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Ill. Cémo descolonizar las ciencias sociales Rodolfo Stavenbagen* © Rodolfo Stavenhagen. 1971. -Decolonializing Organization, vol. 30, no. 4, pp. 333-357, Chicago, Ilinois, Estados Unidos. Traduecién de Carmen Cinta, Publicado en.R, Stavenhagen, Sociologia y Subdesarroifo, EXitorial Nuesto Tiempo. Mexico DRCA97D 7 Stavenbagen precisé el cardcter politico de la préctica de la antro- _pologta social: reiters la imposibitidad de una ciencia libre de valores. y la necestdad del desarrollo de wna teoria capaz de explicar -aun sin comprobaciones de cardcter empirico- lo que es ta sociedad en toda su complejidad. Analizé la necesidad de abordar el problema del acceso al conocimiento social por parte de los sectores sociales que mas ur- gentomente lo requieren, » que son los sectores mds estudiades por los cientificos sociales, y enfatiz6 el comipromiso idleoligico del cientifico soctal frente a las sttwaciones de injusticia y marginalidad mediante su ‘participacién en los procesos de cambio social. Destacé la necesidad de camit&ar la naturaleza y calidad de la investigacion, modificando las reglas del quehacer cieniifico Gnvestigar, publicar, ensenar), aceptan- do que ta teoria implica orientaciones valorativas, haciendo que el co- nocimiento de los sectores estudiadtos tlegue a éstos. Todo lo cual signt- fica deselitizar y desmisificar la ciencta social, con el fin de asegurar ‘su uso para fines bumanitarios. El conocimiento que produce ol clen- Hifico social, escribe, -puede y debe volverse un instramento para el cambio que, mediante el despertar y desarrollo de la conciencia criti- ca creativa, capactte a los que no tienen poder, a los oprimidos y colo- nizados, a cwestionar primero, luego a subvertir, y modificar el sistema existente. Para ello, el axtropélogo debe pasar de ser observador parti- cipante a ‘observador militanto" » Introduccién. 5 ‘Tal vez corresponda al destino de las ciencias sociales no sélo el que deban reflejar las formas dominantes de la organizacién social de su época sino también —como lo han hecho desde que se desprendieron del pensamiento social y politico de la Itustracién— que deban conver- firse en medios importantes para la expresién de las contracorrientes ra- “dicales y de la conciencia critica que estas mismas formas de organiza- cién han originado. Esta relaci6n dialéctica entre las ciencias sociales y la sociedad logra penetrar en los papeles conflictivos y frecuentemente ambiguos que los cientificos sociales, como individuos, se ven forzados a desempefiar en la sociedad moderna, Uldmamente ha sido necesario en algunos circulos eriticar a la an-| tropologia en general, y a su variedad aplicada en particular, por sus li gas con el colonialismo y el imperialismo. Considero que ello es una}, medida saludable, ya que la relaci6n hist6rica entre el colonialismo y el imperialismo como sistemas internacionales de dominaci6n y explota- cién, por un lado, y por otro el uso de la ciencia social en la administra- cién del imperio, han pasado inadvertidos o ignorados, Ya no puede descuidarse por mas tiempo, y se ha vuelto claro para muchos de no- sotros, que los métodos, las teorfas, las diferentes «escuelas de pensa- miento-, los mismos objetos de estudio y observaci6n en antropologia y n otras disciplinas sociales han estado profundamente coloreados por esta relaci6n historica Permitaseme agregar desde nego que estoy profundamente con- vencido de Jas muy importantes contribuciones que la antropologia y las otras ciencias sociales han hecho al progreso del conocimiento, i dependientemente de sus distintas relaciones con el colonialismo y el imperialismo, y particularmente al conocimiento de y sobre los llama- dos paises subdesarrollados. ‘También soy uno de los que reconocen la Los amuntos tratados en este aniculy mo son nl nuevos ni originales, y el au- tor €s consciente de pisar tesras ya labradas, Simplemente esperamos contribu al gran debate quc ha tenido lugar en las ciencias