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EDITORIAL
La polarización política que vive el país, el daño avanzado que tiene el tejido social y un
crecimiento económico aislado de un desarrollo social equilibrado, compone un
escenario que nos está reclamando una responsabilidad que se ubique más allá de la
razón o la sinrazón de cada gremio o sector. Todos debemos enfocarnos en el interés
general del país, en el desarrollo de políticas que desde los sectores público y privado
estén direccionadas a la importancia de fortalecer la familia como algo absolutamente
indispensable para la reconstrucción del tejido social.
Uno de los aspectos que más viene ocupando la atención de los colombianos es el
tema de la justicia transicional, esta Justicia Especial para la Paz – JEP- creada a partir
de los acuerdos de la Habana y cuya función principal es verdad, justicia, reparación y
no repetición. En este sentido y cuando se habla de justicia, reparación y no repetición,
debemos ser conscientes de lo que esto implica, del profundo significado que estos
términos abarcan y de esa dimensión y connotación que ocupan en el escenario del
propósito superior que debemos tener todos los colombianos, que se ubica por encima
del interés de las partes.
Sin duda que todos quisiéramos vivir en un país sin tanta problemática de orden social,
un país por el cual podamos transitar sin ningún temor, un país donde empresarios,
gobierno y trabajadores nos sintamos seguros. La pregunta es: ¿Qué estamos
haciendo para encausar nuestro país hacia un progreso y crecimiento equilibrado
y con justicia social, donde los derechos de todos los ciudadanos no sean un
negocio o parte de las promesas de campaña en elecciones...? ¿Sí estamos
haciendo realmente lo suficiente y sobre todo sí estamos actuando
coherentemente o con la ética social y moral que se requiere dadas las
circunstancias del país…? ¿Qué estamos haciendo para reparar el daño causado
y cómo estamos contribuyendo para asegurar que no se vuelvan a repetir o
reproducir las causas que generan y alimentan el conflicto interno…? Estas y
muchas otras preguntas nos ubican frente a la necesidad de construir una Ética
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Un país donde los trabajadores sientan que forman parte de la vida política, económica
y social del mismo y que sus propuestas son tenidas en cuenta y materializadas para el
bienestar de todos, es un país que merece llamarse democrático. Si trabajadores,
empresarios, gobierno y demás fuerzas vivas, nos tomamos de las manos y nos
encaminamos hacia un mismo objetivo, con seguridad que logramos el progreso de
nuestro país, lo sacamos de la crisis de descomposición social en la que está y
sobrarán entonces la polarización entre las diferentes fuerzas políticas y sobre todo se
acabarán las "razones" que han justificado el conflicto armado durante tantos años.
Desaparecerán también los intereses mezquinos de quienes viven de la guerra y buena
parte del presupuesto que se ha utilizado para el conflicto armado, será destinado a
inversión social. Es en este modelo de país que nos debemos enfocar todos.
Puede ser cierto que algunas Cajas de Compensación Familiar estén desarrollando
conductas y actividades que desdibujan y empañan la labor para la cual fueron creadas
y que en algunas de ellas existan ciertos niveles de burocracia y altos salarios de sus
directivos. Al respecto cabe destacar que los consejos directivos de las Cajas están
integrados por representantes de los diferentes gremios de empresarios y las Centrales
de Trabajadores, luego es desde allí que se ha permitido esas malas prácticas y por ello
resulta impertinente o incoherente por lo menos, que algunos gremios empresariales y
financieros expresen entre otros argumentos, que los recursos con destino a las Cajas
se deben desmontar y que estas instituciones se tienen que acabar porque son
organismos burocráticos y que no pueden seguir siendo sostenidas por los empresarios
y trabajadores.
Si algunas Cajas vienen incurriendo en prácticas que no deben ser o si tienen altas
cargas burocráticas, estas son situaciones que hay que corregir, pero no son argumento
para tratar de fundar "razones" para el exterminio de un sistema que le presta amplios
beneficios al interés general del país y que, dadas las circunstancias del mismo, se
requiere de su permanencia, vigencia y validez.
Todas las fuerzas vivas de la sociedad, los partidos políticos, los gremios empresariales
como la ANDI, el gobierno, las Centrales de Trabajadores, la Iglesia y por supuesto las
organizaciones financieras como ANIF y Fedesarrollo y los mismos medios de
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comunicación, debemos ser conscientes del papel tan importante que cumplen las
Cajas de Compensación Familiar. De manera que emitir conceptos, criterios,
planteamientos y desarrollar todo tipo de acciones encaminadas a desmontar los
recursos con destino a las Cajas, no solo constituye un contrasentido a la Ética Social,
sino que también es contrario a la iniciativa de querer la construcción de un escenario
dentro del cual la justicia social sea el principal protagonista de ese interés supremo de
todos los colombianos, que es la paz. Por estas razones rechazamos con todo respeto,
pero con firmeza, conductas como la asumida en el primer trimestre de este año y
publicada el 18 de febrero en la página "Colombia Económica Opina".