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Igualdad de Género

El género es el significado social que se otorga al hecho de ser mujer u hombre y que define los
límites de lo que pueden y deben hacer la una y el otro, así como los roles, expectativas y
derechos que deben tener. No es una condición basada en las diferencias biológicas de hombres
y mujeres sino una construcción socialmente aceptada que configura normas, costumbres y
prácticas de diversa naturaleza.

La igualdad de género significa que las mujeres y los hombres gozan de la misma condición y
tienen las mismas oportunidades para hacer efectivos el disfrute pleno de sus derechos
humanos y su potencial a fin de contribuir al desarrollo nacional, político, económico, social y
cultural y de beneficiarse de sus resultados.

Por lo tanto, la inequidad de género -y más específicamente la discriminación sustentada en el


género- es una afrenta a un derecho humano fundamental y un obstáculo para la paz y el
desarrollo.

Unesco y la igualdad de género


Para la UNESCO, igualdad de género significa igualdad de derechos, responsabilidades y
oportunidades para mujeres y hombres y para niñas y niños. Supone que se tengan en cuenta
los intereses, necesidades y prioridades de mujeres y hombres, reconociendo la diversidad de
los distintos grupos de personas.

La igualdad de género es un principio relativo a los derechos humanos, un prerrequisito para un


desarrollo sostenible centrado en las personas y un objetivo en sí misma.

La UNESCO cuenta con una División para la Igualdad de Género que facilita el empoderamiento
de la mujer y asegura el enfoque de igualdad en todos sus programas y actividades. Esta acción
se logra asegurando una programación de proyectos que atiendan las necesidades específicas
de las mujeres y niñas y aplicando la estrategia de integración de las cuestiones de igualdad de
género de manera transversal en todos los grandes programas de la Organización.

Además, existe una red de puntos focales para la igualdad de género tanto en el seno de cada
sector como en todas las oficinas fuera de la sede, que proporciona asesoría, recomendaciones,
programas de capacitación e investigación a los Estados Miembros con el fin de lograr políticas
públicas para la igualdad de género.

Las estrategias correspondientes a cada prioridad sectorial incorporan el carácter prioritario de


la igualdad entre hombres y mujeres, que en cada caso se traduce oportunamente en la cadena
de resultados de los distintos ejes de acción, teniendo en cuenta los objetivos y los resultados
esperados que para cada gran programa se definen en el Plan de Acción de la UNESCO para la
prioridad “Igualdad de género”,

De acuerdo con esta definición, los hombres y las mujeres tenemos iguales derechos y el mismo
valor. Sin embargo, existen todavía prácticas socioculturales que mantienen las diferencias entre
hombres y mujeres. Entender y actuar sobre esta realidad es necesario para garantizar que las
mujeres, las niñas y las adolescentes ejerzan sus derechos y participen plenamente en el
desarrollo del país.
¿Por qué es necesario tener una política de igualdad de género?
De acuerdo con Cepal (2014, pág. 16) las políticas de igualdad de género buscan justicia de
género, mediante la modificación de normas legales o la promoción de la participación de las
mujeres. La justicia de género es el conjunto de medidas que buscan reparar las desventajas que
dan origen a la subordinación de las mujeres, a fin de que participen en igualdad de condiciones
en todas las esferas de la vida. Tiene implícito el principio de igualdad (trato igualitario para
todas las personas) y el principio de igualdad diferenciada (reconoce que históricamente las
mujeres han sido discriminadas).

Las desigualdades de género en el Perú


El documento de la política pública de igualdad de género, menciona que, en el Perú, la
discriminación a las mujeres es estructural y cruza todas las etapas de su vida. Está arraigada en
la sociedad privilegiando lo masculino sobre lo femenino, lo que causa desigualdad y refuerza la
situación de inferioridad o subordinación de las mujeres. ¿Cómo las afecta esta discriminación
estructural? La discriminación, vulnera el derecho que tienen las mujeres a una vida libre de
violencia. La violencia de género hacia las mujeres se manifiesta en distintas formas: acoso
sexual, hostigamiento sexual, acoso político, violencias física, psicológica o sexual, trata de
personas, feminicidio.

