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CAPÍTULO QUINTO.

EL DERECHO A UN RECURSO EFECTIVO – UNA APROXIMACIÓN TEÓRICO


CONCEPTUAL-
5.1 EL DERECHO A UN RECURSO EFECTIVO COMO OBLIGACIÓN GENERAL
DERIVADA DE LA ADOPCIÓN DE UN TRATADO INTERNACIONAL DE
DERECHOS HUMANOS.
5.1.1 LOS EFECTOS DE LA ADOPCIÓN DE TRATADOS INTERNACIONALES DE
DERECHOS HUMANOS.
La obligación de mantener un recurso efectivo que pueda prevenir o remediar las violaciones a los
Derechos Humanos se encuentra íntimamente relacionado con los efectos que se producen al firmar o
adoptar los diversos tratados internacionales en materia de Derechos Humanos por parte del Estado
mexicano, así como por otras fuentes del derecho internacional de los Derechos Humanos como la
costumbre internacional, los principios generales de derecho y la jurisprudencia internacional.
Conforme a estos indicadores, cuando un Estado firma o adopta un tratado internacional en materia de
Derechos Humanos, se surten los siguientes efectos:

1. La naturaleza de los tratados de Derechos Humanos es diferente y se distingue de los demás


instrumentos de derecho internacional porque, las obligaciones, hablando de Derechos Humanos, a
nivel internacional, se encuentran enfocados en primer lugar en los individuos que se encuentran dentro
de la jurisdicción del Estado y, en segundo lugar, se enfocan a los demás Estados, esto, en razón de que
los Estados se consideran garantes del respeto a los Derechos Humanos. Por tanto, los tratados de
Derechos Humanos no son instrumentos multilaterales tradicionales, que se los cuales se pactan para
que los Estados contratantes se beneficien mutuamente, sino que su objeto y finalidad es la protección
de los derechos fundamentales de los seres humanos.

2. Al adherirse y aprobar los tratados sobre Derechos Humanos, los Estados quedan sometidos a un
orden legal, cuyas disposiciones se aplican a la totalidad del territorio que compone el Estado federal,
sin que importe la división de poderes, ni los niveles de gobierno (federal, estatal o municipal) tal y
como lo consagran los artículos 29 de la Convención de Viena sobre el Derechos de los Tratados, 28
del Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales, 50 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos y 28 de la Convención Americana de Derechos Humanos.
3. El derecho interno, no puede ser alegado para incumplir una obligación internacional, derivada de un
tratado en materia de Derechos Humanos, pues están obligados a adoptar las medidas pertinentes para
el cumplimiento de los mismos, por lo que, el Estado parte deberá adaptar su derecho interno a las
disposiciones contenidas en los tratados en materia de Derechos Humanos que haya suscrito, para que
cobren fuerza y sean efectivos.
4. Los Estados parte, se obligan a cumplir de buena fe las disposiciones pactadas, cumpliendo en todo
momento con el objeto y fin de dichos tratados, que es esencia es la máxima protección de la dignidad
de las personas, pues así lo han enfatizado los órganos de supervisión internacional de los Derechos
Humanos.

5. Los derechos y obligaciones pactadas en los tratados de Derechos Humanos, debe ser exigible,
atendiendo al principio pro persona, el cual significa que deberá acudirse a la norma más amplia o a la
interpretación más extensiva cuando deban reconocerse derechos protegidos, así que cuando a una
misma situación puedan ser aplicables dos normas, deberá prevalecer la que sea más favorable a la
persona, aun cuando el derecho interno de un Estado no lo contemple, pues el derecho internacional en
materia de Derechos Humanos es parte del derecho interno.

6. El hecho de que un Estado parte, adopte medidas legislativas para la protección de los Derechos
Humanos, no es suficiente, pues deberá hacerlo “por todos los medios apropiados” (artículo 2.1del
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas), por lo
que, cada Estado parte debe decidir qué soluciones son las más apropiadas, de acuerdo a las
circunstancias y en función de cada uno de los derechos contemplados.

7. Los tratados en materia de Derechos Humanos, están inspirados en valores comunes superiores,
donde los Estados parte, no tienen intereses propios, sino un interés común: la protección de los
derechos humanos de los seres humanos, y al ser suscritos, los Estados pueden expresar las reservas
que consideren pertinentes, sin que ello entorpezca el objeto y fin del tratado, es decir, no pueden
establecer reservas que menoscaben dichos derechos fundamentales, como por ejemplo, reservarse la
posibilidad de seguir practicando la esclavitud, la tortura, encarcelando arbitrariamente, etc.

8. El Estado parte, deberá emplear todos los recursos a su alcance, para lograr progresivamente una
plena efectividad en el cumplimiento de los derechos reconocidos en el Pacto, entendiéndose como
progresiva efectividad, según el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las
Naciones Unidas, que la plena efectividad de los derechos fundamentales no puede lograrse en un breve
período de tiempo, pero tampoco puede ser interpretada como una ausencia de obligación, simplemente
otorga flexibilidad a los Estados, dependiendo de sus circunstancias y realidades, pero el objetivo y fin
del instrumento, siempre será establecer obligaciones claras para los Estados parte.

5.1.2 LAS OBLIGACIONES GENERALES DE LOS ESTADOS DE RESPETAR,


GARANTIZAR, REPARAR Y ADOPTAR MEDIDAS INTERNAS.

