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wt tte sas ne tpgrann arorovoen LABOLSAYLAVIDA | Se cet apps os is de sty nde ee Eo Uhiss'an ible Se fa bc ties investas See © co Economia y religion en la dad Media isin nda ale Maasiate Sautns Calne yr Jacgues Le Got Los intlectuale em la Edad Media Rovext Nisber isin de a idea de prosreso PIERRE CLASTRES Invesigaciones en airopoiesa poltiea por Magia Det C.CARLE ¥ cos. 1a sociedad Hspons medieval. La cudad Jacques Le Goff Magia DEL C. Cane ¥ 001. La sociedad Wipano medival Sus exrucaras Jacques Le Gort Lo maravitlco y fo eiiana an el sccidente medieval Gone Sree . Araigonas © MARSHALL SAILOS Islas de historia JEAN PERRE VERSANT a muerie en los 06 ‘Curtono Caex7z La interpretacin de as cataras Bena Leson gedisa Los guanes de Erpata JAcqUES LE Gor La bots y ta vida ‘ule dlonginlen rants Tabmuectnee Balle co coietn Teen des ate ‘Shy Hachette Pari, 1986 ‘extuets AberoL Bio Cabra SergioManie Primeracdicn, abril de 1967, Barcelona, Eepan (8608 Bartana Bepona ISBN 84-7852-2707 Deposto Lagat B, 16.587 1987 Iimpresoen Expat Prhasdin Span Impreao por Romany Valls S.A ‘Yardage = 874 Capelader (Barcelo) INDICE 1. Entre eldineroy elinfiemo: Lausurayel usurero Labolea:lausura Etladron de tiempo Elusurcroylamuerte Labolsay la vida: el purgatorio “Elcorazon también tiene susiagrimas” Apéndice Bibliografia n 23 ar 93 12 135, 145, 1 Entre el dinero y el infierno: La usuray el usurero La usura, Durante siete sigios en Occidente, desde el siglo 31 al 2x, gqué fenémeno oftece mas que éste una mezcla fan detonante de eco- nomia y de religion, de dinero y de salvacion, ‘magen de una larga Bdad Media en la que los hombres nuevas estaban aplastados bajo los simn- bolos antiguos, en la que la modernidad se abria trabajosamiente un camino entre los tabues sagra- dos, en la que los ardides de la historia encon- traban en la represion ejercida por el poder reli- oso los instrumentos det exato terrestre? La viva polemica alrededor de la usura cons- tituye de alguna manera “el parto del capitalis- mo", Quien imagina a este residuo, a esta larva, de usurero, que es el pawmbroker de las novelas inglesas del siglo xx y de las peliculas holly- woodenses de después de la gran crisis de 1029, es incapaz de comprender al protagonista de la ‘sociedad occidental — esa monstruosa som- bra inelinada sobre los progresos de la economia monelaria— y las cuestiones sociales ¢ ideologi- cas que estaban en juego alrededor de ese Nos~ feratu del precapitalismo. Vampiro doblemente 33 espantoso de la sociedad cristiana, porque seme- Jante chupador de dinero esa menudo asirmlado al judio deicida, infanticida y profanador de la hhoatia. En un mundo en el que el dinero (rum mus én latin, denier en francés) ¢3 “Dios”! en €l que “el dinero es el vencedor, el dinero es rey, el dinero es soberano (Numrmus vineit. mum mus ‘regnai,. rummus imperat’)? en el. que, avaritia, Ya “codicia’. pecado burgués del que la lusura és ms 0 menos la hija, destrona al princi- pal de los siete pecados capitales, la superbia. el Forgullo™, pecado feudal, el usurcro, especialista en prestar a interés se ‘convierte en un hombre necesario y detestado, poderoso y frail La usura es uno de los grandes problemas del siglo 2. En esa época, la crisandad en la cumbre.del vigoroso desarrollo que habia logra. do desde el afto 1000, la gloriosa cristlandad, ya esta en peligro. El stbito surgimiento y la difu- sion de la economia monetaria amenazan los Viejos valores cristianos, Esta a punto de formar se un nuevo sistema econdmico, el capitalismo, que necesita si no nuevas téenicas por fo menos: a fin de iniiar su marcha, ef empleo masive de prdcticas condenadas- desde siempre por la Iglesia. Una lucha encamizada cotidiana, marca da por repetidas. prohibiciones emprendida en Ja coyuntura de los valores y de las mentalidades Se propone legitimar «1 beneficio lietto que hay que distinguir de la usura ficita, “Como io denuncia en sus poemas golardos Gautier de Chatilona tines del sigio xt, Po™as SPlardos © 2 Como se dice de Cristo en la Uturgia realy en los escudos de oro acufados por San Ls 4 einen como una religion, que tradicionalmente copone Dios y el dinero, podia justificar la rique- za, en todo caso la riqueza mal adquirida? El Relesiastés (XXXI, 5) decia: “Quien ama el dinero no escapa del ‘pecado, quien persigue el lucro quedara defraudado”. El Evangelio se habia hecho eco de estas palabras: San Mateo, un publicano, un recolector de impuestos que abandond su mesa cubierta de dinero para seguir a Jess advierte: "Ninguno puede servir a dos seflores; porque 0 aborrecera al uno y amard al otro o sera adicto al uno ¥ despreciara al otro. No podéis servir a Dios y 2 Mamén" (Mateo, Vi, 24). Mamén simboliza. en Ja Iteratura rabinica tardia, la riqueza inicua, el luero, el dinero. San Lucas (XVI, 13) también lo habia atestiguado con las mismas palabras. Pero si los cédigos, las leyes, los preceptos, los decretos condenan la usura. a Dios sélo le interesan los hombres, asi como al historiador el cual decia Mare Bloch que tlene como “ca- za” los hombres. Pero volvamos a los usureros. Para encontrarlos hay que interrogar textos: gue no son los documentos oficiales. La legisla- cidn eclestéstica y laica se interesa principal- mente por la usiira; la practica religiosa esta interesada en los usureros. ZDénde encontrar los rastros de esta prictica en el siglo zu? En dos poe de documentos derivades de géneros anti- guos que. durante el paso del siglo xt al siglo x, Suirieron una miutacién esencial. Los primeros vuelven a agrupar las sumas 0 manuales de confe- sores, Durante la’alta Edad Media, las clases de 15 penilencia segiin la naturaleza de los actos peca- minosos estaban consignadas en catalogos_pent- tenciales. De conformidad con el modelo de las leyes barbaras, en esos catélogos se atendia a 10s actos, no a los autores o, mds bien, las categorias de actores eran juridicas: clérigos 0 laicos. libres ono libres. Pero desde fines del siglo x1 a comienzos del siglo xii, la concepeién del pecado y de la peni- tencia cambia_profundamente, se espiritualiza, se interioriza, En adelante, la gravedad del peca- do se mide por la intencién del pecador. Hay que indagar, pues, si esa intencién era buena o mala, Esta moral’ de la intencion es profesada por todas las escuelas teologicas del siglo xt desde la de Laon a las de Saint-Victor de Paris, de Chartres y de Notre-Dame de Paris, por todos los tedlogos de primer plano que sin embargo eran antagonistas en muchos otros problemas, Abelardo y’ san Bernardo, Gilberto de la Porrée y Pedro Lombardo, Pedro ‘el Chantre y Alain de Lille. El resultado de esto es un profundo cambio en la practica de la confesion. De colectiva y publica, de ceremonia excepcional y reservada a Jos pecados mas graves, la confesion se hace auricular, de boca'a oido, individual y privada. universal y relativamente frecuente. El w concilio de Letrén (1215) marca una fecha muy impor- tante. Hace obiigatorio para todas los cristianos es decir, para todos los hombres y mujeres— confesarse por lo menos una vez al aflo en Pas- gua. EI penitente debe explicar su pevado en funcién de su situacién familiar, social, profe- sional, en funcién de las circunstancias y de su 16 i motivacion, El confesor debe tener en cuenta esos pardmeiros individuales, y por lo que se rellere a la “satisfaccion”, es decir. la peniten- Gia, debe indagar el recofocimiento del pecador, discernir_ su contricion. El confesor debe mas lavar a una persona que castigar una falta. Esto exige a los dos partcipantes de la con- fesion un gran esfuerzo al que la tradicion no los tenia acostumbrados. El penitente debe interro- garse sobre su conducta y sus intenciones, entre- garse @ un examen de conciencia. Asi queda abierto un nuevo frente: el de la introspeecién, que transformara lentamente los habitos menta: les y los modos de comportamiento. Aquellos son los comienzos de la modemidad pstcolégica. El confesor tendra que hacer las preguntas apro- pladas para que su penitente distinga en la serie de pecados los graves. que seran mortales si no hay contriccion ni penitencia, y los mas leves, los veniales, que pucden reditnirse. Los pecado: res que mueran en estado de pecado mortal iran al lugar tradicional de la muerte, del castigo eter- no, él infierno. Aquellos que tmueren cargados ‘sélo de pecados veniales pasarén un tlempo mas 0 menos prolongado de expiacion en un lugar nuevo, el purgatorio, y una vez purificados, pur- gados, abandonardn el purgatorio para entrar en [2 vida eterna, el paraiso... a mas tardar en el momento del juicio final. Dentro de, esta nueva justicta penitencial, qué serd del usurero? Los confesores, frente na situacion nueva. a un contenido de la confe- sion frecuentemente nuevo para ellos, frente a reconocimientos © a cuestiones que los embara~ 7 zan vacilan sobre el interrogatorio que han de formular, sobre la penitencia que deben impo- ner; de manera que necesitan guias. Para ellos. tedlogos y sobre todo canonistas escriben sumas y manuales, sabios y detallados para los confe- ‘Sores instruidos y de alto nivel, sumarios para los simples sacerdotes poco enitivados. Peto a este examen no se le escapa nada. La usura ocu- pa su lugar en todos esos manuales. El usurero ‘ocupa en cambio una parte menor pues el peso de su falta en cuanto a evaluacién personalizada queda en parte librada a la apreciacién del con- fesor. Pero el usurero se manifiésta como el prin- cipal protagonista del segundo tipo de docu- mento, los exempla. EI exemplum es un relato breve, dado como veridico y destinado a insertarse en ‘un discurso (en general un sermén) para convencer a un au- ditorio mediante una saludable leccién. El cuen- to es breve, facil de retener, convincente. Se vale de la retorica y de los efectos de la narra- clon; conmueve. Divertida 0, mas frecuentemen- te, aterradora, la historia dramatiza. Lo que el predicador offece al publico es un pequeno talis- man que, st uno se sirve bien de él y quiere comprenderlo, aporta la salvacion. Es una lave de las puertas del paraiso. EI siguiente es uno de los numerosos exem- pla de usureros; se encuentra en Jacques de ‘Vity, muerto poco antes de 1240: “Otro usure- To muy rico, debatiendose en la agonia, comenzd @ alligirse, a suffir, a implorar a su alma que no Jo abandonara pues él la habia satisfecho: y le 18 prometia oro y plata y las delicias de este mundo St se resolvia a permanccer con él. Pero que no le pidiera ni una moneda, ni la menor imosna para los pobres. Viendo por fin que no podia Tetenerla, el ustirero monté en célera e indig- nado le Aijo: “Te preparé una buena residencia con abundantes riquezas, pero ti te has vuelto loca y tan desgraciada que no quieres reposar en esa buena residencia. {Vetel Te abandono a todos los demonios que estan en el infierno’. Poco después entregé su alma entre las manos de los demonios y fue enterrado en el inferno”. Este no es mas que un esquema; partiendo de este bosquejo, el predicador borda la tela. Explota la voz y sus entonaciones, gesticula... 1a materia misma ya es impresionante. Debe de haber sido percibida por millones de oyentes pues en la Edad Media el sermon es el gran me- dio de comunicacion, que llega, en principio a todos los ficles. Verdad es que, segn sabemos especialmente gracias a un exemplum referente a San Lutis, a veces algunos hombres salen de la iglesia durante el sermén para ira Ja taberna, su gran competidora, que offece frente a la iglesia una tentacién permanente. Una vez que esio se produjo en su presencia, San Luis escandalizado hizo que volvieran a la santa palabra aquellos Parroquianos extraviados. Adems, en el siglo xut Se produce un gran renacimiento’ de la predica- don, Enfrentada con los hereticos — es" el mo- mento de apogeo de los cataros—, con la evo- 9 Sermén “ad statis" n* 58,17. 