HUMANISTICA
On enjoque desde a Historia —
de las Mentalidade)
PAJAROS, BANDOLEROS Y SICARIOS
PARA UNA HISTORIA DE LA VIOLENCIA
EN LA NARRATIVA COLOMBIANA
Jaime Alejandro Rodriguez Ruiz!
Imagen cptaa dea pata de
* Parana
E ste articulo es una apretada sintesis de lo que se podria llamar la
evolucién del personaje protagonista de la violencia colombiana. Por tratarse
de un ejercicio, sélo se trabajaron tres momentos de nuestra
contemporaneidad, a través del andlisis de los protagonistas que la encaman:
el “péjaro” (asesino de la llamada “violencia” de los afios cincuenta), el
guerrillero (y su versin “ristica”: el bandolero) y el sicario.E. un trabajo anterior sobre
novela colombiana contemporiinea,
‘me preguntaba si podréa haber
alguna conexién entre el hecho de
que en Colombia no haya existido
un movimiento de vanguardia
literaria, tal como se habia
presentado en otros muchos lugares
de Htispanoamética, y la debilidad
de los gestos posmodlernos en la
novelistica reciente’,
Al querer profundizar en la
cuestién, me encontré
posteriormente con La hipstesis
propuesta por el fildsofo
colombiano, Rubén Jaramillo
Vélez’, segiin la cual, nuestro pais
posee una peculiaridad
idisosincrdtica que consiste
bésicamente en la postergacién de
una vivencia plena de la
modernidad, y que se reflejarfa en
actitudes concretas como la
intolerancia y sobre todo la
violencia extendidas. Esta hip6tesis
conduce necesariamente a
enfrentar la posibilidad de rastrear
Jo que podrfamos llamar una
genealogfa particular de dicha
* Me eflero a una de las concisiones demir:
Atooncienciay posmodernidad, Metafcién en
Txnovelacolombiana (Bogoté St dion, 1995p.
8)
® Merle alo que Rub aramillo expone en
presentacin de los doe esas que confonnan el
‘ofnen Colomibi: la modemida pestergaa
(Gogoté: Arguments, Tes, 1994) y que, sen 6
«stn motvados porla misma inguetud:“haoer
conscint a peuliaridadidosncrtica de nest
‘paver elacin con ka moderna” (p.V.
HUMANISTICA
peculiaridad, Un intento en este sentido
lo realz6 el historiador Daniel Pectut!
cuando propuso en su momento que
‘nuestra experiencia no habia podido ser
plena porque una serie de bloqueos de
tipo cultural y poltico habrfan hecho
que la entrada dela modemidad a
nuestro pats se hubiera hecho por “via
negativa’, de modo que lo que
hhabriamos experimentadofinalmente
habria sido una pseudo o, mejor, para-
modemidad.
‘Ahora, el fracaso del proyecto moderna
en Colombia podfa enfocarse desde dos
perspectivas: 1) como fracaso ideolégico;
obien, 2) atendiendo a ta observacién y
examen de ese conjunto de ideas y
creencias que se habria ido
conformando como resultado de los
vaivenes y paradojas de nuestro proceso
de modemizacién, hasta constituir una
rmentalidad, es decir, una respuesta al
mundo distinta, en todo caso —
siguiendo a Vovelle—, de un
pensamiento claro o de una elaboracién
cultural, que tenderfa a favorecer los
signos de la modemidad sin asumirla en
su esencia,
“Deno de las Joma Nacionales de Ciencia y|
‘Tecnologa, en as que se presentaron es resultados
dela Misn de C&T, Daniel PScat (catesten de
la Bxcuela de los tuo y Ciencias Sociales de
Par), hizo un ands de fa modemidad en
Colombia, cya snasis se bls en GAC de
‘COLCULTURA (Colombia) #8 en agostovcpinbre
de 1990, ps. 1517, Eres ariculo (*Modemidad,
‘modemizacn y cultura”) se presenta lo quel
histriador lakes obstculoscauralesy
poliions para tna entrada normal de la
:moderidad (y la modemizacin) en nusto pas.
