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A continuación se incluyen nueve consejos para la crianza de un niño que pueden ayudarlo a

sentirse más satisfecho como padre y, también, a disfrutar más a sus hijos.

1. Estimule la autoestima de su hijo

Los niños comienzan a desarrollar su sentido del yo desde que son bebés, cuando se ven a sí
mismos a través de los ojos de sus padres. Sus hijos asimilan su tono de voz, su lenguaje
corporal y todas sus expresiones. Sus palabras y acciones como padre tienen un impacto en
el desarrollo de su autoestima más que ninguna otra cosa. El elogio de los logros, aunque
sean pequeños, hará que los niños estén orgullosos; permitirles que hagan cosas por sí solos
los hará sentir que son capaces y fuertes. Por el contrario, los comentarios denigrantes o las
comparaciones negativas con otros niños los hará sentir inútiles.

Evite las afirmaciones tendenciosas o usar palabras hirientes. Los comentarios tales como
"¡Qué estupidez!" o "¡Te comportas más como si fueras un bebé que tu hermano pequeño!"
pueden causar el mismo daño que los golpes físicos. Elija las palabras con cuidado y sea
compasivo. Dígales a sus hijos que todas las personas cometen errores y que usted aún los
ama, incluso cuando no apruebe su comportamiento.

2. Reconozca las buenas acciones

¿Se detuvo a pensar alguna vez cuántas veces al día tiene reacciones negativas para con sus
hijos? Es posible que se dé cuenta de que los critica muchas más veces de las que los felicita.
¿Cómo se sentiría si un jefe lo tratara de un modo tan negativo, incluso si fuese con buenas
intenciones?

El enfoque más positivo es reconocer las buenas acciones de los niños: "Hiciste la cama sin
que te lo pidiera, ¡eso es genial!" o "Te estaba mirando mientras jugabas con tu hermana y
fuiste muy paciente". Estos comentarios serán mucho más eficaces para alentar la buena
conducta a largo plazo que las reprimendas continuas.

Propóngase encontrar algo para elogiar todos los días. Sea generoso con las recompensas:
su amor, sus abrazos y elogios pueden hacer maravillas y suelen ser suficiente gratificación.
Pronto descubrirá que está "cultivando" en mayor medida el comportamiento que desearía ver.

3. Establezca límites y sea coherente con la disciplina


En todas las casas es necesaria la disciplina. El objetivo de la disciplina es ayudar a que los
niños elijan los comportamientos aceptables y aprendan a autocontrolarse. Es posible que
pongan a prueba los límites que usted establece, pero son imprescindibles para que ellos se
conviertan en adultos responsables.

Poner reglas en la casa ayuda a que los niños entiendan sus expectativas y desarrollen el
autocontrol. Algunas reglas pueden incluir, por ejemplo, no mirar televisión hasta que estén
hechas las tareas y no permitir los golpes, los insultos ni las burlas hirientes.

Es recomendable que implemente un sistema: una advertencia seguida de consecuencias,


que pueden ser una penitencia o la pérdida de privilegios. Un error frecuente que cometen los
padres es no seguir adelante con las consecuencias. No puede disciplinar a los niños por una
mala contestación un día e ignorar el hecho al día siguiente. Ser consistente les enseña qué
es lo que usted espera.

4. Hágase un tiempo para sus hijos

A menudo es difícil que los padres y los niños se reúnan para una comida en familia, ni pensar
en que pasen juntos tiempo de calidad. Sin embargo, es probable que no haya nada que a los
niños les gustaría más que eso. Levántese 10 minutos antes a la mañana para poder
desayunar junto a sus hijos o deje los platos en el fregadero y salga a caminar después de
cenar. Los niños que no reciben la atención que desean de sus padres a menudo sobreactúan
o se comportan mal porque, de ese modo, están seguros de que recibirán su atención.

Muchos padres descubren que es gratificante programar tiempo para pasar con sus hijos.
Programe una "noche especial" cada semana para estar juntos y deje que sus hijos ayuden a
decidir cómo pasar el tiempo. Busque otras formas de relacionarse, por ejemplo, ponga una
nota o algo especial en las loncheras de los niños.

