti S piritus y, antes de llegar, se encontró ción de C aboto:
con las naves de que le habían hablado los indios. E ran Que el fo rtín de Sancti Spiritus, mandado levantar por Caboto cons­
tituyó el primer asiento español en territorio actualmente argentino.
los barcos de García. Los dos exploradores bagaron a Sancti Que en Sancti Spiritus se sembró semilla de trigo, por primera ves,
(1 ) I^ugar situ ad o c u tre Y ta t! e Y tá-Y b até. en las regiones del Plata (1527).
— 87—i

Origen del nombre del Río de la Plata valeció, por las circunstancias m encionadas, no por la can­
tidad de plata, escasísim a, que Caboto rem itió a España.
Se ha atribuido el origen del nom bre dado al Río de
la P lata, al hecho de haber rem itido Caboto a E spaña al­ El peligro lusitano
gunas piezas de p lata com o m uestra de la riqueza, en mi­ Expedición clandestina de Martín Alfonso de Souza
nas, de la región que había visitado.
L a línea de dem arcación del tra ta d o de T ordesillas
El nom bre que hoy tiene el estuario, llam ado M ar Dulce
(1494), que fijaba los derechos- de ocupación de cierta parte
por Solís, se em pezó a pronunciar en la costa del Brasil
oriental del B rasil a los m onarcas de P o rtu g al, no fué ob­
antes de, la llegada de Caboto.
servada estrictam ente por éstos, pues, desde un principio,
Cuando Francisco de T orres, segundo de Solís, regre­ dem ostraron sus propósitos de ocupar la banda oriental
saba a E spaña, uno de sus barcos naufragó cerca de la isla del Río de la P lata. (V er pág. 41).
da S anta C atalina, y los m arineros salvados quedaron en
E l regreso a E spaña de Caboto y D iego García, y la
tierra haciendo vida com ún con los indígenas.
difusión de las leyendas acerca del R ey Blanco, así como
A lgunos de estos m arineros, entusiasm ados con los re­ de la existencia de m inas de oro y plata, habían despertado
latos de los indios de que al oeste del P arag u ay existían aún m ás el entusiasm o y el interés p or las regiones del
m etales preciosos, decidieron realizar una excursión hasta P lata. E stas noticias, conocidas igualm ente en las factorías
aquellos parajes. F ueron y, efectivam ente, llegaron a lo portuguesas del B rasil, repercutían en P o rtugal.
cjue se dió en llam ar Sierra de la Plata (en Bolivia) re­
F ué así, que el m onarca p o rtugués resolvió enviar una
gresando con b astante cantidad de este m e ta l; pero per­
expedición al Río de la P la ta para ocuparlo; pero el go­
dieron, después, casi todo su tesoro debido a que naufragó
bierno español, al tan to de lo que aquél proyectaba, tom ó
el bote en que lo habían colocado para llevarlo a bordo de
las m edidas necesarias para im pedir la p artid a de la misma,
un buque que p artía para España.
aunque sin éxito- D icha expedición, que dejó de ser clan­
E sto s m arineros refirieron a Caboto, cuando éste, vi­ destina, fué confiada al m ando de M artín Alfonso de Souza.
niendo de E spaña, tocó en la isla de S anta C atalina, de paso (D iciem bre de 1530). D espués de so p o rtar un tem poral a la
para ir a las islas M olucas, que el oro y la plata abundaban altu ra del cabo de S anta M aría, con pérdida de algunos
en la S ierra de la P la ta y -que, para llegar allí, por agua, barcos, un herm ano del jefe de la expedición penetró en
bastaba e n tra r al río de Solís, rem ontar el P ara n á y el el estuario h asta la isla de M artín G arcía, navegó en el
P ara g u ay e internarse, luego, h asta el punto buscado. E sta Guazú, y retrocedió para reunirse con M artín Alfonso de
fué la causa principal que indujo a Caboto a no seguir el Souza, quien regresó de inm ediato a P o rtu g al (1532).
derrotero que se le había im puesto.
El fracaso de la expedición de Souza no fué m otivo
E n m uchos docum entos del gobierno portugués dirigi­ suficiente para desalentar al m onarca portugués, quien dis­
dos al español (1530 a 1535) relativos a sus pretensiones puso la preparación de o tra de m ayor im portancia, siem pre
a las tierra s bañadas por el M ar Dulce, se designa éste con el propósito de establecerse en el Rio de la P lata.
con el nom bre de Río de la P lata, y no Río de Solís, por­
El peligro lusitano subsistía, pues, y el m onarca es­
que el designarlo de esta últim a m anera habría implicado,
pañol, resuelto a obrar de m anera que elim inara definiti­
en cierto modo, reconocer un descubrim iento español (1).
vam ente las aspiraciones portuguesas, ordenó la prepara­
El nom bre R ío de la P lata, dado en aquellos tiem pos ción de una gran expedición destinada a ocupar las tierras
a toda la región bañada por este río y sus afluentes, pre­ del P lata. F ué lasque se puso al m ando del A delantado don
(1) Según E d u a rd o M adero. “ H is to ria del P u e rto de B uenos A ires” . Pedro de M endoza.

i
— 89 —

C O N Q U IST A Y CO LO NIZACIO N 2? La concedida a D iego de Almagro, de 14*5 a 259.


Se llamó “ N ueva T oledo”.
Las concesiones de conquista 39 L a asignada a D on P ed ro de M endoza, de 259 a
36°. C onstituyóse con ella el A delantazgo del R ío de la
L a difusión de las noticias de nuevos descubrim ientos P lata.
y de la conquista de ricas tierras, daba lugar a num erosas 49 L a concedida a Sim ón de A lcazava, que pasó des­
solicitaciones de licencia para ocupar territo rio s en la A m é­ pués a F rancisco de C am argo. De 36° h asta el estrecho de
rica del Sur con el fin de colonizarlos. M agallanes. Se llam ó “N uevo L eón” . P o steriorm ente, estas
E sta circunstancia, y m ás aún, las noticias que llega­ “concesiones” fueron m odificadas en su extensión y dieron
ban al m onarca espa­ m otivo a dificultades y pleitos p o r cuestiones de lím ites, no
ñol de que em presas sólo du ran te el dom inio de la M etrópoli, sino tam bién, m ás
portuguesas se dedi­ tarde, entre las m ism as colonias y a em ancipadas 1.
caban a ocupar te rri­
torios que, por el T entativas de conquista de la Patagonia
tra ta d o de T ordesi- Alcazava. — Camargo
llas, p e r t e n e c í a n a L a P ata g o n ia fué conocida por prim era vez, a lo larg o de sus
E s p a ñ a , influyeron costas, p o r H e rn an d o de M agallanes (1520), aunque m uy som era­
p ara que aquel mo­ m ente, pues el objeto de su viaje no era la exploración ni la con­
quista, sino la búsqueda de un paso que perm itiera la com unicación
narca decidiera to­ de los océanos A tlán tico y Pacífico y poder llegar así, a las islas
m ar serias m edidas de las E specerías.
en defensa de sus Expedición de Alcazava. — La prim era em presa que tuvo com o
dom inios. Con este finalidad la ocupación de tierras de la P atag o n ia había sido conce­
dida a Simón de Alcazava, portugués al servicio de España, en 1534.
propósito r e s o l v i ó
Se proponía establecer “asientos” en la P atag o n ia y en la parte
aceptar “solicitacio­ de Chile. N avegó h asta el estrecho y, aunque no intentó pasar por
n es” de quienes to ­ él, no pudo proseguir, debido a los grandes peligros. Retrocedió y
m aran a su cargo y m andó anclar en un p u erto n atu ral del golfo de San José.
a su costa, la con­ Con el in ten to de llegar al Pacífico, por tierra, A lcazava envió
u n a expedición que llegó, después de grandes penurias agotadoras,
quista y colonización al río L im ay y, m ás allá, h asta la cordillera.
de tales dominios. L as dificultades y la falta de provisiones, obligaron a los expe­
F u era de la parte dicionarios a re g re sa r al p u e rto de San José. A llí hubo lucha san ­
norte del citado con­ g rien ta e n tre los trip u lan tes, y el m ism o A lcazava fué asesinado.
tin en te que com pren­ L os am otinados se reem b arcaro n y ab andonaron el lu g ar ocupado,
yendo a term in a r el viaje, después de una navegación accidentada,
día N ueva G ranada en la isla de S an to D om ingo, al año de su p artid a de E spaña.
y V enezuela, ya con­ Concesión de Camargo. — F rancisco de C am argo consiguió una
quistadas y ocupa­ "concesión” a su favor, tran sferida, luego, a F rancisco de R ivera
d as; así com o la lla­ (1539). E ste salió de E sp añ a, al finalizar ese año, al m ando de una
m ada N ueva C astilla (P erú ) (1), asignada a Francisco Pi- escu ad ra de cu atro barcos, navegando directam ente hacia el estre­
zarro, cuya concesión llegaba h asta el paralelo de 14?5; el (1) C onviene observar que, de las concesiones c ita d as, la de ^Mendoza y
la de A lcazava-C am argo, era n las ún icas cuyos te rrito rio s se ex ten d ían de m ar
E m p erad o r C arlos V hizo estas o tras “ concesiones” de a m ar. L as d iras dos que no te n ía n lím ite preciso en el este, hab rían quedado
ocupación, de mar a mar: lim itada* p o r la línea de dem arcació n de T ordesillas.
— 9Q —

cho, a cuya boca llegó en enero de 1540; pero los vientos con trario s desiertos de A tacam a y continuó, luego, la ruta de la costa
y las fuertes corrientes le im pidieron la entrada, causándole el hasta el río M apocho, en cuyo valle fundó la ciudad de
naufragio de uno de los barcos, O tro de ellos, que logró p asar el Santiago. (F ebrero 12 de 1541).
estrecho, llegó a un pu erto del P erú , ya en estado inservible, y fué
vendido. D e los otros dos, u n o consiguió llegar a E sp añ a, y el A lgunos años después (1549) fué com isionado el ca­
otro desapareció y nada se supo, después, de él. pitán Juan N úñez de P rado, por el gobierno del P erú,
L a P atag o n ia parecía estar destinada a hacer fracasar todas las para que fundara una ciudad en la región del T ucum án,
em presas intentadas p ara su ocupación.
con el fin de colonizar y de proceder a la reducción y
Las corrientes colonizadoras del actual territorio argentino catequización de los indios. F u é ella la Ciudad del Barco
(1550), cuyo asiento fué cam biado varias veces h asta que­
L a región del R ío de la P la ta había sido visitada y dar definitivam ente situada, con el nom bre de Santiago
explorada, en parte, por Solís (1516), M agallanes (1520) dél Estero, en el sitio que ésta ocupa (1553). E sta co n sti­
y Caboto (1526-1529), expedicionarios que habian venido tuyó tam bién un centro de irradiación.
directam ente de E spaña. F ueron, así, tres las corrientes pobladoras del actual
L os asientos que había establecido Caboto en San Lá­ territorio a rg e n tin o :
zaro y en San Salvador, am bos en la costa oriental del río 1. L a del E ste, venida di­
Uruguay; y Sancti Spiritus en el C arcarañá, fueron aban­ rectam ente de E spaña.
donados y nada quedó de ellos. (V éase m apa pág. 68). 2. L a del O este, proceden­
T ran scu rriero n , así, siete años h asta que arribó al Río te de Chile.
3. L a del N o rte, venida
de la P lata, directam ente de E spaña, al frente de una gran desde el P erú .
expedición, el A delantado don P edro de M endoza, quien, L a ciudad de B uenos A ires,
fundada lá ciudad de B uenos A ires, extendió su acción co­ fundada por M endoza en 1536,
lonizadora h asta el P ara g u ay donde quedó fundada la ciu­ fué ab andonada en 1541, y
dad de la Asunción (1537), que llegó a ser un centro de sus h ab itan tes fueron tra sla ­
dados a la A sunción. Con la
acción pobladora. fundación definitiva de B ue­
D om inado ya el P erú (1533-1535) por Francisco P i­ nos A ires por G aray, en 1580,
zarra y Diego de A lm agro, este últim o preparó una ex­ los centros de irradiación y
pedición a Chile, donde esperaba encontrar el oro en abun­ acción pobladora en aquellos
tiem pos, fueron cu atro:
dancia, inducido por falsas referencias de los naturales. A sunción.
A lm agro p artió del Cuzco en 1535, entró en la región S antiago del Estero-
noroeste del actual territo rio argentino y, desviándose, lue­ S antiago (C hile).
go, hacía la cordillera andina, logró trasponerla y llegar Buenos Aires.
F u é en las regiones noroeste
a la costa del Pacífico, la que recorrió h asta el río A con­ y central donde se fundaron
cagua. N ad a encontró de lo que buscaba tan afanosam ente, poblaciones en m ayor núm e­
ni dejó fundada población alguna. R egresó al P erú, dism i­ ro, obedeciendo, en la m ay o ­
nuidos sus hom bres en m ás de la m itad, con el relato de ría de los casos, a necesida­
las terribles penurias sufridas (1536). des estratégicas. Con frecuen- , . ,
, ° . . - i i L as tre s c orrientes colonizadoras
c ía algunas de estas ciudades j os cuat ro cen tro s de acción pobladora
A lgunos años m ás tarde, uno de los prim eros capita­ s e . fundaban en lugares que,
nes de P izarro , P edro de V aldivia, intentó, de nuevo, la luego, resu ltab a n poco apropiados, debido a las fiebres palúdicas o
conquista de Chile. P artió del Cuzco y, evitando el cruce a las inundaciones, y estas circunstancias obligaban a trasladarlas
de la cordillera, como lo hiciera A lm agro, pasó por los a p arajes adecuados.
— 92 — — 93 —

C O N Q U IST A Y CO LO NIZACIO N D E LA REGION Se encontraban entre ellas algunas personas que, des­
pués, se distinguieron m ucho, como Ju an de A volas, D o­
D E L RIO D E LA P L A T A
m ingo M artínez de Irala y el flam enco U lrico Schm idel,
quien dejó escrita la p rim era h isto ria de la conquista del
El adelantazgo - Don Pedro de Mendoza - Su expedición Río de la P lata.
Primera fundación de Buenos Aires E sta expedición fué preparada, como se ve, en grande
escala, pues se tuvo el propósito de establecer poblaciones
A n tig u am en te se daba el títu lo de A delantado, en E s­ _que tuvieran una existencia estable y en condiciones tales
paña, a aquella persona que tom aba a su cargo la m isión que fuera posible im pedir el establecim iento de poderes ex­
de expulsar a los m oros de la península sufragando todos traños en los dom inios de E spaña, p articu larm en te p o rtu ­
gueses.
los gastos necesarios para ello. M e­
diante un c o n tra to celebrado con el L a flota se dió a la vela del puerto de S anlúcar de Ba-
Rey, obtenía, adem ás del titu lo de rram eda el l 9 de septiem bre de 1535 (1).
A delantado, el de gobernador de la Tocó en la bahía de Río de Janeiro, desde donde ordenó
región que conquistara, así como otras a su herm ano D on D iego que se ad elan tara para explorar,
m uchas ventajas. con anticipación, las m árgenes del P lata. Cuando M endoza
P o r analogía se daba tam bién el tí­ entró en él, pasó a la isla de San Gabriel donde ya se en­
tu lo de A delantado a los conquistado­ contraba su herm ano Don Diego. E xploradas las costas del
res enviados por el R ey para to m ar estuario, estim ó conveniente establecer el asiento en la m ar­
posesión de los territo rio s descubier­ gen derecha, sitio de b astan te seguridad para los barcos
tos, y organizar el gobierno de los pequeños, cerca de la desem bocadura de un arroyo que,
m ism os. después, se llam ó Riachuelo de los Navios (actual R ia­
E l prim er A delantado que vino al chuelo).
Río de la P lata, reinando en E spaña No se conoce co n seguridad el lu g ar preciso donde M en­
Carlos V , fué D on P edro de M endoza, doza m andó levantar la población. Se suponen como pro­
m ilitar acaudalado y m uy allegado a bables:
la Corte. a) En el declive de la b arran ca del actual parque de
M endoza, adem ás de correr con todos los gastos, debía Lezam a, no lejos de la desem bocadura del Riachuelo.
em barcar toda clase de elem entos p ara em prender la co­ b) Sobre la barranca citada.
lonización, lev an tar poblaciones y algunas fortalezas, ab rir
un camino hacia el P erú, etc. V enían tam bién algunos sacer­ c) Sobre la barranca en sitio próxim o al zanjón que des­
dotes para em prender la evangelización de los indios. em bocaba donde se hallan hoy las calles de Chile e
Independencia (“). (V éanse las lám inas de las págs. 69 y 137).
F u ero n em barcados, igualm ente, algunos caballos y ye­
guas p ara pro p ag ar la cría de la raza caballar. Se supone que dieron principio a los trab ajo s en los pri­
m eros días del mes de febrero (1536).
No se conoce con exactitud el núm ero de personas que
venían en la expedición, com prendiendo las que form aban El recinto tenía una m anzana de extensión, y se levantó,
la tripulación de los barcos, los soldados, funcionarios, co­ mkí i en todo su perím etro, un terrap lén con una zanja profunda
lonos, etc., pues se fija entre 1000 y 2500. Se cree pru d en te (1 ) L os buques m ayores no pasaban de 250 toneladas.
(2 ) E s ta opinión pertenece ai señ o r A níbal C ardoso. B uenos Airea en 1536.
un núm ero no m uy superior a 1000.
7
eti la p a rte exterior. E n varios puntos del terraplén se col Los indios que halló M endoza, según Schmidel, eran los
locaron versos (cañones de la época) que fueron bajados de querandíes. H oy se sostiene que eran los llam ados guaraníes
los buques. L as principales arm as que poseían los soldados de las islas. (*),
e r a n : arcabuces, ballestas, lanzas, y o tras m ás. • E n las inm ediaciones había caza y pesca su ficientes; pero
L o s obreros carpinteros, albañiles, etc., en pocos días la actitud de los indios, am istosa al principio, se cam bió en
hostil, probablem ente por haber sido m altratados.
levantaron las prim eras chozas, que no podian ser sino sim ­
ples ranchos de b arro y ram as con techo de paja. L as pro­ M endoza había enviado al capitán Ju an de A yolas para
visiones traíd as no eran abundantes y pron to em pezaron que rem o n tara el P a ra n á en busca de víveres y m ejores tie­
a escasear. rras. L legó Ayo-
las h asta cerca
E n las inm ediaciones, la caza era abundante, y con ella del Carcarañá y,
se podía abastecer de alim entos a la población. El río ofre­ m ás al norte, so­
cía tam bién, pesca suficiente. bre el brazo lla­
La población recibió el nom bre de Puerto de Nuestra m ado Coronda,
Señora de Santa María de Buenos Aires. fundó un asiento
N o se considera cierta la relación de que, al desem ­ que l l a m ó de
barcar, el capitán Sancho G arcía del Cam po exclam ara: ¡Q ué Corpus Christi.
buenos aires son los de este s u e lo ! y que éste sea el ori­ ( J u n i o 15 de
gen del nom bre dado a la ciudad. 1 5 3 6 ) . (V éase
m apa pág. 109).
E n cambio, puede adm itirse como m ás probable, la que
se explica por la costum bre, entre los m arinos de algunos M ientras tan-
p u erto s de E sp añ a y de otros países, cuando em prendían IÍI ataque al real. Incendio de las chozas. tO, M endoza de-
L ám ina de la obra de Schm idel. c ;d jó c a s t jg a r a
un viaje, de hacer ofrendas, expresar votos y súplicas a una
virgen que llam aban del Buen Aires o de los Buenos Aires. los indios por su negativa de proveer víveres. M andó a su
herm ano D. D iego que, al frente de algunos soldados de a
E s de presu m ir que M endoza, antes de p a rtir del puerto pie y de a caballo, arm ados con arcabuces y ballestas, partiera
de S anlúcar de B arram eda, cum pliera con esa devoción, con a cum plir la orden. Se trabó un com bate en un paraje a orillas
m ay o r m otivo p o r el m al estado de su salud. E ste sería el del río L uján, cerca de la localidad hoy llam ada E l T igre,
origen del nom bre dado a la ciudad, nom bre que se tra n s­ el 15 de Junio de 1536, día de C orpus C hristi. Con este nom ­
form ó con el tiem po en Buenos Aires. bre se designa el com bate, que fué m uy reñido y sangriento,
pues m urieron D. D iego de M endoza y varios oficiales y
Primeras dificultades - Ayolas es enviado en busca de soldados, entre ellos el capitán P edro L u ján , de quien, se
recursos - Combate de Corpus Christi cree, tom ó nom bre el río así llam ado.
E l real es atacado y sitiado - Situación crítica D espués de este desgraciado suceso los indios, que se h a ­
bían reunido en gran núm ero, prep araro n un serio ataque a
L os víveres con que contaban los expedicionarios al ins­ la población, sitiándola prim ero. '
talarse en el real — nom bre éste que solía darse a la pobla­
ción— no eran abundantes, y p ro n to em pezaron a escasear. (1 ) Según P . G roussac, M endoza y Garay.
— 96—

D ebido al sitio los pobladores no podían salir del real brando teniente de gobernador a Ju an de A yolas y, m ientras
en busca de víveres. L a situación era cada día m ás angus­ du rara su ausencia, a F rancisco Ruiz Galán.
tiosa, pues el ham bre se hacía mentir en extrem o. Los indios, E n A bril de 1537 partió M endoza del puerto de Buenos
po r fin, se dieron a arro jar m anojos dé paja encendida, A ires sin poder llegar a destino pues m urió en alta m ar.
atados a las flechas y a las boleadoras, sobre los ranchos,
y lograron quem arlos casi todos. La expedición de Ayolas al Perú. Su muerte.
L os infelices pobladores tuvieron que buscar su salva­ Origen de la ciudad de la Asunción.
ción haciendo u na salida del lado de la costa para refugiarse
en los barcos. (Junio 24 de 1536). E l propósito principal, el sueño de M endoza, al pro y ectar
E stan d o así las cosas aparecieron unos buques, en uno su gran expedición al Río de la P lata, había sido el de con­
q u istar la región rica en m inas de m etales preciosos, es decir
de los cuales reg resaba A yolas con algunos víveres.
la Sierra de la Pla­
Mendoza resuelve regresar a España. ta, de que ta n to se
hablaba. F u é con
Su muerte. ese propósito que
M endoza, visto el éxito de A yolas, se trasladó a la fun­ despachó a A yolas
dación de Corpus C hristi dejando en Buenos A ires parte de hacia las tierra s del
su gente. Al poco tiem po m andó establecer otro asiento o P e 'r ú d e s d e el
real unas cinco leguas m ás abajo de Corpus C hristi, al que asiento de Buena
Esperanza. (O ctu ­
llam ó Puerto de Nuestra Señora de la Buena Esperanza.
bre de 1536). Le
M endoza despachó nuevam ente, desde allí, a Juan de acom pañaba, como
A yolas para que rem ontase el P ara n á y fuera en busca de segundo, D om ingo
las regiones ricas en oro y p lata que tan to le preocupaban. M artínez de Irala.
(O ctu b re de 1536). Sintiéndose enferm o, bajó a Buenos A yolas rem ontó
A ires dispuesto a re g resar a España. el P ara n á y entró
L a vuelta de M endoza a Buenos A íres coincidió con en el P ara g u ay has­
la llegada de un buque con provisiones, proveniente d d ta un lu g ar ab riga­
B rasil, para donde lo había m andado el A delantado, siete do que llam ó Puer­
m eses antes, y que procuró un gran alivio a la población. to de la Candelaria
(F eb. 2 de 1537).
M endoza m andó activar la term inación de tres bergan­
Allí dejó a Irala
tines que estaban en construcción, para enviarlos al m ando con la orden /de que
de Juan de S alazar y de G onzalo de M endoza, al encuentro le esperara h asta su
de Ayolas. vuelta. A yolas em-
El pésim o estado de salud del A delantado, quien se ag ra­ N a v io del siglo xvi. prendió la m archa
vaba visiblem ente sin encontrarle remedio, asi como la falta a pie hacia el nor­
de noticias de A yolas, fueron causas suficientes para deci­ oeste con algo m ás de un centenar de hom bres. No pudo lle­
dirle a reg resar a E spaña. T om ó algunas disposiciones nom ­ gar al P erú ; pero, habiendo conseguido reu n ir algunos datos
— 98 — — 99 —

y una reg u lar cantidad de oro y plata, resolvió reg resar al Irala se ocupó inm ediatam ente de la organización de la
pu erto de la C andelaria. colonia. In stitu y ó un Cabildo (M unicipalidad) y m andó ha­
M ientras Irala perm anecía en ese paraje, llegó allí Ju an cer algunas construcciones (T ipo rancho), que debían que­
de S alazar para tener noticias de A yolas, en cum plim iento dar dentro de un recinto cercado con grandes troncos de
de la orden que le había dado el A delantado. Como el plazo árboles.
convenido con A yolas había transcurrido con exceso, Irala M andó levantar un censo de los indios m ansos de la
y S alazar resolvieron retirarse, con el propósito de volver región, y estableció con ellos el sistem a de las “ encom ien­
al m ism o punto. das” que consistía en el rep arto de las tierras y de los
P o sterio rm en te A yolas consiguió reg resar a la C ande­ indios entre los españoles.
laria ; pero no encontró allí a Irala. L os indios payaguás le L a situación de los colonos de .la A sunción era b astan te
tendieron una em boscada y le dieron m uerte, así como a los mala, debido a los peligros, las enferm edades y las g randes
españoles e indios am igos que le acom pañaban. Se dijo que privaciones. E n la m í­
uno de los indios que pudo salvarse fué quien dió noticias sera población de Bue­
de lo sucedido. nos A ires la situación
Salazar, antes de regresar al puerto de Buenos Aires era aún peor.
para com unicar a M endoza el resultado de su-m isión, se E n esa época (1538)
detuvo en un sitio sobre el P araguay, a la altu ra de la des­ un barco cargado de
em bocadura del Pilcom ayo, llam ado Lambaré, en cuyas in­ m ercaderías, en viaje
m ediaciones levantó un fortín de m adera. E ste fué el origen al Pacífico por el es­
de la ciudad de la Asunción. (A gosto 15 de 1537). trecho de M agallanes,
S alazar llegó a Buenos A ires cuando ya M endoza había naufragó frente a la
partido para E spaña. E ncontró ocupando el gobierno a F ra n ­ ildea de Buenos Aires,
cisco Ruiz Galán. salvándose las m erca­
derías. Su capitán, el
Trabajos de Irala - Real Cédula de 1537 genovés León Pancal-
Despoblación de Buenos Aires do, así como los trip u ­
lantes, fueron los pri­
Ayolas, cuando partió del puerto de la Candelaria en
dirección al P erú , había dejado como teniente de gobernador m eros italianos que se establecieron en esta com arca. Con
a Irala, quien, asum ió el m ando en la Asunción. las m ercaderías de P ancaldo se alivió por un tiem po la si­
A fines de 1538 llegó de E spaña a Buenos A ires Alonso tuación de m iseria de los colonos.
de C abrera, p o rtad o r de una Real Cédula del año 1537 en Irala resolvió concentrar en la A sunción a los pobla­
la cual se ordenaba que “si el A delantado M endoza no hu­ dores de Buenos A ires con todos sus elem entos de trabajo,
biese nom brado sucesor, lo designaran los colonos popular­ arm as, etcétera. El m ismo Irala bajó a Buenos A ires a
m ente”. C abrera encontró ocupando el gobierno en Buenos hacer cum plir la orden, la cual se llevó a cabo en m ayo
A ires a R uiz Galán. de 1541.
C abrera y Galán se traslad aro n a la A sunción y, al
M andó quem ar un buque que servía de fortaleza, la
presentarles Irala el título que le había otorgado A yolas, fué
reconocido su legítim o derecho de ocupar el cargo. (Junio capilla y todo lo que no era posible llevar, obligando a los
de 1539). h abitantes a traslad arse a la A sunción, lo cual hicieron a
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pesar de algunas protestas. Se unieron a éstos, los pocos A los beneficiados con una encom ienda se les daba el
que estaban en Buena E speranza y Corpus C hristi. nom bre de “ encom enderos” .
D esde entonces, y por muchos años, las riberas del Plata perma­ L as encom iendas se daban por dos vidas, es decir,
necieron despobladas. E n cambio quedaron algunos caballos y yeguas, m ientras viviera el beneficiado con ella, y d u ran te la vida
base de la riqueza ganadera de la que aprovecharon, 40 años más tarde,-
los fundadores de la segunda Buenos Aires.
de su inm ediato sucesor. A lgunas veces se concedían hasta
por tres vidas.
Reducciones de indios - Encomiendas L os indios encom endados residían en las reducciones
o pueblos y, allí, se dedicaban al cultivo de la tierra. De
Servicio personal
los productos de ésta, obtenían lo necesario para sí, y para
D esde los prim eros m om entos de la colonización, los pag ar el “ trib u to ” al Rey, y la tasa reglam entaria al en­
conquistadores se vieron obligados a som eter a los indios com endero. M uy a m enudo, el indio encom endado no po­
con el fin de hacerlos tra b a ja r, debido a que las faenas eran día pagar el trib u to ni la tasa con dinero, m uy raro éste,
m uchas y los pobladores m uy pocos en núm ero. ni con frutos. Sólo le era posible cubrir la deuda con su
De las num erosas trib u s de indios, unas, las de carác­ tra b a je personal. Así com enzó a p racticarse el llam ado
te r m anso, se som etían m ás o m enos fácilm ente; otras, en “servicio personal” del indio, que se propagó por todas
cam bio, no se en tregaban sino ante el empleo de la fuerza. p artes y nunca fué posible evitarlo, a pesar de la buena
Con los indios som etidos se form aban reducciones, o voluntad de los m onarcas españoles y de las leyes dicta­
pueblos, en lugares donde existieran aguas, m ontes y tie­ das para suprim irlo. C ierto es que las leyes y ordenanzas,
rras apropiadas para la ag ricu ltu ra y la ganadería. Se es­ en la práctica, resultaban de difícil aplicación.
tablecían en ellas la autoridad de un cacique y de alcaldes Mitayos. — D e la palabra mita, de origen quichua, que
y regidores, todos indios. En las reducciones no podían re­ significa turno, tom aban el nom bre de m itayos, o indios de
sidir los españoles ni los m estizos y m ulatos. m ita, los “encom endados’’ que trab ajab an por m andato de
A unque las L eyes de Indias prohibían la esclavitud de sus encom enderos, y por “tu rn o s” . E sto s indios eran sacados
los n atu rales y que éstos fueran enajenados o prestados de las reducciones y enviados al trabajo, por grupos, d u ran ­
p or los encom enderos, por lo general todo se practicaba te algunos m eses del año solam ente, al fin de los cuales
com o si tales leyes no hubiesen existido. regresaban a sus pueblos o reducciones para descansar y
E n las reducciones del P araguay, los indios se dedica­ dedicarse al trab ajo de sus tierras, m ientras eran relevados
ban, principalm ente, a la ag ricu ltu ra y a la ganadería, y por otro grupo. E stos indios m itayos eran destinados, p rin ­
todos ellos debían p agar un trib u to al rey, desde la edad cipalm ente, al laboreo de las m inas y a la pesca de perlas,
de 18 años a los 90, en dinero o en fru to s: maíz, trigo, aves donde las h ab ía; y tam bién, en la construcción de casas y
de corral, pescado, etc. puentes, levantar las cosechas, conducir carretas, servir de
Irala debió recu rrir al reparto de indios entre los po­ chasquis, etc.
bladores, porque, sin el trab ajo de aquéllos, no habría sido P o r su trabajo debían recibir un salario suficiente con
posible llevar adelante la colonización. A cada uno de los el que pudieran, pagar el trib u to al rey, y la tasa.
pobladores entregó un “re p arto ” m ás o m enos num eroso Yanaconas. — E ran los indios que se tom aban prisio­
de indios, al que se daba el nom bre de encomienda, puesto neros en las guerras que los españoles sostenían con ellos.
que a aquéllos se les encom endaba no sólo la tenencia P ertenecían a perpetuidad al encom endero.
de los indios, sino tam bién el deber de darles un buen Los yanaconas eran verdaderos esclavos. T rab ajab an en
trato , además- de adoctrinarlos en la fe católica. las chacras o estancias y en la casa del encom endero. Si
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el indio era casado, tam bién debían p re sta r servicio su m u­ cim iento que a pocas leguas de S anta C atalina se encontra­
jer y sus hijos. ban dos frailes franciscanos, a los cuales m andó llam ar.
Al poco tiem po llegaron a la m ism a isla nueve espa­
Recibían el alim ento y el vestido y una paga com para­
ñoles en un batel huyendo de B uenos Aires. De todos ellos
ble a la que se daba a los esclavos. No podían ser vendidos
ni despedidos p o r vejez o enferm edad. pudo inform arse A lvar N úñez, de la situación del poblado
de Buenos A ires, de la m uerte de A yolas, y de que era
Los encom enderos no buscaban m ás que satisfacer su
posible llegar por tierra a la A sunción. R esuelto el A de­
avidez de lucro, pues poco se cuidaban de que los indios
lantado a realizar el viaje por vía terrestre, despachó a
que tenían encom endados se enferm aran y m urieran, vícti­
su prim o P ed ro de E sto p iñ án Cabeza de V aca para que
mas, casi siem pre, del exceso de trabajo y, m uchas veces, del
fuese al pu erto de B uenos A ires con auxilios p ara sus po­
tra to b rutal, sabiendo que podían substituirlos por otros.
bladores, y continuara luego, h asta la A sunción. Así lo
hizo, por fin, en octubre de 1541. A lvar N úñez pasó de
E l Adelantado Alvar Núñez Cabeza de Vaca
S anta C atalina al continente y siguió viaje p or tie rra ha­
Al recibirse en E spaña la noticia de la m uerte del ciendo 400 leguas de cam ino atrav esan d o un territo rio cu­
A delantado don P edro de M endoza y de la situación crí­ bierto de bosques, ríos y pantanos. L es fué necesario ab rir
tica en que se encontraban los pobladores en el Río de la num erosas picadas p ara que p udieran pasar los hom bres
P lata, el m onarca designó otro A delantado firm ando una y los caballos. L os indios se m o strab an bien dispuestos
capitulación con A lvar N úñez Cabeza de V aca, persona de p ara facilitarles alim entos. V erd ad es, tam bién, que A lvar
influencia en la corte y de m ucho prestigio. Q uedó con­ N úñez correspondía a esta actitu d benévola, regalándoles
venido que asum iría el m ando en el caso que A yolas se b aratijas y o tras prendas m uy
encontrara ausente o hubiese fallecido, pues nada se sabia llam ativas.
de él cuando se firm ó la capitulación. Se le autorizó a ocu­ E n la trav e sía dió con las
p ar todas las tierras, según lo estipulado con M endoza, fam osas ca ta rata s del Ig u azú
incluyendo, adem ás, la isla de S anta C atalina. y, desde allí, despachó, en va­
A lvar N úñez, por su parte, se com prom etía a sufragar rías canoas, a 30 enferm os y
todos los gastos y a trae r al P lata, caballos, ropas, provi­ 50 soldados arcabuceros y ba­
siones, h erram ientas y o tras cosas, así como las arm as ne­ llesteros, lo s q u e , b a j a n d o
cesarias. por el P aran á, en traro n al P a ­
E l segundo A delantado partió del puerto de Cádiz en rag u ay h asta la A sunción. L os
diciem bre de 1540 con 400 hom bres, sin c o n tar la trip u la­ dem ás, em barcados, p asa ro n
ción de los barcos. desde S anta C atalina al P la ta
L legó a la isla de S anta C atalina en m arzo de 1541. y, por el P a ra n á y P arag u ay ,
D espués de realizar algunas exploraciones, despachó a F e­ a la Asunción.
lipe de Cáceres con parte de la gente para que, entrando A lvar N úñez, por su p arte,
por el P lata y el P araná, siguiera hasta la Asunción. llegó por tie rra a la A sunción
Cáceres llegó al estuario del P la ta ; pero, no pudiendo casi sin pérdida de hom bres.
proseguir adelante debido a los tem porales y vientos con­ (M arzo 11 de 1542).
trarios, regresó a Santa C atalina donde se hallaba todavía Al poco de tiem po de h ab er uTonSAN .............. .....................
el A delantado. E ncontrábase éste en situación de duda, asum ido el m ando pudo darse cuenta de los abusos que
respecto del itinerario que debía seguir, cuando tuvo cono­ se com etían, principalm ente p or los encom enderos, y de
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las medidas necesarias para corregir esos abusos e irre­ A consecuencia de la prisión de Alvar Núñez, se for­
gularidades. Las reform as que se proponía implantar A l­ m aron dos partidos: el de los leales, constituido por los
v ar N úñez fueron bien recibidas por ¿odas las personas 4 que perm anecieron fieles al A d elan tad o ; y el de los tu­
de espíritu justiciero. multuarios, que lo form aban los auto res del m otín y que
Sólo los eneom enderdos pro testab an porque, con la nue­ colocaron a Irala, de nuevo, en el gobierno. Los leales
va reglam entación que el A delantado pensaba im plantar, se vieron m uy perseguidos por Irala y sus p artid ario s, y
ya no iban a poder explotar a los pobres indios, que eran m uchos fueron condenados a su frir la pena del garrote.
tra ta d o s como anim ales de trab ajo , y p ara im pedir las E n ese tiem po tu v o lu g ar una sublevación de indios
reform as, em pezaron a crearle toda clase de obstáculos. que, en núm ero de varios m iles, atacaron a la A sunción,
A lv ar N úñez m andó una expedición p ara repoblar el D uró el com bate varias horas h asta que, rechazados aqué­
sitio donde M endoza había fundado la ciudad de Buenos llos, se dieron a la fuga y se m etieron en una especie
A ires; pero no tuvo éxito. de corral o em palizada donde aún re s is tie ro n ; pero, por
T am bién envió a Irala al frente de o tra expedición fin, fueron vencidos.
p ara que se pusiera en com unicación con él P erú. Irala, R establecida la paz, Irala preparó una nueva expedi­
al llegar a los 18°, desem barcó en un un pu n to del río P a ­ ción al P erú con el fin de ob ten er en L im a la confirm a­
rag u ay , que llam ó puerto de Los Reyes, desde donde se ción de su carg o de gobernador. E n trab a, tam bién, en sus
in tern ó en el Chaco y consiguió tener, por boca de los propósitos, llegar a la tan fam osa y deseada S ierra de la
indios, algunas noticias sobre el país que bu scab a; pero
P lata.
sin llegar a él.
P udo llegar a inm ediaciones del país que b u scab a; pe­
A lv ar N úñez em prendió tam bién una expedición al Pe­
rú atrav esan d o el Chaco paraguayo, y abriendo picadas en ro, por m ala suerte suya, ya había sido ocupado por los
los bosques im penetrables. D esanim ados los m ás de los conquistadores del P erú. Se enteró de los sucesos que ha­
bían ocurrido en el Cuzco, y de que ocupaba el gobierno
soldados por los terribles sufrim ientos, indujeron al A de­
lantado a volver a la A sunción. A los pocos días de su el licenciado L a Gasea. E ste había ordenado a Irala que
llegada estalló un m otín, instigado, según se cree, *por se detuviera donde estaba, so pena de la vida. Irala, en
Irala (A bril 25 de 1544). A lvar N úñez fué preso y en g ri­ ese trance, y desde su cam pam ento, com isionó a N ufrio
llado, y m ás tarde, enviado a E spaña. de C haves para que se en trev istara con L a Gasea en L im a
y le consiguiera la confirm ación en el m ando. (1548).
E l C onsejo de Indias le condenó a la pena de destierro
en A fric a ; pero después, reconocidas falsas las acusacio­ D u ra n te la ausencia de Chaves, la gente de Ira la se
nes, fué .absuelto y recom pensado. insubordinó, obligando a éste a en tre g ar el m ando a Gon­
zalo de M endoza y a em prender el regreso a la Asunción.
Segundo gobierno de Irala. — Leales y tumultuarios Al llegar a San F ernando, p u erto sobre el río P arag u ay ,
Fundación de Santa Cruz de la Sierra los expedicionarios tuvieron conocim iento de los d istu r­
Real Cédula de 1537. Primera elección popular bios que habían ocurrido en la A sunción, de los que re­
sultó la ejecución del g o b ernador interino, F rancisco de
Al día siguiente de haber sido depuesto A lvar N úñez, M endoza, que había dejado Irala, y la elección, p o r el pue­
de reg reso de su expedición hacia el P erú , el pueblo nom ­ blo, de D iego de A breu. T odo esto influyó, entre la gente
bró g o b ernador a Irala 1. de Irala, para que la autoridad de éste fuese nuevam ente
(1) L os españoles de la A su n ció n llegaban a 700 en ese tiem po. acatada. (M arzo de 1549).
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A breu, al ten er conocim iento de que Ira la se acercaba Cruz de la Sierra. (F eb rero 26 de 1561). M ás tard e fué
a la A sunción, huyó a los bosques, donde fué encontrado traslad ad a al punto que hoy ocupa.
y m uerto. (1553). S anta Cruz de la S ierra adquirió m ucha im portancia
y sirvió de enlace en la nueva ru ta e n tre el P erú y el P a ­
E n este tiem po, N ufrio de Chaves, de regreso del P erú,
raguay, preferida por sus m ayores facilidades.
traia a la A sunción las prim eras ovejas y cabras, las que
con el ganado vacuno — 7 vacas y un toro— traídos del G onzalo de M endoza m urió al cabo de un año. L os ve­
B rasil, y sin olvidar los caballos y yeguas que ya existían cinos, reunidos en el atrio de la iglesia, y de acuerdo con
en las pam pas, provenientes de los que había traído M en­ la real cédula de 1537, procedieron a la elección de gober­
doza, co n stitu y ero n los planteles de la riqueza ganadera de n ador obteniendo m ayoría de votos F rancisco O rtiz de V er-
las regiones del P lata. gara, tam bién yerno de Irala. (Ju lio de 1558).
E sta fu é la primera elección hecha legalmente por el pueblo, en
A m ediados de 1552 Irala había dispuesto que se aco­
los dominios españoles del Plata.
m etiera la em presa de establecer nuevam ente una población
o “asien to ” en una de las m árgenes del P lata. E nvió con O rtiz de V e rg ara se traslad ó al P erú p ara h acer con­
ta l fin, al capitán Ju an R om ero con 150 hom bres, en dos firm ar su nom bram iento ; pero se encontró con m uchos
b erg an tin es. E l lu g ar elegido fué, en la costa oriental, en p retendientes p ara obten er el puesto, y no tu v o éxito.
la desem bocadura del río San Juan, cerca de la actual Co­
lonia. L a hostilidad de los indios charrúas obligó a los Juan y D iego de Sanabria
pobladores, al cabo de dos años, a abandonar el lugar y M ien tras en la A sunción, desde la deposición de A lvar N úñez
a re g resar a la A sunción. en 1544, h a sta 1550, y gobernando Irala, se iban sucediendo graves
acontecim ientos, en E sp añ a eran m uchos los interesados que asp ira­
E n 1553 recibió Irala el nom bram iento de gobernador ban al cargo de A delantado, que se en co n trab a vacante.
en propiedad, p o r cédula expedida p o r el rey en noviem ­ E l m o n arca español aceptó la p ro p u esta de Ju an de S anabria,
b re de 1552. G obernó h asta 1556, año en que m urió, a los quien se obligaba a llevar toda clase de abastecim ientos. S anabria,
70 de edad. P reviendo su próxim o fin, designó para suce- p o r diversas causas, no pudo cum plir el convenio firm ado, y falleció
derle en el gobierno, a su yerno G onzalo de M endoza. E ste a lgún tiem po después. P o sterio rm en te, un hijo suyo, D iego de S a­
nabria, consiguió que se le tran sfirie ra la concesión a su favor (1549).
m andó p re p ara r u n a expedición con el propósito principal
D iego de Sanabria m andó p re p a ra r una expedición, que p artió a
de fu n d ar una colonia en el alto P arag u ay , confiándola a m ediados de 1550, y que puso al m ando de Ju an Salazar de E sp in o ­
N ufrio de Chaves, quien p artió de la A sunción con una fuer­ sa, pues aquél quedó en Sevilla ultim ando la prep aració n de algunos
za de 150 soldados y unos 1500 indios am igos, tra n sp o rta ­ auxilios, con los que debía em prender viaje m ás tarde.
dos en u na veintena de bergantines y algunas em barcacio­ L a flo ta de S alazar fué atac ad a p o r piratas y despojada de la casi
nes m enores. E n un cierto lu g ar del citado río se le unió totalidad de lo que llevaba. A l llegar a la isla da S anta C atalina nau ­
frag aro n dos de los barcos. S alazar y una p arte de los expedicionarios,
un co ntingente de hom bres con caballadas para la travesía se establecieron en San V icente, de donde, después de algún tiem po,
.por tierra. R em ontaron el P ara g u ay h asta Ita tín , pasando se traslad a ro n , p o r tierra, a la A sunción p ara in fo rm ar a Ira la de
después a o tro punto, llam ado puerto S antiago, en la re ­ los desastres sufridos. E sta pequeña expedición, de unos 30 hom bres,
gión de los “x aray es” (1558). D esde allí em prendieron la e n tre los cuales figuraban los herm anos Goes, fué la que condujo
m archa hacia el in terior h asta llegar a los llanos de Moxos, 7 vacas y 1 toro , p rim er ganado vacuno que se in tro d u jo en el P a ­
raguay. D iego de S anabria p artió , m ás tarde, de E sp añ a p ara el R ío
donde se dedicaron a sem brar cereales. P erm anecieron allí de la P la ta ; pero, debido a los tem porales y a las corrientes m a ri­
h asta la recolección de la cosecha. nas, éstas lo a rra stra ro n , desviándolo de su ruta, h asta C artagena.
D espués de m uchas dificultades y peripecias fundó D esilusionado p o r los reveses sufridos, resolvió ab andonar la em presa
renunciando a los derechos que había adquirido como Adelantado.
Chaves, en tierras de los.indios chiquitos, la ciudad de Santa
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G O BIERNO C O L O N IA L bandera española no podían hacerlo sin que se solicitara,


antes, la correspondiente licencia y haciendo re g istra r sus
A U T O R ID A D E S D E L G O B IE R N O C O L O N IA L nom bres, tonelaje, clase de carga, etc. Los buques que n a­
vegaban con perm iso de la C asa de C ontratación se llam a­
T ra n scu rrid o s los prim eros años que siguieron a la ban “navios de re g istro ”.
ocupación y población de las diversas regiones de Am érica,
fué necesario crear las autoridades que entendieran en los Autoridades que residían en Am érica:
asuntos de todo orden, pues no habría sido posibl'e tram itar­ V irreyes. — Los virreyes eran designados por el R ey p ara
los directam ente con las autoridades residentes en E spaña que lo representaran y gobernaran en su nom bre. E jercían
sino con una pérdida enorm e de tiem po. R aro era el asunto el gobierno tan to en lo civil como en lo m ilitar y podían
o petición, tram itad o s en España, cuya resolución se cono­ designar los funcionarios p ara m uchos puestos de im por­
ciera por los interesados, residentes en las colonias del P lata, tancia. Sus atribuciones Íes daban, pues, un g ran poder.
antes de un año. N o podían casarse, ejercer el com ercio, asistir a bodas
L a au to rid ad suprem a era el Rey, a quien asesoraban o entierros, ni ser padrinos. E sta s prohibiciones se habían
funcionarios e instituciones especiales en todos los asuntos establecido para que estuvieran desligados de todo com pro­
relacionados con el gobierno de las colonias. E x istían ,-así, m iso y pudieran proceder, así, con im parcialidad, en todas
autoridades que residían en E sp añ a ; y otras, en las colonias. sus resoluciones.
T odas las leyes, ordenanzas, etc., que se dictaron por Al term in ar su gobierno debían som eterse a un juicio,
los reyes de E sp añ a recibían, en su conjunto, el nom bre de llam ado “de residencia” , en v irtu d del cual eran exam ina­
Leyes de Indias 1. dos todos sus actos, y de ellos debían dar cuenta.
Autoridades que residían en España: C apitanes G e n e ra les.— T enían casi las m ism as atrib u cio ­
E l R e y .— L os reyes tenían el poder, en aquella época, nes que los virreyes. Chile form aba una C apitanía G eneral.
por derecho divino, y este poder era legitim ado por el P apa G obernadores G enerales. — L os gobernadores generales cons­
como rep resen tan te de Dios en la tierra. El poder del -Rey titu ían la autoridad superior de las provincias en que es­
era ab so lu to : podía nom brar o d estitu ir a los funcionarios taban divididos los virrein ato s y las capitanías generales.
sin dar cuenta de sus actos a nadie. D ependían, pues, de los virreyes o de los capitanes gene­
C o n sejo de In d ia s .— El Consejo de Indias estaba consti­ rales, según el caso.
tuido por veintiún m iem bros, y éstos debían ser todas per­ E n Buenos A ires, el P arag u ay , y en T ucum án hubo
sonas que hubiesen ocupado altos puestos en el gobierno gobernadores generales, que dependían del V irrein ato del
de las colonias. E stu d iab a las leyes y decretos y los pro­ P erú. L a provincia o corregim iento de Cuyo dependía de
ponía al R ey p ara que los hiciera cum plir; proponía igual­ la C apitanía General de Chile. E sto duró h asta 1776, en cuya
m ente el nom bram iento de los virreyes y dem ás em pleados. fecha se creó el V irreinato del Río de la P la ta ; y las cu atro
C asa de C ontratació n . — E ntendía en todo lo relativo al regiones nom bradas pasaron a depender de este últim o aun­
com ercio de las colonias, y a los pleitos que se originaban que divididas de otra m anera.
por asu n to s com erciales. F ué establecida en Sevilla (1503). C o rre g id o res.— E ran funcionarios cuyas atribuciones, au n ­
E n los p u ertos de las colonias españolas no se perm i­ que análogas a las de los gobernadores, estaban lim itadas
tía la en trad a a buques de otra nacionalidad, y aun los de. a un territo rio m ucho m enor, a veces a una sola ciudad y
(1 ) V e r “ H is t. A rg e n tin a y A m erican a” , p ág . 372, del m ism o a u to r . su distrito (C orregim iento). L a región de Cuyo, m ientras
8
i

—h i­
dependió de la C apitanía General de Chile, constituía uno
de sus corregim ientos. lo s Cabildos. Su importancia. - Cabildo abierto
Audiencias. — L as A udiencias R eales eran los m ás altos C uando se fundaba una ciudad y se efectuaba la cere­
trib u n ales p ara adm inistrar justicia. De sus sentencias se monia alusiva de costum bre, se procedía a lev an tar el acta
podía apelar ante el Consejo de Indias; pero en ciertos y de fundación, y a la designación de las personas que debían
determ inados casos solam ente. De los fallos de los trib u n a­ constituir el gobierno de la m ism a, es decir, el Cabildo.
les inferiores se podía apelar ante las Audiencias. -
L lam ábase tam bién “A y u n tam ien to ” y “ R egim iento”. De
E n caso de m uerte o de separación del V irrey, la A u­
esta últim a designación proviene el títu lo de “ R egidores”
diencia asum ía el m ando h asta que se nom brara otro.
que se daba a sus m iem bros. E n adelante la designación de
C abildos. — E ran las autoridades de las ciudades y pue­
los m iem bros del Cabildo ya no la hacían ni el G oberna­
blos de im portancia, análogos, en sus funciones, a lo que
hoy llam am os “ M unicipalidad”. dor, ni el V irrey, ni el pueblo, sino el m ism o Cabildo.
A d m in istrab an los bienes m unicipales y procuraban el Cada año, el 1? de enero, los regidores cesantes debían
progreso u rbano y el m antenim iento del orden. El “ C abildo” proceder a la elección de sus reem plazantes, p o r cédula
era la institución m ás dem ocrá­ cerrada, en la propia sala capitular.
tica.de aquellos tiem pos, pues los L os regidores, en algunas oportunidades, eran designa­
vecinos form aban parte de ellos, dos p o r el g o b ern ad o r; y tam bién solían venderse esos car­
y, entre sus m iem bros, figuraban gos en rem ate público.
a m enudo los nativos.
P a ra ser regidores era necesario ser vecinos, y podían
Consulados de Comercio—Los Con­ ser designados tam bién los criollos. E l cargo era g ra tu ito
sulados de com ercio se estable­ y no podía ser renunciado. C o nstituía una “carga pública” .
cieron con el fin de que estudia­
Los cabildos entendían,' como ahora, m ás o m enos, en
ran las necesidades de las colo­
todo aquello que se relacionaba con el bienestar y las ne­
nias y propusieran las m edidas
cesidades de las poblaciones. L a edificación, la higiene de
convenientes p a r a e l fom ento
las casas y calles, la reglam entación de las fiestas públicas;
del com ercio, de la industria y '
la intervención en la venta de los artículos de prim era
de la agricultura. E n ten d ía tam ­
necesidad para fijar el precio y ev itar los ab u so s; el orden
bién en los litigios de orden co­
m ercial. público, eran todas cuestiones que reclam aban su atención.
Bandos. — A ctualm ente, cuando E l núm ero de regidores v ariaba en tre seis y doce, se­
la autoridad tiene que prom ul­ gún la im portancia de la población. Como m iem bros inte­
g ar una ley, u n a ordenanza, o g ran tes del Cabildo, los principales e ra n :
un decreto, etc., éstos se dan a conocer publicándolos en los L o s Alcaldes, llam ados de l 9 y 29 voto, de los cuales el
diarios. E n los tiem pos de la colonia, cuando todavía no prim ero era, el que presidia el Cabildo. Am bos ad m in istra­
existían publicaciones periódicas, tales ordenanzas se daban ban justicia de m enor cuantía.
a conocer a los vecinos convocándolos en la plaza pública, El P ro cu ra d o r, que defendía los intereses de la institución
u otro sitio apropiado, con toques de cam pana o redobles y proponía las reform as que creía convenientes.
de tam bor. Allí el encargado de esa tarea, al que se daba el El E scrib an o P úblico, que debía firm ar las actas y dar fe,
nom bre de “pregonero”, procedía a la lectura del “bando” . así, de las resoluciones del Cabildo.
— 112 — — 113 —

El Alférez real, que tenía la m isión de llevar el estandarte C O N Q U IST A D E L IN T E R IO R D E L P A IS


real en las fiestas públicas en representación de la autori­ F U N D A C IO N D E C IU D A D E S
dad, y como sím bolo de la m isma.
Cabildo abierto. — T o d a vez que alguna cuestión g rave se p re­
sentaba a la consideración del Cabildo, éste m andaba citar a los El Tucumán. Expedición de Diego de Rojas
vecinos m ás caracterizados de la ciudad para que, unidos a los reg i­
dores, y escuchadas las opiniones de todos, procedieran a solucionar . E ra ya conocida en el P erú , aun an tes de la llegada
de la m anera m ás conveniente el asu n to que m otivaba la convoca­ de los conquistadores, una región del norte del actual te rri­
toria. A estas reuniones de los m iem bros del Cabildo y de los veci­ torio argentino que recibía los nom bres de “Tucma”, “Tu-
nos, se les designaba con la denom inación de “cabildo ab ierto ”.
M uy de tard e en tard e se p resen tab an causas que hicieran u r­ cuma” y “Tucmán”. El origen de estos nom bres no ha sido
gente y necesaria la convocatoria de un Cabildo a b ierto ; pero cuando posible establecerlo de m anera convincente. Se ha creído
esto ocurría, el pueblo, allí reunido, asum ía el c arác te r de “pueblo encontrarlo en el nom bre de una región del valle Calcha-
soberano” 1. quí, “T ucm anahaho”, palabra com puesta de la voz “T u cm a”
“ E l gobierno m unicipal nació con la conquista, y hem os v isto
que sus principales p ersonajes com enzaron por estab lecer el régim en nom bre del poderoso cacique de esa región, y de “ah ah o ”,
de las com unas en las ciudades que fundaban. Sólo el pueblo inglés pueblo. Así, pues, Tucmanahaho significaría pueblo del ca­
puede rivalizar con las instituciones d em ocráticas que el pueblo es­ cique “T ucm a” . Con
pañol heredó de la E d ad M edia. La autonom ía local de los distritos, el an d a r del tiem po
el gobierno de propios, com o se llam ó el gobierno vecinal, fué la cuna
de las libertades castellanas y aragonesas. L os m ism os reyes de
el T ucum án, que era
A rag ó n y de C astilla reconocieron los fueros de las viejas ciudades, designado indistinta­
que eran tan celosas de sus derechos, que obligaron a los m onarcas m ente “provincia del
a p restar, de hinojos, ju ra m e n to de resp etarlo s, en el acto de su co­ T u cu m án ” y gober­
ronación. n a c i ó n d e l T u cu ­
L os am antes de los principios dem ocráticos, debem os re sp e ta r las
irstitu cio n es de que gozaba E sp añ a antes del advenim iento de la casa mán”, llegó a abar­
de A usburgo. E llos rep re se n taro n siem pre la causa de la libertad con­ car, m ás o m enos, el
tr a los avances del poder absoluto de los reyes, y n unca fué m ás territo rio q u e h o y
grande y m ás noble la nación española que cuando se arm ó p ara com prenden las pro­
defender la trad ició n de los principios que»la dom inación de los godos
le había legado en sus cartas y en sus fueros.
vincias de Salta, Ju-
L a tradición de la libertad m unicipal se había arraig ad o tan to juy, Santiago del E s­
en el pueblo español, era tan pro fu n d a la educación que aquella so­ tero, C atam arca, La
ciedad había alcanzado con ella, que to d as las ciudades libres sin tié­ R ioja y p arte de la
ronse oprim idas p o r la m ano del poder despótico que am enazaba des­ de Córdoba y del
cargarse sobre ellas y so m eter al vasallaje aquella sociedad viril y
noble que gobernaba su vida, su fo rtu n a y su propiedad, ejerciendo el Chaco.
m ás legítim o de los derechos del hom bre. E n 1543 el capitán
D e m anera, pues, que vem os que el gobierno de las localidades D iego de R ojas p ar­
era un patrim onio político que los conquistadores españoles in tro d u ­
tió desde el P erú al frente de una expedición de unos 200
jero n en el N uevo M undo. E ste gobierno rep resen tad o p or los A y u n ­
tam ientos en E spaña, y p or los Cabildos en A m érica, rep resen ta la españoles con el propósito de llevar a cabo la conquista del
ram a m ás popular de las .instituciones con que el rég im en colonial T ucum án que se creía rico en m etales preciosos.
se fundó en el N uevo M u n d o ” 8. R ojas entró por el valle de H um ahuaca y se internó,
(1) Y a se verá cóm o el Cabildo ab ie rto celebrado el 14 de agosto de 1806
llegó aT caso de dep o n er n ad a m enos que al V irrey S o b rem o n te, com o consecuencia encontrando seria .resistencia de p arte de los indios. P asó por
de bu a ctitu d d u ra n te la p rim era invasión inglesa. el pueblo indio de C hicoana ( S a lta ) ; y, de allí, a Capayán
(2) L ucio V. López. L eccio n es de H is to ria A rg en tin a.
— 114 — — 115 —

(C atam arca) donde tuvo que hacer frente a un cacique que esos parajes, (1 5 5 0 ), dándole el nom bre de Ciudad del
m andaba m ás de un m illar de indios a los que atacó y venció. Barco, 1 cerca de la actual M onteros, cuyo asiento fué
P o sterio rm en te m urió en un com bate, a consecuencia de cam biado varias veces. Som etió con b astan te facilidad casi
h ab er estado envenenada la flecha que le había herido. todas las trib u s circunvecinas, cuyos caciques le recibieron
am istosam ente.
L os expedicionarios, al m ando de uno de los oficiales,
co n tin u aro n avanzando por tierras de C órdoba y S anta Fe E n esa m ism a época llegaba a esos parajes F rancisco
h asta llegar al sitio donde Caboto había fundado el fuerte de V illagra, quien, proveniente del P erú , se dirigía a Chile,
de Sancti S piritus. El jefe que m andaba la expedición fué donde se hallaba V al­
asesinado por uno de los oficiales y éste, con los soldados divia. Am bos discu­
que le quedaban, unos 80, regresaron al P erú. tieron, P rad o y V i­
llagra, y hubo lucha
E sta expedición fué tan sólo exploradora;- pero tuvo .
entre sus fuerzas res­
m ucha im portancia por las noticias que se consiguieron de
pectivas, quedando
esas regiones v isitadas por prim era vez.
som etido Prado- V i­
llagra, sin em bargo,
Expedición de Núñez de Prado
dejó a P rado en el
Fundación de Barco — Prado y Villagra — La jurisdicción carácter de teniente
de Chile — Valdivia y Prado de gobernador, des­
pués de haberlo obli­
L as dificultades de to d o género encontradas por los es­ gado a reconocer que
pañoles en sus en trad as a las regiones del T ucum án, no 1 e s a r e g i ó n estaba
fueron o b stáculo para que se desistiese de llevar a cabo la / dentro de la jurisdic­
conquista y colonización. ción concedida a V al­
E n 1549 se preparó una nueva expedición con el espe­ divia, gobernador de
cial propósito de “ iniciar la conquista del T u cu m án ”, en Chile.
cuya em presa ya había fracasado D iego de R ojas, y se con­
L a actitud de V illag ra,
fió el m ando de ella a Ju an N úñez de P rado. ten ien te de V aldivia, te ­
P rado, de acuerdo con las instrucciones recibidas, debía nía su razó n de ser,
proceder con m oderación en tpdos sus actos, ta n to con sus p uesto que éste había
obtenido, en 1548, una
subordinados como con los indios, a cuyo efecto le acom pa­ concesión p or la cual se
ñaron varios m isioneros para que predicaran el E vangelio a le asignaba un te rrito ­
los n aturales. rio que abarcaba un a n ­
N úñez de P rad o p artió de P otosí (octubre de 1549) con cho de 100 leguas des­
de la costa del Pacífico
80 hom bres, m ás o m enos, m uchos dé los cuales ya conocían y cuyo lim ite, al este,
algo de la región que iban a conquistar, pues habían acom ­ seguía una línea recta,
pañado a D iego de R ojas. F orm aba parte de la expedición
Z l t d“ '¡> " ¿ , « 5 * 3 » « d , C órdoba (M eridiano « ) . A l ñ o r « , U
un cuerpo de indios peruanos am igos. concesión estaba lim itada por el paralelo 27, y al sur, por el 41.
E n tró , P rado, por el valle de H um ahuaca y y a en la
(1 ) F u n d ó la ciudad en hom enaje al P resid e n te de la A udiencia de L im a,
región del T ucum án, fundó la prim era ciudad europea ?n L a G asea, n a tu ra l de E l B arco de A vila, en E spaña.
— 116 — — 117 —

E sta concesión, que daba jurisdicción al gobierno de Chile sobre A principios de 1553 llegaba allí Francisco de A g u irre
tierras situadas al este de la cordillera de los A ndes, debía producir enviado por V aldivia para p ro seg u ir la conquista del T u ­
conflictos con los conquistadores p rovenientes del P erú , com o efec­ cum án. A guirre no encontró en E l B arco a P rado, pues
tivam ente, sucedió. A sí, en 1563, por una real cédula, el T u cu m án éste se encontraba ocupado en una exploración a F am atin a,
fué independizado de pero consiguió apoderarse de él y, enviarlo a Chile para
Chile. P o sterio rm en te,
en 1569, al designarse que fuera procesado. De allí P rad o pasó a Lim a y la A u­
A d elantado a O rtiz de diencia ordenó que fuera repuesto en el cargo. Su falleci­
Zárate, se r e s t i t u y ó m iento le im pidió reg resar al T ucum án.
nuevam ente al A delan- A guirre dedicó su actividad al fom ento del trab ajo agrí­
tazgo del R ío de la
P la ta, con lo s lím ites cola y al re p arto de los indios en encom iendas.
que se hab ían fijado
en la concesión o to r­ Fundación de Santiago del Estero
gada a M endoza, el te ­ Nuevos conflictos — El gobernador Juan Pérez de Zurita
rrito rio que había sido
adjudicado a Chile en L os frecuentes desbordes del río D ulce hacían inhabi­
el añ o 1548. table el nuevo asiento de Barco (T e rce ra). A g u irre resol­
P r a d o se som e­ vió, en vista de tal inconveniente, cam biar otra vez el sitio,
tió ; pero sin ánim o y trasladó la población a un paraje que fué definitivo, poco
de cum plir lo pro­ distante hacia el n o rte ; pero cam biándole el nom bre por el
m etido, pues consi­ de Santiago del E stero. (Julio 25 de 1553) x.
deraba que el go­ Con la ausencia de A guirre, que había p artid o p ara
bierno de Chile no Chile (1554), se reavivaron los conflictos, entre los p arti­
tenía derecho algu­ darios de aquél, de V illagra, y del m ism o P rado, de quien
no para m andar en habían llegado a S antiago noticias de su rehabilitación, pero
el T ucum án. A m e­ no de su m uerte- E ste estado de discordia y de anim osidad
diados de m ayo de entre los pobladores, no perm itía que se llevara a cabo
1551, trasladó la po­ con éxito la conquista del territo rio y el som etim iento de
blación de El B ar­ los indios. T an grave era la situación y tan to s los peligros,
co a otro sitio en el valle de Calchaquí. (Se cree que fué
que el teniente de A guirre, capitán Ju an G regorio B azán,
en las proxim idades del sitio donde actualm ente está la
población de A ndalgalá). estuvo a punto de abandonarlo todo y m archarse al P erú.
L a oportuna y feliz llegada a S antiago, del general
L a actitu d am enazadora de los indios, obligó a P rado Juan P érez de Z urita, designado por el gobierno de Chile
a cam biar nuevam ente el asiento de la población, y lo para que asum iera el m ando, im portó un g ran alivio para
fijó a orillas del río Dulce, a m uy corta distancia hacia el la población, que se debatía en medio de la m iseria y de
su r del lugar donde está situada actualm ente la ciudad los peligros. L legó con 60 hom bres y otros auxilios.
de S antiago del E stero. P rad o se dedicó con tesón a la Con Z urita, hom bre m uy activo y hum ano, se inició
conquista de extensas regiones hacia el oeste y el sur, so­ una era de organización y prosperidad general, pues supo
m etiendo a num erosas trib u s de indios. atra e r y som eter a los indios diaguitas y ju n e s, y otros
A la llam ada provincia del T ucum án la designó con el (1 ) Según u n a cta dada a conocer últim am ente, p o r el doctor A lfredo G árgaro,
nom bre de Nuevo Maestrazgo de Santiago. en un tra b a jo de investigación.
— 119 —

de la región Calchaquí, reuniéndolós en poblaciones y do­ Otras fundaciones en la región del Tucumán
tan d o a éstas de m isioneros p ara que los iniciaran en la fe Ceremonia de la fundación de una ciudad
cristiana. Z u rita fundó las ciudades de L ondres en tierra s
de los diaguitas de C atam arca; C añete, en el sitio que había N o era cosa fácil, en aquellos tiem pos, en m edio de
ocupado la “ B arco” prim era, y “ C órdoba de C alchaquí” 1. poblaciones indígenas casi siem pre hostiles, llevar a cabo
E sta s fundaciones respondían a un plan estratégico de Zu­ la fundación de una ciudad. Cuando llegaba el caso solía
rita p ara ten erlas como fortines, en defensa de la ciudad hacerse un llam ado, por voz de pregonero, a cuya solici­
de S antiago, continuam ente su jeta al peligro de las acom e­ tu d concurrían los vecinos que se com prom etían a to m ar
tidas de los indios, y p ara seguridad de las com unicaciones. p arte en la expedición.
H echos los preparativ o s del caso, cargadas las carretas
E stas tres ciudades tuvieron m uy corta existencia, pues o las m uías, según fuera el paraje elegido y los accidentes
fueron arrasad as p or los salvajes. E sto tuvo lugar después del camino, reunidos los anim ales de labranza y los g an a­
que P érez de Z u rita fué arrestad o y expulsado del gobierno dos, la colum na pintoresca em prendía la m archa con las
p o r G regorio de C astañeda, ten ien te de V illagra, siendo precauciones debidas, en p artic u la r de noche, acam pando
éste g o b ernador de Chile.
en lugares abiertos para evitar sorpresas.
D u ran te los 15 años transcurridos desde la fundación Llegados, después de m uchos días de viaje, con re­
de la prim era B arco (1550) h asta 1565, fecha de la funda­ corrido de buen núm ero de leguas, al lugar ya determ ina­
ción de San M iguel de T ucum án, exceptuando ésta, de do, o encontrado conveniente, hacíase alto y, siendo región
to d as las ciudades que se fundaron (B arco, Londres, Cór­ poblada por naturales, se procedía al som etim iento de és­
doba de C alchaquí, Cañete, N ieva) y S antiago del E stero, tos, v o luntario o forzado.
EÓlo subsistió esta últim a, aunque tam bién estuvo a punto L as prim eras poblaciones no habían podido re sistir
de desaparecer debido a los frecuentes ataques de los indios. m ucho tiem po sin establecer asientos fortificados (fo rti­
S antiago del E s te r o 2 fué la capital de la gobernación nes) dispuestos de tal m anera que pudieran p re sta r ayuda
del T ucum án d u ran te m uchos años, y asiento del obis­ a los pobladores. Se fundaron, así, ciudades que, en su
pado h asta que en 1690 la capital fué traslad ad a a la ciu­ origen, tenían sólo carácter estratégico.
dad de Córdoba. L levaba la “ciudad” de S antiago del E stero pocos años
S antiago del E stero constituyó un g ra n centro de ac­ de fundada, y ya había sufrido b astan te con las rebeliones
ción pobladora. (Ver pág. 124). de los indios. E ra necesario po n erla en estado de m ayor
seguridad y, así, se procedió a la fundación de o tras que,
(1) lla m a d a así p a ra d istin g u irla de C órdoba la L lan a (a c tu a l). en su origen, eran puestos avanzados (fo rtin es). A sí se
_ T odas estas fundaciones' no c o n sistía n sino en algunos ra n c h o s d e n tro de un fundaron L ondres, Cañete, C órdoba de Calchaquí, N ieva
re c in to defendido p o r p alizadas y un m an g ru llo (m ira d o r).
(2) C u aren ta y ocho vecinos encom enderos te n ia en 1583, y el núm ero de y otras,
los indios que en estas encom iendas vivían, no era in fe rio r a 12.000 C o n sag rá­ E l asiento de estas ciudades era cam biado, algunas
banse al cu ltiv o de la tie rra que p roducía b a sta n te trigo, m aíz, cebada, garban-.
zos, babas y o tro s cereales y h o rtalizas. T en ían viñedos, g ran d es arboledas de veces, debido a m otivos de destrucción por los indios,
hig u eras y o tro s fru tales. C riaban av estru ces, patos y gallinas. Sus pastizales
estaban llenos de g an ad o de to d a cla se ; sus bosques, de c a z a ; y sus ríos, de
ubicación inundable o antihigiénica, y h asta por la acción
peces. ISn las selvas próxim as a la ciudad, vagaban los pum as y ios ja g u a re s, y de terrem otos.
se a rra s tra b a n víboras y serp ien tes peligrosísim as. H ab ía telares donde se tejía
el algodón y la lana que,^ u n a vez beneficiados, iban al P erú , constitu y en d o la L a ingerencia de los gobernadores de Chile en las
riqueza principal de S antiago. A p rovechaban p a ra sus in d u strias, o exportaban provincias situadas al oriente de la cordillera andina, fué
en g randes can tid ad es, a ñ il y cochinilla. R eco g ían cera y m iel. T en ían u n m olino
y algunas atah o n as. siem pre resistida o apenas tolerada h asta que se puso^ té r­
K . J aim es F rey re. “ E l T u cu m án del siglo X V I ” . P á g . 104.
m ino a esta situación inconveniente con una real cédula
- 120 — — 121 —

p ° r la que se consideraba el T ucum án definitivam ente se­ otras, se resolvió el cambio de ubicación, llevándola a cabo
parado del gobierno de Chile y agregado a la jurisdicción el gobernador D. F ernand o de M endoza Mate de Luna
de la A udiencia de C harcas (agosto 29 de 1563). 120 años después, a orillas del río Salí y en el mismo sitio
Asi, pues, las ciudades fundadas en aquella época en donde hoy se encuentra. (O ctu b re 4 de 1685).
la región del T ucum án, y que subsistieron después, lo fue­ Córdoba.— La ciudad de Córdoba, fundada en la re­
ron cuando ya tal provincia dependía del P erú. gión de los indios comechingones, se llam aba la L lan a p ara
L a región de Cuyo quedaba todavía dependiente de d istinguirla de la que se había fundado en el valle dfe
la C apitanía G eneral de Chile. Calchaquí. Se ubicó en un sitio llano, llam ado Quisquisa-
San Miguel del Tucumán.— Diego efe V illarroel, so­ cate, en la m argen izquierda del río Primero, denom inado
brino del gobernador del T ucum án, Francisco de A guirre, Zuquia por los naturales, según el acta de fundación. F u é
Le\ o a cabo la fundación de una ciudad que debía servir su fundador el gobernador don G erónim o L u is de Ca­
brera- (Julio 6 de 1573).
Al año siguiente el m ism o C abrera ordenó que fuera
traslad ad a a la m argen oouesta del río, donde hoy se en­
cuentra. (M arzo 11 de 1574).
Salta. — L a constante am enaza de los indios calcha-
quíes y om aguacas, que dom inaban el cam ino al P erú , y
hacía peligroso el trán sito por el m ism o, obligó al g o b er­
nador del T ucum án a ordenar la fundación de una ciudad
de carácter estratégico en el valle de Salta. E s in teresan te
referir las dificultades que encontró el gobernador Gonzalo
de A breu, antecesor de H ern an d o de L erm a, para fundar
y a rraig ar una ciudad en' el valle citado.
R eunidas las fuerzas y los elem entos necesarios, em ­
prendió A breu la m archa con el propósito de p asar al va­
lle de Salta (1577).
‘‘N o fué fácil el paso; dijérase que los naturales, desesperados
a l a d v ertir la im portancia del propósito, se hubiesen confederado
p a ra o poner resistencia. V o ltearon árboles en los cam inos, cavaron
hoyos en el fondo de los cuales estacas filosas aguardaban víctim as,
d erribaban rocas al paso de lo tropa en los desfiladeros, desviaban
de defensa a Santiago del E stero, pues las poblaciones los ríos de su cauce y em ponzoñaban las aguas. F u era de esas a s­
de L ondres, C añete y Córdoba de Calchaquí habían sido tucias oponían la penetración, cara a cara, con sus hondas, sus
atacadas p er los indios y destruidas. lanzas, sus flechas y s.us p o rras; pero A breu pasó, alcanzó el valle
de Salta, alzó el rollo y puso al sudoeste de la actual R osario de
L a nueva ciudad se ubicó a unas doce leguas hacia el L erm a, los cim ientos de una ciudad que llam ó, por segunda vez,
su reste del sitio ocupado por la actual ciudad de T ucum án, San Clem ente de la N ueva Sevilla. Su e rro r fué salir apenas inicia­
cerca de la villa de M onteros. F ué llam ada San Miguel de das las construcciones, debilitando la guarnición al llevarse hom bres,
Tucumán y se fundó el 29 de septiem bre de 1565.. y siendo el resu ltad o desastroso de esa im previsión, la destrucción
de lo alcanzado y la m u erte de m uchos soldados” 1.
E ra un sitio m alsano pues sus h abitantes contraían
la afección llam ada coto (bocio). Sea por esta causa o por (1) R oberto L evillier en H is t. de la N ación A rgentina. V ol. III, pág. 374.
— 122 —

Cinco años m ás tarde el gobernador H ernando de Ler- h asta hoy p or de Velazco. Según el acta respectiva, de fecha 20 de
ma fundó, en el citado valle, una ciudad a la que dió el m ayo de 1591, la nueva población recibió el nom bre de ciudad de
nom bre de “ Ciudad de L erm a en el valle de S alta”. (A bril T odos los Santos de la Nueva Rioja.
16 de 1582). Se reducía a un fortín defendido por 40 soldados. Jujuy.— L a fund ació n de Salta no fué suficiente p ara aseg u rar el
L os pobladores, al parecer, p o r m alquerencia, hacia el funda­ cam ino al P erú . E sta circunstancia hizo necesario el establecim iento
dor, que se había hecho odiar p or sus num erosos atropellos, in ju s­ de o tro p u n to e straté g ico m ás al norte.
ticias y crueldades, no designaban la ciudad con el n om bre de Con an terio rid ad ya se habían fundado algunas poblaciones como
L erm a com o reza el acta de fundación, sino con la sola d esigna­ Nueva Madrid y Nuestra Señora de Talavera. Los pobladores de
ción de Salta, co stum bre que se p erp etu ó h a sta el presente. la p rim era se in co rp o raro n a la segunda, la que, en 1692, fué destruida
E l acto de la fundación de una ciudad, consistía en p or un terrem o to . F u é en el valle de Jibijibi (Ju ju y ) donde el ca­
p itán F ran cisco de A rgañaraz, por m andato del g o bernador Ju an
una cerem onia como la que revelan los siguientes párrafos, R am írez de V elazco, llevó a cabo la fundación de la ciudad de San
extractados del acta de la fundación de Salta: Salvador de Jujuy. (A b ril 19 de 1593).

P or tanto su Señoría el señor Gobernador mandó


hacer e se hizo un hoyo en este dicho asiento donde
cerca de él estaba un p a lo ... e mandó poner e se
puso el 'dicho palo por Picota en dicho hoyo que así
está hecho e acostumbrado hacer en las demás ciu­
dades de estas Provincias, Reinos e señorías de S . M .

e que en dicho Rollo e Picota se ejecute justicia pú­


blicamente contra los delincuentes y malhechores, e
ninguna persona sea osada de lo quitar, mudar y
rem over del dicho lu g a r __ Y estando su señoría el
señor Gobernador en este acto hecho mano a su es­
pada y haciendo las ceremonias acostumbradas dió
tajos y reveses y dijo en voz alta: si había alguna
persona que contradijera el dicho asiento e fu n c ió n t
B no hubo contradicción .......... ¡ ........................
Y en señal de posesión en nombre de S . M . se dispararon arcabuces
e tocaron trompetas, tambores e cajas . .

La Rioja.— Sea por necesidad estraté g ica o no, la fundación de


la ciudad de L a R ioja se llevó a cabo m ediante la realización de una
em presa de carácter com ercial en tre un rico encom endero de S antiago I*a vida de los coIoíios. — U n fo rtín . — A l fondo u n m irad o r o m an g ru llo
del E stero y el g o b ern ad o r D on Ju a n R am írez de V elazco, in te re ­
sado en ella. E l em presario debía llevar allí cierto nú m ero de bueyes,
cabras, ovejas, caballos, etc., y, adem ás, h erram ien tas y ropas p ara Catamarca.— L a población de Londres (últim a, 1633), ciudad am­
los pobladores debiendo cubrir todos los gastos. E n cam bio le co rres­ b ulante com o la de E l Barco, se hallaba ubicada cerca de la actual
ponderían beneficios ex p resam ente estipulados en un co n trato (1590). villa de Pom án. E x istía tam bién una colonia de españoles en un lugar
P artiero n , el g o b ern ado r y el em presario, desde S antiago, acom ­ llam ado Valle Viejo, en el valle de C atam arca, no lejos del río Tala.
pañándoles 70 españoles y 400 indios que arrea b an los anim ales y Solicitados los pobladores de am bas localidades p ara que opina­
guiaban 14 carretas cargadas. ran sobre la conveniencia, o no, de fijar el asiento en o tro punto,
D espués de 47 días de una m archa que no estuvo ex en ta de p ri­ re su ltó de ello la fundación de la ciudad que se llam ó de San Fernando
vaciones, peligros e incom odidades, debidas a los accidentes del te ­ de Catamarca, por D on F e rn an d o de M endoza M ate de L una. (J u ­
rreno, recorrieron ciento y ta n ta s leguas h a sta que se detuvieron en lio 5 de 1683). El asien to de la ciudad se estableció a orillas del
un lugar, en te rrito rio de los diaguitas, al pie de la sierra conocida río T ala donde se en cu en tra actualm ente. L a traslació n e~ in co rp o ­
ración de los pobladores de Londres y Valle Viejo se había realizado
unos días antes con la cerem onia de la entrega del estandarte real.
— 124 — — 125 —

S U B L E V A C IO N E S DE LOS C A L C H A Q U IE S

Alzam ientos generales — Bohorques


L as sublevaciones <le indios en el valle de Calchaquí, llam adas
“alzam ientos”, eran frecuentes, aunque sólo asum ian seria gravedad
cuando eran “alzam ientos g enerales” pues entonces tom aban p arte
en ellos m iles de indios pertenecientes a parcialidades diversas que
se “confederaban”.
P rim e r alzam iento general. — R einaba en C alchaquí una tra n ­
quilidad casi com pleta, y g obernaba don Felipe de A lbornoz, cuando,
en 1 6 2 7 ,. se produjo un “alzam iento g en eral” en las sierras y valles
de T ucum án, Salta, Ju ju y y L a R ioja. L a causa “in m ed iata” del
alzam iento fué la siguiente:
A l asu m ir el m ando el nuevo g o b ern ad o r don Felipe de A lb o r­
noz, los caciques de las tribus de C alchaquí, encabezadas p o r un
hijo de C helem ín, se p resen taro n para rendirle el hom enaje y reco­
nocim iento que e ra de p ráctica. E l gobernador, por una descortesía
a la que él a trib u y ó exagerada im portancia, m andó azo tar y co rtar
el cabello a los caciques. L a cabellera significaba p ara ellos una de
las galas que m ás estim aban.
L os 200 indios que form aban la com itiva reg resaro n a sus
respectivos d istrito s llenos de cólera y ju ran d o vengarse. Siguien­
do la costum bre de su raza, las distintas tribus com enzaron a
cam biar, recíprocam ente la flecha, com o sím bolo de lucha contra el
invasor. D e inm ediato se dieron a la tarea de desgajar ram as de
los árboles p ara fab ricar arcos y flechas.
L a g u erra fué terrib le y sin cu artel., L os prisioneros eran sa­
crificados de una y o tra partev L os establecim ientos — estancias
y o tro s— eran saqueados, las iglesias incendiadas y robadas. H a s ­
ta los m isioneros eran vejados, y algunos de ellos perdieron la vida.
D u ra n te la lucha, ta n to los indios com o los españoles sufrieron
d erro tas. E n el sitio de L a R ioja, donde éstos se habían refugiado,
el h am bre había llegado a ta l p u n to que les obligó a sacrificar
los perros p ara alim entarse.
E sto s detalles, sólo dan una pálida idea de los sacrificios, de
las penurias y de los continuos peligros que debían afro n ta r los
pobladores.
L a g u erra duró diez años (1627-1637) aunque algunas tribus,
reacias a todo som etim iento, retirad as a las sie rra s ,' continuaban
resistiendo.
S egundo levantam iento general.— E n 1657, es decir, 20 años
después de term inado casi com pletam ente el prim er levantam iento,
llegaba al T u cu m án un aventurero, P ed ro Cham ico, nacido en Q uito,
y por ser allegado a una fam ilia española, de a p ellid i B ohorques,
se hizo llam ar P ed ro B ohorques. E ste im postor logró captarse la
sim patía de los indios y h asta de los jesu ítas m isioneros y del m ism o
gobernador. E n g a ñ ó a los indios haciéndoles creer que era des­
cendiente de los incas, ofreciéndoles su liberación del dom inio es-

9
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paño!; engañó tam b ién al g o b ern ad o r M ercado aseg u rán d o le que, CO N Q U ISTA D E LA REG IO N D E CUYO
p o r sus relaciones con p erso n ajes de la fam ilia de los incas, po­
día en tra r en posesión de valiosos teso ro s enterrad o s, cuyos sitios G eneralm ente se ha entendido por provincia de Cuyo,
aquéllos conocían. el territo rio que corresponde a las actuales provincias ar­
L a actitud del g o b ern ad o r no se explica sino p o r la codicia;
pero revela tam bién que le dom inó una candidez estupenda. ,
gentinas de San Juan, M endoza y San L u is; pero al o to r­
B ohorques logró, así, con facilidad y sin desp ertar sospechas, garse a V aldivia la concesión de tierras, en 1548, la lla­
infiltrarse en tre los indios, crearse u n ascendiente extrao rd in ario , m ada provincia de Cuyo, com prendía un territo rio m ucho
que le perm itió fijar su residencia en el pueblo de “T o lo m b ó n ” m ayor aunque no bien precisado. (V éase mapita pág. 128).
donde organizó fuerzas arm adas, y reu n ir consejos de caciques, Los prim eros españoles que estuvieron en el país de
sin reparos del gobernador.
C uando B ohorques, el falso Inca, tuvo listo su plan, inició el Cuyo fueron los que, al m ando de F ranciso de V illagra,
levantam iento en m edio de la estupefacción general. viniendo del P erú para pasar a Chile, se detuvieron en el
E n un g ra n com bate que duró cinco horas, el im postor fué T ucum án donde P rado había fundado la ciudad de E l Barco.
derrotado. L a lucha continuó p o r algún tiem po con gran desven­ V illagra, después de som eter a P rado, prosiguió su m ar­
taja p a ra B ohorques, pues sufrió o tro s reveses, h asta que, v ién ­
cha en dirección suroeste cruzando la cordillera de los
dose perdido, se entreg ó a los españoles dejando abandonados a
sus parciales, los que prosiguieron la lucha; pero sin é.^ito. B ohorques A ndes por territo rio de la actual provincia de M endoza.
fué llevado al P e rú y condenado a la pena de la horca. La región de Cuyo estaba habitada por los indios huar-
pes, de carácter m anso, y m ás dispuestos a som etim iento
Consolidación de la conquista que los del T ucum án.
Si bien algunas parcialidades de la reg ió n noroeste se d em o stra­ Fundación de Mendoza. — E n 1561 fué enviado P edro
ron, desde un principio, m uy poco p ropensas a som eterse a la del Castillo por el gobernador de Chile, García H u rtad o de
au to rid ad de los colonizadores, otras, m ucho m ás dóciles, no op u­ Mendoza, para que fundara una ciudad en Cuyo, y así lo hizo,
sieron resistencia seria alguna. L a actitu d hostil era consecuencia, llam ándola Ciudad de Mendoza, en honor del gobernador.
casi siem pre, de los excesos, abusos y violencias de los encom en­
deros. A unque existían leyes ex presam ente dictadas en defensa del (M arzo 2 de 1561)•
indio, sus quejas raram en te o nunca eran atendidas. E ra lógico, Como el sitio que sirvió de asiento a la ciudad no era
entonces, que, an te el tra to inhum ano que recibían, concluyeran por adecuado, por encontrarse en un bajo, el capitán Juan Jufré,
sublevarse. A sí se produjo el p rim er g ran “ levantam iento gen eral” resolvió ubicarla en otro paraje poco distante, (a dos tiros
que duró diez años. E l segundo term in ó hacia 1660 aunque p ersistían
de arcabuz, dice el ac ta ), y así lo hizo el 28 de m arzo de
algunos m ovim ientos aislados ya en una región, ya en otra. H a sta
esa época no había sido posible tener definitivam ente som etidas 1562, en tierras de los huarpes o guarpes,-designándola con
todas las parcialidades, y la conquista no podía considerarse com ­ el nom bre de Ciudad de la Resurrección. E sta designación
pletam ente consolidada. no prevaleció, perpetuándose, en cambio, la de Mendoza.
E l g ob ernador M ercado, p ara term in ar con ese estado de in- San Juan. — El m ism o capitán Jufré, al explorar la re­
certidum bre y con las sublevaciones esporádicas, resolvió to m ar una
m edida que le perm itiera d ar tranquilidad, una vez p or todas, al
gión m ás al norte, encontró conveniente fundar o tra ciudad
territo rio ocupado. C onsistió la m edida en sacar las trib u s belicosas en el valle llam ado de Tucuma y así lo hizo dándole el nom ­
de sus residencias y m andarlas a otros p u ntos distantes. A B uenos bre de San Juan de la Frontera. (Junio 13 de 1562). Solía
A ires se m andaron los indom ables quilm es a los que se les destinó llam ársele San Juan del Pico.
el p araje que hoy ocupa la ciudad del m ism o nom bre. Los gobernadores de Chile tenían el propósito de apro­
H a sta esa época la vida de los pobladores había estado dedicada
en g ran p arte a la milicia, en d etrim ento del tra b a jo productivo.
xim arse al Río de la P la ta p ara facilitar las com unicaciones
L a consolidación de la conquista, ya definitiva, y sin los peligros con España. L a distancia, sin em bargo, era dem asiado g ran ­
de algún levantam ento general, puede establecerse en la sexta década de y difíciles las travesías, pues todo el tray ecto estaba do­
del siglo X V II, coincidiendo con la época de la “expatriació n ” de m inado por num erosas trib u s de indios belicosos.
los quilm es.
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San Luis. — R espondiendo a este propósito íué que se CO N Q U IST A Y COLONIZACION


procedió a ubicar un asiento o fortín, en dirección al P lata, D E LA REG ION D E L RIO D E LA P L A T A
haciéndolo en las serranías de la actual provincia de San
L uis en el sitio llam ado P u n ta de los Venados. L a pobla­ (C ontinuación)
ción quedó designada con el nom bre de San L uis de la P u n ta
(1596). T al fué el ori­ D. Juan Ortiz de Zárate, tercer Adelantado
gen de esta ciudad de El terc er A delantado del Río de la P la ta fué D. Juan
Cuyo, de la. que no Ortiz de Zárate, nom brado por la A udiencia de L im a con
existe acta de funda­ la condición de que hiciera confirm ar su nom bram iento por
ción, que se inició co­ el Rey. Con este propósito, p artió Z árate para E sp añ a por
mo fortín, y que llevó la vía de P anam á (1567). A ntes de su p artid a encargó del
a cabo un com isiona­ gobierno, y m ientras du rara su ausencia, a Felipe de Cá-
do del gobernador de ceres quien, desde Lim a, donde estaba, se traslad ó a Santa
Chile, D. M artín G ar­ Cruz de la Sierra y, de allí, acom pañándole Ju an de Garay,
cía Oñez de Loyola. pasó a la A sunción donde llegaron en diciem bre de 1568.
T oda la región de Cáceres debía esperar a Z árate en el Río de la P lata,
Cuyo formó uno de los para auxiliarle a su llegada de España. E n la costa oriental,
o n c e c o rre g im ie n to s frente a la isla de San Gabriel, dejó cartas para él, m etidas
en que se dividió la en un zapallo colocado al pie de una cruz, y regresó a la
gobernación de Chile, A sunción (1570). A su llegada allí, se encontró con el pue­
y se regía por un co­ blo medio convulsionado por la acción de un p artid o que
rreg id o r que residía en le era contrario. Los cabecillas habían tram ado una conspi­
la ciudad de M endoza. ración para quitarle el m ando, acto que debía realizarse
San Ju an y San L uis prendiéndolo en la iglesia; pero fracasó. (M ayo de 1571).
e r a n r e p r e s e n ta d a s , Cáceres hizo un segundo viaje al P la ta en busca de
cada una, por un te­ Z árate, pero tam poco esta vez pudo saber nada de él, por
m ien te • de cor/regidor. lo que regresó a la Asunción. Z árate se hallaba todavía
E n las tres ciudades en E spaña preparando su expedición. Llegó al finalizar el

t a región de Cuyo
de
,,
Cuyo citadas exis­
, .. . . año 1573.
tian cabildos que ad­ Los m ismos cabecillas enem igos de Cáceres conspiraron
m inistraban los intereses de cada una de ellas. de nuevo, poniendo o tra vez en práctica el plan de apre­
E sta dependencia de Cuyo del gobierno de Chile, cons­ sarlo en la iglesia, y lo consiguieron m ientras aquél asistía
titu ía una fuente de grandes dificultades, que provenían a m isa (Julio de 1572). F u é enviado a E spaña para ser ju z­
de la circunstancia de estar separadas las poblaciones por gado; pero fué absuelto.
la cordillera de los A ndes la que, du ran te el invierno, im­ D epuesto Cáceres, M artín Suárez de Toledo se apoderó
pedía toda clase de tráfico y de com unicaciones . del m ando y fué, luego, confirm ado en él por el voto de
L a región de Cuyo dependió del gobierno de Chile una m ayoría del pueblo.
h asta el año 1776, fecha en que quedó incorporada al V i­ D u ran te el gobierno de Toledo, Juan de G aray fundó
rrein ato del Río de la P lata. la ciudad de S anta Fe.
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Juan de Garay Fundación de la ciudad de Santa Fe - Aduanas interiores


Encuentro de Cabrera y Garay • Santa Fe, puerto preciso
Ju an de G aray nació en un pueblo de las provincias
vascongadas en 1527 ó 1529 No hay seguridad acerca de G aray dem ostraba ten er una clara visión del porvenir
localidad determ inada. N cuando insistía a m enudo en aquello de que era necesario
N ada se sabe de su niñez. F u é traído de E spaña y lle­ abrir puertas a la tierra, expresión em pleada para indicar
vado al P erú cuando tenía 15 años de edad, por un tío suyo, que era de sum a necesidad buscar com unicaciones con el
el oidor D. P ed ro de Zárate,- en cuya océano para facilitar­
casa perm aneció h asta la m uerte del las con España.
m ism o (1547). E n el regundo via­
je que hizo Cáceres
D esde ese m om ento fué iniciándose
al Río de la P lata,
en la vida oficial de la colonia tom an­ desde la A sunción,
do parte activa en diversas expedicio­ para auxiliar a Zára­
nes al alto y bajo P erú, y se hizo no­ te, caso de que h u ­
ta r por sus condiciones excepcionales. biese llegado, G aray
R esidió unos cuantos años en Santa le acom pañó, y se
C ruz de la Sierra, casado ya, de donde, cree que se entretuvo
acom pañando a Felipe de Cáceres pasó explorando el lugar
a la Asunción. (D iciem bre de 1568). donde Caboto había
Cáceres, al tom ar posesión del m an­ establecido el asien­
do, nom bró a G aray Alguacil M ayor to o fuerte de Sancti
S piritus, y que con­
(algo así como Jefe de P olicía).
cibió la idea de fun­
G aray tenía escasa in stru cció n ; pero dar allí, o en sus in­
poseía una inteligencia viva y am plia, m ediaciones, una po­
espíritu de em presa y de organización, blación que sirviera
E sta tu a de J u a n de G aray , . ,
energía y perseverancia, y lo que era de em barcadero para
m ás raro en aquella época, dado el medio en que actuaba, las c o m u n ica cio n es
la honradez.
en tre el n orte y el
T al fué el hom bre que fundó la ciudad de Buenos Aires. este del país, con los
E n tre los pocos que descollaron por la probidad de su con­ puertos de B rasil y
ducta y el desvelo por sus gobernados, durante la época de E spaña (1572).
de la conquista y del coloniaje, G aray debe fig u rar como G aray persistió tan to en esa idea que, al año, apoyado
uno de los prim eros. por el gobernador M artín Suárez de Toledo, preparó u n a
expedición, a su costa, com puesta de 84 personas, de las
(1 ) P . G roussac en “ M endoza y G aray” , lo supone nacido en V illalba de
L,osa, o en el caserío de G aray, del A y u n tam ien to de O rd u ñ a. cuales 9 eran españoles, y 75 jóvenes criollos. D ispon ían de
E n riq u e de G andía lo da p or nacido en la ciudad de O rd u ñ a . H ist. de la N. 55 caballos y un arm am ento de 65 arcabuces y un verso
A rgentina. Y ol. I I I , p ág . 286.
(cañón) con su dotación de pólvora y balas de piedra.
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Parte de la gente hizo el trayecto por tierra, conducien­ la ag ricu ltu ra. E x istían , adem ás, en todas ellas, algunas pequeñas
do los ganados. L os dem ás expedicionarios bajaron por industrias que p roducían lo indispensable p ara las necesidades de
el P a ra n á em barcados en un b ergantín y varias barcas y la vida. T o d o s estos productos, así com o los que se traían de E s ­
paña, se intercam biaban en tre las diversas provincias con in terv en ­
balsas. R eunida la gente de la expedición en un lu g ar donde ción de las aduanas interiores establecidas en las principales ciuda­
actualm ente se encuentra el pueblecito de Cayastá, se de­ des com o C órdoba, T ucum án, Santiago del E stero, Ju ju y y otras.
dicó a explorar la región en busca de un sitio apropiado E stas aduanas percibían ciertos derechos sobre los productos que
p ara fu n d ar la ciudad que tenía proyectada resolviendo ha­ se introducían en sus jurisdicciones respectivas.
cerlo en ese m ismo sitio. E sta b a ocupado en el em padrona­ L as rivalidades fom entadas por el choque de intereses, eran
frecuentes, com o tam bién las restricciones. Así, en 1616, el Cabildo
m iento de indios y en nuevas exploraciones h asta la región
de B uenos A ires p rohibía la introducción de harina de C órdoba y
donde estu v iera el fuerte de Caboto, cuando se encontró T u cu m án porque la producción propia b astaba p ara sus necesidades.
con unas fuerzas que m andaba C abrera, gobernador de E n tre los pro d u cto s que se exp o rtab an del P a ra g u a y y de M i­
C órdoba, que tam bién se encontraba allí para cum plir el siones- -—p rincipalm ente de las m isiones jesuíticas— la y erb a m ate
m andato de lev an tar u n a población que facilitara las co­ ocupaba el p rim er lugar, pues era consum ida en to d a A m érica.
m unicaciones e n tre el P erú y E spaña. Como las dificultades p ara el tra n sp o rte de cargas al interior
desde el P ara g u a y por el Chaco, eran casi insuperables, hubo nece­
E ste encuentro casual, que significaba el choque de sidad de fijar un p u erto interm edio sobre el P a ra n á desde donde
las corrientes colonizadoras del n orte y del sur, dió origen, resu lta ra fácil el acceso a los cam inos que conducían al interior, a
a un serio entredicho, pues cada parte, alegaba te n e r de­ Cuyo y Chile, a Bolivia y al P erú.
recho de jurisdicción en esas regiones. E stuvieron a punto •L as ciudades de A sunción y S a n ta F e (2* fundación) encon­
de term in ar en lucha arm ad a; pero, sin a rrib ar a convenio trab an m u tu a conveniencia en el establecim iento de un puerto único,
alguno, am bos contendientes se separaron regresando Ca­ y pidieron su creación. F u é satisfecho el pedido por una cédula real
del año 1662.
b rera a C órdoba, y G aray, em barcado, al paraje de C ayastá
Puerto preciso. — E l puerto de Santa Fe era llamado “Puerto pre­
donde habían quedado algunos de sus hom bres para levan­ ciso” por el privilegio que le fué concedido al considerarlo punto
ta r la población. obligado p ara el alm acenam iento de todos los frutos del P arag u ay
Som etido el pleito a la A udiencia de C harcas, el fallo y de M isiones, en p articu lar la yerba m ate, destinados al interior,
a Chile y al P erú . E n ese pu erto se pagaban los derechos de en­
fué favorable a G aray. trad a y salida de las m ercaderías.
L a ciudad fué designada con el nom bre de S anta Fe, B uenos A ires quedó com o puerto único p ara el com ercio exterior.
y la fundación, según lo establece el acta, se verificó el 15
de noviem bre de 1573 1. Llegada del Adelantado Ortiz de Zárate
Aduanas interiores. Santa F e, puerto preciso
Su disposición testamentaria

L as regiones pobladas de las provincias del P arag u ay , el T u cu - E stab a ocupado G aray en los trab ajo s para poner la
m án, Cuyo y B uenos A ires ten ían c aracterísticas propias, y así población de S anta F e en estado de defensa contra los in­
com o en unas dom inaba la g anadería, en o tras estaba m ás difundida dios, cuando recibió noticias de que el A delantado Don Ju an
(1 ) M ás o m enos 80 a ñ o s después se resolvió cam b iar el asien to de la O rtiz de Z árate se encontraba en el Río de la P la ta y que
ciu d a d y se reedificó en el sitio donde hoy se e n cu en tra solicitaba ser auxiliado.
L a m udanza d u ró v ario s años porque m uchos de los pobladores, a p e sa r de
las calam idades su frid as no se a v en ían a d e ja r sus tie rra s y ranchos. A lgunos Zárate, que habia llegado al P la ta algunos m eses antes,
años m ás ta rd e y a no q u ed ab an en el a n tig u o asien to sino algunos re s to s de
paredes de adobe, derru m b ad as, cu briéndolas los yuyos. desem barcó en la isla de San Gabriel, y luego pasó a tierra
E l re p a rto de la tie rra se llevó a cabo, según un d o cu m ento de fecha 20
de febrero de 1653, en el que ap arece desig n ad a la ciudad c o a el nom bre de firme, donde encontró las cartas dejadas por Cáceres con
S a n ta F e de la V era C ruz. noticias del país (N oviem bre de 1573).
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G aray bajó desde S anta F e en un b ergantín al que se­ cas, Don Ju an T o rres de V era y A ragón, quedó éste desig­
guían varias balsas con algunas provisiones para auxiliar a nado A delantado del Río de la P lata.
Z árate pues éste había sufrido pérdidas sensibles en una T o rres de V era en la im posibilidad de ab an d o n ar la ciu­
arrem etida de los indios de- la localidad. dad de Charcas, debido a las dificultades que le prom ovie­
Z árate estableció un asiento sobre el río San Salvador ron algunos com petidores desairados, nom bró a G aray go­
cerca de su desem bocadura en el U ruguay, punto que ya b ernador delegado h asta que aquél pudiera traslad a rse a
había sido ocupado m uchos años antes por Caboto la A sunción, cosa que no realizó h asta 1587.
D espués de un año de estada en diferentes parajes (San G aray em prendió viaje de regreso a la A sunción por el
Gabriel, San Salvador, M artín G arcía) partió Z árate para la interior del país. P asó por J u ju y y Santiago del E stero y se
A sunción donde llegó en F ebrero de 1575, siete años des­ desvió luego en dirección a S an ta Fe, de donde pasó a la
pués de su nom bram iento en Lim a. Su gobierno fue de corta A sunción llegando allí en S eptiem bre de 1578. Su au to ri­
duración, pues falleció al cabo de un año escaso (E nero dad fué reconocida por todos como legal.
de 1576). G aray, por el conocim iento que tenía de to d a la región
E n v irtu d del derecho de nom brar sucesor que le había litoral, debió considerar de sum a necesidad, después de fun­
concedido el Rey, dispuso en su testam ento que sería A de­ dada S anta Fe, establecer o tro asiento a orillas del P la ta
lantado aquel que se casara con una hija suya que residía para facilitar las com unicaciones con E sp añ a y con los
en. C huquisaca. Z árate nom bró a G aray albacea para que se puertos del Brasil.
traslad a ra al P erú y procediera al cum plim iento de sus dis­ E n el nom bram iento designando a G aray como goberna­
posiciones testam en tarias. A un sobrino suyo, M endieta, dor delegado, está estipulado que el A delantado le facul­
designó gobernador interino. taba p ara fundar “en el puerto de buenos ayres una ciudad
G aray m archó al P erú para hacer cum plir las disposicio­ yntitulándola del nombre que le paresciese".
nes del testam en to de Zárate.
Los pobladores de S anta F e sufrieron m uchas calam ida­ Fundación de la ciudad de Buenos Aires por Garay.
des, sin co ntar la lucha incesante con las indiadas. L as inun­ G aray, como había hecho anterio rm en te cuando preparó
daciones, las sequías y las m angas de langostas, m ás de la expedición p ara fundar la ciudad de Sknta F e, hizo pu­
una vez desolaron la región con pérdida de los cultivos y blicar un bando por el que llam aba a los que estuviesen dis­
anim ales, siguiendo a esto el ham bre y la m iseria. puestos a form ar p arte de aquélla p ara llevar a cabo la
fundación de la ciudad que llam ó, después, de Buenos
El Adelantado Vera y Aragón. A ires. G aray les ofrecía solares en la ciudad, chacras y
Juan de Garay es elegido Gobernador delegado. estancias.
Propósito de repoblación de Buenos Aires. E n tre otros derechos, les reconocía el de apropiarse, de
caballos cim arrones de los que, en las inm ediaciones y en
G aray, para hacer cum plir, como albacea, las disposicio­ parajes m ás distantes, se hallaban en cantidades asom brosas.
nes testam en tarias de O rtiz de Z árate, 'se trasladó al P erú, E ran producto de algunos pocos caballos y y eguas de los
desde la ciudad de Santa Fe, por los cam inos del interior que había traído M endoza 44 años antes. ( ')
apenas o nada conocidos (1576). Se alistaron unos sesenta hom bres, en su m ayoría jóvenes
M ás de dos años duró la ausencia de G aray, retenido en
(1) L os indios habían "aprendido de los españoles el uso del caballo y tu v ie ro n
Charcas por el asunto del casam iento de la hija de Zárate. tiem po de h acerse h ábiles gin etes. E l caballo significó p a ra los: indios de toda la
Casada ésta, por fin, con el oidor de la A udiencia de C har­ pam pa, la posesión del único elem ento que les perm itió la la rg a y tenaz resisten cia
c o n tra las fuerzas re g u la re s h a sta 1880.
— 136 —

criollos, con sus propios caballos, arm as, herram ientas, etc,
U na p arte de los expedicionarios se em barcaron en dos
bergantines y varias otras em barcaciones m enores y balsas.
O tro grupo venia por tierra arreando las tropas de caballos,
vacas, etc. Todos hicieron escala en S anta Fe, donde se agre,
garon algunas personas m ás y se procuraron otros elem en­
tos. E n Junio se encontraron en las m árgenes del P lata, en
lu g ar cercano al que había elegido M endoza.
Siguiendo la costum bre, se m andó clavar en el sitio des­
tinado para plaza pública, un palo en representación del á r­
bol de justicia (R ollo). L uego se verificó la cerem onia de
la fundación leyéndose el acta correspondiente. Como era
de práctica, en esas cerem onias, G aray echó m ano a 1a es­
pada y cortó hierbas y tiró cuchilladas (Junio 11 de 1580).
E l asiento se llamó Ciudad de la Trinidad, Puerto de San­
ta María de Buenos Aires.
E n la distribución de la tierra se determ inó la p arte que
correspondía a cada poblador tan to en la planta urbana
como fuera de ella. Q uedaron reservados lotes para plaza,
iglesias, etc. Las prim eras casas fueron hechas de adobes, (1)
con techo de paja.
Garay, m ás previsor que M endoza hizo levan tar trin ch e­
ras y fortines distribuidos de tal modo que se hacía difícil
la llegada de los indios a las proxim idades de la población.
E l terren o elegido por G aray en la parte alta de la costa,
lim itado al este por el río ; y por dos arrovitos o zanjones al
n orte y al sur, quedaba bien defendido de los ataques que
hubiesen podido llevarle las indiadas. Adem ás, el Riachuelo
de los Navios le servía de puerto cómodo para los barcos
de m enor calado. G aray eligió con m ayor habilidad estra té­
gica que M endoza, el sitio para el asiento de la población.
(V éase el cuadro pág. 68 y m apa pág. 113).
Esos dos zanjones, que servían de desagüe a las aguas
pluviales, corrían por cauces tortuosos, entre m alezas, al­
garrobos y espinillos, y desem bocaban en el río a la altura
de las actuales calles de Córdoba y V iam onte, el del n o rte;
y a la altu ra de las de Chile e Independencia, el del sur. Se
llam aron Terceros en los últim os tiem pos de su existencia.

(1) L ad rillo s de b a rro no cocidos. Se dejaban secar al sol.


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a tddos los vecinos españoles para que abandonaran la po­
Aún en la época en que el em pedrado había llegado7 h asta blación. A causa de este bando y por otros m otivos, A ré­
allí, servían para recoger el agua de las calles laterales m ás valo y V enialbo no pudieron m arch ar de acuerdo y esta falta
altas, y tan gran d e era el caudal de agua que llevaban los de arm onía entre los dos, precipitó su ruina.
Terceros, que en el del norte las veredas de las cables m en­ El mismo A révalo, asom brado de lo que había hecho,
cionadas se elevaban sobre el nivel de la calzadá h asta 2 se puso\de acuerdo con otros criollos y españoles resolviendo
m etros y m ás. E stos Terceros desaparecieron cuando se volver l^s cosas a su estado anterior.
co nstruyó el sistem a de cloacas y desagües, cuyos trabajos Cinco \de los siete fueron asesinados y los otros dos h u ­
se iniciaron en 1874. y ero n ; péro fueron prendidos en S antiago del E stero p or el
gobernador H ernando de Lerm a, quien los m andó ahorcar.
Criollos y peninsulares. E l mandoS lo asum ió de nuevo el teniente de gobernador.
C o n j u r a c i ó n de S a n t a F e. Garay, ^visado de lo que había acontecido, se trasladó
inm ediatartiente a S anta F e y consiguió tran q u ilizar los
No tran scu rrió m ucho tiem po sin que entre los españoles
ánim os y dejar las cosas en orden. R egresó a Buenos A ires
peninsulares y los descendientes de éstos, criollos y m es­
a principios de 1581
tizos, (m ancebos de la tierra) surgieran las desavenencias
propias de las circunstancias de la vida colonial. Se cree que fué instigado este m otín por el gobernador
de T ucum án Diego de A breu, enemigo de Garay. C uando
Cuando se fundó la ciudad de la A sunción (1537) el n ú ­
tuvo lugar el suceso, A breu ya había sido su bstituido por
m ero de pobladores españoles era reducido, y seis años des­
pués no llegaban a 600. T odos habían dejado sus fam ilias H ernando de Lerm a.
en E spaña, y los jóvenes solteros se unieron en m atrim o­ F u é tan sólo un m otín, como tan to s otros que tenían por
nio con las jóvenes indias de las trib u s am igas. causa la am bición de m ando, la rivalidad de in tereses y,
en gran parte, el espíritu m otinero que dom inaba a los hom ­
C uarenta y cinco años después eran ya m uchos los nacidos
bres de aquellos tiem pos en la vida de la colonia.
en el país de m adre india (m estizos). L os nacidos en el
país de padre y m adre españoles se llam aban criollos. Así, Poco m ás tarde, en 1585, en c a rta dirigida al Rey, el te­
al fundarse la ciudad de S anta Fe, sobre 84 pobladores había sorero H ernando de M ontalvo decía:
75 criollos y m estizos; y en la fundación de Buenos Aires, "L a gran necesidad questas provincias de presente tienen, es gente
de sesenta y tan to s sólo 10 eran españoles. española, porque ay ya m uy pocos de los viejos conquistadores, la jente
El suceso de S anta F e de que se hace mención, fue una de mancebos ansy criollos como mestizos son m uy muchos y cada día
van en mayor a u m e n to ..."
conjuración que tuvo lugar en esa ciudad, pocos días después son amigos de cosas nuevas, vanee cada día más desvergonsando con
de la p artida de G aray en viaje para la repoblación de B ue­ sus mayores, tienenlos y antenido, en poco porque si nuestro señor no
nos A ires (Junio de 1580). remediara lo que sucedió en la ciudad de Santa Fe, víspera de Corpus
F ué una conjuración preparada por siete criollos y que Christi, el año de 80, saltará una centella.
suele llam arse de los siete jefes. Los capitaneaba L ázaro
Trabajos de Garay.
de V enialbo, uno de los fundadores de la ciudad, designado
R egidor, en el A cta de fundación. Escudo de la ciudad de Buenos Aires. Expedición al sur.
Los conjurados tom aron preso al teniente de gobernador G aray organizó los diversos servicios de la población de­
y convocaron a los vecinos para que nom braran las nue­ signando sus a u to rid a d e s: Cabildo, alcaldes, regidores, etc.
vas autoridades. C ristóbal de Arévalo, vecino de prestigio, Cada poblador recibió un solar en la parte urbana (cuarto
fué nom brado gobernador y Lázaro de V enialbo jefe m ilitar. de m anzana). E n la sección destinada para quintas y chacras
Se dictó, después, un bando por el cual se daba un plazo
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tam bién recibió, cada uno, una extensa superficie de tierra. el resto del viaje por tierra, h asta su destino, pasando por
R eunido el Cabildo a efecto de designar el santo patrono de S anta Pe. G aray le prestó toda clase de auxilio» y, con el
la ciudad, lo fué San M artín, obispo de T ours, cuya festi­ propósito, de despedirlo en aquella ciudad, salió de Buenos
vidad celebra la iglesia católica el 11 de noviembre)1. A ires em barcado en un b erg an tín con unos 40 hombres-
T am bién dotó de un escudo a la ciudad indicando, él ' U na noche, m ientras dorm ía, en tierra, fué sorprendido
m ismo, en el acta de fundación, cómo debía se r;/p e ro no por los indios, y éstos le dieron m uerte como tam bién a
existe ningún grabado original del m ism o *. En/ 1649 el casi todos ios com pañeros (M arzo de 1583).
C abildo acordó el dibujo de un escudo; pero no fué/dispuesto
L a m uerte de G aray fué m uy sentida y dejó desorien­
exactam ente de acuerdo con las indicaciones de ¿Garay.
tados a los ''pobladores ante la falta de un hom bre capaz,
A fines de 1581 organizó G aray una expedición al sur como él, pará ten er a ray a a las trib u s indígenas.
de la actual provincia de Buenos Aires, siguiendo la costa
M ien tras1no fuera nom brado oficialm ente el sucesor, se
procedió a designar una au to rid ad por elección popular en
v irtu d de la cédula real de 1537. Los vecinos se dividieron
en dos b a n d o s: españoles, que sostenían a un candidato es­
p añol; hijos del país, que estaban por un criollo.
Los ánim os se exaltaron a punto de tem erse una lucha
a rm ad a; pero, por fin, todos convinieron en nom brar, inte­
rinam ente, al alcalde de la ciudad, R odrigo O rtiz de Z árate,
hom bre prudente que era bien visto por españoles y criollos.

