Está en la página 1de 6

CULTURA Y VIOLENCIAS EN ESCENARIOS EDUCATIVOS

Juan Manuel Sánchez**,*, Concepción Hernández*, Alejandro Villamar Bañuelos*,


Georgina Martínez Montes de Oca*, Julio César Lira González*, Zyanya Ruiz Ávila**,
Blanca Estela Carpio Solís*, Marla Cecilia Pimienta Hernández*, Marisol de Diego
Correa***, Neftalí Secundino Sánchez****, Chantal Gutiérrez****, Fortunata Sánchez
Virelas*****, Vanessa Enore Reyes Escoto*****, Rosa María Salgado Medina******,
Ezequiel Cárdenas Mendoza******, Jesús Roberto Gómez Cuellar******

*Universidad Pedagógica Nacional


Unidad 097 DF-Sur
**Facultad de Psicología
UNAM
***Departamento de Investigaciones Educativas (DIE)
Cinvestav
****Universidad Pedagógica Nacional
Unidad 122 Acapulco, Guerrero, México
*****Universidad Pedagógica Nacional
Unidad 113 León, Guanajuato, México
******Universidad Pedagógica Nacional
Unidad 163 Uruapan, Michoacán

Introducción

Desde hace varios años un equipo amplio de investigadores nos hemos dado a la tarea de

construir propuestas metodológicas -con una intencionalidad multidisciplinar-, que nos

permitan generar miradas de indagación sobre las Violencias que se generan en diversos

Escenarios Educativos.

La mirada conceptual que atraviesa el trabajo que hemos desarrollado se encuentra

asentada en la importancia de la indagación de la cultura como constructo que guie

nuestras comprensiones e interpretaciones sobre el fenómeno de las violencias en dichos

escenarios.
La manera en que hemos ido abordando el planteamiento de la cultura ha sido bajo

lo que denominamos premisas de cuestionamiento y que implican precisamente eso,

cuestionarnos lo que en la actualidad se ha presentado como dado. Para guiar la

comprensión de los lectores presentaremos las premisas y argumentaremos sobre las

mismas.

Premisas de cuestionamiento

1.- Percepción general sobre cambios globales con poca o nula identificación

de especificidad procesual.

Señalar en la actualidad que muchos son los cambios que hemos vivido en las últimas

décadas puede ser una verdad que nos lleve a su afirmación, pero que poco nos ayude a

comprender de manera más cabal a qué hacemos referencia cuando de ello hablamos.

Dicha premisa de cuestionamiento, no implica que no reconozcamos la existencia

de cambios dentro de nuestras sociedades, pero a veces, su tan reiterada mención nos

escotomatiza y obstruye la posibilidad de ser sensibles a identificar las génesis

transformacionales en nuestros contextos particulares. Es decir, cuando hablamos del

problema de la violencia, particularmente dentro de los escenarios escolares, tendemos a

realizar adjudicaciones inmediatas con respecto al fenómeno, esto es, señalamos como su

causa a la familia, a los iguales, a la pobreza, a la falta de una buena educación en las

escuelas, etc., mas poco reflexionamos que cada uno de estos elementos se encuentra en un

proceso de transformación, de reconceptualización y de significación identitaria con

respecto a los procesos de globalización de los que tanto hacemos mención.


2.- Culturas globales vs Culturas Locales

Se observa poco a la hibricidad que confieren los procesos de globalización, es decir, parece

que cuando hablamos de estos se hace desde una globalización dominante u homogénea.

El problema de manifestarlo así es eliminar la esencia misma de la globalización, pues es

precisamente lo que da la esencia de lo global es su carácter de heterogeneidad, de

multiplicidad y de diversidad. La propia internet, a la que se aduce tanto cuando se habla

de dicha globalidad, tiene en sí misma la posibilidad de que un habitante de una cultura

local pueda mirar tantas ventanas como culturas existen sobre un mismo fenómeno,

llámese este matrimonio, sexualidad, violencia, educación, justicia, religión, o lo que desde

su computadora pueda teclear en el buscador de su preferencia.

Sin embargo, como se habla siempre de una “globalidad dominante”, esto genera

que valores de una sola cultura –la dominante- se pongan de ejemplo como valores

universales y por ende propicios para que los “adopten” las culturas locales.

Quizás un cuestionamiento, que podemos hacer desde la lógica de lo señalado, es si

la construcción conceptual del bullying corresponde a las premisas relacionales que

tenemos en la cultura que denominamos de “lo mexicano” o debemos de construir una

conceptualización propia de lo que se presenta en la actualidad en nuestras instituciones

escolares.

La construcción propia no refiere a un sentido chauvinista, sino a un sentido de

exigencia y compromiso social con el trabajo de investigación y sobre todo con las

propuestas de intervención que del mismo emanen.

