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Amero 6 0
EL PAGANISMO
TARDÍO Y JÜUARO
EL AIOSTATA
,
Esta historia obra de un equipo de cuarenta profesores de va
f im m ,
rias universidades españolas pretende ofrecer el último estado
,
de las investigaciones y, a la vez ser accesible a lectores de di
HISTORIA versos niveles culturales. Una cuidada selección de textos de au
, ,
tores antiguos mapas, ilustraciones cuadros cronológicos y
orientaciones bibliográficas hacen que cada libro se presente con
°^MVNDO ,
un doble valor de modo que puede funcionar como un capítulo
del conjunto más amplio en el que está inserto o bien como una
ANTÎGVO monografía. Cada texto ha sido redactado por. el especialista del
tema, lo que asegura la calidad científica del proyecto.
ROMA
Director de la obra:
Julio Mangas M anjarrés
Catedrático de Historia Antigua
de la Universidad Com plutense
de Madrid)
Diseño y maqueta;
Pedro Arjona
Págs.
B ib liografía............................................................................................................... 59
El paganismo tardío y Juliano el Apóstata
Una cita del historiador cristiano Eu que las fuentes aparecen escasas, con
sebio de Cesarea (//. E., II, 4) señala fusas la m ayor parte de las veces y de
que en un lugar cercano a Jerusalén gran parquedad, determ inando de esta
se daban cita gentes de todas las na manera sensiblem ente su estudio.
ciones, judíos, paganos y cristianos
con el fin de invocar cada uno de
ellos a sus respectivos dioses, sacrifi 1. La com plejidad pag an a
car y efectuar ritos comunes, convi
viendo juntos y produciéndose de esta Un trabajo de J. Zeiller acerca de la
manera el intercam bio de ideas, usos term inología em pleada por las fuen
y hábitos. Hechos de este tipo junto tes cristianas para designar al paga
con una serie de factores políticos y nismo, nos inform a de la com plejidad
socioeconóm icos, dificultan el estu del mismo. En ellas éste aparece co
dio del m osaico variado de creencias mo algo propio de los habitantes de
que conform an el paganism o tardío, los pagi o aldeas (de donde deriva el
así como del cristianism o. Sin duda el término paganism o), propio de ám bi
enfrentam iento ideológico no estuvo tos rurales, atrasados culturalm ente y
exento de puntos de contacto que ter en oposición a las directrices ideoló
minaron por transform ar sistemas, gicas surgidas de la ciudad, de la ci
dogmas y ritos. Frente a la desapari vilización y la cultura. El paganismo
ción y el ocultam iento de ciertas for es todo aquello que se opone a la or
mas religiosas, la p ervivenda de otras todoxia cristiana y que puede venir
muchas se acompaña de una asun englobado en una term inología muy
ción por parte del cristianism o de la variada: error, idolatría, superstición,
herencia pagana, aún más clara si ad gentilidad, herejía, magia o adivina
mitimos con R. Mac M ullen (1984) ción, incluyéndose de esta forma dog
que la conversión en una parle consi mas, m itos, ritos, desviaciones dentro
derable de los casos consistió en un del seno del cristianism o y los más
proceso de adopción de la realidad variados principios filosóficos.
dada y de obediencia al nuevo dios, Esta falta de hom ogeneidad obliga
sin que ello im plicase el abandono de a tener en cuenta los diversos siste
las antiguas creencias. Esta com pleji mas y particularism os locales, de m a
dad se acentúa desde el momento en nera que mientras en algunos lugares.