* Elbo de Michel Vell Keologiasy
_mentaldads, ser oto pronto, una de as
referencias orstaies el tabajo, especialmente en
Jo que tiene que ver con la diferenciacion entree
concepto de ideologia y el de mentalidad, como se
verimas adelante
106
El uso de la nocién de
mentalidad en literatura debe
ir ligado al de “ideologéa”
(definida desde la perspectiva
sociocritica), ya sea que se
entienda aqui mentalidad
como “traza” 0 como
“resistencia” ideolégica. Sélo
asi, creemos, es como.
podriamos entender la
calificacién de “testimonio
insoslayable” que finalmente
hace Vovelle cuando se refiere
a la literatura.
El trabajo que entonces emprendt
favorecié este segundo enfoque,
examinando uno de los aspectos mas
dolorosos ce nuestra para-modemidad:
Javiolencia. En realidad, fo expuesto
aqui es una apretada sintesis de lo que, a
modo de ejercicio, esti escrito en forma
mis extensa en otro lado: el seguimiento
deo que podrfamos llamar la evolucién
del personaje protagonista de la
violencia colombiana, en intima
relacién con la revisién de los distintos
experimentos de modemizacién socio-
politica del pats, Por tratarse de un
ejercicio, slo se trabajaron tres
‘momentos de nuestra contemporaneidad
—que podrfan reflejar tres tipos de
violencia—, a través del andlisis de los
protagonistas que la encaman: el
“péijaro” (asesino dela Hamada
“violencia” de los aftos cincuenta), el
guerrillero (y su versi6n “ristica’: el
bandolero) y el sicario. Para llevar a
cabo estos propdsitos, el trabajo se
dividi6 en dos partes: una primera de
discusidn de los marcos de referencia y
tuna segunda, el ejercicio mismo deandliss de los personajes en un corpus
seleccionado de narrativa colombiana
contempordnea,
I. Discusién de algunos marcos
de referencia.
1, Relaciones entre literatura e
historia de las mentalidades. Parece
haber un punto de contacto claro entre
Ja historia de las mentalidades y la
historia literaria cuando ésta se dedica a
" astreat” lo que podrfamos llamar los
‘temas favoritos propios de la historia de
tas mentalidades: la muerte, la vida
cotidiana, la fiesta etc; de modo que lo
‘que hermanaria estos dos géneros
historigréficos srfa su campo de accién,
su temética, Sin embargo, si bien esta
condicién puede dejar bien parado al
historiador literario, en cambio genera
‘una pregunta atin més compleja parael
historiador de las mentalidades: la de la
perfinencia de la literatura como fuente
histérica.
Desde una perspectiva distinta, existirfa
otra manera de hermanar historia
ISTICA
literariae historia de las mentalidades y
serfa deslizando el énfasis hacia éste
ultimo género, de modo que lo que haria
cl historiador de las mentalidades seria
cemplear la fuente literara y ponerla al
servicio de sus propésitos, Esto suele
suceder en casos en que la literatura se
‘vuelve una fuente importante (tal ver
por escasez de otras, como el testimontio
‘ola fuentes ioonograficas y
anqueolégicas)
Para Vovelle, sin embargo, el asunto se
podrfa resolver en la medida en que las
dos estrategias se pudieran
‘complementar con base en lo que él
llama una historia total o vertical “que
toma el hecho para intentar analizarlo
(através del hilo del tiempo) en todas
sus prolongaciones, hasta la complefidad
de las producciones més sofisticadas de
Jo imaginario, lo cual incluye, la
religin, la literatura ye arte, en una
palabra, la ideologfa en sus formas
elaboradas” (Vovelle, 42)
Esentonces cuando resulta importante
retomar la diferencia base entre
H
ideologfa y mentalidad. Vovelle propone
la discusin desde el punto de vista de
una posible autonome de la nocén de
mentalidad frente a la de ideologfa. En
principio, una historiade as ideologtas
estarfa del lado de la mirada sobre las
élites, mientras que la historia de las
smentaldades estarfa del lado de una
mirada sobre los marginados y los
desviados. Panto ideologia como
mentalidad serian conceptos que
responden a “dos herencias diferentes,
«dos modos de pensar: una mas
sistemitica y otra voluntariamente
empftica..” (Vovelle, 18)
Habra dos caminos para decidir sobre
una autionomia del conoepio de
rmentalidad: de un lade, examinar su
inscripein en el de idelogfa; de otro,
forzarsu posible comportamiento
independiente, En el primer caso, habréa
varias interpretaciones de dicha
inseripciGn: la primera vera ka
rmentalidad como la traduccién de un
nivel inferior deideologfa, como las
hnuella de una ideologja hecha trizas y
Ja segunda apuntariae ver la
rmentalidad mas bien como resistencia,
como identidad preservada y auténtica
mas allé de la contingencia ideologica.