Las obligaciones generales de los Estados, contenidas en los artículos 1º y 2º de la Convención


Americana sobre Derechos Humanos (correlativos del artículos 2º del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos), consisten en respetar los derechos que se consagran en los diversos tratados
internacionales en Derechos Humanos, garantizar su pleno y libre ejercicio y adoptar las medidas
internas necesarias para lograr su efectividad, evitando adoptar medidas que obstaculicen o impidan el
goce de estos Derechos Humanos, los cuales no deberá violar ni por acción ni omisión, pues esta
obligación nace del reconocimiento de que el ejercicio de la función pública tiene límites que derivan
del reconocimiento de los Derechos Humanos.
Respetar, implica un no hacer, mientras que garantizar implica un hacer, pues el Estado deberá
organizar todo el aparato de gobierno, con la finalidad de asegurar el libre y pleno ejercicio de los
Derechos Humanos, desechando todo impedimento que pueda entorpecer el goce de los mismos.
Esta obligación implica:

 prevenir, mediante programas idóneos y acciones sociales


 investigar, estableciendo los medios para aclarar los hechos,
 sancionar y juzgar a los responsables de dichas violaciones, acatando el derecho a la verdad.
 reparar violaciones a los Derechos Humanos que se hayan producido y hacer cesar las
consecuencias de la violación.
Finalmente, la no discriminación, debe estar disponible y ser accesible, sin distinción de sexo, raza,
condición social o económica, religión, ideología política, etc.
La última de las obligaciones generales, que consagra el artículo 2.1 de la Convención, consiste en
adoptar disposiciones de derecho interno, adecuando el derecho interno a las disposiciones contenidas
en los instrumentos internacionales para hacer posible el cumplimiento de cada uno de los Derechos
Humanos protegidos por la Convención, lo cual se logrará mediante la expedición de nuevas normas,
así como con la revisión y derogación de leyes o prácticas oponibles a los Derechos Humanos,
suprimiendo toda práctica, sea cual sea, que implique una violación a los Derechos Humanos, quedando
obligado el Estado parte a realizar los cambios necesarios, siendo ésta obligación de efectos inmediatos
y cuyo cumplimiento no puede justificarse por consideraciones de carácter político, social, económico
o cultural, tal y como se ha pronunciado el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Esta obligación de adecuación del derecho interno a las disposiciones convencionales es relevante para
Estados como México, que establecen como principio jurídico la supremacía constitucional, porque
implica una resistencia al deber de hacer efectivos los derechos consagrados en los pactos
internacionales, ya que, hacia el exterior decía ser promotor de los Derechos Humanos, pero
internamente y en la realidad, eran letra muerta.
Ante el incumplimiento de la obligación de adecuar el derecho interno, el Poder Judicial es la última
oportunidad para remediar las violaciones a los Derechos Humanos, en virtud de que los jueces, al
resolver, se encuentran obligados a aplicar la normatividad convencional y jurisprudencial de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, interpretando las disposiciones nacionales de conformidad al
Pacto de San José y demás disposiciones interamericanas.
Se incumple con la normativa convencional, no solamente cuando se acredita la existencia de una
violación a un Derecho Humano, sino también cuando se deja de cumplir con una obligación general.
La jurisprudencia del Sistema Interamericano, ha sostenido la relación que existe entre el derecho a un
recurso efectivo con las obligaciones generales establecidas en los artículo 1.1 y 2, ambos de la
Convención, de garantizar el libre y pleno ejercicio de los Derechos Humanos y adoptar disposiciones
internas para hacerlos efectivos, el caso más ilustrativo de ésta asociación es el caso Castañeda Gutman
contra el Estado Mexicano, en el que la Corte Interamericana resolvió infundada la violación al derecho
sustancial que alegó el peticionario de votar y ser votado, pero en cambio, resultó fundada la violación
de la omisión del Estado Mexicano, al no proveer los recursos efectivos que permitan a las personas
impugnar aquellos actos de autoridad considerados violatorios de Derechos Humanos, previstos en la
Convención, considerando que en la época de los hechos del caso en mención, en México no había
ningún recurso efectivo por medio del cual, las personas cuestionaran la regulación del derecho político
a ser elegido, previsto en la Constitución Política y en la Convención Americana, ante lo cual, la Corte
Interamericana resolvió que el Estado no ofreció a la presunta víctima (Castañeda Gunter) un recurso
idóneo para reclamar la citada violación de su derecho político a ser votado, por lo que se violó en su
perjuicio el artículo 25 de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 del mismo
ordenamiento, en perjuicio del señor Castañeda Gutman, por ésta violación, el Estado mexicano, fue
condenado por la inobservancia al deber general de adecuación del derecho interno.
Cabe mencionar que el principal obligado en el cumplimiento de la modificación del orden interno es
el Poder Legislativo, de conformidad al principio de la división de poderes, sin embargo, en caso de
incumplimiento de ésta disposición, el Estado en su conjunto será responsable por violentar la
Convención.
En México, de acuerdo con lo que establece el artículo 76, fracción I, de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, es facultad exclusiva de la Cámara de Senadores del Congreso de la Unió,
aprobar los tratados internacionales y convenciones diplomáticas que el Presidente suscriba, así como
la decisión de terminar , denunciar, suspender, modificar, enmendar, retirar reservas y formular
declaraciones interpretativas, guardando estrecha relación con las obligaciones contenidas en el artículo
2.2 de la Convención. Al momento en el que el Presidente de la República, somete a firma del Senado
un tratado internacional, éste último puede percatarse de la existencia de incompatibilidades en relación
con el derecho interno, ante lo cual el Senado tiene dos opciones; la primera será abstenerse de aprobar
el tratado y mantener la normativa interna intacta , o bien, aceptar el tratado internacional y modificar
el derecho interno, pero lo esencial es que debe mantenerse el principio de la buena fe en el
cumplimiento de los tratados internacionales, tal y como se establece en los principios generales del
derecho internacional, en los cuales se establece que las obligaciones derivadas de los instrumentos
internacionales deberán ser cumplidas de buena fe, sin que pueda alegarse para su incumplimiento
disposiciones en contrario del derecho interno, asimismo, constituye una norma consuetudinaria del
propio derecho internacional de los Derechos Humanos, el deber de un Estado de introducir en su
derecho interno las modificaciones necesarias que aseguren el cumplimiento de las obligaciones
internacionales.

5.2 LA CONSAGRACIÓN DEL DERECHO A UN RECURSO EFECTIVO EN EL SISTEMA


INTERAMERICANO DE PROTECCIÓN DE DERECHOS HUMANOS.
El derecho a un Recurso Efectivo, se encuentra contenido en diversos instrumentos internacionales,
tanto del sistema universal, así como de los sistemas regionales y los más importantes son los siguientes:

5.2.1 DOCUMENTOS NORMATIVOS BÁSICOS.


A. La declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (1948), en los artículos XVIII,
relacionado con los artículos V y XXVI, (derecho a la protección de la ley y las garantías judiciales).
B. Convención Americana sobre Derechos Humanos (1969), en su artículo 25, (derecho a la protección
judicial y Recurso Efectivo).
El artículo 8 de la Convención, que guarda una relación con el Recurso Efectivo que consagra las
garantías judiciales.

