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HUMANISTICA On enjoque desde a Historia — de las Mentalidade) PAJAROS, BANDOLEROS Y SICARIOS PARA UNA HISTORIA DE LA VIOLENCIA EN LA NARRATIVA COLOMBIANA Jaime Alejandro Rodriguez Ruiz! Imagen cptaa dea pata de * Parana E ste articulo es una apretada sintesis de lo que se podria llamar la evolucién del personaje protagonista de la violencia colombiana. Por tratarse de un ejercicio, sélo se trabajaron tres momentos de nuestra contemporaneidad, a través del andlisis de los protagonistas que la encaman: el “péjaro” (asesino de la llamada “violencia” de los afios cincuenta), el guerrillero (y su versin “ristica”: el bandolero) y el sicario. E. un trabajo anterior sobre novela colombiana contemporiinea, ‘me preguntaba si podréa haber alguna conexién entre el hecho de que en Colombia no haya existido un movimiento de vanguardia literaria, tal como se habia presentado en otros muchos lugares de Htispanoamética, y la debilidad de los gestos posmodlernos en la novelistica reciente’, Al querer profundizar en la cuestién, me encontré posteriormente con La hipstesis propuesta por el fildsofo colombiano, Rubén Jaramillo Vélez’, segiin la cual, nuestro pais posee una peculiaridad idisosincrdtica que consiste bésicamente en la postergacién de una vivencia plena de la modernidad, y que se reflejarfa en actitudes concretas como la intolerancia y sobre todo la violencia extendidas. Esta hip6tesis conduce necesariamente a enfrentar la posibilidad de rastrear Jo que podrfamos llamar una genealogfa particular de dicha * Me eflero a una de las concisiones demir: Atooncienciay posmodernidad, Metafcién en Txnovelacolombiana (Bogoté St dion, 1995p. 8) ® Merle alo que Rub aramillo expone en presentacin de los doe esas que confonnan el ‘ofnen Colomibi: la modemida pestergaa (Gogoté: Arguments, Tes, 1994) y que, sen 6 «stn motvados porla misma inguetud:“haoer conscint a peuliaridadidosncrtica de nest ‘paver elacin con ka moderna” (p.V. HUMANISTICA peculiaridad, Un intento en este sentido lo realz6 el historiador Daniel Pectut! cuando propuso en su momento que ‘nuestra experiencia no habia podido ser plena porque una serie de bloqueos de tipo cultural y poltico habrfan hecho que la entrada dela modemidad a nuestro pats se hubiera hecho por “via negativa’, de modo que lo que hhabriamos experimentadofinalmente habria sido una pseudo o, mejor, para- modemidad. ‘Ahora, el fracaso del proyecto moderna en Colombia podfa enfocarse desde dos perspectivas: 1) como fracaso ideolégico; obien, 2) atendiendo a ta observacién y examen de ese conjunto de ideas y creencias que se habria ido conformando como resultado de los vaivenes y paradojas de nuestro proceso de modemizacién, hasta constituir una rmentalidad, es decir, una respuesta al mundo distinta, en todo caso — siguiendo a Vovelle—, de un pensamiento claro o de una elaboracién cultural, que tenderfa a favorecer los signos de la modemidad sin asumirla en su esencia, “Deno de las Joma Nacionales de Ciencia y| ‘Tecnologa, en as que se presentaron es resultados dela Misn de C&T, Daniel PScat (catesten de la Bxcuela de los tuo y Ciencias Sociales de Par), hizo un ands de fa modemidad en Colombia, cya snasis se bls en GAC de ‘COLCULTURA (Colombia) #8 en agostovcpinbre de 1990, ps. 1517, Eres ariculo (*Modemidad, ‘modemizacn y cultura”) se presenta lo quel histriador lakes obstculoscauralesy poliions para tna entrada normal de la :moderidad (y la modemizacin) en nusto pas. * Elbo de Michel Vell Keologiasy _mentaldads, ser oto pronto, una de as referencias orstaies el tabajo, especialmente en Jo que tiene que ver con la diferenciacion entree concepto de ideologia y el de mentalidad, como se verimas adelante 106 El uso de la nocién de mentalidad en literatura debe ir ligado al de “ideologéa” (definida desde la perspectiva sociocritica), ya sea que se entienda aqui mentalidad como “traza” 0 como “resistencia” ideolégica. Sélo asi, creemos, es como. podriamos entender la calificacién de “testimonio insoslayable” que finalmente hace Vovelle cuando se refiere a la literatura. El trabajo que entonces emprendt favorecié este segundo enfoque, examinando uno de los aspectos mas dolorosos ce nuestra para-modemidad: Javiolencia. En realidad, fo expuesto aqui es una apretada sintesis de lo que, a modo de