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CORRUPCION EN COLOMBIA

Según la RAE se entiende por corrupción la practica consistente en la


utilización de funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de
otra índole, de sus gestores. Pero consideramos esta definición es muy
vacía, la corrupción es un fenómeno, una enfermedad, un cáncer que acaba
con la clase trabajadora, que acaba con todo lo que este a su paso y que
después de acabar todo sigue buscando y lo peor, en países como el nuestro
es un monstruo sin control un demonio que no solo acaba con el dinero de la
nación, sino que también quiere devorar nuestros recursos, matar nuestra
gente, sin consideración alguna no clasifica entre niños, adultos, ancianos o
mujeres.

Vemos como muchos analistas señalan que uno de los mayores problemas
políticos de Colombia es la corrupción. El índice de percepción de corrupción
2016 (IPC), de la agencia para la transparencia internacional, que califica de
0 (Muy Corrupto) a 100 (Muy transparente) los niveles de corrupción
percibidos por el sector público en 175 países y territorios evaluados.
Colombia en ese estudio obtuvo una calificación de 37 puntos, muy por
debajo del promedio global que es de 43 puntos, convirtiendo a Colombia en
uno de los países más corruptos del mundo. Se ubica a Colombia en el
puesto 98 a nivel mundial, teniendo como base que Nueva Zelanda y
Dinamarca están en el puesto 1 como los países menos corruptos del
planeta.

Y es que a diario los colombianos debemos lidiar con noticias referentes a la


corrupción, día a día es tan asiduo el tema que la gente empezó a percibir
esto como algo normal y comenzó a asimilarlo como algo cotidiano por ende
a normalizarlo dejando a un lado la satanización del tema. Lo que nos lleva a
una aceptación a tal punto que no se hace nada para combatir este
fenómeno y vemos como los pocos que tratan de luchar contra esto quedan
opacados en sus intentos por hacer algo en contra este cáncer que ya se ha
extendido tanto en la entrañas del país que la gente se resigna a dejarlo
morir. Bien decía Víctor Hugo “Entre un gobierno que lo hace mal y un
pueblo que lo consiente, hay una cierta complicidad vergonzosa”

Con lo anterior notamos como la gente del común es participe indirecta de


este mal que nos aqueja a todos, asimilando y aceptando este mal sin
levantar un dedo para combatir. ¿Pero a qué se debe esto? ¿De dónde parte
la asimilación de este fenómeno? ¿Por qué Colombia cuenta con este índice
de corrupción tan alto? ¿Qué se esté haciendo para luchar con este cáncer?
¿Es la cultura colombiana culpable del conformismo de la población con su
mal gobierno? Estas interrogantes nos aquejan y nos hacen realizar un
análisis crítico al respecto basado en testimonios de nuestros familiares y
nuestros (bisabuelos, abuelos, padres, tíos, primos, hermanos…)

¿A qué se debe la indiferencia contra la corrupción?

Es común escuchar la indignación de los ciudadanos cuando ven que los


dineros públicos, producto de sus tributos van a parar en muchos casos a la
basura por la mala planeación y ejecución de los proyectos estatales o, en el
peor de los casos termina llegando a los bolsillos de unos cuantos criminales
de cuello blanco, quienes sin lugar a dudas, tienen como única intención en
el ejercicio de la función pública satisfacer sus necesidades personales.
¿Pero que se está haciendo al respecto? El gran problema de Colombia no
es la corrupción sino la indiferencia social que se está convirtiendo en
cómplice de la corrupción, parece que nos acostumbramos a vivir con esta
situación como si ella fuera parte de la dinámica social y política de nuestro
país, cotidianamente nos hemos acostumbrado a ver en los noticieros como
la corrupción aumenta a pasos agigantados, pero a la vez vemos como el
estado es incapaz de arrebatar a estos pillos parte del botín o el botín
completo para invertirlo en las necesidades sociales que a diario también
aumentan, lo que acrecienta el malestar ciudadano.

Haciendo un poco de memoria podemos decir que desde el año de 1819 ya


se hablaba de esta problemática social y en ese entonces, Simón Bolívar,
propuso a los delegados del congreso de angostura la educación y formación
moral ciudadana para purificar y evitar los actos corruptos creando así el
poder moral de la republica constituida por dos cámaras: Cámara de la moral
y Cámara de la educación. En el mismo sentido Francisco de Paula
Santander formulo una medida más severa, en la que propuso la pena de
muerte para los funcionarios públicos culpables de malversación de fondos.
Luego en el año de 1945 esta problemática no fue irrelevante, lo que llevo a
Jorge Eliecer Gaitán a emprender una campaña de denuncia de sobornos,
tramites ilegales y tráfico de influencias, entre otras modalidades corruptas,
basado en lo que el denomino, el principio de la restauración social de la
moral.

