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sCOLECCIÓN
La ílaba Imaginada
Frente a un
hombre desnudo
Adriana Rosas
Frente a un
hombre desnudo
Frente a un hombre desnudo
© 2014 Adriana Rosas
© 2014 Collage Editores SAS
ISBN: 978-958-58415-5-0
Impresión y encuadernación:
Editorial Kimpres SAS.
Ninguna parte de esta publicación, incluido
el diseño de la cubierta, puede ser reproducida,
almacenada o transmitida de manera alguna,
ni por ningun medio sin permiso previo
del autor o del editor.
Bogotá, Colombia
A los invitados
A un sagrado estremecimiento ante lo inexplicablemente
extraño de todo lo que a los demás, por lo visto, nunca les
ha parecido extraño y a lo que uno tendría que haberse
acostumbrado ya.
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Adriana Rosas surge en la literatura colombiana
contemporánea con una voz muy personal, haciendo gala en
estos cuentos de un estimulante dominio del oficio, basado en
su pasión por todo lo que tiene que ver con el arte de narrar,
con la poesía, con el cine.
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nada le es ajeno, todo le es pretexto para expresar su particular
visión del mundo actual.
Julio Olaciregui
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LA ABUELA ELOÍSA
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Las tres gallinas entran en la cocina, amarradas por las
patas. Mi tío Juan las correteó por el patio. Y fue él quien quedó
sudado, chorreando por todos lados. Me daba risa mi tío, su
cara de cerdito enrojecido, exhalando fuerte, agitando las tres
gallinas como un trofeo.
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Las acacias están florecidas, rojas con puntos amarillos.
Digamos que fui el primero que vi al muerto. Después de
que sonaran tres disparos secos, como queriendo alejarse sin
ser escuchados.
–¡Espérame!– le grito.
Salimos los dos. Miramos para todos lados. Por primera vez
veo a Jesús David nervioso. Se detiene, me coge por el brazo y
me dice:
– Señor Roberto, no se mueve y está en un charco de sangre
enorme. A mí, me dan miedo los muertos.
– Camina, hombre, no seas tonto –lo agarro fuerte y lo jalo
para que crucemos la calle.
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A LOS 13
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Anoche soñé con la puta con la que me acosté el mes
pasado.
Las putas siempre me agradaron. A Juana le palpita, se le
hincha más y mucho más que a Martina. A Martina le pago.
Juana me dejó por Esteban. A Juana no le importó que la hiciera
llegar varias veces en una misma noche, la verga de Esteban la
arrechó más.
Mis continuos deslices la fueron separando de mí. Decía
que los cachos le entorpecían su caminar y que sólo el equilibrio
de meterlos ella, también, le devolverían su bello contoneo.
Acordamos aquello de lo abierto. Y en una de esas, Esteban la
conquistó, prometiéndole dedicación exclusiva por algunos años.
Desde entonces, sólo las putas se fijan en mí. Estoy por
creer que alguna brujería aleja las otras mujeres.
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«A las cinco de la tarde llegaba a casa. Siempre a las cinco.
Ese día se me dio por meter la llave en la cerradura a las tres y
media.
Ese día enloquecí».
¡Pringada total!
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Frente a un hombre desnudo
Ese día me volví como loco. Ese día cuando metí la llave en la
cerradura a las tres y media, y abrí la puerta: encontré a mi
mujer acompañada.
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Mientras camino
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WALSH
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Vine aquí con un propósito. A veces creo que me extravío.
La búsqueda del señor Walsh está vacía. Nadie sabe de él, nadie
ha escuchado su nombre. Quise infiltrarme entre sus cercanos.
Me fue imposible. Pertenecen a esa clase donde sólo caben los
blancos, mujeres de pelos lisos y alisados, delgadas casi en
anorexia, hombres deportistas, cuerpos sin grasa e inglés en las
conversaciones.
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Despedida
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MAGALI
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Magali a través de la ventana grande de la sala se despide
de sus hijos y de Gustavo. Tan pronto como baja la mano y el
carro sale por el portón, una sonrisa se desliza en sus labios.
