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(39) La riqu El espejismo de las riquezas Cristo nos hace la siguiente advertencia: «Nadie puede servir dos sefiores, pues 0 bien aborre- ciendo al uno, amar al otro, 0 bien, adhirigndose al uno, menos- previard al otto. No podéis servi a Dios y a las riquezas» (Mt. 6, 24), En efecto, la luz de Dios bri- Na mids clara alif donde se apagan los brillos humanos; y se apaga donde tas riquezas humanas des- lumbran. (C. Sobrado). Cuando se tiene por Dios al dinero, se termi- na matando a Dios y al.hombre; en cambio, cuando se pone a Dios ‘como centro de 1a vida, se hace lo imposible por el hombre ‘No serequieren muchos bienes para paralizar a un hombre e im- pedir que se desarrolfe; basta con que los estime por encima del es pltitu, porque entonces le aplastan, Cuanta mayor necesidad sintamos de dienestar para vivir felices, més, aumentardn las ocasiones de sen- tirnos insatisfechos y perpetua- ‘mente desventuradas. Poco impor- taque seamos ricos; fo que impor- ta es que seamos completamente libres de nuestras riquezas. (M Quoist). EI secreto para incrementar ia verdadera riqueza no consiste en retenery acumular para sf, sino en aner set autosuficiente, en disfru- tar de todo sin necesidad de po- seerlo, en saborear con alegrfa la dicha de compartir. (B. Tiecno). Un hombre es rico en propor- cidna tas cosas de que puede pres- indir, (D. Thoreau). O to que es To mismo, para ser feliz, no es im- portante poseer mucho, sino nece- sitar menos, (P. Bosmans), Cristo nos advierte sobre las inconveniencias de acumular ri- quezas materiales en la tierra: «No amontonen riquezas aqui en la tie- ra, donde Ia polilla las destruye y Jas cosas se echan a perder, y don- de los ladrones entran a robar... pues donde esté tu tesoro, allf es- tard también tu corazén> (Mt. 6, 9-21), Er dinero s6lo nos debe servic para vivir humanamente. Cuando se lene més del que se necesita para vivir dignamente, todo lo que excede se convierte en una traba para la felicidad. (P. Bosmans), S6lo Ja riqueza det alma, 1a gene- rosidad desinteresada, el amor ge- nneroso, la mano que ayuda, et co- azn que compadgce, valorizan debidamente las riquezas con guidas honestamente en el trabajo asiduo y proporcionan el placer a aquel que sabe que esté realizan- do la finalidad real de ta propia existencia, (0. $. Marden), eza no esta en lo que tenemos sino en lo que somos Podemos ser, parad6jicamente, amos de muchas cosas y haber perdido definitivamente el Umén de nuestra propia existencia. (G. Mateu). Las mejores cosas de Ja vida no tienen precio. Para el aire que respiramos, la amistad verdadera, la alegrfa, 1a leattad, la paz, el sot, cel mar, la pesca, el canto de los péjaros, el paisaje, las flores del campo, la Tuna y as estrellas, el agua de las fuentes, la plegaria de ‘una comunidad, el amor ile dos que se quieren de verdad, y para el amor que Dios nos tiene, no hay queira la tienda y pagar, Estasson algunas de las mejores cosas que nos offeee la vida y que todavia hoy son gratis. (1, Borrés), Lo nico que reaimente vale es lode dentro Enel mundo hay dos clases de hombres: los que valen por fo que. son y los que s6lo valen por los cargos que ocupan 0 por ios titu= Tos que ostentan, Los primeros estén Henos; tienen ef alma cebo- sante; pueden ocupar 0 nv pues- tos importantes, pero nada ganan realmente cuando entran en ellos y nada pierden al abandonarlos. Y el dia que mueren dejan un hueco cen el mundo, Los segundos estén Menos como una percha, que nada vale si no se le cuelgan encima 199 APRENDER A VIVIR, UNA INTRODUCCION A LOS VALORES vestidos 0 abrigos. Empiezan no s6to a brillar, sino incluso a exis- tir, cuando les nombran catedrati- 0s, embajadores 0 ministros, y regresan ala inexistencia el dia en ‘que pierden tratamientos y titulos El dia que se mueren, lejos de de- Jar un hueco en el mundo, se limi- tan a ocuparlo en et cementerio, ues su semillas no fructificaron en nadie, (Martin D.) Y, a pesar de ser asf las cosas, lo verdaderamente asomibroso es que la inmensa mayorfa de perso- nas no Iuchan por «ser» alguien, sino por «tenet algo; no se apa- sionan por Ilenar sus almas, sino por ocupar un sill6n 0 un despa- ‘cho; no se preguntan qué tienen por dentro, sino qué van a poner- se por fuera. (Martin D.). Lo que vale noes io que se tie- ne sino «lo que se es». Lo nico que realmente vale en nuesteas vi- das es lo de dentro. No hay ningu- na riqueza que venga de fuera; la nica funci6n de nuestras vidas es Nenar nuestras almas. Son vanos los triunfos; 10 nico que al fin ‘cuenta es eso que hoy tenemos tan olvidado y despreciado, que es to gue Jos antiguos Hamaban «vida interior». (Martin D.). Aquel a quien ha sido dada grande y rica abundancia interior, apenas ha menester de las cosas exteriores, GW. Goethe), Si tenemos riquezas y n0 sa- bemos ayudar al prdjimo, somos pobres. Si no sabemos aleanzar al projimo una palabra de consuclo, una sonrisa de estimuto, somos pobres, Aquellos que saben dar de 10 poco o nada que poscen, para ayu- dar al pr6jimo, son