sociales en adios recientes ¥ al cual than contribuido muchos colegas de varias diseiplinas y de diferentes paises, Véase, por ejemplo, la discusién de Berreman y otros (1967), y entre los sociSloges latino” americanos el debate entre Orlando Fals Borda y Aldo Solari en la revista Aportes, 19681972 9 profunda coriente de humanismo, progresismo, liberalismo y radicalis- mo que ha caracterizado al desarrollo de la antropologia, y aun algunas de sus variedades colonialisticas. Asi, me parece igualmente equivoca- do negar las evidentes relaciones historicas entre el colonialismo y la antropologia (0 en entre el imperialismo y la llamada sociologia del desarrollo) —asunto que se sittia en el campo de la sociologia del co- nocimiento— como simplemente tratar estas disciplinas como auxilia- 1¢8 de la dominacién colonialista o imperialista. Porque es precisamente de la ciencia de la sociedad de donde han. brotado las mas vigorosas criticas a los sistemas coloniales, a Ia domi- naci6n imperialista, a las estructuras politicas totalitatias y a la sociedad de clases burguesa. Han surgido nuevas generaciones de cientificos so- Giales radicales —-principalmente en el Tercer Mundo—, quienes cues- tionan algunos de los supuestos bisicos sobre los cuales parece estar asada 1a ciencia social en los paises industriales. Aun ast, se debe re- conocer que estos mismos cientificos sociales son un producto del modo como la ciencia social en general se ha desarrollado. Creo que debemos ver estos problemas desde dos angulos: los usos © la aplicaci6n del conocimiento sociocientifico en general, y la pricti- | ca profesional de la ciencia social aplicada, Usos del conocimiento sociocientifico Come todo conocimiento, ¢l conocimiento sociocientifico forma parte de la herencia cultural de la humanidad, Esta ahi para ser usadoo aplicado por aquellos que puedan y sepan utilizarlo. Aun cuando los cientificos sociales pueden ser responsabilizados parcialmente del uso que se da a los conocimientos que ellos imparten, pueden hacer muy poco para controlar realmente el proceso si permanecen dentro de las reglas establecidlas del juego cientifico Gnvestigas, publicar, ensefan). Son las reglas cel juego las que deben ser cambiadas. Creo que el pro- blema depende de dos factores importantes: la naturaleza y calidad de Ja investigacion y la difusiOn de la informacién a usuatios potenciales. Pero estos dos aspectos estan intimamente ligados, y se condicionan uno a otro. 40 Los estudios antropoldgicos soh cominmente criticados por estar interesados en sociedades, parciales de pequena escala, y se asegura que este enfoque no les permite ver problemas y relaciones mas am- plios, necesarios para un entendimiento significativo de la realidad. La critica radical exige un enfoque global en términos de unidades sociales © globales y de sociedades totales. Sin embargo, no es suficiente afirmar simplemente que los campesinos o tribus o comunidades rurales estan integrados a conjuntos més amplios (una verdad que desde el principio no se les ha escapaclo a los antropélogos). La labor de Ia antropotogia es descifrar los mecanismos que relacionan la tradicional unidad de es+ tudio antropolégica con una sociedad mis amplia, descubrir las rela ciones ¢ interconexiones mutuas, analizar rupturas, conflictos y contra-, dicciones. Esta no es una cuestion de ideologia, como algunos pensa-| rfan, sino de metodologia, de investigacion y de una teoria adecuada, | En general, la antropologia —al concentrarse en los fenomenos de pequefia escala, en lo aislado, en lo tradicional—no ha manejado satis- factoriamente los aspectos te6ricos involucrados en estos vinculos y Jones. Poc6s antropologos qué han llevado a cabo trabajo de campo entre tribus primiivas © campesinos han tenido una teoria —ni siquie- ra una orientacién teorética geheral— qué les aude 4 explicar tales vin- culos. Al contrario de los soci6logos y politélogos, los antropologos no han prestado mucha atencidn a la interpretacién de las sociedades na- cionales, de