Hasta el momento hemos señalado a la cultura como el eje conceptual base para la

indagación de lo que denominamos las Violencias en Escenarios Educativos. Pasemos pues

a clarificar a qué hacemos referencia cuando hablamos de Violencias.


Las Violencias

Por lo señalado anteriormente suponemos que el lector no espera que hagamos una

clasificación de “tipos” de violencia que existen –si es que dichos tipos existen-, tampoco

realizaremos aquí una caracterización de los rasgos de personalidad de los que violentan,

de los que son violentados y de los que observan las situaciones de violencia. Identificamos

que existen diferentes Violencias, o al menos la manifestación de éstas es diferente,

diversa, pero la incidencia de cada una de ellas en los escenarios, o sujetos que participan,

no parece generar las mismas situaciones. Es decir, podemos ciertamente poner en duda

que violencia genera violencia, ya que hasta ahora lo indagado parce no corresponder con

este planteamiento.

El lector se preguntará, ¿entonces por qué le llaman Violencias?, y ¿cada que lo

mencionan, colocan la V, de Violencias en mayúsculas?

Cuando vamos a los Escenarios Educativos (otra vez con las mayúsculas), lo que

encontramos es que algunas de la aplicación de las “normas institucionales 1” (de la escuela

secundaria por ejemplo), desde la percepción de los alumnos, es un acto de violencia. Por

ejemplo, el que a unos estudiantes se les permita jugar en determinados espacios y tiempos

escolares y a otros no. Esto no lleva a pensar que la escuela en sí misma podría ser un

potencializador de situaciones de violencia o Violencias, ¿qué genera que “algunos”

estudiantes perciban esto como violento y otros sean indiferentes a ello?, eso es el punto

nodal de la indagación, es decir, comprender la génesis del potencial de violencia que tiene

la “normatividad” institucional en contextos y situaciones específicas.

Existen ciertamente algunas otras Violencias que no necesariamente a la luz de los

participantes son percibidas como tal, sin embargo, desde una perspectiva cultural más

1
Si bien existe una Normatividad Institucional en las escuelas de educación básica, ésta se aplica en el cotidiano de
acuerdo a criterio.
amplia sí corresponden a Violencias sociales, una discusión que aún dentro de las ciencias

sociales no logramos avanzar.

Entonces hemos hablado acá ya de varias Violencias, las que potencializa la

institución, las que perciben los participantes, las que sancionan los organismos de

derechos humanos, pero cada una de ellas desde nuestra perspectiva no deben catalogarse

en abstracto, sino deben de mirase desde los ojos de la cultura, que son los ojos del

contexto, de la situación y de la definición que el sujeto tenga de la misma situación o

actividad contextual en la que se encuentre involucrado en un momento (espacio) y tiempo

específico.

Los Escenarios Educativos

Pareciera que su especificación es la más sencilla, aunque se puede tornar la más compleja.

Cuando hablamos de escenarios educativos no nos referimos solamente a la escuela, sino

que estamos pensando en la familia, en la comunidad, en las instituciones religiosas e

incluso en la misma calle, ¿qué aprendizajes se obtienen en cada uno de dichos

escenarios?, y ¿cuáles de estos aprendizajes se manifiestan en unos escenarios de manera

más o menos indiscriminada y cuáles no? Hablar pues de Escenarios Educativos, con

mayúsculas, nos confiere pensar en los significados que los participantes tienen de los

mismos y cómo en cada uno de ellos se filtran comportamientos, valores y sentidos de

formas selectivas. Consideramos que no toda la violencia social se filtra a las escuelas, el

quid del asunto es comprender cual sí se filtra y por qué. Así pues, cuando hablamos de

Escenarios Educativos, pensamos en espacios de significado con temporalidades y acciones

especificas y no solamente en espacios físicos constreñidos a muros y rejas, aunque las

mismas también son importantes.


Reflexiones finales

Los avances que tenemos hasta ahora es la problematización de aspectos teóricos teniendo

como base elementos empíricos que hemos ido recogiendo en los diversos escenarios de

indagación.

Ello nos ha generado un monstruo de siete cabezas, pero ojo, no estamos haciendo

referencia al fenómeno de las Violencias, sino que al monstruo de siete cabezas lo

representa nuestra imposibilidad metodológica para tejer una mirada que nos permita la

indagación de fenómenos en constante movimiento, diferentes sí, a las situaciones

estáticas con las que hemos trabajado durante muchos años y que desde nuestra

perspectiva nos muestran una cara de la luna, pero no siempre la cara que suponemos

estamos mirando.

El reto no es menor, pues implica aprender a no desestimar los avances que se han

generado en la investigación básica y en la aplicada desde perspectivas que no concuerdan

de primera instancia con nuestros planteamientos -ello en sí mismo es complejo- y por

otro lado, tenemos el reto de aprender a mirar lo sencillo como sencillo para extraer de eso

mismo su complejidad.

También podría gustarte