5.2.2 DOCUMENTOS NORMATIVOS COMPLEMENTARIOS.


Existen dos convenciones especializadas, que consagran la obligación del Estado el establecimiento
de un recurso para proteger un derecho específico.
- El artículo 8 de la Convención Interamericana para prevenir y sancionar la tortura (1985), establece
la obligación de los Estados parte, de garantizar a toda persona que denuncie haber sido víctima de
tortura el derecho a que su caso sea examinado imparcialmente, a que la investigación sea oficiosa y
se dé inicio al procedimiento penal.
- El artículo 4 de la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia
contra la mujer (1994), establece el derecho de las mujeres a la protección de sus Derechos Humanos
y libertades consagradas en instrumentos internacionales, entre otros, el derecho a un recurso sencillo
y rápido.

5.3 EL DERECHO A UN RECURSO EFECTIVO EN OTROS SISTEMAS DE PROTECCIÓN


DE DERECHOS HUMANOS.
El derecho a un Recurso Efectivo, se encuentra consagrado en el Sistema de las Naciones Unidas y en
los sistemas europeo y africano. En el Sistema Universal de Derechos Humanos se localiza en la
Declaración Universal de Derechos Humanos, en el artículo 7, encontramos del derecho de igualdad
ante la ley y de igual protección de la ley, el artículo 8, que establece el derecho de toda persona a un
recurso efectivo que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales, reconocidos por la
ley o por la Constitución y en los artículos 10 y 11.1 establecen el derecho de audiencia y la presunción
de inocencia. En el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en el artículo 2.3 prevé la
obligación de los Estados parte, a garantizar que toda persona cuyos derechos o libertades hayan sido
violados, puedan interponer un recurso efectivo ante la autoridad competente, así como la de acatar las
resoluciones recaídas a los recursos. Los artículos 14 y 16 señalan el derecho de igualdad ante los
tribunales, la garantía de audiencia y las garantías judiciales, entre las que se encuentran la presunción
de inocencia y la garantía de igualdad de protección ante la ley.
Además de lo anterior, en algunos tratados sobre Derechos Humanos, que fueron adoptados con
posterioridad al Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos se reconoce en forma especial el
derecho a un Recurso Efectivo, en los artículos que se señalan a continuación :

a. Artículo 6 de la Convención Internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación


racial (1965).

Artículo 2, inciso c), de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra
la mujer (1979).

Artículos 13 y 14 de la Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanas o


degradantes (1984).

Artículo 12 del Convenio 169 sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes (1989).

Artículo 18.1 de la Convención Internacional sobre la Protección de los derechos de todos los
trabajadores migratorios y de sus familias (1990).
Ahora bien, en el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades
Fundamentales (1950), el artículo 13, señala el Derecho a un Recurso Efectivo a toda persona cuyos
derechos y libertades hayan sido violados. El artículo 6, párrafo 1, establece el derecho ser oído para la
determinación de sus derechos civiles o sobre el fundamento de cualquier acusación en materia penal,
mientras que los párrafos 2 y 3 establecen el derecho a la presunción de inocencia y las garantías
judiciales, respectivamente.
Por último, el artículo 7 de la Carta Africana sobre Derechos Humanos y de los Pueblos (1981),
establece el derecho de toda persona, a que su caso sea visto, lo que implica el derecho de apelación,
derecho a ser considerado inocente, derecho de defensa, el derecho a ser juzgado en un plazo justo.

5.4 ESTUDIO COMPARATIVO DE LAS DISPOSICIONES INTERNACIONALES EN


MATERIA DE UN RECURSO EFECTIVO.
Los artículos 2.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el artículo 25.2 de la
Convención Americana, consagran el derecho de toda persona a un recurso que los proteja de las
violaciones a sus Derechos Humanos, cometidas tanto por autoridades públicas como por sujetos
privados, básicamente con una estructura en su contenido similar, estas dos disposiciones establecen en
primer lugar, la obligación de los Estados Partes para desarrollar recursos de carácter judicial (en los
incisos b de ambas disposiciones);también la obligación de las autoridades que conozcan de los recursos
a pronunciarse sobre los derechos de los recurrentes (inciso b del artículo 2.3 del Pacto e inciso a del
artículo 25.2 de la Convención Americana); y, por último, la obligación de las demás autoridades de
cumplir con las decisiones que recaigan a raíz de los recursos (inciso c de ambos artículos).
Las diferencias que existen entre ambas disposiciones son substanciales y como resultado, han
impactado en la jurisprudencia emitida por el Comité de Derechos Civiles y Políticos (sistema
universal) y por los órganos del sistema interamericano (Corte y Comisión) por lo cual, no siempre
coinciden.

5.4.1 DESDE EL PUNTO DE VISTA DE SU CONSAGRACIÓN: COMO DERECHO O COMO


OBLIGACIÓN DEL A CARGO DEL ESTADO.
El párrafo primero del artículo 25 de la Convención, establece el derecho a un recurso efectivo, que
deberá ser sencillo y rápido, o cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes.
En cambio, hablando del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, no alude al Recurso
efectivo como un derecho, sino más bien como una obligación del Estado, para garantizar a toda persona
cuyos derechos o libertades reconocidos en dicho Pacto, hayan sido vulnerados, puedan interponer un
recurso efectivo. Este derecho se ubica en la parte II del referido Pacto, en el que también se establecen
otros derechos tales como: la libre determinación de los pueblos, igualdad entre hombres y mujeres el
impacto de estados de emergencia y el principio pro homine. En la interpretación de las disposiciones
del Pacto, se vislumbran obligaciones o principios generales, pero no se hace referencia a derechos
subjetivos.
El derecho a igual protección de la ley, establecido en los artículos 14. 1 y 26 del Pacto, contribuyen a
ayudar a sanar las diferencias del artículo 2.3 con el 25 de la Convención, porque al referirse que el
concepto de protección de la ley incluye el derecho a recurrir a los tribunales para la protección de sus
derechos.

