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griegos
Introducción
El origen de la palabra ética proviene de la raíz griega “ethos”, que en sus inicios significó el
“origen”, y que fue cambiando con el paso del tiempo hasta referirse a la manera de un
individuo, resultado de sus experiencias. La ética, como disciplina, estudia la coherencia
existente entre lo que son los actos del ser humano, basados en un sistema de valores
previamente adquirido y después pasado por el tamiz de lo que es bueno o malo, según los
conceptos dados por la moral, y de esta forma calificar los actos del ser humano (Martínez et.
al, 2011). Expresado de otra manera, la ética busca una armonía y coherencia dentro de las
acciones del ser humano, mientras que la moral, califica los actos de una persona, sobre bases
de creencias religiosas, conocimientos sociales y experiencias.
Contrario a los sofistas, Sócrates tenía una posición centrada en el famoso texto de los diálogos
de su discípulo Platón, el cual se puede sintetizar de la siguiente forma: la virtud está dada por
el conocimiento, de esta forma, una persona será virtuosa si tiene conocimiento y así sabe de
qué se trata la virtud, solo así puede discernir entre el bien y el mal. Así pues, el mal es fruto de
la ignorancia. De esta manera, basado en el pensamiento socrático, la educación es lo que
constituye la virtud, y esta puede hacer que la gente sea y actúe conforme a la moral.
El filósofo alemán Martin Heidegger, citado por Leslie White (1982) planteaba que no existía un
concepto de moral basado en el conocimiento y la virtud (entendida como verdad divina),
aunque alguno puede surgir en el futuro. En este orden de ideas, afirmaba que los seres
humanos se hallan solos en el Universo, por lo que no hay un Dios, ni vida eterna. En
consecuencia, tienen que realizar y asumir las consecuencias de sus actos y decisiones éticas en
un conocimiento constante de la muerte como fin último de la vida. Por lo tanto, lo bueno y lo
malo se debe reflejar en la vida terrenal, no en la vida eterna (dada por la religión).
En la ética de la virtud, los conceptos y las calificaciones morales surgen del interior del
individuo. Es decir, las acciones del individuo están dadas con respecto a las reglas que regulan
su comportamiento en la sociedad y en los lineamientos morales que rigen sus acciones y
pensamientos internos. El concepto de maldad aparece como la ignorancia de estas reglas. Por
tanto, los individuos son autónomos de regular sus acciones, únicamente basados en lo que
ellos consideran que está bien o mal. A partir de allí se empiezan a calificar las acciones y de
esta forma aparece el concepto de lo que se conoce como la “virtud”, que no es más que la
calificación de lo que está bien o mal en las acciones de un individuo.
2.2. Hedonismo
Es el principio de la ética que rige todas las actitudes y comportamientos del ser humano,
tomando como base la búsqueda constante del placer y el rechazo del dolor. De esta forma,
todas las actuaciones de los seres humanos se basan en este principio y los lineamientos éticos
que rigen sus acciones van dirigidos a la consecución de estos preceptos. Por medio de esta
búsqueda, el individuo se permite seguir solamente los caminos que lo llevan a una consecución
del placer; por este medio se puede alcanzar la perfección de los actos, ya que lo que genera
placer en un individuo es el acatamiento de las reglas y la acción moralmente buena.
2.3. Estoicismo
Para la escuela estoica, el mayor bien y anhelo del ser humano es la consecución de la alegría y
la serenidad por medio de la realización de la observación y la aceptación de los sucesos de la
vida del ser humano, conforme van ocurriendo. De esta forma, los estoicos toman la vida con la
aceptación total de los hechos, y sus parámetros éticos están dados bajo el supuesto de aceptar
todos los sucesos de la vida, de una forma tranquila, lo que genera alegría y aceptación. Así
pues, por medio de una visión estoica de la vida, el individuo lleva un camino ético, cumpliendo
los parámetros que el estoicismo brinda a su vida, es decir, esta corriente de la ética le permite
al individuo llevar un patrón de conducta en sus actos que le permite vivir de una manera
tranquila y feliz.
2.4. Utilitarismo
Dentro de esta corriente, el precepto ético del ser humano se centra en que su búsqueda
principal debe ser la consecución del bienestar general. Es decir que, por medio de las acciones
basadas en un altruismo moral de ayuda a los demás, se comprende el concepto ético del bien.
El altruismo moral es el concepto que debe regir la vida de los individuos y si todos los
individuos rigen sus patrones de conducta buscando un altruismo moral (el bienestar general),
entonces la sociedad podrá vivir de manera organizada y armónica.
2.5. Deontología
La deontología se centra en que un acto está bien, siempre y cuando se ciña y se atenga
estrictamente a las normas previamente establecidas en la sociedad. Es decir, que en la medida
que un individuo realice sus actos y estos sean acordes con las leyes, normas o acuerdos
existentes, estos serán siempre moralmente aceptables, es decir, serán buenos. De esta forma,
la ley es la línea que rige los actos del ser humano y es el ordenador de la sociedad. Cuando la
ley es cumplida y dada a la sociedad como un ordenador, la vida de los individuos mejora en su
calidad y se logra un estado de realización plena de la condición humana.
2.6. Consecuencialismo
2.7. Pragmatismo
Según el pragmatismo, lo ético y lo que está moralmente bien son los actos que están acorde
con las costumbres sociales imperantes alrededor del individuo y con las leyes que han
permitido que estas costumbres sobrevivan a lo largo del tiempo. Es decir, los individuos actúan
de manera ética y moral si sus acciones están acordes con las costumbres de cómo se han
hecho las cosas. Aquí en esta interpretación del concepto de ética, la tradición es fundamental,
ya que las acciones de los individuos se basan en las tradiciones que han heredado las
sociedades, por medio de la costumbre. Así pues, si las cosas se hacen de un modo determinado
en la sociedad, estas están bien y no hay motivo alguno por el cual deban cambiar.
2.8. La tradición judeo-cristiana
3. El individuo y la ética
Teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto y tomando la definición de Manuel Velásquez, el
actuar de forma ética se puede definir como: “una cuestión de no seguir los propios
sentimientos. Una persona que sigue sus sentimientos puede alejarse de lo que es correcto. De
hecho, los sentimientos con frecuencia se apartan de lo que es ético” (Velásquez, 2004).
De esta forma, a pesar de que los seres humanos tenemos una complejidad dentro de la
estructura de la construcción de nuestros valores éticos y morales, es importante y muy
pertinente también tener en cuenta que somos un cúmulo de sentimientos, aprendizajes y
experiencias que hacen que nos comportemos de una forma determinada frente a diversas
situaciones. Estos comportamientos están dados en parte por las tradiciones, enseñanzas,
aprendizajes, leyes y códigos éticos, así como también hay un gran componente emocional que
dirige nuestras actuaciones.
En este orden de ideas, la ética conlleva al estudio y la razón del individuo sobre la realidad que
lo absorbe y lo rodea. De esta forma, es necesario definir algunas características de la ética.
• Es general, es decir, al encontrar los supuestos, estos se convierten en ideas mucho más
tangibles: virtudes, cualidades, normas, leyes, mandamientos o reglas para el buen vivir del
individuo.
• Actúa dentro del plano del debate y la controversia, es decir, la ética está siempre sujeta a
debates y reformulaciones de sus preceptos.
• Actúa como una forma de conciencia. Siempre sobre el plano del “deber ser”.
• Centra su observación sobre los conceptos morales, es decir, sobre lo que está bien y lo
que está mal.