verdaderamen- tericos. (C. A. Tors) El coraz6n del hombre es el que debe hacerse rico, no sus ar- cas. (M. T. Cicer6n), No anhele- ‘mos tener riquezas, sino ser noso- tros mismos una riqueza para los otros. (P. Bosmans). Todos los «tesoros» (paz, ale- grfa, serenidad, plenitud, verdad, amor, belleza) que frenéticamente buscamos en las cosas externas (dinero, placeres, éxito, fama, ho- nores, posicién, poder) estén yaen nuestro corazGn. Sélo remuncian- do aesas cosas exteriores entrare- mos al final en la tesorerfa del co- raz6n, (P. Ribes). Somos administradores de los bienes que hemos recibido Como lo refiere el Evangetio, Jos talentos y las minas son, en nosotros, las gracias y dones de diverso orden que Dios nos ha convedide y sobre las cuales de- beremos rendirle cuentas: nuestras manos, nuestros ojos, nuestra in- teligencia, nuestra imaginaeiGn, nuestra lengua, nuestro corazén, nuestra voluntad y tantas otras ‘gracias’, Todos poseemos algu- nas, pocas 0 muchas, mas 0 me- nos valiosas: y sobre esas faculta- des recae nuestra responsabilidad. Al igual que los administradores de los relatos evangéticos, tene- ‘mos responsabilidad sobre fos bie~ nes y riquezas que el Sefior nos ha encomendado. (A. Ortega). Pero no todos tenemos pareja responsabilidad: «A quien mucho ¢ le ha dado, también se le pediré mucho; ¥ a quien mucho se le ha confiado, se le exigiré mucho més» (Me. 12, 48). En la pardbola del administra- dor infiel, se pone de relieve ta «presencia implacable» de Dios y el ejercicio de su soberanta tnica ¥ absoluta, Somos adm res de los dones de Dios; vida no es nuestra, sino regalo suyo para que, trabajando con nuestra vida en ef tiempo, poda- mos luego Hegar a responder ante El del servicio que le hayamos prestado, de la administracién que hayamos hecho de sus dones. (A, ‘Onega). Enesta tarea, pretiramos siem- pre las personas a las cosas, Jesus ‘no anduba buscando donde esta- ban las cosas, pero vivi6 siempre interesado de dénde estaban y por donde pasaban las gentes. Es que las personas son mucho més im- ortantes que las cosas. ¥ nos lle- han y enriquecen mAs cuando las encontramos. (C. Sobrado). Felizel que se sabe liberado de laesclavitud det consumismo y no ‘multiplica sus necesidades. El que se conforma con 10 que es y con Jo que tiene sin perseguir rique- zas fciles. El que tiene, comparte y reparte sin otro propésito que el de hacer un mundo mas solidario, (G. Mateu). Aprendamos a hallar riquezaen todo lo que tocamos Las mejores cosas de la vida nO on costosas ni diffciles de en- contrar, (A. de Mello). Cervantes y Miguel Angel. dinero, fueron ricos. Hallaron bri- lo en las flores, gloria en las pra- deras, libros enel murmutlo de los arroyos, discursos en las rocas y el bien en todo, Supieron que el duefio del panorama es muy rara vez el duefto de la tierra. Encon- traron sin esfuerzo energfa y tes0- +05 de los campos y los prados, de las flores y los péjaros, de acro- ‘yos, bosques y montaflas, como en todo polen hallan miel fas aby jas. Todo objeto de la naturaleza pare- traerles un mensaje del Crea- dor de todo lo bello, Para estas al- mas escogidas, cualquier obra de 200 39. LA RIQUEZ.A NO ESTA EN LO QUE TENEMOS SINO BN 1.0 QUIT SOMOS la naturateza tenia vetas de encan- to y energia y en ellas bebsan sus espiritus sedientos, a igual que el vigjero del desierto bebe el agua maravillosa del oasis. Parecerta que su (area consistia en extrace Fiqueza de las cosas y de 10s se- res, para volver a verterlas como una luvia refrigerante sobre la hhumanidad sedienta. (O. S. Mar- den). ‘Washington Irwing nos descri- be aun noble francés, que se con- solaba de la pérdida de su castillo, afirmando que para sus paseos de campo (enia a Versalles y Saint Cloud, y para su distraccidn en la ciudad posefa las sombras de las arboledas de las Tullerfas y del Luxemburgo... «Cuando yo paseo por esos hermosos parques, me figuro que soy su propietario, y de esta manera son mfos. Muche- dumbres enteras vienen a visitar- me, sin molestarme para que los reciba, Mis parques son un verda- dero «Sans Souci», donde cada uno estd a sus anchas y nadie es torba al dueito, Paris entero es mi escenario, donde asisto aun espec- tculo perpetuo. En todas las ca- Hes tengo casas en que se ha ten- dido la mesa, y centenares de cria- dos acuden de prisa a mis érde- nes, Cuando me he servido, les ago, y nada més tengo que ver con ellos, sin que deba temer por 0 de ser objeto de murmuracién, de contfictos taborates, 0 vfetima de ro00s si vuelvo las espatdas. Si recuerdo por un instante todo 10 que he padecido y reflexiono so- bre lo que gozo actualniente, me consiciero muy afortunado». (O. S. Marden). En realidad ta costumbre de sentirnos ricos por haber sabido educar Ia capacidad de hatlar ri- quezas en todo lo que tocamos nos enriquece. ¥ gpor qué no he mos de sentirnos ricos de todo to que nuestros ojos pueden gozar, aun cuando sea propiedad de otros? Y, ;por qué no hemos de poder gozar de la belleza de un jardin como lo hace su duenio? (Marden),

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