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Lectura : “La figura específica

del parricidio”
Autor : BACIGALUPO,
Enrique
Titulo del libro : Los delitos del
homicidio
Páginas : 68-74
Editorial : Temis. Bogotá, 1989
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III. LA FIGURA ESPECÍFICA DEL PARRICIDIO

La agravación del homicidio por la muerte de


ascendiente, descendiente o cónyuge que
contempla el art. 405 C. P. es una característica del
derecho penal español, que recoge esta figura,
contenida también en el derecho francés (art. 299,
Code Penal) e italiano (art. 576, 2 Codice Penale),
aunque ninguno de ellos incluye, como el español,
el supuesto del conyuge. Esta forma específica de
calificación no se encuentra ya en los códigos de
Alemania Federal, Austria, Holanda o Suiza.
La cuestión del fundamento capaz de explicar la
razón de ser de la figura del parricidio no ha logrado
1

1
Cfr. BACIGALUPO, en "Documentación Jurídica", 37/40, 1, pág. 237.
69
soluciones convincentes. Por un lado se sostiene que
dicho fundamento no se sitúa en "un distinto contenido
de injusto que el homicidio", ya que ni los intereses
familiares ni una supuesta mayor jerarquía del bien
jurídico de la vida del pariente ofrecen una razón
adecuada; "la mayor gravedad del parricidio hay que
buscarla, pues, en una mayor culpabilidad"2 . Tal
elevación de la culpabilidad provendría de que "la
ley presume que los vínculos parentales
originan naturalmente una comunidad de afectos y
sentimientos que es lo que hace que el
atentado contra la vida del pariente se presente
como una acción más reprochable"3. La consecuencia
práctica de este punto de vista reside en que la
agravación tiene un efecto automático: dado el
vínculo parental debe aplicarse la agravante en todo
caso, ya que "resulta que lo decisivo para la existencia
del delito de parricidio es exclusivamente la existencia
de un determinado vínculo de parentesco, pero no una
particular y efectiva relación de afecto, que de hecho
puede no existir"4. Esta explicación no resulta
convincente. En primer lugar, se contradice con la
tesis de la sustantividad del parricidio, que estos
autores postulan, ya que un "tipo de delito
independiente" 5 solo es comprensible en la medida
en que el contenido de lo ilícito del tipo de que se trate se

2
Cfr. DEL ROSAL-COBO-RODRÍGUEZ MOURULLO, Derecho penal español,
parte especial, cit., pág. 162.
3
Id. ib., pág. 163.
4
Cfr. DEL ROSAL -COBO-RODRIGUEZ MOURULLO, Derecho penal español,
parte especial, cit., págs. 163 y 180; en el mismo sentido TS, 30/6/58,
citado por los mismos autores.
5
DEL ROSAL-COSO- RODRÍGUEZ MOURULLO, Derecho penal español,
parte especial, cit. pág. 161.
70
diferencie de los demás; concretamente: en la
medida en que el contenido de lo ilícito del parricidio
sea diferente del que corresponde al homicidio. Pero,
además, choca con el principio de culpabilidad, ya que
debe recurrir a una culpabilidad presunta como
fundamento de la agravación de la pena.
El punto de vista de DEL ROSAL
- COBO - RODRÍGUEZ MOURULLO tiene, sin
embargo, un aspecto positivo: pone de manifiesto las
serias inconsecuencias a las que obliga un concepto
de parricidio en el que la agravación de la pena es
consecuencia automática de la relación parental.
Otros autores fundamentan la razón de ser de la
agravación que caracteriza al parricidio en el
desconocimiento de los "llamamientos de la
naturaleza y sentimientos de piedad de la más
6
ancestral raigambre" o en el "plus característico de
horror y reproche inseparable del tipo legal" 7. Esta
posición se apoya básicamente en el sentimiento
jurídico. Pero, como tal, resulta también
contradictoria con la aplicación automática que estos
autores postulan. En efecto, los llamamientos de la
naturaleza —cualquiera sea el significado que se dé a
estas expresiones— o el "plus de horror" dejan de ser
una explicación plausible cuando entre el autor y la
víctima existe una relación personal desquiciada.
¿ Qué razón habría para agravar la pena del que
mató al padre o al cónyuge que ha tiranizado
vilmente a toda la familia, o para tratar
penalmente como parricida a la mujer que

6
MUÑOZ CONDE, Derecho penal, parte especial. cit., pág. 36.
7
QUINTANO RIPOLLÉS, en Comentarios al Código Penal, cit., pág. 141.
71
mató al marido que la ha ultrajado y maltratado
durante largos años? Es evidente que en estos casos,
más que en una agravación, cabe pensar antes en una
atenuación de la pena prevista para el homicidio8. Los
mismos argumentos servirían para criticar la tesis que
postula junto al bien jurídico vida un bien jurídico
específico de la consanguinidad en línea recta y el
matrimonio9.
Tampoco resulta convincente fundamentar la
agravante en una supuesta mayor protección de la
autoridad paterna, toda vez que esta no explicaría la
agravación en el caso de los descendientes ni del
cónyuge.
De la falta de razones valederas para fundamentar
una agravación basada exclusivamente en el vínculo pa-
rental se deducen dos consecuencias:

a) Es preciso determinar las verdaderas razones que


justifican la agravación de la pena junto a la concurrencia
del vínculo, ya que esta por sí sola no parece un
fundamento suficiente para la agravación prevista;
b) El parricidio no puede constituir un tipo autónomo,
sino una forma agravada del homicidio, puesto que las
mismas razones que demuestran esta afirmación respecto
del asesinato rigen aquí plenamente.

