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CIRUGÍA DE URGENCIAS
CIRUGÍA DE URGENCIAS
Editado por GATCU
(GRUPO ANDALUZ DE TRAUMA Y CIRUGIA
DE URGENCIAS)
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Depósito Legal: Es: SE 1037-2015
INDICE DE AUTORES............................................................................................. 11
Sección 1. GENERALIDADES
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1.2 Transfusión
La transfusión de sangre proporciona los beneficios de aumento de la ca-
pacidad de transporte de oxígeno, por otro lado, conlleva múltiples proble-
mas potenciales. Los umbrales de transfusión tradicionales han sido puestos
en duda. El ensayo Transfusion Requirements in Critical Care, demostraron
ausencia de daño con un umbral para transfusión de 7 a 9 g/dl de hemo-
globina, en comparación con la cifra más tradicionales de 10 a 12 g/dl, así
como un posible beneficio en los pacientes mayores de 55 años y en aquellos
con puntuación APACHE II inferior a 264. En el momento actual, a la luz
de las pruebas de que los umbrales restrictivos de transfusión no son perju-
diciales y pueden reducir la mortalidad, las transfusiones deben limitarse a
pacientes con una hemoglobina inferior a 7,0 g/dl3. La coagulopatía es ha-
bitual en estados de shock, tiene un origen multicausal y los factores etio-
lógicos comprenden hipotermia, activación de fibrinólisis, daño endotelial
y dilución de los factores de la coagulación y plaquetas. En ocasiones estos
pacientes tienen alguna condición preexistente, que puede predisponer a
hemorragia, estos casos deben ser identificados en la anamnesis. La pre-
vención es preferible al tratamiento, para ello evitaremos la hipotermia y la
limitación del shock, que a su vez se consigue con una reanimación hemo-
dinámica enérgica. La administración profiláctica de plaquetas o plasma no
previene la coagulopatía3.
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3. VALORACION SECUNDARIA
Consiste en una anamnesis o evaluación médica completa y una exploración
sistemática y detenida.
Anamnesis
Hacer una historia clínica completa y exhaustiva, preguntando por aler-
gias medicamentosas, medicación actual, comorbilidad y antecedentes de
cirugía previa9. El dolor abdominal es el elemento fundamental para evaluar a
un paciente con un posible abdomen agudo. La duración, la localización, el
modo de inicio, la irradiación y las características del dolor facilitan el diag-
nóstico. Los vómitos, el hábito intestinal, reviste importancia. Una anamnesis
menstrual es importante en una mujer en edad fértil con dolor abdominal9.
Exploración física
La exploración física aporta información que ayuda al diagnóstico y tra-
tamiento. El estado general del paciente y las constantes vitales, dictan la ur-
gencia del estudio diagnóstico y de las medidas terapeúticas. La exploración
abdominal empieza por una inspección, la auscultación abdominal ofrece
datos sobre la presencia o ausencia de peristaltismo y percusión abdominal9.
Pruebas de laboratorio
Incluye un hemograma completo, bioquímica y coagulación. El análisis
de orina puede revelar signos de infección urinaria, hematuria, proteinuria…
Toda mujer en edad fértil con dolor abdominal o hipotensión se someterá
a un análisis de la gonadotropina coriónica beta en el suero o en la orina9.
Estudios de imagen
Tanto la radiografía simple de tórax como la radiografía simple de abdo-
men y en bipedestación son útiles para el diagnóstico. La ecografía permite
un examen rápido, seguro y barato de los órganos sólidos, detecta la distribu-
ción del líquido intraabdominal. La TC ha mejorado la exactitud diagnóstica
ante los pacientes con dolor abdominal y además, revela detalles anatómicos
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Laparoscopia y laparotomía
Ambas son el último arsenal diagnóstico y a la vez terapeútico. La lapa-
roscopia se evitará en casos de inestabilidad hemodinámica o de distensión
gaseosa excesiva del abdomen, en estos casos estaría indicada la laparotomía9.
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3. Indicaciones de Transfusión de
hemoderivados
Mª Custodia Montiel Casado, Alberto Titos García,
Antonio Jesús González Sánchez
1. INTRODUCCIÓN
La transfusión de hemoderivados (TH) tiene como objetivo el tratamien-
to de procesos específicos en pacientes que requieren esta terapia, cuando no
puede ser sustituida por otra alternativa. Actualmente y en el contexto qui-
rúrgico que nos ocupa, la indicación de transfusión de componentes sanguí-
neos consiste en mantener o aumentar el transporte de oxígeno a los tejidos
y normalizar los trastornos de la coagulación.
El uso restrictivo que debe emplearse para la TH responde a diferentes
razones, como la escasez de sangre, la imposibilidad de lograr un riesgo cero
para este producto biológico, y sobre todo su asociación a un incremento
de la morbimortalidad. Con el fin obtener criterios de calidad y requisitos
mínimos en todos los eslabones de la cadena transfusional, existe un marco
legal según el Real Decreto 1088/2005 (BOE 225 del 20 de septiembre de
2005). Diversas sociedades científicas han propiciado el desarrollo de guías
de práctica clínica y recomendaciones, basadas en la mejor evidencia dispo-
nible, sobre las indicaciones de la TH, cuyo objetivo último es racionalizar
su uso.
2. REACCIONES ADVERSAS
Las innovaciones técnicas aplicadas a todas las fases del proceso de la TH,
incluidas aquellas con alta capacidad de detectar agentes patógenos poten-
cialmente transmisibles mediante transfusión, han permitido un alto nivel
de seguridad clínica. A pesar de ello, la transfusión puede conllevar efectos
adversos que obligan a valorar en cada indicación los riesgos y beneficios
El programa de hemovigilancia se ha creado con el fin de detectar, registrar
y analizar los efectos adversos derivados de la transfusión de componentes
sanguíneos.
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2. Contaminación bacteriana.
Complicación poco frecuente pero potencialmente mortal. Los gérme-
nes proceden en su mayoría de la flora saprofita cutánea del donante.
En general, los gérmenes Gram negativos producen contaminación de
los concentrado de hematíes mientras que los Gram positivos se aso-
cian a los concentrados de plaquetas. Ante su sospecha, debe interrum-
pirse la transfusión, administrar tratamiento antibiótico adecuado y
dar soporte cardiovascular. No olvidarse de notificar urgentemente al
Servicio de Transfusión con la finalidad de retirar los productos proce-
dentes del mismo donante.
3. Lesión pulmonar aguda asociada a transfusión (TRALI).
De 2007 a 2011, en Estados Unidos, la TRALI causó el mayor número
de fallecimientos. Se trata de un edema pulmonar no cardiogénico. En
su patogenia interviene la infusión pasiva de anticuerpos del donan-
te, que reaccionan directamente con los correspondientes antígenos
leucocitarios del receptor. La clínica consiste en fiebre, hipotensión e
insuficiencia respiratoria. Requiere soporte respiratorio en una unidad
de cuidados intensivos. La notificación es esencial para retirar otros
productos de los donantes sospechosos.
4. Sobrecarga circulatoria.
Existe riesgo de provocar este evento con velocidades de infusión supe-
riores a 2-4 ml/kg/hora, principalmente en ancianos, anemia crónica
(con volumen plasmático normal o aumentado), y cuando la función
cardiaca o renal está deteriorada. El tratamiento consiste en la interrup-
ción inmediata, administración de oxígeno y diuréticos. En aquellos
pacientes con situación de normo e hipervolemia es recomendable una
dosis de diurético después de cada unidad transfundida, e intentar res-
tringir el ritmo de transfusión a una unidad de hematíes cada 12 horas.
5. Reacción alérgica grave o reacción anafiláctica.
Acontecen cuando el receptor es alérgico a alguno de los componentes
del producto transfundido. Se presenta broncoespasmo, laringoespas-
mo, e incluso shock. Aunque es poco frecuente, debe notificarse al
servicio de transfusión, para que las posteriores transfusiones se reali-
cen con componentes celulares lavados con salino, y garantizar así la
ausencia de proteínas plasmáticas. El tratamiento consiste en parar la
transfusión, y dar soporte cardiorrespiratorio, incluyendo tratamiento
vasopresor con adrenalina y corticoides.
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3. CONCENTRADO DE HEMATÍES
3.1. Tipos
Los concentrados de hematíes (CH) proceden habitualmente de do-
naciones de sangre total, y ocasionalmente de sangre procesada con un
separador celular (donación por aféresis). Actualmente, en nuestro país
se utiliza la leucorreducción que consiste en la eliminación de la mayo-
ría de los leucocitos presentes en los componentes sanguíneos. Con esto,
se reduce el riesgo de inmunización frente a los antígenos leucocitarios
(HLA) y disminuye la transmisión de virus intracelulares. Existen diver-
sos preparados: CH pobre en leucocitos en solución aditiva, es el estándar
utilizado en nuestro país; CH pobre en leucocitos lavado, se caracteriza por
la eliminación de las proteínas plasmáticas mediante repetidos lavados de
los hematíes en suero fisiológico estéril; CH pobre en leucocitos en solución
aditiva irradiados, solución sometida a una irradiación de 25-50 Gy, con la
finalidad de inactivar los linfocitos T, responsables de la enfermedad injer-
to contra huésped postransfusional. Con este último, se debe tener especial
precaución en caso de transfusión masiva, sobre todo en niños, debido a su
alta concentración de potasio.
3.2. Indicaciones
El objetivo de la transfusión de CH (TCH) es evitar la anemia hipóxica
antes de que se produzcan lesiones irreversibles. Sin embargo, no existen
unos criterios bien definidos que indiquen el momento ideal para comenzar
una transfusión. El valor aislado de la hemoglobina detecta pobremente los
cambios agudos en el volumen total de glóbulos rojos, por tanto, el valor de
laboratorio no es un indicador absoluto de necesidad de transfusión.
La mayoría de las guías clínicas coinciden en la necesidad de considerar
otros factores del paciente como la presencia de enfermedad cardiovascular,
la edad, etc. Así la decisión de transfundir debería depender de criterios espe-
cíficos de cada paciente. En 2006, la guía clínica de la Sociedad Americana
de Anestesiología (ASA) refirió que aunque múltiples estudios demostraron
la existencia de unos umbrales para la indicación de transfusión, la literatura
es insuficiente para definir cuál es el umbral de transfusión en pacientes qui-
rúrgicos con pérdida de sangre moderada-severa.
En el contexto de la Cirugía de Urgencias y la atención al politraumatiza-
do, consideramos las siguientes indicaciones de TCH:
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– Politraumatizados.
La hemorragia es la responsable del 50% de las muertes que ocurren
en las primeras 24 horas tras la lesión traumática, y hasta del 80% de
las muertes intraoperatorias. El tratamiento de la hemorragia aguda se
basa en prevenir o corregir el shock hipovolémico, junto con el rápido
control de la hemorragia.
Según el Manual de Soporte Vital Avanzado en Trauma, ATLS, del
American College of Surgeons, la reanimación inicial de un pacien-
te traumatizado consiste en administrar inicialmente de 1 a 2 litros
de solución electrolítica isotónica tibia. Durante esta fase puede ser
difícil predecir los requerimientos transfusionales que necesitará un
paciente traumatizado. Es esencial evaluar la respuesta del paciente a
la reanimación con líquidos, y tener evidencias de una adecuada per-
fusión y oxigenación tisular (por ejemplo, a través del gasto urinario,
nivel de conciencia y perfusión periférica). Se estima que la transfu-
sión masiva (generalmente definida como más de 10 unidades de CH
en 24 horas) afecta al 10% de los pacientes militares con trauma y
al 3-5% de los civiles politraumatizados. La identificación precoz de
esta población y la aplicación de protocolos de transfusión masiva,
que permite un adecuado manejo de la coagulopatía asociada, se ha
relacionado con un aumento de la supervivencia. Debería contarse
con protocolos de transfusión masiva en cada Centro que permita
la disponibilidad inmediata de paquetes de glóbulos rojos, plasma y
plaquetas, con un ratio de transfusión de 1:1:1, además de minimizar
la administración agresiva de cristaloides. Esta última se ha asociado
de forma independiente con un incremento de la hemorragia y con
un descenso en la supervivencia.
En resumen, la decisión de transfundir debe basarse en el estado del
volumen intravascular, la evidencia de shock, la duración e intensi-
dad de la anemia y en los parámetros fisiológicos cardiopulmonares
(Tabla 2).
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– Anemia perioperatoria.
o Fase preoperatoria. La anemia preoperatoria es un marcador de co-
morbilidad y representa un factor de riesgo independiente de mor-
talidad y de complicaciones postoperatorias graves.
o Fase intraoperatoria. En condiciones de monitorización continua, se
ha demostrado que valores de hemoglobina (Hb) entre 6-7mg/dL
(Hematocrito (Htc) 18-22%) son aceptables en pacientes sin co-
morbilidades graves. En pacientes con edad avanzada, enfermedad
coronaria y valvulopatías mitral o aórtica graves, el nivel de Hg bien
tolerado se sitúa entorno a 8,5-10 g/dL (Htc 25-30%).
o Fase postoperatoria. En pacientes jóvenes, normovolémicos y sin evi-
dencia de sangrado no está justificado la TCH con niveles de Hb
superiores a 7-8 g/dL. Sin embargo, en pacientes con factores de
riesgo como la enfermedad vascular cerebral o coronaria, la insufi-
ciencia respiratoria y la sepsis, y pacientes con datos de hipotensión
o taquicardia por sangrado es más prudente mantener una Hb entre
9-10 g/dL ( Htc 27-30%).
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4. CONCENTRADO DE PLAQUETAS
Los concentrados de plaquetas (CP) se transfunden para prevenir o tratar
hemorragias relacionadas con defectos plaquetarios cualitativos, cuantitativos o
ambos. Para un adulto la dosis habitual es 0,5-0,8 x 1011 plaquetas por cada 10
kg de peso. En la práctica, suele corresponder a una cantidad de 4 a 6 unidades.
Es esencial monitorizar la eficacia de la transfusión de CP para saber cómo
actuar en las siguientes transfusiones obteniendo el rendimiento de la trans-
fusión de CP. Se debe medir el nivel de plaquetas en sangre antes, una hora
después y 24 horas después de la transfusión, calculando el llamado incre-
mento corregido del recuento (ICR):
ICR = (Recuento pos transfusión-Recuento pre transfusión) (x109/L)
x Superficie corporal (m2)/ Plaquetas transfundidas (x1011)
El ICR debería ser superior a 7.500 en la primera hora y superior a 4.500
a las 20-24 horas. Si esto no ocurre, el paciente se considerará refractario a
las transfusiones de CP. Hasta en el 88% de los casos es debida a factores
no inmunes (esplenomegalia, infección, hemorragia, CID y ciertos fármacos
como la vancomicina, ciprofloxacino, anfotericina y la heparina), mientras
que en el 25-39% de los casos es debida a aloinmunización, fundamental-
mente por anticuerpos anti-HLA, y menos frecuentemente, por anticuerpos
antiplaquetarios específicos. En caso de refractariedad aloinmune, el pacien-
te requiere un centro especializado. Entre las estrategias propuestas, destacan
el uso de plaquetas compatibles (donantes HLA compatibles, parcialmente
compatibles o HLA matchmaker) o pruebas cruzadas para plaquetas.
Según recomendaciones de expertos, en la profilaxis para la cirugía y
otros procedimientos invasivos, se recomienda transfundir cuando la cifra
de plaquetas es inferior a 50x109/L. En estas situaciones, es adecuado tener
en cuenta no solo la cifra de plaquetas, sino también el riesgo global de san-
grado en función de la duración y el tipo de cirugía, así como la presencia
de otros factores que puedan afectar a la función plaquetaria. En pacientes
quirúrgicos con sangrado activo se requiere transfusión de CP si el recuento
es inferior a 50x109/L (grado de recomendación 2C).
En la transfusión masiva y en pacientes politraumatizados se recomienda
mantener un nivel de plaquetas superior a 75x109/L, con el objeto de obte-
ner un margen de seguridad y evitar que los valores de plaquetas sean inferio-
res a 50x109 /L. Incluso niveles superiores se han recomendado en paciente
con trauma múltiple ocasionados por accidentes de alta velocidad o lesiones
que afectan al sistema nervioso central (grado de recomendación 2C).
Cada vez es más frecuente el uso de agentes antiplaquetarios como la
aspirina o el clopidogrel. Ambos no tienen antídotos. La mayoría de los cen-
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2. VÍAS DE ADMINISTRACIÓN
– Epidural: es la de elección en tratamiento DPO. Con un catéter colo-
cado previo a la cirugía que infunde anestésicos locales +/- opiáceos,
se consigue un bloqueo selectivo de las metámeras afectadas. Perfusión
continua +/- PCA. Contraindicada en alteraciones de la coagulación,
infección local o rechazo del paciente. Efectos secundarios: hipotensión,
bloqueo sensitivo y motor, nauseas, retención de orina y convulsiones.
– Intravenosa (i.v.): es también de elección en el postoperatorio por su
acción rápida, homogénea y no dolorosa. En bolos, continua o PCA.
– Oral: es la de elección cuando comienza la tolerancia.
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– Intramuscular: no es recomendable.
– Subcutánea: puede usarse en caso de intolerancia oral.
– Incisional: consiste en administrar anestésicos locales en la incisión qui-
rúrgica para bloquear la transmisión nociceptiva.
– Otras vías son las regionales, nerviosa y plexural, muy usadas en trau-
matología y cirugía vascular.
PROCEDIMIENTO QUIRÚRGICO
CIRUGÍA MENOR – Dolor leve, EVA (1-3)
Hernioplastia, varices, laparoscopia diagnóstica, cirugía de partes blandas
PARACETAMOL / AINE + OPIOIDES DÉBILES
INFILTRACIÓN DE LA HERIDA CON ANESTÉSICOS LOCALES
y/o BLOQUEO NERVIOSO PERIFÉRICO
CIRUGÍA MODERADA – Dolor moderado, EVA (4-7)
Artroplastia de cadera, apendicectomía, fisura anal, colecistectomía laparos-
cópica, tiroidectomía, eventraciones, mastectomía, cirugía maxilofacial
+ OPIODES MAYORES o TRAMADOL VIA SISTÉMICA
CIRUGÍA MAYOR – Dolor severo, EVA (8-10)
Toracotomía, cirugía abdominal mayor, cirugía de la rodilla, hemorroidectomía
PARACETAMOL / AINE + ANESTESIA EPIDURAL + OPIOIDES
SISTÉMICOS
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4. ANALGÉSICOS OPIOIDES
– Derivados del opio. La morfina es el fármaco estándar. Presentan dife-
rentes grados de liposolubilidad
– Unión a receptores específicos μ,δ,κ. Los agonistas puros no tienen
efecto techo.
– Efectos secundarios previsibles y nada despreciables (náuseas, vómitos,
ileo paralítico, retención urinaria, depresión respiratoria, vasodilata-
ción, convulsiones, sedación).
– En ancianos, pueden producir insuficiencia hepática o renal por lo que
hay que modificar la dosis.
Morfina - Agonista puro de receptores μ,δ,κ, es fármaco de elección en
DPO severo. Vida media de 3-4 h vía iv, por vía epidural llega a 12-24 h y
con menos dosis y efectos secundarios. Metabolismo hepático y excreción
renal. La administración iv se hace con PCA. Mayor depresión SNC con
IMAOS, neurolépticos, hipnóticos, alcohol, hipovolemia...
Dosis iv: 0,1 mg / kg cada 3-4 h.
• Meperidina - Opioide sintético, agonista puro de receptores μ y κ.
Metabolismo hepático (normeperidina). Potencia analgésica con relación a
morfina 1/10. No produce espasmo de esfínter de Oddi. Indicada en escalo-
fríos postanestésicos. Se puede usar como anestésico local por vía epidural o
intradural. Interacciona con los IMAOS.
Dosis iv: 1 mg / kg para 3-4 h.
Fentanilo - Potente acción analgésica (100/1 a morfina). Muy liposolu-
ble. Duración analgésica breve (30 minutos). Vía iv: puede producir rigidez
muscular y depresión respiratoria. Vía transdérmica o transmucosa no está
indicada para DPO.
No sobrepasar 600 µgr/ día vía epidural.
Buprenorfina - Agonista parcial de receptores µ con una vida media de
6-9h. Presenta techo analgésico y la depresión respiratoria no se revierte con
naloxona. Menor constipación que con otros opioides. Vía SL y transdérmi-
ca no indicada en DPO. Potencia analgésica 25/1 con la morfina.
Dosis parenteral: 0,3 mg / 6-8h.
Metadona - Con una vida media de 23h, tiene poder de acumulación y
potente acción analgésica con escasa depresión respiratoria.
Dosis: 3-6mg vía s.c. o epidural.
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5. ANESTÉSICOS LOCALES
– Fármacos muy eficaces en DPO con rápido inicio de acción.
– Asociados a opioides permiten disminuir sus dosis.
– Precisan colocación de catéter, administrándose en bolos, perfusión y
PCA.
– Producen bloqueo reversible de la conducción nerviosa motor, sensiti-
vo y simpático según vía de administración.
– Amino-éster: Procaina, clorprocaína, tetracaína.
– Amino-amida: lidocaína, mepivacaína, prilocaína, bupivacaína, ropi-
vacaína, levobupivacaína, son los más usados y con menos reacciones
alérgicas.
– Poca probabilidad de toxicidad y pocas reacciones adversas. No pro-
ducen depresión respiratoria. Riesgo de toxicidad sistémica: HTA, ta-
quicardia, taquipnea, nerviosismo, alteraciones auditivas, visuales, del
gusto, crisis convulsivas, cardiotoxicidad (bupivacaína), metahemoglo-
binemia (prilocaína).
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1. CONSIDERACIONES ÉTICAS
La correcta identificación de la fase agónica implica un cambio de actitud
en el profesional que conduzca a un menor intervencionismo y la aplicación
de cuidados que garanticen una muerte digna, incluida la sedación terminal.
Los principios éticos de no maleficencia, justicia, autonomía y beneficen-
cia, así como el respeto a la persona en situación terminal, guiarán la toma
de decisiones de los profesionales sanitarios en la SP.
Doctrina del doble efecto.- Establece que una acción con dos o más po-
sibles efectos, incluyendo al menos uno bueno posible y otros que son malos,
es moralmente permisible si se dan cuatro requisitos:
1. La acción debe ser beneficiosa o neutra.
2. La intención del actor debe ser correcta.
3. Existe una proporción o equilibrio entre los dos efectos, el bueno y el malo.
4. El efecto deseado (alivio del sufrimiento) y bueno no debe ser causado
por un efecto indeseado o negativo (la privación de conciencia y no la
muerte).
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Cirugía de Urgencias
2. TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO
Siguiendo un protocolo bien definido, debe garantizarse la disponibili-
dad de los fármacos indicados en todos los niveles de asistencia y en todas las
modalidades de atención, así como asegurarse la formación y habilidades de
comunicación necesarias.
Los principios fundamentales a tener en cuenta son:
– Simplificar el tratamiento todo lo posible.
– Mantener tratamiento hasta el final.
– Revisar periódicamente el nivel de sedación según la escala de Ramsay
(Tabla 1).
– La dosis de inducción es aquella con la que llegamos al nivel de seda-
ción adecuado.
– La dosis de recate es aquella “extra” que se emplea en caso de crisis de
agitación o reagudización de un síntoma refractario.
– Dominar el manejo de algunos de los múltiples fármacos disponibles.
– La vía venosa periférica de elección.
– Uso de morfina para control del dolor y la disnea.
– Ausencia de evidencia al carecer de ensayos clínicos a este respecto.
– Proporcionar siempre comprensión, apoyo, intimidad y disponibili-
dad.
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Cirugía de Urgencias
y epileptógena. Por tanto, hay que valorar sus efectos a nivel cardiaco
y de sistema nervioso central, ya que puede acumularse en administra-
ciones repetidas puesto que estos metabolitos resultantes, como la xili-
dide de glicina, tienen una excreción a nivel renal muy tardía (pudien-
do encontrarse trazas mas allá de las 48 horas tras su administración).
Por otro lado tenemos el anestésico
– mepivacaína que se metaboliza también en un 99% en el hígado con
productos mucho menos tóxicos y activos que la lidocaína.
– Bupivacaína es un fármaco especialmente liposoluble y con una alta
fijación a proteínas lo que condiciona una resistencia a la hidrólisis del
fármaco por parte del organismo. A nivel de excreción, podemos decir
que la acidificación de la orina puede duplicar su eliminación renal,
fenómeno aplicable también a mepivacaína y a lidocaína.
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2.1 Tópico
El uso de agentes tópicos debe limitarse a situaciones de rápida y corta
acción en el contexto de heridas superficiales. Tan sólo cuando se realicen
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2.2 Infiltración
La infiltración con anestésicos locales permite realizar multitud de proce-
dimientos en el área de urgencias. En el caso de los cirujanos generales forma
parte de nuestro día a día, ya sea infiltrando la piel de un paciente del área
de hospitalización para fijar un drenaje o en el quirófano séptico drenando
pequeños abscesos. Además supone el primer contacto del residente con la
cirugía menor y acompañará al cirujano durante toda su vida laboral.
La infiltración con anestésico local debe realizarse en situaciones en
las que el paciente se encuentra estable y debería realizarse siempre previa
obtención de consentimiento informado. El área de infiltración no debe
exceder ciertos límites racionales de tal manera que la dosis máxima cal-
culada para un tipo de anestésico local no debiera sobrepasarse. Es la téc-
nica de elección en cirugías circunscritas a una zona pequeña y que nor-
malmente no implique a planos profundos. La infiltración de anestésico
local es intradérmica o subcutánea y podría plantearse sus uso en cirugía
mayor mediante soporte de una sedación monitorizada por un aneste-
siólogo. Así, cuando se utilizan manguitos de isquemia o se infiltran pla-
nos profundos (hernia inguinal) lo que se pretende es controlar el dolor
provocado por la isquemia, evitar los reflejos vasovagales por tracción de
estructuras reflexógenas (epiplon) y al mismo tiempo disminuir la ansie-
dad del paciente. Pueden usarse todos los anestésicos locales teniendo en
cuenta sus características. Además pueden utilizarse con adrenalina para
prolongar el efecto, pero teniendo en cuenta que puede producir isquemia
en la zona que se infiltra.
Son múltiples los procedimientos que pueden realizarse bajo anestesia
local. La combinación de anestesia local + sedación es una opción atractiva,
que permite ampliar la lista de procedimientos, teniendo siempre en cuenta
la participación del anestesiólogo. Será la experiencia del equipo la que sen-
tará la indicación en cada momento.
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Cirugía de Urgencias
ria cuando se asocian a otros depresores y opiáceos. Hay que puntualizar que
bupivacaína tiene mayor potencial que el resto de anestésicos utilizados para
producir toxicidad cardíaca directa.
El lugar de administración tendrá una repercusión directa en las posibles
toxicidades, puesto que cada tejido tiene una específica vascularización que
condicionará un grado distinto de absorción hacia el torrente circulatorio. A
modo de recordatorio, diremos que los mayores niveles plasmáticos tras una
única dosis en diferentes tejidos habituales para la administración de anes-
tésicos se obtienen según este orden: Tráqueal, pleural, intercostal, caudal
paracervical, epidural, braquial, subcutánea e intradural (de mayor a menor
absorción). Por todo esto, tendremos que tener en cuenta la disposición a
la hora de valorar dosis y concentración de anestésico para no tener efectos
tóxicos en nuestros pacientes, pues, por ejemplo, la dosis administrada a
nivel de la mucosa traqueal tiene una biodisponibilidad muy parecida a si
hubiéramos administrado el anestésico de manera intravenosa.
Los primeros signos y síntomas de toxicidad son disforia, ruido de
oidos, gusto metálico, sensación de hipoestesia perioral, mareos, lenguaje
inarticulado. Después pueden aparecer trastornos visuales, mioclonias y
disminución de la conciencia. Por último, aparecen convulsiones, pérdida
de la consciencia, coma, parada respiratoria, arritmias y parada cardíaca
tras episodio de hipotensión. Ante la aparición de alguno de los síntomas
descritos, se instaurará oxigenoterapia al 50% y se avisará al servicio de
Anestesiología inmediatamente para una eventual necesidad de control de
la vía aérea.
TOXICIDAD CARDIOVASCULAR
Tetracaína, bupivacaína y etidocaína son los más tóxicos. Provocan tras-
tornos en la contractilidad miocárdica, disminución de la velocidad de con-
ducción y vasodilatación. La embarazada es más susceptible a la acción car-
diotóxica de estos fármacos. Dado que bupivacaína es un fármaco de uso
frecuente no debemos olvidar su dosis máxima que oscila entre 2,5 y 3 mg/kg.
TOXICIDAD NERVIOSA
Es una respuesta dosis dependiente compleja, con una mezcla de signos
de depresión y de excitación secundaria al bloqueo selectivo del sistema in-
hibitorio cortical. La acción estimulante se caracteriza por náuseas, vómitos,
agitación psicomotriz, confusión, verborrea, temblores y convulsiones, que
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TAQUIFILAXIA
Especialmente con lidocaína, podemos observar como puede existir una
tolerancia relativamente rápida al anestésico administrado, de tal manera que
idénticas dosis repetidas producen cada vez un menor efecto clínico. Esto
sucede con menor frecuencia al utilizar fármacos con un periodo de acción
más largo. La causa de esto se podría explicar por el pH relativamente bajo
de estas soluciones en un medio que tiene un limite al tamponamiento como
es el espacio epidural, lo cual origina un aumento de la fracción libre no
ionizada incapaz de atravesar las estructuras lipídicas. Sin embargo, diversos
autores alternativamente proponen que la taquifilaxia puede ser debida tam-
bién a una modificación de las vías sinápticas centrales de modulación del
dolor. De todos modos, es práctica habitual el cambiar de anestésico cuando
observamos este fenómeno a uno con un pH de conservación mayor, incluso
administrando una pequeña dosis de bicarbonato a la mezcla.
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Modificado de Anderson y Spencer (2003), Ageno et al (2006), Geets, et al. (2004 y 2008)3, 4, 12
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Figura 1
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Estratificación del nivel de riesgo de ETV en pacientes quirúrgicos modificado de Geerts, et al. 20044
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Cirugía de Urgencias
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
INTRODUCCIÓN
Dedicar un capítulo a la Aproximación Diagnóstica al Abdomen Agudo
no sólo es pertinente en un Manual como el que nos ocupa, sino que es
obligatorio. Por mucho que hayamos evolucionado hasta una sofisticación
tecnológica que da vértigo en cuanto a las exploraciones complementarias,
y sin abominar de ellas por supuesto, hay que empezar una buena actuación
ante nuestro paciente, como se ha hecho siempre y nos han enseñado desde
que empezamos los estudios de medicina.
Y a eso no debemos renunciar, ya que sin unas buenas Anamnesis y Ex-
ploración Física, no podemos empezar a construir el “puzzle”, a veces muy
complejo, que culmine con una excelente actuación por parte del profesio-
nal. Ya señaló Säuberli1 que, en un 80% de los pacientes con un abdomen
agudo, la decisión de operar o no puede basarse únicamente en la historia y
en la exploración física.
Por supuesto, una vez enfocado el cuadro clínico, acudiremos a las explo-
raciones complementrarias, que, si bien a veces no nos llevan directamente
al diagnóstico final y certero, sí descartan toda una pléyade de procesos,
ayudándonos a tener claro cuanto antes si nuestro paciente va a requerir o no
un tratamiento operatorio de urgencia.
Recibiremos al paciente en el box de urgencias y le preguntaremos qué
le ocurre y desde cuándo. Qué otros síntomas acompañan al principal y si
el cuadro está instaurado o empeora, sus antecedentes personales y familia-
res. Junto a las determinaciones del triage (temperatura, presión arterial y
frecuencia cardíaca), comenzaremos una detenida Exploración Física, des-
nudando al paciente, pero siempre evitando que se enfríe y preservando su
intimidad.
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Cirugía de Urgencias
1. DEFINICIÓN
El término “Abdomen Agudo” hace referencia a uno de los Síndromes
más frecuentes y complejos en medicina, lo que explica que no tenga una
definición precisa. En su sentido más amplio, se refiere a diversas patologías
que cursan con un dolor abdominal de intensidad variada y de rápida ins-
tauración.
Tradicionalmente, se ha asociado este término a las urgencias quirúrgicas.
Así, Dick2 definía el abdomen agudo como una condición muy dolorosa y
potencialmente fatal de instauración repentina o muy rápida y cuyos sínto-
mas cardinales son el dolor, la alteración de la peristalsis y la defensa abdo-
minal, y que requiere una intervención quirúrgica inmediata, sin necesidad
de llevar a cabo investigaciones adicionales.
Sin embargo, el hecho de que sólo en una cuarta parte de los pacientes
hospitalizados por un abdomen agudo sea necesaria la cirugía, demuestra
que el término “abdomen agudo” es un diagnóstico preliminar que se asigna
a los pacientes con dolor abdominal hasta que se establece un diagnóstico
más definitivo, haya o no intervención quirúrgica urgente3.
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
2. CAUSAS
Un abdomen agudo puede ser debido tanto a causas intra como extra-
abdominales, donde quedan englobadas patologías quirúrgicas y no quirúr-
gicas. En los cuadros adjuntos hemos clasificado las diferentes causas por
cuadrantes y zonas abdominales , así como las causas extraabdominales de
abdomen agudo (tabla 1).
La complejidad de la entidad llamada “abdomen agudo” o “cuadro abdo-
minal agudo” es tal, que se necesita aplicar un método cuidadoso y sistemáti-
co para establecer un diagnóstico exacto. Resulta imprescindible un conoci-
miento minucioso de las causas del dolor abdominal y su curso natural, para
el tratamiento apropiado de estos enfermos4.
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Tabla 1
3. SÍNTOMAS PRINCIPALES/ANAMNESIS
3.1 Dolor
Es el síntoma principal del abdomen agudo.
Se da prácticamente en todos los casos y puede ser el único síntoma de
presentación.
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3.2 Vómitos
Las náuseas y los vómitos son síntomas habituales que aparecen con fre-
cuencia en el comienzo de la enfermedad.
Hay dos tipos de vómitos: los reflejos y los vómitos por rebosamiento.
Los vómitos reflejos son desencadenados por los reflejos vasovagales pro-
ducidos en muchos procesos abdominales agudos y que se dan incluso con
el estómago vacío.
Y los que se producen por rebosamiento en los que el estómago está lleno
por el estasis del contenido intestinal.
Las características pueden ayudar a localizar el origen de la enfermedad.
Así, los vómitos biliosos indican una obstrucción proximal del intestino del-
gado y los fecaloideos una obstrucción distal del intestino delgado o del
colon.
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Cirugía de Urgencias
3.3 Diarrea
La diarrea consiste en cuatro o más episodios de eliminación de heces no
formadas en un periodo de 24 horas.
En el contexto de un abdomen agudo puede indicar una infección intesti-
nal, mientras que en el postoperatorio puede deberse al tratamiento antibiótico.
La enfermedad de Crohn se acompaña de ataques intermitentes de dia-
rrea mucosa y la colitis ulcerosa de diarrea sanguinolenta.
3.4 Estreñimiento
La retención aguda de heces y gas, con la consiguiente distensión aérea
abdominal sugieren una obstrucción mecánica del intestino grueso.
El estreñimiento es un dato clave del íleo paralítico, que se caracteriza por
un abdomen silente a la auscultación por la ausencia de peristalsis.
3.6 Hematuria
El tracto urinario es un origen común de trastornos abdominales agudos.
Los infartos renales, las pielonefritis agudas y, sobre todo, los cálculos en
la pelvis renal y en los uréteres pueden producir dolor y microhematuria o
hematuria macroscópica.
