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Maqueta: RAG
Disei'lo de cubierta: Sergio Ramírez
AKAL
clásicos del pensamiento
Christian Wolff
Edición:
Agustín González Ruiz
ÍNDICE
Prólogo ....................................... 39
PRESENTACION
por
Agustín González Ruiz
l. La comunidad Leibniziano-wolffiana
Pocas etiquetas han tenido tan injusto éxito como la de filosofia leibniziano-toolf-
fiana. Se suele atribuir a Bilfinger1 la ocurrencia que históricamente ha cumplido la
doble función de privar a \Volff de todo mérito filosófico y de evitar al estudioso del
genial Leibniz, también al del revolucionario Kant, tenérselas que ver con un volumi-
noso sistema de filosofía: en tomo a setenta gruesos y densos volúmenes impresos
mitad en gótico alemán, mitad en riguroso latín. Al propio \'(folff no le entusiasmó
nunca la idea de su aventajado discípulo y ello no, o al menos no sólo, por afán de
protagonismo, sino, además, por afán de veracidad. Si por filosofía o sistema leibni-
ziano-uolffiano entendemos, como de ordinario se hace, el que por más que sobra-
dos y conocidos motivos el genial Leibniz se limitó a formular a salto de ensayo y de
epístolas, fragmentariamente, un sistema filosófico que el laborioso Wolff zurció,
explicó, divulgó e ilustró con ejemplos, entendemos mal, cometemos injusticia tanto
respecto ele un filósofo como del otro. Sin embargo, cabe la posibilidad de reinter-
pretar esta etiqueta ele manera que no se nos presente, como hasta ahora, como un
rótulo fácil y simplificador, sino como una feliz ocurrencia; cabe entender que lo refe-
rido por ella es una comunidad científica, tal como se presenta a ésta en los anúlisis a
que nos tiene acostumbrados la contemporánea filosofía ele la ciencia. Pensamos que
no cometemos con ello una acto ele violencia hermenéutica, sino que se nos antoja
como una fructífera interpretación, eso sí meramente hipotética, en la que no pode-
mos ir, por el momento, más allá ele la simple verosimilitud. En electo, a través de este
prisma, en el caso ele la filosofía leibniziano-wolffiana nos encontraríamos con lo que
desde Kuhn se ha venido en llamar una «comunidad cientifica-', fenómeno no frícil ele
encontrar dentro del ámbito de la Filosofía, aun cuando, como aquí, se toma el con-
cepto en su versión más ligera. En una comunidad ele este tipo, se nos presenta un
grupo de individuos trabajando sobre los mismos problemas y enfocándolos bajo una
misma óptica. Esta óptica que no es sino una teoría (en el sentido más amplio del tér-
mino), un paradigma (o matriz disciplinar) en el caso ele Kuhn, o un sistema filosófi-
co =in nuce-, o lo que es prácticamente lo mismo: un núcleo teórico ( o un elemento
teórico) en el nuestro>. Este sistema o teoría es creación original ele un solo hombre:
aquí, Leibniz. Una vez formulado, en torno al hombre, sobre la teoría (el sistema por
desarrollar) comienzan a trabajar una serie ele investigadores (filósofos) que lo van
desarrollando, ampliando, perfeccionando. Esta labor adquiere diversas formas, entre
las que cabe destacar la articulación, esto es, la clarificación sistemática, a veces
axiomática, ele la teoría que puede llevar consigo la eliminación ele elementos inne-
cesarios, redundancias teóricas o pequeñas contradicciones, con el consecuente per-
feccionamiento expositivo del sistema; y, sobre todo, la ampliación del campo de
aplicación del mismo ya sea mediante la acumulación no trivial de ejemplos o
mediante especialización', esto es, abriendo campos de aplicación completamente
nuevos para la teoría: este aspecto es más difícil de encontrar en Filosofía ciada la
voluntad tradicionalmente totalizadora ele la misma: en Filosofía el creador genial
suele proponer siempre un sistema completo donde rara vez hay cabida para las
especializaciones, esto es, para las ganancias cuantitativas: las aportaciones ulteriores
conducen en este sentido no a saber más, sino a saber mejor.
über die Wo!j]rscbe Philosopbie, 1724, §.13, p.104. Ludovici, por su parte, en su Ausführlicber En/11•111/
einer uollstándigen Histoirc der \floljfiscbc11 Pbtlosophie, §.136 centra la cliferencia entre las filosofías
de Leibniz y Wolff en el carácter más marcadamente sistemático de la ele éste. Idéntica tesis defiende
\Y!. Arnsperger, Christian \Volffs Verhaltnis z11 Leibniz, \'<'eimar, 1897. Al respecto son de interés tam-
bién: A. Bissinger, Die Struluur der Gotteserkcnntuis. S111die11 zur Pbllosophie Cbr. Wo/ffs, Bonn,
1970, pp.19-25. Esta obra contiene, además, una lista ele textos impresos de Leibniz a los que \'{tolff
pudo tener acceso (pp. 22-23). Ch. A. Corr, -Christian \'{toJIT and Leibniz-, [ournal of tbe Histotv o/
Ideas, 36 0975), pp. 240-262. F. Marcolungo, -Principi e Systema. Saggio sui rapporti Wolff-Leibniz·,
en Storiografia e Filosofia del Linguaggio, Padova, 1975. No hay, por supuesto, que pasar por alto la
propia correspondencia entre Leibniz y Wolff: C. l. Gerhardt, Brieftoecbscl ztoiscben Leibniz une/ Cbr.
WoljJ; aus den Handscbriften der Konigl. Bibliotbcle zu Hannooer, Halle, 1860, reimpreso en Hildes-
heim, Olms, 1963.
2 Th. S. Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas, México, F.C.E., 1971. El concepto de
comunidad cientifica y sus aledaños de paradigma, matriz dtscipltnar; erc., los populariza Kuhn e�
esta obra pero ya los había anticipado L. Fleck en Entstebung u nd Entuücklung einer wisse11scbafll1-
cben Ta/sache. Einfübrung in die Lebre l.)0111 Denlestil und Denkko//ektiv, Frankfurt a. M., Suhrkamp,
1980 0935) (existe trad. castellana en Alianza) en la forma de -estilos de pensamiento- aunque ello Je
pasará desapercibido a la -cornunidad- de la época. . . j_
3 Para el detalle respecto de los conceptos de elemento teórico, núcleo, etc., véase Woltgang B:J
zer, Teorías empíricas: modelos, estructuras y ejemplos, Madrid, Alianza, 1997.
1 Nos encontraríamos aquí dentro del denominado -período ele ciencia normal· no aplicable S<;' s
�� 1 �
stricto en nuestro caso, ya que se exige en él la uniparadigmaticidad, esto es, a toda la coinuni · 1
filosófica convencida de, creyendo en la verdad sincrónica de un sólo sistema, es decir, hasta. e
l'n•.Yellf(lc/d11 9
En este punto es donde entraría en juego Wolff con relación al sistema en ori-
zen leibniziano. Ciertamente este trabajo ele desarrollo, articulación, pulimentado,
o .
búsqueda de nuevas aplicaciones o ejemplos para el sistema es menos creativo
que el de la formulación originaria, pero no deja ele tener su importancia Y puede
reportar gran prestigio para el científico (filósofo) involucrado en él (así ten�mos,
por ejemplo, a \X'olff como al filósofo más leído ele su época)'. Si las aportaciones,
mejoras, etcétera, son considerables (aquí el único criterio ele medida lo co�stitL�-
ye la propia comunidad de investigadores) puede ciarse incluso que la teona on-
ginal se rebautice y reciba un calificativo adicional, en nuestro caso un nombre
compuesto: sistema Leibniz-Wolff (del mismo modo que se habla de las leyes de
Boyle-.Marriotte, de Stefan-Boltzmann, de Dulong-Petit, etcétera)", Jo cual no ha de
interpretarse, como tristemente ocurrió con .. eJ más grande de los filósofos dogrná-
ticos-, en el sentido de que haya que mirar de soslayo, o incluso ignorar, al .. per-
feccionador- del sistema por una malentendida falta de creatividad, sino, en rigor,
más bien lo contrario, ya que en el segundo halla el sistema un mayor acabamien-
to. Expresándolo de un modo lo más gráfico posible: una persona interesada por
el estudio de la Mecánica clásica no recurre hoy-a no ser que su interés sea mera-
mente histórico- a los Pbitoscpblac Natura/is Principia Matbematica ele Newton
sino a un contempor::í.neo manual al uso. Del mismo modo que Kant no bebió el
sistema leibniziano-wolffiano siempre y necesariamente ele las obras de sus crea-
dores, sino de manuales de wolffianos? destacados que presentaban las ventajas
acabadas de reseñar.
Así pues, otra característica típica de la presencia de un paradigma será el hecho
de que a la comunidad científica sólo le interese la versión última y más pulimen-
tada del mismo. Las versiones primeras (en nuesto caso leibnizianas) sólo pose-
erían un interés histórico-filológico. Cuando alguien desee aprender la teoría o sis-
tema, adoctrinarse o adiestrarse en él, se servirá por tanto de un manual o tratado
actualizado aplicando de manera natural un concepto moderno de saber científi-
co que se retrotrae, no obstante, al logos común heraclitano, según el cual no
poseen copy rigbts los productos ele la razón universal. Estilo del que hace uso
Kant sin ningún reparo: pocos filósofos se encontrarán que citen menos sus fuen-
tes de lo que las citaba Kant, quien, como reconociera abiertamente en el período
precrítico, se limitaba a tomar aquello que su razón reconocía como válido con
independencia de quien fuera el vehículo del hallazgo.
\Xfolff, por su parte, combate más de una vez contra el prejuicio que pretende
hacerlo pasar a la historia como un mero expositor del sistema ele Leibniz. Así, en
los parágrafos §.100 y §.101 de su Ausfübrlicho Nacbricbt uon sainen eigencn
Scbriften, die er in dcutscber Spracbe beraus gcgeben, rechaza el que Leibniz
base todo su sistema en la doctrina ele las mónadas y en la armonía preestablecida:
; Para el papel desempeñado por el prestigio social en el descubrimiento científico nos permi-
timos remitir a nuestros a -El actor ele las revoluciones cientiflcas-, Tbemata, 19 (1998), pp. 59-71 y
Die Netztcerletbeorie der Ha11dl1111g /J0/1 R. S. Burt: Ei11e sttuluuratle une/ episunnoíogische Analyse,
Fráncfort del Meno, Peter Lang, 1998, pp. 83-91.
6 O de Mecánica clásica no de Mecánica newtoniana, o al menos se tiene
y presente que el reíe-
ren te de ambas expresiones no es exactamente el mismo.
7
Sabemos, entre otras fuentes, por Borowski, autorizado biógrafo de Kant, que éste sólo seguía
a Wolff directamente en sus clases de Matemática, pero prefería los manuales de Meier, para las de
Lógica, el de Baumeister primero y luego el ele Baumgurten para las de Metafísica y el de Eberhard
para las de Física: todos ellos brillantes filósofos de la escuela wolffíuna. Ludwig Ernst Borowski, Rela-
to de la vida y el carácter de !111111a1111el Kant, Madrid, Tecnos, 1993, p. 23.
1O A>{11,,t111 (.'111rr,II,,:,: 1(11/t:
esta últlmn ·s una mera lil¡ (il 'NÍS ( ·n scntldo newtoníano) q 1<.: Ldbníz :-;e; lia
lilllil:tdo a c.:onst:1t:.1r 1 ero que no li:1 explicado sulk:ient<.:m<.:nt<.: Y que sirve en la
medldn en que arroja una clertn luz -cn el ahlsrno de la sabidurta de Diosi. En
este sentido es rnuy es ·lar .ccdor lo que Wolff es rlbc ,,1 conde von Mantc:ulfol en
cana l'ec.:hada ·l 'll de mayo ele '171i6, donde puede leerse que el sistema de Lcil,-
niz -crst slcb da ttt(/'il.nget, 100 mclnes aufhorot- (mo em!Jiez� hasta que el mío
concluye.)9• Ello quiere decir que la :1rm<mÍé1 rrec:stablc:c1da ni b.asamcnta el sis-
tema tal corno Wolff lo conclbc ni entra dentro del entramado lunc.lamcntal del
mismo; es una simple hipótesis que puede mostrarse como verosímil una vez que
se tiene el sistema completo en sus partes fundamentales Y que solve�ta �ás diíl,
cultades que el influjo físico y el ocasionalismo a la luz �e la. experiencia. Algo
semejante vale decir respecto ele las mónadas, En los p�ragrnlos �.5�8. Y §.599 de
la obra que estamos presentando se rcíntcrprctan las monadas leibnízlanas en el
sentido de las cosas simples de Wolff y en las notas a estos parágrafos!" se mues-
tra algún reparo a la doctrina de las mónadas ele Leibniz: como, por ejemplo, que
todas ellas hayan ele poseer idéntica especie ele fuerza que las convierte en sus-
tancia espiritual 11.
Concretando telegráficamente la influencia positiva ele Leibniz puede decirse
que gracias a la Tbéodicée abandona Wolff el sistema ele las causas ocasionales y
la doctrina ele las esencias arbitrarias; toma, en cambio, las bases para el desarro-
llo del principio ele razón suficiente, ele la interdependencia ele tocias las cosas y
del optimismo. Cerrando el párrafo ele influencias cabe entrever a Suárez en la con-
cepción esencialista del ser y a Tomás ele Aquino en el modo ele entender la rela-
ción entre necesidad y contingencia, rechazando la distinción entre propiedades
transcendentales y predicamentos.
Con todo ello no se pretende, naturalmente, descartar a Leibniz, sino rescatar a
Wolff del inmerecido olvido que padece, al menos, en el entorno cultural hispa-
nohablante y ello no merced a razones meramente histórico-filológicas.
Prosiguiendo con la aplicación ele la idea de comunidad científica, el investiga-
dor prestigioso y consagrado, Leibniz en este caso, es el encargado de seleccionar
al personal investigador que ha ele colaborar en las tareas propias de la ciencia nor-
mal, que se concentran básicamente en la ampliación del sistema en las modali-
clacles sobredichas 12. Así, no es ele extrañar que el primer contacto Leibniz-Wolff se
H Der oernünfftigen Gedanclsen ton Gott, der Wefl und der Seele des Menscben aucb a/len Din-
gen überbaupt, anderer Tbeil, bestebend in ausfübrlicbcn Amnerckungen, §.216: que comenta el
§.600 de la Metafisica alemana.
9
En H. Ostertag; -Der philosophische Gehalt eles Wolff-Manteuffelschen Briefwechsels-,
Abbandlungen zur Pbtlosopbie und ibrer Gescbtcbte, 13, Leipzig, 1910.
10 Op. cit., §.215.
11
Aunque se distancia de él en estos puntos, Wolff trata siempre al maestro con sumo respeto y
lo pre�enta como algui�n q.ue, �� conversación privada sobre las mónadas por ejemplo, realiza mani-
festaciones breves, casi emgmatícas, en un estilo que le era peculiar, pero que resultan luminosas y
certer?s una ve� q\1e se las ha pens�clo detenidamente. Kant, por el contrario -que ya pertenece a otro
paradigrna-, pract.icamente se mola ele la monadología en Los progresos de la Metafísica desde Leib-
niz a WolJJ._ Madrid, Tecnos, 1987, pp. 52-53. Para el debate sobre las mónadas, véase -La polémica
sobre las monada�·, en Juan Arana, La Mecánica y el Espíritu. Leonbard Euler V los orígenes del dua:
/fsm1� contempora�eo, Madrid, Editorial Complutense, 1994, pp.19-87. ·
. . · . En e�te sentido nos encontramos con el caso caso revelador que narra el propio Wolff en su
autob!ograÍJa �op. ctt., p.142) de un Leibniz encargándole dedicarse exclusivamente a la Geometría
superior Y pulir (�xcoltren) su cálculo diferencial. También encaja dentro ele nuestra interpretación el
que Wolff se dedique fundamentalmente en esta época (ibid., p.143) a tareas metodológicas -típicas
Presentacl6n 11
2. La ética
l·i. Ironías del -�estin�: e.u ando probable1rn�nte sea Wolff uno de los filósofos que someta a la Ética
de Spmoza a la �:1t1ca_mas :1gu1:osa, pormenorizada e implacable que ésta haya padecido jamás. Wolff
d�d1ca a esta cntica �) paragraf?s -d�l 671 al_716-de su Tbcologia natura/is metbodo
scicntiflca per-
tractata. '.m,iposler101;_ q11�1 ex1�te1'.tw el a�,,.,�ula Dei ex 110/io11e eutispcrfectissinii et natura anitnae
de111011s1m11111r el Atheisnii, De1s1111,_ Fatal,�1111, Natttralisnii, Sptnosismt, allonan tte de Deo errorum
fl111da111e111a s11buerl1111/111; 1737 (Hlldesheim, Olms, 1980). De estos p·n-íg·, t. q :
., , . , . ' ' lcl os se pu bl"1car,1 en 171a4
una tra d uccion anoruma a 1 a 1 eman trru 1 ada Herru Cbristian \Fol'(/'\Vider! ·s· . sI
. .. eg1t11g d..e r titen-Le b re B .u ..
artetern t net.1e seuter 11a111r1.1c1e11
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ll que aparecto como apen d.tce
a una v ersion a l emana eI e l a Ethica de Spinozn titulada. B ti s s· ¡ b
• ,,. · · · 1 11e11 e re toider! t · 1 b · ibm-
ten \Veltweise111111screrZeit Hcrru Christian \\l./"(!.. 1 . .
¡ lateu11scbe11 eg uou aem en ·
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liante título de wrolff no se encuentra ni siquie , : ersc zt
' , . 1 r.1 un eco en 1mport·,nt, O b · · ·
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Delbos, Le Spi110zis111e París Vrin 196/i que ele 1. , . ' es ras espmosrstas: ru en ·
' ' ' • e 1ca un apencltce a h · ¡ ·, 0 .
el que no se va más all:.í ele Leibniz· ni en G Del, , S. . ' ie ac,on escartes-Spmoza en
. -, · euze ,P1J1ozu v elp10 . bl .,
1 ona, Much111k, 1975 (1968) donde se lleg·i hast" L . ' ._ . · ema e,¡e la expreston, Barce-
. ' ._' · " e11)n1z e mcluso St .- · · lff
nI en E. r.�. �urley, Spinoza's Mctapbysics, Cambricl e , . l,lle� per? por encima de Wo_ ;
El matenahsl/lo de Spi11oza Madrid Revi·st" ele g_cl(Mas.s.), I-1.uv,ucl U111vers1ty Press· ni en V. Pena,
• ' ' '' Occi ente 1974 · · , '
ª 1 respecto J. Ecole, "La critique wolffienne clu 5 )i
1
. ' ,, • poi citar solo algunos ejemplos. Cfr.
553-�67. nozisme • Arcbiues de philosophie, 46 (1983), pp.
h Una lista exhaustiva de estos ese ºt ., . .
ei11er u th ·· ¡- n os se encuentn e e G
,d' .. o � mu ,gc11 Hislorie der \Vo/jj,scbe11 P'11· . ,3 n . . Luoov1c1, Aus/itbrlicher E1lfWllif
t: 1c1on ca¡1 XIV '· '1'oso,l"
h/.'JIC parte L · · ·
' · • pp. l88-3 21 Y 2." parte, pp. SO!i-6Sl. ' ' s, eipztg, 1737-38, l." parte, tercera
Presentacián 13
recbt gesprocben. La polémica acaba, además de por hastío, por real decreto: en
1736 Federico Guillermo I prohíbe que se vuelva a escribir contra \Volff. En 1734
le había ofrecido ya repetidas veces volver a Halle. \Volff lo hará en 1740 con otro
rey. Ecos de la polémica se encuentran por doquier en la Metafísica alemana.
Así pues, la Etica ocupa dentro del conjunto de la obra de \Volff un lugar muy
especial. Es en primer lugar, según acabamos de ver, la vía por la que \Volff entra
dentro de la comunidad leibniziano-wolffiana por la puerta grande. Es, además, la
causante de un conflicto que marcará su desarrollo posterior y ocupa, ante todo,
el centro del interés del filósofo, en consonancia con el cual dedica \Volff los últi-
mos catorce años de su vida, desde que regresa a Halle en 1740 hasta su muerte
acaecida en 1754, a la elaboración de su Etbica latina, cuyo título completo reza
Pbilosopbia moralis siue Etbica, metbodo scienufica pertractata 16, que publica en
cinco tomos entre 1750 y 17�3. No se trata, como acabamos de ver, de un amor
tardío: Wolff se habilitó en Etica y su preocupación primera, netamente meto-
dológica 17, consistirá en aprender el riguroso proceder de la Matemática para apli-
carlo a la Filosofía en general, y en particular y primer término a la Ética. No es de
extrañar, pues, que Kant, el segundo filósofo a la sombra del cual ha quedado
semioculto Wolff, apreciara en éste sobre todo su mérito metafísico dentro del
ámbito de la filosofía práctica 18 y, en cita sobradamente conocida, el riguroso
método del célebre Wolff, adquisición definitiva que habría introducido en Ale-
mania el espíritu de cientificidad dentro de la Filosofía 19 que a punto estuvo de
hacer innecesario al mismísimo Kant de haberse aplicado correctamente. Pero, ¿en
qué consiste tan celebrado y prometedor método?
3. El método
Y una más (Ausfürhlíche Nachricht, cap. 3, §.22) que las reduce a tres:
1IJ Que sería huero, esto es, un vacío haz lo que debes y hallarás Jo que buscas
2
i Ratio praetecttonum toolfianarum in Matbestn et Pbilosophiam universa ·P f N
n Ut l , d. m, rae . p. .
• •uj • accuratas tra am earum rerum de quibus agendum est definutones, nec u/la utar toce
nlsi disttnae explica/a. 2. Ut ni�i� sine proba�io�e assumaturncc. 3. In obseroationibu.s et experimen-
tls (quodplerumquefien so/et) vítíum subrept1onis �ommittatur. 4. Ut singula ínter se, quantum datur;
connectantur Ita, ut antecedentta sint consequentium rauones. (Rat. prael. s. Il, c. 1, §.20, 113).
p.
Presentoclán 15
: Andreas R�.di?er, De sensu veri ct falsi librt /1� Leipzig, 1709, 1, u, cap. IV, §.VII, n. e, §.4.
· Andreas Rüdiger, Pbysica divina, recta uia, cademque ínter superstitionem et atbeismw"
media ad ultramque hominisfelicttatem, natura/cm atque moralem ducens Fráncfort 1716 1 1, cap.
1, s. 1, §.45. .' ' ' ' '
11
· · Wolff, Autobiografía, pp.116 ss. . .
. .U Chr Au e . . . .
· g. rusius, E·�1tw11rj �er nothuxmdigen Vernu nji- \Vahrheite11, u-icfern sie den zujd..,,.ig
Cll
e ;,
ntgegengesetzt toerden; Hildesheím, Georg Olms, 1964 0745), §.115.
Presentacton 17
Lo cual puede resultar convincente para los ejemplos fáciles de los que Kant se
sirve, esto es, conceptos que corresponden a objetos que la Filosofía contemporá-
nea ha convenido en llamar «objetos de tamaño medio-: como son el unicornio o
un billete de cien táleros. La consistencia lógica de ambos y la existencia de algu-
no de ellos se puede contrastar in concreto, o con una formulación variante tam-
bién del gusto de Kant, bine et nunc. Sin embargo, la cosa se complica cuando los
ejemplos empiezan a ser verdaderamente interesantes: ¿existen los electrones?
Nadie lo niega, a pesar de que no haya una contrastación directa de los mismos. O
planteada la cuestión desde un punto de vista más genérico: ¿existen los objetos
que caen bajo los denominados conceptos teóricos? Hoy nadie lo niega, sin embar-
go, es sabido que estos conceptos no son reductibles a conceptos observacionales,
esto es, expresado a la Kant, a contrastaciones in concreto, bine et nunc. Lo cual
hace sospechar en gran medida del concepto excesivamente simplificado que tuvo
Kant de experiencia (posible) y, en general, de lo que hoy llamaríamos una teoría
científica. Su teoría del conocimiento parece a veces más la teoría del conoci-
miento de la vida cotidiana que del conocimiento que produce la ciencia. En esto
es Wolff, sin duda ' más contemporáneo: sus conceptos de observación y de expe-
riencia, mucho más amplios, dejan abierta la puerta para la existencia de concep-
tos de los que sólo conocemos su mera posibilidad ló�ica pero que pu�de� servir
para la construcción de un sistema coherente compatible con la expenencia, que
es la que tiene siempre la última p�labra. . . , . ., . .
La enfermedad radical del wolffismo la cifró Crusius en la reducción del pnnci-
pio ele razón suficiente al de contradicción y en la aplicación de éste dentro del
ámbito de lo real como único y supremo principio. En lo cual habría cometido
Wolff un círculo+', inevitable, según veremos más adelante, siempre que se inten-
ta demostrar un axioma.
Wolff existe para la Historia de la Filosofía, aunqu� sólo sea en una oscura y pol-
vorienta galería de bustos abandonados, porque existe un Kant siempre vivo que
tuvo a bien mencionarlo por el nombre en un par de ocasiones y tenerlo presente
a lo largo de toda su obra, principalmente, en la Critica de la razón pura, de la que
muy bien puede decirse que se escribió por y contra Wolff, o partiendo de Wolffy
contra lo que Wolff llegó a significar. Es así que \volff se ha conservado, en la medi-
da en que lo ha hecho, por Kant, pero no es menos cierto que sin aquél no hubie-
ra existido lo que hoy entendemos por sistema kantiano de Filosofía. En lo que
sigue vamos a realizar una serie de reflexiones sobre la relación Wolff-K:mt aten-
diendo fundamentalmente a aspectos de la Filosofía del primero que pueden servir
para entender mejor puntos esenciales de la Filosofía del segundo.
5.1. INTRODUCCIÓN
-�
5
K. R. Popper, Teoría cuántica J' el cisma e11 Física Madrid Tecnos, 1982, PP· 175·2�4· . re:1·
:11',
°
· E n 1 que sigue
·· · b re I a relación
so · · Wolft-Kant
· ' uso discrecional
hacemos ' de consi· id e rJciooe
5
¡ 1992,
lizadas en otro lugar: Agustín González Ruiz, La polémica Ei11stei11-Ka11t, Madrid, Tesis ooctor.l,
pp. 13-31.
.n Crítica de la razán pura, B XXXVI.
Prrunlac/6n I9
Según Max Wundt, \Xfolff es junto con Leibniz, Crusius y Newton uno de los
presupuestos históricos de la metafisica leantiana/",
Las referencias a la bibliografía secundaria se podrían, desde luego, multiplicar,
pero los autores citados bastan ya para ver que los estudiosos coinciden, general-
mente, en señalar la importancia de la filosofía de Wolff -con la que Kant habría
entrado en contacto, bien directamente a través de las obras de \'\Tolff, o bien indi-
rectamente mediante los manuales de filósofos wolffianos- en el surgimiento y desa-
rrollo del pensamiento crítico. Mariano Campo ejemplificaría incluso en su persona,
según acabamos de ver, la tesis de que la comprensión de la filosofía de \Xfolff es una
conditio sine qua non de la comprensión de la de Kant. El estudioso italiano no
entra, sin embargo, en el detalle de las doctrinas o los conceptos de la filosofía wolf-
fiana que podrían facilitar, en general o en concreto, la comprensión de la filosofía
de Kant. Semejante tarea de precisión es la que emprendemos en las páginas
cuestión42.
siguientes, sin pretender con ellas, desde luego, haber agotado la
-� Ibid., B 19. . . 1
39 A. Riehl, Der philosophische Kritizismus, I, Leipzig, -�ngel":1�nn, _1908, p. 2_09. .
,10 M.
Campo, Cristiano Wfo/ff
e il mzionalismo precnllco, Milán, Vita e pensiero, 1939, reimpre-
so en Hildesheirn/Nueva York, Georg Olms, 1980, p. XVII. . .,
41 M.Wundt, Kant als Mctaphysiker, Hildesheim/Zürich/Nueva York, Georg Olms (reirnpresión de
la primera edición de 1924), 1984, pp. 12-89 .
.¡z Interesantes e informativas al respecto son las obras de Albrecht, An�erso�, B_arone, �aumann,
Heimsoeth Kahl-Furthmann Koenig, Lamacchia, Martín, Mylius y Vanni Rovighi recogidas en la
bibliografí;. En 1984, bastant;s años después de la publicación pioner� de�- Ca.�po, tiene que cons-
tatar École en .walffius redivivus-, p. 23 (véase Bibliografía), que la '.nves11gac1on del papel. des�1�1-
la filosofía crítica sigue en mantillas. Tememos que la situacion
penado pdr Wolff en la formación de
no haya mejorado mucho desde entonces hasta ahora.
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20
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El CO:\CEPTO DE mosoFL.\ E
_ __ _ (Welt-Weisheil) en el ·Yorberícht vo I
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C ,brbe:; ....... �b �e�omom n·�o �ip�rnué son posibles,+'.. En esta definición
·--ro-,{)t."0·"'ª com r "1· 1·· ., t'"'--.....,1
·-�' e-.:a..: - -: _ -- isan de la correspondiente exp rcitacion, sí quer�
-� nceo ' e precis f W lff ""'rt/,
c.·'-- . �-- • . . ·d · � omce · T� explicitación . los pará�r"fi
. la o. rece v o. en
1:c.r: �n sen. •ex o� .t �=·
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� · .: .... ) de me lo que entiende por ciencia: -Por ciencia enlíendfJ un
::- ;-::- .. n..e5- . . .tnr. ,·- . . d.
. ...,1-0�.eit 1-.5- del entemlEmrento (\r,erstan d') a emostrar todo Ir;
a
11!..-;p<,_,!(1 1, .C-1 ({;: que .
- : • a partir defrmdamentos inconcusos-. Posiibl e es \..J· 3) -tod.?. lo que Puede
l. e,' w / • -
1) lo posible lógicameme)
_) lo posible realmente)?"
L'1 realidad. lo real. presupone la mera posibilidad lógica (ab esse adposse cale
ill , io). pues s -10 lo lógicamente posible puede existir.