ejercicio, esti escrito en forma mis extensa en otro lado: el seguimiento deo que podrfamos llamar la evolucién del personaje protagonista de la violencia colombiana, en intima relacién con la revisién de los distintos experimentos de modemizacién socio- politica del pats, Por tratarse de un ejercicio, slo se trabajaron tres ‘momentos de nuestra contemporaneidad —que podrfan reflejar tres tipos de violencia—, a través del andlisis de los protagonistas que la encaman: el “péijaro” (asesino dela Hamada “violencia” de los aftos cincuenta), el guerrillero (y su versi6n “ristica’: el bandolero) y el sicario. Para llevar a cabo estos propdsitos, el trabajo se dividi6 en dos partes: una primera de discusidn de los marcos de referencia y tuna segunda, el ejercicio mismo de andliss de los personajes en un corpus seleccionado de narrativa colombiana contempordnea, I. Discusién de algunos marcos de referencia. 1, Relaciones entre literatura e historia de las mentalidades. Parece haber un punto de contacto claro entre Ja historia de las mentalidades y la historia literaria cuando ésta se dedica a " astreat” lo que podrfamos llamar los ‘temas favoritos propios de la historia de tas mentalidades: la muerte, la vida cotidiana, la fiesta etc; de modo que lo ‘que hermanaria estos dos géneros historigréficos srfa su campo de accién, su temética, Sin embargo, si bien esta condicién puede dejar bien parado al historiador literario, en cambio genera ‘una pregunta atin més compleja parael historiador de las mentalidades: la de la perfinencia de la literatura como fuente histérica. Desde una perspectiva distinta, existirfa otra manera de hermanar historia ISTICA literariae historia de las mentalidades y serfa deslizando el énfasis hacia éste ultimo género, de modo que lo que haria cl historiador de las mentalidades seria cemplear la fuente literara y ponerla al servicio de sus propésitos, Esto suele suceder en casos en que la literatura se ‘vuelve una fuente importante (tal ver por escasez de otras, como el testimontio ‘ola fuentes ioonograficas y anqueolégicas) Para Vovelle, sin embargo, el asunto se podrfa resolver en la medida en que las dos estrategias se pudieran ‘complementar con base en lo que él llama una historia total o vertical “que toma el hecho para intentar analizarlo (através del hilo del tiempo) en todas sus prolongaciones, hasta la complefidad de las producciones més sofisticadas de Jo imaginario, lo cual incluye, la religin, la literatura ye arte, en una palabra, la ideologfa en sus formas elaboradas” (Vovelle, 42) Esentonces cuando resulta importante retomar la diferencia base entre H ideologfa y mentalidad. Vovelle propone la discusin desde el punto de vista de una posible autonome de la nocén de mentalidad frente a la de ideologfa. En principio, una historiade as ideologtas estarfa del lado de la mirada sobre las élites, mientras que la historia de las smentaldades estarfa del lado de una mirada sobre los marginados y los desviados. Panto ideologia como mentalidad serian conceptos que responden a “dos herencias diferentes, «dos modos de pensar: una mas sistemitica y otra voluntariamente empftica..” (Vovelle, 18) Habra dos caminos para decidir sobre una autionomia del conoepio de rmentalidad: de un lade, examinar su inscripein en el de idelogfa; de otro, forzarsu posible comportamiento independiente, En el primer caso, habréa varias interpretaciones de dicha inseripciGn: la primera vera ka rmentalidad como la traduccién de un nivel inferior deideologfa, como las hnuella de una ideologja hecha trizas y Ja segunda apuntariae ver la rmentalidad mas bien como resistencia, como identidad preservada y auténtica mas allé de la contingencia ideologica. (Quienes optan por una consideracién de Jaautonomta del conoepto de rmentalidad, aeuden per lo general alos ‘términos “inconsciente colectivo” 0 “jmaginario colectvo’, nociones que remiten a la autonoma de una aventura mental colectiva que obedece a ritmosy causaldades propia, sparentemente independiente de todo determinismo socioeconémico y sin referencia a las ideologias constituidas (Vovelle, 16) Anuestro entender, e uso de la nocién de mentalidad en literatura debe ir ligado al de “ideologfa” (definida desde Ja perspectiva soctocritica), ya sea que se entienda aqui mentalidad como “tra ‘como “resistencia ideol6gica. Slo a asi, creemos, es como podrfamos entender la calificacin de “testimonio insoslayable” que finalmente hace Novelle cuando se refiere ala literatura Bajo el marco de la modernizacién concretamos un amplio y dtil espectro de nuestra idiosincrasia: prejuicios culturales e ideol6gicos que nos confunden, auto-conservacién a ultranza que nos conduce fécilmente a la intolerancia, la paranoia y la violencia “justificada”. 