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La asertividad puede definirse como una habilidad social gracias a la cual una
persona es capaz de decir: “Yo soy así”, “eso es lo que yo pienso, creo, opino”,
“estos son mis sentimientos sobre este tema”, “estos son mis derechos”… Y dice
todo esto respetando a los demás, respetándose a sí mismo. La conducta asertiva
abarca lo que se dice y como se dice, es decir, tanto las formas verbales como las
no verbales: mirada, gestos, tonos de voz, actitudes, etc. La conducta asertiva
implica siempre el respeto a la integridad del otro, y en este sentido es una habilidad
social también relacionada con la comunicación.
La conducta asertiva no es una llave mágica con lo cual se puede conseguir siempre
lo que uno quiere, pero el actuar de modo asertivo provoca que la persona esté bien
con ella misma y con los demás. Es decir, hay un grado de satisfacción personal
porque el individuo ha manifestado lo que quería sin contradecirse ni humillarse, y
al mismo tiempo ha sido respetuoso con el otro. La conducta asertiva implica que la
persona asume la responsabilidad de lo que hace y dice, y por tanto asume las
consecuencias, positivas y negativas, de sus actos.
Al definir la asertividad como una conducta, se deduce que puede ser aprendida a
partir de un entrenamiento. La asertividad no es un rasgo de carácter o
personalidad, no es genética ni tiene ninguna relación con la herencia. Es
simplemente una conducta aprendida a partir de los múltiples elementos
socializadores desde el nacimiento hasta la edad adulta. Y también en la edad
adulta es una conducta que puede ser aprendida. Esto justifica, evidentemente el
sentido de estos capítulos y de las explicaciones posteriores.
Las personas pueden, y de he hecho tienen conductas asertivas sin saber que es
la asertividad, porque han sido educadas de modo asertivo. Al tratarse de una
conducta, no es un modo de comportamiento que sea totalmente claro y definible.
Existen elementos culturales que provocan que cierta conducta sea más o menos
asertiva en un contexto determinado. El significado de las expresiones “Respeta a
los demás” y “respeto a uno mismo” puede variar en diversos contextos culturales.
Para centrar el sentido de asertividad en nuestro contexto cultural, podemos
relacionarla con unos valores éticos comúnmente aceptados: los derechos
humanos, en su sentido más universal. En palabras más simples, podríamos afirmar
que la asertividad es una conducta en la que una persona no deja que sea
manipulada ni tampoco manipula a los demás.