5.4.2 DESDE EL PUNTO DE VISTA DEL RANGO DE SU COBERTURA DEL RECURSO.


Otra diferencia importante la podemos encontrar en cuanto a la cobertura del recurso pues mientras que
el artículo 2.3 del Pacto refiere que el recurso tendrá la finalidad de proteger los derechos o libertades
reconocidos por el mismo Pacto, el artículo 25 de la Convención Americana, más ampliamente señala
que el recurso tendrá por objeto el amparar a la persona contra actos que violen sus derechos
fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la propia Convención.
El Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales
reconoce el derecho a un recurso efectivo a toda persona cuyos derechos y libertades reconocidos en
dicho Convenio hayan sido violados, pero sin hacer referencia a los derechos reconocidos por el derecho
interno. La Carta Africana sobre Derechos Humanos, por el contrario, se refiere a los derechos
fundamentales reconocidos y garantizados por los convenios, leyes, ordenanzas y costumbres vigentes.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha sostenido que el artículo 25.1 del Pacto de San José
establece que los recursos judiciales deben proteger y velar “no sólo respecto de los derechos contenidos
en la Convención”, sino también de aquéllos que estén reconocidos por la Constitución o por la ley,
criterio vinculado con el artículo 29.b) del Pacto de San José, que señala que éste consagra derechos
mínimos susceptibles de ampliación por otras disposiciones convencionales y nacionales, las cuales la
Convención Americana hace suyas al proporcionarles el mismo grado de garantía que otorga a los
derechos que las que conforman.
Es necesario mencionar que en algunos Estados, como Venezuela, se ha ampliado la noción de los
derechos protegidos a través del criterio de “conexidad” de los Derechos Humanos, como por ejemplo
la protección de la salud por conexión con el derecho a la vida. Se puede presumir que los derechos
humanos por conexidad son aquellos que no siendo denominados como tales en la Constitución, ni en
los tratados internacionales, le es dada tal calificación en virtud de la íntima e inescindible relación con
otros derechos fundamentales, de forma que si no fueran protegidos en forma inmediata los primeros,
se ocasionaría una vulneración o amenaza a los segundos. Así el derecho a la salud que no tiene la
categoría de derecho fundamental, puede gozar de tal categoría cuando la desatención del enfermo
amenaza con poner en peligro su vida.

5.4.3 DESDE EL PUNTO DE VISTA DE SU AUTONOMÍA.


La última diferencia, es la relativa a la autonomía del derecho a un Recurso Efectivo a nivel
jurisprudencial. El comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, ha considerado que sólo
existe violación a un Recurso Efectivo cuando existe violación a algún otro derecho protegido, y por el
contrario, en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos el derecho a un recurso efectivo tiene
un carácter autónomo.
En varias resoluciones, el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas había sostenido que
el derecho general a un recurso es accesorio y no puede ser invocado sino cuando ha quedado acreditada
la violación de otro derecho consagrado por el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Sin
embargo, esta línea interpretativa ha comenzado a cambiar, ejemplo de ello lo es el caso Magaña contra
Zaire en 1983. Posteriormente, el Comité ha otorgado gran importancia al artículo 2.3 como base de las
recomendaciones que dirige a los Estados en el examen de casos particulares., cuando ha determinado
la violación a un derecho reconocido en el Pacto, también ha resuelto que ello implica la existencia de
la inobservancia a la obligación emanada del artículo 2.3 del mismo instrumento de proporcionar un
recurso, puesto que esta disposición prevé la obligación de tomar determinadas medidas para remediar
las violaciones constatadas.
Refiriéndonos al plano regional interamericano, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha
sido clara en el carácter autónomo del derecho a un recurso efectivo. Ello ocurrió, principalmente, en
el caso ya mencionado Castañeda Gutman contra México, en el que pese a que la Corte declaró que
no existía violación a los derechos políticos consagrados en el artículo 23 de la Convención
Interamericana, sí se violentó el derecho a un recurso efectivo. Así, la Corte consideró que
precisamente por consagrar el derecho de acceso a la justicia, el artículo 25 de la Convención puede
ser vulnerado independientemente de que exista o no una violación al derecho reclamado.
El Juez de la Corte Eduardo Ferrer Mac Gregor, sostiene que en el diseño de la Convención Americana,
sus artículos mantienen una autonomía y contenido específico y que el recurso efectivo debe ser
analizado como un derecho autónomo.

5.5 TRAYECTO HISTÓRICO-CONVENCIONAL DEL DERECHO A UN RECURSO


EFECTIVO.
Fue la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre (1948), en su artículo XVIII, el
primer instrumento internacional que consagró el derecho a un recurso efectivo, pero la influencia del
Amparo mexicano es notoria en el artículo XVIII, pues establece el derecho de toda persona de disponer
de un procedimiento sencillo y breve, por el cual la justicia lo proteja contra actos de autoridad que
violen alguno de los derechos fundamentales.
Esta disposición, posteriormente fue adoptada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos,
aprobada el 10 de diciembre de 1948, por lo que es evidente que el antecedente del derecho a un recurso
efectivo, lo es la figura del amparo mexicano, lo cual también ha sido reconocido por la Corte
Interamericana, concluyéndose que el derecho a un recurso efectivo es la contribución latinoamericana
por excelencia a la Declaración Universal.
Entonces, la consagración original del derecho a un recurso efectivo ante los jueces o tribunales
nacionales competentes en la Declaración Americana (artículo XVIII) fue trasplantada la Declaración
Universal (artículo 8) y, de ésta última a las Convenciones Europea (artículo 13) y Americana sobre
Derechos Humanos (artículo 25) y en el Pacto de Derechos Civiles y Políticos de las Naciones Unidas.