8 Akai Historia det Mundo Antiguo
cristianos que no cumplen con sus Todos ellos tienden a colocar como
obligaciones y que continuam ente ca consecuencia de este triunfo la exis
en en el error religioso o en la idola tencia de la paz, la unificación de los
tría. pueblos, la arm onía y la justicia so
La labor propagandística fue lle cial, más como creación de un m ode
vada a cabo sobre todo por los inte lo teórico que como retrato fiel de
lectuales cristianos, cuyos escritos se una realidad. En este bien llamado
dirigían principalm ente a las élites por A. Alfoldi “conflicto de ideas”,
políticas y culturales y por sacerdo tuvo im portante papel el sentido pro
tes, monjes y santones, que mediante fundamente m aniqueísta de la socie
sermones, hom ilías y m ilagros se dad tardía y del cristianism o prim iti
atraían a las masas populares. Las dos vo, que se patentiza en la lucha en
vías principales en ambos casos fue carnizada del Bien contra el Mal. El
ron la exaltación de los principios paganism o así no es sólo fruto de la
cristianos y la sistem ática y paralela barbarie, sino tam bién factible de
degradación del cualquier otra creen burla con su adoración a animales,
cia. hortalizas, estatuas de piedra, bos
E. R. Dodds ha dem ostrado cómo ques, fuentes, astros y dioses que ac
desde el siglo III se había venido de túan dirigidos por pasiones puram en
fendiendo la extensión del cristianis te humanas. Pero además se coloca al
mo por todo el orbe, hasta el punto de paganism o en relación directa con lo
que esta idea viene recogida también do aquello que de malo hay en el
por autores paganos como Porfirio. mundo. Ello conlleva dos procesos
Esta labor, cuyos exponentes son Ter teóricos: en prim er lugar se pone al
tuliano e Ireneo, se repite entre los dem onio, enemigo de la humanidad,
principales pensadores del siglo IV, antítesis del Bien, del Valor, de la Be
como Jerónim o, Agustín o Prudencio. lleza, como causante de guerras, ca
El paganismo tardío y Juliano el Apóstata 19
ciones y prácticas paganas. A. Alfoldi cios dom ésticos por lo que de ocultis
sostiene que, si bien a partir del año mo encerraban, los perm itió en tem
230 tienden a desaparecer los sím bo plos y altares de una manera oficial
los de paganism o e irrumpen los cris (C. Th., XVI, 10, 1), hecho que con
tianos en las m onedas, y si rehusó tradice la noticia de que cerrase edifi
participar en la cerem onia de la de cios paganos. Además todavía en el
cennalia de 326 y subir al Capitolio, año 337 exim ía de ciertas cargas pú
siguió ostentando el título de Sumo blicas a los sacerdotes del culto im pe
Sacerdote y acudiendo continuamente rial (C. Th., XIT, 5, 2). Pero sí actuó
a los sacrificios y a las prácticas adi desde el año 315 contra la adivina
vinatorias (Zosimo, II, 24), creyendo ción y la magia (C. Th., IX, 16, 1-3),
de tal modo en ellas que terminó por velando por la estabilidad de la mo
prohibirlas en el aniversario del Em narquía, y desde su puesto de Sumo
perador (C. Th., XVI, 2, 5) para evitar sacerdote; en su ley prohibía que
manipulaciones en torno a su persona. cualquier mago o sacerdote acudiese
Esta misma am bivalencia se cons a las casas y castigaba estos hechos
tata en su obra legislativa, de manera con terribles penas, abriendo con ello
tal que, si bien prohibió ios sacrifi una etapa de persecución que habría
22 Akal Historia dei Mundo Antiguo
dor en sus reformas, se com bina con que su carácter visionario y supersti
el de un espíritu nervioso e incontro cioso, así como el afán de em ular las
lado ante ciertas situaciones que, en hazañas de sus modelos políticos, co
tre otras cosas, le llevarían a innum e mo Alejandro y Marco Aurelio, le
rables errores en el terreno militar, la im -pidiera ver el alcance negativo de
guerra contra Persia y la pérdida de algunos de sus actos. Su corto reina
su propia vida. Pero todo ello sólo do nos impide, no obstante, com pro
puede entenderse dentro del marco bar los efectos de su obra, ya que ésta
concreto de su época y de sus propias fue destruida de raíz en la etapa in
circunstancias. Sin duda un cierto m ediatam ente posterior a su muerte.
