Al filo de lo imposible - Dudh Kosi, el río del Everest
1. Estructura Dramatica: 2. Desgloce del guion tecnico
Video Sonido Plano Tiempo
Escena 1 (Musica inico)- Voz en off 00:19 – Exterior/Dìa 02:30 G.P.G (Rio) -Los rios, la fuerza erosiva mas poderosa de la tierra, pueden desgastar una montaña y arrastrarla hasta el mar
(Musica de ambiente suave)
- El agua es la madre de la civilización.
Fuente de vida, indispensable para nuestra especie, mana cristalina y pura de las montañas para ir enturbiándose y contaminándose poco a poco en su curso. En la mitología asiática, el agua desempeña un papel clave en los ciclos de la creación. Cuenta una tradición sherpa que una nube del tamaño del universo derramó gotas de lluvia durante largo tiempo que fueron mantenidas en el espacio por los vientos, azotándolas y comprimiéndolas hasta convertirlas en un gigantesco cuerpo sólido contra el que chocaron las olas circundantes, formando así el Everest, la joya que corona la Tierra. Queremos llegar a los pies del Everest donde nace el Dudh Kosi, cuyo nombre significa el "río de leche" y describe el color lechoso que recoge en las morrenas de la cascada de Hielo del Khumbu. Tendremos que remontar un camino que serpentea por las colinas y la lluviosa selva nepalí hasta las mismas pendientes de hielo glaciar. El camino transita por frondoso bosques de rododendros, cedros del Himalaya y cipreses centenarios hasta que la vegetación abandona el sendero. El viento constante, un sol implacable y un punzante frío son los dueños de este lugar. Estamos en el reino de la altitud. Todo es desmesurado, gigantesco, casi inhumano.
Este es el tercer año que he estado aquí en Nepal.
Las dos primeras veces que había venido 02:31 – estuvimos remando bastantes ríos 03:20 y siempre nos habíamos quedado con las ganas de venir al Dudh Kosi, al río del Everest, que es el más mítico del Nepal. No habíamos podido hacerlo hasta ahora porque la logística era complicada. Se necesitan muchos días, te tienes que aclimatar a la altura para poder remar a 4.200 metros que se empieza a remar. Aquello debe ser Periche ya, ¿no? Aquí es donde se juntan el Imja Khola con el otro. La sur del Lhotse. Después de todo esto nos cruzamos con él.
El valle en el que se encuentra Periche
es un lugar de pastoreo de los sherpas, 03:21 – al que suben en verano con sus yaks. 04:57 Es una zona árida y reseca, tan cercana a las nieves eternas,,, que parece no haber sido creada para la vida del hombre. Aquí comienza la parte más turbulenta del río, próximo a su asentamiento que soporta como pocos la desmesura del relieve del Himalaya, la rudeza de su clima y el paso de expedicionarios. ¿Esto qué es?, ¿un homenaje a algún sherpa? Es el memorial a Babu Chiri. El más fuerte de los que subían al Everest. Banderas y molinillos de oración, lanzan constantemente plegarias al viento como homenaje a aquellos montañeros fallecidos, como Babu Chiri, sherpa que perdió la vida en 2001, cuando intentaba alcanzar la cumbre del Everest por décimoprimera vez. Recuerdos que ponen de manifiesto nuestra vulnerable posición dentro de los ciclos de la naturaleza. El glaciar del Khumbu se forma en el majestuoso valle del Silencio, al pie de los gigantes Everest, Nupse y Lhotse. La alimentación del glaciar se debe, en un millón de toneladas anuales, a las nevadas directas que caen sobre él. En esta sección, el glaciar literalmente se desboca provocando un espectáculo que impresiona y aterra a los alpinistas que tienen que atravesarlo. En medio de las entrañas de este universo mineral se oye el zumbido sordo del río más alto del mundo.