(Quienes optan por una consideracién de
Jaautonomta del conoepto de
rmentalidad, aeuden per lo general alos
‘términos “inconsciente colectivo” 0
“jmaginario colectvo’, nociones que
remiten a la autonoma de una aventura
mental colectiva que obedece a ritmosy
causaldades propia, sparentemente
independiente de todo determinismosocioeconémico y sin referencia a las
ideologias constituidas (Vovelle, 16)
Anuestro entender, e uso de la nocién
de mentalidad en literatura debe ir
ligado al de “ideologfa” (definida desde
Ja perspectiva soctocritica), ya sea que se
entienda aqui mentalidad como “tra
‘como “resistencia ideol6gica. Slo
a
asi, creemos, es como podrfamos
entender la calificacin de “testimonio
insoslayable” que finalmente hace
Novelle cuando se refiere ala literatura
Bajo el marco de la
modernizacién concretamos un
amplio y dtil espectro de nuestra
idiosincrasia: prejuicios
culturales e ideol6gicos que nos
confunden, auto-conservacién a
ultranza que nos conduce
fécilmente a la intolerancia, la
paranoia y la violencia
“justificada”.
2._ Bl proceso modemizador en
Colombia. Hemos utilizado dos
planteamientos de Jaramillo Vélez para
relacionarlos con el propésito de nuestro
trabajo: uno proviene de su aticulo
‘Tolerancia e llustraci6n’,en el que el
{ildsoo reflexiona al rededor del
problema de una supuesta “edueacién
para la intolerancia” que caracterizarfa
nuestros comportamientos en Colombia,
yy causa estarfa enraiz
pasado hispdnico remoto del que
lacon un
hhabefamos heredado ciertos asgos, Tas
de hacer un reoorrido por ese pasado,
Jaramillo llega a la conclusin de que
“el asunto de la intolerancia aparece
culado al de la religién” (Jaramillo,
190) y,asu ver, el asunto de a religidn
aparece vinculado al dela auto
conservaci6n, Auto-conservacn que,
de Carlos V, se
para el caso dela Esp
justifica en la medida en que la
estabilizacin de la noblezacastellana
sélo se poi lograr mediante
rmecanismos de exclusin y persecucién
eligiosa”. Auto-conservacién que, en el
caso americano (por via de la educacién
yde la contra reforma), se habria
heredado como prejuicio, es decir; como
abreviacién del pensamiento; prejuicio
bésicamente contra la modemidad, y
(que pervive, tras 500 afios de cultura
autoritara y dogmética, hasta
converse en mecanismo de agresion y
justficaci6n de La violencia.
lotro planteamiento de Jaramillo
(proveniente de su aticul:
Posterg:
modernidad en Colombia), til a
i6n de la experiencia de
‘nuestros propésitos, consiste en mostrar
el particular comportamiento de,
nuestros procesos de modernizacién, los
cuales se vieron afectados, desde un
comienzo, por dos condiciones: una es la
que Jaramillo lama ingenuidad 0
infantlismo en la puesta en escena de
factores de moderizaciGn, La segunda,
el peso que significaba, para el pas, la
facticidad del cardcter de la colonizacién
espaol
‘Aun primer momento, caracterizado por
el intento a ultranza de abandonar el
influjo del pasado colonial espatil, con
sus dos contrapesos la ingenuidad y la
facticdad de ee pasado, sobreviene in
108
segundo en el que se combina un
retomo a la traicién hispdnica y la
iniciacién de un proceso de
consolidacién nacional: el llamado
periodo de la regeneracién, en el que, a
nombre del orden, se fortalec la
represién y se entreg6 a la iglesia
catlica los aparatosideol6gicos para su
manipulacién, todo lo cual constituyé
en realidad una gran reaccin contra los
“errores” de los tiempos moderns.