C mo cien -·3 de lo posible. la Filosofía abarca los sectores ontológicos de (1)
l s objetos meramente pensables y de (2) los objetos realmente existentes; donde
el segundo sector o conjunto es un subconjunto del primero. Todo elemento del
conjunto l2 pertenece al conjunto (1), pero no todo elemento del conjunto (1) es
también elemento del conjunto (2). Todo lo que existe realmente es, precisamen-
te por ello. lógicamente posible, pero no todo lo posible existe realmente. Ln
caballo alado es pensable y, por tanto, lógicamente posible, pero, según nos ha
mostrado la experiencia hasta el momento presente, no existe realmente semejan-
te caballo. :\o podemos. sin embargo, excluir su existencia en otros mundos o en
el fururo o en un pasado lejano. De hecho una proposición existencial negati�-�
como -no hay caballos alados· no podrá ser nunca verificada de un modo defüuu-
YO, siempr: estará abierta la posibilidad de que haya tales caballos en un lugar
r��1oto de es_re o de otros mundos. Una proposición del estilo sólo puede ser defi-
runvarnente falsada. Para ello basta una instancia positiva como -aquí hay un caba-
llo alado realmente existente-,
•
-1..�
ricbtig;
:h.
Wolff. \ en_11111.ftrge Geda11ke11 mu den Kniften des menscblicben \ mtandes i71 ibrem
1l Gebraucbe n¡ ErJ.. -e1111t11is der \íabrbeit Hild l . 1712). Enlo
-· _ • • es 1eun. G eorg Ol ms. 1nL-:;iv) (Halle ,
que sigue 0
se citara esta obra ::ibre\·i::icbmeme como 1iw. I . .
·H Looica alemana , . ..
p · 115 · D e esta. d elinición orca a ema11a. (i;tl!!1&
l d 1 �. . . · hay \·arias Yersiones que no difieren esen hifo-
s:ple1·1e:1b m1 1(1!\ lé'30Se/:�I respecto b.s consideraciones de Hans
� �
egn ·, nl1111SIIU WI/, 30 ( 1925 . p. 39.
Lüthi"e en ,Christian wotffs p
l
.¡º
El correspondiente lt'mlino ¡. · ( ?)
,6 �l. \\-undt afim1:.1 (Ka111 , ue emp�ea \\-olft� es el de babitus (Onc. Prol_eg .•
a/s :11100 � ';j,nici6rl
escoltistica,. ···· p. ::,_) que \'\ otff se lunita aquí a tomar ,fa a1111gaa
.. � ,\lnt1n·1 . . ...,di
· o • s m:1u2:.1c1ones a esta di\·jsºó -ed •
. :J.i¡aden , ....
esencial al concepio d!é' posibil'd d n re-.1h23cbs por el propio Wolff, pero que no
• :1 • pu en Yerse en Lü1hje, p. 40 ss.
Presentactcn 21
El principio o criterio :n.virtucl del cu�l poclemo� d�ci.dir q�1é el�mentos cons-
tituyen el conjunto de lo lógicamente posible es el pnncipio de identidad o de con-
tradicción (formalmente A :;:: A, -, (A /\ (A -, A). Solamente aquello que es igual a sí
mismo O cuyo concepto no contiene notas contradictorias entre sí constituye el
campo de investigación de la Filosofía. Wolff se cree, sin embargo, autorizado a
decir que: -Nullutn datur ncc dari potest objectum, quod pbiiosopbicae conside-
rationis non sit-": Ello no es absolutamente correcto, ya que hay un sector inmen-
so de objetos que la filosofía ele Wolff no considera, a saber: el sector o conjunto
de lo lógicamente imposible. A este conjunto pertenecerían objetos como -cua-
drado redondo» y similares49. .
8
� Ch. Wolff, Ratio praelectionum Wolfianarum in Matbesin et Pbilosopbiam uniuersarn, sectio 11,
§.7, Halle, 1718. . .
49
A. Meinong, por ejemplo, en Über Gegenstandstbeorie. Selbstdarstellung, Harnburgo, Felix Mei-
ner, 1988, p. 68, considera que tales objetos son también dignos de ser investigados: .[. . .] también lo
real existente, además de lo no-existente, Jo posible e incluso lo imposible pueden constituirse en obje-
to de conocimiento..
50
. Lógica alemana, §.6, p. 115 SS. En la Lógica, Discurso Preliminar, §.17, se caracterizan los tres
tipos de conocimiento del modo siguiente: -Nam cognitio bistorica acquiescit i11 mufa notitiafacti,
117 Philosophica reddimus rationem eoruni,
quae sunt ve! esse possunt, in matbematica denique
determi11amus quantitates, quae in rebus insunt-. ·
51
. Lüthje, p. 48, ofrece, por ejemplo, la crítica de H. Pichler, Ooercbrtsttan Wol)Js omotogie, Leip-
ztg, 1910, p. 7. Cfr. también Duque, op. cit., p. 34. . · ' · ·
22 ,4.g11stft1 Gmc:tfle.:: R11I.::
·�uede, ser p�e�a. suficien�e el ��e mostremos más adelante (§.143) que
�ed1ante el [el pnnc1pio de razon suficiente] se origina fa distinción entre la rea-
lidad y los suenos, entre el mundo verdadero y el utópico,.53.
52
V�ase también la Lógica alemana
:: Véase también Meta.física alemcm�ca§pl.434, §. l3.
CRP, B 865, A 837. ' · ·
5J, m. CONCEPTO DE PILOSO FÍA EU KAi T
5J. 1. LA PREGUNTA POR EL CÓMO
En Kant encontramos definida la Filosofía como el {. . .l conocimiento racio ta: a.
po rt l r de conceptos- A primera vista bien pu dí era parecer corno si es:z ¿Ff"'".-=r:fu
51t.
l l lvlern muy poco que ver con la correspondiente de Wolff. Observada m�� ce -��
y ;111:iclicndo cómo se de�envue.lve este concepto de Filosofía en Earr; r.ies,.:.='�c:-.:e::...
sin embargo, todas las diferencias entre los conceptos de ambos fu'5s'.JfvE_
En la Crítica de la razón pura reduce Kant su tarea a la cu�fu::: cairzo sor:
posibles a priori los juicios sintéticos?.. 55. Que tales juicios sean posibles, -tw.. �Jio �
probado por Kant mediante el análisis de los concep os de sintétí . ..--=F-:,z-,_ G
priori y a postetiori en relación a los juicios. Ninguno de estos conceptos ��
contradicción alguna, por ello son posibles; del mismo modo cue es -,-::::--:":he �
concepto de juicio sintético a priori que se origina como combir.tád, :-- ¿_; :::.�..ré__�-
-
Esto, sin embargo, no le basta a Kant. Cree, además. poder probar Cf--= :;Iy :e;;_
mente tales juicios; que es éste un fácturn que parece -baberse escapad. , !:GS:J
ahora a las consideraciones de los analistas de la razón buma ia>. E.'W. f'Y:S::.O::-
cía presupone ipso Jacto la posibilidad lógica de tales juicios o hemos .-:.._.;.: · ��: -ci:
esse ad posse va/et illatio-y. Así pues, resulta claro que la Filos fr.:. es -::. :-r�¿:. �
los conceptos, es decir, de lo pensable, de lo posible". También era K:.:. . .'1.: s:::.-- •
excluido lo imposible como tema de investigación de toda ciencia. Yc.:t� s.. et;:.:�
que en su definición de Filosofía, Kant no hace otra C0...."1 que expresar le m ;��
conciso la correspondiente definición de \Volff.
55 I3 19,
S(, I3 14/A 10.
57 Kant posee el mismo concepto d · p1\slhlli1.\;1d q\lt' \\\ \11\'. \' \1s,\ \"- '�··-·l\\r,, \ ,:\\�\ r��\' , �
58La pregunta por las condlclones de 1 nslhllllk1d ''"" lu\ l�\-:\l\\�1d,, s\ 'l\\l'\\' ;\��' \\\\� ;,.. \'' q r"- �w
de que los especialistas en Kant clan muy u l\\t'l\lld,1 In 11\\\Wt'SI, 1\ d 'q11' s '\\\\��\\\\ 1.' '�� �, ,,,, � �\,��
mo en lo que no merece la pena detenerse. \in \\\ \\(�m\� �lt'�\\\\\\\ 'I'. q11 ' 11,, '\,\ \\\\ �· �,'\,�; :t:,l
Kant, hemos encontrado por prhneru n-1. n11t•st1,,s m\sm, \, \'\'\'.\\\\, \\\'-\"'- '\,' ,\,, \.\ s, �\\\'\ \�, ·1,. �, •
ridad de tal pn.:gunta: ,'';.Cómo son los juld\ ,., slnl,"lk\ ,, \'í\-:\1,k,-: ;1 \''" ,,,:.''. \�" -'"\,\ \\\\,\ \\\,\\\,�\� -���
<
cxtrnña de plantear d piohlt:11111 fund111nen1nl d1' \\id,1 \11\ slSl\'I\\;\ ,\,, llh\v.,\\\.1 \ \,'1,, \'\\ • ,,,�\\\, 'l.\
ühcr cinc müglld1c Hekonstn1ktlon ,·on K11nts �kl 1physlk d, ·r \M\1hr,11��·, <\\1:t, \ ,, \ \,v· .,
l', , >·t
0 968), pp. 1-:\ 1, reproclucldn ·n A t(/�<'11::1• Sii t-.'mlf llticl \\"'U�, ·1�,·fdll, \ ·l\'fü.�\,\\l,, \\\,,,'{\.-:,',\\l > i..�
Bud 1gl!:-l!llsd1a1"1, 1970.
- 'te- R11i:::
24 Agustf11 Go11�a -
-aunque
. esto es ya Fºl1 oso f'ia propiamente- . convierte la facultad cognoscttl\a ··,
misma en tema de · · ·,
wo lff Itu bírera podido . mvestigacion; algo que \X'olff hubiera debido hacer tarnbº'ien.
rnuv1 bi · una
Crítica de¡ , ien, gracias a su método rizuroso llevar a cabO
no tnedi ª, ralzon p�ra «si se le hubiera ocurridopreha1�1-sep,'.euicmze11te el terre·
organ.o, es decir, de la razón pura misma·6·. s eme¡3·· n·1
tan e a cntzca del - · . '1-' �
te Crítica cond
uce, entre otras e · ·
osas, a l a valoración del papel deos1vo que O
:1
experiencia desemp �
, ena en el cono . . so
vacios. En la intuició
ib cimiento: sin experiencia los conce ptos ¿·-
.
miento solamente pocl
n sens1 le se nos 1 1 .
e a a existencia ,
de las cosas; con e l _«
enten t
ª l�is-
11_
sum�ción (E1Jüllung)
tentzam definía per
� ¡� 1fos
il
pe�sar objeto. Para \X'olff, la existenc_ia es
poszb/e,, , el comp!ementuni possibtlitatt» . fi11ic
1
. conzp!
ementum possibilitatis»Gs_
---- 59
_La_ denominada Te .- el
conoc1m1ento a r>rióri o11a Evolutiva del Co . . ntr,1r p,1r:i
que, del mismo modio no un fundamento s· noc1m1ento consiste en el intento de ene� ·vo J¡un1:1J10
el mundo externo C que el resto de los - '. _ ino una causa, a saber: el aparato cognosoll 13ctocon
apriórico. Más al . on ello no se exp1· �1�,1no_s, se habría originado por evolución en con cin1ientO
respecto e \"' ic,1na sin e 111 b cono
argo, el carácter necesano del E,.,,e1111fl1 ·
bcor¡ ,? D . ¡¡/·
,.�c., armstadt w,· n .v ,
' " issenscl 1 1· 1·Lütterfelcls. (' ec1 ) rr: a· ·
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61 E
'sto se pu· 1 1 · e se 1 ialt. 1987
324). ec e eer con toe! . ' · 3, (�·
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�i P, B XXXv1 u cana a Mases Mendelssohn del 1 -
'· CRp B · ' ·•
6,¡ ' XX>,,ryy_Vv-,,,
Mclafisica '�.l\.,\'VJI.
G; Ontol · . ale111a11a § 14
og1a, §.174. ' . .
l'l'CSC/llt1c/611 25
Como bien señala M. �amp066, reproduciendo con ello la objeción del propio
Kant con�ra esta concepci�,� ele la .�?1stencia, no explica \Volff suficientemente en
qué consiste tal consumacion [E,jullung], ni lo que añade al concepto. Tampoco
expresa nada �ue�o el �01.1eepto, supuestamente sinónimo, ele la omnimoda deter-
minatio: -Quidquid exista ve/ actu est, omnimode determinatum est»67. El indivi-
duo, el existente concreto, es aquel que está determinado ele un modo total com-
pleto: -cum entia stngutaria cxistant, euidens est, Ens singulara, siue Jndividuum
cssc illud, quod omnimoda determinatum est»GH.
La crítica ele Kant en este punto es contundente, según vimos. La existencia no
añade nada �l conce�to. L�t existencia no puede predicarse ele un sujeto como un
predicado mas. La extstencía no es propiamente un predicado. Un concepto puede
ser absolutame.nte perfecto! puede contener todas las notas que le pertenecen, con
ello no se ha dicho nada, sin embargo, sobre la existencia del objeto que cae bajo
él. Para ello, tenemos que cambiar ele facultad cognoscitiva: tenemos que pasar del
entendimiento a la intuición. Aquí cree Kant encontrar otro motivo para inculpar a
Wolff ele dogmatismo: Wolff habría infravalorado la experiencia. Sin embargo,
como señala M. Wundt con toda razón, semejante acusación alcanza:
«en el sentido en que Kant la profiere, sólo parcialmente a Wolff y apenas seña-
la lo esencial de su modo de proceder-w. ,
En lo que concierne a conceptos tales como Dios, alma, etcétera, tiene Kant
prima facie razón, ya que no hay experiencia posible de estos conceptos, es
decir, tales conceptos son vacíos. M. Wundt destaca, sin embargo, el papel fun-
damental que la experiencia desempeñó en Wolff y, mediante su influjo, en la
mayoría de los filósofos alemanes: "esto no necesitó aprenderlo de los ingleses la
filosofía alemana» 70. También para Wolff comienza todo conocimiento con la
experiencia, con el conocimiento histórico, que es el que proporciona los datos
para la reflexión filosófica. La experiencia no es, sin embargo, sólo principio,
sino también fin; es la piedra ele toque con la que probar los conocimientos
deducidos mediante la razón71•
La acusación ele Kant alcanza más bien a la escuela wolffiana, a través de la cual
entró él en contacto con la filosofía ele W,olff. Kant impartió sus lecciones, según
vimos, con el apoyo de los manuales_ ele wolffianos como Baumgarten y Meier,
Estos wolffianos solían simplificar las doctrinas principales del maestro para que las
entendieran mejor los alumnos. Por razones pedagógicas, pues, estos manuales se
limitaban a las definiciones y a los teoremas derivados ele ellas. Con tal simplifica-
ción -condicionada escolarmente, insistimos- se perdía el origen empírico de las
definiciones. Éstas ciaban en los manuales la impresión ele haber llovido del cielo".
66
M. Campo, pp.173-4. Para Kant, 11, 76.
67
Ontología, §.226.
Gil Ontología, §.227.
69
M. Wunclt, Kant als ... , p. 35. , .,
70
M. \Y/undt, Die deutscbe Scbulpbüosophie ... , p. 178. Veanse también M. Ca�1�0, P· 22 Y H. \Y/ ·
Arndt, -Rationalismus und Empirismus bei Wolft\ en \Y/. Schneiders (ecl.), Chnst1�tn W?!Jf: 1679-
1754. Interprctauonen zu seiner Pbtlosopbie und deren Wirkung, Hamburgo, Felix Meiner, 1983,
pp. 31-47. También École, 1979.
71
V'ease M. Wunclt, Kant als ... , pp. 35 ss. · ·. · .
72
Más al respecto en M Wunclt Kant a/s ... pp. 51 ss. Kant poseyó someros conocirmen t ° -
s ele his
1 oso fos. ( ¡ oc t f1inas
. . de la Fílo..;nl'í'.I P�tr, ,,, ·rr.nrl, ,i ......' ,, \!PrPO::. <1 '.trnni ,t,ir !l otrnc; f'I'
tona < que éstos no sostu-
26 A.g11slf11 Go11zdfc,:: Rul::
viera? jamás. Un ejemplo de ello en Schneiders (pp. 56 ss): los reproches de Kant contra Wolff se
?ªsanan e� _un c?nocimiento insuficiente por parte de aquél del pensamiento original de éste o, e?
tnterpretacion mas positiva y creativa, en un concepto diferente del saber (véanse al respecto las pn-
� ·
mera 5 paginas d e la presente introducción)
Kan:� W. Ste�mülle� ha demostrado
aguda .y convincentemente, en el artículo ya citado (p. 24), que
juic·tos�oesprobo �a existencia de los juicios sintéticos a priori, sino que la postuló. La existencia de tales
un axioma para K· . ,
ant, Corno axioma es -segun se ha dicho- indemostrable directamente.
La
importanc·. d. 1
. .
1nd1recta· ta e as consecuenc·ras d enva · d:as e¡ e 1 a ., .
aceptacron de este axioma debe valer como pru
eba
· ·s0 ure e•1 reposa tod0 l dif
1.
1 1 · 1 ' el
materialismo , el f,ata .tsrno el e ,e c10 e. e la CRP, y -sólo mediante ésta puede arrancarse de ra1z
1 at . • Ión
-<lUe pueden ser p � . . ' eisruo, 1 a Incredulídad librepensadora, el fanatismo y la supersuc•0.
gro· para las. erniciosos en gene 1
._ . ra -y tarn bié
· · '
ten e l idealismo y el escepticismo -que son mas P
eh·
s�s escuelas ue dº
· Nos referimos m"ryac¡ tftcilinente pueden alcanzar al gran público-« (B XXXIV).
a 1a mat · li " mente a la int ., · · o
·Ewa ,us ena •zación de la mis encion, que se expresa en su título ele la obra de Avenanus, n
1 1 k nitiisc¡ie · ma, que nos
Untersuchunge
'
parece, como a Hófler y a Ewald, que nació muerta. A. Hó e '
·· n r
n zu Kant unrl At10.-.�-=··- •• . ·
Presentacián 27
En lo que respecta a la Física, cabe distinguir, en primer lugar, una Física gene-
ral que estudia las afecciones de los cuerpos in genere. La clasificación que hace
Wolff de los cuerpos en totalia, como lo es el mundo, compuesto de partes que
son a su vez cuerpos, y partialia, que son aquellos que se encuentran dentro de
los totalia (tales como animales, vegetales y fósiles) lleva a una Cosmología, que
estudia nuestro mundo tal como es, y que se distingue de una Cosmología gene-
ral que sería la ciencia del mundo en general, esto es, en cuanto tal, y a las dife-
rentes Físicas de los partiatia o Físicas especiales como la Metereología, la Oricto-
logía (ciencia de los fósiles), la Hidrología, la Fitología, compuesta de Botanología
Y Dendrología y, finalmente, la Fisiología.
Si en todas estas ciencias en vez de una causa eficiente consideramos la finali-
dad, surge entonces la Teleología como una parte más de la Filosofía.
75
École, 1978, p. 33.
_76
Meletemata Matbematico-Pbílosopbica cum erudito orbe literarum commerci� �o,�mu?ica_ta.
9t!ibus accedunt dissenationes oariae ejusdem argumenti et complura omnis eruditionis aba bine
zl!mc disperse obvia, Halae Magdeburgicae, 1755, reimpreso en Georg Olms, Híldesheim, 1974, P· 191.
-�
1) Ontología.
2) Cosmología general.
3) Psicología.
4) Teología natural.
·¡ >}- 1 1 \ Lógica
F1oso1aeie A . . .
conocimiento � .znvenwndz ·
Lógica de la probabilidad
\Ontología
Metafisica C�smolo_gía _general
Psicología racional
Teología natural
1
77
Véase al respecto el muy interesante artícul 0 d - · rafia · ·,·.
1ii Tomamos el esquema básica : d< - e Ecole 0979) recogido en la bihog • ·...
. ' 'mente e Eco\e 0978), pp. 40-41. :· ...
Filosofía pr:ktiC'3 universal
Derecho natural
Filo.sofia práctica ÉtiCl
Economfa
Polírica
Meteoroloofa
�
Orictologb
Física especial
Fitología { Botanologia
Dendrología
Fisiología
I
Tecnología
Filosofia Gramática
Filosofía de las artes liberales Reto rica
'
de las artes ·
Poética
Filosofía de la medicina
Filosofia de la jurisprudencia
I
Ontología experimental
Metafisica Psicología empírica
Teleología o Teología natural experimental
tx t ,;,.
.,z,osoJza
-
prae1.zca
{ Moral
• . experimental
.
Politica experimental
.
79
Wolff sigue en ello a sus alumnos y discípulos Bilfinger (Dtluctdattones pbi/osopbi�ae de D<:°�
anz,�a humana, mundo et gencralibus rerum affecttonibus, 1723) y Thümmig (I11stit11t1011espbilou
sop.h,a.e t�oljJianae, 1725-28). Este último tiene el honor de haber sido declarado por Wolff con:o�f-
mejor interprete (Ausfiihrliche Nacbricbt, §.81, p. 236) y su obra la de convertirse en el manual
fiano más leído dentro y fuera de Alemania. .
80 en.�rl
.. Una lista completa de términos latinos traducidos por Wolff al alemán se encuentra a
Gunther Ludovici, A11sführ/icher Enttuurfeiuer oollstándigen Historie der Wolj}lsche11. Pbi/osopbie, ·
parte, pp. 233-265. ·
81 1712Y1:, 7-4
Doce ed.iciones
· so o superadas por su Lógica alemana que llegó a alcanzar 1 4 entre
'I . 1os
.
�. fue traclu�!da al francés, italiano, danés, holandés, ruso e inglés (¡dos siglos largos despu�s seg� �er·
1
sm_traduccion castellanal), La obra de Wolff fue abordada en vicia del filósofo por 407 estudios ele
sa 111c.lole que . - L d · . . , al respee·
• . resena u ovrci y que constituyen un verdadero récord para la epoca. V'asee. ditado
�� tan�bié� \ Ecole, ·Wolfflus redivivus-, Reuue de syntbése, 1984, III.ºs., n. 116, PP· 483-50l, :� '
J. Ecole, Etudes et documents pbotograpbiques sur Woljf, Híldesheim, Olms, 1988, PP· 15 ·
Presentocto» 31
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Wolffschen Schule-, en Kantstudien, 27 (1923), pp.41-61.
ARANA J.: La Mecánica y el Espíritu. Leonbard Euler y los orígenes del dualismo contem-
poráneo, Madrid, Editorial Complutense, 1994 .
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uncl Crusius-, en SCHNEIDERS, W.: op. cit., pp. 289-305.
Conn, Ch. A.: «Christian Wolff and Leibniz-, [ournal of tbe History of Ideas, 36 0975),
pp. 240-262.
• Se trata de una bibliografía selecta en la que sólo referimos obras consultadas directa o indirec-
tamente. Para un elenco bibliográfico mucho más exhaustivo, véase el realizado por Gerhard Biller,
que abarca desde 1800 a 1982, y que se encuentra en la obra ele Schneiders. Para referencias bibliográ-
Iicas más recientes, cfr. Carboncini/Maclonna. .
,
34 CIJl'/,d/1111 Wo(ff
Luooviv1, C. G.: Ausfübrlicber Enuourf einer uotlsumdigen Historie der Wolffischen Pbilo-
sopbic. 3 partes, Leipzig, 1737-1738.
LüTfERFELDS, \Y/. (ed.): Transzendentale oder eoolutionáre Erkenntnistheorie?, Darmstadt,
Wissenschaftliche Buchgesellschaft, 1987.
LüTHJE, H.: «Christian Wolffs Philosophiebegriff-, Kantstudien, 30, 1925, pp. 39-67.
�tL\RCOLUNGO, F. L.: «Principie Systema. Saggio sui rapporti Wolff-Leibniz., en storiografia e
Filosofia del Linguaggio, Padova, 1975.
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MARTIN, G.: Immanuel Kant. Oniologie und Wissenschaftstheorie, Berlín, de Gruyter, 1969.
4
., , ;': ..
,, . .. ;,. .: -�
Pensamientos racionales
acerca de Dios,
el mundo y el alma del hombre,
así como sobre todas las cosas
en general
(Metafísica alemana)
.,,,.
PROLOGO
Benévolo lector:
Entendimiento, virtud y salud son las tres cosas más nobles que deben apete-
cer los hombres en este mundo: sin embargo, no hay cosas que en general se esti-
men menos que estas tres. Todo aquel que reflexiona sobre los poco afortunados
tiempos presentes comprende que éstos son fruto de la carencia de entendimien-
to y de virtud. Gentes que son niños en entendimiento pero adultos en maldad
sumergen a muchos en una infelicidad y en una corrupción enormes. Ello es indu-
dable. Me sorprende la horrorosa imagen que producen cuando se ocupan del
derecho y de la justicia o cuando han de dar consejos para la buena disposición del
hombre medio. Como desde joven he sentido en mí una gran inclinación en favor
del género humano, hasta tal punto que haría a todo el mundo feliz si ello estu-
viese al alcance de mi mano, jamás me he empeñado en nada tanto como en apli-
car todas mis fuerzas para que se desarrollen entre los hombres entendimiento y
virtud. Y después de haber conocido, no sin considerable dolor, este modelo exi-
mio del género vicioso, me he visto impelido aún más en este mi afán, de tal modo
que no cejaré en él mientras alguna gota de sangre recorra mi cuerpo. Movidos
también por este impulso, salen a la luz los presentes Pensamientos sobre Dios, el
mundo y el alma de los hombres así como sobre todas las cosas en general, a los
que a partir de ahora irán poco a poco acompañando otros, en serie ordenada, que
saquen a la luz el conocimiento de la felicidad del género humano y de las mara-
villosas obras de Dios en la naturaleza. En la materia que voy a tratar han reinado
has�a ahora las tinieblas y el caos. Se ha carecido de conceptos distintos, de demos-
trac1o�es radicales y de conexión de las verdades entre sí, hasta tal punto que se
ha tenido por errores muchas verdades y se las ha rechazado por contradictorias·
las :uales, sin embargo, no sólo eran absolutamente correctas, sino que perte-
necian además al grupo de las importantes y útiles en grado sumo. Es por eso que
;e l�e esforzado en subsanar esta carencia y he procurado, sobre todo, no hablar
t0e ;mguna cosa de la que no hubiese formulado previamente un concepto dístin-
· n ello me he guiado por las reglas que se encuentran en parte en el primero
en parte en otro ,
s capi'tu l os d e l os Pensamientos racionales sobre las potencias del
Cbristinll Wol.ff
40
. seoun , e sto , desee investigar
. . las definiciones
d ql
dimiento. Quien, º empezar por examinar con etenirnient ie he f
e11te /Id
l debe primeramente , s de ello contrastar las reglas allí en o lC>s caT\-ºr-
nu a o, · despue ' cont t--ll\i
il cabados de citar y, , en la presente obra. Estoy seguro de que radas,... ,
os a ' d das por rru , ent '"ºt\
l as definicionesd a: caba 1 roen te el asunto y captara 1correctamente lo quC>nces tlC}
sólo co�1pren era le uedará duda alguna acerca e e su corr.e�ción. Sé e. quiero
decir sino que no , q uchos fatigosa en exceso, ya que qu1s1eran le bien qu
, arecera a rn er est . e
esta tarea.l es p, eridad con la que estan acostumb ra d os a leer los de � hbro
,
con la misma c�l ces que conformarse con no entenderlo tod o yrnas: sin
t ndran enton
embargo, elas verda des aquí expuestas, a las cua 1 es 11 eganan , si hu e
, . bies en ern. 11C) an
penetrar en , seriedad. No es, ciertamente; cosa de poca 1 . Pren,
id l tarea con autentica l . , l mpC>rt
di o a d
amos cmnprender con distinc1on os. conceptos . universales Pnrn . ancia
el que Po 11 s enciende una luz que nos 11 umma en todo nuestro sab er eras:
es con e o se no d d 1 . , Ya
pu de las ciencias o e asuntos e a vida humana E
sea que nos ocup emos d · · s Par e
'dado mucho de no dar na a por . supuesto sin previa prueba: SC)
que me lie cm. mo se fundamenta en expenencias . 1
c aras o se demuestra me ct·1an
pu
es
todo l o que a fir O 1 .
.
te Sl.1 og1smos correctos · Lo que . se fundamenta
. en a expenencia ' puede invesu.· .
garse se gu n, las rezlas o
de la. expenenoa que se han . expuesto en el. capítulo .
.
qUtntC)
de lO s Pensaniientos racionales sobre 11
las potencias del entendimiento-. es
di f lta d al guna. Caso de que se' pero '
p or tanto , que no se encuentre en e o 1 icu . . d e 1 os que constanran
quie
ordenar las demostraciones en los respectivos si.1 ogismos ., ,se
encontrará que no se ha supuesto na d a cuya corrección no se hubiese demostra-
do previamente. Al que analice, no obstante, las demostraciones, le resultará evi-
dente por las referencias que se encuentran por doquier que, en todo momento,
lo presupuesto deriva de lo precedente. Pero ·lo que en mayor grado he procura-
do es que todas las verdades estén interrelacionadas y que la obra entera semeje a
una cadena, ya que cada uno de los miembros está vinculado con otro de tal forma
que todos los miembros están conectados entre sí. Las referencias que se encuen-
tran por doquier lo demuestran suficientemente. Y es por ello que creo haber
corregido los errores que se han cometido hasta ahora en las materias que se van
a tratar aquí. Al escribir el libro, adopté permanentemente la actitud de como si aú�
no supiese nada de todas estas cosas y tuviera que deducirlas reflexionando. �s asi
que todas las materias se encuentran en el orden en que pueden ser descubiertas
progresivamente unas a partir de otras. Quien atienda a ello, podrá mostrar res-
pecto de cada parágrafo la razón por la que se sigue de los demás Y encontrar
orden en lo que, de otro modo, podría parecerle desordenado. De la misma forma
que se ha escrito este libro, conectando permanentemente una verdad co�,otr:�
tiene que ,leerse en orden estricto de principio a fin. y puesto 'que_ ta�b1e:nte I
Pensamtentos raciouates 41
sobre ella más luz de la que poseyera nunca esta ingeniosa creación.
,roye"ct·ido' .
