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La clasificación de los seres vivos ha sido siempre una inquietud entre los

interesados en su funcionamiento. Conforme la investigación biológica da luz a los


recovecos de la vida, se han propuesto formas de clasificación cada vez más
representativas de las relaciones que guardan los organismos entre sí. Aristóteles
sólo reconocía el reino de las plantas y el de los animales y no fue sino hasta el
siglo XIX cuando Ernst Haeckel propuso un tercer reino, el Protista, para incluir
aquellos organismos unicelulares con aspectos intermedios entre plantas y
animales. Sin embargo, hasta la década de los 70, los taxonomistas continuaban
clasificando todas las formas de vida en sólo dos reinos: las bacterias, los hongos
y los protistas fotosintéticos (algas unicelulares) eran considerados plantas y a los
protozoarios se los clasificaba como animales.
En 1969 Robert H. Wittaker propuso un esquema innovador que considera la
clasificación de los seres vivos en cinco reinos y que sigue vigente hasta la fecha.
Wittaker consideró dos reinos de microorganismos con base en su organización
celular: Reino Monera, formado por organismos procariontes en el que están
incluidas las bacterias (células sin núcleo celular diferenciado, es decir, su ADN no
está confinado en el interior de un núcleo, sino que se distribuye libremente en el
citoplasma) y Reino Protista formado por organismos eucariontes (células con
núcleo diferenciado), que incluye a protozoarios y algas unicelulares. El resto de
los organismos son eucariontes y casi todos multicelulares y fueron clasificados su
organización celular, complejidad estructural y modo de nutrición en básicamente
por los reinos: ANIMALIA, FUNGI Y PLANTAE.

Reino Monera
El reino Monera abarca tres tipos de organismos: las eubacterias, las
arqueobacterias y las cianobacterias, también conocidas como algas verdeazules.
Eubacterias. Se les llama también “bacterias verdaderas”, y son aquellas cuyas
células carecen de membrana nuclear y contienen un único cromosoma. De
acuerdo con su forma, reciben nombres distintos. Si parecen bastones son
bacilos, si son redondas son cocos, si semejan tirabuzones son espirilos y si
parecen una coma son llamadas vibrios.
Arqueobacterias. Son organismos sin núcleo celular al igual que las eubacterias,
pero tienen características singulares. Algunos científicos creen que estos seres
deben estar separados de las eubacterias.
Sus paredes no contienen ácido murámico, condición presente en las eubacterias.
Se reproducen de forma asexual mediante fisión binaria, fragmentación o
gemación y además algunas forman esporas.
Son capaces de vivir en hábitats extremos que incluyen géiseres o cuerpos de
agua alcalina. Estos organismos extremófilos se dividen en halófilos, termófilos,
alcalófilos y acidófilos en función de las condiciones de su entorno: salinidad,
calor, alcalinidad y acidez, respectivamente. Otros científicos las dividen en
metanógenos (que generan metano), halófilos y termófilos.
Pueden constituir hasta el 20 por ciento de la biomasa terrestre.
Algas verdeazules. Son cianobacterias que obtienen energía gracias a un
proceso de fotosíntesis pero que difiere un poco del realizado en las plantas
terrestres. Poseen bacterioclorofila y en lugar de aprovechar la energía solar, usan
la de algunas reacciones químicas para elaborar sustancias propias.
Las algas verdeazules son simbióticas y muchas veces se asocian con
organismos eucariontes, lo que da lugar a los líquenes. En términos generales, se
encuentran en todos los hábitats acuáticos y terrestres.

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