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Nombre: Allyson Valentina Pabón Negrete

Profesora: Ginna Luque Vizcaíno

Asignatura: Trabajo social familiar

Autobiografía

En la apertura de este trabajo deseo expresar que siempre quise elaborar una autobiografía,
sin embargo, al momento de sentarse y llenar una página completamente en blanco se van
las palabras, se complica cuando uno piensa cuidadosamente como plasmarlo para transmitir
los sentimientos, pensamientos y observaciones de manera estéticamente aceptable sin
perder la esencia.

En fin, como no sé por cual punto empezar escribiré todo lo que recuerde y quiera resaltar de
mi tan corta vida de 19 años, pero que al mismo tiempo fue densa, extensa, tuvo sus propias
dificultades y cuestionamientos, como cualquier otra vida. Comenzaré este trabajo hablando
de mi familia, la cual por parte materna viene de Cartagena mientras la paterna es de Bogotá,
casi no me veo con la primera debido a la distancia entre las ciudades y la segunda es tan
distanciada que pareciera que hubiera todo un país entre nosotros.

Sinceramente, nunca me he llevado bien con mi familia paterna, mis tíos son interesados y
les gusta sacar provecho de mi papá, nunca cuidaron bien de mi abuela hasta su muerte…
Solo a mi papá le importaba ella genuinamente. Bueno, su muerte fue reciente así que aún
me afecta un poco su desinterés y todo el conflicto que creó ese suceso. Por otra parte, me
suelo llevar mejor con la parte materna, aunque mi tío era un arrimado que a pesar de tener
esposa vivía en la casa de mi abuela, exigía comida y no pagaba servicios… Sus hijas son igual
de perezosas y tramposas, ni decir que influenciaron a mis otros primos que ahora también
tienen sus propias embarradas… No que uno sea perfecto, pero al menos intento respetar y
cuidar de mis padres, ser independiente y responder por mis actos.

No es mi intención juzgar, ya que sé que cada uno tiene sus propias circunstancias, que
depende del contexto en el que ellos hayan crecido y vivan lo que los hace comportarse de
una manera en específico, así que intento comprender así no entienda y acercarme a ellos sin
rechazo o predisposición, aunque muchas veces es difícil.

Cambiando el tema, ahora hablaré de mi núcleo familiar, vivo con mis dos padres y mi
hermana, y pues, debo decir que he tenido un mayor contacto con mi hermana… Mi papá era
militar así que de chiquita no lo vi mucho y en general casi no trato con él, siempre que iba a
casa había peleas y mi mamá decía que lo veía tan poquito que no lo reconocía, me pregunto
si esa será la razón por la que se me dificulta tratar con hombres.

Por otro lado, mi mamá trabajaba de profesora, pero dejó su trabajo para cuidarnos, después
de eso se dedicó a la venta de catálogos y también pasaba su tiempo afuera… Ninguno de mis
padres tuvo la paciencia de enseñarme porque aprendía muy lento, a diferencia de mi
hermana que siempre fue muy dotada para los estudios, por lo que mi hermana fue la que
me enseñó y respondió mis dudas académicas.

Cómo se pudieron dar cuenta, soy la menor de la casa, mi hermana me lleva seis años así que
ella era la encargada de lidiar con mis triquiñuelas y travesuras, pasaba la mayor parte del
tiempo conmigo y la llamaban incluso a rectoría cuando yo me metía en peleas. Debí ser una
hermanita muy problemática y difícil de controlar, yo de pequeña era muy agresiva,
peleonera y en general solía bajar mi rendimiento académico por problemas de conducta.

Cuando tenía cuatro años, me citaron para ir al psiquiatra ya que decían que ese
comportamiento era anormal y querían saber la causa, realmente yo creo que exageraban,
sólo era una niña con mucha energía, dispersa y que necesitaba mucha atención… Pero
bueno, cómo me contrastaban con mi hermana que es lo opuesto a mí (callada, tranquila,
poco activa, inteligente), realmente siento que nunca esperaron mucho de mí, así que en
general fui libre de hacer lo que quería, sin expectativas que me ataran de momento.

La verdad es que no era mala en los estudios, el problema siempre fue mi comportamiento,
aunque ya en primaria lo fui controlando, me di cuenta de que le hacía daño a los demás y
realmente no me sabía relacionar correctamente, choque y herí a muchas personas, y aunque
me siento mal por ello al recordar, sé que es parte de aprender a tratar con los demás.