2._ Bl proceso modemizador en Colombia. Hemos utilizado dos planteamientos de Jaramillo Vélez para relacionarlos con el propésito de nuestro trabajo: uno proviene de su aticulo ‘Tolerancia e llustraci6n’,en el que el {ildsoo reflexiona al rededor del problema de una supuesta “edueacién para la intolerancia” que caracterizarfa nuestros comportamientos en Colombia, yy causa estarfa enraiz pasado hispdnico remoto del que lacon un hhabefamos heredado ciertos asgos, Tas de hacer un reoorrido por ese pasado, Jaramillo llega a la conclusin de que “el asunto de la intolerancia aparece culado al de la religién” (Jaramillo, 190) y,asu ver, el asunto de a religidn aparece vinculado al dela auto conservaci6n, Auto-conservacn que, de Carlos V, se para el caso dela Esp justifica en la medida en que la estabilizacin de la noblezacastellana sélo se poi lograr mediante rmecanismos de exclusin y persecucién eligiosa”. Auto-conservacién que, en el caso americano (por via de la educacién yde la contra reforma), se habria heredado como prejuicio, es decir; como abreviacién del pensamiento; prejuicio bésicamente contra la modemidad, y (que pervive, tras 500 afios de cultura autoritara y dogmética, hasta converse en mecanismo de agresion y justficaci6n de La violencia. lotro planteamiento de Jaramillo (proveniente de su aticul: Posterg: modernidad en Colombia), til a i6n de la experiencia de ‘nuestros propésitos, consiste en mostrar el particular comportamiento de, nuestros procesos de modernizacién, los cuales se vieron afectados, desde un comienzo, por dos condiciones: una es la que Jaramillo lama ingenuidad 0 infantlismo en la puesta en escena de factores de moderizaciGn, La segunda, el peso que significaba, para el pas, la facticidad del cardcter de la colonizacién espaol ‘Aun primer momento, caracterizado por el intento a ultranza de abandonar el influjo del pasado colonial espatil, con sus dos contrapesos la ingenuidad y la facticdad de ee pasado, sobreviene in 108 segundo en el que se combina un retomo a la traicién hispdnica y la iniciacién de un proceso de consolidacién nacional: el llamado periodo de la regeneracién, en el que, a nombre del orden, se fortalec la represién y se entreg6 a la iglesia catlica los aparatosideol6gicos para su manipulacién, todo lo cual constituyé en realidad una gran reaccin contra los “errores” de los tiempos moderns. ‘Aunque el cleo solo cumplié un papel subaltemo en relacién con un esquema productivo que el poder dominate iimpuso (los valores “hacendarios”), sin proponéselo intencionalimente, se convierte en agente propagador de kas racionalizaciones que legitimaban ese poder, “condicionando cada uno de los actos colectives ¢ individuales y dando un perfil caraeterstico al grupo cultural entero” faramillo, 45) “.. durante su vida republicana, Colombia ha pasado por tres etapas de lucha guerrillera, diferenciables a su vez, por tres elementos fundamentales, a saber: el contexto general en que estas guerras se producen, el cardcter de los protagonistas que han participado en cada una de ellas y las motivaciones u objetivos que las han suscitado”, Gonzalo Sanchez G Pero lo mas interesante de este periodo es la contradiccién que se desarvolla en el sentido de que, mientras el proceso de consolidaci6n nacional exige el cambio acelerado de la estructura socioeconémica del pas, en el campo ieol6gjco se produce un etomo, y de se modo, las estructuras de poder no cambian simulténeamente, “ni las imgenes miteas del eonsenso colectvo, creando un caso excepeional en la historka de la América latina” (Jaramillo 45): ese sineretsmo colombiano sui géners, esta modemnizacion en contra de a modetnidad, que permitirfaen los primeros decenios del siglo XX avanzar enel terreno infraestructural sin variar, substancialiente la concepeidn tradicionalistao la visin de mundo y la ideologta (46). La consecuencia més dramética es que la“modernidad” como ideologia se inserta en un esquema utilitarsta, pero no se integra mentalmente. Esta ausencia de asimilacién efectiva y real de la modernidad como ideologfa y el vance téenico imparable, conduce, en un tercer momento: nuestra. contemporaneidad, a enfrentar sin preparacién los embates de una anomia social. “La carencia de un ethos secular, afirma Jaramillo, de una ética ciudadana, constituye nuestro mayor problema” (Jaramillo, 49). Yeste problema parece estar en el nicleo de comportamientos anormales, peligrosamente disemninados en Colombia. 