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Documento en prensa – Martín Vergara y Gonzalo Gallardo

Observatorio de la Juventud Universitaria UC

PROYECCIONES DE TRANSICIÓN DE LA UNIVERSIDAD AL MUNDO DEL TRABAJO DE


ESTUDIANTES DE PREGRADO UC

Resumen

El presente estudio, cualitativo y exploratorio, describe proyecciones de transición


universidad-mundo del trabajo de estudiantes de pregrado en sus últimos años de
formación, asistentes a una universidad cuyas credenciales son altamente valoradas en el
mercado laboral. En base al análisis de 19 entrevistas a estudiantes de cuarto y quinto año
de estudios de cuatro carreras profesionales en la Pontificia Universidad Católica de Chile,
se presentarán tensiones experimentadas por los estudiantes ante el egreso, dificultades,
facilitadores y estrategias proyectadas en función de futuro ingreso al mundo laboral. Entre
los principales hallazgos destaca el que la anticipación del egreso puede constituir una
preocupación importante para el estudiantado; que esta preocupación dependería de la
posición de su carrera en el mercado laboral y de la posición del estudiante en la estructura
social; y que los discursos disponibles de transición al mundo del trabajo tienden a sobre
enfatizar el potencial individual, eclipsando aspectos de carácter estructural vinculados.

Palabras clave: transición, empleabilidad, juventudes.


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El mundo del trabajo se encuentra en transformación, avanzando hacia formas laborales


flexibles, individualizadas, inestables y precarias (Bauman, 2003; Sennett, 2006; Soto &
Gaete, 2013). De modo paralelo, la educación superior se ha masificado globalmente,
devaluando el valor de sus títulos y limitando la promesa de movilidad social históricamente
asociada a esta formación (Barber, Donnely & Rizvi 2013; Brown, 2003).

La conjunción de estas condiciones ha llevado a instituciones de educación superior (IES) a


preocuparse por el acceso al empleo de sus egresados. En Inglaterra, por ejemplo, desde
1990 las IES incorporan en su actuar el concepto de empleabilidad (Orellana, 2018), y
actualmente resulta exigencia global preparar la inserción laboral del estudiantado
(Scheele, 2009; Teichler, 2009). Por ello las IES ofrecen ferias que contactan empleadores
con estudiantes, talleres extracurriculares y cursos de preparación para la empleabilidad y
vida laboral, y han organizado centros o programas destinados al desarrollo profesional1.

Pese al crecimiento de este campo de acción profesional, existe poca evidencia nacional
sobre cómo los estudiantes imaginan su futuro laboral, y menos aún sobre cómo esta
proyección afecta su experiencia universitaria. El punto de vista de los jóvenes resulta
escasamente conocido.

¿Cómo imaginan estudiantes universitarios su desarrollo laboral? ¿Qué aspectos les


preocupan? ¿Qué recursos consideran que podrían favorecer su transición al mundo
laboral? ¿Qué obstaculizadores reconocen? ¿Identifican diferencias entre sí estudiantes de
una misma carrera? ¿En base a qué se constituyen las diferencias? ¿Influye la carrera y
universidad de egreso en la proyección laboral?

Tales preguntas movilizaron esta indagación, siendo respondidas desde la experiencia de


estudiantes de la Pontificia Universidad Católica de Chile (UC), institución de credenciales
altamente valoradas. A nivel global, el cómo imaginan su inserción laboral y qué estrategias
planifican realizar quienes adquieren credenciales de élite resultan ámbitos poco
explorados (Tholen, Brown, Power & Allouch, 2013).

Si bien la perspectiva de estudiantes UC podría resultar poco representativa de la población


universitaria general, su conocimiento podría iluminar desafíos compartidos con las
diversas juventudes que estudian en educación superior. Este conocimiento podría resultar

1
Como ejemplos, considerar The Employability and Careers Centre de la University of Surrey o el UCL Careers del University
College of London, ambos de Inglaterra, o en Chile el Centro de Desarrollo Profesional de la Pontificia Universidad Católica
de Chile o el Programa de Desarrollo de Carrera de la Universidad Diego Portales.
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de interés para profesionales que trabajan diseñando y ejecutando programas de apoyo al


desarrollo de carrera estudiantil.

En lo que sigue, se presentarán antecedentes de contexto en relación a las juventudes y la


articulación universidad-mundo laboral, para luego ofrecer marcos de comprensión y
análisis de los testimonios recogidos, orientados por el objetivo general del estudio:
identificar proyecciones de transición universidad-mundo del trabajo de estudiantes
universitarios de últimos años de formación.

Juventudes e incertidumbre en las promesas de la educación superior

La educación superior ha expandido globalmente la condición juvenil, representando “el


más grande aplazamiento organizado y artificial de la adultez” (Erikson, 1994, p. 565),
ofreciendo condiciones sociohistóricas específicas de tiempo para explorar proyectos
vitales y adquirir credenciales, útiles para optar luego a empleos de alta retribución.