19 lucién de un mundo que ofrece a Ios cristianos cada vez mas goces terrenales, la Iglesia decide hablar. Hablar a una sociedad en plena mutaclon a la que dirige una palabra a menudo inédita y en relacion con la vida coiidiana, Nacen nuevas r- denes que oponen a la creciente riqueza el valor espiritual de la pobreza: érdenes mendicantes de las cuales las dos mas importantes, los fran- ciscanos y los dominicos —estos ultimos forman la orden de los predicadores—, se especializan en la predicacion. Después de haber predicado la cruzada se predica la reforma. Con primeras figuras que atraen a la muchedumbre. Aunque seglar, Jacques de Vitry fue una de esas figuras: predicador de la cruzada pero sobre todo predi- cador de la nueva sociedad. Sus modelos de ser- mones con sus esquemas de exempla fueron am- pliamente reproducidos y difundidos aun mas. allA del siglo xl. Y esta historia del usurero, que tal vez fue una anécdola de éxito, evoca el mo- mento mas angustioso de la vida del cristiano: la agonia. Pone en escena la dualidad del hombre: su alma y su cuerpo, el gran antagonismo social Gel rico y del pobre, esos nuevos protagonistas de la existencia humana que son el oro y la plata y termina con la peor conclusion de una vida: el insensato lama a los demonios. evoca a los dia- los cuyas manos torturan y entierran a los con- denados aqui abajo y en el mas allé. Habién- dosele inegado la ilerra cristiana, el cadaver del usurero Impenitente es enterrado al punto y para siempre en el inflerno. A buen entende- Gor... jUsurerost, ése es vuesiro destino. Es esta la fuente esencial en la que habremos de buscar 20 al usurero de la Edad Media, en esas anécdotas que fueron dichas, escuchadas y que circularon. La usura es un pecado. ¢Por qué? ¢Qué mal- gicién alcanza a esa bolsa que el usurero lena, que atesora, de la cual no puede separarse asi como Harpagon no puede separarse de su colre ¥ que lo lleva a la muerte eterna? Para salvarse. Gtendra que soltar su bolsa? ,O bien se encon- {rar para él un medio que le‘permita conservar Ja bolsa y la vida, la vida eterna? Ese es el gran combate que se libra en el interior del usurero, el combate entre la riqueza y el paraiso, entre el dinero y el infierno. 21 2 La bolsa: la usura i Nosotros hablamos de usura y a veces tam- bién los textos y los hombres de la Edad Media dicen usura, en’singular. Pero la usura tiene mu- cchos rostros. Las mas veces las actas del siglo xm emplean el término en plural, usurae, La usura 3 un monstruo de muchas cabezas, una hidra, Jacques de Vitry, en su sermon modelo numero 59, dedica el tercer parrafo a evocar esta usura de formas mnltples: De multiplier usua ‘Tomas de Chobham, en su Summa, despues de haber definido la “usura en general", describe los “diferentes casos” de usura (capitiilo IV: de Variis casibus) y al nal (capitulo Dd se ocupa de “los otros casos de usura”. La palabra usura desig- na una multiplicidad de'practicas, Io cual com- plica el establecimiento de una frontera entre lo licito y lo ilicito en las operaciones que implican un interés. Esta distincién, dificil de establecer pero necesaria, entre usura e interés, esa horri- ble fascinacién'de una bestia multiforme nadie la sintié mejor que Ezra Pound en el siglo xx 25, La Usura es elMal, neschek Jaserpiente neschek de nombre bien conocido, la contaminadora, contra el genero humanoy mas ala de él ncontaminadora ‘Tokos hiemaltmediumest eahiclcoracsn del mal, cl facgo sia tregua detinnerno. Eleancer que todo lo corrompe, Fafnir el gusano, Siflis det estado, de todos losreines, Werruga del bien pablico Hacedor de quistes, corruptor de toda cosa. Oseuridad contaminadora, Pérfida gemela de la envidi, Serpiente de sete cabeas dra, que penetratoda cosa. Pero esta también la usura, la usura en sf, denominador comtin de un conjunto de practi- as financieras vedadas. La usura es la imposi- cion de un interés por un prestamista en opera- ciones en las que no cabe un interés. No se trata pues de la eliminacion de todo interés. Usura e {interés no son sinénimos, asi como no lo son usura y beneficio: la usura aparece cuando no hay produecion 0 tansformacion material de bienes concretes. Tomés de Chobham comienza su exposicion sobre la usura con estas consideraciones: “En todos los otros contrates puedo esperar y recibir 4 Bora Pound, Les Cantos, traduccion francesa, Paris, 1986. Veaseelapendice 2 26 un_beneficio flucrum), pues si te he dado algo puédo esperar un contradén fantidotum), es de- Gir, una réplica al don (contra dotum), de modo que puedo esperar recibir, puesto que yo ful el primero en darte, Lo mismo ocurre si te di en présiamo mis vestiduras 0 mis muebles y enton- Ges puedo recibir por ellos un precio. ¢Por qué no ocurre lo mismo si te di en préstamo dinero mio (denarios meosf?"> ‘Todo esta alli: ésa €s la condicién del dinero en la doctrina y la mentalidad eclesidsticas de la Edad Media, condicion que constituye la base de la condenacion de la usura. No me entregaré aqui a un estudio propiamente econémico que, por lo demés, deberia tener en cuenta la manera “muy diferente de la nuestra~ en que eran percibidas las realidades que nosotros hoy aisla- mos para convertirlas en contenido de una cate- goria specifica: la econémica. El inico histo- Fiador y_tedrico modemno de la economia que puede ayudarnos a comprender como funcionaba lo “econémico” en la sociedad medieval, me parece ser Karl Polanyi (1886-1964). Para evitar todo anacronismo, st qutere uno intentar analizar el fenomeno medieval de la usu- ra en una perspectiva econémica, hay que tener presentes dos observaciones de Polanyi y de sus colaboradores. La primera, tomada de Malinows- Ki, s¢ refiere al dominio del don y del contra- én: “En la categoria de las transacciones que ® Tomas de Chobham, Summa confessonum. cuestion 14, cap. 1, edicion F. Broomfield, Lovaina, 1968, pag, 503. 27 supone un contradén econdmicamente equiva~ lente al don, encontramos otro hecho desconcer~ tante, Se trata de la categoria que, segin nues- tras concepciones, deberia confundirse practica- mente con ¢l comercio. Pues nada de esto ocu- re. Ocasionalmente, el intercambio se traduce en el ir y venir de un objeto rigurosamente idéntico entre los participantes, jlo cual guita asi a la transaccién todo fin o toda significacion economica imaginable! Por el simple hecho de que el cerdo vuelva a quien lo dio, aunque sea por una via indirecta, el intercambio de las equivalencias, en lugar de orientarse hacia la ra Cionalidad econdmica, resulta una garantia con- tra.la intrusién de consideraciones utilitarias. La tinica finalidad del intercambio es estrechar la red de relaciones al reforzarse los lazos de recl- procidad’.® ‘Verfiad es que 1 economia del Occidente en ef Siglo xm no es Ta economia de los indigenas en las islas Trobriand a comienzos del siglo x: pero si ella es mas compleja. la idea de recipro- cidad domina la teoria de los intercambios ¢co- nomicos en una sociedad fundada en las “redes de relaciones” cristianas y feudales. La segunda concepcion utilizable de Polanyt es la del encaje y del andlisis institucional: “De- bemos deshacerrios de 1a nocién muy arraigada en nosotros segin la cual la economia es un terreno de experiencia del cual Ios seres huma- 6K. Polany y C, Arensberg, Trade and Market in the Barly Empires, traduccion francesa: Les Systemes économt (ques dans Thistore et dans la théere, Paris. 1975, pigs. 100- Tox 28 ; | ; ' [Ptivirecrmenctrrmntarncnernn is nos _necesarlamente tuvieron_ siempre concien- cia, Para emplear una metéfora digamos que los echos econémicos estaban en su origen enea- jados, eneastrados en situaciones que en si mis- mas no éran de naturaleza econémica, como no lo eran los fines y los medios, que eran esencial- mente materiales. La cristalizacién del concepto de economia fue una cuesiién de tiempo y de his- toria, pero ni el tiempo ni la historia nds dieron los instrumentos conceptuales necesarios para penetrar en el laberinto de las relaciones socia- les en las que la economia esta encastrada. Esta es la tarea de Io que llamaremos el andilisis ins- fitucionaP.’ Por mi parte, yo agregaria el analisis cultural psicologico. Mostrar a esos hombres. los tusureros, dentro del conjunto de relaciones so ciales, de practicas y de valores en que esta en- cajada el fendmeno econémico de la usura, tal es Ciertamente la ambleion de este ensayo. En otras palabras, nuestro andlisis se reliere al ca racter global de la usura a través del compor- tamiento y de la imagen de quienes la practican, los usureros. ‘Los homibres de la Edad Medla, frente a cual- guier fenémeno, buscaban su modelo en la Bi- bila. La autoridad biblica daba a la vez el origen, la explicacion y el modo de tratar el caso en. cuestion. Lo que permitié a la Iglesia y a la so- ciedad medievales no quedar paralizadas por la autoridad bibliea y reducidas a la inmovilidad his- térica es la circunstancia de que la Biblia se con- 7 Bic, pag. 257, 29 tradice con frecuencia {sic et non, si y no) y el hecho de que. como decia Alain de Lille a fines del siglo x, “las autoridades tienen una nariz de cera’, maleable al gusto de los exegetas y de quienes las utilizan. Pero en materia de usura no parecia haber ninguna contradiccién ni falla en su condena- cion. Los documentos contenidos en las Escritu- ras sobre la usura comprenden esencialmente cinco textos. Cuatro de ellos pertenecen al Anti- guo Testamento, 1, “Si presiares dinero al pobre de entre mi pueblo que habita contigo, no seras con él como logrero, ni exigrés de interes” (Exodo, XI, 4), Esta prohibicién impuesta a la comunidad Judia es igualmente respetada por los cristianos que en la Edad Media tienen conciencia de que forman una fraternidad en la cual el pobre, espe- Gialmente, tlene derechos particulares. EI rena- cimiento del valor de la pobreza en el siglo 21 hara atin mas agudo el sentimiento de indigni- dad del usurero cristiano, 2. *Y cuando empobreciere tu hermano y de- cayere a tu lado, to le apoyards (aunque fuera ex- tranjero 0 transetinte) para que pueda restable- cerse junto a U. No tomaras de él usura ni ganantia, tenlendo temor a tu Dios para que pue- da restablecerse tu hermano junto a t. Ti dine- ro no le dards a interés, ni ie dards a ganancia vituallas” (Levitico, XV, 85-37). Este es un texto particularmente impor- tante en la version latina de la Vulgata de san Jeronimo que gozé de gran autoridad en la Edad. 30 Media y que en la ultima frase dice: “Pecuniam tuam non dabis ei ad usuram et frugum super- abundantiam non exiges", ¢s deci’, palabra por palabra: “No dards tu dinero a usura y no exigi- Fis un excedente de viveres”. El crisilano retuvo dos expresiones que conservaron en la Edad Me- Gia toda su efleacia: “ad usuram’, “a usura” —lo que aqui se prohibe es ciertamente la usura— y “superaburdantia” la demasia, el “exceso"; y 3 esto lo que se condena, 3, “No exigirés a tu hermano interés de pla- ta ni usura de,comestibles, ni usura de ninguna otra cosa de que suelen exigit usura. De uno de terra extraha, podris exigirla, mas no la exi- girds a tu hermano” (Deuteronomio, XXII, 19 y 30). Observemos aqui el empleo (non foenerabis fratri tuo), en la Vulgata, de una palabra tomada el derecho romano: fenerare, “prestar a inte- res’, “practicar la usura’, lo cual en el siglo xt favorecera la constituciin de una_legislacién antiusuraria romanocanénica. En cuanto a laauto- rizacion de ejercer la usura con el extranjero, en la Edad Media funciond en el sentido de’ los judios hacia los cristianos pero no en el sentido Inverso, pues los cristianos medievales no consi- deraban a los judios como extranjeros. En cam- bio, identificaron a los enemigos con los extran- Jeros y en caso de guerra era licito practicar la uusura con el adversario. El Decreto de Graciano lairededor de 1140), matriz del derecho canoni- co, retomd la formula de san Ambrosio "Ubi ius bell, ibis ius usurae (Donde impera_el derecho de guerra, impera el derecho de usura)’ si 4. El usurero no puede ser huésped de Yahvé segtin el salmo XV: ‘Yahvé, quien habltard en tu tabernaculo? Quien residira en tu santo monte? Elqueandacon integridady obra justicia Biguelss prea anes eines Por este salmo el cristiano de la Edad Media entendio que el paraiso le estaba negado al usu- A estos cuatro textos del Antiguo Testamen- to se puede agregar el pasaje en que Ezequiel (XVII, 19), entre ios violentos y los sanguinarios que suscitan la célera de Yahvé. cita “aquel que presta con usura y toma intereses” y en el que profetiza: "Morira y su sangre caera sobre él San Jerénimo y san Agustin comentaron este jui- cio de Ezequiel. 