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Revista Reflexiones 82 (2): 07-16, 2003

DIFERENCIACIÓN Y RECONOCIMIENTO MUTUO


EN LO INTERGENÉRICO: CHODOROW Y JESSICA BENJAMÍN

Ignacio Dobles Oropeza*

Resumen

Se discuten y comparan los aportes de Jessica Benjamín y Nancy Chodorow a la comprensión de las rela-
ciones intergenéricas en el marco del poder patriarcal, y su uso del marco discursivo psicoanalítico. Los
aportes de ambas autoras son discutidos en relación con las elaboraciones freudianas y en sus contribu-
ciones a una vertiente psicoanalista feminista, enfatizando que mientras Jessica Benjamín plantea una
propuesta que busca establecer relaciónes entre lo interpersonal y lo intrapsíquico, discutiendo la ardua
tarea del reconocimiento mutuo, Chodorow, cuyo aporte ha tenido una enorme influencia, se mueve más
en el marco interpersonal.

Introducción que había en el mundo y la tácita certeza de que,


si no lo salvaban, serían unos traidores” (Lis-
En el cuento El mensaje, la escritora bra- pector, 1994,146)
sileña Clarice Lispector nos presenta la inquie- En su trajinar, sin embargo, los jóvenes se
tante búsqueda de un terreno común, transgenéri- encuentran con una vieja casa, cautivante, inevi-
co, de un par de adolescentes. El relato se ubica table, omnipresente, que marca el regreso a los
en un contexto de transición, de desplazamiento, linderos claramente establecidos por la sociedad
ya que no sólo se están movilizando del colegio para los géneros. Así, la búsqueda se convierte en
a sus casas, sino que es el último día de clases, y, sencilla adaptación a lo prescrito y la tensión des-
de alguna manera, se están desplazando hacia lo vanece, aunque al final la autora apunte a la ine-
que será el resto de sus vidas. vitable dependencia y fragilidad de lo masculino.
La primera parte es de búsqueda, de trans- En el relato de Lispector, como en otras pro-
gresiones de lo socialmente establecido como ducciones de esta excepcional autora, se plantea
masculino y femenino; es, además, tanteo, en los el candente tema del encuentro o el desencuentro
frágiles andamios del lenguaje y de los afectos, genérico, la posibilidad, con los instrumentos gas-
para buscar un terreno común que les permita tados ofrecidos por la cultura, del reconocimiento
trascender lo ya establecido, y ubicarse en la mutuo, afirmando una tensión creadora que no es
creatividad.: “Como si fuesen homosexuales de capaz de mantenerse ante el reencuentro con la
sexo opuesto, imposibilitados de unir las dos bien afianzada estructura patriarcal.
desgracias en una sola. Solamente estaban de Al escribir esto, en esa peculiar articula-
acuerdo en el único punto que los unía: el error ción estética y literaria que ha cautivado a escrito-
ras feministas como Cisoux (1997), Lispector
retoma temas que han sido cruciales para la teori-
* Escuela de Psicología. zación feminista que ha buscado, de una u otra
Universidad de Costa Rica manera, afianzarse en el psicoanálisis, poniéndolo
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a disposición del feminismo para tratar la proble- subordinación de la mujer en los escritos de
mática de la falta de equidad y la dominación de Freud, lo que lleva a tratar de manera preferen-
género. cial la situación edípica y el problemático con-
En lo que sigue me interesa discutir los cepto de “envidia del pene”.
aportes de dos autoras, estadounidenses, que de Freud enfatizaba el necesario tránsito de
una u otra forma han echado mano de la teoría de la niña de una actividad sexual “masculina” a la
las relaciones objetales psicoanalítica para abor- actividad pasiva propia de la “feminidad nor-
dar los problemas genéricos. Esta tradición ha mal” lo que implicaba subrayar la subordinación
enfatizado de una manera más clara que la ten- femenina. Esto no se le escapa a sus primeros
dencia dominante europea, sobre todo francesa, contrincantes en el propio campo femenino, co-
los problemas de las prácticas sociales y sus mo Karen Horney, que interpretaba la “envidia
consecuentes formas de dominación (por ejem- del pene” no como resultante de las carencias
plo al abordar el tema de la maternidad, o mejor femeninas sino de sus deseos heterosexuales.
dicho, las pautas y prescripciones culturales de la Tampoco a Ernst Jones, con su propuesta de la
crianza de niños y niñas)1. afánisis como aspecto psicosexual central, o a
También se ha caracterizado por privile- Melanie Klein (Appignanesi y Forrester, 1992)
giar en mayor grado la problemática de la rela- Por otro lado, el “retorno a Freud” que
ción de la niña con su madre, es decir, esa situa- emprendieran algunas autoras feministas en los
ción peculiar preedípica que Freud llegó a años setenta y ochentas al sentir la necesidad de
“descubrir” con sorpresa a mediados de los apropiarse para sus propios fines de la teoría psi-
años veinte (Freud, 1997) cológica que con mayor profundidad había traba-
En lo que sigue, pretendo discutir, en particu- jado el asunto de la subjetividad y la dominación,
lar, los aportes de la autora estadounidense Jessica implicaba vérselas con un espinoso legado que
Benjamín, esbozados en sus libros Los Lazos del tendría que ser reformulado para que no apunta-
Amor y su colección de ensayos Sujetos Iguales, lara, más bien, al orden patriarcal. Lo que parecía
objetos de amor, estableciendo comparaciones y ser natural para Freud: la subordinación femeni-
relaciones el aporte de Nancy Chodorow, que ha si- na producto de la carencia de pene, tenía que ser
do referencia importante para el pensamiento femi- reinterpretado, como plantea Chodorow (1978),
nista estadounidense inspirado en el psicoanálisis. en términos de las relaciones y las estructuras so-
Intento discutir de que manera los alcances y limi- ciales. Había que combatir, necesariamente la
taciones de sus esbozos de los problemas de dife- “tendencia naturalizante” que Benjamín identifi-
renciación y de reconocimiento que tanta angustia ca en la obra de Freud ( Benjamín, 1997)
creó a los jóvenes personajes de Clarice Lispector, Hay que explicar, entonces, la diferencia-
efectuando una discusión crítica de este acercamien- ción sexual y la subordinación de lo femenino,
to a la tradición psicoanalítica, que constituye el que, como ya he esbozado, estaba condicionado
“universo discursivo” en que se ubican. para Freud por el hecho de poseer o no poseer
Desarrollar esta temática teniendo a la pene: “la diferencia morfológica ha de manifes-
teoría psicoanalítica como referente implica tarse en variantes del desarrollo psíquico”.