Los cambios en el mercado laboral y los procesos de flexibilización del empleo tuvieron
como una de sus principales consecuencias un profundo proceso de segmentación, del cual
emergieron dos mundos del trabajo con reglas opuestas y características independientes
(Soto, 2008; 2009). Tendencialmente, las trayectorias de quienes alcanzan esta formación
se distanciarían de aquellas que no acceden, conduciendo las primeras a un mundo del
trabajo minoritario, de alta calificación y buenas condiciones laborales, y las últimas a otro
altamente precario, con limitadas posibilidades de desarrollo y bajas remuneraciones.

En Chile, en contraste con quienes finalizan su educación en enseñanza media, aún “hay un
efecto positivo y estadísticamente significativo de asistir a la educación superior y titularse
sobre la empleabilidad” (Mizala & Lara, 2013, p.108). La formación universitaria ha
representado una vía para la movilidad social o la conservación de estatus. Pese a la
ampliación del acceso, resulta “normal” aún que sean jóvenes de hogares cultural y
económicamente aventajados quienes accedan en mayor medida a los puestos selectos y
privilegiados en educación superior (Brunner, 2015).

Condiciones estructurales y pautas culturales familiares fomentan en Chile diferencias inter


e intra generacionales en las modalidades de paso de las juventudes a la vida adulta
(Canales, Ghiardo & Opazo, 2015; Dávila, 2015). Si la experiencia universitaria es una
condición particular para experimentar la juventud, el acceso a una institución selectiva
representaría —en este marco— un contexto aún más específico de oportunidades
respecto a la proyección futura.
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Esta consideración, no obstante, no debiera llevar a asumir a los jóvenes universitarios


como homogéneos. Existe diversidad entre el estudiantado y heterogeneidad de
trayectorias por las cuales se accede a la universidad, incluso en las más selectivas.

Más allá de la asociación históricamente constituida entre acceso educativo y movilidad


social, es importante señalar que dicha promesa se encuentra actualmente fragilizada:
globalmente ha surgido incertidumbre sobre la retribución esperada por tener un título
profesional (Tholen, et al., 2013; Barber et al., 2013). Para el caso chileno, no existe certeza
del futuro de más de un millón de jóvenes en formación, pues la cobertura educativa habría
crecido a un ritmo mayor al crecimiento económico, desequilibrando las posibilidades de
absorción de profesionales desde el empleo (PNUD, 2017).

Articulación entre educación superior y mundo del trabajo

La masificación educativa habría producido inflación de las credenciales profesionales,


afectando la articulación formación-empleo (Brown, 2003). Títulos y grados han reducido
su condición de llave de entrada al mercado laboral, representando ahora para los nuevos
profesionales un mero “pasaporte de salida que necesitan completar y actualizar de manera
continua” (González Lorente & Martínez Clares, 2016, p.168).

Los empleadores desconfiarían de los títulos, demandando nuevas y más exigentes


credenciales a los postulantes, sobre las que el acceso no se encuentra igualmente
distribuido (v.g. experiencias previas al egreso ligadas a la carrera, pasantías, trabajos
voluntarios, intercambios al extranjero o viajes exóticos) (Lehmann, 2012). La apertura
educacional estaría tomando así la forma de una “oportunidad trampa”, donde las
expectativas de muchas personas bien calificadas se verían frustradas al vincularse con un
mercado laboral incapaz de absorber al creciente número de profesionales (Brown, 2003).

La desigualdad frente a la transición universidad-mundo laboral se experimentaría incluso


al egresar desde instituciones de élite (i.e. Cambridge, Oxford y Science Po), dada la alta
valoración que tendrían en el mundo del trabajo las redes de contacto construidas en tales
universidades, recurso al cual el acceso no sería igualitario sino basado en el origen social,
conexiones y un cierto “sentido del juego” aprendido, aspectos dependientes de
prerrequisitos económicos y sociales (Tholen, et al., 2013). Incluso las oportunidades de
riesgo y exploración vocacional serían desigualmente distribuidas. Como indica Sennet,
pareciera que aún en el plano universitario:

lo único que cuenta es la clase. Un hijo de la élite se puede permitir el lujo


de la confusión estratégica; un hijo de las masas, no. Es más probable que el
primero tenga más oportunidades en virtud del origen familiar y las redes
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educacionales; el privilegio disminuye la necesidad de trazar estrategias


(2006, p.72).

Nuevas demandas psicológicas y sociales hacia las personas trabajadoras

Junto a lo anterior, resulta necesario considerar las condiciones actuales para la producción
de subjetividades, especialmente los denominados mandatos sociales circulantes. En este
sentido, distintos planos de participación se han visto permeados por la expansión de
discursos y prácticas vinculadas a la felicidad y el logro de bienestar individual como
mandato (Stecher, Toro, & Rodríguez, 2015).

Una demanda potente en este sentido es la apelación a desarrollar autonomía individual y


méritos, buscando distinción desde la producción de un denominado self-emprendedor,
que interpela a una permanente optimización de sí, internalizando el deseo de
autosacrificio en función de ser un producto atractivo, estético, feliz, siempre perfectible y
sobre exigido (Bröckling, 2015).

Observando el mundo del trabajo, se constatan mandatos similares, destacando una


exhortación permanente al autodesarrollo, cuya consecuencia sería “la excesiva centralidad
del proceso de capitalización personal, el trabajo emocional y la presión de ser mejor,
sentirse y verse feliz” (Stecher, et al., 2015, p.413). La impotencia, desmotivación e
inseguridad —posibles efectos de esta demanda— se consideran típicamente patologías
particulares, merecedoras de atención y sanción individual (Bröckling, 2015).