5. Por fin, en el Nuevo Testamento, san Lu- cas retomé y amplié la condenacién de'la usura contenida en el Antiguo Testamento y establecié asi el eco necesario para que los cristianos de la Edad Media consideraran bien asegurada la qutoridad de las Escrituras: “Y si prestais a aque- los de quienes esperdis recibir, zqué gracias ha- bréis de tener? pues aun los pecadores prestan a los pecadores para volver a recibir otro tanto, Vosotros, al contrario, amad a vuestros enemi- gs y haced el bien y prestad no esperando de ello hada” (San Lucas, VI, 34-35). Lo que mayor influencia tuvo en la Edad Media fue e! texto de 32. | san Lucas: “Mutuum date, nihil inde sperantes”, porque la idea de prestar sin esperar recibir re" tribucién se expresa en dos palabras clave de la prictica y de la mentalidad economicas me- dievales: “mutuum que, tomada del derecho romano, designa un contrato que transfiere la propiedad y que consiste en un préstamo que debe set gratuito, y el término sperare, “espe- rar’, gue en la Edad Media designa la esperanza mteresada de todos los actores econémicos em- pefados en una operacién que implica el tempo y traducida en una espera de remuneracion, sea fen virtud de un beneficio {o una perdida), sea en virtud de un interés (licito 0 ilicto).. Hay luego una larga tradicion cristiana de condenacién de la usura. Los padres de la Iglesia expresan su desprecio por los usureras. Los eanones de los primeros concilios prohiben el ejercicio de la usura a los clérigos (canon 20 del coneilie de Elvira, alrededor del ano 300; canon 17 del concilio de Nicea, 325), Iuego la_pro- hibicion se extiende a los laicos (concilio de Clichy en 626). Sobre todo Carlomagno, que legisla tanto en el dominio espiritual como en el dominio temporal, veda a los clérigos y a los laicos el ejercicio ‘de la usura mediante la Ad- monitio generalis de Abcla-Chapelle de 789. De manera que la usura tiene un largo pasado de condenaciones pronunciadas por los poderes eclesidstico y laico. Pero, en una economia con- traida, en 1 que el uso y la circulacién de la moneda son débiles, el problema de la usura es secundario. Por lo demas, son los monasteries Jos que hasta el siglo x suminisiran lo esencial 33 del necesario crédito. A fines del siglo el papa les prohibe Ia forma preferida de crédito de los monasterios, el mort-gage, “préstamo garanti- zado por un inmueble del cual el proveedor de fondos percibe las rentas’.* ‘Cuando la economia’ monetaria se generaliza durante ef sigo au, cuaude la sueda de la fortuna gra mas rapidamente para los caballeros y los nobles asi como para los burgueses de las ciuda- des que hormiguean en medio del trabajo y los negocios y se emancipan, la sefiora Usura s¢ con- vierte en un gran personaje. La Iglesia se subleva por ello, el derecho canénico naclente y poco después’ el escolasticismo, que se esfuerza. por concebir y ordenar las relaciones de la nueva sociedad con Dios, tratan de contener la inun- dacién usuraria. Solo mencionaré aqui la serie de principales medidas tomadas en los concilios y los textos mas importantes para hacer resaltar Ja extensién y la fuerza del fendmeno y la obsti- nacion de la Iglesia en combatirlo, Cada concilio, Letran TI (1139), Letran I (1179), Letran IV (0215), el segundo concilio de Lyon (1274), el concilio de Viena (1311), aporta su respectiva pledra para construir el muro de la Iglesia desti- nado a contener la oleada usuraria. El Codigo de Derecho Canénico se enriquece también con una legislacion contra la usura. Alrededor de 1140, Graciano en su Decreto rene los documentos de las eserifuras y_veintinueve “autaridades" patristicas. La decrétal Consuluit de Urbano IT #6. Le Bras, articulo ‘Tréciogte catholique, XV, 1950, col. 2358. 34 “Usure", en Dictionnaire de | (2187) ocupara en el segundo cuarto del siglo xan su lugar en el Cédigo entre las Decretales de Gregorio TX. Los tedlogos tampoco descansaron. El obipo de Paris, Pedro Lombardo, muerto en 1160, en su Libro de las sentencias (que en el sigo au se convertira en el manual universitarto de los estudiantes de teologia), retomando la idea de San Anselmo que fue el primero, duran- te el paso del siglo x1 al siglo x, en asimilar la usura a un robo, sitia la usura, forma de rapina, entre las cosas prohibidas del cuarto manda: miento. “No robaras (Non furtum facies). El car- denal Roberto de Courgon, canénigo de Noyon, que reside en Paris desde 1195 antes de ditigir Ia cruzada contra los albigenses en 1214 y antes de dar a la joven universidad de Paris sus pri- meros estatittos (1215), habia insertado en’ su ‘Summa {anterior al concilio de Paris de 1213, en el cual el cardenal hizo tomar rigurosas medi- das contra los usureros) un verdadero tratado De usura. Ali propone combatir esa plaga que considera, junto con la herejia, el gran mai de su época mediante una vasta ofensiva que podria organizarse en un concilio ecuménico. En el usui- rero ef cardenal ve —volveré a ocuparme de este punto~ a un ocioso y para él la ociosidad es la madre de todos los vicios. El concilio, que seria presidido por el papa y en el que se reunirian fodos los obispos y todos los principes, manda- Tia a cada cristiano, so pena de excomunion y de condenacién eterna que trabajara espiritualmnen- te 0 corporalmente para ganarse su pan con el sudor de la frente, segin el precepto de san Pa- blo. ¥ el autor termina diciendo: “De esta mane- 35 ra todos los usureros, ladrones rapaces y rebel- des desaparecerian, se podrian hacer limosnas y proveer a las iglesias de suerte que todo volveria ‘a sa estado original”? Después de esta utopia antusuraria, todos los grandes escolasticos dedi~ can a la usura una parle mas 0 menos impor- tante de sus sumas. Tal es el caso de Guillermo de Auxerre, obispo de Paris, muerto en 1248.:° y el caso dé san Buenaventura y de santo Tomas de Aquino, muertos en 1274. Gil de Lessines, diseipulo de santo Tomas de Aquino, compone por su parte entre 1276 y 1285 un tratado com- pleto sobre las usuras De usuris. Entre mediados del siglo x y mediados del siglo xm recrudecen Jas condenaciones a la usu- ra, Io cual se explica por el temor de la Iglesia de que la sociedad se trastorne por la prolife- raciOn de las practicas usurarias. El tercer con~ cilio de Letran (1179) deciara que son dema- siados los hombres que abandonan su estado, su oficio, para hacerse usureros, En el siglo xt, el papa Inocencio IV y el gran canonista Hostiensis temen que se paralice la actividad de los campos por causa de los campesinos convertidos en usu- Feros 0 por el hecho de verse los campesinos privados de ganado y de instruments de trabajo por los propietarios de tlerras que se sentian © 6. Lefevre fed) Le Traté ‘De usura” cle Rebert ce Cour ‘gon, en Travaux ot memoires de Tunierste de Lille, Xn° 20, 1902, pag 35. ‘Guillermo de Auxerre, Summa tr IV lres senteti ur, I tr 30. 1H Sobre todo en la Suma tekégica He, cuestion 78. 36 clos mismos atraidos por’ las ganancias de la usura, La atraccién de la usura hace aparecer la Bmenaza de un menor aprovechamiento de los Suclos y de la agricultura y, por lo tanto, el espectro del hambre. Las definiciones medievales de la usura pro- ceden de san Ambrosio: “La usura es recibir mas de lo que se ha dado Usura est plus accipere darej"? de san Jeronimo: "Se lama usura J exceso cualquiera que sea éste, si se percibio Inds de lo que se dio Usuram appellari et super fabundantiam quidquid illud est. stab eo quod de- derit plus acceperiy" del capitular de’ Nimega (606); "Hay usura cuando uno reclama mas que Jo, que dio’ (Usura est ubi amplius requiritur quam datu)” y del Decreto de Graciano: “Todo que se exige mis alld del capital es usura (Quioquid ultra sortem exigitur usura est” La usura es el excedente ilicito, la demasia egitim, La decretal Consuluit de Urbano M (1187), incluida en el Cédigo de Derecho Canénico, es sin duda lo que mejor expresa la actitud de la Iglesia ante la usura en el siglo xm: La usura es todo aquello que se exige a camblo de un préstamo mas alla del bien pres- {ado mismo; —Practicar la usura es un pecado probibido 12 Breviarium’ x ps LIV, Patroegte latine, t. XVI, vol 8 Commentaires Ezéchiel XVII 6, Petrolegia latin, ¢ XV, 90117. ie Decretode Graciano, ©. 14, cuestién 3, e.4. 37 i por el Antiguo Testamento y por el Nuevo Testa- =Tan s6lo esperar un bien en retribucion mds alld del bien mismo es un pecado: —Las usuras deben ser integramente restitul- das a sus verdaderos poseedores: Precis mas clevadoa en cl caso de una venta a crédito son usuras implicitas. Toms de Chobham, en la mas antigua Suma de confesores conocida, redactada en su parte esencial antes de 1215'y probablemente puesta en cireulacién en-1216, funda la usura solamen- te en las autoridades ‘del Nuevo Testamento y del derecho canonico: “Y el Sefior dice en el Evangelio: ‘Prestad sin esperar nada en cambio’ (Lucas, VI, 35). ¥ el canon dice: ‘Hay usura cuando se reciama mas de lo que se ha dado’ (Decreto de Graciano, 4, CRIV, G. 8, haciéndose eco del capitular de NF mega de 806), de cualquier cosa que se trate y aun cuando uno no reciba nada, si Se concibe tan solo la esperanza de recibir’ (Decreto, c. 12 Comp, 1. v.18, retomado en la deere Consir igre Cuestion fundamental: la usura es mas que un cimen, es un pecado. Asi lo dice Guillermo de Auxerre: “Dar en usura es en si mismo un pe- cado".16 Es 0 un pecado como forma de la ‘avaritia, dela codicia, codicia que Tomas de °S Tomis de Chobham, op ct pig. 504. 2 Guillermo de Auxerre, op ci iv. Ir. XXVL. Chobham sitiia inmediatamente en el plano espi- ritual: “hay dos clases detestables de avaritia que son castigadas por un veredicto judicial: la usura y la simonia [tréfico de bienes espirituales), de ‘que bablaré enseguida. En primer lugar la usu- yal? El dominico Etienne de Bourbon, un medio siglo después, dice lo mismo: “Habiendo hablado de la avaritia en general, debo hablar ahora de algunas de sus formas y en primer lugar de la usura..."! La usura es en primer lugar robo. Esta iden- fificacion propuesta por San Anselmo [1033- 1109) en sus Homilias y exhortaciones'® y reto- mada en el siglo x1 por Hugo de Saint-Victor, Pedro el Comedor y Pedro Lombardo termina por sustituir a la noclén tradicional de la usura Gefinida como “provecho vergonzoso” (turpe lu cur). El robo usurario es un pecado contra la jus- ticia Santo Tomas de Aquino lo dice: "ZEs un pecado recibir dinero en pago por dinero pres- tado, lo que se llama recibir una usura?” Res- puesta: “Recibir una usura por dinero prestado es en si injusto, pues se vende lo que no existe, con lo cual se instaura maniflestamente una desiqualdad contraria a la justicia™2° 1g Petede chbham, on. i ag. os 8 A Decoy de des f epciogucs tes du vce! nat dare de Bo ‘dominican dun siete, Parts, 1877, pigs. 361-362. '8 Patrologa late, CLVI, col. 659. 