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Si presta atención a las situaciones que se desenvuelven a su alrededor, verá que son
innumerables los casos en los cuales las personas reaccionan sin pensar
La acción provoca una reacción, la reacción provoca otra reacción, y la pelea no acaba nunca.
Esta es la misma situación que se presenta cuando los socios de una empresa discuten sobre
cuál de ellos ocupará la oficina de la esquina, cuando los jefes del sindicato y los gerentes
luchan por establecer las normas de trabajo, o cuando los grupos étnicos se disputan un
territorio.
Los seres humanos reaccionan maquinalmente. Ante una situación difícil, la cosa más natural
es reaccionar, actuar sin pensar. Los tres tipos más comunes de reacción son:
Contraatacar
Esa actitud sirve para que su oponente se dé cuenta de que los dos pueden jugar el mismo
juego y decida ceder. Sin embargo, la mayor parte de las veces, esta estrategia sólo conduce a
confrontaciones inútiles y costosas. Su reacción será la excusa que su oponente aprovechará
para continuar con su obstinación. Contraatacar rara vez beneficia los intereses inmediatos, y
por lo general daña las relaciones a largo plazo. Aunque usted gane una batalla, corre el riesgo
de perder la guerra.
Ceder
Lo contrario de contraatacar es ceder. Puede suceder que su oponente lo haga sentir incómodo
con la negociación, hasta tal punto que usted prefiera ceder para poner fin a la cuestión. Su
oponente puede presionarlo, acusándolo de no querer llegar a un acuerdo. Cuando uno cede,
el resultado, por lo general, no es satisfactorio. Uno siente que fue "engañado". Además, con
esa actitud sólo recompensamos a nuestro oponente por su mala conducta y nos creamos una
reputación de debilidad, y estamos invitando a otros a aprovecharse de nosotros en el futuro.
Romper relaciones
El peligro de reaccionar
Buena parte del poder de su oponente radica en la capacidad de hacerlo reaccionar a usted.
Aunque la reacción no conduzca a un error de grandes proporciones, sí contribuye a fomentar
el ciclo improductivo de la acción y la reacción. Al reaccionar, usted se convierte en parte del
problema.
Suba al balcón
Si lo malo de todo esto es que usted está contribuyendo al círculo vicioso de la acción y la
reacción, lo bueno es que ese círculo se puede romper en cualquier momento, en forma
unilateral. ¿Cómo? No reaccionando.
Cuando usted se encuentre en una situación difícil, tome las cosas con calma, piense con
serenidad y analice las cosas objetivamente. Imagine que la negociación tiene lugar en un
escenario y que usted sube a un balcón que da a ese escenario. El "balcón" es una metáfora
que utilizamos para explicar la actitud mental de desprendimiento. Desde el balcón podrá
evaluar el conflicto con calma. Podrá pensar constructivamente por las dos personas y buscar
una forma de solucionar el problema que sea satisfactoria para ambas.
"Subir al balcón" significa apartarse de los impulsos y las emociones naturales. Es conveniente
subir al balcón, incluso antes de comenzar la negociación, para prepararse. Y trate de hacerlo
cada vez que pueda durante el transcurso de la negociación.
Identifique el juego
Muchas veces no nos damos cuenta de nuestra reacción por estar atrapados en la situación.
Por lo tanto, lo primero que debemos hacer es reconocer la táctica
Aunque hay decenas de tácticas, todas se pueden agrupar en tres categorías generales:
obstructivas, ofensivas o engañosas.
Muros de piedra
Ataques.
Los ataques son tácticas de presión diseñadas para intimidarlo y hacerlo sentir incómodo, hasta
tal punto que usted prefiera ceder a las exigencias de su oponente. Tal vez la forma más común
de ataque es amenazar con las consecuencias de no aceptar la posición del oponente: "Si no lo
hace..." Su oponente puede optar también por atacar su propuesta ("Sus cifras no coinciden
con la realidad"), su credibilidad ("Usted no lleva mucho tiempo en este puesto, ¿verdad?") o
su condición y autoridad ("Deseamos hablar con una persona que realmente tenga autoridad
para decidir"). El atacante ofende, mortifica e intimida hasta que obtiene lo que desea.
Trucos.
Los trucos son tácticas encaminadas a engañarlo para que ceda. Una forma de truco es
manipular la información, por ejemplo, usar cifras falsas o confusas. Su oponente le hace creer
que tiene autoridad para tomar una decisión, y después de hacer usted el mayor número
posible de concesiones le informa que es otra persona la que decide. Un tercer truco es
"agregar cosas", la exigencia de último minuto que hace su oponente después de haberle
hecho creer que ya todo estaba acordado.
