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OGROS Jesus Callejo 1c PDF
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© Jesús Callejo 2012
© Atanor Ediciones, S.L., 2012
www.atanorediciones.com
DEDICATORIA:
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Ogros, Cocos y Hombres del Saco
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Jesús Callejo
INTRODUCCIÓN
SOLO SE NECESITA MIEDO
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Jesús Callejo
PARTE PRIMERA:
Mitología infantil
"En nuestra infancia las criadas de nuestras madres nos
ponían tanta grima con hablarnos de un diablo ruin con sus
correspondientes cuernos en la frente, vomitando fuego, con
una cola por detrás, ojos desencajados, dientes de perro, zarpas
de oso, tez de negro y voz de león; Cuánto era nuestro miedo
al oír gritar a alguno: ¡Bú! Llenábannos la cabeza de espíritus,
brujas, magos, hadas, duendes, sátiros, panes, faunos, silvanos,
tritones, centauros, enanos, gigantes, nigrománticos, ninfas, in-
cubos, bullbeggan, changelings, Kitt-del-candelero, serpientes
de fuego, Robingood-fellow, Puckle, Tom Thomb, Hobgoblin,
Tom Tumbler, Bonesless, Spoorn, Ellwain y otros espantajos por
el estilo, como que tenemos miedo de la sombra que pintamos".
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Ogros, Cocos y Hombres del Saco
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Capítulo UNO
¿Qué es un
coco ?
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Ogros, Cocos y Hombres del Saco
C
on este estribillo tan manido y manoseado se ha
pretendido asustar a millones de personas, con la
única salvedad de que cambiaban los nombres y
las cualidades del dichoso "Coco". Unas veces te
comía, otras te raptaba, otras te asustaba, otras era
un gigante tragaldabas, otras un cíclope tontorrón y las más de las
veces los propios padres no sabían a qué carta jugar.
Y es que el coco es un personaje popular, conocido por
todo hijo de vecino e integrante no sólo de los mitos universales
sino de los arquetipos del inconsciente colectivo de los pueblos,
a pesar de que no exista una ficha policial de tan temido delin-
cuente. Y no existe por la sencilla razón de que nunca se ha dejado
fotografiar y ni siquiera se ha dejado ver a las claras. Su presencia
de notaba, o más bien se intuía, en las brumas de la noche, en la
oscuridad de los rincones de la casa, en los ruidos chirriantes de la
tarima, de las puertas y las ventanas. Los cocos, en realidad, son
habitantes de lo improbable, vecinos de la nada y protagonistas de
las pesadillas.
El coco es tan hábil y escurridizo que ni siquiera se han
puesto de acuerdo sobre su aspecto físico. Ha sido descrito de to-
das las maneras y muy pocas coincidentes, hasta se ha dicho que
no tiene forma, que es invisible y que en realidad no existe. Lo de
que es invisible, pase porque nunca se ha capturado a ninguno, ni
siquiera en sueños; que se le llame amorfo también pase, porque
se le ha llamado de tantas maneras que no creemos que se moleste
por esta palabra, pero eso de que no existe, habrá que verlo y para
eso nada mejor que continuar leyendo las páginas de este libro.
No es un secreto para nadie que la imaginación popular
es muy fecunda a la hora de crear persona¬jes, con base real o sin
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Jesús Callejo
"Dúrmete, meniño,
que ahí vèn o cocón;
pra comelos nenos
que non durmen, non".
2.- Seres que se llevan a los niños sin comérselos. Son los
Raptores y comprendería a la familia de personajes que simple-
mente secuestran a los niños y los transportan a algún lugar des-
conocido, aunque lúgubre, donde no se sabe muy bien qué harían
con ellos en caso de que se los llevaran de verdad (se presagia que
nada bueno). Serían el Coco, el Rampayu, el Hombre del Saco,
algunas hadas malvadas, aves rapaces nocturnas, seres acuáticos
escamosos y escamados, etc.
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Ogros, Cocos y Hombres del Saco
"Yo conocí a una niña catalana que, en una de las últimas expo-
siciones cubistas de mi gran compañero de Residencia, Salvador
Dalí, nos costó mucho trabajo sacarla fuera del local porque estaba
entusiasmada con los papos, los cocos, que eran cuadros grandes
de colores ardientes y de una extraordinaria fuerza expresiva".
"Duérmete, mi niño,
carita de ayote,
que si no te duermes,
te come el coyote".
les da lombrices.
¡A dormir! ¡A callar!
mira que viene el coco
y te va a llevar.
Dórmite niñito,
que viene la vaca
con los canchos d'oro
y las uñas e'plata.
Dórmite guagüita,
que viene la cierva
a saltos y a brincos
por entre las piedras.
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Ogros, Cocos y Hombres del Saco
Duérmase ya el niño
que viene el cuco
y se lleva a los niños
que duermen mucho.
Si no calla bemba
y lo limpia moco
le va'abri la puetta
a Visente e'loco.
Si no calla bemba,
te va'da e'gran sutto.
Te va'a llevá e'loco
dentro su macuto.
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Jesús Callejo
MIEDO AL OTRO
Tanto es así que hasta existe una peculiar teoría, que ex-
pone el escritor Jesús Pardo en su libro de curioso título, Zapatos
para el pie izquierdo, sobre la invención del coco por parte del
homo sapiens sapiens, llegando a la conclusión de que el coco eran
sus enemigos. ¿Qué enemigos? Pues la ruda raza de los hombres de
Neandertal que aparecieron sobre la faz de la Tierra hace 230.000
años. Eran dos especies humanas inteligentes condenadas a no en-
tenderse y que competían ferozmente por los mismos territorios.
Cuando los neandertales se extinguieron hace 30.000 años deja-
ron como legado a la posteridad el agorero recuerdo del coco. Y
no sólo eso. Entre un 1% y un 4% del ADN que tenemos en cada
una de nuestras células es herencia directa de los neandertales, se-
gún los resultados del Proyecto Genoma Neandertal que se dieron
a conocer en el 2010. La investigación indica que neandertales y
Homo sapiens se aparearon al menos dos veces, probablemente en
algún lugar de Oriente Medio, hace entre 50.000 y 80.000 años.
Pero fueron contactos esporádicos.
"El hombre de Neandertal —nos dice Jesús Pardo— con
su aspecto subhumano y su idioma incompresible, animalesco
quizá, aterraba a los niños y mujeres prehistóricos y mantenía a
los hombres en perpetuo estado de nerviosa vigilancia. El contac-
to con ellos era difícil, violento a veces. Así fue como su imagen
quedó indeleblemente impresa en nuestra mente colectiva: un ser,
sólo a medias humano, siempre al acecho en la penumbra".
Desde el punto de vista antropológico se sabe que las socie-
dades pequeñas son más proclives a desarrollar miedos colectivos.
La antropóloga Anne Bradford, de la Universidad de Michigan,
ha explicado cómo la tendencia a la supervivencia y a la autode-
fensa, hace crear a estos núcleos de población figuras imaginarias
o conservar otras basadas en la tradición popular, como el hombre
del saco o los babaus, que se llevarían a los niños del poblado.
De alguna manera, estas tendencias de autoprotección ha-
rían que estos seres del imaginario popular sirvieran como preven-
ción contra los extraños que pudieran entrar o inmiscuirse en el
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