confusionism o viene determ inado por Juliano era prim o de Constancio
las fuentes que, en el caso de ser cris II, hijo de un herm anastro de C ons
tianas le suelen presentar cayendo en tantino, Julio Constancio, y de una
ataques de histeria, de figura cóm ica, noble de Bitinia, Basilina, hija de un
incontable y vicioso (Gregorio Na- antiguo gobernador de Egipto. N aci
cianzo, Orat., 5, 23). Por el contrario, do hacia 331, su infancia se vio m ar
Libanio (Orat., 13) y el panegírico de cada por la tem prana muerte de su
M amertino le señalan como enemigo m adre y por el asesinato, en su pre
de cualquier exceso, m odesto, com sencia, de padre, hermano mayor, tío
pasivo, inteligente, decidido y con y prim os, como consecuencia de un
una prodigiosa actividad a lo largo de com plot palaciego contra miembros
su vida, virtudes todas que el mismo de la dinastía. Su hermano, Gallo, y
Juliano repite en su Misopógdn. Pero él (al ser muy pequeños) quedaron
es de nuevo Am iano quien presenta bajo la custodia de Constancio II, ale
una imagen más objetiva, pese a ser jados de la corte y enviados a la for
el cronista y amigo del emperador. A taleza de Macellum (Capadocia), bajo
lo largo de su obra aparece como de la supervisión del obispo cristiano
talla mediana, cabellos hirsutos, bar Eusebio de N icom edia y del eunuco
ba, labio inferior caído, nuca gruesa, M ardonio, posiblem ente pagano. Am
espalda fuerte y de un carácter vital y bas personalidades marcaron en los
valiente, con gran capacidad para el primeros años su carácter am bivalen
trabajo, prudente, casto, caritativo y te y lo acentuó aún más la falta de
amante de la justicia, pero también contacto con el exterior y el estudio
con un carácter im pulsivo en ocasio exhaustivo en la biblioteca del cristia
nes importantes, nervioso, charlatán y no Gregorio de Capadocia, formándo
lleno de supersticiones que le pusie se su aspecto introvertido y solitario.
ron en muchas ocasiones en manos de La vuelta a Constantinopla se produjo
magos y adivinos. Los retratos de sus a los 17 años y allí comenzó, con la
monedas y bustos, bien estudiados ayuda de la em peratriz Eusebia, su
por H. Cohen y J. P. C. Kent, nos le im portante etapa de formación, en la
presentan con barba, en actitud de que im pulsado por un gran afán de
oración o como filósofo y restaura conocim iento, se dedicó a visitar los
dor, lo que en gran parte viene a re principales centros culturales del mo
flejar la imagen que él mismo quería m ento en los que se impartían tanto
transmitir. De un estudio general de enseñanzas cristianas como paganas,
su vida y obra, podemos afirm ar que utilizando sus ricas bibliotecas y te
sobre todo fue un gran m ilitar y estra niendo ocasión de visitar los princi
tega, un im portante reform ador con pales templos paganos. Todo este
una gran capacidad de trabajo, ade proceso de form ación lo tenemos re
más de liberal en materia* religiosa, en cogido en sus epístolas 29 y 46 y en
contraste con ciertas actitudes de sus las oraciones 13 y 18 de Libanio prin
predecesores. Pero es muy posible cipalm ente, sin olvidar la importante
El paganismo tardío y Juliano el Apóstata 25
obra de Amiano. Por ellos sabemos sinato de m iem bros del senado en
que de C onstantinopla pasó a N ico Antioquía, cuando la ciudad se había
media, donde tuvo los primeros con negado a pagar más impuestos y a ba
tactos con su posteriorm ente amigo jar el precio del grano para sostener
Libanio, y de allí a Pérgamo, donde las guerras contra los persas (Libanio,
tuvo como m aestro a Edesio y los fi Omt., 1,96). Lo que en principio pa
lósofos Eusebio y Crisantio que le in recía una postura política coherente
trodujeron en el neoplatonism o de se convirtió en un acto de traición e
Yamblico y Porfirio. De allí se trasla intento de usurpación por las maqui
dó a Efeso, donde parece ser que fue naciones de los enemigos de Gallo en
convertido al paganism o gracias a la la corte. La decapitación del césar en
influencia del teurgo y adivino M áxi Istria aceleró la vuelta de Juliano,
mo (R. Andreotti, G. W. Bowersock, quien ese mismo año de 355 fue nom
R. Browning), quien además le intro brado césar y enviado a Galia como
dujo en los m isterios de la diosa fri tal. Hay autores (Ch.Vogler) que con
gia Cibeles. En mi opinión éste no sideran esta postura como tomada pa
fue más que un paso adelante en el ra elim inarle fácilm ente por las sos
conocim iento de la cultura pagana, pechas que recaían sobre él, y con la
con la que llevaba mucho tiempo esperanza de que un intelectual con
m anteniendo contactos y que culminó poca preparación m ilitar no pudiese
con la visita a Troya, Alejandría superar las fatigas de la campaña. De
(donde conoció a su médico Oribaso) ahí que se le enviase con un número
y su paso a Grecia. Atenas, hacia 355, muy reducido de tropas, bajo la vigi
era un im portante centro cultural, en lancia directa de expertos militares
el que se im partían conocim ientos fieles a Constancio como Ursicino y
científicos y filosóficos de todo tipo y dependiendo del prefecto de la Galia.