4. Relativismo ético
Teniendo en cuenta las características éticas anteriormente expuestas, ahora es importante
centrar el análisis en el individuo. En este orden de ideas, aparece el relativismo ético, el cual se
refiere a que la orientación ética de los individuos corresponde directamente a la orientación y a
los modelos dados y permeados por la cultura a la que pertenece, es decir, el relativismo moral
habla y se centra sobre la subjetividad del individuo como forma particular de observar sus
actos y de relacionarse con el mundo y la sociedad a su alrededor.
De esta forma, sus actos dependen de lo que para el individuo y la sociedad está bien o mal, en
donde no hay unos parámetros firmemente establecidos que definan claramente lo que se
acepta y lo que no. Es decir, los individuos se comportan con unos parámetros éticos flexibles,
basados en una moral que se rige por las conveniencias personales. En otras palabras, se actúa
según lo que le conviene.
Así se hace visible el concepto del relativismo, dado en la medida que la variedad de conceptos
planteados por las normas sociales y las reglas de las comunidades, hacen que esta visión sea
comúnmente extendida y aceptada.
Al parecer, este concepto del relativismo ético es muy aceptado actualmente en la sociedad,
ya que libera al individuo de la responsabilidad moral sobre sus acciones, ya que estas están
ligadas directamente a la conveniencia de estas sobre los actos que realiza el individuo en la
sociedad.
• Lo que está bien o mal, en términos morales, depende de la sociedad en donde se apliquen
estos conceptos.
• Si está bien o mal, será relativo al tipo de sociedad de la cual el individuo sea parte.
• Las normas y acuerdos no son de orden homogéneo en su aplicación para todos los
individuos de la sociedad. • Los modelos y acuerdos éticos están influenciados por
factores externos y ambientales, lo cual hace que su aplicación sea relativa a las
particularidades en donde se aplican y a la variedad de los individuos.
Esta concepción, debido a sus características, ha tenido gran aceptación por las sociedades
post – modernas, en donde no existe una realidad, sino una multiplicidad de percepciones de
la realidad. Y estas percepciones se deben adaptar también a las normas morales y a los
preceptos éticos de la misma sociedad y de los individuos. Estos son los principios de lo que
conocemos como la ética occidental, vigentes desde la implantación de estos principios en la
antigüedad y reformulada actualmente para analizar la realidad en consideración de lo que
está bien o mal, o de cómo se deben dirigir las acciones; esto es lo que se conoce como la crisis
de la ética occidental.
Se podría hablar actualmente de una “crisis de valores éticos”, pero en realidad no se trata de
una crisis, sino de una reconfiguración del paradigma de la sociedad moderna. Es decir,
actualmente los valores tradicionales deben ser reconfigurados y observados de otra forma,
para que estos respondan a las necesidades éticas y a los nuevos retos morales que está
imponiendo la sociedad actual.
5. La ética en América Latina
En América Latina, como en todo el mundo, la globalización es el modelo que impera dentro de
la construcción de la economía, las leyes, la cultura y las políticas sociales. También hace que la
producción local y los valores propios hayan sido desplazados por valores y prácticas traídas
desde los centros de poder político y económico y no han sido acoplados ni adaptados a otras
sociedades..
Aunque es pertinente recordar que la moral y la ética son considerados como valores de
aceptación y aplicación universal, en América Latina, la aplicación de estos valores no es dada
de manera uniforme ni equitativa, ya que aplica a los individuos según su ubicación social, su
estatus, su poder económico y hasta sus características sociales y demográficas.
Algo que en la práctica se ha mostrado como la exclusión y las brechas de inequidad presentes
actualmente en el continente, y que ha frenado el desarrollo hacia una sociedad realmente
incluyente y justa para todos.
Referencias bibliográficas
Fidanza, E. (s.f.). La jaula de hierro cien años después. Consideración acerca de una metáforna
perdurable. Buenos Aires, Argentina: Universidad de Buenos Aires.
Martínez, J., Fernandez, P., Serrano, M. J., Pérez, C., Prestel, C., Sánchez, Ó., & Royo, S. (2011).
La dimensión moral del ser humano. España: Cidead.
Contenido
:
3 Los empleados como eje fundamental de la empresa
4
5 La sociedad civil y la empresa
Introducción
Los manuales de ética son la base de la arquitectura organizacional de las empresas. En
otras palabras, toda empresa debe proponer una serie de acciones particulares, claras y
definidas que generan líneas de conducta que se transformarán a su vez en las buenas
prácticas empresariales.
Siguiendo con esta medida, los accionistas y propietarios de las empresas son los garantes
naturales de que se cumplan todas las disposiciones éticas en las empresas. De esta forma,
los códigos y manuales éticos son correspondientes a las necesidades particulares de las
empresas y características únicas de las organizaciones.
Así las cosas, los accionistas y directivos de la empresa se ven incluidos de manera total
dentro del devenir de la empresa y su futuro será ineludiblemente el mismo que tome la
empresa, de esta manera se garantiza la sostenibilidad en el tiempo de la organización. De
este modo, dentro de los códigos éticos de las empresas, los accionistas están obligados a
crear la empresa y mantenerla como una organización destinada a generar beneficio tanto
económico, como de bienestar social.
En primer lugar, hacer con entereza, responsabilidad y de manera ética las funciones
asignadas dentro de la empresa; de esta forma se puede dar cumplimiento a lo estipulado
dentro del código ético y de igual manera cumplir de manera efectiva e íntegra con todo lo
establecido dentro del código. Así mismo, es de suma importancia mantener siempre los
canales de comunicación, con respecto al estado real de la empresa por medio de los
informes y los estados financieros. Así, con el cumplimiento de estas disposiciones, se evita
la tergiversación de la información financiera previendo futuras quiebras de la empresa.
Por último, dentro de las funciones administrativas inscritas en los códigos éticos de las
empresas está mantener la confidencialidad de todos los datos y la información, tanto de
empleados como de la estructura organizativa de la empresa y cumplir con todas las
obligaciones financieras y pagos de salarios de los empleados de la empresa. Estas acciones
se deben realizar en coordinación con planes de ascensos y sucesiones dentro de las
estructuras jerárquicas de la empresa, de manera que todos estos procedimientos sean
realizados de manera transparente y ordenada acorde con los intereses de la organización.
Esta relación debe estar cimentada única y exclusivamente dentro del buen trato y la
calidad de sus productos. Es importante decir que nunca se buscará recibir dádivas, regalos
o cualquier soborno por parte de ellos para un trato preferencial en la contratación. De
esta forma se busca mantener la más alta calidad de los productos y servicios ofrecidos
para que los resultados finales sean del total agrado de los consumidores.
Al igual que los proveedores, la relación con la competencia debe estar cimentada sobre los
mismos principios básicos; entre ellos está no influir de manera diferente a la dinámica
natural del mercado. Así mismo, es importante que jamás se deben realizar prácticas
basadas en la trampa, ocultamiento de información o cualquier práctica que se pueda
catalogar como desleal en la relación con los competidores. Uno de los principales temas
en la relación con la competencia de la organización es NO capturar clientela por medio de
procedimientos no éticos y de trampas o cualquier otra forma catalogada como ilegal y
antiética.
Por otro lado, es necesario generar y fortalecer las normas que mantengan la claridad
dentro del papel de los empleados, responsabilidades y deberes dentro de la empresa.
Siguiendo con esta ruta, es indispensable mantener siempre las normas de higiene y aseo
dentro de las instalaciones de la empresa. De esta manera, se fortalece la inclusión a las
actividades laborales de la empresa de las personas con cualquier discapacidad física o
mental, que puedan ejercer sus labores dentro de la empresa. Y se favorece la participación
de los empleados dentro de los programas sociales y de bienestar general de la empresa.
De esta las acciones inscritas en los códigos de ética son el eje fundamental para que una
empresa siempre esté centrada en la sostenibilidad y sustentabilidad, la adopción y
mejoramiento de las buenas prácticas empresariales y también la relación transparente y
veraz con los miembros de la organización.