Los adolescentes parecen necesitar menos atención individual de sus padres en comparación
con los niños más pequeños. Puesto que hay menos oportunidades de que padres y
adolescentes pasen tiempo juntos, los padres deben hacer su mayor esfuerzo para estar
disponibles cuando sus hijos expresan el deseo de hablar o participar en actividades
familiares. Asistir a conciertos, juegos y otros eventos con el adolescente es una forma de
transmitir afecto, y le permite a usted conocer otros aspectos sobre su hijo y sus amigos que
son importantes.
No se sienta culpable si es un padre que trabaja. Los niños recordarán las pequeñas cosas
que usted hace, por ejemplo, preparar palomitas de maíz, jugar a los naipes, mirar vidrieras.

5. Sea un buen modelo a seguir

Los niños pequeños aprenden mucho sobre cómo actuar al observar a sus padres. Cuanto
más pequeños, más lo imitan. Antes de reaccionar agresivamente o enfurecerse frente a su
hijo, piense en lo siguiente: ¿es así como desea que el niño se comporte al enfadarse? Esté
siempre consciente de que sus hijos lo están observando. Los estudios han demostrado que,
por lo general, los niños que dan golpes imitan el modelo de agresión de sus casas.

Sirva de ejemplo de las cualidades que desea cultivar en sus hijos: respeto, cordialidad,
honestidad, amabilidad, tolerancia. Sea generoso. Haga cosas por los demás sin esperar una
retribución. Exprese su agradecimiento y haga elogios. Por sobre todo, trate a sus hijos del
mismo modo que espera que otras personas lo traten a usted.

6. Haga de la comunicación una prioridad

No puede esperar que los niños hagan todo sólo porque usted como padre "así lo dice". Ellos
desean y merecen explicaciones al igual que los adultos. Si no dedicamos tiempo a dar
explicaciones, los niños comenzarán a cuestionarse nuestros valores y motivaciones, y si
estos tienen fundamentos. Los padres que razonan con sus hijos les permiten entender y
aprender sin emitir juicios de valor.

Deje en claro sus expectativas. Si hay un problema, descríbalo, exprese sus sentimientos e
invite a su hijo a que busquen juntos una solución. No olvide mencionar las consecuencias.
Haga sugerencias y ofrezca alternativas. Además, esté dispuesto a escuchar las sugerencias
de su hijo. Negocie. Los niños que participan en la toma de decisiones están más motivados a
llevarlas adelante.

7. Sea flexible y esté dispuesto a adaptar su estilo de


crianza
Si el comportamiento de su hijo lo decepciona con frecuencia, quizás se deba a que sus
expectativas no son realistas. Para los padres que piensan en "lo que se debe" (por ejemplo,
"A esta altura, mi hijo debe usar el orinal"), puede ser útil leer sobre el tema o hablar con otros
padres o con especialistas de desarrollo infantil.

El entorno que rodea a los niños tiene un impacto en su comportamiento; por lo tanto, puede
cambiar ese comportamiento si modifica el entorno. Si continuamente tiene que decirle "no" a
su hijo de 2 años, busque algún modo de reestructurar el entorno para que haya menos cosas
prohibidas. Esto será menos frustrante para ambos.

A medida que su hijo cambie, tendrá que modificar gradualmente su estilo de crianza. Lo más
probable es que lo que hoy resulta eficaz con su hijo ya no lo sea tanto en uno o dos años.

Los adolescentes suelen buscar más modelos a seguir en sus pares y menos en sus padres.
Sin embargo, no deje de orientar y alentar a su hijo adolescente ni de impartir la disciplina
adecuada mientras que, a la vez, le permite independizarse cada vez más. Y aproveche todos
los momentos que tenga para entablar una relación.

8. Demuestre que su amor es incondicional

Como padre, usted tiene la responsabilidad de corregir y guiar a sus hijos. Sin embargo, la
forma en que expresa su orientación correctiva tiene una gran influencia en la forma en la que
un niño la recibe. Cuando tenga que enfrentarse a su hijo, evite echar culpas, hacer críticas o
buscar defectos; todo esto puede debilitar la autoestima y provocar resentimiento. En cambio,
haga un esfuerzo por educar y alentar, incluso cuando discipline a sus hijos. Asegúrese de
que ellos sepan que, aunque desea y espera algo mejor la próxima vez, su amor es
incondicional.