Proyecciones sobre la transición universidad-mundo laboral como objeto de indagación.

Este estudio asume un enfoque relacional para la comprensión del desarrollo humano. En
tal sentido, se sostiene que la comprensión sobre las trayectorias de aprendizaje y vida de
los seres humanos encuentra mejor camino abandonando la búsqueda de causas
individuales, considerando la interdependencia entre individuos, grupos, situaciones de
aprendizaje, esferas de participación, trayectorias familiares y de clase como un aspecto
clave en el cambio y estabilidad a lo largo de la vida (Zittoun & Gillespie, 2015).

En este marco, las transiciones representan momentos de quiebre relevantes promovidos


desde la interdependencia y la propia agencia, que producen un antes y después en las
trayectorias vitales (Zittoun, 2009). Son efectos de procesos de desarrollo e instancias
movilizadoras de nuevas transformaciones. Suponen un cambio de ambiente, un cambio de
rol, o ambos (Bronfenbrenner,1987).
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En esta línea, el paso de la universidad al empleo supone una transición compleja, pues
modificará tanto el rol como el ambiente de desarrollo. Es por tanto una experiencia
desafiante, anticipada en la vida de muchos adultos, capaz de producir transformaciones
en el bienestar subjetivo de las personas (Lindfors, Hultell, Rudman & Gustavsson, 2014).

Anticipar una transición supone la expansión del presente a través de la imaginación,


movimiento desde el cual luego se puede “volver” al presente, pudiendo movilizar recursos
y energías para alcanzar el futuro deseado, o evitar uno temido (Zittoun, 2016). Imaginar el
futuro laboral es un movimiento mental al cual los estudiantes son habitualmente
convocados, formalmente (v.g. mediante talleres, ferias laborales, cursos, folletería) e
informalmente (v.g. vía diálogos entre pares y conversaciones en familia). Los efectos de tal
invitación a proyectar la propia vida son poco conocidos.

Las distintas consideraciones mencionadas dan relevancia a indagar en las proyecciones,


temores y esperanzas de estudiantes chilenos sobre su futura transición al mundo laboral.
Se justifica realizar esto en la UC —universidad chilena de élite, tradicional y selectiva
(Torres & Zenteno, 2011)— porque en ella se encuentran estudiantes cuyas trayectorias
escolares y sociales difícilmente se ligaron previamente, considerando la segregación
escolar chilena (Mizala & Torche, 2012). Resulta interesante valorar si la experiencia
universitaria común provee igualdad de proyecciones al egreso —pese a la heterogeneidad
de trayectorias— o bien si el peso de tales condiciones previas y presentes emerge en la
producción de imaginarios futuros.

Metodología

Considerando las preguntas guía y el objetivo de identificar proyecciones de transición


universidad- mundo laboral de estudiantes universitarios, se optó por desarrollar un diseño
cualitativo de investigación (Creswell, 2007), utilizando como estrategia de recolección de
datos la entrevista semiestructurada (Flick, 2004).

Aspirando acceder a perspectivas diversas, se consideró al muestreo intencionado como


técnica (Flick, 2004), definiendo como criterios de selección el que los participantes
pertenecieran a carreras con diversa tasa de ocupación, con distinta composición social
interna y que, individualmente, representaran distintas trayectorias vitales.

En base a documentación UC, se identificaron carreras con alta tasa de ocupación (100% en
algunos casos) y las que exhibían menor ocupación (menos de un 80% de egresados
trabajando al año de titulación). Entre las que cumplían tales criterios, se seleccionaron dos
con una composición interna donde el porcentaje de ex alumnos de colegios privados fuera
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sobre el 75%, denominadas para el estudio como carreras homogéneas —en matrícula
escolar chilena los colegios privados representan el 8%— y se seleccionaron dos carreras
con porcentaje de ex alumnos de colegios privados cercano al 40%, denominadas como
heterogéneas en contexto UC. Las carreras elegidas fueron Enfermería (heterogénea/alta
ocupación), Ingeniería Comercial (homogénea/alta ocupación), Agronomía
(heterogénea/baja ocupación) y Psicología (homogénea/baja ocupación).

Finalmente, en cada carrera se buscó entrevistar estudiantes de distintos niveles


socioeconómicos, utilizando quintiles de ingreso familiar como indicador, tomando
contacto con estudiantes categorizados por la UC en quintiles I y II (de menores ingresos
per cápita familiar) y estudiantes categorizados quintil V (de mayores ingresos).

Se logró contactar entre 2014 y 2015 a 19 participantes (15 mujeres y 4 hombres) que
cursaban su último o penúltimo año de carrera, a excepción de un participante titulado
poco antes de la entrevista.