2 Suma tolégica, Us, Ie, cues 78. Ahora bien, quizas ain mas que el siglo x1, 1 siglo 200 es el siglo de la justicia. ‘la justicla es por excelencia la virtud de los reyes. Los espejos de principes que trazan un fetrato del rey insisten en la necesidad de que éste sea justo. Este aflanzamiento de la idea de Justicia va acompanado por un progreso de las ‘practicas y de las instituciones Judiciales: indaga- Gores reales, parlamentos. Durante el reinado de san Luis, por primera vez y antes que en otros reinos eristianos, aparece én la mano del rey de Francia, en lugar de la vara, la simbélica mano de la justicia, nueva insignia del poder real. Joinville lega a la posteridad la imagen del santo rey admi- nistrando él mismo justicia bajo el roble de Vin- cennes. Esta preocupacion por la justicia llega a ser ‘al mismo tiempo una idea y una fuerza en el do- minio de la economia tan penetrado por la ideo- logia religiosa y la etica. Los datos fundamentales de la actividad econémica del mercado que co- mienza a constituirse son el justo precio y el jus to salario, Aun cuando en realidad el “justo” pre~ cio es precisamente el del mercado, la exigencia de justicia esta clertamente presente. La usura es un pecado contra el justo precio, un pecado contra la natwaleza. Esia afirmacién puede sor- prender, pero sin embargo ésa era la, concep- én de los clérigos del sigio sam y también de los Jaicos influides por ellos. La usura sélo se aplica a la percepeién de un interés en dinero sobre dinero. ‘Un texto sorprendente, falsamente atribul- doa san Juan Criséstomo, que data probablemen- 40 te del sigio v fue incluido durante la segunda mi- tad del siglo xi en el Codigo de Derecho Cano- nico. El texto reza asix "De todos los mercade- res, el més maldito es el usurero, pues éste vende una cosa dada por Dios, no adquirida por jos hombres [contrariamente 2 lo que hace el comerciante] y luego, en la usura, recupera la cosa con el bien ajeno, lo cual no hace el comer- iante, Se objetara: aquel que arrienda un campo para Tecibir una renta o alguila una casa para cobrar un alquiler. no es semejante a quien presta sui dinero a’ interés? Ciertamente no, En primer lugar, porque la unica funcién del dinero consiste en pagar un precio de compra; Iuego el arrendatario hace fructificar la tierra que trabaja y €] inquilino goza de la casa; en estos dos casos. fd propietario parece dar el uso de su propiedad para recibir dinero y en cierto modo intercam- biar gananeia por ganancia en tanto que del dine- 70 adelantado ho se puede hacer ningiin uso: por fin la labranza agota poco a poco el campo, el us0 deteriora la casa mientras que el dinero presta- do no suffe disminucién ni envejecimiento” El dinero es infecundo. Ahora bien la usura quisiera hacerle tener hijos. Santo Tomas de ‘Aquino dijo después de haber leido a Aristoteles: “Nurrvnus non parit rummus (el dinero no en- gendra dinero)". Como lo ha explicado bien Jean Ibanés.2) esto flo quiere decir que los tedlogos y los canonistas hayan negado toda productividad 24. Thanés, La Dectine de IBplise et les réalites Sconomiques ax xt sible Untéret, les prie et la monet, Pars, 1967 pigs. 20-22. a al dinero, al capital; quiere decir que en el caso del préstamo a interés, en el caso del munuwn | hacer producir dinero ‘al dinero prestado es ir contra la naturaleza. Santo Tomas de Aquino afima: “La moneda... fue inventada principalmen- te para los intercamblos; de manera que su uso primero y propio es ser consumida, gastada cn los intereambios. Por consiguiente, es injusto en recibir un pago por el uso del dinero presta- do; en esto consiste la usura."” También para san Buenaventura, el dinero es por si mismo im- productivo: “El dinero como tal y en si no fructi- fica, sino que el fruto proviene de otra parte.”23 En una especie de parabola, “La vida y la usura’, Tomas de Chobham comprueba: “El dine: ro que duerme no produce naturalmente ningin fruto, pero la vida es naturalmente fructifera’ 2 Sin embargo, a falta de fecundidad natural en lz alta Edad Media se habia pensade en hacer “tra- bajar" el dinero, Ya en 827, en su testamente {cuya autenticidad ha sido discutida), el dogo de Venecia, Partecipazio, habla de solidi laboratorit de “dineros que trabajan". ¢Dinero dado a usure | © “invertido” con miras a un justo benefleio? Ex. el siglo 2m, tedlogos y canonistas. compruebar. con estupor que el dinero usurario, en efecto, “trabaja". Los autores de colecciones de exempla 2 Suna teoligiea, Uh, te, cuestion 78, art. 1, segin ¥. anes, op. et, pag. 19. 3 In tertum Sententiarum, dist. XXXVI, dub. VIL ssegunthanés, op. ct p. 19. ‘Tomas de Chobham, op ct pig. 515. 42 y los predicadores se hacen eco de este escan- En su Dialogus miraculorum, entre un mon- Je y un novicio, Cesareo de Helsterbach, alrede- dor de 1220, hace hablar del modo siguiente a ‘sus personajes: “El novicio: Me parece que 1a usura es un pe- cado muy grave y dificil de corregte, “BL monje: Tienes razon. No hay pecado que de vez. en cuando no se adormezca, pero la usura nunca deja de pecar. Mientras su amo duerme, ella no duierme, sino que crece y aumenta sin usa." En la Tabula rum, manuscrito del siglo xu de Ja Biblioteca Nacional de Paris, se puede leer: “Todo hombre deja de trabajar’ los dias de fiesta, pero los bueyes usurarios fboves usurari trabajan sin cesar y asi ofenden a Dios y fa todos los santos, de manera que la usura, asi como peca sin fn, tambien debe ser castigada sin fin."#8 Se comprende hasta qué punto debe de ha- ber sido explotado’el tema por los predicadores y como éste se presta a los efectos oratorios: “Hermanos mfos, hermanos mios, zeonocels un pecado que nunca se detiene, un pecado que se ‘comete todo el Hempo? No? Pues bien, si, hay uno y sélo uno, voy a nombraroslo, es la Usura. El Coesari Hetsterbacensis.... Dialogus miraculcrum., 1, l-e J Strange Colonia, Bonn. Buses, 2 vol, 1881 Tabula exemplorum secuncium ondinem Aiphabett 4.J. Th, Welter, Parigy Talosa, 1926, pag. $3, 0° 306. 43 dinero dado a usura no deja de trabajar, produce sin cesar dinero. Dinero Injusto, vergonz0so, de- testable, pero dinero, Es un trabajador incan- sable. ZConocéls vosotros, hermanos mios, a un trabajador que no para de trabajar el domingo, los dias feriados, que no para de trabajar cuando duerme? 2No? Pues bien, la usura continia traba- Jando noche y dia, los domingos y los dias de Resta, tanto en el suefio como en 1a vigilia, {Tra bajar durmiendo? Aguijoneada por Satands. la uusura logra ejecutar este diabélico milagro. Tam- bin por esto la usura es una afrenta a Dios y al orden que Dios estableci. No. respeta ni el or~ den natural que Dios quiso poner en el mundo y en muestra vida corporal, ni el orden del calen- dario que El establecié. ¢No son los dineros usu- rarios como bueyes de labranza que trabajan sin. cesar? A pecado sin tregua y sin fin, castigo sin tregua y sin fin, ;Secuaz incansable de Satanas. la ustira ho puede sino conduc a la servidwabie eterna, a Satands, al castigo sin fin del inflerno!” Hoy podriamos decir que él trabajo en cade- na de Ja usura termina ineluctablemente en las cadenas eternas de la condenacion. ‘Hacer engendrar hijos a las monedas, hacer trabajar el dinero sin la menor pausa y con me nosprecio de las leyes naturales fijadas por Dios, go es un pecado contra la natwaleza? Por lo emds, sobre todo a partir del siglo x, siglo “na- turalista", gacaso no dicen los tedlogos “Natura, id est Deus" (La naturaleza, es decir, Dios)"? ‘Los grandes poeias, que en’ esta cuestion _ son mejores ieblogos aun. comprendieron bien este modo de ser escandaloso de la usura. 44 En primer lugar Dante, en el mismo siglo de la usura triunfante: ‘perce 'ulsuriere atra via tene persé natura eperla sua seguace ‘ispregia, poi chin altro pon Ja spene2” ©. porque el usurero sigue otro muy con- trario camino, desprecia a la naturaleza en si y al arte, su compahera, y cifra en olras cosas Sus ei 'Y en nuestros dias a la sombra veneciana de Shylock, Ezra Pound dice: Usura asesina al ijo en elseno Estorbala corte del mazalbete Paraliza el alumbramiento, opone aljoven desposado suesposa Contra Naturam=™ ‘Verdaderamente, Usura s6lo podia tener un destino, el inferno. 'Ya'a mediados del siglo v el papa San Leon 1 1 Grande habia pronunciado esta formula que resuena a lo largo de toda la Edad Media: “"Fenus pecuniae, funus est animae (El beneficio usuario del dinero es la muer- te del alma.) La usura es la muerte. 2 LaDotna Comedia, injlere, canto XI. versos 109-111, 3 Canto XLV, en Les Cantos, op. ci. pag. 294. 48 3 Elladron de tiempo A partir del siglo 101, en la escultura roma~ nica se muestra como un criminal a un persona- Je en la picota: el usurero. Esta publicidad le ‘asegura un relieve particular entre las figuras del mal. Lo hace entrar en ese tesoro de los malos gemplos, de las anécdotas aterradoras y salu- dables que la predicacién introduce en el ima- nario mundo colectivo de los cristianos. El usu- Feu es uno de los personajes lavorites de esas historias que entretejen lo maravilloso y lo coti- Giano, los exempia con los que, segiin vimos, los. predicadores mechaban sus sermones. El usure- 10 es el hombre de la bolsa. En las imagenes y en los sermones, en el texto artistico y en el texto literario es donde hay que buscar al usurero tal como lo veian los, hombres y las mujeres de la edad media. Vaya- mos por ejemplo a Orcival, Auvernia: “Apenas uno entra se encuentra con el primer capitel que se impone a la vista, es el del Fol dives [el Tico loco}, como lo presenta la inscripelén pues- ta sobre el abaco a fin de que nadie lo ignore. Ese rico, que en modo alguno es flaco, sostiene 49 atin entre sus dos manos su querida bolsa. Pero ahora los diablos se apoderan de él. Ni sus bes- tiales cabezas... ni la manera en que se aferran a | los cabellos de su victima, ni sus tridentes son trangullizadores. Ese Fol dives (ese rico loco) 5 el usurero presa del inferno. Es obeso, engor- Gado por sus usuras. Etienne Ge Bourbor Wo lla. | ma, como si se tratara de un epiteto natural, pin | guis usurarius, “el gordo usurer0" 2 En el momento de la muerte, la bolsa puede: | Jugarle malas pasadas al cadaver y suministrar | materia de relledon a sus projimos. Veamos ¢l_| testimonio de Jacques de Vitry: “He ofdo hablar , dienes de este mundo, arrastrados al pecado por 95 wit ses etre, pw an Pe pst feremge es be Scene 3 idee on orgies ha ae ce a eigen 2s a a ce a oe ores a nr iceman rae corre den lane mene gee tr Sues ii Be se oie Sis ae ronan cent ono ianaey ease pees sree celeste eet eae orion se ks Enters Sie ck oe ey ere Se mig. Segre ft ole ates SSE a= ay de omenae ane Bene 1S Son me de doze ar Boh tse ence pee i ola a ler pen ee ae pein oo ee poe ce 96 dor: se lavaba su falta, El ideal mondstico era el del conternptus mundi,’ de desprecio del mundo, de repudio del mundo. Y esto ataiia a los mon- jes. En cuanto a los lalcos, Dios estaba lejos y el mundo cerca, un mundo duro, roido por las’ca- yestias, las enfermedades y las guerras, un mun- do que en su conjunto no era realmente airayen- te. Sélo los poderosos tenian motivos para ale- se y a veces daban gracias a Dios por ser el garanté de su poder. A los poderosos y a los Gébiles la Iglesia les decia que el mundo enveje- cia, que se Sumia en la ruina y que era menester, en la salvacion eterna. La mayor parte de jos laicos pensaba, en el caso de los grandes, que habia que aprovechar el poco tiempo que les quedaba y, en el caso de los pequenos, arrancar 2 esta Herra las migajas de placer que estuvieran a su alcance. Verdad es que estaban Dios y el juicio final, Pero los hombres no Ilegaban a ésta~ Dlecer un celuciéa esuccha entre su propia vida y lo que seria el julcio de Dios que les esperaba. Ese Dios se parecia a los dioses sedientos a quie- nes Rabian adorado durante mucho tiempo sus antepasados, fuerzas de la naturaleza (robles, ma~ nantales, rocas, desiruidas o bautizadas por la Iglesia}, idols abatidos por los sacerdotes y los monjes y reemplazados por iglesias, estaluas; era un Dios enteramente diferente, pero a quien las masas laicas, superficlalmente cristianizadas, tra- taban de satisfacer con las mismas ofrendas 0 10s mismos donativos nuevos que se parecian a los antiguos. Los poderosos y los ricos daban tierras, dinero, plezas de orfebreria; los pobres daban donatives mas humildes, y algunos a sus hijos, 7 aa los oblatos de los monasterios. Como era gente sumisa, se impuso a los campesinos, que forma- ban la mayor parte de la poblacion, una ofrenda pesada, la décima parte de sus cosechas, el diez ino. Dios estaba representado en la terra por sus santos y por la Iglesia. A ellos hicieron los laicos estos "regalos” ‘Alrededor del aho 1000 se produjo un gran cambio que nosotros Uamamos la feudalidad Este cambio acentué sin duda las injusticias y las desigualdades. pero procuré a las masas cleria seguridad, con lo cual nacié un relativo bienes- tar. La Iglesia concibié de otra manera la nueva sociedad. Por un lado, traté de desembarazarse de sus propios vinculos con el siglo, por otro, se esforz6 por cristianizar verdaderamente a la’so- ciedad, y lo hizo de conformidad con los méto- dos habituales en los poderosos: la zanahoria y el alo. Pae‘s] palo fue Satands, Llegado desde a1 lejano y profundo Oriente. el diablo fue racionalizado e instituctonalizado por la Iglesia y fue una figura que funcioné bien alrededor del afio mil. El dia- Blo, azote de Dios, general de un ejército de de- monios bien organizados, amo en sus territories, el inferno, fue el director de orquesta de lo imaginario feudal. Pero el diablo sélo podia ofre- cer —puesto que Dios en el paraiso forzosamente no admitia més que una minoria de perfectos, de santos un més alld sin esperanzas a una sociedad que lograba cada vez menos pensar segin el modelo estrictamente antagonico de ios buenos y de los malos, de Io blanco y de lo negro. 