9. Esté consciente de sus propias necesidades y


limitaciones como padre

Enfréntelo: usted no es un padre perfecto. Como jefe de familia, tiene fortalezas y debilidades.
Reconozca sus habilidades: "Soy cariñoso y dedicado". Prometa trabajar en sus debilidades:
"Debo ser más coherente con la disciplina". Intente tener expectativas realistas para usted, su
cónyuge y sus hijos. No es necesario que sepa todas las respuestas: sea indulgente con usted
mismo.

E intente que la crianza de los hijos sea una labor que se pueda manejar. Concéntrese en las
áreas que necesitan la mayor atención, en lugar de intentar abordar todo a la vez. Admita
cuando se sienta agotado. Quítele tiempo a la crianza para hacer cosas que lo harán sentir
feliz como persona (o como pareja).

Centrarse en sus necesidades no lo convierte en una persona egoísta. Simplemente quiere


decir que se preocupa por su propio bienestar, otro valor importante para que sus hijos tomen
como ejemplo a seguir.
a pautas de crianza no son recetas con las cuales se prepara un buen
niño, estás son diversas de acuerdo a la cultura, a la idiosincrasia
familiar, al contenido social. A pesar de ello se propone a continuación
algunas que deben tenerse en cuenta:

 Conocer y asumir los derechos de los niños, niñas y adolescentes


como responsabilidades que tienen los adultos para garantizar su
buen desarrollo.
 La presencia masculina es importante en el desarrollo de los hijos
y de la convivencia familiar, por tanto no es solo tarea de la madre
educar y criar.
 El buen trato es tener alegría y disponibilidad de tiempo y espacio
para compartir con los hijos y la pareja, el juego, los cuidados, el
acompañamiento en sus labores y el fortalecimiento del vínculo
afectivo. Esto implica mantener una buena comunicación y el
respeto por el otro desde la diferencia, establecimiento de
acuerdos en la pareja en términos de autoridad mediados por el
diálogo.
 Acompañamiento en las diferentes etapas del desarrollo, no es lo
mismo un bebé de 6 meses a un niño de 6 años, cada uno tiene
necesidades diferentes, cada etapa del niño es importante y
merece atención y estimulación.
 Utilizar el juego como una herramienta de aprendizaje donde es
posible desarrollar una forma recreativa de alimentar el espíritu,
desarrollar otras funciones, ejercitar el cuerpo y finalmente ser
feliz. El juego debe ser un modo de implementar valores y generar
creatividad.
 La autoridad más que una forma de dar órdenes es expresar
disciplina con amor. Para ellos es indispensable que la pareja
establezca normas claras desde que el niño es pequeño. Cuando la
norma se incumpla establecer dialogo y definir si amerita una
sanción, si esto sucede es indispensable que se cumpla, cada vez
que damos lugar al olvido y nos quedamos en el prometer vamos
restando puntos a la autoridad. De la misma manera que se
aplica una sanción es indispensable establecer reconocimientos a
las acciones buenas. En el establecimiento de la autoridad es
indispensable olvidarse que ello traumatizara al niño y así mismo
que los golpes serán la manera de lograr en la otra persona
obediencia.

METAS DE DESARROLLO EN LA CRIANZA


a crianza en sí misma debe apostarle a unas metas de desarrollo, es
decir a unos propósitos que faciliten la eficacia de los logros y se
conviertan en una fuerza motivadora, estos son:

 Autoestima: juicio acerca de sí mismo, es la capacidad de


considerar ser capaz de. El concepto de autoestima esta mediado
por el autoreconocimiento (reconocer la corporalidad y la
utilización de herramientas), el autoconcepto (conceptos alrededor
de las partes del cuerpo) y la autodefinición (que piensa de sí
mismo en función de la virtud, la competencia y el poder)
 Autonomía: capacidad para gestar y determinar la propia voluntad
frente a la norma.
 Creatividad: capacidad de crear en lo personal, lo familiar, lo
artístico, lo científico y lo social, logrando un bienestar superior.
 Felicidad: estado de afirmación vital, capacidad de hacer planes o
elecciones que se disfrutan.
 Solidaridad: es la promoción de lo colectivo antes de cualquier
consideración particular, es ceder confianza.
 Salud: es el completo bienestar físico, mental y social, y no solo la
ausencia de la enfermedad.
 Resiliencia: capacidad de salir adelante después o en medio de los
fracasos.

