En el 2015 el déficit primario era de 3,3% y el pago de intereses de 1,5% del PBI.
En el 2017 el déficit primario bajó a 2,9% pero el pago de intereses subió a 2,2% del
PBI.
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En el 2019 el déficit primario se convirtió en un superávit primario de 0,3% pero el
pago de intereses subió a 3,1% del PBI.
Estos datos ponen en evidencia la inconsistencia de la estrategia original del gobierno
nacional de ir bajando gradualmente el déficit fiscal primario financiando la transición con
deuda pública. La principal contradicción fue que la baja en el déficit primario no llegó a
neutralizar el impacto de los mayores intereses que se derivaban del creciente
endeudamiento provocado por la acumulación de desequilibrios. Junto con el
crecimiento de la deuda aumentaron las dudas sobre la capacidad de pago, provocando las
corridas y fuertes devaluaciones del 2018 que aumentaron aún más los pagos de intereses.
Así, si bien en la primera mitad del 2009 se logra con mucho esfuerzo el superávit primario,
los pagos de intereses ya pasaron a ser el doble en términos del PBI respecto al 2015.
El principal error fue no haber abordado las reformas estructurales que den
sustentabilidad al sector público. El origen del fracaso fue suponer que espontáneamente
el crecimiento económico por sí mismo alcanzaría para licuar los desequilibrios del Estado.
Por estas mismas razones, el desafío para el nuevo gobierno no es la reprogramación de la
deuda, sino lograr el equilibrio de las cuentas públicas para evitar una nueva crisis por
exceso de endeudamiento y/o de emisión de moneda espuria.
Para ello es esencial abordar, en acuerdo con los gobiernos provinciales, con inmediatez y
solvencia tres reformas que el actual gobierno eludió. Por un lado, cambiar las reglas de
funcionamiento del sistema previsional para recuperar sustentabilidad y equidad.
Entre otros temas, eliminar duplicaciones de beneficios y regímenes especiales de
privilegios y establecer mecanismos automáticos de adaptación del sistema al
envejecimiento demográfico. El otro punto clave es acompañar la devolución del 15% de la
masa coparticipable a las provincias y la compensación por la licuación del Fondo del
Conubano a la provincia de Buenos Aires, con el desmantelamiento de todos los
organismos y programas nacionales que se superponen con funciones provinciales y
municipales. Finalmente, es crucial avanzar en la simplificación tributaria en base a la
unificación de impuestos nacionales, provinciales y municipales.
Si bien la discusión que ahora se plantea en el Congreso es la reprogramación de la deuda,
el problema central es el déficit fiscal. La razón es muy simple: no habría deuda si no
hubiese habido déficit fiscal. Por eso, de cara al futuro, más importante que reprogramar
los vencimientos de la deuda actual, es tomar las medidas para equilibrar estructuralmente
al sector público y así evitar otras crisis por exceso de endeudamiento.
Resultado primario e intereses en las cuentas públicas nacionales
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