4. EXPLORACIÓN FÍSICA
La evaluación clínica de un abdomen agudo requiere una considerable
experiencia. Es importante distinguir las entidades que suponen una amena-
za vital de las que permiten una valoración más detenida y detallada.
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
4.2 Inspección
Primero hay que dirigir la atención al estado general del paciente: postura
corporal, respiración y expresión facial.
Después a las alteraciones cutáneas abdominales: cicatrices, contusiones,
ascitis o distensión aérea, enrojecimiento cutáneo sugerente de un absceso
intramural, coloración en flancos (signo de Grey-Turner) o periumbilical
(signo de Cullen) en las pancreatitis agudas y arañas vasculares y cabezas de
medusa en la cirrosis hepática.
4.3 Palpación
Se inicia lejos de la localización del dolor y continúa hasta que se identi-
fica el punto de máximo dolor a la palpación.
El dolor puede ser localizado o difuso.
Si hay irritación peritoneal el cese repentino de la presión ejercida por el
explorador despierta un dolor de rebote.
El dolor reflejo es patognomónico de una peritonitis, que si es generado
por una inflamación localizada conduce a una defensa muscular local, y si es
generalizado es un signo clínico fiable de peritonitis generalizada y constitu-
ye una indicación de cirugía urgente.
4.4 Percusión
La percusión permite detectar el líquido libre intraabdominal, que se caracte-
riza por matidez en flancos que se desplaza con el cambio postural del paciente.
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Cirugía de Urgencias
4.5 Auscultación
La auscultación es útil para valorar la motilidad intestinal. Cualquier irri-
tación del peritoneo visceral conduce a una disminución de la peristalsis, que
varía desde el hipoperistaltismo a la parálisis intestinal y que se debe a reflejos
visceroviscerales.
Los ruidos están totalmente ausentes en el íleo paralítico (abdomen silente).
El aumento del peristaltismo obedece a dos causas principales: infección
(enteritis) u obstrucción mecánica. A la larga se produce la fatiga de la mus-
culatura intestinal que conduce a una parálisis intestinal secundaria y al si-
lencio intestinal.
La auscultación de un soplo sobre la aorta abdominal sincrónico con el
pulso puede corresponder a un aneurisma de aorta o a una arteria renal con
estenosis.
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5. EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS
Si la exploración física sugiere una intervención quirúrgica urgente, hay
que realizar un preoperatorio completo: EKG, Rx PA de tórax (ambos opcio-
nales) y una analítica de sangre con hemograma, coagulación y bioquímica
(glucemia, urea, creatinina, Na y K).
En casos graves añadiremos una gasometría, y nunca retrasaremos la ci-
rugía en un paciente comprometido por esperar los resultados de pruebas de
laboratorio adicionales.
Si la exploración no indica una cirugía inmediata, es prudente llevar a
cabo otros estudios diagnósticos, dependiendo de la presentación clínica y
de la situación global del enfermo.
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
1. CONCEPTOS
El síndrome compartimental abdominal (SCA) y la hipertensión intrabdo-
minal (HIA) han sido progresivamente reconocidos como importantes causas de
morbimortalidad durante los últimos diez años y este hecho combinado con los
avances en el diagnóstico y manejo, han resultado en importantes mejoras en la
supervivencia de este síndrome que clásicamente era descrito para las extremida-
des y cuyo tratamiento esencial se basaba en la descompresión. La extensión de
este concepto al resto del organismo es fácil de comprender si consideramos que
todas las regiones anatómicas están rodeadas por un envoltorio más o menos fijo
o más menos compliable de modo que, si aumentamos el contenido (como ocu-
rriría cuando hay colecciones, edema de órganos etc) o cuando restringimos el
continente (escaras circunferenciales, laparotomías cerradas a tensión etc), esto se
traduciría en un aumento progresivo de la presión en dicho compartimento que
impediría el flujo sanguíneo necesario para mantener la perfusión y, por tanto, la
función de los órganos que contiene. Una vez hecha esta consideración, estamos
en disposición de considerar el síndrome compartimental aplicable a cualquier
región anatómica, incluido el abdomen.
De este modo, debemos asentar claramente los conceptos de presión in-
trabdominal (PIA), hipertensión intrabdominal (HIA) y síndrome compar-
timental abdominal (SCA).
Presión intrabdominal
La elasticidad de las paredes de la cavidad abdominal y las características
de su contenido, determinan la PIA en un determinado momento1. Defini-
mos la PIA como la presión dentro del abdomen. Dado que el contenido del
abdomen puede considerarse no compresible y se comporta como un fluido,
según la ley de Pascal, la PIA medida en cualquier punto puede considerarse
como representativa1. Según la Conferencia de Expertos en HIA y SCA de
2006, se definió la PIA como la presión en reposo medida dentro de la cavi-
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Cirugía de Urgencias
Hipertensión intrabdominal
Actualmente es definida en la literatura una gradación entre 12 y 25
mmHg basada en los posibles y progresivos efectos deletéreos que la HIA
puede producir sobre diferentes órganos (pulmón, corazón, riñón y tubo
digestivo). La Conferencia de Expertos en HIA y SCA define HIA como una
elevación de dicha presión ≥ 12 mmHg registrada en tres ocasiones en inter-
valos de 4 a 6 horas. El SCA se define como una PIA ≥ 20mmHg objetivada
en tres o más ocasiones con intervalos de 4 a 6 horas junto con fracaso de
uno o más órganos que previamente no existiera1. La HIA tiene los siguientes
niveles:
• Grado I: PIA 12-15 mmHg.
• Grado II: PIA 16-20 mmHg.
• Grado III: PIA 21-25 mmHg.
• Grado IV: PIA > 25 mmHg.
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Sedación y analgesia
Mantener al paciente correctamente sedoanalgesiado nos ayudará a man-
tener un tono de la musculatura abdominal y diafragmática bajo, lo cual
jugará a favor de prevenir el SCA7.
Bloqueo neuromuscular
Algunos autores han publicado los bloqueos neuromusculares como un
tratamiento efectivo para disminuir la PIA e, incluso, evitar la descompre-
sión quirúrgica8. Sin embargo, esto puede ser así para niveles de HIA leves a
moderados, pero no tanto para HIA más severa.
Descompresión visceral
La disminución del volumen visceral favorecerá en estos pacientes la dismi-
nución de la presión intrabdominal. Es un punto más que debemos que tener
en cuenta, pero no per sé un factor determinante en el tratamiento del SCA.
La descompresión nasogástrica y la prevención del íleo adinámico con agentes
proquinéticos son básicos, no obstante, en el manejo de este tipo de pacientes.
Diuréticos y ultrafiltación
No hay suficiente evidencia que permita establecer un grado de recomen-
dación para estas terapias en la disminución de la PIA.
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
Drenaje percutáneo
La Conferencia de Expertos en HIA y SCA establece un grado de reco-
mendación 2C para emplear la descompresión mediante drenaje percutáneo
en aquellos pacientes que presenten hematomas, colecciones líquidas como
abscesos o ascitis.
93
Cirugía de Urgencias
94
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
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95
Cirugía de Urgencias
96
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
9. Quemaduras
David Sánchez Relinque, Federico Grasa González,
Susana Gómez Modet
1. INTRODUCCIÓN
Las quemaduras se pueden definir como pérdidas de sustancia de la su-
perficie corporal secundarias a la acción de calor, frío, radiación, agentes
químicos o electricidad. Dependiendo de su extensión y profundidad pro-
ducirán determinadas alteraciones sistémicas: hematológicas (coagulación),
cardiovasculares, respiratorias y renales.
Las quemaduras son causa importante de morbimortalidad, siendo las
infecciones la primera causa de muerte.
2. FISIOPATOLOGÍA
La lesión por quemadura va a actuar sobre la homeostasis del organismo
más que ningún otro tipo de traumatismo, afectando prácticamente a todos
los órganos de la economía. En quemados con más del 20-25% de superficie
corporal quemada (SCQ), se produce un descenso del volumen intravascular,
consecuencia del paso de líquidos de este al intersticio, con hipotensión, dis-
minución del gasto cardíaco y de la vascularización periférica, desarrollándo-
se una acidosis metabólica a medida que se establece una situación de shock.
3. CLASIFICACIÓN
3.1 Según profundidad1,4,5 Tabla1.
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Cirugía de Urgencias
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
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Cirugía de Urgencias
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
5. TRATAMIENTO
Como ya hemos indicado el control de vía aérea es prioritario, así como
plantear intubación endotraqueal temprana en caso de quemaduras que afec-
tan a la cara o inhalación de humo.
Es preciso canalizar 2 vías periféricas de grueso calibre para la administra-
ción de fluidoterapia con sueros precalentados (cristaloides), ajustados a la
fórmula de Parkland y diuresis/h.
Se debe realizar una exploración neurológica básica con Escala de Coma
de Glasgow y reacción pupilar. Así como desvestir y exponer completamente
al paciente, retirando elementos metálicos y posibles objetos que provoquen
compresión (P.e. cinturón, pulseras, calcetines…) dejando aquellos materia-
les que hayan quedado adheridos. Es clave la prevención de la hipotermia
mediante uso de mantas y calefacción de la habitación.
Igualmente importante va a ser el control analgésico con paracetamol,
metamizol o AINEs y mórficos, así como el lavado abundante con agua o
suero tibios, o bien antisépticos preferiblemente Clorhexidina 0.05%. En
quemaduras químicas irrigar, no sumergir, excepto las de cal viva que no
deben lavarse.
La antibioterapia profiláctica no está contemplada, sólo en los casos de
signos clínicos o analíticos de infección, y entonces se tomarán cultivos y se
pautarán antibióticos de amplio espectro cubriendo Estreptococos y Pseudo-
monas principalmente. No obstante, antibióticos tópicos como sulfadiazina
argéntica 1%, nitrofurazona o bacitracina son utilizados en casos individua-
lizados o de alto riesgo.
La utilización de apósitos disminuyen el dolor, actúan de barrera con-
tra las infecciones, absorben el exudado y promueven la cicatrización.
101
Cirugía de Urgencias
Criterios de derivación:
1. Adulto con quemaduras dérmicas >20% SCQ o niños con >10% SCQ
2. Adulto o niño con quemaduras subdérmicas >5%.
3. Quemaduras profundas en cara, periné, ambas manos o ambos pies,
quemaduras circunferenciales de los miembros o articulaciones mayo-
res.
4. Inhalación de humo.
5. Quemaduras eléctricas de cualquier tamaño y localización.
6. Quemaduras asociadas a fracturas, aplastamiento o lesión grave de par-
tes blandas.
7. Paciente pluripatológico con inestabilidad que precisa de monitoriza-
ción exhaustiva.
6. CONSIDERACIONES ESPECIALES
6.1. Quemaduras eléctricas
Suponen el 3% de las quemaduras. Las de bajo voltaje dan quemaduras
leves, semejantes a las quemaduras térmicas. Las de alto voltaje son quema-
duras engañosas ya que el daño interno es mucho mayor del que se esperaría
por la afectación cutánea. Presentan al menos un punto de entrada o un
punto de contacto y otro de salida o punto de contacto con el suelo.
Las complicaciones más frecuentes son arritmias, tetania muscular, ede-
ma por destrucción tisular, fallo renal por hipermioglobinuria.
102
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
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Cirugía de Urgencias
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
1. INTRODUCCIÓN
En la práctica diaria, el contacto del cirujano general con la cirugía de tó-
rax se centra en la mayoría de las ocasiones, excluyendo los traumatismos, en
la colocación y manejo de drenajes pleurales para el diagnóstico y tratamien-
to los distintos síndromes de ocupación pleural como son el Neumotórax y
los Derrames Paraneumónicos complicados y en número muy limitado de
casos en la practica de una Toracotomía de Urgencia que permita el control
de un evento hemorrágico, la realización de masaje cardiaco interno e incluso
el clampaje de la aorta en situaciones de emergencia.
2. DERRAME PARANEUMONICO-EMPIEMA
Las neumonías son responsables de hasta un 60% de los derrames pleu-
rales, siendo el derrame paraneumónico el que se asocia a una neumonía de
cualquier causa (bacteriana, viral o por gérmenes atípicos). La mayoría de los
mismos son exudados claros y estériles resultado de la irritación pleural por
la proximidad del proceso infeccioso y que se resuelven con el tratamiento
antibiótico adecuado de la neumonía sin requerir en general drenaje pleural
salvo la realización de una toracocentesis diagnóstica (habitualmente realiza-
da por el internista o neumólogo responsable).
Sin embargo, en aproximadamente un 5% de estos casos, el derrame para-
neumónico puede complicarse, a veces de manera muy rápida (en pocas horas)
en pacientes sin tratamiento antibiótico adecuado, con la formación de depó-
sitos de fibrina y loculaciones. Todo ello como consecuencia de la contamina-
ción del líquido pleural por los gérmenes de la neumonía, lo que se expresa en
105
Cirugía de Urgencias
106
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
3. NEUMOTÓRAX
Podemos definir el Neumotórax como la presencia de aire en la cavidad pleu-
ral, con la consiguiente pérdida de volumen pulmonar y una disminución de la
capacidad ventilatoria (amputación funcional), cuya repercusión clínica vendrá
determinada por la reserva ventilatoria del sujeto y el grado de colapso pulmonar.
107
Cirugía de Urgencias
3.1 Clasificación
a.- Neumotórax espontáneo (44%):
Primario: El aire que alcanza la cavidad pleural, procede de un pulmón,
en principio, sano en el cual sin antecedente traumático previo se pro-
duce la rotura de bullas o blebs subpleurales. Hay que resaltar que el
Neumotórax espontáneo primario es una enfermedad recurrente, con un
porcentaje de recidivas entre el 20 y el 50% cuando no se realiza un tra-
tamiento que lo prevenga (cirugía o pleurodesis).
Secundario: El aire alcanza la cavidad pleural debido a la rotura del parénquima
pulmonar por una con patología previa (EPOC, fibrosis, tumores, tuberculosis...).
b.- Neumotórax Traumático:
Accidental (24%): Como resultado de la ruptura del parénquima pulmo-
nar o la pared torácica en el contexto de un traumatismo.
Yatrógeno (32%): Secundario a una maniobra diagnóstica o terapéutica,
siendo las mas frecuentes la canalización de la vena subclavia, las pun-
ciones pleurales y/o pulmonares, la toma de biopsias pulmonares por vía
transbronquial, y el barotrauma durante la ventilación mecánica.
c.- Neumotórax catamenial
Es un neumotórax recurrente de mujeres en edad fértil, asociado con los
periodos menstruales y de explicación aún poco aclarada (endometriosis,
orificios diafragmáticos...).
3.2 Clínica
El dolor torácico y la disnea son las manifestaciones más frecuentes. La dis-
nea, que a veces es intensa, puede desaparecer con el paso de las primeras 24
horas (al disminuir el shunt) independientemente de que el pulmón colapsado
experimente una reexpansión parcial. La exploración física se caracteriza por la
reducción marcada, incluso ausencia, del murmullo vesicular, un timpanismo
normal o aumentado a la percusión, y en una disminución de la transmisión
de las vibraciones vocales constituyendo la clásica triada de Galliard. Una vez
se establece las sospecha clínica de neumotórax debe confirmarse este median-
te la realización de una radiografía postero-anterior de tórax. El diagnóstico
radiológico de neumotórax se establecerá por la identificación de la línea de la
pleura visceral que separa el pulmón colapsado de la cámara de neumotórax.
3.3 Complicaciones
Existen complicaciones que aunque poco frecuentes, su gravedad hace
necesario su comentario para posibilitar su diagnóstico y tratamiento precoz.
108
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
3.4 Tratamiento
Una vez establecido el diagnóstico de neumotórax y sus posibles complicacio-
nes, los objetivos terapéuticos van encaminados a conseguir la reexpansión pul-
monar y a prevenir las recurrencias3. El manejo del tratamiento del neumotórax
tanto primario como secundario queda resumido en la Figura 2, comenzando
con el drenaje pleural y planteando según se consiga la resolución del episodio y el
origen del mismo diversas posibilidades terapéuticas que van desde el seguimiento
ambulatorio en pacientes con un primer episodio de neumotórax espontáneo, a
la cirugía en los casos recidivantes, pasando por la pleurodesis a través del drenaje
pleural en los pacientes con neumotórax secundario con alto riesgo quirúrgico.
Hoy día, debido al escaso riesgo quirúrgico y accesibilidad de la cirugía Videoto-
109
Cirugía de Urgencias
(*) Hoy día se debe ofrecer cirugía videoasistida a todos los pacientes aún en el primer episodio.
(**) En caso de hemoneumotórax el procedimiento quirúrgico será urgente.
110
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
4. DRENAJE PLEURAL
El drenaje pleural consiste en la inserción de un tubo en la cavidad pleu-
ral para evacuar su contenido (colecciones líquidas o aéreas) con la finalidad
de conseguir la reexpansión pulmonar. Una expansión pulmonar adecuada
ayuda a realizar hemostasia, en caso de hemorragia, y aerostasia si existe fuga
aérea, al contactar ambas hojas pleurales5.
El listado de etiologías específicas subsidiarias de drenaje pleural puede
ser extenso, las cuales, sin realización del mismo pueden llevar a graves com-
plicaciones y aumento de la morbimortalidad de los pacientes.
111
Cirugía de Urgencias
112
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
113
Cirugía de Urgencias
4.4 Complicaciones
Existen complicaciones menores derivadas de la inserción del tubo como
la reacumulación de la colección o la falta de resolución de la misma, o el
mal posicionamiento del tubo del drenaje. Otras complicaciones de mayor
gravedad son6:
• Hemorragia: puede deberse a la lesión de los vasos intercostales o por
lesión directa de algún órgano interno, llegando a requerir, en ocasio-
nes la reparación quirúrgica si no cede espontáneamente. En los casos
en la hemorragia sea de origen parietal puede intentarse la hemostasia
por compresión cambiando el drenaje por otro de mayor calibre inser-
tado por el mismo orificio.
• Fuga aérea por inserción del tubo dentro del parénquima pulmonar,
suele resolverse con medidas conservadoras.
• Enfisema Subcutáneo: Se presenta en casos donde el tubo no permi-
te la adecuada salida de aire (por obstrucción o calibre insuficiente)
produciendo acumulación de este en el tejido celular subcutáneo. En
estos casos debe revisarse la permeabilidad del tubo y que los orificios
del mismo se encuentren dentro de la cavidad pleural y no alojados en
el tejido subcutáneo y en su caso valorar añadir otro drenaje pleural de
calibre suficiente.
• Perforación de órganos abdominales: Este tipo de complicación suele
requerir reparación quirúrgica y puede deberse a patologías o situa-
ciones que produzcan alteraciones anatómicas del diafragma como las
hernias diafragmáticas, intervenciones previas con resección de parén-
quima pulmonar, o incluso en pacientes con ascitis o cirrosis
• Hemoperitoneo: por lesión esplénica o Hepática la cual requeriría la
realización de una laparotomía de urgencia.
• Infección de la Cavidad: el tubo de drenaje puede durante el proce-
dimiento inocular bacterias dentro del espacio pleural o bien por un
tiempo de inserción excesivo establecer un punto de comunicación
entre el exterior a la cavidad pleural dando lugar a infecciones en la
misma.
• Edema por reexpansión o edema ex vacuo: es una rara complicación
pero potencialmente mortal, y es más frecuente en pacientes con his-
toria de diabetes, grandes derrames, neumotórax con colapso total y
neumotórax a tensión. Se relaciona con evacuaciones muy rápidas y
con la aplicación de aspiración inmediata a la colocación del drenaje.
114
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
115
Cirugía de Urgencias
5. TORACOTOMÍA DE EMERGENCIA
5.1 Conceptos generales
Toracotomía inmediata en sala de urgencias (TSU): la que se tiene que rea-
lizar en la propia sala de urgencias como medida de reanimación a un paciente
agónico, inmediatamente al ingreso y tras una rápida evaluación inicial.
Toracotomía urgente: se realiza en quirófano, en las primeras 4 horas tras el
ingreso del paciente grave, pero suficientemente estable para soportar el trasla-
do a la sala de operaciones, y tras realizar las pruebas diagnósticas en urgencias.
Toracotomía urgente diferida: la que se realiza en quirófano, pero puede
demorarse hasta 24 horas tras el ingreso del paciente.
La realización de una u otra vendrá determinada por la etiología del pro-
ceso, la situación clínica y funcional del paciente, y la presencia de signos de
vida.
116
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
5.4 Resultados
La supervivencia tras una toracotomía de emergencia es aproximadamen-
te del 7-8%, con un 8-11% en traumatismos penetrantes y 1-2% en trau-
matismos cerrados, y con mejores resultados ante heridas por arma blanca
(18-24%) que por arma de fuego (4-5%) y mejor ante herida única que en
múltiple afectando a varias cavidades8.
El éxito depende de una correcta indicación. El tiempo transcurrido des-
de la lesión hasta el tratamiento definitivo es crítico. Los resultados son mu-
cho mejores en los pacientes en los que la toracotomía de emergencia puede
demorarse suficiente para hacerse en quirófano.
117
Cirugía de Urgencias
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
3.1 Clínica
A.- Aneurisma no complicado:
El aneurisma no complicado (sin rotura) es casi siempre asintomático,
siendo diagnosticado accidentalmente en pruebas de imagen como una eco-
grafía abdominal o urológica. Excepcionalmente, genera un dolor leve y cró-
nico si es de gran tamaño, por erosión vertebral en su crecimiento.
B.- En caso de rotura se aprecia:
– Dolor abdominal agudo, intenso y sordo, localizado a nivel epigástri-
co, lumbar o pélvico, y que se irradia a fosa lumbar izquierda o flanco
119
Cirugía de Urgencias
3.2 Diagnóstico
En pacientes hemodinámicamente estables con sospecha de disección/
rotura de aneurisma de aorta abdominal, la prueba de elección es la TAC
abdominal con contraste intravenoso.
Si el paciente presenta inestabilidad hemodinámica y tenemos una alta
sospecha, se realizará cirugía urgente, obviando la realización de pruebas de
imagen.
3.3 Tratamiento
– Monitorización y canalización de dos accesos venosos de calibre grueso
para garantizar un adecuado aporte de fluídos.
– Mantener una presión sistólica baja, entre 80 y 100 mmHg, mediante
la administración de betabloqueantes como el esmolol si es necesario.
Pueden asociarse nitratos como el nitroprusiato en infusión. Debemos
tener en cuenta que los cambios hemodinámicos pueden ser muy rápi-
dos, por lo que la medicación debe ser de vida muy corta.
– Control del dolor.
– Dada la alta mortalidad y la rápida progresión de la rotura contenida,
la cirugía emergente es la única posibilidad de supervivencia.
120
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
2.1 Clínica
1. Pain (dolor).
2. Pallor (palidez).
3. Pulselessness (falta de pulso).
4. Paresthesias (parestesias).
5. Paralysis (parálisis).
2.2 Diagnóstico
La prueba de imagen de elección es la ecografía vascular arterial, que
nos indicará la localización de la oclusión, lo que asociado a los hallazgos
121
Cirugía de Urgencias
Tabla 1
122
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
2.3 Tratamiento
Dependerá de la etiología que se diagnostique:
A.- Embolia- El tratamiento de elección será la embolectomía con catéter
balón de Fogarty. Generalmente la oclusión se produce en la bifurcación de
la arteria femoral común en femoral superficial y profunda, o bien en la ar-
teria poplítea en el inicio del tronco tibio-peroneo. El balón de Fogarty más
empleado es el número 4. La embolectomía puede realizarse bajo anestesia
local y sedación.
B.- Trombosis- El tratamiento se basa en:
– Corregir aquellas situaciones que hayan acelerado o descompensado
la aterosclerosis crónica subyacente, así como mejorar la perfusión del
miembro:
a) hidratación adecuada del paciente (p.e suero glucosalino 2000cc/24h
en perfusión continua),
b) Reposo del miembro en discreto declive (NO elevar el miembro
isquémico),
c) Dieta absoluta ante la posibilidad de intervención o intervencionis-
mo.
d) Algunos pacientes con isquemia arterial crónica, especialmente si
por edad avanzada o comorbilidad no van a someterse a revasculariza-
ción, pueden beneficiarse del tratamiento con vasodilatadores como el
Alprostadil (40microgramos/12h) que debe aplicarse diluido en suero
fisiológico durante dos horas, si no existe contraindicación.
123
Cirugía de Urgencias
3. VARICORRAGIA
Es una hemorragia que procede de telangiectasias, venas reticulares o ve-
nas varicosas superficiales cercanas a prominecias óseas, que sangran ante
traumatismos de poca intensidad.
Las medidas conservadoras incluyen la elevación del miembro y el ven-
daje compresivo. Si estas medidas no son efectivas o si las hemorragias
son recurrentes, estos pacientes son candidatos a esclerotarapia, ligadura
o stripping.
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Cirugía de Urgencias
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
12. Mallas y materiales de sutura
Laureano Vázquez Medina, Alejandro Astruc Hoffmann,
Rodolfo González Sendra
127
Cirugía de Urgencias
128
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
Prótesis reticulares
Tienen poros cuyo tamaño oscila entre 1 y 4 mm, lo que permite una
buena integración tisular y un crecimiento de tejido conectivo que garantiza
el anclaje anatómico. Soportan, además, grandes tensiones en todas direc-
ciones. Pueden ser no absorbibles, parcialmente reabsorbibles o absorbibles.
El material más frecuentemente utilizado es el polipropileno (PP); tanto éste
como el poliéster y politetrafluoretileno no expandido (PTFE) son no reab-
sorbibles. Entre los materiales parcialmente reabsorbibles, se encuentran las
combinaciones de polipropileno-poliglactina y polipropileno-poliglecapro-
na. Totalmente reabsorbible es la combinación de poliláctico-poliglastina.
129
Cirugía de Urgencias
El aumento del tamaño del poro en las prótesis reticulares permite clasifi-
carlas en alta densidad >80 g/m2, media densidad 50-80 g/m2, baja densidad
35-50 g/m2 y muy baja densidad <35 g/m2. Las prótesis parcialmente absor-
bibles tienen poro amplio y son de baja densidad.
La reducción del peso de la prótesis y la posesión de un poro amplio per-
mite disminuir la cantidad de material extraño que se deja en el organismo y
se produce una menor fibrosis de la zona, sin pérdida de la resistencia mecáni-
ca que ofrecen las prótesis de alta densidad. Todo esto se traduce en la menor
rigidez tisular con mejor adaptación a la fisiología de la pared abdominal. Al
integrarse con mayor rapidez en el tejido, ofrecen mayor resistencia a la in-
fección de la prótesis. Estas ventajas han multiplicado su uso en la actualidad.
Algunas prótesis reticulares se fabrican con la disposición de los filamen-
tos de tal forma que presentan estructura tridimensional, permitiendo la
adaptación a espacios complejos, como ocurre en el abordaje laparoscópico
de la región inguinal. Además de la mejor adaptación al espacio, se les dota
de propiedades autoadhesivas con pequeños ganchos absorbibles, que permi-
te la fijación inmediata del material sin necesidad de aplicar sutura.
El principal inconveniente de estos materiales es la formación de un
neoperitoneo desorganizado, que favorece la creación de adherencias o fístu-
las cuando se sitúan en contacto con las asas.
Prótesis laminares
El representante de este tipo de materia es el tetrafluoretileno expandido
(PTFEe). Su integración es de tipo celular, produciendo en el receptor una
encapsulación de la prótesis con tejido conectivo. No hay paso de fibro-
blastos, ni vasos, ni células inmunitarias, que se ha intentado compensar al
diseñarlas con micro poros u ojales de mayor tamaño. Otra característica es
la menor capacidad de distensión. La principal ventaja de las prótesis lami-
nares es la posibilidad de colocarlas en contacto con el peritoneo visceral. Se
produce la formación temprana de neoperitoneo, evitando la formación de
adherencias y fístulas.
Dentro de las prótesis laminares existen materiales absorbibles como el
copolímero, formado por ácido poliglicólico y carbonato de trimetileno
(BIO-A®). La prótesis queda encapsulada y se reabsorbe lo largo de seis
meses. Estas prótesis actúan más como refuerzo y barrera en una primera in-
tervención, en cierres complejos de la pared abdominal, que como implantes
de reparación definitiva.
130
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
Prótesis compuestas
Al aunar las virtudes de las prótesis laminares y reticulares, permiten una
buena integración tisular, evitan adherencias viscerales y proporcionan gran
resistencia biomecánica. Los materiales que forman el primer componente
son de tipo reticular, como el polipropileno. El segundo componente es la-
minar, pudiendo ser absorbible o de barrera química frente a no absorbible
o barrera física. Podemos ver los tipos de prótesis compuestas en la tabla 1.
Prótesis biológicas
Son de origen natural, derivadas de colágeno animal o humano. Se diseña-
ron con el objetivo de reparar los tejidos mediante un proceso de regeneración
tisular, a diferencia de las prótesis sintéticas que desencadenan la formación
de tejido cicatricial. Las prótesis biológicas producen una mínima reacción a
cuerpo extraño, por esta razón deberían tener un mejor comportamiento en
tejidos contaminados o infectados y no producir adhesión intestinal.
131
Cirugía de Urgencias
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132
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
1. DEFINICIONES
En la conferencia de consenso celebrada en 1992 por el American College
of Chest Phisicians y la Society of Critical Care Medicine (ACCP/SCCM)1 se
definieron los conceptos de SIRS (síndrome de respuesta inflamatoria sisté-
mica), sepsis, sepsis grave, shock séptico y SDMO (síndrome de disfunción
multiorgánica). En este momento se definía sepsis como SIRS debido a una
infección. En 2001 estas definiciones fueron revisadas por los miembros de
la SCCM / ACCP / ATS (American Thoracic Society) / ESICM (European So-
ciety of Intensive Care Medicine) and SIS (Surgical Infection Society)2 y poste-
riormente en 2012 por SCCM y ESIC3,4, quedando de la siguiente manera:
– SIRS: Respuesta inflamatoria sistémica producida ante un agente in-
feccioso (sepsis) o no infeccioso (pancreatitis, infarto, cirugía, politraumati-
zado, gran quemado, etc). Se define como la coincidencia de 2 o más de los
siguientes criterios:
– Tª central > 38ºC o < 36ºC.
– Frecuencia cardiaca > 90 lpm.
– Frecuencia respiratoria > 20 rpm o PCO2 < 32mmHg.
– Recuento leucocitario > 12000 mm3 o < 4000 mm3 o más de 10% de
cayados.
– Sepsis: Infección documentada o sospechada + uno de los criterios diag-
nósticos descritos en la tabla 1.
– Sepsis grave: Sepsis asociada a disfunción orgánica con hipoperfusión o
hipotensión. Las manifestaciones de hipoperfusión, pueden incluir pero no
están limitadas a acidosis láctica, oliguria o alteración aguda en el estado mental.
Entendemos por sepsis con hipotensión a tensión arterial sistólica (TAS)
de < 90 mmHg o tensión arterial media (TAM) < 70 mmHg o una reduc-
ción de > 40 mmHg del basal, en ausencia de otras causas de caída de la
tensión arterial.
135
Cirugía de Urgencias
3. FISIOPATOLOGÍA
Ante una agresión de origen infeccioso (bacterias, virus, hongos, etc.), o no
infeccioso (trauma, grandes quemados, pancreatitis, etc.)6, se activan las células
del sistema inmune del huésped, sobre todo los macrófagos, dando lugar a una
respuesta inflamatoria local, mediante la producción de mediadores antiinflama-
torios y proinflamatorios (como el factor de necrosis tumoral alfa (TNFα) o las
interleuquinas (IL-1, IL-6, etc), si dicha respuesta es efectiva, se acabará restable-
ciendo la homeostasis y favoreciéndose los procesos de reparación tisular. Cuando
por causa multifactorial, grandes cantidades de mediadores inflamatorios (cito-
quinas, prostaglandinas, bradicinas, etc) pasan al torrente sanguíneo, se produce
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Cirugía de Urgencias
4. CLÍNICA
La clínica va a venir definida por los signos y síntomas secundarios a la
agresión, a la respuesta inflamatoria y a la disfunción de los distintos órganos
y sistemas.
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5. DIAGNÓSTICO
Se basa principalmente en la clínica del paciente y en la sospecha diagnós-
tica junto con la anamnesis y la exploración física ayudado por exploraciones
complementarias7,8.
– Analítica general: hemograma, coagulación con determinación de fi-
brinógeno y dímero D y bioquímica que incluya la determinación de
glucosa, urea, creatinina, iones, enzimas hepáticas y de colestasis, LDH
(lactato deshidrogenasa), CK (creatin-kinasa) y troponinas (marcado-
res de daño miocárdico) y reactantes de fase aguda como PCR (proteí-
na C reactiva) y PCT (procalcitonina).
– Gasometría arterial y venosa: para determinar equilibrio ácido-base,
SvcO2 y SvO2, calcio iónico y lactato (la elevación de la lactacidemia (>
4mmmol/L) en el paciente séptico es un indicador muy preciso de la
gravedad y su monitorización puede usarse como guía de la respuesta
al tratamiento).
– Estudios microbiológicos: hemocultivos (al menos 2) obtenidos por
venopunción directa de lugares diferentes y separados al menos entre 5
y 15 minutos, antes de administrar la primera dosis de antibiótico. En
caso de sospecha de sepsis asociada a catéter venoso central, se extraerá
sangre de vía periférica y del catéter venoso central en igualdad de vo-
lumen. Tinción de Gram y cultivo de muestras del posible foco séptico.
– Estudios por imagen: radiografía de tórax y abdomen. Otras explora-
ciones como ecografía, TAC o gammagrafía pulmonar en función de la
sospecha del foco séptico.
– Otras pruebas: electrocardiograma, para descartar lesión aguda mio-
cárdica.
El SDMO no puede considerarse una enfermedad y no existen crite-
rios universales para definirlo, por lo que se han desarrollado numerosos
índices de valoración de la gravedad que cuantifican las alteraciones clínicas
y bioquímicas para ayudar a determinar la gravedad y el pronóstico de es-
tos pacientes, como el APACHE-II ( Acute Physiology and Chronic Health
Evaluation), el MODS (Multiple Organ Dysfunction Score) o el SOFA
(Sepsis.-related Organ Failure Assesment).
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Cirugía de Urgencias
6. TRATAMIENTO
El tratamiento debe iniciarse en el momento y en el lugar en el que se
detecta o sospecha la presencia de sepsis3,7,9,10. Todos los pacientes con sepsis
grave que presentan hipo-perfusión, hipotensión o shock deben ingresar lo
antes posible en UCI, sin que esto suponga un retraso en la instauración del
tratamiento. En la tabla 2 se resumen el paquete de medidas a adoptar en las
3 y 6 horas del diagnóstico de sepsis.
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Tratamiento antimicrobiano:
• Foco conocido: valorar pauta de elección según el origen de la sepsis.
• Foco desconocido
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1. DEFINICIÓN
Se entiende como profilaxis antibiótica la administración de antibióticos
perioperatorios en pacientes sometidos a procedimientos asociados a altas
tasas de infección, colocación de prótesis o cuando las consecuencias de una
infección pueden ser graves.
2. TIPOS DE CIRUGÍA
La indicación de la profilaxis antibiótica depende del tipo de cirugía. Las
intervenciones limpias-contaminadas y contaminadas son tributarias de pro-
filaxis antibiótica. En cirugía sucia los antibióticos se administran de forma
terapéutica. En cuanto a la cirugía limpia, la profilaxis depende del tipo de
intervención y en algunos casos aun no ha sido totalmente esclarecida.
– Cirugía limpia: Cirugía electiva sin evidencia de inflamación activa,
ausencia de sección de vía aérea, tracto gastrointestinal (GI), biliar o
genitourinario (GU), con asepsia quirúrgica estricta. Tasa de infección:
1-5%.