Carrera Composición Tasa de NSE quintiles I NSE quintil V


social ocupación y II (número (número
interna al egreso de entrevistados) entrevistados)
carrera la carrera

Ingeniería Homogénea Alta en 2 2


Comercial institución
Psicología Homogénea Baja en 2 4
institución
Enfermería Heterogénea Alta en 2 2
institución
Agronomía Heterogénea Baja en 2 3
institución
Total de entrevistados/as 8 11

Tabla 1. Conformación del grupo de participantes del estudio

A cada participante se le ofreció una carta de consentimiento informado, donde se


comprometió confidencialidad. Posteriormente, siguiendo una misma pauta
semiestructurada, se realizaron 15 entrevistas individuales y 2 entrevistas grupales, de
aproximadamente una hora cada una, las cuales fueron grabadas y transcritas. El análisis se
desarrolló siguiendo estrategias propias de la teoría fundamentada, privilegiando la
codificación abierta (Strauss & Corvin, 2002), combinadas con herramientas del análisis
estructural (Piret, Nizet & Bourgeois, 1996) y narrativo (Gallardo, 2012).
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Durante distintas etapas del proceso, el equipo del proyecto trianguló sus análisis con
profesionales del Centro de Desarrollo Profesional UC (Flick, 2014).

Resultados

Como indican Zittoun y Gillespie (2015), la imaginación respecto a las transiciones puede
afectar el presente y dar sentido a las acciones realizadas o por realizar. Para el caso de los
estudiantes entrevistados, la preocupación por el acceso al trabajo emergió como temática
en las decisiones y afectos de los participantes a lo largo de su formación, e incluso años
antes de ingresar a la UC. En lo que sigue se sintetizan estos hallazgos.

Preocupación por lo laboral a lo largo de la experiencia universitaria

Antes de ingresar a la UC, algunos estudiantes señalaron haberse preguntado qué


perspectivas de desarrollo laboral les ofrecían tanto la universidad como la carrera elegida.
Este aspecto habría jugado un papel relevante en la elección de estudios, valorando
comentarios de familiares, el prestigio social de la UC, la calidad académica y las
oportunidades de desarrollo personal y profesional ofrecidos.

Ya al iniciar su formación, algunos estudiantes recordaron haberse preocupado por la


ocupación futura, poniendo en duda la efectividad de su elección de carrera en este sentido.
Esto fue referido especialmente por estudiantes clasificados en los primeros quintiles;
estudiantes de quintil V en general no recordaron haber sentido preocupación por la
ocupación ni en su elección de carrera ni al ingreso a la universidad.

Ingresar a una carrera con alta ocupación habría operado como atenuante de
preocupaciones por la ocupación futura. En contraste, en carreras con menor ocupación, la
preocupación habría persistido un tiempo tras el ingreso, disminuyendo paulatinamente en
la medida que se tomaba conciencia del prestigio de la institución mediante testimonios de
profesores, compañeros de años mayores y contextos laborales vinculados a la carrera.

Hacia la mitad de carrera, emergió como elemento modulador de la preocupación por la


ocupación el convencimiento -en algunos estudiantes- de que los resultados futuros de la
transición universidad-mundo laboral dependerían en mayor medida de elementos
individuales, donde la proactividad y la autogestión serían clave.

Ya anticipando el egreso resurgió en algunos estudiantes la preocupación por la ocupación,


gatillada por el acercamiento al mundo laboral vía prácticas y charlas de preparación para
el egreso y por la sensación emergente de “final de camino” respecto a los estudios:
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“la preocupación -no solo mía, sino de la mayoría- es que uno… todos van tomando
consciencia al final de que la universidad es, no es más que una herramienta chica yo creo…
que al final uno se las tiene que valer por sí mismo”.

La mayor preocupación identificada cerca del egreso tendría relación con enfrentar
dificultades para encontrar trabajo. Esta preocupación se basaría en experiencias propias
de búsqueda difícil de prácticas profesionales o en testimonios de exalumnos que se
habrían demorado en encontrar empleo.

Además, las preocupaciones crecieron en algunos entrevistados al constatar o recibir


información sobre campos laborales saturados, bajas en la demanda de profesionales,
aumento de la oferta de otros actores en áreas similares (técnico-profesionales, por
ejemplo) y la percepción de “desaceleración” económica a nivel nacional.

Considerando la información anterior, surgió en algunos entrevistados el temor a no


cumplir con las expectativas familiares al no encontrar trabajo y la anticipación de una
posible ausencia de comprensión al respecto. Otros estudiantes no señalaron tener
preocupación por encontrar y acceder al mundo del trabajo, sin embargo, indicaron
anticipar dudas respecto a su capacidad para rendir en este escenario:

“tampoco me asusta tanto, pero sí me asusta… en el fondo no tener las herramientas o las
capacidades necesarias”.

En otros casos se percibe mayor tranquilidad respecto al proceso de transición anticipado:

“mis papás no me apuran, para nada, no, de hecho mi papá me dice como "tal vez si podrías
estudiar algo más después" porque por lo mismo, me dice "erís muy joven"… igual agradezco
que me den como esa, que no me digan "No, tienes que trabajar", porque, tal vez por eso
también me lo he tomado tan a la ligera”.

Utilizando como herramienta al relato gráfico (Gallardo, 2012; Gallardo, Morrás, Lorca &
Vergara, 2014), se conformó la siguiente figura, aspirando representar las diferentes
modalidades identificadas en relación a la preocupación por lo laboral a lo largo de la
formación, ilustrando con flechas aspectos reportados que tenderían a aumentar o
disminuir esta preocupación:
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Figura 1: emergencia de preocupación por la ocupación en las trayectorias académicas.