Tiene la libertad. No volverán antes de las ocho de la noche y en
ese tiempo Magali alcanzará a emerger como el volcán que hizo
erupción hace veinte años. Volcán que exhala el hilo de humo
al que todos están acostumbrados. Volcán que podría estar a
punto de estallar.
Saca las llaves del auto, sube las dos maletas con rapidez.
Con decisión.
Dirige su mirada a la casa, le da su bendición y cierra la
puerta con una sonrisa amplia, sin barbitúricos. Libre, feliz.
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La ciudad de Marvel
C
¿ ómo nace un psicópata? Marvel siempre los esquivó.
Las películas sobre ellos, las conversaciones. Hasta que se dio
de tope con uno.
Me dejé llevar por el ‘ay, niña, tan triste que se ve’. Era parte
de su teatro para atraer a mujeres como yo. Me jodió, como
decirte que no. Sí, lo hizo. Perdí la facilidad del goce. Podrían
ser muchas cosas juntas. Y tal vez es la patología que me ha
dicho la psicóloga que se me ha venido desarrollando. O el irme
acordando lo que pasó antes de que cumpliera tres años. Lo
olvidado por el tiempo, oculto, semi-enterrado, floreciendo por
un inconsciente que sustrae de la realidad trazos que parecen
insignificantes y que no dan tranquilidad.
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E l del 4° piso: Respiro fuerte, más lento. Me concentro.
Siento el aire que me recorre. Llevo 10 minutos en éstas y la
tranquilidad no viene sino que desaparece por completo.
Escucho los mantras y parecen enturbiar más mi mente. Me
tomo la infusión especial para relajar, y sólo me pone a mear más
de la cuenta. Intento. No puedo. No puedo más. Y lo saco. Saco
el cacho de marihuana que había hecho en la mañana, lo miro,
lo huelo. Y al final y, por fin, lo prendo. Lo aspiro lentamente. El
aire, entra, sube y, ahora sí, ahora sí que me tranquilizo. Son casi
las 7:30 de la mañana.
El viejito del 1°: Me trae otra vez al edificio que tengo por
cárcel. La enfermera con sus grandes tetas, en un escote que está
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Adriana Rosas
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LUNA DE CUCARACHAS
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Las cucarachas trepan el bordillo. Vienen de tres en tres.
Quieren atacar el piso que hace de tablero de ajedrez.
Baldosas Negras Blancas.
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Rata, hoja, mota de pelo, virgen
Una mota de pelo se esconde debajo del sofá para vivir unos
días más.
Una hoja del árbol vuela debajo de las otras, mientras cae el
Monzón.
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ROBERTICO
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S
– iempre hemos sido sólo los dos. Mi hijo y yo. Por él he
hecho muchas cosas –dice la flaca de gafas.
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Frente a un hombre desnudo
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VARIAS SOMBRAS SE ASOMAN
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En el puerto de embarque, donde se ve el río grande
deslizando tarullas, me encontré con un jefe y su séquito de
hombres: Uno le compraba las cervezas: El otro me miraba con
cara de guardaespaldas: Los demás le festejaban sus chistes sin
encanto.
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Voy en la búsqueda
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Frente a un hombre desnudo
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Dime
Dime
¿De qué hablan cuando no hablan de desamor?
¿De qué hablan cuando no hablan del vecino?
¿De qué hablan si no me escuchan?
¿De qué hablan mientras paso por sus casas?
¿De qué hablan mientras intento comer algo desde hace dos
días?
¿De qué hablan mientras grito en un silencio de mirada oscura?
¿De qué hablan mientras juego a que me acomodo a esta ciudad?
¿De qué hablan mientras llevan colgados de un bolso anti… y
de sus cuellos un anti-desplazados?
¿De qué hablan? ¿De qué hablan mientras lloramos en estas
casas de plástico?