ACTIVIDAD PRÁCTICA

 ¿Qué derechos conocen de los niños, niñas y adolescentes?


 ¿Qué significa la figura paterna en su familia?
 ¿Cómo fue el modelo de trato que tuvo usted en su infancia?
 ¿Cómo están distribuidas las labores en casa, unos participan más
que otros? ¿Por qué?
 ¿Quién pone las norma en la casa? ¿Cómo las asumen los
miembros de la familia?
 ¿Si volvieras a ser niños como te gustaría que te trataran?
 ¿A qué jugabas cuando eras niño? ¿Cómo te sentías?
 ¿Cuál y cuando fue el último juego que compartiste con tus hijos?
¿Cómo se sintieron?
 ¿Cómo era la disciplina en tu casa cuando eras niño?
 Qué opinas de los siguientes refranes: La letra con sangre entra.
Una gota de miel atrae más moscas que un tonel de vinagre.

De las estrategias que se utilizan dentro de la crianza en positivo, se pueden


destacar tres como las más representativas e importantes:
1. La comunicación y la escucha activa, entre padres e hijos. Un niño educado en un
hogar con diálogo abierto, se sentirá importante y valioso. Aprenderá a expresar
sus opiniones y a negociar las normas de casa, desde el respeto y la
responsabilidad.
2. La regulación emocional por parte de los padres. Educar a tu hijo siendo capaz de
controlar tus enfados, te permitirá poder entenderle mejor y enseñarle a regular sus
impulsos. Recuerda que eres su modelo a seguir y que él aprende sólo con mirarte.
3. La disciplina positiva alejada de los castigos, pero centrada en límites y
consecuencias. Se pretende que los niños aprendan a ser auto-disciplinados, por
ejemplo que sean capaces de regular por ellos mismos los caramelos que se pueden
comer cada día. Para ello se dejan de aplicar castigos (que sólo generan sumisión
y miedo) y se comienzan a marcar límites y consecuencias educativas (que aportan
seguridad, estabilidad y responsabilidad).

Este tipo de crianza tiene muchos beneficios en el desarrollo del niño, algunos de
ellos son:

 Aprende a respetar y tolerar a otras personas. Lo que mejorará su forma de


relacionarse con sus compañeros del colegio o con los otros niños del parque.
 Adquiere valores como la responsabilidad, la cooperación y la pro-actividad.
 Regula sus emociones de una forma adecuada, aumentando su tolerancia a la
frustración cuando las cosas no salen como él quiere. Aplicando la crianza
positiva, tu hijo apenas tendrá rabietas y tendrá más habilidades para poder ponerse
en el lugar del otro.
 Mejora su autoestima y la seguridad en sí mismo.
 Aumenta sus logros académicos.
 Resuelve adecuadamente sus conflictos, utilizando el diálogo y la empatía.

Criar en positivo genera, por un lado, niños emocionalmente sanos que se


convertirán en adultos de éxito y, por otro lado, padres sin culpa porque saben que
lo están haciendo bien.

