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La invisibilización de la mujer en su embarazo

“No estoy aceptando las cosas que no puedo cambiar,


estoy cambiando las cosas que no puedo aceptar”.
Angela Davis

Era primero de mayo de 2019 mi primer día de práctica académica de niños en la


unidad de cuidados intensivos neonatales del hospital de la samaritana. Recuerdo
que estaba emocionada por estar como practicante en la unidad de recién nacidos,
siempre había sentido curiosidad por la magia con la que el ser humano llega al
mundo, y es recibido por su madre, aquel momento en que dos seres, que habían
pasado cuarenta y dos semanas juntos, uno dentro del otro, sintiendo sus pálpitos,
emociones, sonidos y movimientos, por fin se conocerían, apreciarían sus miradas,
acariciándose por primera vez, momento en que nacería el amor más puro que puede
existir.

Durante mi carrera, en la Universidad Nacional, en mis clases de biología me


enseñaban cómo era este proceso, desde la concepción, la formación y el desarrollo
del feto. No conocía nada más acerca del embarazo y el nacimiento, sin embargo
había llegado el día de ver uno.

Eran las 10:30 mi profesora me pidió asistir al parto de una mujer, el momento por fin
había llegado. Cuando entré, todas las personas estaban apresuradas, los doctores
y enfermeras hablaban entre ellos y rara vez se dirigían a la mujer que iba a dar a luz.

En ese momento me sentía un poco perturbada, no sabía si mi presencia incomodaba


a la mujer que se hallaba tendida en la camilla, es más, ni siquiera sabía si ella había
sido avisada sobre mi presencia y sila había aceptado.

Yo, más que observar el parto y los procedimientos que se estaban realizando,
observaba a la mujer, se percibía tan asustada, tratando de entender lo que los demás
hablaban sobre ella y sobre la vida que venía, lucia tan ausente del momento, parecía
que no estuviera involucrada en el suceso, ¿cómo es posible que la protagonista de
la historia haya quedado por fuera de su propio relato?
La mujer trataba de buscar una mano que tomar en la cual apoyarse, y sentir algo de
ánimo, pero en ausencia de esa persona solo quedaba dejar su mirada perdida con
la esperanza de que todo terminara bien pero su cara se tornó aún más preocupada
cuando el doctor avisó a una enfermera que las instrumentadoras de ese día eran
nuevas, era su primera vez asistiendo un parto.

Dejé de observar su rostro cuando escuche un gemido, el bebe había nacido, la mujer
por fin cambio sus expresiones, su cara ahora era iluminada con una sonrisa dentro
de un rostro rojo y húmedo por el sudor, cabellos despeinados, bajo un inmenso
cansancio, como el caminante que por fin llega a la cima.

Sin embargo, una vez más su cara expresaba decepción, cuando ella extendía sus
brazos con una ansiedad inmensa de poder sujetarlo, de besarlo, pero un par de
enfermeras se lo llevaron para examinarlo y limpiarlo, parecía que esos cinco minutos
para la mujer se le hacían una tortura lenta.

De nuevo su felicidad culminó cuando se lo alcanzaron, la mujer lo besó, de nuevo


sonrió, las enfermeras le avisaron que se lo tenían que llevar de nuevo, la mujer
preguntó que a donde lo llevaban, la razón y cuanto tardaría, las enfermeras le
avisaron que ella podría volver a ver su bebe dentro de seis u ocho hora, tiempo en
que se toma la anestesia de dejar su efecto, ella resignada aceptó.

Todas las personas que estaban en la habitación empezaron a salir, todas hablaban
sobre el estado, requerimientos y proceso que tendría el recién nacido, y ella quedaba
con la mirada impregnada sobre su bebé que se alejaba cada vez más en brazos de
una persona desconocida.

