transformadora que propone romper las barreras para edificar la
nueva escuela del futuro, cuyo principal objetivo es ser integrada,
solidaria, respetuosa, reflexiva, divergente, desarrolladora, abierta y consistente con las necesidades de todos los alumnos Por lo común en nuestras aulas trabajamos en franco hacinamiento escolar, cuyas múltiples necesidades personales no podemos atender, sumidos en la masificación. En estas condiciones, el profesor se ve obligado a priorizar la enseñanza y a descuidar los aprendizajes de sus niños; vencido por la carga docente, no alcanza a respetar las curiosidades, inquietudes, lenguajes, ni estilos, ni ritmos de creatividad y aprendizaje de sus alumnos. No existe alumno ideal, todos poseen habilidades y carencias en proporciones diferentes. Trabajando en forma masificante no es posible estimular y modificar la capacidad de aprender de tantísimos alumnos. En la escuela debe preponderar el aprendizaje y no la enseñanza. Considerando que el alumno antes que escolar es persona, debe personalizarse la educación. Es inaplazable cambiar los parámetros para conocer las virtudes y los defectos de nuestros alumnos y tratarlos con afecto y respeto. El respeto a la autonomía y a la dignidad de cada cual es imperativo ético. El profesor que no respeta la curiosidad del niño, su gusto estético, que lo ironiza, que lo minimiza, transgrede los principios éticos de docencia. Tratemos al niño como es, como persona, respetando sus potencialidades