Etapas de un plan de
comunicación La corrupción
dentro de las empresas
estratégica
Contenido
4 El fenómeno de la corrupción
:
que se presenten situaciones en las que la honestidad y las buenas costumbres dejan
de ser las bases que priman en las relaciones comerciales. Los casos de mayor
relevancia, tanto a nivel nacional, como internacional, que han tenido como base los
hechos de corrupción, expresados en el uso inadecuado de los recursos, las
relaciones y de los procesos internos, llevaron a grandes pérdidas económicas, así
como de reconocimiento y de posicionamiento de marca de las empresas.
Como ya se ha visto anteriormente, la ética rige los principios dentro de las acciones de
los seres humanos y pretende regir los destinos y cimentar las bases de las acciones de
las empresas. Así como lo expresa Adela Cortina:
La organización debe tomar conciencia de qué valores y metas deben orientar sus
decisiones, porque son las que le ayudarían a ir conformando una identidad, un carácter
propio de la organización. Y también que la organización, como tal, debe hacerse
responsable de sus decisiones y de las consecuencias previsibles que de ellas se sigan
(1998).
De esta forma, las organizaciones y empresas actuales son más conscientes de los
retos y también de las obligaciones que conlleva generar una tradición y unas
costumbres para aplicar la ética empresarial dentro de las mismas. Y esta es una
relación recíproca que hace que la sociedad y las leyes exijan mantener un
comportamiento responsable, transparente y honesto, tal como lo expresa Domingo
García Marzá:
Una empresa es ética cuando las políticas, decisiones y acciones que adopta, así como
las consecuencias y efectos de las mismas respecto a los intereses y valoraciones en
juego, podrían ser aceptadas por todos los implicados y afectados, presentes y futuros
(y preferibles a las consecuencias de las posibles alternativas conocidas) (2002).
De esta forma, para que se constituya una cultura de la ética en la empresa, y para que
la organización transmita valores éticos y forme una educación ética dentro de sus
empleados es imprescindible que exista una estrategia y unos lineamientos que hagan
que esté relacionada con sus valores. Y de esta forma crear en los empleados el
sentido del deber y el orgullo de pertenecer a la organización, en otras palabras, crear
sentido de pertenencia dentro de las directivas y empleados de la empresa.
Así mismo, las empresas y organizaciones son responsables por las acciones y
directrices que tienen y llevan a cabo. Así pues, una empresa que se comporta de
forma ética, valora los riesgos y también tiene en cuenta las consecuencias que sus
acciones puedan tener, procede a partir de la transparencia y de la claridad, para que
no haya duda alguna de sus acciones.
Debido a que los casos de corrupción han tenido un incremento considerable, no solo a
nivel nacional, sino internacional, la importancia de replantear, de retomar los valores
de la ética empresarial ha vuelto a estar dentro del debate público.
Así pues, las empresas han debido tomar cartas en el asunto y tomar medias para que
los valores éticos sean tomados de una manera mucho más estricta y directa dentro de
las organizaciones y esto se hace por medio de la creación e implementación de los
manuales éticos.
4. El fenómeno de la corrupción
Dentro de la organización empresarial y debido a la asignación de roles específicos
dentro de las empresas, es una práctica común que algunos individuos se aprovechen
del poder que deviene del ejercicio de sus funciones. Pero esto va totalmente en
contra de los valores de cualquier organización. Dichos individuos aprovechan su
posición para distorsionar de manera clara las normas y prácticas que regulan el
comportamiento dentro de la empresa para su propio beneficio, bien sea en términos
económicos o de ascenso y contactos internos o externos a la organización.
La corrupción, en sí, es un fenómeno mucho más complejo que debe ser tomado de
manera más profunda, y que debe ser visto desde diferentes ópticas. Una de ellas es
observar el papel del Estado y de las empresas con respecto a este fenómeno, otra es
la ineficiencia de las entidades tanto públicas, como privadas. Todo lo anterior se basa
en la prestación de un servicio deficiente, los individuos buscan suplir sus demandas y
necesidades de manera rápida y que se cumplan a cabalidad sus expectativas. De esta
forma, buscan distorsionar los caminos y los conductos regulares que dicta la ética, y
toman vías ilegales para acceder a sus objetivos.
Otro punto por analizar es el monopolio generalizado del Estado dentro de los
procesos a todo nivel, lo cual hace que no haya posibilidad de un control horizontal o
de un proceso de veeduría por parte de la sociedad civil o de las empresas. De esta
forma, entre menos se conozcan los procesos por personas ajenas a las organizaciones
mayores posibilidades habrá de crear casos de corrupción.
Es por esto que se puede concebir a la corrupción como ascenso social y económico de
manera rápida y efectiva, lo cual ha generado cierta tolerancia, y hasta admiración
frente a las personas que han hecho acciones catalogadas como corruptas.
¿Sabía qué...?
El tráfico de influencias, lo que coloquialmente es conocido como
“palanca”, es una práctica muy extendida y aceptada dentro de la
sociedad colombiana, y ha generado que la tolerancia frente al
fenómeno de la corrupción sea mayor.
Frente a este tema la ciudadanía debe presentar medidas de control efectivas que
hagan más difícil que la corrupción se presente al interior de las organizaciones. De
esta forma, la transparencia de la información obtenida por la ciudadanía es
indispensable, es decir que los medios de comunicación deben informar los sucesos
políticos, económicos y sociales de manera rápida, clara y directa, ya sea concerniente
a organizaciones públicas o empresas.
Contenido
:
2 Las acciones a realizar para la sostenibilidad empresarial
3 La economía social
Introducción
Los conceptos tradicionales a partir de los cuales las empresas han venido desarrollando
sus labores han cambiado notablemente y han pasado de la búsqueda de los beneficios
económicos a la contemplación de diversos factores que han complejizado la relación con
el mercado, con la sociedad y con el medio ambiente.
Este concepto no está solamente ligado a las grandes empresas y multinacionales, sino que
también se ha empezado a entender que las pequeñas y medianas empresas tienen un rol
fundamental dentro del desarrollo y la implementación de la sostenibilidad y
sustentabilidad ambiental. Así pues, las pequeñas empresas son también llamadas a hacer
este tipo de cambios dentro de la concepción ética de las empresas y comenzar de este
modo la transformación social.
Estos obstáculos son cada vez más insalvables debido en gran medida a que se presentan
en sociedades pobres o en pequeñas empresas, generando un terreno propicio para la
aparición de la informalidad y la evasión. Para hacerle frente a estos problemas es
necesario una actuación profunda y decidida que favorezca la aparición de un entorno que
ayude a las empresas a adoptar políticas responsables y que sean sostenibles en el tiempo,
es decir, adoptar políticas públicas, leyes y un marco jurídico que permita incrementar las
inversiones de las empresas, siempre manteniendo un equilibrio en el que sin perder su
salud financiera, la sociedad encuentre el apoyo suficiente para su desarrollo. De esta
forma, es pertinente estimular a las empresas a mejorar en prácticas de formación y
capacitación, a través del acceso a la tecnología, de creación de centros de formación
tecnológica en las comunidades y de proyectos de financiación de proyectos productivos.
Otra acción imprescindible en este caso es la formación destinada a las mujeres, ya que
ellas siempre han estado en desventaja social y competitiva con respecto a sus pares
masculinos. Esta formación debe estar centrada en el acceso a crédito y a la financiación,
es decir, al acceso y a la posterior utilización adecuada de los servicios financieros.
Es también muy importante hacer un llamado a las instituciones financieras para que
adapten su portafolio de servicios a las necesidades reales de este mercado, es decir,
que brinden servicios y productos adecuados a la condición económica y social. Así
pueden impactar positivamente en su condición social y económica y generar un
crecimiento económico y de influencia social de la población femenina dentro de la
comunidad.