Si no se quiere caer en la presunción juris et de


jure de la mayor culpabilidad, es preciso ante todo
renunciar a cualquier fundamentación que imponga una
agravación automática de la pena del homicidio cuando

8
Cfr. BACIGALUPO, en "Doctrina Jurídica", citado.
9
Cfr. RODRiGUEZ RAMOS, Compendio de derecho penal, cit., pág. 39.
72
el hecho haya sido cometido contra un ascendiente,
descendiente o cónyuge. A partir de esta
problemática se comprende que la propuesta de
Anteproyecto de 1983 haya reducido el círculo de los
sujetos pasivos y excluido a los cónyuges de este tipo
penal agravado10 . La solución, sin embargo, quedó a
mitad de camino, porque las mismas razones que
apoyan la exclusión del cónyuge de una agravación
automática por el vínculo, imponen idéntico
tratamiento para el resto de los supuestos de
parricidio.

El parricidio, consecuentemente, debe tratarse con


un supuesto en el que, además de la vida, solo se
protegen reales relaciones parentales generadoras
de confianza y afecto entre las personas, y no la
existencia de simples vínculos jurídicos. De esta manera
no será necesario recurrir a una culpabilidad presumida
deducida de la presunción, a su vez, de una relación
afectiva, inexistente en la realidad. La jurisprudencia del
Tribunal Supremo se ha hecho cargo de este punto de
vista al aplicar la circunstancia mixta del art. 11 C. P.
en el ámbito de los delitos contra las personas11 . En
verdad, no hay ninguna razón que impida la
extensión al art. 405 de estas consideraciones. La
aplicación del art. 405 C. P. debe excluirse, por otra
parte, cuando el autor no haya expresado en su
acción una actitud hostil a la víctima (por ej.: el hijo
que ante los desesperantes dolores de su padre,
que morirá seguramente le da una sobredosis

10
Cfr. BACIGALUPO, en "Doctrina Jurídica", citado,
11
Cfr. TS, 16/6/44; 16/12/48; 14/1/53; 18/4/59; 27/1/70; con reservas respecto a
esta jurispruedencia CÓRDOBA RODA, en Comentarios al Código Penal, cit.,
págs. 790 y ss.
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de somnífero que le produce una muerte plácida,
debe responder solo por el art. 407 C. P.). De esta
forma, el parricidio resulta ser una figura muy
cercana a la del asesinato por alevosía, y futuras
investigaciones deberán esclarecer cuáles son sus
verdaderas diferencias, si es que existen.
Contra esta solución solo pueden alegarse
argumentos provenientes de una consideración
puramente exegética. Quienes partan de un método
teleológico, como el aquí propuesto, no pueden tener
dificultades en aceptar esta interpretación, si
aprueban el fin que con ella se logra y que es
plenamente compatible con el texto legal. La solución
presenta, por lo demás, algunas ventajas prácticas:
desaparecen problemas tales como el de la relación
concursal entre el parricidio y el asesinato, o entre el
parricidio y el homicidio consentido (art. 409, 2ª parte
C. P.)12.
Como es lógico, y lo sostiene también la doctrina
dominante, no importa si el vínculo de parentesco es
natural o legítimo, ya que la ley vigente no hace
distinciones. Tampoco debe tener influencia alguna, de
acuerdo con la tesis aquí sostenida, la nulidad o
validez del matrimonio, toda vez que no es este el
fundamento de la agravación13.
Difícil de explicar es la posibilidadd de
atenuar la pena por debajo del grado máximo de
la reclusión mayor prevista para el asesinato
(art. 406), en los casos de parricidio (art. 405
C. P). Esta situación legal es consecuencia
12
Cfr. RODRIGUEZ RAMOS, Compendio de derecho penal, cit., pág.
39.
13
Otro criterio, TS, 13/2/70.
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de la LO 8 de 1983, que estableció que la pena del
asesinato debe fijarse dentro del grado máximo de la
reclusión mayor, pero que no afectó el marco penal
del art. 405 C. P. La cuestión no tiene una solución
dogmática satisfactoria, pero puede superarse si se
considera que el legislador quiso atenuar, aunque de
manera poco feliz, las consecuencias de una
aplicación automática de la pena prevista en el art.
405 C. P. cuando concurra el parentesco o la relación
conyugal.

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