1a soctedad implacable y maniquea de la‘alia Edad Media se hacia intolerable, Las masas impus. sleron a la Iglesia fla cual lo impuso ala aniston cracia ¥ a los principes que trataban de wGlizario én provecho propio) el movimiento de paz ase, por ejemplo, en Normandia se transforno “en ia poz del duque", en Francia en la "paz ddl rey). INo, ciertamente esta tierra no podia ser otra cosa que un valle de lagrimas, un antecedente del Apocalipsis! A partir eel ano mil el monje de Cluny, Rail le Glabre, se maravillaba por un nue- vo manto blanco de iglesias que se extendia por fl pais, Ese manto no era la nieve del invierno, era el florecimiento de una primavera. La tierra mejor cultivada rendia mast maquinas (arados de rueda y de vertedera, telares, molinos), herra- mientas {rastra, reja de hierro), técnicas {mane- ras de labrar la tierra y de cuidar las vinas, el sistema de la leva que transformaba el movi- Iniento continuo en’ movimiento alterado, el Surgimiento, junto con los numeros simbolicos, de una aritniétiea que engendrd, segan Alexan: der Murray, una verdadera mania de contar alre- dedor de 1200), todo esto no se llamaba pro- gres0 (para ello habré que esperar al sigio me). pero se sentia como un crecimiento, La historia gue se estancaba volvia a ponerse en marcha y la vida terrestre podia y hasta debia ser el comien- 20, el aprendizaje de un ascenso hacia Dios. Era aqisi abajo colaborando en su obra de. creacion “Ge otra manera. gpor que habria creado Dios el mundo, al hombre ¥'a la mujer?~ donde la huma- nidad podia salvarse. La zanahoria fue el purga- forio. El purgatorio nace al final de esia gan 98 99 transformacién querida por la iglesia como una modifieacion de toda Ja socledad: la reforma gre | goriana. 3 El usurero paso muy mala vida durante la pri- mera fase de esta mutacién. El usurero judio, cada vez més reducido a esta funcién por la so- ciedad cristiana, aunque no cometia pecado ni segiin la ley judia ni segun la ley eristiana, suirio, a causa del antijudaismo latente, el creciente an- tisemitismo ‘cuyas bocanadas estaban atlzadas - por la hicha antiusuraria de la Iglesia y de los, principes cristianos. Entre todos los valores terrestres en alza, el usurero cristiano habia ele- gido el mas detestable, aunque materialmente era cada vez mas buscado: el dinero. Considero al usurero cristiano no una victima sino un cul- pable que comparte su falta con el conjunto de la Sociedad, la cual lo despreciaba y Io perseguia sin dejar por ello de servirse de él y de com- partir su deseo de dinero. Yo no preficro los hi- ocritas a los codiciasos, En ninguno de los dos casos una cierta inconsciencla es una exeusa, En El capital, Mare supo sehalar la parte de usura_ que subsiste en el capitalismo. ticismo, tiene sin embargo pocas posibilidades Lo que me propongo en este libro es pre- de proponer una explicacién satisfactoria st apun- cisamente mostrar como un obstéculo ideolo- | ta fan solo a una causa unica y dominante. Una gico puede trabar y retrasar el desarrollo de un ttiste posteridad del marxismo murié por esta uevo sistema econémico. Creo que este fendme- | creencia reductora y delormadora. La salvacién no se comprende mejor escrutando a los hom- . del usurero sélo se debe al purgatorio. Antes de bres, que son los aciores en él, antes que exa> poner de manifiesto este elemento, a mi juicio minando tan sélo las doctrinas y los sistemas: {4 decisivo aunque complementario, debemos ex- econémicos. Aquetlo a lo que me opongo es una” fe plorar los otros caminas que conducen a la acep- Vieja historia de la economia y del pensamiento f._ tacion del usurero, econémico que todavia perdura. Esa historia me sos caminos son dos: la moderacién en la ‘ce tanto mas ineficaz en el caso de la Edad ‘Media por cuanto en aquella época no habia una doctrina econémica de la Iglesia ni habia pensa- dores economistas. La Iglesia, los tedlogos, los. ‘canonistas y. no lo olvidemos, los predicadores y Jos confesores de la Edad Media al tratar cues- tones religiosas, el pecado de la usura en este ca- 0, mostraron el impacto de la religion en fend- ‘menos que hoy llamamos ‘econémicos”. Al no re- conocer el cardcter especifico de los mocos de comportamiento y de la mentalidad de la Edad Media —aunque hay felizmente excepciones— las teorias econémicas y las historias del pen” samiento econémico moderno se han negado el acceso a una auténtica comprensién del pasado y asi nos privaron también de un esclarecimiento del presente por el pasado. ‘Un gran poeta como Ezra Pound tal vez haya cedido demasiado a su imaginacion orientada al pasado en cu evocacion de un ciglo xx usurerio, Nadie mejor que él dijo lo que fue historica mente la usura y el usurero. El historiador, que no debe caer en el eclec- 100 101 practica y la apariclin de nuevos valores en la eslera de las actividades econémicas. En los textos, la condenacién de la usura era | total. Se sabe que los principios rara vez encajan en la realidad. Usura e interés son dos cosas diferentes y la Iglesia nunca condené todas las formas del interés. En el siglo x, siglo de la obsesién contable, el monto del interés en lag operaciones de préstamo usurario determin en gran medida la actitud de las autoridades y de la Sociedad respecto de los usureros. 3 En la suba de los intereses, aun con una | reglamentacién eclestistica que por lo demas tomaba el precio del mercado como base del Justo precio. las tasas dependian en parte de la ley de la oferia y de la demanda y constituian un " barometro parcial de la actividad econémica, Gérard Nahon dice: “De una manera general pue: de afirmarse que cuanto mas avanza un pais por Ja via del desarrollo mas tlende a bajar el interés del dinero, En Austria, un privilegio de 1244 fija- ba la tasa en ocho talentos por semana, o sea un 7496, 1o cual permite medir la temperatura del subdesarrollo de ese pais". es En efecto, no parece que la usura haya sido“ habitualmente reprimida cuando no sobrepasaba Jas tasas de interés aplicadas en los contratos en. que era tolerada. Las tasas del mercado eran ad- mitidas dentro de clertos limites y constituian | 4 una especie de reglamentacién que tomaba co- mo punto de referencia al mercado, al cual impo- nia empero Trenos. {Como habria podido la Igle- Sa dejar de Intervenir? Aun cuando aceptaba mucho de los poderosos, queria controlarlo todo trataba de ejercer verdaderamente sus funcio- hes esenciales de proteger a los pobres, con los quales la Iglesia se identificaba idealmente, aun- que ou Practica en este aspecto no fuera muy figurosa. 1a Iglesia era también la memoria del pasa~ do. Ahora bien, la ley romana, reemplazada por ja legislacién bizantinocristiana de Justiniano, y jas leyes barbaras de la alta Edad Media auio- Twaban una usura anual del 12%, y la tasa de 33.5% debe de haber sido entre ei ano mil y el Siglo > el tope autorizado pues es la tasa qué los reyes de Francia Luls Vit (1223) y San Luis (1230-1234) imponen a Ios usureros judios. Las tasas de interés aplicadas en las grandes plazas mercantiles ttallanas en el siglo xan fueron hasta frecuentemente Inferiores. En Venecia, variaban habitualmente entre el 5% y el 8%. Bero habi excepciones, como en el caso de Austria, segin vimos. Si en Florencia las tasas eran generalmen- te de 20% 2 30% podian subir hasta 40% en Pis- toya yen Luca. La encuesta de Felipe el Hermoso realizada en 1384 revela que los prestamistas de dinero lombardos (a menudo asimilado a los ju- dios y a los cahorsinos, es decir, a los usureros) aplicaban tasas del 34% al 266%. En cambio, el | excelente estudjo de R. H. Helmokz sobre la usu- | ren Inglaterra durante ol siglo xu muestra que las tasas de interés varian del 5,5% al 50% y que “la gran mayoria de elias se siitia entre el 12% y /8183-1/3%. fe cnet ot es Jus clans la France du XI ste AnnalesE.'S.C., 1969, pag. 1137. a 102 103 En realidad, ni siquiera los textos oficiales condenan explicitamente a los usureros que no ‘exageran. En 1179, el tercer concilio de Letcin indica que deben Ser reprimidos sélo los usu eros “mnanifiestos” (manifest, Uamados tam. bien “comunes” (communes) 0 “publicos™ (puble @. Creo que se trataba de usureras a los que la Jama, ta “reputacion’, el ramer piblico desig. aba como usureros ‘no alicionades sino como “profesionales” y que sobre todo practicaban usu mas excesivas. El cuarto concilio de Letrén (1215) al conde- nar de nuevo las usuras de les judies sélo habla de aquellas que son “graves y excesivas” (graves et inmoderatas), De manera general, la condenacién de la usu- ra puede compararse con la condenacion del exceso que formulaba el derecho canénico, por ejemplo, en los contratos de venta con la expre- S01 “aésio enormis, “dano enorme’, toma del Este concepto de moderacién no es més que un caso particular del ideal de mesura que, desde el siglo 1 al siglo xm por efecto de la evo- lucton histérica y de los autores antiguos vueltos a cultivar en el “renacimiento del siglo x1", se impone en la teologia, desde Hugo de Saint-Vie- tor a santo Tomas de Aquino y en las costum- bres. En pleno sigio.xat, san Luis practica y alaba €l justo medio en todas las cosas, en 1a vest menta, en la mesa, en la devocion, en la guerra. Para € el hombre ideal ¢s el hombre probo y trabajo y, como todo trabajo, merece un salario. prudente que se distingue del valeroso por et he- De manera menos evidente y sobre todo tho de que une al denuedo la sabiduria y la me menos habitual, el usurero puede trabajar: no en sura. De manera que el usurero moderado tiene (bilidades de pasar a través de las malas de fared de Satands, ‘Su otra posibilidad estriba en que dismi- nuya, se reduzca, la parte prohibida y condenada Ge su lerritorlo. Las nuevas practicas y los nue- yos valores que se desarrollan en el campo de lo que Rosotros lamamos la economia restringen Jhesfera de la usura, La tradicién escolastica deli- ze cinco excusas. Las dos primeras excusas tienen que ver con la nocion de indemnizacién: se trata det damnum emergens, la aparicion inesperada de un dafio debido al retraso en el seembolso del dinero, Ese dafo justilica percibir un interés que ya no es una usura. Tratase también del lucrun cessans, el impedimento de un beneficio superior legitime que el usurero habria pedido ganar destinando el dinero prestado a una inver- Siou ins ventajosa. La tercera excusa, la mas importante y la més legitima a los ojos de la Iglesia, es la que se aplica cuando la usura puede considerarse como un salario, como la remuneracién del trabajo (ctipenclium laboris). Esta es la justificacién que salv6 a los maestros universitarios y a los comer- ciantes no usureros. Ensefar la ciencia es fati- eso, supone un aprendizaje y la aplicacién de métodos que proceden del trabajo. Recorrer tierra y mar, aqudlr a las ferias y hasta levar una “contabilidad. cambiar monedas es también un 104 105 el préstamo y la recuperacion de un dinero que, contra la naturaleza, produce constantemente aun de noche y sin tregua, sino en la adquisicién del dinero que él prestard a interés y en la utilizacién que él haga del dinero usurario, que no sera_una donacion practica y laudable pero cing. sino qe estara destinado a tina actividad verdaderamente productora. Por fin, las dos ultimas excusas proceden de un valor relativamente nuevo en la sociedad eris- tana: el riesgo. Verdad es que ese valor ya exis- ‘fa: riesgo del monje que, como san Anionio en Ja Soledad, esta expuesto a los ataques particu- larmente peligrosos de Satarias: riesgo del gue- rrero que, como Rolando, afronta la muerte para defender ia Iglesia y la fe y, en la sociedad few dal, a su sefior; riesgo del Iaico dispuesto a sacri ficar su vida y sus bienes a través de las rutas te- rrestres y maritimas de la peregrinacién y sobre todo de la cruzada. Este nuevo riesgo es de or- den econdmico, financiero, y asume la forma del peligro de perder el capital prestado (periculun sortis), el peligro de no ser reembolsado, ya por- ‘que el deudor es insolvente. ya a causa de la ma- Ja fe del deudor. El segundo caso es el mas inte- resante (y como el anterior es puesto en tela de Juicio por ciertos tedlogos y canonistas): se trala Gel cdlculo de inseguridad (ratio incertitudinis). Esta idea —influida por el pensamiento aristot ico que penetra en la teologia y en el derecha! candnico después de 1260— ‘reconoce a 10 sear: ro y a lo inseguro (en la prevision, en el cal ‘econémico) un lugar que desempehara una parte en el establecimiento del capitalismo. 