afrontar el tema de la diferenciación sexual y la (Freud, 1997, 2750)

1 Joan Scott las compara de la siguiente manera: “Los teóricos


de las relaciones-objeto hacen hincapié en la experiencia real Roles parentales y diferenciación
(el niño ve, oye, se relaciona con quienes cuidan de él, en par-
ticular, por supuesto, con sus padres), mientras que los pos- de género: la visión de Chodorow
testructuralistas rechazan la función central del lenguaje en
la comunicación, interpretación y representación del género” Chodorow señala que el niño, como el
Scott, J. “El género: una categoría útil para el análisis histó-
rico” en Lamas, M. (comp.) El género: la construcción cul-
personaje del cuento de Lispector, define su mas-
tural de la diferencia sexual, México: Grupo Editorial Mi- culinidad en forma reactiva. El niño: “Define ne-
guel Angel P., 1996, p.280. gativamente la masculinidad, como lo que no es
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femenino ni /o conectado con las mujeres, no se que la aplicación de leyes o principios morales
define positivamente”. (1984, 259) abstractos. (Gilligan, 1985 )
Para esta autora lo fundamental, como va- Existe entonces un trasfondo de distribu-
riable explicativa de la diferenciación sexual y la ción social y cultural de roles: se escinde lo pri-
subordinación femenina, está en los roles socia- vado y lo público: a los hombres se les tiende a
les y no en la anatomía, y, particularmente, en los definir en términos universalizados y ocupacio-
papeles asumidos social y culturalmente por nales, a las mujeres en términos particulares y de-
hombres y mujeres en los procesos de crianza y limitados en la esfera familiar: esposas, madres.
cuido de los hijos. !Cambiad las responsabilida- Hay una preponderancia de lo masculino, no de-
des en la crianza y el cuido y cambiarás el mun- finido por las diferencias sexuales biológicas, si-
do! Parece ser el mensaje de Chodorow y las au- no por los arreglos sociales: “Aunque los padres
toras que han seguido su línea. no importan tanto como la madre en la interac-
Chodorow critica los planteamientos de ción cotidiana, las madres y los niños a menudo
Freud, ya que el desprecio a las madres (a lo fe- los idealizan y les dan primacía ideológica”
menino) es explicado por éste sobre la base de (Chodorow, 1984, 267) Mientras que la socializa-
la castración de la madre: “No considera que la ción femenina transcurre con “naturalidad” y
experiencia social medie en esta percepción ni continuidad, la socialización en lo masculino,
que hagan falta más explicaciones” (Chodorow, con su énfasis en el mundo externo, implica el re-
1984,269) chazo a lo femenino, que remite a lo privado, a lo
Discierne la distribución de roles parentales afectivo, y en última instancia a la dependencia.
en la sociedad como la fuente de la diferenciación Como ya he señalado, y como se ha hecho ya
y la subordinación de géneros, diferenciando la moneda corriente en la teorización sobre lo mas-
identificación personal privilegiada en niñas de la culino, la idea es que la masculinidad se constru-
identificación posicional prevaleciente en los ni- ye en forma “reactiva”: “La dependencia de su
ños. Los roles sociales son aprendidos en forma madre, el apego a ella, la identificación con ella
continua por las niñas en su relación con las representan lo que no es masculino; el niño debe
madres mientras que el tema del “padre ausen- rechazar la dependencia y negar el apego y la
te” aparece en un aprendizaje de roles por par- identificación” (Chodorow, 1984, 268)
te del niño en una relación discontinua con la Sin embargo, como en el personaje mas-
figura paterna. culino de El Mensaje, este posicionamiento del
Las niñas son socializadas en su “rol fe- niño ante lo materno y lo femenino es ambivalen-
menino” en la cotidianidad, y el aprendizaje de te, como no se cansan de señalarlo las autoras fe-
estos roles no implica, como en el caso de los ni- ministas: por un lado se denigra y se rebaja a la
ños, la negación de la relación afectiva con la mujer, pero por otro lado se glorifica y se pone
madre. La socialización es diferente: “Los proce- casi en el lugar de lo sagrado.