No está indicada la profilaxis, excepto en cirugía con material protésico,
pacientes mayores de 65 años, cirugía traumática o de más de 2 horas,
si hay transfusión y en pacientes con factores de riesgo.
– Cirugía limpia-contaminada: Cirugía con sección de la vía aérea, tracto
GI, biliar o GU. Traumatismos cerrados, reintervenciones en la prime-
ra semana. Cirugía limpia urgente. Tasa de infección: 5-15%.
– Cirugía contaminada: Sección del tracto GI, biliar o GU, con impor-
tante secreción del contenido. Traumatismos abiertos intervenidos en
las primeras 4 horas. Cirugía limpia-contaminada con proceso agudo
inflamatorio no purulento. Tasa de infección: 15-30%.
– Cirugía sucia: Supuración o infección evidentes. Tasa de infección:
40- 60%.
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Cirugía de Urgencias
3. ÍNDICE NNIS
El baremo NNIS, desarrollado por los Centros para el Control y la Pre-
vención de Enfermedades (Centers for Disease Control and Prevention -
CDC) a partir de los datos del proyecto National Nosocomial Infections
Surveillance, se emplea para determinar la tasa previsible de infección del
sitio quirúrgico en un tipo concreto de intervención. Este baremo combina
el tipo de cirugía, la duración de la misma y la clasificación ASA del riesgo
anestésico (Tabla 1 capítulo 24). El estudio NNIS demostró que para un
mismo tipo de cirugía existe una variabilidad de la incidencia de infección en
función de la comorbilidad y el tiempo operatorio.
4. INDICACIÓN
Todos los pacientes sometidos a una intervención quirúrgica abdominal
urgente o electiva se consideran tributarios de la administración profiláctica
de antibióticos, con independencia de que el procedimiento sea convencio-
nal o laparoscópico.
6. DURACIÓN DE LA PROFILAXIS
La administración de antibióticos con fines profilácticos no debe prolon-
garse más allá de la dosis única preoperatoria. En los siguientes procesos urgen-
tes, la administración profiláctica de antibióticos debe considerarse suficiente:
– Apendicitis no perforada.
– Perforación de víscera hueca de menos de 12 horas de evolución (es-
pontánea, traumática o iatrógena).
– Resección de intestino delgado desvitalizado sin perforación franca.
– Cirugía urgente de colon sin preparación previa, cuando no existan
otros criterios que aconsejen prolongar el tratamiento.
No existe evidencia de que las infecciones establecidas en las que la ciru-
gía ha conseguido eliminar la fuente de contaminación y drenar completa-
mente la eventual infección de vecindad (incluida la peritonitis) requieran
de la administración de antibióticos durante más de 5 días. La duración del
tratamiento deberá individualizarse y eventualmente prolongarse más de 5
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1. INTRODUCCIÓN
Fiebre es el aumento de temperatura corporal normal de una persona. Di-
fiere entre individuos y varía según el método de medición usado (oral, rec-
tal, axilar, timpánica). Existe además una marcada variación de la temperatura
corporal a lo largo del día, con un rango de temperaturas cuyo valor más bajo
ocurre a las 6 AM y el más alto a las 6 PM. En una revisión sistemática de
2002 hecha en Escandinavia, los autores se preguntaban cuál es la temperatura
normal de un individuo. Revisaron los estudios publicados entre 1935 y 1999,
encontrando 20 estudios de interés, y concluyeron que el rango de temperatu-
ra normal oral es 35,6º a 38,2º, siendo ligeramente superior en mujeres.
La fiebre postoperatoria es relativamente común, incluso inmediatamente
después de un procedimiento quirúrgico mayor, con una incidencia entre 10%
y 40% dependiendo de la definición utilizada. La mayoría de autores definen
fiebre postoperatoria como una temperatura corporal por encima de 38º du-
rante el curso postoperatorio de una intervención. En la mayoría de los casos
es autolimitada y se resuelve de manera espontánea sin necesidad de terapia
adicional. Sin embargo, en otras ocasiones puede significar la manifestación
de una complicación grave postoperatoria. El desconocimiento y el miedo a
estas complicaciones conduce habitualmente a la realización precoz de una
batería de pruebas. Radiografías, análisis y cultivos de sangre y orina, pruebas
de imagen y otros estudios de laboratorio son realizados en busca de “algo” que
explique la fiebre, siguiendo en ocasiones más la tradición y la propia experien-
cia que la evidencia. Son además pruebas no completamente inocuas. Pueden
ser dolorosas, invasivas y frecuentemente molestas para el paciente y familiares
que ven con preocupación como realizamos multitud de pruebas, algunas en
horas de descanso, para finalmente terminar con un “no sabemos por qué tie-
ne fiebre”. El impacto en su recuperación es importante, consume tiempo del
personal sanitario y aumenta costes hospitalarios no justificados.
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cirugía colorectal. La PCT parece ser un marcador más precoz, sensible y espe-
cífico que la PCR para el diagnóstico de complicaciones infecciosas postopera-
torias, pero se necesitan más estudios para sacar conclusiones.
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2. ABSCESOS INTRAABDOMINALES
Se trata de colecciones purulentas que se encuentran dentro de la cavidad
abdominal, pudiendo presentarse dentro del parénquima de órganos sólidos
(como hígado, bazo, páncreas o riñones) así como en las inmediaciones de
vísceras huecas afectadas (absceso perivesicular, apendicular, pericólico o in-
terasas).
Generalmente se asocian casi en su totalidad a peritonitis secundarias
donde el paciente aún conserva cierta respuesta inmunológica e inflamato-
ria, activándose una serie de mecanismos cuya finalidad es la producción de
fibrina con el objetivo de controlar y limitar la propagación de la infección
intraabdominal, a diferencia de la peritonitis terciaria donde la escasa exuda-
ción suele ser difusa al fallar dichos mecanismos. La inmensa mayoría suelen
tardar aproximadamente entre 1 y 4 semanas para formarse.
Su etiopatogenia por lo tanto viene dada por la víscera afectada y el me-
canismo de producción, pudiendo presentarse tras una infección intraabdo-
minal adquirida en la comunidad, como una apendicitis, una diverticulitis o
una pancreatitis o tras una intervención quirúrgica.
2.1 Clínica
Clínicamente se manifiestan con signos locales y sistémicos de inflama-
ción. El paciente suele referir dolor en las inmediaciones del mismo, en oca-
siones difuso, con afectación del estado general frecuentemente asociado a
fiebre y escalofríos, anorexia, náuseas y vómitos, pudiendo variar la clínica
en dependencia de su localización. Aunque es raro, puede aparecer una masa
palpable en aquellos de gran tamaño. En la analítica suele destacarse leuco-
citosis con neutrofilia (leucopenia en casos más severos) y elevación de los
reactantes de fase aguda como PCR o PCT así como otras enzimas o marca-
dores según el órgano afectado.
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2.2 Diagnóstico
Aunque el diagnóstico es básicamente clínico, pudiéndose intuir su ori-
gen según la intervención realizada así como la existencia o no de anasto-
mosis, su confirmación y localización se obtienen normalmente mediante
pruebas de imagen.
La ecografía se ha impuesto por ser un método eficaz, accesible y barato
para localizar e incluso drenar una gran mayoría de colecciones intraabdomi-
nales, aunque el meteorismo y la presencia de cicatrices, drenajes u ostomías
pueden dificultar el diagnóstico que en ocasiones depende en gran medida
del explorador, por lo que a veces es necesario recurrir por su mayor especi-
ficidad y sensibilidad a la Tomografía Axial Computarizada (TAC) con fines
diagnósticos y terapéuticos. Entre sus inconvenientes se citan su mayor coste,
su menor accesibilidad y en ocasiones la necesaria administración de contras-
te (endovenoso para realzar la cápsula del absceso y oral para distinguirlo de
las asas intestinales).
2.3 Tratamiento
Históricamente, el tratamiento de los abscesos intraabdominales se ha
basado fundamentalmente en el uso de antimicrobianos asociado al drenaje:
1) Antibioterapia: su uso es generalizado en casos de pacientes con abs-
cesos intraabdominales tanto para el control de la infección como
para evitar su diseminación hematógena. Es importante que la ad-
ministración del antibiótico comience después de conseguir muestras
de sangre para cultivo, a ser posible coincidiendo con un pico febril y
usando frascos para cultivo aerobio y anaerobio. El uso de antibióti-
cos de forma aislada sólo es eficaz en casos de abscesos de pequeño ta-
maño pues la penetración de los antibióticos en el interior del absceso
es escasa, además de su inactivación por las condiciones inherentes de
hipoxia y acidosis.
2) Drenaje: con el auge y disponibilidad de las pruebas de imagen así
como la tendencia y demanda de la mínima invasión, hoy en día se
opta cada vez más por el drenaje percutáneo asociado al tratamien-
to antimicrobiano dada su alta tasa de efectividad que roza el 80%,
reservando el drenaje quirúrgico para aquellos pacientes donde fraca-
san las medidas anteriores o cuando presentan signos de peritonitis o
shock séptico. El drenaje percutáneo evita la cirugía en un porcentaje
alto de pacientes, muchos de ellos con múltiples factores de riesgo.
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Para asegurar el éxito del drenaje percutáneo, se deberán atender los si-
guientes requisitos:
1.- Localización: deberá presentar un acceso percutáneo seguro. En oca-
siones la ausencia de ventana radiológica es la única razón para optar
por el tratamiento quirúrgico.
2.- Unilocular: en abscesos multiloculares aumenta la tasa de fracaso
terapéutico.
3.- Número: ante la presencia de abscesos múltiples está indicado el
drenaje quirúrgico.
4.- Tamaño: aunque existe variabilidad, se acepta la técnica para los ma-
yores de 3 cm (regla de los 3 cm) aunque en ocasiones se acepta hasta
los 5 cm. Los menores de este tamaño probablemente se resuelven
con el uso aislado de antibióticos.
5.- Ausencia de coagulopatías o administración de anticoagulantes:
en esos casos se procederá a su corrección o retirada antes de proceder
con la técnica.
3. INFECCIONES FÚNGICAS
En la práctica, el aislamiento de Candida spp. en el peritoneo (cultivo
positivo en cavidad u órgano estéril) debe considerarse una candidiasis gra-
ve, aunque aun no está claro si su presencia en una peritonitis secundaria a
perforación gastrointestinal constituye una contaminación o una infección
y, por lo tanto, con indicación de tratamiento antifúngico. Candida albicans
es la especie más frecuentemente aislada (63%), seguida de Candida parap-
silopsis (17%), Candida tropicales (17%), Candida glabrata y krusei (< 10%).
Candida spp. coloniza con elevada frecuencia el paciente quirúrgico (72%) y
se ha encontrado en el 3-8% de las IIA. Es el quinto patógeno en frecuencia
aislado en la UCI y se ha identificado en el 7% de las infecciones de herida
quirúrgica y el 10% de los abscesos intraabdominales. Se ha demostrado
la relevancia y gravedad de la candidiasis peritoneal, asociada a una mayor
mortalidad. En pacientes con IIA y sospecha de infección fúngica, hay que
realizar tratamiento empírico. La sospecha de infección por hongos viene
dada por el Candida score. En este score se asigna un punto en caso de ci-
rugía, de nutrición parenteral o colonización multifocal, y 2 puntos si existe
sepsis grave. Con un score mayor o igual a 3 está indicado el tratamiento con
fluconazol. En caso de shock séptico o tratamiento previo con fluconazol,
debe usarse una candina para el tratamiento de la infección fúngica.
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b) NOSOCOMIAL
a. Postoperatoria (incluye endoscopia terapéutica): Igual esquema te-
rapéutico que en infección comunitaria grave.
b. Peritonitis terciaria: Meropenem/imipenem + linezolid o dapto-
micina o glucopéptido + fluconazol o candina. Otra combinación
posible es tigeciclina + ceftazidima o amikacina + fluconazol o can-
dina.
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Cirugía de Urgencias
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
1.- INTRODUCCIÓN
La colecistitis aguda representa aproximadamente entre el 20-30% de las
consultas por abdomen agudo en urgencias. El 90% de las colecistitis agu-
das son de origen litiásico frente al 10% que son alitiásicas cuya etiología se
produce por isquemia de la pared vesicular y se produce, fundamentalmente,
en pacientes críticos, grandes quemados y pacientes sometidos a nutrición
parenteral total.
La indicación del tratamiento quirúrgico en la colecistitis aguda ha varia-
do en las últimas décadas. Clásicamente se reservaba la realización de colecis-
tectomía en caso de colecistitis complicadas, y no fue hasta finales del siglo
XX, paralelo al desarrollo tecnológico, cuando se estandarizó la técnica de la
colecistectomía laparoscópica, hasta el punto que, actualmente, el abordaje
laparoscópico precoz se ha convertido en la técnica de elección en esta pa-
tología1.
2.1.- DIAGNÓSTICO
Basándonos en las guías de Tokio publicadas en el 2013 (TG13), tendre-
mos un diagnóstico de sospecha de colecistitis cuando un paciente presente 1
signo de inflamación local ( signo de Murphy +; Dolor, molestias o sensación
de masa en hipocondrio derecho), junto con un signo sistémico de infla-
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Cirugía de Urgencias
178
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
1. INTRODUCCIÓN
La colangitis aguda (CA) se caracteriza por inflamación e infección de
los conductos biliares. Esta entidad requiere por tanto la presencia de 2 fac-
tores: obstrucción de la vía biliar y sobrecrecimiento bacteriano en la bilis
(infección). La severidad de su espectro clínico, va desde un proceso mode-
radamente grave a uno que puede poner en compromiso la vida del paciente
derivando en shock séptico y fracaso múltiorgánico. Debido a esta propen-
sión a un deterioro rápido y grave, el diagnóstico y tratamiento precoz son
esenciales.
2. EPIDEMIOLOGÍA
La incidencia de colangitis en la población general es desconocida. La
edad media de los pacientes es de 50 a 60 años y no se observa ninguna pre-
dilección por el sexo.La incidencia de colangitis tras la práctica de una colan-
giopancreatografía endoscópica retrograda (CPRE) ha sido más estudiada, y
en una recopilación de varios artículos que incluía a más de 33.000 pacientes
se situó entre el 0,7 y el 5,4%.
La mortalidad de la CA, que era cercana al 50% antes de la década de los
ochenta, ha descendido de forma relevante desde la introducción rutinaria
de las técnicas endoscópicas para el drenaje de la vía biliar obstruida, siendo
actualmente del 3-10%.
3. FISIOPATOLOGÍA
Para el desarrollo de una colangitis se necesitan 2 factores: la obstrucción
de la luz del árbol biliar y la colonización bacteriana. A pesar de su comu-
nicación con el tracto digestivo, la bilis es normalmente estéril debido a las
179
Cirugía de Urgencias
4. PRESENTACIÓN CLÍNICA
En 1877 Jean Charcot describe las características, ya clásicas de la colan-
gitis con su conocida triada: Fiebre, ictericia y dolor abdominal localizado en
180
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
5. ETIOLOGÍA
Podemos clasificarlas en dos grandes grupos: No iatrogénicas (cuando no
ha existido ninguna manipulación médica previa de la VB) o iatrogénicas
(cuando sí la ha habido). Dentro de las primeras tenemos procesos benignos
como la coledocolitiasis (causa principal de la obstrucción de la VB y respon-
sable del 30-70% de los casos de CA) y que puede ser primaria o secundaria,
la pancreatitis (aguda o crónica, incluyendo los pseudoquistes), la estenosis
papilar, el síndrome de Mirizzi, quistes de colédoco, enfermedad de Caroli
y estenosis biliares, que pueden ser por isquemia, por colangitis esclorosante
primaria, coledocolitiasis recurrente, colangitis recurrente y/o cualquier otro
proceso inflamatorio.
Entre las causas no iatrogénicas, procesos malignos como el cáncer de
páncreas, el colangiocarcinoma, el cáncer periampular -–duodenal y tumores
primarios o metastásicos del hígado o de la vesícula–.
Iatrogénicas: destacamos la obstrucción de las endoprótesis y las estenosis
biliares por trauma quirúrgico directo (Cirugía o post CPRE), por isquemia,
o por problemas en relación con anastomosis realizadas (bilio biliares o bilio-
entéricas)
6. DIAGNÓSTICO
En 2007 un comité de expertos encabezado por K.Wada y M.Hirota pu-
blican la guía Clínica de Tokio, donde establecen los criterios diagnósticos
y de severidad de la colangitis aguda. Estos criterios se basan en 4 puntos:
a) historia de enfermedad biliar, b)manifestaciones clínicas compatibles, c)
alteraciones de laboratorio con signos inflamatorios y de obstrucción de la
vía biliar, y d) técnicas de imagen indicativas de la presencia de obstrucción
biliar o que muestren una etiología capaz de causar colangitis. (Tabla 1)
181
Cirugía de Urgencias
Pruebas de imagen
1) Pueden confirmar la dilatación de la vía biliar,
2) pueden revelar etiología específica responsable de la obstrucción (p.ej.
piedras en VB)
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
7. TRATAMIENTO
Se sustenta en tres brazos fundamentales: 1) Estabilizar hemodinamica-
mente al paciente 2) tratamiento antibiótico precoz, 3) Drenaje biliar. Un po-
sible algoritmo clínico en cuanto a la toma de decisiones para el tratamiento
queda reflejado en la figura 1. En general podemos decir que un diagnóstico
rápido y un tratamiento adecuado, son esenciales para mejorar el pronóstico.
183
Cirugía de Urgencias
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
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Cirugía de Urgencias
Drenaje quirúrgico
Actualmente las indicaciones de drenaje quirúrgico se limitan a la no
disponibilidad o el fallo de alguno de los procedimientos de drenaje CPRE o
CTP. Las series históricas sugerían que la necesidad de un drenaje quirúrgico
en pacientes inestables arrastraba unas cifras de mortalidad perioperatoria
próxima al 40%, y es en este subgrupo de pacientes inestables donde va a
tener cavida la cirugía, ya que si el paciente está estable, permite el traslado a
otro centro o una nueva evaluación para drenaje endoscópico o percutáneo
de manera electiva.
El abordaje inicial se debe limitar a un simple drenaje de la VB. Cuando
la obstrucción es distal: Coledocotomía + exploración VBP con extracción
de cálculos si procediera + colocación de tubo en T de Kehr, que debe ser
preferiblemente ancho, al menos 16 F aunque esto dependerá del diámetro
de la vía. Cuando la obstrucción es proximal , el abordaje quirúrgico se con-
vierte en un auténtico reto para el Cirujano. Una obstrucción hiliar requiere
coledocotomía + dilatación de la obstrucción + colocación de un tubo en
“U” (entra en el árbol biliar a través de la coledocotomía, atraviesa la obs-
trucción y sale a traves del sistema biliar intrahepático por el hígado. Los dos
extremos del tubo salen al exterior de la cavidad abdominal.
En general, y debido a la situación clínica de inestabilidad en la que co-
múnmente se van a encontrar los enfermos candidatos a cirugía, no se re-
comiendan otros procedimientos más laboriosos como una esfinteroplastia
transduodenal, ni ningún tipo de by pass bilioentérico.
Recientemente se ha publicado un ensayo randomizado y controlado por
Tzovaras et al. en el que compara el abordaje en dos tiempos para la cole-
coledocolitiasis (CPRE + Colecistectomía laparoscópica posterior) frente al
llamado “Rendezvous” laparoendoscópico en un tiempo. Se incluyen tanto
pacientes electivos como urgentes, así como pacientes con cuadros de colan-
gitis aguda. Los resultados revelan que el abordaje en un tiempo reduce la es-
tancia hospitalaria y disminuye las cifras de amilasemia post-procedimiento,
lo que podría suponer una disminución de las pancreatitis postCPRE.
Independientemente de la causa de la colangitis los pacientes deben tener
un tratamiento definitivo, si está indicado, preferiblemente de manera electi-
va. La mayoría de las veces será necesaria una colecistectomía para solucionar
definitivamente la coledocolitiasis y el síndrome de Mirizzi; y en otras oca-
siones realizar reconstrucciones biliares por estenosis benignas o resecciones
por tumores periampulares.
186
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
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Cirugía de Urgencias
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
1. INTRODUCCIÓN
La pancreatitis aguda (PA) es una patología de elevada prevalencia, cons-
tituyendo el 1% de los ingresos hospitalarios en nuestro país. La colelitiasis
y el alcohol continúan siendo las causas más frecuentes, y su diagnóstico se
basa en la presencia de 2 de los siguientes criterios: a) característico dolor
centroabdominal con irradiación en cinturón; b) amilasa o lipasa tres veces
por encima del valor normal; y c) radiología demostrativa.
Debido a la confusión de determinada terminología derivada de la clasifi-
cación de Atlanta, una reciente revisión permitió la elaboración de un Con-
senso Internacional que constituye hoy día la referencia para la definición
conceptual de la PA (Tabla 1). La PA se clasifica en sus dos formas de pre-
sentación (edematosa intersticial y necrotizante), y en base a su curso clínico
(leve, moderada y severa). La mayoría de los episodios de PA transcurren
como una forma edematosa intersticial (80-90%), habitualmente asociadas
a un curso clínico leve, y las formas de curso clínico más adverso suelen aso-
ciarse a la característica que define la forma necrotizante: la necrosis, ya sea
exclusivamente pancreática, peripancreática o una mezcla de ambas1.
Las complicaciones locales asociadas a la forma edematosa son las colec-
ciones agudas líquidas y los pseudoquistes, según carezcan o tengan pared
definida o acontezcan en las primeras 4 semanas de curso clínico o con pos-
terioridad, respectivamente. Estas complicaciones quedarán fuera de nuestra
revisión ya que su manejo quirúrgico bien no es necesario o se enmarca den-
tro de un carácter electivo. Por su parte, las formas necrotizantes pueden aso-
ciar necrosis aguda (colección heterogénea sólido-líquida sin pared definida,
intra o extrapancreática, diagnosticada en las primeras 4 semanas del curso
clínico) o necrosis walled-off (de similares características pero con pared bien
189
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Cirugía de Urgencias
nes locales pueden acontecer en esta fase, pero son mucho más infrecuentes
y serán mencionadas al final del capítulo.
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6. RESUMEN
En los últimos años hemos asistido a un cambio en la aproximación al
paciente con PA necrotizante: de una cirugía indicada precozmente, realiza-
da por vía abierta, estamos asistiendo a la implantación de procedimientos
menos agresivos indicados más tardíamente y con estrategias tipo “step-up”,
indicando en primer lugar el DP preferiblemente por vía retroperitoneal y
continuando con la necrosectomía quirúrgica (considerando nuevas rutas de
acceso) o endoscópica en caso de ausencia de mejoría. Esta aproximación
terapéutica exige un abordaje multidisciplinar con implicación de cirujanos,
gastroenterólogos, radiólogos, intervencionistas e intensivistas, y la necesidad
de contemplar el traslado a centros de referencia en caso de no disponer de
logística. Las Unidades de Trauma y Cirugía de Urgencias en los Servicios de
Cirugía General y Digestiva constituyen por tanto el marco ideal para el co-
nocimiento precoz, indicación, intervención y seguimiento de estos pacientes.
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200
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
1. ABSCESOS ESPLÉNICOS
1.1 Introducción
A pesar de que se trata de una entidad poco frecuente (hay comunicados
unos 600 casos en el mundo), los abscesos esplénicos se han descrito desde
la época de Hipócrates. Su incidencia es difícil de determinar siendo aproxi-
madamente el 0.012% de los pacientes hospitalizados por año y constituyen
el 0.0049% de las muertes hospitalarias. La mortalidad según la literatura
varía entre el 24 y el 48%. En los últimos años su incidencia parece haber
incrementado siendo relacionado este aumento con un mejor manejo de los
métodos diagnósticos, pero fundamentalmente por el aumento de pacientes
con inmunodepresión, bien por quimioterapia, SIDA etc.
201
Cirugía de Urgencias
1.3 Diagnóstico
La clínica suele ser inespecífica, pudiendo aparecer fiebre de origen
desconocido de larga duración acompañada de dolor en costado izquier-
do. Se debe sospechar la existencia de un absceso esplénico en pacientes
con factores de riesgo como los mencionados anteriormente, aunque las
pruebas complementarias van a ser claves en el diagnóstico. Las pruebas
de laboratorio son muy inespecíficas pudiendo existir incremento de
los reactantes de fase aguda, leucocitosis y desviación izquierda. En la
radiología simple de torax se puede apreciar un derrame pleural izquier-
do hasta en el hasta en el 70% de los casos. Aunque la ecografía es muy
sensible como primera prueba diagnóstica ante la sospecha de absceso
esplénico, la TAC tiene una sensibilidad cercana al 100% encontrándose
lesiones de baja densidad que no se realzan con la administración de
contraste intravenoso.
1.4 Tratamiento
El tratamiento debe ser elegido en función de las características del pa-
ciente y del absceso, según localización y multilocularidad.
Existen tres posibilidades de tratamiento no excluyentes entre si:
– Tratamiento antibiótico que se debe adecuar a la patología subyacente
y al gérmen causal.
– Drenaje percutáneo guiado mediante radiología, indicado en pacientes
con comorbilidad importante o con mal estado general, abscesos úni-
cos y uniloculares.
– Tratamiento quirúrgico, que ha sido el Gold estándar, asociándose
a una mayor supervivencia, aunque casi siempre los pacientes se
encuentran en una situación clínica muy deficiente, bien tras un
traumatismo o bien por insuficiencia cardiaca secundaria a una en-
docarditis.
202
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
2. ABSCESOS HEPÁTICOS
2.1 Introducción
El absceso hepático no es una enfermedad específica sino que es una en-
tidad clínica que es el resultado final de una serie de entidades patológicas.
Casi siempre tiene relación con enfermedades de la vía biliar, siendo factores
predisponentes la DM, el trasplante hepático, las diferentes neoplasias bilio-
pancreáticas y el déficit inmunitario del paciente. En los países desarrollados,
el absceso hepático piógeno ha ido incrementando su incidencia anual de
forma progresiva, no siendo muy bien conocida la causa de este ascenso, pu-
diéndose deber a un aumento real de la incidencia o deberse a un mejor co-
nocimiento de la enfermedad y de los medios diagnósticos. Su incidencia es
variable dependiendo de las series, pero se puede establecer entre el 0,020%
y el 0,088% de los ingresos hospitalarios, hallándose una incidencia de 11
casos/100.000 habitantes en estudios recientes. Su mortalidad es alta, aun-
que ha disminuido la mortalidad hospitalaria del 95% a cifras entre el 5.6%
y el 24%. En general esta patología es más frecuente en hombres y en la
quinta y sexta décadas de la vida. Ha incrementado la edad de los pacientes
con abscesos hepáticos, ha aumentado la relación de estos con enfermedades
malignas y ha disminuido la asociación con apendicitis. Actualmente, la ma-
yoría de los abscesos hepáticos piógenos son únicos alcanzando un tamaño
medio entre 5 y 10 cm de diámetro.
2.2 Etiopatogenia
En cuanto al agente causal depende de la situación geográfica y del grado
de desarrollo y de inmigración del área de influencia del hospital. Así en lu-
gares donde la amebiasis es endémica esta tendrá mayor prevalencia respecto
a otro tipo de microorganismos.
La etiopatogenia se puede clasificar en función de la vía de difusión:
– Vía ascendente: se trata de abscesos hepáticos de origen biliar, secundarios
a obstrucción o estenosis de la vía biliar, coledocolitiasis, estenosis, colan-
gitis esclerosante y neoplasias malignas de la vía biliar o del páncreas.
– Origen portal: son secundarios a infecciones intraabdominales en zonas
tributarias de drenaje venoso portal, como pueden ser apendicitis aguda,
enfermedad inflamartoria intestinal, pancreatitis, cirugía pélvica, etc.
– Extensión directa: se trata de abscesos que aparecen por vecindad como
puede ocurrir en colecistitis aguda, abscesos subfrénicos, ulcus perfo-
rado etc.
203
Cirugía de Urgencias
2.3 Diagnóstico
Respecto a la clínica, clásicamente, la tríada de fiebre dolor e ictericia,
casi siempre asociada a colangitis, se ha descrito como la característica de
abscesos hepáticos pero en los últimos tiempos no es tan habitual, siendo
más frecuente una serie de síntomas inespecíficos y subclínicos como son
fiebre, tiritona, náuseas y vómitos, dolor en cuadrante superior abdominal
derecho, pérdida de peso etc. La presencia de abscesos múltiples suele poner
de relevancia una clínica más florida.
Analíticamente, la elevación de reactantes de fase aguda como la PCR
suele ser habitual pero poco específico, hay elevación de las enzimas hepáti-
cas AST, ALT, FA y de bilirrubina así como presencia de anemia o leucoci-
tosis. Los cultivos son positivos hasta en el 50% de las ocasiones.
Las pruebas radiológicas son el método diagnóstico ideal, mostrando la
radiografía simple hasta en un 60% de los casos alguna alteración como
puede ser elevación del diafragma o derrame pleural derecho. La presencia
de aerobilia y niveles hidroaéreos intrahepáticos son muy sugerentes de in-
fección por Klebsiella en pacientes diabéticos.
204
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
2.4 Tratamiento
En el caso de absceso hepático amebiano el tratamiento de elección es la
antibioterapia Metronidazol 750 mg/8h diez días, con una tasa de éxito del
75%; si no existe mejoría al quinto día hay que asociar Cloroquina. Tras la
terapia se debe continuar tratamiento profiláctico con Furoato de Diloxami-
na 500 mg/8h durante 20 días para disminuir la tasa de recaída. En algunos
casos, sobre todo si el absceso es grande, se podrá beneficiar de realización de
drenaje percutáneo.
En los abscesos hepáticos piógenos el tratamiento debe iniciarse aunque
solo exista sospecha diagnóstica. Existen diferentes actitudes terapéuticas:
– Antibioterapia aislada: siempre con selección de los pacientes, si los
abscesos son abscesos únicos y pequeños en pacientes estables o con
abscesos múltiples. El tratamiento debe realizarse con antibioterapia de
amplio espectro cubriendo anaerobios y aerobios. Con cefalosporinas de
segunda o tercera generación, asociadas o no a Metronidazol o Clinda-
micina. También se ha utilizado monoterapia con Imipenem. La elec-
ción y duración del tratamiento debe individualizarse en función de las
características y del número de abscesos así como de las comorbilidades
del paciente. También se debe tener en cuenta los efectos secundarios de
los fármacos. En general, en enfermos con abscesos múltiples de origen
biliar se recomienda tratamiento durante 3-4 semanas por vía parenteral
y 2-4 semanas vía oral. En los abscesos únicos drenados con drenaje per-
cutáneo puede decidirse un tratamiento antibiótico de ciclo corto.
205
Cirugía de Urgencias
2.5 Pronóstico
El diagnóstico temprano, el tratamiento antibiótico asociado o no a dre-
naje ha reducido la mortalidad como se refirió anteriormente, del 80% hasta
tasas de sobrevida de cerca del 100%.
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208
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1. INTRODUCCIÓN
La apendicitis o inflamación del apéndice vermiforme, es una de la causas
más comunes de abdomen agudo y una de las indicaciones quirúrgicas más
frecuentes en la patología abdominal urgente.
Su incidencia se ha estimado en aproximadamente 11 casos por cada
10.000 habitantes con un riesgo del 7% para desarrollar una apendicitis a
lo largo de la vida. Es ligeramente más frecuente en hombres que en muje-
res1,4,1. Puede aparecer a cualquier edad, aunque es relativamente infrecuente
en edades extremas de la vida. Existe un pico de incidencia entre los 15 y 30
años de edad alcanzando los 23 casos por cada 10.000 habitantes1.
2. ETIOLOGÍA
Se ha propuesto la obstrucción del apéndice como la causa primaria de
esta patología, sin embargo no siempre es posible identificarla. La obstruc-
ción puede ser causada por fecalitos, cálculos, hiperplasia linfoide, procesos
infecciosos o tumores, tanto benignos como malignos. En los pacientes jó-
venes, la causa más frecuente en la hiperplasia folicular por una infección y
en los pacientes ancianos suele ser provocada por fibrosis o neoplasias. En
algunas zonas endémicas, los parásitos pueden ser también causa.
3. CLÍNICA
El dolor abdominal es la primera queja del paciente con una apendi-
citis aguda. La secuencia típica de dolor cólico periumbilical seguido de
vómitos y migración de este hacia la fosa ilíaca derecha está solo presente
en el 50% de los pacientes1. La pérdida de apetito es habitualmente cons-
tante y puede acompañarse de náuseas y estreñimiento. La fiebre suele
aparecer tarde en el curso de la enfermedad y no suele aumentar por en-
cima de los 38º.
209
Cirugía de Urgencias
210
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
4. EXAMEN CLÍNICO
Los signos y síntomas habitualmente son sutiles e inespecíficos. El examen
abdominal muestra una defensa localizada con contracción muscular y rebote
en la fosa iliaca derecha. El movimiento habitualmente aumenta el dolor y si se
le pide al paciente que tosa, el dolor se refiere a la fosa iliaca derecha2.
Frecuentemente presenta signos de irritación peritoneal en la exploración:
Blumberg, Rovsing, Psoas y /o obturador. La exploración rectal puede mostrar
también dolor y defensa, particularmente si se trata de un apéndice pélvico. No
obstante es menos específico y debe reservarse para casos con presentaciones
atípicas en los que se sospeche una apendicitis pélvica o retrocecal1.
5. PRUEBAS COMPLEMENTARIAS
El diagnóstico de apendicitis sigue siendo clínico, por lo que en caso de
diagnóstico claro no precisamos más pruebas complementarias.
Pruebas de Laboratorio
– Hemograma y Bioquímica: Muestra Leucocitosis y/o neutrofilia con una
sensibilidad cercana al 80%4. La proteína C reactiva también se ha
usado como marcador en la apendicitis aguda, estando esta elevada
cuando los síntomas llevan mas de 12 horas de evolución. La combina-
ción de estos tres marcadores de laboratorio incrementa a sensibilidad
hasta el 97-100% en el diagnóstico de apendicitis aguda, de tal manera
que si ninguno de ellos está presente, la probabilidad de apendicitis es
baja1.
– Básico de Orina: puede aparecer piuria o bacteriuria hasta en un 40%
de los pacientes1,2.
Pruebas de Imagen
Las pruebas de imagen pueden resultar de ayuda en el diagnóstico de la
apendicitis aguda. No obstante, el uso de estas técnicas están indicadas solo
en aquellos pacientes en los que el diagnóstico clínico o por laboratorio no
ha sido posible.
Radiografía Simple. Es anormal en el 95% de los pacientes. Pueden en-
contrarse hallazgos como fecalitos, gas dentro del apéndice, distensión
del ileon terminal, ciego o colon ascendente, pérdida de la sombra ce-
cal, borramiento del psoas derecho o liquído o aire libre intraabdomi-
nal1. Ayuda a descartar otros procesos
211
Cirugía de Urgencias
6. DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
El diagnóstico diferencial se muestra en la Tabla 2.
212
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
213
Cirugía de Urgencias
Abordaje Laparoscópico
El manejo quirúrgico tradicionalmente ha sido la apendicectomía abierta
con incisión en el punto de McBurney.
La proporción de esta técnica ha disminuido mucho con la introducción
de la laparoscopia. Una revisión sistemática mostró que la vía laparoscópi-
ca en adultos reducía las infecciones de la pared, el dolor postoperatorio,
los días de estancia en el hospital y el tiempo de baja laboral, sin embargo
presentaba mayor número de abcesos intraabdominales9. Estos resultados
muestran que la laparoscopia tiene ventajas y limitaciones, por lo que la de-
cisión final debe tomarla el cirujano, en función de capacidades individuales,
experiencia personal o severidad de la enfermedad.