Facilitadores imaginados en relación al acceso laboral

Entre los facilitadores de la inserción laboral imaginados por participantes del estudio,
destacó la referencia a las redes de contacto, sean las establecidas durante la formación (i.e.
profesores, compañeros, empresas), sean heredadas o adscritas a un origen social (i.e.
familiares, contactos de familiares, redes del colegio de egreso), o bien las que aspiraban
desarrollar en los últimos semestres.

“Yo creo que en verdad en Chile, pitutos o contactos son muy importantes, entonces yo creo
que, si llego a las empresas por el lado correcto, haciéndolo bien, yo creo que por ahí sería
un facilitador”.

Otros facilitadores imaginados mencionados fueron el prestigio de la universidad,


experiencias laborales previas (v.g. ayudantías, trabajo con académicos, prácticas
profesionales) y actividades extracurriculares realizadas (representación estudiantil,
trabajos voluntarios, intercambios al extranjero, etc.), así como el posible desarrollo de
estudios de posgrado.

Algunos entrevistados consideraron como un facilitador de contexto la alta demanda


laboral por profesionales de su carrera. Otros estudiantes valoraron la disponibilidad de
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servicios de apoyo institucional como facilitadores a la transición universidad-mundo del


trabajo, como el apoyo de facultades y las bolsas de trabajo que disponen o el centro de
apoyo al desarrollo profesional UC.

Alineados con demandas sociales actuales hacia los trabajadores (Stecher, et al. 2013), los
estudiantes refirieron aspectos individuales como potenciales facilitadores del acceso al
empleo, destacando la proactividad y capacidad de autogestión, madurez, buena
disposición, flexibilidad, tranquilidad para enfrentar procesos de selección y el manejo de
un idioma extranjero, entre otros.

La familia fue representada como una condición interviniente en la búsqueda de trabajo,


pues podrían entregar orientación, alentar el esfuerzo y no ejercer presión en el proceso.

Obstaculizadores anticipados de acceso a primeros empleos

Como posibles obstaculizadores imaginados al acceso al trabajo, algunos estudiantes


señalaron enfáticamente la ausencia de redes de contacto en el campo laboral, vivenciada
como barrera incluso durante la formación al tener que buscar experiencias prácticas por
cuenta propia: “conseguir pasantía para mí fue horrible, porque no conozco gente, no
tengo… no tengo un primo, un tío, alguien que conozca, entonces… en el colegio tampoco,
o sea tengo mis compañeros, son mis contactos… pero están todos en las mismas que yo".

La ausencia de experiencia laboral también fue reconocida en varios casos como un


obstáculo imaginado a la hora de buscar empleo: “me bajó como el mismo nervio de todos
mis compañeros de que no, yo no tengo currículum, o sea no, no tengo nada, entonces es
como “soy yo, salí de esta universidad, por favor confíe en mí”.

Al proyectar la futura participación en procesos de selección laboral, algunos participantes


del estudio refirieron no sentirse preparados del todo para enfrentar tales situaciones,
reconociendo no saber necesariamente qué hacer o cómo hacerlo bien en dichas instancias:
“me da nervio no tener ningún contacto que me ayude o no tener alguien que me pueda
asistir durante el proceso de búsqueda de trabajo, como hacerlo sola, como tan así
inventando, me da, me asusta”.

Otros aspectos mencionados como obstáculos imaginados fueron la desaceleración


económica global, la posible competencia por el empleo (con pares de la misma carrera, de
otras carreras y técnicos profesionales y el costo de oportunidad que significa tomar una
decisión respecto a un trabajo, entendiéndola como renuncia a otras opciones.
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Estrategias orientadas al ingreso al mundo del trabajo

Al consultar estrategias a desarrollar -o ya iniciadas- en función de buscar trabajo a futuro,


los participantes señalaron distintas opciones. Entre las ya desarrolladas señalaron acciones
orientadas a “mejorar” sus currículums vitae, buscando activamente experiencia en el
propio campo laboral: trabajar en investigaciones, trabajar en verano en área de
desempeño profesional, realizar ayudantías o participar en voluntariados serían ejemplos
de acciones que permitirían "hacer un poquito más contundente el currículum”.

Otra estrategia en este sentido, referida por algunos estudiantes, sería la elección de una
salida profesional “poco saturada” laboralmente. La especialización desde el pregrado
podría resultar una señal de distinción para la futura transición.

Otro ámbito de estrategias referidas fue el haber trabajado sobre sí mismos como parte del
proceso de preparación para el egreso. En este sentido, tomar cursos ligados al
autoconocimiento durante la formación, capacitarse en habilidades comunicativas o
acceder a procesos de terapia psicológica fue leído por algunos estudiantes como
estrategias para prepararse a la búsqueda de trabajo: “[Quiero] volver a ir al psicólogo pá
como trabajar de nuevo inseguridades, cosas así, pá sentirme como bien preparada al
momento de enfrentarme al nuevo trabajo”.