las que estudian s6lo aspectos parciales. Generalmente han sido bastante ingenuos en lo concerniente a estructuras sociales nacio- nales © a sistemas mundiales. (No me refiero a estudios de culturas na- cionales 0 sobre el cardcter nacional, que son bastantes numerosos.) De hecho, los estudios antropoldgicos en los paises subdesarrollados han estado demasiado ligados a fa cultura, en las dos acepciones de este tér- mino. Por un lado, a pesar de guienes afirman lo contrario en nombre del relativismo cultural, siempre que se consideran problemas de cam- bio social encontramos modelos lineales basados en el supuesto de que la modernizaciéon-y el desarrollo Revarin necesariamente 4 algin tipo de estructura social similar a la sociedad capitalista industrial de clase media y de consumo de la que nosotros mismos somos parte. Por otro lado, al acentuar, y muy frecuentemente al deificar la cultura como con- cepto, la antropologia ha sido incapaz de manejar los problemas invo- lucrados en el anilisis de sistemas sociales totales. 4 as teorias sobre sociedades nacionales (0, para el caso, sistemas mundisles) desde luego no son falsas © verdaderas en ningan sentido absoluto; son simplemente mas o menos importantes al intentar expli- car adecuadamente un atimero de hechos observables y sus interrela- ciones. A mi juicio, ninguna de las teorias existentes se puede verificar © probar directamente (en el sentido de laboratorio que les gustaria a al~ gunos »puristas cientificos.), Necesariamente reflejan la orientacion de valores dle aquellos que las utilizan, pero en su capacidad para explicar Conjuntos de hechos particulares serdn a la larga més 0 menos adecua- das. ¥ esto desde nego tiene que ver con lo que queremos explicar. La prictica profesional de la ciencia social Nos permitimos recordar la discusi6n, hace algunos afios, entre Ro- bert Redfield y Oscar Lewis, sobre la interpretacion de la estructura so- cial del pueblo mexicano de Tepoztlin. No podemos, de seguro, afir- ‘mag que una de las interpretaciones opuestas es verdadera y la otra fal- sa, Slo podemos decir que ciertos hechos parecen estar mejor explicados por una interpretaci6n que por la otra, Una discusi6n simi- Jar —con importantes implicaciones para los programas de accién— se ha originado en torno al concepto de «resistencia del campesino al cam- bio» (véase Huizer, 1970). EL que aceptemos las teorias que intentan ex- plicar el -conservadurismo campesino> o prefiramos aquellas que su- brayan la -rebeldia campesinas dependera de nuestra orientacién de va- lores, y nuestra selecci6n, a su vez, determinara la importancia que atribuyamos a las diferentes clases de datos empiticos. En cierto nivel de generalidad, las teorias sobre estructuras social y dindmica.de las fuerzas sociales nd, pueden ser sometidas.a prueba en el sentido inmediato; solamente permanecerdn o se derrumbarin en la perspectiva histérica, Mas correctamente deben ser consideradas como paradiamas. Yo iia un paso mas adelante, parafiascando un antiguo consejo popular anglosaj6n: la prueba de ia teoria esta en la praxis. Lo que quiero decir con esto es que, a la larga, cualquier teoria de la socie- dad, y particularmente del cambio social, sera estimada por su utilidad | como instrumento de accién en manos de grupos sociales organizados. 42 Carlos Marx lo formulé de ésta'thanera: -La teoria se convierte en una fuerza material tan prongo como arraiga en las masas. Esto condu- ceal problema de 1a ideologia y las orientaciones de valores en celacién con la teoria: una teoria valida empfricamente se convierte en conoci- miento (no en «verdad» en sentido absolute); el conocimiento es nece- sariamente relativo, a veces ambiguo, y esta sujeto a revision constante; puede convertirse en ideologia cuando se utiliza como guia para la ac~ ci6n; y si es convalidado por la praxis (Z.e., por la accién organizada y con fines especificos de grupos sociales) deja de ser una «mera: teoria y se convierte en realidad social. Se puede decir contra este