Pese a que no hay datos concluyentes al respecto, los pacientes que más
parecen beneficiarse de este abordaje son:
– Pacientes con diagnóstico incierto: sobre todo las mujeres en edad fértil,
por la alta probabilidad de procesos ginecológicos, que además pueden
ser resueltos por la misma vía de abordaje.
– Obesos, al disminuir la morbilidad de una gran incisión.
– Ancianos, donde parece ofrecer una menor estancia, incorporación más
precoz y menor mortalidad.
Complicaciones
Las principales complicaciones del abordaje quirúrgico son la infección
de la pared en los casos de cirugía abierta y el desarrollo de abscesos intraab-
dominales en la laparoscopia7.
La infección de la pared suele presentarse por contaminación intraopera-
toria y varía desde <5% en las apendicitis no complicadas hasta el 20% en las
gangrenosas y perforadas. Los abscesos intraabdominales suelen aparecer por
grandes contaminaciones en la cavidad peritoneal.
Estos abscesos son confirmados por ultrasonidos o TC abdominal.
El tratamiento puede ser el drenaje guiado por radiología o el drenaje
abierto. El uso de antibióticos preoperatorios ha reducido ambas com-
plicaciones2.
214
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
8. SITUACIONES ESPECIALES
Población pediátrica
El manejo diagnostico terapéutico es similar al adulto, con más én-
fasis, si cabe en la cirugía laparoscópica y los abordajes minimamente
invasivos4,7.
215
Cirugía de Urgencias
Mujer Embarazada
Una situación especial es el manejo de la apendicitis en la mujer embara-
zada, particularmente en el tercer trimestre. En estos casos, la presentación
suele ser atípica debido al desplazamiento de las estructuras abdominales por
el útero grávido. La mortalidad materna puede alcanzar el 4% en casos de
gestación avanzada y perforación apendicular y la mortalidad fetal varía entre
el 1.5% en apendicitis simples y 35% en complicadas2.
Pese a que no hay muchos estudios al respecto, un reciente metanalisis
ha asociado un riesgo aumentado de muerte fetal al abordaje laparoscópico,
sin que se observas en diferencias en parto prematuro, Apgar, peso al nacer o
infecciones de la herida9. Por tanto, la tendencia actual es la apendicectomía
mediante técnica abierta10.
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216
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
1. INTRODUCCIÓN
Los divertículos de colon constituyen dilataciones saculares exteriorizadas
a través de la pared intestinal en zonas de menor resistencia, habitualmente
en los puntos donde los denominados “vasos rectos” penetran en la capa
muscular lisa de la pared cólica. La localización más frecuente es el colon iz-
quierdo, fundamentalmente sigma (afectado en el 95% de los casos), estando
constituidos solamente por mucosa y submucosa (pseudodivertículos). Los
divertículos situados en colon derecho, en cambio, están formados por todas
las capas de la pared intestinal y su complicación se considera una enferme-
dad distinta, la cual no será objeto de esta revisión.
La diverticulitis es la entidad clínica secundaria a la inflamación de uno
o más divertículos; es considerada una enfermedad de la población de edad
avanzada, aunque hasta un 20% de los pacientes que la padecen son menores
de 50 años. Esta patología se caracteriza por un amplio espectro de presenta-
ción y puede variar desde un episodio leve autolimitado, a la aparición de un
cuadro séptico grave e incluso irreversible.
2. EPIDEMIOLOGÍA
La diverticulosis presenta una elevada y creciente incidencia en países oc-
cidentales, con una clara relación con la edad. Se estima que alrededor de un
60% de personas mayores de 80 años presentan divertículos en colon, aun-
que sólo una pequeña proporción de ellos (10%) presentará sintomatología
o complicaciones relacionadas con los mismos. Su prevalencia es similar en
ambos sexos considerada de forma global, aunque existe una tendencia hacia
una mayor aparición en varones cuando la edad de presentación es inferior
a los 45 años.
Diversos trabajos realizados en la década de los 70 relacionaron el consu-
mo de una dieta pobre en fibra con la aparición de divertículos. No obstante,
217
Cirugía de Urgencias
3. ETIOPATOGENIA
Aunque la existencia de divertículos se conoce desde hace varios siglos, el
origen de la aparición de los mismos continúa siendo incierto. Se sabe que
la contracción de la musculatura lisa del colon da lugar a su “segmentación”
en compartimentos funcionalmente separados, generando presiones intra-
luminales elevadas. Hoy día se ha comprobado la existencia de un proceso
inflamatorio crónico subyacente y cambios en la flora microbiana del colon
como responsables de la sintomatología en estos pacientes. La diverticulitis
se considera una complicación extraluminal originada por erosión del fondo
del divertículo, la cual puede conducir a una micro o macroperforación de
su pared, dando lugar a un proceso inflamatorio agudo.
4. CLASIFICACIÓN
La diverticulitis aguda se clasifica en base a la severidad de su presenta-
ción y a los hallazgos radiológicos secundarios a la misma. Se consideran de
forma general dos formas clínicas:
– Diverticulitis simple o no complicada, en la que la inflamación queda
limitada alrededor de la pared del colon, habitualmente en el espesor
del mesenterio.
– Diverticulitis complicada, la cual asocia aparición de absceso, fístula,
perforación libre o estenosis.
En 1978 Hinchey2 describe cuatro grados para el estadiaje de la enferme-
dad, en función del grado y extensión del proceso inflamatorio e infeccioso
(Tabla 1); esta clasificación, aunque no ha sido validada en estudios pros-
pectivos, continúa vigente, con alguna modificación posterior que distingue
entre el flemón inflamatorio (Ia) y el absceso pericólico (Ib).
218
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
5. PRESENTACIÓN CLÍNICA
La diverticulitis aguda no complicada se presenta de forma típica con do-
lor en cuadrante inferior izquierdo, fiebre y defensa localizada a la palpación
abdominal. La peritonitis es la complicación más grave de la diverticulitis,
con una mortalidad media estimada de un 15%. Es frecuente la existencia
de episodios previos de dolor abdominal 24 ó 48 horas previas a la aparición
del cuadro agudo y la exploración es similar a la observada en otros procesos
perforativos. La aparición de una fístula secundaria a un episodio de diver-
ticulitis aguda complicada se sitúa de forma global en un 5% de los casos,
siendo la presentación más frecuente la colovesical, especialmente en varones
y mujeres histerectomizadas. Otras localizaciones incluyen otras asas intesti-
nales, la vagina o la piel (fístula enterocutánea).
6. DIAGNÓSTICO
El diagnóstico de la diverticulitis aguda es habitualmente sospechado ba-
sándonos en la historia clínica y la exploración física. Los estudios analíticos
muestran de forma típica leucocitosis con neutrofilia y aumento de reactan-
tes de fase aguda; no obstante, en pacientes ancianos, inmunodeprimidos o
con grave afectación del estado general, la fórmula blanca puede ser normal.
La radiografía de tórax y abdomen continúan formando parte del algoritmo
diagnóstico, especialmente en casos en los que se sospecha perforación libre o el
paciente presenta síntomas de obstrucción intestinal. La realización de enema
con contraste hidrosoluble podría constituir una opción en casos seleccionados
en los que no se pueda establecer el diagnóstico diferencial con el carcinoma de
colon, aunque su uso ha sido sustituido por otros métodos de imagen.
El papel de la ecografía en el diagnóstico de la diverticulitis aguda no está
claramente establecido, estando su utilización en relación con su disponibi-
lidad más que con su presencia en protocolos establecidos. Diversos autores
219
Cirugía de Urgencias
7. TRATAMIENTO
Las opciones de tratamiento de la diverticulitis aguda dependen funda-
mentalmente de la severidad en la presentación del episodio y de la presencia
de complicaciones. Se calcula que entre un 15 y un 25% de los pacientes
con diverticulitis desarrollarán complicaciones que requerirán tratamiento
quirúrgico3. Actualmente se considera que la diverticulitis complicada no es
consecuencia de la evolución desfavorable de un episodio previo de diver-
ticulitis leve, de forma que más de la mitad de los pacientes que sufren un
cuadro perforativo, lo presentan en el primer ataque4.
Tratamiento conservador
Los pacientes que presentan un episodio de diverticulitis aguda no com-
plicada pueden ser tratados de forma seleccionada en régimen ambulatorio.
Los criterios de ingreso incluyen la aparición de complicaciones (absceso,
220
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
Tratamiento quirúrgico
Las principales guías clínicas y revisiones sistemáticas publicadas estable-
cen como criterio de cirugía urgente la presencia de peritonitis difusa (puru-
lenta o fecal) secundaria a perforación. Así mismo, los pacientes con abscesos
mayores de 5-6 cm en los que no se ha podido realizar drenaje percutáneo o
que presentan una respuesta clínica desfavorable al tratamiento conservador,
serían igualmente candidatos a intervención quirúrgica7-8.
Aunque la asociación de diverticulitis aguda y sangrado diverticular es
infrecuente, la aparición de hemorragia masiva no controlada por colonosco-
pia o arteriografía constituiría la segunda indicación más frecuente de cirugía
urgente secundaria a enfermedad diverticular complicada.
Existen diversas opciones quirúrgicas para el tratamiento de pacientes
con diverticulitis Hinchey III y IV. La realización o no de anastomosis
primaria continúa siendo uno de los aspectos más controvertidos en el
221
Cirugía de Urgencias
8. CONCLUSIONES
A pesar de la creciente incidencia de la diverticulitis aguda, su origen
permanece incierto y en muchos aspectos la evidencia clínica disponible
es limitada. Su clasificación se basa en la severidad de la presentación y en
222
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
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Cirugía de Urgencias
224
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
2.2 Clasificación
La clasificación más práctica se establece según la localización del absceso,
que puede ser:
– Perianal.
– Isquiorrectal.
225
Cirugía de Urgencias
– Interesfinteriano.
– Supraelevador.
– Submucoso.
– En herradura.
Los abscesos más frecuentes son perianales e isquiorrectales, que suponen
más del 80% de los casos.
2.3 Clínica
La mayoría de los pacientes acuden al Servicio de Urgencias refiriendo
dolor agudo intenso y pulsátil junto a tumoración en la zona perianal. Pue-
den asociarse secreción purulenta, sangrado anal, fiebre, tenesmo y diarrea
en combinaciones variables.
En ocasiones los abscesos ano-rectales pueden ocasionar un estado sép-
tico crítico, especialmente en pacientes diabéticos o inmunodeprimidos, en
los que debe descartarse la aparición de una gangrena de Fournier.
2.4 Diagnóstico
1.- EXPLORACIÓN FÍSICA: La exploración física es fundamental para
el diagnóstico de los abscesos ano-rectales. La presencia de signos flogísticos
en combinación o no con síndrome febril es prácticamente suficiente para
indicar la exploración quirúrgica.
2.- PRUEBAS DE IMAGEN: Las pruebas de imagen pueden ser útiles
en ocasiones para la localización de abscesos pequeños, profundos, recidivan-
tes, múltiples, crónicos o refractarios al tratamiento habitual. La Ecografía
Endoanal puede ser útil en la identificación preoperatoria de la extensión
del absceso y en la visualización de las relaciones entre éste y las estructuras
de la región perianal8. La RMN pélvica aporta información valiosa para la
localización de abscesos isquiorrectales y supraelevadores9, siendo la prueba
de elección ante abscesos recidivantes o en herradura. La TAC tiene indica-
ciones similares a las de la RMN pero con la ventaja de ser más accesible con
carácter urgente. La Rectosigmoidoscopia puede ser útil en la identificación de
colecciones fluctuantes en la pared rectal y en casos de abscesos supraeleva-
dores de origen incierto.
2.5 Tratamiento
El tratamiento de todos los abscesos de la región ano-rectal es quirúrgico
y se basa en drenaje con desbridamiento y lavado de la cavidad. No es nece-
226
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
2. ENFERMEDAD PILONIDAL
2.1 Anatomía
La enfermedad pilonidal o sinus pilonidal consiste en una infección sub-
cutánea caracterizada por el desarrollo de inclusiones epidérmicas en la der-
mis de diversas partes del cuerpo y que debe su nombre a la inclusión de
pelos en las cavidades supuradas formadas cuando se constituye la lesión.
La enfermedad pilonidal suele originarse en la mitad craneal del pliegue in-
terglúteo, aunque se ha descrito también en localizaciones atípicas (periné,
escroto, pene, ombligo, nuca o pliegues interdigitales).
Es importante destacar que el término “quiste pilonidal” no es adecuado
ya que no existe epitelización en las cavidades desarrolladas por esta patología.
2.2 Epidemiología
Las cifras de incidencia son variables y rondan los 26-75 casos por cada
100.000 habitantes, afectando al 0,7% de los adolescentes y adultos jóve-
nes13. La edad de presentación se encuentra entre los 15 y los 45 años. Existe
227
Cirugía de Urgencias
2.3 Etiopatogenia
La etiología de la enfermedad pilonidal es controvertida. Inicialmente
se sugirió un origen embriológico pero, si bien es posible que exista cierto
componente genético, actualmente se considera que la enfermedad pilonidal
es un trastorno adquirido ya que distintas evidencias lo corroboran15:
– Es un proceso que no se presenta desde el nacimiento.
– Es más frecuente en varones de complexión hirsuta.
– Ciertas ocupaciones sedentarias predisponen a su desarrollo.
El sinus pilonidal posee un orificio o varios en la línea media (orificios
primarios) que se extienden a una cavidad subcutánea y a una serie variable
de orificios secundarios situados fuera de la línea media, que drenan mate-
rial seropurulento o serosanguinolento y que poseen tejido de granulación
e hipertrofia del epitelio adyacente. Ocasionalmente se objetivan cabellos
protruyendo del orificio primario15.
2.5 Tratamiento
1.- ENFERMEDAD PILONIDAL ASINTOMÁTICA: El descubri-
miento de un sinus pilonidal asintomático es poco frecuente. En estos casos
suele existir una inflamación crónica subclínica aunque ello no justifica una
228
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
231
Cirugía de Urgencias
2. ETIOLOGÍA
La causa más frecuente de ISQ son las bacterias endógenas. Los patógenos
dependerán del tipo de cirugía, aún así, los más frecuentemente aislados son
Estafilococos Aureus, Estafilococos coagulasa-negativos, Enterococos spp y
Escherichia coli, si bien, cada vez es mayor la proporción de microorganis-
mos aislados resistentes a antibióticos, como S Aureus meticilín-resistente o
Cándida albicans. Esta flora endógena proviene de la piel, mucosas o vísceras
232
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
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Cirugía de Urgencias
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
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Cirugía de Urgencias
Tabla 1
5. PREVENCIÓN DE LA ISQ
Como ya hemos indicado, la mayoría de las ISQ se originan durante el pro-
cedimiento mismo, bien sea por características y factores de riesgo del propio
paciente (flora endógena) como por el personal y factores de riesgo del medio
quirúrgico (flora exógena) por lo que deben extremarse medidas para la pre-
vención de dichas infecciones. A continuación se reflejan las recomendaciones
para la prevención de la ISQ, así como la categoría de dicha recomendación.
Categorías de Recomendaciones: Las recomendaciones para la preven-
ción de la ISQ están categorizadas sobre la base de datos científicos existen-
tes, el razonamiento y su aplicabilidad.
Categoría IA: Recomendación fuerte, avalada por estudios experimenta-
les, clínicos o epidemiológicos.
Categoría IB: Recomendación firme y avalada por algunos estudios expe-
rimentales y fuerte razonamiento teórico.
Categoría II: Se sugiere su aplicación y avalada por estudios clínicos o
razonamiento teórico.
236
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
B) Recomendaciones Intraquirúrgicas:
– Sala Quirúrgica: Preparación idónea de sala y material que permitan
el correcto funcionamiento del quirófano, así como de piletas para el
lavado quirúrgico con material antiséptico en sistemas de envasado
hermético. Categoría IB.
– Humedad y Temperatura: La temperatura debe mantenerse entre los
20 - 24ºC y la humedad en torno al 30-60%, ideal entre 50-55%.
237
Cirugía de Urgencias
Categoría IB.
– Ventilación: Mantener en quirófano ventilación con presión positiva,
con 15 cambios de aire por hora. No deben usarse sistema de aire acon-
dicionado común y evitar luz UV. Mantener puertas del quirófano ce-
rradas. Categoría IB.
– Limpieza y Desinfección del Medio Ambiente: Con frecuencia estableci-
da entre cada cirugía. Categoría IB.
– Esterilización del Material Quirúrgico: Esterilizar todo el material de
acuerdo a las guías publicadas. Categoría IB.
– Vestimenta y Campos Quirúrgicos: Uso de mascarilla quirúrgica, gorro,
y calzado exclusivo para quirófano. Uso de guantes estériles tras vesti-
menta quirúrgica estéril adecuada. Categoría IB.
– Asepsia y Técnica Quirúrgica: cumplir estrictamente principios de
asepsia, minimizar la desvitalización de los tejidos y eliminar espacios
muertos. Cierre diferido de herida quirúrgica si se considera sitio qui-
rúrgico muy contaminado. Si es necesario el uso de drenaje utilizare-
mos un sistema cerrado y lo retiraremos lo antes posible. Categoría IB.
C) Recomendaciones Postquirúrgicas:
– Protección de la herida con cierre primario con apósito estéril, las pri-
meras 24-48 horas postoperatorias. Categoría IB.
– Lavado de manos antes y después de cambiar vendajes y en todo contacto
con la herida quirúrgica. Categoría IB.
– Educación del paciente y familia en el cuidado adecuado de la Herida y
a reconocer síntomas de la ISQ. Categoría II.
Los anestesistas deben ajustarse a las recomendaciones para control de la
ISQ pues llevan a cabo procedimientos invasivos9. La ruptura de la técnica
aséptica, incluyendo uso de infusiones contaminadas, han sido asociadas con
brotes de ISQ. Categoría IA. Es de gran importancia evitar la hipotermia ya
que se asocia a incremento de la ISQ, así como mantener una buena oxige-
nación tisular pre, intra y postoperatoria. Categoría II.
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
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242
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
1. INTRODUCCIÓN
Las infecciones de tejidos blandos constituyen un grupo heterogéneo de
infecciones que afectan a los tejidos blandos no parenquimatosos. Pueden
afectar a personas previamente sanas, aunque existen factores predisponentes
como la diabetes, enfermedad tumoral, tratamiento previo con corticoides,
etc. La mayoría de estas infecciones son superficiales y responden bien a medi-
das locales y antibioterapia. Existen formas graves en las que la supervivencia
del paciente depende de diagnóstico precoz y tratamiento quirúrgico agresivo.
Para algunos autores, este grupo de patología puede clasificarse atendien-
do a la profundidad de afectación tisular en superficiales (piel y tejido celular
subcutáneo) o profundas (fascia y músculo). Otros autores, en cambio, cla-
sifican a esta patología en no necrotizantes y necrotizantes, aunque la primera
puede ser la fase inicial de esta última. Entre las infecciones necrotizantes hay
una gran variedad de formas anatomoclínicas siendo los denominadores co-
munes la destrucción tisular, la sintomatología sistémica y la alta mortalidad.
Las infecciones necrosantes de tejidos blandos incluyen formas necrotizantes
de celulitis, fascitis, miositis o de todo el espesor de la pared.
2. CLASIFICACIÓN
2.1 Celulitis grave
Infección difusa de la piel y del tejido celular subcutáneo consistente en
eritema, calor, edema, y dolor. Suele ser el resultado de una infección poli-
microbiana y secundaria a traumatismo o cirugía previa. La presencia de gas
puede deberse a microorganismos anaerobios (Clostridium spp) o por anae-
robios facultativos (Escherichia coli). Puede asociarse linfangitis. Mención
especial merecen:
243
Cirugía de Urgencias
244
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
2.3 Miositis-Mionecrosis
En función del microorganismo:
• Mionecrosis Clostridial o gangrena gaseosa. Producida en el 80-95% de
los casos por C perfrigens, 3-14% por C novyi y 5-20% por C septi-
cum. Rápida aparición (periodo de incubación de 24-48 h.) y suele
debutar con signos de gravedad. La piel aparece fría, tensa y pálida
con supuración acuosa-hemorrágica, áreas de gangrena y flictenas. La
aparición de gas es tardía.
• Mionecrosis no clostridial: Estreptocócica (veáse afección de todo el es-
pesor de la pared) o la gangrena seca en el pie diabético o la mionecrosis
por Aeromona hydrophyla.
2.4 Piomiositis
Colección o absceso en el seno del músculo esquelético. Puede producirse
por un embolo séptico o tras un traumatismo. El Estafilococo aureus y las
enterobacterias son los gérmenes más frecuentemente aislados.
3. DIAGNÓSTICO
3.1. Clínico
Los signos más característicos son la crepitación (30% de casos), eritema,
hipersensibilidad y la refractariedad al tratamiento antibiótico. La presencia
de signos y síntomas sistémicos debe alertarnos.
3.2. Laboratorio
No existen hallazgos específicos de laboratorio. Si existen datos inespe-
cíficos ( leucocitosis, elevación de ck, coagulopatía, ..) El LRINEC (Labo-
ratory Risk Indicator for Necrotizing Fascitis) es un Score que se emplea
para el diagnóstico de las Infecciones Necrotizantes de Partes Blandas. Ta-
bla 1 y 2.
245
Cirugía de Urgencias
3.4. Quirúrgico
La exploración quirúrgica es el único medio fiable de distinguir las infeccio-
nes benignas de las infecciones necrotizantes. Estas últimas se caracterizan por
tejido pálido o necrótico, ausencia de sangrado en la disección roma y fácil sepa-
ración de planos cutáneos. La biopsia peroperatoria puede aclarar el diagnóstico.
3.5. Microbiológico
La muestra mediante punción aspiración o biopsia es preferible a hisopos
o torundas. El gold estándar es el cultivo de la biopsia. Se deben procesar
para tinción de gram (u otras en situaciones especiales), y cultivo en medio
aerobio y anaerobio.
4. TRATAMIENTO
– Soporte vital.
– Antibioterapia. Tratamiento empírico precoz y de amplio espectro
(gram+, gram– y anaerobios) modificándolo en función del antibio-
grama. Tabla 3.
En pacientes con riesgo de infección por SARM se debe incluir en el
tratamiento vancomicina, teicoplanina, linezolid, daptomicina o tigeci-
clina y suspenderla una vez descartada. El tratamiento intravenoso debe
mantenerse hasta completar el desbridamiento quirúrgico, no exista
sintomatología sistémica o no haya evidencia de infección profunda. La
duración del tratamiento antibiótico debe ser entre 15-21 días si no hay
afectación ósea o articular, en cuyo caso debe mantenerse 6 semanas.
– Cirugía. La cirugía está indicada ante la presencia de fiebre, dolor
severo, toxicidad y elevación de creatínkinasa, con o sin evidencia
246
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
Tabla 1
Tabla 2
247
Cirugía de Urgencias
Tabla 3
5. RESULTADOS
Las infecciones necrotizantes se asocian con una mortalidad de entre 15-
50% incluso tras la administración de una correcta terapia. El retraso de la
cirugía es factor independiente predictor de mortalidad.
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
249
Cirugía de Urgencias
250
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
1. INTRODUCCIÓN
La diabetes mellitus es una enfermedad crónica que constituye un pro-
blema de salud individual y pública de primer orden. Afecta a un porcen-
taje importante de la población, con una tendencia creciente. Durante su
evolución, puede conllevar la aparición de complicaciones metabólicas,
vasculares y neurológicas, constituyendo un motivo importante de dete-
rioro de la calidad de vida y una de las principales causas de invalidez y
muerte prematura1.
En el año 2011 la Federación Internacional de Diabetes estimó la preva-
lencia de la diabetes mellitus a nivel mundial en unos 366 millones de per-
sonas, lo que suponía un 8,3% de la población. Para el años 2030 se prevee
que la cifra alcance los 551 millones, con un 9,9% de la población afectada2.
En España, se han descrito prevalencias muy variables, entre el 4% y el 18%
de la población3, siendo la de la Andalucía del 12%4.
Entre el 1,5 y el 10% de los diabéticos van a presentar úlceras en los
miembros inferiores a lo largo de su vida y se estima que más del 85% de las
amputaciones en pacientes diabéticos se precedieron de úlceras. Las infeccio-
nes del pie que afectan a la piel, tejidos blandos y hueso, con o sin repercu-
sión sistémica, son la causa más frecuente de hospitalización de los diabéticos
(25%), con estancias prolongadas5.
2. DEFINICIÓN
La Organización Mundial de la Salud define el pie diabético como la pre-
sencia de ulceración, infección y/o gangrena del pie asociadas a neuropatía
diabética y diferentes grados de enfermedad vascular periférica, resultado de
la interacción compleja de diferentes factores inducidos por la hiperglucemia
mantenida6.
251
Cirugía de Urgencias
3. FISIOPATOLOGÍA
En la fisiopatología del pie diabético se produce una interacción de
diferentes factores que pueden desembocar en la aparición de lesiones
que comprometan la viabilidad de la extremidad e incluso la vida del
paciente.
El principal factor etiopatogénico implicado en la fisiopatología del pie
diabético es la hiperglucemia mantenida. Ésta va a dar lugar a una serie de
trastornos a nivel del pie del paciente con diabetes que van actuar como
factores predisponentes y que lo van a convertir en pie de riesgo. La even-
tual actuación de determinados factores desencadenantes pueden dar lugar
a la aparición de lesiones o úlceras. Finalmente si sobre el pie con lesión o
úlcera actúan determinados factores agravantes pueden transformarlas en
lesiones críticas (Figura 1).
252
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
253
Cirugía de Urgencias
4.CLÍNICA
Según la actuación de los distintos factores etiopatogénicos el pie diabéti-
co puede tener varias formas de presentación. Sin embargo, en común tienen
que pueden presentarse de una manera pausisintomática, con ausencia de
dolor, ausencia fiebre e incluso con escasos signos inflamatorios a pesar de la
posible existencia de un proceso grave. Las formas más habituales son:
1. Pie Diabético sin Lesión Trófica (Pie de Riesgo): pie de enfermo con
diabetes mellitus que presente algún tipo de neuropatía (disestesia,
parestesia, hiperestesia o anestesia), artropatía, dermatopatía (seque-
dad, alteraciones ungueales, atrofia del tejido subcutáneo) o vasculo-
patía.
2. Úlcera Neuropática: ulceración en un punto de presión o de deformi-
dad del pie (zona plantar cabeza de 1º y 5º metatarsianos más frecuen-
temente). Son redondeadas, con callo alrededor e indoloras.
3. Artropatía Neuropática: deformidad del pie secundaria a la neuropatía
que se caracteriza por fracturas-luxaciones. El grado máximo es el Pie
de Charcot con deformidad medial y plantar del tarso y con alta ten-
dencia a la formación de úlceras en las zonas de presión.
4. Lesión Neuroisquémica: necrosis inicialmente seca y habitualmente de
localización latero-digital. Pueden acompañarse de dolor intenso.
5. Pie Diabético Infectado: puede tener varias formas clínicas como son la
Linfangitis o Celulitis Superficial, la Infección Necrotizante, con ten-
dencia a la formación de abscesos con extensión plantar y de origen
polimicrobiano o la Necrosis Digital por trombosis sépticas de los
vasos (gangrena húmeda) y la Osteomielitis que a veces se manifiesta
con escasos signos inflamatorios.
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
6. DIAGNÓSTICO
Anamnesis
o Antecedentes Personales: tipo de diabetes, tiempo de evolución, con-
trol glucémico, presencia de otras complicaciones de la diabetes (ne-
fropatía, retinopatía, cardiopatía, arteriopatía), antecedente de pie
diabético, otros factores de riesgo vascular (tabaquismo, hipertensión
arterial, dislipemia), otros antecedentes médicos y quirúrgicos, calidad
de vida-movilidad (deambula, cama-sillón, encamado).
o Enfermedad Actual: tiempo de evolución de la lesión, forma de inicio,
evolución, respuesta a tratamientos previos, síntomas asociados (dolor,
parestesias, fiebre, supuración, mal control glucémico).
255
Cirugía de Urgencias
Exploración Física
• Exploración de la Neuropatía:
– Inspección: presencia de piel seca, hiperqueratosis, grietas, edema
(neuropatía autonómica); atrofia muscular y deformidad articular
(neuropatía motora).
– Exploración instrumental: exploración de reflejos Aquíleo y plan-
tar (sensibilidad profunda), diapasón (sensibilidad vibratoria), test
del monfilamento (sensibilidad superficial), frío-calor (sensibili-
dad térmica).
• Exploración de la Vasculopatía:
– Inspección: coloración del piel (eritrosis, cianosis, palidez), ausencia
de vello.
– Palpación: temperatura, palpación de pulsos pedio y tibial posterior
con el paciente en decúbito (la ausencia de pulsos distales implica
afectación vascular).
• Exploración de la lesión: localización de la lesión, tipo de lesión (úl-
cera, necrosis), signos de infección (linfangitis, celulitis, secrección),
profundidad (valoración de afectación ósea explorando la herida con
estilete.
Exploración Complementaria
• Analítica: hemograma (puede no haber leucocitosis en infecciones gra-
ves), bioquímica (función renal), glucemia capilar y hemoglobina gli-
cosilada (control glucémico).
• Cultivo de herida: antes de iniciar tratamiento antibiótico, por aspira-
ción o por biopsia del tejido infectado (incluido hueso).
• Radiografía simple (posteroanterior y oblicua): deformidad arquitectu-
ra del pie (artropatía, pie de Charcot); pérdida de la cortical, hipoden-
sidad localizada, secuestros óseos (osteomielitis); aire en partes blandas
(infección necrotizante). Se debe tener en cuenta que los hallazgos ra-
diográficos de la osteomielitis pueden no aparecer hasta más de cuatro
semanas de iniciarse la infección ósea9.
• Resonancia Magnética Nuclear: con sensibilidad y especificidad del
90%, para el diagnóstico de osteomielitis, sin embargo, a veces no per-
mite distinción de ésta con la Neuroartropatía de Charcot10.
• Gammagrafía con Leucocitos Marcados: como alternativa a la resonan-
cia magnética.
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
7. TRATAMIENTO
La atención del paciente con pie diabético en el ámbito de urgencias se
inicia con la valoración del estado general y de las características de la lesión.
En función de ambas se indicará la necesidad de ingreso. De forma general,
según la Clasificación de Wagner, los pies diabéticos grado 0, 1 y 2 pueden
manejarse a nivel ambulatorio, principalmente en atención primaria, mien-
tras que los grados 3, 4 y 5 suelen requerir manejo hospitalario. Igualmente,
todos los pacientes con infecciones graves requieren hospitalización y los que
presenten infecciones moderadas pero precisen procedimientos diagnósticos
o quirúrgicos también, mientras que las infecciones leves pueden ser tratadas
de forma ambulatoria.
En el caso de requerirse ingreso hospitalario, el tratamiento tiene dos
vertientes, una desde el punto de vista general y otra el tratamiento específico
de la lesión. El tratamiento de soporte o general consiste en sueroterpia, in-
sulinoterapia, analgesia, antibioterapia y control de factores de riesgo u otra
sintomatología acompañante.
El abordaje de la úlcera o lesión debe ser multifactorial y consiste en control
de la infección, tratamiento de al enfermedad vascular si existe, descarga y cura.
El tratamiento antimicrobiano se realizará si hay constancia clínica de
infección local o general. Es inicialmente empírico según la gravedad de la
infección y posteriormente según cultivo-antibiograma11 (Tabla 2).
La constatación, por la clínica y la exploración, de afectación vascular
hace necesario valorar la indicación de revascularización12. Los pacientes con
lesiones infectadas e isquemia deben ser tratados como una urgencia pues
tienen un alto riesgo de amputación de la extremidad (“time is tissue”)13.
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Cirugía de Urgencias
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
o Cura húmeda.
o Reposo-Descarga de le extremidad.
o Tratamiento antibiótico.
o Tratamiento antidiabético.
o Analgesia.
o Tratamiento de factores de riesgo (antiagregantes, antilipemiantes, an-
tihipertensivo).
o Valoración en consulta.
BIBLIOGRAFÍA
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Cirugía de Urgencias
260
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
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Cirugía de Urgencias
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
1. INTRODUCCIÓN
Los pacientes politraumatizados, son un tipo de pacientes, que aunque hoy en
día han disminuido considerablemente en todo el mundo, gracias a las eficientes
campañas de prevención, siguen estando presentes en el Servicio de Urgencias.
Estos pacientes tienen la peculiaridad, que sus lesiones pueden variar des-
de una única fractura ósea en una extremidad a un número importante de
lesiones complejas que involucran a múltiples órganos.
Además y a diferencia de un paciente que llega a Urgencias con una di-
verticulitis o una colecistitis aguda, donde nos podemos permitir un diag-
nóstico programado, en el caso del paciente politraumatizado, el TIEMPO
es esencial y el diagnóstico definitivo pasa a un segundo plano.
Con todas estas premisas, los pacientes politraumatizados precisan, por
tanto, de un método sistemático de evaluación, que sea rápido, simple y fácil
de realizar con el fin de maximizar una buena evolución y reducir el riesgo
de lesiones desapercibidas.
De ahí que el objetivo en este capítulo, es el de describir el método que
creemos que es el más eficaz para realizar una correcta valoración inicial en
este tipo de pacientes.
2. EPIDEMIOLOGÍA
A modo de introducción y para poder entender porque necesitamos un
método tan específico para manejar a este tipo de pacientes, es importante
entender el escenario al que nos enfrentamos.
Por todos es bien sabido, que las lesiones traumáticas siguen siendo, ac-
tualmente, la primera causa de muerte en las primeras tres décadas de la vida
y suponen el 10% de las muertes en general entre hombre y mujeres. Y ya no
263
Cirugía de Urgencias
sólo esto sino que, los que no mueren, cifras de 45 millones de personas al
año, pueden quedar con una discapacidad entre moderada y severa1.
Los accidentes automovilísticos son la causa más frecuente, en general en
todo el mundo, provocando un millón y medio de muertes al año y son la no-
vena causa de discapacidad pudiendo pasar a tercera o cuarta causa en el 20301.
La mitad de las muertes se producen por lesiones del sistema nervioso
central y un tercio por exanguinación2.
En nuestro escenario aparece también, de forma muy importante, el con-
cepto de “muertes prevenibles”, que son las muertes que pueden ser evitadas
si realizamos de forma correcta, la evaluación y tratamiento de las lesiones
que pueden presentar estos pacientes.
Entre las causas más frecuentes de mortalidad prevenible están la hemo-
rragia, la disfunción multiorgánica y la parada cardiorespitaria3. Por otro
lado como causa de morbilidad también prevenible serían la extubacion ac-
cidental, fallos en la técnica quirúrgica, lesiones desapercibidas, complicacio-
nes con las vías venosas3.
Hace mucho tiempo, que distintos autores describieron la distribución
trimodal de la muerte para definir tres momentos de mortalidad, la que ocu-
rre en el lugar del accidente, la muerte entre las siguientes cuatro horas a la
lesión y la muerte a las semanas después de la lesión4.
Según los estudios presentados por estos autores, las muertes más fre-
cuentes son las que se presentan, en el lugar del accidente o en las primeras
horas tras la llegada al hospital.
De ahí que surja el concepto de “hora dorada”, para enfatizar el riesgo
de muerte y la necesidad de una rápida intervención durante esas primeras
horas tras la agresión5.
Es en esas horas, donde nosotros tenemos la oportunidad de realizar
nuestro trabajo correctamente para evitar esas muertes de las que hablamos,
de ahí que necesitemos un método rápido de evaluación.
De nuevo aparece el tiempo como factor imprescindible para el éxito del
manejo de estos pacientes.
