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V. Jiménez 1
V. Jiménez 1
Impreso en Chile
ISBN: 978-956-9562-13-6
El amor tiene que ver con una casa aplastada por la lluvia
con habitaciones a oscuras y con charcos
con las tristes camisas aferradas al vacío del aire
con los chalecos sin destino empujados al fuego
con un par de ojos sofocados en su espejo.
9
con fundar en el barro una nueva ciudad para guarecernos
con vestirnos en nombre del amor con una nueva
guirnalda de granizos
con detestar en nombre del amor los frutos y los árboles.
10
Cuerpos contrarios
11
Comprender de pronto
el lugar más propicio de la flor
la conmemoración exacta del pétalo
que se desgaja, cae y se desvanece
en un sueño ya sin sobresaltos.
12
Las visiones de la luz
sobre las solitarias estepas de la piel.
Bajo el mantillo
los ritos funerarios del amor
abren las hojas.
13
Con luz de astros fabrica una linterna
para buscar bajo las cenizas
estatuas fijas o cadáveres en movimiento:
14
La casa vacía como el cuerpo
provisto simplemente de fría oquedad:
Estrellas en movimiento
constelaciones fijas.
15
Agua momentánea la de estas manos
afluentes del muro
panteón de rostros que irrigan
un misterioso pulso de venas
y cristales líquidos.
Detención: la semilla
del tiempo cae sigilosa
sobre bocas y mejillas
sobre frentes hirsutas tocadas
tantas veces
derramadas en la piedra.
16
Para qué tanta luz
para qué si el cuerpo no cabe en el cuerpo
y en el desborde trabajan tempranamente
los metales de la oxidación.
17
Quién eres tú realmente
quién soy yo, si no sé decir
en qué cuerpo he buscado
las cartas ilegibles con que agrede la luz.
18
Cómo amé esas rodillas
los metales oxidados de la sangre
los finos huesos que sustentaban el cuerpo
ese cuerpo
que rondará aún en busca de aguas interiores
de corrientes internas que mitiguen el error.
19
Mares
Estoy mirando, oyendo,
con la mitad del alma en el mar y la mitad del alma en la tierra,
y con las dos mitades del alma miro el mundo.
Pablo Neruda
La derrota del mar
Yorgos Seferis
24
Los náufragos
//
25
//
//
26
La sangre de los tripulantes
27
Postal de puerto
28
Islas del sur
29
Mares
Anochece
el cielo ahora está cambiando de color
y a poca distancia de la playa
aureolas de aceite dejadas en la superficie por las lanchas
engañan la vista de novatos cazadores de lobos.
30
Los niños se meten al agua para sacar pelillo,
el mar está quieto, la marea baja.
Un perro se sacude junto a la cosecha
y un viejo lo espanta a gritos y a pedradas.
Para el océano mil años son como ayer y otros mil serán
mañana.
Las cenizas del día las aplasta el visitante con sus pisadas.
31
Las maderas crujen con el viento del norte
y el sol del crepúsculo se lleva los trabajos del día.
32
Más allá de los despojos de un lobo muerto
un camino pedregoso se abre en bajamar.
Las dos islas se tocan y entre ellas
la codicia inocente de las mujeres mariscadoras.
33
Y una cruz de plomo brota de pronto de la arena
lo que le hace pensar en cadáveres exhumados por las olas.
34
Camino de San Juan, las huellas polvorientas nos hacen olvidar
cuán cercados estamos por el mar. Canciones rancheras,
conversaciones en voz alta, risas y gritos, transforman a la micro
en una fiesta ambulante. Cada tanto descienden las familias con
las provisiones para la semana: cajas, sacos de harina, atados de
leña comprados a los contrabandistas de madera nativa. Cuesta
abajo, el caserío aparece como una maqueta escolar cubierta de
polvo. Cada 24 de junio llegan por el canal cientos de pequeñas
embarcaciones adornadas con flores de plástico y estampas del
santo. Las mujeres, con los labios cubiertos de maquillaje, se
meten a la iglesia y comulgan ante el cura que visita el pueblo
una vez al año. Los restantes 364 días, San Juan es un laberinto
de pasadizos desiertos, pegado a un cementerio que se hunde.