¿De qué hablan mientras lloran el robo de un celular y nosotros
el robo de nuestras casas, nuestras tierras, nuestro lugar de
donde no queríamos salir?
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Adriana Rosas
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Un gato entre el peladero
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Los pliegues de las ventanas mal cerradas
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EMBAJADOR
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*
Y dice que ella viene, que viene de su país. Él es el
embajador no-oficial en esta ciudad de Oriente, a la que muchos
quieren venir. Cada tanto hacerme la desentendida, como si eso
no fuera conmigo, como si no me importara. Y es que cada vez
menos. Cada vez menos y con más frecuencia ya no.
**
Mi amiga me dijo de la frialdad de la foto. Muchos la
tildaron de “que bellos que se ven”, “hermosa foto”. Margarita
se detuvo en la rigidez de mis brazos. Las sonrisas que no nos
salían a ninguno de los dos. Los ojos grandes de Margarita.
Observadores. Se pierden por instantes y se deleitan fuera
del círculo. El poeta Khateeb dijo que sus ojos eran como si
tuvieran sueño, como perdidos en otros planetas. Mi amiga
Margarita me embruja por momentos. Yo la hechizo con mi voz,
con mis comentarios y la hago reír. «Y te ríes», le digo. Y ella se
ríe todavía más.
*
Anoche me dijo que iría al palacio a llevar a una amiga. A
ejercer las veces de embajador. Con el tiempo me confiesa sus
aventuras. Hace unos años tuvo algo con la tía de esta ahora
amiga. Podría ser que tuviera algo con la sobrina. En estos días
de exhibiciones mejor me voy con mi grupo de kathak.
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Frente a un hombre desnudo
**
Margarita enfrenta mis infidelidades. Margarita podría
ser que viniera el próximo mes a este país rey del software
emergente. Tal vez la trasladan por seis meses. Creo que otra
vez Rhatna me va a mirar con sus ojos incrédulos que hablan
mientras su voz calla. Con sus ojos me dirá «Sí, otra vez de
embajador». Por momentos me entusiasmo pensando que
Rhatna se pone celosa y querrá acostarse conmigo, me dirá que
no vaya, que me ofrece toda su humedad.
Pero no, Rhatna ya no propone ni se opone. Rhatna podría
ser que también tenga amantes.
***
El paseo por el palacio más grande que se hizo por amor
estuvo oscuro. Para las fotos trato de no expresar mi desilusión.
Pensé que podría conquistar al antiguo novio de mi tía. Pero él
estaba distante, como pensando en algo que no era yo.
*
Llegó temprano. No huele a alcohol. No huele a sexo. Me
mira con detenimiento. Me besa la frente y se va al computador.
**
Llevarla a otro palacio, a comer, a tomar té. Me despido
de Rhatna con un beso en la frente. Quisiera que ella también
fuera, pero no me atrevo a preguntarle: La distancia.
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Adriana Rosas
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Lo mismo, a pesar de
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Revelación
A él no lo quiere interrogar.
Todavía no. Algún día sí.
Porque él se parece a ese que acaban de acostar.
Lo escogió parecido.
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Juntos por siempre
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CLAVADA
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Margarita llega a su casa. Se tira en el sofá. Se quita la
ropa. Le gusta verse desnuda. Le excita creer que él podría abrir
la puerta y encontrarla masturbándose.
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Las mujeres también tienen eyaculaciones
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Boca ardiente
hoja titilante
Tus lengüeteadas para quitarme el agua del mar donde se me
acumula más salada
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MANRIQUE
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Él me acostumbró a tenerle miedo.
Gritaba que era mi padre y tenía que obedecerle al pie de la
letra mientras viviera en su casa.
Mi padre: un hombre oscuro, de voz gruesa, mirada
penetrante y altura que me daba terror. Desterrarlo de mis
pesadillas, todavía es una osadía, sigue batallando, tratando de
hacerse un camino en estas noches de somnolencia, barbitúricos
y drogas celestes.
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Guillotina
La cabeza rodó.