se podía entablar conocim ientos con Sin embargo, hay que tener en cuenta
im portantes cristianos, como Basilio que era el único miembro vivo de la
de Cesarea o Gregorio de Nacianzo, y
paganos, como los filósofos Himerio
y Prisco, iniciándose con éste último
en los oráculos caldeos. Ello le per
mitió también visitar los principales
templos de Grecia, iniciarse en los
misterios de Eleusis y entablar am is
tad con el hierofante de este templo,
quien, además, fue el supervisor de
todos los templos de Grecia que en
esta época seguían funcionando sin
duda. El final fue Italia, donde estuvo
en contacto con las élites paganas de
Roma, donde estaban muy afianzados
los cultos de carácter m istérico y pu
do adquirir un importante conoci
miento de ellos. La vuelta de Italia
fue brusca y estuvo provocada por un
acontecim iento político que marcó
definitivam ente el futuro de Juliano.
La falta de descendencia de Cons
tancio II le había m otivado a nom brar
césar a Gallo. Éste había protagoniza Hércules matando a la Hidra
do una represión cruenta, con el ase en las catacum bas de la vía Latina (siglo IV)
26 Aka! Historia del Mundo Antiguo
y, por el otro, a restringir los privile o Demeter, pero, sobre todo, el apego
gios de los cristianos, pero nunca a al culto de Helios, el sol; de ahí tam
perseguirlos. Esta última idea ha sido bién la defensa de cultos orientales
ya bien defendida (P. Brown, A. H. como el de Mitra, personificación
M. Jones, R. Browning, G. W. Bo- tam bién de este astro, en el que se hi
wersock) y se puede com probar a lo zo iniciar, o Atis, el esposo de Cibe
largo de su obra legislativa. les {ep. 28; Libanio, Orat., 18, 127 y
Juliano era, ante todo, un filósofo 13, 35), m anteniendo un templo al
y además estaba profundam ente m ar culto solar en su palacio. Su Himno a
cado por su doble cultura pagana y Helios es la m uestra contundente de
cristiana que le im pide tom ar postu las inquietudes religiosas al respecto,
ras de intransigencia. El mismo se así como el dedicado a la Madre de
presenta como un cristiano convenci los Dioses lo es del culto a Cibeles,
do en su prim era etapa, pero a la vez diosa frigia que podía ser identificada
favorable al conocim iento de los dog con Demeter, Hecate y Rea, com pa
mas paganos (ep. 111 y Himno a H e ñera del Sol. L. Cohén estudia un díp
lios, I, 2) postura ratificada por tico de marfil, en el que el em perador
Amiano (XXII, 5) y Libanio (orat., aparece representado en un carro tira
13, 11). De ahí que el apelativo de do por elefantes y un busto de Calce
“A póstata”, que im plica el abandono donia, en el que está coronado con
de una fe por otra, tenga que ser m ati una diadem a con rayos, ambos con
zado y que sólo se encuentre en la una clara sim bología solar. Quizás
tradición cristiana (Sozom eno, V, 2, con este mismo sentido habría que
5). Las contradicciones de su infancia tratar una m oneda de Antioquía, don
y juventud impiden adm itir una orto de en el reverso parece ser se encuen
doxia en su fe y una ambigüedad que, tra un buey que podría representar a
sin lugar a dudas, tam poco le abando Apis, aunque J. Arce (1975) apunta
nó en su etapa pagana, en la que, en tam bién hacia una escena de sacrifi
ocasiones, se le pueden apreciar cier cio. Con estas m ism as bases, defen
tas tendencias m onoteístas. Rechazo dió la descendencia de los romanos
por tanto una apostasia en su sentido de los troyanos, y a Constantinopla
más puro y con ello la idea general de como la heredera de Roma. En sus
perseguidor del cristianism o, aunque escritos se ensalzan las figuras políti
sin lugar a dudas lo fue de algunos de cas, griegas o rom anas, que, en cierto
sus miembros y dogmas. modo, han dignificado al Im perio co
Juliano buscó en el paganismo la mo nexo entre los dos mundos. Así se
vuelta a la religión del estado rom a nos m uestran como paradigm as Ale
no, pero profundam ente influido por jandro, Trajano y M arco Aurelio, y el
el helenism o, en una unión casi m ísti m ismo Juliano como encargado de
ca del Oriente con el Occidente. Se devolver a Roma su antiguo esplen
gún P. A. Fowden, fue su formación dor, para lo cual no iba a frenarle ni
neoplatónica la que le hacía buscar la grandeza del im perio persa.