Después de presenciar esto y pensar ¿qué podría hacer como profesional para
ayudar a las mujeres que están en estado de embarazo? comó al ver un mujer
embarazada no pienso solamente en lo que ella lleva en su vientre y empiezo a pensar
en la mujer?Acaso, ¿ La fisioterapia ha invisibilizado este ciclo vital? Pues bien, estas
preguntas son las que me incentivan a hacer este ensayo, el cual tendrá como objetivo
concientizar a las y los fisioteraputas sobre su papel con las mujeres gestantes.
Para comenzar, según la Confederación Mundial de Fisioterapia (WCPT, por sus sigla
en inglés), los Fisioterapeutas brindan servicios a individuos y colectivos humanos
para conservar o restaurar la máxima capacidad funcional del movimiento a través del
ciclo vital humano, como aporte al cuidado integral de la salud. Desde esta
perspectiva, la práctica de los fisioterapeutas incluye la provisión de servicios para
potencializar el movimiento, su campo de acción se proyecta a todos los escenarios,
ámbitos y lugares en donde el hombre se mueve a lo largo de su ciclo vital.1

A pesar de que, los fisioterapeutas deberían tener conocimiento del movimiento


corporal humano a lo largo del ciclo vital humano, dejan a un lado de sus estudios,
por lo menos en el pregrado, a las mujeres en estado de embarazo. Durante el
pregrado se tratan temas como el desarrollo embrionario, se teoriza acerca de
algunas patologías maternas, pero,nunca se habla sobre el papel de la mujer en la
gestación,¿en qué posición queda la mujer en la cual se está llevando a cabo este
proceso? ,¿Acaso esta mujer no tiene cambios corporales, emocionales, fisiológicos
de importancia fisioterapéutica?.

Esta invisibilización de la mujer cuando se encuentra en estado de embarazo se debe


a que la educación fisioterapéutica, lamentablemente, no ha logrado huir del
paradigma hegemónico positivista de la salud, todo su curriculum académico está
centrando en patologías, por tanto, su objeto de estudio se centra en la enfermedad.
Lo cual, causa que los profesionales tengan una visión fragmentada de la persona
con la cual están tratando, ausentando el enfoque integral y humanístico que
promulga la carrera de fisioterapia. Es pertinente recordar la frase de Voltaire, que
después de muchos años sigue vigente.
“Los doctores son hombres que prescriben medicinas que conocen poco, curan
enfermedades que conocen menos, en seres de humanos de los que no saben nada.
Voltaire (1694- 1778)”3.

Es así que, esta fragmentación nos lleva a percibir todos los seres con los cuales
interactuamos en nuestro actuar profesional como simplemente una alteración,
enfermedad o discapacidad, teniendo como objetivo mejorar eso que según la teoría
está mal,incorrecto, o no debería ser así. Sin tomar en cuenta todos los determinantes
sociales que afectan directamente la salud de la persona, como lo son su género,
clase social, ocupación, factores psicosociales, etc 4.

De modo que,la fragmentación mencionada, también recae sobre las mujeres en


estado de embarazo, las cuales desde el primer momento que se enteran de su
embarazo pasan a un segundo plano o a un plano inexistente, en el cual, su única
importancia radica en el embrión que se está desarrollando dentro de ella, son
consideradas enfermas, alertandolas siempre sobre los riesgos que conlleva su
estado . El sistema, y los profesionales, Ignoran a la mujer que está sufriendo cambios
5

corporales, emocionales, fisiológicos, minimizando a una especie de incubadora que


tiene que basar todos sus cuidados y acciones en función del ser que se está
empezando a formar.

Por ende, las mujeres desde hace muchos años han sido víctimas del paradigma
médico hegemónico, el cual se ha naturalizado de tal manera que la mayoría de las
mujeres normalizan la violencia que el personal de salud ejercen sobre ellas en la
etapa prenatal, parto y postnatal , normalizan que en la etapa prenatal no tengan
5

ninguna atención ni emocional, ni corporal, simplemente los controles prenatales.