En segundo de primaria conocí a mi mejor amiga, las dos teníamos mucho en común, los
gustos, la situación familiar e incluso pasatiempos… Nunca había conectado tan bien con
alguien, sigue siendo mi mejor amiga actualmente, aunque ya no pasemos tanto tiempo
juntas como antes. Ella estudia medicina y es solo un mes mayor que yo. Fue mi compañera
hasta séptimo, luego se cambio de colegio y pues obviamente desde ahí no la veo tan seguido.

Siguiendo con mi relato, en primaria realmente no era muy consciente de las cosas por las
que pasaba, era feliz con saber que vería a mi mejor amiga en el colegio y que era de verdad
divertido pasar el tiempo con los demás… Pero la verdad, desde los cinco años tuve problemas
de bulimia, no me sentía gorda, pero por alguna razón vomitaba y vomitaba… Recuerdo que
cuando tenia como siete me querían internar en el hospital porque no comía nada, me dijeron
que si vomitaba el almuerzo me iban a hospitalizar… Lo vomité de hecho, pero lloré por miedo
de quedarme sola sin mi mamá ahí, así que le rogué que no les dijera a los doctores y me
llevara con ella a casa, que no lo volvería a hacer… Mi mamá no soportó verme así y me llevó
de nuevo a casa.

La verdad, siempre he tenido un problema con mi cuerpo, creo que actualmente llegué a una
respuesta y balance que expondré más adelante, pero fue una lucha ardua por la que tuve
que atravesar durante toda mi infancia y adolescencia. Siempre me preguntaba como se
debía ver el cuerpo de una niña y una mujer, creía que por alguna razón mi cuerpo era raro y
no era igual que los otros, me fijaba en como se veía mi hermana y lo que hacía mi mamá y lo
cogía de ejemplo para saber “que es ser mujer y como hay que verse”. Lo gracioso es que
cuando tenía como tres años una vez vi a mi papá afeitarse, y pensé que era normal que todos
lo hicieran, así que intente afeitarme y me corte la barbilla.

No tenía una percepción clara entre la diferencia de un hombre y una mujer, yo era mas ruda
y fuerte que las chicas por lo que me solían tratar como un niño, varias veces me confundían
con uno incluso. Los mismos niños me trataban como otro de ellos, y hasta una vez me
preguntaron porque entraba al baño de mujeres. Tenía claro que las niñas eran mas “frágiles”
así que había que tratarlas con delicadeza y eso hacía, aunque nunca me incluí en esa
categoría. Y que en cambio los niños eran mas toscos así que no me contenía y los trataba
muy mal y agresivamente.
Sinceramente ni me explicaba porque debía tapar mi pecho si el resto de los niños lo
enseñaban normalmente, me tomó años, literalmente, saber que era inapropiado y que
estaba mal si alguien accidentalmente se chocaba y tocaba tus pechos, la verdad no le veía
nada malo y varias veces me ocurrió, pero no me ponía enojada porque no veía morbo ni
nada pervertido en ello.

Yo siempre tuve claro que era una chica, cuando me enamoré por primera vez fue de un chico
bastante amable, no era agresivo, era muy divertido estar con él y me parecía que era
diferente a los demás… Sin embargo, me di cuenta de que le gustaban las chicas “creídas”
como les solía llamar, esas niñas que usaban maquillaje y se dedicaban a echar chisme.
Realmente, nunca intenté ser como ellas, no las imité ni nada por el estilo, sólo era feliz con
saber que me gustaba ese chico y ya, no me importaba que no le gustara.

Esto lo cuento porque fue muy importante, pasó cuando tenía once años, en esa etapa de
transición de niñez a adolescencia, y pues pasaron varias cosas debido a ello. La primera fue
que despertó mi lado artístico, comencé a escribir poemas y dibujar porque él me gustaba,
sin embargo, mi mamá una vez encontró estos poemas y dijo “que nadie nunca me iba a amar,
que sólo Dios lo iba a hacer”, y rompí en llanto una noche entera… No entendía porque nadie
nunca me iba a amar y llegué a la conclusión de que no era digna de que me amaran.

Nunca declaré mi amor, cuando entré a sexto me tocó con él en el mismo salón, creo que esto
generó mucha ansiedad y junto con todo el cambio hormonal que conlleva la adolescencia,
realmente me aislé y me sentía muy fuera de lugar a pesar de que estaba con mis mismos
compañeros de siempre, me volví tímida e introvertida, de repente me sentía muy consciente
del sexo opuesto y se me dificultaba relacionarme.