3. La economía social
El concepto de economía social se basa en la producción de bienes y servicios por medio
del encadenamiento de intereses comunes. En otras palabras, es una economía que puede
desarrollar sus objetivos basándose en las acciones solidarias de la sociedad. Esto hace que
las empresas tomen acciones responsables, con el fin de favorecer el crecimiento de la
sociedad, logrando así la creación de empresas socialmente sostenibles, mediante el
fortalecimiento de un marco institucional que favorezca nuevas formas de cooperación y
corresponsabilidad entre los estados y el sector privado.
Cuando una empresa tiene unas prácticas que incluyen de manera directa y participativa a
las comunidades genera un reconocimiento inmediato por su labor en todo el entorno
social. Este reconocimiento se traduce en la aceptación de las políticas y prácticas de la
empresa dentro de las comunidades y también se demuestra por medio de la construcción
de un “buen nombre”, que genera recordación, reconocimiento y aceptación en la
sociedad, pero también en los consumidores, socios y la población en general.
Por medio del cumplimiento de todas las prácticas que favorecen el desarrollo sustentable
y sostenible de una empresa, la calificación para acceder a préstamos en el sector
financiero también mejora, ya que los valores éticos que contienen las prácticas
empresariales de responsabilidad social cubren a toda la sociedad, y las entidades
financieras valoran estas prácticas como puntos decisorios dentro de la calificación para
acceder a préstamos y servicios financieros.
El principio básico de la sostenibilidad a largo plazo está dado sobre la condición de una
sociedad que crece de manera adecuada, donde sus demandas y necesidades se ven
efectivamente satisfechas y donde existe un diálogo colaborativo entre las empresas, las
instituciones y la sociedad. De esta manera se puede establecer que las empresas que
cumplen con estos lineamientos aseguran en buena parte una continuidad en el futuro y
un establecimiento sólido dentro de la sociedad para el cumplimiento de su labor
productiva.
Conclusión
Contenido
A medida que los valores y las buenas prácticas, incluidas dentro de la Responsabilidad
Social Empresarial RSE, son implementadas, los índices de productividad
necesariamente tienden a incrementarse, ya que como base de las buenas prácticas
empresariales aparece la cooperación e interdependencia entre las comunidades y las
organizaciones, porque para la organización es de vital importancia el bienestar de las
comunidades y por ende de los individuos.
Estas acciones generan la credibilidad suficiente para que la empresa sea reconocida y
aceptada dentro del entorno empresarial y organizacional. Es decir, cuando la
organización es respetuosa y observa la totalidad de los derechos de las personas, de las
comunidades a las que su actividad afecta, del medio ambiente y de la sociedad en su
conjunto. Con esto se genera una imagen favorable y positiva que proyecta una
reputación, la cual le garantiza mayor sostenibilidad en el tiempo, en términos
financieros y de inversión, reduciendo riesgos y previniendo situaciones que pueden
afectar la actividad de la empresa, generando una mayor agilidad para reaccionar y
adaptarse a los cambios exigidos por el mercado y generando mayor confianza y
credibilidad, no solo en el mundo empresarial, sino en la sociedad en general.
La Responsabilidad Social Empresarial no es un concepto basado en la filantropía, como
puede ser comúnmente confundida, no se busca que las empresas conviertan su labor
en obras de beneficencia o en organizaciones sin ánimo de lucro, ya que dentro de la
esencia de una empresa está el principio de la rentabilidad. Pero el concepto de
Responsabilidad Social Empresarial sí implica que las empresas adopten una postura
responsable y consciente acerca del impacto de sus actividades en la sociedad y en las
comunidades.
Así pues, el concepto de Responsabilidad Social Empresarial es una visión que permite a
las organizaciones desarrollar su actividad, y de esta forma garantizar mayor
sostenibilidad y un desempeño mucho más sostenible a lo largo del tiempo. La RSE es el
papel que en el mundo moderno desempeñan las empresas en favor del desarrollo
sostenible en términos financieros y ambientales, es decir, a favor del equilibrio entre el
crecimiento económico, el bienestar social y el aprovechamiento de los recursos
naturales y el medio ambiente.
Es pertinente anotar que las personas o actores sociales con quienes la empresa se
relaciona directamente son llamados actores interesados, es decir, que la empresa
puede orientar sus prácticas responsables hacia el interior de la empresa o hacia fuera
de la empresa, con el fin de afectar de primera mano a los actores interesados y
después irradiar su acción a la sociedad en general. Siempre que una empresa
desarrolla su acción aparecen los actores interesados y los sectores donde se puede
gestionar su acción, es decir, todas las acciones de las empresas se centran en el
desarrollo de puntos específicos de la sociedad.
Hay algunos sectores interesados que están dentro de la acción interna de las empresas,
es decir, los colaboradores, los empleados, accionistas, y la alta gerencia. Desde el
punto de vista del campo de acción externo de la empresa se encuentran los
proveedores (si es una empresa productora de bienes y servicios), los clientes y la
comunidad en general. De esta manera, la delimitación del impacto interno y externo
que tiene la empresa es fundamental para el desarrollo de sus actividades, así aparece
la pirámide de Responsabilidad Social Empresarial de la empresa.
Una empresa socialmente responsable debe tener como prioridad las prácticas éticas y
moralmente responsables, en primera instancia con sus colaboradores y personal
interno; de esta manera, una organización donde los colaboradores sientan empatía
fundamental y directa con ella genera una imagen positiva que transmite confianza para
la inversión hacia afuera de la misma y para generar beneficios para la organización.
Una vez superada esta etapa de acercamiento inicial, ya puede hablarse de una
intención por parte de la empresa de crear lo que se conoce como un programa de
Responsabilidad Social Empresarial (RSE), es decir, la creación de acciones específicas y
determinadas de alto impacto social, programas e iniciativas, mediante los cuales las
empresas buscan abrir espacios de interconexión con las comunidades, donde las
demandas sociales, los requerimientos, las expectativas y las esperanzas de la
comunidad sean conocidas de primera mano por parte de la organización.
El primer paso para establecer una relación básica es la identificación de los líderes de
la comunidad y proceder a entrar en contacto con ellos, para explicar los alcances de la
RSE y los beneficios que presentará para la comunidad al inmiscuirse dentro del
proceso de construcción colectiva de los proyectos de RSE. Y así comenzar a escuchar
las necesidades y exigencias de la comunidad para alcanzar los objetivos planteados y
generar lazos de confianza que, a la postre, se transformarán en iniciativas
responsables con las comunidades.
Así pues, se entiende que la responsabilidad social es la percepción que un actor social o
económico (cualquiera sea su índole) tiene de estar en obligación moral de aportar y
contribuir al desarrollo de las comunidades a su alrededor, o del país en general, y el eje
fundamental de su acción es el trabajo coordinado con la comunidad.
De esta forma, las condiciones de equidad e igualdad dentro del trato con los
compradores, la competencia, los proveedores y el conjunto que conforma la sociedad
deben estar bajo condiciones transparentes, con información veraz y honesta, en donde
todos tengan acceso a ella y de esta forma exista la capacidad de escoger las acciones
necesarias a emprender para lograr una relación armónica, horizontal y justa.
Otra definición que es pertinente tomar es la que hace Antonio Yúnez, en la que
describe a la RSE como:
De esta forma, y con base en las anteriores definiciones, se puede afirmar que el
concepto de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) no necesariamente toma la
asociación entre las organizaciones y la comunidad como una relación exclusivamente
comercial y de intercambio monetario, sino que es una apuesta social, ya que dentro de
los valores de desarrollo de la comunidad de los entornos de los individuos, es posible
tomar acciones específicas para que las condiciones de vida de los individuos se vean
favorecidas y de esta forma también se incrementen los niveles de beneficios para la
organización, tanto en términos monetarios y económicos, como en términos de
bienestar social y de inserción, aceptación, cariño y recordación en la comunidad. Lo
que inevitablemente se verá reflejado en el incremento de los intercambios y en la
sostenibilidad financiera y comercial a largo plazo.
