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La novela Hijo de Hombre fue escrita por el autor paraguayo Augusto Roa Bastos, publicada en

el año 1960. La obra está compuesta de IX capítulos. Todos ellos dejan entre ver la sociedad
paraguaya en tiempos anteriores, sus costumbres, y sobre todo, el momento en que el país
atravesaba una revolución, la lucha entre unos –el gobierno de turno- y otros –los montoneros
que se oponían al gobierno-. Las consecuencias que todo enfrentamiento conlleva, pobreza y
muertos inocentes, como lo expresa uno de los personajes, Juandé:
—Yo no sé por qué vinimos a matar a estos prójimos (…) ¡Meta bala sin compasión! No habían
hecho nada todavía (página).
Uno de los rasgos importantes en la novela es la sensibilidad agudizada del autor sobre el
lenguaje como materia prima en lo narrativo. Paraguay en el único país latinoamericano
bilingüe, esta característica genera una forma particular de pensamiento. Todo paraguayo que
nace en el campo tiene como lengua madre el guaraní, caso del propio autor, existe sentimientos
y sensaciones que se expresan en este idioma: yaguapero (perro-pelados) kuña-saraqui (mujer
buscona). En la juventud de América, como territorio prácticamente virgen, conviven aún los
rituales e ideas míticas aborígenes junto a los ritos cristianos y occidentales que hace ya más de
500 años trajeron los primeros conquistadores. Esto hace del continente americano un lugar
invadido por lo maravilloso, donde la cultura occidental se mezcla con el sustrato de los pueblos
autóctonos, donde lo pagano se funde con lo cristiano, donde el español y el portugués se
modifican por el contacto con las lenguas aborígenes, donde dos culturas luchan por imponerse
y, sin embargo, se fusionan dando origen a una nueva visión de mundo, mucho más rica
y maravillosa.
Rubén Saguier en “Encuentro de culturas” trata sobre la “búsqueda de nuestra expresión” en la
literatura. En hispanoamérica no existe un sistema de lengua que diferente del sistema de
lengua de España, sin embargo, este sistema tiene matices que permite mostrar experiencias
distintas. Este matiz lo vemos en “Hijo de hombre”, Roa Bastos, siendo un escritor
contemporáneo utiliza expresiones en guaraní, lengua indígena, particularidad que nos hace
entender el contexto a partir de dualidades. Además, podemos relacionar esta característica con
el indigenismo que surge en la novela hispanoamericana hacia la década del 20 al 30, “la
escritura se mechó con expresiones más o menos indígenas, pero el criterio de selección en gran
medida continuaba orientado por el exotismo modernista” Rubén Saguier.
Otra característica de la obra es el enriquecimiento que realizó Roa Bastos al naturalismo, como
bien lo expone Monegal Emir en “Tradición y renovación”, “Roa Basto enriquece el naturalismo
con técnica de la narración fantástica para producir una obra de violenta denuncia humanitaria”,
el escritor paraguayo refleja las consecuencia en una revolución –Yo soy cívico. Tengo mi
estancia en Kaazapá. Tampoco me metí. Y lo mismo me comieron las vacas- dijo Ozuna, -Las
revoluciones se comen todo lo que encuentran-le interrumpió Núñez (página 68), o cuando
Miguel Vera escuchó –¡Allí están los rastros de la revolución! Desde lejos vimos la estación y las
casas destruidas por las bombas” (pagina 75), estas citas nos dejan ver cómo el publo vivía la
revolución, la lucha de ideologías, la pobreza, el abuso de poder, la figura del hombre –poderoso,
implacable- y la de la mujer –relega, víctima de humillaciones-: A ver, sácate un poco de ropa.
Quiero que te aprecien bien… Ella se quedó seria. (…)—Desnúdate, te digo…; ordenó el Coronel
a Flaviana para que todos la “aprecien bien”, ella, avergonzada ante el hecho, sumisa; o cuando
a Juandé decía: “Me hubiera gustado entrar alguna de quince para divertirme un poco”.
Hijo de hombre con sus personajes, sus espacios y su relato nos presenta una agónica imagen
de la historia y la sociedad del Paraguay de principios del siglo XX. Nos muestra un país destruido
por las guerras con sus vecinos (con Bolivia) acosado por el avance de la modernidad que
promete grandes adelantos para algunos y más dolor, miseria y olvido para la mayoría. Roa
Bastos expone una imagen clara de la sociedad paraguaya: los pueblos que luchan por tener un
lugar en la carrera del “progreso”; los intereses de algunos que solo traen devastación; la
explotación de los trabajadores en los yerbatales, como es el caso de Natividad y Casiano,
obligados a un trabajo forzoso que como ganancia solo obtienen monedas, apenas para
subsistir: -¡Erramos, Natí! – dijo Casiano mientras marchaban – Caímos de la pila al fuego…
(pagina 85), las revueltas campesinas; los ideales y la lucha por la libertad, la mezcla entre el
español y el guaraní. Este contacto entre las lenguas identifica a Paraguay, y lo diferencia del
resto de Latinoamérica. El bilingüismo genera una forma distinta de sentir, de expresarse y,
como ya afirmó alguna vez el mismo Roa Bastos, de escribir.
Finalmente La obra de Roa Bastos ocupó un importante lugar dentro del movimiento conocido
como Boom de la literatura latinoamericana. Se caracteriza, como la mayoría de las obras de ese
período, por el uso particular que hace, no sólo del lenguaje, sino también de la temporalidad y
la instancia narrativa; además de la intensa creación de símbolos y mitos que combinan las
características del mundo moderno al que América Latina lucha por incorporarse y la herencia
aborigen que no ha desaparecido, sino que más bien, ha abonado el suelo fértil en el que florece
la cultura latinoamericana.

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