Las cualidades del puerto de Paita fueron admiradas por Pizarro desde que lo vio
por primera vez en 1528 (segundo viaje), razón por la que en 1532, decidió fundar la
primera ciudad cerca del mismo. Desde entonces, Paita fue el paso obligado de quienes
arrib aban a nuestro territorio.
A principios del Virreinato, Paita fue emporio de las flotas que transportaban los
grandes capitales del comercio y del erario real de esta parte del continente, por lo que
fue constantemente atacada por piratas y corsarios siendo el más recordado George Anson
(1741) tanto por la ferocidad del ataque como por la agresión que sufrió la imagen de la
Virgen.
Al día siguiente, cuando ya los ingleses habían partido, la imagen fue encontrada
en la orilla por unos pobladores quienes dieron aviso a los vecinos los que, pese a lo
sufrido, acudieron jubilosos a la playa y en procesión, condujeron en hombros a la querida
efigie hacia su templo.
Las cualidades del puerto fueron admiradas por Francisco Pizarro desde que lo
conoció hacia 1528, y a partir de entonces, ha desempeñado un papel muy importante en
la Historia Local y Nacional. Las buenas cualidades del puerto unidas a su ubicación en
la confluencia de las Corrientes Marítimas del Norte y Sur, facilitaron el ingreso al
Virreinato Peruano por Paita, desde donde se continuaba el recorrido por tierra, lo cual
era preferible a intentar avanzar a contracorriente con embarcaciones de vela hasta el
Callao; al mismo tiempo, las embarcaciones procedentes del Sur, aprovechando la
Corriente de Humboldt, avanzaban con gran facilidad hasta el puerto norteño. Esta
ubicación particular hizo que Paita fuera la puerta de ingreso tanto de viajeros como de
autoridades del Virreinato peruano, así como el punto de encuentro entre las flotas que
transportaban grandes capitales del comercio y del erario real de esta parte del continente,
siendo por esta razón asediada constantemente por piratas y corsarios, quienes causaron
graves perjuicios a la población y al puerto, siendo quizás los ataques de Cavendish y
Anson los más recordados en su relación con el traslado de la ciudad de San Miguel que
por entontes se ubicaba en el Puerto de Paita –en el caso del primero-; y el ataque que
sufrió la venerada imagen de la Virgen de las Mercedes, en el caso del segundo, tal como
veremos más adelante.
En efecto, entre mediados de la década de 1570 y hasta 1587, año del ataque de
Cavendish, la ciudad de San Miguel se ubicaba –por disposición del Virrey Francisco de
Toledo- unida a la población del puerto de Paita, pero tanto esta agresión como el
maremoto registrado años atrás y la escasez de insumos básicos para la población, hizo
que los pobladores de San Miguel solicitasen un nuevo traslado el cual se efectuó en 1588
en el valle del Chilcal. Otro de los efectos de la ofensiva del corsario inglés, fue la
destrucción de la primera ermita de la Merced, la misma que, una vez pasado el peligro,
fue reconstruida con carácter de templo a orillas del mar, frente a una ensenada –hoy
ocupada por el antiguo edificio de la Aduana y su muelle- cuya vista, daba la bienvenida
a los navegantes, propagándose la devoción mariana por todo el Océano Pacífico, tal
como veremos en el capítulo siguiente.
El Puerto de Paita en el s. XVII. Se puede ver la ensenada, el Templo antiguo entre los soldados ubicados
a la izquierda, y el Cerro Tres Cruces donde, en el s. XX, fue edificado el Santuario de Nuestra Señora de
Después de este ataque y con el renacer del puerto, los paiteños reconstruyeron su
santuario a orillas del mar –cuya imagen era lo primero que veían los marinos al arribar
al puerto-, extendiéndose la devoción a la Virgen de las Mercedes no sólo entre los
pobladores, sino también entre los navegantes que arribaban a Paita. El Jesuita Mario
Cicala, hacia 1767, dice al respecto lo siguiente: “La Iglesia de La Merced ocupa un
hermoso primer plano y al no tener por detrás aquel elevado fondo de colinas […] los
navegantes descubren desde lejos esa iglesia [e] inmediatamente saludan con cinco o seis
cañonazos a la prodigiosa y hermosa imagen de María Santísima de las Mercedes y luego
cantan la salve con las letanías lauretanas. Innumerables son los prodigios y gracias que
cuentan los paiteños, los marineros y los patronos de las naves, obrados por aquella
imagen de María Santísima de las Mercedes, famosa en el Océano Pacífico y Mar del Sur.