Ahí lo tenéis, el Everest, y de ahí sale el río que vais
a bajar el río del Everest. Bueno, pues en el deshielo de ese glaciar empezaremos a remar. Vaya sitio. Este es el famoso glaciar del Khumbu que da nombre a toda esta región de los sherpas. En este accidentado paraíso de glaciares y profundas gargantas, el río del Everest va tomando su forma. Sus aguas se descongelan y, como en unos versos de Rig Veda, el libro sagrado hindú, va sembrando vida a su paso: "Las poderosas aguas al liberarse generaron la madre de todo de ellas surgió el único hálito que infundió vida a los dioses". Ante la atónita mirada de porteadores y curiosos, nos disponemos a iniciar el descenso del Dudh Kosi. Cualquier sitio es bueno para lanzarse al agua, hasta una plataforma de madera a modo de improvisado puente. El cauce es pequeño y la corriente todavía escasa. Pero, en breve, se le irán uniendo pequeños afluentes y canales y torrentes de agua de fusión que irán ampliando su caudal poco a poco hasta que se una al Sun Kosi, amplio y pacífico en su curso hacia el golfo de Bengala a 1600 km río abajo. Para llegar al Sun Kosi hay que descender una altitud de casi 4.000 metros en los primeros 80 km. Así que ahora al principio, la tarea más ardua para los pulmones será que tendrán que trabajar afanosamente en respuesta a los movimientos bruscos en este aire tan sutil y enrarecido. En un río tan técnico; es importante la pericia de los palistas para solventar el efecto de la altitud sobre sobre el manejo de una piragua en las aguas blancas y furiosas. El choque contra las rocas del río, la fuerza hidráulicadel agua glaciar y la ausencia de oxígeno dificultan las maniobras. En el Himalaya, la experiencia dice que hasta el ojo más veterano se engaña frente al tamaño de sus dimensiones. La escala real del río sólo se percibe desde dentro, desde el propio kayak. Sólo entonces se siente el agua que se encrespa y zarandea en suaves y prolongadas ondulaciones. Las crestas de las olas hacen saltar chorros de espuma. Es entonces cuando percibimos su fuerza latente, su brutal fuerza pura. La parte alta del Dudh Kosi es un tramo con mucho desnivel, con mucha piedra. También la altura a la que estás remando influye físicamente. A la hora de bajar tienes que ir haciéndolo muy poco a poco porque enseguida te fatigas, los reflejos no son los mismos, y estás remando en tramos del río que no hay remansos para recuperar. Tienes que aprovechar piedras para meterte detrás para parar. Es un tramo muy técnico en el que hay que emplearse muy a fondo y en el que la tensión y los nervios están siempre al límite. Todos los valles y cumbres que rodean al Everest por su vertiente sur, por la que desciende el Dudh Kosi, pertenecen al Parque Nacional de Sagarmatha, la más espectacular y llamativa... de las once áreas protegidas del Nepal. Este paraíso, incluido en los lugares considerados patrimonio de la Humanidad, constituye el espacio natural más alto del mundo y fue creado en 1976. Con el cambio climático, sus glaciares están en grave peligro. Si los perdemos habrá desaparecido un paisaje único en la Tierra. Con una altitud media de 3.000 metros, y una superficie de 1.148 kilómetros cuadrados, incluye, junto con el Everest, sus valles y ríos, otras cumbres de más de ocho mil metros, como las cimas de Lhotse y Cho Oyu. Además, una constelación de montañas sagradas y únicas, algunas con altitudes cercanas a los 7.000 metros, como el Pumori, Nuptse o Ama Dablam. Bajo estas imponentes cumbres y azotado por el viento de los picos que guardan las gargantas, el Dudh Kosi se precipita impetuosamente a través el valle del Khumbu como un alma presa entre el infierno glaciar del Himalaya y el ardiente corazón de los bosques de este paraje. Conforme el terreno se hace más áspero y el tronar del agua más amenazador, se vuelve más irresistible el hechizo de la fuerza y la pavorosa belleza que posee un río de corriente impetuosa. El escaso oxígeno nos impone una respiración desbocada, entrecortada por el murmullo del torrente de agua, el golpeo de los remos sobre las rocas y la excitación galopando por las venas. El Dudh Kpsi nos ha sorprendido con poco caudal. Con rápidos abruptos y angostos, es necesaria una buena técnica y unos excelentes reflejos para evitar algún susto y quedar encajado entre las piedras. El Dudh Kosi en su parte más alta es un río como los del Pirineo, muy ratonero, con mucha piedra. Según se va bajando se van agregando más ríos, va cogiendo volumen y es ya un río de mucho caudal de agua,... con bolos también grandes de piedra. Se junta la técnica de ir entre los bolos con la dificultad de navegar con agua que tira mucho para abajo. En este tramo,el Dudh Kosi sólo nos permite un descenso intermitente al encajonarse entre gargantas de paredes verticales, que resultan inaccesibles, salvo si se descuelgan kajaks y piragüistas. Además, transita por una zona de cascadas y pozas infranqueables, que nos obliga a portear las embarcaciones. Edu, qué, ¿cómo veis este paso? Creo