106 De esta manera, un mimero reciente de usureros Uene posibilidades de salvarse del in- Reno, ya sea por su moderacion, ya sea por e Gesplazamiento de su actividad hacia las nuevas gonas del préstamo a interés autorizado. Pero fnumerosos usureros permanecen ain amenaza~ Go de ir al inflemo @ causa de sus pricticas y especialmente el préstamo sobre bienes de con- sumo. Ahora bien, los propios usureros no esca- on a la evolucidn religiosa que se desarroll6 Gurante todo el siglo x1 y conocen la inquietud frente a las nuevas formas de confesién, de con- fricion, de rescate. El nuevo paisaje del_mas alla, ¢no puede ofrecerles una posibilidad de sal- vacion? Aqui me limitaré a evocar répidamente el nacimiento, @ fines del siglo xi, de un nuevo Iu- gar del més alla, el purgatorio, que describi y gnalice extensamente en otras partes. El cristia~ nismo habia heredado de la mayor parte de las religiones antiguas un doble mas alld, un mas ‘alli de recompensa y de castigo, el paraiso y el inflemo. También habia heredado un Dios bueno pero justo, juez leno de misericordia y de seve- ‘dad que, hablendo dejado al hombre clerta me- ida de libre arbitrio, lo castigaba cuando el hom- ‘bre habia hecho mal uso de ese libre arbltrio y “entonces lo abandonaba al genio del mal. Sata~ fas, Las almas se encaminaban hacia el paraiso 0 acia el inflernd en funcion de los pecados come- aqui abajo, lugar de penitencia y de prueba el hombre mancillado por el pecado orig!- La Iglesia controlaba mas o menos este pro- 107 aparece de pronto algo inesperado, algo insélite: un usurero, “El monje: Un usurero de Lieja murié en nuestra época. El obispo hizo expuisar su cada- ver del cementerio, Su mujer acudié a la sede apostolica para implorar que permitieran ente- rrarlo en tierra santa. El Papa se nego a ello y entonces la mujer aleg6 en favor de su esposo: "Me han dicho, Sefior, que hombre y mujer no son sino uno ¥ que, segun el apéstol, el hombre inflel puede sér salvado por la mujer fel. Lo que mil marido se olvid6 de hacer, yo, que soy parte de su cuerpo, lo haré gustosamiente en su lugar. Estoy dispuesta a hacerme reciusa a causa de él y a redimir ante Dios sus pecados’. Cediendo a las suiplicas de los cardenales, el Papa dispuso que el muerto fuera enterrado en el cementerio. Su mujer fue a habitar cerca de su tumba, se encerr6 como reclusa y se esforzd nache y dia Por apaciguar a Dios y alcanzar la salvacién del alma del marido mediante iimosnas, ayunos, eraciones, y pasando las noches en vela. Al cabo de sicte afios se le apareci6 el marido vestido de negro y le dio las gracias: ‘Dios te recompense, pues gracias a tus sacrificios he sido retirado de las profundidades del inflemo y apartado de las penas mds terribles; si todavia me prestas seme- Jantes servicios durante siete afios mas, quedaré ‘completamente liberado’. Y asi lo hizo la mujer. Al cabo de otros siete aitos tomné a aparecérsele el marido pero esta vez vestido de bianco y con aspecto de dicha, ‘Gracias a Dios y a ti he que- dado liberado hoy’, 112 “EL novicio: gComo puede decirse que fue Uberado hoy del infierno, lugar en el que no hay ningan rescate posible? “BL monje: Por las profundidades del infer- no ha de entenderse el rigor y severidad del pur- gatorio. Lo mismo ha de entenderse cuando la iglesia ruega por los difuntos diciendo: ‘Senor Jesucristo, Rey de Gloria, libera a las almas de todos os fieles difuntos de la mano del infierno ¥ de las profundidades del abismo, etc.’; la Igle- ‘sia_no Tuega por los condenados, sino que lo hace por aquellos que se pueden salvar. La mano del infierno, las profundidades del abismo quie- yen decir aqui el rigor del purgatorio. En cuanto a nuestro usurero, no habria podide lberarse de sus penas si no hubiera manifestado una con- ‘ricion final."=1 ‘Aqui se trata pues de un usurero aparecide, El purgatorio sirve también para clasificar a los aparecides. Estan aquellus a quienes Dios les permite u ordena un breve retorno a la tierra Para ilustrar la existencia del purgatorio, para Togar a sus allegados que apresuren su beracion mediante sufragios, como en el caso del usurero de Licja. A estos aparecidos hay que escucharlos. En cambio, los aparecidos no autorzades deben ser rechazados, aunque ellos también pueden Proponer una leccion al mostrar su miserable suerte. Tal es el caso, en Cesareo, de un caba- ero usurero: “Un caballero al morir, después de haber 8 Dialegus miculorum, Xl, XXIV, en Strange. ope ‘tn, page 535.336. a3 adquirido bienes mediante la usura, dejé su he- renela al hijo, Una noche el muerto golped fuer- temente a la puerta de la casa. Un joven servidor acudié al llamado y le pregunté por qué lamaba, Bl aparecido respondio: ‘Déjame entrar, soy el senor de este dominio’ y dio su nombre. El ser- vidor, mirando a través del agujero de la puerta, Jo reconocié y respondié: "Es cosa segura que mi amo ha muerto, de manera que no os dejaré en- rar’. El muerte continud golpeando a la puerta, pero sin resultado y por fin declaré: ‘Lleva ami hyo estos pescados de los cuales me alimenio: Jos dejo colgados a la puerta’. Ror la mafiana si- guiente al salir hallaron en un cesto una mult que ya es demasiado tarde sino que, por ahadi- dura, la restitucién no es siempre muy facil de evar a cabo. La victima del usurero puede haber muerto y sus descendientes pueden no ser locali- zados. La realizacion del dinero ganado usuraria- mente puede resultar dificil si ese dinero se ha gosiado 0 invertde en una compra que no se puede anular o recuperar. La usura tiene que ver con el tiempo. El usurero ha vendido tiempo, ha robado tiempo y es0 s6lo se le podria perdonar si devolviera el objeto robado. Pero ese puede devolver 1 tempo, se puede remontar el tiem- po? Metidos en esta dimension temporal de las racticas econémicas vinculadas ¢on el numera- tud de sapos y culebras, Eso era lo que se comia Ho, @ los hombres de la Edad Media les resulta en el inflemo y estaba’ cocide con e fuego del mis difiesl remontarse en el tempo que descen- Seuke = der por al. ‘iertamente hay un medio por el cual el usu ‘BI problema es sobre todo dificil si el usure- ero puede escapar del infierne y del purgatori: ro deja una viuda ¢ hijos. La cuestién preocupa la restituctén. Etienne de Bourbon lo pone de relieve: “Si el usurero quiere evitar la condena- cién, debe devolver la palabra es muy fuerte, evo- mat. es decir, vomitayl, restituir el dinero mal hhabido y obtener el perdén por la confesién. En otras palabras, el usurero clevoluerd dinero y falta Ivomitando, evomet, que en este caso ha de to- marse al pie de la letra] por su castigo en el in- flerno”.* Restitucién en lo temporal y confesion en lo espiritual. Pero hay que restituirlo todo y hhacerio a tiempo. Ahora bien, no sélo muchos usureros vacilan y se muestran reticentes hasta serlamente a tedlogos y canonistas. ‘Aqui aparece ef iltimo y mas importante personaje: la mujer del usuréro, luego la vluda del usurero. ‘Asi se expresa Tomas de Chobham: “,Qué decir de la mujer de un usurero que solo dispo- ne de los recursos obtenidos de la usura? gDebe lla abandonarlo a causa de su incorregible peca- do espiritual o permanecer con él y vivir del di- nero usurario? “Sobre esto hay dos opiniones. "Unos dicen que esa mujer debe vivir del trabajo de:sus manos si posee tun oficio 0 de Tos Tecursos de sus amigos. SI no tiene ni ofielo nl © Bia, XI, 18, amigos, puede también abandonar a su marido, © Lecoy dela Marche, ep. cpg, 362. oa ns asimismo a causa dei pecado espiritual y corpo- ral pues no debe servicio de su cuerpo @ seme- jante marido, ya que de otra manera seria como ‘una idélatra pues la codicia (avaritia) es el servi Gio de los idotos (Efesios. V1. 5). “Otros dicen que la mujer debe hacer mas bien como el Sear que comid con pecadores y ladrones que te offecian bienes de otros en tan~ to que él empero se hizo abogado de los pobres y persuadié a los ladrones para que devolvieran Jo que habian robado (Lucas, XIX) y que de esta manera comi6 Iieitamente de’ sus bienes. Asimis- mo la mujer del usurero puede persuadir a su marido para que restituya los bienes mal habidos © para que imponga menores intereses a los po- bres (vel minores usuras @ pauperibus), de manera que trabajando en favor de ellos y de- fendiendo su causa la mujer puede vivir licita- mente de sus bienes”.st Se observard aqui Ja alusién a la tolerancla de la usura moderada, de la “pequefa” usura. En el texto siguiente se trata de los hij “Supongamos que alguien que no poseyera otra cosa que el producto de la usura quisiera arrepentirse de ella, Si restituye todo lo que po- see, sus hijas deberan prostituirse y sus hijos hacerse bandidos, en tanto que él mismo se ha- 14 mendigo y su mujer lo abandonara. ¢No po- dria la Iglesia darle un consejo de tal condicion ara que no tenga que restituirlo todo? Nosotros "Toms de Chobham. op ct, pags. 506-507, ne decimos que un buen consejo seria hacerle pe- dir que lo reconocieran libre de toda obligacion aquellos a quienes él deberia restituir el dinero. ‘Si no obliene esa gracia, creemos que, como to- do hombre en una necesidad extrema, puede vivir del bien de los dems para no morir, segin dios antes, siempre que tenga la intencion de restituir lo mal habido cuando pueda hacerlo; de manera que el usurero mismo, en semejante estado de necesidad, puede conservar de su dinero usurario algo que le permita vivir con la condieién.de que viva en una extrema parsimo- nia y con la condicién de que tenga la firme intencion de restituirlo todo cuando pueda’.% Volvernos a encontrar aqui el valor de la in- tencion y la excusa de la necesidad. En todos estos asuntos en los que se juega la suerte eterna del usurero, el papel de la mujer es importante. La mujer debe tratar de persua~ llr al snaridy de que abandone ese oficio maldito y restituya el dinero que lo enviaré al infierno. En les exempla muchas mujeres de usureros asi Jo hacen. En general, tritase de una figura con- movedora, digna de interés, parecida a esos per- sonajes femeninos de Balzac que viven a la som- bra de maridos 0 de padres tiburones, a veces aterrorizadas hasta el punto de no atreverse a hhablarles, y menos aun a censurarios, mientras tratan de edimir en la sombra de la oracién la ignominia del hombre. La Iglesia siempre tuvo luna Imagen doble de ia esposa. Por un lado, la © Bi, pags. 915-516. 7 denuncia como la Eva que hizo sucumbir a la tentacion a Adan; por otro lado, eifra en ella sus esperanzas de convertir 0 enmendar al diabélico esposo, Pero, en el seno de esta tradicion, hay una coyuntura de los papeles del esposo y de la es- pasa en el matrimonio y paralslamente de la ima. gen que tienen de cada cual la Iglesta y la socie- dad. En aquel momento en que, en’ medio de una mutacion general, cambian también — como Jo ‘mostro tan’ brillantemente Georges Duby, entre otros~ la concepeién y la practica del ma” ‘trimonio, y la mujer aparece como beneficlaria de esta transformacion. El modelo eclesidstico del matrimonio, monogamico e indeleble, cam- dia: el matrimonio evoluciona hacia la condicién de ‘sacramento; esta fundado en el consenti- miento mutuo de los cényuges y en la consuma- cién carnal; el contrato matrimonial da una parti- cipacion mejor y una proteccién mayor a la mu- Jet. zNo es acaso ejemplar de la pareja “nueva” la mujer del usurero de Lieja que recuerda vehe- mentemente al Papa la definicion que la Iglesia te dio del matrimonio y que cita a san Pablo: “Hombre y mujer son sélo uno"? La Iglesia, en la reforma general a la que se ha lanzado, vacila en conservar cualquier cosa de la antigua ley que pueda fundar una responsabilidad colectiva. El dinero que el hombre adquirio por la usura en el contexto de una economia de sociedad se_con- Mierte en el dinero de la pareja en virtud de su utilizacién en la economia doméstica, familiar. 