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Trascendencia
de las decisiones
En la vida de los individuos
En la vida de las instituciones

OBJETIVOS

 Que los participantes se concienticen de que la decisión es uno de los


dos polos sobre los que gira la actividad humana y que está en relación
dinámica con el otro: el hábito.

 Que enfoquen la toma de decisiones como un fenómeno cotidiano que


se puede traer entre manos en cualquier momento y que determina la
calidad de vida.

 Que distingan una doble situación y sus implicaciones: decidir en forma


individual y decidir grupal y organizacionalmente.

 Que identifiquen una serie de factores socioculturales que hacen que en


la sociedad actual, el estudio científico de la toma de decisiones sea más
importante que en el pasado.
Las dos polaridades de la vida humana

La vida humana gira en torno a dos polos: los hábitos y las decisiones. Los
hábitos representan el mundo del automatismo, la repetición y la rutina, así
como los caminos trillados; es la esfera de la inercia, facilidad, seguridad, de
las cosas que caen por su propio peso.

Las decisiones son todo lo contrario: el alto en el camino, el lugar de la “y


griega” que hace reconsiderar la ruta, el momento de considerar y ponderar
las alternativas, el momento dramático de escoger o desechar perspectivas
que también atraen y se antojan.

Es cierto que no todo en el mundo de las decisiones es dramático y


trascendental. La vida está salpicada de pequeñas decisiones:
 Al llegar al restaurante me presentan la carta y tengo que decidir: ¿qué
platillo voy a ordenar?
 Al invitarme un amigo a un día de campo el próximo fin de semana, que
aún no tengo programado, estoy comprometido a decidir si acepto o no
la invitación.
 El futbolista en un determinado punto se cuestiona —tal vez en el
relámpago de un instante: ¿tiro a gol o paso el balón a mi compañero
Pérez?, ¿o a López?
 El jugador de ajedrez se pregunta: ¿le “como” este alfil a mi
contrincante?, ¿mejor muevo el peón?, ¿o la torre?.

Aunque también nos confrontamos con decisiones trascendentales:


 ¿Me caso con Juana o con Matilde?
 ¿Me divorciaré ahora, después de 12 años de matrimonio?
 ¿Me inscribo en la carrera de Química o en la de Administración?
 ¿Dejo el trabajo de Morelia, por el que me ofrecen en Mérida?

Se llega a dar el caso de que la calidad de vida de una persona depende, para
bien o para mal, de una decisión tomada en un momento; por ejemplo, la de
elegir pareja o carrera, la de haber aprovechado tal oportunidad o tomado tal
riesgo.

A fortiori revisten importancia las decisiones que involucran, no a una persona


ni a una familia, sino a la gran empresa transnacional, la ciudad de millones de
habitantes o tal vez a países enteros.

Trascendental, por ejemplo, fue la decisión de Cristóbal Colón, aquel 9 de


octubre de 1492, al no doblegarse a las presiones de los marinos que le
instaban a admitir el fracaso de su expedición y regresar a Europa. Así también
lo fue la decisión de Harry S. Truman de lanzar la bomba atómica sobre
Hiroshima y Nagasaki, y dar con esto un nuevo giro a la Segunda Guerra
Mundial.
Trascendentalmente actuó el ex presidente López Portillo cuando adoptó la
opción de vivir al estilo de “la abundancia.” La función máxima de los
dirigentes, tanto en la vida familiar, como en la administración de las empresas
y negocios de la política, es la toma de decisiones.

Un jefe, un ejecutivo es, por definición, el que toma las decisiones. Más aún: un
modo sencillo para conocer y valorar el nivel jerárquico real de una persona
dentro de una institución, es averiguar qué importancia en la toma de
decisiones tiene.

En cualquier escenario de la vida, cuando las decisiones sistemáticamente se


toman bien, se logra con facilidad la satisfacción de todos y la institución
marcha sobre ruedas. De lo contrario, se gestan, desarrollan y proliferan
marañas de problemas, acusaciones mutuas, resentimientos, pérdida de la
motivación, y al cabo de todo, ineficiencia y caos.