5.6 EL DERECHO A UN RECURSO EFECTIVO EN EL ORDEN INTERNO DE DIVERSOS


ESTADOS.
- En Alemania, en la post guerra, la Constitución alemana de 1949, estableció la posibilidad de toda
persona que viera vulnerados sus derechos recurriera a la vía judicial.
Posteriormente, la Ley Fundamental Alemana (Constitución de Bonn), en el apartado IV, del artículo
19, se estableció el derecho a un recurso efectivo, al disponer que si alguien es lesionado en sus derechos
por un poder público, puede acceder a la vía jurídica.
En Alemania se ejerce un control judicial efectivo sobre cualquier tipo de actuación administrativa que
vulnere los derechos individuales para garantizar al ciudadano el control pleno y efectivo sobre todas
las actuaciones administrativas que puedan poner en peligro o causar un daño o lesión.
- En Italia, la Constitución recibió el derecho a la Tutela Judicial Efectiva. El artículo 24 de este
ordenamiento prevé que todos podrán acudir a los tribunales para la defensa de sus derechos y sus
intereses legítimos y que la defensa constituye un derecho inviolable en todos los estados y etapas del
procedimiento. Esta norma contiene cuatro preposiciones: a) todos pueden actuar en juicio para la tutela
de sus propios derechos e intereses legítimos; b) la defensa es un derecho inviolable en cualquier estado
y grado del procedimiento; c) se aseguran a las personas de escasos recursos económicos, con
instituciones adecuadas, los medios para demandar y defenderse en cualquier tipo de jurisdicción; y, d)
la ley determina las condiciones y los medios de reparación de los errores judiciales.
- En España, el derecho fundamental de las personas de la tutela judicial efectiva se inspiró en el modelo
alemán sin embargo, cada uno de ellos cuenta con rasgos propios. El derecho fundamental a la tutela
judicial efectiva española se cataloga como un derecho omnicomprensivo y complejo que trata como
una unidad todos los derechos que involucra y contiene un conjunto de garantías procesales tuteladas
en el artículo 24(2) de la Constitución española con la finalidad de proscribir la indefensión,
estableciendo con ello un claro mandato para el legislativo y para el operador jurídico de procurar la
satisfacción de todo tipo de pretensiones.
- En México no se prevé a nivel constitucional el Derecho a un Recurso Efectivo en estricto sentido
sino el derecho a la impartición de justicia en sentido amplio, en el artículo 17. Esta disposición fue
objeto de interpretación por parte de la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que
expresó que la garantía individual de acceso a la impartición de justicia consagra a favor de los
gobernados los siguientes principios: 1. De justicia pronta, 2. De justicia completa, 3. De justicia
imparcial; y, 4. De justicia gratuita.

5.7 CONCEPTUALIZACIÓN Y CARACTERIZACIÓN DEL DERECHO A UN RECURSO


EFECTIVO.
Los derechos subjetivos que han sido concedidos a los seres humanos oponen y limitan el derecho
objetivo de los poderes estatales, pero es necesaria la existencia de medios de protección y defensa de
los Derechos Humanos, a fin de que el poder público pueda ser limitado, pues es una realidad que el
Estado con su actuar vulnera los Derechos Humanos reconocidos, pero, una vez que éstos se han
incorporado a un sistema jurídico, surge la obligación por parte del Estado de crear un marco jurídico
de protección que incluya un control de constitucionalidad y/o convencionalidad de los actos violatorios
de Derechos Humanos, el resarcimiento de daños y el establecimiento de responsabilidades.
En el concepto actual de Estado es fundamental la sumisión del poder al derecho, lo cual únicamente
es posible si existen los instrumentos legales necesarios para hacer efectivo el ejercicio de los Derechos
Humanos, lo que se hace realidad mediante el control de la legalidad de los actos de los órganos que
ejercen el poder, pues de acuerdo al principio de legalidad, ninguna autoridad puede realizar un acto
para el cual no se encuentre expresamente facultado por la ley, lo que a su vez supone una garantía para
los particulares, pues todo ciudadano debe disponer de medios judiciales sencillos y eficaces para la
protección de sus derechos y, en consecuencia, que las violaciones a los Derechos Humanos deben ser
reputadas como ilícitas por el derecho interno y procurar el restablecimiento del derecho vulnerado
mediante la reparación de los daños causados, así como la investigación de los hechos para el
establecimiento de la verdad y la identificación y sanción de los servidores públicos causantes de la
violación.
Héctor Fix-Zamudio, destacado constitucionalista mexicano, señala que no es suficiente la
consagración de los Derechos Humanos en los textos constitucionales para que su eficacia quede
asegurada en la práctica, sino que se requiere del establecimiento de instrumentos procesales para
prevenir o reparar la violación de los derechos.
El derecho a un recurso efectivo constituye el derecho humano para acceder a cualquier mecanismo
establecido en ley para la protección de los derechos o libertades que se consideran violentados.
El derecho de acceso a la justicia es concebido así: Es un valor constitucional conforme a la convivencia
social y pacífica de mantener la concordia nacional y de asegurar la integridad de un orden político,
económico, jurídico y social justo, mediante la regulación estatal de las relaciones de la persona con un
trasfondo axiológico que conlleve a satisfacer esta cualidad y también representa la obligación a cargo
del Estado de prestar un buen servicio al administrar justicia en un proceso en el que se esté en la
posibilidad de hacer uso de las herramientas procesales previstas por la ley, que se cautele
provisionalmente y que concluya con un pronunciamiento razonado y en breve plazo que solucione el
conflicto planteado. Y, también, se traduce en un concepto estructural y organizacional relativo a los
órganos que administran justicia, lo que implica un conjunto de instancias, recursos y organismos en
que se tramitan los procesos, así como también la provisión de los servicios jurídicos gratuitos de
asesoría legal y la posibilidad de dirimir las controversias en mecanismos alternos de solución.
5.7.1 ES UN DERECHO HUMANO AUTÓNOMO DE TIPO PÚBLICO SUBJETIVO.
La firma de un tratado internacional en materia de Derechos Humanos por un Estado le obliga a crear
los medios idóneos para hacer valer las acciones judiciales que permitan al ciudadano cuyos derechos
han sido afectados acudir ante la autoridad pertinente en busca de protección , lo cual implica el
reconocimiento u otorgamiento de un campo de poder. Este campo de poder representa, a su vez, un
derecho público subjetivo en sí mismo, pues otorga a los ciudadanos la titularidad de ejercitar una acción
a fin de exigir una prestación a los Poderes del Estado.
El jurista Miguel Carbonell, señala que el derecho a un recurso efectivo tiene un carácter adjetivo, no
sustantivo, porque no protege directamente algún interés de la persona en particular, sino que les
concede la posibilidad de tener una vía jurisdiccional mediante la cual puede lograr el respeto de sus
intereses de cualquier índole, que pueden estar protegidos por normas de diferente rango jerárquico. En
contradicción a esta postura, la jurisprudencia constante del Sistema Interamericano, con una visión
más moderna y garantista, considera que el derecho a un recurso efectivo tiene el carácter de autónomo,
cuyo incumplimiento genera por sí mismo una violación a los Derechos Humanos, por lo que se
constituye como un derecho subjetivo en sí mismo.