No hay patrón de una nave pequeña o grande, que antes de zarpar y darse a la vela, no
encargue celebrar una misa solemne y reciba en ella la Sagrada Comunión, junto con sus
marineros, dejando copiosas limosnas para las velas de cera y para las lámparas, otro tanto
hacen todos cuantos entran en el puerto, inmediatamente después de desembarcar”.
En esta imagen vemos la ubicación original del Templo de la Merced, en la ribera. Delante de él se ve la entrada de
mar en la que recalaban las embarcaciones que arribaban al puerto o partían de él.
“Era el tiempo de los largos viajes en los veleros, época del romance de la navegación
a vela, cuando al repuntar el amanecer se reunían los tripulantes, antes de emprender
otras faenas y entonaban su acostumbrado cántico:
Agradecidos por los favores recibidos, los marinos y los fieles, ofrecían a la
Virgen aquello que simbolizaba la gracia dispensada, tal es el caso de dos conchas
marinas gigantes ubicadas al ingreso del Santuario portando el agua bendita, las que,
según una antigua narración, fue donada por un marino paiteño que, al haber naufragado
y viendo que su vida corría peligro, se encomendó a la Virgen de las Mercedes y, “tras
no pocos percances, pudo llegar a un paraje donde encontró esas conchas de tamaño
extraordinario y de gran belleza, haciéndose el propósito, en agradecimiento por su
salvación, de ofrendarlas al templo de la Merced, lo que efectivamente cumplió en cuanto
pudo regresar de su accidentado viaje” . Igualmente sus devotos, ofrendaban a la Virgen
vestidos ricamente bordados –costumbre que hasta ahora se mantiene- tal como lo indica
el Jesuita Mario Cicala: “Tiene muchos vestidos preciosos, de gran valor, donados por
los dueños de las naves y por marineros, en agradecimiento por las singulares gracias
recibidas por la eficaz y pronta protección de la gran reina de las Mercedes de Paita, tan
pronto como invocaron su socorro, en los más graves peligros y ante los naufragios
inminentes” . Una descripción similar del actuar de los marinos la brinda Manuel Gómez
Laines, basado en los recuerdos de los documentos que leyó antes de que fueran
destruidos en la nefasta guerra.
The burning of the town of Payta on the coast of Santa Fee in the south sea. Muller, Johann Sebastien, 1748.
Aunque el nombre del gráfico confunde la ubicación del puerto de Paita, la imagen corresponde al ataque
perpetrado por George Anson en 1741. Al centro, encerrado en un círculo con la letra “h” figura el Templo de La
The Burning of Payta, November 1741; del pintor inglés Samuel Scott (1702-1772). Otra imagen del ataque
perpetrado por el corsario inglés al Puerto de Paita. Este cuadro fue pintado por Scott especialmente para Anson a
su retorno a Inglaterra basándose en las descripciones del primer teniente del Centurion, Piercy Brett. En noviembre
de 1741 Anson atacó por sorpresa la población de Paita y ante la negativa del Gobernador de pagar un rescate,
Anson procedió a incendiarla, no sin antes llevar un botín de 32.000 libras y hundir seis barcos en los muelles.
Con ligeras variantes y complementando esta narración, Justino Ramírez dice lo
siguiente: “En la noche del 12 de noviembre de 1741, Paita fue sorprendida por piratas
ingleses al mando del protestante Lord George Anson. Más obtuvieron los piratas en el
pillaje, y no habiendo aceptado los paiteños el rescate propuesto por Anson, éste procedió
a incendiar la ciudad con alquitrán y otros combustibles que había en abundancia en los
depósitos, sólo se salvaron este voraz incendio las dos Iglesias La Merced y San
Francisco. Anson, inspirado en su odio a las santas imágenes pretendió repetir las
profanaciones que, siglo anterior hiciera su coterráneo Cavendish, e intentó decapitar el
precioso simulacro: pero salieron burladas las tentativas; embotose su espada y quedó
estampada en una sangrienta herida el indeleble estigma de su impía saña. Loco de furor,
mandó que llevaran la imagen a la nave, sin duda para destrozarla. No bien llegó a ésta,
estalló una horrible tempestad y, espantados los tripulantes echaron al agua la portentosa
estatua, a cuya presencia atribuyeron el infausto suceso. -Por eso, afirman los pescadores
de hoy, en las escamas de algunos peces especialmente en la corvina dorada, cuando se
exponen al sol, se ve representada la imagen de la Virgen.