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El abrazo de Merche
V
“ a siendo tiempo de que te marches”.
Fueron las palabras de mi padre.
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Pesadillas
La ausencia de Maity.
La pregunta de Cristina: «¿Quedarme en las pesadillas?».
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Margarita no habla
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TRES COLOMBIANOS
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Tres colombianos en un pueblo perdido de la Patagonia.
No sabemos por qué han llegado, no son de los pocos turistas
que por despiste vienen a parar a este pueblo que lo azota el
viento casi todo el año. Creíamos que eran narcotraficantes. Su
sencillez nos ha demostrado lo contrario.
cajón. Mi hermana Lucía tenía los ojos más abiertos que nunca,
ella que de por sí es ojona. Y los tres hermanos tenían sus
miradas idas por la ventana que daba a la montaña.
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Frente a un hombre desnudo
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CON SU AMOR, A PESAR DE TODO
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Martina está en blanco. No es la amnesia a la que recurren
una y otra vez en Hollywood. A veces Martina olvida alguna de
sus vidas para ocuparse de las otras.
Ahora vuelve a pensar en Joe y Martin.
Ellos tienen 23 y 22 años. Martina, 46.
No ve a sus hijos desde hace cuatro años, desde que decidió
que no podía seguir así.
A los 18 ya podrían defenderse solos.
Martina necesitaba estar sola, sin pensar que siempre ‘debía
ser correcta y ejemplo para sus hijos’.
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Frente a un hombre desnudo
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PARA SEGUIR BESÁNDONOS
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T imbré. Nadie salía. Hacía cuarenta años que no veía a
Marie. Desde la reja trataba de recordar los tiempos en que
nos sentábamos con los amigos en la terraza mirando hacia la
calle, antes de que pasara aquello que me mantuvo alejado por
años de este barrio, de la ciudad que habíamos jurado nunca
dejar, esas promesas de niñez cuando aún la maldad no enhebra
nuestros cerebros.
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FRENTE A UN HOMBRE DESNUDO
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Está por acabarse. Lo otro está por acabarse y puede ser
que empiece. Se cierra. Se abre.
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MATILDELINA LA GRAN REINA
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Contrariarme, si siempre fui reina. En mi negocio lo era.
Si no estaban de acuerdo conmigo que se fueran a trabajar
a la calle, que no se quejaran. Al menos aquí, si había algún
problema, llamaban a los gorilas que protegían mi negocio y al
cliente lo mandábamos de patitas a la calle, no sin antes darle
una pequeña amonestación, porque a las niñas de Matildelina
nadie las trataba mal. Ante todo, el respeto. Entonces, si ellas no
aceptaban las otras reglas, si se atrevían a estar en desacuerdo
con las tarifas y comportamientos: la bella calle las estaba
esperando.
muy cabrón estaba feliz, creía que se iba a quedar con mi plata
ahorrada con tanto trabajo, que se quedaría con el negocio y
con sus niñas. Ya se imaginaba cada noche con dos o con tres
diferentes: tríos, orgías, el gran rey de mi negocio.
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MIRADA BESTIAL
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Me llaman Cesc, me sacan a pasear todos los días entre las
siete y las nueve de la noche. Tengo nueve meses y no conozco
mucho de la vida. Esta semana ha ocurrido algo diferente.
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ENTRE TRES
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Mientras la miro están los ojos de él en los míos. Me
imagino cómo él la detallaba, lo que le gustaba. Su pelo ondulado
alborotado cae natural. Se levanta su pelo para mostrar su
rapado. Siento cosquillas. La otra mujer le acaricia con sus
dedos donde crece el pelo largo, donde están sus pelos cortos.
Ella tiene la dualidad. Dulce-Loca-Inteligente-Sensual-Fotógrafa-
Amante.
Recuerdo sus movimientos rápidos para subir para bajarse
del carro. Su abrir de piernas natural. Su color bronceado, sus
músculos.
El silencio estaba.