3. PREPARACIÓN
Remarcar, antes de empezar de lleno con el manejo inicial del paciente
politraumatizado, que todos y cada uno de los pasos que seguiremos para
264
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
265
Cirugía de Urgencias
– Valoración secundaria
– Anexos a la valoración secundaria
– Reevaluación
– Tratamiento definitivo
Ya hemos hablado inicialmente de la preparación.
5. EVALUACIÓN PRIMARIA
El objetivo de esta valoración es detectar y al mismo tiempo tratar, aque-
llas lesiones que comprometen la vida del paciente. Es una valoración por
prioridades, donde se trata lo primero que compromete la vida y así suce-
sivamente. Los principios ATLS son una guía de manejo de los pacientes
politraumatizados. Hay que saber, con sentido común, que no todos los pa-
cientes van a necesitar todos los procedimientos.
Esta evaluación inicial consiste en los siguientes pasos:
A: Valoración de la vía aérea con protección de la columna cervical
mientras se descartan otras lesiones.
B: Valoración de la respiración y la ventilación
C: Control del sangrado y reposición de la volemia para mantener una
buena perfusión de los tejidos
D: Valoración neurológica
E: Exposición y prevención de la hipotermia
El primer paso, siempre será protegernos de las enfermedades trasmisibles
con guantes como mínimo, gafas y bata.
A- Vía Aérea
Pacientes con lesiones graves pueden presentar una obstrucción de la vía
aérea o una ventilación inadecuada que produzca una hipoxia en minutos.
Según estudios observacionales, la obstrucción de la vía aérea es una de las
causas más importantes de muerte prevenible entre estos pacientes7. Por lo
tanto la evaluación y tratamiento de la vía aérea supone uno de los pasos
iniciales en nuestra valoración.
Las dos primeras maniobras que se realizan nada más acercarnos al pa-
ciente, son por un lado asegurarnos de que lleva colocado un collarín cervical
y la otra es administrarle oxígeno a alto flujo, al menos 10 litros/minuto con
una mascarilla-reservorio.
Una vez asegurado lo anterior, ¿Cómo valoramos si la vía aérea de un
paciente politraumatizado está permeable?
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
En el caso de que el paciente esté consciente puede ser tan fácil como
acercarnos a él con una pregunta sencilla como la de preguntar su nombre.
Si el paciente responde correctamente, significa que este es capaz de pensar,
buena perfusión cerebral, hablar, oxígeno en los pulmones y por lo tanto
capaz de proteger su vía aérea por lo menos temporalmente.
Además, deberemos explorar el cuello buscando signos de compromiso
respiratorio, desviación de la tráquea, ingurgitación yugular, heridas en el
cuello, enfisema subcutáneo, estridor, edema…signos que pudiesen compro-
meternos la vía aérea en algún momento.
Por el contrario si el paciente está inconsciente, debemos realizar dos ma-
niobras básicas para asegurarnos si existe o no compromiso de la vía aérea. Estas
dos maniobras son la elevación del mentón y el desplazamiento del maxilar
inferior hacia arriba, con ellas se abre la vía aérea, comprobamos la presencia
o no de cuerpos extraños dentro de la boca y la mejoría o no de la saturación
de oxígeno. En caso de compromiso de la misma tendremos la obligación de
plantearnos proteger esta vía aérea, mediante una intubación orotraqueal.
La decisión de una intubación conlleva un plan estratégico que incluye
preparar todos los dispositivos necesarios para el éxito de dicha intubación,
incluida una vía aérea quirúrgica (cricotiroidotomia) si nos fallaran las otras
opciones8.
B- Respiración y Ventilación
Una vez que nos hemos asegurado que la vía aérea está permeable, pasa-
mos al siguiente paso que es la valoración de la respiración y la ventilación.
Para ello es necesario, explorar el tórax mediante palpación, buscando cre-
pitación o deformidades, observación de la presencia de movimientos pa-
radójicos o asimétricos, auscultación de los ruidos respiratorios y por últi-
mo la percusión en busca de signos que puedan comprometer esta fase. Un
ejemplo sería la presencia de un neumotórax a tensión que obliga a la des-
comprensión con aguja antes de pedir una radiografía, o la existencia de un
neumotórax simple que precisa de la colocación de un tubo de tórax. Como
puede verse en cuanto se diagnóstica una lesión, la tratamos en el momento
antes de continuar con el siguiente paso.
C- Circulación
Tras comprobar que la vía aérea y la ventilación están estabilizadas, proce-
demos a la valoración de la situación hemodinámica y circulatoria del pacien-
te, mediante la observación de signos externos de sangrado, mala perfusión
267
Cirugía de Urgencias
D- Valoración Neurológica
Tras vía aérea, ventilación y circulación, es el turno de la valoración neuro-
lógica. Esta incluye, la descripción del nivel de conciencia mediante la Escala
de Coma de Glasgow (GCS), la evaluación del tamaño pupilar y su reactivi-
dad. La Escala de coma de Glasgow está ampliamente utilizada clínicamente,
para medir la evolución del estado neurológico. Sin embargo, algunos estu-
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
E- Exposición
En este momento se desviste completamente al paciente y se examina todo
el cuerpo para descartar otras lesiones asociadas. Esto incluye la calota, los plie-
gues axilares, periné y en los obesos, los pliegues inguinales, pero este examen
no es completo sino se termina con la exploración de la espalda. No hay que
olvidar que las lesiones penetrantes pueden presentarse en cualquier lugar.
A la vez que se desviste al paciente, es fundamental protegerle de la hi-
potermia y tratarla inmediatamente en el momento en que se identifica. La
hipotermia por si misma, favorece la coagulopatía11 y el síndrome de disfun-
ción multiorgánica.
Las guías de Prevención de la hipotermia recomiendan, que tanto en la
sala de reanimación como en el quirófano, la temperatura ambiente esté
por encima de 29,4º C11. Por eso es imprescinble, el uso de sueros y sangre
calientes, mantas, calentar la habitación.
Durante toda la evaluación, debemos mantener inmovilizado al paciente
ante la sospecha de una lesión de la médula ósea, hasta que no confirmemos
que exista o no. Su confirmación la realizaremos en la valoración secundaria.
6. RESUCITACIÓN
Tras realizar la evaluación inicial, se procede al tratamiento de las lesiones
detectadas. Se han citado algunos ejemplos anteriormente como un com-
promiso de la vía aérea obliga a una intubación orotraqueal, un neumotórax
a tensión a una descompresión con aguja. Sangre intraabdominal detectada
por ecografía en un paciente inestable requiere tratamiento quirúrgico y así
todas las lesiones que vayan surgiendo.
Una vez finalizada, nuestra valoración inicial, es necesario una REEVA-
LUACIÓN de la situación, y sobre todo si ha cambiado el estado previo del
paciente de forma repentina, como por ejemplo un deterioro del nivel de
conciencia, descenso de la saturación de oxígeno, disminución de la tensión
arterial, todo ello nos obliga a empezar desde el principio, revisando cada
aspecto de la evaluación inicial.
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
8. VALORACIÓN SECUNDARIA
Nunca deberemos retrasar el tratamiento definitivo de un paciente ines-
table, que necesita una intervención quirúrgica por realizar la valoración se-
cundaria. Este paciente deberá ser trasladado a un quirófano o al angiógrafo o
trasladarlo a otro hospital, antes que llevar a cabo una valoración secundaria.
La valoración secundaria consiste en un examen exhaustivo de cabeza a
los pies. Incluye como partes de la misma, una historia detallada, un examen
físico minucioso de todos los compartimentos y por último se completa,
con las pruebas diagnósticas necesarias dirigidas al diagnóstico definitivo de
todas las lesiones. La valoración secundaria juega un papel decisivo en evitar
lesiones desapercibidas13.
1- Historia clínica
Es esencial una historia detallada del suceso. El mecanismo de lesión nos
ayuda a sospechar o intuir que lesiones podemos encontrarnos, de ahí que
sea muy importante realizar una buena transferencia del paciente por parte
del equipo prehospitalario, aportando toda la información necesaria, am-
biente y escenario, incluyendo el tratamiento recibido.
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Cirugía de Urgencias
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
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INTRODUCCIÓN
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y realizan reparación definitiva de las lesiones una vez reestablecidos los pa-
rámetros de coagulación normales1. Posteriormente un grupo en Houston
describe una serie de 200 traumatizados críticos donde emplean la técnica de
laparotomía abreviada e identifican la “tríada letal” de acidosis, hipotermia y
coagulopatía2. Como término quirúrgico de CD se describe por primera vez
en Filadelfia en el manejo del traumatismo abdominal penetrante con san-
grado masivo; estos autores realizan un estudio retrospectivo de 46 pacientes
con trauma abdominal penetrante y lesiones vasculares mayores asociadas a
lesiones viscerales, que recibieron más de 10 u. de sangre. Refieren una su-
pervivencia del 77% en pacientes sometidos a laparotomía de control de da-
ños (LCD), frente al 11% en pacientes sometidos a laparotomía definitiva3.
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2.3. Reintervención
Se puede hacer planeada o a demanda, y el perfil operatorio es totalmente
diferente, con consideraciones tácticas distintas.
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
2. ANATOMÍA QUIRÚRGICA
El conocimiento de la anatomía es vital para una evaluación y manejo
óptimos de las lesiones en la región cervical.
El cuello, en su visión lateral, se divide en dos triángulos anatómicos, separa-
dos por el músculo esternocleidomastoideo (ECM): triángulo anterior y poste-
rior. El triángulo anterior está formado por las estructuras existentes entre el mús-
culo ECM, la línea media y la mandíbula, y contiene la mayoría de las estructuras
vasculares, respiratorias y digestivas cervicales. Las lesiones en esta zona, sobre todo
las heridas penetrantes, suelen ser más graves. El triángulo posterior está formado
por los músculos ECM, trapecio y la clavícula. En este último existen menos
estructuras importantes, excepto en la región posterior de la clavícula (Figura I).
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– Zona II
Esta zona es la más amplia, y se extiende desde el cartílago cricoides hasta
el ángulo de la mandíbula. Las estructuras en esta zona incluyen las arterias
carótidas y vertebrales, las venas yugulares, la laringe, el esófago, la tráquea,
las parótidas, el nervio vago, la médula espinal y los nervios laríngeos recu-
rrentes. En esta zona es donde ocurren la mayoría de las lesiones penetrantes
del cuello, pero conllevan una menor mortalidad que las lesiones de la zona
I o III, ya que las estructuras son más accesibles y la exploración más fácil.
– Zona III
Esta zona incluye el área entre el ángulo de la mandíbula y la base del
cráneo. La faringe, las parótidas, las arterias carótidas y vertebrales y los ner-
vios craneales pueden ser lesionados en los traumatismos que afecten a este
área. Las lesiones vasculares que puedan implicar esta zona son de alto riesgo,
pudiendo estar implicada la porción superior de la carótida interna o la ver-
tebral, y existir grandes dificultades para su identificación y manejo.
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3.4 Tórax
Debe descartarse la presencia de hemo o neumotórax.
4. DIAGNÓSTICO
Las pruebas diagnósticas sólo deben plantearse en pacientes hemodiná-
micamente estables.
1. Radiografía de cuello y tórax: Se pueden observar desviaciones de tráquea
o cuerpos extraños, hemoneumoperitoneo, enfisema subcutáneo o en-
sanchamiento mediastínico, más frecuentes en las lesiones de la zona I.
2. Estudios endoscópicos: La broncoscopia y laringoscopia son muy útiles
para valorar lesiones de la vía aérea superior, sobre todo cuando se
realizan juntas. La endoscopia digestiva alta se recomienda en trauma-
tismos penetrantes que ocurren en las proximidades del esófago, para
descartar lesiones del mismo.
3. TAC: La realización de una TAC permite visualizar lesiones óseas y de
tejidos blandos, la formación de hematomas, lesiones en la vía aérea y
justificar lesiones neurológicas. Por otro lado, el angio-TAC permite
identificar lesiones vasculares que pueden pasar inadvertidas durante
la exploración.
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5. TRATAMIENTO
5.1 Indicaciones de cirugía inmediata
– Imposibilidad de obtener una vía aérea: Indicada la realización de una
cricotiroidotomía o traqueostomía
– Existencia de hemorragia externa no controlable por compresión
– Hematoma expansivo o pulsátil cervical: Indicación de cirugía. En este
caso se añade el peligro de compromiso de la vía aérea además de la
hipovolemia.
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largo del borde anterior del músculo ECM que se extiende hacia el tórax en
la línea media. La reparación de las lesiones suele hacerse con resección del
segmento de arteria afectada y anastomosis, colocación de prótesis o pun-
tos según zona arterial lesionada y envergadura del sangrado. Respecto a las
lesiones de las arterias carótidas, si el paciente tiene cambios neurológicos
o el vaso está obstruido totalmente, la carótida interna puede ligarse. Si el
paciente no tiene cambios neurológicos y existe algo de flujo, el vaso debe
ser reparado. Las lesiones de la arteria vertebral por fuera del canal medular
pueden ligarse. Sin embargo, las heridas dentro del canal vertebral deben re-
pararse colocando un catéter con un globo a través de la rama arterial proxi-
mal y hacia el sitio sangrante, que puede ser retirado a los 3 ó 4 días. Tras la
reparación se recomienda anticoagulación durante 3 a 6 meses.
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activos y que las funciones neurológicas están mantenidas. Para ello deben
vigilarse los drenajes y plantearse el uso de antibioterapia empírica, sobre
todo en pacientes con lesiones aerodigestivas.
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Cirugía de Urgencias
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1.2 VENTILACIÓN
– Neumotórax a tensión: Es generado por una lesión pulmonar o de la
pared torácica por un TT penetrante que produce la entrada de aire al espa-
cio pleural con un mecanismo valvular unidireccional que impide su escape.
Esto aumenta la presión intratorácica y colapsa el pulmón afecto, desplazan-
do el mediastino al lado opuesto, pudiendo comprimir la vena cava superior
y cavidades cardiacas con disminución del retorno venoso.
Diagnóstico: Clínico: Síntomas y signos
– Dolor torácico, falta de aire, disnea, taquicardia, hipotensión, des-
viación traqueal, ausencia de ruidos respiratorios unilateral con hi-
personoridad a la percusión, ingurgitación yugular, cianosis tardía.
Tratamiento
– Descompresión inmediata del espacio pleural insertando una
aguja de grueso calibre (14-16G) a nivel del 2º espacio inter-
costal de la línea media clavicular del hemitórax afecto.
– Drenaje pleural a posteriori.
– Neumotórax abierto(herida aspirante de tórax): Es generado en le-
siones penetrantes del tórax que producen una solución de continuidad en
la pared torácica. Resulta un equilibrio de la presión intratóracica con la
atmosférica, colapsando el pulmón ipsilateral y pudiendo producir hipoxia e
hipercapnia como resultado de una ventilación ineficaz.
Diagnóstico: Clínico: Síntomas y signos
– Dolor torácico, falta de aire, disnea, ausencia de ruidos respi-
ratorios unilateral con timpanismo a la percusión, taquicardia,
hipotensión cianosis tardía. Solución de continuidad en pared
torácica.
Tratamiento
– Cierre del defecto de pared con apósito-bolsa de plástico-gasa
vaselinada, sólo fijado en tres de sus lados para generar un me-
canismo valvular unidireccional que impida la entrada de aire a
la cavidad torácica y permita la salida del mismo.
– Drenaje pleural alejado de la herida.
– Reparación quirúrgica.
– Tórax inestable: resultante de la fractura de 2 o más costillas adyacen-
tes en dos o más partes. Se genera un segmento torácico móvil responsable
del movimiento respiratorio paradójico y patognómico. Resulta de impactos
directos que pueden provocar lesiones subyacentes (contusión pulmonar )
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1.3 CIRCULACIÓN
– Hemotórax masivo: Acumulación rápida de más de 1500 ml de sangre
o de 1/3 o más de la volemia del paciente en la cavidad torácica. Fisiopato-
lógicamente se produce una inestabilidad hemodinámica complicada con
hipoxia. Se asocia frecuentemente a traumas penetrantes con lesión de vasos
sistémicos o hiliares y en menor frecuencia a trauma cerrados.
Diagnóstico: Clínico: Síntomas y signos
– Shock con disminución o ausencia de murmullo vesicular ipsilate-
ral y matidez a la percusión.
– Rx de tórax. Ecografía.
Tratamiento
– 2 vías periféricas mínimo 16G + Restitución de volumen san-
guíneo: cristaloides, hemotransfusión y autotransfusión.
– Drenaje pleural.
– Toracotomía urgente. (Indicaciones: drenaje >1500ml inme-
diato; si drenaje >200-300ml/h en 2-4h; inestabilidad hemodi-
námica y persistencia de requerimientos de hemotransfusión).
– Taponamiento cardíaco: generado por el acumulo de sangre en el pe-
ricardio procedente de los grandes vasos, vasos pericárdicos o del corazón
como resultado de un traumatismo frecuentemente penetrante más que con-
tuso. Fisopatológicamente genera una disminución del gasto cardiaco que
culmina con una inestabilidad hemodinámica, sobre todo si es de instau-
ración rápida. Puede producir actividad eléctrica sin pulso (AEP). Como
diagnostico diferencial con el Neumotórax a tensión, en el taponamiento
cardiaco si existe murmullo vesicular a la auscultación pulmonar.
Diagnóstico: Clínico: Síntomas y signos
– Triada de Beck: Disminución de la presión arterial, elevación
de la presión venosa y sonidos cardiacos apagados. No útil en la
práctica.
– Signo de Kussmaul: aumento de la presión venosa en la inspira-
ción.
– Ecografía, Eco-FAST(lo más eficaz).
Tratamiento
– Soporte con líquidos intavenoso.
– Peicardiocentésis (puede ser diagnóstica y/o terapéutica tem-
poralmente).
– Cirugía Urgente (De elección).
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2. TORACOTOMÍA DE REANIMACIÓN
Se realiza en la sala de reanimación de Urgencias en los pacientes que
presentan lesiones penetrantes de tórax y llegan sin pulso pero con actividad
eléctrica miocárdica. No buenos resultados en trauma cerrado. El paciente
debe tener controlada la vía aérea con intubación endotraqueal y recibir ven-
tilación mecánica. Seguidamente continuar con la restitución de volumen
intravascular. Se realiza una toracotomía anterior izquierda a nivel del 5º
espacio intercostal. Hay que valorar la presencia de signos de vida: pupilas
reactivas, movimientos espontáneos y electrocardiograma (ECG) actividad eléc-
trica; así como el estado hemodinámico. Tiene como objetivo:
– Masaje cardiaco abierto.
– Control directo de la hemorragia exanguinante intratorácica.
– Liberación del taponamiento cardiaco.
– Clampaje de la Aorta descendente.
– Tratamiento definitivo a posterirori en quirófano.
Nota: Valorar las circunstancias locales de cada centro.Ubicación quiró-
fano, etc…
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Tratamiento
– Drenaje pleural 5º espacio intercostal linea media clavicular
hemitórax afecto.
– Cirugía: en drenaje >1500ml inmediato; si drenaje >200-
300ml/h en 2-4h; en afectación hemodinámica y persistencia
de hemotransfusión.
– Lesiones del árbol traqueobronquial: infrecuentes y están asociadas
a otras lesiones (fracturas costales, neumotórax, neumomediastino, lesión
pulmonar, esofágica y hemotórax) que retrasan su diagnóstico. Pueden cur-
sar con disnea, tos, hemoptisis enfisema subcutánea, neumotórax a tensión y
fuga aérea peristente en drenaje torácico.Elevada mortalidad.
Diagnóstico:
– Broncoscopia: permite confirmar sospecha y localizar la lesión,
dirigir la intubación orotraqueal.
Tratamiento
– Antibioterapia: amplio espectro.
– Conservador: en lesiones membranosas pequeñas.Siempre soli-
citar valoración quirúrgica.
– Reparación quirúrgica: en lesiones cartilaginosas, mayores y/o
asociadas a otras lesiones.
– Lesiones cardíacas cerradas: sospecharlas en TT severos y que afecten
región central anaterior de tórax.Pueden producir contusión del miocardio
con ruptura de cavidades, aparato valvular, septo interventricular,pericardio,
disección y/o trombosis de arterias coronarias. Puede aparecer insuficiencia
cardiaca, arritmias, hipotensión y taponamiento cardiaco.
Diagnóstico:
– Sospecha clínica por mecanismo. Ecocardiograma, Eco-FAST.
– ECG( Alteraciones electrocardiográficas evidenciadas en EKG im-
plica monitorización 24 hrs por riesgo desarrollo de arritmias).*
Manejo:
– Monitorización cardíaca durante las primeras 24h* si EKG con
alteraciones.
– Si arritmias: tratamiento específico de las mismas.
– Cirugía: ruptura cardiaca o de arteria coronaria, lesión grave
del aparato valvular y ruptura del septo ventricular con inesta-
bilidad hemodinámica.
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Cirugía de Urgencias
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
1. INTRODUCCIÓN
A diferencia de los traumatismos torácicos y de los traumatismos cra-
neoencefálicos, la mortalidad de los traumatismos abdominales es baja si
el manejo de estos pacientes es adecuado y se hace un diagnóstico y trata-
miento rápidos. Debemos siempre recordar que las lesiones abdominales
inadvertidas siguen siendo una causa de muerte prevenible después de
un trauma.
La atención al paciente con traumatismo abdominal, requiere en primer
lugar una valoración inicial o revisión primaria. Esta atención inicial con-
siste en el ABC. Durante la revisión o reconocimiento primario en los
pacientes con traumatismos es muy importante valorar la circulación, la
C del ABC, buscando el origen de la hemorragia. El abdomen es un lugar
frecuente de hemorragia. Así pues se deben diagnosticar todas las lesiones
abdominales potencialmente mortales, que son las que originan hemoperi-
toneo y sangrado abdominal y que pueden requerir intervención quirúrgica
urgente como única manera de controlar la hemorragia.
Una vez finalizado este examen primario, se realizará la revisión secun-
daria. Es en este momento, donde debemos intentar obtener una historia
clínica lo más detallada posible, y realizar las diferentes pruebas de imagen,
en función del grado de sospecha de lesión y del estado clínico del paciente.
El objetivo fundamental de la evaluación de estos pacientes es decidir si
precisan de una laparotomía o no. La hemorragia y la sepsis son las causas de
muerte por lesiones abdominales más frecuentes.
2. CLASIFICACIÓN
2.1 Según el mecanismo lesional
• Trauma cerrado (sin solución de continuidad con el peritoneo)
Mecanismos más frecuentes en trauma cerrado:
1. Accidentes en automóviles.
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2. Accidentes en motocicleta.
3. Atropellamiento por automotores.
4. Caídas de altura.
5. Lesiones por armas contusas.
6. Accidentes laborales
7. Otros (deportes, explosiones.)
3. PRUEBAS DIAGNÓSTICAS
3.1.- Historia clínica
Los dos datos más importantes que debemos obtener son: información
acerca del accidente (tipo de vehículos implicados, velocidad del vehículo,
dirección del impacto, uso de cinturón de seguridad, posición de los ocupan-
tes, deformación del volante, deformación de la cabina de pasajeros o que ha
sufrido el automóvil y señalar si el pasajero/os ha salido despedidos fuera del
vehículo, en caso de precipitaciones nos interesa saber la altura y superficie
sobre la que ha caído), e información acerca del enfermo (alergias, medica-
ción, enfermedades previas o cuando ha comido por ultima vez).
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3.5.- Ecografía
La ecógrafía en estos enfermos, se realiza mediante el llamado método
“FAST” (Focused Abdominal Sonography for Trauma). Las zonas que se de-
ben explorar son: pericárdio, hipocondrio derecho (fosa hepatorenal o espa-
cio de Morrison y espacio subdiafragmático derecho), hipocondrio izquierdo
(fosa esplenorenal y espacio subdiafragmático izquierdo) y pelvis (saco de
Douglas).
El objetivo es diagnosticar rápidamente la presencia de líquido (san-
gre) en la cavidad abdominal, como indicador de lesión intrabdominal.
El tiempo utilizado en la realización de ésta prueba debe ser menor de 5
minutos.
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la aplicación de contraste, es más cara que otras técnicas, presenta una baja
sensibilidad en la detección de lesiones pancreáticas, mesentéricas y dia-
fragmáticas o de intestino delgado y necesita que el paciente sea trasladado
a la sala de rayos.
Una de las limitaciones que presenta, es la baja precisión diagnóstica de
lesiones intestinales y mesentéricas. Los signos más frecuentemente halla-
dos son: neumoperitoneo, adelgazamiento de la pared intestinal y dilatación
intestinal. En ausencia de lesión hepática o esplénica la presencia de lí-
quido libre en la cavidad abdominal sugiere lesión gastrointestinal y/o
mesentérica y el paciente debe de ser intervenido.
3.7.- Arteriografía
– Pacientes con fractura de pelvis y sangrado pélvico
– Valoración de sangrado en órganos sólidos abdominales (hígado y
bazo) en pacientes estables
– Valoración de la hemorragia retroperitoneal
– Valoración de pérdidas de sangre ocultas en pacientes tanto interveni-
dos como en aquellos en los que se ha realizado un tratamiento con-
servador.
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Cirugía de Urgencias
3.8.- Laparoscopia
Es importante señalar que sólo se debe realizar en pacientes hemodinami-
camente estables y por cirujanos con experiencia.
En el traumatismo abdominal cerrado la laparoscopia no ofrece ninguna
ventaja sobre la punción lavado, ecografía o TAC como screening de lesión
intrabdominal.
Su principal indicación es en el traumatismo penetrante en cara anterior
del abdomen o en flancos para ver si la herida penetra o no en cavidad ab-
dominal. También es útil en los traumatismo toeracoabdominales para el
diagnostico de lesiones diafragmáticas.
3.9.- Laparotomía
Un médico que atiende pacientes politraumatizados, debe tener muy cla-
ro cuando hay indicación de realizar una laparotomía urgente. El retraso
en realizar una laparotomía o indicar estudios de imagen en determinados
pacientes puede aumentar la posibilidad de que el enfermo fallezca.
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Indicaciones
Las indicaciones de laparotomía se pueden establecer en función de la
evaluación abdominal o en función de exploraciones radiológicas.
• En cada paciente, se requiere de criterio quirúrgico para deter-
minar el tiempo y la necesidad de una laparotomía. Las siguientes
indicaciones se usan comúnmente para facilitar las decisiones del
cirujano.
4. EVALUACIÓN
4.1 Evaluación y Manejo Inicial del Trauma Cerrado de Abdomen
(Figura 1)
Debemos diferenciar los pacientes inestables de los estables, hemodiná-
micamente hablando.
Paciente inestable
Una vez descartada la hemorragía externa como causa de la inestabilidad,
la causa de shock hipovolémico en el paciente politraumatizado debemos
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Cirugía de Urgencias
Paciente estable
En el paciente estable, la prueba de elección, es la TAC.
La realización de la TAC nos puede determinar la presencia de aire libre,
sangre o líquido, así como la ausencia o la presencia de lesiones viscerales.
La presencia de neumoperitoneo, las grandes lesiones viscerales o la afec-
tación de hígado o bazo a nivel del hilio vascular así como la extravasación
de contraste oral o rectal a la cavidad peritoneal son indicación de cirugía
urgente.
En ocasiones de duda diagnóstica con el TAC de la posible lesión de una
víscera hueca debemos realizar un lavado peritoneal para descartar la presen-
cia de bilis o bacterias en la cavidad abdominal.
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La actitud frente a las heridas por arma blanca ha cambiado en los últi-
mos años debido a la elevada tasa de exploraciones quirúrgicas innecesarias.
Sólo un tercio aproximadamente presenta lesiones viscerales.
Evidentemente, al igual que en los traumatismos cerrados, la presencia
de signos de irritación peritoneal o de inestabilidad hemodinámicas son in-
dicación de una cirugía urgente. También la presencia de sangre en el tubo
digestivo (hematemesis, melenas, rectorragia, sangre en la aspiración naso-
gástrica) o la evisceración ( en la actualidad algunas se pueden tratar de forma
conservadora) es una indicación de cirugía urgente. Este tratamiento conser-
vador, en pacientes estables, con reiteradas exploraciones y manteniendo al
paciente ingresado ha disminuido la tasa de laparotomías innecesarias a cifras
del 15-25%.
El orificio de entrada del arma blanca nos orienta a las posibles lesiones
que se han podido producir. Las heridas torácicas bajas suelen lesionar, ade-
más del parénquima pulmonar a vísceras macizas (hígado o bazo), estómago
y diafragma.
Lo primero que debemos realizar en estos pacientes es explorar la herida
para conocer su profundidad y si afecta peritoneo. A efectos prácticos se
considera una herida penetrante si afecta la fascia de la musculatura abdo-
minal y esta afectación es indicación de cirugía urgente si la infraestructura
del hospital no permite una observación del paciente muy estricta (falta de
personal, imposibilidad de realizar TAC, etc.)
En centros con personal entrenado y estructura hospitalaria adecuados,
en los pacientes estables con heridas penetrantes, deben realizarse las explo-
raciones necesarias para descartar lesiones viscerales. Inicialmente comen-
zaremos con un TAC con triple contraste oral, rectal e intravenoso, para
descartar lesiones de víscera hueca. Además se puede realizar una punción
lavado peritoneal con análisis bioquímico y bacteriológico del líquido de
lavado para descartar lesión de víscera hueca.
La salida de contraste del tubo digestivo o la presencia de gérmenes o bilis
en el líquido de lavado peritoneal son indicaciones de cirugía urgente.
Asimismo cualquier cambio en la exploración clínica o analítica que de-
note una irritación peritoneal o la instauración de una sepsis indican la lapa-
rotomía urgente.
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Cirugía de Urgencias
Figura 1
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
Figura 2
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Cirugía de Urgencias
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316
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
1. INTRODUCCIÓN
El manejo del hematoma retroperitoneal ha sido y es un autentico reto
para los cirujanos, si bien es cierto, que los medios de imagen, la radiología
intervencionista y las unidades de cuidados intensivos lo hacen más asumible.
El espacio retroperitoneal es un espacio areolar posterior al saco peritoneal
que contiene o envuelve variadas estructuras vasculares y viscerales de distin-
tos sistemas: gastrointestinal, genitourinario, vascular, musculo-esquelético
y del sistema nervioso1. Por tanto, pueden existir lesiones a nivel de esófago
distal, segunda, tercera y cuarta porción duodenal, páncreas, cara posterior
de colon ascendente, descendente y sus ángulos. Estructuras tales como ri-
ñón, glándulas suprarrenales, uréteres y vejiga pueden estar lesionadas en el
interior de un hematoma retroperitoneal. También pueden contener lesión
de la aorta, cava inferior y de la vena porta. Finalmente puede existir daño de
estructuras musculo-esqueléticas como del psoas mayor, cuadrado lumbar,
músculos iliacos, diafragma y cuerpos vertebrales o huesos pélvicos.
2. ETIOLOGÍA
Prácticamente el 80% de los hematomas retroperitoneales está produci-
dos por un trauma cerrado o contuso, siendo el 20% restante por mecanismo
penetrante2. La lesión aislada contusa más frecuente que ocasiona hematoma
retroperitoneal es la fractura de pelvis. Las causas más frecuentes de hema-
tomas retroperitoneales secundarios a trauma cerrado son los accidentes de
tráfico.
3. CLÍNICA
Los síntomas y signos del hematoma retroperitoneal son más común-
mente un reflejo de los órganos lesionados en el retroperitoneo, más que
del propio hematoma. Dolor en el abdomen anterior, el costado, la espalda
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Cirugía de Urgencias
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
4. CLASIFICACIÓN
Existen diferentes clasificaciones de los hematomas retroperitoneales. La
más utilizada es la de Kudsk y Sheldon que los divide según su localización en
tres zonas (fig. 1). La zona 1 es el área central y superior del retroperitoneo. Esta
zona constituye el área comprendida entre los hiatos diafragmáticos aórtico y
esofágico, extendiéndose hasta el promontorio y lateralmente hasta el borde
externo de cada músculo psoas. Las estructuras comprendidas en la zona son la
aorta, la vena cava, los vasos renales proximales, la vena porta, el páncreas y el
duodeno. La zona 2 corresponde a los flancos derecho e izquierdo y las estructu-
ras primarias comprendidas en ella son los riñones y los uréteres suprapélvicos.
El lado derecho incluye el colon derecho y su mesocolon, y el lado izquierdo el
colon izquierdo y su mesocolon. La zona 3 corresponde a la pelvis y contiene la
pelvis, el sigma y recto, la vejiga y los segmentos distales pélvicos de los uréteres4.
5. TRATAMIENTO CONSERVADOR
Todo paciente politraumatizado comienza con la resucitación del mismo
siguiendo el protocolo del soporte vital avanzado en trauma. Los hematomas
que permiten el tratamiento conservador son aquellos evidenciados en pa-
cientes con estabilidad hemodinámica, producidos por traumatismo cerrado
y no expansivos, localizados en las zonas II y III.
Pacientes asintomáticos o moderadamente sintomáticos, estables hemo-
dinámicamente, aún cuando el estudio diagnostico haya revelado lesión vis-
ceral o fractura de pelvis y exista o se presuma un hematoma retroperitoneal
una laparotomía no está indicada.
Los hematomas de la zona III asociados a fractura de pelvis también se
benefician de este tratamiento conservador. En estos casos, los sitios de he-
morragia son múltiples y no susceptibles de control quirúrgico5. Por lo mis-
mo, la ligadura de las arterias hipogástricas es inefectiva. El mejor elemento
de contención lo proporciona la misma hoja peritoneal posterior y la medida
más útil en el control de esta hemorragia lo constituye la estabilización pel-
viana. Hay hasta un 10% de pacientes que pese a esto continúan sangrando y
en ellos es útil la arteriografía selectiva y embolización de ramas dependientes
de la arteria iliaca interna, como la glútea superior y obturatriz.
6. TRATAMIENTO QUIRÚRGICO
Las indicaciones para explorar el hematoma retroperitoneal en el trauma-
tismo cerrado o contuso se limitan a las lesiones localizadas en la zona I, y a
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en la base del mesocolon, al igual que la vena cava inferior, para ello, nece-
sitamos movilizar medialmente las vísceras del lado derecho a excepción del
riñón derecho (Maniobra de Cattell-Braasch).
Las lesiones penetrantes de la zona II y zona III deben ser siempre
exploradas. Los hematomas retroperitoneales de la zona II secundarios a
traumatismo contuso que presenta en el estudio radiológico lesión de alguna
estructura vascular principal, tejido inviable en más de un 20% del parén-
quima renal, extravasación extensa o rotura calicial importante o lesión de
víscera hueca, requieren exploración quirúrgica.
La reparación de las arterias renales es compleja, con frecuencia se reali-
za la ligadura de la arteria y, posteriormente, la nefrectomía ipsilateral. Las
venas renales pueden ser reconstruidas, o en caso necesario, ligadas. La falta
de colateralidad en la vena renal derecha lleva, en caso de ligadura, a la nece-
sidad de nefrectomía12.
Los hematomas de la zona III secundarios a un traumatismo contuso
deben ser tratados de manera conservadora, salvo aquellos que sufran rápida
expansión o los que están libremente rotos a la cavidad peritoneal.
Esta región contiene las venas y arterias ilíacas, así como sus ramas in-
ternas y externas y el plexo presacro. Se accede mediante la sección de la
línea avascular de Toldt derecha e izquierda, disecando en sentido caudal
encontramos los vasos. Hay que tener cuidado con el uréter situado por
encima de las ilíacas comunes. Las lesiones de las arterias ilíacas comunes
se pueden tratar mediante arteriorrafia o mediante injertos autólogos o
protésicos. La arteria iliaca interna lesionada puede ser ligada sin conse-
cuencias destacables, mientras que la externa debe ser reparada mediante
sutura primaria o con bypass iliofemoral. En caso de destrucción masiva
de los vasos iliacos puede ser necesaria la ligadura. Se han descrito técnicas
como el bypass femorofemoral o axilofemoral pero con alta incidencia de
trombosis12.
