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La muerte de Eva1

Noé Epifanio Julián


Libre te quiero (...)
Pero no mía.
Pero no mía
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.

AGUSTÍN GARCÍA CALVO

En este mundo las mujeres rebeldes fracasan y, las sumisas, triunfan. La medida del éxito
conseguido es inversamente proporcional al grado de sometimiento, para corroborarlo,
basta con voltear los ojos hacia la Literatura, el espejo de la vida. Recuérdese el destino de
Eva, expulsada del paraíso y maldecida por el resto de los tiempos, al haberse rebelado
contra la Ley del Señor. Ahora, recuérdese a María, la virgen que aplastó la cabeza de la
serpiente, quien, con ese gesto, escenificó la retractación de la mujer contra la vergonzante
osadía de la joven rebelde. Tales imágenes describen la génesis del fanatismo profesado a
María y el aborrecimiento sentido contra Eva o, mejor dicho, el triunfo de la sumisión y el
fracaso de la rebeldía femeninas.

Con cada niña que llega a este mundo renace la posibilidad de echar por tierra el
poderío de los hombres, como lo hiciera Eva en otro momento; pero, cualquier niña que
quiera igualarse a ellos encontrará el mismo destino que María: sucumbir ante el poder, sin
darse cuenta.

Estoy a favor de la liberación femenina, pero en contra del rumbo que ha tomado
dicho movimiento; celebro el levantamiento rebelde de las mujeres, pero estoy en contra de

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Texto publicado en la revista Valor universitario, núm. 34, año 4, Noviembre de 2012.

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la equidad de género, pues, esa igualdad, por la que tanto claman, es la coronación del
sometimiento de lo femenino bajo el poderío de los hombres. Cualquiera que luche por la
equidad de género es un partidario de la misoginia. Me explico:

Si lo masculino somete a lo femenino significa que el prototipo del subyugador es el


Hombre. Ahora bien, si la mujer se iguala a él (pues, ¿a quién más se va a igualar si no se ha
inventado otro modelo más que el masculino?), el sometimiento no desaparece sino que se
desplaza hacia otra parte: ya no es el Hombre quien somete a la mujer, sino que es ella la
que se somete a sí misma con ideas masculinas. ¿Cómo, si no, se podría entender, entonces,
el ascenso de las mujeres en los escalafones del poder durante los últimos tiempos? Al
conseguir este ascenso no se liberaron del Hombre sino que se igualaron a él y sucumbieron
ante el poder, sin percatarse de ello.

La equidad de género no elimina la opresión del poder masculino que pesa sobre lo
femenino; la fortalece. Esto se deduce al analizar las tres caras del poder: la Economía, la
Política y la Cultura, que de femenino sólo tienen los nombres, pues todas están operando
con criterios masculinos. La Economía, convertida en Capitalismo, reduce la vida a trabajo y
diversión, es decir, a una producción desmedida de dinero que está patrocinada por la
esclavitud disfrazada de derecho laboral y esparcimiento. La Política, que ha culminado en
una Democracia desarrollada, promueve un sometimiento que se confunde hipócritamente
con la libertad de expresión; en ella se hace creer que se elige libremente lo que los
impostores han elegido de antemano. Y la Cultura se reduce a la compra-venta, es decir, a
un ejercicio de prostitución; las artes que no lucren con la vida le resultan prácticamente
inútiles al Capital (el nuevo nombre de Dios).

Esclavizarse, amordazarse y venderse, por respeto al Hombre, en eso consiste la


equidad de género, pues, ¿en qué se diferencian un banquero de una banquera, un
presidente de una presidenta, un promotor cultual de una promotora cultural? En nada. ¿Y
un profesor de una profesora, un abogado de una abogada, un juez de una jueza, etc.? ¿En

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el sexo? Vamos… Eso es otra cosa… Lo que hace a un varón Hombre no es el pene sino las
ideas de poder que lo rigen.

Así que, mujeres rebeldes, pierden el tiempo levantándose contra los varones que el
azar les ha puesto en el camino. Si de verdad están hartas de la opresión masculina, como
me lo imagino, tienen que levantarse contra las ideas de poder que las están subyugando (y
a los varones también), es decir contra el Capitalismo, contra la Democracia y contra la
Prostitución cultural; pero, si en lugar de ello, se dedican a defenderlos, al luchar por la
equidad de género, entonces, el poder ha triunfado y nos ha sometido a todos.

Adiós Eva. Las mujeres te mataron con el olvido.

PS. Deseo que el olvido sea una especie de letargo y que las mujeres despierten pronto y,
con ellas, la insumisión. Recuerden que Eva no luchó por un mundo mejor ni más equitativo
sino contra el que estaba regido por las Leyes de Dios (actualmente el Dinero).

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