Cómo puedes aplicar en tu casa


la Crianza Positiva
Para que te resulte más sencillo convertirte en una madre que educa en positivo,
he elaborado una pequeña lista con algunos consejos para que poco a poco cambies
tu estilo de crianza hacia uno más eficaz.
 Piensa en las necesidades de tu hijo. Detrás de cada llanto, alegría o tristeza se
esconde algo que te quiere transmitir.
 Sé empática. Ponte en su lugar, intenta comprender su comportamiento sin juzgarlo,
plantéate esta pregunta “¿para qué reacciona así?”.
 Practica la escucha activa. Deja que te cuente sus cosas y cuéntale tú las tuyas.
Fomenta los momentos de diálogo sincero entre los dos, porque así crearás un
vínculo lleno de confianza.
 Marca límites y aplica consecuencias educativas. Hazlo de forma clara y sencilla para
que el niño las conozca y las pueda cumplir. Recuerda que tienes dos artículos en
este blog, uno dedicado a los límites y otro a las consecuencias que seguro te darán
ideas de cómo abandonar los castigos por un estilo educativo más positivo.
 Enséñale a regular y gestionar sus emociones. Ayúdale a poner nombre a las
emociones que siente, enséñale cómo puede identificarlas para después mostrarle
cómo las puede expresar sin hacerse daño él ni hacer daño a otras personas.
 Háblale en positivo. Cambia tus “Noes” por un lenguaje más cercano, cariñoso y
firme. Reformula expresiones del tipo “No grites” por otras más positivas
como“Cariño, tenemos que hablar bajito para poder entender lo que nos
decimos”.

Por último, sólo me queda recordarte que los niños son esponjas que todo lo
absorben y la mejor forma de que aprendan es viendo cómo lo hacen sus padres.
Así que, conviértete en su modelo a seguir, en el espejo donde poder mirarse.

Cuando se establecen límites en casa los niños asimilan aspectos como:

 La organización, saber que todo tiene su momento y su lugar.


 El cumplimiento y aprendizaje de normas de convivencia que les acompañarán el
resto de sus vidas.
 La responsabilidad, asumiendo las consecuencias (tanto positivas como
negativas) de sus conductas.
 El control de sus impulsos y la gestión emocional de sus enfados.
 La generación de una buena tolerancia a la frustración.

Te propongo 10 consejos para facilitar el establecimiento de las normas y su


cumplimiento desde un ambiente tranquilo y seguro:

1. Límites cortos y claros. Si utilizas frases breves con mensajes concretos donde le
digas a tu hijo qué quieres que haga, le resultará más fácil cumplir la orden. Una
orden de este tipo:“Para cruzar la calle hay que darle la mano a mamá”, deja
claro en pocas palabras qué es lo que el niño tiene que hacer.
2. Consecuencias conocidas de antemano. A la vez que marcas un límite es
adecuado indicar cuál será la consecuencia de su incumplimiento. De esta forma,
el niño sabrá qué tiene que hacer y qué pasará si no lo hace. Además, las
consecuencias deben mantenerse a pesar de los llantos y las pataletas.
3. Consistencia en el cumplimiento de las normas. Parece obvio a primera vista,
pero no siempre es tan fácil de llevar a cabo. Si la norma es: primero hacer la tarea
escolar y después jugar con la tablet; hay que cumplirla siempre. Porque si un día
se realiza al revés y no pasa nada, el niño entenderá que no es importante y que va
a poder jugar cuando él quiera, aunque los deberes no estén terminados.
4. Límites consensuados entre ambos padres. Así se evitan discusiones dentro de
la pareja y sobre todo, manipulaciones por parte de los niños. Si las normas y las
consecuencias no son las mismas para ambos padres, los hijos crecerán sabiendo a
cuál de ellos es más fácil convencer para lograr sus deseos.
5. Repetición de los límites. Sobre todo en el caso de niños pequeños porque tardan
más tiempo en asimilar la información, y la repetición facilita que puedan
recordar la norma. No van a obedecer a la primera, necesitan tiempo para aprender
a auto-controlarse. Así que ten paciencia.
6. Límites iguales para todos los hijos. Evitando situaciones de celos o pujas entre
hermanos. Si es necesario marcar diferencias entre los niños por su edad o
momento evolutivo, se pueden explicar. “Tu hermano va a comprar el pan él solo
porque es mayor, cuando tú tengas su edad también podrás”.
7. Rutinas estables. Cuando las normas se repiten de manera consistente se
transforman en rutinas, lo que aporta estructura y seguridad. El niño sabrá que
antes de cenar se baña y después de la cena se acuesta.
8. Firmeza en la aplicación de los límites. Sin gritos, con voz segura y gesto serio.
Bájate a su altura y mírale a los ojos mientras le hablas. Ten en cuenta, que si tu
hijo está teniendo una rabieta no hay posibilidad de diálogo porque la emoción lo
impide. En esos casos, ayúdale a calmarse y después habla con él para que entienda
que tiene que cumplir la norma.
9. Control de tu enfado. Cuando tu hijo no cumple una orden y discute contigo para
convencerte de no hacer algo, inevitablemente te sientes mal y acabas por
enfadarte. Como te decía más arriba, desde el enfado y los gritos no conseguirás
que se asimilen las normas. Perderás autoridad imponiendo castigos basados en el
enfado. Por ello, respira hondo y controla tu ira para poder pensar antes de actuar.
Con tu ejemplo, tu hijo aprenderá a auto-regular sus propias emociones.
10. Refuerzo de los aspectos positivos. Felicita a tu hijo cuando cumple una regla y
refuerza cada pequeño paso que dé para llegar a cumplir la norma. Recuerda que
necesita un tiempo de aprendizaje y a todos nos gusta que nos reconozcan nuestros
éxitos. Estarás favoreciendo que esas conductas se repitan.
¿Qué son los castigos?
Al buscar en el diccionario la definición de castigo, encontramos lo siguiente:

