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DERECHO PROCESAL CIVIL - EL PROCESO CIVIL

MAXIMILIANO ASTORGA BELTRÁN - PAULINA NAVARRETE MEDINA

iii. El art. 83 inc. I del CPC establece que la nulidad procesal podrá ser declarada, de oficio
o a petición de parte, en los casos que la ley expresamente lo disponga y en todos
aquellos en que exista un vicio que irrogue alguna de las partes un perjuicio reparable
sólo con la declaración de nulidad.
iv. De acuerdo al art. 201 inc. I del CPC, si la apelación se ha interpuesto fuera de plazo o
respecto de resolución inapelable o no es fundada o no contiene peticiones concretas, el
tribunal correspondiente deberá declararla inadmisible de oficio; y si el apelante no
comparece dentro de plazo, deberá declarar su deserción previa certificación que el
secretario deberá efectuar de oficio.
v. Por último, de acuerdo al art. 200 inc. I del COT, la implicancia de los jueces puede y debe
ser declarada de oficio o a petición de parte.

El profesor OLIVER señala que lo que caracteriza a este sistema en sede penal, entre otras
cosas, es que las funciones de perseguir y juzgar se encuentran concentradas en una persona;
además, en este sistema rige el principio de oficialidad, lo que significa que la investigación de
los hechos debe ser llevada de oficio; y es un procedimiento escrito y secreto. Este era el sistema
que regía en el antiguo procedimiento penal.

c. SISTEMA MIXTO.
El profesor ALFARO señala que se conoce como tal, la conjunción de los dos sistemas
antagónicos descritos. Así, en sede penal es posible encontrar, en algunas legislaciones, un
sistema mixto o inquisitivo reformado, que se caracteriza porque sigue existiendo una
investigación a cargo de un juez instructor, pero aparece como órgano encargado de acusar un
ministerio público o fiscal.

C. L AS PARTES .

1. LA RELACIÓN JURÍDICA PROCESAL.


Como se dijo, los elementos del proceso o presupuestos procesales son aquellas
exigencias que deben concurrir para que el proceso tenga existencia y sea eficaz. Se distinguió
entre elementos constitutivos o de existencia, y elementos o condiciones de validez, y dentro de
los primeros se ubicó a la contienda jurídica actual, a las partes y al tribunal; ahora se analizará a
las partes.
Al estudiar la naturaleza jurídica del proceso, la doctrina mayoritaria señalaba que éste
era una relación jurídica procesal, esto es, un vínculo jurídico que une a los sujetos del proceso
(partes y juez), generando poderes y deberes entre ellos; siendo el principal deber del juez,
resolver el asunto, y de las partes, la obligación de acatar lo que resuelva.
¿Desde qué momento hay una relación jurídica procesal y se generan consecuencias?
¿Desde que se presenta la demanda, desde que se notifica la demanda, o desde que se contesta la
demanda? La relación procesal se constituye desde el momento en que se notifica legalmente la
resolución que provee la demanda, al demandado. Una vez generada la relación jurídica procesal,
produce efectos tanto dentro del proceso, como fuera del mismo; f u e r a d e l p r o c e s o : se

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interrumpe la prescripción como modo de adquirir; el deudor se constituye en mora; se


transforma la prescripción de corto tiempo en prescripción de largo tiempo; se equipara al
poseedor de buena fe con el de mala fe, para efectos de las prestaciones mutuas (esta
equiparación se produce con la contestación de la demanda). Y d e n t r o d e l p r o c e s o se
producen los siguientes efectos:
i. Se determina quienes son las partes del proceso, y qué tipo de partes son; así, en
principio, se sabe quiénes son las partes principales o directas, salvo que se produzca una
sustitución, como ocurre, por ejemplo, con la citación de evicción.
ii. El demandante ya no tiene la posibilidad de retirar la demanda, aunque sí puede operar el
desistimiento de ésta, el cual es distinto al retiro, porque una vez que se acoge, no puede
presentarse la cuestión en un nuevo juicio; el retiro, en cambio, no produce ese efecto, ya
que puede volver a plantearse la cuestión con posterioridad.
iii. Se generan una serie de imperativos jurídicos: cargas, deberes, obligaciones,
prohibiciones y atribuciones.
iv. Las partes quedan sometidas a lo que se verifique dentro del proceso, a la sentencia y a la
eventual ejecución de la misma; esto no afecta la disponibilidad de las partes del proceso
mediante avenimiento, conciliación, o arbitraje, en la medida que el bien jurídico sea
disponible. Pues una vez constituida la relación jurídica procesal, llega un momento en
que debe ser extinguida, y ésta se extingue con la sentencia, que es la manera normal, o
de manera anormal mediante algún equivalente jurisdiccional, figura que tiene el mismo
valor que una sentencia.

2. CONCEPTO DE PARTE.
Para estudiar a las partes hay que remontarse nuevamente al derecho de acción. Pues la
determinación de los sujetos específicos del proceso, dependerá de la actuación de quien
provoque la actividad jurisdiccional; pues con la demanda se determinará al pretendiente y al
pretendido, y al sujeto pasivo de la acción, es decir, al órgano jurisdiccional.
Según constata el profesor ALFARO, el concepto de parte ha variado en el tiempo, al igual
que el concepto de acción procesal. En un primer momento, parte procesal era también parte de
la relación material debatida; sin embargo, el concepto de parte se independizó de la relación
material, y desde este punto de vista, parte es todo sujeto que de manera permanente o transitoria
deduce una pretensión en el proceso, ya sea a nombre propio o a nombre de otra persona, y
respecto de quien se pretende; en términos simples, es quien pretende y frente a quien se
pretende la satisfacción de una pretensión.
El autor Manuel URRUTIA SALAS dice que son partes las personas naturales o jurídicas
que concurren al juicio como demandantes o demandados. Este concepto y el anterior, sólo
abarca a las partes directas (demandante y demandado), es por ello que el profesor FORTTES,
elaborando un concepto más amplio, señala que p a r t es son las personas que concurren a un
juicio como demandante o demandado, o que figuran en él en virtud de asistirles un interés en
los resultados del mismo. Por lo tanto, por parte se entiende un concepto netamente procesal que
alude a la intervención de los sujetos en el proceso, lo cual es importante en cuanto al efecto
relativo de las sentencias, según el cual, las sentencias judiciales no tienen fuerza obligatoria

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sino respecto de las causas en que actualmente se pronunciaren (art. 3º inc. II del CC) es decir,
los efectos de las sentencias judiciales sólo se extienden a las partes que concurran al proceso.

3. PRINCIPIOS BÁSICOS REFERIDOS A LAS PARTES.


Las características esenciales que deben configurarse para estar frente a la calidad de
parte, son:
i. D u a l i d a d . Las partes ocupan dos posiciones o bandos, sin importar el número de
sujetos que conforma cada bando. Siempre hay alguien que pretende y alguien en contra
de quien se pretende; esta afirmación no impide la existencia de tercerías o terceros con
interés, como tampoco impide la pluralidad de partes, ni la figura de la rebeldía.184
ii. C o n t r a d i ct o r i e d a d . La posición de una parte respecto de la otra es antagónica, por lo
tanto, si una parte solicita algo al juez, un principio básico de la contradictoriedad, es que
se le notifique a la contraparte para que tenga la posibilidad de contradecir. La excepción
a esto es la unilateralidad, que tiene lugar, por ejemplo, si se pide una medida precautoria
para asegurar el resultado de una acción sin notificación y sin objeción de la contraria.
iii. I g u a l d a d . A ambas partes se les debe dar la misma posibilidad de hacer valer y probar
sus afirmaciones. Y por otro lado, las partes tienen las mismas cargas, atribuciones,
derechos y obligaciones.

4. CLASIFICACIÓN DE LAS PARTES.


i. Según la oportunidad en que las partes litigantes han adquirido tal carácter, o según la
oportunidad en que ellas concurran al proceso, se acostumbra a clasificarlas en: partes
directas o principales, y en partes indirectas o terceros.
Las p a r t e s d i re c t a s o p r i n c i p a l e s son aquellas que inician y en contra quienes se
inicia el proceso. Según CASARINO, son aquellas que originariamente han iniciado el
juicio, sea porque por su propia voluntad han deseado hacerlo así, sea porque, una vez
iniciado, han sido forzadamente llamadas a él. Genéricamente a las partes directas se las
denomina demandante y demandado; y en los procedimientos no contenciosos no se
habla de partes, sino que de interesados, pues la figura de las partes es propia del proceso
contencioso.
Las p a r t e s i n d i r e c t a s o t e rc e ro s , son aquellas que concurren al juicio en forma
voluntaria, una vez que éste ha sido iniciado. Se acostumbra a subclasificarlas,
atendiendo a si tienen interés o no en el resultado del proceso, en:
- T e r c e ro s c o n i n t e r é s o t e r c e r o s r e l a t i v o s . Son aquellas personas que entran
al proceso con interés en el resultado de éste. Entre ellos se distingue a los t e r c e r o s
c o a d yu v a n t e s , si tienen un interés compatible con el de las partes directas, por lo
que apoyan la pretensión o contrapretensión de ellas; t e r c e r o s e x c l u ye n t e s , si
reclaman sobre la cosa litigiosa derechos incompatibles con los de las partes directas;

184
Si bien el profesor PÉREZ RAGONE no menciona estos principios básicos, él llama a esta dualidad sistema
bipartito, en el cual identifica dos partes y un tercero imparcial.

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y t e r c e r o s i n d e p e n d i e n t e s , si tienen un interés distinto al de las partes directas,


que no es excluyente (esto se analizará más adelante).
- T e r c e ro s s i n i n t e r é s o t e r c e r o s a b s o l ut o s . Son aquellos que no tienen interés
en el resultado del juicio, pero igual pueden ser importantes y participar en él con
posterioridad; por ejemplo, los testigos, los peritos, el secuestre, el martillero, etc.
Intervienen ocasionalmente en el proceso y no les interesa su resultado, pero tienen
facultades para ejercer derechos que arrancan precisamente de su intervención (por
ejemplo, reembolso de gastos de viaje del testigo, o los honorarios del perito).

ii. Atendiendo a su composición, las partes se clasifican en simples y múltiples. Las p a r t e s


s i m p l e s son aquellas conformadas por un sólo sujeto; y las p a r t e s m ú l t i p l e s son
aquellas conformadas por varios sujetos. Esta multiplicidad puede darse tanto respecto de
la parte demandante como respecto de la parte demandada.
iii. Por último, el profesor NÚÑEZ señala que atendiendo a si los litigantes son o no titulares
de los derechos que se litigan, distingue entre: p ar t e f o rm a l , cuando no es titular del
derecho que se litiga; y parte m a t e r i a l cuando es titular de dicho derecho.

5. CAPACIDAD DE LAS PARTES.


El CPC no da normas específicas sobre la materia, lo cual obliga al intérprete a tener que
recurrir a la legislación sustantiva o de fondo para determinar la capacidad, o sea, a las
disposiciones del CC, CCO, etc., según el caso. De acuerdo con estos Códigos de fondo, se sabe
que la capacidad es la regla general, y la incapacidad la excepción, y aplicando estos principios
se puede decir que para ser capaz, procesalmente hablando, se requiere ser persona, es decir,
sujeto de derecho, y no estar afecto a ninguna causal especial de incapacidad, por tanto, no
pueden comparecer los animales, las cosas inanimadas, las asociaciones que no tengan
personalidad jurídica, etc. (personas sin capacidad de goce), y tampoco podrán hacerlo los
menores de edad, los declarados en interdicción por demencia, por disipación, etc. (personas sin
capacidad de ejercicio). Pero se entiende que así como en los negocios civiles estas
incapacidades se subsanan mediante la intervención de los respectivos representantes legales,
también en los negocios judiciales ellas se subsanan haciendo comparecer en el juicio al
correspondiente representante legal a nombre del incapaz.
De acuerdo a lo anterior, en materia procesal hay que distinguir la capacidad para ser
parte, la capacidad para obrar o comparecer en juicio, y la capacidad para pedir en juicio (ius
postulandi).
i. C a p a c i d a d p a r a s e r p a r t e (capacidad de goce). Es el primer requisito procesal
referente las partes y consiste en la aptitud jurídica para ser titular de derechos y
obligaciones de carácter procesal. GUASP habla de personalidad procesal, y dice que a
toda persona que le corresponde la función de ser titular de derechos y obligaciones
(sustantivas o materiales), le corresponde también la función de ser titular de derechos y
obligaciones procesales.
Esta capacidad corresponde, en principio, a toda persona por el hecho de ser tal, pues es
un atributo de la personalidad. Es por ello que la capacidad para ser parte
tradicionalmente se asimila a la capacidad de goce del Derecho civil, que es la aptitud

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legal para adquirir derechos y contraer obligaciones, y que la tiene toda persona por el
hecho de ser tal. El problema a este respecto, se da porque cada vez más las legislaciones
admiten como partes en juicio a entes que no tienen capacidad de goce; así, por ejemplo,
en materia de recurso de protección, agrupaciones sin personalidad jurídica son admitidas
como partes en juicio.
ii. C a p a c i d a d p a r a o b ra r o c o m p a r e c e r e n j ui c i o , o c a p a c i da d p r o c e s a l
(capacidad de ejercicio). La capacidad para ser parte es suficiente para figurar como
sujeto de una relación jurídica procesal, pero no basta para tener plena aptitud, ni realizar
eficazmente los actos procesales que pueden hacer las partes. Esto se logra con la
capacidad procesal, esto es, la capacidad para presentarse ante los tribunales de justicia
ejerciendo una acción o defensa, en nombre propio o por cuenta de otros.
GUASP denomina a la capacidad procesal “legitimación procesal” y señala que ésta
permite figurar y actuar eficazmente como parte en un proceso determinado; a diferencia
de la capacidad para ser parte (personalidad procesal) que es genérica, es una aptitud
general para ser parte185. Esta capacidad equivale a la capacidad de ejercicio del Derecho
civil, y ésta la tienen todos aquellos sujetos que son capaces de ejercitar derechos por sí
mismos, sin el ministerio o autorización de otra.
Como se dijo, todos tienen capacidad para ser parte (capacidad de goce), sin embargo, no
todos tienen capacidad procesal (capacidad de ejercicio). Para suplir esta deficiencia, se
debe contar con la autorización o representación que la ley de fondo exige (por ejemplo,
un menor adulto, debe obrar por medio o con autorización de su padre); y si la persona es
capaz procesalmente y no quiere obrar o comparecer por sí mismo en el juicio, puede
acudir a la representación convencional en virtud de un mandato civil o comercial, según
el caso.
Suponiendo que en un juicio comparece una persona incapaz para ser parte o para
comparecer en juicio ¿Qué efectos legales produce semejante comparecencia?
Evidentemente que sería nula, y para evitar esto, la ley al tratar las excepciones dilatorias
establece que el demandado puede oponer, en tal situación, la excepción dilatoria de falta
de capacidad del demandante, o sea, podrá pedir que mientras esta incapacidad del
demandante no sea subsanada, no está obligado a contestar la demanda. Sin embargo,
nada dice la ley respecto de la intervención de una persona incapaz en juicio en calidad
de demandado; Mario CASARINO cree que, en tal caso, el propio demandado incapaz, por
intermedio de su correspondiente representante legal, podría también hacer presente esta
circunstancia como excepción dilatoria, encuadrándola dentro del art. 303 Nº 6 del CPC,
esto es, aquella excepción dilatoria tendiente a corregir el procedimiento sin afectar el
fondo de la acción deducida; número cuya redacción, dada su amplitud, permite encajar
el caso en estudio. Aún más, si el propio demandante o el tribunal mismo, durante el
curso posterior del juicio, descubren esta incapacidad del demandado, pueden también
pedir o decretar, según el caso, las medidas conducentes a subsanar tal incapacidad, pues
el art. 84 inc. IV del CPC, en materia de incidentes, señala que el juez podrá corregir de
185
Agrega el autor que la legitimación procesal (legitimatio ad processum) es la consideración especial que tiene la
ley, dentro de cada proceso, a las personas que se hallan en una determinada relación con el objeto del litigio, y se
exige que sean esas personas las que figuren en el proceso; por ejemplo, en la acción reivindicatoria, la legitimación
activa pertenece al dueño no poseedor, y la legitimación pasiva, al poseedor no dueño. Al respecto, el profesor
PÉREZ RAGONE señala que adquirir la calidad de parte en un proceso no significa que se cumpla con el requisito de
legitimación, así, es posible no tener ninguna relación con el objeto del proceso y tener la calidad de parte.

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oficio los errores que observe en la tramitación del proceso. Podrá asimismo tomar las
medidas que tiendan a evitar la nulidad de los actos de procedimiento.
iii. C a p a c i d a d p a r a p e di r e n j ui c i o o i us po s t u l a n d i (derecho de postulación).
Esta es la capacidad para que la actuación judicial sea correcta, y se traduce en la
necesidad de dirigirse al órgano jurisdiccional por medio de las personas que la ley
establece. Si bien la capacidad para comparecer o capacidad procesal habilita a las
personas para actuar en el juicio, la realización de los actos procesales, por regla general,
recae en determinados profesionales, y esto se justifica por razones técnicas, pues dichas
personas tienen un conocimiento especializado del Derecho, y además, con ello se evita
el apasionamiento propio de la defensa de las causas personales, evitando agresiones o
violencia entre las partes.
Por lo tanto, sólo aquellas personas que sean titulares de ius postulandi podrán actuar
válidamente ante los órganos jurisdiccionales (por regla general), y quién no lo tenga, en
su primera actuación ante los tribunales deberá constituir un patrocinio y un mandato
judicial. Pues, como se verá más adelante, el poder de postulación se reparte entre dos
tipos de profesionales: uno a quien se le encomienda la pura representación (procurador)
y a otro que se le atribuye la dirección o defensa oficial de los litigantes (abogado
patrocinante).

6. PLURALIDAD DE PARTES LITIGANTES.

a. CONCEPTO Y FUNDAMENTO.
En principio, en todo juicio sólo existe una persona que desempeña el papel de
demandante y otra que desempeña el rol de demandado; pero no hay inconveniente legal alguno
para que también en un juicio intervengan dos o más personas como demandantes o
demandados, o para que intervengan varios demandantes o varios demandados a la vez. Si se
produce lo anteriormente descrito, se está frente a la institución procesal llamada litisconsorcio o
pluralidad de partes, a la que aluden expresamente los arts. 18, 19 y 20 del CPC; y desde el
momento en que estos preceptos se encuentran ubicados en el Libro I del CPC, quiere decir que la
pluralidad de partes puede darse en cualquier clase de juicios, puesto que se trata de
disposiciones comunes a todo procedimiento.
El fundamento de la institución en comento, es evitar diversos juicios sobre una misma
materia (economía procesal), e impedir la posibilidad de que se dicten en ellos sentencias
contradictorias (seguridad jurídica). Pues, se está ante un proceso único con pluralidad de partes,
estando legitimadas para ejercitar o para que frente a ellas se ejercite una única pretensión,
originadora de un único proceso, de tal modo que el juez ha de dictar una única sentencia, en la
que se contendrá un sólo pronunciamiento, la cual tiene como propiedad inherente a la misma, el
afectar a todas las personas que son parte.186

b. CLASIFICACIONES.

186
Aquí se pone de manifiesto una diferencia con la acumulación de autos, que es una acumulación objetiva y no
subjetiva, ya que en ella hay dos objetos, dos procesos, dos pretensiones, en cambio en la litisconsorcio hay sólo una
pluralidad de partes (elemento subjetivo).

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La figura del litisconsorcio se puede clasificar atendiendo a diversos factores:


i. Según el momento en que se origina, el litisconsorcio puede ser inicial o sucesivo. El
l i t i s c o n s o r c i o i ni c i al es aquel que nace con la iniciación del juicio, por interponerse
la demanda por muchos demandantes en contra de muchos demandados, o por un actor
frente a varios demandados, o por varios demandantes frente a un demandado. Esta figura
se encuentra consagrada en el art. 18 del CPC al decir que en un mismo juicio podrán
intervenir como demandantes o demandados varias personas siempre que se deduzca la
misma acción, o acciones que emanen directa e inmediatamente de un mismo hecho, o
que se proceda conjuntamente por muchos o contra muchos en los casos que autoriza la
ley. Como se puede apreciar, el litisconsorcio originario procede en tres casos:
- Cuando las partes entablen la misma acción. En términos procesales esto quiere decir
que se entable la misma pretensión, y esto tiene lugar cuando existe el mismo objeto y
la misma causa de pedir, entre varios demandantes y/ o demandados. Por ejemplo, los
los codueños de una cosa al ejercer la acción reivindicatoria.
- Cuando se entablen acciones (pretensiones) que deriven directa e inmediatamente de
un mismo hecho; como, por ejemplo, las derivadas de un accidente de tránsito. La
conexión de las pretensiones aquí, es la causa de pedir (fundamento inmediato del
derecho deducido en juicio).
- Cuando la ley lo autoriza. Por ejemplo, los casos de solidaridad o de deudas
hereditarias; o lo que ocurre con la ley de quiebra cuando los acreedores actúan
conjuntamente, o los deudores morosos del Fisco.
El l i t i s c o n s o r c i o s uc e s i v o o sobrevenido, en cambio, es aquél que se forma
posteriormente a la iniciación del proceso y a la notificación de la demanda, es decir, en
el curso del proceso se agregan otras partes a las originarias del proceso. Esta es la
situación que contempla el art. 21 inc. I del CPC, que dispone que si la acción ejercida por
alguna persona corresponde también a otra u otras personas determinadas, podrán los
demandados pedir que se ponga la demanda en conocimiento de las que no hayan
ocurrido a entablarla, quienes deberán expresar en el término de emplazamiento si se
adhieren a ella.
ii. Atendiendo a las partes que intervienen en el litigio, se distingue entre: l i t i s c o ns o r c i o
a c t i v o , si hay varios actores frente a un demandado; l i t i s c o ns o r c i o pa s i v o , si hay
un actor frente a varios demandados; y l i t i s c o n s o r c i o m i x t o , si hay varios
demandantes y demandados a la vez. Estas personas que litigan conjuntamente, ya sea
como demandantes o demandados, reciben el nombre de colitigantes o litisconsortes.
Esta clasificación tiene importancia respecto al término de emplazamiento, pues en caso
de que haya un litisconsorcio pasivo, los plazos de emplazamiento comienzan en
forma individual, y terminan en forma común (para todos iguales). En efecto, el art. 260
inc. I del CPC, señala que si los demandados son varios, sea que obren separada o
conjuntamente, el término para contestar la demanda correrá para todos a la vez, y se
contará hasta que expire el último término parcial que corresponda a los notificados.

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iii. Atendiendo a la obligatoriedad de la litis, se distingue entre litisconsorcio facultativo y


obligatorio. El l i t i s c o n s o r c i o f a c u l t a t i v o o voluntario, es aquel que nace de la
unión de varios colitigantes por su propia voluntad; normalmente se da cuando el actor,
que puede optar por interponer frente a distintas personas demandas separadas, decide
acumularlas en una sola. Es el caso que consagra el art. 18 del CPC, que expresa que en un
mismo juicio “podrán” intervenir como demandantes o demandados varias personas
siempre que se deduzca la misma acción, o acciones que emanen directa e
inmediatamente de un mismo hecho, o que se proceda conjuntamente por muchos o
contra muchos en los casos que autoriza la ley. En general, los requisitos del
litisconsorcio facultativo, según el art. 18 del CPC, son: la pluralidad de partes y la unidad
de procedimiento.
El l i t i s c o n s o r c i o o b l i ga t o r i o o forzado, en cambio, se presenta en aquellos casos en
que por disposición de la ley o en virtud de la relación jurídica material que se está
debatiendo, es necesario oír a varios sujetos; y esta necesidad de escuchar a varios sujetos
va a permitir que lo que se resuelva, en definitiva, no los perjudique. Los principales
casos de intervención forzada son:
- La intervención forzada como demandante. De acuerdo al art. 21 del CPC, si la acción
ejercida por alguna persona corresponde también a otra u otras personas
determinadas, podrán los demandados pedir que se ponga la demanda en
conocimiento de las que no hayan ocurrido a entablarla, quienes deberán expresar en
el término de emplazamiento si se adhieren a ella. Agrega el inc. II que si las dichas
personas se adhieren a la demanda, se aplicará lo dispuesto en los arts. 12 y 13
(tienen que actuar representados por un procurador común); si declaran su resolución
de no adherirse, caducará su derecho (no podrán deducirlo en un juicio posterior); y
si nada dicen dentro del término legal, les afectará el resultado del proceso, sin nueva
citación. En este último caso podrán comparecer en cualquier estado del juicio, pero
respetando todo lo obrado con anterioridad.187
- Otro caso de intervención forzada como demandante es la que se denomina acción de
jactancia regulada en el art. 269 del CPC, el cual señala que cuando alguna persona
manifieste corresponderle un derecho de que no esté gozando, todo aquél a quien su
jactancia pueda afectar, podrá pedir que se la obligue a deducir demanda dentro del
plazo de diez días, bajo apercibimiento, si no lo hace, de no ser oída después sobre
aquel derecho. Este plazo podrá ampliarse por el tribunal hasta treinta días, habiendo
motivo fundado.
- La intervención forzada se da también en el caso de la citación de evicción, regulado
expresamente a propósito del contrato de compraventa en el art. 1843 del CC que
señala que el comprador a quien se demanda la cosa vendida, por causa anterior a la
187
Nada dice la ley respecto de la oportunidad en que el demandado debe pedir que la demanda sea puesta en
conocimiento de otras personas. Al respecto, CASARINO señala que esto debe hacerse al momento de contestar la
demanda, pues si fuese antes, se trataría de una excepción dilatoria y, además, el citado podría quedar en indefensión
si se le cita en cualquier estado del juicio. Por otro lado, se estima que tal petición debe tramitarse como incidente,
pues el demandante tiene derecho a hacer ver al tribunal que la petición es legalmente improcedente o simplemente
dilatoria; se trata de un incidente de previo y especial pronunciamiento, porque el juicio no puede seguir adelante si
no ha transcurrido el término de emplazamiento para que los citados expresen su intención de adherir o no a la
demanda.

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venta, deberá citar al vendedor para que comparezca a defenderla. Esta citación se
hará en el término señalado por el Código de Enjuiciamiento.
- Por último, la intervención forzada también se da en el caso de los acreedores
hipotecarios, quienes deben ser citados para que se purgue la hipoteca; pues estos
acreedores se ven obligados a compadecer en el juicio para manifestar su voluntad en
orden a mantener la hipoteca o proceder a la subasta, y si nada dicen, en el término de
emplazamiento, se entienden optan por ser pagados sobre el precio de la subasta.

7. LA SUSTITUCIÓN Y LA SUCESIÓN PROCESAL.

En virtud de la s u s t i t uc i ó n p ro c e s a l , se faculta por ley a un sujeto para comparecer


en un juicio a nombre propio, haciendo valer derechos de terceros y, por lo tanto, adquiriendo el
rol de parte procesal para todos los efectos legales. Es el caso de la citación de evicción, en
donde el vendedor citado no compadece a nombre del comprador, sino que a nombre propio, y
defiende al comprador, es decir, defiende derechos de terceros y pasa a ser parte; otro caso de
sustitución se da a propósito de las acciones paulianas o revocatorias, y las acciones
subrogatorias. En estos casos, la parte sustituida puede actuar como tercero coadyuvante.
La s u c e s i ó n p ro c e s a l implica que durante el curso del procedimiento uno o más
sujetos reemplazan a otro que ocupa el rol de parte. Por ejemplo, el juicio entablado en contra de
una persona se sigue en contra de sus herederos cuando dicha persona fallece; así lo establece el
art. 5º del CPC que señala que si durante el juicio fallece alguna de las partes que obre por sí
misma, quedará suspenso por este hecho el procedimiento, y se pondrá su estado en noticia de
los herederos para que comparezcan a hacer uso de su derecho en un plazo igual al de
emplazamiento para contestar demandas, que conceden los arts. 258 y 259.

8. LOS TERCEROS RELATIVOS O PARTES INDIRECTAS CON INTERÉS.

a. CONCEPTO.
Como se dijo, las partes indirectas o terceros, son aquellas personas que concurren a un
juicio en forma voluntaria, una vez que éste ha sido iniciado. Ahora bien, estos terceros pueden
tener o no interés en el resultado del juicio, y los terceros con interés, siguiendo a CASARINO, son
aquellas personas que intervienen en un juicio, diversas del demandante y del demandado,
sosteniendo pretensiones concordantes, independientes o contradictorias con las de éstos.
En general, la intervención de un tercero en juicio recibe el nombre de “tercería”. Sin
embargo, hay que reconocer que la acepción “tercería” se usa con mayor frecuencia para
designar la intervención de un tercero en el juicio ejecutivo.

b. FUNDAMENTO DE LA INSTITUCIÓN.
El fundamento de la institución de las tercerías, es el deseo del legislador de que los fallos
judiciales se extiendan al mayor número posible de personas, siempre que ellas estén
directamente interesadas en sus resultados, con el objeto de evitar sucesivos juicios sobre una
misma materia, recargando inútilmente la labor de los tribunales (economía procesal), y
colocándolos todavía en la posibilidad de pronunciar fallos contradictorios (seguridad jurídica).
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Sin embargo, no en todos los juicios el legislador admite la institución de las tercerías en
idéntica forma. Los arts. 22, 23 y 24 del CPC, establecen reglas generales aplicables a las tercerías
en toda clase de procedimiento (pues dichos artículos se encuentran en el Libro I del CPC); pero
también existen reglas especiales en el juicio ejecutivo de obligaciones de dar, en el cual sólo
pueden intervenir los terceros siempre y cuando ejerciten las acciones que la misma ley se
encarga de señalar, a saber: la tercería de dominio, de posesión, de prelación y de pago. Y hay
reglas especiales también en los juicios ejecutivos especiales, como los destinados a realizar la
prenda agraria, la prenda industrial, etc., en los cuales no se admiten tercerías de ninguna
especie.

c. REQUISITOS PARA PERMITIR LA INTERVENCIÓN DE TERCEROS.

i. Se requiere que el reclamante tenga la calidad de tercero.


ii. Que exista un juicio ya iniciado.
iii. Que exista un interés actual comprometido en el proceso. De acuerdo al art. 23 inc. II del
CPC, se entenderá que hay interés actual siempre que exista comprometido un derecho y
no una mera expectativa, salvo que la ley autorice especialmente la intervención fuera de
estos casos. Ahora, si el interés falta, la protección jurídica desaparece, es decir, sin
interés no hay acción, o el interés es la medida de la acción.
Sólo excepcionalmente, y mediando texto expreso de ley que lo autorice, es posible que
una persona cualquiera, que no tiene interés actual (un derecho comprometido), puede
ejercer válidamente ciertas y determinadas acciones. Así, por ejemplo, a propósito de la
propiedad fiduciaria, esto es, aquélla que está sujeta al gravamen de pasar a otra persona,
por el hecho de verificarse una condición, el art. 761 del CC dispone que el
fideicomisario, mientras pende la condición, no tiene derecho ninguno sobre el
fideicomiso, sino la simple expectativa de adquirirlo. Podrá, sin embargo, impetrar las
providencias conservatorias que le convengan, si la propiedad pareciere peligrar o
deteriorarse en manos del fiduciario. Otro ejemplo se da en el recurso de amparo
económico establecido por la ley 18.971, que en su artículo único dispone que cualquier
persona podrá denunciar las infracciones al art. 19 N° 21 de la CPR, y agrega
explícitamente que el actor no necesitará tener interés actual en los hechos denunciados.

d. CLASIFICACIÓN DE LOS TERCEROS RELATIVOS.


Según como intervienen los terceros en el juicio, se clasifican en coadyuvantes,
excluyentes e independientes.
i. Los t e r c e ro s c o a d yu v a n t e s son las personas que sin ser parte directa en el juicio,
intervienen en él, una vez iniciado, por tener interés actual en sus resultados, sosteniendo
posiciones armónicas y concordantes con las de una de las partes directas (sea
demandante o demandado). En efecto, el art. 23 del CPC señala que los que, sin ser partes
directas en el juicio, tengan interés actual en sus resultados, podrán en cualquier estado
de él intervenir como coadyuvantes, y tendrán en tal caso los mismos derechos que
concede el art. 16 a cada una de las partes representadas por un procurador común,
continuando el juicio en el estado en que se encuentre.
243
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Art. 16. Cualquiera de las partes representadas por el procurador común que no se conforme con el
procedimiento adoptado por él, podrá separadamente hacer las alegaciones y rendir las pruebas que estime
conducentes, pero sin entorpecer la marcha regular del juicio y usando los mismos plazos concedidos al
procurador común. Podrá, asimismo, solicitar dichos plazos o su ampliación, o interponer los recursos a que
haya lugar, tanto sobre las resoluciones que recaigan en estas solicitudes, como sobre cualquiera sentencia
interlocutoria o definitiva.

Existe tercero coadyuvante en la citación de evicción, así, por ejemplo, si “A” le vende a
“B” una cosa, y luego “C” pretende discutir el dominio que tiene “B” sobre la cosa; “B”
puede citar a “A” al juicio para que lo defienda, y se produce, entonces, la figura ya
analizada de la sustitución procesal, en que “A” comienza a ocupar el lugar de “B” en el
proceso, y “B” puede hacerse parte como tercero coadyuvante de “A”, ya que tiene un
interés común. Otro ejemplo puede darse a propósito de la acción reivindicatoria, así, por
ejemplo, si “A” está reivindicando la propiedad que tiene “B”, pero “B” había hipotecado
la cosa, el acreedor hipotecario puede intervenir como tercero coadyuvante, ya que tiene
un interés concordante o afín con una de las partes.
Como todo tercero, los coadyuvantes deben tener un interés actual comprometido, sin
embargo, hay casos en que la ley autoriza la intervención de un tercero coadyuvante
prescindiendo del interés; así ocurre con ciertas disposiciones de la ley de quiebras y con
el art. 529 inc. II del CPC, a propósito de las tercerías en el juicio ejecutivo de las
obligaciones de dar, que señala que podrá también el tercerista (de pago) intervenir en la
realización de los bienes, con las facultades de coadyuvante.
En cuanto a la oportunidad para intervenir como tercero coadyuvante, de acuerdo al art.
23 inc. I del CPC, ellos pueden hacerlo en cualquier estado del juicio, o sea, en primera
instancia, en segunda instancia e incluso ante la CS si está conociendo un recurso de
casación. La petición del tercero, para que se le tenga como coadyuvante del demandante
o del demandado, se tramita como incidente (es una cuestión accesoria al juicio) y esto
quiere decir que se debe oír previamente a las partes directas, las que formularán sus
observaciones u objeciones para estimar procedente o improcedente la intervención del
tercero; y con lo que ellas expongan o en su rebeldía, el tribunal resolverá, pudiendo
incluso recibir el incidente a prueba, la que recaerá especialmente sobre el interés actual
invocado por el tercerista, pues en esta tramitación incidental el tercero debe probar su
interés para intervenir en el juicio. Ahora bien, si se acoge la intervención, el juicio
continúa en el estado en que se encuentre al momento de la intervención, por tanto, los
terceros deben respetar todo lo obrado con anterioridad.
En definitiva, los terceros coadyuvantes intervienen en el juicio con posterioridad a su
inicio y se colocan en la misma posición procesal de una de las partes directas, con la
cual las liga un interés común; y su intervención estará destinada a apoyar la posición de
ese demandante o demandado que sostiene el derecho que él también hace suyo. De ahí
que la ley equiparé a este tercero coadyuvante con la parte misma a quien coadyuva, es
decir, este tipo de terceros constituye con la parte directa a la que apoya una sola
identidad y, por ende, como dice el art. 23 del CPC, tienen los mismos derechos que
concede el art. 16 del CPC a cada una de las partes representadas por un procurador
común.188

188
En la práctica, se ha suscitado la duda sobre si deben notificarse al tercero coadyuvante toda clase de
resoluciones o únicamente las que recaigan en sus propias solicitudes. Cierta doctrina se inclina por la negativa, en

244
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ii. Los t e r c e r o s e x c l u ye n t e s son aquellos que hacen valer sobre la cosa litigada
derechos incompatibles con los de las partes directas; es decir, actúan en su interés propio
y personal, que es distinto al del demandante y demandado (se les llama también
opositores, pues están en contra de ambas partes). Al respecto, el art. 22 del CPC señala
que si durante la secuela del juicio se presenta alguien reclamando sobre la cosa litigada
derechos incompatibles con los de las otras partes, admitirá el tribunal sus gestiones en
la forma establecida por el art. 16 y se entenderá que acepta todo lo obrado antes de su
presentación, continuando el juicio en el estado en que se encuentre. Por ejemplo, “A”
interpone una acción reivindicatoria en contra de “B” (ambos dicen ser dueños), y
aparece “C” diciendo que él es el dueño, por lo tanto, su pretensión excluye la de las
partes principales.
El tercero excluyente se diferencia fundamentalmente del coadyuvante, en que mientras
este último es un verdadero accesorio de la parte demandante o demandada con quien
colabora en el juicio, el primero acciona como un verdadero demandante en contra del
demandante y demandado primitivos. Consecuencia de esta afirmación, es que el tercero
excluyente, desde el momento en que se le reconoce como tal en el juicio, pasa a adquirir
la calidad de parte y, por consiguiente, tiene todos los derechos que la ley otorga a los
litigantes en juicio, así, por ejemplo, debe ser notificado de las resoluciones, puede
deducir recursos, rendir pruebas, formular alegaciones, etc.
Si bien el CPC no señala el momento en que el tercero puede intervenir en forma expresa,
sí lo indica de modo implícito al establecer el art. 22 del CPC “si durante la secuela del
juicio”, lo que significa que el tercero puede intervenir en cualquier estado del juicio, en
primera o segunda instancia, antes de que esté firme la sentencia. En lo relativo a la
tramitación, la petición se va a tramitar en forma incidental, es decir, en ella se va a tener
que justificar el interés actual que se invoque y calificar la incompatibilidad de este
derecho con alguno de los derechos alegados por las partes principales.
En esta materia surge un problema a raíz del art. 22 del CPC, el cual se remite al art. 16
del mismo Código; en efecto, si en un juicio se presenta un tercero alegando derechos
incompatibles sobre la cosa litigada con respecto a los de las otras partes, tal pretensión
debiera tramitarse entre el tercero, en calidad de demandante, y el demandante y
demandado primitivos, en calidad de actuales demandados; sin embargo, el legislador
procesal no ha considerado así este problema, pues dice que el tribunal admitirá las
gestiones de este tercero en la forma establecida por el art. 16…. Por esta remisión
pareciera, a primera vista, que el tercero excluyente debe obrar conjuntamente con alguna
de las partes a través de un procurador común, lo que es un absurdo, pues si el tercero
excluyente tiene los mismos derechos de la parte representada por el procurador común,
quiere decir que quedará entregado a merced de la marcha que quieran imprimirle al
juicio sus contrarios, esto es, demandante y demandado primitivos. En realidad, la
remisión del art. 22 al art. 16 del CPC, debe entenderse hecha a aquella parte de la
disposición que señala que podrán hacer separadamente las alegaciones y rendir las
pruebas, etc. En todo caso, no hay que olvidar que la intervención del tercero excluyente
en juicio es eminentemente facultativa, y que nada le impide a éste accionar por cuerdas
separadas.

atención a que la ley ha limitado sus derechos (art. 16 del CPC), no figurando entre ellos este último; a lo que cabe
agregar que los terceros son simples accesorios de la parte principal, siendo inútiles estas notificaciones; y, por otro
lado, el legislador lo habría manifestado expresamente, si ése hubiese sido su pensamiento.

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Finalmente, aceptada la intervención del tercero excluyente, se presenta también otro


problema, en cuanto a cómo continua el juicio del tercero que advino. El art. 22 del CPC
señala que el tercero excluyente deberá aceptar todo lo obrado antes de su presentación,
“continuando el juicio en el estado en que se encuentre”. Hay distintas opiniones
respecto a esta última frase: algunos entienden que admitido el tercero excluyente se
paraliza la causa principal mientras no se resuelva sobre el derecho del tercero, por lo que
se tramita esta intervención en cuadernos separados, pero contenido en el mismo
expediente del juicio de las partes principales. Otros autores, en cambio, señalan que lo
lógico es generalizar el procedimiento que el CPC establece para la tercería de dominio en
el juicio ejecutivo, es decir, se debe iniciar un tercer juicio en que el tercero sería el
demandante y las partes directas del otro juicio obrarían como demandados, pero ambos
tendrían que fallarse en una sola sentencia; así, en esta segunda posibilidad habrían dos
expedientes, dos cuadernos diversos, uno del juicio primitivo y otro del tercero
excluyente con las partes directas del juicio primitivo.
Esta segunda interpretación cuenta con el apoyo mayoritario de la jurisprudencia, debe,
por tanto, iniciarse un nuevo juicio entre el tercero y las partes directas hasta que llegue la
tercería al mismo estado de tramitación del juicio primitivo, y lograda esa similitud en la
tramitación, continuarán desarrollándose conjuntamente para terminar con una sola
sentencia. Sin embargo, esta tesis se critica porque solamente tendría aplicación cuando
la acción que ejercite el tercero se someta al mismo procedimiento que la acción que han
invocado las partes directas.
iii. Los t e r c e r o s i n d e p e n d i e n t e s son aquellos que invocan o sostienen, como el nombre
lo indica, un interés independiente, propio o autónomo del que han hecho valer en juicio
las partes directas, que no excluye ni coopera con el del demandante o demandado
(invocan una pretensión distinta). Por ejemplo, en un juicio de reivindicación entre “A” y
“B”, aparece un tercero señalando que se respete su contrato de arrendamiento porque
consta en escritura pública.
A los terceros independientes se les aplican las mismas normas procesales de los terceros
excluyentes. En efecto, el art. 23 inc. final del CPC indica que si el interés invocado por
el tercero es independiente del que corresponde en el juicio a las dos partes, se
observará lo dispuesto en el artículo anterior.
Por último, de acuerdo al art. 24 del CPC, las resoluciones que se dicten en los casos de
los dos artículos anteriores (o sea, respecto de los terceros coadyuvantes, excluyentes e
independientes) producirán respecto de las personas a quienes dichos artículos se refieren los
mismos efectos que respecto de las partes principales. Es decir, dichas resoluciones producen un
efecto relativo, y la acción y excepción de cosa juzgada.

9. LA COMPARECENCIA ANTE LOS TRIBUNALES DE JUSTICIA.

9.1. GENERALIDADES.

a. CONCEPTO.
La palabra comparecencia, jurídicamente, tiene un doble sentido: uno amplio y otro
restringido. C o m p a r e c e n c i a e n s e n t i d o a mp l i o , es el acto de presentarse alguna persona
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ante el juez, ya sea espontáneamente, para deducir cualquier pretensión o para hacerse parte en
un negocio, ya sea virtud de un llamamiento o intimación de una autoridad que lo obligue a
hacerlo, para la práctica de alguna diligencia judicial. Así, se dice que comparen ante los
tribunales no sólo las partes directas, sino que también los terceros relativos, los terceros
absolutos (los cuales son totalmente ajenos a las partes mismas), y los interesados en los
negocios pertenecientes a los asuntos judiciales no contenciosos.
Por otro lado, c o m p a r e c e n c i a e n s e n t i d o r e s t r i n gi d o , es el acto de presentarse
ante los tribunales de justicia ejerciendo una acción o defensa, o bien, requiriendo su
intervención en un acto perteneciente a la jurisdicción no contenciosa. En este sentido se
empleará la palabra comparecencia.189

b. FUENTES LEGALES DE LA COMPARECENCIA.


La comparecencia ante los tribunales se halla regulada en el Título II (“De la
comparecencia en juicio”) del Libro I del CPC (“Disposiciones comunes a todo procedimiento”),
y en especial en la Ley 18.120 sobre Comparecencia en Juicio.
El art. 4º del CPC dice que toda persona que deba comparecer en juicio a su propio
nombre o como representante legal de otra, deberá hacerlo en la forma que determine la ley; y
dicha ley es, precisamente, la Ley sobre Comparecencia en Juicio.

c. FORMAS DE COMPARECENCIA.
Hay dos formas clásicas de comparecencia ante los tribunales: por sí (personal) y por
intermedio de mandatario o apoderado.
i. Se c o mp a r e c e p o r s í cuando a nombre propio o como representante legal de otro, se
actúa ante los tribunales sin necesidad de valerse de los servicios o representación de un
tercero. Por lo tanto, la comparecencia por sí se puede subclasificar en: comparecencia
por sí a nombre propio (por ejemplo, cuando en la calidad de dueño de un inmueble se
entabla una demanda reivindicatoria), y comparecencia por sí como representante legal
de otro (por ejemplo, cuando en la calidad de padre de un hijo menor de edad y, por
consiguiente, de representante legal de ese hijo, se entabla una demanda reivindicatoria
respecto de un inmueble del cual él es dueño). Ambas clases de comparecencia por sí o
personal, están totalmente asimiladas ante la ley procesal, de tal manera que el distingo
tiene sólo importancia para los efectos de la ley de fondo o sustantiva.
¿Qué sucede si en el intertanto del juicio fallece la parte que litigaba por sí? ¿Qué suerte
corre el proceso? La solución la da el art. 5º del CPC al disponer que si durante el juicio
fallece alguna de las partes que obre por sí misma, quedará suspendido por este hecho el
procedimiento (se trata de una excepción a la regla consignada en el art. 339 del CPC que
dice que el término probatorio no se suspenderá en caso alguno), y se pondrá su estado en
noticia de los herederos para que comparezcan a hacer uso de su derecho en un plazo
igual al de emplazamiento para contestar demandas, que conceden los arts. 258 y 259
(15 días, 18 días, o 18 días más el aumento de la tabla de emplazamiento, según el caso).

189
Este tema tiene directa relación con la capacidad procesal o para comparecer, y con la capacidad para pedir en
juicio o ius postulandi.

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Por lo tanto, se produce la suspensión de pleno derecho de la tramitación del juicio en el


día y la hora exacto en que la persona murió, aun cuando no lo sepa ni el juez, ni la
contraparte; pues esta norma es de toda lógica y justicia, y su fundamento descansa en la
aplicación del conocido aforismo jurídico que dice que al impedido no le corre plazo.
Producida la suspensión del procedimiento, nace para la parte contraria la obligación de
poner el estado del juicio en noticia de los herederos de la parte fallecida; si no se cumple
con esta carga, se estima que, aun cuando la ley no lo diga expresamente, se debe anular
todo lo obrado con posterioridad, nulidad procesal que podrá ser pedida por los herederos
en cualquier estado del juicio.190
¿Qué sucede si en el intertanto del juicio termina la representación legal de una persona?
Este caso se regula en el art. 9º del CPC que dice que si durante el curso del juicio termina
por cualquiera causa el carácter con que una persona representa por ministerio de la ley
derechos ajenos, continuará no obstante la representación y serán válidos los actos que
ejecute, hasta la comparecencia de la parte representada, o hasta que haya testimonio en
el proceso de haberse notificado a ésta la cesación de la representación y el estado del
juicio. El representante debe gestionar para que se practique esta diligencia dentro del
plazo que el tribunal designe, bajo pena de pagar una multa de un cuarto a un sueldo
vital y de abonar los perjuicios que resulten. Ahora bien, el representante legal de otro
deja de serlo tan pronto como suceden aquellos hechos que en concepto de la ley
sustantiva ponen término a la representación, por ejemplo, el caso típico es el del padre
cuando el hijo llega a la mayoría de edad; pero en materia procesal se necesita algo más
que la simple ocurrencia de aquellos hechos para que termine la representación procesal.
En efecto, por una ficción del legislador la representación continúa hasta que se
produzcan uno de estos dos eventos: la comparecencia misma de la parte representada, o
la constancia en el proceso de haberse notificado a ella la cesación de la representación y
el estado del juicio.

ii. Por otra parte, se c o m p a r e c e p o r m e d i o d e ma n d a t a ri o o a p o d e r a d o cuando


los derechos propios o los de los representados legales, se hacen valer ante los tribunales
por medio de un tercero que recibe el nombre de mandatario, apoderado o procurador.
¿Qué sucede si fallece alguna de las partes que litigaba a través de un procurador o
mandatario judicial? Su muerte es irrelevante para todos los fines procesales, pues el
mandato judicial no se extingue por la muerte del mandante. Ahora, si quien fallece es el
mandatario judicial, en este caso no se suspende propiamente el procedimiento (a
diferencia del fallecimiento de la persona que obra por sí), sino que, siendo el
fallecimiento del mandatario una causal de expiración del mandato judicial, la parte que
desee activar el juicio tendrá que pedir que el otro litigante nombre nuevo mandatario, so
pena de incurrir en nulidad del procedimiento, al continuarse con un mandatario
fallecido. Los herederos del mandatario judicial, por su parte, tendrán también la
obligación de poner el hecho en conocimiento del mandante, para que adopte las medidas

190
Si bien la norma analizada se pone en el caso de que existan herederos de la parte litigante fallecida, bien puede
acontecer que nadie haya aceptado la herencia de ese causante. En tal evento, la contraparte tiene dos derechos que
ejercitar para que el juicio siga su marcha normal: pedir a los herederos que manifiesten si aceptan o no la herencia
del causante. Si los herederos aceptan la herencia, se les practica la notificación en la forma establecida por el art. 5º
del CPC; en cambio, si la repudian, se declara yacente la herencia y se le nombra curador, y a éste se le practicará la
notificación a que alude el art. 5º, siguiéndose con él la causa.

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conducentes a la defensa de sus derechos, bajo la sanción de responder de la


correspondiente indemnización de perjuicios.

d. SISTEMAS TEÓRICOS DE COMPARECENCIA.


No siempre en todas las legislaciones, ni menos en todos los tiempos, se ha seguido un
sistema uniforme en cuanto a esta institución; pues se han distinguido los siguientes sistemas de
comparecencia:
i. En ciertos casos se ha prohibido expresamente la comparecencia ante los tribunales por
medio de apoderado o mandatario. La comparecencia por sí, a propio nombre o como
representante legal de otro, ha sido, pues, dentro de este sistema, la única forma de
comparecencia válida.
ii. En otros sistemas se faculta a las partes para comparecer por sí o por medio de
apoderado; pero existen ciertas condiciones o requisitos mínimos que deben poseer las
personas que deseen desempeñarse en calidad de mandatarios o apoderados judiciales.
iii. Un tercer sistema, más riguroso que el anterior, prohíbe expresamente la comparecencia
ante los tribunales en forma personal; de suerte que esta importante actividad procesal
debe ser cumplida por intermedio de mandatarios o apoderados judiciales, quienes a su
vez, para poder desempeñar estos cargos deben reunir ciertas condiciones o requisitos de
capacidad intelectual y de integridad moral.

9.2. SISTEMA CHILENO DE COMPARECENCIA.


Por regla general, en Chile se debe comparecer ante los tribunales con un mandatario o
procurador judicial que debe reunir ciertas calidades. Estas personas pueden ser distintas,
dependiendo de la jerarquía del tribunal; es por ello que a continuación se distinguirá la
comparecencia ante los tribunales inferiores y ante los tribunales superiores de justicia.

a. COMPARECENCIA ANTE TRIBUNALES INFERIORES DE JUSTICIA.

Ante estos tribunales existe la obligación de designar un mandatario judicial y un


abogado patrocinante. En efecto, el art. 2º inc. I de la ley 18.120 señala que ninguna persona,
salvo en los casos de excepción contemplados en este artículo, o cuando la ley exija la
intervención personal de la parte, podrá comparecer en los asuntos y ante los tribunales a que
se refiere el inc. I del artículo anterior (asuntos contenciosos y no contenciosos, y ante tribunales
ordinarios, especiales o arbitrales), sino representada por un abogado habilitado para el
ejercicio de la profesión, por procurador del número, por estudiante actualmente inscrito en
tercero, cuarto o quinto año de las Escuelas de Derecho de las Facultades de Ciencias
Jurídicas y Sociales de alguna de las universidades autorizadas, o por egresado de esas mismas
escuelas hasta tres años después de haber rendido los exámenes correspondientes. La autoridad
universitaria competente certificará, a petición verbal del interesado, el hecho de estar vigente
la matrícula o la fecha del egreso, en su caso. La exhibición del certificado respectivo
habilitará al interesado para su comparecencia. A su vez, el art. 1º inc. I de dicha ley señala que
la primera presentación de cada parte o interesado en asuntos contenciosos o no contenciosos
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ante cualquier tribunal de la República, sea ordinario, arbitral o especial, deberá ser
patrocinada por un abogado habilitado para el ejercicio de la profesión.
En consecuencia, está prohibida expresamente la comparecencia personal en asuntos
contenciosos y no contenciosos, que se tramiten ante tribunales ordinarios, arbitrales y
especiales. Ahora bien, de acuerdo al art. 2º inc. I de la ley 18.120, quiénes pueden representar
válidamente en aquellos asuntos y en dichos tribunales, son:
i. Los a b o ga d o s h a b i l i t a d o s p a r a e j e r c e r l a p r o f e s i ó n . Se entiende por tal, aquél
que no está suspendido del ejercicio profesional, esto es, que no ha sido objeto de una
medida disciplinaria. Además, el abogado debe estar al día en el pago de la patente
profesional en cualquier municipalidad, la que tiene un valor de una UTM y se cancela en
dos cuotas semestrales. En los distintos tribunales el Secretario está en condiciones de
requerir el certificado de que se está al día en el pago de la patente, pues con ella
normalmente se acredita la calidad de abogado habilitado.191
Si bien el nombramiento de apoderado puede recaer sobre la misma persona del abogado
patrocinante, en la práctica quien asume el patrocinio son los estudiantes o egresados de
las escuelas de Derecho.
ii. Los p r o c u r a d o r e s d e l n ú m e ro . En general, procurador, apoderado o mandatario, es
todo aquél que representa a otra persona ante los tribunales de justicia, por encargo de
ella. El epígrafe que encabeza el Párrafo VI del Título XI del COT se denomina “De los
procuradores y especialmente de los procuradores del número”, lo cual indica que
existen diversas clases de procuradores, a saber: los procuradores del número y los
procuradores comunes u ordinarios; ambos tienen en común la facultad de comparecer,
no obstante, el procurador del número se diferencia por ser un auxiliar de la
administración de justicia, o sea, que para desempeñar sus funciones requiere de un título
especial otorgado por la autoridad pública competente (requiere nombramiento estatal por
medio de un Decreto Supremo); mientras que los procuradores ordinarios, son nombrados
por las partes a su entera voluntad. En definitiva, de acuerdo al art. 394 inc. I del COT, los
procuradores del número, son oficiales de la administración de justicia encargados de
representar en juicio a las partes que se les encomiende; por ejemplo, a los litigantes
rebeldes.
iii. Los m a n d a t a r i o s q ue d e s i gn e l a r e s p e c t i v a C o r p o ra c i ó n de A s i s t e n c i a
J u d i c i a l . La Asistencia Judicial es una corporación de Derecho público encargada de
prestar representación judicial a aquellas personas que carecen de los medios necesarios
para contratar un procurador, lo cual se logra, principalmente, a través de la práctica de
los egresados de derecho. En efecto, de acuerdo al art. 2º inc. II de la ley 18.120, las
Corporaciones de Asistencia Judicial podrán designar como mandatario a los egresados
de las Escuelas de Derecho a que se refiere el inciso anterior, cualquiera sea el tiempo

191
Se debe pagar la patente profesional, siempre y cuando se tenga instalado un local físico especialmente destinado
a la actividad profesional, como por ejemplo, una consulta jurídica; esta patente se paga en cualquier municipalidad
y tiene vigencia en todo el país, no está circunscrita sólo a una comuna. Un acuerdo del pleno de la CS del año 2008
ordenó a los tribunales del país no exigir a los abogados que acrediten el pago de la patente municipal para autorizar
un poder, alegar en estrados o efectuar alguna gestión ante los tribunales de justicia; el sentido de este acuerdo no
implica la eximición del pago de dicho tributo sino que, de modo diferente, sólo tiene por objeto aclarar que ella no
es necesaria para acreditar la calidad de abogado ante los tribunales de justicia.

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que hubiere transcurrido después de haber rendido los exámenes correspondientes, para
el solo efecto de realizar la práctica judicial necesaria para obtener el título de abogado.
Esta calidad se acredita con el certificado que expide la misma Corporación.
iv. Los estudiantes actualmente inscritos en tercero, cuarto o quinto de las Escuelas de
Derecho de las Facultades de Ciencias Jurídicas y Sociales de alguna de las
universidades autorizadas.
v. Los egresados de esas mismas escuelas hasta tres años después de haber rendido los
exámenes correspondientes. Esta calidad, y la anterior, se acredita mediante un
certificado expedido por la autoridad universitaria, a petición verbal del interesado, en el
cual consta el hecho de la matrícula o la fecha del egreso.192

A pesar de los claros fundamentos de la regla general que prohíbe la comparecencia ante
los tribunales inferiores en forma personal, como toda regla, tiene excepciones, las cuales se
justifican por: la cuantía del negocio, la naturaleza del mismo y, en general, por la dificultad
material de la parte para obtener un mandatario o procurador. En concreto, estas excepciones en
donde se puede comparecer personalmente, son:
i. Cuando la ley exige la intervención personal de la parte. El art. 2º inc. I de la Ley 18.120
señala que ninguna persona, salvo los casos de excepción contemplados en este articulo
o cuando la “ley exija la intervención personal de la parte”…. Ejemplos típicos de
comparecencia personal exigida por la ley, son el comparendo de conciliación (art. 264
inc. I del CPC) y la diligencia de absolución de posiciones o confesión judicial (art. 385
inc. I del CPC).
Art. 264. A los comparendos de conciliación deberán concurrir las partes por sí o por apoderado. No
obstante, el juez podrá exigir la comparecencia personal de las partes, sin perjuicio de la asistencia de sus
abogados.

Art. 385. Fuera de los casos expresamente previstos por la ley, todo litigante está obligado a declarar bajo
juramento, contestada que sea, la demanda, sobre hechos pertenecientes al mismo juicio, cuando lo exija el
contendor o lo decrete el tribunal en conformidad al art. 159 (medida para mejor resolver).

ii. Cuando el juez autoriza la comparecencia personal para la iniciación y secuela de un


juicio. Esta segunda excepción se consagra en el art. 2º inc. III de la ley 18.120 al disponer
que para la iniciación y secuela del juicio podrá, sin embargo, solicitarse autorización
para comparecer y defenderse personalmente. El juez podrá concederla, atendida la
naturaleza y cuantía del litigio o las circunstancias que se hicieren valer, sin perjuicio de
exigir la intervención de abogados, siempre que la corrección del procedimiento así lo
aconsejare. Las resoluciones que se dicten en esta materia sólo serán apelables en el
efecto devolutivo.
iii. No es necesario el mandatario judicial en aquellas comunas en que el número de
abogados en ejercicio sea inferior a cuatro. En efecto, de acuerdo al art. 2º inc. VIII de la
ley 18.120, las obligaciones consignadas en el primer inciso del art. 1° (comparecer con

192
Hay que recordar que en materia de capacidad se distinguió entre: capacidad para ser parte procesal, capacidad
para comparecer o capacidad procesal, y capacidad de pedir en juicio o ius postulandi. Las personas mencionadas
son, precisamente, las que tienen ius postulandi.

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procurador) y de este artículo (comparecer con patrocinio), no regirán en aquellos


departamentos en que el número de abogados en ejercicio sea inferior a cuatro, hecho
que determinará la CA correspondiente.
iv. El mismo art. 2º en su inc. IX señala que exceptúanse, también, del cumplimiento de
dichas obligaciones, las solicitudes sobre pedimentos de minas que se formulen ante los
tribunales, sin perjuicio de cumplirse tales exigencias respecto de las tramitaciones
posteriores a que den lugar.
v. Asimismo, el inc. X del art. 2º señala que no regirán tampoco (las exigencias de mandato
y patrocinio) respecto de los asuntos de que conozcan los jueces de subdelegación y de
distrito (figura que fue derogada); los alcaldes; los Jueces de Policía Local, salvo en los
asuntos sobre regulación de daños y perjuicios de cuantía superior a dos UTM; los
juzgados de menores (figura derogada); los árbitros arbitradores; el SII, salvo que
tratándose de asuntos superiores a dos UTM, el Servicio exija por resolución fundada la
intervención de abogados; la CGR; la Cámara de Diputados y Senado en los casos de los
arts. 48 y 49 de la CPR (juicio constitucional); ni en los juicios cuya cuantía no exceda de
media UTM; en las causas electorales; en los recursos de amparo y protección (no
obstante, en los alegatos de las Cortes sólo pueden intervenir abogados); respecto del
denunciante en materia criminal; en las solicitudes en que aisladamente se pidan copias,
desarchivos y certificaciones; ni respecto de los martilleros, peritos, depositarios,
interventores, secuestres y demás personas que desempeñen funciones análogas, cuando
sus presentaciones tuvieren por único objeto llevar a efecto la misión que el tribunal les
ha confiado o dar cuenta de ella.

Por último, para evitar toda clase de dudas al respecto y de extender en lo posible la
prohibición de comparecencia personal ante los tribunales inferiores de justicia, el art. 2º inc. V
de la ley 18.120 establece que lo dispuesto en este artículo (comparecer con procurador) se
aplicará también a la delegación del mandato193 y a la autorización para diligenciar exhortos.
En este último caso, las calidades a que se refiere el inc. I de este artículo (la calidad de
procurador) se acreditarán ante el tribunal exhortado. Es decir, tanto el delegado judicial como
el encargado de la tramitación de un exhorto, requieren de ius postulandi.
Luego, la ley se coloca en el caso, de ordinaria ocurrencia, de que una persona confiera a
otra un mandato con administración de bienes y con facultad expresa de representarla en juicio.
Este mandato, en principio, la ley no lo prohíbe, pero establece que si el mandatario no fuere
abogado habilitado para el ejercicio de la profesión o procurador del número, deberá delegarlo,
en persona que posea alguna de estas calidades. En efecto, el art. 2º inc. VII señala que no
obstante lo dispuesto en el inc. I de este artículo, en los mandatos con administración de bienes
podrá conferirse al mandatario la facultad de comparecer al juicio, pero si éste no fuera
abogado habilitado para el ejercicio de la profesión o procurador del número, deberá delegarlo,
en caso necesario, en persona que posea alguna de estas calidades. Como se puede apreciar, en
esta disposición se restringe el campo de actuación de las demás personas habilitadas para
comparecer como mandatarios, pues sólo pueden comparecer los abogados habilitados o el
procurador del número.

193
De acuerdo al art. 7º del CPC, la delegación es una facultad ordinaria del mandato, y rige a menos que el
mandante expresamente la prohíba.

252
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b. COMPARECENCIA ANTE LOS TRIBUNALES SUPERIORES DE JUSTICIA.194


El art. 398 del COT en su primera parte señala que ante la CS sólo se podrá comparecer
por abogado habilitado o por procurador del número…. La disposición en referencia es clara:
ante la CS no cabe hablar de comparecencia personal, sea a nombre propio, sea como
representante legal de otra persona, pues siempre se tiene que comparecer por medio de abogado
habilitado o procurador del número, no importando la naturaleza del negocio, la instancia o
grado jurisdiccional en que deba ser conocido el asunto, o la situación procesal de la parte
compareciente. Por lo tanto, ante esta Corte no se puede comparecer con estudiantes o egresados
de derecho, ni con personas que realizan la práctica judicial.
Por otra parte, la segunda parte del inc. I del art. 398 del COT señala que ante las CA las
partes podrán comparecer personalmente o representadas por abogado o por procurador del
número195. La excepción viene dada por el caso del litigante rebelde, pues de acuerdo al art. 398
inc. II, éste sólo podrá comparecer ante estos últimos tribunales representado por abogado
habilitado o por procurador del número.

9.3. EL MANDATO JUDICIAL.

a. CONCEPTO Y FUENTES LEGALES.


De acuerdo al art. 2116 del CC, el mandato es un contrato en que una persona confía la
gestión de uno o más negocios a otra, que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la
primera. Agrega el inc. II que la persona que confiere el encargo se llama comitente o
mandante, y la que lo acepta, apoderado, procurador, y en general, mandatario. Ahora bien,
atendiendo a la naturaleza de los negocios encomendados por el mandante al mandatario, el
mandato se clasifica en: m a n d a t o c i v i l , que es aquel en que el negocio cometido es un acto
civil, y cuyo estatuto jurídico aplicable está contenido en los arts. 2116 y siguientes del CC;
m a n d a t o m e r c a n t i l o c o m i s i ó n , que es aquel en que el negocio cometido es un acto de
comercio, y se regula en los arts. 233 y siguientes del CCO; y el m a n d a t o j u d i c i a l que en
términos generales, es aquel que consiste en la comparecencia en juicio a nombre de otro, y se
encuentra regulado en los arts. 6º y 7º del CPC, y en el COT.
La doctrina procesal define al mandato judicial, como un contrato solemne en virtud del
cual una persona otorga a otra, que tiene ciertas cualidades o condiciones especiales, facultades
suficientes para que la represente ante los tribunales de justicia. Por su parte, el art. 395 del COT
define el mandato judicial, desde un punto de vista procesal, expresando que el acto por el cual
una parte encomienda a un procurador la representación de sus derechos en juicio, es un
mandato que se regirá por las reglas establecidas en el CC para los contratos de esta clase,
salvas las modificaciones contenidas en los artículos siguientes.

194
CASARINO en esta materia distingue entre comparecencia de primera y de segunda instancia. Sin embargo, al
emplear este criterio no se exigiría patrocinio ni mandato judicial a una persona que comparece ante una CA que
conoce de un recurso de casación en la forma, en contra de una sentencia de un Juez de Letras, puesto que en este
caso las CA lo conocen y fallan en única instancia. Por lo tanto, este asunto no es una cuestión de grados o
instancias, sino que de jerarquía del tribunal.
195
Excepcionalmente aquí se permite comparecer con alumnos en práctica en la Corporación de asistencia judicial.

253
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El mandato judicial es un mandato especial, pues sólo se otorga para los asuntos o
negocios judiciales; y es judicial porque lo que se encarga es que el mandatario comparezca a
nombre del mandante, de modo de producir los mismos efectos que si hubiese actuado
personalmente. La razón de esto último, es que la tramitación ante los órganos jurisdiccionales
supone un grado especializado de conocimiento, por eso la ley determina cualidades especiales
en la persona del procurador y, por otro lado, la defensa de causas propias agrega a la discusión
la impetuosidad, que puede ser peligrosa.

b. DIFERENCIAS ENTRE EL MANDATO CIVIL Y EL MANDATO JUDICIAL.

i. En cuanto a la forma como se constituyen o perfeccionan, el mandato civil es, por regla
general, consensual, pues se perfecciona con el mero consentimiento de los contratantes;
el mandato judicial, en cambio, es siempre solemne y la solemnidad consiste en que debe
constar necesariamente por escrito.
ii. En cuanto a la libertad de las partes para elegir la persona del mandatario, mientras en el
mandato civil el encargo puede confiarse a cualquier persona; el mandato judicial debe
recaer solamente en personas habilitadas por expresa disposición de la ley (aquellas que
tienen ius postulandi).
Además, mientras el mandato civil puede recaer en una o más personas, el mandato
judicial, por su propia naturaleza, repugna la pluralidad de mandatarios. Tanto la
jurisprudencia como la doctrina han estimado que la pluralidad de mandatarios en sede
procesal es improcedente, y la razón para no aceptarlo es la discrepancia que puede
presentarse en la actuación de éstos. Lo que sí permite la jurisprudencia, es que las partes
en un juicio puedan ser defendidas por más de un abogado patrocinante, ya que eso no se
opone a la economía procesal.
iii. En cuanto a la representación, mientras en el mandato civil la representación es un
elemento de la naturaleza, en el mandato judicial la representación es un elemento de la
esencia. Por lo tanto, todos los actos procesales realizados por el mandatario judicial se
entienden hechos por el mandante, pues en virtud del art. 1448 del CC, se entiende que lo
que una persona ejecuta a nombre de otra, estando facultada por ella (mediante un
mandato judicial) o por la ley para representarla (por ejemplo, el caso de los
Procuradores Fiscales del Consejo de Defensa del Estado), produce respecto del
representado iguales efectos que si hubiese contratado él mismo.
iv. Por último, el mandato civil puede terminar, entre otros casos, por la muerte del
mandante, en cambio, el mandato judicial jamás termina por la muerte de éste.

c. CONSTITUCIÓN DEL MANDATO JUDICIAL.

Como se ha dicho, el mandato judicial es un contrato solemne, a diferencia del mandato


civil, que, por regla general, es consensual. Ahora bien ¿cuáles son las solemnidades en el
mandato judicial? O mejor dicho ¿Cómo se constituye el mandato judicial? Sobre el particular el
art. 6º inc. II del CPC señala que para obrar como mandatario se considerará poder suficiente:
i. El constituido por escritura pública otorgada ante notario o ante oficial del registro civil

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a quien la ley confiera esta facultad. Hay que recordar que, de acuerdo al art. 403 del
COT, la escritura pública es el instrumento público o auténtico otorgado con las
solemnidades que fija esta ley, por el competente notario, e incorporado en su protocolo
o registro público.
ii. El que conste de un acta extendida ante un juez de letras o ante un juez árbitro y suscrita
por todos los litigantes (por ejemplo, en un comparendo). Esta segunda forma de
constituir el mandato judicial tiene aplicación ante los jueces de letras y los jueces
árbitros, y en el primer caso, el mandato servirá para representar a las partes sólo ante el
juez de letras, mientras que en el segundo supuesto, servirá para actuar ante el propio juez
árbitro o ante otro tribunal cualquiera. Esta última forma de constitución del mandato
judicial se usa mucho en los juicios de partición de bienes, cuando los interesados deseen
ser representados en conjunto ante otro tribunal y en un juicio diverso, sea como actores o
como demandados.
iii. El que conste de una declaración escrita del mandante, autorizada por el secretario del
tribunal que esté conociendo de la causa. Esta es la forma más usual y económica de
conferir el mandato judicial; esta declaración escrita generalmente se contiene en la
primera solicitud que presenta la parte litigante dentro del juicio, concretamente en un
otrosí (en una petición secundaria de la principal) en el que se expresa que se designa
abogado patrocinante a tal persona y como procurador a tal persona, y el abogado
patrocinante firma la presentación junto con el mandante (no así el procurador).
Es necesario hacer notar que esta declaración escrita del mandato judicial debe ser
autorizada por el secretario del tribunal “que esté conociendo de la causa”, lo que
significa que si se desea conferir poder para la segunda instancia, estando el proceso en
primera, el secretario que lo autorizará será el del juzgado y no el de la Corte. En otras
palabras, el funcionario competente para intervenir en esta autorización es aquél en cuyo
poder se encuentra el expediente, aun cuando no sea el mismo del tribunal ante el cual se
va a utilizar el mandato.
iv. Fuera de los casos anteriores, existe la forma señalada en el art. 29 inc. II de la Ley
18.092 sobre Letras de Cambios y Pagarés, que expresa que el endosatario en comisión
de cobranza puede cobrar y percibir, incluso judicialmente, y tiene todas las
atribuciones propias del mandatario judicial comprendidas también aquellas que
conforme a la ley requieren mención expresa (facultades especiales o extraordinarias).
Con todo, el mandatario sólo puede comparecer ante los tribunales en la forma que exige
la ley. Por tanto, existe una forma especial que opera respecto de ciertos instrumentos
privados mercantiles, que es el endoso en comisión de cobranza de un cheque, letra de
cambio o pagaré, esto es, un mandato que faculta al portador (endosatario en comisión de
cobranza) para ejercitar todos los derechos derivados de la letra de cambio, salvo los de
endosar en dominio o garantía.196

Este poder o mandato judicial, se acredita exhibiendo el título que confiere la


representación (por ejemplo, la escritura pública). En efecto, de acuerdo al art. 6º inc. I del CPC,

196
De acuerdo al art. 17 de la Ley 18.092 el endoso es el escrito por el cual el tenedor legítimo transfiere el dominio
de la letra, la entrega en cobro o la constituye en prenda. La letra se endosa estampando la firma en el dorso del
documento o en una hoja de prolongación adherida a ella.

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el que comparezca en juicio a nombre de otro, en desempeño de un mandato o en ejercicio de un


cargo que requiera especial nombramiento, deberá exhibir el título que acredite su
representación.
El tribunal se limitará a “tener presente” el mandato judicial, si estima que reúne los
requisitos legales y, en caso contrario, ordenará su constitución legal en el término de tercero día.
En efecto, el art. 2º inc. IV de la ley 18.120 señala que si al tiempo de pronunciarse el tribunal
sobre el mandato, éste no estuviere legalmente constituido, el tribunal se limitará a ordenar la
debida constitución de aquél dentro de un plazo máximo de tres días. Extinguido este plazo y sin
otro trámite, se tendrá la solicitud por no presentada para todos los efectos legales. Las
resoluciones que se dicten sobre esta materia no serán susceptibles de recurso alguno (esto es
una verdadera carga, pues si no se cumple con el plazo perentorio que la ley establece, caduca el
acto procesal)197. Esta norma, a pesar que de su simple lectura se desprende que se aplica sólo
cuando el mandatario judicial no reúna las condiciones señaladas por la ley para ser tal, ha sido
ampliada en su aplicación por los tribunales, cuando faltan requisitos de forma, como sería, por
ejemplo, la falta de autorización del Secretario del tribunal que esté conociendo de la causa; y
también se ha aplicado en aquellos casos en que no hay mandato.
Por último, de acuerdo al art. 2º inc. VIII de la ley 18.120, el juez, de oficio o a petición de
parte, podrá exigir, si lo estima necesario, la comparecencia del abogado patrocinante o
mandatario de cualquiera de las partes a fin de que ratifique su firma ante el secretario o el
jefe de la unidad administrativa a cargo de la administración de causas (esto último a propósito
de los JG y los TJOP, pues en dichos tribunales no hay secretarios).

d. FACULTADES DEL MANDATARIO JUDICIAL.


El art. 7º del CPC señala claramente las facultades del mandatario judicial, y su lectura
permite deducir que estas facultades son de dos tipos: ordinarias y extraordinarias.
i. Las f a c u l t a d e s o rd i n a ri a s son aquellas que se entienden comprendidas en el
mandato judicial sin necesidad de mención expresa (como por ejemplo, oponer
excepciones dilatorias, contestar la demanda, deducir recursos, etc.) y, por ende,
constituyen la regla general. Se refiere a ellas el art. 7º inc. I del CPC, que dice que el
poder para litigar se entenderá conferido para todo el juicio en que se presente, y aun
cuando no exprese las facultades que se conceden, autorizará al procurador para tomar
parte, del mismo modo que podría hacerlo el poderdante, en todos los trámites e
incidentes del juicio y en todas las cuestiones que por vía de reconvención se promuevan,
hasta la ejecución completa de la sentencia definitiva, salvo lo dispuesto en el art. 4° (si
la parte comparece por sí) o salvo que la ley exija intervención personal de la parte
misma. Las cláusulas en que se nieguen o en que se limiten las facultades expresadas,
son nulas198. Podrá, asimismo, el procurador delegar el poder obligando al mandante, a
197
Algunos señalan que la omisión de las solemnidades en la constitución de un mandato judicial produce la nulidad
procesal; sin embargo, pareciera desprenderse del art. 2º inc. IV de la ley 18.120 que la sanción es la inexistencia,
pues si no se cumplen con las solemnidades dentro de tercero día, la solicitud se tiene por “no presentada”.
Atendiendo a esta última postura, no se requiere pedir la declaración judicial de la no constitución, pues sólo basta
que el tribunal constate que no se constituyó correctamente el poder.
198
¿Puede el mandante prohibir al mandatario que conteste la demanda? Evidentemente que no, sin embargo, esto
no debe confundirse con la posible limitación de la facultad del mandatario judicial para contestar nuevas demandas,
a propósito del mandato conferido para representar al mandante en futuros juicios. Esta cláusula limitativa de las

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menos que se le haya negado esta facultad.


Por lo tanto, las facultades ordinarias son aquellas que la ley confiere al procurador para
desenvolver de manera continua y normal la relación procesal, sin que sea posible al
poderdante regularlos a su voluntad. Como características de estas facultades se puede
señalar que son legales, pues es el legislador el que las confiere y no la voluntad de las
partes; son esenciales, pues existen aún en contra de la voluntad de los interesados y no se
pueden transformar o menoscabar; y son generales, en cuanto a los actos que deba hacer
el representante, pues esos actos son ilimitados, siendo sus únicas demarcaciones las
normas del respectivo proceso.
Atendiendo al art. 7º inc. I del CPC, se puede decir que las facultades ordinarias se
extienden a lo siguiente:
- Al asunto principal, en donde el mandatario actúa como si fuera el propio mandante; y
lo hace durante todo el juicio, cualesquiera que sean las instancias por las que aquél
atraviese.
- Lo mismo ocurre en todos los incidentes, o sea, en las cuestiones accesorias que se
suscitan en el curso del pleito y que requieren especial pronunciamiento del tribunal;
pues quien puede lo más, puede lo menos.
- También puede actuar en todas las cuestiones que por vía de reconvención se
promuevan, por la estrecha relación que ella tiene con la demanda principal.
- Respecto al cumplimiento y ejecución de la sentencia definitiva se plantea un
problema, pues en el caso en que se deba seguir un nuevo juicio para ejecutar la
sentencia, cabe preguntarse si el procurador necesita un nuevo mandato para continuar
el nuevo juicio, o si bastan las facultades ordinarias ya conferidas. La jurisprudencia es
vacilante, se puede decir que, por un lado, como el mandato se entiende conferido
hasta la ejecución completa de la sentencia definitiva, debe entenderse entonces
comprendido el procedimiento de apremio que sea necesario para exigir el
cumplimiento con o en contra el mandatario, en la medida que ese cumplimiento se
solicite ante el tribunal que dictó la sentencia, dentro del plazo de un año contado
desde que la ejecución se hizo exigible (ejecución incidental). Pero la situación no es
tan clara cuando el cumplimiento de la sentencia definitiva requiere que se inicie un
nuevo juicio (ejecución principal), pues autores como ALESSANDRI y CASARINO
estiman que el mandatario tendrá las facultades suficientes para iniciar ese nuevo
juicio sin necesidad de un nuevo mandato, es decir, las facultades ordinarias del
mandatario comprenderían las de intervenir en el cumplimiento mismo de la sentencia
definitiva; con todo, en la práctica, para evitar problemas por falta de personería, se
otorga un nuevo mandato judicial.
- Por último, también se comprende la posibilidad de delegar el mandato. Algunos
autores señalan que esta es una facultad ordinaria a la que la ley le da un tratamiento
especial, pues se permite que el mandante excluya esta facultad. Otros autores, en

facultades ordinarias del mandato judicial es válida en virtud de lo que dispone el art. 846 del CPC, el que reconoce
indirectamente su eficacia al regular el caso del ausente cuyo paradero se ignora, y en que su mandatario judicial
carezca de facultad para contestar nuevas demandas.

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cambio, señalan que ésta es una facultad de la naturaleza del mandato judicial, pues se
entiende incorporada al mandato, pero las partes la pueden modificar a su arbitrio.199

ii. Las f a c u l t a d e s e x t r a o r d i n a r i a s o e s p e c i a l e s son aquellas que no se entienden


comprendidas en el mandato judicial, a menos que las haya mencionado expresamente el
mandante. En cuanto a las características de estas facultades, se puede decir que son
convencionales y accidentales, ya que para su existencia se requiere de una cláusula
especial en que se señale que se otorgan.
Estas facultades se encuentran enumeradas en el art. 7º inc. II del CPC, el cual señala que
sin embargo, no se entenderán concedidas al procurador, sin expresa mención, las
facultades de:
- Desistirse en primera instancia de la acción deducida. El desistimiento es un acto
jurídico procesal por el cual el demandante manifiesta su intención de no seguir
adelante con el juicio, una vez notificada la demanda (antes de esto se habla de retiro
de la demanda); se trata de una facultad importantísima, pues su ejercicio implica la
renuncia de la acción (pretensión) y, en el fondo, el rechazo de la misma, lo cual
produce cosa juzgada. Se necesita de mención expresa para que el desistimiento pueda
ser utilizado válidamente por el mandatario, puesto que es de suponer que el mandante
desea que el juicio llegue a su término en forma normal, es decir, por una sentencia
que resuelva el litigio, y no por el desistimiento.
Con todo, el mandatario puede desistirse del o los incidentes sin necesidad de facultad
especial, pues ella se requiere solamente para el desistimiento de la acción. Tampoco
hay que confundir esta situación con el desistimiento en segunda instancia del recurso,
acto que puede ejecutar válidamente el mandatario judicial, pues no requiere facultad
expresa, ya que el asunto ya fue objeto de fallo y, por consiguiente, hay una
presunción de verdad acerca de la cuestión controvertida.
- Aceptar la demanda contraria. También es otro acto que requiere de facultad especial
por la trascendencia que tiene dentro del pleito, pues implica nada menos que
reconocer en todas sus partes las pretensiones del demandante; lo cual es inconciliable
con la esencia misma del mandato judicial. El efecto de esta aceptación, es que hace
innecesaria la prueba, y el juez procede a la dictación de sentencia.
- Absolver posiciones. La absolución de posiciones o prueba confesional, es una figura
para obtener la confesión judicial de una parte. Normalmente la contraparte puede
exigir que preste declaración el propio mandante, ya que se trata de un acto
personalísimo; pero sino lo exige, podría el mandatario concurrir, siempre y cuando
cuente con facultad expresa para ello (nótese que la facultad expresa se necesita para
prestar confesión, no para exigir confesión de la parte contraria).

199
En virtud de la delegación del mandato judicial, el mandatario confía el encargo de representar al mandante a una
tercera persona, que recibe el nombre de delegado; de suerte que en este caso intervienen tres personas: mandante,
mandatario y delegado. El art. 2135 del CC ha establecido esto como una facultad ordinaria, al disponer que el
mandatario puede delegar, salvo si se le ha prohibido expresamente; pero agrega que, no estando expresamente
facultado el mandatario para delegar, responderá de los hechos del delegado como de los suyos propios. Acá es
donde el CPC se aleja del CC, pues mientras en el primero los actos del delegado obligan al mandante más no el
mandatario (podrá, asimismo, el procurador delegar el poder obligando al mandante); en el CC los actos del
delegado obligan al mandatario frente al mandante como si fueran propios.

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Cabe decir que, de acuerdo al art. 396 del CPC, aun cuando el mandatario carezca de
esta facultad especial, podrá exigirse confesión al procurador de la parte sobre
hechos personales de él mismo en el juicio, aun cuando no tenga poder para absolver
posiciones.
- Renunciar los recursos (por ejemplo, el recurso de apelación) o los términos legales
(por ejemplo, el término probatorio). No hay que confundir la renuncia del recurso
con el desistimiento del mismo; en efecto, se renuncia a un recurso cuando aún no está
en situación legal de ejercerlo y se manifiesta expresa voluntad en el sentido de
comprometerse a no interponerlo, en cambio, se desiste de un recurso la parte que ya
lo ha interpuesto y que posteriormente manifiesta expresa voluntad en el sentido de no
perseverar en él. Para lo primero se requiere facultad expresa, pero para lo segundo
bastan las facultades ordinarias del mandato judicial, puesto que ya hay una resolución
judicial y, por consiguiente, una presunción de verdad acerca de la cuestión
controvertida.
También es necesario advertir que la renuncia de un recurso puede operar en forma
expresa o tácita. Es expresa cuando concretamente la parte se compromete a no
interponer el recurso; y es tácita cuando se deja transcurrir el término legal sin
interponerlo. Según CASARINO, sólo la renuncia expresa del recurso requiere facultad
especial, pues la tácita equivale al no ejercicio de un derecho dentro del pleito, y para
eso bastarían las facultades ordinarias del mandato judicial.
En cuanto a los términos, la renuncia supone que no hayan transcurrido, pues si
transcurrieron, opera la preclusión y, por ende, no puede renunciarse a algo que se
extinguió naturalmente.
- Transigir. Esta facultad especial significa celebrar el contrato de transacción, contrato
en virtud del cual las partes terminan extrajudicialmente un litigio pendiente o
precaven un litigio eventual, otorgándose concesiones recíprocas. Esto guarda estrecha
relación con el art. 2448 del CC que dice que todo mandatario necesitará de poder
especial para transigir. En este poder se especificarán los bienes, derechos y acciones
sobre que se quiera transigir.
- Comprometer. Esta facultad especial implica celebrar el contrato de compromiso, esto
es, una convención por la cual las partes sustraen determinados asuntos litigiosos
presentes o futuros del conocimiento de la jurisdicción ordinaria y lo someten al
conocimiento y fallo de uno o más árbitros que en ese mismo acto designan.
- Otorgar a los árbitros facultades de arbitradores. Los árbitros arbitradores son
aquellos que fallan con arreglo a lo que su prudencia y equidad le dictaren, y tramitan
en conformidad a las reglas que han establecidos las partes, y si éstas nada han dicho,
conforme al procedimiento establecido en el CPC aplicable a esta clase de árbitros. Por
tanto, si se tiene facultad especial para comprometer o celebrar una clausula
compromisoria sin especificar la calidad del árbitro, quiere decir que sólo se puede
designar a un árbitro de derecho, pues la calidad de arbitrador en el procedimiento
(árbitros mixtos) y la calidad de arbitrador en el procedimiento y fallo (árbitros
arbitradores), requieren una facultad especial de parte del mandatario judicial, por la
gravedad que ello implica para el mandante.
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- Aprobar convenios. Se trata de una institución concursal contemplada en la Ley de


Quiebras, que consiste en una convención celebrada entre el fallido y sus acreedores,
en cuanto a sus créditos.
- Percibir. Se trata de la facultad de recibir el pago de obligaciones en dinero u otros
valores que se obtengan en el juicio. El deudor que paga tendrá que preocuparse de
que el mandatario judicial tenga facultad especial para percibir, pues es sabido que el
que paga mal, paga dos veces.
Hay que recordar que, excepcionalmente, no se requiere mencionar esta facultad en el
caso del art. 29 inc. II de la Ley sobre Letras de Cambio, pues se entiende que el
endosatario en comisión de cobranza tiene todas las facultades del mandatario judicial,
comprendidas las extraordinarias.
Cabe decir que, en la práctica, se ha discutido la validez de las facultades extraordinarias
del mandato judicial cuando ellas son conferidas por el mandante haciendo una simple
referencia general art. 7º inc. II del CPC; por ejemplo, cuando se expresa que se confiere
poder judicial a tal persona, con todas las facultades especiales contenidas en el art. 7º
inc. II del CPC. Según Mario CASARINO, aceptar como válida esta forma de conferir
facultades especiales al mandatario judicial, contraría lo dispuesto en la primera parte del
art. 7º inc. II, el cual habla de “mención expresa”; otros autores, en cambio, con apoyo de
la jurisprudencia, dicen que se cumple este requisito si el mandante señala que otorga
todas las facultades a que se refiere el art. 7º inc. II, y por el contrario, si el mandante no
quiere conferir todas o algunas de las facultades especiales que se contemplan en la citada
norma, debe expresar que las excluye. Así, es común utilizar la siguiente frase: “se le
concede al mandatario las facultades del art 7º inc. II del CPC, las que se dan una a una
por expresamente reproducidas”.
También se plantea en doctrina si la enumeración del art. 7º del CPC es o no taxativa. La
opinión mayoritaria señala que pueden existir otras facultades extraordinarias, postura
que se apoya en lo siguiente: el CC, a propósito de la novación, establece expresamente
que el mandatario judicial requiere de un poder especial para novar; y algunos señalan
que la facultad de transigir estaría tomada en sentido amplio, en el sentido de que
incluiría a otros actos que también ponen término anormal al juicio mediante la facultad
de disponer (por ejemplo, el avenimiento y la conciliación).

e. OBLIGACIONES Y RESPONSABILIDADES DEL MANDATARIO JUDICIAL.


El mandatario en juicio tiene la misma responsabilidad que todo mandatario, pero fuera
de esta responsabilidad general, tiene una responsabilidad especial de orden procesal, a saber:
i. El art. 6º inc. I del CPC dice expresamente que toda persona que comparezca en juicio a
nombre de otra en desempeño de un mandato, deberá exhibir el título que acredite su
representación. El cumplimiento de esta obligación es vigilado no sólo por la contraparte,
sino que también por el propio tribunal, que de oficio puede exigirlo.
ii. De acuerdo al art. 28 del CPC, los procuradores judiciales responderán personalmente del
pago de las costas procesales generadas durante el ejercicio de sus funciones, que sean
de cargo de sus mandantes, sin perjuicio de la responsabilidad de éstos. Aquí la ley
260
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presume que el mandante le ha dado al mandatario los dineros necesarios para hacer
frente a los gastos que demandan la tramitación del juicio.

f. EXTINCIÓN DEL MANDATO JUDICIAL.


Hay un principio general que dice que todo procurador legalmente constituido
conservará su carácter de tal mientras en el proceso no haya testimonio de la expiración de su
mandato (art. 10 inc. I del CPC). Ahora bien, las causales de terminación del mandato judicial son
las mismas que señala legislación común para la extinción de mandato civil (art. 2l63 del CC)
salvo la muerte del mandante, pues de acuerdo al art. 396 del COT, no termina por la muerte del
mandante el mandato para negocios judiciales.
Art. 2163. El mandato termina:
1. Por el desempeño del negocio para que fue constituido (en el mandato judicial se entiende desempeñado el
negocio cuando se han terminado todas los grados jurisdiccionales del juicio, en lo declarativo y en lo ejecutivo);
2. Por la expiración del término o por el evento de la condición prefijados para la terminación del mandato;
3. Por la revocación del mandante (la revocación podrá se expresa o tácita: es expresa cuando explícitamente se
señala que se revoca el mandato, y es tácita cuando se deduce de ciertos actos, por ejemplo, el mandante otorga
nuevo poder a una persona distinta);
4. Por la renuncia del mandatario;
5. Por la muerte del mandante (esto no tiene lugar) o del mandatario;
6. Por la quiebra o insolvencia del uno o del otro;
7. Por la interdicción del uno o del otro;
8. Derogado.
9. Por la cesación de las funciones del mandante, si el mandato ha sido dado en ejercicio de ellas.

Las causales de expiración del mandato judicial no operan de pleno derecho, así, el
mandatario sigue invistiendo esa calidad en el juicio, aun cuando con el mérito de la ley
sustantiva haya dejado de serlo, mientras en el proceso no haya testimonio de haber cesado o
expirado el mandato. Así, tratándose de la renuncia, el art. 10 inc. II del CPC establece que si la
causa de la expiración del mandato es la renuncia del procurador, estará éste obligado a
ponerla en conocimiento de su mandante, junto con el estado del juicio, y se entenderá vigente el
poder hasta que haya transcurrido el término de emplazamiento desde la notificación de la
renuncia al mandante. Acá, por una ficción del legislador y como medida tendiente a proteger
los intereses del mandante, que puede verse sorprendido e indefenso ante la renuncia del
mandatario, se presume que el mandato subsiste en el lapso comprendido entre la notificación
de esta renuncia al mandante y la expiración del término de emplazamiento, el cual no podrá ser
otro que el necesario para contestar demanda en el juicio ordinario de mayor cuantía.

g. CASOS ESPECIALES DE REPRESENTACIÓN ANTE LOS TRIBUNALES.

i. R e p r e s e n t a c i ó n j u d i c i a l d e l a s p e r s o na s j u r í d i c a s . El art. 8º del CPC se


encarga de precisar quién o quiénes se entienden autorizados para litigar a nombre de las
personas jurídicas, al señalar que el gerente o administrador (establecidos en los
estatutos) de sociedades, civiles o comerciales, o el presidente de las corporaciones o
fundaciones con personalidad jurídica, se entenderán autorizados para litigar a nombre
de ellas con las facultades que expresa el inc. I del artículo anterior (facultades
ordinarias), no obstante cualquiera limitación establecida en los estatutos o actos

261
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constitutivos de la sociedad o corporación (es decir, son esenciales). A contrario sensu,


los estatutos o los actos constitutivos de la persona jurídica pueden privar a los gerentes o
administradores o a los presidentes, según el caso, de cualquiera de las facultades
extraordinarias del mandato judicial, y aun, entregarlas a otras personas o entidades,
como por ejemplo, al directorio. Sin embargo, tratándose de sociedades anónimas, al
gerente general corresponderá la representación judicial de la sociedad, estando
legalmente investido de las facultades establecidas en ambos incisos del art. 7º del CPC
por expresa aplicación del art. 49 de la Ley de Sociedades Anónimas.
De la simple lectura de este precepto, se puede apreciar que su esfera de aplicación sólo
abarca a las personas jurídicas de Derecho privado, tanto a aquellas que persiguen fines
de lucro (las sociedades), como a las que no los persiguen (corporaciones y fundaciones).
Es por ello que hay que señalar que las personas jurídicas de Derecho público son
representadas judicialmente por la persona a quienes la ley de su respectiva creación les
haya atribuido esta facultad. Esto concuerda con el art. 551 del CC, que establece que las
corporaciones son representadas por las personas a quienes la ley o las ordenanzas
respectivas, o a falta de una y otras, un acuerdo de la corporación ha conferido este
carácter.
ii. R e p r e s e n t a c i ó n j u di c i a l d e l a s p e r s o n a s a u s e n t e s . El CPC también se encarga
de dictar normas sobre la representación judicial de las personas ausentes, y se entiende
por tales, aquellas que por cualquier causa abandonan el territorio nacional. Existen
diversas disposiciones legales que se preocupan de esta importante materia, de la cuales
pueden deducirse las siguientes reglas:
- Si se teme la ausencia del país de una persona en contra de la cual se va a dirigir una
acción, en conformidad con el art. 285 del CPC, podrá pedirse que aquel cuya ausencia
se teme, constituya en el lugar donde va a entablarse el juicio apoderado que le
represente y que responda por las costas y multas en que sea condenado, bajo
apercibimiento de nombrársele un curador de bienes. Esta precaución, desde el punto
de vista procesal, reviste el carácter de una medida prejudicial, es decir, una medida
previa y destinada a preparar el correcto desenvolvimiento del juicio posterior.

- Si el ausente no ha dejado constituido procurador en el país, hay que subdistinguir dos


situaciones:
a) Si se sabe de su paradero, existen dos maneras de proceder en su contra: o se le
notifica personalmente en el lugar donde se encuentra por medio de un exhorto
internacional; o puede obtenerse que asuma su representación el defensor público
respectivo, lo cual es facultativo para dicho funcionario, pues de acuerdo al art.
367 inc. I del COT, “puede” el ministerio de los defensores públicos representar
en asuntos judiciales a los incapaces, a “los ausentes” y a las fundaciones de
beneficencia u obras pías, que no tengan, guardador, procurador o representante
legal.
b) Si no se sabe su paradero, se debe proceder a nombrar un curador de bienes en
conformidad a las reglas contenidas sobre el particular en las leyes sustantivas y
procesales correspondientes. En efecto, de acuerdo al art. 473 del CC, en general,
habrá lugar al nombramiento de curador de los bienes de una persona ausente

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cuando se reúnan las circunstancias siguientes: 1) que no se sepa de su paradero,


o que a lo menos haya dejado de estar en comunicación con los suyos, y de la
falta de comunicación se originen perjuicios graves al mismo ausente o a
terceros; 2) que no haya constituido procurador, o sólo le haya constituido para
cosas o negocios especiales.
- Por último, de acuerdo al art. 11 del CPC, cuando se ausente de la República alguna
persona dejando (1) procurador autorizado para obrar en juicio o (2) encargado con
poder general de administración, todo el que tenga interés en ello podrá exigir que
tome la representación del ausente dicho procurador, justificando que ha aceptado el
mandato expresamente o ha ejecutado una gestión cualquiera que importe aceptación.
Es decir, el segundo caso se refiere a un encargado con poder general para administrar
los bienes, también puede actuar como apoderado judicial, en el evento en que se
acredite su aceptación expresa o tácita.