109 Es Imagen cptada da pantalla de lever Sinn Mejia Con relacién a ese “mimetismo” rmodemizador (questo copia signos pero no asimila esencias), Daniel Peet, afirma en su aticulo: Moderidad, modernizacion y cultura, que &taactitud correspond lo que podria denominarse una pseudo o para- modernidad, es dei, aun proceso de ‘modemizacién superficial, cuya explicacin estaria en una serie de bloqueos cultures y poltiens que hhabrian forzado a una entrada por via negativa de la modernidad en Colombia. Entre los obstéculos calturales que destaca Pecéut, estan: el poder de bloqueo de la iglesia catéica, que sobre todo en lo ideolSgico ha constituido siempre una resistencia al proceso movlerizador ya todo el espfritu dela moderidad, Otros Factores ‘antimodernizadores serfan: el arraigado provineialismo de nuestra lites, la débil apertura hacia el mundo exterior, Ja vinculacidn de fos intelectuales los partidos tradicionalesy el peso de los valores rurales en la vida colombiana Entre os obstéculos politics Pecdut menciona: la ausencia de identidad de clases medias y populares, la precariedad del estado, la fragmentacién del poder, ka inestabilidad de la vida politica (Quiz todo este panorama correspond a lo que ya Garcia Marquea reseitaba en su eélebre proclama Por un pas al aleance de los nifios? Esta encrucijada de detinos ha forjado ‘una patria densa e indescifrable donde lo inverosfiil es la tinica medida de la realidad, Nuestra insignia es la ddesmesura, En todo: en o bueno yen lo malo, en el amor y en el odio (6)... Pues somos ds patses a la ver: uno en el papel y otro en la realidad... En cada ‘uno de nosotros cohabitan de la manera sms arbitraria la injusticia y la impunidad.... No porque unos seamos alos otros buenos, sino por que todos pauticipamos de ambos extremos. Llegado el caso —y Dios nos libre— * LafamoseProclama de Gara Manuez (Por un paisal aleance de es ifs) se enventraen el informe cojunto que los 10 comisionades de isn “Cenc, educacin y desarllo” (entre ks ‘que se enoontaba Garcfa Marquez) entegaron al biemo clombiano en julio de 1994 bajo el titulo: Colombia: al filo dea oportunidad, HUMANISTICA, todos somos capaces de todo (Garefa Marquez, 7), Y fintalmente advierte Gara Marquez algo que ha servido para guiar nuestros andlisis: ¢Bxiste alguna diferencia entre el personaje que protagoniza la violencia de los afios cincuenta y la més cercana? Esta y otras preguntas enmarcaron la observacién que se hizo de los personajes de las tres obras seleccionadas, teniendo en cuenta que su papel no es slo estético o estructural, sino representativo y simbélico, "Tal vez una reflexidn més profunda nos permita establever hasta qué punto este ‘modo de ser nos viene de que seguimos siendo en esencia la misma sociedad excluyent, formalistay ensimismada de a Colonia... tal vez estemos pervertidos por un sistema que nos incita a vivir como ricos mientras el cuarenta por ciento de la poblacién malvive en la nigeria... Conscientes de que ningéin gobierno ser capaz-de complacer esta ansiedad, hemos terminado por ser incrédulos, abstencionistas ¢ ingobemables, y de un individualismo solitario por el que cada uno de nosotros plensa que solo depend de s mismo (Garefa Marquez, 7). Bajo el mateo de la modernizacién ‘concretamos un amplio y titil espectro de nuestra idiosincrasia: prejuicios calturales ¢ideol6gicos que nos confunden, auto-conservacién a ultranza que nos conduce Fécilmente a 110 Ja intolerancia, la paranoia y la violencia “justificada”. 