E l p rim er escudo se h alla d ibujado a plum a en el a c ta del C abildo de 5 de Gobierno de Juan Torres Navarrete - Fundación de
noviem bre de 1649. E l segundo ha sido reco n stru id o según los d atos de G aray
que co n stan en el a cta de fundación. E l tercero ha sido d isp u esto p o r ordenanza Concepción del Bermejo - Llegada del Adelantado Vera y
de fecha 3 de diciem bre de 1923, reform ando algo el que se usó h a sta esa fecha.
Aragón a la Asunción - Fundación de la ciudad de Corrientes
atlán tica unas veces, o separándose d e yella algunas leguas,
Cuando la noticia de la m u erte de G aray llegó a cono­
y llegó h asta las inm ediaciones del cabo C orrientes. cim iento del A delantado, éste, que se encontraba en C har­
De regreso a Buenos A ires, pasó a S anta F e y a la cas, designó como sucesor a su sobrino Ju an T o rres N ava­
Asunción, y a principios de 1583 estaba otra vez en Bue­ rrete, quien ocupó el cargo en 1584.
nos Aires.
En su tiem po, A lonso de V era , sobrino del A delantado
M uerte de G aray - N om bram iento de sucesor V era y A ragón, fundaba la ciudad de Concepción del B er­
m ejo con el propósito de que sirviera de apoyo y de lu g ar
U na expedición procedente de E spaña y dirigida a Chile estratégico en el cam ino al P erú (A bril 14 de 1585); pero,
por el estrecho de M agallanes, arribó al puerto de Buenos debido a las acom etidas feroces de los indios, tuvo una
A ires obligada por un tem poral que inutilizó parte de los muy corta existencia. (Ver mapa pág. 124).
buques. En dicha expedición se hallaba el gobernador de T orres N av arrete no tuvo m ás preocupación que la de
Chile Alonso de Sotom ayor, quien había resuelto efectuar sacar provecho del cargo.
(1) El segundo escudo que se reproduce aquí e stá tom ado del folleto " E l L a riqueza del territo rio donde se asentó la población de
E scudo de A rm as de la ciudad de B uenos A ires” del Sr. E. P e ñ a . N o es sino un
dibujo in te rp reta tiv o , según los datos de G aray que co n stan en el a cta de fundación. Buenos A ires la constituía la g ra n cantidad de caballos y

10
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yeguas que se habían criado en estado salvaje (cim arrones) E l \traslado de la gente, así com o de los anim ales, m ateriales
y que el m ismo G aray estim aba en un núm ero rriayor de diversos y víveres, se efectuó por agua y por tierra.
80.000 sólo a 30 leguas a la redonda de esa ciudad/(pequeña E l A delantado bajó por el río P arag u ay , desde la A sunción, con
aldea de ranchos, entonces). Los vecinos tenían perm iso cu atro bancos y m ás de veinte balsas conduciendo a los pobladores,
para salir, con toda libertad, a cazar los caballos/ que vaga­ los im plem entos de ag ricu ltu ra y el arm am ento. D esem barcó en un
ban por el campo. A provechaban la cerda de }la cola casi recodo del río que podía servir de puerto, llam ado Arasaty, una de
las siete puntas que dan lu g ar a la form ación de otras tan tas co­
exclusivam ente, y por ello es que se designab^. esa faena rrientes. Sobre la b arra n c a de ese lugar fijó el A delantado, estando
con la denom inación de la caza libre de colas/ p resente en el acto, el asiento de la nueva ciudad, que, según el acta
T o rres N av arrete prohibió la caza libre de colas, de de fundación, fué llam ad^ Ciudad de Vera (A bril 3 de 1588).
cuyo beneficio aprovechaban todos los vecinos y m andó L a ciudad fué llam ada tam bién San Juan de Vera, en honor de
su fu n d ad o r; y de las Siete Corrientes por razón del nom bre que
vender en su b asta (rem ate) la concesión del privilegio ex­
llevaba el p araje donde fué a s e n ta d a *.
clusivo de cazar 30.000 anim ales por año, debiendo darla a C on el an d ar del tiem po fué designada con el sim ple nom bre
la persona que ofreciese m ayor sum a de dinero. T orres d e' Corrientes. (D esd e fines del siglo X V III).
N av arrete se adjudicó a sí m ismo ese privilegio. L a -o tra p arte de la expedición pobladora, que debía seguir la vía
te rre stre , com puesta de 40 hom bres, fué confiada al m ando de A lonso
Los vecinos protestaron y entablaron una reclam ación de V era, apodado el Tupí, sobrino del
ante la A udiencia de C harcas, y fueron escuchados recono­ A delantado. C om o segundo le acom pa­
ciéndoseles el dere­ ñaba H ern an d o A rias de Saavedra.
cho de cazar los ca­ E l viaje fué penosísim o, pues debían
conducir desde la A sunción, unos 3000
ballos c i m a r r o n e s anim ales, salvando ríos, arroyos y es­
con entera libertad. teros. L legado que hubo al río P a ra n á
L a cerda, el sebo lo cruzó en un sitio vadeable y se enca­
m inó hacia Arasaty, donde se en contraba
y o t r o s productos el A delantado, llegando algunos días des­
sim ilares eran lle­ pués que éste había realizado, en la fo r­
vados de co ntraban­ m a acostu m b rad a, la fundación de la
do, en pequeños bu­ ciudad. (V éase pág. 120).
Asedio del fortín. — E l episodio de la
ques, a los puertos cruz. — In m ed iatam en te después de ele­
del B ra sil: San Vi- gido el sitio p ara asiento de la ciudad, el
L as siete p u n tas av an zad as en el p araje Cente, etc. A dem as A delantado m andó lev an tar un fo rtín o
donde se fundó la ciudad de C o rrien tes ge e x p o r t a b a ya reducto de palo a pique y ram as, y unas
bizcocho, h arina y otros productos, algunos de ellos de las rú sticas construcciones p ara guarecerse
provisoriam ente. A cierta distancia, fuera
nacientes in d u strias del interior. de la palizada, había sido colocada una
T o rres de V era llegó a la A sunción en 1587. D urante cruz de m adera de urunday.
D esde que los expedicionarios se habían instalado, los indios em ­
su gobierno realizó algunas batidas contra los indios para
p ezaron a hostilizarlos m ás y m ás h asta que el día 9 de abril, seis,
castigarlos por sus desm anes. días después de la fundación, en crecido núm ero, llevaron a cabc un
Fundación de la ciudad de Corrientes. — T erm in ad as las acciones recio ataque.
de gu erra llevadas co n tra los indios enem igos, el A delantado re ­ U ) Se llam ó de las siete co rrie n te s a ese pa ra je , porque la costa presen ta
solvió establecer un asiento o población en sitio estraté g ico en la allí siete p u n tas avanzadas en el rio, dando lugar a la form ación de co rre n ta d a s
rib era izquierda del P aran á, y en el paraje llam ado de las Siete ta n fuertes que hacen muy dificil el paso de los barcos.
L a actu al p lanta de la ciudad no es la prim itiva de la fundación. E l tra sla d o
Corrientes. se solicitó del A y u n tam iento cien a ños después (A c ta c ap itu lar del 5 de abril
de 1688).
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_ C uenta la tradición que, no pudiendo los indios p en e trar en la quilidad, pues »que sabía escarm entar duram ente a los in­
palizada, a pesar d e sus repetidos ataques, procedieron a pren d er fuego
a la cruz, situada a cierta distancia del reducto, porque crej/eron que dios cuantas veces era necesario.
a ella se debía el m ilagro de la resistencia de los españole^; pero la Como habían corrido noticias de la presencia de cor­
cruz no ardió. L os caciques, pensando que este suceso se debía a sarios en las costas del B rasil, se tem ía que p asaran al
algún poder sobrehum ano, resolvieron hacer la paz.
Río de la P lata, para atacar a Buenos Aires. F ern an d o de
L a cruz, auténtica, se conserva en el S antuario que lleva su n o m ­
bre, y es m otivo de veneración p or el pueblo creyente. E l episodio Z árate se vió obligado a b ajar a esta ciudad, con alguna tro ­
se ha p erpetuado tam bién en el escudo de la Provincia. pa, para organizar la defensa, y m andó lev an tar un fuerte,
E n 1590 el A delantado se m archó a C harcas para en ta­ dotándolo de los elem entos n e c e sa rio s1.
blar ciertas reclam aciones. E n 1593 partió para E spaña don­ Felizm ente, debido a los grandes tem porales, los b ar­
de hizo renuncia del A delantazgo en favor de sus herederos! cos de los corsarios, en p arte destrozados, no pudieron pa­
sar al P la ta (M ayo de 1595).
Hernandarias. Primeras actividades T am bién H ernandarias se encontraba en Buenos A ires,
Su primer gobierno y no sólo intervino en la construcción del fuerte, sino que,
designado por Z árate capitán de las fuerzas, acom etió la
H ernando A rias de S a a v e d ra 1, m ás conocido con el em presa de hacer frente a una g ran insurrección de indios
nom bre de H ernandarias, nació en la A sunción. E ra hijo de las islas del P ara n á y alrededores de la ciudad, consi­
legítim o de M artín Suárez de T oledo y de doña A na Sana- guiendo som eterlos y tranquilizarlos.
bria, h ija del A delantado Ju an de Sanabria. (V er pág. 107), Z árate renunció, y el V irrey del P erú nom bró, para
C ontrajo enlace con una hija de G aray, en S anta F e (1582). reem plazarlo, a Ju an R am írez de V elasco, quien, desde P o ­
D esde m uy joven — sólo contaba 15 años de edad— empezó tosí, designó a H ernandarias su ten ien te de gobernador y
a servir a los gobernadores del T ucum án y del P arag u ay capitán general (1596) 2.
tom ando p arte y distinguiéndose siem pre, en las frecuen­
tes luchas co n tra los indios. Segundo gobierno de Hernandarias
A com pañó a G aray en sus num erosas em presas m ili­
tares y colonizadoras, ganando m éritos, tan to por su valor Al producirse el fallecim iento de R am írez de Velasco,
en la ciudad de S anta F e (1597), el pueblo de la A sunción,
como por las pruebas que iba dando de sus excelentes con­
diciones para el gobierno. de acuerdo con lo que establecía la cédula real de 1537, de­
signó popularmente al m ism o H ern an d arias p ara ocupar el
E n 1588, como hem os visto, fué solicitado por T orres
de V era para que m andara la expedición que, por tierra, gobierno (E n ero de 1598). E l V irrey del P erú ya lo había
nom brado en diciem bre del año anterior. E jerció el poder
debía unirse a las fuerzas del A delantado en “A ra zati”,
p ara la fundación de la ciudad de C orrientes. tan sólo h asta m ediados de 1599-
E sta fué la p rim era vez que en las colonias españolas
H ern an d arias ocupó el gobierno por prim era vez en
1592, designado por el C abildo de la A sunción en el carác­ de A m érica, se nom braba a un criollo para ocupar tan alto
te r de teniente de g o b ern ad o r; pero la A udiencia de C har­ (1 ) E l fu e rte c o n sistió en u n a m u ra lla de tie rra ap iso n ad a, con sus fosos
c o rre sp o n d ien tes, que rodeaba, p o r los c u a tro costados, la m anzana que hoy
cas, a principios de 1593 nom braba para el cargo a F e r­ ocupa la Casa R osada. L o defendían 8 cañ o n es. E s ta p rim itiva fortaleza fué
nando de Z árate. M ientras tanto, H ernandarias se había m ejo rad a varias veces y re c o n stru id a con edificación p a ra oficinas' y c asa de
gobierno.
hecho n o tar por su actividad en todo lo q u e im portaba un (2) T a n to F e rn a n d o de Z á ra te como J u a n R am írez de V elasco, cuando
ocuparon el g o bierno del T ucum án, habían sido encargados, adem ás, del g o bierno
beneficio para la población, y asegurando a ésta la tra n ­ de la pro v in cia del P a ra g u a y y R ío de la P la ta . E s ta c irc u n stan c ia , que le3
im pedía a te n d e r debidam ente los dos gobiernos, les' obligó a n o m b ra r u n te n ie n te
(1) _ H a b ía ad o p tad o el nom bre de su abuelo p a te rn o H e rn á n A rias de S aa­ de gobern ad o r en esta Última provincia, y fué así que, uno y otro, desig n aro n
vedra, siguiendo la c o stu m bre de la época. a Hernandarias.
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F u é du ran te este período que realizó una expedición
cargo. E ste hecho no se explica sino por las virtudes per­
al sur, hacia la P atagonia, para perseguir a las indiadas
sonales de H ern an darias, quien sabía ren d ir culto al cum ­
que, con m ucha frecuencia, atacaban a las poblaciones co­
plim iento del deber con espíritu ecuánim e y justiciero.
m etiendo robos y crím enes.
" E l 19 de julio de 1598 la Asunción vivió un día de júbilo que R eunió en Buenos A ires los elem entos necesarios para
es, a la vez, un día histórico. Entraron en ella “sii señoría el señor
gobernador Hernandarias de Saavedra” y “el reverendísimo señor fra y
la expedición, que com prendía, adem ás de los expediciona­
Hernando de Trejo, Obispo de Tucumán". A m bos eran hijos de la rios españoles y criollos — m ás de un centenar , y \ arios
misma madre y ambos habían alcanzado, por sus propios méritos, tan cientos de indios am igos, un buen núm ero de^ carretas, bue­
altos cargos. Los dos hermanos entraron en la ciudad por “una puerta yes y caballos, y las provisiones de boca indispensables.
con su cerradura y llave donde estaba la justicia y regimiento’’. Toda
A vanzó la expedición unas 200 leguas, llegando,^ según
la población se hallaba presente en ese acto. Hernandarias juró cum­
plir todas las provisiones reales y privilegios que el rey y sus ante­ se cree, h asta los ríos C olorado y N egro, y aún m ás allá.
cesores habían hecho a la ciudad. Inmediatamente realizó la ceremonia Regresó, después, a Buenos A ires sin m ayores contratiem ­
de abrir la puerta de la Asunción. Hernandarias, su hermano el obispo, pos (1605) *.
las autoridades y los vecinos, fueron hasta la iglesia y casa del señor D u ran te este largo gobierno, H ern an d arias tuvo, com o
San Blas, patrón desta ciudad". A llí fueron recibidos-por el provisor
general del obispado, O rtiz Melgarejo, y toda la clerecía. Hicieron ora­ siem pre, la preocupación de hacer el bien, tan to a los espa­
ción y luego llevaron bajo palio al obispo hasta la catedral E l obispo ñoles y criollos como a los indios. Favoreció m ucho a los
bendijo a los presentes y de allí se fu é con Hernandarias y el acom­ m isioneros franciscanos y a los jesuítas, facilitándoles sus
pañamiento "hasta las casas de la morada de la señora doña María de
tareas en las m isiones.
Sanabria, su señora y mdre, donde quedaron con el placer y contento
que se puede imaginar". E ste fu é el recibimiento que “con mucha pom­
E s de justicia m anifestar que H ern an d arias, du ran te sus
pa’’ la ciudad de Asunción hizo a su nuevo gobernador Hernandarias varios períodos de gobierno, se preocupó de la instrucción
de Saavedra”. 1 popular creando escuelas de prim eras letras dentro de las
C ontinuaba desem peñando, H ernandarias, el cargo de exiguas posibilidades de aquel tiem po.
gobernador, con la actividad infatigable y el espíritu progre­
sista de siem pre, cuando llegó a Buenos A ires D iego R o­ Gobierno de Marín de Negrón
dríguez V aldés y de la Banda, nom brado para Reemplazar Ordenanzas de Alfaro
a H ern an d arias (1599) 2.
H ernandarias entregó el gobierno de Buenos A ires, a
fines de 1609, a D iego M arín de N egrón, que había sido
Tercer gobierno de Hernandarias
nom brado por el rey. E ste gobernador reunía excelentes
Su expedición al sur condiciones, com parables a las de H ernandarias, por su rec­
P o r fallecim iento de V aldés y de la B anda, H ern an ­ titu d y por sus preocupaciones en defensa de los n aturales.
darias fué designado, nuevam ente, gobernador y capitán M uchas eran las quejas y acusaciones que se in terp o ­
general, y por el térm ino de seis años (1602-1609). nían contra los encom enderos y los gobernantes, pues que,
no sólo no cum plían las reglam entaciones dictadas en favor
(1) M . V . F ig u e re ro y E . de G andía en H is to ria de la N ación A rgentina. de los indios, sino porque éstos eran explotados y, con de­
V olum en ITT, página 436.
(2) L legaba V aldés y de la B an d a con el carg o de “ G o b ernador y C apitán m asiada frecuencia, tratad o s inhum anam ente.
G eneral” , designado p o r el R ey p a ra el gobierno de la soj¿ provincia del P a ­
ra g u a y y R ío de la P lata (E n e ro de 1599). P asó a la A sunción, en ju nio del (1 ) H a sido considerada falsa la versión, m uy difundida de la prisión d
m ism o año, p a ra asu m ir el m ando. H e rn a n d arias por los indios, su evasión y rein co rp o ració n a los suyos, y 1
E l gobierno de V aldés fué m uy ag itad o , y se carac te riz ó p o r los continuos- luego lo g rara a ta c a r, de nuevo, a los salvajes para vencerlos y pe » c'anciíá
conflictos que se su scitaro n e n tre él y el obispo, p o r cu estio n es de derechos y rescatando, así, a los com pañeros cautivos. M . V . F ig u e re ro y L.
p re rro g ativ as. M urió al cabo de algo m ás de añ o y m edio (1601). D e nuevo en H is to ria de la N ación A rg en tin a, volum en I I I , p ágina 444.
íué designado H e rn a n d arias para reem plazarle.
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E l C onsejo de Indias, an te acusaciones tan graves, in­ Ultimo gobierno de Hernandarias


formó al rey aconsejándole que se dispusiera una inspección División territorial
en todas las colonias españolas. F u é así que la A udiencia
de C harcas envió, como visitador, al oidor de las misma, D espués de M arín de N egrón, fallecido en 1613, y de
Francisco de Alfaro, quien, después de recorrer las gober­ un interinato que duró h asta 1615, H ern an d arias ocupó el
naciones del T ucum án y del P araguay, y de realizar m inu­ gobierno iniciándolo en la ciudad de S anta F e.
ciosas investigaciones, dictó una serie "de ordenanzas que Dos m edidas de la m ayor im portancia habían preocu­
se conocen con el nom bre de “ O rdenanzas de A lfaro” (O c­ pado siem pre a H ern an d arias:
tu b re de 1611). 1» L a de d iv id ir la extensísim a provincia d el Pa­
L as principales disposiciones que establecían las orde­ raguay y d el Río de la Plata en dos gobernaciones 1,
nanzas en lo referente al tra to que se daba, a los indios 2» L a reducción de los indios por la conquista es­
fueron: piritual.
Supresión total del servicio personal de los indios, que existía desde 1. — D ivisión territorial:
los tiempos de Irala, y que no era sino una verdadera esclavitud, puesto P o r una cédula real de 16 de diciem bre de 1617 la go­
que tanto los hombres como las mujeres y los niños, tenían que realizar bernación del P ara g u ay y del Río de la P la ta fué dividida
todos los trabajos que a los encomenderos se les ocurrían con la única
recompensa de la comida y del vestido. en dos gobernaciones in d ep en d ien tes:
Abolición del sistema de las encomiendas, estableciendo, en cambio, a ) Gobernación del Paraguay o del Guayrá. C om prendía en SU
pueblos de indios con autoridades locales propias. jurisdicción las ciudades de Asunción, Ciudad R eal, V illa
Reglamentación del impuesto que pagaban los indios, autorizando a Rica y Santiago de Jerez.
éstos a pagarlo con dinero, con productos, o con su trabajo.
Prohibición de la cacería de indios por particulares. b) Gobernación de Buenos A ires o del Río de la Plata. D en tro
Prohibición de emplear a los indios en el transporte de pesadas de sus lím ites com prendía las ciudades de B uenos A ires,
cargas en largos recorridos. S anta Fe, C orrientes y Concepción del B erm ejo.
L as ordenanzas de Alfaro, aprobadas por el Consejo H ern an d arias se encontraba en Buenos A ires desem ­
de Indias, fueron confirm adas, con algunas modificaciones, peñando sus funciones como gobernador de toda la p ro ­
por cédula real de 1618, y agregadas a la “ Recopilación de vincia del P ara g u ay y del Río de la P la ta y debía hacer
las L eyes de In d ias”. entrega del m ando al nuevo gobernante, que debía llegar,
procedente de E spaña. Resolvió, a este efecto, de acuerdo
E stas ordenanzas fueron com batidas por los encom en­ con el Cabildo, p re p ara r u na recepción digna del nuevo
deros porque lesionaban sus intereses, y tantos fueron los funcionario.
obstáculos que les oponían en su aplicación práctica, que
P asó al desem barcadero del R iachuelo una delegación,
h asta los m ism os gobernantes se abstenían de hacerlas cum ­
de la que form aban p arte el teniente de gob ern ad o r de
plir. A todo esto se debía la desgraciada condición de los
Buenos A ires y el alférez real para recibir al viajero. Se
indios, y no a la falta de leyes protectoras.
dispuso, como era de práctica entonces, que se co n stru y era
E s de ju sticia hacer constar que H ernandarias y Ne-
(1) E s ta división en dos gobernaciones independientes, que debía facilitar
grón cuentan entre los pocos gobernadores que se preocu­ el progreso de am bas, lo fué p a ra la de B uenos A ire s ; pero no p a ra la del
paban del bienestar de los aborígenes- H icieron valer su P a ra g u a y , pues que se acen tu ó , en p e rju icio de ésta, la e m igración y, com o
consecuencia, el em pobrecim iento.
autoridad para que se cum plieran las ordenanzas, y visi­ F ué designado gobernador de la provincia del P a ra g u a y M anuel de F rías,
quien había tra íd o de E sp añ a la cédula re a l que establecía la división del gobierno.
taban con frecuencia los establecim ientos de indios para es­ Como g o b e rn a d o r de la p rovincia de B uenos A ires se designó a l general
cuchar las quejas de éstos. Diego de G óngora, quien fué el p rim er g o b e rn a d o r de dich a provincia.
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un arco en la calle del “ R iachuelo”, a la entrada de la ciu­


dad, por donde debía realizarse el ingreso. E ste tuvo lugar
el día 17 de noviem bre de 1618.
Se resolvió, tam bién, que se proporcionara:
"a el dicho señor gobernador un caballo y una silla en que entre
a la ciudad, como es c o s t u m b r e y que se corran toros y cañas y
que se prevenga y costee por la dicha cuenta, lo demás necesario al
dicho recibimiento y alojamiento de su señoría el dicho señor gobernador” 1.
M anuel de F rias, no pudiendo traslad a rse inm ediata­
m ente a la A sunción para hacerse cargo de su puesto, de­
signó a H ern an d arias como teniente general para que gober­
n ara in terin am en te en su nom bre, m ientras du rara su au­
sencia, que fué h asta 1621.
Asi, desde 1617 a 1776, año este últim o, en que se creó
el V irrein ato del Río de la P lata, existieron cuatro grandes
divisiones territo riales con lím ites aun no bien definidos.
E sta s fu ero n :
Ia — Gobernación del Paraguay o Guayrá.— C om prendía
el actual P ara g u ay y una zona al este del alto P a ra n á don­
de estab an las m isiones del G uayrá, hoy territo rio brasileño.
2? — Gobernación de Buenos Aires o del Río de la Plata.
C om prendía las provincias llam adas hoy litorales, M isiones,
p arte del Chaco, la actual provincia brasileña de Río G ran­
de y toda la P atag o nia.
3? — Gobernación del Tucumán. — C om prendía, m ás o
menos, las actuales provincias de Ju ju y , Salta, T ucum án,
Santiago del E stero , C atam arca, p arte de L a R ioja y norte
de Córdoba. D ependió de Chile h asta 1563, en cuya fecha
pasó a depender del gobierno del P erú.
4a — Corregimiento de Cuyo. — C om prendía las actua­
les provincias de M endoza, San Ju an y San Luis-
L as tres prim eras gobernaciones dependieron del V i­
rrein ato del P e rú ; y el corregim iento de Cuyo, de la Capi­
tan ía General de Chile, h asta 1776, en que todas entraron
a form ar p arte del V irreinato del Río de la P lata.
(1 ) L a s c o rrid as de to ro s se realizab an en la plaza M ayor, hoy de M ayo.
P a ra e^e acto, la plaza era cercad a, y, com o dependencia, se co n stru ía u n c o rra l
para los to ro s (to r il). E sta s co n stru ccio n es, com o im provisadas que eran, se re­
tiraban después de te rm in a d a s las fiestas.
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d etrás de las casas g ran d es huertas, llenas de naranjos, lim oneros,


Al hacerse cargo M anuel de F rías del gobierno de su higueras, m anzanos, perales y otros árboles frutales con legum bres
provincia, H ern an d arias, que lo había desem peñado como en ab u n d an cia” . . .
ten ien te general de aquél, se retiró a la ciudad de S anta “L as casas de los h a b itan tes de prim era <:lase están adornadas
F e donde vivió, como dice Lozano, "con grande ejemplo, libre de con colgaduras, cuadros y o tros ornam ento s y m uebles decentes, y
oíros cuidados, atendido y respetado como padre de la patria, aunque todos los que se en cu en tran en situación regular son servidos en
él hacia tan poco caso de esas estimaciones, que después que dejó el v ajilla de p lata y tienen m uchos sirvientes, negros, m ulatos, m esti­
gobierno no quería le tratasen de señoría, como por acá se acostumbra, zos, indios, cafres o zam bos, siendo todos esclavos”.
ni que le diesen otro título honorífico de cuantos tenía bien merecidos”. “ L os 22 buques holandeses que encontram os en B uenos A ires a
Los gobern an tes que m ás se distinguieron fueron: José n u estra llegada, estab an cargados, cada uno de ellos, con 13 a 14.000
cueros de to ro cuando m enos, cuyo valor asciende a 33.500 libras
de G arro, B runo M auricio de Zavala, P edro de Cevallos y e sterlin as”.
Ju an José de V értiz, de quienes se hablará m ás adelante.
' “ C uando yo m an ifesté m i asom bro por el núm ero tan crecido
de anim ales, m e refiriero n una estratag em a de que se valen, a veces,
La ciudad de Buenos Aires en 1658 cuando tem en el desem barco de enem igos, que tam bién es a su n to
de m aravillarse, y es com o sigue: arrean tal enjam bre de toros, v a ­
E ra gobernador de Buenos A ires P edro R uiz de Bai- cas, caballos y o tro s anim ales a la costa del río, que es absolutam ente
gorri cuando, en 1658, llegó a esta ciudad el com erciante im posible a cualquier núm ero de hom bres, aún cuando no tem iesen
la furia de estos anim ales bravios, el hacerse cam ino por en m edio
A zcárate du B iscay quien dejó una relación m uy intere­ d'e una tro p a ta n inm ensa de bestias”.
san te de sus viajes a Am érica. Al describir la ciudad de
Buenos A ires decía, en tre otras c o sa s: El citado viajero, en su viaje al interior, tenía que a tra ­
vesar, con frecuencia, algunos ríos que no eran vadeables
“ E l pueblo está situado en u n te rren o elevado a orillas del
R ío de la P lata, a tiro de fusil del canal, en un ángulo de tie rra
ni a caballo. E ntonces se veía obligado a atrav esarlo s n a­
form ado por un pequeño riacho llam ado “R iachuelo”, que desagua dando o colocándose sobre un bulto que un indio pasaba,
en el río a un cu arto de legua del pueblo; contiene cu atro cien tas tirando, al otro lado.
casas y no tiene cerco, ni m uro, ni foso, y nada que lo defienda, “Yo, dice, no sabía n a d ar y, p o r lo m ism o, tuve que acudir, dos
sino un pequeño fuerte de tie rra que dom ina el río, circundado por o tres veces, a este expediente cuando no encontraba paso. E l m odo
un foso y m o n ta diez cañones de hierro, siendo el de m ay o r calibre de verificarlo era é ste: m i indio m ataba un toro, lo desollaba, y,
de a doce. Allí reside el gobernador, y la g uarnición se com pone rellenando con paja el cuero, cerraba y aseguraba a éste con correas
de sólo 150 hom bres divididos en tres com pañías m andados p o r tres del m ism o cuero; colocábam e yo sobre él, y el indio cruzaba el río
capitanes nom brados p o r éste a su an to jo y a quienes cam bia con nadando, llevándom e tras de sí por m edio de una soga atad a al b u lto ” J.
ta n ta frecuencia, que apenas h ay un ciudadano rico que no haya
sido capitán”. De paso p ara Córdoba, el viajero se detuvo en S anta
“A dem ás de este fu erte hay un pequeño b alu arte en la Boca Fe, y de esta población decía:
del R iachuelo, donde existe una g u ard ia; m onta dos pequeños cañ o ­ “ E s una pequeña población com puesta de 25 casas, sin m urallas,
nes de hierro d'e a tres. E ste b alu arte dom ina el p u n to donde a tra ­ fortificaciones, ni guarnición. E s un punto m uy ventajoso porque
can las lanchas para d escarg ar o recibir efectos, estan d o éstas, su­ es el único paso que hay al P arag u ay , Chile y T ucum án, y en cierto
jetas a ser visitadas p o r los oficiales del b alu arte”. m odo es el depósito de los efectos que, de allí, se extraen, especial­
“L as m ujeres son m ás num erosas que los hom bres, y, adem ás m ente la yerba, sin la cual no pueden estar en aquellas provincias”.
de españoles, h ay unos pocos franceses, holandeses y genoveses; pero
todos pasan por españoles, pues de o tro m odo, no h ab ría cabida . “ C órdoba es un pueblo situado en una llanura agradable y feraz,
para ellos, allí, y especialm ente p ara los que, en su religión, difieren a la m argen de un río. Se com pone com o de 400 casas construidas
de los católicos rom anos, pues allí está establecida la In q u isició n ”. com o las de B uenos A ires. N o tiene fosos, m urallas ni fortaleza
“L as casas del pueblo son construidas de barro, porque hay p ara su defensa”.
poca piedra en todos estos países h asta llegar al P e rú ; están te c h a ­
das con cañas y paja y no tienen altos; tienen g ran d es patios, y (1) R evista de B uenos A ires. Tom o X I I I , pág. 3.
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LA C O N Q U IST A E S P IR IT U A L anim ales feroces y de alim añas venenosas; ya al cruzar re­
giones áridas donde el agua faltaba en absoluto.
Organización de las misiones - Los paulistas E n tre los m uchos que dedicaron su generosa y abnegada
actividad a esta m isión redentora, cabe citar a F r. Francisco
E l segundo proyecto de gran trascendencia, atribuido Solano y a F r. L uis Bolaños.
a H ern an d arias, y que éste venía prestigiando desde los pri­
Solano ejerció su acción en todo el T u cu m án ; y B olaños
m eros años de su actuación en el gobierno del P araguay, fué en las regiones del P lata, principalm ente en el P arag u ay y
el de la reducción de los indios por los padres m isioneros. en la actual provincia de C orrientes, donde fundó el san­
Com prendió que éstos, al contrario de lo que practicaban tuario de N u estra Señora de Y tatí. Solano es venerado com o
los conquistadores con las arm as y usando la violencia, santo por la iglesia católica.
conseguirían m e jo r e s E l dom inio que los m isioneros conseguían ten er sobre los
resultados con la pre- indios era grandísim o. Refiérese que uno de aquellos, habien­
% dicación del E vangelio

r
do sabido que, una noche, los indios debían m atarle, fuese
^ 1 y el empleo de m e- en m edio de ellos, clavó una cruz en el suelo y, al lado de
’ dios p e r s u a s i v o s y ella, se acostó a dorm ir. Los indios, al verle, se ap ro x im aro n ;
agradables. pero no se atrevieron a realizar el crim en que habían
Si bien en las expe­ m editado.
diciones de los con- T am bién los jesuítas tuvieron p arte im portantísim a en la
i q u is ta d o r e s v e n í a n tarea de evangelizar a los indios fundando m u ltitud de reduc­
siem pre algunos reli­ ciones que prosperaron rápidam ente.
giosos, su acción no F u ero n las principales las célebres mi­
podía ser sino m uy siones establecidas en el territo rio que
i ; __•, i tv/t ' , i San F ran c isco Solano
lim itada. M as t a r d e , actualm ente co nstituye la g oberna­
fueron m uchos los religiosos, principalm ente franciscanos, ción de M isiones y p arte de la p ro ­
que venían a las colonias, y cuya acción era siem pre útil vincia de C orrientes, sin c o n tar las
y, en ocasiones, im prescindible p ara conseguir el som eti­ del P arag u ay y otras.
m iento de trib u s consideradas indóm itas. A su abnegación Con los indios som etidos o neófitos,
y a su heroísm o se debió, m uchas veces, la salvación de como se les llam aba, se form aban g ru ­
poblaciones en teras destinadas a ser sacrificadas por los pos o pueblos organizados según un
salvajes, enceguecidos por el instinto de venganza, m oti­ plan especial. E n cada uno de estos
vado, casi siem pre, por la conducta cruel de algún enco­ pueblos había varios padres encarga­
m endero o gobernante. dos del gobierno. T odos los padres de
E sto s m isioneros se entregaban con gran fervor religioso los diferentes pueblos dependían, a su
a la m isión de atra er a los indios para aquietarlos en sus .. , vez, de otro llam ado Superior de las
I*a conquista espiritual . . . * r* j 1 *
m isiones que residía en la C andelaria.
instintos salvajes, y convertirlos a la fe cristiana. No había
para ellos dificultades ni peligros, dispuestos siem pre a so­ E n cada pueblo había un jefe político, regidores y alcal­
p o rtar elham bre y todas las inclem encias de la naturaleza, des, indios todos, que form aban un Cabildo; pero sin inicia­
tiv a propia, puesto que no hacían m ás que cum plir las ó r­
ya al in tern arse en la espesura de los bosques, plagados de
denes de los padres m isioneros.
-1 5 6 —
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E l aspecto de cada pueblo era m ás o m enos el sig u ien te:
en el centro una plaza y, con frente a ella, la iglesia, el Los indios trab ajab an para la com unidad y recibían lo
colegio y la casa donde vivían los padres. L as iglesias se necesario para el sustento. D isponían, como de cosa pro­
edificaban de piedra. L as casas eran de adobe, blanqueadas, pia, de la ropa y objetos de uso personal.
techadas con tejas, y tenían anchos corredores o aleros. Las. Las cosechas consistían, principalm ente, en algodón,
habitaciones de los indios, estaban dispuestas en línea recta tabaco, trigo, yérba, azúcar, m aní, etc., que vendían en su
a lo largo de las calles y todas eran iguales y m uy' aseadas, m ayor parte.
cada u n a de l a s M uchos de los neófitos sobresalían en las artes m a­
cuales tenía su co­ nuales, como carpinteros, herreros, tejedores, som brereros,
rral para anim ales y h asta como escultores y pintores.
domésticos-. E n los T am bién la m úsica era enseñada a los neófitos, y, con
alrededores de la los que sobresalían, se form aban orquestas cuyos in stru ­
plaza se hallaban m entos eran violines, flautas, clarines y algunos otros. E je ­
d i s t r i b u i d a s la s cutaban conciertos y entonaban cantos religiosos.
chacras.
E xistió una im prenta co n struida por los padres y, con
A cada jefe de fa­ ella, se im prim ieron catecism os y otros libros escritos en
m ilia se le asignaba lengua guaraní. E n las escuelas, los indios aprendían a leer
un lote de tierra y a escribir, y algo de aritm ética.
que debía cultivar L o s p a u lista s.— E n tre las colonias del B rasil existía la d e
guiado por los p a­ S an P ablo, form ada, en su origen, por individuos de pésim os an tece­
dres m i s io n e r o s . dentes, en su casi totalidad, que vivieron durante un siglo con en tera
Cuando por su es­ independencia, sin p re sta r acatam iento a autoridad alguna superor a
ellos. Los descendientes de estos pobladores, m ezcla de europeos, in­
tado de v e je z , u dios y negros, form aban una clase de sujetos de vida nóm ada y de
otra causa, se h a­ instin to s salvajes, que vivían del robo y del asesinato, llevando sus
llaba en la im posi­ correrías a las reducciones de indios esparciendo el te rro r p o r todas
bilidad de cultivar partes. A estos ho m b res se les llam aba paulistas, por tener su centro
de acción en la reg ió n de San P ab lo ; y, tam bién, m am elucos, debida,
el lote, éste era
esta últim a designación, a las bom bachas que usaban y que les daban
e n t r e g a d o a otro el aspecto de soldados turcos o m am elucos.
jefe de familia. L as m isiones jesuíticas eran invadidas y saqueadas con frecuen­
E l trab ajo estaba reglam entado em pezando y concluyen­ cia p o r las h o rd as de paulistas, y los m iles de indios que apresaban
do, cada día, al toque de cam pana y se le daba el carácter eran llevados al B rasil p a ra ser vendidos como esclavos.
de fiesta p ara que fuera m ás agradable. P ara trasladarse V arias de las m isiones y a habían sido asaltadas por los m am elu­
cos, cuando se p ro d u jo la m ás trem enda de las invasiones en la
al sitio de trab ajo lo hacían m archando en procesión. reg ió n del G uayrá. E n tra ro n en ésta a sangre y fuego con ím petu
Concluido el trabajo, se retiraban a sus casas estándoles salvaje, sin resp etar nada ni a nadie, pues que aun los que se refu ­
prohibido salir durante la noche. giaban en las iglesias, fueran padres m isioneros o no, eran ultim ados
al pie de los altares.
E n la época de las cosechas los indios llevaban en
N o eran pocos los gobernadores del P arag u ay que, con el fin de
procesión una im agen de la virgen que luego era colocada particip ar de las ganancias, y salvando las apariencias, perm itían que
debajo de una enram ada, y el trabajo se efectuaba al son en la m ism a provincia de su m ando, los paulistas se en treg aran a la
de la música. caza de indios, que luego vendían en los m ercados de esclavos del
B rasil.

11
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El comercio entre España y el Río de la Plata.
sas, y procedían luego al saqueo, al incendio y a la m atanza.
Los piratas. E n 1587, un terrible p irata inglés, llam ado T om ás Ca-
E sp añ a sacaba de sus colonias de A m érica m uchos vendish, intentó atacar la ciudad de Buenos Aires.
productos n atu rales, entre ellos, y en cantidad grande, ei E n 1628 unos piratas holandeses atacaron la ciudad de
oro y la plata. E sto debía originar la envidia y codicia de B ahía (B rasil) y se apoderaron de ella. D espués pasaron al
las dem ás naciones. P la ta ; pero el gobernador de Buenos A ires había puesto
E n la inm ensidad de los océanos, la vigilancia era de ya la población en estado de defensa y los p iratas no se
difícil realización en aquellos tiem pos y, aprovechándose de atrevieron a efectuar el desem barco. E n cambio, dejaron en
esta circunstancia, m uchos m arinos de diferentes nacionali­ diferentes parajes hojas im presas, con el propósito de sem ­
dades, se dedicaban a recorrerlos en barcos arm ados y b ra r ideas de libertad, incitando tam bién a las poblaciones
tripulados con hom bres audaces, en su m ayoría delincuentes. a proclam arse independientes.
E sto s p iratas tenían puntos de refugio en distintas islas Los m arinos no se atrevían a realizar la trav esía de los
y en las costas de A m érica y de Africa, desde los cuales m ares sino dotando a los barcos de arm as adecuadas y de
hacían sus sali­ tripulaciones ag u errid as; pero aún así eran atacados.
das para recorrer Se ordenó, entonces, que los barcos navegaran en grupos
los m ares y a ta ­ (flotas) para protegerse m utuam ente. Iban, adem ás, escol­
ca r los buques tados por escuadras de galeones m andados p or un alm iran ­
m ercantes. te. E stas flotas salían de E sp añ a para sus colonias dos ve­
L a región don­ ces por año. Al llegar la flota, com puesta de gran núm ero de
de m ayorm ente barcos, a la isla de Haití, (pu erto de Santo Dom ingo) se
operaban los pi­ subdívidia dirigiéndose una parte, a Veracruz (M é jic o ); y
ratas era en el otra, a Portobelo, en el istm o de Panam á. A lgunos barcos
m ar de las A n­ iban al puerto de Cartagena (C olom bia).
tillas d e b id o a Al Río de la P la ta no arribaban flo tas; pero la larg a dis­
que c a s i to d o tancia y la prohibición del com ercio directo con E spaña, no
el com ercio de im pedía que, de tard e en tarde, algunos barcos realizaran
E spaña con sus solos la travesía, casi sin peligro, pues los p iratas no fre­
colonias se efec­ cuentaban los m ares donde existían pocas probabilidades
tuaba p o r e sa de encontrar alguna presa.
parte. Se tra b a ­
L as m ercaderías que, provenientes de E sp añ a se in tro ­
ban verdaderos com bates navales con resultado a m enudo ducían en las regiones del P la ta y del interior, eran las que
favorable a los piratas y corsarios. se descargaban en Portobelo. Desde este punto eran lleva­
E l buque capturado solía ser incendiado por los piratas das, a través del istm o, al puerto de P anam á sobre el P a ­
cuando no les convenia conservarlo. cífico. E m barcadas allí, de nuevo, se descargaban en los
T am bién desem barcaban en ciudades costeras indefen­ puertos del Callao y de V alparaiso. Del Callao se tran sp o r­
(1 ) P ira ta s.— L os p ira ta s eran verdaderos salteadores. A tacaban los barcos, roba­
taban, a lomo de m uía, h asta Salta, T ucum án, Córdoba y
ban la carga, si poU an, y hundían o incendiaban los buques. Buenos Aires. D esde T ucum án solían traerse en carretas.
C orsarios.— L os corsarios sólo aparecían en tiem po de guerra y eran autorizados El arreglo de los cam inos perm itió el trán sito de carretas
para atacar y cap tu rar los buques de bandera enem iga. E ra una p ira te ría legal.
desde Salta.
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U n recorrido tan largo debía dar como resultado el en­
carecim iento excesivo de todos los artículos. Se alegaba, entonces, que perm itiendo E spaña a sus co­
lonias la producción de los m ism os artículos que im portaba
L as regiones que poseían m inas de oro y plata, progresa­
en ellas, éstas concluirían p or no com prar los im portados,
ban m ás rápidam ente, y sus habitantes vivían con m ás hol­
puesto que potlían consum ir los propios, y que ello h abría
gura. Se consideraban países ricos. E n cambio, las regiones
significado la ruina del com ercio de la m etrópoli.
que no poseían m inas, como el P ara g u ay y Buenos Aires,
tenían que dedicarse a la ag ricu ltu ra y a la ganadería. Los M uchas m ercaderías ex tran jeras se hacían pasar p or es­
pañolas, para lo cual no era difícil a los com erciantes bus­
progresos en estas regiones eran m ucho m ás lentos y ellas
car los medios adecuados. D esde B uenos A ires se enviaban
se consideraban países pobres.
por todo el interior, y, de retorno, se traían productos de la
Buenos A ires ex portaba cueros de vaca, de caballo, de ag ricu ltu ra y de las m inas.
carnero, de lobo m arino, carne salada, grasa, sebo, cerda, E spaña dictaba leyes y m ás leyes para evitar el co n tra­
lana, astas, harina, etc. bando ; pero in ú tilm e n te : el contrabando se sostenía, y con
Con los puertos del B rasil existía un com ercio de b astan ­ beneficio para todos.
te im portancia.
L a prohibición de fabricar los productos que enviaba E s­ Los portugueses en el Río de la Plata.
paña, salvo pocas excepciones, fué causa de que las indus­ Error de los colonizadores españoles.
trias no prosperaran, y consecuencia, al m ism o tiem po, de D espués de la expedición de V asco de Gama a la In d ia
que el com ercio de contrabando se ejerciera en grande es­ en 1498, el portugués P edro A lvarez Cabral, desem barcó en
cala. M arinos ingleses, franceses, holandeses, etc., frecuen­ la costa norte del B rasil y tom ó posesión de ella en nom bre
tab an el Río de la P la ta para ejercer el com ercio de contra­ de P o rtu g al (1500).
bando, y, de esta m anera, contribuían al adelanto de la En 1503 Am érico Vespucio, tam bién al servicio de P o r­
colonia. tugal, fundó la prim era factoría po rtu g u esa cerca de Porto
Cuando los buques salían de los puertos españoles para Seguro, aunque de escasa im portancia.
las colonias, ya se hallaban preparados, en alta m ar, barcos Los portugueses, que estaban tan ocupados con sus con­
ingleses, holandeses y portugueses con cargam entos de m er­ quistas en Asia, no se preocuparon, en un principio, de estos
caderías de sus respectivos países que, luego, eran tra n s­ descubrim ientos en las regiones del P la ta ; pero, más tard e,
bordados a los buques españoles. determ inaron hacer otro tanto. En 1531 fundaron la capita­
E n el P lata los portugueses eran los m ás activos contra­ nía de San V icente, que fué el prim er establecim iento for­
bandistas. P rincipalm ente de noche, se aproxim aban cautelo­ mal de los portugueses, y en el in terior de dicha capitanía
sam ente a la costa con sus lanchas, descargaban sus pro­ se fundó la colonia de San Paulo (1554), en un lugar donde
ductos, em barcaban los que debían llevar de retorno, y des­ existía un colegio que llevaba ese nom bre.
aparecían. F acilitaban estas operaciones clandestinas, casi Solis, Caboto, A lvar N úñez, Z árate, etc., tocaron y p er­
siem pre, las m ism as autoridades españolas porque recibían, m anecieron m ás o m enos tiem po en la isla que, m ás tarde,
como recom pensa, una parte de los beneficios. se llam ó de S anta C atalina, y en la tierra firm e del Brasil,
E spaña nunca pudo evitar del todo el contrabando, y sm abrigar dudas de que se encontraban en territo rio p er­
perdía, con sus prohibiciones, las ventajas que le habría teneciente a España. D esde allí pasaban a la A sunción por
reportado el com ercio libre. Sev illa y Cádiz eran los únicos la vía terrestre, o entrando por el P la ta y el P araná.
puertos de E spaña que podían com erciar con las colonias. E spañoles y portugueses, pues, se creían con derecho a
tales tierras, desde que no estaba todavía fijada en el te rre ­
— 162 —

no la línea divisoria del trata d o de T ordesillas. E n m érito tillería y varias fam ilias de colonos, en la costa oriental
de esto, los portugueses pretendían ten er derecho h asta el frente a la ciudad de Buenos Aires. En este sitio fundó Lobo
P la ta y el U ruguay. una colonia que llamó del Sacram ento denom inándosele,
L a prim era colonia duradera que fundaron los españoles después, sim plem ente, la Colonia (1680). P ara su defensa se
fué la de la A sunción, en el P arag u ay , y du ran te casi medio levantaron trincheras y fortificaciones.
siglo poco o nada se preocuparon de tom ar posesión de las El gobernador de Buenos A ires, D. José de G arro, re­
m árgenes del P la ta som etiendo a los indígenas que las po­ clam ó ante el de Río de Janeiro exigiéndole que ordenara
blaban. Ni aún después de fundada la ciudad de Buenos A ires la evacuación de la plaza. El gobernador del Janeiro co n tes­
en 1580, se preocuparon de colonizar el territo rio oriental. tó que el territorio ocupado era portugués y, por lo tanto,
D u ran te todo el siglo X V I sólo fundaron en esa re g ió n :
el fuerte de San Salvador, en 1527, por Caboto, destruido
poco después; una m iserable población en la desem bocadura
del río San Juan, en 1552; y la reconstrucción de San Salva--
dor por Z árate en 1574; todos destruidos por los indios.
D u ran te el siglo X V II, sólo se fundó, por los francisca­
nos, uña reducción de indios chanás en una isla cerca de la
desem bocadura del rio N egro en el U ruguay, que se llamó
Santo Domingo Soriano. E n 1708 se trasladó al sitio que
hoy ocupa la población del m ism o nom bre.
L a fertilidad del suelo, la bondad del clima, la riqueza
que rep resen tab a la cantidad enorm e de ganados que vaga­
ban librem ente por el territo rio oriental, y que dió lugar a
que se le llam ara la vaquería de Buenos A ire s ; así como el
propósito decidido de dom inar en la ribera oriental del P la­
ta, fueron causas suficientes para que los portugueses hi­
cieran lo que debían haber hecho, m ucho antes, las autori­
dades esp añ o les: “poblar el territorio o riental” .
que tenía derecho en conservarlo. A nte la negativa, G arro
Colonia del Sacramento. m andó un ejército, form ado de españoles e indios g u a ra ­
Cuestiones entre España y Portugal. Tratado de Utrecht níes, que rindió la Colonia después de un asalto en el que
los guaraníes se portaron valientem ente.
A fines del siglo X V II E spaña había perdido el presti­ Los portugueses quedaron todos prisioneros, incluso el jefe
gio de o tras épocas, y fué debido a esta circunstancia que, D. M anuel Lobo, quien fué conducido a Buenos A ires y lue­
con frecuencia, se veía atacada en sus derechos. go enviado a L im a en donde m urió de pesar al poco tiem po.
L os portugueses se propusieron asentarse en la m argen Al año siguiente (1681) se firm ó un tratad o entre E spaña
izquierda del P lata, para tener una base que les facilitara y P ortugal, estipulándose que la Colonia se devolvería a
ejercer el contrabando. •os portugueses con todas sus arm as, artillería, etc., y que
E l gobernador de Río de Janeiro, D. M anuel Lobo, cum ­ las dos naciones nom brarían com isarios para fijar en el te­
pliendo órdenes de su gobierno, desem barcó con tropas, a r­
-1 6 5 —
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Z a v a l a - F u n d a c i ó n de M o n t e v i d e o
rreno la línea de sus respectivas posesiones. L a Colonia fue Origen de la ciudad de Paraná
entregada, pero los portugueses no dieron pruebas de buena
fe, dificultando la misión de los com isarios (1683). P o rtu g al Los portugueses no desistían de su propósito de esta-
alegaba siem pre el derecho de primer ocupante. (C onsecuen­ olecerse en toda la costa oriental del P lata, sin derecho al­
cia, para los españoles, de no haber colonizado el territorio guno, com o ya lo habían hecho al fundar, frente a Buenos
oriental desde un principio). Aires, la Colonia del Sacram ento en 1680.
V arias veces intentaron establecerse nuevam ente en pa­
E n m arzo de 1705, V aldez de Inclán, nuevo gobernador rajes situados' fuera de la jurisdicción cuyo lím ite se había
de Buenos A ires, recibió orden del v irre y de L im a r de des­ fijrfdo en 1715; pero sin resultado, porque sus ten tativ as
alojar nuevam ente a los portugueses de la Colonia. E sta eran descubiertas a tiem po, y se retiraban.
fué sitiada por un cuerpo de m ilicianos y unos 4.000 indios A fines de 1723, sin em bargo, consiguieron desem bar­
de las m isiones jesuíticas. Los portugueses, después de re­ car 300 hom bres bien arm ados. O cuparon la pequeña pe­
sistir du ran te seis meses, consiguieron retirarse, quem ando, nínsula de la actual M ontevideo y levantaron un reducto.
antes, los edificios. Llevaban 22 años de perm anencia en la El gobernador B runo M auricio de Zavala, en cuanto
Colonia desde que les había sido devuelta en 1681. tuvo noticia de esa ocupación por los portugueses, vio­
P o r el trata d o de Utrecht (1715), que dió fin a la guerra lando los tratados, pidió explicaciones al gobernador de
de sucesión de E spaña, en la que intervino P o rtu g al com o' la Colonia quien contestó que “ esas tierras pertenecían a
aliado de In g laterra, y en contra de E spaña, ésta debía de­ la corona de P o rtu g a l”. A nte sem ejante respuesta, Zavala
volver a P o rtu g al la Colonia del S acram ento; pero con la m andó p rep arar una flotilla con fuerzas suficientes p ara
condición de que no extendiera el dominio más allá de una desalojarlos; pero los intrusos, al tan to del peligro que los
línea trazad a donde llegara una bala de cañón de cierto ca­ am enazaba, p r e f i r i e r o n
libre determ inado, lanzada desde la Colonia. no aceptar la lucha y se
L a situación de la Colonia era ventajosa para practicar retiraro n (E n ero 1724).
el contrabando. F acilitaba la en tra d a y salida de buques E n e s e m ism o s i t i o
extran jero s cuyas m ercaderías se llevaban clandestinam ente fundó Zavala la ciudad
por todas las poblaciones y a bajo precio. de San Felipe y S antiago
D esde la isla de San Gabriel, frente a la Colonia, las de M ontevideo (24 de di­
lanchas y botes se m etían entre los riachos del D elta y lle­ ciem bre de 1726).
gaban h asta el riacho de las Conchas, sitio de refugio en L a prim era población
donde dejaban las m ercaderías y, de allí, sacaban los p ro ­ la form aron 33 perso­
ductos del país, como ser: cueros, sebo, lana, etc., para los nas de Buenos A ires, a
viajes de retorno. las que se ag regaron 40
Adem ás, efectuaban continuas correrías por todo el fam ilias traíd as de Gali­
territo rio , para sacar anim ales que obtenían robándolos, o cia y de las C anarias.
dando en cambio, m ercaderías que llevaban clandestina­ Origen de la ciudad de Paraná. — L a ciudad de P aran á, ac­
m ente a los establecim ientos de indios. L as autoridades de tual capital de la provincia de E n tre Ríos, no tiene acta de
Buenos A ires favorecían veladam ente este comercio de con­ fundación. D esde que la población de S anta F e se traslad ó
trabando, porque sacaban su parte de utilidad, y los com er­ al sitio que hoy ocupa, empezó, aunque lentam ente, la ocu­
ciantes no lo secundaban menos por los beneficios que ob­ pación de las tierras de la m argen izquierda del P aran á.
tenían de ese com ercio ilícito.
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lización general y m uy variada, por la facilidad con que se
L os pobladores de am bas m árgenes vivían en continuo
presta para la fabricación de utensilios de toda clase.
sobresalto, atacados con frecuencia tanto por los indios de
tierra adentro, com o por los que bajaban en canoas por el Con el cuero crudo se levantaban en el cam po viviendas
P aran á. E sto obligaba, de día y de noche, a los pobladores a com pletas o se cubrían los ranchos, y se adoptaba, en subs­
perm anecer siem pre listos para m ontar a caballo y salir al titución de la m adera, para hacer puertas y ventanas.
encuentro de los salvajes. Se hacían cam as con cueros estirados en un bastid o r de
E n 1671 el Cabildo de S anta F e resolvió establecer en la m adera y se confeccionaban canastos, baldes, odres para
m argen izquierda del P araná, en el paraje llam ado la Bajada, contener líquidos, sacos (llam ados tercios) para la yerba,
un asiento y encom ienda de indios tocagües. Como las co­ petacas, baúles, todos los arreos del caballo, los arneses
rrerías de los indios, y sus ataques a los poblados no p ara el tiro de los carros y m u ltitu d de otros objetos.
cesaban, se resolvió levantar un fortín en el m ismo sitio.
L a propiedad com presora del cuero al secar, después de
L a afluencia siem pre m ayor de pobladores españoles e hum edecido, perm itía utilizarlo tam bién am pliam ente. La.s
indios am igos, dió lugar a la form ación de un rancherío ligaduras hechas con tiras de cuero húm edo substituían
siem pre en aum ento.
perfectam ente al alam bre, cordajes, etc.
E n 1730, siendo gobernador Zavala, el Cabildo E clesiásti­ L a industria del cuero, curtido o crudo, significó, en cierto
co de Buenos A ires creó la parroquia de la Bajada, aconte­
grado, la exclusión de la m adera y del hierro y, com o conse­
cim iento de im portancia porque, desde ese m om ento, la
población podia desenvolverse con cierta autonom ía. (O ctu ­ cuencia, una m enor dedicación a los oficios relacionados
bre 23 de 1730). T al fué el origen de la actual ciudad de con la utilización de estas m aterias prim as.
P aran á (1). Los h abitantes del litoral se dedicaban principalm ente al
cultivo de la tierra y a la cría de ganados. E sto daba lugar
Las industrias primitivas - El comercio. a un com ercio ya de cierta im portancia, pues se exportaba
carne salada, cerda, sebo, huesos, cueros, astas, etc., produc­
L os 40 años que, aproxim adam ente, transcurrieron entre tos que eran llevados en pequeños buques a los puertos del
la fecha del abandono de la población que había fundado Brasil, y h asta a la Guinea, en las costas de Africa.
M endoza a orillas del P lata, y la de su repoblación por De las nacientes industrias del país se exportaba harina,
Garay, no fueron, en realidad, perdidos. Los m illares de ca­ bizcochos, tejidos, vinos, aguardientes, etc. El trig o se m o­
ballos que se habían procreado librem ente durante todo ese lía en atahonas em pleando m uías o caballos para m over las
tiem po, constituyeron una gran riqueza de la cual aprove­ piedras m oledoras. M ás tard e unos flam encos levantaron el
charon los nuevos pobladores. En las regiones del P lata prim er molino de viento en las cercanías del actual T igre.
faltaba el incentivo de las m inas de oro, plata y otros m eta­
A lgunos de los productos m encionados provenían del in­
les; pero los productos que podían obtener de los caballos
terior. Así, M endoza y San Ju an producían vinos y ag u a r­
cim arrones, rep resentaban algo de valor tal que fué, preci­
dientes; T ucum án, proveía tabaco, m aderas y su elas; La
sam ente, la base del progreso y de la riqueza de las regio­ Rioja, y m ás aún C atam arca, eran productoras de algodón
nes del litoral.
que elaboraban para la producción de lienzos y o tras telas
D u ran te m uchísim os años, aún después de alcanzada la finas que podían com petir con las europeas. C orrientes y
em ancipación, el cuero constituyó una m ateria prim a de u ti­ el P arag u ay se distinguían por sus finos bordados y enca­
jes. Todos estos tejidos se hacían en talleres con telares p ri­
c o E n 1813, gobernando el Segundo T riu n v irato , la población de la B ajada fué m itivos o a m ano, y no había hogar, rico o pobre, en que no
declarada Villa. E n 1826 _fué elevada a la categ o ría de ciudad.
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se practicara la pequeña industria del tejido para la confec­
ción de alguna prenda de v estir p ara la familia. da que había iniciado A n tequera (1730). U nido a los que
L as prohibiciones de las leyes españolas, establecidas pa­ habían sido partidarios de éste, com enzó a propalar sus
ra no p erju d icar las industrias de la M etrópoli, im pedían ideas sosteniendo que si a los vecindarios no les satisfacía
un m ayor desarrollo, ta n to de las industrias com o del co­ el m andatario designado por el Rey, el com ún podía resis­
m ercio; pero el contrabando, favorecido, casi siem pre por tirlo y dejar de obedecer. Se titu lab an com uneros.
las m ism as autoridades, perm itía un m ayor increm ento en E stas ideas dem ocráticas despertaban la sim patía y el
todas las actividades. apoyo de la m ayor parte de las poblaciones, no sólo del
P arag u ay sino tam bién de las dem ás regiones del P lata,
principalm ente de C orrientes cuyo vecindario, m uy vincu­
Los comuneros del Paraguay
lado al de la Asunción, adoptó las m ism as ideas.
. G obernaba en el P ara g u ay D. D iego de R eyes hom bre L a divisa de los com uneros e ra :
ig n o ran te y tiránico quien fué acusado de m alversación de “ LA A U T O R ID A D D E L C O M U N E S S U P E R IO R A L A D E L R E Y ”
dinero, y de Otras irregularidades com etidas en el' desem pe­
ño de su m ando (1717). Cuando en 1732, por orden del gobernador de Buenos
L os escándalos fueron tan grandes que la A udiencia de A ires, se in ten tó levantar en C orrientes un cuerpo de 200
C harcas m ando un com isionado para que, com o juez pes­ hom bres para llevarlos a com batir contra los com uneros que
quisidor estudiara los hechos e-inform ara luego sobre ellos. luchaban en el P araguay , los correntinos se sublevaron al
E ste juez, llam ado José de A ntequera, levantó un sum ario, g rito de:
com probó casi todos los cargos que pesaban sobre Reyes
" ¡V I V A E L C O M U N !”
■ encarcelo a este y asum ió el m ando. ’
Sobrevinieron, luego, serios conflictos quedando form ados E sta situación de desorden duró algunos años, y, no obs­
dos partidos. De una parte estaban los p artid ario s de R eyes: tan te algunas ven tajas y triunfos obtenidos al principio, el
y, de la otra, A ntequera, apoyado por la m ayor parte de la resultado final fué desgraciado para ellos. Zavala intervino,
población del P arag uay. Intervinieron tam bién en estos con- de orden del virrey del P erú, a la cabeza de un ejército del
íctos los encom enderos y los jesuítas, contribuyendo con que form aban parte, en su m ayoría, indios guaraníes.
su acción a m ayores com plicaciones.
D espués de varios encuentros los com uneros quedaron
P o r fin, después de varios años de trasto rn o s y luchas
vencidos, y Z avala entró en la A sunción (M ayo 1735).
A ntequera, refugiado en C harcas, fué encarcelado y rem i­
M andó ejecutar a los principales jefes rebeldes y aplicó
tido a Lim a. El proceso seguido contra A ntequera contenía
penas diversas a otros m uchos. De regreso a Buenos Aires,
m uchas im putaciones falsas que influyeron en su condena
sintiéndose ya enferm o, se detuvo en Santa Fe y allí murió.
A n teq u era fue sentenciado a m uerte, ejecutándose la senten­
cia en L im a (1731).
Tratado de permuta - Guerra guaranítica.
Con la desaparición de A ntequera no term inaron las asri-
taciones y disturbios en el P araguay. M ientras estuvo pre-
L igados por vínculos de parentezco, los reyes de E spaña
so, en las cárceles de Lim a, otro encausado, llam ado F e r­
y P o rtu g al, trataro n de arreg lar las diferencias relativas a
nando M ompo, tuvo oportunidad de conocerle y de apro­
piarse^ sus id e a s : M om pó o M om pox consiguió huir de Lim a las posesiones del Río de la P lata, y celebraron un convenio,
y paso al P arag u ay dispuesto a continuar con la propagan­ firm ado en 1750, que S£ conoce con el nom bre de T ratad o
de P erm uta,
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S egún este trata d o P o rtu g al debía en tre g ar la Colonia a bía celebrado el trata d o de perm uta, ocupó el trono C arlos
E spaña reconociéndola dueña, adem ás, de todo el territo rio III, hom bre liberal y de relevantes condiciones personales.
oriental. E spaña, p o r su parte, debía reconocer como p o rtu ­ C om prendió que el tratad o era, adem ás de un grave error,
gueses los territo rio s de Santa Catalina, Río Grande h asta favorable en todo a P o rtu g al, y consiguió celebrar un con­
las fro n teras del P arag u ay , así como las misiones orientales venio por el cual se anulaba el “ trata d o de p erm u ta” dejando
que las form aban siete pueblos situados al oriente del alto lak cosas como estaban antes del conflicto (1761). A pesar de
U ruguay. (V er m apa pág. 125). A dem ás debía procederse a este convenio la g u erra sobrevino entre E spaña y P o rtu g al.
fijar en el terren o la línea divisoria y, para ello, se m andaron L a Colonia, m ientras tanto, continuaba en poder de los
com isionados que debían proceder a realizar el convenio. portugueses, así como las misiones y R ío Grande.
E os com isionados dieron principio a sus tra b a jo s; pero,
D. P edro de Cevallos, general español de grandes mé-
al llegar a la región de las m isiones, se encontraron con la
rito.s había sido m andado al P la ta con el nom bram iento de
resistencia de m ás de cien mil indios dirigidos por los 'je­
gobernador de Buenos A ires. Al recibir la noticia de la
suítas.
g u erra que había estallado entre E sp añ a y P o rtu g al, recibió
L os indios de las m isiones, según el convenio, debían re­ igualm ente la orden de atacar a la Colonia. Así lo hizo y
tira rse abandonando las iglesias, casas, colegios, y las tie­ la rindió (1762). A vanzó, luego, hacia Río G rande y se
rras, para ir a establecerse en o tras regiones incultas, en apoderó de varías plazas fu e rtes; pero, m ientras se disponía
donde todo debían hacerlo de nuevo. E stas cláusulas del a co n tin u ar la cam paña, recibió la noticia de haberse cele­
trata d o causaron la m ayor indignación entre los m isioneros brado la paz. L a Colonia fué nuevam ente devuelta a P o r­
y los indios, que eran los directam ente perjudicados, y nadie tu g a l; pero E sp añ a conservó las posesiones de R ío G rande.
dejó de reconocer que era una injusticia que redundaba sólo
en provecho de los portugueses. Expulsión de los jesuítas - Bucareli - Vértiz
De todo esto resu ltó una g u erra san g rien ta en tre E spaña
y P o rtu g al, aliadas, por una p a rte ; y los indios guaraníes, Los jesu ítas habían acum ulado inm ensas riquezas en los
dirigidos por los jesuítas, por otra. A esta g u erra se le dom inios españoles de A m érica. M uchos miles de indios
llam ó guaranítica. estaban som etidos a su autoridad, en las misiones, dedica­
L os g u araníes estaban m uy m al arm ados; pero, así m is­ dos al .trabajo y, de éste, obtenían grandes utilidades- P o­
mo, dieron pruebas de valor y arrojo en diferentes ocasio­ seían inm ensas tierras cultivadas, estancias, colegios, m er­
nes. Al fin fueron vencidos, después de dos años de lucha. caderías, etc. Su influencia, era, pues, m uy grande.
(1754-1756). P o r esto y por otras razones tam bién, el rey C arlos II I ,
L os indios recibieron orden de volver a sus an tig u as po­ llegó a desconfiar de ellos y decidió expulsarlos. E l encar­
sesiones las que encontraron destruidas y despobladas. gado de ejecutar la orden de expulsión fué don F rancisco
de P aula B ucareli quien había substituido a Cevallos en el
Cevallos - Anulación del tratado de permuta. puesto de gobernador. L a orden se m antuvo en secreto para
Toma y devolución de la Colonia. que los jesuítas nada sospecharan y pudieran ser tom ados
sorpresivam ente, y así sucedió. U n a vez reunidos en B ue­
N i con el tra ta d o de perm uta, ni con la g u erra guaranítica, nos A ires fueron em barcados y enviados a E spaña (1767).
se consiguió a rreg lar la cuestión de lím ites entre E spaña
y P ortu g al. P a ra reem plazar a los jesu ítas se m andaron frailes fran ­
ciscanos, dom inicos y m ercedarios; pero el cam bio no dió
A la m uerte del R ey de E spaña, F ernando V I, quien ha­
buenos resu ltad o s: las m isiones se despoblaron.
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L os bienes de los jesuítas fueron declarados de propie­ Los ingleses tam bién se establecieron, haciéndolo en un si­
dad del E stado, y el producto de su venta se destinó a la tio de la isla occidental que llam aron P u erto E g m o n t (E n ero
fundación de escuelas y establecim ientos de beneficencia, y de 1765).
a la construcción de edificios, entre ellos el que ocupó, un E n 1767 E spaña reclam ó las islas a F rancia y esta nación,
tiem po, el M useo de H istoria N atural, en la esquina de las reconociendo la soberanía de E sp añ a sobre tales islas, entregó
calles P erú y A lsina, edificio que aún existe. el establecim iento de Puerto Luís m ediante una indem niza­
B ucareli se ausentó para E spaña y le sucedió en ¿1 ción en dinero para
gobierno, D. Ju an José de V értiz, nacido en M éxico (1779). cubrir los gastos del
establecim iento. (H a ­
P ropuso, V értiz, la construcción de un m uelle en Bue­
bían sido costeados
nos A ires p ara facilitar la carga y descarga de m ercaderías.
por el explorador Bou
T om ó o tras m edidas de utilidad c o m ú n ; pero, entre i sus
gainville).
actos, el de m ayor trascendencia fué el de la fundación del
Colegio Real de San Carlos, aplicando para su sosteni­ El establecim iento
m iento, la re n ta de los bienes confiscados a los jesuítas de P u erto L uís em pe­
(1773). Inició los trabajos para extender la línea de fron­ zó a llam arse Puerto
teras fundando algunos fortines que fueron origen de otras Soledad.
tan tas poblaciones. E l gobernador de
Buenos Aíres, B ucare-
Las islas Malvinas lli, envió una escuadrilla con la orden de buscar el sitio
donde se habían instalado los ingleses, para desalojarlos.
Se ha atrib u id o al m arino holandés Sebald de W eert, H allado éste (P u erto E g m o n t), y después de dos días de
el descubrim iento de las islas M alvinas aunque el hallazgo parlam ento, los ingleses dieron posesión del establecim iento
se lim itó a to m ar nota de la situación geográfica (E nero al jefe español (Junio 10 de 1770). E sto dió m otivo a un
de 1600) 1. E n febrero de 1764 tuvo lugar un comienzo de serio conflicto, que am enazó degenerar en g u e rra ; pero te r­
ocupación efectiva por parte de m arineros franceses oriun­ m inó con la restitución a In g la te rra de Puerto E gm ont sin
dos del puerto de Saint Maló, llam ados malouins 2. Se es­ que ello afectara la cuestión de derecho anterior de sobera­
tablecieron en la isla oriental, en un sitio que llam aron nía de las islas Malvinas.
Puerto Luis. Así, pues, los ingleses se reinstalaron en Puerto Egm ont
y los españoles conservaron Puerto Soledad. (S eptiem bre
(1 ) E l Cap. (R .) H é c to r R . R a tto h a dem ostrado de u n a m anera con­
vin cen te, que, con a n terio rid ad al hallazgo de D e W ee rt, las tales islas debieron 16 de 1771).
ser a vistadas en 1520 p or E ste b a n Gómez, el p ilo to de la San A ntón, barco, E stando así las cosas, en 1774 la guarnición inglesa de
éste, de la expedición de M agallanes, que había d esertad o desde el estrech o en
dem anda seguram ente, del Cabo de B uena E sp eran za p a ra seguir, luego, el d e rro ­ Port Egmont, por orden del propio gobierno, tu v o que em ­
te ro del A frica hacia E sp añ a, o p a ra ir a las M olucas. Según e sta d e rro ta , a barcarse llevando todos sus efectos y m ateriales, incluso las
poco de p a rtir del e strech o , debió a v istar las tales islas.
E n u n m apa g en eral de D iego R ibero (1529) aparecen y a unas islas d e sig ­ viviendas de m adera, que eran desm ontables. Sólo quedaron
nadas con el nom bre de S ansón (¿ S a n A n tó n ?) que, p o r su situ ación, no pueden los parapetos del fuerte. Se ha indicado como causa de este
ser sino las M alvinas, H a b ría sido, así, un d escu b rim ien to español. (C onsúltese
H é c to r R . R atto en “ H om bres de m a r en la h isto ria a rg e n tin a ” ). abandono repentino, la existencia de un convenio secreto
(2 ) P ro n u n c ia r maluén. D e m alouins, nom bre con que se designaba en para llevarlo a cabo oportunam ente, com prom iso que se h a ­
F ran c ia a los m arin o s o riundos de S a in t M aló, proviene el n o m b re de M alvinas
dado a las islas (lie s M alouines). En un prin cip io los m ism os españoles las lla­ bría contraído en 1771.
m aban M aluinas, nom bre que, por el sim ple cam bio de la u en v, se tra n s ­
form ó en M alvinas. D esde 1774 perm aneció en las Malvinas una guarnición

12
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española, y, m ás tarde, argentina, sin que In g late rra m ani­ su instinto de vida libre y salvaje com o el bru to que m ontaban. L a
g u erra con ellos, se hizo, en adelante, casi perm anente.
festase ningún propósito de reclam ar las islas h asta 1833, N o hay duda que el som etim iento de los indios pam pas encontró
en cuya fecha se posesionó arbitrariam ente de ellas conser­ el principal obstáculo en el caballo, que llegó a ser, para ellos, ele­
vándolas h asta ahora en su poder. m ento indispensable para su existencia. Sin em bargo, de cuando en
cuando se levantaban algunos fortines, y se fundaban algunas reduc­
ciones^. de indios p or padres m isioneros. A sí en 1740 dos padres
Los indios en la provincia de Buenos Aires. je su íta1^ fundaron una reducción cerca de la desem bocadura del río
Fundación de fortines y pueblos. Salado, i que llam aron C oncepción, y m uchos indios se acogieron a
ella. A \pesar de todo, los salvajes, siem pre hostiles, dom inaban la
N o fué fácil en todas las regiones del país, so m eter a. los indios y •mayor p arte del territo rio de la actual provincia de B uenos A ires.
convertirlos en elem entos de p rogreso de las colonias. L o s estableciiiiientos rurales eran asaltados con frecuencia. E n
L os guaraníes, agricultores, pacíficos y perezosos, de-vida) sed en ta­ 1738 los indios del sur, oeste y norte de la Pam pa concertaron una
ria, se som etieron, en general, fácilm ente. E n el in terio r los (primeros alianza y se levantaron, dirigidos por el cacique C aleliyán, y sos­
tuvieron una lucha tenaz con las fuerzas m andadas desde B uenos
A ires. Ricos establecim ientos de cam po de A rrecifes, A reco, etc.,
fueron saqueados. E l pueblo de L u já n fué atacado, y los salvajes
saquearon la población y arrearo n todas las haciendas.
L as correrías, en d istintas épocas, alcanzaron h asta las fro n te­
ras de C órdoba, arrasan d o todo lo que encontraban a su paso.
A fines de 1740 la indiada del cacique C angapol llegó h asta el
partid o de la M agdalena, saqueó las estancias, m ató a m ás de 200
vecinos, y se llevó cautivos a las m ujeres y a los niños. El m ism o
cacique, am enazó, luego, la reducción de la Concepción a orillas
del Salado; pero se consiguió apaciguar sus instintos de destrucción
y a ju sta r la paz con la en tre g a recíproca de prisioneros (1741).
E n 1744, la superficie aprovechada y defendida de la provincia
de B uenos A ires no pasaba de 28.000 kilóm etros cuadrados.
E n 1754 llegaron los salvajes h asta el partido de M atanzas des­
truyéndolo to d o ; pero fueron castigados.
E n 1766 los indios invadieron la zona defendida pasando la
línea del S am borom bón en tregándose al saqueo de las estancias.
CevaDos com binó un plan estratégico contra ellos y consiguió
e scarm en tarlo s; pero no p ara siem pre.
E sta s líneas de avance sufrían retrocesos, ya por el abandono
Indios pam pas — U na caiga. en que se las dejaba, ya p or ser form idables las invasiones de los
indios. E n general, las ten tativ as de los m isioneros p ara som eter
pacíficam ente a los indios pam pas, tuvieron poco éxito y esto se
colonizadores no fueron tan felices. L o s calchaquíes que, bajo dife­ debió a que, por naturaleza, eran reacios a toda disciplina, y ávidos
ren tes nom bres, poblaban una g ran extensión del noroeste (R ioja
de vida erran te, a que los incitaba la llanura infinita.
hasta B olivia), sostuvieron luchas encarnizadas obligando a los in v a­
E n 1744, la ciudad de B uenos A ires contaba 10.200 h abitantes y
sores a ab andonar m uchas de sus prim eras poblaciones. L os esfuer­
zos de los conquistadores p ara co n serv ar o tras de sus fundaciones, su cam paña 6.033. E n 1778, tenía 24.754 la ciudad y 15.425 la cam paña.
fueron grandes y costosos. D u ran te el siglo X V II se fundaron algunas poblaciones en la
E n la pam pa, los querandíes y, m ás tarde, los puelches, tehuelches, provincia de B uenos A ires que, en un principio y en su m ayor parte,
etc., valientes, g u errero s y de vida nóm ade, tam poco fueron som eti­ fueron fortines o guardias. Así, M ercedes fué un fortín que se lla­
dos, salvo en casos aislados y tem porariam ente. m aba G uardia de L u ján (1779). H a sta 1780 se habían fundado las
Cuando estos indios supieron ad ie stra r el caballo, y contando con poblaciones, fortines o gu ard ias siguientes; (V éase el m apa).
la posesion de la inm ensa llan u ra de las pam pas, se acentuó aún m ás
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EL VIRREINATO

E l Virreinato del Río de la Plata


Causas que determinaron su creación. Su jurisdicción (')

-La línea divisoria que fijaba el trata d o de T ordesillas


(1494) no fué nunca trazad a sobre el terreno, y esto fué
m otivo de continuas desinteligencias y pretensiones en tre las
autoridades españolas y portuguesas.
L as autoridades españolas de la A sunción no se preocupa­
ro n de colonizar las regiones del P la ta hasta 1580, año en
q u e G aray fundó la ciudad de Buenos Aires. D espués de
1617, en cuya fecha se creó la gobernación del m ism o nom ­
bre, separada del P araguay , y con residencia del gobernador
en la nueva ciudad, tam poco hubo preocupación alguna por
colonizar la m argen izquierda del estuario para prevenir la
M orón.— (G u a rd ia ) 1600. — P arro q u ia en 1679. A parece com o pago o p a rtid o en 1801. ocupación de ella por los portugueses.
L u ján .— (C ap illa) 1630. — P a rro q u ia en 1715. P a rtid o en 1744.
B aradero .—- ( V a ra d ero ). — R educción de indios en 1664. P arro q u ia en 1769. E l íitícl E n 1580 P o rtu g al fué agregado por Felipe II al reino de
a o rillas del riacho, servia de v arad ero y dió nom bre al riacho y al pueblo.
L as C onchas.— F u n d ad o en 1676. A parece como p artid o en 1744. E spaña, por herencia; pero en 1640 consiguió sacudir el yugo
Q uilm es. R educción de indios quilm es en 1677. A parece com o p a rtid o en 1769.
San Isid ro . F u n d ad o en 1719. — P arro q u ia en 1706. A parece com o partid o en 1778. y hacerse independiente. D esde entonces, y con la circuns­
A reco. (S an A n to n io d e). — F u n d ad o en 1725. P a rro q u ia en 1856. tancia del estado de decadencia en que había caído España,
M agdalena.— P u eb lo fundado en 1730. A parece com o p a rtid o en 1774.
San V icente.— F u n d ad o en 1734. — A parece com o p artid o en 1801. al finalizar el siglo X V II, los portugueses se envalentona­
San N icolás.— F u n d ad o en 1749, — A parece com o p a rtid o en 1778. El C ongreso de
1819 lo declaró ciudad por sus servicios co n tra la anarquía. ron y dieron nuevo im pulso a sus em presas de colonización
M erlo.— Su origen fué u n a capilla lev an tad a p o r D. F ran c isco M erlo en 1730. E l
pueblo a ctu al se fundó en 1754. invadiendo territo rio s legítim am ente españoles. Así, en 1680,
A rrecifes.— En 1756 ap arece el pueblo con el n o m b re de C apilla de P e ña Iva. S u se establecieron en un paraje frente a Buenos A ires, y lo
nom bre proviene de unos arrecifes que existen en el a rro y o inm ediato al pueblo.
Pilar.— A parece com o g u a rd ia en 1744. El pueblo se fundó en 1772. P a rtid o , en 1801. fortificaron. F ué la llam ada Colonia del Sacramento. D esde
Salto.— A grupación de ranchos a orillas del a rro y o “ Saladillo C hico” hacia 1772-
Su^ n o m b re proviene de un salto que form a el arroyo. entonces el comercio de contrabando tom ó grandes propor­
C hascom ús.— U n a población de ran ch o s del p araje llam ado el Z anjón, se tra sla d ó al
sitio actu al en 1777. Su nom bre significa “ P aís de las lagunas” . ciones, facilitado por la presencia de los portugueses en
M onte y R ojas.— Como g u ard ias en 1779. P a rtid o s, en 1801. lugar tan cercano.
R anchos.— F o rtín en 1779. R ecibió tal nom bre p or un ran ch o que va existía en el sitio.
M ercedes.— G uardia de L u ján en 1779. Se d eclaró V illa en 1846, C iudad en 1865. H ubo o tras ten tativ as de ocupación en parajes diferen-
N avarro y Lobos.— Como fo rtin es en 1779. P a rtid o s, en 1815.
A reco (C arm en d e ).— Como g u ard ia de A reco en 1779. P a rtid o en 1854.
P ergam ino.— F u ndado a m edía los del siglo X V I I I . P arro q u a en 1779 A parece com o m 1S ^ e ta " es v er A . B. G ro sso : H is to ria A rg en tin a y A m ericana,
p artid o en 1801. Su n o m b re, tom ado del arro y o , se a trib u ye a, h ab erse e ncon­
tra d o en las inm ediaciones de éste unos rollos o libros cu b iertos de pergam ino,
p erdidos p or alg u n a de las expediciones que se d irig ían al interior.
San Ped ro .— A parece com o p arro q u ia en 1770. E l pueblo se fundó en 1780.
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tes h asta que, a fines de 1723, realizaron un desem barco en


la pequeña península donde fué fundada, m ás tarde, la
ciudad de M ontevideo.
E l atrevim iento de las autoridades portuguesas del B rasil
era cada vez m ayor, y ello debía inducir al gobierno español
a prevenir situaciones aún m ás peligrosas, estableciendo
•un gobierno suficientem ente fuerte como para ser respetado.
L a gobernación de Buenos A ires dependía del v irrey de
L im a. L a distancia enorm e que separaba esta ciudad de la
de Buenos A ires era, entonces, u na dificultad m uy grande
que im pedía las com unicaciones rápidas. A dem ás, la gran
extensión del territo rio hacía necesario, tam bién, subdividirlo
y organizarlo en form a conveniente, con una autoridad que
m ereciera respeto, a fin de prom over el progreso general.
P o r Real Cédula de 8 de A gosto de 1776, se creó el V i­
rrein ato del Río de la P la ta con Buenos A ires por capital.
-El territo rio que se le asignó com prendía:
1. E l territo rio que actualm ente form a la República
A rgentina.
2. L a actual R epública O riental del U ruguay.
3. L a actual R epública del P araguay.
4. L a actual R epública de Bolivia (A lto P erú ).
(El territo rio de Río G rande, que tam bién form aba p arte
del V irreinato, se perdió con m otivo del trata d o de 1777).

V irreinato de Cevallos. E l com ercio libre.


El prim er V irrey que vino al Río de la P lata fué D. P edro
de Cevallos, general distinguido que poseía las condiciones
de energía y habilidad necesarias para concluir, de u n a vez,
con las usurpaciones de los portugueses.
Cevallos venía con un ejército de 9.000 hom bres em barca­
dos en una escuadra de m ás de cien buques. E n F eb rero de
1777 llegó a la isla de S anta C atalina, de la cual se apoderó
sin disparar un tiro. D espués de n o m brar allí autoridades
españolas para reem plazar a las portuguesas, se p reparó para
invadir el territo rio de Río G rande; pero, debido a un tem po­
ral que sobrevino, se dirigió al P lata, desem barcó en M onte­
video y luego m archó a la Colonia. Intim ó a las autoridades
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po rtu g u esas la rendición de la plaza y la obtuvo sin con­


diciones. prohibición facilitó el co n trab an d o ; pero benefició a los po­
L a población de la Colonia pasaba de 2000 habitantes y bladores, tan to de Buenos A ires oomo del in terio r y h asta
la edificación era m uy buena, pues las casas se habían cons­ de Chile y del P erú.
tru id o de piedra, m aterial abundante allí, m uchas con piso L a habilitación del puerto de Buenos A ires, invirtió el
alto y herm osos balcones rum bo norte-sur del com ercio entre esta ciudad y el in terior
y ventanas. L as casas y sin excluir las regiones del A lto P erú o Bolivia y aún del
las m urallas fueron dem o­ B ajo P erú.
lidas para alejar una nue­
Así, pues, el A lto y el B ajo P erú , el P ara g u ay y tam ­
va ten tativ a de ocupación.
bién Chile, así como todo el in terio r del actual territo rio
Así desapareció una linda argentino, al m ism o tiem po que podían recibir del p u erto de
población qué llevaba ya
Buenos A ires las m ercaderías necesarias, daban salida, a su
cerca de 100 años de exis­
tencia. •vez, por este m ism o puerto, a los productos n atu rales que
extraían del suelo, y a los m anufacturados de sus nacientes
Cevallos se disponía, de industrias. (V e r A . B. G ro sso : H is t. A rg e n tin a y A m ericana, pág. 386).
nuevo, a m archar s o b r e
Río G rande cuando reci­
Virreinato de Vértiz: su acción progresista
bió una notificación de
E sp añ a de que se había Real Ordenanza de Intendentes
celebrado un trata d o de
paz con P o rtu g al. •A Cevallos sucedió D. Ju an José de V értiz (Ju n io 12 de
1778). Su nom bram iento fué m uy bien recibido pues ya
P o r ese trata d o E spaña
había dem ostrado sus excelentes dotes dé ad m in istrad o r co­
perdía para siem pre, los
mo últim o gobernador que fué de la provincia de B uenos
territorios de Río G ran­
de y de S anta Catalina. Aires. De su gobierno pro g resista deben citarse las inicia­
L a Colonia quedó, defini­ tivas y obras s ig u ie n te s:
tivam ente, en poder de Fronteras. — L as invasiones de los indios en la provincia
E spaña. (T ratad o de San de Buenos A ires eran frecuentes, y para defender, en lo
Ildefonso celebrado el 1» de octubre de 1777). posible, la p arte poblada, se había establecido ya, en 1744,
A dem ás de las m edidas de m ejoram iento general, Ceva­ una línea de fortines desde la M agdalena, pasando por M o­
llos llevó a cabo un acto de gobierno de la m ayor im por­ rón, M erlo, L uján, Areco, h asta el arroyo del M ed io ; pero
tancia :habilitó el p u erto de Buenos A ires para el comercio V értiz, en 1779, m andó org an izar una nueva línea m ás le­
libre con todos los puertos esp añ oles1. jana. E stas líneas de fortines eran de poca eficacia, pues, de
Sabido es que por el puerto de Buenos A ires no se cuando en cuando, se realizaban invasiones form idables con
perm itía com ercio directo alguno con la m ism a E spaña, ex­ incendios y saqueos de poblaciones y estancias. (V éase pá­
cepto por concesiones especiales raras veces concedidas. E sta gina 176).
Censo.— V értiz m andó lev an tar un censo en 1778, que
dió 24.750 habitantes para la ciudad de B uenos A ires, y
12.925 para la cam paña.
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E dilicia. — L a ciudad de B uenos A ires se hallaba en un
verdadero estado de abandono cuando V értiz ocupó el go­ L a prim era im prenta, im portada, la poseyeron los pa­
bierno. N o había hospitales, alum brado público, servicio de dres del Colegio de M o n serrat en Córdoba, hacia el año
policía que m ereciera ta¡ nom bre, veredas ni em pedrados. 1764. D espués de la expulsión, en 1767, quedó en poder
P a ra m ejorar tan grave es­ de los franciscanos, quienes la tenían abandonada, h asta
tado de cosas, m andó em pe­ que, en 1780, el virrey V értiz la adquirió y la hizo traslad a r
d ra r algunas calles, construir a Buenos A ires. E stab a en buenas condiciones y ten ía una
veredas, colocar pasos de pie­ dotación suficiente de tipos.
dra en las esquinas de las ca­ P o r dicha im prenta, que se llamó, después, “ R eal Im ­
lles no em pedradas, y estable­ p renta de N iños E xpósito s” se publicaron bandos, cartillas,
ció el alum brado público con y los prim eros periódicos, que fueron el “T elég rafo M er­
velas de sebo. A lgunos años cantil” y el “Sem anario de A g ricu ltu ra y C om ercio” .
m ás tard e se em pleó la grasa C u ltu ra . — M ucho se preocupó V értiz de la cu ltu ra del
de potro, puesta en los can­ pueblo. Cuando era go b ernador había iniciado los cursos
diles (1792). del Colegio de San Carlos (1773), inaugurando éste defi­
E l P ro to m ed icato . — Como no nitivam ente, en un acto solem ne, el 3 de noviem bre de 1783
existían m édicos, los enferm os con el nom bre de R eal Colegio C onvictorio Carolino.
eran asistidos por curanderos M andó levantar una construcción para teatro , que fué
y curanderas. llam ada “ Casa de C om edias”. (V er pág. 221).
E n la expedición de Ceva- A d u a n a .— A bierto el pu erto de Buenos A ires al com er­
llos había venido un médico, cio libre con algunos otros de la P enínsula, se hizo necesaria
el doctor M iguel O ’G orm an, la fundación de una aduana p ara la m ejor percepción de las
y V értiz consiguió que se que­ ren tas del com ercio exterior •(Julio de 1778). E ra u n a ins­
dara en Buenos A ires. Así se titución de gran im portancia, puesto que no sólo le corres­
pudo crear el P rotom edicato pondía la recaudación de los derechos aduaneros, sino que,
cuya misión e'ra la de fiscali­ con frecuencia, debía evacuar consultas y producir inform es
zar el ejercicio de la m edici­ de carácter financiero.
na. E sta institución fué el ori­
E xploraciones. — D espachó una expedición para explorar
gen de la prim era escuela de
la P atagonia, m andada por A ndrés y F rancisco B iedm a; y
...... ............. m edicina cuyo director fué el
al m arino V illarino, p ara que explorase los ríos C olorado y
mismo O ’Gorm an.
N egro. R esultó de ello la fundación del pueblo de Carm en
B eneficencia. — Fundó la “Casa de N iños E xpósitos”, una de P atagones.
“ Casa de H u érfan o s” y un “H ospicio de M endigos”. M andó a E n tre Ríos al capitán T om ás R ocam ora para
L a im p re n ta .— E n la A m érica española se conoció la im­ que procediera a la fundación de las villas de G ualeguay,
prenta, por prim era vez, en M éxico, y, después, en Lim a. G ualeguaychú y Concepción del U ru g u ay (1783).
E n el Río de la P lata los jesuítas fueron los prim eros que L a s in ten d en cias.— E n 1782 se expidió una “ Real O rde­
tuvieron una im prenta, fabricada en los talleres de sus re­ nanza de In ten d e n tes” por la que el territo rio que consti­
ducciones, así como la dotación necesaria de tipos de m e­ tuía el V irreinato del Río de la P lata, quedó dividido en
tal, fundidos tam bién por ellos. ocho intendencias, ordenanza que fué puesta en práctica,
m ás tarde, por el virrey L oreto.
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L as intendencias fueron las sig u ie n te s: sufrían continuam ente, practicados por los corregidores en
1. La Paz 5. Paraguay com binación con jueces y gobernantes. Los pobres indios
2. Cochabamba 6. Salta del Tucumán concluyeron por sublevarse en 1780.
3. P otosí 7. Córdoba del Tucumán U n cacique, llam ado Gabriel C ondorcanqui, que había
4. Chuquisaca 8. Buenos Aires sido educado en un colegio de la ciudad de Cuzco, y que
E xistían, adem ás, cuatro gobiernos políticos y m ilita­ se consideraba descendiente de uno de los Incas, com pade­
re s: M oxos, C hiquitos, M isiones y M ontevideo. E stos de- • cido de los sufrim ientos de sus com pañeros, se sublevó, con
pendían directam ente del virrey. la idea de restablecer el antiguo Im perio, y tom ó el nom bre
L as intendencias estaban divididas en subdelegaciones de T upac A m arú. L os indios, se sublevaron en núm ero m a­
y, de éstas, las que correspondían a las de Salta, Córdoba y y or de 60.000. L a insurrección iba tom ando proporciones
Buenos A ires, dieron origen, m ás tarde, a las actuales pro­ alarm antes y se extendía por to d o el n o rte del V irreinato.
vincias argentinas. ' V értiz despachó un ejército al A lto Perú, en auxilio de
Intendencia de Salta del Tucumán: las fuerzas organizadas por el v irrey de Lim a. D espués de
A ctual P rov. de Salta m uchos com bates sangrientos y de crueldades, com etidas
* » » Ju ju y
» » » T u cu m án de una y otra parte, los indios fueron som etidos.
* * > C atam arca T upac A m arú fué tom ado prisionero y condenado a
* > » S antiago del Estero una m uerte trágica. L e cortaron la cabeza an te la im po­
Intendencia de Córdoba del Tucumán: sibilidad de descuartizarlo a la cincha de cuatro caballos *.
A ctual P ro v . de C órdoba V értiz, en agosto de 1783, pidió ser relevado del m an­
* * » L a R ioja
* » > S an Ju a n .
do, pero desem peñó el cargo h asta m arzo de 1784.
» » » M endoza
* » » San Luis Virreinatos de Loreto y Arredondo. E l Consulado
Intendencia de Buenos Aires:
A V értiz le sucedió N icolás C ristóbal del Campo, m ar­
A ctual P ro v . de B uenos A ires
* » » S an ta Fe » qués de L oreto (1784-1789).
> » » C orrientes E l v irrey L oreto, m uy honrado, se caracterizó por el
* s> » E n tre Ríos orden que ponía en toda la adm inistración y p o r el celo
* R ep. O rien tal del U ruguay. con que vigilaba los intereses del fisco, a tal punto que se
» Gob. » M isiones (30 pueblos)
hizo im popular por su severidad. F u é contrario a toda ini­
* » » P am pa, P atag o n ia, T ie rra del Fuego,
M alvinas (C om andancia de la Soledad) ciativa encam inada a favorecer la instrucción pública, por
L a Intendencia de Buenos Aires fué suprim ida y, des­ el tem or de que las nuevas ideas liberales, que tan to se p ro­
de ese m om ento, paso a ser regida por el virrey. pagaban en esa época, pudieran constituir, m ás tarde, un
P o r real cédula de 6 de m ayo de 1784 se instituyó la grave peligro. F u é así que se opuso a la iniciativa de V értiz
nueva intendencia de P uno cuya capital era la villa del de crear en Buenos A ires una U niversidad.
m ismo n o m b re; pero en 1796 fué incorporada al V irreinato F om entó la agricultura y la indu stria del tasajo o car­
del P erú. ne salada. Le correspondió poner en práctica la “O rde­
Sublevación de T upac A m arú nanza de intendentes” conform e al proyecto de su antecesor
V értiz. Instaló nuevam ente en Buenos A ires la A udiencia
L a vida que pasaban los indios era insoportable, no
sólo por el trab ajo pesado que ejecutaban, sino tam bién por (1) V értiz no in te rv in o p a ra nada en el juicio a que fuera som etido T upac
A m arú, ni tuvo conocim iento de la sen ten cia h a sta después de la ejecución. E l
el trato inhum ano que recibían, sin contar los despojos que m ism o rey C aries I I I quedó p ro fu n d am en te apenado h a sta el fin de su vida.
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Real (1785) que, creada por cédula real de 1661, e instalada esclavos, concediéndoles el perm iso de cargar p ara el viaje
en 1663, había quedado en funciones h asta 1673, es decir, de retorno, cueros, huesos, sebo, cerda, lana y otros pro­
d u ran te diez años solam ente. ductos naturales *.
E n ese tiem po llegaron a Buenos A ires los com isiona­ A A rredondo le su ced iero n : D. P ed ro Meló de P o rtu g al
dos que debían realizar los trab ajo s de la dem arcación de y V illena (1795-1797); D. G abriel Avilés y del F ierro, m ar­
lím ites entre las posesiones de E spaña y P o rtu g al en A m é­ qués de Avilés (1799-1801) y D. Ju an del P ino y Rozas
rica, según el tratad o de San Ildefonso de 1777. (Ver pág. 180). (1801-1804).
M uchos de ellos, después de cum plida su m isión, se radi­ G obernando Meló, D. F élix de A zara, ingeniero, presentó
caron en Buenos A ires y contribuyeron con sus conocim ien­ un inform e con un plan de defensa co n tra los indios que
tos científicos al adelanto del país 1. invadían, a m enudo, las regiones fronterizas. M eló m urió
A L o reto le sucedió Don Nicolás de A rredondo, hom ­ en P ando (B anda O riental) 2.
bre de m éritos y honrado como su antecesor; pero de ideas F ué du ran te el gobierno de Avilés que el español F ra n ­
m ás liberales (1789-1795) 2. cisco Cabello fundó el prim er periódico en Buenos Aires
D u ran te la adm inistración de A rredondo se creó el titulado “T E L E G R A F O M E R C A N T IL ” rural, político, eco­
C onsulado (1794) cuyo secretario fué el jqven abogado M a­ nómico e historiógrafo del Río de la Plata, cuyo prim er
nuel B elgrano, desig­ núm ero lleva la fecha l 9 de abril de 1801 3.
nado para este cargo E l virrey del P ino im pulsó la instrucción pública, crean­
por nom bram iento he­ do u n a cátedra de A natom ía que dirigió el doctor F abre, y,
cho en E spaña, resi­ posteriorm ente, las de m edicina y quím ica.
diendo él allá, y sin Se crearon tam bién, por particulares, una escuela de
gestión alguna de su p intura y otra donde se enseñaba idiom a francés.
parte. B elgrano, m uy E n 1802 el virrey del P ino suprim ió la publicación del
versado en cuestiones “T elégrafo M ercantil” pero D . H ipólito V ieytes, nacido en
económicas, se entre­ Buenos Aires, fundó el “ S E M A N A R IO D E A G R IC U L T U R A
gó con entusiasm o al Y C O M E R C IO ” con un program a m ás am plio que el del
desem peño de su car­ “T elégrafo” . L a propaganda del “ S E M A N A R IO ” se p articu ­
go, con v'erdadero pro­ larizaba con el estudio de las cuestiones económicas, prepa­
vecho para el país. rando, asi, el terreno en el que germ inaría, m ás tard e, la
G obernaba A rredon­ sem illa de la libertad. D ejó de publicarse en 1807, con m otivo
do cuando la corte de de las invasiones inglesas. E l v irrey del P ino m urió en 1804,
B e lg ra n o , S e c re ta rio del C o n s u la d o
E spaña, p o r c é d u la sucediéndole el m arqués de Sobrem onte. E ste había sido se­
de 1791, am plió la libertad de comercio para los barcos de cretario del virrey V értiz, y, posteriorm ente, gobernador
cualquiera nacionalidad que in trodujeran en el país negros intendente de Córdoba. F undó el pueblo de San Fernando
(1) M erecen ser citad o s los p rin cip ales de ellos, que fu e ro n : los capitanes de e inició los trab ajo s del canal del m ism o nom bre.
navio D on D iego de A lvear y D on F élix de A zara, los in g enieros D on P e d ro
C ervino, D on Jo sé C ab rer y D on A n d rés de O y árv id e. T odos ellos p rodujeron (1 ) T an gran d e fué el increm ento de e ste com ercio que en c u a tro años se
notables inform es, m em orias o relaciones h istó ricas a cerca de los tra b a jo s de la exportaron m ás de 3.700.000 cueros vacunos.
dem arcación. Los tra b a jo s realizados sobre el te rre n o fueron ím probos, p o r las (2) D e 1797 a 1799 ocupó el p uesto in te rin a m e n te , D on A ntonio O laguer
pen u rias y dificultades, a veces increíbles, que te n ía n q u e su frir en las regiones Feliú que desem peñaba el cargo de g o b e rn a d o r de la plaza de M ontevideo.
salvajes, b añadas p o r los ríos P a ra g u a y y U ru g u ay , en su curso superior, y sus (3) El e rro r, que ha perd u rad o h a sta hace m uy poco tiem po, dando como
num erosos trib u tario s. a parecido el “ T elégrafo M erca n til’' d u ra n te el gobierno del v i r r e y P in o , en vez
(2) E n esa época (1789) estalló la R evolución F ra n c e sa cuyos hechos influ­ d e A vilés, h a sido rectificado p o r el D r. José M . Sáenz V aliente en el “A n uario
yeron, m ás ta rd e , en los aco n tecim ien to s que p reced iero n y siguieron a la R evo­ de la Sociedad de H istoria A rg e n tin a ” del año 1941, p ág. 288.
lución de Mayo,
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In g late rra juzgó incorrecta la actitud de E spaña y, ha­
La legislación de Indias en la teoría y en la práctica biendo tenido conocim iento de que cuatro frag atas espa­
L os españoles, al establecerse en las regiones conquistadas de ñolas llevaban grandes caudales que debían ser entregados,
A m érica, trajeron sus costum bres y leyes adaptándolas, en m uchos secretam ente, a N apoleón, ordenó que fueran apresadas.
casos, a las m odalidades propias de las nacientes colonias de las que Cerca de Cádiz, las cuarto fragatas fueron atacadas y
form aban parte las poblaciones indígenas.
rendidas por la fuerza, excepto una, la “M ercedes”, que
A sí nacieron, de m anera continuada, disposiciones de carácter
civil, com ercial, m ilitar y eclesiástico, en tan g ran núm ero que h a ­ voló, pereciendo la esposa e hijas del general don D iego de
cían engorrosa la búsqueda de los docum entos, pues que constituían Alvear. D on Diego y su hijo Carlos, se salvaron por el he­
un conjunto inform e de cédulas, m andatos y sentencias. cho de haberse encontrado, casualm ente, en una de las tres
V arias fueron, en d istintas épocas, las recopilaciones, m ás o m e­ fragatas rendidas. (O ctubre 5 de 1804).
nos ordenadas y com pletas, que se realizaron h asta que una ju n ta
de consejeros, de la que fo rm ab a p arte el em inente ju rista D on
A nte este hecho, E spaña no podía sino declarar la gue­
Ju an de S olórzano P ereira, que había ocupado cargos de im p o rtan ­ rra a In g late rra y aliarse a F ran cia (1805).
cia en A m érica, ultim ó la com pilación, en 1680, que fué prom ulgada L a Colonia del Cabo era una posesión de H o lan d a ; pero
por el rey C arlos I I en 1681. Su designación fué: Recopilación de como esta nación estaba entregada a la política de N apoleón,
leyes de las Indias.
In g late rra, que se encontraba en gu erra con él, resolvió
E sta s leyes dem u estran que era co n stan te el in terés y el des­
velo de los m onarcas españoles p ara p roporcionar el m ejo r bienes­ apoderarse de aquella colonia por considerarla territo rio ene­
ta r a los colonos, así com o a los indios, ta n to m ás a éstos últim os, m igo. Con este propósito fué enviado el com odoro H om e
que eran considerados com o súbditos. Y era con este p ro pósito P opham al m ando de una escuadra con tro p as de desem ­
que, frecuentem ente, se o rdenaban investigaciones p ara establecer la barco, uno de cuyos jefes era el general Guillerm o C arr
veracidad de los cargos que se hacían co n tra los encom enderos y Beresford.
gobernantes. E n la práctica, las “L eyes de In d ia s” no tuvieron el
éxito que esperaban sus com piladores. Los g obernantes, desde los In g late rra abrigaba tam bién la intención de apoderarse
m ás altos a los m ás hum ildes, salvo rara s excepciones, eran desho- ( de las colonias españolas del P la ta ; Popham , que conocía
nestos en el desem peño de sus cargos, pues sólo se preocupaban de estas intenciones de su gobierno, decidió realizar la arries­
o btener beneficios violando las leyes y ordenanzas. gada em presa. E m barcó en su escuadra una p arte de las
D e nada valía que lós g obernantes, aun sin excluir a los de m ás
alta categoría, tuviesen que p rese n tar un inventario de sus bienes
tropas que había utilizado en la tom a de la Colonia del
antes de ocupar el cargo, y ju ra ra n que no cobrarían coim as en el Cabo, poniéndolas al m ando del general B eresford, e, inm e­
desem peño de sus funciones. diatam ente, salió con rum bo a Buenos Aires
INVASIONES ING LESA S Primera invasión
Antecedentes D u ran te la prim era m itad del mes de Junio de 1806 co­
m enzaron a circular rum ores en la ciudad de B uenos A ires
E n F rancia, luego de la revolución de 1789, un hom bre
de que habían sido avistados algunos buques de g u erra no
de condiciones excepcionales, había conseguido ser procla­
españoles. U n “práctico” que había sido despachado desde
m ado E m perador con el nom bre de Napoleón I. (M ayo de
1804). E ste hom bre, con sus conquistas, había llegado a M ontevideo para recorrer el estuario, com unicaba desde la
E nsenada de B arragán, el día 22, que había encontrado
ser un peligro para la libertad del m undo. In g laterra tra tó
varios buques a pocas leguas de allí, y que había sido per­
de form ar una coalición de defensa común y buscó aliados.
seguido de inm ediato, por eílos. Y a no existían dudas acer­
E spaña, gobernada por Carlos IV , rey bien intenciona­
ca de los rum ores y de los propósitos de la expedición avis-
do; pero de carácter débil e indeciso, siguió una política, a
veces n eutral y, otras, veladam ente favorable a N apoleón, Z 1) L,a población de la ciudad de B uenos A ires e ra , entonces, de 45.000
habitan tes.
con quien llegó a firm ar un tratad o secreto.
13
*
— 190 —

tada. E stas noticias decidieron, por fin, a Sobrem onte a adop­


ta r las prim eras m edidas de defensa.
G rande era, sin em bargo, la confianza de Sobrem onte, y
lo d em ostraba el hecho de que, el día 24, se entregara, con
toda su fam ilia, a celebrar el cum pleaños de un futuro hijo
político suyo. L a fiesta fam iliar, celebrada en el F u erte, con­
tinuó en el teatro , donde se realizó un espectáculo apropia­
do al acontecim iento, y fué precisam ente allí en su palco,
donde Sobrem onte recibió el p arte de que los ingleses se
prep arab an p ara desem barcar en la costa de Quilines.
H ab ían Conseguido, con un am ago de desem barco en la
E nsenada, en g añ ar a L iniers (*) com andante del puerto.
Se encontraban fondeadas en las valizas interiores algunas
cañoneras y o tras em barcaciones, todas arm adas con caño­
nes de diferentes calibres y tripuladas por cerca de 200 hom ­
bres ; pero no se m ovieron del fondeadero, ni dispararon un
tiro.
El 25, a m edio día, los ingleses desem barcaban ya tra n ­
quilam ente en la playa de Quilm es, y, atravesando los b a­
ñados, ocuparon la población a las 3 de la tard e sin ser mo­
lestados en absoluto.
E n la ciudad, S obrem onte m andó tocar generala en las
calles llam ando a los m ilicianos. Los vecinos acudían tam ­
bién con la m ayor v oluntad para recibir anuías y m uniciones;
pero la falta de organización im pedía que las cosas se hi­
cieran en orden. E n la F o rtaleza todo era confusión. U nos
pedían m uniciones, otros arm as; los jefes daban órdenes a
g rito s y nadie ottedecía.
P a ra contener a los ingleses salieron hacia el puente de
B arracas (p u en te de G álvez) las fuerzas que se habían or­
ganizado con ta n ta precipitación, unos 1000 hom bres,, con
6 cañones, al m ando del In sp ecto r de milicias. P asó éste el
puente a las nueve de la noche del m ism o día 25, y, al
am anecer del día 26, em prendió la m archa hacia Quilm es,
en busca de los enem igos. E sto s atacaron resueltam ente, y
a las prim eras descargas, los m ilicianos dieron m edia vuelta
y se dispersaron dejando algunos cañones y otras arm as en

(1 ) D . Santiago de L,iniers, francés de nacionalidad, nació en N io rt en 1745


— 192 — — 193 —

poder de los invasores. R eunidos los dispersos se replegaron ocupó de to m ar las disposiciones necesarias para h u ir con
hacia el Riachuelo y repasaron el puente, que luego fué que­ su fam ilia hacia L uján, donde ya se encontraban los cauda­
mado, para dificultar a los invasores el cruce del río. A estas les, y así lo hizo acom pañándole una escolta.
fuerzas, desorganizadas, se unieron otras que acudieron de
Como los ingleses exigieran la en trega de los caudales,
la ciudad form ando, así, un to tal de unos 3000 hom bres.
S obrem onte tuvo que traslad arse a Córdoba sin ellos. U n
Sobrem onte, m ientras tanto, puso en salvo los fondos de destacam ento de las fuerzas inglesas los tra jo a la ciudad
las cajas reales, enviándolos a L u ján para que, de allí, fue­
y luego fueron enviados a L ondres.
ran llevados a Córdoba.
L os ingleses, p or su parte, habían continuado el avance L ibres ya de enem igos, los ingleses, siguieron avanzando
con grandes precauciones, llegando al R iachuelo y a de no­ sin que nadie opusiera la m enor resistencia. U n parlam en­
che, y se prep araro n para atravesarlo contando p ara ello con tario, desprendido de las fuerzas invasoras, pasó al Fuerte*
los botes y lanchas que les fué posible conseguir. se entrevistó con el brigadier José Ignacio de la Q u intana
E l día 27 por la m añana, después de un copioso aguacero, e intim ó la rendición. C onvenida ésta, el ejército invasor
se inició un fuego graneado por am bas p a rte s ; pero en me- em prendió de nuevo la m archa entrando en la plaza M ayor
. nos de una h o ra los defensores, faltos de organización y au ­ por la calle llam ada hoy de la Defensa, a las 3 de la tarde,
x ilio s , y ya (Junio 27 de 1806).
sin m u n ic io ­ El brigadier Q u in tan a entregó las llaves del F u erte, y
nes, tuvieron éste fué ocupado inm ediatam ente por los invasores izando
que cesar el en él la bandera inglesa. «■
fuego y em­
prender la re­ A ntes de la entrada de las tropas invasoras en la plaza,
tirad a perm i­ se habían producido en ésta y en el F uerte, escenas de ju sta
tiendo, así, a indignación y protesta, tan to de p arte de los m ilicianos co­
los invasores mo de todo el pueblo allí reunido.
a t r a v e s a r el Al destrozo de las arm as y a las m aldiciones, acom pa­
río sin m ayo­ ñaban los gritos de ¡ tra ic ió n ! ¡ tra ic ió n ! pues nadie se resig ­
r e s d ific u lta ­ naba a soportar lo que estaba sucediendo por in eptitud de
des. los que m andaban, en prim er lu g ar el virrey, que había
S o b re m o n ­ huido cobardem ente.
te, sin atin ar
E l general B eresford expidió una proclam a con la espe­
a nada en su
ranza de tran q u ilizar y satisfacer al pueblo. D ecretó la li­
a t o 1o n d r a -
bertad del culto católico y de la prensa, así com o del com er­
m iento, orde­
nó que una p arte de las fuerzas se replegara a la F o rtalez a; cio, y el respeto a la propiedad. L os m iem bros del Cabildo
y él, con la caballería, se re tiró al paraje llam ado Monte Cas­ prestaron juram ento de fidelidad a S. M. B ritánica y que­
tro, al oeste de la ciudad. daron confirm ados en sus puestos.
D espués de ord enar el repliegue a la F o rtaleza para pre­ L os habitantes conservarían todos los derechos y privi­
parar, en caso' necesario, una capitulación honrosa, sólo se legios de que habían gozado h asta entonces.
— 194 — — 195 —

Trabajos para la reconquista L as autoridades de los pueblos cercanos de L u ján, M o­


rón, P ila r y otros, organizaban grupos m ás o m enos bien
Liniers y Pueyrredón.
arm ados. E sto podian hacerlo con b astan te facilidad por la
E l pueblo de B uenos A ires, a pesar de los agasajos y bue­ circunstancia de que los ingleses no se m ovían de los a r ra ­
nas disposiciones de las autoridades inglesas, no estaba dis­ bales de la ciudad, pues no consideraban conveniente ale­
puesto a so p o rtar el yugo de los conquistadores. jarse, de ellos.
No se tardó, pues, en buscar los m edios de lib ertar la ciu­ P ueyrredón regresó a Buenos Aires, anticipándose a
dad de sus opresores, y, anim ados con este propósito, dos L iniers,-para ponerse al frente de las fuerzas que se habían
vecinos de ella, el ingeniero D. Felipe Sentenach y D. Ge­ estado preparando y cuya m isión era, ante todo, de p ro te­
rardo E steb e y Llac, propusieron el proyecto de excavar dos ger el desem barco de las que debían llegar. A lcanzaba a
galerías debajo de la F o rtaleza y del cuartel de la R anche­ poco m ás de 600 hom bres de caballería, mal arm ados y sin
ría ( 1), y, m ediante la explosión de dos m inas, hacerlos saltar instrucción suficiente, la fuerza a cuya cabeza se puso P u ey ­
con todas las tropas inglesas allí acuarteladas. Los trabajos rredón, y con ella, sin esperar la llegada de la expedición
de esta excavación se prosiguieron durante algún tiem po; de L iniers, m archó hacia la ciudad ocupando el caserío de
pero quedaron interrum pidos por abandono del plan pro­ Perdriel.
yectado. B eresford, al tener conocim iento de la presencia de esas
L iniers, que se encontraba en la Ensenada, solicitó y ob­ fuerzas enem igas, despachó al coronel P ack con 500 hom ­
tuvo .el perm iso necesario para en tra r en la ciudad con el bres y algunos cañones, quien consiguió batirlas fácilm ente.
p retex to d,e v isitar a su fam ilia; pero, en realidad, le llevaba L os paisanos, m al arm ados y sin disciplina, no pudieron re­
el propósito de conocer la verda­ sistir a los aguerridos ingleses. (A gosto 1?).
dera situación referente a las fuer­ F u é en esta acción que P ueyrredón, m uerto su caballo,
zas con que contaba el invasor. se salvó saltando sobre el anca de otro que m ontaba uno
E ncontró, adem ás de la decidida de sus soldados.
disposición del vecindario, el apo­ D ispersados los paisanos de P ueyrredón, éste se tra sla ­
yo favorable de personas influyen­ dó a la Colonia, donde ya se encontraba L iniers p rep aran ­
tes ; pero L iniers, aceptando co­ do el em barco de las tro p as reclutadas.
m o necesarios estos auxilios, pre­ Los ingleses, después del com bate, regresaron a la ciu­
firió pasar a M ontevideo porque dad, pretendiendo dar a aquél una im portancia que no tenía.
consideró que allí podía estable­
cer la base adecuada para orga­ La reconquista
nizar la reconquista. Con el si­
E l plan de L iniers de o rg an izar las fuerzas necesarias
gilo necesario, L iniers se tra s­
en M ontevideo, tuvo el éxito que esperaba, pues tan to el
ladó a la Colonia siguiéndole,
gobernador R uiz H uidobro como las dem ás autoridades, des­
después, D. Ju an M artín de P u ey ­
plegaron la m ayor actividad. L a fuerza organizada se tra s ­
rredón. E n M ontevideo, con el
ladó por tierra a la Colonia donde le esperaba u na escuadri­
gobernador R uiz H uidobro; se celebraron ju n tas de gue­
lla para ser em barcada.
rra, m ientras se hacían los preparativos en am bas orillas
El día 3 de agosto se em barcó toda la tro p a en m ás de
del P lata. veinte em barcaciones de diferente tipo, y la escuadrilla se
dió a la vela al anochecer. E l día 4, an tes de am anecer, lie-
— 196 — — 197 —

g ab a al p u erto de L as Conchas, sin haber sido avistada por Los estandartes, las banderas y todo el m aterial de gu erra
los enemigos. P ueyrredón, que venía tam bién con L iniers, quedó como glorioso trofeo de la victoria.
desem barcó de un bote con anticipación para reu n ir la gente
que debía concurrir con sus caballadas y provisiones al sitio Agitación popular del 14 de Agosto
que indicaran las luces de tres fogones. A las 10 de la m a­
ñana todo el ejército de M ontevideo, fuerte de 1000 hom bres, . Sobrem onte se había desconceptuado debido a su actitu d
se encontraba ya en tierra. P asando por San F ernando y pasiva ante el peligro; y el pueblo, representado en su
San Isid ro ocupó la Chacarita el día 9; y el 10, se situó en m ayor parte por los criollos, ya no estaba dispuesto a so­
los Corrales de Miserere. L as fuerzas sum aban ya 4000 portarlo com o gobernante.
hom bres. P u ey rred ón tom ó el ‘m ando de la caballería. E stan d o ausente Sobrem onte, y vencidos los ingleses, era
L iniers despachó a su ayudante H ilarión de la Q uintana necesario co n stitu ir una autoridad. E l Cabildo, entonces, de­
p ara que en treg ara a B eresford, en el F u erte, un pliego con cidió convocar a los principales vecinos a una reunión (C a­
la intim ación de rendirse. El jefe inglés contestó que se bildo abierto) p ara que, teniendo en cuenta la situación
defendería hasta el caso que le indicara la prudencia, para anorm al y los peligros que podían sobrevenir, to m ara alguna
ev itar al pueblo m ayores m ales. E sta contestación llegó al resolución.
cam pam ento de Liniers, en Miserere, a la m edia noche del L a reunión tuvo lugar el día 14. M ás de 4000 personas se
m ism o día 10. Sin perder tiem po, el ejército em prendió la encontraban disem inadas en la plaza M ayor, así como en los
m archa hacia la plaza del Retiro, teniendo que vencer las altos y ba­
dificultades que le im ponían los fangales del -trayecto. jos del Ca­
E l R etiro fué ocupado, desalojando a un destacam ento bildo, a n ­
inglés de 200 hom bres que allí se encontraba. (D ía 11). s i o s a s por
U n a colum na enviada por B eresford en auxilio de los su­ conocer las
yos, fué obligada a replegarse a la plaza M ayor. E l grueso d e c is io n e s
de las fuerzas de L iniers pernoctó en la plaza del R etiro, de la asam ­
y el día 12, antes del mediodía, llevó el ataque general blea.
entrando p o r varias calles, que fueron las llam adas hoy L a mul­
Reconquista, San Martín, etc. titu d tem ía
Los ingleses iban siendo desalojados de los puntos prin­ que el Ca­
cipales de la plaza que ocupaban, term inando por reple­ bildo abier­
garse a la F o rtaleza e izar bandera de parlam ento. to t o m a r a
E l pueblo, sin em bargo, no se conform aba con esto y alguna de­
pedía que se procediera al asalto del F u erte. B eresford, en­ term inación opuesta a sus ideas, y, dom inada por la im pa­
tonces, m andó enarbolar una bandera española, arriando ciencia, se agolpó a las p u ertas de la sala de reuniones, p ro ­
la blanca. testó a gritos y enérgicam ente, pidiendo que en el acto se
E sto produjo un entusiasm o indescriptible. B eresford nom brara a L iniers jefe m ilitar.
y todos sus oficiales y soldados salieron de la F ortaleza El pueblo fué escuchado y L iniers asum ió el mando.
con sus banderas, y m archando al com pás de las bandas de
Sobrem onte, m ientras tanto, se acercaba a Buenos A ires
m úsica, p ara ir a depositar sus arm as an te los vencedores. al frente de algunas fuerzas, que había reclutado en el in te­
(A gosto 12). rior, principalm ente en Córdoba. E n contrábase en F onte-
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Plano de Buenos Aires en 1805 zuelas cuando se le inform ó de la resolución que h abía to ­
m ado el Cabildo abierto.
S obrem onte pretendía e n tra r en la ciudad de Buenos
A ires e im ponerse; pero se le hizo com prender que sem e­
jan te actitu d podía dar lug ar a disturbios graves y a la su ­
1 1! i s* 11 =
. . '5 >> . £ t blevación de las tropas. El resultado fué que el v irrey quedó
Sillico % O 'Z -d J! ? > o
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5 d -o
rt s ¿ c°
no o suspendido pasando a la A udiencia y al Cabildo todo lo que
3 g*S.S * 2 JC/)
51-1S„13N-n
^5 n3“Ü correspondía al orden civ il; y a Liniers, el m ando m ilitar.
E l pueblo em pezaba a ten er conciencia de su derecho,
1£ sSU~ -S2 i»
■ «j ® a sentirse soberano.
v /y r f y j . b O Vj . m v S'
A S obrem onte se le ordenó que pasara a la B anda O riental
'■H U Í con las fuerzas que traía, y que se hiciera cargo de la de­
- o «i “ 8 “ Z .S
o ^ 3 «- ‘O ni fensa de M ontevideo, pues se ten ía la seguridad de que los
. « N C O,
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= >c - g-mu ingleses preparaban un ataq u e con grandes fuerzas.
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-o . 2 1/3.5 I Aprestos militares en Buenos Aires y en Montevideo.
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c-JücmS Creación de batallones.
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ys -wOr= s - M<
a .- O A pesar de h aber sido desalojados los ingleses, éstos no
sl^s'.l'-s abandonaron el proyecto de in te n ta r una nueva acción para
«£ r s < á ? apoderarse de Buenos Aires.
-« 5 2 2S - ^ 3 u E l com odoro P opham había podido salvarse con to d a la
«-SgS-S-5! ^ escuadra y su tripulación, y esto le perm itió perm anecer en
! o" L 8 " I el estuario a la espera de los refuerzos que había pedido,
» S s c3.s « S g m ientras se entretenía en bloquear los p u ertos denlas dos
S « Sr^fS
c* £•=„• g-B-S§
I O,°l «N ~ K m árgenes.
^ w“. OJ• «u
• J5 I ÍJt^-S E n B uenos A ires y en M ontevideo se tom aron las m edidas
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"2 necesarias para p rep arar la defensa. En la prim era de estas
ca3- ¿. 2h« *I « «. 8r ciudades se form aron batallones facultando a los soldados
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II s£s s Los criollos form aron la Legión de Patricios, com puesta
□ □ □ □ □ □ □ 1 «,|.2J5> «í
_^2¿rt *5« Ii T3v £¡J O"OU«<?■* de tres batallones, y que estaba al m ando de D. C ornelio
D D P O D P O | 3 "O O «-* Saavedra. Se form aron tam bién los cuerpos de arribeños, hú­
S » • Wai H«
□ □ ,□ □ □ c c M 8 " .s s « ¿ ? .a sares de Pueyrredón, cazadores correntinos, y algunos otros.
dnu onc É S . í í í
í 3 “r - ° a
-o o L os españoles se designaban según el nom bre de la p ro­
nñnanoc j¡ -i *¿ | N fl
vincia de su nacim iento: catalanes, gallegos, andaluces, etc.
T odas las clases sociales estaban rep resentadas en estos
□ □ □ □ □ n c w batallones: m édicos, abogados, com erciantes, obreros, etc.
— 201 -
— 200 —
El prim er auxilio, unos 500 hom bres, p artió al m ando de
H a sta los niños form aron grupos arm ados con hondas y se
D. P edro de Arce, el m ismo de la disparada de Q uilm es
ejercitaban, a pedradas, en las calles, dirigidos por algunos
durante la prim era invasión. E l convoy, favorecido por una
de ellos, entre los cuales se hallaban Cornelio Zelaya y un
hijo de L iniers. T odos los cuerpos llevaban vistosos unifor­ noche m uy obscura, pudo cru zar el río a la altu ra de
mes, adquiridos a su costa. la isla de M artín García, y desem barcar en la costa oriental
algunas leguas al norte de la Colonia, sin ser descubierto
Pocos m eses después de vencidos los ingleses, había ya
por los barcos enemigos. (E n ero 26). Después de 6 días de
m ás de 8000 soldados b astan te disciplinados y entusiastas.
m archa, pudieron llegar a la plaza de M ontevideo y p en etrar
M ontevideo, com o plaza fuerte, estaba, a fines de 1806, en ella, cuando y a sus defensores estaban por sucum bir
bien defendida, debido a la actividad de su gobernador don ante los furiosos ataques del ejército invasor. (F eb rero 1?).
P ascual R uiz H uidobro. C ontaba con m ás de 150 cañones,
m uniciones en cantidad y víveres para m ucho tiem po. L a Pocos días después de la p artid a de Arce, salía L iniers
guarnición pasaba de 3000 hom bres. con 1500 hom bres y pudo b u rlar tam bién la vigilancia de
los barcos enemigos. D esem barcó al norte de la Colonia
Segunda invasión - T om a de M aldonado, M ontevideo (E n ero 3 0 ); pero sin en co n trar las caballadas y las carretas
que le habían sido prom etidas. E nco n trán d o se ya en la Co­
y la Colonia - Ju n ta de g u erra del 10 de febrero lonia, dispuesto a proseguir la m archa a pie, recibió la no­
D estitución de Sobrem onte ticia, el día 4, de que M ontevideo había sido tom ada por
L as prim eras fuerzas pedidas por Popham , provenientes asalto el día anterior.
del Cabo de B uena E speranza, llegaron dem asiado tarde, L iniers dispuso el reem barco de las tro p as y el regreso
pues B uenos A ires ya había rendido a los invasores. inm ediato para reforzar y o rg an izar la resistencia en B ue­
nos Aires.
Popham decidió, entonces, posesionarse de M aldonado
M ontevideo se defendió heroicam ente de los furiosos a ta ­
y esperar otros refuerzos, ya pedidos. ques del ejército sitiador y del bom bardeo de la escuadra.
A m ediados de noviem bre (14 al 16) desem barcaban en E l tim orato Sobrem onte, en cambio, perm aneció inactivo,
el puertoy de M aldonado, después de una vigorosa resisten ­ y una vez rendida la plaza, se retiró , con las fuerzas que
cia opuesta por la guarnición, com puesta de sólo unos 200 m andaba, a Canelones, y luego estableció el cuartel general
m ilicianos. a inm ediaciones del arroyo del Rosario.
L o s ingleses perm anecieron en M aldonado a la espera Los ingleses, para aseg u rar las bases de sus próxim as ope­
de m ayores fuerzas. L as prim eras, más de 4000 hom bres, raciones contra Buenos A ires, m andaron u na división para
venían al m ando del general A uchm uty. E ste, con todas las apoderarse de C an elo n es; y otra, m andada por el coronel
fuerzas, tran sp o rta d as en m ás de un centenar de barcos, Pack, para ocupar la Colonia y San José.
realizó el desem barco en la playa llam ada del Buceo, cerca
L a noticia de la rendición de la plaza de M ontevideo p ro ­
de M ontevideo. (E n ero 18).
dujo tal indignación en Buenos A ires, que provocó un m ovi­
D espués de una resistencia mal organizada por inep­ m iento revolucionario. E l pueblo acudió num eroso a la plaza
titu d y cobardía de Sobrem onte, los ingleses pudieron p er­ M ayor, para pedir la convocación de un Cabildo abierto. Así
m anecer, allí, con suficiente tranquilidad para p rep arar el se hizo, y se acordó que S obrem onte quedase suspendido
asalto a la plaza de M ontevideo. E sta ciudad sólo podía de los cargos de V irrey, G obernador y C apitán G eneral
ser auxiliada desde Buenos Aires, pues Sobrem onte se ha­ (F ebrero 10). L a A udiencia quedó con el m ando p o lítico,
bía retirado al cam pam ento de L as P iedras, perm aneciendo y Liniers, con el m ilitar.
allí en la inacción.
— 203 —

Sobrem onte, desde Soriano, fué traído a Buenos Aires,


donde perm aneció h asta que, llam ado a E sp añ a p ara ser
juzgado, regresó allí a fines de 1809.
E n E spaña, después de un proceso de casi cuatro años
de duración, el C onsejo de G uerra y M arina lo absolvió de
todo cargo con la declaración de que el juicio no afectaba su
honor y fama. Se ordenó que se le abonaran los sueldos de­
vengados, y fué ascendido a m ariscal de campo
E l dom inio de los ingleses de casi Aoda la banda oriental
del río, con la posesión de M ontevideo y la Colonia, signifi­
caba un peligro enorm e para Buenos Aires. L iniers, con el
propósito de am inorar ese peligro, despachó al coronel don
Francisco Javier de Elio, al m ando de 1500 hom bres, con la
m isión de recuperar la Colonia.
Elio pudo desem barcar sin obstáculos en la costa u ru ­
guaya, aproxim arse a la Colonia y atacar de im proviso a la
g u a rn ic ió n ; pero, si en un principio le favoreció el éxito,
el final de su cam paña fué un descalabro com pleto, que le
obligó a reem barcarse abandonando cañones y otro s per­
trechos de guerra. (A bril de 1807).