Arribamos en la tarde, cuando las chimeneas de las cocinas
expulsan un estático humo negro. No somos de aquí. Ningún
pescador sale a recibirnos.
35
No se aman los paisajes por la vanidad de ser sus testigos,
sino por la forma en que se meten en el cuerpo inundando
las venas con su transparencia. Este mar, por ejemplo, desde
siempre ha estado destinado a insuflarnos el sentido de la
eternidad: una mirada es un instante, solo a condición de que
el pasado y el futuro pierdan el sentido que solemos atribuirles.
Los pescadores, por su parte, hace tiempo que aprendieron
a descifrar las aparentemente caprichosas ondanadas de las
corrientes marinas eternas. Son sus amantes.
36
Prendarse de los hombres que guían pequeñas embarcaciones
para transportar víveres a la isla es algo dif ícil de evitar. Uno
de ellos, particularmente hábil para sortear vientos contrarios,
suele hacer todo tipo de bromas en el momento de embarcar,
azotando el bote contra el muelle, con el objetivo de que alguna
“señorita” caiga sobre él. Luego, se hace a la mar y, dándose aires
de capitán de fragata, enciende el motor, se cala una boina y
prende el centésimo cigarrillo de la mañana. Con el mismo
buen humor, escupe a los salmones que logra avistar en el
agua y cuenta cómo esas pequeñas bestias han sembrado de
cangrejos el fondo marino. Al arribar a la isla, suele invitar a
las “señoritas” a sacarse las faldas, para que no se les mojen
al descender del bote. Su esposa celebra la ocurrencia con
abundantes carcajadas, tras lo cual él se entretiene contando
historias, mientras espera que baje la marea.
37
Me inclino ahora que la marea se ha retirado
sobre los pasos del pescador muerto en la madrugada.
En el mar anduvo
navegando cada noche sobre una tumba.
38
Soy el visitante y quiero fundirme con este horizonte de
neblina que aplaca las distancias entre el cielo y el mar. Sin
embargo, más allá del escenario en el que ensayo mi ejercicio
de disolución, un joven se aventura cinco millas al sur en busca
de la merluza y estropea mi tristeza con su temeridad. Aunque
soy el visitante, maldigo a la compañía pesquera que ha vaciado
de peces este mar y acompaño a su madre a organizar el rito
de la espera: una frazada, un termo con café y los estallidos
de la leña que abastece la fogata. El muelle está desierto, pero a
través de este aire neblinoso circulan los fantasmas de quienes
ya han perdido las fuerzas para hacerse a la mar y guardan en su
habitación los cardúmenes abundantes de la noche: nostalgia,
ira, miedo a volverse loco sembrando de pasos la arena. Yo soy
el visitante, y mis pequeñas ambiciones ondean como harapos
contra el cielo negro.
39
La sal en los pilares
y la oscuridad hundiéndose
sobre el manto del agua.
No hay nada que esperar.
El muelle al anochecer
es semejante a un mástil después del naufragio
o a maderos flotando en medio de la corriente.
Y así pasan las horas, como un pez lento.
Hombre, no hay nada que esperar.
40
Lloré en la quinta de manzanos que queda junto al cementerio.
Unas gallinas salvajes picoteaban mis zapatos y mis pantalones.
Las ahuyenté con frutos pasmados y con ramas. En el horizonte,
la cruz de la iglesia ofrecía instantáneas con fondo de cielo
crepuscular. Tomé fotograf ías. Recorté el paisaje. Envidié a los
pescadores que fumaban y tomaban vino junto a los botes en
construcción. Soñé por un momento que mi destino era este
mar, que los hombres de la bahía eran mis amigos, que mi rostro
extranjero brillaba como un pez entre las redes que tejían sus
conversaciones.
41
Tendidos en la arena nos olvidamos del naufragio.