‘Aunque el cleo solo cumplié un papel
subaltemo en relacién con un esquema
productivo que el poder dominate
iimpuso (los valores “hacendarios”), sin
proponéselo intencionalimente, se
convierte en agente propagador de kas
racionalizaciones que legitimaban ese
poder, “condicionando cada uno de los
actos colectives ¢ individuales y dando
un perfil caraeterstico al grupo cultural
entero” faramillo, 45)
“.. durante su vida
republicana, Colombia ha
pasado por tres etapas de lucha
guerrillera, diferenciables a su
vez, por tres elementos
fundamentales, a saber: el
contexto general en que estas
guerras se producen, el cardcter
de los protagonistas que han
participado en cada una de
ellas y las motivaciones u
objetivos que las han
suscitado”,
Gonzalo Sanchez G
Pero lo mas interesante de este periodo
es la contradiccién que se desarvolla en
el sentido de que, mientras el proceso de
consolidaci6n nacional exige el cambioacelerado de la estructura
socioeconémica del pas, en el campo
ieol6gjco se produce un etomo, y de
se modo, las estructuras de poder no
cambian simulténeamente, “ni las
imgenes miteas del eonsenso colectvo,
creando un caso excepeional en la
historka de la América latina”
(Jaramillo 45): ese sineretsmo
colombiano sui géners, esta
modemnizacion en contra de a
modetnidad, que permitirfaen los
primeros decenios del siglo XX avanzar
enel terreno infraestructural sin variar,
substancialiente la concepeidn
tradicionalistao la visin de mundo y la
ideologta (46).
La consecuencia més dramética es que
la“modernidad” como ideologia se
inserta en un esquema utilitarsta, pero
no se integra mentalmente. Esta
ausencia de asimilacién efectiva y real
de la modernidad como ideologfa y el
vance téenico imparable, conduce, en
un tercer momento: nuestra.
contemporaneidad, a enfrentar sin
preparacién los embates de una anomia
social. “La carencia de un ethos secular,
afirma Jaramillo, de una ética
ciudadana, constituye nuestro mayor
problema” (Jaramillo, 49). Yeste
problema parece estar en el nicleo de
comportamientos anormales,
peligrosamente disemninados en
Colombia.
109
Es
Imagen cptada da pantalla de lever
Sinn Mejia
Con relacién a ese “mimetismo”
rmodemizador (questo copia signos
pero no asimila esencias), Daniel
Peet, afirma en su aticulo:
Moderidad, modernizacion y cultura,
que &taactitud correspond lo que
podria denominarse una pseudo o para-
modernidad, es dei, aun proceso de
‘modemizacién superficial, cuya
explicacin estaria en una serie de
bloqueos cultures y poltiens que
hhabrian forzado a una entrada por via
negativa de la modernidad en Colombia.
Entre los obstéculos calturales que
destaca Pecéut, estan: el poder de
bloqueo de la iglesia catéica, que sobre
todo en lo ideolSgico ha constituidosiempre una resistencia al proceso
movlerizador ya todo el espfritu dela
moderidad, Otros Factores
‘antimodernizadores serfan: el arraigado
provineialismo de nuestra lites, la
débil apertura hacia el mundo exterior,
Ja vinculacidn de fos intelectuales los
partidos tradicionalesy el peso de los
valores rurales en la vida colombiana
Entre os obstéculos politics Pecdut
menciona: la ausencia de identidad de
clases medias y populares, la precariedad
del estado, la fragmentacién del poder, ka
inestabilidad de la vida politica
(Quiz todo este panorama correspond
a lo que ya Garcia Marquea reseitaba en
su eélebre proclama Por un pas al
aleance de los nifios?