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Cirugía de Urgencias
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1. INCIDENCIA
Conocer la incidencia concreta del traumatismo anorrectal es difícil. La
mayoría de la bibliografía hace referencia a series cortas retrospectivas, su-
poniendo entre un 1 y 3% de todos los traumatismos abdominales; ascen-
diendo hasta un 10 % en zonas con conflictos bélico. aunque en regiones en
guerra, esta incidencia asciende hasta un 10%1.
2. ETIOPATOGENIA
La etiología es múltiple, pero de un modo académico se pueden diferen-
ciar dos grandes grupos de traumatismos anorrectales.
• Traumatismos accidentales
o Traumatismos penetrantes (arma de fuego, arma blanca, explosión,
empalamiento, erotismo).
o Traumatismo cerrado (accidente de tráfico, accidente laboral, ac-
cidente deportivo, caídas, aplastamiento, explosión, barotrauma,
intentos autolíticos).
• Traumatismos iatrogénicos
o Procedimientos diagnósticos.
o Procedimientos terapéuticos.
o Cuerpos extraños.
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3. DIAGNÓSTICO
La mayoría de la veces una exhaustiva exploración física tanto abdominal
como de la región perineal, incluyendo tacto rectal bajo anestesia, junto con
un TC con contrate IV, nos debe permitir hacer una aproximación muy
certera de la magnitud del problema a los que nos enfrentamos2,3.
El tacto rectal nos va a determinar el estado del esfínter y del recto in-
ferior, así como la presencia de cuerpos extraños, esquirlas óseas o restos de
otro tipo. Resulta muy útil disponer en quirófano de un proctoscopio para
poder explorar el recto en su interior.
En pacientes hemodinámicamente estables, sin indicación de cirugía in-
mediata por otra causa, la tomografía computerizada eventualmente comple-
mentado con una enema de gastrografín a baja presión, es la prueba radioló-
gica mas efectiva en pacientes traumatizados. Ésta es vital para la valoración
de una lesión del recto extraperitoneal, puesto que puede poner en evidencia
la existencia de neumoperitoneo y líquido libre intraabdominal.
En aquellos pacientes en los que no es posible realizarlo, la inspección,
palpación del ano y periné, junto a la laparotomía urgente serán las claves
del diagnóstico.
4. CLASIFICACIÓN
Para tener un consenso del grado de las lesiones rectales y categorizarlas de
igual manera en los diferentes centros, recomendamos el uso de la escala propues-
ta por la Asociación Americana de Cirujanos, denominada Rectal Organ Injury
Scale (ROIS) (Tabla 1), que describe las diversas lesiones traumáticas de recto
siguiendo una gradación que va desde la contusión simple a la devascularización4.
Las lesiones de la pared de recto no destructivas corresponden a un ROIS de gra-
dos I, II y III, mientras que las destructivas a los grados IV y V.
5. TRATAMIENTO
Generalidades5,6
– El tratamiento es diferente según sean intraperitoneales o extraperitonea-
les, así como si viene asociada o no a otras lesiones de mayor importan-
cia, pasando el traumatismo anorrectal a un segundo lugar. La lesiones de
las paredes anteriores y laterales del recto están cubiertas por peritoneo y
se consideran intraperitoneales. Las lesiones del tercio inferior en toda la
circunferencia y las lesiones posteriores de los dos tercios superiores que
no están cubiertas por peritoneo se consideran extraperitoneales.
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5. TRATAMIENTO
Generalidades5,6
– El tratamiento es diferente según sean intraperitoneales o extraperitonea-
les, así como si viene asociada o no a otras lesiones de mayor importan-
cia, pasando el traumatismo anorrectal a un segundo lugar. La lesiones de
las paredes anteriores y laterales del recto están cubiertas por peritoneo y
se consideran intraperitoneales. Las lesiones del tercio inferior en toda la
circunferencia y las lesiones posteriores de los dos tercios superiores que
no están cubiertas por peritoneo se consideran extraperitoneales.
– Ante el paciente traumatizado han de implementarse las medidas ne-
cesarias y estandarizadas para el soporte vital según las pautas ATLS
(Advance Trauma Life Support).
– Ante una situación de inestabilidad hemodinámica y/o signos de irri-
tación peritoneal, el paciente debe ser sometido sin dilación a una ex-
ploración en quirófano. En el caso de que la estabilidad del paciente lo
permita, se dispone de algo mas de tiempo para valorar la presencia de
otras lesiones e iniciar su tratamiento. No obstante, siempre debe ins-
taurarse tratamiento antibioterápico empírico frente a microorganis-
mos aerobios y anaerobios, el mantenimiento de la terapia dependerá
de los hallazgos que encontremos.
– Frente al paciente hemodinámicamente inestable debe primar el concepto
de cirugía de control de daños abdominal, donde a través de una inci-
sión en línea media se debe controlar rápidamente la hemorragia mediante
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1. INTRODUCCIÓN
El cierre de la pared abdominal es una técnica básica para cualquier ci-
rujano con una incidencia de problemas derivados de complicaciones en el
cierre de la pared abdominal, como son las hernias incisionales, entre un 9 y
un 20% según las diferentes series1,2 y, en su modalidad más aguda y grave, la
evisceración. Constituyen un problema complejo y cuya incidencia no se ha
modificado en las últimas décadas a pesar de las mejoras introducidas tanto
en la técnica como en los materiales utilizados3.
La técnica para el cierre de la fascia abdominal en la mayoría de los casos
se realiza por tradición o escuela en los diferentes hospitales, y preferencia
personal de los cirujanos y no basada en la mejor evidencia disponible en la
literatura mundial.
La mejor técnica de cierre de la pared abdominal deber ser fácil, rápida, cos-
to-beneficio eficiente y debe prevenir las complicaciones a corto y largo plazo.
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1. INTRODUCCIÓN
La patología herniaria (protusión de epiplón y/o vísceras a través de los
defectos de la pared abdominal) constituye hoy en día una patología muy
prevalente que afecta entre un 5-10 % de la población1. Se considera la ter-
cera causa de consulta en los centros de salud dentro de los problemas gas-
trointestinales, y la segunda causa de obstrucción intestinal, precisando hasta
un 15% de estos pacientes una resección por necrosis intestinal2.
La prevalencia de estrangulación global de las hernias se sitúa en torno
al 4,5 %. En el caso particular de la hernia inguinal las series en pacientes
adultos están entre el 0,3-2,9%3. Antes del uso de malla la mortalidad de esta
patología era considerable, llegando hasta un 25-40% según las series, hoy en
día con la implantación de la mallas se ha reducido hasta 1-3%.
2. EPIDEMIOLOGÍA Y FISIOPATOLOGÍA
Es más frecuente en el varón (salvo las hernias crurales), en los extre-
mos de la vida, en pacientes cirróticos, pacientes con patología pulmonar, así
como laparotomías extensas, entre otros.
Los factores que favorecen la estrangulación son: el aumento del contenido
herniario, un saco pequeño, un orificio herniario estrecho y la rigidez de las
estructuras vecinas, factores que explican por qué la hernia crural se estrangula
con mayor frecuencia. Es necesario también un factor desencadenante, como
el aumento de la presión intraabdominal (esfuerzos, tos, vómitos…).
3. CLASIFICACIÓN
La localización herniara más frecuente es la inguinal acompañada de la
umbilical y en menor medida crural, epigástrica e incisional4.
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4. CLÍNICA Y DIAGNÓSTICO
Pueden presentarse clínicamente como un proceso herniario urgente
caracterizado por dolor intenso, acompañado de tumoración de la zona, o
bien como un cuadro de oclusión intestinal con vómitos, estreñimiento, y
distensión con molestias difusas en la zona. El diagnóstico de hernia incar-
cerada o estrangulada es clínico, basado en una buena anamnesis y una
exploración física orientada.
La anamnesis, debe ser minuciosa e incluir como mínimo: inicio del
proceso herniario, antecedentes de incarceración, tiempo de evolución des-
de el inicio de los síntomas, la presencia de vómitos, fiebre y alteración del
tránsito intestinal.
Exploración física: observar la tumoración (tamaño, color local de la piel
y edema) y el abdomen (si existe contracción antialgica con limitación de las
incursiones respiratorias). A la palpación vamos a encontrarnos en aquellos
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5. TRATAMIENTO
5.1 Estabilizar al paciente (con rehidratación/reposición de volumen, con-
trol de constantes, corrección de tiempos de coagulación, sondaje nasogás-
trico en caso de obstrucción intestinal…)
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
36. Evisceraciones
Zoraida Valera Sánchez, Diego Rodríguez Morillas,
Antonio Curado
1. INTRODUCCIÓN
Se entiende por evisceración la salida del contenido abdominal a tra-
vés de los planos abiertos de la herida quirúrgica, debido a su separación
o dehiscencia en el postoperatorio inmediato. Es una grave complicación
postoperatoria con una tasa de mortalidad de hasta el 45%. A pesar de los
avances técnicos en los materiales de sutura y las técnicas de cierre de pared
abdominal, la incidencia de evisceración se ha mantenido constante a en las
últimas décadas, oscilando entre el 1-3% de las laparotomías en los distintos
estudios prospectivos, y una incidencia estimada del 0,4% al 1,2% en los
estudios retrospectivos. Esto puede ser debido al aumento de la incidencia
de los factores de riesgo que presenta la población de pacientes, que prevalece
sobre los beneficios logrados con los avances técnicos.
Se asume que la herida quirúrgica nunca recupera las propiedades
de sus planos al 100%, no hay restitutio ad integrum. En la primera se-
mana tras el cierre de la herida, que es cuando habitualmente sucede la
dehiscencia, la integridad de la pared depende enteramente de la sutura
aplicada, siendo en la segunda semana cuando se observa un rápido in-
cremento en la resistencia a la separación de los bordes suturados. Entre
la 4ª y 6ª semana se adquiere una resistencia equivalente al 50% de la fas-
cia íntegra. Por este motivo es muy importante respetar durante la sutura
el área de cicatrización de la herida quirúrgica; que es aquella en la que se
produce la deposición y reorganización del colágeno, zona inflamatoria,
metabólicamente activa y con menor resistencia al desgarro por el hilo de
sutura. Esta zona ocupa unos 5mm de espesor desde el borde de la herida
y en toda su extensión, por lo que se recomienda colocar la sutura al
menos a 10 mm de estos bordes, con una distancia equivalente de 1 cm
entre los puntos sin excesiva tensión, para permitir una buena perfusión
de la zona de cicatrización.
351
Cirugía de Urgencias
2. FACTORES DE RIESGO
En el proceso de evisceración intervienen factores relacionados con la
técnica quirúrgica de cierre y factores que dependen del paciente.
– Factores relacionados con la técnica podemos destacar: la rotura del hilo
de sutura, nudos inseguros que se deslizan y se aflojan, puntos flojos o
separados, y el desgarro de la fascia debido a la sutura. Siendo éste últi-
mo punto la causa más frecuente de dehiscencia de la herida quirúrgica
(79-95%). La causa responsable del desgarro de la fascia por el hilo de
sutura es la escasez de tejido que se incluye en cada punto.
– Factores dependientes del paciente destacan: la obesidad, edad superior
a 65 años, diabetes, insuficiencia renal, ictericia, shock hemorrágico,
desnutrición, déficit de cinc y cobre, o vitamina C, B1, B2, B6, A,
tratamiento con esteroides, quimioterapia o radioterapia.
Se han realizado varios estudios retrospectivos principalmente para iden-
tificar los factores de riesgo de esta complicación, pero a menudo se presen-
tan resultados contradictorios. Desafortunadamente un análisis multivarian-
te sólo se ha realizado en una minoría de estudios y en general en un pequeño
número de pacientes. Se ha desarrollado un modelo matemático de riesgo
que tiene un alto valor predictivo para la dehiscencia y ayuda a identificar los
pacientes de mayor riesgo. En este estudio los principales factores de riesgo
independientes fueron la edad, el género, enfermedad pulmonar crónica,
ascitis, ictericia, anemia, cirugía de urgencias, tipo de cirugía, tos en el posto-
peratorio e infección de herida quirúrgica.
Los pacientes que se someten a cirugía de urgencias generalmente llegan
en peores condiciones y estado nutricional y la posibilidad de contaminación
del campo quirúrgico es mayor que en la cirugía programada. Por otra parte
el rendimiento del cirujano podría verse afectado por las horas de trabajo y
la noche, lo que podría suponer un cierre no óptimo de la pared abdominal
al finalizar la cirugía.
La edad avanzada también supone un factor de riesgo, la explicación
puede deberse al deterioro de los mecanismos de reparación de los tejidos de
los ancianos; especialmente durante los primeros días del proceso de cicatri-
zación de la herida el sistema inmunológico juega un papel clave.
La anemia es un factor de riesgo que se relaciona con aumento del estrés
perioperatorio, transfusiones de sangre, la disminución de la oxigenación de
los tejidos, todo lo cual puede afectar al sistema inmunológico y al proceso
de cicatrización de la herida.
352
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3. CLÍNICA Y DIAGNÓSTICO
La presentación clínica puede variar desde la salida evidente de epiplón o
vísceras a través de los puntos de sutura hasta adoptar un curso tórpido, casi
asintomático, en los casos de las evisceraciones cubiertas.
El hallazgo clínico más frecuente es el drenaje abundante de liquido sero-
sanguinolento, como “agua de lavar carne” a través de la cicatriz de laparoto-
353
Cirugía de Urgencias
mía, que está presente hasta en el 85% de los casos. Al explorar al paciente,
es frecuente ver asas de intestino delgado entre los puntos de sutura cutáneos.
También debe sospecharse la existencia de evisceración en un paciente
con febrícula prolongada, taquicardia y malestar general sin otra justificación
patológica, con dolor en la herida quirúrgica, distensión abdominal e íleo
postoperatorio prolongado.
La instauración de un íleo mecánico, alrededor de la primera semana tras
la cirugía, en un paciente que, hasta ese momento, evolucionaba con norma-
lidad, debe hacer pensar en el compromiso intestinal por una evisceración
aguda cubierta.
Excepcionalmente, el paciente refiere haber percibido un ruido y la sen-
sación de desgarro en relación con algún movimiento, acompañado de dolor
en la herida quirúrgica.
La evisceración suele presentarse, en general, alrededor del 7º día posto-
peratorio; pero su presentación suele variar entre los 0 y 32 días después de
la intervención.
El diagnóstico de evisceración es fundamentalmente clínico, se diagnos-
tica con una buena exploración física de la herida quirúrgica. Pero en de-
terminados casos puede ser necesario la realización de una ecografía o un
TAC abdominal para poner de manifiesto la existencia de una solución de
continuidad en la aponeurosis; ayudando además a descartar patología intra-
abdominal asociada.
4. TRATAMIENTO
Es importante tener claro que la evisceración es una emergencia qui-
rúrgica y la cirugía para su reparación debe ser lo más precoz posible. Se
acompaña de una mortalidad elevada, que puede llegar hasta el 45% de los
casos y una morbilidad importante con una incidencia de hernia incisional
postoperatoria del 40 al 60%.
El tratamiento conservador podría ser una opción en casos excepcionales
de pacientes que presenten un alto riesgo quirúrgico, con evisceraciones
parciales o subcutáneas, en pacientes que mantienen un adecuado tránsito
intestinal, sin embargo, esta actitud puede evolucionar hacia una eviscera-
ción completa o a la formación de una eventración a largo plazo.
Antes de iniciar la cirugía debe administrarse al paciente una profilaxis
antibiótica, ya que nos encontramos ante una herida parcialmente contami-
nada y valorar la colocación de una sonda nasogástrica como tratamiento
354
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355
Cirugía de Urgencias
5. CONCLUSIÓN
Podemos concluir que el pilar fundamental para evitar esta grave com-
plicación postquirúrgica que es la evisceración, se basa en la prevención.
Disminuyendo al máximo los factores de riesgo que puede presentar el pa-
ciente, optimizando su estado general y evitando la infección de la herida
quirúrgica; así como con la realización de una adecuada técnica de cierre
de la herida.
El cierre primario ideal debe ser realizado con sutura continua monofi-
lamento en bloque, sin refuerzos, que asegura una distribución uniforme de
tensiones en la herida, evitando hiperpresiones y dolor en la herida quirúr-
gica y manteniendo una adecuada perfusión de los bordes. De material de
absorción lenta (mínimo de 90 días), al presentar una incidencia similar de
356
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
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Cirugía de Urgencias
358
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
1. INTRODUCCIÓN
El “abdomen abierto” o laparostomía es el procedimiento quirúrgico por
el que se difiere el cierre de la pared abdominal, dejando de forma deliberada
sin suturar el plano fascial1.
Las técnicas de laparostomía, cierre diferido de abdomen o “abdomen
abierto” se han desarrollado como parte del manejo en el paciente con si-
tuación fisiológica límite. En los pacientes en situación extrema se realizarán
técnicas de “laparotomía abreviada”, que limitan la agresividad y duración
del acto quirúrgico al gesto mínimo que permite la estabilización del pacien-
te; dejando para un segundo tiempo la reconstrucción anatómica (ya sea de
la continuidad del tránsito, de la pared abdominal u otras).
Esta limitación en la cirugía permite adecuar la agresión quirúrgica y la
duración de la intervención al estado fisiológico del paciente, evitando llegar
al fallo multiorgánico irreversible y dejando el procedimiento definitivo para
una intervención posterior1,2.
2. INDICACIONES1-5
– Prevención y tratamiento de la HIA/SCA:
La prevención y el reconocimiento precoz de la HIA / SCA son básicos
en los pacientes con factores de riesgo. Además de las medidas de soporte
clínico, el pilar del tratamiento en las situaciones de HIA/SCA refrac-
tarios es la laparotomía descompresiva y el cierre temporal abdominal.
En los casos de HIA refractaria la laparotomía deberá indicarse pre-
cozmente, conociendo que algunos parámetros de disfunción orgánica
asociados a la HIA (fundamentalmente función respiratoria, hemodi-
námica e hipoperfusión intestinal) mejorarán de forma rápida con la
laparotomía de descarga, mientras otros como la función renal pueden
persistir mucho más tiempo.
359
Cirugía de Urgencias
– Necesidad de second-look.
360
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
3. TÉCNICAS
La técnica ideal para el cierre temporal del abdomen debería ser sencilla
y rápida, inerte biológicamente y que permitiera la cobertura y protección
visceral. Debe permitir el drenaje de fluidos fuera de la cavidad abdominal y
favorecer el cierre primario diferido de la fascia; todo ello con una aceptable
morbi-mortalidad.
Actualmente existen múltiples técnicas para el cierre temporal del abdo-
men2-4,6-9:
– Aproximación de piel: con diferentes métodos (grapas, pinzas, etc.),
tiene una incidencia inaceptable de SCA por lo que no se recomienda
su realización.
– Bolsa de Bogotá: Es barata, rápida, sencilla y accesible, pero no permite
la extracción de fluidos ni previene la pérdida de derecho a domicilio.
– Mallas: el empleo de material protésico en los cierres temporales abdo-
minales se ha relacionado con una mayor incidencia de fístulas ente-
roatmosféricas, no permite el drenaje adecuado de fluidos ni previene
la retracción fascial. Pueden emplearse mallas en combinación con sis-
temas de vacío con mejores resultados.
– Sistemas sintéticos de velcros o cremallera (Wittmann patch, Starsur-
gical): no están indicados en sepsis intraabdominal pues no permiten
el drenaje de fluidos y se han relacionado con necrosis de los bordes de
la fascia.
– Sistemas de presión negativa: Han revolucionado el manejo del ab-
domen abierto. Permiten el drenaje de fluidos, previenen la HIA y
se han relacionado con una alta tasa de cierres primarios de la fascia.
Se desconoce su efecto sobre las fístulas enteroatmosféricas, aunque la
evidencia disponible hasta el momento parece relacionar el uso de las
técnicas con presión negativa con un mayor control del débito de las
fístulas y un menor tiempo de cierre.
• Vacuum pack (Barker technique)
• Vacuum-assisted closure (VAC Therapy, KCI)
• ABThera system (KCI)
361
Cirugía de Urgencias
5. COMPLICACIONES2-5,11-13
Si bien es cierto que las técnicas de abdomen abierto son eficaces, per-
miten solventar complicaciones potencialmente letales y han colaborado en
mejorar la supervivencia en pacientes en situaciones límites, no están exentas
de complicaciones.
Las principales complicaciones asociadas al abdomen abierto son:
– Pérdidas mantenidas de fluidos y proteínas, necesidad de soporte nu-
tricional específico.
– Estancias hospitalarias y en cuidados intensivos prolongadas.
– Fístulas entéricas: el desarrollo de fístulas enteroatmosféricas es uno de
los caballos de batalla de los cierres temporales abdominales. Se ha re-
lacionado su incidencia con la presencia de fallo multiorgánico previo,
la sepsis abdominal, la existencia de material protésico y/o suturas in-
testinales y la duración del laparostoma (el abdomen abierto “crónico”
en el que el intestino está más expuesto a la lesión).
362
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
– Retracción fascial
– Pérdida de derecho a domicilio
– Desarrollo de hernias incisionales masivas.
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Cirugía de Urgencias
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
365
Cirugía de Urgencias
366
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
1. INTRODUCCIÓN
La perforación esofágica es una urgencia quirúrgica poco frecuente que
se ha asociado históricamente a una elevada mortalidad cercana al 80%1.
Los objetivos del tratamiento son: controlar el origen séptico, el cierre de
la perforación y el drenaje de la contaminación asociada. Las mejoras en las
tecnologías de imágenes y de cuidados críticos, probablemente han contri-
buido a la mejora de la morbilidad y la supervivencia como se ve en la serie
de casos recientes, en los que la mortalidad oscila entre el 2% y el 20%.
Si ajustamos este a los estudios más recientes de la literatura, la mortali-
dad real está situada en un rango de 13-18%2,3. Creemos que, aunque el
tratamiento expeditivo sigue siendo un problema importante; el manejo
de la perforación esofágica en un centro experimentado, con un equipo
multidisciplinario con experiencia en la gestión operativa (radiología in-
tervencionista, endoscopia terapéutica, opción a abordaje mínimamente
invasivo…etc.) es muy importante, así como el decalaje temporal entre
diagnóstico y tratamiento. Existen pocos estudios que nos hablen de la
incidencia real de esta patología, algunos la sitúan entorno al 6/10000004,5.
Nos encontramos por tanto con una patología con incidencia baja. Otro
punto añadido es la imposibilidad de hacer guías de práctica clínica con
respecto a cirugía basada en la evidencia ya que, en la mayoría de los ca-
sos como comenta Soreide6 son estudios retrospectivos y además existe
un componente de heterogenicidad en las poblaciones que se estudian7-14.
Además, la diversidad de síntomas y signos clínicos combinados con la fal-
ta de experiencia individual con respecto a esta condición particular, puede
impedir la identificación rápida de esta situación potencialmente peligrosa.
En consecuencia, el retraso en el estudio diagnóstico puede dificultar el
tratamiento oportuno y adecuado con un efecto negativo en los resultados
del paciente. Debemos prestar atención al diagnóstico precoz y el trata-
367
Cirugía de Urgencias
2. CLÍNICA Y DIAGNÓSTICO
También nos centraremos en los aspectos clínicos de la perforación eso-
fágica que son más útiles para la sospecha temprana. Destacar que, existen
factores predictivos que tienen especial importancia clínica para la toma
de decisiones durante las primeras 24 horas de tratamiento en el hospital.
Estos factores predictivos, han sido especialmente estudiados en la lite-
ratura por autores como Abbas...etc. En vistas a estos estudios creemos
que debemos hacer hincapié en una historia clínica dirigida; que catalogue
estos factores, ya que pueden influir directamente en la toma de decisiones
terapéuticas así como en el pronóstico del enfermo. La edad >75 años, el
tiempo de evolución de la perforación >24 horas y la historia conocida de
cáncer esofágico o de la unión gastro-esofágica, son datos a tener en cuenta
durante la anamnesis. Con respecto a la exploración física, se debe prio-
rizar sistemáticamente. Es de suma importancia descartar el compromiso
de la vía aérea así como el estado ventilatorio del enfermo y su posible
evolución (necesidad de ventilación mecánica en las próximas horas). La
exploración de estado séptico, se puede realizar de una manera rápida y
objetiva: tomando la temperatura, palpando el pulso, midiendo la tensión
arterial y con parámetros analíticos.
368
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
contenida o no. Tras esta valoración inicial, podemos obtener Score de Abbas
(Perforation Severity Score) (Tabla 1)7, que nos dará un valor pronóstico
aproximado al ingreso del enfermo.
Tabla 1
3. ALGORITMO DIAGNÓSTICO-TERAPÉUTICO
Nuestra actitud debe pivotar sobre:
1. Etiología de la perforación:
a. Iatrogénica.
b. Espontánea.
c. Traumática /cuerpo extraño.
2. Localización de la perforación en las pruebas de imagen.
3. Si la perforación es contenida o no.
4. Estado del enfermo.
El algoritmo de toma de decisiones se muestra en la figura 1.
369
Cirugía de Urgencias
Figura 1
370
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
1. CAUSAS DE PERFORACIÓN
La causa más común de perforación gastroduodenal es la enfermedad
ulcerosa, que puede ser secundaria a la hipersecreción de ácido, infección por
H. Pylori o por ingestión de medicamentos (esteroides o antiinflamatorios
no esteroideos).
Otras causas incluyen trauma, neoplasia, la ingestión de cuerpo extraño,
o iatrogénica (procedimientos endoscópicos). El traumatismo contuso que
de lugar a perforación gastroduodenal es raro, comprendiendo sólo el 5% de
las lesiones de vísceras huecas.
Perforaciones derivadas de patologías malignas pueden ser secundarios
a un tumor necrótico en el estómago o duodeno que perfora la pared o a
consecuencia de un tumor obstructivo que conduzca a una dilatación y per-
foración proximal secundaria.
Los cuerpos extraños pueden provocar la perforación de una lesión direc-
ta al estómago o duodeno y por tanto ocasionando la perforación o como
resultado de obstrucción endoluminal.
373
Cirugía de Urgencias
2. PRESENTACIÓN CLÍNICA
El cuadro se presenta como dolor epigástrico y dolor en el hipocondrio
derecho severo de comienzo repentino en pacientes con antecedentes de re-
flujo gastroesofágico o enfermedad péptica ulcerosa. La peritonitis puede ser
mínima en el caso de fugas de contenidas o presentándose con cambios en el
estado mental y shock séptico (fiebre, hipotensión, taquicardia) secundario a
la presencia de una fuga difusa de la perforación.
3. DIAGNÓSTICO
La leucocitosis, acidosis metabólica e hiperamilasemia pueden estar pre-
sentes, pero su sensibilidad no es elevada.
La radiografía de tórax en bipedestación con cúpulas diafragmáticas puede
mostrar la presencia de aire libre que nos oriente al diagnóstico de perforación.
La tomografía computarizada (TC) con contraste muestra la presencia de
neumoperitoneo, líquido libre en cavidad abdominal, infiltración de la grasa
mesentérica, y el engrosamiento de la pared intestinal, pudiendo llegar a lo-
calizarse el sitio de perforación. La tomografía computarizada precoz después
de una lesión traumática pueden ser falsamente negativa en hasta 12% de
casos3. Además, la TC puede ayudarnos en caso de perforaciones tumorales,
identificando la presencia de tumoración, con posibilidad de localización de
adenopatías sugestivas de malignidad o presencia de metástasis, que harán
variar el tratamiento quirúrgico.
374
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
4. TRATAMIENTO
4.1Tratamiento conservador
Aproximadamente la mitad de las perforaciones sella de forma espontánea,
lo que plantea la cuestión en cuanto a si estos pacientes pueden ser manejados
sin cirugía. La dificultad radica en identificar aquellos pacientes en los que la
perforación ha sellado sin comprometer los resultados en los que no se ha ce-
rrado la perforación mientras que el deterioro clínico se haga patente4.
Los presencia de shock y/o peritonitis generalizada obliga al manejo qui-
rúrgico en estos pacientes. Los factores de riesgo que se han asociado con el
fracaso de tratamiento no quirúrgico incluyen:
• Edad superior a 70 años.
• Síntomas de más de 24 horas de evolución.
• Falta de mejoría después de 12 horas tras el inicio de la terapia conser-
vadora.
Para el inicio del tratamiento conservador es necesario confirmar la au-
sencia de extravasación libre de contraste y que la fuga ha quedado auto
limitada, ya sea por TC o gastroduodenografía. Una vez obtenida esta infor-
mación, se realiza la descompresión gástrica mediante la introducción de una
sonda nasogástrica. El paciente debe recibir terapia antimicrobiana dirigida a
cocos Gram positivo aeróbico, como ampicilina / sulbactam, así como inhi-
bidores de la bomba de protones5. En el caso de que el paciente no presente
mejoría o empeore (fiebre, shock, agravamiento de la peritonitis), será preci-
so actitud quirúrgica.
375
Cirugía de Urgencias
376
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
377
Cirugía de Urgencias
Úlcera gástrica
En presencia de una perforación, no siempre es sencillo diferenciar una
úlcera gástrica prepilórica de una úlcera duodenal. En este caso, la úlcera
se trata como una úlcera duodenal mediante laparoscopia y control endos-
cópico a distancia del episodio agudo. En presencia de una úlcera gástrica
perforada, la conducta ha sido modificada en los últimos años, a causa del
rendimiento de los exámenes endoscópicos y paraclínicos. Cuando la úlcera
parece benigna o cuando no existe ningún aspecto evidente de tumor, el mé-
todo de elección de urgencia es la sutura simple con o sin epiploplastia. En
un segundo tiempo se realiza un estudio endoscópico.
Cuando la úlcera está localizada en la curvatura menor y las condicio-
nes locales son favorables, es posible realizar una resección cuneiforme de
la pared gástrica y luego una sutura directa de la pérdida de sustancia. El
segmento resecado se examina en busca de un tumor. Esta intervención
se lleva a cabo bajo laparoscopia cuando las condiciones locales son favo-
rables y el cirujano tiene suficiente experiencia. Ante la mínima duda, es
preferible la conversión a la laparotomía. Cuando la perforación se asocia
manifiestamente con un tumor (sobreelevación, tumor ulcerado del ángu-
lo, carcinomatosis peritoneal) es recomendable la conversión si no se tiene
suficiente experiencia. SI un paciente presenta un tumor gástrico curable
y situación clínica de estabilidad hemodinámica el tratamiento ideal es la
gastrectomía (total o subtotal) con linfadenectomía D217-21. Para pacientes
con tumor curable pero con inestabilidad hemodinámica, es recomendada
la cirugía en dos tiempos (primer tiempo: sutura simple de la perforación;
378
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
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Cirugía de Urgencias
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
1.2 Etiología
Las causas más frecuentes de hemorragia digestiva alta (HDA) en nuestro
medio son: la úlcera péptica, las lesiones agudas de la mucosa gástrica, las
varices esófago-gástricas (causa con mayor mortalidad), la esofagitis y el sín-
drome de Mallory-Weiss. Juntas constituyen el 75-80% de todos los casos de
HDA. De estas, la úlcera péptica tiene una frecuencia del 50% y dos tercios
de las mismos son debidas a úlcera duodenal. Existen otras causas menos
frecuentes como por ejemplo las alteraciones vasculares.
1.3 Clínica
Los pacientes con HDA van a presentar como signos clave hematemesis y/o
vómitos en “posos de café”. Con frecuencia (1 de cada 5 pacientes), va a cursar
sólo con síntomas que sugieren hipovolemia: síncope (casi siempre al ponerse
de pie), palidez, sudoración, sensación de mareo, debilidad o sequedad de boca.
Las HDA masivas provocan la aceleración del tránsito intestinal y por
ello la imposibilidad de formación de hematina y consiguiente transforma-
ción del color de la sangre. Estas circunstancias motivan que hasta un 5%
de las HDA se manifiesten por deposiciones de color rojo oscuro e incluso
rojo vivo (melenas y hematoquecia) con la consiguiente confusión respecto
al origen del sangrado.
381
Cirugía de Urgencias
1.4 Diagnóstico
Se realiza mediante:
A. Historia clínica: hay que tener especial interés en la edad, los
antecedentes familiares y personales de lesiones digestivas y es-
pecialmente de episodios previos de sangrado, en la presencia
de enfermedades concomitantes fundamentalmente coagulopa-
tías e intervenciones quirúrgicas previas, resultados de explora-
ciones digestivas anteriores y a la toma de fármacos potencial-
mente gastro-erosivos (AINES, corticoides). La historia clínica
tiene escaso valor para el diagnóstico causal e incluso puede ser
equívoca con respecto al origen de la hemorragia hasta en un
50% de casos.
B. Exploración: permite valorar la intensidad de la hemorragia así
como su repercusión hemodinámica. Además confirma la presen-
cia de melenas mediante el tacto rectal. Los datos de la exploración
física permiten al médico realizar una clasificación de la HDA que
va desde leve a masiva (tabla 1).
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
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Cirugía de Urgencias
1.5 Tratamiento
La primera medida en el manejo del paciente es corregir las pérdidas
de volumen y restaurar la estabilidad hemodinámica. La reposición de
líquidos se debe iniciar con soluciones intravenosas cristaloides median-
te el uso de catéteres de gran calibre. Se debe monitorizar al paciente y
tomar muestras para hemograma, bioquímica, pruebas cruzadas y coa-
gulación. Hay que mantener una capacidad adecuada de oxígeno, es-
pecialmente en pacientes de edad avanzada con coexistente enfermedad
cardiopulmonar, mediante el uso de oxígeno suplementario. La transfu-
sión de concentrados de glóbulos rojos debe ser considerada si aparece ta-
quicardia, hipotensión o si el nivel de hemoglobina es inferior a 10 g/dl.
Hay que resolver la coagulopatía si el paciente la presenta y además debe
ser corregida sin retrasar la endoscopia. Esto se puede lograr mediante
el uso plasma fresco congelado y en algunos casos con la transfusión de
plaquetas.
A. Médico:
• Úlcera péptica: de inicio se utilizarán IBP por vía intravenosa en
forma de bolo de 80 mg seguido de perfusión continua a 8 mg/
hora. Los anti-H2 no han demostrado efectividad. Tampoco
existen pruebas de la eficacia del uso de la somatostatina en esta
patología.
La administración de estas altas dosis de IBP se ha demostrado
eficaz en los pacientes que se encuentran en espera de la endos-
copia, aunque tanto la dosis óptima como la vía de administra-
ción ideal tienen que ser establecidas.
• Varices esofágicas: se usarán vasoconstrictores esplácnicos
como la somatostatina en bolo de 250 mcg seguido de una
perfusión continua a 250-500 mcg/h o Glypresin® (análogo
sintético de la vasopresina) en dosis de 2mg/4h. El tratamien-
to debe iniciarse ante la sospecha de varices, incluso sin con-
firmación endoscópica. Si no son efectivos, se debe hacer un
taponamiento esofágico con balón de Sengstaken®, Linton® o
Minnesota®.
B. Endoscópico: la endoscopia permite una acción terapéutica
mediante técnicas de termocoagulación, electrocoagulación,
fotocoagulación o de inyección de sustancias esclerosantes o va-
386
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Cirugía de Urgencias
388
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
2.2 Etiología
Se encuentra resumido según edades en la tabla 4.