Un tema de gran actualidad

Estamos adentrándonos en un tema de gran actualidad. Por una parte, los


adelantos modernos han multiplicado hasta el infinito la variedad de
alternativas en todos los campos y ha nacido una nueva ciencia: la toma de
decisiones basada en la información y comunicación como existen en la era de
la cibernética y de las computadoras.

Por otra, van pasando a la historia las épocas de los dictadores políticos,
religiosos y empresariales, que relevaban a los pueblos del privilegio y
responsabilidad de decidir: el autoritarismo es ya anacrónico.

Parece abrirse la aurora de sistemas más democráticos, basados en la consulta


y participación de todos. Paralela a la democracia política, se ha consolidado la
democracia empresarial. Al estudiar las decisiones, nos ponemos a tono con las
preocupaciones más vitales de nuestro momento histórico, principalmente en
los países que apenas y con dificultad comienzan a sacudirse el peso de las
tradiciones seculares de dominio, manipulación e infantilización masiva.

Desafortunadamente en esta carrera hacia la superación y madurez queda


siempre a los individuos la alternativa de marginarse, evadirse, rendir las
armas; en una palabra, de no decidir, sino buscar que otros decidan por uno.
Tal parece ser la actitud de gran parte del pueblo mexicano. Por eso estamos
como estamos.

Es significativo que la obra más importante de uno de los más notables


psicólogos del siglo XX, Erich Fromm, lleve por título Escape From Freedom (El
Miedo a la Libertad). Se debe reconocer que la decisión es un tema humano
complejo, y es ingenuo enfocarlo como una mera técnica que se pueda
aprender y dominar en un curso de 20 horas.

La decisión, como toda actividad humana importante, involucra a la persona en


su totalidad: determinación, resolución, audacia, disciplina, ponderación,
claridad de ideas y propósitos, seguridad, dedicación, compromiso y renuncia.
Todo ello puede requerir una verdadera reeducación de los individuos y
de los equipos.

Se recuerda que en la Biblia, se exalta la sabiduría de Salomón. Se complace


en describirla e ilustrarla con una decisión bien tomada: el famoso “Juicio de
Salomón” (Primer Libro de los Reyes; capítulo 3).

Y es por esto, que nuestros antepasados colocaban las grandes decisiones en


el lugar de lo “sobrenatural”, y así crearon y establecieron oráculos en zonas
importantes de los reinos, como el de Delfos, en los que personas “inspiradas”
por los dioses (profetas, pitonisas, sibilas) transmitían las decisiones o por lo
menos ofrecían sustanciosa ayuda para tomarlas.

Las personas inmaduras son amantes de que las cosas difíciles las decida la
suerte, por ejemplo, a través de un “volado”. La caracterología nos ofrece una
amplia gama, en cuyos dos extremos aparecen respectivamente las gentes
indecisas, las cuales siempre difieren las decisiones, y las precipitadas, a
quienes les dicen en México “las aventadas”, porque sin ton ni son llevan a
cabo lo primero que se les ocurre.

Independientemente de nuestro nivel social y laboral, la vida nos hace


confrontar el tema de las decisiones. Nadie puede escapar a ellas, so pena de
caer en la regresión psíquica, para adoptar comportamientos de niños
pequeños o, peor aún, de deficientes mentales. “La vida es un caballo —
escribió Cregory McDonald— y de ti depende llevar las riendas o bien que ella
te lleve a su antojo.” (cf. Selecciones, enero 1985, pág. 99.)

PRÁCTICAS
1. Los participantes al seminario preséntense uno a uno, en ronda.

2. Informen al grupo de manera breve sobre su puesto de trabajo y el tipo de


decisiones que implica.

3. En grupos de 4 o 5 personas platiquen sobre las decisiones que con


frecuencia toman en la vida familiar. Relacionen en este contexto los dos
términos del binomio hábito-decisión.

4. En grupos preparen mini discursos, de 3 o 4 minutos, sobre el tema: “La


democracia hace particularmente necesaria la educación para la toma de
decisiones”. Un representante del grupo pronuncie el discurso.

5. Formen parejas en selección mutua y respondan ante el compañero la


pregunta: ¿me considero una persona decidida o indecisa? Expliquen sus
puntos de vista al respecto.

6. Formulen por escrito sus objetivos para este seminario de toma de


decisiones. Compártanlos con algún compañero, o bien, con todo el grupo.

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