2Cémo castigar al hombre sin castigar a la mu- Jer? El exemplum del usurero de Dijon da una respuesta ilustrativa, clara, pero poco utilizable en ja vida cotidiana. La estatua de piedra que cae da muerte al novio usurero y respeta a la mujer antes de que sea consumado él matrimonio. 118 a 6 “El corazon también tiene sus lagrimas” Por el camino de la salvacién sigamos ahora a la mujer del usurero de Lieja, modelo limite también ella, puesto que después de su vehe- mente reivindicacion conyugal logré con su sacri- ficio rescatar a su marido usurero y mujer. que solo recibi6 en sefial de agradecimiento y aliento la gratitud de un aparecido y la vision de una aritmética del sistema del purgatorio encamada bastante groseramente en el aparecido. El cuer- po del aparecido es un barémetro en negro y blanco del tiempo del purgatorio. En otros. tex- tos el muerto que ha purgado a medias sus peca- dos aparece vestide de blanco de medio cuerpo para arriba y de negro por debajo, Und mitad negra y una mitad blanca es el tiempo medio. ‘Veamos el caso de otra mas modesta— “buena mujer” de usurero: “He oido hablar de una buena mujer que tenia por esposo a un usu- rero. La mujer le pedia astduamente que lo resti- fuyera todo y que se conviritiera en un pobre de Cristo en lugar de ser un rico del Diablo. El hom- bre no estaba de acuerdo con ese parecer. pero de pronto fue victima de su sefor de aqui abajo 123, que Io hizo prisionero y sélo se liber entre- gando para su rescate el dinero que habia adqui- Fido mediante la usura. Quedé en libertad, pero su mujer loraba muy amargamente. El exclamé fen tono de reproche: “i¥a lo ves! Ahora say pobre ‘como ttt lo deseabas’, pero ella replicé: ‘No loro porque eres pobre, Sino porque, con la desa- Paricién del dinero que era menester restituir el pecado ha quedado con nosotros, pecado que Geberia haber sido borrado por la restitucion y el sntimiento™.9° Por lo demas, ocurre con frecuencia que los esfuerzos de la mujer sean impotentes. Volva- mos a aquella historia del usurero campesino de la diécesis de Utrecht. Cuando Godescale entré en el molino encontré al diablo que lo condujo para mostrarle el sitio que le estaba reservado en el inflerno; y sin embargo el usurero no se arrepintié, Veamos en detalle el fin de la histo- Ha despues de haber regresady ayucl hombre del viaje al inflerno: “Un sacerdote, Uamado a toda prisa por la mujer del usurero para confor- tar a aquel hombre aterrado y desesperado y para exhortarlo a ocuparse de’ su salvacién, to invité a que diera muesiras de contricion de sus pecados y a que hiciera una sincera confesién gnientras le aseguraba que nadie debia desespe- rar de la misericordia de Dios."*" Pero el usure- To, seguro de su condenacién, no muestra contri- cion y rechaza la confesion y la extremauncion SLecay dela Marche, op. ct, pig. 964, & Dialogue miraculonan, Tl, Vil, en Strange, op. et. th pig. 72. 124 de suerte que es enterrado en el infierno. Su mu- Jer no se desanima: “El sacerdote le negé sepul- tura cristiana, pero la mujer la eompr6 y el ma- rido fue enterrado en el cementerio. Esa es la razén por la cual aquel sacerdote fue luego amo- nestado por el sinodo de Utrecht”.®° Para no ceder a una beata admiracién por la actitud de las viudas de usureros, digamos que también hay casos de “mujeres malas". Jacques de ¥itry cuenta la historia de un caballero des- pojadio ‘por un usurero y preso a instigacién suya que se cas6 con la viuda de ese usurero y gracias a ella pudo gozar de todas sus riquezas. Etienne de Bourbon recuerda la conducta de la mujer de un usurero de Besancon: “En sus ultimes momentos no quiso hacer ni testamen- to, ni dar limosna a los pobres sino que dejé to- dos los bienes a disposicion de su mujer. Apenas muerto, ésta se aproximé a uno de los enemigos del usurera y volvié a casarse con él. Una mujer honesta se 10 repracho y le hizo notar que ef ma~ ido todavia estaba caliente en la tumba. ¥ la mu- Jer respondié: ‘Si esta caliente, sopladie’. Esos fueron todos los ébolos que ofrecié por el alma de su marido™.% El sistema tradicional de redimirse de que disponia el usurero durante su vida y aun en el articulo de la muerte comprendia: la confeston. la contricion (arrepentimiento) y la satisfaccion {la penitencia); en este caso la penitencia era la 125, restitucién de lo mal habido. Pero la concepeién del pecado y de la penitencia que se imponia desde el sigio x1 al siglo xm ponia el acento cada vez mas en la coniricén. Acosado por la muerte, privado por el diablo de la posibilidad de hablar ¥, por lo tanto, de confesarse, no habiendo teni- io tiempo para restituir, el satirero lograba sal varse en virtud de una contricion sincera. En uiltima instancia ni siquiera era necesario que la gente estuviera segura de su contricion. Pero Dios lo sabia y a veces hacia conocer la verdad en la tierra mediante alguna sefal. Puesto que la contricién sin penitencia llevaba al purgatorio y puesto que el purgatorio era de todas maneras, ‘un duro suplicio, por qué no dar crédito al usu- Tero en cuanto a su contricién? Consideremos el caso del usurero de Lieja. El hombre no se habia confesado ni habia resti- tuido nada. Su mujer pagé la culpa con su perso- na, no con dinero, salvo en el caso de las limos- nas. Forzosamente el usurero debia pues haber “manifestado una contricion nal", segan termi- na el exemplum de Césareo de Heisterbach. La busca de esa contricién en el usurero po- gia fracasar. La siguiente es Ja historia de un fracaso que sufrié santo Domingo y del engafo final de un usurero falsamente contrito: “Lef’, dice Etienne de Bourbon, “en el libro de un anciano hermano que santo Domingo hizo una visita en Lombardia, a instancias de clertas per- sonas, a un hombre de leyes, gran abogado y usu- Tero que estaba gravemente enfermo. En presen- dia de un sacerdote el santo lo exhort6 a que de- volviera el fruto de su usura. Pero el hombre se 126 negaba a ello alegando que-no queria dejar a sus bijos y @ sus hijas en la pobreza. De modo que santo Domingo se retird con los demas y con el cuerpo de Jesucristo. Preocupados los. amigos del usurero le pidieron que prometiera larrepen- turse] hasta haber recibido la confesion para que po le faltara sepultura cristiain, Ast 19 hizo" el hombre creyendo engaftarlos. Apenas los’ otros se bubieron marchado después de haber recibi- do él la comunién se puso a lanzar gritos mien- tras exclamaba que se sentia todo en fuego ¥ que tenia. el inferno en la boca, “Ardo por todas partes’, dijo levantando la mano, “ésta arde por entero y 1o mismo ocurre con los otros mien bros’ y asi murio consumido por el fuego" © ‘Veamos en cambio el caso en el que gracias a un habil confesor la contricion y la penitencia fueron obtenidas de un usurero y de un omi- cida. “Un sacerdote de la iglesia San Martin de Colonia durante la cuaresma, mientras conlesaba @ una viefecita, vio frente a él a dos de sus feli- greses sentados ante una ventana y entregados a Ja conversacién. Uno era un usurero,-el otro un homicida. Por fin, la viejecita se marcho y el ‘usurero se present6 para confesarse. “Bl sacerdote le dijo: ‘Amigo, tay yo vamos hoy a Jugarle una mala pasada al diablo. Lo «nico que tienes que hacer es confesar oralmente tus Pecados, despojarte de la intencién de pecar y aceptar mi consejo: yo por mi parte te prometo ja vida eterna: Moderaré tu penitencia ‘de ma- % Bie, pags. 966-267. 127 nera que no te sea demasiado pesada.’ El sacer- dote sabia muy bien cual era el vicio de aquel hombre que respondi6: ‘Si lo que me prometes fuera cierto, seguiria de buen grado tu consejo’. Yel sacerdote volvié a prometérselo. El hombre se confeso, renuncié a la usura, acepté una peni- tencia y djo a su amigo el homicida: ‘Verdade- ramente tenemos un sacerdote muy amable: por Ja piedad de sus palabras me condujo a la penl- tencia’. El otro, excitade por la entulacion, fue a confesarse y, sintiendo las mismas sefiales de piedad en las palabras del sacerdote, acept6 una Penitencia que luego cumplio". Rosadas palabras que expresan empero la voluntad de salvar al usurero a costa de alguna indulgencia, ‘Sin embargo, el mismo Cesareo observa que es muy dificil salvar al usurero y que el valor de un arrepentimiento sin la restilucién de lo mal habido es dudoso. “El usurero es extremada- mente dificil de corregir, pues Dios no borra el delito si el objeto del robo no ha sido restituido. El fornicador, el adtltero, el homicida, el perju- ro, el blasfemo una vez arrepentido de su pecado obtiene la indulgencia de Dios. Pero el usurero, aun cuando se arrepienta de sus pecades, mien- tras conserve lo adquirido por la usura pudiendo empero restituirlo, no .cbtiene la indulgencia de Dios."32 Con un arrepentimiento dudoso, el usurero 2 Dialogs miraculerum, W, Lil en Strange, op. ily 1. pag. 169, Bid, Vit 128, agonizante 0 recién muerto es a veces el objeto de una: encarnizada lucha entre diablos y ange- les. Un anciano monje benedictino de naciona- lidad sajona contd a Cesareo de Heisterbach la historia de un usurero muy rico que tenia en prenda los tesoros de muchas iglesias. El hom- bre fue atacado por una enfermedad mortal. En- tonces llamé a un pariente, un monje benedic- lino, y le dijo que no lograba poner en orden sus asunios y que ho podia restituir lo adquirido por la usura, Si el sacerdote respondia de su alma ante Dios y le prometia la absolucién de sus pecados le entregaria todos sus bienes, muebles @ inmuebles, para que dispusiera de eos a su gusto. El padre vio que el hombre estaba real- mente contrite, que realmente estaba arrepen- tido. Fue a consultar con el obispo quien le sugi- 10 que respondiera del alma del usurero ante Dios y que recibiera su fortuna con la condicion de devolver su lesuro a la iglesia Caledial. EL padre regres6 presuroso a la casa del moribundo y le dio cuenta de lo que hiciera. El enfermo ‘jo: "Haz enganchar las caballerias a los carros. carga en ellos todo lo que poseo y por fin lléva~ me también a mi mismo". Entre los bienes habia dos cofres de oro y de plata, una infinidad de pie- zas de orfebreria, libros y objetos variados toma- dos en prenda, mucho ttigo, vino y ropa de cama y ademas inmensos rebahos. Cuando todo fue ‘cargado, el padre hizo sentar al enfermo en una silla de manos y se dirigié al monasterio. Pero apenas hubo pasado la puerta del monasterio el ‘enfermo murid. El sacerdote que no habia olvida- do la garantia que diera restituyd los bienes 129 adquiridos por la usura en la medida en que le fue posible, dio importantes limosnas por el al- ma Gel usurero y destind el resto de sus bienes para uso de los monjes. El cadaver fue colocado én una capilla y rodeado por cores de cantores. ‘Aquella misma noche los hermanos que entona- ‘pan los canticos vieron aparecer a cuatro espin- tus negros que se colocaron a la izquierda del feretro. Al ver aquello los monjes aterrados huye- ron con la excepcion de uno solo mas anciano. Subitamente aparecteron cuatro angeles que fue- ron a colocarse a la derecha del atatid frente a los demonios; éstos entonaron ef salmo 35 de Da- vid, en el cual Dios promete castigar la injusti- cla. y dijeron: “Si Dios es justo y sus palabras son verdaderas, este hombre nos pertenece, pues es culpable". Los santos Angeles replicaron: “Puesto que vosoires citais el poema de David continuad fasta el final y como vosotros os calldis continua~ remos nosotros’. Y entonces los angeles canta- ron los verses dél salmista en los que se trataba ahora de la cuestion de la justicia Insondable de Dios, de su misericordia y de la promesa: “Los hijos de los hombres espérarén la proteccion de tus alas’. Como Dios es justo y la Escritura verda- dera este hijo de hombre nos pertenece, se ha Tefugiado en Dios e ira a Dios pues conti proteccién de sus alas. Se embriagara con la pro- fusion de su casa aquel que se embriag6 con las lagrimas de la contiicién...” Ante las mismas harices de