Normalizan que durante el parto o cesárea el personal de salud invada su cuerpo sin
ningún tipo de información, ni permiso, normalizan el dolor, la angustia y la
desesperación.
Esta violencia es llamada violencia obstétrica, la cual es definida por Villegas como
“la apropiación del cuerpo y procesos reproductivos de las mujeres por el personal
de salud, que se expresa en un trato jerárquico deshumanizador, en un abuso de
medicalización y patologización de los procesos naturales, trayendo consigo pérdida
de autonomía y capacidad de decidir libremente sobre sus cuerpos y sexualidad
impactando negativamente en la calidad de vida de las mujeres” 6

Es así que, la violencia obstétrica ha sido normaliza durante mucho tiempo, hasta
hace tan solo unos pocos años empezó a hacer objeto de preocupación,
principalmente por parte del activismo social y de derechos de las mujeres. En
consecuencia, se ha constituido a la violencia obstétrica como una violación a los
Derechos Humanos, tanto como manifestación de la violencia de género contra las
mujeres como desde el enfoque del derecho a la salud como un derecho humano . 7
En consecuencia, la naturalización de este tipo de violencia se da, según Michelle
Sadler (2004: 15-66), porque se muestra por el discurso hegemónico como
«necesaria» para «ayudar» a las personas: de ese modo, las mujeres se sienten
obligadas a obedecer y a no cuestionar a los profesionales . 5

Aunque la violencia obstétrica puede no ser tan clara como la violencia física, hace
parte de la violencia simbólica, ya que se ejerce, sin necesidad de la fuerza física, con
la víctima como cómplice, ya que la víctima no es consciente de su estado de
sumisión, no se siente obligado a actuar y a pensar en contra de esto porque hacerlo
significaría ir en contra del orden lógico o «natural» de las cosas .
5

Por tanto, todas las mujeres víctimas de este tipo de violencia sienten todas las
agresiones que se dan sobre ellas como algo normal, puesto que así se ha venido
haciendo durante mucho tiempo, desde que el modelo biomédico empezó a regir y se
empezó a abolir todo tipo de medicina diferente a la occidental. Esa naturalización de
la violencia, es lo que conlleva la aceptación silenciada por parte de muchas mujeres
sobre este paradigma de salud, que produce una imagen distorsionada de los
procesos fisiológicos de las mujeres en tanto que patológicos y fuera de control,
necesitados de atención médica constante.

Es por esto que, la patologización de las mujeres en estado de embarazo impide que
las mujeres confíen en sus propias sensaciones, delegando el conocimiento en las
mediciones de los aparatos y en los análisis. De modo que, la tecnologización de la
salud ha eliminado aún más la necesidad de escuchar a la persona que se está
atendiendo, de interactuar con ella, simplemente da importancia a lo que un aparato
informe, olvidando las experiencias, sensaciones, creencias que la persona tenga.
Así, en los partos hospitalarios, tecnicalizados, se sustituye la simbiosis de dos
miembros activos (madre-bebé) por la de bebé-máquina, siendo ahora la máquina el
elemento activo, el que aporta la información supuestamente relevante. Lo cual
convierte a la mujer en “espectadora de su propio embarazo”9

Definitivamente, las sensaciones, incluyendo el dolor antes y en el momento del parto


son importantes para informar acerca del estado de salud de la mujer y de su bebé, y
a pesar de que no se encuentra recomendado aplicar fármacos para el dolor en este
momento, se está acostumbrado a usar anestesia eliminando todo tipo de
sensaciones, lo cual trae efectos dañinos a la madre y al bebé durante el proceso del
parto.5

No obstante,el dolor de la mujer durante la etapa prenatal y durante el trabajo de parto


puede disminuirse por medio de estrategias no farmacológicas. Aquí es donde se
retoma la importancia del fisioterapeuta, ya que este puede ayudar a disminuir el
dolor durante toda la etapa prenatal, preparar a la mujer para el parto y la etapa
posnatal. De ahí que, la acción del fisioterapeuta es un factor estimulante para que la
mujer se conciencie de que su cuerpo activo puede ser una herramienta para facilitar
el proceso del trabajo de parto y traerle satisfacción con la experiencia del nacimiento.