La desigualdad vulnera también el derecho a la salud sexual y reproductiva: acceso y uso de


métodos anticonceptivos sobre todo en el caso de mujeres adolescentes, a la educación sexual
integral y a salud integral. Al acceso y participación en espacios de toma de decisión: (en las
elecciones presidenciales, al congreso, a elecciones regionales y locales, el cargo de decisión el
sector público y privado). Los derechos económicos y sociales, que se evidencia en la
desigualdad educativa, desigualdad económica (laboral y productiva) en el acceso, control y uso
de tecnologías de la información y comunicación.2

La política nacional de igualdad de género peruana


Tiene seis objetivos prioritarios:

• Reducir la violencia hacia las mujeres

• Garantizar el ejercicio de los derechos a la salud sexual y reproductiva de las mujeres

• Garantizar el ejercicio de los derechos económicos y sociales de las mujeres

• Reducir la incidencia de los patrones socioculturales discriminatorios en la población

• Reducir la incidencia de los patrones socioculturales discriminatorios en la población.

Está alineada con la imagen de futuro del país al 2030, y con la gran agenda mundial como la
agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y compromisos internacionales, y
con políticas nacionales como el Acuerdo Nacional y el Plan Estratégico de Desarrollo Nacional,
el Plan Nacional de Igualdad de Género, Plan Nacional contra la Violencia de Género, Plan
Nacional de Acción por la Infancia y la Adolescencia 2012-2021, Plan Nacional de Seguridad
Ciudadana 2013-2018, Plan Nacional contra la Violencia de Género 2016-2021, Plan de Acción
en Género y Cambio Climático del Perú, Plan Nacional de Derechos Humanos 2018-2021, Plan
Nacional de Fortalecimiento de las Familias 2016-2021, Proyecto Educativo Nacional al 2021: la
educación que queremos para el Perú. En tal sentido, la política nacional de igualdad de género,
es multisectorial.

Al 2030, la política recientemente aprobada espera reducir y la discriminación estructural que


afecta a las mujeres en nuestro país, de acuerdo a los siguientes indicadores:

• Tolerancia social de la violencia hacia las mujeres

• La violencia física y sexual en mujeres víctimas de violencia física y/o sexual en relaciones
de pareja en los 12 últimos años.

Asimismo, aumentar la participación política de las mujeres congresistas y alcaldesas, la tasa de


paridad de los ingresos de mujeres y hombres y transversalizar el enfoque de género en las
instituciones públicas.

El seguimiento y evaluación del cumplimiento de los diferentes compromisos de los sectores


involucrados, está a cargo del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables.

DESARROLLO EN EL PERU
Elementos para la formulación de políticas de desarrollo en el Perú :

El Perú ha tenido un buen desempeño desde el punto de vista de los agregados económicos en
los últimos años. Sin embargo, el patrón de crecimiento en este siglo tuvo efectos
marcadamente diferenciados sobre la producción y el empleo debido, sobre todo, al carácter
heterogéneo de la estructura productiva y del mercado laboral.

El estrato moderno, conformado por un reducido grupo de grandes empresas que producen la
mayor parte del PIB, constituyó la CEPAL base del crecimiento del producto y de la productividad
de la economía.

Sin embargo, debido a la falta de integración del aparato productivo, este dinamismo no se
irradió hacia los establecimientos de menor productividad, como las empresas de tamaño medio
y pequeño, lo que limitó el desarrollo de la producción y la productividad de los estratos
intermedio y tradicional, y afectó la utilización de la capacidad productiva, la generación de
empleo de calidad y el desempeño económico global.

Como consecuencia, se amplió la brecha interna de productividades y el grado de


heterogeneidad estructural, que ya era elevado a comienzos del período, continuó aumentando
durante esos años. Por otra parte, el carácter heterogéneo del mercado laboral se reflejó
principalmente en que solo una pequeña fracción de los ocupados —los pertenecientes al
estrato moderno, con alta productividad y relaciones laborales adecuadas— se benefició del
aumento de la productividad y los salarios, mientras que el resto siguió formando parte de un
amplio segmento de la fuerza de trabajo en actividades de muy baja productividad, lo que tiende
a generar una mayor desigualdad en la distribución de ingresos. Ello condujo también a que la
participación de los salarios en el producto fuera baja y decreciente en el período.