3. La violencia en Colombia. Los mpulsos de modernizacién tienen en Colombia un correlato: la guerra. Esto es Jo que afirma el historiador Gonzalo Sdinchez G2 al respecto: durante su vida republican, Colom- bia ha pasado por tres etapas de lucha guerrllera, diferenciables a su vez, pot tres elementos fundamentales, a saber: cel contexto general en que estas guerras se producen, el cardcter de los protagonistas que han participado en cada una de ellas ylas motivaciones w objetivos que las han suscitado (20). Segtin Sancher, el primer tipo es el de Jas Guenras Civiles, que se desarrollaron cence siglo pasado y que tuvieron como motivacién las pugnas internas entre la clase dirigente. Esta participaba proporcionando tanto la orientacién politica como la direocién militar “se ‘rataba en tltimas de guerras entre caballeros de un mismo linaje y por eso al término de las mismas era frecuente ‘una mutua complicidad en la preservacién de sus respectivas propiedades”,afirma Siinchez (Sanchez, 20), El segundo tipo es el que se produce a medias del presente siglo, en el period que se conoce como “la violencia”, Segtin Snchezen esta "sua Lim esis wobec con el quese aire un extenso volumen que compila traajos sobre a voenelacolombiana bol tile: Pasa y presente dea voknciaen Colonia guerra, la direccién politica la ejerce Ia clase dominante, a través de los partidos tradicionales, pero la conduccién en el plano militar a hace el pueblo mismo, especialmente el campesinado, “Este desfase entre direccién ideolégica y conduccién militar es el que explica en buena medida su doble movimiento: por ‘un lado, sus expresiones andrquicas, y, por otto, su potenctal desestabilizador y sus efectos de perturbacién sobre el conjunto de la sociedad” (Sanchez, 21). En una teroera etapa, que comienza al rededor de los afios sesenta, tanto la orientacién ideolégica como la 7 conducci6n militar ya no la ejercen las clases dominantes. “Su objetivo declarado,afirma Sanchez, no es yala simple incorporacién al estado, sino simple Hanamente la abolicién del régimen existente” (Sanchez, 21), Esa squerra que surge como confrontacién entre la guerilla revolucionaria y el estado, Para la situacin contemporénea, la guerra se ha complejizado tanto, que ya nos posible hablar de una sola guerra, sino ms bien de muchas quese entrecruzan: pervive la lucha guerilera con sus dos manifestaciones ms clara: I Imagen copa dl pana dt thsi Simin Nels la que ejerce la guerrilla de izquiendas (asu vez fragmentadaen varios grupos) y que se desarrolla mi itarmente a través del enfrentamiento entre guerrilla ¥ ejercito; y politicamente entre guerrilla y estado, La otra cara ce esta guerra es el enfrentamiento entre guerrilla y grupos paramilitares; estos tiltimos surgidos inicialmente como “autodefensas” ccampesinas organiza y financtadas por miembros de la clese dominante que ‘combaten as en forme paralela al estado el avance de la guerrilla, La otra ‘guerra es la que se produce como efecto del crecimiento desmesurado del narcotrafico como forma de vida. En esta guerra, el objetivo es la consolidacidn de un poder econdmico, pero las estrategias militares se basan ms en ef terorismo que en la lucha sgueriller tradicional. Su direecién no Jagjerce la clase dominante, ni el pueblo, sino un grupo de persona, sin orientacién politica 0 ideoldgica, y la desarrolla a través de mercenarios y sicarios cuya tinica motivacién es el beneficio econdmico. No se pretende la abolicién del régimen, sino la participacién en el estado, y en esto hereda de las guerrasciviles y de la violencia unos objetivos, que ya no provienen o se legtiman politicamente. El narcotrafico, ha sido el factor que mayor complejdad le ha dado al estado cde guerra del pafs en la actualidad: no s6lo es capaz de cortomper las fuerzas estatales, sino a otros actores como la guerrilla misma y los paramilitare, Es poreso que hoy, en Colombia, los ‘muertos en la guerra no se sabe de «Onde vienen: la relaciones corruptas, entre nareotrfico, guerrilla, estado y paramilitarismo han impedido cualquier acci6n conjunta de reaccisn, 4, Bl estudio del personaje abyecto. ‘Bxiste alguna diferencia entre el personaje que protagoniza la violencia de los afios cincuenta y la més cercana? {Bl personaje depende de ese tipo de violencia? Qué representa en cada caso el personaje, cuales son sus roles, cules sus evoluciones? Estas preguntas enmarcaron la observacidn que se hizo de los personajes de las tres obras seleccionadas, teniendo en cuenta que su papel no es s6lo estético o estructural, Hl sino representativo y simbélico, Partimos del hecho de que de las distntas