“Pena que se impone a la persona que ha cometido un delito o una falta o ha


tenido un mal comportamiento“.

Así que los castigos son algo que duele, y que son impuestos por otra persona.
Como ves, de la definición no se extrae nada de aprender por qué es una mala
conducta esa acción que se ha llevado a cabo.

Los castigos están basados en la aplicación de efectos punitivos o negativos.


Sirven para modificar la conducta del niño de una forma rápida, aunque poco
duradera.Porque los cambios van a ir encaminados a evitar el castigo y no a
aprender a “portarse bien”. Esto es lo que explica, que por mucho que castigues a
tu hijo no consigas cambiar su conducta, y tu casa se haya convertido en un campo
de batalla.

Otro aspecto a tener en cuenta de los castigos, es que van muy ligados al estado de
ánimo de quién lo aplica.

Por ello, cuando estás enfadado y ya no te queda ni gota de paciencia, castigas de


forma más severa. Lo que me lleva a hacerte la siguiente pregunta: ¿El objetivo
de modificar la conducta de tu hijo es que aprenda a portarse bien? Si la respuesta
es sí, entonces… ¿Por qué el tipo de castigo tiene que depender de TU enfado y no
de SU conducta inadecuada?

Cuando un niño reitera en un comportamiento dañino, y se le castiga


constantemente, el malestar de los padres aumenta. No tanto por la conducta en sí
misma, sino por los sentimientos de rabia e impotencia que genera el no ser capaces
de hacerle cambiar. Si esto está ocurriendo en tu casa, ya tienes la respuesta:
los castigos no funcionan para aprender nuevas conductas, sólo sirven para
controlar la conducta del niño de forma temporal.

Pero además, los castigos tienen una serie de efectos negativos:

 Generan rebeldía en el niño.


 Aumentan los sentimientos de ira e injusticia.
 Bajan la autoestima.
 No enseñan a autorregular la conducta.
 Tienen lo que se llama “efecto rebote”, por el que se tiende a repetir la conducta
que se quiere eliminar.

¿Qué son las consecuencias educativas?


Las consecuencias educativas son las acciones que se toman tanto
para reforzar una conducta y que se mantenga en el tiempo, como
para modificar los comportamientos inadecuados de los niños.

Lo que diferencia las consecuencias educativas de los castigos es,


principalmente, la relación que existe entre el comportamiento a modificar y la
consecuencia. Esta relación permite que el niño adquiera nuevas conductas más
adecuadas y aprenda a responsabilizarse de sus acciones.

Las consecuencias que ayudan a reforzar conductas que el niño debe aprender
son:

 Las alabanzas. Este tipo de frases, acompañadas de una gran sonrisa de


complicidad con tu hijo, harán que se sienta capaz, mantendrán su autoestima a
unos buenos niveles y generarán en el niño una gran motivación interna por hacer
las cosas bien. Un ejemplo de alabanza sería: “Lo has hecho fenomenal cariño,
has dejado la ropa sucia dentro del cesto”.
 Los premios. Este tipo de reforzador también en muy potente, pero hay que usarlo
bien porque se puede correr el riesgo de que el niño cumpla la norma por el regalo
final. Un ejemplo de su utilización sería: “Como en el super no has cogido nada
de las estanterías, te voy a comprar tu chocolatina preferida”.