La consecuente redistribución de ingresos del trabajo al capital tuvo efectos importantes sobre
los componentes de la demanda agregada y el desempeño macroeconómico. Por una parte, la
menor participación de los ingresos laborales en el total de la economía restringió la expansión
del consumo. Por la otra, la mayor participación del excedente empresarial en el producto se
reflejó en un rápido aumento de la inversión, que se ha concentrado cada vez más en actividades
que pertenecen al estrato moderno, con lo que se refuerza el carácter heterogéneo y primario
exportador del estilo de crecimiento. En estas condiciones, la dinámica de la demanda agregada
provino inicial y principalmente de las exportaciones antes que, de la demanda interna, en la
medida en que la expansión del mercado interno se vio limitada por la menor participación de
los salarios en el producto.

Dado que la persistencia de la heterogeneidad productiva a la que conduce el patrón de


crecimiento económico limita tanto el crecimiento como las posibilidades de reducir la
desigualdad, se enfatiza en la necesidad de un cambio en la estructura productiva y del mercado
laboral para que la economía peruana avance hacia un patrón de crecimiento con igualdad.

En este contexto, a continuación, se proponen algunos elementos para la formulación de


políticas que permitan expandir las posibilidades de crecer más y con mayor igualdad,
avanzando hacia un patrón de desarrollo inclusivo en el Perú. Se trata de políticas relacionadas
con el desempeño macroeconómico, productivo y laboral para lograr un patrón hacia un
desarrollo inclusivo de rápido crecimiento, con menor heterogeneidad estructural y más
desarrollo productivo, cuyo dinamismo tenga efectos positivos sobre el empleo, la distribución
del ingreso y la inclusión social.

Los postulados básicos se vinculan al hecho de que la política macroeconómica incide sobre la
estructura productiva, que, a su vez, condiciona tanto el espacio disponible para la primera,
como sus efectos sobre la economía. Al mismo tiempo, se trata de reforzar las sinergias entre la
convergencia productiva y la inserción en el mercado de trabajo, con la finalidad de que los
trabajadores y la población en general puedan participar de los beneficios resultantes de este
proceso y así se logre reducir la pobreza y la desigualdad.

1. Políticas macroeconómicas para el desarrollo


Lograr un proceso de crecimiento económico sostenido como el propuesto, requiere una visión
de largo plazo en el diseño de la política macroeconómica, que integre explícitamente las
políticas de estabilización nominal y real con los objetivos del desarrollo. Además de expandir la
tasa de crecimiento, se trata más bien de apuntar a un crecimiento orientado a enfrentar los
desafíos que han caracterizado a la economía peruana, incluidas la heterogeneidad estructural,
las brechas de productividad, la inversión, la desigualdad y la exclusión social.

Para abordar los objetivos señalados, aquí se propone expandir el papel y el ámbito de la
macroeconomía tradicional más allá de su función de garantizar la estabilidad nominal, para
ponerla al servicio del desarrollo. Para ello, es preciso que en la formulación de políticas
macroeconómicas se tenga una visión más amplia, de estabilidad integral, cuyo alcance no se
limite a la reducción de la inflación y el equilibrio de las finanzas públicas, sino que se extienda
a la esfera real de la producción, incluida la magnitud y estabilidad del ritmo de crecimiento de
la economía y el empleo (FfrenchDavis, 2011). De acuerdo con esta visión, la política
macroeconómica debería incluir objetivos de cambio estructural y de mejora en la distribución
del ingreso, e incorporar como objetivos prioritarios la convergencia productiva y la igualdad.
Como ha señalado Stiglitz (2012), las políticas macroeconómicas no son neutrales en términos
de distribución y en diversas circunstancias favorecen la concentración de ingresos.