LA D E F E N S A
(P rim e ra p a rte )

Desembarco de los invasores - Combate de Miserere

Con la posesión estratégica de M aldonado, M ontevideo


y la Colonia, los ingleses se dedicaron a p rep arar todas sus
fuerzas, que alcanzaban a 14.000 hom bres, para in te n ta r de
nuevo la em presa de conquistar a Buenos Aires.
M ientras el alm irante M urray, con su escuadra, vigilaba
todo el estuario del P lata, el general W hitelocke activaba los
preparativos para la arriesg ad a em presa. E m barcados 12.000
hom bres en m ás de 100 buques, en tre barcos de g u erra y
transportes, zarparon de M ontevideo el 26 de junio de 1807.
E l día 28 dieron com ienzo al desem barco en las cerca­
nías de la Ensenada. El 30 se m ovían hacia la ciudad. L legada
(1) Sigfrido A. R adaelti. “ L a irrev e re n c ia h istó ric a ” . P ág. 8.
— 204 —
— 205 —
a ésta la noticia del desem barco de los invasores, las autori­ Riachuelo — m archó al encuentro de la v an guardia ingle­
dades dieron las señales de alarm a con el toque de generala, sa, ya acam pada en M iserere. Allí se trabó un com bate que
llam ada con la cam pana del Cabildo, tocando a reb ato ; y duró apenas una m edia hora, y concluyó con la d erro ta y
disparo de tres cañonazos desde la F ortaleza. T odos acudie­ dispersión de las fuerzas de la defensa, con pérdida de trece
ron a ocupar sus puestos, y se pasó revista a las fuerzas cañones, m uertos, heridos y prisioneros. (Julio 2).
organizadas.
L iniers había considerado todo perdido, y a tal punto,
El l* de Julio el ejército, fuerte de unos 7.000 hom bres, que no se preocupó, en los prim eros m om entos, de reu n ir a
m archó hacia el Riachuelo, pasó el puente de Gálvez, y se los dispersos, y de com unicarse con las autoridades de la
dispuso p ara p resen tar b atalla; pero el enem igo no aceptó. ciudad. Se refugió en una casa donde según su confesión,
E sta salida del ejército del ccntro de la ciudad, para ata­ “pasó la noche m ás am arga de su vida”.
car al enemigo en cam po abierto, fué un grave error, y, m ás Si el jefe de la vanguardia inglesa, después del com bate,
aún, el haberse colo­ hubiese m archado inm ediatam ente sobre la ciudad, habría
cado del otro lado del encontrado una m uy débil resistencia, porque las fuerzas
Riachuelo, pues en dejadas en ellá eran pocas, y la defensa n o había sido pre­
el caso de un con­ parada. Y las m ism as tropas que habían quedado en el
traste, la r e t i r a d a Riachuelo, ya desm oralizadas, y casi abandonadas, habrían
h abría resultado un sido fácilm ente derrotadas porque, en cam po abierto, no
verdadero desastre. podían resistir a las aguerridas tropas inglesas.
E l día 2 la van­ E l grueso del ejército invasor, m ientras tanto, había
gu ard ia del ejército m archado para cruzar el R iachuelo m ás al oeste, y lo hizo
invasor, al m ando de por el lugar llam ado paso de Zamora, incorporándose,
Gower, realizó al­ después, a la vanguardia, en M iserere.
gunos m ovim ientos
sim ulando atacar y
retroceder, para no
descubrir su plan es­ LA DEFENSA
tratégico. D é este (S egunda parte)
m odo se corrió m ás
lejos del puente de Organización de la defensa - Operaciones del 2 al 4 de Julio.
Gálvez y cruzó el Ataque de los invasores, del día 5 - Su capitulación.
R i a c h u e l o por el
paso Chico para ir a situarse, al oeste de la ciudad, en los
L as prim eras noticias que llegaban del descalabro su­
corrales de Miserere
frido por L iniers en M iserere, alarm aron a la población; y la
L iniers, entonces, repasó el río y, al frente de unos 1500 en trad a a la ciudad de las tropas fugitivas en desbande, in­
hc/mbres — p arte de las tropas que se encontraban en el fluyó para que aum entara la desm oralización g e n e ra l; pero
la reacción no tardó en producirse y contribuyó a afirm arla
(1) E m pezaron a funcionar en 1775 y ocupaban una extensión m ayor de lo que es
hoy la plaza 11 de Septiem bre, pues alcanzaba, detrás de la actual estación del F .C .O ., la actitud y decisión de las autoridades, destacándose entre
hasta la calle C o rrien tes; y de la Av. P u ey rred ó n a la calle Ecuador. todos el alcalde D. M artín de Alzaga.
14
1
M ientras tan to el coronel B albiani con su división de 2000 la m archa hacia la ciudad y entró por el R etiro en medio
hom bres y artillería, desde B arracas, se replegó a la ciudad. de las aclam aciones del pueblo. Aprobó el plan de defensa
R eunidos los principales jefes para deliberar sobre las me­ que se había adoptado y que ya estaba en ejecución, y se
didas u rgentes que era necesario tom ar, se adoptó un plan dedicó, ya como jefe designado de la defensa, a proseguir
de defensa que consistía en la form ación de cantones distri­ los trabajos para com pletarla. (D ía 3).
buyendo las tropas en las azoteas, contando, adem ás, con la
Día 4 — D esde el día an terior las avanzadas del ejército
ayuda del vecindario (1).
invasor habían entrado en contacto con las avanzadas de
Se resolvió, asim ismo, establecer una línea de atrinchera­ los defensores, provocando guerrillas.
m iento en cuyo recinto estaba com prendida la plaza M ayor
y las m anzanas de edificación que la rodeaban, en una ex­ Como ya lo había hecho el día anterior,^el enem igo m an­
tensión de tres a cua­ dó de nuevo un parlam entario intim ando la rendición, y otra
tro cuadras con algu­ vez' sin resultado. L iniers contestó al general W h ite lo c k e :
nos puestos avanza­ “que m ientras tuviese
dos. H abía, ad e m á s,, m uniciones, la p l a z a
una guarnición en la no se ren d iría”.
plaza del R etiro que D u ran te la n o c h e
ocupaba el edificio del del día 4 se creyó en
circo de toros, y una la posibilidad de un
batería sobre la b a­ a ta q u e ; pero tran scu ­
rranca inm ediata. rrió tranquila. L os in­
E n las esquinas de gleses estaban ocupa­
la plaza M ayor, y en dos en p rep arar el
o t r a s , se apostaron ataque general para
cañones pesados, en­ (la m añana del día
filando "las calles. siguiente.
E n las casas, contribuyendo todos los m iem bros de cada A taque a la iglesia de S a n to D om ingo J)ía 5. - A la m añana
p o r las fuerzas de la defensa. , , -
familia, aún los niños, se> hacía provisión de cuanto objeto ael día 5 un canoneo
podía servir para aniquilar al invasor, utilizando h asta el general de los invasores fué la señal del ataque.
9-gua hirviendo. El ejército enemigo form ando 3 gruesas divisiones, se frac­
L a inacción en que perm aneció el enemigo, perm itió or­ cionó en 14 colum nas, las que debían atacar por el norte, el
ganizar la defensa de la ciudad de m anera tal, que todos oeste y el sur, teniendo com o objetivo com ún la plaza M ayor.
sus defensores, llenos de entusiasm o, confiaban en el triu n ­ No tardaron los invasores en obtener las prim eras v en ta­
fo. Sólo faltaba un jefe de prestigio en quien pudiera el jas en los puntos avanzados, apoderándose del Retiro, en
pueblo confiar su destino. E ste fué Liniers. la p arte norte de la ciudad; y de la Residencia, en la p ar­
L iniers, desde la C hacarita, al frente de una colum na de te sur. Las dem ás colum nas avanzaban a lo largo de las
1000 hom bres con 13 piezas de artillería, form ada con los calles obteniendo éxito en los ataques llevados co n tra algu­
dispersos de M iserere que había podido reunir, em prendió nos puntos, y, así, habían conseguido hacer flam ear la ban­
(1) Debe tenerse presente que la población de la ciudad de Buenos A ires era
dera inglesa en los edificios del circo de toros y de la R e­
de 40.000 a 50.000 habitantes. sidencia, y en las torres de las iglesias de la Piedad, de las
— 208 — -2 0 9 -

Catalinas y de Santo Dom ingo, pero estas ven tajas debían L as tropas enem igas sufrieron enorm em ente, pues m ien­
d u ra r m uy poco tiem po p ara ellos, pues a m edida que se tras avanzaban por las calles, tenían que sufrir no solam ente
acercaba el fin del día, el triunfo se iba m anifestando en el fuego de fusilería que se les hacía desde las azoteas, bal­
favor de los defensores, que habían luchado heroicam ente x. cones y ventanas, sino tam bién el daño de toda clase de
proyectiles y las quem aduras de agua caliente. L os ingleses
habían perdido la m itad de sus jefes y oficiales, entre m uer­
tos, heridos y prisioneros, y casi la tercera p arte de la tropa.
Las pérdidas sufridas por los defensores, fueron tam bién
grandes y d o lo ro sas; pero en m enor proporción.
Liniers propuso a W hitelocke la paz bajo la condición de
que se em barcara con todas sus tropas y evacuara tam bién
la plaza de M ontevideo; pero no aceptó, y propuso, en cam ­
bio, para gan ar tiem po, un arm isticio para recoger los heridos.
El general W hitelocke, viéndose perdido, reunió a los de­
m ás jefes en Junta de guerra y resolvió aceptar la proposi­
ción de L iniers
dejando para el
día 7 la ratifica­
ción y firm a de
la c a p i t u l a c i ó n
cuyas principales
base^ fu e ro n :
l p Que los in­
gleses Se re tira ­
rían de Buenos
A ires y de M on­
tevideo, e n e l
p l a z o de dos
meses.
2P Que los prisioneros serían devueltos.
E l anuncio del triunfo definitivo se hizo con repiques de
cam panas y salvas de artillería.
L a victoria alcanzada por el heroico pueblo de Buenos
A íres sobre los ingleses, fué celebrada con gran entusiasm o
no sólo en la capital sino tam bién en las dem ás colonias
(1) E n la to rre del co stad o este de la iglesia de S an to D om in g o (e n to n c e s te n ía españolas de A m érica y en E spaña mismo.
esa s o lam en te ), e stá n m arcad o s los sitio s donde ch o caro n a lg u n as de las balas la n ­
zadas con un cañ o n cito desde el p a tio de u n a casa vecina. L a s que se ven son Se hicieron fiestas, celebráronse funerales en honor de los
de m adera. P a ra los n o m b res a n tig u o s de las calles v éase el plan o de la pág. 198.
m uertos, señaláronse pensiones a las viudas y huérfanos.
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Se dió libertad a 70 esclavos por su digno com porta­


m iento en la defensa. E S T A D O D E L P A IS A L C O M E N Z A R E L S IG L O X IX
Sobrem onte había sido enviado a E spaña, para ser juz­
gado. E l sucesor fué el caudillo de la reconquista y de la
defensa, es decir, L iniers. L a C orte de E spaña le nom bró
La población del país: principales elem entos. - D ivisión de la socie­
virrey, y el 18 de m ayo de 1808, recibía los títu lo s de tal.
dad - E l gaucho - Comercio - Industrias - Carretas - Arrias - Galeras
Balsas y jangadas - M uelle y puerto - Instrucción pública - Periodism o
Influencia de las invasiones inglesas
L o s prim eros pobladores de las diferentes regiones que hoy fo r­
L a victoria obtenida sobre los ingleses fué celebrada m an el te rrito rio argentino, fueron soldados en su m ayor parte, y
en todas las colonias españolas de A m érica, y el entusias­ soldados co ntinuaron siéndolo por m ucho tiem po, puesto que debieron
mo no tuvo lím ites; pero quienes m ás se exaltaron fueron vivir con el arm a al brazo an te la actitud casi siem pre agresiva de los
los nativos de las poblaciones del P la ta porque a su es­ indios debida, en ciertos casos, al carácter indom able de algunas tr i­
fuerzo fué debido, en prim er térm ino, la gloria del triunfo. bus; y, en otros, a las provocaciones de los m ism os conquistadores.
L as poblaciones que, en su origen, fueron pun to s de defensa
L a escasez de fuerzas españolas en Buenos A ires hizo
—fuertes y fortines— eran pequeñas aldeas con edificios de barro,
necesaria la organización de cuerpos de nativos y éstos en su m ayor p arte. S ituadas a largas distancias unas de otras, vivían
constituyeron la colum na de apoyo para exigir, m ás tarde, aisladas, rodeadas de peligros y en la pobreza.
el reconocim iento de sus legítim as dem andas. E sta s viviendas, en la cam paña, eran ranchos de pob re aspecto,
El ab u n d an te arm am ento dejado por los ingleses, per­ en cuyo in terio r no reinaba la higiene, pues, según dice A zara, refi­
m itió d o tar a los nativos, del m aterial necesario para llevar, riéndose a sus m oradores, “ sus habitaciones estaban siem pre rodeadas
luego, la idea de la libertad por todo el V irreinato. de m ontones de huesos y carne podrida porque desperdician cu ad ru ­
plicado lo que ap ro v ech an ”.
L os ingleses que habían quedado en Buenos A ires, y que
L a carencia de m edios de tran sp o rte, rápidos; la falta de cam i­
frecuentaban las reuniones fam iliares, no perdían ocasión nos adecuados, el peligro a que se exponían las expediciones, etc.,
para hablar del despótico gobierno colonial de España, y de eran causas m ás que suficientes para que el progreso fuera lento.
insinuar a los criollos ideas de libertad y de independencia. Con el an d ar del tiem po sus habitantes, a falta de m inas que le
D u ran te el corto tiem po que los ingleses dom inaron en perm itieran lab rarse una fo rtu n a rápida, no pudieron esp erar una
Buenos A ires, M ontevideo y M aldonado, establecieron el recom pensa a ta n to peligro y a tan tas privaciones sino en el tra b a jo
com ercio libre, lo cual produjo un m ovim iento considerable asiduo dedicado a la ag ricu ltura, a la ganadería y a las pequeñas
industrias.
en dichos puertos. E ste hecho hizo com prender que al pro­
E l país ofrecía, pues, poco atractiv o a los aventureros ávidos de
h ibir E sp añ a el com ercio libre, procedía en contra de los enriquecerse p ro n to y con poco trabajo.
intereses de la colonia. Se form ó, así, una sociedad m ás dem ocrática que en M éxico y
E n M ontevideo se publicó un periódico en inglés y cas­ en el P erú , donde la aristo cracia form aba una parte num erosa.
tellano, “T he S outhern S ta r” , (“L a E strella del S ur” ), con E n el P lata, la in corporación del elem ento indígena al elem ento
el fin de dar a conocer a los am ericanos que m uchos de los español se realizó en pequeña proporción resultando, por consiguien­
m ales que sufrían, tenían por causa el gobierno despótico te, en su inm ensa m ayoría, un tipo hom ogéneo sin m estización.
que E spaña había establecido en sus colonias. E n C orrientes, com o sucedía en el P arag u ay , el elem ento indí­
P uede decirse, pues, que si In g la te rra fué vencida en gena se había confundido m ayo rm ente con el elem ento español, re­
sultando el elem ento mestizo.
la lucha, en cambio había triunfado, en parte, por sus ideas,
L as poblaciones del centro y del norte, a pesar de? contacto con
que quedaron sem bradas en tie rra fértil.
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los indígenas de la región, no se confundieron casi, debido al carác­ L a p rim era aparició n del gaucho com o soldado, tuvo lu g a r en
te r m enos sum iso de estos indios que el de los guaraníes. 1806, tom ando p a rte en el encuentro de P erd riel co n tra los ingleses,
E n S antiago del E stero los pobladores h ablaban el quichua; y en y fué d u ran te esa acción, cuando uno de esos paisanos libró a Puey-
C orrientes, el guaraní; pero sólo com o dialecto, pues todos hablaban rred ó n de caer en poder de los invasores.
el castellano. E n los días de la R econquista intervinieron varios centenares de
L a población del país la form aban, pues, los españoles, en tre los gauchos que lucharon con el lazo y las boleadoras: su acción fué
cuales había, generalm ente, algunos nobles, que venían a ocupar los brillante.
m ás altos puestos en el gobierno. E l gaucho del siglo X V I I I no llevaba barba, pues usaba la cara
rap ad a com o era de uso general entonces. L levaba el pelo largo y
L os criollos, que eran los nacidos en el país, y descendientes de form ando una tren za qué* caía sobre la espalda.
europeos, eran los m ás influyentes después de los españoles. E l tra je era el siguiente: p an taló n corto hasta la rodilla, abotonado
L os mulatos, provenientes de la unión de blancos y negros; los con cu atro botones. Sobresalía del p an taló n un calzoncillo que llegaba
zambos, hijos de negros y m u latas; los mestizos, nacidos de blancos hasta el pie, con bordados y flecos. Cha­
e indias; y, con éstos, los negros, en m u y co rto núm ero, fo rm aban la queta muy corta con cuello y solapas;
clase baja de la sociedad. camisa blanca, corbata o pañuelo, chaleco
E n tre la clase noble y la clase baja de m estizos, mulatos, etc., se muy abierto, sujeto con dos botones, y
en contraba la que podría llam arse decente, que la con stitu ían los éeñidor; sombrero blando de copa algo
europeos y criollos, en su m ay o ría dedicados al com ercio, a la in ­ có n ica; poncho o manta, generalmente
dustria y a la ganadería. doblada sobre el brazo. P o r calzado usa­
ba la bota de potro con espuelas. Ade­
E l gaucho. — U n tipo genuino de la cam paña, m erecedor de alg u ­ m ás, com o objetos infaltables, el re­
nas consideraciones, fué el gaucho, que ta n tá influencia tuvo desde benque, y el cuchillo al cinto.
1810, y aún antes, desde las invasiones inglesas, h asta m edio siglo L o s aperos del caballo m erecían del
después. gaucho tan to o m ás cuidado que su
U n territo rio tan extenso com o el que constituye la pam p a infi­ traje. U sab a recao y lucía ap eros m ás
nita, con un clim a sano y tem plado, surcado p o r innum erables co­ o' m enos ricos con piezas de plata.
rrien te s de ag u a que riegan un suelo fértil ap to p ara el pastoreo, Sus cantos eran corrupciones de ai­
y hollado, entonces, por m illares de anim ales que vag ab an librem ente res andaluces: la cifra, el fandango,
y a disposición de quién quería apoderarse de ellos, era apropiado p ara el cielo, etc., parecidos a la jo ta , al
a tra e r a los hom bres dotados de coraje y de espíritu de independencia. bolero.
E n esas regiones apartad as, sin lím ites y sin dueños, era fácil es­ D esde entonces (1776) em pezaron
tablecerse ocupando algunas leguas de tierra. a fig u rar los payadores, gauchos can­
A llí, el paisano levantaba la choza en sitio apropiado, y poco debía tores que alcanzaron, algunos, g ran g t gauciio de fines del siglo XVIII
preocuparse p ara satisfacer el h am bre y la sed: la carne de sus an i­ renom bre.
Proclam ada la Revolución, prestó el tributo de su esfuerzo y de su san­
m ales, y el agua del arro y o o de la laguna, próxim os, estab an siem ­
gre al servicio de la causa libertadora, y, más tarde, formó los contingentes
pre a la m ano, así com o la leña p ara el fuego.
del caudillaje federal o militó en las filas de los ejércitos unitarios.
P a ra pro cu rarse algún dinero con que adq u irir pren d as de vestir D esde antes de 1830, pero principalm ente con la aparición de R ozas
y otras cosas, le b astab a vender algunos cueros que obtenía al m o ­ en la escena política, el gaucho de la prim era época em pezó a tra n s ­
m ento cuereando cuantos anim ales quería. P o r fin, con el caballo, su form arse según los cam bios políticos y la influencia de la civilización.
com pañero inseparable, suprim ía con facilidad las distancias. L os m u ­
chachos) Ctesde los seis o siete años de edad, ya eran jin etes y ay u ­ Comercio - Industrias
d ab an a los m ayores en to d as las faenas rurales. N inguno de ellos, M ien tras en B uenos A ires el m ovim iento com ercial provenía del
com o se com prende, salvo rarísim as excepciones, aprendía a leer y intercam bio de los p roductos de la ganadería, y, algún tanto, de la
a escribir. ag ricu ltu ra, en el in terio r las industrias eran relativam ente florecien­
A m edida que las seguridades eran m ayores, g racias a las nuevas tes, y su rtían de casi todo lo necesario a la vida sencilla de los ha­
líneas de fortines que se iban estableciendo, se extendía tam bién la b itan tes de todo el país, y, aún, sobraba p ara ex p o rtar al B rasil,
ocupación de la tierra, instalan d o estancias en las cuales el gaucho P erú , etc., alg u n o s de sus productos.
trab ajab a com o peón. A sí, en Córdoba, en Salta, en Tucumán, etc., existían manufácturas
-2 1 4 — — 215 —

de tejidos de lana y de algodón y se confeccionaban frazadas, ponchos, “T u cu m án tenía una im portancia com ercial de prim er orden,
alfombras, jergas, etc. fuera d e lo que debía a los p roductos de su suelo y a la g an ad ería”.
“ E ra el depósito de las m ercaderías que tran sitab an en tre B uenos
E n la m anufactura del cuero, se prep arab an becerros, badanas, y
otras variedades, que luego se em pleaban en la confección de cal­ A ires y el A lto P e rú ”.
zados, correajes, etc. “H ab ía en esta ciudad g randes talleres de construcción de carros
o c arretas p ara el tra n sp o rte de los artículos. Calculábase, entonces,
E n M endoza, San Juan, L a R ioja y C atam arca, se producían vinos, I que una c a rre ta de las m ejo r construidas no duraba m ás de dos años
y se preparaban en abundancia pasas de uvas y de higos, y los orejo­
nes de duraznos que eran alim entos g u stad o s en aquella época. en los cam inos abom inables de S alta a B uenos A ires, y com o por
E n Santiago del E stero , en T ucum án, en Salta, se cultivaba la caña otra p arte, no se hacía reg u larm ente m ás que un viaje redondo anual­
mente, venía a d u rar dos viajes de ida y vuelta cada m onum ental
de azúcar, y en las
regiones p a n tan o ­ vehículo”.
“ U n a tro p a contaba generalm ente catorce carretas y cargaba hasta
sas, el arroz.
dos m il arrobas, térm in o medio. E l flete de un viaje redondo im ­
E l laboreo de m i­
nas habia adquirido p o rtab a unos 5.000
b a sta n te d esarro llo pesos fuertes. E l via­
en L a R ioja, en Ca­ je de S alta a B ue­
tam arca, etc. nos A ires, en c a rre ­
E n B uenos A ires tas de bueyes, solía
eran p ró sp eras las d u rar tres m eses y
in d u strias de la pla­ poco m enos de vuel­
tería, de la ta la b a r­ ta ; si a esto se ag re ­
tí ga el tiem po de car­
tería, de la m olien­
da de harinas, etc. ga y de las incesan­
M edios de trans­ tes reparaciones que
p o rte. —• E l tra n s­ las carretas dem an­
p o rte de las m erca­ daban, adem ás de la
derías se hacía, y se incoriveniencia de sa­
hace todavía en al­ lir del n o rte en cier- A taque de indios a u n a tr o p a . de c a rre ta s
gunas regiones, a t o s m e s e s , y en
lom o de muía y en otros de B uenos A ires, se com p ren d erá que durase un año el viaje
carretas de bueyes, com pleto, que im p o rtab a 900 leguas de ida y v u elta”. C1).
em pleándose el p ri­ D e C órdoba a B uenos A ires el viaje en carretas ya era m ás
m er m e d ia en las fácil puesto que se pasaba a las llanuras.
regiones m o n tañ o ­ E n las carretas había lo necesario para arm ar cam as en que
sas; el segundo, en poder dorm ir. C uando se hacían paradas para com er, sentábanse los
las llanas. viajeros sobre sus ponchos, rodeando una fogata, y luego hacían,
N o existían cam i­ el debido ho n o r al asado al asador y al mate.
nos hechos expre­ C onstituían un g rave peligro para los viajeros las hordas de indios
sam ente; pero ellos y los bandidos que m erodeaban en las cercanías de los cam inos, y
se form aban solos cuya m isión era la de asa ltar las tropas de carretas o las galeras
con el tráfico con­ para en treg arse al asesin ato y al robo. U na de las prim eras provi­
tinuado. dencias que debía to m a r una pfersona, al ponerse en viaje, era la de
C hasqui. • C hasquera. - B alsa. - P e lo ta de cuero. - M uías. . Ia ^Poca de arm arse en toda regla. L os tro p ero s llevaban tam bién uno o dos
las lluvias, las trav e­ fusiles (de chispa) por cada carreta, adem ás de c tra s arm as. Cuan-dc
sías se efectuaban se daban cuenta de que les am enazaba un asalto de indios, reunían
con grandes dificultades debido al desborde de los ríos y arroyos todas las carretas en tre sí y form aban un círculo de defensa dentro
y a los pantanos que se form aban. del cual se encerraban p a ra defenderse de los atacantes.
Las carretas. — F u ero n introducidas en A m érica por los españoles
y su construcción variaba de acuerdo con las circunstancias. (1) P. G roussac. — M em . descrip. del T ucum án.
— 217 —

L as arrias. — E n las regiones del norte, las m uías co nstitu y ero n E sto s vehículos se fabricaban con m adera del país, y, en su tipo p ri­
siem pre uno de los principales objetos del com ercio. E n Salta, en el m itivo, eran m uy rudim entarios.
valle de L erm a, se verificaba anualm ente u n a feria p ara la venta de L as ruedas, los ejes y o tras p a rtes de tales carruajes, eran re fo r­
m uías a la cual acudían com erciantes de to d as las dem ás poblaciones. zados forrándolos con lonjas de cuero p ara re ta rd a r su deterioro.
L as arrias se form aban g en eralm en te de unos 300 anim ales. D e­ P uede co m p ararse la galera de aquellos tiem pos, a una casilla am ­
lante iba la llam ada yegua madrina, con u n cencerro colgado al bulan te; pues todo se hallaba en e lla s p ro v is io n e s alim enticias, útiles
pescuezo, y detrás seguían todas las m uías. C ada m uía podía llevar p ara p rep a ra r la comida, cam as, y lo' dem ás que podía necesitarse
de 200 a 250 kilos de ca rg a y, m archando, ya por cam inos llanos, al em prender un viaje que solía d u rar m uchos días o meses.
ya por senderos escabrosos, al borde de p rofundos precipicios, reco­ Balsas y jangadas. — L a balsa es la m ás sim ple de las em barca­
rrían unas seis leguas diarias. ciones prim itivas. L os indios se servían de ellas, y los conquistadores
las ad o p taro n tam bién p ara la navegación fluvial y p ara tra sb o rd a r
L a llegada de una a rria a alguna población era m otivo de re g o ­ las galeras de una orilla a o tra de los ríos, cuando éstos no ofre.cían
cijo porque, adem ás de las m ercaderías, los arriero s conducían la facilidades p ara vadearlos.
correspondencia y, com o esto no sucedía m uy a m enudo, no hay L as balsas destinadas a la navegación fluvial tenían u na choza o
para que decir con cuan ta aleg ría era celebrado el acontecim iento. cabaña en el centro hecha con troncos de árboles y cañas. D en tro de
C orreos. — L as enorm es distancias que separaban las d istintas la choza se g u ard ab a la carg a y se alojaban los viajeros y trip u lan ­
poblaciones del virreinato, y la carencia de vehículos que p rovocaran te s. T am b ién se llam aban jangadas.
relaciones sociales, ya fuera p o r el acercam iento de las personas A lgunas veces se le aplicaba en la p arte delantera una vela sosteni­
o, a lo m enos, por el interm edio de la correspondencia epistolar, o ri­ da p o r dos palos en form a de A.
ginaban su aislam iento. A unque estas em barcaciones ofrecían m ucha seguridad, no era
L os m alos cam inos y lo peligroso de los viajes, d ificultaban las tanta, sin em bargo, com o p a ra atrev erse a navegar lejos de la costa,
comunicaciones;^ pero, h asta m ediados del siglo X V III, la falta de en los g ran d es ríos, y es p o r esto que lo hacían siem pre tan cerca
correos fijos fué la causa principal de que esas com unicaciones no como era posible p ara a tra ca r y aseg u rarlas en cuanto am enazaba
fueran fáciles y m ás frecuentes. una to rm en ta.
E l tra n sp o rte de carga y viajeros entre B uenos A ires y M ontevideo,
F u é en 1748 que se estableció en el P la ta el servicio fijo de se hacía p o r m edio de lanchas, las cuales, con tiem po desfavorable
correos p o r iniciativa de don D om ingo de B asavilbaso, nacido en y tem pestuoso tard ab an h asta doce días p ara realizar viaje tan corto.
B uenos A ires, quien adm in istró el servicio d u ra n te largos años. Con v iento favorable em pleaban 24 ho ras o poco más.
L os correos o “chasquis” m arch ab an a caballo, y la co rresp o n ­ M ás tard e se crearon o tras em barcaciones cuya m isión principal
dencia la llevaban en una bo lsa o valija de cuero cerrada con llave. era la de conducir la correspondencia entre las dos ciudades del P lata,
Seguían generalm ente, en su itinerario, los cam inos que to m ab an y se llamaban, chasqueras, nom bre derivado de la palabra chasqui.
las carretas y las arrias. E stas em barcaciones tenían una vela extraordinariam ente alta que le
perm itía efectuar la trav esía en m ucho m enos tiem po. U n m edio cu­
D e distancia en distancia había puntos de parada, llam ados pos­
rioso p a ra atrav e sar los ríos y que fué de uso m uy general, era el de
tas, en las cuales se efectuaba la m uda de los caballos. L os encargados
una especie de b ote de cuero al que se daba el nom bre de pelota. L a
de las postas se llam aban m aestros de postas. U n a posta la co n s­
pelota consistía en un cuero seco al cual se le hacía to m ar la form a
tituía un ran ch o de barro con techo de totora. (V e r pág. . . . ) .
de una fuente h onda y se le adaptaban dos listones de m adera p ara
P a ra aseg u rar la distrib u ció n , el correo debía d ar u n recibo fir­ que conservara dicha form a. E l viajero se sentaba dentro de la pelota
m ado, p o r la correspondencia que recibía y exigirlo, a su vez, de las y, así, é sta era llevada por un individuo, que, nadando y tiran d o de un
personas a las cuales la e n tre g a b a 1. " cordel, la dejaba en la orilla opuesta. (V éase pág. 185).
Las galeras. — La carreta, com o m edio p ara conducir p asaje­ M uelle y puerto. — L as restricciones establecidas al com ercio
habían hecho casi inútil, d u ran te m uchos años, en B uenos Aires,
ros, ten ía com o principal, en tre sus inconvenientes, el de la lentitud.
la construcción de u n p uerto, puesto que el R iachuelo constituía un
Con posterioridad a la carreta se in tro d u jo la diligencia o galera. apostadero abrigado; pero desde la declaración del com ercio libre
con los puertos de España,- (1778) la construcción, a lo m enos de
(1) N o e sta de m ás, aquí, a n tic ip a r estos datos referen tes a l uso, re la ­
tivam ente m oderno, de la^ estam pilla postal. Se usó p o r p rim era vez en 'I n g la ­ un muelle, se hizo necesario, y éste se m andó construir frente a la
te rra en 1840. E n la R ep ú b lica A rg e n tin a , fué la p ro v in cia de C orrientes la p ri­ ciudad, porque el R iachuelo se en contraba dem asiado distante, y los
m e ra que estableció su uso en 1856 siendo g o b e rn a d o r D o n J u a n P ujol, p o r cam inos eran pésim os para llegar a él.
decreto del 29 de feb rero de dicho año, E l go b iern o de la C onfederación A rg e n ­ E n 1802 se dió com ienzo a la construcción de un m uelle de piedra,
tin a em itió estam p illas p o stales en 1858.
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La ciudad de Buenos Aires a fines del siglo X V III. del río, guardada en tinajones, y com prándola a los aguateros (agua­
d o res), quienes la sacaban del río llenando grandes pipas colocadas
L a ciudad de B uenos A ires, a fines del siglo X V I I I tenía unos sobre carros especiales tirados por bueyes.
40.000 h abitantes y era considerada, en tre las ciudades' de la A m érica D e noche era necesario llevar una linterna o farolito de m ano p ara
española, com o la cuarta en im portancia, ocupando L im a el p ri­ evitar accidentes porque la luz de las velas del alum brado públi­
m er puesto. co era insuficiente.
E l p erím etro que lim itaba la p arte m ás den sam en te poblada lo
L as lavanderas efectuaban el lavado de la ropa en los charcos
form aban la actual calle C orrientes al n o rte; la de C. Pellegrini,
de agua que se fo rm ab an en tre las toscas de la playa. E l ag u a de los
al oeste; y la de pozos no era apropiada p ara el lavado porque cortaba el jabón.
C h il e a l s u r . E l N o existía un p u erto adecuado ni m uelle para facilitar el em barco
b arrio del su r era, y desem barco de pasajeros. L as pequeñas em barcaciones atracab an di­
e n to n c e s , e l m á s rectam en te a la rib era según lo perm itiera la b a ja n te wdel río; pero
aristocrático. los • buques de m ayo r calado fondeaban a cierta distancia y los p a­
E n aquella época sajeros tenían que tra n sb o rd a rse a los botes y luego a los carros (ca­
la e d i f i c a c i ó n era rretillas) los que, p or ten er el piso hecho de listones separados, d e ’á-
todavía pobre, pues ban e n tra r el agua si el río estaba agitado.
las casas eran bajas, E n esta m ism a época no había en B uenos A ires sino unos cuantos
en su g ran m ayoría, coches pertenecientes a p ersonas acaudaladas. L os utilizaban sus
y se construían con dueños, generalm ente, p a ra traslad a rse a sus quintas o estancias.
la d rillo s asentados M uchísim o tiem po antes que las funciones teatrales, se habían es­
en b arro. L os revo­ tablecido las corridas de toros. E stas constituían siem pre el núm ero
ques, que se hacían principal de cualquier fiesta. L as corridas solían celebrarse en ' la
plaza M ayor im provisando p ara ello todo lo necesario. Se adornaban
tam b ién con b a rro
con banderas, colgajos, etc., los balcones de las casas que rodeaban
y se blanqueaban la plaza, y las autoridades presenciaban la corrida desde los balcones
con cal, p rese n ta­ del Cabildo. E n 1790, p or p rim era vez, se hizo una con stru cció n fija
b an una superficie en. el te rren o que se llam ó, después, p laza M onserrat, hoy M oreno.
m uy desigual que F u é dem olida en 1799, y en 1801 se construyó, con ladrillos y en
facilitaba la acum u­ cal, una g ra n plaza p ara to reo en la actual plaza San M artín. E ra
lación de polvo en de form a o ctagonal y con capacidad p ara 10.000 personas. F u é de­
cantidad apreciable. m olida, a su vez, en 1819 y en su lugar sa levantó un cuartel.
N o se em papelaban, L a p rim era construcción seria p ara teatro se levantó d u ran te el
in te n te s , las p a re ­ gobierno de V értiz en la esquina de las calles A lsina y P erú . Se
d es; pero en cam ­ llama b^ Casa de Com edias. E ra una construcción de m adera, m uy
bio, 1 a s p ersonas pobre, con techo de paja, alu m brada con velas y candilejas.
p udientes las hacían E n la p arte superior del escenario se había puesto esta inscripción:
c u b rir con ricos g é­
neros de seda. L os “E S L A C O M E D IA E S P E J O D E L A V ID A "
pisos eran de la­ " E l patio (p la te a a c tu a l) . te n ía en su p a rte d e lantera v a ria s fiias de toscos
drillos. b a rc o s de pino, con respaldo las dos prim eras, y sin él las re s ta n te s , form ando
Calle de B uenos Aires1. - Desembarco. - A g uador L a s c a l l e s n o asientos que podían ocu p ar los que pagaban dos reales en la R eja (b o le te ría ) y siem ­
D e visita nocturna. - Toreo. . , , pre que no se tr a ta ia de g e n te de color o m estizos, a los cuales les estab a p ro h i­
t e m a n a firm a d o s , bido o c uparlos” .
salvo en algunas pocas. L as veredas eran an g o stas y de ladrillos, U n poco a n te s de la m itad del p atio , d e trá s del últim o banco, e x istía un es*
m uchas veces en estado deplorable. E n “invierno se cubrían de pació vacio, separado por u n .fu erte palenque, llam ado degolladero, donde podían
b a rro a tal punto que dificultaban la m archa. D u ran te las lluvias e stacio n arse, y g rita r a sus anchas todos los que 110 h ablan pagado sino u n real
de en trad a, n eg ro s, m ulatos, m estizos y soldadesca. (1)
torrenciales, las aguas co rría n p or las calles com o arro y o s h asta
caer al río.
E n las casas de las principales fam ilias se hacían algibes p ara (1 ) D e la obra H ist. del T e a tro en Bs. As. por M ariano G. Bosch.
recoger el agua necesaria p a ra beber; p e ro la generalidad usaba agua
1S
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Los últimos cuatro años de la dominación española.
conversaciones sobre el plan con algunos criollos, en tre
(Ju n io de 1806 - M ayo de 1810)
otros, D. S aturnino R odríguez Peña.
1806 y 1807 Los trabajos de B eresford fueron conocidos y ello m otivó
1. Las invasiones inglesas - E l Cabildo abierto del 14 de A gosto:,
la orden de arresto contra todos los com plicados; pero
suspensión del Virrey. 2. E l general Beresford y sus trabajos en
éstos pudieron escapar y traslad arse a M ontevideo, de cuya
favor de 1a. independencia. 3. D estitución de Sobrem onte. plaza pasó R odríguez P eñ a a Río de Janeiro donde se
.estableció. B eresford regresó a In g laterra.
1. Sin m encionar o tras consecuencias de las invasiones
inglesas, conviene poner de relieve algunas de ellas, que 3. L a conducta cobarde de Sobrem onte en la defensa
tuvieron laKv irtu d de aum entar las divergencias, ya existen­ de la plaza de M ontevideo, donde se hallaba desde que
tes, entre españoles y criollos h asta el pu n to de llevarlos había- sido despojado de su autoridad, irritó de tal m anera
a la ru p tu ra definitiva. a todos, que originó una situación análoga a la del 14 de
A gosto de 1806, y aun m ás resuelta, puesto que el pueblo
L a actitu d de Sobrem onte, al abandonar la defensa de exigió que se le destituyera del cargo de virrey. E l Ca­
Buenos A ires p ara dirigirse a Córdoba con su familia, pro­ bildo convocó una Ju n ta de guerra, con intervención de
vocó la indignación general del pueblo que exigió del Ca­ algunos funcionarios públicos y de vecinos espectables, que
bildo una resolución enérgica. resolvió la suspensión del virrey de todos los cargos, y dis­
E n la plaza M ayor y sus alrededores, y en el mismo puso adem ás, que se asegurase su persona y se ocupasen
edificio del Cabildo, se habían reunido m ás de 4000 per­ sus papeles tomando el mando la Audiencia hasta la resolu­
sonas para esperar el resu ltad o de la asam blea popular ción del Rey (F eb rero 10 de 1807).
convocada, verdadero Cabildo abierto, pues el pueblo la Sobrem onte fué arrestado en Soriano (B anda O rien tal),
im puso exigiendo la destitución del V irrey (A gosto 14). traído a Buenos A ires y conducido luego a E sp añ a para
E ste acontecim iento no se habría producido con ta n ta una­ ser juzgado. El Cabildo y la A udiencia asum ieron el go­
nim idad, a no haber existido un am biente espontáneo y bierno civil, y L iniers tom ó el m ando m ilitar.
uniform e, no sólo en cuanto al sen tir del elem ento nativo L a voluntad del pueblo se im puso una vez m ás y ello'
sino tam bién del español. E ste hecho tuvo todos los carac­ presagiaba ya que, poco a poco, el poder se afirm aría en
teres de una revolución, y sentó un precedente de tran scen ­
las m anos de los criollos.
dencia que repercutió en todo el V irreinato y en las dem ás
posesiones españolas. L a actuación de L iniers en la reconquista y en la defensa
de la ciudad de Buenos Aires, le valió con toda ju sticia la.
2. D espués de la reconquista, los jefes ingleses prisione­ designación para el cargo de virrey, exigida por el pueblo
ros fueron enviados a diferentes puntos del V irreinato. y confirm ada por el Rey C arlos IV , aunque con carácter
B eresford y P ack fueron confinados a L uján dándoseles la interino (D iciem bre de 1807).
ciudad por cárcel. L a confirm ación de L iniers en el cargo de virrey, por
B eresford, d u ran te su cautividad, m ás aparente que real, el R ey de España, llenó de alegría e infundió alientos a
concibió el proyecto de fom entar, entre el elem ento criollo' todos los nativos y dió origen, de m anera ya bien m arcada,
la idea de la independencia, y a ello se dedicó con tesón, a la form ación de dos partidos de tendencias irreconcilia­
dando a entender, adem ás, que era posible contar, para ello, bles: el de los criollos y el de los españoles.
con la ayuda de In g laterra. B eresford consiguió iniciar
(1) E n M ayo de 1808 llegó a Buenos A ires el oficio con el nom bram iento.
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1808 no y una Junta Suprema Central que ejercía el poder en


ausencia de los reyes.
La invasión napoleónica en España
U na de las prim eras m edidas de la Ju n ta C entral fué la
N apoleón B onaparte, E m perador de Francia, dom inado de ordenar que se procediera a la ju r^ de F ern an d o V II
por ensueños de conquistas, se propuso realizarlas llevan­ en todas las colonias españolas.
do la g u erra a distintos países. El pueblo español, indignado, tan to por la usurpación de
V ictorioso en todas partes, había encontrado serias difi­ N apoleón como por la conducta vergonzosa de C arlos IV
cultades para atra e r a In g laterra y som eterla a sus planes; y de su hijo, se levantó en m asa en defensa de su libertad.
pero se obstinó en conseguir sus E ntonces em pezó aquella célebre y terrible g u erra de g u e­
rrillas que duró seis años.
propósitos. P ara alcanzarlos necesi­
ta b a el apoyo de P o rtu g a l; pero es­
1808
ta nación se negaba a complacerle.
Napoleón consiguió perm iso del Abdicación de Carlos IV - La jura de Fernando V II en Buenos
rey de España, por medio de una Aires y en M ontevideo - E l Marqués de Sassenay y D . Manuel
política de engaños, para traslad ar de Goyeneche - Buenos A ires y M ontevideo
un ejército a territorio portugués. Liniers, E lío y Alzaga.
De esta m anera Se posesionó de to­
E n los prim eros días del m es de A gosto de 1808 llegaba
do este país y la fam ilia real p o rtu ­
a B uenos A ires la noticia de que el Rey de E spaña, C ar­
guesa se em barcó para el Brasil
los IV , había abdicado en favor de su hijo F ern an d o . D ebía
(N oviem bre de 1807). Conseguido
procederse, pues, a la ju ra del nuevo m onarca, y el virrey
esto, N apoleón concibe e! proyecto
L m iers fijó el día 12 de A gosto para la celebración de las
de apoderarse tam bién de España.
fiestas, que du rarían varios d ías; pero, casi al m ism o tiem po,
M anda nuevos ejércitos a la P en ín ­
se supo lo que había pasado en B ayona en tre N apoleón,
sula y aprovecha de las discordias entre Carlos IV y su
C arlos IV y el hijo de éste, F ernando, y esto decidió la
hijo F ernando para conseguir su objeto.
postergación de la ju ra para el día 31.
Con el pretexto de conciliarios; pero en realidad para E n M ontevideo dom inaba, en tre su población, el elem en­
consum ar su plan, Napoleón los citó a una conferencia en to español, y ocupaba el cargo de G obernador D. Francisco
Bayona, en la que consiguió arrancarles la renuncia de sus
Jav ier de Elío, que había sido designado p ara ese cargo por
derechos a la corona de España. R etuvo prisioneros a ambos, el m ism o L iniers.
e hizo proclam ar rey a su propio herm ano José B onaparte
(1808). Con esto, Napoleón se adueñó de casi todo el te­ Elío, sospechando que la postergación de la ju ra de F e r­
rrito rio de E sp añ a aunque sin dom inarla nando V II en Buenos A ires obedecía a algún propósito
oculto de L iniers, desconoció las órdenes de éste y m andó
In m ediatam ente que se conoció en E spaña la abdicación que en M ontevideo se celebrase la cerem onia el día 12.
de Bayona, se constituyeron m ultitud de Ju n tas de gobier­
D esde ese m om ento las relaciones entre L iniers y E lío
(1) N apoleón procedió de tal m anera, en B ayona, con la fam ilia reinante en E sp a­ quedaron m uy tiran tes agravándose con la llegada im previs­
ña, que consiguió la abdicación de C arlos IV en favor del hijo, luego la renuncia de ta Je dos p e rso n a je s: el m arqués de Sassenay y el coronel
éste en favor del propio padre, para term in ar con la renuncia del nadre en fay.or de
N apoleón, quien designó a su herm ano Jo sé B onaparte para ocupar eí trono de España. D. José M anuel Goyeneche. El prim ero era enviado por N a­
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poleón para que hiciera reconocer a éste como Soberano. en la de M ontevideo pueblo y autoridades se sostenían m u­
T ra ía docum entos con la abdicación de F ernando V I I a tuam ente, absorbiendo al elem ento criollo por su inferiori­
favor de C arlos IV , y la de éste en favor de N apoleón. Go- dad n u m éric a; en la de Buenos A ires el pueblo, en su m a­
yeneche era un com isionado de la Ju n ta de Sevilla enviado yoría criollo, apoyado en la autoridad del v irrey L iniers y
para hacer conocer a las autoridades lo sucedido en E spaña, en el cuerpo de P atricios, m antenía a raya al elem ento es­
y, principalm ente, p ara poner en guardia a las m ism as acer­ pañol, encabezado y dirigido por D. M artín de Alzaga,
ca de los m anejos del enviado de N apoleón y del mismo Alcalde de prim er voto, o sea P residente del Cabildo.
L iniers quien, por su condición de francés, había caído bajo » \ s í fueron pasando los últim os m eses del año 1808.
la sospecha de que pudiera en treg arse a él.
E l m arqués de Sassenay, sin detenerse en M ontevideo,
üegó a Buenos A ires el día 13. E l v irrey L iniers convocó al
C abildo y a la A udiencia a una reunión para el 14. En
esa reunión se dió lectura de los docum entos que había
entregado Sassenay. L a situación se consideró grave, y que­
dó re su elto : que el em isario de N apoleón fuese enviado a
M ontevideo p ara que allí se le em barcase con destino a
B ay o n a; y que, anticipando la fecha del 31, se proclam ase
inm ediatam ente a F ern an d o V I I Rey de E spaña. A dem ás
el v irrey dió una proclam a el día 15 p ara disipar los tem o­
re s; pero el resu ltado fué negativo y co n trap ro d u cen te; la
duda respecto de la lealtad de L iniers al m onarca español
no se desvanecía.
E n Buenos A ires se verificó la ju ra de F ernando V II el
día 21 siguiéndole varios días de grandes fiestas. t B uenos A íres y M ontevideo: su antagonism o.
E l tercer día de las fiestas llegó a B uenos A ires, proce­
E n form a gráfica e stán representadas' la preponderancia criolla y la realista, en las
dente de M ontevideo, D. M anuel J. Goyeneche. L a actitud ciudades de B uenos A ires y M ontevideo, respectivam ente. E n B uenos A ires había
equilibrio de fuerzas, aunque dom inando los criollos con el apoyo del V irrey L iniers
de éste, que llegaba influenciado por Elío, dió lugar a que y del cuerpo de P atricios. (D os círculos casi iguales). E n M ontevideo, en cambio,
L iniers in tim ara a éste la entrega del gobierno al capitán de el elem ento criollo estaba en m inoría, y como absorbido por el realista, (C írculo
pequeño dentro del o tro ). L,as flechas contrapuestas indican el antagonism o entre
nsvío Ju an A ngel M ichelena. Elío, apoyado por el pueblo, am bas ciudades y fuerzas.
en su m ayoría anti-criollo, se insubordinó, y M ichelena tuvo
que re g resar inm ediatam ente a B uenos A ires. 1809
Convocado un cabildo abierto, los vecinos de M ontevideo Conspiración de lo s españoles en Buenos Aires el
‘co n stituyeron una Junta de gobierno, presidida por Elío, 1° de Enero de 1809
quien no sólo desconoció la au to rid ad de L iniers como vi­
El éxito que tuvieron los españoles en M ontevideo les
rrey, sino que lo denunció a n te la C orte com o traid o r (S ep­
incitó a hacer otro tan to en Buenos Aires. A este efecto
tiem bre 21 de 1808). D. M artín de A lzaga, de acuerdo con EHo y la J u n ta de
Quedó, así, establecido entre las dos ciudades del P lata M ontevideo, tram ó una conspiración con el propósito de
un antagonism o extrem o con la diferencia de que m ientras destitu ir a L iniers, desarm ar y disolver los cuerpos de na­
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del Fuerte, al oír los vivas arrebató el acta de !a renuncia
tivos, y c o n stitu ir una Ju n ta com puesta puram ente de
que se había redactado, y la hizo pedazos en presencia de
españoles. todos. L os españoles, ante la actitu d resu elta de los criollos,
L os conjurados se prepararon p ara el día 1Q de E nero de se vieron p e rd id o s: su plan había fracasado. D on M artín de
1809 p ara realizar su intento, aprovechando la circunstancia A lzaga y los dem ás m iem bros del Cabildo fueron d este­
de que ese m ism o día era el fijado para efectuar las elec­ rrados a P atagones. (*)
ciones de renovación de los m iem bros del Cabildo. E l resultado de este m ovim iento fué favorable a los
L iniers y S aavedra tuvieron conocim iento de la cons­ criollos. L os cuerpos de españoles fueron desarm ados y
piración que tram aban los españoles, y tom aron sus pre­ disueltos, quedando, de esta m anera, p ara los n ativos, el
cauciones. ■predominio m ilitar.
L legó el l 9 de Enero. E l pueblo se disponía a to ­
1 80 9
m ar p arte en la elección, cuando la cam pana del cabil­
Llegada del Virrey Cisneros a Montevideo - Sus tem ores
do em pezó a to car a rebato. E s ta había sido la señal
convenida por los con­
L a Junta de M ontevideo, que se había form ado en opo­
jurados. sición a L iniers y con carácter independiente de su a u to ri­
Inm ediatam ente 1 o s dad de virrey, obtuvo el resu ltad o favorable que esperaba
cuerpos de españoles em ­ con la m isión que había enviado a España, pues la Junta
pezaron a llegar a la pla­ Suprema Central designó para el cargo de v irrey en su b sti­
za M ayor dando gritos tución de L iniers, a D. B altasar H idalgo de C isneros, y para
de j Junta como la de E s­ el puesto de Inspector general de armas del V irrein ato a
paña! ¡Abajo el francés D. F rancisco Jav ier de Elío.
Liniers! C isneros venía dispuesto a cum plir las órdenes severas
U na com isión se d iri­ y térm in an tes de d esb a ratar los trab ajo s de carácter rev o ­
gió al fuerte a pedir a lucionario que, desde tres años atrás, habían em pezado a
L iniers la renuncia de tom ar m ás vigor y un cariz m ás am enazante p ara las a u to ­
su cargo. ridades españolas.
L os cuerpos criollos, Los nativos, al tener conocim iento de la llegada de Cis­
con su jefe S aavedra a la cabeza, en traro n tam bién a la neros a M ontevideo, se alarm aron, m ientras que los p a rti­
plaza dispuestos a sostener a Liniers. darios del régim en colonial cobraron alientos y confiaron
en una próxim a reacción favorable a sus m iras.
L a com isión que había pasado a la F ortaleza había con­
E n tre los criollos no había uniform idad de pareceres acer­
seguido hacer renunciar a L iniers. E n ese m om ento entra
S aavedra al salón de reuniones de la F o rtaleza y p ro testa ca de la actitu d que debían asum ir. U nos eran p artid ario s
m anifestando que el pueblo no pedía la renuncia de Liniers, de una insurrección inm ed iata; pero no ten ían m ucha con­
y, tom ando a éste del brazo, le invitó a b ajar a la plaza, para fianza en L iniers porque no lo creían capaz de a fro n tar una
que se convenciera de que el pueblo no pedía su d estitu ­ situación sem ejante, dado su carácter indeciso y tim orato.
ción. L iniers se p resentó al pueblo, y éste prorrum pió en O tros proponían llevar a cabo el plan que m aduraban, desde
vivas atronadores g rita n d o : ¡V iva D. Santiago Liniers! ¡N o
(1) E lío, en c uanto conoció el d e stierro de A lzaga y los dem ás m iem bros del
queremos que otro nos mande! C abildo, así com o su p arad ero en P a ta g o n e s, m andó un barco que los recogió y
D . F eliciano Chiclana, que se había quedado en el salón condujo a Montevideo.
-2 3 0 — — 231 —

algún tiem po atrás, de llam ar a la princesa D oña C arlota estas m ejoras podían hab er sido m ayores si la lib ertad de
de Borbón, herm ana de F ernando V II, cautivo en F rancia, com ercio hubiese sido am plia.
que era considerada con legítim o derecho p ara ocupar el L os h ab itan tes de todo el V irrein ato estaban obligados
trono en B uenos A ires y conservarlo h asta que cesara la a com prar los artículos que se traia n de E spaña, solam ente,
cautividad de su herm ano. y pagándolos m uy caros. E n cambio, los frutos del país
O tros, todavía, entre ellos Saavedra, aceptaban la opinión eran com prados por los com erciantes españoles casi por
de L iniers de en treg ar sim plem ente el m ando a C isn e ro s; nada y los vendían en Cádiz a precios elevados. N adie podía
pero solicitándole no designara a Elío para el cargo de In s ­ hacerles com petencia y, asi, obtenían crecidas ganancias.
p ecto r general de arm as, y que no cam b iara la o rganiza­ Y a du ran te el gobierno del v irrey A rredondo, con la
ción de las fuerzas m ilitares. creación del Consulado (1794) y m ediante la acción del se­
C isneros, por su parte, tem ía presentarse en Buenos A ires cretario, que lo era D. M anuel B elgrano, alg u n as cuestiones
sin to m ar algunas precauciones. Resolvió p asar a la Colonia de carácter económico venían siendo estudiadas.
con algunas fuerzas sacadas de M ontevideo y, desde allí,
E n las sesiones del C onsulado se producían con fre­
envió al general D. V icente N ieto en el carácter provisorio
cuencia discusiones apasionadas. Su secretario, B elgrano, de­
de g o b ernador en lo civil y m ilitar.
cía en una de las sesiones de aquel cuerpo:
L as prim eras m edidas de N ieto alarm aro n : m andó arres­
tar a P u ey rred ó n y ordenó que L iniers y dem ás funcionarios “El comerciante debe tener libertad para comprar donde
superiores se traslad aran a la Colonia para hacer acto de más le acomode, y es natural que lo haga donde se le pro­
reconocim iento al nuevo virrey. porcione el género más barato para poder reportar utilidad”.
L iniers y las dem ás autoridades pasaron a la Colonia y B elgrano y m uchos criollos ilustrados, así como algunos
p restaro n el acatam iento de costum bre. españoles, sostenían el principio del com ercio libre, eran
M ás confiado ya, Cisneros, resolvió traslad arse a Buenos libre-cambistas. Los que sostenían el m onopolio de los co­
Aires, donde llegó la noche del 30 de Julio (1809). m erciantes de Cádiz, eran monopolistas.
C isneros observó una conducta prudente. No tom ó las E stas controversias fueron m uy útiles y se avivaron aún
m edidas severas que se tem ían, ni desarm ó los batallones m ás,' después de las invasiones inglesas cuando, al am paro
de criollos, lim itándose a designarlos con un núm ero su p ri­ de la libertad de com ercio, establecida du ran te el corto pero
m iendo el nom bre que llevaban. E n verdad Cisneros se dió fructífero período de su dom inación, se pudieron p alpar
cuenta de que el espíritu de los criollos no era tal como para los evidentes beneficios que el com ercio librq rep o rtab a a
atrev erse a com eter excesos contra ellos. las colonias españolas.
1809 V encidos y expulsados los ingleses, y suprim ida la liber­
tad de com ercio, éste em pezó a decaer y las ren tas de la
Cuestiones económicas. A duana no alcanzaban ya p ara p ag ar los g asto s de la ad ­
Representación de los hacendados. m inistración. A dem ás, los p rep arativ o s de la defensa co n tra
D esde la creación del V irreynato, en 1776, hasta 1810, em ­ los ingleses ocasionaron gastos, y, unido esto a la m ala ad­
pezó para los pueblos del P la ta una época de progreso bas­ m inistración, resultó que C isneros se encontró con un p ro ­
tan te acentuado debido a la relativa libertad de com ercio blem a difícil de resolver.
obtenida desde la época de Cevallos para todos los buques P a ra cubrir 3.000.000 de pesos que im portaban los gastos,
españoles y extendida, después, a ios buques ingleses y por- * no se contaba m ás que con 1.200.000. P ara rem ediar el mal,
tu g u e se s; de lo cual resultó un m ayor bienestar general. P ero intentó C isneros lev an tar un em p réstito ; pero no lo con­
— 232 — — 233 —

siguió. El único rem edio que le quedaba era el de declarar acción de sociedades secretas, cuyos m iem bros trab a jab an
la libertad de com ercio. en favor de la independencia de A m éric a; pero la causa
inm ediata que alentaba a los pueblos a o b rar todos casi al
Casi todos los com erciantes españoles eran contrarios a
m ism o tiempo, era la situación de E spaña, invadida p or los
esta m edida de progreso porque no convenía a sus intereses,
ejércitos napoleónicos, y que le im pedían p re s ta r m ayor
y trab ajaro n em peñosam ente para que no se llevara a cabo.
atención a los, m ovim ientos de insurrección que se p ro d u ­
L os hacendados, que no vendían sus productos sino en
cían en sus colonias.
pequeña cantidad y a bajo precio, eran los m ás interesados
en esta cuestión, puesto que, si se llevaba a cabo, sus ventas A ntes de 1810 ya se habían producido in ten to n as, m ás o
iban a au m en tar considerablem ente, y los precios a m ejorar m enos serias, en M éjico, B ogotá, Caracas, Q uito, L a Paz,
tam bién. Con este m otivo nom braron al Dr. M ariano M o­ C ochabam ba y tam bién en B uenos Aires.
reno, joven abogado criollo, para que, como apoderado, los E n 1809 estallaron dos m ovim ientos revolucionarios en
rep resen tara en su petición de que se perm itiera el co­ el V irrein ato del Río de la P lata, que se m a lo g ra ro n ; pero
m ercio con los ingleses y portugueses.
que tuvieron una gran repercusión en todo él y aún fuera
M oreno redactó una m em oria en defensa de los peticio­ del mismo. E sto s sucesos tuvieron lugar en dos de las m ás
nantes y la presentó al virrey. E ste notable escrito, que im portantes ciudades del A lto P erú o B olivia: C huquisaca
se conoce con el nom bre de R epresentación de los hacen­ y L a Paz.
dados, convenció a C isneros quien concluyó por declarar la
libertad de com ercio como se'pedía. (S eptiem bre 30 de 1809). E l m ovim iento de C huquisaca tuvo su origen en un con­
E sta m edida tuvo consecuencias benéficas para el pueblo; flicto por cuestiones de carácter eclesiástico, en el que se
ella vino a pro b ar la im portancia del com ercio libre. Al cabo encontraron de frente la A udiencia y el G obernador de la
de un año solam ente, las rentas alcanzaron a un to tal de P residencia de C harcas D. R am ón García P izarro .
5.400.000 pesos, c o n tra 1.200.000 a que llegaban antes. Se form aron, con ese m otivo, dos bandos, uno de los
A dem ás, los españoles se m anifestaron tan descontentos cuales, el que sostenía a la A udiencia, era apoyado por la
con esta resolución del virrey, que lo consideraron como ma-yoría de los criollos. Un día, algunos de éstos fueron
traid o r a sus intereses. E sto vino a favorecer a los patriotas, arrestados por orden del G obernador-'Presidente. A conse­
puesto que C isneros se creaba enem igos entre los mismos cuencia de esto, el día 25 de m ayo de 1809, el pueblo se
españoles. am otinó, prendió al G obernador P izarro en su palacio, lo
La declaración del comercio libre puede considerarse pues, como encarceló, y constituyó una Ju n ta de gobierno, aunque re ­
una victoria de los criollos. conociendo la autoridad del V irrey. En este suceso tom aron
parte D. B ernardo M onteagudo y el coronel D. Juan A n to ­
nio A lvarez de A renales quien, aunque español, había ab ra­
1809
zado la causa de los patrio tas.
Primeros movimientos revolucionarios en América - Su simultaneidad.
Casi a los dos m eses (julio 16) se produjo o tro lev an ta­
Cochabamba y La Paz.
m iento en la ciudad de L a P a z ; pero con m iras m ás rad i­
Con poca diferencia de tiem po se iban produciendo m ovi­ cales pues sus dirigentes tuvieron, desde el prim er m om ento,
m ientos revolucionarios de carácter em ancipador en dife­ el proDÓsito de crear un gobierno independiente en abso­
rentes puntos de las colonias españoias de Am érica. luto. C rearon, así, una Ju n ta com puesta solam ente de am e­
E sta sim ultaneidad debía reconocer la existencia d? causas ricanos y que llam aron tuitiv a, es decir p ro tec to ra de los
de ca rác te r general, y así era efectivam ente, ap arte de la derechos del pueblo.
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— 235 —
L a noticia de estos sucesos produjo honda im presión en dad cuyos propósitos eran los m ismos, aunque lim itados a
todo el V irrey n ato. Cisneros, en Buenos A ires, así com o el una esfera de acción m ás m odesta.
virrey del P erú , A bascal, se alarm aron y dispusieron el Se llam ó esta asociación Sociedad de los Siete y cons­
envío inm ediato de fuerzas suficien­ titu ía el fo c o d e
tes para ahogar en sus com ienzos es­ los trab a jo s p r e ­
tos m ovim ientos de tendencia em an­ p a r a t o r i o s de la
cipadora. futura revolución.
C isneros .despachó una expedición, D e sd e m e d ia ­
al m ando del m ariscal D .V icente Nieto, dos del año 1808,
co n tra C huquisaca; y el virrey del en a d e l a n t e , los
P e rú envió al general Goyeneche para .sucesos de E sp a­
sofocar el m ovim iento de L a Paz. Go­ ña, a s í c o m o los
yeneche entró en L a P az a sangre y m o v im ie n to s re­
fuego. Los principales caudillos del volucionarios que
m ovim iento cayeron prisioneros y fue­ se iban producien­
ron ahorcados, unos, y condenados a do en d i s t i n t o s
la pena del g arrote, otros. El destierro puntos de A m éri­
fué el castigo im puesto a los menos ca, eran m otivo de
culpables. estudio y d i s c u ­
T,a pena del g a rro te . .
C isneros no perm itió clem encia al­ sión en sus reuniones, y todos con una finalidad única, que
g u n a para los condenados y autorizó la aplicación de la era la revolución.
pena de m uerte para algunos. E n tre los m ártires que pe­ Sus m iem bros e r a n : M anuel B elgrano, N icolás R o d rí­
recieron de m anera tan salvaje, hubo algunos que habían guez Peña, H ipólito V ieytes, Ju an José P aso, Ju an José
sido, en C huquisaca, com pañeros de estudio de M oreno y C astelli, M anuel A lberti, A g u stín .Donado y otro s m ás.
de otros abogados y vecinos de Buenos Aires. P a ra com unicarse y to m ar sus resoluciones se reunían
Cuando se conocieron los detalles de la represión, la in ­ en sitios diferentes p ir a no hacerse sospechosos, unas ve­
dignación fué grande y general. ces en la jabonería de V ieytes o en la q u inta de O rm a, pero
con m ás frecuencia en la de R odríguez Peña.
Sociedades secretas de finalidad revolucionaria. O tra s veces solían organ izar partidas de caza p ara tra ­
tar, con la seguridad de no ser oídos, de asu n to s graves
U n célebre p atrio ta venezolano, Francisco M iranda, ha­ relacionados con la causa de la revolución.
bía fundado en L ondres una logia secreta, varios años, antes “ R efiriéndose a la llam ada “ Sociedad de los siete”, el señ o r Ju an
de 1800, con el propósito de tra b a ja r por la em ancipación C an ter sostiene que la tal asociación, considerada com o una logia
de los pueblos de Am érica. revolucionaria bien organizada, no existió n^nca, pues no ha encon­
tra d o ningún docum ento ni trab ajo histórico alguno, que haga m en ­
E n Cádiz se creó otra, dependiente de la de Londres, y ción de ella. C onsidera que sólo se tra ta b a de reuniones secretas con
que en 1808 con taba con m ás de cuarenta afiliados, entre p ro p ó sito s revolucionarios; pero que no constituían ningún núcleo
ellos San M artín, A lvear, Zapiola, O ’H iggins, etc. central dirigente, ( i).
E n Buenos A ires se había form ado tam bién una socie­
(1 ) J u a n C an ter e n - “ H is to ria de la N ación A rg e n tin a ” . T om o V (secció n 1*)*
pág. 297.
— 236 — -2 3 7 —

Las in d u strias perm itid as no p rosperaban en la m edida necesaria


debido a las trab as que se le oponían. E n 1778 se ordenaba al p ro ­
LA REVOLUCION g resista v irrey V értiz que tuviera el m ayor cuidado en no perm itir
que se fab ricaran paños ni se p lan taran vides ni olivos.
L a s poblaciones, an te m edidas tan equivocadas y perjudiciales, no
podían m ira r bien el régim en prohibicionista del gobierno y, así, se
iba p rep aran d o el pueblo p ara obtener, m ás tarde, m ay ores libertades.
La exclusión de los nativos de la administración pública.— L os em ­
C A U SA S QUE F A V O R E C IE R O N LA P R O P A G A C IO N DEL pleos de laá d istin tas ram as de la adm inistración, desde los m ás en­
E S P IR IT U R E V O L U C IO N A R IO cum brados a los m ás hum ildes, salvo m uy raras excepciones, eran
acaparados p or los españoles.
N o escaseaban los jó v en es am ericanos egresados de las universida­
C ausas de naturaleza m uy diversa, algunas de ellas lejanas, habían des de C órdoba, C huquisaca y de las de E spaña, dignos y capaces de
venido elaborando, lenta y p rogresivam ente, un espíritu nuevo en la desem peñar los cargos g u b ern ativ o s; pero pocos conseguían ocupar
sociedad colonial despertando, aún entre los m ism os españoles, un am ­ posiciones destacadas.
biente de disconform idad con la política económ ica im puesta por E ste estado de cosas, que im plicaba una injusticia, hería a los
E spaña. L os criollos, adem ás de ése, ten ían otros m otivos m ás de criollos en su dignidad personal, y daba lugar a que se acen tu ara
p ro testa, y todo ello iba avivando el d esp e rta r de un sentim iento que la anim osidad entre españoles y nativos.
debía llevar a los pueblos de to d as las colonias españolas de A m érica La emancipación de las colonias inglesas de Norte Am érica. — L a
a la em ancipación. Y había tom ado tgles p roporciones en todas ellas insurrección de las colonias inglesas de la A m érica del N orte, que
este sentim iento, puesto que obedecía a iguales causas generales, que term inó después de una lucha sangrienta, fué un g ra n acontecim iento
las ten tativ as se p ro d u jero n en todas casi sim ultáneam ente. histórico que produjo en E u ro p a una corriente de sim patía.
E n tre estas causas de c arácter g en eral pueden citarse : M ien tras arreciaba la lucha, fué enviado B enjam ín F ran k lin ante
la co rte de L uis X V I en pro cu ra de apoyo, del que resu ltó , dada
E l monopolio comercial que implantó España en sus colonias. la anim osidad existente e n tre F ran cia e In g laterra, una intervención
La exclusión de los nativos de la administración pública, hecho indirecta y secreta, perm itiendo el envío de m aterial de guerra.
ahondaba el antagonismo entre aquéllos y los peninsulares. A lgunos jefes y oficiales p artiero n tam bién de incógnito, para
p restar sus servicios a una causa que encontraban ju s ta y noble. E l
La emancipación de las colonias inglesas que constituyeron los Estados M arqués de L a F ay ette, joven de 20 años, fué uno de ellos.
Unidos de N orte América (1776). L a causa de los in su rrectos am ericanos había despertado un vivo
La Revolución francesa (1789). entusiasm o en F ran cia avivando el, sentim iento de la libertad. T rece
L a invasión napoleónica en España, y su consecuencia la abdicación años después se producía en ella la revolución que abatió la m o n a r­
de Fernando V i l (1808-1814). quía y proclam ó tam bién los principios de libertad y, de igualdad.
L a independencia de los E stad o s U nidos (1776), tuvo, pues, una
E l monopolio comercial. — E l régim en del m onopolio que había influencia y una im portancia efectivas aunque no la fuerza de expan­
establecido E sp añ a en sus colonias, favorecía únicam ente a un re­ sión considerable de la revolución francesa de 1789.
ducido núm ero de com erciantes de la península y significaba un P a ra las colonias españolas de am bas A m éricas, el ejem plo de los
perjuicio para todos. colonos am ericanos del n o rte debió ser alentador.
E l co ntrabando aten u a b a en p a rte el encarecim iento de las m er­ La revolución francesa. — U na g rave crisis económ ica, adem ás de
caderías: pero tal com ercio clandestino no era suficiente p a ra rem e­ o tras causas, no m enos graves, habían puesto a L ais X V I, rey de
d ia r el mal. F rancia, en una situación insostenible. Filósofos, econom istas, etc.,
habían estado publicando, desde años atrás, m ultitud de libros en los
El pueblo necesitaba la lib ertad de com ercio, única m an era de
que exponían las nuevas ideas. L os periódicos y diario-s habían tenido
im pedir que los m onopolistas lo explo taran . E n 1778 m ejoró en
poco d esarro llo h asta entonces. L a censura previa, p or o tra parte,-
p arte la situación debido a que se p erm itió el com ercio con los
quitaba im portancia a los artículos cuya publicación se perm itía.
p u erto s de E spaña y los de sus colonias.
L os libros eran som etidos tam bién a la com isión censora antes de
L a corta tem porada de dom inación de los ingleses en M ontevideo, poderlos publicar. E sto 110 im pedía, sin em bargo, su circulación
'3
d u ran te cual dieron las m ayores franquicias com erciales, hizo ver p orque se m andaban im prim ir, en F rancia, clandestinam ente, o fuera
prácticam en te las ventajas resu lta n te s de la libertad de com ercio. de ella y, luego se vendían secretamente.

16
—239-

el n úm ero de diez fueron electos cinco criollos (')• E ste hecho sig­
E sta s ideas nuevas, a pesar de todas las prohibiciones, se difundían
nificaba que el elem ento nativo em pezaba a ser considerado.
por m edio de los libros, por todo el m undo y, en las colonias espa­
ñolas, se p ropagaban con facilidad en tre la ju v en tu d estudiosa, g ra ­ L o s p atrio tas esperaban con m ayor ansiedad que antes, la llegada
cias a que tales libros se tra ían de E u ro p a secretam ente. de barcos con correspondencia referente a las noticias de E spaña,
B elgrano se en contraba en E sp añ a cuando estalló la revolución en E l d í a : 13 llegó a M ontevideo un barco inglés que tra ía noticias
Francia, y durante una porción de años pudo seguir el desarrollo de gravísim as. L os ejércitos de N apoleón habían invadido ya la A n d alu ­
los sucesos y de las ideas. A su llegada a B uenos A ires en 1794, cía, y la Ju n ta C entral tuvo que huir de Sevilla y refu g iarse en Cádiz,
pudo ser algo así com o el portavoz en tre el num eroso gru p o de sus y d e f i nitivam ente
com patriotas. en la isla de L eón.
E sta s noticias em ­
E n la U niversidad de C huquisaca, en la que dom inaba un espíritu
pezaron a circular
m ás liberal que en la de C órdoba, había p en etrad o algo del espíritu en B uenos A ires el
nuevo de la revolución francesa. M oreno lo cultivó en dicha U n i­
día 14, sin que Cis­
versidad y en la biblioteca que había pu esto a su disposición el
n ero s las diera a
canónigo T errazas. A l re g re sa r M oreno a B uenos A ires venía ya
conocer o f i c i a l ­
con su espíritu predispuesto a so sten er tales ideas y a pro p ag arlas.
m ente.
C astelli, P aso, L ópez, egresados tam bién de aquella U niversidad,
E n E sp añ a no
form aron en B uenos A ires, con B elgrano y M oreno, un núcleo a l­
existía ya au to ri­
rededor del cual se ad herían o tro s p atrio tas, y que, m ás tarde, seria
d ad nacional algu-.
el llam ado a im pulsar el m ovim iento de M ayo.
na: ni R ey, ni J u n ­
L a invasión napoleónica en España.— L os acontecim ientos que se ta S u p rem a C en­
h ab ían sucedido en E sp añ a desde 1808 en adelante, m otivados p o r la tra l. E l últim o re s­
política de N apoleón, y que tan to habían conm ovido al pueblo español, to de poder fué la
rep ercu tían con parecida in tensidad en todas sus colonias. A sí las di­ R egencia, refugiada
v ersas fases de las intrigas fom entadas por N apoleón, de las que re ­ en la dim inuta is-
sultaron la abdicación del rey C arlos IV en su hijo F e rn a n d o ; luego la lita de L eón, de­
renuncia de éste en favor de su padre, seguida de la de éste en favor fendida por la es­
de N apoleón, así com o las noticias de los triunfos de los ejércitos cuadra inglesa.
franceses que dom inaban y a toda la península ibérica, eran com entadas R otos, pues, los
de m an era distinta por los españoles y p o r los criollos. U nos y otros debiles lazos que m an ten ían aún unidas E sp añ a y sus colonias, éstas
execraban a N apoleón y odiaban al rey intruso, Jo sé B onaparte, de­ v inieron a en co n trarse en situación de darse un gobierno propio au n ­
signado p o r él; pero, m ien tras los prim eros se apenaban, com o era n a­ que fuera sólo con ca rá c ter provisorio.
tural, de los triu n fo s continuos de los ejércitos invasores, los criollos , E l m om ento propicio esperado p a ra o b rar había llegado.
n o experim entaban el m ism o sentim iento puesto que el triu n fo defini­ L a ag itación de que fué presa todo el vecindario era grandísim a.
tivo de E sp añ a habría significado, quizá, alejar el m om ento opo rtu n o E l público, en los cafés, en las casas de com ercio, y en las reuniones
p ara p rom over un m ovim iento de carácter em ancipador o, en el caso privadas, no se ocupaba de o tra cosa, conviniendo en que el gobierno
de iniciarlo, encontrándose E sp añ a co m pletam ente libre, las dificulta­ de E sp a ñ a habia caducado.
des h ab rían sido m ucho m ayores, si no insuperables.
C isneros se veía colocado en una situación m uy grave y difícil,
In dudablem ente la crítica situación de E sp añ a d urante los p rim e­ h a sta que el día 18 m andó publicar una proclam a en la que m anifes­
ros m eses del año 1810, era op o rtu n a p ara realizar los pro p ó sito s
taba, e n tre o tra s cosas, que en el caso de q uedar E sp a ñ a sin poder
que abrigaban los p atrio ta s y esta circu n stan cia influyó po d ero sa­
legítim o alguno, se p ro cu raría m an ten er el vínculo con la m onarquía
m ente p ara decidirlos a obrar. y, en rep resen tació n de ella, se tra ta ría de c re a r una au to rid ad de
acuerdo con los re p resen tan tes de la C apital y de las provincias. L os
D isolución de la Junta Central de Sevilla. — E l m om ento p atrio tas n o estaban dispuestos a secundar el tem p eram en to de Cis­
de la Revolución. n eros; pero, no queriendo d erram ar sangre inútilm ente, tra ta ro n de
llegar al m ism o fin ad optando m edidas pacíficas y persuasivas.
E l año de 1810 se había iniciado en B uenos A ires b ajo los m e­ (1) D . J u a n J . L ezica (A lcalde de 1er. voto, o sea P re sid e n te ) ; D . M anuel Jo sé
jores auspicios-. Y a en la elección de los m iem bros del Cabildo, cele­ de O cam po, D . T om ás M. de A n c h o re n a, D r. D . J u liá n I,eiva, (S ín d ic o ); D . M a­
nuel M ansilla, (R e g id o r),
b rada el día 1“ de E nero, com o era de p ráctica todos los años, sobre -
-2 4 0 -

LA SEMANA DE MAYO jefes de los cuerpos concurrieron a los cu arteles para estar
t e ’ -■ listos y proceder de acuerdo con la actitud convenida.
20 de Mayo
C astelli y R odríguez pasaron a la F ortaleza, penetraron
D esde el día 18 en que C isneros dió a conocer oficial­ al salón de recibo, donde hallaron al v irrey ju g an d o a la
m ente las graves noticias que se venían divulgando, los baraja con el oidor Caspe y dos personas m ás y, sin vaci­
patriotas' em pezaron a tra b a ja r activam ente celebrando re­ laciones, le m anifestaron, en nombre del pueblo y del ejército,
uniones secretas, principalm ente en la casa de R odríguez que habiendo cesado de derecho en el cargo de virrey, co­
P eña y en la jab onería de don H ipólito V ieytes. rrespondía al pueblo resolver sobre lo que convenía hacer.
L a sorpresa del virrey fué grande, ante una intim ación tan
E n una de esas reuniones quedó convenido que B elgrano resuelta, y se retiró al salón inm ediato para conferenciar
y S aavedra se en trevistarían con el Alcalde de prim er voto du ran te algunos m inutos con el oidor Caspe. V u elto Cis­
D. Ju an J. L ezica p ara ponerle al tan to de los propósitos que neros al salón, m anifestó a los delegados que deploraba la
perseguían, y p ara pedir, por su interm edio, al virrey, que actitud asum ida a g re g a n d o : puesto que el pueblo no me
convocara a los vecinos quiere y el ejército me abandona, hagan vds. lo que quieran.
a reunirse en “ Cabildo'
ab ierto ” para que éste re­ 21 de M ayo.
solviera si aquél debía o
no continuar gobernando. El día 21 por la m añana (L u n es), m ientras el C abildo se
encontraba reunido en sesión tratan d o sobre los sucesos
C isneros v a c i l a b a en
del día anterior, el pueblo aglom erado en la plaza, pedía
conceder la reunión del
la convocación de una asam blea
Cabildo abierto, y nada popular a lo s'g rito s de ¡Cabildo
resolvía. Decidió, por fin, I G Ü l E x c m o . C a b ild o co n ­
abierto! ¡Cabildo abierto! E l Ca­
y antes de dar una con­ v o ca á V . p a ra q u e se sir­
va asistir p re c is a m e n te m a ñ a ­
bildo delegó dos de sus m iem ­
testación definitiva, citar bros ante el virrey para so licitar­
a los jefes m ilitares a una na 2 Z d e I c o rrien te á las -9
Sin e tiq u e ta alguna , y en cla­ le que accediera a los deseos del
conferencia en la F o rta ­ pueblo y evitar, así, las conse­
se d e vecino al C a b ild o ab ier­
leza, para saber si e sta ­ to , q u e con an uencia del cuencias de una conm oción.
ban o no dispuestos a sostenerle en su actitud. E x c m o . Sr. V irey ha a c o rd a ­ E l v irrey dió su consentim ien­
L a conferencia se realizó ,1a noche del 20 de m ayo y d o c e le b ra r, d eb ien d o m a n i­ to y el Cabildo hizo la convocato­
nada concreto resultó, a pesar de haber m anifestado los festar esta esq u e la 'á las T r o ­ ria repartiendo 450 esquelas invi­
m ilitares que le negaban el apoyo que él solicitaba. pas q u e g uarnezcan las a v e ­
tando a otros tan to s vecinos no­
nadas de esta P laz a , para q u e
Los p atrio tas, reunidos en la casa de R odríguez Peña, se le p erm ita pasar lib re m e n ­
tables. El cuerpo de P atricios fué
esperaban el resu ltado de la reunión que se realizaba en te : encargado de la conservación del
la F ortaleza. D espués de una acalorada discusión decidie­ orden.
L a esquela distribuida para
ron o b rar enérgicam ente y, para ello, com isionaron a Cas- ásistir al Cabildo abierto. N um erosas personas, form ando
telli y a M artín R odríguez para que, en nom bre del pueblo grupos, perm anecían bajo los bal­
y de las tropas, exigieran la convocatoria inm ediata de un cones del Cabildo esperando im pacientes la contestación y
C abildo abierto. pidiendo a g rito s que querían conocerla. El síndico Leiva
M ientras los delegados debían desem peñar su m isión, los se asom ó al balcón p ara com unicar la contestación favorable
— 243 —

de C isn e ro s; pero el público replicó que lo que quería era la b) L a de los que querían que el pueblo designase direc­
deposición del virrey. La llegada de S aavedra calm ó a la tamente los m iem bros de dicho gobierno.
m ultitud, que se retiró con la convicción de que en el Ca­ S ustentando estas opiniones concurrieron a la célebre
bildo abierto que debía celebrarse, su voluntad sería acatada. asam blea del día 22, los vecinos notables invitados a ella.
A brió la sesión el escribano del Cabildo con un discurso
Cabildo abierto del 22 de M ayo: Sus resoluciones. en el que recom endaba prudencia y m oderación. A cto con­
tinuo tom ó la palabra el obispo L ué y, sucesivam ente:
El día 22 de M ayo por la m añana se realizó el C ongreso
el Dr. Castelli, el fiscal de la A udiencia D r. V illota, el
General o Cabildo abierto que constituyó el prim er aconte­
Dr. P aso y otros.
cim iento decisivo que
con el del 25 consum a­ El obispo L ué concluyó por so stener:
“que mientras existiese en España un pedazo de tivr'ra mandada por
rían la revolución sin los españoles, ese pedazo de tierra debía mandar a las Amérieas, y que
que se d erram ara una mientras existiese un solo español en las Amérieas, ese español debía
sola gota de sangre. mandar a los americanos, pudiendo sólo venir el mando a los hijos del
país cuando ya no hubiese un solo español en él".
L a asam blea de veci­
nos notables se verifi­ El D r. C astelli rebatió la tesis del obispo L.ué con un
discurso elocuente y persuasivo. Se hizo n o tar igualm ente
có en el salón alto
el D r. Paso por sus sólidos argum entos y consiguió dom i­
del Cabildo. n ar la situación llevando el entusiasm o y la certidum bre del
L as opiniones esta­ triunfo al ánim o de todos los criollos.
ban m uy divididas en­ T erm inada que fué la discusión se procedió a votar. De
tre los p atrio tas, au n ­ todos los votos, fundados, el que obtuvo m ayor núm ero
que tres solam ente de adeptos fué el de Saavedra, a sab er:
reunían el m ayor nú- E l C abildo a b ie rto del 22 de M ayo, "que declaraba caduca la autoridad del V irrey y que se facultara al
m ero de adeptos originando, así, tres partidos. Cabildo para componer la Junta de gobierno”.

I o E l de los españoles o realistas, que estaban por la T riunfó, pues, la opinión m oderada.
continuación del V irrey en el m ando; pero asociando a él No habían term inado aun de v o tar todos los asistentes,
los m iem bros principales de la A udiencia. Lo apoyaban cuando la cam pana del cabildo daba las 12 de la noche.
el obispo, los oidores y los em pleados públicos.
2o E l p artid o m oderado o conciliador que propiciaba la 23 y 24 de Mayo - Reacción española - Intervención
delegación del m ando en el Cabildo h asta que se organizase popular - La Junta del 24 presidida por el Virrey
un gobierno provisorio dependiente de la autoridad que exis­
tiese en España. R eunido el cabildo el día 23 por la m añana, y conside­
rando inconveniente e innecesaria la continuación del con­
3° El de los que pedían llanam ente la cesación del V irrey greso general, acordó que, no obstante h aber cesado en el
y la form ación de un gobierno esencialm ente popular. Dos m ando, no fuese separado el V irrey, sino que se le nom brase
tendencias d istin tas existían entre sus m iem bros, constitu­ acom pañado con quienes hubiese de go b ern ar h asta la con­
yendo dos fracciones: gregación de los diputados del virreinato.
a) L a de los que delegaban en el Cabildo la facultad de L a tarde del día 23 iba tran scu rrien d o y el bando de la
o rganizar el gobierno popular deposición del V irrey no se publicaba. El cabildo, asum ien­

*
— 244 — •245 —
do una actitu d reaccionaria, se proponía designar una ju n ta Los m iem bros del C abildo se habían reunido desde tem ­
presidida por el V irrey, incluyendo como vocales, entre prano y resolvieron no acep tar la renuncia, alegando que
otros, a S aavedra y a B elgrano. E stos, conscientes de la
ella, la Ju n ta, debía tom ar las m edidas necesarias p ara hacer
voluntad popular, asum ieron el carácter de delegados del
valer su autoridad.
pueblo, pen etraro n en la sala de sesiones del cabildo para
m anifestar que no aceptaban su propio nom bram iento y E l pueblo, que desde la noche del 24 sospechaba un
que rechazaban el de los dem ás vocales; que el pueblo era resultado contrario a sus aspiraciones, se iba aglom erando
presa de g ran exaltación y que exigía la publicación del en la plaza frente a la Casa capitular, a pesar de la llovizna
bando de cesación del V irrey. P edían, adem ás, que se de­ que caía incesante.
ja ra para el día siguiente la designación de la nueva junta. Los entusiastas jóvenes F ren ch y B eruti se habían ocu­
E l cabildo se inclinó ante las razones m anifestadas, y m an­ pado, du ran te la noche an terio r, de reclu tar gente de los
dó que, inm ediatam ente, se publicase el bando referente a suburbios de la ciudad para apoyar con ese elem ento de
la separación del virrey. acción, el m ovim iento que debía producirse el 25.
E l día 24, el C abildo procedió a designar los m iem bros Como abundaba público que parecía indiferente o con­
de la ju n ta incluyendo los nom bres de S aavedra y Castelli, trario, creyeron conveniente buscar la m an era de d istin ­
pero bajo la presidencia del v irrey y conservando éste el guirlo. A F ren ch y B eru ti se les ocurrió la idea de dar
m ando de la fuerza. un distintivo a todos los com pañeros de causa. C om praron
D espués de p re sta r juram ento, los m iem bros de la junta, en una de las m ercerías de la recoba, cintas de color blanco
pasaron a la fortaleza saludados con repiques de cam panas y celeste, y las distribuyero n en tre los p artid ario s de causa.
y salvas de artillería, creyendo haber dom inado la situación. A larm ado el Cabildo, al ver la actitu d resu elta del pueblo
Todo lo sucedido produjo un gran descontento entre los aglom erado en la plaza, se m o straba dispuesto a ceder;
p atrio tas y una efervescencia en los cuarteles, apenas con­ pero, antes, intentó todavía acudir al recurso de citar a los
tenida. H ab ía corrido la voz de que los P atricio s querían jefes m ilitares de los cuerpos p ara av erig u ar si estaban re­
salir a la calle y arreglarlo todo con las arm as. sueltos a apoyar sus m e d id a s; pero todos ellos m anifestaron
M ientras tan to la situación se iba poniendo cada vez más que el pueblo se hallaba m uy exaltado y que no era p rudente
seria, y, an te la im posibilidad de contener el estallido, Saa­ provocarlo, puesto que confraternizaba con las tropas.
vedra y C astelli se presentaron al v irrey y le exigieron la M ientras esto sucedía, un grupo num eroso que andaba
renuncia del m ando. Cisneros, viéndose perdido, renunció en por los corredores, y a cuya cabeza iban F ren ch y B eruti,
el acto, haciendo lo propio los dem ás m iem bros de la junta. se agolpaba a las p u ertas de la sala de sesiones del Cabildo
D u ran te la noche del m ism o día 24, se iba firm ando p o r (Sala capitular) dando fuertes golpes sobre ellas, a los g rito s
centenares de personas, una representación para presentarla d e : “E l pueblo quiere saber de qué se trata”.
al día siguiente pidiendo que se cum pliera lo que se había Como el tu m u lto au m en tab a cada vez m ás, tuvo que
acordado en el cabildo abierto del día 22. salir al balcón D. M artín R odríguez p ara calm ar al pueblo.
L os m iem bros del Cabildo, dándose cuenta de que no era
posible resistir, pidieron a C isneros que hiciera renuncia
E l 25 de Mayo - Primer gobierno patrio absoluta del gobierno, y así lo hizo; pero los p atrio tas ya
no se conform aban con la separación absoluta de C isneros
E l cabildo debía celebrar sesión du ran te la m añana del ni con otro gobierno que no fuera la expresión de su volun­
25 para to m ar en cohsideración la renuncia de todos los t a d : exigieron que fuera proclam ada una lista propia, que
m iem bros de la Ju n ta, así como la representación del pueblo. fué la siguiente:
--2 4 6 —

P resid en te: Coronel D. Cornelio S aavedra


V ocales: D r. M anuel B elgrano
„ Ju an José C astelli
C om andante M iguel de A zcuénaga
P resb ítero M anuel A lberti
D. D om ingo M atheu (español)
„ Ju an L arrea (español)
S e c re ta rio s: D r. M ariano M oreno - Dr. Ju an José Paso
E l m ism o día 25 por la tarde los m iem bros de la Junta 1
prestaro n ju ram en to ante el Excm o. Cabildo.
“La ceremonia de la instalación de la Junta fu é solemne y debió con­
mover profundamente a los patriotas. Los cabildantes esperaron a los
miembros del nuevo Gobierno sentados debajo del regio dosel. A uno y
otro lado del salón formaban dos alas compactas los comandantes de las
milicias, los jefes y la oficialidad del Estado M ayor, con los prelados
de las órdenes religiosas, los empleados y gran número de entusiastas
adherent es al cambio que acababa de tener lugar”.
“Los miembros de la Junta entraron por el centro seguidos de los
vivas y las felicitaciones de la m ultitud”.
E l Alcalde de primer voto se puso de pie. Con él se incorporaron
los demás vocales. E l Síndico procurador (doctor Leiva) abrió los E van­
gelios, y los puso al alcance de la mano de Saavedra. A una señal del
alcalde, Saavedra y los demás se pusieron de rodillas delante de la mesa
municipal tendida de damasco punzó, y sobre ella un lujoso crucifijo
de plata y m arfil. Saavedra puso la palma de la mano sobre los
Evangelios; Castelli puso la suya sobre el hombro derecho de Saave­
dra; Belgrano la puso sobre el izquierdo; y los demás sucesivamente
los unos sobre el hombro de los otros según la posición que ocupaban (2).
H e aquí la fórm ula del ju ram e n to :
¿ Ju rá is p o r Dios', N u e stro S eñor, y estos S an to s E vangelios, re c o n o ce r la
J u n ta P ro v isio n al G u b ern ativ a de las P ro v in cias del R ío de la P la ta a nom bre
de D . F e rn a n d o V I I y p a ra g u a rd a de sus au g u sto s derechos, obedecer sus
o rden es y d ecreto s y no a te n ta r d ire c ta ni in d irec ta m e n te c o n tra su a utori-
dad, pro p en d ien d o p ública y priv ad am en te a su seg u rid ad y respeto?
P restad o el ju ram en to el Cabildo cedió los asientos del
centro a los m iem bros de la J u n ta y, acto continuo, Saave­
d ra dirigió al público una sentida y grave alocución.
L a Ju n ta se instaló en la F ortaleza, y ésta, desde ese
m om ento, no obstante las m anifestaciones de obediencia a
F ern an d o V II, dejó de ser, definitivam ente, m orada de m an­
datarios de la m onarquía española. L as tropas form adas en
cuadro en la plaza M ayor, prestaron ju ram en to el día 28.
(1 ) Se llam ó J u n ta P ro v isio n al G u b ern ativ a de las P ro v in cias del R ío de la
P la ta por el S eñ o r D on F e rn a n d o V I I . — B ando del 26 de m ayo
(2) V . F . López.
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Los miembros de la Primera Junta L a revolución en el interior


Acatamiento de los pueblos a la autoridad de la Junta Gubernativa
C O R N E L I O S A A V E D R A .— N a c ió en P o to s í el 2u d e fe b re ro d e 1760. E s tu d ió
e n el C o le g io d e S a n C a rlo s. Se d e d ic ó a l c o m e rc io y lo g ró fo r m a rs e u n a p o s ic ió n
h o lg a d a . D e s e m p e ñ ó v a rio s c a rg o s e n el C a b ild o y c u a n d o , d e s p u é s d e la R e c o n ­ Si bien los m iem bros de la Ju n ta P rovisional G ubernativa
q u is ta en 1806, se p r e p a r a r o n fu e rz a s a rm a d a s , fu é d e s ig n a d o je fe d e u n c u e rp o
d e v o lu n t a r io s : los P a tr ic io s . F u é e l P r e s id e n te d e la P r im e r a J u n ta . — M u rió habían prestado ju ram en to de conservar la in teg rid ad del
e n B u e n o s A ir e s e l 29 d e m a r z o d e 1829. territo rio , observar las leyes del reino y reconocer la sobe­
ranía de D. F ernando V II, la verdad es que los p atrio tas
D r . M A R I A N O M O R E N O . — N a c ió en B u e n o s A ire s el 23 d e s e p tie m b r e de
1778. H iz o su s e s tu d io s s u p e rio r e s e n la U n iv e r s id a d d e C h a rc a s , en d o n d e se d is ­ no podían su sten tar sem ejantes propósitos. T riu n fa n te la
tin g u ió p o r su ta le n to . E n 1805 r e g re s ó a B u e n o s A ire s y e r a R e la to r d e la A u d ie n c ia
c u a n d o se p r o d u jo el m o v im ie n to d e M ay o . C o m o S e c r e ta r io de la P r im e r a J u n ta R evolución y engolfados los p atrio tas en una obra que no
se h izo n o ta r in m e d ia ta m e n te p o r s u s c o n d ic io n e s e x c e p c io n a le s p a r a g u ia r la m a r c h a podía adm itir retroceso alguno, pues ello h abría im plicado
d e la R e v o lu c ió n . — M u rió en a lta m a r el 4 d e m a rz o d e 1811.
correr la suerte que cupo a los revolucionarios de L a P az
D r . J U A N J O S E P A S O . — N a c ió en B u e n o s A ire s el 2 d e e n e ro d e 1758. E s tu - el año anterior, no les quedaba más camino que p roseguir la
d Ló en , la U n iv e rs id a d d e C h a rc a s y o b tu v o el g r a d o d e d o c to r e n le y es a lo s 21
a n o s d e e d a d . E s tu v o a lg u n o s a ñ o s en el P e rú y r e g r e s ó a su p a ís. obra em pezada h asta finalizarla con la em ancipación.
E n 1810 al e s ta lla r la r e v o lu c ió n , o c u p a b a el c a rg o d e A u x ilia r d el F is c a l d e l
K e y . r u é S e c r e ta r io d e la P r im e r a J u n ta , y m á s ta r d e d e s e m p e ñ ó o tr o s c a r e o s L a Junta Gubernativa, con fecha 27 de M ayo, envió una
d e im p o rta n c ia . — M u rió e l 10 d e s e p tie m b re d e 1833. circular a todos los Cabildos com unicando su instalación e
invitándolos a p re sta r su reconocim iento y a enviar sus re­
D r . M A N U E L B E L G R A N O . — N a c ió e n B u e n o s A ire s el 3 d e ju n io d e 1770
C u rs ó e s tu d io s e n el C o le g io S an C a rlo s y a los 17 a ñ o s d e e d a d se fué a E s p a ñ a presentantes a la ciudad de Buenos A ires para, una vez re­
in g r e s a n d o en la U n iv e rs id a d d e S a la m a n c a . A su r e g r e s o o c u p ó el c a rg o d e
s e c r e t a r io d e l C o n s u la d o . F o rm o p a r te de la S o c ie d a d de los S ie te y d e s p u é s d e
unidos, establecer la form a de gobierno. D e las principales
la J u n t a de G o b ie rn o . S irv ió a s u p a ís sin in te r ru p c ió n h a s ta su m u e rte . F u é u n poblaciones del V irreinato, la m ayoría de ellas se pronunció
g r a n p a t r io ta y e je m p lo d e v ir tu d e s c ív ic a s , d ig n o d e s e r im ita d o . — M u r ió e n
B u e n o s A ire s el 20 d e ju n io d e 1820. en favor de la R evolución, y p restaron acatam iento a la Ju n ta.
D r . J U A N J O S E C A S T E L L I .— N a c ió e n B u en o s' A ire s el 19 d e ju lio d e 1764.
A unque la Revolución, en su faz m aterial, no había sido
£ u e u n o d e los m a s d e c id id o s y e n tu s ia s ta s p a r tid a r io s d e la r e v o lu c ió n d e M a y o . preparada ni se habían hecho trab ajo s p ara fecha determ i­
r u e m ie m b ro d e la S o c ie d a d d e lo s S ie te . A c o m p a ñ ó a la e x p e d ic ió n al A lto P e r ú
c o m o A u d ito r d e G u e rra . — M u rió en B u e n o s A ir e s el 12 d e o c tu b r e d e 1812. nada, el acontecim iento encontró, en el acto, suficiente apoyo
en todas partes, porque las opiniones individuales estaban
1 7 C?* t? * IGÍw E L
1 /5 4 . E s tu d ió e n
g E A Z C U E N A G A .- N a c i ó en B u e n o s A ir e s el 4 d e ju n io d e
E s p a ñ a y s irv ió en B u e n o s A ire s c o m o s u b te n ie n te d e a r t ill e r ía
hechas y el am biente general estaba formado.
l o m ó p a r te en la lu c h a c o n tr a los in g le s e s . F u é v o c a l d e la J u n t a r e v o lu c io n a ria !
M u r ió e n B u e n o s A ir e s el 23 d e d ic ie m b re d e 1833. Los Cabildos no tard aro n en com unicar su acatam iento
a la autoridad de la Ju n ta , y fueron de los prim eros los de
A N U E L A L B E R T I . — N a c ió en B u e n o s A ire s e l 28 d e m a y o d e 1763 M aldonado, la Colonia, S anta Fe, San L uis, C orrientes,
b e d e d ic o al s a c e rd o c io g ra d u á n d o s e de d o c to r e n te o lo g ía . O c u p a b a el c a rg o dé
c u r a de la p a r r o q u ia d e S a n N ic o lá s c u a n d o e s ta lló el m o v im ie n to de M a y o . F o r ­ Salta, T arija, T ucum án, M endoza, Santiago del E stero y
m a b a p a r te d e la S o c ie d a d d e lo s S ie te . F u é r e d a c to r d e la G a c e ta . — M u r ió e n San Juan, que lo hicieron d u ran te el mes de Junio. P o ste rio r­
B u e n o s A ir e s el 2 d e f e b r e r o d e 1811.
m ente, y antes de term in ar el año 1810, m anifestaron tam ­
D . D O M I N G O M A T H E U .— N a c ió en E s p a ñ a (c iu d a d d e M a ta r ó , C a ta lu ñ a ) bién el propio, Córdoba, L a Rioja, Ju ju y , C ochabam ba, La
el 4 d e a g o s to d e 1766. C u rs ó e s tu d io s n á u tic o s y o b tu v o el d ip lo m a d e p ilo to d e
m a r. E n B u e n o s A ire s fu é c o m e rc ia n te y su p o la b r a r s e u n a f o r tu n a . L u c h ó c o n tr a Paz, O ruro, y otros.
lo s in g le s e s en 1806. F u é d ir e c to r d e la fá b r ic a d e a r m a s . — F a lle c ió e n B u e n o s
A ir e s e l 21 de m a rz o d e 1831.
Primeros trabajos de la Junta Provisional
D . J U A N L A R R E A .— N a c ió en E s p a ñ a el 24 d e ju n io d e 1782. F u é c o m e r ­
c ia n te m u y a p re c ia d o p o r s u in te lig e n c ia y c o r re c c ió n . S e a d h irió d e s d e el p r im e r Los m iem bros de la Ju n ta se habían rep artid o el trab ajo
m o m e n to a l m o v im ie n to d e M a y o , y fu é u n o d e lo s e le m e n to s m á s d e c id id o s en
fa v o r d e la c a u s a e m a n c ip a d o r a . A s u a c tiv id a d e m p e ñ o s a se d e b ió la p o sib ilid a d recayendo éste, principalm ente, sobre los dos secretarios
d e c r e a r la p rim e r a e s c u a d r illa c u y o m a n d o se c o n fió a D n . G u ille rm o B ro w n . M oreno y Paso. Los vocales atendían los asuntos que esta­
F a lle c ió el 30 d e ju n io d e 1847.
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ban más de acuerdo con sus conocimientos. Así, Larrea L a Ju n ta había com unicado a todas las corporaciones
atendía los asu n to s de hacienda; Castelli, los de gobierno; y m agistrados, que debían p re sta r ju ram en to de obediencia
B elgranp, los de gu erra. M oreno intervenía en todo, pues a la m ism a. A lgunos m iem bros de la A udiencia no cum plie­
su actividad ex trao rd inaria y su preparación se lo perm itían. ron y se produjo un conflicto. (Ju nio).
U na de las m ás urgentes necesidades, era la de con­ A principios del m ism o mes, llegaba a Buenos A ires
ta r con fondos para hacer frente a los gastos para la com ­ la noticia de que en Cádiz se había instalado un Consejo
p ra de arm as y otros pertrechos. Se realizó una suscrip­ de Regencia en substitución de la Junta Suprema que se
ción para re u n ir dinero, que encabezó M oreno con 6 onzas había disuelto. L a A udiencia sostenía que la J m ta P ro v i­
de oro. B elgrano, M atheu y L arrea renunciaron con el m is­
sional debía p re sta r acatam iento al C onsejo de Regencia,
mo fin al sueldo que, como vocales de la Ju n ta, les corres­
y de ello se originó otro conflicto. '
pondía. E n todas las poblaciones los p atrio tas prestaban su
concurso donando dinero, productos alim enticios, géneros L a Juftta, en conocim iento de que el ex-virrey C isneros
para uniform es, anim ales para los servicios del ejército, etc. y los m iem bros de la Audiencia, se preparaban para h uir a
Se levantó un em préstito entre los com erciantes y ca­ M ontevideo para restablecer allí un centro de resistencia,
p italistas con la g aran tía de don Ju an L arrea y de otros. los m andó a rrestar y traslad a r a bordo de un buque inglés
L a ac titu d de los realistas, que se preparaban para para enviarlos a E uropa. (Junio 22 de 1810).
una contrarrevolución, im pedía que la Ju n ta p re sta ra una En la ciudad de Mendoza. — L a noticia de la instalación de
m ayor atención a o tras m uchas cuestiones de im portan­ la Ju n ta de Buenos A ires llegó a M endoza el 13 de junio
cia. No obstante, la instrucción pública no fué olvidada, y, de 1810. al m ism o tiem po que una com unicación del gober­
así, adem ás de la creación de algunas escuelas, se fundó nador de Córdoba, G utiérrez de la Concha, ordenaba al
la de m atem áticas, a la que debían asistir los oficiales y ca­
com andante de arm as, F au stin o A nsay, que no le prestase
detes, y se dispuso la form ación de una biblioteca pública, obediencia.
de la cual, M oreno, su inspirador y fundador, fué designado
protector. E l día 23, el pueblo de M endoza, a pesar de todo, re ­
Se m andó h ab ilitar el p u erto de la E nsenada para faci­ solvió, por aclam ación, reconocer la autoridad de la Ju n ta,
litar el com ercio de im portación y de exportación, libre nom brar un diputado que lo representase, y obligar a An-
para todas las naciones. Se propuso fom entar la industria ..say a hacer entrega del m ando y de las arm as. Seis días
y el cultivo de la tierra, estim ulándolos con facilidades y después, A nsay, con el apoyo de algunos hom bres que ha­
prem ios adecuados. bía reunido, asaltó el cuartel, rindió la guarnición e im puso
un gobierno que dejaba las cosas más o m enos como esta­
Primeros síntomas de reacción b an; pero el día 16 de julio llegaba a M endoza el regim iento
de arribeños, cuyo jefe, con órdenes de la Ju n ta, arrestó
E n la ciudad de Buenos A ires. — No podía escapar a la pe­ al com andante A nsay y a otros m iem bros del gobierno,
netración de los m iem bros de la Ju n ta, por m ás que sus actos quienes fueron trasladados a Buenos Aires. M endoza, en­
se realizaban dem ostrando acatam iento a D on F ernando V II, tonces, se pronunció definitivam ente por la Ju n ta de Bue­
que los españoles no se conform arían con la nueva situa­ nos Aires.
ción nacida a raíz del m ovim iento del 25 de mayo. L a vigi­
lancia, pues, sobre los españoles m ás encum brados, se ejer­ En otras ciudades del Virreinato. — Córdoba, M ontevideo,
cía m uy estricta para estar en condiciones de to m ar rápi­ A sunción, C huquisaca y L a Paz constituyeron, desde el
dam ente las m edidas represivas del caso. prim er m om ento, centros o focos de reacción realista.
i

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L os españoles com prendieron que el único y verdadero de prestigio. En C huquisaca se encontraba el general Nieto,
fin a que asp iraban los autores del m ovim iento de M ayo, el m ismo que había enviado Cisneros para sofocar el m o­
era el de alcanzar la em ancipación del país, y era lógico, vim iento revolucionario del año anterior.
que aquéllos, p or su parte, hicieran trabajos encam inados a
recuperar el poder. E n L a P az se hallaba el general Goyeneche, el que so­
E n C órdoba residía L iniers, a quien C isneros había focó la insurrección en la m ism a ciudad, tam bién el año a n ­
terior, y que condenó
prohibido perm anecer en Buenos A ires. E ra una residencia
a la pena del g arrote
provisional pues existía orden de que debía ausentarse del a algunos de los pri­
país.
sioneros.
E l día 30 de m ayo em pezaron a circular en Córdoba las
prim eras noticias, algo confusas, de lo que había pasado en C h ile d e j ó de s e r
Buenos A ires. E l 4 de junio llegó un p e l i g r o , p u e s en
allí el correo con las prim eras co­ septiem bre del m ism o
m unicaciones de la Ju n ta y las no­ año 1810, se h a b í a
ticias de los sucesos del día 25. Constituido un gobier­
no popular nacido de
E n la casa del gobernador G utié­
una revolución p a c í ­
rrez de la Concha se verificó una fica.
reunión a la que asistieron L iniers,
el obispo O rellana, el deán de la Si bien el m om ento
C atedral de Córdoba D r. G regorio elegido para llevar a
F unes y otros. cab'o .el m o v i m i e n t o
em ancipador era opor­
El gobernador se m anifestó dis­
puesto a desconocer a la Ju n ta y a tuno p o r lo q u e res­
resistirla. L iniers y los dem ás pre­ pecta a la situación de
E spaña, dom inada por
sentes opinaron como el gobernador,
a excepción del deán Funes, quien los ejércitos napoleó­
se retiró después de haber m anifestado su adhesión a la nicos en casi toda la
au to rid ad de la Ju n ta. península, no d e ja b a
de ser av en tu rad a la
M ontevideo, como era de suponer, se dispuso en contra, em presa que a c o m e ­
y contaba con escuadra, m arinos y jefes m ilitares. C onsti­ t i e r o n lo s patriotas,
tuía un verdadero peligro para Buenos Aires, tan to por que puede calificarse
su proxim idad como por su posición estratégica de prim er de tem eraria.
orden con la escuadra para dom inar todo el P la ta y sus
afluentes, y sin enem igos que pudieran im pedírselo. L o s p a tr io ta s no
contaron en un princi­
E n el P ara g u ay gobernaba el general Velazco, am igo
pio con jefes superio­
íntim o de L iniers, dispuesto en contra de la autoridad de
res, y los oficiales eran
la Ju n ta Provisional.
los que se habían form ado en la lucha co n tra las fuerzas
E l A lto P erú, a las prim eras noticias se había conm ovido inglesas invasoras. H abían probado, sí, su valor y o tras cua­
por la acción de los gobernantes y jefes m ilitares españoles lidades g u e rre ra s; pero ellas no eran suficientes. N o o b s­
17
— 254 —
—255 —
tan te, se im provisaron Jefes y ellos supieron ponerse a la al­ fuerzas que se hallaban en M ontevideo, en favor de la re­
tu ra requerida y responder a la confianza que le habían volución ; pero la conspiración fué descubierta.
otorgado.
E n O ctubre llegó, a M ontevideo el m ariscal D. G aspar
E sa era la situación en el m om ento de producirse la revo­ de V igódet designado gobernador de M ontevideo por el
lución de Mayo. Consejo de Regencia.
La Junta Gubernativa y el Cabildo de Montevideo. Expedición al A lto Perú — Resistencia en Córdoba.
Liniers.
E l Cabildo de M ontevideo al tra ta r sobre la circular de
la J u n ta G ubernativa de Buenos A ires, que solicitaba su D esde el m om ento que la Ju n ta G ubernativa sub stitu y ó
adhesión a la causa revolucionaria se m ostró dispuesto a a las autoridades españolas, no cabía dudar del propósito de
resolver la adhesión y así lo h iz o ; pero, ante la noticia, los realistas de recuperar por la fuerza el poder que habían
llegada al día siguiente, de que en Cádiz se había instalado perdido.
el Consejo Supremo de Regencia en substitución de la Junta P ara c o n tra rre sta r cualquier m ovim iento de reacción, y
Suprema Central, disuelta, cambió de actitu d e hizo ju ra r para sostener, al m ism o tiem po, la adhesión de los pueblos
su reconocim iento al Consejo de Regencia, acto que se reali­ del interior, la Ju n ta procedió a la organización de fuerzas
zó con repiques de cam panas, Te Deum y o tras cerem onias. suficientes y destacó dos expediciones: una al A lto P erú, y
L a J u n ta de Buenos A ires envió a M ontevideo al Dr. otra al P araguay.
D. Ju an José P aso para arreglar el desacuerdo, y, al m ismo L as colum nas expedicionarias se form aron sacando alg u ­
tiem po, con la m isión secreta de prom over la insurrección nas com pañías de los diferentes cuerpos que existían en
en la cam paña oriental para lo Cual contaba, allí, con algunas Buenos A ires (P atricios, A rribeños, etc.). L a destinada al
personas adictas a la causa de la revolución y dispuestas a A lto P erú iba b astante bien uniform ada y con buen arm a­
defenderla con su acción personal (Junio). m ento (F usiles de chispa, 4 piezas de artillería volante y
2 obúses). D urante la m archa del ejército hacia el in terior
R eunidas en Cabildo abierto las personas notables de hubo m uchos jóvenes que se incorporaron a sus filas, al­
M ontevideo, el D r. P aso expuso los propósitos de la Ju n ta gunos presentados por sus propias madres.
G ub ern ativ a; pero sin resultado. Como el partido español
estaba en m ayoría, consiguió que 'la asam blea re so lv iera: Se com ponía la expedición de 1150 hom bres al m ando del
coronel don F rancisco O rtiz de Ocam po y llevaba como
que no reconocería la autoridad de la Junta, mientras ésta
segundo al teniente coronel D. A ntonio González Balcarce.
no reconociera la soberanía del Supremo Consejo de Re­
Salió de Buenos A ires el día 7 de Julio de 1810 y, de alli.
gencia. (')
pasó a M onte C astro. (') El día 9, después de pasarse re­
E l D r. P aso regresó a Buenos A ires sin éxito inm ediato, vista, em prendió la m archa hacia el interior.
y la ciudad de M ontevideo constituyó, en adelante, un cen­
tro de resistencia y de am enazas hasta 1814. Al aproxim arse a la ciudad de Córdoba O cam po no en­
contró resistencia, porque L iniers, que había em pezado a
Se estaba en eso, cuando la Ju n ta de Buenos A ires, te ­ organizar algunas fuerzas, no se consideró suficientem ente
niendo conocim iento del plan de Cisneros y de los oidores,
fuerte como para resistir y habia em prendido la m archa hacia
de h uir a M ontevideo, los m andó a rrestar y los em barcó
para Europa. el A lto P erú con el gobernador y otros personajes.
E n Julio hubo de producirse el levantam iento de unas L a expedición libertadora entró en la ciudad de Córdoba

( 1 ) E n V ele z S á rs fie ld ( F lo r e s ta ) a in m e d ia c io n e s d e la ca lle S e g u ró la (a n te '


(1) Refugiado en la islita de León frente a Cádiz, M o n te C a s tr o ) y el a r r o y o M ald o n a d o .
1