:
Introducción
Desde el siglo pasado, más concretamente desde los años setenta, el tema de la
responsabilidad y el papel ético de las empresas ha sido un motivo de discusión, no solo en el
mundo de los negocios, sino en el entorno académico en general.
Precisamente, este es el origen de las prácticas modernas para garantizar e implementar las
buenas prácticas éticas en las empresas, que se traducen en la creación de los manuales éticos
y los códigos de buenas prácticas. Ellos tienen como función principal asegurar un correcto
desempeño de las personas que trabajan al interior de la organización (empresa); de esta
forma, la empresa colabora para la construcción de una correcta imagen dentro de su función
social, así como la optimización de los procedimientos alrededor de la producción de la
empresa.
Estos valores fueron diseñados para que sean aplicados por las empresas, sin importar su
tamaño, recursos o actividad por medio de la aplicación de correctas prácticas empresariales
para que mediante el desarrollo de estas actividades la empresa tenga beneficios de orden
económico y productivo, no solo a corto, sino a mediano y largo plazo. Dentro de estas
actividades se introduce un nuevo concepto, el de responsabilidad. Es decir, que la empresa
tiene que ser responsable con las comunidades que afecta, así como con las familias y los
trabajadores que laboran en ella. Esto genera vínculos y lazos de confianza y reciprocidad entre
la empresa y las comunidades y los individuos.
Esta confianza, a su vez, genera una serie de compromisos que las empresas deben cumplir
con la sociedad y los individuos; estos compromisos están dados en términos de la sana
competencia, es decir, que la competencia con empresas que producen bienes similares o
los mismos sea en condiciones de transparencia y claridad dentro del ejercicio de la actividad
productiva. Así es como esa transparencia y claridad se ve reflejada en las buenas prácticas
en términos competitivos de las empresas.
Dentro de las prácticas empresariales, proscritas y siempre condenadas en los manuales éticos,
se encuentran el tráfico o trámite de influencias, es decir, el favorecimiento de personas o
entidades que no son idóneas en la actividad empresarial pero son ubicadas en posiciones
favorables (tanto en influencia, con respecto a las decisiones de la empresa, como en
favorecimiento en transacciones comerciales).
Como lo expresa Eduardo Soto Pineda, en su texto "La ética y las empresas",
Así pues, se puede expresar que en todas las sociedades del mundo y en todas las
organizaciones empresariales se encuentran valores, que se fundan en expresiones de los
conceptos éticos y tienen un fuerte componente moral. Estos valores son la base de los
acuerdos sociales que constituyen la ley, que son los consensos sociales sobre lo que está bien
o mal, y son las que rigen las actuaciones de las empresas. Visto de este modo, el
comportamiento de las empresas está fuertemente fundamentado sobre los valores donde se
sustentan las acciones y las buenas prácticas de las empresas.
En consecuencia, es a partir de este supuesto que se presentan las disyuntivas a las que se ve
enfrentado el individuo, donde debe escoger diversos caminos por los que encaminar sus
acciones y a esto es lo que se conoce como dilemas éticos.
Estas acciones se resumen dentro de dos dimensiones: interna y externa. En el ámbito interno
de la empresa, es necesario prestar toda la atención a las demandas y acciones de los
empleados, siempre basados sobre principios de ética y de valores con características morales,
es decir, dentro del ámbito interno de la empresa se necesita gestionar acciones que eviten las
malas prácticas de gestión y promuevan el desarrollo de iniciativas en el campo del recurso
humano de la empresa. Dentro del ámbito externo de la empresa, el individuo y la misma
organización se enfrentan continuamente a conflictos de intereses que tienen que ver con la
calidad de los productos, la relación entre las diferentes administraciones, sus proveedores, sus
accionistas, la opinión pública y la sociedad en general.
Estos apuntan a un mismo objetivo: mantener una homogeneidad entre los valores y códigos
éticos de la empresa, que son los que rigen las relaciones de esta, tanto al interior, como al
exterior de la organización. Así mismo, son unas prácticas que buscan de manera eficiente,
sensibilizar a la organización con respecto a la importancia de la observancia de los valores
éticos, que permiten a su vez, definir, transmitir y potenciar los valores y comportamientos
éticos de los empleados de la empresa.
4. Los derechos humanos y la ética empresarial
La ética es la base fundamental de la declaración universal de los Derechos Humanos, y esta
aparece como la respuesta a la permanente necesidad de establecer unos parámetros éticos
claros y definidos que permitan establecer límites a las acciones de los seres humanos y para
reconocer los derechos fundamentales, sin restricción alguna, de todos los individuos que
habitan el mundo. Estos derechos se basan en el reconocimiento de la dignidad y la condición
del ser humano, cimentado sobre principios éticos y morales dados desde los orígenes de
nuestra civilización. Este reconocimiento está dado, desde el hecho intrínseco del ser humano,
y estos son de obligatorio cumplimiento y bajo ninguna circunstancia pueden ser restringidos o
abolidos.
Teniendo esto claro, las empresas también deben acatar estos principios, los cuales se
evidencian en los manuales éticos, que a su vez rigen la operación y los convenios firmados
para el tratamiento justo de sus trabajadores. De esta manera, el compromiso de las empresas
actuales se centra en el enfoque de derechos como el norte de sus acciones. De esta manera,
aparece el concepto de Responsabilidad Social Empresarial (RSE), que no es más que la
concepción bajo la cual la actividad de las empresas se rige bajo un estricto código con
profundas bases éticas y morales, que hacen que las empresas siempre tengan como prioridad
el desarrollo de las comunidades y la sociedad en general como base de su actividad.
Palabras clave:
Ética, empresa, organizaciones, clientes,
accionistas, empleados, buenas prácticas
empresariales.
Como se ha estudiado en oportunidades anteriores durante el transcurso de este Módulo, la
ética se centra en la organización de las acciones, mediante la coherencia entre los actos y los
principios morales que los sustentan.
Los principios, dentro de una situación deseada, deberían ser auto–concertados dentro de las
empresas, pero en la actualidad estas prácticas necesitan del apoyo de la legislación y del
Estado para hacer obligatorio su cumplimiento, so pena de sanciones y multas por la no
aplicación de las mismas.
Es de vital importancia y absolutamente necesario que la ley y el derecho tengan unas sólidas
bases éticas y morales para el desarrollo de la actividad empresarial, ya que son ellos los que le
dan el carácter humano y de bienestar social a las empresas, tan necesario para un correcto
desarrollo de la sociedad moderna y actual.
Desde los antiguos griegos, la observancia de las apuestas éticas para la regulación de todos los
ámbitos de la vida social del ser humano ha estado presente, y la actividad empresarial y
comercial no escapan a esta dimensión. Sin embargo, no fue sino hasta los años setenta donde
se tomó, desde las universidades, la propuesta de estudio, con características serias para crear
la ética empresarial como disciplina.
Fue en los Estados Unidos donde por primera vez se vio a la ética empresarial como un objeto
de estudio y desde donde las prácticas de las empresas ahora se ven revisadas, no solamente
para la optimización de los procesos y recursos, sino para la cimentación de las buenas
prácticas, con base en parámetros éticos y morales.