Esta encrucijada de detinos ha forjado
‘una patria densa e indescifrable donde lo
inverosfiil es la tinica medida de la
realidad, Nuestra insignia es la
ddesmesura, En todo: en o bueno yen lo
malo, en el amor y en el odio (6)... Pues
somos ds patses a la ver: uno en el
papel y otro en la realidad... En cada
‘uno de nosotros cohabitan de la manera
sms arbitraria la injusticia y la
impunidad.... No porque unos seamos
alos otros buenos, sino por que todos
pauticipamos de ambos extremos.
Llegado el caso —y Dios nos libre—
* LafamoseProclama de Gara Manuez (Por un
paisal aleance de es ifs) se enventraen el
informe cojunto que los 10 comisionades de
isn “Cenc, educacin y desarllo” (entre ks
‘que se enoontaba Garcfa Marquez) entegaron al
biemo clombiano en julio de 1994 bajo el
titulo: Colombia: al filo dea oportunidad,
HUMANISTICA,
todos somos capaces de todo (Garefa
Marquez, 7),
Y fintalmente advierte Gara Marquez
algo que ha servido para guiar nuestros
andlisis:
¢Bxiste alguna diferencia entre el
personaje que protagoniza la
violencia de los afios cincuenta y
la més cercana? Esta y otras
preguntas enmarcaron la
observacién que se hizo de los
personajes de las tres obras
seleccionadas, teniendo en
cuenta que su papel no es slo
estético o estructural, sino
representativo y simbélico,
"Tal vez una reflexidn més profunda nos
permita establever hasta qué punto este
‘modo de ser nos viene de que seguimos
siendo en esencia la misma sociedad
excluyent, formalistay ensimismada de
a Colonia... tal vez estemos pervertidos
por un sistema que nos incita a vivir
como ricos mientras el cuarenta por
ciento de la poblacién malvive en la
nigeria... Conscientes de que ningéin
gobierno ser capaz-de complacer esta
ansiedad, hemos terminado por ser
incrédulos, abstencionistas ¢
ingobemables, y de un individualismo
solitario por el que cada uno de nosotros
plensa que solo depend de s mismo
(Garefa Marquez, 7).
Bajo el mateo de la modernizacién
‘concretamos un amplio y titil espectro
de nuestra idiosincrasia: prejuicios
calturales ¢ideol6gicos que nos
confunden, auto-conservacién a
ultranza que nos conduce Fécilmente a
110
Ja intolerancia, la paranoia y la
violencia “justificada”.
3. La violencia en Colombia. Los
mpulsos de modernizacién tienen en
Colombia un correlato: la guerra. Esto es
Jo que afirma el historiador Gonzalo
Sdinchez G2 al respecto:
durante su vida republican, Colom-
bia ha pasado por tres etapas de lucha
guerrllera, diferenciables a su vez, pot
tres elementos fundamentales, a saber:
cel contexto general en que estas guerras
se producen, el cardcter de los
protagonistas que han participado en
cada una de ellas ylas motivaciones w
objetivos que las han suscitado (20).
Segtin Sancher, el primer tipo es el de
Jas Guenras Civiles, que se desarrollaron
cence siglo pasado y que tuvieron como
motivacién las pugnas internas entre la
clase dirigente. Esta participaba
proporcionando tanto la orientacién
politica como la direocién militar “se
‘rataba en tltimas de guerras entre
caballeros de un mismo linaje y por eso
al término de las mismas era frecuente
‘una mutua complicidad en la
preservacién de sus respectivas
propiedades”,afirma Siinchez (Sanchez,
20),
El segundo tipo es el que se produce a
medias del presente siglo, en el
period que se conoce como “la
violencia”, Segtin Snchezen esta
"sua Lim esis wobec con
el quese aire un extenso volumen que compila
traajos sobre a voenelacolombiana bol
tile: Pasa y presente dea voknciaen
Coloniaguerra, la direccién politica la ejerce Ia
clase dominante, a través de los partidos
tradicionales, pero la conduccién en el
plano militar a hace el pueblo mismo,
especialmente el campesinado, “Este
desfase entre direccién ideolégica y
conduccién militar es el que explica en
buena medida su doble movimiento: por
‘un lado, sus expresiones andrquicas, y,
por otto, su potenctal desestabilizador y
sus efectos de perturbacién sobre el
conjunto de la sociedad” (Sanchez, 21).