La jurisprudencia de la Corte Europea de Derechos Humanos reconoce que el Estado de Derecho no


puede estar desasociado del imperio de la ley en una sociedad democrática, del cual forma parte
integrante el derecho a un recurso efectivo. El contenido material de éste lo distingue como un derecho
subjetivo y autónomo, caracterizado, además, de representar como una herramienta indispensable en la
protección de los derechos del hombre.

Este derecho humano tiene, además, el carácter de ius cogens, pues conlleva a su irrenunciabilidad
puesto que los derechos humanos no pueden ser objeto de convención, negociación o renuncia y las
normas que lo rigen son de índole imperativo e independientes de la voluntad de las partes, por lo que
no es posible su derogación de un orden jurídico y no puede ser modificado voluntariamente y, por
tanto, todo compromiso en contrario representa por sí misma una violación.
La Convención señala que toda persona “tiene derecho” a un recurso, lo que no significa en que
únicamente tenga derecho a una específica garantía adjetiva que se concretiza en un solo recurso o en
una acción de amparo, de tutela o de protección específica, sino que por el contrario, el derecho se
concibe en los términos más amplios, como derecho a la protección constitucional de los derechos o al
amparo de los mismos, caracterizándose como un derecho fundamental de rango internacional y
constitucional, traducido en el derecho a tener a su disposición los medios judiciales efectivos, rápidos
y eficaces de protección.

5.7.2 COMO INSTRUMENTO PARA HACER EFECTIVOS OTROS DERECHOS.


El derecho de acceso a la justicia tiene un carácter instrumental, porque a través de su ejercicio es
posible la exigencia de respeto a otros Derechos Humanos, porque de éste derivan los mecanismos
mediante los cuales los segundos son justiciables y, en este sentido, representa el mecanismo que sirve
para asegurar, proteger y dar certeza a todos los derechos reconocidos en determinado orden nacional.
Este carácter lleva consigo a que el derecho a un recurso efectivo se constituya como el medio de
protección a los Derechos Humanos en contra de cualquier acto que de alguna manera los afecte y
representa la posibilidad de dirimir el cumplimiento de derechos y obligaciones recíprocas con el
Estado.
El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, define al Recurso Efectivo como un derecho
humano básico y un medio indispensable para combatir la pobreza, prevenir y resolver conflictos y
considera que existen fuertes vínculos entre el establecimiento de un gobierno democrático, la reducción
de la pobreza y el aseguramiento de acceso a la justicia.
Este carácter de derecho-garantía cobra especial importancia dentro de un paradigma de control de
convencionalidad. El control de convencionalidad , definido por la Corte Interamericana, como “una
institución que se utiliza para aplicar el Derecho Internacional, en este caso el Derecho Internacional de
los Derechos Humanos, y específicamente la Convención Americana y sus fuentes, incluyendo la
jurisprudencia de este Tribunal”. Este instrumento permite que los jueces nacionales sean verdaderos y
efectivos garantes de los Derechos Humanos, lo que conlleva que la violación de los Derechos Humanos
encuentre su remedio en la sede interna de los Estados y no lleguen continuamente casos sobre el mismo
tema a la Corte Interamericana.
5.7.3 COMO ESPECIE DENTRO DEL GÉNERO DE LOS DERECHOS DE SEGURIDAD
JURÍDICA.
Los Derechos Humanos pueden ser clasificados en relación al bien jurídico que tutelan, así tenemos
cuatro géneros: de propiedad, de igualdad, de libertad y de seguridad jurídica, pero la Corte
Interamericana de Derechos Humanos ha identificado otra intelectual o espiritual o derecho a un
proyecto de vida, que consiste en el derecho a un proyecto de vida que la personas quieren para sí
mismas, planear y gozar sin la interferencia violatoria del Estado.
Por último, las garantías de seguridad jurídica tienen a la protección de estos derechos y libertades que
se pueden definir como “el conjunto general de condiciones, requisitos, elementos o circunstancias
previas a que debe sujetarse una cierta actividad estatal autoritaria para generar una afectación válida
de diferente índole en la esfera del gobernado, integrada por el summum de sus derechos subjetivos”.
De acuerdo con la Suprema Corte de Justicia de la Nación de México, la seguridad jurídica “es la certeza
que debe tener el gobernado de que su persona, su familia, sus posesiones o sus derechos serán
respetados por la autoridad, pero si ésta debe producir una afectación en ellos, deberá ajustarse a los
procedimientos previamente establecidos en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
y las leyes secundarias” y define a las garantías de seguridad jurídica como aquellos “derechos
subjetivos públicos a favor de los gobernados, que pueden ser oponibles a los órganos estatales, a fin
de exigirles que se sujeten a un conjunto de requisitos previos a la comisión de actos que pudieran
afectar la esfera jurídica de los individuos, para que éstos no caigan en la indefensión o la incertidumbre
jurídica, lo que hace posible la pervivencia de condiciones de igualdad y libertad para todos los sujetos
de derechos y obligaciones”.