Toda la noche el pez de seda vertió su luz en medio de la niebla
y al amanecer
la hoz de plata recorre los campos marinos separando el
rocío de la sal.
42
Las palabras que terminan con ec o con ac pertenecen a una
lengua hace mucho extinta. Quenac. Chaulinec. Solo dos
palabras, cuántas más. Y no sabemos qué significan.
En Quenac, dos niñas juegan a fabricar guirnaldas con ramas y
flores silvestres. La chicha se vierte desde un balde a una jarrita
y el cielo se pierde en la oscuridad del bosque.
En Chaulinec, los animales del cielo estallan en un canto que
alimenta el fuego sobre el que se asan las papas de finas raíces
de plata.
Quenac, Chaulinec. Pronuncio esos sonidos dentro de la
cáscara hueca de estos días. Como si alguien fuera a oírme.
Tus pasos se pierden, botero de antaño, en los horizontes
traducidos por la lejanía.
43
Palabras hexagonales
Buscaba palabras hexagonales
en el límite de alambre del silencio.
Gellu Naum
Palabras hexagonales
48
Despierto soñando con el fruto maduro del almendro
las cáscaras estallan cuando se hincha la semilla
y en reguero se esparcen sobre el suelo húmedo del patio.
49
Enciendes la leña, como quien se hunde en un sueño
y entre las llamas puede ver
azorados campos en los que el trigo estalla
y frente a la madera que arde vuelve a sentir
bocanadas de viento tibio empujando los cuerpos al verano.
50
No me devuelvas cuando me lleves contigo
y entre flores de naranjos caminemos hacia el río bautismal.
No me entretengas en la risa de los muchachos
en sus pechos lisos que no saben amamantar
en sus dedos que nunca aprendieron a ensortijar cabellos
de criaturas que se rinden al agua entre sollozos.
Pero no.
51
Script de la memoria
Solo porque insisto en empujar a escena
a ciertos antiguos personajes
tendrían derecho a odiarme los que olvidan.
52
En cuanto a mí
tengo todo un cementerio a la mano:
narices rotas, bocas,
manos que exhalaban distintos grados
de calor, como seres vivientes,
voces ¡cuántos tonos de voces!
y, sobre todo,
un montón incoherente de imágenes
que le dan a esa otra vida
un cándido aspecto de película
mal dirigida y mal actuada.
53
Ellos me amaban
ellos me odiaban
y yo, Abelcaín que destripa
su paloma hecha de jaulas,
les lanzaba patadas
y luego les besaba la boca.
Y ellos me cobijaban
bajo el calor de sus alas heridas
para que quemara la vergüenza
y curara la envidia
lamiéndoles el corazón.
Entrañables dioses
a los que debo incontables sacrificios.
54
Recorro a veces este túnel
con mi antorcha que lanza
llamas como graznidos
en espera de que surjan de las paredes
los claros habitantes que yo busco.
55
Llegué a las puertas de la ciudad
para buscar vestigios
de los que por aquí tuvieron que pasar.
Me senté a la berma del camino
con los pies hinchados y las orejas frías
y pregunté a quiénes quisieron escucharme
por Luis, por Virginia
por Emelina que siempre hablaba con las estrellas
y repasaba interminables oraciones
hasta el amanecer.
56
Emelina, Virginia,
la fotograf ía elude transformarse
en copia exacta
y yo no he logrado retener nada
de los miles e importantísimos detalles
de meses y años
con tantos gestos
y ahora el cansancio
de internarse en el cráneo
en busca de migajas.
Virginia, Emelina
estos trazos negligentes
ejecutan demasiado bien
su tarea de desmemorizar
y yo debo rescatar del aire las sombras
tallar en rocas gastadas por el sol
lamentarme por todas esas canciones
que no supe guardar bien.
57
Marina llega con la lluvia
Estremecida junto ti como en un sueño
no olvido ni recuerdo.
Canta el invierno y yo aparto de las otras
palabras recién nacidas:
las que arrojamos bajo el arco del dolor
por donde las dos pasamos temblando
las que tejí en tus alas
para que ordenases con tu vuelo
el barro circundante
la soledad caótica que desampara.