Mi recomendación personal: si decides utilizar los premios, hazlo juntos con las
alabanzas. De esta manera, fomentarás su motivación interna, que será la que
facilite que la conducta se repita por decisión del propio niño.

Las consecuencias que modifican conductas se aplican cuando el niño


no cumple las normas o límites que se le indican. En estos casos, la función de las
consecuencias es eliminar los comportamientos inadecuados del niño, y
cambiarlos por conductas que le aporten seguridad y buenas habilidades.

Dentro de este tipo de consecuencias se encuentran:


 Las consecuencias naturales. Son aquellas que aparecen de forma natural cuando
se realizan acciones que conllevan un riego, por ejemplo: correr en el borde de la
piscina, resbalar y caerse. La propia situación enseña el peligro. En estos casos,
solo cabe que acojas el dolor que siente tu hijo, que lo cures si es necesario y que,
con mucha calma y comprensión, hables con él para explicarle porqué se ha hecho
daño.
 Las consecuencias lógicas. Son aquellas que has elegido utilizar cuando marcas
límites a tu hijo. Deben ser: inmediatas a la conducta a modificar, coherentes en
intensidad y duración, firmes y aplicables. Además, tienen que estar relacionadas
con la conducta inadecuada. Algunos ejemplos podrían ser:
o Si el niño pinta la pared de su habitación, debe limpiarla.
o Si cuando se quita la ropa sucia la deja en el suelo en vez de colocarla en el cesto,
entonces no se le lavará la ropa.

Utilizar consecuencias lógicas favorece que el niño aprenda:

 Responsabilidad, porque su conducta tiene consecuencias.


 Autonomía, porque le permite tomar sus propias decisiones sobre qué conductas
son adecuadas.
 Autocontrol emocional, porque va a gestionar sus deseos y sus frustraciones.

Pautas para aplicar consecuencias educativas


Para que las consecuencias educativas tengan el éxito esperado, deben aplicarse de
forma correcta. Estas pautas te ayudarán a elegir y aplicar consecuencias lógicas
eficaces:

 Las conductas inadecuadas y las consecuencias deben estar relacionadas.


 Las consecuencias deben ser coherentes con la edad del niño.
 La aplicación de las consecuencias debe ser firme e inmediata, y con un estado
de calma y serenidad.
 El daño que haya podido causar el niño debe ser restituido por el propio niño.
 Al mismo tiempo que se recuerda la conducta deseada, se deja claro cuál es la
consecuencia si no se realiza.

Por último, quiero recordarte que los niños no son máquinas. Así que, es esperable
que se enfaden ante las normas y que no obedezcan a la primera.
Ten paciencia. Repite cariñosamente, tanto la norma como la consecuencia, para
ayudarle a poner en práctica la conducta deseada. Así podrás premiar su buen
hacer.

los riesgos asociados


Estilo de crianza autoritario
Los niños criados bajo este estilo suelen ser sumisos y obedientes, de baja autoestima y en
algunos casos retraídos. En muchas ocasiones, se revelan en contra de las reglas al llegar a
la adolescencia.
Estilo de crianza permisivo
Los niños criados bajo este estilo tienden a ser impulsivos, rebeldes, dominantes, agresivos
y con bajo auto-control y tolerancia a la frustración.
Estilo de crianza pasivo o negligente
Los niños criados bajo este estilo tienden a tener poca autoestima y poca confianza en sí
mismos. Buscan, a veces, modelos inapropiados a seguir para sustituir la figura de sus
padres ausentes.
Estilo de crianza asertivo
Aunque no hay garantía de que no se desarrolle alguno de los riesgos de los estilos
anteriores, pues ello depende también de la personalidad y el carácter del niño, los
pequeños educados bajo este modelo logran desarrollar autonomía, autoestima y confianza
en sí mismos. Son personitas que se esfuerzan por conseguir sus objetivos, saben seguir
indicaciones, son razonables y no se rinden con facilidad. Afrontan las nuevas situaciones
con confianza y entusiasmo. Logran desarrollar buenas habilidades sociales y tienen una
gran inteligencia emocional lo cual les permite expresar, comprender y controlar sus
propias emociones, así como comprender las de los demás.