Adicionalmente, los fisioterapeutas al ser profesionales del movimiento corporal


humano, reconociendo el movimiento como una dimensión de la existencia que
posibilita la expresión, la noción de sí y de otros. Promueven el reconocimiento
corporal de la mujer, ya que durante esta etapa pueden surgir miedos e inseguridades
en torno a las transformaciones del cuerpo, al parto y a las limitaciones en actividades
(deportivas, festivas o vacacionales) (Imaz, 2010), así como tambíen pueden brindar
apoyo en la etapa postnatal, ya que el embarazo y la lactancia deja cambios
corporales y fisiológicos además de ayudar a que el vínculo madre e hijo se fortalezca
8
.

A pesar de que la fisioterapia puede cumplir un importante papel en la disminución de


la violencia obstétrica, está no le ha dado importancia. Esto se ve reflejado con el
vacío teórico-práctico que hay sobre estos temas en el currículum, que como dijimos
antes, tiene un fuerte enfoque biomédico, ya que durante la carrera lo único que
vemos acerca de la mujer en estado de embarazo es el desarrollo embrionario y las
patologías que pueden llegar a sufrir la madre que afectan al feto. Por lo que esta
etapa de la vida de la mujer queda reducida a palabras como preeclampsia, diabetes,
o a un simple ser que su única función y su única importancia es traer al mundo lo
que se está formando dentro de ella. Por ende se ve a la mujer que se encuentra en
estado de embarazo como un objeto de intervención y no como un sujeto de derecho”
La consecuencia de que una carrera como fisioterapia, que debería tener un enfoque
humanístico-social, no lo tenga, deja grupos sociales vulnerables sin la atención en
salud necesaria, esto dado que el enfoque investigativo de la carrera no está
respondiendo a necesidades sociales del país, tiene un enfoque cuantitativo, por
ende, no existe la necesidad de que la atención fisioterapéutica esté incluida dentro
de la atención de la mujer en estado de embarazo.

Aquí se ve reflejada otra función de la fisioterapéutica en cuanto a generar


investigaciones que influyan en la creación de políticas públicas que puedan generar
un cambio social, investigaciones que respondan a la integralidad más que a lo
fragmentado.

Concluyendo, la violencia obstétrica es un tema que ha estado invisibilizado durante


muchos años, hasta ahora se está generando una concientización acerca de este tipo
de violencia. Sin embargo los profesionales del área de la salud han normalizado esto,
por ende se convierten en cómplices de este tipo de violencia hacia la mujer, sin ni
siquiera notarlo. De manera que, se sabe que existe este tipo de violencia pero nadie
hace algo para lograr cambiarlo.

Ahora, con respecto a la fisioterapia se puede concluir que como agentes de cambio
social no estamos respondiendo ante las necesidades de grupos vulnerables, no se
está recibiendo una educación con enfoque integral que vea al ser humano en todas
sus esferas de la vida y de una forma holística.

De modo que, en el pensum académico de la carrera no se tiene en cuenta a la mujer


en estado de embarazo, ni siquiera se tiene un acercamiento en la práctica académica
de niños, en la cual los estudiantes de fisioterapia tiene contacto con estas mujeres
pero no las atendemos, ni antes, ni después de estar embarazadas, ni siquiera
podemos hacer parte del programa canguro, mediante el cual se fortalece el vínculo
madre e hijo y en el cual el fisioterapeuta cumple una función muy importante. Por
tano, los estudiantes de fisioterapia se gradúan sin conocer el papel de la fisioterapia
en este ámbito, ni la importancia que esta profesión tiene en la disminución de la
violencia obstétrica.
Por último, se resalta la importancia de empezar a realizar investigación acerca de
este tema que refleje las experiencias que las mujeres en estado de embarazo han
tenido, además generar una estadística, con ello un problema de salud pública que
exija una respuesta del estado frente esta problemática
BIBLIOGRAFÍA

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