La autogestión en el proceso de búsqueda de empleo también fue referida como estrategia


a desarrollar, principalmente a través de la creación activa de redes de contacto en la UC y
en las prácticas profesionales, “exprimiendo” redes de contacto disponibles:

“yo mantengo el contacto con la persona con la que trabajé en mi práctica. Sé que ella me
podría ayudar si es que quiero entrar a trabajar donde está ella, a ver si es que hay algún
puesto, qué tengo que hacer, con quién podría hablar, como para entrar así como, ‘con
pituto’ como dicen”.

Los entrevistados también hicieron mención a utilizar servicios disponibles en la universidad


como estrategia de acceso al empleo (i.e. ferias laborales, Centro de Enlaces, bolsas de
trabajo institucionales): “el centro de enlace tiene una base de datos, como pa' conseguir
trabajo, como para enviar currículum y todas esas cosas, eso lo usé pa' la práctica y todo y
creo que funciona bastante bien, ahí tenía pensado usar como primera instancia”.

Usar conductos regulares de búsqueda de trabajo —entregar CV y participar en procesos


de selección, v.g.— es para algunos un paso lógico para conseguir trabajo: “yo sé que voy a
tener que hacer un currículum y presentarme y voy a tener entrevistas y en muchos lugares
a veces hacen pruebas”. Sin embargo, en el testimonio de otros estudiantes, este tipo de
acciones “tradicionales” en relación con la búsqueda de empleo emerge solo como un plan
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alternativo a estrategias de construcción y activación de redes de contacto disponibles en


el mundo del trabajo.

Proyectando la transición

En este aspecto surgieron proyecciones diversas. Para algunos, entrar a trabajar al finalizar
la carrera no sería necesariamente el paso siguiente imaginado, pues habría otras opciones
por cumplir (viajar, estudiar un posgrado, etc.). Para otros, en cambio, ingresar al mundo
laboral emergió como un paso impostergable.

En relación con ello, en términos de la urgencia proyectada para la transición universidad-


mundo laboral, se distinguieron tres modalidades, presentes en estudiantes de distinto
origen social y carreras:

1. Transición como proceso inminente: desde el deseo de alcanzar independencia


económica y residencial, algunos estudiantes proyectaban un acceso pronto al empleo.
Otros no se proyectan dejando el hogar familiar pero sí imaginaban trabajar para ser un
aporte en la economía doméstica:

“Tengo necesidad de salir luego para empezar a ganar plata y poder aportar a mi familia
para vivir mejor”.

Como presión para ingresar al mundo laboral, se identificó la necesidad de pagar


créditos utilizados para financiar los estudios. En estos casos, postergar el ingreso al
empleo no sería opción:

“Hay veces que, digo, tomarme un par de meses [después de egresar] pa' descansar,
pero después pienso que tengo que pagar los créditos de la U y del, del aval del estado,
entonces es como ‘pucha, igual debería empezar a trabajar luego”.

Otra motivación para ingresar a trabajar sería la necesidad autoimpuesta de ganar


experiencia laboral, entendida como requisito para la postulación a mejores trabajos,
pudiendo así obtener distinción en procesos de selección futuros.

2. Postergación de la transición en función de ampliación de la formación: en otros casos,


antes que ingresar al mundo del trabajo fuera de la universidad, se espera continuar en
este espacio, participando en proyectos de investigación y/o estudiando un posgrado,
ampliando áreas y elaborando con más herramientas un proyecto de carrera.

“me he encontrado con tantas cosas [en la carrera] y he ido escogiendo todo tan en el
camino, que quiero seguir así, con esa flexibilidad… y de hecho por lo mismo quiero sacar
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dos carreras en vez de sacar un magister, en vez de enfocarme en algo, al contrario, yo


quiero ampliarme, quiero tener todas las posibilidades”.

La obtención de credenciales de posgrado emerge como estrategia útil para mejorar


oportunidades laborales, especialmente en estudiantes de carreras con menor
ocupación. A juicio de estudiantes de carreras con mayor ocupación, en su campo
laboral la adquisición de credenciales de posgrado no sería requisito para encontrar
trabajo, por lo que aun cuando manifiestan interés en posgrados, esperan tomarlos
luego de trabajar un tiempo e, idealmente, por encargo y financiamiento del lugar
donde trabajen.

3. Postergación de la transición en función de proyectos alternativos: una tercera


modalidad de proyección identificada justificaba la postergación de la transición por
motivos distantes a la formación. Esta postergación apareció como posibilidad en
ausencia de presión familiar o crediticia por trabajar, valorando que tal postergación
permitiría evitar la clausura de posibilidades en otros ámbitos vitales:

“estoy en un proceso en el que todavía no logro dejar como la negación de que voy a
salir de la universidad y voy a ser parte del campo laboral”.

Esta postergación, en algunos casos, se planifica con las intenciones de viajar, rito de
paso que cerraría el recorrido por la universidad.

“quiero dar el examen de grado en agosto, si lo paso, ahí ya quedo libre (…) la idea es
ahí irme de viaje, con mis amigas de universidad y planear el destino que en verdad son
puras ideas no más y que, nos iríamos dos meses, tres meses”.
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Posicionamientos frente a las oportunidades imaginadas de acceso al mundo del trabajo

Del análisis de las entrevistas desarrolladas, este estudio interpretó tres formas de
posicionamiento de los estudiantes respecto a sus preocupaciones sobre la transición
universidad-mundo del trabajo.

a) Preocupación por el acceso al mundo del trabajo enmarcada en estructura social


desigual: varios estudiantes ofrecieron testimonios donde sobresalían referencias a la
estructura social desigual predominante en Chile y a la posición de desventaja que en
tal estructura tendrían ellos respecto al acceso al mundo del trabajo.