sos de identificación masculina dan énfasis a la Para explicar este proceso, Chodorow se
diferenciación de los otros, a la negación de la remite a la discusión de la situación edípica, sin
relación afectiva y a los elementos categórica- diferenciar mucho su interpretación de la versión
mente universales del rol masculino. Los proce- del mismo Freud, quien había señalado que mien-
sos de identificación femenina son relacionales, tras los niños mantenían su objeto de amor (la
mientras que los masculinos propenden a negar madre) durante la etapa edípica, las niñas tenían
las relaciones (Chodorow,1984, 261). que efectuar un cambio brusco, lo que llevó a
Es precisamente esta diferencia la que re- Freud a preguntarse que es lo que definía este “gi-
tomará posteriormente Gilligan, para postular, ro hacia el padre”. A mediados de los años vein-
en el campo del desarrollo moral, la existencia y te del siglo pasado Freud descubría, con sorpresa,
pertinencia de las “voces diferentes”: una mora- que en las mujeres persistía, con gran fuerza (se-
lidad abstracta, “masculina”, desconectada de gún se evidenciaba en sus pesquisas clínicas) el
las relaciones, y una moralidad “conectada”, fe- peso de la relación preedípica con la madre. Dirá
menina, que privilegia el “cuido” del otro más Chodorow: “Las niñas propenden a no efectuar
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una transferencia total de afecto a su padre y a Es la maternidad lo que viene a llenar esta
permanecer comprometidas con su madre: así os- necesidad “triangular” femenina, según Chodo-
cilan emocionalmente entre madre y padre”,2 row: “El tener un hijo recrea la deseada exclusi-
Para el niño, la unidad o la fusión con la vidad madre-niño en la mujer y la interrumpe en
madre resultará “seductora” pero a la vez ame- el hombre, tal como el padre del hombre inte-
nazante, en tanto implica la “pérdida de sí mis- rrumpió-actuó como un intruso- la relación de
mo” (aparece así el tema, muy presente de la ma- ese hombre con su madre” (Chodorow, 1984,
dre o mujer “peligrosa”) Por otro lado, como lo 295) Es en el ejercicio del rol parental, de cuido
demuestran los estudios de Margaret Mahler, im- primario, donde identifica el problema central de
plica la herida narcisista infligida por el hecho de la diferenciación de género, por la división entre
que la madre no está a completa disposición de lo público-masculino y lo privado-femenino ya
“su majestad el bebé”. Chodorow, sin embargo, mencionado. El trabajo de esta autora, junto con
parece estar atrapada en las consideraciones el de Dinnerstein (1976), dio sin duda un gran
acerca de la separación-individuación/dependen- impulso a la lucha por la equidad en las “tareas
cia que trasciende luego Benjamín con su noción domésticas” la meta de que esta equidad lograra
del “reconocimiento mutuo”. cambios sociales y culturales sustanciales en la
Mientras que el hombre, en la relación se- conformación de la identidad genérica.
xual, logra en el coito la experiencia anhelada de Jessica Benjamín, por su parte, plantea una
“refusión con la madre”, la mujer no puede captu- perspectiva que enlaza, en tensión, la dimensión
rar esa experiencia de “fusión” y su posicionamien- intrapsíquica privilegiada por el psicoanálisis con
to en la relación sexual es dual, se identifica con el la dimensión intersubjetiva privilegiada por Cho-
hombre y por otro lado se “convierte” en madre. dorow y por quienes enmarcan la discusión sobre
Siguiendo a Freud, Chodorow plantea una género en función exclusiva de los roles sociales.
resolución más diferida de la situación edípica en Esto hace que para Benjamín, una propuesta como
las niñas, que crecen así más preocupadas por las la de Chodorow, que se afianza casi exclusivamen-
relaciones objetales, mientras que los niños re- te en la dimensión interpersonal sea insuficiente.
primen las necesidades de amor y de relaciones. ¿Cómo explicar, por ejemplo, que incluso en hoga-
Escribe Chodorow: “Mi descripción consiste en res en que se han cambiado sustancialmente los ro-
que las mujeres tienen un mundo interior más ri- les parentales aparezca el imaginario del “hombre
co y continuo donde apoyarse y que los hombres heroico”, como “héroe cultural?”
no les importan con la intensidad y exclusividad ¿Cómo, por otro lado, lidiar con todas las
con que ellas les importan a los hombres” (Cho- contradicciones, desgarres, el papel de la fantasía,
dorow, 1984, 291 ). Como llegó a descubrir la agresión, etc., en una interpretación que se salga
Freud, la madre sigue siendo un objeto primario de los moldes de una “identidad genérica” defini-
de la niña, y, por lo tanto, señala Chodorow, las da por estrictos parámetros binarios y que implican
relaciones heterosexuales de la mujer no son de necesariamente unicidad?. Para esto es necesario,
tipo exclusivo. Sus necesidades relacionales no evidentemente, poner en juego otros elementos
se satisfacen con una relación exclusiva con un analíticos y “complejizar” la discusión como lo ha-
hombre. Si el lema femenino es la conexión, la ce Benjamín, que discutiremos a continuación.
interdependencia, el masculino sería el de la dis- Scott (1996) añade la crítica de que Cho-
tancia, sobre todo ante lo femenino, y Chodorow dorow tiende a restringir la discusión cultural so-
llega a identificar, socialmente, la existencia de bre género al ámbito más “micro” de la familia y
una:”colusión masculina para mantener distan- coloca a lo simbólico y al lenguaje en un lugar
cia ante mujeres” (Chodorow, 1984, 295). muy secundario. Flax (1995) comparte la obser-
vación de que Chodorow no sitúa adecuadamen-
2 Chodorow cita a Balint: “Esta tendencia primaria, me te la maternidad y la crianza de los hijos en un
amarán siempre, en todas partes, de todas las maneras.