una unidad de la religión con la filo Por ello mismo y dentro de esta teo
sofía que abría de abocar en la crea ría político-religiosa y dentro del pa
ción de una auténtica teoría política. ganism o sólo podem os entrever aver
Su amor por los cultos griegos le lle sión por parte del em perador hacia
vó a crear la leyenda de que su madre los filósofos cínicos. En su Contra
soñó con Aquiles el día de su naci 11eraclio, uno de sus líderes, se ve que
miento y a m antener que los habitan los m otivos eran precisam ente el ca
tes de Tracia y Jonia debían conside rácter independiente de este grupo, su
rarse griegos. En sus escritos aparece sectarism o y autonom ía que le podían
el respeto que sentía por Apolo, Zeus convertir en un opositor políiico, des
El paganismo tardío y Juliano el Apóstata 31
los paganos; el citado obispo fue que cuando éstos le animaban a abando
mado vivo y sus cenizas arrojadas al nar la em presa fijada, como fue el ca
mar, cayendo también sus principales so concreto de la campaña persa, don
partidarios. Al parecer en situaciones de prefirió atender a los consejos de
semejantes cayeron el conde Gauden- los filósofos.
tio, quien había llevado a cabo la per Juliano no era solamente un teóri
secución de los paganos en el Norte co, sino que intentó también una re
de África y el prefecto de Constanti- forma de las com unidades y del sa
nopla (Libanio, ep., 1071). Sabemos cerdocio pagano para conseguir que
también que el obispo de Cízico su fuesen modelos a im itar (W. Koch) y
frió el exilio por haber construido devolverles parte de la moral perdida.
centros para vírgenes cristianas sobre Sus epístolas 84, 85, 86 y 89, dirigidas
los antiguos templos (Juliano, ep. a los sacerdotes Arsacio de Galacia,
114). Por contra, Juliano recompesó a Teodoro de Asia, Seleuco de Cilicia y
los habitantes de Gaza y Nísibe por a Teodora, nos presenta un panorama
su fidelidad, pidiendo a los cristianos de dejadez y corrupción entre los sa
que volviesen a sus antiguos cultos cerdotes, incapaces de responder a las
{ep. 83), e intentó evitar actos supers necesidades de su tiempo. Por ello les
ticiosos cuando m andó trasladar un anim a a devolver la fe y la moral a
obelisco de Alejandría, donde se da sus fieles, a practicar la caridad y el
ban prácticas de este tipo, a Constan- proselitism o, tal como hacían los cris
tinopla (ep. 59). tianos y culpa a los paganos de con
Al contrario de sus antecesores, tribuir al trinfo de los mismos. Com
apoyó los sacrificios y las prácticas para la hum ildad y la devoción cris
adivinatorias, siendo él uno de sus tiana con la de los paganos asistiendo
mayores adictos. Sacrificando estaba a espectáculos, tabernas, trabajos ver
cuando su alzam iento en Lutecia y en gonzosos, desconociendo los rituales,
su camino hacia Constantinopla, y es dejando sin castigo a impíos e injus
to se acentuó en la últim a etapa de su tos. Por eso mismo nom bró como sa
vida, en la expedición contra los per cerdotes de los centros más im portan
sas donde aparece rodeado de augures tes a sus amigos personales como
y adivinos, quizás como una manera Crisantio y su m ujer M elita, sacerdo
de justificar sus actos como derivados tes de Lidia, Herax en Alejandría o
de los deseos divinos, más que por Calixena en Pesino, centro del culto a
pura superstición como se le suele la diosa frigia.
presentar. La obra de Amiano nos re
fleja a un em perador preocupado por d) Las m ed id as contra el
temblores de tierra; muertes repenti cristianism o
nas; incendios de tem plos, como el de
Apolo en Roma; apariciones, como la Éstas fueron dictadas contra ciertos
ocurrida en la cam paña de Doura en aspectos del mismo, pero ninguna de
que se vio un león entre la tropa o la ellas estuvo encam inada a acabar con
de Ctesifonte, donde dos caballos su él como ideología religiosa. La aver
bieron al cielo, por la huida de vícti sión de Juliano se dirigía hacia cier
mas para el sacrificio como en C tesi tos grupos de cristianos intransigen
fonte; por la llegada de nubes y true tes, que anteriorm ente habían sido un
nos repentinos o el oscurecim iento de fuerte apoyo de Constancio y, de ahí,
los astros (XXIII, 1-3; XXIV, 3, 1 y que m uchos de ellos fuesen elim ina
XXV, 1, 1-9). Pese al tem or que estos dos de los órganos de poder en los
hechos prodigiosos podían infundir prim eros mom entos de su reinado.