9.4. EL PROCURADOR COMÚN.


.
a. CONCEPTO Y CASOS EN QUE TIENE LUGAR.
El procurador común es aquel mandatario judicial que representa a varios demandantes o
demandados. La designación de procurador común tiene lugar en los siguientes casos:
i. En la litisconsorcio activa y pasiva. De acuerdo al art. 19 del CPC, si son dos o más las
partes que entablan una demanda o gestión judicial y deducen las mismas acciones,
deberán obrar todas conjuntamente, constituyendo un sólo mandatario. Agrega el inc. II
que la misma regla se aplicará a los demandados cuando sean dos o más y opongan
idénticas excepciones o defensas. En este caso se está en presencia de una designación de
mandatario judicial o procurador común con carácter obligatorio para las partes.
ii. Si son dos o más los demandantes o demandados y no deducen las mismas acciones o no
ponen idénticas defensas respectivamente, la designación de un procurador común es
enteramente facultativa para las partes y se regirá por las reglas generales del mandato
judicial. En efecto, el art. 20 inc. I del CPC dispone que si son distintas entre sí las
acciones de los demandantes o las defensas de los demandados, cada uno de ellos
“podrá” obrar separadamente en el juicio, salvo las excepciones legales.
iii. Por último, de acuerdo al art. 21 del CPC, si la acción ejercida por alguna persona
corresponde también a otra u otras personas determinadas, podrán los demandados
pedir que se ponga la demanda en conocimiento de las que no hayan ocurrido a
entablarla, quienes deberán expresar en el término de emplazamiento si se adhieren a
ella. Agrega el inc. II que si las dichas personas se adhieren a la demanda, se aplicará lo
dispuesto en los arts. 12 y 13, es decir, deberán actuar con procurador común.

b. NOMBRAMIENTO.
El procurador común, conforme al art. 12 del CPC, será nombrado por acuerdo de las
partes a quienes haya de representar. Agrega el inc. II que el nombramiento deberá hacerse

263
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dentro del término razonable que señale el tribunal. Ahora bien, conforme al art. 13 inc. I del
CPC, si por omisión de todas las partes o por falta de avenimiento entre ellas no se hace el
nombramiento dentro del término indicado en el artículo anterior, lo hará el tribunal que
conozca de la causa, debiendo en este caso, recaer el nombramiento en un procurador del
número o en una de las partes que haya concurrido; y, de acuerdo al inc. II de la misma
disposición, si la omisión es de alguna o algunas de las partes, el nombramiento hecho por la
otra u otras valdrá respecto de todas.
Es comprensible que la iniciativa en la designación del procurador común nazca de la
contraparte, quien solicitará al tribunal la fijación de un plazo para que se efectúe; pues ella será
la directamente beneficiada con la concentración de la representación contraria.

c. REVOCACIÓN DEL NOMBRAMIENTO.


En conformidad con el art. 14 del CPC, una vez hecho por las partes o por el tribunal el
nombramiento de procurador común, podrá revocarse por acuerdo unánime de las mismas
partes (revocación convencional), o por el tribunal a petición de alguna de ellas, si en este caso
hay motivos que justifiquen la revocación (revocación judicial). Ahora bien, el inc. III de esta
disposición señala que sea que se acuerde por las partes o que se decrete por el tribunal, la
revocación no comenzará a producir sus efectos mientras no quede constituido el nuevo
procurador.
En cuanto a su tramitación, el inc. II del art. 14 del CPC dispone que los procedimientos a
que dé lugar esta medida se seguirán en cuaderno separado y no suspenderán el curso del
juicio; es decir, no se trata de un incidente de previo y especial pronunciamiento.

d. OBLIGACIONES DEL PROCURADOR COMÚN Y DERECHOS DE LAS PARTES REPRESENTADAS.


En conformidad con el art. 15 del CPC, el procurador común deberá ajustar, en lo
posible, su procedimiento a las instrucciones y a la voluntad de las partes que representa; y, en
los casos en que éstas no estén de acuerdo, podrá proceder por sí solo y como se lo aconseje la
prudencia, teniendo siempre en mira la más fiel y expedita ejecución del mandato.
En cuanto a los derechos de las partes representadas por un mandatario común, el art. 16
del CPC establece que cualquiera de las partes representadas por el procurador común que no se
conforme con el procedimiento adoptado por él, podrá separadamente hacer las alegaciones y
rendir las pruebas que estime conducentes, pero sin entorpecer la marcha regular del juicio y
usando los mismos plazos concedidos al procurador común. Podrá, asimismo, solicitar dichos
plazos o su ampliación, o interponer los recursos a que haya lugar, tanto sobre las resoluciones
que recaigan en estas solicitudes, como sobre cualquiera sentencia interlocutoria o definitiva.
Estos derechos de las partes representadas se relacionan con el art. 20 inc. II del CPC, que
dispone que se concederá la facultad de gestionar por separado en los casos del artículo
anterior (litisconsorcio en que es obligatorio nombrar procurador común) desde que aparezca
haber incompatibilidad de intereses entre las partes que litigan conjuntamente.

264
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9.5. LA AGENCIA OFICIOSA JUDICIAL.

a. CONCEPTO.
La agencia oficiosa es una figura muy relacionada con el mandato, y el CC la regula como
una figura cuasicontractual. En efecto, el art. 2286 de dicho Código señala que la agencia
oficiosa o gestión de negocios ajenos, llamada comúnmente gestión de negocios, es un
cuasicontrato por el cual el que administra sin mandato los negocios de alguna persona, se
obliga para con ésta, y la obliga en ciertos casos. Como se puede apreciar, esta figura tiene
lugar cuando una persona asume la gestión de un negocio ajeno, sin que el mandante le haya
conferido tal calidad; asumiendo dicha gestión generalmente por razones de urgencia.
El legislador procesal ha contemplado y aceptado esta figura, en atención a que el CC ya
la considera, y porque hay situaciones de hecho que autorizan esta forma de intervención en
juicio, que de no reconocerla, significaría dejar al litigante en la más completa indefensión; por
ejemplo, casos de enfermedad, de ausencia imprevista, de privación de medios de comunicación,
etc.
Si bien el CPC acepta esta figura, establece restricciones con el objeto de que no sirva de
fuente de abusos para la contraparte. Pues, en conformidad con el art. 6º inc. III del CPC, podrá
admitirse la comparecencia al juicio de una persona que obre sin poder en beneficio de otra,
con tal que ofrezca garantía de que el interesado aprobará lo que se haya obrado en su nombre.
El tribunal, para aceptar la representación, calificará las circunstancias del caso y la garantía
ofrecida, y fijará un plazo para la ratificación del interesado. De acuerdo a esta disposición, la
doctrina define a la a ge n c i a o f i c i o s a p ro c e s a l como un acto jurídico unilateral por el cual
una persona comparece en juicio a nombre de otra, sin que se haya constituido previa o
legalmente el mandato judicial, ofreciendo garantía de que ésta ratificará lo obrado, en el plazo
fijado por el tribunal.

b. REQUISITOS.
i. Que el agente oficioso posea ius postulandi, y sino, que se haga representar por alguien
que lo posea. En efecto, de acuerdo al art. 6º inc. final del CPC, los agentes oficiosos
deberán ser personas capacitadas para comparecer ante el respectivo tribunal, en
conformidad a la Ley Orgánica del Colegio de Abogados, o, en caso contrario, deberán
hacerse representar en la forma que esa misma ley establece. La razón de esto, es que el
agente oficioso realizará actos procesales ante los órganos jurisdiccionales.
ii. Que existan motivos plausibles para que él asuma la representación. Aquí se encuentra el
tema de la urgencia, y esto, de acuerdo al art. 6º inc. III, debe calificarlo el tribunal.
iii. El agente debe ofrecer garantía de que el interesado aprobará lo que haya obrado en su
nombre, en un plazo que fijará el tribunal. Esta garantía recibe el nombre de “fianza de
rato” (fianza de ratificación), en razón de que generalmente reviste la forma de una fianza
(caución personal), y su objeto es asegurar que el interesado ratificará lo que se está
obrando en su propio y personal beneficio (caución personal de una obligación de hacer).
Con estos requisitos el agente presentará una solicitud al tribunal, quién dictará una
resolución por la cual aceptará o rechazará su comparecencia, tomando en cuenta las

265
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circunstancias del caso y la garantía ofrecida. Si rechaza la solicitud, simplemente sigue el juicio
y el interesado quedará en rebeldía, es decir, sin representación, hasta que la constituya
legalmente; y si el tribunal la acepta, fijará un plazo dentro del cual deberá concurrir el
interesado a ratificar lo actuado en su nombre, y esta ratificación operará con efecto retroactivo,
es decir, hace que la actuación del agente se entienda realizada en calidad de representante desde
el momento en que intervino en el proceso.
Ahora, si el interesado no ratifica lo actuado en su nombre, situación que puede
presentarse sea porque ha vencido el plazo señalado por el tribunal, o porque expresamente
rechazó lo actuado en su representación, los actos del agente oficioso son nulos y de ningún
valor, y tendrá que responder de los perjuicios que le haya ocasionado a la contraparte con su
intervención; responsabilidad que estará asegurada no sólo con la garantía constituida para estos
efectos, sino que también, podrá hacerse efectiva sobre su patrimonio.200

9.6. EL PATROCINIO DE ABOGADO.

a. CONCEPTO.
La ley no solamente impone a los litigantes la carga de conferir su representación a un
procurador judicial para que actúe en su nombre, sino que también les exige designar a un
abogado patrocinante; pues así lo establece el art. 1º inc. I de la ley 18.120, al decir que la
primera presentación de cada parte o interesado en asuntos contenciosos o no contenciosos
ante cualquier tribunal de la República, sea ordinario, arbitral o especial, deberá ser
patrocinada por un abogado habilitado para el ejercicio de la profesión.201
Como se dijo en párrafos anteriores, la intervención de un abogado patrocinante es un
aspecto del ius postulandi, es decir, es una formalidad que la ley establece para la comparecencia
válida ante los tribunales de justicia, para que la actuación judicial sea correcta. Esta institución,
en el fondo, viene a limitar el derecho de comparecencia ante los tribunales, pues las personas
que tienen ius postulandi pueden representar judicialmente a las personas en el juicio, pero sólo
una de ellas, el abogado habilitado para el ejercicio de la profesión, puede asumir el patrocinio
de estas gestiones ante cualquier tribunal de la República.
Ahora bien, por a b o ga d o h a b i l i t a d o debe entenderse todo aquél que además de tener
el título correspondiente, no se encuentre suspendido del ejercicio profesional (algunos agregan
que haya pagado la patente municipal). A este respecto cabe tener presente el concepto de

200
Un caso frecuente que se presenta, en la práctica, en relación con esta materia, es aquel de una persona que
comparece en juicio en beneficio de otra sin poder, pero además, sin otorgar una fianza de rato; por ejemplo, el
mandato judicial constituido mediante declaración escrita del mandante y que no aparece autorizado por el
secretario del tribunal que esté conociendo de la causa. Es evidente que en todos estos casos las actuaciones del
agente oficioso carecen de eficacia o valor legal, pero se debe reconocer que la jurisprudencia, por razones de
equidad, ha aceptado esta forma de comparecencia, siempre y cuando, el “mandante” advertido de esta situación,
ratifique lo actuado y la contraparte no haya formulado con anterioridad a esta ratificación el correspondiente
incidente de nulidad de todo lo obrado.
201
Si bien la ley exige que el patrocinio se constituya en la primera presentación que se efectúe, ello no significa que
posteriormente la parte no vaya a poder sustituirlo, ya que puede hacerlo en cualquier momento presentando un
nuevo escrito designando nuevo patrocinante. En todo caso, el patrocinio vigente servirá para todo el proceso, salvo
en los recursos de queja y casación en que se exige que nuevamente se efectúe la designación de patrocinante de
esos recursos; esto porque la ley desea que se acepte expresamente el contenido del escrito respectivo, toda vez que
si el recurso es desestimado, se establecen sanciones para el patrocinante.

266
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abogado que da el art. 520 del COT, que señala que los abogados son personas revestidas por la
autoridad competente de la facultad de defender ante los tribunales de justicia los derechos de
las partes litigantes.
Por otra parte, de acuerdo al art. 528 del COT, el p a t r o c i n i o es el acto por el cual una
persona encomienda a un abogado la defensa de sus derechos en juicio. En efecto, dicha
disposición establece que el acto por el cual una persona encomienda a un abogado la defensa
de sus derechos en juicio, es un mandato, que se halla sujeto a las reglas establecidas en el CC
sobre los contratos de esta clase, salvo la modificación establecida en el artículo siguiente (el
mandato no termina por la muerte del mandante). Por lo tanto, el abogado patrocinante será
aquel profesional que estudiará el asunto que interesa a la parte y planteará las alegaciones y
defensas que estime convenientes para las pretensiones de ese mandante.

b. FORMA DE CONSTITUIR EL PATROCINIO.


El inc. II del art. 1º de la ley 18.120, señala que esta obligación (el patrocinio del
abogado) se entenderá cumplida por el hecho de poner el abogado su firma, indicando además,
su nombre, apellidos y domicilio (se puede incluir también, como requisito, la resolución del
tribunal aceptando el patrocinio: “téngase presente la designación”). Sin estos requisitos no
podrá ser proveída y se tendrá por no presentada para todos los efectos legales (es una carga
procesal). Las resoluciones que al respecto se dicten no serán susceptibles de recurso alguno.
La doctrina no es uniforme a la hora de considerar a este mandato como un contrato
solemne o no. Según CASARINO, es un contrato consensual que se perfecciona por la sola
aceptación del abogado, pues el art. 1º inc. II se refiere, únicamente, cuándo se entiende cumplida
la obligación de otorgar patrocinio, pero para perfeccionarse basta la sola aceptación.
ORELLANA, en cambio, señala que se trata de un contrato solemne, pues debe constar por escrito.

c. EXCEPCIONES A LA CARGA DE DESIGNAR ABOGADO PATROCINANTE.


No obstante la carga contenida en el art. 1º de la ley 18.120 de designar abogado
patrocinante, la misma ley señala una serie de situaciones especiales en las cuales no es
necesario designarlo. Se trata de casos en que se autoriza la comparecencia personal de la parte
sin abogado patrocinante ni apoderado, es decir, son los mismos casos en que se exceptúa
comparecer sin representante judicial, contenidos en el art. 2º de la ley 18.120.
Al respecto hay que tener presente el art. 2º inc. III, que señala que para la iniciación y
secuela del juicio podrá, sin embargo, solicitarse autorización para comparecer y defenderse
personalmente. EL juez podrá concederla atendida la naturaleza y cuantía del litigio o las
circunstancias que se hicieren valer, sin perjuicio de exigir la intervención de abogados,
siempre que la corrección del procedimiento así lo aconsejare. Y por otro lado, el inciso final de
dicha disposición señala que en las ciudades donde rijan las obligaciones establecidas en este
artículo (ciudades en que hay más de cuatro abogados habilitados) y no existieren entidades
públicas o privadas que presten asistencia jurídica o judicial gratuitas, las personas
notoriamente menesterosas, a juicio del tribunal, serán representadas gratuitamente por el
abogado de turno.

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d. EFECTOS DEL PATROCINIO.


Constituido legalmente el patrocinio, en conformidad al art. 1º inc. III del CPC, éste
produce los siguientes efectos:
i. El abogado conservará este patrocinio y su responsabilidad, mientras en el proceso no
haya testimonio de la cesación de dicho patrocinio. Es decir, una vez constituido el
patrocinio, el abogado es responsable de la marcha y del resultado del pleito.
Esta responsabilidad puede ser de orden civil, en cuanto al cumplimiento de las
obligaciones del mandato; penal, por los delitos cometidos en el ejercicio de su profesión,
como aquél que establece el art. 231 del Código Penal, que dice que el abogado o
procurador que con abuso malicioso de su oficio, perjudicare a su cliente o descubriere
sus secretos, será castigado según la gravedad del perjuicio que causare, con la pena de
suspensión en su grado mínimo a inhabilitación especial perpetua para el cargo o
profesión y multa de once a veinte sueldos vitales; y también podrá ser responsable
profesionalmente, pues de acuerdo al art. 4º del DL 3.621 que fija las normas sobre el
Colegio de Abogados, toda persona que fuere afectada por un acto desdoroso, abusivo, o
contrario a la ética, cometido por un profesional en el ejercicio de su profesión, podrá
recurrir a los tribunales de justicia en demanda de la aplicación de las sanciones que
actualmente contemplen para estos actos la Ley Orgánica del Colegio respectivo o las
normas de ética vigentes. Para todos los efectos, el asunto se considerará como de
naturaleza contencioso civil y su tramitación se ajustará al procedimiento sumario.
ii. Podrá, además, tomar la representación de su patrocinado en cualquiera de las
actuaciones, gestiones o trámites de las diversas instancias del juicio o asunto. La
defensa, o sea, el patrocinio, no significa por sí misma representación, sino que implica
tener la dirección y gestión superior del negocio judicial, esbozar las presentaciones,
preparar las acciones y excepciones, en definitiva, acomodar el Derecho al caso concreto;
como dice CARNELUTTI, el abogado patrocinante es el técnico del Derecho, mientras que
el procurador o mandatario judicial es el técnico del proceso. No obstante, el abogado
patrocinante también puede tomar la representación de su patrocinado.202
iii. El patrocinio faculta al abogado patrocinante para comparecer a nombre del cliente ante
la CS y ante las CA. Pues de acuerdo al art. 398 del COT, ante la CS sólo se podrá
comparecer por abogado habilitado o por procurador del número y ante las CA las
partes podrán comparecer personalmente o representadas por abogado o por
procurador del número.

e. CESACIÓN O EXPIRACIÓN DEL PATROCINIO.


En esta materia existe una presunción de continuidad, pues el art. 1º inc. III del CPC
establece que el abogado conservará este patrocinio y su responsabilidad, mientras en el
proceso no haya testimonio de la cesación de dicho patrocinio. Ahora bien, al estar sujeto el
patrocinio a las reglas establecidas en el CC para al contrato de mandato, las causales de

202
La jurisprudencia ha limitado el alcance de esta norma, en el sentido de que esta representación no es válida
cuando ella tiene la virtud de hacer producir efectos permanentes en el proceso (por ejemplo, cuando se pretende
interponer un recurso).

268
DERECHO PROCESAL CIVIL - EL PROCESO CIVIL
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expiración son las mismas que regula el CC, siendo las principales las siguientes:
i. R e n u n c i a d e l a b o ga d o . En conformidad con el art. 1º inc. IV de la ley 18.120, si la
causa de la expiración fuere la renuncia del abogado, deberá éste ponerla en
conocimiento de su patrocinado, junto con el estado del negocio y conservará su
responsabilidad hasta que haya transcurrido el término de emplazamiento desde la
notificación de su renuncia, salvo que antes se haya designado otro patrocinante.
ii. F a l l e c i m i e n t o d e l a b o ga d o . De acuerdo al art. 1º inc. V de la Ley sobre
Comparecencia en Juicio, si la causa de expiración fuere el fallecimiento del abogado, el
interesado deberá designar otro en su reemplazo en la primera presentación que hiciere,
en la forma y bajo la sanción que se indica en el inc. II de este artículo (no se proveerá la
demanda, y se tendrá por no presentada). Hay que recordar que si el que fallece es el
patrocinado, el abogado siempre conserva el patrocinio, pues, de conformidad con el art.
529 del COT, no termina por la muerte del mandante el mandato de los abogados.
iii. R e v o c a c i ó n d e l p a t r o c i n i o . La revocación del patrocinio es el acto por el cual el
patrocinado o cliente deja sin efecto la designación del abogado patrocinante que había
efectuado. Esta revocación puede ser expresa o tácita, y es expresa cuando el patrocinado
la manifiesta en términos claros y explícitos; y es tácita, cuando se deduce de su propia
conducta, como es el hecho de designar un nuevo abogado patrocinante.

f. PARALELO ENTRE EL MANDATO JUDICIAL Y EL PATROCINIO.


i. En cuanto a su naturaleza jurídica, ambos son mandatos solemnes. Sin embargo, mientras
en el mandato judicial la representación es un elemento de la esencia, en el patrocinio es
un elemento accidental. Es por ello que CASARINO dice que el patrocinio del abogado es
un mandato sin representación
ii. En cuanto al objeto, mientras el patrocinio tiene por objeto la defensa de los derechos e
intereses de una parte en juicio y la posible representación del defendido (pues el
abogado patrocinante también puede representar, además de patrocinar, en un mismo
proceso); el mandato judicial sólo tiene por objeto la representación del mandante y no
habilita asumir su defensa. Cuando un abogado asume sólo el patrocinio de un proceso,
en términos generales, le corresponde llevar la defensa, y los escritos mismos son
presentados bajo la sola firma del procurador o mandatario, quien es además la persona
que asiste a los comparendos y demás diligencias del proceso (salvo los alegatos ante las
Cortes).
iii. En cuanto a los titulares, mientras en el patrocinio sólo puede ser sujeto activo el abogado
habilitado para el ejercicio de la profesión, en el mandato judicial puede ser cualquiera de
las personas señaladas en el art. 2º inc. I de la ley 18.120.
iv. En cuanto a la constitución, mientras el patrocinio se constituye con el nombre, apellido,
domicilio y firma del abogado patrocinante en la primera presentación que se haga al
tribunal, el mandato judicial se constituye principalmente conforme a una de las formas
indicadas en el art. 6º del CPC, y también de aquellas otras maneras que indican las
disposiciones referidas al nombramiento del procurador común, y al endosatario en

269
DERECHO PROCESAL CIVIL - LOS ACTOS JURÍDICOS PROCESALES
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comisión de cobranza. Ambos nombramiento son solemne, pues deben constar por
escrito.
v. Y en cuanto a la sanción por la falta de constitución, si se constituye mal el patrocinio o
no se constituye, el escrito que debía contenerlo se tiene por no presentado para todos los
efectos legales; en cambio, el mandato judicial mal constituido sólo se entiende como no
presentado para todos los efectos legales, si es que dentro de un plazo de tres días no se
constituye en forma legal.

VI. L OS ACTOS JURÍDICOS PROCESALES .

A. G ENERALIDADES .

1. CONCEPTO.
Como se dijo en su momento, el proceso no se compone de un acto único y aislado, pues
en él es posible apreciar una serie lógica y consecuencial de actos. Esta serie de actos que
componen el proceso se liga por el procedimiento o, en otras palabras, el procedimiento es la
secuencia ordenada y concatenada de los actos que se desarrollan en el proceso. Cada uno de
estos actos de que se compone el proceso y que los ordena el procedimiento, se conocen con el
nombre de actos jurídicos procesales; por ello se señala que el acto jurídico procesal es el común
denominador de los conceptos de proceso y procedimiento.
Ahora bien, el acto jurídico procesal es una especie de acto jurídico que se caracteriza por
referirse directamente al proceso. De ahí que le sean aplicables las reglas de la Teoría General
del Acto Jurídico, modificándose en los aspectos necesarios para cubrir las necesidades propias
del Derecho procesal. Por tanto, si la norma procesal establece un tratamiento diferente, primará
aquélla sobre la regulación general; así, por lo demás, lo establece el art. 4º del CC que señala que
las disposiciones contenidas en los CCO, de Minería, del Ejército y Armada, y demás especiales
(como el CPC), se aplicarán con preferencia a las de este Código.
Como bien se dijo al analizar la Teoría General del Acto Jurídico en Derecho civil,
h e c h o e n g e n e r a l , es cualquier cosa que ocurre, sucede o acontece. Dentro de lo que son los
hechos en general, es posible distinguir dos clases: los h e c h o s m a t e r i a l e s , que son todos
aquellos acontecimientos o sucesos causados por la sola acción de la naturaleza o la acción
humana, pero que carecen de relevancia jurídica; y los h e c h o s j u r í d i c o s , q u e son aquellos
sucesos o acontecimientos causados por la acción de la naturaleza o del hombre que producen
consecuencias en el mundo jurídico, que pueden ser de creación, modificación o extinción de
derechos y obligaciones203. Ahora bien, dentro de lo que son los hechos jurídicos, la doctrina
procesal distingue entre:

203
En Derecho civil se sigue distinguiendo dentro de los hechos jurídicos, atendiendo a la causa generadora de estos
sucesos, entre: h e c h o s j u r í d i c o s d e l a n a t u r a l e z a , los cuales tienen su causa generadora en la naturaleza,
suceden sin intervención del hombre, como por ejemplo, el transcurso del tiempo, el nacimiento o la muerte; y los
h e c h o s j u r í d i c o s d e l h o m b r e , que tienen su causa generadora en una conducta humana consciente y
voluntaria. Dentro de lo que son los hechos jurídicos del hombre, se distingue entre: h e c h o j u r í d i c o d e l
h o m b r e e n s e n t i d o e s t r i c t o , el cual deriva de una conducta realizada de manera consciente y voluntaria,
pero realizada sin la intención de producir efectos jurídicos; y a c t o j u r í d i c o , esto es, la manifestación o

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i. El hecho jurídico procesal, que es aquel acontecimiento humano o natural, que


produce efectos en el proceso, sin la intención de producirlos. Por ejemplo, la muerte del
mandatario judicial o del abogado patrocinante, lo cual extingue el mandato y el
patrocinio, respectivamente; la privación de razón de un testigo, lo cual es una causal de
inhabilidad para declarar; la inactividad de las partes, lo cual puede dar lugar al abandono
del procedimiento; la enfermedad de un Ministro de Corte antes de adoptar un acuerdo,
con lo cual, se esperará hasta por treinta días su comparecencia al tribunal, y si
transcurrido este término y no pudiere comparecer, se hará nueva vista; etc.
ii. El acto jurídico procesal, que es aquel acontecimiento en que interviene la voluntad
humana, con el objeto de producir un efecto directo e inmediato en el proceso. También
se puede definir como aquella declaración de voluntad de las partes (directas e indirectas
con interés), de los agentes de la justicia (jueces y agentes auxiliares de la administración
de justicia) o de un tercero ligado al proceso (terceros sin interés), que produce efectos
jurídicos en el proceso (ya sea de creación, de modificación o de extinción de efectos
procesales).
Como se puede apreciar, el autor del acto busca producir efectos procesales de manera
directa e inmediata, y esta es la diferencia con el hecho jurídico procesal, el cual produce
efectos en el proceso, sin la intención de producirlos.

2. REQUISITOS DEL ACTO JURÍDICO PROCESAL.


En principio, los requisitos de existencia y validez de los actos jurídicos procesales son
los mismos que regula el CC, salvo ciertas peculiaridades que los diferencian, y que se analizarán
a continuación.

a. LA VOLUNTAD.
La voluntad, siguiendo a ALESSANDRI, se define como el libre querer interno de lograr un
fin determinado (efectos jurídicos en el proceso) por medio de una acción. Ahora bien, este
querer interno se regula por el Derecho sólo cuando se manifiesta y, en materia procesal, esta
manifestación puede ser expresa o tácita. Por regla general, la voluntad debe ser manifestada en
forma expresa, pues así se deduce del art. 29 del CPC que dice que el proceso se formará con los
escritos, documentos y actuaciones de toda especie, que se presenten o verifiquen en el juicio, es
decir, en nuestro sistema procesal civil prima el principio de la escrituración; excepcionalmente
hay manifestación tácita de la voluntad, por ejemplo, con la prórroga tácita de la competencia,
con la notificación tácita, etc.
En cuanto al silencio, al igual que en materia civil, éste no produce efectos jurídicos,
salvo que una norma específica lo establezca; así, por ejemplo, el art. 394 inc. I del CPC, a
propósito de la confesión judicial, establece que si el litigante no comparece al segundo llamado,
o si, compareciendo, se niega a declarar o da respuestas evasivas, se le dará por confeso, a
petición de parte, en todos aquellos hechos que estén categóricamente afirmados en el escrito en
que se pidió la declaración. Ahora, si bien el silencio, por regla general, no produce efectos

declaración de voluntad de una o más partes, que se realiza con la intención de producir efectos jurídicos, ya sea de
creación, modificación, o extinción de derechos y obligaciones.

271
DERECHO PROCESAL CIVIL - LOS ACTOS JURÍDICOS PROCESALES
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jurídicos en el proceso, en algunas ocasiones implica la preclusión de las facultades que no se


han ejercido (por ejemplo, si el demandado no contesta la demanda dentro del plazo legal,
perderá la oportunidad de plantear sus excepciones y defensas); y en otros supuestos, frente a
una carga procesal, coloca a quien ella grava, en la situación de tener que soportar las
consecuencias adversas de no haberla asumido (por ejemplo, al demandado que no contesta la
demanda se le notifican por el estado diario las resoluciones que se le deberían notificar por
cedula y, esto, por no haber señalado domicilio dentro del territorio del tribunal).
Como se sabe, para que la voluntad sea válida debe estar exenta de todo vicio (requisito
de validez). En materia procesal estos vicios pueden ser:
i. E l e r ro r . La doctrina define al error como la ignorancia o el concepto equivocado que
se tiene de la ley, de una cosa, de una persona o de un hecho. El error puede aparecer en
actos del tribunal y en los de las partes, y puede ser de hecho o de derecho.
- En cuanto al e r r o r d e h e c h o se aplican las reglas generales, es decir, el error de
hecho vicia el consentimiento en los casos en que la ley lo establece. Al respecto,
existe una norma procesal que permite revocar una confesión que ha padecido de un
error de hecho (art. 402 del CPC).
Art. 402. No se recibirá prueba alguna contra los hechos personales claramente confesados por los
litigantes en el juicio.
Podrá, sin embargo, admitirse prueba en este caso y aun abrirse un término especial para ella, si el
tribunal lo estima necesario y ha expirado el probatorio de la causa, cuando el confesante alegue, para
revocar su confesión, que ha padecido error de hecho y ofrezca justificar esta circunstancia.

- Respecto del e rr o r d e d e r e c h o , en cambio, la ley procesal aplica un tratamiento


especial, pues distingue dos tipos de errores: al error in procedendo, esto es, la infracción
a las normas de procedimiento por parte de las partes o del juez; y al error in indicando,
que es aquel en que incurre el juez al decidir una materia en contravención a la norma
decisoria, o las partes al calificar su pretensión o defensa. Respecto del juez, el error de
derecho (in procedendo e indicando) permite anular la decisión que afectó directamente
a las partes e indirectamente al ordenamiento jurídico (el error de derecho constituye el
fundamento en la generalidad de los recursos procesales); y respecto de las partes, cabe
decir que si incurren en error de derecho en sus actos procesales, no incurrirán
necesariamente en un vicio que permita su posterior anulación, pues si ellas no usan el
procedimiento adecuado o no invocan el derecho que corresponde, ello conducirá al
rechazo de sus peticiones o defensas.

ii. La fuerza. Este vicio de la voluntad es incompatible con la realización de los actos
procesales, de ahí que el CPC no se refiera a ella; pues las abundantes formalidades que
existen impiden la proliferación de este vicio.
iii. El dolo. Al igual que la fuerza, el dolo no fue considerado procesalmente como un vicio
de la voluntad; de ahí que, conforme a la norma civil que exige que el dolo sea obra de
una de las partes, y siendo los actos jurídicos procesales en su mayoría unilaterales, su
aplicación se vuelve prácticamente imposible, transformándose, más que en un vicio de la
voluntad, en una fuente de responsabilidad. Así, por ejemplo, el art. 280 inc. II del CPC
señala que si no se deduce demanda oportunamente, o no se pide en ella que continúen
en vigor las medidas precautorias decretadas, o al resolver sobre esta petición el

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tribunal no mantiene dichas medidas, por este solo hecho quedará responsable el que las
haya solicitado de los perjuicios causados, considerándose doloso su procedimiento.204

b. EL OBJETO.
En materia procesal, el objeto del acto procesal se encuentra vinculado a la idea del
“beneficio jurídico” que se persigue obtener con él; así, por ejemplo, el objeto del acto procesal
demanda es la satisfacción de una pretensión.205
En cuanto al objeto ilícito, existen varios casos específicamente reglamentados; a modo
de ejemplo, está la prórroga de competencia en materias penales o no contenciosas, los casos de
arbitraje prohibido, etc.

c. LA CAUSA.
La causa de los actos procesales dice relación con el motivo jurídicamente relevante que
inspira la realización del acto; así por ejemplo, en el recurso de apelación, la causa o motivo de
su interposición es el agravio sufrido por el apelante; en el patrocinio será un debate de alto nivel
jurídico, etc. Esto se aviene con la acepción de causa ocasional en Derecho civil, entendida ésta
como el motivo que induce a las partes a celebrar un determinado acto o contrato.

d. LAS SOLEMNIDADES CUANDO LO EXIGE LA LEY.


Las solemnidades son requisitos externos del acto jurídico exigidos por el legislador en
atención a la naturaleza del acto que se ejecuta o celebra. Los actos jurídicos procesales son
esencialmente solemnes, lo cual no implica que vayan revestidos de una excesiva solemnidad,
sino que existe siempre la exigencia de requisitos mínimos, cuya infracción acarrea la nulidad
procesal o las sanciones prescritas por el legislador para cada caso; así, por ejemplo, si la
demanda, como acto jurídico procesal de parte, no cumple con los requisitos contenidos en el art.
254 del CPC, no se le dará curso.

e. LA CAPACIDAD.
La capacidad, en materia procesal, es entendida como la aptitud legal de una persona
para realizar actos procesales. Al respecto hay que distinguir entre la capacidad del tribunal y la
capacidad de las partes.

204
No obstante ello, la doctrina reconoce figuras como las del proceso fraudulento o cosa juzgada fraudulenta, en
que el dolo es un atentado contra la buena fe procesal (por ejemplo, se dicta una sentencia favorable para la parte
que presentó testigos o documentos falsos). En razón de ello, nuestra legislación contempla un mecanismo destinado
a destruir estas figuras, denominado recurso de revisión.
205
Cosa distinta es el objeto como materialidad sobre la cual recae el acto; en otras palabras, la persona, cosa o
actividad que sirve de medio idóneo para perseguir la finalidad que se pretende con la realización del acto. Así, por
ejemplo, el acto procesal denominado testimonio, tiene por objeto material a una persona; la prueba documental
tiene por objeto material una cosa; y las presunciones o los alegatos, tienen por objeto material a una actividad.

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i. En lo que respecta a la capacidad de los jueces para realizar actos procesales, éstos deben
tener jurisdicción, competencia, capacidad funcional (carencia de inhabilidades) y
legitimación (no deben estar implicados o recusados).
ii. En los actos de las partes, la capacidad viene dada por la capacidad para ser parte
(capacidad de goce), por la capacidad procesal o para comparecer (capacidad de
ejercicio) y por la capacidad para pedir en juicio o ius postulandi. Nuestra legislación
consagra ciertas incapacidades especiales, fundamentalmente en materia penal, respecto
del sujeto activo (pues ciertas personas, en virtud de circunstancias específicas, se ven
impedidas de ejercer la acción penal), y en relación con el sujeto pasivo (causales de
inimputabilidad fundadas en la minoría de edad).206

3. LA INEFICACIA DE LOS ACTOS PROCESALES.


El acto jurídico procesal que se ajusta a todos sus requisitos contemplados por el
ordenamiento jurídico es eficaz y, por ende, producirá las consecuencias jurídicas pretendidas en
su realización. Por el contrario, el acto jurídico procesal que no cumple con los requisitos es
ineficaz o inoperante y, por tanto, no generará sus efectos propios o dejará de producirlos.
¿Qué sanción tienen estos actos procesales ejecutados con omisión de sus requisitos?
Algunos autores dicen que es posible apreciar diferentes sanciones, a saber:
i. La i n e x i s t e n c i a . Esta sanción opera por la omisión de los requisitos de existencia del
acto, por ejemplo, cuando hay ausencia de voluntad del órgano jurisdiccional, etc. Como
es inexistencia, no debe ser declarada sino que sólo constatada; tampoco se puede sanear
o validar; y la vía normal para atacar y corregir esta ineficacia, son los recursos procesales
y, excepcionalmente, debe lograrse a través del ejercicio de una excepción.
ii. La n u l i d a d p r o c e s a l . La nulidad procesal es una sanción de ineficacia en virtud de la
cual se priva a un acto o actuación del proceso, o incluso a todo el proceso (en ciertos
casos), de los efectos normales establecidos en la ley, en los casos en que en su
verificación no se han observado los requisitos de validez del acto. La forma clásica de
anular el proceso es mediante el recurso de casación, pero también se puede interponer un
incidente de nulidad.
iii. La p r e c l u s i ó n . El profesor FORTTES señala que la preclusión es la sanción legal de
ineficacia que afecta a los actos verificados fuera de los límites indicados por la ley para su
realización, y que impide su posterior verificación.
iv. La i n o p o n i bi l i d a d pr o c e s a l . Consiste en la ineficacia de una sentencia respecto de
personas no vinculadas con la relación procesal. La inoponibilidad está muy vinculada con
los efectos de las sentencias, pues éstos sólo afectan a las personas que hayan litigado en el
proceso; y se puede hacer valer como acción o excepción, aunque lo lógico y natural es
como excepción, pues el tercero que desea defenderse y rechazar los efectos de un acto que
se le pretende imponer tiene el camino de la excepción procesal.

206
Además de estos requisitos comunes o propios a todo acto jurídico, algunas especies de actos procesales deben
cumplir con otros requisitos; por ejemplo, las actuaciones judiciales deben cumplir con requisitos de lugar, de
tiempo y, sobretodo, de forma (esto se verá en su oportunidad).

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4. CLASIFICACIÓN DE LOS ACTOS PROCESALES.

a. ACTOS DEL TRIBUNAL, DE LAS PARTES, Y DE TERCEROS ABSOLUTOS.


La principal clasificación es aquella que atiende al sujeto del cual emanan, y que distingue a
los actos procesales del tribunal, los actos procesales de las partes, y los actos procesales de terceros
absolutos.
i. Los a c t o s d e l t ri b una l , son aquellos que emanan de los agentes de la jurisdicción,
entendiéndose por tales, los jueces y los auxiliares de la administración de justicia. Estos
actos son la regla general en los procedimientos en los cuales rige el sistema inquisitivo
(principio de oficialidad); y se pueden subclasificar en:
- A c t o s d e d e c i s i ó n , que son aquellos destinados a resolver el proceso o sus
incidencias (las resoluciones judiciales).
- A c t o s d e c o m u n i c a c i ó n , que son aquellos que buscan poner en conocimiento de
las partes u otras personas, los actos de decisión. Los que realizan estos actos son los
funcionarios auxiliares de la administración de justicia, concretamente, los secretarios,
y los receptores.
- A c t o s d e d o c u me n t a c i ó n , que son aquellos destinados a dejar constancia de los
actos procesales emanados de las partes, del tribunal o de terceros. Por ejemplo, el
secretario debe agregar al expediente los documentos que las partes presentan durante
el juicio.

ii. Los a c t o s p r o c e s a l e s d e l a s p a rt e s , son aquellos que emanan de las partes directas


(demandante y demandado) y de los terceros con interés. Estos actos pueden ser de dos
tipos: de obtención y de disposición.
- Los a c t o s d e o b t e n c i ó n son aquellos destinados a lograr que el tribunal satisfaga
la pretensión hecha valer en el proceso. Entre ellos cabe distinguir a: los a c t o s d e
p e t i c i ó n , que son aquellos destinados a determinar el contenido de la pretensión,
esto es, a formularla y explicarla (por ejemplo, la demanda, la corrección de la
demanda, la contestación de la demanda, etc.); los a c t o s d e a f i rm a c i ó n , esto es,
las proposiciones formuladas durante el proceso para que el tribunal tenga
conocimiento del contenido y fundamentos de la pretensión (los hechos invocados en
la demanda, en la contestación, en las excepciones, la réplica y la dúplica); y los
a c t o s d e p r u e b a , que son aquellos que incorporan al proceso medios idóneos para
convencer al juez de la verdad de los hechos afirmados (por ejemplo, acompañar un
documento).
- Los a c t o s d e d i s p o s i c i ó n son aquellos que tienen por objeto crear, modificar o
extinguir situaciones procesales. Por ejemplo, el desistimiento de la demanda, la
transacción; cuando en un contrato se prorroga la competencia; cuando las partes se
ponen de acuerdo para nombrar un perito.

275
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iii. Y los a c t o s d e t e rc e r o s a b s o l u t o s , son aquellos que no emanan ni del tribunal ni


de las partes, sino que de personas que están legalmente autorizadas para realizar dichos
actos durante el proceso. Estos actos puede ser de prueba (por ejemplo, declaración de un
testigo), decisión (informe de perito), o de cooperación (actuación de un martillero). Son
actos excepcionales en el proceso, pues por esencia el juicio está destinado a la actividad
de las partes y del tribunal.

b. ACTOS DE INICIACIÓN, DE DESARROLLO Y DE TERMINACIÓN.


El proceso, al ser una serie lógica y consecuencial de actos procesales, tiene un comienzo,
un desarrollo y un final. De allí que se distinga entre actos procesales de iniciación, de desarrollo
y de conclusión o término.
i. Lo s a c t o s d e i n i c i a c i ó n son aquellos que hacen posible que el proceso comience. En
el proceso civil el acto típico de iniciación se halla constituido por la demanda; pero
también están las medidas prejudiciales, que son aquellos actos que buscan preparar el
proceso antes de presentar la demanda, con el objeto de anticipar la prueba o asegurar su
resultado.
ii. Los a c t o s d e d e s a r ro l l o son aquellos que, una vez producida la iniciación del
proceso, propenden a su desenvolvimiento ulterior hasta conducirlo a su etapa final. Por
ejemplo, los actos de instrucción o de prueba, los actos de impugnación (los recursos).
iii. Por último, los a c t o s d e c o n c l u s i ó n son aquéllos que tienen por objeto dar fin al
proceso. El acto normal de conclusión de todo proceso está representado por la sentencia
definitiva; sin embargo, también existen actos anormales de conclusión, los cuales
pueden provenir de declaraciones de voluntad formuladas por una o ambas partes
(allanamiento, desistimiento, transacción y conciliación) o ser la consecuencia de un
hecho, como es el transcurso de un cierto periodo de inactividad, al cual la ley atribuye
efectos extintivos sobre el proceso (caducidad de la instancia).

c. ACTOS UNILATERALES Y BILATERALES.


Según el número de voluntades que concurren a su formación, se distingue entre actos
unilaterales y bilaterales.
i. Lo s a c t o s u n i l a t e r a l e s , son aquellos que para su nacimiento a la vida jurídica sólo
requieren de la voluntad de quien lo realiza. La manifestación de voluntad destinada a
producir efectos en el proceso, emana normalmente de un sólo sujeto (por ejemplo, la
demanda, la contestación, la sentencia, etc.); sólo excepcionalmente hay actos que
emanan de varios sujetos, como por ejemplo, las sentencias de los tribunales colegiados
(actos pluripersonales).
ii. Los a c t o s b i l a t e r a l e s (convenciones procesales) son aquellos que requieren la
concurrencia de dos o más voluntades para su perfeccionamiento (por ejemplo, el
compromiso, la transacción, la prórroga expresa de la competencia, etc.). Estos

276
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constituyen la excepción, pues la regla general es que los actos procesales sean
unilaterales.

B. L OS PLAZOS .

1. CONCEPTO DE PLAZO.
La gran mayoría de los actos procesales, además de cumplir con los requisitos de
existencia y validez, deben realizarse dentro de un determinado plazo. El CPC no define a los
plazos, pero del contexto de su articulado se puede decir que plazo es aquel espacio de tiempo
que fija la ley, el juez o el convenio de las partes, para ejercer un derecho dentro del proceso; o
sea, es el lapso dentro del cual se debe realizar un acto procesal.207
En la legislación procesal comúnmente se usa la palabra “término” como sinónima de
plazo, sin embargo, son conceptos diferentes, pues, mientras el plazo comprende varios
momentos para actuar (por ejemplo, para apelar se conceden cinco días, por tanto, la persona
podría apelar en el primero, segundo o tercer día, etc.); el término, en cambio, indica un instante
preciso (por ejemplo, se debe apelar al momento de notificarse).

2. CLASIFICACIÓN DE LOS PLAZOS.

a. PLAZOS DE HORAS, DE DÍAS, DE MESES Y DE AÑOS.


Según la unidad de tiempo en que se expresan, o según se extensión, los plazos pueden
ser: d e h o ra s (por ejemplo, la lista de testigos en querellas posesorias debe presentarse antes de
las 12:00 horas del día anterior a la fecha del comparendo); d e d í a s (por ejemplo, existe un
plazo de tres días para acompañar copias a los escritos si éstas no se han entregado); d e m e s e s
(por ejemplo, en el abandono del procedimiento el plazo es de seis meses); y d e a ñ o s (por
ejemplo, el plazo de un año que se otorga para el cumplimiento incidental de las resoluciones
judiciales). Esta clasificación tiene mucha importancia, pues como se verá a continuación, según
si se está en presencia de un plazo de días, meses o años establecidos por el CPC, será diferente la
manera de computarlo.

b. PLAZOS CONTINUOS Y DISCONTINUOS.


Atendiendo a la manera de computarlos, los plazos se clasifican en continuos y
discontinuos. El pl a z o c o n t i n u o es aquel que no se suspende durante los días feriados y, por
lo tanto, corre sin interrupción alguna; y el p l a z o d i s c o n t i n u o es aquél que se suspende
durante los días feriados. Ahora bien, los días feriados o inhábiles, son los días domingos, los

207
En el contexto del Derecho civil, los plazos constituyen modalidades del acto jurídico, es decir, son elementos
introducidos por las partes o la ley, y que tienen por objeto alterar los efectos normales del mismo. Por regla general,
son elementos accidentales, pues ni esencial ni naturalmente le pertenecen al acto, pero se agregan por medio de
cláusulas especiales; sin embargo, excepcionalmente actúan como elementos de la esencia (por ejemplo, en el
contrato de promesa) o como elementos de la naturaleza del acto (por ejemplo, la condición resolutoria tácita).
Haciendo un símil con el Derecho procesal, los plazos en esta área del derecho actúan como elementos esenciales,
pues si no se cumplen con ellos, el acto no produce efecto alguno.

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días festivos208 y el feriado judicial, el cual comienza el primero de febrero y dura hasta el primer
día hábil de marzo; todos los demás son días hábiles o no feriados.
La regla general en nuestro Derecho, es que los plazos sean continuos, pues la primera
parte del art. 50 del CC así lo dispone, al señalar que en los plazos que se señalaren en las leyes,
o en los decretos del Presidente de la República, o de los tribunales o juzgados, se
comprenderán aun los días feriados. Pero esta regla general tiene excepciones, pues el mismo
art. 50 en su segunda parte, señala que los plazos son continuos a menos que el plazo señalado
sea de días útiles, expresándose así, pues en tal caso no se contarán los feriados; en otras
palabras, los plazos serán discontinuos cuando la ley o el decreto de la autoridad ejecutiva o
judicial, se encargue de indicar expresamente que el plazo se computará descontando los días
feriados. Una de las leyes que establece una excepción a la regla de que los plazos son continuos,
es el CPC, el cual en su art. 66 inc. I señala que los términos de días que establece el referido
Código se entenderán suspendidos durante los feriados, salvo que el tribunal, por motivos
justificados, haya dispuesto expresamente lo contrario. Esta disposición sólo se refiere a los
plazos de “días” establecidos en el CPC, por ende, los plazos de meses y de años contenidos en
este mismo Código, se computan de acuerdo con la regla general señalada en el art. 50 del CC, es
decir, son plazos continuos.
En definitiva, los plazos de días que establece el CPC son discontinuos, pues se entienden
suspendidos durante los días feriados. Sin embargo, esta regla también tiene excepciones:
i. El mismo art. 66 inc. I del CPC señala que el tribunal, por motivos justificados, puede
disponer que el plazo de días sea continuo.
ii. Y la misma disposición, en su inc. II, establece que lo anterior (plazos de días
discontinuos) no rige con los asuntos indicados en el art. 314 inc. II del COT (por
ejemplo, asuntos de jurisdicción voluntaria, juicios sumarios, medidas precautorias, etc.)
respecto del feriado de vacaciones. En otras palabras, el feriado de vacaciones, a pesar de
tratarse de un plazo de días señalados en el CPC, para los efectos de su cómputo, no se
descontará ningún día feriado en los asuntos que señala el art. 314 de COT.

c. PLAZOS INDIVIDUALES Y PLAZOS COMUNES.


Según el momento en que deben comenzar a correr para los efectos de su cómputo, se
distingue entre p l a z o s i n d i vi d u a l e s , que son aquellos que corren separadamente para cada
parte desde el momento de la respectiva notificación; por ejemplo, el plazo para recurrir en
contra de una resolución judicial (art. 65 inc. I del CPC). Y los p l a z o s c o m u n e s , son aquellos
que corren conjuntamente para todas las partes (demandantes y demandados) a contar desde la
última notificación; por ejemplo, el plazo para rendir prueba es común para las partes, y según el
profesor FORTTES, el plazo para contestar la demanda cuando existe litisconsorcio pasivo, es
individual es su inicio y común en su término (art. 65 inc. II del CPC).
Art. 65. Los términos comenzarán a correr para cada parte desde el día de la notificación.
Los términos comunes se contarán desde la última notificación.

208
Los días festivos están establecidos en leyes especiales, concretamente, en la Ley 2.977 del año 1915 que fija como
días festivos los siguientes: el correspondientes al 1° de enero, el 15 de agosto, el 1° de noviembre, el 25 de diciembre;
los viernes y sábados de la semana santa; el 18 y 19 de septiembre; el 21 de mayo; el día que deba tener lugar la elección
del Presidente de la República; y el día que se fije para la realización de las elecciones y plebiscitos.

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Art. 327. Todo término probatorio es común para las partes y dentro de él deberán solicitar toda diligencia de
prueba que no hubieren pedido con anterioridad a su iniciación.

La regla general en el Derecho procesal, es que los plazos sean individuales, por tanto, la
excepción es que sean comunes y, siendo excepcionales, tienen que estar contemplados
expresamente en la ley. Cabe decir que en los plazos comunes el primero en notificarse gana
tiempo (el tiempo que corre hasta la última notificación), pero acorde al art. 65 inc. II del CPC,
ese lapso no le permite a la parte realizar actuaciones válidas, sino que éstas se pueden realizar a
contar de la última notificación.

d. PLAZOS JUDICIALES, LEGALES Y CONVENCIONALES.


Según la fuente u origen de donde emanan, se distingue entre plazos judiciales, legales y
convencionales.
i. Los p l a z o s j u d i c i a l e s son aquellos señalados en una resolución judicial. Estos sólo
pueden fijarse en los casos en que la ley faculte expresamente al tribunal, de suerte que su
presencia en nuestra legislación es excepcional. Por ejemplo, los plazos a que se refieren
los arts. 9º y 12 del CPC.209
Art. 9. Si durante el curso del juicio termina por cualquiera causa el carácter con que una persona
representa por ministerio de la ley derechos ajenos, continuará no obstante la representación y serán válidos
los actos que ejecute, hasta la comparecencia de la parte representada, o hasta que haya testimonio
(constancia) en el proceso de haberse notificado a ésta la cesación de la representación y el estado del
juicio. El representante deberá gestionar para que se practique esta diligencia dentro del plazo que el
tribunal designe, bajo pena de pagar una multa de un cuarto a un sueldo vital y de abonar los perjuicios que
resulten.

Art. 12. En los casos de que trata el art. 19, el procurador común será nombrado por acuerdo de las partes a
quienes haya de representar.
El nombramiento deberá hacerse dentro del término razonable que señale el tribunal.

ii. Los p l a z o s l e ga l e s son aquellos señalados en un precepto legal (se agrega, también, los
plazos que establezca un reglamento del Presidente de la República). Por ejemplo, el art.
189 del CPC establece que la apelación deberá interponerse en el término fatal de cinco
días, contados desde la notificación de la parte que entabla el recurso, deberá contener
los fundamentos de hecho y de derecho en que se apoya y las peticiones concretas que se
formulan; agrega el inc. II, que este plazo se aumentará a diez días tratándose de
sentencias definitivas.
iii. Los p l a z o s c o n v e n c i o n a l e s son aquellos que señalan de común acuerdo las partes
litigantes. Por ejemplo, las partes, en cualquier estado del juicio, pueden acordar la

209
El CC en el art. 1494 inc. II establece la siguiente limitación: no podrá el juez, sino en casos especiales que las
leyes designen, señalar plazo para el cumplimiento de una obligación; sólo podrá interpretar el concebido en
términos vagos u oscuros, sobre cuya inteligencia y aplicación discuerden las partes. Ejemplos de plazos judiciales
en el CC, son: en materia de acción reivindicatoria, si el poseedor es vencido, debe restituir la cosa en el plazo que el
juez señale; en el contrato de mutuo, si en éste se hubiere pactado que el mutuario pague cuando le sea posible, el
juez puede, atendidas las circunstancias, fijar un plazo. Según CASARINO, dicha disposición no es aplicable en
materia procesal, ya que es obvio que está referido únicamente a las obligaciones civiles y no a las procesales.

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suspensión del procedimiento hasta por un plazo máximo de 90 días, derecho que sólo se
puede ejercer por una vez en cada instancia, sin perjuicio de hacerlo valer, además, ante
la CS en caso que, ante dicho tribunal, estuviesen pendientes recursos de casación o de
queja en contra de una sentencia definitiva. Los plazos que estuvieren corriendo se
suspenderán al presentarse el escrito respectivo y continuarán corriendo vencido el
plazo de suspensión acordado (art. 64 inc. II del CPC).

La mayoría de los plazos son legales, pues el proceso, desde un punto de vista formal,
está constituido por un conjunto de actos procesales que deben irse cumpliendo unos a
continuación de otros y en los plazos que la misma ley determina.
Esta clasificación de los plazos tiene importancia para los efectos de la prórroga, pues,
como se verá a continuación, los únicos plazos prorrogables son los señalados por el tribunal; y
también es relevante para establecer el carácter de fatal o no fatal de los plazos.

e. PLAZOS PRORROGABLES E IMPRORROGABLES.


Según si son o no susceptibles de prórroga o de ser aumentados, los plazos se clasifican en:
p l a z o s p r o rr o ga b l e s, que son aquellos que se pueden aumentar más allá de su duración
original (por ejemplo, todos los plazos judiciales de acuerdo al art. 67 del CPC); y los p l a z o s
i m p r o r r o ga b l e s , que son aquellos que no son susceptibles de tal aumento (por ejemplo, los
plazos legales de acuerdo al art. 68 del CPC).
Art. 67. Son prorrogables los términos señalados por el tribunal.
Para que pueda concederse la prórroga es necesario:
1. Que se pida antes del vencimiento del término; y
2. Que se alegue justa causa, la cual será apreciada por el tribunal prudencialmente.

Art. 68. En ningún caso podrá la prórroga ampliar el término más allá de los días asignados por la ley.

Si bien los plazos legales, por regla general, no pueden prorrogarse, excepcionalmente
pueden ampliarse en los casos en que la ley lo permita; así, por ejemplo, el art. 259 inc. II del CPC
señala que se aumentará este término (término de 15 días para contestar la demanda) en tres días
más si el demandado se encuentra en el mismo territorio jurisdiccional pero fuera de los límites
de la comuna que sirva de asiento al tribunal; asimismo, el art. 329 del CPC señala que cuando
haya de rendirse prueba en otro territorio jurisdiccional o fuera de la República, se aumentará
el término ordinario a que se refiere el artículo anterior (veinte días) con un número de días
igual al que concede el art. 259 para aumentar el de emplazamiento.

e. PLAZOS FATALES Y NO FATALES.


Según los efectos que produce el plazo una vez vencido, o según si la falta de ejercicio
del derecho dentro de un determinado espacio de tiempo lo hace o no extinguirse; o según la
forma en que opera la preclusión, se distingue entre plazos fatales y no fatales.
i. Los p l a z o s f a t a l e s son aquellos que, una vez vencidos, producen la caducidad del
derecho sin necesidad de que el juez dicte una resolución judicial para que precluya el
derecho (no es necesario que se acuse o decrete la rebeldía de esa parte). En otras
palabras, son aquellos en que la rebeldía del emplazado se produce por el sólo ministerio de

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la ley, al vencimiento del plazo fijado, extinguiéndose irrevocablemente, de este modo, los
derechos que han debido hacerse valer dentro de ese plazo y no lo han sido.
Todos los plazos legales que establece el CPC son fatales, pues de acuerdo al art. 64 inc. I
de dicho Código, los plazos que señala este Código son fatales cualquiera sea la forma
en que se exprese, salvo aquéllos establecidos para la realización de actuaciones propias
del tribunal. En consecuencia, la posibilidad de ejercer un derecho o la oportunidad
para ejecutar el acto se extingue al vencimiento del plazo. En estos casos el tribunal, de
oficio o a petición de parte, proveerá lo que convenga para la prosecución del juicio, sin
necesidad de certificado previo (del secretario, respecto al hecho de haber transcurrido el
plazo sin haberse ejercido el derecho por la parte). Por tanto, cualquiera sea la extensión
del plazo legal contemplado en el CPC (horas, días, meses o años) y las expresiones que
utilice para establecerlo, se está en presencia de un término fatal. Excepcionalmente, a
pesar de encontrarse establecidos en el CPC, no revisten el carácter de fatal los plazos para
la realización de actuaciones propias del tribunal (por ejemplo, el plazo para dictar
sentencia definitiva), pero no le está permitido al juez ampliar este plazo en forma
indefinida, pudiendo quedar el tribunal, por este motivo, sujeto a una medida
disciplinaria.210

ii. Los p l a z o s n o f a t a l e s son aquellos en que la caducidad del derecho no se obtiene por
el transcurso del tiempo, sino que en virtud de la correspondiente declaración de rebeldía
por parte del tribunal, ya sea de oficio o a petición de parte. Conforme al art. 78 del CPC,
todos los plazos judiciales son fatales, pues vencido un plazo judicial para la realización de
un acto procesal sin que éste se haya practicado por la parte respectiva, el tribunal, de
oficio o a petición de parte, declarará evacuado dicho trámite en su rebeldía y proveerá lo
que convenga para la prosecución del juicio, sin certificado previo del secretario.

3. LA REBELDÍA.

a. CONCEPTO.
La rebeldía dice relación con la situación que se produce cuando una persona no ejerce su
derecho, facultad o acto, dentro del plazo que correspondía. Se vincula con el plazo fatal, el cual
extingue la posibilidad de ejercer un derecho por el sólo ministerio de la ley; y con los plazos no
fatales, que son aquellos en que el derecho no expira por el simple transcurso del tiempo, sino en
virtud de declararse la correspondiente rebeldía. Por lo anterior, se define a la rebeldía como
aquella situación que se produce por el desinterés de una parte para cumplir un trámite del juicio en
un determinado plazo, y que permite tenerlo por cumplido a fin de que el proceso avance.
Como se puede apreciar, las rebeldías permiten que el proceso avance en el evento de que
alguna de las partes litigantes manifieste desinterés por la evacuación de un trámite en un
determinado plazo.

210
Sin embargo, tratándose de medidas para mejor resolver, el plazo para esta actuación judicial es fatal, por expresa
disposición legal; pues de acuerdo al art. 159 inc. I del CPC, los tribunales, sólo dentro del plazo para dictar
sentencia, podrán dictar de oficio medidas para mejor resolver. Las que se dicten fuera de este plazo se tendrán
por no decretadas.

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b. CLASES.
Según su origen o causa que la produce, se distingue entre rebeldía declarada judicialmente,
y rebeldía de pleno derecho.
i. La r e b e l d í a d e c l a r a d a j u d i c i a l m e n t e es aquella que precisa de una declaración
judicial para extinguir un derecho que no se ha ejercido dentro de un plazo no fatal,
concretamente, un plazo judicial. En efecto, el art. 78 del CPC señala que vencido un
plazo judicial para la realización de un acto procesal sin que éste se haya practicado por
la parte respectiva, el tribunal, de oficio o a petición de parte, declarará evacuado dicho
trámite en su rebeldía y proveerá lo que convenga para la prosecución del juicio, sin
certificado previo del secretario.
Según la jurisprudencia mayoritaria, esta rebeldía se produce sólo cuando el juez la ha
declarado, y no cuando la parte contraria la ha solicitado; permitiéndosele al juez, en todo
caso, declararla de oficio en los casos en que la ley lo declare expresamente. Por lo tanto,
los requisitos para que opere este tipo de rebeldía, son: existencia de un plazo judicial para
realizar un acto procesal; transcurso del plazo (que esté vencido); resolución del tribunal, de
oficio o a petición de parte, declarando evacuado el trámite en rebeldía y proveyendo lo que
convenga para la prosecución del juicio.
ii. La r e b e l d í a d e p l e n o d e r e c h o o por el sólo ministerio de la ley, es la que opera por el
sólo transcurso de un plazo fatal. Por lo tanto, constituye la regla general, pues de acuerdo al
art. 64 inc. I del CPC, los plazos que señala este Código son fatales cualquiera sea la
forma en que se exprese, salvo aquéllos establecidos para la realización de actuaciones
propias del tribunal. En consecuencia, la posibilidad de ejercer un derecho o la
oportunidad para ejecutar el acto se extingue al vencimiento del plazo. En estos casos el
tribunal, de oficio o a petición de parte, proveerá lo que convenga para la prosecución
del juicio, sin necesidad de certificado previo.
Un ejemplo lo constituye el art. 202 inc. I del CPC, que establece que si no comparece el
apelado, se seguirá el recurso en su rebeldía por el sólo ministerio de la ley y no será
necesario notificarle las resoluciones que se dicten, las cuales producirán sus efectos
respecto del apelado rebelde desde que se pronuncien.

c. EFECTOS DE LA REBELDÍA.
El único efecto que produce la rebeldía, es que extingue la posibilidad de ejecutar el acto
de que se trata. Pero aquí, es necesario distinguir entre primera o segunda instancia.
i. En p r i me r a i n s t a n c i a , la rebeldía es por cada acto o trámite. Así, por ejemplo, si se
presenta la demanda, hay un plazo de 15 días para contestarla, y si el demandado no la
contesta, no quedará como rebelde para todo el juicio, pues él sigue siendo parte y se le
seguirán notificando el resto de los trámites.
ii. En s e gu n d a i n s t a n c i a , en cambio, existe una carga que consiste en hacerse parte en el
recurso de apelación, pues de acuerdo al art. 200 inc. I del CPC, las partes tienen un plazo de
cinco días para comparecer (hacerse parte) ante el tribunal superior a seguir el recurso
interpuesto, contado este plazo desde que se reciban los autos en la secretaría del tribunal

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de segunda instancia. Ahora bien, si no se comparece para seguir el recurso, habrán efectos
distintos según se trate del apelante o del apelado:
- Respecto del apelante, la segunda parte del art. 201 inc. I del CPC dispone que si el
apelante no comparece dentro de plazo, deberá declarar (el tribunal) su deserción,
previa certificación que el secretario deberá efectuar de oficio. La parte apelada, en
todo caso, podrá solicitar la declaración pertinente, verbalmente o por escrito. Por lo
tanto, el apelante nunca estará en rebeldía, ya que si no comparece se declarará desierta
la apelación.
- Respecto del apelado, el art. 202 del CPC señala que si no comparece el apelado, se
seguirá el recurso en su rebeldía por el sólo ministerio de la ley y no será necesario
notificarle las resoluciones que se dicten, las cuales producirán sus efectos respecto
del apelado rebelde desde que se pronuncien. El rebelde, podrá comparecer en
cualquier estado del recurso, representado por el procurador del número. En
consecuencia, la rebeldía del apelado no produce la terminación del recurso, sino que la
sanción de que las resoluciones que se dicten no será necesario notificárselas para que
produzcan efectos a su respecto, es decir, la rebeldía es por toda la instancia, lo cual no
impide que el litigante rebelde en cualquier momento pueda apersonarse en el proceso,
y si es así, se hará parte del juicio (sólo a través de un procurador del número),
dejando de ser rebelde y, en virtud del principio de preclusión, deberá respetar todo lo
actuado en el proceso.

d. LA NULIDAD PROCESAL DE LO OBRADO EN REBELDÍA.


La nulidad procesal de lo obrado en rebeldía puede tener lugar en dos supuestos, a
saber:
i. De conformidad con el art. 79 del CPC, podrá un litigante pedir la rescisión de lo que se
haya obrado en el juicio en rebeldía suya, ofreciendo probar que ha estado impedido por
fuerza mayor. Agrega el inc. II que este derecho sólo podrá reclamarse dentro de tres
días, contados desde que cesó el impedimento y pudo hacerse valer ante el tribunal que
conoce del negocio. El fundamento de este precepto es el conocido aforismo jurídico que
dice que al impedido no le corre plazo.
Este incidente se hace valer ante el mismo tribunal que está conociendo del negocio
principal por cualquiera de los litigantes, sea demandante o demandado, pues la ley no
distingue. Agrega CASARINO que este derecho, a falta de texto legal expreso en contrario,
sólo podrá hacerse valer pendiente el juicio y mientras la sentencia definitiva no adquiera
el carácter de firme o ejecutoriada.
ii. Por otra parte, el litigante rebelde puede alegar la nulidad de lo obrado por falta de
emplazamiento, pues conforme al art. 80 del CPC, si al litigante rebelde no se le ha hecho
saber en persona ninguna de las providencias libradas en el juicio, podrá pedir la
rescisión de lo obrado, ofreciendo acreditar que, por un hecho que no le sea imputable,
han dejado de llegar a sus manos las copias a que se refieren los arts. 40 y 44 (las copias
de la resolución y del escrito en que ella recae), o que ellas no son exactas en su parte
substancial (por ejemplo, el Receptor falsea la notificación); agrega el inc. II que este

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derecho no podrá reclamarse sino dentro de cinco días, contados desde que aparezca o
se acredite que el litigante tuvo conocimiento personal del juicio.
Aquí, el litigante rebelde no puede ser otro que el demandado, pues solamente a él
corresponde entregarle las copias antes dichas. Agrega CASARINO que, en atención a la
gravedad de este incidente, puesto que se funda en la falta de emplazamiento, lo que
implica llegar a condenar a un litigante sin ser oído, la ley permite que se pueda
interponer en cualquier estado del juicio y aun después de dictada la sentencia definitiva;
esto se desprende del final del art. 182 del CPC.
Art. 182. Notificada una sentencia definitiva o interlocutoria a alguna de las partes, no podrá el tribunal que
la dictó alterarla o modificarla en manera alguna. Podrá, sin embargo, a solicitud de parte, aclarar los
puntos obscuros o dudosos, salvar las omisiones y rectificar los errores de copia, de referencia o de cálculos
numéricos que aparezcan de manifiesto en la misma sentencia.
Lo dispuesto en este artículo no obsta para que el rebelde haga uso del derecho que le confiere el art. 80.

En consecuencia, ambos incidentes son de la misma naturaleza, pues persiguen la nulidad


de lo obrado en rebeldía; están sometidos a la misma tramitación, y en los dos casos el litigante
rebelde debe ofrecer prueba acerca del fundamento en que los apoya, como formalidad
habilitante de la tramitación incidental. Sin embargo, entre ellos hay profundas diferencias: en
cuanto a su fundamento; a la persona del litigante rebelde que puede formularlos; al plazo dentro
del cual deben interponerse; y, en fin, en cuanto a la oportunidad procesal en que pueden ser
esgrimidos.
Por último, conforme al art. 81 del CPC, los incidentes a que den lugar las disposiciones
contenidas en los dos artículos anteriores, no suspenderán el curso de la causa principal y se
substanciarán en cuaderno separado; es decir, se trata de incidentes de no previo y especial
pronunciamiento, a pesar de su excepcional importancia.

4. FORMA DE COMPUTAR LOS PLAZOS.


El CPC nada dice sobre la forma de computar los plazos, de modo que se debe recurrir a la
ley común, concretamente al art. 48 inc. I del CC, el cual señala que todos los plazos de días,
meses o años de que se haga mención en las leyes o en los decretos del Presidente de la
República, de los tribunales o juzgados, se entenderá que han de ser completos; y correrán
además hasta la medianoche del último día del plazo. El profesor FORTTES señala que esto tiene
dos consecuencias:
i. Siempre el plazo se empieza a contar al día siguiente de la notificación, es decir, la
fracción del día de la notificación no se cuenta, pues los plazos deben ser de días
completos.
ii. El plazo expira a las 24 horas del día respectivo, lo cual trae como consecuencia la
presentación de escritos en el domicilio del secretario del tribunal. Esto es un derecho de
las partes para aprovechar, así, el día completo del plazo, al margen del horario del
tribunal.

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5. LA SUSPENSIÓN DEL PROCEDIMIENTO Y DE LOS PLAZOS.


La suspensión del procedimiento es la cesación o paralización del procedimiento por obra de
algún impedimento, acto procesal de parte, o resolución del tribunal. Por lo tanto, las formas en que
se puede producir son:
i. P o r u n i m p e d i m e n t o. Por ejemplo, de conformidad con el art. 5º del CPC, si durante el
juicio fallece alguna de las partes que obre por sí misma quedará suspenso por este
hecho el procedimiento, y se pondrá su estado en noticia de los herederos para que
comparezcan a hacer uso de su derecho en un plazo igual al de emplazamiento para
contestar demandas, que conceden los arts. 258 y 259.
ii. D e c o m ú n a c u e r d o . El art. 64 inc. II del CPC señala que las partes, en cualquier estado
del juicio, pueden acordar la suspensión del procedimiento hasta por un plazo máximo de
90 días. Este derecho sólo se puede ejercer por una vez en cada instancia, sin perjuicio de
hacerlo valer, además, ante la CS en caso que, ante dicho tribunal, estuviesen pendientes
recursos de casación o de queja en contra de sentencia definitiva. Los plazos que estuvieren
corriendo se suspenderán al presentarse el escrito respectivo y continuarán corriendo
vencido el plazo de suspensión acordado.
iii. Y finalmente, en algunos casos ciertas r e s o l u c i o n e s j u d i c i a l e s traen como efecto la
paralización del procedimiento. Por ejemplo, la resolución que acoge una excepción
dilatoria por un vicio del procedimiento susceptible de ser corregido en la misma causa,
suspende el procedimiento hasta que se efectúe la corrección; la resolución que admite a
tramitación un incidente de previo y especial pronunciamiento, pues de acuerdo al art. 87
inc. I del CPC, si el incidente es de aquellos sin cuya previa resolución no se puede seguir
substanciando la causa principal, se suspenderá el curso de ésta, y el incidente se
tramitará en la misma pieza de autos. En el caso contrario, no se suspenderá el curso de
la causa principal, y el incidente se substanciará en ramo separado; y de conformidad
con el art. 167 del CPC, cuando la existencia de un delito haya de ser fundamento preciso
de una sentencia civil o tenga en ella influencia notoria, podrán los tribunales suspender
el pronunciamiento de ésta hasta la terminación del proceso criminal, si en éste se ha
dado lugar al procedimiento plenario.

C. L AS ACTUACIONES JUDICIALES .

1. CONCEPTO.
Como se dijo, el acto procesal es aquella declaración de voluntad de las partes, de los
agentes de la justicia o de un tercero ligado al proceso, que produce efectos jurídicos en el
proceso. Una especie de acto procesal lo constituyen las actuaciones judiciales, definidas por el
profesor FORTTES como actos procesales más o menos solemnes, realizados por o ante un
tribunal (existe intervención del órgano jurisdiccional),de los cuales se deja testimonio en el
expediente y deben ser autorizadas por un ministro de fe. Ejemplos de actuaciones judiciales son
las resoluciones, las notificaciones, los exhortos, y cualesquiera diligencia que se lleve a cabo y
de la que debe dejarse constancia por un ministro de fe (por ejemplo, el testimonio de un testigo
tomado por un Receptor).

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Las actuaciones judiciales están sometidas a un doble grupo de normas legales: a las
reglas generales sobre actuaciones judiciales contenidas en el Título VII (“De las actuaciones
judiciales”) del Libro I (“Disposiciones comunes a todo procedimiento”) del CPC; y en segundo
lugar, también pueden tener reglas propias. Por lo tanto, es necesario averiguar si una
determinada actuación judicial tiene reglas legales propias o no, y en caso afirmativo, regirán
dichas reglas por sobre las reglas generales. Así, por ejemplo, las reglas legales aplicables a las
resoluciones judiciales son, en primer término, las contenidas en el Título XVII (“De las
resoluciones judiciales”) del Libro I del CPC, y en su silencio, las del Título VII del mismo Libro.

2. REQUISITOS.
Como se dijo, los actos procesales para ser eficaces deben cumplir con los requisitos de
existencia y validez. No obstante, un tipo de acto procesal (las actuaciones judiciales), además de
cumplir con dichos requisitos, debe cumplir con requisitos adicionales, cuales son: el lugar, el
tiempo, la forma del acto, y la autorización del ministro de fe.
Estos requisitos se encuentran contemplados en el Título VII del CPC (arts. 59 a 77), por
tanto, son aplicables a todas las actuaciones judiciales; no obstante, cuando se analicen las
actuaciones judiciales en particular, se verá que algunas de éstas pueden tener particularidades al
respecto.

a. DEBEN REALIZARSE POR O ANTE EL TRIBUNAL QUE CONOCE AL CAUSA.

Al momento de definir las actuaciones judiciales, se dijo que son aquellos actos
procesales más o menos solemnes que se realizan por o ante el tribunal…. En efecto, de
conformidad con la primera parte del art. 70 del CPC, todas las actuaciones necesarias para la
formación del proceso se practicarán por el tribunal que conozca de la causa…. Es evidente que
el precepto se refiere sólo aquellas actuaciones que emanan del propio órgano jurisdiccional
(“por orden de tribunal”), pues también hay actuaciones provenientes de las partes litigantes, las
cuales se practican por su sola iniciativa e intervención (“ante o a través del tribunal”). Así, un
ejemplo de actuación judicial que se realiza por del tribunal, es la dictación de una resolución
judicial; y un ejemplo de actuación judicial que se realiza ante el tribunal, es la rendición de una
prueba de testigos, la confesión judicial, etc.
Excepcionalmente, las actuaciones no se realizan ante el juez o por orden del juez que
conoce de la causa, pues el mismo art. 70 del CPC, se encarga de señalar dos excepciones a la
regla anterior, cuales son:
i. La segunda parte del art. 70 señala que salvo los casos en que se encomienden
expresamente por la ley a los secretarios y otros ministros de fe la realización de la
actuación (por ejemplo, las notificaciones efectuadas por el Secretario o el Receptor).
ii. La misma disposición establece que se permite al tribunal delegar sus funciones… Se
trata de situaciones previstas por el legislador, por ejemplo, la tasación de las costas
procesales puede ser encomendada por el tribunal al Secretario; los decretos de los
tribunales colegiados pueden dictarse por uno de sus miembros (las demás resoluciones
requieren la concurrencia de tres de sus miembros); los testigos pueden ser interrogados
por uno de los ministros del tribunal colegiado; y el tribunal puede delegar al Secretario u

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a otro ministro de fe (Receptor) la diligencia de absolver posiciones.


Por otra parte, las actuaciones judiciales deben verificarse en el territorio jurisdiccional
del tribunal y, específicamente, en la sede que sirve de asiento al tribunal. Sin embargo, esta
regla también tiene excepciones, pues hay actos que por su naturaleza deben verificarse fuera del
tribunal (por ejemplo, la inspección personal del tribunal), o que por disposición legal deben
verificarse fuera de éste (por ejemplo, la notificación personal); y hay casos en que la actuación
se verifica en un territorio jurisdicción distinto (por ejemplo, si se trata de tomar declaración
testimonial a una persona que está domiciliada fuera del lugar en que se sigue el juicio, se delega
la competencia del tribunal a través de una actuación judicial denominada exhorto).

b. DEBEN REALIZARSE EN DÍAS Y HORAS HÁBILES.


De conformidad al art. 59 del CPC, las actuaciones judiciales deben practicarse en días y
horas hábiles. Son días hábiles los no feriados. Son horas hábiles las que median entre las ocho
y las veinte horas.
Una actuación judicial practicada fuera de los días u horas hábiles, es inadmisible por
extemporaneidad. Sin embargo, hay casos en que el feriado legal o judicial, no se considera día
inhábil para la realización de actuaciones judiciales, a saber:
i. El art. 66 inc. I del CPC establece que los términos de días que establece el presente
Código (plazos legales), se entenderán suspendidos durante los feriados, salvo que el
tribunal, por motivos justificados, haya dispuesto expresamente lo contrario.
ii. De acuerdo al art. 60 del CPC, pueden los tribunales, a solicitud de parte, habilitar para la
práctica de actuaciones judiciales días u horas inhábiles, cuando haya causa urgente que
lo exija; agrega el inc. II que se estimarán urgentes para este caso, las actuaciones cuya
dilación pueda causar grave perjuicio a los interesados, o a la buena administración de
justicia, o hacer ilusoria una providencia judicial; y finaliza el inc. III señalando que el
tribunal apreciará la urgencia de la causa y resolverá sin ulterior recurso. Este precepto
es la fuente legal de la institución denominada “habilitación de feriado”, figura que se
utiliza principalmente durante el feriado judicial de vacaciones.
iii. Por otra parte, el art. 314 inc. II del COT señala que los jueces durante el feriado de
vacaciones deberán conocer de todas las cuestiones de jurisdicción voluntaria, de los
juicios posesorios, de los asuntos a que se refiere el N° 1 del art. 680 del CPC (casos en
que la ley ordene proceder sumariamente, o breve y sumariamente, o en otra forma
análoga), de las medidas prejudiciales y precautorias, de las gestiones a que dé lugar la
notificación de protestos de cheques, de los juicios ejecutivos hasta la traba de embargo
inclusive, y de todas aquellas cuestiones, respecto de las cuales se conceda
especialmente habilitación de feriado. En todo caso, deberán admitirse a tramitación las
demandas, de cualquiera naturaleza que ellas sean, para el sólo efecto de su
notificación.
iv. Por último, el art. 313 inc. II del COT establece que lo dispuesto en este artículo (feriado
judicial) no regirá, respecto del feriado de vacaciones, con los jueces letrados que ejercen
jurisdicción criminal, laboral y de familia (Juzgados de Letras con competencia común).

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En el ámbito procesal penal, el art. 14 del CPP dispone que todos los días y horas son
hábiles para las actuaciones del procedimiento penal y no se suspenderán los plazos por la
interposición de días feriados. No obstante, cuando un plazo de días concedido a los
intervinientes venciere en día feriado, se considerará ampliado hasta las veinticuatro horas del
día siguiente que no fuere feriado.

c. DEBE DEJARSE CONSTANCIA ESCRITA DE ELLA EN EL EXPEDIENTE.


Como se dijo, el acto procesal es una declaración de voluntad, y esta declaración puede
manifestarse en forma oral (por ejemplo, la interposición del recurso de protección, o la
declaración de un testigo), en forma escrita (por ejemplo, la demanda en el juicio ordinario) o
puede deducirse de una actuación (por ejemplo, la notificación tácita del demandado). Ahora
bien, conforme al art. 61 del CPC, de toda actuación (oral, escrita o tácita) deberá dejarse
testimonio escrito en el proceso, con expresión del lugar, día, mes y año en que se verifique, de
las formalidades con que se haya procedido, y de las demás indicaciones que la ley o el tribunal
dispongan.
Como se puede apreciar, esto se refiere a la forma que toma la actuación judicial una vez
realizada, concretamente, debe constar por escrito, con el objeto de perpetuar la actuación para
su examen ulterior. Por otra parte, con el cumplimiento de este requisito externo se deja
constancia de que se verificaron los demás requisitos exigidos a la actuación judicial,
específicamente: el lugar en donde se realizó, el tiempo en que se efectuó, de las formalidades
con que se haya procedido (por ejemplo, la certificación de que la persona se encontraba en el
lugar del juicio, para el caso de la notificación personal subsidiaria), y de las demás indicaciones
que la ley o el tribunal dispongan. Estas indicaciones o f o r m a l i d a d e s a d i c i o n a l e s o
e s p e c i a l e s que la ley o el tribunal pueden disponer, son:
i. E l j u ra m e n t o . De acuerdo al art. 62 del CPC, siempre que en una actuación judicial se
deba tomar juramento a alguno de los concurrentes, se le debe interrogar por el
funcionario autorizante al tenor de la siguiente fórmula: “¿Juráis por Dios decir la
verdad acerca de lo que se os va preguntar?” o “¿Juráis por Dios desempeñar fielmente
el cargo que se os confía?”, según sea la naturaleza de la actuación. El interrogado debe
responder: “Sí juro”. Ejemplos de juramento son: el que debe prestar el intérprete, los
testigos, el de la parte que deba prestar confesión, el perito que acepta el cargo, etc.
ii. In t e r v e n c i ó n d e l i n t é r p re t e . De conformidad con el art. 63 del CPC, cuando sea
necesaria la intervención de intérprete en una actuación judicial, se recurrirá al
Intérprete Oficial, si lo hay; y, en caso contrario, al que designe el tribunal. Los
intérpretes deben tener las condiciones requeridas para ser peritos, y se les atribuirá el
carácter de ministros de fe. Antes de practicarse la diligencia, deberá el intérprete
prestar juramento para el fiel desempeño de su cargo. Ejemplo de una actuación judicial
en la que debe intervenir un intérprete, es la consagrada en el art. 347 del CPC, el cual
establece que los instrumentos extendidos en lengua extranjera se mandarán traducir por
el perito que el tribunal designe, a costa del que los presente, sin perjuicio de lo que se
resuelva sobre costas en la sentencia.

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d. AUTORIZACIÓN DEL MINISTRO DE FE.


Uno de los aspectos que caracteriza a las actuaciones judiciales, es su autorización por un
ministro de fe. En efecto, el art. 61 inc. final del CPC señala que la autorización del funcionario a
quien corresponda dar fe o certificado del acto es esencial para la validez de la actuación. Así,
por ejemplo, el Secretario o el Receptor, debe certificar haber practicado una determinada
notificación; el secretario debe autorizar la firma del juez estampada en una resolución judicial;
el Oficial Primero debe autorizar los decretos, providencias o proveídos que dicten los
Secretarios letrados de los juzgados civiles; el Receptor debe autorizar el acta que deje
constancia de una información sumaria de testigos, en los asuntos judiciales no contenciosos; y
también debe dejar constancia de la prueba confesional (absolución de posiciones). Como se
puede apreciar, el funcionario que debe autorizar, varía dependiendo de la actuación de que se
trate.
La falta de autorización del funcionario competente en las actuaciones judiciales antes
indicadas, son nulas y de ningún valor (nulidad procesal).

e. LECTURA Y FIRMA.
Finalmente, el art. 61 inc. II del CPC establece que a continuación (de la constancia
escrita) y previa lectura, firmarán todas las personas que hayan intervenido; y si alguna no sabe
o se niega a hacerlo, se expresará esta circunstancia.

3. FORMA EN QUE SE ORDENAN LAS ACTUACIONES JUDICIALES.

Como se dijo en su momento, el principio de igualdad o contradicción implica que todos


los actos del procedimiento deben efectuarse con la intervención de la parte contraria. Como
consecuencia de este principio, las actuaciones judiciales se pueden decretar u ordenar de cuatro
maneras diferentes: con audiencia, con citación, con conocimiento y de plano.

a. CON AUDIENCIA.
Tramitar una actuación judicial con audiencia, significa que antes de resolver la solicitud
respectiva, el tribunal debe conferir a la contraparte un plazo de tres días para que manifieste lo que
crea conveniente respecto de dicha diligencia (trámite incidental). Por ejemplo, el art. 336 inc. I
del CPC señala que el aumento extraordinario para rendir prueba dentro de la República se
otorgará con previa citación, el que deba producir efecto fuera del país se decretará “con
audiencia” de la parte contraria.
La tramitación o procedimiento que se debe seguir en un trámite con audiencia, es la
siguiente: en primer lugar, tiene que haber una solicitud pidiendo que se ordene una determinada
actuación; al respecto, el tribunal dicta una resolución confiriendo “traslado y autos” (que es la
forma de dar audiencia a la otra parte), resolución que se debe se notificar a la contraparte; el
tribunal antes de acceder a la práctica de la actuación, confiere un plazo fatal de tres días a la
contraparte (se confiere traslado) para que dentro de él manifieste lo que crea conveniente en
orden a la diligencia solicitada (para que se oponga o haga observaciones). Sólo un vez que haya
trascurrido dicho plazo, habiendo la parte contraria dicho algo o no, el tribunal resolverá
accediendo o rechazando la actuación, si, a su juicio, no hay necesidad de prueba. Si es necesaria
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DERECHO PROCESAL CIVIL - LOS ACTOS JURÍDICOS PROCESALES
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la prueba, se abrirá un término de ocho días para que dentro de él se rinda y se justifiquen también
las tachas de los testigos (no hay necesidad de recibir a prueba el incidente, cuando no hay hechos
controvertidos o cuando se dan las condiciones para decidir de plano la solicitud, es decir, cuando
los hechos consten en el proceso o sean de pública notoriedad). Vencido el término de prueba,
háyanla o no rendido las partes, fallará el tribunal inmediatamente o, a más tardar, dentro de tercero
día la cuestión que haya dado origen al incidente.

b. CON CITACIÓN.
Tramitar una actuación judicial con citación, significa que, en principio, el tribunal decreta
la actuación, pero ésta no puede llevarse a efecto sino una vez que hayan pasado tres días desde la
notificación de la parte contraria, la cual puede dentro de este plazo oponerse a la realización de
la actuación, caso en el cual, el cumplimiento de la diligencia se suspende hasta que se resuelva
el incidente. En efecto, el art. 69 inc. I del CPC señala que siempre que se ordene o autorice una
diligencia con citación, se entenderá que no puede llevarse a efecto sino pasados tres días
después de la notificación de la parte contraria, la cual tendrá el derecho de oponerse o deducir
observaciones dentro de dicho plazo, suspendiéndose en tal caso la diligencia hasta que se
resuelva el incidente. Ejemplos de actuaciones judiciales que se ordenen con citación, son: el
aumento extraordinario del término para rendir prueba dentro del territorio del país; y la
agregación de algunos instrumentos presentados al juicio.
El profesor FORTTES dice que, posiblemente, ésta es una de las formas más comunes de
ordenar una actuación judicial y su tramitación o procedimiento, empieza con una solicitud
pidiendo que se ordene una determinada actuación; el tribunal dicta una resolución, acogiendo la
solicitud (“como se pide, con citación”), y se notifica dicha resolución a la contraparte. Desde la
notificación hay un plazo fatal (por la expresión “dentro de” empleada por el legislador) de tres
días para que la contraria se oponga o haga observaciones; si la parte contraria no se opone o acepta
la solicitud en forma expresa, se lleva a efecto la actuación pedida y queda terminado este
procedimiento; pero si se opone, se origina un incidente y se suspenden los efectos de la resolución
que había acogido la solicitud, y el procedimiento continúa en el incidente originado con el escrito
de oposición; por tanto, se dicta una resolución que confiere “traslado” de la oposición y se continúa
con todos los trámites mencionados anteriormente (trámite incidental). La resolución que falla el
incidente de oposición, puede que rechace la oposición y, en tal caso, se cumple la actuación
ordenada, cuyos efectos estaban suspendidos; pero si se acoge la oposición, queda terminado el
procedimiento incidental sin cumplir la actuación pedida.

c. CON CONOCIMIENTO.
Se ordena o autoriza una actuación judicial con conocimiento, cuando ella se lleva a
efecto desde que se ponga en noticia de la parte contraria lo resuelto. En efecto, el art. 69 inc. II
del CPC señala que cuando se mande proceder con conocimiento o valiéndose de otras
expresiones análogas, se podrá llevar a efecto la diligencia desde que se ponga en noticia del
contendor lo resuelto; es decir, en este caso la diligencia se puede realizar una vez que se pone en
conocimiento de la parte contraria la resolución, sin que sea necesario esperar tres días, como el
caso anterior.
Esta forma de ordenar una actuación judicial tiene lugar cuando la ley lo ordena o autoriza
expresamente (por ejemplo, las medidas para mejor resolver), o cuando el tribunal considera que no
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existe o no puede existir controversia sobre lo pedido (por ejemplo, una actuación pedida de común
acuerdo por las partes).
El procedimiento o tramitación de una actuación con conocimiento, empieza con una
solicitud pidiendo que se ordene una determinada actuación, y el tribunal dicta una resolución
acogiendo la solicitud (“como se pide, con conocimiento”); o también puede suceder que el tribunal
ordene de oficio una actuación con conocimiento. La resolución se notifica a la contraparte (lo más
común es que sea por el estado diario), y una vez notificada, tiene lugar el cumplimiento de la
actuación ordenada. Lo anterior debe entenderse sin perjuicio del derecho de la parte contraria
para oponerse, planteando así un incidente para que se suspenda la actuación; pero si la
oposición se formula después de practicada la diligencia, la suerte de la actuación no se verá
afectada, ya que fue cumplida.

d. DE PLANO.
Por último, se ordena o autoriza de plano una diligencia judicial, cuando el tribunal la
decreta de inmediato, sin mayores formalidades ni espera de términos que deben transcurrir. Es
decir, la actuación se cumple sin siquiera poner en conocimiento de la parte contraria la
resolución que así lo ordena. El profesor FORTTES recalca que es una figura excepcional, puesto
que el art. 38 del CPC dispone que las resoluciones judiciales sólo producen efecto en virtud de
notificación hecha con arreglo a la ley, salvo los casos expresamente exceptuados por ella.
Ejemplos de actuaciones judiciales decretadas de plano, son las medidas precautorias
prejudiciales, pues de acuerdo a la primera parte del art. 302 inc. II del CPC, podrán sin embargo,
llevarse a efecto dichas medidas antes de notificarse a la persona contra quien se dictan, siempre
que existan razones graves para ello y el tribunal así lo ordene (por ejemplo, para cobrar un
dinero, se sabe que si se notifica una medida precautoria el deudor tendrá tiempo para ocultarlo).
El procedimiento o tramitación de las actuaciones decretadas de plano, comienza con una
solicitud para que se ordene una actuación; luego se dicta una resolución acogiendo la solicitud en
la forma pedida (“como se pide, llévese a efecto de inmediato y antes de notificarse”); y finalmente
se cumple la actuación, y se notifica a la parte afectada.

D. L OS EXHORTOS .
1. CONCEPTO.
Como se dijo, las actuaciones judiciales deben verificarse en el territorio jurisdiccional
del tribunal y, específicamente, en la sede que sirve de asiento a éste. Una de las excepciones a
esta regla general lo constituyen los exhortos, esto es, aquella actuación judicial que consiste en
la comunicación que envía un tribunal denominado exhortante, a otro tribunal denominado
exhortado, para la realización de una determinada diligencia en el territorio jurisdiccional de este
último. Esto se extrae del art. 71 inc. I del CPC, el cual señala que todo tribunal es obligado a
practicar o a dar orden para que se practiquen, en su territorio, las actuaciones que en él deban
ejecutarse y que otro tribunal le encomiende.
De acuerdo al principio de territorialidad, consagrado en el art. 7º inc. I del COT, los
tribunales sólo pueden ejercer su potestad en los negocios y dentro del territorio que la ley les
hubiere respectivamente asignado. No obstante, el inc. II de dicho precepto señala: lo cual no
impide que en los negocios de que conocen puedan dictar providencias que hayan de llevarse a
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efecto en otro territorio. Esto no significa que el tribunal actúe directamente en otro territorio,
sino que lo hace por intermedio del tribunal que ejerce su jurisdicción en ese territorio, mediante
lo que se denomina delegación de competencia, la cual opera mediante exhortos211. Sin embargo,
hay casos que son verdaderas excepciones al principio de territorialidad, en los cuales el tribunal
actúa en otro territorio jurisdiccional sin necesidad de hacerlo por intermedio del tribunal de ese
otro territorio (por ejemplo, a través del medio de prueba llamado inspección personal del
tribunal).
El fundamento de esta figura descansa en el principio de cooperación y colaboración que
debe existir entre todos los órganos públicos, en este caso, entre los órganos jurisdiccionales;
esto, para el más expedito y adecuado cumplimiento de sus delicadas e importantes funciones.

2. CLASES DE EXHORTOS.
i. Atendiendo al tribunal que se envía la comunicación, se distingue entre: exhortos
nacionales, que son aquellos que se dirigen los tribunales chilenos entre sí; y los
exhortos internacional es, que son aquellos que se dirigen entre tribunales chilenos y
extranjeros, o viceversa (uno de los dos debe ser extranjero). Esta clasificación tiene
importancia por la diversa tramitación a que se someten unos y otros exhortos.
ii. Atendiendo al número de tribunales al que se envía la comunicación, se distingue entre:
e x h o rt o c o m ú n , que es aquél que se dirige a un tribunal para la práctica de una
determinada actuación judicial (es de un tribunal a otro); y e x h o r t o c i r c u l a n t e o
a mb u l a n t e , que es aquél que se dirige a varios tribunales para la práctica de diversas
actuaciones judiciales, de manera que practicada la primera actuación ante uno de ellos,
se envía al siguiente, y así sucesivamente.
El exhorto circulante se encuentra reconocido en el art. 74 del CPC, el cual señala que
podrá una misma comunicación dirigirse a diversos tribunales para que se practiquen
actuaciones en distintos puntos sucesivamente. Las primeras diligencias practicadas,
junto con la comunicación que las motive, se remitirán por el tribunal que haya
intervenido en ellas al que deba continuarlas en otro territorio. Este tipo de exhorto se
utiliza bastante en juicios ejecutivos, en donde se pretende retirar bienes muebles
embargados que se desplazan constantemente (por ejemplo, un camión, un automóvil).

3. TRAMITACIÓN DE LOS EXHORTOS.

a. EXHORTOS NACIONALES.
Si el exhorto es nacional, el trámite comienza a solicitud de parte (pues en estas materias
los tribunales no pueden obrar de oficio), y esta solicitud debe contener el tribunal que va a
realizar la actuación, cuál va a ser el acto o actuación que se desea se verifique, qué facultades
tendrá el tribual exhortado, y quién será el encargado de tramitarlo. Una vez presentada la

211
Entre las clasificaciones de la competencia, se analizó aquella que distinguía entre competencia propia y
delegada. La competencia propia o natural, es aquella que la ley determina de acuerdo a los factores de competencia
absolutos y relativos; y la competencia delegada, es la que tiene un tribunal por encargo de otro tribunal y que se
refiere normalmente a ciertos y limitados aspectos. En este caso, el tribunal exhortante es el que tiene la
competencia natural y el exhortado es quien recibe la competencia delegada.