La enfermedad diverticular representa entre el 30-40% de los casos. En
aproximadamente un 10% de casos no se consigue establecer el diagnóstico
de certeza. Cada vez se da mayor importancia al posible papel etiológico del
ácido acetilsalicílico (AAS) y de los AINE en la HDB.
389
Cirugía de Urgencias
2.4 Diagnóstico
A. Exploración y anamnesis: La sintomatología acompañante puede
ser orientativa; el dolor abdominal sugiere una etiología isquémi-
ca o inflamatoria, mientras que los divertículos y la angiodisplasia
causan hemorragia indolora. El dolor anal acompaña a la hemo-
rragia producida por fisura anal o hemorroides. La hemorragia
acompañada de diarrea sugiere enfermedad inflamatoria intesti-
nal o infección, mientras que el estreñimiento puede asociarse a
proceso neoformativo o hemorroides. El cambio de ritmo depo-
sicional debe hacer sospechar un proceso neoplásico, sobre todo
en mayores de 50 años. En la exploración física es fundamental la
exploración anal que evidencia sangre en la ampolla rectal. Ade-
más, hay que asociar la colocación de una SNG para descartar la
HDA masiva. Cuando lo es, debe sospecharse un origen proximal
al ángulo de Treitz y realizar inicialmente una endoscopia diges-
tiva alta hasta la tercera porción duodenal antes de practicar la
colonoscopia.
390
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391
Cirugía de Urgencias
min). Su ventaja principal viene dada por la larga vida media in-
travascular del marcador, lo que permite repetir la exploración a lo
largo de 24 h. Es de elección en el divertículo de Meckel.
E. Cápsula endoscópica: En pacientes con HDB y negatividad de la
gastroscopia y colonoscopia ha mostrado tener una eficacia diag-
nóstica que va del 55-76%. Sus limitaciones son la imprecisión
para localizar el lugar de sangrado, no poder tomar biopsias y no
ser terapéutica.
F. Enteroscopia: Es una nueva técnica endoscópica que permite
la exploración directa de la totalidad del intestino delgado con
la ventaja adicional de que permite la intervención terapéutica.
Esta técnica permite alcanzar tramos más distales del intestino
delgado, generalmente hasta el yeyuno distal, pero puede ser
completa en una proporción que oscila entre el 25 y el 40%. Si
la exploración del intestino delgado se realiza mediante una com-
binación de enteroscopia por vía anterógrada y por vía retrógrada
o cólica, se puede conseguir una exploración completa en el 75%
de los casos.
2.5 Tratamiento
Independientemente de la causa de la hemorragia, el objetivo inicial del
tratamiento de estos pacientes es la reanimación y el mantenimiento de la
estabilidad hemodinámica con reposición de la volemia y la corrección de
la anemia mediante transfusión sanguínea. Posteriormente, la gravedad y
evolución de la hemorragia determinarán tanto la exploración diagnóstica
inicial como el tratamiento.
A. Endoscópico: Indicado cuando la colonoscopia demuestra una le-
sión con hemorragia activa o con signos de hemorragia reciente de
alto riesgo de recidiva (esclerosis, electrocoagulación, polipecto-
mías y biopsias).
B. Angiográfico: La embolización mesentérica es una alternativa te-
rapéutica cuando la arteriografÍa demuestra hemorragia activa.
Series recientes indican una eficacia hemostática de aproximada-
mente el 90% con un riesgo de recidiva muy bajo o prácticamente
nulo, mientras que el porcentaje de complicaciones también es
razonable, situándose alrededor del 10% y siendo la más frecuente
la colitis isquémica.
392
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
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Cirugía de Urgencias
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395
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396
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
1. INTRODUCCIÓN
La ingestión de cuerpos extraños (CE) es considerada la segunda cau-
sa de urgencia endoscópica, siendo los niños la población más afectada
(80%). En adultos es más frecuente en ancianos, personas con retraso
mental, con intoxicación etílica, alteraciones psiquiátricas y reclusos. No
se debe tratar como una circunstancia banal pues aunque el 80-90% de
los CE ingeridos atravesará el tubo digestivo y serán expulsados vía rectal,
pueden aparecer complicaciones inherentes al CE, o por las maniobras de
extracción.
Los objetos ingeridos con más frecuencia por los niños son monedas y
piezas de juguetes. En adultos el tipo de objeto depende de la voluntariedad
o no. En los adultos sin intencionalidad lo más frecuente es la impacta-
ción de un bolo alimenticio o la detención o enclavamiento de espinas de
pescado (en países orientales) o huesos de animales (en Occidente). Existe
un mayor riesgo de tener una impactación de bolo alimenticio esofágico en
los portadores de prótesis dentales, e incluso se han descrito casos en los que
han ingerido su propia prótesis. En los adultos que han ingerido el CE de
forma voluntaria, sobre todo reclusos que buscan salir temporalmente de la
prisión, es frecuente la ingesta de múltiples CE, algunos especialmente peli-
grosos (cuchillas de afeitar, agujas, etc.). En suicidas es frecuente la ingesta de
caústicos. También entrarían en este grupo los traficantes que portan drogas
en su organismo ingeridas previamente.
Respecto a la localización donde se ubica o detiene el CE, lo más frecuen-
te son las estrecheces anatómicas fisiológicas del tubo digestivo, siendo el
esófago el órgano donde se impactan con mayor frecuencia los CE (87%),
sobre todo en sus estrechamientos anatómicos (esfínter esofágico superior,
arco aórtico, bronquio izquierdo y esfínter esofágico inferior). Esto se acen-
túa si existe patología esofágica de base.
397
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2.2 Diagnóstico
En todo paciente con sospecha de CE hay que confirmar el hecho y
su localización por lo que debe realizarse radiografía simple en región
cervical (anteroposterior y lateral), radiografía simple de tórax (posteroan-
terior y lateral) y radiografía simple de abdomen ya que el CE puede haber
pasado a estómago (esta se recomienda siempre en el caso de niños, pa-
cientes psiquiátricos y presos). La TAC está indicada ante CE punzantes o
cortantes ya que además de localizar el CE detecta precozmente existencia
de perforación. En pacientes en los que hay sospecha de existencia de CE
pero que no se ha podido comprobar, se recomienda realización de en-
doscopia que a su vez puede ser terapeútica. El tránsito baritado en estos
pacientes no se recomienda antes de la endoscopia ya que crea dificultades
al endoscopista, su valor diagnóstico es escaso y puede haber riesgo de
aspiración.
399
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400
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Las menos peligrosas son las pilas convencionales seguidas de las al-
calinas. Las pilas de botón son las más peligrosas (hay que extraerlas
siempre) ya que contienen sustancias caústicas que pueden producir
perforación en horas. Hay que diferenciarlas radiológicamente de las
monedas (en visión frontal una pila botón suele mostrar un halo radio-
lúcido en la periferia y un borde liso sin estrías, en visión lateral se ve
un mayor grosor en la zona central).
Tabla 1
401
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4. INGESTA DE CAÚSTICOS
Existen dos patrones de ingesta cáustica; la forma accidental, más fre-
cuente en niños (75% en niños menores de 5 años, causa principal de este-
nosis esofágica en niños) también observado en adultos, y la forma volun-
taria que mayormente causa lesiones más graves y suele ocurrir en pacientes
psiquiátricos, suicidas y alcohólicos.
Se pueden diferenciar dos tipos de caústicos según su pH: ÁCIDOS
(pH<7, ácido clorhídrico (salfuman), ácido sulfúrico, ácido bórico (ger-
micidas), ácido oxálico) que originan una necrosis coagulativa produ-
ciendo una escara que normalmente limita la penetración provocando
lesiones menos profundas; o ÁLCALIS (pH>7, hipoclorito sódico (lejía),
carbonato cálcico, amoniaco, hidróxido sódico (sosa caústica), mezclas
alcalinas), que producen una necrosis por licuefacción, dando lugar
a una rápida penetración tisular que causa lesiones profundas e incluso
perforación.
La gravedad de las lesiones por caústicos depende de la naturaleza de la
sustancia, de su concentración, del volumen ingerido, del tiempo de contac-
to, del estado (sólido o líquido) y de la replección gástrica, por lo que una
buena anamnesis es necesaria.
402
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En la clínica se distinguen tres fases: una fase aguda postingesta con sínto-
mas muy variables (odinofagia, disfagia, edema, eritema, exudados en labios,
cavidad oral y faringe, sialorrea, epigastralgia, dolor torácico, vómitos y he-
matemesis, disfonía, ronquera o estridor…), una fase latente o postinflama-
toria y una tardía de estenosis o cicatricial.
403
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Tabla 2
404
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406
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
1. INTRODUCCIÓN
Aunque la enfermedad inflamatoria parece aún una entidad de reciente
aparición, lo cierto es que es ya casi centenaria. La ileítis regional fue descrita
por B. Crohn en 1932 aunque no fue hasta 1940 cuando se englobó dentro
del término de enfermedad inflamatoria intestinal (EII). En el año 1952
Wells habla de una hasta entonces desconocida afectación colónica y Brooke
defiende la existencia de la enfermedad colónica a la par que la afectación
de intestino delgado en 1959. Pero no será has principios de la década de
los 70 cuando Lockhart-Mummery en St Marks describe la histología de la
enfermedad de Crohn.
Desde entonces el conocimiento clínico e histológico de la enfermedad
ha ido avanzando, así como su tratamiento aunque aún hoy en día no existe
una etiología concreta ni un tratamiento definitivo.
Aún a pesar de la ausencia de un agente causal directo, sabemos que el
origen de las alteraciones anatomopatológicas de la enfermedad es una ex-
presión anormal, sostenida y autoperpetuada de la síntesis de mediadores de
la inflamación.
Estos mediadores, donde se incluyen factores de necrosis tisular, cito-
kinas, etc producen inflamación grave y ulceración de la pared intestinal,
asociada a fenómenos sistémicos y complicaciones locales1,2.
Este desbalance de los mecanismos normales de la actividad inflamatoria
está inducida por factores ambientales no bien conocidos y aparece de forma
más llamativa en individuos genéticamente predispuestos.
Las últimas teorías apuntan a una alteración de la flora bacteriana normal
en el colon que al verse mermada en número dejaría lugar a una colonización
de bacterias que iniciarían una respuesta inflamatoria inapropiada3.
Todos estos factores involucrados en la fisiopatología de la EII darán lu-
gar a una serie de tipos y fenotipos en la fisiopatología de la entidad.
407
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2. LA URGENCIA EN LA EII
La colitis ulcerosa puede manifestarse clínicamente como un abdomen
agudo obligando, en muchos casos a plantear una cirugía urgente.
El tratamiento médico de la CU no es curativo y si bien permite el alivio
de los síntomas en la mayoría de los casos, entre el 10% y el 30% de los pa-
cientes deberán ser intervenidos quirúrgicamente en algún momento de su
vida. De estas intervenciones, el 90% de ellas serán electivas y sólo un 10%
serán cirugías urgentes4,5,6.
La severidad del brote de colitis, la extensión del compromiso colónico
y el tiempo de evolución de la enfermedad son factores influyentes en la
indicación quirúrgica.
En la enfermedad de Crohn no existe tratamiento médico ni quirúrgico que
permita curar la enfermedad y la recidiva es una circunstancia casi inevitable.
En el caso de la enfermedad de Crohn, la cirugía será necesaria en algo
más del 70% de los pacientes. En estos casos las indicaciones más frecuentes
son la enfermedad refractaria al tratamiento médico, la dependencia de los
408
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409
Cirugía de Urgencias
más deposiciones /día con moco y sangre, taquicardia, fiebre y dolor ab-
dominal8,9.
En la analítica podemos encontrar: leucocitosis con neutrofilia, anemia,
hipoalbuminemia y aumento de la VSG y de la PCR. En pacientes tratados
con esteroides el cuadro clínico puede ser menos evidente y el diagnóstico
más dificultoso. La enfermedad de Crohn, la colitis infecciosa por Salmo-
nela, Shigella, Campylobacter, Yersinia, la colitis isquémica, colitis seudo-
membranosa por clostridium difficile, colitis por citomegalovirus etc. deben
incluirse dentro de los diagnósticos diferenciales.
En estos casos, en los que un brote agudo es la forma de presentación de
la CU, la rectosigmoidoscopia con toma de biopsia y coprocultivo forman
parte de los procedimientos iniciales para la evaluación y diagnóstico. La
terapia médica estándar incluye reposo digestivo, hidratación parenteral con
reposición hidroelectrolítica, corticoides intravenosos (hidrocortisona 400
mg/día) agregando en pacientes con muestras de toxicidad (fiebre, leucoci-
tosis, reacción peritoneal) un esquema de antibioticoterapia con ceftriazona
/metronidazol o ciprofloxacina /metronidazol9,10.
El tratamiento debe mantenerse por un plazo de 4 a 7 días y ante la falta
de respuesta se indicará la intervención quirúrgica. Prolongar en los casos de
ausencia de respuesta el tratamiento médico lleva muchas veces a un deterio-
ro del estado general del paciente que genera una mayor morbimortalidad
quirúrgica9,10.
Aproximadamente el 75% de los pacientes responden a la terapia médica
intensiva, pero recidivan en el primer año. La tasa de respuesta al tratamiento
médico es menor en ataques más severos. Por lo tanto, la intervención quirúr-
gica se evaluará precozmente individualizando cada caso. El procedimiento
de elección en estos casos es la colectomía subtotal con ileostomía terminal.
410
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que defienden que el drenaje percutaneo sólo resuelve 1/3 de los abscesos
de forma prolongada, en comparación con la intervención quirúrgica que
resuelve el 90% de los abscesos. Además existen voces críticas que hablan
de mayores posibilidades de fracaso del drenaje percutaneo si ha habido un
drenaje percutaneo previo16.
414
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Cirugía de Urgencias
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
1. INTRODUCCIÓN
La obstrucción de intestino delgado es una de las urgencias quirúrgicas
más frecuentes y representa el 80% de los casos de obstrucción intestinal
mecánica1. Consiste en la interrupción, total o parcial, del paso del conte-
nido intraluminal por el intestino delgado, lo que provoca la dilatación y
retención de fluidos en la zona proximal a la obstrucción. Si esta dilatación
es excesiva o se produce estrangulación, la perfusión intestinal se ve compro-
metida (7 a 42% de los casos), pudiendo llegarse a la necrosis o perforación
intestinal, lo que incrementa significativamente la mortalidad2.
2. ETIOLOGÍA
La causa más frecuente de obstrucción de intestino delgado son las adhe-
rencias por cirugías previas (65-75%), particularmente por cirugía colorrec-
tal, apendicectomía, cirugía ginecológica, adhesiolisis previas y resecciones
por procesos oncológicos3. Otros factores de riesgo son la existencia de hernias
de la pared abdominal, procesos inflamatorios intestinales, historia previa de
neoplasias, irradiación previa o ingestión de cuerpos extraños. En la tabla 1
se resumen las causas más importantes de obstrucción de intestino delgado.
3. CLÍNICA
La sintomatología habitual consiste en dolor abdominal cólico (92%),
náuseas y vómitos (82%) e incapacidad para la expulsión de gases (90%)2,4.
La frecuencia y severidad de estos síntomas depende de la localización, la
severidad y la etiología de la obstrucción. Cuanto más proximal es la obstruc-
ción, más predominan los vómitos y menos la distensión abdominal.
El dolor abdominal es de localización periumbilical y de características
cólicas. Una progresión hacia un dolor contínuo y más focalizado puede
indicar irritación peritoneal debida a isquemia intestinal.
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4. EXPLORACIÓN FÍSICA
El hallazgo más frecuente en la inspección abdominal es la distensión ab-
dominal (56-65% de los casos)2,4. Es importante recordar que, en pacientes
con obstrucción en asa cerrada, la distensión puede ser poco llamativa. En la
inspección buscaremos cicatrices de intervenciones previas.
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5. DIAGNÓSTICO
Ante una clínica compatible, la evaluación inicial incluye la determinación
de hemograma, lactato, iones, urea y creatinina y la realización de Rx de abdo-
men. Las proyecciones utilizadas habitualmente son en decúbito supino y en
bipedestación (o en decúbito lateral si el paciente no tolera la bipedestación).
Los hallazgos en la Rx incluyen dilatación de asas intestinales proximales a la
obstrucción con colapso del intestino distal y niveles hidroaéreos (visibles en la
Rx en bipedestación o en decúbito) y ausencia de aireación del colon. La sensi-
bilidad para el diagnóstico de obstrucción intestinal de la Rx simple es de 79 a
83%, la especificidad de 67 a 83%, y la precisión del 64 al 82%5.
La TC Abdominal tiene gran utilidad para identificar el sitio específico
de la obstrucción (punto de transición), así como la severidad de la obstruc-
ción6. Además puede determinar la etiología, evidenciando masas, cambios
inflamatorios, hernias; e identificar complicaciones (isquemia, necrosis, per-
foración). La Tc abdominal presenta una sensibilidad y especificidad mayo-
res que la Rx simple para el diagnóstico de obstrucción intestinal, así como
un valor predictivo negativo del 95% para excluir estrangulación. A pesar
de esto, no debe ser realizado de rutina, salvo cuando la clínica, exploración
y Rx no sean concluyentes para el diagnóstico de obstrucción de intestino
delgado (Nivel de evidencia 2b grado de recomendación B), o cuando se
sospeche complicaciones (isquemia, necrosis, perforación)6. Algunos de los
hallazgos que se pueden ver en la TC son:
– Engrosamiento de la pared intestinal > 3 mms (inespecífico.
– Edema/hemorragia submucosa.
– Edema mesentérico.
421
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– Ascitis.
– Signo del remolino (rotación de vasos mesentéricos sugestivo de vól-
vulo intestinal).
– Signo de la diana (capas alternantes hipo e hiperdensas, indicativas de
intususcepción).
– Signo del corte venoso, sugestivo de trombosis.
Otros estudios que pueden usarse para el diagnóstico de la obstrucción
intestinal son la ultrasonografía, la RNM y el tránsito gastrointestinal. Estos
estudios consumen más tiempo y, en la mayoría de los casos, no presentan
ventajas sobre la TAC abdominal, por lo que se recomienda ésta como prue-
ba de elección tras la Rx simple.
6. DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
– Ileo adinámico: Ocurre después de muchas intervenciones abdominales
abiertas o cuando existe peritonitis, trauma, isquemia intestinal, o por
medicación (p. ej. Opiáceos o anticolinérgicos). Se agrava con los tras-
tornos hidroelectrolíticos, sobre todo con la hipopotasemia. La clínica es
similar a la de la obstrucción intestinal. Se diferencia por la presencia de
gas en colon y recto y por la ausencia de obstrucción mecánica en la TAC.
– Pseudoobstrucción intestinal: suele afectarse más el colon que el intes-
tino delgado y consiste en cuadros de distensión abdominal recurren-
te, que pueden asociarse a náuseas, vómitos y diarrea, sin que pueda
demostrarse causa mecánica. Los pacientes suelen tener antecedentes
de varias intervenciones por obstrucción intestinal en las que no se
encontró causa mecánica de la misma.
– Obstrucción de colon: Aunque la clínica pueda ser similar, el diagnóstico
se establece por la aparición de dilatación del colon en la Rx.
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
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Cirugía de Urgencias
428
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
1. CONCEPTO
La obstrucción del colon y recto consiste en la imposibilidad de progre-
sión del contenido intestinal a través de dichas estructuras y constituye una
causa importante de abdomen agudo quirúrgico. Es un problema común
con etiología diversa, pudiendo ser resultado de procesos benignos o ma-
lignos y que produzcan, a su vez, una alteración funcional o mecánica. Su
diagnóstico se basa en la información clínica y las pruebas diagnósticas, ra-
diológicas o endoscópicas, que nos ayudan a descubrir su origen así como el
nivel de oclusión. La tendencia actual del tratamiento es suprimir la oclusión
y, siempre que se pueda, tratar la enfermedad causal1.
2. EPIDEMIOLOGÍA
La oclusión del colon constituye el 6,3 % de todas las obstrucciones in-
testinales y las causas se enumeran en el cuadro 1 por orden decreciente de
incidencia2.
En nuestro medio las causas más frecuentes son las neoplasias, los vólvu-
los y la enfermedad diverticular1,2.
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Cirugía de Urgencias
3.1 Clínica
La obstrucción neoplásica del colon puede presentarse de forma más o
menos aguda en función de la competencia de la válvula ileocecal. Si ésta es
incompetente los síntomas van a ocurrir de forma sutil e insidiosa desarro-
llando cuadro de dolor y distensión abdominal progresivos asociados a es-
treñimiento que, a veces va seguido de un periodo de diarrea. Aparece dolor
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
3.2 Diagnóstico
Un paciente con síntomas abdominales de aparición más o menos aguda
con antecedentes de estreñimiento y distensión abdominal deben hacernos
pensar en un cuadro obstructivo de colon e investigar las causas del mismo.
Los datos de laboratorio nos dan información de las alteraciones hídricas,
electrolíticas y metabólicas a corregir. La presencia de anemia crónica nos
hará pensar en lesiones de colon derecho. Si existe leucocitosis y PCR elevada
nos indicarán la presencia de un proceso inflamatorio agudo.
Las pruebas radiológicas y endoscópicas tienen como finalidad diferenciar
entre una pseudoobstrucción y una causa mecánica, localizar el lugar y la causa
de la obstrucción y determinar si hay complicación de tipo perforativo. La ra-
diografía de tórax en bipedestación busca aire libre bajo las cúpulas diafragmáti-
cas. La radiografía de abdomen con gas en colon de distribución anormal hasta
un nivel distal tras el cuál no se visualiza aire, nos hará pensar en oclusión baja.
Si la válvula ileocecal es incompetente habrá dilatación de intestino delgado.
Los estudios con contraste retrógrados como el enema baritado dan informa-
ción sobre el nivel, tipo y grado de obstrucción. También diferencia entre causa
mecánica y pseudoobstrucción. Están contraindicados en caso de sospecha de
perforación, peritonitis o dilatación severa del ciego (10 cm ó más)2.
La colonoscopia es útil sobre todo en estenosis distal maligna, vólvulo de
sigma no complicado y pseudooclusión ya que los beneficios pueden ser
diagnósticos y terapeúticos.
La tendencia actual es realizar una TC de tórax, abdomen y pelvis para
precisar localización y tipo de lesión. Permite buscar además los signos de
gravedad y complicación (neumoperitoneo, abscesos, distensión crítica de
ciego y sufrimiento intestinal). Aporta información sobre grado de exten-
sión de enfermedad (metástasis, carcinomatosis), adenopatías3.
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Cirugía de Urgencias
3.3 Tratamiento
Una vez establecido el diagnóstico se deben poner en marcha medidas en-
caminadas a la corrección de alteraciones de la volemia e hidroelectrolíticas:
vías venosas, aspiración nasogástrica, sondaje vesical, aporte hídroelectrolítico,
analgesia, antibioterapia que cubra gérmenes gramnegativos y anaerobios.
Los objetivos fundamentales del tratamiento quirúrgico son tratar la obs-
trucción y sus complicaciones e intentar tratar la lesión primaria de igual
forma que en la cirugía electiva.
Está indicada una cirugía urgente en caso de: peritonitis, dilatación cecal
mayor de 10 cm y síntomas abdominales agudos que sugieran perforación
y en aquellos pacientes que presenten evidencias clínicas y radiológicas de
obstrucción de alto grado e isquemia intestinal.
Existen factores determinantes en la estrategia a seguir como son: edad
y características físicas del paciente, la localización y extensión de la lesión
y la experiencia del equipo quirúrgico. Los pacientes más jóvenes presentan
menor morbilidad que los ancianos o que padecen enfermedades crónicas.
Cuando es posible una resección curativa, la localización de la lesión con-
diciona la extensión de la misma así como las opciones para una reparación
primaria. (Figura 1). Así, en el caso de las oclusiones del colon derecho y
transverso hasta ángulo esplénico no existe controversia, se tratan con he-
micolectomía derecha (en caso de lesión transversa se amplía la resección
hacia la izquierda). En ambos casos se completa con anastomosis ileocólica
primaria como técnica de elección.
En cambio, la conducta a seguir en caso de cáncer de colon izquierdo
ocluido ha sido y continúa siendo motivo de controversia debido a las di-
ferentes opciones de indicación y de tratamiento. En las últimas décadas la
estrategia quirúrgica urgente ha pasado de un procedimiento en tres tiempos
(primero se derivaba el tránsito fecal y se trataban las consecuencias de la
peritonitis solucionando la situación urgente, posteriormente se resecaba el
proceso tumoral con anastomosis, y por último el cierre del estoma); hacia la
resección y anastomosis primaria en pacientes seleccionados4.
La intervención en tres tiempos tenía mala tolerancia por los pacientes, es-
tancia hospitalaria prolongada y aumento global de morbimortalidad, por lo
que derivó a realizar cirugía en dos tiempos. Esta, aporta mejoría global respecto
a la anterior en cuanto a cifras globales de morbimortalidad, pero continúa te-
niendo un coste social y económico elevado, así como múltiples intervenciones
y hospitalizaciones. Además se trata con frecuencia de pacientes ancianos en los
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Figura 1: Algoritmo de decisión en cáncer de colon ocluido3.
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
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Cirugía de Urgencias
4.1 Clínica
Es similar al de una obstrucción mecánica de intestino grueso, con dis-
tensión abdominal como síntoma más común. Si la dilatación del colon
derecho llega a ser extrema, puede dar lugar a isquemia y perforación cecal.
Suele darse en enfermos de edad avanzada, hospitalizados o institucionali-
zados, con traumatismos, enfermedad sistémica grave o cirugía reciente no
relacionada con el colon.
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4.2 Diagnóstico
El punto clave de la PAC es la exclusión de la existencia de una obstrucción
mecánica ya que la presentación clínica es similar en ambos casos. La radiología
simple mostrará una dilatación marcada de colon, puede diagnosticar la perfo-
ración y su uso seriado nos muestra la evolución y permite medir la dilatación.
Lo que no permite es discriminar si la causa es funcional o mecánica. Si bien el
enema con contraste hidrosoluble tiene una sensibilidad (80%) y especificidad
(100%) elevadas para el diagnóstico, existe una tendencia creciente hacia el uso
de la TC con sensibilidad (96%) y especificidad (93%) similares, pero además,
ésta última puede diagnosticar complicaciones como isquemia intestinal y per-
foración así como determinar el estado de las estructuras pericólicas13.
La colonoscopia sería útil en casos de duda diagnóstica, visualizando sig-
nos de isquemia en la mucosa y tiene valor, sobre todo, terapéutico puesto que
permite la descompresión del colon y colocar una sonda aspirativa en ciego.
Ambos procedimientos están contraindicados en caso de peritonitis o
perforación.
4.3 Tratamiento
Va a depender del estado de gravedad del paciente y del riesgo de isquemia
y perforación. Se estima que el intervalo de diámetro cecal comprendido entre
9-12 cm podría sugerir una perforación inminente. Pero, junto con la medida
de diámetro absoluto, la duración de la distensión puede ser también un valor
predictivo de perforación, sobre todo si persiste durante más de 6 días.
a) Medidas conservadoras. Se establecerán siempre que haya sospecha
diagnóstica y no existan datos de isquemia o perforación: sueroterapia
correctora de trastornos hídricos y electrolíticos, dieta absoluta, sonda
nasogástrica y sonda rectal. Se suspenderá la medicación que pueda ser
causante y tratar los factores predisponentes. Movilización y deambu-
lación así como cambios posturales. Ante la sospecha de cuadro sép-
tico, se administrarán antibióticos. Están contraindicados los laxantes
osmóticos porque aumentan la fermentación de las bacterias y por
tanto la producción de gas. Si existe dolor en la fosa iliaca derecha,
buscar en radiografía de abdomen dilatación del ciego y datos clínicos
y analíticos de sepsis.
Si tras 48-72 horas no hay resolución del cuadro, el ciego tiene un
calibre mayor de 12 cm o más de 9 cm pero con 3-4 días de evolución,
se pasará al siguiente escalón terapéutico.
437
Cirugía de Urgencias
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
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Cirugía de Urgencias
440
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
1. INTRODUCCIÓN
Se define el vólvulo colónico como la torsión de un segmento de colon
alrededor de su meso, actuando este como eje de torsión. Constituye la se-
gunda causa de obstrucción intestinal baja, tras el cáncer de colon, con una
incidencia que varia desde un 1-10% según las series. El sigma y el ciego,
como porciones más móviles del colon, son el principal lugar de aparición
de los vólvulos colónicos1,2. Otras localizaciones mas infrecuentes son el co-
lon transverso, en casos de existir un colon trasnverso redudante, siendo los
vólvulos de colon ascendente, angulo hepático, angulo esplénico y colon des-
cendente mas infrecuente debido a las fijaciones anatómicas que presentan a
la pared abdominal y a otros órganos.
2. CLÍNICA
La semiología típica de la presetacion del vulvulo de colon se compone
de dolor abdominal y distensión abdominal. Tambien es frecuente la presen-
cia de síntomas de obstrucción intestinal como vómitos o cese de emisión
de heces y gases3.
3. DIAGNÓSTICO
El diagnóstico de sospecha se basa en la clínica, pero las pruebas comple-
mentarias son necesarias para diferenciar el vólvulo de colon de otras pato-
logías obstructivas como el cáncer de colon. Las pruebas de laboratorio nos
pueden ayudar a valorar los posibles datos de complicación como pueden ser
la leucocitosis o la elevación de la Proteina C Reactiva (PCR).
Básicamente, las pruebas que se emplean para el diagnostico del vólvulo
de colon son:
– Radiografía simple de abdomen: Dilatación de colon con gran nivel
hidroaéreo. Imagen en “grano de café”4.
441
Cirugía de Urgencias
4. TRATAMIENTO
Las indicaciones quirúrgicas en el vólvulo de colon dependen de varios
factores; el tipo de vólvulo, las probabilidades de éxito del manejo conserva-
dor, o el momento de la cirugía: urgente o diferida. A pesar de que presentan
una presentación clínica similar, las diferencias en el manejo terapéutico del
vólvulo de sigma y de ciego nos aconseja a desarrollarlos de manera indepen-
diente.
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– Tratamiento Quirúrgico:
Al igual que el vólvulo de sigma, la sospecha de complicaciones como la per-
foración, isquemia o peritonitis son situaciones susceptibles de cirugía urgente.
Dados los escasos resultados del tratamiento conservador en los casos
obstructivos no complicados, la mayoría de pacientes con vólvulo cecal serán
candidatos a tratamiento quirúrgico urgente9.
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1.2. Tratamiento
La conducta debe adaptarse a las condiciones del enfermo y a la lesión
encontrada. Esos pacientes requieren cirugía, pero el interrogante de la misma
se plantea por la existencia de un intestino no preparado para la realización
de una anastomosis y un campo séptico. Desde los años 90 cuando se habla
de lesiones de colon derecho o transverso existe un consenso entre los ciruja-
nos, pues la hemicolectomía derecha o hemicolectomía derecha ampliada y la
anastomosis primaria están bien establecidas, si no hay peritonitis generaliza-
da3. El tratamiento de colon izquierdo, sigma y recto, ha sido y es, bastante
más controvertido, porque ha presentado mayores tasas de dehiscencia4. A fi-
nales de los años 50 la cirugía realizada prácticamente de forma generalizada en
estos pacientes fue la cirugía en dos tiempos (primero, resección + colostomía,
conocida como técnica de Hartmann; y segundo, anastomosis con cierre de
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2.2. Tratamiento
Son varias las líneas de investigación abierta en este tema, con una ten-
dencia cada vez más marcada a un tratamiento conservador y mínimamente
invasivo. Entre ellas podemos destacar:
– Tratamiento endoscópico: la literatura existente y la experiencia clínica
es escasa. Destaca los endoclips, se ha comunicado cierre de perfora-
ciones colónicas de 4 - 2 mm, podría estar indicada en perforaciones
pequeñas para prevenir la contaminación de la cavidad peritoneal y
como complemento del tratamiento conservador, aunque la experien-
cia es todavía muy limitada; este procedimiento tiene muchas limi-
taciones actualmente, como son la contraindicación en perforaciones
451
Cirugía de Urgencias
BIBLIOGRAFÍA
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1. INTRODUCCIÓN
La Isquemia Mesentérica aguda es una enfermedad infrecuente. En el
momento actual representa 1 de cada 1000 ingresos urgentes hospitala-
rios al año y en algunas series hasta el 5% de la mortalidad hospitalaria.
Predomina en el sexo femenino con una edad media de presentación en
torno a los 60-70 años. Su incidencia incrementa de forma exponencial
con la edad.
En 1951, Klass publicó el primer caso de embolectomía de la arteria
mesentérica superior en un paciente con Isquemia mesentérica aguda. En
las dos décadas siguientes, las series publicadas describían tasas elevadas de
mortalidad del 70 al 90% con estas técnicas. El uso precoz de la arteriografía
en los pacientes con isquemia mesentérica aguda fue defendido por Boley
y Clark al inicio de la década de los 70, demostrando una reducción en las
tasas de mortalidad en torno al 50%, debido a un enfoque agresivo en el
manejo de estos pacientes que incluía el uso de vasodilatadores intraarteriales
y la trombólisis en los casos de embolia de la AMS.
La evolución y la disponibilidad actual de la angiografía por tomo-
grafía computada multicorte (angioTAC), ha tenido un impacto en
el diagnóstico precoz de la isquemia mesentérica aguda. Con esta
técnica un importante número de pacientes con sospecha de oclu-
sión vascular mesentérica se diagnostican a tiempo para la revascu-
larización intestinal, mejorando de este modo las posibilidades de
supervivencia.
El rápido desarrollo de las técnicas endovasculares han conseguido que
hoy en día el tratamiento de la IMA sea híbrido (endovascular y/o quirúrgi-
co). De ahí la enorme importancia de la colaboración entre cirujanos gene-
rales, vasculares y radiólogos intervencionistas.
455
Cirugía de Urgencias
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3. DIAGNÓSTICO
3.1 Presentación clínica
La sintomatología en estos pacientes suele ser muy inespecífica, la ma-
yoría de los síntomas y signos se confunden fácilmente con otras patologías
intraabominales más frecuentes. La clínica típica es la aparición inicial de
un dolor abdominal súbito intenso desproporcionado a los hallazgos en la
exploración física, aunque dependiendo de la etiología exacta de la IMA y
del momento de la presentación, esta clínica puede estar ausente en el 20%
a 25% de los casos. El inicio del dolor debe ser considerado como una cuen-
ta atrás, ya que en ausencia de tratamiento, cuando la oclusión arterial se
prolonga durante horas, aparece un vasoespasmo que, al agravar la hipoxia,
conduce a una necrosis intestinal que desencadena consecuencias sistémicas
en el paciente con la aparición de sepsis, fallo multiorgánico y muerte. Otras
manifestaciones clínicas asociadas incluyen náuseas, vómitos, diarrea, hemo-
rragia digestiva, íleo paralitico.
Por todo lo anterior, el pilar fundamental en el diagnóstico de esta enti-
dad sigue siendo en la actualidad la alta sospecha clínica en pacientes con los
factores de riesgo descritos anteriormente.
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4. TRATAMIENTO
El tratamiento de una IMA incluye una serie de medidas generales diri-
gidas esencialmente a estabilizar la condición clínica y la hemodinámica del
paciente y un tratamiento específico (quirúrgico o endovascular) para cada
una de las formas clínicas mencionadas.
Recientemente se han publicado resultados alentadores con una mejora en la
supervivencia de estos pacientes mediante un abordaje multimodal y multidisci-
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Cirugía de Urgencias
A. Tratamiento quirúrgico
En los pacientes que presenten perforación, peritonitis o necrosis estaría in-
dicado realizar una laparotomía exploradora que permita la exploración cuida-
dosa de todo el tracto digestivo, así como realizar la revascularización arterial y la
resección del tejido intestinal necrótico. El uso de la laparoscopia es controverti-
do, ya que la parálisis y dilatación intestinal extensa que existe en estos pacientes
dificulta la evaluación de los órganos viscerales, incluso en manos expertas.