Hay hartas cosas [que hacen las universidades para apoyar la búsqueda de
empleo] que uno podría pensar como, al final, qué tanto aporte pueden hacer
en realmente brindar una igualdad, tratar de igualar un poco, equiparar, o
entregar las herramientas que hay gente que no posee, por ejemplo redes
sociales, que le permitan una mejor trayectoria laboral. No sé qué tanto aporte
puedan hacer por ejemplo, ya, entrevistas, currículum, bueno… pero, ¿cuántos
en Chile consiguen pega por entrevista y currículum?

Desde esta postura, fundada en la constatación de la desigual distribución social de los


recursos, la universidad no tendría mucho poder en transformar estas condiciones
sociales de contexto. Pese a lo anterior, estudiantes que se podrían considerar cercanos
a esta posición -asumiendo las condiciones materiales aproximadas desde la
categorización en quintiles- dieron cuenta de conservar expectativas positivas de
encontrar trabajo al egreso.
b) Acceso al mundo del trabajo a resolver mediante la propia agencia individual: otros
estudiantes ofrecieron en sus testimonios elementos que permiten interpretar un
posicionamiento donde la propia energía, méritos y capacidades individuales podrían
permitirles sobrepasar las dificultades y cumplir con las metas personales de acceso al
empleo.
En esta perspectiva, las referencias a la estructura social se vieron difuminadas por la
presencia de expresiones que sobre enfatizaban la autogestión, la responsabilidad
individual sobre los resultados y la confianza en que los futuros empleadores
imaginados serían capaces de distinguir y premiar los méritos individuales acumulados.

Desde este posicionamiento, resulta posible además juzgar críticamente a quienes no


hacen “lo que corresponde” para encontrar trabajo al egresar:

[algunos compañeros] a veces son medios dejados, porque… como que ‘ah,
bueno me salió esto, ya voy’ como a veces son un poco conformistas, porque
ahí me di cuenta, si tampoco es como que te pasí toda una tarde buscando o
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yendo pa allá o yendo pa acá… o sea igual hay información a la mano, igual si
te dedicai un poco a buscar, si te dai el tiempo, lo vai a encontrar, te va costar
igual, no te van a responder al tiro, vai a tener que mandar un montón de
correos de nuevo, pero igual ese esfuerzo no está asumido por varios
compañeros que tengo.

c) Ausencia de preocupación: para algunos estudiantes, la transición al mundo del trabajo


no aparece como una preocupación. La duda respecto a si se encontrará trabajo al
egresar no está presente, el acceso al mundo del trabajo es una certeza.
Este posicionamiento, fundado probablemente en condiciones materiales y de
contexto, en experiencias vicarias y estatus de la propia carrera, permite la exploración
de otras alternativas de proyección hacia el futuro cercano. Desde este
posicionamiento, es factible postergar la transición, tal como se refirió previamente en
relación con los tiempos proyectados del ingreso al mundo laboral:

Así como salir y al tiro encontrar trabajo, no me gustaría, me gustaría más


como ahorrar plata e irme de viaje o algo así y después empezar a trabajar […]
Porque serían mis últimas vacaciones de mi vida, entonces prefiero ya,
mandarme un viaje bueno, más que nada porque trabajar te amarra al tiro a
la empresa, entonces, no me podría nunca más mandar ese viaje […] Es que
como no tengo necesidades, como en mi casa, como todavía mis papás me
pueden mantener, tampoco veo casarme cercano, ni irme sola a vivir, como
que todavía no es una gran preocupación.
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Discusión
En tanto perspectivas individuales constituidas frente a una transición vital compleja -como
es el paso de la universidad al mundo laboral (Linfors et al., 2014)- los diferentes
posicionamientos estudiantiles y proyecciones identificados en este estudio se construyen
desde la interdependencia (Zittoun & Gillespie, 2015).

En primer lugar, la constitución de las perspectivas aquí descritas podría depender de


condiciones objetivas. Se cuentan entre estas tanto las posiciones de los estudiantes y sus
familias en la estructura social como también las condiciones en que cada carrera se
encuentra posicionada en términos de estatus, prestigio y demanda en el mundo laboral.
Es desde tales posiciones y contextos de participación concreta desde donde imaginan su
futuro los estudiantes y experimentan mayor o menor preocupación al respecto.

A modo de ejemplo de aquello, entre quienes cursan carreras de mayor ocupación la


demanda de profesionales desde el mercado parecería limitar la preocupación respecto al
egreso. Para los que estudian carreras de menor ocupación, por el contrario, el panorama
futuro ofrece menos certezas, tanto en términos de acceso al trabajo como de retribución
esperada (PNUD, 2017; Barber et al., 2013), aun egresando desde una institución de élite,
y en mayor medida en ausencia de contactos (Tholen, et al., 2013).