Esto conllevó a una recaída con respecto a los episodios de vómito, me puse terrible, me daba
ansiedad ir al colegio por las mañanas y cada vez me llenaba más de temor las horas de
comida por miedo a vomitar, lo que causaba inevitablemente que vomitara… Todo parecía
un ciclo infernal que me apresaba y me hundía… Mi mamá me excusó durante una semana
del colegio y mejoré, sin embargo, cuando tuve que volver al colegio estos problemas
regresaron… Los médicos no descubrían una causa exacta y no se les ocurrió que fuese
mental.

Luego de mucho tiempo, me di cuenta de que me daba miedo crecer, tenía miedo de que
todo cambiara y realmente fue como si muchas cosas se aglomeraran en mi cabeza… Quería
seguir siendo niña, me aterraba como todos habían cambiado abismalmente de un año para
otro y no pude decirle a nadie lo ajena que me sentía ante todo… Se me venía a la cabeza que
debía actuar más madura, que debía declararme, que no quería estar sola… Pero todos estos
miedos me alejaron incluso de mi mejor amiga, realmente perdí de vista muchas cosas buenas
de esta época por mis propios miedos.

Debí tener una mejor comunicación con mis padres o algún amigo, pero la verdad, por
sucesos que omití por límites de páginas, no confiaba en ninguno de los que me rodeaba en
ese entonces y creía que si iba a orientación les dirían a mis padres que estuve ahí y de lo que
hablamos, y eso definitivamente era algo que no quería.

La verdad, sólo Dios me mantuvo firme de no caer en la desesperación, oraba todas las noches
mientras lloraba porque el día siguiente fuese diferente y que pudiera controlar todas esas
emociones y miedos que me hacían daño… Si no fuera por eso, estoy segura de que me
hubiera rendido totalmente, que me hubiera encerrado en esa cueva oscura y jamás hubiera
salido, él fue mi único apoyo cuando nadie más parecía comprenderme y no tenía palabras
para explicar como me sentía, incluso en ese entonces ni entendía porque estaba en esa
situación, era frustrante…

Cuando pude reunir todas mis piezas de nuevo, mi mamá dijo que ella pensaba que iba a
morir… Esto me sorprendió un poco, realmente no era consciente de como me veían los otros,
aunque reproché este comentario en el fondo sabía que era verdad, estaba muy desgastada.
Luego de esto, llegó el fin de año, fue bastante relajado y pude tener un buen descanso.

En el año siguiente, me dio una depresión terrible, me sentía enojada y triste la mayor parte
del tiempo, comencé a comer exageradamente porque mi mamá dijo que estaba muy
delgada, tanto que engordé diez kilos en un mes. Sin embargo, mi mamá no dijo nada al
respecto y sin importar los esfuerzos que hacía por sentirme reconocida, ella nunca lo hizo.
Comenzaron a criticarme por engordar y comencé a hacer ejercicio excesivo para volver a
bajar de peso y entre otras cosas (excepto vomitar).

Ese año conocí a otras dos buenas amigas, una se fue en noveno y la otra cursó conmigo hasta
once, siento que no comprendían muchas veces mis ataques de furia o bajonazos, pero igual
me acompañaban y apoyaban en lo que podían. Y bueno, los siguientes años fueron
parecidos, realmente seguía sintiéndome mal conmigo misma, me sentía fea, olvidada, que
no merecía ser feliz y que nunca iba a ser amada, me inculcaron además que la amistad no
existía, así que deje de tener expectativas de los demás (cosa que se remarcó al ellos solo
buscarme por notas o favores).

Un problema que tuve al controlar mi comportamiento y destacar por las notas fueron las
crecientes expectativas que tenían de mí, incluso llegué a odiar lo que más me gustaba hacer
que era escribir, todo se me imponía y lo cumplía porque era obligación más no porque me
gustara. Y bueno, en noveno comenzó otra cuestión: “¿qué quieren hacer de proyecto de
grado?, ¿han pensado en el futuro?, ¿Qué les gustaría estudiar cuando se gradúen?”, tema
que generó otro revuelo en mi cabeza.