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a principios de A gosto, y Balcarce salió inmediatamente en E n el A lto P erú se tom aron después otro s docum entos
persecusión de los fugitivos. E n distintos puntos fueron to ­ que evidenciaron el plan de los gobernantes españoles. P ara
m ados Liniers, el gobernador G utiérrez de la Concha y otros. facilitar la consecución del plan, el v irrey del P erú había
Se tem ía que L iniers, puesto al frente de una contrarrevo­ lanzado una proclam a en la que declaraba la incorporación
lución, y dada su popularidad, hiciera peligrar la causa de de las cuatro provincias de Potosí, Charcas, C ocbabam ba y
los patriotas. La P az al V irreinato del P erú y, al m ism o tiem po, m an i­
L a J u n ta los sentenció a la pena de m uerte, de la cual festaba : que los am ericanos habían nacido para ser esclavos
sólo se salvó el obispo O rellana por su carácter sacerdotal. y vegetar en la obscuridad y abatim iento.
L a ejecución se llevó a cabo en un paraje llam ado Cabeza A nte estos hechos y las am enazas m anifestadas, los
del T igre, cerca de C ruz A lta. (A gosto 26 de 1810). hom bres que prepararon y llevaron a cabo el m ovim iento
La medida tom ada por la Ju n ta de Buenos A ires de m andar de Mayo, debían o rien tar sus procederes de acuerdo con el
ejecu tar a Liniers, al gobernador de Córdoba y üem ás reos, nuevo aspecto de las cosas.
pareció terrible, y lo fué E sto explica la ejecución llevada a cabo en Cabeza del
in d u d ab lem en te; pero la T igre y, poco después, la de los generales N ieto y Córdoba
J u n ta consideró que no y del Intendente de P otosí, P au .a Sanz.
había otra, dentro de las M oreno y Castelli eran los m iem bros de la J u n ta incli­
tres que podían ad o p tar­ nados a las m edidas de terro r, principalm ente el prim ero,
se : que las justificaba con las siguientes p alab ras:
1* Encerrar a los reos "H em os decretado el sacrificio de estas víctimas a la salud de tantos
en una prisión segura. millones de inocentes. Sólo el terror del suplicio puede servir de escar­
E sto no se consideró miento a sus cómplices’’.
factible porque no exis­
tía una cárcel apropia­ Batalla de Suipacha - Cotagaita
da. A dem ás, el dejar en
lib ertad a los reos, po­ V encida que fué la resistencia organizada en Córdoba
día dar lu g ar a una con­ por los realistas, la expedición auxiliadora em prendió la
trarrevolución. m arch a; pero no ya al m ando de O cam po sino de Balcarce.
2® Enviarlos a España A O cam po se le encom endó o tra misión.
embarcados. T am bién es­ El relevo de Ocam po, se cree, fué debido a su actitu d
to se consideró im posi­ indecisa en el cum plim iento de la orden term in an te de eje­
ble porque la escuadrilla española, que dom inaba el Río de cutar a los conjurados de Córdoba tom ados prisioneros.
la P lata, se habría apoderado del buque, y puesto en libertad D u ran te la m archa la colum na expedicionaria se iba en­
a los presos en M ontevideo. grosando con elem entos sacados de las cam pañas de San­
39 Condenarlos a la pena de muerte. tiago, T ucum án, S alta y Ju ju y .
Al ser tom ados los reos en Córdoba, se les encontraron Al m ismo tiem po se habían enviado agentes secretos
cartas y otros docum entos que dem ostraban claram ente el para provocar la insurrección en las principales poblacio­
propósito de organizar un plan para sofocar el movimiento nes del A lto Perú.
de Mayo, debiendo e n tra r en el com plot los gobernadores L os realistas ocupaban algunos puntos de S alta y de
de Córdoba, M ontevideo y de las provincias del A lto Perú. Jujuy y al tener conocim iento del avance de los p atriotas,
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Nieto, C órdoba y P au la Sanz, In ten d en te, este últim o, de
retrocedieron hasta s it u a r s e en la o r illa d ere ch a del río
Potosí, fueron fusilados.
Cotagaita.
Balcarce penetró en el A lto P erú y atacó a los realistas M ientras tan to los patrio tas habían iniciado la insurrec­
en C o tag aita; pero, estando sin artillería, fué fácilm ente ción en C ochabam ba consiguiendo vencer a los realistas en
rechazado. R etrocedió h asta T upiza y luego h asta Suipacha, Aroma, en trar en O ruro y salvar a un g ran núm ero de pa­
en donde se le incorporaron fuerzas con alguna artillería. triotas que se hallaban allí encarcelados, y prontos ya para
ser enviados a los calabozos de Lim a. E n tre ellos estaba el
Allí, obtuvo una victoria que fué ilustre p atrio ta D. Ju an A ntonio A lvarez de A renales.
gloriosa. L o s r e a l i s t a s
Con la victoria de Suipacha, que fué de tan g ran trascen ­
s u f r i e r o n u n a derrota
dencia, y la de Aroma, obtenida por los cochabam binos, que­
com pleta, p u e s t o q u e
dó insurreccionado casi todo el Alto P erú con los principales
abandonaron una bande­ centros de población, desde T upiza a L a P az y de O ru ro a
ra, cañones, arm as, di­ Cochabam ba, bajo la influencia de la Junta.
nero y m uchos prisione­
E stas victorias fueron celebradas con un regocijo ex tra­
ros. (N oviem bre 7 de
ordinario en todos los pueblos del V irreynato.
1810).
D espués de la victoria
Expedición al Paraguay
de Suipacha el e j é r c i t o
avanzó, por segunda vez, El jefe de la expedición al P arag u ay fué el vocal de la
sobre C otagaita cuya po­ Junta, don M anuel Belgrano.
sición fué tom ada. (N o­ E n San Nicolás tom ó B elgrano el m ando del prim er con­
viem bre 13). tingente de fuerzas, y, de allí, pasó al pueblo de la Bajada
D u ran te su m archa al del P aran á, punto en donde debía concentrar las fuerzas.
no rte se le incorporó un T odos los vecinos se m o strab an m uy anim ados en favor de
grupo de s o l d a d o s que la expedición y donaron caballos y otros elem entos de u ti­
habían p e r t e n e c i d o al lidad para el ejército.
cuerpo de Patricios, que O rganizado allí un cuerpo de 950 hom bres, B elgrano em ­
el g e n e r a l N ieto había prendió la m archa por territo rio entrerrian o y correntino
llevado desde Buenos A i­ sufriendo, durante toda ella, las m ás grandes privaciones
res en 1809 para sofocar y penurias.
el m ovim iento insurrec­ D esde la Bajada h asta la Candelaria no encontró m ás
cional de C huquisaca y poblados que un pobre núcleo de unos trein ta ranchos en
a los que, después, por el Curuzú-Cuatiá, y otro de doce, e'n Yaguareté-Corá. E l prim e­
solo hecho de ser crio­ ro de ellos lo m andó delinear, estableciendo tam bién su ju ris­
llos, encerró en las cár- dicción y expidió, otras disposiciones con el propósito de
E x p e d ic ió n a l A lto P e r ú i j t» ^ ' a
celes de P o t o s í . A raíz reunir a los pobladores disem inados de las cam pañas.
de la victoria de Suipacha pudieron escapar e incorporarse
A fines de N oviem bre p artía de C uruzú-C uatiá, al frente
al ejército libertador, tom ando a su cargo la persecución
de poco m ás de 1000 hom bres, artillería, carretas, etc. En
de los generales N ieto y Córdoba a los que apresaron en
D iciem bre (15) la expedición llegaba a la C andelaria, donde
el camino, an tes de llegar a O ruro.
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se dedicò a la construcción de balsas, canoas y botes de cuero,
B elgrano m andó un parlam en tario al jefe de las fuer­
B elgrano había enviado com unicaciones al gobernador Ve- zas paraguayas, general C abañas, para m anifestarle q u e:
lazco, al Cabildo y al Obispo invitándolos a una conferencia,
“las anuas de Buenos A ires habían ido a auxiliar y no a conquistar
puesto que no iba en son de conquista, y para evitar un el Paraguay; fero que, puesto que rechazaban con la fuerza a sus
inútil derram am iento de san g re; pero no tuvo éxito. libertadores, había resuelto evacuar el Paraguay".
E l 19 de D iciem bre la expedición iniciaba el paso del P a ­ Se convino, sin em bargo, un arm isticio del que re­
raná por la C andelaria batiendo a una pequeña fuerza ene­ sultó lo que se ha llam ado la “capitulación de T ac u arí”.
m iga en Cam pichuelo.
El ejército libertador, reducido a 300 hom bres, em pren­
E m prendida la m archa hacia la A sunción, y después de dió la m archa desfilando, en colum na de honor, ante las
otras acciones favorables, pero de poca im portancia, se tra ­ fuerzas paraguayas que p resentaban arm as, m ientras Bel­
bó la batalla decisiva grano y C abañas se abrazaban fraternalm ente.
en Paraguar'y.
Cabañas, con su estado m ayor, acom pañó al ejército
E l general Velazco,
patrio ta en su retirada, circunstancia que aprovechó Bel­
gobernador del P a ra ­
grano para explicarle los propósitos de la R evolución y
guay, había reunido un
convencer, no sólo al general C abañas, sino tam bién a sus
fuerte ejército de 6000
oficiales. L as ideas sem bradas p or B elgrano dieron sus
hom bres, ante el cual
B elgrano, con fuerzas frutos m ás tem pranam ente de lo que se podía esperar, pues
m uy inferiores, debía el gobernador V elazco fué depuesto, y el P ara g u ay se de­
sucum bir, aunque estu­ claró independiente. (M ayo 14 y 15 de 1811).
vo a punto de obtener Se constituyó, luego, una Ju n ta com puesta p or P edro
allí un triunfo (E nero Juan C aballero, Fulgencio Y egros y G aspar R odríguez de
19 de 1811). ^ Francia.
E stab a casi decidida Tratado del 12 de octubre.— E sto s acontecim 'entos dieron
la victoria en favor de lugar a que la Ju n ta d ’ Buenos A ires enviara a B elgrano
Belgi ano; pero, habién­ y a V icente A nastasio E cheverría, en misión especial para
dose descuidado 1 a s salvar ciertas dificultades que habían sobrevenido entre am ­
t r o p a s , entregadas a bas Ju n tas. El resultado fué el tratad o celebrado el 12 de
saquear los equipajes octubre de 1811. E n tre o tras disposiciones se establecía: el
dejados por el enemigo, reconocim iento de la independencia del P ara g u ay ; el auxilio
fué atacado de nuevo y recíproco en interés com ún, en el caso de alguna invasión
derrotado. B e lg r a n o , e x tra n jera; la supresión del estanco del tabaco; convenios
entonces, em prendió la sobre el im puesto a la yerba, y acerca* de o tras relaciones
retirad a h a s t a el río comerciales.
T acu arí en cuyas cerca­
nías tuvieron lu g ar al­ De esta m anera el P arag u ay , encerrado en sus fro n te­
gunos com bates. B elgrano quedó con sólo 235 hom bres, ras, no obstaculizó a los pueblos que luchaban por su inde­
y con este puñado de valientes se le atrevió a un ejército pendencia, ni ayudó a los realistas.
de m ás de 2500. (1 ) L a R e p ú b lic a A r g e n tin a re c o n o c ió la in d e p e n d e n c ia del P a ra g u a y el
17 de ju lio d e 1852, b a jo el g o b ie r n o d e U r q u u a .
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Saavedra, en sus “M em orias” dice, al referirse a la J u n ta :
La Revolución de Mayo y su finalidad “Por política fu é preciso cubrirla con el manto de Fernando V II, a
¿Q ué se propusieron los p atrio tas al llevar a cabo el cuyo nombre se estableció y bajo de él expedía sus providencias y
m ovim iento de M avo? ¿P ensaron, desde el prim er m om en­ mandatos”.
to, en la em ancipación, o sólo tuvieron el propósito de cons­ El m ismo Saavedra expresa este sen tif de la o p in ió n :
titu ir una autoridad provisoria p ara que gobernara m ientras "E n el mismo Buenos A ires no faltaron hijos suyos que miraran
durase la cautividad del m onarca F ernando V II? con tedio nuestra empresa: unos la creían inverif¡cable por el poder
de los españoles; otros la graduaban de locura y delirio, de cabezas
L os prim eros actos de la Ju n ta dem ostraban, de m anera desorganizadas; otros, en fin , y eran los más piadosos, nos miraban
evidente, que un propósito em ancipador guiaba a sus m iem ­ con compasión, no dudando que en breves días seríamos víctim as del
bros. Así lo confirm an la orden de ejecutar a L iniers y de­ poder y fu ro r español en castigo de nuestra rebelión e infidelidad con­
m ás conjurados de la reacción realista en C órdoba; como tra el legítimo Soberano, dueño y señor de la América, y de las vidas
tam bién otra, análoga, dada a Castelli, que acom pañaba la y haciendas de todos sus hijos y habitantes, pues hasta esas calidades
atribuían al R ey en su fanatism o”.
expedición al A lto P erú como representante de la Ju n ta, de
m andar ejecu tar a N ieto, Sanz y Goyeneche. E ste rigor T odo prueba, en definitiva, que los hom bres de la R evo­
extrem o no habría tenido razón de ser sin existir un pro­ lución, no obstante el aparente reconocim iento de la sobera­
pósito deliberado de alcanzar la independencia absoluta. nía de F ernando V II, se propusieron, desde que iniciaron sus
E l m ism o Cisneros se dió cuenta de los propósitos que actos de gobierno, instalados en el F uerte, en la propia mo­
guiaban a los autores de la revolución, pues en el inform e rada de los V irreyes, alcanzar la independencia absoluta
de España.
que pasó al rey, decía:
"La obra estaba meditada y resuelta . . . el objeto es el de una Antagonism o entre Saavedra y Moreno - Demócratas y
absoluta independencia de estas Am éricas”. conservadores - Decreto del 6 de Diciembre
O tros actos y resoluciones de la Ju n ta parecían, sin
em bargo, d em o strar propósitos contrarios, como lo revelan E n cuanto la Junta Gubernativa asum ió el m ando su r­
el tex to del ju ram en to prestado por los m iem bros de Ia gieron entre sus m iem bros los prim eros síntom as de desin­
Ju n ta, y exigido por ésta al A yuntam iento y a las au to ri­ teligencia, origi­
dades civiles y m ilitares (ver pág. 246), así como la pro­ nando la form a­
clam a que dirigió la Ju n ta al pueblo' el m ismo día 25, y ción de dos p ar­
que contiene en su texto estas p aab ras: tidos políticos.
" . . . l a observancia de las leyes que nos rigen, la común prosperidad N o t o d o s los
y el sostén de estas posesiones en la más constante fidelidad y adhe­ p atrio tas p e n s a -
sión a nuestro m uy amado R ey, el señor Fernando V II sus legítimos ban d e l mismo
sucesores en la corona de España. ¿ No son éstos vuestros sentim ientos? m odo s o b r e el
E stos mismos son los objetos de nuestros conatos”.
significado y la
L as expediciones que se m andaron al P ara g u ay y al m archa de la re­
A lto P erú , m archaban enarbolando la bandera española; y volución. U n o s
cuando B elgrano, al in au g u rar las baterías en las barrancas S a a v e d ra ' , i i
querían estable-
M o re n o

del río P aran á, m andó izar, por propia inspiración, una cer un gobierno m oderado conservando las form as del go­
bandera blanca y celeste, fué am onestado, ordenándosele bierno colonial. Saavedra, enem igo de toda m edida radical,
que la arriara y enarbolara la española (F ebrero de 1812). era el jefe de este partido que se llamó conservador.
P ero esto se explica si se tiene presente que, en aquellos O tros pensaban que la revolución no debía liiiiitarse a un
m om entos de peligro, era necesario proceder con prudencia
— 264 — — 265 —

sim ple cambio de autoridades, sino que se debía ir m ucho


m ás lejos. Q uerían reform arlo todo: form a de gobierno, leyes, La incorporación de los diputados a la Junta - Disidencias.
costum bres, etc., porque las que existían, propias del gobier­ La Junta Grande - Creación de Juntas Provinciales.
no despótico que había establecido la España, estaban re­ Renuncia de Moreno - Su muerte.
ñidas con las aspiraciones e ideas democráticas del pueblo.
E ste partido se llam ó demócrata. Por el acta del día 25 de M ayo, se había resu elto enviar
L os jefes de las fuerzas, y la opinión pacífica, apoyaban a órdenes circulares a todos los Cabildos del V irrein ato , a
Saavedra. Con M oreno estaba la juventud fogosa y en­ efecto de que procedieran a convocar a los principales vecinos,
tu siasta. para que éstos designaran los rep resen tan tes que deberían
reunirse en la Capital con el m andato de establecer la forma
U n incidente, acaecido a principios del mes de Diciembre,
de gobierno que se considerase más conveniente.
acentuó la disidencia.
D os días después, por circular del 27, se indicaba que los
L a noticia de la victoria de Suipacha fué recibida con tal
diputados “han de irse incorporando a la Junta, conform e y
entusiasm o que los oficiales del cuerpo de P atricios resol­
por orden de su llegada a la C apital”.
vieron festejarla con un banquete en el cuartel mismo. Al
D r. M oreno le fué prohibida la entrada por el oficial de g u ar­ Los diputados que iban llegando a la Capital, y que no
dia y tuvo que resignarse a reg resar a su casa. A la term i­ eran incorporados a la Ju n ta, em pezaron a ag itarse, ponién­
nación del banquete, un oficial, llam ado A tanasio D uarte, dose al frente de ellos el deán de la C atedral de Córdoba
pronunció un discurso y, ofreciendo una pequeña corona, D r. G regorio Funes. Su exigencia se fundaba en la circular
que form aba p arte de un ram illete, a la esposa de Saavedra, del 27 de M ayo, puesto que, por ella, se íes llam aba a incor­
insinuó la idea de la posible coronación de éstos como m o­ porarse a la Ju n ta.
narcas. M oreno, dándose cuenta de los peligros que en trañ ab a la
incorporación,, porque habría resultado, de este modo, una
M oreno tu v o conocim iento, esa m ism a noche, de lo suce­
A sam blea excesivam ente num erosa, se oponía a ella, aus­
dido, y, al día siguiente, dió un decreto (D iciem bre 6), que
piciando, en cambio, la reunión de los diputados en C ongreso
hizo firm ar a todos los m iem bros de la Ju n ta, incluso el P re ­
General, como lo prescribía el acta del 25 de M ayo, para
sidente Saavedra, por el que se prohibía, en adelante, que se
b rin d ara por o tra cosa que no fuera la p a tr ia ; que todo aquel establecer la form a de gobierno.
que brindase por algún m iem bro particular de la Ju n ta sería Saavedra con el deán F u n es y los dem ás diputados, soste­
desterrado por 6 a ñ o s; que las esposas de los funcionarios nían que tenían derecho a com partir del gobierno como repre­
públicos, políticos o m ilitares no disfrutarían de los hono­ sentantes de los dem ás pueblos del V irrein ato ; y tam bién
res dispensados a sus m aridos, etc. Al capitán D uarte, a argum entaban que la reunión en C ongreso G eneral no era
quien le habría correspondido la pena de m uerte, se le conveniente, pues se corría el riesgo de producir choques en­
condenó tan sólo a la de destierro, por considerar que su tre el C ongreso y la Ju n ta.
actitu d se debió al estado de ebriedad en que se encontraba. A unque los diputados tenían su parte de razón, no es menos
E n una de las disposiciones de este decreto consta aque­ cierto que su actitud respondía al propósito de dom inar por
lla conocida frase: “ningún habitante de Buenos Aires, ni el núm ero en el seno de la Ju n ta , de acuerdo con los saave-
ebrio ni dormido, debe tener impresiones contra la libertad dristas, y poder, así, vencer a M oreno y a sus partidarios.
de su país”. P o r últim o se resolvió que los diputados, reunidos con los
-2 6 6 — -2 6 7 —
m iem bros de la Junta, en un m ism o acto, resolvieran si de­ quien debía p a rtir con ellas para L ondres era D. H ipólito
bían o no incorporarse aquéllos a dicha Ju n ta. V ie y te s ; pero, debido a que éste se encontraba en el norte
R eunidos al efecto el día 18 de D iciem bre, discutieron lo acom pañando al ejército, y coincidiendo esta circunstancia
suficiente h asta que se procedió a la votación, resultando m a­ con la renuncia de M oreno del cargo de secretario, se en­
yoría por la incorporación con sólo los votos de M oreno y com endó a éste la im portan te misión.
P aso en contra. A nte tal resultado, M oreno presentó su re­ D u ran te el viaje sufrió una grave enferm edad de la cual
nuncia. Da J u n ta resolvió no acep tarla; pero M oreno insistió m urió. Sus últim as palabras fu e ro n : “viva mi patria aunque
en su resolución agregando que “la renuncia de un hombre yo perezca”. E ra la m adrugada del día 4 de M arzo de 1811.
de bien es siempre irrevocable”.
Al conocer Saavedra la noticia ex clam ó : “se necesitaba
E l deán Dr. G regorio F unes fué quien expuso la opinión de tanta agua para apagar tanto fuego”.
los diputados en la reunión del 18, alegando que les asistía La desaparición de M oreno dejó a los saavedristas dueños
el derecho de to m ar parte en el gobierno de todo el país, de la situ ac’ 'n ; pero no por m ucho tiem po.
au to rid ad que la Ju n ta pretendía ejercer por sí sola.
E n estas prim eras luchas políticas tuvo su origen el a n ta­ Llegada de Elío a Montevideo.
gonism o entre provincianos y porteños, antagonism o que no
desapareció h asta setenta u ochenta años después. E n E nero de 1811 llegó a M ontevideo, de regreso de E s­
L a nueva Ju n ta, que suele llam arse Junta Grande en m érito paña, D. Francisco Jav ier de Elío con el títu lo de V irrey
del crecido núm ero de sus m iem bros, quedó constituida con del Río de la P la ta que le había conferido el Consejo de
el m ismo Saavedra en la presidencia y P aso y V ieytes como Regencia. (1) D esde el prim er m om ento de su llegada a M on­
secretarios. tevideo m andó un oficio a la Ju n ta G ubernativa por el que,
U na m edida im p o rtante que tom ó la Junta (Ju n ta G ran­ después de m anifestar sus propósitos de buena voluntad y
de) fué la creación de las Juntas Provinciales, y ella res­ olvido de todo lo pasado, solicitaba que se le reconociera
pondía a los deseos m anifestados por las ciudades y pueblos en el carácter de V irrey (E n ero 5). L a Junta le contestó
del in terior de no ser sim ples dependencias de la Capital, en form a categórica desconociéndole toda autoridad. L as re ­
como lo habían sido bajo la autoridad de la p rim era Ju n ta laciones quedaron rotas definitivam ente.
(F eb rero 10 de 1811). L a contestación altiva de la Ju n ta a Elío decidió a éste a
Se dispuso q u e : en la capital de cada provincia se formaría una junta declararle la g u erra (F ebrero 12). (2)
compuesta de S miembros que, por ahora, serán el presidente, o el gober­ Elío había traído de E sp añ a algunas fuerzas disciplinadas
nador intendente que estuviese nombrado como presidente, y los cuatro y m aterial de guerra, y contaba, además, con una escua­
colegas que se eligiesen por el pueblo.
drilla suficientem ente poderosa como para bloquear el puerto
Pocos días después de su renuncia. M oreno fué com isio­ de Buenos Aires, recorrer los ríos P aran á y U ru g u ay e im­
nado para desem peñar una misión diplom ática en Londres. pedir, así, toda clase de tráfico.
Se tratab a de establecer relaciones políticas, comerciales, etc.,
pero, principalm ente, de obtener el apoyo de In g late rra a ( 1 ) R e c u é rd e s e q u e e n E s p a ñ a la J u n ta S u p re m a d e S e v illa h a b ía s id o d is u e lta
su c e d ié n d o le u n C o n sejo d e R e g e n c ia r e fu g ia d o en la is lita d e L e ó n .
ios fines de la Revolución. L as instrucciones habían sido (2 ) L a c o n te s ta c ió n f u é : “ L a E x m a . J u n ta h a e s tr a ñ a d o q u e V . s in c a rá c te r
p ú b lic o q u e lo a u to ric e a e n t r a r e n c o n te s ta c ió n co n ella, le h a y a d irig id o el oficio
preparadas pocos m eses antes por el m ism o M oreno, y d e l 5 d e l c o r r ie n te ; y p re v ie n e a V . q u e e n lo su cesiv o se a b s te n g a d e ig u a l in s u lto •
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La primera escuadrilla argentina - Combate de San N icolás un levantam iento general y espontáneo iniciado en Asencio
por V enancio Benavídez y otros. L a insurrección se exten­
P a ra c o n tra rre sta r la acción de los barcos españoles, la dió rápidam ente por todo el territo rio oriental, form ándose
Ju n ta ordenó la organización de una escuadrilla, y ésta se m ultitud de grupos que luego se reconcentraban o rganizán­
obtuvo arm ando en g u erra algunos buques m ercantes. Los dose contingentes m ayores a las órdenes de algunos p atrio tas
buques fueron tres y se bautizaron con los nom bres de Amé­ orientales. E n tre los que m ás se distinguieron en el m o­
rica, Invencible y 25 de Mayo, confiándose su m ando a un vim iento insurreccional cabe citar a José A rtigas, quien ha­
m arino, originario de la isla de M alta, llam ado Ju an B autista bía m ilitado en las filas del ejército español com o capitán
Azopardo. L a escuadrilla se hizo a la vela con destino a Santa
de blandengues. E ncontráb ase en la Colonia cuando, a raíz
Fe, llevando víveres y algunas fuerzas.
de un altercado que tuvo con su jefe, huyó y pasó a Buenos
L os españoles de M ontevideo, debieron ser advertidos de A ires para ofrecer sus servicios a la Ju n ta. Recibió dinero
la salida de dicha escuadrilla del puerto de Buenos Aires, y arm as para que cooperara en el m ovim iento insurreccional.
porque inm ediatam ente m andaron en su persecución una
flotilla de doce buques logrando alcanzarla a la altu ra de A rtigas cruzó el U ru g u ay burlando la vigilancia de la
San Nicolás. escuadrilla española y desem barcó cerca de la Colonia con
una partida de 150 hom bres arm ados.
A zopardo, viéndose atacado por fuerzas ta n superiores,
m ando arrim ar los buques a la costa, e hizo bajar a tierra L a Ju n ta designó a B elgrano com o jefe de todas las fu er­
algunos cañones para arm ar baterías. zas que debian operar en el territo rio oriental y, a este efecto,
L a lucha fué san g rienta y heroica; pero viendo A zopardo le instaba para que apresurara la m archa desde el P arag u ay ,
que todo estaba perdido, y p ara no rendirse, quiso hacer donde se encontraba, porque, dada la m u ltitud de cabecillas
volar el buque en que se encontraba disparando tiros con­ de grupos que se form aban, podían dar lu g ar a rivalidades
tra la san tab árb ara, sin conseguir realizar su intento. y consecuencias graves. En Abril, B elgrano estaba ya en
M ercedes, en cuyo pu n to había logrado reu n ir unos 3000
E l com bate duró dos horas quedando prisionero A zopardo
hom bres. T odas las fuerzas debían m archa hacia M onte­
e inutilizada la p rim era escuadrilla arg en tin a (M arzo 2 de
1811),. video para establecer el sitio.
Uno de los buques estaba al m ando de H ipólito Buchardo B elgrano no pudo llevar a cabo el plan m ilitar que tenía
(francés de nacionalidad) el m ism o que, m ás tarde, se hizo trazado por haber sido llam ado a Buenos Aires.
célebre como corsario, recorriendo los m ares al m ando de M ientras tanto, después de algunas acciones de m enor
la frag ata “La Argentina” y enarbolando el pabellón na­ im portancia, las fuerzas españolas fueron vencidas por A r­
cional. tigas en San José (A bril 25) y en Las Piedras, cerca de
M ontevideo (M ayo 18).
Insurrección de la Banda Oriental. D e todo el territo rio oriental sólo la ciudad de M onte­
E l general Belgrano - Sitio de Montevideo. video quedaba en poder de los españoles, pues la Colonia
D eclarada la g u erra por Elío a la Ju n ta de Buenos Aires, fué sitiada y tom ada por Benavidez (M ayo 27). V igodet,
empezó en la cam paña oriental, a fines del m es de F ebrero, que la defendia, no pudo re sistir: m andó clavar los ca­
ñones y se re tiró a M ontevideo con toda la guarnición.


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La Sociedad Patriótica - M otín del S y 6 de Abril. titu y era de la Ju n ta a R odríguez P eña, V ieytes, (’) Azcué-
naga y L arrea, y fueran confinados al in terior de las p ro­
L a incorporación de los diputados a la J u n ta Provisional vincias, así com o a otros
había ahondado el antagonism o entre los conservadores o m iem bros del p artid o de­
saavedristas y los demócratas o morenistas. m ó crata; que se volviera
L a desaparición de M oreno del escenario de la Revolución, a d ar a S aavedra el m an­
no significó la m uerte de sus ideas ni la de su partido. M uchos do absoluto de las arm as;
jóvenes que profesaban sus principios fundaron una asocia­ que se q u itara a B elgrano el
ción que se llam ó Sociedad Patriótica, con el propósito de sos­ m ando de las fuerzas qué
ten er y difundir los ideales del gran tribuno desaparecido. operaban en la B a n d a
Desde “La Gaceta” el Dr. P edro José A grelo hacía una O riental y se le diera orden
activa propaganda en defensa de los m ism os ideales. Fué de b ajar a Buenos A ires a
presidente de la Sociedad Patriótica D. A ntonio L uis B eruti. dar cu en ta de su conducta
Sus m iem bros usaban en la expedición al P a ra ­
como distintivo u n a guay.
escarapela c e l e s t e y El día 7 de Abril, los cua­
blanca. tro vocales destituidos sa­
L os socios se reunían lieron en un carru aje hacia
todas las noches en un la villa de L uján. E n su re­
local apropiado, y a em plazo se n om braron Otros
esas reuniones podía de opinión favorable a S aa­
a sistir todo el .mundo, vedra, y, con esto, los con­
pues la entrada era li­ servadores pudieron des­
bre. Se leían disertacio­ arro llar su política con m ás
nes patrióticas y se dis­ libertad.
cutía sobre tem as refe^ Saavedra fué acusado de
rentes a los derechos del pueblo, a las d istin tas form as haber sido el pro m o to r del
de gobierno, etc. m o tín ; pero él, en sus M e­
D esde las prim eras reuniones de la Sociedad P atrió tica m orias, p ro testó de tal acusación diciendo que no tuvo
los m iem bros de la Junta se alarm aron, así como los conser­ participación alguna en el m ovim iento.
vadores, y tra ta ro n de disolverla. P a ra ello fraguaron un ( 1 ) R o d ríg u e z P e ñ a y V ie y te s h a b ía n s u b s titu id o a M o re n o y A lb e rti.
m otín haciendo in tervenir en él a la población de los subur­ ( 2 ) L a p irá m id e , d e s d e su e lev ació n en 1811, s u frió d iv e rsa s c o m p o stu ra ^ y m o d i­
fic acio n e s. E n 1834 e n c o n trá b a s e en e s ta d o la stim o s o así c o m o el p iso , la v e rja ,
bios y a las tropas. lo s p ila re s , etc.
■ E n la noche del 5 al 6 de A bril ocuparon la plaza M ayor, E n 1856-1857 se p r a c tic a r o n re fo rm a s n o ta b le s . E n la cú s p id e se co lo có la e s ­
ta tu a d e la lib e rta d , y , m á s ta rd e , se fe a g r e g a r o n e n los c u a tr o á n g u lo s e n tr a n te s
unos mil quinientos hom bres a caballo que habían sido reu­ de la b ase o tro s ta n to s p e d e sta le s p a ra a s e n ta r c u a tr o e s ta tu a s d e ce m en to q u e r e p r e ­
s e n ta b a n el co m ercio , la a g r ic u ltu ra , la s cien cia s y la s a rte s .
nidos en los m ataderos de Miserere por el alcalde G rijera. C o n p o s te rio rid a d se h ic ie ro n a lg u n a s r e p a ra c io n e s sin im p o r ta n c ia ; p e ro en
Pidieron que se reuniera el Cabildo para hacer, por este 1875 se r e tir a r o n es a s c u a tr o e s ta tu a s y se s u b s titu y e ro n p o r o tr a á q u e re p re s e n ta b a n
la g eo g ra fía , la a stro n o m ía , la m e c á n ic a y la n a v e g a c ió n , e s ta tu a s q u e h a b ía n sid o
conducto, reclam aciones al gobierno. d e s tin a d a s p a ra el ed ificio d el B an c o de la P ro v in c ia d e B u en o s A ireá.
E n d iv e rsa s o casio n es se tr a tó de le v a n ta r u n g r a n m o n u m e n to en s u b s titu c ió n
L os sublevados exigieron, entre otras cosas, que se des­ de la pirámide, modesta cu extremo como obra de a r t e . O p in a b a n , a lg u n o s , que ella

JS .
— 272->
Sitio de M ontevideo
m ercio de los ingleses con Buenos Aires m ien tras d u raran
Bloqueo del puerto de Buenos Aires. los trab ajo s para llegar a la reconciliación cuyos trám ites,
ya iniciados, no habían term inado aún.
E l general R ondeau fué designado para m andar en jefe
las fuerzas que operaban en el territo rio oriental. D esde
M ercedes em prendió la m archa hacia M ontevideo y se si­ D esastre de H uaqui.
tuó en el C errito (') para iniciar el sitio de la ciudad con D espués de la victoria de Suipacha el ejército lib ertad o r
todas las fuerzas, incluso las que m andaba A rtigas (Junio em prendió la m archa hacia el Perú.
1* de 1811). L a expedición llegó h asta el rio D esaguadero y estableció
L a ciudad de M ontevideo estaba defendida por m ás de el cuartel general en Huaqui
ISO cañones y su guarnición la m andaba el general V igodet. cerca del lago Titicaca.
L a plaza fué som etida a un furioso cañoneo por la a rti­ E n tre Goyeneche, que te ­
llería del ejército sitiador. Elío, para vengarse, m andó bom ­ nía su cam pam ento m u y
b ard ear la ciudad de Buenos Aires, cosa fácil de hacer pues­ cerca del puente del Inca, y
to que los p atrio tas no tenían barcos p ara oponer a la es­ el rep resen tan te de la Ju n ­
cuadrilla enem iga, desde que los tres prim eros que se habían ta, Dr. Castelli, se celebró
arm ado en g u erra fueron destrozados en el com bate de un arm isticio que debía d u ­
San Nicolás. ra r 40 días.
La escuadrilla española, que tenía el excelente refugio Seis dias antes de vencer
de la bahía de M ontevideo, podía salir y recorrer todo el es­ el plazo fijado, el ejército
tu ario del P la ta y sus afluentes el P ara n á y el U ruguay. realista inició el ataque, del
E l pu erto de Buenos Aires, desde el rom pim iento de la que resultó un d esastre p a­
Ju n ta con Elío, estaba bloqueado y ello perjudicaba no so­ ra las arm as de la revolu­
lam ente las operaciones m ilitares sino tam bién el com ercio ción (20 de Junio de 1811).
inglés que era m uy im portante. In g laterra, aunque aliada P arte de las fuerzas se
de E spaña, no podía consentir en que su com ercio sufriera dió a la fuga en dirección
a la P az y a O ru ro ; y p ar­
las consecuencias del bloqueo e intervino en favor de la
te, más o m enos en orden,
reconciliación entre E spaña y el gobierno patriota.
em prendió la retirad a direc­
E l m inistro inglés residente en Río de Janeiro, L ord tam en te h asta O ru ro en don­
S trangford, exigió, por fin, a Elío, que no im pidiera el co- de se organizó el resto de
las fuerzas. Se inició luego,
d e b ía c o n s e rv a rs e in t a c t a ; o tro s p ro p ic ia b a n s u re s ta u ra c ió n en la fo rm a p rim itiv a , y
n o fa lta b a n los q u e se in c lin a b a n p o r la d e m o lic ió n to ta l.
la retirad a h asta C huqui-
En 1907, p o r d e c re to del P. E- N a c io n a l, se re a liz ó u n c o n c u rs o p a r a eif mo­ saca, P otosí, Ju ju y y Salta.
n u m e n to c o n m e m o ra tiv o d e la R e v o lu c ió n , re s u lta n d o a p ro b a d o u n o d e los p ro y e c to s ;
p ero , d eb id o a c a u sa s q u e no son d e l c a so e n u m e ra r, q u e d ó en su sp e n so , y lu e g o P u ey rred ó n , q u e h a b í a
s in efecto. sido nom brado P resid en te
L a p irá m id e d eb ía q u e d a r en ©I in te r io r d el m o n u m e n to a p ro b a d o , y se d eb ió
a e s ta c ir c u n s ta n c ia q u e fu e ra re m o v id a d e su s itio (c e n tro d e u n a d e la s d o s m an­ de la A udiencia de C huquisaca, después de la b atalla de
z a n a s d e la p la za de M a y o , lim ita d a p o r la s ca lles B o lív a r, V ic to ria , D e fe n s a y R i- Suipacha, tom ó a su cargo la difícil y arriesg ad a em presa
v a d a v ia ) p a ra tr a s la d a r la al s itio q u e h o y o cu p a. L a s c u a tr o e s ta tu a s , re tir a d a s p a ra
facilita r el tr a s la d o d e la p irá m id e , n o fu ero n re p u e s ta s. de salvar el dinero que existía en la casa de m oneda de
(1) No confundir con el cerro de la bahía de Montevidea Potosí, como lo consiguió, llevando a cabo aquella célebre
— 274 —
-2 7 5 —
retirad a al frente de sólo cien hom bres, custodiando las m uías
repentina de Saavedra fué considerada como una huida por
•\ cpn las cargas de dinero y barras de p lata y oro hasta
sus adversarios. P residió la Ju n ta h asta fines de agosto.
la provincia de T ucum án. F u é un recorrido de unas 200
•leguas entre serranías y precipicios, soportando las hostili­ Al poco tiem po se produjo una conm oción popular y ,#
dades incesantes de sus perseguidores, sin que las penurias a consecuencia de ella, el Cabildo pidió la destitución del
dieran lugar a quejas de la tropa. (A gosto de 1811). secretario de la Junta, doctor Cam pana. L a Ju n ta accedió al
pedido y lo deportó a Chascom ús (Septiem bre 16 de 1811).

Consecuencias del desastre de Huaqui. Decreto del 23 de septiembre de 1311


A gitació n popular. Creación del Triunvirato y de la Junta Conservadora
Reglamento Orgánico - Estatuto Provisional
L a d erro ta sufrida en H uaqui por el ejército libertador Sublevación de los Patricios
tuvo consecuencias sum am ente graves. L a noticia de este
desastre se conoció en Buenos A ires al cabo de un m es; y En poco m ás de un año de actuación, la Ju n ta habida
se creyó, luego, que el gobierno la había recibido m ucho an­ perdido su prestigio y ya no podía gobernar. H abían contri­
tes, y que no la com unicó inm ediatam ente en atención a su buido a producir tal situación estas dos causas p rin cip a le s:
extrem a gravedad. la actitud de los diputados que iban llegando a la C apital, v
El mismo ejército que ta n ta gloria había conquistado, que exigían su incorporación a la Ju n ta, de lo que resultó
desde su p artid a de B uenos A ires h asta Suipacha, y aún la Ju n ta G rande; y, en segundo lugar, el m otín del ó de
después, con el pronunciam iento que le siguió de todo el abril de 1811.
A lto P erú, tuvo que re tira rse casi deshecho. L a Ju n ta, dándose cuenta de ello, consideró necesario
A todo esto se agregó el bom bardeo de la ciudad de B ue­ volver a las ideas de M oreno y, antes que se produjera
nos A ires por una escuadrilla española que lanzó sobre la alguna conm oción popular, resolvió crear un poder ejecuti­
aquélla unas cu arenta bom bas y balas, ocasionando daños, vo, com puesto de tres vocales y tres secretarios sin voto.
desgracias personales y gran alboroto (noche del 15 de (Septiem bre 23 de 1811). L a J u n ta debía quedar form ando
Julio, 1811). un cuerpo legislativo con el nom bre de Ju n ta C onservadora.
L a J u n ta lanzó una proclam a al pueblo llam ándolo a la El gobierno se titu laría: G obierno Superior P rovisional de las
calma, al m ism o tiem po que prom etía a rb itra r los m edios P ro v in cias U nidas del R ío de la P la ta a nom bre del Señor F e r­
que requerían las circunstancias para afro n tar los peligros nando V II.
(Julio 20). Los m iem bros del T riu n v ira to fueron :
L as provincias del A lto P erú quedaron perdidas para P o d e r E jecutivo Secretarios
siem p re; pero no era esto sólo lo grave, pues ese desastre
D r. D. Ju a n Jo sé P aso D. B ernardino R ivadavia
trajo tam bién hondo m alestar en el gobierno y en la opi­ C oronel D r. D. Feliciano Chichina D r. D. V icente López
nión pública, que se puso de m anifiesto con p rotestas y D. M anuel de S arratea D r. D. José Ju lián P érez
exigencias, responsabilizarldo de todo ello al gobierno y,
en prim er lugar, a Saavedra. La Ju n ta encargó al deán F unes la redacción de un re­
Saavedra, dándose cuenta de que su popularidad había glam ento constitucional, que se llam ó R eglam ento O rgánico
decaído, así como el prestigio de la Ju n ta, pretextó la nece­ y que, aprobado por aquélla, lo comunicó al P oder E jecu­
sidad de salir para el interior a efecto de insp eccio n ar'el tivo (T riu n v ira to ).
ejército que se estaba^ reorganizando en Salta. E sta partida El T riu n v irato no aceptó el R eglam ento por su discre­
pancia de criterio respecto de algunas disposiciones funda­
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m entales y, por un decreto, ordenó la disolución de la Ju n ta de su herm ano F ernando V II y ser coronada reina de es­
C onservadora. (N oviem bre 7). tos dom inios u >.
El T riu n v irato , al rechazar el R eglam ento O rgánico dictó, El gobierno de Buenos A íres no dejó de p restar atención
en cambio, el E sta tu to Provisional (N oviem bre 22). E ste a este proyecto debido a los g raves peligros que se iban
E sta tu to tenía esbozados los principios fundam entales del presentando. M ediaba en este asu n to tan serio, el em baja­
gobierno representativo. E stablecía los tres poderes aunque dor inglés L ord S trangford, cuyo propósito era de obtener
no bien deslindados. facilidades para el comercio de su país.
L os m iem bros del P oder E jecutivo debían cam biarse cada U n fuerte ejército portugués había entrado y a en te rri­
seis m eses y serían designados por la A sam blea Legislativa. torio oriental. E n realidad el propósito de los portugueses
A lgunos de los principios, derechos y garantías, consigna­ era, y lo fué por .mucho tiem po, de apoderarse no sólo del
dos en el E statu to , fueron adoptados por los constituyentes territo rio oriental sino de llevar
de 1853 para la C onstitución que hoy nos rige. el lím ite de éste h asta el río P a ­
Saavedra, quien, attem ás de P residente de la Ju n ta, era raná, anexándose las a c t u a l e s
jefe del regim iento de P atricios, se había ausentado al in­ provincias argentinas de E n tre
terio r en misión especial. P o r esta circunstancia se designó Ríos y C orrientes, y M isiones.
a B elgrano, Coronel de dicho regim iento (N oviem bre 16). Elío, no obstante su consenti­
Los soldados de este cuerpo conservaban todavía el uso m iento, entró, después, en dudas
de la trenza, adorno que tenían en m ucho aprecio, y cuando respecto de los verdaderos p ro ­
B elgrano ordenó que se la cortaran, desobedecieron y se pósitos que podían abrigar los in­
atrincheraron en su cuartel. Después de un cuarto de hora vasores, puesto que, de conver­
de lucha a tiros, se rindieron (6 y 7 de D iciem bre). Diez tirse las sospechas en realidad,
de ellos fueron ejecutados y, otros, encarcelados. los portugueses habrían v u ln era­
E l T riu n v irato sospechó que los m iem bros de la Ju n ta do los derechos de E spaña. Elío,
disuelta eran los que habían fom entado la rebelión y, por ante la duda, se inclinó a aceptar
ello, fueron obligados, en el térm ino de 24 horas, a salir un convenio con el gobierno de
de la Capital para sus provincias respectivas. E sto acentuó Buenos Aires.
aún m ás el antagonism o entre los hom bres del interior y A m bas p artes t e n í a n conveniencia en m andar cesar la
los de la Capital. g u erra y firm aron un arm isticio (O ctu b re 20 de 1811).
L a invasión portuguesa. L a R evolución en peligro

L a rendición de la plaza de M ontevideo era asunto que L a segunda m itad del año 1811, tan to por la situación
urgía para poder atender, sin peligro por ese lado, la frontera interna como por los peligros externos, se iba p resentando
del norte, am enazada seriam ente después del desastre de sum am ente grave.
H uaqui. El ejército del norte, vencido en H uaqui se había retirado,
Elío no se encontraba tam poco libre de peligros. Reducido deshecho, h asta Salta para reorganizarse, con pérdida de
todo su dominio a la plaza citada, se daba cuenta de la im­
(1) La princesa Carlota, casada con el príncipe Regente de Portugal, con motivo
posibilidad de resistir m ucho tiem po, y buscó el auxilio de de la invasión napoleónica, había emigrado con toda la corte, trasladándose a
las fuerzas portuguesas del Brasil. Río de Janeiro (Noviembre de 1807).
Esta princesa era la hija mayor de Carlos IV , rey de España, y hermana, por
L a princesa C arlota am bicionaba heredar las posesiones consiguiente, de Fernando V II. Encontrándose, éste, cautivo con todos los hermano»
y tíos, era, aquélla, la presunta heredera de la corona de España y de las Indias.
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las provincias del A lto P erú. E sta circunstancia perm itió a
los realistas llegar a las fronteras de Salta y Jujuy, y am e­ m ayor parte, m archaban a pie. T oda esa pobre gente se
n azar con una invasión h asta Buenos Aires. vió obligada a abandonar sus bienes y com odidades para
P o r el oriente, un ejército portugués había invadido el cam biar su vida regular, por la de cam pam ento en el Ayuí,
territo rio oriental en ayuda de los españoles, para sofocar con todas las estrecheces y m iserias im aginables, sufriendo
la insurrección que ya había encerrado a Elío en M ontevi­ el ham bre, las inclem encias del tiem po y los horrores de
deo, único pu n to que quedaba a los peninsulares. la falta de higiene en las viviendas im provisadas, que con­
A dem ás, el bloqueo del puerto de B uenos A ires, por la sistían en m iserables ranchos donde se cobijaban familias
escuadrilla española, im pedía todo com ercio con el exterior enteras, cuando no el suelo pelado y duro debajo de las
y, por eso m ismo, la introducción de arm as. ca rre ta s; o los espacios libres en tre los árboles con las
copas de éstos por único techo.
Si se ag reg a a todos estos peligros el de la conspiración
que los m ism os realistas preparaban en Buenos A ires, en R u p tu ra del arm isticio con M ontevideo
com binación con las fuerzas que habrían desem barcado, tra í­ D . Ju a n de R ad em aker y el convenio con el B rasil
das de M ontevideo, es posible com prender la gravedad del Cuando se e s t i p u l ó el arm isticio con M ontevideo, las
m om ento por que pasaba la revolución. fuerzas de la R evolución abandonaron el territo rio o rien ­
A rm isticio del 20 de O ctubre tal ; pero los portugueses perm anecieron en él con el p re­
A ctitud de A rtig as - E xodo del pueblo u ruguayo texto de m antener el orden.
L as principales cláusulas del arm isticio firm ado en M on­ V igodet, gobernador de la plaza de M ontevideo, quien
tevideo, el 20 de O ctubre de 1811, fueron: había substituido a Elío, p retextando que fuerzas de A rti­
Que el ejército sitiador debía retirarse del territorio oriental. gas realizaban incursio­
Que el ejército portugués invasor se retiraría igualmente. nes en territo rio orien­
Que cesaría el bloqueo de los puertos y se establecería el tráfico libre. tal, y que el gobierno de
Con la firm a del arm isticio se obtenían estas v en taja s: Buenos A ires reforzaba
1' — Poder reforzar el ejército del norte con las fuerzas que estaban em­
peñadas en el sitio de Montevideo. el cam pam ento de aquél
2’— A lejar el peligro de la invasión portuguesa, y otros más que se ha­ en el Ayuí, rom pió'el a r­
brían derivado de ella. m isticio y d e c l a r ó d e
3*—L a libre navegación, y, como consecuencia de este hecho, una mayor nuevo la g u erra (E nero
afluencia de barcos en los puertos, y alimento de la renta. de 1812).
E n cum plim iento de lo estipulado, R ondeau se em barcó
con las tropas para Buenos Aires. A rtigas, contrario al a r­ El gobierno de Buenos
A ires, por su parte, adop­
m isticio, se retiró descontento y lo hizo dejando desiertas
las cam pañas de la región suroeste, pues obligó, con am ena­ tó el plan de renovar el
zas, a todos los h ab itantes que se encontraban en las regio­ s itio ; pero, ante todo, era
nes del trayecto, sin excepción ninguna, a seguirle h asta el necesario im pedir la ac­
cam pam ento del Ayuí, situado en la costa en trerriana, fren­ ción del ejército portugués, procurando su retiro del te rrito ­
te al Saito. E ran unas 16.000 personas, incluyendo 3.000 rio oriental. Se acudió, para ello, al Representante de In g la ­
hom bres de tropa. Se llamó “ E xodo del pueblo o riental” . terra, residente en Río de Janeiro, L ord S trangford, quien,
L a interm inable caravana, que la form aban la tropa de en defensa de los intereses com erciales de su nación, in terv i­
no y consiguió que el B rasil perm aneciera neu tral y que ne­
caballería y m u ltitu d de carretas y carros, así como los
gociara un arm isticio con el gobierno de Buenos Aires.
ganados arreados, era seguida por las fam ilias que, en su
Con este propósito llegó, a Buenos A ires el teniente
— 281 —

coronel D. Ju an de R adem aker, en calidad de enviado ex­ La conspiración fué descubierta gracias a varias denun­
traordinario, para convenir las condiciones del arm isticio. cias, entre ellas la de un negro esclavo llam ado V e n tu ra,
E ste quedó inm ediatam ente aprobado y firm ado (M ayo al servicio de A lzaga en una q u in ta que éste poseía en
27 de 1812). B arracas, y que había sido h ablado para que e n tra ra en
E ste convenio significó un gran alivio para la revolu­ el m ovim iento.
ción puesto que, retirándose las fuerzas portuguesas de E l T riu n v irato tom ó, sin pérdida de tiem po, las m edidas
la B anda O riental, era ya posible reanudar el sitio sin severísim as que la situación requería para la averiguación
m ayores peligros. (') de los hechos y, constatad a la verdad de ellos, procedió
Conspiración de Alzaga. de inm ediato a la aplicación de las penas. A quella misma
noche y días siguientes fueron ejecutados varios de los
A lgunas personas de las m ás influyentes del elem ento
peninsular, residentes en Buenos Aires, de acuerdo con otras conjurados. A lzaga, que se había escondido, fué por fin
de M ontevideo en com binación, a su vez, con las autoridades hallado y ejecutado (Julio 5 de 1812). Así se siguió p or
realistas de esa plaza, se habian propuesto realizar un m ovi­ m ás de un mes y medio.
m iento revolucionario para restablecer el dom inio español. El gobierno prem ió al negro V en tu ra, por su actitud,
El rom pim iento del arm isticio de O ctubre, provocado por pagando el precio de su rescate para libertarlo y, adem ás
V igodet, no era sino un acto que respondía al plan realista de un sueldo, le dió un sable y un escudo, que llevaría en
en preparación, y cuyo estallido debía producirse en los el brazo izquierdo, con la in scripción: Por fiel a la Patria.
últim os días de Junio, postergado, después, para el día 5 del
mes de Julio. La ciudad de Buenos Aires durante los primeros años
E l plan estaba bien preparado, y contaba en Buenos A ires de la revolución
con elem entos suficientes como para obtener el triunfo, pues N o o b stan te los buenos propósitos dem ostrados en diferentes
los conspiradores habían conseguido ocultar arm as en dife­ épocas, p o r algunos g o b ern an tes pro g resistas, principalm ente durante
rentes puntos de la ciudad y com prom eter a centénares de el siglo X V II, nunca fué posible colocar la ciudad de B uenos A ires en
hom bres. condiciones higiénicas, pues todos los proyectos quedaban sin lle­
E n Buenos A ires existían m uy pocas fuerzas, pues casi varse a la práctica debido, en prim er térm ino, a la falta de pavim en­
tos, y h asta a la m ala v o luntad de los vecinos, que p reten d ían hacer
todas ellas habían sido enviadas al norte o estaban concen­ v aler razones inconsistentes.
trad as sobre el U ru g u ay listas para m andarlas al nuevo sitio Se decía, por ejemplo, que con el empedrado de las calles, las casas
de M ontevideo. correrían el peligro de caerse a consecuencia de las trepidaciones que
D. M artin de A lzaga, el m ás prestigioso, entonces, de los producirían las pesadas carretas; y se agregaba que eso exigiría la
españoles residentes en el P lata, era la cabeza dirigente de dotación de llantas de hierro a las ruedas, y de herraduras a los caba­
la conspiración. llos, y, como consecuencia, un gasto excesivo.
L os conjurados debían reunirse una noche en un lugar L a prim era cuadra que tuvo empedrado (piedra bruta) fué la actual
convenido para m archar al ataque de los cuarteles y de la de Bolívar entre las actuales de V ictoria y Alsina. Año 1783) K
fortaleza. L a escuadrilla española se presentaría en el puer­ Pocas fueron las calles empedradas hasta que ocupó el gobierno
don M artín Rodríguez con el progresista ministerio de Rivadavia (años
to m uy tem prano, para apoyar el m ovim iento con 500 1822-1824).
hom bres de desembarco. E n aquella época la parte más densamente poblada estaba com­
(1) Este triunfo diplomático contribuyó a dar mayor brillo a las fiestas en celebra­ prendida en un rectángulo limitado por las actuales calles Corrientes,
ción del segundo aniversario de la revolución. Carlos Pellegrini, Bernardo de Irigoyen y Chile, con el Río de la
Coincidiendo con este aniversario, se introdujo la costumbre de llevar a los P lata al este.
niños al pie de la Pirámide de Mayo, para cantar himnos patrióticos. El Gobierno
mandó, también, que en todas las escuelas se realizaran ceremonias análogas se» (1 ) E l p rim er adoquinado se hizo en la calle R ivadavia e n tre San M artin
mana lmen te. y R econquista, en 1870.
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"Los suburbios arbolados, en que se abrigaban las bandas de San M artín había nacido en Yapeyú, uno de los trein ta
m alhechores y prófugos, tan- ex actam en te caracterizados con el nom ­ pueblos de las antiguas Misiones orientales. A la edad de
bre de tunales por C ervino, fo rm ab an al oeste, de n o rte a sud, una 8 años fué llevado, por su padre, a E spaña, ingresando en
cin tu ra que ceñía a la ciudad d en tro de un sem icírculo de n a tu ra ­
leza indefinida” .
uno de los principales colegios de M adrid.
“D el sudoeste al noroeste, las iglesias de la Concepción, de Em pezó su carrera en A frica, al servicio de España,
M onserrat, de la Piedad y de San N icolás, eran los lím ites de la com batiendo contra los m oros. D istinguióse, después, en.
ciudad culta o, m ejor dicho, donde se b o rrab an las calles ordenadas.
A uno y o tro lado de esos puntos, y aun alrededor de ellos m ism os, m uchas batallas libradas co n tra los portugueses y franceses.
sólo había eriales y huecos desolados, perfectam en te apropiados para A lvear nació en Santo Angel, pueblo de las Misiones
escondrijos de vagos, de esclavos p ró fu g o s y de crim inales”. orientales, el 25 de octubre de 1789. Pasó su prim era ju ven­
“ D etrás de las quintas com enzaba la cam paña ocupada, en la
tud en E spaña, y allí conoció a San M artín y a otros com ­
p arte m ás próxim a, por chácaras o fundos extensísim os e incultos en
su m ay o r parte, erizados de arb u sto s y m alezas, sobre todo los patriotas, todos m iem bros de una sociedad secreta estable­
zanjones del n o rte y del sur que daban curso a los Terceros y que, cida en Cádiz, y que era una dependencia de otra, llam ada
hasta 1830, fueron teatro de brujas, de viudas, de penitentes y de Lautaro, que había fundado en L ondres el
ánimas en pena que, zungadas sobre zancos, an d ab an aterran d o al venezolano don Francisco M iranda.
pacífico vecindario y a los tran se ú n te s p ara facilitar sus fechorías.
“ E l m al había llegado, en 1812, a ser una calam idad pública,
San M artín fué destinado inm ediatam ente
una plaga social que tenía a terrad o al v ecindario”. a la organización de un cuerpo de caballe­
“ E ra indispensable, urgente, ex tirp ar a to d a costa ese desorden ría según la táctica europea. T al fué el ori­
con un rigor inexorable,' su m ario y ejecutivo en los p rocedim ientos”. gen de los fam osos Granaderos a caballo.
“ E n v ista de estos principios y d e.esa necesidad suprem a, se creó “San M artín com o coronel, y A lvear com o co­
una Comisión de Justicia encargada de p roceder sum arísim am ente, m andante, se dedicaron con a rd o r a la form ación
y nada m ás que a buena verdad sabida, o y enseñanza de ese cuerpo. L o prim ero que hizo
probada, en cada caso de crim en co n tra las fu é 'e sc o g e r hom bres ro b u sto s y jin etes (cosa m uy
p erso n as o co n tra los bienes, elim inando to ­ fácil entre nosotros) ya sacándolos de los otros cuer­
dos los procedim ientos que pudieran hacer pos, ya tomándolos de la plebe, ya haciéndolos traer
m oroso o ineficaz el 'castigo aun en los ca­ de San Luis y de Santiago del E stero principalmente,
sos de condena a m uerte, que fueron los con algunos paraguayos y litorales bien constituidos
m ás frecu en tes” x. • al efecto. Queriendo San M artín que su regimiento
de Granaderos a caballo fuera un modelo, anduvo
San Martín y Alvear pidiendo a las mejores ’familias del país que le diesen
L os granaderos a caballo jóvenes, casi niños, de linda figura y de m ejor edu­
E n m arzo de 1812, y en m om entos cación, de 14 años para arriba. Form ó con ellos una
brillante oficialidad subalterna, y para oficiales supe­
de grandes p tligros, llegaban a B ue­ riores de los cuatro escuadrones, llamó a los de la
nos A ires varios jóvenes criollos ani­ clase culta, de reputación honorable, que ya hubieran
sa n Martín m ados por la idea generosa de poner hecho alguna campaña, como Necochea, Melián, los
Nació en Y apeyú el 25 de su espada al Servicio de la causa re­ hermanos Escalada y muchos otros que ya veremos figurar a su tiempo” .
febrero de 1778. Murió en , f . , .
“Completado el personal, dividieron el regimiento er. cuatro escua­
Francia el i7 deagosto volucionaria, que era la causa de su
drones, comenzando los ejercicios, la enseñanza de cada hombre y de
de I850- patria. cada caballo, sin descanso en todo el día. L a plaza del R etiro, donde está
E ran esos jóvenes el teniente coronel dé caballería don su estatua, fué el teatro de esa incesante la b o r; allí las cargas furiosas
José de San M artín, el alférez de carabineros don Carlos de y a fondo hacían temblar el suelo como en un terremoto al sonido estri­
Alvear, el alférez de navio don M atías Zapiola y otros más. dente y marcial de las cornetas y las voces de mando” 1.

(1) ^V icente F. I.ópez. Hist, de U R . A. (1 ) V ic e n te F id e l Iyópez. H is t, d e . la: R. A rgentina.


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La Logia Lautaro B elgrano se encontró con un ejército desm oralizado, al que


E xistían en E uropa ciertas sociedades secretas de americanos, cuyo
faltaban uniform es, arm as, m u n icio n es; pero supo infundirle
fin era trab ajar por la independencia de América. confianza, y levantar su espíritu. L a m ism a población dió
«Estas sociedades, que establecieron sus c e n tro s. de dirección en pruebas de su sentim iento patriótico, pues h asta las m uje­
Inglaterra y España, tuvieron su origen en una asociación que, con aque­ res se dieron a tra b a ja r en la preparación de m uniciones.
llos propósitos, y con el objeto inmediato de revolucionar a Caracas,
fundó en L ondres, a fines del siglo X V I I I , el célebre general M iranda,
B elgrano avanzó, luego, hacia el norte h asta Ju ju y , don­
quien buscó sucesivamente el apoyo de Francia, de Estados Unidos y de de estableció el cuartel general. (M ayo de 1812).
Inglaterra en favor de su empresa. E n Londres estaba lo que podía Se aproxim aba el segundo aniversario de la Revolución,
llamarse el “grande oriente” político de la asociación, y, de allí, p a r­ y B elgrano resolvió que fuera celebrado dignam ente, con
tían todas las comunicaciones para América. E n Cádiz existía el núcleo la cerem onia del ju ram en to
correspondiente a la Península, y, en ella, se afiliaban todos los ame­
ricanos que entraban o salían por aquel puerto. El prim er grado de de la bandera de su creación
iniciación de los neófitos, era el ju ra m en to de tra b a ja r p or la indepen­ que había hecho flam ear, por
dencia am ericana; el segundo, la profesión de fe del dogma republicano. prim era vez, a orillas del
La fórm ula del juram ento del segundo grado e r a : "Nunca reconocerás P aran á. (V éase pág. 295).
por gobierno legítimo de tu patria, sino aquél que sea elegido por la
libre y espontánea voluntad de los pueblos; y siendo el sistema repu­ E n Ju ju y , m ientras tan to ,
blicano el más adaptable al gobierno de las Américas, propenderás, por reinaba la i n t r a n q u i l i d a d ,
cuantos medios estén a tus alcances, a que los pueblos se decidan por él". pues llegaban noticias de que
“E n esta asociación secreta, ram ificada en el ejército y la m arina, l_as tropas españolas se acer­
y que, en Cádiz solamente, contaba cuarenta iniciados en sus dos grados,
se afilió San M artín, casi al mismo tiempo que Bolívar, ligándose, así,
caban, am enazantes, a la que­
por un mismo juram ento prestado en el viejo mundo, los dos futuros brada de H um ahuaca.
libertadores del Nuevo Mundo, que, partiendo de un mismo centro con E l éxodo jujeño. — Belgrano,
idénticos propósitos, elevándose por iguales medios y a la misma altura, dada la situación de peligro en que
debían encontrarse, más tarde, frente a frente, en la mitad de su glo­ se encontraba, resolvió retirarse con
riosa carrera» J. toda la población, para privar de
Campaña del Alto Perú - Batalla de Tucumán: recursos al enemigo. El 29 de ju ­
lio dió un bando por el que se o r­
sus consecuencias - E l éxodo jujeño denaba a todos los habitantes, sin
Después del desastre de H uaqui, el ejército libertador excepción alguna, que abandonaran
sus hogares, llevándose todas sus
se reorganizó en Salta. P ueyrredón había quedado al frente
pertenencias.
del m ism o; pero como fué nom brado m iem bro del T riu n ­ “Las carretas del comercio salían
virato, se designó para reem plazarle, al general B elgrano, cargadas, camino a Tucumán, y las
el cual se encontraba, entonces, en el pueblo de Rosario, muías conducían a lugares distan­
donde había sido enviado para ponerse al frente de unas tes y ocultos las mercaderías, huyendo del castigo o de la rapacidad;
las alhajas de las iglesias, los archivos públicos de las ciudades, todo,
fuerzas que ten ían por m isión vigilar el río P aran á, en esos haciendo conjunto, a semejanza de una nación nómada que se aleja,
parajes, e im pedir el paso a los buques españoles. Allí, Bel­ emprendió la marcha. A las cinco de la tarde del día 23 de agosto, el
grano, m andó lev an tar dos baterías, que bautizó con los grueso del ejército salió de Jujuy y, poco más tarde, su últim a divi­
nom bres de “ L ib erta d ” , a una, e “ Independencia”, a la sión, que tuvo en las cercanías de la ciudad que recibir y contestar
otra (F eb rero 27 de 1812). los primeros tiros, porque el enemigo estaba encima” Al día si­
guiente, Belgrano entraba en Salta.
Poco tiem po después recibió la orden de pasar a Salta
De nuevo, desde Salta, an te el avance incesante de los
para to m ar el m ando de las fuerzas que dejaba P ueyrredón.
(1 ) B. Mitre. H itt. de B elg ran o T 2? Pág. 272. (1) B. Frías. Hist. de la prov. de Salta.
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realistas, em prendió la re tira d a seguido por la vanguardia Ju ju y , S alta y T ucum án se h ab rían perdido, como se perdió
enem iga que le acosaba sin tregua. el A lto P erú , y, tal vez, todo, teniendo presente que los rea­
P asado el rio P asag e o Salado, y cerca del río L as Piedras, listas habrían avanzado h asta C órdoba, S anta Fe, y, proba­
obtuvo un triunfo de poca im portancia; pero que sirvió para blem ente h asta B uenos Aires.
retem p lar el esp íritu bastan te abatido de las tropas. L a victoria de T ucum án, en cambio, perm itió al go­
B elgrano, desobedeciendo la orden del gobierno de no bierno iniciar de nuevo el sitio de M ontevideo, a pesar de la
dar b atalla y retroceder, decidió detenerse en T ucum án sí actitu d equívoca de A rtigas, y en v iar m ás fuerzas a B elgrano
en co n trab a la población resuelta a ayudarle. A nte el peligro para proseguir la cam paña en el norte.
que corrían, los tucum anos, de quedar som etidos de nuevo L a desobediencia de B elgrano, salvó a la R evolución,
al yugo de los realistas, ofrecieron hacer cualquier sacrificio. quizá de un desastre.
P u d o organizarse un cuerpo de caballería de 400 paisanos,
la m ay o ría de los cuales nunca habían oído el silbido de R evolución del 8 de O ctu b re - S ituación externa e in tern a
las balas, em pezando a figurar, así, las caballerías gauchas S egundo T riu n v ira to
que m ás tard e se hicieron célebres con Güemes y otros cau­
dillos. E sto s soldados im provisados vestían ponchos de v a­ E l año 1812 se caracterizó p o r un estado general de te ­
riados colores y estaban arm ados, los m ás, de lanza, lazo y m or por los peligros externos, y de agitación intensa en la
boleadoras. ciudad de Buenos A ires fom entada por los partidos políticos.
E l jefe español se acercó a T ucum án y m aniobró de tal E n Julio se sofocó la conspiración de A lzaga, que es­
m odo com o p ara hacer creer a B elgrano que atacaría la tu v o a punto de estallar, y este acontecim iento contribuyó
ciudad por el lado del norte, y llevó, en cam bio, el ataque a ac en tu ar aún m ás la desinteligencia entre los m iem bros
por el lado del su r para co rtarle la re tira d a ; pero su estra­ del T riu n v irato , principalm ente en tre P u ey rred ó n y R iva­
teg ia no le dió re su ltad o y fué vencido.
davia, quien ocupaba el cargo en reem plazo de S arratea,
L a v ictoria de B elgrano fué im portante, pues el general que se hallaba con el ejército en las m árgenes del U ru g u ay ,
realista' co n tab a con 3.000 hom bres bien arm ados, m ientras disponiéndose para el traslad o de las fuerzas con las cuales
que los p atrio tas sólo eran unos 1.800. Se tom aron al ene­
debía iniciar el segundo sitio de M ontevideo.
m igo 7 cañones, todo el parque, los bagajes, banderas y
cerca de 700 prisioneros (S eptiem bre 24 de 1812). L a opinión pública en la ciudad de Buenos A ires es­
T ristá n tuvo que re tira rse perseguido p or un destacam ento tab a dividida en dos b a n d o s: uno de ellos lo form aba todo
de 600 hom bres al m ando de D íaz Vélez. E n un lugar lla­ el elem ento m oderado, que no aceptaba la politica dem a­
m ado L as P ied ras D íaz V élez pudo libertar a 80 presos pa­ siado av an zad a; el otro, lo form aban los que habían sido
triotas. Siguiendo luego un cam ino distinto, entró en Salta, m orenistas, m uchos de ellos de la Sociedad P atrió tica, y, en
antes que lleg ara T ristán . Los habitantes, que ya conocían p rim er térm ino, los m iem bros de la L ogia L au ta ro y sus
el triu n fo de T ucum án, se pronunciaron con nuevos bríos partidarios. E sto s acusaban al Gobierno de haber descuidado
en favor de la revolución. las necesidades del E jército del N orte, dejándolo en el aban­
D espués de llegar h asta Ju ju y , ocupado por los realistas, dono; de haber ordenado a B elgrano, erróneam ente, la re ti­
D íaz V élez regresó a T ucum án habiendo dejado las pobla­ rada del ejército, etc. E sto s y otros cargos, in ju sto s al­
ciones bien dispuestas en favor de la revolución. gunos, eran im putados al T riu n v irato , cuyo prestigio iba
_ Si B elgrano hubiese obedecido al gobierno que, con in­ decayendo cada vez m ás.
sistencia, le ordenaba la retirada, las actuales provincias de L a opinión, en general, esperaba de un m om ento a otro
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la noticia de alguna d errota de B elgrano y, com o conse­


A los pocos días de instalado, el nuevo gobierno, dió un
cuencia, el avance del ejército realista. Los opositores, desde
decreto convocando a los pueblos para que eligiesen los
el seno de la L ogia L au taro , venían preparando un m ovi­
representantes para la A sam blea (octubre 24). M andó tam ­
m iento revolucionario. bién reforzar el ejército del n orte y arb itró los elem entos
L a noticia esperada no fué de una derrota, sino de la
necesarios p ara renovar el sitio de M ontevideo.
gran victoria de B elgrano en T ucum án, llegada el día 5 de
octubre, y esto aum entó el desprestigio del T riunvirato,
puesto que había ordenado a B elgrano que evitara la lucha Segundo sitio de M ontevideo - C om bate del C arrito
y retrocediera.
D e acuerdo con las disposiciones del E sta tu to P rovisio­ De acuerdo con el convenio celebrado en m ayo de 1812
nal, en octubre debía procederse a llenar la vacante del (M isión R adem aker), entre el Gobierno de Buenos A ires y el
triu n v iro que cesaba el día 6 (S arratea ). Los partidos se R egente del Brasil, las fuerzas portuguesas habían evacuado
ag itaro n con m otivo de la designación que debía hacer la' ya el territo rio oriental, y era posible, así, em prender, sin
A sam blea de diputados. Al constituirse ésta, hubo quejas m ayor peligro, las operaciones del nuevo sitio de M ontevideo.
por el rechazo de algunos diputados de las provincias, y se S arratea, nom brado generalísim o de todas las fuerzas,
acusaba al Cabildo y al T riu n v irato d e-q u ere r b u rlar los destacó a R ondeau, desde el cam pam ento situado sobre el
derechos del pueblo valiéndose de procedim ientos ilícitos. U ruguay, con parte de las fuerzas, para que iniciara las
L a A sam blea se reunió — excluidos los diputados cuyo operaciones. (O ctubre 20).
nom bram iento se había observado— el día 6 de octubre A rtig as había perm anecido, desde el arm isticio de 1811,
y designó m iem bro del T riunvirato, en substitución de Sa­ en el cam pam ento del A yuí, rebelde hacia el gobierno de
rratea, al D r. D. P edro M edrano, quien no pertenecía al Buenos A ires, y se negó a to m ar parte en las operaciones
p artid o de la L ogia sino a la fracción saavedrista. con las fuerzas de su m ando; pero algunos jefes y oficiales
A pesar de los m éritos del Dr. M edrano, su designación y parte de la tropa, en núm ero de unos 1.500 hom bres, an te
fué m al recibida por la opinión y produjo un gran descon­ la actitud de aquél, lo abandonaron para incorporarse a las
tento. L os dem ócratas, dirigidos por el Dr. M onteagudo y tropas bajo el m ando suprem o de S arratea.
con el apoyo de San M artín, que estaba organizando el re ­
E l sitio de la ciudad se m antuvo sin que se produjeran
gim iento de granaderos, decidieron ir a la revolución, y
hechos de im portancia h asta fines de diciem bre.
el día 8 de octubre de 1812 ocuparon m ilitarm ente la plaza,
llam ada hoy de M ayo, y elevaron al Cabildo una petición V igodet había recibido de E sp añ a alguna tro p a y con
firm ada por 400 ciudadanos notables, exigiéndole: este refuerzo llevó a cabo una salida contra los sitiadores
1° - D ar por disuclta la Asamblea del día 6 y por nulos sus actos. el 31 de diciem bre (1812).
2 ° - L a destitución de los miembros del Triunvirato (Rivadavia, L as fuerzas de la plaza sitiada salieron en tres colum nas
Pueyrredón y Chiclana).
Z.°-Que se designara en su lugar, con carácter provisorio, a : y cayeron de sorpresa -sobre las fuerzas sitiadoras, las que
Dr. D. Juan José Paso se vieron obligadas a batirse en retirad a y en dispersión;
D. Nicolás Rodrigues Peña O pero la oportuna llegada de un refuerzo cuando los realistas
D. Antonio A lvares Jonte. habían logrado ya llegar h asta el cuartel general de R ondeau,
4.“ - L a convocación de un congreso general constituyente. situado en una altu ra distan te legua y m edia al noreste de
E l Cabildo abierto accedió a todo. M ontevideo, llam ada el C errito (x), perm itió la reorganiza-
(1) P o r e sta r a u sen te D. N icolás R o d ríg u ez P e ñ a fué designado para suplirlo
D . F ran cisco B elgrano, herm ano del g eneral. (1 ) N o confundir con el cerro de la b a h ía de M ontevideo.
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ción de la tropa, hacerla reaccionar y conseguir la derrota Todos los gobernadores, las autoridades civiles y eclesiás­
del enem igo. E l com bate fué sangriento con pérdidas sensi­ ticas, y los generales, etc. debían p restarle ju ram en to de obe­
bles p ara am bas partes. diencia.
L a v ictoria del C errito, aunque no fué, en sí, de gran im­ E l dia 31 de E nero de 1813 se realizó la instalación con
grandes fiestas. P o r la m añana se celebró un Tedeum en la
portancia m ilitar, tuvo una influencia m oral m uy grande.
C atedral con asistencia de las autoridades superiores y .gran
E n adelante la plaza de M ontevideo se redujo a mantener afluencia de público. H ubo tam bién cerem onias en la For­
la defensiva h a sta su rendición en 1814. taleza.
A rtigas, m ien tras tanto, había perm anecido en su cam­ No pudieron concurrir los diputados de los pueblos del
pam ento del Ayuí. E n E nero de 1813 partió con sus fuerzas, A lto P erú h asta que, éstos, estuvieron libres de enemigos.
desde su cam pam ento, hacia M ontevideo, y, al finalizar el L os de la B anda O riental fueron rechazados porque no
mes de Febrero, se incorporaba a las fuerzas sitiadoras. tenían sus diplom as en form a. P resen taro n sim ples cartas
firm adas por electores que no habían sido designados po­
L a Soberan a A sam blea G eneral de 1813. pularm ente sino en el cam pam ento de A rtigas y bajo la in­
fluencia del mismo.
E l T riu n v ira to provisorio, nacido de la revolución del 8 In stalad a la A sam blea, fué electo P resid en te de la m ism a
de O ctubre, se consagró a satisfacer las aspiraciones de D. Carlos de A lvear, por aclam ación y con aplauso general
todo el país, que eran de crear de todos los concurrentes al acto. (x)
una autoridad legal em anada de E sta A sam blea, sancionó m uchas leyes de grandísim a im­
la soberanía de los pueblos. A n­ portancia, algunas de las cuales revelaban claram ente que
teriorm ente los diputados eran el propósito que guiaba a sus au to res era de llegar a em an­
elegidos por los Cabildos de las ciparse por com pleto de E spaña. No o tra cosa significaba
ciudades. El nuevo gobierno, por la resolución de que, en adelante, no se haría alusión a la
el decreto de 24 de O ctubre, pro­ soberanía de F ernando V II en los ju ram entos y actos de
curó inspirar suficiente confian­ carácter público. Igual significado ten ía la adopción de un
za en la nueva form a de elección escudo de arm as en substitución del español.
de los diputados, (2) así como la E n el proyecto de C onstitución que la A sam blea había
seguridad de que los derechos de encargado a una comisión de personas espectables, en su
las provincias estarían asegura­ artículo 1° d e c ía : “Las Provincias Unidas del Río de la Plata
dos. A dem ás, esta A sam blea te­ forman una República libre e independiente”, y éstas eran
nía el carácter de soberana, es las aspiraciones generales.
decir, que todos los dem ás pode­ L a A sam blea, sin em bargo, no discutió siquiera el pu n to
res públicos le serían inferiores en rango, como lo dejó esta­ relativo a la C onstitución, a pesar de que la com isión de­
blecido bien claram ente el D r. P aso en el discurso de aper­ signada p ara proyectarla había llenado su com etido y los
tu ra que pronunció en el acto de la inauguración. diputados ansiaban aprobarla. E s que, no obstante los bue­
nos deseos, se tenían algunos recelos y había m otivos que
(2) H a sta entonces' la elección de los dip u tad o s era h ech a p or los Cabildos. P o r el
aconsejaban ag u ard ar el m om ento oportuno. U n a form al
de creto de 24 de O c tu b re , se estab leció la designación de electo res p a ra que éstos, a
su vez, d e sig n a ra n los dip u tad o s. L a s votacio n es d e b ía n se r públicas y en voz alta . (1 ) L a A sam blea se in staló en el edificio colonial que ocupaba el C onsulado, y
Se nom bró tam b ién u n a com isión especial, e n carg ad a de p re p a ra r las' cuestiones que estaba donde se edificó, después', el edificio para el B anco de la Provincia.
que h a b ía n de so m eterse a la co n sid eració n de la A sam blea G eneral.
- 292 — - 293 -

declaración de la independencia podía com prom eter el apoyo podían, sin obstáculo alguno, enviar su escuadrilla a reco­
que prestaba In g late rra a la Revolución, por las buenas re­ rre r el U ru g u a y y el P a ra n á p ara procu rarse los víveres
laciones que existían entre dicha nación y España, que com ­ que no podían obtener del in terio r debido al asedio de la
batían unidas contra los franceses, y esa circunstancia acon­
sejaba no p recipitar los acontecim ientos. Adem ás E spaña
h ab ía conseguido desalojar casi del todo, de su territorio,
los ejércitos invasores y ese hecho la ponía en condiciones
de poder atender m ejor las necesidades de sus ejércitos en
A m érica y enviar refuerzos, como lo hizo.

‘Iva prim era m oneda de p lata argentina (acuñada en P o to sí).

E n tre las principales leyes y disposiciones de esta célebre


A sam blea m erecen citarse las siguientes:
O rdenó que se cam biara la efigie real en las m onedas substituyéndola
por el escudo de arm as nacional.
A bolió la com pra-venta de neg ro s y decretó la lib ertad de los que
nacieran después del 31 de E tiero de 1813.
A bolió los títulos de nobleza. C om bate de San L orenzo.
M andó quem ar los in stru m en to s de to rtu ra en la plaza M ayor.
D erogó la ley inhum ana de la m ita y de las encom iendas.
E stableció la libertad com pleta de en trar, com erciar y salir del país (D e la H is t. de San M artín por B artolom é M itre)
a los extranjeros.
C onsagró el día 25 de M ayo com o fiesta nacional.
E stableció el escudo de arp ias y aprobó el “H im n o N acional” . ciudad. D esem barcaban en las costas donde había haciendas,
A doptó la bandera celeste y blanca, creada y enarbolada, p o r p rim era se apoderaban de ellas, c saqueaban las poblaciones para
vez en R osario, por B elgrano. llevarse todo lo que les convenía.
Combate de San Lorenzo. E stas correrías de la escuadrilla de M ontevideo im pedían,
adem ás, el intercam bio de productos en tre m uchas de las
Com e el Gobierno de Buenos Aires, por m últiples dificul­ poblaciones ribereñas y Buenos Aires.
tades, no había podido crear una escuadra, los españoles E n enero de 1813 el G obierno de Buenos A ires tuvo co­
nocim iento de que una escuadra de once buques debía re­
m ontar el P araná, y cuyo propósito no podía ser sino el de
-294- — 295 —
siem pre. E n consecuencia, se ordenó a San M artín, entonces m era invasión inglesa. B lancas y celestes fueron, tam bién, las cintas
Coronel, que, con una parte de su regim iento de granaderos, que, en un m om ento de inspiración, distribuyeron al pueblo, en la
vigilara al enem igo para atacarlo cuando desem barcara. m em orable m añ an a del 25 de M ayo de 1810, los jóvenes F re n c h y
B eru ti. U n a escarapela de los m ism os colores fué el distintivo que
L os españoles bajaron a tierra frente a un convento, lla­
a d o p tó la Sociedad P a trió tic a fundada, a principios de 1811, p o r los
m ado de San L orenzo, situado a unas cincq leguas al norte p artid ario s de las ideas dem ocráticas de M oreno.
de Rosario.
San M artín, que había m archado cerca de la costa y por L a B andera
en tre los árboles, ocultó sus 120 granaderos detrás del citado
A principios de 1812 el G obierno tuvo noticias de que, en M onte­
convento, form ados por m i­ video, se estab a p rep aran d o una escuadrilla que debía re m o n ta r el
tades. Poco después, m ien­ P a ra n á p a ra realizar sus acostum brados ataques seguidos de saqueos.
tra s los españoles se d iri­ B elg ran o fué enviado a R osario con la m isión de im pedir el paso
gían al convento, a tam b o r a la escuadrilla. E l 10 de febrero llegó allí y, sin pérdida de tiem po,
m an d ó lev a n ta r dos baterías, u na en la b arran ca y o tra en un a isla
batiente, San M artín salía inm ediata, que fueron b autizadas, respectivam ente, con los nom bres
de im proviso de su escondi­ d e “ L ib e rta d ” e “In d ep en d encia”.
te y los granaderos, en dos B elgrano, en la exaltación de su espíritu, no podía ad m itir que
colum nas, caían como el ra­ los soldados que estaban a sus órdenes, usaran los m ism os sím bolos
que las fuerzas realistas enem igas. A sí fué que, con el pro p ó sito de
yo sobre los invasores. El salv ar esta inconveniencia, propuso que se ad o p tara una escarapela.
com bate duró un cuarto de E l G obierno, co nsiderando fundada la petición de B elgrano, d is­
hora, h asta que los es­ p uso “que la E scarap ela N acional de las Provincias U n id as del R ío
pañoles (250 hom bres) em ­ de la P la ta sería de color blanco y azul celeste” (F e b re ro 18 de 1812).
prendieron la fuga, p re­ P o co tiem po después, toda la división que m andaba B elgrano,
v estía la escarapela decretada; pero esto no colm aba sus nobles as­
cipitándose al río, desde las barrancas, m uchos de ellos. piraciones, faltaba algo to d av ía: faltaba u na bandera.
(3 de F ebrero 1813).
E l día 27 de febrero debía efectuarse la cerem onia de la inaugu­
E n este com bate San M artín estuvo a punto de perder ració n de las b aterías. B elgrano no se sentía dispuesto a izar en ellas
la v id a. U n a bala de cañón m ató su caballo, y éste, al la b an d era española y, sin esta r autorizado, hizo en arb o lar un a de
su creación ad optando los colores blanco y celeste, y de ello d'ió
caer, le ap retó u na pierna contra el suelo. E n esta situ a­ cu en ta al G obierno, m an ifestando que: “siendo preciso enarbolar
ción, apareció un soldado que, con gran esfuerzo, consi­ ban d era y no teniéndola, la m an d é h acer celeste y blanca, conform e
guió lib rar a su jefe del peso del caballo y defenderlo de a los colores de la escarapela nacional. E sp ero que sea de la ap ro b a­
los golpes enem igos. El soldado recibió dos heridas m ortales ción de V. E .”
B elg ran o m andó fo rm ar la división en batalla, sobre la b arran ca
y m urió dos horas después, exclam ando: ¡ Muero contento, del río, en p resencia' del vecindario. R ecorriendo, luego, la línea a
hemos batido al enemigo!.... caballo, m andó fo rm ar cuadro y, levantando la espada, se dirigió a
E ste valiente soldado fué el sargento Juan B autista Cabral. las tro p as en estos térm in o s: “ Soldados de la p a tria : en este p u n to
hem os ten id o la gloria de v estir la escarapela nacional; en aquél
(señ alan d o la b atería “ In d ependencia” ) n u estras arm as au m en tarán
L o s em blem as a rg e n tin o s: la B a n d era y el E scudo. sus glorias. Ju rem o s vencer a n u estro s enem igos interiores y ex te­
E l H im n o N acional. riores, y la A m érica del Sud será el tem plo de la Independencia y
L o s colores blanco y azul se hab ían p opularizado a tal p u n to que de la L ib ertad . E n fe de que así lo juráis, decid co n m ig o : ‘ ¡ V iva
fuera o no casualidad, siem pre que los p a trio ta s debían hacer uso la p a tria !” L o s soldados co n testaro n con un prolongado “ ¡V iv a.
de alg ú n distintivo, acudían a ellos. E l G obierno desaprobó la actitu d de B elgrano y le_ ordenó arriar
E l blanco y el azul fueron los colores p red o m in an tes en los u n i­ la ban d era, ocultarla, y enarbolar, en adelante, la realista que siem
form es que u saron los diferentes cuerpos creados después de la p ri­ p re se había usado.
— 296 — — 297 —
B elgraiio nó alcanzó a conocer esa resolución p o rq u e cuando F u é presentada, a ese efecto, escoltada p o r u na com pañía de g ra ­
llegó la n ota oficial, ya se había m archado hacía Ju ju y sin sospe­ naderos, una bandera azul y blanca, la m ism a que había sido bende­
char que su proceder había sido censurado. H allándose en Ju ju y , cida en Ju ju y , y que B elgrano, ante la censura del G obierno, resolvió
sin que la nota oficial le hubiese alcanzado todavía, quiso conm e­ g u a rd a r p a ra exhibirla él día de una g ran victoria. Siete días despues
m o ra r el 29 aniversario del 25 de M ayo y aprovechó esa circu n sta n ­ el g ran acontecim iento p ro n o sti­
cia p ara hacer bendecir, y ju ra r p or las tropas, la sag rad a insignia. cado se realizaba en Salta.
E n la iglesia de Ju ju y fué bendecida por el canónigo D r. G o rriti El general B elgrano, desen­
a quien se la presentó B elgrano, en presencia de las au to rid a d es. 1 vainando la espada y señalando
H o ra s m ás tarde, el m ism o B elgrano, la p resen tó a la tro p a y fué la bandera presentada p o r el co­
ronel D íaz V élez, dirigió al ejér­
aclam ada acom pañando a los v íto ­
cito estas palabras: “E ste será
res y a la m úsica el tro n a r de los
cañones. el color de la nueva divisa con
que marcharán al combate los
E sta cerem onia im presionó in ten ­
sam ente a la tro p a y al pueblo de defensores de la Patria”.
E n seguida prestó, en p resen ­
Ju ju y , llenándolos de entusiasm o
p atrió tico y fortificando la fe en la cia de las tropas, el ju ram en to
causa sag rad a de la libertad. de obediencia a la soberana
B elg ran o dió cuenta al T riu n v i­ A sam blea; y tom ándolo indivi­
ra to de la en tu siasta conm em ora­ dualm ente a los jefes de cuer­
ción y del espíritu levantado de las po, interrogó de nuevo a las tr o ­
poblaciones (25 de M ayo de 1812). « pas con las fórm ulas p rescrip tas
L a contestació n del G obierno p o r el G obierno, y tre s m il voces repitieron al m ism o tiem p o : ¡Sí,
p ro d u jo en el ánim o de B elgrano ju ro ! E n to n ces, colocando su espada horizontalm ente sobre el asta
la m ás g ran d e de las decepciones, de la bandera, desfilaron sucesivam ente todos los soldados y besaron,
pues, de nuevo, era censurado cuan­ uno p or uno, aquella cruz m ilitar, sellando con su beso el ju ram en to
do, p o r el contrario, esperaba una que acababan de p re s ta r”. (D
fran ca aprobación. Terminada la ceremonia se grabó en el tronco de un árbol gigan­
E s que los hom bres que ocupa­ tesco esta inscripción: “R ío del Juramento”. Y más abajo:
ro n el poder d u ran te los dos p ri­ Triunfareis de los tiranos
m ero s añ o s de la R evolución g o ­ Y a la patria daréis gloria,
b ern ab an en no m b re de D . F e rn a n ­
Si, fieles americanos,
do V II y no querían aparecer Juráis obtener victoria.
ab iertam en te com o insurjentes.
L a g ran victoria de T u cu m án re ­ La bandera que creó B elg rano se com ponía de dos fajas solamente
habilitó a B elgrano, y la co n stitu ­ y no tenía escudo.
ción del 29 T riu n v ira to significó E n Ju ju y se conserva una b an d era con un escudo, com o se ve en el
una política m ás resu elta hacia los presente dibuio, que le fué agregado con posterioridad. L os paños
ideales del pueblo. se han desteñido a tal punto, que el celeste es casi im perceptible
A sí pudo B elgrano, sin n ingún y, p ara ev itar m ayores daños, ha sido adherida a o tra bandera.
tem o r de ser contradicho, hacer flam ear p or terc era vez el pabellón ’L a A sam blea G eneral C o n stituyente autorizó, aunque no hay cons­
azul y blanco al celebrar la cerem onia del ju ra m en to de obediencia tancia oficial de ello, la adopción de una bandera nacional com puesta
que debía p re sta r la tro p a a la S oberana A sam blea. de tres fajas colocadas perpendicularm ente al asta, u na blanca, en el
El día 13 de F eb rero de 1813, siete días an tes de d arse la batalla m edio: y dos celestes a los lados.
de Salta, y después de pasado el río P asaje, tuvo lugar la solem ne E l C ongreso N acional, reunido en T ucum án, dispuso, con f e c h a
cerem onia en la que B elgrano, después de p asar rev ista al ejército, 25 de Julio de 1816, que fuese distintivo peculiar de las P ro v in cias U ni­
form ado en cuadro, m andó leer en alta voz la circular del G obierno das de Sud A m érica la b an d era celeste y blanca usada h asta entonces.
que declaraba la suprem acía de la A sam blea G eneral, y que disponía, Con fecha 25 de Febrero de 1818 el mismo Congreso, en Buenos
adem ás, le p restasen ju ram e n to de obediencia.
(1) B. M itre. — H ist. de Belgrano.
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A ires, dispuso que fuera distintivo de la b an d era m ay o r o de g uerra, E l ekcudo d e arm a s tiene, pues, su o rig en en el sello que usó la
un Sol pintado en el centro. A sam blea G eneral y que é sta m ism a m andó u sar al P o d e r E jecutivo.
E n 1884 se dicto un decreto fijando el uso de la ban d era m ayor E l escudo arg en tin o no tiene águilas ni leones: sus atrib u to s sim ­
o de g u erra y el de la ban d era m enor, en los siguientes térm in o s: bolizan ideales g ran d es y elevados. L as m anos en trelazadas signi­
■Ui1' 1?i —; b? " tiera arg en tin a con el Sol, únicam ente podrá izarse en los edificios fican la u n ió n y la fra tern id ad ; el g o rro frigio es el sím bolo d e la
públicosi de la N ación o en las fortalezas, en los buques de la A rm ada y en el E jército.
A rt. 2» E n las fiestas publicas y conm em oraciones p atrió ticas, los ciudadanos
lib ertad ; y \ a co ro n a de laurel sim boliza la gloria. El^ Sol, p o r últim o,
po d ran hacer uso de la bandera arg en tin a sin el Sol, izándola en sus edificios; siendo indica el nacim iento de una n ueva nación cuyo destino ilum ina. L o s
extensivo este derecho a los extranjeros que quieran asociarse. colores del escudo son los m ism os que los de la bandera.
3° ~ § ue.da prohibido enarbolar en tierra los pabellones de otros E stados
con excepción de las casas de sus A gentes D iplom áticos y Consulares.
A rt. 4o — E n el orn ato de fachadas de edificios o locales preparados p a ra festeios E l H im n o N acional.
públicos, podran u sar in d istintam ente los colores de todas las banderas, y en los
trofeos que se form en, la arg en tin a ocupará siem pre el centro.
E n Ios ríos y radas de la R epública, con excepción de la bandera T re s años hab ían tra n sc u rrid o ya desde el día que, en la plaza
acional de g u erra, reservada a los buques de la arm ada, p o d rán u sarse las banderas M ayor, se diera el g rito de ¡L ib ertad ! F altaba, a p e sa r de todo,
de señales que so n de práctica en la mism a. u n c ie ra s
un c a n to heroico que, in terp re tan d o los sen ti­
B elgrano, el p a trio ta v irtuoso, uno de los p ad res de la indepen­ m ientos p atrió tico s del pueblo, au m en tara aun
dencia argentina, fué, pues, el cread o r de n u estro pabellón. P o r esto m ás su entusiasm o y su fe p o r la causa d e la
la estatu a ecuestre que se levanta en la plaza de M ayo, lo rep resenta R evolución. N o era posible ya aparecer g u a r­
sosteniendo en su diestra el sím bolo de la nacionalidad argentina. d an d o fidelidad y vasallaje a F ern an d o V IL
E l E scudo. P o r varios m otivos no se proclam aba solem ­
n em ente an te el m undo la independencia; p e ro
A si com o los ejercites de la p a tria hab ían dejado de u sa r la b an ­
lo acontecido co n la b an d era e ra un sig n o evi­
dera enem iga y m archaban al com bate a la som bra del pabellón
dente d e lo que los pueblos anhelaban. L a
celeste y blanco creado p o r B elgrano, asi tam b ién la S o b eran a A sam ­
aprobación, p o r la A sam blea, de la M arch a
blea h a b í a
P a trió tic a fué o tro hecho que resp o n d ía al m is­
creado o t r o
m o sen tim iento com o lo d em uestran, en p a rti­
de los b laso ­
nes d istin ti­ cular, los versos:
vos de las “ Se lev an ta a la faz d e la tie rra
n a c io n a lid a ­ U n a nueva y gloriosa nación”.
des: el escu­ L a m em orable A sam b lea encargó a fray C ayetano R o dríguez y
do de arm as. a don V icente L ópez que p re sen taran , c ad a uno, u n him no p a trió ­
A u nque no tico p ara elegir, luego, uno
se c o n o c e de los dos.
d i s p ó s ic i ó n L a noche del 8 de M ayo
alg u n a espe­ de 1813, el D r. L ópez había
cial fijando asistid o en el te a tro a una
la fo rm a y rep resen tació n d e c a r á c t e r
a trib u to s del patrió tico . A n tes d e te rm i­
escudo, exis­ n a r la función, y sintiéndo­
te ur. decre- se inspirado, salió del tea­
Sello que usó la \° ¿cha ^ ^ tr o y se encam inó a su casa,
disponiéndose en el acto a
^ 1813 indi
S o b eran a A sam blea P°der Ejecutivo escribir. Su canción p a trió ­
cando el sello que debía u sar el S uprem o P o d er E jecu tiv o para tica, p resen tad a a la A sam ­
au to riz a r sus propios actos. blea, fué ap ro b ad a p o r acla­
D ECRETO m ación en la sesión del 11
, 1, LL ASr n b ' ea (j T ra l ° r<Jena que eI Suprem o P o d er E jecutivo use el m ism o sello de M ayo, m an d án d o se que
«Pa s , f p° Soberano, con la sola diferencia de que la inscripción del circulo
la de Suprem o P o d er E jecutivo de las Provincias U nidas del R ío de la P la ta . se cantase en to d as las fies- . .
TOMAS V A L L E H I P O L I T O V I E Y T E S
ta s oficiales, y que los n iñ o s de las escuelas, en los aniversarios
P resid en te D iputado Secretario p atrio s, salu d aran al Sol n acien te en to n an d o las estro fas de
-3 0 0 — -3 0 1 —

E l prim er ensayo del him no, p u esto en m úsica p o r don B las D espués de este acto m em orable, el ejército em prendió
P a rera, tuvo lugar en el salón del C onsulado con el co n cu rso de
lo m ás selecto de la sociedad/de aquel
la m archa hacia S alta y, ejecutando un m ovim iento estra­
tiem po. / té g ic a acam pó al norte de la ciudad cortando, así, a T ristán ,
D espués de casi un siglo de vida la retirada hacia Jujuy.
libre, ap ag ad as ya las pasiones y re n ­ L a b atalla, fué reñida y, viéndose perdido, T ristán , se
co res que, cocno resabio^ de luchas
pasadas, hab ían q u ed ad o /to d a v ía ; es­ encerró V n’la ciudad. Com prendiendo que toda resistencia
trech ad o s los vínculos que u nían la \ era inútil, ofreció rendirse
jo v en nación arg en tin a a /la m a d re p a­ (20 de F ebrero de 1813).
tria; y considerando que', al c a n ta r ín ­
te g ra la p rim e ra estrofa del him no, T odo quedó en poder de
uno d e los versos h ería el sentim iento B elgrano: cañones, bande­
p atrió tico de los españoles, se crey ó
ras, bagajes y cerca de 3.000
o p o rtu n o su b san ar este inconveniente.
C om o no era pro p io m odificar el him ­ soldados, así com o los je­
no, se *dió un decreto estableciéndose fes y oficiales.
que, en las cerem onias oficiales, se
can taría u n a estrofa fo rm ad a de los B elgrano concedió la ca­
B las P a re ra , au to r de la m úsica prim eros c u atro _v erso s del him no y pitulación con el com prom i­
del H im no N acional de los cu atro Últimos. so, para los rendidos, de ju­
rar que no volverán a to ­
Campaña del A lto Perú - Batalla de Salta.
m ar las arm as co ntra los pa­
V encidos que fueron en T ucum án, los realistas, em pren­ triotas. Como la m ayoría de
dieron la retirad a hacia Salta perseguidos por un destaca­ los ju ram en tad o s eran am e­
m ento de 600 hom bres al m ando de D íaz V élezi quien ricanos, B elgrano creyó que,
regresó a T ucum án a fines de O ctubre. al volver a sus hogares, ha­
M ientras tan to B elgrano ocupaba su tiem po, casi sin rían propaganda revolucio--
descanso, en reorg anizar el ejército y predisponer de nuevo n aria y predispondrían a las
las poblaciones del A lto P erú en favor de la revolución, poblaciones en favor de ella,
p ara lo cual anunciaba com o próxim a, la m archa de su preparando, así, los ánim os
ejército. para cuando él en tra ra de
T ristá n recibió refuerzos del A lto P erú y reorganizó nuevo en el A lto P erú con
tam bién su ejército aum entándolo a 3.500 hom bres. el prestigio de la g ran vic­
M ientras B elgrano no form alizó su m archa de avance, toria de Salta. L as esperan­
p artidas volantes de gauchos hostilizaban a T ristán sin des­ zas de B elgrano se realiza­
canso y le im pedían desprender fuerzas lejos de la ciudad. ron en parte solam ente porque m uchos de los ju ram e n ta­
B elgrano, que había reunido 3.000 hom bres, em prendió dos volvieron al ejército realista.
la m archa desde T ucum án el 12 de E nero de 1813 fijando Llegados los trofeos de la victoria a Buenos A ires, el
com o punto de concentración el río P asaje, que fué vadea­ Cabildo presentó a la A sam blea las banderas españolas
do del 9 al 11 de F ebrero. El día 13, form ado el ejército en tom adas en S alta (M ayo 14). L a Soberana A sam blea de­
la m argen derecha del río, hizo que todo él prestase juram en­ cretó un prem io para el general B elgrano consistente en una
to de obediencia a la Asamblea General Constituyente. espada y en 40.000 pesos fuertes en fincas del E stado.
20

— 302 —

B elgrano, dando m u estras nuevam ente de su grandeza la cum bre de un cerro vecino. P a rte de los dispersos, al
de alm a y de su desinterés, resolvió destinar los 40.000 pe­ divisaí este sím bolo de la p atria, corrieron a rodearla. R eu­
sos p ara la creación de cuatro escuelas. nidos unos 400 hom bres, em prendió la retirad a hacia Potosí.
E l v irtu o so p atrio ta contestó con estas p alabras: Con los dispersos que
"Creo digno de m i honor y de los, deseos que me inflaman por la se habían refugiado en
prosperidad de m i patria, el destinar esa suma a la dotación: de cuatro
escuelas en las ciudades de Tarija, Jujuy, Santiago y Tucuinán”. C huquisaca y otros pu n ­
tos, y con los refuerzos
Campaña en el Alto Perú - Los juramentados de Salta de otras poblaciones que
Vilcapujio y Ayohuma recibió B elgrano, al ca­
bo de un m es el ejército
D espués de la batalla de Salta, las fuerzas realistas que p atrio ta estaba o tra vez
se en co n trab an en Ju ju y , Suipacha y otros puntos, se re ­ organizado, pero fué ven­
plegaron a P o to sí en donde se hallaba Goyeneche. cido nuevam ente por P e­
De Potosí, Goyeneche pasó a O ruro. Al acercarse la zuela en la b atalla de
colum na de los ju ram entados de Salta, que regresaban a Ayohuma el 14 de N o­
sus hogares, el jefe realista m andó que se detuvieran en una viem bre. A consecuencia
población inm ediata, p a ra evitar toda com unicación con sus de esto, tuvo que re tro ­
tropas. L es dirigió una proclam a invitándolos a que se in­ ceder h asta Ju ju y , en
corporaran de nuevo al ejército a que habían pertenecido, donde pudo o rganizar un
asegurándoles que quedarían absueltos del juram ento por el ejército de 1.800 hom ­
A rzobispo de Charcas. Solam ente siete oficiales y 300 sol­ bres. Como el enem igo
dados aceptaron el ofrecim iento. Con ellos form ó un b ata­ avanzaba sobre Ju ju y ,
llón que se llam ó Batallón de la Muerte. B elgrano retrocedió has­
B elgrano pasó de S alta a Ju ju y y luego a la villa de ta T ucum án donde hizo
Potosí, que y a había ocupado la vanguardia. en treg a del m ando al ge­
A principios de septiem bre de 1813 el ejército patriota, neral San M artín (E nero
fuerte de unos 3.500 hom bres, no del todo bien equipados, de 1814).
salía de P otosí llegando a fines del m ism o m es a los lla­ Con estos desastres, el
nos de Vilcapujio. P ezuela tenía 4.000 hom bres. peligro de la invasión de
El l 9 de octubre em pezó el ataque de p arte del ejército las fuerzas realistas h asta T ucum án y aun m ás adelante, era
realista, (m uchos de sus soldados eran nacidos en el país). inm inente. E ste peligro, sin em bargo, desapareció, casi, por­
E l resultado de la b atalla era ya una victoria para los que tres guerrilleros esforzados y fam osos hostilizaban sin
p atrio tas, cuando, de im proviso y sin saber cómo, se pro­ descanso, con sus caballerías gauchas, a los realistas, m ante­
dujo una confusión que degeneró en desbande. P ezuela apro­ niendo siem pre vivo el sentim iento patrio, e im pidiendo la
vechó esa circunstancia, y, con el apoyo de un refuerzo que invasión m ás acá de las fro nteras de Salta. E sto s g u errille­
acababa de recibir, ganó la batalla. ros fu e ro n : W arn es y A renales, que desarrollaron una acción
incansable en el A lto P erú o B olivia; y Güemes, en las
B elgrano, en situación tan crítica, depositó to d a su es­
fronteras de Salta, que m antuvo a raya con sus invencibles
peranza en la bandera de su creación, haciéndola flam ear en
gauchos, a las tropas realistas.
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L a Soberana Asamblea y los peligros del momento El gobierno, en situación tan crítica, resolvió enviar
Sesión extraordinaria del 8 de septiembre una expedición de auxilio al ejército del N orte, al m ando
del entonces coronel San M artin, con atribuciones para re­
E sp añ a había conseguido, con el auxilio de In g late rra levar a B elgrano y asum ir el m ando de todas las fuerzas.
y de P o rtu g al, libertarse de las fuerzas invasoras de N apo­
M ientras tanto, se apresu rab a la creación de una es­
león. F ern an d o V II recobró su libertad y volvió a ocupar
cuadrilla, así como el alistam iento del ejército que organi­
el trono de E sp añ a (D iciem bre de 1813). zaba A lvear en los Olivos, para estrechar el sitio de M on­
P ara los pueblos de A m érica que luchaban por su in­ tevideo, y conseguir la p ro n ta rendición de la plaza.
dependencia, la rehabilitación de E spaña im portaba un pe­
ligro, porque ponía a ésta en condiciones de poder enviar San Martín y Belgrano. E l abrazo de Y atasto
ejércitos y pertrechos de g u erra en abundancia. G randes
eran, pues, los peligros al finalizar el año 1813, porque si San M artín y Belgrano no se conocían personalm ente; pero, desde
algún tiempo antes de su encuentro, habían sostenido una correspon­
la plaza de M ontevideo, ocupada por los realistas, se sos­ dencia recíproca que tuvo la virtud de establecer entre ellos una gran
tenía aún el tiem po suficiente para que la abastecieran con­ simpatía.
siderablem ente, podía convertirse en una base de opera­ Así, Belgrano, desde Humahuaca, al saber que era San M artín el jefe
ciones, tan fuerte, como para ap lasta r a las fuerzas de la del ejército que marchaba en su auxilio, le escribía: “N o sé decir a
Revolución o poco m enos. R endir la plaza era cuestión de Vd. cuánto me alegro de la disposición del Gobierno para que venga
de je fe del auxilio con que se trata de rehacer este desgraciado ejér­
vida o m uerte. cito . . . Vuele, si es posible; la patria necesita de que se hagan esfuerzos
E l general A lvear, m ientras tan to , dedicaba su activi­ singulares, y no dudo que Vd. los ejecute, segiín mis deseos, para que
dad a la preparación de un ejército auxiliar destinado a re­ yo pueda respirar con alguna confianza, y salir de los graves cuidados
forzar al que sitiaba la ciudad de M ontevideo. que me agitan incesantemente. Crea Vd. que no tendré satisfacción m a­
yor que la de estrecharlo entre mis brazos, y hacerle ver lo que aprecio
E n septiem bre (1813) R ondeau, que dirigía el sitio de el mérito y la honradez de los buenos patriotas como Vd.”
la plaza de M ontevideo, com unicaba, desde ella, que una Posteriorm ente le expresaba desde Ju ju y :
división española acababa de desem barcar en el puerto. E sta “M i corazón toma un nuevo aliento cada instante que pienso que
n oticia produjo gran alarm a e hizo com prender, en tales Vd. se me acerca porque estoy firm em ente persuadido de que con Vd.
m om entos, la necesidad de crear un P oder Ejecutivo^ con se salvará la patria, y podrá el ejército tomar un diferente aspecto . . .
facultades suficientes para áfro n tar la gravedad de la situa­ Espero en que Vd. me ayude y conozca la pureza de mis intenciones,
que Dios sabe no se dirigen ni se han dirigido más que al bien general
ción. Fué, así, convocada la A sam blea a sesiones extra­ de la patria y sacar a nuestros paisanos de la esclavitud en que vivían”
ordinarias, y el día 8 de septiem bre aprobó una resolución .. .empéñese Vd. en volar, si le es posible, con el auxilio, y en venir no
por la que autorizaba al P oder E jecutivo (T riu n v ira to ), sólo como amigo, sino como maestro mío, m i compañero y m i jefe si
a proceder por sí, con absoluta independencia, para afro n tar quiere; y persuádase que le hablo con m i corazón, como lo compren­
derá con la experiencia constante que haga de la voluntad con que se
la gravedad de la situación. Al m ismo tiem po se declaró dice suyo — Manuel Belgrano.
en receso h asta el 1? de octubre, en cuya fecha volvió a
En la posta de Yatasto, situada en el camino de Tucumán a Salta,
reunirse. L a situación, sin em bargo, no había cam biado. fué donde estos dos proceres se encontraron por primera vez, y, allí,
El día 20 del m ism o mes de octubre, llegaba a Buenos se dieron el abrazo que selló entre ellos una amistad que no se desmin­
tió jamás. “ San M artín se presentó a Belgrano pidiéndole órdenes como
A ires la noticia de la d errota de B elgrano en V ilcapujio, subordinado. Belgrano le recibió como al salvador, al Maestro, y debió
y su efecto en la opinión pública fué desastroso; pero cau­ ver en él un sucesor. Empero, a aquél le repugnaba asumir el mando en
só verdadero pánico la noticia posterior del desastre de jefe, humillando a un general ilustre en la desgracia y ni aún quiso
A yohum a y de la retirad a del ejército p atrio ta h asta Jujuy. ocupar el puesto de Mayor General para que había sido nombrado os-
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terriblemente, creyendo que esto lastim aría a los jefes fundadores de E l p rim er D irector Suprem o fué D. G ervasio A ntonio
aquel glorioso y desgraciado ejército, y asi lo m anifestó al gobierno” 1.
E l gobierno, sin embargo, desoyendo la opinión de San M artín, or­ de Posadas, designado por la Soberana A sam blea el 22 de
denó a éste que asumiera el mando en jefe del ejército. enero de 1814. Se hizo cargo del puesto el 31 del m ism o mes.
“Belgrano se puso a sus órdenes en calidad de simple jefe de regi­ Dos cuestiones graves debían llam ar la atención del
miento, y dió el ejemplo de ir a recibir humildemente las lecciones de
D irector S uprem o: la lucha con el poder español, y las cues­
táctica y disciplina que dictaba el nuevo general. Desde este día, estos
dos hombres que habían simpatizado sin conocerse, que se habían pro­ tiones internas, com plicadas con la actitu d de A rtigas.
metido amistad al verse por prim era vez, se profesaron una eterna y Lo que m ás u rgía era la rendición de M ontevideo.
mutua admiración. Belgrano murió creyendo que San M artín era el
genio tutelar de la A m érica del Sud. San M artín en todos los tierripos, P osadas designó los siguientes m in istro s: D e G obierno:
y hasta sus últimos días, honró la memoria de su ilustre amigo, como D r. Nicolás H e rre ra ; de G u erra: coronel F rancisco Jav ier de
una de las glorias más puras del Nuevo Mundo” x. V ian a; de H acienda: Ju an L arrea.
E L D IRECTO RIO La segunda escuadrilla argentina. Brown
Creación de un Poder Ejecutivo unipersonal
Posadas, Director Supremo D esde fines de 1812 se había renovado el sitio de la
plaza de M ontevideo, sin poderla tom ar, pues estab a for­
L a A sam blea General, que estaba en receso, fué citada
m idablem ente defendida.
a una sesión ex traordinaria a fin de que tom ara en consi­
deración el proyecto de suprim ir el régim en de triunviros, Si se conseguía d estru ir la es­
y crear un P o d er E jecutivo “unipersonal” p ara que la ac­ cuadrilla española, los sitiados no
ción del gobierno fuera rápida y eficaz en los m om entos habrían popido procurarse víveres y
de g ran peligro. E l día 22 de enero de 1814, después de la rendición hubiese sido inevitable.
discutido el proyecto, la A sam blea'ordenó que el P oder E je­ El m inistro de H acienda, L arrea,
cutivo se concentrara en una sola persona con el títu lo de: desplegó gran actividad para orga­
“ Director Supremo de las Provincias U ni­ nizar una escuadrilla, com puesta de
das del Río de la Plata”. cuatro buques m ayores y dos me­
La A sam blea sancionó, tam bién, que nores, adem ás de algunos lanchones.
el D irector Suprem o tendría el tra ta ­ E l m ando de la escuadrilla se con­
m iento de “ E xcelencia” y que llevaría fió a Guillerm o B row n 1. E ste m a­
"una banda bicolor, blanca al centro, y azul a rino, era capitán de un buque m er­
los costados, terminando en una borla de oro,
como distintivo de su elevada representación" 2. cante que traía un cargam ento de
m ercaderías de E uropa, y fué apresado por los barcos es­
El D irector Suprem o debía d u ra r dos
pañoles bloqueadores. B row n perdió el buque y la carga.
años en el desem peño del cargo, acom ­
pañándole un cuerpo consultivo con el H allándose B row n en B uenos A ires se ofreció para lle­
nom bre de Consejo de Estado com pues­ var a cabo un ataque contra un barco español que se hallaba
to de nueve m iem bros y cuya presiden­ en la E nsenada. Concedida la autorización, asum ió el m an­
cia ocupó D on Nicolás R odríguez P eña do de dos lanchas, tripuladas por m arinos ingleses, y con­
por designación de la m ism a A sam blea. siguió, con gran audacia, abordar al barco enem igo y apre­
(1) B artolom é M itre. H is t. de San M artín . T. I , p ág . 202-203. sarlo. T raído a Buenos A ires, fué vendido y pudo B row n,
(2 ) E ste es el an teced en te h istó rico relativ o a la banda que usan los actuales
P resid en tes, y que Posadas, p rim er D ire c to r Suprem o, fué el p rim ero en usarla. (1 ) N ació en Foxford (Irla n d a ) en 1777. M urió en B uenos A ires, 1857.
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de A rtigas y ordenar a S arratea que reg resara a Buenos
así, resarcirse de las pérdidas que había sufrido. E ste suceso
Aires, substituyéndole R ondeau. E n F ebrero, A rtig as se in­
acreditó aún m ás al intrépido m arino y se ganó la con­
corporó al ejército sitiador.
fianza del G obierno, que le confirió el m ando en jefe de
M ientas tan to en los Olivos se estaban preparando tro p as
la escuadra que se estaba alistando. B row n enarboló su
insignia en la frag ata H ércules. para reforzar el ejército sitiador cuyo m ando asum iría el
general A lvear, reem plazando a R ondeau.
P a ra trip u la r los barcos, se aceptó el servicio de m arinos
M ás tarde, cuando se constituyó la Soberana A sam b’ea,
de diferentes nacionalidades. H abía franceses, n orteam eri­
los diputados que había enviado A rtig as fueron rechazados
canos, portugueses e italianos, predom inando los ingleses.
por ilegalm ente designados. R esuelta una nueva convoca­
No faltaban los criollos que, a pesar de ser novicios, die­
ción para designar otros, los electores se reunieron cerca
ron repetidas m u estras de su valor. Al lado de B row n, se
de M ontevideo para llenar su com etido, y lo realizaron
form aron los prim eros m arinos de la arm ada argentina.
sin que A rtigas im pusiera su voluntad. (D iciem bre de 1813).
L a escuadra española constaba de 14 buques de guerra En E nero, al mismo tiempo, que desem barcaban en el
y de otros tan to s m ercantes arm ados al efecto. E stab a or­ puerto de M ontevideo tro p as realistas de refuerzo, el ejér­
ganizada en dos divisiones, de las cuales, la de m ayor poder, cito sitiador conoció la noticia de la derrota de Ayohum a.
defendía a M ontevideo y hacía crucero en toda la anchura A rtigas, en m om entos tan graves, abandonó el sector
del P la ta ; la de los barcos livianos, al m ando del com an­ confiado a sú m ando, con la casi totalidad de sus fuerzas,
dante Jacin to R om arate, adem ás de contribuir al bloqueo dejándolo desguarnecido. V igodet, creyendo que todo era
del puerto de B uenos A ires en com binación con la división un ardid de guerra, no aprovechó la op o rtu n id ad -q u e se le
de M ontevideo, g u ardaba las bocas del U ru g u a y y del P a ­ presentaba de sorprender a las dem ás fuerzas sitiadoras con
raná, y hacía incursiones por los m ism os y sus brazos y" probabilidad de batirlas.
afluentes.
R ondeau tom ó las m edidas que la grave situación requería
A rtigas y el sitio de M ontevideo y pudo cubrir la parte de la línea que A rtig as había dejado
sin defensá. (E n ero 20 de 1814).
A rtigas, desde que el G obierno de B uenos Aires concertó E l D irector P osadas, ante la deserción de A rtig as, expidió
el arm isticio con E lío, el 20 de octubre de 1811, había per­ un m anifiesto en cuyos considerandos se calificaba a éste
m anecido en su cam pam ento del Ayuí h asta que en el mes de bandido, perjuro, traid o r a la patria, decretando, a la
de enero de 1813, después del com bate del Cerrito, se tra s ­ vez, un prem io para quien lo en treg ara vivo o m uerto.
ladó con las fuerzas bajo su m ando h asta cerca de M ontevi­ (F ebrero 11 de 1814). ( !).
deo. P a ra incorporar sus fuerzas a las del sitio, A rtigas exi­
A rtigas, entonces, declaró form alm ente la g u erra al Go­
gió que S arratea, jefe de todas las fuerzas sitiadoras, aban­
bierno de Buenos Aires. P asó a E n tre Ríos y llevó el es­
donara el m ando; pero como no se accedió a su pedido,
píritu de rebelión a todo el litoral. Allí encontró algunos ele­
m andó arreb atar, por m edio de sus subalternos, las caballa­
m entos que le prestaron apoyo.
das, bueyes, carretas, etc., privando al ejército sitiador de es­
tos prim ordiales elem entos de m ovilidad. (F ebrero de 1813). (1) M ás ta rd e el m ism o D ire c to r P o sad as, con el propósito de re s ta b le c e r la
a rm o n ía , inició los trá m ite s p a ra una reconciliación con A rtig a s y a ella se
P a ra no hacer peligrar la situación de todo el ejército llegó haciéndole algunas concesiones y derogando el decreto que se había dado
poniendo a p recio su cabeza (A gosto de 1814).
sitiador, el T riu n v ira to tu v o que tran sig ir con las exigencias
1
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Combates navales - La escuadrilla de Romarate inutilizada L as fortificaciones de la isla fueron reparadas y se dejó
La escuadra de M ontevideo destruida allí una guarnición suficiente p ara im pedir la salida de R o­
m arate quien quedó encerrado en el bajo U ru g u ay com o en
L a isla de M artín García, por su situación, tenía un gran una tram pa sin lograr hacer valer las fuerzas que le quedaban.
v alor estratégico, y V igodet resolvió apoderarse de ella, y Conseguida la inutilización de la escuadrilla realista de
lo consiguió fácilm ente, m andándola fortificar sin pérdida R om arate, B row n se dedicó inm ediatam ente a la reo rg an i­
de tiem po (N oviem bre de 1813). L a escuadrilla de R om arate zación y refuerzo de la escuadra para iniciar la acción con­
podía, así, en adelante, resg u ard arse perfectam ente bajo los tra la división realista abrigada en el puerto de M ontevideo.
fuegos de los cañones de la isla. E n A bril estableció el bloqueo de dicha plaza y ese hecho
B row n, p o r su parte, form ulo sus planes de cam paña tenía una im portancia enorm e .porque, desde ese m om ento,
naval que debía em pezar por la destrucción de la escuadrilla la navegación, por el P la ta y sus afluentes quedaba libre de
de R om arate. peligro p ara el com ercio con el pu erto de Buenos A ires y
para el abastecim iento del ejército sitiador de M ontevideo.
A principios de m arzo salió B row n hacia la isla de Mar-
E n la plaza de M ontevideo se esperaba la llegada de varios
barcos con tropa, pertrechos de g u erra y dinero, provenien­
tes de E sp añ a y del P erú, y com o tem ían, los realistas, que
cayeran en poder de la escuadra bloqueadora de B row n, re ­
solvieron ordenar la salida de su escuadra para llevar un
ataque a la de éste esperando confiadam ente en el triunfo.
(N oche del 13 de M ayo).
B row n, que se dió cuen ta de los m ovim ientos de la es­
cuadra enem iga, tom ó todas las disposiciones del caso y
m aniobró en form a apropiada p ara alejar los buques ene­
m igos del puerto y de las b aterías de tierra. T odo resultó
com o lo había deseado, pues atrajo la escuadra realista
frente al Buceo.
D espués de reñidos com bates, que duraron tres días,
B row n consiguió dispersar los buques enemigos, apresando
tres de ellos; algunos otros se incendiaron y los dem ás tu ­
vieron que acercarse a tierra para ponerse al abrigo de los
cañones de los fuertes (M ayo 14 a 17 de 1814).
L a destrucción de la escuadra realista im portaba para la
tín G arcía, en busca del enemigo. Los com bates, con suerte ciudad de M ontevideo, la rendición m ás o m enos próxim a,
altern ativ a, d u raron varios días h asta el 17 en que la isla porque ya no podia recibir por la vía fluvial, como antes,
fué atacad a con éxito com pleto y la escuadrilla enem iga las provisiones necesarias para la alim entación de los habi­
huyó, rem ontando el U ruguay, h asta el Arroyo de la China. tantes (10.000) y de una guarnición de 6.000 hom bres.
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San Martín es nombrado Gobernador de Cuyo - Sus trabajos


Rendición de la plaza de M ontevideo
D espués de las derro tas de V ilcapujio y A yohum a, el
El día 8 de m ayo de 1814, ya sin tem er la acción de la
general San M artín fué designado para reem plazar a Bel-
escuadra realista, A lvear se em barcaba en el puerto de Bue­
grano en el m ando del ejército del n o rte; pero, de acuerdo
nos A ires con las fuerzas que había estado organizando en
con su m odo de apreciar lo ineficaz que había sido y que,
Los Olivos, para reforzar al ejército sitiador de M ontevideo.
en adelante, seguiría siendo la cam paña m ilitar en el norte,
El mismo día que B rown concluía con la escuadra rea­ resolvió organizar otro ejército expresam ente destinado a
lista (17 de m ayo), A lvear llegaba al cam pam ento del C errito llevar la g u erra al P erú,
para hacerse cargo del m ando del ejército, reem plazando pasando antes a Chile,
a R ondeau, y se dispuso a redoblar los esfuerzos para to ­ donde existía un gobier­
m ar la plaza cuanto antes. no patrio ta ch ilen o 1.
V igodet procuró e n tra r en negociaciones con el Go­ R enunció al m ando del
bierno de Buenos A ires y, tam bién, por conducto secreto, ejército del norte, dando
con A rtigas, para com binar, con éste, algún plan contra las como causa el hallarse
fuerzas de A lv ear; pero sus gestiones no le dieron resultado. enferm o, lo c u a l e r a
El 20 de junio quedó cerrado un convenio entre A lvear cierto, y se retiró a las
y V igodet, por el cual éste debía hacer entrega de la plaza. sierras de Córdoba para
El día 22 las fuerzas de A lvear ocuparon las fortalezas curarse. L uego pidió que
del C erro ; y el 23, entraron en la ciudad tom ando posjesión se le nom brara G oberna­
inm ediatam ente de todos los puntos estratégicos. dor In ten d en te de Cuyo,
y el D irector P osadas accedió a ello. (A gosto 10 de 1814).
Q uedaron en poder del vencedor m ás de 300 cañones,
8000 fusiles, granadas, pólvora y una gran cantidad de per­ San M artín estableció un cam pam ento, como a una legua
trechos de guerra de toda clase. T odos los jefes y oficiales, de distancia de la ciudad de M endoza, llam ado el Plum erillo.
y más de 5.000 hom bres de tropa, quedaron prisioneros. Allí, al toque de diana, un cañonazo daba la señal del co­
m ienzo del trab ajo y de los ejercicios.
D espués de la capitulación, un jefe subalterno de A r­
“ L o s ejercicios d u rab an tres o cuatro horas por la m añana, con
tigas, O torgués, enviado por aquél con algunas fuerzas, se
breves intervalos de descanso, y se repetían por la tarde. E l día lo
acercó a M ontevideo y reclam ó la entrega de la plaza. Al- em pleaban, los soldados, haciendo su propio calzado o fabricando
vear se opuso, y durante la noche, entre el 24 y el 25 de fo rn itu ras y utensilios, porque cada uno tenía, adem ás de su servicio
junio, cayó sobre las fuerzas del jefe artig u ista y las dis­ de arm as, la obligación de ser artesan o de sí m ism o. E l general, por
persó. la noche, reco rría las academ ias teórico-prácticas de táctica de los
batallones y escuadrones, que convertía en escuelas de arte m ilitar y
E n julio fué enviado por el Gobierno de Buenos Aires,
de estrategia, suscitando cuestiones facultativas fuera del program a,
como gobernador de M ontevideo, N icolás R odríguez P eña proponiendo la solución de lances de guerra que podían ocurrir en
con el título de “ D elegado E x trao rd in ario ”. el curso de una cam paña. B. M itre - H ist. de San M artín ).
H ubo, después, algunos encuentros sangrientos entre (1 ) E n esa época, C hile era libre, pero en octu b re de 1814 los p a trio ta s
fuerzas del D irectorio y de A rtigas hasta que, en febrero chilenos fueron vencidos en R ancagua y quedaron de nuevo b a j o el y u g o realista.
E l plan prim itivo de San M artín consistió en llevar la g u e r r a al p o d e r r e -
de 1815, las tropas argentinas evacuaron la ciudad de M on­ lista en el P erú, desde Chile, donde contaba con el a u x i li o d e las fuerzas P '
trio ta s chilenas. La d e rro ta de éstas en R ancagua significó p a r a b a n M a r •
tevideo, entrando a ocuparla el subalterno de A rtigas, F e r­ grave preocupación, puesto que, desde e>e m om ento, su plan exigía, a
nando O torgués. liberar a Chile venciendo, allí, al poder realista.
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El caudillismo - La guerra civil en el litoral - Artigas.' dejó d e ejercer su influencia en todo el lito ral p a ra hacerse d e algunos
(Recapitulación) p artid ario s, h alag án d o lo s con su apoyo, p a ra establecer su dom inio
ab so lu to en las p rovincias litorales.
L as intendencias y provincias que fo rm aban el V irre y n a to d el R ío
de la P lata, eran regiones extensas cuyas capitales constituían los E l T riu n v ira to h a b ía enviado a S a rra te a a la costa e n trerrian a del
únicos núcleos de población de alg u n a im portancia, p u es los dem ás U ru g u a y p a ra o rg an izar las fuerzas que debían iniciar el segundo
cen tro s p o blados n o era n sino aglom eraciones de ran ch o s en tre los sitio d e M ontevideo. Se estableció S a rra te a cerca del cam pam ento
que se destacaban algunas pocas casas m ejo r construidas. del Ayuí y p u d o c o m p ro b ar el estado deplorable, en todo sentido, en
E l gobierno estaba gen eralm en te en m anos de un -grupo o cam a- que se en co n trab an las füerzas d e A rtig as allí acam padas.
ri la de vecinos que disp o n ían -de to d o com o de cosa propia, y, con C uando S arratea, c o m o g e n eral en jefe, ordenó la m a rc h a de todas
frecuencia, un solo individuo, con o sin m éritos, llegaba a im ponerse las fuerzas, incluso las de A rtig as, éste se consideró desairado porque
de ta l m a n e ra que nada p odía h acerse sin su beneplácito, convir­ quería m an d ar él las operaciones, a p e sa r de que todo el m aterial de
tiéndose en caudillo de la localidad. g u e rra acum ulado allí h ab ía sido ¡proveído p o r el G obierno d e B ue­
A m enudo era dado v e r cóm o h asta los go b ern ad o res eran depues­ nos A ires.
tos a consecuencia d e algún m o tín fraguado, casi siem pre, p o r am bi- A rtig a s se n egaba a o rd en ar la m aro h a de sus fuerzas p a ra la línea
ciosos aviaos d e ocupar el gobierno.
del sitio; p ero só lo consiguió detener algunos cuerpos, pues h a sta
E ste estado de cosas, a n te rio r a la revolución de M ayo subsistió jefes o rientales com o V ázquez, V arg as y V iera, desaproban do su
y aun se acentuó, desde que el m ism o sentim iento del gobierno p ro ­ actitud, se in co rp o raro n a las fuerzas qu e m andaba S arratea.
pio,^ en cuyo nom bre se llevó a cabo la revolución, se despertó con
caracter local en los pueb lo s del in terio r y, m ás acentuadam ente, en A rtig as m anifestó g ra n d escontento an te lo sucedido, y com o
S arratea no aten d iera sus exigencias, de que se le devolvieran los
Ah-es c o n tra el predom inio del g o b iern o c en tra l de B uenos
cuerpos que se h abían retira d o de su cam pam ento, se quedó en el
L os caudillos salían siem pre d e la clase m ilitar, desde que sólo Ayuí; pero no inactivo, pues em prendió, por m edio de sus su b a lte r­
p o r la fuerza podían llegar al p o d e r y so sten erse en él, y esa fuerza nos, una larg a serie de acciones d e g u e rra p a ra a rre b a ta r las caballa­
la en contraban en las m asas sem ib árb a ras de las cam pañas que los das, bueyes, etc., a S a rra te a y p a ra obstaculizar la vigilancia que las
seguían a todas p artes su m isas y fanatizadas. fuerzas de é ste ejercían con el p ro p ó sito de im pedir que los realistas
se ab astecieran de víveres.
A rtig aPsn m e r Caudlll° de g ra n infIuencia, nacido de la revolución, fué
E sta tira n te z d e relaciones se m an tu v o largo tiem po sin que lo­
• £ r ‘'5 aS' 'Ja tKr a , .ííe M °ntevideo, se había criado en el cam po y fué g ra ra n un avenim iento cu an tas m ediaciones se pusieron en juego. E l
n.p de co n trab an d istas en las fro n teras con el B rasil, m edio d e vida caudillo o rien tal ponía com o condición indispensable p ara in co rp o rar
que le perm itía estar en relación con los com erciantes d e M ontevideo, sus fu erzas a las sitiadoras, que S a rra te a fuera separado del m ando.
un cu ^r™ K k í servicio de las autoridades españolas ingresando en E s ta situación, llena de peligros, y a que el G obierno de B uenos
I n í í j . cab allería d estin ad o p recisam en te a la p ersecución de los A ires no to m ab a n inguna resolución al respecto, decidió a R ondeau
en e ? t \ nrt w ! yCU a!r f 0Q S ^ tu g u e s e s ^ realizaban sus incursiones y a o tro s jefes, a pedir a S a rra te a la renuncia del m ando. S a rra te a
m ie n to * n ! T k‘ 1 . m stru cci0 n era escasa, pues sus conoci­ accedió a ello y se re tiró con los jefes orientales V ázquez, V iana
m ientos no p asab an de los m uy elem entales que, en aquel tiem po V aldenegro y otros, a los que A rtig as no toleraba.
era posible adquirir en la escuela p rim aria. P '
E l G obierno tu v o que tran sijir, p ara evitar m ay o res m ales, y
h An í ', í u n é- U*°, de los Prim eros que iniciaron la in su rrecció n en acep tar los hechos producidos. A rtigas, entonces, resolvió llevar sus
f .. í , O riental c o n tra las au to rid ad es españolas, sirviéndose de fuerzas a la línea del sitio. (F e b re ro d e 1813).
N o , a T , ent.o s que h ab ía o btenido d el G obierno de B uenos A ires.
M ien tras se desarrollaban estos sucesos en el te rrito rio oriental,
r o n 1J arg-°’ e,n asu m ir una a ctitu d de desobediencia para
con la auto rid adJ nacional. te n ía lu g ar en B uenos A ires la instalación de la A sam blea G eneral
A l celeb rarse el arm istico con los realistas d e M ontevideo — O ctu- C o n stitu y en te (E n e ro 31 d e 1813).
A rtig as, y a in corporado a l ejército sitiador, resolvió enviar d ip u ­
a la COSta e n tre rria n a estableciendo el
cam pam ento del A yui, donde perm aneció cerca de catorce m eses con tad o s a la S o b erana A sam blea y, sin estar investido de au to rid ad
« e L v i ^ L V ” 3 f an p a r te d,e la P ^ l a c i ó n o r ie n ta l o b lig a d a a leg ítim a alguna, reu n ió d e su cuenta, en su propio cam pam ento, a
se g u irle a b a n d o n a n d o su s c o m o d id a d e s e in te re s e s . un cierto n ú m e ro de p erso nas p a ra que, como electores, d esig n aran
D esde que se estableció en el A yuí, (N oviem bre de 1811), no los diputados a la A sam blea G eneral (A b ril). E sto s electores no eran
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%
verdaderos rep resen tan tes de los pueblos, pues no habían sido desig­ plir su com etido porque el paisanaje se m ostraba insubordinado. E n
nados popularm ente. Concepción del U ruguay, G ualeguaychú, G ualeguay, N ogoyá y en la
B ajada del Paraná,- encontró la m ism a hostilidad a todo lo que em a­
L os electores, bajo la influencia de A rtig as, n o m b raro n cinco dipu­
naba del gobierno central *.
tados, y éstos p artiero n para B uenos A ires llevando, com o poderes,
T riu n fa n te A rtig as sobre las fuerzas que el G obierno de B uenos
sim ples cartas firm adas p or los citados electores. A rtigas, adem ás, les
A ires m an d ara a territo rio oriental para com batirle, acentuó su ac­
entregó una carta para D. D ám aso L arra ñ a g a , residente en B uenos
ción en E n tre R íos p or m edio de subalternos tales com o E usebio
A ires, y unas instrucciones, con el m an d a to expreso de imponer la
aceptación de ellas. H ereñ ú , jefe de las p rim era s m ontoneras del litoral.
L as poblaciones de la provincia de C orrientes, sufrieron tam bién
R echazados que fueron sus diputados, A rtig as tra tó de rem ediar, du ran te algunos años las consecuencias de la influencia artig u ista
en parte, la irregularidad de la elección; p ero sin resultado. que se ejercía p or m andones autoritarios, entre ellos el indio A ndrés
E n D iciem bre se llevó a cabo o tra elección preten d ien d o A rtigas, T ac u a rí o A ndresito, nacido en S anto T om é.
com o siem pre, hacerla a su m an era; pero la opinión no se som etió ' S an ta Fe, lim ítrofe, río por medio, con E n tre R íos y C orrientes,
a sus pretensiones, y los rep resen tan tes, reunidos en C ongreso en no se libró del peso de los caudillos y de la anarquía.
sesión solem ne el 10 de D iciem bre (1813), declaraban que la provin­ E n el litoral, los caudillos que, m ás tarde, alcanzaron g ra n in ­
cia oriental sería una de las del R ío de la P lata. D ispuso, adem ás, fluencia y larga dom inación, fueron E stanislao L ópez en S an ta Fe,
que su gobierno sería una Junta Gubernativa com puesta de tres y F rancisco R am írez en E n tre Ríos.
m iem bros. N om bró nuevos diputados para la A sam blea C onstituyente, A sí nació el caudillism o en el litoral, que, poco a poco, se p ro ­
y A rtig as quedó despojado del ca rá cte r de Gobernador y Capitán p a g ó , a o tras provincias.
General que le había conferido su C ongreso de A bril. A rtig as nunca pretendió sep arar la provincia oriental p ara consti­
L a actitud del C ongreso de D iciem bre revelaba claram en te que la tu ir un E stad o independiente, ni aceptó cuando el gobierno nacional
opinión sana del pueblo o rien tal era co n traria a A rtig as. E l caudillo le ofreció dicha independencia. E s presum ible que am bicionara el so­
oriental, despechado, resolvió retira rse de la línea del sitio y ro m p er m etim iento de las provincias litorales a su voluntad, quizá el de
las relaciones con el G obierno de B uenos A ires. F u e entonces cuando todas, y que ésa fuera la v erdadera causa de su negativa a aceptar
el D irecto r P o sad as dictó el decreto que lo declaraba tra id o r y ene­ la independencia de su tierra.
m igo de la patria, ofreciendo reco m p en sar con 6.000 pesos’ al que lo
en treg ara vivo o m uerto. El gobierno directorial de Posadas
A rtigas, con p arte de sus fuerzas, m arch ó h a c ia , el no ro este y (V isión de c o njunto)
llegó a la aldea d e Belén sobre el U ru g u ay . D e allí se puso en
Situación general - Fernando V II y la expedición del general Morillo
com unicación con los caudillos que ya habían em pezado a fig u rar en
E n tre R íos y C orrientes y tam b ién en S a n ta F e, en C órdoba, etc. A rtigas y el Directorio - L ey del 29 de agosto: misiones diplomáticas
R endida que fué la ciudad de M ontevideo, se instaló un g o bierno Sedición del 7 de diciembre - Renuncia de Posadas
designando p a ra d esem peñ arlo a D . N icolás R o d ríg u ez P eña. Alvear, Director Supremo - A cción gubernativa de Posadas
E l coronel O torgués, su b altern o de A rtig as, se aproxim ó a M o n te­ L a situación del país al finalizar el año 1813, adem ás de incierta,
video y exigió, en nom bre de éste, la en tre g a d e la ciudad. S o bre­ era en extrem o grave. Se acrecentaba el pesim ism o a m edida que
vino un estado de g u e rra con altern ativ as favorables a las fuerzas de se sucedían las noticias de acontecim ientos adversos, que ponían
B uenos A ires, algunas, y o tra s no, h a sta que se resolvió p o r el D i­ en peligro la m archa de la revolución.
rectorio la desocupación d e M ontevideo y el re tiro de las fuerzas p a ra A las victorias de T u cu m án y Salta, que habían sido m otivos
llevarlas a luchar co n tra los realistas en la fro n te ra norte. de regocijo y entusiasm o, le sucedieron las derrotas de V ilcapujio y
Con el abandono de la ciu d ad de M ontevideo y de to d o el te rrito ­ A yo h u m a con la inm inente posibilidad de que el enem igo llegara
rio oriental al dom inio de A rtig as, y a no tenía éste p o r qué co n tin u ar a C órdoba y a la m ism a B uenos A ires. A esto había que ag reg ar
la lucha co n tra el gobierno de B uenos A ires; pero su am bición des­ el desem barco de fuerzas españolas en M ontevideo —m ás de 3.000
m edida, le m ovía a llevar la g u e rra a las provincias arg en tin as. hombres— que eran una avanzada del ejército de 20.000, con el que F e r­
A lgunas de sus actitudes se debían, sin d uda alguna, a influencias nando^ V II se proponía recuperar el dominio de sus colonias de América.
de sus consejeros. Ocupó de nuevo el trono en marzo de 1814 en virtud de un tratado que
C uando el D irecto r P o sa d as com isionó al coronel Jo sé Melián p ara firm ó con Napoleón el 11 de diciembre de 1813.
fo rm ar en E n tre R íos c u a tro regim ientos, le fué im posible cuxn- (1) A. Z inny . H ist. de los G obernadores.