Atrás se escuchaba un salir de gas de la estufa mientras se
calentaba el pan del desayuno. Ese sonido me servía de relajación
mientras estaba sentada con la puerta abierta del baño.
Más tarde, el chorro de la manguera que regaba las plantas
del jardín de abajo me servía para ahuyentar los ruidos de los
coches del otro lado de la calle: sus frenos, sus pitos, sus motores.
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Cristina
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Merce
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Cuando se corren las cortinas
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GOL-ERO
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Se deslizaban los vagones uno a uno en sucesión
inmediata. Lars von Trier con sus rieles en Europa que se siguen
unos a otros. Éste, sin embargo, era más lento. Otros pasajeros
volaban en su interior. A Emperatriz le extrañaba el tipo que
había contribuido a la ebullición de la barriga que cargaba.
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Ron para las fuerzas para enterrar tanto muerto Ron para
aguar las lágrimas atascadas por tanto golero revoloteando
Ron para olvidar que éramos menos los enterradores que los
enterrados Ron para adivinar lo que pasaba Ron para escuchar
al Chamán con sus presagios ya advertidos por Román, el bobo
del pueblo.
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Olga mira a través de la ventana: Afuera oscuridad. Una
que otra luz titila. Ella espera que se abra la puerta. Es más tarde
que de costumbre. Se ha dado cuenta: entre más tarde llega, los
ojos más rojos.
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Los dioses
Hay melancolía en sus palabras –dijo Güevain.
¡Es milenaria! –Gerard chasqueó los dedos como si fuera la
última revelación.
Quiere ser amada, pero no se deja –Una voz grave de dónde
no se sabe se escuchó.
Tiene miedo, le volvió el miedo –Exclamó una mujer con
ternura y preocupación.
le deja. Poco a poco los dos se alejan del grupo. Se miran a los
ojos. Naoto roza sus dedos sobre el rostro suave de Hiromi. Se
le acerca al oído y le recuerda lo que ya tantas veces le ha dicho:
“Te amo”. Ella, esta vez no lo hace callar: “Repítelo”. Y él no se lo
cree, su corazón bombea sangre rápida. Él se lo repite.
Los dos bajan con rapidez las escaleras. Ella lo despide con
un beso rápido en la mejilla: “Te llamaré para estudiar español
esta semana”. Naoto reacciona con una sonrisa forzada que
oculta lo que lleva por dentro.
Los dioses no entienden. Güevain y Gerard se miran tratando
de encontrar respuestas.
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¿A dónde va la basura que no se traga el mar?
Tal vez la suerte que andaba volando aburrida sin saber a quién
tocar, nos acarició por pocos días
apenas un roce
luego se arrepintió, nos dejó
Y yo, yo negándolo,
inmune a la suerte ida, que se olvidó de los dos juntos sin
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Frente a un hombre desnudo
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II
Se sana al amanecer
Desaparece el hedor.
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La droga de las cucarachas es el jabón
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AMOR
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Voy a cruzar la calle y escucho una voz gruesa de hombre
que dice:
“Oye, Julio”
Mientras espero que la calle se limpie de carros en
movimiento, de pitos; me viene la canción: “Julio, abre el ojo, el
cachaco se conoce a tu mujer”.
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La vida
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Movimientos
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VIII
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AUSENCIA
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Afuera en el deseo de repetir el círculo alrededor del árbol.
Si dentro por mucho tiempo el ritmo gana la monotonía, la
repetición.
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Los abuelos
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La brisa que mece el patio
Entonces, arrepentirme.
Cambió la casa, cambiaron nuestras vidas.
La adolescencia tiene deseos intranquilos, influenciados.
La madurez reacomoda, decanta o aumenta la nostalgia.
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Mi tía
piñata Por qué no estabas para las fotos Por qué tu altura grande
estaba prohibida en nuestras reuniones familiares.
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© 2014 Adriana Rosas
© 2014 Collage Editores SAS
Impresión y encuadernación: Editorial Kimpres SAS
Bogotá, Colombia