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El concepto del yo en la película Persona de Ingmar Bergman

¿Qué diferencia hay entre una metáfora y una explicación en un lenguaje técnico?
¿Qué aporta el elemento artístico a la comunicación? Podemos hablar acerca de
Persona, la película de Bergman, pero siempre seremos mucho menos elocuentes que la
película misma. Podemos tratar de explicar o dar definiciones a qué es la angustia
existencial, pero quedaría sin el referente, la experiencia directa de la angustia que nos
proporciona el filme.
Ingmar Bergman, nacido en Upssala,
Suecia, en 1918 es considerado uno
de los grandes cineastas de todos los
tiempos y un genial director de teatro.
Su vida estuvo marcada por la dura
disciplina a la que se vieron sometidos
él y sus hermanos por su padre, pastor
protestante, sumergidos en un
ambiente sumamente religioso con
castigos que hoy en día se
considerarían vejatorios (al joven
Bergman le ponían una falda roja
cuando se orinaba en la cama, lo que
ocurría a menudo). Este ambiente
propició que se convirtiera en un
espléndido mentiroso y dedicara horas y horas a huir preparando funciones teatrales con
su hermana para un pequeño teatro de marionetas y jugando con un cinematógrafo de
mano. Además de proporcionarle fructíferas neurosis que arrastraría toda la vida y
marcarían su obra.
En la adolescencia Bergman desarrolló su interés por el cine y el teatro, y en sus
lecturas quedó fuertemente marcado por Nietzsche, Strindberg y Sartre, piezas clave en
sus filmes. Es interesante la relación entre Nietzsche y Strindberg; este conoció la obra de
Nietzsche a mediados de 1899, unos meses antes de su muerte, y quedó profundamente
impresionado. Conoció la muerte de Nietzsche por un amigo mutuo, y (¿casualmente?)
escribió sus dos mejores obras, “la Más Fuerte” y “la Señorita Julia” en el transcurso de
ese mismo año.
Bergman conoció el éxito desde muy pronto, tanto el económico (aunque como el
reconocimiento internacional y ha rodado filmes considerados obras maestras, como ‘El
séptimo sello’(1957) o ‘Persona’(1966), otorgándole la comunidad cinematográfica
mundial los más grandes premios internacionales de cine.
Persona (1966) está llena de elementos brechtianos, llamando al espectador a
percibir las imágenes como lo que son, reflejos y sombras de la realidad,
representaciones.
Imágenes del encendido y apagado de la máquina de proyección, miradas a la
cámara de los personajes, falsas roturas de la película, vodeviles e incluso escenas con
las cámaras y el personal del rodaje. El espectador ha de darse cuenta de su condición de
espectador y ver la película con toda la objetividad que le sea posible.
Persona está basada en la obra teatral ‘La más fuerte’ de Strindberg, considerado uno de
los mejores monólogos de la historia y una obra cumbre de la literatura escandinava. La
obra parte del encuentro de dos mujeres, señorita X y señora Y en el que una habla,
mientras que la otra tan solo realiza algunos gestos sutiles, algún asentimiento. La
segunda mujer, la que habla, va crispándose en una neurosis provocada por el silencio,
por la fortaleza psíquica, de la segunda, apoyándose en algunos sucesos, quizá
imaginados, del pasado común. Esta obra es un sublime ejemplo de un tema recurrente
en la obra del autor, el vampirismo psíquico o la lucha de cerebros, del que podemos
encontrar muchísimos casos en la obra de Strindberg, que tanto ha influido en la de
Bergman.
Otra influencia en la obra que nos ocupa es la de Sartre. La obra tanto teatral como
filosófica del pensador existencialista ha marcado la producción de Bergman, y es clave
para la comprensión del film, punto al que nos remitiremos más tarde.
La trama reune a dos mujeres, Elisabet y Alma en una casa junto a la playa apartada del
mundo. Elisabet es una afamada actriz de teatro que, sin razón aparente, ha dejado de
hablar. Tras una breve estancia en el hospital, su médico le recomienda ir una temporada
a su casa de la playa junto a Alma, su enfermera, una mujer prometida sin ningún tipo de
ambición o aspiraciones. Alma admira sinceramente a Elisabet, que, dada su situación lo
único que hace es escucharla. En esta situación, Alma desata miedos y perturbadores
recuerdos, secretos íntimos y va siendo absorbida lenta pero inexorablemente por
Elisabet. Por un descuido de esta y la curiosidad de la enfermera, Alma lee una carta
dirigida de su enferma a su médico, en la que Elisabet afirma disfrutar estudiándola,
comentando secretos revelados por su cuidadora. Esto desata un odio visceral, y una
profundización de la herida anímica de la que bebe la actriz enmudecida. La trama