Al siguiente día, cuando ya los ingleses habían levado anclas, unos paiteños que
salieron a la playa, divisaron a lo lejos algo que parecía un ser humano bien vestido y
tendido en la arena. Acercáronse y con asombro vieron que lo que habían tomado por ser
humano era una perfecta y bien ataviada escultura: delante de sus ojos maravillados tenían
a la PATRONA DE PAITA, cuya desaparición lamentaban. Cayeron de hinojos y le
rindieron el homenaje de su veneración. Una vez satisfecho este primer impulso de su
devoción partieron a la Ciudad en la que se dieron cuenta del feliz hallazgo. No es posible
describir el júbilo que causó a los paiteños esta inesperada noticia; acudieron en masa a
la playa y en magnífica procesión, llevaron a la excelsa protectora en hombros, en medio
de las más entusiastas aclamaciones a colocarla sobre su trono”.
Gómez Laines, si bien confunde algunos nombres y fechas –recordemos que sus
narraciones se basan en el recuerdo de la lectura que hizo de los documentos que
posteriormente fueron destruidos-, dice lo siguiente: “La imagen luce en la barbilla y
cuello, dos tajos de sables hechos por los piratas holandeses [en realidad Corsarios
ingleses]. Impiedad de raza de herejes, palabras textuales consignadas en el documento
que se encontraba en el Cabildo, que yo leí” , lamentablemente no indica la fecha del
documento.
Por los continuos ataques que sufrió el Puerto de Paita, es de lamentar que su rica
Historia se vea afectada por la pérdida de gran parte de su acervo documental, aún así, se
han logrado ubicar algunas referencias de las Cofradías dedicadas a Nuestra Señora de
las Mercedes tanto en Paita como en otras localidades.
Remodelado por los terremotos sufridos, desde 1856 se encuentra tras el edificio antiguo de La Aduana y el muelle
1. PARTES DE LA CELEBRACIÓN
El 24 de septiembre, día central. Por la mañana, junto a los peregrinos que llegan al
encuentro de “La Mamita Meche”, como cariñosamente la llaman, el Arzobispo
Metropolitano oficia la Misa Solemne, culminada la misma, se inicia la primera
procesión.
Las andas de Nuestra Señora de las Mercedes son cargadas por los caballeros de la Hermandad
El rito de vestir a la Virgen. Esta ceremonia no está a la vista del público, y está a
cargo de algunas Damas de la Hermandad. Del retablo donde permanece todo el año, la
imagen es retirada y conducida a la Sacristía por los Caballeros de la Hermandad, donde
entre cánticos y oraciones, las devotas de la Virgen, en estricto privado, proceden a
cambiarle las vestimentas. Esta paciente labor que toma aproximadamente tres horas, la
realizan dos veces durante la festividad: una para el Novenario y otra en la preparación
del recorrido procesional. Cabe anotar que los ‘mantos’ –trajes de la Virgen- son donados
por los fieles todos los años, y las prendas que luce son de plata a excepción del día central
en que la Imagen es engalanada con piezas de oro entre las que destacan la Corona con la
que el Legado Papal la invistió en 1960 y la medalla dada por el Beato Juan Pablo II,
Papa, en febrero de 1985 durante su Visita Apostólica a Piura.
2. DEVOCIÓN
Con frazadas a la espalda para protegerse del frío de la noche y ataviados con
gorros de tela para salvaguardarse del sol, peregrinos de todas las edades, venciendo su
cansancio, avanzan ya sea por polvorientos caminos o por las carreteras, reverberantes de
calor que traspasa su calzado. Ningún sacrificio es mayor que sus ganas de estar junto a
la venerada Imagen de la Virgen. A medida que llegan a la meta, algunos acentúan su
penitencia ante la admiración de propios y extraños.
EL NUEVO SANTUARIO
Dado que el antiguo templo no era lo suficientemente amplio como para acoger a
la multitud de fieles que van al encuentro de la Virgen de las Mercedes, desde 1960 se
iniciaron los trabajos de edificación de un nuevo santuario más extenso, con una
explanada lo suficientemente amplia para los fines propuestos. El lugar escogido fue el
Cerro Tres Cruces, que tras ser nivelado –labor que se realizó entre 1960 a 1964- sirvió
de base para la edificación diseñada por el Arq. Juan Vicente Farfán a modo de una
estrella, recordando la advocación mariana de Stella Maris (Estrella del Mar), feliz
coincidencia con el reconocimiento que hiciera en 1985 el Beato Juan Pablo II a la Virgen
de las Mercedes, llamándola “Estrella de la Fe y de la Evangelización”.