En cuanto a sus fundamentos, la macroeconomía del desarrollo parte de la constatación de que


el entorno y las políticas macroeconómicas tradicionales, como la política fiscal, cambiaria y
monetaria, no solo afectan la dinámica de corto plazo, sino también la trayectoria y calidad del
crecimiento de largo plazo a través de sus efectos en la tasa de inversión, la productividad, la
dinámica de las exportaciones, la innovación y la dinámica del mercado laboral. Esto lleva a
repensar la dinámica y la interrelación entre el corto y el largo plazo. Por ello, de acuerdo con
esta visión de las políticas macroeconómicas, los desafíos van mucho más allá de la necesidad
de estabilizar el ciclo y deben centrarse, en gran medida, en la dinámica de largo plazo.

Como se ha planteado en CEPAL (2010), la reducción de la heterogeneidad estructural es una


variable determinante para alcanzar el desarrollo —que, por definición, es inclusivo— y la
igualdad. La heterogeneidad presenta profundos desafíos respecto del diseño de las políticas
macroeconómicas; se sostiene que, si ello no se tiene en consideración, suele fracasarse,
simultáneamente, en el logro del crecimiento y de la igualdad. De allí que se proponga que las
políticas macroeconómicas deben contribuir a la igualdad social y a impulsar un dinamismo
económico que transforme la estructura productiva, dos objetivos que no son excluyentes.

En las condiciones actuales, de escaso o menor impulso de la economía mundial, cobran especial
relevancia los lemas de la CEPAL de crecer para igualar e igualar para crecer y del Gobierno del
Perú respecto de que no solo es necesario crecer para incluir, sino también incluir para seguir
creciendo. La caída y falta de dinamismo de la demanda externa obliga a diversas economías
latinoamericanas, entre ellas la peruana, a apoyarse más en el mercado interno para su
expansión. En este caso, la política macroeconómica puede incidir decisivamente sobre la
estructura productiva al afectar, entre otras variables, el monto y la composición sectorial de los
flujos de inversión, que resultan determinantes para la eficiencia dinámica de la economía,
contribuyendo así a un mayor crecimiento sostenible con igualdad.

El principal desafío de la macroeconomía para el desarrollo propuesta es el diseño de una nueva


caja de herramientas que identifique el conjunto de políticas que concilien la estabilidad con un
mayor dinamismo en el crecimiento de largo plazo, que lleve a la inclusión social y la igualdad.

De acuerdo con este enfoque de macroeconomía para el desarrollo —concentrado en las


políticas fiscales, monetarias, cambiarias y de mercado de capitales, incluido el sistema
financiero nacional—, el crecimiento será llevado a su frontera potencial y al logro de los
objetivos de estabilidad integral, incluidos el nivel de precios, macroprecios y demanda agregada
de acuerdo con el nivel del PIB potencial. La política fiscal resulta fundamental en referencia a
la determinación del nivel. Esto fue expresado por el presidente Ollanta Humala en un mensaje
a la nación, el 28 de julio de 2013. El caso del Perú de actividad a lo largo del ciclo, que a su vez
impacta sobre el gasto de inversión, en particular al definir el volumen de inversión pública,
aunque no exclusivamente. La política monetaria actúa, entre otras cosas, mediante su impacto
en los macroprecios, que, al incidir sobre las rentabilidades relativas entre bienes transables y
no transables, o entre sectores con diferentes exigencias en materia de financiamiento, afectan
la dirección del gasto de inversión.

En este esquema de políticas, el tipo de cambio tiene una importancia central, dado que es el
precio relativo que vincula a la economía nacional con la internacional, una variable esencial
para la sostenibilidad de los equilibrios macroeconómicos y la asignación de recursos
productivos y de consumo de los agentes económicos, entre bienes transables y no transables.
Tanto su nivel real medio como su estabilidad son cruciales. La existencia de heterogeneidad
estructural implica que la inestabilidad del tipo de cambio suele ser regresiva, al tiempo que
tiende a acentuar la intensidad de la heterogeneidad.