cetrategias de identifcacién con que cuenta la narativa, el personaje—en este caso, cargado de aociones, roles y sfmbolos—es el elemento de la estructura del texto que mayor posibilidad de mediacién provee al momento de explorar la mentalidad coletiva que nos interesa {Qué tipo de “héroe” es el protagonista dde nuestros relatos? Acaso un héroe moderno? /Se puede hablar ya en la novela de sicarios de un héroe posmodemo? Bn qué sentido? ;No son Jos protagonistas en realidad, todos, héroes abyectos? Con el dnimo de vincular las obras seleccionadas, ensayamos la hipétesis de que el héroe violento en la novela colombiana es en realidad un héroe abyecto arropado con méscaras que van desde la vinculacién ideol6gica a un partido, hasta la ausencia misma de la mascara en los sicarios, pasando por la careta del ideal revolucionario. Alvaro Pineda Botero, en su articulo: La trayectoria del héroe: de la megalopsfquia a la abyeceién (0 la dilucién dl sujeto)?, nos advierte dos cosas que sitvieron de referencia a la hora de analizar las obras seleccionadas: ‘una es que la novela (colombiana) dela violencia de los 60 y 70 ya est lena de "ate aparece publica coro Adena en sul leo del critica Mm hares abyects, con frecuencia disfrazados con el velo de fa lucha politica, La otra es que, pese a que en Colombia no podemos hablar de una burguesfa liberal democrética sgeneralizada (que es una condicién para le aparicién en la escena real del héroe abyecto), en cambio otras realidades como el debilitamiento de las jerarquias, la cafda de los valores morales, tradicionales,y el resentimiento general, haven propicio un ejereicio de ka hybris® es sus mis altos grados: masacres, terrorismo, asesinatosindiscriminados y un hecho alarmante: la guerilla ya no posee banderas politica que legitimen su accin y parece motivada tinicamente por lo econémico. ‘sf define Pineda Botero al héroe abyecto: descendiente del esclavo, el mendigo, el tonto y el ooo: los encama y representa a todos, pero viene armadbo de una carga centenaria de resentimiento y cde una fuerza vengativa y destructva En 6 es maximo el ejercicio de la hybris Bn el pasado, su risa era simple expresién de alegra yolvido. El, abyecto rfe también, pero el tono de su risa eset terror La alegra se ha convertido en locura, Yu nhilismo es cecient. [Coino en el Uebermensch nitzeheano] acta sin el aval de los doses, sin justificacin racional o externa; no "ijhrisse entende aqat como esa "epee de violencia en relacidn consign mismo ycon las oss” quecaracterizarfa al hob posmosero; «slo queexcd a medida: org, insoenca, impetwosidad insult, injria” encarna ideales colectivos; su interior es, un caos, un Laberinto o mejor un abismo, Su creaividad y su ingenio esti orientados hacia la destruccién y lahybris, Pero no supera el caos nila ‘multiplicdad de su alma y termina en lo sanguinario, La locura, que parecta fing en la representacién saturnal, ahora es real Ys antes podta burlase des mismo, ahora esta dispuesto a hhacerse dao, a Hegar incluso al suicidio (Pineda, 224). Con el imo de vincular las obras seleocionadas, ensayamos la hip6tesis de que el héroe violento en la novela colombiana es en realidad un héroe -abyecto arropado con méscaras que van desde la vinculacién ideolégica a un. partido, hasta la ausencia misma de la ‘mascara en los sicarios, pasando por la careta del ideal revolucionario. II. Ejercicios de andlisis: pajaros bandoleros y sicarios Una ver discutidos y clarificados los marcos de referencia, se realiz6 una aplicacién de los resultados de dicha discusién al compus de narrativa seleccionado a manera de ejercicio, para establecer, mediante un método comparativo, las analogfas y las diferencias de los distintos fenémenos de Jamentalidad violenta encarnados en {os personajes representados. Bl ejercicio se centré en el examen de lo siguientes ‘momentos, pero su intencién més ambiciosa sera la de abrir un espacio hacia ates, rastreando un posible contfnum: violencia politica de los aos 1B cincuenta; violencia guerillera (aiios sesentay setenta); violencia terrorista y sicariato (afios noventa), Se utilizaron seis pardietros critcos de andlisis: los procedimientos narrativos de cada obra; la manera como se propone un “nosotros”, un imaginario colectivo; el personaje

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