5.8 DIFERENCIAS Y SIMILITUDES CON OTROS TÉRMINOS.


Son varios los términos que convergen con el del Derecho a un Recurso Efectivo, que solo para efectos
doctrinales y no prácticos se centran en un solo objeto, que exista un medio por el cual los derechos
vulnerados sean salvaguardados y que, en su caso, los daños sean reparados y que exista responsabilidad
de los servidores públicos y la garantía de que no vuelva a repetirse.
Por otra parte, cabe señalar que es común encontrar en los diversos textos, tanto nacionales como
internacionales, que el derecho a un Recurso Efectivo, indistintamente es considerado como sinónimo
de tutela judicial efectiva, acceso a la jurisdicción acceso a la administración de justicia, e incluso
garantías judiciales.
5.8.1 DERECHO A LA JUSTICIA.
Para el Juez de la Corte Internacional de Justicia y ex Presidente de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, Antonio Augusto Cançado Trindade, el Derecho a un Recurso Efectivo es una expresión del
propio derecho a la justicia. Expresa que el acceso a la justica se realiza mediante un recurso efectivo y
rápido y el derecho a ser prontamente oído por dicho tribunal, independiente e imparcial y que de este
ejercicio se puede visualizar un verdadero derecho al Derecho, o sea, el derecho a un ordenamiento que
efectivamente salvaguarde los derechos fundamentales de la persona humana. El recurso efectivo es
pues el instrumento mediante el cual se hace posible remediar una violación a los Derechos Humanos,
logrando con ello hacer efectivos los mecanismos de impartición de justicia.
El derecho de acceso a la justicia, dotado de contenido jurídico propio, significa, lato sensu, el derecho
a obtener justicia y se configura como el derecho a la propia realización de la justicia.

5.8.2 DIFERENCIAS Y SIMILITUDES CON OTROS TÉRMINOS.


Para Manuel E. Ventura Robles (Juez de la Corte Interamericana) define el acceso a la justicia como
“la posibilidad de toda persona, independientemente de su condición económica o de otra naturaleza,
de acudir al sistema previsto para la resolución de conflictos y vindicación de los derechos protegidos
de los cuales es titular”.
Existen diferentes tipos de condiciones que pueden impedir a una persona tener una posibilidad plena
de iniciar y participar en un proceso, de ejercer su Derecho a un Recurso Efectivo como víctima de
una violación a los Derechos Humanos.
El acceso a la justicia involucra varios aspectos complementarios:
1. La posibilidad de acceder, de llegar al sistema judicial, que involucra la existencia de las
condiciones materiales creadas para ello, en las que interviene tanto el poder legislativo al
producir leyes en las que se contengan políticas de inclusión y se evite la introducción de
formalismos, como el judicial al evitar la interpretación restrictiva del derecho que evite la
emisión de sentencias que resuelvan el fondo del asunto;

2. La disponibilidad de un buen servicio de justicia, en el que el sistema otorgue un


pronunciamiento justo en un tiempo prudente;

3. La posibilidad de mantener a las partes dentro del proceso, lo que con lleva a que las partes no
se vean obligadas a abandonarlo por razones ajenas a su voluntad, como las excesivas
citaciones, las tasas de justicia o los costos de los peritos y abogados;
4. La difusión de los derechos a fin de que sean del conocimiento de los ciudadanos, así como de
los medios para ejercer y reconocer esos derechos;

5. La conciencia de que el acceso a la justicia es un mecanismo de redistribución de la igualdad y


dignidad, así como pilar en cualquier Estado democrático de derecho.
5.8.3 EL DERECHO A LA PROTECCIÓN JUDICIALK O A LA TUTELA JUDICIAL
EFECTIVA.
Está representado por la obligación del Estado de brindar procuración y administración de justicia, que
permita a los ciudadanos gozar de seguridad jurídica para permitir una solución de conflictos y evitar
la venganza.
Es una especie, que se encuentra dentro del derecho de petición y tiene lugar cuando una persona, para
hacer valer una acción, para preservar o recuperar un derecho, comparece ante la autoridad
correspondiente para que se decida su derecho. Se refiere a cualquier tipo de controversia en el que se
resuelvan los derechos de las personas ante el aparato estatal, es decir, civil, familiar o penal, teniendo
como contraparte a cualquier persona y no necesariamente al Estado. El derecho a la tutela judicial
efectiva consiste en la posibilidad de acceder al proceso judicial, alegar los hechos y las
argumentaciones jurídicas pertinentes y obtener una resolución fundada en derecho que puede ser
favorable o adversa a las pretensiones ejercidas y no es un derecho meramente formal que se satisface
mediante la iniciación del proceso, sino de tipo sustancial que implica que la persona obtenga, durante
el proceso y en su culminación, la posibilidad real de ser escuchado, en la que se analicen los
argumentos y alegatos y se valoren las pruebas propuestas.
El término de derecho a la tutela judicial efectiva hace referencia específica a la jurisdicción, en la
actualidad por jurisdicción se entiende cualquier mecanismo que tras seguir un procedimiento, emite
una resolución con carácter vinculante.

