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Se dirigió hacia el mar, construyó una barca con serpientes y navegó con rumbo a donde se pone

el sol, prometiéndoles a los toltecas que volvería en un año “ Ce Ácatl” para regresar a Tollan a
vengar por esa traición.
Casualmente ese mismo año prehispánico correspondía al año 1519 de nuestra era, año que
llegaron los primeros españoles por la misma costa por donde Quetzalcóatl desapareció.
Por otro lado y según algunos historiadores, las representaciones de Quetzalcóatl lo muestra como
un hombre blanco, alto y barbado. Por lo que se asegura que este personaje pudo haber sido real,
tratándose de un vikingo que llegó a las costas del Golfo de México y que tiempo después los
Toltecas convirtieran en su dios, por todos los conocimientos nuevos que les inculcó.
Lo más extraordinario de esta historia es que fueron precisamente estas características físicas y al
resplandor áureo de las armaduras y vestimentas, por las que el conquistador español Hernán
Cortés, fue confundido con este dios.
Las fechas coincidieron, así como los presagios augurados por los magos y sacerdotes aztecas,
por lo que toda una civilización, creyente de estas profecías, pensó inmediatamente en el regreso
de Quetzalcóatl.
Lamentablemente se dieron cuenta muy tarde de que ese dios, no era más que un hombre que
venía en busca de oro y dispuesto a terminar enteramente con una gran civilización.
El gran Quetzalcóatl es recordado entonces como un gobernante y político ejemplar, héroe
civilizador, inventor del calendario, descubridor del maíz, maestro agricultor, inventor del arte de
fundir metales, tallista de piedras preciosas, juez y jurista y dios unificador del mundo.
Su importancia hizo que las diferentes culturas prehispánicas le rindieran culto, ya fuere
como Quetzalcóatl o como Kukulkán.
Sus enseñanzas llegaron a diferentes civilizaciones, incluyendo a
los olmecas, mayas, mixtecas,toltecas, pero principalmente a los aztecas. Y todavía resulta más
enigmático que todas las culturas le describen igual y tan sólo con pequeñas variaciones

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