�ólo la verdad me ha importado Y he. reparado poco, por tanto, en si ésta es vieja
.. sino que he tomado para rru cadena tocio lo que podía conectarse a ella
o nue ,,.'1 ' , . . . , . .
esl ,1bon. Pues puedo confesar abiertamente que encuentro mas radicalidad
con1 O · ' . , . . .
ni(ts retlex1on madura en las obras ele los antiguos de la que se halla, en general,
Y lo que hoy se suele vender como nuevo. Por lo demás, no soy ningún idólatra
�� la antigüedad, sino qt�e acep�o igu�lmente de buen grado los logros de los
e ciernas y lo que me ofrece rm propia reflexión. Lo mucho que contribuye el
1110
de las verdades que he expuesto aquí al fomento de la virtud se verá
con ocimiento . . .. ,
en Seauicla
o ,
cuando explique ele un modo ,,
radical su naturaleza y condición a par-
.. ele la naturaleza del alma. Por lo demas, deseo a todo aquel que lea el presente
t11 • ,, d b 1 d él
libro paciencia y concentr�ct?n para que compren a ca a .mente to o lo q�e .en e
e expone y obtenga el múltiple provecho que puede denvarse del conocímíento
de verdades tan importantes y tan profundamente ocultas. Deseo también, de
� uellos que la necesiten, honestidad; ¡que no vengan con la simple intención de
;��giversar mis palabras y atribuirme opiniones disparatadas y peligrosas!
. 'i' ·.
PROLOG�O
-� LA SEG�UNDA
EDICION
�t�
que investígar también que verdades poseen idealistas y matenalistas, y des .0
que lo he averiguado, ha resultado que tenía razón el señor uon Leibniz; en
to, las tesis de idealistas y materialistas las pueden conectar entre sí los dualis�c
Y, de este modo, la armonía preestablecida del señor von Leibniz ha sido ilumin:�
da, sin duda, por una luz mayor y la han entendido muchos que antes no la podían
comprender en absoluto, después de haber expuesto yo fundamentadamente las
tesis de idealistas y materialistas y mostrado con claridad cuánto de verdad hay en
ellas. Una vez que, mediante mi obra, se ha comprendido mejor la armonía prees-
tablecida del señor uon Leibniz, algunos se han aventurado también a formular
objeciones en su contra. Pero como en el capítulo quinto mi intención primordial
no es confirmar la misma, sino que he llegado a ella de forma casi inesperada, tam-
poco me he hecho cargo de lo que se aduce contra el señor uon Leibniz. Y aun-
que hubiera alguien que pudiera pensar haber aducido estas objeciones contra mí
y sólo hubiese callado mi nombre por razones especiales, tampoco en este caso
encuentro necesario decir nada en contra, ya que mis argumentos son de tal natu-
raleza que no permiten duda alguna a aquel que comprende mis doctrinas. Más
bien cualquiera ha de reconocer en el acto que todas estas objeciones dejan de ser
tan pronto como se comprende correctamente lo que afirmo y, en parte, son difi-
cultades que han de pesar sobre los que se declaran partidarios del influjo natural
del alma sobre el cuerpo y del cuerpo sobre el alma, ya que, efectivamente, el alma
tiene que verse determinada en sus pensamientos por el cuerpo, en consecuencia,
sin el cuerpo no puede ejecutar nada mediante su potencia. Con todo lo vulgar que
es esta tesis, está sometida a grandes y peligrosas dificultades. Voy a mencionar,
como ejemplo, sólo una que no es menospreciable. Con ella no puede darse la
inmortalidad del alma: lo cual es tan fácil de probar, cuando se está acostumbr�. do .
al conocimiento claro, que considero superfluo realizar aquí una demostrac1�n,
que me reservo también por otras razones. Una tesis con la que no puede coexis-
tir la inmortalidad del alma es, sin embargo, altamente peligrosa, ya que con ella
cae por la borda lo más importante de nuestra religión. Se trata mayorme�te de·
prejuicios vulgares que se tienen por evangelios, pero que se convierten en alta-
mente nocivos para la religión si se los entiende con claridad y en conexión c0�:
otras verdades. Pero como no es mí estilo acusar a nadie con el peso de sus opt-:
nio��s, esto no saldrá a la luz hasta que sea necesario que aparte de mí el fardo
arroJª!1?oseJo a otro. Ya lle mencionado en otro Jugar que, aunque las ,ver��de:.
metafísicas son de una naturaleza completamente diferente que las matematica
Pt.msn111/e11tos rnclot1llles 47
los matemáticos puros no cuentan con una buena disp . . ,
suerte que . . , os1c1on para
.oe éllas, srtno que ' cuan d o 1 as investigan, comunmente
-1
sólo persig .
, . ' tie n f1cc1ones-
:1qu d aclarar no poco los conceptos metafísicos mediante ejemplo '
ue en . , 1 d 1 Al 'b . . s extra¡Id os
se p ,1 ten1ática en especia e ge ta. Aunque no quiero repetir aqu¡ l
'
de la' 1v1a otro lugar , ., 1 o ya a frr-
me parece uuil traer a co l acion un e¡· emplo rná s
do en ' . para mayor
ma r: ación de lo dicho. He mostra d o en este libro que las especies de se .
0n11r01 d 1 . d' id 1 , . res exis-
c seme¡'anza e os in 1v1 uos y os generas por la semeJ'anza ele 1 as espe-
ten por la
singulares surgen por e1 1rec 110 de que todo en ellos está dete rmma- .
des: I oS Seres
cierta forma. Esto se ac 1 ara sobremanera mediante la fórmula d 1
do de una , . ll e os
números P?ligonales. En un numero po 1 1gona, ray dos c,osas que se puede deter-
. de diferente forma, a saber, el lado y el numero de angulas. Si se supone
011na r . d. d . d que
ambas poseen una magnítu in ete!·mma a, e�tonces la fórmula representa aque-
llo en Jo que todas las clases de n,umeros. poligonales son semejantes entre sí, y
·plica por tanto el concepto de genero. S1 el numero de ángulos se determina de
e\ntas formas es posible, el lado, en cambio, permanece indeterminado enton-
cu . d , 1· '
ces se tienen las especies e numeras po igona l es. Finalmente, si se determina
también el lado, entonces ya no queda nada que se pudiera determinar aún más
r por eso se obtienen los números poligonales singulares. Otras fórmulas univer-
!ales
tes especies de números P?ligonales, s:
pueden servir también como patrón. Si se escriben una tras otra las diferen-
mostrará qué orden se da entre ellos y
cómo surge el orden a partir de la seme¡anza. Igual que la Matemática contribuye
en gran medida a la aclaración de las verdades metafísicas, tal como en un futuro
deseo desarrollarlo pormenorizadamente en la edición latina de mis obras así
sirve a su vez la Metafísica para demostrar todo aquello que se presupone en
Matemática. Quien, por ejemplo, ha aprendido en este libro lo que es el lugar,
podrá demostrar a partir de ello porqué en Astronomía se determina el lugar de
una estrella mediante su longitud y anchura, o también mediante la declinación y
recta ascensión. No obstante lo cual, nadie me ha de considerar tan ingenuo como
para pedir que en Matemática se demuestre a partir de la Metafísica lo que en ella
se presupone, principalmente en las demostraciones, y se fundamente en ésta:
pues ello no sería otra cosa que incurrir en prolijidad sin necesidad alguna, al no
obtener con esto las demostraciones matemáticas mayor certeza, y confundir la
Matemática con la Metafísica. Se actuaría contra la regla que di en el Tratado de las
potencias del entendimiento sobre la división de los conceptos cap.l, §.18. Hay que
�otar también que muchas cosas dentro de la Matemática, especialmente en el
Algebra, no se basan de forma inmediata en la Metafísica, sino más bien en otras
ciencias, que proceden de ella, pero que aún no se han inventado. En la presente
obra he bosquejado algo del estilo, a saber, el arte de los signos (ars cbaracteris-
tica)y el arte de la conexión de los signos (ars combinatoria cbaracteristica), asi-
mismo el arte de juzgar la perfección y, ahora quiero añadir uno más, el arte de lle-
�ar a la composición la mayor perfección, a partir de cuyos fundamentos ha de
Juzgarse qué construcción es la mejor en Geometría, especialmente en los desa-
r�ollos geométricos de las ecuaciones, y cómo se llega a la mejor de acuerdo con
ciertas reglas. Sin embargo, el lugar presente no permite decir más al re�i:ecto:
Baste. con haber mostrado que se pueden inventar todavía muchas cosas útíles si
se quiere probar talento metafísico.
·, J �
1'
ADVERTENCIA
CON OCASIÓN
DE LA TERCERA EDICIÓN
Cuando tuve que editar por segunda v_ez estos Pensamientos racionales sobre
el mundo y el alma del hombre, asi como sobre todas las cosas en general
D.,os, , - '
do apenas habían transcurnid o d os anos d es d e su publicación, me llenó de
cuan , id amente en 1 as mentes de los enten-
Ja verdad 11U bíiera penetra d o tan rapi
cozo que , ,
didos y se aplicara para e1 bíien cor:n�_n. y esta a 1 egna me vuelve a embargar ahora
me encamino a una tercera edición. Pues a pesar de que algunos desquiciados
que . .
e han perseguido de una rorrna comp1 etamente musita d a y 1tan intentado derri-
e
:rme tomando del presente libro la excusa para ello, esto no ha apartado de mí
a nadi; que simpatizara conmigo, sino que más bien ha dado ocasión para animar
a otros a leer mis escritos y permitir que hable la verdad. Las acusaciones fueron
extremadamente duras y se adujeron con la mayor acritud. "Que abro al ateísmo y
a todos los pecados y vicios las puertas de par en par; ofrezco en bandeja argu-
mentos a los ateos; les muevo a burlarse de los milagros; privo al ser humano de
toda libertad y suprimo toda ley divina, la moralidad y la religión, y sacudo el fun-
damento de toda imputacián, consecuentemente, de todo castigo y de todo pre-
mio, que derribo todos los principios de la religión, que ni siquiera podría existir
una religión pagana, ni hablar de una cristiana. Y todo esto no lo habría cometido
ex imprudentia o praecipitantia; por imprudencia o precipitación, sino que lo he
escrito todo voluntaria y conscientemente. Como filósofo perspicaz habría visto
previamente todo esto que se sigue de mis doctrinas y no se me puede juzgar amo-
rosamente. Alguien tendría que estar completamente ciego y privado de todo
entendimiento para no darse cuenta ele que con mis doctrinas perecen de un golpe
t?da moralidad y toda religión. No se puede pensar sino que mi sistema se ha edi-
ficado _tenazmente de manera que la providencia divina no encuentre lugar algu-
no en el, Y se suprima con ello simultáneamente toda religión y todo culto divino-
b1�;
acusaciones no pueden inventarse más duramente de lo contrario serían tarn-
¡- °
ien ta t
n mas , d u dosas. Y del mismo modo '
produjo un gran revuelo que las rea-
einaz ra,
t palabra por palabra, tal como las he citado, un hombre que ha obtenido
re sus segu·d 1 1 a rama
e
si'sti·r en que af ores ,1 ·
de una especial modestia. La razón de ello debe con-
cosas y la f I Jrm� a eternidad del mundo, una ineluctable necesidad de todas las
ª ta de libertad de la voluntad humana; que realicé una demostración de
5Q Christian Wolff
Dios que no debe de ser del gusto de mi contradictor. Todas ellas son propo ..
nes que no se encuentran en rru lib . "' bí d
1 ro, smo que mas ien se emuestra en él lo
í Slcto·
trario. Y, de acuerdo con e�to, sólo .P�1edo decirles a los lect?r�s sensatos e i���
pendientes que lean ellos mismos mi libro; de este modo se eliminan por sí mi
.
de una vez todas las acusaciones .
Junto .
con sus mventa d os fu n d amentos. srnas
Cí
.
ren, para con frrrnar es tas acusaciones,
mente se ha die110 tam bíé sólo erta.
que adu
e · · Zco
proposiciones verda d eras para crear una ra 1 sa apanencia: que tampoco me to
realmente en serio lo de llevar a cabo una demostración de Dios: sin embargo rno
malinterpretan continuamente algunas palabras para crear así una verdadera f;J se
apariencia. Cuando vine a Marburgo y tuve enseguida ocasión de explicar e ;a
libro en un curso, puse cuidado no sólo en mostrar el significado correcto de i5 e
términos de las definiciones por mí realizadas y del conjunto completo de mí 5?�
tema, sino que también señalé simultáneamente el objetivo que me marcaba cor
cada proposición, dirigiendo, todas las doctrinas que exponía, a la juventud estu�
diosa hacia un cierto provecho q�e se puede obt�ner de �llas, de manera que no
se aprenda nada en vano. Ahora bien, como a partir de aqur las tergiversaciones de
mis adversarios resultan palpables, me pareció aconsejable editar estas aclaracio-
nes bajo el rótulo de las notas a los Pensamientos racionales acerca de Dios el
mundo y el alma del ser humano, y con ello las convertí en tanto más útiles; 'así
amplío a la vez mis doctrinas mediante toda suerte de nuevos suplementos. De
esta manera no me ha resultado necesario añadir en esta nueva edición muchas
cosas por mor de las circunstancias presentes. He dejado, por tanto, el texto ente-
ro intacto, para que no se encuentre en él nada diferente de lo que mis adversarios
han citado de las ediciones precedentes. Sólo he añadido en algunos lugares algu-
nas palabras mediante las que se aclaran las otras. Por lo demás, el benévolo lec-
tor tendrá al alcance de la mano mis notas, especialmente si no pretende estudiar
el libro entero con diligencia y reflexión. Para finalizar tengo aún que recordar
algo. Después de haber sopesado una vez más todo lo escrito en este libro, he
vuelto, para mi propia tranquilidad, a analizar las doctrinas de la religión cristiana
una tras otra, y reflexionando sobre este asunto no sólo he encontrado que no hay
que temer para ellas ningún ataque procedente de mis doctrinas, sino que incluso
he constatado con placer que éstas realizan buenos servicios en la tarea de defen-
der la verdad revelada contra los enemigos del evangelio y de aplacar radicalmente
los escrúpulos surgidos entretanto. Y otros hombres cabales me han asegurado
tanto con anterioridad, antes de que se pensara en una persecución, como des-
pués, que ellos han constatado exactamente lo mismo. No me cabe la menor duda
de que a medida que pasen los tiempos en los que el odio y la envidia determinan
las acciones de los seres humanos, en esa misma medida se aplicarán también,
para el bien común, las doctrinas que expongo en el presente libro. Este libro m!0:
que hasta el momento ha hablado en mi favor al mundo imparcial, lo segm�a
haciendo en el futuro, y testimonia de manera tanto más poderosa contra mis
adversarios cuanto más acres son sus acusaciones, que sólo se propagan por el
deseo de que fueran ciertas.
Se tiene casi por imposible filosofar sobre nuestra alma cl:l mismo modo en que
Jo estamos acostumbrados a hacer respecto de lo� seres corporeos. Yª pesar de que
Descartes afirma que el alma nos sería más conocida que nuestro �uerpo, �n Jo cual
tampoco se equivoca -si se comprende correcta.mente lo que quiere decir y no se
trastornados, �n�es .�e haberlo
pretende refutarlo, al modo habitual de los e!"11dit�s
sin embargo no ha logrado este diferenciar con distincíón entre sí
c m Prendido-'
O
' el · J' ibl d
todas las potencias del alma ni explicar de mo o mte igi. e t� os sus cambios, si
bien hemos de agradecerle el conocimiento ele que en Filosofía han de explicarse
unas cosas mediante otras de manera inteligible: con lo cual ha prescindido de todos
los vocablos vacíos, con los que los eruditos se ofuscan y ofuscan a los demás como
si supieran algo de lo que no tienen concepto alguno. Quien Jea con diligencia lo
que he expuesto en el tercer capítulo acerca del alma humana, en la medida en que
se la conoce a partir de la experiencia propia prestando atención a lo que acaece en
ella, encontrará en qué medida he subsanado esta carencia y cómo me preocupo por
distinguir las diferentes potencias de la misma y por delimitar tocio ello dentro de un
concepto distinto, especialmente también cómo he mostrado a partir de qué funda-
mentos se pueden explicar de un modo inteligible los cambios del alma. Y median-
te esto no sólo se hallarán enormes ventajas en la doctrina de la razón, donde se
aprende a emplear las facultades del entendimiento en el conocimiento de la verdad,
sino también, en especial, en la doctrina de las costumbres, donde se muestra el
camino de la virtud. Y precisamente que haya tratado la doctrina de la razón de tal
forma que personas de todos los estamentos experimentan que cualquiera puede
aprovechar en los casos que se le presenten lo que, por Jo demás, creía aprender
para entretenerse, se debe a que explico con distinción las diferentes potencias del
alma, de las cuales se tenían antes de ello sólo conceptos confusos y equívocos,
incluso en parte totalmente oscuros. Que mediante los fundamentos mostrados en
mi Moral se puede juzgar a los hombres respecto de sus acciones y pasiones más de
lo que piensan y les agrada a los que se suelen ocultar bajo una piel de cordero pro-
cede asimismo de esta fuente. No estoy escri�!endo otra cosa que Jo que me han ase-
gura�? en sus cartas muchas personas �le .clil-erentes estamenros, para las cuales es
�uestion seria el esforzarse po� el entendi�1e?,to y la virtud, y para las que es por ello
importante leer mis obras segun la pr�scnpc1on que he dacio en las notas acerca de
las mismas y en la Lógica, y a las que importa mucho cómo han de lee .
, · · r mis escn'tos
matemáticos si quieren compren eler 1 as d octrmas expuestas en ell
' e , os, reconocer1 as
como verdaderas y conservarlas e1 e manera 1rnct1fera en la memo · r ,
na. La pastenid a d
l'cmsnmlcmlos rt1cio,wfcs 53
re n
, tall1b., esto y dará
.
testimonio de la verdad, lo cual ha hecho ya ,
. b. . . mas
.,11ent:ir.l . , oximado a mis o ras con 1,a actitud propia de mis enemigo
e� ·¡1en que se ha apr anal' isis mas , exacto, lia comprenc1·re\ o la verdad sy
,1 un
0 u·as u n' · ·
uC:
\·1·,1111:l
¿0res Y,
( 1.
Sin embargo, dejo esto de lado, aunque podría añadir aún muchísimas cosas al
respecto, y paso del conocimiento de Dios al conocimiento de la naturaleza. Quien
lea con detenimiento estos mis Pensamientos acerca de Dios, el mundo y el alma
humana, así como sobre todas las cosas en general, se verá, sin percibirlo, llenándo-
se de buenos pensamientos que le mostrarán el camino en el conocimiento de la
naturaleza y lo apartarán de las sendas equivocadas a las que comúnmente se suele
ir a parar. He mostrado con contundencia lo que se requiere para definir algo de un
modo inteligible: lo cual, si se examina en casos especiales, encierra más materia de
la que podría imaginarse. De ordinario, a una definición que parece tal en la imagi-
nación, se la tiene por inteligible y se cae en las hueras palabras de los viejos escolás-
ticos cuando se burla uno de ella. He conservado los conceptos de lo compuesto, del
espacio, del llenar el espacio, del tiempo y de otras cosas relativas a ellos tal y como
se los encuentra en la naturaleza para que lo que la imaginación inventa, oportuna-
mente Y no sin provecho, de cosas que se piensan las unas separadas de las otras, no .
se vaya a emplear inconvenientemente en perjuicio de la verdad, como en general':. ..
suele ser el caso en aquellos que mezclan irreflexivamente los conceptos matemáti-. - · ..:
co��n la explicación de la naturaleza. No sólo he demostrado lo bien fundado que·:,;-:--,,::,-::
es O que le corresponde a un sPr pn c <=><'"'��:., -· .:« -
11 .
54 Cbrlstla11 Wolff
Así pues, no queda ninguna par:te de la Filosofía para la que no se haya estable-
cido en este libro un seguro fundamento y, por eso, se perjudican a sí mismos máxi-
mamente los que se esfuerzan más por tergiversar las doctrinas contenidas en él
que
por comprenderlas. Pero no voy a decir nada más en especial, ya que
cualquiera que
haya leído el mismo cuidadosa y diligentemente se habrá percatado de ello de forma
suficiente. Por eso, como en las ediciones precedentes he mencionado las
graves
a�usaciones, para .1ª.� que se tomó fundamento en la presente obra, dejo estar las
�smas en. esta edición para enseñanza de las generaciones futuras; así deseo tam-
bién menc10nar ahora los argumentos que empleo en esta obra combatir con para
vigor los errores que se me quieren atribuir por frivolidad e
ignorancia, para que se
d i S� trata de la edición �ompendiada y comentada de las obras filosóficas de
Robert Boyle lleva-
Lon
a ,adca por Peter Shaw titulada Tbe Philosophicaf Works oifthe
res, o1725. ·
Honourable · ' 3 vals.,
Roben Bovle,
1 z 1t�f. � respecto el pref�cio de los E!ementa matheseos universae el
t�e;;:/ ��ªob�:: ��°:o�r;�tatio�
1
y artículo ·De methodo mat-
que s� hallan en �l v�I. 29 de la sección latina de la edición comple·
eva a a ca o por la edttonal Georg Olms (véase
Bibliografía).
Pe11snmle11los racionates 55
te tanto más atención a lo que se lee y se utilicen los argumentos para aquello
pres lo que yo los ofrezco, tal como hasta ahora he sabido por muchos con alegría
Para Curre. Pues aunque tOd avia , se encuentren muchas '
gentes malvadas que con
'
ue o b .
q� ·nceresados, no se ru onzan a repetir acusaciones hace largo
1 . . '
tiempo refutadas
ttnes ros la verdad, sin embargo, resplandecerá clara como la luz del sol a los ojos
10
orta , .
P dos los que pue d an Y quieran ver con los suyos propios. Si algo se convirtiera
de to 1 1 dí l ·
. 5 0 porque mue tos rayan re 10 que era falso y se impusiera con violencia
ª t
entonc
1
en es no ten driamos
.
, verd ac1 a 1 guna en p·¡1 osofía,
. .
"' ru· siquiera ,
· · tendnamos el mísmí-'
11 1
. cristianismo, ya que a aque a a pers1gu1eron los paganos a éste judíos y paga-
suno J d d d ti · '
Quienes aman a ver a no se e ienen tampoco ru ante calumnias ni ante difa-
nos.. nes , y Dios. tolera que los que quieren ,
ser malos lo sean siempre para que con
. '
111ac10
los que son justos se vean tanto mas motivados a reflexionar sobre la verdad, a
ello
la que de
lo contrario tal vez no prestaran la debida atención , al no tener motivo
'
0 para preocuparse
por ella. He reforzado esta verdad en el presente libro, y
aJaun . tam bié .
ien que procurar 1 a misma mediante la experien-
1 a tenido precisamente
0
,
1 ' 1 eiId o e 1 mismo ·
este
. cuántos no ha b nan ru· se 1tu b reran
· 1 iech o partícipes del provecho
cia. e él si no se 1 iu biieran visto · motiva · d os a e11 o. Y esto me impulsa a llamar
extratíble d ' .,
�ae t nción mediante esta lección, para que el esfuerzo que han de emplear en
,
derlo todo bien se vea tanto mas profu samente recompensado.
en ten
§ 7 DE
LO QUE SIRVE EL DISCURSO DEMOSTRATIVO EN LA IMPUGNACIÓN
.. DE LA PROFANIDAD
Entre los argumentos que presento para vencer la profanidad y defender tanto la
f'aión natural como la cristiana cuento, sobre todo, que he mostrado, no sólo en la
�� :ica mediante reglas, sino también en el presente l!bro mediante ejemplos concre-
t � cómo ha de procederse en tales materias de forma demostrativa. He justificado
º
s�fidentemente este modo de exponer doctrinas, en constante conexión las unas con
las otras, al ofrecer en la Lógica latina tres piedras de toque irreprochables de acuer-
do con las cuales se puede examinar la corrección de mis reglas, a saber, que no sólo
no son idénticas con aquellas según las cuales se procede en Matemática cuando se
dan las demostraciones más perfectas; a saber, ordenadas y completas, sino que tam-
bién coinciden con total exactitud con la naturaleza del alma y con el concepto de
ente en general, que he desarrollado con distinG�Qn, de tal suerte que las reglas que
se derivan a partir de ahí mediante silogismos a la manera en la se acostumbra a pro-
ceder en las demostraciones matemáticas son completamente idénticas a las que se
extraen de las demostraciones geométricas. Por eso, puedo siempre mostrar el fun-
damento de mi procedimiento si alguien me pide cuentas al respecto, y la semejanza
del mismo con el proceder de los matemáticos, especialmente de los viejos geóme-
tras, como el empleado por Euclides en sus Elementos, puedo ponerla a la vista de
cualquiera que lo solicite, no se vaya a hacer indigno de las lecciones porque quiera
liquidar por adelantado con insultos los honorarios de las mismas: en cuyo caso,
darle clases sería como echar perlas a los cerdos, porque un tipo semejante, anegado
de afectos contrarios y con una mente completamente huera de amor a la verdad,
podrá hacer con ellas tan poco como los cerdos con las perlas. No ha de pensarse,
f mp�r�� que un discurso demostrativo para combate de la profanidad y defensa de
ªmáreli0t;1on ·' pequena:
. realíce una contriib ucion - pues se encuentran en e'1 argumentos
s solidos de lo qL1 e a I pnncrpro ·' sin
· · · pu dírera creerse si· se consiid era 1 a cuesnon '
· mas,
56 C/Jl'lst/mt lVol.ff
Existen también algunas verdades que ejercen una gran influencia en la voluntad
de los hombres pero que se ridiculizan, en general, como verdades de devocionario,
ciertamente por parte de gentes a las que no place en absoluto la profanidad, sino que
se creen más inteligentes que el resto. Ahora bien, como con esto se causa un gran
daño, no sólo en la medida en que se priva del provecho que se habría podido obte-
ner de ello como guía ele la voluntad, sino también en la medida en que con este ridi-
culizar se crea un prejuicio contra aquellos que exponen estas materias a los demás
como motor de la voluntad, es así que me he esforzado por presentarlas de tal forma
que se pudieran justificar ante el más severo tribunal de la razón. Voy a mencionar
sólo una prueba de ello. Cuando se consideran sucesos de la naturaleza como casti-
gos divinos o, también, como llamadas divinas al arrepentimiento, se quiere ver esta
concepción como un error que procedería de la ignorancia, pues se piensa que aqué-
llos tendrían sus causas naturales, y se concluye entonces que, vivan los seres huma-
nos como vivan, los sucesos castigarán igualmente a pecadores y a píos. Yo he
demostrado, sin embargo, cómo Dios, quien en consonancia con su omnisciencia ha
visto con anticipación los pensamientos de los seres humanos antes de que existieran,
ha dispuesto, según su sabiduría infinita, el orden de la naturaleza de tal forma que
coincida con el comportamiento de los seres humanos, y en todos los casos la natu-
raleza ha de ejecutar el mandato del Creador y Mantenedor, lo que Él con su volun-
tad divina le ha ordenado, de manera que no es necesario dar la razón a los socinia-
nos Y quitársela a nuestros teólogos, que junto a la omnisciencia divina colocan
también las acciones libres de los hombres, si se quiere salvar esta verdad.
---
Marburgo, a 8 de abril de 1729.
D
e cóMO SABEl\'IOS QUE SOMOS
QUE NOS SIRVE
ypARA
ESTE CONOCIMIENTO
o . a pon erlo .
es consciente de lo que niega o pone en duda, es él mismo · Es claro ,
bien, q uie· n
por lo tanto, que somos.
MOTIVOS PARA PREGUNTAR P?R ELLO . .
p. DE SI HAY se asombren; otros, en cambio, que debido a una inteligencia
Tal vez algunos
no muy profunda se desenvu.elven mal con definiciones y demostraciones, segu-
ramente se rían de que empiece por demostrar que somos. Pues no ha habido
todavía ningún hombre bajo el sol que negase tal cosa: y si alguien hubiese llega-
do tan lejos, no merecería la pena que se lo refutara, pues o bien es que estaba
falto de entendimiento y, por tanto, no sabía lo que decía, o debía de ser tan obs-
tinado que lo negase todo a propósito contra su propia convicción. Por ello tam-
bién la más extraña de las sectas, la de los egoístas6, que ha surgido hace poco
tiempo en París y que niega la existencia de tocias las cosas, admite, en cambio,
que: yo S�JI.
H EL PRIMER MOTIVO
Espero que dejen de asombrarse tan pronto como les diga la causa que me ha
movido a ello. En el Discurso preliminar de filosofia que se encuentra al comien-
zo de mis Pensamientos racionales acerca de las potencias del entendimiento
bu,'.iano se ha señalado (§.5) que un filósofo no sólo tiene que saber que algo es
--
posible o real, sino que también ha de poder mostrar la razón por la que es posi-
'
r, En la Ps¡,cb · · · 1 d' ,
· 0/og,a rationalts, §.38, n., aparece citado Malebranche en su calidac e ego1sta
parisino
62 Cbrtsttan Wo{ff
ble O real. Ahora bien, como de que somos tenemos una certeza tal qu
mos dudar en modo alguno (§.1), incumbe también al filósofo mostra:dno P_ode.
, e
procede esta certeza. y puesto que aqut nos p�oponemos tratar de filoso['donde
dremos que investigar de dónde procede tamana certeza. ia, ten.
EL PRINCIPIO DE
CONTRA�ICCIÓN .
po. que somos conscientes de nosotros mismos y de otras cosas y lo
Queossepamos acontece de hecho porque nos resulta imposible pensar
tenaam por seouro
o ' . .
fuéramos a la vez conscientes y no conscientes de nosotros. Lo mismo nos
O
que ce en el resto de los casos: nos resulta imposible pensar que algo no sea sien-
pare . 1 l . ., 1 l d
do. Es así que aceptamos sin reparo a guno a proposicion genera : A go no pue e
a la vez ser y no ser. A esta proposición la llamamos principio de contradicción,
y de él no solamen�e reciben los silogismos su certeza (§.5,_ c�p.4, Log.), sino que
también mediante el se pone fuera de tocia duela la proposicion que hemos com-
prendido: como en el presente caso en que comprendemos que somos conscien-
tes de nosotros mismos.
------ 7
mirnstrar ejemplo alguno y, por tanto, no ha ofrecido rung
Parágrafo ¡,¡.
xEnp' 11clelamisma.
355
.
. .
.
d
nades orG.J.Gerhar c.
p. -356 del vol. VII de los philosophischeScbnjknde Leibniz edil p
( I,,.I,\ ''"" 11'11({(
7O . ser prud ,41 suñclentc �I quc.: in
.. · ,í;i. l'llCC 1 e·. ... · .· • • •• <>,'ílr{:
. ctarJ.,e 1.1 ex1g · 1 .. ,rig1na l:1 l1 lst1nc.:1< in cnu c.: I a n.!.ili I· n1(1�
·deque, 1'·1n1ce se< . . <.,1dy¡
ción :i pesc11 . 1 /i )1) qui;; n1c( ,. .