5.8.4 EL DERECHO A RECURRIR UN FALLO.


En Latinoamérica, el término “recurso” es identificado como el medio jurídico procesal previsto por la
legislación para combatir un fallo adverso emitido por el juzgador (A quo) en un proceso, el cual puede
interponerse contra un auto o una sentencia, generalmente ante el superior jerárquico (A quem), o ante
el mismo A quo, este es el derecho a recurrir el fallo, reconocido en el artículo 8.2h de la Convención
Americana y está inmerso en las garantías del debido proceso, y éste derecho a recurrir el fallo, no debe
confundirse con el recurso sencillo y rápido del que habla el artículo 25 de la Convención Americana,
aunque el Juez Eduardo Ferrer Mac Gregor, sí establece ciertas coincidencias entre ambos, al señalar
que los recursos deben ser eficaces, accesibles y deben respetar el debido proceso legal, sin embargo
como diferencia, el derecho a la protección judicial es amplio y general, para proteger los derechos
estipulados en la Constitución, la ley o la Convención Americana, mientras que el otro derecho se
encuentra circunscrito a promover la revisión de una decisión en el marco de un proceso que puede
incluir la determinación de los derechos y obligaciones tanto de orden penal, así como las de carácter
civil, laboral, fiscal o de cualquier otra índole.
5.8.5 LAS GARANTÍAS DEL DEBIDO PROCESO.
También reciben el nombre de garantías judiciales, aunque éste término es utilizado más bien en el
ámbito del derecho internacional de los Derechos Humanos y el debido proceso es más bien nacional y
utilizado en México.
El debido proceso legal es un conjunto de garantías que el Estado debe asegurar a toda persona que
actúe en un proceso, a fin de que esté en las posibilidades de ejercer sus derechos procesales, tales como
ser notificado, alegar y ofrecer pruebas. Es, en concepto de la Declaración Universal de Derechos
Humanos, el derecho de toda persona a “ser oída públicamente y con justicia por un tribunal
independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones o para el examen de
cualquier acusación contra ella en materia penal”. La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha
señalado que por debido proceso debe entenderse aquellas condiciones que deben cumplirse para
asegurar la adecuada defensa de aquellos cuyos derechos u obligaciones están bajo consideración
Judicial.
En opinión de Daniel O’Donnell aunque el término de garantías judiciales se emplea frecuentemente
para denominar este complejo de derechos, la expresión debido proceso legal es más exacta, lo que
también sostiene la Corte Interamericana de Derechos Humanos, al decir que garantías judiciales hace
referencia a los medios procesales que “sirven para proteger, asegurar o hacer valer la titularidad o
ejercicio de un derecho, es decir a los medios idóneos para que los derechos y libertades sean efectivos
en toda circunstancia”.
El mexicano Sergio García Ramírez, ex Juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, sostiene
que no existe definición universalmente aceptada acerca del debido proceso.
El derecho al debido proceso legal se encuentra plasmado en múltiples declaraciones de derechos, como
en los artículos 10 y 11 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, 14 y 15 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP), XVIII y XXVI de la Declaración Americana de
Derechos y Deberes del Hombre, 8 y 9 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y 40 de
la Convención sobre los derechos del niño. Estas disposiciones establecen que este vocablo comprende
las siguientes garantías: el derecho a la igualdad en el proceso, el acceso a la jurisdicción, el derecho al
plazo razonable de duración de un proceso, derecho a la presunción de inocencia, derecho de debida
defensa (que incluye el derecho del inculpado a la comunicación previa y detallada de la acusación
formulada en su contra, la concesión al inculpado del tiempo y de los medios adecuados para la
preparación de su defensa, el derecho del inculpado a defenderse por sí mismo o a través de un defensor
de su elección o nombrado por el Estado), derecho a recurrir el fallo ante juez o tribunal superior,
prohibición de doble enjuiciamiento penal por los mismos hechos o non bis in ídem, publicidad del
proceso o proceso público.
Estas garantías han generado innumerables principios considerados como propios del proceso penal que
cambian de nominación según la teoría y autor que se siga, sin embargo Luigi Ferrajoli, ha señalado
diez principios como los pilares en los que descansa el derecho penal garantista:
1. Principio de retributividad o de la sucesividad de la pena respecto del delito, según el cual
nulla poena sine crimine.

2. Principio de legalidad, en sentido lato (mera legalidad) o en sentido estricto (estricta legalidad),
según el cual nullum crimen sine praevia lege poenali valida Principio de necesidad o de
economía del derecho penal y de respeto a la persona, según el cual nulla lex poenalis sine
necesitate.

3. Principio de lesividad o de la ofensividad del acto, según el cual nulla necesitas sine iniuria.

4. Principio de materialidad o de la exterioridad de la acción, según el cual nulla iniuria sine


actione.

5. Principio de culpabilidad personal, según el cual nulla actio sine culpa.


6. Principio de jurisdiccionalidad, según el cual nulla culpa sine iudicio.

7. Principio acusatorio o de separación entre juez y acusación, según el cual nullum iudicium
sine accusatione.

8. Principio de la carga de la prueba o de verificación, según el cual nulla accusatio sine


probatione.

9. Principio de contradictorio, o de la defensa, o de refutación, según el cual nulla probatio sine


defensione.

Sergio García Ramírez, señala que existe un vínculo relevante entre el Derecho a un Recurso Efectivo
y la garantía consagrada en el artículo 8.1 de la Convención Americana. En términos generales, la
proclamación de derechos sin la provisión de garantías para hacerlos valer queda en el vacío, por lo que
es necesario establecer las garantías que permitan reclamar el reconocimiento de los derechos,
recuperarlos, restablecerlos y ponerlos en práctica. Por el otro lado, el debido proceso es el medio
consecuente con el más avanzado concepto de los Derechos Humanos para asegurar la efectiva
realización de esos derechos que se aplica a la solución de controversias de cualquier naturaleza, entre
ellas, las laborales, así como a las peticiones y reclamaciones que se plantean ante cualesquiera
autoridades: judiciales o administrativas.
Antonio Augusto Cançado Trindade sostiene que no es posible disociar el derecho a un recurso efectivo
y las garantías del debido proceso. En el voto razonado al caso de la Masacre de Pueblo Bello vs.
Colombia apuntó que el derecho de acceso a la justicia no se reduce al acceso formal, stricto sensu, a la
instancia judicial (tanto en el orden interno, como internacional), sino que comprende, además, el
derecho a la prestación jurisdiccional. Añadió que esta insociabilidad entre los artículos 25 y 8 de la
Convención Americana permite la plena realización de la justicia y, con ello, el Derecho a un Recurso
Efectivo se caracteriza como norma de jus cogens pues estos artículos tomados conjuntamente tienen
una vocación universal al aplicarse en todas y cualesquiera circunstancias, conforman un derecho
imperativo y acarrean obligaciones erga omnes de protección.
Por último, en el voto emitido en la sentencia del caso Ximenes Lópes vs. Brasil, también resaltó que:
“…en respuesta a las preguntas que les formulé en la audiencia pública ante esta Corte de los días 30
de noviembre y 1º de diciembre de 2005, tanto la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH) como los representantes de la víctima y sus familiares expresaron que la mejor hermenéutica
de los artículos 8.1 y 25 de la Convención Americana es la que efectiva y necesariamente los vincula.
La CIDH se pronunció en defensa del “conjunto integrado del debido proceso y tutela judicial efectiva
del artículo 8.1 y del artículo 25” de la Convención, y los mencionados representantes afirmaron en el
mismo sentido que “la lectura más clara de esa normativa dentro del sistema interamericano sería la
de que los dos artículos deberían ser analizados en conjunto, incluso porque eso es precisamente lo
que hace la mayoría de la jurisprudencia de esta Honorable Corte”.

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