En virtud de la necesidad de alcanzar un dinamismo económico que transforme la estructura


productiva, se propone orientar las políticas macroeconómicas para que favorezcan la inversión,
en especial en los sectores transables generadores de eslabonamientos, con lo que se
contribuye a un cambio estructural que conduciría a un mayor crecimiento sostenible con
igualdad. De allí que un objetivo básico de la política propuesta sea contribuir al aumento de la
formación de capital, lo que, de acuerdo con las proyecciones relacionadas con los escenarios
de desarrollo de la economía peruana, debería expresarse en un incremento del coeficiente de
inversión del 25% actual a un nivel permanente cercano al 30%. Este incremento es crucial para
mantener el elevado crecimiento histórico del producto del Perú en torno al 5,9% en el largo
plazo y así satisfacer los requerimientos de la convergencia productiva de los diferentes estratos
de la producción hacia el umbral del desarrollo. Como se plantea en CEPAL, varios motivos
justifican la necesidad de que la política macroeconómica asigne una atención prioritaria al
impulso de la inversión, contribuyendo además a crear las condiciones para la diversificación de
la estructura productiva. Se debe considerar que en el futuro es probable que el aporte al ingreso
disponible de los productos básicos de exportación sea menor y que sea necesario diversificar
la estructura productiva e impulsar nuevos ejes de crecimiento en un contexto de incertidumbre
en el cual la coordinación de inversiones públicas y privadas puede dar lugar a externalidades
importantes. También es necesario tener en cuenta que la inversión es uno de los canales. El
crecimiento histórico del producto del Perú corresponde al crecimiento medio anual del PIB del
país en el período 2000-2015, clave para el progreso tecnológico y el aumento de la
productividad, condición necesaria para el crecimiento y la competitividad de largo plazo.

Además, dado que la inversión se ha concentrado en los sectores de mayor productividad, esta
tendencia debería revertirse para impulsar un proceso más equilibrado, con mayor participación
de los estratos menos avanzados (intermedio y tradicional) y de mayor productividad en el
futuro. Las políticas macroeconómicas deben tener en consideración la heterogeneidad
estructural existente para lograr nivelar la capacidad de respuesta de diversos agentes a las
señales que proyectan reformas y políticas públicas. La CEPAL plantea que el gran desafío en
esta área de política es generar un entorno macroeconómico más amigable con el
funcionamiento de los productores del desarrollo económico, esto es, un entorno de trabajo y
capital productivo estimulante para la formación de capital y la innovación, con efectos virtuosos
en el empleo y la inclusión social.

En materia de inversión, la heterogeneidad en el acceso al financiamiento refuerza las


desigualdades en capacidades productivas e inserción en mercados ampliados, lo que constituye
un círculo vicioso que hace que las unidades productivas de menor capital se vuelvan
vulnerables y tengan dificultades para crecer. De allí que sea preciso establecer un desarrollo
financiero que enfrente la marcada asimetría vigente entre los diversos agentes económicos.

En este contexto, el diseño y la construcción de un sistema financiero inclusivo y dedicado al


financiamiento productivo requiere expandir y desarrollar el instrumental disponible para
administrar los riesgos, mejorar el acceso y alargar los plazos de financiamiento. Esto también
exige potenciar el papel de las microfinanzas, que deben desempeñar una función relevante en
la mejora del acceso de los hogares y las microempresas a los servicios financieros. Por este
medio, es posible combatir la gran desigualdad entre unidades empresariales en materia de
acceso a los recursos de inversión necesarios para la convergencia productiva.

En suma, se trata de priorizar la vinculación del sistema financiero al proceso de inversión


interna y a la economía interna más que a los mercados financieros externos, procurando
desconcentrar el poder económico mediante mecanismos de financiamiento inclusivo que
privilegien el acceso de las empresas de menor tamaño. Ahora bien, como ha señalado la OIT
(2012) “…se requieren mecanismos institucionales específicos en cada país a fin de zanjar la
brecha entre las políticas macroeconómicas y los resultados en materia de empleo. Por ejemplo,

facilitar la política monetaria puede dar liquidez a los bancos, pero si el país carece de
mecanismos para distribuir el crédito entre quienes lo necesitan, principalmente las pequeñas
y medianas empresas y las del sector informal, el cambio en la política macroeconómica no
tendrá un efecto positivo en el empleo”.

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