Después de la constitución de 1991, la población ha adquirido una serie de


garantías sociales que le dan las herramientas para hacer exigible sus
derechos y cumplir con sus obligaciones, una de esas garantías son los
mecanismos de participación ciudadana consagrados en el artículo 103 de la
constitución política, mecanismos que dentro de una democracia madura,
nos permitirían proyectarnos como un país demócrata en el continente
latinoamericano, pero la indiferencia política, factor común es un gran
porcentaje de la población, nos ha llevado al subdesarrollo por nuestra patria,
haciendo que solo la sintamos real cuando somos los directos afectados por
ella.

Por dicha razón nos atrevemos a pensar que el gran problema de Colombia
no es la corrupción sino la indiferencia social que se está convirtiendo en
cómplice de la corrupción y amiga del subdesarrollo.
¿Sera que si ejercemos el derecho a ser ciudadanos con responsabilidad los
gobernantes nos respetaran más como constituyente primario en quien
radica todo el poder dentro de una república democrática y pluralista tal
como lo consagra el artículo 1 de nuestra constitución política?

Es hora de reaccionar y pensar que si cambiamos nuestro pensamiento


cultural frente al sentido de pertenencia por lo público, tal vez tengamos una
democracia más seria, unos gobernantes más responsables y un país con
más nación, en la que encontremos en un nuevo amanecer de este siglo XXI
una nueva Colombia que ocupe un importante y legitimo lugar dentro de
américa latina y del mundo, pero esto solo será posible, si todos nos unimos
comprometiéndonos a no ser más cómplices de la corrupción con la
indiferencia social y la inmadurez democrática, y por el contrario haciendo
parte de la solución como sujetos activos de la república.

Además de lo anterior vemos como las desigualdades las hemos vivido


desde hace mucho tiempo. En el libro “las venas abiertas de américa latina”
evidenciamos como somos herederos de un pasado demasiado oscuro,
desde tiempo de la conquista ya corría por nuestras venas ese deplorable
actuar de hacer el menor esfuerzo para conseguir las cosas, actuar en pro o
evitar hacer algo para que ocurra otra cosa se traduce en “hacerse el de la
vista gorda”. Esas actitudes frente a la vida que practicamos en nuestra vida
cotidiana avala las conductas deshonestas que hacen los demás o nosotros
mismos y no hacemos nada frente a eso detalles que parecieran ser
insignificantes pero que marcan un antes y un después, cosas mínimas que
siguen creando una cultura tercermundista y que está condenada a seguir
sufriendo males como la corrupción.

Un ejemplo claro y no tan lejano lo vemos a diario al ver como a la hora de


ingresar al sistema de transporte publico muchas personas lo hacen de
forma irregular y sin pagar el costo del servicio esta es una actividad
deshonesta, algunas personas lo hacen por su precaria situación económica
motivada por un sistema económico que gira en torno al capital y no a los
seres humanos y otros lo hacen simplemente por evadir el costo del pasaje.
Ninguna de las anteriores causales justifica el no pago del pasaje, pero si
tenemos en cuenta que su valor es de 2.400COP en la ciudad de Bogotá.
Tendríamos que ver que los malos manejos económicos de la empresa, el
mal servicio, la baja frecuencia de buses, la inseguridad y la alta
contaminación obligan a que la clase trabajadora, los estudiantes, las
personas de la tercera edad y los menos favorecidos tengan que costear el
desfalco financiero. Por tales motivos es una opción viable para los
ciudadanos el hecho de evadir el pago de este servicio.

Se toma este ejemplo ya que con el logramos evidenciar como si logramos


evitar al máximo la corrupción en altas esferas seguro lograremos una
reducción de esta práctica en el ámbito cotidiano de la clase obrera la cual
compone el 95% del país.