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solicitud, el tribunal debe resolver, y si la acoge (“como se pide, exhórtese”), debe dirigir una
comunicación (el exhorto) al tribunal exhortado, la cual debe contener: los escritos, decretos y
explicaciones necesarias para la adecuada práctica de la actuación o diligencia que se
encomienda. En efecto, de conformidad con el art. 71 inc. II del CPC, el tribunal que conozca de
la causa dirigirá al del lugar donde haya de practicarse la diligencia la correspondiente
comunicación, insertando los escritos, decretos y explicaciones necesarias (gestiones concretas
que se verificarán y cuáles son las facultades del tribunal exhortado).212
Luego, de acuerdo al art. 72 del CPC, las comunicaciones serán firmadas por el juez, en
todo caso, y si el tribunal es colegiado, por su presidente. A las mismas personas se dirigirán las
comunicaciones que emanen de otros tribunales o funcionarios. Luego, agrega el art. 75 del CPC,
que toda comunicación para practicar actuaciones fuera del lugar del juicio, será dirigida, sin
intermedio alguno, al tribunal o funcionario a quien corresponda ejecutarla (al juez o presidente
del tribunal colegiado), aunque no dependa del que reclama su intervención; en otras palabras,
no importa si el tribunal exhortado depende jerárquicamente del tribunal exhortante, como
tampoco, la diversa jerarquía de uno y otro, así, por ejemplo, un Juez de Letras puede enviar un
exhorto a otro juez de igual jerarquía, aun cuando dependan de diversas CA.
Una vez recibida la comunicación, el tribunal exhortado sólo puede hacer aquello a lo
que le faculta el tribunal exhortante, pues conforme al art. 71 inc. III del CPC, el tribunal a quien
se dirija la comunicación ordenará su cumplimiento en la forma que ella indique, y no podrá
decretar otras gestiones que las necesarias a fin de darle curso y habilitar al juez de la causa
para que resuelva lo conveniente (por ejemplo, si se le pide notificar una demanda, no puede
recibir una contestación de la demanda). Toda actuación practicada sin sujeción al exhorto,
implicará exceso de atribuciones o de poder y, por consiguiente, producirá la nulidad de la
correspondiente actuación.
¿Quién es la persona habilitada para gestionar el exhorto? De conformidad con el art. 73
del CPC, en las gestiones que sea necesario hacer ante el tribunal exhortado, podrá intervenir el
encargado de la parte que solicitó el exhorto, siempre que en éste se exprese el nombre de dicho
encargado o se indique que puede diligenciarlo el que lo presente o cualquiera otra persona.
Hay que tener presente que, de acuerdo al art. 2º inc. V de la ley 18.120, el que tramita un
exhorto debe ser una persona habilitada para comparecer en juicio como representante judicial,
debiendo ser controlada y acreditada esta calidad ante el juez exhortado. En consecuencia, el
encargado de la tramitación de un exhorto es un verdadero mandatario, pero para una
determinada actuación judicial (es un mandato judicial especial) y, por otro lado, no es necesario
constituir este mandato con las solemnidades legales, pues basta expresar su nombre en el
exhorto o ser portador del mismo. Cabe decir que el exhorto también puede ser tramitado por la
persona que lo pide, siempre y cuando lo solicite expresamente, pues de acuerdo al art. 77 del
CPC, toda comunicación dirigida por un tribunal a otro deberá ser conducida a su destino por
los correos del Estado, pudiendo, en casos especiales calificados por el tribunal, entregarse a la
parte que la haya solicitado, para que gestione su cumplimiento; no obstante, los tribunales
generalmente encargan la tramitación a personas habilitadas.
Una vez tramitado el exhorto, el tribunal exhortado provee “cúmplase y diligenciada,
devuélvase”; es decir, lo devuelve al tribunal exhortante.

212
En sí, la resolución que expresa el contenido del exhorto no contiene los escritos (por ejemplo, pliego de
posiciones), sino que contiene constancias de ellos (transcripciones o fotocopias). Lo que sí contiene, es la
enunciación del tribunal exhortante, la materia, la fecha y el tribunal exhortado.

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b. LOS EXHORTOS INTERNACIONALES.


Conforme al art. 76 inc. I del CPC, cuando hayan de practicarse actuaciones en país
extranjero (por ejemplo, se trata de notificar una demanda, de obtener la declaración de un
testigo, etc.) se dirigirá la comunicación respectiva (por el tribunal chileno exhortante) al
funcionario que deba intervenir (tribunal exhortado), por conducto de la CS, la cual la enviará al
Ministerio de Relaciones Exteriores para que éste a su vez le dé curso en la forma que esté
determinada por los tratados vigentes (por ejemplo, la Convención Interamericana de Exhortos)
o por las reglas generales adoptadas por el Gobierno. En la comunicación se expresará el
nombre de la persona o personas a quienes la parte interesada apodere para practicar las
diligencias solicitadas, o se indicará que puede hacerlo la persona que lo presente o cualquiera
otra. De lo dicho en esta disposición, se desprende que el tribunal exhortante debe confeccionar dos
oficios: un primer oficio que se envía al tribunal o funcionario exhortado pidiéndole que efectúe una
determinada actuación (este es el exhorto propiamente tal); y un segundo oficio que se envía a la CS
pidiéndole que autorice dicho exhorto (el primer oficio) y, en caso afirmativo, lo remita al
Ministerio de RREE para su tramitación.
El art. 76 inc. II del CPC señala que por este mismo conducto y forma se deben recibir las
comunicaciones de tribunales extranjeros para practicar diligencias en Chile. Así, el exhorto
enviado por un tribunal extranjero debe llegar al Ministerio de RREE de Chile, el cual, por su
parte, lo envía a la CS; ésta revisa su legalidad y lo remite, si acepta que sea tramitado en Chile, al
tribunal o funcionario que corresponda; y una vez cumplida la actuación pedida, el tribunal o
funcionario exhortado lo devuelve a la CS y ésta al Ministerio RREE para que continúe su curso
internacional. Hay que tener presente, eso sí, que como el exhorto proviene de un tribunal
extranjero (es un instrumento público otorgado fuera de Chile), se deberá presentar debidamente
legalizado (art. 345 inc. I del CPC); y en caso de estar extendido en lengua extranjera, se deberá
acompañar su correspondiente traducción; asimismo, el exhorto implica prácticamente la
ejecución en Chile de una resolución judicial pronunciada por un tribunal extranjero, por ende,
se deberá ajustar a las normas sobre cumplimiento de resoluciones pronunciadas por tribunales
extranjeros (arts. 242 y siguientes del CPC).
Art. 345. Los instrumentos públicos otorgados fuera de Chile deberán presentarse debidamente legalizados, y se
entenderá que lo están cuando en ellos conste el carácter público y la verdad de las firmas de las personas que los
han autorizado, atestiguadas ambas circunstancias por los funcionarios que, según las leyes o la práctica de cada
país, deban acreditarlas.

E. L AS NOTIFICACIONES .

1. CONCEPTO Y REGULACIÓN.
En un proceso existen actuaciones de parte y actuaciones del tribunal, y para que éstas
sean conocidas por todas las partes, es necesario que exista una comunicación. Esta
comunicación puede ser inmediata, si hay una presencia física entre los sujetos (ello ocurre en el
proceso penal), o mediata, cuando no concurre tal presencia física, y es necesaria una actuación
judicial llamada notificación.
Según CASARINO la notificación es una actuación judicial que tiene por objeto poner en
conocimiento de las partes o de terceros una resolución judicial (o el hecho de haberse dictado

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una resolución judicial, agrega el profesor FORTTES), para que así ella produzca sus efectos
legales.
Las notificaciones son un tipo de actuación judicial, por tanto, las reglas legales que les
son aplicables son las siguientes: las normas contenidas en el Título VI (“De las notificaciones”)
del Libro I (“Disposiciones comunes a todo procedimiento”); y las normas contenidas en el
Título VII (“De las actuaciones judiciales”) del mismo Libro. Las normas del Título VI (arts. 38 a
58) son de carácter especial, por tanto, son de aplicación preferente a las del Título VII, las cuales
son de carácter supletorio.
Las normas que contemplan estos títulos son de orden público e irrenunciables, es decir,
las partes no pueden renunciar en un contrato ni prescindir o alterar las formalidades con las que
la ley ha revestido a las notificaciones judiciales. Excepcionalmente, en los juicios arbitrales se
faculta a las partes para que unánimemente acuerden otra forma de notificación distinta a la
personal o por cédula. En efecto, el art. 629 del CPC señala que en los juicios arbitrales se harán
las notificaciones personalmente o por cédula, salvo que las partes unánimemente acuerden otra
forma de notificación.

2. EFECTOS E IMPORTANCIA DE LAS NOTIFICACIONES.


i. Desde el punto de vista de los principios, las notificaciones judiciales permiten
materializar dentro del proceso el principio de la bilateralidad de la audiencia, puesto que
al poner en conocimiento de las partes una resolución judicial, les posibilita ejercer
respecto de ésta sus derechos de defensa e impugnación, conocer el estado del litigio, e
imponerse de las decisiones de los tribunales; en definitiva, les permite ejercer su derecho
a ser oído.
ii. Desde el punto de vista legal, las notificaciones tienen importancia en virtud de lo que
dispone el art. 38 del CPC, el cual señala que las resoluciones judiciales sólo producen
efectos en virtud de notificación hecha con arreglo a la ley, salvo los casos expresamente
exceptuados por ella. Por tanto, para que una resolución judicial produzca todos los
efectos legales que le son propios213, debe cumplir con dos requisitos copulativos, a
saber: que la resolución judicial haya sido notificada, y que la notificación haya sido
practicada en conformidad a la ley. Ahora bien, se debe entender que una resolución no
ha sido notificada con arreglo a la ley, cuando la notificación no ha reunido todos los
requisitos necesarios para que sea válida en sí, y cuando una resolución es notificada
mediante una forma de notificación que no le es aplicable, aunque esa forma haya
reunido todos sus requisitos de validez.
En definitiva, no basta que el sujeto pasivo de la notificación haya tomado conocimiento
del hecho de la resolución para que ésta surta sus efectos (por ejemplo, que alguien le
hubiese contado al demandado de que se presentó una demanda en su contra y que fue
acogida a tramitación), sino que es necesario que dicha resolución sea notificada
legalmente, en cuyo caso se presume de derecho que el sujeto pasivo ha tomado
conocimiento de la misma y, en consecuencia, a partir de ese momento la resolución ha
podido producir sus efectos propios, sin que dicho sujeto pueda alegar su

213
Como se verá en su oportunidad, el desasimiento del tribunal, junto con la cosa juzgada, son los principales
efectos que producen las resoluciones judiciales una vez notificadas a alguna de las partes.

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DERECHO PROCESAL CIVIL - LOS ACTOS JURÍDICOS PROCESALES
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desconocimiento. Sin embargo, hay casos en que determinadas resoluciones judiciales


producen sus efectos legales no obstante la falta de notificación; a saber:
- De conformidad con el art. 201 inc. III del CPC, la resolución que declare la deserción
por la no comparecencia del apelante, producirá sus efectos, respecto de éste, desde
que se dicte y sin necesidad de notificación.
- Las resoluciones que se dicten en segunda instancia respecto del apelado rebelde. Pues
de acuerdo art. 202 inc. I del CPC, si no comparece el apelado, se seguirá el recurso en
su rebeldía por el sólo ministerio de la ley y no será necesario notificarle las
resoluciones que se dicten, las cuales producirán sus efectos respecto del apelado
rebelde desde que se pronuncien.214
- La resolución recaída en una solicitud de medida prejudicial, pues de acuerdo al art.
289 del CPC, las diligencias expresadas en este Título pueden decretarse sin audiencia
de la persona contra quien se piden (de plano), salvo los casos en que expresamente
se exige su intervención.
- La resolución recaída en una solicitud de medida precautoria provisional; pues de
acuerdo al art. 302 inc. II del CPC, podrán, sin embargo, llevarse a efecto dichas
medidas antes de notificarse a la persona contra quien se dictan, siempre que existan
razones graves para ello y el tribunal así lo ordene.
- La resolución que ordena despachar o denegar el mandamiento de ejecución y
embargo, pues de acuerdo al art. 441 inc. I del CPC, el tribunal examinará el título y
despachará o denegará la ejecución, sin audiencia ni notificación del demandado,
aun cuando se haya éste apersonado en el juicio. La ejecución se realiza sin previa
notificación del ejecutado, debido a que hay una sola relación: la del ejecutante y el
juez; el deudor recién toma conocimiento de la demanda ejecutiva sólo al momento de
requerírsele de pago.
- Según algunos, también hacen excepción al art. 38 del CPC, las resoluciones
notificadas tácitamente. Estas resoluciones son aquellas a las que la ley le da valor
jurídico en virtud de su conocimiento de hecho y, en consecuencia, producen todos sus
efectos correspondientes, aun cuando debiendo haber sido notificadas, no lo fueron de
ninguna forma o en otra forma que la legal.
- Por último, el profesor FORTTES menciona a las actuaciones judiciales que se decretan
de plano, es decir, aquellas que el tribunal decreta de inmediato, sin mayores
formalidades (como la notificación), ni espera de términos que deban transcurrir.

iii. Por último, el profesor FORTTES recalca que las notificaciones también tienen una
consecuencia extraprocesal, lo cual dice relación con la interrupción civil de la
prescripción adquisitiva (art. 2503 del CC) y extintiva (art. 2518 del CC), que produce la
notificación de la demanda.

214
El profesor FORTTES recalca que esto último es teórico, porque en segunda instancia todas las resoluciones se
notifican por el estado diario. Habría excepción cuando la ley o la Corte ordenara una forma de notificación distinta,
como por ejemplo, una notificación personal, y ésta no se realizara.

296
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Art. 2503. Interrupción civil es todo recurso judicial intentado por el que se pretende verdadero dueño de la
cosa, contra el poseedor.
Sólo el que ha intentado este recurso podrá alegar la interrupción; y ni aun él en los casos siguientes:
1. Si la notificación de la demanda no ha sido hecha en forma legal.

Art. 2518. La prescripción que extingue las acciones ajenas puede interrumpirse, ya natural, ya civilmente.
Se interrumpe civilmente por la demanda judicial; salvos los casos enumerados en el artículo 2503.

3. CLASIFICACIÓN DE LAS NOTIFICACIONES.

a. NOTIFICACIÓN PROPIAMENTE TAL, CITACIÓN, EMPLAZAMIENTO Y REQUERIMIENTO.


En cuanto a su objeto o finalidad inmediata, algunos autores (como CASARINO) señalan
que la notificación puede tener por objeto una citación, un emplazamiento o un requerimiento.
Habitualmente las expresiones “citación”, “emplazamiento”, y “requerimiento” suelen ser
consideradas por parte de la doctrina como especies de notificación, aunque en realidad, según
muchos tratadistas, se trata de actos de distinta naturaleza. En efecto, las diferencias entre
notificación, por una parte, y citación, emplazamiento y requerimiento, por la otra, se explican
por el hecho de que la notificación se agota con la comunicación, de allí que cuando se quiere
imponer o invitar a un particular a realizar una determinada conducta, más que acto de
comunicación, se debe hablar de acto de intimación del tribunal.
Por lo anterior, esta clasificación ha sido criticada, pues se estima que el objeto de la
notificación es única y exclusivamente el de comunicar y, por ende, no es necesario considerar
qué es lo que se comunica mediante ella, cuál es el contenido de la comunicación; y
precisamente la citación, el emplazamiento y el requerimiento se refieren a lo que se comunica,
al contenido de la comunicación. En efecto:
i. La c i t a c i ó n es la comunicación que se hace a una persona para que comparezca al
tribunal para determinado objeto, bajo apercibimiento de incurrir en las sanciones que la
ley establece para este caso. Por ejemplo, se cita a la partes a prestar confesión
judicial.215
ii. El emplazamiento es la comunicación que se hace a una parte para que, dentro de un
determinado plazo, haga valer sus derechos, en especial para contestar la demanda o para
que comparezca a proseguir un determinado recurso. De ahí que el emplazamiento conste
de dos elementos: notificación legal y transcurso del plazo.
iii. El requerimiento es la comunicación mediante la cual se apercibe a una parte para que
en el acto haga o no haga alguna cosa, o cumpla o no cumpla con alguna prestación (por
ejemplo, cuando se requiere de pago al deudor en el juicio ejecutivo).216

215
El profesor LUHRS señala que la expresión citación tiene varias acepciones, a saber: (1) como forma de ordenar
una actuación judicial (por ejemplo, la solicitud de término probatorio extraordinario dentro del territorio nacional);
(2) como forma de llamamiento a personas para que comparezcan en juicio (por ejemplo, la citación de evicción);
(3) como forma de llamado a las partes para alguna diligencia de prueba (por ejemplo, la citación de testigos); (4)
como forma de hacer contradictoria la agregación de documentos acompañados por la parte contraria; (5) como
citación para oír sentencia.
216
El profesor LUHRS, a propósito de esto, comenta dos figuras: el apercibimiento y la intimación. Según el
profesor, el a p e r c i b i m i e n t o es la indicación de parte del tribunal, a una o ambas partes de un juicio, de tener
que realizar una determinada conducta, de suerte que si no la hacen, se les impone una sanción que la misma ley

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iv. Y la notificación propiamente tal, es el hecho de poner en conocimiento de las


partes o de un tercero una determinada resolución judicial, con el objeto de que produzca
efectos legales y sin el propósito de que comparezca o cumpla con determinada
prestación o abstención. Según CASARINO, la regla general es que las notificaciones sean
propiamente tales y, excepcionalmente, ésta revestirá el carácter de una citación, de un
emplazamiento o de un requerimiento.

b. NOTIFICACIÓN PERSONAL, POR CÉDULA, TÁCITA, FICTA, POR EL ESTADO DIARIO, Y ESPECIAL.
Atendiendo a la forma en que operan o se producen, las notificaciones se clasifican en:
no t i f i c a c i ó n p e r s o na l , la cual puede subclasificarse en: notificación personal propiamente
tal, notificación personal subsidiaria, y notificación personal por avisos; n o t i fi c a c i ó n p or
c é d u l a , la cual también puede subclasificarse en: notificación por cédula propiamente tal, y
notificación por cédula por avisos; n o t i f i c a c i ó n t á c i t a , la cual tiene la virtud de reemplazar o
de involucrar a todas las notificaciones anteriores; no t i f i c a c i ó n f i c t a , que es aquella que se
produce por el sólo ministerio de la ley, en caso de haberse declarado la nulidad de la
notificación de una resolución judicial; n o t i f i c a c i ó n p o r e l e s t a d o d i a r i o; y
no t i f i c a c i ó n e s p e c i a l . Todos estos tipos de notificaciones serán analizadas en su
oportunidad.

c. NOTIFICACIÓN GENERAL U ORDINARIA, Y ESPECIAL O EXTRAORDINARIA.


Según el texto legal que las consagra, CASARINO distingue entre notificaciones generales
y especiales. Las n o t i f i c a c i o n e s ge n e r a l e s u o r d i n a r i a s son aquellas que se regulan en
el en el Título VI (“De las notificaciones”) del Libro I del CPC, y como estas disposiciones son
aplicables a todo procedimiento, quiere decir que son también de aplicación general; y las
n o t i f i c a c i o n e s e s p ec i a l e s o e x t r a o r d i n ar i a s , son aquellas que se encuentran señaladas
y reguladas en leyes especiales, y también en normas dispersas en el CPC que establecen
notificaciones para casos particulares y que se alejan, en cuanto a su forma, de las normas
generales sobre ellas.

d. NOTIFICACIONES PRINCIPALES Y NOTIFICACIONES SUSTITUTAS.


Atendiendo a su autonomía, el profesor FORTTES señala que el CPC contempla
n o t i f i c a c i o n e s p r i n ci p a l e s , que son: la notificación personal, la notificación por cédula, la
notificación por el estado diario, y las notificaciones especiales; y luego, establece algunas
formas de n o t i f i c a c i o n e s s u s t i t u t a s d e l as p r i n c i p a l e s , las cuales no son autónomas,
sino que vienen a reemplazar otro tipo de notificación, y éstas son: la notificación personal

contempla (por ejemplo, el art. 31 del CPC señala que si no se entregan las copias de los escritos o si resulta
disconformidad substancial entre aquéllas y el escrito original, el tribunal debe ordenar que la parte acompañe las
copias dentro de tercero día, bajo apercibimiento de tener por no presentado el escrito). La i n t i m a c i ó n , en
cambio, no es propia del CPC, sino que del juicio penal, y consiste en la exhibición de la orden del tribunal al sujeto
pasivo, para que realice una determinada conducta que le es perjudicial (por ejemplo, la intimación de la orden de
detención).

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subsidiaria o por cédula, la notificación por avisos (que puede ser sustitutiva de la personal o por
cédula), y la notificación tácita y ficta.

4. REQUISITOS GENERALES DE LAS NOTIFICACIONES.

Las notificaciones, al ser un tipo de actuación judicial, deben cumplir con los requisitos
propios de éstas; sin embargo, al estudiar las notificaciones en particular, se verá que algunas de
éstas hacen excepción a alguno de estos requisitos. Pero, en general, las notificaciones deben
cumplir con los siguientes requisitos:
i. En primer lugar, es indispensable que la notificación sea practicada por un fu n c i o n a r i o
c o m p e t e n t e , esto es, por el funcionario que la ley señala que debe intervenir, según la
clase de notificación de que se trata. En concreto, estos funcionarios son:
- El Secretario del tribunal, a condición de que haga la notificación en su oficio u
oficina (el Secretario interviene en la notificación personal y en la notificación por el
estado diario). El art. 58 inc. I del CPC señala que las funciones que en este título
(Título VII de las notificaciones) se encomiendan a los secretarios de tribunales,
podrán ser desempeñadas bajo la responsabilidad de éstos, por el oficial primero de
la secretaría.
- Los Receptores Judiciales, los cuales son ministros de fe pública, encargados de hacer
saber a las partes fuera de las oficinas del Secretario del tribunal, de las resoluciones
judiciales dictadas en un determinado juicio y de evacuar todas aquellas diligencias
que los mismos tribunales les cometieren (art. 309 del COT).217
- De conformidad a la primera parte del inc. II del art. 58 del CPC, en aquellos lugares
en que no exista receptor judicial, la notificación podrá ser hecha por el Notario
Público u Oficial del Registro Civil que exista en la localidad.
- La segunda parte del inc. II del art. 58 del CPC, señala que en todo caso, el juez
siempre podrá designar como ministro de fe ad hoc a un empleado del tribunal, para
el sólo efecto de practicar la notificación; asimismo, el art. 392 inc. II del COT señala
que podrá el tribunal de la causa designar receptor a un empleado de la secretaría
del mismo tribunal para el sólo efecto de que practique una diligencia determinada
que no pueda realizarse por ausencia, inhabilidad u otro motivo calificado, por los
receptores judiciales a que se refiere el inciso anterior. Estos ministros de fe se
denomina “receptores ad-hoc”, y se ven mucho en materia de policía local.
ii. En segundo lugar, es indispensable que las notificaciones sean practicadas e n h o r a s ,
d í a s y l u ga r e s h á b i l e s . En esta materia se deben aplicar las normas especiales para
cada tipo de notificación, y en caso de que no señalen nada, se debe recurrir al Título VII
(“De las actuaciones judiciales”), el cual en su art. 59 establece que las actuaciones
judiciales deben practicarse en días y horas hábiles. Son días hábiles los no feriados.
Son horas hábiles las que median entre las ocho y las veinte horas.

217
El receptor actúa en todo lo que trascienda la oficina del secretario, por ende, puede notificar en el pasillo, en el
ascensor, etc., es decir dentro del palacio de tribunales pero fuera del oficio del secretario.

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iii. Como toda actuación judicial, es indispensable que s e d e j e c o n s t a n c i a e n e l


p ro c e s o de la notificación practicada, con todas las solemnidades que la ley establece
para cada forma de notificación en particular; eso sí, siempre con la indicación del día, la
hora y el lugar en la cual se practica, y la correspondiente firma del ministro de fe (puede
firmar el notificado, pero ello no es un requisito esencial).
iv. Desde el momento en que la notificación judicial es un acto de autoridad, de acuerdo al
art. 39 del CPC, para su validez no se requiere el consentimiento del notificado. Pues si se
estableciera la tesis contraria, en la práctica se haría imposible efectuar válidamente una
notificación judicial, desde el momento que le bastaría a una persona negarse a ser
notificada de una resolución dictada en su contra, para que ella no produjese efectos.218
Aún más, conforme al art. 57 del CPC, las diligencias de notificación que se estampen en
los procesos, no contendrán declaración alguna del notificado, salvo que la resolución
ordene o, por su naturaleza, requiera esa declaración. Un ejemplo de una declaración,
se da cuando se requiere de pago al deudor y éste paga en el acto, pues en dicho caso, se
debe dejar constancia del hecho del pago y de lo manifestado por el deudor sobre el
particular; lo mismo sucede con la tacha de falsedad de firma puesta por el aceptante de
una letra de cambio o suscriptor de pagaré, al tiempo de protestarse el documento por
falta de pago.

5. ESTUDIO DE LAS NOTIFICACIONES EN PARTICULAR.

5.1. NOTIFICACIÓN PERSONAL EN PERSONA O PROPIAMENTE TAL.

a. CONCEPTO.
El art. 40 inc. I del CPC señala que en toda gestión judicial, la primera notificación a las
partes o personas a quienes hayan de afectar sus resultados, deberá hacérseles personalmente,
entregándoseles copia íntegra de la resolución y de la solicitud en que haya recaído, cuando sea
escrita. De acuerdo a esta disposición, se puede definir a la n o t i f i c a ci ó n p e r s on a l como
aquella que consiste en entregar a quien se trata de notificar, en forma personal, copia íntegra de
la resolución y de la solicitud en que haya recaído, cuando sea escrita.
No siempre una solicitud es escrita, pues un ejemplo de solicitud verbal se encuentra en
la demanda del juicio ordinario de mínima cuantía; no obstante, se deja constancia de ella en un
acta, y al notificado se le entregue copia del acta y de la resolución que en ella hubiere recaído
(art. 704 inc. II y 705 del CPC).
Art. 704 inc. II. La demanda se interpondrá verbalmente o por escrito. En el primer caso se dejará constancia, en un
acta que servirá de cabeza al proceso, del nombre, profesión u oficio y domicilio del demandante, de los hechos que
éste exponga y de sus circunstancias esenciales, de los documentos que acompañe y de las peticiones que formule.

218
Según José Ramón CAMIRUAGA, la única excepción que contempla el legislador al art. 39 del CPC, es la
notificación personal realizada en la oficina del secretario, puesto que este tipo de notificación exige para su validez
el consentimiento del notificado. En efecto, el art. 380 Nº 2 del COT establece, entre las funciones del secretario,
autorizar las providencias o resoluciones que sobre dichas solicitudes recayeren, y hacerlas saber a los interesados
que “acudieren a la oficina para tomar conocimiento de ellas”, anotando en el proceso las notificaciones que
hicieren, y practicar las notificaciones por el estado diario.

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Esta es la forma más perfecta de notificación, ya que es la única que produce un


conocimiento real, directo y efectivo del contenido de la notificación por parte del notificado,
mientras que las restantes notificaciones importan una ficción de conocimiento, pues el
notificado adquiere conocimiento del contenido de la notificación de un modo indirecto (por
ejemplo, por un aviso en la puerta, o por una persona adulta que habita en su casa). Es por ello
que puede ser supletoria de cualquier otra forma de notificación, esto conforme el inc. final del
art. 47 del CPC, que dice que puede usarse en todo caso.

b. REQUISITOS.
i. En cuanto al f u n c i o n a r i o c o m p e t e n t e , la notificación personal propiamente tal
puede ser practicada solamente por: el Secretario del tribunal, el cual puede delegar sus
funciones en el Oficial Primero de la Secretaría; y el Receptor. En caso de ausencia,
inhabilidad u otro motivo calificado del Receptor que debe practicar la notificación, el
tribunal puede designar como receptor a un empleado de la secretaría del mismo tribunal
para el sólo efecto de que practique esa determinada actuación (receptor ad-hoc). No
obstante lo anterior, existen organismos públicos que cuentan con funcionarios propios
para la práctica de las notificaciones, por ejemplo, el Consejo de Defensa del Estado; y en
algunos procedimientos especiales (de mínima cuantía), se posibilita que la notificación
personal se efectúe por personas que no revisten el carácter de ministros de fe, por
ejemplo, el art. 705 del CPC autoriza que la notificación se efectúe por medio de vecino
de la confianza del tribunal que sea mayor de edad y sepa leer y escribir, o por un
miembro del cuerpo de Carabineros.
ii. En cuanto al l u ga r y a l t i e mp o en que se debe efectuar esta notificación, hay que
tener presente el art. 41 del CPC, el cual establece los siguientes lugares y horarios para
notificar:
- En los lugares y recintos de libre acceso público, la notificación personal se podrá
efectuar en cualquier día y a cualquier hora, procurando causar la menor molestia
posible al notificado. En los juicios ejecutivos, no podrá efectuarse el requerimiento
de pago en público y, de haberse notificado la demanda en un lugar o recinto de libre
acceso público, se estará a lo establecido en el N° 1° del art. 443 (art. 41 inc. I del
CPC)

- Además, la notificación podrá hacerse en cualquier día, entre las seis y las veintidós
horas (no entre las ocho y veinte horas), en la morada o lugar donde pernocta el
notificado o en el lugar donde éste ordinariamente ejerce su industria, profesión o
empleo (por ejemplo, para el comerciante, lo será todo el establecimiento de comercio,
incluso las bodegas, fábricas, instalaciones o dependencias), o en cualquier recinto
privado en que éste se encuentre y al cual se permita el acceso del ministro de fe (art.
41 inc. II del CPC). La “morada o habitación” es el lugar en donde vive el notificado,
en donde está de asiento con cierta frecuencia; y el “lugar donde pernocta”, es el lugar
donde la persona pasa la noche.
- Igualmente, son lugares hábiles para practicar la notificación el oficio del secretario
(éste es en el único lugar en donde puede notificar el Secretario), la casa que sirva

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para despacho del tribunal y la oficina o despacho del ministro de fe que practique la
notificación. Los jueces no podrán, sin embargo, ser notificados en el local en que
desempeñan sus funciones (art. 41 inc. IV del CPC). Según la doctrina, al utilizar la ley
la expresión “local”, ha querido referirse mediante ella al despacho del juez
exclusivamente, y no al resto de las oficinas que sirven de despacho al tribunal.
En este caso, como el inc. IV del art. 41 no estableció un periodo de tiempo específico
dentro del cual debe practicarse la notificación, hay que recurrir al art. 59 del CPC, que
señala que las actuaciones judiciales deben llevarse a cabo en días hábiles, entre las
ocho y veinte horas.
- Finalmente, el art. 42 del CPC señala que podrá el tribunal ordenar que se haga la
notificación en otros lugares que los expresados en el artículo anterior, cuando la
persona a quien se trate de notificar no tenga habitación conocida en el lugar en que
ha de ser notificada. Esta circunstancia se acreditará por certificado de un ministro
de fe que afirme haber hecho las indagaciones posibles, de las cuales dejará
testimonio detallado en la respectiva diligencia (y de que las indagaciones practicadas
han resultado infructuosas para determinar la habitación de la persona). En la práctica,
esta orden que expide el tribunal, a solicitud de parte, se conoce con el nombre de
habilitación de lugar.219

Si bien, la notificación se puede llevar a efecto en distintos lugares y en distintos horarios,


como toda actuación judicial, por regla general, debe llevarse a efecto en días hábiles. Sin
embargo, nada obsta a la facultad de solicitar habilitación de día y hora inhábiles, pues de
acuerdo al art. 60 inc. I del CPC, pueden los tribunales, a solicitud de parte, habilitar para
la práctica de actuaciones judiciales días u horas inhábiles, cuando haya causa urgente
que lo exija. En tal caso, conforme al art. 41 inc. III del CPC, si la notificación se realizare
en día inhábil, los plazos comenzarán a correr desde las cero horas del día hábil
inmediatamente siguiente, y si se hubiere practicado fuera de la comuna donde funciona
el tribunal, los plazos se aumentarán en la forma establecida en los arts. 258 y 259 (se
aumentarán de acuerdo a la tabla de emplazamiento).

iii. En cuanto a la f o r m a e n que se practica la notificación personal propiamente tal,


ésta consta de dos partes perfectamente determinadas:
- La primera consiste en la entrega al notificado, por parte del ministro de fe que
interviene, de dos documentos: en primer lugar, una copia íntegra de la resolución que
dicta el tribunal (por ejemplo: “en lo principal: por interpuesta demanda en juicio
ordinario de mayor cuantía. Traslado”; y si un hay otrosí, en la notificación se
establece, por ejemplo: “primer otrosí: por acompañado documentos singularizados,
con citación”; “segundo otrosí: por acompañado copia de mandato, con citación”;
“tercer otrosí: téngase presente el patrocinio y poder”); y en segundo lugar, una copia
de la solicitud en la que la resolución hubiere recaído, cuando sea escrita (por ejemplo,

219
El legislador no estableció el lugar que debe habilitarse para efectuar la notificación; no obstante, la
jurisprudencia se ha inclinado por los sitios en donde habitualmente o por pública notoriedad, la persona se
encuentra o es posible encontrarla (por ejemplo, en el cine, en la fuente de soda, etc.). Sin embargo, el profesor
FORTTES recalca que esta norma se justificaba antes del año 1995, ya que antes de la reforma legal de dicho año, no
se permitía notificar en lugares públicos, y para ello se pedía la habilitación de un lugar público.

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la copia de la demanda, o la copia de la solicitud de una medida prejudicial). La razón


de acompañar la copia del escrito, es que con la redacción sintética de la resolución
no sería comprensible la notificación y, además, porque la resolución hace referencia
a la solicitud que provee.
- Una vez cumplidas las formalidades anteriores, como la notificación personal es una
actuación judicial, se hará constar en el proceso por diligencia que suscribirán el
notificado y el ministro de fe, y si el primero no puede o no quiere firmar, se dejará
testimonio de este hecho en la misma diligencia (art. 43 inc. I del CPC). O sea, la firma
del notificado no es un requisito de validez (como sí ocurre a propósito de la firma del
ministro de fe), pues la falta de firma de éste puede ser suplida por el testimonio de
que no quiso o no pudo firmar. Agrega el art. 43 inc. II del CPC que la certificación
deberá, además, señalar la fecha (día, mes y año), hora y lugar donde se realizó la
notificación220 y, de haber sido hecha en forma personal, precisar la manera o el
medio con que el ministro de fe comprobó la identidad del notificado.

c. CASOS EN QUE TIENE LUGAR.


Diversos preceptos establecen los casos en que debe se debe emplear la notificación
personal propiamente tal, siendo los casos más importantes los siguientes:
.
i. La p r i m e r a n o t i f i c a c i ó n q u e s e h a ga a l d e m a n d a d o . El art. 40 inc. I del CPC
establece que en toda gestión judicial, la primera notificación a las partes o personas a
quienes hayan de afectar sus resultados se debe hacérseles personalmente,
entregándoseles copia íntegra de la resolución y de la solicitud en que haya recaído,
cuando sea escrita. El inc. II de la misma disposición agrega que esta notificación se hará
al actor en la forma establecida en el art. 50; es decir, al demandante se le notifica de la
primera gestión judicial por el estado diario, mientras que al demandado personalmente.
La ley habla de “gestión judicial”, por tanto, esta forma de notificación se usará tanto en
los asuntos contenciosos como en los no contenciosos, y tanto en los juicios ordinarios
como en los especiales. Por otro lado, hay que tener presente que la ley habla de “primera
notificación” y no de la notificación de la demanda; por ende, la demanda y la resolución
que sobre ella recaiga, se notificarán personalmente al demandado sólo cuando hubiese
sido la primera presentación que dio inicio al procedimiento (lo cual es lo normal), no
obstante, si el proceso se hubiere iniciado por una medida prejudicial, ella y la resolución
que recae sobre ésta, deberá ser notificada personalmente por ser la primera notificación,
y no la demanda que se presentare con posterioridad.
Sin perjuicio de lo expuesto, se ha producido discusión acerca de algunos procedimientos
que se pueden suscitar durante o como consecuencia de una gestión judicial, como
ocurre, por ejemplo, con las tercerías en el juicio ejecutivo, las que conforme a la ley se
tramitan como incidentes. El problema es si éstas constituyen o no un proceso
independiente; si se sostiene que son un proceso independiente, la demanda de tercería
necesariamente debe notificarse personalmente; si no, se notificarían por el estado diario,

220
Por lugar en que se ha practicado la notificación se entiende, evidentemente, alguno de aquellos que la ley
considera como lugares hábiles para la práctica de esta clase de notificaciones, y no la ciudad, villa o aldea en que se
ha efectuado la correspondiente actuación.

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que es la regla general en materia de notificación.


ii. Cuando la le y así lo disponga para la validez de ciertos actos. De
conformidad con el art. 47 inc. I del CPC, la forma de notificación de que tratan los
artículos precedentes (notificación personal en persona y subsidiaria) se empleará
siempre que la ley disponga que se notifique a alguna persona para la validez de ciertos
actos…. Por ejemplo, el art. 10 inc. II del CPC señala que si la causa de la expiración del
mandato es la renuncia del procurador, estará obligado a ponerla en conocimiento de su
mandante, junto con el estado del juicio, y se entenderá vigente el poder hasta que haya
transcurrido el término de emplazamiento desde la notificación (personal) de la renuncia
al mandante; otro ejemplo lo constituye la notificación de la cesión de un crédito
nominativo, pues de acuerdo al art. 1902 del CC, la cesión no produce efecto contra el
deudor ni contra terceros, mientras no ha sido notificada por el cesionario al deudor o
aceptada por éste.
iii. C u a n d o e l t r i b u n a l l o d i s p o n ga e x p r e s a m e n t e . El mismo art. 47 inc. I señala
que la forma de notificación de que tratan los artículos precedentes (personal y personal
subsidiaria) se empleará… cuando los tribunales lo ordenen expresamente. Por lo tanto,
el tribunal puede ordenar que cualquier resolución judicial que haya sido dictada por él,
sea notificada personalmente, aunque la ley establezca otra forma de notificación para la
resolución de que se trate; esta orden del tribunal debe ser expresa y su dictación tiene el
carácter facultativo. En todo caso, el tribunal para dictar esa orden debe tomar en cuenta
la importancia y costo de la notificación, y la ventaja que ella pueda tener para el
notificado, en cuanto a la celeridad del proceso.
iv. La s n o t i f i c a c i o n e s h e c h a s a l o s t e r c e r o s s i n i nt e ré s . De conformidad con el
art. 56 del CPC, las notificaciones que se hagan a terceros que no sean parte en el juicio o
a quienes no afecten sus resultados, se harán personalmente o por cédula; por ejemplo,
la citación de los testigos a declarar. Lo normal, en la práctica, es que dichas
resoluciones se notifiquen por cédula y no personalmente, por ser aquella una forma de
notificación de mayor expedición y fácil de practicar.
v. La p r i m e r a n o t i f i c a c i ó n d e l t r i b u n a l d e a l z a d a . En efecto, el art. 221 del CPC
dispone que la notificación de las resoluciones que se dicten por el tribunal de alzada se
practicará en la forma que establece el art. 50 (por el estado diario), con excepción de la
primera, que debe ser personal, y de lo dispuesto en los arts. 201 (la resolución que
declara la deserción del recurso de apelación produce sus efectos sin necesidad de
notificarse) y 202 (las resoluciones que se dicten respecto del apelado rebelde, producirán
sus efectos sin necesidad de notificación). Agrega el inc. II que podrá, sin embargo, el
tribunal ordenar que se haga por otro de los medios establecidos en la ley, cuando lo
estime conveniente.
vi. La o r d e n d e r e q u e r i r d e p a go a l d e u d o r . De acuerdo al art. 443 del CPC, el
mandamiento de ejecución contendrá: 1) la orden de requerir de pago al deudor. Este
requerimiento debe hacérsele personalmente; pero si no es habido, se procederá en
conformidad al art. 44 (notificación personal subsidiaria), expresándose en la copia a
que dicho artículo se refiere, a más del mandamiento, la designación del día, hora y
lugar que fije el ministro de fe para practicar el requerimiento. No concurriendo a esta

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citación el deudor, se hará inmediatamente y sin más trámite el embargo.


vii. Por último, de acuerdo al art. 47 inc. final del CPC, podrá, además, usarse en todo caso.
La razón de esto, es porque la notificación personal es la más completa que establece la
ley, y por ello puede ser usada facultativamente por cualquiera de las partes para notificar
cualquier resolución judicial, aunque la ley establezca una forma especial respecto de la
misma resolución.

5.2. NOTIFICACIÓN PERSONAL SUBSIDIARIA O POR CÉDULA.

a. CONCEPTO.
A esta forma de notificación se la conoce con varios nombres en doctrina: personal por
cédula, personal subsidiaria, personal sustitutiva, o personal por el art. 44 del CPC. El supuesto es
que se tiene que notificar personalmente a una persona, y ésta no se encuentra en su habitación o
en el lugar donde ejerce habitualmente su profesión o empleo, pero se encuentra en el lugar del
juicio (por tanto, no podrá ser aplicada a un individuo que está en el extranjero).
El art. 44 inc. I del CPC señala que si buscada en dos días distintos en su habitación, o en
el lugar donde habitualmente ejerce su industria, profesión o empleo, no es habida la persona a
quien debe notificarse, se acreditará que ella se encuentra en el lugar del juicio y cuál es su
morada o lugar donde ejerce su industria, profesión o empleo, bastando para comprobar estas
circunstancias la debida certificación del ministro de fe. Agrega el inc. II que establecidos
ambos hechos, el tribunal ordenará que la notificación se haga entregando las copias a que se
refiere el art. 40 a cualquiera persona adulta que se encuentre en la morada o en el lugar
donde la persona que se va a notificar ejerce su industria, profesión o empleo. Si nadie hay allí,
o si por cualquiera otra causa no es posible entregar dichas copias a las personas que se
encuentren en esos lugares, se fijará en la puerta un aviso que dé noticia de la demanda, con
especificación exacta de las partes, materia de la causa, juez que conoce en ella y de las
resoluciones que se notifican.
De acuerdo a lo anterior, la notificación personal subsidiaria se puede definir como
aquella que consiste en entregar copia íntegra de la resolución y de la solicitud en que haya
recaído, cuando sea escrita, a cualquier persona adulta que se encuentre en la morada o en el
lugar donde la persona que se va a notificar ejerce su industria, profesión o empleo, y en caso de
que nadie se encuentre allí o si por cualquier otra causa no es posible entregar dichas copias a las
personas que se encuentren en esos lugares, se deberá fijar en la puerta un aviso que dé noticia de
la demanda, con especificación exacta de las partes, materia de la causa, juez que conoce de ella
y de las resoluciones que se notifican.

b. REQUISITOS DE PROCEDENCIA.
Para que tenga lugar esta forma de notificación, se analizarán los requisitos necesarios
que deben concurrir en orden cronológico.
i. Primero que todo, es necesario que el Receptor busque a la persona en dos días distintos,
en el lugar donde tiene su habitación (lugar donde vive), o en el lugar donde ejerce su
profesión, industria o empleo. La razón de que sean dos días distintos, es que puede

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suceder que quien se trata de notificar se encuentre fuera del lugar hábil precisamente los
mismos días de la semana (por ejemplo, todos los días miércoles); aún más, pese a que la
ley no lo ha establecido, la doctrina ha entendido que las dos búsquedas deben practicarse
en horas diversas.
ii. Una vez que el Receptor encargado de la diligencia ha buscado a la persona que se trata
de notificar por dos días distintos, debe certificar en autos (en el expediente) las
siguientes circunstancias:
- La efectividad de que buscó en dos días distintos en su habitación o en el lugar donde
habitualmente ejerce su industria, profesión o empleo, a la persona a quien se debe
notificar.
- Debe acreditar que la persona se encuentra en el lugar del juicio, esto es, según el
profesor FORTTES, el lugar donde tiene competencia el tribunal que conoce de la causa.
- Y debe certificar cuál es su morada o habitación, o el lugar donde ejerce su industria,
profesión o empleo, bastando para comprobar estas circunstancias, la debida
certificación del ministro de fe (por ejemplo, el Receptor debe averiguarlo
preguntando a vecinos, al cartero, etc.).
iii. Una vez que han sido certificados estos hechos, el tribunal que conoce de la causa, debe
ordenar esta forma de notificación mediante una resolución. El profesor FORTTES recalca
que para que el juez dicte resolución, es necesario que alguien lo solicite (normalmente es
el demandante), ya que no es algo que opera automáticamente; y en caso de solicitarse, el
juez revisará el expediente, certificará que están las búsquedas, y que la persona está en el
lugar del juicio.
iv. Luego viene la notificación misma ¿Cómo se realiza esta notificación? Aquí hay que
analizar distintos aspectos: en cuanto a las h o ra s y l o s d í a s , hay que acudir a la regla
general de las actuaciones judiciales, por ende, sólo se puede realizar en días y horas
hábiles (de 08: 00 a 20:00 horas); en relación al lu ga r , éste es el que certificó el
Receptor, ya sea la morada o el lugar en donde la persona ejerce su empleo; y en cuanto
a la f o r ma d e p r o c e d e r , hay que distinguir, pues la comunicación en que ella consiste
puede realizarse de dos modos:
- De un modo principal, mediante la entrega de la copia íntegra de la resolución y de la
solicitud en que hubiere recaído, a la persona adulta que se encuentre en la habitación
o lugar en donde el notificado ejerce su empleo, profesión o industria.221
- De un modo subsidiario al principal, mediante la fijación de un aviso en la puerta que
dé noticia de la demanda, y que especifique en forma exacta a las partes, la materia de

221
Persona adulta significa, conforme a los arts. 26 y 55 del CC, todo individuo de la especie humana, cualquiera que
sea su estirpe o condición, que siendo varón haya cumplido 14 años, o que siendo mujer, haya cumplido 12; es decir,
que no sea impúber y, por tanto, incapaz absoluto en razón de la edad (no hay que confundir persona adulta con
mayor de edad). La ley exige la calidad de adulto o de púber en la persona que recibe las copias, con el objeto de
asegurarse de que ellas lleguen a manos del notificado, pues el legislador presume que dichas personas tienen el
suficiente discernimiento para darse cuenta de la importancia del acto en que intervienen, a pesar de ser incapaces
relativos para los actos civiles.

306
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la causa, el juez que conoce de ella, y de las resoluciones que se notifican; esto en caso
de que no haya nadie en la morada o en el lugar donde ejerce habitualmente su
profesión el notificado, o si por cualquiera otra causa (distinta a la ausencia) no es
posible entregar dichas copias a las personas que se encuentren en esos dos lugares
(por ejemplo, si la persona es impúber, o siendo adulta se niega a recibir las copias o
impide la entrada al ministro de fe encargado de practicar la notificación). En la
práctica, la fijación del aviso en la puerta, es efectuada por el ministro de fe lanzando
por debajo de la puerta las mismas copias que no pudo entregar.
- Luego, de acuerdo al inc. III del art. 44, en caso que la morada o el lugar donde
pernocta o el lugar donde habitualmente ejerce su industria, profesión o empleo, se
encuentre en un edificio o recinto al que no se permite libre acceso, el aviso y las
copias se entregarán al portero o encargado del edificio o recinto, dejándose
testimonio expreso de esta circunstancia.
Lo que esta norma establece es una verdadera ficción legal, puesto que se da por
notificada a una persona que ni siquiera se le ha encontrado. En efecto, el conocimiento
de la notificación se presume producido de alguno de los siguientes modos: por la
recepción indirecta de la copia íntegra de lo que debe ser notificado; o por el sólo hecho
de la fijación del aviso que dé noticia de lo que debe ser notificado.

v. Lo anterior no basta, pues a objeto de garantizar que el notificado tuviere conocimiento


de la notificación practicada, el art. 46 del CPC establece que cuando la notificación se
efectúe en conformidad al art. 44, el ministro de fe deberá dar aviso de ella al
notificado, dirigiéndole con tal objeto carta certificada por correo, en el plazo de dos
días contado desde la fecha de la notificación o desde que se reabran las oficinas de
correo, si la notificación se hubiere efectuado en domingo o festivo. La carta podrá
consistir en tarjeta abierta que llevará impreso el nombre y domicilio del receptor y
deberá indicar el tribunal, el número de ingreso de la causa y el nombre de las partes.
En el testimonio de la notificación deberá expresarse, además, el hecho del envío, la
fecha, la oficina de correo donde se hizo y el número de comprobante emitido por tal
oficina. Este comprobante deberá ser pegado al expediente a continuación del
testimonio. La omisión en el envío de la carta no invalidará la notificación, pero hará
responsable al infractor de los daños y perjuicios que se originen y el tribunal, previa
audiencia del afectado, deberá imponerle alguna de las medidas que se señalan en los
números 2, 3 y 4 del art. 532 del COT (censura por escrito, multa o suspensión de sus
funciones hasta por un mes).

vi. Una vez cumplidos estos trámites (entrega de copias o fijación de aviso, y envío de carta
certificada) el Receptor debe:
- Dejar constancia de la diligencia en el proceso. En efecto, el art. 45 del CPC dispone
que la diligencia de notificación, en el caso del artículo precedente, se extenderá en la
forma que determina el art. 43, siendo obligada a subscribirla la persona que reciba
las copias, si puede hacerlo, dejándose testimonio de su nombre, edad, profesión y
domicilio. A su vez, el art. 43 del CPC señala que la notificación se hará constar en el
proceso por diligencia que subscribirán el notificado y el ministro de fe, y si el
primero no puede o no quiere firmar, se dejará testimonio de este hecho en la misma
307
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diligencia222; agrega el inc. II que la certificación deberá, además, señalar la fecha,


hora y lugar donde se realizó la notificación y, de haber sido hecha en forma
personal, precisar la manera o el medio con que el ministro de fe comprobó la
identidad del notificado.
- Debe dejar testimonio del hecho del envío de la carta certificada, la fecha, la oficina de
correo donde se hizo, y el número de comprobante emitido por tal oficina, y este
comprobante debe ser pegado al expediente a continuación de la certificación (art. 46
inc. I del CPC).
- Una vez que el receptor ha certificado lo por él obrado, debe proceder a estampar su
firma y a devolver el expediente a la secretaría del tribunal dentro de los dos días
hábiles siguientes a la fecha en que se practicó la diligencia (art. 393 inc. III del COT).
Art. 393 inc. III. Los receptores sólo podrán retirar de la secretaría del tribunal las piezas del expediente
que sean estrictamente necesarias para la realización de la diligencia que deban efectuar. El expediente
o el respectivo cuaderno, en su caso, deberán devolverse a la secretaría del tribunal dentro de los dos
días hábiles siguientes a la fecha en que se practicó la diligencia, con la debida constancia de todo lo
obrado. Todo incumplimiento a las normas de este inciso constituirá falta grave a las funciones y será
sancionado por el tribunal, previa audiencia del afectado, con alguna de las medidas contempladas en
los números 2, 3 y 4 del artículo 532. En caso de reincidencia, el juez deberá aplicar la medida de
suspensión de funciones por un mes.

5.3. NOTIFICACIÓN POR CÉDULA.223

a. CONCEPTO.
Es aquella que consiste en la entrega que hace el ministro de fe de una cédula en el
domicilio del notificado, la cual contiene copia íntegra de la resolución que se trata de notificar y
los datos necesarios para su acertada inteligencia. Los “datos necesarios para su acertada
inteligencia” son: el número de rol del proceso, la identificación del proceso según la clase de
juicio, el nombre de las partes, y el tribunal ante el cual se sigue el proceso. Generalmente estos
datos son estampados por el receptor en el margen superior izquierdo de la copia de la resolución
que se notifica.

b. REQUISITOS DE PROCEDENCIA.
Al respecto, hay que señalar que se aplican los requisitos comunes a toda notificación, sin
perjuicio de que tenga que cumplir con requisitos propios o específicos. En concreto estos
requisitos son:

222
Cabe decir que son excepcionalísimas las actas en que aparece la firma de la persona que ha recibido las copias
indicadas y, en la práctica, y por razones de evidente comodidad, se suele agregar una cláusula que ha pasado a
formar parte de toda diligencia de esta clase, que señala: “... entregué las copias correspondientes a una persona
adulta que no quiso firmar”.
223
El profesor LUHRS, siguiendo a CASARINO, continúa con el estudio de la notificación por avisos, a la cual
denomina notificación personal por medio de avisos en los diarios o periódicos. Pero el profesor FORTTES las
analiza después de las notificaciones por cédula, pues la notificación por avisos es sustitutiva tanto de la notificación
personal, como de la notificación por cédula.

308
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i. Como las disposiciones que regulan a este tipo de notificación no se refieren a la


oportunidad en que hay que efectuarla, se aplican las reglas de las actuaciones judiciales
y, por tanto, se debe realizar en días y horas hábiles, esto es, en días que no sean feriados
y entre las ocho y veinte horas.
ii. En cuanto al funcionario competente, dado que la notificación por cédula se debe efectuar
en un lugar que no es el oficio del secretario, debe ser llevada a cabo por un Receptor.
iii. El lugar hábil para practicar la notificación es el domicilio del notificado. Hay que señalar
que el término domicilio no es el mismo que se utiliza en Derecho civil, es decir, la
residencia (elemento objetivo) con ánimo de permanencia en ella (elemento subjetivo);
sino que se refiere al domicilio procesal que cada parte tiene que obligadamente designar
en la primera actuación judicial. La ley vela para que este domicilio se encuentre
debidamente indicado en los autos y, además, para que esté ubicado en un lugar que
facilite la diligencia; en efecto, el art. 49 inc. I del CPC señala que para los efectos del
artículo anterior (notificación por cédula), todo litigante deberá, en su primera gestión
judicial, designar un domicilio conocido dentro de los límites urbanos del lugar en que
funcione el tribunal respectivo, y esta designación se considerará subsistente mientras no
haga otra la parte interesada, aun cuando de hecho cambie su morada; la razón de esto
último, es que es la parte la directamente interesada en precaverse de que su domicilio
fijado en autos coincida con su domicilio real, para los efectos de recibir oportunamente
las cédulas que allí se le entreguen.
Esta obligación pesa sobre ambas partes litigantes, pues la ley no distingue, y se debe
cumplir en la primera gestión judicial, de manera que si el juicio no comienza por una
demanda, sino que por una medida prejudicial o una gestión preparatoria de la vía
ejecutiva, o por una excepción dilatoria (tratándose del demandado) en estas gestiones
deberán las partes cumplir con la obligación anterior.
Toda carga procesal debe tener una consecuencia adversa para el caso de no ser
cumplida, y la carga de designar domicilio que pesa sobre cualquier litigante en su
primera presentación, tampoco escapa a la regla señalada, pues, en caso de no hacerse tal
designación, la consecuencia consiste en que se le notifique por el estado diario aquellas
resoluciones que deberían habérsele notificado por cedula, y al ser la notificación por el
estado la notificación más simple de todas, el grado de posibilidad de conocimiento del
notificado es menor. En efecto, el art. 53 del CPC prescribe que la forma de notificación
de que trata el art. 50 (notificación por el estado) se hará extensiva a las resoluciones
comprendidas en el art. 48 (a las notificaciones por cédula), respecto de las partes que no
hayan hecho la designación a que se refiere el art. 49 y mientras ésta no se haga. Agrega
el inc. II que esta notificación se hará sin necesidad de petición de parte y sin previa
orden del tribunal, es decir, opera por el sólo ministerio de la ley; y ella se hará efectiva
por el secretario al practicar la correspondiente notificación por el estado diario.224

224
Según el profesor FORTTES, a pesar de que la sanción opera de pleno derecho, se debe pedir al tribunal que la
aplique. Por otra parte, la jurisprudencia ha señalado que esta sanción no sólo es procedente cuando no se ha
designado domicilio, sino también cuando esta designación es incompleta o incorrecta (en un lugar distinto a los
señalados en el art. 49 del CPC); además, ha señalado que la designación de domicilio atribuida por el demandante o
por el demandado, a su contraparte en los escritos fundamentales, y no contradicha o desvirtuada por ésta, produce
idénticos efectos que si ella hubiere sido efectuada por la parte misma; así, por ejemplo, si el demandante en la
demanda individualiza al demandando por su nombre, apellido, profesión y domicilio, y éste, al contestar, nada dice

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¿Qué ocurre con el litigante rebelde en esta situación? Se ha discutido si esta sanción se
aplica sólo al litigante que efectúa una gestión judicial y no designa domicilio o, además,
al litigante cuyos trámites se dan por evacuados en su rebeldía. El profesor José Ramón
CAMIRUAGA sostiene que si el litigante rebelde es el demandado, no se le debe aplicar la
sanción del art. 53 del CPC, ya que esa aplicación vendría a agravar desconsideradamente
su situación en el proceso (indefensión), además, la no aplicación de la sanción no
produce un gran retardo en la marcha del juicio, ya que son contadas las resoluciones que
deben ser notificadas por cédula legalmente; pero si el litigante rebelde es el demandante,
se le debe aplicar la sanción del art. 53 del CPC, porque además de no existir a su respecto
el riesgo de su indefensión, es precisamente a éste a quien corresponde individualizarse
en su primera gestión judicial, no siendo carga del demandado individualizarlo. Sin
embargo, según el profesor FORTTES, al litigante rebelde sin distinciones, se le debería
notificar por el estado diario (como sanción), porque tuvo la posibilidad de defenderse y
no lo hizo; asimismo, la jurisprudencia últimamente ha tendido a uniformarse en el
sentido de que al litigante rebelde (sea demandante o demandado) también se le debe
aplicar esta sanción, puesto que la rebeldía implica dar por evacuado el trámite de que se
trata para todos los efectos legales, incluso para la falta de designación de domicilio.
iv. En cuanto a la forma de practicarse la notificación, el art. 48 inc. II del CPC señala que las
cédulas se entregarán por un ministro de fe en el domicilio del notificado, en la forma
establecida en el inc. II del art. 44, esto es, en la forma establecida para el caso de la
notificación personal subsidiaria o por cédula, por ende, se entrega la cédula (especie de
pliego) a la persona adulta que se encuentre en la morada de la persona que se debe
notificar o en el lugar donde ésta ejerce su industria, profesión o empleo (modo
principal); y si ello no fuera posible, se debe dejar en la puerta un aviso que dé noticia de
la resolución que debe notificarse y de los datos para su acertada inteligencia (modo
subsidiario)225. Por lo tanto, el conocimiento de la notificación se presume por la
recepción indirecta de lo que debe ser notificado (pues la copia no la recibe directamente
quien debe ser notificado); o por el sólo hecho de la fijación del aviso que dé noticia de lo
que debe ser notificado.
v. Con posterioridad a la notificación, conforme a la primera parte del art. 48 inc. III del CPC,
el ministro de fe pondrá en los autos testimonio de la notificación (que ha realizado la
notificación por cédula) con expresión del día y lugar, del nombre, edad, profesión y
domicilio de la persona a quien se haga la entrega, esto, en caso de que la notificación se
haya hecho de modo principal, pues en caso contrario, se deberá señalar que la
notificación se verificado mediante aviso en la puerta del notificado. También se debe
dejar constancia de la firma de la persona que recibe la cédula, o en su defecto, expresión
del hecho de que la persona que recibió la cédula no pudo o no quiso firmar el documento
en que consta la cédula; y por último, es necesaria la firma del ministro de fe que practicó
la notificación por cédula, en el documento en que ella consta. Estos dos últimos
requisitos si bien no están establecidos en el art. 48 del CPC, son una aplicación de la regla

sobre su domicilio, para los efectos de la notificación por cédula, debe considerarse como tal el domicilio que le
asignó el demandante y que no mereció observación alguna de parte del demandado.
225
En la práctica, la entrega y/o fijación del aviso en la puerta del domicilio de quien debe ser notificado, es
efectuada por el ministro de fe lanzando por debajo de la puerta las mismas copias que no pudo entregar. Y el
domicilio, por regla general, corresponde a la oficina del mandatario judicial designado por la parte.

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general que para toda actuación judicial establece el art. 61 del CPC, al prescribir que de
toda actuación deberá dejarse testimonio escrito en el proceso, con expresión del lugar,
día, mes y año en que se verifique, de las “formalidades con que se haya procedido”, y
de las demás indicaciones que la ley o el tribunal dispongan; agrega el inc. II que a
continuación y previa lectura, firmarán todas las personas que hayan intervenido; y si
alguna no sabe o se niega a hacerlo, se expresará esta circunstancia; finaliza el inc. III
señalando que la autorización del funcionario a quien corresponda dar fe o certificado
del acto es esencial para la validez de la actuación.226

d. CASOS EN QUE PROCEDE.


i. De acuerdo al art. 48 inc. I del CPC, las sentencias definitivas, las resoluciones en que se
reciba a prueba la causa, o se ordene la comparecencia personal de las partes, se
notificarán por medio de cédulas que contengan la copia íntegra de la resolución y los
datos necesarios para su acertada inteligencia. Por lo tanto, las resoluciones que se
notifican son:
- Las sentencias definitivas, esto es, aquellas que ponen fin a la instancia, resolviendo la
cuestión o asunto que ha sido objeto del pleito. La razón de esto, está en la importancia
que tiene para las partes esta clase de resolución, ya que ellas producen o pueden
producir el efecto de cosa juzgada. No obstante la amplitud del precepto, las
sentencias definitivas de segunda instancia no se notifican por cédula, pues conforme
al art. 221 inc. I del CPC, la notificación de las resoluciones que se dicten por el
tribunal de alzada se practicará en la forma que establece el art. 50 (por el estado
diario), con excepción de la primera, que debe ser personal, y de lo dispuesto en los
artículos 201 y 202.
- La resolución que recibe la causa a prueba, denominada en la práctica forense auto de
prueba, aunque jurídicamente sea una sentencia interlocutoria. Esta resolución, es
aquella que dicta el tribunal cuando estima que hay o pueda haber controversia sobre
algún hecho sustancial y pertinente en el juicio. No obstante, hay una importante
excepción en relación con la resolución que recibe el incidente a prueba, la cual se
notifica por el estado diario.
- La resolución que ordena la comparecencia personal de las partes. La razón de que
esta resolución se notifique por cédula, es que, salvo raras excepciones, el
procedimiento civil es normalmente escrito, de allí que no se exija la presencia de las
partes ante el tribunal; sin embargo, hay casos excepcionales en los que se exige la
comparecencia personal, y el legislador ha querido que la resolución que así lo ordene,
sea notificada por cédula y no por el estado, ya que dicha comparecencia la exige la
ley sólo en casos de suma importancia para el interesado. Por ejemplo, la resolución
que ordena comparecer a las partes prestar confesión judicial (absolver posiciones); la
resolución que ordena la comparecencia de las partes a audiencia de conciliación; la

226
Cabe decir que en la actualidad no es procedente que el ministro de fe de aviso de la notificación por cédula que
acaba de practicar al notificado dirigiéndole con tal objeto carta certificada por la oficina respectiva de correo, pues
se derogó ese trámite mediante una modificación introducida en el año 1989.

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resolución recaída en la gestión de preparación de la vía ejecutiva mediante


reconocimiento de firma o confesión de deuda.227
ii. Conforme a la segunda parte del art. 48 inc. III, el procedimiento que establece este
artículo podrá emplearse, además, en todos los casos que el tribunal expresamente lo
ordene. Por ejemplo, de acuerdo a la parte final del art. 302 inc. III del CPC, la
notificación a que se refiere este artículo (la notificación de una medida precautoria)
podrá hacerse por cédula, si el tribunal así lo ordena.
iii. De acuerdo al art. 56 del CPC, las notificaciones que se hagan a terceros que no sean
parte en juicio, o a quienes no afecten sus resultados, se harán personalmente o por
cédula.
iv. Conforme al art. 52 del CPC, cuando transcurren seis meses sin que se dicte resolución
alguna en el proceso, no serán válidas las notificaciones por el estado diario mientras no
se haga una nueva notificación personalmente o por cédula.
v. Y en todos aquellos casos que lo ordene la ley. Por ejemplo, la resolución que ordena la
ejecución incidental de una sentencia, se notifica por cédula al apoderado de la parte;
asimismo, en materia ejecutiva, la orden de requerir de pago que se contiene en el
mandamiento de ejecución, se debe notificar personalmente, pero si no es habido, se
notificará por cédula; y de acuerdo al art. 629 del CPC, en los juicios arbitrales se harán
las notificaciones personalmente o por cédula, salvo que las partes unánimemente
acuerden otra forma de notificación.

e. DIFERENCIAS ENTRE LA NOTIFICACIÓN PERSONAL Y LA NOTIFICACIÓN POR CÉDULA.


i. En cuanto al funcionario competente, en la notificación personal es el Secretario del
tribunal o el Receptor; en cambio, en la notificación por cédula sólo actúa el Receptor.
ii. Respecto a la forma de operar, en la notificación personal se entrega copia íntegra de la
resolución que se trata de notificar y de la solicitud en que hubiere recaído, si fuere
escrita; en cambio, en la notificación por cédula se entrega copia íntegra de la resolución
que se trata de notificar y solamente los datos necesarios para su acertada inteligencia.
iii. En relación al sujeto a quien materialmente se efectúa la notificación, en la notificación
personal propiamente tal se efectúa a la persona misma del notificado; en cambio, la
notificación por cédula se efectúa a cualquier persona adulta que se encuentre en el
domicilio del notificado, y si ello no fuere posible, se debe dejar un aviso en la puerta con
las especificaciones legales.
iv. En cuanto al lugar, la notificación personal se puede practicar en la secretaría del tribunal,
en la casa que le sirve de asiento al tribunal, en la habitación del notificado (morada) o en
el lugar en que ordinariamente ejerce su industria, profesión o empleo; en cambio, la

227
En segunda instancia, como sabe, en virtud del art. 221 inc. I del CPC, todas las resoluciones que dicten los
tribunales de alzada, por regla generalísima, deben ser notificadas por el estado. Sin embargo, se ha presentado la
cuestión de si la comparecencia personal a estos tribunales debe ser notificada por el estado o por cédula. La
jurisprudencia se ha inclinado por aplicar preferentemente el art. 48 (notificación por cédula) y no el art. 221.

312
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notificación por cédula siempre se practica en el domicilio del notificado.


v. Por último, en la notificación personal subsidiaria o por cédula, se requiere una búsqueda
previa en dos días distintos, en cambio, la notificación por cédula simplemente se realiza
en el domicilio de la persona a notificar, sin necesidad de búsqueda, ni de certificación.

5.4. NOTIFICACIÓN POR AVISOS.


a. CONCEPTO.
La notificación por avisos es aquella que se practica, previa orden del tribunal, por medio
de avisos en los periódicos, cuando es necesario notificar personalmente o por cédula una
resolución a personas cuya individualidad o residencia sea difícil de determinar, o que por su
número dificultare considerablemente la práctica de la notificación. En efecto, la primera parte
del art. 54 inc. I del CPC señala que cuando haya de notificarse personalmente o por cédula a
personas cuya individualidad o residencia sea difícil determinar, o que por su número dificulten
considerablemente la práctica de la diligencia, podrá hacerse la notificación por medio de
avisos publicados en los diarios o periódicos del lugar donde se sigue la causa, o de la cabecera
de la provincia o de la capital de la región si allí no los hay.
Como se puede apreciar, esta es una forma de notificación sustitutiva tanto de la
notificación personal como de la notificación por cédula.

b. REQUISITOS DE PROCEDENCIA.
i. Primero que todo, es necesario que se den los supuestos para que proceda esta clase de
notificación. De conformidad con el art. 54 inc. I del CPC, estos casos son:
- Cuando haya de notificarse personalmente o por cédula a personas cuya individualidad
sea difícil de determinar ¿En qué situación puede darse una individualización difícil de
determinar? El profesor FORTTES señala que tradicionalmente se menciona como
ejemplo a los herederos de una herencia no aceptada; pero al profesor esto no le queda
del todo claro, porque de todas maneras en la demanda hay que individualizar al
demandado.
- Cuando haya de notificarse personalmente o por cédula a personas cuya residencia sea
difícil de determinar. Esta situación se da más en la práctica, por ejemplo, el caso del
demandado que se fuga (se cambia de casa). En la demanda siempre se va a tener que
señalar el domicilio del demandado, pero si no se encuentra, puede proceder esta
forma de notificación.228
- Cuando haya de notificarse personalmente o por cédula a personas que por su número
dificulten considerablemente la práctica de la diligencia. Este caso también se ve en la

228
¿Es posible notificar por aviso a una persona que se encuentra en el extranjero? El profesor FORTTES señala que
no, porque en este caso se debe pedir un exhorto internacional. Sin embargo, en un fallo de 1985 la CS aceptó
notificar por aviso a una persona que estaba en el extranjero, argumentando que el art. 54 del CPC habla de “personas
cuya residencia sea difícil de determinar”, sin distinguir si es fuera o dentro del territorio nacional; no obstante, el
profesor no cree que esto signifique un cambio de criterio.

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práctica, pues resultaría muy oneroso (pues habría que pagar por cada notificación) y
lenta la notificación de varias personas (por ejemplo, de comuneros).
ii. En segundo lugar, de conformidad con el art. 54 inc. II del CPC, para autorizar esta forma
de notificación, y para determinar los diarios o periódicos en que haya de hacerse la
publicación y el número de veces que deba repetirse, el cual no podrá bajar de tres,
procederá el tribunal con conocimiento de causa. De esta disposición se desprenden los
siguientes requisitos:
- En primer lugar, es indispensable que exista una resolución judicial previa que ordene
esta forma de notificación; y el tribunal, para ordenarla, tiene que proceder con
conocimiento de causa. La frase “con conocimiento de causa” significa que el tribunal
antes de decretar esta forma de notificación, debe cerciorarse y asegurarse de la
efectividad de que concurren las circunstancias que la autorizan por todos los medios
legales que tenga a su alcance, es decir, que efectivamente se trate de personas cuya
individualización o residencia sea difícil de determinar, o que debido a su número de
sea dificultosa realizarla. CASARINO señala que esto se acredita por los antecedentes
acompañados, o por medio de oficios enviados al Registro Civil, a Carabineros, a
Investigaciones, a la Superintendencia de Bancos, Superintendencia de AFP, Registro
Electoral, etc.; o por la información sumaria de testigos si ello no basta.
- La resolución que ordena notificar una resolución por medio de avisos, debe indicar y
determinar, a su vez: el número de veces que se deben publicar los avisos, que no
puede bajar de tres; los periódicos en que se deba hacer la publicación, los cuales
deberán ser del lugar en que se sigue la causa, o de la cabecera de la provincia, o de la
capital de la región si allí no los hay (requisito de lugar); y de acuerdo al art. 54 inc. III
del CPC, cuando la notificación hecha por este medio sea la primera de una gestión
judicial, será necesario, además, para su validez, que se inserte el aviso en los
números del Diario Oficial correspondientes los días primero o quince de cualquier
mes, o al día siguiente, si no se ha publicado en las fechas indicadas.229
iii. Los avisos publicados en los periódicos que señala el tribunal, de acuerdo al art. 54 inc. I
del CPC, contendrán los mismos datos que se exigen para la notificación personal (copia
íntegra de la resolución y de la solicitud en que recae, si es escrita), pero si la publicación
en esta forma es muy dispendiosa, atendida la cuantía del negocio, podrá disponer el
tribunal que se haga en extracto redactado por el secretario.
iv. ¿Qué pasa con los requisitos de tiempo? Se ha planteado duda al respecto, pero el
profesor Forttes se inclina porque la notificación deba ser realizada en días y horas
hábiles, por ser la regla general de las actuaciones judiciales.
v. CASARINO dice que, aun cuando la ley no lo establece expresamente, como la notificación
es una actuación judicial, se debe dejar constancia de ella en el expediente, con expresión
del lugar, día, mes y año en que se verifique, de las formalidades con que se haya
procedido, y de las demás indicaciones que la ley o el tribunal dispongan. La manera

229
El profesor FORTTES señala que el mismo juez que autoriza la notificación, es quien debe determinar en qué
diario o periódico se hará la publicación. Y cuando se ha hecho la publicación en diarios de muy escasa circulación,
a veces se ha declarado nula la notificación.

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práctica de hacer esto, es que la parte que ha solicitado esta forma de notificación,
acompañe los diarios en que se han hecho las publicaciones, y pida al tribunal que el
Secretario certifique la efectividad de ellas. Luego, el secretario deberá pegar en el
proceso un recorte del diario correspondiente, certificando la fecha en que tales avisos se
publicaron.

5.5. NOTIFICACIÓN POR EL ESTADO DIARIO.

a. CONCEPTO.
Según el profesor FORTTES, la notificación por el estado diario es una forma ficta de
notificación que consiste en dar aviso de la dictación de una resolución judicial, en un listado o
nómina (estado) que contiene el rol del proceso o causa de que se trata, y que se expone a vista
de todos en el tribunal.
Como señala la definición, la notificación por el estado constituye una simple ficción
legal, ya que el conocimiento de la resolución se presume conocido por el sólo hecho de la
inclusión en el estado, del número de la resolución que debe ser notificada. Aquí no se notifica la
resolución misma, sino el hecho de haberse dictado una resolución en ese proceso, y como la
lectura del estado diario no le permite imponerse al notificado del contenido de la resolución que
se ha pronunciado, si desea conocerla, debe trasladarse al tribunal y examinar personalmente los
autos (el expediente). Debido a ello, este tipo de notificación, de acuerdo al mensaje del CPC,
implica una vigilancia activa en el proceso.

b. REQUISITOS DE PROCEDENCIA.
i. En cuanto al lugar en que se notifica, el art. 50 inc. III del CPC dispone que los estados se
mantendrán durante tres días en un lugar accesible al público (generalmente en la
secretaría del tribunal), cubiertos con vidrios o en otra forma que impida hacer
alteraciones en ellos; y, encuadernados por orden rigoroso de fechas, se archivarán
mensualmente.
ii. En cuanto al funcionario competente, hay que recordar que la confección del estado
diario, en las secretarías de los tribunales, es una de las funciones que la ley asigna a los
Secretarios respectivos.
iii. En relación al tiempo, lo normal es que la notificación se haga el mismo día en que se
dicte la resolución, es decir, en días y horas hábiles, pues las resoluciones también son
actuaciones judiciales ¿Es posible notificar por el estado diario resoluciones de fechas
anteriores que no hubiesen sido notificadas de ninguna otra forma legal? Actualmente se
acepta esta posibilidad, siempre que el tribunal así lo ordene, pero sólo tratándose de
resoluciones que debían originalmente ser notificadas por el estado diario.230

iv. La forma en que se practica la notificación por el estado es un tanto compleja, en el


sentido de que consta de dos partes, a saber:

230
Esto ocurre en el proceso penal, pues los intervinientes, en el juico oral, se entienden notificados en el acto, pero
de ello igualmente debe dejarse constancia en el estado diario, por si alguno de ellos no concurre a la audiencia.

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- En primer lugar, se debe confeccionar el estado. Al respecto, el art. 50 inc. II del CPC
señala que se encabezará el estado con la fecha del día en que se forme, y se
mencionarán por el número de orden que les corresponda en el rol general, expresado
en cifras y en letras, y además por los apellidos del demandante y del demandado o de
los primeros que figuren con dicho carácter si son varios, todas las causas en que se
haya dictado resolución en aquel día, y el número de resoluciones dictadas en cada
una de ellas. Se agregará el sello y firma del secretario. Es decir, a cada causa que se
incluye en el estado, se le debe mencionar por el número de orden que le corresponda
en el rol general y, además por los apellidos del demandante y del demandado.
Consecuente con lo anterior, el art. 51 del CPC dice que para los efectos de la
notificación por el estado, a todo proceso que se inicie se le debe asignar un número
de orden en la primera resolución que se dicte y con él figurará en el rol del tribunal,
hasta su terminación.
- Posteriormente, se debe mencionar en las causas que se encuentran en el estado
individualizadas por su rol y apellido de las partes, el número de resoluciones que se
hayan dictado. En caso que se omitan estas inclusiones, por cualquiera circunstancia, y
se desee notificar la resolución omitida por el estado, será necesario que una
resolución judicial previa y posterior así lo ordene.
.
- Luego, es necesario dejar constancia en el proceso (mediante un timbre) de haberse
practicado esta forma de notificación. En efecto, el art. 50 inc. IV del CPC señala que de
las notificaciones hechas en conformidad a este artículo, se pondrá testimonio en los
autos. Los errores u omisiones en dicho testimonio no invalidarán la notificación y
sólo serán sancionados con multa de media a una UTM, a petición de parte o de oficio;
en cambio, la infracción en las formalidades que deben observarse en la formación,
fijación y mantención de los estados, por su carácter esencial, según CASARINO,
invalidarían la correspondiente notificación (por ejemplo, se incluye en el estado una
causa con error en el número de rol).
- Hoy no se requiere aviso enviado a las partes de haberse notificado una resolución por
el estado, aunque en la práctica se avise por e-mail

c. CASOS EN QUE PROCEDE.


i. De acuerdo al art. 50 inc. I del CPC, las resoluciones no comprendidas en los artículos
precedentes se entenderán notificadas a las partes desde que se incluyan en un estado
que deberá formarse y fijarse diariamente en la secretaría de cada tribunal con las
indicaciones que el inciso siguiente expresa. Es decir, si la resolución no es de aquellas
que deban notificarse personalmente o por cédula, por exclusión debe notificarse por el
estado diario. Consecuencia de lo anterior, es que la notificación por el estado es la regla
general en nuestro sistema y, por tanto, las notificaciones personales y por cédula son la
excepción.
ii. Hay que recordar que, conforme al art. 53 del CPC, la forma de notificación de que trata
el art. 50 (notificación por el estado diario) se hará extensiva a las resoluciones
comprendidas en el art. 48 (sentencias definitivas, resoluciones que reciben la causa a
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prueba o que ordenen la comparecencia personal de las partes), respecto de las partes que
no hayan hecho la designación a que se refiere el art. 49 (designación de domicilio en su
primera gestión judicial) y mientras ésta no se haga. Agrega el inc. II que esta
notificación se hará sin necesidad de petición de parte y sin previa orden del tribunal.
iii. El estado diario también se utiliza para que las partes litigantes puedan imponerse del
hecho de haberse dictado una sentencia definitiva. En efecto, el art. 162 inc. final del CPC
dice que los secretarios anotarán en el estado a que se refiere el art. 50, el hecho de
haberse dictado sentencia definitiva, el día de su dictación y envío de aviso a las partes.
Estas diligencias no importan notificación y no se aplicarán a las resoluciones que
recaigan en los actos judiciales no contenciosos. La razón de poner en conocimiento a las
partes la dictación de una sentencia definitiva, es para que procuren su notificación legal,
ya sea por cédula (sentencias definitivas de única o primera instancia) o por el estado
(sentencias definitivas de segunda instancia).

5.6. NOTIFICACIÓN TÁCITA.

a. CONCEPTO.
Es aquella que opera en el caso de que la parte, a quien afecte una resolución, haga en el
juicio cualquier gestión que suponga conocimiento de ésta, sin haber antes reclamado la falta o
nulidad de la notificación. En efecto, el art. 55 inc. I del CPC dispone que aunque no se haya
verificado notificación alguna o se haya efectuado en otra forma que la legal, se tendrá por
notificada una resolución desde que la parte a quien afecte haga en el juicio cualquiera gestión
que suponga conocimiento de dicha resolución, sin haber antes reclamado la falta o nulidad de
la notificación.
El profesor FORTTES dice que es una forma de notificación tácita, ya que opera cuando la
parte a la cual se debe notificar una resolución judicial, realiza una actuación o gestión que
supone o presume conocimiento de ella, entendiéndose entonces notificada, aun cuando no se
haya efectuado notificación alguna, o se hubiese efectuado una distinta de la legal. Esto reviste
una importancia fundamental dentro del proceso, pues tiende a obtener la rapidez en la
tramitación, evitando incidentes extemporáneos sobre la falta de notificación o de validez de la
misma. Y, por otro lado, esto es una manifestación del principio de probidad procesal, pues si se
realiza un acto que supone el conocimiento de una resolución, no se puede alegar luego la
nulidad.

b. REQUISITOS DE PROCEDENCIA.
i. En primer lugar, es necesario que la resolución no haya sido notificada a la parte, o bien,
que se le haya notificado en forma diversa a la dispuesta por la ley. Por ejemplo, no se
notifica la resolución que provee la demanda; o se notifica una sentencia definitiva de
primera instancia por el estado diario (siendo que debía notificarse por cédula).
ii. Que la parte haya efectuado cualquier gestión en el proceso que suponga conocimiento de
la resolución. Por ejemplo, se dicta una sentencia definitiva de primera instancia en un
proceso que acoge la demanda, y se le notifica por el estado diario al demandado, y éste,

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en vez de reclamar la falta de validez de la notificación, apela la sentencia; o se notifica la


resolución que recibe la causa a prueba por el estado diario, la cual debe notificarse por
cédula, y una de las partes presenta lista de testigos. Como se puede apreciar, esta forma
de notificación también actúa como sustitutiva de las demás notificaciones.
iii. Que esa gestión no consista, precisamente, en reclamar la falta de notificación, o bien, su
falta de validez.

2.7. NOTIFICACIÓN FICTA.

Es aquella que la ley tiene por notificada a la parte que solicitó la nulidad de una
notificación, desde que se le notifica la sentencia que acoge tal solicitud. En efecto, el art. 55 inc.
II del CPC señala que asimismo, la parte que solicitó la nulidad de una notificación, por el solo
ministerio de la ley, se tendrá por notificada de la resolución cuya notificación fue declarada
nula, desde que se le notifique la sentencia que declara tal nulidad. En caso que la nulidad de la
notificación haya sido declarada por un tribunal superior, esta notificación se tendrá por
efectuada al notificársele el "cúmplase" de dicha resolución.
El momento que contempla el legislador para la notificación de la resolución, difiere
según si se está ante una notificación declarada nula por un tribunal de primera o única instancia,
o por un tribunal superior. Pues si la notificación es declarada nula por un tribunal de primera o
única instancia, la parte se entiende notificada desde que se le notifique la sentencia que declara
tal nulidad; y si la notificación es declarada nula por un tribunal superior, se tiene la parte por
notificada una vez que el tribunal de primera instancia notifica el “cúmplase” del fallo del
tribunal superior.
La razón de esta notificación es lógica, pues si se pide la nulidad de la notificación, se
está renunciando a la notificación tácita; pero ello implica que el solicitante se enteró de la
resolución, con lo cual, sería ilógico tener que repetir la notificación, conforme al principio de
economía procesal.

2.8. NOTIFICACIONES ESPECIALES.

CASARINO señala que las notificaciones especiales o extraordinarias son aquellas que se
encuentran en disposiciones dispersas del CPC (que no sea el Libro I) o en leyes especiales, y que
establecen notificaciones para casos particulares y que se alejan, en cuanto a su forma, de las
normas generales sobre ellas. Ejemplos de estas notificaciones son:
i. La notificación por carta certificada. En general, la carta certificada se caracteriza
porque la recepción y la entrega quedan registradas en el correo y, además, porque la
entrega al destinatario se realiza en forma personal a través de un cartero231. Para su
entrega se realizan tres intentos, y si el cartero no encuentra al destinatario, el envío
permanece 30 días en la sucursal más cercana al domicilio; y cumplido este plazo, la
carta es devuelta al remitente.

231
Se diferencia de la carta normal, pues ésta puede ser depositada en cualquier buzón, agencia o sucursal del
correo, y si bien su entrega se realiza a través de carteros, es entregada en el domicilio particular indicado o es
dejada bajo puerta

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En general, en las leyes especiales se señala que se entiende practicada este tipo de
notificación después de tres o cinco días desde que la carta certificada se envía (lo cual
consta por el timbre de correo), por tanto, las leyes asumen que la carta no llega el mismo
día que se manda. Un ejemplo lo constituyen las copias íntegras de las resoluciones que
emanan de los Juzgados de Policía Local.
ii. En los procedimientos ante los jueces de familia se encuentran varias formas de
notificación especial. Así, de conformidad con el art. 23 inc. III de la Ley de Tribunales
de Familia, cuando la demanda deba notificarse a persona cuya individualización o
domicilio sean difíciles de determinar, el juez dispondrá que se practique por cualquier
medio idóneo que garantice la debida información del notificado, para el adecuado
ejercicio de sus derechos; agrega el inc. IV que la notificación de la sentencia definitiva
se hará por carta certificada, pero excepcionalmente, y por resolución fundada, el juez
podrá ordenar que la notificación se practique por personal de Carabineros o de la
Policía de Investigaciones. Por último, el inc. final del art. 23 dispone que los
patrocinantes de las partes, en la primera actuación que realicen en el proceso, deberán
indicar otra forma de notificación que elijan para sí, que el juez califique como expedita
y eficaz, bajo apercibimiento de serles notificadas por el estado diario todas las
resoluciones que se dicten en lo sucesivo en el proceso.
iii. En materia procesal penal, la regla es que las notificaciones de las resoluciones
pronunciadas en las audiencias judiciales se entienden notificadas a los intervinientes en
el procedimiento que hubieren asistido o debido asistir a las mismas; de estas
notificaciones se debe dejar constancia en el estado diario, pero su omisión no invalidará
la notificación, sin perjurio de que los interesados pueden pedir copias de los registros en
que constaren estas resoluciones. Pero cualquier interviniente en el procedimiento puede
proponer para sí otras formas de notificación, que el tribunal podrá aceptar si, en su
opinión, resultaren suficientemente eficaces y no causaren indefensión (por ejemplo,
notificación por e-mail).
iv. Conforme al art. 629 del CPC, en los juicios arbitrales las notificaciones se deben hacer
personalmente o por cédula, salvo que las partes unánimemente acuerden otra forma de
notificación

F. L AS RESOLUCIONES JUDICIALES .

1. CONCEPTO Y REGULACIÓN.
Las resoluciones judiciales se encuentran reguladas en el Título XVII (“De las
resoluciones judiciales”) del Libro I (“Disposiciones comunes a todo procedimiento”) del CPC
(arts. 158 a 185); y supletoriamente por el Título VII (“De las actuaciones judiciales”) del mismo
Libro, por tratarse de actuaciones judiciales.
La ley no define lo que son las resoluciones, el legislador simplemente se preocupa de
regular algunos aspectos fundamentales de estas actuaciones judiciales, estableciendo normas
sobre su formalidad, clasificaciones, las formas de notificarse, y los efectos emanados de ellas.
Por tanto, siguiendo a CASARINO se puede decir que la resolución judicial es una actuación

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judicial que emana del tribunal, destinada a substanciar o a fallar la controversia materia del
juicio.
Cabe decir que las resoluciones son las actuaciones judiciales más importantes dentro del
proceso, pues en ellas se manifiesta la función de juzgar, que es lo más propio de la jurisdicción.

2. CLASIFICACIÓN DE LAS RESOLUCIONES JUDICIALES.


i. Según la nacionalidad del tribunal del cual emanan, las resoluciones se clasifican en
nacionales y extranjeras. Esta clasificación tiene importancia para los efectos de su
ejecución o cumplimiento, pues las normas destinadas a regular esta materia son diversas
según si la resolución emana de un tribunal chileno o de uno extranjero, lo que se
demuestra con la sola lectura del Título XIX (“De la ejecución de las resoluciones”) del
Libro I del CPC, el cual establece un párrafo para el cumplimiento de cada tipo de
resolución.
ii. Según la composición del tribunal del cual emanan, las sentencias se clasifican en
aquellas que emanan de tribunales unipersonales, y aquellas que emanan de tribunales
colegiados. En este último tipo de resoluciones existen reglas especiales relativas a los
acuerdos y quórums.
iii. Según la naturaleza del negocio en que son pronunciadas, las resoluciones judiciales se
clasifican: resoluciones contenciosas, que son aquellas que se pronuncian dentro de un
juicio; y en resoluciones no contenciosas, que son aquellas que se pronuncian dentro de
un asunto judicial no contencioso. Esta clasificación tiene importancia debido a que los
requisitos de forma, los recursos y los efectos, son diversos según se trate de una u otra
clase de resolución judicial.
iv. Según la naturaleza o clase de los tribunales que las pronuncian, las resoluciones
judiciales se clasifican en resoluciones emanadas de tribunales ordinarios, arbitrales y
especiales. Esta clasificación es importante para determinar los requisitos de forma que le
son aplicables, los recursos, y por la diversa manera de ejecutarse o cumplirse.
v. Según la naturaleza del asunto sometido a la decisión del tribunal, las resoluciones
judiciales se clasifican en civiles y penales. Esta clasificación tiene importancia por el
diverso régimen jurídico a que están sometidas, y por la influencia o efectos que una
resolución judicial penal puede producir en un proceso civil y viceversa.
vi. Según la instancia en que son pronunciadas, las resoluciones judiciales se clasifican en
resoluciones de única, primera y segunda instancia, y estas últimas, su vez, se pueden
subclasificar en sentencias confirmatorias, revocatorias y modificatorias. Esta
clasificación es importante en materia de recursos, y en relación con los diversos
requisitos de forma que deben reunir.
vii. Atendiendo al objeto o finalidad de la pretensión, las resoluciones judiciales se clasifican
en declarativas, ejecutivas y cautelares. Esta clasificación tiene importancia por la
normativa y por el procedimiento aplicable.

320
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viii. Y atendiendo a su contenido, o a la función que cumplen en el proceso, o a su naturaleza


jurídica, las resoluciones judiciales se clasifican en decretos, autos, sentencias
interlocutorias y sentencias definitivas. Esta clasificación es la más importante, y la
establece el art. 158 inc. I del CPC, al señalar que las resoluciones judiciales se
denominarán sentencias definitivas, sentencias interlocutorias, autos y decretos (por ello
también se habla de clasificación legal). Según CASARINO, no es costumbre que el CPC
efectúe clasificaciones, ni menos que formule definiciones; lo que, desde luego, está
demostrando la importancia de la clasificación, lo cual se demuestra en:
- La forma de notificación de las distintas resoluciones, puesto que no todas se notifican
de la misma manera. Por ejemplo, la sentencia definitiva de segunda instancia se
notifica por el estado diario; mientras que la sentencia interlocutoria que recibe el auto
a prueba se notifica por cédula.
- En la forma o manera de cómo deben redactarse. Pues las sentencias definitivas de
única o primera instancia contienen más requisitos que las restantes resoluciones.
- En el número de ministros que deben pronunciarlas en los tribunales colegiados. Pues
de acuerdo al art. 70 inc. II del COT, en las CA para dictar las providencias de mera
sustanciación bastará un sólo ministro.
- En los efectos que produce cada una. Los efectos que producen las resoluciones
pueden ser dos: el desasimiento del tribunal y la cosa juzgada (acción y excepción);
pero no todas las resoluciones producen estos dos efectos, algunas producen ambos,
otras uno sólo, y otras ninguno de ellos.
- Los diversos recursos que proceden en su contra, los cuales estarán siempre limitados
por el tipo de resolución que se trata de impugnar.

Por último, a pesar de la claridad de redacción del art. 158 del CPC, ésta clasificación
presenta dificultades en su aplicación práctica (críticas), esto porque:
- Existen resoluciones judiciales que no es posible encasillar en alguno de los cuatro
tipos de resoluciones que contempla esta clasificación. Por ejemplo, la resolución que
falla un recurso de casación; la que falla un recurso de inaplicabilidad; el despáchese.
- El mismo CPC en algunas ocasiones no respeta su clasificación, porque denomina a
algunas resoluciones judiciales erradamente. Por ejemplo, la resolución que recibe la
causa de prueba, toda la doctrina concuerda que es una sentencia interlocutoria, sin
embargo, el CPC la denomina auto.232
- Según el profesor FORTTES, se incluyen dentro de la clasificación a actos procesales

232
Por estas razones CASARINO señala que hay que rechazar la forma externa que pueda revestir una resolución
judicial (su denominación), atendiendo exclusivamente a su naturaleza intrínseca. Por ejemplo, puede acontecer que
el juez, proveyendo una demanda, coloque en la resolución la expresión: “como se pide”; pese a su simplicidad y
falta de formalidades, dicha resolución es una sentencia definitiva. A la inversa, puede también suceder que ese
mismo juez, proveyendo la demanda, estampe diversas y largas consideraciones para justificar que es competente,
que la demanda en cuestión debe someterse a los trámites del juicio ordinario, y termine declarando que se confiere
traslado de ella al demandado; no obstante su complejidad en la forma, dicha resolución es un simple decreto.

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que no resuelven nada, sino que simplemente dan impulso al proceso.

3. ANÁLISIS PARTICULAR DE LAS RESOLUCIONES CONTEMPLADAS EN EL ART. 158 DEL CPC.

3.1. DECRETO, PROVIDENCIA O PROVEÍDO.

a. CONCEPTO.
De acuerdo al art. 158 inc. final del CPC, se llama decreto, providencia o proveído el que
sin fallar sobre incidentes o sobre trámites que sirvan de base para el pronunciamiento de una
sentencia, tiene sólo por objeto determinar o arreglar la sustanciación del proceso. A su vez, el
art. 70 inc. III del COT formula otra definición al decir que se entienden por providencias de mera
sustanciación las que tienen por objeto dar curso progresivo a los autos, sin decidir ni prejuzgar
ninguna cuestión debatida entre partes.
Por lo tanto, los decretos sólo tienen por objeto dar curso progresivo o impulsar el
proceso, y jamás resolver el fondo de un asunto accesorio o principal. En efecto, de acuerdo al
art. 29 inc. I del CPC, el proceso se va formando con los escritos, documentos y actuaciones de
toda especie que se presenten o verifiquen en el juicio; una de estas actuaciones son,
precisamente, las resoluciones judiciales, y la resolución más importante que hace avanzar el
proceso, es el decreto.
En estas resoluciones no hay controversia, sólo hay trámite; pues el tribunal va
conectando las peticiones de las partes para que avance la solución de la controversia, sin decidir
nada (muchas de estas resoluciones las tienen ya escritas, y llegado el momento, se timbran).
Ejemplos de decretos, son los siguientes: la resolución del juez que, proveyendo la demanda en
el juicio ordinario de mayor cuantía, confiere traslado de ella al demandado; la resolución del
juez que, proveyendo un escrito de excepciones dilatorias, confiere traslado de ellas al
demandante; la resolución del juez que, proveyendo la demanda en el juicio sumario, cita a las
partes a comparendo de contestación; aquella resolución que fija el día y la hora para la
inspección personal del tribunal; aquella que aprueba la proposición de día y hora para la
práctica del peritaje, etc.

b. PERSONA QUE PUEDE DICTARLOS.


En los tribunales unipersonales lo normal es que las resoluciones las dicte el juez, pero
tratándose de los decretos, en los juzgados civiles éstos se dictan por el secretario del tribunal
(debido a la poca trascendencia de la resolución), autorizados por el Oficial Primero (pues un
requisito esencial de toda actuación judicial, es la autorización de un ministro de fe). En efecto,
el art. 33 inc. II del CPC establece que los secretarios letrados de los juzgados civiles dictarán
por sí solos los decretos, providencias o proveídos, resoluciones que serán autorizadas por el
oficial primero. La reposición, en su caso, será resuelta por el juez
En los tribunales colegiados el art. 168 del CPC establece que los decretos podrán dictarse
por uno solo de sus miembros (normalmente es el Presidente de la Corte que integra la primera
sala o sala tramitadora). Los autos, las sentencias interlocutorias y las definitivas, exigirán la
concurrencia de tres de sus miembros a lo menos.

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c. MEDIOS DE IMPUGNACIÓN DE LOS DECRETOS.

Los decretos son susceptibles del recurso de reposición. Así se desprende del art.
181 del CPC que señala que los autos y decretos firmes se ejecutarán y mantendrán desde que
adquieran este carácter, sin perjuicio de la facultad del tribunal que los haya pronunciado para
modificarlos o dejarlos sin efecto, si se hacen valer nuevos antecedentes que así lo exijan.
Agrega el inc. II que aun sin estos antecedentes, podrá pedirse, ante el tribunal que dictó el auto
o decreto, su reposición, dentro de cinco días fatales después de notificado. El tribunal se
pronunciará de plano y la resolución que niegue lugar a esta solicitud será inapelable; sin
perjuicio de la apelación del fallo reclamado, si es procedente el recurso.233
Excepcionalmente procede el recurso de apelación en contra de un decreto, pues
conforme al art. 188 del CPC los autos y decretos no son apelables cuando ordenen trámites
necesarios para la substanciación regular del juicio; pero son apelables cuando alteran dicha
substanciación o recaen sobre trámites que no están expresamente ordenados por la ley. Esta
apelación sólo podrá interponerse con el carácter de subsidiaria de la solicitud de reposición y
para el caso que ésta no sea acogida. En consecuencia, jamás proceden los recursos de
casación, ni menos el recurso de revisión.

d. NOTIFICACIÓN DE LOS DECRETOS.


Por regla general, los decretos se notifican por el estado diario, y excepcionalmente
se pueden notificar en forma personal, si se trata de la primera notificación a las partes a
quienes haya de afectar el resultado. Así, por ejemplo, en el juicio ordinario de mayor cuantía,
si la demanda se acoge a tramitación se deberá dictar el correspondiente traslado, traslado que
para gran parte de la doctrina es un decreto (para otros es un sentencia interlocutoria), el cual
deberá notificársele personalmente al demandado.