En segundo lugar, la interpretación del acceso al mundo laboral podría vincularse a recursos
simbólicos (Zittoun & Gillespie, 2015) de los cuales se han ido apropiando los estudiantes a
lo largo de su participación en la universidad, y también en espacios externos y anteriores
a esta. Entre los obstáculos, facilitadores y estrategias referidas por los estudiantes
emergen discursos de familiares, de actores significativos en cada carrera e historias
ejemplares de éxito/fracaso disponibles en sus contextos de actividad.

En tercer lugar, las proyecciones de transición reconocibles desde los testimonios


recopilados serían influidas también por demandas sociales y culturales de lo esperado, en
un determinado momento histórico, para cada edad y sexo, asociadas a la inscripción en
determinada estructura de clase, nivel socioeconómico o tipo o volumen de capital social y
cultural (Dávila, 2015). Como se constató, demandas en este sentido operaban de manera
diferencial entre los estudiantes, produciendo proyecciones distantes entre sí en algunos
casos, aun compartiendo un mismo plano de formación.

Esto último resultó especialmente evidente entre quienes asumían como impostergable su
ingreso al mundo laboral al egresar y quienes aspiraban a realizar viajes extensos al
extranjero como ritos de cierre de su etapa universitaria. Esta diferencia no solo ofrecería
mayor exploración al último grupo (presionado de todos modos por cumplir con el rito): en
el actual contexto laboral se podría constituir además en una ventaja en tanto adquisición
de experiencias extra-credenciales y distinción (Lehmann, 2012).
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En cuarto lugar, el contraste respecto a la posesión de ciertos de recursos, favorecida por la


participación en un contexto de diversidad social, influiría en el modo de interpretar la
propia posición respecto a la transición universidad-mundo del trabajo. No solo importaría
la posesión objetiva de ciertos recursos, sino también la percepción subjetiva respecto a
ellos. A modo de ejemplo, la disposición objetiva de redes de contacto no resultaba para
algunos estudiantes en un facilitador si percibían a otros pares en posición de ventaja al
respecto, a pesar de haber utilizado previamente sus propias redes para acceder a
posiciones laborales o prácticas. El privilegio se opacaría frente al privilegio de otros.

Un quinto aspecto que pareciera influir de manera marcada sobre los testimonios recogidos
sería la internalización del discurso del emprendimiento y optimización de sí, en función de
ser empleable por un otro imaginario, representado en el mundo laboral (Bröckling, 2015).
El mandato asumido sin cuestionamientos sería la necesidad sentida de tener que agregarse
valor durante la formación, más allá de las credenciales universitarias de base a las que se
aspira desde el pregrado.

Las demandas psicológicas y sociales que operarían sobre los trabajadores en el actual
contexto de época (Stecher et al., 2013) se reflejan de manera importante en los
testimonios y proyectos de transición estudiantiles: tiene sentido trabajar sobre sí mismo
para transitar hacia el mundo laboral, y se debe aspirar a un trabajo donde alcanzar felicidad
y lograr proyectar un continuo desarrollo personal.

Esto último se percibió especialmente entre quienes no transmitían certezas claras sobre
contar con puestos asegurados en el mundo laboral, y que al mismo tiempo contaban con
cierta confianza en las “reglas” formales del juego laboral, donde supuestamente lo
valorado serían los méritos y distinciones representados en un CV lo más abultado posible.

En este sentido, las experiencias previas ligadas a lo laboral influiría en las proyecciones y
afectos ligados a la transición universidad-mundo del trabajo. El haberse desempeñado
antes del egreso en trabajos o actividades extra-credenciales pareciera actuar como un
regulador de la ansiedad ante el egreso. Por el contrario, encontrarse ad-portas de egresar
y percibir que no se han desarrollado suficientes acciones de manera oportuna generaría
ansiedad en los estudiantes.

Por otra parte, un elemento del cual valdría la pena seguir estudiando en el contexto de
estudiantes formados en carreras universitarias surge desde la emergencia de indicios de
fragmentación en el segmento minoritario de alta calificación. Desde lo referido por Soto
(2008; 2009), se constata la existencia de al menos dos mundos del trabajo en la actualidad,
con reglas opuestas y características independientes: uno minoritario, de alta calificación y
buenas condiciones laborales, y otro altamente precario, con limitadas posibilidades de
desarrollo y bajas remuneraciones.
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La educación universitaria se ha asociado típicamente con la formación de sujetos


altamente calificados, aspirantes a buenas condiciones laborales. Es a ese mundo al cual
aspiran los entrevistados cuando se imaginan obteniendo rentas altas y logrando ser
reconocidos y valorados. Sin embargo, es posible observar cómo, según el tipo de trabajo
en el que se proyectan pareciera fragmentase el segmento minoritario descrito por Soto
(2008; 2009), surgiendo dentro del mismo espacios imaginados de cierta precariedad. La
constatación de la educación superior como “oportunidad trampa” (Brown, 2003) resuena
en los testimonios de algunos estudiantes, especialmente desde el temor de no encontrar
trabajo o no saber cómo exhibirse de manera tal de ser elegido en procesos de selección
futuros, enfrentando el riesgo de la inseguridad psicológica (Périlleux, 2008).

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