Realmente, hacía mucho había dejado de pensar en el futuro, de cosa pensaba en el mañana
por mis quehaceres o rutina… La última vez que había pensado en ello me veía como una gran
científica, que era una bióloga que hacía su propio documental en Animal Planet o que
descubriría algo importante para la humanidad, como Einstein o Galileo. Pero todo esto lo
había dejado atrás desde que me prohibieron ver este tipo de canales, ya que creían que mi
terrible fobia a los insectos había sido culpa de un documental sobre los mosquitos, lo cual
era totalmente falso, pero bueno, que se le hace…

En realidad, no tenía idea de que hacer con mi vida, me deprimí aún mas al darme cuenta de
que no podía hacerme una imagen de lo que quería ser o hacer, me hallaba desorientada, sin
futuro decía yo… Y seguían presionando en vez de guiar, como una exigencia, una respuesta
forzada, y pues hacía lo mejor para aparentar que tenía algo planeado cuando la verdad era
que estaba perdida.

Pero bueno, esto sólo generó un nuevo desorden en mi interior, me sentía cómo si me
estuviera quedando atrás de nuevo, como si todos avanzaran sin problemas mientras yo
corría a su sombra… No podía pensar claramente, y me llegué a cuestionar muchas veces si
en verdad quería un futuro. Por mí estaba bien que todo terminara así, no tenía ningún sueño
ni ningún anhelo por cumplir, me sentía vacía y sola.

Fue hasta que en décimo una amiga se quitó la vida, se privó de cambiar, de avanzar… Desde
ahí tengo presente que lo peor que alguien puede hacer es silenciarse a sí mismo, que
mientras uno viva las cosas pueden mejorar, que uno puede hallar felicidad… Ella se quedó
estancada en su dolor y nunca más podría moverse, ver paisajes nuevos o conocer el mundo…
Desde ahí decidí que de alguna manera debía de nuevo reincorporarme y avanzar como
pudiera, así no supiera a donde iba, así me costara o tuviera que arrastrarme, yo iba a lograrlo.

No fue nada fácil, la presión se acrecentó en once con el proyecto de grado y el ICFES, aún no
tenía claro que me gustaba y andaba desorientada (la verdad orientación no ayudó a mucho).
Pero en una visita que hizo un trabajador social una vez, me llamó la atención lo que esta
persona expuso, más su forma de hablar y expresarse, y dije en mi mente “yo quiero ser así
cuando crezca”. Así que le pregunté a la orientadora y ella dijo “que para ser trabajadora
social debía ser sociable y extrovertida”; y a pesar de que era todo lo opuesto a lo que yo era,
yo quería ser así, quería ser diferente, entender a los demás y hacer algo por los otros, brindar
la ayuda y amor que yo hubiera querido tener.

En este mismo año, comencé a salir con mi novio actual, un chico que había conocido en
octavo por internet en sugerencia de un amigo. Él me enseñó muchas cosas nuevas, le
agradezco porque en parte contribuyó a que me aceptara a mí misma, que dejara de fijarme
en todo lo malo que me habían dicho y me abriera de nuevo a los demás, me sentí querida
por primera vez en mucho tiempo y fui muy feliz.

Sin embargo, indirectamente esto creó una nueva fuente de ansiedad ya que no sabía cómo
decírselo a mis padres, mi hermana nunca había tenido novio y mi mamá siempre que le
hablaba del tema decía comentarios bastante hirientes (leyó mi diario varias veces y luego
me encaraba, decía cosas horribles y al final de la rabia yo los quemaba), y mi papá era algo
racista, así que le tomó tiempo aceptar que me gustaba un “negro”. Pero bueno, al final todo
terminó bien y ahora es parte de la familia.

Todo lo anterior formó parte en crear lo que soy ahora, acorde pasaron los años yo fui
comprendiendo y resignificando mi pasado, me di cuenta de que antes de que el resto
creyeran en mí, yo debía creer en mí misma, que la que más me había lastimado era yo y
comencé un proceso arduo por aceptarme tal cual soy física y mentalmente, que la vida no
se controla ni planea, por lo que no necesito todas las respuestas por el momento para
ponerme en marcha, que debo decidir para mí y por mí, que debo amarme para poder amar
de todo corazón y perder el miedo a ser herida o herir, que mi dolor no me había dejado ver
el amor que siempre estuvo ahí, sólo pedía sin dar, sin arriesgarme… Perdí de vista lo que
quería y la virtud que me rodeaba, así que empecé a contemplar de nuevo… Todo para crecer,
madurar y comprender que todo lo que viví fue necesario para ganar el conocimiento que se
ahora.

Y en este punto estoy actualmente, sigo reflexionando y aprendiendo, sigo fallando y


triunfando a mi paso, orgullosa y segura de que no debo ir al paso de nadie más, que no soy
ni debo ser lo que digan los otros que soy.

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