3.2. EL AUTO.234
El art. 158 inc. IV del CPC, dice que se llama auto la resolución que recae en un incidente
no comprendido en el inciso anterior. Por lo tanto, relacionando esta definición con el inciso
anterior que define a la sentencia interlocutoria, se puede decir que auto es la resolución que
recae en un incidente, sin establecer derechos permanentes a favor de las partes, o sin resolver
sobre algún trámite que deba servir de base en el pronunciamiento de una sentencia definitiva o
interlocutoria (CASARINO). A su vez, el profesor ALFARO señala que los autos son aquellas
resoluciones judiciales que resuelven un incidente sin establecer derechos permanentes a favor
de las partes; puesto que el inc. IV del art. 158 del CPC sólo se remite a los incidentes, y la
segunda parte del inc. III no es un incidente, es decir, una cuestión accesoria a la principal.
Ejemplos de autos son: la resolución que se pronuncia sobre el privilegio de pobreza, ya
que no establece derechos permanentes a favor de una de las partes (según otros es una sentencia
interlocutoria); la resolución que recae sobre una medida precautoria, puesto que dichas medidas

233
En materia procesal penal, el ámbito de aplicación del recurso de reposición es más amplio, pues el art. 362 inc. I
del CPP señala que de las sentencias interlocutorias, de los autos y de los decretos dictados fuera de audiencias,
podrá pedirse reposición al tribunal que los hubiere pronunciado.
234
Hay que recordar que el proceso se conoce en la práctica con el término auto; de suerte que al hablar de autos,
bien se puede estar refiriendo a una determinada resolución judicial, como al mismo expediente (materialidad).

323
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son esencialmente provisionales (se establecen para asegurar el resultado de la acción); la


resolución que se pronuncia sobre el cambio de domicilio de una de las partes, y la resolución
que se pronuncia sobre el cambio de procurador.235
Los autos, al igual que los decretos, son susceptibles del recurso de reposición. Sin
embargo, se diferencian de los decretos, ya que siempre deben fallar incidentes, mientras que los
decretos no; y por otro lado, los autos debe dictarlos un juez (si se trata de un tribunal
unipersonal) o por tres ministros a lo menos (si se trata de un tribunal colegiado), mientras que
los decretos los dicta el secretario del tribunal o un ministro.

3.3. SENTENCIA INTERLOCUTORIA.


De acuerdo al art. 158 inc. III del CPC, es sentencia interlocutoria la que falla un incidente
del juicio estableciendo derechos permanentes a favor de las partes, o resuelve sobre algún
trámite que debe servir de base en el pronunciamiento de una sentencia definitiva o
interlocutoria236. Del concepto legal se pueden distinguir dos tipos de sentencia interlocutoria:
i. S e n t e n c i a i n t e r l o c u t o ri a d e p r i me r gr a d o o c l a s e , que es aquella que falla un
incidente del juicio estableciendo derechos permanentes a favor de las partes (la
diferencia con los autos es su efecto, pero ambas fallan incidentes).
En esta materia se plantea la discusión acerca de determinar ¿qué es derechos
permanentes a favor de las partes? Al respecto existen dos posiciones: la posición
mayoritaria de la doctrina señala que lo permanente dice relación tanto con el transcurso
del juicio, como con el resultado de éste, por lo tanto, si la resolución se puede modificar
durante o después del juicio, no es una sentencia interlocutoria; otros, en cambio, miran a
los derechos permanentes desde el momento en que se agota el juicio, ya que para
determinar si los efectos de una resolución son o no permanentes, hay que ver si los
resultados de esa resolución se proyectan después del juicio o no. Atendiendo a la
primera postura, se puede citar como ejemplos de sentencia interlocutoria de primer
grado, las siguientes resoluciones:
- La resolución que acoge una excepción dilatoria insubsanable. La resolución que se
pronuncie acerca de una excepción dilatoria, puede ser un auto o una sentencia
interlocutoria, atendiendo a si establece o no derechos permanentes en favor de las
partes; así, si la excepción dilatoria es acogida y el vicio no admite subsanación, se
emitirá por el tribunal una sentencia interlocutoria de primer grado, puesto que
establece un derecho permanente a favor del demandado (por ejemplo, si la demanda
ha sido presentada ante tribunal un incompetente; o falta la capacidad del
demandante); en cambio, si el defecto es subsanable, la resolución será un auto, pues
estará reconociendo un derecho transitorio, cuya existencia está limitada a la
corrección que efectúe el actor (por ejemplo, la ineptitud del libelo).
- La resolución que acepta el desistimiento de la demanda, puesto que el demandado

235
ORELLANA señala que son las resoluciones más excepcionales en un procedimiento y cuesta encontrar ejemplos
de ellas. Agrega, que en una futura modificación del CPC debieran eliminarse, dejando sólo a las sentencias
interlocutorias como resoluciones que se pronuncien sobre incidentes.
236
La locución interlocutoria proviene del latín interloqui, que significa: lo que se dice en el intermedio. Esta
resolución, pues, el juez la pronuncia en el transcurso del pleito.

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puede oponerse al desistimiento, produciéndose un incidente que se resolverá por


una sentencia interlocutoria que producirá cosa juzgada.
- La resolución que declara abandonado el procedimiento. Algunos, sin embargo,
señalan que si bien en el abandono del procedimiento se perdió todo lo obrado, la parte
quedará en condiciones de volver a demandar.
- Según algunos, la resolución que concede el privilegio de pobreza y la resolución que
acoge una medida precautoria. El profesor LUHRS y ALFARO creen que estos son más
bien ejemplos de autos (resuelven un incidente sin establecer derechos permanentes
para las partes); pues en el privilegio de pobreza se pide al tribunal que se compruebe
que se es pobre para quedar exento del pago de las costas, pero la resolución no
establece derechos permanentes, ya que se puede dejar de ser pobre; y por otra parte,
las medidas precautorias deben cesar siempre que desaparezca el peligro o se otorguen
cauciones suficientes (son esencialmente provisionales). Con todo, el profesor LUHRS
da dos ejemplos de sentencias interlocutorias de primera clase: la sentencia que falla
acerca de la validez de un documento extraprocesal, y la sentencia que declara que el
tribunal es competente (como en estas sentencias no se puede volver a discutir el tema,
se está frente a derechos permanentes para las partes).237

ii. La s e n t e n c i a i n t e r l o c u t o r i a d e s e gu n d o gr a d o o c l a s e es aquella que resuelve


sobre trámites que deben servir de base al pronunciamiento de una sentencia definitiva o
interlocutoria posterior (no falla incidentes). Por ejemplo, la resolución que recibe la
causa a prueba fija los elementos controvertidos que se deben probar, lo cual sirve de
base para el pronunciamiento de una sentencia definitiva238; la resolución que ordena
despachar mandamiento de ejecución en contra del deudor en el juicio ejecutivo; la
resolución que ordena el llamado a conciliación, etc.
La diferencia que presenta con los decretos, es que en estos no se resuelve nada, sólo dan
curso al proceso; en cambio, en la sentencia interlocutoria de segundo grado se resuelven
trámites.
Siguiendo a CASARINO, las sentencias interlocutorias también admiten otra clasificación
en: sentencias interlocutorias que ponen término al juicio o hacen imposible su prosecución (por
ejemplo, la resolución que acepta el desistimiento de la demanda; la resolución que declara el
abandono del procedimiento; las resolución que acepta la incompetencia del tribunal; etc.); y
sentencias interlocutorias que no tienen estas características. Esta clasificación tiene importancia
para los efectos de la procedencia del recurso de casación, pues este recurso (sea en el fondo o en
la forma) sólo procede en contra de las sentencias definitivas y en contra de las sentencias
interlocutorias que ponen término al juicio o hacen imposible su prosecución239. El profesor

237
El profesor LUHRS señala que para saber si se está ante una sentencia interlocutoria de primera clase o no, hay
que analizar dos cosas: si se ha resuelto un incidente, lo cual se sabe si a la solicitud se le dio trámite incidental (con
audiencia), pero el problema está en las figuras a las que se les da tramitación incidental y que no son incidentes; y
en segundo lugar, si crean o no derechos permanentes para las partes, es decir, que entran al patrimonio y no pueden
sacarse de él.
238
El profesor LUHRS recalca que si la resolución que recibe un incidente a prueba sirve de base para el
pronunciamiento de un auto, entonces es un mero decreto.
239
No obstante, hay ciertas y determinadas sentencias interlocutorias que, aun cuando no ponen término al juicio o
hacen imposible su continuación, son susceptibles de casación en la forma; se trata de sentencias interlocutorias de

325
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ALFARO agrega que esta clasificación también es importante para efectos del recurso de queja, el
cual sólo procede cuando la falta o abuso se comete en una sentencia definitiva o interlocutoria
que pone término al juicio o hace imposible su continuación.
Art. 766. El recurso de casación en la forma se concede contra las sentencias definitivas, contra las interlocutorias
cuando ponen término al juicio o hacen imposible su continuación y, excepcionalmente, contra las sentencias
interlocutorias dictadas en segunda instancia sin previo emplazamiento de la parte agraviada, o sin señalar día para
la vista de la causa.

Art. 767. El recurso de casación en el fondo tiene lugar contra sentencias definitivas inapelables y contra sentencias
interlocutorias inapelables cuando ponen término al juicio o hacen imposible su continuación, dictadas por Cortes de
Apelaciones o por un tribunal arbitral de segunda instancia constituido por árbitros de derecho en los casos en que
estos árbitros hayan conocido de negocios de la competencia de dichas Cortes, siempre que se hayan pronunciado
con infracción de ley y esta infracción haya influido substancialmente en lo dispositivo de la sentencia.

3.4. SENTENCIA DEFINITIVA.

a. CONCEPTO Y CARACTERÍSTICAS.
Según el art. 158 inc. II del CPC, es sentencia definitiva la que pone fin a la instancia,
resolviendo la cuestión o asunto que ha sido objeto del juicio. Según el profesor ALFARO,
doctrinalmente la sentencia definitiva es el acto judicial que resuelve heterocompositivamente el
litigio ya procesado, mediante la aceptación que el juez hace de alguna de las encontradas
posiciones mantenidas por los antagonistas, luego de evaluar los medios confirmatorios de las
afirmaciones efectuadas por el actor y de la aplicación particularizada al caso de una norma
jurídica que preexiste en abstracto, con carácter general.
Esta es la resolución judicial más importante que se dicta en el proceso, pues resuelve la
controversia objeto principal del pleito; y para que una resolución judicial tenga la naturaleza
procesal de una sentencia definitiva, requiere la concurrencia copulativa de dos requisitos o
características:
i. Que ponga fin o término a la instancia. La instancia es cada uno de los grados
jurisdiccionales que la ley establece, para que los tribunales puedan conocer y fallar los
negocios sometidos a su decisión, con facultad soberana para pronunciarse sobre todas las
cuestiones de hecho y de derecho que en ellos se susciten. La regla general, es que los
asuntos judiciales sean conocidos en doble instancia, y la excepción, que lo sean en única
instancia; de ahí que las sentencias definitivas se clasifiquen en sentencias definitivas de
única, primera y segunda instancia.
Debido a este requisito, es que las sentencias de casación, tanto las que rechazan el
recurso como las que lo acogen, no son propiamente sentencias definitivas, pues, a pesar
de que participen de sus características formales, la casación no es una instancia, sino que
solamente un grado o fase jurisdiccional.
ii. Que resuelva la cuestión o asunto que ha sido objeto del pleito. Hay que tener presente
que hay resoluciones judiciales que ponen fin a la instancia, pero no lo hacen resolviendo
la controversia o asunto principal; por ejemplo, la resolución que declara el abandono del

segunda instancia que han sido pronunciadas sin previo emplazamiento de la parte agraviada o sin señalamiento de
día para la vista de la causa.

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procedimiento, la que declara desierto el recurso de apelación, la que acepta el


desistimiento de la demanda, la que declara la prescripción de la apelación. Todas estas
resoluciones son sentencias interlocutorias, pues no resuelven la cuestión o asunto que ha
sido objeto del pleito, sino que aspectos formales del juicio.

b. CLASIFICACIÓN DE LAS SENTENCIAS DEFINITIVAS.


i. Según la instancia en que son pronunciadas, las sentencias definitivas pueden ser: de
ú n i c a i n s t a n c i a , que es aquella respecto de la cual no procede recurso de apelación
(pero puede proceder un recurso extraordinario para revisar); d e p r i me r a i n s t a n c i a ,
que es aquella respecto de la cual procede recurso de apelación; y de s e gu n d a
i n s t a n c i a , que es aquella que pronuncia el tribunal de segunda instancia, respecto de la
sentencia de primera instancia, la cual, a su vez, puede ser: confirmatoria, si confirma la
sentencia de primera instancia y la mantiene igual; revocatoria, en caso de que se acoja el
recurso; o modificatoria, si modifica en algún sentido la sentencia de primera instancia,
pero mantiene la decisión fundamental (por ejemplo, la acción de indemnización de
perjuicios en que se cambia sólo el monto).
ii. Según su contenido, se distingue entre: s e n t e n c i a c o n d e n a t o r i a o e s t i m a t o r i a ,
que es aquella en cuya virtud el juez o tribunal acoge la pretensión del demandante, es
decir, el dictamen del juez es favorable al demandante o acusador; y s e n t e n c i a
a b s o l u t o ri a o d e s es t i m a t o r i a , que es aquella mediante la cual el órgano
jurisdiccional da la razón al demandado o acusado.
iii. Según su firmeza, permanencia o posibilidad de ejecución, se clasifican en: s e n t e n c i a
f i r m e , que es aquella contra la cual no cabe la interposición de ningún recurso, ordinario
o extraordinario; y s e n t e n c i a n o f i r me o r e c u rr i b l e , que es aquella contra la que se
pueden interponer recursos.
iv. Según si resuelven la controversia total o parcialmente, se distingue entre: s e n t e n c i a s
d e f i n i t i v a s t o t a l e s , que son aquellas que resuelven toda la controversia de una vez; y
s e n t e n c i a s d e f i n i t i v a s p a r c i a l e s , que son aquellas que resuelven sólo una parte de
la controversia o sólo alguna de las cuestiones que la integran, en los casos en que la ley
así lo autoriza. En efecto, conforme al art. 172 del CPC, cuando en un mismo juicio se
ventilen dos o más cuestiones que puedan ser resueltas separada o parcialmente, sin que
ello ofrezca dificultad para la marcha del proceso, y alguna o algunas de dichas
cuestiones o parte de ellas, lleguen al estado de sentencia antes de que termine el
procedimiento en las restantes, podrá el tribunal fallar desde luego las primeras; agrega
el inc. II que en este caso se formará cuaderno separado con compulsas de todas las
piezas necesarias para dictar el fallo y ejecutarlo, a costa del que solicite la separación.
Esta institución tiende, naturalmente, a obtener una mayor rapidez en la decisión de las
cuestiones controvertidas en el pleito, en relación con el tiempo en que van quedando en
estado de sentencia. En la práctica, no se ha hecho uso de este derecho con frecuencia,
pero igualmente pueden darse supuestos como el siguiente: en una misma demanda se
entablan dos acciones, una de las cuales debe recibirse a prueba por fundarse en hechos
que han sido contradichos por las partes, y la otra puede resolverse desde luego, por
tratarse nada más que de una controversia de derecho; o en un juicio el demandado

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deduce reconvención, pero resulta que la acción principal ha suscitado únicamente una
controversia de derecho, no así la reconvención, que necesita de prueba, por tanto, no hay
inconveniente para que el demandante solicite la dictación de sentencia definitiva
respecto de la acción principal y, en caso de accederse, tendrá que formarse el
correspondiente cuaderno separado.
v. Y según su objeto o finalidad, las sentencias se clasifican en: sentencias definitivas de
condena, meramente declarativas y constitutivas.240
- Las s e n t e n c i a s d e f i n i t i v a s d e c o n d e na son aquellas que imponen una
prestación al demandado en favor del demandante, y que permiten, posteriormente,
obtener el cumplimiento de dicha prestación por vía ejecutiva (son las sentencias más
comunes, por ser también más frecuente el ejercicio de las acciones de condena).
Desde el momento en que las sentencias de condena declaran una prestación a favor de
una de las partes, participan en cierto sentido de las sentencias declarativas; pero la
diferencia está, en que las sentencias de condena siempre a habilitan al demandante a
obtener el cumplimiento de la prestación por la vía ejecutiva posterior.
- La s s e n t e n c i a s d e f i n i t i v a s me r a m e n t e d e c l a ra t i v a s son aquellas que se
pronuncian sobre una relación jurídica que aparece incierta. Aquí el demandante se
contenta con que la sentencia disipe o aclare las dudas que existen sobre una
determinada relación jurídica de orden sustancial, sin necesidad de ir aparejadas de
ejecución o cumplimiento compulsivo. En este sentido, también serían sentencias
declarativas aquellas que desestiman la demanda, o sea, que favorecen al demandado.
- Las s e n t e n c i a s c o n s t i t ut i v a s son aquellas cuyo pronunciamiento produce la
existencia de estados jurídicos nuevos (por ejemplo, las sentencias de divorcio, de
nulidad de matrimonio, de interdicción, etc.).241

La importancia de esta clasificación doctrinaria, se traduce en los diferentes efectos que


producen unas y otras sentencias definitivas. Así, las sentencias de condena abren la vía
ejecutiva posterior, y el deudor queda constituido en mora desde el momento de la
notificación de la demanda correspondiente; en cambio, las sentencias puramente
declarativas no dan origen a ejecución posterior (su finalidad está involucrada en su
propia dictación), y el derecho declarado existirá desde el momento en que se produjo su
fuente u origen; y, por otra parte, las sentencias constitutivas producen solamente efectos
hacia el futuro y de carácter erga omnes.
.

240
Esta clasificación se relaciona con la que se hizo respecto de las resoluciones judiciales, a propósito de la
finalidad de la pretensión, en donde se distinguió entre sentencias declarativas, ejecutivas y cautelares. Ahora bien,
las sentencias definitivas sólo son declarativas, pues las resoluciones cautelares son autos, ya que resuelven una
incidencia no estableciendo derechos permanentes para las partes, y la sentencia que autoriza la ejecución, es una
sentencia interlocutoria de segunda clase, pues sirve de base para el pronunciamiento de una sentencia definitiva o
interlocutoria.
241
Mucho se ha discutido en doctrina sobre la existencia de estas sentencias, algunos dicen que no debiera
reconocérselas, por cuanto mediante ellas puede llegar a obtenerse que los tribunales formulen declaraciones
teóricas; pero lo anterior se rebate señalando que hay veces en que es indispensable la certidumbre jurídica,
siendo su obtención el verdadero interés de las partes, en especial del actor.

328
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4. REQUISITOS DE LAS RESOLUCIONES JUDICIALES.

4.1. REQUISITOS GENERALES DE TODA RESOLUCIÓN JUDICIAL.


Como se dijo, una de las importancias de la clasificación de las resoluciones judiciales
que formula el art. 158 del CPC, es para saber los requisitos de forma a que se deben ajustar en su
redacción o pronunciamiento. No obstante, hay requisitos generales aplicables a toda resolución,
y aluden a ellos alude el art. 169 del CPC, el cual señala que toda resolución, de cualquiera clase
que sea, deberá expresar en letras la fecha y lugar en que se expida (por ejemplo, “en
Valparaíso, a trece de julio de dos mil diez…”), y llevará al pie la firma del juez o jueces que la
dicten o intervengan en el acuerdo. Agrega el inc. II que cuando después de acordada una
resolución y siendo varios los jueces se imposibilite alguno de ellos para firmarla, bastará que
se exprese esta circunstancia en el mismo fallo.
Asimismo, al ser las resoluciones un tipo de actuación judicial, deben llevar la firma del
secretario (o el oficial primero tratándose de decretos) autorizando la resolución; pues de acuerdo
al art. 61 inc. III del CPC, la autorización del funcionario a quien corresponda dar fe o certificado
del acto es esencial para la validez de la actuación. Y por otro lado, debe dejarse constancia de
ella en el proceso.
Por último, hay que recordar que la primera resolución judicial que se pronuncie en el
proceso, fuera de los requisitos generales antes indicados, debe contener un requisito específico,
que consiste en asignarle un número de orden, con el que figurará en el rol del tribunal hasta su
terminación; esto con el objeto de practicar las notificaciones por el estado diario (este número es
distinto para cada instancia).

4.2. REQUISITOS DE LOS DECRETOS.


En primer lugar, lo decretos deben cumplir con los requisitos de forma comunes a toda
resolución judicial, y con los requisitos propios de toda primera resolución judicial, en caso que
el decreto fuese esta clase de resolución (por ejemplo, la resolución que provee la demanda y
confiere traslado).
En cuanto a los requisitos de fondo de los decretos, no hay una disposición legal expresa
que los señale, esto debido a que no resuelven nada, sólo tienen por objeto dar curso progresivo a
los autos y, por tanto, no requieren exponer fundamentación, simplemente dirán el trámite que
hay que cumplir (“acompáñese”, “traslado”, etc.)

4. 3. REQUISITOS DE LOS AUTOS Y DE LAS SENTENCIAS INTERLOCUTORIAS.


Primero que todo, deben cumplir con los requisitos de forma comunes a toda resolución
judicial. Luego, el legislador se ha preocupado de señalar expresamente los requisitos de fondo
propios que deben contener en el art. 171 del CPC, el cual señala que en las sentencias
interlocutorias y en los autos se expresarán, en cuanto la naturaleza del negocio lo permita, a
más de la decisión del asunto controvertido, las circunstancias mencionadas en los números 4° y
5° del artículo precedente, esto es, las consideraciones de hecho o de derecho que sirven de
fundamento a la sentencia (art. 170 Nº 4); y la enunciación de las leyes, y en su defecto, de los
principios de equidad, con arreglo a los cuales se pronuncia el fallo (art. 170 Nº 5).
Este último requisito no es esencial, pues sólo es necesario cuando la naturaleza del

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negocio así lo permite (determinar esta circunstancia es una cuestión de hecho que queda
entregada al criterio del tribunal sentenciador). Lo que sí deben contener, es la decisión del
asunto controvertido en el incidente; pues ambos tipos de resoluciones se pronuncian sobre
incidentes, con la diferencia de que las sentencias interlocutorias de primer grado establecen
derechos permanentes para las partes.
El profesor ORELLANA señala que las sentencias interlocutorias de segundo grado deben
cumplir con los requisitos generales de toda resolución judicial y, además, deben referirse al
trámite específico que hay que cumplir (por ejemplo, “se recibe la causa a prueba”); pero este
tipo de resoluciones no debe contener considerandos de hecho y de derecho, y tampoco la
decisión del asunto, ya que sólo tienen por objeto servir de base a una sentencia definitiva o
interlocutoria posterior.
Por último, los autos y las sentencias interlocutorias deben contener un pronunciamiento
expreso sobre la condena al pago de las costas, respecto a la parte que fuere vencida totalmente
en un incidente. Pues de acuerdo al art. 144 del CPC, la parte que sea vencida totalmente en un
juicio o “en un incidente”, será condenada al pago de las costas. Podrá con todo el tribunal
eximirla de ellas cuando aparezca que ha tenido motivos plausibles para litigar, sobre lo cual
hará declaración expresa en la resolución.

4.4. REQUISITOS DE LAS SENTENCIAS DEFINITIVAS.


Las sentencias definitivas, por su importancia manifiesta, están sometidas a requisitos de
forma y de fondo más complejos que los anteriormente señalados. Para conocer estos requisitos,
es necesario tener a la vista lo que disponen una serie de normas del CPC, del COT, y del
Autoacordado del año 1920 sobre la Forma de Redactar las Sentencias (pronunciado por la CS); y
es necesario distinguir si se trata de una sentencia definitiva de única, de primera o de segunda
instancia, y, en este último caso, si se trata de una sentencia confirmatoria, modificatoria o
revocatoria.

a. SENTENCIAS DEFINITIVAS DE ÚNICA O DE PRIMERA INSTANCIA.


El cúmulo de requisitos exigidos a esta clase de sentencias, puede ser organizados en tres
partes: una expositiva, una considerativa, y una resolutiva.
i. La pa r t e e x p o s i t i v a o e n u n c i a t i v a e s aquella que va en el inicio de la sentencia, y
debe contener los siguientes puntos:
- Debe comenzar expresando el lugar en que se expida, y en letras el día, mes y año.
Pues, de acuerdo al art. 169 del CPC, toda resolución, de cualquiera clase que sea,
deberá expresar en letras la fecha y lugar en que se expida…
- De acuerdo al art 170 N° 1 del CPC, las sentencias definitivas de primera o de única
instancia y las de segunda que modifiquen o revoquen en su parte dispositiva las de
otros tribunales, contendrán: 1) la designación precisa de las partes litigantes, su
domicilio y profesión u oficio. El objeto de esta mención, es determinar con exactitud
quiénes han sido partes en el juicio y, por consiguiente, a quiénes va a afectar la
sentencia. El precepto se refiere sólo a las partes litigantes, pero habrá que
individualizar tanto a las partes directas como a los terceros relativos, y a los
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procuradores y abogados. Los datos de la individualización los toma el tribunal de los


escritos fundamentales que rolan en el mismo proceso.
- De conformidad con el Nº 2 del art. 170, deben contener la enunciación breve de las
peticiones o acciones deducidas por el demandante y de sus fundamentos; y conforme
al Nº 3 de la misma disposición, dichas resoluciones deben contener igual enunciación
(breve) de las excepciones o defensas alegadas por el demandado. Esta parte de la
sentencia da una idea del contenido del pleito.242
- El N° 3 del Autoacordado señala que deben mencionar si ha sido o no recibida la
causa a prueba; y el Nº 4, por su parte, establece que deben indicar si las partes fueron
citadas para oír sentencia o no, en los casos previstos por la ley.
Como se puede apreciar, la parte expositiva de las sentencias definitivas de primera o
única instancia, tiene por objeto individualizar a la partes litigantes y precisar el
contenido del juicio; y su importancia radica, precisamente, en que indica la controversia
a resolver (la delimita), y sirve para saber a quiénes se va a extender la sentencia y,
además, si se ha producido o no la excepción de cosa juzgada.

ii. La pa r t e c o n s i d e r a t i v a e s aquella que va al medio de la sentencia, y que contiene los


siguientes puntos: las consideraciones de hecho o de derecho que sirven de fundamento a
la sentencia (art. 170 N° 4 del CPC)243; la enunciación de las leyes, y, en su defecto, de los
principios de equidad, con arreglo a los cuales se pronuncia el fallo (art. 170 N° 5 del
CPC). Como se puede apreciar, la parte considerativa tiene por objeto establecer las
razones de hecho (a la luz de la prueba rendida) y de derecho que asisten al tribunal para
llegar a la conclusión que formulará en la parte resolutiva; y su importancia se demuestra
por el hecho de que esta parte sirve para evitar la arbitrariedad judicial, pues ella está
destinada, fundamentalmente, a que el juez dé las razones por las cuales desestima la
demanda o los motivos por los cuales la acoge (el profesor FORTTES señala que es la
parte medular de la sentencia).244

242
El CPC se limita a exigir una enunciación “breve” de las acciones y excepciones o defensas interpuestas por las
partes, y sus fundamentos; pero en la práctica, se había desvirtuado la finalidad de la ley copiándose literalmente los
escritos fundamentales. Es por ello que el Autoacordado prohibió expresamente que en la sentencia se transcribieran
íntegramente o en parte las solicitudes que hayan presentado los litigantes, salvo aquellas peticiones concretas que,
por su naturaleza o significación, exijan ser transcritas íntegramente para su más fácil y exacta inteligencia.
243
El Nº 5 del Autoacordado dispone que se establecerán con precisión los hechos sobre los que versa la cuestión
que debe fallarse, con distinción de los que fueron aceptados o reconocidos por las partes, de aquellos respecto de
los cuales haya versado discusión.
244
La redacción de esta parte de la sentencia es en extremo delicada, y es por ello que aquí los jueces deben poner su
mayor empeño, de forma que los litigantes queden en condiciones de apreciar por sí mismos la exactitud y
corrección con que ha sido evaluada la prueba, para llevarlos al convencimiento de que lo resuelto es la expresión
fiel de la justicia y de la ley, y para que, en caso de no estimarlo así, puedan recurrir a los tribunales superiores en
demanda del mejor derecho que piensan les asiste. Hay veces en que las consideraciones de derecho son suficientes
para acoger o rechazar las peticiones de las partes; en estos casos, algunos jueces estiman que están relevados de la
obligación de establecer también los hechos del pleito, a la luz de las pruebas rendidas; pero éste es un profundo
error, pues aun cuando el pleito se pueda decidirse por razones de derecho, siempre se deben establecer los hechos:
en primer término, porque el CPC no hace ningún distingo sobre el particular; y, en segundo lugar, porque el tribunal
superior puede estar en desacuerdo con la opinión del inferior en cuanto al derecho, y se va a encontrar con que en el
fallo recurrido no hay hechos establecidos. Si la situación anterior es delicada para un tribunal de alzada, lo es

331
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Al ser la parte considerativa el fundamento de la parte resolutiva, tiene que haber entre
ellas la debida correspondencia y armonía; no la hay, por ejemplo, si los considerandos
tienden a demostrar que la acción debe ser acogida, y luego la parte resolutiva declara no
haber lugar a la demanda.

iii. Por último, la p a r t e r e s o l u t i v a o d e c i s or i a es aquella que va al final de la


sentencia y contiene los siguientes puntos:
- De acuerdo al art. 170 Nº 6 del CPC, debe contener la decisión del asunto
controvertido. Esta decisión deberá comprender todas las acciones y excepciones que
se hayan hecho valer en el juicio (tanto las aceptadas como las rechazadas); pero
podrá omitirse la resolución de aquellas (acciones y excepciones) que sean
incompatibles con las aceptadas. Ahora bien, las acciones que tiene que decidir el
tribunal las encontrará en el escrito de demanda, y las excepciones en el de
contestación; salvo las excepciones de prescripción, cosa juzgada, transacción y pago
efectivo de la deuda cuando ésta se funde en un antecedente escrito, las que podrán
oponerse en cualquier estado de la causa (excepciones anómalas), y que, por
consiguiente, se hallarán en cualquiera solicitud posterior. También tendrá el tribunal
que examinar los escritos de réplica y dúplica, por cuanto en ellos las partes pueden
ampliar, adicionar o modificar las acciones y excepciones que hayan formulado en la
demanda y contestación, pero sin que puedan alterar las que sean objeto principal del
pleito (art. 312 del CPC).
Esto se relaciona directamente con la congruencia procesal, es decir, con la
correspondencia que debe existir entre lo pretendido por las partes y lo fallado por el
juez. Cuando no existe esta correspondencia, hay una incongruencia procesal, la cual
se puede producir de distintas maneras: a través de la m i n u s p e t i t a , lo cual ocurre
cuando el juez en su sentencia no se pronuncia sobre todas las pretensiones y defensas
de las partes (otorga menos de lo pedido por la parte); mediante la u l t r a p e t i t a ,
incongurencia que tiene lugar cuando una resolución judicial concede más de lo
pedido por una de las partes; y a través de la e x t r a p e t i t a , la cual tiene lugar
cuando el juez otorga algo diferente a lo solicitado por las partes (por ejemplo, una
persona entabla una demanda buscando una indemnización por responsabilidad
contractual, sin mencionar una eventual responsabilidad extracontractual, y el juez
niega la primera, dando lugar a la segunda). Sin embargo, lo anterior no es del todo
absoluto, pues se exceptúan dos casos:
a) De acuerdo al art. 170 N° 6 del CPC, la sentencia definitiva puede omitir la decisión
de aquellas acciones o excepciones que sean incompatibles con las ya aceptadas.
Por ejemplo, en un juicio se deducen las acciones de cumplimiento y de resolución
de un mismo contrato; el juez en la sentencia podrá acoger la acción de
cumplimiento y abstenerse de pronunciarse sobre la acción de resolución, por
estimarla incompatible con la anterior; o el demandado el demandado puede oponer
las excepciones de prescripción y de pago. Esta facultad es de carácter discrecional
para el tribunal, pues la ley emplea la expresión “podrá omitirse”; pero en caso que

mayor para la CS, puesto que, conociendo de un recurso de casación, no puede entrar por sí misma a dar por
establecidos los hechos del pleito, sino que debe aceptarlos en la forma como vienen en el fallo recurrido.

332
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el tribunal haga uso de ella, tendrá que dar cumplimiento a otra importante
obligación, que consiste en exponer los motivos que hubiere tenido para considerar
incompatible la acción o la excepción que deja de fallar, con aquella acción o
excepción que ya aceptó (esto según el Nº 11 del autoacordado).
b) La segunda excepción está contemplada en la parte final del art. 160 del CPC, el cual
dispone que las sentencias se pronunciarán conforme al mérito del proceso, y no
podrán extenderse a puntos que no hayan sido expresamente sometidos a juicio por
las partes, “salvo en cuanto las leyes manden o permitan a los tribunales proceder
de oficio”. El caso típico, es el de la nulidad absoluta, que puede y debe ser
declarada de oficio cuando aparece de manifiesto en el acto o contrato.

- En segundo lugar, la parte resolutiva debe referirse a la legalidad de las tachas


deducidas en contra de los testigos que hubieren declarado en el juicio, pues de
acuerdo al art. 379 inc. II del CPC, la legalidad de las tachas y su comprobación serán
apreciadas y resueltas en la sentencia definitiva; y por otro lado, debe pronunciarse
sobre la condena o absolución en el pago de las costas.245
- La orden de copiar la sentencia en el Libro Copiador de Sentencias, el cual es llevado
por el Secretario. En efecto, conforme al art. 384 del COT, los secretarios deberán
llevar los siguientes registros: 1) un registro foliado compuesto por copias escritas a
máquina, autorizadas por el secretario, de las sentencias definitivas que se dicten en
los asuntos civiles contenciosos o de jurisdicción voluntaria. También se copiarán en
dicho libro las sentencias interlocutorias que pongan término al juicio o hagan
imposible su continuación.
- Conforme al art. 173 del CPC, cuando una de las partes haya de ser condenada a la
devolución de frutos o a la indemnización de perjuicios, y se ha litigado sobre su
especie y monto, la sentencia determinará (en su parte resolutiva) la cantidad líquida
que por esta causa deba abonarse, o declarará sin lugar el pago, si no resultan
probados la especie y el monto de lo que se cobra, o, por lo menos, las bases que
deban servir para su liquidación al ejecutarse la sentencia. Agrega el inc. II que en el
caso de que no se haya litigado sobre la especie y el monto de los frutos o perjuicios
(sino que sólo sobre la existencia misma del derecho a los frutos o del derecho a la
indemnización de perjuicios), el tribunal reservará a las partes el derecho de discutir
esta cuestión en la ejecución del fallo o en otro juicio diverso.
- Por último, como toda resolución judicial, debe llevar la firma del juez que la hubiere
dictado (art. 169 del CPC); y como toda actuación judicial, debe llevar la firma del
secretario, debiendo éste expresar, antes de la suya, el nombre y apellidos del juez y la
calidad de propietario, interino, suplente o subrogante (art. 61 inc. final del CPC y N°
16 del Autoacordado).

245
Algunos dicen que, eventualmente, las sentencias definitivas contienen una especie de injerto de sentencia
interlocutoria de segundo grado, toda vez que deben pronunciarse sobre las costas y sobre la legalidad y
comprobación de las tachas de testigos, cuando éstas han sido dejadas para definitiva. O sea, pueden haber
sentencias interlocutorias que no se producen durante la sustanciación, sino que se integran a una sentencia
definitiva, como el caso de la habilidad o inhabilidad de los testigos; y algo similar con la prueba instrumental.
Por tanto, el tribunal puede decidir de inmediato o dejarlo para la sentencia definitiva.

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Como se dijo, la parte resolutiva es la consecuencia lógica de la parte considerativa; y


como el juez debe pronunciarse sobre las acciones y excepciones hechas valer por las
partes, también se relaciona con la parte expositiva, pues ahí se señalan cuáles son.
Por último, hay que señalar que es en este momento cuando el juez ejerce, en toda su
amplitud, la jurisdicción de que se halla investido, pues aquí debe declarar si la demanda
debe ser estimada o acogida, o debe ser desestimada o rechazada

b. SENTENCIAS DEFINITIVAS DE SEGUNDA INSTANCIA.


Aquí hay que distinguir si se trata de una sentencia definitiva de segunda instancia
confirmatoria, revocatoria, o modificatoria.
i. Las s e n t e n c i a s d e f i n i t i v a s c o n f i r m a t o ri a s son aquellas pronunciadas por un
tribunal de alzada y que aceptan sin reservas la sentencia definitiva de primera instancia.
El CPC no establece ninguna exigencia de requisito de forma o de fondo especial para esta
clase de sentencias, en consecuencia, deben reunir los mismos requisitos generales de
toda resolución judicial, es decir, deberá comenzar expresando el lugar en que se expidan
y en letras el día, mes y año; y sólo debe contener la parte resolutiva confirmando el fallo,
con la firma del juez y del secretario. Un ejemplo de sentencia confirmatoria, es la
siguiente: “En Valparaíso, treinta de noviembre de dos mil once. Vistos (parte
resolutiva): se confirma, con costas la sentencia definitiva de primera instancia, de fecha
de 30 de marzo de dos mil ocho, escrita a fojas 35. Devuélvanse. Firma de los Ministros,
y firma del Secretario.
Pero puede ocurrir que el tribunal de alzada esté dispuesto a confirmar en todas sus partes
la sentencia definitiva de primera instancia, y a esta última le falten todos o algunos de
los requisitos de forma o de fondo que debe contener. En este supuesto, el art. 170 inc. II
del CPC señala que en igual forma (cumpliendo con los seis numerales del art. 170 inc. I)
deberán dictarse las sentencias definitivas de segunda instancia que confirmen sin
modificación las de primera, cuando éstas no reúnen todos o algunos de los requisitos
indicados en la enunciación precedente.246
Fuera de la facultad de completar o subsanar el o los requisitos omitidos en la sentencia
de primera instancia que se trata de confirmar, la ley permite al tribunal de alzada casar
de oficio el fallo de primera instancia. En efecto, el art. 775 del CPC señala que no
obstante lo dispuesto en los arts. 769 (haber deducido los recursos procesales
oportunamente) y 774 (una vez interpuesto el recurso no puede hacerse ninguna
variación), pueden los tribunales, conociendo por vía de apelación, consulta o casación o

246
La redacción de este precepto ha dado origen a ciertas dificultades en la práctica, pues ¿esto significa que la
sentencia de segunda instancia debe contener todos los requisitos de la primera, tanto los omitidos como los no
omitidos; o por el contrario, sólo los omitidos? La jurisprudencia se ha uniformado señalando que la sentencia
confirmatoria de segunda instancia se debe limitar a subsanar o completar los requisitos omitidos. Así, por ejemplo,
si la sentencia de primera instancia omite la designación precisa de las partes litigantes, la sentencia de segunda
instancia al confirmarla, dirá: “Completando la parte expositiva de la sentencia en alzada, en el sentido de que las
partes litigantes son XXX y XXX, se confirma la expresada sentencia”; o puede suceder que la sentencia de primera
instancia omita las consideraciones de hecho que debieron servirle de fundamento, en este sentido la sentencia de
segunda instancia, al confirmarla, dirá: “Teniendo además, presente... (y en seguida vendrán los considerandos de
hecho omitidos), se confirma la sentencia en alzada”.

334
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en alguna incidencia, invalidar de oficio las sentencias cuando los antecedentes del
recurso manifiesten que ellas adolecen de vicios que dan lugar a la casación en la
forma… y de acuerdo al art. 768 del CPC, el recurso de casación en la forma ha de
fundarse precisamente en alguna de las causas siguientes: 5) en haber sido pronunciada
con omisión de cualquiera de los requisitos enumerados en el art. 170. En este caso,
deberá el mismo tribunal, acto continuo y separadamente, dictar la sentencia que
corresponde con arreglo a la ley. Pero si el defecto que se advierte es la omisión del fallo
sobre alguna acción o excepción que se haya hecho valer en el juicio, el tribunal
superior podrá limitarse a ordenar al de la causa que complete la sentencia, dictando
resolución sobre el punto omitido, y entre tanto suspenderá el fallo del recurso (art. 775
inc. II del CPC).

ii. La s s e n t e n c i a s d e fi n i t i v a s m o d i f i c a t o r i a s o re v o c a t o r i a s , son aquellas


sentencias definitivas pronunciadas por el Tribunal de Alzada, que modifican (revocación
parcial) o revocan (modificación total) la parte resolutoria de un fallo de primera
instancia. Para ver qué requisitos deben cumplir dichas sentencias, hay que hacer una
distinción:
- Si el fallo de primera instancia reúne los requisitos exigidos por el art. 170 inc. I, la
sentencia de segunda instancia que la modifique o revoque, basta que reproduzca la
parte expositiva de la primera (incluso puede omitir la parte expositiva, remitiéndose a
la de sentencia de primera instancia), y en seguida, debe exponer los considerandos de
hecho y de derecho que demuestran la necesidad de modificar o revocar la sentencia
de primera instancia, y terminará haciendo declaración sobre las acciones y
excepciones que constituyen el asunto controvertido. Esto lo confirma el art. 170 inc.
final, que señala que si la sentencia de primera instancia reúne estos requisitos, la de
segunda que modifique o revoque no necesita consignar la exposición de las
circunstancias mencionadas en los números 1, 2, 3 del presente artículo (parte
expositiva) y bastará referirse a ella.247
- Pero si la sentencia de primera instancia no reúne todos los requisitos que le son
propios, la sentencia de segunda que modifique o revoque dicha sentencia,
necesariamente deberá reunir todos los requisitos señalados en el art. 170 inc. I del
CPC, es decir, deberá constar de parte expositiva, considerativa y resolutiva. En efecto,
el encabezado del art. 170 inc. I del CPC señala que las sentencias definitivas de
primera o de única instancia y las de segunda que modifiquen o revoquen en su parte
dispositiva (resolutiva) las de otros tribunales, contendrán…248

247
Esto se asemeja a los requisitos que debe reunir la sentencia de reemplazo que se dicta a propósito de un recurso
de casación en el fondo, pues de acuerdo al art. 785 inc. I del CPC, cuando la CS invalide una sentencia por casación
en el fondo, dictará acto continuo y sin nueva vista, pero separadamente, sobre la cuestión materia del juicio que
haya sido objeto del recurso, la sentencia que crea conforme a la ley y al mérito de los hechos tales como se han
dado por establecidos en el fallo recurrido, reproduciendo los fundamentos de derecho de la resolución casada que
no se refieran a los puntos que hayan sido materia del recurso y la parte del fallo no afectado por éste.
248
No hay que olvidar que en las sentencias definitivas de segunda instancia modificatorias o revocatorias de la
parte dispositiva de las de primera, deben expresar la opinión de los miembros del tribunal que fuere disconforme
con la de la mayoría, y el nombre del ministro redactor de la sentencia, todo ello si se tratare de un tribunal
colegiado (N° 14 y 15 Auto Acordado).

335
DERECHO PROCESAL CIVIL - LOS ACTOS JURÍDICOS PROCESALES
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iii. S e n t e n c i a s d e f i n i t i v a s d e ú n i c a i n s t a n c i a d i c t a d a s por u n t r i b u n a l d e
a l z a d a . La regla general, es que el tribunal de alzada decida el asunto controvertido
confirmando lo ya resuelto por el juez de primera instancia, o modificando o revocando la
sentencia de este último y decidiendo por su cuenta la suerte de las acciones o
excepciones hechas valer en el juicio. Pero hay casos excepcionales en que el tribunal de
alzada se pronuncia por primera vez y, por consiguiente, en única instancia, sobre
acciones o excepciones que, si bien, se hicieron valer en el juicio, no fueron decididas por
la sentencia de primera instancia; estos casos son:
- Como se dijo, la segunda parte del art. 170 N° 6 del CPC señala que podrá omitirse la
resolución de aquellas (acciones y excepciones) que sean incompatibles con las
aceptadas. En este supuesto, conforme al art. 208 del CPC, podrá el tribunal de
alzada fallar las cuestiones ventiladas en primera instancia y sobre las cuales no se
haya pronunciado la sentencia apelada por ser incompatibles con lo resuelto en ella,
sin que se requiera nuevo pronunciamiento del tribunal inferior. Se trata de un
precepto fundado en razones de economía procesal; así, por ejemplo, si en una
demanda se hace valer una acción de cumplimiento de contrato y, en subsidio, una
acción de resolución de ese mismo contrato, y el juez inferior declara que ha lugar a la
acción de cumplimiento de contrato y se abstiene de pronunciarse sobre la acción de
resolución (por ser incompatible con la de cumplimiento ya aceptada), y luego se apela
dicha sentencia, y el tribunal de alzada estima que se debe rechazar la acción de
cumplimiento y, en cambio, debe acogerse la acción de resolución. Para decidir el
asunto controvertido en esta forma, el tribunal de alzada no necesita enviar los autos al
tribunal inferior a fin de que se pronuncie sobre la acción de resolución no decidida, ya
que esto lo hace en única instancia el propio tribunal de alzada.
¿Puede el tribunal de alzada fallar de oficio las acciones o excepciones cuyo fallo fue
omitido en la sentencia de primera instancia por ser incompatibles con las aceptadas, o
necesita petición expresa de parte interesada? Según CASARINO, el art. 208 del CPC
sólo da una regla de competencia y, por consiguiente, no ha modificado el principio
fundamental de la pasividad de los tribunales; por lo tanto, la parte que tiene interés
en que se fallen las acciones o excepciones omitidas, debe hacer expresa petición en
este sentido, utilizando para ello el escrito en que deduce la apelación, y el apelado
podrá efectuarla en el escrito de adhesión a la apelación. Al no hacerse esta petición, y
el tribunal de alzada fallare de oficio las acciones o excepciones, se corre el riesgo de
que se anule la sentencia de segunda instancia por ultra petita.
- Otro caso se da en el juicio sumario, pues el art. 692 del CPC establece que en segunda
instancia, podrá el tribunal de alzada, a solicitud de parte, pronunciarse por vía de
apelación sobre todas las cuestiones que se hayan debatido en primera para ser
falladas en definitiva, aun cuando no hayan sido resueltas en el fallo apelado. Este
caso es totalmente diverso del anterior, pues mientras que el art. 208 del CPC se pone
en el supuesto de que el fallo de primera no haya decidido una acción o excepción por
ser incompatibles con las aceptadas, el art. 692 del CPC se coloca simplemente en la
situación de que el fallo de primera haya omitido la decisión de una acción o
excepción por simple olvido. Si no existiera el art. 692 y la sentencia de primera
instancia pronunciada en juicio sumario omitiera fallar una acción o excepción hechas
valer en el juicio (no siendo incompatibles con las ya aceptadas) el tribunal de alzada

336
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no habría tenido más camino que casar de oficio la sentencia apelada, o bien, ordenar
al juez inferior que complete la sentencia; pero como estas situaciones no se avienen
con la naturaleza del juicio sumario, el legislador optó por entregar el fallo de las
acciones o excepciones omitidas al tribunal de segunda instancia, el cual, en esta
función, actúa como si fuese un tribunal de única instancia.
- Conforme al art. 209 inc. I del CPC, del mismo modo podrá el tribunal de segunda
instancia, previa audiencia del ministerio público, hacer de oficio en su sentencia las
declaraciones que por la ley son obligatorias a los jueces, aun cuando el fallo apelado
no las contenga. Por ejemplo, la nulidad absoluta que aparece de manifiesto en el acto
o contrato, y sobre la cual el tribunal de primera instancia no hace declaración alguna;
en este caso el tribunal de segunda instancia puede efectuar tal declaración, pero debe
hacerlo previa audiencia del Fiscal Judicial.
Resumiendo, la parte expositiva, considerativa o resolutiva no están necesariamente
presentes en toda sentencia definitiva, pues sólo en las sentencias definitivas de única y de
primera instancia, siempre deben estar presente, y si no están, la sentencia está viciada
(casación); en cambio, en las sentencias definitivas de segunda instancia hay que distinguir
según si es confirmatoria (por regla general, sólo parte resolutiva) o modificatoria y revocatoria
(por regla general, parte considerativa y resolutiva).

5. SANCIÓN POR LA FALTA DE REQUISITOS DE LAS RESOLUCIONES JUDICIALES.


i. Si f a l t a a l gú n r e q u i s i t o c o m ú n a t o d a re s o l u c i ó n (lugar y fecha en letras) o
c o m ú n a t o d a a c t u a c i ó n j u d i c i al (firma del juez y del secretario), CASARINO
señala que dicha resolución tendrá de tal sólo el nombre, a lo sumo, constituirá un
proyecto de resolución judicial, y no siendo propiamente una resolución, no cabe aplicar
las sanciones que la ley ha establecido expresamente para ellas, pues sería algo
inexistente.
ii. Si se trata de un d e c r e t o q u e o m i t e s u d e c i s i ó n , es decir, no señala el trámite que
ordena evacuar, no habrá otro camino que pedirle al tribunal que complete su resolución
mediante el correspondiente recurso de reposición o reconsideración. Pues, de acuerdo al
art. 181 inc. I del CPC, los autos y decretos firmes se ejecutarán y mantendrán desde que
adquieran este carácter, sin perjuicio de la facultad del tribunal que los haya
pronunciado para modificarlos o dejarlos sin efecto...
iii. Si se trata de un a u t o q u e o m i t e s u d e c i s i ó n , es decir, no falla el incidente llamado
a resolver, no habrá más camino que pedirle al tribunal que complete su resolución,
interponiendo un recurso de reposición. Pero si se omiten las consideraciones de hecho o
de derecho que deben servirle de fundamento y, en su defecto, los principios de equidad
con arreglo a los cuales se pronuncia el fallo; dicha omisión no tiene sanción, por dos
razones fundamentales: porque estos requisitos de fondo se deben estampar sólo si la
naturaleza del negocio lo permite, o sea, es una cuestión de hecho que queda entregada al
criterio del tribunal llamado a pronunciar el auto (art. 171 del CPC); y porque el recurso de
casación en la forma, destinado principalmente a anular las sentencias judiciales por
omisión de sus requisitos de fondo y forma, no procede en contra de los autos, sino que

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sólo en contra las sentencias definitivas e interlocutorias que ponen término al juicio o
hacen imposible su continuación.
iv. Si se trata de una s e n t e n c i a i n t e r l o c ut o r i a q u e p o n e t é r m i n o a l j u i c i o o
h a c e i mp o s i b l e s u c o n t i n u a c i ó n que omite las consideraciones de hecho o de
derecho que le sirven de fundamento o la ley conforme a la cual se pronunció el fallo,
dicha omisión no tiene sanción y no es recurrible por casación en la forma, por tratarse de
una circunstancia de hecho que depende de la naturaleza del negocio (art. 171 del CPC).
No acontece lo mismo si el requisito omitido es la falta de decisión del asunto
controvertido, pues su exigencia es terminante para la ley y, en tal caso, procedería anular
la sentencia por vía de casación en la forma fundado en el art. 768 Nº 5, en relación con
los el art. 170 Nº 6.
Art. 768 El recurso de casación en la forma ha de fundarse precisamente en alguna de las causas siguientes:
5. En haber sido pronunciada con omisión de cualquiera de los requisitos enumerados en el art. 170 (Nº 6.
La decisión del asunto controvertido).

v. Si se trata de una s e n t e n c i a i n t e r l o c u t o r i a q u e n o p o n e t é r m i n o a l j ui c i o o
n o h a c e i m p o s i b l e s u c o n t i n u a c i ó n que omite la decisión del asunto
controvertido, dicha omisión habría que subsanarla mediante un recurso de aclaración,
agregación o rectificación (art. 182 del CPC); y si omiten las consideraciones de hecho o
de derecho o la ley conforme a la cual se pronuncia el fallo, esto no tiene sanción, por
cuanto estos requisitos se exigen en razón de la naturaleza del negocio y, en todo caso, el
recurso de casación en la forma es improcedente respecto de esta clase de resoluciones
judiciales (art. 766 inc. I del CPC).
Art. 182. Notificada una sentencia definitiva o interlocutoria a alguna de las partes, no podrá el tribunal que
la dictó alterarla o modificarla en manera alguna.
Podrá, sin embargo a solicitud de parte, aclarar los puntos obscuros o dudosos, salvar las omisiones y
rectificar los errores de copia, de referencia o de cálculos numéricos que aparezcan de manifiesto en la
misma sentencia.

Art. 766. En general, sólo se concede el recurso de casación contra las sentencias definitivas, contra las
interlocutorias cuando ponen término al juicio o hacen imposible su continuación y, excepcionalmente,
contra las sentencias interlocutorias dictadas en segunda instancia sin previo emplazamiento de la parte
agraviada, o sin señalar día para la vista de la causa.

vi. Por último, si los requisitos omitidos lo han sido de una s e n t e n c i a d e f i n i t i v a , la


sanción específica y por excelencia para este evento, es la anulación de la sentencia
mediante la interposición del correspondiente recurso de casación en la forma fundado
en el art. 768 N° 5 del CPC, esto es, en haber sido pronunciada con omisión de cualquiera
de los requisitos enumerados en el art. 170 (los requisitos que presentan mayor
importancia y gravedad son: las consideraciones de hecho o de derecho que sirven de
fundamento al fallo, y la decisión del asunto controvertido).
En caso de que se omita en la sentencia definitiva la mención de si se recibió o no la
causa a prueba, de si las partes fueron citadas para el fallo, o el nombre del ministro
redactor y la calidad de propietarios, suplentes, interinos o subrogantes de los jueces, no
hay posibilidad de deducir con éxito un recurso de casación en la forma, pues éste
procede por omisión de alguno de los requisitos enumerados en el art. 170 del CPC, y
éstos, en cambio, están contemplados y son exigidos solamente por el Autoacordado. Por

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lo tanto, estas omisiones sólo dan origen a sanciones de carácter disciplinario.249

6. RESOLUCIONES JUDICIALES FIRMES O EJECUTORIADAS, QUE CAUSAN EJECUTORIA, Y SENTENCIA


DE TÉRMINO.

En diversas disposiciones del CPC se habla de estos tres tipos de resoluciones, las cuales
no constituyen una clasificación diferente a la del art. 158 del CPC, pues dichos preceptos hablan
de “resoluciones”, por lo tanto, son aplicables a cualquiera de las categorías contempladas en el
art. 158 del CPC.

a. RESOLUCIONES JUDICIALES FIRMES O EJECUTORIADAS.


Según ALESSANDRI, las resoluciones firmes o ejecutoriadas son las que se pueden
cumplir por no existir recursos contra ella, sea porque la ley no contempla ninguno, sea porque
los que ella concede no se han hecho valer oportunamente, y si se han hecho valer, ya fueron
fallados. Se trata de una denominación que utiliza el legislador para precisar el estado judicial
de las resoluciones, pues, en pocas palabras, una resolución firme es aquella en contra de la cual
no cabe la interposición de ningún recurso, y sentencia no firme o recurrible, es aquélla contra la
que se pueden interponer recursos
El art. 174 del CPC indica el momento en que queda firme o ejecutoriada una sentencia, al
decir que se entenderá firme o ejecutoriada una resolución desde que se haya notificado a las
partes, si no procede recurso alguno en contra de ella; y, en caso contrario, desde que se
notifique el decreto que la mande cumplir, una vez que terminen los recursos deducidos, o desde
que transcurran todos los plazos que la ley concede para la interposición de dichos recursos, sin
que se hayan hecho valer por las partes. En este último caso tratándose de sentencias
definitivas, certificará el hecho el secretario del tribunal a continuación del fallo, el cual se
considerará firme desde este momento, sin más trámites.250 Sistematizando el art. 174 del CPC,
una resolución está firme o ejecutoriada:
i. Si no procede recurso alguno en contra de ella, desde que se haya notificado a las partes.
La expresión “recurso alguno” se refiere al recurso de apelación y al de casación, pues no
comprende al recurso de queja, ya de acuerdo al art. 545 inc. I del COT, el recurso de
queja tiene por exclusiva finalidad corregir las faltas o abusos graves cometidos en la
dictación de resoluciones de carácter jurisdiccional. Sólo procederá cuando la falta o
abuso se cometa en sentencia interlocutoria que ponga fin al juicio o haga imposible su
continuación o definitiva, y que no sean susceptibles de recurso alguno, ordinario o
extraordinario, sin perjuicio de la atribución de la CS para actuar de oficio en ejercicio
de sus facultades disciplinarias; y tampoco comprende al recurso de revisión, ya que de

249
La jurisprudencia de los tribunales ha sido también uniforme en el sentido de declarar que es improcedente el
recurso de casación en la forma por el hecho de haberse omitido el fallo de las tachas de los testigos (art. 329 del
CPC) o la condenación en costas (art. 144 del CPC), porque la decisión del asunto controvertido comprende
únicamente el fallo de las acciones y de las excepciones que se hubieren hecho valer en el juicio, y no aquellas
materias que son ajenas a éstas; y además, porque el recurso de casación en la forma sólo se refiere expresamente al
art. 170 del CPC.
250
Algunos autores señalan que la expresión firme no es sinónima de ejecutoriada; pues firme se refiere a inmutable,
mientras que ejecutoriada a cumplida. No obstante, el art. 174 del CPC trata a ambas expresiones como sinónimas.

339
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conforme al encabezado del art. 810 del CPC, la CS de Justicia podrá rever una sentencia
firme en los casos siguientes…
ii. Si procede algún recurso en contra de ella y se interpone, queda firme desde que se
notifique el decreto que la mande a cumplir (llamado “cúmplase”). Es decir, debe
esperarse que se fallen los recursos por el tribunal superior y que el expediente baje al
tribunal de menor jerarquía y que éste provea el “cúmplase”, resolución que se notifica
por el estado diario.
iii. Y si procede algún recurso en contra de ella y no se interpone, queda firme desde que
transcurran todos los plazos que la ley concede para la interposición de dichos recursos,
sin que se hayan hecho valer por las partes. Con todo, tratándose de sentencias
definitivas, el secretario del tribunal debe certificar este hecho a continuación del fallo, el
cual se considerará firme sólo desde este momento, sin más trámites; pues dicha
certificación no debe notificarse ya que no es una resolución judicial.
Determinar si una resolución judicial se encuentra firme o ejecutoriada tiene gran
importancia, porque solamente esta clase de resoluciones judiciales son susceptibles de poder
ejecutarse o cumplirse. En efecto, el art. 434 del CPC señala que el juicio ejecutivo tiene lugar en
las obligaciones de dar cuanto para reclamar su cumplimiento se hace valer alguno de los
siguientes títulos: 1) sentencia firme, bien sea definitiva o interlocutoria; y, a su vez, el art. 231
inc. I del CPC dispone que la ejecución de las resoluciones corresponde a los tribunales que las
hayan pronunciado en primera o en única instancia. Se procederá a ella una vez que las
resoluciones queden ejecutoriadas o causen ejecutoria en conformidad a la ley.
Por otro lado, de acuerdo al art. 175 del CPC, las sentencias definitivas o interlocutorias
firmes producen la acción o la excepción de cosa juzgada; vale decir, tal categoría de sentencia
tiene el carácter de una verdad jurídica inamovible, por lo cual, puede exigirse su cumplimiento
mediante la acción, o puede impedirse, concurriendo los requisitos legales, una nueva discusión
de la cuestión mediante la excepción de cosa juzgada.

b. RESOLUCIONES JUDICIALES QUE CAUSAN EJECUTORIA.


Las resoluciones que causan ejecutoria son aquellas que pueden cumplirse, no obstante
existir recursos pendientes en su contra. El profesor FORTTES dice que son aquellas que pueden
ser cumplidas o ejecutoriadas, no obstante que aún no se encuentren firmes o ejecutoriadas.
En términos generales, la sentencia que causa ejecutoria tiene lugar siempre que la
interposición de un recurso no suspenda el cumplimiento de la resolución impugnada. Por
ejemplo, aquellas resoluciones en contra de las cuales se ha deducido recurso de apelación, y éste
se ha concedido en el sólo efecto devolutivo251, caso en el cual, es competente el tribunal de
primera instancia para cumplir la sentencia, y el de segunda instancia para conocer y fallar la
apelación. Lo mismo ocurre con la resolución en contra de la cual se ha deducido casación y no
se está ante los casos excepcionales de suspensión del cumplimiento de la resolución recurrida; o
el caso de la sentencia que rechaza las excepciones opuestas en un juicio ejecutivo.

251
El efecto devolutivo, es un efecto de la esencia del recurso de apelación, por tanto, nunca puede faltar, y consiste
en dar al tribunal superior la competencia necesaria para conocer y fallar la sentencia del juez inferior, para así
enmendarla o confirmarla.

340
DERECHO PROCESAL CIVIL - LOS ACTOS JURÍDICOS PROCESALES
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El hecho de que las resoluciones judiciales que causan ejecutoria se puedan cumplir, lo
demuestra no sólo los diversos efectos que la ley les atribuye a los distintos recursos que pueden
deducirse en contra de una resolución judicial, sino también, la segunda parte del art. 231 inc. I
del CPC, al disponer que se procederá a ella (a la ejecución) una vez que las resoluciones queden
ejecutoriadas o causen ejecutoria en conformidad a la ley.

c. SENTENCIA DE TÉRMINO.
En algunas ocasiones nuestro CPC emplea la expresión “sentencia de término”, por
ejemplo, en el art. 98 del CPC, el cual señala que la acumulación de autos se puede pedir en
cualquier estado del juicio antes de la sentencia de término; y también, a propósito del recurso
de revisión, el cual procede si la sentencia firme se ha ganado injustamente en virtud de
cohecho, violencia u otra maquinación fraudulenta, cuya existencia haya sido declarada por
sentencia de término (art. 810 Nº 3 del CPC). Sin embargo, la sentencia de término no ha sido
definida por el legislador, por tanto ¿se refiere a la sentencia definitiva, o a la sentencia que tiene
la calidad de ejecutoriada? Al respecto existen distintas opiniones:
i. Algunos dicen que equivale a la sentencia definitiva, por cuanto las palabras término y
fin, tienen, según la RAE, idéntico significado; y además, existe una diferencia entre la
sentencia de término o definitiva, y la sentencia firme, pues la segunda es una categoría,
calidad o estado que puede alcanzar la primera; por tanto, el CPC al referirse a la sentencia
de término, ha querido significar con ello a la sentencia definitiva que aún no tiene la
calidad de firme o ejecutoriada.
ii. Otros, en cambio, dicen que equivale a la sentencia firme o ejecutoriada.
iii. Según la mayoría de los autores, del contexto de las disposiciones procesales se
desprende que la sentencia de término es aquella sentencia que pone fin a la última
instancia del pleito. Así, serían sentencias de término: la sentencia definitiva de única
instancia; la sentencia definitiva de primera instancia en contra de la cual no se apeló; la
sentencia definitiva de segunda instancia; y la sentencia interlocutoria que pone fin al
juicio o hace imposible su continuación cuando, siendo de primera instancia, no se apela,
o cuando es pronunciada en segunda instancia. Por lo tanto, la sentencia de término puede
ser una sentencia definitiva o interlocutoria, y para ser tal, no necesita estar siempre firme
o ejecutoriada; pues para calificar una sentencia como de una u otra clase, se atiende a
puntos de referencia diversos, por ejemplo, la sentencia definitiva de primera instancia
que no es apelada es, al mismo tiempo, sentencia de término y sentencia ejecutoriada, en
cambio, la sentencia definitiva de segunda instancia que es recurrida de casación, es
sentencia de término, pero no está ejecutoriada.
iv. Por último, algunos critican la teoría de la sentencia de término y señalan que dicha
locución se debe considerar como un defecto de terminología que no puede servir de base
al establecimiento de una nueva suerte de sentencia con caracteres propios, y que el
legislador hubiese omitido en la enumeración básica contenida en el art. 158 del CPC. Por
tanto, la sentencia de término puede ser tanto una sentencia interlocutoria o definitiva,
sentencias que a su vez pueden o no tener la calidad de firme.

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7. LOS EFECTOS DE LAS RESOLUCIONES JUDICIALES.

Se entiende por efectos de las resoluciones judiciales, las consecuencias jurídicas que se
producen con su dictación y notificación. Hay que recordar que, en conformidad al art. 38 del
CPC, las resoluciones judiciales sólo producen efecto en virtud de notificación hecha con arreglo
a la ley, salvo los casos expresamente exceptuados por ella.
En concreto, las consecuencias o efectos de las resoluciones judiciales son: el
desasimiento del tribunal, y la acción y excepción de cosa juzgada. Como se verá, estos efectos
no los producen todas las resoluciones judiciales, sino que sólo algunas.

7.1. EL DESASIMIENTO DEL TRIBUNAL.

a. CONCEPTO.
El desasimiento del tribunal es el efecto que producen las sentencias definitivas o
interlocutorias, en virtud del cual una vez que han sido notificadas a alguna de las partes, no
pueden ser modificadas o alteradas de manera alguna por el tribunal que las dictó, de manera tal,
que sólo podrá ser modificada por el tribunal superior y en virtud de la interposición de los
recursos procesales que correspondan. Según el profesor FORTTES, esto ocurre porque el juez ya
se ha inhabilitado al dictar la sentencia, debido a que ha manifestado su opinión respecto de un
caso con conocimiento de causa; en otras palabras, perdió su competencia para conocer de la
cuestión principal o accesoria.
Este es un verdadero principio del Derecho procesal, y se ha establecido porque la
seguridad de los derechos de las partes litigantes así lo exige. La ley lo consagra en la primera
parte del art. 182 inc. I del CPC, al decir que notificada una sentencia definitiva o interlocutoria
a alguna de las partes, no podrá el tribunal que la dictó alterarla o modificarla en manera
alguna. Por tanto, a partir de esta disposición se puede decir que los elementos del desasimiento
son:
i. La existencia de una sentencia definitiva o interlocutoria. El efecto del desasimiento del
tribunal no se produce en los autos y decretos, ya que respecto de ellos procede
ampliamente el recurso de reposición o reconsideración, el cual lo conoce el mismo
tribunal que dictó el auto o decreto ¿Por qué en este caso el juez no se inhabilita? El
profesor FORTTES señala que el juez no se inhabilita debido a que los autos y decretos
tienen mucho menos importancia que las sentencias definitivas e interlocutorias; y en
segundo lugar, para permitirle al mismo juez, por razones de economía procesal,
enmendar este tipo de resoluciones cuando se da cuenta de que ha incurrido en un error.
ii. El segundo requisito es la notificación legal de estas sentencias, a lo menos, a una de las
partes en el juicio (este es el momento preciso en que se produce el desasimiento). Si la
resolución se dicta y no se notifica, es lo mismo que si no se hubiere pronunciado en el
proceso.

b. EXCEPCIONES AL DESASIMIENTO DEL TRIBUNAL.

Nuestro Derecho positivo reconoce varias excepciones al efecto del desasimiento del
tribunal, es decir, casos en que el tribunal que dictó la sentencia la puede modificar. Éstos son:

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i. El r e c u r s o d e a c l a r a c i ó n , r e c t i fi c a c i ó n o e n mi e n d a . Conforme a la segunda
parte del art. 182 inc. I del CPC, podrá (el tribunal), sin embargo a solicitud de parte,
aclarar los puntos obscuros o dudosos, salvar las omisiones y rectificar los errores de
copia, de referencia o de cálculos numéricos que aparezcan de manifiesto en la misma
sentencia. Esto en doctrina se conoce con el nombre de recurso de aclaración,
rectificación o enmienda, y a partir de esta disposición se define como el medio que
franquea la ley a las partes para aclarar los puntos oscuros o dudosos, salvar las
omisiones y rectificar los errores de copia, de referencia o de cálculos numéricos que
aparezcan de manifiesto en una sentencia definitiva o interlocutoria. Cualquier otro
defecto de forma o de fondo, debe corregirse por medio de los demás recursos que la ley
franquea.
Por regla general, la enmienda se hace a solicitud de parte y no tiene un plazo legal
establecido, por lo tanto, se puede intentar en cualquier época, inclusive (según la
jurisprudencia) cuando la sentencia está firme o ejecutoriada; ello porque esta acción no
persigue modificar el fondo de la decisión judicial, sino que busca subsanar errores u
omisiones. Por eso es que el profesor FORTTES dice que ésta es una excepción aparente,
pues el juez no modifica realmente su decisión, sino que va a acoger estos errores, sin
modificar el fondo del asunto.
De acuerdo al art. 183 del CPC, una vez hecha la reclamación, podrá el tribunal
pronunciarse sobre ella sin más trámite (podrá resolverla de plano) o después de oír a la
otra parte (darle tramitación incidental); y mientras tanto suspenderá o no los trámites
del juicio o la ejecución de la sentencia, según la naturaleza de la reclamación (esto
queda entregado al criterio del tribunal). Agrega el art. 184 del CPC, que los tribunales, en
el caso del art. 182, podrán también de oficio rectificar, dentro de los cinco días
siguientes a la primera notificación de la sentencia (defectuosa), los errores indicados en
dicho artículo252. Por último, el art. 185 del CPC señala que las aclaraciones,
agregaciones o rectificaciones mencionadas en los tres artículos precedentes, podrán
hacerse no obstante la interposición de recursos sobre la sentencia a que aquéllas se
refieren.
ii. R e c u rs o d e r e p o s i c i ó n e n c o n t r a d e s e n t e n c i a s i n t e r l o c ut o r i a s . Esta es una
excepción, puesto que el recurso de reposición lo conoce el mismo tribunal que dictó la
sentencia; y, además, porque sólo procede en contra de autos y decretos, y
excepcionalmente en contra de sentencias interlocutorias. Por ejemplo, la sentencia
interlocutoria que declara inadmisible un recurso de apelación (ya sea porque se dedujo
fuera de plazo, o en contra de una sentencia inapelable, o porque no es fundada o no
contiene peticiones concretas); la sentencia interlocutoria que recibe la causa a prueba
(con el objeto de que se modifiquen los hechos controvertidos, que se eliminen algunos o
que se agreguen otros); la sentencia interlocutoria que declara prescrito un recurso de
apelación, siempre que ésta se funde en un error de hecho; y la sentencia interlocutoria
del tribunal a quo que declara inadmisible un recurso de casación.

252
Según LIBEDINSKY, lo único que puede hacer el tribunal de oficio, es rectificar los errores de copia, referencias o
cálculos numéricos; por lo tanto, no puede aclarar de oficio los puntos oscuros o dudosos, ni menos salvar
omisiones.

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iii. E l i n c i d e n t e d e n u l i d a d d e t o d o l o o b r a d o p o r f a l t a d e e m p l a z a m i e n t o .
El inc. final del art. 182 del CPC señala que lo dispuesto en este artículo no obsta para
que el rebelde haga uso del derecho que le confiere el art. 80; y, a su vez, el art. 80 del
CPC prescribe que si al litigante rebelde no se le ha hecho saber en persona ninguna de
las providencias libradas en el juicio, podrá pedir la rescisión de lo obrado, ofreciendo
acreditar que, por un hecho que no le sea imputable, han dejado de llegar a sus manos
las copias a que se refieren los arts. 40 y 44, o que ellas no son exactas en su parte
substancial.
Este incidente se plantea ante el mismo tribunal que dictó la sentencia definitiva o
interlocutoria, no obstante haberse producido ya el desasimiento del tribunal, y lo puede
interponer quien no ha hecho gestión alguna en el juicio, en razón de no haber sido
legalmente emplazado. El profesor FORTTES señala que aquí, en estricto rigor, hay una
apariencia de proceso y de sentencia, puesto que faltaba algo fundamental: el
emplazamiento; por lo tanto, no sería una real excepción al desasimiento.

7.2. LA COSA JUZGADA.

7.2.1. CONCEPTO.
Una de las características de la función jurisdiccional, que la distingue de las demás
funciones, es que las resoluciones que dictan los tribunales son inmutables; pues es indudable
que el fin que las partes persiguen en el proceso es obtener la dictación de una sentencia que
venga a zanjar en definitiva las dificultades de orden jurídico que existen entre ellas, de modo
que lo resuelto no pueda discutirse más ni dentro del mismo proceso, ni en otro futuro. Por ello,
al definir la jurisdicción se señaló que era el poder-deber que tienen los tribunales de justicia
para conocer y resolver, por medio del proceso y “con efecto de cosa juzgada”, los conflictos de
intereses de relevancia jurídica que se promuevan dentro del territorio de la República, y en cuya
solución les corresponda intervenir.
Siguiendo al autor Hugo PEREIRA ANABALÓN, se puede definir a la cosa juzgada como el
efecto que producen las sentencias definitivas o interlocutorias firmes o ejecutoriadas, para que
aquél a cuyo favor se ha declarado un derecho en el juicio pueda pedir el cumplimiento o
ejecución de lo resuelto, y para que el litigante que haya obtenido en él, o todos aquellos a
quienes según la ley aprovecha el fallo, impidan que la cuestión ya fallada en un juicio, sea
nuevamente resuelta en ese o en otro juicio.
El motivo que fundamenta la existencia de la institución de la cosa juzgada, es la certeza
jurídica. En efecto, la cosa juzgada satisface la necesidad de certeza de las relaciones, que toda
sociedad requiere, ya que con ella se permite que la sentencia que se dicte se cumpla, puesto que
se ha asegurado la estabilidad y certidumbre de los derechos que las sentencias reconocen o
declaran; y, por otro lado, una de las características del proceso es su transitoriedad, por tanto,
debe llegar un momento en que el proceso se acabe, pues lo contrario llevaría al caos.

7.2.2. CARACTERÍSTICAS O ATRIBUTOS DE LA COSA JUZGADA.


Para COUTURE, la cosa juzgada es la autoridad y eficacia de una sentencia judicial. Es la
a u t o r i d a d de una sentencia, por cuanto es fruto del ejercicio de una función del Estado
(función jurisdiccional); en otras palabras, es un mandato, una decisión que obliga, porque
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emana de una autoridad pública (es por ello que la sentencia arbitral es eficaz, pero no tiene
autoridad o imperio). Y la e fi c a c i a , por su parte, alude o comprende los siguientes aspectos:
i. C o e r c i b i l i d a d . Significa que se puede hacer cumplir la sentencia por medio de la
fuerza si es necesario; es decir, el vencido está obligado a cumplir la condena que se le ha
impuesto, y en caso de que no lo haga voluntariamente, el vencedor podrá exigírselo por
medios compulsivos. Esto es lo que se conoce como acción de cosa juzgada.
ii. In i m p u gn a b i l i d a d . Se refiere a que un determinado asunto que ha sido resuelto, no
es susceptible de recurso alguno, ni ante el mismo tribunal que lo dictó, ni ante otro
superior dentro del mismo proceso (se vincula con el concepto de resolución firme o
ejecutoriada). La inimpugnabilidad va más allá que el desasimiento, ya que este último
implica que el mismo tribunal no puede modificar la sentencia, la inimpugnabilidad en
cambio, no sólo el tribunal que dictó la sentencia no puede alterar lo resuelto, sino que
también, cualquier otro tribunal dentro del mismo proceso. Como se verá, esto se
relaciona con la cosa juzgada formal.
iii. In m u t a b i l i d a d o i r r e v o c a b i l i d a d . Si de acuerdo a la inimpugnabilidad la sentencia
no puede ser modificada en el mismo proceso, queda abierta la posibilidad para que se
modifique en otro juicio o por otro poder del Estado. Por tanto, este aspecto alude a que
lo resuelto no puede ser modificado por: otro poder del Estado (pues de acuerdo al art. 76
de la CPR, ni el Congreso, ni el Presidente de la República pueden, en caso alguno, hacer
revivir procesos fenecidos), ni en otro juicio distinto, siempre y cuando entre el juicio que
terminó y el que se pretende iniciar exista lo que se denomina la triple identidad. Como se
verá, esto se relaciona con la cosa juzgada material.
En consecuencia, mientras la inmutabilidad conlleva a una preclusión absoluta de
recursos y acciones, la inimpugnabilidad conlleva sólo a una preclusión de recursos.

7.2.3. CLASIFICACIÓN DE LA COSA JUZGADA.


La doctrina distingue distintas clases o categorías de cosa juzgada, y cada una de ellas
tiene una eficacia distinta.
i. C o s a j u z ga d a f o r m a l . Es aquella que autoriza a cumplir lo resuelto de manera
provisional, y que impide renovar la discusión sobre la cuestión resuelta en el mismo
proceso, pero sin que obste su revisión en juicio posterior, siempre y cuando la ley
expresamente lo faculte. Por tanto, la cosa juzgada formal sólo produce la
inimpugnabilidad de la resolución judicial, es decir, se limita al proceso en que se dictó la
sentencia (no puede ser objeto de recursos), pero nada impide que se altere lo resuelto en
un proceso distinto (no produce inmutabilidad). Esta es una situación excepcional y
requiere de norma expresa que lo establezca, por ejemplo:
.
- La sentencia pronunciada en un juicio ejecutivo, cuando hay reserva de derechos, no
impide que se inicie un nuevo juicio (ordinario) entre las mismas partes y sobre la
misma materia controvertida, con el objeto de modificar la sentencia. En efecto, de
conformidad con el art. 478 del CPC la sentencia recaída en el juicio ejecutivo produce
cosa juzgada en el juicio ordinario, tanto respecto del ejecutante como del ejecutado;
pero el inc. II señala que, con todo, si antes de dictarse sentencia en el juicio ejecutivo,
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el actor o el procesado piden que se les reserven para el ordinario sus acciones o
excepciones, podrá el tribunal declararlo así, existiendo motivos calificados. Siempre
se concederá la reserva respecto de las acciones y excepciones que no se refieran a la
existencia de la obligación misma que ha sido objeto de la ejecución.
- El art. 564 del CPC dispone que la sentencia pronunciada en la querella de
restablecimiento (acción posesoria que tiene por objeto recuperar la posesión de una
cosa que ha sido arrebatada violentamente) deja a salvo a las partes, no sólo el
ejercicio de la acción ordinaria en conformidad al art. 563, sino también el de las
acciones posesorias que les correspondan.
- A su vez, el art. 581 del CPC señala que las sentencias que se dicten en los interdictos
de que trata este párrafo (interdicto de obra nueva o ruinosa) dejan a salvo su derecho
a las partes para deducir en vía ordinaria las acciones que por la ley les
correspondan.
- Idéntica situación se produce en los juicios especiales del contrato de arrendamiento,
pues de acuerdo al art. 615 del CPC, las sentencias que se pronuncien en conformidad
a los dos párrafos precedentes no privarán a las partes del ejercicio de las acciones
ordinarias a que tengan derecho, sobre las mismas cuestiones resueltas por aquéllas.

ii. C o s a j u z ga d a m a t e r i a l o s u s t a n c i a l . Es aquella que autoriza a cumplir lo resuelto


sin restricción alguna, y que impide renovar la discusión sobre la cuestión resuelta, tanto
en el mismo proceso, como en un juicio futuro posterior (por ello se dice que constituye
la máxima preclusión). Por lo tanto, esta cosa juzgada produce tanto la inimpugnabilidad
como la irrevocabilidad o inmutabilidad de un resultado procesal, pues la sentencia es
inalterable tanto en el proceso que se dicta, como en cualquier otro proceso posterior y
por cualquier otra autoridad (es eficaz dentro y fuera del respectivo proceso).
La regla general es que las resoluciones judiciales produzcan cosa juzgada material, y
excepcionalmente, cuando la ley así lo disponga, las resoluciones producen sólo cosa
juzgada formal.
iii. C o s a j u z ga d a ma t e r i a l p r o v i s i on a l . Siguiendo al profesor PEREIRA ANABALÓN, la
cosa juzgada material o sustancial provisional, es aquella que dice relación con ciertas
sentencias de carácter provisional, en el sentido que la orden o mandato que contiene
existe o subsiste solamente en la medida que se mantengan los hechos que legitimaron su
dictación, de manera que al variar o desaparecer, determina la posibilidad de modificar o
revocar la sentencia firme o ejecutoriada por otro fallo posterior. Agrega el autor, que
esto es la aplicación al proceso civil de la cláusula rebus sic stantibus (estando así las
cosas), en cuya virtud lo pactado se cumple en la medida que permanezcan o subsistan las
condiciones o hechos existentes a la época de celebración del pacto, de manera que el
cambio fundamental de esas circunstancias autorizan su invocación como causal de
terminación del acuerdo.
Por lo tanto, en la cosa juzgada material provisional la sentencia es inimpugnable (no es
susceptible de recurso alguno) y provisionalmente inmutable, ya que si varían las
circunstancias existentes a la época de dictación de la sentencia, puede iniciarse otro
proceso. Ejemplos de esta cosa juzgada, son:

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- El privilegio de pobreza, pues el art. 136 del CPC señala que podrá dejarse sin efecto el
privilegio después de otorgado, siempre que se justifiquen circunstancias que habrían
bastado para denegarlo; agrega el inc. II que podrá también otorgarse el privilegio
después de rechazado, si se prueba un cambio de fortuna o de circunstancias que
autoricen esta concesión.
- Otro ejemplo lo contempla el art. 301 del mismo Código, el cual refiriéndose a las
medidas precautorias, señala que todas estas medidas son esencialmente
provisionales. En consecuencia, deberán hacerse cesar siempre que desaparezca el
peligro que se ha procurado evitar o se otorguen cauciones suficientes.
- Las sentencias definitivas pronunciadas en juicios de alimentos. Pues, en un juicio de
alimentos puede ocurrir que se dicte una sentencia firme o ejecutoriada que condene al
demandado a prestar alimentos (sentencia inimpugnable); pero puede ocurrir que el
demandado solicite que se altere dicha resolución y que se dicte una nueva en un
proceso distinto, ya que han cambiado sus condiciones económicas y laborales.

iv. C o s a j u z ga d a a p a r e n t e . Es aquella que emana de un proceso en que ha faltado uno o


más requisitos de existencia o validez del mismo (por ejemplo, un proceso en que no ha
habido emplazamiento). Se contrapone a la c o s a j u z ga d a r e a l , que es aquella que
emana de un proceso válido, es decir, aquél que ha respetado las normas del debido
proceso.
v. C o s a j u z ga d a f r a u d u l e n t a . Es aquella que se obtiene con un fraude civil o penal
(por ejemplo, mediante testigos o documentos falsos, así declarados por sentencia). La
ley se encarga de resolver estos casos por medio del recurso de revisión.
vi. C o s a j u z ga d a g e n e r a l . Es aquella que produce efectos respecto de todas las personas
(erga omnes), aunque no hayan intervenido en el juicio. Se contrapone a la c o s a
j u z ga d a r e l a t i v a , que es aquella que produce efectos sólo respecto de las partes del
juicio (y sus sucesores legales) y no en relación a personas ajenas al mismo.

7.2.4. ACCIÓN DE COSA JUZGADA.

a. CONCEPTO.
La acción de cosa juzgada es el efecto que producen las sentencias definitivas o
interlocutorias firmes o ejecutoriadas, o que causan ejecutoria, para que aquél a cuyo favor se ha
declarado o reconocido un derecho en el juicio pueda pedir el cumplimiento o ejecución del
fallo.

b. TITULAR DE LA ACCIÓN DE COSA JUZGADA.


La persona que ejerce la acción de cosa juzgada, es aquel litigante en cuyo favor se ha
declarado o reconocido un derecho en el juicio. Esta idea la expresa el art. 176 inc. I del CPC al
decir que corresponde la acción de cosa juzgada a aquel a cuyo favor se ha declarado un
derecho en el juicio, para el cumplimiento de lo resuelto o para la ejecución del fallo en la

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forma prevenida por el Título XIX (“De la ejecución de las resoluciones”) de este Libro.
Por lo tanto, la acción de cosa juzgada tiene lugar cuando el actor victorioso, y
eventualmente sus herederos, quieren que se cumpla o ejecute una sentencia de condena, dictada
en su favor en un juicio anterior, por vía compulsiva o forzada (si es meramente declarativa o
constitutiva, no dará lugar a su cumplimiento). En este sentido, la acción de cosa juzgada es
sinónima de acción ejecutiva, si se invoca como título una resolución judicial firme o
ejecutoriada.

c. REQUISITOS DE PROCEDENCIA DE LA ACCIÓN DE COSA JUZGADA.


i. Resolución judicial firme o ejecutoriada, o que causa ejecutoria en conformidad a la ley.
Hay que recordar que las resoluciones firmes o ejecutoriadas son las que se pueden
cumplir por no existir recursos contra ella, sea porque la ley no da ninguno, sea porque
los que ella concede no se han hecho valer oportunamente, y si se han hecho, ya fueron
fallados; y las resoluciones que causan ejecutoria son aquellas que pueden cumplirse, no
obstante existir recursos pendientes en su contra. A esto se refiere el art. 231 inc. I del
CPC, el cual señala que la ejecución de las resoluciones corresponde a los tribunales que
las hayan pronunciado en primera o en única instancia. Se procederá a ella una vez que
las resoluciones queden ejecutoriadas o causen ejecutoria en conformidad a la ley. 253
ii. Es indispensable que exista solicitud de parte interesada para que se decrete el
cumplimiento o ejecución de la resolución judicial, pues las resoluciones judiciales sólo
se cumplen a petición de parte, jamás de oficio. En esta materia impera siempre el
principio o base fundamental de la organización judicial de la pasividad de los órganos
jurisdiccionales, pues en virtud del art. 10 inc. I del COT, los tribunales no podrán ejercer
su ministerio sino a petición de parte, salvo los casos en que la ley los faculte para
proceder de oficio.
iii. Por último, es necesario que la prestación que impone la resolución que se trata de
ejecutar, sea actualmente exigible, es decir, no debe estar sujeta a ninguna modalidad. En
caso contrario, el ejecutado podrá oponerse a la ejecución, sosteniendo la falta de
requisitos o condiciones para que el título invocado (en este caso, la sentencia) tenga
mérito ejecutivo en su contra.

7.2.5. EXCEPCIÓN DE COSA JUZGADA.

a. CONCEPTO.
La excepción de cosa juzgada es el efecto que producen las sentencias definitivas o
interlocutorias firmes o ejecutoriadas, para que el litigante que haya obtenido en el juicio, o todos

253
El art. 175 del CPC dispone que sólo las sentencias definitivas o interlocutorias firmes producen la acción o la
excepción de cosa juzgada. No obstante, CASARINO señala que los autos y decretos también producen estos efectos,
pues de acuerdo al art. 181 inc. I del CPC los autos y decretos “firmes” se ejecutarán y mantendrán desde que
adquieran este carácter, sin perjuicio de la facultad del tribunal que los haya pronunciado para modificarlos o
dejarlos sin efecto, si se hacen valer nuevos antecedentes que así lo exijan. Sin embargo, en ellos más que
manifestarse el aspecto de impugnabilidad e inmutabilidad, se presenta el aspecto de autoridad de la cosa juzgada.

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aquellos a quienes según la ley aprovecha el fallo, impidan que la cuestión ya fallada en un
juicio, sea nuevamente resuelta en ese o en otro juicio posterior, siempre y cuando concurra la
triple identidad señalada por la ley. Como se puede apreciar, con la excepción de cosa juzgada se
resalta la inimpugnabilidad e inmutabilidad de la cosa juzgada.
La institución de la excepción de cosa juzgada tiene como principal fundamento la paz y
tranquilidad social, vale decir, evita la perpetuación de los juicios entre las mismas partes y sobre
idénticas materias. Al mismo tiempo persigue mantener el prestigio de la justicia, impidiendo la
posibilidad de que puedan dictarse fallos contradictorios sobre una misma controversia.

b. TITULARES DE LA EXCEPCIÓN DE COSA JUZGADA.


El encabezado del art. 177 del CPC señala que la excepción de cosa juzgada puede
alegarse por el litigante que haya obtenido en el juicio y por todos aquellos a quienes según la
ley aprovecha el fallo… Por tanto, el titular de la excepción de cosa juzgada es:
i. El litigante que se ha beneficiado con el resultado del juicio, que podrá ser el demandante
o el demandado. Será el demandante, cuando se acoja la demanda y se rechacen las
excepciones o defensas opuestas por el demandado, y este último, posteriormente,
pretende iniciar un nuevo juicio sobre la misma materia; y será el demandado, cuando la
sentencia no acoge la demanda y acepta sus excepciones o defensas, y el demandante
pretende iniciar un nuevo juicio sobre la misma materia objeto del anterior.
ii. Todos aquéllos a los que, según la ley, aprovecha la decisión. Aquí se está ante un caso
en que la ley expresamente prescribe que un fallo judicial afecta a todo el mundo, o bien,
que afecta a toda clase de personas dentro de un determinado círculo; pues, como dice el
profesor FORTTES, si no se ampliase por la ley la titularidad, el efecto de la excepción de
cosa juzgada sería ilusorio.
Por tanto, la cosa juzgada, en este caso, pierde su característica esencial de ser relativa, y
presenta, en cambio, la de ser absoluta; pero éste es un caso de excepción y, como tal,
debe estar expresamente contemplado en la ley. El ejemplo típico de cosa juzgada
absoluta, es el del art. 315 del CC, el cual dispone que el fallo judicial pronunciado en
conformidad con lo dispuesto en el Título VII que declara verdadera o falsa la paternidad
o maternidad del hijo, no sólo vale respecto de las personas que han intervenido en el
juicio, sino respecto de todos, relativamente a los efectos que dicha paternidad o
maternidad acarrea.254

c. CARACTERÍSTICAS DE LA EXCEPCIÓN DE COSA JUZGADA.


i. Es i r r e v o c a b l e o i nm u t a b l e . Esto significa que las resoluciones judiciales que la
producen, una vez firmes o ejecutoriadas, no pueden ser modificadas de manera alguna;
de ahí el adagio que dice que lo fallado en una sentencia es ley para las partes. Esta
irrevocabilidad de las resoluciones firmes o ejecutoriadas, obliga por igual a todos los
poderes del Estado, pues ni los Tribunales de Justicia, ni el Presidente de la República, ni

254
Algunos señalan que el demandado que se excepciona de cosa juzgada, no se trataría de un litigante “que ha
obtenido en el pleito”, sino de una persona “a quien aprovecha” según la ley (aquí el provecho sería jurídico, y no
patrimonial o económico).

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el Congreso Nacional, podrían ejercer un acto de autoridad tendiente a restarle mérito o


eficacia a una sentencia judicial ejecutoriada.
Pero a pesar de que lo resuelto en un fallo judicial ejecutoriado sea irrevocable, hay que
recordar que hay determinadas sentencias que producen sólo cosa juzgada formal, es
decir, pueden ser modificadas en un juicio posterior seguido entre las mismas partes,
siempre que lo señale expresamente una ley; y también hay sentencias que producen cosa
juzgada material provisional, es decir, pueden ser modificadas si cambian las
circunstancias que se tuvieron en cuenta al momento de dictar la sentencia.
ii. Po regla general es r e l a t i v a . Esto quiere decir que la presunción de verdad que ella
encierra dice relación única y exclusivamente con aquellas personas que han sido partes
en el juicio en que se pronunció la correspondiente sentencia. Esta característica está
acorde con el art. 3º inc. II del CC, al disponer que las sentencias judiciales no tienen
fuerza obligatoria sino respecto de las causas en que actualmente se pronunciaren.
iii. Es r e n u n c i a b l e . El juez no puede declararla de oficio, aun cuando le conste
fehacientemente la existencia del fallo anterior, mientras no proceda instancia de parte.
Esto está acorde con el principio de pasividad de los tribunales y, a mayor abundamiento,
con el art. 177 del CPC que establece que la excepción de cosa juzgada puede alegarse
por el litigante... Por lo tanto, las partes pueden renunciar a la excepción de cosa juzgada
no alegándola.
iv. E s i m p r e s c r i p t i bl e . Esto significa que, no obstante el transcurso del tiempo, la
excepción de cosa juzgada puede hacerse valer en cualquier momento. Difiere, pues,
fundamentalmente en este aspecto, de la acción de cosa juzgada, la cual, como las demás
acciones, se extingue al no ser ejercitada dentro de un determinado espacio de tiempo.
Esta característica se justifica por sí sola, toda vez que mediante ella se tiende a mantener
una situación de hecho y de derecho, o sea, lo resuelto por la propia sentencia.
v. El profesor FORTTES, en cuanto a su naturaleza, señala que una es excepción perentoria,
ya que ataca al fondo de la acción deducida (opinión mayoritaria).

d. RESOLUCIONES JUDICIALES QUE PRODUCEN LA EXCEPCIÓN DE COSA JUZGADA.


El art. 175 del CPC resuelve derechamente este problema, al disponer que las sentencias
definitivas o interlocutorias firmes producen la acción o la excepción de cosa juzgada. En
consecuencia, por exclusión, no producen excepción de cosa juzgada las sentencias definitivas o
interlocutorias que aún no se encuentran firmes o ejecutoriadas; y los autos y decretos, desde el
momento en que pueden dejarse sin efecto o modificarse, en virtud del recurso de reposición.
Ahora bien, las sentencias definitivas o interlocutorias firmes que producen la excepción
de cosa juzgada, pueden ser condenatorias o absolutorias, es decir, pueden acoger la demanda o
rechazarla; pues la excepción de cosa juzgada se opone siempre que en el nuevo juicio se
pretenda iniciar una acción destinada a obtener una sentencia que venga a confirmar o a
contrariar lo ya resuelto en la sentencia primitiva.
¿Qué parte de la sentencia es la que realmente produce la excepción de cosa juzgada? El
principio generalmente aceptado, es que la autoridad de cosa juzgada emana tan sólo de la parte
resolutiva o dispositiva de ella, y no en sus partes expositivas y considerativas. Por tanto, no

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viola la autoridad de cosa juzgada la sentencia que contenga una parte considerativa contraria a
lo expuesto en los considerados de otra anterior, si no existe en realidad contradicción además
con su parte resolutiva.
¿Qué sucede si la sentencia definitiva o interlocutoria ha sido dictada dentro de un
procedimiento vicioso, o bien, con defectos de forma contenidos en su pronunciamiento? Tal
sentencia puede ser anulada mediante el correspondiente recurso de casación en la forma, sea a
petición de parte, sea de oficio por el propio tribunal, y aun por la interposición del incidente de
nulidad de todo lo obrado. Pero, una vez firme o ejecutoriada, fatalmente producirá la excepción
de cosa juzgada, es decir, si se pretende iniciar un nuevo juicio entre las mismas partes y sobre la
misma materia, podrá hacerse valer esta sentencia viciosa como fundamento de la excepción de
cosa juzgada; pues la falta de reclamo implica formalmente el reconocimiento o aceptación de su
propia validez.255
¿Qué pasa si la sentencia definitiva o interlocutoria firme ha sido pronunciada por un
tribunal extranjero? También puede servir de fundamento a la excepción de cosa juzgada, desde
el momento en que el art. 175 del CPC no distingue. Pero, como se trata de una sentencia
pronunciada por un tribunal extranjero, a la cual se pretende hacer producir efectos en Chile, es
necesario, como formalidad previa, la observancia del exequátur, esto es, la autorización de la CS
para que dicha sentencia pueda hacerse valer y producir efecto en nuestro país.

e. REQUISITOS DE PROCEDENCIA DE LA EXCEPCIÓN DE COSA JUZGADA.


Se ha dicho, anteriormente, que la excepción de cosa juzgada tiende a evitar que se
pronuncien dos sentencias contradictorias o coincidentes sobre una misma materia. Para saber,
entonces, cuando se está ante esta situación, el legislador en el art. 177 del CPC ha establecido
los requisitos que deben concurrir para que tenga lugar la excepción de cosa juzgada.
Art. 177. La excepción de cosa juzgada puede alegarse por el litigante que haya obtenido en el juicio y por todos
aquellos a quienes según la ley aprovecha el fallo, siempre que entre la nueva demanda y la anteriormente resuelta
haya:
1. Identidad legal de personas;
2. Identidad de la cosa pedida; y
3. Identidad de la causa de pedir.
Se entiende por causa de pedir el fundamento inmediato del derecho deducido en juicio.