Los Vitrales:
El Santuario está adornado por vitrales cuya técnica, en 1970, era desconocida en
el Perú, por lo que los hacía únicos en su tipo. Estos vitrales, de 3 cm. de espesor, no se
fabricaron en nuestro país sino en el Taller “Manufacture de Vitraux Pierre Chiara &
Cie.”, de Lausanne (Suiza), contando con el diseño de Adolfo C. Winternitz. Para su
ensamblaje, teniendo en cuenta las características del clima del puerto, se empleó el
cemento armado, evitando el plomo que comúnmente se corroe.
Lado de la puerta de entrada. Abstracción de la bahía con colores del mar y de la arena,
destacando dos símbolos: La Estrella a la derecha (Stella Maris) y la Luna a la izquierda
(Luna de Paita).
Lado del Altar. En ellos se representa la devoción de los fieles (líneas verticales de
colores cálidos a semejanza de las velas) y los Dones de la Virgen (rayos horizontales de
color celeste).
Lado Este. Se representa de forma abstracta a la Costa por medio de forma de pescadores,
redes y peces. Por este lado ingresa la luz de la mañana.
Lado Oeste. Se representa a la Sierra con los colores típicos de la región. Por este lado
ingresan los rayos cuando el sol se oculta.
Desde la parte alta de ambos vitrales, salen rayos celestes provenientes del monograma
de la Virgen María.
Vitral del techo. Representa una estrella de color celeste claro, cuyo centro forma una
cruz blanca.
El Retablo.
Mide 4.50m. de alto por 3.30m. de ancho y está hecho con 64 Kg. de plata
ahumada. El diseño y ejecución estuvo a cargo de la Artista Anna C. de Maccagno.
Delante de él se ubica la imagen de la Virgen.
1528. Durante su Segundo Viaje, Francisco Pizarro apreció las cualidades del Puerto al
que calificó como el mejor de la región.
1533. Arribo de los primeros Mercedarios al Perú. Construyeron una primera ermita a
orillas del mar desde donde evangelizan a los aborígenes de la zona.
1588. 11 de febrero. El Virrey Fernando de Torres y Portugal, Conde del Villar Don
Pardo, autoriza el traslado de la ciudad de San Miguel al Valle del Chilcal separándola de
la población paiteña. El puerto conservará el nombre de San Francisco de la Buena
Esperanza de Paita.
1594. 02 de julio. Teniente Beltrán de Castro, derrotó en Paita al corsario inglés Richard
Hawkins, quien fue enviado prisionero a España.
1741. 14 de noviembre. George Anson ocupó y saqueó por tres días el Puerto de Paita.
En este ataque, agrede a la imagen de la Virgen de las Mercedes.
1786. 14 de diciembre. Real Cédula que dispone cierre de conventos con menos de ocho
religiosos, entre los afectados están los de Paita y Piura, cuyas rentas y posesiones pasan
al Obispado de Trujillo, Diócesia a la que por entonces pertenecía Piura.
1822. 21 de julio. General José de San Martín, camino a Guayaquil a entrevistarse con
Bolívar, a pedido de los pobladores, dispone del aporte aduanero para la ejecución de un
pozo de agua para el puerto.
1965. 17 de septiembre. Por Ley 15618, durante el gobierno del Arq. Fernando Belaúnde
Terry, se declaró feriado no laborable para Piura el día 24 de septiembre, festividad de
Nuestra Señora de las Mercedes.
1985. 04 de febrero, el Beato Juan Pablo II, Papa, durante la Visita Apostólica que hiciera
a Piura, hizo un reconocimiento a Nuestra Señora de las Mercedes de Paita llamándola
“Estrella de la Fe y de la Evangelización” entregándole una medalla.
Coronación Pontificia de Nuestra Señora de las Mercedes de Paita a cargo del Cardenal Richrd
Cushing, Legado Pontificio del Beato Juan XXIII, Papa, en el VI Congreso Eucarístico Nacional
1965. 17 de septiembre. Por Ley 15618, durante el gobierno del Arq. Fernando Belaúnde
Terry, se declaró feriado no laborable para Piura el día 24 de septiembre, festividad de
Nuestra Señora de las Mercedes.
El Beato Juan Pablo II, Papa, en la Visita Apostólica que realizó a Piura el 04 de febrero de 1985, hizo
entrega de una medalla a la Imagen de la Virgen de las Mercedes a quien reconoció como “Estrella de la
Fe y de la Evangelización”.
Congresista Fabiola Morales hace entrega a la Virgen de las Mercedes de Paita, la Medalla de Honor
del Congreso.