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EL SUICIDIO COMO MORALMENTE CORRECTO

El suicidio puede ser resultado de pensar por varios días y darle vueltas a ésta idea, o del impacto negativo que
algún suceso genere en la vida de la persona. Ésta práctica es algo que muchos ven como inaceptable, pero es
innegable que en algún instante se nos ha pasado por la mente. Sin embargo, aun siendo un hecho frecuente, es
un tema tabú: Ya sea por cuestiones de creencia, entorno, o principios morales de cada individuo. Se planteará
que el suicidio debería normalizarse, por la sencilla razón de que, aunque no decidimos nacer, podemos
(por las circunstancias) elegir terminar con nuestra vida. Existen situaciones que son insuperables y
eliminan completamente la paz mental y vital de un individuo. Si alguien no soporta vivir más, y está
completamente decidido a suicidarse, está en todo el derecho de hacerlo. Por lo anterior, cabe la pena analizar
por qué el suicidio se debería considerar como un acto normal.

El suicidio es la muerte auto provocada de un individuo. Inicialmente, se plantearán los distintos tipos de
suicidio que existen, sí, hay varias clases de suicidio dependiendo del contexto y las razones que conlleven a
hacerlo. (Durkheim, 2008), refiere que existen tres tipos. En primer lugar, está el suicidio egoísta, como su
nombre lo dice, sucede a causa de razones que rondan en el individualismo, mayormente dadas por cuestiones
culturales. Está también el suicidio altruista. Ocurre en situaciones donde está el bienestar y las reglas de un
grupo por encima de la vida de cada integrante, es decir, es preferible sacrificarse por el grupo antes de que éste
se quebrante o sufra algún tipo de consecuencia. En tercer lugar, existe el suicidio anónimo. Puede interpretarse
como el más recurrente en lo que a causas desencadenantes de un suicidio se refiere. Sucede cuando se dislocan
o alteran de manera abrupta los factores y el entorno social de la persona, conllevando a un desequilibrio
emocional y la pérdida del sentido de la vida.

Con la categorización realizada por Durkheim, podemos darnos cuenta de que el suicidio siempre abarca una
repercusión en el ámbito social, independientemente de que sea una decisión con fines de bien propio, “tal
«solución» se encuentra en función -o disfunción- del grupo social al que se pertenece y de las instituciones y
normas que rigen su vida” (López, 1981). Sin embargo, es aún más egoísta el juzgar de inmoral la decisión de
otra persona porque con su muerte se llegue a desequilibrar nuestro propio entorno. Sí, el mundo está regido por
reglas y parámetros para que las sociedades lleven un ciclo y una convivencia digna, sin embargo, al cometerse
el suicidio no se está vulnerando o atentando contra la vida de alguien ajeno, sino a uno mismo, quien es el
único dueño de su vida. Diferente es que las ideas suicidas sean provocadas por incitaciones de un tercero, que
en todo caso sería el único con implicaciones legales. No la persona muerta.

Claro que suena chocante el hecho de tener que asumir la muerte de alguien cercano que quizá se pudo prevenir,
y ahí está la clave: La prevención de las conductas suicidas. Si cierta persona decide acabar con su vida es
porque ya es muy tarde, así como un cáncer que no es detectado a tiempo. Hay ciertas alarmas y gritos que
indican cuando una persona necesita ayuda y que su vida corre peligro. Si se detectan a tiempo, se toman
medidas y la persona está dispuesta a mejorar, puede evitarse un suicidio. En caso de que llegue a ocurrir este
evento, ya no sirve de nada lamentarse y juzgar. En la mayoría de los casos, existe antes una ideación suicida, la
planeación del acto y por último la ejecución del mismo. Según (Royert, 2017) del ministerio de salud, existen
ciertas personas con determinadas características que las hacen más propensas a cometerlo: Personas con algún
trastorno mental (tal como la depresión, esquizofrenia, trastorno bipolar, etc.) y quienes dependen de sustancias
psicoactivas como el alcohol y las drogas. Así como aquellos que han o están pasando por un evento crítico o
con antecedentes de intentos de suicidio fallidos. Con esto queda claro cuál sería la prevención a una ideación
suicida y a la ejecución de este hecho: Detectar a tiempo un trastorno, dependencia o crisis. Una vez hecho esto,
estar en constante acompañamiento personal y profesional, con alternativas que le hagan la vida más llevadera
al individuo.