O Y
el rnund<' ul< >PI ·o. ri:1
., s ·1ckl:1ntL' (§. · Jo vcrd:idc:i
111· 1 • .' . ··ntrL' el n1un .
suenos, e , , MISMO
.. DEMOSTHAL·1cJN DI' L ' 1 S
. . �,bi<:n d<:l siguiente rnoc o. · Llf)<mg�1nsc.: dc,s < •
'
§.:S 1. O! HA . 'e> le> dl'111ucs110 w1 1 l 1·1IJºI' ·tlgo que no tenga una rai'(,n Sl 1·· >h¡I.!.
··nc1p1
. ··111 idc:nticc,s .. , 1:
s· uet <.: e '"' • • • 1 1<:'
EstL' p11 1. ,·11·1 c.:ntonccs puede acontc.:c.:er un . icn-
\ , B quL' sL · · f ucn < e '"' •· ' <::1rn1 ·
tos' ) . ·s ni en l:1 cos:1 n1. • . lc>C'I Ben lugar de A. De este: mnc.lo 13 )11,
te por l:1 que c. . . ·n B s1 se u, . . .. 1 . . no ex
s,· , ¡1rocluce e . . ,s1c1on c. e que /\ y l') sean Klt·nt,· .
e
, A e¡ u e 1 · '- ro ¡
• · 1 e I u t.: ( e • ·
0 1
1·1 sL1r< . . , . . '"' c.:os x.
en, . ., /\ ( § 17 ). Pero pues . ·z del pri nct p10 de ra zon suf1c1c.:ntc.: ' (Jll'·..: A nSI.!
identtc<>, · 1 'tir ·1 va 1 re1 e ·
en el c1so de no ;1c.1111 1'·11·go es imposible: que algo pueda ser y no ser al 1º
s lgue , , s1 n t:fl11, ' . 1 1 ementc.: a
es idéntico �1 By coml,. .· .· ·o tien<.:: que ser íncontcstab
·
correcto ..
• . -'S este j11 Jn(lj11 .
. r » su nzc'>11 su ¡··1c1c:nte por J a cua 1 es.
' C:S
vez, (§ . JO) , entonce. · toe o ucn'"' .
1 1 1 e •
decir, que es verc ac que
CÓMO TJENE� QUE' ES'J'AI' ·. . ' coNSTITU!OO
, ALGO
§.32. DE . ·SPONDERLE A UNA COSA . , . .
PARA C?RRE se distinguir entres, una diversidad de notas
Así pues s1 en un o bi¡e:>t o � pueden , , .'
. '· • . r 1 ellas que encerrar en s: 1 a razon por 1 a que el resto le
1
entonces tiene a guna e e , 1 1 "' "' "' ¡, , - ,
, . esta no puec e e e nuevo tener a razon por la
corresponc1 e a 1 o 1JJe t O y puesto c¡ue
c.;
. , , .. . , .
, len las demás en una ele las notas I estantes -segun se compren-
que 1 e corresponc • ·, (§ 10) ¡ ·
.iccron
fá
d e muy ac1 mil ente por el principio de contrae 1. . , -, e tiene
. que, corres-
pender necesariamente. Pues lo que es necesar.1amente asi, no neces.lta raz�n algu-
na merced a la cual es así. Es decir, en todo ob1et� hay algo �ecesano mediante lo
cual viene determinado en su especie, y el resto tiene su razon en ello.
los-, e; decir, -tiene mas o menos ele . tres . . angulos,. ., Ahora. bren, , puesto que se
•
1 ,1 .
de demostrar que a u t1111a propos1c1on «un tnangu 1 o llene mas e1 e tres
1 -es imposible o contrae1·ice 1 al1 e Iiuucion
pue · · , d ·'
e triangu 1 o, entonces es Cmgu-
necesario que
un triángulo tenga tres ú n gu los. Y ele semejante natura 1 eza son todas las
de la Geometría. verdades
y esto es, precisamente, a lo que solemos llamar el lugar ele una cosa. A saber: el lugar
es la forma en que una cosa coexiste junto a las demás. Aquí nos interesa meramen-
te aquello que puede comprenderse con distinción (§.13, cap. 1, Log.).
cosns. Por ejemplo, ·un trozo ele pano llene una longitud determi,1,•1.i, 1 s· .. ,
· 1 U, , , 1 SL' l 0111,1
\
una p:1rte ele la \ong1�uc cornc_1 u111c. ad, esto es, se la convierte en uara y se exami-
na cu:mtas veces est;! conte111<..l:1 la vara en la longitud total del paño, entonces S<.!
est:i midiendo el pano. A pa�'ltr de lo ct.1al se comprende que patrón y objeto a
medir tienen que_ ser ele la misma e�pec1e: así, en el ejemplo del p:.1110, lo que se
mide es una longitud y la vara también es una longitud.
f111C!/fe .se:r, <:sto que una cosa tí ene una razón por la cual es, se P d .. 5 explicar
ra;,r, 'R1b/enicn1 es'. se la puede comprenderv al transmitírsela a los erna ' o posee
J
§.78. OBJECIÓN . .
Alguien podría ciertamente decir que nosotros mismos hemos supuesto
¡ es necesario no
. de
precisa
, por 1 a cua 1 sea tal antes
. razon
(§.32) que 0 que ot�a como
tanto, hemos admitido la nec �sidad es una razón suficiente por�:
y que, por qu,e
cual algo es como es. Por eso bastaría con afirmar que algunas cosas, que tienen
partes, son necesariamente indivisibles y que por ello poseen también forma y
magnitud y, ele este modo, se habría resuelto todo el problema.
�l:d
crpio e razon su fretente, ele la voluntad y de la omnipotencia divinas, ya que tarn d
bien
hay que explicar racionalmente porqué Dios puede querer algo o puede ser capaz �
hacer al�o. En. este sentido se ha mostrado ya con anterioridad que no pued�
zar la. existencia algo que no sea posible (§.14). Ahora bien, dado que la pos1bil ue
c?nstituye la �sencia de las cosas (§.35), y ésta es necesaria (§.38), resulta evid:nt\�
10
J
cosas simples tener fo���da?es ele. las cosas compuestas (§. 73),. 0�1 uno y t�fl
poco puede ciarse en ll a �1 °;agnitud,. no pueden ocupar espacio g ·
\ 1
-----
sentabt
eniente pequeño se encuentran animales compuestos de muchos rruern-
'J Obra
i,, p u bl'icada N, .
!Jo fies1:1 título e
. • en uremberg en 1687. '. . . ns Minute
� ompleto de la obra es Micrograpbia or Some Pbysiological Dc'!;críptt o/
ol i11arte I I s 1765
iservación 'Jf? lvfagnij¡,ing Glasses tuitb Obscroatlons aud Inr¡uiries 7bercupol1, . onc re.' '
1 ' igura 1
ss.
80 Christian lVolff
§.8�5 DE
cóMO PUEDE _ORIGIN�RSE U�A cos� S!!v!PLE '
así que una cosa simple o �1en no tiene pnnc1p10,. y es por tanto imposible
lidiera ser (§.1 O), es consecuentemente necesaria (§.36) 0 bien tiene que
que no P ·
a ser a ¡ guna vez, previamente a I o cual no era' ya que en una
haber ernpezado '
imple que no tiene parte a 1 guna (§.75) y consecuentemente no se compone
cosas , díf � (§ 2A) - 1 1
de múltiples cosas trerentes entre si . l , nac a puec e suceder a nada. Ahora
que ele la nada no puede Jlegar . . a ser nada (§.28), tiene que estar dada
b.[en, puesto d
previamente una cosa para que pue a ?ngmarse a 1 go �ue no existía previamente
(§JO). Más adelante veremos que semejante cosa es Dios.
co�t
A partir de lo que se ha dicho del tiempo (§.94), resulta fácil entender que éste
no cambia nada en la cosa, ya que no tiene absolutamente nada que ver
esencia, sino que es diferente (§.17) de ella y de otro tiempo, aunque de este u U·
mo sólo según el número (§.18 y 20).
�·
ple, bajo el �upues�o de que pueda originarse o alcanzar la reahdal ar que� 11e11
�ente era solo posible, si bien no podemos probar todavía en este r��narse, u:e,:11
g_�nen � �ue no. sean por necesidad. Pues dado que, en caso de �agen ell0 q
que ongmarse instantáneamente (§.89), no puede distinguirse na
Pcns,mtlentos racionales 83
orioin�1rse, se suceda (§.90). Y, por tanto no se tiene a , ti
Po; dio absolut::imente evidente que n�da que ·icae' qui. tempo alguno (§.94). Es,
' ' zca mstantáneam t
en un tiempo, esto es que no hay tiempo alguno que t , . · · en e acaece
. b: "'. . "' . 1 .: bi . ranscurrn durante ese aca-
ecer. La prue .1 es u111ve1s:1 , s: ten se aplica merame t . .
n e a un caso particular.
dos mas pequenos se los considera como partes de ella (§.24). Y como este graedir
puede originarse cuando se toma varias veces otro más pequeño, se puede rod ro
(§.62) Y es, por tanto, un grado dimensionado. Pero si no posee límites lo dut;1 \
0
que se halla en la cosa simple, entonces tiene que poseer por fuerza el masda
· na os.
grad o. con e l cual no pueden en absoluto compararse los grados dimensio
§.ll2 RESPU
E· ESTA A LA OTRA . de las que constan
O 10 que respecta a la otra cuestión ele si las cosas srmp lest:enen límite alguno,
la
r/ compuestas que nos nosotros,llno 'd 1, nticas no podría
representamos fuera de 1 e y
spondo , li · Ian tocias e . ra c'imbio' alguno en
as
.
stirg11. . 01 que Sl. Pue si no tuvieran imites, sen las d1spus1e , e
¡·
ec iante ellas, se las dispusiera como se
·
las e t ex'ictamente lo que se
ºm , puestas (§.17) ya que se añadiría en todo mamen o . 's1r· 10 · De este modo
d · do en su · . ·
qll.Ha J
10 e ª , .
Y ello sería lo mismo que si se lo hubiese eJa no puede distrngutrse
on1pues t o no sería más
nac1 .
d . erto en e 1 que lmente del espa cío o a
que un tod o esi
a, igual 1 e hace genera . en
coin I a a representación que 1 a gente s . . enseña empero, que
I o cao ray q ue figurarse el espacio . , '
vacro. La expenencta
n1Pllesto se da la diferencia.
86 Christian Wolff
res (§.47). Estos modos coinciden entre s1 en que cada cosa esta sep:mic to se
demás y posee una determinada distancia respecto de cada una ele ellas. En eso un
asemejan entre sí (§.18). Puesto que se toma el conjunto de los lugar�s c�n,:d de
· tornuc. ·'
todo, el orden ele las cosas que son a la vez consiste también en una L��1 , ·eniPº·
lo múltiple. De manera parecida se puede mostrar Jo mismo en reboon '1 1 ti
las posiciones que ocupan unas respecto de las otras y a su marcha), entone
. emejanza en el ir de estas personas (§.18) v como .
nin guna . . d d ; A, , consecuenaa de esta
se dice que: coi ren e or enauamente unas respeci d 1
careocia o e as otras.
139 t\ORDEN
§. · ES COMPRENSIBLE Y PUEDE E:\.?LICARSE
D· I OE UN MODO INTELJGIBLE , . ·§ 132) la posición
de e· ac l que el orden consiste en la semejanza de lo mult1ple l_ · - '(§ lS) ,, por
ac. a co . . 1 el 1 nodo u111voco . .'
tanto sa en lo múltiple viene derenrnnac a e un .. , otra O por la
, Lodo l.iene
" . esta pos1c1on Y no •
,
aquí; una razón por la que ocupa e
·�
92 Cbristlnn \l"olff
ron y se pudren bajo tierra hace ya bastante. Nadie podrá decir por que �stanu� se
sentes. Cualquier persona se podrá convertir instantáneamente en otra sin q en
. , 'do·· otras,
pueda el ecir como lta sucec1·c1 1 o. D esa parecerán personas sin ha berse 1 , 01ro
bi , · l b id
cam 10, estarán presentes sin 'ia er veru o. La reunión entera se enco ntrara en
00 se
lugar sin haberse movido. En una palabra, los cambios que aquí acontecen decir
fundamentan en modo alguno los unos en los otros: y yo no puedo, por rantf; ,e:ili·
en ningún momento cómo y por qué sucede una cosa u otra. Si se comPª� ·Jr otr,I
dad con_ el sueño y se atiende a lo que los distingue, no se p�clrá dete:;:rvnd1
1•
menta en todo; en el sueno no Y, por eso, en el primer caso los cambios de las cosas
tienen un orden, en el sueño, por el contrario, son puro desorden.
�f.
1n
o�ros grados, ta� co?;º se elijo anteriormente (§.106). Ahora bien, co
1
� u11:1
nitud de la perfección surge a partir de la magnitud del grado (§.15 ·en1Plo,
perfección mayor hay más que percibir que en una más pequeña. por �110 iodi·
·
en un re 1 OJ· que d a 1 os minutos hay más que percibir que en otro que so
....
Pensamtemos racionales · 95
. Del mismo modo, en un re!oj que, ad��ás de las horas y los min�-
3 ];1s iJoias: bién los segundos hay mas que percibir que en otro que, ademas
e in:i rea' ta. 111 · 1 1 · · ·
sólo sefiala l os minutos. gua mente, en un re o] que in d rea con
I
ros,
de Jns ]loras, 1 1 oras hay más que percibir que en otro que no las señala tan exac-
eiactitud las en el seaundo caso se hallará una constitución de las partes y de
ra1nen re·· pues
. ión completamente
b
elif ·
I erente que en e 1 primero, ya que todo ha de
su coinPfstc�amento (§.30). Ahora bien, dado que en el primer caso la constitu-
rener su1, un artes y su composición sintonizan más que en el segundo, se puede
ción de L'.s pel fundamento ele más cosas que aquí y, por eso, hay allí más que
allí mosu ar ,
observar que aqut.
EN LA PERFECCIÓN HA Y PURO ORDEN
§.l5 6 ·
, perfección hay puro orden. Pues donde hay una perfección, allí todo se
En 1 '1 un fundamento , • d l l I li , el
co_mun a p artel
1 rt � cua se p�ec e exp ,ca1 r p or
1 que ca1 a
refiere a
cosa está simult:íneam.ente Junto a as emas o por que se �uecec en ª: unas a as
, (§. l52). y lo múltiple que se encuentra en ello es semejante entre sr (§.18). Por
otrascomo el orden consiste · en l a ururorrm
.c ·
id a el en I a que se suce el e srmu '
1 tanea y
!���sivamente lo múltiple (§.132), la perfección es puro orden.
los singulares, las perfecciones singulares tienen también que concord:: econit1°·
pues, el.e lo con�rario, no sería posible que a partir de ellas, tomacl�s e�¡.1111enros<l�
to, pudiese surgir una compuesta (§.152) lo cual ocurre cuando los ron . de cot11
l· 1· . . ,
..is per ecciones smgulares poseen un fundamento a partir del cua 5 . 1to, ql1.1
l ·e pue ·c:-
Prende 1· por que, tienen · lugar conjunta y simultáneamente. Quien, · por t,llt:1 n°· ,s �º'º
rt conocer co 11 · . en cueo , �st.i.
. _e�actituc ¡ 1 a perfección de una cosa, ha de tener . entres' ·
r .:
.'
las perf � cc1o_n � smguhres, sino considerar también cómo
s concue1da � :1.
perfecciones smgulares Y, por tanto, cómo surge de ellas la con1pue.
fun ·
darnento d . dif I d 1 .
pue a pasar sm 1 rcu ta o que haya de r-..-..
l"Y,lc;:,;¡r v
uras tates que 2
és de 1 as puertas 1 en ese punto
cr.iv - adir que se ha d e tener una a I tura o anchura O a la vez una altu nch
Jia}'que anc�ncuerden con la proporción calculada. Es.así que se oponenra y a 'Ju-
no _ - entre Sl as
r.:1 que . nes singulares. Esto pued e acontecer aun con más razón en las _
erfecc10 . cosas corn-
P donde las diferentes partes poseen d.iferentes perfecciones· tarnbíé
uesras , n en 1as
P 535 simples cuando se encuentra en e ll as una gran multiplicidad en la que cac:b
co'
eiemen ro
de lo múltiple puede tener una perfección particular·
§.166 DE ,
s . . COMO HAY QUE ORGANIZARLA
lítig-e plantea en este punto la
siguiente cuestión: una vez que las reglas entran en
ció�� y e esariamente ha de ceder una ante la otra, ¿de cuál hay que hace�fxc7
0
� �
fác¡¡ -� ccomo Y de qué manera tiene lugar la excepción de cada una de as. 1
et
er que I ue se mantenga a
mayor a excepción hay que organizarla de ta l rno d O q '"t,e c-
.· -
cion canco rd ancía
· con las consecuentemente, resu lte la" ma}ror per _
q lle se reglas y , - p es ya que 1 a dirs
crepan ·. pueda obtener en la disputa ele las reglas entre si. u . " Jo
n, c1a aca . l a de chscreparse
enos p . ece exclusivamente por necesidad (§. 16,..) ' , 1 •
os1bJe ·.
98 Cbrlst/a,r Wolff
GRADOS DE LA PERFECCIÓN
Por ejemplo, cuanto más reglas, todas ellas concordantes con el fin de las puer-
tas y con el fin principal del edificio entero, esto es, que tienen su fundamento en
que se satisfaga a una puerta, tanto mayor perfección posee esa puerta.
... :l::r.."1:_s;::n:e.
�.i7 _ LO QCE E
fl�TI.-\..\IE'\TA E.'\ LA ESE�C� ES NEC�SARIO
- D-.rdo que la esenci:1 <:fe las cosas es ne�esana (§.38), tiene que ser también
-e...-e::-�o todo lo que se tund.�menta exclus1�·�mente en ella. Pues lo que se fun-
cf:::?.r!¡�:.... en o:ro. existe
tanto uer:npo c?mo existe su funda�ento y no puede. por
eeo. cambísr mientras no cambie su tundamento. Ahora bien, la esencia de I
sas O inmutable j- .Q). Por eso también tiene que ser inmutable aquello que:
funrf-1m::�fl"" exdusi,·amenre en la esencia de una cosa. Ahora bien. como es así v
no puede ser de OT-1 forma. se contradice lo que Se opone a fo que Se fundamen-
t2 en h esencia de la cosa G.11). esto es. a aquello a lo que se opone y es, por ello.
necesario .. 36J. A partir de lo cual resulta evidente. además, que la esencia de las
cosas es la fuente de lo necesario.
hecho de concordar c o slaea imperfecta- y tiene así que quedar dererrnin� ºe1 1 fut1·
on esencia e I wn1,
damemo de la perfecci, ) ( _ como aquello a partir de lo cua se
polrlque
es
cómodo para ilustra on §.1)2). Prosigo con el ejemplo de la vent�1na 1 eehº
de que l a venrans restas parlo d ernas, , ·...... . � , por e fl11r:1. r
sea una 'b difíciles cuestiones (§.1 )Ü) · , ,..1
,
a su tra ves, no se conviena ertura pa ra I a 1·1 ummación- de una estanci.··1 )' p,h•1·1 P"..n-
en en necesarias la forma la anchura V la Hltoí..l, �
' ,
l\>Jts1tm(<'fftos nadO#aks 1 Q}
�'Nf ._;"¡e 1.'S/ ·d ·s p uticulares para que se distingan de las especies que se origi-
run :1 p.irtir le b semejanza de la esencia l§.cit.). Por ejemplo, si en el caso de la
venuru :-e terermina la forma para que sea cuadrada y lo restante queda sin dife-
renci.ir. entonces se tiene una clase particular de ventanas cuadradas en las que se
h:111.t e i:n·i:1 una gran diferencia ya se las considere en tanto que ventanas, ya se
las t. nsidere e mo partes del edificio y en unión con las restantes partes.
§.184. OBJECIÓN
En este punto podría surgir una duda: pues si en nuestro ejemplo de la venta·
na consideramos que rara vez la dejamos al descubierto sino que más bien la dota·!
mos el e un matena · l ta l que deje
· pasar la luz , y que ta.
' ver a su traves
y que permita
material puede ser de más ele una clase prescindiendo del hecho de que en nue�a
tro pais '
, se uti· 1·ice genera l mente el vidrio · l diferenci
para ello, parece como si a rs-
hubiera que buscarla también en las cosas que existen por sí mismas Y no roe
mente en diversas limitaciones.
§.191. PROPÓSITO
No pretendo todavía mostrar aquí lo que es el alma y cómo acontecen en ella los
cambios, sino que mi propósito se limita ahora meramente a relatar lo que percibimos
de ella a través de la experiencia diaria. Y no voy a mencionar aquí más que lo que
puede saber cualquiera que dirija sobre sí mismo su antención. Esto nos servirá de fun-
damento a partir del cual deducir otras cosas que no puede ver cualquiera tan fácil-
mente por sí mismo. En efecto, vamos a buscar conceptos distintos en lo que percibi-
mos del alma y a tomar nota, de vez en cuando, de algunas importantes verdades que
pueden demostrarse a partir de ellos. Y estas verdades, confirmadas mediante expe-
riencias certeras, son el fundamento de las reglas según las cuales se rigen las potencias
del alma tanto en el conocer como en el querer y el no querer, consiguientemente el
fundamento de las reglas de la Lógica, la Moral y la Política (§.10 y 13, Proleg. Log.).
área, Y soy por ello capaz de contarlos aunque no pueda determinar la diferencia
de estos lados respecto de otras líneas o inclu O entre sí mismos.
DE PENSAMIENTOS OS�UROS
§.213_ ESTADO
e ont rariamente , cuando
no
no se da claridad alguna
entonces e1. . . en el con¡u
istinguír entre sí
' nto d e cosa
s que
a la vez, . podemos nada
pensam os . d . di . . , . en absoJ
rn clanda ru ístmcron en e 1 pensamiento complet uta
(§ . 19S) ' y no reina . l , y o que aba
ca todo lo que pensamos simu taneamente. nos encontramos, por ello en;¡
estado de pensamientos oscuros. '
un olor que a uno le quela 1 gu1en me dice en voz baja Cuando se tiene un s� ren·
, resu ta m O l · rnás 10
so Y asi sucesivamente p esto, se lo suele eliminar mediante uno raode
oscurece a la más pequ. - or �so no sólo es frecuente decir que una luz gsación
más int ena sino q
ensa oscurece a l ' , ue es en general verdadero que un
a sen
puede
extraer de lo precedent a Emas débil. El sentido de este modo de hablar se defllºs
a menudo perc1b1r
mí
· . la e. n efecto , eIl o quiere
segu d
· decir que: ante tod o no Pº. "'e deI
smo mod n a o la ocas101• y
ambos ca � que la primera un p�rc1ibíirnos muy poco aunque sentidos
mb1os se represent cambio en los miembros de nuestros
en en nuestra alma.
Pe11sam/e11Jos ractonates I J3
§.229
.
,
cosAS PERCIBIDAS UNA VEZ PODEMOS REPRESENTARNOSI..A S
NUEVAMENTE
ª:f�
Lo
Puedo
!
que noq�:r 1emos percibido alguna vez nos lo podemos volver a repres�!1tar
e presente. Por ejemplo si he visto a un hombre en una re�mon, nod
repres
cuand 0 I ' ante mí aunque no l o este.
entar como si estuviera ' Del mismo m o '
re oíd O d ecrr
. " · l · '""' a oído aunque
no haya algo me puedo representar como st vo viet ª
nadie ' ,
presente que este hablando ahora.
114 Cbristi<lll IVol.ff
§.231. EJEMPLO . .
.
Un eie mplo lo constituye el Sol. Su luz . posee ._ dmucha clanclacl
, .
pero n1001
. ., . .
su luz no podemos e1 istmgun na a entre si (§.206) p o.Ina dis-
tmc1on. pu es en . .e . . . · or co
se conocer perrectamente y chstinguir res ntra, la
1orma)t el tamaño pueden
e
di . . , 1 pecto de
formas y tamar1os, y por ello te�1emos istmcron en a representación del Sol res Otras
de la forma )' el tamaño. SegunI esto,
fá ·1
cuando nos queremos represent
1 e . 1 ar al
Pecto
Sol
éste presente ello resu ta aci con a rorma y e tamaño pero n no
estando , ' o con la lu2.
§.232. QUÉ NOS REPRESENTAMOS MEJOR DE ENTRE LAS COSAS
QUE HEMOS VISTO
Por eso, como, en _general,. �n las cosas que vemos no vienen representados
más que formas, tam�n?s, postc1ones y colores, y dado que las formas, tamaños y
posiciones poseen dístínción, los . colores, por contra, no (§.206); se pueden , en
general, volver a representar mejor, d e entre 1 as cosas que se ven, las formas
tamaños y posiciones que el color. '
236
§. · DE C�MO SE DIFERENCIAN IMAGINACIONES DE SENSACIONES ntenido
Como las irnagi · estaba co ·nn
en las . maciones no representan claramente todo lo que diferencid ,
sensaciones(§ 231) . eso se '11 s e
de las se . · , rema en ellas una gran oscurida Y en . ,, aque ª. \'
d
nsac1ones ' y c·rertamente por eso solemos también . , d' tingu1r ,, g.tí I.
éstas p . is 0uo 1 ti
· or e¡emplo , sto en
'cuan do me imagino a una persona que he' 1
·1llll
veo en camb· cia
· pues•"º
' 10 otr - rferen ' ·
que de la prim�ra ª ante mi, se evidencia entre ambas una gran e I forl11ª y t�ll'
1'1" '
A este procedimiento pertenece la imagen bajo l:t que el escultor se representa una
estatua, Y en la q�e pone lodo lo bello que ha visto y notado, tras un estudio cuida-
doso, en la especie hombre, la cual ht estatua representa. A este procedimiento per-
tenece el tm?'?º de una línea curva en la que no habíamos pensado jamás (§.2'Í 1). A
este procedimiento pertenece también la imagen de un edificio que el arquitecto se
representa mentalmente de acuerdo con las reglas de la Arquitectura.
§.250. OBJECIÓN
Esta definición de la memoria pudiera resultarles a algunos un poco e:x1raña.
Pues dirán que la memoria es la facultad de conservar los pensamientos que tene-
mos y de volver a sacarlos a la luz en el futuro. Sin embargo, voy a mostrar en el
acto Ía corrección de mi definición ) la falsedad de esta otra.
tenido con ant.�riorida_d Y que puedan ser reconocidos por la memoria, investigan
si su imaginac1on pudiera representarse algo entre las cosas que percibieron en el
¡r.isado. dado que se reproducen cosas que ya se tenían. Ahora bien, como repa-
ran (§.238) en que entre tanto han conservado cosas en un recipiente y con ello
han estado en la situación de volverlas a producir de ser necesario, se han repre-
sentado del mismo modo la memoria como un recipiente en el que el alma con-
se0·a los pensamientos que tU\"O alguna vez) del que los podría extraer cuando le
placiera o fuera solicit?do por �:lguien. Por eso acontece también que algunos sue-
lan llamar a la memoria receptaculo de los pensamientos o conceptos .. Sin embar-
go. se percibe en el acto que se trata de palabras vacías ya que no puede formar-
se concepto alguno de este receptáculo, ni de la conservación en su interior de los
pensamientos ni de su extracción, si se dejan de lado las cosas de las que proce-
den estas expresiones (§.4, cap. 2, Log.).
§.267. LA MNEMOTÉCNICA
Que la capacidad de la memoria puede ampliarse lo atestigua la mnemotécni-
ca que algunos ejercitan con verdaderos progresos y cuyas reglas no pueden fun-
damentarse en otra parte más que en la esencia de la memoria. Esta técnica, empe-
ro, no la vamos a investigar aquí. · .
•. , l·.
15
· Se trata del matemático inglésJohn Wallis (1616-1703) y la obra refericla'es el -De algebra trae-
tatus. contenido en Opera matbematica, 3 vols., Oxford, 1695-1699. ·
122 Cbrlstia11 Wol.ff
EL CONOCIMIENTO . .
§.279. GRADOS D , d. . íón hay en el conocnruenro. tanto mejor 'CO
anta mas istmci
Por tanto, cu.
· -d · d 11
6) ' tanto más sabemo� ecir e e a (§
? 6 - de Ill-
2qu5 ·-º ). ).
prendemos una cosa (§.27 . ) . � (§ 106)
surgen los grados del conocurnento . .
ES EL CONOCIMIE1\lTO SU�Rl:�10
§.280., DE CUÁL· . con distmCion lo que puede saberse de una
Así cuan d o a J gu1en co111prende . .
' d ¡ do supremo del conocurnento d e esa cosa y no es posí-
cosa, ha a 1 canza o e gra
ble alcanzar un conocimiento mayor.
LWPERFECCIÓI': D�L CONOCI?\1�10
§.281. DE DÓNDE PROCEDE LA
Por el contrario, cuando quedan restos de confusión y de o�cundad es que no
se ha llevado el conocimiento hasta su grado supremo. y segun quede mucha o
poca confusión y oscuridad así se estará de lejos o menos lejos de este grado. Y de
este modo, por tanto, se originan, a partir de la confusión y de la oscuridad los gra-
dos del conocimiento imperfecto (§.106).
puede atribuir a cada facultad del alma lo que le pertenece, y evitar con ello que
se dé ocasión a malentendidos por culpa de un lenguaje ambiguo.
representar con el nombre también la cosa y a la vez que con la cosa el nomb
recordar que ése es el nombre de la cosa (§.297). Para hablar, sin embargo re y
mos además de esto que pronunciar las palabras, lo cual acontece formand 'lene.
'
los órganos '
de la lengua ·
los sonidos
.