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F ácilm ente se puede concebir lo que h ab ría sucedido en el caso A rtig as llevó su acción a las provincias del litoral, prom oviendo
de que a las fuerzas realistas, atrin ch erad as en M ontevideo, se h u ­ en ellas la rebelión co n tra el gobierno directorial. H u b o luchas en tre
biesen unido las del gen eral M orillo, de que ta n to se hablaba, con­ fuerzas del D irectorio y del caudillo uruguayo en la B anda O riental
siderando que no habría sido posible im pedir su desem barco en y en E n tre R íos. ^
aquella plaza o en B uenos A ires, puesto que no existía u n a escuadra * *
suficientem ente fu erte p ara oponerle.
A com plicar la situación contribuía A rtigas, desde la B anda
E n medio de tan tas circunstáncias adversas, es com­
O riental, con su actitu d disolvente y h ostil con que obstaculizaba prensible que los hom bres de la revolución se sin tieran can­
la acción m ilitar del D irectorio, em peñado éste, en la preparación sados de tan to s sacrificios estériles, y que m uchos de ellos,
de las fuerzas que debían ser enviadas a refo rzar las que operaban aunque profesando ideales dem ocráticos, aceptaran la idea
en el norte.
de crear una m onarquía en el R ío de la P lata. E s así que
L a Soberana A sam blea, en el m es de diciem bre, designaba al
coronel San M artín, gen eral en jefe del ejército auxiliar del P e rú ; el 29 de agosto, reunida la A sam blea en sesión secreta,
y al coronel A lvear, gen eral de las fuerzas de la capital y de la facultaba al poder ejecutivo para e n tra r en relaciones con
provincia de B uenos A ires. la corte de E spaña y, en v irtu d de esta autorización, nom ­
C om o vem os, el año 1813 term in ab a dejando al país en u n am ­ braba a R ivadavia y a B elgrano p ara el desem peño de esa
biente pleno de tem ores e incertidum bres y nada hacía presag iar un
cam bio favorable. misión. (V éase pág. 334).
1814. E l añ o 1814, se iniciaba con un cam bio de régim en, que A lvear, m ientras tanto, creyendo que A rtigas sería do­
respond ía a las exigencias de u n a p arte de la opinión pública, que m inado, se dió a la tare a de organizar un gran ejército en
pedía con urgencia la creación de un go b iern o unipersonal, al que los Olivos, con el que pensaba llevar a la práctica la idea
se consideraba necesario en esos m om entos de g ran d es peligros.
E n tre los m uchos p artidarios de tal régim en, uno de los m ás
que le tenía obsesionado: la cam paña m ilitar en el norte,
decididos era A lvear, a quien, entonces, se le atribuía' el p ro pósito de cuyo objetivo era ocupar la ciudad de Lim a. P a ra realizar
suceder a P osadas cuando éste term in a ra su m andato. su plan necesitaba el m ando en jefe de todas las fuerzas
P o sad as asum ió el m ando en enero de 1814. D e inm ediato tuvo necesarias, incluso las destacadas en Jujuy, y no le fué
que hacer frente a la persisten te actitu d de rebeldía de A rtigas, quien,
después de d esertar del sitio de M ontevideo (enero 20), se dió a
difícil obtener tal designación, ya que Posadas y los m iem ­
la tarea de reu n ir fuerzas p ara h ostilizar a las directoriales. E ste bros de la A sam blea, en su m ayoría, pertenecían, com o él,
proceder del caudillo oriental fué causa de tal indignación general, a la logia L autaro.
que el D irector Posadas, con dictam en de sus m inistros y acuerdo P artió A lvear a su destino, acom pañándole un lucido
del Consejo de E stado, lo declaró fuera de la ley y puso a precio E stado M ayor y una división de infantería y artillería.
su cabeza.
Con la acción de la escuadra m an d ad a p or B row n. y del e jé r­ E l ejército realista se había retirado, dejando a Salta,
cito sitiador, a las órdenes de A lvear, la plaza de M ontevideo se desde el mes de mayo, obligado a ello por los gauchos de
rindió, nb o b stan te ciertas connivencias del caudillo orien tal con Güemes, que lo acosaban sin descanso, y a la d erro ta que,
V igodet.
L a noticia de la rendición de M ontevideo causó sensación en
a sus espaldas, infligiera el general A renales a una división
B uenos A ires, y fué m otivo de inm enso júbilo. E l g ra n peligro que del general P ezuela en el com bate de la Florida, el 25 de
representaba el poder español en ese b aluarte, había desaparecido; m ayo de 1814.
pero la situación general no perdía su gravedad. Cuando P ezuela recibió la noticia de la rendición de
E ra necesario reforzar la defensa de la fro n tera n o rte enviando M ontevideo, com prendió que había pasado la oportunidad
las fuerzas disponibles, incluso las que habían actuado en el sitio de
M ontevideo; pero A rtig as no se ap artab a de su posición de reb e l­ para invadir e in te n ta r auxiliar a esa plaza.
día. E l D irector, por interm edio de A lvear, inició negociaciones con E n Buenos A ires existía un am biente de gran in tran q u i­
el caudillo y, p ara facilitarlas, revocó el decreto que lo ponía fuera lidad acrecentado con la ausencia de A lvear en viaje a Ju ju y
de la ley, declarándolo buen servidor de la p atria y confiriéndole el para reem plazar a R ondeau, pues tem íase el estallido de al­
cargo de com andante general de la cam paña de M ontevideo. L as
negociaciones, sin em bargo, no tuvieron éxito. gún m ovim iento revolucionario preparado por los opositores.
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-3 2 1 —

L os principales jefes del ejército del norte, cuando tu ­ Directorio de Alvear


vieron conocim iento de la designación de A lvear, y de que Situación crítica - Envío de García a Río de Janeiro - Alvear y
éste ya se encontraba en viaje para ir a tom ar el m ando A rtigas - Sublevación de Fontezuelas - Revolución popular del
de ese ejército, se com prom etieron a no reconocerlo, e indu­ 15 de abril - Caída de Alvear - Disolución de la Asamblea
jeron a R ondeau a que resistiera la entrega del m ando.
L a elevación de A lvear al cargo de D irector Suprem o
A lvear, ya al llegar a Córdoba, tuvo noticias de la sedi­ en m om entos en que la opinión pública había sido sacudida
ción del ejército (diciem bre 7). Resolvió, entonces, regre­ por las noticias del estado de rebelión del ejército del norte,
sar a Buenos Aires, sin pérdida de tiem po, en previsión de hacía presagiar graves acontecim ientos.
posibles sucesos graves. L a situación del nuevo D irector, en el orden político,
El día 2 de enero de 1815, llegaba A lvear a la C apital, era en extrem o crítica. A la sedición del ejército del norte,
y el 3, P osadas convocaba con toda urgencia a la Asam blea, se agregaba la insurrección de A rtigas, la am enaza laten te
a sesiones ex traordinarias para el día 5. E l día 9 presentó del general M orillo, y la actitu d de resuelta hostilidad del
su renuncia. partido opositor. E ra tan alarm ante la situación, que el mi­
Al tratarse, ese mismo día, la dim isión de Posadas, hubo nistro de gobierno, doctor Nicolás H errera, expresaba q u e:
un anim ado debate, oponiéndose algunos asam bleístas a su “era preferible entregarse a una potencia
acep tació n ; pero los partidarios de A lvear votaron por ella, cualquiera, que a las venganzas de Fer­
pues así se les presentaba la ocasión buscada para llevarlo nando V I I y a las furias lie la anarquía”.
al D irectorio. A cto continuo se procedió a la elección del E n enero, respondiendo a este fin,
sucesor, recayendo, precisam ente, en la persona del gene­ A lvear resolvió enviar a Río de Ja ­
ral A lvear x. neiro al doctor M anuel José García,
E l período de gobierno de P osadas,' no obstante su du­ quien fué portador de dos notas,
ración de sólo un año, fué próspero y fecundo en hechos de una para lord S trangford, m inistro
trascendencia. E n tre éstos pueden citarse: inglés en Río, y o tra para el mi­
L a creación de la escuadra. nistro de negocios ex tran jero s de
L a destrucción de la escuadra española y, como consecuencia, la Gran B retaña a quien le sería en­
libre navegación. ' tregada por Rivadavia en L ondres
La toma de la plaza de Montevideo y de un abundante armamento
que permitió abastecer a todos los ejércitos.
(ver pág. 334).
L a terminación de la guerra con España en el R ío de la Plata. Con respecto a A rtigas procuró
A sim ism o dictó decretos dando existencia legal a nue­ llegar a un arreglo sobre la base
vas provincias con las m ism as facultades, derechos y pre­ de reconocer la absoluta independencia de la B anda O rien­
rro g ativ as que las dem ás. E stas provincias fueron: tal, siem pre, que, por su parte, se retirara de las provin­
Oriental del Río de la Plata (marzo 7). cias litorales invadidas por fuerzas que le obedecían. Como
E ntre R íos (septiembre 10). A rtigas no aceptase, se renovaron las hostilidades. P o r fin,
Corrientes, incluso Misiones (septiembre 10). deseoso A lvear de term in ar con el obstáculo que significaba
Salta, con los distritos de Jujuy, Orón, Tarija y Santa M aría (8 de la actitud de A rtigas, ordenó al coronel Soler que abando­
octubre. nara la plaza de M ontevideo con todas las fuerzas, arm as y
Tucumán, con Santiago del Estero y Catamarca (8 de octubre). pertrechos (F ebrero 25 de 1815). A rtigas pudo ocupar, así,
(1 ) El m ism o día 10, en que A lv ear p restab a ju ra m e n to y asum ía el m ando, lo único que le faltaba del territo rio o rien tal; pero esto no
D o rreg o sufría una d esastro sa d e rro ta en G uayabos (S alto o rie n ta l) que le infli­
giera una fu erte m o n to n e ra a rtig u is ta m an d ad a p or F ru ctu o so R ivera. bastó para dejar satisfechas sus am biciones.
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E n cu an to a la opinión pública opositora, A lvear creyó resistir a los acontecim ientos y an te una form al intim ación,
dom inarla asum iendo, de hecho, la dictadura, pues no sig­ term inó por enviar a la A sam blea C onstituyente su ren u n ­
nificaban o tra cosa las m edidas que decretó, con dictam en cia de D irecto r; pero no del m ando en jefe del ejército. E sta
del “ Consejo de E stad o ” , entre otras, la de “pasar por las renuncia parcial m otivó nuevas dilaciones.
arm as’’ a todo individuo, español o am ericano, que atacara
E l día 15 una gran m uchedum bre exaltada invadía las
el sistem a de libertad e independencia, y a los que inventa­
plazas llam adas, entonces, de la V ictoria y 25 de M ayo. U n a
ra n noticias alarm antes contra el Gobierno (M arzo 28).
delegación de los principales prom otores, encabezada por
F racasad as las ten tativ as para llegar a un arreglo con el coronel E stanislao Soler, gobernador intendente, se p re­
A rtigas, A lvear se propuso som eterlo por la fuerza. O rdenó sentó en la sala capitular del Cabildo para explicar las razo­
la salida del cam pam ento de los Olivos, de 3.000 hom bres nes del m ovim iento popular y presen tar un p etitorio para
hacia S anta Fe, cuya vanguardia, al m ando del coronel Ig ­ que se intim ara a A lvear la en trega del m ando del ejército.
nacio A lvarez T hom as, debía d estru ir las fuerzas artiguistas, Pidió, tam bién, que se declarara caduca la autoridad de la
que se disponían a avanzar sobre la capital. A sam blea C onstituyente.
Cuando parecían ya agotados los recursos pacíficos, y
se tem ía la lucha arm ada, la intervención am istosa del cónsul
británico y del com andante de la fragata “ H a sp a r”, como
m ediadores, hizo posible firm ar un convenio por el cual
Alvear hacía entrega del m ando del ejército y se le daba
una g aran tía para salir del país. A lvear se traslad ó a la fra­
g ata inglesa y partió para el B rasil (A bril 17). Sólo go­
bernó tres meses y algunos días. ^
A rtigas detuvo su m archa hacia Buenos A ires; R ondeau,
desde el norte, ofreció su apoyo a la nueva situación, y San
M artín, desde M endoza, hizo análogo ofrecim iento. L os de­
más gobernadores m anifestaron su adhesión.
*
* *
San M artín, g o b ernador intendente de Cuyo, en cuanto tuvo co­
A lvear, por su parte, en com binación con las ruerzas de nocim iento de la designación de A lvear en el carácter de D irecto r
Suprem o, solicitó licencia p a ra separarse del cargo, dando com o m o­
A lvarez Thom as, tenía planeado el ataque al mismo A rtigas, tivo el m al estado de su salud. A lvear la autorizó y designó, en su
p ara anularlo por com pleto; pero ocurrió lo inesperado, reem plazo al coronel G regorio P erdriel. E sta resolución provocó u na
A lvarez T hom as, entendido de antem ano con los opo­ conm oción tan grande del pueblo m endocino, que éste obtuvo la
reunión de un Cabildo abierto. E n éste, no obstante la declaración
sitores de A lvear, y con A rtigas, se sublevó en un paraje, de San M artín de que su separación era voluntaria, se im puso la
situado entre P ergam ino y A rrecifes, llam ado “F ontezuelas” voluntad del pueblo en el sentido de solicitar al D irecto r S uprem o
(A bril 3 de 1815). la continuación de San M artín en el gobierno de Cuyo. A lvear se
avino a ordenar a P erd riel que se retirara, y com unicó a San M artin
E n la C apital, desde que se conoció la noticia dé la
que “quedaba en libertad de continuar o dejar su gobernación . . .
sublevación, los días iban transcurriendo en medio de agi­ E ste aco n tecim ien to ‘afirm ó a San M artín en el cargo que desem ­
taciones populares de carácter revolucionario auspiciadas por peñaba y en el afecto del pueblo m endocino. C ontribuyó, en cambio,
los enem igos del D irector. A lvear, en la im posibilidad de a m inar la influencia política de A lvear com o D irecto r Suprem o.
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E1 Cabildo, la Junta de Observación y el E statuto Provisional L a am enaza del fuerte ejército que, por orden de F ern an d o V II,
se estaba p reparando en Cádiz para destinarlo al R ío de la P lata,
A n te el peligro que im portaba, con la caída de A lvear, persistía aún, y ejercía una influencia tal en el espíritu de las gen­
la ausencia de una autoridad suprem a en m om entos de ta n ta tes, que las predisponía al desánim o y a los peores presagios re s­
inquietud, el Cabildo asum ió esa autoridad, provisoriam ente, pecto de la suerte de la re v o lu c ió n x.
el día 16; y el 18 dictó un “bando” en el que m anifestaba A sí se explica, en p arte, que en el m es de julio de 1815, siendo
D irector interino A lvarez T hom as, no hubiese resultado fácil encon­
que, en la im posibilidad de convocar inm ediatam ente a elec­ tr a r un sacerdote de renom bre que se prestara, com o en años a n te ­
ciones en todas las provincias, “era urgente la designación riores, a p ronunciar un panegírico, alusivo a la revolución, el día 9
de un gobierno provisorio” y que ella se haria por electores de julio de aquel año.
elegidos por los ciudadanos de la Capital. E l tal episodio es el siguiente:
R eunidos los electores el día 21 de abril para designar “Entre las solemnidades con que se celebraba en Buenos A ires el
aniversario de la revolución de 1810, figuraba el panegírico que de ella
la persona que debia llenar el cargo de D irector Suprem o, hacía un sacerdote de renombre en la iglesia Catedral. A este acto asistían
recayó en la persona del general José R ondeau. P o r encon­ las autoridades cantidad de pueblo ávido de estímulos al sentimiento de
trarse éste al frente del ejército del norte, determ inó que la libertad que lo empujaba. En el año 1815 no se encontró un solo indivi­
asum iera el m ando m ilitar el coronel Ignacio A lvarez Tilo­ duo del clero secular ni regular, que quisiese pronunciar ese panegírico.
m as; y el político, el A yuntam iento de la ciudad de Buenos Todos se excusaron alegando que Fernando V i l ocupaba el trono de la
metrópoli, y que, en semejante circunstancia, era imprudente provocar su
A ires. E sta solución .tenía el grave inconveniente de haber enojo con esa especie de propaganda subersiva de su autoridad. E l cabildo
creado un gobierno de dos cabezas. de Buenos A ires acudió al padre Castañeda. Este triunfó, con su patriotis­
El Cabildo, en unión con los electores, procedió a nom ­ mo, del escrúpulo que aquéllos fundaban, en realidad, en las negociaciones
b ra r una ju n ta de cinco personas, que se llamó Ju n ta de que entretenía el directorio argentino en Europa para coronar un monarca
cualquiera en las provincias del R ío de la Plata. Y contestó al alcalde de
O bservación, la que se encargó de redactar, para el nuevo primer voto: “aunque fuese en la punta de una lanzaharía la pública
gobierno, un E sta tu to Provisional (aprobado el 5 de m ayo profesión de su fe política". Lo cumplió, en efecto, pronunciando un elo­
de 1815). cuente sermón que le valió calurosas felicitaciones".
L a Ju n ta de O bservación, con las disposiciones del “Las autoridades directoriales se mostraron, con él, reservadas hasta el
E sta tu to de su creación, quedaba convertida en un verda­ punto de no invitarle al Fuerte después del Te Deum, como era de costum­
bre. "En cambio, la juventud y una masa de pueblo le llevó en andas por
dero fiscal de los actos del D irector Suprem o, a tal punto,
la calle, hasta que él mismo se vió obligado a contener esta procesión pa­
que podía vetarlos. triótica que, de otra manera, habría llegado hasta el mismo convento de
El E sta tu to de 1815, considerado como el m ás com pleto la Recolección" 2.
de los elaborados h asta entonces, establecía ya los tres po­
Interinato de Alvarez Thomas
d eres: L egislativo, E jecutivo y Judicial. D isponía la con­
vocatoria para un congreso general que debía reunirse en E l D irector interino A lvarez T hom as asum ió el m ando
un lugar interm edio de las provincias, y fijaba como sede el día 6 de m ayo, es decir, al día siguiente de ser aprobado
del m ismo, la ciudad de T ucum án 1. el E sta tu to Provisional.
* P a ra el nuevo D irector, la situación se p resentaba llena
* *
de dificultades, y éstas se acrecentaron con las graves m e­
E l m ovim iento del 15 de abril, que pro d u jo la caída de A lvear,
no m ejoró la situación política interna, ni evitó las nuevas com ­
didas tom adas contra los hom bres que habían form ado parte
plicaciones que, unidas a las existentes, im pedían fortalecer el poder (1 ) D iversas causas, e n tre ellas la caída de la plaza de M ontevideo, influ-
suprem o p ara hacer fren te al peligro externo. yeron para que la expedición fantasm a se destinara, en secreto, a. Venezuela»
L legó a la costa de C um aná en ab ril de 1815. La noticia, p o r dem ás tra n q u ilr
(1 ) in a u g u ró sus sesione»- e1 24 de m arzo de 1816, y fué el que proclam ó zadora, no llegó a B uenos A ires sino m ucho m ás tarde.
la independencia el 9 de julio del m ism o año. (2) A dolfo Saldías. V ida y e sc rito s del P . C astañeda.
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del gobierno anterior. T odos fueron encarcelados, procesa­ la renuncia de A lvarez T hom as y la separación de B elgrano
dos y condenados a destierro, en tre ellos P osadas, V ieytes, del m ando de las fuerzas, de las cuales tom aría la jefatu ra
N icolás R odríguez Peña, M onteagudo, así como Nicolás H e­ el general E ustaquio D íaz Vélez.
rrera, Ju an L arrea y el coronel Javier de V iana, que fueron A lvarez T hom as tu v o que renunciar an te la J u n ta de
m inistros de A lvear y lo habían sido antes, de Posadas. O bservación, la cual, ju n tam en te con el Cabildo, designa­
Se sirvió de la influencia de A rtigas para realizar su ron al general A ntonio González Balcarce como D irector
m ovim iento sedicioso contra A lvear; pero no pudo librarse, interino, ya que el titu lar, general R ondeau, perm anecía al
después, de las pretensiones del mismo. L e ofreció tra ta r frente del ejército del n orte (abril 16 de 1816). D e todo ello
sobre la base de reconocer la independencia de la provincia se dió cuenta al C ongreso reunido en la ciudad de T ucum án.
o rien tal; pero no le fué posible llegar a convenio alguno y
las relaciones quedaron rotas. Interinato de Balcarce
Som etidas las provincias de E n tre R íos y C orrientes
L a designación de B alcarce fué recibida por la opinión
por A rtigas, éste había extendido su dom inio a la de S anta
con satisfacción general, incluso por el m ismo A rtig a s ; p ero
Fe. E n ésta, que en ese tiem po era tan sólo una dependencia
el Soberano C ongreso de T ucum án, al tener conocim iento
del gobierno de Buenos Aires, las opiniones encontradas de
de la renuncia de A lvarez T hom as, forzada, tem iendo m a­
sus hom bres, inclinados unos a la influencia de A rtig a s ; y
yores com plicaciones, se apresuró a nom brar un D irecto r
otros, a la de Buenos A ires, dieron origen a serios conflictos
Suprem o, haciéndolo en la persona de D. Ju an M artín de
que obligaron al D irector a despachar algunas fuerzas al
Pueyrredón. (M ayo 3). Balcarce debía, pues, ocupar el cargo
m ando del general V iam onte p ara en trar en territo rio san-
interinam ente h asta que P u ey rred ó n llegara a la C apital.
tafecino. H ubo sublevaciones de fuerzas artig u istas y éstas
forzaron a V iam onte a encerrarse en la ciudad de S anta F e E n Buenos A ires se p ro dujo un m ovim iento de resis­
obligándole a capitular (m arzo 31 de 1816). tencia al D irector P ueyrred ó n , m ovim iento sostenido p o r los
E sto s sucesos repercutieron en Buenos A ires causando elem entos federales, y apoyado por el D irecto r interino
Balcarce. Los agitadores querían que la provincia de B ue­
extrañeza y estupor.
E l D irector interino se propuso dom inar por las arm as nos A ires se gobernara a sí m ism a, y, adem ás, se proponían
a las provincias litorales. Dió el m ando del ejército acanto­ quitar al C ongreso y al D irector Suprem o algunos recursos
nado en San Nicolás, al general B elgrano que acababa de con que siem pre habían contado.
llegar de E uropa. L a Ju n ta de O bservación y el Cabildo, apoyados por los
N o tard ó B elgrano en darse cuenta del estado de indis­ partidarios de P ueyrredón y del C ongreso —la p arte m ás
ciplina en que se encontraban esas fuerzas, y de las dificul­ sensata de la opinión— resistían esa política.
tad es que le rodeaban, circunstancias que le hacían difícil P in tan d o la situación en esos m om entos, “L a G aceta
el cum plim iento de su m isión, y prefirió buscar un arreglo de Buenos A ires”, que sostenía la política de P u ey rred ó n
am istoso con A rtigas. Con este fin com isionó al general D íaz y del Congreso, publicaba en el N ’ 62 del 6 de ju lio :
V élez, jefe de su vanguardia, para que se entrevistara con ...jQ u é es esto? La Patria amenazada todos los días de nuevos ries­
los hom bres dirigentes de S anta Fe. gos y sus hijos, lejos de socorrerla, sólo se ocupan en destruirse tinos a
D íaz V élez, extralim itándose en sus atribuciones, y sin otros y en arruinar la libertad y el orden, pronunciando estos santos nom­
autorización para ello, firm ó el pacto, que se llamó de bres: "¡Representantesi ¡Cabildos abiertos! ¡Unidadl ¡Federación!’’—
¡Pretextos!
Santo Tom é, con el representante del litoral, Cosme Maciel El mal no está en los diferentes sistemas gubernativos, está en el co­
(A bril 9 de 1816). Por. este pacto se com prom etían a exigir razón de nosotros mismos. No son las opiniones las divididas, son las

i
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personas. ¿Siguen las discordias, los partidos, las rivalidades, los enconos, fué vencido y obligado a em prender una fuga desordenada,
los deseos de vengarse? Pues lo conseguirán unos u otros, pero ni el “pro­ (A bril de 1815).
vincialismo", ni el "capitalismo"i , ni todos los sistemas del mundo salva­
rán la patria. Todos decimos al mismo tiempo que daremos mil vidas por A m edida que R ondeau
la salud de los pueblos; pero faltam os a la verdad con insolencia. “N o avanzaba, el g e n e r a l P e-
hay tal, no hay tal”. N osotros que no sacrificamos a la felicidad pública zuela retrocedía abandonan­
las más despreciables rencillas ¿seremos capaces de derramar nuestra do las posiciones que tenía
sangre en su obsequio? Los hombres en todos los tiempos son los mismos, ocupadas (C otagaita, P o to ­
en las revoluciones no hay otra ventaja sino que es más fácil conocerlos—
Una de dos: o nos reconciliamos tales como somos, o el Estado p e rece... sí, C huquisaca, C hayanta).
S in unión no hay esperanza de salud aunque no tuviéramos enemigos". Cerca de esta últim a, una
colum na a r g e n t i n a , des­
M ientras en Buenos A ires la agitación reinante era in­
prendida para a t a c a r p o r
tensa, el Soberano C ongreso, reunido en T ucum án, pro­
clam aba ante el m undo la Independencia de las Provincias sorpresa a una fuerza re a­
Unidas de Sur América. lista acam pada en Venta y
E l día 11 de julio, y como consecuencia de una asam blea Media, s u f r i ó u n a grave
p opular en la que los agitadores estaban en gran m inoría, d errota. (2 0 de o c t u b r e
la J u n ta de O bservación y el Cabildo procedieron radical­ de 1815)1.
m ente, separando del cargo de D irector interino al general El ejército patrio ta se re­
Balcarce. E n reem plazo de éste se designó una com isión plegó hacia C ochabam ba y
gubern ativ a com puesta de D. F rancisco A ntonio de E sca­ se situó en Sipe-Sipe, am ­
lada y D. M iguel de Irigoyen, h a sta que llegara P ueyrre- plia l l a n u r a r o d e a d a de
dón, quien el día 10 se había puesto y a en m archa desde m ontañas. Pezuela, d e s d e
T ucum án hacia la C apital. las alturas circundantes de
V ilu m a , bajó al llano y
Tercera campaña del Alto Perú atacó al ejército p atrio ta
Batalla de Sipe - Sipe ' sufriendo, é s t e , u n a gran
d errota (N oviem bre 29 de
C uando el general San M artín, que había reem plazado
1815). R ondeau, ante sem e­
a B elgrano en el ejército del norte, dejó el m ando del m is­
jan te desastre, tuvo que re­
m o para establecerse en Córdoba por m otivos ,de salud, le
troceder h asta Ju ju y y Salta con los resto s desorganiza­
su b stitu y ó el general R ondeau.
dos de su desgraciado ejército 2.
Con este nuevo jefe, por su debilidad de carácter, la
disciplina empezó a resentirse, y la sedición del 7 de diciem ­ (1) F u é en esta acción de “ V e n ta y M edia” , que, el entonces m ayor, José
M aría Paz, sufrió una herida en el brazo derecho que lo dejó m anco. _
bre contra A lvear, agravó aún m ás el estado de descom po­ (2) L a b atalla de V ilum a o Sipe-Sipe tu\1o u n a g ra n rep ercu sió n en E s ­
p añ a y h a sta en F ran c ia , R usia y o tra s naciones que form aban p a rte de la
sición de ese ejército. F ué en tales condiciones que m archó S an ta A lianza. F e rn a n d o V I I con sideró dom inada la revolución en el R io de la
R ondeau al A lto P erú, desde Ju ju y , con 4.000 hom bres (fe­ P la ta y vencida la insurrección en A m érica. P a ra fe stejar el acon tecim ien to
m andó c a n ta r un T e-D eum en todas las catedrales y e ch ar a vuelo las cam panas.
brero de 1815). B ien considerado el hecho, había razones, entonces, p a ra no creerlo d e sa ti­
nado. B asta observar el m apita de la pág. 333 y co n sid e ra r que, dado el e sta a o
E n su avance tuvo conocim iento de la existencia de un de an arq u ía in terio r, el general Pezuela, vencedor en V ilum a, y designado virrey
destacam ento realista en un lugar llam ado Puesto del Mar­ del P erú, estaba en la posibilidad de invadir desde el n o rte .
M éxico, N ueva G ranada, V enezuela Chile, estaban de nuevo b a jo el
qués (cerca de Y aví). A tacado el enem igo sorpresivam ente, de las fuerzas realistas. N o o b sta n te e sta situación de aplastam ien to g en eral, p
e o s m eses después, y com o u n desafío, se dió el g rito de l I n d e p e n a e n c i .
pj c é l e r e C ongreso reunido en T u c u m á n , el 9 de julio de 1816.
(1 ) Se re fe ría al predom inio de la C aoital
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Güemes, al dar cuenta al Gobierno, del convenio cele­
Güemes y la defensa de la frontera norte brado, se puso a sus órdenes pro testan d o unión y fratern i­
L os gauchos de Güemes dad y ofreció sacrificarse por la causa común 1.
R ondeau renunció el m ando del ejército y fue desig­
L a retirad a del ejército h asta Salta, com o consecuencia nado, para reem plazarlo, el general B elgrano, quien bajó
de la g rav e d erro ta de Sipe-Sipe, confirm aba la opinión de a. T ucum án en cuya ciudadela estableció el acantonam iento
San M artín ,de que la g u erra por el lado del A lto P erú, no de las tropas. (A gosto de 1816).
d aría resultados favorables y definitivos. T ales cam pañas M ientras Güemes defendía la fro n tera n o rte con sus
quedaron, pues, abandonadas p ara siem pre. E n adelante, las aguerridos gauchos, el ejército de B elgrano constituía una
provincias d.e Salta y Ju ju y soportarían el peso de la guerra fuerza de reserva y, por lo tan to , inactiva.
co ntra los realistas. “Sólo un hombre de la abnegación y patriotismo de Belgrano, re ­
E l com andante M artín M iguel de Güemes, que había vestido de su autoridad moral, pudo aceptar la inmensa responsabilidad
intervenido con sus gauchos en la acción del P u esto del
M arqués, s e /e tir ó a Salta donde se hizo elegir, popularm ente,
gobernador. (M ayo 6 de 1815). Su gobierno tom ó las ca­
racterísticas de una autoridad independiente y casi absoluta.
No obstante ciertas actitudes de re­
serva y de hostilidad, asum idas por
Güemes, s u p o , é s t e , m antenerse en
buenas r - e la c io n e s con el Gobierno
general de Buenos Aires, y sin dejarse
influenciar por A rtig as ni por los cau­
dillos del litoral que obedecían a éste.
Cuando R ondeau, con todo el ejér­
cito en retirada, se iba acercando a
S alta, encontró hostiles a los habitan­
tes, y en actitud de franca agresividad
a tos guerrilleros de G üem es; pero
éste se avino, después de algunas ne-
un convenio con R ondeau, por el cual de tan oscura como difícil posición, y desempeñarse en el sentido del
bien general, manteniendo el orden en el ejército, la quietud en los
"se juraba paz sólida, amistad eterna, olvido del pasado, y armonía pueblos, la armonía con Güemes, la seguridad de los gobernantes, y la
general. . . ofreciendo, la provincia, auxiliar al ejército con caballos confianza y el aliento de los que iban a ponerse al frente de las opera­
y víveres’’. ciones activas en Salta y en M endoza. Bien que no fuera el hom bre
San M artín, al conocer este convenio, que le perm itiría de las circunstancias, era siem pre reputado como uno de los p ri­
m eros generales de la N ación a pesar de sus d e rro ta s 2.
organizar tran q u ilam ente en M endoza el ejército libertador,
(1) G üem es fué un caudillo com o tam bién lo fueron A rtigas y m uchos o tro s ;
escribía a Godoy Cruz, diputado del C ongreso de T u cu m á n : pero es conveniente poner de relieve, y com o co n tra ste, la actitu d del prim ero y la
del segundo, fren te a lo que debía ser prim ordial para to d o s : vencer al enem igo
"M ás que m il victorias, he celebrado la m il veces fe liz unión de Güe­ com ún. T am bién G üem es tuvo sus am biciones personales de predom inio en la p ro ­
mes con Rondeau; así es que las demostraciones en ésta, sobre tan vincia de su n a c im ie n to ; pero supo a n te p o n er a ellas el ideal de la p a tria grande
y rechazar las insinuaciones de A rtigas.
fe liz incidente, han sido una salva de veinte cañonazos, iluminación, (2 ) B. M itre. H is t. de B elgrano, t. I I , pág. 415.
repiques y otras mil cosas’’.
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Güemes contó para luchar con éxito contra las ague­ Chile —vencidos los p atrio tas chilenos en R ancagua
rrid as fuerzas realistas, sin tener en consideración el valor (O ctubre de 1814)— quedó, de nuevo, som etido al dom inio
y el arro jo tem erario de sus gauchos, con la naturaleza del de los realistas, y, éstos, pudieron contar, así, con fuerzas
territo rio que debía ser el campo de su s'operaciones. Así, suficientes para in ten tar el cruce de ,1a cordillera andina y
el terreno m ontañoso de la región norteña, con abundancia darse la m ano con
de precipicios y bosques espinosos, casi im penetrables, se l a s vencedoras en
p restab a adm irablem ente para la g u erra de guerrillas. Sipe Sipe que ha­
D e la clase trab ajad o ra de las cam pañas, obtenía Güe­ b í a n avanzado y a
m es la m asa com batiente, audaz, fuerte, ca.paz de soportar hasta las ciudades
todas las privaciones im aginables, y conocedora, adem ás, de de Ju ju y y Salta.
todoá los cam inos y senderos h asta los rincones m enos Del lado del B ra­
sospechados. Del elem ento culto, principalm ente, salieron los sil, una i n v a s i ó n
oficiales como Pachi G orriti, A rias, Saravia, A lvarez P rado portuguesa h a b í a
y otros. ocu pado ya casi
L as partidas de Güemes no daban descanso a les co­ t o d o el territo rio
lum nas realistas, pues las hostilizaban día y noche, atacán­ oriental, aunque era
dolas de im proviso, saliendo de entre los bosques. O tras tolerada disim ula­
veces, sim ulaban huir y luego, con gran tem eridad, arrem e­ dam ente, como m e­
tían con sus lazos y boleadoras, enlazando, a veces, algún dio para an u lar la
acción disolvente de
oficial o soldado, llevándoselo a la rastra.
A r t i g a s , m ientras,
por otra parte, p er­
Situación del país en 1815 -1816
m itía a t e n d e r las
Peligros externos e internos. Liga de Artigas necesidades im p e ­
riosas del ejército
Si los años 1814 y 1815 habían sido años de prueba,
que San M artín pre­
no sólo para las P rovincias U nidas del Río de la P lata,
p araba en M endoza.
sino tam bién para toda la A m érica del S ur y México, el
A esto habría que ag reg ar la am enaza sub sisten te de
año 1816 no se presentaba bajo m ejores auspicios. la llegada de un fuerte ejército realista al Río de la P la ta,
P o r el norte, la desastrosa retirada de R ondeau hasta así como la actitud hostil de A rtig as con su L iga del L i­
Salta dejaba abierta la frontera, y Pezuela, vencedor en toral dom inando en todo éste y h asta en Córdoba.
Sipe-Sipe, quedaba en excelente situación para invadir, auxi­ E l cuadro era, pues, som brío, en tales circunstancias,
liado con las nuevas fuerzas aguerridas llegadas de E spaña como p ara infundir desfallecim ientos.
que se le habían incorporado.
Felizm ente, Güemes, con sus gauchos adiestrados para Las misiones diplomáticas
la g u erra de guerrillas en el laberinto de las escabrosas Rivadavia - Belgrano - García
sierras y m ontañas de S alta y Ju ju y , pudo tener a raya a Al finalizar el año 1814 p artían de Buenos A ires, R iva­
los realistas, pues que éstos fracasaron en cinco tentativas davia y B elgrano en m isión diplom ática a E uropa, con el
de invasión. propósito de conseguir la m ediación y el apoyo de In g la-
I
— 334 — -3 3 5 —
térra en la negociación con E spaña de algún convenio que inglés, y yo estoy resuelto a sostener tan justa solicitud para librarlo
aseg u rara la independencia de A m érica e im pidiera o re ta r­ de los males que la afligen”.
dara la salida de la expedición del general M orillo. L a otra nota de A lvear, d estinada a S trangford, no le
E n Río de Janeiro debían perm anecer algún tiem po fué entregada por García. E ste la retuvo y dió copias de
p ara en trev istarse con el m inistro inglés, allí residente, lord ella a los com isionados. E n cambio, solicitó y o btuvo de él
S trangford, p ara exponerle los propósitos que llevaban y que le acordara una entrevista. E n ésta solicitó el apoyo mo­
sondearlo para descubrir las inclinaciones de su política. ral de In g la te rra y h asta su protectorado, com o lo ten ía ex­
R ivadavia y B elgrano llegaron a R ío de Janeiro en el presado A lvear en la nota que no le había sido en treg ad a.
mes de enero de 1815 ignorando la sublevación del ejér­ García, especulando sobre u na seria desavenencia que
cito de R ondeau en Ju ju y , el día 7 de diciem bre, y sus con­ v existía entre E sp añ a y P o rtu g al, sugirió al gobierno p or­
secuencias, esto es, la renuncia de P osadas y la designa­ tugués que ocupara la B anda O riental, incluso la plaza fuer­
ción de A lvear como D irector Suprem o. te de M ontevideo. D e haber quedado aceptado por am bas
La misión de García. — A lvear, ante el cúm ulo de dificul­ partes este plan, a la escuadra española le h abría sido im­
tades en que se debatía, creyó conveniente enviar a don pedido el desem barco de las fuerzas expedicionarias. T am ­
M anuel José G arcía ante la C orte de P o rtu g al, residente bién habría quedado anulada o m uy dism inuida la acción de
en R ío de Janeiro. G arcía era portador de dos notas sella­ las bandas artig u istas que dom inaban el territo rio oriental.
das, una p ara el M inistro de Relaciones E xteriores de In ­ D ebe tenerse presente que In g late rra y E sp añ a tenían
glaterra, y o tra para el m inistro inglés en Río de Janeiro concertado un convenio com ercial por el cual la p rim era
lord S trangford. gozaría de algunas ventajas, m ientras que, por su parte, se
L a nota destinada al m inistro británico de Relaciones com prom etía a “im pedir que sus súbditos proporcionaran
E xterio res la entregó G arcía a R ivadavia, quien nunca la arm as y elem entos m ilitares a los revolucionarios am eri­
hizo llegar al d estinatario en Londres. A lvear, en esta nota, canos”.
que perm aneció cerrada du ran te m uchos años, expresaba: E ra lógico, pues, que no obstan te las ten tativ as que
que las P rovincias U nidas del Río de la P la ta eran inhá­ se hicieran ante la C orte p u rtu g u esa y an te el m inistro lord
biles para gobernarse por sí m ism as y que necesitaban u n a S trangford, los com isionados nada consiguieran.
m ano exterior que las guiasen, antes que cayeran en los D esengañados por este prim er fracaso, R ivadavia y
horrores de la anarquía. Y agreg ab a: B elgrano dispusieron su p artid a p ara L ondres (m arzo de
“Estas provincias desean pertenecer a la Gran Bretaña, recibir sus 1815). G arcía quedó en Río de Janeiro.
leyes, obedecer su gobierno, y vivir bajo su influjo poderoso. Ellas se M isión de Rivadavia y Belgrano en Europa. —D esaparecido N a­
abandonan, sin condición alguna a la generosidad y buena fe del pueblo poleón de la escena política —recluido en la isla de E lba—
P a ra u n a m ejo r com prensión de los hechos, debe te n e rse p re sen te lo sig u ie n te: las naciones que form aron p arte del congreso de V iena con­
1. L a C orte de P o rtu g al, huyendo de N apoleón, se traslad ó, desde 1808 a
R ío de Ja n e iro y allí p erm an eció el go b iern o con el P rín c ip e R egente D on Jua». firm aron a F ernando V II en el trono de E spaña, y su p a­
2. In g la te rra te n ía firm ado un tra ta d o de com ercio con E sp a ñ a, (Ju lio de dre C arlos IV firm ó una declaración por la que hacía cesión
1814). P o r esto, lord S tran g fo rd no po d ía ap o y ar la c au sa de los am ericanos.
3. E n tre P o rtu g a l y E sp añ a e x istía una seria desavenencia, disim ulada, por del trono a favor de su hijo (enero de 1815).
la que el p rim ero reclam aba de la segunda, la devolución de dos plazas fuertes
que N apoleón h ab ía inco rp o rad o a la últim a. Los com isionados B elgrano y R ivadavia llegaron a L o n ­
4. F e rn a n d o V I I recuperó su lib ertad y fué re stau rad o en el tro n o (m arzo dres en m ayo del m ism o año, y allí se encontraron con Sa-
de 1814). In m e d ia ta m e n te ordenó que se a lis ta ra la expedición que debía p a rtir
de Cádiz para el R ío de la P lata. rra te a y tuvieron conocim iento de la vuelta de N apoleón a
5. N apoleón, vencido, abdicó en ab ril de 1814, y fué asilado en la isla de
E lba. Al año escaso, se evadió y desem barcó en F ran c ia re c u p eran d o el poder F ran cia (m arzo), acontecim iento que había de significar,
(m arzo d e 1815). para ellos, un trasto rn o en el desarrollo de los planes que
6. N apoleón, vencido en W aterlo o , abdica p or seg u n d a vez. (Ju n io 22 de 1815).
llevaban.
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S arratea había sido enviado a E uropa, con anterioridad, E l plan consistía en im p lan tar en A m érica una m onar­
com o agente confidencial y con análogos propósitos a los quía independiente y constitucional que se d e n o m in a r ía
que llevaban B elgrano y R ivadavia. Reino U nido de la P lata, P e rú y Chile, coronando al infante
C om prendieron los com isionados que no tendría éxito F rancisco de P aula, hijo de C arlos IV . E ste y la reina m a­
el plan, sugerido por algunos, de proponer la independencia dre aceptaron entusiasm ados el proyecto. R ivadavia y Bel­
de las colonias españolas constituyendo una o varias m o­ grano, dada la situación difícil en que se debatían los paí­
narquías coronando a un príncipe que contara con la apro­ ses de A m érica, vencidos en todas partes, y sin en c o n trar
bación, no sólo de F ernando V II, sino tam bién de las po­ apoyo en E uropa, se inclinaron tam bién a acep tar el plan
tencias aliadas. De In g late rra nada les era dable esperar en con espíritu optim ista y buena fe.
tales m om entos, por los recientes com prom isos que aquélla S arratea había estado en buenas relaciones con un cierto
había contraído, y por la nueva situación de las potencias conde de C abarrús, descendiente de una fam ilia de m ucho
europeas. prestigio, y que frecuentaba la corte de F ernando V I I ; pero
E n razón de esas circunstancias, los com isionados re­ éste term inó por desterrarlo por sus intrigas y por el apoyo
solvieron separarse, perm aneciendo B elgrano y S arratea en que había prestado a José B onaparte. M uy am igo del rey
L ondres y debiendo pasar R ivadavia a E spaña para tr a ­ padre, Carlos IV , urdió con éste, la reina m adre y M anuel
b ajar cada uno en su esfera de acción. Godoy, P ríncipe de la Paz, el plan para establecer la m o­
F u é entonces cuando intervino S arratea para disuadir narquía independiente ya citada.
a R ivadavia de su propósito de trasladarse a España, pues F ué así que, con todas las instrucciones y docum entos
que tenía un plan, ya bosquejado, para coronar en Buenos del caso, y con el dinero necesario, partió C abarrús de L on­
A ires al principe Francisco de Paula, herm ano de F ern an ­ dres para Italia donde debía en trev istarse con Carlos IV .
do V II, como rey constitucional. E ran los m om entos en que N apoleón, vencido en W aterlo o ,
R ivadavia y B elgrano, aunque republicanos convenci­ abdicaba por segunda vez y para siempre.
dos, al darse cuenta de que los m onarcas europeos no tran si­ L a caída de N apoleón im portaba un rudo golpe ases­
gían con tales principios, debían hacer algunas concesiones tad o al proyecto, y C arlos IV , acobardado, desistió de
a las ideas m onárquicas si esperaban tener algún éxito, y prestarle su apoyo, en contra de la opinión de la reina
concluyeron por aceptar el plan de S arratea para evitar que m adre, de C abarrús y de Godoy, que insistían en p roseguir
el país cayera de nuevo bajo el yugo de F ernando V II. los trabajos para realizarlo. H a sta fué propuesto el expedien­
te de secuestrar al infante y conducirlo a Buenos Aires. Bel­
Plan de Sarratea. — Conviene tener presente que, caído
grano y S arratea se opusieron y todo term inó en la nada.
N apoleón, F ern an d o V II ocupó de nuevo el trono de E s­ F inalizaba el año 1815. B elgrano y R ivadavia debían
paña, como m onarca legítim o, y que su padre, Carlos IV , j-egresar a su p a tr ia ; pero el prim ero dispuso, bajo su re s­
el rey destronado, se retiró a Rom a con su familia, con­ ponsabilidad, que R ivadavia perm aneciera en E u ro p a p ara
servando sus p rerrogativas reales y con el goce de una atender una negociación que había iniciado en la corte de
pensión vitalicia. M adrid por interm edio del em bajador en L ondres.
Cuando R ivadavia y B elgrano llegaron a L ondres, se E l 15 de noviem bre los dos grandes hom bres se sepa­
encontraron con que Napoleón ocupaba de nuevo el trono raron y no volvieron a verse en la vida.
de F rancia. E ste acontecim iento favorecía a Carlos IV pues­ R ivadavia se presentó ante la corte, y le fué concedida
to que, siendo éste un am igo considerado de aquél, la nueva u n a audiencia por un m in is tro ; pero, después de varias
situación podía beneficiarlo en el caso de que se intentara entrevistas, sin resultado, se le intim ó que abandonara el
realizar el plan de S arratea. territorio en el térm ino de 24 horas.
— 338 —

EL CON GRESO DE TUCUM AN go de su puesto, decidió pasar a Ju ju y para darse cuenta


personalm ente de las necesidades del ejército en esa fro n tera
P ueblos representad o s. - P u e y rre d ó n , D irecto r Suprem o
y para com binar con
C uando se produjo la revolución federal del 15 y 16 Güem es la d e f e n s a
de abril de 1815, cuyas consecuencias inm ediatas fueron la de la misma.
caída del D irecto r A lvear y la disolución de la Soberana “Al mismo tiem po,
A sam blea del año X II I, se había dispuesto la convocación y casi s i m u l t á n e a ­
de un nuevo Congreso general, que debía llenar el m an­ m ente con el nom bra­
dato que dicha Soberana A sam blea no había cum plido, esto m iento del director
es, de dictar una constitución definitiva. P ueyrredón, estalla­
E l D irecto r A lvarez T hom as había enviado el Estatuto ban en Buenos A ires
Provisional a todas las provincias y encarecido su acepta­ las agitaciones, que
ción, puesto que dejaba, a cada una, libertad completa para hubieron de privar a
elegir su gobernador, sin intromisión del gobierno de B ue­ la revolución del con­
nos A ires. Sin em bargo, E n tre Ríos, C orrientes y S anta curso eficiente de es­
Fe, influenciadas p or A rtigas, no lo aceptaron ni enviaron te poderoso c e n t r o
rep resen tan tes al Congreso. Córdoba y Salta, debido a la de a c c i ó n y direc­
m ism a causa, asum ieron, al principio, una actitud adversa ción. Si, como lo pre­
o v acilan te; pero term inaron por enviar sus diputados. te n d ía el partido que
D e los pueblos que constituían el V irreinato, algunos en Buenos A ires se
levantó en a q u e l l a
quedaron sin representación. D el A lto P erú, a consecuen­
época, con t e n d e n ­
cia de la d erro ta de Sipe-Sipe, sólo pudieron concurrir al­
cias a concentrarse
gunos em igrados de esas provincias. Así, tan sólo tuvieron en el aislam iento pro­
rep resen tan tes Charcas, Chichas y Mizque. E l P ara g u ay ya vincial (q u e e r a lo
se había separado y aislado. L a provincia O riental, som e­ que entonces se en­
tida a A rtigas, estuvo ausente. L a inauguración de las se­ tendía por federalis­
siones tuvo lu g ar el 24 de m arzo de 1816. m o), si tal idea hu­
L os sucesos de abril, que originaron la caída de A lvarez biese t r i u n f a d o , el
T hom as, influyeron tan decididam ente en el espíritu de los Congreso habría que­
congresales, que hicieron ap resu rar la designación de un dado d e s p o ja d o de
D irector Suprem o que fuera reconocido por todas las pro­ toda autoridad mo­
vincias como autoridad nacional. E sta designación, hecha ral, y el D i r e c t o r
por un C ongreso Nacional, fué un acontecim iento de gran n o m b r a d o , sin los
trascendencia y el prim ero en im portancia realizado por el medios m ateriales pa­
Congreso. ra hacer Gobierno. E ntonces, todo el litoral argentino, an ar­
F u é igualm ente acertada la elección, haciéndola recaer quizado y rebelado en parte, y aislado en el resto, h ab ría
en la persona de D. Ju an M artín de P ueyrredón. (M ayo 3). quedado en cierto modo desligado de la com unidad arg en ­
P ueyrredón, antes de baj^r a Buenos A ires para hacerse car­ tina, no siendo difícil que al fin prevaleciesen en todo él
— 340 — — 341 —

las tendencias disolventes de A rtigas,' como sucedió en el N om brado que fué el D irector Suprem o, el C ongreso
año 1815. De este modo, el C ongreso de T ucum án habría debía ocuparse de o tras cuestiones; pero de todas ellas, las
quedado r e d u c i d o a la de capital im portancia eran estas dos:
nulidad, como queda di­ 1* Proclamar la independencia.
cho, y el D irectorio de 2° Adoptar la form a de gobierno.
. P uey rred ó n no hubiera Los m iem bros del C ongreso eran instados co n stan te­
sido sino la som bra de m ente para que llevaran a cabo el acto audaz de la procla­
una som bra. m ación de la independencia. H abían
A fo rtu n a d a m e n te , los transcurrido ya tres m eses y la pro­
principios conservadores clam ación tan a n s i a d a no se hacía.
prevalecieron en Buenos San M artín, pocos m e s e s antes, es­
A ires. L a opinión públi­ cribía a uno de los diputados hacien­
ca se pronunció enérgi­ do r e s a l t a r la necesidad de que el
cam ente en el sentido de C ongreso llevara a cabo un acto de tal
apoyar al C ongreso y sos­ trascendencia, ante las dem ás nacio­
ten er al nuevo D irector. nes, que le perm itiera a él pisar el te­
El Cabildo y la Ju n ta rritorio chileno y batir al enemigo no
de O bservación se pusie­ como insurgente, sino como generalí­
ron a la cabeza de esta simo de una potencia soberana.
opinión, y lo s T e r c i o s P a ra sostener una decisión de tal m agnitud, el C ongreso
Cívicos de la ciudad y podía contar:
suburbios, le prestaron l 9 Con Güemes, que defendería con sus valerosos gauchos, las
s u irresistible a p o y o , fronteras de Salta y Jujuy impidiendo, así, la entrada de los realistas
hasta Tucumán y Córdoba, pues tal era el plan que tenían preparado.
m anteniendo en respeto
2'> Con los ejércitos que, al mando deBelgrano y de San M artín,
a los jefes m ilitares de la se hallaban respectivamente, en Tucumán y Mendosa.
capital, que am enazaban
3o Con el apoyo de la mayoría de los Gobernadores.
con una revolución.
D eclarada b a j o estos P ro clam ació n de la Independencia
auspicios la independen­
cia de las P r o v i n c i a s El día 8 de julio se reunieron los D iputados en sesión
Unidas, el director P uey­ p riv ad a y discutieron el punto relativo a la independencia
rredón pudo e n tra r co­ con tan to calor y entusiasm o, que se com prom etieron todos,
mo en triunfo a la capital a tratarlo al dia siguiente.
de la República, ceñido El día 9 de julio de 1816, ante un público num eroso,
con la aureola del pri- atraído por la im portancia de un acto tan solem ne, los
donde
c o rre d o r in te r n o
s e p r o c la m ó
y
la
sa la de la c a s a
in d e p e n d e n c ia
TTlf*r f f f l h p r t i a n f p
gODernante nacional
n a r* ir^ n a 1 diputados fueron p re g u n ta d o s: si querían que las provin­
que h u b i e r a tenido el cias de la Unión fuesen una nación libre e independiente
país en el curso de siete años de revolución” *. de los reyes de España.
(1) B. M itre. H ist. de B elgrano, t. I I , pág. 630. T odos los diputados', puestos de pie, contestaron que Sí,
— 342 — — 343 —

E n todas las ciudades se realizaron fiestas en hom enaje


por aclam ación. D espués cada diputado em itió su voto indir
al gran acontecim iento. T am bién los ejércitos y las au to ri­
vidualm ente. dades p re sta ro n el ju ram en to en solem nes cerem onias.
E l pueblo que presenciaba la m em orable escena, acom ­
pañó con aclam aciones jubilosas la m anifestación que se
acababa de hacer de m anera tan resuelta y espontánea.
L uego se extendió el acta respectiva en la que se con­
signó que las P rovincias U nidas r o m p ía n los v io l e n t o s
vínculos que las ligaban a los reyes de España, que recupe­
raban. los derechos de que fueron despo­
jadas y se investían del alto carácter de
u ñ a nación libre e independiente.
E n el acto de la proclam ación ocupó
la presidencia D. F rancisco N arciso de
L aprida, quien había sido electo en turno
para el mes de julio. R efrendaron el acta,
com o secretarios, el D r. D. Ju an José
P aso y el Dr. D. José M ariano Serrano.
E n el acta de la sesión secreta cele­
b rada el 19 de julio, se dispuso que en
la del día 9, proclam ando la Independen­
cia, después de las expresiones “sus su­
cesores y m etrópoli”, se agregase: y de toda otra domina­
ción extranjera. A C T A
E n la b en em érita y m uy digna ciudad d e San M iguel de T ucum án, a nueve d'.as
S e dió como razón, para justificar el agregado, que de ese modo del m es de Ju lio de 1816, te rm in a d a la sesión o rdinaria del C ongreso de las P ro v in ­
cias U n id as, co n tin u ó sus a nteriores’ discursos sobre el g ran d e, aug u sto y sagrado
se sofocaría el rum or esparcido de que el D irector del Estado, el general objeto de la independencia de los pueblos que lo form an. E ra u n iv ersal, c o n sta n te y
Belgrano y aún algunos viiembros del Congreso, alimentaban ideas de decidido el clam or del te rrito rio en te ro p o r su em ancipación solem ne del poder despó­
tico de los reyes de E s p a ñ a ; los R ep rese n ta n tes, sin em bargo, c o n sa g ra ro n a ta n arduo
entregar el país a los portugueses. a su n to toda la profundidad de stis ta le n to s, la re c titu d de sus in ten cio n es e interés
que dem anda la sanción de la su erte suya. Pueblos re p resen tad o s y posterid ad , a su
té rm in o fueron p re g u n ta d o s : si q uerían que las provincias de la U n ió n fuesen una
E l día 21, en la m ism a sala de sesiones, se ju ró solem ­ nación libre e independiente de los reyes de E sp añ a y su M etrópoli,. A clam aron,
prim ero, llenos del san to ard o r de la ju sticia, y uno a uno re ite ra ro n sucesivam ente
nem ente la Independencia concurriendo al acto las autori­ su unánim e, espontáneo y decidido v oto p o r la independencia del país, fijando en
dades civiles y m ilitares, el clero, las com unidades religio­ su v irtu d la d e term inación s ig u ie n te :
N os, los R ep resen tan tes de las P rovincias U nidas de Sud A m érica, reunidos en
sas y un g ran núm ero de ciudadanos. C ongreso G eneral, invocando al E te rn o que preside el U niverso, en el no m b re y por
la au to rid ad de los pueblos que representam os, protestan d o al Cielo, a las N aciones
E l día 25 el C ongreso tom ó una resolución disponiendo y hom bres todos del Globo la ju stic ia que regla n u estros votos : declaram os solem ­
n em ente a la faz de la tie rra que es voluntad unánim e e indubitable d e estas P ro ­
que una vez proclam ada la Independencia de las Provincias vincias, ro m p e r los violentos vínculos que las ligan a los reyes de E sp añ a, recuperar
los derechos de que fueron despojados e investirse del a lto c a rá c te r de una N ación
Unidas de Sur América fuera su p e c u lia r d is t in t i v o la libre e independiente del rey F e rn a n d o V I I , sus sucesores y m etrópoli. Q uedan, e
bandera c e l e s t e y b la n c a de que se ha u sa d o hasta el c onsecuencia, de hecho y de derecho con am plio y pleno poder, p a ra d a rse las orm a
que exija la ju stic ia e im pere el cúm ulo de sus actuales circunstancias, i odas y
presente, etc.
— 344 — — 345 —
una de ellas asi lo publican, declaran y ratifican, comprometiéndose, por nuestro se plegaron a la idea m on arq u ista tan sólo para salvar la
m edio, al cum plim iento y so stén de esta su v o lu n tad , bajo del seguro y g a ra n tía
de sus vidas, h ab eres y fama. causa de la em ancipación.
C om uniqúese a quienes corresp o n d a p ara su publicación, y en obsequio al re s­
peto que se debe a las N aciones, d etállen se en un m anifiesto los g ravísim os funda­ Así San M artín, en ca rta dirigida a Godoy Cruz, le m a­
m entos im pulsivos de esta solem ne declaración. D ada en la Sala de Sesiones, firm ada
de n u estra m ano, sellada en el Sello d el C ongreso y re fren d a d a por n u estros nifestaba que en el caso de ser D iputado al C ongreso p ro ­
D iputado s S ecretario s. cedería como “un am ericano republicano por principios e
L os D iputados que firm aron el a cta fueron: inclinación; pero que sacrificaría esto m ism o en bien de su
P o r B uenos A ire s : D r. D. A ntonio Sáenz, D r. P e d ro M ed rano, D r. J o sé Da- • p atria”.
rrag u e ira . F ray C ayetano Jo sé R odríguez. Dr. E steb an A g u stín Gazcón, D r. Tom ás Los que propiciaban la m onarquía estaban divididos en
M. de A nchorena y D r. J u a n Jo sé Paso (S ec re ta rio ).
C ó rd o b a: D . E d u a rd o P érez B ulnes, D. G erónim o S. de C ab rera, D. J o sé A n ­ ' dos g ru p o s : uno de éstos, a cuya cabeza se hallaba B elgrano,
tonio C abrera.
proponía la coronación de un descendiente de los Incas. Se
San J u a n : D . F ran c isco N arciso de L a p rid a (P re s id e n te ), F ra y J u s to de S anta
M aría de O ro. suponía que los miles de n a tu ra ­
M endoza: D . T o m ás G odoy C ruz y D. J u a n A g u stín M aza. les del alto y bajo P erú se levan­
T u c u m á n : D r. P ed ro M iguel A ráoz y D r. Jo sé Ig n acio Tham e».
C a ta m a rc a : D r. M anuel A. A cevedo y D r. Jo sé C olom bres.
tarían en m asa co ntra las a u to ri­
S a lta : D r. M ariano Boedo y D r. José Ig n acio G orriti. dades españolas y apoyaría al
C h arca s: M arian o Sánchez de L o ria, D r. Jo sé Severo M alab ia y D. Jo sé M a­
riano S erran o (S ec re ta rio ).
m onarca proclam ado. E l o tro g ru ­
S antiago del E s te r o : D. P edro F ran cisco de U ria rte y P e d ro L eón Gallo. po sólo aceptaba la coronación de
J u ju y : Dr. T eodoro Sánchez de B ustam ante. un m iem bro de las casas rein an ­
R io ja : D r. P ed ro Ig n acio de C astro B arros.
C hichas: D r. Jo sé A ndrés Pacheco d e M eló. tes europeas.
M isque: Dr. Pedro Ignacio Rivera. P o r últim o estaban los rep u b li­
canos, que eran m inoría, rep re­
D isidencias so b re la fo rm a de gobierno. — S an M artín y
B elgrano. — L a idea m onárquica. — E l P . O ro
sentados por F ray Ju sto de San­
ta M aría de Oro y por el D r. T o ­
E n las sesiones posteriores a las del 9 de Julio, el m ás M. de A nchorena.
Congreso entró a ocuparse de la form a de gobierno que E l padre Oro, ante la m ayoría
había de darse al E s­ m onarquista de los congresales,
tado. m anifestó que “para proceder a
L a opinión estaba di- declarar la form a de Gobierno,
dida en dos bandos: era preciso consultar previam ente a los pueblos, y que en el
uno era el de los que caso de procederse, sin aquel requisito, a ad o p tar el sistem a
propiciaban la form a re­ m onárquico constitucional, pedía perm iso para re tira rse del
publicana, y el otro, el C ongreso”.
de los que sostenían la L a im presión causada por el fraile p atrio ta tuvo u n a in­
form a m onárquica.
fluencia decisiva en el ánim o de los diputados. En Buenos
D e los m iem bros que
A ires el proyecto de m onarquía era m otivo de acerbas crí­
com ponían el Congreso,
ticas y de una gran oposición.
la m ayoría de ellos eran
El debate sobre el proyecto de m onarquía quedó cerrado
t—L a p ro te sta de F r. J u s to de S a n ta republicanos por princí-
M aría de O ro pi0 ; pero, ante la situa­ en la sesión del 6 de A gosto du ran te la cual el Dr. A nchorena,
ción de peligro agravada por la actitud de los caudillos, m u­ diputado por Buenos Aires, expuso los inconvenientes de la
chos, dejando m om entáneam ente de lado sus convicciones, form a m onárquica y las ven tajas de la republicana federal.
— 346 — — 347 —

E l C ongreso dejó de lado el proyecto de m onarquía y H e aquí uno de los m uchos casos que podrían citarse, y
quedó aplazado definitivam ente. que se refiere a la actitu d del cura D. A lejo de A lberro, al
pasar por la región y V illa de H um ahuaca, la expedición
Influencia del Clero en la Revolución. que iba al N orte.

E n los m om entos de la revolución, el clero, entre el ele­ "La población de toda aquella comarca, crecida y fuerte para la guerra,
fué levantada toda entera en fa vo r de la revolución merced al laudable
m ento ilustrado, se contaba como el m ás num eroso, pues las y ardoroso empeño del D r. D . A lejo de Alberro, el ilustre cura de aquella
únicas profesiones liberales a que podía aspirar la juventud, doctrina, y ofrecida al capitán Güemes para que sirviera en la expedición
eran la abogacía y el sacerdocio. libertadora que se acercaba; pues animado del común celo por la libertad
que enaltecía tanto a todos stis conciudadanos en el norte, el cura Alberro
P a ra las fam ilias significaba una am bición y un honor unió a su ministerio sacerdotal el nuevo apostolado de la revolución, lle­
co n tar con algún sacerdote en su seno. (x) Ellos intervenían vando al seno de aquellas poblaciones la vos y el fuego de la patria”. (*)
en casi todos los acontecim ientos de orden social y, con fre­
cuencia, en los asuntos de fam ilia, como consejeros. P o r fo rtu n a para la revolución, desde el prim er m om en­
E n una época en que la prensa casi no existía, y que las to, y así en adelante, en las circunstancias m ás difíciles, el
pocas escuelas se reducían a las que sostenían los conventos, Clero, en su inm ensa m ayoría, se m ostró decidido p artid ario
se com prende que la influencia del clero, en verdad, debía ser de ella.
grande. E n las varias grandes asam bleas figuró siem pre nu m ero ­
L as poblaciones, com prendiendo no solo a los criollos, so, destacándose entre las fig u ras de m ayor ilustración. Así,
sino tam bién a les m estizos, y a los naturales que form aban en la A sam blea del año X I I I aparece representado en buen
p arte de ellas, no podían su straerse a la influencia de los nú m ero ; y en el C ongreso de Tucum án, de 29 firm an tes del
sacerdotes y, forzosam ente, debían conform ar sus ideas, sus A cta de la independencia, 16 eran sacerdotes.
opiniones, a las de éstos.
Así, pues, su influencia sobre la m archa de la revolución, Entrevista de Pueyrredón y San Martín en Córdoba.
desde los prim eros m om entos, debía ser m uy grande, pues
Plan de reconquista de Chile.
según fuera su actitud, favorable, indiferente o contraria a
ella, así tam bién se habría orientado, en general, la de las
P uey rred ó n había pasado a Ju ju y , antes de b a ja r a Bue­
poblaciones.
“Infundiendo en ellas el sentimiento del honor c ív k o ; despertando el nos A ires, p ara im ponerse personalm ente del estado y ne­
amor entusiasta hasta el heroismo por la libertad e independencia de la cesidades del ejército allí situado y para com binar con Güe­
tierra en que habían nacido; instruidos y aconsejados en el pulpito, en el mes la defensa de las fro n teras de Salta y Ju ju y . (Junio
hogar, en cualquiera de sus reuniones del deber en que estaban de luchar
para ser hombres libres, aquellos habitantes, aquellos pueblos que repre­ de 1816).
sentaban las antiguas y esforzadas tribus humahuacas sometidas, tras larga D e regreso a T ucum án asistió a la proclam ación de la
guerra, por la espada del conquistador europeo, y que de tanto honor iban Independencia y el día 10 de Julio em prendía la m archa
a cubrir ahora las armas de¡ la república, se pasaron en masa de la servi­
dumbre del rey de Bspcma a los estandartes redentores de la revolución. hacia la C apital; pero en Córdoba debía detenerse p ara ce­
S u cura, su maestro, su apóstol y su guía dábales el ejemplo, antes que lebrar una conferencia con San M artín a fin de com binar el
todo, desprendiéndose de cuanto poseía acopiado en su morada para su plan de operaciones m ás conveniente contra los realistas
subsistencia particular". ( 2)
(15 y 16 de Julio de 1816).
(1 ) E n S a lta , la so la ca sa tic M endiozola co atab a coa cu atro herm anos clírigos.—
B. F r ía s . - H is t. de M . Güemes y de Salta.
U ) H ist, de 11. Güemes y de Saluu (1) H ist. de M . G üemes y i e Salta. - JB. F rías.
— 348 — — 349 —

D. T om ás Guido, siendo oficial m ayor del M inisterio T res proceres contribuyeron, pues, y en el grado que a
de la G uerra, había redactado una m em oria relativa al cada uno le corresponde, a la realización del paso de los
paso de los A ndes y en A n d e s : San M artín, P ueyrredón y Guido.
ella exponía las ideas de
San M artín. (M ayo de D irectorio de P u e y rred ó n - Invasión portuguesa.
1816). M isión diplom ática de G arcía en R ío de Janeiro.
E n la conferencia cele­ A ctitud de A rtigas.
brad a en Córdoba quedó
Al m ismo tiem po que el C ongreso de T ucum án discutía
aprobado el plan, y San
la cuestión relativa al proyecto de m onarquía, se tram itab a
M artin pudo, entonces,
tam bién una negociación ante la Corte del Jan eiro rela­
en treg arse con todo em ­
cionada con el m ismo asunto y que consistía en aceptar,
peño a poner el ejército
en caso extrem o, la coronación de un infante del B rasil
de los A ndes en pie de
u otro extranjero, que no fuera de E spaña, sobre la base
guerra.
de la independencia de las P rovincias Unidas.
San M artín com prendió
Q uien entendía en estos trab ajo s en la C orte del B rasil
que para vencer a los
era el m inistro D. M anuel José García, quien hacía y a tiem ­
realistas e r a necesario,
po que propiciaba el citado plan.
ante todo, apoderarse de la ciudad de Lim a, centro de sus
recursos. E n alguna ocasión había dicho, refiriéndose al Como entre E spaña y P o rtu g al existía una seria tensión
A lto P e r ú : “La patria no hará nada por este lado del norte que hacía tem er un rom pim iento de relaciones, García, apro­
que no sea una guerra defensiva”. vechando de esa circunstancia, había ideado un plan que
prom etía ser de conveniencia en aquellos m om entos difí­
E l plan consistía en lo siguiente: ciles, una vez que los portugueses hubiesen ocupado la p ro­
I o Organizar un ejército bien armado y disciplinado. vincia O riental. Se habrían producido estos hechos :
2° Pasar a Chile, atravesando los Andes, e independizarlo. I o E spaña consideraría que la ocupación de territorio oriental por fu e r ­
3o Crear allí una escuadra, organizar un nuevo ejército argentino-chileno, zas portuguesas implicaba una usurpación, y de ello resultaría, quizá, un
desembarcar con él en las costas del Perú, y marchar sobre la ciudad de rom pim iento de hostilidades.
Lima. 2 “ E l ejército de 2 0 . 0 0 0 hom bres que se alistaba en E spaña no podría
llenar su m isión, al llegar al P lata, puesto que los portugueses, teniendo
San M artín, en M endoza, se dedicó con toda confianza en su poder el puerto de M ontevideo y toda la costa oriental, se opondrían
al desembarco.
y decisión a la preparación del ejército libertador consi­ 3 o E l ejército portugués, posesionado del territorio oriental o de parte
guiendo resultados que pueden considerarse asom brosos en de él, anularía del todo, o casi, la acción de A rtigas.
4 ° E l Gobierno de B uenos A ire s, pudiendo disponer de las fu e r za s que
una región casi sin com ercio ni industrias y con pocos h a­
se oponían a A rtig a s, podía destituir parte de ellas para re fo rza r el ejército
bitan tes. (L a ciudad de M endoza, tenía en 1814, unos 2.500 de S a n M artín, en M endoza, y el de B elgrano en Tucum án.
h ab itan tes y toda la región de Cuyo 40.000).
E l Gobierno portugués alegaba como m otivos de la inva­
P ueyrredón, en el carácter de D irector del E stado, ins­ sión, que elem entos de las fuerzas de A rtigas llevaban a
titu y ó inm ediatam ente el Ejército de los A ndes asignándole, cabo incursiones en territo rio del B rasil para ro b ar y com eter
adem ás, una sum a m ensual m ayor que la ya fijada y pro­ otros actos de vandalaje. A gregaba que si el G obierno a r­
veyó de m anera decidida a todas las necesidades. gentino tenía a A rtigas por súbdito, debía llam arlo al o rd e n ;

23
— 351 -

y que, en caso contrario, tendría derecho de perseguirlo en y artículos bien importantes, haya podido elevar de su m ism o seno
un ejército de 3.000 hom bres, despojándose h asta de sus esclavos,
el territo rio donde realizaban, él o sus secuaces, las acciones únicos brazos p ara su ag ricu ltura, o cu rrir a sus pagas y su b sisten ­
que se le im putaban. cia y a la de m ás de mil em igrados; fom entar los establecim ientos
G ran p arte de la opinión se m ostraba inquieta, tan to más de m aestranza, laboratorios de salitre, pólvora, arm erías, parque,
que la actitu d del Gobierno no se m anifestaba resuelta y sala de arm as, batán, cuarteles, cam pam ento; erogar m ás de 3.000
caballos, 7.000 m uías, innum erables cabezas de ganado vacuno; en fin,
decidida ert favor o en contra de la invasión. M ientras el p ara decirlo de una vez, d ar cuantos auxilios son im aginables, y que
C ongreso seguía estudiando reservadam ente el asunto por no han venido de esa cap ital p a ra la creación, p rogresos y sostén
interm edio del m i n i s t r o García, el D irector P ueyrredón, del ejército de los A n d es”.
presionado en g ran parte por la oposición, tra ta b a de opo­ E l ejército libertador, con el cual San M artín ,d eb ía re a­
nerse y a este efecto ofreció auxilios a A rtig as; pero éste lizar la gran em presa acom etida, se com ponía de 4.000 sol­
exigía hom bres, arm as, buques, dinero, etc., y no quería re­ dados, 1.200 milicianos encargados de la conducción de
conocer la autoridad del D irector Suprem o y del Congreso. los m ateriales de g u erra, víve­
M ientras tan to , el ejército portugués, fuerte de 10.000 res y anim ales. D e éstos se lle­
hom bres, al m ando del general Lecor, había invadido el te­ varon 10.000 m uías de carga,
rrito rio oriental. L as protestas fueron, entonces, grandes y 1.600 caballos de pelea y 600
se hicieron graves acusaciones al Gobierno, en tre otras, la reses en pie.
de que patrocinaba un proyecto de m onarquía. E ligió por p atro n a del ejército
a la virgen del C arm en y creó
A rtig as hizo grandes esfuerzos para rechazar a los inva­ tam bién una bandera.
so res; pero fué derrotado en todas p artes y el 20 de enero E l 5 de E n ero de 1817, resu elta ya
de 1817 los portugueses entraban en M ontevideo recibidos la m archa para el día 7, S an M ar­
con júbilo por sus habitantes. tín m andó que se ju ra se la p a tro ­
na del ejército y la n u eva insignia.
L a B anda O riental quedó incorporada al B rasil con el San M artín, tom ando la bandera,
nom bre de P rovincia C isplatina. subió con ella a una plataform a
levantada en la plaza. T o d o s los
A rtig as, vencido y abandonado, tuvo que refugiarse en cuerpos p resentaron las arm a s: los_
C orrientes y luego en el P arag u ay , desapareciendo de la tam bores batieron m arch a de h o ­
escena política. (Septiem bre de 1820). E l doctor F rancia, nor y siguióse un religioso silencio.
tirano del P arag u ay , lo tuvo casi secuestrado en el pue- E l general, con la cabeza descu­
bierta, pronunció con v ib ran te voz: — “¡Soldados! E sta es la prim e­
blecillo de C u ruguaty. V ivió, luego, cerca de la Asunción.
ra b an d era independiente que se bendice en A m érica”. L a batió por
M urió en 1850 a la edad de 86 años. tres veces, y el pueblo y las tropas lanzaron un estru en d o so : ¡V iva
la patria! — Y con acento m ás esforzado, ag reg ó : “ ¡Soldados! Ju ra d
El espíritu creador de San Martín - E l ejército libertador sostenerla m uriendo en su defensa como yo lo ju ro ” ■ —• ¡L o ju r a ­
La bandera de los Andes m os! respondieron todos a una voz y una triple descarga de fusilería,
a que se siguió u n a salva de 25 cañonazos, saludó la b an d e ra re d e n ­
San M artín poseía condiciones excepcionales de gran tora de la m itad de la A m érica M eridional. (')
organizador, como lo dem ostró él m ismo, en un oficio diri­
gido al D irector P ueyrredón de fecha 9 de noviem bre de E l paso de los A ndes - Batalla de Chacabuco
1816. D ecía: El paso de un ejército de las tres arm as, con to d as sus
“A dm ira que un país de mediana población, sin erario público, im pedim entas, a través de los desfiladeros de la cordillera
sin comercio ni grandes capitalistas; falto de maderas, pieles, lanas y ga­
nado, en mucha parte de su territorio, y de otras ¡».finitas materias primas (1 ) B artolom é M itre. - H is t, de San M artín.
-3 5 2 — -3 5 3 —

brero. E l 12, a las 2 de la m adrugada, el ejército se puso


de los A ndes, había sido considerada una em presa im posi­
en m archa nuevam ente p ara su b ir a la cum bre y b ajar al
ble de realizar. San M artín, aún en el caso de que no h u ­
biese triunfado en Chile, se habría inm ortalizado con sólo otro lado .de la sierra. L a cuesta de Chacabuco fué el campo
de batalla.
la hazaña del paso de los Andes.
Con el fin de engañar a los realistas respecto del punto Los realistas se quedaron sorprendidos al verse atacados
elegido en la cordillera para el paso del ejército libertador, de frente y de flanco. L a batalla concluyó con u n a esplén­
dida victoria del ejército libertador.
San M artín celebró parlam entos con los indios de las re ­
giones del sur de Los realistas, considerando ya im posible toda resisten ­
M endoza p ara cia, abandonaron la ciudad de Santiago durante la noche
o b t e n e r el p er­ y se dirigieron a V alparaíso en cuyo puerto se em barcaron,
miso de pasar las en parte, para el P erú.
tropas p o r e s a El día 14 San M artín en trab a triu n fan te en S antiago,
p arte y e x ig i e n ­ capital de Chile, recibido en m edio de un entusiasm o in ­
d o de lo s m i s ­ descriptible.
m os que g u ard a­ E l día 15 se reunió un Cabildo abierto, y San M artín
ra n el s e c re to fué proclam ado D ir e c to r S u p r e m o de C h ile; pero no aceptó
debido. tan alto honor y renunció, indicando que se no m b rara a
Los indios, in­ O ’H iggins. El 16 fué proclam ado D. B ernardo de O ’H ig g in s
capaces de g u a r­ por el pueblo reunido en Cabildo abierto.
dar s e c r e t o s de D espués de la batalla de Chacabuco, San M artín bajó
esa n a t u r a l e z a , a B uenos A ires con el propósito de obtener del D irecto r
com unicaban to ­ P ueyrredón m ás recursos con que' au m entar el ejército, y
do a los realistas. elem entos para organizar una escuadra.
E sto era, preci­ E l Cabildo de Santiago, al ten er conocim iento de la par­
sam ente, lo que tid a de San M artín, le ofreció 10.000 onzas de oro p ara
buscaba San M artín y, así, consiguió engañar a los jefes cubrir los gastos personales, que le había ocasionado la
españoles. cam paña; pero rehusó esa sum a en beneficio propio, y la
E l ejército realista, en Chile, fué dividido y destacado aceptó p ara destinarla a la creación de una biblioteca.
en varias regiones de la cordillera para detener el avance de E n su oficio al C abildo m anifestaba:
los p atrio tas en los puntos donde creían posible la inva­ "L a ilustración y fom ento de las letras es la llave maestra que abre
sión. E ngañados, así, los realistas se presentaron débiles en las puertas de la abundancia y hace felices a los pueblos: yo quiero que
todas partes y sin posibilidad de reconcentrarse a tiem po. todos se ilustren en los sagrados derechos que forman la ciencia de tos
E l 17 de enero de 1817 el ejército de los A ndes, divi­ hombres libres".
dido en tres cuerpos, salía de M endoza en m archa para
C am paña del su r de Chile - C urapaligüe y G avilán
Chile. U n a p arte del ejército, a las órdenes de L as H eras,
debía m archar por el paso de Ü sp allata; y otras divisiones, Sitio y asalto de T alcahuano
m andadas por Soler y O ’H iggins, debían seguir por el ca­
Con la d errota de Chacabuco no quedó aniquilado el
m ino del paso de ios P atos. poder español en Chile, porque en el su r se organizaron
T odo el ejército se encontró reunido en el valle de A con­
fuerzas suficientes como para resistir y prolongar la guerra.
cagua, al pie de las serranías de C hacabuco, el 10 de fe­
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E l general realista Ordófiez se fortificó en T alcahuano Campaña del sur de Chile - Cancha Rayada - Maipú
y, allí, organizó un ejército de 1.000 hom bres, que se a u ­
m entó a 2.000 con un refuerzo que le envió el V irrey de El V irrey del P erú, Pezuela, al tener conocim iento de
Lim a. ía derrota sufrida por los realistas en Chacabucó, preparó
L as H e ras m archó al su r y llegó, cerca de la ciudad de un ejército de 3.000
Concepción, a un lu gar llam ado C urapalihue o C urapaligüe. hom bres, que puso
O rdóñez lo atacó al m ando del gene­
allí; p e r o f u é re ­ ral O sorio, p ara au ­
chazado y tuvo que xiliar a O rdóñez, si­
retirarse, c a s i en tiado en T alcahuano.
f u g a , refugiándose Osorio llegó a T a l­
en la s fortificacio­ cahuano después del
nes de la pequeña asalto.
península de T a l ­ E l ejército p atrio ­
cahuano. (A bril 4 ta, después del re­
de 1817). chazo sufrido en T a l­
L as H e r a s esta­ cahuano, levantó el
bleció, después, su sitio y se re tiró al
cam pam ento, en el n orte para reunirse
c e r r o del G avilán a las fuerzas que te­
y, al mes justo, el nía San M artín.
5 de m ayo, O rdóñez O sorio s a l i ó de
efectuó u n a salida T a l c a h u a n o y se
para atacarlo en di­ acercó, a T alca, y,
cho p u n to ; pero, a an te el p e l i g r o de
pesar de ser supe­ ser atacado p o r San
rio r en fuerzas, su ­ M artín, se e n c e r r ó
frió u n a com pleta en la ciudad. Com ­
derrota. O r d ó ñ e z prendiendo que esta­
quedó encerrado en ba perdido, decidió,
T alcahuano y, allí, resistió el sitio de los patriotas hasta por consejo de O rdó­
fines de 1817. ñez, caer de sorpresa
O ’H ig g in s tom ó la dirección de las operaciones y, h a­ sobre el ejército pa-
O ’H iggins levanta el sitio y m a rc h a h a sta San f r : 0 +a Una noche,
biendo sabido que el general O sorio debía desem barcar F e rn a n d o en cuyo punto se incorpora San M a rtin , _ ' .» •,
en T alcah u an o con un refuerzo de 3.000 hom bres, decidió viniendo desde el cam pam ento de L aa T ablas. E l m ientras el ejercito
ejército unido se pone en m archa en busca de O so- ... , , p ip ru ta b a
ap resu rar las operaciones. rio cerca de T alca, en donde sufre el d e sa s n e de libertador ejecuiaud
C ancha R ayada. A éste siguió la bata lla de M aipú. aJ^unOS m ovim ien-
E l 6 de diciem bre de 1817 se efectuó el asa lto ; pero
con un resultado negativo y desastroso por las pérdidas tos para presentar batalla al siguiente día, con la segu
sufridas. ridad del triunfo, fué atacado de im proviso por os
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— 356 —
El aspecto de las m ontoneras era im presionante. Refi­
realistas en un lugar, c e r c a d e T alca, l la m a d o C ancha
riéndose a la infantería dice el general Paz en cierta parte
R ayada (x) (M arzo 19 de 1818).
de sus M em o rias:
E n el cam pam ento de los p atrio tas se produjo una con­ “ P resen ta ro n su línea, que siguió avanzando; pero que hizo alto
fusión esp an to sa; los batallones argentino-chilenos se hacían p a ra d ejar o b ra r a los que llam aba su infantería; ésta consistía en
fuego entre sí, pues no podían conocerse en la obscuridad unos hom bres arm ad o s de fusil y bayoneta, que venían m ontados
de la noche; las m uías y los caballos huían cargados con _>• h ab itualm ente, que só­
lo echaban pie a tierra
las m uniciones y víveres. O ’H iggins fué herido en un bra­ en ciertas circunstan­
zo. E l ejército realista quedó, tam bién, desorganizado y cias del c o m b a t e .
tuvo m ás m uertos y heridos que el ejército libertador, y C uando estaban des­
num erosos dispersos; F u é tal su descalabro que no pudo m o n tados nunca fo r­
iniciar la persecución sino a los dos días. m ab an en orden uni­
do, y siem pre iban
L as H eras salvó ín teg ra su división y pudo llegar a dispersos com o caza­
Santiago llevando la esperanza a sus habitantes. San M artín dores, form aban p are­
y O ’H iggins se dirigieron a San F ernando, y, allí, reunieron jas, y p ara ello hacían
los dispersos y organizaron una colum na con la que pasa­ serv ir sus am istades y
relaciones personales;
ron a S antiago. A los tres días se incorporó la colum na de de m odo que tenían
L as H eras y una sem ana después el ejército libertador ese vínculo m ás para
estaba en condiciones de hacer frente al enemigo. p ro teg erse m u tu am en ­
E l 5 de abril, 17 días después de C ancha R ayada, cho­ te y no ab an d o n arse
en el conflicto”.
caron nuevam ente los dos ejércitos en M aipú, a 3 leguas “A presencia d e l
al su r de Santiago. enem igo, y sin des­
L os realistas fueron com pletam ente derrotados dejando m o n tarse, se desplegaban en guerrillas, y cuan­
todas las arm as y bagajes en poder del vencedor. Con esto do hab ían llegado a la distancia conveniente,
echaban pie a tie rra quedando, uno, con los
Chile quedó libre. dos caballos; y avanzándose el com pañero, de
algunos pasos, p a ra hacer fuego, el que con­
Las montoneras. tinuaba m ien tras se creía conveniente.
“A lgunas veces se conservaba a caballo el
L os caudillos no podían disponer de los elem entos ne­ uno teniendo de la rienda el caballo del que
cesarios p ara arm ar y o rganizar a los gauchos como fuer­ se había desm o n tad o ”.
zas regulares. Inferiores en núm ero, casi siem pre, tuvieron Si eran cargados y se veían obligados a perder terreno, saltaban
que ad o p tar una táctica especial que les perm itiera m overse en sus caballos con ra ra destreza, y an tes de un m inuto habían des­
aparecido. Si por el contrario, huía el enem igo, m ontaban con igual
rápidam ente para atac ar o desbandarse, cuando las circuns­ velocidad p a ra p erseguirlo; y entonces obraba como caballería por
tancias así lo requerían. m ás que sus, arm as fuesen las m enos adecuadas. E sta era la fam osa
Im itab an , en parte, el modo de com batir de los indios. táctica de la in fantería de A rtigas con la que había triunfado de los
Sus arm as eran generalm ente el sable y la lanza (m edia ejército s de B uenos A ires y que, a juicio de aquellos, era el últim o
esfuerzo del ingenio h um ano”.
tijera de esquilar o un cuchillo sin m ango atados a una
El general M itre dice tam bién, refiriéndose a las fuerzas
caña tacuara, m uchas veces) pero tam bién disponían de fu­ de L ó p e z :
siles o carabinas.
“L a colum na de L ópez presentaba un aspecto original y v erd a­
deram ente salvaje”.
(1) C a n c h a R a y a d a es u n a lla n u ra a l n o r te d e T a lc a , q u e s'e rv ía, e n to n c e s , de "S u escolta, com puesta de dragones arm ados de fusil y sable lie-
c a m p o d e c a rr e r a s . I£1 c a lific a tiv o R a y a d a se le d a b a p o r u n a s r a y a s m a r c a d a s
en el te r r e n o y q u e s e r v ía n de s e ñ a le s .
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vaba por casco (com o los soldados de A tila una cabeza de oso) la Tenía que atender al equipo del ejército de los Andes,
p arte superior de la cabeza de un b u rro con las orejas enhiestas a las cuestiones de la invasión p o rtuguesa en la B anda
por crestón. L os escuadrones de gauchos que le acom pañaban, ves­
tidos de chiripá colorado y bo tas de potro, iban arm ados de lanza,
O riental, a la actitud hostil de los caudillos del litoral, y
carabina, fusil o sable in d istintam ente, con boleadoras a la cintura, a la oposición tenaz de los federales de la C apital que
y enarbolaban en el som brero, llam ado de panza de b urro, que usa­ am enazaban con una revolución. A pesar de todo, en m e­
ban, una plum a ¿2 avestruz, distintivo que, desde entonces, empezó dio de tan tas dificultades, no dejó de p re sta r atención a
a ser propio de los m o n to n ero s”.
m uchas cuestiones de adm inistración pública introduciendo
“ L os indios, con cuernos y bocinas p o r tro m p etas, iban arm ados
de chuzas em plum adas, cubiertos en g ran p arte con pieles de tig re m ejoras de im portancia.
del Chaco, seguidos por la chusm a de su tribu, cuya función -militar P ueyrredón. contaba con el apoyo de San M artín, en M en­
era el m erodeo” . doza; con el de B elgrano, en T u cu m án ; y con el de Güemes.
Lo sostenían, tam bién, el C ongreso y un partido num eroso
de personas de posición.
E ste partido que sostenía el unitarism o, creía necesario
un gobierno central, fuerte y respetado, que contara con
todos los elem entos necesarios para llevar adelante, ante
todo, la causa em ancipadora dejando para después las cues­
tiones internas. T odos ellos eran republicanos por convicción,
y si m uchos apoyaban la idea m onarquista, lo hacían única­
m ente porque veían peligrar la causa de la em ancipación.
C om batía a P ueyrredón, al C ongreso y al partido que
los sostenía en la Capital, otro partido del que form aban
p arte algunos m ilitares distinguidos como D orrego, Balcar-
ce, F rench, etc., algunas personas ilustradas, así como una
num erosa m asa popular. E ste partido, federalista, quería que
las diferentes provincias fueran autónom as y, por consiguien­
te, com batía la tendencia u n itaria del D irector y del Congreso.
Don M anuel M oreno, herm ano de don M ariano, el doctor
don P edro José A grelo y el coronel D orrego eran redactores
de un periódico, titulado “ La C rónica A rg en tin a”, desde
cuyas colum nas atacaban de una m anera violenta al D i­
—M o n to n e ro * L le v a b a n b o ta de p o tro y s o m b re ro de c u e ro rector P ueyrredón, principalm ente por m otivos de la in­
(ü a ra a d o de p an z a de b u rr o ). vasión portuguesa y por el proyecto de m onarquía de que
tan to se hablaba.
Directorio de Pueyrredón - Unitarios y federales. P ueyrredón tuvo conocim iento de que se p reparaba un
Reglamento de 1817. m ovim iento revolucionario y, antes que estallara, m andó
prender a M oreno, Agrelo, Chiclana y a otros, em barcán­
Cuando P ueyrredón se hizo cargo del D irectorio, la si­ dolos para los E stados U nidos (F eb rero de 1817). D orrego
tuación del pais era grave, tan to por los peligros externos había sido desterrado anterio rm en te por la misma causa.
como por las dificultades internas.
— 361 —
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y otros, apoyados por algunas fuerzas regulares. E l resu l­
P u eyrredón procedió sin apasionam iento; pero con ener­ tado fué contraproducente y desastroso a pu n to tal que el
gía, porque creyó necesaria m edida tan extrem a para sal­ D irector P ueyrredón tuvo que pedir a San M artín y a B el­
v ar la situación. grano que concurrieran con las fuerzas nacionales bajo su
L as relaciones que debían existir para el pronto despa­
cho de los asuntos de gobierno, entre el Congreso, reunido m ando a sostener la autoridad del Gobierno.
en T ucum án, y el D irector Suprem o, residente en Buenos San M artín, victorioso en M aipú, y que se hallaba en M en­
A ires, eran dificultadas grandem ente por la distancia y por doza con una p arte de su glorioso ejército, que había repa­
el estado de anarquía de las provincias interm edias. E sta sado los Andes, tem eroso de que se contam inara con el es­
situación m otivó la traslación de la A sam blea a la Capital. píritu de los m ontoneros, no se preocupó m ayorm ente. Bel­
E n M arzo de 1817 abrió sus sesiones en Buenos A ires y grano obedeció la orden y en A bril se hallaba en territo rio
continuó discutiendo el proyecto de constitución ; pero, de­ santafecino (1819).
bido a las divergencias surgidas, dictó un R eglam ento P ro ­ F uerzas del caudillo López habían detenido al correo que
visorio, basado en los principios unitarios, y que sólo regi­ llevaba la correspondencia de San M artín para el Gobierno,
ría h asta que se dictara la constitución definitiva (D iciem ­ y se incautaron de ella. López se enteró de su contenido, y
bre 3 de 1817). pudo, así, com prender que podía ser estrechado por las
L a principal de las divergencias estaba en el punto re­
fuerzas com binadas del G obierno nacional, y se retiró hacia
lativo a la elección de los gobernadores y, así, m ientras el
E sta tu to de 1815 prescribía que serían nom brados por los la población de R osario buscando en tablar negociaciones de
electores de cada una de las provincias (tendencia federal), paz con el general V iam onte, jefe de fuerzas nacionales allí
el R eglam ento P rovisorio establecía que lo serían por el D i­ destacadas. Se firm ó un arm isticio prelim inar el 5 de A bril
recto r del E stad o tom ados de una lista de personas que le de 1819, aprobado d esp u é s.p o r B elgrano el 12 del m ism o
rem itirían todos los Cabildos (tendencia u n itaria). (1) m es y que se conoce con el nom bre de Convenio de San L o ­
S anta Fe, E n tre Ríos, C orrientes y, se com prende, la renzo.
B anda O riental, designaron candidatos que respondían a la
influencia de A rtig a s ; pero las dem ás provincias m andaron Constitución de 1819 - Renuncia de Pueyrredón.
sus listas como lo disponía el R eglam ento de 1817.
A los diez días de la firm a del Convenio de San Lorenzo,
que había hecho presagiar una era de tranquilidad, el Con­
La guerra civil en el Litoral - Convenio de San Lorenzo. greso dictaba la tan esperada C onstitución de las P ro v in ­
cias U nidas de Sur Am érica, basada en los principios u n i­
Al rechazo, por los caudillos, del R eglam ento Provisorio tarios y dividida en los tres p o deres: L egislativo, E jec u ti­
de 1817, había seguido el estado de guerra civil entre aqué­ vo y Judicial.
llos' y el Gobierno de Buenos Aires. E ste estado de guerra E l P oder L egislativo lo form aban dos cám aras: la de Se­
fué provocado, en parte, por el D irectorio porque, con el nadores y la de R epresentantes (D ip utados).
propósito de llevar el orden a esas provincias y som eterlas El P oder E jecutivo debía desem peñarlo un ciudadano con
a la autoridad nacional, prom ovió la sublevación, contra los el títu lo de D irector del E stad o y ser elegido por las dos
caudillos, de algunos elem entos subalternos, como H ereñú
cám aras reunidas en Asam blea.
El P oder Judicial residiría en una A lta C orte de Ju sticia
(1 ) E s d ig n o d e h a c e r n o ta r q u e la s m o d ific a c io n e s d e l R e g la m e n to , en es a p arte, y sus m iem bros debían ser nom brados por el D irecto r del
fu é h e c h a p o r a lg u n o s d e los m ism o s a u to r e s d e l E s ta tu to , y q u e de los1 m ie m b ro s
d e la s d o s c o m is io n e s d e s ig n a d a s p a r a r e d a c ta r y re v isar el p ro y ecto d e R eglam ento, E stado con acuerdo de la cám ara de Senadores.
s ó lo u n o , A n c h o re n a , e r a n a t u r a l d e B u e n o s A ire s ,
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E sta C onstitución, como el R eglam ento P rovisorio de E sto obligó a R ondeau a dedicar su actividad a la p repa­
1817, llevaba o tra vez en sí el germ en de la discordia en el ración de un gran ejército sobre la base de las fuerzas re g u ­
pu n to relativo a la designación de los gobernadores. lares que constituían los ejércitos del norte, de los A ndes
El 25 de M ayo de 1819 fué ju rad a la C onstitución en casi (C uyo), y de Buenos A ire s; y en previsión de un posible
todas las provincias y por los ejércitos del A lto P erú y de ataque a la C apital por las fuerzas españolas, expidió una
los Andes. (1) proclam a a los habitantes de la m ism a incitándolos a estar
A unque p or el Convenio de San Lorenzo del 12 de Abril, preparados para hacer fren te al peligro.
la situación había m ejorado, era m uy presum ible que ese L a oposición a la política del D irector iba en aum ento,
estado de tranquilidad relativa sería m om entáneo, y así fué a pesgr del Convenio de San L orenzo celebrado en tre la
efectivam ente, pues las provincias del litoral, como en casos provincia de Buenos A ires y E stanislao López, caudillo de
anteriores, no aceptaron la C onstitución, y sus caudillos se S anta Fe, en A bril de 1819.
p repararon para com batir la política del D irectorio. E n tre las causas principales que incitaban a los caudillos
E n tre el D irecto r y el Congreso, adem ás, no reinaba la a llevar la g u erra a Buenos A ires deben citarse la oposi­
arm onía necesaria sobre la m anera de encarar ciertas cues­ ción de aquéllos a aceptar los principios de la constitución
tiones de política, y todo ello decidió a P ueyrredón a aban­ de 1819, netam ente u n ita ria ; y el repudio de los proyectos
donar el cargo. P resentó su renuncia fundada en que se para fundar una m onarquía en el Río de la P la ta que p atro ­
debía proceder a la elección de D irector del E stado de acuer­ cinaban algunos hom bres de Buenos Aires.
do con la C onstitución recientem ente aprobada. H ubo em pe­ Los caudillos López y R am írez, dirigieron proclam as a los
ños p ara que P u ey rredón re tira ra la renuncia, pero, ante su pueblos invitándolos a llevar la gu erra a la ciudad porteñ a
insistencia, le fué aceptada (Junio 9 de 1819). F u é desig­ (O ctu b re de 1819).
nado, para reem plazarle, el general R ondeau. (Junio 10). E l D irector R ondeau ordenó que el ejército del n o rte y
P u ey rred ó n ocupó el Gobierno en una época de las m ás el de los A ndes (C uyo) bajaran a Buenos A ires para o rg an i­
difíciles. D u ran te su adm inistración, que no duró sino tres zar un fuerte ejército con que hacer frente a los caudillos.
años escasos, realizó una obra fecunda, de verdadero esta­ San M artín, deseoso de llegar, cuanto antes, al logro de
dista. Supo orillar con habilidad serias dificultades, y pro­ su plan libertador desobedeció la orden y regresó a Chile
cedió con firm eza y con severidad, cuando fué necesario, para em prender la expedición al Perú. D ejó tan sólo algunas
sin llegar al lím ite de lo excesivo. fuerzas en Cuyo para que se pusieran al servicio del D irec­
torio, al m ando del coronel R. A lvarado. (V er m apita 328).
Directorio de Rondeau. El general B elgrano, que tenía el m ando de las fuerzas
L os caudillos contra Buenos Aires - Desobediencia de San Martín.
que constituían el ejército del norte, acantonadas en C ór­
El general R ondeau fué nom brado D irector del E stado doba, se retiró m uy enferm o a T ucum án y dejó en su lu g ar
(Junio 10) en m om entos en que la situación in tern a del país al general Francisco de la Cruz. E ste jefe, obedeciendo a
era sum am ente difícil, agravada por las noticias de la inm i­ la orden del D irectorio, em prendió la m archa hacia Buenos
n en te llegada de la gran expedición m ilitar que se estaba A ires; pero una parte del ejército se le sublevó an tes de
organizando en Cádiz y destinada al Río de la P lata. (2) llegar a destino.
(1) N o la firm aron los D iputados p or S a lta y San Ju an . El general José M aría P az dice en sus “ M em orias” :
io ifl) -^e^ zmen.te Peligro se desvaneció algunos meses después. A l finalizar el año
1819, en las filas dej, ta n ta s veces m entado ejército que, efectivam ente, se estaba “La guerra civil repugna generalmente al buen soldado, y mucho
preparando, se produjo un m otín oti? term inó con una sublevación contra el R ey más desde que tiene al frente un enemigo exterior y cuya principal
encabezado poi R afael del R iego (E n ero i® de 1820), m isión es combatirlo. Este es el caso en que se hallaba el ejercito,
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pues que habíam os vuelto espaldas a los españoles para ven irn o s a independencia, habían sufrido eji su inacción en los cam pa­
ocupar de n u estras querellas dom ésticas. Y a la verdad, es sólo con m entos, la influencia perniciosa de las pasiones p artid istas.
el m ay o r dolor que un m ilitar, que p o r m otivos nobles y p atrió tico s
ha alcanzado esa carrera, se ve en la necesidad de empapar su espadíi Así, el ejército del n o rte al em prender la m archa desde el
en sangre de h erm an o s”. cam pam ento del P ilar (C órdoba) al m ando del general F ra n ­
“ D ígalo el general San M artín, que se p ropuso no hacerlo y lo ha cisco de la C ruz, y a estaba influenciado por el general Ju an
cum plido. A ún hizo m ás en la época que nos ocupa; pues, conociendo B autista Bustos.
que no podía ev itar la desm oralización que tra e la g u e rra civil, p ro ­
curó su stra e r su ejército al contag io desobedeciendo las ó rd en es del Al llegar el ejército a la posta de A requito, una p a rte de
G obierno, que le p rescrib ían que m arch ase a la C apital a cooperar él fué sublevad^) por el citado general B ustos apoyado por
con el del P e rú y el de B uenos A ires. Si el gen eral S an M artín h u ­ varios oficiales (E n ero 8 de 1820). (x) O tra parte, con el
biese obrado com o el gen eral B elgrano, pierde tam b ién su ejército general Cruz,
y 110 hubiera hecho la gloriosa cam paña de L im a, que ha in m o rta ­
s e opuso a 1
lizado su nom bre".
m ovim iento y
D irectorio de R ondeau - Sublevación de A requito em prendió 1 a
L os ejércitos nacionales del N orte y de los Andes, acos­ m archa hacia
tum brados a la lucha por un ideal grande, como era el de la B uenos A ire s ;
pero, h ostili­
zado por fu er­
zas m ontone­
ras de López
y por los m is­
mos subleva­
dos, tuvo que
e n t r e g a r el
resto de las
fuerzas al ge­
neral B ustos.
B ustos re ­
chazó las p ro ­
posiciones de
l o s caudillos
del litoral y se
m archó a Cór­
doba con las
fuerzas q u e
había sublevado. Poco tiem po después se hizo proclam ar
gobernador.

(1) E n tre ellos el,’ entonces, com andante José M arja Paz.

