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VOY SOÑANDO CAMINOS VOLVERÁN LAS OSCURAS GOLONDRINAS

Antonio Machado Gustavo Adolfo Bécquer

Yo voy soñando caminos Volverán las oscuras golondrinas


de la tarde. ¡Las colinas en tu balcón sus nidos a colgar,
doradas, los verdes pinos, y, otra vez, con el ala a sus cristales
las polvorientas encinas...! jugando llamarán;
pero aquéllas que el vuelo refrenaban
¿Adónde el camino irá? tu hermosura y mi dicha al contemplar,
Yo voy cantando, viajero, aquéllas que aprendieron nuestros nombres...
a largo del sendero... ésas... ¡no volverán!
¡La tarde cayendo está!
Volverán las tupidas madreselvas
En el corazón tenía de tu jardín las tapias a escalar,
la espina de una pasión; y otra vez a la tarde, aun más hermosas,
logré arrancármela un día: Volverán las oscuras
ya no siento el corazón. golondrinas

Y todo el campo un momento sus flores se abrirán;


se queda mudo y sombrío, pero aquéllas, cuajadas de rocío,
meditando. Suena el viento cuyas gotas mirábamos temblar
en los álamos del río. y caer, como lágrimas del día...
ésas... ¡no volverán!
La tarde más se oscurece,
y el camino que serpea Volverán del amor en tus oídos
y débilmente blanquea las palabras ardientes a sonar;
se enturbia y desaparece. tu corazón, de su profundo sueño
tal vez despertará;
Mi cantar vuelve a plañir. pero mudo y absorto y de rodillas,
“Aguda espina dorada, como se adora a Dios ante su altar,
¡quién te pudiera sentir como yo te he querido..., desengáñate:
en el corazón clavada!”. ¡así no te querrán!

EL APARECIDO LA LLUVIA
Víctor Jara Jorge Luis Borges

Abre sendas por los cerros, Bruscamente la tarde se ha aclarado


deja su huella en el viento, Porque ya cae la lluvia minuciosa.
el águila le da el vuelo Cae o cayó. La lluvia es una cosa
y lo cobija el silencio. Que sin duda sucede en el pasado.
Nunca se quejo del frío,
nunca se quejo del sueño, Quien la oye caer ha recobrado
el pobre siente su paso El tiempo en que la suerte venturosa
y lo sigue como ciego. Le reveló una flor llamada rosa
Córrele, córrele, córrela Y el curioso color del colorado.
por aquí, por allí, por allá,
córrele, córrele, córrela, Esta lluvia que ciega los cristales
córrele que te van a matar, Alegrará en perdidos arrabales
córrele, córrele, córrela. Las negras uvas de una parra en cierto
Su cabeza es rematada
por cuervos con garra de oro Patio que ya no existe. La mojada
como lo ha crucificado Tarde me trae la voz, la voz deseada,
la furia del poderoso. De mi padre que vuelve y que no ha muerto.
Hijo de la rebeldía
lo siguen veinte mas veinte,
porque regala su vida
ellos le quieren dar muerte.
Córrele, córrele, córrela
por aquí, por allí, por allá, córrele, córrele, córrela,
córrele que te van a matar,
córrele, córrele, córrela
EL NIÑO SOLO DOS PALABRAS
Gabriela Mistral Alfonsina Storni

Como escuchase un llanto, me paré en el repecho Esta noche al oído me has dicho dos palabras
y me acerqué a la puerta del rancho del camino. Comunes. Dos palabras cansadas
Un niño de ojos dulces me miró desde el lecho. De ser dichas. Palabras
¡Y una ternura inmensa me embriagó como un vino! Que de viejas son nuevas.