A todo mi cuerpo, a todo mi ser-sin ninguna crítica, sin
contexto político, económico y social, y añade
el menor esfuerzo de parte mía, es la finalidad última de que no explora la especificidad de clase (o de ra-
toda lucha erótica”. P. 286. za) en la crianza de los hijos.
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No obstante lo anterior, Chodorow, que algunos de los temas que ocupan su atención en
diez años antes que Benjamín se convertía en una la obra anterior. Volvonich y Rodulfo han señala-
de las pioneras en establecer un puente entre fe- do que en el pensamiento de Benjamín encontra-
minismo y la perspectiva psicoanalítica, tuvo una mos una “tendencia a la complejidad” propo-
influencia importante tanto en la agenda de lucha niendo el diálogo entre corrientes teóricas, que
del movimiento de la mujer como en el desarro- defiende tesis radicales, con una preocupación
llo de la teoría, para lo que tendríamos únicamen- especial por cuestiones teóricas fundamentales.
te que citar a Gilligan como ejemplo. (Volvonich y Rodulfo, en Benjamín, 1997)
Podríamos sintetizar su pensamiento con Benjamín se nutre de la Teoría de las rela-
la siguiente afirmación, relacionada con la dife- ciones objetales en Psicoanálisis, especialmente
rencia entre la experiencia masculina y la feme- de Winnicot, de la crítica filosófica y social femi-
nina: “La mayor longitud y la distinta índole de nista, y de la investigación y teorización reciente
su experiencia preedípica y su continua preocu- acerca de la infancia temprana para articular sus
pación de los asuntos de este período, significan discusiones, las que, además, tienen un sólido sus-
que la sensación de self de las mujeres es conti- tento filosófico, como lo demuestra en The Bonds
nua con los otros, y que retienen capacidades pa- of Love. En sus desarrollos posteriores hay un es-
ra la identificación primaria, cualidades ambas fuerzo bastante explícito de incorporar en sus ela-
que les permiten la experiencia de la empatía y de boraciones lo que denomina las elaboraciones
la falta de sentido de la realidad indispensables “feministas posmodernas” sobre todo en su cues-
para el cuidado del bebé. Estas cualidades están tionamiento de conceptos como la “identidad
disminuidas en los hombres: la madre los ha tra- genérica’ y todo lo que apunte a oposiciones bina-
tado como opuestos, y el apego que una vez sin- rias o a la búsqueda de una supuesta “unicidad”.
tieron hacia ella está disminuido” (Chodorow, Hay que hacer notar que, al contrario de
1984, 302) En el plano reivindicativo, social y otras posturas “posmodernas”, no desecha catego-
político, me parece claro que lo que se des- rías como el “sí-mismo” que no implicaría al sujeto
prende de la elaboración de Chodorow es la autocognoscente racional de la Ilustración, sino un
necesidad de hacer que los hombres sean “lugar de experiencia”,como “ser histórico que
“más femeninos”. preserva su historia en el inconsciente” (Benjamín,
1997, 46).Hay una apuesta clara a romper polarida-
des simplificadas y a apostar por la multiplicidad
Sostener la tensión entre lo intrapsíquico (de identidades, de identificaciones, etc.)
y lo intersubjetivo: el aporte En un ensayo titulado Reconocimiento y
de Jessica Benjamín destrucción: un bosquejo de la intersubjetivi-
dad” la autora discute con mayor detenimiento
Mientras que Chodorow hace su contribu- su propuesta fundamental de una perspectiva
ción en una década de “despegue” del movimien- que sostenga la “tensión paradójica” entre lo in-
to feminista en Estados Unidos y Europa, el libro trapsíquico y lo intersubjetivo. La dimensión in-
de Benjamín, The Bonds of Love (1988), aparece tersubjetiva tiene que ver con el reconocimiento
más bien en un clima cultural y político marcado del otro no como objeto, sino como sujeto del
por un “backlash” reaganiano en los Estados Uni- deseo, como algo separado y equivalente, con
dos. Esto le otorga un valor político particular co- un centro personal. Escribe Benjamín: “el otro
mo respuesta (en parte) al “Conservadurismo de debe ser reconocido como otro sujeto para que el
género” que la autora identifica y confronta en su símismo experimente plenamente su subjetividad
obra. Benjamín busca evitar esencialismos, a la en presencia de ese otro” (Benjamín, 1997, 62)
vez que deconstruye polaridades que han armado Me parece que esto, como ideal, es cer-
discursos de dominación genérica. cano a lo que persigue Chodorow al subrayar la
Las líneas de pensamiento de Benjamín se necesidad de redefinir roles sociales parentales,
profundizan en Sujetos iguales, objetos de amor de tal manera que se le reconozca a la mujer el
(1997), una colección de ensayos en que retoma status de sujeto. Sin embargo, plantearse esta
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tarea sin vérselas con lo intrapsíquico, con las implica un paso de la simbiosis a la separación,
pulsiones, las agresiones, las fantasías, le pare- Benjamín se basa en los estudios de Stern para ar-
ce a Benjamín un esfuerzo sumamente limita- gumentar que el bebé nunca es totalmente sim-
do. Es en este aspecto crucial en que hace uso biótico con la madre, quien tampoco es un sujeto
de las paradojas señaladas por Hegel en la dia- pasivo en todo esto: “La madre tiene que poder
léctica amo/esclavo, para introducir su preocu- establecerle límites claros al niño y reconocer la
pación por el tema crucial de la dominación y voluntad de éste, insistir en su propia indepen-
sus concomitantes subjetivos .La independen- dencia y respetar la de la criatura, en síntesis,
cia absoluta que persigue el amo en su autocon- tiene que equilibrar la afirmación y el reconoci-
ciencia choca irremediablemente con la necesi- miento. Si no puede hacerlo, continúa la omnipo-
dad de reconocimiento que solo es posible con tencia, atribuida a la madre o al sí mismo: en
la existencia del otro, presentándose la disyun- ninguno de ambos casos podemos decir que se ha
tiva de “afirmarse a sí mismo/reconocer al promovido el desarrollo del reconocimiento mu-
otro” que cuando colapsa lleva inevitablemente tuo (Benjamín,1997,68).