Debido a que la actividad empresarial no estaba regulada bajo líneas claras, ni convenios de
buena voluntad, las empresas tenían libertad para únicamente fijarse en la maximización de las
ganancias, la explotación de los trabajadores y los beneficios económicos. A partir de grandes
casos que destaparon increíbles prácticas de antivalores y de descuido de la ética y moral
(Lockheed, Fiar, Olivetti, y Enron; s.f.) se puso de relieve la importancia de este tema en las
empresas.
En los ochenta y noventa, debido a estos escándalos, se hicieron convenios a nivel
internacional y campañas masivas. Tal es el caso de una empresa multinacional dedicada al
cuidado del bebé, la cual creó un manual de buenas prácticas empresariales. Esta iniciativa
marcó el nacimiento de los manuales éticos dentro de las empresas. En este orden de
ideas, la ética puede ser considerada como un valor intrínseco de toda actividad económica
y empresarial. Y más que una moda, la ética empresarial es una necesidad, una exigencia
que se hace cada vez más urgente, a medida que la sociedad y la interconexión de las
empresas se hace más compleja.
De esta forma, se garantiza por medio de la acción de las organizaciones ser el eje ordenador de
las relaciones al interior de la sociedad, y así generar un concepto de desarrollo sostenible y
sustentable, que camine de forma armónica con los conceptos dados por la ética.
La ética empresarial
Las relaciones éticas al interior de las organizaciones
La empresa es un elemento vital dentro del desarrollo de la sociedad, ya que es por medio de
las empresas que los individuos pueden llegar a su realización, y a la construcción y aplicación
de los parámetros de comportamiento que la sociedad exige. Es por esto, que se le puede
considerar como una estructura viva, donde están reunidos y sincronizados, sobre la base del
desarrollo de una idea previamente establecida, los elementos necesarios para el avance
aceptable de la actividad económica; dentro de un espacio que favorece la creatividad, el
trabajo coordinado y en equipo, las normas de convivencia y la colaboración trabajan por un
solo resultado, y este es la satisfacción del comprador final o lo que se llamará: el cliente.
Así mismo, la empresa, dentro de su relación con los individuos y la sociedad, basa su acción
en la garantía de las libertades individuales y la aplicación de los contratos sociales
establecidos para lograr el desarrollo de su función social. Peter Drucker, en su libro
"Reflexiones básicas para acertar en los negocios", afirma que el individuo dentro de la
empresa está llamado a convertirse en el principal actor y gestor de los valores éticos dentro
de la organización empresarial, y que el papel de las organizaciones es ser el “guardián de la
conciencia de la sociedad y un factor esencial de solución de sus problemas” (1998). Así pues,
la empresa es el actor llamado a mantener el orden y equilibrio dentro de la sociedad
mediante la relación transparente y ética con los demás actores sociales. Tal como lo afirma
Drucker: “corremos el riesgo de que la responsabilidad social socave el desempeño económico
y de rebote perjudique a toda la sociedad” (1998).
Tomando como base el concepto anteriormente expuesto, José Miguel Rodríguez, en su obra
"Globalización y consecuencias empresariales", nos habla acerca de la nueva visión que deben
tener los dueños de las organizaciones, y en general las empresas, para engranar de manera
adecuada en la sociedad, y ser garantes del correcto crecimiento tanto económico y social, no
solo a nivel individual, sino a nivel organizacional: “La creación de valor para el accionista, el
aumento del precio en bolsa de sus acciones se ha convertido en un auténtico valor cultural
para el establishment y un objetivo normativo que se defiende como socialmente
imprescindible incluso desde el ángulo de los intereses del conjunto de la sociedad...”
(Rodríguez, 2002).
Estas situaciones, anteriormente descritas, son los estados ideales dentro de una relación
armónica y basada en sólidos conceptos éticos, pero cuando esta armonía y transparencia
fallan aparecen distorsiones y exclusiones al correcto desarrollo ético y moral de la sociedad.
Con respecto a este fenómeno, Etkin expresa los siguiente: “En estos casos, hay una
racionalidad excluyente (la basada en la ganancia) que se expresa diciendo que la misión de la
empresa es la de producir bienes, servir a los clientes y luchar para ser mejores, y aunque
desde el mundo exterior se critique su inmoralidad y su falsa ética, ello no afecta el modo de
hacer negocios, porque el exterior es también parte de un contexto competitivo sujeto a
críticas...” (2007).
Lo anterior es lo único que refleja la sociedad actual, en donde las empresas luchan cada vez
más entre sí por adquirir cada vez más bienes escasos y por generar ganancias en esta
transacción que beneficia únicamente a quienes son los dueños o los socios de las mismas.
Pero, a su vez, las empresas deben entender que para lograr una función ética dentro de la
sociedad deben ser interrelacionadas entre los intereses de los dueños y accionistas, pero
también deben tenerse en cuenta los intereses de los empleados, los proveedores, los
miembros de la organización y sobre todo debe tenerse siempre en cuenta, el bienestar y
favorabilidad de las condiciones de los clientes. Desconocerlo sería desconocer valores éticos
fundamentales como la justicia y la solidaridad.
Al respecto expresa Peter Drucker “... el problema es convertir una organización basada en el
poder, en una basada en la responsabilidad. No debe concederse a ninguna organización otro
poder que el necesario para su función social, y cualquier otra cosa que vaya más allá de esto, es
una usurpación” (1998). En otras palabras, se trata de aplicar valores y preceptos éticos al
desarrollo empresarial; los valores se convierten en la base para las decisiones y acciones a
tomar en la empresa, evitando que los mitos de la eficacia y de la racionalidad provoquen
injusticias entre los integrantes de la empresa y/o daño a terceros. De esta forma, los
aprendizajes culturales, que se han convertido casi en verdades inmutables durante el ejercicio
empresarial de la sociedad moderna, en donde el beneficio se queda sólo en las empresas y
estas no devuelven nada a la sociedad puede ser revertida.
Numerosos académicos han centrado sus investigaciones y estudios dentro de este concepto,
llegando a la conclusión de que no se pueden mantener separados los valores éticos que están
basados en la moral, de la actuación de la empresa. Así lo expresa Jorge Etkin: “Hay que superar
el muro que mantiene fuertemente separados dos mundos y cuya polarización es un grave
peligro: el mundo de la producción y de la asistencia, el del Estado y el mercado, el del interés
económico y la justicia social, las leyes de hierro de la economía y sus costos sociales” (2008).
Si una empresa aplica correctamente los principios éticos y las bases morales para el desarrollo
de sus acciones, siempre tendrá una excelente rentabilidad y sobre todo tendrá un correcto
desarrollo y contribución a la construcción de sociedad, ya que las prácticas éticas minimizan la
posibilidad de incurrir en delitos que al final terminan siendo onerosos y costosos para el
correcto desarrollo de la empresa dentro de su función económica y social.
Por medio de las prácticas éticas, las empresas pueden asegurar el bienestar de los individuos
(trabajadores) y de la sociedad, a partir de la optimización de procesos de producción que harán
que los bienes y servicios ofrecidos sean de la mejor calidad y basados en un total respeto por
los derechos de los empleados.
Así pues, el compromiso ético de la empresa se ve reflejado en cómo esta favorece el adecuado
desarrollo de sus empleados, en cuanto respeta las normas sociales impuestas por medio de la
figura de la ley, en cuanto respeta al medio ambiente en el ejercicio de su función y en cuanto
favorece el desarrollo de la sociedad.
Así pues, la ética no es solamente aplicada a la sociedad, sino que tiene un sentido
corporativista enfocado dentro de la regulación de los aspectos sociales, basados en el
acatamiento de los marcos jurídicos de las leyes que obligan a las empresas a tener manuales y
códigos de ética empresarial.
Sin embargo, es evidente que la influencia de la presión globalizadora hacia las empresas para
conseguir el éxito económico hace que lograr el equilibrio entre las buenas prácticas, de origen
ético y moral, y la legislación que favorezca el crecimiento de empresas éticas, sea difícil de
conseguir.