Debido a que la corrupción se manifiesta de múltiples formas no existe una


definición legal en los países ni tampoco en los convenios internacionales
que la defina. Esto trae una dificultad enorme pues una mala práctica puede
ser catalogada en el país de origen, es decir donde se llevó a cabo la
práctica corrupta como lavado de activos, pero frente a otra jurisdicción
donde por ejemplo los activos estén ubicados se puede interpretar como
administración desleal de un representante legal de empresa con penas
menores.

La corrupción puede entenderse como el abuso de la autoridad o confianza


conferida para un cargo público o privado para beneficio propio en perjuicio
del interés del público. Se observa entonces que es un fenómeno del sector
público y privado. Se aclara que esta definición es realmente compleja
cuando hacemos un recorrido por las distintas leyes de los países de
América Latina que generen lo que los doctrinantes denominan una anomia
legal que a la larga es un insumo de la corrupción.

La corrupción ha teñido de sangre y miseria a toda la región, pero en


particular a Colombia, no podemos concebir que el aparato de justica se vea
permeado de inconsistencias múltiples que alejan al ciudadano de a pie del
ámbito jurídico. En Colombia es realmente difícil poner en marcha una tutela
para salvaguardar un derecho fundamental, pero para conceder licitaciones o
para dar permiso de explotación minera o petrolera para multinacionales
extrajeras parece que es muy fácil.

Por eso el aparto de justicia en Colombia se ve con malos ojos, porque


siempre ha sido un instrumento que beneficia a unos y a otros excluye,
porque no se acerca a las necesidades de los dolientes, pero si beneficia al
delincuente, irregularidades como lo ocurrido con el cartel de la toga no
desmienten nuestra hipótesis de que el derecho se ha permeado de
corrupción, los abogados del futuro debemos formarnos para usar la ley
como mecanismo de defensa de la ciudadanía y que el derecho no se vuelva
una herramienta para la muerte, como lo hizo el parlamento alemán en la
segunda guerra mundial que auspicio y legalizo la muerte de judíos o como
en Argentina y Chile en las dictaduras militares que permitían la desaparición
de personas que no comulgaban con los ideales de Videla y Pinochet.

Vemos como el arte de las leyes es un arma de doble filo, el derecho y el


poder que este conlleva han sido cómplices de tantas cosas buenas, pero así
mismo de tantas que para la historia son vergonzosas y es que vemos como
en tantos países el poder político tiene la facultad de usar el derecho y su
intensidad para hacer de una patria algo deplorable.

Según Transparencia por Colombia (TpC) en su último informe “Así se


mueve la corrupción: Radiografía de los hechos de corrupción en Colombia
2016-2018”
Un informe realizado a partir del seguimiento de 46 medios de comunicación
nacionales y regionales sobre casos de corrupción, confirmando la veracidad
de los hechos según la información de las entidades de control respectivas.

Según este informe, el 69 por ciento de los casos de corrupción tiene lugar
en los municipios, el 25 por ciento en los departamentos y el 6 por ciento en
las entidades del orden nacional.

El 45 por ciento de los hechos de corrupción se concentran en Santander,


Atlántico, Valle del Cauca, Bolívar y Antioquia.

En cuanto a ciudades capitales, el 29 por ciento de los hechos se dieron en


Bogotá, Barranquilla, Bucaramanga, Cartagena y Medellín.

El 73 por ciento de los casos reportados constituyen corrupción


administrativa o en el sector público. La corrupción en el sector privado
representa otro 9 por ciento, y la corrupción en el sector judicial equivale al 7
por ciento.

Las irregularidades en los procesos de contratación pública siguen siendo la


principal forma de corrupción administrativa, pues representan el 46 por
ciento de los hechos de este tipo. Entre las irregularidades más frecuentes se
identificaron:

1. La adjudicación o celebración irregular de contratos (29 por


ciento);
2. La violación a los principios de transparencia, idoneidad y
responsabilidad en la contratación estatal (17 por ciento);
3. El abuso de la figura de contratación directa (8 por ciento);
4. El detrimento patrimonial por incumplimiento del objeto
contratado (8 por ciento);
5. La apropiación ilegal de recursos en los contratos (6 por ciento),
y
6. Los sobrecostos por irregularidades en celebración de contratos
(6 por ciento).

En cuanto a los sectores de actividad del Estado, más de la mitad de los


hechos de corrupción reportados corresponden a estos sectores: educación
(16 por ciento), infraestructura y transporte (15 por ciento), salud (14 por
ciento) y función pública (12 por ciento). Y aquí debe notarse que la mayor
cantidad de recursos públicos se asignan precisamente a los sectores de
educación, salud e infraestructura.