a la dominación (ya he planteado que tarea fun- La matriz sociológica en que se mueve
damental de Benjamín es sostener las tensio- Chodorow es rebasada por Benjamín al poner en
nes, las paradojas) La paradoja fundamental juego lo pulsional en las tareas de reconocimien-
consiste en que: “en el momento mismo de rea- to del otro, que, dada la independencia absoluta
lizar nuestra propia voluntad independiente, (omnipotencia) que busca el sujeto en su autoa-
dependemos del otro que la reconozca” firmación, siempre supondrán agresión frente al
(Benjamín, 1997,68). otro, aunque sea en la fantasía. Benjamín se basa
Más que enmarcar sus preocupaciones en la discusión de Winnicot acerca de la agresi-
teóricas en la disyuntiva evolutiva dependen- vidad y la destrucción que el niño (a) dirige a los
cia/individuación Benjamín identifica la pro- padres. Para este psicoanalista es importante que
blemática central en sostener, en tensión, las la figura del padre o de la madre sean capaces de
tareas de autoafirmación y de reconocimiento “sobrevivir” esta agresión del pequeño, demos-
del otro a lo largo de toda la existencia. El su- trándole así que no pueden ser destruidos y de
jeto cognoscente Hegeliano está atrapado en su esta manera limitando la omnipotencia de “su
monologismo. La salida de la paradoja sólo majestad el bebé”.
puede lograrse a través de la intersubjetividad, Es claro para Benjamín que si la madre no
el dialogismo. es capaz de desplegar su propia subjetividad, (lo
La búsqueda del reconocimiento del otro que no es asunto de mera “voluntad” sino de es-
lleva a Benjamín a cuestionar decididamente la tructuras y pautas culturales y sociales, y una so-
visión freudiana de una pasividad infantil. A lo cialización previa) si no puede así afirmar su
largo de The Bonds of Love argumentará que “otredad”, no será capaz de” sobrevivir” esta
los infantes son participantes activos en la inte- agresión, lo que tendrá serias consecuencias psi-
racción con su ambiente, que no son meros re- cológicas para ella y para el infante.
ceptáculos de “objetos” que satisfacen sus pul- La destrucción, según Winnicot, permite
siones. En las dos obras citadas hay objeciones relacionarse con otro objetivamente existente
fundamentales a la categoría “objeto” tal y como fuera del sí mismo: “Si sobrevive al ataque sin
considera la autora que ha sido usada y abusada retaliamiento ni replegamiento, sabemos que
en el Psicoanálisis, y se enfatiza el placer deriva- existe fuera de nosotros mismos, no sólo como
do de la “entonación emocional”3 que ha identi- nuestro producto mental”. (Benjamín, 1997,70)
ficado en la infancia temprana Daniel Stern. La agresión crea así, según Winnicot, una
Ante visiones psicoanalíticas como las de “cualidad de externalidad”., pero si el otro no so-
Margaret Mahler, que insisten en que el desarrollo brevive la agresión la experiencia se convierte en
una que es básicamente intrapsíquica (en esta con-
3 Se trata de la capacidad de dos mentes de compartir sen- cepción, siempre habrá internalización, pero cuan-
timientos. do no se “sobrevive” la agresión la experiencia
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pasa en lo fundamental de ser interpersonal a ser excluidas de la concepción freudiana del bebé”
intrapsíquica).El problema para Benjamín, una (Benjamín, 1997,53).