La triple identidad de las personas, del objeto y de la causa, debe ser examinada a la luz
de la nueva demanda en relación con la anteriormente resuelta; y estos tres requisitos deben
concurrir en forma copulativa, por tanto, si cualquiera de ellos falta, la excepción de cosa
juzgada no prosperaría256. A continuación se analizarán estos requisitos:

255
Sin duda que habrá casos en que la nulidad de la sentencia anterior, más que nulidad, implica su inexistencia;
como por ejemplo, cuando el tribunal que la pronunció ha carecido totalmente de jurisdicción, o cuando el juicio se
ha seguido en rebeldía del demandado sin haber sido realmente emplazado, o cuando el juicio se ha seguido entre
personas incapaces, etc. En tales eventos, la sentencia pronunciada en condiciones tan anormales no podría servir de
fundamento a la excepción de cosa juzgada; y por ser sentencias inexistentes, cabría simplemente prescindir de ellas,
acreditadas que fueran las circunstancias antes expuestas.
256
El profesor LUHRS señala que este artículo no es realmente bueno en lo que a los elementos de comparación se
refiere, toda vez que no se trata de comparar dos demandas (la nueva con la anteriormente fallada), sino que en
realidad se trata de analizar la sentencia anterior con la nueva demanda, por cuanto es la sentencia la que produce o
causa el efecto de cosa juzgada.

351
DERECHO PROCESAL CIVIL - LOS ACTOS JURÍDICOS PROCESALES
MAXIMILIANO ASTORGA BELTRÁN - PAULINA NAVARRETE MEDINA

i. El primer requisito señalado por el art. 177 del CPC, es la i d e n t i d a d l e ga l d e


p e r s o n a s entre la nueva demanda y la anteriormente resuelta. Se trata, por consiguiente,
de identidad legal y no física, lo cual significa que en ambos juicios deben figurar las
mismas partes y en la misma calidad. La calidad mira al derecho sustancial y no al papel
o rol procesal que les haya cabido desempeñar a las partes; así, pues, puede haberse sido
demandante en el primer juicio y demandado en el segundo, y en ambos casos habrá
identidad legal de personas, si tanto en la primera demanda como en la segunda se ha
tenido la misma calidad sustancial o derecho de fondo.
Las identidades físicas y legales de las personas que actúan en dos o más juicios pueden
dar origen a diversas situaciones:
- Puede concurrir la identidad física y la identidad legal, cuando tanto en la nueva
demanda como en la anteriormente resuelta, figuran las mismas partes y en igual
calidad. En este caso cabe la excepción de cosa juzgada.
- Puede también existir identidad física entre las personas que figuran en la nueva
demanda y en la anteriormente resuelta, pero no la identidad legal; lo que acontecerá si
en el primer juicio una persona actúa como representante legal o mandatario de otra, y
en el segundo, ese representante legal o mandatario actúa por sí. En este caso no cabe
la excepción de cosa juzgada.
- Puede existir identidad legal entre las personas que figuran en la nueva demanda y en
la anteriormente resuelta, pero no identidad física; lo que acontecerá si en el primer
juicio una persona ha actuado por medio de representante legal o mandatario, y en el
segundo, esa misma persona actúa por sí; o si en el primer juicio actúa una persona por
sí o por medio de representante legal o mandatario, y en el segundo, en cambio,
comparecen sus herederos, los cuales representan la persona del difunto en todos sus
derechos y obligaciones. En este caso cabe la excepción de cosa juzgada.
- Entre un heredero y un legatario no hay cosa juzgada, pues lo fallado respecto de aquél
no afecta a éste.
- Lo resuelto respecto del deudor principal debe afectar a su fiador, sin perjuicio de que
este último conserve siempre el derecho de hacer valer sus excepciones personales.
- Se discute si lo que se falla respecto de un coacreedor solidario produce cosa juzgada
respecto de los demás coacreedores; y si lo que se falla respecto de un codeudor
solidario, produce cosa juzgada respecto de los demás codeudores. El fallo entre un
deudor y un coacreedor solidario, produce cosa juzgada entre el deudor y los demás
coacreedores que no han intervenido en el juicio. Pero entre un acreedor y un
codeudor solidario, las opiniones se muestran un tanto divididas; para algunos autores,
ese fallo no producirá cosa juzgada respecto de los demás codeudores solidarios;
según otros, ese fallo produce cosa juzgada, porque entre los codeudores solidarios
hay identidad legal de personas; y otros adoptan una solución intermedia, y sostienen
que ese fallo producirá cosa juzgada respecto de los demás codeudores solidarios
siempre que los beneficie. De acuerdo con nuestro Derecho positivo, parece más
aceptable la segunda teoría, pero siempre que se trate de excepciones comunes
opuestas por el codeudor solidario primitivamente demandado, pues el fallo de una

352
DERECHO PROCESAL CIVIL - LOS ACTOS JURÍDICOS PROCESALES
MAXIMILIANO ASTORGA BELTRÁN - PAULINA NAVARRETE MEDINA

excepción personal, es algo exclusivo del codeudor que la ha opuesto.


- También se discute si lo fallado con respecto a una persona afecta también a sus
sucesores a título singular. La mayoría de los autores y de la jurisprudencia distingue
el momento en que se ha producido la transferencia del derecho:
a) Si el sucesor a título singular ha adquirido el derecho después del pronunciamiento
de la sentencia, se sostiene que ésta produce cosa juzgada respecto de él.
b) Si el sucesor ha adquirido el derecho antes de iniciarse el juicio, el fallo que le
ponga término no produce cosa juzgada respecto de él.
c) El problema está en el caso de que el sucesor a título singular adquiera el derecho
en el lapso entre la notificación de la demanda a su antecesor, y la dictación de la
sentencia. Algunos sostienen que ese fallo siempre produce cosa juzgada respecto
del sucesor; y otros, por el contrario, mayoritariamente sostienen que ese fallo
jamás puede producir cosa juzgada respecto del sucesor a título singular, ya que el
demandante tiene en sus manos el poder de solicitar la correspondiente medida
precautoria a objeto de evitar que la cosa sobre la cual se litiga salga del patrimonio
del demandado, y se pueda así hacer efectiva la sentencia que, indudablemente, va a
producir cosa juzgada en su contra.

ii. El segundo requisito señalado por el art. 177 del CPC, es la identidad de la cosa
pedida entre la nueva demanda y la anteriormente resuelta. El objeto o cosa pedida en el
juicio, es el beneficio jurídico que se reclama o solicita (se relaciona con el objeto o
finalidad de la pretensión procesal), y no la materialidad u objeto material del juicio. Por
tanto, la forma de determinar el beneficio jurídico reclamado por las partes, habrá que
encontrarlo en la parte petitoria de sus escritos fundamentales.
En relación a este elemento, también pueden darse distintas situaciones, a saber:
- Puede ocurrir que dos juicios tengan de común la cosa pedida o beneficio jurídico y,
no obstante, que los objetos materiales sean distintos. Por ejemplo, se reclama la
entrega de un cuadro en calidad de heredero de Juan (quien era su dueño), y se rechaza
la demanda; y posteriormente se reclama la entrega de un auto, también en calidad de
heredero de Juan. Aquí el beneficio jurídico que se pide en ambos casos, es que se
reconociera la calidad de heredero, y en base a eso que se le dieran algunos o todos los
bienes.
- Por otro lado, puede ocurrir que los objetos materiales sean idénticos, pero
enteramente diversas las cosas pedidas. Así, por ejemplo, si se demanda para que se
reconozca la calidad de dueño del fundo X y se rechaza la demanda, y luego se entabla
un nuevo juicio para que se reconozca el derecho de servidumbre sobre ese mismo
fundo. Aquí el objeto material es el mismo, pero no el beneficio jurídico, en un caso es
el dominio y en otro la servidumbre.

iii. El último requisito para que tenga lugar la excepción de cosa juzgada, es la identidad
de la causa de pedi r entre la nueva demanda y la anteriormente resuelta. Al respecto,
el art. 177 inc. final del CPC, señala que se entiende por causa de pedir el fundamento
inmediato del derecho deducido en juicio (se relaciona con la causa de la pretensión).
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DERECHO PROCESAL CIVIL - LOS ACTOS JURÍDICOS PROCESALES
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La jurisprudencia ha dicho que la causa es el hecho jurídico y material que sirve de


fundamento al derecho que se reclama en un proceso; en similares términos los
profesores FORTTES y ALFARO señalan que la causa está constituida por un hecho
material, concretamente, la existencia de una pretensión extraprocesal resistida o
conflicto, más la imputación jurídica que de ese hecho haga el demandante.257
No hay que confundir el objeto del pleito con su causa, pues para reconocer el objeto hay
que preguntarse ¿qué se pide? y para reconocer la causa ¿por qué se pide? En dos juicios
puede pedirse el mismo objeto, aun cuando por causas diferentes; así, por ejemplo, en el
primer juicio se reclama el dominio de un fundo, porque se es dueño en razón de haberlo
comprado, y se niega lugar a mi demanda, pero en un segundo juicio se reclama el
dominio del mismo fundo, pero en razón de haberlo adquirido por herencia.
Tampoco cabe confundir la causa de pedir con los medios probatorios que sirven para
demostrar las acciones o excepciones. Así, una persona puede perder un pleito y
encontrarse legalmente impedida de renovarlo posteriormente, aunque sostuviera que ha
encontrado nuevos elementos de prueba, por ejemplo, un documento; pues en los dos
juicios habrían idénticas causas de pedir.
Ahora bien, si la causa de pedir es la nulidad de un acto, la excepción de cosa juzgada
dirá relación exclusivamente con el vicio que le ha servido de fundamento. Así, por
ejemplo, si se pide la nulidad por un error como vicio del consentimiento, la causa de
pedir será el error; por tanto, podrá deducirse una nueva demanda, sin que pueda
oponerse excepción de cosa juzgarla, siempre que se funde en un vicio de nulidad que no
haya sido invocado en la primera.

f. DIVERSAS FORMAS DE HACER VALER LA EXCEPCIÓN DE COSA JUZGADA.


La excepción de cosa juzgada, en cuanto a la forma y oportunidad de hacerla valer, no
está sometida a las mismas normas que las demás excepciones. En efecto, un estudio de las
diversas disposiciones legales pertinentes permite afirmar que la excepción de cosa juzgada
puede ser alegada:
i. Como e x c e p c i ó n p e r e n t o r i a , es decir, se puede oponer al momento de contestar la
demanda; pues de acuerdo al art. 309 del CPC, la contestación a la demanda debe
contener: 3) las excepciones que se oponen a la demanda y la exposición clara de los
hechos y fundamentos de derecho en que se apoyan.
ii. Como e x c e p c i ó n m i x t a , es decir, como una excepción perentoria (que ataca al fondo
de la acción deducida) que se opone como excepción dilatoria (antes de contestar la
demanda). En efecto, el art. 304 del CPC señala que podrán también oponerse y
tramitarse del mismo modo que las dilatorias la excepción de cosa juzgada y la de

257
Desde el Derecho romano, en general, se ha entendido por causa, el título en virtud del cual nos corresponde un
derecho. Estos títulos que sirven de fundamento a la demanda en que se reclama un derecho (por ejemplo,
compraventa, donación, etc.) toma la denominación técnica de causa de pedir. Pero no sólo la demanda o acción
tiene causa de pedir, sino que también la tienen las excepciones que opone el demandado, puesto que ellas también,
en el fondo, persiguen la declaración de un beneficio jurídico en su favor. De ahí que PLANIOL defina la causa de
pedir corno el hecho jurídico o material que sirve de fundamento al derecho que se reclama, o a la excepción que se
opone.

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DERECHO PROCESAL CIVIL - LOS ACTOS JURÍDICOS PROCESALES
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transacción, pero, si son de lato conocimiento, se mandará contestar la demanda, y se


reservarán para fallarlas en la sentencia definitiva.
iii. Como e x c e p c i ó n a n óm a l a , pues de conformidad con el art. 310 inc. I del CPC, no
obstante lo dispuesto en el artículo anterior, las excepciones de prescripción, cosa
juzgada, transacción y pago efectivo de la deuda, cuando ésta se funde en un antecedente
escrito, podrán oponerse en cualquier estado de la causa; pero no se admitirán si no se
alegan por escrito antes de la citación para sentencia en primera instancia, o de la vista
de la causa en segunda.
iv. Como f u n d a m e n t o d e u n r e c u r s o d e a pe l a c i ó n , en el caso de que opuesta en
primera instancia, en alguna de las formas antes indicadas, al pronunciarse sobre ella el
tribunal inferior cometiere un error susceptible de ser enmendado en conformidad a
derecho por el tribunal superior (por ejemplo, estima que no existe identidad legal de
personas).
v. Como c a u s a l d e l r e c u rs o d e c a s a c i ó n e n l a f o r m a , pues de acuerdo al art. 768
del CPC, el recurso de casación en la forma ha de fundarse precisamente en alguna de las
causas siguientes: 6) en haber sido dada (la sentencia) contra otra pasada en autoridad
de cosa juzgada, siempre que ésta se haya alegado oportunamente en el juicio.
vi. Como causal de un r e c u r s o d e r e v i s i ó n , pues de acuerdo al art. 810 del CPC, la CS de
Justicia podrá rever una sentencia firme en los casos siguientes: 4) si se ha pronunciado
contra otra pasada en autoridad de cosa juzgada y que no se alegó en el juicio en que la
sentencia firme recayó.
vii. Y según CASARINO, c o m o fu n d a m e n t o d e u n r e c u r s o d e c a s a c i ó n e n e l
f o n d o , siempre que la sentencia que se ha impugnado por medio de este recurso, al
pronunciarse sobre la excepción de cosa juzgada oportunamente opuesta, cometa
infracción de ley con influencia sustancial en lo dispositivo del fallo; por ejemplo, estima
que no concurre la triple identidad legal, en circunstancia que en realidad concurre.

g. PARALELO ENTRE LA ACCIÓN Y LA EXCEPCIÓN DE COSA JUZGADA.


i. En cuanto al origen, mientras la acción de cosa juzgada sólo nace de las sentencias
condenatorias, o sea, de aquellas sentencias que imponen una obligación al demandado y
una prestación en favor del demandante, y cuyo cumplimiento puede exigirse por la vía
ejecutiva (por medios compulsivos); la excepción de cosa juzgada puede apoyarse tanto
en una sentencia condenatoria como en una absolutoria.
ii. En cuanto a los titulares, la acción de cosa juzgada le corresponde a aquel litigante a cuyo
favor se ha declarado un derecho en el juicio; en tanto que la excepción de cosa juzgada
puede alegarse por el litigante que ha obtenido en el juicio y por todos aquellos a quienes
según la ley aprovecha el fallo, siempre que concurra la triple identidad legal ya
conocida.
iii. En cuanto a la oportunidad, la acción de cosa juzgada se hace valer en la correspondiente
demanda ejecutiva; mientras que la excepción de cosa juzgada se puede hacer valer por

355
DERECHO PROCESAL CIVIL - EL PROCEDIMIENTO ORDINARIO DE MAYOR CUANTÍA
MAXIMILIANO ASTORGA BELTRÁN - PAULINA NAVARRETE MEDINA

distintos medios, y en diversos momentos.


iv. En cuanto a la duración, la acción de cosa juzgada prescribe de acuerdo con las reglas
generales, es decir, en tres años (prescripción de la acción ejecutiva); en cambio, la
excepción de cosa juzgada, por su propia naturaleza, es imprescriptible.

VII. EL PROCEDIMIENTO ORDINARIO DE MAYOR CUANTÍA.

A. G ENERALIDADES .

1. INTRODUCCIÓN.
Cuando se analizaron las clases teóricas de procedimiento, se dijo que según su ámbito
de aplicación, éstos se clasificaban en generales y especiales. Los procedimientos generales son
aquellos que se aplican comúnmente a todas las controversias que no tengan una forma especial
de tramitarse; y los procedimientos especiales son aquellos que se aplican para determinadas
controversias que la ley establece, puesto que la preordenación de sus trámites y actos, se crean
en atención a la naturaleza del conflicto (por ejemplo, el juicio de arrendamiento para predios
urbanos).
Ahora bien, el art. 2º del CPC, clasifica a los procedimientos, según su tramitación
(CASARINO) en ordinarios y extraordinarios. El p ro c e d i m i e n t o o r d i n a r i o es aquél que se
somete a la tramitación común ordenada por la ley; y el p r o c e d i m i e n t o e x t r a o r d i n a r i o es
el que se rige por las disposiciones especiales que para determinados casos ella (la ley)
establece. Por tanto, una cosa son los procedimientos generales y especiales y otra cosa distintas
son los procedimientos ordinarios y extraordinarios.
El Libro I (“Del juicio ordinario”) del CPC se refiere solamente al juicio ordinario de
mayor cuantía, y el Libro III (“De los juicios especiales”) trata a los juicios especiales; por tanto,
según algunos, el procedimiento ordinario es uno sólo, a saber el juicio ordinario de mayor
cuantía. No obstante, en el Libro III se incluyen procedimientos que son de aplicación general,
como el procedimiento sumario y el de menor y mínima cuantía, que según algunos son
procedimientos ordinarios también, pero según otros se trata de procedimientos extraordinarios
de aplicación general, pues el procedimiento ordinario es uno sólo, pero no es el único de
aplicación general.
El profesor LUHRS, quien cree que el procedimiento ordinario es únicamente el de mayor
cuantía, lo explica de la siguiente manera: él señala que hay procedimientos como el juicio de
hacienda, los de familia, los de arrendamiento, etc., que son llamados procedimientos especiales,
y que analizándolos versus el procedimiento ordinario, corresponden a procedimientos
extraordinarios, por lo señalado en el art. 2º del CPC y especiales, ya que se aplican a
determinadas controversias. El problema es que hay algunos procedimientos que están
establecidos en el Libro III y que no están vinculados o no son relativos a una materia en especial
(se pueden aplicar a cualquier materia), el más típico de estos casos es el procedimiento del
juicio sumario, el cual puede ser de aplicación general o especial; otro ejemplo lo constituye el
juicio de menor y mínima cuantía. Todos estos procedimientos son extraordinarios, ya que se
rigen por disposiciones especiales que para determinados casos la ley establece (en el Libro III),
y son generales o de aplicación común, puesto que se pueden aplicar a todas aquellas las
controversias que no tengan una forma especial de tramitarse

356
DERECHO PROCESAL CIVIL - EL PROCEDIMIENTO ORDINARIO DE MAYOR CUANTÍA
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En definitiva, hay un juicio ordinario y juicios extraordinarios, que pueden ser de


aplicación general o de aplicación especial. En el mismo sentido, refiriéndose a la clasificación
que efectúa el art. 2º del CPC, CASARINO señala que para el Derecho procesal civil positivo
chileno, el procedimiento ordinario es sinónimo de juicio ordinario de mayor cuantía, y el
procedimiento extraordinario es aquél al cual se ajustan todos los demás juicios.258

2. CONCEPTO Y CARACTERÍSTICAS.
El juicio ordinario de mayor cuantía se encuentra regulado en el Libro II (“Del juicio
ordinario”) del CPC, en los arts. 253 al 433. El profesor ALFARO lo define como un
procedimiento de cognición o declarativo común, es decir, aplicable a toda clase de pretensión
que no conste de una regulación especial. De acuerdo a esta definición, y a varias normas del
CPC, se pueden nombrar como características de este juicio, las siguientes:

i. Es un p r o c e d i mi e n t o d e c l a r a t i v o , de conocimiento, o cognitivo, es decir, es un


procedimiento que tiende a obtener la condena del demandado, la mera declaración de un
derecho controvertido, o un efecto constitutivo, mediante la dictación de la sentencia
respectiva. Esto a diferencia de los procedimientos de ejecución, los cuales persiguen el
cumplimiento forzado de una obligación, que consta en una sentencia previa dictada
dentro de un procedimiento de cognición, o en otro título al cual la ley le atribuye mérito
ejecutivo; y a diferencia, también, de los procedimientos conservativos o precautorios, los
cuales tienen por objeto asegurar el resultado de una acción ejercitada en un
procedimiento de conocimiento o ejecutivo, anterior o coetáneo.
ii. Se aplica a los negocios judiciales cuya cuantía sea superior a 500 UTM, por ello se dice
que es un p r o c e d i mi e n t o d e m a yo r c u a n t í a . Esto se extrae de interpretar a
contrario sensu el art. 698 primera parte del CPC, disposición que se refiere al juicio de
menor cuantía, la cual señala que los juicios de más de diez UTM y que no pasen de
quinientas UTM, y que no tengan señalado en la ley un procedimiento especial, se
someterán al procedimiento ordinario de que trata el Libro II con las modificaciones
siguientes… Por otro lado, también se aplica a las materias no susceptibles de apreciación
pecuniaria, pues por una ficción legal (art. 130 del COT), dichos asuntos se reputan de
mayor cuantía para efectos de determinar la competencia del tribunal
Art. 130. Para el efecto de determinar la competencia del juez se reputarán de mayor cuantía los negocios
que versen sobre materias que no estén sujetas a una determinada apreciación pecuniaria. Tales son, por
ejemplo:
1. Las cuestiones relativas al estado civil de las personas;
2. Las relacionadas con la separación judicial o de bienes entre marido y mujer, o con la crianza y cuidado
de los hijos;
3. Las que versen sobre validez o nulidad de disposiciones testamentarias, sobre petición de herencia, o
sobre apertura y protocolización de un testamento y demás relacionadas con la apertura de la sucesión, y
4. Las relativas al nombramiento de tutores y curadores, a la administración de estos funcionarios, a su
responsabilidad, a sus excusas y a su remoción.

258
En contrario el profesor ORELLANA sostiene que el legislador ha dispuesto tres tipos de procedimientos
ordinarios: el de mínima, menor y mayor cuantía. El profesor ALFARO señala que el procedimiento ordinario es uno
sólo: el de mayor cuantía; no obstante, hay otros procedimientos de aplicación común que no son ordinarios (él no
prefiere llamarlos extraordinarios).

357
DERECHO PROCESAL CIVIL - EL PROCEDIMIENTO ORDINARIO DE MAYOR CUANTÍA
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Por lo tanto, cada vez que se esté en presencia de una acción judicial cuya cuantía exceda
de 500 UTM, o de una cuantía indeterminada y no tenga señalada en la ley una tramitación
especial, se debe saber de antemano que tendrá que ser ventilada en conformidad a las
reglas del juicio ordinario de mayor cuantía.

iii. Es un p r o c e d i m i e n t o d e d o b l e gr a d o , pues los tribunales lo conocen en primera


instancia y sus fallos son susceptibles del recurso de apelación.
iv. El juicio ordinario es un p r o c e d i mi e n t o c o m ú n o d e a p l i c a c i ó n g e n e r a l , ya que
de acuerdo al art. 3º del CPC, se aplica en todas las gestiones, trámites y actuaciones que
no estén sometidos a una regla especial diversa (en atención a la cuantía o a la existencia
de un procedimiento extraordinario), cualquiera que sea su naturaleza. Por lo tanto, el
juicio ordinario de mayor cuantía es la forma normal de tramitación de los juicios,
mientras que la excepción la constituyen los procedimientos extraordinarios, cuya
tramitación, a la inversa, es distinta de la primeramente nombrada y bastante variada.
v. Consecuencia de lo anterior, es un p r o c e d i mi e n t o s u p l e t o ri o o d e a p l i c a c i ó n
s u b s i d i a r i a en relación a los procedimientos extraordinarios. Pues el legislador, al
estructurar los procedimientos extraordinarios, no consignó en forma exhaustiva todas las
actuaciones que los constituyen; de manera que, en presencia de cualquier vacío, se debe
recurrir indefectiblemente a las normas respectivas del juicio ordinario de mayor cuantía.
Así, por ejemplo, nada dice la ley, dentro de los juicios extraordinarios, acerca de los
medios probatorios, por tanto, en su silencio, se aplicarán las normas contenidas sobre
esta materia en el juicio ordinario de mayor cuantía; incluso en el CPP hay algunas normas
expresas que disponen la aplicación supletoria del procedimiento ordinario civil al
procedimiento ordinario penal, en ciertas materias.
vi. Se trata de un procedimiento f u n d a m e n t a l m e n t e e s c r i t o 259, pues todas sus
actuaciones constan en el proceso por medio de la escritura, las cuales se ajustan a las
formalidades que la ley establece para cada una de ellas en particular, según su
naturaleza. Por excepción, el juicio ordinario de mayor cuantía está constituido por
algunas actuaciones orales, a saber: en primera instancia están las declaraciones
testimoniales, la confesión judicial; la aceptación del cargo de perito, la petición al tribu-
nal a fin de que cite a las partes para oír sentencia, la interposición del recurso de
apelación en el acto de la notificación, etc.; y en segunda instancia es oral la vista de la
causa, comprendiéndose en ella la relación y los alegatos de los abogados (el profesor
ALFARO recalca que las excepciones son, esencialmente, en la segunda instancia). No
obstante, estas excepciones, al ser actuaciones judiciales, deben necesariamente constar
en un acta escrita e incorporarse al expediente, por el correspondiente ministro de fe; así,
por ejemplo, la prueba confesional es oral, pero se debe consignar en un acta por el
Receptor, y posteriormente es incluida en el expediente.

259
Hay que recordar que la escrituración es una regla técnica, y las reglas técnicas son herramientas, a veces
conceptualmente contradictorias, que están a disposición del legislador para emplearlas de acuerdo con las
condiciones sociales, culturales y económicas de un determinado país. Dentro de ellas se distinguen las reglas del
debate procesal y las reglas de la actividad de sentenciar; en las primeras se encuentra la escrituración que se opone
a la oralidad.

358
DERECHO PROCESAL CIVIL - EL PROCEDIMIENTO ORDINARIO DE MAYOR CUANTÍA
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vii. Es un procedimiento d o m i n a d o p o r l a p r e c l u s i ó n 260, fundamentalmente, porque los


plazos que se establecen en el CPC (plazos legales) son fatales, es decir, la posibilidad de
ejercer un derecho o la oportunidad para ejecutar el acto se extingue al vencimiento del
plazo por el sólo ministerio de la ley, y sin necesidad de dictarse resolución alguna por
parte del tribunal para que precluya el derecho.
viii. Atendiendo a su extensión, es un p r o c e d i mi e n t o d e l a t o c o n oc i mi e n t o o
p l e n a r i o , pues el conocimiento de la controversia es extenso, en cuanto al número de
los trámites.
ix. Es un procedimiento en donde p r e d o mi n a d e l a me d i a c i ó n , pues la relación entre el
juzgador y los medios materiales y personales del procedimiento, está siempre
intermediada por otro funcionario. La mediación, como regla técnica del debate procesal,
consiste en que durante el proceso el juez no tiene contacto directo ni con las partes, ni
con el expediente, ni con las pruebas aportadas, sino que por el contrario, existen uno o
más funcionarios o agentes que realizan la labor de intermediación. Esto genera
consecuencias negativas, en el sentido de que el juez se aparta más de la realidad.
x. Se permite la interposición de incidentes durante todo su desarrollo, lo que muchas veces
produce la dilación en la conclusión del procedimiento.
xi. Existe la posibilidad de impugnar la gran mayoría de las resoluciones que se dictan
durante el procedimiento. Esto genera, muchas veces, que un mismo procedimiento esté
siendo conocido en primera instancia por el juez de letras y, al mismo tiempo, se estén
conociendo algunas apelaciones por los tribunales superiores.
xii. Por último, es un procedimiento de carácter d i s p o s i t i v o , lo que significa que la
voluntad de las partes tiene fundamental importancia en el desarrollo del procedimiento,
reservándose al juez un rol pasivo en la conducción de éste. Sin embargo, existen
excepciones constituidas, principalmente, por la posibilidad que se le da al juez, en
algunos casos, de actuar de oficio (por ejemplo, en las medidas para mejor resolver).

3. ESTRUCTURA DEL JUICIO ORDINARIO DE MAYOR CUANTÍA.


Este juicio se inicia por medio de la interposición de una demanda, demanda respecto de
la cual el tribunal va a conferir traslado al demandado, siendo el plazo variable según el lugar de
la notificación, pero teniendo como plazo base 15 días. Tanto la demanda como el traslado (que
es un decreto) se notifican por el estado diario al demandante y personalmente al demandado, si
es la primera notificación (puede que no lo sea, por ejemplo, si hubo una medida prejudicial
precautoria).
Notificado el demandado, éste puede asumir distintas actitudes: (i) puede no hacer nada
(inacción), y en este caso, si no se defiende, a petición del actor, se dará por evacuado el trámite
de la contestación de la demanda en su rebeldía; (ii) puede aceptar lisa y llanamente la demanda

260
La preclusión es una regla del debate procesal que consiste en que cada uno de los períodos en que se puede
dividir un proceso se debe clausurar, lo que se traduce en la imposibilidad de realizar un acto procesal fuera del
periodo o estadio en que deba llevarse a efecto según la ley que lo regule. Esta regla se opone al libre
desenvolvimiento.

359
DERECHO PROCESAL CIVIL - EL PROCEDIMIENTO ORDINARIO DE MAYOR CUANTÍA
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(allanamiento) o no contradecir en forma sustancial y pertinente los hechos que sirven de


fundamento a la misma; (iii) también puede defenderse, ya sea oponiendo excepciones dilatorias,
destinadas a corregir vicios de procedimientos, o bien, excepciones perentorias, destinadas a
enervar la acción deducida (las primeras se esgrimen en forma previa, y son tramitadas y
resueltas como incidentes, y las segundas, en cambio, se hacen valer dentro del escrito llamado
contestación de la demanda). (iv) Por último, el demandado puede reconvenir, es decir, que no
sólo se limite a contradecir, sino que asuma la posición activa de demandar al demandante, lo
que se denomina comúnmente contrademanda.
Contestada la demanda o en su rebeldía, se confiere traslado al actor para replicar, y de
éste escrito se confiere nuevamente traslado al demandado para duplicar, siendo el plazo de
ambos traslados de seis días.
Una vez concluidos estos trámites en el período de discusión, el tribunal debe llamar a las
partes a conciliación y proponer las bases de arreglo. Si la conciliación no se produce, o bien,
ésta sólo se produce en forma parcial, el juez realiza un examen del proceso, pudiendo concluir
que existen hechos sustanciales, pertinentes y controvertidos, en cuyo caso debe recibir la causa
a prueba por un término de 20 días. Vencido el término probatorio, las partes tienen un plazo de
diez días para formular las observaciones a la prueba, y vencido este plazo, de oficio o a
petición de parte, se citará a las partes a oír sentencia. Pero si el juez concluye que no existen
hechos sustanciales pertinentes y controvertidos, simplemente cita a las partes a oír sentencia. A
contar de la notificación de esta última resolución (citación para oír sentencia), el tribunal tiene
un plazo de 60 días para dictar sentencia definitiva, la cual una vez notificada a las partes, será
susceptible de los recursos legales que procedan.
El esquema esbozado permite apreciar que el juicio ordinario de mayor cuantía, en su
tramitación, atraviesa o consta de tres períodos o fases: el de discusión, el de prueba y el de
sentencia (es tripartito). El único trámite que no calza en ninguna de estas etapas, es el llamado a
conciliación.
i. El p e r í o d o d e d i s c u s i ó n está constituido por la presentación de cuatro escritos
fundamentales, a saber: la demanda, la contestación de la demanda (y eventual demanda
reconvencional), la réplica (y contestación de demanda reconvencional), la dúplica (y réplica
en reconvención, y dúplica en reconvención).
ii. El p e r í o d o d e p r u e ba es aquel que media entre la dictación de la resolución que
recibe la causa a prueba y la notificación de la resolución que cita a las partes para oír
sentencia; por tanto, comprende lo siguiente: la resolución que recibe la causa a prueba; el
término de prueba; y el período de observaciones a la prueba.
iii. Y el p e r í o d o d e s e n t e n c i a , es el que transcurre entre la resolución que cita a las
partes a oír sentencia y la dictación y notificación de la sentencia definitiva. Por tanto,
este período comprende: la citación para oír sentencia y la sentencia del tribunal.

B. PERIODO DE DISCUSIÓN.

1. INTRODUCCIÓN.
Como recalca el profesor ALFARO, el periodo de discusión se conforma idealmente por
cuatro escritos fundamentales, cuales son: la demanda, la contestación de la demanda, la réplica
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y la dúplica. Dentro de los escritos mencionados hay uno que es esencial, que es la demanda,
mientras que los otros tres son eventuales, pues, pueden o no existir en el juicio.
El objeto fundamental de este periodo, es plantear de manera ordenada cuál es la
controversia, a través de las pretensiones del demandante y las contrapretensiones del
demandado. En otras palabras, determina el objeto de la litis.

2. LA DEMANDA.

2.1. CONCEPTO.
El art. 253 del CPC dice que todo juicio ordinario comenzará por demanda del actor, sin
perjuicio de lo dispuesto en el Título IV (“De las medidas prejudiciales”) de este Libro (segundo).
En consecuencia, el juicio ordinario de mayor cuantía tiene dos maneras de ser iniciado, cuales
son: la demanda del actor, lo cual constituye la regla general; o bien, mediante medidas
prejudiciales promovidas por el futuro demandante o por el futuro demandado, siendo la más
típica de las medidas prejudiciales, la prejudicial precautoria, que puede consistir en un embargo,
en la prohibición de celebrar actos o contratos, en el nombramiento de un interventor, etc.261 Por
lo tanto, en el sistema del juicio ordinario no hay inicio de oficio del procedimiento, se requiere
actividad de parte, sea por vía de la demanda o por vía de una medida prejudicial.
La demanda se encuentra regulada en el Título I (“De la demanda”) del Libro II del CPC.
La ley no define a la demanda, pero es evidente que este término se reserva para designar el acto
inicial de la relación procesal, o sea, a la primera presentación que hace el actor y que resume
sus pretensiones. Al respecto, el profesor ALFARO señala que es un acto procesal de iniciación
del procedimiento, en virtud del cual el demandante ejerce su derecho de acción y manifiesta su
pretensión ante un juez. En un sentido muy similar el profesor FORTTES dice que la demanda es
el instrumento a través del cual se inicia la relación procesal, se manifiesta el derecho de acción,
y cuyo contenido es la pretensión. Como se puede apreciar, en ambos conceptos se engloban tres
ideas, que si bien están relacionadas entre sí, son diferentes; éstas son:
i. La p re t e n s i ó n , esto es, aquella declaración de voluntad realizada en el plano de la
realidad social, en virtud de la cual se intenta subordinar una voluntad ajena a la propia
(por ejemplo, págame lo que me debes). Más que un derecho es una petición, y constituye
el fundamento del objeto del proceso.
ii. La a c c i ó n , esto es, el poder jurídico que tiene todo sujeto de derecho, de acudir a los
órganos jurisdiccionales para reclamarles la satisfacción de una pretensión. La acción es
una institución que existe con anterioridad al proceso.
iii. Y la d e m a n d a o l i b e l o , que es el escrito o acto material que contiene la pretensión, y

261
Las medidas perjudiciales serán analizadas después, por ahora se puede decir que son los medios que franquea la
ley a los futuros litigantes (demandante o demandado) con el objeto preparar la entrada al juicio (medidas
prejudiciales preparatorias), asegurar la rendición de alguna prueba que pueda desaparecer (medidas prejudiciales
probatorias), o asegurar el resultado de la acción que se va a deducir (medidas prejudiciales precautorias). Desde el
punto de vista de la tramitación, las medidas prejudiciales constituyen incidentes especiales dentro del pleito, no
obstante, la iniciación del juicio, mediante una medida prejudicial, no libera en manera alguna al actor de la
obligación de presentar la demanda; pues, la novedad procesal, en este caso, radica exclusivamente en que el juicio
se ha iniciado mediante una medida prejudicial, y que ésta, cronológicamente, precede la demanda.

361
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que se traslada al ámbito jurisdiccional mediante el ejercicio de la acción. Por lo tanto, la


pretensión que nace fuera del ámbito jurídico, se lleva a él mediante el ejercicio de la
acción, para que así se desarrolle un proceso, en que finalmente el juez dicte una
sentencia; y, específicamente, esto se realiza mediante un acto procesal denominado
demanda.

Estos tres conceptos se diferencias en cuanto a los s u j e t o s , ya que en la pretensión los


sujetos son el pretendido y el pretendiente; en la acción, son el actor y el tribunal; y en la
demanda, son el demandante el demandado. También se diferencian en cuanto a su o b j e t o , ya
que el objeto o finalidad de la pretensión, es que se dicte de una sentencia declarativa, ejecutiva o
cautelar; la acción que se inicie un proceso; y la demanda contener la pretensión y por medio de
ella ejercer el derecho de acción. Por último, también se diferencian en cuanto a la c a u s a , ya
que la pretensión tiene por causa el hecho material (pretensión extraprocesal resistida o
conflicto) y jurídico que sirve de fundamento al derecho, y la acción existe para dejar de lado a la
autotutela.
Por último, si bien la regla general en Chile es que la demanda no constituye un trámite
obligatorio, hay ciertos casos en la legislación procesal en que la demanda es obligatoria. Estos
casos son:
i. Cuando el demandado pide al tribunal que se ponga la demanda en conocimiento de otras
personas, a quienes les correspondería también el ejercicio de dicha acción (litisconsorcio
forzado u obligatorio); por ejemplo, si el demandante es uno de los comuneros o de los
herederos, y el demandado pide que se notifique a los demás. En efecto, conforme al art.
21 inc. I del CPC, si la acción ejercida por alguna persona corresponde también a otra u
otras personas determinadas, podrán los demandados pedir que se ponga la demanda en
conocimiento de las que no hayan ocurrido a entablarla, quienes deberán expresar en el
término de emplazamiento si se adhieren a ella.
ii. La jactancia, la cual, conforme al art. 269 del CPC, tiene lugar cuando alguna persona
manifieste corresponderle un derecho de que no esté gozando, en tal evento, todo aquél a
quien su jactancia pueda afectar, podrá pedir que se la obligue a deducir demanda
dentro del plazo de diez días, bajo apercibimiento, si no lo hace, de no ser oída después
sobre aquel derecho. Este plazo podrá ampliarse por el tribunal hasta treinta días,
habiendo motivo fundado. En palabras simples, la jactancia es una demanda que se
interpone en contra de quien dice o declara que le pertenece tal o cual derecho; por
ejemplo, un individuo (el jactancioso) señala que tiene un derecho personal en contra de
otra persona (el jactado) para que le repare los perjuicios que le causó por quemarle un
televisor; esto con el objeto de que el jactancioso deduzca la demanda, para buscar que
ese derecho sea reconocido, pues jactarse de que le pertenece un derecho y no ejercer la
demanda respectiva, puede causar perjuicios a la otra parte, sobre todo al honor.262

262
Para que haya jactancia en sentido legal, se requiere: que la manifestación del jactancioso conste por escrito, o
que se haya hecho de viva voz, a lo menos, delante de dos personas hábiles para dar testimonio en juicio civil; o que
el jactancioso haya gestionado como parte en un proceso criminal del que puedan emanar acciones civiles en contra
del acusado (art. 270 del CPC). Esto se tramita conforme al procedimiento sumario y la sentencia habrá de
determinar si hubo o no jactancia; y en caso de que se acredite que sí la hubo, se le impone al jactancioso la carga de
demandar en el plazo que se le señale (de 10 ó 30 días); y si trascurre dicho plazo para demandar, sin que el
jactancioso demande, se debe solicitar al tribunal que declare el apercibimiento del art. 269 del CPC, es decir, no ser

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iii. Si se decreta una medida prejudicial precautoria a favor del futuro demandante. En
efecto, conforme al art. 280 del CPC, aceptada la solicitud a que se refiere el artículo
anterior, deberá el solicitante presentar su demanda en el término de diez días y pedir
que se mantengan las medidas decretadas. Este plazo podrá ampliarse hasta treinta días
por motivos fundados; agrega el inc. II que si no se deduce demanda oportunamente, o no
se pide en ella que continúen en vigor las medidas precautorias decretadas, o al resolver
sobre esta petición el tribunal no mantiene dichas medidas, por este solo hecho quedará
responsable el que las haya solicitado de los perjuicios causados, considerándose doloso
su procedimiento.
iv. Si en el juicio ejecutivo el actor pide reserva de sus acciones, deberá interponer la
demanda en el juicio ordinario dentro del plazo de 15 días contados desde que se notificó
la sentencia definitiva en el juicio ejecutivo. En efecto, de conformidad con el art. 473 del
CPC, la sentencia recaída en el juicio ejecutivo produce cosa juzgada en el juicio
ordinario, tanto respecto del ejecutante como del ejecutado; agrega el inc. II que, con
todo, si antes de dictarse sentencia en el juicio ejecutivo, el actor o el reo piden que se
les reserven para el ordinario sus acciones o excepciones, podrá el tribunal declararlo
así, existiendo motivos calificados. Siempre se concederá la reserva respecto de las
acciones y excepciones que no se refieran a la existencia de la obligación misma que ha
sido objeto de la ejecución. Finaliza el inc. III señalando que en los casos del inciso
precedente, la demanda ordinaria deberá interponerse dentro del plazo que señala el art.
474 (15 días), bajo pena de no ser admitida después; y en tal caso, el juicio seguirá hasta
su cumplimiento, es decir, hasta la realización o remate de los bienes embargados.

2.2. IMPORTANCIA.
La demanda es un acto de iniciación del proceso y, como tal, a partir de su interposición
se van a producir importantes efectos procesales y extraprocesales, a saber:
i. La demanda delimita en forma importante el objeto del juicio (sobre aquello que se va a
discutir), esto junto con la eventual contestación, réplica y dúplica. Esto lo confirma el
art. 160 del CPC, el cual señala que las sentencias se pronunciarán conforme al mérito del
proceso, y no podrán extenderse a puntos que no hayan sido expresamente sometidos a
juicio por las partes, salvo en cuanto las leyes manden o permitan a los tribunales
proceder de oficio.
Cuando la sentencia se extiende a puntos no sometidos a juicio por las partes u otorga
más de lo pedido por ellas, la parte afectada podrá entablar un recurso de casación en la
forma fundado en la causal Nº 4 del art. 768 del CPC, a saber: en haber sido dada ultra
petita, esto es, otorgando más de lo pedido por las partes, o extendiéndola a puntos no
sometidos a la decisión del tribunal (extra petita), sin perjuicio de la facultad que éste
tenga para fallar de oficio en los casos determinados por la ley ¿Qué pasa si el tribunal
otorgó menos de lo pedido por las partes? Este vicio de la sentencia se denomina minus
petita, y no está enunciado en el Nº 4 del art. 768, por ello, hay que reconducirlo al Nº 5
de dicho artículo, es decir, a la causal que se refiere a la omisión de los requisitos de la

oído después sobre el derecho cuya jactancia se trata (art. 271 del CPC). La acción de jactancia prescribe en seis
meses contados desde que tuvieron lugar los hechos en que se funde (art. 272 del CPC).

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sentencia definitiva, específicamente el numeral 6 del art. 170 del CPC, que señala que la
sentencia definitiva contendrá la decisión del asunto controvertido. Esta decisión deberá
comprender todas las acciones y excepciones que se hayan hecho valer en el juicio; pero
podrá omitirse la resolución de aquellas que sean incompatibles con las aceptadas.

ii. Y en segundo lugar, la demanda determina los sujetos específicos del proceso (o
elementos subjetivos), es decir, las partes litigantes y el juez; lo que sin embargo, tiene
atenuaciones en lo que dice relación con los terceros relativos.

2.3. REQUISITOS.
Desde el momento en que la demanda, como acto inicial del juicio, es un verdadero
escrito, se debe ajustar a determinadas formalidades en su presentación, para que así produzca
los efectos legales deseados por el actor. Estas formalidades son dobles, a saber: las generales o
comunes a todo escrito, y las especiales o propias del escrito de demanda.

a. REQUISITOS GENERALES O COMUNES A TODO ESCRITO.


Los requisitos o formalidades generales de todo escrito y, por lo tanto, aplicables al
escrito de demanda, son:
i. La demanda se debe presentar en papel. Actualmente, y con la entrada en vigencia del DL
3.475 de 1980, quedó sin efecto la obligación de usar papel sellado en los juicios y
gestiones judiciales, toda vez que el art. 32 de ese DL derogó el DL 619 que la consagraba.
ii. Debe presentarse por conducto del Secretario respectivo. Aquí, hay que recordar que el
Secretario al cual se presenta la demanda, depende de si el tribunal es asiento de Corte o
no: si es asiento de Corte, la demanda se debe presentar en la Secretaría de la CA; y si no
es asiento de Corte, hay que presentarla ante el secretario del tribunal que esté de turno.
Estas reglas sólo tienen lugar si en la comuna o agrupación de comunas hay más de un
Jugado de Letras.
Ahora bien, si antes de presentarse la demanda se presentó una medida prejudicial, ésta es
la que se va a distribución o se le aplica el sistema de turnos, y no la demanda.
iii. Debe presentarse encabezada con una suma que indique su contenido. En efecto, el art.
30 del CPC dispone que todo escrito deberá presentarse al tribunal de la causa por
conducto del secretario respectivo y se encabezará con una suma que indique su
contenido o el trámite de que se trata. El profesor LUHRS señala que la suma se inicia con
la locución “en lo principal”, donde se coloca, por ejemplo, “demanda en juicio
ordinario”, pero también se le pueden agregar otras cosas aludiendo a la naturaleza de la
demanda, por ejemplo, “por indemnización de perjuicios”. Posteriormente vienen los
otrosí 263, en los cuales se pueden presentar pruebas, pedir al juez que tenga presente
ciertas cosas, como por ejemplo, el patrocinio y el poder, en atención a que la demanda es
la primera presentación que hace el actor. Así, entonces, una suma puede ser la siguiente:

263
Según la RAE, “otrosí” significa “además de esto”; y en el ámbito procesal alude a cada una de las peticiones que se
ponen después o además de lo principal.

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“en lo principal: demanda por indemnización de perjuicios por responsabilidad


extracontractual; primer otrosí: acompaña documentos en la forma que indica; segundo
otrosí: patrocinio y poder.”264
iv. Conforme al art. 31 inc. I del CPC, junto con cada escrito deberán acompañarse en papel
simple tantas copias cuantas sean las partes a quienes debe notificarse la providencia
que en él recaiga, y, confrontadas dichas copias por el secretario, se entregarán a la otra
u otras partes, o se dejarán en la secretaría a disposición de ellas cuando la notificación
no se haga personalmente o por cédula265. Agrega el inc. II que se exceptúan de esta
disposición (es decir, no es necesario presentar copias) los escritos que tengan por objeto
personarse en el juicio (hacerse parte en el juicio), acusar rebeldías, pedir apremios,
prórroga de términos, señalamiento de visitas, su suspensión y cualesquiera otras
diligencias de mera tramitación.
El cumplimiento de estas carga es importante, porque de acuerdo al inc. III del art. 31 del
CPC, si no se entregan las copias o si resulta disconformidad substancial entre aquéllas y
el escrito original, no le correrá plazo a la parte contraria y deberá el tribunal, de
plano, imponer una multa de un cuarto a un sueldo vital; agrega el inc. IV que el tribunal
ordenará, además, que la parte acompañe las copias dentro de tercero día, bajo
apercibimiento de tener por no presentado el escrito. Finaliza el inc. V diciendo que las
resoluciones que se dicten en conformidad a este artículo serán inapelables.
v. En atención a que la demanda es, por regla general, la primera presentación que hace el
actor, debe contener la constitución de un mandato judicial y la designación de un
abogado patrocinante habilitado, salvo las excepciones legales (por ejemplo, no esto no
se requiere en la acción de protección ni en la acción de amparo).
vi. Por último, también hay quienes mencionan en estos requisitos la necesidad de que la
demanda esté firmada por quienes la presentan.

b. REQUISITOS ESPECIALES O PROPIOS DE LA DEMANDA.


Estas formalidades especiales del escrito de demanda las contempla el art. 254 del CPC, al
prescribir que la demanda debe contener:
i. La designación del tribunal ante quien se entabla (art. 254 Nº 1). Este requisito se
cumple, en la práctica, a continuación de la suma, expresándose solamente la jerarquía

264
Las CA de Santiago, desde el año 2003, ha exigido para las demandas y gestiones judiciales que se presenten para
su distribución en los Juzgados Civiles y del Trabajo de su jurisdicción, una presuma que se antepone a la suma, y
que tendrá: el tipo de procedimiento que corresponda (ordinario de mayor cuantía, ejecutivo, etc.); materia u objeto
del pleito (indemnización de perjuicios, notificación de protesto de cheque, arrendamiento, nulidad de matrimonio,
etc.); individualización del demandante con sus nombres y apellidos, y a continuación su cédula de identidad;
nombre completo del abogado patrocinante con su RUT; nombre completo del apoderado con RUT; y nombre
completo del o los demandados con su RUT, de ser conocido, si no lo es, se coloca “sin RUT”. Este requisito se ha ido
incorporando paulatinamente en las CA, comenzando por la de Santiago, para luego continuar en las CA de
Concepción y Valparaíso.
265
El profesor LUHRS señala que, en la práctica, cuando se trata de una comuna asiento de Corte, en que la causa va a
distribución, estas copias no se presentan en la Corte, sino posteriormente, cuando la causa llega al juzgado
correspondiente.

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del tribunal, y ello mediante abreviaturas como, por ejemplo, S.J.L (Señor Juez Letrado),
I.C. (Ilustrísima Corte de Apelaciones), y Excma. Corte (Excelentísima Corte
Suprema)266. La razón de no exigir la designación exacta del tribunal (por ejemplo,
segundo juzgado de letras de Valparaíso), es que hay ciudades que son asiento de CA, y
cuando se presenta la demanda en la Secretaría de la Corte no se sabe qué tribunal va a
conocer de la causa, ya que ésta debe ir a distribución.
ii. El nombre, domicilio y profesión u oficio del demandante y de las personas que lo
representen, y la naturaleza de la representación (art. 254 Nº 2). En consecuencia, se
debe individualizar en forma precisa al actor y, si comparece por medio de representante,
en igual forma a este último, expresándose, en este caso, la naturaleza de la
representación, es decir, si es legal (por ejemplo, si comparece el padre) o convencional
(si es un mandatario civil o comercial). La individualización del actor y de su
representante se entiende cumplida mediante la indicación de tres elementos, a saber: el
nombre, el domicilio y la profesión. Por n o m b r e se entiende tanto el propio o de pila,
como los apellidos paterno y materno; el d o mi c i l i o es la residencia, acompañada, real o
presuntivamente, del ánimo de permanecer en ella; y la p r o f e s i ó n u o fi c i o , es la
actividad preferente del actor. Si se trata de una persona jurídica, el nombre será el que
señale la escritura pública de constitución, el domicilio será el domicilio social, y la
profesión el giro que realiza.
Ahora bien, hay que recordar que, de acuerdo al art. 49 inc. I del CPC, para los efectos del
artículo anterior, todo litigante deberá, en su primera gestión judicial, designar un
domicilio conocido dentro de los límites urbanos del lugar en que funcione el tribunal
respectivo, y esta designación se considerará subsistente mientras no haga otra la parte
interesada, aun cuando de hecho cambie su morada. Al respecto el art. 53 del CPC señala
que la forma de notificación de que trata el art. 50 (notificación por el estado) se hará
extensiva a las resoluciones comprendidas en el art. 48 (sentencia definitiva, sentencia
interlocutoria que recibe la causa a prueba y que ordena la comparecencia personal de las
partes), respecto de las partes que no hayan hecho la designación a que se refiere el
artículo 49 y mientras ésta no se haga; agrega el inc. II que esta notificación se hará sin
necesidad de petición de parte y sin previa orden del tribunal.
Por último, cabe decir que esta exigencia legal de la perfecta individualización del actor y
de su representante en el escrito de demanda, permite que el demandado sepa a ciencia
cierta con quién va a litigar, y las excepciones o defensas que puede oponer; permite,
además, saber a quiénes deberán notificarse las resoluciones que se expidan, y a quiénes
afectará, con autoridad de cosa juzgada, la sentencia llamada a resolver el pleito.
iii. El nombre, domicilio y profesión u oficio del demandado (art. 254 Nº 3). La
individualización del demandado es indispensable, al igual que la del actor, para saber
contra quién se dirige la demanda y a quién se debe notificar, para determinar su
capacidad y la competencia del tribunal en razón del territorio y, en fin, para apreciar los
efectos de la cosa juzgada. A diferencia del número anterior, nada dice la ley en cuanto a
la individualización del representante del demandado, pero, según CASARINO, en caso de

266
Esto se relaciona con que al dirigirse a un tribunal, hay que hacerlo en los términos que su dignidad lo requiere;
así, de acuerdo al art. 306 del COT, La CS tendrá el tratamiento de Excelencia y las CA el de Señoría Ilustrísima.
Cada uno de los miembros de estos mismos tribunales y los jueces de letras tendrán tratamiento de Señoría.

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que el demandado sea incapaz o tenga un representante convencional, la


individualización del respectivo representante se hace también indispensable.
El profesor FORTTES recalca que, por lo anterior, es que en nuestro sistema no se permiten
las demandas contra personas indeterminadas o desconocidas, lo que sí se puede dar en el
procedimiento penal (“contra quienes que resulten responsables”). Lo único que se
permite omitir es el segundo apellido267, a veces, también se permite omitir la profesión u
oficio, bajo la fórmula “cuya profesión ignoro”; pero nunca el domicilio ya que esto tiene
importancia para determinar la competencia del tribunal268, y para la práctica de las
notificaciones (cosa distinta es que al momento de llevar a cabo la notificación, no se
encuentre a la persona, y se deba recurrir a otra forma de notificación).
iv. La exposición clara de los hechos y fundamentos de derecho en que se apoya (art. 254
Nº 4). Esto se relaciona con la causa de la pretensión, esto es, los hechos materiales y
jurídicos que le sirven de fundamento. Como la demanda es el “recipiente” que contiene
la pretensión, debe contener:
- La exposición clara de los hechos en que se apoya, lo cual permite calificar de
antemano y con facilidad la acción deducida e, igualmente, la competencia del
tribunal; sirve también para saber con posterioridad qué hechos han sido reconocidos y
cuáles, en cambio, han sido controvertidos, lo que influirá en la recepción de la causa a
prueba; y, por último, facilita también al tribunal el establecimiento de los hechos en la
sentencia definitiva, mediante el examen de las pruebas pertinentes que se hayan
rendido. Por ello, según el profesor FORTTES, es la parte más importante de la
demanda, porque sobre estos hechos necesariamente deberá haber un pronunciamiento
al momento de dictar sentencia definitiva; pues al tribunal le está vedado incorporar
otros hechos distintos a aquellos planteados por el demandante (esto por el carácter
dispositivo del sistema).
- La exposición clara de los fundamentos de derecho en que se apoya la demanda,
lo cual tiene por objeto facilitar la calificación jurídica de la relación de derecho
substancial o material controvertida (por ejemplo, una compraventa). Esta exigencia se
cumple expresando únicamente el actor las razones de orden jurídico que, a su juicio,
justifican la declaración del derecho substancial reclamado; no necesita individualizar
la acción por su nombre técnico, ni indicar los preceptos legales aplicables, pues esta
labor la efectuará el tribunal al momento de pronunciar la sentencia, aunque para la
regularidad y marcha del proceso es conveniente hacerlo. El profesor FORTTES recalca
que esto no tiene la misma importancia que la exposición de los hechos, porque
clásicamente se sostiene que esta parte no es vinculante para el juez, por cuanto es éste
quien determinará las normas jurídicas aplicables al caso concreto, conforme al

267
El profesor LUHRS señala que si no se sabe el nombre del demandado, se debe aplicar el art. 54 del CPC, es decir,
se tendrá que notificar por avisos en un diario a la persona cuya individualización sea difícil de determinar y, en este
caso, se debería individualizar con otros datos. El profesor ALFARO, por su parte, señala que se puede omitir este
requisito, siempre que se precisen las razones de ello, por ejemplo, que por su número dificulten considerablemente
la práctica de la notificación (si se trata de una comunidad).
268
Hay que recordar que existen reglas generales y especiales de competencia, y dentro de estas últimas se
encuentran las reglas de competencia absoluta y relativa, siendo precisamente esta última la que se determina por el
factor territorio, según el siguiente esquema: existencia de prórroga de competencia; existencia de reglas especiales;
naturaleza de la acción deducida; regla legal supletoria del domicilio del demandado.

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aforismo que señala: el juez conoce el derecho. Por lo tanto, el juez se debe someter a
lo probado en cuanto a los hechos, pero puede ampararse en este aforismo para aplicar
un derecho distinto del invocado por las partes a la hora de argumentar la sentencia.
v. La enunciación precisa y clara, consignada en la conclusión, de las peticiones que se
sometan al fallo del tribunal (art. 254 Nº 5). Esta es la parte petitoria de la demanda
(equivale al objeto de la pretensión), y la ley dice que se debe expresar con la suficiente
claridad y precisión en la parte final de ésta.269
Estas peticiones del actor, unidas a las que plantea el demandado en su escrito de
contestación, constituyen la cuestión controvertida del pleito; y, como se dijo, la
sentencia definitiva deberá pronunciarse únicamente sobre ellas, so pena de que en la
dictación de la sentencia se incurra en vicios de forma que autoricen para anularla
mediante los recursos procesales correspondientes. El profesor FORTTES recalca que esta
parte es tremendamente importante en relación con la sentencia, pues equivaldría a la
parte resolutiva de ésta; por ello se dice que la demanda del actor sería un proyecto de la
sentencia para el juez.
vi. El art. 255 del CPC dice que los documentos acompañados a la demanda deberán
impugnarse dentro del término de emplazamiento, cualquiera sea su naturaleza. Por
tanto, siguiendo a esta disposición surge la pregunta de si ¿es necesario acompañar
documentos fundantes que acrediten la demanda? Antiguamente era obligatorio, pero
hoy no, pues no existe la obligación del demandante ni del demandado de acompañar
documentos fundantes de la demanda, de la reconvención o de la excepción, y la
contraparte carece del derecho de forzarlo a ello. Pero si se acompañan con la demanda
(por ejemplo, un video, un CD, etc.), se impugnarán dentro del término de emplazamiento
En general, se dice que los requisitos exigidos a la demanda son una manifestación del
principio de buena fe en materia procesal, por cuanto buscan que el demandado pueda tener total
claridad respecto de quién lo demanda, por qué lo está demandando, y qué es lo que se solicita;
evitándose con ello que la demanda se utilice como un instrumento para sorprender al
demandado.270

2.4. ACTITUDES DEL JUEZ UNA VEZ RECIBIDA LA DEMANDA.


Una vez presentada la demanda por el actor al tribunal, éste debe efectuar un examen de

269
Por ejemplo: POR TANTO de acuerdo a lo expuesto y lo que disponen las normas citadas y arts. 254 y siguientes
del CPC, y demás normas pertinentes. RUEGO A US.: tener por interpuesta, en juicio ordinario, demanda civil de
indemnización de perjuicios por responsabilidad civil extracontractual derivado de un daño por repercusión, en
contra de don xxx, ya individualizado, en su calidad de Gerente General de la empresa xxx, y de acogerla a tramitación
para que en definitiva se condene a la demandada a pagar…
270
El profesor ALFARO clasifica los requisitos de la demanda de la siguiente manera: (i) los tres primeros
constituyen la i n v o c a c i ó n , es decir, por medio de la demanda se dirige al juez y se le explica que viene a
demandar a tal individuo, por tal persona, ambas domiciliadas en tal parte, por las razones de hecho y de derecho
que seguidamente se exponen. (ii) El cuarto requisito se denomina de la a f i r m a c i ó n , y en éste se comprende la
afirmación de los hechos y del derecho que constituyen el conflicto. (iii) Y el quinto requisito se denomina de la
p e t i c i ó n , el cual constituye el petitorio del actor, o la pretensión en concreto. La importancia de estos requisitos,
así clasificados, es que ellos coinciden con los elementos o con la estructura de la sentencia en su parte expositiva,
considerativa, y resolutiva.

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admisibilidad desde un punto de vista formal, o sea, a la luz de las exigencias contenidas en el
art. 254 del CPC. De este examen de admisibilidad pueden derivarse las siguientes
consecuencias:
i. De conformidad con el art. 256 del CPC, puede el juez de oficio no dar curso a la
demanda que no contenga las indicaciones ordenadas en los tres primeros números del
art. 254 (designación del tribunal, individualización del demandante e individualización
del demandado), expresando el defecto de que adolece; es decir, si no se cumplen con
esos requisitos, el juez no debe dar curso a la demanda, y si lo hace, el demandado podrá
oponer la correspondiente excepción dilatoria (ineptitud del libelo).
Como se puede apreciar, el art. 256 del CPC no se refiere a la omisión de los requisitos
establecidos en el Nº 4 (hechos y fundamentos de derecho) y 5 del art. 254 del CPC (parte
petitoria), esto debido a que ellos no afectan los presupuestos procesales, sino a la
viabilidad de la pretensión. Por lo tanto, si faltan dichos, el juez igualmente debe darle
curso a la demanda, pero el demandado podrá oponer la excepción dilatoria de ineptitud
del libelo.

ii. Si bien el art. 256 del CPC no lo señala, el juez, en uso de sus facultades correctivas,
podría otorgar un plazo (judicial) para subsanar los requisitos omitidos.
iii. El tribunal, también, puede no dar curso a la demanda, cuando falte el patrocinio, lo cual
se relaciona con la Ley Nº 18.120 sobre Comparecencia en Juicio. En efecto, dicha ley en
su art. 1º inc. I señala que la primera presentación de cada parte o interesado en asuntos
contenciosos o no contenciosos ante cualquier tribunal de la República, sea ordinario,
arbitral o especial, debe ser patrocinada por un abogado habilitado para el ejercicio de
la profesión; agrega el inc. II, que esta obligación se entiende cumplida por el hecho de
poner el abogado su firma, indicando además, su nombre, apellidos y domicilio. Sin estos
requisitos, no puede ser proveída y se tendrá por no presentada para todos los efectos
legales.
iv. Hay que recordar que, además, conforme el art. 2º de la Ley sobre Comparecencia en
Juicio, por regla general, toda persona debe comparecer en los asuntos que indica el art.
1º inc. I de la ley 18.120, representada por un mandatario judicial, y si al tiempo de
pronunciarse el tribunal sobre el mandato, éste no estuviere legalmente constituido, el
tribunal se limitará a ordenar la debida constitución de aquél dentro de un plazo de tres
días. Extinguido este plazo y sin otro trámite, se tendrá la solicitud por no presentada
para todos los efectos legales (art. 2º inc. IV).
v. También puede el tribunal determinar que existe una causal de incompetencia absoluta.
En este caso el tribunal debe declarar de oficio su incompetencia absoluta, pues de
acuerdo al art. 84 inc. IV del CPC, el juez podrá corregir de oficio los errores que observe
en la tramitación del proceso. Podrá asimismo tomar las medidas que tiendan a evitar la
nulidad de los actos de procedimiento. No podrá, sin embargo, subsanar las actuaciones
viciadas en razón de haberse realizado éstas fuera del plazo fatal indicado por la ley.
vi. Por último, lo normal, es que el juez considere admisible la demanda al verificar que se
han cumplido todos los requisitos que la ley exige. En este caso, dictará una resolución
que tendrá por objeto declarar la admisibilidad de la demanda; específicamente se trata
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de un decreto (resolución que tiene por objeto dar curso progresivo a los autos) que lleva
implícita la declaración de admisibilidad (provee la demanda) y que confiere traslado al
demandado para que la conteste (“por interpuesta demanda, traslado para contestar”); es
decir, la resolución ordena que se ponga en conocimiento del demandado el escrito de la
demanda, y para ello, el demandante debe encargar la notificación de este decreto a un
Receptor Judicial, el cual, si se trata de la primera notificación hecha en el juicio, debe
notificar personalmente al demandado; y una vez notificado válidamente, comienza para
él el término de emplazamiento.

2.5. MODIFICACIÓN DE LA DEMANDA.


Puede que el demandante, después de presentada la demanda al tribunal, desee introducir
algunas modificaciones a ésta. El CPC admite esta posibilidad, pero ello está limitado, debiendo
distinguir diversas situaciones:
i. Si la demanda aún no ha sido notificada, a pesar de que el Código nada dice, se estima
que no existe inconveniente alguno para modificarla; esto porque antes de notificarla el
demandante puede retirarla y, por ende, también puede modificarla e, incluso, presentar
una nueva enteramente diversa de la anterior (quien puede lo más, puede lo menos). En
efecto, de acuerdo a la primera parte del art. 148 del CPC, antes de notificada una
demanda al reo, podrá el actor retirarla sin trámite alguno, y se considerará como no
presentada.
ii. Después de notificada la demanda y antes de ser contestada, el demandante puede hacer
en ella las ampliaciones o rectificaciones que estime convenientes. En efecto, conforme al
art. 261 del CPC, notificada la demanda a cualquiera de los demandados y antes de la
contestación, podrá el demandante hacer en ella las ampliaciones o rectificaciones que
estime convenientes (las cuales deberá presentar por escrito y pedir que se tengan como
complemento o modificación de la demanda primitiva). Agrega el inc. II que estas
modificaciones se considerarán como una demanda nueva para los efectos de su
notificación, y sólo desde la fecha en que esta diligencia se practique correrá el término
para contestar la primitiva demanda; esto significa, en el fondo, que las ampliaciones
también deben notificarse personalmente (si la notificación de la demanda fue la primera
notificación que se hizo en el juicio), y sólo desde la fecha en que esta diligencia se
practique, correrá el término para contestar tanto la modificación, como la primera
demanda.
iii. Después de contestada la demanda, no es posible modificarla, pues ya se encuentra
trabada la litis, y sólo cabe el desistimiento. Ahora, la opción es que en el escrito de
réplica el actor amplíe, adicione, o modifique las pretensiones que haya formulado en la
demanda, pero sin que pueda alterar las que sean objeto principal del pleito. En efecto, de
acuerdo al art. 312 del CPC, en los escritos de réplica y dúplica podrán las partes
ampliar, adicionar o modificar las acciones y excepciones que hayan formulado en la
demanda y contestación, pero sin que puedan alterar las que sean objeto principal del
pleito.
iv. Por último, cabe decir que, conforme a la segunda parte del art. 148 del CPC, después de

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notificada, podrá (el demandante) en cualquier estado del juicio desistirse de ella ante el
tribunal que conozca del asunto, y esta petición se someterá a los trámites establecidos
para los incidentes. Esta última actitud del demandante, de excepcional importancia,
tiene el efecto de extinguir las acciones que se hicieron valer en la demanda y, por tanto,
no las va a poder deducir nuevamente, aun cuando fueran ampliadas o rectificadas, es
decir, se produce la excepción de cosa juzgada.

2.6. EFECTOS QUE PRODUCE LA NOTIFICACIÓN DE LA DEMANDA.


La interposición de la demanda produce efectos en el ámbito procesal y en el ámbito civil
o extraprocesal, pero para que se produzcan, es indispensable que la demanda haya sido admitida
a tramitación y se notifique junto con la resolución que la provee.

a. EFECTOS PROCESALES.
i. El principal efecto que produce la notificación de la demanda, es que da nacimiento a la
relación jurídica procesal (traba la litis), esto es, al vínculo jurídico que une a las partes
entre sí, y a éstas con el juez, generando poderes y deberes entre ellos.
ii. Al notificarse la demanda, el demandante ya no podrá retirarla, sólo le cabe desistirse de
ella.
iii. Al notificarse la demanda, en el juicio ordinario de mayor cuantía se abre la primera
instancia, por lo tanto, el juez está obligado a conocer las peticiones del actor y dar inicio
al procedimiento. Si el tribunal no cumple con esta obligación de instruir el proceso,
puede interponerse una queja disciplinaria ante el superior jerárquico y, además, la
actuación del juez constituye denegación de justicia.
iv. Si no hay una causal de incompetencia absoluta, el órgano jurisdiccional será plenamente
competente para conocer del asunto. Este efecto se conoce en doctrina como
p e r p e t u a c i ó n d e l a j u r i s di c c i ó n y c o m p e t e n c i a , y es un efecto procesal en
virtud del cual se produce la fijación de la jurisdicción y la competencia del tribunal que
conoce de la causa, con independencia de los cambios o alteraciones que puedan
experimentar los elementos que regulan estos temas durante el curso del juicio (por
ejemplo, el domicilio del demandado). Este efecto se relaciona con la regla general de la
competencia denominada radicación, en virtud de la cual, radicado con arreglo a la ley el
conocimiento de un negocio ante tribunal competente, no se alterará esta competencia
por causa sobreviniente (art. 109 del COT).
v. Asimismo, la notificación de la demanda fija la legitimación de las partes en el proceso.
Este efecto recibe el nombre de p e r p e t u a c i ó n d e l a l e gi t i m a c i ó n , y es un efecto
procesal en virtud del cual la calidad de las partes se mantiene durante todo el proceso,
siendo irrelevante las modificaciones posteriores. Por ejemplo, si una de las partes
fallece, el proceso continuaría con sus herederos, los que tienen la misma calidad jurídica
que tenía el difunto, a menos que se esté frente a aquellos procesos en que la muerte de la
persona sea un elemento de no continuidad, como ocurre en los procesos de divorcio o de
incapacidad.

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vi. La demanda fija el objeto del juicio, pues el demandado, al contestar la demanda, debe
limitarse en su defensa a aquello que es pretendido por parte del actor (la única excepción
a esto, es la reconvención). Una vez determinado el objeto del proceso con la notificación
de la demanda, las partes no pueden modificar las pretensiones, pues se produce lo que se
denomina en doctrina mutatio libelli. Sin embargo, este principio tiene ciertas
excepciones, como son los casos de ampliaciones y rectificaciones de la demanda antes
de la contestación (art. 261 del CPC), o la réplica del demandante, la cual, sin embargo, no
puede en caso alguno modificar sustancialmente el objeto principal del juicio o proceso.
vii. El demandante no puede interponer una nueva demanda en contra del demandado, que se
refiera al mismo objeto pedido y tenga la misma causa de pedir. En el evento que así lo
haga, procede la excepción dilatoria de litispendencia en el segundo proceso.
viii. Y por último, una vez notificada la demanda y la resolución que la provee, comienza a
correr un término para que el demandado exponga lo que estima conveniente.

b. EFECTOS CIVILES, MATERIALES O EXTRAPROCESALES.


i. La demanda y su posterior notificación, produce la interrupción civil de la prescripción,
sea adquisitiva o extintiva.271
ii. Constituye en mora al deudor. Hay que recordar que la mora, como requisito de la
indemnización de perjuicios en sede contractual, se define como el retardo imputable en
el cumplimiento de una obligación, unido a la interpelación del acreedor. Por lo tanto,
uno de los requisitos para que se constituya en mora al deudor, es la interpelación del
acreedor, la cual se define como el acto por el cual el acreedor hace saber a su deudor que
considera que hay retardo en el cumplimiento, que éste le está ocasionando perjuicios, y
que además le requiere para que pague; por tanto, supone una actividad del acreedor que
produce el efecto de transformar el retardo en mora. El art. 1551 del CC consagra las
distintas formas o maneras que puede adoptar esta interpelación, y una de ellas es la
interpelación judicial (Nº 3), la cual tiene lugar con la notificación de la demanda.
Art. 1551. El deudor está en mora,
1. Cuando no ha cumplido la obligación dentro del término estipulado, salvo que la ley en casos especiales
exija que se requiera al deudor para constituirle en mora;

271
Hay que recordar que respecto de la prescripción adquisitiva, la interrupción civil es todo recurso judicial
intentado por el que se pretende verdadero dueño de la cosa, contra el poseedor. La expresión “recurso judicial” hay
que entenderla referida a la interposición de cualquiera acción, mediante la cual el dueño pretende recuperar la
posesión e impedir así que un tercero, poseedor del bien, adquiera el dominio por prescripción. Respecto a la
prescripción extintiva existe una discusión, puesto que para algunos la expresión “demanda” que emplea el art. 2518
del CC, se refiere únicamente a aquella que cumpla con los requisitos del art. 254 CPC, esto en contraposición al
término amplio que usa el legislador en el art. 2503 del CC (recurso judicial). Sin embargo, la interpretación más
amplia de este precepto, que por lo demás es la mayoritaria, señala que debe aceptarse bajo el concepto de demanda,
no sólo la demanda judicial en un sentido técnico, sino también otras actuaciones del acreedor que permitan obtener
o asegurar la satisfacción de su crédito, siempre y cuando se realicen judicialmente. También hay que tener presente
que la interrupción de la prescripción para alguno se produce (en ambos casos) con la notificación de la demanda,
mientras que para otros basta la presentación de la misma. Siendo la posición mayoritaria, la primera postura.

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2. Cuando la cosa no ha podido ser dada o ejecutada sino dentro de cierto espacio de tiempo, y el deudor lo
ha dejado pasar sin darla o ejecutarla;
3. En los demás casos, cuando el deudor ha sido judicialmente reconvenido por el acreedor.

iii. Los derechos sobre los cuales se litiga se convierten en litigiosos para efectos de su
cesión. En efecto, conforme al art. 1911 inc. II del CC, Se entiende litigioso un derecho,
para los efectos de los siguientes artículos, desde que se notifica judicialmente la
demanda.

3. EL EMPLAZAMIENTO DEL DEMANDADO.

a. CONCEPTO.
En su oportunidad, se manifestó que toda acción se propone mediante una demanda, la
cual, presentada ante tribunal competente, debe ser tramitada conforme a las reglas de
procedimiento preestablecidas según la naturaleza de la pretensión ejercitada, agregando además,
que cualquiera que fuere el procedimiento a seguir, la demanda y la resolución que la admite a
tramitación deben ser legalmente notificadas al demandado, quien tiene un plazo para
comparecer a defenderse. Esta notificación de la demanda hecha en forma legal al demandado y
el transcurso del plazo que éste tiene para contestada, reciben el nombre técnico de
emplazamiento.
Por lo tanto, el e m p l a z a mi e n t o d e l d e m a n d a d o se puede definir como la
notificación legal de la demanda, unida al plazo que la ley otorga al demandado para que
exponga lo que estime conveniente.

b. ELEMENTOS DEL EMPLAZAMIENTO.


i. N o t i f i c a c i ó n l e ga l d e l a d e ma n d a . Normalmente, por ser la primera notificación
que se practica dentro del juicio, se deberá hacer personalmente, pudiendo aplicarse la
notificación personal subsidiaria o por cédula, en caso de que no haya sido posible ubicar
al demandado. Al demandante, en cambio, se le notifica la resolución que provee la
demanda por el estado diario (art. 40 del CPC).
Art. 40. En toda gestión judicial, la primera notificación a las partes o personas a quienes hayan de afectar
sus resultados, deberá hacérseles personalmente, entregándoseles copia íntegra de la resolución y de la
solicitud en que haya recaído, cuando sea escrita.
Esta notificación se hará al actor en la forma establecida en el art. 50.

Ahora bien, si el juicio comienza con una medida prejudicial, como la primera
notificación será la de dicha medida, la resolución que admite a tramitación a la demanda
deberá notificarse por el estado diario, pues esta forma de notificación constituye la regla
general conforme a lo previsto en el art. 50 del CPC, el cual señala que las resoluciones no
comprendidas en los artículos precedentes se entenderán notificadas a las partes desde
que se incluyan en un estado que deberá formarse y fijarse diariamente en la secretaría
de cada tribunal con las indicaciones que el inciso siguiente expresa. Sin perjuicio de
ello, el tribunal puede disponer la notificación personal de la demanda y de la resolución
que la provee, aun cuando no se esté ante una hipótesis en que proceda esta notificación,
pues conforme al art. 47 inc. I del CPC, la forma de notificación de que tratan los

373
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artículos precedentes (notificación personal) se empleará siempre que la ley disponga


que se notifique a alguna persona para la validez de ciertos actos, o cuando los
tribunales lo ordenen expresamente; incluso, aun cuando el tribunal no lo haya ordenado,
siempre puede emplearse la notificación personal conforme a lo previsto en el in. II del
art. 47, según el cual ella podrá, además, usarse en todo caso (a petición de parte).

ii. T é r mi n o d e e mp l a z a m i e n t o . Esto es, el plazo que la ley fija al demandado para que
exponga lo que estima conveniente. Este plazo varía según sea el lugar en que haya sido
notificado el demandado, en efecto:
- Conforme al art. 258 inc. I del CPC, el término de emplazamiento para contestar la
demanda será de quince días si el demandado es notificado en la comuna donde
funciona el tribunal. Por ejemplo, se interpone la demanda en la Secretaría de la CA
de Valparaíso y el demandado es notificado también en la ciudad de Valparaíso.
- De acuerdo al art. 258 inc. II del CPC, se aumentará este término en tres días más (18
días) si el demandado se encuentra en el mismo territorio jurisdiccional pero fuera
de los límites de la comuna que sirva de asiento al tribunal. Por ejemplo, se interpone
la demanda en la Secretaría de la CA de Valparaíso, y se notifica en la comuna de
Juan Fernández.
- Ahora, si el demandado se encuentra en un territorio jurisdiccional diverso o fuera
del territorio de la República, el término para contestar la demanda será de
dieciocho días, más el aumento que corresponda al lugar en que se encuentre. Este
aumento será determinado en conformidad a una tabla que cada cinco años formará
la CS con tal objeto (publicada en el Diario Oficial), tomando en consideración las
distancias y las facilidades o dificultades que existan para las comunicaciones (art.
259 inc. I del CPC). Por ejemplo, se interpone la demanda en la Secretaría de la CA de
Valparaíso y se notifica al demandado en Valdivia, o mediante exhorto, en Perú.
- Por último, el art. 260 inc. II del CPC, establece que en los casos en que proceda la
pluralidad de demandantes de acuerdo al art. 18 (litisconsorcio activa), el plazo para
contestar la demanda, determinado según lo dispuesto en los dos artículos
anteriores, se aumentará en un día por cada tres demandantes sobre diez que existan
en el proceso. Con todo, este plazo adicional no podrá exceder de treinta días.

c. CARACTERÍSTICAS DEL TÉRMINO DE EMPLAZAMIENTO.


Las características generales que presenta el plazo que tiene el demandado para contestar
la demanda en un juicio ordinario de mayor cuantía, son:
i. Es un plazo de días consagrado en el CPC y, por consiguiente, se entiende suspendido
durante los feriados. En efecto, conforme al art. 66 inc. I del CPC , los términos de días
que establece el presente Código, se entenderán suspendidos durante los feriados, salvo
que el tribunal, por motivos justificados, haya dispuesto expresamente lo contrario.
ii. Es un plazo legal, por lo tanto, a diferencia de los plazos judiciales, no puede ser
prorrogado. Pues de acuerdo al art. 67 inc. I del CPC, sólo son prorrogables los términos

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señalados por el tribunal.


iii. Es un plazo variable, puesto que, como se ha visto, difiere en su duración según sea el
lugar en que es notificado el demandado.
iv. Al ser un plazo legal establecido en el CPC, es un plazo fatal y, por ende, el sólo hecho de
su vencimiento implica la extinción del derecho de contestar la demanda. En efecto, el
art. 64 inc. I del CPC dispone que los plazos que señala este Código son fatales
cualquiera sea la forma en que se exprese, salvo aquéllos establecidos para la
realización de actuaciones propias del tribunal. En consecuencia, la posibilidad de
ejercer un derecho o la oportunidad para ejecutar el acto se extingue al vencimiento del
plazo. En estos casos el tribunal, de oficio o a petición de parte, proveerá lo que
convenga para la prosecución del juicio, sin necesidad de certificado previo.
v. Es un plazo individual, es decir, el término comenzará a correr para cada parte (para el
demandado en este caso) desde el día de la notificación (art. 65 inc. I del CPC). Ahora
bien, conforme al art. 260 inc. I del CPC, si los demandados son varios, sea que obren
separada o conjuntamente, el término para contestar la demanda correrá para todos a la
vez, y se contará hasta que expire el último término parcial que corresponda a los
notificados; es decir, es individual en su inicio, y común en su término. Por ejemplo, el
juicio se ha iniciado en Valparaíso en contra de dos demandados, y éstos han sido
notificados también en Valparaíso, pero en fechas diferentes: el segundo día del mes en
curso al demandado A, y el quinto día de igual mes al demandado B; por consiguiente,
tanto para el primer demandado como para el segundo, el plazo para contestar la
demanda, sea que obren conjunta o separadamente, vence el día 20 de dicho mes. O si
respecto de una demanda que conoce el Juez de Letras de Santiago, se notifican en el
mismo día una persona en la Comuna de Vitacura, otra en la Comuna de Providencia, y
otra es notificada en Isla de Pascua, los tres demandados tendrán para contestar la
demanda 18 días (pues se encuentran fuera de la comuna del tribunal), más los 16 días
contemplados en la tabla de emplazamiento (por notificarse en Isla de Pascua).272

d. IMPORTANCIA DEL EMPLAZAMIENTO.


En primer lugar, el emplazamiento es importante porque con la notificación legal de la
demanda queda constituida la relación jurídica procesal; y en segundo lugar, porque a través de
él el demandado se impone de la existencia del juicio en su contra, y se asegura así una de las
principales garantías del debido proceso, cual es, el derecho a la defensa. Por tales razones, la
ley ha elevado al emplazamiento a la categoría de trámite o diligencia esencial (art. 795 N° 1 del
CPC), cuya consecuencia, es que su omisión autoriza a interponer en contra de la sentencia
definitiva pronunciada en condiciones tan irregulares, el recurso de casación en la forma,

272
Hay que tener presente que este es un supuesto distinto al del art. 65 inc. II del CPC, el cual se refiere al plazo
común, al decir que los términos comunes se contarán desde la última notificación, es decir, se señala un mismo
momento inicial (por ejemplo, el término probatorio). En cambio, el art. 260 del CPC señala que el plazo corre hasta
que expire el último término parcial, es decir, se señala un mismo momento final. La diferencia de hablar desde la
notificación, o hasta el último término parcial no es irrelevante, porque acorde al art. 260 del CPC, el primer
notificado puede contestar desde que se le notificó, en cambio, en el caso del art. 65 del CPC, sólo puede contestar
desde la última notificación, si actúa antes, contesta extemporáneamente.

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tendiente a anularla y a reponer el proceso al estado en que debió cumplirse con el


emplazamiento del demandado (art. 768 N° 9 del CPC).
Art. 795. En general, son trámites o diligencias esenciales en la primera o en la única instancia en los juicios de
mayor o de menor cuantía y en los juicios especiales:
1. El emplazamiento de las partes en la forma prescrita por la ley.

Art. 768. El recurso de casación en la forma ha de fundarse precisamente en alguna de las causas siguientes:
9. En haberse faltado a algún trámite o diligencia declarados esenciales por la ley o a cualquier otro requisito por
cuyo defecto las leyes prevengan expresamente que hay nulidad.

Ahora bien, se entiende que no ha habido emplazamiento, cuando no se le ha notificado


la demanda al demandado; cuando, habiéndosela notificado, tal notificación ha sido practicada
en forma ilegal; o bien, cuando habiéndose notificado legalmente la demanda, se ha dado por
evacuado el trámite de contestación por parte del demandado, sin estar aún vencido el término
que la ley le ha concedido para cumplir con tal trámite.
Por otro lado, de acuerdo al art. 80 del CPC, si al litigante rebelde no se le ha hecho saber
en persona ninguna de las providencias libradas en el juicio, podrá pedir la rescisión de lo
obrado, ofreciendo acreditar que, por un hecho que no le sea imputable, han dejado de llegar a
sus manos las copias a que se refieren los arts. 40 y 44, o que ellas no son exactas en su parte
substancial. Es decir, aparte de proceder el recurso de casación en la forma, el demandado
podría pedir la nulidad de todo lo obrado, si no le ha hecho llegar la copia íntegra de la
resolución y de la demanda (notificación personal), o el aviso que dé noticia de la demanda, con
especificación exacta de las partes, materia de la causa, juez que conoce en ella y de las
resoluciones que se notifican (notificación personal subsidiaria).
¿En segunda instancia hay emplazamiento? ¿Es un trámite esencial? El profesor ALFARO
señala que el emplazamiento también es un trámite esencial en segunda instancia, así lo señala el
art. 800 Nº 1 del CPC; y consiste en la notificación por el estado diario de la resolución que
admite el recurso de apelación, más el plazo que se concede al apelado para que comparezca al
tribunal. No obstante, el transcurso del plazo aquí no se computa desde la notificación, sino
desde la certificación de la fecha de ingreso de los autos por el Secretario.
Art. 800. En general, son trámites o diligencias esenciales en la segunda instancia de los juicios de mayor o de
menor cuantía y en los juicios especiales:
1. El emplazamiento de las partes, hecho antes de que el superior conozca del recurso.

4. ACTITUDES DEL DEMANDADO UNA VEZ NOTIFICADO DE LA DEMANDA.

Notificado que sea legalmente el demandado de la demanda y de la resolución que la


admite a tramitación, puede adoptar cuatro actitudes diferentes: aceptar lisa y llanamente la
demanda; no contradecir en forma substancial y pertinente los hechos que le sirven de
fundamento; no hacer nada, esto es, asumir una actitud de completa pasividad e indiferencia;
reconvenir, es decir, entablar una contrademanda; y por último, que será el caso de más ordinaria
ocurrencia, defenderse.273
273
El profesor FORTTES señala que las actitudes del imputado en el proceso penal tiene particularidades que la
distinguen de las del demandado en el proceso civil, en primer lugar, porque no es posible un proceso penal en
ausencia del imputado, pues es una garantía básica del derecho a defensa, que el imputado pueda estar presente en el
juicio y defenderse (el proceso se paraliza si no está presente, salvo algunas excepciones); en segundo lugar, el
silencio del imputado es un derecho constitucional y, por ende, no puede ser obligado a declarar en su contra, por lo

376
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Ahora bien, cada una de estas diversas actitudes del demandado frente a la demanda que
se ha interpuesto en su contra, tiene una decisiva influencia en el curso posterior que debe seguir
el juicio. Es por ello que serán analizadas cada una con detención, salvo la reconvención, que
será objeto de estudio al final.

4.1. EL ALLANAMIENTO.

El allanamiento o aceptación de la demanda, es el reconocimiento expreso que realiza el


demandado tanto de los hechos y de los fundamentos de derecho en que se apoya la demanda274.
En cuanto a su naturaleza jurídica, algunos dicen que es un equivalente jurisdiccional (figura
autocompositiva); otros, en cambio, como el profesor FORTTES, señalan que es una solución
heterocompositiva, pues el único efecto que produce en el proceso, es hacer innecesaria la etapa
probatoria, estando el juez igualmente obligado a dictar sentencia definitiva en esa causa.
Como características de esta figura, se pueden señalar las siguientes:
i. Es una declaración de voluntad expresa del demandado, y sólo puede ser realizado por
éste.
ii. Dada la excepcional gravedad que este acto procesal tiene para el demandado, la ley
exige que si la aceptación de la demanda se efectúa por medio de mandatario judicial,
éste requerirá facultades extraordinarias (art. 7 inc. II del CPC).
.
iii. Puede ser total o parcial. Respecto de la parte no contenida en el allanamiento, se deberán
seguir las reglas generales y, por ende, la prueba será innecesaria sólo respecto de aquello
contenido en la aceptación.
iv. Tiene límites en cuanto a su procedencia, pues hay casos en que no produce efectos,
concretamente, en los juicios en que prima el interés público como, por ejemplo, los
juicios en que se discute el estado civil de las personas, o los juicios sobre derechos
irrenunciables.

En cuanto al efecto del allanamiento, conforme al art. 313 del CPC, si el demandado
acepta llanamente las peticiones del demandante…, el tribunal mandará citar a las partes para
oír sentencia definitiva, una vez evacuado el traslado (la contestación) de la réplica. Esta última
frase es importante, pues si el demandado acepta las peticiones del demandante, a éste último
igualmente se le conferirá traslado para que replique (pues en dicho escrito puede hacer
modificaciones, adiciones o ampliaciones a la demanda), y una vez evacuado este trámite de la
réplica, se confiere traslado al demandado para la dúplica, y evacuado el trámite de la dúplica, el
tribunal debe citar inmediatamente a las partes para oír sentencia definitiva. En consecuencia, el
allanamiento no pone término al proceso, pues el efecto que genera es evitar la realización del
trámite de conciliación (que en principio es obligatorio) y la apertura del período de prueba, pero

que no puede acarrear ninguna consecuencia negativa para él su silencio (hoy en día la declaración del imputado es
un verdadero derecho de defensa); y, por último, la sumisión del imputado no es suficiente por sí sola para
determinar su culpabilidad, de manera que se exige que esté acreditada por los demás medios probatorios (la ratio es
que ello podría prestarse para proteger a otros imputados).
274
El profesor ALFARO señala que el allanamiento, en estricto rigor, es una promesa de prestación, pues no implica
una sumisión, en el sentido de aceptar y cumplir de inmediato. Por ello es importante la sentencia que se dicte al
respecto, porque con ella se podrá exigir su cumplimiento.

377
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de todos modos se debe dictar sentencia.

4.2. LA NO CONTRADICCIÓN DE LOS HECHOS.


Otra situación que se puede dar, es que en sus escritos el demandado no contradiga de
manera substancial y pertinente los hechos sobre los cuales que versa el juicio. Ante esta
situación el art. 313 del CPC dispone que si el demandado acepta llanamente las peticiones del
demandante, o si en sus escritos no contradice en materia substancial y pertinente los hechos
sobre que versa el juicio, el tribunal mandará citar a las partes para oír sentencia definitiva,
una vez evacuado el traslado de la réplica. Es decir, se produce el mismo efecto que con el
allanamiento: el juicio pasa de la etapa de discusión, a la etapa de sentencia.
Este mismo efecto también se produciría si el demandado no contradice los hechos, pero
desconoce los fundamentos de derecho en que se apoya la demanda; pues la disposición sólo
hace referencia a los hechos, y la razón de que no mencione a los fundamentos de derecho, es
porque, en definitiva, el derecho lo aplicará el juez.
Esta actitud del demandado se diferencia del allanamiento, puesto que esto último el juez
lo constata de inmediato ya que consta de una manera expresa; en cambio, la no contradicción
se constata implícitamente, y el juez deberá fundamentarlo en la resolución en que se cite a las
partes a oír sentencia.

4.3. SILENCIO DEL DEMANDO.


En nuestro sistema, esta actitud no implica aceptación de los hechos, sino que el efecto
que se produce es el contrario, se entiende que los hechos han sido contradichos. En efecto, el
silencio del demandado produce lo que la doctrina llama c o n t e s t a c i ó n f i c t a d e l a
d e m a n d a , la cual se traduce en la negación, por cuanto en Derecho procesal quien calla nada
reconoce ni otorga, a menos que exista una disposición legal expresa que consagre una sanción
semejante como, por ejemplo, el art. 384 inc. I del CPC, que señala que si el litigante no
comparece al segundo llamado, o si, compareciendo, se niega a declarar o da respuestas
evasivas, se le dará por confeso, a petición de parte, en todos aquellos hechos que estén
categóricamente afirmados en el escrito en que se pidió la declaración; y el art. 684 inc. I del
CPC, a propósito del juicio sumario, señala que en rebeldía del demandado, se recibirá a prueba
la causa, o, si el actor lo solicita con fundamento plausible, se accederá provisionalmente a lo
pedido en la demanda.
Por lo tanto, si el demandado no contesta la demanda en el plazo fatal que la ley le ha
señalado para estos efectos (15 ó 18 días, o 18 días más el aumento de la tabla), su posibilidad de
interponer la demanda se extingue por el sólo ministerio de la ley, sin necesidad de que el
tribunal declare la rebeldía del demandado. En efecto, de acuerdo al art. 64 inc. I del CPC, los
plazos que señala este Código son fatales cualquiera sea la forma en que se exprese, salvo
aquéllos establecidos para la realización de actuaciones propias del tribunal (plazos judiciales).
En consecuencia, la posibilidad de ejercer un derecho o la oportunidad para ejecutar el acto se
extingue al vencimiento del plazo. En estos casos el tribunal, de oficio o a petición de parte,
proveerá lo que convenga para la prosecución del juicio, sin necesidad de certificado previo
(del secretario). Concretamente, en este caso el juez, de oficio o a petición de parte, proveerá:
“por extinguido el plazo para contestar la demanda, traslado para replicar”. Evacuada la réplica,
se dará traslado al demandado para duplicar, y luego, evacuada la dúplica, el tribunal debe

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examinar los autos para ver si debe recibir o no la causa a prueba, y ésta seguirá así su curso
normal.
Las consecuencias de esta actitud del demandado son:
i. Trae aparejada la preclusión, es decir, el demandado pierde la oportunidad de plantear sus
excepciones y defensas en la contestación, esto por tratarse de un plazo fatal.
ii. El demandado rebelde es notificado de las resoluciones que se le deberían notificar por
cedula, por el estado diario, y se le aplica esta sanción por no haber señalado domicilio
dentro del territorio del tribunal.
iii. La rebeldía de la contestación a la demanda, al igual que todas las demás rebeldías en la
primera instancia, no tienen otro alcance que dar por evacuado ficticiamente el trámite de
que se trata, a objeto de que los autos puedan continuar su curso progresivo, pudiendo,
por consiguiente, la parte rebelde hacerse presente en cualquier momento posterior,
siempre y cuando, naturalmente, respete todo lo obrado (esto tiene una excepción, en
aquellos casos en que se está en presencia de fuerza mayor, o de falta real de notificación,
lo cual da origen a la nulidad procesal). Cabe recalcar que el efecto de la rebeldía en la
segunda instancia tiene una trascendencia mayor, pues al litigante rebelde no se le toma
más en consideración (se dan por evacuados todos los trámites) y si posteriormente desea
comparecer, tendrá que hacerlo por medio de procurador del número o de abogado
habilitado.

4.4. DEFENDERSE O CONTROVERTIR.

Esta última actitud del demandado es, en la práctica, la de más ordinaria ocurrencia, y si
el demandado se defiende, es necesario ver previamente en qué forma lo hace, para saber la
tramitación que seguirá el juicio. En efecto, el profesor FORTTES distingue tres formas que
puede adoptar esta actitud:
i. O p o n e r e x c e p c i o n es . Dentro de las excepciones se distinguen distintos tipos: las
excepciones dilatorias, que son aquellas que buscan corregir defectos en cuanto a la
forma y no al fondo; y las excepciones perentorias, que son aquellas que atacan el fondo,
no existiendo una enumeración taxativa de ellas. Las primeras se hacen valer en forma
previa a la contestación, mientras que las segundas, por regla general, en la contestación
de la demanda.
ii. Podría hacer me r a s a l e ga c i o n e s o d e f e n s a s , al momento de contestar la demanda
¿Cuál es la diferencia entre las meras alegaciones y las excepciones? En primer lugar, en
las excepciones se incorporan nuevos hechos, en cambio con las meras alegaciones no se
agregan, sino que simplemente se contradicen fundamentos del actor; en segundo lugar,
en la mera alegación la carga probatoria recae en el demandante, en cambio, en las
excepciones es el demandado quien tiene que probar el hecho nuevo agregado; y, por
último, hay una diferencia en cuanto a la parte de la sentencia que sobre ellas se
pronuncia, ya que el juez se pronuncia sobre las meras defensas en la parte considerativa
de la sentencia (como argumento para llegar a la resolución), mientras que de las
excepciones se pronuncia en la parte resolutiva.

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A continuación se estudiaran en detalle la primera de las actitudes defensivas del


demandado, por su especial importancia y trascendencia en la marcha del pleito.

5. LAS EXCEPCIONES.
Las excepciones, siguiendo a Fernando ORELLANA, son aquellos actos jurídicos
procesales del demandado, que tienen por objeto corregir vicios del procedimiento, o bien, atacar
el fondo de la acción deducida. Las excepciones pueden revestir dos modalidades: dilatorias y
perentorias, y dentro de las excepciones perentorias, se distinguen las excepciones mixtas y
anómalas. A continuación serán analizadas cada una de ellas.