Con lo anterior, se puede deducir que, si se quiere hacer algo beneficioso para que haya menos suicidios, la
respuesta está en la prevención temprana de la ideación suicida, no en las críticas y juicios morales dados
después de que todo ya está hecho. El mayor ejemplo de esto y con lo cual se puede derrumbar cualquier
argumento moralista con lo que al suicidio respecta, es todo lo que la religión ha impartido en la sociedad desde
siempre. La intención de este ensayo no es interferir en las creencias de cada uno, pero quizá sí hacerlo
reflexionar. En primer lugar, el concepto de culpa fue desde un principio infundido por la religión. Se deben
seguir mandamientos. Si se incumplen y no hay arrepentimiento, se está a un paso más cerca del infierno, pero,
¿Qué es el infierno?, otra de las tantas cosas que la culpa dictada por las religiones abarca. ¿O por qué cree que
el primer argumento que te darán contra el suicidio es que será castigado por Dios?, las creencias deben
practicarse como una filosofía que les impulse a ser mejores personas porque les nazca, no porque tengan un
castigo divino si no lo son. “Por eso hemos tratado de desterrar la homofobia, por eso hemos acabado con la
pena de muerte, por eso estamos en luchas para no discriminar a lo distinto. Y dentro de ese terreno entraría el
respeto por el suicidio” (Bonnett, 2015).

Personajes como Van Gogh, Kurt Cobain, Robin Williams y muchos otros, murieron a causa de un suicidio, y,
sin embargo, su legado sigue estando presente y latente al día de hoy. Lo importante no es cumplir una vida
sentado en una oficina rindiéndole honores a organizaciones como la iglesia, sintiéndose culpable por cada
mínimo error, lo importante es que, en nuestra permanencia, independientemente de cuál sea el desenlace,
dejemos una marca realmente valiosa y positiva en la historia. La intención no es rayar en el exceso de
optimismo, y mucho menos cuando se está defendiendo un tema cuya principal razón es la falta del mismo.
Pero sí hacerle cuestionarse la presión que genera una sociedad como la nuestra. “el suicidio es el último acto de
una persona libre” (Séneca, s.f).

Es incluso más desconcertante que siga siendo un tabú, sabiendo que es un acto que viene desde la prehistoria, y
si se quiere un dato más cercano y que supla sus necesidades religiosas: Judas Iscariote se suicidó por culpa. Lo
más curioso, es que, en ciertos momentos de la antigüedad, el suicidio no se consideraba una acción negativa,
de hecho, había hasta dioses del suicidio y en religiones como el budismo se recurría a ésta acción para alcanzar
el nirvana y la paz mental.

No se puede cambiar el ciclo de la historia, mucho menos retirar el sentimiento de culpa de nuestras mentes, se
puede prevenir que por ese mito impartido se recurra al suicidio, pero, en caso de que suceda, se puede eliminar
la percepción de que es un acto imperdonable. A veces es demasiado tarde para hacer cambiar de parecer a una
persona. No es egoísta quien recurre a ésta salida. Lo es quién mientras tuvo a esta persona en vida, no le
propició la atención requerida y luego del suceso botó alaridos, vociferó inconformidad y buscó culpables
donde no los hay. No se puede devolver el tiempo, y a veces no se puede sacar a las personas de su infierno.

LISTA DE REFERENCIAS

- País, E. (1981). Tribuna | Sobre cultura y moral de la muerte y del suicidio. [online] EL PAÍS. Available
at: https://elpais.com/diario/1981/05/14/opinion/358639211_850215.html [Accessed 20 May 2019].
- Royert, C. (2017). Boletín de salud mental Conducta suicida Subdirección de Enfermedades No
Transmisibles. [online] Minsalud.gov.co. Available at:
https://www.minsalud.gov.co/sites/rid/Lists/BibliotecaDigital/RIDE/VS/PP/ENT/boletin-conducta-
suicida.pdf [Accessed 20 May 2019].
- Palacio, A. (2010). LA COMPRENSIÓN CLÁSICA DEL SUICIDIO. DE ÉMILE DURKHEIM A
NUESTROS DÍAS. 1st ed. [ebook] Antioquia, p.6. Available at:
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3703186.pdf [Accessed 20 May 2019].
- Bonnett, P. (2015). Planeta - Ideas - EL COMERCIO. [online] Planeta - Ideas - EL COMERCIO.
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