argumento que lleva la trampa de la profecia que se cumple a's misma. No creo que esto deba desanimarnos, porque si aceptamos qué e] hoinibre no es solamente una criatura ciega de las fuerzas hist6ricas, sino que también moldea su propia historia, con las limitaciones que esta misma historia Je impone, entonces la profecia que se cumple a si misma se convierte en una de las muchas fuerzas dindmicas que la humanidad utiliza para forjar su futuro, 2Qué significa esto, en.términos concretos? Tomando in ejemplo de Ia antropologia, generalmente se est de acuerdo en que los programas de desarrollo de la comunidad no tienen tanto éxito como deberian (o se convierten en completos fracasos) porque son incapaces de promo- ver realmente la participaci6n de la comunidad. Y esto es asf porque s€ basan en supuestos equivocados, que se derivan de orientaciones teo- réticas caadas,, sobre la estructura social de las comunidades nura- Jes y sus ligas. mas amplia, Especificamente, ignorin o hacen a un lado los patrones de dominacién, las estructuras de poder y el potencial de conflict entre grupos sociales situados en posiciones distintas (4.¢., clases sociales), a nivel local y regional, si es que no per- pettian de hecho (como es el caso frecuentemente) fas mismas desi- gualdades que pretenden remediar. Sin embargo, cuando se actaran los problemas en torno a los cuales se libra la lucha social (porque han sido identificados y analizados adecuadamente —y generalmente no por el ientifico social sino por las mismas partes interesadas), entonces las co- munidades (0 una buena parte de ellas) si se convierten en fuerzas di- namicas para el cambio social progresista, Recuérdese el potencial de | movilizacion de los campesinos en tomo de fa reforma agrasia en la ma- yoria de los paises latinoamericanos. 43 las teorias sociales comtinmente manejadas han sido incapaces de hacer frente a estos fenémenos, y generalmente se pide tardiamente a los cientificos sociales que expliquen ex post lo que deberia haber sido claro desde el principio, Por esto sostengo que la teorfa social mas fruc- if .quella que puede set comprobada no mediante una verifica- ici, 3iNo. mediante la resolucton prictica y cotidiana de pro- -blemas de la vida real, Estos problemas pricticos son una preocupaci6it crecienté para los cientificos sociales de todo el mitindo, ¥ nos imponen -la necesidad de examinar el problema de ls relacion entre el investiga- “dor y la sociedad mas amplia dentro de la cual acti. .__ Siempre me emocionan los prologos a las monografias publicadas sobre América Latina, en los cuales el agradecido autor expresa su re ~conocimiento a Don Simpético, a Dofia Gracias y a los demas habitan- tes serviciales de San Pedro o San Miguel (o cualquiera que sea el nom- bre del barrio o del pueblo), sin cuya colaboraci6n y hospitalidad el es- tudio no se habria escrito nunca. Pero qué tan frecuentemente estas comunidades y estos serviciales informantes cuyas vidas son puestas al .desnudo tan cuidadosamente por expertos investigadores Hegan real- “mieiffe 4 condcer los resultados de la investigacion? Se hace algtin es- _fuer26 para cahalizar las conchisiones cientificas y los resultados hacia ellos, para traducir nuestra jerga profesional a conceptos cotidianos que la gente pueda entender y delos cusles pueda aprender algo? :Y, sobre todo, resultados a los cuales ellos puedan contribuir por medio del di logo? No seria.recomendable: que las instituciones patrocinadoras, en colaboracién.con.los.investigadores, realizaran.esfuerzos para asegu- arse de que los resultados de Jos estuclios se liberasen de las ligas de las Publicaciones especializadas, Jas. bibliotecas.de las universidades 0 el olvido de.los archivos gubemamentales? ;Pueden los libros sobre los ‘campesinos ser sometidos a la atenci6n de las organizaciones campesi- nas, y ser discutidos con ellas y utilizidos por ellas? Puede hacerse que los estudios sobre migrantes urbanos ayuden a los sindicatos ya las aso- ciaciones voluntarias locales a