Identifique la táctica
La clave para neutralizar el efecto de una táctica es reconocerla. Si usted se da cuenta de que la
táctica de su oponente es un muro de piedra, sabrá que no es del todo inflexible. Si usted
identifica un ataque, se sentirá menos temeroso e incómodo. Si usted identifica un truco, no
caerá en la trampa.
Para que muchas de las estrategias surtan efecto se necesita que la víctima no esté informada.
Es necesario que usted detecte cualquier incoherencia - entre lo que su oponente dice, por una
parte, y lo que ha dicho o hecho anteriormente, sus gestos, su lenguaje corporal y el tono de
voz, por otra. Para reconocer las tácticas debe estar alerta, pero no necesariamente sospechar
de todo. En algunas ocasiones podrá interpretar equivocadamente el comportamiento de la
otra persona.
Una vez que haya identificado el juego y haya controlado su deseo de reaccionar, el paso
siguiente es ganar tiempo para pensar - tiempo para subir al balcón.
La forma más sencilla de ganar tiempo para pensar en medio de unas negociaciones tensas es
hacer una pausa y callar. De nada le servirá responder bajo la influencia de la ira o la
frustración, pues no podrá pensar con claridad. La pausa no sólo le brindará la oportunidad de
subir al balcón durante algunos segundos, sino que también le servirá a oponente para
calmarse. Si usted calla, no le proporcionara nada que pueda atacar, y su silencio quizás lo haga
sentir incómodo. El turno de mantener viva la conversación será de él. Al no saber en qué está
pensando usted, quizá responda de manera más razonable. Algunas de las negociaciones más
exitosas se logran con el silencio. Frene sus impulsos; congele su comportamiento. Aunque
sienta que transcurre una eternidad, será sólo cuestión de segundos.
La pausa no puede ser indefinida. Por lo tanto, si desea más tiempo para pensar, ensaye a
repetir la cinta. Frene la conversación y repita lo dicho: "Veamos si comprendí lo que usted
dijo", y repase la charla hasta ese punto. Para darse tiempo de subir al balcón, repita la cinta. Al
pedir una descripción detallada usted podrá identificar con mayor facilidad los vacíos de la
argumentación de su oponente. Una forma fácil de restarles impulso a las negociaciones es
tomando notas. Los buenos negociadores saben que hacerse los tontos a veces es una ventaja.
Es una táctica que permite bajar la velocidad de las negociaciones.
Solicite una pausa
Si necesita más tiempo para pensar, solicite una pausa. La pausa sirve para que ambas partes
se calmen y puedan subir al balcón. Las negociaciones son más productivas cuando se
suspenden varias veces. Uno de los mejores pretextos es decir que necesita deliberar con su
equipo contratante. Es probable que a usted le preocupe parecer conspirador; pero pedir una
reunión para deliberar es una medida absolutamente válida; su oponente acaba de darle más
información o de hacer otra propuesta, y es lógico que usted tenga que hablar con los demás.
Si está solo en la negociación, llame por teléfono a un colega, a su jefe, o a un amigo. Si no
puede abandonar el salón, trate de interrumpir el curso de las negociaciones cambiando de
tema con una anécdota o un chiste. Otra forma de interrumpir para ganar tiempo es llevar a un
compañero a la mesa de negociaciones para apoyarse mutuamente. Mientras uno de los dos
habla, el otro puede subir al balcón para no perder de vista el premio.
En presencia de su oponente, usted se sentirá sometido a una presión muy fuerte para que
acceda. Hay una regla muy sencilla que lo protegerá siempre: Nunca tome decisiones
importantes de inmediato. Suba al balcón y tome su decisión allí. La presión psicológica
disminuirá apenas se aleje usted de la mesa de negociaciones. Dejará de sentir la necesidad de
tomar una decisión. Una vez suspendida la reacción inicial, podrá considerar de manera más
objetiva cualquier decisión - desde el balcón. No permita que lo apresuren. Si su oponente le
fija una fecha límite, suspenda la reunión para verificar si es en serio. Si su oponente habla en
serio, se lo hará saber a usted. No olvide que para llegar a un acuerdo es preciso que usted dé
su consentimiento. Su peor enemigo es la prisa. La concesión que lamentará más tarde será
sólo la que usted hizo. No pierda los estribos, no trate de desquitarse, consiga lo que desea. Lo
primero que usted debe hacer cuando esté negociando no es tratar de controlar a su oponente
sino tratar de controlar su propio comportamiento. Suspenda su reacción natural identificando
el juego. Después tómese el tiempo necesario para pensar. Aproveche ese tiempo para enfocar
su atención en el premio. En lugar de perder los estribos o tratar de desquitarse, concéntrese
en obtener lo que desea. En eso consiste la idea de subir al balcón.