• Revascularización arterial quirúrgica
La revascularización arterial mesentérica debe hacerse preferiblemente
antes de cualquier cirugía intestinal para preservar la máxima longitud de
intestino delgado.
Cuando la oclusión de la AMS es embolica, la embolectomía abierta de
la arteria mesentérica superior representa una buena opción terapéutica, aso-
ciándose una arteriografía de la AMS para evaluar el resultado de la técnica.
Cuando la oclusión de la AMS es trombótica, las distintas técnicas de
revascularización empleadas clásicamente (Bypass de la AMS autólogo o
protésico) tienen una elevada morbimortalidad asociada, por lo que hoy
día prácticamente están limitadas a casos de isquemia mesentérica crónica.
460
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B. Tratamiento endovascular
Existe un incremento en el uso de las técnicas endovasculares en las úl-
timas décadas, debido a que este tipo de abordaje lleva asociado una menor
morbimortalidad con respecto a la cirugía. Estas técnicas deben llevarse a
cabo por un equipo con experiencia en tratamientos endovasculares en cen-
tros de referencia. Se debe hacer una selección cuidadosa de los pacientes y
planificar el procedimiento en función de la clínica y de la etiología de la
IMA, aspectos claves para mejorar aún más los resultados.
El abordaje de la AMS se realiza de forma anterógrada mediante un acce-
so braquial o femoral. Si este abordaje anterógrado falla, estaría indicado un
abordaje retrógrado a través de la AMS expuesta tras una laparotomía.
Las distintas técnicas empleadas en el abordaje endovascular son:
Embolectomía mecánica o por aspiración: ambas técnicas son una
opción terapéutica en los pacientes sin peritonitis y se indican
cuando existen émbolos o trombos en la proximidad de la AMS.
En la embolectomía mecánica se emplea un catéter con un balón
mientras que en la segunda técnica la embolectomía se consigue
empleando un catéter con un aspirador. Es importante completar
estas técnicas con una arteriografía para descartar que queden coá-
gulos residuales.
La fibrinólisis o trombólisis local de la AMS: es un tratamiento al-
ternativo viable en pacientes sin peritonitis y con baja sospecha de
necrosis intestinal (riesgo de hemorragia digestiva). Suele emplearse
en aquellos casos en los que la embolectomía por aspiración haya
sido incompleta o en los casos de embolización distal. Esta técnica
se logra se logra mediante la administración de fármacos fibrinolí-
ticos en perfusión tales como la Urokinasa o el r-tpa (activador del
plasminógeno tisular recombinante), mediante un catéter proximal
a la arteria, realizándose una comprobación angiográfica una o dos
veces al día. Los émbolos pequeños residuales periféricos pueden
ser tratados de forma conservadora mediante anticoagulación con
heparina, ya que las arterias marginales en el mesenterio pueden
proporcionar suficiente circulación colateral al segmento intestinal
afectado.
Las complicaciones hemorrágicas durante la trombólisis local son
poco frecuentes y autolimitadas. Esta técnica está contraindicada
en los pacientes con alta sospecha de necrosis intestinal, hemorragia
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Cirugía de Urgencias
tico tras la resolución del proceso va a depender de la causa, pero por lo general,
es mejor en este grupo de pacientes que en los pacientes con IMA oclusiva.
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Cirugía de Urgencias
466
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
1. INTRODUCCIÓN
Consideramos complicación a cualquier alteración desfavorable en el
curso normal del postoperatorio. En el ámbito de una intervención quirúr-
gica el paciente se somete a un complejísimo proceso en el que intervienen
sofisticados instrumentos, multitud de actores, se viola su integridad corpo-
ral y se le disminuye su nivel de consciencia.
Todas estas circunstancias facilitan la aparición de complicaciones que
pueden llevar al fracaso del objetivo quirúrgico.
Lo ideal es prevenirlas y evitar su aparición pero como “al que cuece y
amasa todo le pasa”, el cirujano se ha de enfrentar a lo largo de su carrera
profesional a pacientes complicados.
Es importante conocerlas, saber identificarlas lo mas pronto posible y
tratarlas para minimizar sus efectos que a veces son demoledores.
Una vez presentadas, es importante no orillarlas, afrontarlas con determi-
nación, analizar minuciosamente el caso, estudiar las causas que las han pro-
vocado, para sacar una valiosa enseñanza y evitar casos futuros. Determinar
si se produjo fallo en la indicación del procedimiento, fallo en la ejecución
de la técnica o en los cuidados del paciente, nos facilita su comprensión.
Un buen estudio preoperatorio de la patologías concomitantes y evaluación
de las condiciones físicas del paciente; una depurada y minuciosa técnica
quirúrgica, establecer unos protocolos adecuados a todo el personal que in-
terviene, fomentar una cultura de protección del paciente y unos cuidados
apropiados son imprescindibles para evitarlas.
En el seguimiento postoperatorio evaluamos signos clínicos, como tem-
peratura, frecuencias cardíacas y respiratoria, cantidad de diuresis, así como
parámetros analíticos bioquímicos y hematológicos como: hematocrito,
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Cirugía de Urgencias
2. CLASIFICACIÓN
Podemos clasificar las complicaciones por:
Momento de aparición en:
– Intraoperatorias: Aparecen durante el acto quirúrgico (por ejemplo,
rotura traqueal).
– Inmediatas: En las primeras 24 horas, como hemorragia.
– Precoces: Durante la estancia hospitalaria: neumonías, evisceraciones…
– Tardías o secuelas: Una vez dado de alta al paciente, estenosis…
Por su repercusión:
– Intranscendentes.
– Leves.
– Moderadas.
– Graves.
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3. COMPLICACIONES RESPIRATORIAS
Son las que se presentan con mas frecuencia tras la esofagectomía. Inclu-
yen la neumonía, la necesidad de reintubación en el postoperatorio inme-
diato, dependencia del respirador mayor de 48 horas, síndrome de distress
respiratorio del adulto, derrame pleural, etc.
Los pacientes con un volumen espiratorio forzado en un segundo < 65%,
capacidad vital <90% y Pa O2<70 en la valoración preoperatoria tienen ma-
yor riesgo de padecerlas. Para minimizarlas hay que extremar las precaucio-
nes en la inducción anestésica si existe riesgo de aspiración, hemos de realizar
una esmerada técnica quirúrgica con especial atención a la vascularización y
tunelización de la plastia así como a la confección de la anastomosis y evitar
lesión del nervio recurrente. También se ha de evitar el aporte excesivo de
líquidos postoperatorios y se debe iniciar la movilización precoz y la fisiote-
rapia respiratoria.
La neumonía es la complicación que con mayor frecuencia contribuye a
la mortalidad tras esofaguectomía.
4. COMPLICACIONES CARDIOVASCULARES
Las arritmias son las mas frecuentes, pueden aparecer entre el 11 y 23%
de los casos. Provocan un incremento de la morbilidad y estancia hospita-
laria de los pacientes. Pueden interferir con la vascularización de la plastia y
anastomosis al producir lapsos de hipotensión relativa, pudiendo contribuir
al fracaso de la anastomosis.
El infarto de miocardio tiene una incidencia de 1 a 3% tras las esofa-
guectomías. Para prevenirlos hay que hacer un uso cuidadoso de los betablo-
queantes para que no interfieran con la vascularización de la plastia.
La esofaguectomía es considerada de alto riesgo para la aparición de
trombosis venosa profunda (TVP). Por otra parte, se considera también
una cirugía con potencial riesgo de sangrado especialmente en la disección
roma del mediastino en vía transhiatal por lo que hay que hacer un uso
juicioso de la profilaxis de la TVP con heparina de bajo peso molecular y
medios mecánicos.
469
Cirugía de Urgencias
6. QUILOTORAX
Su incidencia varía entre un 0 y 8% dependiendo de la serie consultada. Se
diagnostica por la aparición de líquido lechosos en el drenaje torácico cuyo dé-
bito aumenta con la nutrición enteral. Unos niveles mayores de 110 mg/L de
triglicéridos en el líquido pleural o la presencia de quilomicrones, confirman
el diagnóstico. Más de la mitad de los casos se resuelven con tratamiento
conservador: Suspender nutrición enteral, soporte hidroelectrolítico, control
del drenaje torácico y octeotride. Si el débito es mayor de 10ml/kg al quinto
día del tratamiento hay altas posibilidades de que fracase el tratamiento con-
servador y se debe considerar tratamiento quirúrgico antela gran depleción
nutricional e inmunológica que acarrea la linforragia mantenida.
7. DEHISCENCIA ANASTOMÓTICA
Son factores predisponentes la desnutrición, la hipoalbuminemia y los epi-
sodios de hipoxia e hipotensión perioperatorios. Su incidencia es de un 10%.
Su aparición aumenta las estenosis anastomóticas y la disfagia. Hay multitud
de variables involucradas en su aparición como la localización de la anastomo-
sis, técnica de ejecución y tipo de plastia sustitutiva. No hay datos objetivos
que favorezca la anastomosis cervical o torácica tras esofagectomía por lo que
su ubicación dependerá de la preferencia del cirujano. La anastomosis cervical
parece que se asocia a mayor lesión del recurrente y disfagia que la torácica
pero no a complicaciones pulmonares, estenosis, recidivas o mortalidad.
Parece que la plastia retroesternal tiene mas tasa de fugas, debido a que
requiere mayor longitud que la ortotópica en el mediastino posterior y por
el posible éstasis venoso al paso de la plastia por el estrecho torácico superior.
En las dehiscencias cervicales, puede tratarse de forma conservadora con
drenaje y nutrición parenteral aunque con frecuencia dejan estenosis que
requieren dilataciones o plastias si fracasa. Las dehiscencias en el mediastino
tienen peor pronóstico, pocas pueden tratarse de forma conservadora, tuto-
rizando la anastomosis con stents y drenaje de colecciones. Se tratan como la
perforación del esófago torácico.
470
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
8. ISQUEMIA DE LA PLASTIA
Complicación grave que oscila entre un 0,5 y 2% que requiere la retirada
de la plastia y esofagostomía cervical y yeyunostomía, para posterior recons-
trucción en un segundo tiempo.
9. TRASTORNOS FUNCIONALES
El síndrome de asa aferente es un dolor cólico postprandial en cuadrante
superior derecho, que puede provocar vómito bilioso en escopetazo, que ali-
via los síntomas. Su tratamiento es reconvertir en Y de Roux o hacer un pie
de asa (Braun).
El síndrome de dumping precoz, aparece con frecuencia, presentando sín-
tomas gastrointestinales como saciedad precoz, calambres abdominales, dia-
rrea, naúseas vómitos, borborigmos y vasomotores como sudoración síncope
fatiga, palidez, a los 10-30 minutos de la ingesta debido al tránsito rápido de
contenido hiperosmolar al intestino delgado.
El síndrome de Dumping tardío es la aparición de sudoración disminución
del estado de alerta, taquicardia, hambre, que aparece a las 2-3 horas de la
ingesta debido a una hipoglucemia por una excesiva secreción de insulina
en respuesta a los hidratos de carbono. Su tratamiento comienza con mo-
dificaciones dietéticas, que incluyen reducción de la ingesta de hidratos de
carbono, especialmente los de rápida absorción, incrementar la frecuencia y
disminuir la cantidad de cada comida y la restricción de líquidos cerca de las
comidas para enlentecer el tránsito gástrico. En los pacientes que no respon-
den a los cambios dietéticos se puede prescribir octeotride, la acarbosa puede
usarse en el Dumping tardío.
El retraso en el vaciado gástrico ocurre en el 50% de los pacientes tras
esofagectomía. En los casos en los que se puede conservar los vagos como
en la cirugía por displasias severas, carcinomas in situ que no requieren lin-
fadenectomía extensa, mejoran los resultados en cuanto a pérdida de peso y
síndrome de Dumping y el vaciamiento gástrico.
La pilorotomía no reduce la tasa de obstrucción de la salida gástrica, neu-
monía, insuficiencia respiratoria, estenosis, mortalidad o estancia hospitala-
ria. El 90% de los casos se tratan con éxito con dilataciones endoscópicas.
El retraso en el vaciado gástrico puede afectar a la calidad de vida tras
gastrectomías parciales y si no responde a tratamiento conservador a veces
requiere completar la gastrectomía total.
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Cirugía de Urgencias
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Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
12. DISFAGIA
Su causa más frecuente es la estenosis de la anastomosis, aunque puede
deberse a alteraciones funcionales de la plastia, obstrucción anatómica o a re-
cidiva tumoral. La favorecen: unos antecedentes de enfermedad cardiovascu-
lar, plastia con tubo gástrico en vez de coloplastia y las fugas anastomóticas.
Se deben realizar endoscopias con toma de biopsia para descartar recidivas.
Suelen tratarse con dilataciones endoscópicas.
BIBLIOGRAFÍA
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Cirugía de Urgencias
474
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
1. INTRODUCCIÓN
La cirugía colorrectal no se limita al cáncer de colon sino que incluye
otras patologías no neoplásicas como enfermedad inflamatoria intestinal, en-
fermedad diverticular o vólvulos de colon.
La cirugía colónica, como cualquier cirugía mayor, puede presentar nu-
merosas complicaciones, muchas de ellas de gravedad o incluso fatales.
La incidencia de complicaciones postoperatorias tras la cirugía colónica
varía según las diferentes series, pero se estima que oscila entre 10 y 30%1.
La prevención de complicaciones está determinada por la buena selección
y preparación preoperatoria del paciente, una adecuada técnica quirúrgica y
un manejo postoperatorio correcto.
Una vez establecido el diagnóstico debe considerarse el riesgo al que será
sometido el enfermo, de acuerdo con sus condiciones generales y la mag-
nitud de la cirugía. Cuando se considere al paciente en condiciones para la
cirugía, debe realizarse una adecuada preparación preoperatoria, incluyendo
la limpieza del colon (últimamente considerada innecesaria por algunos au-
tores1,2, así como profilaxis antibiótica y antitrombótica. El periodo postope-
ratorio será similar al de cualquier cirugía abdominal mayor.
Clásicamente se creía necesario esperar unos días para el inicio de la in-
gesta, con el fin de proteger la anastomosis, pero ya se ha demostrado que el
inicio precoz de la alimentación oral (algunas horas después de la interven-
ción) no se asocia con mayor riesgo de dehiscencia anastomótica3.
Los factores contribuyentes a la aparición de las complicaciones en la
cirugía colónica son:
• Cirugía de urgencia
• Edad avanzada
• Comorbilidad
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Cirugía de Urgencias
• Vascularización colónica
• Flora bacteriana
• Duración de la cirugía
Las complicaciones de la cirugía colónica raramente son únicas y con fre-
cuencia aparecen varias de ellas, ya que sus causas son comunes y la presencia
de una condiciona la manifestación de otras4-6.
Las complicaciones de la cirugía colorrectal pueden ser inmediatas o tardías.
Las complicaciones inmediatas más frecuentes son:
• Dehiscencia o fuga de la anastomosis
• Sepsis abdominal
• Hemorragia
• Ileo Paralítico
• Evisceración
• Lesión ureteral, vejiga urinaria y uretral
• Complicaciones locales perineales y de las ostomías
Las complicaciones tardías son:
• Estenosis de la anastomosis
• Obstrucción intestinal
• Retraso de la cicatrización de la herida perineal
• Recidiva tumoral
• Trastornos sexuales y de la micción
• Fístula enterocutaneas, enterovesicales, enterovaginales
2. COMPLICACIONES INMEDIATAS
2.1 Dehiscencia o fuga de la anastomosis
Es la más temida y más frecuente de las complicaciones de la cirugía
colorrectal; sus consecuencias pueden ser muy graves, al grado de causar la
muerte del paciente. Por ello, nunca será excesiva la insistencia sobre el cum-
plimiento estricto de los siguientes requisitos: buena irrigación de los bordes
de sección intestinales, ausencia de tensión y de proceso inflamatorio en és-
tos, lejanía de la anastomosis de áreas de sepsis, anastomosis técnicamente
correcta y, por supuesto, contar con un paciente quirúrgico en buen estado
nutricional. La prevalencia de la dehiscencia de la anastomosis varía amplia-
mente en la literatura mundial ya que va de 0.5 a 30%, pero, en general, se
acepta que es entre el 2 y el 5%.
476
Grupo Andaluz de Trauma y Cirugía de Urgencias
Sus manifestaciones clínicas varían desde dolor abdominal leve, fiebre, ma-
lestar general, diarrea, que pueden evolucionar hasta la peritonitis generali-
zada y shock séptico.
Cuando la infección a través de la dehiscencia se encapsula por órganos
próximos o epiplón, puede formarse un absceso (peritonitis localizada) y
manifestarse por dolor abdominal vago, elevación de la temperatura, taqui-
cardia, íleo, diarrea u obstrucción.
El diagnóstico se puede establecer mediante ecografía abdominal, tomo-
grafía computarizada, resonancia magnética y, en algunos casos bien selec-
cionados, por enema con material hidrosoluble, especialmente útil en dehis-
cencias distales.
El tratamiento depende de las manifestaciones clínicas y del estado del
paciente. La dehiscencia asintomática comprobada radiológicamente no
requiere tratamiento. Para el manejo de la dehiscencia sintomática deberá
considerarse la presencia o ausencia de absceso o de peritonitis generalizada.
El objeto básico es, obviamente, el control de la infección, que puede
incluir medidas que van desde reposo intestinal y antibioticoterapia, hasta
laparotomía con resección de la anastomosis, derivación del contenido fecal
mediante colostomia y realización de fístula mucosa.
En caso de dehiscencia sin absceso, se instituye antibioticoterapia de am-
plio espectro por vía intravenosa y reposo intestinal. De acuerdo a la respuesta
del paciente, este tratamiento podrá ser mantenido unos siete días y observar
la evolución del cuadro clínico; pero si, los signos de infección persisten o
aumentan y el estado del paciente se deteriora, no debe esperarse más y se
procede a drenar quirúrgicamente la zona de infección y establecer un estoma
proximal, sea colostomía o ileostomía, con o sin resección de la anastomosis.
En caso de dehiscencia con absceso, comprobado mediante los estudios
antes mencionados, se drena el absceso y se instituye antibioticoterapia de
amplio espectro por vía parenteral. El drenaje del absceso puede hacerse por
vía percutánea guiada por tomografía; si el absceso es muy bajo, debido a
una anastomosis colorrectal, el drenaje puede realizarse endoscópicamente
por medio de drenaje a través de la dehiscencia, incluso con la colocación de
sistemas de aspiración de presión negativa, lo que permite, además, la irriga-
ción de la cavidad del absceso7.
Si tras cuatro a seis semanas de manejo conservador continúa un alto
gasto por la fístula, se debe plantear laparotomía.
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2.4 Hemorragia
En el control de la hemorragia influyen las maniobras quirúrgicas y la re-
posición de componentes sanguíneos (concentrados de hematíes, plaquetas,
plasma). Taquicardia, hipotensión y descenso de los niveles de hemoglobina
son signos indicativos de hemorragia, incluso en ausencia de salida de sangre
por el tubo digestivo o por los drenajes, ya que la hemorragia puede ser in-
traabdominal, ocasionando a veces distensión abdominal o la formación de
una masa abdominal1,2,5.
La hemorragia intraabdominal en escasa cuantía es un fenómeno normal
en el postoperatorio de una cirugía colorrectal y no es indicación de rein-
tervención. La indicación quirúrgica se establece por tanto en hemorragias
abundantes, hemorragias continuas que no remiten espontáneamente y que
no se deben a trastornos de la coagulación, y en hematomas infectados, si
bien estos últimos pueden ser drenados de forma percutánea, dependiendo
de la localización5-7.
El manejo de la hemorragia debe comenzar con medidas de soporte que
estabilicen el estado hemodinámico del paciente, incluyendo la reposición
del volumen intravascular mediante coloides y cristaloides, la transfusión
de concentrados de hematíes, plaquetas y plasma. A veces, la hemorragia
supone una emergencia y las medidas de soporte se realizan intraoperato-
riamente, mientras se localiza el punto sangrante. La cirugía está indicada
en pacientes en los que continúa la hemorragia a pesar de la corrección
de la coagulación y la administración de antídotos frente a fármacos an-
ticoagulantes. Si el primer signo de hemorragia es la detección de un he-
matoma, el manejo debe ser distinto. Si el hematoma está organizado y
contenido, solo estaría indicada la observación, ya que la hemorragia suele
ceder espontáneamente.
Ante crecimiento del hematoma debe realizarse cirugía urgente, ya que el
crecimiento significa persistencia del sangrado activo.
En las hemorragias postoperatorias que se manifiestan como sangrado
digestivo está indicado realizar endoscopia, aunque con extremo cuidado
para no dañar las anastomosis. La hemorragia en una anastomosis es muy
poco frecuente, presentándose en 0.5 a 1% de los casos y suele remitir es-
pontáneamente, por lo que es preciso determinar el punto sangrante, ya que
la hemorragia puede ser provocada por problemas ajenos a la anastomosis
como úlcera gastroduodenal, enfermedad diverticular o angiodisplasia, entre
otras. Por endoscopia se puede diagnosticar el punto sangrante y controlar
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2.5 Evisceración
Ocurre en 2% de las cirugías abdominales y se asocia con otras compli-
caciones, sobre todo con íleo, fístula, hematoma e infección de herida qui-
rúrgica. La evisceración es más frecuente en pacientes obesos y ancianos con
estructuras aponeuróticas poco consistentes.
Se manifiesta como salida de líquido serohemático (en “agua de lavar
carne”) a través de la herida. Ante este hallazgo se debe explorar la heri-
da minuciosamente en busca de orificios en el cierre de la aponeurosis. La
evisceración es una causa de reintervención, si bien en enfermos con alto
riego quirúrgico o muy deteriorados tras la primera intervención se opta
por manejo conservador con compresión y fajado abdominal para evitar la
progresión del orificio aponeurótico y la exposición intestinal.
La intervención quirúrgica consiste en cerrar nuevamente la aponeurosis,
buscando planos consistentes, con una sutura continua de material no reab-
sorbible, reforzando con puntos sueltos aislados que disminuyan la tensión
de la sutura continua y mantengan la aponeurosis cerrada en caso de fallar
nuevamente la sutura continua1,5.
Para el cierre de la aponeurosis también pueden utilizarse mallas de po-
lipropileno (no reabsorbible) o reabsorbible, con las que se consigue reparar
defectos aponeuróticos grandes o con necrosis del extremo de la aponeurosis.
Hoy en día, existen sistemas de aspiración con presión negativa (VAC)®,
que pueden ser utilizados en este tipo de pacientes.
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3. COMPLICACIONES TARDÍAS
3.1 Estenosis de la anastomosis
Es más frecuente en las anastomosis colorrectales muy bajas (infraperito-
neales); en las anastomosis situadas por encima de la reflexión peritoneal son
raras. En general, se considera que existe una estenosis si no se puede pasar
un rectosigmoidoscopio de 19 mm. Se tiende a considerar que la estenosis es
ligeramente más frecuente en las anastomosis mecánicas. Las causas suelen
ser isquemia por necrosis de los bordes seccionados por la endograpadora,
por una excesiva disección del mesenterio de los extremos intestinales seccio-
nados y por una respuesta inflamatoria excesiva de una dehiscencia12.
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Las estenosis que ocurren varios meses o años después de la cirugía de-
ben alertar al clínico sobre la posibilidad de que se trate de una recurrencia
tumoral o inflamatoria, lo que se comprueba por medio de las biopsias que
sean necesarias.
El tratamiento difiere de acuerdo con el grado de estenosis. Si es leve y
asintomática, se administran formadores de volumen y dieta rica en fibra; si
se requiere y está al alcance del dedo, se realiza dilatación cuidadosa. Se puede
dilatar también con el endoscopio rígido que, si pasa siendo de 19 mm de diá-
metro, hace el tratamiento correcto. Si la estenosis es más severa, se pueden
utilizar los dilatadores de Hegar o los balones inflables.
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BIBLIOGRAFÍA
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485
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1. INTRODUCCIÓN
La cirugía de la obesidad conlleva unas características especiales diferentes
al resto de los pacientes que es necesario considerar. La expresión clínica de sus
complicaciones a menudo es muy larvada y silente, y las pruebas complementa-
rias no suelen reflejar la gravedad del cuadro. Por otro lado, el conocimiento de
las diferentes técnicas es fundamental a la hora de plantear una cirugía urgente,
especialmente en los casos de cuadros obstructivos. En los últimos años, el ma-
nejo del paciente bariátrico complicado se ha vuelto más conservador. Hace una
década, la mayoría de los autores apostaban por realizar una revisión quirúrgica
urgente ante una simple taquicardia. Con el uso de la radiología intervencionis-
ta y el uso de las Prótesis Autoexpandibles Endoscópicas, estos conceptos han
cambiado1,2. En este capítulo trataremos de abordar sólo las particularidades
del paciente bariátrico complicado. Su manejo como enfermo crítico, manejo
del shock, de la sepsis y los protocolos de estabilización son tratados en otros
capítulos. No obstante, nunca debemos olvidar que el mejor tratamiento de las
complicaciones es la prevención y el diagnóstico precoz.
Las complicaciones más importantes (por su gravedad) del paciente inter-
venido de una cirugía bariátrica, que precisan actuación inmediata y que todo
cirujano que realiza guardias debe saber manejar son la hemorragia, la sepsis por
fuga o dehiscencia de anastomosis, la obstrucción por hernia interna y la Em-
bolia Pulmonar. Otras complicaciones como la estenosis, la infección de herida
operatoria, los déficits nutricionales, las eventraciones…no las trataremos en este
apartado puesto que el manejo no difiere al de cualquier otro paciente o porque
son manejadas de forma no urgente por su equipo de cirujanos bariátricos.
Nos basaremos en las tres técnicas quirúrgicas más utilizadas actual-
mente según encuestas publicada por Henry Buchwald3 de un total de
más de 300.000 intervenciones bariátricas realizadas en todo el mun-
do durante el año 2011: El Bypass Gástrico en Y de Roux (BPG), la
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Figura 1
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2. HEMORRAGIA
La Hemorragia es una complicación poco frecuente. Puede tratarse de
una Hemorragia Digestiva o de un Hemoperitoneo y el cuadro de presen-
tación general y el manejo debe abordarse de igual manera que cualquier
paciente que plantea un cuadro de shock hipovolémico, sangrado por un
drenaje, caída del hematocrito, hematemesis o melenas… aunque a veces el
sangrado no es evidente y puede presentar un cuadro indistinguible de una
fuga o de un embolismo pulmonar, pero la Taquicardia es mucho más llama-
tiva que los síntomas respiratorios.
Por tanto, en este capítulo haremos sólo las consideraciones específicas
del paciente intervenido de Cirugía Bariátrica. Según el período en que se
presente y según su forma de presentación.
2.1 Postoperatoria
• Precoz (<48H): El 70 % de los sangrados se produce en las primeras
24h.5 suele estar causado por sangrado de las líneas de grapas o puede
ser una forma de presentación de una fuga.
• Tardio (entre 48h y 30 días): suele estar causada por úlceras marginales.
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4. OBSTRUCCIÓN INTESTINAL
La obstrucción intestinal de un paciente bariátrico puede no diferir en
nada a cualquier otro cuadro obstructivo y se produce entre un 1 y un 10%
según las series. Si el paciente debuta con un cuadro típico de nauseas, vó-
mitos y ausencia de emisión de gases o heces, el diagnóstico de sospecha y
el manejo no difiere al de cualquier otro cuadro obstructivo por bridas, por
estenosis de anastomosis, por eventración por orificio de los trócares…. La
descompresión con SNG, los controles analíticos y radiológicos se realizarán
igual y la decisión quirúrgica se tomará en función de la respuesta al trata-
miento conservador.
Sin embargo, cuando es causada por una hernia interna a través del
Espacio de Peterssen o de la brecha Mesentérica, si suele manifestarse como
un cuadro grave. Aparecen normalmente en el postoperatorio tardío, inclu-
so años tras la cirugía, y su forma de presentación es aguda y brusca, pero
normalmente ha “avisado” previamente con sintomatología muy errática,
con dolores abdominales anodinos, especialmente postpandriales, que se
producen por la isquemia en el asa herniada. Pueden no aparecer vómi-
tos ni cierre intestinal, ya que las asas afectadas suelen estar excluidas al
tránsito alimentario, motivo por el cual el tratamiento médico-conservador
con descompresión con SNG resulta inútil. A menudo, por desgracia, el
cuadro se presenta con Sepsis Severa por isquemia intestinal del asa hernia-
da. El diagnóstico es Radiológico, fundamentalmente por TAC, donde se
visualizará importante dilatación de asas, habitualmente “apelotonadas” y
del estómago excluido, con ingurgitación de los vasos mesentéricos, pero
hasta un 20% de los pacientes presentan pruebas de imágenes normales. Es
fundamental prevenirla en el acto operatorio con una sutura que debe ser
continua y con material irreabsorbible. Y el tratamiento debe ser quirúr-
gico, laparoscópico o laparotómico según la experiencia del cirujano, con
reducción del intestino herniado y cierre de los orificios y resección de las
asas necrosadas si existe.
5. EMBOLISMO PULMONAR
Las complicaciones Tromboembólicas son la causa más frecuente de muer-
te en Centros de Excelencia de Cirugía Bariátrica. La prevención está reco-
mendada en todos los pacientes bariátricos con la administración subcutánea
de heparina de bajo peso molecular, movilización precoz y el uso de dispo-
sitivos de compresión neumática intermitente intra y postoperatoriamente7.
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1. INTRODUCCIÓN
Desde el desarrollo de la cirugía moderna hepática y el trasplante he-
pático, existe un amplio abanico de complicaciones que pueden alterar el
normal curso postoperatorio de los enfermos a los que se realiza estos proce-
dimientos. Gracias a la globalización de estas técnicas y a la implementación
de unidades multidisciplinares, la mortalidad inmediata y a corto plazo aso-
ciada a los mismos se ha visto reducida de forma significativa. Dado que el
espectro de complicaciones de la cirugía hepática y del trasplante hepático es
amplio, abordaremos la definición, diagnóstico y manejo de las que atañen al
postoperatorio inmediato, prescindiendo de las complicaciones tardías que
exceden la situación de urgencia y se englobarían en protocolos de actuación
especializados.
2. CIRUGÍA HEPÁTICA
2.1. Complicaciones extrahepáticas infecciosas
– Infección relacionada con catéter. La cateterización de vías centrales es
rutinaria en la cirugía hepática. La infección relacionada con las mis-
mas es causa frecuente de síndrome febril postoperatorio y debería
considerarse en caso de fiebre de origen desconocido. En tal caso, debe
procederse a retirada del catéter y cultivo de la punta del mismo, así
como antibioterapia específica dirigida.
– Infección de la herida quirúrgica. La infección de la herida quirúrgica
ocurre frecuentemente alrededor de 1 semana tras la operación. Las tasas
de infección de la herida y del sitio quirúrgico varían de acuerdo a la
extensión del procedimiento, desde el 9,7% en resecciones segmentarias
al 18,3% en trisectorectomías. La presencia de herida abierta preopera-
toria, hiponatremia, hipoalbuminemia, hiperbilirrubinemia, diálisis y un
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mab en receptores de alto riesgo (más aún asociados con donantes con
criterios expandidos) es una realidad demostrada que reduce la disfun-
ción renal postoperatoria.
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Figura 2: Resumen de las potenciales complicaciones tras trasplante hepático.
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1. FISURA ANAL
La fisura anal es una herida que se genera dentro del conducto anal, que
puede generar sangrado y dolor anal intenso durante y después de la eva-
cuación. Puede durar minutos u horas, y es generada por defecaciones duras
o diarreicas (ácidas). Se diagnostica inspeccionando el ano del paciente y
el tratamiento consiste en cambios dietéticos que mejoren la calidad de la
deposición (rica en fibras en pacientes constipados), pomadas cicatrizantes
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1.2 Diagnóstico
El diagnóstico de la FA se basa en la historia clínica y en una exploración
física adecuada. La manometría ( no es necesaria para el diagnostico) y el
tacto rectal muestran un incremento del tono del esfínter y una hipertonía
muscular en el tercio distal del esfínter interno.
1.3 Tratamiento
Debido a la tasa de incontinencia que se puede presentar con la esfin-
terotomía, el tratamiento de elección de la FA debería ser de entrada un
tratamiento medico dirigido a reducir la hipertonía con un descenso presivo
en el conducto anal y a mejorar la vascularización local, permitiendo de esta
forma la cicatrización y curación de la fisura.
1. Tratamiento higiénico-dietético.
1.1 Dieta rica en fibra, salvado de trigo, semillas lino, plantago ovata...
1.2 Líquidos abundantes
1.3 Baños de asiento con agua templada.
2. Tratamiento médico
2.1 Analgésicos durante 7-10 días ( AINES)
2.2 Pomadas liberadoras de óxido nítrico, una aplicación cada 12
horas durante 6-8 semanas. Nitroglicerina (NTG) tópica (al 0,2%
o al 0,5%), es la intervención farmacológica mas estudiada para el
tratamiento de la fisura anal. Es uno de los inhibidores mas poten-
tes del esfínter anal interno relajando el esfínter y disminuyendo
la presión basal de reposo así como favoreciendo un aumento del
flujo sanguíneo del anodermo. Todo ello permite la curación de
la fisura.
Las fórmulas magistrales están preparadas con NTG al 0,2% exis-
tiendo una mayor tasa de recidivas a largo plazo. Actualmente
existen preparados con una dosis superior al 0,5% y estudios re-
cientes han demostrado una reducción mayor y mas rápida de la
intensidad del dolor, aunque con una mayor tasa de cefalea.
Por ello, es aconsejable el uso asociado de analgésicos los primeros
días del tratamiento. Por un lado ayudan a calmar el dolor y por
otra parte se controla mejor la cefalea debida a la NTG. Además
para disminuir este efecto indeseable, se ha de colocar el producto
con un dedil protector en el dedo, con el objetivo de limitar su ab-
sorción sólo a la zona anal.
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PROCTALGIA FUGAX
La proctalgia fugaz es una enfermedad que se caracteriza por episodios
súbitos intensos de dolor rectal con intervalos de calma entre los ataques.
Los períodos de dolor pueden durar segundos o minutos. El dolor rectal
puede aparecer con bastante frecuencia y regularidad o de manera esporá-
dica, y solamente unas cuantas veces por año. La proctalgia fugaz es más
frecuente en las mujeres y aparece más en pacientes con síndrome de in-
testino irritable.
Entre las terapias físicas se usan la aplicación de calor o frío en la región
dolorosa. El uso de supositorios puede ayudar a controlar el dolor. Los anti-
inflamatorios analgésicos son de mucha utilidad.
Los medicamentos psicotrópicos son muy eficaces y constituyen frecuen-
temente la terapia central. En algunos casos rebeldes, ciertos medicamentos
antiepilépticos han sido utilizados con éxito. Finalmente, en ciertos casos
resistentes al tratamiento, se procede al bloqueo de los nervios de la región
con el uso de anestésicos locales y otros agentes farmacológicos.
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ABSCESO ANAL
Es otra de las causas mas frecuentes de dolor anal y frecuentemente pue-
den cursar con fiebre. Es una colección de pus en la región perianal, que se
debe a una infección de una glándula localizada dentro del conducto anal.Su
diagnóstico se puede realizar por inspección o con el tacto rectal. Se puede
apreciar una tumoración dolorosa e incluso supuración anal. Excepcional-
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