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1.1. El finalismo y la causalidad final.

En cada día de nuestra vida notamos como las cosas y nuestras propias acciones están
siempre orientadas a un fin: por ejemplo cojo un lapicero para escribir un poema o para
escribir sobre la hoja y no para desarmar una computadora. Hay acciones que realizo de
no de forma intencional sino de manera instintiva, es así que cuando se conduce un auto,
realizo una serie de movimientos inconcientemente, no necesito refleccionar, solo los
realizo. Por tanto hay algunos objetivos muy bien realizados que el ser humano no necesita
hacer una reflexión previa. Son tantos ejemplos que se pueden ilustrar: cuando como una
manzana inmediatamente se activa de forma mecánica el proceso de digestión
independientemente de la reflexión que puede hacer, esto se realiza de forma automática,
no necesita de la voluntad del sujeto. Pasando al ámbito puramente de los animales y de
las plantas, se puede ver en el campo el modo como una ave realiza un nido para poner allí
sus huevos, tiene una buena finalidad hacer el nido; o una planta cualquiera que sea unde
sus raices en la tierra para poder alimentarse.

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