En una teroera etapa, que comienza al
rededor de los afios sesenta, tanto la
orientacién ideolégica como la
7
conducci6n militar ya no la ejercen las
clases dominantes. “Su objetivo
declarado,afirma Sanchez, no es yala
simple incorporacién al estado, sino
simple Hanamente la abolicién del
régimen existente” (Sanchez, 21), Esa
squerra que surge como confrontacién
entre la guerilla revolucionaria y el
estado,
Para la situacin contemporénea, la
guerra se ha complejizado tanto, que ya
nos posible hablar de una sola guerra,
sino ms bien de muchas quese
entrecruzan: pervive la lucha guerilera
con sus dos manifestaciones ms clara:
I
Imagen copa dl pana dt thsi
Simin Nels
la que ejerce la guerrilla de izquiendas
(asu vez fragmentadaen varios grupos)
y que se desarrolla mi itarmente a
través del enfrentamiento entre guerrilla
¥ ejercito; y politicamente entre guerrilla
y estado, La otra cara ce esta guerra es el
enfrentamiento entre guerrilla y grupos
paramilitares; estos tiltimos surgidos
inicialmente como “autodefensas”
ccampesinas organiza y financtadas
por miembros de la clese dominante que
‘combaten as en forme paralela al
estado el avance de la guerrilla, La otra
‘guerra es la que se produce como efecto
del crecimiento desmesurado del
narcotrafico como forma de vida. Enesta guerra, el objetivo es la
consolidacidn de un poder econdmico,
pero las estrategias militares se basan
ms en ef terorismo que en la lucha
sgueriller tradicional. Su direecién no
Jagjerce la clase dominante, ni el
pueblo, sino un grupo de persona, sin
orientacién politica 0 ideoldgica, y la
desarrolla a través de mercenarios y
sicarios cuya tinica motivacién es el
beneficio econdmico. No se pretende la
abolicién del régimen, sino la
participacién en el estado, y en esto
hereda de las guerrasciviles y de la
violencia unos objetivos, que ya no
provienen o se legtiman politicamente.
El narcotrafico, ha sido el factor que
mayor complejdad le ha dado al estado
cde guerra del pafs en la actualidad: no
s6lo es capaz de cortomper las fuerzas
estatales, sino a otros actores como la
guerrilla misma y los paramilitare, Es
poreso que hoy, en Colombia, los
‘muertos en la guerra no se sabe de
«Onde vienen: la relaciones corruptas,
entre nareotrfico, guerrilla, estado y
paramilitarismo han impedido cualquier
acci6n conjunta de reaccisn,
4, Bl estudio del personaje abyecto.
‘Bxiste alguna diferencia entre el
personaje que protagoniza la violencia
de los afios cincuenta y la més cercana?
{Bl personaje depende de ese tipo de
violencia? Qué representa en cada caso
el personaje, cuales son sus roles, cules
sus evoluciones? Estas preguntas
enmarcaron la observacidn que se hizo
de los personajes de las tres obras
seleccionadas, teniendo en cuenta que
su papel no es s6lo estético o estructural,
Hl
sino representativo y simbélico, Partimos
del hecho de que de las distntas
cetrategias de identifcacién con que
cuenta la narativa, el personaje—en
este caso, cargado de aociones, roles y
sfmbolos—es el elemento de la
estructura del texto que mayor
posibilidad de mediacién provee al
momento de explorar la mentalidad
coletiva que nos interesa
{Qué tipo de “héroe” es el protagonista
dde nuestros relatos? Acaso un héroe
moderno? /Se puede hablar ya en la
novela de sicarios de un héroe
posmodemo? Bn qué sentido? ;No son
Jos protagonistas en realidad, todos,
héroes abyectos?