· l es el e 1 os que se compone el son'd con
simp
, . 1 o de
°
la palabra. Pues si se considera la pala b ra por si misma, se comprueba que ,
. . . esta es
un sonido distinto compuesto por otros sorne1 os sirnp 1 es Y c.l aros: de lo cual h. b ,
. n . t . ia ra
que hablar en otra parte, a saber, en mis 1:ensanuen os raczo1_1a les acerca de la
naturaleza. Ahora bien, puesto que aciemas de lo �ue se requiere para entender
una lengua, es necesario algo más cuando se la quiere hablar, no es de extrañar
que un niño entienda la lengua materna antes de �od�r hablarla. Encontramos
además suficientemente fundamentado en la expenencia que una causa de ello
son las dificultades en la articulación de los sonidos necesarios para las palabras.
los que no se quiere utilizar el nombre propi?, como :uando éste es.desconoc¡
para aquellos a quienes se habla, o resulta inconveniente, por diversas ra do
. il ares.
referirse a una persona con un nombre, y en otros casos sirru Zones,
sas y oscuras (§.199 y 214), las palab . es son en su mayor P., 1 dife-
-· . ras Y los signos sirven a la distinc1on a
rendar m��iante ellos lo_ que encontramos de diverso en cada una de las cosas y
en la relación entr� las mismas. Ahora bien, como mediante este procedimiento se
esclarece la semejanza que ha de hallarse entre las diferentes cosas particulares
(§.18), se llega de este modo a los conceptos universales (§.182). Y el conocimien-
to universal se hace por tanto distinto merced a las palabras (§.206). Posteriormente
se aclarará aún más lo útil que resulta el conocimiento universal.
mediante ello se la distinga de las demás de modo que cuando, según est
percibir�, se
comparan signos compuestos, que equivalen a concept�s, �e pueda
bién a partir de lo mismo la relación ele las cosas entre si. E¡emplos de ello ª?1·
'
nen en el Algebra, tal como se trata lioy en el'ia po1.·l os enten did
t os, y en los
setie.
norn.
bres de los tipos de silogismo (§.15, cap. 4, Lag.). Sin embargo, el arte de cone t
, . e ar
los signos, al cual se puede llamar arte coin biina 1 orza caracterzstzca nos falta
.
co:�
, . . por
el momento tanto como el arte caracterisnca, si biien no pue d en ser estudiad
separadamente caso de que se los quiera estudiar en profundidad. Por ello,
actualmente hay poca gente que se pueda formar un concepto de este arte las
ciencias, empero, no están en modo alguno en situación tal que se puedan s�pa-
rar completamente sus conceptos de todas las imágenes de los sentidos y de la
imaginación y se los pueda convertir en simples signos mediante cuya adecuada
conexión es deducible toda posible verdad, no se puede en este punto hablar al
respecto. De una carta del señor van Leibniz a Oldenburg del año 167519 repro-
ducida por Wallis en la tercera parte de sus obras (p. 621) se trasluce que aquél
tenía un concepto de este arte que concibió como una ars characteristica com-
binatoria, la cual sería diferente de la usual ars combinatoria: a la cual llegó sin
duda a través del Álgebra. Y en las Misce!lanea Berolinensia (p. 232º) muestra cla-
ramente haber tenido un concepto al respecto. Sin embargo, el actual estado de
imperfección de las ciencias no le ha permitido pensar ningún ejemplo de este
arte. Lo llama también Speciosa genera/is y al francés Remond le dijo en una
carta21 que si fuera más joven, tuviera menos que hacer y contara con la ayuda de
gente aguda, se atrevería a dar una muestra de ello. Cfr. Recueil de diverses pieces
par Mrs. Leibniz, Claree, Newton, t. 2, p. 130. En cambio, en otra carta al mismo
Remondfechada el 14 de marzo de 171422 (p. 39), considera el asunto como algo
difícil de suyo, y no es por ello ele extrañar que no emprendiera la tarea a pesar
de que ya había pensado en ella en el año 1675.
B�-84 de lo
19 5
Carta fechada exactamente el 28 de d' . .
matbematiscbe Scbriftan de Leib . tciembre de 1675 y contenida en el vol. 1, PP· ·
ruz ec1.rtar 1 os por G 1
20 Miscellanea Berolinensia ad incren e: 1ar.c1 t. -26, Se �1t::t
de la -Annotatío de quibusdam Ludí , S ie!uum sc1e1111aru111, vol. 1, Berlín, 1710, PP· 22 mtllf{l _de
�f
Wolff, éste se referiría propiamente -s egun. Charles A. Corr, editor de la Metn.(ísi�a
Gerhardt, vol. v, pp. 377-38Z. ymbolismus memorabilis calculi algebraíci et Inf
:iesiln:tlf5•,
1
21
Fechada el 10 de enero de 1'1 . ··
17 Y contenida
22
Gcrhardr, m, pp, 61 l-6J � en Gerhardt, vol. Ill, pp. 605-607.
l'r11.«11nl,•11tos ,.,,t'lonul,•., J 35
d n
las mismas condi�ione¡ · ... st � ro que a I go vuelva a suceder hasta que se el
. , es o es, en casos semei 1 (§ lS) · 1 o, veo que e
hierro se vuelve incandescente , f Jan es . . Por ejernp
1 r
mantiene al rojo vivo con un ÍL e�'> .iAragu� cuando se coloca sobre carbón al que 5�
se incandescente Sin embargolc e. . �artir de lo cual juzgo: el hierro puede poner
· , este ¡u1cío n , no
ten�o esperanza de que ello se prod . ,. 0 es a bsolutamente verdadero. Pues
un fu ego intenso. uzc.,i hasta que no vea colocado el hierro sobre
iuz ar ue esta cosa rosc.:e esta l'igurn cuando � vc.ng.i .1 .,s rrucrues <:I f}(:nsa.
1
J .�g q , ,.,,·,·cto , la ex¡,enc.:nc:1�1 muestra que pcKlc.:mw.-, ver
rrnento: -esto es una pa 1 0111.1•. En , .... ....
una paloma y a veces venirnos el pc.:ns:.11nienro de qiie c.:s una paloma Y otras vece<¡
no, a pesar de que conozcamos ya el nombre.: Y no pueda por ello echarse la culpa
ni a la imaginación ni a l:.t memoria. Tk:ne por ello .que habc: algo �n la primera
situación que enseñe alguna cosa a nuestro pc.:ns:1m1c.:nlo, de. cuyo <�ngen cst::unos
hablando, que no se: da en l:.t sl!gunc.J:.t. Si inve�11w1m<Js la .d,fc.:re�c:ia, encontrare-
mos que en un caso juzg:.imos que la cosa tiene una determinada figura Y en el otro
no juzgamos nada, sino que nos conformamos con el me�o con�e.mplar (§,289). A
la luz de lo cual me parece que resulta claro que a la razon suficiente del pensa-
miento -esto es una paloma· pertenece el juicio -esta cosa tiene esta figura -. Final-
mente, si pregunto si a uno se le ocurriría el pensamiento -esto es una paloma. no
habiendo escuchado el nombre -palorna- jamás, ni habiéndola visto ni formulado
el juicio: -lo que posee esta figura es una paloma· ni tampoco fuera consciente de
haber formulado un juicio similar con anterioridad, entonces se comprenderá,
como en el caso anterior, que si alguien careciera de estos tres pensamientos, sería
imposible que Je viniera a las mientes el pensamiento del que hablamos: pues se
acordará de casos similares, dado que el asunto no funciona cuando falta uno, o
incluso cuando, estando ducho en el conocimiento distinto, sabe mostrar la razón
de por qué no funciona. Así pues, todo ello pertenece también a la razón suficiente
de nuestro pensamiento; consiguientemente no he dicho nada que no estuviese
fundamentado en la experiencia. Efectivamente, si me fuese requerido, mostraría
también la razón suficiente de por qué no puede faltar ninguno de éstos, Jo cual ha
sido considerado prolijamente, cuando el pensamiento, que ya he repetido tan a
menudo, deba tener una razón suficiente.
dedor y afirmo por ello: -la Luna hace visibles las cosas que nos rodean-. Reparo en
que alguna vez aprendí que: lo que hace visibles las cosas que nos rodean es la luz.
y afirmo, por ello: «la Luna es una luz-.
mentalmente el significado de los golpes de la campana. Pues éstos son los pensa-
mientos a los que me suelo referir con las palabras ·y ahora clan las cinco· (§.288 y
289). Del mismo modo, no se requiere que al recordar mi propósito de levantarme a
las cinco piense las palabras: -quiero levantarme cuando cien las cinco-, sino que
basta con que me represente el estado en que me encontraba cuando concebí ese
propósito: pues en esta representación se contiene lo que significan esas palabras,
aunque la representación sea bastante oscura (§.199). Sin embargo, el hecho ele que
las representaciones a las que corresponden las palabras antes (§.342) referidas ten-
gan, en general, que acontecer en el alma y tengan que sucederse en el mismo orden
en el que colocamos las proposiciones, puede mostrarse como anteriormente (§.334).
En efecto, cada pensamiento ha de tener su razón suficiente (§.30). Pruébese, sin
embargo, a dejar de lado una de las proposiciones anteriores, no se podrá entonces
mostrar de modo comprensible cómo se ha llegado a éste o ese pensamiento. Por
ejemplo, supóngase que alguien no tuviera el propósito de levantarse a las cinco, esta
persona tampoco tendría la voluntad de levantarse al oír que dan las cinco: más bien
aducirá esto como causa de por qué no se levanta si se le pregunta al respecto o se le
dice que se levante. Supóngase que alguien no recuerda su propósito cuando oye dar
las cinco, éste seguirá acostado y si alguien le pregunta por qué no se ha levantado,
no dará otra razón sino que se le olvidó. Quien se tome la molestia de analizar el resto
de los silogismos, se dará cuenta de que en los demás ocurre lo mismo.
1
es absolutamente idéntico al arte de pensar y no encierra en sí nada artificioso. U .
utilidad particular y no menos importante ele este arte consiste en que con él se p na
.
el en :vitar muchos prejuicios que de otro mo d o_se d es l.izanan lle-
su b �epticia e imper-
cept1blen:1ente cuanel� se investig'.l la procedencia ele G�d:t pensamiento. Es así que
ha de estimarse este ejemplo comente <lada su profundidad.
Pensamlentos racionates l 43
,;, · .. · .
• ! , lj .
· º, ··é/fu.
_Ehrenfried Walcher von Tschirnhaus, Medicina mcntis sitie tentamcn gc1111i11ac Logicae, 111 C/11"
,:{, -,. ·.· enturde metbodo detegendi tncognitas reritatcs, 1687. · '
: 1. ,·
144 Christian Wolff
,
D EN LOS SlLOGISi\rlOS UN SALTO SEGURO
§.350. DE CUANDO �� OSue
cuando hemos realizado ya f:ecuentemente una
Ha de notarse tarnbién q b alzo mediante tantas inferencias que t ..... _
b', hemos o tem'do -=> "<l:S
inferencia, o tarn 1�º 1 cuestión de que se trate. entonces se nos acu-
ª
esto no podemos s1?0 pens:r e� respecto de ella mediante un silogismo C§.2�S)
rre aquello que hab1amos e�:.ª11a �npresión como de si llegáramos a una propósi�
En este caso se ':-1elve a and os no tuviéramos en cuenta la fom1a del
·, · · ferencia o cuan o men ' que
c�on _sm m . ' la Ló ica. En efecto, a la hora d e d emostrar y reflexionar
silogismo dprescnta por tent�s si la memoria (§.249) nos asegura que la verdad de
Podemos amos por con
,
eso que se nos esta ocurnen · do ahora la hemos alcanza d.·o . me
,
d.iante uno o muchos
. .
Sl1 og1smos.
Cuando por tanto pasamos de una propostcion a una segunda, en lo
' . " ' di il . os damos en t onces un
cua l lta bíramos procedido previamente me iante si ogism. , 1·
salto en la inferencia, y ello ocurre, en el caso present�, sin pe igro. Sim e':1bargo,
tales saltos no se logran siempre ni los consigue cualquiera, y es por eso mas acon-
sejable acostumbrarse a pensar de modo ordenado.
· s in1e rencias
· · ' 1 ·on "
s" ,1
\
inmediatas, donde la conc usi /·.
S-354.. PR1�1ERA C�\�E DE 17\FERE'.':OA T�.�1EI L\ TA POR C0XTRAP05l(l · :--.:
El t't!kl re.' J1mp.111s ha trar.ido pormcn n,-1d.1mente bs mfcrenci.is inm xíiarns
tlib. _:,. , . . .ips. l_. 2. 3 y 4. Lo�. Hamburg.I>. _Al principio cxrx ne Lb que sunrcn r r
(,'Or:Jm�icion de LJ.S cosas.. De esta especie son: -todos lo · cnvidiosos : m misera-
bles-. Por eso es falso que algunos envidio.sos n ) s�-.111 miserable s, u rarnl i �n de
modo inverso: es falso que algunos envidies :-. no sean ruiscral 1�. P r t� te 1 ,
los mi&r:tbles son envidiosos. Aqui se pretende infcnr una e nclnsi. n �1 p.irtir de
uru sola premisa. En L1 m.inera anterior de inferir hemos visto que podem ,s dar
una razón suficiente de por qué se nos ocurre la segunda 1 remisa r.in pr.__ nto corno
se nos presenta la primera, y cómo después alcanzamos l.i e .mclusron medi.mtc
ambas, Sin embargo. en el ejemplo propuesto. no se Ye en el acto por que he Je
pens tren la conclusión -es falso que algunos envidiosos no. can miserables- :--i �')l
renco in mente b premisa -todos los envidiosos son mi scrables-. Ahora bien como
esr; solamente no es suficiente y. sin embargo. k1 de haber una r.lZt" n sufici nte
(S.Jú), tenemos que investigar qué es lo que además se requiere p.1r.1 ello. En et�·c-
to, si estarnos acostumbrados a contraponer todas la - c sas de una especie y algu-
nas de ellas entre si. y llegamos 3 la proposición universal -todos los envidi '\:' � _ n
rniserables-, entonces se nos ocurre también esta proposici,' n particular ,1lgun x
envidiosos son envidiosos- (§.2.58). Y extraernos pues mediante una infercnci«
correcta- -algunos envidiosos son miserables- (.§.J--10). O si vernos algunos envidi �
sos, o escucharnos hablar de ellos, entonces pensarnos de hecho. -alcunos cnvi-
dioses son envidiosos, v se nos ocurre- (§.2.)S): -todos los envidies s s n misera-
bles-, Entonces volvemos 3 inferir de modo correcto: -algunos envidiosos son
miserables., Pero si digo -algunos envidiosos son misera! le; . o es falso que ;\\Rlt-
nos envidiosos no son miserables. esto vale lo mi smo. pues se trata de me dos de
h:ilihr equívalentes que se pueden sustituir el uno por el otro. corno suele a �\L-'CCT
en las inferencias ocultas (§.29, cap. -I, Log.). Lo que. según esto.se sude denomi-
�r i11fi�ncia inmediata por contraposicion es. de hecho, una inferencia conven-
aonal que en parte se mutila (§.17, cap. 4, Log.) y en parte se oculta (§.2�. cap. 4,
�.). :',.:o obst1nte lo cual es innegable que una vez que se ha detectado la com�-
con de la inferencia, v se conserva en la memoria el ejemplo de cómo se b lu mun-
bdo y oculudo. se suele tras esto inferir b conclu ión ;\ P3rtir de un:1 premis..1 ron
t!.'<act::uneme b m.ism:1 cbricbd que en bs inferenci:1s nonn;iles. En efc..'\.lO, t:m pron-
to como se nos preSenta un caso P3recido . nos �1lt:1 a 1:1 \·ist:l d t:'jemplo <..§.2.)<�),)
como de la corrección de b inferencia tenemos certez3 por b memori.t l§.24�\ imi·
� la clase de inferencia sin pens.1r en b premisa menor, como en d primer
::plo. De
est�� fom1a se d3 b primer.1 d:L� de inferern:i3 inn:��liara �l trtt'S d�· la
dose norm�l de inferencias. Aunque se- b puede emplear t:unl�1t:n �mo c..:�t-:\
l�l.H�
----
5enta � � �� sobre b verdad, h:i sido. sin �mbl�O, neccsano tn().�r.trqut.: n:p�
íle .°
ª Püs1aon de una inferencia <..-01wenLionJI. ·
:, J
�dúmJungius, l.ogicn buml,:,TR('n..,is, 16:-,�. ·
146 Cbrlstiall \Volff
es queri�? por el P.adre. Si, consiguientemente, digo: el padre quiere al hijo, por
ello, el h1¡0 es 9�end� P?r el padr�; esto se tiene por una inferencia inmediata, ya
que la conclus1on se infiere a partir ele una premisa. Si analizamos pues cómo es
posible que podamos pasar de una proposición a la otra, hallaremos que el paso
tiene casi la misma naturaleza que en la especie anterior ele inferencia inmediata.
Supóngase que alguien ve características del amor de un padre por su hijo, enton-
ces esta persona obtiene (§.333) mediante una inferencia normal la proposición:
-el padre quiere al hijo». Si tras esto se le presenta la ocasión de hablar del hijo,
entonces se le vuelve a ocurrir el amor del padre por el hijo (§.238), y como quie-
re hablar del hijo, el lenguaje no le permite decir más que: «el hijo es querido por
su padre». Ahora bien, esta persona sabe merced a la memoria que además ha
dicho, cuando habló del amor del padre por el hijo, que el padre quiere al hijo
(§.248). Atendiendo, sin embargo, al conocimiento intuitivo del amor del padre
por el hijo, comprende por sí mismo que puedo decir tanto que el padre quiere
al hijo como que el hijo es querido por el padre, una vez que quiero hablar del
padre o del hijo, y reconoce en ello la equivalencia de estas proposiciones, por-
que a ambas les corresponde idéntico concepto. Y dado que poseemos un con-
cepto de lo que es idéntico, se nos ocurre esta proposición universal: -las propo-
siciones equivalentes se pueden intercambiar entre sí· (§.17). A partir de lo cual se
deduce mediante una inferencia normal: por tanto, puedo intercambiar también
entre sí estas dos proposiciones. Lo que, consiguientemente, he sabido que
puedo hacer, lo hago también. Y digo por ello, en lugar de la proposición de la
que me acuerdo «el padre quiere al hijo», esta otra «el hijo es querido por el padre-,
porque, en efecto, la ocasión de hablar del hijo requiere esta modificación. Cuan-
do ha sucedido esto una vez, sólo es preciso tras ello que se nos vuelva a pre-
sentar un caso parecido para que recordemos el primer ejemplo y lo imitemos. Si
se quiere proceder claramente o exponer a los demás por qué sucede tal cosa,
entonces, en lugar de la inferencia inmediata, se realiza una inferencia normal:
proposiciones equivalentes se pueden intercambiar entre sí. Estas dos proposi-
ciones son equivalentes porque efectivamente expresan idéntico conocimiento
intuitivo. Por eso se puede poner una en lugar de la otra.
.,..
Cl1. Wolff
27 . . .
· , E11tdeckung der uiabren Ursacbe ion der iounderbaren Vcnnebrung des Getreides,
.�718. '
28
···:· Ch. Wolff, Anfangs-Oründo der Astronomie(vol. 14 de los escritos alemanes, pp. 1121-1426).
150 cbrlstia11 l'Vol.ff
DE CÓMO SE EMPLEA ·
§.3 6 5. uso de esta regla mediante un ejemplo. Se trata de
Voy a 1.1ustrar e1 , s de lu
, d un ejemplo corriente (§.159) . To d o e 1 mundo aprende a ego,
una vez mas e
.
. . . . dl 1 dé 11
sin que na ie e e en e o clase al
canta
r el
dmero me diian te el propio eierc1c10, d guna s·
o sucede sin reglas, aunque no to os conozcan las reglas ct· : in
emb argo, esto n istinta.
C do en la Aritmética han d e 1ta ll arse reg 1 as me diiante las que
mente. uan d se extr
, es tan grande como muchos otros toma os conjuntame t ae
un numero que . bi ne esr
entonces le viene a uno muy ren la razón de 1 .' o
es, 1 as reglas de la adición , , a 1nver
1 ases d e numeras, los uno los dl
. , .
sion: pu es se representan las diferentes c
d . , 1ez los·
cien etcétera como diferentes clases de mone as, peniques, céntimos tál '
' ' id 1 l d 1 di · ' ' eros
etcétera, entonces se ve ensegui a que as reg as e a a rcion son idénticas a la�
reglas para contar dinero. Quien, de acuerdo . ,
con esto, cuente dinero y p
reste
atención a lo que está haden d o, d e ducira 1 as reg 1 as que b usca. De igual mod
cuando se quieren saber las obligaciones recíprocas de sociedades enteras o,
, d 1 . ., , se
representa a las mismas, en virtu dd e 1 a razon e a mversion, como personas indi-
viduales que viven las unas junto a las otras en estado natural fuera de toda socie-
dad, cuando sus obligaciones nos han sido previamente conocidas.
dades se le llama razón. Que esta definición de razón se adccúa al uso habitual del
término, también lo muestro (§.16, cap .. 2, Log.). Decimos, por ejemplo, que Sem-
pronio ha con:enz�clo sus a�untos racionalmente cuando piensa detenidamente
todas las ventajas e ínconveruentes que pueden derivarse de sus acciones, y Jo dis-
pone todo de tal f�rma que no se contradice a sí mismo en su actuar, sino que más
bien las cosas se siguen unas de las otras. ¿En qué consiste pues aquí la razón que
sempronio demuestra? Ciertamente en nada más que en la visión que tiene de la
interconexión de las cosas, a saber, tanto en la interconexión de sus acciones como
en la de ellas con otras cosas. Pues cuando uno no presta atención a esto, dispone
sus acciones en perjuicio de sí mismo y de los demás, y las mismas chocan las unas
con las otras. Entonces no dirá ya nadie que: -Sernpronio organiza sus asuntos
racionalmente•. Más bien tocio el mundo estará de acuerdo en que procede de
manera irracional. Se puede ver también en este ejemplo que el concepto habitual
de razón no es otro que el de penetración en la interconexión de las verdades. Si
se dice que alguien ha actuado racionalmente y si se pregunta por qué, se respon-
de siempre que porque esta persona ha conseguido con ello tal ventaja o, también,
porque ha prevenido tales pérdidas, y similares, esto es, porque ha visto y pensa-
do lo que ha podido surgir de sus acciones; porque ha dado, consiguientemente,
prueba de su comprensión de la interconexión de las cosas. En cambio, cuando se
quiere demostrar que alguien ha actuado de forma irracional, se intenta probar que
esta persona ha emprendido algo de manera altamente irreflexiva, sin considerar
lo que podría surgir de sus acciones ni si ello se adecuaría a su persona y estado o
con otras circunstancias.
§,37 o.
GRADOS DE LA RAZÓN , ,
Cuanto más se comprende la interconexión de las verdades, tanta mas razon se
posee (§.368). Por ello se tiene tanto menos razón cuanto menos se_ comprende la
;nterconexión de las verdades. y donde no se ve en modo alguno corno dependen
as cosas ,
· entre si, allí no hay razón en abso 1 uta.
15 2 Chrislla11 Wol.ff
l d se pone en 1·elación , n y se . • ,
21, e on e 11 alas Sin embargo, en ambos lugares aparee Piensa
ón por 1 as 1 ' · e Ia I
la de 1 a raz . decir lo mismo que en castellano arbitrio pa abra
. 0, que qmere , tal corno ¡0
gnega Henry Hammond en su Pe1ihhras· ha
. . ado tambié ien e 1 célebre inglés . . Y z, ya qu I
videbatur. A rm parecer, es propiamente la pal b e o
traduce por P., oi u. nobis
ap1ec1,
11 . a ra g .
, 1 e coincide con nuestro caste ano racional y no sólo 1 ne.
ga A.OytKo<; a qu ., 1 Bibli 1 . o traduce
. L ttero sino que también aparece en a 1 ra atina como rauzonab¡
por roaona 1 i
en los que aparece esta pa 1 a b rase la toma en un bu ·
le. En los d o S lllgares . d . . en sen.
t1id o. Pues , en el primero, Rom, 14, 2,dse nos . recomien
. . a un servicio divino rac10. .
na 1 , en e 1 seaundo I Petr · 2 ' 2 ' 1 a octrma cnstiana como una. leche rae·10na .
o , . . 1
Cu ando los exégetas se pongan ele ,acuerdo .
en sr la palabra racional se refie
Di rea
la persona que ha de ofrecerse a si misma a ios en 1101 ocausto y disfrutar u
p::
leche de bien para él, tal como interpr_eta lfammon� ambos pasajes y da
bueno [ean Le Clerc en las notas que añade-", o en sr ha de refenrse al servicio
divino y a la doctrina cristiana, que se entiende por la leche, en cualquiera de los
dos casos me resultará sumamente fácil mostrar que las Escrituras emplean la
palabra racional con exactamente el mismo sentido que le doy yo (§.368). No
obstante lo cual, que todo el mundo hable libremente como desee, y sólo pido
que se me permita disfrutar igualmente de la libertad que concedo a los demás,
ya que ninguna persona tiene derecho a prescribirme leyes para hablar, corno yo
tampoco a ella; mucho menos puede pedir nadie que ocasione confusión en el
conocimiento por inconstancia al hablar.
29 Jean Le CI -c,pbrase
et ere es el tradu t nd f{II ·rota.
El
m�11�tat�o11s sur fe
Nouveau �
ora I francés y anotador de la obra de Henry tta0101oe s�rv¡rse ,,
Lestamem, 2 vols., 1698. Edición
ongmal inglés se publicó que es de la que paree
en ondres en 16S1i.
---
Pensamientos ractonales 15 5
DE SI ES PURA EN LA MATEMÁTICA
En Aritmética y Geometría, al igual que en Álgebra, tenemos muestras de la
razón pura: pues en ellas proceden todos los silogismos a partir de conceptos dis-
tintos y de algunos fundamentos independientes de los sentidos.
DE LO QUE ES LA CERTEZA . . .
§
· 389 · conocimiento es el concepto de la posíbílídad, 0 tarn-
La ce,·teza de nuestro · · · ·
1en existencia de un [uício · En efecto ' en
bié . ·
.
1 os juicios universa l es
. nos. fi¡·amos
meramente en la posibilidad, ya qu� lo umve�sal no posee otra ex1s�e��1a que en
las cosas singulares de una especie y un g�nero (§.182); en los juicios sobre
cosas sinzulares en cambio, dirigimos también a veces nuestros pensamientos
a la existencia. Por ejemplo, estoy cierto de que el crecimiento rápido de las
plantas puede verse incrementado por la técnic� con sól.� representarme la posi-
bilidad de ello. Estoy cierto de que el padre quiere al h1¡0 cuando me represen-
to su realidad.
§.392. DE LO QUE ES LA IN
. D?nde no alcanzamos la � �
CE ¡ 1?UMBRE
. la expe·
nenc1a ni mediante 1 , posi ilidad respecto de un juicio ni mediante . e11i-
dum b re no es ª razon ' este Juicio
· · · la inc
d l
otra cosa
que el . . nos es incierto
. . Y , según esto, 'enta c·,ón
e a posibilidad O de la e . co�oc1m1ento de la carencia de una repr�s ·ento de
la carencia deliberad x1stenc1a de nuestro juicio y díco un conocurul posi-
11 ª d de nuestro amente
bilid p . t» • ,
ues, a veces nos falta la representacion
de a .
sin
1· ·
de I-e y '
·
¡· l
ernh
argo, creemos estar .
icio, o est
ª
ciertos de
'
representación no muestra lo que
. .,
nuestra opmion.
Pe11sn111fe11tos
'
rae/o11n,es
157
§ 39.3.
DE LO QUE ES UNA ILUSIÓN
· A esta opinión no fundamentada de la cert
, · 1 o, cuan d o uno piensa . eza d e nuestr . .
;tusion. Por ejernp estar cierto o conoc1m1ento se la llama
método seguro contra una enfennedad concreta de que una medicina es
tiene prestigio como médico, no tiene por � u �
ninguna 1azonses lof ha. oído decir a alg·Lnen . un
que · ·, ,1
por tanto, su opuuon es so o una ilusión de la certeza que esta u tCJente ele la certeza y
persona cree tener. '
,
§.394. DE COMO SE DIFERENCIAN ILUSIÓN y OP ,
Sé bien que algunos tienen a la ilusión y a la . ., INION
. se fiiIJe con mas , cuiid aclo e opm1on por la mism . embar-
. a cosa: sin
go, qwen percibirá pe t1ec
.r t
.. , amente la dífe .
b
quien tiene una oprruon sa e que le falta aún algo rencia. Ezn efecto,
cambio, tiene una ilusión, no lo sabe. y por tantopara uncia cderteza absoluta; quien, en
' , es ver a que· tod I·1 ·,
opinión; pero no es verdad que toda opinión sea ilu . , Si d · a usion es una
saber que nos falta la
algo para certeza total que Imagí sien. in uda es algo diferente
marse que no nos f Jt
ello, aunque de hecho . frecuentemente nos falte aún mue! , .
usimo. por eso no pode
ª
ª ª na d para
nombrar con el rrusmo nombre cosas diferentes y como a 1 . mos
. . íbl 1 b d . .� . a pnmera 1 e corresponde
índíscuti emente e nom re e opiruon, queda para la segunda el de ilusión.
lente a que hubier; que n cam 10, solo de una, y consideran que ello es equiva-
sólo cuenta con una entonce« un número en tres tiradas, para lo cual el opone?t� I
, nces refle:xion , . ás [ac1
que lo logren en tres veces aran que si 1tan de ejecutar algo, es m .
(§.331). Y de este modo su q�ibenb�?ª, Y esperarán por ello también aquí lo mismo
P ª ilidad se basa en un fundamento universal.
§.401. GRADOS DE LA PRO IJ\
Y DEL SUJETO COGNBOASBCILIDAD EN CONSIDERACIÓN DE LA w.TER
Por eso s l ENTE
ue e suceder tambié no Je
parece probable en absolut E n que uno tenga por probable lo que a otro cto
ge�� cual otro sólo
posee �
; ob:��f cto, uno puede tener certeza de algo re�f�ro·
ª, e que a otro. En efecto
o¡r=
1
ídad. Y a uno le puede parecer algo 01 ener ª
mas probabilidad que las �tre las cosas probables mismas pueden unas t
Pcnsmnlct11os roctonatee 15 9
LÓGICA DE LO PROBABLE
402_
§. rJabrían de recordarse muchas cosas al respecto si se qi · .
- . . . usiera exponer todo con
, di'stincwn debida. Y ya e I seno: van Lcibnir ha señalado varí .
ri . ,, .
