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Hoy en día en nuestra sociedad las personas indígenas, las personas que tienen bajos recursos

económicos, están expuestas al maltrato, marginación y rechazo por su apariencia física, en relación
a su color de piel u origen étnico. Durante generaciones no sólo los pueblos indígenas han tenido
que padecer pobreza, abusos y un trato desigual injustificado sino también la restricción del goce de
sus derechos, reflejado por ejemplo al negarles salud y educación, como también en las prácticas
sociales al negarles contratación y empleo.

La discriminación también se da a las personas con discapacidad, la discapacidad se ha convertido


en un factor excluyente en materia de educación, niños con algún tipo de trastorno de atención, por
ejemplo han sido catalogados como alumnos perturbadores, y sus padres han debido buscar una
alternativa que les brinde educación. En este caso no solo los padres deben de buscar otras
alternativas sino también en las instituciones educativas en donde se tiene que empezar a tener una
educación menos selectiva, en donde se resalte las competencias propias de cada niño y que se
rechace el aislamiento de niños con discapacidades.

La discriminación racial étnica o por apariencia física, al igual que cualquier otro tipo de
discriminación, profundiza las desigualdades entre los ciudadanos. Las relaciones entre quienes
gozan de privilegios y quienes no, es constante y permanente logrando una sociedad en donde no
existe cooperación y respeto a la dignidad de todas las personas por igual.

Las consecuencias de mantener una sociedad discriminatoria son tan graves que en un país como
el nuestro nunca podrá contar con los índices de desarrollo humano suficientes para que cada
ciudadano pueda lograr sus planes de vida, esto mas depende ya de la sociedad civil y de sus
gobernantes para que estas practicas que impiden que en el Perú haya ese reconocimiento
igualitario y el respeto de las personas y sus derechos.

Opinión: «La discriminación nos afecta a todos»

El 27 de marzo el Ministerio de Cultura publicó los resultados de la Primera Encuesta


Nacional sobre Diversidad Cultural y Discriminación, que muestran la persistencia de
grandes brechas generadas por los estigmas y prejuicios de la discriminación, y
principalmente del racismo.

Los resultados muestran también que el Perú es un país realmente diverso y que poco a
poco los ciudadanos estamos reconociéndolo como tal. Por ejemplo, hoy más personas se
autoidentifican como parte de la población afroperuana. En 2016 era apenas el 2% y ahora
es el 9%. Asimismo, el quechua es reconocido como lengua materna por el 23% del
país, es decir, por casi un cuarto de la población, frente al 15% recogido en una encuesta
anterior.

Sin embargo, la mayoría de resultados deben llamarnos a la reflexión y a la acción. La


encuesta arroja que la población indígena y afroperuana es la más pobre del país, y que
la diversidad cultural es un concepto lejano, pues apenas el 50% tiene alguna idea de lo que
significa. Nos dice también que las expresiones de diversidad más conocidas son,
apenas, las que tienen que ver con fiestas y comida, y que la transmisión generacional de
la lengua indígena es cada vez menos frecuente, por lo que si esto sigue así muchas de estas
lenguas desaparecerían en algunos años.

Hay otros datos duros: el 17% de peruanos cree que su familia y amigos cercanos son
bastante racistas, que el principal motivo de discriminación es el color de piel, y que el
31%, un tercio del país, ha sido discriminado de alguna forma en los últimos doce meses,
principalmente en el trato, o a través de bromas e insultos basados en el color de piel, el
nivel de ingresos, la forma de hablar y la vestimenta.

Pero tal vez el resultado más chocante sea que los hospitales, las comisarías, y las
municipalidades son los tres lugares donde ocurren más casos de discriminación, es
decir, que el principal discriminador en nuestro país es el Estado.

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piuranos»

La discriminación ocurre cuando los funcionarios en el Estado o nosotros en nuestra vida


cotidiana tratamos peor a alguien porque lo consideramos inferior, por cualquier motivo.
Esa actitud supone desconocer el valor de la diversidad, esto es, que todos somos
diferentes, pero que debemos ser tratados como iguales ante la ley e iguales en dignidad. En
tanto no cambiemos esa negativa forma de actuar respecto de nuestro prójimo, no podremos
avanzar como país.

La discriminación es un lastre para el desarrollo porque le quita oportunidades a


grandes sectores. Los resultados de esta encuesta deben servir para que desde el Estado,
los colegios, las universidades, los centros de trabajo y nuestros propios hogares, actuemos.
El Estado tiene en ello que cumplir su papel de profundo liderazgo para generar
una verdadera revolución cultural que nos haga un mejor país. Para todos, sin excepción.

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