en su persona, sabemos que hizo caso Además había ciertas características
omiso de vaticinios e interpretaciones de los cristianos que los hacía incom
El paganismo tardío y Juliano el Apóstata 33
para continuar un poco más adelante cuyo motivo fundamental fue la enor
afirmando que en su tiempo se difun me preocupación de ambos por la si
dió la idea de que había sido una m a tuación de sus fronteras, tal como co
no rom ana (XXV, 6, 6). En este caso rresponde a unos gobernantes surgi
habrá que ver de nuevo una im portan dos del estam ento militar.
te facción dentro del ejército, reacia a En el terreno religioso, que es el
la campaña e incluso al emperador, que nos ocupa, el estudio de la obra
que vuelve a vislum brarse en la con de Amiano nos presenta una situación
troversia que surgió dentro del mismo de persecución política am parada en
a la hora de elegir un sucesor, term i la religión, sem ejante a la analizada
nándose por nom brar a Joviano, cris en el gobierno de Constancio II. Ésta
tiano pero a la vez fiel a Juliano y contrarresta (J. M atthews, P. Petit)
muy liberal, con lo que según P. con su liberalidad respecto al paga
Allard se produjo la “pacificación re nismo en general, pues la m ayor parte
ligiosa”. Esta consistió en la firm a de de la aristocracia, el senado y los
la paz, la retirada de las tropas y la miem bros de su gobierno estuvieron
entrega a los persas de las provincias com puestos por paganos y cristianos
limítrofes, parte de Arm enia y la M e e incluso la m ayor parte de los tem
sopotam ia rom ana. Gracias a la pre plos debieron perm anecer abiertos
sencia de generales paganos como después de la proclam ación, por parte
Nevita, el cuerpo de Juliano se ente de ambos em peradores, de la libertad
rró en Tarso (Cilicia), no sin que an de cultos (C. Th., IX, 16, 9 de 371).
tes asistamos a la continua inm ola La adivinación y los sacrificios que
ción de víctimas en la retirada de un daban, por el contrario, totalmente
ejército que todavía en su m ayoría se prohibidos, especificándose clara
confesaba pagano. mente que con ello no se iba contra el
La muerte de Joviano en extrañas rito sino contra su práctica dañina (C.
circunstancias (por los gases de un Th., XVI, 5, 9). Estas disposiciones
brasero, una congestión cerebral o un pusieron en sus manos la justificación
dolor gástrico según Amiano, [XXV, jurídica de la persecución a enemigos
10, 1-17]) en la frontera entre Bitinia políticos, en la que cayeron intelec
y Galacia, sirvió para encumbrar a tuales, filósofos y científicos. En
una nueva dinastía tras la elección del Oriente, desde 371, afectó a una parte
tribuno de origen panonio, Valentinia im portante de la población de Antio-
no, el 26 de febrero de 364, en Nicea, quía y el encargado de llevarla a cabo
quien llevó a cabo la sistemática des fue el conde Paladio. Desde esta ciu
trucción de la obra de su predecesor y dad se extendió a otros lugares y se
la restauración del Im perio cristiano. vieron im plicados personajes como
M áximo de Éfeso o el gobernador de
Asia, y gran número de senadores por
4. La reacción cristiana frente consultar acerca de la descendencia
al p aganism o de Valente. Con ellos sufrieron repre
sión quienes confeccionaban horósco
El rechazo de la m isma m emoria del pos, recitaban conjuros en los baños
em perador m uerto que habíam os vis públicos o, como en el caso de un au
to a través de los epígrafes es sólo un riga, echaban suertes acerca del resul
ejemplo de lo que representó su tado de una carrera. La quema de bi
muerte para el paganism o tardío. Tan bliotecas enteras y las requisas de
to Valente, en Oriente,· como Valenti bienes acom pañaron estas actuacio
niano, en Occidente, volvieron a una nes. (XXIX, 1 ss.).
política fiscal dura, de requisas a las La represión en Occidente se ini
ciudades y aum ento de la burocracia, ció en el año 368, patrocinada por el
El paganismo tardío y Juliano el Apóstata 37
prefecto M axim ino y, pese a que de M axim ino, nos hace pensar que
Amiano tenga una visión de Valenti ésta no estuvo exenta de intereses
niano como de un em perador toleran concretos, que podían envolver anti
te, no por ello dejó de ser menos guas rencillas fam iliares y religiosas.