Espéranos en tu orilla
lluvia que está en la lluvia
míranos cómo estamos
58
ve cómo caemos en esto
una permanente presa del tiempo
esto que es la vida.
59
Yo sueño con una niña enredada en el aire.
60
Yo estaba colmada de mi madre
duplicaba sus caminos
me arrastraba como una sombra
por sus orillas.
Ella extendía sus ojos hacia mí
y en una visión de fuegos fugaces
te recostabas tú también, reunida
savia de nuestras miradas.
Yo ardía sobre el rostro de mi madre
me soñaba niña que teje naufragios
trazaba caminos sobre el agua
para llegar a ti, raíz anticipada
hondo viaje simultáneo
en mi cuerpo deshabitado.
Ahora mi madre se vierte nuevamente en mí
yo soy su fragua
abrazo lentas pupilas que se reúnen
en una luz que arde.
Esto
no es un poema. Tú avanzas en un mar
de aguas revueltas
la lámpara se voltea nuevamente
y el fuego se derrama
61
tus ojos tan aptos para mirar dentro de mí
encienden fogatas lejanas.
62
Miserere
Dios está arriba, el hombre abajo;
Dios es Dios, el hombre es el hombre;
cada cual a lo suyo, cada cual en su casa.
Poema africano
Tumba de María
Miserere.
68
Unción del padre enfermo
69
Custodia del ángel malo
Vino la mosca
posó su armadura en la ventana
el brillo de tul bordado de sus alas
se pegó en mis ojos.
La mosca gris
voló y acezó sobre mi pelo
una murmuración sagrada.
70
Abrí entonces la ventana
para que escapara tu aliento
aprisionado entre las gasas.
71
Ensalmos
72
Que a la casa adonde fuere
no le caigan rayos ni piedras.
Que si tengo que huir sea
invisible a mis seguidores.
73
El beso
74
Palabras redobladas
75
Traslado de restos
76
Estas casas en las que se curva la tristeza
como un ciervo que ofrece el cuello al sol maduro del
poniente
estos nichos atados a las nubes
residencias de frágil factura que suplican al viento
estas brazas que quieren huir
estas lluvias que claman hundirse en arroyos de agua negra
nunca perecen.
77
Poemas crucificados en la pared
80
María comentaba las noticias
estas
cosas.
81
82
Hospital Makewe
No conocemos el tipo
de persona que es
si es violenta o no
sin conocerme
dijo la enfermera
tú eres el que anda
quemando camiones.
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84
Praderas de Chol Chol
85
carabinero me dijo que tenía que firmar
Comunicado a la UPI
No se puede detener
el peso de la realidad:
86
El mapa no es el territorio
En Pitrufquén
mientras tocamos
la corriente, mientras
alguien nos cuenta
que en el río Toltén lavaba la india su chamal, las líneas
de la vida y del corazón son borradas por el agua.
Así es como la historia se diluye
iluminada por una mancha amarilla
un sol ancestral cuyo símbolo
cartográfico es un disco en el cielo
que se proyecta sobre
la vaga idea de un territorio
que alguien aplasta
con una palabra.
87
88
Un mapa del año viejo
89
ÍNDICE Nada tiene que ver el amor con el amor
Mares............................................................................................................ 21
La derrota del mar............................................................................. 24
Los náufragos....................................................................................... 25
La sangre de los tripulantes........................................................... 27
Postal de puerto.................................................................................. 28
Islas del sur............................................................................................ 29
Mares....................................................................................................... 30
Palabras hexagonales....................................................................... 45
Palabras hexagonales........................................................................ 48
Script de la memoria........................................................................ 52
Marina llega con la lluvia................................................................ 58
Miserere..................................................................................................... 65
Tumba de María................................................................................. 68
Unción del padre enfermo............................................................. 69
Custodia del ángel malo.................................................................. 70
Ensalmos................................................................................................ 72
El beso..................................................................................................... 74
Palabras redobladas........................................................................... 75
Traslado de restos.............................................................................. 76