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Los cambios políticos fueron una de las máximas de una Edad Moderna en la que

comenzó a surgir la llamada burguesía mercantilista. Un sector de la propiedad


que fue avanzando escalones hasta llegar a asumir el control político en sustitución
de la antigua aristocracia. El clero y la Iglesia quedaba en un segundo plano y la
revolución política y social se convirtió en una realidad en 1789. Una época en la
que los reyes de Francia serían decapitados y el pueblo asumiría el mando
convocando la Revolución Francesa.

Se caracterizó principalmente por la creación de los Estados Nacionales en


Europa. En ese proceso surgieron las monarquías nacionales, creando estructuras
políticas y administrativas centralizadas, en contraste a la descentralización
predominante en la Edad Media.

El absolutismo era como la mayoría de los gobiernos operaba. Era una forma
de gobierno en que todo el poder del estado estaba exclusivamente en manos de
una sola persona (generalmente el rey) o sólo con un grupo social.

El absolutismo tenía sus teóricos y entre ellos, lo que más se destacó fue Nicolas
Maquiavelo, autor de la obra «El Príncipe». Maquiavelo contaba, en su libro, las
formas como un príncipe debía actuar para mantenerse soberano en su reino. Entre
otras ideas, Maquiavelo decía que «los fines justifican los medios» y que el
gobierno debería ser soberano y usar su poder para defender los intereses del
Estado.

Es importante recordar que en unos cuatro siglos, los monarcas europeos


observaron su poder caer por medio de varias revoluciones liberales, hasta que la
Revolución Francesa inicia el proceso que derribará definitivamente el
Antiguo Régimen.

Para que quede un poco más claro…

Esta estructura político-administrativa sirvió de base para el fortalecimiento del


capitalismo y del poder político de la burguesía. Esta clase social, que era la que
menos representación tenía políticamente, cuando se percibió fortalecida
económica y políticamente, pudo organizarse y poner fin a la hegemonía antes de
la nobleza que era quien tenía el poder.

El fin de esa hegemonía fue representado principalmente por la Revolución


Francesa a través de los burgueses, cuando el Estado representativo burgués fue
creado, poniendo fin a la era Moderna e iniciando la Edad Contemporánea.

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