vez más, es la pérdida del tenso equilibrio entre Desde los inicios del debate sobre la femi-
lo intersubjetivo (realidad) y lo intrasubjetivo nidad en el Psicoanálisis, los contendientes de
(fantasía): “Desde el punto de vista intersubjeti- Freud como Karen Horney, Melanie Klein y
vo toda fantasía es la negación del otro real, sea Ernst Jones antepusieron la figura de una mujer
su contenido negativo o idealizado, así como, activa (heterosexual) o una madre “poderosa” al
desde el punto de vista intrapsíquico, la realidad ser mutilado, manqué, cuyo destino era sellado
externa es simplemente lo internalizado como por la castración. Esta es, por supuesto, la línea
fantasía” (Benjamín, 1997, 75) de argumentación esbozada desde diferentes po-
Es clave para su propuesta, bien afianzada siciones desde un psicoanálisis que se define co-
en discusiones feministas, romper con la imagen mo feminista. La ambivalencia del hombre hacia
pasiva del infante y también de la mujer, esa ma- lo femenino, ya mencionado en este trabajo, y
dre “idealizada”, “sacrificada” que está a “ente- más que evidente en las actuaciones del protago-
ra disposición de sus hijos”. Benjamín reivindica nista de El mensaje fue señalado en su momento
la existencia independiente de la madre. Postula por Karen Horney: “Este miedo puede ocultarse
que en la dinámica de separación-acercamiento con desprecio o adoración: el desprecio repara
estudiado por Mahler no se trata únicamente de la herida a la autoestima masculina, mientras
establecer en el niño la “permanencia “del objeto” que la adoración recubre el terror con reverencia
sino el reconocimiento de la madre como sujeto y misterio” (Cit. En Benjamín, 1997. 109)
independiente, con sus propias metas y necesida- Aunque Benjamín reconoce que la moder-
des.. La madre, en relación con el infante, no es nidad ha diluido en algo el “misterio” asociado
simplemente un espejo o una contención, sino que con la maternidad, que es la clave para este “pode-
debe afianzar su propia subjetividad para fomen- río femenino” (a la carencia de pene le correspon-
tar el reconocimiento mutuo, “El niño disfruta de la incapacidad de engrendar) ésta sigue estando
una dosis de otredad”, (Benjamín, 1988,26) “detrás de los portales” de la Ilustración y condi-
La diferencia radica, en lo que se refiere a cionando situaciones. Interpreta la famosa intro-
la relación primaria con la madre, en la distinción ducción al Malestar en la Cultura, en que Freud
entre “estar con el otro” y “ser regulado” por el discute el “sentimiento oceánico”, religioso, que
otro. En la segunda vertiente, el sí mismo es pa- le refiere Romain Rolland (Freud, 1997), no como
sivo, espera ser contenido, y la actividad y capa- la búsqueda del rescate del padre primordial sino
cidad de contención se atribuye exclusivamente el discernimiento del miedo a las” profundidades
al otro. En la visión de Benjamín, se presenta la maternas” implícitas en el deseo de fusión.
posibilidad alternativa de “reconocimiento mu- El proceso de desarrollo implicaría la nece-
tuo” desde el inicio de la vida, implicando activi- sidad de separarse, de distanciarse de esa fusión, y
dad tanto de la madre como del infante. esto se vuelve un aspecto crucial de la discusión
En la introducción a Sujetos iguales, obje- de Benjamín, dado que el planteamiento usual psi-
tos de amor, la autora hace referencia a las críti- coanalítico, de diferentes matices, implica lo mas-
cas que suscitó este planteamiento de la posibili- culino, lo paterno, o “la ley paterna” como el
dad del “reconocimiento mutuo” esbozado en “Caballero de armadura reluciente” (Mahler) que
1988, defendiéndose de la aseveración de que efectúa el proceso de separación e individuación
con esta formulación tenía propósitos normati- en la situación edípica y que conduce al “mundo
vos: “Mi argumentación no parte de un ideal externo. Este “Padre edípico” se convierte en ob-
normativo, sino de una posibilidad material. Lo jeto de contención teórica para Benjamín.
que esperaba demostrar no era que los seres No basta, escribe la autora, intentar captar el
humanos necesariamente desarrollan esa capa- proceso haciendo referencia exclusivamente a la
cidad, sino que podemos presuponer algunas problemática de los roles sociales, porque esto deja
aptitudes innatas para dicho desarrollo.... y que al margen “ la estructura de la heterosexualidad y
estas aptitudes han sido durante mucho tiempo su representación cultural” (Benjamín, 1997, 112)
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La psicoanalista francesa Janine Chasse- Melanie Klein había reconocido, en su momento,


guet-Smirgel es una figura recurrente en los es- la necesidad del niño o de la niña de usar simbó-
critos de Benjamín. Esta autora insiste en que licamente y de identificarse con los órganos y ap-
la imagen inconsciente que tiene el infante de titudes de ambos progenitores. (Benjamín, 1997)
la madre no es la de un ser carenciado, débil, Benjamín plantea que en la etapa preedípica:
sino más bien de alguien con un poder extre- “Ambos sexos son paralelos en su insistencia en
mo, con una “vagina poderosa’ que puede serlo todo, en su elaboración de la complementa-
“tragarse al niño”. ridad como constituida por opuestos contenidos
El pene se convertirá en factor de separa- en el interior del si-mismo y en su protesta vs. los
ción y de cambio no por una carencia materna si- límites”(Benjamín, 1997,93).
no por la fantasía del poder materno. El Deus ex En un aspecto crucial de su formulación,
Machina del padre con falo irrumpiendo en la es- postula que antes de llegar a la fase edípica se
cena edípica se ve así algo disminuido, pero si- presentará una etapa de rapprochment (unión)
gue operando, siendo efectivo no por tener un marcada por la búsqueda del niño (a) de su status
pene sino por representar la libertad ante una como sujeto, en que en el conflicto dependencia-
“madre poderosa”.En este contexto, el problema independencia el niño y la niña quieren el reco-
no es la castración, sino el poder paterno, confi- nocimiento de ambos padres, aunque quieren ser
gurado, además, por una sociedad patriarcal. como el padre (el camino cultural al “mundo ex-
Benjamín interpreta la envidia del pene como: terno). Se presenta así un nuevo tipo de amor “el
“La expresión del esfuerzo de la niña de identifi- amor identificatorio” que en el caso del niño es
carse con el padre como una forma de establecer una amor homoerótico con el padre.5 Esto da lu-
la separación que es amenazada por la identifi- gar al prototipo del amor ideal en que una perso-
cación con la madre” (Benjamín, 1988, 95). na busca en la otra la imagen ideal de sí mismo.