Según este informe el 39 por ciento de las personas que ejecutan actos de
corrupción son funcionarios públicos, mientras que el 30 por ciento son
autoridades elegidas por voto popular.

El 41 de estos elegidos era concejales y 40 por ciento fueron alcaldes.

En cuanto a los actores colectivos, el 69 por ciento corresponde al sector


privado, donde las empresas son responsables del 70,4 por ciento de los
casos reportados.

Este informe además nos da a conocer que los delitos más cometidos por
corruptos fueron:

 Peculado (18%)
 Celebración indebida de contratos (13%)
 Falsedad en documento público (12%)
 Concierto para delinquir (11%)

Así mismo se registra que en el 71 por ciento de los casos las


investigaciones fueron de tipo penal, 21 por ciento de carácter disciplinario y
8 por ciento de tipo fiscal.
En definitiva, el Estado, los gobiernos y la vigilancia ciudadana deben
dedicarse a proteger los recursos del erario, en especial la cuantiosísima
suma que se invierte a través de la contratación pública.

Han sido muchas las reformas legales y administrativas al respecto, pero sus
frutos no se ven con suficiente claridad.

Las reformas se han concentrado en hacer un proceso más transparente y


eficaz. Pero esto no es suficiente. Hay que blindar de veras el sistema de
contratación estatal, lo cual va de la mano de robustecer la capacidad de
gestión del Estado, tanto en el nivel central como en el territorial.

A la fecha el balance del país no ha sido tan favorable. El procurador


General, Fernando Carrillo Flórez, anunció que debe haber una lucha frente
al tema de la contratación pública porque esta, a su juicio, se ha convertido
en el plato favorito de los corruptos. “Nosotros hemos avanzado bastante en
lo disciplinario, pero debemos tener una gran articulación con los otros entes
para reprender a los corruptos”.

Por su parte, varios sectores del Congreso han dicho que “no hay voluntad
política” del Gobierno. Y pese a que el Gobierno radicó un proyecto
anticorrupción en el Congreso, ninguna de las siete iniciativas de la consulta
anticorrupción se han aprobado. La corrupción sigue teniendo en ‘jaque’ a
Colombia.

Por cosas como estas es que vemos como la población tiene cierta rabia o
molestia contra el estado y por el contrario tener afecto hacia malhechores
que intentan ayudar a la comunidad un claro ejemplo es Pablo Escobar,
quien era amado en la ciudad de Medellín, ya que este a pesar de ser una de
las figuras más deplorables de la historia colombiana era una persona que
gustaba de ayudar al prójimo para mal o para bien.
Pero aún tenemos esperanza, aún hay gente que está luchando como puede
contra la corrupción, el caso más reciente “La consulta anticorrupción” La
cual la oligarquía logro tumbar, pero se considera una victoria ya que se notó
como mucha gente quiere hacer de esto algo mejor.

Con esto vemos como no todo el mundo quiere que el país se siga
hundiendo en la miseria de la corrupción, vemos como hay gente que se
rehúsa a ser indiferente ante este fenómeno, todavía hay gente que lucha a
diario con acciones que aunque parecen mínimas, son pasos agigantados a
crear una nueva cultura, probablemente ya no para las generaciones
actuales, pero si para las venideras, para que se unan y luchen por el futuro
del país, porque los jóvenes tienen la fuerza y la unión para luchar por sacar
adelante lo que se propongan y poco a poco vemos como de la mano de la
educación y el conocimiento de la historia de su nación han venido exigiendo
que haya un cambio ¡YA! Los jóvenes están luchando directamente contra la
oligarquía colombiana y los están empezando a preocupar, lo vemos a diario
con detalles mínimos, de lo poco que muestran en los medios de
comunicación nacionales, acción tras acción, paso a paso notamos un
cambio que por pequeño que sea no debe sacar de quicio a ellos que luchan
por lo mejor para el bien común, sino que debe motivarlos a seguir en esta
dura lucha. En esta dura lucha por un mejor estado para todos los que están
y los que vienen, una lucha que poco a poco se va ganando y que se espera
por el bien de todos se gane definitivamente, tal vez no ahora, ni en unos
meses, pero se espera que con el transcurso del tiempo se puedan ver
pasos cada vez más agigantados y poder contarle a nuestros hijos o nietos
que se luchó, se luchó por una Colombia mejor para todos sus pobladores.

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