A partir de estas reflexiones es que las empresas concentran sus acciones éticas por medio de
códigos de comportamiento que regulan sus actuaciones para hacerlas viables en la sociedad
actual; un manual de ética aplicada a las empresas asegura unas acciones prácticas para seguir
en el desarrollo empresarial.
Dentro de la relación con el Estado, las empresas deben observar ciertos parámetros de
comportamiento para que sus prácticas sean adecuadas y estén sujetas a los marcos legales
establecidos para la acción empresarial. A continuación, observaremos algunas:
Una organización debe, por obligación, acomodarse a los marcos jurídicos dictados por el
Estado, mediante el cumplimiento de las leyes establecidas en los campos: laboral, tributario,
administrativo, comercial y contractual. De esta forma, si una empresa contrata con entidades
estatales debe, por principios éticos preestablecidos, respetar los principios de transparencia,
responsabilidad y economía, y así mismo debe someterse al cumplimiento de los principios
establecidos por los códigos legales del Estado en términos de contratación.
Así pues, es de suma importancia observar la relación que tiene la organización con la
comunidad empresarial y los clientes, pues la relación debe estar fundamentada en la
transparencia de la información provista por la empresa, en relación a los productos que ella
genera. Pero también está dada dentro de la sólida confianza en la calidad de los productos
ofrecidos.
Otro aspecto que es fundamental para observar las relaciones al interior de la empresa es la
organización empresarial dentro de sus deberes y protocolos. Para su buen funcionamiento, la
empresa tiene que desarrollar unas relaciones transparentes y de claridad de la información con
respecto a todos los actores que se relacionan con su actividad y que están a su alrededor, de
esta forma la organización puede desarrollar protocolos para el seguimiento, control y vigilancia
de los procesos licitatorios con otras organizaciones.
De igual manera, la relación con los accionistas debe estar enmarcada dentro de la observación
de las prácticas adecuadas para que se mantenga un crecimiento sostenible dentro de la
empresa y asegure un crecimiento, tanto de la inversión inicial de los accionistas, como de una
estabilidad financiera para la organización.
Por medio de una serie de acciones muy puntuales, las organizaciones crean protocolos de
acción que permiten que los individuos conserven un nivel adecuado de satisfacción, no
solamente en el ámbito personal, sino también dentro del ámbito financiero y económico. La
primera acción necesaria para observar el correcto desarrollo de la empresa es cumplir con lo
estipulado por la legislación para la protección de los derechos de los empleados, y pagar
sueldos justos y cumplir con todas las obligaciones dispuestas por la ley. De esta forma, la
organización garantiza que se cumplen con todos los acuerdos éticos de ley y que los empleados
conservan un buen nivel de ingreso dentro del ejercicio de la actividad empresarial.
Otras acciones a considerar son: promover el desarrollo profesional, social, en salud y familiar
de los empleados, favorecer la movilidad dentro de la empresa con base en los méritos de los
trabajadores y mantener siempre las condiciones de seguridad y dignidad dentro del ejercicio
de las labores de los empleados.
Con respecto a la relación con el medio ambiente, las empresas deben ser muy cuidadosas
también
Palabras clave:
Ética, Moral, Pobreza, Desigualdad, Minorías
Introducción
Como ya ha visto y estudiado, la ética impregna toda la vida social. Está relacionada con los
derechos y deberes de los ciudadanos, con la estructura fundamental de este sistema social,
político y económico, y con la construcción íntima y fundamental de los seres humanos y
miembros de la sociedad.
En otras palabras, la ética no es ajena a ninguna actividad humana, de forma que se puede
hablar de una “ética médica”, una “ética profesional” y una “ética política”, por solo nombrar
algunas.
La ética exige la coherencia personal, es decir, integridad, en el sentido que las acciones del
individuo estén en clara sintonía con su escala de valores y los calificativos morales de los
mismos, para que el actuar de los individuos dentro de la sociedad sea armónico con los
valores existentes, que están reflejados en la ley y así, impedir la desviación y deformación de
los valores sociales, por medio de los actos que van contra los demás individuos de la sociedad
(crímenes y delitos) y la violación de los derechos de los demás.
Sin embargo, este ejercicio ético conlleva una serie de problemas dentro de la aplicación a los
individuos y a la sociedad, entre los cuales se encuentran:
¿Sabía qué...?
El imperativo categórico es un concepto central de la ética kantiana,
y de toda la ética moderna. Pretende ser un mandamiento
autónomo (no dependiente de ninguna religión ni ideología) y
autosuficiente, capaz de regir el comportamiento humano en todas
sus manifestaciones. Es decir, es una norma independiente de
cualquier influencia, que rige todas las facetas y aspectos del ser
humano.
El trato a las minorías, como pilar ético del mandato de acción de la Organización de las
Naciones Unidas, fue contemplado por la asamblea general en su resolución 47/135 del 18 de
diciembre de 1992. (Organización de las Naciones Unidas, 1992).
Esta resolución se centra en la idea de que las minorías no sean discriminadas de ninguna
manera y en ninguna circunstancia. De esta forma, en el cuerpo de la resolución se cita: “La
promoción y protección de los derechos de las personas pertenecientes a minorías nacionales o
étnicas, religiosas y lingüísticas contribuyen a la estabilidad política y social de los Estados en
que viven” (Organización de las Naciones Unidas, 1992).
Siguiendo con esta idea, para llegar al cumplimiento de los acuerdos estipulados en la
resolución, se llega a dos procedimientos que garantizan una efectiva atención al problema de
la discriminación a las minorías. A continuación, se muestra sobre qué gira cada una de estas
medidas:
1.1.1. Discriminación positiva
El sistema de cuotas se centra en la idea de otorgar escaños especiales y asientos dentro de las
instancias de poder a representantes de poblaciones vulnerables y de sectores marginados de la
sociedad.
Estas leyes han sido promulgadas por casi la totalidad de estados del mundo, pero la idea de
estas circunstancias especiales es que desaparezcan en la medida que se alcance un
satisfactorio estado de igualdad. Así pues, se busca proteger el libre acceso de todos los
ciudadanos a ser representados, y a ser tenidos en cuenta dentro de sus particularidades y
especificidades. De esta forma, se garantiza que todos sus derechos y requerimientos, que la
sociedad debe cumplir, basados en imperativos éticos y morales, sean cumplidos.
A pesar de los avances que se han visto en los últimos años con respecto a la aceptación y a la
discusión de los problemas relativos a la comunidad homosexual, sobre este hecho recaen
muchos prejuicios y señalamientos sociales que hacen que la población gay deba ser reconocida
como sujetos de protección de sus derechos y de conservación de los principios éticos y morales
de igualdad, que todas las sociedades y estados deben respetar y preservar.
Las prácticas profesionales y laborales han venido evolucionando vertiginosamente desde las
últimas décadas debido a los avances en ciencia y tecnología, y en la garantía y reconocimiento
de los derechos a nivel mundial.
De esta forma, se ha buscado que todos los cambios sociales relativos a las prácticas laborales
estén regulados desde los códigos legales, que son quienes finalmente van a aterrizar todas las
disposiciones internacionales con respecto a los temas relacionados con el ámbito profesional.
Estos códigos tienen profundas raíces filosóficas dentro de la concepción de lo que es la ética,
pues la columna vertebral de estos documentos es la percepción ética y moral de las prácticas
relacionadas con el mundo del trabajo.
De esta manera, Jeremy Bentham (1834) define por primera vez la deontología en general como
la “ciencia de los deberes o teoría de las normas morales”, es decir, la deontología es la rama de
la ética que busca que todas las acciones tengan un sustento o una base en el “deber ser”
(Losada, casas, 2002). Así pues, toda la ética deontológica se centra en la idea del deber ser de
las cosas, y este deber ser está basado en los conceptos del bien y del mal dados por la moral.