5.1. LAS EXCEPCIONES DILATORIAS.

5.1.1. CONCEPTO.
Son una institución propia del procedimiento ordinario de mayor cuantía, y también
proceden respecto del juicio de menor cuantía, pero además de éstos, no proceden en ningún otro
procedimiento. Se definen como aquellas excepciones que tienen por objeto corregir vicios del
procedimiento sin afectar al fondo de la acción deducida. Este concepto se extrae del art. 303 N°
6 del CPC, el cual señala que sólo son admisibles como excepciones dilatorias: en general las que
se refieran a la corrección del procedimiento sin afectar al fondo de la acción deducida.
Se denominan así, puesto que retardan o dilatan la entrada al proceso. Mediante ellas el
demandado pide al tribunal que declare que no está obligado a contestar la demanda, mientras no
se subsane el vicio de que adolece. Por tanto, el objeto de estas excepciones es preciso y
determinado: corregir defectos del procedimiento y procurar que la relación procesal se forme
válidamente, es decir, exenta de todo vicio que más tarde pudiera servir para anulada. Pero, en la
práctica, son utilizadas como medio para retardar el juicio, y no para el objetivo antes señalado.
En concreto, según el profesor FORTTES, lo que atacan fundamentalmente las excepciones
dilatorias o formales, son los presupuestos procesales, es decir, los requisitos exigidos por la ley
para que el proceso tenga existencia y sea eficaz275. Es por ello que el demandado al formular
una excepción dilatoria se abstiene de contestar la demanda (o contesta en un otrosí) y, en
consecuencia, debe oponerla en forma previa a la cuestión principal, la que quedará en el ínter
tanto suspendida.

5.1.2. ANÁLISIS PARTICULAR DE LAS EXCEPCIONES DILATORIAS.


.
a. INCOMPETENCIA DEL TRIBUNAL.
El art. 303 Nº 1 del CPC señala que sólo son admisibles como excepciones dilatorias: la
incompetencia del tribunal ante quien se haya presentado la demanda. Hay que recordar que la
incompetencia del tribunal puede ser de dos clases: absoluta, la cual tiene lugar cuando no se han

275
Hay que recordar que dentro de los presupuestos procesales se distinguió a los elementos constitutivos o de
existencia, dentro de los cuales está: la contienda jurídica actual, las partes y el tribunal; y a los elementos o
presupuestos de validez, dentro de los cuales se encuentra: la observancia de formalidades, la competencia del
tribunal y la capacidad procesal de las partes.

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respetado los elementos materia, cuantía o fuero; y relativa, cuando no se respeta el elemento
territorio. Dentro del Nº 1 del art. 303 del CPC, se puede intentar tanto la excepción de
incompetencia absoluta como la excepción de incompetencia relativa, con la salvedad de que
dichas incompetencias, también se puede formular de diversas formas. En efecto, la
incompetencia absoluta puede alegarse:
i. En cualquier estado del juicio, como incidente de nulidad de todo lo obrado. En efecto, el
art. 83 inc. II del CPC señala que la nulidad sólo podrá impetrarse dentro de cinco días,
contados desde que aparezca o se acredite que quien deba reclamar de la nulidad tuvo
conocimiento del vicio, a menos que se trate de la incompetencia absoluta del tribunal.
ii. Se puede alegar como incidente estando citadas las partes para oír sentencia; pues
conforme al art. 433 del CPC, citadas las partes para oír sentencia, no se admitirán
escritos ni pruebas de ningún género. Lo cual se entiende sin perjuicio de lo dispuesto
por los arts. 83 (incidente de nulidad de todo lo obrado por incompetencia absoluta …
iii. Puede ser declararla de oficio por el mismo tribunal en cualquier estado. En efecto, el art.
84 inc. final del CPC dispone que el juez podrá corregir de oficio los errores que observe
en la tramitación del proceso. Podrá asimismo tomar las medidas que tiendan a evitar la
nulidad de los actos de procedimiento. No podrá, sin embargo, subsanar las actuaciones
viciadas en razón de haberse realizado éstas fuera del plazo fatal indicado por la ley.
iv. Puede formularse un recurso de casación en la forma, pues de conformidad con el art. 768
del CPC, el recurso de casación en la forma ha de fundarse precisamente en alguna de las
causas siguientes: 1) en haber sido la sentencia pronunciada por un tribunal
incompetente o integrado en contravención a lo dispuesto por la ley.
v. Y, por último, puede ser planteada como una cuestión de competencia. 276

En cambio, el reclamo de incompetencia relativa del tribunal puede oponerse como


excepción dilatoria dentro del término de emplazamiento para contestar la demanda (art. 305 inc.
I del CPC), o como cuestión de competencia, de lo contrario, se producirá la prórroga tácita de la
competencia (art. 187 del COT); y, además, sólo puede ser alegada a petición de parte.
Art. 305. Las excepciones dilatorias deben oponerse todas en un mismo escrito y dentro del término de
emplazamiento fijado por los arts. 258 a 260.

Art. 187. Se entiende que prorrogan tácitamente la competencia:


1. El demandante, por el hecho de ocurrir ante el juez interponiendo su demanda;
2. El demandado, por hacer, después de personado en el juicio, cualquiera gestión que no sea la de reclamar la
incompetencia del juez.

276
Hay que recordar que la cuestión de competencia es aquella incidencia formulada por las partes acerca de la falta
de atribuciones del tribunal requerido para conocer de un determinado asunto judicial. El CPC establece dos caminos
o vías para formular una cuestión de competencia: cuestión de competencia por inhibitoria, que es aquella que se
intenta ante el tribunal que se cree competente, pidiéndole que se dirija al que esté conociendo del negocio para que
se inhiba y le remita los autos; y la cuestión de competencia por declinatoria, que es aquella que se propone ante el
tribunal a quien se cree incompetente para conocer de un negocio que le esté sometido, indicándole cuál es el que se
estima competente y pidiéndole que se abstenga de dicho conocimiento (como corresponde a un incidente, será
competente el mismo tribunal que está conociendo de la cuestión principal).

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CASARINO señala que si la incompetencia del tribunal se promueve por vía declinatoria o
inhibitoria, en ambos casos presentará el carácter de excepción dilatoria. El profesor LUHRS, en
cambio, cree que esta es una cuestión de competencia que se tramita por vía declinatoria. El
profesor FORTTES, sin embargo, señala que entre la excepción de incompetencia y las cuestiones
de incompetencia existen diferencias. La diferencia que existe con la cuestión por inhibitoria es
obvia, pues ésta se intenta ante el tribunal que se cree competente (otro tribunal), mientras que la
excepción se intenta ante el mismo tribunal; y en segundo término, si bien la cuestión por
declinatoria se presenta ante el tribunal que se cree que es incompetente (al igual que la
excepción), el efecto que trae ésta, si es acogida, es diferente, ya que el tribunal tiene que remitir
los antecedentes al tribunal competente, en cambio, con la excepción de incompetencia, se pone
término al juicio.
¿Cuál es la vía para denunciar la falta de jurisdicción? La falta de jurisdicción implica la
absoluta carencia de potestad jurisdiccional del tribunal para conocer y fallar el asunto, así, en
este caso no se está tratando de corregir vicios del procedimiento, sino que se está atacando al
fondo de la acción deducida y, por tanto, según la doctrina y jurisprudencia mayoritaria, la vía
para denunciar esta falta es a través de una excepción perentoria, la cual debe ser opuesta al
momento de contestar la demanda. La falta de jurisdicción puede tener lugar en hipótesis de
inmunidad jurisdiccional (por ejemplo, los diplomáticos y los cónsules), o cuando se quiere
someter a la potestad de los tribunales chilenos un asunto sometido a la jurisdicción extranjera.
¿Puede fundamentarse una excepción dilatoria de incompetencia del tribunal, basándose
en la regla de distribución de causas? Como se dijo en su momento, no existe unanimidad en la
doctrina respecto a la naturaleza jurídica de estas reglas; pero la postura mayoritaria señala que
las reglas de turno y distribución de causas no son normas de competencia, sino meras reglas de
carácter económico-administrativas, cuyo fin es hacer el reparto del trabajo judicial entre los
tribunales de un mismo territorio jurisdiccional. Por lo tanto, su infracción no permitiría fundar
una excepción de incompetencia, ni promover un incidente de nulidad de todo lo obrado fundado
en la vulneración de estas reglas, sino que una sanción administrativa.

b. INCAPACIDAD, FALTA DE PERSONERÍA O DE REPRESENTACIÓN LEGAL.


El art. 303 Nº 2 del CPC señala que sólo son admisibles como excepciones dilatorias: la
falta de capacidad del demandante, o de personería o representación legal del que comparece
en su nombre. La lectura de este precepto demuestra que se contemplan tres situaciones diversas:
i. La f a l t a d e c a p a c i d a d d e l d e m a n d a n t e . La incapacidad es la inhabilidad o
inaptitud de la parte para hacer valer sus derechos por sí misma. Acá se incluye:
- A la capacidad para ser parte, que consiste en la aptitud jurídica para ser titular de
derechos y obligaciones de carácter procesal (la doctrina la asemeja a la capacidad de
goce). Por ejemplo, no tienen capacidad para ser parte, las agrupaciones sin
personalidad jurídica.
- A la capacidad para comparecer o capacidad procesal, que consiste en la aptitud
jurídica para presentarse ante los tribunales de justicia ejerciendo una acción o
defensa, en nombre propio o por cuenta de otros (se asemeja a la capacidad de
ejercicio). Por ejemplo, falta esta capacidad, cuando deduce una demanda una
persona menor de 18 años de edad.

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ii. La f a l t a d e p e r s o n e r í a , tiene lugar cuando el que deduce la demanda es un apoderado


o mandatario que invoca un mandato civil o comercial ineficaz, o no es hábil para
representar en juicio al demandante. Por ejemplo, el gerente de una empresa demanda a
una persona, y en la escritura pública de constitución de la sociedad no consta el poder
suficiente para hacerlo.
iii. Y la f a l t a d e re p re s e n t a c i ó n l e ga l , también presupone que una persona
comparezca en juicio a nombre de otra, pero aquí la fuente no es un contrato, sino que es
la ley. Por tanto, se trata de la excepción de ausencia de debida representación legal de
quien comparece a nombre de otro; por ejemplo, un individuo que se dice padre o curador
de otro sin serlo.
iv. ¿Qué sucede con el m a n d a t o j u d i ci a l ? La mayoría de la doctrina señala que se alega
por la causal genérica del art. 303 Nº 6, el cual señala que sólo son admisibles como
excepciones dilatorias: en general las que se refieran a la corrección del procedimiento
sin afectar al fondo de la acción deducida.
El problema de determinar si el demandante es o no capaz, o si el mandatario del actor
tiene o no facultad de actuar en su nombre, o si el representante legal del mismo es en verdad tal
representante, según CASARINO, debe ser resuelto a la luz de las disposiciones legales de fondo o
sustantivas, por cuanto el CPC no contiene normas al respecto.
¿Qué pasa con la legitimación activa? Esto implica no ser el pretendiente, o sea, que no
hay relación entre la demanda que se entabla por el demandante, y el hecho de haber sido sujeto
de la relación jurídica extraprocesal que motiva la demanda (por ejemplo, la persona que
demanda no tenía la calidad de comprador). Ésta es una de las condiciones de admisibilidad de la
pretensión, y como tal, es una cuestión que afecta el fondo de la pretensión deducida; por tanto,
podría atacarse vía excepción perentoria, o tomará la forma de una alegación o defensa, que será
resuelta al término del juicio.
¿Qué sucede si el demandado es el incapaz, o se ha notificado la demanda a una persona
que no es su mandatario convencional o representante legal? ¿Qué actitud podría asumir el
demandado? Al respecto existen dos posturas:
i. Parte de la doctrina dice que esta situación se podría incluir en el Nº 6 del art. 303 del CPC
(causal genérica). CASARINO señala que esta excepción dilatoria la deducirá el
demandado a su propio nombre o a través de su representante legal, según sea el
fundamento en que se la apoye. Agrega que tampoco habría inconveniente alguno para
que el seudomandatario o el seudorepresentante legal, se apersone al juicio y solicite, por
vía incidental, la declaración de ineficacia de la notificación de la demanda que se le ha
practicado, por habérsele atribuido una personería o representación que en realidad no
tiene.
ii. Otro sector postula que no podría oponerse como excepción dilatoria, pues la ley no
autoriza ello, ya que sólo se refiere al demandante; pero sí podría defenderse pidiendo la
nulidad de todo lo obrado en su contra por ser un incapaz y, por ende, habría falta de
emplazamiento. Al respecto, el profesor LUHRS señala que en este supuesto no ha habido
emplazamiento válido y, por lo tanto, no hay necesidad de interponer la excepción
dilatoria del Nº 6 del art. 303 del CPC, puesto que el demandado perfectamente puede

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desentenderse de la demanda, ya que ésta será anulable debido a que no hay una relación
procesal, no está trabada la litis.

c. LITISPENDENCIA.
El art. 303 Nº 3 del CPC señala que sólo son admisibles como excepciones dilatorias: la
litispendencia. Ahora bien, hay litispendencia cuando entre las mismas partes existe otro juicio
que tiene el mismo objeto y la misma causa de pedir; en otras palabras, supone que se tramiten
separadamente dos o más procesos entre los que existe triple identidad.
Como se puede apreciar, esta figura se asemeja a la cosa juzgada, puesto que los mismos
presupuestos hacen prosperar una y otra. Sin embargo, se diferencian porque en la cosa juzgada
el proceso anterior está firme o ejecutoriado, mientras que en la litispendencia la causa
preexistente está en actual tramitación; de allí que litispendencia signifique “litigio pendiente”.
En concreto, los requisitos o elementos constitutivos de la litispendencia son:
i. E x i s t e n c i a d e u n j ui c i o a n t e r i o r. El juicio anterior puede estar radicado ante el
mismo tribunal que está conociendo del nuevo juicio, o bien, ante un tribunal diverso; y
se entiende que existen ambos juicios desde el momento en que el demandado ha sido
notificado válidamente de la demanda, pues desde ese instante ha nacido la relación
jurídica procesal.
ii. Es necesario que el juicio anterior esté p e n d i e n t e . Al respecto, la jurisprudencia ha
estimado que es necesario que el juicio esté en curso, lo que excluye toda posibilidad de
una medida prejudicial.
iii. Se debe estar siguiendo el anterior juicio entre las mismas partes, o sea, debe existir
identidad legal entre las partes del primer pleito y del segundo, no importando el papel
procesal que ellas desempeñan en uno y otro juicio (demandante o demandado), sino que
la calidad que tienen sobre el derecho sustancial.
iv. Ambos juicios deben versar sobre la misma materia, es decir, tanto la cosa pedida como
la causa de pedir hechas valer en un pleito, deben ser idénticas a las reclamadas en el otro
pleito.

El fundamento de esta excepción dilatoria, es evitar que las partes litigantes pretendan
subsanar los posibles errores cometidos en un juicio anterior, renovándolo mediante una nueva
demanda. Por tal razón, una vez acogida la excepción dilatoria de litispendencia, se paraliza el
nuevo pleito mientras tanto se falla el primero por sentencia una sentencia firme o ejecutoriada;
esto con el objeto de que la parte favorecida con la excepción de cosa juzgada, que pueda emanar
de esta sentencia, la oponga como excepción perentoria en el segundo pleito que estaba
paralizado, y cuya tramitación ha debido reiniciarse debido a la terminación del primero.277

277
ORELLANA señala que puede darse la situación de que un demandante ejerza acciones incompatibles en contra de
un mismo deudor en procesos distintos; por ejemplo, que demande el incumplimiento de un contrato y luego en otro
proceso (pendiente el primero) demande la resolución de ese mismo contrato. En este caso no hay triple identidad
(pues el objeto pedido es distinto), por lo tanto, no procede en el segundo proceso la excepción de litispendencia,
debiendo en esta situación procederse a la acumulación de autos para evitar resoluciones contradictorias,
acumulación que puede ordenarse de oficio por el juez, en el evento que se tramiten ante el mismo tribunal.

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d. INEPTITUD DEL LIBELO.


El art. 303 Nº 4 del CPC dice que sólo son admisibles como excepciones dilatorias: la
ineptitud del libelo por razón de falta de algún requisito legal en el modo de proponer la
demanda. Libelo es sinónimo de demanda, y desde el momento en que esta excepción dilatoria
se funda en la falta de requisitos legales de aquélla, esta norma debe relacionarse con el art. 254
del CPC, el cual establece los requisitos de forma específicos que debe contener el escrito de
demanda ¿Por qué existe esta excepción? Porque en razón de las deficiencias de la demanda, no
es posible ejercer el derecho de defensa.
Art. 254. La demanda debe contener:
1. La designación del tribunal ante quien se entabla;
2. El nombre, domicilio y profesión u oficio del demandante y de las personas que lo representen, y la naturaleza de
la representación;
3. El nombre, domicilio y profesión u oficio del demandado;
4. La exposición clara de los hechos y fundamentos de derecho en que se apoya; y
5. La enunciación precisa y clara, consignada en la conclusión de las peticiones que se sometan al fallo del tribunal.

Hay que recordar que si al escrito de demanda le falta alguno de los tres primeros
requisitos señalados en el art. 254 del CPC, el juez puede de oficio no darle curso, expresando el
defecto de que adolece. Por tanto, esta excepción dilatoria entrará en juego cuando a la demanda
le falten los requisitos Nº 4 y 5 del art. 254 del CPC, o bien, cualquiera de los tres primeros
señalados en tal precepto, cuando el juez no haga uso de su facultad de oficio de no admitir a
tramitación la demanda. El profesor FORTTES señala que esta excepción también puede referirse
a los requisitos comunes de toda presentación (suma, firma, copias, etc.).
La jurisprudencia, precisando el concepto anterior, ha dicho que el libelo es inepto
cuando la falta de algún requisito legal lo hace vago, ininteligible o susceptible de ser aplicado a
diversos casos o situaciones. En la práctica, esta es una excepción muy utilizada con un mero fin
dilatorio.278

e. BENEFICIO DE EXCUSIÓN.
El art. 303 Nº 5 del CPC dice que sólo son admisibles como excepciones dilatorias: el
beneficio de excusión. Se suele definir al beneficio de excusión como aquel derecho que tiene
todo fiador para exigir que antes que se proceda en su contra, se proceda en los bienes del deudor
principal (art. 2357 del CC).
Art. 2357. El fiador reconvenido goza del beneficio de excusión, en virtud del cual podrá exigir que antes de
proceder contra él se persiga la deuda en los bienes del deudor principal, y en las hipotecas o prendas prestadas por
éste para la seguridad de la misma deuda.

Esta excepción dilatoria se hace valer por el fiador (deudor subsidiario) en un pleito que
se sigue en contra del deudor principal; y su finalidad es paralizar el juicio, mientras el acreedor
no agote los medios judiciales en contra de los bienes del deudor principal. Si con estas nuevas
acciones interpuestas, el acreedor no obtiene el pago de su crédito, no habrá más camino que
reiniciar el juicio que había seguido primitivamente en contra del fiador. Por lo tanto, la
suspensión del juicio puede ser definitiva, si el demandante (acreedor) ve satisfecho su crédito en
278
El profesor LUHRS dice que la inconsistencia interna de la demanda no está claramente señalada como ineptitud
del libelo, pero hay quienes piensan que sí debería considerarse.

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el patrimonio del deudor; o podrá también retomarse si esto no ocurre.279

f. AQUELLAS QUE TENGAN POR OBJETO CORREGIR LOS VICIOS DEL PROCEDIMIENTO.
Por último, el art. 303 Nº 6 del CPC señala que sólo son admisibles como excepciones
dilatorias: en general las que se refieran a la corrección del procedimiento sin afectar al fondo
de la acción deducida.
Según CASARINO, las excepciones dilatorias se pueden clasificar en dos grupos: el primer
grupo, corresponde a los cinco primeros números del art. 303 del CPC; y el segundo grupo está
conformado por aquellas excepciones que, participando de las características señaladas en el Nº
6 del art. 303 del CPC, pueden ser encasilladas en dicho número. Es por ello que la enumeración
de las excepciones dilatorias, contenida en el art. 303 del CPC, no es taxativa, pues el Nº 6 está
concebido en términos amplios, pudiendo comprenderse en él múltiples situaciones, que tiendan
a la corrección del procedimiento sin afectar al fondo de la acción deducida (por ejemplo, la falta
de mandato judicial).
La importancia de esta clasificación, está en que las del primer grupo presentan la ventaja
de que estando contempladas expresamente en la ley con el carácter de dilatorias, no darán
margen a dificultades al esgrimirlas como tales; en cambio, las pertenecientes al segundo grupo,
al ser opuesta podrán originar una cuestión previa destinada a constatar si tienen las
características señaladas en el Nº 6 del art. 303 del CPC, es decir, el demandado tendrá la
necesidad de probar su condición de dilatoria.

5.1.3. PROCEDIMIENTO DE LAS EXCEPCIONES DILATORIAS.

a. MANERA DE OPONER EXCEPCIONES DILATORIAS.


La primera parte del art. 305 inc. I del CPC, establece que las excepciones dilatorias deben
oponerse todas en un mismo escrito…. La razón de esta norma es lógica y manifiesta, pues si así
no fuere, el demandado de mala fe, para alargar el juicio, formularía las excepciones dilatorias
una en pos de las otras, con la consiguiente pérdida de tiempo.
¿Qué pasa si se interponen en dos o más escritos? El profesor ALFARO señala que en este
supuesto, habrá que ver cuál escrito se interpuso primero, porque el primero precluye el derecho
de interponer otro nuevamente.

b. OPORTUNIDAD PARA OPONER LAS EXCEPCIONES DILATORIAS.

De acuerdo al art. 305 inc. I del CPC, las excepciones dilatorias deben oponerse todas en
un mismo escrito y dentro del término de emplazamiento fijado por los arts. 258 a 260. Es decir,
se deben oponer dentro del término para contestar la demanda (15 ó 18 días, o 18 días más el
aumento mencionado en la tabla).El profesor ALFARO dice que, tradicionalmente, se señala que
se deben oponer dentro del término de emplazamiento y “antes de la contestación de la
demanda”; y la razón por la cual se deben tramitar antes de contestar la demanda, es porque

279
Según el profesor LUHRS, en estricto rigor, el beneficio de excusión es una excepción perentoria, pues el fiador
que la reclama está diciendo que carece de legitimación pasiva (ataca al fondo de la acción), debido a que su
legitimación está sujeta a la condición de que el deudor principal no pague.

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primero se debe discutir la forma, para ver si después se puede entrar al fondo del asunto.
El plazo para oponer las excepciones dilatorias, reviste el carácter de fatal, dada la
expresión “dentro del” que utiliza la norma y porque se trata de un plazo legal contemplado en el
CPC; por lo tanto, si no se ejercen dentro del término de emplazamiento, precluirá el derecho del
demandado para ejercerlas posteriormente. Sin embargo, esto presenta dos excepciones:
i. El art. 305 inc. II del CPC dispone que si así no se hace (si no se han opuesto todas en un
mismo escrito y dentro del término de emplazamiento ya indicado), se podrán oponer en
el progreso del juicio sólo por vía de alegación o defensa, y se estará a lo dispuesto en
los arts. 85 y 86 (incidente de nulidad procesal).280
Art. 85. Todo incidente originado de un hecho que acontezca durante el juicio, deberá promoverse tan
pronto como el hecho llegue a conocimiento de la parte respectiva.
Si en el proceso consta que el hecho ha llegado al conocimiento de la parte, y si ésta ha practicado una
gestión posterior a dicho conocimiento, el incidente promovido después será rechazado de plano, salvo que
se trate de alguno de los vicios o circunstancias a que se refiere el inc. III del artículo anterior (un vicio que
anule el proceso, o se trate de una circunstancia esencial para la ritualidad o la marcha del juicio, evento en
el cual el tribunal ordenará que se practiquen las diligencias necesarias para que el proceso siga su curso
legal).

El alcance de esta norma, es que si las excepciones dilatorias no han sido opuestas como
tales en la forma y oportunidad que la ley señala, se pueden formular con el mismo
carácter de dilatorias al contestar la demanda o en el curso posterior del juicio, incluso,
estando las partes citadas para oír sentencia. Sin embargo, se debe estar a lo que
establece, fundamentalmente, el art. 85, o sea, que, en principio, estas excepciones
dilatorias informales y extemporáneas deben ser rechazadas, salvo que: se funden en un
vicio que anule el proceso, o en una circunstancia esencial para la ritualidad o la marcha
del mismo. Por ejemplo, la demanda no se ajusta a los requisitos de forma señalados en el
art. 254 del CPC y en vez de oponer la excepción dilatoria de ineptitud del libelo dentro
del término para contestar la demanda, se contesta ésta, y luego, al presentar el escrito de
dúplica, se hace notar el defecto de forma de que adolece la demanda; esta excepción
dilatoria deberá rechazarse, porque se debió oponer tan pronto el hecho en que se funda
(ineptitud del libelo) llegó a conocimiento de la persona, y antes de hacer cualquiera
gestión principal en el pleito. En cambio, si la demanda ha sido interpuesta por un
incapaz, y en vez de oponer la excepción dilatoria pertinente en el plazo para contestar la
demanda, se ataca el fondo de la acción, y luego, estando el proceso en estado de prueba,
se formula la correspondiente incidencia sobre la falta de capacidad del demandante; esta
excepción dilatoria deberá ser acogida, pues se funda en un vicio que anula el proceso.

ii. Y, por otro lado, el art. 305 inc. II del CPC señala que las excepciones primera
(incompetencia de tribunal) y tercera (litispendencia) del art. 303 podrán oponerse en
segunda instancia en forma de incidente. En este caso la incompetencia alegada
solamente puede ser la absoluta, se descarta la relativa puesto que los litigantes han
efectuado toda clase de actuaciones sin alegar la incompetencia territorial, lo que lleva, en
definitiva, a la prórroga de la competencia.

280
El art. 305 del CPC usa la expresión “alegación o defensa”, aunque no del modo más apropiado, toda vez que las
alegaciones o defensas afectan el fondo de la acción deducida y las excepciones dilatorias nunca tienen tal carácter.

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c. TRAMITACIÓN DE LAS EXCEPCIONES DILATORIAS.


De acuerdo al art. 307 inc. I del CPC, las excepciones dilatorias se tramitan como
incidentes281. Las características de esta tramitación incidental, son:
i. Es un incidente ordinario, de suerte que su tramitación es la siguiente: opuesta la
excepción dilatoria, se confiere traslado por tres días al actor para que exponga lo que
estime conveniente, y haya o no respuesta de éste dentro de dicho plazo, el tribunal debe
resolver el incidente, salvo que existan puntos sustanciales, pertinentes y controvertidos,
en cuyo caso recibirá el incidente a prueba por un término de ocho días y, vencido este
plazo, dictará el correspondiente fallo. No obstante, el tribunal puede resolver de plano,
es decir, sin necesidad de tramitar, aquellas excepciones dilatorias cuyo fallo se pueda
fundar en hechos que consten del proceso, o sean de pública notoriedad (por ejemplo, la
ineptitud del libelo), lo que el tribunal consignará en su resolución (art. 89 del CPC).
Art. 89. Si se promueve un incidente, se concederán tres días para responder y vencido este plazo, haya o
no contestado la parte contraria, resolverá el tribunal la cuestión, si, a su juicio, no hay necesidad de prueba.
No obstante, el tribunal podrá resolver de plano aquellas peticiones cuyo fallo se pueda fundar en hechos
que consten del proceso, o sean de pública notoriedad, lo que el tribunal consignará en su resolución.

ii. Se trata de un incidente de previo y especial pronunciamiento. En efecto, conforme al art.


87 inc. I del CPC, si el incidente es de aquellos sin cuya previa resolución no se puede
seguir substanciando la causa principal, se suspenderá el curso de ésta, y el incidente se
tramitará en la misma pieza de autos (en el mismo expediente).
iii. De acuerdo al art. 306 del CPC, todas las excepciones propuestas conjuntamente se
fallarán a la vez, pero si entre ellas figura la de incompetencia y el tribunal la acepta, se
abstendrá de pronunciarse sobre las demás. Lo cual se entiende sin perjuicio de lo
dispuesto por el art. 208. La razón, es que el tribunal, si acoge la excepción de
incompetencia, se reconoce como carente de facultades para conocer sobre el resto de las
excepciones. Sin embargo, este mismo precepto contiene una salvedad, pues dice: lo cual
se entiende sin perjuicio de lo dispuesto por el art. 208; es decir, si se apela la resolución
que acoge la excepción, el Tribunal de Alzada puede revocarla, en cuyo caso tiene que
pasar a pronunciarse sobre las demás excepciones dilatorias que no hubiesen sido
resueltas por el inferior al estimarlas incompatibles con la incompetencia acogida
(prácticamente las resuelve en única instancia).

d. RESOLUCIÓN Y RECURSOS EN CONTRA DE LAS EXCEPCIONES DILATORIAS.


La resolución que falla un determinado incidente no es una sentencia definitiva, sino que
puede ser una sentencia interlocutoria o un auto, dependiendo de si establece o no derechos
permanentes para las partes; lo cual es importante determinar, ya que las sentencias
interlocutorias son apelables, mientras que los autos no lo son. Si la excepción dilatoria es
acogida y el vicio no admite subsanación, se emitirá por el tribunal una sentencia interlocutoria
de primer grado, puesto que establece un derecho permanente a favor del demandado (por
ejemplo, si la demanda ha sido presentada ante tribunal un incompetente, o falta la capacidad del
281
Al respecto hay una discusión en orden a si son o no incidentes. La doctrina mayoritaria señala que si la ley dice
que “se tramitan como incidentes”, quiere decir que no lo son, pero se tramitan como tales.

388
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demandante); en cambio, si el defecto es subsanable, la resolución será un auto, pues estará


reconociendo un derecho transitorio, cuya existencia está limitada a la corrección que efectúe el
actor (por ejemplo, la ineptitud del libelo).
Ahora bien, el art. 307 del CPC señala que la resolución que deseche este incidente
(sentencia interlocutoria) será apelable sólo en el efecto devolutivo282. Es decir, el tribunal de
alzada adquirirá competencia para conocer del asunto (efecto devolutivo) y no se suspenderá la
tramitación de la causa principal (por el tribunal inferior), por tanto, si el Tribunal de Alzada
acoge la excepción (por ejemplo, diga que el tribunal es incompetente), se corre el riesgo de que
todo lo obrado quede nulo283. A contrario sensu, la resolución que acoge la excepción, será
apelable en ambos efectos, o sea, suspenderá la tramitación de la causa principal.
¿Una vez fallada la excepción dilatoria qué sucede? El art. 308 del CPC dice que
desechadas las excepciones dilatorias o subsanadas por el demandante los defectos de que
adolezca la demanda, tendrá diez días el demandado para contestarla, cualquiera que sea el
lugar en donde le haya sido notificada. Por tanto, se pueden dar las siguientes situaciones:
i. Se rechaza la excepción dilatoria. Esto quiere decir que el procedimiento estaba correcto
y debe seguir adelante su tramitación, y comienza a correr un plazo fatal de diez días
para que el demandado conteste la demanda, cualquiera que sea el lugar donde se le haya
notificado. Este plazo comienza a correr una vez notificada (por el estado) la resolución
desestimatoria.
ii. Se acoge la excepción dilatoria. Esto quiere decir que el procedimiento era defectuoso, y
aquí pueden ocurrir dos cosas:
- Que el defecto de que adolezca la demanda sea subsanable (por ejemplo, la ineptitud
de libelo). En este caso el demandante debe proceder a repararlo, y sólo una vez que
lo haya hecho, comienza a correr el plazo de 10 días para que el demandado conteste
la demanda. Por tanto, el plazo se cuenta en este caso desde que se subsana el vicio,
no obstante ello, la doctrina señala que, con el objeto de evitar la imprecisión del
mismo, se debe contar desde que se notifica la resolución que tiene por subsanados
los defectos. En la práctica, el demandante pide al tribunal que se declare que ha
subsanado el vicio o defecto de que se trata, y a contar de la notificación de la
resolución que así lo declare, comienza a correr el ya citado plazo de 10 días.
¿Todos los defectos de que adolezca la demanda son subsanables? Según CASARINO
son subsanables siempre y cuando el mencionado defecto no llegue a afectar la
validez de la relación procesal. Así, por ejemplo, si la demanda ha sido presentada
ante un tribunal incompetente, o falta la capacidad del demandante o su personería,
estas circunstancias miran a los requisitos de validez del proceso y, por tanto, sólo
cabe ordenar el archivo de los autos; y sólo una nueva demanda interpuesta ante el
tribunal competente por el verdadero representante legal del actor o por su mandatario
premunido de poder suficiente, puede rectificar el procedimiento primitivo y viciado.

282
Según el profesor LUHRS la sentencia que falla una excepción dilatoria siempre es una sentencia interlocutoria de
primera clase, pues de acuerdo a este artículo, la resolución que desecha el incidente es “apelable”, y sólo son
apelables las sentencias definitvas e interloctorias, no así los autos.
283
Como se dijo, las excepciones dilatorias son incidentes de previo y especial pronunciamiento y, por tanto, se
tramitan en la misma pieza de autos. Entonces, es incomprensible que desechada una de estas excepciones, se
autorice al tribunal inferior para que siga conociendo pendiente el recurso.

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- Que el defecto de la demanda no sea subsanable (por ejemplo, la incompetencia


absoluta, o la litispendencia). En este caso el proceso habrá concluido con la
resolución que acoge la excepción dilatoria (forma anormal de terminación del
proceso).

5.2. LAS EXCEPCIONES PERENTORIAS.

a. CONCEPTO.
Las excepciones perentorias son aquellas que tienen por objeto enervar o atacar el fondo
de la pretensión deducida por el demandante. En concreto, estas excepciones tienen por objeto
destruir el fundamento de la pretensión (hecho material y jurídico que sirve de fundamento al
derecho deducido al juicio), e importan la introducción de un hecho de carácter impeditivo,
modificativo o extintivo de la pretensión del actor.
Normalmente se confunden o identifican con los modos de extinguir las obligaciones,
porque en general, éstos son efectivamente excepciones perentorias; pero no sólo se identifican
con los modos de extinguir, sino que pueden aludir a cualquier hecho impeditivo (por ejemplo, la
falta de objeto o de causa) o modificatorio de la situación jurídica que motivó la pretensión (por
ejemplo, la compraventa de un bien raíz celebrada por un incapaz relativo y que posteriormente
convalida su representante legal).
En general, los tratadistas sostienen que estas excepciones son tantas como los modos de
extinguir las obligaciones; por ejemplo, el pago, la dación en pago, la compensación, la
confusión, la remisión de la deuda, la novación, la pérdida de la cosa, la prescripción extintiva, la
transacción, la renuncia del derecho del reclamante, la nulidad, la simulación o inexistencia, la
cosa juzgada, etc.

b. TRAMITACIÓN.
Estas excepciones no se tramitan de forma incidental como las excepciones perentorias,
pues se deben hacer valer en el escrito de contestación de la demanda (art. 309 Nº 3 del CPC) y,
por ende, forman parte de la cuestión principal. Consecuencia de lo anterior, deben ser resueltas
en la parte resolutiva del fallo (art. 170 Nº 6 del CPC), a diferencia de las excepciones dilatorias
que se resuelven en el momento.
Art. 309. La contestación a la demanda debe contener:
3. Las excepciones que se oponen a la demanda y la exposición clara de los hechos y fundamentos de derecho en
que se apoyan.

Art. 170. Las sentencias definitivas de primera o de única instancia y las de segunda que modifiquen o revoquen en
su parte dispositiva las de otros tribunales, contendrán:
6. La decisión del asunto controvertido. Esta decisión deberá comprender todas las acciones y excepciones que se
hayan hecho valer en el juicio; pero podrá omitirse la resolución de aquellas que sean incompatibles con las
aceptadas.

5.3. LAS EXCEPCIONES MIXTAS.


Las excepciones mixtas son aquellas que, siendo perentorias en cuanto a su naturaleza, se
pueden oponer y tramitar del mismo modo que las excepciones dilatorias; es decir, se pueden

390
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oponer antes de contestar la demanda y tramitar como incidentes; de ahí su nombre de


excepciones mixtas (art. 304 del CPC).
Art. 304. Podrán también oponerse y tramitarse del mismo modo que las dilatorias la excepción de cosa juzgada y la
de transacción; pero, si son de lato conocimiento, se mandará contestar la demanda, y se reservarán para fallarlas
en la sentencia definitiva.

Se trata precisamente de dos excepciones de carácter perentorio (cosa juzgada y


transacción), pues miran al fondo de la acción deducida (específicamente tienden a su extinción)
y no a la corrección del procedimiento; pero se pueden oponer como dilatorias por razones de
economía procesal, ya que carece de objeto entrar al fondo del juicio cuando de antemano se
sabe que la demanda deberá ser desestimada en caso de que el demandado, al contestarla, oponga
cualquiera de estas dos excepciones perentorias (evita que se tramite completamente un proceso
inútil); y además, estas dos excepciones son fácilmente comprobables, puesto que bastará la sola
copia de la sentencia o de la transacción (el contrato de transacción produce cosa juzgada, por
eso se tratan conjuntamente).
Una vez opuestas y tramitadas estas excepciones perentorias como si fueran dilatorias (en
un mismo escrito, dentro del término de emplazamiento, y confiriendo traslado por tres días al
actor), el tribunal puede adoptar dos actitudes: fallar de inmediato, o mandar a contestar la
demanda, reservándolas para ser falladas en la sentencia definitiva. El juez va adoptar una u otra
actitud, según si estas excepciones son o no de lato conocimiento, es decir, que la cuestión
suscitada, por su complejidad, requiere de las garantías de la controversia y de las pruebas
propias del procedimiento ordinario, y no del breve o sumario, como lo es el procedimiento
incidental. En la práctica, cuando se hacen valer estas excepciones, casi nunca los jueces las
tramitan como incidentes, generalmente ordenarán contestar la demanda, dejando su
pronunciamiento para la sentencia definitiva.
Por último, cabe decir que si estas excepciones se oponen como dilatorias y son
rechazadas por el tribunal, no podrán interponerse posteriormente como perentorias.

5.4. EXCEPCIONES ANÓMALAS.

a. CONCEPTO.
Las excepciones anómalas son aquellas que, siendo perentorias en cuanto a su naturaleza,
pueden ser opuestas en cualquier estado del juicio, antes de la citación para oír sentencia en
primera instancia, y antes de la vista de la causa en segunda instancia.
Estas excepciones se regulan con ocasión de la contestación de la demanda, pues el art.
310 inc. I del CPC dice que no obstante lo dispuesto en el artículo anterior (referente a la
contestación), las excepciones de prescripción, cosa juzgada, transacción y pago efectivo de la
deuda, cuando ésta se funde en un antecedente escrito, podrán oponerse en cualquier estado de
la causa; pero no se admitirán si no se alegan por escrito antes de la citación para oír sentencia
en primera instancia, o de la vista de la causa en segunda.

391
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b. TRAMITACIÓN.
Aquí se debe distinguir si las excepciones de prescripción, de cosa juzgada, de
transacción y de pago efectivo de la deuda (cuando la deuda se funde en un antecedente escrito),
se formularon en primera o segunda instancia:
i. Si se formulan en primera instancia, hay que distinguir si se recibió o no la causa a
prueba:
- De acuerdo al art. 310 inc. II del CPC, si se formulan en primera instancia, después de
recibida la causa a prueba, se tramitarán como incidentes, que pueden recibirse a
prueba, si el tribunal lo estima necesario (es decir, como incidentes ordinarios), y se
reservará su resolución para definitiva. La razón d esto, es que con ello se busca
generar posibilidad de discusión y prueba.
.
- Si se formulan antes de recibir la causa a prueba, el CPC nada dice, pero en la práctica
se otorga traslado a la parte contraria (para que exponga lo que estime conveniente), y
luego se sigue tramitando conjuntamente con la causa principal; en otras palabras, se
tramitarán como incidentes y la prueba se rendirá en el término probatorio ordinario
de la causa principal. Por tanto, aquí también se debe reservar el fallo para la
sentencia definitiva.
ii. Y, conforme al art. 310 inc. III del CPC, si se deducen en segunda instancia, se seguirá
igual procedimiento (es decir, se deben tramitar como incidentes que se pueden recibir a
prueba y se deben fallar en la sentencia definitiva de segunda instancia), pero en tal caso
el tribunal de alzada se pronunciará sobre ellas en única instancia.

c. DISCUSIÓN RESPECTO DE LA EXCEPCIÓN DE PRESCRIPCIÓN.


Una de las reglas civiles comunes de la prescripción (adquisitiva y extintiva) es que debe
ser alegada284, pues conforme al art. 2493 del CC, el que quiera aprovecharse de la prescripción
debe alegarla; el juez no puede declararla de oficio285. Por otra parte, es necesario que se hagan
constar los antecedentes o elementos que configuren la pretensión de que ha operado la
prescripción (con la alegación se exponen precisamente esos antecedentes). Luego, en cuanto a
la forma procesal de alegarla, se ha planteado la discusión:
i. La mayoría dice que la prescripción adquisitiva sólo se puede alegar como acción, puesto
que es necesario obtener una declaración positiva del tribunal, en orden a que, habiéndose

284
Hay que recordar, desde el punto de vista civil, que quienes pueden alegar la prescripción son: el poseedor (si se
trata de la prescripción adquisitiva), o el deudor (si se trata de la prescripción extintiva), y los causahabientes a título
singular o universal de ambos (cesionarios, legatarios o herederos). La doctrina se ha preguntado si puede o no
alegar la prescripción adquisitiva un acreedor del poseedor, como una especie de acción oblicua o subrogatoria, pero
la respuesta es negativa, ya que no existe una disposición que así lo autorice y, como se sabe, se requiere de una
norma legal expresa para que opere la acción subrogatoria.
285
Hay casos excepcionales en los cuales el juez puede declarar la prescripción de oficio, como la prescripción de la
acción penal; la prescripción de la pena; y la prescripción del carácter ejecutivo de un título, pues según el art. 442
del CPC, el tribunal denegará la ejecución si el título presentado tiene más de tres años, contados desde que la
obligación se haya hecho exigible; salvo que se compruebe la subsistencia de la acción ejecutiva por alguno de los
medios que sirven para deducir esta acción en conformidad al art. 434 (por otro título ejecutivo).

392
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cumplido con las exigencias legales, la cosa es del dominio del prescribiente, de modo
que una pura excepción sería insuficiente. Por tanto, en la prescripción adquisitiva si el
prescribiente es el demandante, en su demanda accionará de prescripción; mientras que si
es el demandado, al contestar deberá alegarla como acción, vale decir, mediante una
demanda reconvencional.
ii. La minoría, en cambio, sostiene que si se demanda al prescribiente, es posible oponer la
prescripción adquisitiva como excepción, puesto que el art. 310 del CPC no distingue
entre prescripción adquisitiva y extintiva.
La jurisprudencia ha establecido que la única prescripción que se puede alegar como
excepción es la extintiva, por lo tanto, cuando el demandado quiere alegar prescripción
adquisitiva, lo debe hacer por vía de acción, es decir, por vía de reconvención. Pero la prudencia
aconseja al demandado que, al alegar la prescripción adquisitiva, deduzca demanda
reconvencional y, simultáneamente, incluir entre las excepciones la perentoria de prescripción,
para el caso de no acogerse la contra-demanda.

6. LA CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA.
a. CONCEPTO.
La contestación de la demanda se encuentra regulada en el Título VII del Libro II del CPC,
denominado “De la contestación y demás trámites hasta el estado de prueba o de sentencia” (arts.
309 a 313). Este título sugiere dos alternativas que el tribunal puede tomar luego de la
contestación: puede recibir la causa a prueba, o puede citar a las partes para oír sentencia.
Según CASARINO, la contestación de la demanda es aquel escrito en que el demandado
opone las excepciones o defensas que hace valer en contra del demandante, destinadas a enervar
o destruir las pretensiones que éste ha deducido. Por tanto, así como el escrito de demanda
resume las pretensiones del actor y es un acto procesal que inicia el juicio, el escrito de
contestación de la demanda resume las pretensiones del demandado y es, por regla general, su
primer acto procesal dentro de aquél (salvo que interponga excepciones dilatorias).

b. OBJETIVO DE LA CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA.


La contestación de la demanda puede tener diversos objetivos, a saber:
i. El objetivo fundamental, es dar oportunidad al demandado para que se defienda de la
demanda oponiendo excepciones perentorias, o sea, aquellas que miran al fondo de la
pretensión deducida y sin que se refieran para nada a la corrección del procedimiento.
Como se dijo, estas excepciones no están enumeradas ni menos señaladas en el CPC, de
manera que son tantas cuantas pueda imaginar el demandado.
ii. Puede ocurrir que el demandado, al contestar la demanda, sólo quiera negar los hechos
afirmados por el demandante en su demanda, es decir, lo que en doctrina se denomina
m e r a s a l e ga c i o n e s o d e f e n s a s , lo cual constituye la segunda actitud que puede
asumir el demandado al defenderse (la primera es excepcionarse).

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En muchos casos nuestra legislación hace sinónimas las expresiones alegaciones o


defensas y excepciones, sin embargo, desde un punto de vista jurídico no es lo mismo
alegar o defenderse que oponer excepciones. La diferencia más importante, es que la
defensa o alegación es la simple negación de los hechos y derechos de la pretensión del
actor, mientras que la excepciones, van más allá de esto, puesto que son oposiciones en
virtud de las cuales se agregan nuevos y diferentes hechos y derechos, suficientes para
extinguir, modificar, o anular, los efectos jurídicos que normalmente corresponderían a
los hechos y derechos que el actor trae a juicio; en otras palabras, las excepciones
reconocen los hechos afirmados por el demandante, pero le agregan determinados
elementos que los destruyen. Eso tiene gran importancia para la prueba que deberá ser
rendida, pues cuando el demandado hace meras alegaciones o defensas (por ejemplo,
señala en la contestación que no debe suma alguna), quien debe probar es el demandante;
en cambio, cuando el demandado opone excepciones (por ejemplo, señala que sí es
efectivo que debía una determinada suma de dinero, pero ella fue pagada), el demandante
no debe probar los hechos, porque la excepción los reconoce, por tanto, le corresponde al
demandado probarlos.
Por último, las meras alegaciones o defensas también se resuelven en el fallo, pero en la
parte considerativa, pues allí el tribunal evalúa la confirmación de los hechos alegados
por el demandante, mediante los medios de prueba aportados por éste. Por tanto, no son
objeto de pronunciamiento especial como las excepciones perentorias, las cuales se
resuelven en la parte resolutiva.

iii. El escrito de contestación de la demanda también puede servirle al demandado para


aceptar llanamente las peticiones del demandante. Como se dijo en su momento, el
allanamiento no implica el término del juicio, pues no es en sí una sentencia, sino que
respecto de él es necesario dictar una sentencia. Por otro lado, el allanamiento en materias
de orden público (por ejemplo, en materias de familia), no produce el efecto de aceptar la
demanda contraria sin más, sino que es necesario, además, probar la pretensión.
iv. También la contestación de la demanda puede incluir la reconvención, acto procesal en
virtud del cual el demandado ejerce una pretensión directa en contra del demandante en el
juicio. Esto se analizará más adelante.
v. Y por último, en la contestación de la demanda puede tener lugar la no contradicción de
los hechos en materia substancial y pertinente. El profesor LUHRS señala que, en este
supuesto, en la contestación se pueden interponer argumentos jurídicos, lo cual implica
un allanamiento respecto de los hechos, pero una refutación a nivel de Derecho. Agrega
que estos fundamentos de Derecho se pueden presentar después de la contestación de la
demanda, siempre que se señale en ésta que se aceptan los hechos, pero no los
argumentos de derecho y que, posteriormente, éstos se expondrán; los cuales se pueden
interponer durante todo el juicio, eso sí, antes de la citación para oír sentencia.
Como se puede apreciar, la única actitud que no puede asumir el demandado en la
contestación de la demanda, es la oposición de excepciones dilatorias y de excepciones mixtas
(las excepciones anómalas pueden oponerse en cualquier estado del juicio).

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c. EFECTOS DE LA CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA.


La contestación de la demanda es el escrito más importante del demandado, pues
representa, normalmente, la oportunidad para iniciar su actividad de defensa. En concreto, su
importancia radica principalmente en los efectos que produce en el proceso:
i. Queda fijada la cuestión controvertida, pues en los escritos fundamentales (demanda y
contestación) el demandante y el demandado hacen valer todas sus pretensiones. Sin
embargo, esta afirmación debe ser relativizada, puesto que la cuestión controvertida
puede ser ampliada a través de los escritos de réplica y dúplica.
ii. Quedan fijados los hechos controvertidos sobre los cuales deberá desplegarse la actividad
probatoria. Tanto el demandante como el demandado deben exponer con precisión los
hechos en que se fundan sus respectivas pretensiones, los cuales podrán ser
controvertidos por los litigantes. Por tanto, la fase de discusión es la que determina la
necesidad de recibir o no la causa a prueba, y en caso de recibirse, determina el alcance
que tendrá la actividad probatoria.
iii. Queda limitada la actuación del tribunal, por consiguiente, sólo deberá dictar sentencia
respecto de las acciones y defensas o excepciones hechas valer por el demandante y
demandado. Esta afirmación también es relativa, ya que existe la posibilidad de que haya
réplica y dúplica, o sea, que se altere o agregue algún hecho sobre el cual no se había
pronunciado la demanda y la contestación; y también existe la posibilidad de que se
presente la denominada ampliación de la prueba, es decir, después de haber recibido la
causa a prueba, alguna de las partes invoque la existencia de hechos que no habían sido
planteados, siempre que éste haya sido desconocido por la parte que lo invoca.
iv. El profesor FORTTES señala que la trascendencia de la contestación de la demanda está,
precisamente, en la oportunidad para oponer excepciones perentorias; en lo demás, carece
de significación, tanto así que incluso en el caso en que no se conteste la demanda, el
juicio sigue su curso normal, sin alteraciones y sin consecuencias perjudiciales para el
demandado (salvo el no haber opuesto las excepciones perentorias que hubiera tenido).
v. Para algunos, es importante también a propósito de las prestaciones mutuas (arts. 907 inc.
III y 909 inc. I del CC), ya que con la contestación de la demanda se pierde la buena fe.
Pero según el profesor ALFARO, es discutible que con la contestación de la demanda se
considere la mala o buena fe, ya que más que con la contestación, debiera ser con la
notificación de la demanda.
Art. 907 inc. III. El poseedor de buena fe no es obligado a la restitución de los frutos percibidos antes de la
contestación de la demanda; en cuanto a los percibidos después, estará sujeto a las reglas de los dos incisos
anteriores.

Art. 909. El poseedor de buena fe, vencido, tiene asimismo derecho a que se le abonen las mejoras útiles,
hechas antes de contestarse la demanda.

d. CLASES DE CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA.


Según CASARINO, la contestación de la demanda admite diversas clasificaciones, según
sean los puntos de vista desde los cuales se las formule.
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i. Según si se ha evacuado o no la contestación de la demanda, la contestación puede ser:


e x p re s a , si el demandado presenta efectivamente el escrito respectivo; o f i c t a , si el
demandado no presenta este escrito en el término legal y se le acusa rebeldía del trámite a
fin de obtener el progreso del juicio (de oficio o a petición de parte). Lo anterior se
produce porque la contestación de la demanda no es un trámite obligatorio, y por ello
podría ocurrir que el demando no conteste dentro del término de emplazamiento.
Esta clasificación tiene importancia para los efectos de la recepción de la causa a prueba,
pues la contestación de la demanda ficta implica negación total y absoluta de los hechos
contenidos en la demanda. Por tanto, habrá hechos controvertidos sustanciales y
pertinentes, que se deben recibir a prueba.
ii. Según si el demandado hacer valer o no una nueva pretensión en contra del demandante,
la contestación de la demanda puede ser: p u r a o s i mp l e , si está destinada a cumplir su
objetivo fundamental, a saber, permitir al demandado oponer excepciones perentorias a la
pretensión deducida en su contra; o c o n r e c o n v e n c i ó n , si el demandado no sólo se
limita a oponer excepciones perentorias, sino que, además, deduce una nueva demanda en
contra del actor. Esta clasificación tiene importancia para los efectos de la tramitación
posterior que sigue el juicio, pues la reconvención se sustancia junto con la demanda
principal y da origen a un trámite más, cual es, la dúplica en la reconvención.
iii. Según el objetivo del escrito de contestación de la demanda, ésta se puede clasificar en:
contestación de la demanda destinada a aceptar llanamente las peticiones del demandante;
y en contestación de la demanda destinada a defenderse oponiendo las correspondientes
excepciones perentorias. Esta clasificación tiene importancia para los efectos de la
recepción de la causa a prueba, pues, en el primer caso, no será necesario cumplir con
este trámite.

e. FORMA Y CONTENIDO DE LA CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA.


Desde el momento que la contestación de la demanda, al igual que la demanda, es un
verdadero escrito, está sujeta a un doble grupo de formalidades legales, a saber:
i. F o r ma l i d a d e s ge n e r a l e s d e t o d o e s c ri t o , que en síntesis son:
- La contestación de la demanda se debe presentar en papel.
- De acuerdo al art. 30 del CPC, todo escrito deberá presentarse al tribunal de la causa
por conducto del secretario respectivo y se encabezará con una suma que indique su
contenido o el trámite de que se trata. Por ejemplo, “En lo principal: contestación de
la demanda…”.
- Conforme al art. 31 inc. I del CPC junto con cada escrito deberán acompañarse en
papel simple tantas copias cuantas sean las partes a quienes debe notificarse la
providencia que en él recaiga.
- En atención a que la contestación de la demanda es, por regla general, la primera
presentación que hace el demandado, debe contener la constitución de un procurador o
mandatario judicial habilitado, salvo las excepciones legales. Si se contesta la

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demanda sin el correspondiente patrocinio de un abogado, la demanda se tiene por no


presentada; en cambio, si se presenta la demanda sin procurador o representante
judicial, se dan tres días para que se presente el mandato en forma.
- Y debe contener la firma del demandado y del abogado patrocinante.

ii. Y debe cumplir con f o r m a l i d a d e s e s p e c i a l e s , las cuales se establecen en el art. 309


del CPC. En efecto, esta disposición señala que la contestación a la demanda debe
contener:
- La designación del tribunal ante quien se presente (art. 309 Nº 1). Al igual que la
demanda, este requisito se cumple a continuación de la suma, expresando solamente la
jerarquía del tribunal mediante abreviaturas.
- El nombre, domicilio y profesión u oficio del demandado (art. 309 Nº 2); no es
necesario individualizar al demandante, porque ya lo está en la demanda. Esto tiene
suma importancia para los efectos de saber quiénes son las partes litigantes, dónde
debe notificárseles (si no se señala domicilio, las notificaciones por cédula se harán
por el estado) y a quiénes va a afectar la sentencia que, en definitiva, se dicte. Nada
expresa la ley, a diferencia del escrito de demanda, en cuanto a la individualización del
representante convencional o legal del demandado, pero también es indispensable
señalarlo para mantener el debate judicial dentro de la lealtad y seguridad debidas; así,
si aparece demandada una sociedad o una corporación, o una persona relativa o
absolutamente incapaz, tendrán que comparecer debidamente representados, y se
deberá señalar y acreditar la naturaleza de la representación.
- Las excepciones que se oponen a la demanda y la exposición clara de los hechos y
fundamentos de derecho en que se apoyan (art. 309 Nº 3). Al igual que las
pretensiones de1 actor, las del demandado se fundan en determinados hechos, los
cuales se deben exponer con la suficiente claridad. Ahora bien, la defensa del
demandado se concreta con las excepciones perentorias que tenga que oponer a la
demanda contraria; y si bien es cierto, no se señala la situación de las meras defensas o
alegaciones, aquí se pueden presentar (aunque también se pueden presentar después),
pues otras disposiciones del CPC aluden específicamente a las meras defensas, como
los arts. 170 N° 3 y 19 inc. II del CPC.
Art. 170. Las sentencias definitivas de primera o de única instancia y las de segunda que modifiquen o
revoquen en su parte dispositiva las de otros tribunales, contendrán:
3. Igual enunciación de las excepciones o defensas alegadas por el reo.

Art. 19. Si son dos o más las partes que entablan una demanda o gestión judicial y deducen las mismas
acciones, deberán obrar todas conjuntamente, constituyendo un solo mandatario.
La misma regla se aplicará a los demandados cuando sean dos o más y opongan idénticas excepciones o
defensas.

- La enunciación precisa y clara, consignada en la conclusión, de las peticiones que se


sometan al fallo del tribunal (art. 309 Nº 4). Esta es la parte petitoria del escrito de
contestación, la cual se ubica al final del escrito, y debe ser precisa y clara, de forma
que no pueda prestarse a equívocos.

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- El demandado puede o no acompañar en esta oportunidad documentos o instrumentos;


si se acompañan, serán con citación o con conocimiento (dependiendo del
instrumento), sin prejuicio de lo indicado por el art. 348 inc. I del CPC, que señala que
los instrumentos pueden presentarse en cualquier estado del juicio, hasta el
vencimiento del término probatorio en primera instancia y hasta la vista de la causa
en segunda instancia.

f. PLAZO PARA PRESENTAR LA CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA.


El plazo para contestar la demanda varía según la actitud que asumido el demandado en
el término de emplazamiento, en efecto:
i. Si no opone excepciones dilatorias, el plazo para contestar la demanda dependerá del
lugar en que haya sido notificado. Así, serán 15 días si es notificado en la comuna donde
funciona el tribunal; 18 días si el demandado se encuentra en el mismo territorio
jurisdiccional pero fuera de los límites de la comuna que sirve de asiento al tribunal; y 18
días más el aumento de la tabla de emplazamiento, si se encuentra fuera del territorio
jurisdiccional del tribunal o fuera de la República (arts. 258 y 259 inc. I del CPC).
ii. Pero si dentro del término para contestar la demanda, el demandado opone excepciones
dilatorias, el plazo para contestarla será de 10 días contados desde la notificación de la
resolución que las desechada o desde notificación de la resolución que declara que han
sido subsanados por el actor los defectos de que adolecía la demanda, cualquiera que sea
el lugar en donde le haya sido notificada. En efecto, el art. 308 del CPC señala que
desechadas las excepciones dilatorias o subsanadas por el demandante los defectos de
que adolezca la demanda, tendrá diez días el demandado para contestarla, cualquiera
que sea el lugar en donde le haya sido notificada.

7. LA RÉPLICA Y LA DÚPLICA.

a. CONCEPTO.
En el juicio ordinario de mayor cuantía el período de discusión no queda agotado con la
presentación de los escritos de demanda y de contestación, pues existe, con posterioridad, una
nueva discusión de ambas partes litigantes que recibe el nombre de réplica y duplica. No se trata
de trámites esenciales (como la demanda), por tanto, su omisión no invalida el proceso, ya que
las partes son dueñas de evacuarlos o no.
La r é p l i c a es el escrito en que el demandante, junto con tratar de destruir las
excepciones, alegaciones o defensas hechas valer por el demandado, reafirma la posición de sus
acciones. Y la d ú p l i c a es el escrito en que el demandado, junto con reafirmar la oposición de
sus excepciones, alegaciones o defensas, trata de destruir las acciones deducidas por el actor.

b. OBJETIVO.
La réplica y la dúplica tienen por función natural argumentar, es decir, pretenden reforzar

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las pretensiones o contrapretensiones, y desvirtuar las de la contraria286. Pero el art. 312 del CPC
agrega una función adicional, al decir que en los escritos de réplica y dúplica podrán las partes
ampliar, adicionar o modificar las acciones y excepciones que hayan formulado en la demanda
y contestación, pero sin que puedan alterar las que sean objeto principal del pleito.
i. A m p l i a r, implica extender las pretensiones o contrapretensiones, de manera de reforzar
o desarrollar de mejor manera los argumentos en que ellas se apoyan, sin alterar la
esencia. Por ejemplo, en la demanda se pide la resolución del contrato por cumplimento
de la condición resolutoria, y en la réplica se pide, además, la indemnización de
perjuicios; o en la demanda se pide indemnización por interés y en la réplica por
reajustes.
ii. A d i c i o n a r , implica agregar nuevos argumentos o raciocinios a los ya planteados, o
fundamentos de hecho y de derecho. Por ejemplo, se agrega la prescripción adquisitiva
como un nuevo argumento en un juicio de reivindicación.
iii. Y m o d i f i c a r , implica alterar la argumentación. Se pueden modificar las circunstancias
jurídicas sin alterar los hechos (por ejemplo, se dice que es arrendatario, pero en realidad
es comodatario); y se pueden alterar los hechos, en cuanto a su ubicación temporal o
circunstancias espaciales.
Por lo tanto, la réplica y la dúplica están sujetas a una doble limitación, a saber: pueden
consistir únicamente en ampliar, adicionar o modificar las acciones o las excepciones; y no
pueden afectar las acciones o excepciones que sean objeto principal del pleito. En cuanto a la
frase “acciones o excepciones que no sean objeto principal del pleito”, CASARINO señala que en
los escritos de demanda o contestación se contienen acciones o excepciones principales y otras
que no revisan este carácter, pudiendo ampliarse, adicionarse o modificarse únicamente estas
últimas; es decir, se trata de acciones o excepciones que se han formulado con el carácter de
subsidiarias a una principal, por ser incompatibles con ésta, o bien, como consecuencia de una
acción o excepción principal. Así, por ejemplo, en una demanda se hace valer la acción de
cumplimiento de un contrato y, en subsidio, la de resolución del mismo, por tanto, no habría
inconveniente para que el actor en su escrito de réplica ampliara, adicionara o modificara la
acción de resolución; o, también, puede ocurrir que en una demanda se haga valer la acción de
cobro de un mutuo y, consecuencialmente, la acción de cobro de intereses (acción
consecuencial), aquí no habría inconveniente para que el actor en su escrito de réplica ampliara,
adicionara o modificara la acción de cobro de intereses.287
Con todo, el profesor FORTTES señala que los términos de esta norma son ambiguos, por
ello se presenta mucha discusión en la práctica. Es por ello que la jurisprudencia ha dado algunos
criterios a utilizar:
i. No se pueden interponer peticiones subsidiarias que importen una modificación
sustancial de las acciones deducidas. La jurisprudencia ha aplicado esto con ocasión de

286
El profesor LUHRS señala que, en general, tanto la réplica como la dúplica son inútiles, pero se les puede sacar
partido por la vía de la argumentación.
287
En otra opinión, el profesor Enrique WIEGAND señala que cuando el legislador habla de acción y excepciones en
el art. 312 del CPC, se refiere al fundamento, a la causa de pedir, a la razón de la pretensión, y lo mismo con las
excepciones; esto es lo que no se puede modificar en la réplica y en la dúplica. Lo que sí se puede alterar, es el
objeto pedido, por ejemplo, se reclama la propiedad, y luego un usufructo.

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un sujeto que interpuso una demanda de nulidad de un contrato y, luego, por una petición
subsidiaria quiso interponer una demanda de cumplimiento; aquí se estaría alterando el
objeto de la litis (ambas pretensiones son incompatibles).
ii. No se pueden por estos escritos reemplazarse las acciones y excepciones por otras,
aunque sea subsidiariamente; y no se puede instaurar una acción totalmente distinta a la
entablada en la demanda.
iii. Si la pretensión se fundaba en el dominio adquirido como resultado de una compraventa,
no se puede en la réplica fundar el derecho en un título y modo distinto.

En consecuencia, según la jurisprudencia, con la réplica y la dúplica se puede contra


argumentar (es normal que se utiliza para esto); y se pueden cambiar calificaciones jurídicas
respecto de algún hecho afirmado en la demanda.

b. FORMALIDADES Y TRAMITACIÓN.
Deben presentarse por escrito, lo cual se deduce del principio o característica dominante
de los juicios ordinarios de mayor cuantía (principio de escrituración), y de la expresión “en los
escritos de réplica y duplica” que utiliza el art. 312 del CPC. Pero, en todo caso, a diferencia de
los escritos de demanda y contestación, no necesitan contener mención especial alguna; es decir,
sólo deben cumplir con los requisitos comunes de todo escrito, ya que no se les exigen
requisitos propios o particulares.
Una vez presentado el escrito de contestación de la demanda, o en rebeldía del
demandado (contestación ficta), el tribunal debe dictar una resolución judicial (que se notifica
por el estado), confiriendo traslado por seis días al demandante para que presente su escrito de
réplica; y presentando el escrito de réplica por el actor, o en su rebeldía, el demandado presentará
su escrito de duplica en un plazo de seis días. En efecto, conforme al art. 311 del CPC, de la
contestación se comunicará traslado al actor por el término de seis días, y de la réplica al
demandado por igual término. Estos plazos son fatales, es decir, el derecho para presentar el
escrito de réplica o de duplica, según el caso, se extingue por el sólo hecho del vencimiento del
respectivo plazo.
Una vez evacuado el trámite de dúplica por el demandado, o vencido el término para
evacuarlo, el proceso queda en condiciones de ser estudiado por el juez, a fin de decidir y
resolver si debe recibir la causa a prueba o, por el contrario, citar a las partes para oír sentencia;
pero antes de pasar a esta nueva etapa, se debe estudiar una variante que se puede presentar en la
tramitación del juicio ordinario de mayor cuantía, y que es la reconvención.

8. LA RECONVENCIÓN.

a. CONCEPTO.
Una de las actitudes que puede adoptar el demandado, una vez notificado de la demanda,
es reconvenir; y esta situación se presenta cuando el demandado tiene, a su vez, una o más
pretensiones que puede hacer valer en contra del demandante, de suerte que el demandante
primitivo se transforma en demandado, y el demandado pasa asumir también el papel de actor.

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Se trata, en consecuencia, de una contra-demanda del demandado, que la deduce utilizando el


procedimiento judicial que se había originado por iniciativa del demandante.
Según el profesor ALFARO, la reconvención es aquella pretensión que formula el
demandado en contra del demandante, al momento de contestar la demanda, en un juicio que ha
sido iniciado por el actor. Tiene por fundamento el principio de economía procesal, pues busca
concentrar en un mismo proceso todas las discusiones que puedan existir entre dos o más
personas (evita que se dupliquen los procedimientos).

b. SUJETOS DE LA RECONVENCIÓN.
La reconvención produce una alteración de las calidades de las partes en el proceso, pues
al interponerse esta contrademanda, el demandado pasa a ser, a la vez, demandante, y el actor, a
su vez, pasa a ser demandado.
i. El demandado es titular de la reconvención, y se trata de una facultad y no de un deber,
pues éste si quiere deduce reconvención, y si no lo desea, le quedan a salvo sus derechos
para hacerlos valer en un proceso separado. El mandatario judicial del demandado, puede
deducir reconvención sin necesidad de tener una facultad especial, puesto que ésta es una
facultad ordinaria del mandato (art. 7º inc. I del CPC).
Para los efectos de determinar la carga de la prueba, existiendo reconvención, al
demandado deberá estimársele como demandante respecto de la pretensión hecha valer en
esta contrademanda.
ii. La reconvención debe ser dirigida en contra de la persona que desempeña el papel de
demandante en el juicio primitivo, quien pasa a ser la parte demandada frente a la
reconvención.

c. REQUISITOS O CONDICIONES DE PROCEDENCIA DE LA RECONVENCIÓN.


i. C o mp e t e n c i a d e l t r i b u n a l . De acuerdo al art. 315 inc. I del CPC, no podrá deducirse
reconvención sino cuando el tribunal tenga competencia para conocer de ella, estimada
como demanda, o cuando sea admisible la prórroga de jurisdicción (competencia).
Podrá también deducirse aun cuando por su cuantía la reconvención deba ventilarse
ante un juez inferior. Según CASARINO, la competencia del tribunal que está conociendo
de la demanda principal debe ser absoluta y relativa, y también debe serlo respecto de la
reconvención, estimada para estos efectos como una verdadera demanda independiente.
En otras palabras, la competencia del tribunal para conocer de la reconvención se debe
fundar en los factores fuero, materia, cuantía y territorio (salvo si es prorrogada por el
demandado reconvencional).288
En lo que respecta al factor cuantía, el legislador amplía la competencia del tribunal que
está conociendo de la demanda principal, para conocer de la reconvención, no obstante
que por su cuantía (valor) debiera ventilarse ante un juez inferior. Agrega el inc. II del
art. 315 del CPC que para estimar la competencia, se considerará el monto de los valores
reclamados por vía de reconvención separadamente de los que son materia de la
288
El profesor FORTTES señala que la competencia del tribunal debe ser sólo absoluta, pues sería ilógico que pudiera
entablarse la excepción de incompetencia relativa, pues ésta ya se encuentra prorrogada.

401
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demanda.
ii. Que tanto la demanda como la reconvención, en razón de sus respectivas naturalezas,
estén sometidas a un mismo procedimiento. Este requisito no lo señala expresamente el
legislador, pero la doctrina y la jurisprudencia lo exigen, y la razón de su exigencia está
en que ambas pretensiones se deben tramitar y fallar conjuntamente. En efecto, el art. 316
inc. I del CPC señala que la reconvención se substanciará y fallará conjuntamente con la
demanda principal, sin perjuicio de lo establecido en el art. 172 (si la demanda o la
reconvención llegan al estado de sentencia antes de que termine el procedimiento en la
restante, podrá el tribunal fallar desde luego una u otra).
Hay que tener en cuenta que no en todo procedimiento opera la reconvención, pues hay
que distinguir:
- Es obvio que opera en el juicio ordinario de mayor cuantía, pues la reconvención está
regulada en el Libro II “Del juicio ordinario”.
- En el juicio de menor cuantía opera, puesto que así se desprende del art. 698 Nº 1 del
CPC, al decir que se omitirán los escritos de réplica y dúplica. Si se deduce
reconvención, se dará traslado de ella al demandante por seis días, y con lo que éste
exponga o en su rebeldía, se recibirá la causa a prueba.
- En el juicio de mínima cuantía, el art. 713 del CPC lo permite expresamente, al decir
que el demandado podrá también deducir reconvención en la audiencia de
contestación cuando el tribunal sea competente para conocer de ella y siempre que no
esté sometida a un procedimiento especial y tenga por objeto enervar la acción
deducida o esté íntimamente ligada con ella. En caso contrario no se admitirá a
tramitación.
- En el procedimiento sumario nada dice la ley. Pero en caso de permitirse, la
reconvención procedería cuando el demandado asistiera al comparendo de
contestación, y el demandante tomaría conocimiento inmediato de ella, pero no podría
exigírsele que la conteste de inmediato, ya que sobrevendría una especie de
indefensión; puede contestarla en una nueva fecha para continuar la audiencia (el
mismo comparendo).
- En los demás procedimientos, una ley especial lo debe permitir expresamente, así por
ejemplo, Ley sobre Arrendamiento de Predios Urbanos; en los juicios laborales; y en
los juicios de policía local.
CASARINO señala que no habría problema para que se pueda reconvenir, aun cuando la
reconvención deba ventilarse de acuerdo a un procedimiento especial, siempre y cuando
el demandado renuncie a este procedimiento y acepte que su acción reconvencional se
sustancie y falle en conformidad a los trámites del procedimiento ordinario. En cambio, el
profesor Gonzalo CALVO señala que la reconvención sólo procede cuando la pretensión
deducida vía reconvención se sujeta a un procedimiento análogo al de la demanda, puesto
que esta es la única forma de que puedan substanciarse conjuntamente; pero también
procede cuando, a pesar de estar la reconvención sometida a procedimientos distintos, se
permita la conversión (por ejemplo, el art. 681 del CPC permite la conversión del
procedimiento sumario al ordinario, o viceversa).
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iii. Por último, no se exige que entre la pretensión del actor y la del demandado exista una
vinculación especial. Para nuestra legislación procesal la acción principal y la acción
reconvencional pueden ser perfectamente independientes la una de la otra, emanando
cada una de ellas de sus diversos y respectivos títulos. La única vinculación que se exige,
es la de los sujetos.

d. PROCEDIMIENTO DE LA RECONVENCIÓN.
En cuanto a la oportunidad para plantearla, de acuerdo al art. 314 inc. I del CPC, si el
demandado reconviene al actor, deberá hacerlo en el escrito de contestación sujetándose a las
disposiciones de los arts. 254 (debe cumplir con los requisitos del escrito de demanda) y 261
(puede modificar la reconvención, antes de la contestación por parte del actor); y se considerará,
para este efecto, como demandada la parte contra quien se deduzca la reconvención. No
existen fórmulas para plantearla, de suerte que la reconvención podrá contenerse en el escrito de
contestación de la demanda como petición principal o accesoria, aunque en la práctica se plantea
en un otrosí (después de la petición principal que puede ser la oposición de excepciones o/y
meras defensas).
Si la demanda ya se contestó, caduca el derecho a reconvenir. Pues aun cuando el plazo
para contestar todavía no hubiere vencido, el sólo hecho de que el demandado presente su escrito
de contestación de la demanda, extingue su derecho para poder reconvenir posteriormente.
La reconvención se notifica por el estado diario, puesto que no hay disposición especial
sobre el particular, y una vez notificada el demandado reconvencional, puede tener las mismas
actitudes que el demandado principal: guardar silencio, allanarse, no contradecir los hechos,
defenderse (oponer excepciones o meras defensas), pero no podrá reconvenir, pues de ser así, el
juicio se alargaría. Las excepciones dilatorias que puede oponer el demandado reconvenido a la
demanda reconvencional, son las mismas que puede oponer el demandado al actor, pues
conforme al art. 317 inc. I del CPC, contra la reconvención hay lugar a las excepciones dilatorias
enumeradas en el art. 303, las cuales se propondrán dentro del término de seis días y en la
forma expresada en el art. 305 (todas en un mismo escrito). Agrega el inc. II que acogida una
excepción dilatoria, el demandante reconvencional deberá subsanar los defectos de que
adolezca la reconvención dentro de los diez días siguientes a la fecha de notificación de la
resolución que haya acogido la excepción. Si así no lo hiciere, se tendrá por no presentada la
reconvención, para todos los efectos legales, por el sólo ministerio de la ley.
La razón del plazo establecido en el inc. II del art. 317 del CPC, es porque el demandado
reconvencional (actor de la demanda) al oponer las excepciones dilatorias y al ser éstas acogidas,
tendrían que ser subsanadas por el demandante reconvencional (si son subsanables), y éste
podría no hacer nada para subsanarlas, con el objeto de que no se tramite la demanda entablada
por el actor. Para evitar esto, se le da un plazo limitado de 10 días al demandante reconvencional
para subsanarlas. Como se verá, esto no ocurre respecto de las excepciones dilatorias que se
oponen a la demanda principal, en donde no hay un plazo para subsanarlas, esto debido a que la
no subsanación perjudica al demandante y, por tanto, el juicio quedará paralizado debido a su
irresponsabilidad.
¿Cómo se tramita la reconvención? La regla general, es que la reconvención se
substanciará y fallará conjuntamente con la demanda principal, sin perjuicio de lo establecido
en el art. 172 (art. 316 inc. I del CPC); y de la demanda reconvencional, se confiere traslado al

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demandante por un plazo de seis días; la ley no dice expresamente este plazo, pero se extrae del
inc. I del art. 317 del CPC, que señala que contra la reconvención hay lugar a las excepciones
dilatorias enumeradas en el art. 303, las cuales se propondrán “dentro del término de seis días”
y en la forma expresada en el art. 305. Sin embargo, existen dos casos en que la reconvención no
se sustancia y falla conjuntamente con la demanda principal, a saber:
i. Se puede fallar antes la demanda principal o la reconvención, según el caso, si se presenta
el fenómeno procesal de la separación o división de juicios, contemplado en el art. 172
del CPC. Dicha norma señala que cuando en un mismo juicio se ventilen dos o más
cuestiones que puedan ser resueltas separada o parcialmente, sin que ello ofrezca
dificultad para la marcha del proceso, y alguna o algunas de dichas cuestiones o parte
de ellas, lleguen al estado de sentencia antes de que termine el procedimiento en las
restantes, podrá el tribunal fallar desde luego las primeras. Por lo tanto, pueden recaer
diversas sentencias definitivas en la misma instancia, de modo que para individualizarlas
se las llama “sentencias definitivas parciales”; la dictación de estas sentencias definitivas
parciales se obtiene a petición de parte), pues conforme al inc. II que en este caso se
formará cuaderno separado con compulsas de todas las piezas necesarias para dictar
fallo y ejecutarlo, a costa del que solicite la separación.
ii. El art. 316 inc. III del CPC, dice que no se concederá en la reconvención aumento
extraordinario de término para rendir prueba fuera del territorio de la República cuando
no deba concederse en la cuestión principal. La razón de esto, es que la demanda
reconvencional no entorpezca el curso de la principal, así, si no se concede este aumento
para la principal, menos para la reconvención

En resumen, si se deduce reconvención por el demandado al contestar la demanda, el


juicio experimenta la tramitación que pasa a señalarse: el tribunal confiere traslado al
demandante, para que en el plazo de seis días replique en la demanda principal y conteste la
reconvención; evacuados estos trámites o en su silencio, el tribunal confiere traslado al
demandado para que también en el plazo de seis días duplique en la demanda principal y
replique en la reconvención; evacuados dichos trámites o en su silencio, el tribunal dará traslado
por seis días al demandante para que duplique en la reconvención; y evacuado este último
trámite, o en silencio del demandante, el tribunal examinará los autos y recibirá la causa a prueba
o citará a las partes para oír sentencia, según lo que en derecho corresponda. Pero antes de
decidir por alguna de esas dos alternativas, tiene lugar un trámite esencial en el juicio ordinario
de mayor cuantía, cual es: la conciliación.

C. L A CONCILIACIÓN .

1. CONCEPTO.
Con la dúplica de la reconvención, por parte del demandante, se termina la fase de
discusión en el juicio ordinario de mayor cuantía. Pero en una reciente modificación, del año
1994, se introdujo a la estructura del proceso ordinario un trámite adicional y esencial: el
llamado a conciliación obligatorio de las partes. Por lo tanto, tras la dúplica, el tribunal cita a las
partes a la audiencia de conciliación.
La conciliación es un trámite del juicio que está entre el periodo de discusión y el periodo
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de prueba, y en caso de que tenga lugar, constituye una forma de autocomposición y un


equivalente jurisdiccional. Se trata de otra manera anormal de poner término al juicio (civil),
pues, en atención a la conciliación producida, éste no termina por la dictación de la sentencia
definitiva. 289
Por lo tanto, la conciliación se puede definir como un trámite esencial en los juicios
civiles en que es legalmente admitida la transacción (salvo las excepciones legales), en el cual
las partes mediante un acuerdo le pueden poner término al juicio, en razón de las bases de
arreglo formuladas por el tribunal. La conciliación, por regla general, es un trámite obligatorio en
todo juicio civil en que sea admisible la transacción; y la iniciativa para llevarla a cabo es de
parte del tribunal, pero son las partes litigantes las que la materializan, precisando su contenido y
alcance. Es decir, es un trámite donde el juez debe proponer a las partes las bases para un
acuerdo, y éstas determinan si ponen o no término al juicio en virtud de un acuerdo.290

2. CLASES DE CONCILIACIÓN.
La conciliación según su extensión, o según el alcance que tenga el acuerdo de las partes,
se clasifica en total y parcial. Esta clasificación tiene como base al art. 263 del CPC, el cual
señala que el juez obrará como amigable componedor. Tratará de obtener un avenimiento total
o parcial en el litigio. Las opiniones que emita no lo inhabilitan para seguir conociendo de la
causa.
La c o n c i l i a c i ó n t o t a l , es aquella que pone fin a todas las cuestiones controvertidas
del pleito; y la c o n c i l i a c i ó n p a r c i a l , en cambio, es aquella que resuelve sólo alguna o
algunas de las cuestiones controvertidas del pleito. La importancia de esta clasificación, radica
en que, según la clase de conciliación, el juicio continuará adelante o no; pues sólo con la
conciliación total, se pone término al conflicto (de forma anormal).
El profesor ALFARO también distingue entre c o n c i l i a c i ó n p a r c i a l o bj e t i v a , si hay,
por ejemplo, tres pretensiones y se llega a acuerdo en dos de las mismas; y c o n c i l i a c i ó n
p a r c i a l s u b j e t i v a , si hay, por ejemplo, varios demandados y un demandante llega a acuerdo
con dos de ellos.

3. ÁMBITO DE APLICACIÓN.
La conciliación se encuentra regulada en el Título II (“De la conciliación”), del Libro II
(“Del juicio ordinario”) del CPC, en los arts. 262 a 268. CASARINO critica la ubicación de esta
institución, toda vez que sus disposiciones son de carácter general y, por tanto, aplicables a todo
procedimiento (no sólo el juicio ordinario), salvo las contadas excepciones legales. En efecto, la
conciliación es aplicable a todo juicio civil, en que legalmente sea admisible la transacción, así lo
dispone el art. 262 inc. I del CPC que señala que en todo juicio civil, en que legalmente sea
admisible la transacción, con excepción de los juicios o procedimientos especiales de que tratan

289
Según el profesor LUHRS, la palabra conciliación puede tener dos significados: uno es el trámite o diligencia, y
otro es el resultado eventual que puede tener este trámite o diligencia.
290
Hoy en día en materia penal, por el sistema acusatorio (no inquisitivo) se permiten salidas alternativas, como los
acuerdos reparatorios, en donde la víctima y el imputado pueden acordar que en vez de seguir un juicio, se pague,
por ejemplo, una cierta cantidad de dinero. Pero en materia procesal penal basta con que exista acuerdo directo entre
las partes, en cambio, en materia civil se produce un acuerdo total o parcial en base a lo que el juez propone, es
decir, el juez tiene un rol activo.

405
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los Títulos I (juicio ejecutivo en las obligaciones de dar), II (Juicio ejecutivo en las obligaciones
de hacer y no hacer), III (“De los efectos del derecho legal de retención”), V (“De la citación de
evicción”) y XVI (“De los juicos de hacienda) del Libro III (“De los juicios especiales”), una vez
agotados los trámites de discusión y siempre que no se trate de los casos mencionados en el art.
313 (allanamiento y no contradicción), el juez llamará a las partes a conciliación y les
propondrá personalmente bases de arreglo.
Por lo tanto, la regla general, es que conciliación proceda en todo juicio civil, pero el
mismo art. 262 del CPC se encarga de señalar cuáles son los juicios civiles en que no tiene lugar
la conciliación; a saber:
i. Juicios civiles en donde no procede la transacción. Por ejemplo, el art. 2450 del CC
dispone que no se puede transigir sobre el estado civil de las personas; asimismo el art.
2452 del mismo Código señala que no vale la transacción sobre derechos ajenos o sobre
derechos que no existen. En general, se trata de materias que comprometen al orden
público.
ii. Algunos juicios especiales que contempla el Libro III del CPC, a saber: el juicio ejecutivo
en las obligaciones de dar, en las obligaciones de hacer y de no hacer, y los juicios de
hacienda (los representantes del Fisco carecen de la facultad para transigir, de suerte que
la ley excluyó estos juicios de la posibilidad de conciliación).
iii. Los efectos del derecho legal de retención. El derecho legal de retención es la facultad
que tiene una persona de conservar en su poder una o más cosas de su acreedor, hasta que
éste le pague los gastos o perjuicios en que ha incurrido con su tenencia, pudiendo
realizarlas, según las formalidades legales, cuando el acreedor no pague. Esto no es
propiamente un juicio, sino que se trata más bien de gestiones relativas a la declaración
de un derecho (en este caso el derecho de retención) por una sentencia judicial.
iv. La citación de evicción. Esto tampoco es propiamente un juicio, incluso se ha criticado su
ubicación en el Libro III del CPC, pues más que un juicio especial, es una verdadera
cuestión accesoria que se puede presentar en cualquier clase de juicio; de manera que su
lugar lógico debió ser el Libro I, o sea, entre las normas comunes a todo procedimiento.
La citación de evicción es una figura que se relaciona con la compraventa,
específicamente con una de las obligaciones de todo vendedor, a saber, el saneamiento de
la cosa vendida, obligación que tiene por objeto amparar al comprador en el dominio y
posesión pacífica de la cosa. Por tanto, hay evicción de la cosa comprada, cuando el
comprador es privado del todo o parte de ella, por sentencia judicial (art. 1838 del CC); y
así, el comprador a quien se demanda la cosa vendida, por causa anterior a la venta,
deberá citar al vendedor para que comparezca a defenderlo (art. 1843 inc. I del CC).
v. Tampoco procede la conciliación, en el caso de que el demandado acepte llanamente las
peticiones del demandante, o si en sus escritos no contradice en materia substancial y
pertinente los hechos sobre que versa el juicio; pues, en estos casos, el tribunal mandará
citar a las partes para oír sentencia definitiva, una vez evacuado el traslado de la
réplica. Igual citación se dispondrá cuando las partes pidan que se falle el pleito sin más
trámite (art. 313 del CPC).
vi. Por último, en el procedimiento incidental tampoco hay conciliación obligatoria.

406
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Se plantea la discusión acerca de si la enumeración que hace el art. 262 del CPC de los
casos en que no procede la conciliación, es o no taxativa. Según CASARINO no es taxativa, por
cuanto existe otra clase de juicios a los cuales no se les podría poner término mediante
conciliación, cuales son, todos aquellos juicios en que las partes litigantes no son dueñas de
disponer libremente del derecho material controvertido, en razón de estar comprometidas normas
de orden público, por ejemplo, juicios de nulidad de matrimonio, juicios de separación de bienes,
etc. En el mismo sentido, el profesor FORTTES señala que la conciliación procederá en todo
juicio civil donde las partes tengan disponibilidad de la pretensión (lo cual se relaciona
directamente con la admisibilidad de la transacción).

4. TAMITACIÓN.
Con la entrada en vigencia de ley 19.334 del año 1994, se estableció como obligatorio el
trámite de conciliación en todos aquellos juicios en que, por su naturaleza, es admitida la
transacción y, consecuencialmente, importa una obligación para el juez que conoce del asunto,
una vez terminada la etapa de discusión, proponer a las partes bases de arreglo para lograr la
solución del conflicto. Es más, nuestro legislador lo elevó a la categoría de un trámite esencial,
por ende, si no se verifica, operará el recurso de casación en la forma (art. 795 Nº 2 del CPC).291
Art. 795. En general, son trámites o diligencias esenciales en la primera o en la única instancia en los juicios de
mayor o de menor cuantía y en los juicios especiales:
2. El llamado a las partes a conciliación, en los casos en que corresponda conforme a la ley.

La tramitación de la conciliación, se puede sintetizar en los siguientes puntos:


i. In i c i a t i v a . La iniciativa de la conciliación emana del juez (de oficio), el cual debe
llamar a las partes a conciliación, mediante una resolución que ordene su comparecencia
personal, notificada por cédula292. Esto constituye una excepción al principio de la
organización judicial de la pasividad del tribunal y al principio dispositivo que rige en el
procedimiento civil, lo cual se ve confirmado con el art. 266 del CPC, que señala que el
juez de oficio ordenará agregar aquellos antecedentes y medios probatorios que estime
pertinentes.
ii. C o mp a r e c e n c i a . De conformidad con el art. 264 del CPC, a los comparendos de
conciliación deberán concurrir las partes por sí o por apoderado (es opcional). No
obstante, el juez podrá exigir la comparecencia personal de las partes, sin perjuicio de la
asistencia de sus abogados; la razón de esto, es que el juez puede presentir que los
abogados sean los que no quieren conciliar. Por tanto, para saber la forma o manera de

291
Antes de la reforma legal, el trámite de conciliación sólo era una facultad del juez y, en la práctica, eran reacios a
tramitarla, ya que por las causales de recusación e implicancias, si los jueces anticipadamente expresan una
solución, pueden ser inhabilitados y, además porque se veían obligados a estudiar los antecedentes. El propósito que
inspiró al legislador de 1994 para establecer un llamado a conciliación obligatorio, fue el de disminuir el tiempo de
tramitación de los procesos judiciales y, consecuencialmente, la cantidad de litigios pendientes. Según el profesor
LUHRS, las novedades que introdujo la ley 19.334 son: que el juez puede dar su opinión sin ser recusado, y de oficio
puede agregar los medios de prueba que estime pertinentes.
292
El profesor ALFARO señala que la resolución que cita a las partes para la conciliación, primero se notifica por el
estado diario y después por cédula; porque si sólo se notifica por cédula, puede darse el caso de que el tribunal fije el
día de la audiencia, y la notificación por cédula se efectúa después del día fijado por el tribunal.

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comparecencia, hay que atenerse a lo que exprese la resolución judicial respectiva. En


todo caso, los abogados no tienen limitación alguna para comparecer a esta audiencia;
aún más, su presencia es altamente conveniente y el tribunal no podría en caso alguno
prohibirla.
Agrega el inc. II que en los procesos en que hubiere pluralidad de partes, la audiencia se
llevará a efecto aunque no asistan todas. La conciliación operará entre aquellas que la
acuerden (conciliación parcial subjetiva) y continuará el juicio con las que no hubieren
concurrido o no hubieren aceptado la conciliación.
iii. R o l d e l j u e z . Según el art. 263 del CPC, el juez obrará como amigable componedor,
por tanto, en esta audiencia asumirá un rol activo. La expresión “amigable componedor”,
el legislador también la emplea a propósito de los árbitros arbitradores, quienes
solucionan los conflictos de acuerdo a lo que su equidad y prudencia le dictaren; por
tanto, en la conciliación, el juez (de Derecho) está autorizado a proponer soluciones de
acuerdo a su prudencia y equidad, y abstenerse de la solución legal, pero sólo en este
caso.293
Si bien, de acuerdo al art. 320 inc. I del COT, los jueces deben abstenerse de expresar y
aun de insinuar privadamente su juicio respecto de los negocios que por la ley son
llamados a fallar, lo cual además constituye una causal de recusación e implicancia; para
evitar este riesgo en una gestión de conciliación, se estableció en la parte final del art. 263
del CPC, que las opiniones que emita (el juez) no lo inhabilitan para seguir conociendo de
la causa.
iv. O p o r t u n i d a d . De acuerdo al art. 262 inc. I del CPC, en todo juicio civil, en que
legalmente sea admisible la transacción…una vez agotados los trámites de discusión (y
antes de que se dicte la resolución que reciba la causa a prueba)…, el juez llamará a las
partes a conciliación y les propondrá personalmente bases de arreglo. El inc. II agrega
que para tales efectos, las citará a una audiencia para un día no anterior al quinto ni
posterior al decimoquinto contado desde la fecha de notificación de la resolución (que
ordena su comparecencia). Con todo, en los procedimientos que contemplan una
audiencia para recibir la contestación de la demanda, se efectuará también en ella la
diligencia de conciliación, evacuado que sea dicho trámite (por ejemplo, en el juicio
sumario). No obstante, el inc. III dispone que el precedente llamado a conciliación no
obsta a que el juez pueda, en cualquier estado de la causa, efectuar la misma
convocatoria, una vez evacuado el trámite de contestación de la demanda (esto, porque
en ese momento el juez puede tener una mirada más amplia respecto de las pretensiones
hechas valer por ambas partes).
v. E f e c t o s u s p e n s i vo . Como dice CASARINO, es natural sostener que mientras penden
las gestiones de conciliación, la causa principal se suspenderá en su tramitación; y cabe
agregar que tanto la causa principal como la conciliación se desarrollan en la misma pieza
de autos (expediente). Lo anterior se desprende, a contrario sensu, del art. 268 parte final
del CPC que dice que si se rechaza la conciliación, o no se efectúa el comparendo, el
secretario certificará este hecho de inmediato, y entregará los autos al juez para que

293
Este trámite, por su naturaleza, no debe confundirse con un proyecto de sentencia, y es la razón por la que se
estimó que no debe ser fundada la solución propuesta por el juez; así, puede ocurrir que en el transcurso del proceso,
y siempre que este continúe, se pronuncie el juez en un sentido diverso al que propuso en la conciliación.

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éste, examinándolos por sí mismo, proceda enseguida a dar cumplimiento a lo señalado


en el art. 318 (recibirá la causa a prueba, si procede).

5. EFECTOS DEL TRÁMITE DE CONCILIACIÓN.


En la conciliación pueden darse las siguientes situaciones:
i. Que la audiencia de conciliación no se verifique por incomparecencia de todas las partes.
De acuerdo al art. 268 del CPC, si se rechaza la conciliación, o “no se efectúa el
comparendo”, el secretario certificará este hecho de inmediato, y entregará los autos al
juez para que éste, examinándolos por sí mismo, proceda enseguida a dar cumplimiento
a lo señalado en el art. 318, es decir, deberá examinar si hay controversia sobre algún
hecho substancial y pertinente en el juicio, y en caso afirmativo, recibirá la causa a
prueba.
ii. Que la audiencia de conciliación se verifique, y debatidas suficientemente las bases de
arreglo propuestas por el juez, sean rechazadas. Aquí sucede lo mismo que en el caso
anterior, es decir, el secretario debe certificar este hecho y la causa seguirá su curso (art.
268 del CPC). En la práctica, el trámite de conciliación no lo hace el juez, sino un
funcionario que sólo pregunta a las partes si hay posibilidad de arreglo y, generalmente,
la respuesta es negativa. Por lo tanto, lo único que se logró con la modificación, fue la
dilación del proceso y un mayor gasto de dinero (por la notificación por cédula que se
tiene que hacer); pero siempre se cumple con este trámite esencial, para evitar una
nulidad procesal.
iii. Que la conciliación se produzca, sea en forma total o parcial. En este supuesto, de
acuerdo al art. 267 del CPC, se levantará un acta, que consignará sólo las
especificaciones del arreglo; la cual subscribirán el juez, las partes que lo deseen y el
secretario, y se estimará como sentencia ejecutoriada para todos los efectos legales. La
norma dice “las partes que lo deseen”, puesto que pueden haber personas que acepten
disconformes el arreglo y que no estén dispuestas a firmar; pero con la firma del juez y
del secretario, se da seguridad de que lo que consta en el acta es verdadero.

6. EFECTOS DEL ACTA DE CONCILIACIÓN.


La parte final del art. 267 del CPC, dice que esta acta se estimará como sentencia
ejecutoriada para todos los efectos legales. Esta disposición fundamenta la condición de
equivalente jurisdiccional que tiene la conciliación, lo cual es importante, porque una vez
finalizado este trámite esencial, habrá terminado el juicio (de forma anormal) por un
instrumento que tendrá los mismos efectos que una sentencia firme o ejecutoriada. En otras
palabras, esto significa que el acta de conciliación, una vez firmada, produce acción de cosa
juzgada para exigir el cumplimiento de las prestaciones que en ella se reconozcan (art. 434 Nº 1
del CPC), y excepción de cosa juzgada para impedir que en un nuevo juicio se vuelva a discutir
entre las mismas partes la misma cuestión controvertida que fue resuelta mediante el acta de
conciliación en un juicio anterior. Además, el acta de conciliación es un título ejecutivo, ya que
el art. 267 del CPC asimila sus efectos al de una sentencia firme o ejecutoriada (art. 434 Nº 1).

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7. PARALELO ENTRE LA CONCILIACIÓN, LA TRANSACCIÓN Y EL AVENIMIENTO.


De acuerdo al art. 2446 del CC, la t r a n s a c c i ó n es un contrato en que las partes
terminan extrajudicialmente un litigio pendiente o precaven un litigio eventual, haciéndose
concesiones recíprocas (por ejemplo, dar una suma de dinero inferior a cambio de que en otro
juicio se desista el actor). La conciliación y la transacción, presentan muchas semejanzas, a
saber: ambas ponen término a un juicio en forma anormal (son equivalentes jurisdiccionales); no
se puede conciliar ni transigir sobre cuestiones de orden público; cuando se efectúa la
conciliación o la transacción por medio de mandatario, se requiere de poder especial; y tanto la
conciliación como la transacción tienen autoridad de la cosa juzgada. Sin embargo, en derecho
son dos instituciones enteramente diversas, pues:
i. Mientras la conciliación se produce dentro del juicio, la transacción opera
extrajudicialmente, es decir, no es un acto jurídico procesal, pues es un contrato externo
al juicio, aunque produce efectos dentro de éste.

ii. En la conciliación las partes resuelven sus dificultades mediante la ayuda de un tercero
(el juez); en la transacción, en cambio, el arreglo se produce sin intervención de tercero.
iii. La conciliación, por su carácter judicial, es siempre solemne (se levanta un acta), en
cambio, la transacción es un contrato consensual.