24
I
L a noticia de la sublevación de A requito repercutió in­
El choque se produjo en la cañada de Cepeda, próxim a al
m ediatam ente en todo el país. El 9 de Enero el regim iento
arroyo del M edio, el l 9 de F eb rero de 1820. L a caballería
Cazadores de los Andes, que se hallaba en San Juan, £ué
porteña, m andada por R ondeau fué dispersada. Balcarce em ­
sublevado p o r el capitán M ariano M endizábal.
prendió la retirada sin sufrir pérdidas y, llegado que hubo
E l coronel R udecindo A lvarado, ante el tem or de que el a San Nicolás, em barcó las tro p as en u n a escuadrilla para
resto de las fuerzas, acantonadas en M endoza, siguieran el regresar a Buenos Aires.
ejem plo de las de San Juan, las llevó a Chile repasando
los Andes. (*) L a noticia de la d errota de R ondeau produjo en B uenos
A ires un gran pánico, pues se afirm aba que Balcarce había
Con estos hechos, todo Cuyo se anarquizó y, desde ese
m u erto y que todo el
m om ento, quedaron las tres circunscripciones de M endoza,
San Ju an y San Luis constituidas en estados federales de ejército había sido ani­
quilado.
hecho, y cada una se dió un gobierno propio.
L a situación era en
R especto de la sublevación de A requito, de la cual fué extrem o grave, p u e s
actor, dice el general P a z : adem ás de la desorga­
“P uedo aseg u rar con la m ás perfecta certeza que no h ab ía la m enor n i z a c i ó n y falta de
inteligencia, ni con los jefes federales ni con la m o n to n era santafecina;
unidad en las ideas y
que tam poco entró, ni p or un m om ento, en los cálculos de los rev o ­
lucionarios unirse a ellos, ni hacer gu erra ofensiva al G obierno ni a propósitos, se tem ía
las tropas que podían so sten erlo ; tan sólo se pro p o n ían separarse la en trad a de los m on­
de la cuestión civil y reg re sa r a n u estras fro n teras, am enazadas por toneros en la ciudad.
los enem igos de la independencia; al m enos, éste fué el sentim iento “Los mismos hombres
general m ás o m enos m odificado, de los revolucionarios de A requito: que habían iniciado y se­
si sus votos se vieron después fru strad o s, fué efecto de las circuns­ guido el m ovim iento re ­
tancias, y m ás que todo, de B ustos, que sólo tenía en v ista el gobierno volucionario desde 1810;
de C órdoba, del que se apoderó p a ra estacionarse definitivam ente” . los militares bravos y lea­
les que habían figurado
Cepeda - C aída del D irectorio - T ra ta d o del P ila r. . en sus ejércitos y que habían vencido en batallas; las masas popu­
lares que habían acompañado a los unos y a los otros en su acción
Al finalizar el año 1819, los caudillos del litoral habían y en su reacción, se encontraban, en esos m om entos, desorganizados,
sin rumbo^, y desconociéndose en medio de los sucesos que se pre­
invadido ya territo rio de la provincia de B uenos Aires, y el cipitaban, con una rapidez vertiginosa”.
D irector R ondeau, a su vez, había ordenado a San M ar­
“T odo se hallaba anarquizado, no habiendo, felizm ente, sino una
tín y a B elgrano, que acudieran con sus respectivas fuerzas, sola idea, un solo principio, una sola bandera, la unidad nacional,
en defensa de la au toridad nacional am enazada. que se había salvado de aquella hecatom be política, en la que p ere­
cieron las m ás g ran d es reputaciones de la época, y en la que no con­
L a negativa de San M artín, así como la sublevación de siguieron salir ilesos los hom bres que m ayores servicios habían p res­
A requito, dejaron a R ondeau con sólo las fuerzas de la tado h asta entonces al país”. (!)
C apital para hacer frente a los caudillos López y R am í­
E ncontrándose ausente el D irector, h ab ía'quedado al fren­
rez ; pero salió a cam paña con ellas, sin em bargo, estable­
te del gobierno el Alcalde de prim er voto del Cabildo D.
ciéndose cerca del lím ite interprovincial con Santa Fe.
Balcarce m andaba la infantería y la artillería de dichas Juan P edro A guirre quien, con m edidas enérgicas m andó
fuerzas.
(1) L uis V . V arela. — H ist. C onstitucional de la R. A.
(1 ) San M artín ya h ab ía reg resad o a Chile.
— 368 — — 369 —
o rg an izar la defensa poniendo al frente de ella al general LA ANARQUIA
E stanislao Soler.
E l Congreso, prolongándose la ausencia de R ondeau, ha­ B alcarce, S a rrate a y los caudillos — Convenio del A rroyo del M edio
bía designado al m ism o A guirre D irector interino con las D ía de los tre s gobernadores
facultades suficientes que requería la situación, para poner
en pie respetable de defensa la ciudad y la provincia. El trata d o del P ilar, como ya había sucedido con el
L os días del mes de F ebrero hasta el 23 se pasaron en convenio de San Lorenzo, no significó, como era de esperar,
Buenos A ires en m edio de la m ayor incertidum bre, del mie­ una paz duradera. Los partidarios del gobierno caído reac­
do, a veces del pánico, como no se había presenciado nunca. cionaron y Se propusieron d errib ar a S arratea con el auxilio
E l Cabildo envió una circular a los dem ás del interior, de las fuerzas que Balcarce había salvado del cam po de
com unicando que las provincias se encontraban en estado de batalla de- Cepeda y que, pof vía fluvial, desde San N icolás,
hacer lo que más conviniese a sus intereses y régimen interior. trasladó a los Olivos. De allí pasó B al­
E sta declaración im portaba proclam ar la disolución na­ carce a la ciudad de Buenos A ires,
cional y colocar a la P rovincia de Buenos A ires en igual . despertando la duda sobre su posible
condición que las dem ás, perdiendo, la ciudad, el rango de actitud. (M arzo l 5).
C apital que siem pre había tenido. El día 6 de m arzo se produjo la su ­
L as negociaciones entabladas entre los caudillos y las blevación tem ida. S arratea fué depues­
autoridades de Buenos Aires, m antuvieron la situación en to y Balcarce asum ió el mando.
continua duda, pues tam bién existían divergencias entre los S arratea huyó y se dirigió al cam ­
m ism os caudillos. E stos exigieron, y obtuvieron, la disolu­ pam ento de los caudillos, c o n c u y a
ción del C ongreso y la destitución del D irector R ondeau. ayuda volvió sobre la capital (m arzo
L a Ju n ta E lectoral, reunida el día 17 de F ebrero, designó 12) y recuperó el m ando; pero, a con- B eigrano

g o b ernador provisorio a D. M anuel de S arratea. secuencia de una asonada m ilitar, diri­


S arratea, pocos días después, se trasladó al cam pam ento gida por ’A lvear, se vió obligado a renunciar, y la Ju n ta
de R am írez con el propósito de llegar a un convenio con E lectoral designó gobernador interino a su propio p resi­
los caudillos. R esultó una convención de paz, llam ada del dente Ildefonso Ram os Mexía. (M ayo 2).
P ila r por haberse celebrado en el pueblo del m ism o nom ­ El general Soler, que- se encontraba en el cam pam ento de
bre, convención firm ada por S arratea, gobernador de B ue­ L uján con las fuerzas, aspiraba a ocupar la gobernación. I n ­
nos A ires, con los caudillos Francisco R am írez, de E n tre dignado porque en la C apital se había em pezado a o rg an i­
Ríos, y E stanislao López, de S anta Fe. (F eb rero 23 de 1820). zar otras, considerando que tan sólo él, como com andante
D e acuerdo con unas cláusulas secretas Buenos A ires de­ general de arm as, tenía facultad para hacerlo, supo proce­
bía en treg ar a los caudillos arm as, m uniciones y dinero. der de modo tal que, convocado un Cabildo ab ierto 1, éste
D e las bases de esta convención se desprende que los cau­ le nom bró G obernador y C apitán G eneral de la provincia
dillos no buscaban la disolución nacional. P o r el contrario (Junio 20). Con este título, Soler se acercó a la ciudad al
se com prom etieron a in v itar a las provincias a reu n ir un frente de una parte de la tropa, y exigió que se le r e c o n o c ie ­
congreso general con el propósito de constituir la unidad
nacional. (1 ) L,a V illa de L u ján te n ía c ie rta im portancia. D esde m ucho tiem po atras,
era cabeza de A y u n tam ien to y su Cabildo e ra el único en toda la cam pana.
— 370 —

ra y se le proclam ase. R am os M exía renunció inm ediata­ D orrego fué, por fin, derrotado y se nom bró gober­
m ente ante el Cabildo. nador provisorio, por la Ju n ta E lectoral, al general M ar­
E stos sucesos dieron lugar a que el día 20 de Junio de tín R odríguez (Septiem bre 26), quien fué derrocado a los
1820 hubiera tres autoridades sim ultáneam ente: el Cabildo, pocos días; pero, habiendo salido de la Capital, buscó el
Ram os M exía, y Soler. F ué llam ado por esta circunstancia auxilio de Rosas, com andante de cam paña, y, con este
día de los tres gobernadores. apoyo, llevó un ataque al centro de la ciudad, quedando
vencedor. R odríguez se hizo cargo del m ando nuevam ente
El día 23, en la Sala C apitular del Cabildo y con asisten ­
cia de los m iem bros de la Ju n ta E lectoral, Soler prestó ju ­ (O ctubre 5).
ram ento del cargo. c2) M archó, luego, al encuentro de López y celebró con él
L a elevación de Soler al gobierno de Buenos Aires, sig­ una convención de paz, con la mediación de B ustos, go­
nificó para los caudillos López y R am írez, una casi seguridad bernador de Córdoba, llam ada del “A rroyo del M edio” (no­
del no cum plim iento, por los hom bres de Buenos A ires, del viem bre 24 de 1820). Se había establecido en ella la reunión
tratad o del P ilar. L a lucha, pues, de nuevo, no se hizo e s­ de un congreso nacional en la ciudad de C órdoba; pero no
perar. López, auxiliado por algunas fuerzas m andadas por ge pudo llevar a cabo por la falta de adhesión de varias
A lvear y por un m ilitar chileno, José M iguel C arrera, inició provincias.
de nuevo la cam paña contra Buenos Aires. L o s caudillos del lito ral: A rtigas, R am írez y L ópez
Soler dejó en la ciudad a D orrego (3) com o jefe de la D esaparición de los dos prim eros
defensa, m ientras él salía al encuentro de L ó p e z ; pero fué
com pletam ente derrotado L a celebración del tratad o dei P ilar entre S arratea por
en la Cañada de la Cruz Buenos A ires, R am írez por E n tre Ríos, y López por S anta
(Junio 28). Fe, dió origen a una seria p ro testa de A rtigas, pues se rea­
Soler renunció y D o­ lizó sin- su intervención. R am írez y López, por su parte, no
rrego fué designado por estaban dispuestos a sop o rtar la introm isión del caudillo
el Cabildo gobernador in­ oriental en. sus respectivas provincias, y se propusieron anu­
terino (Julio 4). lar su influencia.
L as tropas de López, A rtigas, vencido ya com pletam ente por los portugueses,
A lvear y C arrera pusie­ y sin elem entos con que poder resistir, cruzó el U ru g u ay
ron sitio a la ciudad de y pasó a E n tre Ríos en la creencia de que R am írez aca­
B uenos A ire s ; pero el co­ taría su autoridad, como antes, pero se equivocó. R am írez,
ronel D orrego, auxiliado m ás poderoso que él, ahora, le intim ó se re tira ra de E n tre
M u erte del g en eral B e lg ra n o .' P °r M artín R odríguez, Ríos. Se trabó la lucha entre am bos caudillos y, después
L am adrid y R o z a s , con de varios com bates, A rtigas fué batido y obligado a in ter­
fuerzas reclutadas en el sur de la provincia de Buenos narse en el P arag u ay desapareciendo, así, de la escena (Ju ­
Aires, batió a López en varios encuentros, y este caudillo
nio a Septiem bre, 1820).
tuvo que lev an tar el sitio y retirarse hacia S anta Fe.
R am íjez, quien se hacía llam ar el Supremo Entrerriano,
(1) E l m ism o d ía fallecía en B uenos A ires el g e n eral B elgrano. soñaba su b stitu ir a A rtigas. Influenciado por un chileno,
(2) E l 24 de Ju n io A rtig a s fué com pletam ente d erro tad o p o r R am írez a inm e­ José M iguel C arrera, y por A lv ear; e incitado por la am bi­
diaciones de la B ajada viéndose obligado a h u ir y a asilarse en el P a ra g u a y , des­
apareciendo p a ra siem pre de la escena p o lítica. ción de llegar a ser el dom inador en todo el R ío de la P lata,
(3) Dorrego, Manuel Moreno, Agrelo y otros, que habían sido desterrados a decidió llevar la g u erra al Gobierno de Buenos Aires.
Estados Unidos por «1 D irector Pu«yrred6n (1817) ya habían vuelto del destierro.
-3 7 2 — — 373 —
E l G obernador de esta provincia, que lo era D. M artín interio r som etidas p or nuevos m andones salidos de los ejércitos re g u ­
R odríguez, estrechó las relaciones con el caudillo de S anta lares y con la com plicidad de una p arte de éstos.
Fe, E stan islao López, y de esa arm onía nació el propósito N o fig uraro n en este m ovim iento las provincias del norte del V irrey-
nato, p orque se hallaban ocupadas por los ejércitos realistas, ni figu­
com ún de an u lar la influencia de R am írez que constituía ra ro n después, porque la p érd ida de contacto con las dem ás, d u ran te
una am enaza p a r a vario^ años, las llevó, poco a poco, hacia la separación definitiva,
S anta F e y Buenos constituyéndose con o tra s del A lto P erú en nación independiente
Aires. (B olivia - 1825).
Ya a fines de 1819 D. B ern ab é A raoz había conseguido, a conse­
R am írez p r o t e s t ó cuencia de la sublevación de una división de 500 hom bres, acantonada
ante López por haber en T ucum án, apoderarse del gobierno de la provincia (N oviem bre
celebrado éste, sin su 11 de 1819).
E l foco de este m ovim iento estaba en C órdoba encabezado p o r el
conocim iento, la con­ general Ju an B au tista B ustos, jefe interino del E. Ai. del ejército
vención de paz de 24 del norte. L o sucedido en T u cu m án era el prim er acto de lo que v en ­
de N oviem bre con la d ría posteriorm ente, pues el m ovim iento tenía ram ificaciones en o tras
provincia de Buenos provincias.
D el ejército reg u lar sublevado en A requito, la m itad, m ás o m enos,
A ires y, considerándo­ entró en el m ovim iento. E l general F rancisco de la C ruz con el resto
se perjudicado en sUs del ejército se puso en m arch a hacia B uenos A ires; pero, casi inm e­
am biciones, inició las diatam ente, se vió acosado p o r las fuerzas sublevadas y p o r m o n to ­
n eras del litoral, y tuvo que e n treg arles el parque con el resto de las
hostilidades s o b r e fuerzas. B ustos, con casi todo el ejército, m archó hacia C órdoba a su ­
S a n t a F e viéndose m iendo una actitu d de espectativa. E l ejército reg u lar del A lto P e rú
forzado a luchar con­ quedó, así, devorado p or la anarquía.
tra las fuerzas de L ó­ P a rte del ejército de San M artín que había luchado en Chile había
repasado los A ndes y se en co ntraba dividido en tres porciones acan ­
pez y o tras de B uenos to n ad as &n M endoza, 'San Ju a n y San Luis. E sta distribución de las
A ires y de Córdoba. fuerzas la había dispuesto San M artín para “p reserv ar a la provincia
D espués de varios en­ de Cuyo del contagio de la anarquía, m ien tras llegaba el m om ento
cuentros desfavorables de re p a sa r los A ndes p ara u nirse a sus com pañeros del occidente de
la cordillera con nuevos co n tingentes de soldados y caballos”.
R am írez fué com ple­ L a oficialidad y la tro p a, fo rm ada ésta en su m ayor parte, p o r sol­
tam en te d e r r o t a d o , dados nativos de las provincias del interior, se m o strab an poco p ro ­
viéndose obligado a picios a in terv en ir en la lucha con los caudillos, ni a re g resar a Chile
p a ra p asar luego, em barcados, al P erú . E sto s m otivos, y o tro s m ás,
huir con una pequeña sin co n tar lo que significaba, en esos m om entos, la existencia de p a r­
escolta. A lcanzado por tidos locales opositores, fueron causas que originaron m otines y su ­
una p artid a de soldados santafecinos, fué m uerto al que­ blevaciones.
rer defenderse. E n la m ad rug ad a del día 9 de E n ero de 1820, se p rodujo en San
Ju a n la sublevación del regim iento C azadores de los A ndes, p rep a­
rad a p or el coronel M ariano M endizábal. E ste m ovim iento repercutió
E l año X X . — D isolución nacional. in m ediatam ente en todo el país, agravando aún m ás el efecto ya
(R ecapitulación) producido, p or la sublevación de A requito del día anterior.
E l coronel A lvarado, desde M endoza, se propuso som eter a los
Al iniciarse el año X X todo el país se hallaba conmovido e iba a sublevados; pero, dándose cuenta que en la propia tro p a se notaban
iniciarse un estado de desorden y de disolución nacional. Ya no eran sín to m as de insubordinación, desistió de asum ir esta actitu d y resolvió
solamente las provincias del litoral las que se hallaban sometidas a la rep asar la cordillera sin p érd ida de tiem po, y llevar los C azadores y
voluntad exclusiva de sus caudillos. A hora iban a agregarse las del G ranaderos de los A ndes a Chile, donde jra se encontraba San M artín.
A sí evitó que m ás de m il soldados disciplinados del ejército regular.
- 374-

se contam inaran bajo la influencia de las pasiones p a rtid istas, como Form ación de las Provincias.
sucedió con el ejército del n o rte en A requito.
E sto s sucesos m o tiv aro n en Cuyo la separación de las tres cir­ El territorio que hoy form a la República A rgentina, y
cunscripciones que form ab an esa provincia, quedando, desde entonces, que era parte del V irreynato del Río de la P lata, com prendía
constituidas en estados federales de hecho: M endoza, San Ju an y
San Luis.
E l m al ejem plo se p ropagó a distin tas provincias produciéndose
cam bios políticos con deposición de sus autoridades, en T ucum án,
Santiago del E stero , L a R ioja, C atam arca y en las tres de C uyo re ­
cientem ente creadas, con aparición de nuevos caudillos, e n tre ellos
Felipe Ib arra, que llegó a d om inar en S antiago del E ste ro d u ran te
30 años; y F acundo Q uiroga, el dom inador de I-a R ioja.
B ustos llegó a te n e r en C órdoba, m om entáneam ente, cierta p re­
ponderancia. F u é nom brado gobernador, y com o contaba con un
ejército a sus órdenes, pudo asum ir una actitud destacada con m iras
a una actuación de o rd en nacional. Se puso en com unicación con
San M artín, con G üem es y con o tro s caudillos, y m andó circulares
a las provincias a efecto de que to m aran p arte en un C ongreso que
se proponía reunir. T o d o esto, sin em bargo, no condujo a nada.
A rtigas, a consecuencia de la d e rro ta definitiva que le infligió R a ­
m írez en E n tre R íos, tuvo que asilarse en el P a ra g u a y de donde el
dictador F ran cia no le dejó salir m ás. Q uedaron, así, dom inando en
el litoral tan sólo L ópez y R am írez.
Así, aisladas las provincias y sin recursos, cayeron bajo el yugo
de caudillos astutos, algunos sem í-bárbaros, que las explotaban como
cosa propia, algo com parable al m anejo de una g ra n estancia de la
época.
P ro clam ad a que fué la independencia del país, algunas provincias
no procedieron a jurarla de inm ediato; y los países ex tran jero s no
habían reconocido aú n a . la nueva Nación. N o o b stan te estas cir­
cunstancias, y a pesar, tam bién, del estado de disolución en que se
en contraba el país, es necesario hacer co n star que los pueblos y los
m ism os caudillos no dejaban de considerar que la unión nacional era
un ideal com ún. E lla existía de hecho.
“E s que — felizm ente p a ra el sentim iento arg en tin o — la idea de
la nacionalidad era üna sem illa fecunda lanzada en tierra fértil, el
m ism o día en que se iniciaba la R evolución de M ayo. E n cualquier
cam po donde esa sem illa cayese, sus fru to s serían los m ism os. E n los
ejércitos disciplinados, com o en las m o n to n eras d esorganizadás; en
los gobiernos regulares, com o en las dictaduras de los cam pam entos;
en los foros y en los T rib u n ales donde se discutía y se ad m in istrab a
la justicia con arreg lo a las leyes escritas, y en los úkases de los
m andones que disponían de la vida y de los bienes de los vencidos, — En cada una de estas intendencias existían varias ciu­
en todas p artes y en todos los m om entos, esa idea de la unidad na­
cional, acom pañaba a los hechos buenos y m alos, g ran d es o pequeños dades de cierta im portancia que, m ás tarde, dieron nom bre
de los dos bandos en lucha; ya fuese sostenida ésta p o r los G obiernos a o tras tan tas provincias.
contra los caudillos, o ya fuese que los caudillos se com batiesen E n 1814, siendo D irector Suprem o don Gervasio P osa­
en tre sí. (!)
das, se dictaron decretos dando existencia legal a algunas
(1) X,uis V. \ arela. — H ist. C onstitucional de la R. A. provincias. E xistían, pues, en esa fecha, las siguientes:
— 377

P rovincias creadas con territo rio de la an tig u a intendencia Expedición al Perú: el acta de Rancagua. — Conferencia de
de Buenos Aires, subsistiendo una con este últim o nom bre: Miraflores. — Campaña de la sierra. — Proclamación de la
B uenos A ires (com prendiendo S an ta F e )
E n tre R íos (1 ) (S ep tiem b re 10 de 1814) independencia del Perú.
C o rrien tes (incluso M isiones) (S ep tiem b re 10 de 1814)
O rie n ta l (M arzo 7 de 1814).
C readas con fecha 29 de noviem bre de 1813 por la A sam ­ L ibertado Chile, quedaba cum plida una de las p artes
blea, con territo rio de la antigua Intendencia de Córdoba esenciales del plan de San M artín. F altábale ocupar la ciu­
subsistiendo una con el m ism o nom bre: dad de L im a para com pletar su obra.
C órdoba (com prendiendo L,a R io ja) Así como fué necesaria la creación de una escuadra para
Cuyo (M endoza, San Ju an , San L u is). concluir con el poder naval de los españoles en. el Río de
Con territo rio de la antigua Intendencia de Salta, subsis- la P la ta y conseguir, así, apoderarse de M ontevideo, era
tienuo una con el m ism o nom bre: igualm ente indispen­
S alta ( com prendiendo Ju ju y )
T u cu m án (com prendiendo C atam arca y S. del E ste ro ) (O c t. 8 d e 1814). sable crear una ar­
D e 1814 a 1820 estas provincias sufrieron todas las cala­ m ada en el Pacífico
m idades de las luchas civiles, y en particu lar el año 1820. para poder llevar a ca­
E ste fué el año de la desorganización com pleta, en que
bo la expedición al
desapareció la au to ridad nacional, y cada una de las provin­
cias quedó librada al capricho de sus caudillos. P erú y ocupar la ciu­
dad de Lim a.
E xplicación de la lám ina.

1. B uenos A ires com prendía esta provincia y S a n ta F e. E stanislao


San M artín, después
L ópez se hizo a sí m ism o G obernador de S an ta F e separándose de de M aipú, regresó a
B uenos A ires, dom inio que ejerció h a sta su m u erte (1818-1838). Buenos A ires y entró
2. 3. R am írez hab ía proclam ado la R epública de E n tre R íos (E n tre
Ríos, C orrientes y M isiones). D esaparecida esta R epública efím era,
de noche en la ciudad
C orrientes se separó de E n tre R íos (O c tu b re 12 de 1821). para su b straerse a las
4. B ustos dom inaba en .Córdoba (C ó rd o b a y R io ja). L a R ioja se fiestas p rep arad as en
separó de C órdoba (1820).
5. L a provincia de T u cu m án co m prendía T u cu m án , S an tiag o del
su honor (M ayo de
E ste ro y C atam arca. 1818).Sin em bargo, no
Ju an Felipe Ib a rra se apoderó del gobierno de S an tiag o del E stero , pudo evitar que se le
separándose de T ucu m án (1820). D om inó 30 años.
B ernabé A raoz se hizo a sí m ism o G obernador de T u cu m án (T u c u ­ rin d iera el hom enaje
m án y C atam arca, 1819), y se hizo n o m b rar P resid en te, con tratam ien to debido en el C ongre­
de E xcelencia y uso de b a stó n y b anda presidencial, etc. (M arzo 1820). so, pues fué p resen ta­
C atam arca se separó de T u cu m án (A gosto 25 de 1821) y la ridicula
R epública de A raoz, se disolvió. ^ do a la A sam blea, en
6. P ro v in cia de C uyo (M endoza, S an Ju a n y San L u is). sesión ex traordinaria,
E l capitán M endizábal anarquizó las fuerzas del ejército de los
A ndes que se en co n trab an en Cuyo. M endoza, San Ju an y San L uis
recibiendo en ese acto
-^Expedición al P e rú
quedaron, desde ese m om ento, constituidas en provincias (1820). una g ran ovación.
7. E n S alta (S a lta y Ju ju y ) dom inaba G üem es desde años an te­ L a presencia de San M artín en Buenos Aires obedecía a
riores. Ju ju y se separó de S altaren 1834. la necesidad de entrevistarse con el D irector P u ey rred ó n a
L a provincia oriental quedó segregada p ara siem pre (1828).
efecto de a rb itra r los m edios para prep arar una escuadra
(1) P o r el m ism o decreto se*designó como capital de la provinc'a de E n tre R íos la y otros elem entos para el ejército argentino-chileno desti­
V illa de C oncepción del U ruguay. nado a luchar en el P erú.
-3 7 8 - — 379 —
L os obstáculos que encontraba San M artín du ran te su Conferencia de M iraflores.— E l general Pezuela, v irrey del
estada en Buenos Aires, Chile y M endoza, desde m ediados Perú, al tener conocim iento del desem barco del ejército li­
de 1818 a principios de 1820 para p rep arar su plan liber­ bertad o r en P aracas, propuso a San M artín ab rir negocia­
tador, eran grandes. Se quejaba, tan to del gobierno chileno ciones p ara tra ta r la paz. San M artín aceptó la invitación,
como del argentino, porque no le proveían los fondos nece­
y las conferencias de los delegados se celebraron en la pe­
sarios para la g ran em presa em ancipadora. E xistía, además,
queña población de M iraflo­
el peligro de la anunciada expedición española de 20.000
hom bres, así como el estado de anarquía del pais, hechos res (O ctubre 12 de 1820). D e
que ponían a San M artín en la altern ativ a de acudir ai una y otra parte se propusie­
llam ado u rg en te del D irector R ondeau, ante la actitud am e­ ron fórm ulas de arreg lo ;
nazante de los caudillos, o de llevar a cabo la cam paña li­ pero no fué posible arrib ar a
b ertad o ra del P erú , desobedeciendo la orden. convenio alguno.
E n tales circunstancias, San M artín, encontrándose en Campaña de la sierra. — F ra ­
M endoza, tom a la resolución de com unicar al gobierno que, casadas las negociaciones de
por el precario estado de su salud, se ve obligado a trasla­ M iraflores, se iniciaron las
darse a los baños de C auquenes. (M en d o za, D iciem bre 7 - 1819). hostilidades. San M artín en­
L a desobediencia de San M artín la m otivó el m uy elevado vió una división al interio r
propósito de salvar, ante todo, la gran causa de la inde­ del país, al m ando del general
pendencia sudam ericana. A renales, p ara llevar a las
E l acta de Rancagua. — A principios de E n ero San M artín se tr a s ­ poblaciones el espíritu de la
ladó a Chile con el fin de dedicarse a la organización del ejército revolución y sublevarlas en
expedicionario. P oco tiem po después en treg ó a L as H e ra s un pliego favor de la independencia.
cerrado con la indicación de que no fuera abierto sino en presencia
de todos los oficiales del ejército de los A ndes acan to n ad o s en R an ­ A renales m archó con $us
cagua. E l sobre fué ab ierto el 2 de A bril de 1820 y se procedió a la fuerzas a la sierra y realizó
lectu ra del pliego en él contenido. S an M artín p resen tab a la renuncia una cam paña obteniendo éxi­
del cargo de G eneral en Jefe del ejército de los A ndes, fundada en
que su autoridad era nula puesto que em anaba de las que rep resen ­ tos repetidos: Jauja, Junín y
taban el C ongreso y el D irecto r S uprem o de las P rovincias U nidas, Pasco. San M artín, por su
que y a no existían. parte, reem barcó sus tropas,
P o r decisión unánim e de los oficiales p resen tes se decidió que
la au to rid ad que investía el g en eral S an M artín no ha caducado, ni puede
las desem barcó en H uacho, y
caducar, porque .su origen, que es la salud del pueblo, es inmutable. estableció el cam pam ento en
D e lo resu elto se firm ó u n a acta, el 2 de A b ril de 1820, que se H uaura, al norte de Lim a.
conoce con el nom bre de A cta de Rancagua.
A renales, después de la
La expedición. — D esignado San M artín por el gobierno victoria de Pasco, condujo su
chileno generalísim o de la expedición, zarpaba ésta del puer­
ejército, en m archa triu n fan ­
to de V alparaíso, el 20 de A gosto de 1820, en 16 tran sp o r­
tes con cerca de 4500 hom bres. L a escuadra, m andada por te, al cam pam ento de San
el m arino inglés A lejandro T om ás C echrane, estaba for­ M artín.
m ada p o r 8 barcos de g u erra y algunos cañoneros, adem ás Conferencia de Punchauca.— L a grave situación en que se
de los tran sp o rte s citados. El desem barco se efectuó en la encontraba el ejército realista dió lugar a que un g ru p o
bahía de P aracas, cerca de Pisco (S eptiem bre 8 de 1820). de jefes y oficiales, disconform es de la pasividad del ge-

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El general Sucre entró en Q uito y declaró su incorpo­
neral en jefe y virrey, P ezuela, le exigieran la entrega ración a Colombia. E sta declaración, apoyada por B olívar,
del m ando m ilitar y político al general L a Serna. podía originar serias consecuencias, puesto que los ciudada­
E l nuevo v irrey decidió inm ediatam ente proponer nue­ nos quiteños y guayaquileños querían unirse al P erú.
vas conferencias, y a este efecto se concertó un arm isticio San M artín, que había deseado, desde un principio, una
de 20 días p ara que San M artín y L a S erna se entrevistaran. entrevista con B olívar para ponerse de acuerdo acerca de
La conferencia se inició en a hacienda de P unchauca, — cinco la prosecusión de la cam paña em ancipadora, le había es­
leguas al norte de L im a—• donde los dos altos jefes se abra­ crito, en ese sentido, algunos meses antes de su en trada en
zaron cordialm ente al encontrarse (Junio 2 de 1821). L as Lim a.
proposiciones de San M artín no podían ser aceptadas por el C onvenida la entrevista, San M artín, después de dele­
virrey L a Serna, puesto que una de ellas establecía el reco­ gar-el gobierno del P erú en la persona del m arqués de T o rre
nocim iento de la independencia de parte de España. L a con­ Tagle, se em barcó para Guayaquil. De allí pasaría a Q uito,
ferencia, pues, no tuvo éxito. donde esperaba encontrar a Bolívar, según se había conve­
L as fuerzas realistas no podían perm anecer m ás tiem po nido de antem ano.
encerradas en la ciudad de Lim a, escasas de víveres, y en Al desem barcar fué aclam ado con entusiasm o por el
una situación extrem a tal que, m ás de mil enferm os en los pueblo. Los dos grandes hom bres se abrazaron por prim era
hospitales fueron encom endados a la hum anidad del general vez, y fué tam bién la últim a. (Julio 26 de 1822). D espués
San M artín. L a Serna anunció por medio de una proclam a de las cerem onias de las presentaciones en el salón de ho­
su decisión de evacuar la ciudad, y em prendió la retirada nor, y retirada la concurrencia, los dos quedaron solos y
hacia las sierras. (Julio 6). celebraron una conferencia de algo m ás de dos horas, sin
U na división del ejército libertador entró en L im a el testigos.
día 9 de julio de 1821. El día 10, ya de noche, entró San El día 27, San M artín ordenó que se tuviera listo su
M artín, de incógnito, como acostum braba hacerlo después equipaje, pues pensaba em barcarse esa m ism a noche. A la
de sus grandes victorias. Sólo le acom pañaba un ayudante una de la tard e concurrió a la casa de! L ib ertad o r y cele­
y sin darse a conocer. braron una' conferencia secreta y sin testigos, de cuatro ho­
E l día 28 de julio de 1821, desde un tablado levantado ras. “A las 5 de la tarde, sentábanse, uno al lado del otro,
en la plaza M ayor de Lim a, y ante una concurrencia entu­ a la m esa de un espléndido banquete. Al llegar el m om ento
siasta, San M artín proclam ó la independencia del P erú. de los brindis, B olívar se puso de pie, invitando a la con­
currencia a im itar su ejem plo y dijo:
C onferencia de G uayaquil - San M artín y B olívar Por los dos hombres más grandes de la Am érica del Sud: el General
San M artín y yo.
Al m ismo tiem po que se desarrollaba en el P erú la San M artín, a su turn o , contestó m odestam ente; pero
cam paña lib ertad o ra al m ando de San M artín, el general con palabras conceptuosas que parecían responder a una
Simón Bolívar, venezolano, realizaba otra análoga desde pieocupación secreta:
V enezuela y Colombia hacia el sur para libertar al Ecuador. Por la pronta conclusión de la guerra, por la organización de las
diferentes repúblicas del continente, y por la salud del Libertador de
E l general José A ntonio Sucre, al frente de una fuerte Colombia.
división del ejército de B olívar y con la cooperación de una “Del banquete pasaron al baile. B olívar se en treg ó con
fuerza de 1000 hom bres que le envió San M artín, en su m a­ juvenil ardor a los placeres del vals, que era una de sus
yoría argentinos, venció a los realistas en a b atalla de P i­ pasiones. San M artín perm anecía frío espectador, sin tom ar
chincha, asegurando, así, la independencia del E cuador (M a­ p arte en la anim ación general, observando todo con cir­
yo 24 de 1822).
25
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cunsp ecció n ; pero parecía estar ocupado por pensam ientos P or esto, pidió a B olívar su cooperación para acelerar y te r­
más serios. A la una de la m añana llam ó a su edecán, el m inar la lucha. El L ib ertad o r ofreció tan sólo mil y pico
coronel R ufino Guido, y le dijo “V am os, no puedo soportar de soldados. San M artín necesitaba unos 4.000 hom bres para
este bullicio.” Sin que nadie lo advirtiese, un ayudante de que con ellos y las fuerzas con que contaba en el P erú , le
servicio le hizo salir por una puerta excusada — según lo fuera posible term inar la g u erra en pocos meses.
convenido con Bolívar, de quien se había despedido para A nte las evasivas de Bolívar, San M artín term inó por
siem pre— , y lo condujo hasta el em barcadero. U na hora decirle que estaba resuelto a com batir bajo sus órdenes co­
después, la goleta “ M acedonia” se hacía a la vela, condu­ mo segundo; pero aquél le m anifestó que su delicadeza no
ciendo al P ro tecto r del P e rú ” x. le perm itiría jam ás m andarlo. San M artín se convenció, ya
Resultados de la conferencia. — De lo hablado en la confe­
con toda evidencia, que su persona constituía el único obs­
rencia de G uayaquil, nada se dió a conocer por los dos táculo que im pedía a Bolívar acudir al P erú con todo su
lib ertad o res; pero ha sido posible establecer los puntos ejército.
tratados, por inducción y por los resultados “conociéndose
A bdicación de San M artín
los docum entos correlativos que la precedieron y la siguie­
ron, y los hechos que la explican”. Sin duda' alguna, pues, las Cuando San M artín partió para Guayaquil, había con­
cuestiones principales que debieron ser trata d as fu e ro n : fiado el gobierno al m arqués de T o rre T agle, como delegado,
a) La que afectaba los intereses del Perú y de Colombia y que de cuyos m inistros uno era B ernardo M onteagudo, quien se
era la de Guayaquil.— Bolívar, después de anexar a Colombia había hecho odiar por sus abusos y persecuciones co n tra los
la provincia de Q uito, había ocupado la de G uayaquil, aun españoles y contra los p atrio tas que le eran contrarios.
antes de la llegada de San M artín a ese puerto, de donde , D u ran te la ausencia de San M artín, se produjo en Lim a
proseguiría para Q uito, lugar que había sido designado para una asonada cuyos autores exigieron la renuncia del m inistro
la conferencia. E l P ro tecto r se encontró, con la sorpresa con­ M onteagudo a quien se obligó a salir del país. (Julio 1822).
siguiente, con un hecho co n su m ad o : la anexión de G uaya­ E l P ro tecto r, ya descontento de lo acontecido en la con­
quil a Colombia. ferencia de Guayaquil, quedó fuertem ente decepcionado an ­
b) La referente a la organización de las nuevas naciones indepen­ te la grave situación política que encontró en L im a (A g o s­
dizadas. — San M artín y Bolívar no coincidían respecto de la to). Así se fortaleció su propósito de abandonar el Perú.
form a de gobierno que convenia a las nuevas naciones del Convocó al C ongreso co n stituyente e inauguró sus se­
continente. E l prim ero, aunque profesaba el ideal republi­ siones con gran solem nidad (20 de septiem bre de 1822). Se
cano, se inclinaba, en esos m om entos, a la m onarquía cons­ despojó en su presencia de la banda bicolor, sím bolo de su
titucional por considerarla m ás apropiada para asegurar la autoridad de P ro tecto r del P erú , expresando:
paz ante los peligros de la posible anarquía, ya que los pue­ “A l deponer la insignia que caracteriza al jefe supremo del Perú,
blos no estaban todavía preparados para la dem ocracia. Bo­ no hago sino cumplir con mis deberes y con los votos de m i corazón.
lívar era republicano aunque con tendencias hacia el impe­ Si algo tienen que agradecerme los peruanos, es el ejercicio del poder
que el imperio de las circunstancias me hizo obtener. H oy felizmente
rialism o. que lo dimito, pido al S er Supremo el acierto, luces y tino que necesita
c) L a relativa a la terminación de la guerra del Perú. — San para hacer la felicidad de sus representados. Desde este momento queda
M artín no abrigaba tem or alguno respecto de la suerte fu­ instalado el congreso soberano, y el pueblo reasume el poder en todas
tu ra del P erú en el orden m ilita r; pero consideraba que la sus partes”.
prolongación de la g u erra causaría la ruina de las pobla­ A cto continuo, colocó sobre la m esa seis pliegos cerra­
ciones y que era un deber sagrado evitar tan grandes males.. dos y se retiró entre vivas y aplausos atronadores. U no de
~ O) B. M itre. Hitft. d« San M artín . T. I I I , pág. 621. los pliegos contenía la renuncia irrevocable de todo m ando.
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E l congreso le nom bró generalísim o de los ejércitos de de alejarse del país. Se em barcó el 10 de febrero de 1824 lle­
m ar y tierra, de la R epública con una pensión vitalicia de vando consigo a su hija única, M ercedes, de 7 años de edad.
doce mil pesos anuales. San M artín aceptó el títu lo y el be­ *
neficio; pero rehusó el m ando efectivo.
E l C ongreso le acordó el títu lo de f u n d a d o r d e l a Bolívar, como generalísim o, continuó la cam paña liber­
l i b e r t a d d e e p e r ú con el uso de la banda bicolor y el grado tadora, que se prolongó dos años más. L as batallas y com ­
de capitán g en eral; la erección de una estatu a y la coloca­ bates fueron num erosos y, en todos ellos participaron y se
ción de un busto en la biblioteca ,por él fundada. distinguieron los-jefes, oficiales y soldados argentinos.
San M artín tenía su residencia habitual en una quinta L as batallas decisivas fuero n : la de Ju n ín (A gosto 6
cercana a la ciudad de L im a y allí se retiró en la tard e del de 1824) y la de A yacucho (D iciem bre 9 de 1824). Con
m ismo día, acom pañándole su antiguo y gran am igo, el ge­ estas victorias la lucha estaba term inada y la independen­
neral T om ás Guido. E n cierto m om ento de sus conversacio­ cia de todos los pueblos del continente quedaba definitiva­
nes, y asediado por las p reguntas de Guido acerca de la m ente sellada.
abdicación del m ando y su retiro, le dió a conocer la p rin ­ Gobierno de M artín R odríguez - R ivadavia
cipal de sus razones diciéndole: “ B olívar y yo no cabem os T ra ta d o cuadrilátero - L ey de olvido - A dm inistración p ro g resista
en el P erú. H e penetrado sus m iras, he com prendido su
desagrado por la gloria que pudiera caberm e en la prose­ D espués de las luchas y disturbios del año 1820, el ge­
cución de la cam paña. E l no excusaría medios, por audaces neral M artín R odríguez, que ya desem peñaba interinam ente
que fueran, para p en e trar en el P erú seguido de sus tro ­ e] cargo de gobernador fué designado en propiedad, y p or
pas, y quizá, entonces, no pudiese yo evitar un conflicto, 3 años, por la Ju n ta de R epresentantes. (M arzo 31 de 1821).
dando así al m undo un hum illante escándalo” 1. . . Con R odríguez quedaron afianzados la tran q u ilid ad y
E sa m ism a noche del 20 de septiem bre de 1822, se el orden, y su gobierno fué uno de los m ás pro g resistas que
despidió de su am igo y confidente con un fuerte abrazo, y tuvo el país.
partió a caballo con la sola com pañía de su asistente en E ueron sus m in istro s: B ernardino Rivadavia, en el ram o
dirección a la costa para em barcarse para Chile en el ber­ de gobierno y relaciones ex terio res; M anuel José García, en
g antín “ B elgrano” . Así se despidió para siem pre de las pla­ el ram o de hacienda; y el general Francisco de la C ruz, en
yas del Perú. el de guerra. Los dos prim eros llegaron de E u ro p a en el
Al desem barcar en el puerto de V alparaíso, su gran am i­ mes de mayo.
go O ’H iggins, que ocupaba el poder, le envió su carruaje, R ivadavia fué el alm a de este período de gobierno du­
así como sus ayudantes, quienes le presentaron los saludos ra n te el cual se llevaron a cabo m ejoras de im portancia en
oficiales. el orden político, adm inistrativo, educacional, m ilitar, ju d i­
E n Chile perm aneció durante algunos meses, de donde cial y eclesiástico.
pasó a M endoza para ocuparse en las labores del campo, Se suprim ieron los cabildos creando, en cambio, juzgados de paz
sin sospechar que h asta ese su retiro tranquilo llegarían los y de prim era instancia, y jefatu ras de policía.
Se fom entó la instru cció n pública aum entando y m ejorando las
insultos y las calum nias. escuelas. Se inau g u ró la U n iversidad de B uenos A ires, siendo su
A gobiado por la m uerte de su esposa y por las perse­ p rim er R ecto r el p resb ítero D r. A ntonio Sáenz. (E n to n ce s existia
cuciones de sus enem igos políticos, resolvió abandonar su sólo la de C órdoba). Se fundó la Sociedad de B eneficencia y se
retiro de M endoza y pasar a Buenos A ires con el propósito in stitu y eron los P rem io s a la virtud.
Se creó el B anco de D escuentos, con un capital de un m illón
(1) T om ás Guido. R etira d a de San M artin . D e “ R ev ista de B uenos A ires” , de pesos, que dió origen al que se llam ó, después, B anco de la P ro ­
Año I I , n ú m ero 13. vincia de B uenos A ires.
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p o lítico ; pero altam ente conceptuado como probo ciudadano
Se creó la primera moneda de cobre, que se mandó acuñar en
E uropa.
y soldado de brillante carrera (A bril 2 de 1824). Se recibió
Se inició tam bién la refo rm a eclesiástica contando, p a ra llevarla del m ando el 9 de Mayo.
a con el con ur"-o de rl.^unos m iem bros distinguidos del clero
ar. tino, c mo el deán F unes, los doctores V alentín y G regorio
G óm ez y m uchos otros sacerdotes que enco n trab an convenientes las Gobierno del General Las Heras.
reform as de R ivadavia. M isión de Rivadavia a Europa - Tratado de amistad y comercio
A fin de aseg u rar la paz con las provincias se firm ó un con Gran Bretaña.
tratad o , que se llam ó cuadrilátero, porque fueron cuatro las L as H eras, al hacerse cargo del poder, buscó la coope-
que interv in iero n : Buenos Aires, S anta Fe, C orrientes y ' ración de los m inistros que habían acom pañado a R odrí­
E n tre Ríos. (E n ero 25 de 1822) x. guez que lo eran D. M anuel José García, el general F ra n ­
E ste trata d o aseguró la paz entre las provincias del lito­ cisco de la Cruz, y R ivad av ia; pero el últim o no aceptó.
ral, y debía servir de base para p rep arar la incorporación de
García, adem ás del m inisterio de hacienda, que y a des­
las dem ás y aseg u rar su concurrencia al congreso proyectado.
em peñaba, se hizo cargo de los de gobierno y de relaciones
A dem ás de resp etar la autonom ía, estas provincias se com ­
exteriores. El general Cruz continuó
prom etían a u nir su poder m ilitar en defensa común.
en el de g u erra y m arina.
Se dictó una ley, que se llamó L ey de Olvido, con el
El gobierno de L as H eras fué exce­
fin de p ro cu rar la concordia, olvidando las rivalidades y en­
conos políticos, a cuyo efecto se perm itió el regreso al país lente, tan to como el de su antecesor
a todos los desterrados. (M ayo 7 de 1822). R odríguez. L a adm inistración de am ­
E n 1821, 1822 y 1823 se realizaron cam pañas contra los bos g o b ernantes había im presionado
indios pam pas interviniendo Juan Manuel» de R ozas y otros favorablem ente a los pueblos de las
jefes. dem ás provincias, y servido de ejem ­
E n 1822 el Gobierno de los E stados U nidos reconoció plo.
la independencia de las P rovincias U nidas del Río de la Rivadavia, quien se había traslad a­
P la ta. Se firm ó tam bién un trata d o prelim inar de paz con do a E u ro p a a principios de 1825 (F e ­
E sp añ a (Julio 4 de 1823). brero 15), había aceptado la m isión,
In g la te rra acreditó un agente consular y se firm ó con ante el gobierno de la G ran B retaña,
dicha nación un tra ta d o de am istad y comercio, ratificado de obtener la ratificación de un tratad o de am istad y co­
en 1825. (V éase página 387). m ercio que se había negociado en Buenos A ires con el mi­
Se prom ulgó una ley autorizando al P oder E jecutivo nistro residente de aquella nación. (*) E ste tratad o sirvió de
para in v itar a las provincias a enviar representantes para base a otros análogos celebrados, posteriorm ente, con las
la reunión de un congreso nacional (M arzo 6 de 1824). dem ás naciones. E n él se establecía:
E l general M artín R odríguez term inó en paz su progre­ La recíproca libertad de comercio, vivir, casarse y transitar en los terri­
sista gobierno. F u é el prim er gobierno constitucional que torios de ambas naciones.
tuvo la provincia de Buenos Aires. E l libre ejercicio del culto con ambas naciones, con las facultades nece­
sarias para erigir templos.
P a ra sucederle fué electo por la Ju n ta de R epresentantes Libertad de comprar, vender y arraigarse con bienes raíces, etc.
e! general Ju an G regorio de L as H eras, recientem ente lle­
gado del P erú , y nuevo, por consiguiente, en el escenario (1) Firm ado en Buenos A ires por L as H eras, G arcía y el M inistro inglés Sir
W oodbine P arish, el 2 de Febrero de 1825. R atificado en L ondres por R ivadavia
(1) g o b ern ad o r de E n tre R íos era el gen eral L,ucio M ansilla, quien, a la con el R ey Jorge IV y el m inistro Jo rg e C anning el 12 de M ayo de 1825.
m uerte de R am írez, se ap oderó del gobierno.
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R ivadavia se ocupó tam bién de im pulsar la explotación
de las riquezas m ineras del país y, a ese efecto, tra tó de Quedó fijada la ciudad de Buenos A ires para sede del
buscar capitalistas que se interesaran en tales em presas. Su Congreso, teniendo lugar la inauguración solem ne el 16 de
iniciativa fracasó por falta de estím ulos. D iciem bre de 1824 inspirando la confianza general de que
de él surgiría, defi­
Dos grandes acontecim ientos de carácter nacional tu­ nitivam ente, la or­
vieron lu g ar du ran te el gobierno de L as H e r a s : la reunión ganización del país.
del C ongreso N acional, dispuesta al finalizar el gobierno
E s digno de h a­
de R odríguez, siendo m inistro R ivadavia, y la iniciación
cer n o tar que a este
de la g u erra con el Brasil.
Congreso concurrie­
ron tam bién los re­
C ongreso de 1824. L ey F u n d am en tal presentantes de las
provincias litorales,
cosa que no había
A los deseos y a la necesidad que sentían los pueblos
s u c e d id o en 1816.
de que existiera una autoridad superior que representase
a las provincias como unidad nacional', ante las naciones ex­ E ra la p rim er vez
tran jeras, se unía tam bién, como m otivo decisivo, la cir­ que las provincias
cunstancia de los peligros de una g u erra con el B rasil como del litoral, y tam bién
consecuencia de la ocupación de la provincia O riental por M isiones, enviaban
los portugueses. rep resentantes a un
C ongreso Nacional.
La anim osidad contra Buenos A ires se había atenuado
un tanto, d u ran te los años que siguieron al X X , y el mo­ E l C ongreso san ­
m ento era propicio para reu n ir un congreso nacional. cionó, ante todo, el
proyecto de ley lla­
Con el propósito de p rep arar el terreno y de conocer m ado L ey F u n d a­
el am biente favorable o no de los pueblos, habían sido m ental (E n ero 23 de
enviados ya a las provincias por R ivadavia, du ran te el go­ 1825).
bierno de R odríguez, algunos com isionados. L as inform a­
El artículo 1° con­
ciones de éstos indicaban que el sentim iento de los pueblos
tenía la declaración
era favorable, pues estaban cansados del estado , de an a r­ expresa de que todas
T ejed o ras — T rapiche.
quía casi continuo. las provincias ratifi­
C ontribuía a form ar este am biente propicio, la actitud caban la proclam a­
de L as H eras, quien, inclinado hacia el federalism o, procuró ción de la independencia hecha por el C ongreso de T ucum án
contem porizar con los caudillos para no alterar la paz rei­ en 1816 y que la consideraban como un pacto de unión.
nante. L a m ism a ley disponía en otros a rtíc u lo s:
Que el Congreso General de las Provincias Unidas del Río de la Plata
Recibidos los inform es, el Gobierno presentó un M en­ era constituyente.
saje a la L eg islatu ra para hacerlos conocer y solicitar la Que las provincias, hasta la promulgación de la Constitución, se regirían
autorización necesaria para invitar a las provincias a en ­ por sus propias instituciones.
viar rep resen tan tes para la reunión de un C ongreso Nacional. Que la Constitución que sancionase el Congreso sería ofrecida a la con­
sideración de las provincias pudiendo éstas, aceptarla o rechazarla.
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Que se confiara, provisoriamente, al Gobierno de Buenos Aires el des-
B rasil, aunque declarado independiente, no se desprendería
empeño del Poder Ejccutiiifi Nacional. de la provincia oriental (E stad o C isplatino) y que el peligro
E l Gobierno de la provincia de Buenos A ires, aceptó in­ de un conflicto era m ás que probable.
m ediatam ente la m isión que se le encom endaba. M uchos orientales que habían sido contrarios a la anexión
de la provincia oriental al B rasil, apoyados por los arg en ti­
Conflicto con el Brasil - Expedición de los 33 orientales. nos encabezados por D orrego y p or la prensa de Buenos
Reincorporación de la Banda Oriental - Preparativos de guerra. Aires trabajaban en
el sentido de rein­
L os portugueses, bajo el pretexto de las repetidas inva­ corporar dicha pro­
siones de las m ontoneras de A rtig as en las fronteras del vincia a las demás
B rasil, habían invadido y ocupado el territo rio oriental desde hermanas.
1817. M ás tarde, ya desaparecido A rtigas, se reunió un R e s p o n d ie n d o a
congreso de orientales en M ontevideo que decidió anexar estos propóistos, en
la provincia oriental al B rasil tom ando el nom bre de Estado abril de 1825, un
Cisplatino (Julio de 1821). Como el B rasil, en esa fecha, era g ru p o de 33 orien­
una colonia portuguesa, el E stad o C isplatino quedaba bajo tales, m andados por
la bandera de P o rtu g al. Ju an A ntonio La-<
Cabe ten er presente que a consecuencia de la invasión de P o rtu g a l valleja, salieron de
p o r los ejércitos de N apoleón, el rey Ju a n V I, en vez de en treg arse las costas de B ue­
al conquistador, com o hizo F e rn a n d o V I I en E sp añ a, abandonó su nos A ires en dos
país y se trasladó al B rasil con su corte, m inistros y altos funciona-
ríos (N oviem bre de 1807). P erm an eció en el B rasil h asta el año 1821
lanchones y, nave­
en que, ante el desco n ten to de los p atrio tas brasileños, de la dom i­ gando con la m ayor
nación de P o rtu g al, se vió obligado a re g re sa r a L isboa dejando como precaución por en­
R egente en el B rasil a su hijo el príncipe P edro. tre las islas del del­
U n a asam blea convocada en 1822, proclam ó la independencia del ta del P a ra n á , se
Brasil y su separación de P o rtu g al (S eptiem bre 7). Poco después fué in tern aro n en el rio
proclam ado E m p erad o r el príncipe P edro, quien tom ó el nom bre de
U ru g u a y y tocaron
P ed ro I. (2)
Los g o bernantes de B uenos A ires se daban cuenta que el tierra oriental a las
once de la noche
(1) V éase p ág in a 311. del 19 de abril de
(2) A l p ro d u cirse el m ovim iento em an cip ad o r en el B rasil, las tropas p o rtu ­
guesas que se en co n trab an en M ontevideo, unos 2000 v eteran o s al m ando del b rig a ­ 1825 a orillas de un
dier A lvaro D a C osta, p e rm an eciero n fieles a P o rtu g a l au n q u e el g o b e rn a d o r de la arroyuelo del distrito de la Agraciada. Allí ju raro n libertar
plaza, g eneral L ecor, estu v iera de p a rte de los independientes.
E l jefe de la g u a rn ic ió n , D a C osta, se sublevó c o n tra el g o b e rn a d o r E e c o r la patria o morir en la demanda. Al dia siguiente se in tern a­
obligándole a ab an d o n a r la ciudad de M on tev id eo (S ep tiem b re 11 de 1821).
D a C osta ofreció al go b iern o de B uenos A ires re tir a r sus tro p a s em barcándo­ ron hacia el norte aum entando las filas du ran te la m archa.
las para P o rtu g al, y e n tre g a rle la p la z a ; pero como la acep tació n podia pro d u cir Se apoderaron del pueblo de Soriano y, allí, L avalleja lanzó
com plicaciones, y como, adem ás, faltab an elem entos p a ra a fro n ta r u n a g u e rra , el
G obierno resolvió in te n ta r, an te todo, la v ía diplom ática y, a este efecto, envió a una proclam a llam ando a los orientales a em puñar las arm as.
R ío de Ja n e iro al D r. V a len tín Gómez p a ra re c la m ar la desocupación de la plaza.
(A gosto de 1823). Se acercaron a Mercedes; pero, m uy inferiores en núm ero
D a C osta, en co n trán d o se en la ciudad de M ontevideo, sitiad a por L e c o r y en
situación d ifícil, resolvió neg o ciar con él la e n treg a de la plaza, y se em barcó con a los brasileños que defendían la villa, resolvieron retroceder
las tropas p a ra P o rtu g al. M ontevideo y to d a la p ro v in cia o rie n ta l quedaron, así, en e internarse hacia San Tosé.
poder de los brasileños.
E l D r. Gómez regresó a B uenos A ires sin o b te n e r re su ltad o alguno favorable.
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E l general R ivera, que estaba al servicio del general L ecor viaran sus contingentes de tro p as para el ejército que se
y que había sido enviado para b atir a L avalleja, se pasó a estaba organizando en el cam pam ento sobre el U ru g u ay .
éste con todos sus hom bres, engrosando, así, la colum na li­ L a declaración del C ongreso de la F lo rid a de incorpo­
bertadora. ra r la provincia o riental a las dem ás arg entinas, enviada
D espués se apoderaron de varias poblaciones im portantes al C ongreso constituido en Buenos A ires, ponía a éste en
y pusieron sitio a la ciudad de M ontevideo. (M ayo 7). la actitud única de aceptarla, y así fué votada. (O ctu b re 25
L avalleja estableció el cam pam ento general en la F lorida de 1825).
y prom ovió la sublevación de todo el territorio. Convocó a E l C ongreso argentin o com unicó al gobierno del B ra­
los pueblos a enviar rep resentantes a la A sam blea General sil que reconocería de hecho la incorporación de la pro v in ­
que se instaló en' la villa de la Florida. cia O riental y que proveería a su defensa y seguridad. A nte
Allí se declaró al U ruguay, de hecho y de derecho, libre e esta m anifestación, el B rasil declaró la gu erra a las P ro ­
independiente del rey de P ortugal, del em perador del B ra­ vincias U nidas. (D iciem bre 10 de 1825).
sil y de cualquier otro poder del universo. D eclarada la guerra, el ejército de observación abandonó
Se resolvió, tam bién, la incorporación de la provincia el cam pam ento sobre el U ru g u ay y pasó a territo rio o rien ­
O riental a las P rovincias U nidas del Río de la P la ta (A gosto tal p ara en tra r en cam paña. (E n ero de 1826). (Véase pág. 401).
25 de 1825).'
D espués de este acontecim iento los orientales obtuvieron L ey de P residencia
dos triunfos sobre los brasileños, venciéndolos en el com bate R ivadavia - L ey de capitalización - L as H eras y R ivadavia
de Rincón de H aedo (S eptiem bre 24) y en la b atalla de Sa-
randí (O ctu b re 12). L a grave situación producida por la g u erra con el B ra­
L a noticia de estos triunfos produjo en Buenos Aires un sil, había hecho necesaria la creación de un gobierno de
g ran entusiasm o y el Gobierno tuvo que dejar su actitud carácter nacional para que fuera posi­
vacilante y aceptar la reincorporación de la provincia ble afro n tar la lucha con éxito.
O riental. E l C ongreso se apresuró a sancionar
L a gravedad del conflicto con el B rasil im puso al go­ una ley estableciendo las bases para
bierno arg en tin o la necesidad de prepararse, para el caso la designación del P oder E jecutivo N a­
cional con el títu lo de P resid en te de
de guerra, organizando fuerzas suficientes bien pertrechadas,
las P rovincias U nidas del R ío de la
y alistando buques de guerra, pues se carecía de escuadra.
P lata. (F ebrero 6 de 1826).
E l Brasil, en cambio, poseía una escuadra ap reciab le; pero
carecía de tropas. P a ra tenerlas eficientes contrató en A us­ P a ra ocupar tan alto cargo fué de­
tria 5000 soldados veteranos con sus jefes y oficiales. signado D. B ernardino R ivadavia, el
m ás encum brado de los personajes del
E l general L as H eras m andó organizar un ejército en la
partido unitario, y que había llegado R ivadavia
costa en trerrian a, sobre el río U ruguay, que se llam ó ejér­
de E uropa pocos m eses antes.
cito de observación, a cuyo frente se puso al general M artín Los federales no m iraron con buenos ojos esa designa­
R odríguez (A gosto de 1825). ción, y m ayorm ente los caudillos, que veían p elig rar sus
E l entusiasm o de los pueblos por la probabilidad de la gue­ situaciones.
rra, y la tendencia federalista dem ostrada por L as H eras, R ivadavia tom ó posesión del cargo en e l s a l ó n d e l a
fueron causas que influyeron para que las provincias en­ F o rtaleza ante las autoridades y altos em pleados, h a c i é n d o e
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en treg a del m ando el G obernador de la provincia de B ue­ Inm ediatam ente surgieron p ro testas afirm ándose, por al-
nos A ires y E ncargado del P oder E jecutivo, general Las gunos\ que el Congreso, siendo sólo constituyente, no podía
H eras. (F eb rero 8). sancionar la supresión de la provincia de Buenos A ires ni
Poco después de asum ir el m ando, presentó Rivadavia nom brar P oder E jecutivo Nacional.
al C ongreso un proyecto de ley, que fué sancionado, de­ L as H eras, quedado cesante, y disgustado de la m archa
signando la ciudad de Buenos Aires para Capital de la de los Acontecimientos políticos en que había intervenido,
Nación (M arzo 4 de 1826). se ausentó para Chile, y allí perm aneció h asta su m uerte
E l propósito de la ley de capitalización era, como lo in­ sin volvfer a pisar, .p o r un solo m om ento, el suelo de su
dicaba el M inistro A güero en el C ongreso: patria.
“de que la Capital sea el centro de donde salgan a todos los puntos de Con la sanción de la ley que suprim ía la provincia de
la periferia, todos los auxilios, todos, los recursos, todos los bienes y Buenos A ires, como estado autónom o, la lucha entre federa­
facilidades que deben prestarse, para que los pueblos prosperen y lleguen
a aquel engrandecimiento a que son llamados y que ha sido'el objeto de
les y unitarios se intensificó con carácter de intransigencia.
todos los*saerificios, y es hoy, el de sus justos deseos”. Se había puesto al frente de la oposición el coronel M a­
E l resto de la provincia de Buenos A ires quedaba for­ nuel D orrego, quien com batía rudam ente a R ivadavia desde
m ando una nueva provincia; pero, transitoriam ente, bajo la las colum nas de un periódico que fundó con ese propósito,
d e p e n d e n c ia del titulado “ El T rib u n o ”.
P o d e r E je c u tiv o M ientras la oposición le hostilizaba, y el estado de g u erra
Nacional. con el B rasil reclam aba gran p arte de su tiem po, R ivada­
.E l G o b e r n a d o r via atendía tam bién, asiduam ente, las necesidades de la ad­
Las H eras, al reci­ m inistración pública.
bir la notificación M andó establecer escuelas en la cam paña, de acuerdo con
de que el Gobierno su preocupación constante de com batir el analfabetism o.
de la Provincia de R eorganizó el departam ento de T opografía y E stadística, y
B uenos A ires debía le pertenece la ordenanza, para la ciudad de Buenos A ires,
cesar en sus funcio­ relativa al trazado de avenidas, cada cuatro cuadras, y la
nes, de acuerdo con referente a ochavar las esquinas.
la ley del 4,de M ar­ T om ó m uchas otras iniciativas y proyectó obras de im ­
zo , se m a n i e s t ú portancia que no le fué posible realizar.
disconform e, y re­ U na ley que, de aplicarse, habría tenido una g ran tra s ­
clam ó ante ei P re ­ cendencia, fué la ley agraria llam ada de enfiteusis. Con la
sidente y luego an­ aprobación de esta ley, R ivadavia se proponía prohibir la
te el C ongreso; pe­ apropiación individual de la tierra, así como la supresión
ro sin resultado. Quedó cesante en v irtud de un decreto de todos los im puestos, substituyendo éstos por una renta
del P. E. (M arzo 7 de 1826). única que se obtendría entregando la tierra, no en propie­
dad, sino en arriendo duran te un cierto tiem po. Cada diez
(1 ) La extensión territo rial que se le daba com prendía desde el Duerto de Las
Conchas, stguiendo la costa del R ío de la P lata, hasta el ouerto de la E nsenada. Por años, o período de m ás o m enos tiem po, se nom brarían co­
el oeste el lím ite seguía el curso del río de las Conchas h a sta el p uente de M árquez, misiones especiales de personas entendidas para que valo­
y, desde éste, una línea paralela al R ío de la P lata h asta dar con el de Santiago
(E n se n a d a). raran de nuevo la tierra con las m ejoras introducidas.
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L a poca aceptación que m ereció la ley agraria de enfiteusis, cauctillos la conveniencia de aprobar la C onstitución, infor-
y el m om ento poco propicio para im plantarla, fueron causas m aba\ al C ongreso del resultado de su m isión en Córdoba
suficientes para que no prosperara. L a gran extensión/de tie­ diciendo entre otras cosas.
rra sin dueño, o sea de pertenencia del E stado, ofrecía,/sin em­ . . . Luego, las autoridades de C órdoba resisten la C onstitución, no
bargo, una relativ a facilidad para aplicarla, facilidad que p o r la f^rm a de gobierno adoptada, no por las leyes de que, sin fun­
hoy no existe. dam ento) se quejan, sino p orque es C onstitución; y del m ism o m odo
re sistirá^ o tra cualquiera que im ponga un orden que sea necesario
U n itarism o y federalism o. resp e ta r; porque ellas no quieren o tro orden que el actual desorden
con que hacen gem ir a los ciudadanos m ás respetables y en que p re ­
Si entre los m iem bros que form aban el C ongreso de 1826, ten d en envolver a toda la N ación...”
“ E n ho n o r de la provincia de C órdoba, es mi obligación m anifestar
hubo quienes afirm aban que era de tendencia federal la al C ongreso las p articu lares consideraciones que me ha dispensado lo
m ayoría de la opinión, otros, en cambio, sostenían todo lo selecto del vecindario de aquella ciudad. E llos han venido a derram ar
contrario. en mi pecho la efusión de su respeto al cuerpo nacional, su g ratitu d por
los asiduos trab ajo s em pleados en beneficio de los pueblos, su conten­
E n una sesión del C ongreso decía el Dr. G orriti, dipu­ to y satisfacción p or la C onstitución.”
tado por Ju ju y , acerca de esa cuestión: “ E llos esperan que, a pesar de la resistencia que hoy experim enta
po r p arte de las autoridades, que sacrifican la causa pública a sus m i­
“ Pero, sobre todo, ¿cóm o podem os im aginar que h ay a en la m asa de ras privadas, algún día h a rá la prosperidad de esa desgraciada provin­
la población esa tendencia a la federación si no la conocen, si no saben cia. M e han asegurado contestes que éste es el sentim iento de la p ro ­
lo que es? E ste es el fenóm eno m ás ex trao rd in ario del universo: su­ vincia toda; m e han suplicado que así lo exponga al C ongreso y m e es
ponerse deseoso de una cosa de la que no se tiene la m en o r idea.” m uy g rato llenar este deber”. (!)
“T am poco presum o yo que los pueblos tienen ese conocim iento y dis­
cernim iento claro de lo que es la unidad, y p or eso yo no diré que es E sto mismo, m ás o m enos, acontecía en las o tras pro­
esto lo que quieren las m asas; lo que quieren es lo que haga su felici­ vincias.
dad, y, p o r lo m ism o, a las m asas les es indiferente conseguir estos Am bos partidos, el unitario y el federal, se proponían
bienes por un sistem a o p o r o tro. E s, pues, del re so rte del C ongreso
el ju zg ar esto y calcular las cosas”. (*) “vencer la anarquía y el caudillism o por medio de la cultura*
y de la civilización, haciendo sentir sobre las m asas popula­
E n o tra sesión del m ism o Congreso, "uno de los diputados, ■ res del país, la influencia de las instituciones ex tran jeras cu­
el señor P ortillo, al oir la m anifestación de un colega, de yos principios R ivadavia había conocido de cerca en E u ro ­
que los pueblos estaban por la federación, exclam aba: pa ; y D orrego, M oreno y otros, en los E stados U nidos”.
“Si algunos están por la federación son los g o bernadores que los ti­ “ E n lo que diferían era en los m edios que habían de em plearse para
ranizan. Si soltaran el b a stó n p or un poco de tiem po, m ien tras se p ro ­ alcanzar estos fines.”
nunciaban los pueblos en lo to can te a sus actuales gobernadores, ahí “R ivadavia creía que era indispensable constituir u na autoridad pode­
está el m odo de p robarse y av erig u ar la v erd ad : que suelten el bastó n rosa, la cual, p or estar colocada sobre todas las dem ás autoridades p ro ­
m ien tras dejan a lós pueblos expedirse librem ente. Y o quisiera que vi­ vinciales, pudiese im poner soluciones y suprim ir obstáculos en la o rg a­
nieran los señores D iputados p ara o b serv ar conm igo y v eríam os en to n ­ nización definitiva del país. D orrego, pensaba que lo m ism o podría con­
ces si querían federación, o si son los que dom inan a los pueblos los cillarse utilizando los elem entos prim itivos, p ara am oldarlos a la civi­
que la quieren. ¿C óm o no han de q uerer federación bajo el yugo en lización p or m edio de transacciones y sin violencias”. (2)
que están ?”
L a verdad es que la opinión ponderada de todo el país de­
E l diputado G orriti, uno de los varios com isionados que seaba y propiciaba el advenim iento de un gobierno nacional
fueron enviados al interior para explicar y aconsejar a los
(1) D e la obra “ R ivadavia” por A. Lam as.
(1) Sesión del 4 de O ctubre de 1826. i2) Luis V . V arela. — H is t. C onstitucional de la R. A rgentina.

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de cualquier tend en cia; pero que asegurara el im perio de la. cuar la consulta por interm edio de sus Ju n tas o A sam bleas
ley, de la paz y del trabajo. representativas. Él resultado fué el s ig u ie n te :
E l ilustre R ivadavia, el gran estadista, se equivocó, quizá, Provincias pronunciadas por la federación: E n tre Ríos,
al creer que era posible, entonces, som eter a los caudillos y S anta Fe, Córdoba, M endoza, San Ju an y Santiago del
a las m asas incultas que seguían inconscientem ente a aqué­ E stero.
llos ; pero no lo estaban m enos los que creían que cqn el fe­ P o r la unidad de régim en: T ucum án, Salta, Ju ju y y Rioja.
deralism o de los m andones, adueñados de. las provincias, era P o r lo que resolviese el C ongreso: C orrientes,.C atam arca,
posible p ro c u rar a éstas los m ism os bienes, desde qué, en su San Luis, M ontevideo y T ari ja.
m ayoría, no contaban ni con los elem entos intelectuales sufi­ No em itieron voto: Buenos A ires y Misiones.
cientes para o rganizar gobiernos capaces, ni con los m edios H ubo, pues, m ayoría por el régim en unitario, desde que
económicos p ara sostenerlos. (1)1 once provincias estuvieron por la unidad, o no m anifestaron
E stas eran las razones de más peso que daban los que con­ opinión contraria, y sólo seis se m anifestaron francam ente
sideraban im practicable el régim en federal. por la federación.
E n uno de los debates del Congreso, al querer dem ostrar el L as dos cuestiones m ás escabrosas que, en su discusión
diputado Galisteo que las provincias estaban preparadas para por el Congreso, podían ser m otivo de serias desavenencias,
la federación, le contestó el general L ucio M ansilla: eran las que se referían a la form a de gobierno y a la de­
signación de los gobernadores.
“Se dice que las provincias están preparadas p ara la federación! Se
quiere crear en ellas autoridades propias; y desafío al señor diputado A este respecto la C onstitución aprobada estab lecía:
a que me diga si en S anta Fe hay siquiera un letrado p ara com poner A rt. 7. — L a N ación A rg en tin a a d o p ta p a ra su g o b ier­
el P o d er J u d i c i a l ...” G alisteo. — “N o 4 o tiene". — “No lo tiene, p ro ­ no la fo rm a re p re se n ta tiv a , rep u b lica n a , co n so lid a d a en
siguió M ansilla, ni lo tiene E n tre R íos donde tan sólo un fraile fra n ­
ciscano hacía de letrad o ; ni lo tiene M isiones; ni C orrientes, que no u n id a d d e régim en .
tiene m ás que al doctor Cossio. ¡C erca de 150.000 habitantes, señor, Respecto del nom bram iento de los G o b ernadores:
donde no hay un solo letrado p ara com poner uno de los poderes p ú ­
blicos! Y lo que sucedería con el P o d er Judicial sucedería con el L e­
A rt. 130. — En cada P ro vin cia h a b rá un G o b ern a d o r
gislativo, el cual no se h a podido im p lan tar h asta ah o ra sino en tres o qu e la rija , b a jo la in m e d ia ta d ep e n d e n c ia d e l P re si­
cuatro provincias, que son precisam ente las que se han pronunciado d en te d e la R epú blica.
p o r el régim en de la u n id ad ”. (2)
A rt. 132. — E l P resid en te n o m b ra a los G o b ern a d o res
Constitución de 1826: los consejos de administración. d e las P ro vin cia s a p ro p u esta s d e tern a s de los C o n sejo s
O posición federal de A d m in istra c ió n . (x)
L a com isión designada por el C ongreso para estudiar y Según la com isión del C ongreso designada para estu d iar
p re sen tar el proyecto de constitución, se encontró ante di­ el proyecto de constitución, el artículo referente a la elec­
ficultades difíciles de superar, a pesar de encontrarse en ción de G obernador, establecía que la designación de éste
g ran m ayoría los m iem bros del C ongreso inclinados a la sería hecha por el P residen te con aprobación del S en ad o ;
unidad de régim en. pero el m ism o R ivadavia influyó para que el citado a rtíc u ­
lo se m odificara en el sentido de que los pueblos in tervinie­
L as provincias habían sido consultadas respecto de la for­
ran en la designación de los gobernadores. El P residente
m a de gobierno que creían m ás conveniente, y debían eva­
(1) E l Consejo de A dm inistración era un cuerpo político com puesto de 7 a 15
(1 ) V éase en la p ág in a 466 los d ato s del censo p ra c tic ad o en 1869. Dé ellos puede m iem bros elegidos por el pueblo, según la población de cada provincia, análogo a
in ferirse cual sería la situ ació n del paísí en 1826, o sea casi m edio siglo antes. las aciuales legislaturas.
(2 ) A dolfo Saldías. — H ist. de la C onfederación A rg en tin a.
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nom braría a éstos eligiéndolos de una tern a que designarían El general L as H eras siendo gobernador de la provincia
los consejos de adm inistración. de Buenos A ires había m andado organizar un ejército de
R esulta, pues, que el P residente no elegía por su propia 8.000 hom bres en la costa entrerriana, sobre el río LTruguay,
voluntad, com o lo exige ei régim en unitario, sino designando que se llamó
uno de los tres candidatos elegidos, aunque indirectam ente, ejército de ob­
p or los pueblos. servación, a
“E l M ensajero”, periódico que sostenía la política del Go­ c u y o frente
bierno, al co m en tar esta m odificación del art. 132 decía: estaba el ge­
“Estos Consejos, compuestos de ciudadanos que el pueblo elige di­ neral M artín
rectamente en cada provincia y que entienden en todo lo relativo a Rodríguez
la administración interior de cada una de ellas, nombra tres indivi­ (A g o s to de
duos para el destino de Gobernador, y al Presidente no le queda
otra facultad más que la de elegir uno de ellos. Nos parece poder 1825).
asegurar que los pueblos no han concebido la idea de una liberalidad E n E n ero
igual en esta m ateria; y que si es cierto que la elección de sus go­
bernadores ha sido siempre uno de sus principales motivos de queja de 1826 dicho
y desavenencias, hoy no les queda ni un pretexto remoto en que fun­ ejército aban­
darlas”. donó su cam­
■ G ran p arte de las disposiciones de la C onstitución de 1826, p am ento y pa­
salvo algunas modificaciones, fueron reproducidas en la de só a territo rio
1853 que, con algunas m odificaciones, nos rige actualm ente. oriental.
L a disposición del artículo 132 im plicaba la desaparición E l general
de los caudillos, tan apegados al poder com o pocos am igos A lvear, nom ­
de aju starse a ley alguna. No era posible, pues, que B us­ brado M inis­
tos, Ib arra, López, Q uiroga y otros caudillos m ás, aceptaran tro de G uerra
esa C onstitución. por el P resi­
A la oposición de los caudillos del litoral y del in terio r se dente R ivada­
unió la propaganda de algunos porteños, encabezados por el via, su b stitu ­
coronel D. M anuel D orrego, quienes em prendieron contra C am paña te rre s tre . yó a Rodrí-
R ivadavia y el partido unitario una cam paña tenaz y vehe­ g u e z en el
m ente desde las colum nas de los periódicos. m ando en jefe del ejército, y estableció el cuartel general,
L a C onstitución fué dictada, por fin, el 24 de Diciem bre definitivam ente, en las m árgenes del A rroyo G rande, afluen­
de 1826. te del Río N egro. •*
Al finalizar el año 1826, del 25 al 28 de D iciem bre, em­
Guerra con el Brasil.
prendieron la m archa las tres divisiones del ejército después
Campaña terrestre - Ituzaingó.
de ser revistadas y proclam adas.
L a gravedad del conflicto con el Brasil im puso al gobierno E l prim er cuerpo qUe co n stitu ía la vanguardia, estaba
argentino, desde un principio, la necesidad de prepararse al m ando de L av alleja; el segundo era m andado personal­
p ara el caso de guerra. m ente por A lvear, y el tercero estaba a las órdenes del g e­
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neral Soler. L os brasileños tenían como general en jefe al
M ientras tanto se tram itab a la paz con el Brasil, se pro­
m arqués de B arbacena.
ducía la renuncia de Rivadavia, a la que siguió el in terinato
A lvear se apoderó de Bagé, San Gabriel y S anta Tecla del Dr. D. V icente López, y la designación de D orrego como
y sus fuerzas triunfaron en varios e n c u e n tro s: el entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires y encargado,
coronel L avalle venció en Vacacay, y M ansilla en O m bú adem ás, de lo relativo a la g u erra y a las relaciones ex­
(13 y 16 de F eb rero de 1827). teriores.
A lvear, m ien tras tanto, buscaba un terreno llano a propó­ Campañas navales.
sito para que pudiera m aniobrar, la caballería y, para conse­
guirlo, ejecutó varias m archas estratégicas, dejando aban­ Inm ediatam ente de declarada la guerra, la escuadra brasile­
donados deliberadam ente algunos equipajes con el propósi­ ñ a estableció el bloqueo del puerto de Buenos A ires, y una
to de hacer creer al jefe brasileño que huía por el tem or de escuadrilla se introdujo en el U ru g u ay para im pedir que se
ser 'vencido. pasaran tropas y m ateriales de g u erra de la costa en trerria-
Como lo supuso A lvear, los brasileños em prendieron su na a la oriental.
persecución du ran te varios días: Llegado que hubo a los lla­ L a A rgentina no poseía una escuadra suficientem ente po­
nos de Itu zain g ó m andó form ar el ejército, unos 7.000 hom ­ derosa para hacer frente a la brasileña, que se com ponía de
bres, en línea de batalla y se dispuso a la lucha. Los brasile­ unos 80 buques de alto bordo fuertem ente arm ados. F ue
ños eran 9.000. necesario, pues,
o rganizar u n a ,
L a batalla duró unas seis horas al cabo de las cuales el que estuviera en
ejército enem igo em prendió la retirada con pérdida de 1.200 condiciones d e
hom bre, cañones, banderas y todos sus bagajes, (F ebrero oponerla a 1 a
20 de 1827). E l ejército argentino-oriental tuvo unas 500 ba­ enem iga.
jas, entre las cuales cabe m encionar la de los coroneles B rand- Se adquirieron
zen y Besares, que m urieron gloriosam ente al frente de sus algunos buques
tropas. y s e arm aron
E l general A lvear, con el propósito de com pletar el resu l­ con to d a rapidez,
tado favorable de la guerra, m archó hacia Río G rande para dándose el m an ­
ocupar la provincia de este n o m b re ; pero le faltaban p e rtre ­ do al ya célebre
chos de guerra, m ás soldados, y las caballadas necesarias alm irante Brown.
p ara reponer las que habían sucum bido y las que se encon­ A pesar d e
trab an inutilizadas, que eran m uchísim as. Como no consi­ C om bates navales que la escuadra
guiera nada de lo pedido, dadas las dificultades en que se arg en tin a fu e
encontraba el Gobierno (de R ivadavia y de D orrego), y co­ siem pre inferior a la brasileña, triunfó o resistió con honor
mo, adem ás, la perm anencia del ejército en territo rrio brasile­ en todos los com bates navales. El prim ero de ellos se libró
ño se hacía im posible, resolvió llevar las fuerzas a la villa de frente a P u n ta L ara (F ebrero de 1826) del que resultaron
Meló, en el cerro L argo, para establecer sus cam pam entos o algunos m uertos y heridos.
cuarteles de invierno. Allí el ejército perm aneció inactivo Después, los encuentros fueron frecuentes, algunas veces
sin im portancia; pero en todos ellos dem ostró B row n una
h asta finalizar el año. (1827).
gran audacia y pericia.
A tres de los barcos rendidos en la acción de P atagones
x E l 11 de junio de 1826, estando anclados 11 buques argen­ se les cam bió el nom bre que llevaban y se bautizaron co
tinos frente a B uenos A ires, en un lu g ar de aguas hondas lla­ los de las tres acciones m ás notables de la g u e r ra : Ituzaíngó,
m ado L os Pozos, se vieron atacados de im proviso por 31 Juncal y P atagones.
buques enemigos, los cuales, después de un cañoneo de una E n estas cam pañas navales se distinguieron E spora, Ro­
hora, fueron rechazados y se retiraro n sin causar daño. sales, Jorge, T horne y otros.
E l 30 de julio se trabó otro com bate, tam bién en Los P o ­
zos, que duró cerca de 8 horas, tom ando p arte en él 23 b u ­ N egociaciones de paz con el B rasil
ques brasileños. R esultaron averiados varios buques enem i­ R enuncia de R ivadavia
gos, que se los llevaron a rem olque.
L a oposición de las provincias al gobierno nacional se
B row n perdió la 25 de Mayo, que había sido atacada y
acentuó después de dictada la C onstitución de 1826, que sólo
destrozada por cuatro buques enemigos. R esultaron cerca
de 40 bajas en tre m uertos y heridos. fué aceptada por algunas.
L os brasileños, con el propósito de im pedir la entrada de E l ejército que operaba en el B rasil necesitaba m ás sol­
los buques argentinos al río U ruguay, y de dejar, así, aislado dados; pero los caudillos no se preocupaban de m andarlos
al ejército arg en tino que operaba en el B rasil, m andaron en núm ero suficiente puesto que los necesitaban para m an­
una escuadra a situarse en la desem bocadura de aquel río. tenerse en el poder y para sostener sus luchas civiles.
B row n fortificó la isla de M artín García, y luego llevó A lvear, con los- refuerzos necesarios habría podido in ter­
un ataque a la escuadra enem iga, frente a la isla del Juncal, narse en el territo rio de Río G rande con la casi seguridad
consiguiendo ren d ir quince buques y tom ar prisionero al del éxito, y el resultado de la g u erra habría sido otro.
com andante Sena P ereira, (F ebrero 9 de 1827). L a situación, en tales m om entos, era tan com plicada y
E sta victoria se festejó en Buenos A ires con g ra n entu­ grave que R ivadavia se vió obligado a tram itar la paz con
siasmo. Se adornaron las calles levantando arcos triunfales el B rasil, y para ello, designó a don M anuel José García, en­
y hubo m úsicas, repiques y diversiones populares. viado extraordinario, con autorización para aju star un conve­
E l C ongreso votó, por esa hazaña, un escudo de honor nio prelim inar de paz que fuera honroso para las dos partes.
p ara los m arinos con esta in scrip ció n :
García negoció (24 de M ayo de 1827) una convención que
"G L O R IA establecía en tre otras cosas:
A L O S V E N C E D O R E S E N LAS AGUAS D E L U k U G U A Y Que la República Argentina renunciaba a todos los derechos que po­
E L 9 D E F E B R E R O D E 1827” . dría pretender sobre la provincia Oriental.
H ubo otros m uchos com bates, tan to en las aguas del Que la provincia Oriental se gobernaría con autoridades propias; pero
presididas por el Emperador del Brasil. (H abría resultado algo así como
P la ta como en el A tlántico, pues B row n había llevado a un protectorado).
cabo operaciones navales h asta el m ism o Río de Janeiro,
consiguiendo ap resar algunos buques y conducirlos a Bue­ A los pocos días de haber llegado García a Buenos A ires
nos Aires. ■ (Junio) se divulgaron las cláusulas de la convención preli­
F ren te a O uilm es obtuvo B row n otra victoria sobre la m inar de paz, y ello produjo una g ran sorpresa dando origen
escuadra brasileña, haciendo volar, de ésta, uno de sus bu­ a m anifestaciones de desagrado, pues se juzgaba que el ci­
ques con 120 hom bres. (F eb rero 24 de 1827). tado convenio im portaba una verdadera ignom inia.
E n el pu erto de P atag o n es — desem bocadura del río N e­ Los hom bres de todos los p artidos se indignaron, y la
gro— u n a escuadra brasileña sufrió un desastre completo. excitación popular fué enorm e.
Se tom aron varios buques enem igos y otros fueron averiados.
-4 0 6 —

R ivadavia repudió inm ediatam ente la convención, y díó


un decreto desaprobándola (Junio 25). El C ongreso se ad­
hirió a la repulsa del P. E.
No o bstante la actitu d de R ivadavia, la opinión pública,
en general, le hacía responsable de la gravedad de la situa­
ción tan to ex terna como interna. E sto determ inó su propó­
sito de abandonar el poder.
H ab ría podido sostenerse en é l ; pero, dándose cuenta de
que la lucha sería estéril, y que se resolvería en perjuicios
para el país, cuyos sagrados intereses anteponía a toda am ­
bición personal o de partido, resolvió retirarse del gobierno.
P resen tó su renuncia ante el C ongreso el 27 de junio de
1827. Decía en ella:
“Q uizá hoy no se hará justicia a la nobleza y sinceridad de m is sen­
tim iento, m as yo cuento con que, al m enos, m e la h ará algún día la
posteridad, me la h ará la histo ria.”
E n su m ensaje de despedida decía R ivadavia:
“A rg en tin o s: no em ponzoñéis mi vida, haciéndom e la injusticia de
suponerm e arred rad o p o r los peligros o desanim ado p o r los obs­
táculos. Y o hubiera a rro strad o sereno aún m ayores inconvenientes
si hubiera visto, por térm in o de esta abnegación, la seguridad y la
v en tu ra de m i patria. C onsagradle en teram en te v u estro s esfuerzos.
A hogad, an te sus aras, la voz de los intereses locales, de la d iferen­
cia de partidos, y, sobre todo, la de los afectos y odios personales,
tan opuestos al bien de los E stad o s, com o a la consolidación de la
m oral pública.”
Se m archó a E uropa, dolorido y decepcionado, de donde
regresó en 1834 para vindicarse de acusaciones injustas.
“N adie ha hecho m ás que él en favor de la civilización y de la le­
galidad, en estos países; nadie ha am ado con m ás desinterés, m ás
lisonja, m ás de veras al pueblo; nadie ha resp etad o m ás que él la
dignidad de sus com patriotas. T u v o la conciencia de n u estras nece­
sidades, y se desveló por satisfacerlas. T ra jo a su rededor todas las
inteligencias, diólas im pulso y las abrió un te atro útil y b rillante de
acción buscando en el ex tran je ro las especiales de que carecíam os.
C om pensó los servicios y las v irtu d es; p rotegió las arte s; acató las
ciencias y confió m ás en el poder de la razó n que en el de la fuerza
m aterial. Su m érito será positivo com o su gloria será etern a.” 1
(1 ) D r. J u a n M. G u tié rre i.
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RIVADAVIA Ley de 3 de Julio de 1827 - El Dr. Vicente López,


es designado presidente provisorio
E l m ás g ran d e hom bre civil de la tie rra de los arg en tin o s.
(B . M itre) Al ser aceptada por el C ongreso General C o n stitu y en te la
D on B ernardino R ivadavia era un hom bre dotado de las cualida­ renuncia de R ivadavia, éste accedió a ejercer el m ando
des requeridas para presidir un país de hom bres libres. E sta d ista de
vistas profundas; pero con m ás co razó n que cabeza p a ra con­ h asta que fuera designada la persona que debía subrogarlo.
fiar, com o confiaba, en que los dem ás p articip arían de sus principios El citado C ongreso dictó la ley del 3 de Julio de 1827
liberales y progresistas, y seguirían con la fe del patrio tism o la serie disponiendo la designación de un presidente de la R epú­
de sus tra b ajo s; alm a virtu o sa a la cual sólo ag itaro n las palpitacio­
nes de la p atria por el eco de los intereses m ás caros; del desorden blica con la calidad de provisorio, h asta ..la reunión de la
que se debía contener; de la reform a que se debía atac ar; de los C onvención Nacional, que sería convocada oportunam ente.
beneficios de la paz y de la lib ertad a que ya tenía derecho el país E l día 5 de Julio fué designado para desem peñar ese car­
que los había sem brado en toda tie rra de A m érica donde clavó sus
b anderas victo riosas: inco rru p tib le y severo en todos los actos de
go el D r. V icente López quien, du ran te su interinato, tom ó,
su vida; orgulloso de la au toridad que investía, por la au toridad m is­ entre otras, las siguientes reso lu cio n es:
m a a la que quería ro d e a r de p restigio g ran d io so ; fu erte co n tra ese Convocó a elecciones para representantes a la Legislatura de Buenos
seductor inconstante que se llam a el fervor popular, acaso porque A ires (Julio 7).
confiaba en el favor m ás elevado que le aco rd aría la posteridad, Relevó al general A lvear del mando del ejército de operaciones con­
R ivadavia conságró sus afanes a d o tar a su país de instituciones li­ tra el Brasil y nombrando en su reemplazo al general D. J m n Antonio
bres, introduciendo y generalizando los m edios p ara practicarlas; Lavalleja.
dem oliendo los obstáculos que contra ellos levantaba el coloniaje; N ombró a D. Juan Manuel de Rozas Comandante general de milicias
llevando la luz de la refo rm a al corazón de la sociedad; dirigiendo de caballería existentes en la proznneia de Buenos Aires.
todos los reso rtes de la adm inistración al objetivo que se había tr a ­ L a designación de Rozas tuvo gran trascendencia puesto
zado; y estim ulando a los órg an o s legítim os del pueblo para que que las m ilicias puestas bajo su m ando eran las únicas de
hiciesen suya esta verdad era revolución en las ideas, en las costu m ­
bres y en las cosas. P ersu ad id o sinceram ente de la conveniencia de que se podía disponer en esos m om entos, y, tam bién, por­
cim entar una nueva evolución orgánica sobre bases d istintas de las que con ellas pudo actuar al poco tiem po, de m anera des­
que determ inaba el T ra ta d o del P ilar, solicitó y obtuvo de las P r o ­ collante.
vincias que se defiriese la reunión del C ongreso A rg en tin o , retira n d o
al efecto los diputados de B uenos A ires que se h allaban en C órdoba. Elección de D orrego - G uerra con el B rasil: Convención
Su pensam iento y su acción se in cru staro n , p or decirlo así, en prelim inar de paz
las relaciones de gobierno. P o r la p rim era vez en B uenos A ires y
en la R epública em pezó a desenvolverse el régim en rep resen tativ o C onstituida la C ám ara de R ep resentantes de la P ro v in ­
bajo form as regulares y orgánicas. P o r su iniciativa se dobló el n ú ­ cia de Buenos Aires, fué electo G obernador y C apitán Ge­
m ero de rep resen tan tes del pueblo y se estableció que serían ele­ neral el coronel M anuel D orrego a quien el P resid en te
gidos directam ente por sufragio universal. E l P o d er E jecutivo d e­
claró innecesarias las facultades ex trao rd in arias que se confiaba a
provisorio D r. V icente López, dió posesión del m ando en
los anteriores gobiernos revolucionarios, y se sometió en todos sus actos el salón de actos de la F o rtaleza (A gosto 13 de 1827). Con
al contralor del Poder legislativo, el cual reasumió las atribuciones inhe­ esto, el C ongreso General C onstituyente quedó disuelto,
rentes a la soberanía de la Provincia, que investía. Se organizó el Poder desapareció el gobierno presidencial y todo lo que había
Judicial independiente, dentro de la órbita de las responsabilidades expre­ cam biado con la capitalización de la ciudad de Buenos A ires
sas de los magistrados superiores e inferiores. E l Poder Ejecutivo se im­
puso la obligación de dar cuenta anualmente del estado de la A dm inistra­ y la supresión de la provincia, volviendo al estado en que
ción y de las rentas invertidas con arreglo a las leyes de presupuesto y se encontraba antes de la presidencia de R ivadavia, pues
de impuestos, las cuales debía votar el Poder Legislativo. Quedó estable­ se renovaron todas sus autoridades.
cida la más amplía publicidad de los actos gubernativos, de form a que Y a designado el coronel D orrego gobernador de la p ro­
el -pueblo los conociese y juzgase diariam ente1.
vincia de Buenos A ires, la Ju n ta de R epresentantes sancio­
(1 ) A dolfo Saldías1: H is t, de la C onfederación A rg en tin a, t. I, pág. 110.
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nó una ley por la cual, él mismo, quedaba encargado de Convención N acional de S anta Fe - L a paz con el B rasil
todo lo concerniente a la g u erra nacional y a las rela­ Independencia de la B anda O riental
ciones exteriores (A gosto 27).
D orrego, desde que asum ió el gobierno, buscó la recon­
D orrego, una vez en el gobierno, estrechó aún m ás sus ciliación de las provincias celebrando pactos con las de Cór­
relaciones con los caudillos federales consiguiendo algunos doba, S anta Fe y otras, invitándolas a tom ar p arte en la
contingentes de tropas para proseguir la g u erra con el •Convención N acional'que se reuniría en la ciudad de S anta
Brasil. Fe de acuerdo con la ley de 3 de julio de 1827, y que debía
E n tre o tras m edidas im portantes de su gobierno cabe ocuparse de la designación de P residente de la República.
citar la supresión de las levas, que consistían en prender a
los hom bres en las calles de los poblados y en la cam paña, L a Convención tardaba en in augurar sus sesiones, y B o­
llevándolos a los cuarteles para transform arlos en soldados. rrego urgía para que lo 'h iciera en breve tiem po, con el fin
de ratificar el trata d o de paz con el Brasil.
P ero lo que m ás preocupaba a D orre-
go era alcanzar la tranquilidad en la P o r fin, el 26 de septiem bre de 1828 quedó aprobado el
Capital, la paz in terior y la paz con tratad o de paz. L a cláusula m ás im portante del trata d o era
el B rasil. E ste país no se encontraba la que estipulaba la independencia absoluta de la Banda
en m ejores condiciones que la R epú­ O riental.
blica A rg en tin a para continuar la L a opinión pública, aunque descontenta por la renuncia
guerra, pues tan to por tie rra como de los derechos argentinos a la provincia que había m oti­
por m ar, sus fuerzas habían sufrido vado la guerra, celebró con fiestas el acontecim iento.
serios reveses. A dem ás, de todo el te­ La Convención no pudo dedicarse a otros trabajos, pues
rrito rio oriental no quedaba a los los diputados por Córdoba, que respondían al gobernador
brasileños sino las ciudades de M on­ ju a n B autista Bustos, pretendían trasladar la sede de la
tevideo y la Colonia. Convención a aquella c iu d a d ,p a ra facilitar los propósitos
L avalleja había reem plazado a Al- que aquél abrigaba de suceder a D orrego con m iras a la
vear en el m ando del ejército acam ­ fu tu ra presidencia. E sto dió lu g ar a que la Convención te r­
pado en el cerro L argo, y continuó la cam paña; pero m inara disolviéndose dejando defraudada las esperanzas que
sin que se pro d u jeran encuentros de im portancia. el país cifraba en ella.
E ra, pues, de m utua conveniencia la celebración de la
paz, y tu v o una intervención destacada para facilitarla, el Revolución un itaria del l 9 de Diciem bre
m inistro de la Gran B retaña, residente en Río de Janeiro, Fusilam iento de D orrego - Sus consecuencias
quien, interesado m ayorm ente por la defensa de los intere­
El partido unitario, vencido y desalojado del poder por
ses del com ercio inglés, que sufría las consecuencias del es­
los federales, se propuso recuperarlo derribando a D orrego.
tado de guerra, hizo pesar su influencia ante el E m perador
del B rasil para que éste insinuara un avenim iento. Los propósitos que abrigaban los unitarios no constituían
D orrego, con el propósito de ap resu rar las negociaciones un secreto para nadie, y los federales sospechaban que el
de paz, envió al Janeiro a los generales T om ás Guido y ejército que debía regresar de Brasil, estaría com prom etido
Juan R am ón Balcarce. Allí, el 27 de A gosto de 1828, se fir­ en el m ovim iento con varios jefes superiores, entre ellos los
generales Lavalle y P az, quienes habían tom ado sobre sí la
mó una convención prelim inar de paz que fué ratificada por
tarea de actuar, cada uno, en una región determ inada del
la Convención N acional de S anta Fe.
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D orrego, sin elem entos suficientes con que poder resistir,


p a ís : el prim ero debía operar en el lito ra l; y el segundo, en abandonó el F u e rte por la p u erta del fondo — llam ada del
el interior, para lim piar de caudillos la República, según Socorro — que daba sobre la playa, m ontó a caballo y huyó
decían. hacia el sur en busca de D. Ju an M anuel de Rozas con cuya
L a división que desem barcó prim ero (26 a 29 de N oviem ­ ayuda pudo organizar, en C añuelas, un ejército de unos 2000
bre) fué la que había m andado el general L a v a lle ; pero hom bres, reunidos rápidam ente, y, con ellos, em prendieron
este jefe se encontraba ya en Buenos A ires desde varios la m archa hacia S anta Fe, buscando el apoyo del caudi­
m eses atrás, pues se había retirado del ejército de operacio­ llo López.
nes a consecuencia de una herida de bala que había recibido El jefe de la revolución, general Lavalle, declaró caducas
las autoridades, y convocó al pueblo a una reunión p aja re­
solver lo que reclam aran las circunstancias. E sta asám blea
popular, a la que concurrieron solam ente los u nitarios, se
realizó en la capilla de San R oque, adyacente a la iglesia de
San F rancisco, y re ­
sultó designado go­
bernador provisorio y
capitán g e n e r a l de
Buenos A ires el gene­
ral Lavalle.
L avalle, an te el pe­
ligro que im portaba la
actitu d de resistencia
de D orrego y Rozas,
delegó el m ando en el
alm irante B row n (x)
y salió inm ediatam en­
te en busca de aquéllos p ara lib rar b atalla (D iciem bre 6).
P a rte p o sterio r del F u e rte . Se ve la p u e rta , llam ada del S ocorro, que
daba sobre la playa, d en tro del recin to am u rallad o , p or donde huyó D orrego D orrego y R ozas fueron alcanzados por L avalle y derro­
en la m ad ru g ad a del I o de D iciem bre tados com pletam ente cerca del pueblo de N av arro (D iciem ­
bre 9).
en el com bate de Y erbal (M ayo de 1828). D u ran te su per­
Los vencidos, al frente de m uy pocas fuerzas, huyeron h a­
m anencia en Buenos A ires pudo Lavalle darse cuenta de la
cia el norte en busca del coronel A ngel Pacheco, am igo ín­
situación política y p rep arar el golpe prem editado.
E l m ovim iento tem ido estalló en la m adrugada del día tim o de D orrego. Rozas, desconfiado, se separó de D orrego
I o de Diciem bre (1828). El gobernador D orrego había sido y se trasladó a S anta F e donde m andaba el caudillo López.
p re v en id o ; pero, dem asiado confiado, no pudo evitar que el (1 ) D e 4 de D iciem bre de 1828 a 4 de M arzo de 1829, sucediéndole, tam bién
general Lavalle ocupara la plaza de la V ictoria con parte de com o delegado, el g eneral D . M a rtín R odríguez h a sta el 26 de Ju n io , en cuya fecha
las tropas de la que había sido su división. (x) reasum ió el m ando el general Lavalle.
(1) E l gen eral Paz no se en co n trab a aún en B uenos A ires.
27
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D orrego, en cambio, prefirió dirigirse a A reco donde creía
estuviese el citado coronel Pacheco. E n el trayecto encon­ bían hacer frente á las fuerzas (m ontoneras e indiadas) m an­
tró al regim iento de húsares que m andaba elcom andante dadas organizar por R ozas en la provincia de Buenos Aires.
E scrib an o ; pero éste, no obstante ser su am igo, se negó a E l general P az (J), por su parte, debía operar en el in terio r
reconocerle en su carácter de autoridad legal. ocupando la ciudad de Córdoba como base de sus operaciones.
E l com andante E scribano, que y a conocía lo acontecido L avalle y P az se encontraron, con sus fuerzas respectivas,
en N avarro, detuvo a D orrego como prisionero, pasándolo, en un paraje llam ado Los Desmochados, del territo rio de
luego, al cam pam ento de Lavalle, en N avarro. L avalle le hizo S anta Fe, y celebraron una conferencia sobre la m archa de
com unicar que iba a ser fusilado, dándole dos horas de tiem ­ los acontecim ientos. (A bril 3 de 1829).
po para que to m ara sus últim as disposiciones. (D iciem bre 13). Allí, Lavalle tuvo conocim iento de la noticia, que P az
E l fusilam iento de D orrego, gobernador legal de la pro­ había m antenido secreta, de la d erro ta com pleta del coronel
vincia de Buenos A ires, fué un gravísim o error, del cual el R auch y de su m uerte (M arzo 28). Casi al m ism o tiem po
m ism o L avalle se arrepintió m ás tarde. la división que m andaba el coronel E sto m b a quedó deshecha
Cuando se conoció la noticia de la tragedia, el asom bro fué debido a un repentino ataque de dem encia que sufrió dicho
general en todo el país. L as pro­ jefe, quien m urió
vincias, exceptuando T ucum án y dos m eses después.
Salta, p ro testaro n por interm edio E sto s dos graves
de sus legislaturas y gobernadores, sucesos fueron cau­
y se p repararon para la guerra. Si­ sa del trasto rn o de
guió, así, a todo esto, una época de los planes de gue­
luchas civiles que retardó, de nue­ rra de L avalle y
vo, la organización nacional. Paz. E sto s se sepa­
R ozas, al in terv enir en estos su­ raro n el m ism o día
cesos, adquirió aún m ayor presti­ de la conferencia en
gio del que ya tenía, principalm ente L os D esm ochados,
en tre el gauchaje y las indiadas de dirigiéndose P az al
la provincia de B uenos Aires. E s interior, quedando
ju sto decir que, tam bién, entre la clase culta, contaba con m u­ librado a su solo
chísim os partid ario s y sim patizantes. D e no haber sido esfuerzo, sin espe­
derrocado el gobernador legal D orrego, ya en arm onía con los ranzas de r e c i b i r
caudillos, y con la g u erra exterior concluida, habría sido auxilios de Buenos A ires; y Lavalle retrocedió preocupado
evitada, m uy probablem ente, la subida de R ozas al poder. por la situación en que podía llegar a encontrarse, dada la
im portancia que asum ía la form ación de m ontoneras prom o­
Campaña del general Lavalle
(D esp u és del com bate de N a v arro )
vidas por R ozas en toda la cam paña de la provincia de B ue­
nos Aires.
L avalle y P az eran los jefes m ilitares de la revolución uni­ Lavalle, en su m archa de retroceso, era perseguido por las
taria del I o de D iciem bre, y para llevarla a su fin, se habían fuerzas que m andaban López y R ozas, h asta que en las cer-
asignado, cada uno, un campo de acción determ inado. L ava­
(1) E l g e n eral Paz, al mesf ju sto de la revolución del I o de D iciem bre, había lle­
lle debía actu ar en el litoral contando para ello con dos jefes gado a B uenos A ires, de regreso del B rasil, con la segunda división del e jército
adictos a su causa, los coroneles R auch y E stom ba, que de­ (E n e ro I o de 1829). O cupó inm ediatam ente el cargo de M inistro de G u erra h a sta
m ediados del m es de M arzo. Con fuerzas v e te ra n as suficientes m archó a l in te rio r
p a ra proceder de acuerdo con L avalle, a la lucha c o n tra los caudillos.
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— 416 —
Campaña del general Paz.
canias del p u en te de M árquez (sobre el río de las Conchas)
San Roque. La Tablada. Oncativo.
se produjo el encuentro, que term inó con la d errota de La-
valle (A bril 26 de 1829). (x) M ientras el general L avalle se encontraba con su ejército
L ópez, al ten er conocim iento del triunfo de P az sobre B us­ cerca de la provincia de S anta F e, el general P az, desde
tos, y tem iendo que invadiera su provincia, se separó de R o­ Buenos A ires, m archó a San N icolás donde se reunió con
zas y regresó con sus tropas a S anta Fe, dejando a su aliado aquél, que se prep arab a para
el m ando de las fuerzas. El general Lavalle, después de la llevar la g u erra al caudillo L ó ­
derrota, se acercó a B uenos A ires situándose en un paraje pez.
a poco m ás de tre s leguas al suroeste de la ciudad, llam ado D espués de este encuentro
L os Tapiales. se separaron conviniendo en
en trev istarse de nuevo el día
Convenciones de Cañuelas y de Barracas. 3 de A bril en los Desm ocha­
Provisoriato del general Viamonte. dos p ara convenir su actu a­
ción respectiva. A sí lo hicie­
E l gobernador provisorio de Buenos A ires, general L ava­
ron, separándose luego en sen­
lle, dándose cuenta de la difícil situación en que se encon­
tido opuesto.
trab a, se inclinó a buscar un arreglo con Rozas y, con tal
E l general P az se dirigió a
propósito, se traslad ó al cam pam ento de éste en Cañuelas, Córdoba y en tró en posesión
y de la conferencia que tuvieron resultó un convenio, que de la ciudad, pues el go b er­
suele llam arse Convención de Gañuelas, que tenía por fina­
nador B ustos se había retirad o con las fuerzas de su m ando
lidad hacer cesar la lucha (Junio 24 de 1829). (2) Se dispuso,
a la localidad llam ada San Roque, situada al pie de la sierra,
tam bién la elección inm ediata de representantes para que,
a 9 leguas al oeste de la ciudad.
éstos, designaran la persona que ocuparía el cargo de go­
bernador provisorio. P az propuso a B ustos buscar una transacción y, a este
Se estableció, adem ás, u n a cláusula secreta según la cual efecto, se realizaron conferen cias; pero sin resultado. B ustos
debía triu n far en las elecciones u n a lista convenida. E n la tra ta b a de g anar tiem po, pues esperaba refuerzos desde di­
ciudad obtuvo el triunfo una lista unitaria, obtenido por m e­ ferentes puntos y, en particular, de Q uiroga.
dios incorrectos. L os federales p ro testaro n por este resultado. P az, finalm ente, resolvió atacarlo, y así lo hizo, infligién­
L avalle se negó a p re sta r su aprobación a estas eleccio­ dole una ta n grave d errota que le costó m ás de 200 prisio­
nes, rechazadas por Rozas, y para asegurar la paz, firm ó neros, 8 cañones y un inm enso parque. (A bril 22 de 1829).
con él (C onvención de B arracas) un acuerdo adicional a la B ustos, después de su derrota, se fué a L a R ioja en busca
convención del 24 de Junio, designando al general V iam onte de Q uiroga, que estaba organizando sus fuerzas.
go b ernador provisional. (A gosto 24). V iam onte asum ió el E n M ayo ya se m ovía Q uiroga con su ejército, desde los
m ando el 26. llanos de L a Rioja. D ando una g ra n vuelta se presentó so­
E l general Lavalle, después de estos sucesos, se re tiró a la bre la ciudad de Córdoba por el lado del sur.
B anda O riental para dedicarse a la agricultura. E m igraron, P az salió de C órdoba al encuentro de aquel y después de al­
asim ism o, m uchos u nitarios de los m ás conspicuos. gunos m ovim ientos estratégicos realizados por am bos ejér­
citos, Q uiroga consiguió p en e trar en la ciudad bu rlan d o la
(1 ) P oco s d ía s a n te s, el 22 de A b ril, el g e n eral P a z d e rro ta b a a B ustos en San
R oque (C ó rd o b a). vigilancia de P a z ; pero no pudo tom ar la p arte atrincherada.
(2 ) E l 22 de Ju n io , el m ism o P a z h ab ía d e rro ta d o a Q u iro g a en L,a T ablada.

á
— 418 — — 419 —

Q uiroga propuso a la guarnición que se rindiera ofrecien­


do condiciones fa v o rab les; pero am enazando, en caso con­
trario, con pasar a todos a cuchillo. L a rendición fué acep­
ta d a ; pero Q uiroga no cum plió del todo sus prom esas y
ordenó algunas ejecuciones.
P az llevó el ataque al grueso de las fuerzas de Q uiroga si­
tu ad as en un lu g ar llam ado L a T ablada, a poco m ás de una le­
gua de la ciudad hacia el noroeste, en la banda opuesta del río.
E l ejército de Q uiroga quedó com pletam ente destruido.
E l caudillo huyó con un grupo de soldados de caballería (Ju ­
nio 22 y 23).
V encido Q uiroga, ya pudo el general P az atender con m a­
yos asiduidad a todo lo relativo al gobierno de la provincia.
Q uiroga, por su
parte, se dedicó a
preparar un nue­
vo ejército para
caer por segunda
vez sobre Córdo­
ba. Al a ñ o ,a p ro ­
xim adam ente, de
la b atalla de L a
T ablada, se pre­
sentó de nuevo
p ara desquitarse
de aquella derro­
ta. Se situó en
una llanura que
se prolonga por
leguas hacia el
sur y el este de
la ciudad de Cór­
doba, y en un si­
tio llam ado O ncativo o L aguna L arga, fué atacado por Paz.
A llí su frió o tra d erro ta tan com pleta como la anterior de­
biendo darse a la fuga con pocos hom bres (F ebrero 25, 1830).
D espués de estas derrotas, Q uiroga, el T igre de los L la ­
nos, bajó a Buenos Aires.
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L A G E S T A C IO N D E LA D IC T A D U R A D E R O ZA S m odo la cam paña de las invasiones de los indios; arm as que le fue­
ron en treg ad as.” (*)
“ D esde que se instaló en los C errillos contrajo su atención a poblar
D. Ju an M anuel de Rozas. las estancias que estab an b ajo su dirección, de gente que le fuese
A ntecedentes personales adicta. L os d eserto res del ejército, los que huían del enrolam iento
o reclutam iento, los escapados de las prisiones, todos eran recibidos
"D . Ju an M anuel de R osas (!) nació en B uenos A ires el 30 de allí. L as autoridades resp etab an los cam pos de don Juan, M anuel; asi
M arzo de 1793. F u ero n sus p ad res don L eó n O rtiz de R ozas y la era que el que eh traba a re ­
señora doña A gustina L ó p ez de O sornio, nacidos en B uenos A ires.” fugiarse en ellos, podía con­
“N ad a de notable ofrecen los prim eros ta rse seguro de im punidad.
añ o s de la vida de don Ju a n M anuel.” R osas tenía especial cuidado
“A los ocho años de edad fué puesto en p ro teg er a sus pobladores.
en la escuela de don F ran cisco X avier Si alguno de ellos era encar­
A rgerich, en cuyo establecim iento a p ren ­ celado, al m om ento se aper­
dió a leer, escribir y c o n tar.” sonaba a las autoridades, em ­
“L a p rim era invasión de los ingleses pleaba sus relaciones podero­
in terru m p ió las funciones del estableci­ sas de familia, no dejaba nada
m iento, y el niño R osas, com o m uchos p o r m over h asta conseguir la
otros, se fué al cam po de L iniers. C uando libertad del individuo. P o r es­
se anunció la segunda invasión, sentó pla­ te m edio, todos esos pobla­
za en el cuerpo de M iqueletes de caba­ dores m iraban a R osas no
llería, y siguió la cam paña h asta la ex­ sólo com o a un patró n , sino
pulsión de los ingleses. E n seguida dejó com o a un p ro tecto r.”
la casaca y se retiró con sus p ad res a la “E sta protección im ponía
estancia del R in có n de L ópez. (2) a los hom bres obligaciones
“ L a revolución de la independencia le de trab ajo . E l poblador te ­
fué ex tra ñ a y m ás bien la m iró con aversión que am or. A sum ió un nía que dedicarse a las ocu­
rol in d iferen te’ o prescindente. E l m ism o espíritu anim aba al resto paciones del cam po y vivir
de la fam ilia.” del fru to de sus faenas. L a
ociosidad, la em briaguez y
“D on Ju an M anuel co ntaba entonces 18 años de edad. A ctivo, in ­ el robo eran castigados con
fatigable p ara el trabajo, dió g ran d e desarrollo a las labores que le severidad, y, a m ás, con el
confiaron sus padres, deseoso de lab rarse una fo rtu n a rápida, y sin re tiro de la protección que
preocuparse de la revolución que bullía p o r todas p artes.” equivalía a volverlos al ejér­
E n sociedad con D . Ju a n N . T e rre ro y D. L uis D o rreg o estableció cito, o a las cárceles. A llí no había m ás voz que la de R osas. L o que
el prim er saladero que hubo en la provincia de B uenos A ires — p a r­ él o rdenaba se hacía sin réplica. L o que él sentenciaba, se ejecutaba
tido de Q uilm es — en 1815. sin dem ora.” (2)
M ás tard e la m ism a sociedad adquirió una g ran ex tensión de cam ­
(1 ) Creó, asi, u n cuerpo arm ado que aum entó poco a poco en núm ero, conclu­
po, situada en la G uardia del M onte para dedicarse a explotar el ne­ yendo por ser u n verdadero escuadrón, y, m ás tarde, u n regim iento. Como los sol­
gocio de pastoreo. E l núcleo principal del establecim iento recibió el dados vestían de color rojo (colorado) eran llam ados los colorados de Rozas o
nom bre de L os C errillos. los colorados del M onte. _ .
(2 ) E n un R eglam ento de estancias, d él que fué autor, consta esta disposición:
“E n 1818 se apersonó al g o bierno del general P u ey rred ó n , solici­ “ E l peón o capataz que ensille un caballo ajeno o haga uso de u n anim al ajeno,
tando algunas arm as p ara a lista r alguna gente que garan tiese en algún sea de la clase que sea, com ete u n delito ta n grande que no lo p a g ará con nada
a b so lu tam e n te ; será penado con echarlo en el m om ento, de las haciendas a mi
cargo, y, a m ás, será castigado seg ún lo m erezca” .
(1) D . J u a n M anuel escribía su apellido con s, m ientras que sus otros dos her­ Sarm iento, en “ Facundo” tra e esta a n é c d o ta :........... “ E n cuanto al cuchillo
m anos Prudencio y G ervasio, lo escribían con z. E l apellido Rozas viene de rozar.—■ ninguno de sus peones lo cargó jam ás, n o obstante que la m ayor p a rte de ellos
L. V . M an silla: Rozas. eran asesinos perseguidos por la justicia. U n a vez él, por olvido, se ha p uesto el
puñal en la cintura, y el m ayordom o se lo hace n o ta r; R ozas se ba ja los calzones
(2) Situada en la especie de península form ada entre la orilla derecha del curso y m anda que le dén los azotes, que es la pena im puesta en su estancia al que
inferior del río Salado y la costa atlántica. lleva cuchillo” . H echo auténtico, confesado por Rozas mismo.

I*
-4 2 2 -

“D e este modo se creaba R ozas un poder considerable en la cam ­ D o rreg o y R ozas no se entendían en lo referente a la actitud que
paña, form ando en cada establecim iento una especie de feudo. P odían debían asum ir con L ópez; pero éste y R ozas se habían com prom etido
considerarse sus estancias, poblaciones que vivían independientes de a m an ten er la paz, según se desprende de lo que sucedió después,
las autoridades de la nación”. exigiendo L ópez que ocupara el gobierno de B uenos A ires un hom ­
“A sistía a las diversiones de sus pobladores, comía con ellos, les bre que se inclinara a aquélla y que propiciara, adem ás, un a alianza
disputaba el prem io en las carreras, en el juego de la so rtija y en con S anta F e. C1)
los dem ás ejercicios ecuestres del hom bre de la cam paña. E n co n trá n d o se el go b ernador provisorio D orreg o en cam paña
“R ozas era uno de los m ejores jinetes de su tiem po. E l p o tro co n tra L ópez, el g o b ern ad o r substituto, B alcarce, convocó al pueblo
indóm ito cedía a la pericia que tenía en el m anejo del an im al”. de toda la provincia a elecciones p ara com poner la Ju n ta que debía
“M ientras fue estanciero, vestía de chiripá, chaqueta y poncho.’’ elegir g o bernador.
“ Sin haber dado pruebas de valo r personal, se creia valiente por
el apoyo, de sus servidores; pero no se atrevía a o b rar p or sí cuando N o se había in stalad o todavía la J u n ta electoral, cuando se co­
veía peligro. Su valor estaba en ordenar, sus afanes en evitar ries­ noció la d erro ta d esastro sa y sa n g rien ta que había sufrido D orrego
gos, sus desvelos en precaverse de todos.” en el G am onal (2) (sep tiem bre 2).
“ Confiado en su saber, no se conform aba en p asar desapercibido L a d e rro ta sufrida p o r D o rreg o causó g ran alarm a en B uenos A i­
por los hom bres cultos y estudiosos cuando venía a la capital. De res, pues se tem ía que siguiera a ella una invasión de las m ontoneras.
allí, el que odiase a los hom bres de letras que oscurecían su saber, E n tre los com ponentes de la Ju n ta electoral no existía unanim i­
su ojeriza con la ciudad, su odio a las costum bres europeas y a las dad p ara la designación de gobernador, y en una sesión de aquélla,
reform as que no com prendía. Y com o en la cam paña, en m edio de a la que asistió R ozas, éste declaró:
sus pobladores, era la voz, el pensam iento y la au to rid ad respetada,
“ que si el general R o d ríg u ez no re su lta b a electó, él no po d ía m antener, por su
el prim ero de todos, am ó a la cam paña, al gaucho, al ig norante y con p a rte , las seguridades que te n ía dadas al g o b e rn a d o r de S an ta F e respecto del
él sus usos y costum bres.” a rre g lo definitivo de paz, p a ra lo cual h a b ía sido com isionado, y que así se lo
“D esde entonces R ozas com prendió que m ien tras-la ciudad dom i­ e sc rib iría a López p a ra que éste obrase en sentido de sus c onveniencias” .
nase a la cam paña, él no sería una figura espectable, y que el día E l hecho fué que los rep resen tan tes presentes resolvieron votarlo.
en que la cam paña dom inase a la ciudad, sería el prim ero en tre los
L a Ju n ta electoral se instaló el 8 de septiem bre, y el 26 del m ism o
prim eros.”
“ El sentim iento general de la nación era p lan tear el sistem a fe­ m es designó g o b ern ad o r interino al general D. M artín R odríguez,
deral, y los partidos, en vez de en carrilarlo, lo com batían, y, al com ­ perteneciente al gru p o de los directoriales o unitarios.
batirlo, abrían sendas espaciosas al gauchaje para precipitarse e x tra ­ A los pocos días los p artid ario s de D orreg o y otros descontentos
viado tras de la presa desangrada; p o r las pasiones fratricidas y los se confabularon para derribar el gobierno de Rodríguez, y prepararon
errores m ás absurdos provenientes del pasado.” un m ovim iento revolucionario dirigido por el coronel P agóla, que
“R ozas tenía sus trab ajo s adelantados en cuanto a su poder de estalló el l 1? de octubre. Los revolucionarios en traro n a las plazas
estanciero. E l caos del año 20 le vino a sacar de ese rol para lan­ llam adas entonces de la V ictoria y 25 de M ayo (s). y se apoderaron
zarlo a la vida pública.” 1 del Cabildo y del F u erte, bajo el fuego de los defensores, y que­
daron dueños de la ciudad'.
A contecim ientos que contribuyeron a encum brar a Rozas R odríguez, con sus ayud antes y algunos partidarios, salieron del
Visión retrospectiva (1820 - 1829) F u e rte (4) y se m arch aro n estableciendo un cam pam ento a pocas
leguas al su r de la ciudad. Allí recibió el auxilio de R ozas quien
Y a en 1820, cuando el caudillo L ópez, apoyado por A lvear, y el co ncurrió con sus colorados del M onte perfectam ente equipados. Con
chileno C arrera, sitiaba la ciudad de B uenos A ires, el coronel D orrego, esta ayuda, R o dríguez pudo recu p erar la ciudad después de varios
que ocupaba el cargo de g o b ernador provisorio, había requerido el días de una lucha incesante y encarnizada com o nunca se hab ía visto,
auxilio de Rozas, quien acudió con las milicias reclutadas por él mism o a excepción de la que ofreció la defensa contra los ingleses. (O c tu ­
en su estancia de “L os C errillos”. A lejados los caudillos y persegui­ bre 3 a S).
dos, A lvear y C arrera fueron vencidos en San N icolás, y luego lo fué
el mismo López cerca del arroyo de Pavón. (V er pág. 370). (1) López te m ía , adem ás, las am biciones de R am írez, caudillo de E n tre R íos,
y, p o r esta causa, buscaba la paz y la alianza con B uenos A ires.
E nvalentonado D orreg o continuó solo su cam paña porque R odríguez (2) C añada del G am onal, situ ad a en las nacien tes del a rro y o Pavón.
y R ozas querían aceptar las condiciones de paz que proponía López. 13) V éase página 445. '
(4) R odríguez, com o lo hiciera D o rre g o 8 años después, aban d o n ó el F u e rte
(1 ) H is to ria de R ozas • M anuel B ilbao. saliendo- por la p u e rta llam ada del S ocorro. (V éase pág. 412).
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vadavia pues ocupó su tiem po en aten d er sus negocios y en la g u erra
E l triunfo fué dignam ente festejado, y los colorados, acam pados en c o n tra 'lo s indios; pero interviene en los trabajos contra el proyecto de
la plaza, fueron agasajado s p o r el pueblo, que no cesaba de adm irar la federalización de la ciudad de B uenos A ires y sus suburbios. E s el
a los valientes gauchos, peones de estancias del sur, y que R ozas h a ­ -alma de esta cam paña y reco rre todo el sur de la provincia buscando
bía sabido disciplinar. D esde ese m o m en to R ozas, p o r su heroico firm as p a ra un m em orial que se debía p resen tar al C ongreso solici­
com portam iento al frente de sus ya célebres colorados, acrecentó aún tando el rechazo del proyecto.
m ás su popularidad y su prestigio. Fué, p or eso, prem iado con el grado
E n ese tiem po la influencia, de R ozas era ya decisiva en la p ro v in ­
de coronel de caballería de línea y jefe del 59 reg im ien to de la m is­
m a arm a. cia de B uenos A ires
M ientras tenían lu g ar estos sucesos el coronel D o rreg o se acercaba Su ingerencia fué p red o m in ante en los sucesos que siguieron a la
a B uenos A ires al fren te de 1400 ho m b res que había conseguido re ­ revolución del 1? de D iciem bre de 1828, celebrando con L avalle el
unir después de su d e rro ta en el G am onal, y estaba y a en L u ján cuando convenio de C añuelas Y si p o steriorm ente alcanzó el gob iern o de la
tuvo conocim iento de que había sido designado g o b ern ad o r el general provincia de B uenos A ires no fué debido solam ente a sus m anejos
R odríguez. D orreg o resolvió no re sistir a la nueva au toridad y p re­ p ara conseguirlo, sino tam bién a la popularidad y al ascendiente que
sentó su renuncia retirán d o se al pueblo de San Isid ro . se había conquistado no sólo en la cam paña sino tam bién entre el ele­
E l g o bernador R odríguez, de nuevo en posesión del gobierno, re a ­ m ento m ás calificado de la ciudad.
lizó una conferencia con E stan islao L ó p ez en una estancia a inm edia­ A co stu m b rad o a la disciplina en sus propios actos, y a im ponerla
ciones del arroyo del M edio, con la presencia de R ozas, p ara arreg lar ’ rig u ro sam en te en sus estancias, sin intervención de nadie, llegó a con­
las cuestiones pendientes. cebir la 'posibilidad d e g o b ern ar el país aplicando, p o r sim ilitud, los
D espués de convenidas las condiciones p a ra la celebración de la paz, m ism os principios con los cuales m anejaba sus estancias, libre de toda
L ópez pidió a R odríguez que, atendiendo a la situación de ru in a de ingerencia de poder alguno, y fué así que al ser designado, p o r prim era
S anta Fe, el gobierno de B uenos A ires, m ucho m ás rico, co ntribuyera vez, en 1829, g o b ern ad o r de la provincia de B uenos A ires le fueron
con u na ayuda consistente en cierta cantidad de ganados p a ra ser dis­ concedidas “facultades e x trao rd in arias”, com o asim ism o, en 1835.
tribuidos entre los vecinos que hubieran sufrido pérdidas m otivadas
p o r las devastaciones de las últim as luchas. R ozas había sabido en g añ ar a g ra n p arte de la opinión y atraerla
R odríguez opuso reparo s a esto p o r las dificultades que ello im por­ a sus designios; pero no tard ó en dar a conocer sus aviesos propósitos
tab a; pero R ozas se ofreció p ara salvar las dificultades obligándose con las persecuciones y las violencias de todo género, y, así, las es­
personalm ente a en treg ar a S anta F e 25.000 cabezas de ganado. peranzas de los que confiaban en un gobierno honesto fueron desva­
Sin que figu rara esta condición en el convenio de paz, éste fué fir­ neciéndose poco a poco. U n poco m ás y la tiran ía seria un hecho.
m ado el 24 de N oviem bre de 1820. E l com prom iso que co n trajo R ozas
se hizo constar en un artículo separado. P rim er gobierno de Rozas.
A pesar de las dificultades para cum plir el com prom iso contraído,
Rozas, con el concurso de m uchos de sus am igos estancieros, consiguió (1829 - 1832)
d ar cum plim iento a lo prom etido.
E ste acto de Rozas, al m ism o tiem po que le valió la am istad de E l general V iam onte había sido designado en v irtu d del
L ópez, le elevó en el concepto público no sólo en las provincias de convenio celebrado entre Lavalle y R ozas (A gosto 24) para
B uenos A ires y S anta F e sino tam b ién en todo el in terio r del país. ocupar el gobierno ta n sólo con carácter tran sito rio y a
L a situación de paz y de prosperidad, alcanzada en la provincia de
B uenos A ires, después de un año de desórdenes y escándalos conti­ efecto de proceder a la constitución de un gobierno legal
nuos, se debió, en g ran parte, a la influencia y a la in tervención de convocando al pueblo a elecciones.
R ozas, y la opinión así lo reconocía. (!) Se consideró después, que, no siendo posible realizar elec­
U n a vez celebrada la paz en tre B uenos A ires y S anta Fe, R ozas no ciones en toda, la provincia, dadas las circunstancias anorm a­
aparece de m an era ostensible en la política h asta la presidencia de Ri- les del m om ento, era conveniente co n stitu ir la m ism a legis­
(1 ) E l D r. D . V icen te F. López, enem igo acérrim o de Rozas, ha dicho al re s ­ latu ra que había quedado disuelta a consecuencia de la re­
pecto : “ 1 ,0 que ah o ra nos corresponde estab lecer, es que el sen tim ien to unánim e volución del l 5 de Diciem bre. El m ism o Rozas, que aspiraba
de la p a rte cu lta del pueblo y de todas aquellas clases que tienen in tereses norm ales
ligados a los in tereses legítim os del país, era, que en la jo rn a d a del 5 se hab ía al gobierno, aconsejó este tem peram ento.
salvado el orden social, ev itán d o se uno de los cataclism o s que tra s to rn a n funda­ E s digno de hacer constar que Rozas, sin investidura al­
m entalm ente la vida re g u la r de los pueblos” .
D e la R ev ista del R ío de la P l a t a : H is to ria del añ o 20. guna, ejercía una influencia tal que, en ocasiones, interve­
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-4 2 7 -
nía abusivam ente m enoscabando las p rerro g ativ as del go­
bernador. taria, y para lograrlo despachó algunos jefes con fuerzas su­
E l g o b ernador V iam onte convocó a sesiones a la legisla­ ficientes. Así fueron som etidas las provincias de L a Rioja,
tu ra que había sido disuelta el I o de D iciem bre de 1828, la San Juan, M endoza, San Luis, S antiago del E stero y C ata-
que se constituyó al año justo, es decir, el 1? de Diciem bre m arca cuyos gobernadores fueron derrocados. L as de T ucu-
de 1829. mán y Salta ( x) ya estaban de su parte.
Pocos días después de constituida esta legislatura, eligió Los gobernadores de estas provincias, dirigidos p or el ge­
g o b ernador a D. J u a n M anuel de R ozas (D iciem bre 6). neral P az, gobernador de C órdoba, celebraron un convenio
L a elección se hizó acordándole las “facultades extraordi­ o liga de carácter principalm ente ofensivo y defensivo au s­
n arias” que ju zg ara necesarias para aseg u rar la libertad del piciando tam bién la o r­
país y la tran q u ilid ad pública. ganización de la R ep ú ­
R ozas asum ió el m ando el día 8 de Diciem bre. Se enca­ blica. (Julio 5 de 1830).
m inó a la F o rtaleza acom pañado de una gran m ultitud, y P o sterio rm en te sé creó
una vez instalado recibió las felicitaciones de m uchísim as un “ Suprem o P oder M i­
de las principales personalidades. (1) lita r” provisorio , que­
R ozas form ó su m inisterio con hom bres espectables m uy dando sujetas a dicho
bien co n cep tu ad o s: el general T om ás Guido, que había sido poder tan to las fuerzas
secretario de San M artín ; el D r. M anuel José García, y el veteranas como las m i­
general Ju an R am ón Balcarce.
licias de las m ism as
L a adm inistración pública fué dirigida con severidad y,
provincias. (A gosto 31
así en poco tiem po, el estado de las finanzas m ejoró nota­
blem ente, a pesar de los grandes gastos que requería el de 1830). F u é d esigna­
sostenim iento de la g u erra con el general P az y con los do el general P az para
indios. L a esperanza en una era de tranquilidad y de pro­ ejercer el cargo de Jefe
greso era, pues, general. suprem o m ilitar.
Al poco tiem po, sin em bargo, em pezaron las persecucio­ A lgunos de los p a rti­
nes, y la prensa opositora fue am ordazada. darios de L avalle y P az
Los hom bres del partido unitario que habían actuado de residentes en territo rio
una m anera ostensible, debieron buscar su salvación o su oriental, en com bina­
tran q u ilid ad en la em igración. ción con varios jefes
que se encontraban en
Liga del interior. - Liga del litoral E n tre Ríos, se lev an ta­
Pacto federal de 1831. ron en arm as, (N oviem ­
bre I o de 1830) y depusieron al gobernador de esa provincia
L ig a d e l in te r io r .— El general Paz, después de la vic­ E ste m ovim iento, realizado para secundar al general P az,
to ria sobre Q uiroga en O ncativo, pudo hacer prosperar su después de algunos com bates desfavorables y de desavenen­
plan de som eter las provincias del in terio r a la política uni- cias entre sus m ism os jefes, term inó en un fracaso completo.
L iga d e l litoral. — A nte la actitu d de los u nitarios que
(1) Ju an José Paso, M iguel de A zcuénaga, D om ingo M ath e u : generales B al­ se m ostraban resueltos a co n tin u ar la lucha, no o b stan te el
carce, Soler, Guido, A lv e ar; señores T om ás M. de A n choiena, G regorio Tagie,
M anuel Jo sé G arcía, V alen tín Gómez y o tro s m uchos.
(1) Juju y form aba parte de Salta. O btuvo su autonom ía en 1834.