·ª , r · t ¡ . . e " e 1as veces que care-
::emos aun de u�a .ogi�a-�e o probablew, Ciertamente que I-Iuygens, Jakob Ber-
11 ottl!í,
Mo12tm01t• y Moiure han .,dacio, algunas
. . muestras eal respe cto en materia. de
¡
uegos y algunos i_ng eses en on a� matenas: sin embargo, sólo se puede hablar de
in modesto comienzo. Ah'?�ª bien, como en los asuntos humanos se trata la
nayoría de,,veces de probabilidad, y hay ,, .
por ello que elegir lo prob bl ,,
a e, sena una
·1 I b 1
abor muy úti que se e a orara esta ogica. Resulta muy fácil de ver que para ello
e requieren dos cosas. En efecto, aquel que quiera emprender este trabajo ha de
ener mucho que ver con cosas probables, y poseer ingenio (§.366) y entendí-
niento (§.277) para poder descubrir los fundamentos universales contenidos en los
·asos particulares, para subsumirlos bajo reglas distintas y para poder extraer otras
nás a partir de las halladas de esta forma .
dera perfecc.10�, sino q ue los seres humanos sienten placer en algo que es imper-
mentamos d1anarrl:ente q rfecto • Por ejemplo, alguien posee un concept o
e · e lo tienen por pe 1'
recto porqu buen discurso. Cuando escucha uno que coincide en
incorrecto de las reg1 as e1 e un . . ,. · ·
. 1 t' según su opiruon, un conocimiento d e 1 a perfección
todo con estas reg as, rene,
eso como experimenta pacer l y gusto d e bid1 o a ello, surge
d e l d.1scurso (§ . 168) · Por ' e ·,. (§ 393) y ,. b'
en él el placer de una ilusión falaz ele penecc10n . . . es asr que tarn ien la
·, puede suscitar placer.
contempl acion d e u na supuesta perfección
§.410. UN FUNDAMENTO MÁ
Su�E
Dado �ue no es suficiente LOS GRADOS DEL PLACER . , ara
que expenmentemos plac q sea encontrable en la cosa una perfecc1on p Ja
er con ella ·
' sino que también se requiere a ta J fin que
Pc11samie1llos racionates 161
no posee el don del . rgir, por tanto, nada más. Quien de acuerdo con
conoc1m1ent0 di . '
· tstinto ése no es dueño de su placer.
§.417. DE LO QUE E
P ·
men:tien,clo SEL DISPLA
ele lo que se ha . CER Y DE CÓMO SE ORIGINA . uJtáne:1-
que naturaleza ti dicho sobre el placer se puede saber s101 cos:1
ene el d · ,
:1-1¡ cra 0
tsp acer. En efecto, el displacer no es
l',:ll.ffl111/e11trn1 rflc/o11flle., 16 3
un conocimiento intuitivo de J-'1 11n per .<.:cci. '
que 1
·
verdadera,1 o ya se: trate s6/o ,
de: una 'IP" .
uíl<.:nc1a
. on, ya sea ésta una imperfección
de h ..
de acueruo con e JI o. Su ponga se: que -¡J , . • e misma· La expc.:ric.:ncia está
L
a· ed
smoesdm t
r iante
representaciones mou
f
representaciones confusas de s ectos agradables han de oricinarse median·
c cf1as cosas buenas, los clesagr;clables o adver-
n e repres · n usas d ·xws
especiales de af entac1ones confusas de 1 be muchas cosas malas y los
les para aclar ec�os, que expondrem o ueno y de lo malo a la vez. Las e ª,ti
ses rn;
ar mas la cuestión. os enseguida pormenorizaclamente, son u -
Pe11snmfe11tos rnc-lo11nfes
169
e +i.?. DE E� Qu� PLACER_ O DISPLACER SE ENCUENTRAN
)· Q 1,. ·en tiene representaciones confusas de lo bu
�
¡0 malo mediante el placer ) el displacer C�n4� �r) de lo malo, distingue ¡0
bue� btes hav placer sensible; en los
3
desaoradabl1 · di: Por eso, en los afectos
1fJ �-
:nu.'\10·_
p)3cer·,.
·
displacer mezclados (§.441) ·.::,,; a's, es, isplacer sensible; en los
1 , e pues se p ¡ , ¡ .
. tos afectos agradables serían un placer sensibl . 1 ' oc na e ecir también
que. bi e, os adversos un d. ¡
se n.sible·· los mixtos. una com ínacíón de placer v1 displ acer sensibles. . , isp acer
·
extrae de ello una satisfacción
• ".
que se convierl"
, ,, .._.
en '·tl"gr·'
'-' ·r'r '- • ( 1 () es t :t S:t t'IS1r:tCCIOfl
cuan , .
es'
/iLÍ
grande(§. 116). Y, segun esto, la amh1c1011 es causa del odio (§.li51i).
prometido.
y UNA GRAN CERTEZA
§.475. EN LA CO�FIANZA HA re resentamos mucho bien de una vez
O nos de tener también una gran certeza res-
Como la alegría surge cuand
1 nfianza 1remos ,
(§.446), entonces en ª co G
id mos como una cosa que ya esta presente
pecto de recribiir e l biien, que consr era. ' umbre por algo malo y con ello se
ttd
'
· tendríamos a 1 a mcer
pues d e l o contra no. ., En efecto nos sentiríamos tanto más
vería reducida la sat1sf�cc1on por 1 a e osa. l tuviér�mos por la cosa.
inquietos cuanto más cierto fuera el p acer que
se�:�
qus Por el libro, porque lo considera bueno, se le llama vo un ual 1
surge de la repre-
_volición es comprar el libro. Dado que el deseJ sl��ue deriva del.conoci-
lllien�1on confusa del bien (§.404) y yo avanzo abo� fe
O to cualquiera comprende
confuso a Jo que procede del conocimiento 15 10 ' ·
...,·\
180 Cbrlstia11 Wol.ff
5'Las
§ 09.· ILUSTRACIÓN MEDIANTE UNA COMPARACIÓN ,,
�xpresiones que se utilizan aquí se han tomado de la bal�nza: pues asr 4se
=de ilustrar la cuestión aún mejor, tal como se hizo ya antenormente (§.49 ),
· ?�ras los pesos sean los mismos en ambas bandejas, la balanza se encuentra en
� qud1brio y. no se puede inclinar hacia ningún lado. Si se inclina, es porque se ha
184 c,,,·istlall IVotff
DE LO QUE ES ESPONTÁNEO . . . ,
Pues lo que el otro nos comunica, no nos puede obhga.r a om1tu_:la; tampoco el
pretende obligarnos. En la medida, pues, en que el alma tiene en si el �ndamen-
to de sus acciones, en esa misma medida se le atribuye una espontaneidad, y se
llama por eso obrar espontán�o, a aquel cuyo fundamento se encuentra en el
alma.
tarnente la naturaleza
· d
de la libertad suelen
'
.
mencionar a ' t
la que en la doctrma e las costumbres no d , d e es ª, como una causa por
reza que se encuentra en Matemática. po na arse, segun su opinión, la cer-
, O y DE CÓMO SE ALCANZA
§.525. DE LO QUE ES1 EL HA�IT. , d e en ello puede alcanzar, tanto
¡ a ejercitan os respecto del
Encontramos
. que e ª
l h 'b ·,O de . e ri ·r como ' respecto de l a vo1 untad, el
m pensar. e inre
. . ., hábito
entendírníenro, e a l también a la 1magmac1on,
. En efecto esto con cierne . . . a 1a memo-
,
de querer y no que rer, • La e 'ercitacion consiste en 1 a repet1c1on f
ria, al deseo sensual Y a los afectos. en �neral, en todos los casos, de una recuen-
te de una clase de pensamient�s dy, � repe\ición
d . especie e acc1on es . y el hábito que de aquí . surge consiste
frecuente e una misma . ientos O en general, de ejecutar 1as .
en la facilidad de tener los mis_mos pensam '
t mismas
},. ·¡ 'd. i uiere menos re mpo y' menos esfuerzo. En efecto, en
el
acciones.. Esta ¡ act .1 aa ¡ reqerpo toco I ocurre sucesivamente ' no de golpe. Ambos son
alma,
diestrosal igua que en ecosas,
para muchas cu pero • no están preparados instantáneamente
para ellas.
DES�bR�.zdAd
l
DE LaLOdestreza
QUE ESesLA¡a posi 1 1 a de tener cierta clase de pensamientos en
o, gene-
ral, la posíbíhda ·
· · · · d d e ¡¡ evar. a ca bo ciertas acciones. Para a 1 canzar1 a, se necesitan
aún más cosas (§.14).
§.531. SINTONÍA DEL ALMA CON LOS DOLORES Y DEBILIDADES DEL CUERPO
En especial, encontramos también que cuando se producen dolores en el cuer-
po, se dan también sensaciones molestas en el alma, del mismo modo que las
debilidades del cuerpo se ven acompañadas por sensaciones especiales. Por eso,
cuando el cuerpo está sano y en forma, también está alegre y feliz la mente, si no
se da en el alma causa alguna que lo impida. Y esto es Jo que se entiende cuando
se dice: celo que le viene bien al cuerpo es bueno también para el alma, lo que es
malo para el cuerpo no es tampoco bueno para el alma».
· ·, deseada ele la
ílla' en el tiempo dado. Y lo mismo ocurre también
maneci
¡ a posicron ' . • 1 ue efectivamente, como ya se diiIJO, suced en de modo
con los eventos del munc O q '. ue nos limitamos a tratar aquí.
más natural del que lo hacen los CJ
, DEL 1MUNDO CAMBIARA
DE LO QUE IMPLICARIA QUE ALGO . . . , .
. d 1 ele comprender cualqrnera lo que implicaría que cambia-
A pa�'tll'l e 1 0 1 cua_ .�ue. en el mundo a saber: se modificaría todo esta-
ra aleo me uso o mas msignríflcante 1 '
do futt;ro, y no seguiría siendo ya
•
t?ta.lmente
'
este a d
mun d o, pesar . e que d e él
, · . idéntico al actual en muchas cosas, mcluso en la
po d na surgir un munc¡ o que fuerae · , •
1 ·
-
mayona e¡ e e 11 as. Nos volveríamos ' ',1 . encontrar
. . aqui precisamente
d e 1 mas:-
en e , mismo caso
r
de nuestra comparación con el reloj, S1 se limara algo pe�t�eno e tente de
una meda, tras ello el reloj marcharía constanteme�te ele forma distinta a con!o Jo
haría ni no se hubiera limado nada en él, y ya no sena tampoco, ele hecho, el mismo
reloj (§.17).
----
ellas . . . eamente os m 1 etentes no
' esto es tendrían que coexistir srrnu ltá n . en Jugares d'fi
Ahora bien, �i dos cosas idénticas en un mismo t1empo y
ll <w, r1 .... :.,. e "..,1, � 1-,¡; (I\J ·r.: Gerhardt, VII, p. 391.)
204 Christian Wol.ff
§.588. ADVERTENCIA
Se ve con facilidad que aquí se está hablando de cosas que son totalmente idénti-
cas entre sí; en modo alguno de otras que sólo sean idénticas en algo, pero diferentes
en lo demás. En efecto, dado que las cosas simples no son diferenciables entre sí más
que por su estado interno (§.584), no pueden ser en el mundo ni simultáneamente ni
en tiempos diferentes dos cosas simples que tengan idéntico cambio de su estado
interno. Y si se piensa esto, y se considera a la vez que el fundamento de por qué una
cosa simple está aquí y no en otra parte ha de buscarse en ella y no en el lugar (§.47)
ni en el tiempo (§.94), se podrá probar, casi del mismo modo respecto de las cosas sim-
ples como se ha hecho respecto de las compuestas (§.587), que dos cosas simples idén-
ticas no pueden ser en un mundo. Como, una vez más, las cosas compuestas se dife-
rencian entre sí por la estructura, se va a afirmar aquí que es imposible que puedan ser
en un mundo ni en un tiempo ni en tiempos diferentes dos cosas que tengan exacta-
mente la misma composición, de manera que en la estructura de una no fuera encon-
trable nada que no se hallara también en la estructura de la otra.
§.593. DE POR QUÉ CADA UNA DE LAS COSAS SIMPLES ESTÁ AHORA AQUÍ
Y NO EN NINGUNA OTRA PARTE
Como todo ha de tener su razón por la que es (§.30), también ha de tener su
razón suficiente el hecho de que cada cosa simple esté aquí y no en ninguna otra
parte. Ahora bien, dado que espacio y tiempo no encierran nada en sí a partir de
lo cual se pudiera entender por qué ésta o aquella cosa simple, en éste o en aquel
instante, se encuentra aquí y no en otra parte, ya que las partes no tienen nada en
sí, ni las del espacio ni las del tiempo, mediante lo cual se las pudiera distinguir a
las unas de las otras, en tanto que se las considera vacías de las cosas que se
encuentran en ellas (§.46 y 94), tampoco puede hallarse en las mismas la razón que
se busca (§.29). Así pues, si no es hallable fuera de las cosas simples, habrá de
encontrarse dentro de ellas, consiguientemente, hemos de hallarla en el estado
interno de cada cosa simple (§.585).
TERO EN SU TOTALIDAD
§.596. EN EL MUNDO EN compuestas del mundo están conectadas entre ,
Dacio que tocias las lcosdas ás simples constituyendo cosas compuestas(§ 59-s)1
·
(§.5 44) y 1 as snn ples con as erns · bié · '.:>
1 ,1 simple ha de regirse tam ten por todas las ca '
el estado interno de caca cos<. fuera el punto central. Y de este modo cada com-
puestas que 1 � 1
-odean como sr � sa
'
1 en su totalidad, de lo cua 1 surge 1 a perfección d 1
simple sintoniza con e 1 munc
O
e
mundo (§.152).
�.601. SU MAGNITUD
Dado q_ue toda cosa simple se diferencia de las demás en todo instante según
su estado interno (§.592), se reconoce a partir de ello la magnitud de la armonía
universal de las cosas.
e ¡
' ·
·
·,,
conserva en éste la misma dtrecc10n 1 1
· es
ª
sta que otro O c
acepta d o co
bl de
rno una ley inmuta e
ua se halla también en la expenencta y 1 del movimiento3 ·
3
la naturaleza por quienes han investigado las reg as
21 Ü Cbrtstian lVol.[f
.
a fáan contmuo por mover la materia · Cuando, por tanto, la resistencia no es mayor,
tiene lugar el movimiento realmente.
fuerza motriz, de manera que, según esto, un cuerpo s� puede definir así: es una cosa
compuesta de materia que tiene en sí una fuerza motnz.
----
un eftcto sobrenatural que no posee causa natural alguna.
!Í, ('r'J .
,... · in Traer, Theol. Polir. cap. 6. p. 67. . [ 1·r¡ ks VIII p ?56-?57])
:, ('\J} Pr.>S1humou� w·(JrJr.s, p. 217. ·<�.T.: en A Discourse ofJ!tracles or. ' 'P ·- - ·
('\J: J fu. cit. Epíst. 2. S.12. p. 48. (:'\.T.: Gerhardt, VIl, P· 362.J
214 Chrlstlan \'Volff
§.640. EL MILAGR? NO ES POSIBLE SIN UN SER QUE ESTÉ FUERA DEL MU!\TD?
Dado que un milagro no puede ocurrir de modo natural sino que más bien habna
de tener su fundamento fuera del mundo en un ser diferente de éste (§.632 y 633), se
l',•11s,11111<•11ros t'flclm,"lcs
215
comprende que no es posible milagro alguno si no . , .
�� 1 11
e.1Ltble
mundo que pueda cambiar a su gusto los event � de
s º:r � �.�r fuera ele!
puede ilustr��r ��suntoel una vez 11_1:ís. Pues como un míla ro �c �m � ,11,1c1on"clel .1�eloJ
m:tnecilb efectuado desde ...... c . g coincide con el retraso
de l:t Juera(§ · 627) , ,A.. ompr ene1 e en el acto · ·
cl:id de que yo lo recuerde, que la manecilla no podría atrasarse sin 0 b'. s�n, nece�1- I l
eI eI re lo), una causa que la• nr
, • · •1 · 1• 1 • 1,us:.11 · El ¡ ·
. a. ' re OJ mismo no pucc. -. I e"· ¡ iacei iu rera ac ernas
. . . que la manecilla .
.
vaya mas rapte o e e o que va 111 tampoco ralentizar su curso normal. '
Pº:
. • . ' • , •
al de la ízquiei da o e e e a d (§ l T) Ahora bien, ciado que sin razon suf1cien-
todo es lo mismo am�ot 1;O)osni�ou�o
puede hacer ceder al otro y, por tanto,
te no puede suceder nada §� ' m;nte en el lugar en el que se encuentran.
ambos se han de detener reciproca
, TERRELACIONAN LOS CORPÚSCULOS PEQUEÑOS
§ 646 DE COMO SE IN
. . DE LOS QUE SURGEN LOS GRANDES _ ,
. de cómo los pequenos corpusculos de los
A partir de 1 o cua ¡ se pue comprender . · 1
·andes se pueden mantener Juntos simp, emente por el
que se componen 1 os gr:
· · · o ensamblarlos d e a 1 gun otro modo. Y
movimiento sm que sea necesario pegarlos · ¡ · ,·
se eliminan por tanto las dificultades que suelen poner en esta matena os científi-
cos de la naturaleza.
;;1:�:�¡?
rpos que permane
que desde siempre se han ¡ . d
. .
cen en un 1 ugar sm cambio a 1 gun?, )''l
.'
embargo, esta dificultad se que no se daba ningún movimiento alli. ?º
quese un reloj, que pueda funcion 1.m�nar en el acto con una comparación. Col�-
ar sin cuerda un año o más, en un lugar Y qui-
,
ti: de las cuales �e �v1denc1a de forma m.::is que suficiente la verdad de Jo que digo.
51 un tubo de vidrio, en la parte supenor del cual pende un poco de mercurio
abierto por an:bos e�tremos se introduce en el agua a cierta profundidad, a saber:
a una profun�1da r1;as de catorce veces mayor que la longitud de la parte ocupada
por el mercuno y solo se tapa el extremo de superior con el dedo para que el mer-
curio no se caiga, entonces el mercurio saltará hacia arriba con violencia tan pronto
como se aparte el dedo. El pesado mercurio no se mueve él mismo, sino que más
bien se resiste al movimiento, incluso, debido a su pesantez, prefiere descender a
ascender. Por eso ha de haber algo que lo impulse hacia arriba de forma más
intensa que su peso lo hace hacia abajo. Ahora bien, no hay nada más que el agua
que entra en el tubo cuando el mercurio retrocede. Por tanto, el mercurio se ve
expulsado por el agua. Ahora bien, a otro cuerpo no lo puede mover más que un
cuerpo que se encuentra él mismo en movimiento. Y, por tanto, el agua ha de estar
también en movimiento, aunque con los ojos no se perciba ninguno en ella. Bien
es cierto que en la Hidrostática se puede mostrar que la fuerza mediante la que el
mercurio se ve impulsado hacia arriba fuera del tubo es el peso del agua que se
halla en torno al mismo; sin embargo, en la explicación ele los sucesos de la natu-
raleza se muestra que ningún peso es sin movimiento (§.83, Phys.).
,
'r;�er
Jugar más que. a �ravés del movimi.ento:
un movimíento, cuando se intro-
. istir yr¡ en e 1 acr 'do nurico
y por eso tiene que exr ' ib la vista · Del mismo modo, cuando en esen-
11 0 se perct e con . .
duce e 1 c 1 avo, �ue . de esencia de vitriolo y el recipiente que los
cía de trementina se vierte un poctoonces la esencia de trementina, si se la había
· , ·t ligeramente en
contiene se agt a ' ' a a
1 · dO osar v espesar un poco a parte , comienza enseguida efervescer, echar
e eja rep ' hacia afuera, incluso acaba quebrando
mucho humo y a b orb otear 1íntensamente '
1 sa d os son capaces de
.
tan violentamente e 1 Vf· C1 no· qtie los trozos que salen propu . . · ,
' id · d sístenres: según sé por propia experiencia. S e ve aqui
romper V! nos gran es Y re · . . ,
una vez mas , que J a es encía de vitriolo , que causa . el
. movimiento,
. . no .posee. este por
·
si, misma, y por e JJ o una, vez más tiene . que existir un movimiento mtenor que se
convierte en movimiento de la totahclacl.
§.652. ADVERTENCIA ., . .
Esto resultaría aún más claro si como demostración pudiera aducir las reglas del
movimiento que ha descubierto Huygens recientemente y que se p1:3eban, ent�e
otras muchas obras, en mis Elemeruis Staticae et Mecbanicae (§.)62 ss.). Sin
embargo, como sólo una minoría ele los que leerán el present.� libro compren-
derían estas reglas, voy a dejar de lacio por esta vez la demostración de las mismas
y me conformaré con la explicación que he dado de los ejemplos tomados de la
experiencia.
tales fundamentos son también las restantes reglas del movimiento men-
En e t·ecto • d
donadas (§.652) que se pue en traer a colación aquí con todo derecho.
MATER� PROPIA
r de la brevedad, materia inherente o
Materia a la cual vamos a llamar, por rno d b las diferentes de arcilla, de las
también materia propia. Cuando, a su vez, ª os O
l
220 CIJ1·/stlt111 lf'o([f
�I:
1 ntcnstc · · . . . . . . ., _ 1
.ersc rnert11:td:1. Pues st, por ejemplo, un cuerpo que se mueve con un ere: to gr :tuo
velocid:td choca contra otro, se mueve tras ello 11.1:ts !l!nt;1r�1enll!. Ahora bien,
d:ido que :interiormente se demostré) que un cuerpo nene una fuerza mayor cuan-
mueve rápidamente que cuando su movimiento es lento, resulta claro a par-
e 10 ,se ¡·
tir de ello que su fuerza disminuye: con la velocidad y puede, por tanto, verse e rs-
tninuid:1. Oc est:1 misma Ionnu se: puede demostrar también por sí solo que.: un
cuerpo tiene una fuerza menor cuando se: mueve m:ís lentamente, al igual �¡ue
hemos demostr:tdo que tiene una mayor cuando se mueve rápidamente. En elec-
to, un cuerpo que se mueve más lentamente no puede poner en movimiento a un
cuerpo tun grande como el que puede poner en movimiento cuando se mueve
velozmente, tampoco puede en el primer caso chocar tan intensamente como en
el segundo. Pero lo que no puede mover cuerpos tan grandes ni chocar tan inten-
snmente ha de tener menos fuerza que lo que sí puede.
§.659. ACLARACIÓN
Por eso no es nada extraño que ln fuerza motriz pueda aumentar y disminuir:
pues una fuerza no padece más cambio que el gradual, y la fuerza motriz, por
tanto, cambia mediante los grados ele velocidad, no de manera distinta a como lo
hace la materia en su extensión mediante la forma. En efecto, tocios los cambios no
son más que transformaciones de los límites (§.107). Del mismo modo que la
extensión recibe sus límites :1 través de la forma (§.54), así obtiene la fuerza motriz
sus límites a través del grado ponderado de la velocidad.
---
D�l mism? modo que la materia no puede ser jamás sin forma, si tiene su
n·t mag-
I uc determinada y no es infinitamente grande (§.54), así tampoco puede la fuer-
•\I) (
W) Acta Erud. A. 171'1, p. 'iOlí.
222 Chrtsttun Wo{ff
za motriz ser nunca sin un cierto grado <le velocidad Y una cierta <lirc:cciún. Pu<:s
ésta se halla en continúa acción (§.1] 7), Y I ia de: tener por ello un grado preciso dt:
velocidad y una determinada dirección.
r
tra una mesa, se achata tanto por debajo, en el punto de contacto co� la mesa,
O
como por arriba, donde se la presiona con la mano; el achatamiento sera mayor
menor según sea la presión intensa o débil Sin embargo tan pronto corno
aparta la mano, la pelota recobra su form� redonda ant�rior. Exactamente �
mismo sucede con un globo que se infla bastante y luego se ata fuertemente 1�ra P
. ·, neta [C
que no se escape aire alguno. Hágase fabricar un aro de alguna aleac1on 1
Pensamientos ractonales 223
§.670. OBJECIÓN .,
Al gunos, que no han entendido correctamente la acción de un cuerpo sobre
, · · l · .,
otro, se han imaginado que no podn� su.cederse movuruento a 8':no si acoon y
reacción fueran idénticas, sino que mas bien ambos cuerpos te�dnan que perma-
necer inmóviles en el mismo sitio del choque (§.668), Y no podnan abandonar esta
41
posición nunca. Toman el ejemplo q;1e el señor Newton adujo como ilustra�ión
de este principio, y pretenden con el reforzar sus reparos. «S1 un caballo -dice-
arrastra una piedra que va atada a una cuerda, también el caballo (por así decir) se
ve arrastrado con la misma intensidad hacia la piedra: pues la cuerda, tensa por
ambos lados, atrae tan fuerte al caballo hacia la piedra como la piedra hacia el
caballo, e impide tanto el avance de uno como promueve el avance de la otra-. Los
que dudan del presente principio, contraponen otro ejemplo y dicen: -imaginese
que dos tiran con la misma intensidad de una cuerda. Si uno tira tan fuerte como
el otro, no es posible que uno ceda ante el otro, y por tanto permanecen los dos
inmóviles en el mismo sitio». En efecto, precisamente se sabe que las dos personas
tiran igual de fuerte cuando ninguna arrastra a la otra. Ahora bien, si el caballo se
viera atraíd� hacia la piedra tan intensamente como la piedra hacia él, como pre-
t�nde el .seno�· Newton Y lo exige nuestro principio, no cedería el caballo ante la
p�edra ni la piedra ante el caballo, y ambos quedarían, como las personas, inmó-
viles el un? respecto ��l otro en el mismo sitio. Ahora bien, como la experiencia
muestra, sm embargo, que el caballo avanza y arrastra consigo a la piedra, resulta
claro que el caballo tira más fuertemente que la piedra del mismo modo que todo
el mundo concederá que, entre dos personas, tira más fuerte la que arrastra a la
otra con la cuerda contra su voluntad.
cr
de la pie ª�iella parte que es suficiente para romper su resistencia. La parte restan-
sólo :i�rza no se emplea para la acción; pues no se da nada que se le resista. A
te.d_e .ª. esto se puede ver de la forma más clara a partir de los teoremas de la
¡u!CIO d 1 p . . . d . . bi , nf
1111•
tática que he d emostra o en os nncipios e esta ciencia y tam ien co ir-
�st:
f-lidtS
como algo fundamentado en la experiencia, en el lugar oportuno mediante
ª
111 0,'perimentos
debidos". Si, por ejemplo, se sumerge en agua una esfera de pie-
plomo del tamaño de una pulgada cúbica, esta esfera no pierde, ya sea pesa-
\iaera, ni más ni menos que el peso de una pulgada cúbica de agua44. La causa
d: Ola 1�erma de peso es ésta: merced a su peso, la esfera presiona sobre el agua, y el
QUa devuelve la presión. La esfera tiende a expulsar de su sitio al agua, pero el agua
ª 0
se resiste mediante su peso. Alrora biien, como el agua no puede ceder hasta que se
ha superado todo su peso, se resiste el agua mediante todo su peso. Como la esfera
pierde tanto peso cuanto pesa el agua que evacúa, no emplea en superar la resis-
tencia más fuerza que la que requiere su tamaño. La fuerza restante la conserva para
sí y se sumerge con ello, si se la suelta, dentro del agua. En este caso es fácil de ver
que un cuerpo no emplea para superar la resistencia de otro más fuerza que la equi-
valente a la magnitud de la resistencia, y por ello su acción sobre el otro cuerpo ha
de valorarse al mismo nivel de la resistencia. Y en este sentido se toman la acción y
reacción en el principio que hemos librado de la objeción.
---e:
cuerpos que chocan entre sí se presionan las unas a las otras en la zona en la que
se tocan (§.655). .
4.\ (
4.1 E� lo� �xperimentos Útiles, §.179. (N.T.: en Obras completas, XIII, p. 851.)
) Pnnc1p1os de Hidrostática, §.24, p. 335. ·
226 Christian lVoljf
45
(\V) §.533 ss., p.167 ss., t. 3, Elem. Mathem.
', •·.-
.682. ru
DAMENTOS DEL MOVIMIENTO Et CUEHl'OS
QUE TIE E I UNA FUERZA EL.i\STICA
Y sobre estos Fundamentos se b:1s:111 las n:gl:ts que <..:nsc11:111 uctuahucntc los
matemáticos respecto del movimiento ele los cuerpos que tienen una fuerza clás-
11'.
tic:.1,} que he demostrado en mis t:le111e11tis stecbanicae
v, (W)'-<
3.·104 SS.
228 curuuo« 1Vo1Jf
ninguna parte podría diferenciarse del resto mas. que por posicion, y t�da la
matena. en su conjunto sería un conolomeraclo
o .
desierto
.,
y vacío. lo
.
cual senalo ya el
- von LCl'l'JIU'z 47 e introdujo como conf1rmac1on
senor . .
de. la necesidad de una fuerza
motriz en los cuerpos; tampoco lo han negado ru siquiera aquellos q�e ponen en
duda la fuerza motriz ele los cuerpos porque se la representan de forma mcorrecra4s.
§.689. CAUTELA
Sin embargo, ha de prestarse mucha atención de no apresurarse en esta mate-
ria y tener por salto lo que ocurre repentinamente. Pues el salto no atañe propia-
mente al tiempo, sino a la interconexión de las cosas en la manera en que se sigue
una de la otra. Y esto sucede por grados, de manera que siempre se encuentra en
lo precedente razón suficiente por la cual ha de seguirse lo otro: lo que en movi-
mientos lentos requiere un tiempo considerable, puede suceder repentinamente
en los muy rápidos. Por ejemplo, en el movimiento supondría un salto el que el
cuerpo A, contra el que choca B, se apartara en el acto de él tan pronto como éste
lo toca: Pues aquí no podemos encontrar razón alguna para que el movimientos�
comu�cara de tal forma que ambos alcanzaran mediante el choque la misma veloci-
dad. Sin e�bargo, c?mo hemos visto que todo sucede progresivamente, que los cuer-
pos se presionan pnmero el uno al otro, y con ello se resiste el uno al movimiento del
47
(W) Acta Erud. A, 1705, p 436.