concluirá con el estallido de Alma y la liberación de las cadenas psíquicas a las que
estaba sometida la enfermera.
La película puede tener varias lecturas, todas ellas complementarias (quizá incluso
necesarias). Una de ellas es la de una historia de vampirismo psíquico. Elisabet Vogler,
con una terrible fuerza de voluntad que la lleva a dejar de hablar y apartarse de su familia
por convicciones, se recluye junto a una endeble enfermera, Alma, llena de miedos e
inseguridades, con una vida sencilla y sin aspiraciones que la admira enormemente. El
silencio de Elisabet hace que Alma comience a hablar y hablar, a sacar todo aquello que
lleva dentro, escondido para todos, y poco a poco va absorbiéndola, anulándola, sin mas
armas que su fuerza psíquica. Llega un punto en el film en el que Alma queda
completamente anulada y no es mas que una extensión de Elisabet, que la controla como
una marioneta (escena con el Sr. Vogler), y llega incluso al vampirismo real, chupando la
sangre que mana de la herida de la muñeca de Alma. Estalla Alma con violentas
reacciones llegando incluso a la agresión física y un agónico ‘Yo no soy Elisabet Vogler’,
impotente, a lo que Elisabet responde, en una reveladora escena, con una sonrisa.
Una segunda lectura nos muestra a dos personas de un muy diferente origen social, con
vidas radicalmente distintas, cuyo encuentro, a solas, cara a cara, destruye por completo
las distancias sociales. La vida, el encuentro de las personas alejadas de sus respectivos
círculos sociales, deja tan solo dos seres humanos desnudos; las convenciones sociales
no pasan de ser precisamente eso, constructos, que quedan atrás cuando nos alejamos
de la vida social.
Una tercera lectura, por último, es la sartriana. Dice la médico al inicio de la película:
‘¿Crees que no lo entiendo? El sueño imposible del Ser. No de parecer, sino de Ser.
Consciente en cada momento, vigilante. Al mismo tiempo el abismo entre lo que eres para
los otros y para ti misma, el sentimiento de vértigo y el solo deseo constante de, al menos,
estar expuesta, de ser analizada, diseccionada, quizás incluso aniquilada. Cada palabra
una mentira, cada gesto una falsedad, cada sonrisa una mueca. ¿Suicidarse? ¡Oh no!
Eso es horrible. Tu no harías eso. Pero puedes quedarte inmóvil y en silencio. Por lo
menos así no mientes. Puedes encerrarte en ti misma, aislare. Así no tendrás que
desempeñar roles, ni poses caras ni falsos gestos. Piensas. Pero ¿ves? La realidad es
atravesada, tu escondite no es hermético. La vida se cuela por todas partes. Estás
obligada a reaccionar. Nadie pregunta si es real o irreal, si tú eres verdadera o falsa. La
pregunta solo importa en el teatro. Y casi ni siquiera allí. [...] Te entiendo Elisabet. Te
entiendo y admiro. Creo que deberías mantener este papel hasta que se agote, hasta que
deje de ser interesante. Entonces podrás dejarlo. Igual que poco a poco fuiste dejando los
demás papeles.’
Expone, en la película, la angustia del aparentar, del no llegar a la autenticidad del Ser
sino a un dejarse llevar por las convenciones. Haciendo un escueto resumen, en
categorías sartrianas dividimos al ser en un para si (conciencia, nada) y un en si
(existencia. Partiendo de un ateísmo, los entes sólo tienen esencia en tanto que hay una
finalidad, una planificación en su creación, por lo que el hombre carece de esencia,
carece de naturaleza). La esencia del hombre es posterior a su existencia y ha de ir
recreándose, redefiniéndose continuamente. Por ello, su para si es la conciencia, su
esencia, y a la vez la nada, una creación, solo hay un en si, una existencia. Y es por ello
por lo que la única palabra que articula Elisabet en toda la película es ‘nada’. Y es por ello,
también, por lo que la película se llama Persona, máscara en Griego. El hombre vive
persiguiendo su esencia, redefiniéndola a cada paso, y aceptando, con la inevitable
angustia existencial, la nadidad de su esencia. En la elaboración del para si hombre está
condenado a la libertad. Debe elegir huir y vivir la sencillez de dejar que otros elijan
nuestra vida, nuestro Ser, o desafiar a todo y a todos peleando por construirse un Ser
auténtico.

Juan E. Ordóñez Arnau


Valencia, 2003
Bibliografía:
August Strindberg. Teatro escogido, La más fuerte (Den starkare). Alianza Literaria, 2003,
Madrid .

Juan Miguel Company. Ingmar Bergman. Cátedra, 1999, Madrid .

Ingmar Bergman. Imágenes. Tusquets, 2001, Barcelona.

Ingmar Bergman. Linterna mágica, memorias. Tusquets, 2001, Barcelona.

Jacques Aumunt: El rostro en el cine. Paidós, 1998, Barcelona.

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