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EL APARECIDO LA LLUVIA
Víctor Jara Jorge Luis Borges
Como escuchase un llanto, me paré en el repecho Esta noche al oído me has dicho dos palabras
y me acerqué a la puerta del rancho del camino. Comunes. Dos palabras cansadas
Un niño de ojos dulces me miró desde el lecho. De ser dichas. Palabras
¡Y una ternura inmensa me embriagó como un vino! Que de viejas son nuevas.
La madre se tardó, curvada en el barbecho; Dos palabras tan dulces que la luna que andaba
el niño, al despertar, buscó el pezón de la rosa Filtrando entre las ramas
y rompió en llanto... Yo lo estreché contra el pecho, Se detuvo en mi boca. Tan dulces dos palabras
y una canción de cuna me subió, temblorosa... Que una hormiga pasea por mi cuello y no intento
Moverme para echarla.
Por la ventana abierta la luna nos miraba.
El niño ya dormía, y la canción bañaba, Tan dulces dos palabras
como otro resplandor, mi pecho enriquecido... ?Que digo sin quererlo? ¡oh, qué bella, la vida!?
Tan dulces y tan mansas
Y cuando la mujer, trémula, abrió la puerta, Que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman.
me vería en el rostro tanta ventura cierta
¡que me dejó el infante en los brazos dormido! Tan dulces y tan bellas
Que nerviosos, mis dedos,
Se mueven hacia el cielo imitando tijeras.
Oh, mis dedos quisieran
Cortar estrellas.
Era un pobre diablo que siempre venía Tu voz regó la duna de mi pecho
cerca de un gran pueblo donde yo vivía; en la dulce cabina de madera.
joven rubio y flaco, sucio y mal vestido, Por el sur de mis pies fue primavera
siempre cabizbajo... ¡Tal vez un perdido! y al norte de mi frente flor de helecho.
Una chica dijo que sería un loco Lejana como oscura corza herida.
o algún vagabundo que comía poco, Dulce como un sollozo en la nevada.
y un chusco que oía las conversaciones ¡Lejana y dulce en tuétano metida!
se tentó de risa... ¡Vaya unos simplones!
EL POETA A SU AMADA
César Vallejo