que es infranqueable. Todo, igual no, pero la mayoría sí. Te metes en uno y luego no sales. No puedes hacerlo; así que habrá que portear. Nos toca, ¿no, Edu? Sí, vamos. Pero la madre naturaleza tanto puede negar como dar con demasiada abundancia. Fruto de su capricho son tanto las sequías como las inundaciones. El Dudh Kosi ha sufrido numerosas inundaciones que han limpiado el lecho del río y alisado sus márgenes, sus cantos rodados, dejando en su lugar restos dentados del glaciar por todo su cauce. Estas inundaciones son causadas principalmente por el desborde de los lagos de los glaciares. Los habitantes de esta región conocen mejor que nadie la furia de la naturaleza cuando se desata. En 1977, una inmensa avalancha procedente del Ama Dablam cayó sobre el lago glaciar que hay a sus pies creando una ola de millones de toneladas de agua que inundaron el Dudh Kosi. El torrente resultante se llevó a todos los puentes que llevaron que se hallaban a menos de 3 metros por encima del nivel normal de las aguas. Una marea formada por agua, lodo y rocas aplastó casas, barrió puentes, eliminó campos de cultivo, formando un nuevo cauce del río. Para el matemático alemán Leibniz: "La naturaleza tiende hacia alguna meta, y tan pronto la alcanza, se retira de nuevo para que las cosas mantengan la transformación". Estamos en el mismo escenario que describió la 1 expedición que descendió el Dudh Kosi en 1976, pero descubriendo un río distinto a cada paso. Siguiendo con expectación el descenso, se reúnen algunos de los futuros sherpas del Khumbu, que consideran que algunos ríos como las montañas son sagrados y los conciben como deidades con derecho propio. El azul lechoso y suave de las colinas y los llanos, se ha ido convirtiendo lentamente en el azul oscuro del cielo himalayo La exhuberancia, el país de los valles, arbolado y fértil. Parece comprensible que en estos paisajes desmesurados, el hombre, súbitamente tan frágil, haya visto el lugar donde moran los dioses. Tras recibir las aguas del Bhote Kosi, el Dudh Kosi ha doblado su caudal que irá en aumento, gracias a los pequeños regatos que procedentes del deshielo, depositan su fuerza en el río de leche. Ahora, los tramos con salto de tamaño moderado, permiten a los piragüistas jugar y surfear en los rulos que forman las olas del río. Pero además de las características técnicas, los grados y las curvas, siempre hay otra versión de los ríos que hay que buscar hablando con los que habitan a lo largo de su curso. Los habitantes del Khumbu han desarrollado un conocimiento íntimo de su medio, al que cuidan sin tregua para poder explotarlo. Y aunque están acostumbrados a ver todo tipo de expediciones. Desde montañeros hasta científicos, o turistas de lo más variopinto, en las poblaciones más próximas al río, los habitantes se acercan hasta la orilla para aplaudir y jalear el paso de los piragüistas. La fascinación por un río es tan intensa y al mismo tiempo, tan sutil que, de manera espontánea, las personas se sienten atraídas hacia él, desde cerca y desde lejos como por la fuerza de un imán invisible. Soportan indecibles penalidades y privaciones, asumen voluntariamente tantos riesgos por la necesidad inexplicable de acercarse y rendir culto al centro de ese poder sagrado. Esta íntima, antigua y vital conexión que mantenemos con el agua, se expresa de la forma más hermosa y los rituales religiosos cotidianos. Pero la relación también ha sido económica, peligrosa y placentera, nadie que no haya experimentado un monzón puede imaginar su primario poder. Además, el agua está imbuida de una invencible perseverancia. Una única gota puede atravesar la más dura de las rocas, si cae sobre ella el tiempo suficiente. El Dudh Kosi seguirá formando sus grandes abismos a medida que las montañas que él mismo desgasta, siguen elevándose al cielo. Cuando veamos aparecer el Sun Kosi frente a nosotros, sabremos que el descenso habrá terminado. La desembocadura es el final, como en el mito de la vida. El final del viaje, el final de una aventura que sin duda nos ha colmado de satisfacción. Sabemos que en la aventura, como en la vida, lo importante no es el final del camino, sino haberlo sabido recorrer con pasión. Nos llevamos con nosotros un pedazo de este inmortal reino de la luz donde está oculto el santuario del cielo de donde brotan las aguas refrescantes. Ahora todo cuadra. Como en el universo del escritor inglés del siglo XVII, Thomas Traherne, en el que las cosas perseveran eternamente porque estaban en su sitio adecuado. "Nunca disfrutas del mundo como es debido, hasta que el mismo mar corre por tus venas, hasta que te vistes con los cielos y te coronan las estrellas y te percatas de ser el único heredero del mundo entero y todavía más que eso, porque hay en el mundo hombres que son, todos ellos, herederos únicos, al igual que tú". Éste me parece que es el pueblo en el que hemos quedado con José Carlos, ¿no? Vamos a ver si lo encontramos. Subtitulación realizada por Fe Izquierdo y Arantxa Montero. 3.