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El género es el significado social que se otorga al hecho de ser mujer u hombre y que define los
límites de lo que pueden y deben hacer la una y el otro, así como los roles, expectativas y
derechos que deben tener. No es una condición basada en las diferencias biológicas de hombres
y mujeres sino una construcción socialmente aceptada que configura normas, costumbres y
prácticas de diversa naturaleza.
La igualdad de género significa que las mujeres y los hombres gozan de la misma condición y
tienen las mismas oportunidades para hacer efectivos el disfrute pleno de sus derechos
humanos y su potencial a fin de contribuir al desarrollo nacional, político, económico, social y
cultural y de beneficiarse de sus resultados.
La UNESCO cuenta con una División para la Igualdad de Género que facilita el empoderamiento
de la mujer y asegura el enfoque de igualdad en todos sus programas y actividades. Esta acción
se logra asegurando una programación de proyectos que atiendan las necesidades específicas
de las mujeres y niñas y aplicando la estrategia de integración de las cuestiones de igualdad de
género de manera transversal en todos los grandes programas de la Organización.
Además, existe una red de puntos focales para la igualdad de género tanto en el seno de cada
sector como en todas las oficinas fuera de la sede, que proporciona asesoría, recomendaciones,
programas de capacitación e investigación a los Estados Miembros con el fin de lograr políticas
públicas para la igualdad de género.
De acuerdo con esta definición, los hombres y las mujeres tenemos iguales derechos y el mismo
valor. Sin embargo, existen todavía prácticas socioculturales que mantienen las diferencias entre
hombres y mujeres. Entender y actuar sobre esta realidad es necesario para garantizar que las
mujeres, las niñas y las adolescentes ejerzan sus derechos y participen plenamente en el
desarrollo del país.
¿Por qué es necesario tener una política de igualdad de género?
De acuerdo con Cepal (2014, pág. 16) las políticas de igualdad de género buscan justicia de
género, mediante la modificación de normas legales o la promoción de la participación de las
mujeres. La justicia de género es el conjunto de medidas que buscan reparar las desventajas que
dan origen a la subordinación de las mujeres, a fin de que participen en igualdad de condiciones
en todas las esferas de la vida. Tiene implícito el principio de igualdad (trato igualitario para
todas las personas) y el principio de igualdad diferenciada (reconoce que históricamente las
mujeres han sido discriminadas).
Está alineada con la imagen de futuro del país al 2030, y con la gran agenda mundial como la
agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y compromisos internacionales, y
con políticas nacionales como el Acuerdo Nacional y el Plan Estratégico de Desarrollo Nacional,
el Plan Nacional de Igualdad de Género, Plan Nacional contra la Violencia de Género, Plan
Nacional de Acción por la Infancia y la Adolescencia 2012-2021, Plan Nacional de Seguridad
Ciudadana 2013-2018, Plan Nacional contra la Violencia de Género 2016-2021, Plan de Acción
en Género y Cambio Climático del Perú, Plan Nacional de Derechos Humanos 2018-2021, Plan
Nacional de Fortalecimiento de las Familias 2016-2021, Proyecto Educativo Nacional al 2021: la
educación que queremos para el Perú. En tal sentido, la política nacional de igualdad de género,
es multisectorial.
• La violencia física y sexual en mujeres víctimas de violencia física y/o sexual en relaciones
de pareja en los 12 últimos años.
DESARROLLO EN EL PERU
Elementos para la formulación de políticas de desarrollo en el Perú :
El Perú ha tenido un buen desempeño desde el punto de vista de los agregados económicos en
los últimos años. Sin embargo, el patrón de crecimiento en este siglo tuvo efectos
marcadamente diferenciados sobre la producción y el empleo debido, sobre todo, al carácter
heterogéneo de la estructura productiva y del mercado laboral.
El estrato moderno, conformado por un reducido grupo de grandes empresas que producen la
mayor parte del PIB, constituyó la CEPAL base del crecimiento del producto y de la productividad
de la economía.
Sin embargo, debido a la falta de integración del aparato productivo, este dinamismo no se
irradió hacia los establecimientos de menor productividad, como las empresas de tamaño medio
y pequeño, lo que limitó el desarrollo de la producción y la productividad de los estratos
intermedio y tradicional, y afectó la utilización de la capacidad productiva, la generación de
empleo de calidad y el desempeño económico global.