El tema es entonces, el padre, y no el pe- En el caso de las niñas, se buscaría lo mis-
ne: “Lo que llama Freud envidia del pene, a la mo: una identificación con el padre, que es el re-
orientación masculina de la pequeña niña, refle- presentante del mundo externo, como la persona
ja en realidad el deseo de la niña de identificar- que ayuda a la individuación, y que es simboliza-
se con el padre, percibido como representante da por sus genitales. Se presenta la envidia por-
del mundo externo” 4 que es un amor identificatorio que se impide.
Lo que objeta Benjamín de Chasseguet- El esquema dual polarizado implica una
Smirgel es su afirmación de que el padre (o lo madre abarcadora que intenta “tragarse” al niño
paterno) sea el único camino hacia la individua- con el peligro de diluirse en este estado primario
ción, y que el problema de la relación con la ma- y un padre “liberador” que apunta a la individua-
dre adquiera unilateralmente aspectos defensivos ción y al mundo externo. Lograr la individuación
y hostiles, porque la búsqueda de la separación, y la separación lleva entonces a sacrificar la iden-
de la individuación, no es solo una reacción ante tificación y la cercanía con la madre, y a repudiar
la dependencia (que es el énfasis del plantea- el rol materno y la feminidad. El problema de
miento edípico) sino también expresión de este planteamiento, escribe Benjamín, es que
“amor ante el mundo”. unilateriza su visión y de un proceso edípico en
La idea crucial de la sobreinclusividad apa- que se supone que se afirma la diferencia lo que
rece aquí, en tanto que el niño o la niña preedípi- emerge es una nueva omnipotencia y la diferen-
ca lo quiere todo: se identifica con la madre y con cia convertida en dominación. Está de acuerdo
el padre, con lo masculino y con lo femenino. Ya con la visualización del Complejo de Edipo co-
mo una confrontación con la diferencia y los
límites pero no como una confrontación con la
4 Benjamín, 1988, 100. En otra parte de la misma obra es-
cribe: “No es anatomía, sino la totalidad de la relación de
una niña con su papá, en un contexto de polaridad sexual 5 Benjamín se basa en la discusión del amor identificato-
y responsabilidad desigual en la crianza de los niños, lo rio que postula Freud en Psicología de las masas y
que explica la carencia percibida de la mujer” (p. 86). análisis del Yo.
DOBLES: Diferenciación y reconocimiento mutuo en lo intergenérico: Chodorow y Jessica Benjamín 15

realidad que se hace contingente con un padre únicamente logro de separación, convirtiéndose
que encarna la diferencia y el Principio de la el niño en “individuo” con tan sólo separarse de
Realidad, asignándole a la madre un papel pasi- la madre. Se pierde la posibilidad de una iden-
vo. Hace la observación de que: “Las madres tificación diferenciada, más madura, con la ma-
reales en nuestra cultura, para bien o para mal, dre. Lo femenino es negado, y todos pierden:
dedican buena parte de su energía a promover la “El mismo falo que significa diferencia en rea-
independencia” (Benjamín, 1988,152) lidad significa poder sobre y repudio de las mu-
Benjamín polemiza con Chasseget-Smir- jeres” (Benjamín, 1988, 168)
gel al destacar que no se trata de oponer unilate- El límite edípico es claro: uno se identifi-
ralmente un Superyo paterno a un yo ideal ma- ca exclusivamente con el padre del mismo sexo.
terno (preedípico) sino que hay que distinguir La salida a esta concepción radica lleva a
entre ideales maternos y paternos y superyos relativizar la importancia de la experiencia edípi-
materno y paterno. Se trataría, entonces, de pro- ca en el desarrollo, oponiéndose a la concepción
cesos simultáneos, y que en ambos terrenos, el freudiana que lo caracteriza como el “punto no-
materno y el paterno, se despliega el proceso de dal del desarrollo”,6 y a las identificaciones múl-
individuación y desarrollo, y la problemática de tiples. Esto se vería favorecido por cambios so-
la autoafirmación/reconocimiento mutuo como ciales y culturales; para el niño, conquistar estas
tensión. Esto implica entonces que la madre es identificaciones múltiples allana el camino para
también un “camino al mundo externo” aunque recuperar “espacios internos”.
quizás no al mundo que predomina culturalmen- El problema central para Benjamín, social,
te en la actualidad en Occidente. cultural, político y también psicológico, es rom-
El camino del repudio a lo femenino se es- per la polaridad sexual y para esto es necesario
tablece en la situación edípica. El niño debe re- enfrentar la concepción edípica freudiana, ya
nunciar a la madre como objeto de amor, pero que: “Los tres pilares de la Teoría de Edipo- la
también debe renunciar a su identificación con primacía del deseo de unicidad, la fuerza regre-
ella. Ser femenino implica una peligrosa regre- siva de la madre y la necesidad de intervención
sión, porque es asentarse en la dependencia y la del padre -crean la paradoja de que la única li-
vulnerabilidad, por lo que es contrarrestado por beración es la dominación paterna” (Benjamín,
la denigración y el rechazo. 1988,181) Deconstruir la “ecuación edípica” im-
El niño “saca” a la madre de sí la coloca plica reconocer lo siguiente:
“afuera” para ser idealizada o rechazada. Con es-
to, en la contabilidad psíquica de Benjamín, paga - la envidia y el miedo a las capacidades y al
un costo: pierde confianza en su “espacio inter- poder de la madre
no” y se concentra en intentar conquistar el “ex- - la denigración de la díada madre/bebé
terno”. El deseo es negado en tanto se considera - la renegación de las identificaciones femeni-
propiedad del otro, no propio: “La subjetividad nas y los deseos bisexuales
sexual se transforma en estrategia defensiva, en - la proyección de agresión sobre los otros
intento de contrarrestar el atractivo poder que - la inversión de lo pasivo/activo que se efec-
irradia del objeto”(Benjamín, 1988,163) La au- túa al transferir el “poder” al padre
tora califica con el sugestivo nombre de “viola- - el desplazamiento de la omnipotencia al pa-
ción invertida” el proceso mediante el cual se le dre edípico.