PRUEBA DE ESTILO DE CRIANZA Y AUTORIDAD

http://www.institutomerani.edu.co/prueba-estilos-autoridad.html
Los expertos del National Responsible Fatherhood Clearinghouse, una organización
norteamericana de Asistencia Familiar da las siguientes recomendaciones para ser un
‘padre 10’.

1. Dedícale tiempo a tus hijos. Dime a qué dedicas tu tiempo y te diré qué amas. Haz
un plan de juegos, salidas, comidas, etc. y separa tiempo en tu agenda para
dedicarte única y exclusivamente a tus hijos; ellos nunca olvidarán esos momentos.
2. No escondas tu cariño. Muchos crecimos en una cultura donde no era costumbre
que el papá demostrara afecto o que participara en la crianza de los hijos, pero
sentir afecto, aceptación y seguridad de parte de un padre ayuda a que los niños
desarrollen una buena autoestima.
3. Crea un ambiente de amor y respeto. Además del cariño hacia tus hijos y el
tiempo que les dedicas, es importante que ellos vean que tú respetas a su madre, ya
sea que tú y ella estén juntos o no. Esto dará a los niños la seguridad y estabilidad
que necesitan para desarrollarse.

Una de las cosas que hacen los buenos padres es animar a sus hijos a siempre dar lo mejor
de sí mismos al tiempo que resaltan sus destrezas y virtudes.
Foto:
123RF

1. Aprovecha cada oportunidad. Convierte los tiempos de comida, quehaceres de la


casa, tareas de la escuela, viajes en el auto y cualquier situación en una oportunidad
más de compartir y enseñar a tus hijos valores como: el amor al trabajo, ser
agradecidos, la honestidad, servicio, trabajo en equipo, reciclar, etc. ¡Hazlo
divertido!
2. Comunícate en forma positiva. Anima a tus hijos a siempre dar lo mejor de sí
mismos y resalta sus destrezas y virtudes. Ellos necesitan tu aprecio y aliento.
Escucha a tus hijos; conoce sus historias, sus intereses y sus temores; déjales saber
que pueden confiar en ti.
3. Lee con tus hijos. Enséñales el amor a la lectura desde muy pequeños. Leer es una
de las mejores maneras de garantizar que ellos tengan una vida de éxito. Ya cuando
entren a la escuela, ayúdales con las tareas; comparte con ellos la alegría de saber y
aprender constantemente.

Los buenos padres se caracterizan por educar con amor y disciplina en su justa medida.
Ponen reglas claras, justas y razonables.
Foto:
123RF

1. Disciplínalos con amor y paciencia. Pon reglas claras, justas y razonables.


Recuerda que el objetivo es que los niños desarrollen un buen comportamiento y
carácter. No dejes que el enojo te domine; si es necesario toma tiempo para pensar
y discutir con tu pareja la mejor manera de corrección que ayude a los niños a
entender la lección y mejorar.
2. Enséñales con tu ejemplo. Tus acciones hablan más fuerte que tus palabras. Tus
hijos imitarán tu comportamiento lo quieras o no. Sé consistente en lo que dices y
haces. Muéstrate ante ellos honestamente como un ser humano con virtudes y
defectos y verás que ellos también aprenderán a confiar en ti y ser honestos
siempre.
3. No los sobreprotejas. Déjalos vivir. Es importante que tus hijos sepan que tu amor
hacia ellos es incondicional y que pueden contar contigo en cualquier circunstancia,
pero ellos también necesitan entender que sus acciones tienen consecuencias y que
sus decisiones, buenas o malas, marcarán su destino.
4. Crea memorias, guárdalas, y compártelas con ellos. Los momentos que estás
viviendo hoy con tus hijos son la historia de tu familia y pasan tan rápido. No dejes
que se te escapen. Toma la foto, graba el video, escríbeles una carta o tarjeta en esas
ocasiones especiales. Compartir estas memorias te ayudará a recordarles de dónde
vienen y guiarlos hacia dónde van en la vida.

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