Con el dnimo de vincular las
obras seleccionadas, ensayamos
la hipétesis de que el héroe
violento en la novela colombiana
es en realidad un héroe abyecto
arropado con méscaras que van
desde la vinculacién ideol6gica a
un partido, hasta la ausencia
misma de la mascara en los
sicarios, pasando por la careta
del ideal revolucionario.
Alvaro Pineda Botero, en su articulo: La
trayectoria del héroe: de la
megalopsfquia a la abyeceién (0 la
dilucién dl sujeto)?, nos advierte dos
cosas que sitvieron de referencia a la
hora de analizar las obras seleccionadas:
‘una es que la novela (colombiana) dela
violencia de los 60 y 70 ya est lena de
"ate aparece publica coro Adena en
sul leo del critica
Mm
hares abyects, con frecuencia
disfrazados con el velo de fa lucha
politica, La otra es que, pese a que en
Colombia no podemos hablar de una
burguesfa liberal democrética
sgeneralizada (que es una condicién para
le aparicién en la escena real del héroe
abyecto), en cambio otras realidades
como el debilitamiento de las jerarquias,
la cafda de los valores morales,
tradicionales,y el resentimiento general,
haven propicio un ejereicio de ka hybris®
es sus mis altos grados: masacres,
terrorismo, asesinatosindiscriminados y
un hecho alarmante: la guerilla ya no
posee banderas politica que legitimen
su accin y parece motivada tinicamente
por lo econémico.
‘sf define Pineda Botero al héroe
abyecto:
descendiente del esclavo, el mendigo,
el tonto y el ooo: los encama y
representa a todos, pero viene armadbo de
una carga centenaria de resentimiento y
cde una fuerza vengativa y destructva
En 6 es maximo el ejercicio de la hybris
Bn el pasado, su risa era simple
expresién de alegra yolvido. El, abyecto
rfe también, pero el tono de su risa eset
terror La alegra se ha convertido en
locura, Yu nhilismo es cecient.
[Coino en el Uebermensch nitzeheano]
acta sin el aval de los doses, sin
justificacin racional o externa; no
"ijhrisse entende aqat como esa "epee de
violencia en relacidn consign mismo ycon las
oss” quecaracterizarfa al hob posmosero;
«slo queexcd a medida: org, insoenca,
impetwosidad insult, injria”encarna ideales colectivos; su interior es,
un caos, un Laberinto o mejor un
abismo, Su creaividad y su ingenio
esti orientados hacia la destruccién y
lahybris, Pero no supera el caos nila
‘multiplicdad de su alma y termina en lo
sanguinario, La locura, que parecta
fing en la representacién saturnal,
ahora es real Ys antes podta burlase
des mismo, ahora esta dispuesto a
hhacerse dao, a Hegar incluso al suicidio
(Pineda, 224).
Con el imo de vincular las obras
seleocionadas, ensayamos la hip6tesis de
que el héroe violento en la novela
colombiana es en realidad un héroe
-abyecto arropado con méscaras que van
desde la vinculacién ideolégica a un.
partido, hasta la ausencia misma de la
‘mascara en los sicarios, pasando por la
careta del ideal revolucionario.
II. Ejercicios de andlisis: pajaros
bandoleros y sicarios
Una ver discutidos y clarificados los
marcos de referencia, se realiz6 una
aplicacién de los resultados de dicha
discusién al compus de narrativa
seleccionado a manera de ejercicio, para
establecer, mediante un método
comparativo, las analogfas y las
diferencias de los distintos fenémenos de
Jamentalidad violenta encarnados en
{os personajes representados. Bl ejercicio
se centré en el examen de lo siguientes
‘momentos, pero su intencién més
ambiciosa sera la de abrir un espacio
hacia ates, rastreando un posible
contfnum: violencia politica de los aos
1B
cincuenta; violencia guerillera (aiios
sesentay setenta); violencia terrorista y
sicariato (afios noventa),
Se utilizaron seis pardietros critcos de
andlisis: los procedimientos narrativos
de cada obra; la manera como se
propone un “nosotros”, un imaginario
colectivo; el personaje