“roba” al hombre el “espacio interno” ubicando
lo femenino en el pedestal de lo sagrado o en el
sótano de lo “despreciado”.
Se consume, así, la gran contradicción 6 “La idea de que en la fase edípica el niño renuncia a la
prerrogativa del otro parece interpretar erróneamente
edípica, en que se consolida la diferencia entre la identidad genérica como un logro final, un sistema
uno y los otros, pero sin reconocer a la madre; cohesivo y estable, y no como un ideal edípico inalcan-
la diferenciación entonces no sería para el zable, con el cual el sí-mismo lucha constantemente”
Psicoanálisis balance, o tenso equilibrio, sino escribe en Sujetos iguales, Objetos de amor, 1997,99.
16 REFLEXIONES

Romper la polaridad genérica, que en A fin de cuentas, la vieja casa nos la topa-
The Bonds of Love considera el principal “ma- mos todos los días, y suele parecer tan robusta
lestar” existente en la sociedad occidental ac- como influyente. ¿Podrá el lenguaje minar sus
tual, lleva a afianzar la idea de las “identifica- andamios, sus estructuras? ¿Podrá la teoría?
ciones múltiples” el rescate (en un grado de
evolución o “etapa” posterior) de la sobreinclu-
sividad preedípica e incluso el cuestionamiento Bibliografía
a la misma idea actual de identidad genérica: “Si
el sexo y el género tal como lo conocemos son Appignanesi, L. Y Forrester. 1992. J. Freud’ s
atraídos hacia polos opuestos, estos polos no women. New York: Basic Books.
son la masculinidad y la feminidad. Más bien, el
bimorfismo genérico en si solo representa un Benjamín, J. 1988. The Bonds of Love, Psychoa-
polo; el otro polo es el polimorfismo de todos nalisis, feminism and the problem of do-
los individuos” (Benjamín, 1997,109) mination, New York: Pantheon Books, 26.
Alterar estar la polaridad de género es la
tarea más urgente para Benjamín, y, en este afán Benjamín, J. 1988. Sujetos iguales, objetos de
es pertinente, teóricamente, apuntar a esta multi- amor. Barcelona: GEDISA.
plicidad. Considero necesario, sin embargo, pro-
fundizar la idea de que la madre, lo femenino, es Chodorow, N. 1984. El Ejercicio de la materni-
también un camino al mundo (vs. la idea del pa- dad. Psicoanálisis y sociología de la ma-
dre edípico que establece la ley, el orden, o que ternidad y paternidad en la crianza de los
introduce al mundo simbólico). Esta me parece hijos, Barcelona: GEDISA, 269.
una idea fecunda, que merece más desarrollo. El
marco conceptual que ha venido desarrollando Flax, J. 1995. Psicoanálisis y feminismo, Pensa-
Benjamín, que incorpora diversos elementos y mientos fragmentarios. Valencia: Edicio-
no teme a las paradojas, las tensiones o contra- nes Cátedra.
dicciones creo que seguirá aportando elementos
importantes en su desarrollo, y el trabajo en tor- Freud, S. 1997. Obras Completas. Madrid: Bi-
no a esta “multiplicidad” probablemente será blioteca Nueva.
uno de sus elementos preponderantes.
En El Mensaje, el tiempo de “búsqueda” de Lispector, C. 1994. “El Mensaje” en Felicidad
los jóvenes implica incertidumbre, angustia: “Hí- Clandestina. Barcelona: Mondadori, 143-
bridos-sin haber elegido todavía un modo perso- 161.
nal de caminar, sin haber elegido una caligrafía
definitiva, cada día copiaban los apuntes de clase Lyons, N. 1992. “ Two perspectives: on self, re-
con una letra diferente- se buscaban, disimulando lationships and morality” Harvard Educa-
torpemente la gravedad” (Lispector, 1994,144). tional Review, 53,2, 125-145.
La polaridad de género ofrece un supuesto “alivio”
a tal desdicha. La vieja casa que encuentran en su Scott, J. 1996. “El género: una categoría útil
camino les fascina y les horroriza, y los ubica en su para el análisis histórico” en Lamas, M.
lugar:”De cualquier temblor de tierra él salía ha- (comp.) El género: la construcción
cia delante con un movimiento libre, con la misma cultural de la diferencia sexual, México:
orgullosa inconsecuencia que hace relinchar al grupo Editorial Miguel Angel P. 265-
caballo. Mientras que ella había salido pegada a 302.
la pared como una intrusa, madre ya casi de los
dos hijos que tendría, con el cuerpo presintiendo Volvonich, J. y R. Rodulfo. 1997. “Variaciones
la sumisión, el cuerpo sagrado e impuro que car- para un prólogo posible” en Benjamín, J.
gar”. (Lispector, 1994, 159) Sujetos iguales, objetos de amor, 9-31.

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