Está en la página 1de 1

Dimensión esotérica del símbolo

Tenemos la capacidad de percibir los diversos estímulos de


nuestro medio ambiente. Las formas de percepción más
básicas y elementales son las que tienen que ver con
aquellos estímulos que están vinculados a la supervivencia,
que son las que nuestra conciencia prioriza al momento de
la percepción y cuyos mensajes son decodificados en forma
directa e inmediata. Posteriormente estarían las
percepciones vinculadas a nuestra actividad cognitiva y que
responden a nuestro deseo práctico de conocer y dominar el
medio y que abarca un muy amplio espectro. En este tipo de
percepción se produce una forma de relación con el medio
que resulta más compleja, que tiene que ver con los
instrumentos de recepción de la información, con
razonamientos, con la interpretación de las relaciones
causales entre los fenómenos, el establecimiento de normas
y leyes que los rigen, pero especialmente con una compleja
simbología construida, conformada por el lenguaje y los
símbolos convencionales establecidos y creados por el ser
humano para representar e interpretar (codificar y
decodificar) la realidad. Finalmente están aquellos estímulos
que carecen de importancia para la vida y el conocimiento
práctico del medio, que tienen que ver con la llamada vida
espiritual del ser humano. Aquellos estímulos resultan
inocuos para la supervivencia y por tanto irrelevantes para
tornarse conscientes en la mayoría de los casos. Es en este
ámbito donde estos estímulos, al no tener la potencia para
alcanzar el nivel consciente, sólo se nos hacen presentes en
forma de símbolos ininteligibles a la razón lógica, como
medio de salida a la conciencia y en la mayoría de las veces
es percibido por medio de lo que denominamos intuición.

Pablo Herman Brevis Espinoza

También podría gustarte