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— 428 — — 429 —

fracaso de Lavalle, los federales, con R ozas a la cabeza,


resolvieron oponer a la “L iga del in terio r” la “L iga del La lucha entre las dos Ligas.
lito ral”, de carácter ofensivo y defensivo. Prisión del general Paz - Sus consecuencias.
E sta liga o convenio, llam ada tam bién “P acto F ederal de
1831”, fue firm ado en la ciudad de S anta F e por las pro­ L a tranquilidad que existía en las provincias que form aban
vincias de B uenos A ires, S anta F e y E n tre Ríos (E nero 4 la “L iga del in terio r” era m uy relativa, y la situación del
de 1831). M ás ta rd e se adhirió tam bién la provincia de general P az iba poniéndose en extrem o com prom etida, pues
C orrientes. la m ism a p ro­
E ste “P acto F ed eral de 1831” era el convenio m ás im­ vincia de C ór­
p o rtan te de los que se habían celebrado h asta entonces en­ d o b a se ei;
tre las provincias con el propósito de organizar el país. Con­ c o n t r a b a , en
tien e disposiciones tan im portantes que es considerado como parte, convul­
una de las bases que sirvieron a los constituyentes de 1853 sionada.
para re d actar la C onstitución dictada en ese m ism o año. F irm ad o que
P o r el artículo 15 de dicho pacto se establecía: fué el P acto
F e d e r a l de
A rt. 15. Interin dure el presente estado de cosas, y mientras no se es­
tablezca la paz pública de todfls las Provincias de la República, re­ E n ero 4 de
sidirá en la Capital de Santa Fe una comisión compuesta de un diputado 1831, los fede­
por cada una de las tres provincias litorales, cuya denominación será' rales no ta r ­
C om isión re p resen tativ a .d e los G obiernos de las P ro v in cias litorales de
la R epública A rgentina, cuyos Diputados podrán ser removidos al arbi­
daron en ini­
trio de sus respectivos gobiernos, cuando lo juzguen conveniente, nom­ ciar las h osti­
brando otros inmediatamente en su lugar”. lidades, avan­
E n tre las m uchas atribuciones de esta Comisión pueden zando en tres
c ita rs e : colum nas que
“Invitar a todas las demás provincias de la República cuando estén en las m andaban
plena libertad y tranquilidad a reunirse en federación con las tres Estanislao
litorales; y a que por medio de un C o n g reso G eneral F ed erativ o se L ópez, J u a n
arregle la administración general del país, bajo el sistema federal, í«: R a m ó n B al-
comercio interior y exterior, su navegación, el cobro y distribución dé
las rentas generales y el pago de la deuda de la República, consultando carce y F a ­
del m ejor modo posible la seguridad y engrandecimiento general de la cundo Q u i-
República, su crédito interior y exterior, y la soberanía, libertad e inde­ roga.
pendencia de cada una de las Provincias”. López, desde S anta F e, y Balcarce con las fuerzas de
L a paz no podía existir entre estas dos “L ig as”, pues B uenos A ires, debían un irse y actu ar sobre Córdoba. Qui-
rep resentaban ideas e intereses m uy distintos, y la guerra roga debía llevar su acción contra las provincias de Cuyo.
sobrevino inm ediatam ente. C am p a ñ a d e Q uiroga. — Q uiroga, por m ediación de
Rozas, sacó 200 bandidos de las cárceles de Buenos A ires
y enganchó cerca de un centenar de aventureros, y con ellos
pasó al cam pam ento que R ozas había establecido en Pavón.

28
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— 430 —
El general P az iba a encontrarse rodeado de fuerzas ene­
Salió de allí y a principios de M arzo cayó sobre la villa de m igas, con Q uiroga a su espalda, y López y B alcarce a su
Río C uarto, defendida por P ringles y Echeverría, la que frente. F u é así que concibió el plan de atacar separadam ente
consiguió tom ar, después de tres días de lucha, a consecuen­
a éstos antes que realizaran la unión de sus fuerzas respec­
cia de la traición de uno de los oficiales de la plaza (M arzo 5).
tivas, y se movió en busca de L ópez; pero éste eludía el
Q uiroga siguió hacia San Luís, y en el trayecto alcanzó
al coronel P rin g les quien, con algunas fuerzas, había podido com bate en espera del auxilio de Balcarce. E ncontrándose
salir de Río C uarto. V encido por fuerzas m uy superiores y Paz en las inm ediaciones del paraje llam ado E l Tío, al que­
apresado, un capitán de las fuezas de Q uiroga lo mandó rer reconocer p er­
m atar. San Luis cayó en su poder. C ontinuó Q uiroga obte­ sonalm ente el te ­
niendo triunfos y, así en una cam paña de poco m ás de tres rreno y la posi­
m eses, fueron cayendo en su poder San Luis, M endoza, San c i ó n del ejército
Juan, L a R ioja y C atam arca. de López, se halló
E n todas esas ciudades im puso fuertes contribuciones a de pronto, por una
los unitarios, y num erosos fueron los atentados de toda cla­ coincidencia fatal,
se que com etió, sin co ntar las condenas a m uerte ejecutadas casi solo, con una
de m anera salvaje. partida enem iga.
Q uiroga afirm ó, así, nuevam ente, su predom inio absoluto P az intentó h u ir;
en todas las provincias de Cuyo, del N orte y centrales, ex­ pero fué reconoci­
ceptuando Córdoba y Santiago del E stero. do por los solda­
P a z, L ó p e z y B a lcarce. - P risió n d e l G en era l P a z.— E s­ d o s federales, y
tanislao López con las fuerzas de su provincia y con los con- uno de ellos con­
tin g u en tes de las de siguió b o l e a r el
E n tre R íos y Co­ caballo que mon­
t a b a el general.
rrientes, debía in­
vad ir la provincia P az cayó al suelo
y fué tom ado p ri­
de Córdoba, y es­
sionero (M ayo 10 de 1831). F u e conducido al cam pam ento
peraba el concurso
del ejército de B ue­ de López y luego a la ciudad de S anta F e, donde perm ane­
nos A ires que avan­ ció preso, durante cuatro años y varios meses, en un edificio
zaba al m ando del llam ado la A duana.
general Balcarce. L a noticia de la prisión de P az llevó la alarm a a todas las
Y a algunas fuer­ provincias que le respondían, y entre los jefes principales
zas destacadas por que le secundaban sobrevino la discordia, a lo que se ag re­
López habían ocu­ gó la deserción en gran núm ero, en las filas del ejército.
pado algunos de­ L as consecuencias fueron ta n graves que im portó la ruina
p a r ta m e n to s del definitiva del partido unitario.
noroeste de la citada provincia, y una división del ejército
de Balcarce, que actuaba en la región sur de la m isma, había (1) A llí, en la m ism a cárcel, c o n tra jo enlace con u n a sobrina^ suya. E n Sep­
obtenido varios triunfos. tiem bre de 1835 fué tra sla d ad o a la cárcel del Cabildo de Lftján.
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E l general L am ad rid tom ó el m ando del ejército y se reti­
ró a la ciudad de C órdoba, la que tuvo que abandonar pa­ D esaparecido Paz, Q uiroga estaba llam ado a ser un obs­
sando a S antiago del E stero y luego a T ucum án. táculo para las am biciones de Rozas, y uno de ellos debía
L as persecuciones contra las personas que respondían a la concluir por ser dom inado o sacrificado por el otro.
política de Paz, se iniciaron inm ediatam ente. M uchos prisio­
neros, en tre ellos algunos sacerdotes, fueron llevados a San­ F in del prim er gobierno de Rozas.
ta Fe. R ozas, que se encontraba en San N icolás, exigió la Gobierno de Balcarce
en treg a de los p reso s; pero López se negó a satisfacerle. R evolución de los R estauradores.
P o r fin, ya pasados cinco meses, se los rem itió. T odos fue­
ron ejecutados incluso un niño de 14 años que se había uni­ Con la prisión del general P az y la derro ta de L am adrid
do, en el trayecto, al grupo de prisioneros para acom pañar p or Q uiroga, en la batalla de la “ C iudadela”, el partido
a uno de ellos, que era su padre. W unitario quedó definitivam ente vencido, y las provincias
R ozas no llevaba aún dos años de gobierno y y a se de­
m o straba ta n desalm ado y sanguinario como Q uiroga.
Q u iroga y L a m a d rid . — Q uiroga, quien ya dom inaba en
las provincias de Cuyo y en las de la R ioja y C atam arca,
al ten er conocim iento que L am adrid se encontraba en T u ­
cum án con una p arte m uy reducida del ejército que había
llevado desde Córdoba, corrió a buscarlo con sus m ontone­
ros, que sum aban unos 2000 hom bres, y en la sangrienta ba­
talla llam ada de la “C iudadela” de T ucum án, obtuvo un
triu n fo com pleto. (N oviem bre 4 de 1831).
A esto siguieron las escenas de un desenfreno salvaje, rea­
lizadas por la tro p a entregada a los atropellos de toda clase
y a los saqueos. U nos ochenta honrados vecinos fueron con­
denados a m uerte. M ultitud de fam ilias, aterrorizadas, bus­
caron su salvación vagando por las sierras.
E l año de 1831 term inaba, pues, encontrándose el país so­
m etido al dom inio de tres h o m b re s: López, R ozas y Q uiroga.
R o za s y Q u iroga. — R ozas dom inaba en la sola pro­
vincia de Buenos A ire s ; pero los recursos de ésta eran enor­ que habían constituido la “L iga del in terio r”, volvieron a
m em ente superiores a los de todas las dem ás provincias ten er gobiernos federales, algunos de los cuales se adhirie­
ju n tas. R ozas había acrecentado ya tan to su influencia que ron inm ediatam ente a la “ L iga del lito ral”.
no tard ó en considerarse con las fuerzas necesarias p ara ser L a “ Comisión rep resen tativ a” in stitu id a por el P acto F ede­
el árb itro absoluto en todo el país. ral de 1831, inició los trabajo s con el propósito de que todas
las provincias enviaran sus rep resen tan tes al “ C ongreso
(1 ) E l jefe encargado de la ejecución, condolido de la po b re c ria tu ra pidió G eneral F ed erativ o ” que debía reunirse según el pacto citado.
u n a nueva orden de Rozas. E s te no adm itió razones y ordenó que se llevase a Rozas, López y Q uiroga propiciaban la reunión del citado
cabo la ejecución.
congreso; pero, por causas diversas no fué posible llevarlo
a cabo.
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V encido el térm ino de tres años por el cual había sido de­ Los adictos a R ozas em pezaron a hostilizar a Balcarce
signado R ozas gobernador, la C ám ara de R epresentantes le acúsándolo de haberse aliado a los unitarios. (1) E m peñados
eligió de nu ev o ; pero R ozas renunció, y así lo hizo tres en producir su caída no esperaban sino una ocasión propi­
veces, dando com o causa, entre otras, la de que, estando el cia, y ésta se presentó con m otivo de la acusación fiscal
país pacificado, tenia resuelto expedicionar contra los indios contra el periódico opositor, “El R estau rad o r de las L ey es”,
para aseg u rar, dentro de las fronteras, la tran q u ilid ad de las por sus ataques al Gobierno, en extrem o agraviantes.
poblaciones lejanas. Como el título del periódico era dado tam bién a Rozas, los
partidarios de éste querían dar a entender a las m asas que
P o r fin fué nom brado el general D. Ju an R am ón Balcarce
el acusado era, aunque indirectam ente, el m ism o Rozas.
quien no acep tó ; pero la L eg islatu ra insistió en la elección,
y Balcarce term inó por aceptar haciéndose cargo del m ando El día fijado p ara que tu v iera lu g ar la acusación fiscal,
el 17 de D iciem bre de 1832. las galerías y alrededores de la Casa dé Ju sticia fueron ocu­
pados por m ás de un m illar de personas que proferían gritos
hostiles al Gobierno, y otros de “ ¡V iva D. Ju an M anuel de
R o z a s!”, “¡ V iva el R estaurad o r de las L e y e s !” .
Los grupos iban aum entando cada vez m ás, tom ando el
aspecto de una m uchedum bre sublevada (O ctu b re 11). Obe­
deciendo ésta a la voz de sus cabecillas, se retiró hacia B a­
rracas form ando, allí, un cam pam ento cuyos concurrentes, en
varios días, sum aban unos 8000 hom bres. L a ciudad fué
rodeada, quedando, así, establecido el sitio.
Balcarce com prendió que no tendría m edios para sofocar
el levantam iento y renunció (N oviem bre 3 de 1833). E sta
fué la revolución llam ada de los restauradores.
L a L eg islatu ra nom bró, sin dilación, ese mismo día, al
general V iam onte.
“ L a revolución de los restauradores, en su aspecto social, fué el
alzam iento tu m u ltu o so de las tu rb as de la ciudad y de los gauchos
de la cam paña, instigados y apoyados por R ozas, co n tra la burguesía
y la clase dirigente p o rteñ a que sostenía a las autoridades legales.
R ozas, p or p rim era y única vez de su vida, se ap artab a de su norm a
de so sten er el orden, p ara fo m entar la rebelión”.
B alcarce, en su carácter de G obernador, com unicó su nom ­
(1) M ien tras R ozas p erm an ecía au sen te, su esposa doña E n c a rn a c ió n Ezcu-
bram iento a los gobernadores de las dem ás provincias para rra hab ía convertido su casa en c en tro de espionaje y de in trig as para o b stac u li­
m anifestarles, adem ás, que: zar la m a rc h a del gobierno de B alcarce, prim ero, y de V iam onte, después.
R efiriéndose a doña E n c a rn a c ió n , dice el D r. Jo sé M. R am os M ejía en su
obra “ Rozas y su tiem p o ” : “ A llá por el año 1833 hubo un m om ento en que to d a la
. . . l o s prin cip io s consignados p o r su ilu stre an teceso r, el b rig a d ie r D . J u a n M anuel p o lític a a rg e n tin a estuvo en sus m anos. E l servil aca ta m ie n to que le p re stab a n las
de R ozas, to rm arán in a lte ra b le m en te la p o lític a del a ctu a l G obierno de B uenos A ire s” . m ás a lta s personalidades, era u n a dem ostración del inm enso poder que ya te n ía
Rozas' aún a tre scien ta s leguas del cen tro de sus m aquinaciones. M ilitares de g ra d u a ­
No o b stan te esta declaración, B alcarce dió com ienzo a ción, alto s em pleados y go b ern ad o res, form aban la num erosa c o rte de sus ad m ira d o re s".
“ Con una audacia ta n in telig en te com o provechosa a la S an ta Causa, llevaba
una política m ás liberal, equidistante de federales y unitarios, su influencia h a sta la redacción de los diarios adictos que de ella tom aban los
sin som eterse a la influencia exclusiva de los rozistas. p u ntos de las polém icas p e rsonales” .
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“E l respeto al gobierno y principio de autoridad, desapareció para
ser reem plazado por la dem agogia tu rb u len ta, que sólo obedecía a la luego hacia el n oroeste, llegó al cerro P a y é n enarbolando en él ¡ej
voz del caudillo”. p abellón argentino.
“ E l derrocam iento del g o bern ad o r B alcarce, im puesto a la Sala de E l fracaso de las divisiones de la derecha y del centro no perm itió
a R ozas finalizar el plan proyectado, y a principios de 1834 em p ren ­
R ep resen tan tes p o r los ciudadanos, convirtió al P o d e r E jecu tiv o y a
dió el regreso. D ejó guarniciones en Choele-C hoel, en río Colorado,
la L eg islatu ra en frágiles arm azones que sólo rep resen tab an una
y en algunos fortines.
parodia y una so m b ra”. I1)

Rozas y la conquista del desierto


R ozas, al dejar el gobierno, abrigaba el propósito de llevar
a cabo u n a expedición en gran escala a los desiertos para
desalojar a las indiadas que los ocupaban, y obligarlas a
trasp a sar el río N egro para dejar este río caudaloso como
frontera. E ste proyecto, R ozas lo venía m adurando desde
años atrás. E l plan consistía en m andar tres divisiones para
atacar a los salvajes desde el norte, el este y el sur, y tenien­
do como punto de encuentro y final de la cam paña, la re ­
gión llam ada de “L as M anzanas”, que ocupaba el cacique
Saihueque, en las nacientes del río N egro.
L as tres divisiones iniciaron su m a rc h a com binada a principios de
1833. Se había dado el com ando de la expedición a F acu n do Q u iro g a:
pero éste renunció, quedando R ozas en el c a rá c te r de general en
Jefe con el m ando, adem ás, de la división del sur.
L as dos prim eras divisiones, llam adas de la derecha y del centro,
m andadas respectivam ente p o r F élix A ldao y R uiz H uidobro, aunque
obtuvieron algunas v en tajas, fracasaro n p o r falta de elem entos y
otras dificultades, y se retira ro n . Q uedó solam ente la división del
sur, llam ada de la izquierda, m andada p o r R ozas y que o btuvo un L a expedición al desierto.
éxito tal que h ab ría sido com pleto a no haberle faltado la coopera­
ción de las otras dos divisiones. A lgunas agrupaciones de indios perm anecieron tranquilas dedicadas
al p asto reo y al com ercio de pieles; otras, en cuanto las divisiones
R ozas llegó al río C olorado y en sus m árg en es estableció el cu a r­ em prendieron el regreso, dieron com ienzo a nuevas correrías. O)
tel general, ocupando las dos rinconadas de la desem bocadura. (2) D e lo acertad o del plan p ropuesto por R ozas, y realizado en parte,
De allí despachó destacam entos p ara que siguieran p o r am bas lo d em u estra el hecho que, 46 años m ás tarde (1879), se llevó a cabo
m árgenes del río N egro. E sta s fuerzas m arch ab an arro llan do to d as p or segunda vez, con resu ltad o com pleto, por el gen eral Ju lio A.
las indiadas que en contrab an en su m arch a aniquilándolas si no se R oca, quien, en n ota al m in istro de g u erra D r. A dolfo A lsina, decía:
rendían. “A m i juicio el m ejo r sistem a de concluir con los indios, ya sea extin­
guiéndolos o arro llán d o lo s del otro lado del río N:egro, es el de la
E n la isla de Choele-Choel fueron atacadas y rendidas las indiadas
g u e rra ofensiva, que es el m ism o seguido por R ozas, quien casi con­
que allí se habían refugiado. P ro sig u ien d o la m archa llegó la ex ­ cluyó con ellos”.
pedición a la confluencia de los ríos L im ay y N euquén. R ozas reg resab a de su expedición con el prestigio de un triunfador,
O tra división, siguiendo el curso del río C olorado y desviándose que le valió el títu lo de “ H éro e del desierto”.

(1) D r. C arlos Ib a rg u re n , “J u a n M anuel de R o sas” . (1 ) L o s desultados de la cam paña fueron de cierta im p o rtan c ia : 1415 indios
(2) A llí fué donde _el célebre n a tu ra lis ta C arlos D arw in e n co n tró a H ozas y, m uertos, 2024 indios de am bos sexos prisioneros, y 409 cautivos cristianos, hom bres
auxiliado p o r éste, realizó alg u n as ex cu rsio n es de c a rá c te r científico. y m ujeres, rescatados. Se q u ita ro n a los indios 8055 anim ales.
Interinato del general Viamonte. D esde 1833, gobernando Balcarce, ya existía una agru p a­
La Sociedad Popular Restauradora. ción, así llam ada, de la que form aban p arte m uchas personas
distinguidas del ejército y de las d istintas clases de la so­
ciedad. Se había form ado con el propósito de ro b u stecer la
Caído Balcarce a consecuencia del m ovim iento revolucio­
acción del partido federal; pero esta acción degeneró bien
nario de los p artidarios de Rozas, encontrándose éste ausen­
p ro n to p ara conver­
te, ocupado en la cam paña contra los indios, fué designado tirse en defensora de
gobernador por la L egislatura, provisionalm ente, el general la p o l í t i c a p erso n a­
V iam onte (N oviem bre 3 de 1833). lista de R ozas exclu­
V iam onte inició su gobierno anim ado por los m ejores sivam ente, y esto lo
própositos. D esignó m inistros al general D. T om ás Guido y dem ostraba la v i o ­
al Dr. D. M anuel José García, am bos de opinión federal lenta oposición con­
como V iam onte, y personalidades bien conceptuadas por tra Balcarce y V ia­
su inteligencia y honorabilidad. L a adm inistración de V ia­ m onte, a p e s a r de
m onte, como la de Balcarce, que hacían recordar por lo ser federales (1).
buenas, los gobiernos de R odríguez y de L as H eras, fueron L as personas des­
de corta duración debido a las hostilidades y exigencias de afectas a R ozas no
los rozistas. se encontraban m uy
L os unitarios, por su parte, tan to los em igrados, desde la s e g u r a s e n la ciu­
B anda O riental, como los que residían en el país, no cejaban dad, ni aún en sus
en sus trab ajo s para recuperar el poder, y esta actitu d alar­ P rep a ra n d o la vuelta de R ozas al gobierno p r o p i o s dom icilios,
m aba a los federales. Se hablaba de la existencia de un plan pues con alg u n a fre­
para apoderarse de la provincia de E n tre Ríos y atraerse al cuencia, individuos em ponchados salían de noche a reco­
gobernador López de S anta F e cón el fin de llevar luego rrer las calles solitarias y a disp arar tiro s contra las casas
la g u erra co n tra Buenos A ires. T am bién se hablaba de un de aquéllos, sin excluir la del m inistro García y la del ge­
plan de m onarquización de todos los países sudam ericanos neral Félix de O lazábal (2).
en que estaría em peñada E spaña en com binación con otras V iam onte no podía continuar gobernando an te las difi­
cortes europeas.
( 1 ) C uando R ozas asum ió de nuevo el poder, a la Sociedad R esta u ra d o ra
Coincidió con la propagación de estos rum ores la llegada se la designaba con el no m b re de M azorca. (V éase pág. 447).
D esde entonces algunos elem entos, los peores, que form aban p a rte de ella, áe
de E u ro p a de Dr. B ernardino R ivadavia, ausente desde va­ dieron a com eter los crím enes m ás salvajes.
rios años atrás, y a quien se quería suponer iniciado en el (2) E n una c arta de doña E n c a rn a c ió n a R ozas, de fecha 4 de diciem bre de 1833,
citada por el D r. José M.R am os M ejía en la obra m encionada, ap arec e n estos
citado plan. p á rra fo s: “ N o se hubiera ido O lazábal (don F é lix ), si no hubiera yo buscado g e n te
L os federales consideraban peligrosa la perm anencia de de m i confianza que le h a n baleado las v en tan as de su casa, lo m ism o que la del
godo Ir ia r te y el facineroso U g a rte c h e ; esa noche p a tru lló V iam onte, y yo m e
R ivadavia en el país, y exigían que se le prohibiese desem bar­ re ía del susto que se h a b ía n llevado.
“ N o escribas a a lgunas p erso n as de las que fueron amigas' an tes, sin que y o te
car. V iam onte se negaba a tom ar una m edida sem ejante diga antes cómo se han portado, si no quieres padecer e q u iv o c ac ió n ; pues co m o
co n tra tan ilustre ciu d ad an o ; pero al fin tuvo que ceder ante yo he estado aquí los conozco bien, y vos no tienes m otivo p ara sab e r” .
E n o tra c a rta de fecha 9 de m ayo de 1834 escribe a R o zas:
la im posición p rep onderante de los directores de la “Socie­ . . . “ tu v ie ro n m uy buen efecto los balazos y alboroto que hice h a ce r el 29 del
dad P o p u lar R estau rad o ra”. R ivadavia regresó a Europa. pasado, com o te dije en la m ía del 28, pues a eso se h a debido que se vaya a su
tie rra el facineroso canónigo V id al” . D e la ob ra “J u a n M anuel de R ozas” , citada.
E n ese suceso, que doña E n c a rn a c ió n llam aba “ a lb o ro to ” , m urió de un balazo
el joven E ste b a n B adlam , sobrino del D r. M arian o M oreno, que pasaba c asu a l­
m ente p o r la m is m a a c e r a .
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cultades que le creaban los rozistas y otros secuaces, d iri­ la noticia al G obierno de que en E n ero de 1833 se presentó en Puerto
Luis de la Soledad una co rb eta inglesa cuyo com andante efectuó allí
gidos por la esposa de R ozas, doña E ncarnación E zcurra,
un desem barco, y to m ó posesión, por la fuerza, de las islas citadas,
que había convertido su casa en centro de intrigas. intim ando^ a la g u arn ició n a rg en tin a que se retirara.
V iam onte presentó la renuncia. (Junio 5 de 1834). E l G obierno de B uenos A ires, al te n e r conocim iento del suceso
entablo una reclam ación en form a, sin resultado positivo, reclam ación
IS L A S M A L V IN A S repetida con posterioridad.
D esde 1833, pues, la G ran B retañ a retiene sin interrupción las islas
D esde 1774, en cuya fecha In g la te rra m andó re tira r la g u arn ició n M alvinas; pero la R epública A rg en tin a no ha renunciado el legítim o
que tenía establecida en Puerto Egm ond, su b stitu y én d o la E sp añ a, derecho que le asiste sobre ellas. (V er pág. 143).
p o r derecho propio, h a sta 1810 y, en adelante, p o r una g u arn ició n
arg en tin a, aquella nación no m anifestó p ro p ó sito alguno de p osesión Interinato del Dr. Maza — Misión de Quiroga
sobre las M alvinas h a sta 1833. (V éase pág. 172). al interior. - Su muerte
E n 1824 el G obierno de B uenos A ires había concedido a D .
L uis V e rn e t una de las islas del g ru p o p a ra fu n d ar una colonia Inm ediatam ente de aceptada la renuncia de V iam onte, la
aprovechando lo que ya ex istía en ella. C ám ara de R epresentantes nom bró gobernador a R o zas;
Con fecha a n terio r a la de la concesión V em et, el G obierno a r ­ pero éste no quiso aceptar el cargo, y así hizo p o r cuatro
gentino había prohibido la pesca a los buques ex tra n jero s d en tro de
la jurisdicción legal co rresp o n d ien te a las islas. V e rn e t condujo colo­ veces seguidas h asta que, viendo su obstinada actitud, la L e­
nos, in stru m en to s de labor, anim ales de v arias especies, etc, invir- g islatu ra designó sucesivam ente al D r. D. T om ás A nchore-
tiendo en ello un fuerte capital. na, a D. N icolás A nchorena, herm ano del anterior, a D. Ju an
N o debía ta rd a r en p rese n ta rse la o casió n de a lgú n incidente N. T errero, socio de Rozas, y al general D. A ngel Pacheco,
m otivado p o r la presencia de b arco s dedicados a la pesca de anfibios,
renunciando todos a acep tar el gobierno. (')
en los parajes de jurisd icció n prohibida.
V e rn e t hizo ap resar varios barcos p escadores, de b an d e ra n o rteam e­ D u ra n te los tres m eses que siguieron a su renuncia, V ia­
ricana, cuyos capitanes, desoyendo las advertencias de prohibición, m onte tuvo que perm anecer en el cargo esperando, en vano,
p roseguían sin m ay o r cuidado en su tarea. E l conflicto se p ro d u jo con la designación de un sucesor, y u rg ía para que se le relevara
reclam ación y p ro te sta del C ónsul de E sta d o s U nidos. E l a su n to se del m ando. P ero estas actitudes de R ozas no eran sino m ani­
tra m itó en B uenos A ires y no estab a aú n solucionado cuando llegó
festaciones de su acostum brada política.
Lo que R ozas daba a entender con sus insistentes ren u n ­
cias, era que no aceptaría el cargo sin facultades ex trao rd i­
narias.
El interinato de V iam onte finalizaba con el m es de Sep­
tiem bre, y como éste había term inado sin que se designara
sucesor, correspondía ocupar el cargo, provisionalm ente, al
presidente de la L egislatura, que lo era el D r. D. M anuel V i­
cente M aza. (O ctubre I o de 1834).
L a posición del D r. M aza en su nuevo cargo no era nada
cómoda, pues su acción se lim itaba sim plem ente a ejecu tar
las órdenes que, sin ser au to rid ad , le insinuaba Rozas.
Los gobernadores de T ucum án y de Salta, por cuestiones
(1 ) E n este tiem po (Ju n io ) Rozas' se e n co n tra b a y a en B uenos A ires. T odos
sab ían que hab ía re g re s a d o ; pero nadie sabía in d ic a r su paradero, en los alrededores
de la ciudad. M ien tras, con sus corifeos y la cooperación de su señ o ra, p re p a ra b a
las intrigas.
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secretario, y todos los dem ás, incluso un niño hijo del
de predom inio en las dem ás provincias del norte, se habían m aestro de posta. (F ebrero 16 de 1835).
trab ad o en lucha degenerando, ésta, en g u erra civil.
No se puede decir con seguridad quienes fueron los que
El Dr. M aza llam ó a Q uiroga para encom endarle la m isión ordenaron el asesinato de Q uiroga. Se ha señalado a López,
de traslad arse al in terio r con el fin de obtener, con su me­ de S anta Fe, y a Rozas. El hecho es que, para Rozas, Q ui­
diación, el cese de la g u erra civil. roga era un gran obstáculo p ara el logro de sus planes, y
F acundo Q uiroga se encontraba en B uenos A ires desde su desaparición le era necesaria.
principios de 1834, y su tra to frecuente con los principales Q uiroga fué un caudillo cruel que había en sangrentado
hom bres, incluyendo entre éstos a los m ism os unitarios, pa­ las provincias y com etido en ellas toda clase de tropelías, sin
recía haberle transform ado en su persona y en sus ideas. D e­
consideraciones para nadie, salvo en alguno? casos m uy con­
m ostró tam bién g ra n interés por la organización del país
tados. Sin em bargo, quizá arrepentido, du ran te su p erm a­
bajo el régim en federal, y aceptó la m isión que le propuso
nencia en Buenos A ires, en la intim idad con los hom bres es­
el Dr. Maza. E a idea de esta m isión le fué sugerida por Rozas.
pectables, tales como el general A lvear, confesó sus errores
Q uiroga, an tes de ponerse en m archa, conferenció con y se m anifestaba pesaroso de no haber aceptado la consti­
R ozas y luego partieron am bos acom pañándoles el coronel tución de 1826.
Dr. José S antos O rtiz. (D iciem bre 17 de 1834). R ozas le
acom pañó h asta San A ntonio de Areco, donde conferenciaron D el proceso instruido referente al asesinato de Q uiroga,
por últim a vez, despidiéndolo con la prom esa de enviarle, resu ltaro n culpables D. José V icente Reinafé, g o b ernador de
p o r chasque, una carta explicativa de su pensam iento acerca Córdoba y sus tres herm anos. T raídos a Buenos A ires por
de la m isión que llevaba. orden de R ozas fueron fusilados en la plaza de la V icto ria a
excepción de uno de ellos que consiguió fugar. H ubo otros
Q uiroga, encontrándose en S antiago del E stero, recibe la
condenados que sufrieron la m ism a pena por au to res m ate­
carta de Rozas, y de su contenido deduce que éste procede riales del asesinato.
con doblez y que le engaña. Decide re g resar inm ediatam ente
y se pone en camino. Al llegar a un lu g ar de la provincia de Con la desaparición de Q uiroga, R ozas quedó dueño de la
situación. López de S anta F e no era y a sino un caudillo de
Córdoba, e n t r e
segundo orden ante el poder, cada vez m ás fuerte, de Rozas.
Sinsacate y T o to ­
ral, llam ado Ba­
rranca-Y aco, fué
asaltad a la galera
en que iba, por
u n a partida m an­
dada por el capi­
tá n Santos Pérez.
Q uiroga recibe un
balazo en un ojo,
que le im pide de­
fenderse, y es ul­
tim ado a puñala­
das. L a m ism a suerte corrieron José S antos O rtiz, al aso­
m arse por la portezuela, que le acom pañaba como am igo y
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LA T I R A N Í A

Rozas es elegido gobernador con la suma del


poder público. - El plebiscito.

Ah com enzar el año 1835, la situación política era sum a­


m ente grave en B uenos A ires y el D r. M aza, ante la im po­
sibilidad de co n tin u ar gobernando, se dirigió a la L eg islatu ra
para p re sen tar la renuncia del cargo que ocupaba in teri­
nam ente.
C ontribuyó p ara em peorar aún m ás esta difícil situación,
la noticia del asesinato de Q uiroga, la que, conocida en B ue­
nos A ires en los prim eros días del mes de M arzo, produjo
una sensación enorm e.
, L a L eg islatu ra, reunida en sesión perm anente el día 7 de
M arzo re so lv ió :
1°.— A ceptar la renuncia del D r. M aza debiendo continuar en el des­
empeño del cargo hasta que fuese designado el ciudadano que aebía
substituirle.
2°.—Nombrar, por el término de cinco años, gobernador y capitán ge­
neral de la provincia al general D. Juan Manuel de Rozas, depositando
en su persona toda la suma del poder público de la provincia por el tiem­
po que, a su juicio, fuese necesario, sin más condiciones que la de " de­
fender la religión católica y la causa de la federación".
R ozas solicitó de la L eg islatu ra algunos días de espera
para contestar, y lo hizo fijando como condición necesaria
que su designación fuese confirm ada por un “ plebiscito” .de
m odo que “en todos tiem pos y circunstancias se pueda ha­
cer constar el libre pronunciam iento de la opinión general” .
L a-L eg islatu ra designó l'os dias 26 27 y 28 de M arzo para
que se realizara el plebiscito. R esultó que solam ente 8 de los
ciudadanos inscriptos, votaron en contra de la ley del 7 de
M arzo que oto rg ab a a R ozas facultades extraordinarias.
L a L eg islatu ra com unicó a R ozas el resultado del plebis­
cito realizado en la ciudad, y le m anifestaba que en la cam ­
paña el resultado sería análogo puesto que por actos an te­
riores ese sentim iento ya había quedado dem ostrado.
29
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radores (la M azorca) que en trab a por la calle paseando el re tra to de
En este, como en todos los actos de R ozas, se ocultaba siempre R ozas trasu n ta d o en un espléndido cuadro d e cuerpo entero y sobre
un pro p ó sito m alicioso y trascen d en tal. N o era la confirm ación de un tro n o ro d an te que a rra stra b a n a m ano cen ten ares de corifeos. En
la ley ni el núm ero de votos lo que él buscaba, p o rq u e de ésa y de derredor, una tu rb a fanática, cohetes, bom bas y vivas, atro n ab an el
o tra m anifestación de opinión pública se b u rlab a y sabía bien a aire. D esg raciad o del que no se pusiere de pie o no se descubriese
que atenerse. L o que él buscaba era un p retex to , ap aren tem en te d elante de la efigie” 0 ) .
legal, p a ra castig ar a los que in cu rrieran en hostilid ad co n tra su go­
bierno legítim o com o traidores, con la p ru eb a en la m ano de que T am bién en la cam paña se realizaron fiestas, y aún alg u ­
habían violado el voto y el ju ra m e n to con que ellos m ism os habían nos caciques am igos como C atriel y Cachul, que vivían con
consagrado su p o d er” 0 ) . sus trib u s en las Salinas y T apalqué, celebraron el aconte­
cim iento a su m anera.
Las fiestas parroquiales. - La Mazorca. M uchos de los frentes de casas de fam ilia osten tab an ta ­
pices, colgaduras y banderas punzóes, llevando algunas de
R ozas se recibió del m ando el 13 de A bril y este aconteci­ ellas, inscripciones alusivas.
m iento fué celebrado con grandes fiestas de carácter popular D e estas inscripciones hubo una que llam ó m ucha la aten ­
en cada una de las parroquias. ción y que dió origen al calificativo de m azorqueros con que,
L a cerem onia de la asunción del m ando se realizó en los en adelante, eran designados los rozistas por los unitarios.
salones del F u erte trasladándose R ozas allí, con su comitiva. T am bién se aplicaba la designación de “L a M azorca” a la
“A clam aciones delirantes, vaivén de la m u ltitud, m úsicas m ilitares, “Sociedad P opular R estau rad o ra”. (2)
indican que el cortejo sale de la L eg islatu ra. L a carro za m arch a con
A l poco tiem po de haber asum ido Rozas el m ando, dió
lentitud, tirad a por la delegación de los “re sta u ra d o res”. R ozas, ves­
tido de gala y ru tilan te de entorchados, p asa severo y enigm ático principio al régim en de las arbitrariedades. D estitu y ó a cen­
com o una esfinge. De v en tan a s y pu ertas, balcones y azoteas, cae una tenares de em pleados por la única circunstancia de no ser
lluvia de flores a rro jad a p or las dam as elegantes, cuyos peinetones adictos a su política. M ás de ciento cin cuenta jefes y
eran tan grandes que los “p arap eto s p arecían decorados con caladas oficiales fueron separados de las listas m ilitares, y m andó
rejas de c^rey”. E l besam anos en el F u e rte se prolongó h a sta m uy
fusilar a tres de ellos acusados de haberse com plotado con­
tard e; el populacho desahogaba en v íto res su entusiasm o y se re g o ­
cijaba con la función de volatines fren te al Cabildo. M ás tarde, la
tra el gobierno.
quietud n o ctu rn a del vecindario era in terru m p id a p or el clam oreo de E l color azul era considerado como el sím bolo de los
catervas de jin etes que g alopaban p o r las calles g ritan d o con voz unitarios y era peligroso el o stentarlo. B astaba que una fa­
aguardentosa, los vivas al ilustre re sta u ra d o r y los m ueras a los m ilia usara en la m esa un servicio de loza o porcelana con
salvajes, inm undos, esquerosos u n itario s” (2).
L as fiestas populares eran celebradas, consecutivam ente,
en cada u na de las parroquias, y el atractivo culm inante (1 ) D r. V icente F. López. — O bra citada.
de las variadas cerem onias era el paso del carro triu n fal con (2) Se da el nom bre de m azorca a la espiga que form an los frutos <de ciertas
el re trato de Rozas. plantas com o el maíz.
E n una de las m uchas casas adornadas, se expuso un cuadro en el que se había
“D e rep en te siéntese un ruido y alg azara de “vivas” en las calles pintado una m azorca de maíz. A l pie del cuadro se leía una com posición en verso, de
extrem as de la p arroquia: la m u ltitu d se aglo m era: seis u ocho jinetes tres cu arte tas con estos títu lo s :
vestidos de gauchos, con bolas y lazos y ricam ente aperados, a tro ­
pellan abriéndose ancho paso. E ra la Sociedad Popular de los Restau­ i V IV A I*A M A Z O R C A !

AL UNITARIO CUE SE D ET EN G A A MI RARLA

(1 ) D r. V icente F . López. — M anual de la H ist. A rgentina. E l D r. López, tea*


tigo de los sucesos de aq u el tiem po, tenía entonces 2 0 años de edad.
(2 ) D r. C arlos Ib a rg u ren . — J u a n M anuel de Rozas. D e la obra H i s t de la Confederación A rgentina, por A. Saldias.
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adornos de color azul p ara que, al saberlo los m iem bros de
tos al servicio del tirano. E sta fué la M azorca cuyos crím e­
la M azorca, asaltaran éstos la casa y redujeran todo a pe­
nes, cada vez m ás atroces, culm inaron en 1840.
dazos.
Se obligaba, por decreto, a los m aestros, em pleados y ni­ R ozas busco siem pre la adhesión de la g en te hum ilde, y
ños de las escuelas a u sar la divisa federal. le eran particularm ente adictos los negros. H ab ía en la ciu­
E s indudable que no todos los crím enes se com etían por dad de Buenos A ires, en aquel tiem po, de doce a quince mil
orden directa de R ozas; pero él habría podido m uy bien de aquéllos, que le eran m uy fieles. E n algunos barrios de
ev itar que tales crím enes fueran com etidos. D e cualquier la ciudad, dom inaban los negros casi exclusivam ente y for­
m anera que se consideren los hechos, R ozas será siem pre m aban agrupaciones que reconocían a un jefe al que ciaban
culpable, sin que m erezca perdón alguno. el títu lo de rey. Rozas, para tenerlos de su parte, solía asis­
L a Sociedad P o p ular R estauradora había sido fundada tir con su fam ilia a las fiestas que celebraban, t1)
du ran te el gobierno de Balcarce y de ella form aban parte L os docum entos oficiales em pezaban con estas p alab ras;
m uchas personas m uy bien conceptuadas; pero tam bién
/ V iva la Confederación A rgentina!
figuraban individuos de malos antecedentes siem pre dis­
¡M ueran los salvajes, inmundos, unitarios!
puestos a com eter atropellos y a llegar al asesinato.
' Se obligaba a los hom bres a llevar en el ojal del saco una
cinta de color rojo, y a las m ujeres, un m oño del m ism o
color en la cabeza. M uchas veces, en el atrio de las iglesias,
las señoras se veían obligadas a dejarse fijar en el cabello,
con brea, las cintas “coloradas”.
M uchísim os ciudadanos tuvieron que au sen tarse del país
para no exponer su vida, estableciéndose, principalm ente, en
M ontevideo y en Chile. D esde allí hacían una propaganda
incesante contra el tiran o por medio de escritos que p ubli­
caban en libros, periódicos y diarios.

Complicaciones con Bolivia.

D esde algún tiem po an tes que R ozas ocupara el gobierno


de B uenos A ires, existían, en tre éste y el de Bolivia, alg u ­
nas cuestiones de las cuales una se refería a la restitu ció n
de la provincia de T arija.
P osterio rm en te los em igrados u nitarios establecidos en
Bolivia, habían conseguido o rg an izar en ese país algunas
fuerzas arm adas, protegidos por el general A ndrés de S anta
Cruz, P resid en te de aquella nación, y p ro tecto r de la Confe­
I_a pisadora de m a íz . — 2. L a c u n a en el ra n c h o deración P erú-B oliviana. E ste hom bre am bicionaba extender
(Dibujos de P a llie re — A ñ o 1840) su dom inación sobre los países vecinos y, con este fin, había

L as actividades de la Sociedad P opular R estauradora hi­


cieron degenerar sus propósitos prim itivos convirtiéndola Ia parroquia d e la Concepción estab a el núcleo másf grande de la pobla­
ción n eg ra y, a llí, tam bién vivían y te n ía n su club los m iem bros de la M azorca.
en una asociación dom inada por un grupo de forajidos pues­
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llevado sus agresiones a Chile y pretendía hacer la m ism a p restar el servicio m ilitar urbano. E l ag ente consular francés
cosa con la C onfederación A rgentina. presentó una queja relativa a la aplicación de dicha ley a
L os u n itario s con las fuerzas organizadas en Bolivia, lle­ los súbditos de su país sin obten er resultado en sus gestiones.
varon a cabo algunas incursiones en las provincias del nor­ E sta situación se m antuvo indecisa h asta que en 1837 el
te, respondiendo a sus m iras políticas contrarias a Rozas. vice-cónsul francés reclam ó que se exim iera del servicio
Rozas, conocedor de la ayuda que S anta C ruz prestaba a. m ilitar a varios franceses que lo prestaban, así como la
aquéllos, co ntra todo principio de neutralidad, p ro testó en libertad de un litógrafo y dibujante, H ipólito Bacle, que se
encontraba preso, porque se le acusaba de ejercer el espio­
form a.
naje al servicio del general S anta Cruz.
T odos estos hechos, así como el deseo de R ozas de res­ R ozas consideró agresivas e in ju stas las reclam aciones del
catar la provincia de T arija, le decidieron a en tab lar recla­
cónsul francés, y se negó a tra ta r con él. P o r últim o el alm i­
m aciones; pero como S anta C ruz las desatendiera, le decla­
ran te de la escuadra francesa estableció el bloqueo del puerto
ró la guerra, (M ayo 19 de 1837). de Buenos A ires y de todo el litoral, cuya consecuencia fué
L a lucha no tu v o gran im portancia pues no se em peñaron la paralización com pleta del com ercio de im portación y de
fuertes contingentes de tropas, ni tuvieron lugar im portan­ exportación. (1). E sta situación dió origen a un conflicto
tes acciones de guerra. entre el alm irante francés y el gobierno oriental. A conse­
S anta C ruz en conflicto con C h ile ; y Rozas, obligado a cuencia de esto la isla de M artín García fué atacada y ren ­
aten d er las dificultades que le creaban los unitarios, adem ás dida por los m arinos franceses; pero sólo después de una
de la actitu d am ena~nnte de R ivera, concluyeron por con­ heroica resistencia de la guarnición cuyo jefe y soldados
ce rtar la paz, (M arzo de 1839). fueron puestos en libertad con un honroso testim onio por su
brillante com portam iento. (O ctu b re de 1838).
Rozas y el Estado Oriental Así R ivera, con el apoyo de la escuadra francesa y el con­
Conflicto con Francia. — Bloqueo dp los puertos. curso de las fuerzas que m andaba Lavalle, pudo después de
una larga lucha con triunfos y reveses recíprocos, vencer a
Negociación- Mackau
O ribe definitivam ente. (Junio de 1838).
R ivera quedó dueño de toda la cam paña, y apoyado por la
(Gobernaba en la R epública O riental del U ru g u ay el ge­ escuadra francesa, estableció el sitio de la ciudad de M onte­
neral D. M anuel O ribe enem igo del general D. F ructuoso video. O ribe se vio obligado a entab lar negociaciones de paz
R ivera a quien había sucedido en el m ando. que term inaron con su renuncia. (O ctu b re de 1838).
No convenía a Rozas que el E stado O riental sirviera de R ivera asum ió el m ando con carácter provisorio, y poster-
refugio a sus enem igos políticos, que eran num erosos y per­ riom ente fué electo P resid en te constitucional. (M arzo I o
tenecientes a diversos partidos, entre ellos, m uchos federales. de 1839).
R ivera aspiraba a ocupar, de nuevo, el gobierno de su D esde ese m om ento, ocupando R ivera la presidencia del
país y para conseguirlo se levantó en arm as con el concurso U ruguay, fué más fácil, para la “ Comisión A rg en tin a”, llegar
del general Lavalle como jefe m ilitar, éste, de los em igrados a un acuerdo con aquél y con el alm irante de la escuadra fran­
argentinos, (Julio de 1836).
E sta alianza de los em igrados con R iyera, respondía a una
(1 ) M o n te v id e o e ra el c e n tr o d e p ro p a g a n d a d e lo s e m ig ra d o s c o n tr a el d ic ta d o r,
conveniencia recíproca p ara luchar contra Rozas. y allí se con stitu ó una “ Comisión A rgenti” cuya acción fué de g ra n
P o r ese m ism o tiem po, se produjo un conflicto entre la eficacia para p re p a ra r las cam pañas contra Rozas. Crecido era el núm ero
de a rgentinos opositores al déspota. Allí se lia ían establecido los herm anos
C onfederación y la F rancia, que era consecuencia de una V arela, M árm ol, M it*ef E cheverría, A lberdi, S a rm ien to ; F ría s y m uchos
ley del año 1821, p o r la cual se obligaba a los extranjeros a otro s.
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testaciones ex tern as y p ro p agandistas en la práctica de los hechos.
cesa, para llevar a cabo una acción conjunta contra Rozas. E ra n p arte del p ro g ram a la cuestión de la soberanía del pueblo; el
R ivera lanzó una proclam a declarando la g u erra al tirano, sufragio y la dem ocracia; la p ren sa; el asiento y distribución del
con la m anifestación de que ella no se llevaba al benem érito im puesto; el B anco y el papel m oneda; el crédito público; la in d u s­
pueblo argentino, sino contra el tirano del pueblo inmortal tria p asto ril y ag ríco la; la inm igración; las m unicipalidades; la po­
licía; el ejército de línea y la milicia nacional” W).
de Sud América, (M arzo 10 de 1839).
Iniciadas las hostilidades, R ozas m andó organizar un E n sus com ienzos las actividades de los m iem bros de la A sociación
se desenvolvían con to d a libertad, pues, aparentem ente, en sus re­
ejército p ara llevar la g u erra al U ruguay. E ste ejército, fuer­ uniones se tra ta b a n asu n to s de carácter literario; pero, poco después,
te de 5 a 6000 hom bres, invadió el territo rio oriental al m ando recayeron sospechas sobre la A sociación, y sus m iem bros, an te el
del general E chagüe, que era gobernador de E n tre Ríos. peligro que los am enazaba, com enzaron a d isgregarse hasta que la
sociedad dejó de existir.
D espués de varios m eses ocupados en m archas y m anio­
b ras estratégicas, R ivera derrotó com pletam ente a E chagüe Las reacciones contra Rozas
en la b atalla de C agancha, obligándole a evacuar el territo rio
o riental con los restos de su ejército. (D iciem bre 29 de 1839).
E l conflicto con F ran cia se m antuvo todavía cerca de un L a política a rb itra ria de Rozas, provocó una reacción ge­
año h asta que, con la llegada del enviado diplom ático y vice­ neral en todo el país, que acercó a los hom bres bien inten­
alm irante de la escuadra francesa A rm ando de M ackau, se cionados de los partidos u n itario y federal, los que, d ejan ­
firm ó u n a convención de paz. (O ctubre 29 de 1840). do a un lado sus cuestiones pasadas, se uniform aron en este
E s ta convención, que se conoce con el nom bre de “ N ego­ propósito com ún y único: lu ch ar h asta d errib ar al tirano.
ciación M ackau”, fué de graves consecuencias para R ivera N u m e r o s o s e r a n lo s
y para los jefes u n itarios, pues, m ientras éstos perdían un opositores a R ozas que
aliado y el apoyo de la escuadra, R ozas se desem barazaba habían em igrado estab le­
de un enem igo y, con él, desaparecía el bloqueo de los ciéndose en M ontevideo,
puertos. en el B rasil, en Chile, etc.,
La Asociación de Mayo y que, desde sus respecti­
vas residencias, lo com ba­
A m ediados de 1837 unos cu aren ta jóvenes, en tre los que se e n ­ tían por m edio de la pren ­
co n trab an E steb an E chev erría, Ju a n M aría G utiérrez, Ju an B au tis­
sa y del libro.
ta A lberdi y V icente F id el L ópez, se reu n iero n con el p ro p ó sito de
co nsagrarse a tra b a ja r p o r el p ro g reso y la felicidad de la p atria. D esde la subida de R o­
P rom o vió la form ació n de esta sociedad' D. E ste b a n E ch ev erría zas al poder por segunda
quien explicó a los afiliados cual era la situación política del país y vez, en 1835, h asta su caí­
las tendencias de los partidos que se d isputaban el predom inio del d a en 1852, la reacción se
gobierno. m antuvo constante, y a en
E sta sociedad se llam ó A sociación d e Mayo. E l p ro g ra m a que
form uló E cheverría, y que p ro p u so a los asociados, co nstituye lo
un punto, ya en otro, y
que se llam a “D ogm a social de la A sociación de M ayo”. F u ero n C orrientes fué la provin­
invitados a inscribirse en la sociedad todos los arg en tino s sin dis­ cia que hizo m ás esfuerzos
tinción de partidos. p ara ab a tir al déspota, por
“El dogm a socialista, tal cual lo concibió y elaboró E cheverría, lo que h a sido llam ada la
abarcá los fu ndam entos o principios de toda u n sistem a social y po ­ predilecta del sacrificio.
lítico. E ra, en se n tir de su au to r, un credo, una bandera, un programa
para la nueva asociación, la cual debía ser doctrin aria en sus m ani- (1) A . Saldías. — H is t. d e la C onfederación A rg e n tin a .
-4 5 4 — — 455 —

L os d istintos esfuerzos o cam pañas libertadoras que se o r­ El ejército de C orrientes resultó deshecho y la provincia
ganizaron fu e ro n : quedó bajo la influencia de Rozas. Berón de A stra d a fué el
l 9 El pronunciam iento de C orrientes (1839). prim ero de todos los gobernadores de provincias, que osara
29 L a conspiración de M aza y revolución del su r (1839). levantarse contra Rozas.
30 L a cam paña de Lavalle y segundo levantam iento de
C orrientes, (1839-1841). Revolución del sur. — C onspiración de M aza
49 La coalición del norte, (1840-1841).
5« C am paña del G eneral Paz y tercer levantam iento de E n Buenos A ires, casi al m ismo tiem po que era sofocado
C orrientes, (1840-1841). el levantam iento de C orrientes, se descubría una conspira­
6o C uarto levantam iento de C orrientes. El Gral P az (1845). ción, en la que se había com prom etido el ten ien te coronel
Ram ón Maza.
7’ C am paña libertadora de U rquiza, (1852).
E n la cam paña sur de la provincia de Buenos A ires se
había constituido tam bién un foco revolucionario que debía
Pronunciamiento de Corrientes contra Rozas. operar en com binación con el m ovim iento de la C apital y
Berón de Astrada. con una fuerza al m ando del general Lavalle que debía des­
em barcar en la costa de T u y ú , pero que no se presentó.
L as provincias habían otorgado a R ozas la facultad para El Dr. don M anuel
entender en todo lo relativo a las relaciones .exteriores. El V icente M aza, pre­
gobernador de la provincia de C orrientes, G enaro Berón de
sidente de la L egis­
A strada, lanzó un m anifiesto por el que invitaba a los go­
bernadores de las provincias a despojar a R ozas de la re­ latu ra, y padre del
presentación exterior y a declararle la guerra. coronel Ram ón M a­
B erón de A strad a en com binación con la “ Comisión a r­ za, fué asesinado en
g en tin a” de M ontevideo, celebró un acuerdo con R ivera (1) su propio despacho
y con los agentes de F rancia, que prestarían la ayuda de sus p or suponérsele cóm ­
fuerzas navales. . . , plice. Su hijo fué fu­
B erón de A strada, como lo tenía prom etido, levanto un silado p o r la m ism a
ejército de unos 5.000 hom bres para e n tra r en cam paña; causa.
pero R ivera, que tam bién había declarado la g u erra a Rozas, L os jefes princi­
en M arzo, perm aneció inactivo y dejó a B erón de A strada pales que debían le­
abandonado a su suerte. ., . , v an tarse en el su r de
C orrientes fué invadida por un fuerte ejercito al m ando la provincia de B ue­
del gobernador de E n tre Ríos, general D. Pascual Echagüe,
nos A ires, en combi­
y de U rquiza. E n la sangrienta b atalla de Pago Largo fue
nación con los con­
derrotado Berón de A strada y quedó m uerto con varios
centenares de soldados, m uchos de los cuales fueron sacrifi­ ju rados que respon­
cados de u na m anera horrorosa, (M arzo 31 de 1839). dían al coronel M aza, y con el general Lavalle. fu e ro n : M a­
nuel Rico, en D olores; P edro Castelli, en C hascom ús; y
Am brosio Crám er, en M onsalvo.
(1) R ivera ya h abía d e clarad o la gu erra a Rozas. (M arzo 10 de '8 3 9 ) El general L avalle en vez de desem barcar en el T uyú,
(2 ) D e la espalda d e B erón de A strada le sacaron u n a lo n ja de piel con la que
te m andó hacer una m anca que íué regalada a Roza». como había prom etido, se dirigió a E n tre Ríos. Los con-
— 456 — — 457 —

ju rad o s del sur, a p esar de la desm oralización en que se acampó en Mer­


encontraban por la ejecución del coronel M aza, y por la lo a pocas horas
ausencia del general Lavalle, se levantaron en los tres pue­ de Buenos Aires.
blos citados. (A gosto 1840).
D. P rudencio R o zas,'h erm a n o del tirano, desde el A zu l; R ozas se con­
y el coronel G ranada, desde T apalqué, unieron sus fuerzas sideró p e r d id o
y alcanzaron a los revolucionarios en Chascom ús y los de­ p orque no dispo­
rro taro n . (N oviem bre 7 de 1839). nía d e fuerzas
P erseguidos y tom ados m uchos de ellos, fueron ejecutados. suficientes c o n
L a cabeza de Castelli fué expuesta en la plaza de Dolores. q u e defenderse.
E l coronel Rico con 600 hom bres pudo llegar al T u y ú y sal­ L a v a l l e p erm a­
varse en los botes de la escuadra francesa bloqueadora. neció inactivo du­
D esde ese m om ento la situación se puso m ucho m ás g ra­ ra n te varios días
y contram archó
ve y peligrosa p ara los que no podían to lera r la política y
luego hacia S an­
el salvajism o del tirano.
ta Fe. E sto favo­
Campaña de Lavalle contra Rozas reció a R o z a s ,
quien, sin hacer
Segundo levantamiento de Corrientes - Muerte de Lavalle
nada de su p ar­
L as fuerzas navales francesas habían desalojado de la isla te, se salvó.
de M artín G arcía a la guarnición p u e s ta 'p o r R ozas y, allí De S anta Fe,
había establecido su cam pam ento el general Lavalle. L avalle p a s ó a
A principios de septiem bre, la L egión libertadora, fuerte C órdoba en don­
de 550 hom bres, llevada en 4 buques franceses, desem barcó de fué alcanzado
cerca de “ G ualeguaychú” (L a n d a), de donde m archó hacia y v e n c id o por
el n o rte y, próxim o al arroyo “Y eru á”, venció a las fuerzas O ribe en el com ­
del G obernador delegado de E n tre Ros. bate de Quebra­
ch o H e r r a d o
C orrientes debía auxiliar a Lavalle, y al conocerse la no­
ticia del triunfo de “Y eru á”, se levantó en arm as por se­ (N oviem bre 28
de 1840). A lcan­
gunda vez. (S eptiem bre 22 de 1839).
zado nuevam en­
L avalle pasó a C orrientes, y allí pudo equipar las fuer­ te en T ucum án
zas para pasar de nuevo a E n tre Rios, en cuyo territo rio f u é b a t i d o en
sostuvo dos encuentros de resultados indecisos. (D on Cris­ F a m a illá (Sep­
tóbal y Sauce Grande). t i e m b r e 19 d e
L avalle abandonó el territorio entrerriano por el “ D iam an­ 1841).
te” y, tran sp o rta d o su ejército en buques de la escuadra
francesa, desem barcó en San P edro (A gosto 5 de 1840). L avalle, en si­
D espués de algunos encuentros sin im portancia, llegó y tuación tan der
— 458 —
<;ido com pletam ente en Rodeo del M edio (M endoza^-y-tuvo
sastrosa, huyó hacia Ju ju y con el propósito de pasar a Bo- que refugiarse en Chile, (Septiem bre 24 de 1841).
livia, alojándose, m ientras tanto, con algunos oficiales y Los degüellos y atrocidades que se com etieron en las cinco
soldados, en una casa provincias de la coalición por los jefes de las fuerzas de
de la ciudad, Rozas, fueron de refinada crueldad.
U na p artid a de la El G obernador de T ucum án, doctor M arco A vellaneda, y
localidad, sin sospe­ algunos oficiales fueron presos y decapitados en M etán.
char siquiera que el L a cabeza de A vellaneda fué colocada en la p u n ta de un
general Lavalle se en­ palo y expuesta en la plaza de Tucum án.
contraba allí, iba a
prender al dueño de
la casa; pero, avisada
de que en ella se en­
contraba alojada una
fuerza fugitiva, hizo
una descarga contra
la puerta, retirándose
en seguida, y una de
las balas produjo la
m uerte del g e n e r a l .
(O ctu b re 9 de 1841).
Su cadáver fué lleva­
do a Bolivia, gracias
a la fidelidad de los
suyos, y depositado,
C a m p a ñ a de L a v a lle c o n Jo s h o n o r e s a q u e
L a d a m a p o r te ñ a e n el te m p lo (1 8 4 0 ). ( D ib u jo d e A . P a llie re )
era acreedor, en la catedral de Potosí.
T ercer levantam iento de C orrientes. — C am paña libertadora
La coalición del norte I del general P az. — B atalla de Caa-Guazú.
L a reacción co ntra Rozas, a pesar de los fracasos sufri­ E l general P az, después de su cam paña en el in terior y
dos, se m antenía viva. E n el interior y en el norte se com bi­ de caer prisionero en “E l T ío ”, (1831) había perm anecido
n ó un plan, encabezado por don M arco A vellaneda, para encarcelado en S an ta F e ; y luego, reclam ado por Rozas, éste
v oltear al tirano, entrando a form ar parte de él las provin­ lo tuvo preso en L uján.
cias de T ucum án, Salta, C atam arca, L a R ioja y Jujuy. Al H abían transcurrido ya 8 años, cuando R ozas lo m andó
frente de esta coalición se había puesto el general L a M adrid poner en libertad creyendo atraerlo a su p artid o (1839).
quien contaba con la cooperación del general Lavalle. P az debía perm anecer en Buenos Aires, en relativa libertad,
H ubo varios encuentros desgraciados para las arm as liber­ pues tenía la ciudad por cárcel.
tadoras. Lavalle, vencido por Oribe, en “Q uebracho H e rra ­ E l benem érito general resolvió, algún tiem po después,
do” y en “ F am aillá”, no pudo ser eficaz. L a M adrid fué ven- poner de nuevo su espada al servicio de la causa libertadora
ii
- 460- — 461 —

y, en la noche del 3 de A bril (1840), se evadió con algunos R ivera una com pleta y espantosa derro ta perdiendo todo el
com pañeros. Se in ternaron todos en el río, con el agua al parque, bagajes, caballadas, etc. (D iciem bre 6 de 1842. Ri-
pecho, h asta alcanzar un lanchón que los esperaba y condujo verá huyó con pocos hom bres y pasó a territo rio oriental.
a uno de los buques franceses bloqueadores.' De éste, en D espués dé esta victoria, O ribe cruzó el río U ru g u a y y
dos botes, pasaron a la Colonia sanos y salvos. m archó lentam ente hacia M ontevideo, situándose en la co­
E l general P az se trasladó, después, a C orrientes, y allí, lina llam ada el C errito, cerca de M ontevideo, e inició el céle­
con los auxilios del G obernador F erré, se entregó a la tarea bre sitio qüe duró cerca de nueve años (F eb rero 16 de 1843).
de o rganizar el tercer ejército correntino contra, Rozas L as autoridades de M ontevideo, ante el peligro que se
E n poco m ás de tres meses había conseguido form ar un aproxim aba, a consecuencia de la d erro ta de R ivera, ordena­
cuerpo de ejército con qué poder hacer frente al general ron la creación de un ejército, poniéndolo a las órdenes del
Echagüe, G obernador de E n tre Ríos. general Paz, quien se consagró com pletam ente a la organi­
D espués de varios encuentros sin im portancia, tuvo lugar zación de la defensa de la ciudad.
una g ran batalla en el paso de Caa-Guazú, sobre el río El general P az fué incansable en su tarea': m andó lev an tar
Corrientes, en la que Echagüe sufrió una d errota com pleta m urallas, creár talleres para la fabricación de arm as, o rg a­
(N oviem bre 28 de 1841). nizó batallones, y echó m ano de cuanto recurso podía serle
Con la victoria de Caa-Guazú, P az quedó dueño de E ntre útil en m om entos tan desesperantes.
Ríos y fué nom brado G obernador de la provincia; pero El núm ero crecido de extranjeros residentes en M ontevideo
Ferré, desconfiando de Paz, se dejó influenciar por las intri­ perm itió la form ación de varias leg io n es: la de los arg en ti
gas de R ivera, y este cambio de‘ actitud entorpeció la conti­ form ada por los em igrados; la de los franceses; la de los
nuación de la cam paña. P az se retiró a M ontevideo y todas españoles, y la de los italianos, m andada por José Garibaldi.
las v entajas obtenidas, que le habrían puesto en condiciones E n to tal las fuerzas de la defensa de M ontevideo sum aban
de pasar el P ara n á y m archar hacia B uenos A ires, se redu­ 7.000 hom bres. E n tre los jefes argentinos, adem ás del gene­
jeron a nada. La suerte no abandonaba a Rozas. ral P az, e s ta b a n : R ondeau, O lazábal, O lavarría, M artín Ro­
dríguez, Iriarte, N icolás de V edia y otros.
T odas las operaciones que se realizaron du ran te el sitio,
Invasión al Uruguay.— Batalla del Arroyo Grande.
constituyen lo que se llam ó la Guerra Grande.
Sitio de Montevideo. Los em igrados argentinos establecidos en M ontevideo,
constituían una agrupación num erosísim a, a la que se unían
La paz celebrada con la F rancia por el tra ta d o de M ackau, gran núm ero de extranjeros que habían abandonado la ciu­
dejaba libre la navegación del P la ta y sus afluentes, y esto dad de Buenos A ires por serlés odiosa la política del dicta­
perm itió a R ozas -bloquear el puerto de M ontevideo y faci dor. M ontevideo se convirtió, así, en un verdadero foco de
litar las operaciones del ejército de invasión al U ruguay, oposición activa, y de tenaz propaganda revolucionaria.
fuerte de 14.000 hom bres. E ste ejército, al m ando de Oribe, R ozas tenía, pues, un interés grandísim o en apoderarse
cruzó el río P ara n á y se situó cerca del A rroyo G rande (2). de M ontevideo.
Rivera, casi al mismo tiem po, pasó a E n tre Ríos con todas
sus fuerzas, a las cuales se unieron las del litoral form ando, Intervención de Francia e Inglaterra
así, un total de 8.000 hom bres. Combate de Obligado
E l encuentro de las fuerzas de O ribe y las de R ivera tuvo
lugar cerca de las puntas del Arroyo Grande, y allí sufrió El estado de g u erra entre R ozas •y la B anda O riental,
( 1 ) E l gen eral L a valle, p o r su p a rte , estab a en cam paña en el interior.
que perjudicaba grandem ente los intereses com erciales, no
(2) A rroyo q u e separa los d ep artam en to s de C oncordia y Colón*

30
— 462 —
— 463 —
sólo de los pueblos T am poco tom ó en cuenta Rozas el u ltim átu m , y las
sino tam bién de las fuerzas navales franco - inglesas atacaron la escuadrilla que
dem ás naciones, in­ m andaba B row n, al servicio de Rozas, y se apoderaron de
flu y ó p a r a q u e los buques en la rada de M ontevideo. D espués de esto la
F ran c ia e In g la te ­ escuadra anglo - francesa se dedicó a bloquear los p u ertos
rra intervinieran. argentinos, y p arte de ella rem ontó el P araná.
E n abril de 1845 R ozas había hecho colocar en el P aran á una cadena m uy
el general R i v e r a , gruesa, de una a o tra banda del río, en un sitio llam ado
que guerreab a con­ V uelta de O bligado, para im pedir el paso de los buques
tra las f u e r z a s de cargados de m ercaderías que los com erciantes de M ontevi- -
R o z a s en la cam ­ deo pretendiesen m andar a los puertos de C orrientes y del
p aña o r i e n t a l , fué P araguay.
v e n c id o co m p leta­ L a escuadra anglo-francesa atacó las fuerzas qué, desde
m ente p or U rq u iza la costa, defendían el paso, las que fueron vencidas, a pesar
en I n d i a M uerta. de la brav u ra con que pelearon, como lo reconocieron los
L a ciudad de M on­ m ism os jefes de las escuadras, en los p artes que p asaron a
tevideo vino a que­ sus alm irantes. (N oviem bre 20 de 1845).
dar, así, aislada. E l com bate de O bligado fué una victoria de las fuerzas
navales de F ran cia e In g la te rra ; pero hizo honor a las arm as
E l g o b i e r n o de
argentinas, que defendieron en aquella o p ortunidad la so­
M ontevideo e n tr ó ,
beranía nacional.
entonces, en nego­
c i a c i o n e s con los
p le n ip o t e n c i a r i o s N ueva cam paña del general P az co n tra R ozas
de F ran cia e In g la ­ C uarto levantam iento de C orrientes.
terra. E sto s hicie­ Convenio de A lcaraz— Vences.
ron p ro p o s ic io n e s
de p az a R o z a s ; E l pueblo correntirto había sentido siem pre una aversión
pero el tiran o las m anifiesta para con el tirano Rozas, y no desperdiciaba oca­
rechazó. sión para sublevarse con el propósito de derribarle del poder.
E ncontrándose E n tre Ríos con pocas fuerzas p ara su
E ntonces le e n ­
defensa, pues U rquiza había pasado al U ru g u a y , C orrientes
viaron un u ltim á­
se pronuncio de nuevo. Un centenar de personas, encabe­
tu m dándole 8 días
zadas por don Joaquín M adariaga, invadieron desde el
de tiem po p ara que
B rasil, atravesando el U ruguay, por un paso que se llam ó
re tira ra las tro p as
desde entonces, P aso de los Libres.
del territo rio orien­
El G obernador que había puesto R ozas en C orrientes
tal.
huyó y, en poco tiem po, toda la provincia estuvo de pie.
El general P az fué llam ado por M adariaga para ponerse
al frente 4 e Ia cam paña. P az aceptó, abandonando la plaza
de M ontevideo, pues ya se encontraba ésta en condiciones
de defensa. Se em barcó p ara Río de Janeiro y, de allí, pasó
a C orrientes (Julio de 1844).
E l general P az debía organizarlo todo. El P araguay,
aliado a C orrientes, m andó un contingente de varios miles
de h o m b res; pero m uy bisoñOs. P az disciplinó lo m ejor que
pudo las fuerzas y esperó la invasión que debía llevarle
U rquiza.

L a in d u s tria del cuero.

La v an guardia del ejército correntino la m andaba don


Ju an M adariaga quien, no cum pliendo las órdenes de Paz,
atacó a U rquiza. F u é vencido y cayó prisionero. M adariaga,
p ara salvar la vida, se com prom etió con U rquiza a expulsar
al general P az de C orrientes, a cuyo efecto participó estas
circunstancias a su herm ano don Joaquín,
-4 6 6 - — 467 —
E n las ciudades del in terio r la vida tran scu rría tranquila, sin o sten ­
E l general P az habría conseguido d erro tar a U rq u iz a; tación ni lujo desm edido: la sencillez en todo, era el carácter de la
pero el gobernador don Joaquín M adariaga, dificultó el vida dom éstica y social. E n el campo, los h abitantes llevaban una vida
de estrecheces y de privaciones, en g ran parte debido a su escaso
plan estratégico de aquél y sublevó las tro p as obligándole apego al trab ajó continuado, rayano en la ociosidad.
a retirarse al P araguay. “A producir este resu ltad o desgraciado, dice Sarm iento, debe haber
Los M adariaga y U rquiza firm aron el convenio de Al- contribuido la in corporación de indígenas que hizo la colonización,
caraz (agosto 15 de 1846) uno de cuyos artículos se refería pues las razas am ericanas viven en la ociosidad y se m uestran inca­
al restablecim iento del Pacto del Litoral de 1831 por el que paces, aún por medio de la com pulsión, p ara dedicarse a un trabajo
duro y seguido”.
se indicaba la reunión de un congreso federal.
R ozas, al ten er conocim iento de la celebración del tra ­
tado, se indignó contra U rquiza, acusándole de haber cele­
brado, por su sola cuenta, pactos sobre cuestiones que sódo
a él correspondía entender. U rquiza tuvo que anular el tra­
tado y obligó a los M adariaga a que aceptasen otro convenio
im puesto por Rozas.
Los M adariaga, que habían pactado de buena fe, poco
después reanudaron la l u c h a . En el p o t r e r o de Vences,
M adariaga fué derrotado por U rquiza, y la provincia quedó
som etida a la influencia de éste. (N oviem bre 27 de 1847).

Ojeada al pasado
(Epoca de las luchas civiles)

L a lucha p o r la independencia, que reclam aba el concurso de todos


los hijos del país, en p arte; pero p rincipalm ente el largo período de
las luchas fratricidas, san g rien tas y feroces, a veces, hab ían a rru i­
nado el com ercio, las pequeñas in d u strias nacientes, im pedido el
cultivo de la tierra, ah u y en tan d o al ex tran jero , etc.
Así, pues, la p rosperidad del país, relativ am en te a su com ercio y
T ipo de Jos antiguos pueblos pobres.
a sus industrias, no había variado, en general, de lo que era en 1810;
debiendo exceptuarse, sin em bargo, a B uenos A ires, que d isfru tó del
periodo de paz y de pro g reso de las ad m inistraciones de R o dríguez Siem pre refiriéndose a este hecho, decía en aquella época, el m ism o
y de L as H eras. S arm iento:
C ontribuía a que este estado de lucha fuera casi perm anente, la “ D a com pasión y v erg ü en za en la R epública A rg en tin a com parar
falta de m edios de com unicación entre ciudades ubicadas a distancias la colonia alem ana o escocesa del sur de B uenos A ires y la villa que
grandísim as unas de otras, y m ás aúii, de B uenos Aires. se form a en el in terio r; en la p rim era las casitas son pintadas, el fren­
E n tan extensa superficie sólo dos ciudades m erecían este nom bre:
te de la casa siem pre aseado, adornados de flores y arbustillos g ra ­
B uenos A ires y C órdoba. L as dem ás eran poblaciones de segundo y
ciosos; el am ueblado sencillo pero com pleto; la vajilla de cobre o
tercer urden; sim ples aldeas, alg u n as; aglom eración de ranch o s, otras,
E stas ciudades presentaban todas el m ism o aspecto con sus calles estaño, reluciendo siem pre; la cam a con cortinillas graciosas y los
cortadas en ángulo recto, su cabildo y su iglesia, y algunos conventos, h ab itan tes en un m ovim iento y acción continuos”.
com o únicos edificios de im portancia, siguiéndoles un as cuantas casas “ L a villa nacional era el reverso indigno de esta m edalla; niños
de m aterial con techos de tejas, y luego algunos centenares de ran­ sucios y cubiertos de h arapos viven en una jau ría de p erro s; hom bres
chos estableciendo el contacto entre el centro del poblado y la cam paña. tendidos por el suelo en la m ás com pleta inacción, el desaseo y la
p o b reza en to d as p artes, una m esita y petacas por todo am ueblado,
— 469 —
ranchos m iserables por habitación, y un aspecto gen eral de barbarie T o d as las poblaciones del interior, principalm ente las ciudades
y de in q iria los hacen no tab les”. (Ó capitales de provincia, estab an expuestas, con frecuencia, a sufrir los
E s t o s hom ­ vejám enes, cuando no las consecuencias del odio y de la venganza
bres tan dados p artid ista de los m o n to n ero s que, m uy a m enudo, se en tregaban al
a la ociosidad, saqueo de las casas de sus enem igos im poniendo contribuciones fo r­
q u e m u y poco zadas de dinero, y p erp etran d o asesinatos, degollaciones, etc. E n las
cultivaban la tie- cam pañas era cosa co rrien te que se apoderaran de ías haciendas de
rra p ara p ro cu ­ sus enem igos llegando su m aldad, a veces, h asta el punto de em pren­
ra rse el alim ento derla con pobres infelices a los que quem aban sus rú stico s m uebles
necesario, o n a­ y d estrozaban h a sta los cach arros y ollas de barro.
da, puesto que P a ra a ten d e r a sus contiendas p artid istas los caudillos descuidaban
con poco trab ajo la defensa de las líneas de fro n teras y los indios llevaban a cabo sus
lo obten ían de invasiones, casi im punem ente, com etiendo crím enes h o rrorosos.
la carne dé sus H acia 1821 S an ta Fe, p or ten er desguarnecidas las fro n teras sobre
m ajadas, consti­ el Chaco, vió d estru id as sus quintas, quem ados sus ranchos, y casas,
tu ían el elem en­ m u erto s sus m oradores, y, aún, tuvo que so p o rtar las hostilidades de
to a p ro pósito esos m ism os salvajes cuyos toldos los instalaron a sólo un a legua
p a ra el lev an ta­ de distancia de la ciudad.
m ien to de m o n ­
H echos análogos sucedían en las fro n teras de B uenos A íres, C ór­
ton eras.
doba, San'tiago del E stero , San Luis, etc.
A sí se explica
E n algunos m om entos, cuando m ás recrudecía la lucha entre el
en p arte, la faci­
lidad y la deci­ G obierno de B uenos A ires y los caudillos, o entre éstos m ism os, la
sión con que es­ cam paña ofrecía un espectáculo de desolación que apenaba.
tos hom bres, sin L os cam pos quedaban desiertos, pues las faenas se in terru m p ían
intereses a rra i­ p orque los cam pesinos ab an d onaban los establecim ientos rurales, ya
gados, acudían p ara fo rm ar en las m o n to n eras y ejércitos de los caudillos, ya des­
al llam ado de los apareciendo p ara lib rarse de un servicio que no respondía a las pe­
c a u d i l l o s para nurias y peligros que le esperaban.
em p u ñ ar las a r­ E n los ran ch o s sólo quedaban las m ujeres y los niños, expuestos a
m as y exponer sufrir las brutalidades de los m ontoneros.
su vida en d e ­ Se com prende que, con un estado de cosas sem ejante, la población
fensa d e u n a no podía au m en ta r sino en centros de cultura com o B uenos A ires.
causa que nin ­ Así, la población de todo el país, que hacia 1819 era de unos
gú n beneficio les 530.000 habitantes, en 1837 llegó a 635.000 acusando un aum ento de
rep o rtab a, ni cu- solo 1/6 % anual. L a principal causa de este aum ento ta n poco sen­
y o s principios sible era el estado de g u e rra casi perm anente que existía desde 1819
e n t e n d í a n . En en adelante. D u ra n te todo ese tiem po el país perm aneció estacionario,
aquella época las en general, sin in m ig ran tes que cultivaran la tierra, sin industrias, y,
e s c u e l a s no lo que era peor, con tendencia a desaparecer lo poco que ya existía.
T * El e je e ra d e m a d e ra d u ra . L a s r u e d,a s e r a n abundaban y los Com o ejem plo de decadencia a que habían sido reducidas algunas
La carreta. u . .
re fo rz a d a s con lo n ja s d e cu e ro . an an a D eiO S S e ciudades del interior, S arm iento cita, en F acundo, el siguiente in te rro ­
contaban no so­ gato rio que som etió al canónigo de la catedral de C órdoba don M a­
lam ente entre los h abitan tes de la cam paña, sino entre las personas nuel Ignacio C astro B a rro s que había dejado la ciudad de L a R ioja
acom odadas. E n 1816, Sarm iento, encon trán d o se en las sierras de desde cu atro m eses atrás.
San Luis, enseñó a leer a seis jóvenes de fam ilias pudientes, el m e­ ¿A qué núm ero ascenderá aproxim adam ente la población actual de
nor de los cuales tenía 22 años. la ciudad de la R ioja?
(1) Sarm iento - Facundo. R. — Apenas m il quinientas almas. Se dice que sólo hay quince varo­
nes residentes en la ciudad.
¿Cuántos ciudadanos notables residen en ella?
R. — E n la ciudad serán seis u ocho.
¿Cuántos abogados tienen estudio abierto?
R. - Ninguno.
¿Cuántos médicos asisten a los enfermos?
R. - Ninguno.
¿Cuántos jueces letrados hay?
R. - Ninguno.
¿Cuántos jóvenes riojanos están estudiando en Córdoba o Buenos
Aires
R .— Sólo sé de uno.
¿Cuántas escuelas hay, y cuántos niños asisten?
R. — Ninguna.
¿H ay algún establecimiento público de caridad?
R. — Ninguno, ni escuela de primeras letras. El único religioso fra n ­
ciscano que hay en aquel convento, tiene algunos niños.
¿Cuántos templos arruinados hay?
R. Cinco: sólo la M atriz sirve de algo.
¿Se edifican casas nuevas?
R. — Ninguna, ni se reparan las caídas.
¿ H a aumentado o disminuido la población?
R. — H a disminuido más de la mitad.
¿ Predomina en el pueblo algún sentimiento deterro r ?
R. — M áxim o. S e teme hablar lo inocente.
P or una situación semejante pasaban otras ciudades como San Luis,
Santiago del Estero, etc.
— 472 — — 473 —

legar en Rozas, tam bién la defensa de los asu n to s nacio­


Urquiza y Rozas
nales, provenía de una leg islatu ra provincial y no de una
Pronunciamiento del 1» de Mayo de 1851 autoridad nacional. P o r consiguiente, U rquiza, así com o h a­
bía reconocido en R ozas al rep resen tan te de una au to rid ad
Con la desaparición de los caudillos López y Q uiroga
nacional, con todo derecho podía no continuar reconocién­
de la escena política, R ozas habia quedado como el caudillo
dole las atribuciones de tal.
m ás poderoso y resp etad o ; pero m ás tarde, surgió otro,
F u é así que, con fecha l p de m ayo de 1851, el go b ern a­
cuyo p restig io había ido creciendo h asta el pu n to de sobre­
dor de la provincia de E n tre Ríos, general
p u jarlo y, p or fin, vencerlo: este caudillo fué U rquiza.
U rquiza, expidió el trascen d en tal d e c r e t o
E l general D. Ju s to José de U rquiza en su juventud,
que se conoce con el nom bre de pronuncia­
hacia 1830, había sido unitario. M ás tarde, cuando y a R ozas
m iento del 1? de mayo de 1851, aprobado
se había afianzado en el poder, se puso de p arte de los
p o r la L eg islatu ra de aquella provincia. El
federales.
artículo 2° del citado decreto establecía q u e :
E stu v o al servicio de la política de R ozas y su influen­
cia fué creciendo en todo el litoral h asta que, com o gober­ “retiraba las facultades delegadas al Gobernador de
Buenos A ires en lo relativo a las relaciones exteriores,
n ad o r de la provincia de E n tre Ríos, su guerra y paz, y que quedaba su provincia en actitud
prestigio llegó a ser ta n grande que ala r­ de entenderse directamente con los demás gobiernos
m ó al tirano. del mundo hasta que fuera consolidada la N ación”.
E x istía n ya entre R ozas y U rquiza E l 25 de m ayo dirigió U rq u iza una sen ti­
algunos resentim ientos, y éstos se acen­ da proclam a a los pueblos, que term in ab a a s í :
tu aro n después del com bate de la V uelta
Pueblos confederados: la provincia heroica que me
de O bligado y paso de la escuadra an- ha honrado con la dirección de sus destinos ha hecho
glo-frañcesa, y m ás aún después del resonar en todos sus ángulos el clamor uniform e de
convenio de A lcaraz, que U rquiza había “libertad, organización y guerra al despotismo”. N ues­
celebrado c o n lo s M a d a r i a g a de Co­ tra hermana, la ilustre provincia de Corrientes, ha res­
rrientes, convenio que tu v o que m odifi­ pondido ya y ligado su resolución magnánima a la de
E ntre Ríos, y la grande alianza argentino-americana,
car por im posición del dictador. libertadora de las repúblicas del Plata, tiene a su favor
U rq u iza no estaba en un to d o de acuerdo con la política el poder de las armas, la elevada justicia de su causa
de R ozas y se im puso el com prom iso de hacer valer todo y las bendiciones de los buenos.
el poder que había sabido acum ular p ara librar al país de ,E1 29 de m ay ° se ñ rm ó el tra ta d o de
.Soldado de caba-
la tiran ía b árb ara que lo tenía sojuzgado. P rocedió con la alianza de la provincia de E n tre R íos con la
íie ría de U rq u iz a
prudencia necesaria p ara no descubrir sus propósitos y p re­ de C orrientes, así com o con el gobierno de
paró una cam paña en regla para derrocar al tirano. la defensa de M ontevideo y con el Brasil.
R ozas rep resentaba al E jecutivo N acional en todo lo
relativo a las relaciones exteriores, paz y guerra, facultades La expedición libertadora - Capitulación de Oribe
que las provincias le habían delegado en v irtu d del P acto La escuadra brasileña
del L ito ral de 4 de enero de 1831. Paso del Tonelero - Batalla de Caseros - Fuga de Rozas
T odos los años R ozas presentaba su renuncia del cargo
E ncontrándose en territo rio oriental el ejército de O ribe,
de g o b ernador de la provincia de Buenos A ires, fundándola
en razones de salud, renuncia que nunca era aceptada por que sitiaba la ciudad de M ontevideo, h ab ría sido peligroso
para U rquiza iniciar directam ente la cam paña co n tra R ozas
la Sala de R ep resentantes. E s ta sanción, que im plicaba de-
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en territo rio de la provincia de Buenos A ires, puesto que
O ribe habría podido, a su vez, cruzar el U ruguay e invadir lo atacó U rquiza obteniendo el triu n fo m ás com pleto (F e ­
las provincias de E n tre Ríos y C orrientes. Era, pues, nece­ brero 3 de 1852). Q uedaron en poder del vencedor m ás de
sario, lib ertar la ciudad de M ontevideo venciendo a Oribe. 7.000 prisioneros, cerca de 60 cañones, carros y carretas en
F u é así que pasó prim ero, a territo rio uruguayo, el general núm ero m ayor de 1.000, caballadas, etc.
Garzón, oriental, y luego le siguió U rquiza. (Junio de 1851). Rozas, en cuanto com prendió que el resultado de la lucha
V arios jefes de las fuerzas de O ribe, con toda la tro p a de le era adverso, huyó del campo de batalla hacia la ciudad,
su m ando, se pasaron al ejército libertador. O ribe, dándose deteniéndose en
un lu g ar de los
cuenta de que estaba perdido, celebró un convenio de paz
s u b u r b i o s (ac­
p o r el que se declaraba que no había vencidos ni vencedores.
(O c tu b re 8 de tu al plaza 29 de
1851). Con esto, sin N oviem bre) pa­
d e r r a m a r sangre, ra re d actar su
tuvo fin el sitio de r e n u n c ia , q u e
M ontevideo a los envió a la L e­
9 años m enos 4 me­ g i s l a t u r a , y se
ses y 9 días. r e f u g ió , luego,
R eforzado el ejér­ en la casa del
cito lib ertad o r con 1 m inistro b ritán i­
la incorporación de co. D u ra n te la
las fuerzas que ha­ noche se em bar­
bían servido a O ri­ có con su hija
be, U rquiza repasó M anuelita en un
el U ru g u a y y re­
P áso del P a ra n á p o r el e jé rc ito de U rquiza. buque inglés que
unió sus fuerzas en Gualeguaychú de dónde pasó al Diaman­ lo condujo a In ­
te estableciendo, allí, el cuartel general. g laterra, r a d i ­
Incorporadas que estuvieron las fu erza s'o rien tales y b ra­ cándose cerca de
sileñas, el ejército llegó a contar 24.000 hom bres. S o u th a m p to n .
A fines de D iciem bre el llam ado Ejército Grande empezó Allí vivió, dedi­
el pasaje del río P ara n á por el lugar denom inado Punta cado a los tra b a ­
Gorda (D iam ante). Los buques de la escuadra brasileña y jos rurales, hasta que m urió el 14 de M arzo de 1877 a los
las balsas cargadas de tropas y pertrechos bélicos; los miles, 84 años de edad.
de caballos y de soldados atravesando a nado el río ancho y Gobierno provisorio del Dr. Vicente López
profundo, la anim ación reinante en am bas orillas, todo daba
i la escena un aspecto grandioso. 1 D urante la tarde del m ism o día de la batalla, los
El 25 dé Diciem bre todo el ejército se hallaba ya en la F ebrero soldados dispersos del ejército de Rozas, y aún
irilla opuesta esperando sólo la orden de m archa del gene- 4 el mismo populacho de la ciudad y de los su b u r­
alísimo U rquiza hacia Buenos Aires. bios, se entregaron al saqueo, y éste continuó
Rozas dispuso su ejército (22.000 hom bres) en Santos durante la noche.
Lugares, de donde pasó a un paraje llam ado Caseros. Allí L a huida de Rozas im portaba la ausencia de toda au to ri­
dad y el consiguiente peligro de m ayores excesos.
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E l día 4, una com isión de vecinos caracterizados, presi­ In v itad o U rquiza por el gobierno provisorio para asistir
dida por el obispo E scalada, se apersono m uy de m añana al a una recepción dispuesta en su honor, no concurrió p re­
general U rquiza, que se encontraba en su cuartel general de textando que: otras atenciones le reclam aban.
San B enito de P alerm o, para inform arle de los saqueos y pe­ E ste hecho, así como el relativo a la exhibición del cintillo
ligros a que estaba expuesta la población, urgiéndole la de­ punzó en el som brero, por U rquiza, eran tales como para
signación de un gobierno con autoridad suficiente para dejar en m uchos espíritus u na im presión de desconfianza,
im poner el orden y tran q u ilizar al vecindario. pues tem ían que pudiera erigirse en dictador. Los aconteci­
U rquiza accedió de inm ediato, y el m ismo día 4 nom bró m ientos m ás sim ples eran abultados o tergiversados, y todo
gobernador provisorio de la provincia de Buenos A ires al ello contribuía a form ar un am biente de desconfianza entre
D r. V icente L ó ­ los que profesaban ideas contrarias.
pez, el au to r del
H im no Nacional. La misión de Irigoyen
E ste acto im pre­
sionó bien a la E l espíritu de resistencia a U rquiza, no sólo en Buenos
opinión p o r q u e A ires sino tam bién en algunos otros puntos del interior, eran
i m p o r t a b a no indicios de una situación que podía degenerar en
entrom eterse di­ M arzo una g u erra civil. U rquiza, con el propósito de
r e c t a m e n t e en 1 allanar las dificultades, procuró hacer com pren­
los asuntos in­ der a los gobernadores que la autonom ía de sus
t e r n o s propios provincias sería respetada. Con este propósito encom endó
de la provincia al D r. B ernardo de Irigoy en la m isión de entrev istarse con
de B uenos Ai- aquéllos y com unicarles los elevados propósitos que le
re s Soldado de c ab a lle ría de R ozas en S a n to s L u g a re s. guiaban. Irigoyen partió p ara el desem peño de su m isión el
U rq u iza dispuso tam bién la intervención de algunas fuer­ l 9 de M arzo de 1852.
zas para que procedieran a la represión enérgica con orden L as explicaciones de Urquiza encontraron eco favorable en
de fusilar en el acto a los individuos que fueran sorprendi­ todas las provincias.
dos com etiendo algún delito.
Con estas m edidas term inaron los saqueos y volvió a E l Protocolo de Palermo
reinar el orden y la tranquilidad.
El general U rquiza había establecido el cuartel general
Con el propósito de que el pueblo ^trib u tase los
del ejército y su residencia personal en San Benito de P a ­
F eb rero agasajos y honores debidos al ejercito libertador,
lerm o. Allí recibía las visitas de los principales personajes
'9 se designó el día 19 de febrero para celebrar el
acontecim iento. L a ciudad fué em banderada, y las de la política, federales y unitarios, estos últim os
A bril llegados de la expatriación, con el propósito de
calles por donde debía pasar el ejército, fueron cubiertas de
6 cam biar ideas acerca de lo que m ás convenía h a­
flores.
U rquiza, que m archaba a caballo al frente de las tropas, cer para em prender la difícil y com pleja tare a
llevaba puesto un som brero de copa con una ancha cinta de la organización del país, que era el g ran anhelo del li­
bertador.
punzó, y vestía uniform e de parada cubierto con un corto
poncho blanco. A su paso era aclam ado por el pueblo con El 6 de A bril de 1852, reunidos en P alerm o el general
U rquiza, el gobernador provisorio de la provincia de B ue­
en tu siasm a delirante.

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nos A ires Dr. V icente L ópez; el gobernador de C orrientes, M ayo —Investir al general Urquiza con el título de Director
general B enjam ín V iraso ro ; y el Dr. M anuel Leiva, en ti Provisorio de la Confederación Argentina con mando
representación del gobernador de S anta Fe, firm aron un efectivo de todas las fuerzas militares.
— Convocar un Congreso General Constituyente que se compondría de
convenio, que suele llam arse Protocolo de Palermo, basado en el dos diputados por cada provincia.
pacto federal de 4 de E nero de 1831. — Dictar por el Congreso General tina Constitución, que sería federal.
P o r el citado protocolo se autorizaba al gobernador y ■
— Sancionada la Constitución, se procedería a la elección de Presidente
capitán general de E n tre Ríos, general U rquiza, a regir las de la República.
relaciones exteriores de la C onfederación h asta que, reuni­ El gobernador López, aunque no ten ía autorización para
do el C ongreso Nacional, éste estableciera, definitivam ente, ello, firm ó el acuerdo. A su regreso a Buenos A ires lo re­
el poder a' quien debía corresponder el ejercicio de aquel m itió a la Sala de R epresen tan tes con un proyecto de ley
cargo. para su aprobación.
Acuerdo de San Nicolás
Oposición de Buenos Aires. - Las sesiones de Junio. -
Rechazo del acuerdo. - Golpe de Estado de Urquiza
E l 8 dé A bril, por orden de U rquiza, se envió una circu­
lar a los gobernadores invitándolos a concurrir a una re­ L a noticia de la firm a del acuerdo, conocida en Buenos
unión que ten d ría lugar el día 20 de M ayo en la ciudad A ires antes de su publicación oficial, produjo una im pre­
de San N icolás de los A rroyos. sión de gran descontento, y la opinión general exigía el
A bril E n la citada nota circular se expresaba el deseo rechazo del mismo.
E l gobernador López envió un m ensaje a la C ám ara de
g «de solem nizar el g ran día 25 de M ayo con la ap ertu ra
R epresentantes pidiendo la aprobación del acuerdo. Se fijó
de una C onvención N acional en la que los m andatarios-
todos de la C onfederación puedan au n ar sus pensam ientos políticos
el día 21 de Junio para que tu v iera lugar el debate.
y tra ta r de cerca los intereses generales de ella, .de la m an era m ás La excitación en Buenos A ires era enorm e, alen tad a por
eficaz y que m ás tienda a la realización del g ran pensam iento de la la prédica de la prensa, co n traria y favorable al acuerdo.
época: la confraternidad de los gobiernos y de los pueblos». D u ran te la sesión del día 21, toda la población se inte­
M ientras se hacían los preparativos para la, reunión de resó apasionadam ente siguiendo las altern ativ as del debate.
los gobernadores en San N icolás de los A rroyos, la provin­ T an enorm e era el interés de la m asa p opular por
cia de Buenos A ires procedía a la elección de. Junio la aprobación o el rechazo del acuerdo que h asta
M ayo rep resen tantes p ara la nueva L egislatura. E sta 21 y 22 l° s com erciantes cerraron sus casas p ara que el
13 quedó in stalada el día I o de Mayo, y el día 13 personal pudiera conocer m ás de cerca la m ar­
nom bró gobernador en propiedad al m ism o go­ cha de los debates.
bernador provisorio D r. V icente López, a quien, pocos días T om aron p arte principalísim a en las discusiones el coro­
después, se autorizó p ara concurrir a la reunión de San N i­ nel M itre, el D r. D alm acio Vélez Sarsfield y otros, ha­
colás. E l día 20 quedó constituida la asam blea. blando en contra del acuerdo. E n cambio, los m inistros,
M ayo L as discusiones eran interm inables y acaloradas D r. Ju an M aría G utiérrez, y D r. V icente F idel López, hijo
20 por la diversidad de opiniones em itidas. P o r fin, éste del gobernador, lo defendieron. E l acuerdo fué re­
después de diez días de deliberaciones, se pudo chazado.
firm ar el acuerdo, que com prendía 19 artículos. L os prin­ E l gobierno llegó, así, a encontrarse en u na situación
cipales de éstos d isp o n ían : insostenible, circunstancia que originó la renuncia del go-
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bernador, Dr. López, y la de los m inistros citados
la recaudación de las rentas, el restablecim iento de los tri­
Ju n io (Junio 23).,
bunales de justicia, la instrucción pública, etc.
23 L os debates que tuvieron lugar en la Sala de
R ep resentantes los dias 21 y 22 de Junio, que No fué m enos fecunda la obra del D irector P rovisorio. Le
term in aro n con el rechazo del acuerdo, agitaron tan apa­ preocupó la seguridad de las fronteras, la reorganización de
sionadam ente la opinión de los porteños, que se hicieron las aduanas, la casa de m oneda, etc. P rotegió el com ercio y
m em orables y eran designados con el nom bre de «las jo r­ la in d u stria y m uy p articu larm en te la ganadería. E stim uló
nadas de Junio». la fundación de la Bolsa de Com ercio y organizó la m unici­
palidad de Buenos Aires.
L a L eg islatu ra aceptó la renuncia del gobernador López
D esignó una com isión de jurisconsultos p ara red actar los
y designó, para reem plazarle provisionalm ente, al general
códigos civil, com ercial, penal y de procedim ientos.
M anuel Guillerm o P into, presidente de la L egislatura.
El golpe de Estado.— El general P in to debía p re sta r ju ra ­ Revolución del 11 de Septiembre
m ento y asum ir el m ando el día 24; pero no alcanzó a cum ­
L a secesión de Buenos Aires
plir tales actos porque el D irector P rovisorio de
Ju nio la Confederación, U rquiza, hizo llegar una nota A raíz del golpe de estado del 24 de junio, como hem os
24 y 26 a Ia cám ara, el mismo día, declarando disuelto visto, el D irector U rquiza designó gobernador provisorio al
.ese cuerpo legislativo y m anifestando que había Dr. V icente L ó p e z ; pero éste, encontrando dificultades en el
resuelto asum ir el gobierno de la provincia, provisoriam ente, desem peño de su cargo, renunció al cabo de un mes. A sum ió
por considerar a ésta en estado de anarquía. E sa actitud de el m ando, entonces, el mismo U rquiza, conservándolo h asta
U rquiza constituía un golpe de E stado. A dem ás, m andó ce­ principios del m es de septiem bre.
rra r la casa donde sesionaba la L egislatura, destituyó al D u ran te todo este tiem po, había reinado en B uenos Aires
gobernador interino recientem ente nom brado, general P into, una calm a que era sólo aparente, pues existía el tem or de que
y designó nuevam ente al D r. V icente López p ara desem pe­ se im plantara una nueva dictadura, o que estallara una re ­
ñ ar el cargo. (Junio 26). volución.
L os diputados opositores m ás exaltados, M itre, Vélez Sars- El D irector U rquiza debía au sen tarse de B uenos A ires
field, P ó rtela y otros, fueron presos y llevados a un buque para asistir a la instalación del C ongreso C o n stitu y en te en la
de gu erra. L a ciudad fué ocupada m ilitarm ente y la prensa ciudad de S anta Fe. Dejó, como gobernador delegado, al ge­
opositora fué acallada, cerrándose las im prentas. Sólo se per­ neral José M iguel Galán, y el día 8 de septiem bre se em barcó
m itió la salida del diario oficial «El P rogreso». para S anta Fe.
U rq u iza dió tam bién un m anifiesto explicando las causas L a revolución que se había estado preparando estalló en •
que le obligaban a to m ar tan graves m edidas. la noche del 10 al 11. El jefe de las fuerzas sublevadas era
Al cabo de un m es (Julio 24) López renunció nuevam ente el general José M .-P irán a quien secundaban el general Ma-
el cargo reasum iéndolo U rquiza con un «Consejo de E stado» ^ dariaga, los coroneles H ornos, Ocam po y otros. E l día 11 por
que le asesoraría cuando aquél así lo creyera conveniente. la m añana, esas fuerzas ocuparon la plaza de la V icto ria y
el F uerte.
D u ran te los pocos m eses que el D r. López estuvo al fren­
_ El gobernador, general Galán, se retiró con sus fuerzas
te del gobierno de la provincia de Buenos A ires, su acción sin atacar a los sublevados.
fué benéfica y fecunda, no obstante el m om ento de inse­
gu rid ad en que le tocó actuar. T uvo que reorganizarlo to d o : Los com andantes generales de cam paña de toda la provin­
cia de B uenos A ires, así como los jefes de las guarniciones
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de fro n teras se pusieron inm ediatam ente a las órdenes del go­ y con el apoyo de los m ismos, se propuso anular el prestigio
bierno nacido de la revolución. del general U rquiza obstaculizando su obra.
L a L eg islatu ra, disuelta por el golpe de E stado, así como Ya con anterioridad, siendo gobernador provisorio el ge­
el gobernador P in to, fueron reintegrados en sus- cargos res­ neral P into, habían sido enviados algunos em isarios, entre
pectivos. ellos el general P az, p ara dar a conocer a los gobernadores
los propósitos por los cuales se había realizado la revolución
P o r una ley de la L eg islatu ra de. B uenos A ires, de 21 de S eptiem ­
bre, se declaró que la provincia de B uenos A ires no reconocería del 11 de septiem bre, abrigando la esperanza de atraerlo s a
n in g ú n acto em anado del congreso a reu n irse en S anta F e. P o r otra la política de Alsina. El general P az fué detenido en S anta
ley declaraba la cesación del encargo de m a n ten er las relaciones Fe, y la misión que llevaban él y los dem ás fracasó.
exteriores de la R epública, delegado en el gen eral Ju sto Jo sé de
U rquiza.
El gobernador Alsina, guiado siem pre por la m ism a idea,
E n otro artículo de la ley se disponía que fuese el G obierno d e ' planeó una invasión a la provincia de E n tre Ríos para levan­
B uenos A ires el que tuviese la rep rese n ta c ió n d el E stad o ante el tarla contra U rquiza. Con tal propósito fueron enviados dos
e x tran jero , en lo que tuviese relació n con dicho E stad o . expediciones m ilitares a las órdenes de los generales M ada-
E stas resoluciones im portaban la secesión o sea la sepa­ riaga y H ornos, quienes desem barcaron, respectivam ente, en
ración de la provincia de Buenos A ires de las trece provin­ Concepción del U ru g u ay y en G u aleg u ay ch ú ; pero fueron
cias herm anas. rechazados.
U rquiza, al ten er conocim iento de la revolución estallada E ste hecho contribuyó a enconar los ánim os entre los hom ­
en la ciudad de Buenos Aires, había resuelto caer sobre ella bres de Buenos A ires y los de la Confederación.
al frente de un ejército, y em prendió la m archa hasta San E n el mes de diciem bre del mismo año, el coronel H ilario
N icolás; pero luego desistió de ello. E nvió una com unicación L agos, m ilitar que, no ob stan te su an tig u a opinión rozista,
al gobernador interino, general P into, m anifestando que ha­ había sido designado com andante general del centro, se su­
bía resuelto re tira r sus tropas de la provincia de Buenos blevó contra A lsina y sitió la ciudad de Buenos A ires con
A ires y dejai; a ésta librada a sus designios, siem pre que se sus fuerzas de gauchos m ontoneros.
m an tu v iera en paz y que su autoridad de D irector fuera res­ El Dr. A lsina renunció el día 6 de diciem bre sucediéndole
petada. interinam ente el general Pinto.
M ientras en Buenos A ires tenían lugar estos acontecim ien­ El D irector, U rquiza, procuró que cesara la lucha p or las
tos, los diputados de todas las provincias se aprestaban p a ra vías conciliatorias; pero sin resultado, h asta que, él m ismo,
traslad arse a S anta F e, citados para concurrir a la in au g u ra­ intervino uniéndose a las fuerzas sitiadoras. N uevas te n ta ­
ción de las sesiones del C ongreso C onstituyente cuyo acto tivas de paz no dieron m ejor resultado.
debía ten er lu g ar en noviem bre de 1852. En el ejército sitiador cundía la indisciplina a tal punto
que varios ayudantes del coronel L agos desertaron lleván­
La provincia de Buenos Aires — Acción porteña en el interior dose parte de las fuerzas y las caballadas. P ara ag rav ar aún
Invasión a Entre Ríos — Revolución del coronel Lagos m ás la situación del ejército sitiador, el jefe de la escuadrilla
Sitio de Buenos Aires ^ de la Confederación, Ju an H. Coe, se vendió al gobierno de
Buenos A ires por una fuerte sum a de dinero, y entregó
E l 30 de octubre de 1852 era elegido gobernador de la pro­ todos los barcos (Junio de 1853).
vincia de Buenos Aires, el Dr. V alentín A lsina por un período Como no había sido posible concertar un convenio de paz,
de tres años. no obstante la intervención de m inistros ex tranjeros como
A lsina era un unitario exaltado y su influencia sobre m u­ m ediadores, U rquiza resolvió lev an tar el sitio y re tira rse a
chos hom bres de valer, civiles y m ilitares, era m uy grande, E n tre Ríos (Julio de 1853).
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E sta actitu d del D irecto r provisorio, retirándose de la Los hom bres de B uenos A ires, negándose a to m ar p arte
provincia de Buenos A ires, im portaba dejar a ésta libre y en el C ongreso de S an ta Fe, no lo hacían por ab rig a r p ro ­
dueña de sus actos. pósitos separatistas. Su actitu d provenía tan sólo del tem o r que
M ientras U rq u iza se en co n trab a todavía en San Jo sé de Flores, el país llegara a ser dom inado nuevam ente por una dictadura.
ocupado en las operaciones del sitio, el C ongreso de S an ta F e san ­ E l C ongreso prestó su aprobación a las actuaciones del
cionaba la C onstitución. (M ayo I o). E l D irecto r provisorio la p ro ­
D irector provisorio y encargó a una com isión de su seno la
m ulgó p o r decreto del día 25 de M ayo, en la m ism a localidad de
San Jo sé de Flores. redacción de un proyecto de constitución. Los co n stituyentes
tuvieron en cuenta para realizar este trabajo, los antece­
El Congreso Constituyente: antecedentes doctrinarios dentes históricos desde el Reglamento Orgánico de 1811,
e históricos. redactado por el deán F unes, y el E statuto Provisional del
m ismo año.
Echeverría y Alberdi. - La Constitución
Con posterioridad se preparó otro proyecto por encargo
E n el A cuerdo de San Nicolás había quedado convenida de la A sam blea del año X I I I ( V é a s e p á g . 2 9 1 ) . A éste siguie­
la reunión de un C ongreso G eneral C onstituyente que lo ron : el E statuto Pro­
co n stitu irían dos diputados por cada provincia, y que te n ­ visional de 1815, que
dría la m isión de dictar una constitución estableciendo el fué el mismo de 1811,
régim en federal. reform ado; el R egla­
E l Congreso, reunido en la ciudad de S an ta Fe, tenía el mento Provisional de
doble carácter de constituyente, y de P oder L egislativo en 1817 y las constitu­
lo referente a cuestiones de orden nacional. ciones d e lo s a ñ o s
T odas las provincias estuvieron representadas, con excep­ 1819 y 1826.
ción de la de Buenos A ires. E xistían, a d e m á s ,
E l general U rquiza, retenido en E n tre R íos para afro n tar algunos pactos in ter­
la invasión de las fuerzas de Buenos A ires, no pudo concu­ provinciales, a sab er:
rrir a la inauguración del C ongreso; pero envió un m ensaje T r a t a d o d e l P ila r
p ara que fuera leído en ese acto. (18 2 0 ); T ra ta d o cua­
R efiriéndose a la no concurrencia de Buenos Aires, decía drilátero (1821); el
el D irecto r U rq u iza en su m ensaje: P a c t o f e d e r a l de
in ii E l h istórico cabildo de S a n ta F e donde fué
«L a situación actu a l de*la provincia de B uenos A ires y la ausen­ l o o l , CJU6 6 Tcl C l m as sancionada la C onstitución de 1853
cia de sus rep resen tan tes en v u estro seno, la p erjudican sobrem anera. im portante de los convenios interprovinciales.
E s ésta, entre todas las h erm anas, la que m ás hondas herid as recibió Los constituyentes del 53 conocían algunas obras especia­
de la adm inistración p ro fu n d am en te inm oral y eg o ísta de don Ju an
M anuel de R osas, y la que m ás reclam a rep aració n de gravísim os
lizadas en estudios constitucionales. Así, de E steb an E ch e­
males». varría era conocida la obra titu lad a “D ogm a S ocialista”, p u ­
« P o rq u e am o al pueblo de B uenos A ires, m e duele de la ausencia blicada en 1837, cuyo contenido doctrinario está dividido en
de sus rep resen tan tes en este recinto. P e ro su ausencia no quiere 15 tem as, de los cuales el 129 es : Organización de la patria sobre
significar un apartam ien to p ara siem pre: es un accidente transitorio. la base democrática.
L a geografía, la historia, los pactos, vinculan a B uenos A ires al res­ Conviene observar, para evitar un mal entendido, que en
to de la nación. Ni ella puede existir sin sus h erm an as, ni sus h e r­ el “D ogm a S ocialista” E ch ev erría no expone una doctrina
m anas sin ella. E n la b an d era arg e n tin a hay espacio p ara m ás de ca­
torce estrellas; pero no puede eclipsarse u n a sola».
de !a índole del socialism o actual.
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F u é conocida tam bién una publicación llam ada “El F ede­


ra lista” cuyos autores, norteam ericanos, fueron H am ilton,
M adison y Jay. Los tres habían intervenido en las discusio­
nes de la convención general reunida en Filadelfia que dictó
la constitución de los E stados U nidos (1787).
L a tarea que debían afro n tar los congresistas era compleja
y difícil, tan to m ás que, en ese tiem po, no poseían libros donde
estuvieran expuestos los principios de un régim en de gobier­
no rep resen tativ o federal, excepción hecha de “ El F ederalis­
ta ” ; pero éste había desaparecido de m anera m isteriosa. (1)
E ntonces llegó a m anos de los diputados, m uy op o rtu n a­
m ente, el libro del Dr. Ju an B autista A lberdi titulado “ B a­
ses y puntos de p artida para la organización política de la
R epública A rg en tin a” . A lberdi, a pe­
dido de los diputados, redactó un pro­
yecto de constitución que sirvió de
guía a la com isión que tenía el encargo
de p reparar, a su vez, el proyecto que
sería som etido al C ongreso para su
discusión.
Los congresistas tom aron en cuen­
ta todos los antecedentes doctrinarios
e históricos, los pactos y tratad o s in­
terprovinciales, así como las cons­
tituciones de 1819 y 1826, am bas
unitarias.
L as sesiones del C ongreso duraron
viem bre de 1852 h asta el 30 de A bril de 1853. El 1" de M ayo
filé firm ada por los diputados de todas las provincias, excep­
to por los de Buenos Aires. U rquiza la firm ó y prom ulgó en
San José de F lores el día 25 del mismo mes. El día 9 de Julio
fué ju rad a por todas las provincias m enos la de Buenos Aires.
L a C onstitución de 1853 es, en gran parte, reproducción
de la de 1826, m uchas de cuyas disposiciones están tom adas
al pie de la letra.
(1) R especto del libro “ E l F e d e ra lista ” , dice M arian o A. P elliaa en su H ist.
A rg e n tin a : R eferíanos el d ip u tad o G utiérrez, que d u ra n te las sesiones p re p a ra ­
to rias había •visto y hojeado en la s e c re ta ría del C ongreso, U 7 i e jem plar del
“ F e d e ra lis ta ” , que perteneció a R iv era I n d a r te ; pero que, cuando llegó el m o­
m ento de p ro y e c ta r la c o n stitu ció n , aquel libro no estaba ya en el C ongreso. T. I I
página 447. — E dición de 1810.
— 488 —

Con posterioridad, cada una de las provincias dictó su pro­ E l 30 de A gosto de 1857 se inauguró el p rim er ferro-carril
pia constitución de acuerdo con los principios de la cons­ que tuvo el país (F . C. O.) desde la ciudad de B uenos A ires
titu ció n nacional, siendo la prim era la de M endoza, proyec­ hasta la F lo resta (V élez Sarsfield) con un recorrido de
tad a p o r A lberdi, quien la explicó en el libro “D erecho pú­ 10 Km . í 1)
blico provincial” . Se em pezó la construcción de un edificio p ara aduana,
d etrás de la actual Casa de G obierno (dem olido en 1894).
E l Estado de Buenos Aires Al Dr. O bligado sucedió el Dr. V alen tín A lsina p ara el
L os acontecim ientos que tuvieron lu g ar en Buenos A ires período 1857 - 1860. E n este tiem po se produjo el rom pi­
después de Caseros, p articularm ente desde el día de la en­ m iento entre el gobierno del E stad o de Buenos A ires y el
tra d a triu n fal de las fuerzas de U rquiza en la ciudad, el día de la C onfederación.
19 de febrero, indujeron al pueblo porteño a m irar con des­
confianza ciertos actos del libertador porque creía descubrir La lucha con los indios
en ellos los indicios de una posible dictadura. U rquiza, a su L a s luchas civiles casi continuas en que se vió envuelto el país,
vez, veía en el pueblo hab ían im pedido p re s ta r la atención debida a m uchas cuestiones de
de Buenos A ires un la m ayor im portancia p ara el
progreso del m ism o, en tre ell^s
esp íritu de hostilidad la relativa a los audaces avan­
hacia él. (V éase pág. 433). ces de los indios sobre las po­
blaciones apartadas.
Como consecuencia E n las pam pas, los indios
de la revolución del contaban con dos aliados de
prim er orden que le perm itían
11 de Septiem bre de sostener verdaderas cam pañas
1852, la provincia de m ilitares con las fuerzas reg u ­
B uenos A ires quedó, lares y, a veces, h a sta salir vic­
toriosos. E sto s aliados eran:
de hecho, s e p a r a d a el caballo y el desierto.
de la Confederación E l caballo les p erm itía pre-
E l a n tig u o m uelle de pasajeros “ I.a P o rte ñ a ” . P rim e ra locom otora del sen tarse rep en tin am en te sobre
F .C .O . E x iste n te en el M useo de I»uján las tropas regulares y , a rm a­
L a C ám ara de R epresentantes de la provincia, siendo dos tan sólo de la.nza, cuchillo
gobernador provisorio el D r. P a sto r O bligado, sancionó su y boleadoras (algunos con arm as de fuego) arrem etían con furia,
propia C onstitución (A bril 11 de 1854). F u é ju rad a solem ­ dando alaridos que estrem ecían, p ara desaparecer sin que fuera
nem ente el 23 de_Mayo por el pueblo de la C apital y en los posible alcanzarlos. E llos conocían al dedillo to d av ía v asta región
pam peana, m ien tras que los jefes de las expediciones no podían
partidos de la cam paña. siem pre a v en tu rarse p o r regiones aún desconocidas.
De acuerdo con la C onstitución sancionada, las dos cá­ L os indios pam pas tenían m uy educado el sentido de la vista y
m aras, reunidas en asam blea, elegían el gobernador del esto les perm itía descubrir, desde las lom as y de m uy lejos, las fu er­
E stado. zas que los perseguían. L as fam ilias de los salvajes podían, así, ab an ­
E l prim er gobernador constitucional fué el m ism o doctor ( l ) L , a estación estaba situ ad a en la m anzana que hoy ocupa el te a tro Colón.
O bligado, elegido por tres años (1854- 1857). L a vía cruzaba la a ctu a l plaza L avalle, por la calle de este nom bre h a sta C a­
llao, de donde seguía p o r una curva en S que cruzaba la m anzana (a c tu a l calle
D u ran te su gobierno se dictó una ley autorizando la cons­ R au c h ) b a sta C orrientes y luego, por e sta calle h a sta llegar a la a ctu a l A venida
P u eyrredón. P o r é sta seg u ía h a sta la a ctu a l calle Bmé. M itre, y, por ésta, lle­
trucción de un m uelle, que fué inaugurado en 1855 y dem o­ gaba h a sta la a n tig u a e stación O nce p a ra seguir, com o actu alm en te, h a sta la
lido en 1890. F lo resta (V élez S arsfield).
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donar los toldos y refugiarse en sitios seguros o guaridas, an tes que L a n o ticia d* esta m a ta n za produjo g ra n im presión en B uenos A ires. P a ra
sus perseguidores les diesen alcance. c astig a r a los salvajes p a rtió el entonces coronel B artolom é M itre quien cayó
sobre la v anguardia de los indios establecidos con sus to ldos a o rillas del
Los indios del Chaco m olestaban las poblaciones de S an ta Fe, a rro y o T apalqué. L os indios sufrieron una seria d e rro ta ; pero el descuido de
C órdoba, S antiago del E ste ro y S alta en sus fro n teras con aquel los vencedores, que se ha b ía n en tre g a d o a saq u ear el cam pam ento enem igo,
te rrito rio ; pero sus m edios de lucha eran diferentes. L os bosques, perm itió a aquéllos que re accio n aran y volvieran a la lucha con mayores: bríos.
que eran casi im penetrables, y los esteros, hacían innecesario, para L a s fuerzas de M itre , tu v iero n que acu d ir a la suprem a m aniobra de la
estos indios, el uso del caballo. form ación de cu ad ro s p a ra re s istir y salvarse.
Su género de vida era, pues, distinto del de los pam pas. E stos E n 1856 se organizó u n e jército de veteranos, fuerte de 3000 ho m b res con
12 cañones y 2000 caballos, al m ando del g eneral H o rn o s y llevando com o jefe
vivían del pillaje m ientras que las trib u s chaqueñas (chunupies, to ­ de estado m ayor al en to n ces coronel Em ilio M itre.
bas, vilelas, chiriguanos, abipones, etc.) m uy trab ajad o ras, co m er­
C allvucurá supo a tra e r a stu tam e n te al g eneral H o rn o s a u n “ te m b la d eral” , y,
ciaban con las poblaciones cristianas a las que vendían cueros de a llí, c argando a fondo, lo d e rro tó a ta l punto que “ la caballería huyó d espavo­
anim ales feroces, plum as de aves, objetos de sus industrias, etc. rid a y se re tira ro n penosam ente los infantes con los cañones, dejando en el cam po
Los chiriguanos, en S alta y Ju ju y , trab ajab an com o peones y con 18 jefes y oficiales y 250 soldados m uertos, 280 heridos, con pérdida de caballos,
a rm as y m uniciones’’. \
buen resultado, especialm ente en las p lantaciones de la cañ a de
azúcar. “ E l bravo coronel c o rre n tin o M anuel O cam po com andaba el regim iento de
c o racero s de 2 0 0 plazas. E l cuerpo salió hecho del cam po de ba ta lla, y cuando
A ún actualm ente, entre las peonadas que trab aja n en los obrajes los indios O nceaban ferozm ente y p o r la espalda a los ate rra d o s fugitivos, O cam ­
del Chaco y en otras faenas del cam po y de la in d u stria de las po lanzó el escuadrón de E sc alad a , hijo del g eneral del m ism o nom bre, a
provincias del norte, p ro te g e r la re tirad a , dando ta n ta s c arg as a fondo que, al fin, los indios esquivaban
es aprovechado el b ra­ los sables de los c o racero s” .
zo de estos indígenas “ L os indios se -lanzaron al saqueo, llegando h a sta el río S a la d o ; pero H o rn o s,
en g ran núm ero. que era ta n activo com o bravo, reu n ió los re sto s de sus m ejores tro p a s y los
asaltó te m e ra ria m e n te en los a rro y o s de los H uesos, del A zul y de C hapalcuvú,
R ozas m antenía bue­ venciendo p arcialm ente unas veces, conservando apenas el cam po las o t r a s ; pero
nas relaciones con los im pidiendo en todas que co n tin u a se el e strag o a te rra d o r del m alón.
principales caciques y “ L as b a ta llas y e n cu e n tro s p arciales, si bien co n te n ían m o m en tán eam en te las
algunos de éstos, co­ invasiones, no podían influir en n u e stra adversa posición al fre n te de la b arbarie
m o C allvucurá y Ca- ensoberbecida, y, p o r el co n tra rio , la fortuna m ilitar de C allvucurá re sp lan d e c ía
chul, en el sur, y Co- cu lm in a n te ” . ( 1 )
liqueo, en el oeste, le L o que sé acaba de leer es suficiente para com prender cuantas e ra n las
dificultades, los peligros y las p enurias de toda clase que dem an d ab a la g u erra
p restaro n su a y u d a c o n tra el indio.
alistán d o se co n tra el E s ta lucha in cesan te debía te rm in a r unos 25 años m ás ta rd e con la expedición
ejército lib ertad o r de que d irigió el g e n eral D . J u lio A. R oca en 1879.
U rquiza.
D espués de la caí­
da de R ozas, y du­ Presidencia de Urquiza - Organización de los poderes
ran te varios años, los públicos de la Confederación - Acción administrativa
indios em prendieron,
de nuevo, una serie de invasiones que causaron la despoblación y el
abandono de gran d es extensiones de tierra, ya ocupadas, prin cip al­ Sancionada la C onstitución N acional el Io de M ayo de
m ente en la provincia de B uenos A ires. 1853, y aprobada por las provincias, excepción hecha de
P o d ría creerse que la g u e rra que se sostenía con los indios que Buenos A ires, el D irector P rovisorio, general U rquiza, con­
ocupaban las dilatadas llan u ras del sur y del oeste de la provincia vocó a elecciones de P resid en te y Vice, resu ltan d o electos
de B uenos A ires, consistía ta n sólo en una especie de paseo que el m ism o U rquiza, y el Dr. Salvador M aría del C arril, res­
realizaban los ejércitos expedicionarios los que, bien pertrechados
y con artillería, y dirigidos p or jefes distinguidos y valientes, debían pectivam ente.
obtener siem pre fáciles victorias. N o era así sjn em bargo. Buenos A ires no tom ó p arte en esos comicios por la cir­
C allvucurá h ab ía reunido 500 jin etes, form ados en varias divisiones, que co­ cunstancia de estar separada de la Confederación. T ucum án
m andaban sus te n ie n tes C achul, C atriel, N a m u n cu rá y otros. A sa lta ro n el pueblo
del A zul y lo en tre g a ro n al saqueo m a ta n d o a tre scien to s vecinos (1855). (1 ) “ C allv u cu rá” . — D r. B¡. S. Zeballos.
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g ra n te s suizos. L a de “San Jo sé”, en E n tre Ríos, la fundó
y S antiago del E stero no realizaron elecciones por estar en el m ism o U rquiza por iniciativa personal.
g u erra en tre ellas.
Se celebraron trata d o s con G ran B retaña, F ran cia y E s ­
L os dos m andatarios electos prestaron juram ento el 5
tados U nidos para la libre navegación de los ríos P a ra n á
de m arzo de 1854. y U ruguay.
E l P resid en te form ó su m inisterio designando, por de­
creto de 6 de m arzo, en la ciudad de S anta F e, a los si­ M andó co n tra ta r ingenieros para p ro y ectar líneas férreas
y estudiar la navegabilidad de los ríos interiores. P ro cu ró
guientes ciudadanos:
la venida al país de hom bres de cienca p ara que lo es­
D r. B enjam ín G orostiaga, m inistro del Interior. tudiaran.
D r. M ariano F rag ueiro, m inistro de H acienda.
D r. Ju an M. G utiérrez, m inistro de Relaciones E xteriores. E n lo relativo a política exterior, organizó la represen­
tación diplom ática en los principales países extranjeros.
D r. S an tiag o D erqui, m inistro de Justicia e I. Pública.
Gral. R udecindo A lvarado, m inistro de G uerra y M arina. Intervino, com o m ediador, en un grave conflicto en tre
E l día 7 de m arzo se decretó la clausura del C ongreso el P ara g u ay y E stad o s U nidos, consiguiendo que las p ar­
G eneral C onstituyente, que había term inado su com etido. tes contendientes celebraron un honroso tra ta d o de paz.
In m ed iatam en te de constituido el gobierno, sus m iem ­ No o b stan te los buenos propósitos que anim aban a los
bros se traslad aro n a la ciudad de P aran á, la que fué fede- hom bres de la C onfederación, la provincia de Buenos A ires,
ralizada provisoriam ente, así como todo el territo rio de la que poseía el pu erto y que acap arab a casi to d as las re n ta s ’
provincia de E n tre Ríos, quedando su jeta a las autoridades constituía un serio obstáculo p ara que aquélla pudiera des­
envolverse en la m edida necesaria.
nacionales.
L as dos cám aras del C ongreso L egislativo quedaron L a situación era tal que, m ien tras el E stad o de Buenos
constituidas en el m es de octubre del m ism o .año (1854), Aires^ desenvolvía su acción sin inconvenientes, la Confe­
y la prim era reunión ordinaria tuvo lu g ar el día 22 en la deración tenía que afro n ta r una situaciónn financiera de su­
ma gravedad.
iglesia m atriz.
E l poder judicial no fué posible constituirlo íntegram en­ U rquiza observaba una política de carácter conciliador
te desde un principio por la ausencia y renuncia de algu­ con Buenos A ires; pero un fuerte partido opinaba que era
nos m iem bros de la Suprem a C orte de Justicia. necesario obtener la incorporación de aquella provincia
aun em pleando la fuerzá.
L a gestión ad m inistrativa de U rquiza, a pesar de la se­
paración de Buenos Aires, que obstaculizaba, en parte, la
realización de sus propósitos, fué fecunda en obras útiles. E l Estado de Buenos Aires y la Confederación - Convenios
P restó g ran atención a la instrucción pública, difundien­ de 1854 y 1855 - Los Derechos diferenciales
do las escuelas y otros institutos de enseñanza. El histórico
colegio del U ru g u a y lo haba fundado U rquiza siendo go­ El período presidencial de U rq u iza tran sc u rrió casi ín te­
bern ad o r de E n tre R íos (1849). gro m ientras el E stad o de B uenos A ires perm anecía sepa­
N acionalizó la U niversidad de C órdoba y el Colegio de rado de la C onfederación. A quél y ésta estaban dedicados a
M o nserrat de la m ism a ciudad. la organización de sus respectivas instituciones, obstaculi­
F om entó las industrias, la navegación y la colonización. zadas por frecuentes y recíprocas desavenencias que term i­
L a colonia “ E sp eranza” se form ó con fam ilias de inm i­ naron, después, en lucha arm ada.