La consecuente redistribución de ingresos del trabajo al capital tuvo efectos importantes sobre
los componentes de la demanda agregada y el desempeño macroeconómico. Por una parte, la
menor participación de los ingresos laborales en el total de la economía restringió la expansión
del consumo. Por la otra, la mayor participación del excedente empresarial en el producto se
reflejó en un rápido aumento de la inversión, que se ha concentrado cada vez más en actividades
que pertenecen al estrato moderno, con lo que se refuerza el carácter heterogéneo y primario
exportador del estilo de crecimiento. En estas condiciones, la dinámica de la demanda agregada
provino inicial y principalmente de las exportaciones antes que, de la demanda interna, en la
medida en que la expansión del mercado interno se vio limitada por la menor participación de
los salarios en el producto.
Los postulados básicos se vinculan al hecho de que la política macroeconómica incide sobre la
estructura productiva, que, a su vez, condiciona tanto el espacio disponible para la primera,
como sus efectos sobre la economía. Al mismo tiempo, se trata de reforzar las sinergias entre la
convergencia productiva y la inserción en el mercado de trabajo, con la finalidad de que los
trabajadores y la población en general puedan participar de los beneficios resultantes de este
proceso y así se logre reducir la pobreza y la desigualdad.
Para abordar los objetivos señalados, aquí se propone expandir el papel y el ámbito de la
macroeconomía tradicional más allá de su función de garantizar la estabilidad nominal, para
ponerla al servicio del desarrollo. Para ello, es preciso que en la formulación de políticas
macroeconómicas se tenga una visión más amplia, de estabilidad integral, cuyo alcance no se
limite a la reducción de la inflación y el equilibrio de las finanzas públicas, sino que se extienda
a la esfera real de la producción, incluida la magnitud y estabilidad del ritmo de crecimiento de
la economía y el empleo (FfrenchDavis, 2011). De acuerdo con esta visión, la política
macroeconómica debería incluir objetivos de cambio estructural y de mejora en la distribución
del ingreso, e incorporar como objetivos prioritarios la convergencia productiva y la igualdad.
Como ha señalado Stiglitz (2012), las políticas macroeconómicas no son neutrales en términos
de distribución y en diversas circunstancias favorecen la concentración de ingresos.
En las condiciones actuales, de escaso o menor impulso de la economía mundial, cobran especial
relevancia los lemas de la CEPAL de crecer para igualar e igualar para crecer y del Gobierno del
Perú respecto de que no solo es necesario crecer para incluir, sino también incluir para seguir
creciendo. La caída y falta de dinamismo de la demanda externa obliga a diversas economías
latinoamericanas, entre ellas la peruana, a apoyarse más en el mercado interno para su
expansión. En este caso, la política macroeconómica puede incidir decisivamente sobre la
estructura productiva al afectar, entre otras variables, el monto y la composición sectorial de los
flujos de inversión, que resultan determinantes para la eficiencia dinámica de la economía,
contribuyendo así a un mayor crecimiento sostenible con igualdad.
En este esquema de políticas, el tipo de cambio tiene una importancia central, dado que es el
precio relativo que vincula a la economía nacional con la internacional, una variable esencial
para la sostenibilidad de los equilibrios macroeconómicos y la asignación de recursos
productivos y de consumo de los agentes económicos, entre bienes transables y no transables.
Tanto su nivel real medio como su estabilidad son cruciales. La existencia de heterogeneidad
estructural implica que la inestabilidad del tipo de cambio suele ser regresiva, al tiempo que
tiende a acentuar la intensidad de la heterogeneidad.
Además, dado que la inversión se ha concentrado en los sectores de mayor productividad, esta
tendencia debería revertirse para impulsar un proceso más equilibrado, con mayor participación
de los estratos menos avanzados (intermedio y tradicional) y de mayor productividad en el
futuro. Las políticas macroeconómicas deben tener en consideración la heterogeneidad
estructural existente para lograr nivelar la capacidad de respuesta de diversos agentes a las
señales que proyectan reformas y políticas públicas. La CEPAL plantea que el gran desafío en
esta área de política es generar un entorno macroeconómico más amigable con el
funcionamiento de los productores del desarrollo económico, esto es, un entorno de trabajo y
capital productivo estimulante para la formación de capital y la innovación, con efectos virtuosos
en el empleo y la inclusión social.
facilitar la política monetaria puede dar liquidez a los bancos, pero si el país carece de
mecanismos para distribuir el crédito entre quienes lo necesitan, principalmente las pequeñas
y medianas empresas y las del sector informal, el cambio en la política macroeconómica no
tendrá un efecto positivo en el empleo”.