48
(W) Muys en Element. Physices, p. 340. (N.T.: \Y/yer Wilhelm Muys, Elementa pb¡•siccs mctbo-
do matbematica demonstrata, 1711.) ·
l',•1u11111f,•11111., 1v1c·fo11111..., 229
otro (§.672), luego se compern:_tr:tn l�lccli:mte esta presión como si lucrnn uno solo
(§.672). hem�s enc.ont.r:1c,lo :::1zon,s�lli.l'iL'ntc: p:1r:1 que l:i velocicl:id en lod:is l.ts par-
res de 3m?os cuei po� tcng.1 que :-;L'I la nusmn (§.67.�). pues con dio nos rL'sull:1
comprensible por que sucede. Lo que se mencionó como ilustración dL' l:i dllc-
rencia entre la realidad y el sueno (§.1-1,�). puede :irroj:ir 110 menos luz en L'StL'
punto. �el mismo. mod.o st.1pondrí:1 un salto que la comida pudiera allmcntur ul
cuerpo sin h:t�)er sido dtg�nd:t o, en gcncrnl, si clL· un.i m:IIL'ri:1 pudicr.¡ llegar a ser
nlgo nuevo_ sin que prevuuucnu- se huhicra disuelto por completo y scpnr.ulo
entre sí lo diverso. Pues entonces no SL'rí:1) :1 comprensible cómo poclri:t surgir una
cosa de la otra. Y por eso impide lu razón suficiente el salto, del ruism» mo�ln que
la falca de ésta la puede tolerar en el sueno (§.�()),
---
na, Y la pone en movimiento ésta a su vez otra, Y a.sí todo el montón!". Pero como
aquí ocurre todo muy rúpidarnente, el movimiento de la pólvora inllnmuda resul-
·i? (\'(!) Prtnctptos de la Artillería, §.30, pp. 15-16. (N ,T: XJII, P· 526).
230 Christian Wolff
50
(W) Hist. de l'Acad. Royale des Scie A
nces ·, 17 11. n. 6 des Observ, de Physique gener., p. rn. '>-\
-·
J•c11.,m11/1111to1 r111:ltm11fe, 231
§.695, LOS ELEMENTOS NO SON VISU3LES· TAMPOCO l O ,
NADA SIMPLE ' ' ES EN Al3SOLUTO
y ahora podemos demostrar lo que anteriormente ·t , . .
verosímil l§.SÓ), �, saber, que es imposible descubrir las l�:�"i�t:·'.���s Is� 1 o de form al
.. -:. . . . .. . . · ' .
. n. p ies, estlo es,,
elementos de la materia (§.582) mee.liante lentes de 'tll�c.::nto '·l; =
. l
mos mee l íunte estas, o vemos por medio de la luz y 1),1 d ues · o que c. escu )rJ-
, c e -:. • . }), .• 11 • __. . _. · �. • . . ' :·. ' e re Il e¡ar por tanto 1 os
rayos � esu. -�1.1.e o se 1e¿t11e1e un mov1m1ento. s111 embargo, ninguna cosa sim-
ple esta e1� mov11rne1�0 _(§.'693) Y .no puede por .tanto transmitir movimiento
alguno
a otra cosa _ l§:664). 1 01 tanto, ninguna cosa simple puede reflejar la luz, cense-
cuenten�e,�te tampoco �uede ser v1st�1. Acaso algunos se imaginen que si las
reglas
del mov11n.1ento �ue s�_nalamos anteriormente s?lo fueran válidas para los cuerpos,
las cosas s11np.le� po_c.l11a�1 comportarse de otra forma. Sin embargo, no tenemos ni
el concepto 111 rungun ei�mplo de otro movimiento y, por ello, tampoco razón en
absoluto por la que hub1eramos de establecer que la naturaleza de las cosas estu-
viera construida sobre reglas contradictorias entre sí, como tendrían que serlo sí,
por ejemplo, respecto. de los cuerpos no tuviera lugar más movimiento que el que
se sigue de otro anterior y todo movimiento se transmitiera progresivamente, res-
pecto de las cosas simples, en cambio, ningún movimiento pudiera proceder de
otro anterior ni transmitirse progresivamente.
ción del todo (§.170 ), resulta posible que � ; �� es _puede s�r propia ele la perfec-
. ·, de las partes en , 1 so ros, que solo poclemos captar a
Per1 ec.:c1on '- . .. ·. . ;· d· 1 a go, pero en m o d o a 1 guno somo 1
prender pcr_la l cccion e mundo en su totalidad (§ 762 · . s capaces de corn-
mundo imperfecto en uno u otro respecto aun · d � consideremos a veces el
íección que pueda existir en el mundo. ' que e echo tenga la mayor per-
1
· · ,._, con ·s11111.1 l.1t I l ,1( •
tras ello se alcanz.uun 1 :1s l'l.'g 1 :1s lllltiv e,,·s·,l··s
51
En la Breuis demonstratic erroris 111e,;1orabills Cartesii et allorum clrca /eJ.!.<!111 11t1llli·(l/em,
secundum quam uolunt a Deo eandem semper quantttatom 1110,115 conseruart, qua et /1.• re mccb«:
nica abutuntur(Gerhardt, VI, pp. 117-119).
Pensamientos racionales 235
rendar en ella varias partes. Sólo quien tíen . . ,
lo que he enseñado en los Principios de fasec��:cun�e�tos de Optica y entiende
comienzo de la tercera parte de la Matemátic l as opticas que se encuentran al
:
dón es un impedimento para la claridad Por a ;mana, sabe que la mucha dístin-
per;:cf óo� ��l h�blar de otra.s reglas que
polemizan i?ualmente con las reglas de ·la
<lucirse aquí algunas excepciones a la regla de 01 di . �¡o),, han tenido que pro-
� istmci nl
rídad no perdiera nada. Y la imperfección del � �ara que la de la cla-
no pueda ver con nitidez más que a través de u�� rurge de simple hecho de que
id ente e aumento No obstante
lo cua l , cuan d o se consi era al ojo como una pa re ·
t d e 1 cuerpo humano
y d
acuerdo con esto, se compara la imperfección del 010 · con 1 a perreccion
e ., ' e
general del
cuerpo entero,
. se encuentra que.' tal como ya se expuso , ·
previamente des de un
punto de vista
., general (§.703), la imperfección del ojo pe t ·
r enece conjuntamente a
la perfección
·, · 1 ·del cuerpo,
. de manera
, que éste ' de hecho te
, nd na , en genera 1 menos
perfeccion
, st e OJO tuviera
� · mas. No nos está permitido dudar de que l o que se h a 11 a
aqur, en,este pequeno e¡emp 1 o, se encontrará también del mismo modo en todos
los <lemas. Para ase?urarse de ello no se precisa más que emprender el trabajo que
he propuesto antenormente (§.707).
cfü.."'-l�ntr.t :¡ te con .ucrdeu entre si. enrouces e� m.is perfecto un n�undo en el que
� h.il .ible mu m.rv r multiplicidad lk l·o:-:1:- que cuando se percibe menos dife-
ren :b. y. :\.�n:::-.,·uc';1k'tnt.'tHe. es nü:- 1 erlccto un mundo en el que hay más que
eercibir q e en el que h:1y menos.
:.-1-. RESPL"EST.-\
:"\o vov :1 poner en duda que esta objeción puede ocasionar dificultades :1 quie-
nes no han entendido suficientemente la naturaleza de la perfección. Sin embargo,
el ejemplo del reloj mediante el que se ilustra la objeción. es también apropiado
para eliminar toda duda. si sc reflexiona un poco sobre él. Al enjuiciar que un reloj
es superior :1 otro en perfección porque está menos compuesto. presuponemos que
el uno marcha un bien como el otro y que la cuerda le dura tanto :1 uno como al
otro. Si se encontrara alguna diferencia en este punto. por ejemplo, que el reloj más
compuesto marchara con mavor exactitud o indicará más cambios del tiempo que
el de composición más simple. no se iba a preferir éste al otro por su composición
más simple . A partir de lo cual se entiende que la multiplicidad mediante cuya sin-
tenía -e hace mayor la perfección ha de buscarse principalmente en lo mutable que
se produce mediante lo persistente. Para aplicar :11 mundo lo que se ha dicho de los
relojes. hemos de representamos dos mundos en los que acaecen idénticos even-
tos. del mismo modo que. en el ejemplo de los dos relojes. marcan ambos idénti-
cos cambios de tiempo: de los cuales uno se compone de mayor cantidad de mate-
ria y de más cuerpos realizados con esta materia que el otro. así como que un reloj
tiene mayor número de ruedecillas que el otro. En un mundo no serían perceptibles
más cambios que en el otro. pero en uno se producirían mediante menos interme-
diaciones que en el otro: por lo cual sería más perfecto desde luego el mundo obte-
nido mediante menos materia y mediante menor número de cuerpos componentes
que el otro donde se dispone lo mismo pero con más circunloquios. En cambio,
supóngase que en un mundo se consiguieran mediante más materia y un mayor
número de cuerpos sólidos más eventos sintonizados entre sí que en otro mundo
donde no hay tanta materia y que no tiene tantos cuerpos sólidos. del mismo modo
que un reloj que está más compuesto. que muestra más cambios de tiempo que otro
de una composición más sencilla: entonces no existe duda alzuna de que es prefe-
rible el mundo que tiene más materia y también mayor número de cuerpos sólidos
al otro en el que se encuentra menos de todo ello. .i
·'
DE. �-A PERFECCíÓN DEL MUND
§ 716. MÁS HAZONES AÚN
· ¡>ero hay que pensar también que cuanto 111,-15 O
, , e e • concuerdan los ev t d J
•
t�mto mas se perci 1e en el. Pero donde esto . ... 1
1 en os e
n1t indo '., . , ... 1' 1 11'
. sucec e, a I se da una mayor
) A p.11
1e1fecc1on (§. 1 5 2 . t11 e e o cual se comprende a h vez
'ienos excepciones a la regla en lo que es más perf t � que se pr�senten
n , ., . ,. . 1 � . . • •• •• ec o. pues cuanto mas con-
todo, tantas menos ( esviucrones se producen y
e uerd:t
o e- ,
1 1 ·
¡ mano · · por eso es mas perfecto el
1 nundo
dom. e o extraorc es raro que el mundo
. "' ) en e 1 cua 1 se d a frecuente-
mente · (§ 7 11 ·
23 8 Cbrlsllm1 \l'<1(.iT
sin razón suficiente. En efecto, en el orden pueden concordar muchas r�glas que
no coinciden entre sí en un fundamento capital. Estas reglas_ no polemizan cier.
tumente en sí las unas contra las otras, ya que por lo demás no pueden tener
lugar simultáneamente y no constituirían, por tanto, propianwn\e imperfección
alguna (§.169). Sin embargo, como aún no concuerdan, no contr.�b.uycn en nada
a la perfección y hay que considerarlas, por tanto, como supcrl icialcs respecto
de la misma.
5
DE LA ESENCIA
,,,. DEL ALMA
Y DE UN ESPIRITO EN GENERAL
u:111 1 n 1 n )l:tm ::: b liferen -i:1 t:'n re bs - s:1s. :1 • nir le el\ _e pr duce scu-
ri<l:1 1 en 1 · ens:1mil"nl ):-- _ ..�O l . P r s ·u:m I en I que no-- repre ent:1mos d
un:1 vez no es St.:11:ll:1 le Jifer , ·i:1 :1l�un:1. de m:mer.1 que c:n b repre ent:ición total
no di. tinouimo:-- l m:b mínim . ent n ·es t :1s nuestr:1 ide:is s n oscur.ts. En t:ll
c:1 ·o no .·erí:lmos · ns ·ientcs u ningun:1 · s:1 :.- _ ). e nsiguientemente t:1mp o
de no.: tro · mismo· .-_.,O). 8 :1sí que b r t:11 s uri b 1. u prime b concien i:1.
f ultad para pensar. Hemos visto (§.738) que ningún pensamiento puede surgir
;; la esencia � naturalez�d: �m cuerpo y ellos .mismos reconocen tal cosa al pre-
der que Dios deba añadírsela. En este sentido, Dios tendría que hacer que a
ren eir de )a esencia· d e un cuerpo se suce d'iera a 1 go que no podría sucederse de él
r
Pª or tanto trans forrnana .: 1 a esencia
. d e l mismo
· o podría comunicarle a la vez la'
Y� ncia de otra cosa a partir de la cual podrían surgir pensamientos. Pero es sabí-
es . .
do tanto que l a esencia d e una .cosa es inmutable (§.42), como que no se puede
comunicar a una �osa la esenc1� de otra (§.43). Y, por ello, cuando se dice que
Dios ha de co�11.u111car ª. la ma�ena :ma facultad para pensar, es como si se pidie-
ra que Dios hiciera al hierro s1multaneamente oro, de manera que fuera hierro y
oro a la vez.
§.760 POR QUÉ LOS PENSAMIENTOS DEL ALMA SINTONIZAN CON EL CUERPO
ES UNA CUESTIÓN DIFÍCIL
Ya hemos expuesto anteriormente (§.527 ss.) por extenso en qué medida por vir-
tud de la experiencia, los pensamientos del alma sintonizan con algunos cambios
en nuestro cuerpo, y luego, a su vez, algunos cambios del cuerpo con otros del
alma. Ahora bien, como hemos probado que el alma tiene la facultad de represen-
tarse lo que causa cambios en su cuerpo, hemos de investigar ahora a qué se debe
que alma y cuerpo concuerden entre sí, y por qué el alma produce siempre un pen-
samiento que se adecúa al estado presente del cuerpo. Y éste es un difícil asunto
que ha causado multitud de dificultades a los filósofos, a saber, cómo es posible que
alma y cuerpo tengan una comunidad recíproca; problema cuya solución interesa
poco a la Teología, a la Moral, a la Política y a la Medicina, ya que éstas se conten-
tan con lo que enseña la experiencia de la sintonía entre cuerpo y alma (§.527 ss.).
y el alma y de las _reglas prescritas_ para amb�s e� sus acciones en tanto que leyes
de la naturaleza, ru demostrar mediante experiencia (§.761), se tiene entonces razón
suficiente para no_ aceptarla, ya que s� puede suspender un asunto hasta que se lo
ha demostrado; sm em?argo, no se tiene fundamento suficiente para rechazarla.
pues algo puede �uy_ bien ,ser aunque no comprendamos su posibilidad ni apren-
damos por expenencia que es. Por ello resulta necesario que sigamos intentando
encontrar una razón suficiente por la cual la tengamos que rechazar o aceptar. He
recordado anteriormente que por mor de las reglas del movimiento en las que se
fundamenta el orden de la naturaleza, se conserva siempre en el universo idéntica
fuerza motriz (§.709). Si el cuerpo actúa sobre el alma y el alma sobre el cuerpo,
entonces no se puede conservar en el universo idéntica fuerza motriz. Pues si el
alma actúa sobre el cuerpo, se produce un movimiento sin un movimiento prece-
dente, dado que se supone que el alma produce el movimiento en el cuerpo exclu-
sivamente mediante su voluntad. Ahora bien, como este movimiento tiene en sí su
fuerza precisa, al no poder ser ningún movimiento sin un cierto grado de fuerza,
como la que procede en parte de la velocidad del movimiento, en parte de la can-
tidad de materia que se mueve conjuntamente en una dirección, tal como se mues-
tra de sobra en la experiencia, surge entonces una nueva fuerza que no existía pre-
viamente en el universo. Y aumenta, por tanto, contra la ley de la naturaleza la
fuerza en el universo. Del mismo modo, si el cuerpo actúa sobre el alma, entonces
un movimiento produce un pensamiento. Ahora bien, según esto, el movimiento
cesa sin que surja de él un movimiento nuevo en otra parte de la materia, de modo
que cesa una fuerza que existía previamente en el universo. Y, por tanto, disrninu- ·
ye, contra la ley de la naturaleza, la fuerza en el universo. A partir de lo cual resul-
ta claro que las reglas del movimiento de acuerdo con las cuales acaecen los cam-
bios dentro de la naturaleza ordenan que se conserve siempre la misma fuerza en
la naturaleza; por contra, la acción del alma sobre el cuerpo y del cuerpo sobre el
alma exige que no se conserve constante la fuerza de la naturaleza sino que más
bien pronto aumente pronto disminuya a gusto del alma. Como, según esto, la
acción recíproca de cuerpo y alma es contraria a la naturaleza (§.11), se tiene razón
suficiente para rechazarla: pues no resulta creíble que Dios haya construido la natu-
raleza sobre fundamentos contradictorios. Y, ¿quién pretende decir que una fuerza
corpórea pasaría del cuerpo al alma para transformarse allí en espiritual y, a su vez,
una fuerza espiritual entraría del alma al cuerpo para convertirse allí en corpórea?
., . � ...·. ·';_:..: ..
248 Cb,.fstia11 Wolff
sino mediante la poderosa volunta d el e D tos, · J1 liamos mue 11as cosas que record ar
ª .
· S1· D10s,
· a traves - d e su fuerza inmediata pro d uce l os mov1-.
en contra de esta tesis. . ,
·
rruentos ·
de los cuerpos y los pensamientos d e J alma , y se. pnva
. al cuerpo y al . alma
.
de su fuerza, entonces permanecen sin diferenciarse suf1c1entemente las acciones
del cuerpo y del alma de la acción de Dios, ni la naturaleza del_ mundo Y el alma
de Dios; y como es milagro Jo que no se fundamenta en la �senc1� y naturale�a del
alma y del cuerpo (§.633 y 759), serían entonces necesan?s mtla�ros contm�?s
para que el cuerpo se comunicara con el alma. En efecto, si se anahz� la c_uestton
con precisión, la tesis de Descartes hace polemizar nada menos que al influjo natu-
ral con las leyes del movimiento. Es desde luego cierto que Descartes supone que
la materia fluida sutil del cerebro se encuentra en perpetuo movimiento y Dios sólo
cambia, por tanto, su dirección por amor al alma. De este modo no se produce
fuerza nueva alguna, y no se hace por ello ninguna violencia a la ley de la natura-
leza que desea conservar en todo momento la misma fuerza. Sin embargo, con la
dirección ocurre exactamente lo mismo que con la fuerza. Si se analizan con exac-
titud las reglas del movimiento, se encontrará que, tal como mostró Huygens tiem-
po ha, la misma dirección no se conserva en menor grado que la misma fuerza, si
bien no en idéntica materia, del mismo modo que la fuerza no se conservará con-
tinuamente la misma en la misma materia, sino conjuntamente en toda la natura-
leza. Sin embargo, esto no se puede desarrollar aquí pormenorizadamente. Lo que
se acaba de aducir contra la tesis de Descartes de la acción inmediata de Dios, lo
indicó el señor van Leibniz hace tiempo52; al respecto demostraré más adelante
que en tales casos en absoluto puede remitirse a la voluntad inmediata de Dios.
Ahora añado que la tesis de Descartes no puede coexistir con lo que hemos
demostrado en el capítulo segundo (§.106 ss.) respecto de la naturaleza de los seres
simples, como que, de acuerdo con ello, el alma ha de poseer una· fuerza propia
mediante la cual produce sus pensamientos por sí misma en un orden irreversible,
tal como se ha demostrado rec_ientemente (§.744 ss.). En efecto, la pretensión de
Descartes no concuerda muy bren con lo que se ha aducido respecto de las cosas
en general en el segundo capítulo.
puede darse entonces armonía alguna entre alma Y cuerpo donde no haya un sJr
racional y diferente del mundo que los coordine. Y de ello se sigue, por tanto, e
manera irrefutable que hay un creador del mundo Y de la natur�leza, eds�o. es, u�
· A partir de
Dtos. ., d tO dos los atnbutos ivmos, si
aquí se podrían tamb1en ernostrar ,
no tuviéramos por más aconsejable hacerlo de otra forma mas adelant�.
; .¡,._
250 Clsristton u·o{ff
mundo. smo· ··
algo diferente · . oe11. que no es semejante al asunto que
el e e- l . u na 1111.lo
.•
ha ele representar. no es imagen del mismo, sino de otr ..i cosa C§.17 Y 18).
desea este movimiento: pues ambas cosas acaecen al mismo tiempo y exis-
el al.,.,a ,
or tanto simu ltaneamente.
IP •
ten, P '
EL ALMA VERÍA EL MUNDO FUERA DE SÍ AUN CUANDO
777.
§. NO EXISTIERA NINGUNO
por ello, dado que el cuerpo no contribuye en nada a las sensaciones del alma,
oda sucedería del mismo modo aunque no existiese mundo alguno: lo cual supo
� mbién Desca1tes, y mucho antes que él los idealistas, que no admitían más que las
:imas los espíritus y al mundo, en cambio, no le concedían otro espacio que el de
y
los pensamientos. En efecto, resulta patente a partir de lo que se demostró anterior-
mente que veríamos, oiríamos y en general percibiríamos también todo fuera de
nosotros aunque no existiera ente corpóreo alguno externo a nosotros (§.765).
no de otra, nos debemos limitar a investigar qué clase de cambios puede tener la
osición de nuestro cuerpo en el mundo, y qué clase, tanto debido a ello como a
fa constitución de ]os .órg�nos de l�s sentidos, de cambios pueden tener lugar en
éstos. por eso, la Óptica sirve de ejemplo para que sepamos qué cosas podemos
ver Y cómo.
CUANDO DUERME · · . . ,
· Por ello, como la oscuridad de las sensaciones suspende la conciencia (§.?�_1), _.
el. alma no puede ser consciente de nada cuando duerme,(§.795). Y, por.e_s�, :n_o _·:
Piensa, hablando propiamente (§.194), aunque sienta (§.795). �--· ::<\{:.
-.· - · :·_;::��·:-�rr:
25 6 Cbrlslln11 \l"olff
J
Pensam/e,1tos racionales 25 7_
§.802. D� CUANDO EN EL SUEÑO SÓLO SOMOS CONSC .
MINIMAMENTE !ENTES DE NOSOTROS
No obstante lo cual puede ocurrir que las imagí · . .
, mac1ones singulares d 1
la completa se compone, por asr decir, como de partes o ara habl ' , e as que
sonancia con la verdad, Jas representaciones de las cos p. ar mas en con-
, , sas smgu 1ares que suced
sirnultaneamente sean en si, en su mayor parte oscura d en
, 1 , s, e manera que no sepa-
mos con certeza que iacer con ellas si bien reconocem ·
' os que una cosa es dife-
rente de la otra. En este caso se da muy poca claridad (§.198) d d
· · · , Y a o que e1 grado
de conc1enc1a se nge por e 1 gra d o de claridad (§ 211 y 732) se
· , . · , es en tonces poco
consciente tanto d e si mismo como de lo que uno sueña y en tal est d
· · , , a o sol emos
decir que no sa b emos b ien que nos ha ocurrido o qué hemos soñado.
cuerpo. y por eso �amparó Aris�ó!eles_ al alma con una plancha de cera que es de
or sí totalmente lisa y lo seguma siendo si no se imprimieran en ella formas
P ediante una fuerza externa. Por qué no son concluyentes las demostraciones que
�ucen es mostr�ble a partí: de lo expuesto anteriormente (§.786), a saber, porque
las sensaciones tienen el mismo fundamento por el que se suceden las unas a las
otras que tiene en el mundo el estado mutable de las cosas que percibimos. Esta
tesis es apta para aquellos a los que place imaginarlo todo pero disgusta reflexio-
nar mucho.
medida en que son confusas, la semejanza, de modo que no se l_a puede recono-
cer (§.18 y 771). Por eso las sensaciones son perfectas en la medida en que pose-
en distinción; imperfectas, en cambio, en la medida en que poseen confusión
(§.823). En efecto, en la medida en que tienen distinción representan el asunto tal
como es; en la medida en que son confusas, al asunto viene representado de forma
diversa de su verdadera constitución.
. . :� .
l',·11.tm11ic'IIIO.t IYIC/mflllt'$ 2 63
s01,," p�tlabra, se considera respecto del ti,,. . 111¡)o \r, < ¡ e 1 es¡ncro
.
51,. 1 di · · ·
extiende mucho tanto en lo grande como en lo peque,\o. • a istmctón se
decir, lo que tienen en común entre sí. Y, d: acuerdo con ello, son las pala�ra_s, 0
también otros signos (§.317) el medio a traves del cual alcanzamos el conoc1m1en-
to universal.
---
LAS INFERENCIAS DE LA RAZÓN . ·.
Todas las representaciones del alma, ya sean objetos o bien palabras me�iant� las
que se significan éstos, y ya se las cuente entre las sensaciones o entre las tmag�a-.
. . . I
· l'..... ,.
J •
les son de sobra conocidos, en los que no se puede mezclar el alma, admiten
� llos mismos que a partir de los movimientos provocados por la impresión en los
óroanos de los sentidos y prolongados hasta el cerebro pueden tener lugar otros
en ciertos órganos del cuerpo, ejemplos de los cuales se han expuesto ya ante-
riormente (§.778). Así pues, lo que presuponen en algunos casos, lo presupone-
mos nosotros en todos, ya que en un caso hay tanto fundamento para ello como
en el otro. Aquellos que preconizan la acción directa de Dios, no ponen en duda
nada de Jo que se ha dicho acerca de los movimientos dentro del cerebro. La única
diferencia consiste simplemente en que presuponen que Dios determina la mate-
ria fluida del cerebro que se tiene que mover en ciertos órganos del cuerpo, v. gr.,
en los órganos del lenguaje cuando se quiere hablar: mientras que nosotros damos
por sentado que se ve determinada a ello mediante la materia móvil que se halla
en el cerebro. Sin embargo, precisamente esto que presuponen ellos es sobrena-
tural o un milagro; mientras que nosotros, por contra, permanecemos dentro de lo
que es natural, a saber, que todo movimiento se origina a partir de otro (§.664). En
efecto, en todos los casos en los que coinciden con nosotros aquellos que se decla-
ran a favor del influjo natural, no se nos pueden oponer tampoco los que persis-
ten en la acción inmediata de Dios. Y, de este modo, presuponemos de nuevo en
todos los casos lo que ellos admiten en algunos, ya que, efectivamente, un caso
evidencia tanto fundamento para ello como el otro.
el tercer fundamento son las inferencias de la razón, que se apoyan en las dos
precedentes, y que se han ilustrado ya anteriormente (§.342) mediante ejemplos.
§.857. ADVERTENCIA
De ello no se sigue que una demostración más circunstanciada sea más perfec-
ta que una más concisa: pues una es la perfección de la demostración y otra la per-
fección del entendimiento. Ha de considerarse, empero, un error el hecho de
demostrar mediante muchas inferencias lo que se puede probar con pocas, si bien
no siempre ha de atribuírsele a uno el error, pues no siempre está e� nuestra potes-
tad evitarlo, y en gran medida es una suerte para el que lo pu.ede evitar, �ero no un
síntoma de su habilidad. No obstante lo cual, sigue siendo cierto que quien puede
lt:n,
2 7Ü Cbristlan lVo{U
§.864. ADVERTENCIA
Presupongo, en efecto, que cuando se pretende juzgar a los descubridores, se
pregunta por el grado que han adquirido en el arte de descubrir, pues éste es el que
los convierte en descubridores. Cuanto más lo adquiere uno, tanto más acabado des-
cubridor es. Una cuestión totalmente diferente es quién de los descubridores ha
aportado más utilidad al género humano: en lo cual contribuye, a menudo, muchí-
simo el azar ciego y donde la laboriosidad puede sustituir al entendimiento. · ..
�- ,2. 10 .\.: :-I.: L\lES POSEE\ .-\l.GO .\.: -.-UOGO _-\ L\ R-\ZÓ. -
- Ahora bien. como a es!}era de caso s · · ares no requiere más que los sentidos.
I.a irroginació. y la memoria sin entendimiento alguno (r_376J. puede atribuírsela
también a los animales r:,.870). Dado que ésta es semejar; e en algo a la razón <s.374),
tíe en los animales algo análogo a .2 razón, si bien .o odos en idéntico grado, dcl
mismo modo que incluso e - e lo- .ombres 1:0 está a razón repartida en igual
grado. El ejemplo an eriormen e prop esto del perro (�.870) puede servir también
aquí. y a partir de él se ve con oda claridad que ia espera de C2.SOS similares es aná-
loga a la razón. Dado que 12 razón es una intelec íón de a interconexión ce las ver-
dades ."68) y la espera de casos · · ares representa asimismo una cierra interco-
nexión de las cosas. como en el perro la visión de palo. los golpes y los dolores
causados por ellos r- • -;o _ es p es semejante en e o a la razón C.18) ... -- por así decir,
el grado más bajo de la razón. o el nivel más próximo a la razón. o también el inicio
de la razón. Sin embargo. como los animales no van nunca más adelante, permane-
cen siempre en el escalón más bajo: comienzan siempre _ - no acaban 112.da. Del
mismo modo se ve que las opiniones de los antiguos se pueden explicar distinta-
meme � no se hallan privadas de razón. si bien ellos mismos no la han podido mos-
trar: igualmente encuentro casi sin excepción que los oscuros términos de los filó-
sofos escolásticos se pueden explicar muy inteligiblemente. que poseen significados
conformes a natura y se los puede usar en las ciencias con aprovechamienro. Daré
fe de ello cuando, en lengua latina. trate la filosofía algo más círcunsranciadamente
de lo que se puede � conviene hacer en los presentes principios.
volver a salir de paseo. Veamos pues qué ocurre para que desee tal cosa. 'Al con-
templar el buen tiempo, la imaginación nos trae también a la memoria el paseo y
el estado de placer expe:imentado (§.238). Y nos lo representamos, pues, como
bueno debido al placer disfrutado con él (§.442). Por eso el alma se ve determina-
da con ello o (lo que es lo mismo, dado que la determinación ocurre mediante su
propia fuerza) se determina a producir de nuevo la representación del paseo y del
placer a obtener con él. Y este afán que emplea para ello es lo que propiamente
llamamos voluntad. Ahora bien, como el alma no puede producir las representa-
ciones de otro modo que en el orden en que las cosas acaecen realmente en la
naturaleza (§.786), este afán no se prosigue a saltos, sino que todas las representa-
ciones se producen progresivamente por los cambios que han de tener lugar en
nuestro cuerpo antes de que se llegue al paseo. Pues ésta es precisamente la causa
por la que necesitamos medios cuando queremos alcanzar la meta propuesta. No
obstante lo cual, mientras el alma emplea su fuerza para producir esas representa-
ciones, la voluntad persiste hasta que se llega a la consumación. Así pues se entien-
de cómo procede la voluntad de la fuerza representativa del alma con sólo reparar
en que se da en ella un continuo afán por cambiar sus representaciones, tal como
lo implica la naturaleza de una cosa finita.
agradable o bien por evitar una desagradable (§.878 Y 880). En �fec�, en lo� ªl�c-
tos agradables se representa mucho bien y mucho mal en os esagra a �s
(§.441). Pero como en ambos casos la representación es confusa, no se da razon
alguna por la que el alma deba determinarse más por uno que por otro. Y por ello
surgen simultáneamente muchos afanes por producir sensaciones agradabl_es o
por evitar desagradables: con lo cual se confunde el alma que no sabe ella misma
qué quiere hacer.
los espíritus a tocios los seres simples, incluso también.� las unidades del s.e�or
uon Leihníz(§.599). Sin embargo, aunque la denominacion n?. prod�c;=e modifica-
ción alguna en el objeto, y por ello no importaría gran cosa si im�usieramos tam-
bién a las almas de los animales, y en general a todos los seres simples, el n?�-
bre ele espíritu, me parece más aconsejable que se reserv� el. nombre ele espmtu
exclusivamente para los seres simples que poseen entenclimien�o Y voluntad, no
vaya a ser que por inconsecuencia al hablar se mezclen post�nor�ente las pro-
piedades de los seres simples, y se le atribuya a alguno alg� indebidamente. En
efecto, surgirían incluso algunas proposiciones que resultanan chocantes y� en
sus propios términos, y que podrían ocasionar en parte errores, en pa.rte dificul-
tades. Por ejemplo, si se quisiera llamar espíritus a todos los seres s1ml?les, no
sería la materia otra cosa que un montón de espíritus, ya que surge a partir de un
montón ele seres simples (§.607). Si se pretendiera decir que la materia se com-
pone de puros espíritus, muchos se imaginarían, según esto, que las partes de la
materia tienen entendimiento y voluntad, ya que encuentran tales cosas en su
alma, que es también un espíritu. Como, por encima ele ello, la esencia de un
espíritu, como nuestra alma, es diferente de la esencia de otros seres simples,
como las almas ele las bestias y los elementos de la materia (§.894) y se llama con
nombres diferentes a cosas esencialmente diferentes, no se puede poner tampo-
co el nombre de espíritus a seres que tienen una esencia diferente. Y esto ha
movido sin duela al señor uon Leibniz a utilizar meramente el nombre de unida-
des para los elementos ele la materia.