los demonios confundidos y callados, Jos angeles se llevaron al cielo el alma del peca- dor contrito recordando las palabras de Jesus: “Habra alegria en el cielo para los angeles de 130 en la bien dn al ene ut hep Peak a Seeger ea en Boe bl ae nate en sc i rr cea Sk SSE ea ae ee, Pel Sa tn ea fee ens en ped ramen Sear ecard padre cuyo monasterio recibio (ZComo interés Eth phar. i, Gc 2 etre ne ea ee ong fat Eatin Mga Sar Serpe Sa natalia cee Ba ima ss bes a ce oe poe caren age a a ae pee ee se RR Sam Sie ae Sopra te Soe hE Saree bal cient Lae Sites ier hee eta Sa ane Sie is Sas eer sedis Bette ee ae sooo tac SAE errs oe ase A la ingenua pero oportuna pregunta del no- vicio sobre si un hombre sin ojos puede manifes- tar contricién, puesto que sin ojos no puede llo- rar, Cesareo responde: “La contricién no esté en las’ lagrimas; esta en el movuntente del corazon 5 bid, I, 3000, en Strange, op. ct 1, pags. 109-108, 131 presenta la esperanza y, en el caso del usurero Aispuesto a la contricién final, la cast certeza de que se salvaré, de que podra obtener a la vez la bolsa aqui abajo y la vida, la vida eterna en el mas 4 cual las lagrimas de Ios olos son las sehales del ov Graven tambien tiene sus lagrimas”, Y Bete, Sugreear “Todo hombre, justo @ pecador, Cr Seuo"aungue sea tan sélo con una pizca ; Rima ve | alld. El usurero de Lieja'constituye una referen de contricién (in contritione etiam Gia a esa esperanza. Dela usura el usurero espera raha gna atencion se presta al usurerot un beneficio natural, financiero: “Si alguien", ob- iCua mr natuourerol | ebrnsie natural, fancies: loco: estes te ey emi su Saunas |S Sn a coger sae So Se on | ascend entender ante Dios. “Aguel El usurero parece dispuesto a prefer esta epe- Dios su nore os hoeva surero seré ilamado ranza terresire a olfa esperanza, la del paraiso, 9 auton 2 iara justincado por Dios, aquel a Esperanza contra esperana, Pero la esperana i ‘tes se llamaba cruel sera llamado miseri- del purgatorio conduce a la esperanza del parai- guie aotcquel que era llamado Zorro y mono S¢- so, De una estada mas o menos prolongada en el cordloso, 2avsidtro y paloma, aquel que era 1a. Purgatorlo ve sale obligadamente hacia a pareiso. Fa Te Ser udulo sera lsmado Servidor Figaeza material pareiso: deble eoperance ee ‘Senor Jesucristo...°S Pero una golondrina no hace verano. Un usu- Ge Nas eatono, ce decicidamente sélo wna de rero en el purgatorio no hace captaligino, Un are 3] crisianismo hace al usure- sistema econémico reemplaza a otro sélo al cabo a6 ee glo sal, pero el Purgatorio es lo Unico de una larga carrera de obstaculos de todas cla- racell eee ral paraiso En restricei6n. El pur- ses. La historia son los hombres. Los iniciadores vee ot ‘Ceséreo de Heisterbach —al del capitalismo son los usureros, mercaderes de gptorio, come, (in usurero, sino a una pecadora futuro’ mereaderes del Uempo gues en el siglo Teun destino aparentemente tan infernal como esa Starero pus steno wna joven monia for oy Agata moje y Dios la hizo morit em el parto junto con el fruto de su pecado—, el purgatono, Junto on fe caso, representa In esperanza: xv, Len Bautista Alberti definira como el dinero. Y esos hombres son cristianos. Lo que los retie~ he en Jos umbrales del capitalismo no son las consecuencias terrestres de las condenaciones de la usura por la Iglesia, sino que es el miedo, ‘ef miedo angustioso al inferno. En una sociedad en la que toda conciencia es una conciencia reli- iosa, los obstdculos son en primer término —o en ultima instancia— religiosos. La esperanza de escapar al inflerno gracias al purgatorio permite och, 1 SOEKIVICOW, em Strange on PE 100. 181 ‘Sermon ‘ad status”, 59, 18. 3 Biles voc aM. 133, 132 ‘al usurero hacer progresar Ia economia y la socie- ‘dad del siglo xm hacia el capitalismo. Post-Scriptum Eotc ensayo ya eetaba escrito cuando tive co- nocimiento de vin texto que le presta apoyo: se trata del excelente articulo de Elisabeth A. R. Brown, “Royal Salvation and Needs of State in _ Late Capetian France” en Order and innovation in the Middle Ages. Essays in Honor of Joseph R. Strayer, ed. W, C. Jordan, B. McNab, T. F. Ruiz, Princeton University Press, 1976, n° 14, pigs, 542-54: “En un quodlibet (ejerciclo universitario) es- crito a fines del siglo xt, Renier de Clairmarais examina la cuestién de saber si una persona cuyos ejecutores testamentarios retrasan la dis- tribueidn de los bienes que esa persona les dejo permanecer por esa razon mayor tiempo en el Durgatorio, Si los bienes fueron dejados con f- hes de restitucion, ese retraso no modificara la duracion de la estancia en el purgatorio a menos que el testador haya elegido voluntariamente cje- Cutores irresponsables; pero si el testador dejé sus bienes en limosnas para obtener el perdén de sus pecados, su liberacion del purgatorio se vera retrasada por mas que sus sulrimientos no sean aumentados...” De manera que el usurero en el purgatorio entré en los programas de estu- dios universitarios. : asa Apéndices 1. Dante, La Divina Comedia 2. Bara Pound, Canto XLV 3, Bera Pound, Addendum al Canto © 1 Cosiancor super ta sirematesta diquel setimo cerchio tutio solo ‘andai, dove sedea la gente mesta, Per liacché fora scopplavator duoto: diqua, dita soccorrien éon le mart ‘quando’ vaport. e quandoal caldo suolo: ron altriment{ fan dtstate icant ‘or col ceffo, or col pi, quando sor morsi odapulct oda mosche ada tafant. Pol che nel visoa certsliocchi porst, ne’ quali el dolorase fore casea, rnonine conobbtalcuré ma torn accorst che dal colioa ciascun pendea una tasea (ht avea certo colore certo ‘aquindi par che Uloro occhito stpasea, com’ ioriguardando trator vegro, ‘inuna borsa gialla vidi azzurro che dun leone avea faccia e contegno. Pot procedendo dimio aguardo itcurro, vidive ur’ altra como sangueressa, rmostrando un’ oca bianca pili che burro. Bunche d una scrofa azzurra.e grossa ‘seghato avea lo suo sacchetio bianco. mmudisser “Che faituin questa fossa? Ortene vas e perche se’ vivo anco, seppiche into ven Viale quidal mio siristro farce, 137 Con quest fiorentin son padovano: ‘spesse flaie m’ mutronan tioreccht ‘gridando: Vegna iloavalier sourano, che rechera a sca coi tre hoch” ‘Quidistorsela bocea edi fuor rasse (aiiguarcome tue che nasa leech Eto, temendono ‘tpt star erucciasse luichedl poco star m’ avea ‘mmanito, torna’ métrdtetro dal! anime tasse:? (De suerte que atin me dirigl, aunque solo, por ta extremidad de aquel séptimo circulo donde se hallaba la triste gente,s En sus ojos se les veia cl dolor y aqui y alla se defendian con las manos, ya de la inflamada fuvia, ya del ardor del suelo, como hacen los perros en el estio, ya con el hocico, ya con las whas, al sentirse picados de las pulgas, de las moseas o de los tébanos.. pe Jaws en el roto de algunos sobre quienes aia el dolor fuego, ¥ no cones! a ningun, mas Sdverti que a cada eval le pendia del cuello una bolsa Ge distinto color y maxcada con distintos signos y que todos parecian récrear en ella sus miradas. ¥ como al ‘pasar entre ellos iba contemplandolos, vi una bolsa Emarila con azul que tenia la forma y traza de un Jeon» y prosiguiendo el curso de mi examen vi otra roja como la sangre con un, ganso mas blanco que la eche. ¥ uno que levaba un Saguillo blanco e smpresa fen él una cerda prefiada de color azul me dijo: “Qué © Loesieureros IE] 5 Kets dein fasta Giang de Florencia ¢ Bintonce ine Uobracts, deForencm © Entascramlasarmas del familia Servier, de Pda. [3] 2 Dante, La Divina Comedia, Inflerno, XVI, versos 49-78. 138 hhaces tii en este foso? Vete de aqui, y pues todavia estas vivo, sabe que mi vecino Vitaliano* vendra aqul a sentarse a mi lado iquierdo. Estoy entre estos floren- ‘nos aunque soy de Padua y a menudo me atruenan Jos ofdos gritando: jVenga el magnifico caballero que hha de traer la bolsa con los tres picos de pajarol™ ¥ decia esto torciendo la boca y sacando la Jengua, como fon Duey que se lame lag narioes. Vo, temienio que el permanecer alli mas tempo disgustase al que me habia encargado que me detuviese poco, abandoné a aquellas aimas desventuradas). 4 Valine del Dente, pasa célebreusarer. 7 «Blau habla ce Reinaldo Scrovign yal quearse de Jos grits aa ocelot rere ee se oder a a eects pee er ued 7a rat ope ce rene Poe tee a Juan Bulamonts 0 Bujamonie, el usurere mss repuze implacable deaquela pecs (2) 139 140 2 Canto XLV Porusura Porla usura no tienen los hombres casa de ‘pledra sana bloques lisos finamente tallados y ‘empotrados para que lffiso eubra su superficie porlausura ‘ho tienen los hombres paraiso pintado en las ‘paredes de sus iglesias arpas y luz, ‘enque la virgen acoja el mensaje fen que la aurora se irradie en entalladuras porlausura hho tendra Gonzaga heredero, concubina, zo tendra retrato pintado para durary ‘adornaria vida sino el cuadra hecno para vendery vender rapidamente porla usura pecado contra la naturaleza ‘Sera tu pan de trapos aun més rancio serd tu pan tan seco como el papel Sinla harina pura del trigo de la montana porla usura a linea se hace gruesa porla usuraya no hay clara demarcacion {os hombres ya no tienen emplazamiento _parasus moradas ‘la cantera queda privada de su piedra Eltejedor de su oficio PORLAUSURA alana desaparece de los mercados elganado, perdida pura, por la usura. Usuraesmorena, usura gasta la aguja en los dedos dela costurera ‘Suspende a destreza de la hllandera, Pietro Lombardo noes hijodela usura noes hijo dela usura Duceso ziPier cella Francesca; ni Zuan Belin’ hielcuadte "La Caluunnta’ Noes frato de ia usura Angelico: niAmbrogio Praedis nila iglesia de piedraconia leyenda de ‘Adamo me fecit Nipor usura fue San Trofimo nnipor usura fue San Hilario, la usura herrumbra las tjeras ‘errumbraelartey alartista corta ethilo deloticio hada se entreeruza con oro segin sumodelo; ‘ldidfano azul se corrompe por la usura: el carmesise rasga la esmeralda busca a su Memlimg tusura asesina al hijo en el seno Estorba a corte delmozalbete araliza el alumbramatento, opone Al joven desposado su esposa™ Han levado putas a Eleusis Loscadaveresbanquetean allasefalde usura IN. B. Ustra: Interés sobre el poder adquisitivo tm: ‘puesto sin considerar la produccién; frecuentemente hasta Ein consicerar las pesibiidades de producciOn. (De abt Ia ‘tulebra de la bana Medicis. Bera Pound, Les Cantos, “Canto XLV". Paris, Flam- marion, 1986, ui 142, 3 Addendum al CantoC. La Usuraeselmal, neschek Jaserpiente rneschek de nombre bien conocido, a ‘contaminadora, ‘Tokos hie mall medium est heahiel corazén del mal, el fuego sin tregua ‘delinfierno Eledncer que todo lo corrompe, Fafnir el Sillis de estado, de todos los retnos, ‘Verruga del bien publico hhacedor de quistes, corruptor de toda cosa, Oseuridad contaminadora erfida gemela de la envidia, Serpiente de slete cabezas, Hidra, que penetra toda cosa, ‘Que viola las puertas del templo, que ‘Contamina el bosquecillo de Pafos neschek elmalrastrero, ‘Baba, corruptora de toda cosa, ‘Envenenadora delmanantial, ‘De todos los manantiales, neschek Laserpiente, mal que se opone al ‘ereeimienio de la naturaleza, ‘Ala belleza Tokalon. formosus nec est nec decens _wullares murieron en sus pliegues, enlacesta del pescador de anguilas ‘iKhaire! O Dione, Khaire Juz pura, te supleamos fencarceldamente tal te supleamos cncareedamente. © Id. i, "addendum al canto.” 143 Agradezco a Jacques Berlioz haberme lamado la atencion sobre estos magnilices poemas que esclare- Genel enomeno medieval dela usura. “Acerca de las concepciones econdmicas de Ezra Pound debe leerse el notable estudio de Jean-Michel Ra- Date, Language, Sexuality and Ideology in Ezra Pound's Cantos, MacMillan, Basingtoke y Londres, 1986, Chap. S “Poundwise: Towards 2 General Critique of Econo- my", pags. 183-241, Agradezco a J, M, Rabatt el haber puesto a mi dis posicidn esas paginas antes de que su libro se hubiera Gifundido en Francia. 144 Bibliografia A-TEXTOS a) Actas de concttos: G."Teonardl (eomp.), Conclioram oecumentcorum De- ‘eta, Bolonia- Viena, 1962, H. Wolter y H. Holstein’ Histore des Conciles oecume- niques: Vi. RForevile, Latrare lr i i et Tatran IV, Paris, 1965, Vi G. Dumeige, Lyon tet yor, Paris, 1966: 1. Vili J. 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