Por su parte, el a v e n i m i e n t o es un acuerdo directo de las partes que tiene por objeto
poner fin a un juicio, sin la intervención directa de un juez. Si bien se asemeja a la conciliación
por constituir también un equivalente jurisdiccional y producir, por ende, cosa juzgada; se
diferencian por lo siguiente:

i. En el avenimiento, el acuerdo entre las partes se produce sin intervención relevante del
juez en su desarrollo, ni en su perfeccionamiento.

ii. El acta de avenimiento es un título ejecutivo cuando es pasada ante tribunal competente
y autorizada por un ministro de fe o por dos testigos de actuación (art. 434 Nº 3 del CPC);
en cambio el acta de conciliación, se estima como sentencia ejecutoriada para todos los
efectos legales y, como tal, configura un título ejecutivo contemplado en el art. 434 Nº 1
del CPC (sentencia firme, bien sea definitiva o interlocutoria).
Hay que recordar que el profesor ALFARO señala que el juez no es que apruebe el
avenimiento, sino que tiene que “tenerlo presente”, y una vez autorizado por un ministro
de fe o por dos testigos, tiene el carácter de título ejecutivo. Por tanto, el juez no tiene una
injerencia directa en su generación, pues, en la práctica, el avenimiento se hace por un
escrito redactado y firmado por los abogados de las partes; luego el juez lo tiene presente
(no lo aprueba) y el secretario del tribunal (u otro ministro de fe o dos testigos) autorizan
las firmas y el hecho de que el juez lo tuvo presente, es decir, que se cumplieron los
requisitos del art. 434 Nº 3 del CPC.

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D. TEORÍA GENERAL DE LA PRUEBA.

1. CONSIDERACIONES PREVIAS.
Antes de entrar a estudiar el periodo de prueba en el juicio ordinario de mayor cuantía, es
necesario analizar diversos aspectos que dan origen a lo que la doctrina denomina Teoría
General de la Prueba. Dichas cuestiones son: el concepto de prueba; la naturaleza de las normas
que regulan la prueba; los momentos o etapas de la prueba; los elementos de la prueba; el lugar,
tiempo y forma de la prueba;; y la impertinencia, extemporaneidad, e inadmisibilidad de la
prueba.

2. CONCEPTO DE PRUEBA
El profesor ALFARO define a la prueba como el conjunto de actos procesales que tienen
por objeto demostrar la existencia de los hechos alegados por las partes como fundamentos de
sus pretensiones y contrapretensiones, conforme a las reglas que la ley establece, y para crear
convicción en el tribunal.294
La prueba es una actividad complementaria de la etapa de discusión, destinada a
comprobar la existencia o inexistencia de los hechos, y el modo y circunstancia en que tuvieron
lugar. El profesor ALFARO señala que la manera de acreditar los hechos, en términos generales,
se puede producir por medio de dos caminos o dos vías:

i. A v e r i gu a c i ó n . Esto tiene lugar cuando se entrega la iniciativa probatoria al juez, es


decir, es él quien indaga los hechos en cumplimiento de su deber de averiguarlos y
acreditarlos (esto sucedía en el antiguo procedimiento penal).

ii. C o mp ro b a c i ó n . En este caso son las partes quienes tienen que comprobar los hechos,
son ellas las que tienen la carga de probar (esto ocurre en el proceso civil, en donde rige
el principio dispositivo). Algunos llegan al extremo y señalan que las partes son dueñas
de la prueba y, como tal, pueden disponer de ella y solicitarla; así, por ejemplo, el art. 313
inc. II del CPC, a propósito de la contestación de la demanda, señala que igual citación
(para oír sentencia) se dispondrá cuando las partes pidan que se falle el pleito sin más
trámite.

3. NATURALEZA DE LAS NORMAS LEGALES QUE REGULAN LA PRUEBA.


Se discute en doctrina acerca de si las normas legales que regulan la prueba pertenecen al
campo del Derecho civil o al del Derecho procesal civil. Un examen de ellas, según CASARINO,
lleva al convencimiento de que presentan un carácter mixto, pues es evidente que las normas

294
El término prueba también tiene otras acepciones, pues alude a la tarea de la producción de los elementos de
convicción, es decir, a la carga o al peso de la prueba (por ejemplo, cuando se dice que el peso de la prueba recae
sobre el actor); otras veces dice relación con los medios, instrumentos o elementos de que las partes pueden servirse
o el propio juez, para producir un estado de convicción respecto los hechos (por ejemplo, la prueba pericial, la
testimonial, la instrumental, etc.). Por último, también se usa la palabra prueba para señalar el resultado final
alcanzado y, por consiguiente, no es extraño oír las expresiones “la prueba del demandante es ineficaz” o “el
demandado no rindió prueba sobre la excepción”.

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legales que determinan los medios de prueba, su admisibilidad y su eficacia o valor probatorio,
pertenecen al Derecho sustantivo o material (por ejemplo, el CC dice que en ciertos casos para
probar la existencia de una obligación se debe hacer por escrito y no por medio de testigos); en
cambio, las normas que regulan la manera de rendir las pruebas, son de naturaleza esencialmente
procesal (por ejemplo, aquí se regula la forma en que debe declarar un testigo). En concreto, en
nuestro Derecho positivo son dos los cuerpos legales que se preocupan, en general, de la prueba:
i. El CC, quien regula este tema en el Título XXI (“De la prueba de las obligaciones”) del
Libro IV (“De las obligaciones en general y de los contratos”), en los arts. 1698 y
siguientes.
ii. Y el CPC, que trata a la prueba especialmente en los Títulos IX (“De la prueba en
general”), X (“Del término probatorio”) y XI (“De los medios de prueba en particular), del
Libro II (“Del juicio ordinario”), arts. 318 y siguientes.295

No existe una línea muy marcada entre ambos cuerpos legales, pues hay materias de
Derecho sustantivo o material que figuran en el CPC y viceversa. El profesor FORTTES dice que
esta dualidad tiene un origen histórico, se trata de una distinción arraigada a la época de
dictación de estos Códigos, la cual diferenciaba los aspectos sustanciales y aspectos formales de
la prueba; sin embargo, esa distinción está superada y, por lo tanto, hoy el estudio debe hacerse
considerando la prueba como un todo.
Dentro de las numerosas y variadas disposiciones legales de orden sustantivo y procesal
que regulan el instituto de la prueba, hay algunas de excepcional importancia, las cuales reciben
el nombre de l e ye s r e gu l a d o r a s d e l a p r u e b a , esto es, aquellas leyes que regulan la
proposición, admisión, ejecución y valoración de los medios de prueba en el juicio. Estas reglas
poseen importancia a propósito del recurso de casación en el fondo, esto es, aquél medio de
impugnación que tiene por objeto obtener la anulación de una sentencia cuando ésta ha sido
dictada con infracción de ley; por tanto, si los hechos se han establecido por los jueces con
infracción a las leyes reguladoras de la prueba, procede dicho recurso, pues, en tal caso, habrá
una infracción de ley con influencia substancial en lo dispositivo del fallo.
Esta infracción de ley puede haberse producido al dar por establecidos los hechos del
pleito por un medio probatorio no contemplado expresamente por el legislador (por ejemplo, se
da por establecida la celebración de un contrato de compraventa sobre un inmueble, por medio
de la declaración de dos testigos); o atribuyéndoles a los medios probatorios un valor o eficacia
diverso al que señala la ley; o dándole preferencia a un medio probatorio sobre otro, en
circunstancias que, de acuerdo a ley, tiene mayor valor este último sobre el primero.
Como se verá, en el recurso de casación en el fondo, por expresa disposición legal, el
tribunal de casación debe abstenerse de entrar a considerar los hechos, sólo analiza si los
preceptos legales que se aplicaron a esos hechos fueron bien aplicados y, además, si
correspondía la utilización de esos preceptos o de otros. Sin embargo, cuando el fundamento del
recurso de casación en el fondo consiste en la infracción de las leyes reguladoras de la prueba,
excepcionalmente se admite la posibilidad de que la CS pueda alterar los hechos, sólo para
establecerlos de una manera distinta, a partir de la correcta aplicación de las leyes reguladoras de
la prueba que habían sido infringidas. Esto no significa que en la casación en el fondo pueda

295
Esto es sin perjuicio de las disposiciones sobre la prueba en otros códigos o en leyes especiales, como por
ejemplo, en el Código del Trabajo.

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admitirse una nueva prueba, sino que al acogerse el recurso, por infracción a las leyes
reguladoras de la prueba, la CS tiene que dar por establecidos nuevos hechos, haciendo una
adecuada aplicación de estas leyes, con lo cual tendrá que variar forzosamente la conclusión o
parte resolutiva, que deberá contener la nueva sentencia de reemplazo.
En definitiva, lo relevante es que producto de la infracción de una norma reguladora de la
prueba, por vía consecuencial, se ven alterado los hechos de la causa, y aplicando correctamente
esas normas, la CS señalará que los hechos no concurrieron en la manera que estimaron los
tribunales de instancia, por una incorrecta interpretación de las normas reguladoras de la prueba.

4. ETAPAS, MOMENTOS O FASES DE LA PRUEBA.


Este tema dice relación con el desarrollo de la prueba, es decir, con el conjunto de fases
que comprende la actividad probatoria. Estas etapas dependen de cada procedimiento en
particular, sin embargo, es posible establecer un procedimiento o esquema común, a saber:
i. P ro p o s i c i ó n . Cada vez que un litigante pretende incorporar algún medio de prueba
para demostrar sus afirmaciones, debe proponerlo al tribunal de acuerdo al sistema
judicial que exista en ese momento (incorporación de los medios de prueba). Es decir,
esto alude al acto por el cual las partes solicitan que se admita un medio probatorio
determinado, y en el juicio ordinario, el momento para proponer cada medio de prueba en
particular, es diferente; así, por ejemplo, la oportunidad para ofrecer la prueba testimonial
es dentro de los cinco días siguientes a la notificación (por cédula) de la resolución que
recibe la causa a prueba, o dentro de los cinco días siguientes a la notificación de la
resolución que se pronuncie sobre la última solicitud de reposición (en contra de la
resolución que recibe la causa a prueba), esta proposición se manifiesta presentando una
lista de testigos y una minuta de los puntos de prueba296; en cambio la oportunidad para
ofrecer la prueba instrumental y la confesional, es en cualquier estado del juicio, hasta
antes del vencimiento del término probatorio en primera instancia, y hasta antes de la
vista de la causa en segunda instancia.
ii. A d m i s i ó n . Esto alude a la decisión que el juez debe adoptar respecto de la proposición
del litigante. En general, en materia civil, el juez no tiene mucha opción de aceptar o no
un determinado medio probatorio, a lo más, la ley dispone que cada parte puede presentar
seis testigos, por ende, si un litigante presenta diez, el tribunal le pedirá que disminuya su
lista. Únicamente puede rechazar la petición si el litigante pretende probar hechos que el
juez no determina como controvertidos, es decir, que no estén en la resolución que recibe
la causa a prueba.
Si se dan los requisitos necesarios, el juez ordenará el desarrollo de la prueba por medio
de una resolución que debe notificarse a ambas partes, pues de acuerdo al art. 324 del
CPC, toda diligencia probatoria debe practicarse previo decreto del tribunal que conoce
en la causa, notificado a las partes. Así, por ejemplo, si se admite la prueba testimonial,
la resolución dirá: “téngase por presentada lista de testigo, cítese”; si se trata de un
documento, la resolución dirá: “téngase por acompañado”; si se solicitó la absolución de

296
El escrito en donde se solicita, tiene la siguiente suma: “en lo principal lista de testigos y citación”; “primer
otrosí: minuta de prueba”; “por tanto: sírvase usía tener por acompañada la lista de testigos”.

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posiciones: “cítese a la parte a absolver posiciones en tal día y a tal hora y téngase por
acompañado el pliego y guárdese en custodia”; etc.
iii. E j e c u c i ó n . Es aquella fase en que se produce la producción o diligenciamiento de la
prueba, de manera que quede legalmente incorporada al proceso. La rendición de la
prueba debe someterse a la ritualidad que la ley establece para su tramitación, así, por
ejemplo, puede establecerse un juramento, levantar un acta, firmarla, etc.
iv. A p r e c i a c i ó n o v a l o r a c i ó n d e l a p r u e b a . Esta es la etapa más determinante de
toda la actividad probatoria, y se desarrolla en el momento en que el juez debe pronunciar
su sentencia. Es en este momento donde el juez examina la prueba para determinar si lo
convence o no y, por lo mismo, esta fase se conoce como valoración o ponderación de la
prueba.
La fuerza probatoria es graduable, así, se distingue entre: la c e r t e z a (convicción plena),
que es la máxima seguridad que el juez adquiere respecto de la existencia o inexistencia
de un hecho (por ejemplo, en materia procesal civil, la confesión produce plena prueba
respecto de los hechos confesados); la co n v i c c i ó n (semiplena), que implica un grado
menor de convencimiento, pues hay una probabilidad máxima de que el hecho ocurrió,
pero con ciertas reservas mentales (este es el grado de certeza que se exige en materia
procesal penal)297; y la cr e d i b i l i d a d (leve), que es la probabilidad normal de que el
hecho haya ocurrido o no.
La regla general, es que el juez debe formarse una conciencia plena sobre la existencia o
inexistencia de los hechos a probar (certeza). Sin embargo, hay casos en que el derecho le
permite fallar al juez contentándose con un juicio de verosimilitud y no de certeza plena,
es decir, el derecho le permite fallar con convicción o credibilidad (son las llamadas
pruebas leviores o prima facie). Por ejemplo, en las medidas precautorias, cuando se
busca asegurar el resultado del juicio, basta con una presunción grave del derecho que se
reclama, es decir, no se exige prueba completa del derecho que se pretende, porque ello
implicaría fallar anticipadamente el pleito (art. 298 del CPC). También en el juicio
sumario, pues conforme al art. 684 inc. I del CPC, en rebeldía del demandado, se recibirá
a prueba la causa, o, si el actor lo solicita con fundamento plausible, se accederá
provisionalmente a lo pedido en la demanda.

5. ELEMENTOS DE LA PRUEBA.
La Teoría General de la Prueba considera que son elementos de la prueba: el objeto sobre
el cual debe recaer (¿qué se debe probar?); los sujetos o las personas que deben proporcionarla
(¿quién prueba?); los medios de que se vale el sujeto para probar (¿cómo se prueba?); y su
eficacia, esto es, lo que la prueba vale en definitiva (¿qué valor tiene la prueba?).

5.1. EL OBJETO DE LA PRUEBA ¿QUÉ SE DEBE PROBAR?

297
En efecto, el art. 340 del cpp señala que nadie podrá ser condenado por delito sino cuando el tribunal que lo
juzgare adquiriere, más allá de toda duda razonable, la convicción de que realmente se hubiere cometido el hecho
punible objeto de la acusación y que en él hubiere correspondido al acusado una participación culpable y penada
por la ley. La expresión “más allá de toda duda razonable”, quiere decir que no hay certeza absoluta, pero hay un
grado de convencimiento que depone una duda remota.

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El objeto de la prueba equivale a la materia sobre la cual debe recaer la actividad


probatoria, materia que corresponde a los hechos que se discuten en juicio, hechos que dan
origen a la contienda y que requieren ser probados para que el juez aplique el derecho y dicte el
fallo. En general, se prueban los hechos y no el Derecho; se dice en general, porque la
afirmación anterior no es absoluta, en ambos sentidos, esto es, no todos los hechos se prueban, y
hay casos en que se prueba el Derecho.

a. HECHOS QUE REQUIEREN PRUEBA.


Los hechos que son objeto de prueba deben reunir ciertos requisitos, los cuales se extraen
del art. 318 inc. I del CPC, el cual dispone que concluidos los trámites que deben preceder a la
prueba, ya se proceda con la contestación expresa del demandado o en su rebeldía, el tribunal
examinará por sí mismo los autos y si estima que hay o puede haber controversia sobre algún
hecho substancial y pertinente en el juicio, recibirá la causa a prueba y fijará en la misma
resolución los hechos substanciales controvertidos sobre los cuales deberá recaer. En concreto,
los hechos deben ser:
i. C o n t r o v e r t i d o s o l i t i gi o s o s . Un hecho es controvertido cuando una parte lo alega y
la otra lo impugna u objeta, es decir, lo niega o lo pone en duda. Por lo tanto, no son
controvertidos los hechos cuando se aceptan o cuando no son contradichos o, también,
cuando ellos son inverosímiles o imposibles (aunque no es tan absoluto en este último
caso). El profesor LUHRS señala que un hecho controvertido es el que no está aceptado, lo
que no necesariamente implica la existencia de una controversia o diferencia de opinión,
es simplemente no aceptar, dentro de lo cual se incluye guardar silencio, pues el simple
silencio también implica un hecho controvertido, ya que hay que recordar que quien calla
se entiende que está negando.
ii. S u s t a n c i a l e s . Esto significa que los hechos deben ser relevantes, es decir, que su
existencia o inexistencia sea determinante para aceptar o desechar las pretensiones de las
partes. Lo insustancial, entonces, es aquello que no tiene importancia para la materia
debatida, puede estar dentro del contexto, pero no es importante.
iii. P e r t i n e n t e s . Esto es, los hechos deben estar conectados o relacionados con el objeto
principal del pleito.

Por lo tanto, la prueba recae sobre los hechos controvertidos, sustanciales y pertinentes,
que están incluidos en la resolución que recibe la causa a prueba. Al respecto, los profesores
FORTTES y NÚÑEZ señalan que más que los hechos, lo que se prueba son las afirmaciones de las
partes relativas a los hechos, si ocurrieron o no, o la forma en que ocurrieron. Por eso ahora se
ha comenzado a hablar de “confirmación”, en vez de “período de prueba”, porque lo que se
hace es confirmar las afirmaciones fácticas de las partes.

b. HECHOS QUE NO REQUIEREN PRUEBA.


Como ya se enunció, hay hechos que no requieren prueba, a saber:

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i. He c h o s a d m i t i d o s o c o n s e n t i d o s . Son aquéllos respecto de los cuales no existe


una controversia, ya que han sido admitidos por las partes. El carácter de hecho
consentido se deduce de lo expuesto en el art. 313 del CPC, es decir, cuando el
demandado acepta llanamente las peticiones del demandante, o si en sus escritos no
contradice en materia substancial y pertinente los hechos sobre que versa el juicio…

ii. H e c h o s e v i d e n t e s . Según el profesor FORTTES, son aquellos hechos que surgen de la


experiencia, del conocimiento científico y que forman parte del conocimiento del juez.
Son conceptos que varían según el tiempo, el espacio, la técnica y la cultura; así, por
ejemplo, según el desarrollo científico, hoy es evidente que alguien pueda estar, en un
mismo día, en Santiago y en Iquique. Además son hechos conocidos por una comunidad
amplia de individuos, precisamente por su carácter de evidente.
iii. H e c h o n o t o r i o o p úb l i c o . Según CARNELUTTI los hechos notorios son aquellos cuya
existencia es conocida por la generalidad de los ciudadanos en el tiempo y en el lugar en que
se produce la decisión. Por ejemplo, que la alcaldesa de Viña del Mar es Virginia
Reginato, es un hecho notorio para los viñamarinos; por lo tanto, es un ámbito de
conocimiento más restringido que el de los hechos evidentes. Se lo caracteriza como un
hecho relativo, por estar circunscrito a un grupo de personas; y por economía procesal, se
exime el tener que probarlo ya que se le da valor al conocimiento común de la gente del
lugar y tiempo en que se desarrolla el pleito.
En el CPC el relevo de la prueba en esta clase de hechos sólo aparece consagrado respecto
de las cuestiones accesorias o incidentales que pueden suscitarse en los pleitos (art. 89 del
CPC); de lo que cabe colegir, que en la cuestión principal la prueba de los hechos notorios
debería ajustarse a las reglas generales. Sin embargo, en opinión del profesor ORELLANA,
el vocablo hecho notorio tiene y recibe aplicación en cualquier tipo de procedimiento,
incluyendo el juicio principal; en primer lugar, porque el art. 89 se encuentra ubicado en
el Libro I del CPC, en la parte relativa a las disposiciones comunes a todo procedimiento;
en segundo lugar, se da una razón de economía procesal, porque si el hecho es notorio, no
tiene sentido el desgaste judicial probando ese hecho; y en tercer lugar, por el aforismo
jurídico que señala que donde existe la misma razón, debe existir la misma disposición.
No obstante lo anterior, hay casos en que los hechos notorios requieren de prueba, como
por ejemplo, la posesión notoria del estado civil.
Art. 89. Si se promueve un incidente, se concederán tres días para responder y vencido este plazo, haya o
no contestado la parte contraria, resolverá el tribunal la cuestión, si, a su juicio, no hay necesidad de prueba.
No obstante, el tribunal podrá resolver de plano aquellas peticiones cuyo fallo se pueda fundar en hechos
que consten del proceso, o sean de pública notoriedad, lo que el tribunal consignará en su resolución.

iv. H e c h o s p r e s u m i d o s . De acuerdo al art. 47 del CC, se dice presumirse el hecho que se


deduce de ciertos antecedentes o circunstancias conocidas, es decir, el hecho presumido
es aquél que se deduce de ciertos antecedentes o circunstancias conocidas. En efecto, toda
presunción debe contener los siguientes elementos: un hecho conocido que constituye la
base o premisa de la presunción (hecho base); el elemento lógico o racional, el cual se
aplica al hecho conocido, para unirlo con un hecho desconocido; y por último, está el
hecho presumido, que es en un principio desconocido, pero como consecuencia de la
unión de los dos elementos anteriores, pasa a ser un hecho determinado. Lo que no
requiere prueba es el hecho presumido, pero lo que sí se debe probar, es el hecho base.

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Ahora bien, las presunciones pueden ser legales o judiciales. En las presunciones
judiciales es el juez quien determina el hecho base, aplica el raciocinio, y obtiene el
hecho presumido; en cambio, en las presunciones legales es la ley la que establece el
hecho base, pues de acuerdo al art. 47 inc. II del CC, si estos antecedentes o
circunstancias que dan motivo a la presunción son determinados por la ley, la
presunción se llama legal.

v. H e c h o s n e ga t i v o s . Según ORELLANA, los hechos negativos son aquellos en que


existe una negación de lo afirmado por la otra parte y, por lo tanto, si el demandado en el
juicio realiza una negación de los hechos, no está obligado a probar su negación, es decir,
la carga procesal es del demandante (se invierte la carga de la prueba)
Si bien, en principio, una proposición de carácter negativo no necesita de prueba por la
imposibilidad material que existe para suministrar una prueba semejante, no obstante,
según CASARINO, hay que estar a la naturaleza del hecho negativo que se invoca. Así, si
es posible transformar esa afirmación en una proposición positiva, la parte que invoca el
hecho negativo deberá probar la existencia del hecho positivo (por ejemplo, el
demandado sostiene que no tiene domicilio en Valparaíso, en este caso, nada le impide
que rinda prueba acreditando domicilio en otra ciudad de la República). Por tanto, la
prueba del hecho negativo es posible, recurriendo a la prueba de una afirmación contraria.
vi. H e c h o s n o r m a l e s . Los hechos normales son los corrientes, habituales o usuales, por
ejemplo, no hay visibilidad perfecta de noche, o que los comerciantes actúan con fines de
lucro. Ellos no son objeto de prueba, ya que deben suponerse según lo que es normal
(aquí, nuevamente está presente el saber privado del juez y sus máximas de experiencia).
El profesor FORTTES, señala que con estos hechos se establece la regla del onus probandi,
puesto que quien alega lo normal no necesita probar, sino que quien deberá probar es el
que alegue la anormalidad.
El profesor ALFARO recalca que el criterio para distinguir entre hechos normales y hechos
evidentes, está en que los hechos evidentes no admiten prueba en contrario, mientras que
los hechos normales, en principio, sí la admiten.

c. PRUEBA DEL DERECHO.


Por regla general, la controversia sobre una regla jurídica (derecho) no necesita prueba,
pues sobre la base de la presunción que establece el art. 8º del CC (nadie podrá alegar ignorancia
de la ley después que ésta haya entrado en vigencia), no cabe exigir que se acredite la existencia
del Derecho, ya que la ley se presume conocida por todos y, con mayor razón, por el juez ante
quien se la hace valer. Rige, así, en materia judicial el principio de que el juez conoce el derecho
(iura novit curia) y es por eso que no se exige una demostración material, sino que intelectual.
Según GUASP, la regla general de que el Derecho no se prueba, se aplica al Derecho
interno, escrito y general, caso en el que frecuente y naturalmente se encuentra a ley. Por tanto,
cuando no se dan esos supuestos, el Derecho requiere ser probado, lo cual se da en los siguientes
casos:
i. D e re c h o e x t r a n j e r o (no es interno). La presunción de conocimiento del art. 8º del CC,
sólo es aplicable al Derecho interno, por tanto, cuando alguna de las partes invoca como
fundamento de su pretensión alguna norma extranjera, debe acreditar su existencia y

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validez en el derecho interno. Sin perjuicio de que nuestra legislación admite que el
Derecho extranjero puede ser acreditado por cualquier medio, el CPC contempla una
forma ideal, cual es, el informe pericial (los peritos serán abogados de Derecho
internacional privado), correspondiéndole al juez establecer o determinar su sentido o
alcance.
En doctrina se ha planteado el problema de que una cosa es que se compruebe la
existencia y vigencia de una norma de derecho extranjero, y otra es la libertad que tenga
el juez para interpretar esa disposición legal, para establecer el correcto sentido y alcance
de esa norma extranjera. Ese conocimiento sobre interpretación de esa norma no lo tendrá
el juez, pero lo más probable es que el informe pericial contenga dicha información.
ii. La c o s t u mb re (no es escrito). La costumbre debe ser probada en los casos en la que
ella constituye Derecho, que en materia civil ocurre cuando la ley se refiere a ella (art. 2º
del CC), y en materia comercial, de manera subsidiaria (en silencio de la norma). La
prueba de la costumbre se suministra acreditando los hechos constitutivos de la misma, y
si ésta es comercial, al tenor de lo que prescribe el art. 5º del CCO.
Art. 2. La costumbre no constituye derecho sino en los casos en que la ley se remite a ella.

Art. 4. Las costumbres mercantiles suplen el silencio de la ley, cuando los hechos que las constituyen son
uniformes, públicos, generalmente ejecutados en la República o en una determinada localidad, y reiterados
por un largo espacio de tiempo, que se apreciará prudencialmente por los juzgados de comercio.

Art. 5. No constando a los juzgados de comercio que conocen de una cuestión entre partes la autenticidad
de la costumbre que se invoque, sólo podrá ser probada por alguno de estos medios:
1. Por un testimonio fehaciente de dos sentencias que, aseverando la existencia de la costumbre, hayan sido
pronunciadas conforme a ella;
2. Por tres escrituras públicas anteriores a los hechos que motivan el juicio en que debe obrar la prueba.

iii. N o r m a s e s p e c i a l e s o e x c e p c i o n a l e s (no es general). Esto no se aplica en nuestro


país, ya que la presunción del art. 8º del CC no distingue.

5.2. LOS SUJETOS DE LA PRUEBA ¿QUIÉN DEBE PROBAR?


El segundo elemento de la prueba dice relación con los sujetos, es decir, con las personas
a quienes incumbe proporcionar la prueba. En materia procesal civil, la responsabilidad de
acreditar y convencer al juez sobre la existencia de los hechos invocados en el proceso, recae en
las partes litigantes; pues son ellas las que introducen los hechos al proceso a través de sus
escritos, y es por ello que debenán probarlos a través de los medios de prueba que contempla el
ordenamiento jurídico298.
GUASP, en este punto, distingue tres sujetos (que son los propios de todo acto procesal): el
sujeto activo, esto es, el que ejecuta las actividades probatorias; el sujeto pasivo, es decir, la parte
contraria a la que toma la iniciativa de la prueba; y el destinatario, esto es, a quien van
funcionalmente dirigidas las pruebas.
i. S u j e t o a c t i v o . En el proceso civil rige el principio dispositivo, por lo que es un
derecho o facultad de las partes acreditar la veracidad de los hechos en que fundan sus

298
En materia penal, la investigación de los hechos constitutivos de delito se encarga al Ministerio Público, que es
un órgano autónomo y jerarquizado, encargado de buscar, presentar, aportar e incorporar las pruebas.

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pretensiones o contrapretensiones. Ahora bien, antes de proponer la prueba al tribunal, es


necesario determinar a quién de las partes litigantes le corresponde el onus probandi o
carga de la prueba, es decir, la carga procesal de probar un determinado hecho ante los
tribunales. La importancia de determinar el sujeto sobre quien recae la carga de la prueba,
radica en que si él sujeto no es capaz de provocar en el juez la convicción sobre la
existencia de los hechos que invoca, entonces verá fracasar su pretensión. El profesor
FORTTES recalca que esto cobra especial importancia en el momento en que el juez dicta
la sentencia, porque si al analizar el caso observa que hay hechos que debieron ser
probados y que no lo fueron, deberá saber quién tenía la obligación de probarlos, para
poder aplicarle a ese sujeto las consecuencias perjudiciales de esa omisión.
El profesor FORTTES señala que nuestro sistema tiene reglas poco claras en relación a la
carga de la prueba, pues la única disposición que se refiere al tema es el art. 1698 del CC,
que señala que incumbe probar las obligaciones o su extinción, al que alega aquéllas o
ésta299. Pero el problema de este artículo, es que se refiere exclusivamente a la
obligación, y no todo hecho a probar en el proceso es una obligación; sin embargo, se ha
establecido que dicha regla se extiende también a los hechos. Por lo tanto, la regla
general en materia procesal, es que corresponde probar la existencia de un hecho o su
extinción al que alegue aquél o ésta y, por consiguiente, la carga de la prueba no depende
de la calidad de demandante o demandado, sino que depende de lo que se alegue
(existencia o extinción de un hecho).300
Excepcionalmente el juez puede asumir el rol de sujeto activo y tener iniciativa
probatoria. Este es el caso de las medidas para mejor resolver, pues de acuerdo al art. 159
del CPC, los tribunales, sólo dentro del plazo para dictar sentencia, podrán dictar de
oficio medidas para mejor resolver; también, el juez tiene iniciativa probatoria respecto
de la conciliación, pues de acuerdo al art. 266 del CPC, el juez de oficio ordenará agregar
aquellos antecedentes y medios probatorios que estime pertinentes.301
ii. S u j e t o p a s i v o . El sujeto pasivo de la prueba es la parte contraria a la que toma la
iniciativa de la prueba. En Chile no hay “prueba sorda”, es decir, de acuerdo al art. 324
del CPC, toda diligencia probatoria debe practicarse previo decreto del tribunal que
conoce en la causa, “notificado a las partes”.
iii. D e s t i n a t a ri o d e l a p ru e b a . El destinatario de la prueba siempre es el juez, aunque la
iniciativa le haya correspondido a él mismo. Es por ello que GUASP sostiene que la
prueba se hace para convencer al juez, más que para satisfacer al adversario.

299
En materia procesal penal, el onus probandi se traduce en que toda persona se presume inocente, hasta que se
demuestre su culpabilidad.
300
Aquí hay que recordar la situación del hecho normal, en cuanto a que la carga de la prueba la tiene quien alegue
que las cosas sucedieron de manera distinta a como normalmente suceden, pues lo normal se presume y lo anormal
se prueba. Así, se parte de la premisa de que lo normal o corriente es que las personas se encuentren exentas de
vínculos obligacionales, y lo excepcional o anormal, es que las personas estén sujetas a obligaciones.
301
Algunos señalan que quienes tienen que desarrollar la actividad probatoria son las partes y si no asumen dicha
carga, el juez no tiene porque suplir aquello; de hecho, se ha llegado a sostener que las medidas para mejor resolver
serían inconstitucionales, ya que el juez dicta estas medidas porque tiene dudas, y si tiene dudas, no tendría que dar
lugar a lo pedido y debiera absolver al demandado. Otros, en cambio, dicen que el juez no debe tener un papel
pasivo, sino que debiera buscar la verdad, y si las partes no colaboran, él debe suplir la omisión de las partes.

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5.3. LOS MEDIOS DE PRUEBA ¿CÓMO SE PRUEBA?

a. CONCEPTO.

Los medios de prueba son aquellos elementos a través de los cuales se busca obtener la
convicción del juez acerca de un hecho que se alega. Desde el punto de vista de su contenido, los
medios probatorios pueden consistir en:
i. P e r s o n a s . Las personas son medios probatorios cuando emiten declaraciones sobre la
existencia o inexistencia de algún hecho, o sobre aspectos técnicos que requieren
conocimientos especiales. Estos medios son: la confesión, los testigos y el peritaje.
ii. O b j e t o s o c o s a s . Se trata de elementos que ocupan un lugar en el tiempo y en el
espacio y que son idóneos para acreditar la existencia un hecho. Estos medios de prueba
están presente en: los documentos y en la inspección personal del tribunal.302
iii. A c t i v i d a d e s i n t e l e c t u a l e s . También se le denomina prueba actual, y se refiere a las
presunciones, indicios o conjeturas.

El profesor FORTTES, en cuanto a la pregunta de cómo se prueba, señala que se prueba


con fuentes y medios probatorios. La f u e n t e d e p r u e b a corresponde a un concepto
extrajurídico, es decir, pertenece a una realidad anterior al proceso y, por lo tanto, existen con
independencia de éste; así, todo lo que existe en el mundo (personas, cosas, etc.) pueden llegar a
ser fuentes de prueba. En cambio, los m e d i o s d e p r u e b a corresponden a un concepto
propiamente procesal (supone la existencia de un proceso), y consisten en la incorporación al
proceso de las fuentes de prueba, cumpliendo con todas las formalidades que el legislador
establece; en otras palabras, el medio de prueba es una fuente de prueba incorporada al proceso,
por la vía de las reglas y las formalidades establecidas por el legislador. Lo que regula la ley son
los medios de prueba, y no las fuentes; es por ello que los medios de prueba se deben establecer
de un modo genérico, de tal manera que permitan comprender dentro de ellos a la mayor parte
de las fuentes de prueba posibles.

b. ENUMERACIÓN DE LOS MEDIOS DE PRUEBA.


Nuestra legislación reconoce como medios de prueba a los enumerados en los arts. 1698
inc. II del CC y en el 341 del CPC.
Art. 1698. Incumbe probar las obligaciones o su extinción al que alega aquéllas o ésta.
Las pruebas consisten en instrumentos públicos o privados, testigos, presunciones, confesión de parte, juramento
deferido, e inspección personal del juez.

Art. 341. Los medios de prueba de que puede hacerse uso en juicio son: instrumentos; testigos; confesión de parte;
inspección personal del tribunal; informes de peritos; y presunciones.

Como se puede apreciar, el CPC innovó respecto del CC en dos sentidos: no consideró el
302
Como se verá al analizar los medios de prueba en particular, si se trata de bienes muebles, estos pueden llevarse
ante el juez (documentos), en cambio si se trata de inmuebles, se requiere que el juez se desplace al lugar en donde
se sitúa éste (monumentos), es decir, se requiere una inspección por parte de éste. No obstante, también existe
prueba monumental en muebles, por ejemplo una nave.

420
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juramento deferido e incorporó el informe de peritos303; y alteró un tanto el orden en que figuran
los medios de prueba en el CC, pero sin que ello tenga importancia alguna en cuanto a su
admisibilidad y fuerza probatoria, pues se trata de simples enumeraciones que no establecen un
orden de preferencia (no existe un medio probatorio que tenga más valor que el resto).
En nuestro ordenamiento jurídico sólo existen estas dos disposiciones respecto a cuáles
son los medios de prueba que deben admitirse en los procesos jurisdiccionales y, por los
términos en que se encuentran concebidas, dan una idea de taxatividad, pero ¿son o no taxativas
estas normas? ¿De qué manera se puede incorporar al proceso una fuente de prueba que no quede
comprendida en alguno de los seis medios de prueba que establece el CC y el CPC? Al respecto,
existen dos posturas:
i. Una tesis, que ha sido acogida en tribunales, señala que esta enumeración es taxativa, por
tanto, las otras fuentes de prueba pueden ser incorporadas al proceso asimilándolas al
medio de prueba con el que tenga características más comunes. Así por ejemplo, si se
quiere presentar una maqueta, se la presentará a través un testigo o un perito; o un video,
como un instrumento; etc.

ii. Otros, en cambio, sostienen que la numeración no es taxativa, por lo siguiente:


- Si fuese taxativa, sería una norma prácticamente inconstitucional, puesto que la CPR
asegura a todas las personas el derecho al debido proceso, que implica, entre otras
cosas, probar de cualquier forma.
- Existen disposiciones contenidas en otros cuerpos legales, o en el mismo CPC, que no
contemplan un sistema taxativo, o establecen medios de prueba especiales. Así, por
ejemplo, el art. 295 del CPP dispone que todos los hechos y circunstancias pertinentes
para la adecuada solución del caso sometido a enjuiciamiento, podrán ser probados
por cualquier medio producido e incorporado en conformidad a la ley; el art. 16 de la
Ley sobre Procedimiento ante los Juzgados de Policía Local, señala que el Juez podrá
decretar en todos los asuntos de que conozca, durante el transcurso del proceso, las
diligencias probatorias que estime pertinentes; y el art. 266 del CPC, respecto de la
conciliación, no se circunscribe a los medios de prueba legales, pues el juez de oficio
ordenará agregar aquellos antecedentes y medios probatorios que estime pertinentes.
Por otra parte, el art. 427 inc. I del CPC, incorporó como medio de prueba a los
certificados expedidos en el proceso por un ministro de fe, en virtud de la orden de un
tribunal competente; y el inc. II de dicha disposición establece como medio de prueba
a la sentencia judicial, respecto de los hechos declarados como verdaderos en otro
juicio entre las mismas partes.304

303
El juramento deferido implicaba que una de las partes presentará una solicitud, con el objeto de que se ordenara a
la contraria a prestar juramento respecto de un hecho, y si se negaba a jurar, era una prueba en contra. Sin embargo,
la parte solicitante quedaba sujeta al riesgo de que se estableciera como cierto todo lo que la parte contraria
formulare en su declaración (tanto hechos favorables, como perjudiciales); es por esta razón que este medio
probatorio cayó en desuso. Esto se diferencia del juramento referido, en que el juez obligaba a declarar bajo
juramento.
304
Algunos señalan que el art. 427 del CPC no establece un nuevo medio de prueba, sino que el legislador se limitó a
establecer una exención de prueba, puesto que determinados hechos (incs. I y II) se reputan verdaderos para
estimarlos como base de presunción. Por tanto, se puede probar que no existió el hecho base de la presunción, o que
la conclusión a la que arriba el juez (hecho presumido) no es consecuencia necesaria del hecho base.

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Art. 427. Sin perjuicio de las demás circunstancias que, en concepto del tribunal o por disposición de la
ley, deban estimarse como base de una presunción, se reputarán verdaderos los hechos certificados en el
proceso por un ministro de fe, a virtud de orden de tribunal competente, salvo prueba en contrario.
Igual presunción existirá a favor de los hechos declarados verdaderos en otro juicio entre las mismas
partes.

- Por último, también se señala como argumento a la realidad práctica, que ha ido
poniendo a disposición del hombre tecnología no prevista a la época de dictación del
Código, por ejemplo, las reproducciones sonoras o audiovisuales. No obstante, la
normativa legal también ha ido incorporando algunos de estos modernos medios, así,
por ejemplo, lo ha hecho el art. 54 inc. I de la ley 19.968 que creó los tribunales de
familia, el cual señala que podrán admitirse como pruebas: películas
cinematográficas, fotografías, fonografías, video grabaciones y otros sistemas de
reproducción de la imagen o del sonido, versiones taquigráficas y, en general,
cualquier medio apto para producir fe.

c. CLASIFICACIÓN DE LOS MEDIOS PROBATORIOS.


i. Atendiendo al momento en que tiene lugar, se distingue entre medios probatorios
preconstituidos y circunstanciales. Los m e d i o s p r o b a t o r i o s p r e c o n s t i t ui d o s , son
aquellos que las partes crean al momento de la celebración de un acto jurídico con el
objeto de proporcionarse, de antemano, un elemento de convicción para el eventual caso
de una contienda judicial posterior; por ejemplo, las partes pueden celebrar un contrato
por escrito, a pesar de no ser necesario (como la compraventa de un mueble que valga
menos de dos UTM). Los m e d i o s p r o b a t o r i o s c i rc u n s t a n c i a l e s (o prueba
constituyente), son aquellos en virtud de los cuales el hecho se reconstruye en base a
medios coetáneos a la discusión jurídica, por ejemplo, la prueba testimonial, la confesión
de la parte, el informe de peritos, etc.
ii. En cuanto a la relación del juez y el hecho a probar, el profesor FORTTES distingue entre
medios probatorios directos o de percepción, indirectos o de representación, y de
inducción. Los m e d i o s p r o b a t o r i o s d i r e c t os son aquellos en que el juez percibe la
prueba en forma inmediata (por ejemplo, la inspección personal del tribunal)305. Los
m e d i o s p r o b a t o r i o s i n d i r e c t o s , son aquellos que permiten formar la convicción
del juez, sobre el hecho cuestionado, a través de la percepción o conocimiento de
terceros; o sea, permiten que el juez acceda a la cosa o persona que es objeto de la
actividad probatoria, por medio de la declaración o informe de terceras personas (por
ejemplo, la prueba testimonial, la prueba pericial, etc.). Y los m e d i o s d e p r u e b a d e
i n d u c c i ó n , que son aquellos que permiten al juez, a partir de ciertos hechos conocidos,
inferir o deducir algunos hechos desconocidos (por ejemplo, la prueba de presunción).
iii. Atendiendo a si son suficientes por sí solos para acreditar el hecho controvertido, los
medios probatorios se clasifican en: m e d i o s p r o b a t o r i o s q u e h a c e n p l e n a
p ru e b a , que son aquellos que por sí solos acreditan la efectividad del hecho cuestionado,
305
El profesor ALFARO también considera a aquellos medios en los cuales la relación entre el juez y el hecho es de
primera fuente, como un testigo presencial o un documento donde consta el acto (el juez llega al hecho a través de
un primer eslabón).

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sin necesidad de ir unidos o condicionados a otras circunstancias (por ejemplo, la


escritura pública por sí sola da constancia de la existencia de un contrato de venta de un
bien raíz; la confesión que recae sobre hechos personales del confesante); y los me d i o s
p ro b a t o r i o s q u e h a ce n s e m i p l e n a p r u e b a , que son aquellos que por sí solos no
son suficientes para dar por establecido y probado un hecho y que, por tanto, requieren de
la concurrencia de otro medio probatorio para que así la prueba sea completada (por
ejemplo, el informe pericial debe ir unido a la declaración del perito en el juicio; la
declaración de testigos de oídas, de acuerdo al art. 383 del CPC).306
Art. 383. Los testimonios de oídas, esto es, de testigos que relatan hechos que no han percibido por sus
propios sentidos y que sólo conocen por el dicho de otras personas, únicamente podrán estimarse como
base de una presunción judicial.
Sin embargo, es válido el testimonio de oídas cuando el testigo se refiere a lo que oyó decir a alguna de las
partes, en cuanto de este modo se explica o esclarece el hecho de que se trata.

iv. Atendiendo al elemento que proporciona la prueba, se distingue entre: p ru e b a


p e r s o n a l , que es aquella que consiste en declaraciones de personas (si el sujeto es una
parte, se estará en presencia de una confesión; si es un tercero absoluto, se estará ante un
testigo; y si es un tercero absoluto con conocimiento de ciencia o arte, se estará ante un
perito); y p r u e b a r e a l , que es aquella que está constituida por cosas u objetos (por
ejemplo, la prueba documental, la inspección personal del tribunal). Se excluyen de una
y otra clasificación, la actividad de raciocinio que desarrolla el juez, que está constituida
por las presunciones judiciales.
v. Atendiendo a la cuestión que se prueba, se distingue entre: p r u e b a p r i n c i p a l , que es
aquella que sirve para fundamentar los hechos en que se basa la pretensión, la médula del
pleito; y p r u e b a a c c e s o r i a , que es aquella que tiene por objeto acreditar circunstancias
accidentales a los hechos fundamentales (es propia de los incidentes).
vi. Atendiendo a cómo el juez capta los hechos que se acreditan por los medios de prueba,
se distingue entre prueba histórica y prueba crítica. La p r u e b a h i s t ó r i c a es aquella en
que la captación del hecho a probar se produce por medio de una percepción sensorial
directa o indirecta del juez; el juez aquí es un verdadero historiador, reconstruye los
hechos para efectos del proceso, y ello lo efectúa de manera directa (inspección personal
del tribunal), u oyendo a las personas y examinando documentos (indirecta). En la
p ru e b a c r í t i c a , en cambio, el hecho a probar se obtiene por deducciones o
inducciones, por medio de procesos de raciocinio (este es el caso de las presunciones
judiciales).
vii. En materia procesal penal, se distingue entre prueba de cargo y de descargo. La p ru e b a
d e c a r go tiene por finalidad acreditar la existencia de los elementos que configuran la
responsabilidad penal; mientras que la p r u e b a d e d es c a r go , tiene por objeto acreditar
la no existencia de un delito, o de una eximente o circunstancia modificatoria de la
responsabilidad penal.

306
Esta clasificación responde a un régimen probatorio de carácter legal o tasado, pues en un sistema de libre
convicción estas distinciones no se van a producir, ya que el tribunal podrá apreciar los medios de prueba en la
forma que le parezca y, por tanto, eventualmente podrá darse el caso que su decisión descanse en una declaración de
un testigo de oídas, sin que exista otro medio de prueba en que se apoye.

423
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5.4. EFICACIA DE LOS MEDIOS DE PRUEBA ¿QUÉ VALOR TIENE LA PRUEBA?


Valorar la prueba significa determinar el grado de convicción que suministra el medio
probatorio, en cuanto a la existencia o inexistencia del hecho alegado (valoración individual), y
la fuerza probatoria de los medios entre sí (valoración comparativa de los medios prueba).
El resultado de esta actividad es el establecimiento de la verdad de los hechos
introducidos al proceso por parte de los litigantes ¿De qué verdad se habla? La doctrina
distingue, fundamentalmente, dos tipos de verdades: la veradad material y la verdad jurídica. La
ve r d a d m a t e r i a l o r e a l corresponde a la reconstrucción de los hechos tal como han ocurrido
en la realidad; por tanto, este tipo de verdad se da en los sistemas en que el juez tiene
atribuciones de iniciar y sustentar facultativamente la investigación de los hechos y decidir
cuáles de ellos deben ser investigados y de qué elementos probatorios dispondrá para establecer
la verdad. Mientras que en la v e rd a d j u d í d i c a o f o r ma l , la existencia o inexistencia de los
hechos se obtiene mediante la combinación de los medios probatorios aportados por las partes o
terceros, y de la aplicación de las normas legales que el juez hace a esos elementos; es decir, es
una verdad que emana del proceso. Se supone que la verdad material será más auténtica que la
verdad formal, porque el juez desde su posición imparcial estatal, responsable de dictar justicia,
se preocupará de que su decisión acerca de la cuestión sometida a su conocimiento, se base en
una verdad más cercana a lo que realmente ocurrió; a diferencia de un sistema en donde no tiene
las facultades para realizar la investigación en la forma en que a él le parece.
Ahora bien, el resultado de la valorización de cada medio y de su análisis comparativo,
dependerá del sistema probatorio de que se trate. Los s i s t e ma s d e v a l o r a c i ó n d e l a
p r u e b a corresponden al conjunto de normas y principios que regulan la valoración de los
medios probatorios presentados en el proceso. En doctrina se distinguen diversos sistemas para
apreciar la eficacia probatoria de los medios de prueba, y la principal clasificación distingue
entre: prueba legal o tasada, prueba libre o moral, y sistemas intermedios (combina ambos
regímenes), siendo el más importante, el sistema de la sana crítica.

a. SISTEMA DE PRUEBA LEGAL O TASADA.


Es un sistema de valoración de la prueba que se caracteriza porque el legislador enumera
taxativamente los medios probatorios que las partes pueden utilizar en juicio y señala, al mismo
tiempo, la eficacia probatoria que cada medio posee en particular. En este sistema toda la
actividad probatoria está regulada por el ordenamiento jurídico, es decir, la ley determina el
modo de proponer los medios de prueba (proposición), la decisión que el juez debe adoptar
respecto de la proposición del litigante (admisión), la producción de la prueba (ejecución), y
señala el valor o fuerza de cada uno de ellos en forma anticipada, y la apreciación comparativa
con los demás medios (valoración).
Este sistema surgió con las corrientes que desconfiaban del juez y que intentaban, por
ende, eliminar la actividad discrecional de éste; así, el legislador sustituyó al juez en la
apreciación del mérito del proceso, y le impuso una valoración anticipada y abstracta. Por lo
tanto, lo que caracteriza a este sistema, es que la ley valora en forma anticipada o a priori la
prueba que se va a rendir en el proceso, de manera que el juez es mero aplicador de esas normas;
por ello se dice que es un sistema apriorístico basado en la ley.
Las ventajas que presenta este sistema son:

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i. Otorga certeza a las partes de cuál será el criterio que el juez empleará para valorar cada
medio. Por lo tanto, les permite a éstas predecir o anticipar el resultado del proceso, de
acuerdo a la actividad desplegada en el mismo y, además, elimina la incertidumbre que
genera el sistema de la libre o íntima convicción.
ii. Produce uniformidad, ya que todos los medios se valorarán de la misma forma y
producirán la misma fuerza probatoria; en otras palabras, no habrá una variación en la
manera de valorar entre una u otra controversia.
iii. Este sistema permanece en el tiempo, pues dura mientras rija la ley.

No obstante, también presenta desventajas, cuales son:


i. Es imposible que la ley pueda ponerse en todas las situaciones que puedan llegar a
plantearse en un proceso determinado.
ii. Reduce la actividad del juez a mero aplicador de las normas, no reconociendo la
percepción que pueda haber tenido del material probatorio producido en el proceso. Se
dice que el juez queda como un “prisionero de la norma”, ya que se le priva la posibilidad
de asumir y valorar la prueba.

b. SISTEMA DE LIBRE VALORACIÓN O CONVICCIÓN.


Es un sistema de valoración de la prueba que se caracteriza porque el legislador entrega
libertad al juez para efectuar la valoración de la prueba rendida, y porque no determina los
medios probatorios que las partes pueden utilizar. Por lo tanto, en este sistema no se concibe la
posibilidad de que el tribunal rechace un medio de prueba, ya que se da por supuesto que las
pruebas que presenten las partes deben ser pertinentes; sin embargo, puede rechazarse un medio
probatorio por considerarse ilícito (por ejemplo, la confesión obtenida con tortura, un documento
encontrado como consecuencia de un allanamiento ilegal).
El legislador le da un “permiso en blanco” al juez, de manera que teóricamente puede
llegar a una conclusión conforme al mérito de la prueba rendida, o sin considerar la prueba
rendida y apoyarse en su saber privado, o lo que es más grave, contraviniendo las conclusiones
que arroja la prueba rendida. Por lo tanto, lo único que interesa, es que el juez manifieste que ha
adquirido la convicción sobre la existencia o no de los hechos, sin siquiera estar obligado a
fundar dicha convicción al momento de dictar sentencia; basta que en su sentencia de por
establecido o no los hechos, pero no está obligado por la ley a señalar el porqué de ello (un
razonamiento). No obstante esa posibilidad teórica, hace bastante tiempo se ha establecido el
principio de que los jueces deben fundamentar sus sentencias, es decir, debe hacer un análisis
respecto de las pruebas.
El más evidente peligro de este sistema, es que la discrecionalidad derive en
arbitrariedad, esto porque el juez puede fallar contra la prueba rendida en el expediente,
conforme a un saber privado, etc. Además, no otorga criterios objetivos ni elementos mínimos de
certeza sobre la fuerza probatoria de cada medio (provoca incertidumbre en las partes respecto
del resultado del juicio); y, por último, se critica el hecho de que el juez supla con su conducta la

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omisión de la actividad probatoria de las partes.307

c. SISTEMA INTERMEDIO: SANA CRÍTICA.


Los sistemas intermedios tienen por finalidad salvar las críticas que presentan los dos
sistemas anteriores, y el más importante o más conocido es el sistema de la sana crítica308. Este
sistema se caracteriza porque el legislador faculta al juez para que valore los medios probatorios
con libertad, pero sin contradecir los principios de la lógica, las máximas de experiencia y los
conocimientos científicamente afianzados.
Es un sistema intermedio, ya que la ley entrega a libertad al juez para que aprecie el valor
de los medios probatorios, pero, a su vez, le impone como límites a reglas con base lógica y
objetiva, y flexibles, pues se adaptan a las circunstancias concretas. Este sistema se asemeja a la
libre convicción y a la prueba en conciencia, sin embargo, presenta diferencias muy marcadas:
i. Como se dijo, la l i b re c o n v i c c i ó n es aquel sistema en donde el juez adquiere el
convencimiento de la verdad con la prueba de autos, fuera de la prueba de autos y aun
contra la prueba de autos; o en circunstancias que le consten por su saber privado. Por
otro lado, no es necesario que la construcción lógica sea perfecta y susceptible de ser
controlada a posteriori, basta con que el magistrado afirme que tiene la convicción moral
de que los hechos han ocurrido de tal manera, sin que se vea en la necesidad de
desarrollar lógicamente las razones que le conducen a la conclusión establecida. En
cambio, cuando se exige al juez que valore según la sana crítica, el razonamiento que
exponga en su sentencia tiene que contener el sustento lógico y su experiencia, lo que
atenúa la excesiva libertad del sistema de la libre convicción; y al mismo tiempo, no tiene
la rigidez de la prueba legal o tasada.
Cabe decir que el sistema de la sana crítica sólo se refiere a la valoración de la prueba,
por ende, es claro que esta fórmula legal mantiene subsistentes las reglas reguladoras de
la prueba, como las que señalan cuáles son los medios de prueba, las que establecen la
forma de proponerla, su admisibilidad, y la forma de rendir la prueba. Por lo tanto, el juez
debe respetar estas otras normas reguladoras que nada tienen que ver con su apreciación.
ii. Por otro lado, la p r u e b a e n c o n c i e n c i a no es un sistema probatorio, sino que un
elemento o criterio de convicción. Según el profesor LUHRS, apreciar la prueba en
conciencia es aplicar los principios de la prudencia y equidad a la valoración la prueba;
es decir, estos son los criterios o elementos que el legislador le entrega al juez para
valorar la prueba rendida. Hoy está en retirada esta idea como criterio de convicción,
pues lo que impera es la sana crítica, ya que la idea es darle más libertades al juez, pero a
su vez, restringirlo con reglas objetivas.309

307
El profesor FORTTES señala que este sistema era recogido por el sistema penal antiguo. Hoy, generalmente,
cuando se aplica, se atenúa.
308
COUTURE señala que la sana crítica son las reglas del correcto entendimiento humano, contingentes y variables en
relación a la experiencia del tiempo y del lugar, pero estables y permanentes en cuanto a los principios lógicos en
que se debe apoyar la sentencia.
309
Cosa distinta es el fallo en conciencia, ya que si bien el criterio es el mismo (prudencia y equidad), éste se utiliza
para aceptar o rechazar las pretensiones y contrapretensiones, es decir, resuelve la controversia al margen de la ley
(de acuerdo a la prudencia y equidad, como los árbitros arbitradores); en cambio, la prueba en conciencia, se refiere
a la determinación de la fuerza probatoria de los medios utilizados, no a la solución de la controversia.

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Los elementos o criterios de convicción que emplea el sistema de la sana crítica, son los
siguientes:
i. P ri n c i p i o s d e l a l ó gi c a . La lógica es la ciencia del pensamiento correcto y
verdadero. El pensamiento está correcto cuando hay una coherencia formal entre las
proposiciones formuladas (lógica formal); y es verdadero, cuando el raciocinio
corresponda o coincida con la realidad (lógica material).
ii. Las m á x i m a s d e e x p e r i e n c i a . Equivalen al saber privado del juez, el cual adquiere
en base a su experiencia práctica de la vida, en base a su contacto con el mundo exterior
(traen el sentido común a la valoración de la prueba).
iii. Los c o n o c i mi e n t o s c i e n t í f i c a m e n t e a f i a nz a d o s . En el último tiempo se agrega
como un tercer elemento que influye en la sana crítica, a los conocimientos
científicamente afianzados, esto es, el entendimiento, inteligencia o razón adquirida
mediante métodos y técnicas para la adquisición y organización de dichos conocimientos.
El profesor LUHRS señala que dichos conocimientos pueden provenir tanto de la cultura
propia del juez, como de las investigaciones que haga; por ejemplo, una persona común y
corriente no tiene porqué saber de mecánica automotriz, pero puede suceder que el juez
tenga dicho conocimiento, o que se lo suministren peritos.310

La virtud de este sistema, es que se ata al juez a los elementos antes mencionados, que si
bien, son reglas con base lógica y objetiva, son flexibles y se adaptan a las circunstancias
concretas. Así, al vincular al juez a la lógica, se supera la crítica del sistema de libre convicción
judicial; y al vincularlo a la experiencia, se superan las críticas al sistema legal o tasado (el juez
tiene mayor flexibilidad). No obstante, el juez debe justificar la lógica o coherencia de su
raciocinio, y las conductas uniformes que se repitieron y que consideró como máximas de
experiencia, es decir, tiene la obligación de fundamentar la sentencia. Pues, si no fundamenta su
resolución atendiendo correctamente a los elementos de la sana crítica, se abre paso a la
arbitrariedad judicial y a la incertidumbre de las partes (lo cual constituye una de las principales
objeciones a este sistema).
En nuestro sistema procesal, hay menciones expresas e implícitas a la sana crítica en
distintas disposiciones, a saber:
i. En el CPC hay algunos casos específicos en que existe una valoración conforme a la sana
crítica, por ejemplo, el art. 425 señala que los tribunales apreciarán la fuerza probatoria
del dictamen de peritos en conformidad a las reglas de la sana crítica; y el art. 429 inc.
II, a propósito de la impugnación de escrituras públicas por testigos, señala que esta
prueba, sin embargo, queda sujeta a la calificación del tribunal, quien la apreciará
según las reglas de la sana crítica.
ii. El CPP en su art. 297, a propósito de la valoración de la prueba, señala que los tribunales
apreciarán la prueba con libertad, pero no podrán contradecir los principios de la
lógica, las máximas de la experiencia y los conocimientos científicamente afianzados
310
Según el profesor NÚÑEZ, los conocimientos científicamente afianzados no son sino un conjunto de máximas de
experiencia aplicadas a un concreto sector de la actividad humana, de modo que sería posible reducir estos límites a
sólo dos: las reglas de la lógica y las máximas de experiencia.

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(elementos que sin discusión caracterizan por definición el sistema de la sana crítica).
Agrega el inc. II que el tribunal deberá hacerse cargo en su fundamentación de toda la
prueba producida, incluso de aquélla que hubiere desestimado, indicando en tal caso las
razones que hubiere tenido en cuenta para hacerlo.311
iii. La ley 19.968, que creó a Tribunales de familia, en su art. 32 expresa que los jueces
apreciarán la prueba de acuerdo a las reglas de la sana crítica. En consecuencia, no
podrán contradecir los principios de la lógica, las máximas de la experiencia y los
conocimientos científicamente afianzados.
iv. Lo mismos sucede en los procedimientos laborales, pues de acuerdo al art. 456 del
Código del Trabajo, el tribunal apreciará la prueba conforme a las reglas de la sana
crítica. Al hacerlo, el tribunal deberá expresar las razones jurídicas y las simplemente
lógicas, científicas, técnicas o de experiencia, en cuya virtud les asigne valor o las
desestime.

En definitiva, la sana crítica en nuestro ordenamiento jurídico ha pasado de ser un sistema


secundario de valoración de la prueba, a uno que se ha abierto paso en muchas e importantes
materias, y seguramente pasará a ser la regla general cuando se apruebe el nuevo CPC.

e. SISTEMA QUE RIGE EN CHILE.


En Chile rige un sistema mixto (no intermedio) o semi-reglado (como dice el profesor
LUHRS), ya que se encuentra reglado en parte y libre en otras. En efecto:

i. En cuanto a la determinación de los medios de prueba, si bien se ha dicho que, en


general, rige un sistema taxativo, los tribunales han admitido medios nuevos por la vía de
asimilación a los ya existentes. Sin perjuicio de esto, el profesor LUHRS señala que
existen ciertas y acotadas materias en las que procede la prueba absolutamente reglada,
como por ejemplo, el caso de los hechos que se deben probar por escritura pública, puesto
que no pueden ser probados por otra forma.

ii. En cuanto al procedimiento, hay una regulación legal que ha establecido las ritualidades
en cuanto a la proposición, admisión y ejecución de los medios de prueba.

iii. Y en lo que dice relación con la valoración, a veces la ley establece el valor de los medios
de prueba en particular y otras veces se le da libertad al juez (por ejemplo, respecto de la
valoración del dictamen pericial). Y en materia de apreciación comparativa, en general, el
juez tiene libertad para valorar.

311
Según el profesor ALFARO, todo medio de prueba tiene por objeto obtener el convencimiento del juez, y ese
convencimiento tiene ciertos límites, y esos límites son, por un lado, lo que ha sido planteado por el demandante y
por el demandado (el juez debe fallar conforme al mérito del proceso), y por otro lado, el razonamiento del juez
debe estar presente en la sentencia, por tanto, debe señalar por qué acepta o no acepta la prueba. Esto que no está
dicho expresamente en materia procesal civil, sí lo está en materia procesal penal, puesto que el juez tiene que
señalar por qué no consideró las pruebas que serán desechadas.

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6. LUGAR, TIEMPO Y FORMA DE LA PRUEBA.


La actividad probatoria, como cualquier actuación judicial dentro del proceso, se
descompone en tres grandes dimensiones: lugar tiempo y forma.

a. LUGAR.
La regla general, es que la prueba, al igual que toda actividad del proceso, se verifique en
la sede del tribunal. Sin embargo, existen excepciones a esta regla, las cuales se explican en
situaciones en que la ley exime a las personas de la carga de concurrir al tribunal; o cuando por
la naturaleza del acto que se va a ejecutar, éste no pueda verificarse en la sede del tribunal. En
estos casos, el juez puede actuar de tres maneras para poder desarrollar las actividades
probatorias:
i. Constituyéndose él mismo en el lugar que está fuera del territorio jurisdiccional
(trasladarse). Así, por ejemplo, el art. 403 inc. II del CPC, a propósito de la inspección
personal del tribunal, señala que la inspección podrá verificarse aún fuera del territorio
señalado a la jurisdicción del tribunal.
ii. El juez también puede exhortar al tribunal competente. así, por ejemplo, El art. 371 del
CPC, a propósito de la prueba testimonial, señala que si han de declarar testigos que
residan fuera del territorio jurisdiccional en que se sigue el juicio, se practicará su
examen por el tribunal que corresponda, a quien se remitirá copia de los puntos de
prueba fijados (a través de un exhorto). Lo mismo acontece en la prueba confesional, si la
persona reside fuera del territorio jurisdiccional.
iii. Por último, el juez puede comisionar al secretario u otro ministro de fe (receptor judicial),
para que evacue la diligencia. Así, por ejemplo, el art. 349 inc. IV del CPC, a propósito de
la prueba instrumental, señala que cuando la exhibición (del instrumento) haya de
hacerse por un tercero, podrá éste exigir que en su propia casa u oficina se saque
testimonio de los instrumentos por un ministro de fe; y el art. 389 inc. II del CPC, a
propósito de las personas que se encuentran exentas comparecer en el tribunal a prestar
declaración (por ejemplo, el presidente de la República, los senadores, los diputados, las
personas enfermas, etc.), señala que en los tribunales colegiados se comisionará para
esta diligencia a alguno de los ministros del mismo o al secretario.

b. TIEMPO.
¿Cuál es el momento propio para desarrollar la prueba? El momento propio es el
denominado término probatorio, el cual, respecto del juicio ordinario, tiene variantes, ya que
puede ser: o rd i n a ri o (20 días), e x t r a o r d i n a ri o (aumento del término ordinario para rendir
prueba fuera del territorio jurisdiccional o fuera del territorio de la República), y e s p e c i a l (se
concede en caso de existir entorpecimientos para rendir la prueba).
Aunque el momento propio para desarrollar la actividad probatoria es el término
probatorio, es posible encontrar otros momentos en que ella puede efectuarse. Así, se distingue
entre: a c t i v i d a d e s p r o b a t o ri a s c o n a n t i c i p a c i ó n , las cuales tienen directa relación con
las medidas prejudiciales probatorias, que se justifican en una falta o ausencia previsible del

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medio probatorio; y a c t i v i d a d e s p r o b a t o ri a s c o n p o st e r i o r i d a d (después del término


probatorio), las cuales dicen relación con las medidas para mejor resolver.

c. FORMA.
En cuanto a la forma en que se manifiesta la rendición de la prueba, ésta puede rendirse
en forma oral o escrita, pero como en todo acto procesal, debe dejarse constancia de ella en el
proceso. Así, se habla de escrituración originaria, es decir, actividades que por su propia
naturaleza son escrituradas (por ejemplo, la prueba documental); o de escrituración derivativa, es
decir, actividades verbales de las cuales se deja constancia en un acta que se incorpora al proceso
(por ejemplo, la declaración de testigos, la confesión).
En cuanto al idioma, las actividades se realizan en castellano, lo cual se deduce del art.
382 inc. I del CPC, que establece la posibilidad de hacer uso de un intérprete en la prueba
testimonial.

7. IMPERTINENCIA, EXTEMPORANEIDAD, E INADMISIBILIDAD DE LA PRUEBA.


Estos son aspectos que dicen relación con la ineficacia de la prueba, es decir, cuando ésta
no es apta para acreditar los hechos.
i. La prueba es i m p e r t i n e n t e cuando recae sobre hechos que no están relacionados con el
objeto principal del pleito. En estos casos, el juez acoge el medio probatorio y deja su
procedencia o improcedencia para ser calificada al momento del fallo. La razón de lo
anterior, es que es menos dañino acoger una prueba inútil, que correr el riesgo de
prejuzgar y privar a una parte de un medio probatorio; y por otra parte, porque no puede
limitarse el derecho de las partes a probar sus planteamientos, ya que eso puede
configurar una causa de casación (art. 795 N° 4 del CPC).
Art. 795. En general, son trámites o diligencias esenciales en la primera o en la única instancia en los
juicios de mayor o de menor cuantía y en los juicios especiales:
4. La práctica de diligencias probatorias cuya omisión podría producir indefensión.

ii. La prueba es e x t e mp o r á n e a cuando se solicita fuera de los plazos legales; ya sea que
se pida antes de la oportunidad procesal correspondiente (por ejemplo, se solicita prueba
testimonial al contestar la demanda) o después (por ejemplo, se solicita confesión una vez
que se cita a las partes a oír sentencia). Aquí el juez debe resolver de inmediato no
admitiendo la práctica de la prueba, pues la negativa es por razones formales, no de
fondo; en estos casos el juez debe decir: “preséntese o pídase en su oportunidad”, o “no
ha lugar por extemporáneo”.

iii. La i n a d m i s i b i l i d a d no se refiere al objeto sobre el cual recae la prueba (pertenencia)


ni a la forma u oportunidad (temporalidad), sino que a la procedencia del medio
probatorio. Así, puede que un medio sea pertinente y oportuno, pero inadmisible o
improcedente; por ejemplo, de acuerdo al art. 1701 del CC, la falta de instrumento público
no puede suplirse por otra prueba en los actos y contratos en que la ley requiere esa
solemnidad, por tanto, por más que se acompañe seis testigos y todos ellos estén
contestes en que se celebró una compraventa de un bien raíz, es inadmisible la prueba

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testimonial, porque la única forma de acreditar ello es por escritura pública. Otro ejemplo
lo contempla el art. 1708 del CC, el cual señala que no se admitirá prueba de testigos
respecto de una obligación que haya debido consignarse por escrito.
Ante la pretensión de una parte de rendir una prueba inadmisible, hay dudas respecto de
la posición del tribunal: según algunos, el juez en este caso puede resolver de inmediato
(in limine litis) y rechazar la prueba inadmisible; esto porque se está actuando en base a
un texto legal expreso, y porque se evita rendir una prueba que después será inútil
(propende a la economía procesal). Otros señalan que es mejor resolverlo después (en la
sentencia definitiva), ya que así no se corre el riesgo del prejuzgamiento, y se le hace
creer a la parte que está ejerciendo completamente su derecho a probar.

E. P ERIODO DE PRUEBA EN EL JUICIO ORDINARIO .


1. CONCEPTO.
Agotado el periodo de discusión, es decir, una vez que el demandado ha duplicado o se
ha evacuado este trámite en su rebeldía y, a su vez, evacuado el trámite de la conciliación (la cual
no fue total), el juez tiene que examinar los autos (expediente) para determinar si recibe o no la
causa a prueba. Se entra, por lo tanto, en el periodo de prueba del juicio ordinario, el cual se
puede definir, siguiendo al profesor FORTTES, como aquella fase destinada a que el juez
compruebe los fundamentos de hecho afirmados por las partes en el periodo de discusión.
Con todo, es una fase eventual, o sea, hay ocasiones en que no es necesario recibir la
causa a prueba, puesto que la discusión puede ser netamente jurídica y no sobre los hechos.
Además, no es la única fase en que hay actividad probatoria, así, por ejemplo, los instrumentos
se pueden acompañar desde que se presenta la demanda.

2. LA RECEPCIÓN DE LA CAUSA A PRUEBA.

2.1. PRESUPUESTOS.
La recepción de la causa a prueba, se encuentra regulada en los arts. 313 y 318 del CPC.
Art. 313. Si el demandado acepta llanamente las peticiones del demandante, o si en sus escritos no contradice en
materia substancial y pertinente los hechos sobre que versa el juicio, el tribunal mandará citar a las partes para oír
sentencia definitiva, una vez evacuado el traslado de la réplica.
Igual citación se dispondrá cuando las partes pidan que se falle el pleito sin más trámite.

Art. 318. Concluídos los trámites que deben preceder a la prueba, ya se proceda con la contestación expresa del
demandado o en su rebeldía, el tribunal examinará por sí mismo los autos y si estima que hay o puede haber
controversia sobre algún hecho substancial y pertinente en el juicio, recibirá la causa a prueba y fijará en la misma
resolución los hechos substanciales controvertidos sobre los cuales deberá recaer.
Sólo podrán fijarse como puntos de pruebas los hechos substanciales controvertidos en los escritos anteriores a la
resolución que ordena recibirla.

De estas disposiciones se desprende que la recepción de la causa a prueba presupone lo


siguiente:
i. Que se haya agotado el periodo de discusión, es decir, que se haya duplicado o evacuado
el trámite de la dúplica en rebeldía del demandado, y en caso de que se haya
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reconvenido, que esté evacuada la dúplica de la reconvención. Y a su vez, tiene que haber
sido evacuado el trámite de la conciliación.
ii. Que existan hechos pertinentes y substanciales, de carácter controvertido. Es un deber
para el juez hacer un examen personal de los autos y determinar si existen esta clase de
hechos. La jurisprudencia ha reconocido y reiterado este deber, por lo tanto, no puede
pedirse abandono por inactividad de las partes, luego de evacuado el trámite de la
dúplica.
iii. Que no se haya renunciado al periodo de prueba, lo cual se puede hacer implícitamente,
cuando el demandado se allana o no contradice los hechos de la contraparte; o
expresamente, cuando las partes piden que el pleito se falle sin más trámite.

2.2. ACTITUDES QUE PUEDE ADOPTAR EL TRIBUNAL.


Concluidos los trámites que deben preceder a la prueba, el tribunal debe abandonar su
actividad pasiva y proceder a examinar los autos, para determinar si recibe o no la causa a
prueba. En la duda del juez de recibir o no la causa a prueba, es preferible recibirla, porque se
busca ante todo el derecho de las partes a probar.
De este examen podrá tomar distintas posturas, a saber: puede no recibir la causa a
prueba; puede recibirla y ésta no procede; o puede recibir la causa a prueba.

a. NO RECIBE LA CAUSA A PRUEBA.


El juez está obligado a recibir la causa a prueba, cuando proceda de acuerdo a la ley, y en
caso de que no lo haga, procede el recurso de casación en la forma, por ser éste un trámite
esencial en el juicio ordinario (arts. 795 Nº 3 y 768 Nº 9 del CPC).
Art. 795. En general, son trámites o diligencias esenciales en la primera o en la única instancia en los juicios de
mayor o de menor cuantía y en los juicios especiales:
3. El recibimiento de la causa a prueba cuando proceda con arreglo a la ley.

Art. 768. El recurso de casación en la forma ha de fundarse precisamente en alguna de las causas siguientes:
9. En haberse faltado a algún trámite o diligencia declarados esenciales por la ley o a cualquier otro requisito por
cuyo defecto las leyes prevengan expresamente que hay nulidad.

Sin embargo, el juez puede no recibir la causa a prueba en alguna de las siguientes
hipótesis:
i. Cuando el demandado acepta llanamente las peticiones del demandante (art. 313 inc. I
del CPC). Esto se justifica porque el demandado está reconociendo en forma expresa los
fundamentos de hecho y de Derecho afirmados por el actor.
ii. Cuando el demandado en sus escritos no contradice en materia sustancial y pertinentes
los hechos sobre los que versa el juicio (art. 313 inc. I del CPC). Como se dijo en su
momento, esta hipótesis no implica que el demandado se allane a las pretensiones del
demandante, ya que puede discutir los fundamentos de derecho de las mismas; sólo
significa que acepta los hechos que el actor expone, discuta o no su calificación jurídica.

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En cualquiera de estas hipótesis, no se recibe la causa a prueba, porque el Derecho no se


prueba (iura novit curia).
iii. Cuando las partes pidan que se falle el pleito sin más trámite (art. 313 inc. II del CPC).
Algunos señalan que las partes son dueñas del proceso y de la prueba, y es por ello que el
legislador les permite renunciar a la actividad probatoria. En este supuesto el juez está
obligado a aceptar la petición, aún en el caso en que creyere que es necesaria la prueba
(lo único que podría hacer, sería decretar una medida para mejor resolver).

En estas tres situaciones, no hay controversia sobre algún hecho substancial y pertinente
en el juicio, por lo tanto, el juez debe citar a las partes para oír sentencia, una vez evacuado el
traslado de la réplica, es decir, contestada la dúplica o evacuada en rebeldía del demandado (se
salta y se omite el periodo de prueba).312
Ahora bien, de acuerdo a la primera parte del art. 326 inc. I del CPC, es apelable la
resolución en que explícita o implícitamente se niegue el trámite de recepción de la causa a
prueba, salvo el caso del inc. II del art. 313 (cuando las partes pidan que se falle el pleito sin más
trámite). Se niega explícitamente, si el tribunal señala de modo directo que no recibirá la causa a
prueba, por ejemplo, cuando una parte pide que se reciba la causa a prueba y el juez provee el
“no ha lugar”; y se niega implícitamente, si el tribunal cita a las partes para oír sentencia. Hay
que tener presente, como se dijo al comienzo, que también cabe el recurso de casación en la
forma.
Por otro lado, el precepto señala que no procede la apelación cuando las mismas partes
han renunciado a la prueba y pedido que se falle el pleito sin más trámite. La razón de esto, es
que no puede contravenirse una actuación de las mismas partes, por tanto, si ya renunciaron a la
prueba, el juez no comete agravio al no dar lugar a este trámite (doctrina de los actos propios).
En lo que dice relación con el allanamiento o la no contradicción, sí procede la apelación, porque
puede suceder, por ejemplo, que el allanamiento haya sido parcial.

b. RECEPCIÓN DE LA CAUSA A PRUEBA, SIENDO ÉSTA LEGALMENTE IMPROCEDENTE.


Esto tiene lugar cuando el juez recibe la causa a prueba siendo que no había hechos
sustanciales y pertinentes controvertidos, o cuando la prueba era improcedente por otra causal
legal (por ejemplo, se había renunciado a ella).
En este caso no cabe el recurso de reposición, ya que éste procede en contra de autos y
decretos, y la resolución que recibe la causa a prueba es una sentencia interlocutoria de segunda
clase ¿Es susceptible de apelación? El profesor ALFARO señala que aquí hay una discusión:
algunos dicen sí procede, porque por regla general, las resoluciones apelables son las sentencias
interlocutorias y definitivas de primera instancia, y ésta es una sentencia interlocutoria de
primera instancia; otros, en cambio, señalan que no procede por lo dispuesto en el art. 326 inc. II
del CPC, el cual, a propósito de la ampliación de la prueba, establece que son inapelables la
resolución que dispone la práctica de alguna diligencia probatoria y la que da lugar a la
ampliación de la prueba sobre hechos nuevos alegados durante el término probatorio. La razón

312
El profesor LUHRS señala que en materia de orden público (por ejemplo, la declaración de nulidad del
matrimonio), no basta con dictar la resolución para oír sentencia, ya que hay intereses superiores que están en juego:
por ende, aun cuando no haya hechos sustanciales y pertinentes controvertidos, e interviene el orden público, el
tribunal igualmente debe recibir la causa a prueba.

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de esta norma, es que ante la duda de no recibir la causa a prueba, es mejor dar la posibilidad que
no hacerlo, pues se estima que así se resguarda el derecho de toda parte a probar.

c. SE RECIBE LA CAUSA A PRUEBA.


Puede ocurrir que el juez, una vez agotado el periodo de discusión, producto del análisis
de los autos, advierta que hay controversia sobre algún hecho substancial y pertinente en el
juicio. En esta situación, el juez tiene el deber de dictar una resolución (interlocutoria de segunda
clase) con la cual abrirá el período de prueba; y dicha resolución debe contener:
i. La orden del tribunal de recibir la causa a prueba, que se materializa en la mención
“vistos, se recibe la causa a prueba”, es decir, analizados los antecedentes del expediente,
se recibe la causa a prueba.
ii. La fijación de los hechos controvertidos pertinentes y sustanciales sobre los que la prueba
recaerá. Estos hechos no son expuestos de una manera técnica, específica o detallada,
basta una exposición general de los mismos; así, por ejemplo, la resolución puede decir:
efectividad de que al momento de producirse la muerte de xxx, éste se encontraba sujeto
a vínculo de dependencia laboral con la empresa demandada; si a raíz del fallecimiento
de xxx, la demandante sufrió perjuicios, y la naturaleza, especie y monto de los mismos,
etc.313 ¿Dónde están los hechos? Los hechos sustanciales y pertinentes contenidos en la
resolución, son los hechos controvertidos en los escritos del periodo de discusión
(demanda, contestación, réplica, dúplica); y si un hecho que reviste estos caracteres tiene
lugar con posterioridad a esta resolución (por ejemplo, se opone una excepción anómala),
se procederá la ampliación de la prueba.
iii. Las dos menciones anteriores son esenciales, por lo tanto, la resolución también puede
tener un contenido accidental. En la práctica, se agregan las siguientes menciones
accidentales: la expresión de que “se recibe la causa a prueba por el término legal”; y el
señalamiento de las audiencias destinadas a recibir la prueba testimonial que pudieren
rendir las partes.314

Cabe decir que, aun cuando la resolución que recibe la causa a prueba comúnmente se la
conoce con el nombre de “auto de prueba”, está muy lejos de tener esta calificación jurídica. En
efecto, según la jurisprudencia reiterada de nuestros tribunales, la resolución que recibe la causa
a prueba es una sentencia interlocutoria de segundo grado o clase, pues es de aquellas que recae
sobre un trámite que debe servir de base al pronunciamiento de una sentencia definitiva o

313
El profesor LUHRS señala que a veces se distingue entre: los hechos sustanciales y pertinentes controvertidos, que
son lo que se requiere probar y que en general señala el tribunal (por ejemplo, la existencia de un contrato entre las
partes); y los puntos de prueba, que son las circunstancias específicas que conforman los hechos, que llevan al
tribunal a concluir que tales hechos hayan existido (por ejemplo, en la celebración de un contrato, que el absolvente
estaba en Valparaíso, que fue a la oficina del abogado, y que modificó el contrato).
314
Ejemplo de redacción de una resolución que reciba la causa a prueba, es la siguiente: “Valparaíso, siete de
diciembre de dos mil diez. Vistos: se recibe la causa a prueba por el término legal de veinte días y se fijan como
hechos substanciales y pertinentes sobre los cuales deberá recaer los siguientes: 1. Circunstancias y fecha en que
ocurrió el accidente de tránsito a que se alude en la demanda, 2. etc. Ríndase la testimonial que procediere en las
cuatro últimas audiencias (días) del probatorio a las 9:00 horas. Notifíquese por cedula. Proveyó don xxx, juez
titular del 8º juzgado civil de Santiago. Firman el Juez y el Secretario”.

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interlocutoria posterior.
Ahora bien, no hay que olvidar que esta resolución, para que produzca los efectos legales
que le son propios, debe ser notificada a ambas partes por cédula. En efecto, conforme al art. 48
inc. I del CPC, las sentencias definitivas, las resoluciones en que se reciba a prueba la causa, o se
ordene la comparecencia personal de las partes, se notificarán por medio de cédulas que
contengan la copia íntegra de la resolución y los datos necesarios para su acertada inteligencia.
La notificación de esta resolución, marca la apertura del término probatorio, y de acuerdo al art.
327 inc. I del CPC, todo término probatorio es común para las partes y dentro de él deberán
solicitar toda diligencia de prueba que no hubieren pedido con anterioridad a su iniciación.
Por tanto, al ser un término común, los efectos de esta resolución corren desde la última
notificación efectuada a las partes (art. 65 inc. II: los términos comunes se contarán desde la
última notificación).
El juez es soberano para decidir los hechos substanciales y pertinentes sobre los cuales
debe recaer la prueba. Sin embargo, en el cumplimiento de esta delicada labor, puede cometer
errores que perjudiquen a las partes litigantes; por ejemplo, puede que la resolución no contenga
todos los hechos sustanciales y pertinentes controvertidos, o los contenga mal expresados, o los
contenga en exceso. Por consiguiente, la ley ha debido poner a disposición de ellas los recursos
procesales necesarios para obtener su enmienda, cuales son:
i. El r e c u r s o d e r e p o s i c i ó n . De acuerdo al art. 319 inc. I del CPC, las partes podrán
pedir reposición, dentro de tercero día, de la resolución a que se refiere el artículo
anterior. En consecuencia, podrán solicitar que se modifiquen los hechos controvertidos
fijados, que se eliminen algunos o que se agreguen otros. Ésta es una reposición especial
o excepcional, por lo siguiente:
- Porque procede en contra de una sentencia interlocutoria, en circunstancias que sólo
los autos y decretos son susceptibles de esta clase de recursos. Como se dijo en su
momento, ésta era una de las excepciones al efecto del desasimiento del tribunal, esto
es, el efecto que producen las sentencias definitivas o interlocutorias, en virtud del
cual una vez que han sido notificadas a alguna de las partes, no pueden ser
modificadas o alteradas de manera alguna por el tribunal que las dictó.
- El plazo para interponerlo es dentro de tercero día, en circunstancias que la reposición
sin nuevos antecedentes tiene un plazo de cinco días para poder ser deducida, y la con
nuevos antecedentes no tiene plazo.
- En cuanto a su tramitación, el inc. II del art. 319 señala que el tribunal se pronunciará
de plano sobre la reposición o la tramitará como incidente, en circunstancias que la
reposición debe ser siempre resuelta de plano, por lo menos, cuando no se invocan
nuevos antecedentes.
- El profesor LUHRS señala que también es especial, porque no se puede pedir que el
tribunal deje sin efecto la resolución que recibe la causa a prueba, sólo puede pedirse
que se modifiquen, eliminen o agreguen hechos.
La interposición del recurso de reposición produce la suspensión del inicio del término
probatorio, el que sólo comenzará a correr una vez que se falle el recurso.

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ii. La a p e l a c i ó n . De acuerdo al art. 319 inc. III, la apelación en contra de la resolución del
art. 318 sólo podrá interponerse en el carácter de subsidiaria de la reposición pedida y
para el caso de que ésta no sea acogida. La apelación se concederá sólo en el efecto
devolutivo. Que sea subsidiaria, significa que se debe interponer conjuntamente con el
recurso de reposición (en el mismo escrito), pero para el evento de que la reposición sea
rechazada (el escrito dirá: “En lo principal: recurso de reposición. Otrosí: Apelo”.). Y si
la reposición contiene los fundamentos de hecho y de derecho en que se apoya y las
peticiones concretas, no es necesario que la apelación los contenga, pues de acuerdo al
art. 189 inc. III del CPC, en aquellos casos en que la apelación se interponga con el
carácter de subsidiaria de la solicitud de reposición, no será necesario fundamentarla ni
formular peticiones concretas, siempre que el recurso de reposición cumpla con ambas
exigencias.315
Debe ser interpuesta dentro de tercero día (al igual que la reposición), en circunstancias
que el plazo general para apelar es de cinco días. Se concede sólo en el efecto devolutivo,
lo cual es una reiteración de lo que establece el art. 194 del CPC, que señala que sin
perjuicio de las excepciones expresamente establecidas en la ley, se concederá apelación
sólo en el efecto devolutivo: 2) de los autos, decretos y sentencias interlocutorias. La
virtud de que se conceda en el efecto devolutivo, es que no se suspende el juicio por el
hecho de apelarse la resolución que recibe la causa a prueba.
El objeto de la apelación, al igual que el recurso de reposición, es que se modifiquen,
agreguen o eliminen hechos fijados por el juez en la resolución. Hay que tener claro que
lo que se apela es la resolución que recibe la causa a prueba, y no la resolución que niega
lugar a la reposición. También hay que tener presente, que el recurso de reposición lo
falla el mismo juez, en cambio, el recurso de apelación lo el Tribunal Superior.316

Ahora bien, en virtud de la interposición de estos recursos pueden ocurrir dos situaciones
diversas:
i. El tribunal puede acoger la reposición solicitada, es decir, acepta modificar los hechos
controvertidos fijados, eliminar alguno de ellos, o bien, agregar otros (lógicamente no
necesita pronunciarse sobre la apelación subsidiaria). Pero la otra parte litigante, que
estaba conforme con la primitiva resolución que recibió la causa a prueba, puede apelar la
resolución que acogió la reposición contraria, pues de acuerdo a la segunda parte del art.
326 inc. I, es apelable sólo en el efecto devolutivo la (resolución) que acoge la reposición
a que se refiere el art. 319. Hay que tener presente que aquí se apela la resolución que
acogió la reposición de la resolución que recibió la causa a prueba, y no esta última (pues
el apelante está conforme con ella); y la razón de la apelación, es que no cabe reposición
de reposición.

315
Hay que recordar que otro supuesto distinto, es la apelación de la resolución que recibe la causa a prueba por
considerar que es improcedente. Como se dijo, el CPC nada dice, pero a partir del art. 326 inc. II (son inapelables la
resolución que dispone la práctica de alguna diligencia probatoria…), un importante sector de la doctrina y
algunos fallos señalan que no es apelable. Según CASARINO sí cabe apelación, y a falta de regla especial, debe ser
concedida en ambos efectos.
316
Es importante señalar que no precluye la facultad de deducir recursos porque la otra parte lo haya deducido,
incluso si hay pluralidad de demandantes y/o demandados, y uno de ellos deduce un recurso, no precluye la facultad
de los otros de hacerlo por este motivo. Siempre podrán hacerlo dentro del plazo de tres días, salvo que obren por
procurador común.

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ii. Si el juez niega lugar a la reposición, debe efectuar un examen de admisibilidad respecto
de la apelación subsidiaria, y en caso de que sea admisible, deberá enviar los autos al
tribunal de alzada (ad quem). Esta apelación se concede sólo con el efecto devolutivo, de
manera que en primera instancia se sigue tramitando el asunto y, por tanto, se rendirá
prueba sobre los hechos.
Ahora bien, la Corte puede confirmar o revocar (total o parcialmente) la resolución
recurrida, sea que se apele (en forma subsidiaria) la resolución que reciba la causa a
prueba (con el objeto de que se modifiquen, agreguen o eliminen hechos), o sea que se
apele la resolución que acogió la reposición deducida en contra del “auto de prueba”.
- Si se confirma la resolución que recibe la causa a prueba (o sea, no se acogió la
apelación subsidiaria), o se revocó la resolución que acogió la reposición del “auto de
prueba” (o sea, se acogió la apelación de la parte que estaba conforme con el “auto de
prueba”), no hay inconveniente alguno, ya que una vez devuelta las compulsas del
expediente, se agregarán a los autos, y éstos seguirán su marcha normal.
- En cambio, si se acoge la apelación subsidiaria y, por tanto, se modifican, eliminan o
agregan hechos al auto a prueba, se produce un problema respecto a la modificación o
agregación de nuevos hechos, porque en tal caso, los más probable es que el
probatorio esté vencido (ya que la apelación sólo opera con efecto devolutivo), de
manera que la ley otorga un término probatorio especial, por el número de días que fije
prudencialmente el tribunal a quo, y que no podrá exceder de ocho días (art. 339 inc.
317
IV del CPC).

Art. 339 inc. IV. Deberá concederse un término especial de prueba por el número de días que fije
prudencialmente el tribunal, y que no podrá exceder de ocho, cuando tenga que rendirse nueva prueba,
de acuerdo con la resolución que dicte el tribunal de alzada, acogiendo la apelación subsidiaria a que se
refiere el art. 319. Para hacer uso de este derecho no se necesita la reclamación ordenada en el inciso
anterior. La prueba ya producida y que no esté afectada por la resolución del tribunal de alzada tendrá
pleno valor.

2. 3. LA AMPLIACIÓN DE LA PRUEBA.
La ampliación de la prueba tiene lugar cuando se quiere aumentar el objeto de la prueba,
es decir, los hechos controvertidos substanciales y pertinentes señalados en la resolución que
recibe la causa a prueba. No dice relación con el aumento del término probatorio o del plazo para
efectuar la actividad probatoria.
Esta institución tiene lugar en dos casos determinados, a saber:
i. El inc. I del art. 321 del CPC, señala que no obstante lo dispuesto en el artículo anterior
(la presentación de la lista de testigos y de la minuta de preguntas), es admisible la
ampliación de la prueba cuando dentro del término probatorio ocurre algún hecho
substancialmente relacionado con el asunto que se ventile; es decir, ocurre un hecho
nuevo, que tiene relación sustancial con la controversia del juicio. Por ejemplo, se
entabla una acción reivindicatoria en contra de un bien inmueble, y se quema parte de la
casa.

317
No hay problema si se elimina un hecho, pues lo probado con respecto a él, se deja sin efecto.

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ii. El inc. II del mismo precepto, señala que será también admisible la ampliación a hechos
verificados y no alegados antes de recibirse a prueba la causa, con tal que jure el que los
aduce que sólo entonces han llegado a su conocimiento. Por ejemplo, se entabla una
acción reivindicatoria en contra de un bien inmueble, y el reivindicante no sabía que se
había quemado parte de la casa.

La petición de ampliación de la prueba se tramita en conformidad a las reglas generales


de los incidentes. En efecto, conforme al art. 322 del CPC, al responder la otra parte el traslado
de la solicitud de ampliación, podrá también alegar hechos nuevos que reúnan las condiciones
mencionadas en el artículo anterior, o que tengan relación con los que en dicha solicitud se
mencionan. Agrega el inc. II que el incidente de ampliación se tramitará en conformidad a las
reglas generales, en ramo separado, y no suspenderá el término probatorio. Finaliza el inc. III
diciendo que lo dispuesto en este artículo se entiende sin perjuicio de lo que el art, 86 establece,
es decir, todos los incidentes (de ampliación de la prueba) cuyas causas existan
simultáneamente, se deberán promover a la vez. En caso contrario, se observará, respecto de los
que se promuevan después, lo dispuesto en el inc. III del art. 84, es decir, serán rechazados de
oficio por el tribunal, salvo que se trate de hechos esenciales para la ritualidad o marcha del
juicio.
De acuerdo al art. 326 inc. II del CPC, son inapelables la resolución que dispone la
práctica de alguna diligencia probatoria y la que da lugar a la ampliación de la prueba sobre
hechos nuevos alegados durante el término probatorio. Esta es una resolución interlocutoria que
establece derechos permanentes para las partes, por lo tanto, tampoco es susceptible de
reposición.
Si se da lugar a la solicitud de ampliación de la prueba, eventualmente puede suceder que
también en el intertanto haya transcurrido el probatorio, por ende, será necesario otorgar un
término probatorio especial, que se regirá por las normas de la prueba de los incidentes. En
efecto, conforme al art. 327 inc. II del CPC, en los casos contemplados en los arts. 310
(excepciones anómalas), 321 y 322 (ampliación de la prueba) el tribunal, de estimar necesaria la
prueba, concederá un término especial de prueba que se regirá por las normas del art. 90
(prueba incidental), limitándose a quince días el plazo total que establece en su inc. III (plazo de
30 para que se practiquen diligencias probatorias fuera del lugar en que se sigue el juicio) y sin
perjuicio de lo establecido en el art. 431 (prueba pendiente una vez citada a las partes para oír
sentencia).

3. EL TÉRMINO PROBATORIO.

3.1. CONCEPTO.
Una vez notificada por cédula la resolución que recibe la causa a prueba, el juicio pasa a
la segunda etapa o fase, llamada período de prueba y, dentro de ella, sobresale el llamado
término probatorio.
Se entiende por término probatorio aquél espacio de tiempo, establecido en el juicio
ordinario de mayor cuantía, destinado a que las partes desarrollen la actividad probatoria al tenor
de los hechos controvertidos pertinentes y substanciales, fijados en la resolución que recibe la
causa a prueba.

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Si bien el término probatorio se utiliza para que dentro de él las partes rindan todas las
pruebas que crean necesario realizar, ello no es absoluto, ya que pueden solicitarse y
diligenciarse pruebas fuera de dicho término (por ejemplo, la prueba documental puede
producirse con la presentación de la demanda). Por lo tanto, el término probatorio no tiene un
carácter marcadamente preclusivo, es únicamente fatal para la recepción de la prueba
testimonial, los demás medios probatorios pueden rendirse en las oportunidades en que para cada
uno de ellos se señalarán.

3.2. CARACTERÍSTICAS.
i. En cuanto a su fuente, por regla general, es un t é r m i n o l e ga l , ya que la propia ley se
encarga de señalar su duración. Pero también puede ser judicial, puesto que el juez está
facultado para señalar términos especiales de prueba (términos probatorios especiales) e,
incluso, puede ser convencional, ya que por acuerdo unánime de las partes se puede
reducir su duración (art. 328 del CPC).
Art. 328. Para rendir prueba dentro del territorio jurisdiccional del tribunal en que se sigue el juicio tendrán
las partes el término de veinte días.
Podrá, sin embargo, reducirse este término por acuerdo unánime de las partes.

ii. Es un t é r mi n o c o m ú n , así lo señala el art. 327 inc. I del CPC, al decir que todo término
probatorio es común para las partes y dentro de él deberán solicitar toda diligencia de
prueba que no hubieren pedido con anterioridad a su iniciación. Al decir “todo”, se está
refiriendo tanto al término probatorio ordinario, extraordinario y especial.
De acuerdo al art. 65 inc. II del CPC, los términos comunes se contarán desde la última
notificación ¿cuál es esta última notificación? No puede ser otra que la notificación de la
resolución que recibe la causa a prueba, en caso de que no haya sido objeto de recursos; o
bien, en caso de que lo hubiere sido, la notificación (por el estado) de la resolución que se
pronuncia sobre la última solicitud de reposición. Por lo tanto, la regla general es que se
inicia al momento de notificarse por cédula la resolución que recibe la causa a la última
de las partes; con todo, se puede alterar este inicio por la interposición de un recurso de
reposición en contra de la resolución que recibe la causa a prueba, caso en el cual, se
suspenderá el inicio del término probatorio hasta que se haya notificado la resolución que
se pronuncia sobre la última solicitud de reposición. Ahora, el recurso de apelación
subsidiario es en el sólo efecto devolutivo, por lo tanto, no suspende el inicio del término
probatorio.318
iii. Es un t é rm i n o f a t a l , ya que es un plazo legal establecido en el CPC y no está
establecido para una actuación propia del tribunal. Pero esto no es tan absoluto, ya que si
el tribunal, una vez vencido el término probatorio, estima que una diligencia probatoria
pendiente es estrictamente necesaria para la acertada resolución de la causa, y lo expresa
en una resolución fundada, la reiterará como medida para mejor resolver (art. 431 del
CPC). En consecuencia, es fatal en cuanto no pueden solicitarse diligencias probatorias o
proponerse medios probatorios una vez que transcurrió el término; pero no es fatal en el
318
Esto se diferencia del emplazamiento del demando, ya que si son varios los demandados, es individual en su
iniciación, pero común para su extinción o vencimiento, es decir, se termina el último día del plazo, que el último
demandado notificado tiene para contestar la demanda.