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Cuando se levantó el sitio de la ciudad de B uenos Aires
(1853) el coronel L agos y otros jefes, descontentos, se re ti­ convenios de 1854 y 1855 que llevaban ya un año de apli­
raro n con g ran p arte de sus fuerzas, asilándose en S anta cación. L a re n ta aduan era co n stitu ía el problem a finan­
Fe. E sta s fuerzas invadieron la provincia de Buenos A ires ciero de m ayor im portancia para el gobierno de P aran á, y
al m ando del general Jerónim o Costa, del coronel L agos y éste procuraba resolverlo arb itran d o algunas m edidas ade­
otros jefes; pero fueron derrotadas en los cam pos de “El cuadas.
T a la ” (N oviem bre 8, 1854). L as m ercaderías que traía n los barcos que llegaban de
u ltram ar al puerto de B uenos A ires, pagaban los derechos
E l gobierno de B uenos A ires entabló reclam aciones al
de P aran á. De éstas resultó la firm a de un convenio por el de im portación en él establecidos. E stas m ism as m ercade­
cual, am bas p artes, se com prom etían a m an tener la paz, rías, al salir del lím ite de la provincia, reem barcadas o lle­
vadas por vía terrestre, estaban su jetas al pago de los dere­
evitando nuevas in v asio n es; a dirim ir cualquier diferencia
chos de aduana establecidos por la C onfederación. Sopor­
por m edios am isto sos; y a procurar que cesara la separa­
taban, pues, el pago de dos derechos.
ción política. (D iciem bre 20 de 1854).
E l C ongreso nacional de P aran á, p ara salv ar esta situ a­
A principios del mes de E nero, como com plem ento del ción desfavorable, después de largas y acaloradas discu­
convenio del 20 de D iciem bre, se firm ó otro por el cual se siones, votó una ley creando los llam ados Derechos diferenciales,
convenía p restarse m utuo apoyo en caso de ataque exte­ que se aprobó por sólo dos votos de m ayoría (Junio 26
rior, y no p erm itir la desm em bración territo rial. de 1856).
Se establecía el trán sito libre, tan to m arítim o como de E stablecía dicha ley que las m ercaderías de u ltram ar des­
cabotaje y terrestre, sin im poner ningún recargo a los de­ em barcadas en Buenos A ires, con pago de derechos, debían
rechos que y a hubiesen sido pagados por una de las p artes p agar otro m ás, y m uy elevado, en el pu erto de R osario, al
en cualquiera de las adyanas de la C onfederación o del ser llevadas allí, m ientras que si tales m ercaderías eran des­
E stad o de B uenos A ires (E n ero 8 de 1855). em barcadas directam ente en ese puerto, el derecho que de­
L a aplicación de estos trata d o s no fué de resultados fa­ bían p agar era m uy reducido.
vorables, como se esperaba, a los intereses de la Con­ L os que en el C ongreso defendieron y votaron la ley de
federación. los derechos diferenciales com probaron, más tard e, el fra­
caso de la m ism a. E n Buenos A ires se consideró que la san­
L a arm onía, derivada de los dos convenios citados, duró
ción de esa ley obedecía a u n a política de hostilidad, y, fué
poco tiem po. Al cabo de un año una fuerza de m ontoneros,
m otivo de recrim inaciones.
entre los cuales había m uchos em igrados, m andados por
el general Jerónim o Costa, desem barcaron en p á ra te . F u e r­
zas de B uenos A ires salieron a su encuentro, y los derro­ R om pim iento arm ado en tre la C onfederación y el E stad o
taro n y dispersaron, siendo fusilados m uchos de ellos (E n e­ de B uenos A ires - Cepeda - P acto de San José de F lores
ro 26 de 1856). E ste hecho dió lugar a la anulación de los
convenios de 1854 y 1855 y, nuevam ente, las relaciones entre E l p rim er gobernador constitucional del E stad o de B ue­
los gobiernos de P ara n á y Buenos A ires asum ieron un nos A ires, D r. P a sto r O bligado, term in ab a su período de
carácter de anim osidad. tre s años el 5 de M ayo de 1857, y había que proceder a la
Los Derechos diferenciales. — L as finanzas de la C onfedera­
elección del sucesor.
ción no m ejoraban de m anera suficiente, a pesar de los E n esa época existían en Buenos A ires dos p artidos po­
líticos: uno que sostenía al gob iern o ; y otro de oposición al
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mismo. El primero, localista e intransigente, era contrario (jarearse en San N icolás y re g resar a Buenos A ires (O ctu ­
a la unión, m ientras que el segundo apoyaba la idea de la bre 23 de 1859).
incorporación, previa la reform a de la C onstitución del 53.
U rquiza siguió avanzando, y estableció su cam pam ento
E n M arzo de 1857 debían verificarse las elecciones para en San José de F lores procediendo, luego, a sitiar la ciudad.
el cargo de gobernador del E stad o de Buenos A ires y en
ellas tom aron p arte los dos partidos políticos citados. P a ra evitar la continuación de la lucha, el general U r­
quiza aceptó la m ediación ofrecida por algunos m inistros
T riu n fó el candidato del partido del gobierno, D r. V alen­ diplom áticos extranjeros, en tre ellos el del P arag u ay , F ra n ­
tín A lsina, enem igo político de U rquiza (A sum ió el m ando cisco Solano L ó p e z ; pero im puso como condición la ren u n ­
el 5 de M ayo de 1857). E sto significaba que la incorpora­ cia del gobernador Dr. A lsina, quien la presentó el 8 de
ción quedaría aplazada du ran te sus tres años de gobierno, N oviem bre.
salvo algún acontecim iento im previsto. Todo lo contrario
habría sucedido si el triunfo hubiese correspondido al can­ D espués de varias conferencias se celebró un convenio,
llam ado P a cto de San Jo sé de F lo re s, firm ado el 11 de N o ­
didato del p artid o opositor, es decir al de los que propi­
ciaban la unión. E l general U rquiza, por su parte, ansiaba viem bre de 1859, cuyas principales cláusulas e r a n :
tam bién que la unión fuera un hecho. "A rt. I o. Buenos A ires se declara parte integrante de la Confederación
L os rozam ientos y conflictos repetidos entre los dos go­ Argentina, y verificará su incorporación por la aceptación y jura solem­
biernos, tom aron un carácter grave con m otivo de un de­ ne de la Constitución Nacional."
creto del gobierno de Buenos A ires por el que se ponían "A rt. 2°. Dentro de veinte días después de verificado el presente con­
trab as al com ercio libre de los frutos del país provenientes venio, se convocará una Convención que examinará la Constitución san­
cionada en Mayo de 1853, vigente en las demás Provincias A rgentinas”.
de las provincias confederadas (F eb rero I o de 1859). E s el
caso que tales productos quedaban equiparados, según el E l art. 5 establecía que si la Convención Provincial hubiese m anifes­
decreto, a los im portados del extranjero. _ tado el propósito de introducir reform as en la Constitución mencionada,
esas reform as serían sometidas a la aprobación de una' Convención N a ­
E l C ongreso Nacional, ante este nuevo acto de hostilidad, cional, reunida para el caso, a la cual la provincia de Buenos A ires se
asum ió una g rave actitu d facultando al P resid en te para pro­ obligaría a mandar sus diputados.
curar la incorporación de la provincia de B uenos A ires por
F irm ado el P acto, el general U rq u iza levantó el sitio y
medio de negociaciones pacíficas o por la fuerza de las
se retiró a E n tre Ríos, con todo el ejército, para asum ir, de
arm as. nuevo, la presidencia.
L os dos gobiernos se ap restaro n para la lucha. L a m e­
P a ra dar cum plim iento al pacto de San José de Flores
diación del m inistro de los E stados U nidos p ara evitar la
en la provincia de B uenos A ires, se convocó a elecciones
g u erra civil y llegar a un arreglo no tuvo éxito.
para la designación de los convencionales que debían com­
E l ejército de la C onfederación, fuerte de unos 14.000 poner la C onvención Provincial. E s ta se reunió en el mes
hom bres, lo m andaba el general U rq u iz a; y el de Buenos de E nero de 1860, y la C onstitución de 1853 fué aprobada
Aires, de 9.000, fué confiado al m ando de B artolom é M itre, con la sola reform a de algunos artículos y el agregado
elevado al grado de general. de otros.
L os dos ejércitos se encontraron en la cañada de Cepeda, L a Convención N acional que debía estu d iar las reform as
y las fuerzas del general M itre fueron vencidas, aunque sin se reunió en S anta F e d u ran te la presidencia del doctor
sufrir una d erro ta com pleta, pues la infantería pudo em- D erqui.
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Presidencia del Dr. Derqui E n Septiem bre de 1860 se reunió en la ciudad de S anta
Reformas de la Constitución - Integración de la unidad F e la C onvención N acional que debía estudiar las reform as
nacional - Acontecim ientos de San Juan - Ruptura de relacio­ a la C onstitución del 53, propuestas por la Convención P ro ­
vincial de Buenos A ires.
nes entre Buenos Aires y el Gobierno Nacional - Pavón.
A probadas las reform as, la C onstitución fué prom ulgada
E l g eneral U rq uiza term inó su período de gobierno en definitivam ente por el presidente D erqui el 1° de O ctubre.
paz con Buenos A ires, aunque la incorporación de esta pro­ El gobierno de Buenos A ires la prom ulgó el día 12 del
vincia a la C onfederación no se había m ism o m es, fijando el día 21 para que fuera ju rad a solem ­
verificado aún oficialm ente. nem ente. E n la catedral de Buenos A ires y en las iglesias
P a ra sucederle, fué electo el doctor de todas las provincias se cantó un Tedeum en acción de g ra­
S antiago D erqui, acom pañándole co­ cias por haber quedado in teg rad a la unidad nacional.
mo V ice-P residente, el general Juan E n la plaza de la V ictoria, congregadas las autoridades
E steb an P ed ern era (M arzo 5 de 1860). y el pueblo, ju raro n solem nem ente la nueva C onstitución.
F u é d u ran te su presidencia que la M itre, con ese m otivo, escribió al general U rq u iza:
C onvención P rovincial de Buenos A i­
« E ste ju ra m e n to reco n stitu y e legalm ente la N ación que, si p o r ta n ­
res, instalada el 5 de E nero de 1860, tos años estuvo sólo u n id a por los vínculos sagrados de la m an co ­
siendo gobernador el general M itre, m unidad de la h istoria y de los sacrificios, lo está ahora p o r la com u­
realizó la ta re a de revisar la C onstitu­ nidad de instituciones, de leyes y de autoridades generales.»
ción de 1853. E l general M itre, gobernador de la provincia de Buenos
De las reform as propuestas, las principales fueron las siguientes: A ires, con el propósito de solem nizar el g ran aconteci­
A rt. 3°. — D eterm in ab a que la C apital sería la ciudad de B uenos m iento, invitó al presidente D erqui y al general U rquiza,
A ires. L a C onvención p ropuso que lo fuera la ciudad que se decla­ gobernador de E n tre Ríos, a presenciar las «fiestas julias»
rase C apital de la R epública p or una ley especial del C ongreso, p re­ en Buenos Aires.
via cesión del territo rio que se tuviera que federalizar con ap ro b a­
ción de la L eg islatu ra a que perteneciese. E ste acontecim iento fué de ta n ta im portancia que rep er­
A rt. 6o. — P o r este artícu lo el G obierno F ed eral p odía in terv en ir cutió en todo el país, porque significaba la elim inación de
en las provincias p ara restab le cer el orden, o ase g u ra r la defensa todas las dificultades que habían im pedido sellar la unidad
nacional, aun sin solicitud del gobierno de aquéllas. nacional; pero no fué así. E a ru p tu ra se produjo algunos
L a C onvención propuso que el G obierno F ed eral p u d iera in terv e­ m eses después inesperadam ente.
n ir p ara g a ra n tiz a r la form a republicana de gobierno o repeler inva­
siones exteriores; pero p ara el caso que las au to rid ad es hubiesen sido El general U rquiza, gobernador de la provincia de E n tre
depuestas p o r sedición o p or inv asió n de o tra provincia, sólo pudiera Ríos, había invitado al presidente de la República, D r. D er­
in tervenir el G obierno F ed eral, a requisición de sus au to rid ad es cons­ qui, y al general M itre, gobernador de la provincia de B ue­
tituidas. nos A ires, para que le hicieran una visita en E n tre Ríos.
R especto d e la designación “ C O N F E D E R A C IO N A R G E N T IN A ’-' quedó
E ncontrábanse, los nom brados, en Concepción del U ru ­
establecido que las denom inaciones adoptadas sucesivam ente desde
1 8 1 0 h a sta el presente, a sab er: P R O V IN C IA S U N ID A S D E L R IO D E L A guay, en m om entos en que se anunciaban graves aconteci­
P L A T A — R E P U B L I C A A R G E N T IN A — C O N F E D E R A C IO N A R G E N T IN A m ientos en San Juan. Eos tres gobernantes m encionados,
serian, e n adelante, nom bres oficiales ind istin tam en te p ara la designa­ para evitar probables consecuencias fatales, enviaron, de co­
ción d e l G obierno y te rrito rio de las P rovincias em pleándose las m ún acuerdo, una carta firm ada colectivam ente, al gober­
palabras N A C IO N A R G E N T IN A e n la form ación y san ció n de las leyes.
nador de la citada provincia, coronel José A ntonio V irasoro,
— 500 — — 501 —
invitándolo a ren u n ciar el cargo para facilitar un arreglo E l P residente D erqui pasó a Córdoba para o rg an izar fuer­
pacífico. P o r ra ra coincidencia, el 16 de N oviem bre, el m is­ zas, y el general U rquiza, al servicio del G obierno del P a ra ­
mo día consignado en la carta, era asesinado el gobernador ná, hizo otro tan to en E n tre Ríos. E n tre am bos, sin em bargo,
V irasoro en su propia casa. las relaciones no eran m uy cordiales.
E l D r. A ntonio A berastain, considerado cómplice de ese U rquiza, al frente de las fuerzas nacionales, y M itre a la
delito, tom ó el m ando de la provincia como gobernador cabeza del ejército de Buenos A ires, se encontraron otra
(D iciem bre 29). vez, frente a frente. El choque tuvo lu g ar en P av ó n quedan­
E ste hecho m otivó la intervención del Gobierno N acional do triu n fan te el general M itre, m ás por las consecuencias
confiando su representación al coronel Juan Sáa, gobernador favorables, inm ediatas de la batalla, que como hecho de
de San L uis, con el carácter de interventor. E l gobernador arm as, pues U rquiza se retiró del campo de la acción con
A berastain al frente de sus fuerzas se dispuso para la resis­ algunos cuerpos que no habían com batido (S eptiem bre 17
tencia. El encuentro con las del interventor tuvo lugar en de 1861). El general M itre avanzó hacia el R osario y el ge­
E l P ocito y fué san griento en exceso. A berastain fué fusi­ neral U rquiza se retiró a E n tre Ríos dispuesto a iniciar con­
lado, y varios centenares de prisioneros m urieron lanceados. venios de paz.
(E n ero 11 de 1861). E l presidente D erqui presentó su renuncia al C ongreso y
E o acaecido en San Ju an fué m otivo de gran indignación se re tiró a M ontevideo (N oviem bre 5 de 1861).
en todo el país, y el gobernador de Buenos A ires, M itre, pro­
testó enérgicam ente ante el P residente D erqui por la m a­ E l general M itre «G obernador de B uenos A ires E n cargado
tanza de E l P ocito exigiendo el castigo de los culpables. del P oder E jecutivo Nacional»
El gobierno nacional aprobó la actuación del in terv en to r; Ley de com prom iso
pero, en.,lo relativo al fusilam iento de A berastain, lo conde­
naba y resolvió m andar procesar al Coronel Clavero que era L a caída del gobierno de la Confederación hacía necesario
el jefe a quien el in terv en to r había en c arg ad o 'la custodia de reg u larizar provisoriam ente el ejercicio de los P oderes h asta
los prisioneros. Clavero, cuya culpabilidad fué com probada, , que el C ongreso N acional resolviera lo que correspondiese.
huyó a Chile. A este efecto las provincias delegaron en el general M itre el
A este g rave acontecim iento, y a otros conflictos, se agre­ desem peño del P oder E jecutivo Nacional, conservando el
gó el rechazo de los diputados de Buenos A ires al C ongreso puesto de gobernador de la provincia de Buenos A ires, y
N acional de P aran á porque h a bían sido elegidos según la que ejercería am bos cargos bajo la denom inación de « g o b e r -
. N A D O R D E B U E N O S A IR E S , E N C A R G A D O DEE PO D ER E JE C U T IV O
ley e lec to ra l d e la p rovin cia , en v e z de serlo de acu erdo N A C IO N A L » (A b ril 1 2 de 1862).
con la ley elec to ra l de la C onfederación .
R ealizadas las elecciones para que las provincias designa­
E ste hecho fué el m otivo inm ediato del rom pim iento, ra n sus rep resen tan tes al Congreso, éste inauguró solem ne­
puesto que el Gobierno de Buenos A ires se negó a ordenar m ente sus sesiones el 25 de M ayo de 1862, encontrándose,
nuevas elecciones según la ley de la Confederación. así, reunidos los rep resentan tes de todas las provincias.
Buenos A ires se dispuso a la resistencia y a la lucha, E l m ism o día, los diputados y senadores, invitados por el
m andando o rg an izar un ejército. E l Gobierno del P araná, E ncargado N acional, general M itre, concurrieron a un T e­
a su vez, decidió in tervenir en la provincia rebelde a efecto deum en la C atedral en acción de gracias por el fausto acon­
de restablecer el im perio de la ley. tecim iento. P o r fin la unidad nacional era un hecho.
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P o sterio rm en te el C ongreso N acional sancionó una ley por M itre, y era llam ado por esa circunstancia, «m itrista»; el otro,
la que se ordenaba proceder a la elección de P residente y el «autonom ista», de oposición a M itre, ten ia por jefe al
Vice - P resid en te de la N ación en el térm ino de tres m eses Dr. Adolfo A lsina. Los autonom istas o alsinistas fueron de­
(Junio 5 de 1862). signados con el m ote de «crudos» por los nacionalistas, y
R ealizado el escrutinio, resultó electo, por unanim idad, éstos, a su vez, eran llam ados «cocidos» por los autonom istas.
P resid en te de la República, el general B artolom é M itre; y el E sto s dos partidos subsistieron du ran te m uchos años y,
Dr. M arcos P az, Vice - P resid en te por m ayoría (O ctubre 5). al m ism o tiem po que procuraban hacer triu n fa r sus princi­
U na de las cuestiones de m ayor im portancia que se dis­ pios y llevar sus hom bres al gobierno, m antenían vivo el
cutía con acaloram iento y que debía tra ta r el Congreso, era espíritu dem ocrático.
la relativ a a la designación de la C apital de la República. El
general M itre, a este respecto, propiciaba la federalización Presidencia del General Mitre
de toda la provincia de Buenos A ire s ; pero la L eg islatu ra de
la m isma, se opuso a ello. Proclam ado el general M itre P resid en te C onstitucional de
la R epública el 8 de O ctubre de 1862, se fijó, por ley de la
P o r fin, el 8 de O ctubre de 1862, y a electo M itre para la m ism a fecha, eldía 12 para que asum iera el m ando ante el
presidencia, el C ongreso N acional y la L eg islatu ra de Bue­ C ongreso N acional reunido en A sam blea.
nos A ires, sancionaron la llam ada «L ey de Com prom iso»
L os elevados propósitos que guia­
cuyos dos prim eros artículos disponían:
ban al general M itre al iniciar su
1°. Declárase la ciudad de Buenos Aires, residencia de las autoridades gobierno, quedaron evidenciados al
nocionales con jurisdicción en todo el municipio, hasta tanto que el conocerse los nom bres de las perso­
Congreso dicte la ley de Capital permanente. , nalidades, de tendencia distin ta, que
2". Las autoridades provinciales continuarán igualmente residiendo en debían com poner el m inisterio, y que
la Capital, si ellas mismas no creyesen conveniente trasladarse a fu e ro n :
otro punto. ( J)
Interior D r.Guillermo Rawson
Con la presidencia del general M itre, se iniciaba la orga­ Relaciones E xteriores D r. R ufino de Elizalde
Justicia, C. e I. Pública Dr. Eduardo Costa
nización definitiva de la Nación. H acienda D r.Dalmacio V é 1e z
L o s p a r tid o s p o lític o s .— L a residencia de las autoridades Sársfield
G eneral M itre G uarra y M arina Gral. J. A. Gelly y
nacionales en la ciudad de Buenos A ires era m al soportada Obes
po r los porteños en general, celosos de la «autonom ía» de
la provincia con su C apital y, por lo m ismo, se m ostraban L a tare a que debían acom eter los hom bres del gobierno
tem erosos de que re su rg iera la idea de la federación de toda era constructiva y, por lo mismo, abrum adora, pues casi todo
la provincia, propiciada por M itre d u ran te su presidencia. estaba por hacer.

L as apasionadas discusiones acerca de tan grave cuestión, L a situación estable y la honesta adm inistración del ge­
contribuyeron en grado sum o a la form ación de dos partidos neral M itre, facilitaron la inm igración, y el com ercio cobró
políticos: uno era el nacionalista, que apoyaba al general m ayor im pulso.
Se m ejoró elservicio de m ensajerías y de correos. Se esta­
(1) L a ley de com prom iso e stab lecía un. té rm in o de cinco años. A l finalizar el bleció uña línea telegráfica entre Buenos A ires y R osario; y
plazo (1867), n ad a se había resu elto . E s ta situ a ció n d u ró h a sta 1880.
otra, subfluvial, entre Buenos A ires y M ontevideo.
— 504 —
E n lo referente a ferro-carriles, después de la prim era línea
»del O este, in augurada en 1857 durante la secesión de la pro­
vincia de Buenos Aires, se inauguraron los siguientes:
E n diciem bre de 1862 se dió comienzo a los trabajos del
ferro-carril del N orte (B uenos A ires a T ig re) que p artía des­
de la estación R etiro.
E n febrero de 1863 se iniciaron los trab ajo s del ferro-carril
de Buenos A ires a la E nsebada.

L a ciudad de R o sario hacia 1863, tal com o se divisaba, entonces, desde

las c erca n ía s de la estación del F. C. C. A.

E n 1865 se inauguró la prim era sección del F. C. S. (P laza


C onstitución a Jeppener) llegando h asta Chascom ús en el
mismo año (*).
(1 ) L a em presa estableció una lín ea de tra n v ía s desde la estación, por la calle
de L im a, h a sta la calle B elgrano, p a ra facilitar el traslad o de los pasajeros, del
cen tro a la e stació n y vice-versa. E sta fué la p rim era lín ea establecida en la ciudad
de B uenos A ire s ; pero com o au x iliar del ferro-carril.
L a prim era línea u rb a n a de tra n v ía s se estableció a fines de 1869, cuyo reco­
rrido era desde la R eccleia a la plaza V icto ria y a la de C onstitución.
-5 0 6 —

E n 1863 se firm ó un contrato de concesión para la cons­


trucción del F. C. C. A., de R osario a Córdoba. F u é inaugu­
rada u na p arte en 1866 (R osario a T o rtu g as) llegando a Cór­
doba en 1870.
E n lo relativo a instrucción pública se fom entó la ense­
ñanza p rim aria y secundaria, creándose escuelas, colegios
nacionales, y m ejorando las universidades de C órdoba y
B uenos Aires.
F u é organizada la Suprem a C orte de Justicia, trib u n al que
no fué posible in teg ra r durante la presidencia del D r. D erqui.
N o faltaron du rante el gobierno de M itre algunos levan­
tam ien to s de caudillos que no se m ostraban dispuestos a
reconocer las nuevas autoridades nacionales legalm ente cons­
tituidas. El m ás im portante de estos levantam ientos fué el
que encabezaba A ngel V icente Peñaloza, llam ado «El
Chacho» (1861).
E nseñoreado de su provincia, L a Rioja, resistió la inva­
sión que le llevó el coronel Sandes, pues sostenía que era
violada la autonom ía de la provincia. Al frente de sus mon­
toneros recorre P eñaloza las provincias de C atam arca, Cór­
doba, San Luis, San Ju an y otras^som etiendo a las poblacio­
nes a sobresaltos continuos. R etirado a su provincia de L a
R ioja, en O lta, fué sorprendido en su casa y m uerto (N o­
viem bre de 1863).
D u ran te el período presidencial del general M itre se de­
cretaron siete intervenciones a las provincias para restable­
cer el orden, o reponer a los gobernadores depuestos.
F,1 C ongreso aprobó el trata d o de paz celebrado con E sp a­
ña por el cual esta nación reconocía la independencia de la
R epública A rg en tin a (N oviem bre 6 de 1863).
Al prom ediar la presidencia del general M itre, tom ó el ca­
rácter de sum a gravedad un conflicto, por cuestiones de
lím ites, entre el P arag u ay y el Brasil, agravado por la intro­
m isión de am bos países en la política interna de la R epública
del U ruguay.
L as com plicaciones que sobrevinieron originaron la gue­
rra, declarada por el P arag u ay al B rasil, en la que intervino
tam bién la R epública A rgentina.
— 509 —
— 508 —

Guerra con el Paraguay - Sus antecedentes chazo, por parte del G obierno oriental, de una nota del en­
viado brasileño, consideraba altanera, éste dirigió un ulti­
Cuando el general B elgrano invadió el P arag u ay con el
m á t u m dando seis días de plazo, para que se le diera la
propósito de obten er la adhesión de sus autoridades a la
satisfacción reclam ada.
Junta, no fué feliz en su cam paña; pero las ideas que dejó
allí fueron decisivas porque a los pocos m eses estalló un E l P araguay, considerando peligrosa, para sí m ism o, la
m ovim iento revolucionario que derribó del poder al G oberna­ actitu d dél B rasil para con el U ru g u ay , m andó una n o ta al
dor Velazco. G obierno del Im perio en la que m anifestaba que protes-
E l P ara g u ay se declaró independiente y no prestó su con­
curso al sostenim iento de la guerra por la independencia, ni
intervino en las luchas civiles que sobrevinieron después.
H a sta 1840 el P ara g u ay fué gobernado por el D r. José
G aspar R odríguez de F rancia. A éste le siguió en el gobierno
don Carlos A ntonio López, y luego un hijo de éste, F ran cis­
co Solano. A m bos p rocuraron im pedir que el espíritu revolu­
cionario y el azote de las g uerras civiles pen etraran en aquel
país. P o r eso el P ara g u ay se m antuyo en un aislam iento
com pleto.
E n tre el P ara g u ay y el B rasil existía, desde m uchos años
atrás, una cuestión de lím ites que m antenía tiran tes sus
relaciones. Solano López, previendo la posibilidad de una
g u erra, se iba preparando p ara ella. Creó un arsenal para la
fundición de cañones y fabricación de toda clase de p ertre­
chos de guerra.
I,a cazuela del a n tiguo te a tro Colón, 1864
M ilitarizó el país a ta l punto que, al declararse la guerra,
disponía y a de un ejército de 80.000 hom bres bien equipados.
E l B rasil no m iraba con buenos ojos el engrandecim iento ¡aria contra la ocupación de un p u n to c u a lq u ie ra d el
del P arag u ay , y su Gobierno no abandonaba el propósito de territo rio orien ta l p o r fu e r z a s brasileñas. (A gosto de
declararle la g u erra algún día. 1864).
E n tre el B rasil y la R epública O riental, las relaciones no E l B rasil no se preocupó de la p ro testa del P ara g u ay y
eran tam poco cordiales debido a una cuestión por indem ni­ auxilió al general Flores con fuerzas de m ar y tierra. El
zaciones que se exigían m utuam ente. P araguay, entonces, declaró la gu erra al Im perio. (S eptiem ­
E l B rasil, consecuente con el proyecto de llevar la guerra bre de 1864).
al P arag u ay , tra tó de ten er de su parte a la República O rien­
L as hostilidades em pezaron apoderándose los paraguayos
tal ; pero como ésta no secundaba sus planes, intervino en
de un vapor brasileño, el «M arqués d e O linda», que rem on­
su política interna, favoreciendo una invasión del general
taba el P arag u ay llevando a su bordo al P resid en te de la
F lores, que se proponía ocupar el gobierno del U ruguay.
E l B rasil había enviado a M ontevideo un com isionado provincia brasileña de M atto Grosso (N oviem bre 16 de 1864).
para arreg lar las cuestiones pendientes; pero debido al re­ Un mes después una fuerza p arag u ay a invadía la provincia
del m ismo nom bre.
— 511 —
— 510 —
al m om ento p ara evitar el placer que daría a sus repentinos enem igos
Invasión paraguaya a la provincia de Corrientes. de caer en su poder».
Actitud del pueblo argentino. - La triple alianza « E l p rim er acto de aquel p atrio ta g o bernante fué u na p roclam a
incendiaria que dirigió al pueblo reflejando con viva elocuencia al
Solano López, para llevar la g u erra al territo rio brasileño oprobio de la invasión e incitando a la provincia p ara que se le v a n ta n
en m asa y defendiera sus derechos y su independencia h a sta el úl­
de Río G rande, necesitaba pasar por territo rio argentino y, tim o extrem o. E sta proclam a profusam ente corrió de rancho en ran ch o
con este fin, dirigió una n o ta a B uenos A ires solicitando el y de ram ad a en ram ada, y los corazones correntinos h irvieron de
perm iso para atrav esar venganza y de coraje».
la provincia de C orrien­ « E l pueblo se levantó com o un solo hom bre presentando el prim er
núcleo de resistencia heroica los bravos jinetes de C áceres, de R eguera
tes. E l Gobierno arg en ­ de P aiva, de R om ero, de A zcona, y de otros caudillos co rren tin o s
tino negó el perm iso so­ que en este m om ento no recordam os».
licitado, cum pliendo, así,
con las leyes de n eu tra­ «E m pezó, entonces, esa g u erra inabordable de fatigas y de penurias,
de zarpazos de fiera a stu ta : esa g u erra de m o ntoneras tan peculiar de
lidad. los argentinos, ésa g u e rra que hem os enseñado a los bo ers y que
López, entonces, deci­ ta n ta s g lorias conquistó en las luchas de la- independencia. E m pezó
dió declarar la g u erra a el asalto del gru p o con su ím petu sobrehum ano y su a rte ría de g a to
la R epública A rgentina e m ontés. L a so rp resa con estrép ito inferna!, vibrando el pánico en
m edio de la tem p estu o sa noche, el sobresalto diario sin treg u a ni des­
inm ediatam ente, sin co­ canso, a toda hora, al rayo del sol, a la siesta, a la luz de la luna».
m unicar esta declaración,
envió una escuadrilla de . «A rm ados van esos ho m b res de una larga lanza cuya m o h a rra ha
cinco barcos al puerto de sido im provisada con u n a vieja tijera de tu z a r clavada en el quincho
C orrientes la que atacó del ran ch o indigente y algún trabuco naranjero, recortao, o carcom ida
carab in a de chispa que se g u ard a en un rincón de la so litaria choza
a dos buques de la escuadra argentina, allí fondeados, el 25 com o u n recuerdo sag rad o de los bellos tiem pos del g en eral P az.
de M ayo y el G u alegu ay, de los cuales se apoderó. (*) P o ­ A irosos, sentados con el cuerpo derecho sobre una d u ra m o n tu ra donde
cos días después un fuerte ejército paraguayo desem barcó en van atad as las boleadoras y el lazo, cabalgan un fu erte y delgado
corcel de g u erra ad iestra d o a la fatiga com o el caballo del indio. A sí
el m ism o puerto, al m ando del general Robles, y se apoderó arm ad o s y equipados, ráp id o s com o los núm idas de A níbal, to rean sin
de la ciudad. descanso al audaz invasor y desaparecen con la velocidad del viento
Cuando llegó a Buenos A ires la notica del ataque b ru tal a que sacude las crines de sus caballitos criollos, desaparecen com o una
los buques argentinos, y, poco después, la de la invasión, el visión de la im aginación alterada, com o una prestidigitación de g u erra
arg e n tin a que surge rep en tin a en todos los bélicos escenarios de n u es­
pueblo de la C apital y de todo el país se indignó e incitó al tra histo ria de proezas, ya sea en el llano, en el bosque, en la m o n ta­
P resid en te M itre a obrar enérgicam ente. E sto dió origen a la ñ a; desaparecen a n te el ím petu de la m asa inabordable p a ra v o lv er
llam ada T r ip le A lia n z a cuyo tratado, entre el Brasil, la R e­ a h o stilizarla con v en taja en la noche, en la tarde, en la m adrugada,
en m edio de la tem p estad que retu m b a estridores form idables».
pública A rg en tin a y la República O riental del U ruguay, fué « E sta ab u n d an te h ostilidad es la espina m ás incóm oda que p roduce
firm ado el Io de M ayo de 1865. la g u e rra de recursos, hiere constante, form a la úlcera y ag u san a la
* m oral del ejército m ás bien tem plado. E sas son las tro p as ligeras que
♦ * m arch an sin im pedim ento, sin tre n de puentes, sin parques, sin am bu­
lancias, ni estados m ay o res ni cañones, ni nada que dem uestre el
«E n cuanto cundió en C orrientes la noticia de la tom a de los pesado perfeccionam iento de la g u erra; los caudalosos ríos los pasan
vapores, el G obernador L a g ra ñ a y todas las autoridades se retira ro n a nado, el sol y la lluvia los soportan sin tiendas de cam paña, uno
solo a rra strá n d o se h asta el desprevenido real enem igo, a rro ja allí en
( 1 ) L a arm ada arg en tin a, cuando estalló la g u erra, se reduela a tres pequeños una noche el sobresalto. E sta m asa nacional es el nervio duro de la
vapores de ru e d a s ; el G uardia N acional, el 25 de M ayo y el G ualeguay, apresados
estos dos últim os, por los paraguayos.
— 513 —

gu erra, especie de buenos arg entinos que han nacido p ara hacer fla­
m ear la independencia nacional a todos los vientos».
« E ste herm oso pueblo co rrentino cuya historia está escri.a con la
san g re de los bravos y de los m ártires, este pueblo que nos dio el
p rim er general de la A m érica, al crear la prim era resistencia contra
las tro p as de Robles, dá tiem po a que se pueda org an izar el ejército
aliado y se lleve al terren o estratégico y táctico el m editado plan del
gen eral M itre».
G E N E R A L J O S E I. G A R M E N D IA
R ecuerdos de la g u e rra del P araguay,

Reconquista de la ciudad de Corrientes


por las fuerzas argentinas.
Su abandono. - Combate naval del Riachuelo.

O rganizadas las prim eras fuerzas que debían m archar al


teatro de la guerra, salió una colum na al m ando del general
. W enceslao P aunero conducida en
varios barcos de las escuadras
brasileña y argentina.
E l día 25 de M ayo de 1865
llegó la escuadra frente al puerto
de C orrientes y, en la tarde del
ttiism o día, em pezó la difícil y
peligrosa operación del desem ­
barco bajo el fuego del enemigo.
L a lucha fué terrible peleándose
de am bas p artes con el m ayor
arrojo para term in ar con la derro­
ta de los invasores.
Sin em bargo, al día siguiente
por la noche el ejército triu n fan ­
te se reem barcó abandonando la
ciudad recuperada con tan to sacrificio. L a causa de este
abandono estaba en que las fuerzas p araguayas invasoras —
no contando las que ocupaban la ciudad de C orrientes —• se
hallaban escalonadas a lo largo de la costa co rren tin a sobre
el P araná, h asta Goya, y en actitu d de invadir E n tre Ríos.
E n cambio, con esta brillante acción de g u erra se obligó a
Robles a suspender su invasión al E n tre Ríos y a retroceder
a la ciudad de C orrientes, para recuperarla.

33
-■514 —
— 515 —
C o m b a te d e l R iach uelo.— E stando, de nuevo, la ciudad E l general M itre aprovechó de este erro r p ara aniquilar
de C orrientes en poder de los paraguayos (evacuada en la a los dos cuerpos, uno después de otro, como lo hizo.
noche del 26 de M ayo por las fuerzas arg en tin as) tu v o lugar E l general P aunero, cuando abandonó la ciudad de Co­
un com bate frente a la desem bocadura del arroyo R ia ­ rrientes, al día siguiente de haberla reconquistado, desem ­
chuelo, en el que la flotilla paraguaya sufrió la pérdida de barcó con sus tropas en la E sq u in a y, allí cerca, organizó
4 buques, huyendo los dem ás. (Junio 11, 1865) (F ig. 257). una colum na con la que m archó a incorporarse, en Paso d e
C am paña del U ru g u a y : Y atay y U ruguayana. los Libres, a las fuerzas del cam pam ento de C oncordia.
Los fuerzas aliadas, m andadas por el general F lores, a ta ­
M ientras el general Robles invadía la provincia de Co­ caron a los paraguayos en Y atay.
rrien tes y operaba sobre el P aran á, o tro ejército de 12.000 L a lucha fué sangrienta, pues los p araguayos no se
------------------------------------— hom bres, al m an­
rendían, aun cuando se en co n traran solos, y rodeados de
do del general Es-
enem igos. M urieron m ás de 1.500 paraguayos quedando otros
tig arrib ia, invadía
tantos prisioneros, de los cuales 300 heridos. (A gosto 17
la m ism a provin­ de 1865).
cia corriéndose so­
bre el U ruguay, E l ejército aliado efectuó, después, el pasaje del U ru ­
guay y puso sitio a la plaza de U ru g u ay an a ocupada por
quedando, así, se­ E stigarribia.
parados los d o s
ejércitos p o r la El jefe paraguayo no quiso rendirse, en un principio;
e x t e n s a e im pe­ pero, ante una situación tan difícil, rodeado por un ejército
netrable l a g u n a m ucho m ás num eroso, capituló con todas sus tropas. (Sep­
Iberá. tiem bre 18 de 1865).
S o l a n o López F altab a arro ja r las fuerzas paraguayas que ocupaban
com etió un grave la ciudad de C orrientes y la costa del P aran á. Allí se dirigió
el ejército aliado.
erro r al m andar
estas fuertes co­
lum nas a operar Evacuación de C orrientes por el ejército paraguayo
ta n lejos de su ba­ E l ejército aliado
se de operaciones en m archa hacia el Paso de la P a tria
y sin poderse co­
m unicar entre si. D espués de la rendición de U ru g u ay an a, el ejército
A dem ás, E stig a - aliado repasó el U ruguay, y cruzó la provincia de C orrientes
rribia, situado en dividido en varias colum nas, dirigidas hacia el P a so d e la
U ruguayana, que­ Patria. E sta travesía se efectuó en medio de las m ayores
daba, separado de dificultades, debido a la natu raleza anegadiza del terreno.
D uarte, acam pado
“——
—— --
en Y atay, j i con un
«L am entable cuadro p resen tab an esas valientes tro p as entum ecidas
de frío. E n cinco_ m eses de cam paña, tan enorm e fué la m ortandad
rio de por medio tan ancho como el U ruguay, y difícil de com o p ara desanim ar a un b rav o : la tercera p arte de su efectivo;
cruzar frente a un enem igo. solo los furores del cólera o de la fiebre am arilla pudieron igualar

\
-5 1 6 — -5 1 7 —
una tal devastación de la m uerte. L a m iseria llegaba a su colmo,
no por falta de víveres sino por su destrucción, todo estaba m ojado; P aso del P aran á - P rincipales acciones de g u erra h asta
todo escaseaba no por carencia de dinero, sino de artícu lo s; los vi­
vanderos, las carretas de víveres; todo quedaba a trá s em pantanado.
C u rtr aytí - E vacuación de H u m aitá - C am paña del Chaco
R ecordam os que teníam os 60 libras esterlinas en el bolsillo y no M uerte de López
había quien nos vendiera un puñado de sal, ni un m endrugo de
pan. V ivíam os entre el b arro, el agua no cesaba, y así pasam os quince R eunido todo el ejército aliado sobre el Paso d e la P a tria
días en la m archa y en el estacionam iento; tiem po cruel, indom able, (m argen arg en tin a) se preparó la invasión. E sta se inició a
con la ropa em papa­ mediados de abril, y continuó du ran te varios días, sufriendo
da sobre el cuerpo; algunas pérdidas de im portancia. L as prim eras fuerzas pa­
solo la ju v en tu d po­
día resistir ta n ta p ri­
raguayas que ofrecieron resistencia fueron arrolladas, y aban­
vación, tan ta deses­ donaron un fuerte allí existente, desm antelado ( I t a p i r ú ) .
peración, ta n ta nos­
talgia». C1)

El ejército pa­
raguayo que per­
m anecía inactivo
c e r c a d e B ella
Vista, em prendió
la retirada hacia
C orrientes arrean ­
do tbdos los. ani­
m ales de las es­
tancias, y apode­
rándose de cuanto
podía serle ú t i l .
Consiguió abando-
n a r e 1 territorio
argentino a n t e s
que el e j é r c i t o
a l i a d o llegara a
tiem po de im pedir
su reem barco, lo
c u a l , de haberse
c o n s e g u id o , ha­
bría perm itido ren­ L as fuerzas aliadas avanzaron luego h asta el P aso de la
dirlo o aniquilarlo. P atria (lado paraguayo) donde las fuerzas de López se
habían atrincherado. C onsiderando insegura su situación en
Paso d e la P a tria resolvió López internarse para resistir
(1 ) G ral. Jo sé I. G arm en d ia. R ecu erd o s de la g u e rra del P a ra g u a y . detrás de un bañado extenso y profundo, cubierto de pajonales
— 519 —
— 518 —

y árboles form ando un todo enm arañado casi im penetrable no había destruido las trincheras, como estaba convenido, de
modo que los soldados del ejército aliado, a pesar de su
(E stero B ella co ).
heroico com portam iento, no habían ido sino a un sacrificio
Allí, en el E stero Bellaco, se dió la prim era b atalla im­ estéril. (S eptiem bre 22 de 1866). D espués del m alogrado
p o rtan te en la que la vanguardia del ejército aliado, m an­ asalto de C u r u p a y tí los ejércitos perm anecieron casi en la
d ada por el general Flores, fué atacada de sorpresa sufriendo inactividad du ran te un año y medio.
pérdidas enorm es; pero con la oportuna intervención de
o tras fuerzas aliadas, los paraguayos fueron rechazados. (2 P a rte del ejército de López había pasado a la m argen de­
recha del río P ara g u ay en donde sufrió algunas derrotas
de M ayo de 1866).
que le infligieron las fuerzas
A la b atalla de E stero B e­ aliadas las que, en parte, tam ­
llaco, sin co n tar los com­ bién habían pasado al Chaco.
b ates diarios de m enor im­
M ás tard e la escuadra con­
portancia, le s i g u i ó la de
siguió forzar el paso de H u ­
T n yu tí, la m ás g ran d e de
m a itá y llegar h asta la A sun­
to d a la g u erra por lo san­
ción (F eb rero 1868) 1.
g rien ta y por el núm ero de
com batientes que intervinie­ L a guarnición que López ha­
ron (24 de M ayo). bía dejado en H u m a itá , y que
se encontraba ya sin provi
O tra b atalla igualm ente
siones y com pletam ente aisla­
san g rien ta fué la del S auce
da, consiguió re tira rse de no­
(16, 17 y 18 de julio). che sin que se dieran cuenta
D espués se llevó a cabo de ello las fuerzas aliadas.
el plan de atac ar al enem igo (M ayo 24-25 de 1868).
desde el río P ara g u ay con Con la caída del extenso
la cooperación de la escua­
c a m p o atrincherado d e H u­
dra. M ediante el, bom bar­ m a itá en poder del ejército
deo, y el a s a l t o p o r l a s aliado, López no podia pensar
fuerzas de desem barco, a sino en o p o n e r resistencia.
las trin ch eras de C uruzú, Con la m ayor p arte de sus
éstas fueron tom adas. (Sep­ fuerzas, y seguido por el ejér­
tiem bre 3 de 1866). cito brasileño, se re tiró al nue­
C am paña del C haco y del P ik iciry

I n m e d ia ta m e n te d e b i ó vo cam pam ento que había es­


llevarse a cabo el asalto a tablecido en la desem bocadura
las trin ch eras de C u ru p a ytí, pero no se hizo. El tiem po per­ del T eb icu ary.
dido en la celebración de una co n feren cia1 en tre el ge­
D espués se estableció m ás
neral M itre y el tirano López, perm itió a éste term inar a al norte levantando una línea
tiem po, allí, las obras de defensa. Cuando se inició el asalto, 1 . C am pam ento de López a orillas del
( 1 ) E l 2 de enero de 1868 m oría en
ya era tarde, y resultó un desastre. L a escuadra brasileña V icepresidente en ejercicio, d o cto r M ar
T ebicuary, que p ro n to abandonó. 2.
m ando en jefe al general brasileño m arqu T rin c h eras en las inm ediaciones del
(1 ) T uvo lu g a r en u n sitio llam ado Y a tay tí-C o rá (sep tiem b re 12 de 1866). a rro y o Pikiciry. 3. Itin e ra rio del e jé r­
cito aliado que, pasando por el Chaco,
efectuó el m ovim iento envolvente. El
e jé rc ito de López fué a ta ca d o , así,
p o r la retag u ard ia.
— 520 — -5 2 1 —
atrin ch erad a que tom ó el nom bre de un arroyo inm ediato, E fectuadas las elecciones, resu ltó electo para P resid en te
el P ik iciry, y fortificando el paso de Angostura. don D om ingo F au stin o Sarm iento, quien se hallaba en los
E l ejército aliado efectuó un m ovim iento envolvente, pa­ E stad o s U nidos, y para el cargo de V icepresidente fué
sando por el Chaco, p ara atacar por la retaguardia, en el electo el doctor don A dolfo A lsina.
P ik ic ir y a las fuerzas de López, m ientras otro cuerpo de
M ucho se ocupó S arm iento del progreso del país en todas
ejército tenía la m isión de atacarlas por el frente.
sus m anifestaciones, dem ostrando especial in terés p or la
H ubo du ran te esta cam paña del Chaco, que duró sólo instrucción pública. A um entó, así, las
unos cuatro m eses, m uchos com bates y algunas batallas has­ escuelas prim arias, fundó algunas es­
ta que, atacado López en su cam pam ento de Itá-Iuaté (L o ­ cuelas norm ales y fom entó la creación
m as V alentinas) fué com pletam ente derrotado salvándose de bibliotecas populares.
con la fuga. (D iciem bre 27 de 1868).
B ajo su presidencia se levantó el p ri­
E l ejército vencedor m archó a la ciudad de la A sunción,
m er censo del país du ran te el año 1869.
la que fué ocupada el día 1? de E nero de 1869. Se creó un
gobierno provisorio que debía actuar h asta que se organiza­ F un d ó el Colegio M ilitar, que empe­
ra un gobierno definitivo. zó a funcionar en 1870, en el caserón
López no pudo ser capturado inm ediatam ente. Consiguió de don Ju an M anuel de R ozas en
rodearse de algunas fuerzas y oponer resistencia a sus per­ P alerm o de San Benito
seguidores; pero, alcanzado por fin, en las inm ediaciones del Celebró la llegada a la c i u d a d de
río A q u id a b a n , en Cerro-Corá, m urió defendiéndose. (M ar­ Córdoba del ferrocarril C entral A rg en tin o (1870), e inau­
zo I o de 1870). guró en la m ism a ciudad, la p rim era exposición nacional de
la industria arg en tin a (1871).
Creó tam bién, en Córdoba, un observatorio astronóm ico.
Testam ento político del general Mitre.
Presidencia de Sarmiento - Revolución de López Jordán R eorganizó la escuadra, y fueron encargados los p rim e­
Revolución de 1874. ros buques de g u erra m odernos, para aquella época: aco­
razados “El P la ta ” y “ L os A ndes”, y cañoneras “ P a ra n á ”
Al acercarse 'el térm ino del período presidencial del gene­ y “U ru g u a y ” .
ral M itre, aparecieron varios candidatos para ocupar la pre­ E n 1871 se desarrolló en la ciudad de Buenos A ires un
sidencia de la R epública. terrib le flagelo: la fiebre am arilla. M urieron de ella m ás de
E l general M itre, siendo aún P residente, dió un alto ejem ­ trece mi personas en sólo cinco meses.
plo de m oral política al observar una actitud prescindente en R evolu ción d e L ó p e z Jordán.— E n 1870, el general U r-
la lucha electoral. D esde el P araguay, en una ca rta política quiza fué asesinado en su residencia de San José en E n tre
dirigida al doctor don Juan M. G utiérrez, (*) exponía sus Ríos (A bril 11).
opiniones sobre los candidatos que se disputaban el triunfo, A este hecho siguió, inm ediatam ente, una sublevación en
así com o'el propósito de no inm iscu irse en la lucha electoral varios departam entos que convulsionó toda la provincia.
y así lo hizo, cum pliendo su prom esa, dejando d erro tar L a L egislatura nom bró G obernador al general R icardo L ó ­
el candidato de sus sim patías que lo era el doctor don Rufino pez Jordán.
de Elizalde.
(1) P alerm o fué convertido en paseo público, e inaugurado con g randes fiestas
el 11 de noviem bre de 1875, con el nom bre de P a rq u e 3 de F e b re ro . E l caserón
( 1 ) D ocum ento conocido con el nom bre de «Tests.m rnto político del gen. M itre>. e sta b a situado donde se e n cu e n tra em plazado el m onum ento de S arm iento. F u é
dem olido en 1899.
— 522 — — 523 —

El gobierno nacional se limitó a desconocer a López Jordán prendió la huida hacia Salinas G randes llevándose una p arte
como G obernador de E n tre R íos; pero éste se levantó en del grueso botín que habían robado; pero dejó 70.000 vacas,
arm as y ordenó la m ovilización de la guardia nacional con­ 15.000 caballos, todas las ovejas y varios centenares de indios
siguiendo reu n ir fuerzas que pasaban de 10.000 hom bres. m uertos y heridos.
L as fuerzas nacionales pasaron a E n tre Ríos, y después R evolu ció n d e 1874. — E n octubre de 1874 term in ab a
de m uchos encuentros y com bates sangrientos, en los que Sarm iento el período presidencial de seis años.
los revolucionarios llevaron la peor parte, López Jordán tuvo V arios candidatos habían sido proclam ados p or los p ar­
que p asar a la provincia de C orrientes, después de casi un tidos p ara ocupar la presidencia, h asta quedar reducidos a
año de luchas y correrías, en donde sus fuerzas fueron des­ dos: el general M itre y el doctor Nicolás A vellaneda.
hechas por el G obernador de dicha provincia, coronel Baibie- El doctor A vellaneda se había distinguido como M inistro
ne, en Ñaembé, en la que se distinguió el teniente coronel de Instrucción P ública du ran te la presidencia de Sarm iento.
Julio A. Roca por una oportuna carga de infantería. (E nero
26 de 1871). R eunido el Colegio E lectoral resu ltó proclam ado el doc­
tor Avellaneda.
E n 1873 volvió a insurreccionarse, y este levantam iento
asum ió proporciones alarm antes por los elem entos con que El partido m itrista atrib u y ó el triunfo de A vellaneda a
llegó a contar. T am bién esta vez fué derrotado por com pleto fraudes electorales y, no estando dispuesto a conform arse,
consiguiendo escapar asilándose en territo rio uruguayo. preparó un m ovim iento revolucionario que estalló el 24 de
septiem bre de 1874, es decir, 18 días antes que A vellaneda
L a lucha con el indio. — Sarm iento se preocupó del serio
asum iera el m ando.
problem a del indio en la provincia de Buenos Aires, y en
1872 envió una comisión para efectuar reconocim ientos; El general M itre, quien se había trasladado a la Colonia,
pero el astu to cacique Callvucurá>> desconfiado, organizó sus desem barcó con algunas fuerzas en las costas del Tuyú,
indiadas y llevó a cabo la m ás grande y terrible de las inva­ en la provincia de Buenos A ires, y se corrió hacia el oeste
siones ,destruyendo e incendiando todo lo que encontraba a su para buscar la incorporación del general A rredondo quien,
paso, y llevándose 150.000 cabezas de ganado y 500 cautivos. a su vez, había ido al interio r para reu n ir elem entos.
C allvucurá fué a dar, después, al fuerte de San Carlos (P a r­ No obstante el estado de revolución en que se encontraba
tido de B olívar), donde, contra él, lucharon ju n tas las fuer­ el país, el doctor A vellaneda ocupó la presidencia de la Re--
zas nacionales y las indiadas de los caciques am igos C atriel pública el 12 de octubre.
y Coliqueo. Allí se dió una de las más sangrientas, batallas
L a revolución no prosperó pues el general M itre fué ven­
que se hayan sostenido con los salvajes. E stos, como era su
cido en L a V erd e (N oviem bre 26 de 1874) por el coronel
costum bre, arrem etían con un estrépito de gritos, verdade­
ram ente aterrad o r a tal punto que hasta los m ism os caba­ A rias; y el general A rredondo, lo fué en S an ta R osa (M en­
llos de los cristianos tem blaban. doza) por el entonces, coronel Julio A. Roca (D iciem bre 7).
Y a . . . y a . . . y a . . . y a a . . . y a a a ... y a a a a ... y a a a a a ... Censo de 1869
tales eran los alaridos con que atronaban los aires, capaces de
ab a tir los espíritus m ás tem plados. D urante la presidencia de Sarm iento se levantó el prim er
La lucha fué espantosa, de a pié y a caballo, a lanza, sable, censo general del país. (D el 15 al 17 de septiem bre de 1869).
cuchillo, y bola, aunque tam bién intervino la artillería. L a poblacion total, excluidos los indios, era de 1.736.923 habitantes,
P o r fin, C allvucurá, derrotado, y deshechas sus fuerzas, em­ distribuida de la siguiente m anera:
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D atos del censo de 1869 Presidencia de Avellaneda.
P O B L A C IO N CA SA S A unque la revolución fue vencida, el Dr. A vellaneda tuvo
A zotea y M adera y que luchar con la oposición tenaz del partido m itrista a tal
Provincias C apitales
tejas paja punto que se vió obligado a buscar la cooperación de aquel
B uenos A ire s....................... 495.107 177.787 27.835 50.803 partido prom oviendo una política de
S anta F e ............................... 89.117 10.670 3.230 11.837 concordia que se llamó la C onciliación
E n tre R io s ........................... 134.271 * 6.513 3.176 19.576 (1877).
C o rrie n te s.............................. 129.023 11.218 3.648 17.209 L a adm inistración de A vellaneda, a
C o rd o b a .................................. 210.508 28.523 2.499 27.141 pesar de la oposición de los partidos,
* San L u is ................................ 53.294 3.748 120 7.849 d u ran te la prim era época, y de la
S antiago del E s te r o ........... 132.898 7.775 237 7.814 crisis económ ica que sobrevino, no fué
M en d o za ................................. 65.413 8.124 2.309 6.558 escasa en iniciativas fecundas en todas
San J u a n ................................ 60.319 8.353 5.343 3.080 las ram as de la adm inistración.
L a R io ja ................................ 48.746 4.489 1.066 5.684 E n 1875 se inauguró la línea del
C a ta m a rc a .............................. 79-.962 ' 5.718 1.496 9.827 F . C. C. N orte h asta la estación Re-
D r. N icolás A vellaneda 1 • . i -r»
T u c u m a n ............................... 108.953 17.438 1.569 13.744 creo y, al ano siguiente, de Recreo a
S a lta .......................................... 88.933 11.716 1.703 10.789 T ucum án. T am bién se proyectaron otras líneas y se cons­
J u ju y ........................................ 40.379 3.071 527 6.091 truyeron algunos ram ales de las existentes.
( L a p o b la c ió n d e c a d a p ro v in c ia in c lu y e la de su c a p ita l) D u ran te su gobierno quedó arreglada la cuestión de lím ites
D ada e n cifras red o n d as,- la población era de 4.000.000 en 1895; de 7.000.000 en con el P araguay, que había sido som etida al fallo del P resi­
1910; y de 16.000.000, o m ás, actu alm en te. dente de los E stados U nidos (1878).
L a sola ciudad de B uenos A ires tenía m ás h ab itan tes (177.787) que E n 1879, p o r p r i m e r a v e z se enviaron cerea les a los m er­
las trece capitales de las dem ás provincias (127.356). cados de E uropa, siendo, así, una fecha m em orable por su
S egún el censo se contab an 6.276 soldados en operaciones en ol significado.
P arag u ay y 41.000 argen tin o s en el ex tran jero .
L a población de indios estaba distrib u id a así: Chaco, 45.291; La cuestión fronteras en la Provincia de Buenos Aires.
M isiones, 3.000; P am pa, 21.000; P atag o n ia, 24.000.
E n 1869 la R epública ten ía 181 centros poblados que fueron La conquista de la Pampa.
clasificados com o urbanos, de los cuales 7 solam ente podían conside­
rarse ciudades por p asar de 10.000 habitantes. L o s indios pam pas m an ten ían estrechas relaciones com erciales con
N inguna ciudad', excepto B uenos A ires, llegaba a 30.000 habitantes. los h ab itan tes de las provincias m eridionales de Chile. L os ganados
que ro b ab an en las estancias argentinas, en núm ero de m uchos
99 centros tenían una población com prendida e n tre 1.000 y 10.000 m iles de cabezas p or año, eran vendidos en Chile a bajo precio y
alm as; 74 aldeas no alcanzaban a c o n ta r 1.000 h ab itan tes cada una. sin dificultades de ninguna especie, porque las autoridades chilenas
L as dem ás poblaciones eran pequeños ran ch erío s que no alcanzaban to lerab an este com ercio, y h asta lo facilitaban.
a m erecer el carácter de cen tro s urbanos. L a s reclam aciones del G obierno argentino no daban resultado
A dem ás de las ciudades que figuran en el cu ad ro h ay que citar alguno en la p ráctica, p recisam ente porque la supresión de este
la de R osario que, entonces, ten ía 23.149 h. com ercio h ab ria im p o rtad o la ruina de aquellas regiones chilenas
L os datos citados del p rim er censo — realizado casi 60 años después que, d u ran te tan to s años, se habían beneficiado.
de la revolución de M ayo— son dignos de m editación p o r las deduc­ E n la provincia de B uenos A ires las industrias ru rales em pezaban
ciones que ellos pueden sugerir, y referidas éstas, p o r com paración, a en trar, en esta época, en un período de franca prosperidad de­
a épocas anteriores y posterio res a aquella fecha. bido a la dedicación de algunos h om bres em prendedores; pero la
falta de seguridad hacía necesaria la intervención del G obierno p ara
* C oncepción del U ru g u ay .
resolver radicalm ente esta cuestión de fronteras.
— 526 — — 527 —

Plan del Dr. A lsina.— El m in istro de G u erra y M arina, D r. Alsina, A dem ás de las cu atro s divisiones principales, y de algunas co­
pro y ectó una solución del problem a, y a él dedicó una v oluntad y lum nas secundarias, que debían in tern arse desde la segunda línea
una actividad extraordinarias. de fron teras, una 5* división, partiend o desde el fuerte San R afael
E l D r. A lsina, con su plan de avance, p roponía la ocupación del (M endoza), debía m arch ar hacia el sur, paralelam ente a la cordillera,
río N eg ro ; pero p ara un fu tu ro que él m ism o lo consideraba m uy h asta las nacientes del río N egro.
lejano. Se oponía a la g u erra ofensiva a fondo, y aspiraba solam ente E l general R oca, com o com andante en je ­
a avances progresivos fe, salió de B uenos A ires con p a rte de las
p o r líneas fortificadas fuerzas que debían realizar la cam paña, el
paralelas, y obligando a 16 de A bril de 1879, haciendo el viaje en
los caciques á celebrar ferro - carril h asta el Azul, p u n to term inal,
tratad o s, am igablem ente entonces, de la vía férrea. L as dem ás fuerzas
o p o r la fuerza. y a se en contraban distribuidas en la fro n tera,
M andó, así, fo rm ar y listas p ara en tra r en acción.
una línea defensiva con D esde el A zul se trasladó h asta Carhué don­
C orte tran sv ersal de la zanja y p arap eto de pun to s fortificados — de quedó establecido el cuartel g eneral. D es­
la linea de defensa. fortines — y, p ara im ­ de los distintos fortines de la línea, em pren­
pedir, en lo posible, el dieron m arch as com binadas las diversas co­
paso de las indiadas, en toda la longitud de la línea m andó excavar lum nas. E l día 25 de M ayo el gen eral R oca
una zanja con un p a ra p e to del lado in tern o . com unicaba al G obierno su llegada a Choele -
E l plan de A lsina no dió, ni podia dar, todo el resu ltad o que él Choel, con una p arte de la división a sus
esperaba; pero sirvió de base p ara realizar penetraciones parciales órdenes y que, en la m añana, las tro p as habían
en los dom inios de los indios, y p a ra realizar estudios topográficos saludado con entusiasm o el día de la patria.
del territo rio , casi del todo desconocido, y que sirvieron p ara L a p rom esa que había hecho el g en eral R oca,
realizar la cam paña del general R oca pocos añ os después. Se al p a rtir de B uenos A ires, de que el día 25
constru y ero n 82 fortines y m ás de 200 K m s. de zanja. de M ayo estaría en Choele - Choel, se había
E ra necesario conocer las regiones áridas, sin agua y sin íeñ a; los cum plido.
sitios pantanosos —■ tem bladerales — ; la to p o g rafía de to d a la L as diversas colum nas cum plieron perfec­
pam pa m isteriosa, en fin, p ara expedicionar, después, con toda tam en te con la p arte que a cada un a co rres­
seguridad, sin ten er que acudir a la práctica de los indios baquianos pondía y, al cabo de unos ocho m eses, la
que, a m enudo, engañab an a los jefes p ara ex trav iarlo s y perderlos. El cacique Pmcén línea militar del R ío N egro quedaba establecida
E l D r. A lsina se hallaba en el cam pam ento de “ C arh u é” con las y, al m ism o tiem po, aseg u rada la conquista de
fuerzas de operaciones desplegando g ran actividad; p ero ia grave 400.000 K m s.2 de territo rio .
enferm edad de que padecía le obligó a re g re sa r a B uenos A ires. E l lím ite entre las tie rra s de jurisdicción na­
Falleció el 29 de D iciem bre de 1877. cional y las provinciales de B uenos A ires, S anta
Plan del general Roca.— E l general R oca, designado m inistro de G ue­ Fé, C órdoba, S an L u is y M endoza, en la región
rr a y M arina en reem plazo del D r. A lsina, era p artid ario de la g u erra conquistada, quedó fijado p o r ley en la siguiente
ofensiva a fondo, y opinaba que las fuerzas debían av an zar h asta los
fo rm a:
últim os confines habitad o s p o r los indios llevando la fro n tera al E l m eridiano 5o (con relación al de B uenos
río N egro.
A ires) desde el río Negro al paralelo 35“.
E l general R oca había podido estudiar las m odalidades y virtudes E l paralelo 35° h a sta e n co n trar el m eridiano
g u e rre ra s de las trib u s pam peanas d u ran te cu atro años, y p ara
com batirlas con éxito, adap tó a aquéllas una táctica adecuada y, 10° .
E l m eridiano 10°. h asta en co n trar el río Colora­
en parte, sem ejante. A la m ovilidad que d istinguía a las indiadas,
opuso una característica análoga, suprim iendo la artillería, triplicando do.
las caballadas y disponiendo que cada soldado fuera tan liviano E l curso del río Colorado y el de su afluente
com o el indio. el Barrancas, rem on tán d o lo , h asta la cordillera.
E l ham bre y la sed eran los dos g ran d es peligros p ara la expedi­ E sta s líneas fu ero n alterad as m ás tarde (véase M angrullo de m a -
ción, y que podían m alo g rarla. E ra, pues, necesario que no faltara »1 m m s l terial del fortín M elin-
. c , cué, hoy pueblo de San
el agua potable y el p asto p a ra q u e los caballos no se m u rieran de L o s resu ltad o s de la cam pana fueron m uchos u rb a n o (S a n ta F e ),
h a m b re y d e sed. y, e n tre ellos pueden citarse : E x iste aún.
— 528 — — 529 —

L a conquista de 400.000 K m s.2 de te rrito rio y su pacificacio. L a candidatura del general Roca era sostenida p or los
definitiva. gobernadores de las dem ás provincias.
E l rescate de algunos centenares de cautivos.
E l final de los sacrificios inútiles de fuezas del ejército em peñadas Las relaciones entre el G obernador T ejedor y el P resid en te
antes, en una lucha continua. A vellaneda llegaron a un estado de tiran tez extrem a.
L a supresión de los cuantiosos trib u to s que se concedían a los indios Como en la m ism a ciudad de Buenos A ires residían las
autoridades nacionales y las de la provincia, y unas y otras
tenían fuerzas arm adas, el peligro de encuentros sangrien­
tos era inm inente cada dia.
El P residente A vellaneda se instaló en B elgrano, localidad
que fué, durante algunos meses, el asiento de las autoridades
de la Nación. E n la Chacarita se estableció el cam pam ento
de sus fuerzas. E l conflicto term inó, por fin, en lucha arm a­
da con grave derram am iento de sangre, en los com bates del
P u en te d e B arracas, P u en te A lsin a y de los Corrales. (20
y 21 de Junio de 1880).
Inm ediatam ente se iniciaron negociaciones de paz y el
doctor T ejedor, para facilitarlas, presentó su renuncia, reem ­
plazándole el Vice G obernador
doctor José M aría M oreno — so­
brino del procer de M ayo — quien
com unicó al P oder E jecutivo N a­
cional su acatam iento y m andó
licenciar las fuerzas que habían
defendido la ciudad.
L a cuestión “C a p ita l”. -— L a
ciudad de Buenos A ires era, al
propio tiem po, Capital de la pro­
vincia del mismo nom bre y asien­
Al acercarse el térm ino de la presidencia del doctor Ave­ to provisorio de las autoridades
llaneda, los partidos activaron ios trabajos electorales pres­ nacionales.
tigiando sus candidatos respectivos. Se tra tó de solucionar de u na ve3 esta cuestión, ya inten­
A consecuencia de la m uerte del doctor Alsina, el general tad a otras veces sin resultado, y el P resid en te A vellaneda
Roca, que le sub stitu y ó en el m inisterio de guerra, com pletó, rem itió al Congreso, reunido aún en B elgrano, un proyecto
term inándola definitivam ente, la cam paña contra los indios de ley por el cual se declaraba Capital de la R epública A r­
pam pas. El éxito de esta cam paña acrecentó el prestigio de gentina la ciudad de Buenos A ires. El proyecto fué sancio­
su personalidad, circunstancia que m ucho favoreció la pro­ nado (S eptiem bre 20 de 1880 (x). L a L eg islatu ra de la pro­
clamación de su candidatura a la presidencia de la República. vincia de Buenos A ires, después de anim adas discusiones,
El doctor Carlos T ejedor, notable personalidad de esa votó la cesión de la ciudad para Capital de la República.
época, que ocupaba el gobierno de la P rovincia de Buenos (1 ) E n 1887 la provincia de B uenos A ires cedió lo* te rrito rio s de F lo res y B el­
g ra n o p a ra inco rp o rarlo s a la ciudad de B uenos A ires am pliando, a sí, e l'D is tr ito
A ires, fué el candidato que sostenían esta m ism a provincia F ederal. i
y la de C orrientes.
34
— 530 — — 531 —

F ederalizada la ciudad de B uenos A ires, hubo necesidad L a era de progreso que caracterizó la presidencia del ge-
de dar una nueva capital a la provincia del m ism o nom bre ral Roca, alcanzó proporciones ex traordinarias en to d as las
y, con este objeto, se fundó la ciudad de L a P la ta el 19 de actividades du ran te los prim eros años de la adm inistración
N oviem bre de 1882 por el doctor D ardo R ocha, G obernador del D r. Ju árez C elm an; pero una m ala gestión económ ica y
que había sido , electo después de los sucesos del 80. financiera, con el agregado del abuso del crédito concedido
por los B ancos oficiales, determ inó la b an carro ta de estos
P residencias de Roca y de Ju árez Celman. institutos y llevó al país a una grave y aguda crisis. E sto, y
una política electoral sin escrúpulos, practicada por los polí­
E l doctor A vellaneda, vencida la resistencia de Buenos ticos que rodeaban al P resid en te Juárez, y fom entada por
Aires después de los com bates de P u en te Alsina, etc., pudo éste, produjeron una explosión incontenible de la opinión.
term in ar su período
F u é así que se organizó un g ran partido de oposición — la

á
presidencial y hacer
en treg a del m ando Unión C ívica ■ —- entrando a form ar p arte de ella los hom bres
al general Roca. más em inentes y representativos de diversos p artid o s: el ge­
neral M itre, los D res. B ernardo de Irigoyen, A ristóbulo del
Valle, V icente F. López, P edro Goyena, José M. E strad a y
otros. F ué presidente de la U nión Cívica y jefe, después, del
m ovim iento revolucionario, el Dr. L eandro N. Alem.
E f m ovim iento estalló el 26 de Julio de 1890 en la misma
ciudad de Buenos A ires y contaba con la adhesión de m u­
L a presidencia del chos altos jefes y oficiales del ejército.
general Roca se dis-
Los batallones sublevados se concentraron en el parque de
artillería, (1) y desde allí y de algunos
cantones im provisados en las azoteas de
____ rrocarriles y al des- casas vecinas, se com batió, a intervalos,
G en erai R o ca arrollo del com er­ contra las fuerzas legales d u ran te tres
cio y de las indus­ días.
trias, cuya importancia- puso de m anifiesto la E xposición A pesar de los im portantes elem entos
C on tin en ta l in augurada en M arzo de 1882. con que contaba, a los cuatro días la Ju n ­
E n 1881 se firm ó con Chile un trata d o de lím ites fijando ta revolucionaria firm ó una c a p itu lac ió n ;
como línea, divisoria la de las m ás altas cum bres de la cor­ pero el D r. Juárez no pudo sostenerse en
dillera de los Andes. el poder y tuvo que renunciar (A gosto 6).
Se creó el R egistro Civil y se inauguraron en la Capital E l Dr. Carlos P ellegrini, V ice-Presi-
55 edificios para escuelas. D r C arlos P e lle g rin i dente, term inó el período constitucional
E l In ten d en te don T orcuato de A lvear transform ó la de seis años el 12 de O ctubre de 1892.
ciudad de Buenos A ires con m uchas obras de em belleci­ E l D r. P ellegrini logró m ejorar la situación general del
m iento debiéndose a su iniciativa y a su energía la aper- país y creó el Banco de la N ación A rgen tin a, institución
tu ra de la A v e n id a d e Mayo. que se afianzó cada vez m ás en el concepto público.
E n 1882 se co n trató la construcción del puerto de la (1) Sitio ocupado hoy por el edificio de los T ribunales.
ciudad de Buenos A ires cuyos trab ajo s se com enzaron a
principios de 1886.
T erm inado su período presidencial, que fué llam ado de
— 532 — — 533 —

P residencias posteriores un extrem o tal, que hizo tem er una guerra, que habría sido
causa de daños inm ensos para am bos países; pero la p ru ­
Sucedió a Pellegrini el doctor Luis Sáenz Peña, probo dencia evitó el rom pim iento.
ciudadano que había figurado entre los principales de la El Gobierno ar­
Unión Cívica. gentino, en pre-
El doctor Sáenz P eña tuvo que actuar en una época difícil v i s i ó n de lo
a tal punto que en nueve m eses de go­ que podía suce­
bierno se produjeron más de veinte crisis der, aum entó la
m inisteriales. escuadra adqui­
E n 1893 se produjo un m ovim iento re­ r ie n d o algunos
volucionario, con levantam ientos en va­ buques de g ue­
rias provincias, dirijido por el Dr. A lem ; rra de g ran po­
pero fué sofocado al poco tiem po. der.
E l país quedó pacificado aparentem ente, E l doctor U ri-
y la situación del Dr. Sáenz P eña se D r. M anuel Q uintana buru entregó el D r. José F igueroa A lcorta
hacía insostenible, h asta que se vió obli­ mando al general
gado a renunciar (E nero 22 de 1895). E n ­ Roca el 12 de O ctubre de 1898, ocupando éste, así, por se­
tró a desem peñar el P. E. el Vice - P re- D r. L u is Sáenz Pen* gunda vez, la presidencia de la República.
sidente Dr. José E v aristo U riburu. E n 1902, habiéndose reagravado la cuestión de lím ites con
E n 1895 se solucionó la antigua cuestión de lím ites con Chile, se tem ió que la g u erra fuera inevitable; pero, feliz­
m ente, predom inó o tra vez el buen sentido y se recurrió al
el Brasil, m ediando como árb itro el P residente de los
arb itraje som etiéndose la cuestión a su M ajestad B ritánica
E stados Unidos. cuyo fallo fué acatado por los dos países. E ste hecho cons­
D u ran te la presidencia del doctor U riburu se reunió en titu y e un tim bre de honor para las
Buenos A ires una C onven ción N a c io ­ dos naciones que han dado un ejem ­
nal con la m isión de reform ar algunos plo de cómo pueden solucionarse
artículos de la C onstitución (M arzo 15 las cuestiones m ás arduas, sin re­
de 1898). cu rrir a los m edios violentos y ho­
Los artículos reform ados, fueron el 37 rrorosos de la guerra.
y el 87. T erm inado su período de seis años,
El artículo 37, reform ado, establece que el 12 de O ctubre de 1904, entró a
la C á m a ra de D ip u ta d o s se com pondrá ocupar la prim era m ag istratu ra el
de representantes elegidos en la propor­ doctor don Manuel_ Q uintana.
ción de uno por cada 33.000 habitantes E l doctor Q uintana no tuvo tiem ­
(antes 20.000) o de una fracción que no po de encarrilar la situación política
D r. José E. U rib u ru baje del núm ero de 16.500 (antes 10.000). como se podía esperar de sus altas Dr. Roque sácuz Peña
P o r el artículo 87 se crearon ocho m inis­ cualidades de hom bre de Estado,.
terios en vez de los cinco que establecía la C onstitución del 53. pues enferm ó al poco tiem po de asum ir el m ando, y falle­
L a cuestión de lím ites con la R epública de Chile llegó a ció al año y meses de su investidura (M arzo 12 de 1906). El
— 534 — — 535 —

Vice - P resid en te, doctor José F igueroa A lcorta, asum ió el contribuido, tam bién, a crear, con o tras causas, una situ a­
m ando h asta la term inación del período presidencial el 12 ción difícil, agravada por las convulsiones de carácter social.
de O ctubre de 1910. P a ra el período 1922 -1928 fué electo el Dr. M arcelo T.
Coincidió con este período presidencial la celebración del de Alvear.
p rim er centenario de vida libre de la Su gobierno se caracterizó p or u na adm inistración ordena­
N ación A rgentina. E ste prim er c e n te ­ da y una política encuadrada dentro de los principios cons­
nario encontró a la Nación, en m archa
titucionales.
decidida hacia u n 'p o rv e n ir grandioso.
E n las elecciones para el período 1928 -1934 triu n fó D.
L as diversas exposiciones, celebra­ H ipólito Irigoyen ocupando, así, por segunda vez, la pre­
das en hom enaje al gran acontecim ien­ sidencia de la Nación.
to, fueron una dem ostración evidente P róxim o a cum plir dos años de gobierno, estalló un m ovi­
del progreso que había alcanzado el
m iento revolucionario, de carácter cí­
país en todas las m anifestaciones de la
vico - m ilitar, que le obligó a resig n ar
actividad hum ana.
el m ando.
E l Dr. F ig u ero a A lcorta entregó el Dr- V icto rin o de la P laza
E l día 5 de Septiem bre de 1930, el
m ando al D r. R oque Sáenz Peña, el 12 de O ctubre de 1910.
señor Irigoyen había delegado el m an­
D u ran te el gobierno del D r. Sáenz P eña se dictó una ley- do en el V ice-Presidente, Dr. E n riq u e
de elecciones estableciendo el voto obligatorio y secreto. M artínez, quien decretó inm ediatam en­
E sta ley, debida a su iniciativa, ha sido de gran trascenden­ te el estado de sitio.
cia por sus benéficos resultados. El día 6, el general José F. U rib u ru ,
E l D r. Sáenz P eña falleció el 9 de A gosto de 1914 en­ jefe de las fuerzas revolucionarias, ha-
tran d o a desem peñar el P oder E jecu ­ D r. M arcelo T. de A lvear c{a su en trada en la ciudad de Buenos
tivo el V ice - P resid en te D r. V ic to ­ A ires en medio de las aclam aciones del pueblo.
rino de la P laza. El V ice-P residente, en ejercicio de la presidencia desde
El Dr. de la P laza tuvo que hacer el día anterior, tuvo que dim itir, y el señor Irigoyen, que se
frente a una crisis económ ica b astan te había retirado a la ciudad de L a P lata,
seria, agravada por la g u erra europea redactó tam bién, allí, su renuncia del
que se inició en A gosto de 1914 y cuya cargo de P residente.
repercusión fué grande en todos los El m ism o día 6, quedó constituido
países. un gobierno provisional asum iendo la
Al am paro de la ley electoral de presidencia del m ismo, el g e n e r a l
D. H ip ó lito irig o y e n voto secreto y obligatorio, y de la pres- U riburu.
cindencia del Dr. de la P laza en la lucha presidencial, el D iversas fueron las causas que m oti­
pueblo de la R epública pudo v o tar librem ente obteniendo varon el estallido de la revolución que
m ayoría de votos el ciudadano D. H ipólito Irigoyen quien obligó al presidente Irigoyen a re-
asum ió el m ando el 12 de O ctubre de 1916. nunciar. G ral. J o sé F . U rib u ru
L a g u erra m undial, que perduraba desde 1914 con algunas E l gobierno provisional acom etió de inm ediato la tare a de
ventajas p ara el com ercio y las industrias del país, había co n ju rar los peligros de la grave situación financiera.
— 536 — — S37 —

P o steriorm ente dió un decreto convocando para el día 8 El doctor O rtiz inició sus tareas bajo los m ejores au s­
de N oviem bre (1931) a elecciones de electores de presidente picios, encarando el estudio de num erosos problem as de
y vice de la República, diputados nacionales, senadores por vital im portancia. Cabe señalar, como hecho de g ran tra s ­
la Capital, gobernadores y vices, y cendencia, acaecido durante su gobierno, la declaración de
legisladores provinciales. la g u erra europea.
T om aron p arte en los comicios U n a grave enferm edad de la vista le obligó a delegar el
dos agrupaciones cuyas fórm ulas m ando en el vicepresidente doctor Ram ón S. Castillo.
proclam adas eran el resultado de la
E l día 4 de junio de 1943, se produjo un m ovim iento
concordancia o alianza de partidos,
y que llevaban como candidatos pa­ m ilitar que desplazó al doctor Castillo, quedando co n stitui­
ra- el prim er térm ino de sus fórm u­ do un gobierno provisional con el general A rtu ro R aw son
las respectivas al general A gustín como P re s id e n te ; el general P edro P. R am írez fué designado
P. Ju sto y al D r. L isandro de la m inistro de G uerra.
T orre. El general R aw son renunció casi inm ediatam ente, suce-
R ealizadas las elecciones, y ya diéndole el general P edro P. R am írez. D u ran te su actu a­
constituidas am bas cám aras legisla­ ción, y como consecuencia de la g u erra europea, se rom pie­
tivas, el gobierno provisional dió un ron las relaciones diplom áticas con A lem ania y el Japón
decreto citándolas p ara que, reunidas en asam blea, pfocedie- (E n ero de 1944).
ran a hacer el escrutinio (febrero 16 de 1932). E n el mes d e'feb rero el general R am írez delegó el m ando
E lectos, por m ayoría absoluta de votos, el general A gustín en el vicepresidente, general Edelm iro J. F arrell, y, en
P. Ju sto y el Dr. Julio A. Roca, fueron proclam ados, res­ m arzo del m ism o año, presentó su renuncia, quedando, así,
pectivam ente, P residente y V ice-P residente de la Nación. confirm ado el general F arrell en el
P o r el mismo decreto se estableció que el período de seis cargo de P residente.
años em pezaría a contarse desde el día 20 de febrero de 1932, D u ran te la adm inistración del ge­
aniversario de la batalla de Salta. El m ism o día el general neral F arrell se dictaron num erosos
U riburu hacía entrega del gobierno al presidente electo, acto decretos-leyes en favor de la clase
que significaba el retorno a la norm alidad. trabajadora. Se declaró, asim ism o, la
L a adm inistración del general guerra a A lem ania y al Japón.
Justo, no obstante las dificultades Al finalizar el año 1945 se convo­
de todo orden que tuvo que afron­ có para el día 24 de febrero de 1946,
tar, fué fecunda en m edidas de ca­ a elecciones de diputados nacionales
rácter económico y financiero, que y electores de presidente y vicepre­
perm itieron m ejorar la difícil situa­ sidente de la Nación en las provin­
ción del país. cias y Capital F ederal, y electores de G eneral J u a n D . P e ró n
P ara el período 1938 - 1944 fueron senadores nacionales de esta últim a. P racticado el escrutinio
electos y proclam ados, el Dr. Ro­ de las elecciones — las más libres que se hayan realizado—
berto J. O rtiz y el Dr. Ram ón resultó triu n fan te para el período 1946-1952, la fórm ula cons­
S. Castillo. Dr Roberto M 0rtiz titu id a por el general Juan D. P erón y el doctor J. H o rten-
sio Q uijano, como P resid en te y V icepresidente, respectiva­
m ente. A sum ieron el m ando el día 4 de junio de 1946.
— 538 — — 539 —
N D IC E Pág.
G O B IE R N O C O L O N IA L U ltim o gobierno de H e rn a n d a ria s.—
Pág. Pág. A utoridades del gobierno c o lo n ia l.. 108 D ivisión t e r r i t o r i a l ............................. 149
D os palab ras ............................................. 3 In d íg en as que poblaban el te rrito rio L os cabildos. — Su im portancia.— M apa de las cu atro gobernaciones 151
L E C T U R A S P R E L IM IN A R E S a rg en tin o en la 'época del descu­ Cabildo a b ie rto .................................... 111 L a ciudad de B uenos A ires en 1658 152
E u ro p a al finalizar el siglo X V . — b rim ien to .......................................... 61 C O N Q U IS T A D E L I N T E R IO R
L as gran d es agrupaciones indígenas 65 LA C O N Q U IS T A E S P I R I T U A L
Id e a g en eral de la civilización del D E L P A IS
viejo m undo en el siglo X V : L a O rganización de las m isiones. —1 San
E X P L O R A C IO N E S Y D E S C U ­ E l T ucum án. — E xpedición de D ie­ F ran cisco Solano y F r . L uis Bola-
instru cció n . — U n iv ersid ad es. — B R IM IE N T O S go de R ojas ........................................... 113
L a i m p r e n t a ........................................... 7 ños. -— L os paulistas .................... 154
Solís. — D escu b rim ien to del Río de E xpedición de N úñez .de P rad o . — E l com ercio e n tre E sp a ñ a y el R ío
L as ciudades ............................................. 8 la P la ta . —» Expediciones clan ­ F u ndación de B arco. — P rad o y
L as arm as de g u e r r a ............................. 9 de la P la ta . — L os p ira ta s ......... 158
d estinas ............................................... 73 V illagra. — L a ju risdicción de L os portugueses en el R ío de la
L a navegació n en el siglo X V . . . . 12 M agallanes. — D escubrim iento del Chile. — V aldivia y P rad o ........... 114 P la ta . — E rro r de los colonizado­
C onocim ientos geográficos de los eu­ estrecho. ^— L a vuelta al m undo. F u ndación de S antiago del E ste ro .—•
ropeos al finalizar el siglo X V . — res españoles ........................................ 161
E xpedición de L oaiza ................ 75 N uevos conflictos. — E l g o b e rn a ­ C olonia del S acram ento. — C uestio­
V i a j e r o s ................................................... 15 O tras expediciones. — E n busca del d o r J u a n P érez de Z u r i t a ......... T .. 117
L as em presas m arítim as del siglo X V nes e n tre E spaña y P o rtu g a l. —
p aso del noro este ......................... 78 O tra s fundaciones en la región del T ratad o de U tre c h t ........................... 162
an tes del d escubrim iento de A m é­ La preocupación de los co n q u istad o ­ T u cu m án . — C erem onia de la fu n ­
ric a . — 1 P o rtu g u eses y esp añoles: Zavala. — F u n dación de M ontevideo
res. — L as leyendas. — L os Cé­ dación de una ciudad .................... 119 O rigen de la ciudad de P a ra n á . 165
rivalidades. — L as bulas papales 17 sares ..................................................... 79 Sublevaciones de los calchaquíes. —
E l problem a del cam ino a la In d ia 19 L as in dustrias prim itivas. — E l c o ­
A lejo G arcía y su expedición al P e rú 81 A lzam ientos generales'.— B ohorques 125 m ercio ..................................................... 166
L a península ibérica a fines del si­ S ebastián Caboto. — E xploración de C onsolidación de la c o n q u i s t a ........... 126
glo X V ................................................... 22 L os com uneros del P arag u ay ........... 168
los ríos. — F u n d ació n de S ancti C O N Q U IS T A D E LA R E G IO N T ra ta d o de perm uta. — G u erra g u a ­
L a u n idad castellan o -arag o n esa con S p iritu s ...................... ......... v ............ 81
los1 reyes católicos ............................. 23 D E CUYO ra n í tica ................................................... 169
Seb astian C aboto y D iego G a rc ía .. 84 F u n d ació n de las ciudades de M en­ Cevallos. A nulación del tra ta d o de
O rigen del nom bre del R ío de la perm uta. — Tom a y devolución de
D E S C U B R IM IE N T O D E P la ta ........................................................ doza, San J u a n y San L u is ........... 127
la C o lo n ia ............................................... 170
A M E R IC A E l peligro lusitano. — E xpedición C O N Q U IS T A Y C O L O N IZ A C IO N E xpulsión de los jesuítas. — B uca-
C ristóbal Colón. D ato s b io g rá fic o s .. 25 c lan d estin a de M a rtín A lonso de D E LA R E G IO N D E L R IO D E reli. — V értiz ...................................... 171
Colón en P o rtu g al. — Su proyecto. Souza ........................... ........................ 87 L A P L A T A (con tin u ació n ) L as islas M alvinas ................................. 172
T oscanelli y B ehaim ......................... 26 D on J u a n O rtíz de Z árate, te rc e r Los indios en la provincia de B ue­
Colón en E sp a ñ a. — A cep tació n de C O N Q U IS T A Y C O L O N IZ A C IO N A delantado ............................................. 129
L as concesiones de conquista. —* nos A ires. — F u ndación de fo rti­
su p r o y e c t o ............................................. 28 J u a n de G aray ........................................ 130 nes y pueblos .................................. 174
L as capitu lacio n es firm adas en S a n ­ T e n ta tiv a s de con q uista de la Pa- F u ndación de la ciudad de S a n ta Fe.
ta F e. — Se p re p a ra la expedición tag o n ia. — A lcazava. — C am argo 89 E n c u e n tro de C ab rera y G a ra y .. 131
L as co rrie n te s colonizadoras del ac­ E L V IR R E IN A T O
en el pu erto de P alos .................... 30 A duanas interio res. — S a n ta F e
tu a l te rrito rio arg en tin o .............. 90 p u erto preciso ...................................... 132 E l V irrein a to del R ío de la P la ta .
P rim e r viaje de Colón. — D e sc u b ri­
m ien to del N uevo M undo ........... 31 L legada del A delantado O rtíz de Z á­ C ausas que d e te rm in a ro n su c re a ­
C O N Q U IS T A Y C O L O N IZ A C IO N ción. — Su jurisdicción ................ 177
P a rticu la rid a d e s del viaje .................. 32 D E LA R E G IO N ra te . — Su disposición te stam e n ­
E xploracio n es de C olón. — E l re ­ D E L R IO D E LA P L A T A ta ria .......................................................... 13 3 M apa del V irrein a to ..................... 178
greso ........................................................ 35 El A delantado V era y A ragón. — V irrein ato de Cevallos. — E l com er­
El adelantazgo. — D on P edro de cio libre ................................................. 179
M apa g e n eral de las A n tillas ........... 36-37 M endoza. — Su expedición. — P r i­ J u a n de G aray es elegido gober­
n ad o r delegado. — Pro p ó sito de V irrein ato de V é rtiz : su acción p ro ­
C onsecuencias inm ediatas del descu­ m era fundación de B uenos A ires 92
brim iento . — E sp añ a y P o rtu g al. repoblación de B uenos A ires . . . . 134 gresista. —* R eal O rdenanza de
P rim eras dificultades. — Ayolas. — In te n d e n te s .......................................... 181
B ula de A lejan d ro V I. —* T ra ta d o C om bate de C orpus C hristi. — El F u n d ació n de la ciudad de B uenos
de T o rd esillas ...................................... 41 A ires p o r G aray. —* T razado de Sublevación de Tupac-A m arú ......... 184
real es atacad o y sitiado .............. 94 la ciudad ............................................... 13 5
V irrein a to s de L o reto y A rredondo.
V iajes clandestinos .................................. 42 M endoza resuelve re g re sa r a E spaña.
Segundo viaje de C o ló n ......................... 43 Criollos y peninsulares. — C o n ju ra­ E l C onsulado ...................................... 185
Su m u erte .............................................. 96 L a legislación de In d ias en la te o ­
' T e rc e r viaje de Colón ......................... 45 O rigen de la ciudad de la A sunción. ción de S an ta F e ............................. 138
V asco de G am a consigue llegar a la T rabajos de G aray. — Escudo de la ría y en la p ráctica ..................... 188
E xpedición de A yolas al P e rú .—•
In d ia . — Im p o rta n cia de este Su m uerte. — T rab ajo s de Ira la .— ciudad de B uenos A ires. — E x p e ­ IN V A S IO N E S IN G L E S A S
a c o n te c im ie n to ...................................... 47 R eal Cédula de 1537. — D espobla­ dición al s u r .......................................... 139 A n tecedentes ............................................. 188
P ed ro A lvarez C abral ........................... 48 d o s de B uenos A ires .................... 98 M uerte de G aray. — N om bram iento P rim era invasión .................................... 189
A m érico V espucio. — O rig en del R educciones de indios. — E n co m ien ­ de sucesor ............................................. 14 0 T rab a jo s p ara la reconquista. — Li-
nom bre de A m érica ........................... 49 das1. — S ervicio personal. — Y a ­ G obierno de J u a n T o rre s N avarrete. niers y P u ey rred ó n ..................... 194
C uarto y últim o viaje de Colón. — naconas. — M i t a y o s ........................... 100 F u n dación de la ciudad de Co­ L a reco n q u ista ........................................ 195
Su m u e r t e ............................................... 50 El A delantado A lvar N úñez Cabeza rnejo. — L legada del A delantado A gitación popular del 14de agosto 197
V iajes m enores de los e s p a ñ o le s ... 52 de V aca ................................................. 102 V era y A ragón a la A sunción. — P lano de B uenos A ires en 1805 . . . 198
L a ju n ta de B urgos. — O tro s via­ Fundación de S an ta Cruz de la Sie­ Fundación de la ciudad de Co­ A prestos m ilitares en B uenos A ires
jes m enores .......................................... 54 rra. — Segundo gobierno de Irala. rrien tes ................................................... 141 y en M ontevideo. — C reación de
D escubrim iento del M ar del S ur. — Leales y tu m u ltu ario s. —• Real Cé­ R e m a n d a ría s . — P rim e ra s activ id a­ batallones ............................................... 199
Balboa. —• Su m u e r t e ......................... 55 dula de 1537. — P rim era elección des. — Su p rim er g o b ie rn o ........... 144 Segunda invasión. — D estitu ció n de
L a A m érica en la época de su- des­ p op u lar ................................................... 104 Segundo gobierno de H e rn a n d arias 145 S obrem onte .......................................... 200
cubrim iento ........................................... 57 Ju an y D iego de Sanabria . . . . . . . 107 T e rc e r gobierno de H e rn a n d a r ia s .. 146 L a defensa (P rim e ra p a rte ). — D es­
G obierno de M arín N egrón. —• O r- em barco de los invasores. — Com­
, denanzas de A lfaro ........................... 147 bate de M iserere ............................... 203
— 540 — — 541-

Pág. Pág.
Pág. E l Cabildo, la J u n ta de O bservación A bdicación de San M artín .................... 383
L a defensa (seg u n d a p a rte ). — O r­ P rim ero s sín to m as de reacción . . . . 250 G obierno de M artín R odríguez. -
ganizació n de la defensa. — O p e­ y el E s ta tu to P ro v isio n al ........... 324
L a J u n ta G u b ern ativ a y el Cabildo In te rin a to de A lvarez T hom as . . 325 R ivadavia. - T ra ta d o cu ad rilátero
raciones. -— L a cap itu lació n . . . . 205 de M ontevideo ................................. 254 L ey de O lvido .................................. 385
In flu en c ia de las invasiones inglesas 210 In te rin a to de B alcarce ........... .. ... 327
E xpedición al A lto P e rú . — 1 L in iers 255 T erc e ra cam paña del A lto P e rú .— G obierno del g eneral L as H e ra s. -
E S T A D O D E L P A IS A L E M P E - , B atalla de Suipacha. C o ta g aita . 257 Sipe-Sipe ............................................... 328 M isión de R ivadavia a E u ro p a. •
Z A R E L S IG L O X IX .................. 211 E xp ed ició n al P a rag u ay . — T ra G üem es y sus gauchos .................... 330 T ra ta d o de am istad y com ercio
P oblación. — E l g aucho ...... 212 tad o del 1 2 de o ctubre . . . . 259 S ituación del país én 1815-1816. — con In g la te rra .................................... 387
C om ercio. — In d u s tria s ....... 213 L a R evolución de M ayo y su fina L ig a de A rtig a s ........................... 332 C ongreso de 1824. - L ey fundam en­
M edios de tra n sp o rte . — L a s c a ­ lidad ............................................... 26 2 L a s m isiones diplom áticas. — R iva- ta l ............................... ............................................... 388
rre ta s ........................................................ 214 A ntagonism o e n tre Saavedra y Mo davia, B elgrano y G arcía ............ 333 C onflicto con el B rasil, - E x p ed i­
L a s arrias. — C orreos. — L as g a ­ reno. — D e creto del 6 de d i­ ción de los 33 o rientales. - P r e ­
leras ...................................... ................. 216 ciem bre ................................................... 263 E L CO NG RESO D E TUCUM AN pa ra tiv o s de g u e rra ............... . 390
B alsas y jan g ad as.— M uelle y p u e rto 217 In c o rp o rac ió n de los diputados a Pueblos representados. — P u ey rre- L ey de P residencia. - R ivadavia. -
In s tru c c ió n p ública ................................ 218 la J u n ta . — L a J u n ta G rande.— dón, D ire c to r Suprem o .................. 338 L ey de capitalización. - L a s H e-
L a ciudad de B u'jnos A ires a fines R enuncia de M oreno .................... 265 Proclam ación de la in d e p e n d en c ia .. 341
ra s y R ivadavia ............................. 393
del siglo X V I I I . — E l t e a t r o . . . 220 L leg ad a de E lío a M ontevideo . . . 267 A cta üe la proclam ación. —» D ipu­
tados que la firm aron .................... 343 U n ita rism o y federalism o ............ 396
L a p rim era escu ad rilla a rg e n tin a . . .268 C o nstitución de 1826: los consejos
L O S U L T IM O S C U A T R O A Ñ O S In su rre c c ió n de la B anda O rien tal. In flu en cia del clero en la revolución 346
D E LA D O M IN A C IO N E S P A ­ de adm in istració n ............................. 398
Sitio de M ontevideo ....................... 268 E n tre v ista t'u ey rre d ó n - San M artín
Ñ O L A ..................................................... 222 G u erra con el B rasil. - C am paña
L a Sociedad p a trió tic a . — M otín en C órdoba. - P la n de re c o n q u ista
L A S IN V A S IO N E S IN G L E S A S . te rre stre . - Itu z a in g ó .................... 400
del 5 y 6 de ab ril ......................... 270 de Chile ................................................. 347
E l cabildo ab ierto del 14 de agos­ D irecto rio de P u ey rred ó n . - Inv asió n Cam pañas' navales ................................... 403
Sitio de M ontevideo. — B loqueo N egociaciones de paz con el B ra ­
to : suspensión del virrey. — E l del p u e rto de B uenos A ires . . . . 272 p ortu g u esa. - M isión de G arcía
g en eral B eresford y sus tra b a ­ D e sa stre de H u a q u i ......................... en Río de Jan eiro . - A rtigas 1 ........... 349 sil. - R enuncia de R ivadavia . . . . 405
273 M onum ento de I r u rtia a R iv a d a v ia .. 407
jos en favor de la independencia. C onsecuencias del d esastre de H u a ­ San M artín en M endoza crea el
D estitu ció n de S obrem onte . . . . 223 qui .......................................................... 274 e jé rc ito lib ertad o r. - L a bandera R ivadavia ................................................... 408
L a invasión de N apoleón a E sp a ñ a 224 El T riu n v irato . — J u n ta conserva­ de los A ndes .................................... 350 L ey de 3 de julio de 1827. - E l doc­
A bdicación de C arlos IV . — La dora. — E s ta tu to Provisional. —* E l paso de los A ndes. - B atalla to r V icente López presidente p ro ­
ju ra de F ern an d o V I I en B uenos Sublevación de los P atricio s . . . . 275 de ChacabucO .................................... 351 visorio ................................................... 409
A ires y en M ontevideo. — E l L a invasión p o rtu g u esa .................... 276 C am paña del su r de Chile. - C ura E lección de D orrego. - G uerra con
m arqués de Sassenay y D . M a­ L a R evolución en ^eligro ................ 277 paligüe y G avilán. - S itio de T al el B r a s il: C onvención pre lim in a r
nuel de Goyeneche. — B uenos A rm isticio del 20 de octubre. — cahuano ........................................ .353 de paz ................................................... 409
A ires y M ontevideo. — L in iers, A rtig as t................................................. 278 C ancha R ayada y M aipú . . . . 355 C onvención N acional de S an ta Fe.
E lío y A lzaga .................................. 225 R u p tu ra del arm isticio. — R ade- L a s m o n to n e ra s ............................. 356 L a paz con el B rasil. - In d e p e n ­
C onspiración de los españoles en m ak er ...................................................... 279 U n ita rio s y federales. - R eglam en dencia de la B anda O rien tal . . . . 411
Buenos A ires el 19 de enero de C onspiración de A lzaga .................... 280 to de 1817 .................................. 358 R evolución u n ita ria del 1? de d i­
1809 .......................................................... 227 L a ciudad de B uenos A ires ............ 281 L a g u e rra civil en el litoral. - Con ciem bre. - Fusilam ien to de D o­
L legada del V irrey C isneros a M on­ San M artín y A lvear. — L os g ra ­ venio de San L orenzo ......... 360 rreg o . - Sus consecuencias ........... 411
tevideo. — Sus tem ores ................ 229 n ad ero s ......... .......................................... 282 C onstitución de 1819. - R enuncia C am paña del g eneral L avalle ........... 414
C uestiones económ icas. — R ep resen ­ L a logia L a u ta ro ................................. 284 de P u e y rred ó n ......................... 361 C onvenciones de C añuelas y de B a ­
tación de los hacendados 230 B atalla de T u cu m án ........................... 284 D ire c to rio de R ondeau - L os cau rrac a s. —• P ro v iso riato de V ia-
P rim ero s m ovim ientos revoluciona­ R evolución del 8 de octubre. — Se­ dillos. - D esobediencia de San m o n te ...................................................... 416
rios en A m érica. — Su sim ulta­ gu n d o T riu n v ira to ........................... 287 M artín .......................................... I . 362 C am paña del g e n eral Paz. - San
neidad. — C ochabam ba y L a Paz 232 Segundo sitio de M ontevideo. — Sublevación de A requito ................ 364 R oque. - O ncativo ............................. 417
Sociedades secretas de finalidad re ­ C om bate del C errito ................ 289 Cepeda. - Caída del D irecto rio .
v olucionaria .......................................... 234 L A D IC T A D U R A D E R O Z A S
A sam blea del año X I I I .................... 290 T ra ta d o del P ilar ......................... 366
L A R E V O L U C IO N C om bate de San L o renzo ................ 292 D. J u a n M anuel de R ozas. - A n tece­
C ausas que la favorecieron ............... 236 LA A N A R Q U IA d entes p e rso n ale s................................. 420
l a b an d era, e! escudo y el him no 294 B alcarce, S a rrate a y los caudillos
D isolución de la J u n ta C en tral de B atalla de S alta .................................. 300 A contecim ientos que c o n trib u y e ro n
Sevilla. — E l m o m ento de la R e­ Convenio del A rroyo del M edio 369 a encum brar a R ozas ...................... 422
V ilcapujio y A y o h u im .................... 302 L os caudillos del lito r a l: A rtigas
volución ................................................ 238 L a A sam blea y los' pelierros del m o­ P rim e r gobierno de R ozas (1829-32) 425
L A SE M A N A D E M A Y O R am írez y López. - D esaparición
m ento. — Sesión del 8 de o c­ de los dos p rim e ro s ................ 371 L iga del litoral. - L iga del in te ­
E l 2 0 de m ayo ....................................... 240 tu b re ........................................................ 304 rior. - P a c to federal de 1831----- 426
E l 2 1 de m ayo ....................................... 241 E l año X X . - D isolución naciona
San M artín y B elgrano. —* Y a tasto 305 (R ecap itu lació n ) ......................... 372 L a lucha e n tre las dos ligas. - P r i­
C abildo ab ie rto del 22 de m ayo . . . 242 sión del g eneral Paz. - Sus co n ­
23 y 24 de m ayo — R eacción espa­ E L D IR E C T O R IO F orm ación de las p ro v in c ia s.. 375
Explicación de la lám ina . . . . 376 secuencias ............................................. 429
ñola. — In te rv e n c ió n popular. — P o sad as D ire c to r Suprem o .............. 306 F in del prim er gobierno de R o ­
Expedición al P e r ú : acta de R an
L a J u n ta del 24 presidida p o r el L a seg u n d a escuadra. — B row n ..3 0 7 cagua. - C onferencia de M iraflo zas. - G obierno de B alcarce. -
V irrey ..................................................... 243 A rtig as y el sitio de M o n te v id e o .. 308 res. — C am paña de la sierra. R evolución de los restau rad o res 433
E l 25 de m ayo. — P rim e r gobierno C om bates navales. — D e strucción de C onferencia de P unchauca. - Pro R ozas y la c onquista del d e s ie rto .. 436
pa trio ....................................................... 244 la escu ad ra realista. — R endición clam ación de la independencia del In te rin a to de V iam onte. - L a Socie­
L o s m iem bros de la P rim e ra J u n ­ de la plaza de M ontevideo . . . . 312 P erú ............................................... 377 dad R estau rad o ra. - Isla s M al­
ta .................................. 246 - 247 y 248 San M artín g o b e rn a d o r de C u y o .. 313 C onferencia de G uayaquil - San M ar­ vinas ........................................................ 440
L a revolución en el in te rio r. — A ca­ E l caudillism o. — A rtig a s ................ 314 tín y B olívar. - R esultados de la In te rin a to de M aza. - M isión de
ta m ie n to de los pueblos ............... 249 E l gobierno d irecto rial de Posadas 317 conferencia .................................. 382 382 Q uiroga. • S u m u e rte ..................... 441
P rim eros tra b a jo s de la J u n t a ........ 249 D irecto rio de A lvear ......................... 321
LA T I R A N IA P ág .
Rozas, gobern ad o r con la sum a del El E stad o de B uenos A ires ........... 488
poder. - E l p lebiscito .................... 441 L a lucha con los indios ................ 489
L as fiestas populares. - L a m azorca 446 Presid en cia de U rq u iza. - O rg a n i­
C om plicaciones con B olivia ........... 449 zación de los poderes públicos de
R ozas y el E sta d o O rien tal. - C on­ la C onfederación ............................. 491
flic to con F ran cia. - B loqueo de E l E stado de B uenos A ires y la
los puertos. - N egociación M ackau 450 C onfederación. - Convenios de
L a A sociación de M ayo .................... 452 1854 y 1855. - L os derechos di­
L a s reacciones c o n tra Rozas . . . . 453 ferenciales ............................................. 493
P ro n u n ciam ien to de C o rrien tes con­ R om pim iento arm ado en tre la Con­
tra Rozas. — B erón de A strad a . . 454 federación y el E stad o de B ue­
R evolución del sur. — C onspiración nos A ires. - Cepeda. - P acto de
de M aza ................................................. 455 San Jo sé de Flo res ......................... 495
C am paña de Lavalle co n tra Rozas P residencia del d o cto r D erqui. - R e­
S egundo le v an tam ien to de C o rrien ­ form as de la C onstitución. - I n ­
tes. - M uerte de L av alle ........... 456 teg ració n de la unidad nacio n al.-
L a coalición del N o rte .................... 458 A contecim ientos de San Juan. -
In v a sió n al U ru g u ay . - B atalla del R u p tu ra de relaciones en tre Bue­
A rro y o G rande. - Sitio de M on­ nos A ires y el G obierno N acional.
tevideo ................................................... 460 Pavón ..................................................... 498
In terv en ció n de F ran cia e In g la te ­ E l g eneral M itre “ G obernador de
rra. - Com bate de O b lig ad o ......... 461 Buenos A ires, E n carg ad o del P o ­
N ueva cam paña del g en eral P az con­ d er E jecutivo N acio n al” . - Ley
tra Rozas. - Convenio de Alca- de com prom iso ................................. 501
raz. - V ences .................................... 463 P resid en cia del g en eral M itre . . . . 503
O jeada al pasado. (E p o ca de las G uerra con el P a rag u ay . - A n tece­
guerras civiles) ................................. 466 d en tes ..................................................... 508 ESTE LIBRO, EDICION AMPLIADA DEL CURSO
U rquiza y R ozas. - P ro n u n cia m ie n ­
to del 1? de M ayo de 1851 . . . . 472 DE HISTORIA NACIONAL, S E T E R M IN O
L a expedición lib ertad o ra. - C api­ D E IM P R IM IR EL DIA 15 DE JULIO
tulación de O ribe. - P aso del DE 1949, EN LOS TALLERES G RA­
T onelero. - B atalla de C aseros. -
F u g a de R ozas ................................. 473 FICOS FEDERICO ROSSI E HIJO
S O C I E D A D RESP. LTDA.,
L A O R G A N IZ A C IO N N A C IO N A L
CALLE LIMA 1064/66,
G obierno provisorio del d o cto r V i­
cente López ........................................ 475 B U E N O S A IR E S
L a m isión del doctor B ernardo de
Irig o y en ................................................... 477
El protocolo de P alerm o .................... 477
A cuerdo cíe San N icolás .......................... 478
O posición de B uenos A ires. - L as
sesiones de junio. - R echazo del
acuerdo. - Golpe de E sta d o de U r ­
quiza .......................................... ............. 479
R evolución del 11 de septiem bre.
L a secesión de B uenos A i r e s . . . . 481
L a provincia de B uenos A ires. -
A cción p o rteñ a en el in terio r. -

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