De esta manera, la deontología es la base del desarrollo de todas las normas éticas que una
sociedad debe contemplar para lograr un desarrollo satisfactorio, y los profesionales deben
conservar estas normas de manera muy estricta para lograr un deber ser adecuado dentro del
desarrollo de su profesión. A esto lo llamamos ética profesional.
Así pues, a partir de la idea de la globalización se puede afirmar que está centrada en la
interconexión de todo tipo entre los actores de la sociedad moderna, que pasa por medio de las
relaciones comerciales, los flujos migratorios y los intercambios culturales, los contactos
biológicos y el libre flujo de las ideas y la comunicación. Todo esto teniendo como base la
plataforma tecnológica e informática que actualmente posee el mundo.
Así como la globalización abre caminos muy amplios y ventajas enormes a los individuos,
también tiene una serie de problemas en sí misma. El primero de ellos es que, así como se
globalizan las ventajas de este libre flujo, también se comparten los problemas que este genera,
es decir, aquello que sucede en un pequeño lugar afecta directa o indirectamente al resto del
mundo.
Y es aquí donde se ve la incongruencia entre los valores éticos anteriormente planteados; por
ejemplo, de los valores éticos que subyacen sobre el problema del correcto aprovechamiento
de los recursos naturales y el desarrollo de la sociedad moderna.
La globalización se mueve bajo el modelo del liberalismo económico, es decir, el libre flujo de
los mercados de capital y la libre influencia de la oferta y la demanda. Pero esta dinámica
genera que individuos no puedan acceder a los bienes y servicios ofrecidos por el sistema
económico, de esta manera se abre la brecha de la inequidad y la exclusión.
Bajo esta perspectiva, a pesar de que existen todas las vías para que los recursos puedan ser
equitativamente distribuidos entre toda la población, y cumplir con valores éticos de igualdad y
bienestar general para todos, a partir del supuesto que esto es moralmente deseable y bueno,
en los hechos reales no sucede de esta forma en la sociedad mundial.
Así pues, la pobreza puede ser definida como la incapacidad para acceder a los bienes y
servicios que brinda el modelo económico, y de esta forma, el cubrimiento de las necesidades
básicas del individuo se ve limitado.
Según la oficina para el desarrollo de Naciones Unidas (PNUD), la pobreza absoluta es “aquella
que afecta a las personas que viven con menos de un dólar al día, ingresos que resultan
insuficientes para cubrir las necesidades básicas relacionadas con la subsistencia” (ONU -
PNUD, Objetivos del milenio, 2000). Este tipo de pobreza la sufre el 10% de la población
mundial, es decir, aproximadamente 610 millones de personas. Es importante anotar que,
estas son las personas que reciben menos de un dólar al día, pero si se suman los que reciben
menos de dos (2) dólares al día, la cifra resulta en 1.800 millones de personas que son,
aproximadamente, un tercio de la humanidad.
La tercera parte de los casos de pobreza (absoluta y relativa) se da en el tercer mundo. De esta
forma, el sistema económico que genera este tipo de desequilibrios y de brechas no es justo, y
con lo estudiado en el módulo, no se acerca a lo que se podría considerar como
comportamiento ético o moral.
Es pertinente observar que el mundo es capaz de producir bienes y servicios, lo que no hace
eficientemente es distribuirlos de forma equitativa entre toda la población. Esto genera un
desequilibrio y una incongruencia en la forma como se están tomando los parámetros éticos y
morales para las políticas de desarrollo del mundo. De esta forma, una de las consecuencias de
la pobreza es la aparición de integrantes de la sociedad que son marginados y excluidos por no
cumplir con los estándares de inclusión que la misma sociedad fija. La gran mayoría de estos
individuos marginados son habitantes de los países del tercer mundo, en donde no pueden
acceder correctamente a los bienes y servicios ofrecidos por la sociedad, pero también la
exclusión se presenta en los países desarrollados, en donde también hay importantes sectores
de la población que se ven relegados dentro la dinámica económica y social.
Las mujeres han sido tradicionalmente un sector en donde la pobreza se ha enraizado en una
proporción mayor, debido a la asimetría que estas tienen para acceder a los bienes y servicios
de la sociedad, de esta forma las mujeres no han podido acceder de una manera correcta a las
dinámicas económicas presentes dentro del mundo globalizado.
Ante esta situación, la comunidad internacional y las Naciones Unidas no han logrado que los
protocolos internacionales lleguen efectivamente a todas las mujeres del mundo. Esto va en
contravía directa de los parámetros éticos de igualdad de oportunidades y de reconocimiento
de las diferencias, expresados directamente desde su carta fundacional.
Las cifras al respecto son claras: “aproximadamente el 78% de los pobres del mundo son
mujeres, al igual que el 90% de las víctimas de la prostitución infantil, tres quintas partes de los
menores que no reciben educación escolar o los dos tercios de los 870 millones de analfabetos”
(Informe de desarrollo humano, PNUD – ONU, 2012).
Así pues, los informes del PNUD confirman que las cifras de desigualdad infieren que la
vulneración de los derechos de las mujeres y las brechas de pobreza aumentan, no solo dentro
del tercer mundo, sino del mundo desarrollado también.
Las migraciones siempre han estado dentro de la historia de la humanidad; las causas clásicas
como el comercio o la exploración han sido reemplazadas por las migraciones económicas que
tienen su origen en la búsqueda de mejores oportunidades para el cubrimiento de las
necesidades básicas.
Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM): “El número de emigrantes en el
mundo ha pasado de 75 millones en 1965 a 191 millones en 2005, lo cual representa que casi 3
de cada 100 personas son emigrantes” (OIM, 2005).
La estructura del comercio mundial se divide en un centro desarrollado y rico, y una periferia
pobre y surtidora de materias primas, básicas para las producciones manufacturadas y de
servicios de las economías del primer mundo, y hace que este tipo de asimetrías esté
perfectamente aceptado e insertado dentro de los valores y acuerdos básicos del mundo
moderno.
De esta manera, los desafíos presentados por la globalización son gigantescos, ya que no
representan ningún concepto de construcción ética de las sociedades modernas, y no tiene
ningún concepto de beneficio y bienestar para la mayoría de personas del mundo. Así pues, se
observa que la globalización no ha logrado un desarrollo social, político ni económico para la
totalidad de habitantes del mundo, como lo sugiere la teoría. Sino que, al contrario, las
diferencias y las brechas cada vez son más grandes, y más difíciles de cerrar. Así pues, los
imperativos que muestran que la construcción con bases éticas y basadas en la moralidad, del
bienestar para todas las personas, aún está muy lejos de ser alcanzado.
2. La ética y la moral en América latina
Actualmente, América Latina es la región en el mundo donde se presenta en mayor medida el
fenómeno de la desigualdad, apoyado por la pobreza en sectores sustanciales de la población,
discriminación a diferentes niveles, acompañada de exclusión social y un sistema de justicia
débil que trae impunidad generalizada.
La exclusión social continúa siendo una de las principales características del devenir social del
continente. Estos fenómenos, anteriormente descritos, se asientan en una crisis generalizada de
valores éticos y morales en la región. Es decir, en América Latina se encuentra el terreno más
fértil para que esta serie de fenómenos aparezcan de manera generalizada en la sociedad.
Hablar de ética y moral en América Latina es aceptar que estos conceptos en esta parte del
mundo no garantizan el desarrollo de los individuos, ni el correcto desarrollo de las sociedades,
sino que favorece los intereses particulares de los grupos sociales favorecidos e insertados en la
dinámica económica de los países de la región.