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sentido de hacer caducar o extinguir las diligencias pendientes, porque en ese caso se
aplica el art. 431 del CPC (es fatal para pedir, pero no para cumplir).
Art. 431. No será motivo para suspender el curso del juicio ni será obstáculo para la dictación del fallo el
hecho de no haberse devuelto la prueba rendida fuera del tribunal, o el de no haberse practicado alguna
otra diligencia de prueba pendiente, a menos que el tribunal, por resolución fundada, la estime
estrictamente necesaria para la acertada resolución de la causa. En este caso, la reiterará como medida para
mejor resolver y se estará a lo establecido en el art. 159.
En todo caso, si dicha prueba se recibiera por el tribunal una vez dictada la sentencia, ella se agregará al
expediente para que sea considerada en segunda instancia, si hubiere lugar a ésta.

iv. De conformidad con el art 339 inc. I del CPC, el término de prueba no se suspenderá en
caso alguno, salvo que las partes lo pidan. Esto habla del derecho que tienen las partes
sobre el término probatorio.

3.3. CLASES DE TÉRMINOS PROBATORIOS.


Nuestra ley procesal civil reconoce tres clases de términos probatorios: el término
probatorio ordinario, el término probatorio extraordinario, y el término probatorio especial.

a. TÉRMINO PROBATORIO ORDINARIO.


Constituye la regla general, y su duración, por expresa disposición de la ley, es de 20
días, salvo que por acuerdo unánime de las partes se reduzca este plazo. En efecto, de acuerdo al
art. 328 del CPC, para rendir prueba dentro del territorio jurisdiccional del tribunal en que se
sigue el juicio tendrán las partes el término de veinte días; agrega el inc. II que podrá, sin
embargo, reducirse este término por acuerdo unánime de las partes (nunca lo pueden ampliar).
Este término habilita para rendir cualquier prueba, en cualquier lugar. Ello es así, a pesar
que de la redacción del art. 328 del CPC pareciera desprenderse que sólo se puede rendir prueba
dentro del territorio jurisdiccional del tribunal, no obstante, de acuerdo al art. 334 del CPC, se
puede, durante el término ordinario, rendir prueba en cualquier parte de la República y fuera de
ella. Pero en la práctica, este término ordinario es insuficiente para rendir prueba en otro
territorio jurisdiccional o fuera de la República, y de allí la existencia de los términos
extraordinarios y especiales.
Por ser un plazo de días y estar señalado en el CPC, es un plazo discontinuo (de días
hábiles), por lo tanto, se suspende durante los días feriados; y también se suspende cuando las
partes unánimemente así lo disponen.

b. TÉRMINO PROBATORIO EXTRAORDINARIO.


Se define como aquel plazo que se concede para rendir prueba en un territorio
jurisdiccional diverso al que se sigue el juicio o fuera del territorio de la República. Esta
definición permite apreciar que el término probatorio extraordinario es de dos clases: puede estar
destinado a rendir prueba en otro territorio jurisdiccional pero dentro de la República, o a rendir
prueba fuera de la República. Esta clasificación tiene importancia, ya que, como se verá, estos
términos extraordinarios difieren en cuanto a los requisitos de procedencia, a la caución que debe
otorgarse, y a la tramitación de su solicitud.

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El término extraordinario de prueba, no es sino, el aumento del término ordinario (el cual
es de 20 días), aumento que se hace de acuerdo al lugar en donde debe rendirse la prueba y según
la tabla de emplazamiento del art. 259 del CPC. En efecto, conforme al art. 329 del CPC, cuando
haya de rendirse prueba en otro territorio jurisdiccional o fuera de la República, se aumentará
el término ordinario a que se refiere el artículo anterior con un número de días igual al que
concede el art. 259 para aumentar el de emplazamiento.
Este aumento extraordinario comienza a correr una vez que se ha extinguido el término
ordinario, pues así lo dispone el art. 333 CPC, el cual señala que todo aumento del término
ordinario continuará corriendo después de éste sin interrupción y sólo durará para cada
localidad el número de días fijado en la tabla respectiva. Es obvio que, una vez vencido el
término probatorio ordinario, sólo podrá rendirse prueba en aquellos lugares para los cuales se
haya otorgado aumento extraordinario del término (art. 335 del CPC).
De acuerdo al art. 332 del CPC, el aumento extraordinario para rendir prueba deberá
solicitarse antes de vencido el término ordinario, determinando el lugar en que dicha prueba
debe rendirse. Es preciso, además, que concurran ciertos y determinados requisitos, los cuales
difieren según si el término extraordinario sea para rendir prueba en otro territorio jurisdiccional
o fuera del territorio de la República. En efecto:
i. El aumento extraordinario para rendir prueba dentro de la República se concederá
siempre que se solicite, salvo que haya justo motivo para creer que se pide
maliciosamente con el sólo propósito de demorar el curso del juicio (art. 330 del CPC).

ii. En cambio, no se decretará el aumento extraordinario para rendir prueba fuera de la


República sino cuando concurran las circunstancias siguientes (art. 331 del CPC):
- Hechos o medios probatorios en el extranjero. Que del tenor de la demanda, de la
contestación o de otra pieza del expediente (réplica, dúplica o reconvención),
aparezca que los hechos a que se refieren las diligencias probatorias solicitadas, han
acaecido en el país en que deben practicarse dichas diligencias o que allí existen los
medios probatorios que se pretenden obtener (art. 331 Nº 1).
- Instrumentos de los que se valdrá. Que se determine la clase y condición de los
instrumentos de que el solicitante piensa valerse y el lugar en que se encuentran (art.
331 Nº 2).
- Si la prueba es testimonial. Tratándose de prueba de testigos, se exprese su nombre y
residencia o se justifique algún antecedente que haga presumible la conveniencia de
obtener sus declaraciones (art. 331 Nº 3).
- Por último, para dar curso a la solicitud, el tribunal exige que se deposite en su cuenta
corriente una consignación, pues, de acuerdo al art. 338 inc. I del CPC, siempre que se
solicite aumento extraordinario para rendir prueba fuera de la República, exigirá el
tribunal, para dar curso a la solicitud, que se deposite en la cuenta corriente del
tribunal una cantidad cuyo monto no podrá fijarse en menos de medio sueldo vital ni
en más de dos sueldos vitales.

En cuanto a su tramitación, el tribunal, en presencia de una petición de aumento


extraordinario, tendrá que distinguir según si el aumento es para rendir prueba en otro territorio

441
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jurisdiccional, o fuera de la República. En efecto:

i. Conforme a la primera parte del art. 336 inc. I del CPC, el aumento extraordinario para
rendir prueba dentro de la República se otorgará con previa citación. Hay que recordar
que tramitar una actuación judicial con citación, significa que, en principio, el tribunal
decreta la actuación, pero ésta no puede llevarse a efecto sino una vez que hayan pasado
tres días desde la notificación de la parte contraria, la cual puede dentro de este plazo
oponerse a la realización de la actuación, caso en el cual, el cumplimiento de la diligencia
se suspende hasta que se resuelva el incidente. De acuerdo al art. 336 inc. II del CPC, los
incidentes a que dé lugar la concesión de aumento extraordinario se tramitarán en pieza
separada (fuera de los autos principales) y no suspenderán el término probatorio; agrega
el inc. III que, con todo, no se contarán en el aumento extraordinario los días
transcurridos mientras dure el incidente sobre concesión del mismo.319

ii. Y conforme a la segunda parte del art. 336 inc. I del CPC, si el aumento extraordinario es
para producir efecto fuera del país, se decretará con audiencia de la parte contraria.
Tramitar una actuación judicial con audiencia, significa que el tribunal antes de resolver la
solicitud respectiva (si la decreta o no), debe conferir a la contraparte un plazo de tres días
para que manifieste lo que crea conveniente respecto de dicha diligencia (trámite incidental),
y con lo que ella exponga o en su rebeldía, el tribunal resolverá el incidente respectivo.
Este incidente se tramita del mismo modo que el caso anterior, es decir, en cuaderno
separado y los días que dure el incidente no se descontarán al aumento extraordinario.

¿Qué pasa si el tribunal decreta el aumento extraordinario y éste no se utiliza? Conforme


al art. 337 del CPC, la parte que haya obtenido aumento extraordinario del término para rendir
prueba en otro territorio jurisdiccional dentro de la República y no la rinda o solo rinda una
prueba impertinente, será obligada a pagar a la otra parte, los gastos que ésta haya hecho para
presenciar las diligencias pedidas, sea personalmente, sea por medio de mandatario. Esta
condenación se impondrá en la sentencia definitiva y podrá el tribunal exonerar de ella a la
parte que acredite no haberla rendido por motivos justificados. En cambio, la parte que haya
obtenido aumento extraordinario del término para rendir prueba fuera de la República y no la
rinda o sólo rinda una impertinente, fuera de incurrir en la misma sanción anterior, y en las
condiciones ya señaladas, perderá además la consignación que hizo en arcas fiscales para que
pudiere dársele curso a su solicitud, si resulta establecida en el proceso alguna de las
circunstancias establecidas en el art. 338 inc. inc. II del CPC.

Art. 338 inc. II. Sin perjuicio de lo que dispone el artículo anterior, se mandará aplicar al Fisco la cantidad
consignada si resulta establecida en el proceso alguna de las circunstancias siguientes:
1. Que no se ha hecho diligencia alguna para rendir la prueba pedida;
2. Que los testigos señalados, en el caso del art. 331 no tenían conocimiento de los hechos, ni se han hallado en
situación de conocerlos; y
3. Que los testigos o documentos no han existido nunca en el país en que se ha pedido que se practiquen las
diligencias probatorias.

319
El profesor ALFARO señala que esto último se contrapone con el art. 333 del CPC, el cual dispone que todo
aumento del término ordinario continuará corriendo después de éste “sin interrupción”.

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c. TÉRMINO PROBATORIO ESPECIAL.


Es aquel término probatorio que concede el juez cuando por causas o hechos ajenos a las
partes, se impide rendir la prueba en el término probatorio ordinario o extraordinario. Como se
puede apreciar, esta clase de término probatorio tiene como fuente una resolución judicial y es,
además, supletorio de los dos términos anteriores.
Su fundamento está en el hecho de que el término probatorio no se suspende en caso
alguno (salvo que todas las partes lo pidan), ni siquiera con motivo del incidente de ampliación
de la prueba, ni con el incidente de aumento extraordinario del término; esto lo corrobora la
segunda parte del art. 339 inc. I, al señalar que los incidentes que se formulen durante dicho
término o que se relacionen con la prueba, se tramitarán en cuaderno separado. Por lo tanto,
como el término probatorio no se suspende en caso alguno, no sería justo dejar a las partes sin la
oportunidad legal de rendir la prueba, si tiene lugar un hecho que impide la rendición de la
prueba. Las causas que habilitan la concesión de un término especial de prueba, son:
i. Conforme al art. 339 inc. II del CPC, si durante él (término de prueba) ocurren
entorpecimientos que imposibiliten la recepción de la prueba, sea absolutamente (por
ejemplo, una recusación del juez), sea respecto de algún lugar determinado (por ejemplo,
un terremoto o un temporal que impida las comunicaciones con un lugar determinado),
podrá otorgarse por el tribunal un nuevo término especial por el número de días que
haya durado el entorpecimiento y para rendir prueba sólo en el lugar a que dicho
entorpecimiento se refiera320. El entorpecimiento corresponde a un caso fortuito o fuerza
mayor, es decir, puede tener su origen en un hecho de la naturaleza o del hombre, pero
debe ser ajeno a quien lo reclama (las partes no pueden fabricarse entorpecimientos).
Para que proceda este término especial, es necesario que la parte reclame del obstáculo
que impide la prueba en el momento de presentarse o dentro de los tres días siguientes al
momento de presentarse el entorpecimiento (art. 339 inc. III); por ejemplo, si no concurre
el testigo, se alega el entorpecimiento en el acto.
ii. Cuando el tribunal de alzada acoge la apelación subsidiaria de la resolución que recibe la
causa a prueba, pues hay que recordar que esta apelación se concede en el sólo efecto
devolutivo, por ende, el tribunal inferior sigue conociendo del asunto principal y puede
suceder que el tribunal de alzada acoja la apelación y haya terminado el periodo de
prueba. En efecto, conforme al art. 339 inc. final del CPC, deberá concederse un término
especial de prueba por el número de días que fije prudencialmente el tribunal, y que no
podrá exceder de ocho, cuando tenga que rendirse nueva prueba, de acuerdo con la
resolución que dicte el tribunal de alzada, acogiendo la apelación subsidiaria a que se
refiere el art. 319. Para hacer uso de este derecho no se necesita la reclamación
ordenada en el inciso anterior (es decir, no se necesita reclamar del obstáculo en el acto,
o tres días después). La prueba ya producida y que no esté afectada por la resolución del
tribunal de alzada tendrá pleno valor. El profesor ALFARO señala que no basta con que
se acoja la apelación, sino que además la resolución que acoge el recurso tiene que
modificar o agregar hechos nuevos, pues en dicho caso, sería necesaria nueva prueba.
A diferencia del caso anterior, el término especial dura el número de días que fija el

320
El profesor ALFARO señala que el término especial se diferencia del término extraordinario, porque este último
procede respecto de un medio en particular, en cambio, el término especial procede respecto de todas la pruebas
entorpecidas.

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tribunal, el cual no puede exceder de ocho; y no se requiere reclamación del obstáculo, ya


que es una situación evidente; y la prueba ya producida que no esté afectada por la
resolución del tribunal de alzada, tendrá pleno valor.

iii. Si la prueba testimonial se ha comenzado a rendir dentro del término probatorio y no se


concluye en él por un impedimento. En efecto, de conformidad con el art. 340 del CPC,
las diligencias de prueba de testigos sólo podrán practicarse dentro del término
probatorio; agrega el inc. II que, sin embargo, las diligencias iniciadas en tiempo hábil y
no concluidas en él por impedimento cuya remoción no haya dependido de la parte
interesada, podrán practicarse dentro de un breve término que el tribunal señalará, por
una sola vez, para este objeto. Este derecho no podrá reclamarse sino dentro del término
probatorio o de los tres días siguientes a su vencimiento. Por ejemplo, se rinde prueba
testimonial el último día del probatorio y sólo alcanzan a declarar cuatro testigos de los
seis presentados, por vencimiento de la hora de audiencia.
iv. Si la prueba testimonial se entorpece por la inasistencia del juez. De acuerdo al art. 340
inc. III del CPC, siempre que el entorpecimiento que imposibilite la recepción de la prueba
(testimonial) sea la inasistencia del juez de la causa, deberá el secretario, a petición
verbal de cualquiera de las partes, certificar el hecho en el proceso y con el mérito de
este certificado fijará el tribunal nuevo día para la recepción de la prueba. En este caso,
a diferencia del anterior, no es necesario reclamo previo y no hay limitación en cuanto a
las veces que pueda concederse este nuevo término, procediendo, incluso, el tribunal de
oficio.
v. Siempre que el legislador así lo establezca. Por ejemplo, el art. 159 inc. penúltimo, a
propósito de las medidas para mejor resolver, señala que si en la práctica de alguna de
estas medidas aparece de manifiesto la necesidad de esclarecer nuevos hechos
indispensables para dictar sentencia, podrá el tribunal abrir un término especial de
prueba, no superior a ocho días, que será improrrogable y limitado a los puntos que el
mismo tribunal designe. También establece un término especial el art. 327 inc. II, al decir
que en los casos contemplados en los arts. 310 (excepciones anómalas), 321 y 322
(ampliación de la prueba) el tribunal, de estimar necesaria la prueba, concederá un
término especial de prueba que se regirá por las normas del art. 90 (prueba incidental),
limitándose a quince días el plazo total que establece en su inciso tercero y sin perjuicio
de lo establecido en el art. 431 (prueba pendiente).

4. LOS MEDIOS DE PRUEBA EN PARTICULAR.

4.1. LA PRUEBA INSTRUMENTAL.

a. CONCEPTO.
Lo primero que hay que señalar, es que nuestra legislación utiliza indistintamente la
noción de documento e instrumento, pero en estricto rigor, entre ellas hay una relación de género
a especie. En efecto, la doctrina entiende que el documento es un concepto genérico que
comprende todo medio externo que exprese un pensamiento o una idea; esta representación,
corrientemente se lleva a efecto por medio de una escritura, pero también puede hacerse por

444
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otros signos (por ejemplo, grabados en madera, taquigrafía) o por otros medios (por ejemplo,
fotografías, videos, etc.). Es por ello que el profesor FORTTES señala que d o c u m e n t o es todo
objeto escrito o no, que da cuenta de un hecho o de una manifestación de voluntad.
El i n s t r u m e n t o es una especie de documento que se caracteriza por ser escrito, o en
otras palabras, es un documento escrito cuyo soporte físico más habitual es el papel. El
documento más usual es el instrumento (por ejemplo, una letra de cambio, un pagaré, una
escritura pública, un pasaporte, un acta, etc.), y es por eso que el legislador utiliza
indistintamente los términos.321
Si bien nuestra legislación no reconoce la diferencia entre ambos conceptos, hay casos en
que se emplea el término instrumento en forma estricta, por ejemplo, el art. 1702 del CC señala
que el instrumento privado, reconocido por la parte a quien se opone, o que se ha mandado
tener por reconocido en los casos y con los requisitos prevenidos por ley, tiene el valor de
“escritura pública” respecto de los que aparecen o se reputan haberlo subscrito, y de las
personas a quienes se han transferido las obligaciones y derechos de éstos. Sin embargo, en la
mayoría de las disposiciones los términos se utilizan de forma indistinta.
Por último, cabe decir que la prueba documental es un medio de prueba preconstituido,
esto es, aquél que las partes crean al momento de celebrar un acto jurídico, con el objeto de
proporcionarse de antemano un elemento de convicción para el evento de una contienda judicial
posterior.

b. CLASIFICACIÓN DE LOS INSTRUMENTOS.


i. Según la función que desempeñan, los instrumentos se clasifican en instrumentos creados
por vía prueba y por vía de solemnidad. Los i n s t r u me n t o s po r v í a p r u e b a , son
aquellos que sirven para acreditar o probar un hecho (por ejemplo, deben constar por
escritos los actos que contienen la entrega de una cosa que valga más de dos UTM, sino,
no será admisible la prueba de testigos). No son elementos determinantes en la
formalización ni en el nacimiento de un acto a la vida jurídica, por tanto, la falta del
instrumento no genera la nulidad del acto (ya que éste podrá acreditarse por otros medios
de prueba), sino que se establece como sanción, generalmente, la inadmisibilidad de un
determinado medio de prueba.
Los i n s t r u m e n t o s p or v í a d e s o l e m n i d a d , son aquellos exigidos por la ley en
atención a la naturaleza del acto o contrato, y cuya omisión hace que el acto sea
inexistente o absolutamente nulo, y que no sea susceptible de ser acreditado (por ejemplo,
la promesa de celebrar un contrato, la que no vale si no consta por escrito). Por tanto, la
falta del instrumento no sólo afecta al acto mismo, sino que, además, éste no podrá ser
acreditado por ningún medio, ya que aquél no existirá.
ii. Atendiendo al lugar en donde han sido expedidos, se distingue entre i n s t r u me n t os
n a c i o n a l e s , que son aquellos que han sido otorgados en el territorio de la República; e
i n s t r u m e n t o s e x t r an j e r o s , que son aquellos que han sido otorgados fuera del
territorio de la República, por tanto, su forma o exteriorización, se rige por la ley del país
en el cual se otorgaron, pero su autenticidad se debe probar según las reglas establecidas

321
Hay autores que señalan que sólo son instrumentos los documentos cuyo fin natural es servir de prueba,
así, por ejemplo, una escritura pública en una compraventa es un instrumento, y no un diario, el cual no está
destinado a servir de prueba.

445
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en el CPC. La importancia de esta clasificación, está en que para otorgar valor al


instrumento extranjero en Chile, se exige su legalización.
iii. De acuerdo a su proposición o a quien tiene la iniciativa para presentarlos al juicio, los
instrumentos se dividen en aquellos que se rinden p o r v í a d e a gr e g a c i ó n y los que se
rinden por v í a d e e x h i b i c i ó n .
iv. En cuanto a su de origen, es decir, de quien emanan, los instrumentos pueden emanar de
las partes o de terceros.
v. También puede ser un criterio, el idioma en el cual están extendidos.
vi. El profesor FORTTES hace una distinción, que no es propiamente una clasificación, entre:
instrumento auténtico, que es el contrario al falsificado, esto es, aquel otorgado por las
personas que se señala, que no ha sido alterado; documento indubitado, que es aquél cuya
autenticidad no se pone en duda y que tiene importancia para una diligencia denominada
“cotejo de instrumentos”; y documento legalizado, que es aquel al que se le agrega una
garantía respecto de su autenticidad (se relaciona con los documentos extranjeros).
vii. Y en atención a su valor probatorio, los instrumentos se clasifican en públicos y privados.
El i n s t r u m e n t o p úb l i c o o a u t é n t i c o , conforme al art. 1699 inc. I del CC, es el
autorizado con las solemnidades legales por el competente funcionario; y el
i n s t r u m e n t o p r i v a d o, según CASARINO, es aquel que deja constancia de un hecho sin
solemnidad legal alguna; en otras palabras, es aquel que no reúne los requisitos del
instrumento público (por ejemplo, una carta, un mail impreso, un certificado médico)322.
Esta clasificación tiene importancia en atención al diverso mérito o valor probatorio que
presenta una y otra clase de instrumentos, y en relación a su impugnación. En efecto, a
diferencia de los instrumentos privados que deben ser reconocidos previamente para tener
eficacia probatoria en un juicio, los instrumentos públicos están revestidos de una
“presunción de autenticidad” por el hecho de intervenir en su otorgamiento un
funcionario público; razón por la cual, el instrumento público hace plena prueba respecto
de aquellos hechos de los cuales puede dar fe el funcionario público que interviene en su
otorgamiento, a saber: de la fecha, del hecho de haberse otorgado, de las partes que lo
otorgaron y de que las declaraciones en él contenidas son las que efectivamente hicieron
las partes (no de la verdad de la declaraciones).
Esta es la clasificación más importante, es por ello que, a continuación, serán analizados
en forma detallada estos instrumentos.

4.1.1. LOS INSTRUMENTOS PÚBLICOS.

a. CONCEPTO Y REQUISITOS.
Como se dijo, el art. 1699 inc. I del CC señala que instrumento público o auténtico es el
autorizado con las solemnidades legales por el competente funcionario. Sin embargo, el
legislador se equivoca al hacer sinónimos lo público con lo auténtico, pues la autenticidad, de

322
Según algunos, el instrumento privado es el otorgado por particularidades sin la intervención de un funcionario
público en calidad de tal, lo que no implica que carezca de solemnidades, por ejemplo, la lera de cambio.

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acuerdo al art. 17 inc. II del CC, se refiere al hecho de haber sido realmente otorgados y
autorizados por las personas y de la manera que en los tales instrumentos se exprese; y lo
público alude a un instrumento que ha sido autorizado por una persona en quien reside la
autoridad pública otorgada por la ley (calza con la definición del art. 1699). Por lo tanto, lo
auténtico no tiene que ver con lo público, por ello la redacción del artículo debió haber dicho
“público y auténtico”; pero en estricto rigor, los instrumentos públicos son casi siempre
auténticos. No obstante, hay muchos instrumentos auténticos que no son públicos, así, por
ejemplo, si un notario de la comuna de Valparaíso otorga una escritura en Viña del Mar, ésta será
auténtica (si fue realmente otorgada y autorizada por las personas y de la manera que el
instrumento se expresa) pero no pública, ya que el notario de Valparaíso no tiene la autoridad
para actuar fuera de su territorio jurisdiccional.
De la definición legal, se desprenden los elementos o requisitos que deben concurrir para
que un instrumento público revista este carácter:
i. Que sea autorizado por el competente funcionario. El funcionario que interviene en la
autorización de un instrumento público, es diverso según sea la naturaleza de éste, así: en
las sentencias será el juez, cuya firma es también autorizada por el secretario; en las
escrituras públicas interviene un notario; en las partidas de estado civil, o en la cédula de
identidad, actúa el Oficial de Registro Civil; en los certificados de dominio, hipoteca y
gravámenes, prohibiciones e interdicciones, etc., actúa el Conservador de Bienes raíces;
el Secretario del tribunal actúa respecto de las certificaciones y copias que otorgue (por
ejemplo, la copia de la demanda notificada por el Receptor o por el secretario); etc.
El funcionario debe ser “competente”, es decir, debe cumplir cuatro condiciones: ser un
funcionario público; que esté autorizado por la ley para el otorgamiento del documento;
debe actuar en el marco de sus atribuciones (competente en cuanto a la materia); y dentro
de su territorio jurisdiccional (competente en cuanto al territorio). Por ejemplo, un notario
es incompetente en cuanto a la materia, para otorgar una partida de estado civil; y un
Oficial de Registro Civil de Valparaíso es incompetente (en cuanto al territorio) para
intervenir en la celebración de un matrimonio en Santiago.
ii. Que sea otorgado con las solemnidades legales. Las solemnidades legales varían según la
naturaleza del instrumento público, así por ejemplo, no se otorga de igual manera una
escritura pública que una partida de estado civil. El profesor ALFARO señala que si faltan
las solemnidades legales, se trataría de un d o c u m e n t o o f i c i a l que, en palabras
simples, es aquél que emana de una autoridad sin cumplir solemnidades legales, por
ejemplo, los oficios o circulares que emanan de los servicios públicos, los boletines de
discusión parlamentaria, etc.323

b. LOS INSTRUMENTOS PÚBLICOS EN JUICIO.


El art. 342 del CPC, se encarga de precisar qué instrumentos se consideran públicos ante
los tribunales. En efecto, dicha disposición señala que serán considerados como instrumentos
públicos en juicio, siempre que en su otorgamiento se hayan cumplido las disposiciones legales
que dan este carácter:

323
Estos documentos no tienen valor probatorio, pero la jurisprudencia tiende a darle algún grado, o tipo de valor, ya
que podrían ser base de una presunción judicial.

447
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i. Lo s d o c u me n t o s o r i gi n a l e s (art. 342 Nº 1). Por regla general, los instrumentos


públicos, por su excepcional importancia, se otorgan en una matriz o instrumento original
(por ejemplo, una escritura pública) la cual queda incorporada en un registro especial (por
ejemplo, el protocolo), y como no pueden sacarse de este registro, se dan copias
autorizadas de ella, y estas copias las partes las acompañan materialmente al juicio. Sin
embargo, hay casos en que el instrumento mismo que se acompaña al juicio es el
documento original (por ejemplo, un certificado del Registro civil), sin necesidad de
sacar copias, ya que no hay matriz. La diferencia práctica que presentan los documentos
con o sin matriz, es el problema que se genera cuando el instrumento público sin matriz
se extravía.
ii. Las c o p i a s a u t o r i z a d a s . El art. 342 Nº 2 del CPC, dispone que son instrumentos
públicos en juicio, las copias dadas con los requisitos que las leyes prescriban para que
hagan fe respecto de toda persona, o, a lo menos, respecto de aquella contra quien se
hacen valer; por ejemplo, las copias de escrituras públicas (pues la matriz o escritura
pública original queda en el protocolo). Estas copias reciben el nombre de testimonios,
autos, o traslados, y se reconocen por frases como “copia fiel de su original”; pues la
autorización consiste en dar razón de su congruencia con el documento original, y esto se
hace con la firma del correspondiente funcionario (por ejemplo, el Notario, el
Conservador, el Archivero).324
iii. C o p i a s i m p l e n o o b j e t a d a . Éstas, de acuerdo al art. 342 Nº 3 del CPC, son las copias
que, obtenidas sin estos requisitos legales (los del art. 343 Nº 2), no son objetadas como
inexactas por la parte contraria dentro de los tres días de citación siguientes a aquel en
que se le dio conocimiento de ellas. Por tanto, las copias simples son aquellas que han
sido otorgadas sin autorización de funcionario competente y/o sin sujeción a las
formalidades legales de rigor; y si se presenta una copia en estas condiciones (por
ejemplo, una fotocopia de escritura pública), la parte contraria tiene un plazo fatal de tres
días para objetarla como inexacta, y si nada dice, la copia se considerará como
instrumento público dentro del juicio.
iv. C o p i a s i mp l e o b j et a d a y c o t e j a d a . El art. 342 Nº 4 señala que se considerarán
instrumento público en juicio, las copias que, objetadas en el caso del número anterior,
sean cotejadas y halladas conformes con sus originales o con otras copias que hagan fe
respecto de la parte contraria. Este es el caso de una copia simple que es objetada como
inexacta por la contraria, y la parte que la acompaña pide que se decrete la diligencia
judicial llamada “cotejo de instrumentos”, la cual está destinada a comparar o confrontar
la copia simple, con el documento original o con una copia autorizada, a fin de establecer
la identidad o no entre ambas; por ejemplo, la fotocopia de una escritura pública, que
hubiere sido objetada, y luego cotejada con una copia autorizada.

324
Hay que tener presente que la fotocopia de una escritura pública certificada por un notario, no es un instrumento
público, ni una copia autorizada de la escritura pública, por tanto, no tiene cabida en el N° 2 del art. 342, sino en el
N° 3 ó 4 de dicha disposición (copia simple). Sin embargo, hay fotocopias de instrumentos públicos que, cuando son
firmadas de puño y letra por el funcionario competente, tienen el carácter de copia autorizada del instrumento
público original; por ejemplo, las fotocopias de un expediente que, certificadas por el secretario, se envían a otro
tribunal (art. 37 inc. III del CPC); o las compulsas o fotocopias del expediente que, certificadas por el secretario, se
envían al tribunal superior para que conozca del recurso de apelación (art. 197 del CPC).

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De acuerdo al art. 344 del CPC, el cotejo de instrumentos se hará por el funcionario que
haya autorizado la copia presentada en el juicio, por el secretario del tribunal o por otro
ministro de fe que dicho tribunal designe. La razón de que esta diligencia se lleve a cabo
por un ministro de fe, es que se busca la autenticidad de la copia, es decir, el hecho de
haberse otorgado y autorizado por las personas y de la manera que en el instrumento
aparece.325
.
v. T e s t i m o n i o s o c o p i a s a gr e g a d a s . De acuerdo al art. 342 Nº 5, son instrumentos
públicos en juicio, los testimonios que el tribunal mande agregar durante el juicio,
autorizados por su secretario u otro funcionario competente, y sacados de los originales
o de copias que reúnan las condiciones indicadas en el número anterior. En el fondo se
trata de una medida para mejor resolver, decretada, por lo tanto, de oficio por el propio
tribunal; pues de acuerdo al Nº 1 del art. 159 del CPC, es una medida para mejor resolver:
la agregación de cualquier documento que estimen necesario para esclarecer el derecho
de los litigantes.
vi. El año 2007 mediante la ley 20.217 se incorporó en el listado de instrumentos públicos el
numeral 6º, que reconoce la calidad de instrumentos públicos a los documentos
electrónicos suscritos mediante firma electrónica avanzada, es decir, mediante una firma
que se verifica a distancia ¿Cómo se verifica la autenticidad de la firma? Hay una entidad
que certifica que esas firmas son las que efectivamente están allí, y esto se hacer por
medio de claves o códigos. Si se acompaña este tipo de documentos, el juez tiene que
citar a una audiencia de percepción documental, y la prueba que se podrá pedir, será la
prueba pericial, es decir, si hay objeción por su autenticidad la verificará un perito
informático.
vii. In s t r u m e n t o s p ú b l i c o s o t o r ga d o s e n e l e x t r a n j e r o . Los instrumentos
anteriores son todos los otorgados en el país, pero tratándose de los otorgados el
extranjero, hay que cumplir con una serie de atestiguaciones. En efecto, de acuerdo al
art. 17 del inc. I del CC, la forma de los instrumentos públicos se determina por la ley del
país en que hayan sido otorgados, pero su autenticidad se probará según las reglas
establecidas en el Código de Enjuiciamiento (CPC), y este procedimiento se denomina
legalización. Al respecto, el CPC, en su art. 345 inc. I, señala que los instrumentos
públicos otorgados fuera de Chile deberán presentarse debidamente legalizados, y se
entenderá que lo están cuando en ellos conste el carácter público y la verdad de las
firmas de las personas que los han autorizado, atestiguadas ambas circunstancias por los
funcionarios que, según las leyes o la práctica de cada país, deban acreditarlas. Luego,
el carácter público de estos funcionarios y la autenticidad de sus firmas debe comprobarse
en Chile por uno de los medios que menciona el art. 345 inc. II del CPC (un agente
diplomático o consular chileno). Por ejemplo, si se quiere acompañar una partida de

325
El profesor FORTTES agrega que esta diligencia se relaciona con los instrumentos públicos, y más concretamente
con los instrumentos públicos que constan de una matriz. Señala también, que el cotejo de instrumentos corresponde
a una diligencia probatoria que ha establecido el legislador con el objeto de demostrar la concurrencia o no de una
causal de impugnación; esto al igual que el cotejo de letras (arts. 350 y siguientes del CPC), que es propia de los
instrumentos públicos o privados que carecen de una matriz y que están extendidos en forma manuscrita. Esto
último se relaciona con la prueba pericial o caligráfica, a través de la cual se determinará si la letra puesta en un
instrumento coincide con aquella que consta en un instrumento indubitado.

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estado civil española como medio de prueba en un juicio que se sigue en Chile, dicho
instrumento aparecerá firmado, en primer término, por el respectivo Oficial de Registro
Civil español; de acuerdo a las leyes españolas, la firma del Oficial de Registro Civil
debe ser legalizada con la firma del juez de la localidad respectiva (hasta aquí se habría
cumplido con la primera etapa dentro del procedimiento de legalización, destinado a
acreditar la verdad de la firma y el carácter público de la persona que aparece autorizando
dicha partida); y en seguida, la firma del Juez tiene que ser legalizada por la del Agente
diplomático o consular chileno acreditado en España.326
viii. ¿Qué sucede con los instrumentos privados otorgados en el extranjero? El profesor
FORTTES señala que estos instrumentos, por su propia naturaleza, no deben someterse a
la legalización de los instrumentos públicos; pues la legalización es un procedimiento que
permite autorizar la firma del funcionario público que otorgó un instrumento público, de
manera que no se puede aplicar a los instrumentos privados, porque en ellos no interviene
funcionario público alguno. A los instrumentos privados extendidos en lengua extranjera
se les aplican las reglas de los instrumentos privados, esto es, deben ser reconocidos por
los otorgantes, para tener valor probatorio.

c. FORMA ACOMPAÑAR LOS INSTRUMENTOS PÚBLICOS EN JUICIO.


Los instrumentos públicos se acompañan en juicio c o n c i t a c i ó n de la parte en contra
de la cual se hacen valer, sea que se trate de instrumentos públicos otorgados en Chile o en el
extranjero, sea que se hayan otorgados en idioma castellano o en uno diverso. Como se dijo, que
se acompañe con citación significa que, en principio, el tribunal decreta la actuación, pero ésta no
puede llevarse a efecto sino una vez que hayan pasado tres días desde la notificación de la parte
contraria, la cual puede dentro de este plazo exponer lo que estime conveniente sobre el
instrumento, principalmente para poder objetarlo cuando considere que concurre alguna causal
para ello, caso en el cual, el cumplimiento de la diligencia se suspende hasta que se resuelva el
incidente (art. 69 del CPC). Esto es una concreción del principio de contradictoriedad de la
prueba, pues, de acuerdo al art. 324 del CPC, toda diligencia probatoria debe practicarse previo
decreto del tribunal que conoce en la causa, notificado a las partes.
Art. 69. Siempre que se ordene o autorice una diligencia con citación, se entenderá que no puede llevarse a efecto
sino pasados tres días después de la notificación de la parte contraria, la cual tendrá el derecho de oponerse o
deducir observaciones dentro de dicho plazo, suspendiéndose en tal caso la diligencia hasta que se resuelva el
incidente.

¿Por qué el instrumento público se acompaña con citación? Esto por el hecho de haberse
otorgado por un funcionario público, con lo cual, goza de un sello de autenticidad que no se
encuentra en el instrumento privado, cuyo valor depende de la actitud que asuma la parte contra
la cual se presenta, y para ello se acompaña bajo apercibimiento. Si bien no hay una norma legal
expresa que consagre esta forma de proceder, esto se deduce de los arts. 795 N° 5 y 800 N° 2 del
CPC.

Art. 795. En general, son trámites o diligencias esenciales en la primera o en la única instancia en los juicios de
mayor o de menor cuantía y en los juicios especiales:

326
Cabe señalar que los instrumentos públicos extendidos u otorgados en el extranjero ante Cónsul chileno que actúa
como ministro de fe, no necesitan de los trámites de la legalización para ser acompañados válidamente en juicio.

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5. La agregación de los instrumentos presentados oportunamente por las partes, “con citación” o bajo el
apercibimiento legal que corresponda respecto de aquélla contra la cual se presentan.

Art. 800. En general, son trámites o diligencias esenciales en la segunda instancia de los juicios de mayor o de
menor cuantía y en los juicios especiales:
2. La agregación de los instrumentos presentados oportunamente por las partes, “con citación” o bajo el
apercibimiento legal que corresponda respecto de aquélla contra la cual se presentan.

Como la ley dice que la agregación del instrumento presentado oportunamente por la
parte “con citación” es un trámite o diligencia esencial, su omisión permite deducir un recurso de
casación en la forma. Ahora bien, si el instrumento se acompaña sin citación, no podrá ser
considerado como medio de prueba en la sentencia definitiva, y si se valora, dicha sentencia será
anulable por haber incurrido en una causal de casación en la forma; a la inversa, si el documento
ha sido acompañado con citación de la parte en contra de la cual se presenta, y la sentencia no
analiza el mérito probatorio de dicho instrumento, quiere decir que ella también será nula, por no
contener la exposición de los hechos en que se funda, es decir, el análisis de todos los medios
probatorios suministrados por las partes.

d. VALOR PROBATORIO DEL INSTRUMENTO PÚBLICO.


Esto se refiere al grado o medida de verdad que se desprende de un instrumento público
cuando ha sido acompañado en parte de prueba en juicio. De acuerdo al art. 1700 inc. I del CC, el
instrumento público hace plena fe en cuanto al hecho de haberse otorgado y su fecha, pero no
en cuanto a la verdad de las declaraciones que en él hayan hecho los interesados. En esta parte
no hace plena fe sino contra los declarantes.
De esta norma se puede ver que el problema del valor probatorio de los instrumentos
públicos se debe analizar a la luz de los siguientes hechos o circunstancias que median en su
otorgamiento: el hecho de haberse realmente otorgado; la fecha del instrumento; el hecho de
haber efectuado los interesados las declaraciones que en él se consignan; y la eficacia de dichas
declaraciones.327
i. H e c h o d e h a b e r s e o t o r ga d o e l i n s t r u me n t o p ú b l i c o . El instrumento público,
respecto a su otorgamiento, hace plena fe (plena prueba) respecto de las partes y los
terceros; por tanto, es evidente que esto no puede ser discutido ni por los otorgantes o
interesados, ni por los terceros. La razón de esto, es que en el otorgamiento del
instrumento público interviene un funcionario al cual el Estado le ha otorgado la misión
de dar autenticidad al hecho de su otorgamiento.
ii. F e c h a d e l i n s t r u m e n t o p ú b l i c o . Al igual que lo anterior, el instrumento público
respecto a su fecha hace plena fe (plena prueba), por tanto, esto tampoco puede ser
discutido ni por los otorgantes, ni por los terceros. La razón de esto, es la misma que la
anterior, es decir, el funcionario que interviene en el otorgamiento del instrumento debe
constatar y autenticar su fecha.
iii. H e c h o d e q u e l as p a r t e s h i c i e r o n l a s d e c l a r a c i o n e s q u e e n e l
i n s t r u m e n t o p ú b l i c o m i s mo s e c o n s i gn a n . En este punto, el instrumento público

327
El profesor FORTTES señala que en este punto se manifiesta en su máxima expresión el sistema de la prueba legal
o tasada.

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hace plena fe (plena prueba) respecto al hecho de haberse efectuado las declaraciones por
las partes en él contenidas, y este mérito también reza respecto de los terceros. Por
ejemplo, el notario da fe que Juan manifestó que vendía y que Pedro expresó que
compraba, y que el primero declaró haber recibido del segundo la suma de cinco millones
de pesos a título de precio de esta compraventa; por tanto, se hace plena fe de la
efectividad de la declaración, y no de que el precio se haya pagado efectivamente, es
decir, hace plena fe respecto de los hechos objetivos, de que ellos sean realmente
efectivos, es otra cosa.
iv. E f i c a c i a o v e r a c i d a d d e l a s d e c l ar a c i o n e s c o n s i gn a da s e n u n
i n s t r u m e n t o p ú b l i c o . Según los principios generales del derecho, los actos o
contratos sólo obligan a las personas que han intervenido en su otorgamiento o
celebración (efecto relativo); a contrario sensu, no obligan de manera alguna a los
terceros ajenos a ellos. Pero este problema, según la doctrina, dice relación más bien con
los efectos de los actos jurídicos que con el de su valor probatorio; pues el art. 1700 del
CC, al decir que, en cuanto a la verdad de las declaraciones contenidas en un instrumento
público, éstos sólo hacen fe respecto de los declarantes, está regulando el efecto del acto
o contrato contenido en dicho instrumento y no su mérito probatorio.
Por lo tanto, para analizar este tema, desde un punto de vista probatorio, la doctrina
señala que en lo que respecta a la veracidad de las declaraciones, el instrumento público
no hace plena fe, pero su veracidad se presume. En cuanto a las razones por las cuales se
presume, la doctrina señala que se debe distinguir entre las declaraciones dispositivas y
enunciativas:
- Las d e c l a r a c i o n e s d i s p o s i t i v a s son aquellas en que se deja constancia de los
elementos esenciales del acto jurídico, los cuales le dan nacimiento; por ejemplo, el
precio y la cosa en la compraventa.
a) Respecto de las partes otorgantes, el instrumento público hace plena fe de la
verdad de las declaraciones dispositivas que contiene. Por tanto, su valor
probatorio entre las partes es de plena prueba, aunque más bien se dice que llevan
una presunción de veracidad (profesor ALFARO y FORTTES), pues ella puede ser
desvirtuada mediante una contraescritura. La razón de esto, es que el legislador
parte de la base de lo normal, y lo normal es que el contenido de las declaraciones
sea verdadero.
b) Respecto de terceros, si bien no hay una norma al respecto, la doctrina dice que
las declaraciones dispositivas se presumen verdaderas frente a terceros por
aplicación de las reglas del peso de la prueba, puesto que lo normal es que las
declaraciones contenidas en un instrumento público sean verdaderas (teoría del
hecho normal) y, por tanto, no necesitan probarse; y quien alegue que sean falsas
(lo anormal) debe probarlo. Por tanto, su valor probatorio respecto de terceros es
el de una presunción de veracidad, de manera que los terceros pueden objetar y
acabar con la presunción probando, por ejemplo, una simulación.328

328
Si bien del art. 1700 del CC pareciere desprenderse otra cosa (en cuanto a la veracidad no hace plena fe sino en
contra de los declarantes), la doctrina señala que aquí hay un equívoco, pues el legislador confunde dos cosas: el
valor probatorio con el efecto obligatorio del acto jurídico. Lo que quiso decir el legislador, es que lo expresado en

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- Las d e c l a r a c i o n e s e n u n c i a t i v a s son aquellas que dicen relación con hechos,


antecedentes, datos o elementos accidentales del acto jurídico que constan en el
instrumento, que no crean, modifican o extinguen derechos y obligaciones (por
ejemplo, el origen del dinero con que se paga el precio de la compraventa; o que la
propiedad vendida fue adquirida por herencia).
a) Respecto de las partes, hay que ver si las declaraciones enunciativas tienen o no
relación con lo dispositivo del contrato; si así es, el art. 1706 del CC señala que
hace plena prueba (por ejemplo, el estado civil, ya que si un hombre está casado
bajo sociedad conyugal y quiere vender un bien raíz social, necesita la
autorización de la mujer). Si no tiene relación con lo dispositivo del acto (por
ejemplo, la profesión no tiene relación en una compraventa), la ley nada señala,
así, algunos señalan que no se presumen verdaderas, ya que no se hacen con el
cuidado necesario para que constituyan una presunción; pero pueden tener el
mérito de una confesión extrajudicial; otros señalan que no tienen ningún valor.
Art. 1706. El instrumento público o privado hace fe entre las partes aun en lo meramente
enunciativo, con tal que tenga relación directa con lo dispositivo del acto o contrato.

b) Respecto de terceros, si bien no hay norma al respecto, la doctrina dice que las
declaraciones enunciativas no tienen valor alguno frente a ellos, ni siquiera se
presumen como verdaderas, esto porque las partes no han tenido el cuidado que se
requiere para presumir su sinceridad. Pero acorde al art. 398 del CPC, el tercero
puede invocarla, contra el que las hace, como confesión extrajudicial, lo cual sirve
de base a una presunción judicial para acreditar los hechos confesados.

v. D e c l a ra c i o n e s d e l fu n c i o n a r i o a ut o ri z an t e . Estas declaraciones también hacen


plena fe respecto de las partes y de los terceros, esto por la fe pública que concede la
intervención del funcionario. Estas declaraciones pueden ser: relativas a hechos propios
del funcionario (por ejemplo, que presenció y leyó el instrumento; que su nombre y
domicilio son tales); relativas a hechos que percibió por sus sentidos (por ejemplo, que
las partes firmaron en su presencia, que se pagó el precio, que se entregaron las llaves,
etc.); relativas a hechos que ha comprobado por medios legales (por ejemplo, que las
partes acreditaron su identidad por medio de cédulas de identidad).

En resumen, el instrumento público hace plena prueba (plena fe), tanto respecto de los
declarantes como de los terceros, en lo que respecta al hecho de haberse realmente otorgado, a su
fecha, al hecho de haberse efectuado por los interesados las declaraciones que en ellos se
consignan, y respecto de las declaraciones del funcionario autorizante. En cambio, en cuanto a la
veracidad de las declaraciones que en estos instrumentos se consignan (eficacia), hay que
distinguir si se trata de declaraciones dispositivas (presunción de veracidad) o enunciativas.

el instrumento no obliga ni alcanza a los terceros, y esto es lógico, porque los terceros no han concurrido con su
voluntad a obligarse por el acto o contrato de que da cuenta el instrumento.

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e. LA IMPUGNACIÓN DE LOS INSTRUMENTOS PÚBLICOS.


La impugnación consiste en el empleo de los medios que la ley señala para privar a un
instrumento público de la fuerza probatoria que ella misma le ha asignado. La doctrina distingue
tres causales por las cuales se puede impugnar un instrumento público: la nulidad, la falsedad o
falta de autenticidad, y la insinceridad o falta de verdad en las declaraciones.
i. La n u l i d a d del (falta de validez) es una sanción en que se incurre cuando le falta al
instrumento público alguna de las solemnidades que las leyes prescriben para su validez.
Por lo tanto, la nulidad se traduce en la infracción u omisión de los requisitos de validez
de un instrumento y, por tanto, pueden decir relación con: el mal nombramiento del
funcionario público; la incompetencia del funcionario, en relación a la materia o
territorio; o con la omisión de solemnidades (por ejemplo, se omite la firma de las partes
en una escritura pública).
La nulidad puede ser alegada por las partes que intervinieron en su otorgamiento o por
terceros, pudiendo valerse de cualquier medio probatorio, pues aquí se trata de probar un
hecho de carácter material, sin que intervengan las limitaciones legales en orden a la
prueba de los actos jurídicos. Con todo, hay que tener presente que la nulidad del
instrumento público no siempre significa la nulidad del acto o contrato que en él se
contiene, a menos que el instrumento público, cuya nulidad se ha pedido y declarado, sea
solemnidad del acto o contrato de que da fe, ya que la única manera de expresar el
consentimiento es por medio del instrumento.
ii. La falsedad del instrumento público es sinónima de f a l t a d e a u t e n t i c i d a d del mismo,
y un instrumento público no es auténtico, cuando no ha sido realmente otorgado y
autorizado por las personas y de la manera que en él se expresan. En concreto, un
instrumento público no auténtico o falso es el que: (i) no ha sido otorgado simplemente;
(ii) no ha sido autorizado por el funcionario; (iii) no ha sido otorgado por las personas
que aparecen suscribiéndolo; (iv) no ha sido otorgado en la fecha en que él se expresa.
Pueden impugnar la falta de autenticidad tanto las partes como los terceros; y para
acreditar su fundamento se pueden valer de todos los medios probatorios, sin limitación
alguna, pues se trata de acreditar hechos materiales y no la existencia o modificación de
actos jurídicos (no rigen las limitaciones para probar por testigos de los arts. 1708 a 1711
del CC); y en este caso, cada medio probatorio destinado a demostrar la falta de
autenticidad del instrumento público, tiene el valor que la ley asigna a cada uno de ellos
en particular (art. 355 del CPC).
Art. 355. En el incidente sobre autenticidad de un instrumento o sobre suplantaciones hechas en él, se
admitirán como medios probatorios, tanto el cotejo de que tratan los cinco artículos precedentes, como los
que las leyes autoricen para la prueba del fraude.
En la apreciación de los diversos medios de prueba opuestos al mérito de un instrumento, el tribunal se
sujetará a las reglas generales establecidas en el presente Título, y con especialidad a las consignadas en el
Párrafo 8°.

Pero si la impugnación recae sobre una escritura pública, y su falta de autenticidad (no la
nulidad) se desea probar por medio de una prueba testimonial, se requiere, de acuerdo al
art. 429 del CPC, la concurrencia de cinco testigos, que reúnan las condiciones
expresadas en la regla segunda del art. 384 (que estén contestes en el hecho, sin tachas,
legalmente examinados, que den razón de sus dichos y que sus declaraciones no hayan

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sido desvirtuadas por otra prueba en contrario), que acrediten que la parte que se dice
haber asistido personalmente al otorgamiento, o el escribano, o alguno de los testigos
instrumentales, ha fallecido con anterioridad o ha permanecido fuera del lugar en el día
del otorgamiento y en los setenta días subsiguientes.; agrega el inc. II que esta prueba, sin
embargo, queda sujeta a la calificación del tribunal, quien la apreciará según las reglas
de la sana crítica.
iii. También opera como causal de impugnación, la f a l s e d a d o falta de sinceridad o falta de
veracidad de las declaraciones que en el instrumento se contienen. En este caso el
instrumento es válido, o sea, ha sido otorgado ante funcionario competente y con
observancia de las formalidades legales; es, además, auténtico, es decir, ha sido realmente
otorgado y autorizado por las personas y de la manera que en él se expresan; sin embargo,
las declaraciones que contiene no son veraces, ya sea por error, fuerza, dolo o simulación
(por ejemplo, en una escritura pública se declara haber recibido una suma de dinero a
título de mutuo, y ese hecho, en verdad, no es efectivo). En cuanto a quién puede
impugnar el instrumento por esta causal, hay que distinguir:
- Los terceros, en cuanto a las declaraciones enunciativas, no necesitan impugnarlas, ya
que éstas no les afectan. Pero respecto de las declaraciones dispositivas, pueden
impugnarlas y probar lo contrario por todos los medios probatorios que la ley franquea
(incluso la prueba testimonial), esto, porque dichas declaraciones sólo se presumen
verdaderas respecto de ellos.
- Las partes, respecto de las declaraciones dispositivas o enunciativas relacionas con lo
dispositivo, sólo pueden impugnarlas mediante otra prueba plena, ya que respecto de
ellos, estas declaraciones hacen plena fe (por ejemplo, puede impugnarse por testigos
la nulidad matrimonial)329. Y respecto de las declaraciones enunciativas que no se
relacionen con la parte dispositiva, pueden impugnarlas y probar lo contrario, ya que
éstas sólo tienen el mérito de una confesión extrajudicial (basta una prueba no
plena).330

iv. Por último, el profesor ALFARO agrega, a las causales de impugnación, a la falta de
integridad, ya que uno de los requisitos de los instrumentos públicos, es que tienen que
ser acompañados de manera íntegra.

Ahora bien, las formas de impugnar los instrumentos públicos, es decir, las vías
procesales por las cuales se pueden objetar, son:
i. I m p u gn a c i ó n p o r v í a p r i n c i p a l . En este caso la impugnación del instrumento
público se realiza a través de un juicio, cuyo objeto principal es decidir precisamente
sobre la validez o autenticidad del instrumento, o sobre la verdad de las declaraciones que

329
La doctrina y jurisprudencia nacionales están divididas sobre el particular. En efecto, la minoría dice que el
instrumento público hace plena fe en cuanto a la verdad de las declaraciones que en él hayan hecho los interesados
(art. 1700 del CC), y por tanto, los declarantes no pueden posteriormente pretender impugnar el instrumento en
cuanto a la verdad de esas declaraciones. Pero la mayoría, que cuentan con el respaldo de algunos fallos de la CS,
dice que tal prueba es admisible, pues la ley no prohíbe que una prueba plena, como es la emanada de un
instrumento público, pueda ser destruida por otra plena prueba, como sería la que fluye de una confesión judicial.
330

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en él se contienen. El juicio puede ser de naturaleza civil (juicio ordinario meramente


declarativo) o penal, y estas peticiones se formularán como acción o excepción.
ii. I m p u gn a c i ó n p o r v í a i n c i d e n t a l (forma más típica). Se impugna un instrumento
público por vía incidental, toda vez que, acompañado en parte de prueba dentro del juicio,
la contraparte en contra de la cual se hace valer, en el término de citación, lo impugna y
le resta mérito probatorio fundado en alguna de las causales de impugnación.

4.1.2. LOS INSTRUMENTOS PRIVADOS.

a. CONCEPTO.
Instrumento privado es todo escrito que deja constancia de un hecho y que ha sido
otorgado sin formalidad o solemnidad alguna, y sin participación de un funcionario público que
actúe en calidad de tal (por ejemplo, una carta, un recibo de dinero, un recorte de diario, una
impresión, un contrato privado de arrendamiento, etc.). Sin embargo, parte de la doctrina y de la
jurisprudencia exige que el instrumento sea firmado para que valga como privado, esto porque el
art. 1701 inc. II del CC señala que el instrumento defectuoso por incompetencia del funcionario o
por otra falta en la forma, valdrá como instrumento privado si estuviere firmado por las partes;
pero también hay doctrina (CASARINO) y jurisprudencia en contrario. No obstante, hay algunos
instrumentos privados que requieren estar firmados por expresa disposición de la ley, por
ejemplo, las letras de cambio, los pagarés, etc.
Hay que recordar que la protocolización, es decir, el hecho de agregar un documento al
final del registro público (protocolo) de un notario a pedido de quien lo solicita, no desnaturaliza
el instrumento privado en público; pues el efecto de la protocolización, es darle fecha cierta al
instrumento. Sin embargo, existen ciertos instrumentos privados que, por el hecho de ser
protocolizados, pasan a ser instrumentos públicos (art. 420 del COT).
Art. 420. Una vez protocolizados, valdrán como instrumentos públicos:
1. Los testamentos cerrados y abiertos en forma legal;
2. Los testamentos solemnes abiertos que se otorguen en hojas sueltas, siempre que su protocolización se haya
efectuado a más tardar, dentro del primer día siguiente hábil al de su otorgamiento;
3. Los testamentos menos solemnes o privilegiados que no hayan sido autorizados por notario, previo decreto del
juez competente;
4. Las actas de ofertas de pago, y
5. Los instrumentos otorgados en el extranjero, las transcripciones y las traducciones efectuadas por el intérprete
oficial o los peritos nombrados al efecto por el juez competente y debidamente legalizadas, que sirvan para otorgar
escrituras en Chile.

También, hay que tener presente, que el instrumento privado que contenga una firma
autorizada por un notario, sigue siendo privado. No obstante, algunos instrumentos, por este
hecho, pasan a tener mérito ejecutivo, como el cheque, la letra de cambio y el pagaré. En efecto,
el art. 434 Nº 4 inc. II del CPC, señala que el juicio ejecutivo tiene lugar en las obligaciones de
dar cuanto para reclamar su cumplimiento se hace valer alguno de los siguientes títulos: 4)
Tendrá mérito ejecutivo, sin necesidad de reconocimiento previo, la letra de cambio, pagaré o
cheque, respecto del obligado cuya firma aparezca autorizada por un notario o por el Oficial
del Registro Civil en las comunas donde no tenga su asiento un notario.
Según algunos, acorde a los arts. 1703 del CC y 401 Nº 10 del COT, la autorización de la
firma hace que el instrumento pase a tener fecha cierta respecto de terceros, porque ella implica
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que se toma razón de él por un funcionario competente en carácter de tal.


Art. 1703. La fecha de un instrumento privado no se cuenta respecto de terceros sino desde el fallecimiento de
alguno de los que le han firmado, o desde el día en que ha sido copiado en un registro público, o en que conste
haberse presentado en juicio, o en que “haya tomado razón de él o le haya inventariado un funcionario competente”,
en el carácter de tal.

Art. 401. Son funciones de los notarios:


10. Autorizar las firmas que se estampen en documentos privados, sea en su presencia o cuya autenticidad les
conste.

b. RECONOCIMIENTO DE LOS INSTRUMENTOS PRIVADOS.


A diferencia de los instrumentos públicos, los instrumentos privados no llevan en sí
ningún sello de autenticidad, esto, porque en su intervención no actúa ninguna autoridad pública.
Por lo tanto, para que tengan valor probatorio, se debe acreditar que son auténticos (otorgados
por las personas y de la manera que en ellos consta), para lo cual deben ser reconocidos o
mandados a tener por reconocido por la parte contra quien se hace valer. Este reconocimiento
puede ser de diversas formas, y de esto se encargar el art. 346 del CPC, el cual señala que los
instrumentos privados se tendrán por reconocidos:
i. Cuando así lo ha declarado en el juicio la persona a cuyo nombre aparece otorgado el
instrumento o la parte contra quien se hace valer (art. 346 Nº 1). A este supuesto la
doctrina lo denomina r e c o n o c i m i e n t o j u d i c i a l e x p r e s o , y se puede producir en
cualquier estado del juicio y en cualquier trámite, diligencia o actuación. Luego, la
persona a cuyo nombre aparece otorgado el instrumento, puede ser la parte contraria a la
que la presentó o un tercero; y la parte en contra de la cual se hace valer, es
necesariamente la parte contraria, y no necesariamente tiene que haber otorgado el
instrumento.
ii. Cuando igual declaración se ha hecho en un instrumento público o en otro juicio diverso
(art. 346 Nº 2). En este caso, hay un r e c o n o c i m i e n t o ex t r a j ud i c i a l ex p r e s o , y
éste puede emanar de la persona a cuyo nombre aparece otorgado el instrumento privado,
o de la parte contra quien se hace valer.
iii. Cuando, puestos (los instrumentos) en conocimiento de la parte contraria, no se alega su
falsedad o falta de integridad dentro de los seis días siguientes a su presentación,
debiendo el tribunal, para este efecto, apercibir a aquella parte con el reconocimiento
tácito del instrumento si nada expone dentro de dicho plazo (art. 346 Nº 3). Este es un
r e c o n o c i mi e n t o j u di c i a l t á c i t o , y se relaciona con la forma de acompañar los
instrumentos privados, los cuales se acompañan bajo apercibimiento, esto con el objeto
de concederle a la contraria la oportunidad y plazo para objetarlo, y en caso de que no lo
objeten, cobrarán autenticidad.331
La jurisprudencia ha señalado que como la norma dice “puestos en conocimiento de la

331
CASARINO señala que si la parte contraria no ha objetado el instrumento, a petición de la parte que lo presentó, el
tribunal debe declarar que aquélla ha incurrido en el apercibimiento ordenado y que, por consiguiente, el documento
es auténtico. El escrito expresa lo siguiente: “Acompañado instrumento bajo el apercibimiento del art 346 Nº 3”; y
la resolución del tribunal: “téngase por acompañado”.

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parte contraria”, sólo opera respecto de los instrumentos privados emanados de la


contraparte, es decir, de la parte en contra de la cual se hace valer, no importando si está
firmado o no, pues basta que lo haya escrito. Por tanto, no puede reconocerse por esta vía
los instrumentos privados emanados de terceras personas ajenas al juicio, pues para este
supuesto, sólo opera el reconocimiento judicial expreso y, en dicho caso, el tercero debe
concurrir al juicio y comparecer como testigo.
Ahora, en caso de objeción de la contraparte, se producirá un incidente, y esta objeción
puede ser por falta autenticidad, ya sea por falsificación de la firma o de su contenido
mismo; o por falta de integridad, lo cual implica que el documento no se ha presentado
completo, es decir, en la forma como materialmente se otorgó.332
iv. Cuando se declare la autenticidad del instrumento par resolución judicial (art. 346 Nº 4).
Esto tiene lugar cuando se ha objetado el instrumento por falta de autenticidad o
integridad; en dicho supuesto, el tribunal debe conferir traslado a la parte que presentó el
instrumento impugnado, y con lo que ésta exponga o en su rebeldía, lo recibirá a prueba,
se rendirán las pruebas de rigor y, con el mérito de éstas, se fallará el incidente
declarándose si el documento privado es o no auténtico. Si el fallo declara falso el
instrumento, éste no tendrá valor probatorio; en cambio, si se falla que es auténtico
(resolución interlocutoria de primera clase) operará el re c o n o c i m i e n t o p o r
r e s o l u c i ó n j u d i c i al . La carga de probar la autenticidad del instrumento privado
objetado, es de quien lo acompaña, y no de quien lo objeta por falsedad.

c. FORMA DE ACOMPAÑAR LOS INSTRUMENTOS PRIVADOS EN EL JUICIO.


Aquí hay que distinguir si el instrumento emana de las partes o de terceros:
i. Si emana de la parte en contra de la cual se presenta (es decir, si emana de la contraparte)
sea porque lo haya escrito o firmado, debe acompañarse bajo el apercibimiento señalado
por el art. 346 Nº 3 del CPC, es decir, bajo el apercibimiento de tenerse por reconocido
tácitamente si no se alega su falsedad o falta de integridad dentro de los seis días
siguientes a su presentación. Este trámite (“bajo apercibimiento”), al igual que en el caso
de los instrumentos públicos (“con citación”), es de carácter esencial (arts. 795 N° 5 y
800 N° 2 del CPC), pues con ello se le da posibilidad a la parte contraria para que objete el
instrumento.333
Art. 795. En general, son trámites o diligencias esenciales en la primera o en la única instancia en los
juicios de mayor o de menor cuantía y en los juicios especiales:
5. La agregación de los instrumentos presentados oportunamente por las partes, con citación o bajo el
apercibimiento legal que corresponda respecto de aquélla contra la cual se presentan

332
En materia penal los instrumentos privados deben ser reconocidos durante el juicio oral por el acusado, los
terceros como testigos, o por un perito.
333
El profesor LUHRS señala que se acompañan con citación, es decir, en principio, el tribunal decreta la actuación,
pero ésta no puede llevarse a efecto sino una vez que hayan pasado seis días desde la notificación de la parte
contraria, la cual puede dentro de este plazo objetar el instrumento, caso en el cual, el cumplimiento de la diligencia
se suspende hasta que se resuelva el incidente. El profesor FORTTES, en cambio, dice que se acompaña bajo el
apercibimiento del art. 346 Nº 3, pues los propios arts. 795 Nº 5 y 800 Nº2 hacen referencia al apercibimiento;
aunque entiende que es una especie de citación.

458
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Art. 800. En general, son trámites o diligencias esenciales en la segunda instancia de los juicios de mayor o
de menor cuantía y en los juicios especiales:
2. La agregación de los instrumentos presentados oportunamente por las partes, con citación o bajo el
apercibimiento legal que corresponda respecto de aquélla contra la cual se presentan.

ii. Si emana de una tercera persona, el instrumento debe acompañarse con citación, esto para
conferirle a la contraria derecho de impugnación, cuyo plazo para impugnarlo es el
general de toda citación, o sea, tres días fatales. En este caso, no es posible acompañar el
instrumento bajo apercibimiento de tenerlo por reconocido si no se objeta dentro de seis
día, ya que el documento no emana de la contraparte (si no que de un tercero); por lo
tanto, para que tenga valor probatorio, debe ser ratificado por su autor (por el tercero)
mediante una prueba testimonial.334

d. VALOR PROBATORIO DEL INSTRUMENTO PRIVADO.


Esto dice relación con el grado o medida de verdad que se desprende de un instrumento
privado cuando ha sido acompañado en juicio en parte de prueba. En este punto, hay que
distinguir si el instrumento emanó de las partes o de un tercero, y en ambos casos, si se tiene por
reconocido o no.
i. Instrumentos emanados y reconocidos por las partes litigantes. De acuerdo al art. 1702
del CC, el instrumento privado, reconocido por la parte a quien se opone, o que se ha
mandado tener por reconocido en los casos y con los requisitos prevenidos por ley, tiene
el valor de escritura pública respecto de los que aparecen o se reputan haberlo subscrito,
y de las personas a quienes se han transferido las obligaciones y derechos de éstos. Es
decir, hará plena fe respecto de las partes y sus sucesores, en cuanto: al hecho de haberse
realmente otorgado; la fecha del instrumento; el hecho de haber efectuado los interesados
las declaraciones que en él se consignan; y la eficacia (veracidad) de dichas
declaraciones.
Como se puede apreciar, la fuerza probatoria de estos instrumentos no emana de su
naturaleza, sino que del reconocimiento que se hace del mismo; y si el instrumento
privado no ha sido reconocido, carecerá de valor probatorio, y el tribunal, al ponderarlo
en la sentencia definitiva, tendrá que restarle todo mérito (será lo mismo que si no se
hubiere presentado) ¿Desde cuándo se cuenta la fecha de un instrumento privado respecto
de las partes? Como en el instrumento privado no interviene funcionario público alguno,
ni existen solemnidades legales, hay incertidumbre en cuanto a la fecha de su
otorgamiento, ya que las partes lo pueden antedatar o postdatar de común acuerdo. Así,
respecto de las partes, tiene fecha cierta desde que el instrumento ha sido reconocido o
mandado a tener por reconocido.
Respecto de terceros, reconocido o mandado tener por reconocido un instrumento
emanado de las partes, según algunos (CLARO SOLAR y VODANOVIC), su valor es el
mismo que respecto de las partes, sin perjuicio que los terceros pueden rendir prueba en
contrario. Otros señalan que carece valor probatorio, ya que 1702 del CC se refiere sólo a
su valor respecto de las partes ¿Desde cuándo se cuenta la fecha de un instrumento

334
En materia penal no se regula la forma acompañar los instrumentos privados, pero deben ser exhibidos o leídos
en la audiencia del juicio oral y reconocidos por el acusado, los testigos o peritos, según el caso (art. 333 del CPP).

459
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privado respecto de terceros? De acuerdo a la segunda postura, respecto de ellos no


consta ni puede constar la autenticidad del instrumento privado, ni aun cuando haya sido
reconocido por las partes o se haya mandado a tener por reconocido; por eso es que el
legislador, protegiendo los intereses de estas personas ajenas al instrumento, acepta como
fecha cierta a aquellos situaciones a partir de las cuales no es posible modificar el
instrumento privado (art. 1703 del CC).
Art. 1703. La fecha de un instrumento privado no se cuenta respecto de terceros sino desde el fallecimiento
de alguno de los que le han firmado, o desde el día en que ha sido copiado en un registro público, o en que
conste haberse presentado en juicio, o en que haya tomado razón de él o le haya inventariado un
funcionario competente, en el carácter de tal.

ii. En cuanto a los instrumentos privados emanados de terceros, si éstos comparecen en el


juicio como testigos y los reconocen, el documento pasa a formar parte de la declaración
testimonial, y tendrá el valor probatorio que la ley le atribuye a tal prueba. Por ejemplo,
si una persona demanda a otra por daño a un vehículo y el afectado acompaña un
presupuesto del servicio técnico (instrumento privado emanado de un tercero), en este
caso, se cita a ese tercero como testigo, se le exhibe el instrumento privado acompañado,
y se le pregunta si emanó de él o no, y si dice que sí, tendrá el valor probatorio de una
prueba testimonial. En cambio, si el tercero no comparece en el juicio, carecerá de valor
probatorio.335

e. IMPUGNACIÓN DE LOS INSTRUMENTOS PRIVADOS.


Cuando los instrumentos privados son puestos en conocimiento de la parte contraria en
juicio, ésta puede alegar su falta de autenticidad, su falsedad, o falta de integridad, y en tal caso,
se plantea un incidente que el tribunal debe resolver a la luz de las pruebas que sobre este
particular se rinda. En efecto, conforme al art. 355 del CPC, en el incidente sobre autenticidad de
un instrumento o sobre suplantaciones hechas en él, se admitirán como medios probatorios,
tanto el cotejo de que tratan los cinco artículos precedentes, como los que las leyes autoricen
para la prueba del fraude.
El c o t e j o d e l e t r a s (diferente al cotejo de instrumentos públicos del art. 344 del CPC)
es aquella diligencia judicial que hace un perito nombrado por el tribunal, destinada a comprobar
si la letra del documento privado que se pone en duda es la misma que la estampada en un
documento indubitado (documento cuya autenticidad no se discute). En efecto, de acuerdo al art.
350 del CPC, podrá pedirse el cotejo de letras siempre que se niegue por la parte a quien
perjudique o se ponga en duda la autenticidad de un documento privado o la de cualquier
documento público que carezca de matriz. 336
La parte que pide el cotejo de letras, debe designar un instrumento indubitado, respecto
del cual se hace el cotejo; y de acuerdo al art. 352 del CPC, Se considerarán indubitados para el
cotejo: 1) los instrumentos que las partes acepten como tales de común acuerdo; 2) los

335
El profesor FORTTES dice que algunos señalan que el único instrumento privado que tiene valor probatorio como
tal, es el instrumento emanado de la contraparte y reconocido por ésta (ya que respecto de terceros tiene el valor de
una testimonial); e incluso, también se dice, que los no reconocidos pueden tener valor probatorio indirecto, para
formar el convencimiento del juez.
336
Si es objetado un documento privado, la prueba sobre su autenticidad corresponde a quien lo acompaña; en
cambio, si es objetado un instrumento público que carece de matriz, la prueba corresponde al que lo objeta.

460
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instrumentos públicos no tachados de apócrifos (simulados) o suplantados; 3) los instrumentos


privados cuya letra o firma haya sido reconocida acorde al art. 346 Nº 1 y 2 (es decir, que hayan
sido reconocidos expresamente en juicio, o en instrumento público o en juicio adverso). 337
Desde el momento en que esta operación es de carácter técnico, o sea, que para apreciarla
se necesitan conocimientos especiales de la ciencia o arte caligráfico, ella se lleva a cabo por
peritos calígraficos, que el tribunal tendrá que nombrar. Sin embargo, el tribunal hará por sí
mismo la comprobación después de oír a los peritos revisores, y no tendrá que sujetarse al
dictamen de éstos (art. 353 del CPC). En cuanto a los efectos y mérito probatorio del cotejo de
letras, éste no constituye por sí solo prueba suficiente; pero puede servir de base para una
presunción judicial (art. 354 del CPC).

4.1.3. LAS CONTRAESCRITURAS.


La contraescritura, es todo instrumento público o privado, otorgado por las partes para
alterar, modificar o dejar sin efecto todo o parte de lo expresado por ellas en otro instrumento
(art. 1707 del CC). Acá las partes modifican o alteran en todo o parte, en sus elementos esenciales
o accidentales, los contratos celebrados, sea para dejarlos totalmente sin efecto, sea simplemente
para introducir modificaciones substanciales o de detalle. Pero en la práctica, las contraescrituras
se otorgan con fines de simulación, por ejemplo, para alterar el precio de una compraventa, con
el objeto de pagar menos impuesto.
Art. 1707. Las escrituras privadas hechas por los contratantes para alterar lo pactado en escritura pública, no
producirán efecto contra terceros.
Tampoco lo producirán las contraescrituras públicas, cuando no se ha tomado razón de su contenido al margen de la
escritura matriz cuyas disposiciones se alteran en la contraescritura, y del traslado en cuya virtud ha obrado el
tercero.

Se desprende del art. 1707 del CC, que las contraescrituras pueden ser instrumentos
públicos o privados. En cuanto a su valor probatorio, se aplican las reglas generales de los
instrumentos, es decir, si son instrumentos públicos, hacen fe como tales; y si son privados,
tienen valor después de su reconocimiento conforme a la ley.
Una escritura pública puede ser modificada por otra del mismo género o por un
instrumento privado; y, a su vez, la escritura privada puede alterarse por otra privada o por una
escritura pública. Pero los efectos que produce estas contraescrituras respecto de las partes y
terceros, son distintos:
i. Entre las partes, las contraescrituras (públicas o privadas) hechas para alterar lo pactado
en un instrumento público o privado, tienen pleno valor probatorio; es decir, prevalece la
contraescritura, aunque el valor probatorio sea mayor en la escritura alterada, esto, porque
atendiendo al art. 428 del CPC, entre dos o más pruebas contradictorias, y a falta de ley
que resuelva el conflicto, los tribunales preferirán la que crean más conforme con la
verdad, y se entiende que está más conforme con la verdad la contraescritura, dado que si

337
La fotocopia de un instrumento privado, según algunos, tiene valor si emana de la parte en contra de la cual se
hace valer si, siendo objetado, se coteja con el original. Otros dicen que el cotejo de letras debe efectuarse respecto
de un documento original y no de una fotocopia, por tanto, en caso de que se impugne la fotocopia de instrumento
privado, ésta carecerá de valor probatorio, pues no podrá ser cotejado. Respecto de la fotocopia de un documento
emanado de un tercero, carece de valor probatorio si no es reconocida por el tercero.

461
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las partes alteran con ella la primera escritura, es por considerar que ésta no guarda
congruencia con la realidad.338
ii. Respecto de terceros339, si se trata de contraescrituras privadas, éstas no producen efectos
respecto de ellos; pero sí se trata de contraescrituras públicas, éstas sí producen efectos
respecto de terceros, cumpliendo dos requisitos: se debe tomar razón (nota) del contenido
de la contraescritura al margen de la escritura matriz que se altera; y se debe tomar razón
del contenido de la contraescritura al margen del traslado (o sea, al margen de la copia
autorizada de la matriz), en cuya virtud ha actuado el tercero. Hoy este requisito se
cumple automáticamente, pues el notario siempre otorga copia autorizada de la matriz,
con la debida nota marginal.
Finalmente, los terceros pueden aprovecharse de las contraescrituras. En efecto,
considerando que el art. 1707 del CC establece que las contraescrituras no producen
efectos contra terceros, a contrario sensu, pueden tener efecto a favor de ellos, invocando
las estipulaciones de la contraescritura que los beneficien. Y si existe conflicto entre los
terceros, es decir, si algunos quieren hacer prevalecer la escritura y otros la
contraescritura, de acuerdo al art. 1707 del CC, debería preferirse a quienes hacen valer la
escritura, ya que la contraescritura no afecta a los terceros.

4.1.4. INICIATIVA Y OPORTUNIDAD PARA RENDIR LA PRUEBA INSTRUMENTAL.


La iniciativa puede ser de parte o de oficio por el tribunal; también se habla de prueba
instrumental voluntaria o forzada, en el caso de que una parte se encuentre ante la carga de
acompañar ciertos documentos dentro del proceso, ya sea a petición de la parte contraria o por
requerimiento del tribunal.

a. A PETICIÓN DE PARTE.
La regla general, es que la iniciativa para presentar un instrumento sea de las partes, y al
respecto, existen dos maneras de presentarlos:
i. P o r a g re ga c i ó n . Esta iniciativa es voluntaria, y se caracteriza porque los documentos
son presentados por medio de una solicitud escrita y son agregados materialmente al
proceso; en otras palabras, se acompaña el documento y se solicita que sea agregado al
expediente (por ejemplo, cuando se interpone la demanda y en el otrosí se señala “téngase
por acompañada la escritura pública de arrendamiento, con citación”).
En cuanto a la oportunidad para presentar por agregación los instrumentos, de acuerdo al

338
Nuestra jurisprudencia ha recalcado que la regla de no poder alterar por escrituras privadas lo pactado por
escritura pública sólo rige en favor de los terceros. Nada impide a que puedan surtir efecto contra los mismos
contratantes, siempre y cuando la alteración no sea de tal naturaleza, que deba exigir escritura pública de acuerdo a
la ley.
339
La doctrina señala que la expresión “terceros” no alude a los terceros absolutos, puesto que respecto de ellos la
disposición es innecesaria, dado que se encuentran protegidos por el principio del efecto relativo de los contratos
(les es inoponible). Por el contrario, se concluye que la norma alude a los terceros relativos, vale decir, todos
aquellos que, aun cuando no han participado en el otorgamiento de la contraescritura e ignoran dicho otorgamiento,
tienen interés en invocar las estipulaciones del acto ostensible (por ejemplo, aquél tercero que contrata con el
mandatario, cuyo mandato había sido previamente revocado).

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art. 348 del CPC, podrán presentarse en cualquier estado del juicio hasta el vencimiento
del término probatorio en primera instancia (por ejemplo, pueden presentarse en el
escrito de solicitud de medidas prejudiciales, en la demanda, en la contestación, en la
reconvención, etc.), y hasta la vista de la causa en segunda instancia (por ejemplo,
pueden presentase con el recurso de apelación).
ii. P o r e x h i b i c i ó n . Hay veces que los instrumentos no están en poder de la parte que
desea usarlos como medios de prueba, sino que en manos de la contraparte o de un
tercero; entonces, para hacerlos presentarlos al juicio, la ley establece un procedimiento
especial, que recibe el nombre de solicitud de exhibición de instrumentos, regulado en el
art. 349 del CPC. En efecto, el inc. I de dicha disposición señala que podrá decretarse, a
solicitud de parte, la exhibición de instrumentos que existan en poder de la otra parte o
de un tercero, con tal que tengan relación directa con la cuestión debatida y que no
revistan el carácter de secretos o confidenciales. Por lo tanto, los requisitos para que
opere la exhibición, son:
- Que los documentos tengan relación directa con la cuestión debatida. El profesor
FORTTES recalca que esto se debe relacionar con la recepción de la causa a prueba, ya
que la resolución que recibe la causa a prueba fija los hechos sustanciales, pertinentes
y controvertidos, y lo mismo se exige (pertinencia) para la solicitud de la exhibición.
- Que los documentos no revistan el carácter de secretos o confidenciales. Este requisito
y el anterior son cuestiones de hecho, que aprecia prudencialmente el tribunal.
- Que señale la persona en cuyo poder se encuentre el documento. Naturalmente que si
se niega por la contraparte o por el tercero la existencia de estos documentos en su
poder, se habrá suscitado un incidente previo, que será necesario resolver a la luz de
las pruebas que sobre el particular se suministren.

Si la exhibición la tiene que hacer una parte, hay que llevar el documento a la audiencia
que se señale, exhibirlo, y agregar copia autorizada de él al expediente. Y cuando la
exhibición haya de hacerse por un tercero, podrá éste exigir que en su propia casa u
oficina se saque testimonio (copia) de los instrumentos por un ministro de fe (art. 349 inc.
final). Como se ve, en ambos casos el documento cuya exhibición se pretende no es
agregado materialmente al proceso sino que una copia autorizada del mismo.
Si se rehúsa la exhibición sin justa causa, las sanciones serán diversas según se trate de la
contraparte o de un tercero. Si la contraparte es la desobediente, incurre en una doble
sanción: se le pueden imponer multas que no excedan de dos sueldos vitales o arrestos
hasta de dos meses determinados prudencialmente por el tribunal, sin perjuicio de repetir
la orden y el apercibimiento; y se pierde el derecho de hacer valer los documentos cuya
exhibición se le ha ordenado, sin perjuicio de decretarse allanamiento del local donde se
halle el documento cuya exhibición se pida. Y si el desobediente es un tercero, sólo se le
puede apremiar con multas o arrestos en la forma ya señalada.340

340
El profesor ALFARO señala que esto es una concreción del poder coercitivo del juez (coercio), lo cual en Derecho
comparado se denomina astreintes, que implica utilizar la coerción para cumplir los fines del proceso, que en este
caso concreto, es para que se exhiba el instrumento.

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b. INICIATIVA POR EL JUEZ.


Finalmente, la iniciativa de la prueba instrumental puede corresponderle al propio juez,
esto, cuando el proceso esté en estado de sentencia (en primera instancia después de la citación
oír sentencia, y en segunda después de la vista causa), y ordene de oficio como medida para
mejor resolver, la agregación de cualquier documento que estime necesario para esclarecer el
derecho de los litigantes (art. 159 N° 1 del CPC). Esta agregación puede ser de documentos
públicos o privados; además se puede ordenar la presentación de cualquier expediente que tenga
relación con el pleito, lo que se hará remitiendo fotocopia autorizada, o el original en casos
urgentes. 341
Art. 159. Los tribunales, sólo dentro del plazo para dictar sentencia, podrán dictar de oficio medidas para mejor
resolver. Las que se dicten fuera de este plazo se tendrán por no decretadas. Sin perjuicio de lo establecido en el
inciso primero del art. 431, podrán dictar alguna o algunas de las siguientes medidas:
1. La agregación de cualquier documento que estimen necesario para esclarecer el derecho de los litigantes.

4.2. LA PRUEBA TESTIMONIAL.

4.2.1. CONCEPTO.
El profesor ALFARO señala que es un medio de prueba indirecto, en virtud del cual el
juez se impone de los hechos por medio de la declaración que hacen personas extrañas al juicio y
sin interés, que los han percibido. Estas personas extrañas al juicio y sin interés o terceros
absolutos, son, precisamente, los testigos, los cuales declaran en éste, dado el conocimiento que
poseen sobre ciertos hechos relevantes para su resolución. Por lo tanto, el elemento fundamental
de esta prueba es el testigo, y es por ello que gran parte de la reglamentación del CPC se orienta a
su regulación.

4.2.2. CARACTERÍSTICAS.
i. Por regla general, es un medio de p r u e b a c i r c u n s t a n c i a l o accidental, ya que se
produce durante el juicio. En efecto, el testigo se impone del hecho de una manera
accidental, sin saber que posteriormente declarará sobre el mismo. La excepción la
constituyen los testigos instrumentales (prueba preconstituida), es decir, aquellos que se
encuentran presentes al momento del otorgamiento de un acto o contrato.
ii. Es un medio de p r u e b a i n d i re c t o , ya que el juez tiene conocimiento de los hechos por
medio de un tercero y no personalmente.
iii. En materia civil es una p r u e b a me d i a t a , pues se rinde ante un Receptor (no hay
341
En materia penal hay otras reglas. En primer lugar, está la fase investigación, donde el Fiscal recopila diversos
antecedentes, dentro de los cuales se incluyen los instrumentos; pero en ciertos casos es necesaria la autorización
juez de garantía (por ejemplo, respecto de la incautación); el juez de garantía no tiene facultades para decretar que se
agreguen documentos, pero sí puede autorizar peticiones. Luego, en la audiencia de preparación del juicio oral, se
determinan los documentos a acompañar al juicio oral, según el ofrecimiento que hubieren efectuado los
intervinientes (fiscal en su acusación, querellante en su acusación o adhesión, actor civil en su demanda, acusado,
hasta antes del inicio audiencia por escrito, o al inicio audiencia en forma verbal). Finalmente, la prueba
instrumental se debe rendir en el juicio oral.

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inmediación por parte del juez); en materia penal en cambio, es inmediata, pues la prueba
se debe rendir ante y a través del juez.
iv. Es una p r u e b a p e r s on a l , ya que el medio está constituido por las declaraciones de
personas.
v. Es una prueba r e gl a d a e n s u t r a mi t a c i ó n , ya que hay una serie de formalidades que
se deben cumplir (lista testigos, causales de inhabilidad, etc.). El legislador la ha rodeado
de una serie de garantías, ya que es una prueba muy subjetiva, pues depende de la
memoria y de la percepción del hecho que haya tenido el testigo y, además, es muy
insegura, pues se puede preparar a los testigos y llevarlos al juicio. Es por ello que el CC
establece cuando procede este medio de prueba, y el CPC toma resguardos en orden a
señalar cómo tienen que declarar y qué condiciones deben reunir los testigos para ser
hábiles.
vi. Esta prueba, en materia civil, puede tener valor de plena prueba o de prueba semiplena;
en materia penal en cambio, se valora conforme a la sana crítica.

4.2.3. PROCEDENCIA O ADMISIBILIDAD DE LA PRUEBA TESTIMONIAL.


Derivado de las críticas mencionadas anteriormente, es que el legislador ha establecido
limitaciones a la admisibilidad de la prueba testimonial. El profesor FORTTES dice que estas
limitaciones se dan en dos sentidos: procedimentales y sustantivas.

a. LIMITACIONES PROCEDIMENTALES.
En virtud de estas limitaciones, la parte que desea rendir prueba testimonial debe
acompañar dentro del plazo que señala la ley una nómina o lista de los testigos que piensa
valerse en el juicio y, además, una minuta de interrogatorio para los testigos que se presentan
(esta minuta es una especificación de los puntos o hechos de prueba fijados por el tribunal). Esta
es una limitación por dos razones: ya que sólo pueden ser admitidos a declarar aquellos testigos
incluidos en la lista; y si no se presenta la minuta de los puntos de prueba, según la mayoría de
los autores, el testigo será interrogado al tenor de los hechos fijados por el juez en la resolución
que recibe la causa a prueba; la minoría señala que se debe aplicar la misma sanción prevista
para la no presentación de lista de testigos, por tanto, se debe rechazar la declaración de los
testigos.
Finalmente, agrega el profesor, que el tema de la habilidad de los testigos también es una
limitación procedimental.

b. LIMITACIONES SUSTANTIVAS.
Estas limitaciones dicen relación con la eficacia de los testigos como medio de prueba,
es decir, si este medio de prueba es eficaz para acreditar todo tipo de hechos y de obligaciones, o
no. Y se denominan así, porque es la ley sustantiva (CC) la que se encarga de determinar los

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casos en que es admisible la prueba testimonial; en cambio, la ley procesal es la llamada a


determinar la forma o manera como debe rendirse esta prueba. 342
La regla general, es que la prueba testimonial es admisible para probar cualquier hecho,
sea de orden físico, moral, jurídico o no jurídico. En efecto, en doctrina se señala que este medio
probatorio es ampliamente admisible para probar todo tipo de hechos, ya sean de la naturaleza o
del hombre, y ya sea que, indirectamente, produzcan o no consecuencias de índole jurídica (por
ejemplo, la entrega de una cosa puede probarse por medio de testigos porque es un hecho, al
igual que la posesión y el dominio). No obstante, respecto de los a c t o s o c o n t ra t o s , sí hay
límites, pero éstos dicen relación sólo con los contratos, pues las demás fuentes de las
obligaciones (delito, cuasidelito, ley y cuasicontrato), pueden probarse por este medio sin
ninguna limitación.
Ahora bien, los actos o contratos respecto de los cuales se encuentra excluida la prueba
testimonial, son:
i. De acuerdo al art. 1708 del CC, no se admitirá prueba de testigos respecto de una
obligación que haya debido consignarse por escrito. Ahora, conforme al art. 1709 inc. I
del CC, deberán constar por escrito los actos o contratos que contienen la entrega o
promesa de una cosa que valga más de dos unidades tributarias; es decir, deben constar
por escrito la gran mayoría de los actos de contenido patrimonial.
¿En qué momento se establece el valor de la cosa que debe entregarse? Al momento de la
celebración del acto o contrato, porque es en ese momento en que debe cumplirse con la
obligación de consignarlo por escrito. Por tanto, no se incluirán en esta suma los frutos,
intereses u otros accesorios de la especie o cantidad debida (art. 1709 inc. III del CC).343
ii. Conforme al art. 1709 inc. II del CC, no será admisible la prueba de testigos en cuanto
adicione o altere de modo alguno lo que se exprese en el acto o contrato, ni sobre lo que
se alegue haberse dicho antes, o al tiempo o después de su otorgamiento, aun cuando en
algunas de estas adiciones o modificaciones se trate de una cosa cuyo valor no alcance a
la referida suma (dos UT). Por tanto, el CC se encarga de repudiar la prueba de testigos
tanto para el contrato en su conjunto, como para cualquiera de sus partes; por ejemplo, si
en un contrato de mutuo de un valor superior a dos UTM se pactó una determinada tasa de
interés, y una de las partes pretende probar que hubo después una rebaja del porcentaje de
los intereses, no podrá hacerlo mediante testigos.
Aquí, ninguna de las partes (demandante o demandado) puede acudir a la prueba
testimonial (y la instrumental, pues la falta de ésta es supuesto para aplicar la norma),
pero esto no significa que quede eliminada toda posibilidad de prueba, pues podrá
acudirse a otras como la prueba confesional.

342
Hay que recordar que las limitaciones de la prueba testimonial se relacionan con la p r u e b a i n a d m i s i b l e , la
c u a l se refiere a la procedencia del medio probatorio. Ahora bien, ante la pretensión de una parte de rendir una
prueba inadmisible, hay duda respecto de cómo resuelve el tribunal: según algunos, el juez en este caso puede
resolver de inmediato (in limine litis) y rechazar la prueba, esto porque se está actuando en base a un texto legal
expreso; otros señalan que es mejor resolverlo después (en la sentencia definitiva), ya que así no se corre el riesgo
del prejuzgamiento, y se le hace creer a la parte que está ejerciendo completamente su derecho a probar.
343
Cuando estas reglas legales dicen que esos actos no pueden ser probados por testigos, la inadmisibilidad cubre
tanto la mera existencia del acto o contrato como su contenido; es decir, no es posible probar por testigos que ese
contrato existe o existió; o que un contrato tiene tal o cual contenido (todo o una parte).

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iii. Otra limitación, dice relación con los actos en que se exige un instrumento público como
solemnidad, pues de acuerdo a la primera parte del art. 1701 inc. I del CC, la falta de
instrumento público no puede suplirse por otra prueba (incluida la testimonial) en los
actos y contratos en que la ley requiere esa solemnidad.
iv. Por último, el profesor ALFARO menciona como otro caso de improcedencia de la prueba
testimonial, al que está contenido en el art. 378 inc. I del cpc, el cual señala que no se
admitirá prueba de testigos para inhabilitar a los que hayan declarado sobre las tachas
deducidas. Una tacha da lugar a un incidente y en ese incidente se pueden utilizar todos
los medios de prueba incluso la prueba testimonial, y lo que señala el legislador, es que
no se puede utilizar ésta prueba para inhabilitar a un testigo de tacha.

Sin embargo, existen contraexcepciones a los casos de inadmisibilidad de la prueba de


testigos en los actos y contratos que debían constar por escrito, cuales son:
i. De acuerdo al art. 1711 del CC, exceptúanse de lo dispuesto en los tres artículos
precedentes los casos en que haya un principio de prueba por escrito, es decir, un acto
escrito del demandado o de su representante, que haga verosímil el hecho litigioso (por
ejemplo, un recibo). Entonces, para que el documento constituya un p r i n c i p i o d e
p ru e b a p o r e s c ri t o , debe reunir los siguientes requisitos: debe ser un documento
escrito, firmado o no; puede ser público o privado (reconocido o mandado a tener por
reconocido); debe hacer verosímil el hecho litigioso, es decir, entre el documento y la
obligación que se trata de probar, debe haber manifiesta conexión y coherencia; y debe
emanar de la parte contra la cual se invoca, sea el demandado o el demandante (el CC usa
la expresión "demandado", porque normalmente él lo habrá dado).
ii. Conforme al art. 1711 inc. III del CC, exceptúanse también los casos en que haya sido
imposible obtener una prueba escrita, y los demás expresamente exceptuados en este
Código y en los Códigos especiales. La imposibilidad puede ser física o moral: hay
imposibilidad física cuando las circunstancias materiales no permiten otorgar un
instrumento; y hay imposibilidad moral, cuando razones de afecto, delicadeza, etiqueta o
costumbre no hacen procedente exigir la extensión de un documento escrito.
iii. Por último, el art. 1711 inc. III del CC también señala que hacen excepción a la
inadmisibilidad de la prueba testimonial, los demás casos expresamente exceptuados en
el CC y en Códigos especiales. Es decir, se trata de casos especiales en que se admite
prueba testimonial, no obstante no haberse escriturado el acto, por ejemplo, en el
comodato y en el depósito necesario, se permite la prueba de testigos cualquiera que sea
el valor de la cosa prestada o depositada (arts. 2175 y 2237 del CC), y la razón de esto,
está en que como son contratos intuito personae, se le prestará o depositará la cosa a
quien se le tiene confianza, razón por la cual, no se exige escrituración. 344
Art. 2175. El contrato de comodato podrá probarse por testigos, cualquiera que sea el valor de la cosa
prestada.

344
Un ejemplo también lo constituyen los negocios mercantiles, ya que de acuerdo al art. 128 del CCO, la prueba de
testigos es admisible en negocios mercantiles, cualquiera que sea la cantidad que importe la obligación que se trate
de probar, salvo los casos en que la ley exija escritura pública. La razón de esto, es por la rapidez de los actos de
comercio.

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DERECHO PROCESAL CIVIL - EL PROCEDIMIENTO ORDINARIO DE MAYOR CUANTÍA
MAXIMILIANO ASTORGA BELTRÁN - PAULINA NAVARRETE MEDINA

Art. 2237. Acerca del depósito necesario es admisible toda especie de prueba.

4.2.4. LOS TESTIGOS.

a. CONCEPTO.
Nuestro CPC no define a los testigos, sino que es la doctrina la que hace esta labor,
señalando que son terceros ajenos al juicio y sin interés, que declaran bajo juramento acerca de la
verdad o falsedad de los hechos controvertidos en él. De la definición, se pueden extraer las
características o requisitos generales para ser testigo:
i. Debe tratarse de un tercero sin interés en el asunto sometido al proceso. Como se puede
apreciar, la persona que desempeña el papel de testigo es un tercero absoluto, pues si la
declaración emana de las partes o de un tercero relativo, se cae en el campo o esfera de la
prueba confesional.
ii. Deben declarar sobre hechos, actos o contratos. En efecto, el objeto de la declaración del
testigo son los hechos, los cuales deben ser ciertos, precisos y determinados; y también
pueden declarar sobre actos o contratos, siempre que se cumplan con los requisitos de
admisibilidad antes señalados. Se entiende que no pueden emitir en sus declaraciones
opiniones o apreciaciones, pues éstas corresponde efectuarlas a los peritos.
iii. Deben conocer los hechos, ya sea por haberlos percibido por sus propios sentidos
(testigos presenciales), o del dicho de otro (testigos de oídas).
iv. Los testigos deben dar razón de sus dichos, es decir,