entender mejor y por Io tanto a resolver sus problemas? ¢No pueden los estudios sobre movimientos sociales, re- beliones y revoluciones populares ser despojados de sus adornos cien- tificos y eruditos y ponerse a disposicisn de los propios revolucionarios? Supongo que el valor cientifico de esos trabajos es suficiente como para merecer ese proceso de deselitizacion. Sin embargo, no siempre es éste el caso. No estoy seguro Ue'tque mucho de la produccién antropo- logica sobreviva a la conffontaci6n crucial con su objeto —transforma- do en tal caso de objeto én sujeto activo—. No s6lo nos enfrentamos a la necesidad de un proceso de deselitizacién, sino también de desmisti- ficaci6a, y aqui tiene una responsabilidad primordial el investigador. (Hace algunos afios, C. Wright Mills propuso esto en La imaginacién so- ciolégica, pero me atreveria a decir que slo unos cuantos cientificos sociales han seguido su proposicin.) Opinién de los grupos estudiados por antropélogos Es una triste reflexion sobre el estado de nuestro arte el que en fas’ poquisimas ocasiones en que miembros de los grupos estudiados por | antrop6logos tienen la oportunidad de hablar de nuestra profesién, sien- | ten la necesidad de hacerlo en los términos menos halagiefios. Aparte el: | ingenio de su autor, una reciente opini6n de un lider de indios nortes- | mericanas en cl sentido de que su pueblo habia sido maldecido mais que | ningGin otro en la historia porque tenfa antropOlogos, clebe hacer pensar~ a muchos (Deloria Jr, 1969: 83). ¥ seria equivocado encogerse de hom- bros ante esto. Frecuentemente me he preguntado qué quedaria de con- ceptos tales como ef de cultura de la pobreza, creado por los cultos y fos ricos, si los pobres tuvieran algo que decir en el diagnéstico de sus pro- pios problemas (sobre esto, véase Valentine, 1968). © cules serfan los resultados cuando campesinos encogidos salieran al encuentro de antro- pOlogos entrones sobre bases iguales (véase Erasmus, 1969), En el Africa negra de habla francesa los intelectuales y los estudian- tes tienden a calificar a los cientificos sociales extranjeros visitantes (es- pectalmente a los franceses) segtin su grado de descolonizacin mental, 1 EL antropdlogo Erasmus encontes, at estudiar a los campesinos del Estado de Sonora, que la gente distingue entre los encogidos., que son cxmpesinas timidos, pa sivos y sin mucha iniciativa, y los entrones, gue son dinamicos y emprendedores, En materia de desarrollo econémico, Erasmus va 2 estos dltimos y ha erigido el sindrome de encogico» en un concepto general que supuestamente consttuye un obsticulo para eldesurrllo, 45 antes de empezar a juzgar su capacidad profesional. En estos paises la identificacion del colonialismo con Ia etnotogia es tal que el solo nom- bre y la naturaleza de la disciplina estan desprestigiados y son rechaza- dos por muchos africanos. (Véase Jaulin, 1970, y Copans, 1971, para-una critica de la etnologia neocotonial francesa.) Divulgacion de los resultados Sin embargo, én la mayoria de los casos los investigadores de las co- munidades académicas (pasticularmente cuando regresan a su propio pais) pueden hacer relativamente poco pars regular el uso o la malver- saci6n (9 simplemente, el no aprovechamiento) de los frutos de su I bor, Frecuentemente se oye decir entre grupos radicales que las inves tigaciones sociales s6lo siren a los gobiernas represivos, a kas clases explotadoras oa los imperialistas. Algunos cientificos sociales radicales ius jOvenes se niegan, en consecuencia, 4 publicar Sus trabajos y hasta a hacergnvestigacion, Aun cuando algunas veces es ciertamente nece- sasio demorar 0 impedir la publicaci6n de Ios resultados de una inves- Ligacion debido al dao que pueden causara los grupos que son abje- to de lz misma, los que toman esto como cuestion de principios sin plemente se radicalizan tanto que quedarin fuera de toda actividad socio-cientifiea importante. Me parece que el punto aqui es salvar a la

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