PERFECnTfo
§ 907 VOLUNTAD SUMAMENTE todas y cada una de las volici�n�s
. . cua
La voluntad es, a su vez, perfecta demás (§.1 5 2) . E sto no puede suce-
, . una choca con las , .
concuerdan entre si y rung sentación de 1 o optimo. p ues cuando nos
ª
der más que cuando su motivo es 1 rep:e no es posible entonces que pudiéramos
representamos lo óptimo compl��amen e, uerido otra vez (§.496). Y, según esto la
hubieramos q . '
querer una vez a 1 go que n 0 tiene como motivo una representación
voluntad sumamente perfecta es 1 que ª
completa de lo óptimo.
, PLETA DE LO ÓPTIMO
§.908. REPRESENTACION COM de lo óptimo a
1 e resentación completa
Se ve aquí fácilmente lo que es
11 se requiere que se consi
ª
r P. dere lo óptimo en la interconexión con
sa b er, que para e a , 11
tadas entre sí. Por ejemplo, en e .iornb re, todas sus
todas las cosas que estan conec , vés de toda la duración de su vida. Por eso
acciones están conectadas entr� si a la i nexión con SU vida entera.
ha de juzgarse lo óptimo a partir de interco ª
§ 909 EL HOMBRE NO POSEE LA VOLUNTAD SUMAMENTE PERF�CTA
. · b'ten, como e 1 ser-11umano no puede contemplar
Altora . de golpe su vida entera, no
d
lo que es lo óptimo ' smo que cuan o progesa en el lo
es capaz tampoco d e Jiuzzar
o ·
1h
puede juzgar lo que es mejor entre lo que conoce. Por eso tampoco tiene e om-
bre una voluntad perfecta en grado sumo (§.907).
·. ;:._.:�·){?.?tr:\�
• . • �; • 'f • '
284 Chrtstta» WtJ!ff
conocemos el camino más corto. Y, por tanto, esto procede de la falta de conoci-
miento, consecuentemente de la imperfección del entendímí<::nto (�B49J. Ahr.Jra
bien, lo que: procede de: la imperfección del entendímíento no se le puede añadir
a la sabiduría para perfeccionarla.
5
R (W) In Demonstralio11e immortalitatis animae, §.24 Y 26.
286 cbrtsüa» \Vo(((
de que no sólo conserva lo que tiene sino que :1dem:'is ulcunzn una pcrícccíó
mayor. Y, según esto, no sólo penn:inecc..: en ·I estudo de, es. De qué modo ac:1
ece el cambio y cuánto tiempo transcurre hastu que hu :1k:111zado lu nueva cspe
cie de limitación, no lo podernos derermln.u por el 1110111 .nto.
§.927. ADVERTENCIA
A quien esto le pudiera parecer extraño, que piense que con l:1 marcria ocurr
exactamente lo mismo: es incorruptible pero no inmortal, Pues si el cuerpo deja el
ser por la separación de las partes ele materia, que es l:1 nutcttc de los animales y el
los seres humanos, no por ello se aniquila la materia, sino que sigue estando en I
mundo y es, por tanto, incorruptible. Sin embargo, nadie dirá por ello que es inmo
tal. Pero la inmortalidad del alma se puede demostrar también de otra manera, p.u
lo cual basta con acepté.Ir q.L�e el alma. no pierde con e\ cuerpo nada más que t
modo presente de la limitación y por virtud ele su razón investiga el fundamento e
su estado presente, tal como lo desarrollaré en otro momento y en otro lugar.
6
DE DIOS
§.930. TAL SER TIENE EN SÍ LA RAZÓN POR LA QUE LOS DEMÁS SON
Lo que es autónomo tiene en sí la razón de su existencia (§.929). Por eso, lo que
no es autónomo, sino que procede ele otro, tiene fuera e.le sí la razón de su exis-
tencia, a saber, en el ser autónomo. Y, por tanto, el ser autónomo ha de encerrar
en sí la razón por la que son las demás cosas que no son autónomas. ·
§.931. ES ETERNO ,.
LO que es necesario no puede tener m· pnncipio· · · ni· f'm, sr· no que es eterno. .
(§.39). Por eso, dado qt;e el ser autónomo es necesario (§.929), no puede ·t�n:�
1
§.934. ES INCORRUPTIBLE
· Lo que no puede tener final, es incorruptible (§.921). Ahora bien como el ser
autónomo no puede tener final (§.931), es por tanto incorruptible. '
§.939. NO ES EL MUNDO
Una vez que hemos descubierto algunas propiedades del ser autónomo, pode-
mos demostrar que ni el mundo ni nuestra alma podrían ser autónomos. El mundo
no es necesario (§.576); el ser autónomo es necesario (§.928 y 929), así que el ser
autónomo no es el mundo (§.17). El mundo es a su vez una cosa compuesta (§.551);
el ser autónomo es simple, no compuesto (§.936), por eso el ser autónomo no es el
mundo (§.17). A los elementos del mundo tampoco se les puede adscribir ninguna
autonomía porque son tan contingentes como el mundo, ya que otro mundo ha de
tener también otros elementos, dado que en virtud del principio de razón suficien-
te (§.30) toda diferencia en lo compuesto ha de proceder finalmente de la diferen-
cia de lo simple, tal como lo he expuesto en otro lugar (§.351, Annot. Met.).
>
·- :1
§.942 .. D_E PARA QUIÉNE� VALE ESTA DEMOSTRAC.IÓN ·. . · .. ·. '. - "·.:··,'.' .:"·
me�rmnegable que en esta demostración se presupone q�e e.l mun�o _exis�e.. reál��.
e fuera de nuestra alma; y no existe meramente a traves de sus·pensa�����\
. ,.� ·.._ -:. . .. . .
290 Christian Wol.ff
propia · ' · di d d 1
(§.937 y 938), así es Dios �or su propia fuerza mdepen tente e to o y no como e
que necesita algo de alguien.
como previamente, ya que ninguno de los dos tiene nad� que ver con el otro.:,
según esto, no se da razón suficiente alguna por la que mas uno que _el otr� tuvie-
ra que estar en este lugar y no en otro. Pero como nada puede ser sm razon sufi-
ciente (§.30), no pueden pues coexistir dos mundos diferentes.
--;-;---- ' .
'Pera onmfa, sou arcana naturae, 4 vols., 1719-1722. · · ,.,.
. .. · \.·::/:··,:'
·,..,:
/�";.;:-:;,'��'·
.? ,)' ._. \' 1
••.
-
294 Cbrlstian 'lfolff
§.�67·
DIOS SABE TAMBIÉN LO QUE OCURRIRÍA BAJO CONDICIONES
QUE NO SE CUMPLEN
Ah
lo º�:
Tod� lo que es
posible y no ocurre en este mundo pertenece a otro (§.570).
bien, ��mo Dios conoce distintamente todos los mundos (§.952), ve tam?ién · :
q . ocurnna dada una condición que no se cumple en este mundo. Por e1e�-. · . · . ..
Pl o, Si yo h b' ,, suce did
u iera vivido en otro lugar diferente de Ha 1 le, se hab nan ,.. ?:;'.:·..':-':
\;.::.
... ; : ·<. ::' ·,,.: ·¡
296 Christian Wol.ff ·
muchas cosas que aquí no se han producido, por el contrario no habrían acaecido
otras que se han dado aquí. Si bien en este mundo no ha sucedido que yo habita-
ra en otro lugar, hubiera sido posible, sin embargo, en otro m:1ndo que tiene
mucho en común con el actual, que me hubiera resuelto a ello ha�1endo u�o de mi
libertad. Y en el mismo ve Dios qué hubiera sucedido de hecho si yo hubiese ele-
gido otro lugar como residencia.
�i�
_.. reza pero que mediante esta certeza no reciben necesidad alguna m los even-
(§.564) ni nuestra voluntad (§.516). Y por eso se imaginan o que Dios no puede
saber todo de antemano o que se da necesidad tanto en los eventos de la natura-
leza como en la voluntad.
DE LO QUE ES LA OMNISCIENCIA \
Por tanto, la omnisciencia divina es un conocimiento distirlto o completo de
todo lo que es posible, de si, cuándo o por qué alcanza o no lo posible la existencia
61
(W) In oratione inaugurali, cum Professionem Mathematicum · (N T. opera
omnta, 6 vols., 1658 [1964], vol. IV, pp.66-73.) . . aus;p icare1 ur: · ··
. como ninguna elección puede tener lugar sin una voluntad libre (§.519), ha
bien,ner Dios entonces una voluntad libre. .
de te
DE SU VOLUNTAD .
981. MOTOR
§. pero como nada puede suceder sm una razón suficiente (§.30), ha de darse una
arnbién por la que Dios ha preferido un mundo a los demás. Ahora bien, como los
�iferentes mundos, e� tanto que cosas de un�, especie, no se pueden diferenciar
ntre sí más que mediante grados de perfección (§.172), esta razón no puede ser
otra
que un mayor grado de perfección que Dios ha encontrado en este mundo y
se lo ha hecho preferible a los demás. Y, según esto, la máxima perfección del
mundo es el motor de su voluntad.
nuis. t:m pt 1slhles t'OI\H) C·ste, que ,·�1 hubiera podido prel'crl'.' ��.56_9): .�. au�q�,e t_icnc
un movtl p:1r:i ello (§,t)H 1). :1 p.utlr de éste no surge sin e�11h.�1,go \oc1c.16n alguna, ya
·
<¡lit.: sello s · tr:11:1 el ·I conocimi ·nto e 1 t.: un:1 lll:tyot· 1 scrlccctón
'- '- '- • En
� electo
, . el
• como
•ntendlmk·ntt I dlvlu« pn xlucc esl:t r ·prc..:sc..:11l:1ciú11 �§.955), Y ademas l?los es tndc-
p -r1dl •nt · 1.k• tod:1s lus L'C\S:ts que no sean ÜI (§.9;1H), El mismo se .cktenrnn:t :' �u que-
r .r, y .llo, .n virtud de lo pr .ccclcntc, sin necl!sic.l:id :tlguna ni ext�rna ni interna:
pu ·s th.' · ·sld:tc.l lnt ·rn:t se da donde 1:t cosu sólo es posible.: de un:� l?rma; externa,
en c:1mhlo, n1:111do h:ty :tlgo lucra d · 111í a lo que no me puedo rcsísttr,
. ra que tomar uno de los ducados que no desea tanto como los demás. Sustitú-
ruviee. los ducados por el mundo y el hombre por Dios, entoces se podrá interpretar
Yªºtién la cuestión muy fúcilmente respecto de éste. La duda entera procede de un
tt�11110 concepto de libertad, cuya incorrección hace tiempo que he mostrado (§.498).
3 s . se 1 mee tam bié
se elige l o mejor, .
ten para que no se puec 1 a vituperar con in- ñ
Cu 1ndo
� ento
dª iubiera a la verdad. Si Dios hubiera elegido un mundo peor en lugar del mejor, se
� podido imputar esto como un fallo o descuido: pues es imposible que un
1
e undo 1113s imperfecto le hubiera podido gustar en mayor grado (§.404), o también
111 ., . . ,
ue encierra algo en st por l o que mercero 1 a pre ,·erencia en e1 etrimento e1 e l mas per-
,
(ecto. Pero me estoy refiriendo a lo que es óptimo en relación al tocio, no a lo que
pudiera ser mejor en detalles considerados por sí solos.
. �� (W) In Aut�mato planetario in Operibus postbumis. (N.T.: se trata de la Descriptio automati plcme-:
tam,1691, aparecida en 1703 en sus Opuscula bostbumn rfr n,., .. �� --··-�"· · ,..:..-. ·, -- .,.."""' v. •· ·
.. · ', ',,.·.
..
Pensamientos racúmak• . 30J
/ , 0 de una
cosa en general, a la esencia de otra cosa que sólo se díferen-
planc:ra:i;�\.:n Jo
que se ha cambiado. Sí un relojero que quiere fabricar un reloj pla-
cía c.l� <.:: a nocicra todos los relojes planetarios posibles y se los pudiera representar
n etano co ,, 1 · JI 1 d · bi
s de una vez, sólo podría e egir_ :ntre e os.: que se a ecuara �eJ?r a su o �e-
t�,c.lo.y, sí ha de representarse también la cuestion en el caso de Dios si no se quie-
uvo a., ,, de: un mo d o .íncompatiíbl e con su perreccion.
de El -e . ,,
·.
re: pensa r respecto
TODOS LOS f NVE TOS PROCEDEN PROPIAMENTE DE DIOS,
�·
996.
NO OE LOS HOMBRES
y a partir de esto se comprende que sólo Dioses el único y verdadero inventor
, medida en que su entendimiento produce todo Jo que es posible (§.976); en
en 1 a 'J I d l infí · ·
cambio, los seres humanos so o a canzan a guna que ?tra e as 1 mitas inven-
J
.íones de Dios al dirigir sus pensamientos en este sentido. Y, por eso, el hombre
no
puede atribuirse: nada como sí lo hubiera pensado él mismo, sino que cuando
�ec.liante la reflexión llega a algo, lo tiene que considerar como obra de Dios y su
reflexión como el camino por el que le ha sido dado contemplar la obra divina.
§.998. ES ÚNICA
Dado que todo lo que hay en el mundo, desde lo más grande a lo más pequeño,
está interconectado tanto según el espacio como según el tiempo (§.548), y ha de
considerarse al mundo por tanto como una sola cosa (§.549), entonces sólo hay
también una única resolución divina.
J>t111•am/ento• raclonak1 ·
Es muy posible que en una revelación divina se presenten cosas que se pueden
conocer también mediante el recto uso de la razón en la medida en que, efectiva-
mente, están conectadas con el resto a cuyo conocimiento no se puede llegar
mediante razón y experiencia; sin embargo, estas cosas no son entonces lo reve-
lado por Dios, sino simplemente lo añadido conjuntamente. Y por eso no ha de
abordarse fragmentariamente la revelación div ina, sino en su totalidad, con todo lo
que le es propio.
§.1014. TERCERSIGNO
Acle�, dado que el e?�endimiento divino es la fuente de toda verdad (§.976), el
cual, debido a una perfección (§.966), no puede producir nada contradictorio (§.152),
tampoco puede, lo que supuestamente ha revelado Dios, ser contrario a las verdades
de la razón. Se entiende con facilidad que ha de prestarse atención aquí para no tomar
,,. ·' •'
por verdades de raz?n cosas que no lo son, sino que simplemente son consideradas
tales por nosotros, nr para ten�r por contradicción lo que de hecho no lo es. En efec-
to, como hemos hallado anteriormente �ue existen dos clases de verdades, necesarias
Y contingentes (§.38 y 578), las necesarias no pueden ser de otra forma(§ 4l) ,
. (§ 175) , ibl . . pero s1
las contmgent�s . ' asi es post � que la revelación divina pueda contradecir las
verdades contingentes, p�rque mediante un milagro puede materializar su contra-
rio (§.633); pero no es posible que sea contraria a las necesarias. Por eso una contra-
dicción en cosas conti�?ent�� no puede en el caso presente tenerse por tal hasta que
por virtud de. la revelación divina acaezca de modo natural en el mundo algo diferente
de lo que exige el decurso de la naturaleza. Por ejemplo, la proporción entre el diá-
metro y el perímetro de un círculo es una verdad necesaria y no puede, por ello en
una revelación divina especificarse por debajo de 100 a 314 (§.64, Tríg.)", En cambio
que el Sol se mueva irreversiblemente en torno a la Tierra, es una verdad contingen-
te, y puede muy bien, por tanto, detenerse mediante un milagro durante un período
de tiempo, esto es, no modificar su posición respecto a la Tierra.
tlnuühu l. y:\ c:--h"I L'S d ,l)¡ l el que nuL'Strú� teólogos digan: -Dios se ha regido en
,¡ mo In 1 , ':--..:rihir por el cstu lo de los profems-.
§. l 02 l. ES i\ lNlP TEN"TE
Ahora bien. como un mundo es un posible e mo tr y , . y ninguno
enci 'tT:1 en sí n.id.r que pudiera pr du ir l:1 realidad §. '-' . uede Dios e nvertir
en reales t.mro :1 los demás mundos e me precisamente :1 este actual. Por eso.
l:1 lo que ro k s los mun íos en su · niunt e ntienen en sí t d 1 que es posible
(§. 5:i). puede Dios e vnvertir en reales t d.is las .osas ..Ah ra bien. e mo :1 la facul-
r.id ele convertir en real todo lo p sible se la ll.uu« om nipotencia. es evidente que
Dios es omnipotente.
6-1 'De Genesi ad litteram liber imperfectus, lib. XII, cap. 18, parágrafo 40.
Pensamientos raclonaks 313
cual alcanza un fin que luego conecta con los fines naturales: con ello se coloca
simultáneamente a los milagros en la interconexión de las cosas y se eleva la per-
fección del mundo (§.701).
, i itENTE PERFECTA . ,
SABIDURlA sul\l� t los nnes post�)\es y todos los
§.1048. DIOS POSEE. LAd de su omnisdenct�\ ���(§ 972). como El no quiere otra
Dios conoce en virtu se los puede a\canz.u 1·os · . fines óptimos y elegir los
. és de los cua 1 es t: nbién . e\ d. .
me d ios a trav<: . ) ha de tener �\1 . , 1 dispone sus Iines e mo o que
(§ 985
cosa qu� l� optnn� Úo P�r tanto, como tamb1e1 do� en su conjunto han de con-
medios opumos para e · . medio del otro, Y to . V ••
\
(§ 102i l y 1044), posee
en todo momento el uno sea 1· de su fin pnnctp.l ..
no un mee 10
siderarse fina lmente cm erfecta (§.920) ·
entonces la sabiduría sumamente p .
O HACEN NADA EN VANO
§ 1049 DIOS y LA NATURALEZA _N TO .
. . y SIGUEN EL CAMINO MAS COR . . ·ocleo alguno y han de elegir
. . I iza pueden eI·.11 l � . °'
ha de tenerse b'ten pre-
..
,
Asi pue , 5 ni Dios 111 la natura e d \ cual
, ( 918}. respecto e o más • • " .
siempre el camino mas cort.o §. br e_1 camino corto (§.91_9) . E \ c.un�no
se señaló antenormente so �e los fines y c1rcunst:mctas.
sente lo que e constdeianc1 o t o dos
más corto ha de juzgarse, en e1ecto,
ELEVA LA SABIDURÍA DE DIOS
§.1050. LA ARlVlONÍA PREESTABLECIDA
POR ENCIMA DE TODO . de Dios por encima de
, establecida e 1 eva 1,,·• sabiduría
· .
ií05suceden a partir de su esencia y
�¿\
En especial la armenia pre •
i-�
d
todo lo que pue.de_ pensarse_._Pue5i��n�l q��:1 movimientos del cuerpo acor-
por su fuerza, sm mterve)nc1on '\ua �do hablamos racionalmente (§.843), en
des con su deseo (§.779 , tam del l a sean imaoinaciones (§.812) o concep-
f t t0 dos los pensamientos e a ma, y, c.
silooismos (§.842) vienen represent:u1 os
'.:, •
e ec º: )
. . . (§ 839 ) y
tos universales (§.835 1 SS.d, JUlClO �
do en el inrerior del cuerpo se exteriorizaría O
en el cuerpo de ta mo o que O . .. • \ .. •
que
odría exteriorizarse de exactamente la misma forma en que ..ocun e .1 101.\ ,\u.n
pno exísttese
· · a l ma a 1 guna (§ . 780) , así son innumerables los fines que se obtienen , .
mediante la composición del cuerpo. Y, según esto, nuestro cuerpo esta com-
uesto con una inefable sabiduría que no alcanzamos a comprender (§.9.16): lo
cual
resulta tanto más patente si pensamos que el alma determina voluntarlnmen-
te los movimientos del cuerpo (§.883).
�\so/>bi 1 ,\latbu11111ti · 111" ru xlinnte l:1 im:1gin:1 lón, yn que m1t:slr:1� Imngtnncloncs
., • romport:111 rL'SPL'Cto d ·I :tlt\\:1 como l:1s crl.uurns respecto de Dios, s, no pcrde-
�1�0s de Yi:-1:i en ello ·I ¡ rinclpln d , razón sul'ici .ntc (§.�AS). Pues crearnos enton-
ces cos:is :1 nuestro gusln en los p .nsuml -ntos - ·n los que se �la la verc!acl, y que
no�-", ' ti'·,tn prcvi.uu •nt '- v. los 1\\:1111 .n 't\\OS \11'L'St:nt ·s mcdlantc la tuerza del
,,.1s .
. ,ri 10 lo el tiempo q1tL' quer .nios: sin nnb.uuo, no podemos otorgarles exis-
.11,'
1 1 .. 1
tcnci:t :tlg11n:1 fu ·1-:1 del nlmu. que es In qu ' huc • Dios en :1 crcacton y en o que
consiste ést:1 propi.uu .nr '.
1 . , flósofo
1
milagros, lo cual no puede explicar o rungun
IMPERFECCIÓ� y AL MAL
§ 1056 DIOS NO CONTRIBUYE EN NADA A LA
· Ah.ora biien, como 1 as liim1itaciiones de las cosas no es necesario · las conser-
, que ,
ve Dios(§.1055), ya que existen por las cosas limitadas Y no por si mismas,� d e�as
· ·
de 1 o cua 11 as l.imitaciones n 0 son puestas en las cosas por. la voluntad de Dios, sino
que depen d en de l a esencia · de las mismas , .tal como vienen representadas en. el.
entend.muen · to dírvmo · (§ . 975) y las imperfecciones, a su vez,.,,proceden de sus· limi-
d l di
taciones, como por ejemplo la ignorancia de la imperfeccion e e�ten lffil_ento,
no se muestra entonces en modo alguno activa la fuerza c�nservativa de Dios en
las imperfecci�nes de la� cosas y éstas no son atribuibles a El, sino exclusivamen-
te a las cosas mismas. Así pues, como todo eso a lo que llamamos mal. proced� de
las limitaciones.de las cosas, no tiene Dios nada que ver con el mal sino que este
es algo propio de la criatura.
·
empero, surgen de representaciones co nfu sas (§ · 441) , no son
. .pues hallables en
Dios afectos algunos. Más bien, como de representaciones distintas procede una
voluntad libre (§.514), donde los hombres son excitados por afectos, en esos casos
tiene Dios una voluntad libre sin ninguna moción desasosegada.
ntación (§.1067), Dios es pues todo, lo que puede ser, en el acto y por'tantc/. _::·/·
repr�s� cíón alguna o infinito (§.109). , · -. . '':
sin hmtta . . .. . , . .
1073. INMUTABLE . .,
§. Mediante lo cual resulta ev1d.e?te además que es inmutable. Pues si Dios se
trans1,"ormara en algo, se convertína. en. algo que no había sido previamente y no
/ todo en e 1 acto Y, consiguientemente, no sería infinito(§ 109) lo cual
sena, pues ' d e ) . '
contradice algo ya proba o §.1072 . .
§.1074. EXTRATEMPORA_L . , ·
Como, a su vez, en Dios todo es simultáneo G. 1072), nada antecede ni nada
se sucede. Por ello, como el �iempo con�iste en el orden de las cosas que se suce-
den (§.94), Dios no es en el tiempo. En El no se da, pues, diferencia alguna entre
hoy y ayer, ni entre ayer y mañana, sino que Dios es y permanece siempre el
mismo.
---:..______:_
66 Física, Libro VIII. ·· .. ": :· .. '.
322 Christian Wolff
. ! ·�� : ,:-'I .
. ·\ ·=:.�::·-:. ·::·"�. · ...
·usticía: tal como,, lo he desa�:ollad? más_ ·pormenorizadamente en:otrcf�Í�g�(··::�:-2'.?:.:i.
{§J022, Mor.). As1 pues, también Dios es JUs�o, como además posee tanto:·.ek.'-�.-:_.(\
�
ado sumo de bondad (§.1063), como de sabiduría (§.1048),. ha de tenertambíéru. . t�
ri grado sumo de j�sti�ia. Qui�n, según es�o, �nti�?de lo que se ha dicho .de lá- .: ·:;··>
b ndad y de la sabiduría de Dios, no necesita lección alguna más respecto de su
. �ticia: pues, por ejemplo, cuando desea saber si Dios castiga al malo y premia al
bueno, ello se puede decidir en el acto a partir de este fundamento. Pues como el
er humano mediante sus malas acciones convierte en menos perfectos el estado
�ropio y el de los demás (§.426), no puede obtener ningún placer en ellas (§.417)
y ha de odiarlas (§.455 y 1071). Aho�� bien como Dios ha a�abado el mundo para
que se pueda reconocer su perfección (§.1045), ha de realizar entonces también
por virtud de su sabiduría (§.1036) la disposición a partir de la cual se patentice su
odio contra la mala conducta de los seres humanos y, por tanto, dejando a un lado
su bondad (§.1064), les permita encontrar el infortunio, esto es, castigue al malo
(§.36, Mor.). Así pues Dios castiga al malo porque en su bondad no olvida su sabi-
duría; consiguientemente, porque es justo.
Pero trae consigo también una satisfacción completa: pues como Dios lo tiene
todo en grado sumo, no queda entonces nada que pudiera desear por encima de
esto. Y por tanto su deseo se ve satisfecho en todo completamente: lo que, una vez
más, no puede decirse de criatura alguna.
FIN
'·
ADVERTENCIA
. ,.,
\.
Prov. A'VII
Al loco, si callara, se le tendría por sabio, y se le entendería si no abriera la
boca.
Se plantea pues aquí la cuestión de si y en qué medida se.está obligado·a res:._ ... ··,
pender.a las objeciones que se le plantean a uno. Y esto.es lo que-me he pr(?puest?/:;;.�./
,:: .: .. %�:- ·.:·
". , ..��....
---·
3 26 Cbristtan Wolff
dirimir ahora: para que se sepa en e1 fu turo Por qué causas no entro , en polémic
. . a
con gentes a l as que p ace a 1 1 disputa O que piensan
, obtener algun
·d d l benef1c10 con
·
·
ta les escntos ·
po léem1cos, d e manera que no tendran oportuni. a a guna· de triun-
.
d
far como, si· fu era e1 caso, cuando no se les hubiera podido. respont er. Bien es cier-
to que como no me interesa · · · · de los i·nsensatos ' smo que engo. por e1ogio
e 1 ¡uic10
- ·
no pequeno el verme desprecia d o por e ll o s (pues dado que . cada uno . Juzga segú n
su propio· concepto me mo 1 estana , ser e l hombre al que, tuvieran por importante)·.
. · '
me resulta indiferente el que se consiid eren grandes heroes . y se complazcan
. . asi
,
erroneamen te. D a do que no son capaces de ningún otro tipo de felicidad, les con-
cedo sumamente gustoso esa alegría.
honor cuando se le permite colocarse más abajo. Decir la verdad con las
g �� ns
unl
ta a
l que requiere la cuestión no se contradice con la modestia. Pues, de lo con-
pa � habría de perjudicar a la verdad, lo cual no puede ser en modo
trano, modestia . a otra.
no pue d e ser contraria .
a l guno. una virtud
32 8 Christian Wolff
Pensamientos racionales 3 29
• • 1 1 .
¡\
Absolut :1111 ·n te ucccsa do: Se ·I ilv('l 11 < ·n 11 np,:: n, >I W< ·11< l ip,, 11 IJ.W J/111,• uccessar; nin,
.�te'< 111 u-! l'IC<' I l('t:('S.Wl /'I 11111, /11( •/ (lj )/.1,l'S/('(' /11 '(.'< 'SS( Ir/ 11111.
At:dclcnk: l)11n·l1 d11 :111dvrv:: l>t·:;t ·11 ·1Hlv:; l)lnp,, Accuk-us.
Ac ·ifüa: '1':11 1 >ele -r '1'1111 Actli».
1
n
Jllen apat'cnlc: S .h ·111-< ;ul, /Jo11111n tt/J/Jtll'LJIIS.
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Cambi.<�: Vc.:rilnck:n1ng, Mod(ll<:ttl/<J, • 1
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.
Caui-ia: Ursn ·lw, Causa. 1 •• : t
�'*' Pin
o
Ocultamiento por transposición: Versteckung durch Versetzung Crypsis per
transpositionem.
(?posición: Entgegensetzung, Oppositio.
Organos de los sentidos: Gliedmassen der Sinnen, Organa sensoria.
s
Salto: Sprung, Saltus.
Sensación: Empfindung, Sensatio.
Signo artificial: \Villkürliches Zeichen, Signum artificiale.
Sintonía o armonía preestablecidas: Vorherbestimmte Übereinstimmung oder
Harmonie, Harmonia praestabilita.
Solidez: Gründlichkeit, Soliditas.
Surgir instantáneamente: Auf einmal entstehen, in instanti oriri.
Surgir sucesivamente: Nach und nach entstehen, Successive oriri.
Sustancia: Vor sich bestehendes Ding, Substantia,
Sustantivo: Wesentlicher Name, Substantiuum.