cruel. Partiendo de las acusaciones Eso se corrobora con el hecho de que
efectuadas por un m atrim onio acerca en Galia sufrieron persecución los
de ciertas prácticas mágicas, se vie enemigos personales del mismo, aca
ron envueltos im portantes personajes bando muchos de ellos en el exilio y
de la clase senatorial (XXVIII, 1, 1- efectuándose gran cantidad de confis
56) romana, lo que hizo elevar una caciones. De aquí pasó la persecución
queja al em perador por parte de la al Africa, donde algunos senadores
nobleza de la ciudad y de su sumo sa romanos contaban con extensos lati
cerdote Pretextato. El que cayeran en fundios y, en ocasiones, se habían
la persecución miembros de la familia opuesto a las requisas de grano para
mente en los cánones y leyes im peria yes, y proveer para sí en lo futuro” (c.
les cuando denuncian como tales a 4 del V Concilio de Toledo). De ahí
arúspices, astrólogos, intérpretes de que m últiples concilios repitan los
sueños, m atem áticas y curanderos y anatemas contra quienes llevaban a
los colocan junto a trabajadores de cabo estas prácticas en la clandestini
m aleficios, magos y consultantes de dad de las casas (c. 71, 74 II de B ra
los muertos. El intento hecho por ga; 14 de Narbona; 23 de Tours, de
Agustín (De civ., X, 10, 1) de siste 597; 89 del IV de Cartago) y los cor
m atizar estas prácticas perduró en su pus jurídicos como las Leyes Visigo
concepción teórica hasta el siglo VII, das (V, 2, 1-3; VI, 2, 4-5) castiguen
donde fue recogido en las Etimolo con el exilio, la confiscación y la caí
gías de Isidoro de Sevilla (VIII, IX, da en esclavitud a quienes elaboren
1-30) y se basa en la clara división pócimas para m aleficios o practiquen
entre las prácticas que forman parte encantam ientos sobre los campos, vi
de la goetia o magia antisocial, cau ñas, animales o mentes de los hom
sante de m últiples desgracias, y la bres. La obra de Gregorio de Tours es
teurgia o magia blanca. tam bién un claro ejemplo de las per
En la prim era se vienen a incluir secuciones llevadas a cabo por los re
prácticas como la necrom ancia, por la yes francos contra estos actos (Hist.
que se consulta a los muertos m edian F ranc.,V, 14-39), mientras en Oriente,
te la manipulación de sus cuerpos y la Justiniano tuvo que desencadenar una
inyección en ocasiones de sangre en purga entre los personajes de la corte
sus venas; la hidrom ancia, geomancia para erradicar las prácticas de adivi
y aeromancia, según sea agua, sustan nación y magia (A. Η. M .Jones). Evi
cias minerales o el aire los elem entos dentem ente, la neurosis desatada ter
utilizados en las prácticas adivinato m inaba por afectar a otros actos m u
rias y mágicas; la pirom ancia, en la cho más inocentes como eran el
que juega un papel fundamental el observar los astros a la hora de casar
fuego; la astrologia, como deform a se, plantar árboles o construir una vi
ción supersticiosa de la astronom ía vienda, el invocar las mujeres en sus
-auténtica cien cia- y fundam entada tejidos a M inerva o a Venus en sus
en el determ inism o astral (a sus se nupcias, el hacer caso de los días fas
guidores se les suele llam ar en oca tos y nefastos, el recoger hierbas cu
siones m atem áticos); la aruspicina y rativas con un cierto ritual (Dum ien
los augurios, que suelen basar sus co se, 1-16), hechos todos que term ina
nocimientos en los vuelos, voces y ron por integran el complicado
demás signos enviados por las aves; mundo de la superstición.
la oniromancia, en la que los hombres M uchas otras prácticas se tolera
son los transm isores del destino, y ron fácilm ente, principalm ente las de
junto a todas ellas denuncias de una carácter expiatorio y purificatorio.