La madre se tardó, curvada en el barbecho; Dos palabras tan dulces que la luna que andaba
el niño, al despertar, buscó el pezón de la rosa Filtrando entre las ramas
y rompió en llanto... Yo lo estreché contra el pecho, Se detuvo en mi boca. Tan dulces dos palabras
y una canción de cuna me subió, temblorosa... Que una hormiga pasea por mi cuello y no intento
Moverme para echarla.
Por la ventana abierta la luna nos miraba.
El niño ya dormía, y la canción bañaba, Tan dulces dos palabras
como otro resplandor, mi pecho enriquecido... ?Que digo sin quererlo? ¡oh, qué bella, la vida!?
Tan dulces y tan mansas
Y cuando la mujer, trémula, abrió la puerta, Que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman.
me vería en el rostro tanta ventura cierta
¡que me dejó el infante en los brazos dormido! Tan dulces y tan bellas
Que nerviosos, mis dedos,
Se mueven hacia el cielo imitando tijeras.
Oh, mis dedos quisieran
Cortar estrellas.

NADA EL POETA HABLA POR TELÉFONO CON EL AMOR


Carlos Pezoa Véliz Federico García Lorca

Era un pobre diablo que siempre venía Tu voz regó la duna de mi pecho
cerca de un gran pueblo donde yo vivía; en la dulce cabina de madera.
joven rubio y flaco, sucio y mal vestido, Por el sur de mis pies fue primavera
siempre cabizbajo... ¡Tal vez un perdido! y al norte de mi frente flor de helecho.

Un día de invierno lo encontramos muerto Pino de luz por el espacio estrecho


dentro de un arroyo próximo a mi huerto, cantó sin alborada y sementera
varios cazadores que con sus lebreles y mi llanto prendió por vez primera
cantando marchaban... Entre sus papeles coronas de esperanza por el techo.
no encontraron nada... los jueces de turno
hicieron preguntas al guardián nocturno: Dulce y lejana voz por mí vertida.
éste no sabía nada del extinto; Dulce y lejana voz por mí gustada.
ni el vecino Pérez, ni el vecino Pinto. Lejana y dulce voz amortecida.

Una chica dijo que sería un loco Lejana como oscura corza herida.
o algún vagabundo que comía poco, Dulce como un sollozo en la nevada.
y un chusco que oía las conversaciones ¡Lejana y dulce en tuétano metida!
se tentó de risa... ¡Vaya unos simplones!

Una paletada le echó el panteonero;


luego lió un cigarro; se caló el sombrero
y emprendió la vuelta...
Tras la paletada, nada dijo nada, nadie dijo nada...
SON TUS OJOS ADOLESCENCIA
Violeta Parra Juan Ramón Jiménez

Son tus ojos los que busco En el balcón, un instante


No los encuentro; nos quedamos los dos solos.
Son tus labios los que quiero Desde la dulce mañana
Ver sonreír de aquel día, éramos novios.
Pero ellos me son tan ingratos —El paisaje soñoliento
Pero ellos se burlan de mí, es así dormía sus vagos tonos,
bajo el cielo gris y rosa
Sólo quiero decirte un secreto del crepúsculo de otoño.—
Sólo quiero mi dicha expresar Le dije que iba a besarla;
Sólo quiero cantar los cantares bajó, serena, los ojos
Que repiten las olas del mar y me ofreció sus mejillas,
como quien pierde un tesoro.
El amor que tú me diste —Caían las hojas muertas,
Yo lo conservo en el jardín silencioso,
Grabado en mi memoria y en el aire erraba aún
Siempre estará un perfume de heliotropos.—
Un recuerdo del alma te pido:
No me olvides, no te olvidaré, es así No se atrevía a mirarme;
le dije que éramos novios,
Sólo quiero decirte un secreto ...y las lágrimas rodaron
Sólo quiero mi dicha expresar de sus ojos melancólicos.
Sólo quiero cantar los cantares
Que repiten las olas del mar.

EL POETA A SU AMADA
César Vallejo

Amada, en esta noche tú te has crucificado


sobre los dos maderos curvados de mi beso;
y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
y que hay un viernes santo más dulce que ese beso.

En esta noche clara que tanto me has mirado,


la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su
hueso.
En esta noche de setiembre se ha oficiado
mi segunda caída y el más humano beso.

Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos;


se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura;
y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos.

Y ya no habrá reproches en tus ojos benditos;


ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura
los dos nos dormiremos, como dos hermanitos.

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