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LA CRUDA REALIDAD DE LA FOBIA AL POBRE

La historia se encarga de encasillar o colocar etiquetas a las cosas para


incorporarlas al dialogo, pero ¿cómo es posible referirse a las realidades
personales y sociales para evocarlas, si no se tienen un cuerpo físico? Es difícil
señalar con el dedo la democracia, la libertad, la conciencia, el totalitarismo,
… etc.

Pero estas realidades sociales necesitan una denominación para poder


analizar y tomar decisiones sobre ellas.

Lo que usualmente se hace en la sociedad bogotana es distorsionar la


realidad y ocultándola para hacer invisible distinguir la contrariedad de las
cosas, de igual forma ha ocurrido con la xenofobia o el racismo, que tienen
un nombre con el cual distinguirlos. Lo particular es que no es de un odio
individual con la cual se han vivido malas experiencias, si no del sentimiento
de enemistad hacia determinado en este caso hacia los emigrantes. Quien
experimenta la fobia experimenta el desprecio y lo temible, o ambas cosas a
la vez.

En la mayoría de los casos, la mayoría de bogotanos tomamos la actitud de


superioridad con respecto al otro, consideramos que nuestra etnia, raza,
tendencia sexual o creencia es superior y precisamente está legitimado,
aunque es trascendental la dignidad y el bienestar de las personas de carne
y hueso que sufren el rechazo. Y a un así este es un punto clave en el mundo
de las fobias.

Analizando una parte de la problemática no es de raza, etnia ni tampoco de


extranjería. La cuestión es de pobreza. Y lo más impresionante es que hay
muchos racistas y xenófobos, pero aporófobos, casi todos.

Es la fobia hacia el pobre la que lleva a excluir a las personas, razas, etnias
que habitualmente no tienen recursos y por lo tanto, no pueden ofrecer
nada, o parece que no pueden hacerlo.

Una manera de solventar esta problemática fomentar una cultura moral y


política, basada en el hecho del respeto a la igual dignidad de todos los
individuos, por consiguiente, superar estas formas de discriminación
cotidiana.

Por último y no menos importante es la gratitud de la igual dignidad y


compasión son del valor ético de la reflexión cordial, que conllevan al
complejo progreso de ese mundo de discriminaciones inhumanas.

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