serie de actos denom inados encanta Las rogativas tendentes a buscar la
ciones y sortilegios y que suelen in fertilidad de los campos y animales,
cluir las invocaciones de los espíritus mediante ritos procesionales, quema
mediante cánticos, fórm ulas, libros de los campos, bendiciones, actos ex
sagrados y de m ágia o com plicados pulsivos y expurgatorios habían ya
juegos de suerte. En la goetia pode escapado de los anatemas de conci
mos rastrear m uchas prácticas perte lios (c. 49 de Elbira) y leyes (C. Th.,
necientes al aparato religioso de los IX, 16, 3) y formaban una parle im
más variados sistem as, perseguidores portante del patrim onio religioso de
todavía en el siglo VII por “pensar las sociedades. Las distintas religio
ilícitam ente de las cosas futuras, y nes hacían uso de las mismas y tam
conjeturar los infortunios de los re bién los grupos gnóstico-m aniqueos
El paganismo tardío y Juliano el Apóstata 53
nómeno sim ilar al del templo de unión con el mundo de la magia las
Serapis en Constantinopla. También cerem onias de carácter purificatorio
ciertos santuarios cristianos con estas del ritual del exorcismo. P. Brown y
características contaban con árboles R. Mac M ullen (1984) han insistido
de propiedades curativas como el de en el papel que éste desempeñó para
Eulalia en M érida (Greg. Tours., Libr. la atracción de fieles a través de la lu
Mirae., I, 78) o se construyeron don cha contra el Mal y del efectismo de
de había aguas term ales, fenómeno sus cerem onias. En ellas se produce
muy común en los distintos territorios un auténtico despliegue de conjuros,
del Imperio. actos m iméticos, oraciones, flagela
Los santones tenían un poder es ciones, insuflaciones de aire dentro
pecial para vaticinar acerca de acon del poseso, invitaciones a la huida,
tecim ientos extraordinarios, tal como ayunos, aspersiones purificatorias, in
se ve sobre todo en la obra de Euse cineración de hierbas que, junto con
bio y en las crónicas de Orosio Hida- la im posición de manos, a través de la
cio, Gregorio de Tours y Fredegario. cual el exorcista trasmite su fuerza al
Esta idea im pregnaba desde los gru poseso, y los cánticos, plegarias y
pos populares hasta las élites intelec llantos de las turbas que lo presencia
tuales, desde el m om ento en que se ban, term inaban por producir una cri
consideraba que ciertos aconteci sis en el poseso. Estas prácticas se
mientos sólo podían enterderse estan llevaban a cabo muchas veces dentro
do presente la mano de Dios. Así co de la incubatio antes analizada, pero
bran especial atención eclipses, terre la obra de Valerio de Bierzo acerca de
motos, com etas, plagas y pestes, que la obra al respecto de San Emiliano
pueden señalar la llegada de los bár es bastante dem ostrativa de que los
baros, la caída de un usurpador o el hechos podían centrarse en las casas
castigo por el pecado de los pueblos. o en las plazas públicas. Gregorio
La gama se am plía con m aravillosa M agno (Dialogos, III, 21) y Eusebio
imaginación a lluvias de sangre, naci a lo largo de su Historia Eclesiástica
m iento de anim ales y hom bres defor dem uestran que los santuarios de los
mes, carros en el aire, cruces en el santos y aquellos lugares donde se
cielo, fantasmas sueltos por las ciuda encontraban depositadas sus reliquias
des o lluvias de serpientes. Si unas fueron, sin lugar a dudas, los preferi
veces se transm itían de una manera dos por las m ultitudes, llegando esta
literaria, sin lugar a dudas la labor práctica hasta la actualidad.
más importante a nivel popular quedó Para sintetizar, el culto a los san
en manos de profetas como los que tos en sus distintos campos vino a re
Agustín critica duram ente (ep. 119 y presentar una forma de dar cohesión a
Trat., III) por abusar de la religión y ciertos com ponentes del mundo cris
de la credulidad de las gentes, que in tiano que guardaban una fuerte dosis
cluso para vaticinar tom aban pócimas de paganism o. El cristianism o no fue
que les hacían caer en coma. En cual en absoluto en sus comienzos un sis
quier caso se podían conseguir gran tema unitario y cerrado y todavía m e
número de conversiones como la que nos a aquellos aspectos que podían
se dio con la llegada de las reliquias ser un im portante instrum ento para la
de Esteban a M enorca y la aparición conversión de los paganos y para evi
simultánea de globos brillantes en el tar la huida y la apostasia. De ahí que
ciclo, tal como relata su obispo Seve el culto a los santos adquiriera al fi
ro, hechos bastante comunes también nal de la Antigüedad y a lo largo del
ante la columna de Simeón el Estilita Medievo tan gran im portancia, y m ar
en Oriente. case sensiblem ente la trayectoria teo
Por último quiero referirme a la lógica y política de la Iglesia.
El paganismo tardío y Juliano el Apóstata 59
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